Es G. Canguilem quien señala que al adquirir un estatuto científico, la enfermedad se
separa cada vez más de lo que experimenta el interesado, con lo cual le parece necesario distinguir la enfermedad del enfermo, de la enfermedad del médico. Si consideramos a la Medicina sostenida en un discurso, el paciente sería un indicador de signos y síntomas y no alguien que demanda, ya que la demanda a la que responde el médico está sostenida por el ideal de curar. En este contexto nos preguntamos por la relación ciencia/medicina. Para Clavreul la medicina ocupa un lugar a la vez marginal y central. Con respecto a la biología, la medicina queda relegada al rango de “aplicación de la ciencia”, no es una ciencia pura, ya que debe tener en cuenta el “factor humano”. Destaca a su vez que, salvo la medicina, toda la ciencia puede utilizarse con distintos fines, por ej.con fines bélicos, etc. Pero la medicina se recorta por ser una ciencia aplicada que actúa en bien de la humanidad. Parece necesario ubicar el lugar de la medicina hoy, interrogándola sobre su relación con la ciencia. ¿qué la distingue de la ciencia, ciencia que, siguiendo a Lacan “universaliza al sujeto hablante”. ¿Qué orienta la práctica médica? ¿Hasta dónde responde a la demanda totalizadora del mercado?. En el psicoanálisis, sabemos que los síntomas son modos de gozar de cada uno. Esto es: toda práctica psicoanalítica se orienta por la vía del síntoma, y es en este sentido que, por ejemplo, todo intento clasificatorio se muestra insuficiente. Para Levi-Strauss, aunque heteróclita y arbitraria, la clasificación salvaguarda la riqueza y la diversidad del inventario, al decidir tener en cuenta todo, facilita la constitución de una memoria. E. Laurent, en su conferencia “La extensión del síntoma hoy”, señala que los síntoma se segregan unos a otros, puesto que no hay sentido común de los diversos tipos de síntomas. La medicina, por su parte, hace uso de las clasificaciones, operando estas dentro de un discurso que tiene sus propias leyes. Sabemos que para sostener este discurso, la subjetividad no interviene. La fuerza de este discurso se sostiene independientemente de quien lo enuncia. Y de quien lo escucha. Así, tenemos por ejemplo que en relación al diagnóstico, el proyecto médico queda tomado en una categoría nosológica preparada de antemano. En la “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, Lacan dice que lo propio de la experiencia es preparar casillas, contraponiendo esto a la recomendación freudiana de no poner un caso en un casillero por adelantado. Para Aristóteles el concepto de experiencia se genera en los hombres a partir de la memoria: una multitud de recuerdos del mismo asunto acaban por constituir la fuerza de una única experiencia. La experiencia se constituye por el recuerdo de casos particulares semejantes ante situaciones particulares semejantes. La inferencia basada en la experiencia va, por lo tanto, de algunos casos particulares recordados a algún otro caso particular, sin que llegue a establecerse explícitamente una regla general (katholou) aplicable a todos los casos. A su vez, la ciencia y el arte resultan de la experiencia, siendo el resultado que se obtiene de múltiples percepciones de la experiencia, cuyo resultado es una única idea general de los casos semejantes. Aquí, Aristóteles no distingue la techné de la episteme, ya que lo que le interesa es lo que tienen en común frente a la mera experiencia, a saber, la universalidad de la regla. Pero indicando que si bien la ciencia y el arte se ocupan de lo universal del hombre, indirectamente lo hacen del particular, del individuo por la vía de la experiencia. Nos resultó especialmente interesante que en las conversaciones con los médicos, éstos no dejaran de referirse, para dar cuenta de su práctica, de su experiencia, a un caso en particular, cuestión que nos aproxima a pensar que entre el discurso médico y la práctica de cada médico existe una hiancia, que no parece poder ser reducida totalmente.