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UNIDAD IV DIGNIDAD Y TRASCENDENCIA DE LA PERSONA

Despersonalización
Introducción

La persona humana posee una dignidad muy alta, un valor superior, que debe respetar
en sí misma y en los demás. Pero para todos es evidente que, muy a menudo, los
hombres no tenemos en cuenta nuestra dignidad, y nos vemos y nos portamos como
lo que no somos: como irracionales, como objetos o como “ovejas” de un rebaño mal
conducido.

El fenómeno de ignorancia, olvido o desprecio del ser persona (tanto respecto de uno
mismo como respecto de los demás) es lo que se ha llamado “despersonalización”. En
esta sesión vamos a analizar dicho fenómeno en sus características generales, sus
modos de aparecer, y sus causas.

En primer lugar, para poder comprender la gravedad de la despersonalización,


repasaremos las propiedades de la persona humana y de su valor

En una segunda parte, veremos cómo se manifiesta la despersonalización en las


actitudes y acciones de personas y grupos.

En tercer lugar, analizaremos los factores que originan y promueven el proceso de


despersonalización, esto es, las causas que desfiguran, desde lo más hondo, la
identidad verdadera de cada persona.
I. La persona humana como fin en sí mismo

1.1 Razones del valor del ser humano

La palabra ‘dignidad’ implica dos aspectos en su significación: por una


parte, lo que es ‘adecuado’ ‘conforme’, ‘a la altura de algo’ (Ej: esto es
digno de un rey; este hombre no es digno de ti); por otra, algo que posee
una cierta excelencia, un valor especial que hace sobresalir a uno por
encima de otros. Dignidad supone, entonces, excelencia y merecimiento. Cf
WILLIAMS, THOMAS, Conferencia, 2003; Tomás de Aquino, S. Th. 2-2, 63.

“En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. En el lugar de
lo que tiene un precio puede ponerse otra cosa como equivalente; en
cambio, lo que se halla por encima de todo precio, y por tanto, no admite
nada equivalente tiene una dignidad”. KANT, I. Fundamentación de la
metafísica de las costumbres. Ariel Filosofía, Barcelona, 1999, ed. bilingüe.
Traducción de J.MARDOMINGO.

Considerando el ser y la naturaleza de cada cosa, lo más digno en el


Universo material es la persona humana. Dice Tomás de Aquino: “Es de la
máxima dignidad subsistir en la naturaleza racional, por esto, todo
individuo de naturaleza racional se dice persona” (S.Th. I, q. 29. a. 3).

“Persona significa lo que es más perfecto en toda la naturaleza, es decir, el


subsistente en una naturaleza racional” (De potentia, q. 9 a. 3 co. Ibid., ad.
2)

La dignidad de la persona humana no radica en sus capacidades


intelectuales ni en las obras que realiza, sino en el hecho de que el alma del
hombre es espiritual. Por este motivo, cada individuo humano posee
dignidad de persona desde el momento de su concepción hasta su muerte.

El espíritu es el fundamento de la dignidad de la persona, porque lo


espiritual es inmensamente más valioso que la materia. En los sujetos de
ser espiritual se cumple de manera más plena todas las perfecciones
propias del ser.
El sujeto espiritual pertenece a otro nivel de ser que los entes
materiales:Lo espiritual es simple, sin dimensiones espaciales, y no está
sometido al movimiento, por eso, el alma espiritual puede seguir existiendo
una vez descompuesto el cuerpo humano.

El alma humana es espiritual, y por esto, conforma un “mundo interior


irrepetible y exclusivo”.En este mundo interior, el hombre se tiene
presente a sí mismo. Desde ese mundo interior la persona humana es capaz
de conocer todas las cosas y de amarlas; porque posee el mundo interior
propio de la vida del espíritu, cada persona puede realizar actos libres,
puede ser dueño de sus actos, transformarse a sí mismo y transformar el
mundo material

Por ser espiritual, sólo la persona es capaz de conocer y amar a Dios en sí


mismo. Por este motivo, se puede decir que el ser humano está hecho “a
imagen de Dios”: porque así como Dios, Bien infinito, se conoce a sí mismo
y se ama, la persona creada puede conocerse a sí misma y amarse y, más
radicalmente aún, existiendo en este mundo interior en que se puede
poseer a sí misma, la persona finita está capacitada para conocer y amar a
Dios.

Puesto que el alma humana es espiritual, el alma humana no puede surgir


de la materia, porque la materia no puede producir al espíritu, que es
superior a ella, esto implica que cuando se engendra una persona, surge en
el Universo material un ser que dicho Universo no puede producir. En
consecuencia, cada alma humana, una por una, es creada directamente por
Dios.

“Cada persona es un mundo”. Un mundo interior irrepetible, cuyo núcleo


vital no puede ‘deducirse’ de las condiciones genéticas, físicas, ambientales,
sociales, culturales, educativas que le rodean. Cada una de estas
condiciones pueden influir en ese ‘mundo’ (a veces, poderosamente), pero
no generan ese mundo, no lo producen, ni pueden determinarlo de manera
absoluta

Dado su ser espiritual, cada persona creada es una novedad absoluta en el


universo y ella sola en particular, vale más que todo el Universo material en
su conjunto.

1.2 Jerarquía de los fines

Explicada la dignidad de la persona, podemos entender que en el Universo


existe un orden jerarquizado de bienes: todas las cosas que existen son
buenas, pero no todo tiene el mismo valor, el mismo grado de bondad.
Lo menos valioso son las cosas materiales, los seres inertes. Recordemos:
todo es bueno, también los seres inertes, pero en la escala de los seres, son
los de menos valor.

Por encima de los seres materiales inertes, se encuentran los vivientes


corpóreos que no poseen capacidad cognoscitiva alguna: las plantas y los
vivientes unicelulares carentes de sentidos.Más arriba en la jerarquía de los
seres están los animales: vivientes corpóreos sensitivos, es decir, con
capacidad de conocer la cosas mediante los sentidos.

Dando un salto ontológico al mundo espiritual, encontramos a las personas


humanas. El ser humano pertenece al mundo material, pues es un viviente
corpóreo, pero pertenece también al mundo espiritual, porque su principio
primero de vida –su alma- es espiritual. Se ha dicho que el hombre es “el
horizonte” donde se tocan el mundo material y el mundo espiritual, y
también que es un “microcosmos” que contiene en sí todos los modos de
ser.

Por encima de los seres humanos, con superioridad de naturaleza, están los
ángeles. El ángel también es persona –persona angélica; los ángeles son
substancias espirituales, inteligencias puras, pero finitas, creadas. Tienen un
ser propio y exclusivo –como toda persona- y existen para conocer, amar y
servir a Dios.

Finalmente, está Dios, el mismo Ser Subsistente. Él es el Ser, sin origen ni


final, pero origen y fin de todo el Universo material y espiritual. Dios es
Espíritu, es el Bien Supremo, del cual procede todo bien finito. Es la medida
de todas las cosas, pues la verdad y el valor de las cosas, vivientes y
personas se miden según su cercanía o su lejanía de Dios.

1.3 El orden del amor

Puesto que el ser humano es un ser racional, y la perfección propia de la


razón es la verdad, la plenitud propia del hombre es amar cada ser
conforme a la verdad. En otras palabras, el hombre por naturaleza está
llamado a querer cada cosa de acuerdo a lo que cada cosa es, de acuerdo a
lo cada cosa vale objetivamente: amar los medios como medios y los fines
como fines.

“El bien natural del hombre es justamente el amor del bien según el orden
de la verdad del bien”. GEIGER, L-B. Le problème de l’amourchez Saint
Thomas d’Aquin., Montreal, 1952, p.34, nota 10
Esta afirmación está llena de consecuencias. Aunque todas las cosas y seres
son buenos, no todos valen lo mismo (como ya vimos), por tanto, a cada
cosa le corresponde un tipo distinto de amor o de querer: Las cosas inertes
pueden ser muy hermosas, dignas de ser contempladas, pero su valor
objetivo es de “medios” para que el hombre pueda llegar a su plenitud.

Sería un desorden, que el hombre amara las cosas como “fines” de su


acción. Esto no significa que el ser humano puede usar las cosas como le dé
la gana, puesto que la naturaleza es un reflejo de la bondad divina y un bien
común a toda la humanidad, es responsabilidad del hombre cuidar el
mundo y conservar su belleza.

Por encima de los seres inertes, los vivientes (animales y plantas) tampoco
pueden ser amados como fines, pero deben ser especialmente cuidados
porque poseen una mayor perfección que los seres inertes. Son “medios”
para el bien humano que deben ser cuidados con un aprecio especial.

Las personas creadas son “fines en sí mismas”, les corresponde ser amadas
con amor benevolente, por el ser que poseen. La actitud frente a la persona
(cualquiera que sea) es la de respeto.

Para vivir una vida plenamente humana, cada hombre debe tener un
ordenado amor hacia sí mismo y hacia las demás personas. Un respeto de la
propia dignidad y de la dignidad de las demás personas. Este respeto
significa querer y procurar el bien para todas las personas (sea la de uno
mismo o la persona de otro, sean cercanas o lejanas) con independencia de
cualquier circunstancia accidental (edad, color, raza, condición socio-
económica, cultura, carácter, etc.); y en nuestras decisiones y en el trato
con todos, considerar siempre en primer plano que cada persona vale más
que todo el Universo.

Por encima de las personas creadas está Dios. Dios no sólo es fin en sí
mismo, sino que más aún es el fin último de todas las personas y las cosas
del Universo. Por este motivo, tanto las cosas como las personas están
subordinadas a Dios. En la práctica, esto significa que el máximo amor de
nuestro corazón y el más intenso, no corresponde a ninguna persona
creada (ni siquiera a nosotros mismos), sino a Dios. Y esto es justo y
necesario.

Es justo, porque Dios es el máximo Bien, lo más amable, y lo más íntimo a


cada uno de nosotros. A lo más amable le corresponde con verdad el amor
más grande.
Es necesario, porque el amor a Dios sobre todas las cosas y personas,
ordena adecuadamente todos nuestros demás amores.

Este punto debe ser meditado: el amor a Dios no anula el amor a uno
mismo ni el amor a los demás, sino que pone estos amores en su lugar, de
modo que no ocupen el lugar de Dios. Y al ponerlos en su lugar, el amor de
Dios hace más perfecto, limpio e intenso el amor a uno mismo y el amor a
los demás.

II. Despersonalización

Aunque ser persona es tener una identidad máximamente exclusiva, íntima


y propia, existe el peligro de vivir en contra esa identidad: existe el peligro
de ir vaciando y empobreciendo nuestro mundo interior (o de no llenarlo
nunca).

La “despersonalización” es el olvido y el desprecio de la verdadera


identidad de uno mismo y de las demás personas. Consiste en un modo de
vivir y de pensar y de actuar que va anulando a la persona, porque se trata
a sí mismo y a los demás como si fueran “cosas”, un número más dentro de
un conjunto, o meros “medios” para alcanzar los propios objetivos.

La despersonalización es la degradación de la vida de la persona humana al


nivel de animal o de cosa.

2.1 Cosificación

Significa un modo de pensar y una actitud que reduce al ser humano a una
“cosa”. Es decir, es la actitud de quien entiende a la persona y la trata
como una cosa más entre los seres del mundo material.

Tal actitud se puede tener respecto de uno mismo y respecto de los demás:
mi cuerpo y mi vida son una “cosa” a mi disposición según me parezca, y lo
mismo el cuerpo y la vida de los otros, tanto más cuanto el otro no pueda
defenderse.

La “cosificación” es un fenómeno de despersonalización porque implica el


desconocimiento de la identidad propia o de la ajena:

Ejemplos de “cosificación” de la persona:

Respecto de sí mismo: la drogadicción, el alcoholismo, la


prostitución, la masturbación, el ejercicio de la
homosexualidad.
Respecto de las demás personas: el aborto, la
esclavitud, la violencia sobre los más débiles de una
familia o de una sociedad, el desprecio , la violación.

2.2 Masificación

Es una actitud frente a la propia persona y a uno mismo. Es asumirse a sí


mismo y/o a las demás personas como meras “partes” de un conjunto (la
sociedad, el grupo, la clase social), es decir, uno más dentro del grupo,
semejante en todo a los demás y sin valor propio. Lo que vale es el grupo, lo
importante es ser parte del conjunto, parecerse a todos y no distinguirse de
ninguno. Cada parte (cada sujeto) es remplazable completamente por otro
del mismo “tipo”, sin que exista algo realmente exclusivo en la existencia de
cada uno. Esta tendencia a “masificarse” puede ser propia del adolescente
en su búsqueda de la propia identidad, pero no es más que un “paso” hacia
la plena identidad: quien se queda como “hombre-masa” no llega nunca a
ser plenamente “él mismo.

Ejemplos de masificación

respecto a uno mismo: ser esclavo de la moda y de la


apariencia, hacer las cosas de un modo determinado
“porque todos lo hacen”, tener como fuente de los
propios criterios la opinión de la mayoría, simplemente
“porque todos piensan así”, aceptar y someterse a
cualquier forma de actuar (aunque sea moralmente
mala) porque así lo dice el líder del grupo, vivir
pendiente e interesado en la vida de farándula, etc

respecto de los demás: no prestar atención a cada


persona en su existencia individual, ignorar a las
personas cercanas, aplicar leyes sin considerar
situaciones de excepción, ejercer el propio trabajo de
manera rutinaria, prejuzgar a cada persona por el grupo
o sociedad de la cual proviene, etc.

2.3 Visión utilitarista

Es una manera de pensar y de actuar, por la cual una persona o una


institución ve a las demás personas o grupos como meros “instrumentos
útiles” para determinados fines ajenos o contrarios al bien de esas personas
o grupos. Y así los trata.

Ejemplos de visión utilitarista:


 Propagación e imposición de métodos anticonceptivos,
especialmente en los países subdesarrollados.
 Explotación de la mano de obra en una empresa
 Ideologización de los jóvenes para usarlos para los
fines de un partido o de un gobierno.
 Manipulación de cigotos y embriones humanos,
“generados” como “materia de investigación”.
 Utilización de propaganda inmoral (calumnia,
pornografía, engaños, etc.) para mover a las masas a
una determinada opinión o conducta.
 Manipulación de la información para el provecho
personal
 Genocidios y limpiezas étnicas proceden ciertamente
de una visión utilitarista del hombre.

La visión utilitarista del hombre implica la despersonalización porque se


mira a las personas no como “fines en sí”, sino como meros “medios” o
“útiles” para fines ajenos al bien físico o moral de esas personas.

las acciones de servicio al bien común (incluso sin son obligatorias) que no
supongan una denigración de las personas involucradas) no pueden
llamarse “utilitaristas”, porque “servir adecuadamente a la sociedad y al
bien común” es una actitud y una acción que perfecciona a la misma
persona que lo realiza (el hombre es social por naturaleza)

III. Causas de la despersonalización

Haciendo un recuento de los visto hasta el momento, podemos decir que: El


ser persona se caracteriza por (propiedades de la persona):

• Ser racional y, por consiguiente, espiritual

• Ser única, exclusivo e irrepetible (mundo interior propio)

• Ser fin en sí misma

La despersonalización, entonces, es un proceso y un estado de pérdida de


identidad de la persona, tanto a nivel del individuo como a nivel de la
sociedad en general.

Dicha pérdida de identidad se puede traducir en tres fenómenos:

Cosificación: reducción de la persona a nivel de animal o de cosa (ignorando


su ser espiritual)
Masificación: reducción de la persona a un mero “miembro” del conjunto,
sin diferenciarla por su ser único, exclusivo e irrepetible.

Visión utilitarista de la persona: reducción de la persona a mero


“instrumento” para los fines de quien pueda imponerse (ley de la selva, del
más fuerte, del más poderoso o del más hábil para convencer).

Nos queda por analizar brevemente las causas de la despersonalización:

El desconocimiento y el desprecio de la propia identidad y dignidad


proceden tanto de factores internos al hombre mismo como de factores
externos provenientes del medio en que se vive.

Las causas aquí clasificadas no son mutuamente excluyentes, es decir,


aunque todas son causas de despersonalización, también unas son causas
de otras y viceversa

3.1 Ignorancia:

Es el desconocimiento de la dignidad y valor de la persona,


desconocimiento de su identidad, como distinta y superior a la de las cosas,
plantas y animales. La ignorancia puede deberse por falta de estudio, por
un medio cultural bien desarrollado o por un medio social también
ignorante.

Por ejemplo: la aprobación de la poligamia en algunas culturas se debe a la


ignorancia de la igual dignidad del varón y la mujer, también se debe a la
ignorancia del sentido y profundidad del amor entre los esposos. Por este
motivo no es extraño que en tales culturas se aprueben conductas como la
homosexualidad y el concubinato.

3.2 Superficialidad:

Es la actitud de quien valora más lo que objetivamente tiene menos valor,


actitud del que vive pendiente de las apariencias porque no da importancia
a la dimensión interior y espiritual de la persona.

La superficialidad es causa de la despersonalización porque hace valorar


más los “efectos” y lo que se ve, antes que las raíces profundas de las
acciones. El hombre superficial valora más el éxito que el cumplimiento del
deber, se preocupa más por la fama que por la honradez, aprecia más el
status social que la nobleza de corazón.
3.3 Irreflexión o falta de meditación

Es una carencia o ausencia de “pararse a pensar”, la actitud de quien no


dedica tiempo para pensar en lo que importa verdaderamente. El hombre
irreflexivo puede estar muy bien informado de los fenómenos mundiales,
de las últimas noticias y de los temas de moda, pero no se detiene a
meditar acerca de las preguntas radicales de la existencia humana: quién es
el hombre, de dónde viene el Universo, quién soy yo y cuál es el sentido de
mi vida, dónde está la verdadera felicidad, etc.

El hombre irreflexivo es, por consiguiente, superficial, torpe y ciego para


reconocer y elegir lo que es verdaderamente bueno. E incapaz de reconocer
el verdadero ser de las personas.

La superficialidad y la irreflexión llevan a aceptar como verdadero cualquier


“lema” o “principio” que esté de moda o que sea promocionado por los
líderes de opinión, sin detenerse a considerar la verdad o falsedad de esos
eslóganes.

3.4 Continua agitación

Directamente relacionada con la superficialidad y la irreflexión, la agitación


permanente de quien nunca tiene tiempo para lo que importa de verdad,
hace que cada persona no pueda detenerse a reconocer, apreciar y valorar
su vida y la de los demás.

La agitación permanente es un modo de vida muy propio del tiempo


posmoderno, y se caracteriza por la continua actividad exterior de la
persona: trabajo, diversiones, películas, noticias… un “hacer” que nunca
acaba, y que no deja tiempo para escuchar el propio interior, ni prestar
atención a los demás (a los hijos, los amigos, el esposo o la esposa). Nunca
hay tiempo para conversar en serio, porque siempre hay “demasiado que
hacer”.

Muchas veces, el hombre “agitado” tiene buenas intenciones: “cuando


termine de hacer lo que tengo pendiente, tendré un tiempo para hablar con
mi hijo”, “cuando cumpla las metas de mi trabajo, regresaré temprano a
casa”, “cuando haya organizado las vacaciones soñadas, tendré tiempo de
pararme a reflexionar o de orar”… El problema es que nunca llega la meta
propuesta porque aparecen nuevos objetivos, más actividades… El ritmo de
vida actual absorbe, y el agitado se convierte en irreflexivo y superficial.
3.5 Falsas filosofías

Este factor es importantísimo en la cultura actual, donde predomina el


influjo de los medios masivos de comunicación.

Las falsas filosofías son sistemas de pensamiento que presentan un visión


equivocada de lo que es el ser humano y el mundo en general.

 Por ejemplo: el materialismo, el relativismo, el panteísmo, el dualismo


espiritualista, el comunismo, etc.

Todas y cada una de ellas resalta un aspecto real de la persona humana y de


la sociedad, pero descarta o desprecia otros aspectos también reales, de
modo que se concibe a la persona desde una perspectiva sesgada.

Por ejemplo: el hombre es solo materia, o la persona humana es solo su


espíritu, o no es más que un “miembro” del estado o de la sociedad, o es
una “parte” de Dios, o es dios para sí mismo, etc.

Estos modos de pensar son promotores directos de la despersonalización,


porque desfiguran al ser humano e impiden que éste se conozca
verdaderamente a sí mismo y desarrolle su ser en la dirección correcta.

3.6 Amor desordenado a uno mismo

¿Qué significa esto? Significa “quererse a sí mismo” como algo que uno en
realidad no es, y por tanto, quererse con un amor desordenado.

Modos de amor desordenado:

Si uno se ama a sí mismo como si sólo fuera un animal más, buscará para sí
como bien principal los bienes sensitivos (propios de los animales): placer,
descanso, protección (es decir, sexo, comida, bebida, techo y abrigo).

Si uno se ama a sí mismo como si fuera un ángel, vivirá amargado por su


falta de capacidad intelectiva o por sus continuos fallos de orden moral o de
vida diaria, y demás limitaciones propias de nuestra condición material.

Si uno se ama a sí mismo como si fuera dios, entonces se tendrá a sí mismo


como centro de su mundo y del mundo de los demás. Este modo de amarse
a sí mismo es una “idolatría” y un vicio llamado “soberbia” u “orgullo”. El
soberbio siempre quiere tener la razón, salirse con la suya, parecer el
mejor, el soberbio habla continuamente de sí mismo y de sus cosas, quiere
lo mejor para sí mismo… A los demás los desprecia o los envidia, no quiere
reconocer nada por encima de sí mismo, y por eso no reza, no busca la
verdad ni el bien, ni busca a Dios.
Resumen

La persona humana posee una dignidad muy alta, un valor superior, que
debe respetar en sí misma y en los demás. Pero para todos es evidente que,
muy a menudo, los hombres no tenemos en cuenta nuestra dignidad, y nos
vemos y nos portamos como lo que no somos: como irracionales, como
objetos o como “ovejas” de un rebaño mal conducido.

La dignidad de la persona humana no radica en sus capacidades


intelectuales ni en las obras que realiza, sino en el hecho de que el alma
del hombre es espiritual. Por este motivo, cada individuo humano posee
dignidad de persona desde el momento de su concepción hasta su muerte.
El espíritu es el fundamento de la dignidad de la persona, porque lo
espiritual es inmensamente más valioso que la materia. En los sujetos de
ser espiritual se cumple de manera más plena todas las perfecciones
propias del ser.

La “despersonalización” es el olvido y el desprecio de la verdadera


identidad de uno mismo y de las demás personas. Consiste en un modo de
vivir y de pensar y de actuar que va anulando a la persona, porque se trata
a sí mismo y a los demás como si fueran “cosas”, un número más dentro de
un conjunto, o meros “medios” para alcanzar los propios objetivos. La
despersonalización es la degradación de la vida de la persona humana al
nivel de animal o de cosa.

-La “cosificación” es un fenómeno de despersonalización porque implica el


desconocimiento de la identidad propia o de la ajena: Significa un modo de
pensar y una actitud que reduce al ser humano a una “cosa”. Es decir, es la
actitud de quien entiende a la persona y la trata como una cosa más entre
los seres del mundo material.

Masificación :Es una actitud de despersonalización frente a la propia


persona y a uno mismo. Es asumirse a sí mismo y/o a las demás personas
como meras “partes” de un conjunto (la sociedad, el grupo, la clase social),
es decir, uno más dentro del grupo, semejante en todo a los demás y sin
valor propio. Lo que vale es el grupo, lo importante es ser parte del
conjunto, parecerse a todos y no distinguirse de ninguno. algo realmente
exclusivo en la existencia de cada uno.

Visión utilitarista :Es una manera de pensar y de actuar, por la cual una
persona o una institución ve a las demás personas o grupos como meros
“instrumentos útiles” para determinados fines ajenos o contrarios al bien
de esas personas o grupos. Y así los trata. La visión utilitarista del hombre
implica la despersonalización porque se mira a las personas no como “fines
en sí”, sino como meros “medios” o “útiles” para fines ajenos al bien físico o
moral de esas personas.

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