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Clase 6
El e-portafolio desde el enfoque por competencias
Hola, estamos llegando casi al final de este trayecto formativo, y cuando parece que
mucho más no se puede decir de los portafolios educativos, encontramos algo nuevo que
sirve para fortalecer y completar la idea; algo no menor a la hora de llevar al aula una
práctica que -como verás y no vamos a negar- no es simple al inicio.
https://youtu.be/oQlOb63-2HQ
https://youtu.be/_Cndbbr0aNU
Ahora bien, si decimos que las competencias no son preexistentes sino que se
definen en la acción y en un contexto determinado, como dice el video ¿qué rol le cabe a
la educación formal como etapa previa al trabajo? ¿cómo formar competencias de
demostración futura? ¿cómo plantear actividades genuinas de desarrollo de
competencias? ¿cuál es el impacto de esta idea en el currículum? ¿se diluyen los saberes
de contenidos ante saberes prácticos o generalistas? y ¿cómo evaluar competencias?
Las respuestas a estas preguntas, si bien existen, tal vez exceden las pretensiones
de esta clase, pero esbozaremos algunas ideas al respecto.
Cuando citábamos a Delors y los cuatro tipos de saberes, teníamos allí algunos focos
sobre los que trabajar en la educación formal: el «saber» (conceptos), el «saber
hacer» (procedimientos) el «saber ser» (actitudes), y el actuar de forma adecuada
al contexto donde se aplican, «saber estar».
En el primero de ellos, los saberes conceptuales, podemos apreciar que, por una
parte, su conocimiento se pone en juego en cierto contexto, y así entonces, abordarlos
en la escuela de modo descontextualizado redunda en un olvido frecuente por parte de
los alumnos; pero por otro, tenemos ciertos saberes -de corte más general y abarcativo-
que brindan andamiaje para poder aprender en su momento y en contexto nuevos
conceptos.
Competencias “transversales”
Más que como diferencia, como complemento de lo que señalamos en el inicio
acerca de que las competencias siempre están ligadas a un desempeño concreto, las
competencias “transversales” son aquellas que la persona desarrolla independientemente
del rubro al que se dedique en el futuro. Estas aptitudes son valiosas y transferibles en
cualquier industria, trabajo o ámbito de la vida.
Hacer un listado de ellas puede ser extenso, y a la vez podría sintetizarse en
aquella idea de “aprender a aprender”. Las competencias transversales se sostienen en
saberes de corte general como: comprender textos, desarrollar un universo vocabular
amplio, desarrollar aptitudes escriturales en diversos géneros, pensamiento
lógico-matemático, realizar cálculos sencillos ante problemas reales, etc. y se extienden a
poder realizar síntesis y resúmenes y conocer sus diferencias, efectuar análisis de
situaciones complejas, elaborar un problema, entre otras posibilidades; a las que se
suman hoy -con gran urgencia-, el saber buscar y organizar información por medios
digitales, trabajar con otros de modo cooperativo y colaborativo integrando equipos,
organizar tareas, administrar el tiempo, asumir situaciones problemáticas, gestionar
conflictos, planificar, etc., etc.
Parece muchas veces que en educación hablamos una y otra vez de lo mismo, pero
también sucede que una y otra vez nos enfocamos más como docentes en los saberes
que en las competencias a desarrollar alrededor de esos saberes.
O, como también lo expresa citando a Monereo (2009), «di cómo evalúas y te diré
cómo aprenden tus alumnos». Así, si la evaluación se enfoca en la evidenciación de la
adquisición de competencias, entonces el docente orientará un modo de realizar
actividades y el alumno/a se enfocará en el desarrollo de las mismas sabiendo que ese es
el foco de interés y centro de la acción.
Amén de lo dicho, y si estás interesado/a en un abordaje completo del enfoque por
competencias, en el texto de Alsina se puede ver una aproximación al desarrollo de un
plan curricular basado en competencias, desde la redacción de objetivos
“competenciales” a la definición de criterios evaluativos, pasando por la definición y
organización de contenidos y actividades en este enfoque.
Volviendo a la relación entre evaluación y enfoque por competencias, queremos
traer está “pirámide de Miller” (1990) en las que sitúa las competencias en cuatro niveles
y en relación con un instrumento utilizado para su evaluación. La primera categoría, que
abarca lo que se «sabe», se puede evaluar a través de pruebas conceptuales, pruebas de
conocimientos o ejercicios. La segunda categoría hace referencia al «sabe cómo» se ha
de aplicar, y se puede valorar a partir de la resolución de problemas. Estas dos
categorías pueden medir la cognición pero poco más. Las siguientes dos categorías
permiten evaluar, además, la conducta. La tercera comprende el «muestra cómo» o
situaciones similares a la realidad. La cuarta y última categoría, «hace», es la que se
sitúa más cerca de la realidad y representa la forma más fiable de la evaluación de
competencias con informes de prácticas y simulaciones.
La pirámide de Miller se esquematiza en el siguiente gráfico:
Actividades
Cómo citar este texto: Alfonso, A.; Eguía, I.; Gianfelice, M.E.; Ovando, S. (2017).
Clase 6: El e-portafolio desde el enfoque por competencias. Diseño e
implementación de la técnica de evaluación a través de e-portafolios en el aula a
partir de la introducción de las TIC. Dirección de Formación Continua - DGCyE.