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DOI 10.1515/zrph.2010.024
(1905, 386). En la primera mitad del S. XX, él y otros lingüistas, sobre todo
italianos y alemanes, rastrearon dichos sufijos en el mundo mediterráneo tri-
continental y sostuvieron la existencia de un sustrato preindoeuropeo poco
menos que omnipresente en esa macrorregión. Menéndez Pidal (1953, sobre
el Mediterráneo occidental) fue el principal sustentador de la teorı́a de tal
sustrato en la lingüı́stica hispánica. Ahora bien:
«Con gran fantası́a y métodos que no pecan de excesiva crı́tica, se han
construı́do bases prelatinas y raı́ces preindoeuropeas como m a l a ,
p a l a , s a l a , t a l a . No excluyo que tales raı́ces hayan podido existir en
algunas lenguas prehistóricas de Europa. Pero es muy mal método atri-
buir a estas raı́ces multitud de topónimos de paı́ses heterogéneos sin
haber examinado detenidamente otras posibilidades de explicación más
sencilla y más vecina. De frente al étimo prelatino pala propuesto por
Bertoldi para algunos montes del Pirineo (Pales, Col de la Pale) tengo
que señalar que pala (gasc. palo, pale) es palabra que en ambos lados
del Pirineo vive con la acepción ‘pendiente de una montaña’. Con un
prelatino m a l , m a l a se han relacionado los nombres de montes pire-
naicos Mallo, Mallos de Riglos, Malh, Mail, sin dar la atención necesaria
al hecho que mallo en los dialectos de Aragón y malh en la zona pire-
naica de Gascuña todavı́a hoy son palabras comunes con el sentido de
‘peña’, ‘peñasco’» (Rohlfs 1985, 33).
issue is that these affixes have remained relentlessly mobile and highly
productive throughout the Middle Ages and, indeed, to this day, so that
the analysis of their recent and current functions must be tidily separa-
ted from the quest for their cradle in nebulous prehistory»
(Malkiel 1966, 355).
5.1 Parece haber una jerarquı́a de placer auditivo entre las consonantes que
lo producen; de lo contrario, serı́a difı́cil explicar una transformación como
murciégano > murciégalo > murciélago. Otros «ejemplos de palabras que
toman más de una de las formas [consonánticas] apuntadas» (Menéndez Pidal
1905, 394) sin contemporaneidad: r > n: Brácara (ciudad celta) > Brágana
(en castellano antiguo) (ib.); l > g: murciégalo es anterior a su metátesis
murciélago (ib., 395); n > l: (lat. bubălus >) búfano (forma antigua) > búfalo
(ib., 396). Uniendo estas tres transformaciones obtenemos la serie r > n >
l > g, que quizás refleje un orden creciente de preferencia; esta conclusión
coincide bastante con los datos cuantitativos del mismo autor: «se usa mucho
una explosiva, la g, y de las continuas la r, la n y, menos, la l» (ib., 387). Como
los cambios que conlleva toda historia nos obligan a aceptar modificaciones
también en las preferencias, podrı́amos pensar que hubo al menos dos series,
contemporáneas o no: r > n > l > g, que se desprende de los datos de cambios
registrados entre los derivados de un mismo étimo, y l > r > n > g (o bien
l > n > r > g), reconstruible a partir del material total que ha llegado a nuestras
manos (o a las de Menéndez Pidal hasta 1905). En el Mediterráneo occidental,
el sufijo más importante es ´-ar(a), dice nuestro autor (Menéndez Pidal 1953,
35, 36); pero no necesariamente con prioridad temporal, como explica él
mismo en relación con Gándara / Cándala / Cándana: «La forma oficial y
culta del sufijo es ´-ara, y las formas divulgadas popularmente son ´-ala y
´-ana» (ib., 42). Ello, claro está, puede conllevar cambios en la diacronı́a:
«También se ven las formas con l y n arrinconando a la forma etimoló-
gica con r, en el nombre personal C h r i s t ŏ p h ŏ r u s que asimiló su ter-
minación a nuestros sufijos y se hizo * C h r i s t ŏ p h ă l u s > C h r i s t ŏ u ă -
l u s año 939 (León) > Cristuébalo 824 (Campó) > Cristuébal 1103 (Bur-
gos); y sin diptongación, Cristóvalo 1074 (León), moderno Cristóbal;
por otra parte, en Portugal se hizo C h r i s t o v ă n u s año 1220 > Christo-
vão 1258, que es la forma portuguesa moderna» (ib., 44).
5.2 Sobre la vocal susodicha, hemos visto que Lapesa, al igual que otros auto-
res, sostiene que lo constante de estos sufijos es la -a- postónica. De hecho,
pōculum da búcaro y no **búculo, por más que esta última forma tenga un
sufijo conocido en español; asimismo se produce sótalo (< *subtulu < subtus
‘bajo’) y no **sótolo; óvalo (< it. ovolo) y no **óvolo; zócalo (< it. zoccolo) y
no **zócolo; ébano (< ebenus -i) y no **ébeno. También el que luciérnaga
1495 haya sido precedida por luciérnega 1251 constata el triunfo de la -a-
(otro dato para incluir en la escala de placer auditivo), pero asimismo la
existencia de una variante con otra vocal. Esta última constatación coincide
con la situación de los «topónimos de acentuación esdrújula» de España:
Rohlfs da ejemplos con -ago, -ana, etc., pero también otros con -i- o con -e-:
Arándiga, Lituénigo, Cintruénigo, Liédena, Ódena, Tárbena, Gésera (Rohlfs
1985, 32; hay muchos ejemplos más con -i- o -e- y algunos pocos con -o- en
Menéndez Pidal 1905, 397s.).
5.3 Observemos ahora las consonantes. Las cuatro del tı́tulo son sonoras
(Menéndez Pidal 1905, 387), de modo que no son tan indiferentes como qui-
siera Lapesa. Esas cuatro son solo las que han predominado cuantitativa-
mente, y si bien se menciona un quinto sufijo ´-mo, se lo reduce a variante de
´-no por la presencia de ambos en légamo / légano. Sin embargo, nuestro
autor más citado se decide una vez, en su última publicación sobre el tema,
a elencar cinco «sufijos átonos ´-ar, ´-an, ´-al, ´-ag y aun ´-am» (id. 1953, 54).
Ya antes habı́a mencionado «otros casos en que se ofrecen las labiales m ó b
[. . .] y la dental d» (id. 1905, 396): además de légamo y légano existen en
Asturias bálago y bálamo ‘montón de hierba’, bálagu y bálabu ‘tumor pequeño
que se forma en la piel del ganado caballar y vacuno, y del cual, estrujándole,
sale un gusano’, ası́ como (hueva >) güévara y güévada (ib.). Debemos pre-
guntarnos, entonces, si se justifica limitar el análisis a los cuatro sufijos del
tı́tulo.1 Mi respuesta es negativa. Una escala de preferencias nos permitirı́a
incluir todas las vocales y consonantes detectadas, independientemente de
su mayor o menor frecuencia, y como cualquier otra escala o estadı́stica,
incluso nos obligarı́a a incluirlas.
factor acentual puede haber tenido más importancia que el silábico en dicho
éxito. También aquı́, por tanto, habrı́a que postular una escala en la impor-
tancia de ambos factores acústicos.
6.3 Si el factor acentual es el más importante, no estará mal ampliar el estu-
dio de la motivación de los sufijos al de las esdrújulas en general, aunque sin
entrar, por razones de espacio, más que un poco en el campo de estas. Tome-
mos, por ejemplo, unas cuantas esdrújulas que, por innecesarias, muestran
ser fruto de una pura predilección acentual y, por antojadizas (incluyo tam-
bién algunas menos antojadizas), no suelen figurar en los diccionarios pero
pueblan el internet:
1) Un sustantivo esdrújulo y uno llano de significado idéntico (bús-
queda y busca); a veces los dos son esdrújulos (logı́stica y lógica2);
a veces no son sustantivos sino adjetivos (lésbico y lesbiano, bromı́-
stico y bromista); otras veces son las dos cosas, es decir, ambos
adjetivos y ambos esdrújulos (analógico y análogo).
2) Preferencia por el sustantivo esdrújulo aunque el significado corres-
ponda al llano (temática por tema; problemática por problema; to-
ponı́mico por topónimo).
3) Adjetivos esdrújulos sustantivados para remplazar sin necesidad los
sustantivos correspondientes (la patológica, la fenomenológica, la
metodológica), por analogı́a con sustantivos de origen adjetivo que
no remplazan a ningún otro (la estética, la poética, la clı́nica).
4) Sustantivos esdrújulos que, por la forma, parecen haber tenido ori-
gen adjetivo (casuı́stica, tratadı́stica), y de hecho pueden usarse a
veces también en esta segunda función (estudio casuı́stico).
5) Adjetivos con variantes de distinta acentuación que, por su largo
uso, han terminado por tener, si no siempre distintos significados,
al menos usos algo diferentes (guaranı́tico / guaranı́; incásico /
inca(ico); germánico / germano, hispánico / hispano).
6) Adjetivos como los del grupo precedente pero que no parecen tener
una diferencia semántica entre las dos variantes (capitalı́stico, so-
cialı́stico, surrealı́stico, modernı́stico, racionalı́stico); parecen ser
todos ellos variantes de una forma llana en -ista. Existe el mismo
fenómeno en portugués.
2
Términos que se disputaron, durante buena parte del S. XX, la función designa-
tiva de la lógica moderna, con independencia de que el primero tenga ahora también
otro significado. El par anterior es un caso muy semejante.
3
Otro camino que lleva a la eufonı́a y que parece tener en común con el esdruju-
lismo la finalidad efectista de motivación pedantesca, es el de la predilección de
6.4 Por cierto que también puede exagerarse el uso para ridiculizar estas
funciones, por ejemplo, burlándose del romanticismo altisonante de la letra
de ciertas canciones populares. Hallamos esta voluntad lúdica en la canción
Cándidos, de Eugenio Llona y José Seves: «Rompió el ávido su cántaro. / Ya
no hay médico en lo póstumo. / Impondrán célebres los cándidos / su vorágine
más poética». Tratándose de música, hallamos por supuesto aquı́ el ritmo que
Pharies querı́a ver en cualquier ocurrencia de sufijos átonos. Lo que no hay
aquı́ es el paso de una acentuación a otra, sino un empleo sobreabundante de
vocablos ya esdrújulos.
Pero el efecto lúdico no se logra solamente con esta acumulación exage-
rada sino también con modificaciones esdrujulizantes auténticas aunque ar-
bitrarias:
«el proparoxı́tono artificial es à veces recurso de la poesı́a popular bur-
lesca, como en aquel sistema andaluz de cantar seguidillas añadiendo
una vocal postónica igual à la tónica y precedida de -b-: ‹Dı́gale usté á
ese móboso / Que está en la esquı́bina / Que si tiene tersiábanas / Que
tome quı́bina›, ó como en esta copla del asturiano lindante con Galicia
donde la sı́laba añadida es siempre -ig-: ‹Axudádeme aquı́ meus óyigos /
Á faguéregue esta comı́diga, / Que esta gárabu- garabuyádiga / Non la
podo ver encendı́diga›» (Menéndez Pidal 1905, 399s.).4
ciertos hablantes por los vocablos más largos en caso de haber una alternativa más
breve: concretizar / concretar, mediatizar / mediar, minimalizar / minimizar, ma-
ximalizar / maximizar, y términos que podrı́an haber sido más breves si no se
hubiera preferido hacer la derivación sobre el primitivo más largo: luteranismo /
luterismo (la segunda forma aparece en castellano pero muy poco y existe también
en esperanto), desmitificar / desmitizar (la segunda forma es la de menor frecuen-
cia, pero existe una tercera forma, desmitologizar, de frecuencia intermedia, más
larga incluso que la larga antedicha), milenarismo / milenismo (la forma breve apa-
rece poquı́simo en castellano pero es la forma estándar en portugués), etc. Cuando
los dos términos tienen sentido distinto, como comercializar y comerciar, el uso del
primero por el segundo por parte de un arqueólogo sudamericano es sı́ntoma de la
ya comentada mezcla de ostentación e ignorancia. Bien sabido es, por lo demás, que
los intelectuales no son los únicos pedantes: los polı́ticos alemanes suelen preferir
en sus discursos el término Kulturkreis («cı́rculo cultural», concepto ya anticuado
en antropologı́a) al de Kultur.
4
Aclara que «gárabu es el trozo de leña delgado para atizar el fuego» (Menéndez
Pidal 1905, 400 n. 2).
8. Este último punto, a su vez, resulta más claro en el estudio del empleo
estetizante de las esdrújulas en general. Solo esta ampliación del marco de
análisis permite descubrir la curiosa semejanza entre la predilección del rús-
tico por los cuatro (o más) sufijos átonos y la predilección del semiculto por
los cultismos proparoxı́tonos: en ambos casos se trata de la búsqueda de un
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