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Respetando la normativa, no hemos sacado ni fotos ni video del interior, solo de los
patios y el exterior. En el interior se encuentran las múltiples placas de gratitud por los
milagros que Dios ha concedido por intercesión del Santo Hermano Pedro, cuyos restos
se encuentran reposando bajo el altar mayor.
El sayal era una tela utilizada antiguamente para confeccionar hábitos religiosos,
gabanes, sayos y mantas para caballos y mulas. Debido a su bajo precio y su rusticidad
fue preferida para el hábito de religiosos (franciscanos), ermitaños y penitentes.
El sayal franciscano: El origen del sayal, según una de las tradiciones franciscanas, se
da en los primeros pasos de San Francisco de Asís como religioso entregado al servicio
de Dios. La historia cuenta que el famoso santo italiano, queriendo imitar en todo a su
Señor, quiso vestir como los hombres más humildes y pobres de su tierra. Aquel sayal
sería el que llevaría toda su vida y el que con sumo amor, sus hermanos adoptarían
como hábito para toda la Orden. Con el correr de los siglos, el sayal fue cambiando
hasta su forma y color actual.
Durante los últimos tres años del Siglo XVII, se edificó el Salón General de los Estudios,
en donde usted se encuentra ahora.
Las bóvedas que cubren esta sala son distintas a las otras del convento. Al fondo de
este lugar se aprecia actualmente un retablo con la imagen de San Antonio.
Después de 1700 se añadieron otros elementos arquitectónicos y decorativos.
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La lámpara de plata del altar mayor pesaba cuatro arrobas, (100 lbs.) según se dice.
Todas las cornisas de este templo estaban adornadas con barandillas pintadas de
verde y oro. Por encima de la sacristía se edificó una biblioteca que tenía ventanas
grandes en tres lados. En esta sacristía se han colocado las reliquias del Santo
Hermano Pedro.
Durante su larga historia, San Francisco atrajo a estudiosos y a grandes artistas. Desde
el Siglo XVI hasta su destrucción, el Colegio de San Buenaventura funcionó
intensamente. En el salón de Artes trabajaban escultores y pintores renombrados, tales
como Alonso de la Paz, Juan de Aguirre y Tomás de Merlo, junto con otros artistas
franciscanos. El Artista mexicano Cristóbal Villalpando pintó unos inmensos lienzos de
la vida de San Francisco para este convento.
Estas obras se encuentran en el Museo Colonial de esta ciudad. También poseían los
franciscanos la segunda imprenta traída a Guatemala. En 1871 los frailes
reconstruyeron la capilla de la Tercera orden y en 1817, la tumba del Santo Hermano
Pedro se colocó en el lugar que ocupó hasta 1991. El resto del templo y el convento
quedó en ruinas, convirtiéndose en un patio de recreo de los niños y hogar de unas
cuantas familias, hasta que la Antigua Guatemala fue declarada Monumento Nacional y
San Francisco quedó bajo la custodia de un guardián.
San Antonio de Padua representado con la rama del lirio virginal en la diestra y el Niño
Jesús en su otra mano. Santo Domingo de Guzmán con el característico hábito negro y
blanco y la Biblia en la mano izquierda en señal de su predicación y como pilar
fundamental de la Iglesia Católica contra las herejías de su época y finalmente San
Bernardino de Siena a quien logramos identificar porque en su mano suele llevare el
Crismón o Cristograma IHS (Iesus Hominum Salvator) que demuestra así su devoción y
dedicación al Nombre Santo de Jesús y quien resultase ser también fraile franciscano.
Si bien la primera edificación data del 2 de junio de 1542, un año después los
franciscanos consiguieron otro terreno más idóneo y allá se situaron su iglesia y casa
conventual. Los seísmos de 1565, resquebrajaron la fábrica del templo y el convento.
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Con la terquedad propia de los desastres naturales, un nuevo ciclo sísmico dañó las
instalaciones franciscanas en 1689. Para gozo de los integrantes de la Orden, la
restauración quedó terminada sin incidentes y pudo celebrarse el acto de consagración
del templo el 23 de septiembre de 1714 (José Joaquín Pardo, Pedro Zamora
Castellanos y Luis Luján Muñoz, Guía de la Antigua Guatemala, Sociedad de Geografía
e Historia de Guatemala, Editorial José de Pineda Ibarra, Guatemala, 1969,pp. 166-
172).
En cuanto al proceso reconstructor de la iglesia, dice Elizabeth Bell que éste se inició
en 1960. No obstante, esta «reconstrucción masiva —escribe— fue motivo de
controversia entre historiadores del arte y restauradores. Algunos visitantes aún
reclaman el aspecto de ruina nueva que se le dio a la iglesia».
costado de la Capilla del Santísimo Sacramento, el Cristo de las Ánimas, Santa Ana, el
Sagrado Corazón de Jesús, San Francisco (1,600), etc. etc.
Por cierto la Capilla del Santísimo y el Altar Mayor fueron terminados de ensamblar en
el año 2,004 con frontales de la Guatemala Colonial. Lo que le da a todo el templo un
toque de sobriedad y elegancia. En general, todo el estilo del templo es barroco, pero
muy sobrio, lo que nos hace pensar en el neoclásico del siglo XVIII.
Pero lo que más llama la atención de todos los peregrinos es la Tumba del Santo
Hermano Pedro, cuyos restos mortales fueron trasladados a donde se encuentra
actualmente el 28 de octubre de 1,990. Tanto es así, que mucha gente pregunta por la
Iglesia del Hermano Pedro, ignorando que su nombre verdadero es la de San
Francisco.
El acceso al amplio atrio de este Templo puede hacerse por el Portal de San
Buenaventura, al norte; o por el Portal de San Francisco, al poniente.
La presencia de los restos mortales del Santo Hermano Pedro es la razón por la que el
señor Arzobispo de Guatemala, Su Excelencia Monseñor Rodolfo Quezada Toruño, el
30 de julio de 2003, elevó el Templo de San Francisco a Santuario Arquidiocesano.
El Sepulcro del Santo Hermano Pedro tiene tres tallados en madera que representan: El
Hospital de Belén y las limosnas del Santo Hermano Pedro; El Santo Hermano Pedro
yacente venerado por el pueblo; y el Santo Hermano Pedro difunde el Nacimiento de
Jesús.
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En este Templo se pueden apreciar varios retablos de gran valor y devoción, entre los
que pueden mencionarse: San Francisco, Cristo de las Ánimas, la Divina Pastora, y
Nuestra Señora de Guadalupe.
La Biblioteca del Templo de San Francisco, Santuario del Santo Hermano Pedro, fue
restaurada e inaugurada el 5 de diciembre de 2004, gracias a la cooperación del
Gobierno de las Islas Canarias, de los frailes de Alemania y otros bienhechores;
ofreciendo para su consulta bibliografía sobre Guatemala, La Antigua Guatemala, el
Santo Hermano Pedro, la fe cristiana y otros documentos
En el atrio del Templo de San Francisco, Santuario del Santo Hermano Pedro, se
encuentra la 'Tienda del Santo Hermano Pedro' en la que se pueden adquirir diversos
recuerdos o souvenirs religiosos tales como libros, estampas, imágenes, medallas,
crucifijos, rosarios, llaveros, cuadros, réplicas de la campanita del Santo Hermano
Pedro, y otros.
Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi, nacido Giovanni di Pietro Bernardone;
Asís, 1181/1182 -ibídem, 3 de octubre de 1226) es un santo italiano, diácono, y
fundador de la Orden Franciscana, de una segunda orden conocida como Hermanas
Clarisas y una tercera conocida como tercera orden seglar, todas surgidas bajo la
autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media.
De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más
estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En Egipto, intentó infructuosamente la
conversión de los musulmanes al cristianismo. Su vida religiosa fue austera y simple,
por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no
fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía;
aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en
la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia
católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. Es conocido también como
il poverello d'Assisi (‘el pobrecillo de Asís’, en italiano).
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La tercera orden
Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa
vocación espiritual, nació la llamada Tercera Orden, para permitir a hombres y mujeres
laicosvivir el Evangelio tras las huellas de Francisco. Obtuvo su estatus legal en 1221
también con la ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos como se rescata
su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los que se
reglamentaba la santificación personal de los terciarios, su vida social y la organización
de la nueva fraternidad. Bajo influencia nuevamente de este cardenal, la orden reabrió
el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la
primacía de la oración y la prédica de los Evangelios por sobre la educación formal.
Según las Florecillas de San Francisco, el lobo de Gubbio era un cánido feroz que
asolaba la ciudad italiana de Gubbio, situada en Umbría, en la actual provincia de
Perugia. De acuerdo con la narración, este lobo europeo era un depredador que había
devorado tanto animales como personas. Presentaba tal ferocidad que nadie se
aventuraba siquiera a salir de la ciudad. Francisco de Asís, movido por su compasión a
los habitantes del lugar, actuó motu proprio sin que solicitaran su intervención: buscó al
lobo y lo conminó en nombre de Cristo a no hacer más daño a nadie. Apenas el «santo
de Asís» trazó la señal de la cruz, el lobo cerró la boca, dejó de correr, se acercó
mansamente, y se echó a sus pies. Conducido por Francisco hasta la ciudad, el lobo
vivió en ella durante dos años hasta su muerte por vejez. En alusión a este episodio, el
lobo aparece en ocasiones como un emblema de Francisco de Asís, y el conjunto del
santo y el lobo se observa en variadas representaciones iconográficas. La riqueza
simbólica del relato se refleja en la multiplicidad de análisis y reelaboraciones de que
fue objeto.
Mucho se ha escrito sobre la historicidad y el significado del relato del lobo de Gubbio.
Puede tratarse de una transposición poética de la liberación del azote de los lobos que
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las fuentes bibliográficas sitúan en la comarca de Greccio. El contenido del sermón del
Santo es idéntico en las dos comarcas. O podría ser una ampliación dramatizada de
otro hecho conservado en la Legenda S. Verecundi: Francisco va con un compañero, al
atardecer, camino de Gubbio montado en un borriquillo. Unos labriegos le advierten del
peligro por los muchos lobos que merodean por la zona. «Y ¿qué mal he hecho yo al
hermano lobo —replica el Santo-- para que quiera acometernos y devorar a nuestro
hermano asno? Quedaos tranquilos y no paséis pena por nosotros». Y prosigue el
camino sin tropiezo. Los autores de la narración vieron corroborada su tesis cuando
hace algunos años fue hallado el cráneo de un lobo en el lugar que la tradición
señalaba como la tumba de la famosa fiera.
Ildefonso Montero Agüera
Según Roger Sorrell, el incidente del lobo de Gubbio contiene expresiones similares a
las creencias de Francisco. El santo, confiado en el poder que atribuía a Dios, se
rehusó a temerle al lobo y lo confrontó con sus crímenes. El animal debería ser
castigado pero el santo rectificó la situación haciendo un pacto de paz con el lobo.
La catedral albergó los restos del conquistador Pedro de Alvarado que habían sido
trasladados a petición de su hija en 1568, pero desaparecieron a raíz de su destrucción
por los terremotos de 1773.
En 1806, el presbítero Rafael José Luna, cura de San José, tuvo la idea de utilizar las
ruinas de la antigua catedral como parroquia; en 1814 el cabildo eclesiástico resolvió
aceptar la petición y en 1819 se iniciaron algunos trabajos de remodelación del edificio,
derrumbando partes arruinadas, como los campanarios. Los trabajos se detuvieron por
un tiempo, hasta que se reiniciaron en 1832. Al terminar los trabajos, la parroquia de
San José se trasladó del antiguo edificio de la Universidad de San Carlos
a la antigua catedral, en donde ha estado desde entonces. Los retablos que tiene esta
nueva parroquia no son los originales de la catedral: fueron elaborados en 1856.
Terremoto de 1874
De acuerdo al periódico estadounidense The New York Times, el terremoto de
Guatemala del 3 de septiembre de 1874 fue el más devastador de los que se
registraron en ese año en todo el mundo. No solamente se destruyó completamente el
pueblo de Parramos,19 20sino que bandas de forajidos armados con cuchillos y otras
armas punzocortantes intentaron asaltar a los damnificados y robarles lo poco que les
quedaba; afortunadamente, las bandas fueron capturadas por la policía del gobierno del
general Justo Rufino Barrios y ejecutadas sumariamente.
Un testigo relató que el terremoto se sintió como una combinación de una larga serie de
movimientos verticales y horizontales que hacían que pareciera que el suelo se movía
en forma de olas y que se elevaba hasta un pie de alto por encima de su nivel
normal.18 Otro testigo indicó que el pueblo de San Miguel Dueñas quedó totalmente
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destruido, y quienes lograron sobrevivir salieron huyendo buscando áreas más seguras.
En total, hubo US$300,000 en pérdidas; los poblados afectados aparte de Antigua
Guatemala, Dueñas, Parramos y Patzicía, fueron Jocotenango, San Pedro
Sacatepéquez, Ciudad Vieja y Amatitlán.
Siglo XX
En 1918, tras los terremotos que devastaron la Ciudad de Guatemala, Herbert J.
Spinden, corresponsal de la revista científica estadounidense National Geographic
Magazinellegó a Guatemala y visitó la Catedral de Antigua Guatemala; Spinden
describió así el estado de la Catedral: «La fachada reconstruida de la catedral mira
hacia la plaza central de la ciudad y esconde una gran extensión de edificios destruidos.
A través de una puerta lateral se ingresa a la nave principal en ruinas y se pasa debajo
del domo central donde los pilares están ricamente adornados por ángeles y relieves en
forma de laberinto; o bien, se puede subir al techo y caminar con dificultad sobre la
vegetación que ha crecido sobre las vigas que une a las domos en forma de huevo.»
Primera Catedral
Para 1527 se ubicaba en el valle de Almolonga, donde hoy está San Miguel Escobar,
donde se edificó un templo dedicado al señor Santiago, a quien tomaron como “patrón y
abogado”. Ya para 1536-37, la modesta iglesia mayor de Santiago se convierte en
Catedral por la designación del primer obispo de Guatemala.
Segunda Catedral
El diseño de la segunda Catedral estuvo a cargo del cantero Rodrigo Martínez Garnica,
quien es contratado para construirla en 1542. Desarrollando un diseño que sigue el
modelo catedralicio español, tenía nave central, dos laterales, dos de capillas, y coro
situado en el tercero y cuarto tramos de la nave central para formar un eje con el altar
mayor.
En 1617 se acuerda que el gran escultor Quirio Cataño concluya el altar mayor de
madera iniciado por Pedro Brizuela. En 1659 se construye una nueva capilla y bóveda
para el altar del Cristo de los Reyes, lo cual va mostrando la necesidad de hacer
cambios más profundos al templo que, hasta ese momento, tenía un techo de madera y
tejas. Llego, entonces, el momento de decidir la demolición de este templo y construir
otro, mejor diseñado y realizado. Esta decisión fue tomada en 1667 por el Ilmo. Dn.
Juan de Santo Mathía Sáenz de Mañosca y Murillo, iniciándose la demolición en 1679 y
prolongándose hasta 1671.
Tercera Catedral
La tercera Catedral ocupa un lugar importantísimo en la historia de la Iglesia de
Guatemala por varias razones, especialmente porque fue construida en el momento en
que las artes llegaron a su máxima expresión en la época colonial y también porque
algunos de sus restos se conservan aún en la hermosa ciudad de Antigua Guatemala.
Se inició su construcción el 30 de noviembre de 1671, cuando se colocó la primera
piedra sin estar totalmente demolida la anterior. Al principio, se nombró maestro mayor
de la obra al español Martín de Andujar y como maestro menor a Joseph de Porres.
Ambos contribuyeron a la realización del conjunto.
La construcción avanzó con rapidez, incluso tras la muerte del obispo Sáenz de
Mañosca en 1675. El obispo Juan de Ortega Montañés continúa la obra, hasta su
dedicación y el traslado del Santísimo desde la iglesia de San Pedro, el 5 y 6 de
noviembre de 1680. Juarros describe la ceremonia y la califica como: “la más solemne,
suntuosa y completa que se ha visto en Guatemala”. De 1681 a 1684 se terminan
todavía algunos trabajos menores. Ya para 1689 esta completamente terminada.
Sin embargo, en 1717, los terremotos del 29 de septiembre le ocasionan daños
mayores. Entre 1718 y 1722 es necesario botar y reconstruir el cimborrio, la mitad de la
portada y macizar todos los arcos que se hallen abiertos. También fue necesario
demoler la torre de las campanas
.
A pesar del traslado de la ciudad y del todos los bienes que pudieran utilizarse para la
nueva Catedral, parte del edificio permaneció y allí se trasladó la parroquia de San
José, que funcionaba en el viejo salón mayor de la universidad. Actualmente la
parroquia de San José ocupa el lugar de la antigua Capilla del Santísimo de la tercera
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Catedral, pero pueden contemplarse las hermosas ruinas del conjunto monumental, que
se conservan magníficamente gracias al trabajo del párroco y rector del templo, P. Juan
Carlos Córdova Sierra, quien durante las últimas dos décadas se ha dedicado a
conservar el conjunto para la posteridad.
Cuarta Catedral
Cuando llegó a la corte española la noticia de la catástrofe que había asolado gran
parte de Guatemala, y en especial su bella capital, la ciudad de Santiago, el general
Sabatini, Director de las Reales Obras encomendó al ingeniero Díez de Navarro el
levantamiento de los planos para edificar una nueva capital, a la que se pudieran
trasladar las autoridades y vecinos en su totalidad.
Una Catedral es un templo cristiano, donde tiene sede o cátedra el obispo, siendo así la
iglesia principal de cada diócesis o Iglesia particular. La sede o cátedra episcopal es el
lugar desde donde cada obispo preside la comunidad cristiana, enseñando la vida de fe
y la doctrina de la Iglesia.
Las catedrales surgieron como una nueva construcción, o como evolución de una
primigenia iglesia monacal elevada al estatus de sede del obispo. Las actividades
misioneras, el poder eclesiástico y las cuestiones demográficas son las que han ido
determinando qué iglesias merecían y merecen el título de catedral, al mismo tiempo
que surgían, se fusionaban o suprimían las diferentes diócesis.
En un principio, la iglesia sede del obispo y cabeza de las demás iglesias de la diócesis
no tuvo una tipología especial. Durante los primeros siglos del Cristianismo y el medievo
(siglos IV al XI) las catedrales no se diferenciaban demasiado de otros centros de culto,
como las iglesias monacales o los templos dedicados a los mártires. Es a partir del siglo
XI cuando la catedral va adquiriendo una configuración y unas dimensiones que la
diferencian de los demás templos. Esto tuvo su momento álgido durante los siglos XIII,
XIV, XV y parte del XVI, coincidiendo con el surgimiento del arte Gótico. En esa época,
las catedrales adquirieron, además de la característica que las define, que es ser sede
episcopal, otras connotaciones en las que intervenían la imagen y el prestigio de las
ciudades en las que se construían, determinando una verdadera carrera por hacer de
estos templos edificios grandiosos y monumentales.
La sede episcopal (del latín sedem, 'asiento') es la silla, cátedra o trono de un obispo.
Por extensión, el lugar o ciudad donde se encuentra la catedral.1 En el sentido más
estricto, la sede episcopal (un epíscopo es un obispo) se refiere a la catedral de un
obispo. Los términos sede diocesana y sede arquidiocesana tienen el mismo
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Por extensión se usa la palabra para denominar al pueblo o la ciudad donde esté la
catedral. Por ejemplo, usando el sentido estricto, la sede de la archidiócesis de
Westminster en Inglaterra, es la catedral de Westminster, pero en un sentido más
amplio, esa misma sede es la ciudad de Londres, donde se localiza la catedral. A
veces, incluso se usa, erróneamente, este término para referirse a toda la diócesis,
aunque ésta cubra más de un pueblo o ciudad; los términos correctos, diócesis y
arquidiócesis, cubren este significado con mayor precisión.
La fachada principal tiene tres puertas, la central con su tímpano rehundido; también,
tiene un ataurique (decoración vegetal, o sea en forma de ramas y hojas), que
constituye una muestra especial de la artesanía de la época. El templo fue construido
con cinco secciones (naves), entre las que se incluyen la central y dos procesionales;
complementándose con 18 capillas laterales, todas cubiertas con domos.
Al norte de Catedral está el Palacio Arzobispal, construido entre 1706 y 1711, el cual
sólo conserva la puerta de ingreso y los marcos de piedra de las puertas de la fachada
oeste, con sus escudos de armas.
Originalmente, la edificación tenía dos niveles y una galera que daba sobre la plaza.
El origen de esa celebración se remonta hacia el Siglo XIII, y se trata de una festividad
religiosa que nace como prolongación del Jueves Santo. En la localidad de Bolsena,
Italia, se produjo un milagro cuando un sacerdote que celebraba la misa dudó que la
Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Hostia vio salir sangre de ella.
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El primero abarca de 1600 a 1680, ya que del siglo XVI (1530 a 1600) únicamente
prevalece el trazo de la ciudad realizado por el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli,
siguiendo los dictados urbanísticos del renacimiento, construyéndose en uno de los
mejores ejemplos de planificación urbana en Hispanoamérica. Utilizando el sistema de
calles tiradas con cordeles con orientación Norte-Sur y Este-Oeste, así como
señalamientos adecuados de plazas y salidas para otras regiones del país, ejemplo del
sentido lógico de Antonelli.
El segundo período lo sitúa entre los años de 1680 a 1717, en donde se dieron
construcciones religiosas como las de Nueva España, es decir, iglesias y conventos con
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sus respectivos atrios, cruces, capillas posas e iglesias de indios o capillas abiertas,
concluyendo con la inauguración del edificio de la tercera Catedral de Guatemala, en la
cual se aúnan elementos renacentistas, manieristas y barrocos. José de Porres parece
haber sido el introductor de la columna salomónica en la arquitectura guatemalteca, su
presencia se percibe en los tímpanos rehundidos de las portadas por él construidas,
especialmente en la Catedral y Santa Teresa.
En 1751 sucedieron los terremotos de San Casimiro, que tuvieron una gran fuerza
destructiva en la ciudad, dándose para esto un nuevo y último esfuerzo reconstructivo.
Al cuarto período pertenecen la mayor parte de las construcciones que actualmente se
conservan en la ciudad, algunas en ruinas y otras ya restauradas. Los terremotos de
Santa Marta, en julio de 1773, señalan el final de la arquitectura de La Antigua
Guatemala, ya que la producción barroca se interrumpe debido al traslado al Valle de la
Ermita, sin embargo numerosos objetos: retablos, imágenes, esculturas y pinturas se
trasladan a la Nueva Guatemala de la Asunción, en donde las construcciones resurgen
siguiendo los postulados del neoclasicismo, aunque con evidentes rezagos barrocos.
De la tercera Catedral aunque sufrió graves daños en los terremotos de Santa Marta en
1773 aún es perceptible buena parte de su estructura: la fachada principal tiene tres
puertas, la central con su tímpano rehundido, posee un excelente ataurique,
constituyendo una muestra singular de la artesanía antigueña; posee 5 naves: la
central, dos procesionales y dos capillas laterales, cubiertas con bóvedas de cañón. Al
igual que otros templos americanos de su categoría tenía la capilla Real detrás de la
mayor.
Su portada probablemente se basó en un modelo de Sebastián Serlio y tenía dos torres
a sus lados, hoy desaparecidas. Sus cubiertas eran de bóvedas baídas, en la que se
combinó la tradición renacentista con esfuerzos por construir reforzando contra los
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sismos. En el Altar Mayor existía una cúpula cuyas pechinas aún conservan hermosas
figuras de ángeles turiferarios, realizadas en estuco, las que están sobre las figuras de
los cuatro Evangelistas.
En los capiteles de los pilares y en las cornisas del edificio se conservan finas
decoraciones con estuco que están en las bóvedas y las ventanas, probablemente toda
esa yesería estuvo policromada influyendo sobre otras decoraciones de iglesias de la
ciudad. Como era de esperarse la fachada catedralicia ejerció una gran influencia en la
arquitectura de Santiago y en todo el Reino, como se aprecia en las fachadas de la
Compañía de Jesús, Santa Teresa, San Francisco y la Catedral de Ciudad Real, en
Chiapas.
talento admite diversos análisis, según el monumento que se privilegie. De hecho, fue
Arquitecto Mayor de Obras desde 1703, e intervino en la edificación del Ayuntamiento,
el puente del camino a San Lorenzo El Tejar, la Casa de la Moneda, la Escuela de
Cristo, la fuente de las Sirenas, La Recolección, Las Capuchinas, San Felipe Neri y
Santa Clara. A primera vista, uno de los elementos arquitectónicos mejor estudiados por
Diego de Porres fueron las pilastras, presentes en Antigua a partir de los seísmos de
1717.
En el caso de la pilastra de tipo serliano, Luis Luján Muñoz detalla que nuestro
arquitecto «consultó con frecuencia El cuarto libro de Arquitectura, de Sebastiano
Serlio, publicado en España en traducción al castellano en 1578, pero del que hay
versiones posteriores que, evidentemente, circularon en el reino de Guatemala, y que
fueron ampliamente conocidas por Diego de Porres y sus hijos, también arquitectos»
(«Pilastra floral», El país del quetzal.
Guatemala maya e hispana, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, Madrid,
2002, p. 373) En cuanto a la arquitectura civil o doméstica, fue durante esta época y
hasta finales del siglo XVII, se crearon los tipos básicos de casas de habitación, tanto
en el área rural como en la urbana. En la ciudad y debido al problema sísmico, las
residencias eran de una sola planta y siguiendo el prototipo de 2 y 3 patios; según su
importancia. En el primer patio se accesaba por medio de un zaguán y al centro de éste
se encontraba generalmente una fuente rodeada de jardines y bancas con esculturas,
en el caso de las más lujosas, en su alrededor se encontraban los espacios principales
como la sala de recibimiento, las habitaciones a los lados y al fondo el comedor, cerca
de la cocina.
más alta y que tenían figuras diversas: imágenes de santos, animales o decoraciones
florales, desde ese tiempo fueron conocidas como búcaros, hasta la actualidad.
Las fuentes públicas eran para denotar una plaza o jardín específico. Algunas de gran
belleza y otras de grandes proporciones, como la Fuente de las Sirenas en la Plaza
Central y la Fuente de La Merced o Capuchinas, respectivamente. En las casas también
era frecuente encontrar búcaros en los jardines y patios interiores, algunos de gran
belleza y con decoración barroca.
Las portadas
Las portadas siguieron el ejemplo de las fachadas-retablos, con una especie de
portada-altar, que era una prefiguración de los retablos mayor, decoradas con
hornacinas y nichos con imágenes de santos, en el caso de las iglesias.
Estructuralmente las portadas eran independientes del resto de la construcción o muros
laterales, siendo éstas portadas más gruesas y mejor construidas, lo que permitió su
mayor duración luego de los sismos que sufrió la ciudad.
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Esta experiencia sísmica hizo que los arquitectos dispusieran por un ensanchamiento
de las paredes y reducción del alto de las construcciones. En el caso de las iglesias, las
torres se hicieron más bajas, hasta el punto de integrarlas a la portada. Las
construcciones fueron de adobe y tapial en un principio, luego se fue incorporando el
ladrillo en las partes estructurales y, finalmente, las mejores construcciones se hicieron
de calicanto o mampostería. Una técnica usada con magistralidad desde el principio fue
el sillar. Las cruces de atrio fue otro elemento arquitectónico que aparece profusamente
en la arquitectura antigueña, incluso servían para determinar nodos de calle o remates
de solares en la ciudad.
-El rey Felipe II de España le confirió el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de
Santiago de los Caballeros de Guatemala, por Real Cédula firmada en el Escorial el 10
de marzo de 1566. Dado por la real magnificencia del Emperador Carlos y Avalado por
Felipe II y llamándola de los Caballeros, por la razón y motivo que los Capitanes y
Soldados que vinieron a conquistarla y después la poblaron, fueron los más ilustres y
sobrevivientes del ejército de Cortés.
-El Congreso de la República la proclama por un día, Ciudad Emérita, de interés público
y de conveniencia nacional su preservación como joya del tesoro centroamericano.
-El Palacio de los Capitanes Generales, que en el centro y parte superior ostenta el
escudo de la Casa de Borbón, labrado en piedra, con el nombre de Carlos III que
reinaba en España cuando este edificio fue construido;