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Universidad La Salle
INTRODUCCIÓN
El estado hiperosomolar hiperglucémico (EHH) y la cetoacidosis diabética (CAD), son las
dos complicaciones agudas más serias de la Diabetes Mellitus, aparecen en el extremo de la
descompensación diabética. Estas emergencias hiperglucémicas son importantes causas de
morbilidad y mortalidad en pacientes diabéticos. La mayoría de los pacientes que desarrollan CAD
padecen DM tipo 1; sin embargo los pacientes con DM tipo 2 están también en riesgo de
presentarla durante periodos de estrés catabólico como trauma, cirugía o infección. El EHH se
presenta principalmente en individuos con DM tipo 2.
FISIOPATOLOGÍA
Aunque hay diferencias importantes entre la patogénesis de CAD y EHH, los mecanismos
básicos subyacentes son un relativo o absoluto déficit de insulina; aumento de la concentración
sérica de hormonas contrarreguladoras (glucagon, catecolaminas, cortisol y hormona del
crecimiento); depleción del volumen y anormalidades en el equilibrio electrolítico y ácido-base.
Estas alteraciones conllevan a un aumento en la producción hepática y renal de glucosa
(gluconeogénesis y glucogenolisis) y a una pobre utilización de glucosa en los tejidos periféricos; lo
que resulta en hiperglicemia y en cambios paralelos en la osmolaridad sérica. La combinación de
deficiencia de insulina y del aumento de la concentración de hormonas contrarreguladoras lleva a
la liberación de ácidos grasos hacia la producción de cuerpos cetónicos (ᵝ hidroxibutirato, acetona
y acetoacetato) lo que resulta en cetonemia y acidosis metabólica. La hiperglucemia y la
cetonemia están asociados con glucosuria y cetonuria; ambas producen diuresis osmótica e
hipovolemia; con una disminución consecuente del filtrado glomerular, además hay pérdida de
sodio, potasio, fósforo y otros electrolitos.
1
Prueba de Duncan o de Nitroprusiato Sódico. Consiste en mezclar polvo de nitroprusiato sódico con suero del
paciente; en busca de cetosis. Los cuerpos cetónicos que identifica ésta prueba son acetoacetato y cetonas únicamente
(no identifica ᵝ-hidroxibutirato). La prueba se hace con 4 diluciones; es positiva si el nitroprusiato mezclado con el suero
del paciente se torna morado.
Las características clínicas y de laboratorio, así como los criterios diagnósticos de la CAD y
EHH se resumen en la tabla 1.
El factor precipitante de crisis hiperglucémicas más frecuente es la infección, aunque dosis
inadecuadas de hipoglucemiantes o insulina, así como un mal apego terapéutico a los mismos
también son causas desencadenantes. Otras condiciones agudas que precipitan CAD y EHH
incluyen; evento vascular cerebral, abuso de alcohol o drogas, pancreatitis, tromboembolia
pulmonar, infarto al miocardio y trauma; anormalidades endócrinas, el uso de algunos
medicamentos (que afectan el metabolismo de los carbohidratos) como esteroides, tiazidas,
fenitoína, bloqueadores de canales de calcio, antagonistas adrenérgicos, α y ᵝ bloqueadores y
pentamidina. Ocurre que en los pacientes geriátricos diabéticos las crisis se precipitan porque el
cuidador ignora los signos de descompensación, el paciente es incapaz de hidratarse por sí mismo
de manera adecuada y por abuso de diuréticos. Ver Tabla 2.
TRATAMIENTO
El tratamiento exitoso de CAD y EHH requiere; corrección del estado de hidratación, de la
hiperglicemia y del desequilibrio electrolítico, identificación de factores precipitantes y sobretodo
una monitorización estrecha del paciente.
Tratamiento con soluciones IV. La terapia con cristaloides debe ser dirigida a la expansión del
volumen intra y extravascular, así como a la restauración de la perfusión renal. En ausencia de
compromiso cardiovascular, la primera elección es solución salina al 0.9%, y debe ser infundida a
15 a 20 ml/kg o de 1 a 1.5 litros en la primera hora. La elección subsecuente en cuanto a
soluciones IV dependen del estado de hidratación de cada paciente, del nivel de electrolitos
séricos y del gasto urinario. Debe usarse una salina al 0.45% en caso de que el sodio corregido sea
normal o elevado. Un adecuado aporte de líquidos IV debe ser monitorizado con medición de
presión arterial, gasto urinario, exámenes de laboratorio y exploración física. La reposición hídrica
debe completarse en 24 horas.
Tratamiento con insulina. Debe utilizarse insulina regular mediante infusión IV continua como
tratamiento de elección. (Aforar 100 UI de Insulina Regular en 100 ml de solución fisiológica).
Debe descartarse hipokalemia (K < 3.3 meq/l), o si está presente, corregirla antes de iniciar
tratamiento con insulina.
En pacientes adultos se recomienda utilizar un bolo inicial de Insulina regular de 0.1 UI/kg, seguida
del inicio de infusión de insulina regular a dosis de 0.1 UI/kg/hr. Esta dosis de insulina,
generalmente disminuye la glucosa a una velocidad de 50 a 75 mg/dl por hora. Si la glucosa no
disminuye en ese rango en la primera hora, la dosis de insulina debe de duplicarse cada hora hasta
lograr el descenso mencionado. Cuando la glucosa plasmática llegue a 200 mg/dl en CAD o 300
mg/dl en EHH se debe disminuir la velocidad de infusión de insulina a 0.05-0.1 U/kg/hr, momento
en el que también debe añadirse solución glucosada al manejo de los líquidos intravenosos. Con lo
anterior, se mantiene un nivel adecuado de glucosa sérica a pesar de la infusión de insulina, hasta
que la acidosis se resuelva (CAD) o hasta que el paciente esté alerta y la hiperosmolaridad resuelta
(EHH). La cetonemia usualmente tarda más tiempo en resolver en comparación con la
hiperglucemia. Lo ideal es medir la concentración en sangre de B-hidroxibutirato. La prueba de
Duncan (nitroprusiato sódico) mide aceto-acetato y acetonas. Cabe destacar que la cetona más
abundante en CAD es la B-hidroxibutirato. Durante el tratamiento de CAD, el B-hidroxibutirato es
convertido en acetoacetato, lo que llevaría a la falsa idea que la acidosis ha empeorado. Por lo que
la prueba de Duncan no debe ser utilizada para monitorear el tratamiento. Se recomienda evaluar
cada 4 horas electrolitos séricos, glucosa, BUN, creatinina, osmolaridad sérica y pH sanguíneo
(para CAD). Los criterios para resolución de CAD son: glucosa <200 mg/dl, bicarbonato sérico ≥18
meq/l, y pH venoso ˃ 7.3. Cuando el paciente pueda comer debe iniciarse un esquema de insulina
subcutáneo (combinación de insulina rápida e intermedia o larga duración). La infusión de insulina
intravenosa debe continuarse durante 1 o 2 horas después de la administración subcutánea de la
insulina calculada para asegurar niveles adecuados de la hormona en plasma.
Potasio. A pesar de la depleción total de potasio, no es infrecuente que los pacientes presenten
hiperkalemia leve o moderada. La terapia con insulina, la corrección de la acidosis y la expansión
del volumen intravascular disminuyen la concentración sérica de potasio. Para prevenir
hipokalemia, se recomienda iniciar su reposición si sus niveles se encuentran < 5.3 mEq/l,
asegurando el gasto urinario a 50 ml/hr. Generalmente 20 a 30 mEq de potasio en cada litro de
solución intravenosa infundida es suficiente para mantener una concentración sérica de potasio
en el rango normal (4-5 mEq/l). Si ya existe hipokalemia ≤ 3.3 mEq/l la terapia con insulina debe
ser retrasada para evitar arritmias cardíacas, debilidad de los músculos respiratorios o paro
cardiorespiratorio.
Fósforo. A pesar del déficit total de fósforo en CAD, el fósforo medido está aumentado al
momento del diagnóstico. La concentración sérica del P disminuye con la administración de
insulina. Para evitar debilidad del músculo cardíaco y esquelético debe reponerse el déficit del
electrolito. La reposición puede hacerse junto con la de K, mediante fosfato de potasio.
Muchos casos de CAD y EHH pueden ser prevenido mediante un mejor acceso al cuidado
médico, educación al paciente y una comunicación efectiva entre el médico y el paciente.
BIBLIOGRAFIA:
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6. Longo Dan L. Fauci Anthony S, et al. Harrison´s Principles of Internal Medicine. 18a edición.
Mc Graw Hill. EUA 2012.
TEMA 2.
SINDROMES CORONARIOS AGUDOS
CUADRO CLÍNICO
La localización del dolor regularmente es en área retroesternal, irradiación a cuello,
hombros, mandíbula y epigastrio.
Hay situaciones desencadenantes como tensión emocional, frio, actividad física, ingesta de
alimentos y el tabaco. En algunos pacientes la presencia de dolor nocturno se llega a relacionar
con presencia de arritmias o “pesadillas”.
La calidad del dolor regularmente se describe como malestar indefinido, así como
opresión, quemazón, ahogo, pesadez y se asocia a síntomas atípicos como debilidad, nauseas,
disnea o sudoración. La duración suele ser de 3 a 5 minutos y regularmente no suele tardar más de
30 minutos y aquel que es desencadenado por tensión de estrés tiende a durar más que el
relacionado a esfuerzo físico.
Las mujeres pueden referir síntomas atípicos en cuanto a localización y calidad del dolor.
La exploración física regularmente se asocia con signos que elevan el riesgo cardiovascular
como aumento de la presión arterial o manifestaciones de enfermedad vascular hipertensiva,
carotídea o vascular periférica.
Pueden aparecer en los episodios de dolor estertores o soplos de insuficiencia mitral que
llegan a desaparecer cuando se resuelven los síntomas.
El electrocardiograma basal es útil en la detección sistemática aunque el 60% de los
pacientes no presentaran alteraciones en el mismo. Toda información obtenida en el
electrocardiograma es útil para la evaluación del dolor, para su estratificación de riesgo para sufrir
eventos mayores.
La ausencia de dolor anginoso en reposo, de cambios electrocardiográficos y de elevación
plasmática de troponina I y signos clínicos de insuficiencia cardiaca caracteriza un grupo de
pacientes de bajo riesgo. Sin embargo variables como extensión de enfermedad coronaria,
disfunción ventricular y elevación de marcadores inflamatorios como PCR y de estrés
hemodinámico como el péptido natriurético (BNP), se han asociado con un incremento de riesgo a
largo plazo.
Los pacientes que tras la estratificación inicial sean considerados de bajo riesgo deben de
ser candidatos a realizar test de provocación de isquemia y otro de evaluación de función
ventricular, a fin de estimar realmente el riesgo y decidir a quienes se les realizara tratamiento
invasivo (coronariografía).
TRATAMIENTO
Antiagregantes Plaquetarios:
El tratamiento con ácido acetil-salicílico reduce la mortalidad hasta en un 50%, por lo cual
será indicado en los pacientes valorados independientemente del riesgo. Se puede asociar al
tratamiento el uso de tienopiridinas (clopidogrel) dependiendo del riesgo del paciente con el fin de
disminuir al máximo la posibilidad de complicaciones.
Tratamiento Antitrombínico:
Se ha demostrado que la administración de heparina no fraccionada (HNF) en infusión, en
la fase aguda, disminuye la tasa de mortalidad del IAM, con respecto al tratamiento solo con
aspirina, con dosis inicial de 60UI/Kg (máximo 5000UI) seguido de infusión de 12 UI/kg/hr (máximo
1000 UI/hr), obligándonos a vigilar el tiempo parcial de tromboplastina cada 4-6 hrs para
mantenerlo de 1.5 a 2 veces los valores control.
Las heparinas de bajo peso molecular han demostrado ser mejores que el placebo en el
tratamiento agudo y ser al menos equivalentes que la HNF, pero no han mostrado superioridad,
con dosis de 1 mg/kg/12h. Hasta ahora solo el intervencionismo se ha preferido sobre la HNF por
su mayor experiencia en el manejo y su fácil reversibilidad en caso de urgencia.
Tratamiento Antiisquémico:
Bloqueadores Beta: Son parte elemental en el tratamiento dada su capacidad para ejercer efectos
cronotrópicos e inotrópicos negativos, disminuyendo las demandas de oxígeno y aumentando el
flujo coronario. Siempre se deberán evitar en pacientes con EPOC, FC < 50 lpm y PAS< 100mmHg.
Se deberá iniciar con fármacos de vida media corta y posteriormente aumentar su posología
encontrando una disminución notable en la mortalidad de estos pacientes, principalmente con
carvedilol, bisoprolol y metoprolol.
FISIOPATOLOGÍA
La fisura o ruptura de una placa
coronaria es el suceso inicial del infarto
del miocardio agudo. La ruptura de la
cubierta fibrosa de una placa de
ateroma coronaria expone la matriz
subendotelial a los elementos formes de
la sangre, lo que conlleva activación
plaquetaria y formación de trombos, un
proceso dinámico que implica la
transición entre la oclusión parcial, total
o reperfusión del vaso, causando un
infarto con elevación del segmento ST.
Un consenso reciente redefinió
al infarto como la detección de
aumento de los biomarcadores cardíacos
junto con signos de isquemia.
Definiendo la isquemia como cualquier signo clínico, datos electrocardiográficos indicativos de
nueva isquemia (elevación del ST, bloqueo de rama izquierda, aparición de ondas Q), o signos en
pruebas diagnósticas de imagen.
Cualquier paciente con antecedentes de dolor torácico de presunto origen cardiaco, se le
debe realizar electrocardiograma a los 10 minutos de iniciar su atención médica. Si se documenta
una elevación aguda del segmento ST o un nuevo bloqueo de rama izquierda está indicado el
tratamiento con reperfusión como se revisará posteriormente. Durante este periódo es
importante realizar una adecuada anamnesis y una exploración física orientada. Si el cuadro clínico
es sugerente de isquemia, aunque el ECG no tenga alteraciones clásicas se considera Infarto sin
elevación del ST.
Los síntomas clásicos son dolor torácico subesternal opresivo intenso (descrito como
presión) que regularmente se irradia al brazo izquierdo y a menudo se acompaña con sensación
de muerte inminente. Por lo general dura más de 30 minutos y no se alivia con el reposo ni con
medicamentos y generalmente es gradual y no alcanza su intensidad máxima de manera súbita, lo
que lo hace diferenciar de la embolia pulmonar o disección aortica.
En algunas ocasiones se irradia a cuello, mandíbula, espalda, hombro, brazo derecho y
epigastrio (el cual suele confundirse con dolor de origen gastrointestinal). Algunos de los síntomas
asociados son diaforesis, disnea, cansancio, mareo, palpitaciones, confusión aguda, indigestión,
náuseas y vómito.
La exploración física no aporta en general muchos datos diagnósticos, pero es importante
para diferenciar otros padecimientos, estratificar riesgos, diagnosticar insuficiencia cardíaca y
como punto de partida para complicaciones futuras.
La estratificación de riesgo nos ayudara a tomar decisiones terapéuticas, principalmente
por la presencia de inestabilidad hemodinámica que se pudiera presenta basándonos en; la edad,
frecuencia cardiaca, presión arterial, y la presencia de edema agudo pulmonar o de insuficiencia
cardíaca (auscultación de S3 o galope), así como datos de bajo gasto, hipoperfusión, obnubilación y
la falta de respuesta al tratamiento inicial.
El diagnóstico diferencial de la elevación del segmento ST incluye afecciones con isquemia
concomitante o sin ella, pero que presentan modificaciones electrocardiografías principalmente
del segmento ST, entre ellas:
Creatina cinasa: (cK) es difícil que en infarto con elevación del ST, el diagnostico se haga solo por
este marcador ya que habitualmente su elevación es de 4 a 6 hrs posterior al inicio del cuadro
agudo, por lo que una concentración normal no descarta la posibilidad de un evento reciente,
llegando a su valor máximo a las 24 hrs, por lo que son de mayor ayuda en la valoración de la
cronología y extensión. La fracción MB también se encuentra elevada en los padecimientos
miocárdicos y suele ser ligeramente más específico que la cK.
Troponina: (Tn) es particularmente útil en el diagnostico debido a su gran sensibilidad, sin
embargo el tiempo entre la oclusión y el inicio de la elevación en sus concentración (3 – 6 hrs)
limitan su utilidad. Es posible encontrar elevación de la troponina sin cardiopatía isquémica como
en casos de insuficiencia cardiaca, miocardiopatía hipertrófica, disección aortica, enfermedad
neurológica y embolia pulmonar.
Mioglobina: (Myo) esta proteína es liberada al torrente sanguíneo por los miocitos cardiacos
dañados con concentraciones máximas desde 1 – 4 hrs por lo que es de gran ayuda en el
diagnóstico, pero con el inconveniente de que carece de especificidad cardiaca.
Electrocardiograma: (ECG) El diagnóstico definitivo del infarto del miocardio lo hace los cambios
electrocardiográficos, específicamente la elevación del segmento ST de > 1 mm dos o más
derivaciones contiguas, a menudo con depresión recíproca contralateral. El bloqueo de rama
izquierda (BRI) de novo, en el marco de un paciente con síntomas compatibles con infarto, se
catalogará con infarto con elevación del segmento ST.
El bloqueo de rama derecha, complica la interpretación solo en las derivaciones de V1-V3, pero no
oculta la elevación del ST en otras derivaciones y no tiene una relación estrecha con el infarto con
elevación como el bloqueo de rama izquierdo.
De acuerdo al lugar en donde sea detectado el cambio del segmento ST, es el lugar anatómico de
sospecha de la oclusión.
Oxigeno por puntas nasales a 4litros por minuto. Únicamente indicado en pacientes que
presenten saturación <90%
Acido acetil-salicílico 160 a 325mg vía oral o masticable, indicado en todos los pacientes con
sospecha de infarto agudo del miocardio.
Atorvastatina 80mg vía oral en carga, se debe administrar de manera inicial y se ha relacionado su
efecto como estabilizador de placa en aquellos lugares que llegaran a tener placas inestables como
causantes de la enfermedad.
TRATAMIENTO DE REPERFUSIÓN
Este es el tratamiento principal y el objetivo de las metas para el manejo agudo del infarto
del miocardio, se planteara en todos los pacientes con infarto con elevación del ST o BRI que
busquen atención las primeras 12 – 2 4 hrs del inicio de los síntomas.
El principal beneficio se lograra con el tratamiento dentro de las primeras 12 hrs. El tiempo
transcurrido hasta instaurar el tratamiento definitivo es de vital importancia, encontrando mayores
complicaciones una vez que se rebasan las primeras 12 hrs de inicio de síntomas.
Una vez determinado la necesidad del tratamiento de reperfusión se puede optar tanto
por el farmacológico (fibrinólisis) o intervencionista (angioplastia).
- Si no se cuenta con las instalaciones adecuada para lograr una angioplastia en los
primeros 90 minutos de iniciado el tratamiento se optara por tratamiento farmacológico,
el cual se deberá implementar máximo 30 minutos después de iniciada la atención
médica.
- Solo se detendrá el inicio de la trombolisis en casos de contraindicaciones
absolutas para el mismo. (evento vascular cerebral reciente, hemorragia interna y
sospecha de disección aortica). Existen contraindicaciones relativas en las que se tendrá
que valorar el riesgo beneficio como en caso de hipertensión descontrolada, hemorragia
reciente, embarazo, ulcera péptica o anticoagulación previa.
- Las pautas actuales están concebidas para hacer hincapié en la reperfusión
temprana, ya sea por angiografía o trombolisis.
2
Contraindicado en pacientes con inestabilidad hemodinámica y que hayan ingerido inhibidores de la
fosfodiesterasa (Sildenafil) al menos 24 hrs previas.
3
No administrar en pacientes con Inestabilidad hemodinámica.
- Los agentes más usados son Alteplasa, tenecteplasa y estreptocinasa, pero la
dosificación y manejo no es un tema a tratar en este escrito.
Una vez hecha la reperfusión se puede iniciar tratamiento coadyuvante para evitar
complicaciones y se deberá mantener por tiempo indefinido.
BIBLIOGRAFÍA:
1. Longo Dan L. Fauci Anthony S, et al. Harrison´s Principles of Internal Medicine. 18a edition.
Mc Graw Hill. EUA 2012.
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Heart Association, December 7, 2012.
3. Brian P. Griffin, Eric J. Topol. Manual de Medicina Cardiovascular 3er edición, Lippincott
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4. Juan carlos Perez Alva. Cardiologia en el área de Urgencias. Primera edición. ELSEIVER,
México 2009.
5. Alemañ Bastarrika G. et.al. Anatomía normal, variantes anatómicas y anomalías del origen
y trayecto de las arterias coronarias por tomografía computarizada multicorte,
Departamento de Cardiología y Cirugía Cardiovacular. Clínica Universitaria. Universidad de
Navarra. España 2008.
6. Christofferson RD. Acute ST-elevation myopcardial infartion. Management of the patients
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7. Field John M. M.D. Et.al, American Heart Association Advanced Cardiovascular Life
Support Provider Manual. España 2006.
TEMA 3.
NEUMONÍA
PATOGENESIS
El mecanismo fundamental de producción de la neumonía es la microaspiración
orofaríngea. La magnitud de la infección depende de la frecuencia del contacto, volumen aspirado,
virulencia del microorganismo y los mecanismos de defensa del huésped; tienen más
predisposición en pacientes con factores de riesgo bien definidos, como la presencia de disfagia,
enfermedades neurológicas de base, deterioro funcional y desnutrición.
Otra forma de infección es la inhalación directa del agente, por ejemplo en la tuberculosis,
infección por virus (influenza) y hongos. La diseminación hematógena de agentes como
Staphylococcus aureus es una forma mucho más rara de neumonía adquirida en la comunidad.
También es posible adquirir neumonía por contigüidad si existe un absceso subfrénico, ruptura
esofágica y contaminación iatrogénica, post procedimiento.4
En el tracto respiratorio superior los mecanismos de defensa están constituidos por la
barrera mucociliar, defensa humoral IgA, IgG, complemento, flujo salival, flora microbiana normal,
pH de la mucosa y el reflejo de la tos.
En las vías aéreas inferiores los mecanismos de defensa son anatómicos, mecánicos,
humorales y celulares. El sistema mucociliar tiene un rol muy importante en la esterilidad de la vía
aérea, el cual está formado por el epitelio ciliado y el mucus. En los espacios aéreos terminales del
pulmón están en primera línea los macrófagos alveolares que son células fagocíticas potentes
seguido por los leucocitos polimorfonucleares iniciándose la actividad bactericida con las
inmunoglobulinas.
Cuando los microorganismos alcanzan los espacios alveolares, comienzan a multiplicarse
libremente y la respuesta inicial es una exudación edematosa con eritrocitos, seguida horas más
tarde por leucocitos polimorfonucleares. Las bacterias son transportadas por los linfáticos a los
ganglios linfáticos regionales y luego al torrente sanguíneo.
ETIOLOGIA
En más de un tercio de los casos no se identifica agente etiológico. El agente causal más
frecuente es Streptococcus pneumoniae, seguido de Haemophilus influenzae, Mycoplasma
pneumoniae, Legionella pneumophila, Chlamydia pneumoniae, Moraxella catarrhalis,
Staphylococcus aureus, de los microorganismos gram-negativos destacan Klebsiella pneumoniae,
Pseudomonas aeruginosa, Echerichia coli. La proporción de casos de neumonía comunitaria en
ancianos cuya etiología se debe a bacilos gram-negativos y bacterias atípicas (L. pneumophila, M.
pneumoniae y C. burnetti) es baja, en general menos de un 5%. Las neumonías virales en adultos
es menos frecuente excepto en brotes de Influenza. (Cuadro 1).2
CUADRO CLINICO
Los síntomas que sugieren neumonía incluyen fiebre en el 80% de los casos, tos,
producción de esputo, dolor torácico tipo pleurítico y disnea (sensibilidad del 70%). Síntomas
similares pueden ser causados por bronquitis, sinusitis y una variedad de patologías no infecciosas.
Los pacientes adultos mayores a menudo tienen pocos síntomas y menos fiebre que los jóvenes.
La presencia de hemoptisis sugiere infección necrotizante (absceso pulmonar, tuberculosis,
neumonía por gram-negativos).
Al examen físico se encuentra taquipnea (>28 lat/min), taquicardia (>90 lat/min),
estertores crepitantes a la auscultación en el 80% y puede haber la presencia de derrame
pleural.2,5. El diagnóstico clínico tiene sensibilidad de 80-90% y especificidad entre 40-70%.
DIAGNOSTICO
El diagnóstico está basado en los detalles obtenidos de la historia clínica del paciente, un
examen físico acucioso, exámenes de laboratorio y algunos procedimientos. La historia clínica, el
examen físico y la radiografía de tórax se obtienen antes que cualquier examen de laboratorio. El
número de procedimientos diagnósticos va a depender fundamentalmente de la gravedad del
episodio y la respuesta al tratamiento inicial.
Entre los exámenes de laboratorio a realizar fundamentales son biometría hemática,
volumen de sedimentación globular, proteína C reactiva, electrolitos séricos, química sanguínea,
pruebas de funcionamiento hepático, gasometría arterial, radiografía de tórax anteroposterior y
lateral, cultivos, antígeno en orina para neumococo y Legionella.
La radiografía de tórax anteroposterior y lateral mostrando infiltrados es fundamental
para establecer el diagnóstico (rara vez específico para el organismo etiológico), establece la
presencia de derrame pleural, delimita la extensión de la neumonía.
La tomografía computarizada es considerada más sensible para la detección de infiltrados
y puede ser especialmente útil para detectar enfermedad intersticial, empiema, cavitación,
enfermedad multifocal y adenopatías. 4,5
La indicación del cultivo de esputo ha sido muy controvertida, especialmente en el
paciente de edad avanzada por su bajo rendimiento, frecuente colonización orofaríngea y
dificultades para la recolección de una muestra válida (más de 25 leucocitos y menos de 10 células
escamosas por campo). La muestra de esputo deba reservarse a pacientes con neumonía grave y
aquellos que no responden al tratamiento en las primeras 48 horas.
Los hemocultivos son altamente específicos pero menos de un 30% son positivos, la
infección bacteriémica conlleva a un peor pronóstico, por lo cual debe practicarse al menos dos
hemocultivos a todo paciente hospitalizado por neumonía en forma rutinaria.5
Los métodos serológicos no pueden ayudar en la valoración inicial, pero son
imprescindibles para estudios epidemiológicos. La detección de antígeno neumococo en
expectoración mucopurulenta tiene una sensibilidad de 63-94% y especificidad de 82-96%, esta
técnica permite identificar la neumonía neumocóccica en pacientes tratados con antibióticos
previo al ingreso hospitalario.3
Los métodos invasivos, aspiración transtraqueal, broncoscopia, lavado bronquio alveolar,
aspiración directa, no tienen justificación rutinaria y deben ser reservados para pacientes
inmunodeprimidos y en los casos graves o con mala respuesta al tratamiento empírico inicial.
Posteriormente se diseñó en PSI de Fine y cols. (Tabla 1). Con esta clasificación de riesgo
de complicaciones y mortalidad estaría indicado el ingreso en los pacientes de los grupos IV y V, y
según la evolución en las primeras horas desde el diagnóstico, los del grupo III. Es un predictor
aceptable y ha demostrado ser útil como herramienta en la práctica clínica. No puede considerarse
un instrumento definitivo para la toma de decisiones en sustitución del buen juicio clínico.
TRATAMIENTO
El inicio del tratamiento en las primeras ocho horas ha demostrado disminuir la mortalidad
en pacientes de edad avanzada pero basado en estudios en población general debe iniciarse el
mismo en las primeras cuatro horas desde la presentación clínica.2,5
Para elegir una terapia debe considerarse la eficacia de la droga, toxicidad, costos, y la
adhesión a la terapia; como no existe una clínica ni una radiología específica y por las limitaciones
para identificar el agente etiológico la terapia inicial es habitualmente empírica, basada
fundamentalmente en dos variables: la severidad de la enfermedad al inicio y la presencia de
patología agregada o edad avanzada.
El tratamiento debe cubrir S. pneumoniae (incluido el resistente a penicilina), H. influenzae
y M. catarralis. Además, la mayor frecuencia de bacilos gram-negativos hace recomendable la
cobertura de enterobacterias. La infección por P. aeruginosa debe cubrirse en pacientes de edad
avanzada con factores de riesgo para la misma (presencia de bronquiectasias, tratamiento con
corticoides, tratamiento crónico o prolongado (> 7 días en el último mes) con antibióticos de
amplio espectro y malnutrición manifiesta).
Esquemas recomendados: 1
Paciente ambulatorio previamente sano: macrólido o doxiciclina
Presencia de comorbilidades o factores de riesgos para S. pneumoniae resistente:
fluoroquinolona (gemfloxacino, levofloxacino, moxifloxacino) o un beta-lactámico (dosis
altas de amoxicilina o amoxicilina-clavulanato) + macrólido (azitromicina, claritromicina).
Paciente hospitalizado no-UCI: fluoroquinolona (levofloxacino 750 mg o moxifloxacino) o
beta-láctamico (cefotaxima, ceftriaxona, o ertapenem en pacientes selectos) + macrólido
(azitromicina intravenosa).
Pacientes hospitalizados en la UCI
Sin riesgo para Pseudomonas: Beta-lactámico: (cefotaxime, ceftriaxona o ampicilina-
sulbactam) + macrólido (azitromicina) o fluoroquinolona (levofloxacino 750 mg o
moxifloxacino).
En pacientes alérgicos a penicilina: fluoroquinolona + aztreonam.
Si se sospecha neumonía adquirida en la comunidad MRSA (S. aureus meticilin-resistente):
vancomicina o linezolid.
Si se sospecha Pseudomonas: un beta-lactámico con actividad contra P. aeruginosa
(piperacillina-tazobactam, cefepime, imipenem o meropenem) + ciprofloxacino o
levofloxacino, o beta-lactámico con actividad contra Pseudomonas + aminoglucósido y
azitromicina o fluoroquinolona (moxifloxacino).
El momento del cambio a la administración oral depende de la situación clínica del paciente
(buena tolerancia por vía oral y al menos 16 horas sin fiebre con mejoría de la disnea y de los
síntomas de presentación).
En el caso de aquellos pacientes con falla terapéutica precoz (sin respuesta a las 72 horas de
terapia) y tardía (posterior a 72 horas), debemos considerar: complicaciones propias de la
neumonía, empiema pleural, absceso pulmonar, patógenos no cubiertos por la pauta empírica,
agentes resistentes, virus, infección por gérmenes no bacterianos (tuberculosis, P. jirovecii,
Psittacosis), patología no infecciosa (tromboembolia pulmonar, neumonitis obstructiva por
neoplasia).
Desde principios de 1333 se tienen descripciones vagas acerca de cuadros clínicos que
corresponden al de la Influenza actual. A lo largo de los siglos se han visto importantes epidemias
causadas por mutaciones o Antigenic shifts que ha presentado el virus. Las variantes antigénicas
son:
Antigenic Shift: mayores. Son saltos que llevan aparejados H y N; y no se asemejan a las
precedentes. Son cambios secuenciales en las cadenas de aminoácidos. Estas mutaciones se
presentan cada 10 a 20 años aproximadamente, aunque no es regla. Lo característico de estos
virus es su presentación en población atípica; jóvenes e incluso niños. Estos grupos nunca han
estado expuestos a este tipo de virus por lo que no tienen anticuerpos vs éstos virus.
Antigenic Drift": menores. Son los cambios que se presentan en los periodos interpandémicos, los
cuales no tienen importancia por su presentación clínica ya que las personas crean anticuerpos
ante éstas. Cambios menores en la superficie glicoproteica. (2, 5)
CUADRO CLÍNICO
Tras un periodo de incubación de 24 hrs a 3 días inician los síntomas característicos de
cefalea retrorbitaria o frontal, mialgias, fiebre, además puede haber; lagrimeo, fotofobia,
sensación de obstrucción nasal o rinorrea moderada, disfagia y/o tos seca en accesos.
Los mas característicos son:
a) Tos seca o con expectoración; hay que descartar una posible agregación bacteriana. Puede
o no presentarse con hemoptisis.
b) Intensas mialgias y artralgias principalmente en cuello y espalda.
c) Cefalea
d) Inyección conjuntival; más frecuente en la cepa H5N1.
e) Fiebre mayor de 39°.
EXÁMENES DE LABORATORIO
a) Linfopenia relativa; presentación constante de la influenza pandémica H1N1; sin embargo
en niños es más frecuente la linfocitosis. Y es extremadamente raro observar linfocitos
atípicos en el frotis.
b) Leucopenia, característica en los casos de H5N1
c) Trombocitopenia
d) Elevación de transaminasas transitoria, sobretodo en H1N1 y H5N1.
e) Elevación de CPK y Myoglobina; en algunos casos rabdomiólisis con falla renal
consecuente.
f) Elevación de deshidrogenasa láctica.
RAYOS X
En las primeras horas de evolución, la radiografía puede mostrarse normal o con mínimos
infiltrados. A las 48hrs, típicamente se observan infiltrados intersticiales en forma de parches
bilaterales. (23) La identificación de infiltrados focales o lobares al inicio de los síntomas indica la
co-infección por gérmenes bacterianos.
DIAGNÓSTICO
Actualmente existen 2 pruebas aprobadas para el diagnóstico de virus de influenza:
Prueba rápida para virus de Influenza; sensibilidad de 11.1 al 63% con promedio de 39%.
Esto depende del tiempo de evolución, ya que entre más días pasan menos carga viral
presenta.
Prueba de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real, PCR-RT. Para identificar el
subtipo de la cepa. Sensibilidad aproximada de 99.3% y especificidad de 92.3%
TRATAMIENTO
Inhibidores de la Neuroaminidasa: Zanamivir, Oseltamivir.
Se adhieren de manera eficaz en el sitio activo de la NA. Ambos medicamentos han sido
aprobados por la FDA desde 1999, como profilaxis y tratamiento para la influenza. (19)
Para que el Oseltamivir se una a la célula huésped, la neuroaminidasa cambia su sitio
activo, reacomodando conjuntos de aminoácidos. Cualquier mutación que impida que se realicen
éstos cambios estructurales, produce resistencia al Oseltamivir. Este fenómeno no sucede con el
Zanamivir; ya que para que la unión con la NA no es dependiente de cambios en el sitio activo. La
mutación H274Y, por ejemplo, ha sido identificada como parte de la NA viral que ocasiona
resistencia al Oseltamivir.
Cada vez hay más cepas resistentes al Oseltamivir. H3N2 y H5N1 continúan siendo
sensibles a los inhibidores de NA.
Las dosis recomendadas son:
- Oseltamivir (Tamiflu) 75 mg cada 12horas, completando 10 dosis.
- Zanamivir (Relenza) 2 disparos via oral cada 12hrs, completando 10 dosis.
Estas dosis llegan a variar dependiendo del cuadro clínico, complicaciones asociadas o
enfermedades asociadas (Insuficiencia renal) en donde se deberá ajustar.
BIBLIOGRAFIA:
El EVC isquémico es el causante de EVC en el 80% de los casos y 20% son de origen
hemorrágico. La gran mayoría de los Eventos Vasculares Cerebrales de origen isquémico son
generados por la disminución de suministro de sangre a través de las arterias, sin embargo existe
un porcentaje de EVC isquémico generado por la oclusión del drenaje venoso que de forma
secundaria genera estancamiento de la sangre resultando en edema cerebral, y que de forma
secundaria genera isquemia cerebral y hemorragia intraparenquimatosa.
Los síntomas son déficits neurológicos que se manifiestan de forma aguda y están en
relación a la topografía del daño neurológico.
Los factores de riesgo relacionadas al EVC de tipo isquémico es la presencia de
Hipertensión, Diabetes Mellitus, tabaquismo y dislipidemia.
TRATAMIENTO:
El abordaje inicial de forma inmediata del paciente con EVC tiene como objetivo minimizar
el daño neurológico, tratar las complicaciones, mientras que el manejo subagudo se enfoca en la
terapia de rehabilitación física y estudios para determinar la etiología precisa del evento así como
para prevenir la recurrencia.
El tratamiento agudo en el EVC isquémico (menor a 4.5 horas de inicio de los síntomas) es
la terapia trombolítica, previa estabilización del estado general del paciente, resolución de
problemas que pudieran contribuir al estado clínico (hipoglucemia, alteraciones
hidroelectrolíticas) y búsqueda de contraindicaciones potenciales para el tratamiento
trombolítico.
Es importante la realización al ingreso del paciente a urgencias de una Tomografía de
Cráneo (TC) simple para descartar la presencia de EVC hemorrágico, en caso de que el paciente se
encuentre en ventana neurológica para el tratamiento agudo de un EVC isquémico con
trombolisis.
En las primeras horas la TC suele ser normal o presentar cambios tomográficos tempranos
(borramiento de surcos, compresión ventricular, disminución de la interfase sustancia gris /
sustancia blanca, presencia de hiperdensidad de la Arteria Cerebral Media, hipodensidad del
núcleo lenticular).
La resonancia magnética es un estudio más sensible y los cambios tempranos pudieran
observarse de forma más temprana al realizar este estudio.
Dentro de los exámenes generales es importante para la evaluación del paciente y para
minimizar el daño neurológico (cuidando la zona de penumbra) realizar niveles de glucosa sérica,
biometría hemática, electrolitos séricos para descartar desequilibrio hidroelectrolítico asociado,
tiempos de coagulación en caso de pensar en la trombolisis como opción terapeútica, así como
gasometría arterial para descartar desequilibrio acido-base concomitante o como parte del
diagnóstico diferencial, enzimas cardiacas y electrocardiograma para descartar un infarto agudo al
miocardio o bien alguna arritmia que fuera la causante del EVC.
Los cuidados médicos deben enfocarse a la estabilización del paciente, mantener vía aérea
permeable con una ventilación adecuada, adecuada oximetría, control de la presión arterial
sistémica (dar tratamiento solo en caso de TA> 220/120 en las primeras horas del EVC) y
monitoreo cardiaco x el riesgo de arritmias cardiacas como fibrilación auricular, isquemia u otra
anormalidad, así como el control de la glucosa sin elevación mayor a 180 mg/dl, y el estado de
conciencia del paciente en vigilancia por el riesgo de mayor deterioro neurológico, es importante
mantener al paciente en posición de semifowler por el riesgo de aumento en la presión
intracraneal principalmente en las primeras 24 horas, mantener normotermia y también es
importante vigilar si el paciente presenta trastornos de deglución antes de iniciar la vía oral
asociados al EVC o al estado de conciencia.
Para los pacientes candidatos a terapia trombolítica es importante mayor control en la
presión arterial manteniendo la TA menor o igual a 185/110, al menos durante las primeras 24
horas del tratamiento trombolítico. El tratamiento de elección para su control recibiendo o no
terapia trombolítica es labetalol IV, nitroglicerina en parche o nicardipino IV.
Los estudios para determinar la etiología precisa del evento así como para prevenir la
recurrencia, se basan en la realización de ecocardiograma transtorácico o transesofágico si este
fuera necesario en búsqueda de focos embolígenos, doppler de carótidas y vertebrales, holter o
telemetría durante la hospitalización en búsqueda de arritmias como fibrilación auricular o
eventos paroxísticos, perfil de lípidos siendo este uno de los principales factores de riesgo.
El tratamiento para la prevención secundaria para todos estos pacientes se debe iniciar
con terapia antiplaquetario con acido acetilsalicílico, tratamiento para dislipidemia con alguna
estatina como atorvastatina, reducción y control de la presión arterial, así como evitar el
tabaquismo, manejo de la obesidad, diabetes o síndrome metabólico.
El cuidado del paciente de forma crónica se debe basar en la prevención de
complicaciones comúnmente relacionadas al EVC como son neumonía por broncoaspiración,
infección de vías urinarias, trombosis venosa profunda con el riesgo de tromboembolia pulmonar,
malnutrición, úlceras por presión, así como contracturas por espasticidad secundaria al daño
neurológico, la cual se pudiera evitar con rehabilitación temprana.
Es importante el diagnóstico diferencial con desequilibrio hidroelectrolítico
particularmente en casos de hipo o hipernatremia, periodos de hipoglucemia con focalización
neurológica, alteraciones en el equilibrio acido-base, migraña, epilepsia (estado epiléptico,
parálisis de Todd), ataque isquémico transitorio que se define como un déficit neurológico que
focaliza de forma temporal, y que revierte en menos de 24 horas (la mayor parte de las ocasiones
revierte en una hora).
BIBLIOGRAFIA
1. Caplan LR. Basic pathology, anatomy, and pathophysiology of stroke. In: Caplan's Stroke: A
Clinical Approach, 4th ed, Saunders Elsevier, Philadelphia 2009. p.22.
2. Caplan, LR, Manning, W (Eds). Brain embolism, Informa Healthcare, New York 2006.
3. Caplan LR. Brain embolism, revisited. Neurology 1993; 43:1281.
4. Caplan, LR. Brain embolism. In: Clinical Neurocardiology, Caplan, LR, Hurst, JW, Chimowitz, M
(Eds), Marcel Dekker, New York 1999. p.35.
5. Association/American Stroke Association Stroke Council, High Blood Pressure Research Council,
and the Quality of Care and Outcomes in Research Interdisciplinary Working Group. Stroke 2007;
38:2001.
6. Rordorf G, Cramer SC, Efird JT, et al. Pharmacological elevation of blood pressure in acute
stroke. Clinical effects and safety. Stroke 1997; 28:2133.
TEMA 5.
DOLOR ABDOMINAL AGUDO
ABORDAJE INICIAL
Interrogatorio:
El abordaje comienza obteniendo una historia detallada y completa del dolor y los
síntomas asociados, seguida del resto de los antecedentes médicos, quirúrgicos y sociales. En las
mujeres en edad fértil es fundamental recabar la información gineco-obstétrica correspondiente
(embarazos, partos, abortos, cesáreas, fecha de última menstruación, ciclos y método
anticonceptivo). Hay que preguntar directamente la posibilidad de un embarazo.
El síntoma clave es el dolor y por lo tanto requiere un detallado estudio analizando las
siguientes características:
1) Forma de inicio
Momento exacto de comienzo
3) Tipo de dolor
Superficial
Profundo
Constante
Cólico: es intermitente y sube a una intensidad máxima para posteriormente
disminuir paulatinamente. Esta característica tiene relación con la contracción
del músculo liso. (p.ej. obstrucción intestinal o colédocolitiasis)
Ardoroso (enfermedad ácido péptica, infección de vías urinarias)
Terebrante: semejante a taladrar la parte dolorida (perforación de víscera
hueca)
Transfictivo: que atraviesa de anterior a posterior (pancreatitis aguda)
Etc.
Figura 1. Tomado de Rivera HM, Rosales DF, Aguirre GH, Campos CE, Tena TC, Sánchez GJ, et.al. Recomendaciones
específicas para el manejo del síndrome doloroso abdominal en los servicios de urgencias. Revista CONAMED.
2007;12(3):5-23.
8) Fenómenos acompañantes
Fiebre (acompañante universal de la inflamación)
Náusea y vómito (gastroenteritis, obstrucción intestinal)
Diarrea (gastroenteritis)
Obstipación y constipación (obstrucción intestinal)
Síntomas urinarios (infección de vías urinarias, prostatitis, retención urinaria)
Ictericia, coluria, acolia (colecistitis, colédocolitiasis, hepatitis, pancreatitis)
Hematemesis, hematoquecia, melena (sangrado de tubo digestivo)
Etc.
La evaluación del paciente con dolor abdominal es un proceso dinámico y que requiere
adaptarse de acuerdo a las características y necesidades del paciente. Los puntos listados
anteriormente sobre la evaluación del dolor no representan un orden estricto, pero es importante
incluir todos los puntos en la anamnesis. Muchas veces las características se evalúan de manera
simultánea. De igual manera es importante saber que hay patologías que implican un riesgo
inminente para la vida y/o la función y el médico debe de aplicar las medidas resucitativas
necesarias simultáneamente.
Exploración física:
La exploración física debe ser sistemática para no olvidar pasos importantes, sin embargo,
el orden dependerá de cada caso particular y hay maniobras coincidentes. Los signos vitales son
fundamentales en todo caso y los pacientes deben ser monitoreados de manera continua,
tomando las medidas resucitativas necesarias. El orden común para explorar un paciente con
dolor abdominal agudo es el siguiente:
1) Inspección
a. Nos permite analizar el estado general del paciente: coloración, hidratación,
posición, facies, nivel de consciencia, olor (etílico, cetoacidosis,
intoxicaciones). También podemos observar cicatrices quirúrgicas, hernias y
masas.
2) Auscultación abdominal
a. Se prefiere auscultar antes de realizar alguna maniobra que pudiera alterar el
movimiento visceral. La peristalsis tiende a abolirse en patologías
inflamatorias graves, sin embargo, es un dato poco sensible y específico. En la
obstrucción intestinal puede haber peristalsis de lucha con carácter metálico.
3) Percusión
a. La percusión es muy valiosa para determinar sitios de irritación peritoneal, ya
que el dolor que desencadena la percusión equivale al signo tradicional del
“rebote” (ver palpación) de una manera más limitada y menos cruel para el
paciente. 5
b. Nos ayuda a delimitar áreas de matidez o timpanismo para determinar la
presencia de ascitis o visceromegalias.
4) Palpación
a. Nos ayuda a determinar la localización, extensión y severidad del proceso
patológico. El dolor localizado generalmente implica que el proceso está
confinado al sitio de origen, al contrario del dolor difuso que implica
inflamación peritoneal generalizada.
b. Puede haber rigidez de la pared abdominal y aunque es difícil diferenciar si es
voluntaria o no, esta se presenta de manera espontánea cuando hay irritación
peritoneal (abdomen en madera, vientre en tabla).
c. Existen algunos puntos dolorosos y signos clásicos que orientan hacia ciertos
diagnósticos p. ej.:
Punto de McBurney: Localizado en la fosa iliaca derecha a un tercio
de la distancia entre la espina iliaca anterosuperior y la cicatriz
umbilical. Sugestivo de apendicitis aguda.
Signo de Murphy: Se palpa con la palma de la mano el hipocondrio
derecho hacia el lecho vesicular, mientras se pide al paciente que
realice una inspiración profunda con el propósito que el diafragma
haga descender el hígado (maniobra de Pron) y por lo consiguiente la
vesícula biliar contra la mano del explorador. El signo de Murphy es
positivo cuando el paciente entrecorta la inspiración súbitamente
debido al dolor que genera esta maniobra.
Signo de Blumberg o “rebote”: Es positivo cuando se desencadena
dolor al descomprimir súbitamente una región dolorosa a la
palpación. Traduce generalmente irritación peritoneal.
5) Examen pélvico y rectal
a. Ambos ser deben realizar en presencia de personal de enfermería y con
consentimiento del paciente.
b. Complementa la exploración abdominal, en las mujeres se busca flujo vaginal
y otros datos sugestivos de enfermedad inflamatoria pélvica, masas anexiales,
etc.
c. En la exploración rectal se evalúan masas, impactación fecal, etc.
6) Exploración del resto del cuerpo
a. Existen causas no abdominales que generan dolor en esta zona como las
neumonías basales, los infartos al miocardio, neuralgias, herpes zoster etc.,
por lo que deben ser consideradas en el protocolo diagnóstico.
LABORATORIO:
Se deben solicitar los exámenes de laboratorio básicos que se consideren necesarios según
el escenario clínico.
Biometría hemática completa: la leucocitosis y particularmente la neutrofilia son datos
inespecíficos de inflamación aguda.
Química sanguínea: ayuda a detectar alteraciones metabólicas como hiperglucemia y
cetoacidosis diabética.
Electrolitos séricos
Amilasa y lipasa: cuando se sospecha pancreatitis aguda
Pruebas de función hepática: en patologías de hígado y vía biliar.
Examen general de orina: para descartar infección de vías urinarias y complemento en
algunas enfermedades metabólicas.
Prueba de embarazo: se debe solicitar a toda mujer en edad fértil, aunque niegue la
posibilidad de estar embarazada.
GABINETE:
Se pueden solicitar de inicio una telerradiografía de tórax y radiografías simples de
abdomen en posición de pie y decúbito. La radiografía de tórax sirve para descartar neumonía y
para evaluar la presencia de aire libre infradiafragmático cuando se sospecha una perforación de
víscera hueca. El valor de las radiografías de abdomen juega un papel importante en los casos de
obstrucción intestinal, ya que nos permite ver el patrón de las asas, su tamaño, distribución y si
hay o no presencia de niveles hidroaéreos y cómo se comportan en ambas posiciones de acuerdo
a la gravedad. En las radiografías simples se ven el 90% de los cálculos renales, 10% de los litos
biliares y 5% de las fecalitos en apendicitis aguda.6 Las radiografías simples tienen un valor
limitado en el diagnóstico del dolor abdominal agudo por su baja sensibilidad y especificidad, sin
embargo, tienen bajo costo y disponibilidad prácticamente universal en los servicios de urgencia 1.
El ultrasonido abdominal se recomienda en casos de dolor en hipocondrio derecho con
sospecha de patología biliar 2. También tiene utilidad en patología ginecológica, pero para las
demás patologías su uso es limitado.
La tomografía computada es el estudio más sensible y específico y debe usarse cuando
existe duda diagnóstica después de una evaluación clínica minuciosa. Aunque tiene un costo
elevado, este puede compensarse por la disminución de los tiempos de estancia hospitalaria y
mortalidad global que ofrece un diagnóstico certero y a tiempo 5.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Algunos diagnósticos se orientan de acuerdo a la localización anatómica, su inervación o su
origen embriológico. Hay que recordar que no todo dolor abdominal tiene un origen
gastrointestinal y se puede desencadenar por causas torácicas, genitales, urinarias,
musculesqueléticas, metabólicas, intoxicaciones, picaduras de insectos, etc. y explicar a detalle
cada una de ellas sale del alcance de este capítulo. A continuación se enumeran las regiones
abdominales y algunos ejemplos comunes de las patologías que en ellos se detectan.
TRATAMIENTO
El tratamiento dependerá de la causa subyacente y es responsabilidad del médico de
urgencias o de primer contacto evaluar la gravedad de cada caso y tomar las medidas
correspondientes.
Los pacientes deben ser mantenidos en ayuno ante la posibilidad de requerir cirugía y bajo
monitoreo continuo. Se deben corregir los trastornos hidroelectrolíticos y metabólicos
simultáneamente a la evaluación.
No se deben administrar analgésicos o sedantes, ya que estos pueden modificar el cuadro
y enmascarar una situación subyacente grave.
Se debe solicitar interconsulta temprana al servicio de Cirugía General en todo caso en el
que haya sospecha de una patología de posible resolución quirúrgica.
BIBLIOGRAFIA:
1. McNamara R, Dean AJ, Approach to acute abdominal pain. Emergency Medicine Clinics of
North America, 2011;29;159-173.
2. Rivera HM, Rosales DF, Aguirre GH, Campos CE, Tena TC, Sánchez GJ, et al.
Recomendaciones específicas para el manejo del síndrome doloroso abdominal en los
servicios de urgencias. Revista CONAMED. 2007; 12(3):5-23.
3. Chavarría IR, Estévez AS, Loria CJ, Peláez MK. Epidemiología del dolor abdominal en la
consulta de un servicio de urgencias. Archivos de Medicina de Urgencia de México,
2010;2(3):87-91.
4. Eblen ZA. Sensibilización nociceptiva al dolor. En:Bistre CS. Estudio y tratamiento del dolor
en la práctica diaria. México DF: Laboratorios sanfer;2005. P.23-28.
5. Delcore R, Cheung LY. Acute abdominal pain. En: ACS Surgery: Principles and Practice.
2004.WebMD Inc. 1-16
6. Cartwright SI, Knudson MP. Evaluation of acute abdominal pain in adults. American Family
Physician. 2008;77(7):971-978.
7. Katz DS, et al., for the Expert Panel on Gastrointestinal Imaging. American College of
Radiology ACR Appropriateness Criteria. Right upper quadrant pain.
http://www.acr.org/~/media/ACR/Documents/AppCriteria/Diagnostic/RightUpperQuadra
n Pain.pdf. Accesado: 17 febrero 2013.
TEMA 6.
ESTADO EPILÉPTICO
El estado epiléptico se define actualmente como 5 ó más minutos de: 1) actividad ictal
continua clínica y/o eléctrica, o 2) actividad ictal recurrente sin recuperación (retorno al estado
basal) entre las crisis. Esta definición ha cambiado a lo largo del tiempo, y los criterios actuales se
basan en 2 observaciones: la mayoría de las crisis clínicas y eléctricas que duran más de 5 minutos
no remiten espontáneamente, y se produce daño neuronal y farmacorresistencia antes de los 30
minutos de la definición tradicional.
A grandes rasgos, el estado epiléptico puede ser convulsivo o no convulsivo. El estado
convulsivo se clasifica en generalizado y focal, dependiendo de la semiología de las crisis. El estado
epiléptico no convulsivo se define como actividad ictal continua en el electroencefalograma, sin
evidencia clínica de crisis. Este estado complica frecuentemente al estado epiléptico convulsivo
refractario. Aunque estos pacientes no presentan convulsiones, usualmente se encuentran
confusos, afásicos, amnésicos, catatónicos, agitados o con alteración severa del estado de alerta.
El estado epiléptico refractario se define como aquel que continúa después de una dosis
inicial adecuada de benzodiacepinas más un fármaco anti-epiléptico aceptable.
La incidencia del estado epiléptico está probablemente muy subestimada en la literatura.
La incidencia global más alta se reporta en 41 casos por cada 100,000 habitantes por año y tiene
un pico bifásico en los extremos de la vida, llegando hasta 98.9 casos por cada 100,000 en los
ancianos. La mayoría de los pacientes con estado epiléptico no tienen una historia previa de
epilepsia. De hecho, sólo el 12.7% de los pacientes con estado epiléptico no convulsivo contaban
con este diagnóstico. El 5% de los adultos y del 10-25% de los niños con diagnóstico de epilepsia
tienen un estado epiléptico cada año; 13% de estos pacientes presentan recurrencia.
El principio fisiopatológico fundamental del estado epiléptico es su capacidad para auto-
perpetuarse, esto es, para continuar descargando a pesar de que el estímulo inicial haya
desaparecido. En los primeros segundos a minutos de este proceso cambia la conformación de los
receptores de la hendidura sináptica, lo que conlleva un mecanismo de mala adaptación, con
aumento en la expresión de neuropéptidos pro-convulsivos (sustancia P, neurocinina B) y
disminución de neuropéptidos inhibitorios (dinorfina, galanina, somatostatina, neuropéptido Y).
De hecho, se cree que la misma farmacorresistencia que se desarrolla después de algunos minutos
de haber iniciado el estado epiléptico se explica también por este cambio conformacional.
Las posibles etiologías del estado epiléptico se resumen en la Tabla 1.
La causa más frecuente de estado epiléptico en niños son las crisis febriles prolongadas.
Otras causas comunes en este grupo etáreo son infecciones de SNC y errores innatos del
metabolismo.
El manejo inicial debe de incluir acciones de estabilización hemodinámica y vía aérea
(ABC), medicamentos abortivos de crisis, búsqueda de la causa desencadenante y tratamiento
inmediato de las etiologías que pongan en riesgo la vida. Como en cualquier situación de
emergencia, estas medidas deben implementarse de forma simultánea, tomando en cuenta que
los estudios diagnósticos nunca deberán de retrasar la administración de medicamentos.
En cuanto a la estabilización en secuencia ABC, es importante comentar que la intubación
orotraqueal persiste como una recomendación de expertos y no ha alcanzado la evidencia
estadística suficiente. Las indicaciones actuales de intubación incluyen compromiso de vía aérea,
sospecha de hipertensión intracraneal y necesidad de uso continuo de FAEs intravenosos.
El abordaje diagnóstico inicial propuesto por la Neurocritical Care Society se resumen en la
Tabla 2.
Las guías actuales proponen una nueva división del tratamiento del estado epiléptico: 1)
Todos los pacientes requerirán manejo con FAEs de emergencia y 2) control urgente con FAEs,
además de 3) terapia con FAEs de mantenimiento. 4) El tratamiento del estado epiléptico
refractario se utiliza cuando han fallado los primeros 2 FAEs, y debe estar a cargo de profesionales
experimentados en centros hospitalarios de tercer nivel. Si el estado epiléptico es secundario a un
trastorno metabólico, éste debe ser corregido, en cuyo caso es probable que no se requiera
tratamiento de mantenimiento.
BIBLIOGRAFÍA
1. Neurocritical Care Society. Guidelines for the Evaluation and Management of Status
Epilepticus. Neurocrit Care. Springer Science + Business Media. 2012
2. Daroff: Bradley’s Neurology in Clinical Practice, Chap 67: 1630-1633. 6th ed. 2012,
Saunders, An Imprint of Elsevier.
3. Guía de práctica clínica: Diagnóstico y tratamiento oportuno del estado epiléptico en el
primero y segundo niveles de atención. México: Secretaría de Salud; 2008.
4. Chen J, Wasterlain C. Status epilepticus: pathophysiology and management in adults.
Lacent Neurol. 2006; 5: 246-256.
5. Berg A, Scheffer I. New Concepts in classification of the epilepsias: Entering the 21st
Century. Epilepsia. 2011; 52 (6): 1058-1062.
TEMA 7.
SANGRADO DE TUBO DIGESTIVO ALTO
GENERALIDADES
El sangrado del tubo digestivo es un problema frecuente, con una intensidad que oscila
desde una hemorragia mortal hasta pérdidas insidiosas. Se define al sangrado de tubo digestivo
alto o proximal (STDA) a todo aquel que tiene su origen en el tubo digestivo proximal al ligamento
de Treitz. El STDA es el tipo más frecuente de los sangrado de tubo digestivo. El sangrado de tubo
digestivo medio se refiere al que se presenta desde el ángulo de Treitz a la válvula ileocecal; y el
sangrado de tubo digestivo bajo se refiere al que se presenta entre la válvula ileocecal y hasta el
recto. El sangrado puede ser evidente u oculto. En el servicio de urgencias se trata al evidente.
La incidencia global del STDA es de 50 a 150 cada 100.000 pacientes/año, en EUA se
hospitalizan aproximadamente 300.000 casos anualmente. La tasa de mortalidad de mantiene
entre 3.5-10% desde el advenimiento de la endoscopia terapéutica, sin embargo, la mortalidad se
incrementa hasta 25% si el STDA se presenta en un paciente hospitalizado por alguna otra causa.
El 80% de los cuadros de STDA son autolimitados y solo requerirán de tratamiento de soporte.
ETIOLOGÍA
La etiología del STDA puede ser de dos tipos: de origen variceal o no variceal. Cada una
presenta una epidemiología diferente, así como medidas terapéuticas definitivas individualizadas
que no son el objeto del presente capítulo, se mencionarán a grandes rasgos algunos puntos
importantes.
* Variceal: en los pacientes con cirrosis hepática, el aumento de la resistencia al paso del flujo
sanguíneo portal a través del hígado provoca que el flujo sanguíneo se desvíe a las llamadas redes
colaterales (uniones de la circulación portal con la sistémica), provocando el aumento de volumen
de las mismas y de presión, con el consiguiente riesgo de sangrado. Se forma a nivel esofágico,
principalmente en el tercio inferior, pero pueden llegar hasta el tercio superior; a nivel gástrico
predominan en el fondo, pero pueden presentarse a partir de la unión esofagogástrica hacia el
cuerpo o de manera aislada en el resto del estómago; o ser aisladas a nivel duodenal, aunque
estas son muy raras; también pueden estar en varias localizaciones a la vez. Representa de un 10%
a 30% de los casos de STDA, se presenta en 25% a 35% de los pacientes con cirrosis hepática y es
hasta el 90% de los STDA en los pacientes cirróticos. La epidemiología de las várices es un tema
muy amplio, para lo cual se refiere al lector a leer las actualizaciones del consenso de Baveno V, de
igual manera para su tratamiento particular y seguimiento.
* No variceal: los órganos afectados pueden ser esófago, estómago o duodeno, y cada uno
presenta múltiples lesiones que pueden sangrar. Incluso, la epistaxis posterior puede ser
confundida con STDA ya que puede presentar melena o vómito en posos de café.
Esofagitis erosiva: generalmente no se presenta como un sangrado evidente sino como
oculto. Representa un 5%-15% de los casos de STDA). Generalmente es de bajo flujo y
debido a Enfermedad por reflujo gastroesofágico severo que ha ocasionado erosiones o
ulceraciones preferentemente en el tercio inferior del esófago. Las infecciosas raramente
producen STDA y son debido a Candida albicans o al virus del herpes simple.
Desgarro de Mallory Weiss: es una laceración o desgarro de la unión esofagogástrica
generalmente transversal, que ocasiona un 5%-10% de los STDA. Se asocia a arqueos o
vómito repetitivos e intensos. Se autolimita en 80%-90% de los casos y recurre en menos
del 5%.
Gastropatía erosiva: no afecta a los vasos principales debido a que no sobrepasa la
muscularis de la mucosa. Representa un 15% de los casos de STDA. Se asocian de igual
manera a ingesta de medicamentos, principalmente AINE de manera crónica, a ingesta de
alcohol, infección activa por Helicobacter pylori, o a causas inespecíficas. Puede progresar
a úlceras.
Úlcera péptica: de localización gástrica o duodenal, es la causa más frecuente de STDA en
casi 50% de los casos. Las de localización duodenal tienen mayor riesgo de sangrado por su
proximidad a vasos arteriales, predominantemente en el bulbo, ya que erosionan su
pared; en el estómago, la localización más peligrosa es la curvatura menor. Los factores
predisponentes son múltiples: infección por Helicobacter pylori, hipersecreción ácida
gástrica, ingesta de medicamentos (AINE, esteroides, anticoagulantes, etc), ingesta de
alcohol, comorbilidades (cardiopatía, neumopatía, neuropatía)
Enfermedad ulcerosa gástrica de otra etiología: las úlceras de Cameron se forman en un
saco herniario grande, debido al traumatismo repetitivo durante su deslizamiento. Las
úlceras de Cushing se presentan en un paciente con lesión intracraneal. La úlceras de
Curling se presentan en un paciente sometido a estrés fisiológico intenso, por ejemplo un
paciente en Terapia Intensiva con estancia prolongada o con quemaduras graves.
Lesión de Dieulafoy: se refiere a la presencia de una arteria de gran calibre, anómala en su
localización más superficial, ya que se aproxima a la mucosa y permite que se erosiones y
presente un STDA importante y recurrente. Es responsable hasta de 6% de los casos.
Típicamente se localizan en la parte alta de la curvatura menor, a unos 5-6 cm por debajo
del cardias. Una vez que sangra, se puede autolimitar y no ser visible durante la
endoscopia ya que no hay una lesión subyacente identificable, de ahí su carácter
recurrente.
Gastropatía portal hipertensiva: se desarrolla en los pacientes con hipertensión portal
debido a la congestión de los vasos gástricos debido a la resistencia al flujo, casi siempre
coexiste con várices esofágicas o gástricas.
Malformaciones arteriovenosas: son congénitas, se presentan en la submucosa, pueden
ser únicas o aisladas. Representan menos del 5% de los casos.
Ectasia vascular: se presentan en el estómago o duodeno. Son difusas y se asocian a
enfermedades del tejido conectivo o nefropatía.
Ectasia vascular gástrica: o también llamado “estómago en sandía”. Se refiere a la
presencia de ectasias lineales desde el píloro hacia el antro y cuerpo gástrico. Se
desconoce su patogenia.
Telangiectasia hemorrágica hereditaria: o enfermedad de Osler-Weber-Rendu. Es un
trastorno autosómico dominante caracterizado por telangiectasias cutáneas y de las
mucosas, con presencia difusa en el tracto gastrointestinal.
Tumores: los tumores tanto benignos como malignos pueden ulcerarse y provocar pérdida
masiva o recurrente de sangre. Representan menos del 5% de los casos. Dependiendo del
órgano afectado y tipo de tumor son sus características clínicas. Principalmente los
tumores del estroma gastrointestinal (GIST) y adenocarcinomas son los más comunes.
Duodenitis: rara vez es causa de un STDA aguda. Principalmente la infección por
Helicobacter pylori y la ingesta de AINE son su etiología. Pueden progresar a úlceras.
Posterior a procedimientos terapéuticos: posterior a la ligadura variceal esofágica, entre
los 7 y 15 días se observa una úlcera en el lugar de la colocación de la ligadura que puede
sangrar. De igual manera, postpolipectomía gástrica o duodenal, posterior a
esfinterotomía durante una CPRE o de una ampulectomía se puede presentar sangrado.
Causad raras: fístula aortoentérica, hemobilia, hemosuccus pancreaticus, lesiones por
cuerpo extraño y posterior a BAAF por Ultrasonido endoscópico, que incluyan pared
gástrica.
CUADRO CLÍNICO
El cuadro clínico es básico para identificar el probable origen del sangrado. La pérdida de
sangre por el tracto gastrointestinal se manifiesta de las siguientes maneras:
* Hematemesis: se refiere al vómito de sangre fresca, color rojo brillante. Indica una pérdida
masiva y aguda de sangre, con un sangrado activo en ese momento. Generalmente de esófago o
estómago.
* Vómito en posos de café o melanemesis: se refiere al vómito con sangre parcialmente digerida,
con aspecto de “posos de café” (asientos en una taza de café). Indica presencia de sangre en el
estómago, el suficiente tiempo para haber sido parcialmente digerida, el sangrado puede ya no
estar activo en ese momento, o ser un sangrado mínimo o de bajo flujo. Generalmente de
estómago.
* Melena: se refiere a la evacuación de color negro, fétido y pastosa, similar al alquitrán o
chapopote. Indica degradación de la sangre en el intestino delgado, al menos una presencia de 50
ml. El sangrado puede estar activo y ser de bajo flujo o ya no estar activo. Generalmente de
estómago o duodeno.
* Hematoquecia: se refiere a la evacuación de coágulos, sangre parcialmente digerida o de color
vino. Indica un sangrado activo importante acompañado de tránsito intestinal rápido (la sangre
abundante en la luz intestinal es irritativa e incrementa la peristalsis). Generalmente indica un
sangrado gástrico o intestinal.
Es primordial la historia clínica del paciente, conocer sus enfermedades, edad, cirugías
previas, si ha presentado otros cuadros de STDA y cuál fue el diagnóstico en ese momento, así
como el tratamiento que se le dio, conocer si toma AINE o no, si ingiere bebidas alcohólicas y la
frecuencia, si toma algún tipo de protector gástrico (IBP), si dentro de los APP el paciente refiere
tener “Gastritis” es necesario indagar más profundamente y conocer a qué le llama “gastritis” el
paciente, si ha tenido pérdida de peso, tiempo de evolución del sangrado, así como síntomas
acompañantes del mismo al inicio (vómito, dolor abdominal, etc.).
La tabla 1 presenta los factores de mal pronóstico de los pacientes con STDA.
ABORDAJE DIAGNÓSTICO
Los principios fundamentales a tomar en cuenta en el servicio de urgencias son los
siguientes: el primero y más importante es evaluar y estabilizar el estado hemodinámico del
paciente; una vez que se ha cumplido se puede pasar a los siguientes: establecer el origen de la
hemorragia, detener la hemorragia activa, tratar el trastorno subyacente y prevenir la recurrencia
de la hemorragia.
La batería de laboratorios debe incluir BH, QS, ES, PFH, tiempos de coagulación,
gasometría, piloto para pruebas cruzadas de tipo sanguíneo. Es importante recalcar que el BUN
puede estar elevado, ya que indica la degradación de las proteínas sanguíneas en urea por las
bacterias intestinales y su absorción distal. Se debe valorar el estado de deshidratación, y por lo
tanto de hemoconcentración, debe tomarse en cuenta que el hematocrito real se estabilizará
hasta las 24-48 hrs de iniciado el sangrado, por lo que sus niveles normales en el servicio de
urgencias pueden dar una falsa sensación de estabilidad del paciente.
La utilización de una sonda nasogástrica para confirmar el diagnóstico o para realizar
lavados gástricos fue una práctica común en el pasado, actualmente no se realiza de manera
rutinaria, su uso era para confirmar la aspiración de sangre del estómago y para administrar agua
(a veces fría) para lavar y provocar vasoconstricción; sin embargo la aspiración de bilis no descarta
la presencia de sangrado, y se puede asociar a traumatismo nasal o esofágico.
La endoscopia actualmente es el estudio idóneo para diagnóstico y tratamiento de todos
los pacientes con STDA, es indispensable realizarla, y se hace siempre con una intención
terapéutica, no como diagnóstica únicamente. Por lo anterior, otros estudios diagnósticos han sido
relevados en la actualidad: estudios radiográficos con bario, estudios diagnósticos por imágenes
con radiomarcadores (requieren un sangrado mínimo de 0.5 ml/min), angiografía (requiere de un
sangrado mínimo de 1 ml/min) y otras como TAC, RM, etc; todos los anteriores no tienen las
ventajas y facilidades de tratamiento que posee la endoscopia.
La estratificación del riesgo que presenta el paciente se calcula por medio de varias
escalas, una de ellas, la escala de Rockall (tabla 2 y 3) incluye valores clínicos como endoscópicos,
que evalúa el riesgo de resangrado y muerte. Otra escala utilizada es la de Blatchford (tabla 4) que
mide únicamente valores clínicos que se obtienen rápidamente en el servicio de urgencias; su
especificidad es baja, entre 4%-14%, pero clínicamente es muy importante, ya que identifica a los
pacientes que requieren de vigilancia estrecha y tratamiento endoscópico; si se obtiene una
puntuación de 4 o menos, el STDA es probable que ceda espontáneamente; si la puntuación es de
5 es probable que requiera de tratamiento endoscópico; y si la puntación es mayor o igual a 6, se
tiene más de 50% de probabilidades que requiera de tratamiento endoscópico.
Tabla 2: Escala de Rockall
Marcador Puntaje
Edad
<60 años 0
60 a 79 años 1
>79 años 2
Estado hemodinámico
Sin choque (TAS >100, FC <100) 0
Taquicardia (TAS >100, FC >100) 1
Hipotensión (TAS <100) 2
Comorbilidades
Ninguna 0
Insuficiencia Cardiaca Congestiva, antecedente isquémico, otras. 2
Hepatopatía crónica, Insuficiencia Renal Crónica, cáncer. 3
Diagnóstico endoscópico
Mallory Weiss, sin estigmas de STDA reciente. 0
Cualquier otro hallazgo que produzca STDA. 1
Cáncer del tubo digestivo. 2
Estigmas mayores de hemorragia
Ninguno, fibrina o hematina. 0
STDA activo, coágulos adherido, vaso visible. 2
Total:
TERAPÉUTICA INICIAL
Los pacientes con STDA deben tener doble canalización periférica, para poder tener vías
disponibles para medicamentos, reanimación con soluciones cristaloides y transfusión (paquete
globular, sangre total, plasma) en caso necesario. La intensidad de las medidas de reanimación es
directamente proporcional a la gravedad de la hemorragia. Es vital tener al paciente con
estabilidad hemodinámica, es decir, ausencia de taquicardia e hipotensión, ya que de lo contrario
no podrá realizarse una endoscopia. Debe administrarse oxígeno suplementario y si el sangrado
fue muy importante, debe monitorizarse con un catéter venoso central. El hematocrito debe
mantenerse entre 20-30% (dependiendo del tipo de paciente, etiología sospechada y estado
hemodinámico del paciente) para poder realizarse la endoscopia. Debe protegerse la vía aérea, si
el paciente presenta sangrado activo importante, esta en riesgo de broncoaspiración, por lo que
debe valorarse su intubación.
En el tiempo transcurrido antes de la endoscopia, en el servicio de urgencias se puede
iniciar la modalidad farmacológica como tratamiento. Todo paciente que ingresa a urgencias por
STDA debe tratarse con 80 mg en bolo de IBP. Posterior al bolo de IBP se debe iniciar una infusión
de omeprazol para prevenir que el ácido lise el coágulo formado y que permita la cicatrización de
la mucosa. Dicha infusión se prepara de la siguiente manera: aforar 1 amp de 40 mg a 40 ml de
solución fisiológica y pasar a 8 cc/hr (8 mg/hr) y cambiarla cada 4 hrs ya que el IBP de
desnaturaliza si pasa más tiempo; la infusión se retira hasta cumplir 72 hrs.
El uso de procinéticos se sugiere en el caso de estar estable para la realización de una
endoscopia, como un intento de tener una cavidad gástrica mas limpia de restos hemáticos, se
prefiere la metoclopramida debido a que incrementa la presión del esfínter esofágico inferior.
Otra opción es la eritromicina IV, no disponible en México.
En caso de que la endoscopia no pueda ser realizada al momento, se pueden iniciar otras
infusiones para tratar de cohibir la hemorragia.
La infusión de Octreótide (presentación: 1 amp = 1mg/5ml = 200 mcg/ml) es un análogo
de somatostatina pero con vida media más prolongada. Requiere de un bolo de 100 mcg (0.5 ml)
SC en caso de que la sospecha sea STDA de origen variceal, y los 4.5 ml restantes se aforan a 90 ml
para una concentración de 10 mcg/ml, y se pasa a 2.5-5 ml/hr (25-50 mcg/hr); si la sospecha del
STDA es no variceal, no requiere del bolo SC y se aforan los 5 ml a 100 ml y pasa de igual manera
de 2.5-5 ml/hr (25-50 mcg/hr). La duración es por 3 a 5 días.
La infusión de Vasopresina (1 amp = 20 U/ml), reduce en flujo sanguíneo portal, que en
caso de tratarse de un STDA variceal disminuirá la presión de las várices, requiere de una dosis de
0.2 U/min, por lo que se aforan 5 amp de vasopresina más 95 ml de solución glucosada al 5%, y se
inicia el goteo a 12 ml/hr (0.2 U/min). Al ceder el sangrado, se debe disminuir la dosis a 6 ml/hr
(0.1 U/min) debido a los efectos secundarios como isquemia, por lo que es recomendable siempre
colocar un parche de Nitroglicerina de 5 o 10 mg.
La Terlipresina es un análogo sintético de la vasopresina que tiene un efecto
vasoconstrictor inmediato y además tiene conversión lenta a vasopresina. La dosis inicial es de 2
mg cada 4 hrs durante 24-48 hrs (si el paciente pesa menos de 50 kg, la dosis se reduce a 1 mg);
posteriormente, la terapia de mantenimiento es de 1 mg cada 4 hrs por 5 días.
Se debe iniciar desde urgencias el esquema con antibiótico profiláctico (cefalosporina de
tercera generación) si se trata de un STDA variceal, sobretodo si el paciente presenta ascitis. Una
vez controlado el STDA se debe iniciar con el esquema de betabloqueadores.
Siempre se debe tener en cuenta que en el caso de tratarse de un STDA variceal, se puede
colocar una sonda de balones o Sengstaken-Blakemore, la cual posee 3 luces (para aspiración o
lavado gástrico, balón esofágico y balón gástrico) y los 2 balones: el balón gástrico se infla con 250-
350 ml de aire y el balón esofágico se infla a 35-45 mmHg comprobado con baumanómetro. Se
debe asegurar su adecuada colocación, ya sea con aspiración de material gástrico o con una
radiografía. Debe mantenerse con cierta presión (jalar la sonda con peso). El balón esofágico se
sugiere desinflarlo cada 12 hrs durante 30 minutos por el riesgo de necrosis de la pared esofágica
por compresión. Si hay control de la hemorragia y el paciente ya se encuentra
hemodinámicamente estable, a las 24 hrs se puede liberar la tensión de la sonda y desinflar
únicamente el balón esofágico. Si a las 48 hrs no hay sangrado se puede desinflar el balón gástrico
sin retirarla. Si a las 72 hrs no hay sangrado, se puede retirar la sonda. Este recurso se utiliza
cuando el paciente no esta hemodinámicamente estable para pasar a una endoscopia y para ganar
tiempo, ya que controla el STDA hasta en 90%.
TERAPÉUTICA DEFINITIVA
Una vez que el paciente esta hemodinámicamente estable, es candidato a realizarle una
endoscopia con intensión terapéutica definitiva.
La endoscopia está contraindicada de manera absoluta ante la sospecha de perforación de
víscera hueca. No se debe realizar de manera preferente en un paciente hemodinámicamente
inestable, con anemia severa o con disminución del nivel de conciencia; en los casos anteriores
debe valorarse la intubación orotraqueal del paciente. El paciente debe cumplir ayuno, ya que en
caso de no cumplirlo existe riesgo de broncoaspiración. La endoscopia identifica el sitio de la
hemorragia hasta en 98% de los casos y lo controla en 80%. La realización de la endoscopia de
manera temprano (menos de 24 hrs del ingreso) tiene un alto impacto en cuanto al tiempo de
hospitalización y necesidad de transfusiones; por lo que la estabilidad hemodinámica del paciente
debe ser enérgica, rápida y eficaz.
Las técnicas endoscópicas para el control del sangrado gastrointestinal se dividen en
métodos térmicos (Coagulación con Argon Plasma, sonda bipolar, sonda GoldProbe, láser),
técnicas de inyección (solución salina con adrenalina, fármacos esclerosantes), métodos
mecánicos (hemoclips, ligaduras) y métodos tópicos (formol, hemospray). Generalmente se
prefiere usar métodos combinados ya que ha demostrado mejor eficacia terapéutica. Cada lesión
tiene un tratamiento endoscópico diferente, para lo cual, la American Society for Gastrointestinal
Endoscopy (ASGE) ha publicado guías donde se norma el tratamiento de cada una de ellas, lo cual
es territorio del especialista en Endoscopia, de igual manera será el encargado de valorar la
necesidad de realizar una endoscopia “second look” en base a los estigmas de sangrado
encontrados y la terapéutica administrada.
De no ser posible el tratamiento endoscópico, las opciones son quirúrgicas en
aproximadamente un 3.5% (localización del sitio de la hemorragia y elección del mejor
procedimiento para la etiología: procedimiento de Sugiura-Futugawa, gastrectomía o sutura sobre
el nicho ulceroso) o angiográficas (embolización selectiva de los vasos con microespirales, esponja
de gelatina o vasopresina), siendo ésta última la menos utilizada. La derivación portocava puede
hacer vía quirúrgica o angiográfica transyugular (TIPS) es la técnica de elección en los pacientes
con sangrado variceal resistente a tratamiento, con el desarrollo consecuente de encefalopatía
hepática, por lo que son una técnica de “puente” hacia un trasplante hepático. La esplenectomía
es el tratamiento para las várices gástricas aisladas causadas por trombosis de la vena esplénica.
La mayor parte de la morbimortalidad se presenta en el 20% de los casos en los que el
STDA continúa o recidiva. El 95% de las recidivas se presentan en las primeras 72 hrs de
hospitalización. Si se trata de un STDA variceal, el paciente tiene un riesgo promedio de 50% de
mortalidad en las primeras 6 semanas, y los que sobreviven tienen un riesgo de resangrado de
hasta 70%, por lo que su profilaxis, seguimiento y erradicación es necesaria.
BIBLIOGRAFÍA:
El método más utilizado para evaluar la severidad del TCE es la Escala de coma de Glasgow
(ECG, Tabla 2). Sin embargo, es importante recalcar que no tiene utilidad en la localización de
déficits focales y no debe reemplazar a la exploración neurológica completa. 70-90% de los TCE
valorados en salas de urgencias son leves
Una contusión ocurre cuando el cerebro se mueve lo suficiente dentro del cráneo para
chocar contra sus paredes, produciendo hemorragia y edema del parénquima. Las localizaciones
más frecuentes son los lóbulos frontales y temporales. En ocasiones se encuentra una segunda
lesión por el mecanismo conocido como golpe-contragolpe, en el cual el parénquima localizado de
forma diagonalmente opuesta al golpe original se lesiona como resultado de la aceleración del
cerebro hacia el lado contrario del cráneo. La tomografía axial computarizada (TAC) simple
mostrará lesiones hipodensas en caso de edema e hiperintensas en caso de hemorragia.
Tabla 2: Escala de coma de Glasgow
Puntos
Apertura ocular
Espontánea 4
Al estímulo verbal 3
Al estímulo doloroso 2
Sin respuesta 1
Respuesta verbal
Orientado 5
Desorientado 4
Palabras inapropiadas 3
Sonidos incomprensibles 2
Sin respuesta 1
Respuesta motora
Obedece órdenes 6
Localiza el estímulo doloroso 5
Retira ante el estímulo doloroso 4
Respuesta de decorticación 3
Respuesta de descerebración 2
Sin respuesta 1
Una concusión es una lesión cerebral ocasionada por una sacudida o golpe intenso,
produciendo una alteración súbita y temporal de las funciones mentales, como una pérdida breve
del estado de alerta o alteraciones en la visión o el equilibrio. Típicamente los hallazgos en la
tomografía axial son negativos. Se cree que las alteraciones del estado de alerta se deben a
fuerzas rotatorias en el mesencéfalo rostral y el tálamo. El síndrome post-concusión se refiere a la
persistencia por más de un mes de cefalea, náusea, mareo, irritabilidad, dolor crónico, depresión e
incapacidad para concentrarse, y puede durar hasta1 año.
Un hematoma epidural es un sangrado entre la duramadre y el cráneo. La mayoría se
asocian con una fractura de éste y el subsecuente sangrado de una arteria lacerada. En cambio, los
hematomas subdurales localizados entre la dura y el parénquima cerebral tienen un origen venoso
(específicamente en las venas puente). Una característica clínica importante de los hematomas
epidurales es la capacidad que tienen para producir un deterioro hasta el coma en cuestión de
minutos (aunque normalmente el deterioro inicia con agitación, vómitos y datos de focalización).
En la TAC los hematomas epidurales tienen aspecto hiperdenso biconvexo y están limitados por las
suturas craneales. Los hematomas subdurales tienen morfología de media luna y no respetan
suturas; pueden ser agudos (si su evolución es menor a 14 días, con aspecto hiperdenso) o
crónicos (mayor a 14 días, aspecto isodenso o hipodenso).
La hemorragia subaracnoidea traumática se refiere a microhemorragias en el espacio
subaracnoideo por lesión de vasos pequeños. A diferencia de la hemorragia subaracnoidea
aneurismática, no afecta las cisternas basales.
La lesión axonal difusa se caracteriza por progresión rápida hacia el coma en ausencia de
signos de focalización. Se produce como consecuencia de estrechamientos o fuerzas angulares
sobre los axones y vasos pequeños, ocasionando edema axonal e incluso desconexión. El estudio
más útil para su diagnóstico es la resonancia magnética en secuencia de tensión de difusión, en la
cual se observan las lesiones de sustancia blanca y las soluciones de continuidad de los tractos.
Como en cualquier emergencia, las prioridades en el manejo del paciente con TCE son la
vía aérea, la respiración y la circulación. También se debe prestar atención en optimizar la
perfusión y oxigenación para prevenir hipoxia e hipertensión. A continuación se realizará una
exploración neurológica completa y se determinará si el paciente requiere o no de una TAC. Las
indicaciones absolutas para una TAC de cráneo de urgencia son: Evidencia de fractura de cráneo,
exploración neurológica anormal, crisis convulsiva, vómito en más de 1 ocasión, mecanismo de
alto riesgo (proyección desde un vehículo, atropellamiento) o ECG menor a 15. Los datos que
sugieren la necesidad de una TAC son: Edad mayor a 60 años, amnesia anterógrada persistente,
amnesia retrógrada por más de 30 minutos, coagulopatía, caída de más de 5 escaleras,
intoxicación, pérdida del estado de alerta por más de 30 minutos, factores sociales (situación de
abuso, barrera de lenguaje).
Dado su buen pronóstico, el manejo de una concusión usualmente incluye sólo
tratamiento sintomático (analgésicos, antieméticos). Los pacientes con trauma craneoencefálico
leve y TAC normal pueden ser dados de alta de la sala de Urgencias con la indicación de regresar si
se presenta cualquiera de los siguientes datos de alarma: Vómitos repetitivos, empeoramiento de
la cefalea, problemas de memoria, confusión, déficit focal, comportamiento anormal, somnolencia
o crisis.
En cuanto al tratamiento del TCE severo sin indicación de neurocirugía, la Fundación de
Trauma Craneoencefálico (Brain Trauma Foundation) recxomienda lo siguiente: 1) Evitar una
presión sistólica menor a 90 mm Hg, 2) evitar una PaO2 menor a 60 mm Hg, 3) manejo de la
hipertensión intracraneal (presión mayor a 20 mm Hg) con manitol (0.25-1 g/kg), solución salina
hipertónica, sedación e hiperventilación, 4) administración de antibióticos durante la intubación
orotraqueal para reducir el riesgo de neumonía, 5) traqueostomía temprana para reducir los días
de ventilación mecánica, 6) profilaxis de trombosis venosa profunda con medias de compresión
neumática intermitente y heparina de bajo peso molecular, 7) la utilidad de profilaxis de crisis con
fármacos anti-epilépticos aún no se ha comprobado más allá de los primeros 7 días, es decir, el
uso de estos fármacos sólo previene las crisis tempranas.
La hipertensión intracraneal refractaria a medidas médicas debe tratarse con craniectomía
descompresiva. De igual manera, el tratamiento quirúrgico también está indicado en hemorragias
axiales o extra-axiales con efecto de masa. Esto rara vez es el caso de los hematomas subdurales,
que pueden ser manejados con monitoreo intracraneal y neuroimágenes seriadas. Las
indicaciones para drenar un hematoma epidural son: volumen mayor a 30 cm3, desplazamiento de
la línea media mayor a 5 mm, ECG 8 ó menor, y datos de focalización.
Las fracturas craneales cerradas deprimidas pueden manejarse sin cirugía si no hay
evidencia de penetración a la dura (neumoencéfalo), hematomas intracraneales significativos,
depresión mayor a 1 cm, involucro del seno frontal, deformidad cosmética o contaminación de la
herida. Las fracturas abiertas requieren de lavado quirúrgico y elevación. Cualquier déficit
neurológico asociado a fractura de cráneo es indicación de cirugía.
BIBLIOGRAFIA:
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Injury, 2nd ed. Prehospital Emergency Care. 2007. 12 (1): S4-S53.
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the Management of Concussion/Mild Traumatic Brain Injury. 2009. pp 1-112.
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México. Epidemiología, Sistema Único de Información, Secretaría de Salud. 2008. 26 (25):
1-4
TEMA 9.
ENFERMEDAD PULMONAR OBSTRUCTIVA CRÓNICA
INTRODUCCIÓN
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una enfermedad inflamatoria
prevenible y tratable. Se caracteriza por obstrucción persistente al flujo aéreo por lo general
progresiva y parcialmente reversible. Esta limitación está asociada a una reacción inflamatoria
pulmonar exagerada frente al humo del tabaco y biomasa principalmente. Puede estar o no
acompañada de síntomas (disnea, tos y expectoración), exacerbaciones, efectos extra-pulmonares
y enfermedades concomitantes.1
La EPOC ocupa los primeros cinco lugares de morbilidad y mortalidad en el mundo y su
prevalencia en personas mayores de 40 años de edad es más del 10%. El incremento en la
mortalidad ha sido sustancial en los últimos 30 años; en 1990 ocupaba el sexto lugar y se
considera que para el año 2020 ocupará el tercer lugar como causa de mortalidad general.1,2
PATOGÉNESIS
La inflamación crónica por la exposición al humo del cigarro y de leña, en sujetos
susceptibles, lleva al desarrollo de la EPOC, activación de macrófagos y células epiteliales por los
productos tóxicos del cigarro, humo de leña o de irritantes inespecíficos. Esta activación, a su vez,
provoca la liberación de diferentes mediadores inflamatorios que promueven la quimiotaxis y la
activación de linfocitos T y otras células polimorfonucleares amplificando el proceso inflamatorio y
la liberación de diferentes proteasas las cuales son responsables de la destrucción de los
bronquiolos y del parénquima pulmonar. En condiciones normales, esas proteasas son inhibidas
por antiproteasas como la alfa-1 antitripsina; sin embargo, en las personas que desarrollan EPOC,
hay una alteración o desequilibrio de este sistema llamado proteasa/antiproteasa.1,3
Otro mecanismo de daño se da por los neutrófilos reclutados, los que secretan
mediadores que promueven el daño del parénquima pulmonar y de las vías aéreas, estimulan la
secreción de moco al favorecer la expresión de mucina mediante la producción de elastasa y
especies reactivas de oxígeno. El estímulo del humo del cigarro activa directamente a las células
del sistema inmune innato y el reconocimiento del antígeno por las células dendríticas, inicia la
respuesta inmune adaptativa.
El origen de la obstrucción
La limitación al flujo aéreo en pacientes con EPOC, es el denominador común que se
observa en la enfermedad de la vía aérea pequeña y el enfisema. Se cree que la obstrucción del
lumen de la vía aérea pequeña es resultado de una bronquiolitis. Por otro lado, se piensa que la
limitación del flujo aéreo se debe a la perdida de la elasticidad y cierre de las vías aéreas pequeñas
producto de la destrucción del parénquima.1,4
El daño de la vía aérea pequeña que se refiere a los bronquios menores de 2 mm explica la
mayor parte de la limitación del flujo aéreo en ausencia de enfisema, mientras que la destrucción
del parénquima pulmonar, mejor conocida enfisema, explica la limitación del flujo aéreo que no es
debida a lesión de la vía aérea pequeña.
Dependiendo de la susceptibilidad que cada uno de los fumadores tiene al humo del
cigarro, el sujeto puede desarrollar simplemente bronquitis crónica o bien progresar a limitación
del flujo aéreo asociada a enfermedad de la vía aérea pequeña o enfisema.
Bronquitis Crónica
Los síntomas típicos de tos crónica durante cuando menos 3 meses al año por dos años
están relacionados a hiperplasia de las glándulas submucosas de los bronquios que tienen un
calibre mayor de 2 mm y se ha demostrado que existe un infiltrado inflamatorio en el aparato
secretor de moco desde los inicios de la enfermedad.
Enfisema
Se define como la destrucción de las paredes alveolares que da como resultado
ensanchamiento de los espacios alveolares y una reducción consecuente del área de intercambio
gaseoso en el pulmón. La hipótesis del desequilibrio proteasa-antiproteasa es la mejor conocida. El
papel del estrés oxidativo, la apoptosis y el envejecimiento pueden desempeñar un papel
importante.
CUADRO CLÍNICO
Los síntomas característicos de la EPOC son: tos con expectoración y disnea. La tos crónica
y expectoración deben considerarse como síntomas tempranos de la enfermedad. La disnea
generalmente se presenta en fases más avanzadas. La fatiga, pérdida de peso y anorexia son
síntomas muy comunes en estadios avanzados de la enfermedad (tabla anexa).1,2
El examen físico no es una herramienta que permita contribuir para el diagnóstico de
EPOC. Los signos clínicos sugestivos de limitación al flujo aéreo, comúnmente están ausentes,
hasta que la limitación al flujo aéreo es muy grave. La forma más objetiva de evaluar disnea es la
Escala mMRC.
Dentro de la EPOC se pueden definir diversos fenotipos con repercusión clínica, pronóstica
y terapéutica. La denominación de fenotipo se utiliza para referirse a formas clínicas de los
pacientes con EPOC. La guía GesEPOC propone 4 fenotipos que determinan un tratamiento
diferenciado: 1- no agudizador, con enfisema o bronquitis crónica; 2- mixto EPOC-asma; 3-
agudizador con enfisema, y 4- agudizador con bronquitis crónica.5
Tabla 1. Síntomas de la EPOC de acuerdo con la severidad de la obstrucción bronquial.
Síntoma Característica Estadio de la Medición
enfermedad
Disnea Es progresiva (empeora a través del II a IV Escala MRC
tiempo).
Persistente (presente todos los días)
Empeora con el ejercicio, durante las
infecciones o descompensaciones.
Tos crónica. Se presenta en forma intermitente o I a IV Historia clínica
todos los días.
Presente durante el día
Es poco común que se presente solo por
la noche.
DIAGNÓSTICO Y CLASIFICACIÓN
Para el diagnóstico de EPOC:
• Se requiere la presencia de un factor de riesgo
• El paciente puede o no tener síntomas
• Es indispensable la espirometría
• Siempre se utiliza el VEF1 postbroncodilatador
Espirometría. Para hacer el diagnóstico de EPOC, es indispensable realizar una espirometría pre y
postbroncodilatador y la característica funcional esencial en estos pacientes es la obstrucción
persistente al flujo aéreo, la cual se evalúa con la relación VEF1 /CVF (capacidad vital forzada)
disminuida. Hasta la actualidad la estrategia GOLD 2011 continúa utilizando la relación VEF1 /CVF
< 70% para diagnosticar a un sujeto con EPOC. El grado de obstrucción se determina usando el
VEF1 (Volumen espiratorio forzado en el primer segundo). Tabla 3.1,2
Radiografía de tórax. Se realiza en un sujeto que se sospecha EPOC para descartar otros
diagnósticos, tales como bronquiectasias, cáncer pulmonar.
Gasometría arterial. Indicada en pacientes que tengan un VEF1 < 40% del predicho, cuando exista
algún signo de insuficiencia respiratoria (aumento en el esfuerzo respiratorio y/o cianosis) o de
insuficiencia cardiaca derecha (ingurgitación yugular, edema de miembros inferiores).
Tomografía computada del tórax. No se solicita de rutina en el paciente con EPOC. Se utiliza la
tomografía computada de alta resolución (TACAR) para evaluar con mayor precisión anomalías de
la vía aérea (atrapamiento aéreo) y el parénquima pulmonar, además de su utilidad para
determinar la presencia de bulas, localización de áreas de enfisema y descartar la presencia de
tumores.2
GOLD 2011, diseñó un cuadro con 4 paneles donde representa 4 tipos de sujetos con EPOC (ver
figura). Este cuadro se lee en dos dimensiones. Primero debe subdividirse en forma vertical en
panel A a la Izquierda y panel B a la derecha. Los sujetos en el panel inferior tienen menos riesgo
de deterioro y los sujetos en los paneles superiores tienen mayor riesgo de deterioro porque
tienen menos o más probabilidades para exacerbarse respectivamente.1
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
En el diagnóstico diferencial de EPOC, en primer lugar se debe considerar asma, que es la
otra patología que ocasiona enfermedad obstructiva, pero reversible. Aunque el asma y EPOC
están asociadas con inflamación crónica de las vías respiratorias, existen marcadas diferencias
clínicas entre ambas enfermedades que nos permiten claramente distinguirlas. (Tabla 4).
TRATAMIENTO
Los objetivos generales del tratamiento son reducir los síntomas crónicos de la
enfermedad, disminuir la frecuencia y gravedad de las agudizaciones y mejorar el pronóstico.
Combinación de broncodilatador y
esteroide (en un mismo dispositivo)
Formoterol + Budesonida (IPS Turbohaler) 4.5/80, 4.5/ 160 , 9/320 -- 12
Salmeterol + Fluticasona (IDM) 25/50, 25/125, 25/250 -- 12
Salmeterol + Fluticasona (IPS Diskus) 50/100, 50/250, 50/500 -- 12
Formoterol + Mometasona (IDM) 5/100, 5/200 -- 12
Combinación de broncodilatador y
esteroide (en dispositivos
independientes)
Formoterol + EI Ver arriba -- 12
Salmeterol + EI -- 12
Indacaterol + EI -- 12
Tiotropio + EI -- 12
Inhibidores de las fosfodiesterasa 4
Roflumilast 500mg Via oral. -- 24
*= 1-2 disparos
IDM= Inhalador de dosis media
IPS= Inhalador de polvo seco
EI=Esteroide inhalado (Budesonida o Fluticasona o Mometasona o Ciclosenida
Indicaciones de VMNI en pacientes con EPOC muy grave e insuficiencia respiratoria crónica
hipercápnica
Criterios fisiológicos: PaCO2 < 55 mmHg o PaCO2 50-54 mmHg y evidencia de
hipoventilación nocturna con base en la oximetría nocturna observando una desaturación
sostenida 88% por 3 a 5 minutos mientras el paciente recibe su FiO2 usual, siempre
excluyendo apnea del sueño
Criterios clínicos: Curso inestable de la enfermedad con descompensaciones respiratorias
recurrentes y/o admisiones hospitalarias repetidas (2 en un período de 12 meses),
pacientes con alto riesgo de morir de una exacerbación grave basada en factores de riesgo
conocidos, status posterior a ventilación mecánica prolongada, paliación de síntomas
(disnea) en pacientes con EPOC grave en etapas finales de la vida, como terapia adjunta a
la rehabilitación pulmonar, pacientes con EPOC con alto riesgo de morir en los próximos 6
meses VEF1 < 20% y algunas de las siguientes características: pobre estatus funcional
(Escala de disnea mMRC 4), IMC < 20 kg/m2, BODE > 7 puntos, edad >70 años, una o más
hospitalizaciones en el año previo por exacerbaciones graves, requerimiento de VMI o
VMNI en los 6 meses previos, presencia de comorbilidades, datos de insuficiencia cardiaca
derecha, deterioro del estatus psicosocial/cognitivo, incremento de la utilización de
recursos de la salud
BIBLIOGRAFIA:
URGENCIAS HIPERTENSIVAS
METAS TERAPÉUTICAS
La meta en este grupo de pacientes será controlar la presión arterial de manera gradual
mediante antihipertensivos VIA ORAL; la velocidad con la que la presión arterial debe de ser
llevada a valores “seguros” es controversial, sin embargo, actualmente se acepta que debe de ser
de una manera gradual; la reducción agresiva de la presión arterial en estos pacientes puede a
veces ser incluso más peligrosa que la misma hipertensión y no existe evidencia de que la
reducción rápida constituya un beneficio adicional; de hecho, la isquemia cerebral o miocárdica
puede ser precipitada si los valores de perfusión tisular caen por debajo de la autorregulación del
paciente, esta observación se hizo especialmente evidente con el uso de nifedipino sublingual en
las salas de urgencias y sin ahondar más en el caso basta decir con que el uso de este
medicamento ha quedado contraindicado y en desuso para estos escenarios clínicos.
Podemos decir que para todo paciente sin signos o síntomas de daño a órgano blanco, la
meta será conseguir una tensión arterial <160/100 en las siguientes horas o días; la velocidad con
la que se decidirá lograr estos valores dependerá del escenario clínico de cada paciente, tomando
en cuenta los riesgos de la rápida disminución de la presión antes descritos.
Las siguientes estrategias terapéuticas son razonables para aquellos pacientes que ya se
encontraban bajo tratamiento establecido:
1. Incrementar la dosis del antihipertensivo en uso ó la adición de un nuevo medicamento
(los estudios más recientes sugieren la segunda como inicio).
2. Reincorporación de los medicamentos en pacientes con mal apego.
3. Adición de un diurético (preferentemente tiazida) y la insistencia en la reducción de la
ingesta diaria de sodio.
EMERGENCIAS HIPERTENSIVAS
En cualquiera de las maneras en las que se pueda presentar una emergencia hipertensiva,
debemos de recordar que el abordaje inicial debe de hacerse siempre con un medicamento
parenteral de los antes mencionados, un estrecho monitoreo de la presión arterial utilizando una
línea arterial para la monitorización continua de la presión y una estrecha vigilancia de los
laboratorios (especialmente los azoados) y del ritmo cardiaco para prever las posibles
complicaciones.
CONCLUSIONES
El descontrol de la presión arterial puede conducir a dos estados principalmente, las
Urgencias Hipertensivas, donde no existe daño a órgano blanco y las Emergencias Hipertensivas
donde si existe daño a órgano blanco. Las primeras deben de ser manejadas con medicamentos
vía oral y se recomienda un descenso gradual de la presión arterial durante las siguientes horas o
días.
Las Emergencias hipertensivas plantean un problema con una amplia presentación de
escenarios clínicos donde es imperativo el control de la presión arterial mediante medicamentos
parenterales y monitorización de las probables complicaciones sistémicas secundarias; la
utilización de uno u otro antihipertensivo y las metas de la presión arterial dependerán de cada
complicación en particular.
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TEMA 11.
TROMBOEMBOLIA PULMONAR
INTRODUCCIÓN
La enfermedad tromboembólica venosa es una complicación frecuente en enfermos
médicos y quirúrgicos y origina elevada morbilidad y mortalidad. La tromboembolia pulmonar y la
trombosis venosa profunda constituyen una de las tres causas cardiovasculares más importantes
en la mortalidad junto con el infarto agudo al miocardio y el evento cerebral vascular. Es un
problema común que en algunos casos su diagnóstico es complejo con un inicio usualmente
impredecible.
La tromboembolia pulmonar es común en pacientes hospitalizados (prevalencia
aproximada del 1%). Es causante del 10% de todas las muertes en Estados Unidos y es detectada
en el 30% de las autopsias de rutina(1).
El estudio ENDORSE II (2) fue un estudio transversal de recolección de datos en enfermos
seleccionados de 43 hospitales en todo el país. Se incluyeron pacientes de 40 o más años de edad
con enfermedad médica y pacientes de 18 o más años de edad con enfermedad quirúrgica con el
objetivo de identificar a los enfermos con riesgo para enfermedad tromboembólica venosa y el
número de ellos que recibe profilaxis. La conclusión del estudio fue que la proporción de enfermos
médicos o quirúrgicos hospitalizados y con riesgo de enfermedad tromboembólica venosa es alta y
que la administración de tratamiento profiláctico en estos grupos es baja y lejana al estándar ideal.
La incidencia anual de tromboembolia pulmonar en Estados Unidos es alrededor de
600,000 casos(3). La trombosis venosa profunda es la causa de tromboemebolia pulmonar en más
del 90% de los pacientes, y la mobimortalidad depende de la severidad de la obstrucción de las
arterias pulmonares y de otras enfermedades acompañantes.
El riesgo de tromboembolia pulmonar de una trombosis venosa no tratada es del 50% y la
mortalidad de una tromboembolia pulmonar sin manejo médico es del 8%.
ETIOLOGÍA
El factor más importante responsable de la tromboembolia pulmonar es la trombosis
venosa profunda de miembros inferiores. La trombosis resulta de la triada de Virchow, que es
lesión de la íntima, estasis sanguínea y estados de hipercoagulabilidad. Las condiciones que se
pueden asociar a estasis sanguínea son la inactividad prolongada (cirugía, viajes prolongados), la
inmovilización de una extremidad, la insuficiencia cardiaca y síndromes de hiperviscosidad como
por ejemplo la policitemia vera, entre otros. El riesgo de trombosis venosa es particularmente alto
en fracturas de vértebras, pelvis o extremidades inferiores.
Dentro de las alteraciones en la coagulación las podemos dividir en primarias y
secundarias, como se muestra en la siguiente tabla (1):
Tabla 1. Alteraciones en la coagulación que predisponen al desarrollo de trombosis venosa
profunda y tromboembolia pulmonar
Causas Primarias Causas secundarias
Resistencia a la proteína C activada (Factor V Cáncer
Leiden) Estado postquirùrgico
Deficiencia de antitrombina III Anticoagulante lúpico
Deficiencia de proteína C Aumento del factor VII y fibrinógeno
Deficiencia de proteína S Embarazo
Anormalidad fibrinolíticas Síndrome nefrótico
Hipoplasminogenemia Desórdenes mieloproliferativos
Homocistinuria Coagulación intravascular diseminada
Deficiencia del cofactor de heparina Evento vascular cerebral
Disfibrogenemia Dislipidemias
Diabetes mellitus
Hemoglobinuria paroxística nocturna
Enfermedad de Behcet
Quimioterapia
Trombocitopenia inducida por heparina
Anticonceptivos orales
Obesidad
FISIOPATOLOGÍA
En pacientes con embolia pulmonar el intercambio gaseoso está afectado por un aumento
en el espacio muerto y alteración de la ventilación/perfusión. Como resultado el gradiente de
oxígeno alveolo-arterial aumenta y puede ocurrir hipoxemia. La resistencia vascular pulmonar
puede aumentar como consecuencia de obstrucción mecánica y por la presencia de mediadores
vaso y broncoconstrictores liberados. Este aumento de la resistencia vascular pulmonar lleva a
elevación del estrés de pared del ventrículo derecho, dilatación, falla en la contractilidad y por
último compromiso hemodinámica y falla ventricular aguda con disminución del gasto cardiaco.
CUADRO CLÍNICO
En la actualidad se considera que la evaluación clínica es parte fundamental del abordaje
diagnóstico de la tromboembolia pulmonar, que evita el uso indebido de pruebas diagnósticas
invasivas y resulta además en un mejor costo-beneficio.
El cuadro clínico de la tromboembolia pulmonar puede ser muy variado, desde la
presentación con mínimos síntomas hasta un cuadro florido o hasta llegar a la muerte súbita.
La tromboembolia pulmonar no tiene síntomas ni signos patognomónicos. La taquicardia y
la taquipnea son síntomas frecuentes. Otros síntomas comunes (>75%) incluyen la disnea y el
dolor pleurítico y síntomas poco comunes (<25%) son hemoptisis, roce pleural y fiebre. Los signos
físicos de la trombosis venosa profunda incluyen edema, eritema y dolor en la pierna afectada y en
ocasiones se pueden presentar los signos de Ollow y Homans.
El Cor pulmonales agudo es una presentación clínica que ocurre cuando más del 65% de la
circulación pulmonar está obstruida por el coágulo.
El diagnóstico diferencial incluye el infarto agudo al miocardio, neumonía, insuficiencia
cardiaca, pericarditis, espasmo esofágico, asma, exacerbación de enfermedad pulmonar
obstructiva, cáncer, neumotórax entre otros.
Electrocardiograma
Las anormalidades más comunes en el electrocardiograma son la taquicardia sinusal y
cambios no específicos en el segmento ST y en la onda T. Se pueden encontrar datos de
sobrecarga del ventrículo derecho (inversión de la onda T de V1 a V4) hasta en el 40% de los
pacientes, y este es el signo que más correlaciona con la severidad de la enfermedad (5).
El patrón clásico S1Q3T3 (signo de McGinn y White) solamente se observa en el 15% de los
pacientes. En el 12% de los pacientes pueden presentar bloqueo completo de rama derecha. Por
otro lado el electrocardiograma puede servir para valorar de forma indirecta los resultados de la
terapia fibrinolítica o del manejo con anticoagulación con la resolución de la taquicardia sinusal y
los trastornos de la repolarización.
Imagen 1. Electrocardiograma con bloqueo completo de rama derecha del Haz de His
Radiografía de tórax
La radiografía de tórax puede ser normal hasta en el 30% de los pacientes. La anormalidad
más frecuente es la elevación del diafragma (60%). En el 15 al 45% de los pacientes se encuentran
los siguientes datos radiológicos: infiltrados pulmonares, oligohemia focal (signo de Westermark),
derrame pleural, joroba de Hampton (opacidad pulmonar periférica, triangular de base pleural y
vértice pulmonar), y signo de Palla (tronco de la arteria pulmonar dilatado >14 mm y amputado).
Gases arteriales
La hipoxemia y la alcalosis respiratoria son hallazgos comunes, aunque no se presentan en
todos los pacientes. (6). La diferencia de la tensión alveolo-arterial de oxígeno muestra una
interrelación linear con la severidad de la tromboembolia pulmonar y ésta se puede encontrar
normal hasta en el 20% de los pacientes.
Dímero D
Es un producto específico de la degradación de las cadenas de fibrinógeno secundario a la
lisis endógena. Se utiliza como un método de escrutinio altamente sensible (sensibilidad >99% con
valores >500 μg/L por le método de ELISA), ya que se encuentra elevado en prácticamente todos
los pacientes con tromboembolia pulmonar, pero no es específico ya que se encuentra elevado en
muchas otras patologías (7). El rol del Dímero D está confinado a excluir tromboembolia pulmonar
con un valor predictivo negativo entre el 90 y 95% cuando sus determinaciones sean menores de
500 μg/L.
Marcadores séricos
Los niveles altos de troponina indican daño agudo al miocardio. El mecanismo para su
liberación se ha atribuido a un incremento en la tensión de la pared del ventrículo derecho por
sobrecarga de presión y microinfarto(8). El péptido natriurético cerebral (BNP) es un marcador de
disfunción ventricular que es útil para estratificar al paciente con tromboembolia pulmonar.
Ecocardiograma
Es una prueba no invasiva de fácil acceso y de mucha utilidad. En pacientes con
tromboembolia pulmonar las alteraciones que podemos encontrar son: dilatación ventricular e
hipocinesia, movimiento septal paradójico, insuficiencia tricuspídea y aumento de la presión
sistólica pulmonar, entre otros. Se pueden observar trombos en tránsito en cavidades derechas
hasta en el 15% de los pacientes.
La disfunción ventricular del ventrículo derecho se ha asociado a un aumento de la
mortalidad. La hipocinesia de la pared libre del ventrículo derecho es un predictor independiente
de mortalidad a los 30 días en pacientes hemodinámicamente estables(8).
También el ecocardiograma ayuda a diferenciar diagnósticos diferenciales que mimetizan
a la tromboembolia pulmonar, como los síndromes coronarios agudos, tamponamiento cardiaco,
disección aórtica, entre otros (9).
TRATAMIENTO
La estratificación del riesgo en pacientes con tromboembolia pulmonar es de vital
importancia (11). El tratamiento puede variar desde, la anticoagulación, la trombolisis o la
embolectomía en pacientes de alto riesgo. Los pacientes de alto riesgo pueden necesitar de apoyo
intensivo hemodinámico y soporte respiratorio con vasopresores o ventilación mecánica invasiva
mientras que la tromboembolia es manejada con tratamiento médico o de manera invasiva.
Los tres componentes más importantes para la estadificación de los pacientes son la
evaluación clínica, la valoración del ventrículo derecho y su función y el análisis de los
biomarcadores séricos (troponina y BNP).
Existe un índice para predicción del riesgo en tromboembolia pulmonar que se muestra en
la siguiente tabla.
Tabla 3. Índice de severidad en la embolia pulmonar
Predictor Puntos
Edad en años Edad en años
Sexo masculino 10
Antecedente de cáncer 30
Antecedente de insuficiencia cardiaca 10
Antecedente de enfermedad pulmonar 10
Frecuencia cardiaca > 110/min 20
Presión sistólica < 100 mmHg 30
Frecuencia respiratoria 20
Temperatura <36 ºC 20
Estado mental alterado 60
Saturación de oxígeno <90% 20
Bajo riesgo pronóstico se define como <85 puntos.
Anticoagulación
La anticoagulación con heparina convencional o heparina de bajo peso molecular con
posterior cambio a anticoagulación vía oral con antagonistas de la vitamina K junto con medidas
generales de soporte constituyen el tratamiento convencional de la tromboembolia pulmonar. La
duración de la anticoagulación dependerá de la etiología de la tromboembolia pulmonar, como
por ejemplo la tromboembolia pulmonar secundaria a una trombosis venosa profunda de una
extremidad inferior deberá durar de 3 a 6 meses, en el paciente con asociación de cáncer y
enfermedad tromboembólica venosa la anticoagulación deberá ser de manera indefinida.
Recientemente el uso de los nuevos anticoagulanetes (dabigatran o rivaroxaban) tienen un
papel importante que deberá ser sometido a mayor número de estudios para su total aprobación
como tratamiento estándar en la embolia pulmonar.
Trombolisis
La trombolisis para el tratamiento de la tromboembolia pulmonar debe individualizarse, ya
que no se han establecido claramente sus efectos sobre la mortalidad a corto plazo (10). Los
resultados favorables observados con el diagnóstico precoz y la anticoagulación indican que la
trombolisis debe reservarse para pacientes hemodinámicamente inestables con embolia pulmonar
aguda masiva. No está claro si se obtiene algún beneficio con el tratamiento trombolítico en los
pacientes hemodinámicamente estables con datos de disfunción ventricular por ecocardiografía.
Terapias alternativas
Los fármacos antocoagulantes y trombolíticos son la piedra angular en el tratamiento, sin
embargo no en todos los pacientes son efectivos estos tratamientos y algunos de ellos tienen
contraindicaciones absolutas para su uso, por lo que existen otros métodos que se puede ofrecer
como las terapias percutáneas o quirúrgicas.
Las terapias percutáneas intervencionistas para el manejo de tromboembolia pulmonar,
incluyen la fragmentación mecánica del trombo con un catéter estándar pulmonar, pulverización
del trombo con un catéter rotacional, trombectomía por aspiración y embolectomía con catéter
cola de cochino, entre otras.
La embolectomía quirúrgica con circulación extracorpórea ha resurgido nuevamente como
una estrategia para el manejo de los pacientes con tromboembolias pulmonares masivas o
submasivas con disfunción ventricular como una alternativa terapéutica.
Filtros de vena cava
Los filtros de vena cava son una alternativa en el tratamiento. La indicación para la
implantación de estos dispositivos intravasculares incluyen: contraindicación para la
anticoagulación, complicaciones como el sangrado mayor durante la anticoagulación y recurrencia
de la trombosis mientras el paciente está en manejo con anticoagulantes de manera adecuada.
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