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Gira Antigua Guatemala


San Francisco
A un costado se encuentra la Biblioteca (Ruinas y Museo) que puede visitarse todos los
días de 9am a 4:30 pm.

Respetando la normativa, no hemos sacado ni fotos ni video del interior, solo de los
patios y el exterior. En el interior se encuentran las múltiples placas de gratitud por los
milagros que Dios ha concedido por intercesión del Santo Hermano Pedro, cuyos restos
se encuentran reposando bajo el altar mayor.

También se encuentran en el museo numerosas reliquias del Santo, tales como su


sayal, su cordón, y la famosa campanilla, con la que cada noche solía recorrer las
empedradas calles de la ciudad repitiendo el ya conocido estribillo "Acordaos hermanos
que un alma tenemos, y si la perdemos, no la recobramos".

El sayal era una tela utilizada antiguamente para confeccionar hábitos religiosos,
gabanes, sayos y mantas para caballos y mulas. Debido a su bajo precio y su rusticidad
fue preferida para el hábito de religiosos (franciscanos), ermitaños y penitentes.

El sayal franciscano: El origen del sayal, según una de las tradiciones franciscanas, se
da en los primeros pasos de San Francisco de Asís como religioso entregado al servicio
de Dios. La historia cuenta que el famoso santo italiano, queriendo imitar en todo a su
Señor, quiso vestir como los hombres más humildes y pobres de su tierra. Aquel sayal
sería el que llevaría toda su vida y el que con sumo amor, sus hermanos adoptarían
como hábito para toda la Orden. Con el correr de los siglos, el sayal fue cambiando
hasta su forma y color actual.

Los franciscanos ya estaban en otras regiones de Guatemala en 1525, pero en


Almolonga se radicaron hasta 1530. Su primera casa se destruyó con un torrente de
agua y lodo que acabó con esa ciudad, en 1541. En Santiago vivieron en el sitio que
ocupa ahora la Escuela de Cristo. Pronto les fue asignado un lugar en donde el
convento y la iglesia fueron creciendo. Los frailes fueron construyendo las diversas
áreas con mucho cuidado. Durante los siglos posteriores, estas construcciones
sufrieron varias catástrofes, entre ellas descargas eléctricas debido a tormentas,
incendios y terremotos.

El terremoto de febrero de 1689 ocasionó muchos estragos, pero en 1692 se iniciaron


los trabajos de reconstrucción. Fue así como se construyeron: la sacristía, ahora parte
del Museo, el claustro bajo con sus bóvedas adornadas, las grandes bóvedas para
entierros y se arreglaron las criptas para recibir a los que antes estaban enterrados
ellas, incluyendo al Hermano Pedro.

Durante los últimos tres años del Siglo XVII, se edificó el Salón General de los Estudios,
en donde usted se encuentra ahora.

Las bóvedas que cubren esta sala son distintas a las otras del convento. Al fondo de
este lugar se aprecia actualmente un retablo con la imagen de San Antonio.
Después de 1700 se añadieron otros elementos arquitectónicos y decorativos.
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La lámpara de plata del altar mayor pesaba cuatro arrobas, (100 lbs.) según se dice.
Todas las cornisas de este templo estaban adornadas con barandillas pintadas de
verde y oro. Por encima de la sacristía se edificó una biblioteca que tenía ventanas
grandes en tres lados. En esta sacristía se han colocado las reliquias del Santo
Hermano Pedro.

Los terremotos de 1717 fueron más severos que los anteriores.


En el convento los muros y los arcos de la iglesia nueva colapsaron. Pero otra vez se
reparó y se reforzó este gran convento. Aunque el edificio resistió otro terremoto en
1751 la destrucción final ocurrió en 1773.

Durante su larga historia, San Francisco atrajo a estudiosos y a grandes artistas. Desde
el Siglo XVI hasta su destrucción, el Colegio de San Buenaventura funcionó
intensamente. En el salón de Artes trabajaban escultores y pintores renombrados, tales
como Alonso de la Paz, Juan de Aguirre y Tomás de Merlo, junto con otros artistas
franciscanos. El Artista mexicano Cristóbal Villalpando pintó unos inmensos lienzos de
la vida de San Francisco para este convento.

Estas obras se encuentran en el Museo Colonial de esta ciudad. También poseían los
franciscanos la segunda imprenta traída a Guatemala. En 1871 los frailes
reconstruyeron la capilla de la Tercera orden y en 1817, la tumba del Santo Hermano
Pedro se colocó en el lugar que ocupó hasta 1991. El resto del templo y el convento
quedó en ruinas, convirtiéndose en un patio de recreo de los niños y hogar de unas
cuantas familias, hasta que la Antigua Guatemala fue declarada Monumento Nacional y
San Francisco quedó bajo la custodia de un guardián.

En 1960, cuando este monumento fue entregado a la Orden franciscana, se inició la


reconstrucción con hierro y concreto, a pesar de las objeciones de historiadores,
arquitectos, ingenieros estructuralistas e individuos eminentes. El resto de las distintas
construcciones se encuentra en ruinas. Cuando camine entre ellas y recorra este
Museo, recuerde que transita por los mismos lugares en donde camino un santo.

Los detalles de cada una de las imágenes permitieron su identificación, siendo


contrastada por un servidor con otros colaboradores como Federico Vinicio Rodríguez
Pérez, insigne antigüeño, así como miembros de su apreciable familia.

San Antonio de Padua representado con la rama del lirio virginal en la diestra y el Niño
Jesús en su otra mano. Santo Domingo de Guzmán con el característico hábito negro y
blanco y la Biblia en la mano izquierda en señal de su predicación y como pilar
fundamental de la Iglesia Católica contra las herejías de su época y finalmente San
Bernardino de Siena a quien logramos identificar porque en su mano suele llevare el
Crismón o Cristograma IHS (Iesus Hominum Salvator) que demuestra así su devoción y
dedicación al Nombre Santo de Jesús y quien resultase ser también fraile franciscano.

Si bien la primera edificación data del 2 de junio de 1542, un año después los
franciscanos consiguieron otro terreno más idóneo y allá se situaron su iglesia y casa
conventual. Los seísmos de 1565, resquebrajaron la fábrica del templo y el convento.
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Además de un profundo arreglo de la iglesia, en 1578 pudo llevarse a término una


ampliación del convento, la sacristía mayor y la sala de estudios.

Con la terquedad propia de los desastres naturales, un nuevo ciclo sísmico dañó las
instalaciones franciscanas en 1689. Para gozo de los integrantes de la Orden, la
restauración quedó terminada sin incidentes y pudo celebrarse el acto de consagración
del templo el 23 de septiembre de 1714 (José Joaquín Pardo, Pedro Zamora
Castellanos y Luis Luján Muñoz, Guía de la Antigua Guatemala, Sociedad de Geografía
e Historia de Guatemala, Editorial José de Pineda Ibarra, Guatemala, 1969,pp. 166-
172).

A juicio de Santiago Sebastián López, la fachada de San Francisco no cae en el


barroquismo desmesurado, aun a pesar del empleo generoso de la columna
salomónica. En todo caso, dicha obra «responde a una estructura manierista, pese a
que desconocemos la terminación: la parte central del segundo cuerpo se desarrolla
plenamente en el primer cuerpo, y el tipo de hornacina y los frontones colgados con
detalles de clara tradición manierista».
A estos detalles de interés arquitectónico cabe sumar un asunto piadoso, y es que en la
capilla de la Orden Tercera se ubicaron los restos del beatoPedro de San José de
Betancur hasta 1991. A partir de esta fecha, los feligreses pueden hallarlos en la capilla
del Hermano Pedro, situada en el crucero del templo.

En cuanto al proceso reconstructor de la iglesia, dice Elizabeth Bell que éste se inició
en 1960. No obstante, esta «reconstrucción masiva —escribe— fue motivo de
controversia entre historiadores del arte y restauradores. Algunos visitantes aún
reclaman el aspecto de ruina nueva que se le dio a la iglesia».

A la distancia es fácil confundirse con los tamaños de la edificación, pero la mejor


referencia es que cada imagen de su fachada sobrepasa el tamaño de una persona.
Mejor dicho, en cada hornacina caben dos personas. Puesto de otro modo, desde el
suelo hasta la cruz central de lo alto, la iglesia equivale a un edificio de unos 14 o 15
niveles. Es denominada "Conjunto Monumental de San Francisco el Grande" y
comprende atrio, templo, capilla, claustro, museo y biblioteca.

Su atrio mismo es quizá el de mayor tamaño de La Antigua Guatemala. El Conjunto


llegó a albergar a más de cien religiosos y se impartían cátedras de filosofía, teología y
cánones de la Iglesia. Acá se ubicó la segunda imprenta de Guatemala.

Se puede visitar el área de ruinas, museo y biblioteca, de martes a domingo de 9:00 a


16:30 horas. La iglesia tiene un horario más amplio hasta las 19:00 horas por lo regular.
Se encuentra al inicio de la Calle de los Pasos a unas cinco cuadras al sureste del
Parque Central

En el año de 1,961 se inició su reconstrucción, terminándola en 1,967. A pesar de que


cuando fue abandonada la ciudad de Antigua, la mayoría de sus cuadros e imágenes
fueron llevados a la actual capital de Guatemala, todavía guarda muchos tesoros dentro
de su acervo cultural y artístico, tales como Jesús Nazareno del Perdón antes de la
Buena Esperanza (1,630); La Inmaculada Concepción (1,700), ahora situada a un
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costado de la Capilla del Santísimo Sacramento, el Cristo de las Ánimas, Santa Ana, el
Sagrado Corazón de Jesús, San Francisco (1,600), etc. etc.

Por cierto la Capilla del Santísimo y el Altar Mayor fueron terminados de ensamblar en
el año 2,004 con frontales de la Guatemala Colonial. Lo que le da a todo el templo un
toque de sobriedad y elegancia. En general, todo el estilo del templo es barroco, pero
muy sobrio, lo que nos hace pensar en el neoclásico del siglo XVIII.

Su fachada es sumamente hermosa, adornada por las imágenes de santos


franciscanos con sus columnas salomónicas, y al centro con una hermosa imagen de la
Santísima Virgen María. Sobre el arco, resalta el águila bicéfala, símbolo del emperador
Carlos V. Flanqueada por dos enormes torres, la de las campanas al lado norte (lado
izquierdo si estamos frente al templo); y la del sur (lado derecho) llamada del reloj,
ahora totalmente destruida desde el fatídico año de 1,773.

Pero lo que más llama la atención de todos los peregrinos es la Tumba del Santo
Hermano Pedro, cuyos restos mortales fueron trasladados a donde se encuentra
actualmente el 28 de octubre de 1,990. Tanto es así, que mucha gente pregunta por la
Iglesia del Hermano Pedro, ignorando que su nombre verdadero es la de San
Francisco.

El santo guatemalteco Hermanito Pedro, como se le ha llamado cariñosamente por


muchos años, nació en Vilaflor, Tenerife el 19 de marzo de 1,626; llegó a la ciudad de
Santiago de los Caballeros (hoy Antigua Guatemala) el 18 de febrero de 1,651; y murió
el 25 de abril de 1,667 a la edad de 41 años. Fue canonizado por su Santidad Juan
Pablo II, el 30 de julio del 2,002.

El acceso al amplio atrio de este Templo puede hacerse por el Portal de San
Buenaventura, al norte; o por el Portal de San Francisco, al poniente.

El 28 de octubre de 1990, después del último reconocimiento canónico, los restos


mortales del Hermano Pedro fueron colocados en un sepulcro especial construido en la
Capilla de la Vera Cruz, en el Templo de San Francisco. El Hermano Pedro fue
Canonizado por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, el 30 de julio de 2002.

La presencia de los restos mortales del Santo Hermano Pedro es la razón por la que el
señor Arzobispo de Guatemala, Su Excelencia Monseñor Rodolfo Quezada Toruño, el
30 de julio de 2003, elevó el Templo de San Francisco a Santuario Arquidiocesano.

En la actualidad, el Templo de San Francisco, Santuario del Santo Hermano Pedro, es


el lugar en el que convergen devotos peregrinos, de diferentes culturas e idiomas, para
visitar el Sepulcro en el que se encuentran los santos restos del Hermano Pedro.

El Sepulcro del Santo Hermano Pedro tiene tres tallados en madera que representan: El
Hospital de Belén y las limosnas del Santo Hermano Pedro; El Santo Hermano Pedro
yacente venerado por el pueblo; y el Santo Hermano Pedro difunde el Nacimiento de
Jesús.
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En este Templo se pueden apreciar varios retablos de gran valor y devoción, entre los
que pueden mencionarse: San Francisco, Cristo de las Ánimas, la Divina Pastora, y
Nuestra Señora de Guadalupe.

También, se encuentra el Mural de San Francisco, en donde se representa a frailes


franciscanos, religiosas, y al Hermano Pedro, observando la divinidad del Señor; en el
centro, se representa a San Francisco, quien muestra sus estigmas; y a los feligreses
reunidos en veneración.

A la par de la torre de las campanas del Templo, se reacondicionó un jardín en el que


se colocó una Cruz que sostiene figuras que representan los instrumentos de la Pasión
de Jesús.

La Biblioteca del Templo de San Francisco, Santuario del Santo Hermano Pedro, fue
restaurada e inaugurada el 5 de diciembre de 2004, gracias a la cooperación del
Gobierno de las Islas Canarias, de los frailes de Alemania y otros bienhechores;
ofreciendo para su consulta bibliografía sobre Guatemala, La Antigua Guatemala, el
Santo Hermano Pedro, la fe cristiana y otros documentos

En el atrio del Templo de San Francisco, Santuario del Santo Hermano Pedro, se
encuentra la 'Tienda del Santo Hermano Pedro' en la que se pueden adquirir diversos
recuerdos o souvenirs religiosos tales como libros, estampas, imágenes, medallas,
crucifijos, rosarios, llaveros, cuadros, réplicas de la campanita del Santo Hermano
Pedro, y otros.

Asimismo, en el atrio de este Templo, se ubican pequeñas tiendas en las que se


pueden adquirir diversas artesanías en textiles típicos y en madera o jade, medallas,
rosarios elaborados con semillas o madera, y otros, así como veladoras de diferentes
colores.

Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi, nacido Giovanni di Pietro Bernardone;
Asís, 1181/1182 -ibídem, 3 de octubre de 1226) es un santo italiano, diácono, y
fundador de la Orden Franciscana, de una segunda orden conocida como Hermanas
Clarisas y una tercera conocida como tercera orden seglar, todas surgidas bajo la
autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media.

De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más
estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En Egipto, intentó infructuosamente la
conversión de los musulmanes al cristianismo. Su vida religiosa fue austera y simple,
por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no
fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía;
aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en
la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia
católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. Es conocido también como
il poverello d'Assisi (‘el pobrecillo de Asís’, en italiano).
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La tercera orden
Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa
vocación espiritual, nació la llamada Tercera Orden, para permitir a hombres y mujeres
laicosvivir el Evangelio tras las huellas de Francisco. Obtuvo su estatus legal en 1221
también con la ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos como se rescata
su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los que se
reglamentaba la santificación personal de los terciarios, su vida social y la organización
de la nueva fraternidad. Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió
el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la
primacía de la oración y la prédica de los Evangelios por sobre la educación formal.

Por ejemplo, en la historia de Cómo Francisco libró de un lobo feroz a la ciudad de


Gubbio, el poverello fue a buscar a la fiera que atacaba a los habitantes de la localidad.
Logró hacer un pacto con él al «convencerlo» de no seguir sus fechorías a cambio que
los pobladores le darían el sustento que necesitaba. La bestia puso una pata delantera
sobre la mano de Francisco en señal de asentimiento. Logró convivir con la gente y
murió dos años después de viejo.

Según las Florecillas de San Francisco, el lobo de Gubbio era un cánido feroz que
asolaba la ciudad italiana de Gubbio, situada en Umbría, en la actual provincia de
Perugia. De acuerdo con la narración, este lobo europeo era un depredador que había
devorado tanto animales como personas. Presentaba tal ferocidad que nadie se
aventuraba siquiera a salir de la ciudad. Francisco de Asís, movido por su compasión a
los habitantes del lugar, actuó motu proprio sin que solicitaran su intervención: buscó al
lobo y lo conminó en nombre de Cristo a no hacer más daño a nadie. Apenas el «santo
de Asís» trazó la señal de la cruz, el lobo cerró la boca, dejó de correr, se acercó
mansamente, y se echó a sus pies. Conducido por Francisco hasta la ciudad, el lobo
vivió en ella durante dos años hasta su muerte por vejez. En alusión a este episodio, el
lobo aparece en ocasiones como un emblema de Francisco de Asís, y el conjunto del
santo y el lobo se observa en variadas representaciones iconográficas. La riqueza
simbólica del relato se refleja en la multiplicidad de análisis y reelaboraciones de que
fue objeto.

Análisis del relato


En el imaginario occidental, el lobo es el animal feroz por excelencia, símbolo de
salvajismo.3 Fue temido en la Edad Antigua, Media y Moderna. En el Medievo llegó a
compararse al lobo con el diablo. Aunque en general el lobo tiene carácter tímido en su
trato con los seres humanos, es posible que el simbolismo antedicho haya tenido como
germen la ocurrencia de ataques reales. Por ejemplo, se conservan diversos informes
eclesiásticos y administrativos procedentes del norte de Italia que indican que 440
personas murieron por ataques de lobos entre los siglos XV y XIX, producidos en la
llanura padana, la zona central del valle del río Po.4

En referencia a Francisco de Asís, existen narraciones en las que los lobos se


amansaban ante su presencia en dos poblaciones, la deGreccio y la de Gubbio.

Mucho se ha escrito sobre la historicidad y el significado del relato del lobo de Gubbio.
Puede tratarse de una transposición poética de la liberación del azote de los lobos que
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las fuentes bibliográficas sitúan en la comarca de Greccio. El contenido del sermón del
Santo es idéntico en las dos comarcas. O podría ser una ampliación dramatizada de
otro hecho conservado en la Legenda S. Verecundi: Francisco va con un compañero, al
atardecer, camino de Gubbio montado en un borriquillo. Unos labriegos le advierten del
peligro por los muchos lobos que merodean por la zona. «Y ¿qué mal he hecho yo al
hermano lobo —replica el Santo-- para que quiera acometernos y devorar a nuestro
hermano asno? Quedaos tranquilos y no paséis pena por nosotros». Y prosigue el
camino sin tropiezo. Los autores de la narración vieron corroborada su tesis cuando
hace algunos años fue hallado el cráneo de un lobo en el lugar que la tradición
señalaba como la tumba de la famosa fiera.
Ildefonso Montero Agüera

Según Roger Sorrell, el incidente del lobo de Gubbio contiene expresiones similares a
las creencias de Francisco. El santo, confiado en el poder que atribuía a Dios, se
rehusó a temerle al lobo y lo confrontó con sus crímenes. El animal debería ser
castigado pero el santo rectificó la situación haciendo un pacto de paz con el lobo.

El relato es un ejemplo de la narrativa cristiana propia de la época antigua y medieval,


que presentaba a santos como Francisco de Asís, Egidio Abad (al que se representa
con una cierva), Herve el ermitaño, Pablo el ermitaño, y Antonio de Padua, patrono de
los animales domésticos, ejerciendo influencia sobre el comportamiento de los animales
o sobre la naturaleza. Desde el punto de vista del historiador, las Florecillas no
necesariamente presentan los hechos precisos sino más bien el animus franciscano de
los orígenes.1

Más allá del grado de historicidad de la narración, el relato es reconocido como un


reflejo de las actitudes y del ideario vivido por el «santo de Asís».

arzobispo Pardo y Figueroa hubo repique de campanas y cohetillos y castillo de pólvora


en la plaza frente a la catedral, seguido de un lujoso banquete a las autoridades civiles
y eclesiásticas en el palacio arzobispal.8
La fiesta continuó toda la noche, con numerosos juegos pirotécnicos. Los días
siguientes las diferentes órdenes regulares hicieron su propia celebración y también
hubo danzas indígenas y laicas, carreras de caballos y corridas de toros en la plaza de
armas durante los ocho días siguientes.

El arzobispo luego se fue a su casa de campo en Milpas Dueñas, en donde


prosiguieron las festividades por otra semana, con corridas de toros proporcionados por
Joseph de Naxera, Joseph de Arrivillaga y Miguel de Coronado.
El historiador Domingo Juarros considera que en aquellas diversiones se gastaron
cincuenta mil pesos.

Los terremotos de Santa Marta de 1773 ocasionaron serios daños en la estructura de la


catedral, restaurándose dos de sus capillas a principios del siglo xix. Debajo la
estructura se encuentra una cripta, además de un conjunto túneles cuya utilidad se
desconoce.
8

La catedral albergó los restos del conquistador Pedro de Alvarado que habían sido
trasladados a petición de su hija en 1568, pero desaparecieron a raíz de su destrucción
por los terremotos de 1773.

Traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción


Parroquia de San José en la antigua Catedral de Santiago de la Antigua Guatemala en
un grabado de 1884. Nótese el derrumbe de los campanarios tras el terremoto de 1874.
Tras los terremotos de 1773, la catedral se trasladó a la Nueva Guatemala de la
Asunción el 22 de noviembre de 1779 y la parroquia de El Sagrario, que también
funcionaba en el recinto, en mayo de 1780. Los retablos, muebles e instrumentos de la
antigua catedral se quedaron en el recinto, pero en 1783 fueron retirados y
almacenados en el edificio de la Universidad de San Carlos, ubicado frente a la
catedral, y en la sacristía de la parroquia El Sagrario.15 Los gigantescos muros del
edificio continuaron en pie, pero sin techo; el interior era utilizado como cementerio y las
tumbas yacían bajo árboles que sobresalían por encima de los muros.

Parroquia de San José


En 1804, el arzobispo Peñalver y Cárdenas decidió crear la parroquia de El Señor San
José en Antigua Guatemala, la cual incorporó a tres parroquias provisionales que
funcionaban en las antiguas iglesias de Candelaria, San Sebastián y Los Remedios.
Los bienes de La Candelaria fueron trasladados al edificio de la antigua Universidad de
San Carlos Borromeo, y la iglesia abandonada. La nueva parroquia recibió entre los
bienes de la Candelaria una imagen del Señor del Descendimiento, la cual es venerada
en la parroquia desde entonces.

En 1806, el presbítero Rafael José Luna, cura de San José, tuvo la idea de utilizar las
ruinas de la antigua catedral como parroquia; en 1814 el cabildo eclesiástico resolvió
aceptar la petición y en 1819 se iniciaron algunos trabajos de remodelación del edificio,
derrumbando partes arruinadas, como los campanarios. Los trabajos se detuvieron por
un tiempo, hasta que se reiniciaron en 1832. Al terminar los trabajos, la parroquia de
San José se trasladó del antiguo edificio de la Universidad de San Carlos

a la antigua catedral, en donde ha estado desde entonces. Los retablos que tiene esta
nueva parroquia no son los originales de la catedral: fueron elaborados en 1856.

Terremoto de 1874
De acuerdo al periódico estadounidense The New York Times, el terremoto de
Guatemala del 3 de septiembre de 1874 fue el más devastador de los que se
registraron en ese año en todo el mundo. No solamente se destruyó completamente el
pueblo de Parramos,19 20sino que bandas de forajidos armados con cuchillos y otras
armas punzocortantes intentaron asaltar a los damnificados y robarles lo poco que les
quedaba; afortunadamente, las bandas fueron capturadas por la policía del gobierno del
general Justo Rufino Barrios y ejecutadas sumariamente.

Un testigo relató que el terremoto se sintió como una combinación de una larga serie de
movimientos verticales y horizontales que hacían que pareciera que el suelo se movía
en forma de olas y que se elevaba hasta un pie de alto por encima de su nivel
normal.18 Otro testigo indicó que el pueblo de San Miguel Dueñas quedó totalmente
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destruido, y quienes lograron sobrevivir salieron huyendo buscando áreas más seguras.
En total, hubo US$300,000 en pérdidas; los poblados afectados aparte de Antigua
Guatemala, Dueñas, Parramos y Patzicía, fueron Jocotenango, San Pedro
Sacatepéquez, Ciudad Vieja y Amatitlán.

El fotógrafo Eadweard Muybridge visitó Antigua Guatemala en 1875 y dejó un registro


fotográfico de estado de a ciudad tras este sismo y se puede advertir comparando sus
fotografía con los grabados existentes que la parroquia de San José perdió las torres de
los campanarios.

Siglo XX
En 1918, tras los terremotos que devastaron la Ciudad de Guatemala, Herbert J.
Spinden, corresponsal de la revista científica estadounidense National Geographic
Magazinellegó a Guatemala y visitó la Catedral de Antigua Guatemala; Spinden
describió así el estado de la Catedral: «La fachada reconstruida de la catedral mira
hacia la plaza central de la ciudad y esconde una gran extensión de edificios destruidos.
A través de una puerta lateral se ingresa a la nave principal en ruinas y se pasa debajo
del domo central donde los pilares están ricamente adornados por ángeles y relieves en
forma de laberinto; o bien, se puede subir al techo y caminar con dificultad sobre la
vegetación que ha crecido sobre las vigas que une a las domos en forma de huevo.»

El terremoto de 1976 destruyó nuevamente la fachada y derrumbó los tejados a que


hizo referencia Spinden en su artículo de 1919, aunque la estructura fue reconstruida
entre 1990 y 2015 al estado en que se encontraba a principios del siglo xx.

Historia de la Catedral de Guatemala


Junto con la capital, fundada por primera vez el 27 de julio de 1524, también la Catedral
debió trasladarse y reconstruirse en varias ocasiones debido a los desastres naturales
que azotaron a nuestro país en tiempos de la Colonia.

Primera Catedral
Para 1527 se ubicaba en el valle de Almolonga, donde hoy está San Miguel Escobar,
donde se edificó un templo dedicado al señor Santiago, a quien tomaron como “patrón y
abogado”. Ya para 1536-37, la modesta iglesia mayor de Santiago se convierte en
Catedral por la designación del primer obispo de Guatemala.

Segunda Catedral
El diseño de la segunda Catedral estuvo a cargo del cantero Rodrigo Martínez Garnica,
quien es contratado para construirla en 1542. Desarrollando un diseño que sigue el
modelo catedralicio español, tenía nave central, dos laterales, dos de capillas, y coro
situado en el tercero y cuarto tramos de la nave central para formar un eje con el altar
mayor.

En 1543 se realiza el traslado a esta nueva Iglesia, el día de la celebración de Corpus


Christi, pues previamente funcionaba en lo que hoy es la Ermita de Santa Lucía. Pronto
se señalan reformas al proyecto original. El obispo Marroquín se preocupa y trabaja en
la construcción pero muere en 1563 sin ver concluida la obra. Aunque los trabajos son
lentos, se continúan las mejoras y la construcción de sus capillas. En octubre de 1620
10

se termina la capilla de la Virgen del Socorro; la del Sagrario, iniciada en 1638, se


inaugura el 9 de septiembre de 1659. Poco a poco van surgiendo las demás.

En 1617 se acuerda que el gran escultor Quirio Cataño concluya el altar mayor de
madera iniciado por Pedro Brizuela. En 1659 se construye una nueva capilla y bóveda
para el altar del Cristo de los Reyes, lo cual va mostrando la necesidad de hacer
cambios más profundos al templo que, hasta ese momento, tenía un techo de madera y
tejas. Llego, entonces, el momento de decidir la demolición de este templo y construir
otro, mejor diseñado y realizado. Esta decisión fue tomada en 1667 por el Ilmo. Dn.
Juan de Santo Mathía Sáenz de Mañosca y Murillo, iniciándose la demolición en 1679 y
prolongándose hasta 1671.

Tercera Catedral
La tercera Catedral ocupa un lugar importantísimo en la historia de la Iglesia de
Guatemala por varias razones, especialmente porque fue construida en el momento en
que las artes llegaron a su máxima expresión en la época colonial y también porque
algunos de sus restos se conservan aún en la hermosa ciudad de Antigua Guatemala.
Se inició su construcción el 30 de noviembre de 1671, cuando se colocó la primera
piedra sin estar totalmente demolida la anterior. Al principio, se nombró maestro mayor
de la obra al español Martín de Andujar y como maestro menor a Joseph de Porres.
Ambos contribuyeron a la realización del conjunto.

La construcción avanzó con rapidez, incluso tras la muerte del obispo Sáenz de
Mañosca en 1675. El obispo Juan de Ortega Montañés continúa la obra, hasta su
dedicación y el traslado del Santísimo desde la iglesia de San Pedro, el 5 y 6 de
noviembre de 1680. Juarros describe la ceremonia y la califica como: “la más solemne,
suntuosa y completa que se ha visto en Guatemala”. De 1681 a 1684 se terminan
todavía algunos trabajos menores. Ya para 1689 esta completamente terminada.
Sin embargo, en 1717, los terremotos del 29 de septiembre le ocasionan daños
mayores. Entre 1718 y 1722 es necesario botar y reconstruir el cimborrio, la mitad de la
portada y macizar todos los arcos que se hallen abiertos. También fue necesario
demoler la torre de las campanas
.

En 1743 se eleva la Catedral a la categoría de metropolitana por la erección del


arzobispado de Santiago de Guatemala. Para 1751, el edificio sufre nuevos daños por
otros terremotos: de nuevo cae el cimborrio, así como el remate de la portada, ocurren
grietas en bóvedas, paredes y pilastras. El 29 de julio de 1773, la Catedral vuelve a
resultar gravemente dañada por los terremotos de Santa Marta. Quedaron arruinadas
enteramente sus bóvedas, cuarteadas sus paredes y amenazando una ruina total su
conjunto completo. En cambio, la casa del sacristán mayor apenas se dañó. Sin
embargo, se desalojó completamente todo el conjunto, guardando todos los bienes que
poseía en los corredores del claustro de la Universidad de San Carlos.

A pesar del traslado de la ciudad y del todos los bienes que pudieran utilizarse para la
nueva Catedral, parte del edificio permaneció y allí se trasladó la parroquia de San
José, que funcionaba en el viejo salón mayor de la universidad. Actualmente la
parroquia de San José ocupa el lugar de la antigua Capilla del Santísimo de la tercera
11

Catedral, pero pueden contemplarse las hermosas ruinas del conjunto monumental, que
se conservan magníficamente gracias al trabajo del párroco y rector del templo, P. Juan
Carlos Córdova Sierra, quien durante las últimas dos décadas se ha dedicado a
conservar el conjunto para la posteridad.

Cuarta Catedral
Cuando llegó a la corte española la noticia de la catástrofe que había asolado gran
parte de Guatemala, y en especial su bella capital, la ciudad de Santiago, el general
Sabatini, Director de las Reales Obras encomendó al ingeniero Díez de Navarro el
levantamiento de los planos para edificar una nueva capital, a la que se pudieran
trasladar las autoridades y vecinos en su totalidad.

Díez de Navarro presentó sus planos el 1 de marzo de 1776, remitiéndolos al Ministerio


de Indias, donde el General Sabatini los consideró inapropiados, poniéndoles una serie
de objeciones, entre las que figuraba el poco espacio de la Plaza Mayor donde se
alzarían los principales edificios públicos y la Catedral Metropolitana, por lo que rechazó
el citado proyecto y presentó petición de nuevos planos, que fueran hechos por un
arquitecto adecuado que fuera hombre de ciencia, conciencia y experiencia en quien se
pudiese confiar la mejor disposición de la Nueva Guatemala.

Una Catedral es un templo cristiano, donde tiene sede o cátedra el obispo, siendo así la
iglesia principal de cada diócesis o Iglesia particular. La sede o cátedra episcopal es el
lugar desde donde cada obispo preside la comunidad cristiana, enseñando la vida de fe
y la doctrina de la Iglesia.

Las catedrales surgieron como una nueva construcción, o como evolución de una
primigenia iglesia monacal elevada al estatus de sede del obispo. Las actividades
misioneras, el poder eclesiástico y las cuestiones demográficas son las que han ido
determinando qué iglesias merecían y merecen el título de catedral, al mismo tiempo
que surgían, se fusionaban o suprimían las diferentes diócesis.

En un principio, la iglesia sede del obispo y cabeza de las demás iglesias de la diócesis
no tuvo una tipología especial. Durante los primeros siglos del Cristianismo y el medievo
(siglos IV al XI) las catedrales no se diferenciaban demasiado de otros centros de culto,
como las iglesias monacales o los templos dedicados a los mártires. Es a partir del siglo
XI cuando la catedral va adquiriendo una configuración y unas dimensiones que la
diferencian de los demás templos. Esto tuvo su momento álgido durante los siglos XIII,
XIV, XV y parte del XVI, coincidiendo con el surgimiento del arte Gótico. En esa época,
las catedrales adquirieron, además de la característica que las define, que es ser sede
episcopal, otras connotaciones en las que intervenían la imagen y el prestigio de las
ciudades en las que se construían, determinando una verdadera carrera por hacer de
estos templos edificios grandiosos y monumentales.

La sede episcopal (del latín sedem, 'asiento') es la silla, cátedra o trono de un obispo.
Por extensión, el lugar o ciudad donde se encuentra la catedral.1 En el sentido más
estricto, la sede episcopal (un epíscopo es un obispo) se refiere a la catedral de un
obispo. Los términos sede diocesana y sede arquidiocesana tienen el mismo
12

significado, aunque especifican el rango de la jurisdicción en la jerarquía de la iglesia a


la que pertenezcan.

Por extensión se usa la palabra para denominar al pueblo o la ciudad donde esté la
catedral. Por ejemplo, usando el sentido estricto, la sede de la archidiócesis de
Westminster en Inglaterra, es la catedral de Westminster, pero en un sentido más
amplio, esa misma sede es la ciudad de Londres, donde se localiza la catedral. A
veces, incluso se usa, erróneamente, este término para referirse a toda la diócesis,
aunque ésta cubra más de un pueblo o ciudad; los términos correctos, diócesis y
arquidiócesis, cubren este significado con mayor precisión.

Las sedes episcopales en la Edad Media se solían establecer en las principales


civitates urbanas. Un caso especial es la Santa Sede, la jurisdicción episcopal del
obispo de Roma, conocido como el papa, y es la sede episcopal preeminente de la
Iglesia católica, constituyendo su gobierno central.

La fachada principal tiene tres puertas, la central con su tímpano rehundido; también,
tiene un ataurique (decoración vegetal, o sea en forma de ramas y hojas), que
constituye una muestra especial de la artesanía de la época. El templo fue construido
con cinco secciones (naves), entre las que se incluyen la central y dos procesionales;
complementándose con 18 capillas laterales, todas cubiertas con domos.

En esa fachada se pueden apreciar esculturas representando a los doce apóstoles y


cuatro padres de la iglesia. En la hornacina central, se observan dos esculturas que
representan las imágenes de:

Al norte de Catedral está el Palacio Arzobispal, construido entre 1706 y 1711, el cual
sólo conserva la puerta de ingreso y los marcos de piedra de las puertas de la fachada
oeste, con sus escudos de armas.

Originalmente, la edificación tenía dos niveles y una galera que daba sobre la plaza.

De la Iglesia Catedral, el jueves de la Octava de la festividad del Hábeas Christi, salía


una solemne procesión del Santísimo Sacramento que hacía su recorrido por calles de
la ciudad. En ese día, adornada a todo esmero, y concurrida con numerosas personas,
la procesión era acompañada por el Hermano Pedro, quien hacía de su capa una
bandera que levantaba en un astil de madera. Delante de la custodia iba agitando
incesantemente esabandera por todo el tiempo que duraba la procesión, acompañando
el compás de sus brazos y el movimiento de sus pies con alegres saltos. Al mismo
tiempo, iba cantando algunas coplas que él mismo había compuesto al misterio.

El origen de esa celebración se remonta hacia el Siglo XIII, y se trata de una festividad
religiosa que nace como prolongación del Jueves Santo. En la localidad de Bolsena,
Italia, se produjo un milagro cuando un sacerdote que celebraba la misa dudó que la
Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Hostia vio salir sangre de ella.
13

La Iglesia Catedral sufrió daños considerables por el terremoto ocurrido en 1773. En


virtud de ello, las imágenes religiosas del recinto fueron resguardadas en la Iglesia de
San José que había tenido menos daños como consecuencia de esa devastación
telúrica. Al concluirse la restauración parcial de la Iglesia Catedral, aquellas imágenes
religiosas que habían sido trasladadas regresaron a su anterior morada. En
reconocimiento y agradecimiento a la divinidad, esta última empezó a nombrarse
Parroquia de San José Catedral; mientras que las ruinas de la original Iglesia de San
José son conocidas actualmente como ruinas de la Iglesia de San José El Viejo. La
Parroquia de San José Catedral es muy visitada por los fieles devotos.

A la ciudad arruinada, se le empieza a llamar La Antigua Guatemala en forma oficial


desde el 20 de marzo de 1799, mediante Auto del Presidente de la Real Audiencia,
Gobernador y Capitán General, por medio del cual nombra al primer y segundo Alcalde,
Síndico Personero Común y Escribano para La Antigua Guatemala, habiendo tomado
posesión el 7 de abril de ese año, por lo que puede considerarse que es a partir de ese
hecho que la ciudad surge como un ente jurídico hasta el presente. Santiago de
Guatemala, como capital de la Capitanía General del Reino de Guatemala, fue el
escenario e inspiración de distintas manifestaciones artísticas y culturales que
imprimieron a la ciudad un carácter propio, que la distinguió entre otras metrópolis del
Nuevo Mundo, por su situación geográfica y entorno natural.

Asentada en valle protegido de los vientos dominantes, rico en fuentes de agua,


bosques, clima agradable, y al pie de tres importantes volcanes, hubo de sufrir en
diversas ocasiones los embates sísmicos naturales por la inestabilidad de las
plataformas tectónicas que convergen en el territorio y que generan ciclos de fuerte
actividad sísmica a intervalos de casi cada 50 años, teniendo como consecuencia que
durante 230 años comprendidos de 1543 a 1773, fuese levantada y reconstruida varias
veces, esto incidió en que la arquitectura adoptara soluciones tendientes a enfrentar de
mejor forma los ocurrentes terremotos. Según Sydney D. Markman, el llamado “Estilo
Antigueño” se constituyó en cuatro períodos constructivos, los cuales fueron
determinados por fenómenos naturales.

El primero abarca de 1600 a 1680, ya que del siglo XVI (1530 a 1600) únicamente
prevalece el trazo de la ciudad realizado por el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli,
siguiendo los dictados urbanísticos del renacimiento, construyéndose en uno de los
mejores ejemplos de planificación urbana en Hispanoamérica. Utilizando el sistema de
calles tiradas con cordeles con orientación Norte-Sur y Este-Oeste, así como
señalamientos adecuados de plazas y salidas para otras regiones del país, ejemplo del
sentido lógico de Antonelli.

El segundo período lo sitúa entre los años de 1680 a 1717, en donde se dieron
construcciones religiosas como las de Nueva España, es decir, iglesias y conventos con
14

sus respectivos atrios, cruces, capillas posas e iglesias de indios o capillas abiertas,
concluyendo con la inauguración del edificio de la tercera Catedral de Guatemala, en la
cual se aúnan elementos renacentistas, manieristas y barrocos. José de Porres parece
haber sido el introductor de la columna salomónica en la arquitectura guatemalteca, su
presencia se percibe en los tímpanos rehundidos de las portadas por él construidas,
especialmente en la Catedral y Santa Teresa.

El tercero y cuarto período corresponden al auge constructivo de Guatemala; las


fachadas se adornan profusamente con el moldeable estuco, utilizando formas
animales, vegetales, geométricas y esculturas propiamente dichas. También surge la
pilastra abalaustrada serliana, llamada así por haber sido ideada por el arquitecto
italiano Sebastián Serlio; otro tipo de pilastras son las almohadilladas utilizadas en base
de piedra que sostiene el tazón de la fuente en la Alameda del Calvario, de 1680; el
tipo conocido como estrangulado también se inicia en esta época, denotando una gran
tendencia al decorativismo de fachadas y los elementos complementarios.

En 1751 sucedieron los terremotos de San Casimiro, que tuvieron una gran fuerza
destructiva en la ciudad, dándose para esto un nuevo y último esfuerzo reconstructivo.
Al cuarto período pertenecen la mayor parte de las construcciones que actualmente se
conservan en la ciudad, algunas en ruinas y otras ya restauradas. Los terremotos de
Santa Marta, en julio de 1773, señalan el final de la arquitectura de La Antigua
Guatemala, ya que la producción barroca se interrumpe debido al traslado al Valle de la
Ermita, sin embargo numerosos objetos: retablos, imágenes, esculturas y pinturas se
trasladan a la Nueva Guatemala de la Asunción, en donde las construcciones resurgen
siguiendo los postulados del neoclasicismo, aunque con evidentes rezagos barrocos.

2. MONUMENTOS Y ELEMENTOS DE ARQUITECTURA DE GRAN RELEVANCIA EN


LA ANTIGUA GUATEMALA 2.1 LA CATEDRAL La Plaza Mayor de La Antigua
Guatemala debió caracterizarse por su belleza a pesar de los cambios sufridos luego de
los distintos terremotos, quedando en la actualidad lo que corresponde al siglo XVIII;
sobre el Oriente se encuentra La Catedral y el Palacio Arzobispal. La tercera catedral
fue inaugurada el 6 de noviembre de 1680, diseñada por Joseph de Porres, que le sirvió
para consagración de toda su obra arquitectónica realizada por él en la urbe, el altar
mayor fue ejecutado por Mateo de Zúñiga. Previamente la primera Catedral se fundó en
1535 en el Valle de Almolonga; y en 1541 al ser trasladada la ciudad al Valle de
Panchoy, en donde se construyó la segunda Catedral, de estas iglesias apenas quedan
algunos vestigios de sus cimientos.

De la tercera Catedral aunque sufrió graves daños en los terremotos de Santa Marta en
1773 aún es perceptible buena parte de su estructura: la fachada principal tiene tres
puertas, la central con su tímpano rehundido, posee un excelente ataurique,
constituyendo una muestra singular de la artesanía antigueña; posee 5 naves: la
central, dos procesionales y dos capillas laterales, cubiertas con bóvedas de cañón. Al
igual que otros templos americanos de su categoría tenía la capilla Real detrás de la
mayor.
Su portada probablemente se basó en un modelo de Sebastián Serlio y tenía dos torres
a sus lados, hoy desaparecidas. Sus cubiertas eran de bóvedas baídas, en la que se
combinó la tradición renacentista con esfuerzos por construir reforzando contra los
15

sismos. En el Altar Mayor existía una cúpula cuyas pechinas aún conservan hermosas
figuras de ángeles turiferarios, realizadas en estuco, las que están sobre las figuras de
los cuatro Evangelistas.

En los capiteles de los pilares y en las cornisas del edificio se conservan finas
decoraciones con estuco que están en las bóvedas y las ventanas, probablemente toda
esa yesería estuvo policromada influyendo sobre otras decoraciones de iglesias de la
ciudad. Como era de esperarse la fachada catedralicia ejerció una gran influencia en la
arquitectura de Santiago y en todo el Reino, como se aprecia en las fachadas de la
Compañía de Jesús, Santa Teresa, San Francisco y la Catedral de Ciudad Real, en
Chiapas.

REAL Y PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA Fundada por


Real Cédula del Rey Carlos III, el 31 de enero de 1676. El edificio cuenta con cuatro
corredores con arquería mixtilínea, la decoración está realizada en estuco, en la parte
superior existen escudos reales y pontificios. En el lado Oeste se encuentra la capilla o
aula magna, que posee una hermosa bóveda vaída; el pórtico está tallado 16 en piedra,
en sus lados existen pilastras toscanas estriadas y en la parte superior un friso con
triglifos sobre el que se encuentra un frontón quebrado, rematado con un escudo de la
Federación Centroamericana (cinco volcanes con un gorro frigio) flanqueados por
pilastras. En los muros exteriores y en los espacios entre las ventanas octogonales, que
quedan en la parte alta del muro, existen unos decorados rosetones dentro de un
recuadro finalizado en punta. Es uno de los edificios más emblemáticos de La Antigua
Guatemala, por su belleza, decoración mudéjar y excelente proporción.

TEMPLO, MONASTERIO Y ARCO DE SANTA CATALINA Situado en una de las vías


principales de La Antigua, la Calle del Arco, el templo se inauguró en el año 1647, en
1694 se concluye la construcción del Arco, que comunicaba el convento con la huerta y
los jardines. El Arco de Santa Catalina se ha convertido en un símbolo iconográfico y
emblema de la ciudad, por sus proporciones y el templete con cúpula, que dan cabida a
uno de los primeros relojes de la colonia.

TEMPLO Y CONVENTO DE LA MERCED Fue construido en 1751 y concluido en 1767,


por el Arq. Juan de Dios Estrada, al frente se encuentra la fuente que perteneció al
Convento de San Francisco, conteniendo en su pretil: imágenes de sirenas, flores y el
cordón franciscano, talladas en piedra. La fachada del templo y la entrada al convento
son típicos ejemplos del estilo barroco antigueño; sus campanarios son cuerpos de
macizos decorados con pilastras serlianas y almohadilladas, ventanas enrejadas y
pináculos. La cúpula del templo es de grandes proporciones, con una linternilla
ricamente decorada, con figura de 16 leones de
cerámica vidriada. Consta de tres naves cubiertas con cúpulas, crucero frente al Altar
Mayor y Coro alto en la parte posterior La portada de acceso al convento está
enmarcada por columnas salomónicas y su puerta de madera es una las pocas tallas
originales que se conservan en la ciudad. En el patio central se encuentra la fuente de
más grandes dimensiones en La Antigua Guatemala, decorada ricamente con ángeles y
elementos vegetales.
16

EL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO DE LA ANTIGUA GUATEMALA En las


construcciones antigueñas, el uso del adobe, la piedra y el ladrillo de barro para los
muros gruesos y de proporciones masivas se traduce en una sensación espacial de
estabilidad, compensada con hornacinas, ventanas abocinadas y nichos que suavizan
la solidez de los conjuntos. La búsqueda de intimidad, un rasgo cultural preponderante
se satisface con el manejo magistral de rejas y celosías, patios y jardines interiores,
corredores, rejas y puertas con aldabas. Estas soluciones espaciales traen como
resultado el aprovechamiento de la luz, otro rasgo importantísimo de este estilo. El
claroscuro enfatiza es espíritu misterioso de nuestros antepasados, que a partir de 1650
encontró nuevas formas de expresión. Desde esa fecha, se entrelazaron las maneras
de utilizar el espacio de las culturas prehispánicas y la española, para originar la
espléndida arquitectura antigueña.

EL LEGADO ARQUITECTÓNICO “PORRES” La arquitectura de Santiago de


Guatemala en el siglo XVIII culminó con la construcción de la tercera Catedral, (1669-
1686) como se mencionó anteriormente, la cual estableció el modelo que se siguió en
las décadas venideras y afirmó el tránsito hacia el barroco, con lo cual se consolidó
asimismo la seguridad de los arquitectos locales, en su esfuerzo por crear un estilo
propio. Con Joseph de Porres, se inicia una ¨dinastía¨ que dominó la historia de la
arquitectura en la ciudad durante la primera mitad del siglo siguiente, ya que su hijo
Diego participó en los primeros edificios de Santiago. Joseph(1635-1703), fue el primer
Arquitecto Mayor de Santiago, designado en 1687, un año después de finalizar la
Catedral. En el expediente de su nombramiento se conserva el impresionante listado de
sus obras: primero la iglesia de San Pedro, aún bajo la dirección de su maestro Juan
Pascual, a quien sustituyó a su fallecimiento; luego continuó además de la Catedral,
Nuestra Señora de Belem, La Compañía de Jesús, San Francisco, Santa Teresa y el
Palacio Arzobispal.

En algunas de estas obras inició a su hijo Diego de Porres, en el camino de la


arquitectura, no cabiendo duda que su aprendizaje como arquitecto lo hizo al lado de su
padre, colaborando con éste desde temprana edad, por lo que probablemente le tocó
trabajar en la iglesia y convento de Santa Teresa concluida en 1687 y en la iglesia de la
Compañía de Jesús, de 1690 a 1698. Al morir su padre en 1703, se encontraba
trabajando con él, en la iglesia y convento de la Recolección, terminada sólo por Diego
en 1717, poco antes de los terremotos de San Miguel.

Con veinticinco años el Ayuntamiento lo nombró Arquitecto Mayor y más adelante el de


Fontanero Mayor, convirtiéndolo en la persona que controlaba toda actividad
constructiva, incluyendo la ingeniería hidráulica de la ciudad y de todo el valle de
Guatemala. A juicio de Javier Aguilera Rojas, Diego de Porres (1677-1741) fue el más
notable de los arquitectos que trabajaron en Antigua durante la primera mitad del siglo
XVIII y su trabajo, «lleno de ideas personales, contribuyó a la definición del barroco
local por sus medios expresivos, sus sobrios interiores de ascendiente renacentista y la
influencia manierista de Serlio.

Fue también innovador en las técnicas constructivas» («Antigua. Modelo de Ciudad


Hispanoamericana», en Javier Aguilera Rojas, Antigua. Capital del ‘Reino de
Guatemala’, Secretaría de Estado de Cultura, Madrid, 2002, p. 124). Por otra parte, su
17

talento admite diversos análisis, según el monumento que se privilegie. De hecho, fue
Arquitecto Mayor de Obras desde 1703, e intervino en la edificación del Ayuntamiento,
el puente del camino a San Lorenzo El Tejar, la Casa de la Moneda, la Escuela de
Cristo, la fuente de las Sirenas, La Recolección, Las Capuchinas, San Felipe Neri y
Santa Clara. A primera vista, uno de los elementos arquitectónicos mejor estudiados por
Diego de Porres fueron las pilastras, presentes en Antigua a partir de los seísmos de
1717.

En el caso de la pilastra de tipo serliano, Luis Luján Muñoz detalla que nuestro
arquitecto «consultó con frecuencia El cuarto libro de Arquitectura, de Sebastiano
Serlio, publicado en España en traducción al castellano en 1578, pero del que hay
versiones posteriores que, evidentemente, circularon en el reino de Guatemala, y que
fueron ampliamente conocidas por Diego de Porres y sus hijos, también arquitectos»
(«Pilastra floral», El país del quetzal.

Guatemala maya e hispana, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, Madrid,
2002, p. 373) En cuanto a la arquitectura civil o doméstica, fue durante esta época y
hasta finales del siglo XVII, se crearon los tipos básicos de casas de habitación, tanto
en el área rural como en la urbana. En la ciudad y debido al problema sísmico, las
residencias eran de una sola planta y siguiendo el prototipo de 2 y 3 patios; según su
importancia. En el primer patio se accesaba por medio de un zaguán y al centro de éste
se encontraba generalmente una fuente rodeada de jardines y bancas con esculturas,
en el caso de las más lujosas, en su alrededor se encontraban los espacios principales
como la sala de recibimiento, las habitaciones a los lados y al fondo el comedor, cerca
de la cocina.

En el segundo patio se ubicaban habitaciones de menor importancia y servicio. Al final


se encontraba el área para los animales domésticos y bestias, generalmente tenían su
ingreso aparte. Cuando las casas eran de esquina, el salón principal se ubicaba en
ésta, con un balcón o ventana de esquina y una columna en el ángulo. Si existía algún
comercio, había puertas de esquina.

El templo de San Francisco, es digno de atención porque, posee grandes columnas


salomónicas, probablemente las primeras en la arquitectura guatemalteca. Con esta
obra el maestro Joseph de Porres mostró sus complejos conocimientos y a la altura que
la profesión de Arquitecto, había llegado a Santiago, en las manos de personas de
origen mestizo, interrelacionando los conocimientos de otros maestros locales, pero con
la vista en la arquitectura de Europa. Éstas características se irrigaron por toda la
Capitanía General. Otros elementos constructivos que son muy especiales, por el nivel
de expresión y refinamiento alcanzado en La Antigua Guatemala fueron los siguientes:

LAS FUENTES La construcción de fuentes fue una de las características muy


particulares de Santiago, tanto en casas, como en edificaciones públicas o
eclesiásticas, desde época temprana. En el caso de las residencias se colocaban en el
centro del primer patio, con recipientes o tazones de estuco o piedra, en los patios
menores iban adosadas al muro, probable tendencia renacentista o manierista italiana;
consistían en un medio tazón de cantera o estuco, que recibían el agua de una parte
18

más alta y que tenían figuras diversas: imágenes de santos, animales o decoraciones
florales, desde ese tiempo fueron conocidas como búcaros, hasta la actualidad.

Las fuentes públicas eran para denotar una plaza o jardín específico. Algunas de gran
belleza y otras de grandes proporciones, como la Fuente de las Sirenas en la Plaza
Central y la Fuente de La Merced o Capuchinas, respectivamente. En las casas también
era frecuente encontrar búcaros en los jardines y patios interiores, algunos de gran
belleza y con decoración barroca.

LAS CHIMENEAS Para solucionar la ventilación y la iluminación del espacio interior de


las cocinas se diseñaron estos elementos muy propios de la arquitectura antigueña, de
ladrillo, piedra y argamasa fueron construidas las chimeneas, sustituyendo la tradicional
techumbre compuestas por vigas de madera y teja. Su fin primordial era evacuar el
humo proveniente del hogar que funcionaba por la combustión de leña, cuyas brazas y
cenizas permanecían encendidas todo el día.

En la ciudad de Santiago se llegaron a contabilizar hasta 60 de estos elementos que


aún permanecen en la actualidad, por lo que es de imaginar que su uso era bastante
común en la Colonia. Verle Annis en su curiosidad histórica por encontrar el origen de
las chimeneas viajó por numerosas ciudades del Viejo Continente, encontró escasos
ejemplos en las provincias de Burgos y Soria, España; pero en áreas rurales y de
carácter pequeño y tosco. En Portugal se hallan chimeneas de diversos estilos, pero
pequeñas y sin la importancia estructural como las de La Antigua Guatemala, que se
alzan rampantes sobre todo el espacio de la cocina, cubriéndola toda.

Alejandro Flores, connotado arquitecto guatemalteco, “descubrió similitudes en el


Palacio de los Papas, en Avignon, Francia. Donde se encuentra una chimenea sobre la
cocina del segundo piso, después de admirarla con detenimiento consideró que es un
magnífico modelo y junto al de Glanstonbury, pueden ser considerados como los
antecedentes de las chimeneas de cocina, no sólo en Santiago de los Caballeros, sino
que posiblemente también en la lejanísima población de Potosí en Bolivia, donde pudo
determinar que existen chimeneas muy parecidas”. (Ramírez, Enrique.

Detalle de Primera Necesidad: Chimeneas de Antigua Guatemala. Revista Domingo,


Prensa Libre. Guatemala.18 de junio de 2006) Por dichas razones la Chimeneas de
Santiago, son dignas de ser consideradas como parte importante del Patrimonio
Arquitectónico de Guatemala y en su conjunto le dan un carácter único a dicha ciudad,
agraciando el paisaje urbano con la integración de éste elemento arquitectónico, a la
antigua capital del reino.

Las portadas
Las portadas siguieron el ejemplo de las fachadas-retablos, con una especie de
portada-altar, que era una prefiguración de los retablos mayor, decoradas con
hornacinas y nichos con imágenes de santos, en el caso de las iglesias.
Estructuralmente las portadas eran independientes del resto de la construcción o muros
laterales, siendo éstas portadas más gruesas y mejor construidas, lo que permitió su
mayor duración luego de los sismos que sufrió la ciudad.
19

Esta experiencia sísmica hizo que los arquitectos dispusieran por un ensanchamiento
de las paredes y reducción del alto de las construcciones. En el caso de las iglesias, las
torres se hicieron más bajas, hasta el punto de integrarlas a la portada. Las
construcciones fueron de adobe y tapial en un principio, luego se fue incorporando el
ladrillo en las partes estructurales y, finalmente, las mejores construcciones se hicieron
de calicanto o mampostería. Una técnica usada con magistralidad desde el principio fue
el sillar. Las cruces de atrio fue otro elemento arquitectónico que aparece profusamente
en la arquitectura antigueña, incluso servían para determinar nodos de calle o remates
de solares en la ciudad.

DISTINCIONES La Antigua Guatemala, por su importancia histórica, cultural, religiosa y


por todas sus características especiales se ha hecho acreedora de diferentes
distinciones: -El rey Carlos V de España le otorgó como escudo de armas, el mismo de
la Ciudad de Santiago de Guatemala, conferido en Medina del Campo el 28 de julio de
1532. “A la segunda ciudad diósele el blasón y título de armas que hoy usa esta ilustre
ciudad, dado por la Augusta y Cesárea Majestad del Emperador, en un escudo, con dos
campos, de la mitad arriba rojo con la efigie del apóstol Santiago montado airosamente
a caballo en ademán de acometer a una tropa, en otro campo, de la mitad abajo, tres
volcanes, el uno que es más eminente, se encuentra en medio de los otros lanzando
llamas y los dos colaterales con cruces de oro en sus cimas, y lleva por borla ocho
veneras de oro en campo azul. Consta del antiguo y real privilegio, dado en Medina del
Campo, a 28 de Julio de 1532.

-El rey Felipe II de España le confirió el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de
Santiago de los Caballeros de Guatemala, por Real Cédula firmada en el Escorial el 10
de marzo de 1566. Dado por la real magnificencia del Emperador Carlos y Avalado por
Felipe II y llamándola de los Caballeros, por la razón y motivo que los Capitanes y
Soldados que vinieron a conquistarla y después la poblaron, fueron los más ilustres y
sobrevivientes del ejército de Cortés.

-La Asamblea Nacional Constituyente, el 17 de febrero de 1838 le otorga el título de


Ciudad Benemérita, por haber sido esta ciudad el foco de insurrección de aquella
época.

-Por Decreto Legislativo 2772 del Congreso de la República, el 30 de marzo de 1944


fue declarada Monumento Nacional.

-El Congreso de la República la proclama por un día, Ciudad Emérita, de interés público
y de conveniencia nacional su preservación como joya del tesoro centroamericano.

-La VII Asamblea del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, el 7 de julio de


1965 la declaró Monumento de América. -La UNESCO en 1979, en Luxor, Egipto,
declaró a la ciudad de la Antigua Guatemala, Patrimonio de la Humanidad, incluyéndola
en la lista de la Convención del Patrimonio Cultural Mundial, con el número 65.
20

-El Palacio de los Capitanes Generales, que en el centro y parte superior ostenta el
escudo de la Casa de Borbón, labrado en piedra, con el nombre de Carlos III que
reinaba en España cuando este edificio fue construido;

Al oriente y simétricamente, se encuentra una placa labrada en piedra, en la que se lee


el nombre del capitán general don Alfonso Fernández de Heredia, el del ingeniero
militar don Luis Diez de Navarro y el año 1764;

Al poniente se observa el escudo de la ciudad de Santiago de Guatemala. Esta


construcción fue autorizada por el rey Carlos III, por Real Cédula del 13 de junio de
1763. Actualmente parte de este edificio es utilizado para las oficinas de la Gobernación
Departamental, del Consejo Departamental de Desarrollo, delegación del Ministerio de
Ambiente y Recursos Naturales, del Instituto de Turismo y de la Policía Nacional Civil.
El resto del edificio se encuentra en ruinas.

Cuerpo lateral derecho (calle de la Epístola)


Ángel sobre capitel

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