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COLECCIÓN "EL PASADO ARGENTINO"

dirigida por J. A. B. BEAUMONT


GREGORIO WEINBERG

V. AJ S POR BUENOS AIRES,


NTRE RIOS y LA BANDA
ORIENTAL (1826 -1827)
Estudio Preliminar de
SERGIO BAGÚ

Traducción y Notas de
JosÉ LUIS BUSANICHE

. LIBRERíA HACHETTE S. A.
BUENOS AIRES
Título del original inglés:
TRAVELS / IN / BUENOS AIRES, / AND /
TJm ADJACENT PROVINCES / OF / THE RIO
DE LA PLATA / WITH / OBSERVATIONS, /
INTENDED FOR / THE USE OF PERSONS WHO
CONTEMPLATE EMIGRATING / TO THAT
COUNTRY; / OR, / EMBARKING CAPITAL IN
JTS AFFAIRS. / By J. A. B . BEAuMoNT,
ESQ. / LONDON: / JAMES RIDGWAY, PI- ESTUDIO PRELIMINAR
CADILLY. / MDCCCXXVIII.

El dibujo de la. ta.pa fué reallzado por Páez A COMIENZOS del siglo XIX, era Londres el centro financiero
Torres según un dibujo de E. E. Vidal
más importante del mundo. Había allí abundantes capitales
disponibles para la exportación, a los cuales la independencia
de los países de América latina abrió un vasto mercado. Pa-
ralelamente con el intercambio comercial, se inició entonces
una caudalosa corriente de inversión de capital británico en
los nuevos países. Una parte importante tomó la forma de
empréstitos a los gobiernos, colocados por banqueros londinen-
ses y sus criptas por capital privado. Otra parte dió lugar a la
constitución de sociedades, sobre todo anónimas, dedicadas a
distintas actividades comerciales e industriales en América
latina.
Es época de rápido ascenso capitalista y febril especulación
en la capital británica. No pocos de los empréstitos y de las
emisiones de acciones estuvieron precedidos por una propa-
ganda exuberante y los inversores, pequeños y grandes, se
suscribían sin tener más que muy remotas -y a veces fan-
tásticas- nociones de los países cuyos nombres estaban Vl!lCU-
lados a la iniciativa. Todos los elementos se concertaban para
Hec ho el depósito q ue determina la ley n9 J 1.723 hacer incierta la suerte de esas inversiones. Los intereses
("" I'!tESO EN LA AR(; ENTINA - PRINTED IN ARGENTINB establecidos eran exorbitantes y la forma de pago extorsiva.
---
8 SERGIO BAGU ESTUDIO PRELIMINAR 9

Las em presas se iniciaban sin ningún estudio orgánico de la otro tipo de libro y de artículo periodístico: el de tono peyo~
actividad respectiva. Los países que recibían esos primeros rauvo y pesimista, concebido como advertencia a los inversores
capitales estaban, algunos, envueltos aún en la guerra de la incautos. Es muy posible que las obras de esta última categoría
independencia; o acababan, otros, de salir de ella maltrechos, fueran utilizadas en los mercados de Londres, Amsterdam o
desorganizados y empobrecidos; o se debatían en las luchas París, como arma de combate para desviar el rumbo de las
civiles; o en la anarquía e incapacidad políticas y administra- inversiones, pero, cualquiera haya sido la magnitud de los
tivas. El dinero de los empréstitos no se empleaba en obras primeros fracasos o el ambiente de escándalo que rodeó la
que estimularan el desarrollo económico, sino en cubrir dé- quiebra de algunas sociedades europeas, el mercado de Amé-
ficit o en comprar armas para la ,guerra. Algunas de las empre- rica latina se fué haciendo más importante y la corriente de
sas comerciales e industriales organizadas en el continente inversiones no sólo continuó, sino que aumentó.
europeo no pudieron siquiera iniciar sus operaciones en los Este libro de John A. B. Beaumont estuvo, en su momento,
países nuevos, yd sea por errores fundamentales de concep- destinado a participar en esa polémica que se iniciaba en el
ción, o bien porque no pudieron vencer las dificultades que mercado londinense. Venía a manifestarse en contra de
surgían de la inestabilidad política y económica,, " El cuadro las inversiones y, aunque sólo fuera por eso, tiene para el lec.

!
puede completarse recordando que en los países de América tor rioplatense un interés muy particular.
latina no se contaba ni aún con ciertos factores fundamentales Ignacio Núñez había publicado en Londres, en 1825, una
del desarrollo económico, como la moneda, la organización obra que constituye la otra clave para la comprensión de esta
bancaria, el conocimiento de algunas prácticas comerciales • polémica. Núñez era secretario de la representación diplomáti-
básicas y cierto mínimo de honestidad profesional en los hom- ca argentina en la capital británica y su libro -Noticias his-
bres vinculados al manejo de los capitales, mientras en los tóricas, políticas y estadísticas de las Provincias del Río de la
grandes . centros financieros e industriales de Europa -Lon- Plata- apareció en castellano, inglés, francés y alemán, con
dres inclusive- la avidez por las ganancias rompía el saco el evidente propósito de estimular las inversiones de capital y
a cada paso y aparecían y desaparecían las empresas más qui- la inmigración a nuestras regiones. Beaumont le cita a cada
méricas destinadas a absorber el dinero disperso. paso en sus páginas, siempre con entonación sarcástica y su
Para estimular a los inversores británicos y europeos, se preocupación por refutarle pone de manifiesto que el libro de
hicieron, en pocos lustros, múltiples publicaciones en Gran Núñez estaba cumpliendo en Europa con eficacia la función
Bretaña y otros países del continente viejo, en forma de ar- de propaganda que el gobier:rw, de Buenos Aires le había asig-
ticulas periodísticos, de folletos o libros. El tema latinoameri- ' nado. De las mismas páginas de Beaumont surgen los nombres
cano ocupó un lugar 'de cierta importancia en la bibliografía 7"
de otros autores -ingleses éstos- que también participaban
m'opea, aunque no sólo, por supuesto, debido a estos motivos. n aquellos días de la polémica. Algunos, a favor de los países
U ndo comenzaron a producirse los primeros fracasos, 'se 1.1damericanos; otros, en contra.
t mbién testimonio escrito de ellos y apareció entonces E! libro de Beaumont habla, además, de otro tema del más
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10
de tales necesidades" (Documentos para la Historia Argenti-
vivo interés para los argentinos --el de la inmigración-o Fuá
1 autor uno de los pioneros de la inmigración y colonización
na, publicados por la Facultad de Filosofía y Letras, t. XIV,
pág. 47) . A los mismos agentes vuelve a escribir Rivadavia
en tierras del Río de la Plata, como que la empresa a la cual
el 13 de diciembre de 1822, durante la larga tramitación con
perteneció estuvo dedicada a traer colonos ingleses a estos lu-
la empresa de Beaumont sobre el viaje de los colonos ingleses:
.gares. Los dos tópicos -inversión e inmigración- se noS
','Está también el Ministro encargado de pedir a los Sres. Hu-
aparecen estrechamente enlazados en los primeros lu~tros de
llet traten prontamente de hacer insertar, por cuenta de este
.existencia nacional independiente Y el lector observara que el
Gobierno, en los principales diarios de Inglaterra, Francia y
mismo Beaumont, preocupado, al parecer, sobre todo por
otros puntos capitales, tanto las bases que van detalladas en
.el destino de la inmigración, 10 está mucho más por el fracaso
la comunicación al Sr. Beaumont sobre terrenos , como todas'
cÍe la empresa en que se embarcó.
las demás proposiciones que se hacen en ésta a favor de las
Estas ~rimeras luchas del capital europeo en América la-
familias que qUlSlesen emigrar, haciendo también publicar
tina y estas primeras polémicas en torno a los temas señalados
artículos que ' estimulen al fomento de esta emigración, del
se desarrollaban con todo el fuego que siempre acompaña la
modo que dichos Sres. conocerán muy bien que es capaz de
defensa de los intereses materiales inmediatos Y las parteo;
p.roducir el efecto que este Gobierno se propone, en la segu-
echaban mano de todos los recursos que encontraban disponi-
ndad de que se han de cumplir religiosamente todas las con-
bles. También entonces las opiniones se compraban y se ven-
,diciones a que se liga aligase en sus comunicaciones oficiales"
dían, no digo aquí en la inorgánica América -tierra d.e pí-
(Ibídem, t. XIV, pág. 166) .
caros, según Beaumont- sino en Europa y en Londres mIsmo,
adonde regresa el autor como a puerto de moralidad y espe-
ranza. Las opiniones de la prensa europea relativas a la inde-
pendencia / de los países latinoamericanos, primero, y de la 2
inmigración, después, tuvieron un precio en dinero para .e l
gobierno de Buenos Aires, que éste parece haber pagado Slll A la iniciativa y a la autorizada traducción del profesor
Busaniche deberán los lectores rioplatenses el conocimiento de
mayores escrúpulos.
A Hullet Hermanos y Compañía, agentes comerpiales del esta obra que, agotada por completo desde hace mucho en
gobierno de Buenos Aires en Londres, l~s anuncia ~ivadavia, Europa y América, había pasado a constituir una verdadera
Ministro entonces de Gobierno y RelaclOnes Extenores de la rareza
, bibliográfica.
, La colección que la da a conocer, agrega,
provincia, en carta del 12 de septiembre de 1821: "Al mismo aSl, un tItulo de gran valor a los muchos con que ha contribuí-
tiempo, se presenta innecesario el continuar la asignación de ,do a ampliar el horizonte histórico y literario de nuestro pue-
Iblo de ambas márgenes del Plata.
mil quiniell:tos esos,....9_~cienta_ª--librª~~~tgrli:n.ªsdlJle fueron
El de Beaumont es un libro peculiar, en el que coinciden
fI ig . das para influir sobre los papeles públicos de esa Capi-
.algunos defectos y virtudes para hacerlo de lectura s~~ar-
I 1 f vor de la causa de América. Esta se halla ya fuera
ESTUDIO PRELIMINAR 13

SERGIO BAGU
12 ridicos, ni éste sentía predilección por la dialéctica en los casos
que podían ser decididos con mayor rapidez por sus almas.
mente interesante. Arisco y combativo, el autor entremezcla.
No p,o~ría un crítico severo determinar la dosis que hay en
sus dotes de observador astuto con su condición de pleitista.
estas pagmas de verdad careciendo del testimonio de las otras
convencido de la justicia de su causa. Viaja, discute, protesta,
par~es, a las que el autor presenta siempre en infracción. Pero,
sigue viajando y protestando, anota todo lo malo que ve, mu-
sabIendo leer con sentido crítico y sin preocuparse demasiado
cho de lo bueno y se olvida de otras cosas que, de momento,
por acertar si en cada caso preciso la razón estuvo de una
le parece mej r no mencionar. Claro que hay contradicciones
pa~e o de la otra, de este libro puede extraerse un panorama
e inexactitud s n sus página.s y el profesor Busaniche las
socIal de positiva importancia para comprender la época.
señala en varias ocasiones, pero surge de ellas una pintura
No deja de sorprender el acierto con que Beaumont censura
de ambiente de indudable valor documental. Es el cuadro de' la política indigenista de los gobernantes de Buenos Aires. No
una sociedad inorgánica y pobre, con instituciones vacilantes había en éstos ningún propósito de acercarse a la población
y CQ!!.....algunos políticos y hombres de negocios deshonestos, indígena en actitud de comprensión y colaboración, y quizá
que cometían aquí las mismas trapacerías que sus colegas en e~ ellos fué esa política aún menos reprobable que en los g~
Europa durante aquellos años. - b.lcrnos posteriores, inclusive en los de la segunda mitad del
Escritor sagaz y ameno, hay en sus páginas de todo, desde- sIglo XIX. El indígena fué considerado el enemigo, el ladrón
un harto curioso estudio comparativo de la pulga rioplatense de ganado, la amenaza permanente contra la frontera. Contra
y la inglesa, hasta datos meteorológicos. Ante el lector desfila él se envió el ejército. Beaumont tiene frases sarcásticas so~
todo un amplio cuadro de costumbres, saturado de detalles bre esa política, que no carecen de ju stificativo.
pintorescos y a veces humorísticos, que comunican a la narra- Curiosas han de ser para el lector en las páginas finales,
ción particular amenidad y considerable interés anecdótico. ya embarcado el empresario inglés de regreso, las consideracio-
Su rendida admiración por las porteñas y su manifiesta hos- nes que hace sobre la Banda Oriental y sobre la conveniencia
tilidad hacia el sector masculino de la población nacional noS de q~e las ?ostas del gran río estén en poder de diferentes po~
hacen pensar, sin excesiva malicia, que si las convenciones mo~ tenclas. Aun no había terminado la guerra entre Argentina
rales de su país se lo hubieran permitido, Beaumont, que estuvo- y Brasil. ¿Fué sólo sagacidad de observador en este hombre
más de un año por estas tierras, pudo haber agregado a,gitadas de negocios británico, o conocimiento de los planes de la di-
plomacia de su país?
páginas autobiográficas de valor en la literatura amorosa. Lo
mucho que aún había de primitivo en las costumbres y la ra~
3
pidez con que este viajero inglés, afecto a Shakespeare, echaba
x,nano de sus pistolas -con las cuales a menudo obtiene un. La empresa de Beaumont -de los Beaumont, debemos de~
cir- está vinculada a uno de los primeros capítulos de la his-
servicio o la disminución de un precio-- revelan que había
toria de la inmigración en Argentina. Es importante señalar
cierta concomitancia entre el escenario y el personaje, porque.
ni aquél era apto para la palabra sedosa y los argumentos ju~

,,.
14 SERGIO BAGU ESTUDIO PRELIMINAR 15 ,

que los gobiernos argentinos tuvieron la intención de atraer mentalidad de estadista moderno, coloca rápidamente eJ;'
inmigrantes europeos en años en que la inmigración apenas problema dentro de un marco social y le transcribe a Puey-
comenzaba, timidamente, en Estados Unidos. La primera es- rredón el párrafo de Voltaire: "SI ' no hubiera más que ·
tadística de la entrada de extranjeros se levanta en el país del una religión, seria de temer el despotismo; si fueran sólo dos,
norte en 1820, cuando ingresaron 8.385 personas en esas con- se degollarán mutuamente, pero como hay treinta, ellas viven.
diciones. En años anteriores, el número debe haber sido muy en paz y felices" (Páginas de un estadista. Editorial Elevación, .
reducido y, en realidad, hasta 1832 -cuando ingresan Buenos Aires, 1945, pág. 87) ,
60,482 inmigrantes- no puede hablarse de inmigración en Ocupando Rivadavia la cartera de Gobierno en la provincia.
masa. En Buenos Aires, hay un decreto del Primer Triunvi- de Buenos Aires, la iniciativa fué orientada hacia rumbos .
rato del 4 de septiembre de 1812, cuyo articulo l' establece ·prácticos. La legislatura, a propuesta del poder ejecutivo,
,que "el Gobierno ofrece su inmediata protección a los indivi- aprobó el 22 de agosto de 1821 una ley por la cual "queda ,
duos de todas las naciones, y a sus familias que quieran fijar facultado el gobierno para negociar el transporte de familias .
su domicilio en el territorio del Estado, asegurándoles el pleno industriosas, que aumenten la población de la provincia" (Re-
goce de los derechos del hombre en sociedad, con tal que no per- gistro Oficial de la Provincia de Buenos Aires, Libro 1°, pág.
'turben la tranquilidad pública, y respeten las leyes del país". 29) . En septiembre del mismo año, el gobierno recibió una,
La acción positiva se inicia algunos años después. Una de nota de John Thomas Barber Beaumont, fechada en Londres, .
las tareas que Rivadavia realiza en Europa es la de estudiar en la cual le propone traer familias inglesas.
la forma de promover la inmigración. Rivadavia le enVÍa al El firmante de esa carta era el padre del autor del libro.
Director Pueyrredón, el 9 de septiembre de 1818, desde París, Rivadavia le contestó de inmediato -=-24 de septiembre de"
una extensa carta sobre este tópico, que constituye un verda- 1821-, pidiéndole que se pusiera en contacto con Hullet
dero informe -con seguridad, el primero que se ha producido Hermanos y Compañía, agentes comerciales del gobierno de -
en Argentina .sobre la materia- sobre las condici<;mes que Buenos Aires en Londres y el mismorua escribía dos notas
deben llenarse para atraer inmigrantes europeos. Es un in- a estos agentes, encargándoles de las gestiones para el envío
forme minucioso, en el que se habla de los gastos de viaje, de inmigrantes (Documentos para la Historia Argentina,..
extensión y condiciones de las tierras que serán destinadas t. XIV, págs. ,55, 52 Y 54, respectivamente). Hacía algunos ,
a los inmigrantes, unpuestos, servicio militar y, finalmente; años, dice Rivadavia en la última de las nota~, el mismo Beau-'
un punto de gran importancia, que preocupó mucho a Riva- mont se había dirigido al Director Supremo con una propuesta ,
davia y le seguiría preocupando como gobernante: la absoluta similar, pero no se tomó entonces ninguna resol'!lción sobre ·
libertad de cultos. Pensaban las hombres del Plata traer agrí- el particular.
cultores protestantes de los países septentrionales del conti- A partir de entonces se inicia una larga tramitación entre"
nente' europeo y era menester, previamente, asegurarles el el gobierno, Beaumont y Hullet. Las comunicaciones llegaban.
respeto por sus creencias. Por cierto que Rivadavia, con su a destino varios meses después de despachadas. Como se tra· -
.
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t b\ d cuestiones prácticas, cada respuesta a una Muy poco después -el 13 de abril de 182~ el gobierno
)n'( IfIU ,'t lugar a nuevas pre~~ta~. Beaumorit .pedía constituyó una comisión especial, primer organismo especiali-
qU( H ton la sociedad en formaClOn herras ~n pro~ledad, zado en la materia que existió en el país, para "proporcionar
¡le ni\. 1 sociedad establecería a los colonos. Rivadavla con- de Europa a los propietarios artistas del país, los trabajadores
t lb xplicando que había una ley que estabh:ic~a que las y artesanos que éstos soliciten bajo contrata" (Registro Oficial
ti l' ' debian entregarse en enfiteusis, no en propIedad. de la Provincia de Buenos Aires, t. IV, pág. 49).
Incierto momento, Beaumont propone destinar ?arte del Entre Ríos también había tratado de recibir inmigrantes
npit 1 de la sociedad para adquirir tierr~s en propledad,.!a y los primeros colonos que envía la sociedad constituída por
que el gobierno no está dispuesto a entregarselas en dona Clan. los Beaumont se instalan en esa provincia. Parten éstos de
Rivadavia envía entonces nuevas instrucciones a Hullet (24 Londres, según esta obra, en febrero de 1825 (pág. 143 de es-
de noviembre de 1823) , El Ministro, dice allí, "juzga innece- ta edición, única que en adelante citaremos). El autor, en
sario que este Sr. tome el medio que propon; .de c.omprar, un~ distintos pasajes, menciona diversas cifras al referirse a los
hacienda mucho más cuando no sería tan util, ID para el, ID inmigrantes ingleses traídos por su empresa, la más elevada de
para la ~oblación, pues el Ministro está bien cierto, que es a las cuales es 620.
todos respectos preferible el que los recurso~ que habla, de em-
plear en la compra de tal hacienda sea~ des~ados al mas pro?- 4
to envío de un mayor número de matnmomos que se establecIe-
ran ventajosamente en el país" (Ibídem, t. XIV, pág. 368). Los gobiernos argentinos, al tratar con emp!'esarios euro-
En la misma fecha, el gobierno encomienda a. dos horo: peos para el traslado e instalación de inmigrantes, no deseaban
hres de negocios de Buenos Aires -Sebastián LeZlca y Jase admitir a esos empresariós nada más que como mediadores y.
Agustín Lizaur- las gestiones en el continente ~uro~~o para los créditos que estaban dispuestos a reconocerles se reducían
traer inmigrantes de Escocia, Holanda, Alemama y todo .el al pago de los gastos de gestión y transporte. Pero no era ese
Norte de aquel Continente". !:~~_~?ndicio~e~ s~an_ l.~s .rrus, el objetivo de la sociedad formada en Londres por los Beau-
,mas: tierras en enfiteusis y pago de los gastos de VlaJe al mont, que se tituló Rio de ld Plata Agricultural Association.
negar a- Buen:os Ai~s _abídem, t. XIY, págs. 373 Y,374)~ Según el autor, lo que movía a Beaumont, padre, era "la
LeziqLcontr-ªtó ~on J}eé!:untont Y ya verá el lector qu~ este ~ , perspectiva de hacer felices e independientes a muchos cientos
acusa de serias irregt!la.ridades. En la misma época -4 de mar- ' de familias que languidecían en la necesidad; la posibilidad
;;;d;-182~ Ri';davia retoma una propuesta hecha en 18~9 de implantar en las fértiles costas del Río de la Plata, la raza,
por Jacques y Charles Jorsell para traer colonos suecos, a qUle- las costumbres y las energías de industriosos ingleses para con-
:C
nes propone condiciones similares (Ibí~em, t. 1V, pá.gs., 468 a
tribuir materialmente al progreso, la independencia y al po-
y 469). Europeos protestantes eran caSI todos estos, pnnClpal~ der de aquel hermoso país" (pág. 143). Pero había también
otro objetivo, menos generoso y más comercial, que el mismo
ro nte agricultores.
;

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ESTUDIO PRELIMINAR
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autor enuncia con claridad pocas líneas más adelante. "Era y r ligiosa,
r azonable cre r que, con la labranza y el cultivo y el aumento
. la ayuda al enfermo y al inválido, todo se había
preVIsto. Hasta las diversiones para los emigrantes se tuvie-
de pobladores en aquel suelo, la tierra aumentara de valor ron e~ cuenta. Las instrucciones y consejos formulados para
y en el trans urso de veinte o treinta años, pudiera ser parce- s~ gobIerno llenarían un volumen in folio. Las cuestiones prin-
lada y vendida con grandes beneficios y la sociedad fuera en- lpales eran: mostrarse inflexibles en todo lo relativo a la
tonces disuelta. Estas eran las vistas generales de la Asocia- verdad y la )usticia en el trato y conducta con los nativos y
ción. La cláusula d disolución de la sociedad dentro de un cntre los nnsmos ingleses. Se dieron también órdenes para
límite de tiempo, se introdu jo para aquietar los celos conque , poner a cada hombre en posesión de sulierra tan pronto comd
los hombres de Buenos Aires pudieran ver el progreso de un llegara y para discernir honor y galardón al hombre indus~
establecimiento de esa naturaleza dentro de su territorio y trias o y sobrio: así como ninguno al ocioso y al pródigo de-
dirigido por una Compañía que tenía su asiento en Londres"
rro:ha~or; lo mismo en orden a suprimir la dosis de orgullo
(págs. 145-146). y nvahdad que pudiera existir entre nosotros, en todas las cir~
Es probable que se haya llegado a cierta transacción en- cun~tancias, desde el vestido y los pasatiempos, hasta lo que
tre los gobiernos argentinos y la sociedad. Dice el autor que debIera ser lo primordial para saldar las deudas y poderse
"la Asociación adquirió una extensión de tierra de inmejora- sentar como hombres independientes" (pág. 143). Una co-
bles condiciones en la provincia de Entre Ríos" (pág. 144). lon~a puritana, s.egún el modelo de Nueva Inglaterra, que man':'
Cuando Rivadavia estuvo en Londres, en 1825, "aseguró a mi tUVIera la coheSIón, la moral y la eficiencia productiva de los
padre que las tierras del convento suprimido de San Pedro le colo~os, asegurando a éstos una existencia más digna y pr()-
serían cedidas a perpetuidad mediante el pago al Estado de un ductIva que la que llevaban en su país natal y cuyos últimos y
arrendamiento usual, en lo que mi padre estuvo de acuerdo y mayores beneficiarios serían los accionistas de la Asociación.
aceptó" (pág. 142). Era una solución intermedia que ya La posibilidad de éxito comercial de una empresa de esa Ín-
Rivadavia había previsto como posible en una carta, con ins- d~le había entusiasmado ya a otros capitalistas ingleses y, en
trucciones para tratar con Beaumont, enviada a Hullet el 29 clerto momento, dice el autor que estuvo a punto de formars .~
de octubre de 1823 (Documentos para la Historia Argentina, una sociedad en la Bolsa de Londres con idéntico propósito.
t. XIV, pág. 339) . Fué,.~sto último. lo que movió a Beaumont a apresurar la for-
Pero el plan de la Asociación era más amplio. No sólo se maClOn de la Rzo de la Plata Agricultural Association y para
trataba de instalar colonias en tierras de propiedad de la cm- mayor seguódad, hizo que ingresaran a ella, como acciocistas
presa, sino de mantener su cohesión durante un tiempo pro- Lezica y Castro, comisionados del gobierno de Buenos Aires e~
longado, neutralizando esas tendencias centrífugas naturales uestiones de inmigración (pág. 144). .
que aparecen en los grupos humanos en condiciones semejan-
tes y que es posible que conocieran bien los dirigentes de la
empresa. " La educación de la juventud, la instrucción moral
ESTUDIO PRELIMINAR 21
20 SERGIO BAGU

posible por asegurar la unidad y cohesión de las colonias, a fin


5 de evitar que los inmigrantes se dispersaran en un país que
les ofrecía otras oportunidades de trabajo, algunas bien remu-
Esta compañía, cuya gestación llevó tantos años, fué, como neradas. Contra ese objetivo se levantó, desde el primer mo-
tal, muy poco afortunada. Algunas dificultades circllllstancia- mento, la resistencia de los gobiernos argentinos, que no que-
les y otras de fondo se coaligaron para hacerla naufragar. Los rían reconocer la personería de la empresa como propietaria
inmigrantes llegaron precisamente cuando el antiguo conflicto y directora de las colonias. "Para armar o comandar sus bar-
entre Portugal y España sobre la posesión de la Banda Orien- cos -protesta el autor (pág. 150)-, para llenar las filal
tal se había transtormado en una guerra entre Brasil y Argen- de su ejército, para ejecutar sus trabajos públicos, o para asis-
tina. De los 200 que acompañan al autor en el CounteS$ tirlos en empresas privadas, para derramar riquezas en el país
01 Morley, 150 deciden regresar a Inglaterra apenas encuen- entre intrigantes de rebatiña, los hombres estaban bastante
tran los primeros inconvenientes en Montevideo. De los otros, bien, pero nada de congregarse en cuerpo, y menos que todo,
inclusive los que ya estaban instalados en Entre Ríos y los nada de actuar como asociación que ha de cumplir órdenes
que residieron en la provincia de Buenos Aires, cierto número emanadas de Inglaterra!".
-algunos voluntariamente y otros no- se enroló en el ejército Es en , este sentido -y sólo en él- que debe aceptarse
y la marina rioplatenses. como cierta la afirmación de Beaumont de que "nunca existió
La colonia de Entre Ríos, según los colonos, había sido sa- el propósito de permitir la formación de ningún establecimiento
queada en varias ocasIones. En Bue.nos Aires, el autor encon- agrícola en el país" (pág. 149). No puede, en cambio, dudar-
tró inconvenientes de todo orden que, según asegura, deter- se de que el gobierno de Buenos Aires haya tenido, durante
minaron, no sólo el fracaso de la colonia de San Pedro, sino muchos años, la decisión firme de traer inmigrantes europeos
la pérdida de una fuerte suma de libras esterlinas que la socie- con destino a las faenas agrícolas, como lo prueban reitera-
dad había invertido. Cuando el autor regresa a Londres, la damente los documentos y se desprende del plan general de
. sociedad ha finalizado con el fracaso más completo. desarrollo económico que aplicaron Rivadavia y los hombres
Pero no olvidemos que este importante doqnnento se pro- ' que con él colaboraron.
pone historiar dos cosas: una sociedad por acciones y una in- Tampoco puede negarse el hecho de que, al prolongarse la
migración de colonos ingleses. Corresponde, pues, que nos pre- guerra contra Brasil, el gobierno echó mano del material hu-
guntemos aquí: ¿fracasó también esa inmigración? Aunque mano disponible y enroló en el ejército y la armada a no pocos .
es evidente que la preocupación del autor se concentra en la de los inmigrantes que acababan de desembarcar.
suerte de su fallida sociedad y lo que dice sobre la inmigración Había, además, otras fuerzas que minaban la llllidad de las
tiene la forma de referencias aisladas, hay en sus páginas al-
lonias, tal como la había concebido la empresa de los Beau-
gllllos elementos de juicio valiosos sobre este segundo tópico.
Los dirigentes de la sociedad -sin duda, conociendo expe-
m nt. Además de los atractivos propios de los centros urbanos,
l'l particular de Buenos Aires y Montevideo, se ofrecían aquí .
riencias semejantes en otros .países- habían hecho todo 10
ESTUDIO PRELIMINAR 23
22 SERGIO BAGU

mharcados salarios atrayentes y a sus oídos Ion os, inclusive a arrojar al agua a doce soldados y que, sin
jos en su propia lengua materna, en abierta ' embargo -extraño episodio- parecen no haber tratado de im-
lluHIl S intereses de la Asociación. "Era evidente -sos- pedir por la fuerza el despojo.
1 lUtor- , refiriéndose éll pago de los gastos de viaje, La carta de Manuel José Garda, ministro de la provincia
.d por el gobierno de Buenos Aires, a título de adelan- de Buenos Aires, dirigida a Lezica, Castro y J ones, con fccha
q 1 , si se daban los doscientos pesos a cada matrimonio y 15 de octubre de 1825 (pág. 153), quizá nos pueda propor-
i II pesos a cada hombre solo, a su llegada a Buenos Aires cionar otra clave para comprender mejor la situación. Les in-
1 bl'í n de ser rodeados por criollos dis lutos por sus propios forma allí el ministro que el gobierno, entre otras cosas, ha
ompatriotas (ingleses) reside.ntes en la ciudad, que n01es-p-er- resuelto que "los dichos colonos -los de la colonia de San
mitirían permanecer allí sin antes haberles sacado el dinero, o Pedro- tendrán entera libertad para contratar con propieta-
hubieran gastado este último en la embriaguez u otros vicios" rios particulares" y que "los colonos que no hayan conseguido
(pág 1±QL Ni aún los contratos que los inmigrantes pudie- trabajo en San Pedro estarán en libertad para venir a esta ciu-
ran h aber fi?mado en Europa resultaban garantía suficiente. dad -Buenos Aires- después de obtener permiso de dicho
"Los propios compatriotas de los emigrantes, también inci- juzgado y se presentarán en persona a la policía".
tan a los recién llegados a impugnar todos los contratos euro- Desde varios años atrás había en la provincia de Buenos
peos para que puedan sacar ventajas de sus servicios". Aires escasez de mano de obra para las faenas ganaderas y
, En fin, "siempre se consideró muy dudoso que los emi- para los oficios urbanos. La guerra acentuó esa escasez. ¿Está
grantes hubieran de preferir quedarse en el establecimiento destinada esta medida anunciada por Garda a proporcionar
rural; se sabía que los altos salarios y otros atractivos de peones a los hacendados de la región de San Pedro y estimular
Buenos Aires les moverían a preferir la ciudad" (pág. 189) . el traslado de trabajadores para las actividades urbanas?
. ~~2.L~~alta aquí una duda. Cuando lbs colonos de la Aso-
ciación instaládos en Entre Ríos le denuncian a Beaumont que 6
h.msiáos aqueados repetidas veces y que desean irse a Bue-
nos A ires poresa" táusa (pág. 191), ¿dicen toda la verdad? Cuando Beaumont, en las últimas páginas de su libro, hace
demás de los saqueos, que es muy probable que hayan exis- una síntesis de lo que fué de su empresa y de los hombres
tido, ¿no obraba también esa tentación de la vida urbana y los que ella colocó en el Río de la Plata, la impresión de desastre
mejores salarios que reconoce el autor? Por lo menos, la duda gene:al que el lector ha recogido en capítulos anteriores se . '1 ~ \
queda en pie después que esos mismos colonos, al ser dete.nida uaVlza un poco. ~I """"-\
su embarcación por la tropa cerca del Arroyo de la China, Puesto a enumerar las personas a quienes debe gratitud, oh- (
se muestran rápidamente dispuestos a entregar a Beaumont rv~ que :'en verd~d, s~eptúo a los ~stros J?olíti~~.'-y_<L§~Jl
omo prisionero para poder seguir cuanto antes su viaje a Bue- tó!Jtes, so o expenmento placer y gratltud cuando pienso en
nos Aires (pág. 206). Hombres dispuestos a todo estos co- 1 e mportamiento bondadoso de las clases argentinas más res-
SERGIO BAGU ESTUDIO PRE LIMINAl< 25

. /
)1 t ,}) U todo el país" (pág. 255). Aun "para Rivada- antes de mi partida, que esperaba recibir dos mil pesos que
'V 11, ' 0:1 I,I~ 1 qui n ha hecho antes sarcásticas acusaciones, tiene le correspondían como participación en una presa efectu ada
() It pto d m oderado elogio. "Algún crédito habrá que otor- durante su última campaña en el mar" (pág. 254) . De los qu e
I • ni . sidente Rivadavia a propósito de su actividad y es- se habían quedado en Montevideo, muchos se trasladaron a
f u 1'~O por su propio país -reconoce--; pero ocurre, desgra- Buenos Aires, "pero fueron más los que se quedaron en Monte-
. dum nte, que a,doptó reglas de conducta contrarias al honor video y sus cercanías, donde todos trabajaban bien" (pág. 260) .
y prosperidad del mismo" (pág. 244) " Refiere, a manera Prosperaron los colonos, pero no en la agricultura. .
d prueba de su afirmación, los casos de numerosos profesores ¿Cuáles fueron, entonces, los factores y los grupos sociales
uropeos contratados que, al llegar a este país, se encontraron que obstaculizaron el arraigo de los colonos ingleses como
con pocos alumnos y sueldos y condiciones de vida no tan bue- agricultores en aquellos años de 1825 a 182?? Beaumont entre-
n os como los que esperaban. . mezcla circunstancias accidentales o estrechamente individua-
Al trazar el clA.adro político y financiero del país, que él les con otras de carácter más general y, en todo momento, su
encuentra en pleno proceso de disgregación, dice que se halla preocupación por la suerte de la empresa no permite observar
"el tesbro sin un peso, los papeles de crédito agotados, el go- : con claridad la suerte corrida por este conjunto de inmigrantes.
bierno im posibilitado de pagarme, aun si lo hubiera querido" Pero, hacia el final, aparecen de pronto ot ros factores n o men-
"

con lo cual reconoce una circunstancia que quizá en algo cionados antes por él y cuya importancia histórica nos hace
atenúe la culpa del incumplimiento del convenio alegado atribuir a este pasaje de la obra la categoría de verdadera clave
por los empresarios británicos. para la comprensión de todo el proceso. Dice el autor:
Pero si de su informe se desprende, sin atenuantes, la banca- "Cuando llegaron los agricultores de la Asociación, r esultó
\. que todos los intereses estaban formados en orden de batalla
rrota de la compañía, el destino individual de los inniÍgrantes I contra ellos. Los terratenientes de las ciudades que tenían la-
por ella traídos fué muy distinto. De los que quedaron en la
briegos u horticultores en sus campos, no vieron otra cosa que
Argentina, observa el autor: "En medio de mis desengaños y la pérdida que podía significar para ellos la competencia de los
del cambio lamentable que se había dado en los asuntos del recién llegados; los que trabajaban tierras y huertas por su
paI.s, tuve el consuelo de comprobar que ni un solo emigrante cuenta, aunque muy escasos en número, pensaron que su tra -
había carecido de nuestra ayuda y asistencia, si había mOS- bajo terminaría; los panaderos de Buenos Aires, que con fre-
trado deseos de trabajar (y si es que no había encontrado en cuencia son también molineros (porque cada uno muele su
grano ayudado por un molinero en un rincón de la casa des-
seguida un empleo) y que todos estaban satisfechos de tener
tinado a la panadería) se mostraron resueltos enemigos de las
a su alcance mayores comodidades que las poseídas antes de ve-
colonias agrícolas, y los comerciantes que importaban trigo, y
nir de Gran Bretaña. Varios de esos hombres habían logrado harina desde países distantes como principal artículo de co-
ya entradas considerables y, con prudencia, estaban en condi- mercio, eran naturalmente enemígos de una empresa que tenía
cio.nes de hacerse una posición holgada, algunos habían ga- p r objeto independizar al país de las importaciones de harina
n ado gran es sumas con el corso; -liño -de -ellos me dijo, poco
-_
- - ... - -- - - ....
.--_ ....
~-, ~-,-_ _~----_.-
tr njera" (pág. 278}.
26 SERGIO BAGU

D b h aber habido, en efecto, una coalición de intereses


OC"urul S y urbanos que trató de obstaculizar el establecimiento
dO' gricultores. En esa coalición, es posible que el elemento
m(, poderoso e influyente hayan sido los terratenientes y ha-
, nelados. Algunos de éstos eran también comerciantes y titu-
lar s de capital líquido invertido en operaciones de préstamo
individual y en los dos bancos de la época - el de Descuentos
de la provincia de Buenos Aires, primero y el Nacional, des- El traductor se complace en dejar constancia de
pués- y, mediante concesiones de enfiteusis logradas en vio- que el ejemplar que le ha servido para esta versión
lación del espíritu que inspiró este sistema, lograron extender castellana, pertenece a la biblioteca de su amigo don
,enormemente sus posesiones, ocupando tierras que habían sido RU[ilel Alberto Arrieta, el conocido escritor, dueño de
destinadas a la agricultura y a cimentar una nueva clase media una de las mejores colecciones de viajeros existentes
en el país, y que el libro de Beaumont es uno de
rural, como lo dijo Julián Segundo de Agüero, ministro de aquellos que pueden considerarse inhallables en el
gobierno del Presidente Rivadavia, en las sesiones del Congreso momento actual. Declara, igualmente complacido que,
'Constituyente de 1826. el distinguido abogado doctor Alberto M . Oral, le ha
Este libro de Beaumont I excede, pues, los límites de una na- prestado su amistoso y generoso concurso en algunos
rración de viaje y es también algo más que el informe de un pasajes de la obra referentes a los pleitos y asuntos
tribunalicios en que Beaumont hubo de intervenir du-
.empresario sobre la bancarrota de su sociedad anó.nima. Es un
rante su permanencia en el Río de la Plata por los
documento con múltiples observaciones y datos que, aunque anos 1826 y 1827.
ligados a veces por razonamientos cuyo valor lógico e histó-
rico parece difícil aceptar, son indudablemente importantes pa-
ra el conocimiento de los factores económicos y sociales que
actuaron en la década de 1820 a 1830.
SERGIO BAGÚ.

, Sólo algunos pasajes de la obra habían sido traducidos y publicados


Iln't riormente. Beatriz Bosch le dedica parte de su estudio titulado
"Vloj ros ingleses en Entre Ríos" (Revista de Correos r Telecomunica-
1m $. Jo.. 10 lX, N" 1. Enero 15 de 1946).
PREFACIO

AL TRAER a consideración una comarca remota por juzgarla


apropiada para el empleo de capitales europeos y empresas
de comercio, el deber primordial del relator ha de consistir
en poner de relieve, no solamente las ventajas naturales y
buenas condiciones que el país pueda poseer, sino también
los obstáculos de carácter local, cualquiera sea su naturaleza,
que puedan frustar los cálculos del capitalista y et emigrante.
El descuido de este sano principio ha sido (:ausa de muy gran-
des sacrificios y desilusiones entre aquellos que han aventu-
rado sus personas y sus capitales en Buenos Aires. El autor
de estas páginas y algunos de sus amigos han sido víctimas
de esta clase de exposiciones parciales: ellos mismos han con-
tribuído en gran parte a llamar la atención del público inglés
sobre las ventajas que ofrece Buenos Aires a los emigrantes
agricultores; pero ahora el autor ha visto el país y los actos
de su gobierno con sus propios o;os; ha pagado a buen pre-
cio su experiencia y se cree obligado a dar a sus compatriotas
y al público en general, el beneficio alcanzado con aqueLLa ex-
• I periencia. Las condiciones naturales del país son de primer
orden y están llamadas a perdurar; pero los inconvenientes
para su actual desarrollo, debidos a causas políticas y de orden
:noral, son tales, que merecen una seria atención.
Como este libro no aspira a otra cosa que a proporcionar
información provechosa para quienes consideren la posibilidad
de emigrar a ese país o de invertir allí sus capitales, he creído
innecesario todo gasto inútil -tipo de letra grande, anchos
márgenes, fino papel, adornos aparatosos- por no conside-

, .
- -------------,-------c:---. ---.-~ . -.-.- . -- ;__-

30 J. A. n. BEAUMONT

rarlo apropiado en este caso. l'{.a:dgJJJl.Y_ e:Il la eomarcE..... que


scui.s.taga.....la emoción es.tética-O-l.r.zspir-e-la-imagi7:U1Gió.r.z.....deC-- --
erilor; lo bello r lo sublime son extraños a sus p-aisa'es; no har.:..._ __
alLi r tos de prinY..tivqsgraudez.ªs 'ni .registr.os_de_pJ;JJp.~1!§.J!.asa-_
da , p ro es.ulLPfl.Í.L.q.J&fLQ.jrece cq.m o casi ilimitado ara sus-
t I Uo del hombr..e_y_ sJJl.am/llJ.t.e.1.QD3LfllLe.Lc.ometidos en etcI.;-¡'so- -
d su propia__hisf.orjq. han podiqg hqcer10 hC!!..~f!:. a!!::.ra in .ruc-
tuoso.
CAPíTULO 1

Partida de Inglaterra. - Viaje al Río de la Plata. - La entrada


en el río. - El bloqueo. - Detención en Montevideo. _ Lo
que allí ocurrió.

EL DÍA 19 de marzo de 1826, salí de Plymouth Sound, en el


Countess of Morley, llevando bajo mi cuidado doscientos emi-
grantes con destino al Río de la ~)lata. Eran en su mayoría
hombres de la clase trabajadora, con sus familias, que lleva-
ban el propósito de instalarse en campos de la Sociedad Agríco-
la del Río de la Plata en la provincia de Entre Rí'os, Esta socie-
dad había sido proyectada bajo los auspicios del gobierno de
Buenos Aires, sobre el cual hacemos en el capítulo quinto de
este libro cumplida relación. Antes de hacernos a la vela
llegar on noticias del bloqueo de Buenos Aires por la escuadra
brasileña, lo que dió lugar a una impaciente averiguación so-
bre si sería probable que la escuadra bloqueadora impidiera o
no 1 poso de los emigrantes, siendo -como lo eran ellos-
)1 nLr ) " La pinión general entre los comerciantes de Lon-
d" S q 11 P 1'0 h011 on Bra il y Buenos Aires, fué que no serían
d L lIíd) Y qll JI e nli da ntre Buenos Aires y Brasil
qu uada ' , 11 IlO o 11L s d la 11 g da de los emigrantes, Ade-
más, el 015 nl el 1/\ so i dud n Bu nos Aires había escrito-
que disponia d 11 l'mi pora qu todos los barcos de la socie-
dad pudieran pasar, n bstante el bloqueo, Había sido reci-
bida también en Londres copia de uno de los permisos, firmado
por el jefe de la escuadra, Lobos, y por el general en jefe
brasileño, Vizconde de la Laguna. Considerábase asimismo
. ,.

J, A. !J. B EAUMONT VIAJES (1826-1827) 33

[l br gente había dejado sus trabajos y ocupa- 'l t 0, en un principio poco más que bloqueo nominal, ahora
V l1did sus pocos bienes y efectos; que sería una h hia puesto muy riguroso; que cierto número de barcos se
l' S bajar a tierra otra vez, desamparados como h ia incorporado a la escuadra bloqueadora y que muchos
lamente por la posibilidad de un riesgo juzgado r¡u trataron de romper el bloqueo, habían sido llevados a
iOI! /'oh 111 , como era la detención del buque. Y se creía que, Hi de Janeiro en calidad de presas. Esto último vino a for-
/( d ocurrir tal contratiempo, había seguridad de que 1ll0l' una nube, o algo así, sobre el buen humor reinante hasta
PI(( 'I'nn bi n recibidos en el cercano puerto de Río de Janeiro, ( ttonces. Seguimos, con todo, en dirección a Montevideo y
d< ud ofrecían a los emigrantes muchos estímulos, y desde 1l'l1 lamas al pie del cerro que forma la parte occidental de la
dond un a vez levantado el bloqueo, podrían, si lo considera- hoMa, porque es de saber que la ciudad fortificada ocupa una
b 1 c~nveniente, trasladarse al establecimiento de Entre Ríos ponínsula en el cuerno o extremidad opuesta al cerro. El capi-
o Buenos Aires. La posibilidad de que la dicha escuadra im- 1/11\ y y o bajamos a tierra sin tardanza, en la misma ciudad,
pldj ra el paso, fu~, sin embargo, comunicada a los pasajeros donde nos recibió con mucha cordialidad don Francisco Jua-
y algunos pocos renunciaron al viaje, pero la may~ría no de- 11 i 6, comerciante español de mucha influencia y reputación.
mostró ningún temor. Hiciéronse así a la vela con VIento favo- IJ; presó el señor Juanicó sus temores de que no se nos permi-
rable, entre las aclamaciones de sus amigos y los mejores votos I,il l' continuar remontando el río, pero no tardó en presen-
por el buen éxito de todos. .. . III /',nos a los funcionarios que podrían obviar o disminuir la
El comportamiento de aquella gente durante el VIaJe ~ue difi ultad en que nos hallábamos, secundando mis gestiones
ejemplar; con excepción de tres o cuatro casos que ~Ol podnan , 11 Lodo cuanto pudo hacerlo. Fuí así presentado primeramente
dejar de darse en un conjunto numeroso como aquel ,n? pu- JI <:ónsul británic~ M r. H ood 2. El comandan te delegado, gene-
dieron conducirse mejor y nunca se habrá dado un conJunto 11\ 1 M uller, a qmen visité ~n seguida, me recibió muy bien
de agricultores emigrantes ingleses que, como aquél, lo tuvie- .Y 111 prometió hacer cuanto pudiera en m i favor. El coman-
ran todo para prosperar y lo merecieran, Todo había sido he- rlll,l l'L '. ~e~eral Majes~e, no me prometió nada pero me acon-
cho con vistas a la comodidad y a la buena salud durante el " 16 dIngIrme al almIrante, y, de acuerdo con su indicación,
viaje, y todo fué logrado cumplidamente. Sentíanse contentos 111 1 d il'jgí por escrito a este último. Como no obtuviera contes-

y felices. El baile, la lucha, la lucha de bastones y otros pasa- 1 t<:ión (formalidad que no se estima necesaria entre fuu'.:io-
111l/ 'jOS de estas comarcas cuando no les place el contenido de
tiempos fueron fomentados para divertirlos. Todos los domin-
' " UI arta ),. fuí yo m ism o a bordo de su buque para solicitar
gos leían se oraciones y un sermón para edificarlos. El viaie
'11 111 ntrevIsta personal. Esto, sin embargo, era mucho pedir,
fué agradable en extremo y nos vimos libres por completo del
1" / n tos oficiales, que eran principalmente n orteamerlcélnos
mal tiempo. ( !t/l !lb también algunos ingleses) me recibieron con toda cor-
Al cabo de nueve semanas, una mañana, al romper el 11 11 Y me hicieron concebir esperanzas de que se nos permi-
día, nos hallamos en la desembocadura del gran río ele la I , /'/1 :ontinuar el viaje a nuestro establecimiento en dos goletas
Plata. Tres días después llegamos, por la mañana, a Monte- 111'11 iI las que serían facilitadas para evitar det~nción en Bue-
video. Vino a bordo un piloto por quien supimos que el blo-
Mr. Samuel Hood .. Estuvo mucho tie~po en Montevideo, y en 1846,
• '" with the exception of three or four black sheeps, for such will 1" I ul! )'nos de FranCIa e Inglaterra, temendo en cuenta su info rmación
nlwnys be found in a large flock. Literalmente: con excepción de tres 11 II II II ~O políti.c?~ y c.omer~i~les en el Río de la Plata, lo encargaron de
O //fIlro ovejas negras porque tales se encontrarán siempre en una gran 111111 tlll h /lda m lSlon dlplomatIca ante el dIctador Rosas y los sitiados de
maj(/da . . , (N , DEL T.) 1\ 11111 I¡vid o, que tuvo en su tiempo mucha resonancia. (N. DEL T.)
34 J. A. ~. BEAUMONT VIAJ~ (1826-1827) 35

n s Air s. Muchos días pasaron así: éramos envj,.,dos de una cías de sus trabajes. Los emigrantes pueden hace~' el viaje,
autoridad a otra, sin que adelantáramos nada. Entre tanto, bie:J. en su propio barco, o podemos llevarlos nosotros mismos
1) ln rJ nte de a bordo, no se le permitía bajar a tierra. Una proveyendo- a -su mantenim:'ento con todo cuanto fuere ne-
gol ta armada, o cañonera, estAba constantemente apostada cesario, sin gasto algun:.J para ellos. Podrían desembarcar en
j mto a nosotros; la gente se hallaba. na,tu~almente, inq.uj~t,a, Montevide:.J, pero esta plaza se encuentra ya muy abarrotada
p ro todavía obediente y en orden. Por ultImo, la negoClaclOn de europeos y de mercaderías europeas como consecuencia
SI') decidió de la manera peor, porque nos fué negado Gltegóri- del blequeo; además la ciudad está sitiada, los emigrantes
comente el nermiso Dara continuar remontando el río. En vano que:hrían encerrados en ella". En tales circunstancias, no
rué que scllcitara la licencia del almirante y del genernl, ale- tardé mucho en advertir que lo más conveniente sería el viaje
gando que esos inmigrantes no iban a la provincia de Buenos a Río de Janeiro y la aceptación de lo ofrecido por el Empe-
Aires sino a la de Entre Ríos; que no eran otra cosa que réldor, con lo cual, en caso de no sentirse satisfechos, estarían
agricultores y que, como ingleses, estaban exentos por tra tado, los emi~rantes en condiciones, una vez levantado el bloqueo
de todo servicio militar y, por contrato, libres de tasas y CU'1- (y tedos convenían en que sería levantado en pocas semanas
lesquiera otras contribuciones a la república por espacio de O en paces meses más), de proseguir hasta su primitivo
diez .años. La respuesta fué irresistible: "Todo eso ha sido de3tin8.
dicho ya, pero el hecho es que muy pocos de vl;1estros emi- En censecuencia, expuse la alternativa a los hombres que
grantes se han establecido en Entre Ríos; que en el estado estaban en tierra, los que manifestaron su conformidad; pero
actual de esa provincia, no pueden establecerse allí; que en uando fuí a bordo, para sorpresa y disgusto mío, hallé a la
su m 3.yoría esÚn en Buenos Aires y que muchos de ellos son gen te en lamentable estado de agitación. Habían sido soli-
oficiales en el ejército o en la armada enemiga y luchan ahora viantados insidiosamente, diciéndoseles que estaban vendidos
contra nosotros. Uno de vuestros buques, el Harmony, ha Q los brasileñ8s y que si se aventuraban a subir al barco ne-
sido convertido en buque de guerra por el gobierno de Buenos gr o (el desdich3.do color de la fragata ofrecida para el viaje)
Aires, y tenemos formal conocimiento de que la U.egada del rían forzados a alistarse como soldados o convertidos en
Countess of Morley, es considerada en Buenos AIres como sclavcs ni más ni menos que los negr os. El vocerío con que
algo e~uivalente al aumento de la armada de. ese país". Nos fui recibido al ir a bordo, resultó insoportable; las mujeres
pareció que todo era demasiado cierto para dIscutIrlO con al- me rodearon en seguida; la sola idea de que sus maridos
gún provecho. En consecuencia nos preparamos a optar por )ludieran ser alistados como soldados o convertidos en escla-
lo más conveniente de lo que se nos proponía, porque la de- vos, era demasiado, y no lo soportaba ni siquiera la natural
claración agregaba: "Si vuestros emigrantes quieren cam~iar 1)( nignidad femenina. Las preguntas e invectivas de toda es-
la ruta anteriormente establecida, por la de Río de Janelro, Ii< '.ie fueron tantas, que se hacía imposible avanzar una sola
su suerte ha de mejorar mucho; estarán lejos del teatro de I puesta y mucho menos formular argumentos. Por último
la guerra, y Río de Janeiro es una plaza ex.::elente para el ( rindieron buenamente a la fatiga. Con todo, acabaron por
trabajo de los ingleses, especialmente el relacionado con la 1'1l 11V ncerse de que habían sido engañados y aceptarondesem-
agricultura y la artesanía; el Emperador es el más preocu- IlI lI' nr en Río de Janeiro, siempre que fueran Ilevádos allí
pado por estimular a los pobladores ingleses en sus dominios; 1III 1 mismo barco en que estaban y no en el Black Ship (el
iste un decreto imperial por el que se ofrecen donaciones 111 11'
¡ negro) por el cual experimentaban una invencible aver-
el tierra a los emigrantes que estén en condiciones de cul- 11 1')11 , Estaría demás contar por lo menudo todas las dificul-
tivnr!as y ayuda y sostén hasta que puedan obtener benefi- 1111 1 y disputas que se siguieron. Como término y remate,
J. A. B. BEAUMONT
VI AJES (1826~1827) 37

1 npi Vul o gó a ir a Río de Janeiro y se mostró decidido Mi I?rimera tarea, sin embargo, consistió en ocuparme de
ti vol ,' <lh: tamente a Inglaterra con todos los pasajeros que
los emIgrantes que habían bajado a tierra en Montevideo
el , 1\ ,"/1 1 vI · jer en el barco. Unos cincuenta emigrantes se proveer a su subsistencia y proporcionarles trabajo. No podí~
ql'l (1(\ , 1'1 en Montevideo, dispuestos a permanecer allí y el
haberse dado una ocasión menos oportuna para poner en obra
tn }>1' firi6 volver con el capitán. Así, el 7 de julio de 1826, tal propósito: la ciudad estaba llena de europeos que llegaban
tH 1 disgusto de ver levar anclas a nuestro barco, izar las con sus barcos, conducidos allí por la escuadra bloqueadora,
v In y darse a la mar para Inglaterra con ciento cincuenta y estaba rodeada además la ciudad por un ejército sitiador que
destr~a el.t;rabajo de los agricultores. A pesar de todo, tuve
d 1 s emigrantes a bordo.
De tal manera, después de haber hecho ingentes desembol- 1 satIsfaccIOn de conseguir buenas ocupaciones a cuantos así
sos y conducido con toda seguridad a un grupo numeroso de 10 desea?an, y .a mi vuelta a Montevideo, diez meses después,
agricultor-es con sus familias, muchos verdaderamente pobres; ncontre a vanos de los emigrantes en buena situación y sin
después de haberlos llevado desde Europa, donde sus trabajos que :nad~ l~s. faltara. La tar~a que vino luego, fué la de pro-
no eran indispensables, al Nuevo Mundo donde se les nece- gUlr.lID vla~e de~de MonteVIdeo, con objeto de poder observar
sitaba y requería, quedaba todo en la nada porque la suerte On lIDS propIOS OJos la verdadera situación del establecimien-
se nos había mostrado adversa. Después de navegar en la to de Entre Ríos y en caso de ser necesario (y de ser posible)
ociosidad durante seis meses, fueron desembarcados los emi- nrreglarme P?ra cambiar a los pobladores a un lugar más se-
grantes en Plymouth, y, según tuve después el consuelo de guro y ventaJoso.
saber, en excelentes condiciones de salud. Aun desengañados, Cumplir una operación de tal naturaleza en país extraño
muchos declararon que lamentaban haberse visto obligados a y. en. medio de tropas enfurecidas y sin ley (no osaría decir
volver, y que de buena gana emprenderían nuevo viaje. En J ~CltO) era tarea muy llena de dificultades y no exenta de
su mayor parte fueron restituídos a expensas de la sociedad r! hgros. Para todas mis cuestiones y discusiones con los na-
desde el barco a sus domicilios de Inglaterra. tivos estaba obligado a valerme de los idiomas español y por-
El vejamen que sufrí con este infortunado asunto, se agravó 19ués; y, aunque previamente había hecho yo una gira por
cuando vine en conocimiento de que el gobierno de Buenos I~ paña y Portugal, mi conocimiento de esos idiomas espe-
.Aires nos había engañado; que no permitían ahora ninguna lu \mente del portugués, era insuficiente, llegando co~o lle-
instalación de colonos con probabilidades de prosperar, dentro ¡{uba por vez primera para poner en efecto los proyectos que
de su territorio; que todo lo que quería ese gobierno era nues- 'huia entre manos. En este, como en otros casos dudosos me
I uti muy obligado para con una persona extranjera (~ara
tro dinero y nuestros hombres para sacar el mejor provecho
de ellos: que los emigrantes de Entre Ríos se veían entonces wl) que me prestó ayuda sumamente eficaz. Fué don Fran-
expuestos a las mayores penalidades; que habían sido robados e I '0 Juanicó, que se ocupó con interés y afecto de las dificul-
por los supuestos amigos republicanos todavía más que por I ul en que me encontraba y se convirtió en mi amigo y
los que eran tenidos como enemigos de la provinCIa, los im- 011 ' jero. Su íntimo conocimiento del país, su gran experien-
t 1\ ele comerciante (y de magistrado, aunque ya se había re-
periales; que ninguna emigración podría prosperar en aqueJla
provincia mientras continuara la guerra porque no había nin- IIr'ndo de esas funciones) así como la gran estima en que se
" 1, lÚa entre todas las clases de la sociedad, lo habilitaban
guna garantía para la propiedad, ni siquiera para la vida. Se
l/ I!' 1 ser mi mejor guía y consejero. Nunca me arrepentí de
contaba que los habitantes veíanse obligados a comer carne
d caballo, pero esto último, según pude comprobarlo después, f I lirnita~a confianza .que deposité en su honradez y en su
IIlllp tanCla. Al poco tIempo de encontrarme en Montevideo,
a una exageración.
· ti J. A. l!. B3AUMONT VIAJES (1826-1827) 39

me invitó a residir comCJ huésned en su propia m arineros y bajo la custodia de un jefe de presas y seis ma-
e \i (l : 1 \ ~ r sa simpatía y atención ben~vola de que fuí
Il rineros brasileños; pero durante una hermosa noche, cuando
I j( lo )() t,' par te de su familia, fueron tales, que obliga~~n e acercaban a la isla de Santa Catalina, Mundell sorprendia
ir IIIPI' Ji m:lS afectuosa gratitud. En este círculo de famIba y sometió a la tripulación mientras los hombres dormían muy
( 11 • )lll.. solaz y consuelo cuandCJ huce de sobrellevar las di- onfiados y seguros. Luego los puso a todos, uno tras otro, en
J I ¡Ul1 S y evasivas y pe:¡ueñeces del oficio, cu:m:lo me sentí la chalupa del barco con las provisiones necesarias y una
o't l'm ntado por el clamCJr de los emiGrantes y quebrantado . brújula, y dijo adiós al Jefe de presas, que era uno de nuestros
p r 1 fracas~ de nuestra empresa, que el intermin able blo- ~migos en Montevideo, dándole al despedirse algunos conse-
qtl y la guerra parecían hacer impracticable. La casa de )~S, com~ el de 1W dormirse en adelante cuando llevare pri-
'ste caballero era el punto de reunión de las perSémas m ás SIOneros mgleses a bordo. Luego puso rumbo a la vieja In-
respetables en Monte~ideo. El almirante inglés Sir Richard glaterra donde poco tiempo después tuve el gusto de oír decir
Otway y dos de sus oficiales, los capitanes Lord ~~ynne y que había llegado sano y salvo. Y creo en verdad que la ma-
Sir John Sinclair' el almirante francés y sus ofIcJélles, el yoría de los oficiales de la escuadra brasileña, han de haber
cónsul francés, la' esposa del almirante anglo-brasilefn Nor- reci~ido la noticia de esta fuga con secreto placer, aunque
ton, se contaban entre los visitantes de la familia. perdIeran de vista al Jefe de presas y se sintieran expuestos
También me sentí agradablemente distraído con la compa- al ridículo con lo sucedido.
ñía de los oficiales del bu:¡ue almirante brasileñJ; eran prin-
cipalmente ingleses y norteamericanos; el bloqueo me puso
iaualmente en contacto con algunos capitanes de barcCJs mer-
c~ntes detenidos por la escuadra bloqueadora y obligados a
someterse a juicio en Río de Janeiro. Entre los últimCJs con-
taba el capitán Mundell, patrón y propietario del bergantín
Monarch de Liverpool. El suyo fué uno de los primeros bu-
ques ingleses deteñidos; Mundell era un compañero muy di-
vertido y con la botella al lado no se mordía la lengua en
sus invectivas contra los brasileños que ya lo habían perjudi-
cado bastante con detenerle su barco en MontevideCJ y ahora
le proponían algo peor como era someterse a juicio en ~í~ ?e
Janeiro, donde, en caso de ser absuelto, la demora del JUICIO,
como era común en Sud América, le causaría pérdidas muy
serias. Increpaba con frecuencia a sus acompañantes, los ofi-
ciales de la flota brasileña, diciéndoles que no lo llevarían
vivo a Río de Janeiro y que él se iría de vuelta con su buque
a despecho de toda la armada; pero, como goza ba de general
simpatía y tenía el carácter impulsivo de los hombres de mar,
tom aban como bromas o baladronadas cuanto decía.
En consecuencia de tales cosas, el capitán Mundell fué en-
vi do a Río de Janeiro en su propio barco, con dos de sus \
VIAJES (1826-1827) 41

una nueva expedición bajo el mando del capitán veneciano


Caboto entró en el !Í0 y ancló en un sitio frontero al lugar
q~e hoy _ocupa la, CIUdad de Buenos Aires, mientras el capi-
tan espanol Garcla se ocupaba en hacer descubrimientos en
otros parajes del río. Ambos esperaban encontrar ricas minas
de plata y oro en el país porque los nativos aparecían con
planc~as o láminas de estos metales, los que cambiaban por
CAPíTULO II baratIJas traídas por los europeos. De ahí surgió el nombre
de Río de la Plata, pero el primer asiento de Buenos Aires se
Bosquejo histórico de lal Provincias del Río de la Plata l . formó en 1534 y se comenzó a edificar en ese lugar una ciu-
P r imeros descubrimientos. - Asientos formados por los es- dad. En el año siguiente se estableció un puerto fortificado
pañol es y por los jesuítas. - Expulsión de los jesuítas. - Decla- en Paraguay, que fué el origen de la ciudad de Asunción.
ración de la iI~dependencia. - Desunión de las provincias. - Estos y otros asientos no fueron formados sin muchas con-
Inseguridad de la propiedad. - Bosquejo geográfico de las Pro- tiendas con los indios que con frecuencia mataron a todos los
vincias del Río de la Plata. - Fertilidad. ~ Salubridad. - españoles dejados en ellos. El cuidado principal de los espa-
Adecuación para los emigrantes. - Condiciones para el comer- ñoles parece que fué dirigido a establecer poblaciones en Pa-
cio. - El río de la Plata. - Sus principdes tributarios. - El raguay para facilitar la comunicación con las minas del Perú.
Paraná y el Paraguay. - El Uruguay. - Inundaciones. - La historia de la comarca durante los primeros cincuenta
El suelo. - Productos minerales. - Productos vegetales. - Ani- años que siguieron, consiste en una serie de engaños y de
males salvajes. - Animales de presa. - Pájaros. - Insectos. - violencias; las protestas de amistad de los españoles por una
Reptiles. - Peces. - Las estaciones. - Los vientos. - El parte se resolvían en actos de expoliación y cautiverio y las
clima. - Observaciones meteorológicas. muestras de sumisión de los indígenas por otra, terminaban
en sorpresas y matanzas en cuanta oportunidad se ofrecía:
muchos miles de españoles fueron sacrificados por los abo-
EL Río DE LA PLATA fué conocido por primera vez por los rígenes antes de que aqu",llos pudieran imponer .:;u dominio.
europeos en el año 1515 cuando una expedición descubrido- Es hacer acto de justicia para con los españoles de aquella
ra equipada por la corte de España y dirigida por Juan Díaz generación, sin .embargo, decir que, cuando su dominio fué
de Solís, tocó la costa norte entre Maldonado y . Montevideo. aceptado, usaron de él con misericordia y benevolencia: a los
Habiendo bajado a tierra el comandante de la expedición y indios que se agruparon junto a ellos los vistieron y enseña-
en la boca de un río que todavía lleva su nombre fué matado ron, les dieron tierras para cultiv~r, los ayudaron en su inva-
por los nativos, él y algunos de sus compañeros. La costa fué, lidez acordándoles dos o tres días en la semana para su propio
con esto, inmediatamente abandonada. Pero en el año 1527, beneficio, y después de un servicio de dos años considerában-
los libres e iguales a ellos. Esto fué obra del Estado seglar
I Es~e intento d~ bosquejo histórico, completamente malogrado, no pue- solamente y hecho sin gastos de gobierno. En el curso de
de conSIderarse senamente y el traductor no se hace responsable, por cierto, cincuenta años y mientras se mantuvo este estado de cosas,
do los errores d~ ~echo y de concepto que encierra. No puede tampoco quedaron fundadas casi todas las ciudades que ahora existen.
dct n erse a rectIfIcar en cada caso esos errores sin recargar de notas
1 t xto. (N. DEL T.) Pero al finalizar el siglo XVI despertáronse otros sentimien-
J, /1, l!. B3 AUMONT VIAJE:; (1826-1827)' 43

lo ; ofl" <.16 U l y Ido la superstición 2, la imaginación de los Pero can el tiempo, sin embargo, el dominio perfecto que
i lld iw 1'11 '1 Hllll ill istrada por los jesuítas, enviados para instruir- habían adquirido los jesuítas sobre el pueblo, provocó los celos
lOlI, ' llIl OH I' llJ HU' n a multitud. de ellos en comunidades sc- de In c0rte de E S!lañ:l y los reli¡sioscs fueron arrojados de sus
(1U/ 'II( I 1'()I'tnHl1do una confederación de carácter religioso- po::e3iones en 1768. Comandantes militares y monies de ., tras
ld lil,tl l'. i lldu trial a la que dieron el ncmbre de "Misiones". órdenes nJmbrados directamente por la corona, fiIeron colo-
I ,0 l'¡ () Y ceremoñias de la Iglesia Rom3na feeron des- ci1d :;s on h.ljar de los jesuítas. Con este cambio de amos, sin
pl ( H/H lo, on toda pompa a los ojos de aquellos pobres indios. crJ.bClr[io, el ensalmo que mantuvo suietos a los indios se rom-
1VI, II'dwb n al trabajo en procesión, al son de banias de mú- pió, y paulatinamente fueron dejando las "Misiones" y mez-
i '11, CI tnndo himnos, y de la misma manera volvían. Todos cl .5n::1cse cen los pobladores en diferentes partes del país hasta
, IH m vimientos eran coartad:)s y observados; todo lo que los adopt'1r sus costumbres e indumentarias. Pero continuaron
i l lo producían iba a un depósito común; las racione3 y los las desconfianzas del gob:erno español, y los hábitos de su-
'V stidos se daban en isual cantidad al industrioso y al h ol- perstición, así ccmo la aversión por el saber, inculcados por
azán, al apto y al necio; ningún premio se obtenía por la 18s je:uítas, c:mtinuaron también. El aprendizaje de lenguas
buena conducta ni se administraban castigos por lo contrario, muertas, de h :cmilías y algunas n ociones de medicina eran
salvo que se tratara de alGún serio latrocinio, o desobei:'en- considerados suficientes para lo que debía saber un joven co-
cia al sUDerior. Tanto los padres como los h ij os carecían de lef~i;J.l; un conocimiento general de las ciencias y aun de la
la enseñanza de los deberes morales pero eran obligados a geJgrnfía, estaba vedado cemo hereiía. La entrada de los
duras austeridades religiosas y a practicar numerosas ceremo- c~{tran ;eros era muy vigilada y prohibida; el comercio obs-
nias. El estricto cumplimiento de ellas y la ])3siva obdiencia tacubz:J.do c:m pesados impuestos y trabado con restricciones
a sus superiores, era ñ los gran1es deberes que se les inculca - y :>rocdimientos vejatorios, de tal m anera que, cuando un
ban. De ahí que vinieran a ser singularmente dóciles y ton- puñ:td, de tro!Jas in'jlesas (unos mil quinientos soldcHlos)
tos; eran también insensibles a la dife¡:encia entre el bueno con :Juistó a Buenos Aires en 1806, yeso después de haber es-
y el m al tra to y se scmetían a la m :ty or in jur ia o recibían tad o los espall'Jles en posesión del territorio durante tres siglos,
una muestra de bondad con aparente igual indiferencia. No muy ~oco se había adelantado en saber, en riqueza y aun en
tenían ocasión alguna para ejercitarse en nada ni emprender población.
nada y rara vez se aventuraban a pensar por sí mismos, aun . La facilidad con que el pequeño eiército al mando de los
para proveer a sus necesidades naturales. La consecuencia generales Beresford y Sir Home Pophan puso en fuga a las
fué que poco después de haberse in iciado este sistem:t, la tropas de Buenos Aires, tomó sus cañones y marchó a pose-
falta de ánimo y la lasitud paralizaron al pueblo en general y sionarse ele la ciud.ad, el respeto y la sumisión demostrada
poco incremento pudo advertirse en el número de las nuevas hacia los conquistadores por los funcionarios del lugar, al
, ciudades 3. m ism o tiempo que reunían tropas venidas de todas partes del
país, y aun dentro de la ciudad, para sobreponerse a 'los in-
2 Este agravio a la Iglesia Católica, precisamente por la obra de los gleses, pusieron de manifiesto la habitual duplicidad de los
misioneros jesuítas, parece hoy, después de conocida la obra de las Misio- habitantes, así como su energía latente. Los varios sucesos
n es (que Beaumont ignoraba), más que nunca fuera de p~opósito. relativos a la reconquista de la ciudad por Liniers, la subse-
(N. DEL T.) cuente ocupación de la ciudad y la derrota desdichada del
3 El autor evidencia en esto poca o ninguna información, y parece creer
quo los reyes de Espafla, finalizado el siglo XVI, encomendaron la coloni- general Whitelocke, son demasiado numerosos para ser de-
zo ión a los jesuítas. (N. DEL T.) tallados aquí, y al mismo tiempo asaz interesantes, por lo
1\4 J. A. n. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 45

9. U tI r ¡ abreviados; de suerte que expondré a con-


ti y sometidas. Dentro del territorio de las Provincias Unidas
'lIJ\ll/\ OI(, il 1
igui ntes sucesos políticos: cuando José Bona- esas tropas hicieron poca resistencia a los patriotas. La con-
'P 1 trono de España, se creó en Buenos Aire~ ,un
Jll lI' l \1 \1 tienda principal se produjo entre estos últimos. Las provin-
¡{o!Ji I'no Jll' vision al para gobernar en nombre del rey fUgItivo cias de Córdoba y Montevideo se negaron a entrar en la unión
( llunn l I m ando de ingrata memoria); fué proclamada en y derrotaron a los ejércitos de Buenos Aires enviados para
oz ltn la adhesión inalterable a su persona y gobierno y ·someterlas. Todo el Paraguay se sustrajo a la comunicación
h lu16 eriamente de llevar a cabo una cruzada de criollos con Buenos Aires y puso en fuga a sus tropas. Santa Fe hizo
1> "/\ V ngar el agravio, pero esta agitación de lealtad fué de lo mismo y en la guerra que Buenos Aires sostiene ahora
r t duración. Los sumisos criollos sintieron el poder en las contra el Brasil por la soberanía de la Banda Oriental, nin-
n s, y el éxito obtenido sobre las tropas de Beresford y de guna de las provincias ha enviado sus contingentes ni atendido
Whitelocke los estimuló, haciéndolos recapacitar en que eran a las reclamaciones hechas en nombre del congreso 5. La
v lientes. A pesar del trabajo que se dió la corte de España unión de las provincias es, por lo tanto, poco más que de
para evitar la introducción de libros y periódicos que pudie- nombre, excepto en aquellos casos en que cada una mira, se-
ran informar a sus súbditos sobre la marcha del resto del gún le conviene, su propio interés para el reconocimiento de
mundo ahmnos entraban de contrabando y eran ávidamen- la dicha unión.
te leíd~s. Aunque a los nativos les estaba vedada enviar sus Durante varios años se han sucedido algunos aventureros
hijos a Europa o ir ellos mi~n;t0s con pro~ósito de ~ustrarse, empuñando las riendas del poder en Buenos Aires y en la ma-
algunos, por especial favor, hiCIeron el cam~n~ y vOIVler?n c~n yoría de las otras provincias, y un partido ha embaucado y
un vivo sentido de los errores de que era Vlctlma su palS baJO echádole la zancadilla al otro. La anarquía, la inseguridad, la
el pesado cetro español. Como res~ltado de las ,murmu:racio- falta de confianza en los poderes del gobierno han sido las
nes y confidencias sobre las ventajas que podrlan denvarse naturales consecuencias. Bajo ese influjo dañino ha fracasado
de la independencia, dijeron claramente las cosas en sus reu- toda la riqueza, todos los beneficios derramados sobre el país
niones de carácter político, y en 1810 empezaron a actuar :desde Europa y se han perdido las gr andes ventajas natura-
como república independiente, aunque la independencia no les y el ímpetu que infundió a los nativos el aire fresco de
se proclamó formalmente hasta el 25 de Mayo de 1815 4 • la libertad. Varias de las provincias están ahora en peores
Las comprimidas pasiones de los criollos reventar;on ahora condiciones que bajo el gobierno español y solamente en las
con nacional entusiasmo. Los antiguos españoles o nativos vecindades de Buenos Aires parece que se han experimentado
que se negaban a firmar el acta de la independencia recibie- beneficios materiales con los cambios que han tenido lugar.
ron orden de abandonar el país y las tropas del antiguo go- La comarca atravesada por el río de la Plata y sus tributa-
bierno, o fueron incorporadas al nuevo régimen o derrotadas rios representa incuestionablemente la más extensa región que
·en punto a fertilidad y salubridad pueda encontrarse sobre la
4 Este trastrueque de fechas, tan burdo (¿habrá que decir que se refie- tierra; cae casi toda ella entre los veintiocho y treinta y nue-
re al 9 de julio de 1816?) , es un índice muy elocuente de la información ve grados de latitud sur; y de ahí que posea ese intermedio'
histórica con que el señor Beaumont acometió el bosquejo o r esumen tan
desdichado que forma la primera parte de este capítulo. No hagam.os 5 Esta aserción rotunda, que ha sido reproducida a menudo por autores
apítulo de cargos a este extranjero que habla en 1826, cuando no .dl5- argentinos, es falsa. Bastaría para destruírla copiar las notas que dirigió
pOl1!n de libros ni de fuentes de información. Conozco muchos argentinos a los go biernos de provincia el general Las Heras, encargado del P. E.
con pretensiones de "cultos" que por ahí se van, hoy mismo, con Heau- de las Provincias Unidas en los comienzos de la guerra, y otros docu-
flont on punto a historia de su propio país. (N. DEL T.) mentos intergivel'sables. (N . DEL T.)
4,( J. A. ~. D?:AUMONT VIAJEc; (1826.-1827) 47

Cnll1. / lt lit (1 'Pd y .] extrem:) c'llor C!.ue comtituY" ~l m ís ríos se hallan asimismo ricamente franieadas por arbustos per-
(\() ll l'iII 'I,III II ( elinw nara habitación elel hombre. Dc-.de cY fnm ad::ls. Las provincias mis norteñJ.s, cercanas al Brasil,
Od /llll A tI 'IUt' O al este, hasta la cordillera de los A'1de~ al ce,;- t:eni'"!l1 selvas de g-ran m3.,rr,nitu:l con maderas de primera ca-
1( . / ,11 11 11, pa :i de unas ochocientas m=llas, yde~(le el te- lidad !lara construcc~ón de b arc::ls y otros ob~etos. T(das las
'·I'II.()I·,io ¡fldi de Tandil, en el sur, hastil el Brasil ¡rr el frutas (1ue se dan en Eurona me::lran en este uaís. El triR:o
1 II' ft , (11 Hstoncia de unas seiscientas millas, se extienJe un en mu("h~s lu;ares produce- cien por uno, pero muy escasa '~s
I( l'I'i'l Ol'lO que mide casi medio millón de leguas cmdrn.dils de la atención (me se !lresta al cultivo de la tierra; los habitantes,
tI( 1'1'1\, npto todo él !lara la buen3 sustentación del h~mbre. por lo .<"1'e11oral, nroveen él sus simnles necesidades tan fácil-
Hu toda esa extensión, no hay lodazales !lestilentes ni sel- ment p c--:l1 el !lr-oducto de sus robáñes, que prefieren impor-
'V/l H lmp netrables, ni sierras que no puedan trilsponerse. ni t:'1r el triro;o y la h'1rinél (sujetos a un impuesto de cien por
t1l'id S desiertos; el territorio entero se compone de vastas lb- cient"1) ,'1nte3 que darse el trabajo de cultivar el (Sra no en su
.lt1rtls o de suaves ondulaciones que en ninrr,uDl pilrte aSl1'"'1rn pr:-lnl<l (erra .
1 carácter de montañas. Vé.stas extensicnes de rica verdura- Un1 vez c::msiderad::l el país baio su aspecto general, pro-
cl'\racterizan a esta inmensa re;ión (me sólo se halla interrum- swr l1=rem--:s de mlnera alGO mJS detallada. Ciertas narticula-
pida por ríos navegables y numerosos arroyos (lue 8'1 ellos ridrdi'"!'> propias de diferentes C0marcas, será preferible men-
desembocan. Como en su totalidad esta porción del glob'! está cionarhls en su canítulo resnectivo; r-ero en primer lu.o;ar se
casi al mismo nivel, las comunicaciones entre un'! y otr:) lu- ¡miGne una descrIpción del gran do de la Plata y de sus
gar pueden hacerse en línea directa, y cU3ndo hly'l al1men- tr+ut'1r:r¡s,
t adola población, podrán hacerse canales en los sitios a don:le Río de la Plata. Este río, por la m:llT,nitud. de la super-
no llegüen los río-s navegables. Pero los ríos naven:(1ble~ ~e fic:e, une de los más grandes del mundo, es navegable en
extienden a casi toda la región y algunas fragatas h an s"!lido una extensión mayor que cualquier otro río. Es naveiSable
desde lugares situados a mil quinientas lef',uas hacia adentro- por lo menes nu'n;entas le.o:uSls adentro en su rama del Pa-
para salir por el río de la Plata y encaminarse a todas partes r im á. A esa distancia, en latitud de 27", su corriente da sobre
del globo. De ahí que no exista lugar en el mundo para el u n lech'! de rCC'1S sobre el cual se prel.ipit"l en la isla de Apipé;
sustento y el tráfico comercial de una extensa población, co- por su ram,> del río Uru'juay es navec;able hasta unas ciento
mo las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los productos cincuentél lerruas desde la desembocadur a, y está suieto a una
del suelo, hasta ahora, son más que todo pastizales abundan- pell'eñ3 caída en el lU'jar llamado Salto Chico en latitud de
tes para el ganado; el trébol silvestre crece tan alto con fre- 31 n 20'. Cemo todes los ríos, tiene en su origen poco caudal.
cuencia, que los hombres y el ganado pasan por él. dp,.,tr,.., rle Las élt;U'1S que descienden de un"! cordillera situada al N.O.
corta distancia, sin advertirse unos a otros; pero en otros lu-· de Río- de Janeir o, en latitud de 18° y 19°, comnonen la fuente
gares se presentan bosques de cardos y si éstos están cerca de este r;ran río. En latitud de 20" a'dquiere considerable mag-
de las grandes poblaciones, CJmo son usados para combusti- nitud; desde allí pasa sobre varios saltos menores y en latitud
ble, contribuyen a valorizar el campo. El país, por lo general, de 27° SAlta sobre el último y más considerable.
carece de bosques pero la provincia de Entre Ríos y las már- En adelante ccn.tinúa nave~able para barcos de carga hasta
genes de los ríos en la Banda Oriental, abundan en árboles su unión con el océano a distancia de C!uinientas leguas. No
que, si bien son de escaso tamaño, se utilizan en trabajos mucho más a~ajo de la mencionada caída, estaban antigua-
omunes de carpintería, y para construir carros, habital.iones l'nente los astllleros reales de los reyes de ES!laña. Las flo-
p ,queñas y también como combustible. Las márgenes de los; restas en esa vecindad y en el Paraguay, abundan en maderas:
l '

48 J. A. B. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 49

apropiadas para cualquier clase de construcción, sean barcos -e.do que en todo el curso del río Paraná no hay ni rocas ni
o viviendas. Unas sesenta leguas adelante, pero casi en la pijas; el lecho es de arcilla o de arena fina en todas sus
mism a latitud, el río Paraguay (que corre al oeste de una }'lrtes y toda la extensión que el río atraviesa, de t~rreno
serranIa situada 1) la parte occidental de Río de Janeiro y es auvial; la misma observación puede hacerse a propósIto del
al mismo ti em po alimentado por corrientes de los Andes), se 10 de la Plata, salvo que, cerca de su desembocadura hay al-
junta con el Paraná. Desde ese punt(), ambos ríos unidos rue- pnas pocas islas de arena infértil que ~ienen un substrato
dan m ajestuosamente hacia el sur en una corriente de dos a DCOSO. La profundidad de este enorme no no corresponde a
cuatro millas d an cho, siempre con el nombre de Paran á hasta 1 magnitud de su superficie. Por lo general es de esc~sa
que se une al Uru guay, pocas leguas al noroeste de Buenos rofundidad, de manera que un hombre puede andar vanas
Aires. A partir de esta unión el río toma el nombre de río mllas adentro desde la costa sur sin ser cubierto por el agua;
de la Plata. La parte más angosta del río de la Plata tiene o los cauces sin embargo, hay profundidad bastante para
arriba de diez leguas de ancho y continúa ensanchándose has- bu'cos de tre~cientas toneladas en todo lo largo del río de la
ta su desembocadura en el océano, donde, desde el cabo de llata y del Paraná, tan arriba como la i~la de Apipé, a ~is-
Santa María, en la orilla norte, hasta el cabo de San Antonio, 1mcia de seiscientas leguas como se ha dIcho. El cauce prm-
en la del sur, tiene una anchura de cuarenta leguas. Aun al (pal nunca tiene menos de dos brazas y media de profundidad.
llegar al océano, el agua del río de la Plata continúa como ]sta profundidad del agua se extiende a lo largo de la cos~a
a~a de mar dulce, derramándose constantemente en el Atlán- lorte del río de la Plata y en la costa norte y este del no
tico, y el efecto que hace al diluir la sal del mar, puede ad- Jaraná' pero los cauces son menores en las costas sur y oeste
vertirse hasta varias leguas adentro desde la desembocadura. <el mis:mo río y siempre más profundos cerca de las m~rge­
Las mareas influyen en la altura del río casi hasta un punto leS: en el río Paraná, el centro del río está sembrado de Islas.
tan interior como Buenos Aires, y la mezcla del agua del mar lstas últimas tienen arboledas muy tupidas, refugio de tigres
con la corriente de agua dulce puede percibirse arriba de Mon- , zorros. En el Plata se extienden inmensos bancos de arena
tevideo. La rama Paraná del río de la Plata, tiene sus creci- U. medio del río y hacen la navegación de Montevideo .a
das periódicas; éstas comienzan en diciembre, poco después Blenos Aires en todo tiempo muy difícil y con frecuenCIa
de laestación de las lluvias en las regiones que están dentro pligrosa. La verdad es que, a.un b~rcos pequeñ.os, rara vez
del trópico de Capricornio, y desde las cuales desciende el pIe den aproximarse a menor dIstan~Ia de ~res mI~las de Bue-
río; sigue creciendo hasta abril en que llega al punto más l1>S Aires. La Ensenada de Barragan, tremta mIllas al este
alto, generalmente a unos veinte pies, y entonces empieza a d· Buenos Aires, proporciona refugio para barcos d: no D?-ás
bajar hasta julio. De ;ulio a diciembre se mantiene por lo d· cinco pies de calado, pero la barra de este pequeno abngo
común al mismo nivel. Los vientos influyen mucho en la l1> siemp~e da paso, aun para esos mismas barcos .. Un río
altura del río de la Plata: por la mañana el río baja, por la t8:l grande como el Paraná, es natural que sea alImentado
tarde crece en proporción a la brisa 6. Este fenómeno, sin 1"r muchos ríos tributarios. Entre ellos, el ~ío Sal~do, que
embargo, no se produce en el Paraná, que se mantiene inva- , 1 une al Paraná cerca de Santa Fe, es el mas conSIderable.
riable en todo su curso, sea cual fuere el viento. Se ha obser- Plede navegarse en distancia de muchas leguas y, como atra-
[, Se dice que, hace unos cuarenta años, mientras soplaba un fuerte
vesa regiones fertilísimas, ha de ser algún día de considera-
viento del oeste, el río fué arrastrado tan leios de la costa, que por muchas b jmportancia. Otro río del mismo nombre desemboca en el
leguas no se advertía otra cosa, hasta donde alcanzaba la vista, que una ¡: ta, -en latitud de treinta y seis grados. Corre al sur de la
extensión de tierra formada por arena y barro. (NOTA DE BEAUMONT.) (:w'lad de Buenos Aires, a distancia de unas veinte o treinta
I1r""=~::::=o:o-----''''''''''''''''''-''''''--''''''''~--'-'''---'-~- '--~---""- .....,.......---

VIAJE~ (1826-1827) 53
1. A. ~. BE AUMONT

PIES PULGADAS
1( ]'n'IItH! I\ r nl" 'i lln de la que puede encontrarse gran variedad.
83 O A esta profundidad tierra vegetal, después aro
J I/I fi lll. i ll1 n nI' illa blanca, muy apropiada para fabricar loza
cilla, después tosca.
fÍ'llll v ll 'í \ arcillas amarillas y rojas usadas como coloran-
15 O Tosca, arcilla y arena.
'I ( i l./l nl h'Í() 1'l otras varias arcillas, fuer tes, que se usan para
3 O Roca gris de piedra caliza.
-r llll'i , 11' t jas y cacharros; además de esto, greda y arena,
12 6 Arcilla.
nll' lns cuales una arena neGra Y brillante usada para es-
,I'ice r' 7 y una arena blanca, fina, para ampolletas 8 se en- 3 5 Arena con pequeña mezcla de arcilla.
4- S Arcilla dura con piedra caliza suelta.
11 'n tl'an bajo la tierra vegetal en muchos lu~ares. !hcia el
3 5 Arcilla mezclada con arena.
U . ste de Buenos Aires, en las vecindades de Bahía Blanca,
h y grandes regiones arenosas y de muy poca fertilidad. A O 6 Arcilla dura.
u na profundidad considerable, rara vez a menos de cincuenta 7 4- Roca arcillosa.
S 4 Arcilla dura.
pies de la su~erficie, se encuentra generalmente una sustan-
cia llamada tosca; se trata de una arcilla dura que contiene 1 O Arcilla dura con piedra caliza.
cal. A pocas millas al sur de Buenos Aires h ay un gran estra- 4 O Arcilla dura.
to de yeso. Se ha hecho un intento para descubrir alguna 1 O Arcilla dura con piedras.
fuente de agua subterránea en la ciudad de Buenos Aires por- 24- 9 Arena.
que el agua que suministran los pozos es salobre y no apro- 174- 10 Toda la profundidad del pozo.
piada para cecinar ni para lavar. Durante los últimos tres
años han estado barrenando el suelo con el propósito de subsa- Las diversas capas, a partir de los ochenta y tres pies, hasta
nar ese inconveniente, pero en los dos últimos años se h an donde daba comienzo la últim o;¡ capa de ar en a fueron barre-
hecho -según entiendo=--' pocos progresos porque han dado nadA.s en el transcurso del mes de enero de 1824; pero después
sobre una profunda arena movediza que ha frustrado todos d~ haber avanzado algunos pies en la arena, el" progreso se
los intentos. Yo he tenido en mis manos un papel que contie- hIZO ~uy ~ento, dado que la arena caía en una especie de
ne una información de las substancias extraídas por el ma- cono mvertIdo y la que se sacaba en cada subida del barreno
quinista inglés empleado en la obra. El resultado es intere- e~a ~uy poca; por eso, el progreso, en profundidad disminuía
sante porque muestra la calidad de los estratos a una consi- dIarIamente hasta que apenas si el barreno producía efecto,
derable profundidad. El informe empieza con lo encontrado pero en 1826, un día en que estuve con Mr. Miers, el direc-
a una p;ofundidad de ochenta y tres 'pies, en cuya profundi- tor de la Casa de Moneda de Buenos Aires, llegó el ingeniero
dad había tierra vegetal, arcilla y tosca. Con muestra de sustancia arcillosa a la que, por fin, había
llegado ,Y que ter:ía olor a sulfuro. De~pués, entiendo que la
o~ra fue. sus~endIda por orden del preSIdente don Bernardino
RivadavIa. No supe si S.E. tomó esta resolución porque esta-
ba cansado de tantos gastos o porque se sintió alarmado por el
olor, y pensó que no debía correr el riesgo de entrar en enredos
con otro. vecino más, cuando sus combates por las posesiones
1 Ha de tratarse de la arenilla usada para secar lo escrito con tinta sobre del BraSIl superaban lo que él estaba en condiciones de hacer
el papel, antes de que fuera fabricado el papel secante. (N. DEL T.) pora dirigirlos convenientemente.
8 LOG relojes de arena. (N . DEL T .)
56 J. A. 13. BEAUMONT VIAJE~ (1826-1827) 57

l1 /1j ¡tI('lill r\(lo muy agradable a la vista. Tanto este cerco que también los durazneros, higueras, naranjos y palmeras
.00\lO 01 d( nnn s n muy fuertes y constituyen buena protec~ crecen muy bien entre los cercados de las vecindades de Bue-
.¡0t1 . 1IlI'H 1 anado. El ombú es el único árbol grande que nos Aires y se dan silvestres en la parte norte de Entre Ríos .
.1'0 'il v sLt' n la provincia de Buenos Aires; es tan grande Sobre las márgenes de los ríos, en Entre Ríos y Banda
(' Ol1 lO 01 l'obl , de follaje muy espeso y de color verde oscuro, Oriental, el arbusto de la zarzaparrilla se da silvestre y en
1H 1'0 , /tu IqU · grande, su mad2ra no sirve para nada; es blan- abundancia, y como mezcla sus ramas y follaies con las aguas,
ti, Y S ) l'lj sa, aguosa, como la tuna y el áloe e inconsistente créese que las convierte en la poción Lisbon de la farm'lcopea
0'' '1 lln tallo de col, no es útil ni para hacer fuego. En los londinense, llegada la estación. El laurel silvestre que contje-
.11 )1;' O cercanos a Buenos Aires, se les encuentra cada tres ne tanino, la palma y el cedro colorado, crecen en las islas del
O n otro leguas, pero rara vez más de dos juntos. Para el Paraná y del Uruguay y en las márgenes de los arroyos de
ini ro que ha cabalgado por una triste llanura, sin ver ni si- Entre Ríos. El curiy, una especie de pino, abunda en las islas
quiera un arbusto, la aparición de une de estos ombúes resulta del Uruguay; el fruto, parecido al dátil, se halla dentro de
un alivio. El espinillo es arbusto pequeño: rara vez tiene más una vaina cónica que se abre cuando el fruto está m'lduro.
de dos o tres yardas de alto; su nombre le viene de las espi- Esta fruta es muy preferida por la paloma del m onte; el tronco
nas que lo cubren; se le utiliza solamente para hacer postes del árbol es largo y derecho y la madera blanca y dura.
y tranqueras destinadas a cercos provisorios; también como En el Paraguay se dan muchas varie:J.ades de madera. Los
leña y a este fin se adapta muy bien porque lo mismo arde barcos fabricados allí son muy durables. Algunas especies
verde que seco. Sin embargo, aun este pequeño arbusto se de madera del Paraguay son tan fuertes que resisten a las
ve muy poco en la provincia de Buenos Aires. Lo traen de la3 mejores hachas y otras, más fáciles de trabajar, se usan para
islas del Paraná para el consumo de la ciudad. Los cardos hacer ruedas, eies, etc. Los carros de Buenos Aires están he-
vienen a ser como delegados o representantes de los árboles chos de estas maderas; el algarrobo, el urunday pitá y el urun-
en la provincia; crecen hasta una altura de seis a ocho pies day-irray se cuentan entre los más fuertes. La última se em-
y en extensiones de muchas leguas sin interrupc:ión; los que plea también en la fabricación de muebles; la veta de esta
crecen cerca de la ciudad se cortan y se usan para calentar madera es muy hermosa y si se la [lule bien, es tan bonita como
los hornos de los panaderos y también los hornos para hacer el palo rosa, aunque de color menos oscuro. El timbó y el
ladrillos y tejas. En las islas del Paraná y del Uruguay se tatayibá (mora silvestre) se utilizan para los mismos fines;
encuentran varias especies de árboles pequeños que se usan los hay de tamaño muy g:rande; el último de los nombrados es
como leña y para obras de carpintería común, pero no pude de un color amarillo brillante. La madera de lanza (nalo de
ver grandes y buenos árboles de madera de construcción en Janza) y el naranjo se usan también para hacer flecha~, cajas
todo el territorio ni tampoco en la Banda Oriental (parte me- de fusiles, ejes de ruedas y cajas de carruajes. Una palma
ridional que es la que tiene mejores bosques entre las provin- grande (carandy) es muy usada nam la c"nstruc6';n (le bnl-
cias del sur). Sin embargo, en la región del norte de la as; es madera verdaderamente fuerte y dura mucho tiempo
Banda Oriental y en los campos que bordean el Uruguay y el uando se la nroteie de la humedad. El tataré es una m'3.dera
Paraná, pueden encontrarse en abundancia las mejores ma- flmarilla muy sólida y se emplea mucho en la construcción de
deras de construcción y otras maderas de valor. Debo decir b reos; es también material muy estimado para la construcción
el ~oches. Hay un árbol cuyo tronco parece estar compuesto de
hierro que se usa como defensa contra la caballería." Es defensa muy Vl1flOS tallos torcidos entre ellos, formando un sólido coniunto.
antigua. Se usó en las guerras civiles del litoral argentino. (N. DEL T.) 11.1 cedro se trabaja con facilidad y es empleado para hacer
.8

1.(lhJUl), " ~¡~"t pe¡t.¡ $:~li~stjJlq ~¡fªpi#mE¡nJ~¡ )J~5i.§jrPM~r~I.J~}


)humetlrii d;0f~l)'01ªelqr@n~p~stgm.J¡¡~e{l,.j :rnLlY;r~.m
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la,,fa'n íoS&3y;qr,\).? ro~t~ fJ:r@.¡¡:ft~}~;qiJlªrm:t~:i)fd~Etre
24'P, ,de,fla:tttud':;r's€!J,qe,s:ar-,¡¡,ollá b..§stq ~~~qJ.il.i!~ ,il"nrg\l~:9
, !t1 'Se' le;tJ¡,qa, ~~º t¡'J.l@dª f~~S~l<tqr1.~a..JPeW,illli<¡JiY;~§5c.q}
'Y) r " iltlJfca.ripasá(·~ln11¡;ÜR;~;ñf:)I Ijl~) YRs-9fll'Y; t~j;ll~$.¡ rP(;nª§ i)f
l,t) I tol~ a rde1ga:do .i:seI(~Ol"t'ár1:¡J;aa~, ;q0,§ ; º jjt~J~q.~.9~I ~lEl)'Il,pP~M~
) $'iid:er rn:e(!:es.aril~ ]!lá1Za!\~'Ye ~~ (vJtPtli>dCI?>IfRth+,~ lfo.it9'ª·~1 B~r
1 ft ,s ) cuaBdb ~se )?f:)ü(!).gennSOV,..L ~€9d~s ~<tlufliLeg~ ; JJp.J> '~?-Ja.~;'§Q~
el ST"ués Itostádasdlf ( <p,arq;iªhrU~.IJ1;e..2~aclial5.~d.~s, Ltitesn~S!~ r~E3I1!?
o al,",s6wempIi crnietan, [en,lC;;l1lí!'rQ81JRa§,~;(fe¿t:)jC?};!Ylq.)1af{ª!J~~fkLen¡1~~
l1lII r adr@sH Sil1:drArií.ér~~Q:: r>f~l 9rlce.~,C!¡)I>d§LE¡?t!3::Rf.¡Q,rgl t.l~M(} ltl}A~
l(!)o:Jn. Jphl.gadasf'l\I.é')ai¡imetJl~. G lL¡;¡)(~qJ:ft~~~ G~)l 'l.9fihl~:yF:flff1!P,f1r~
(.que s~ en'Gué:htra') ~m(f'PQ:JÍag~ayf?}51!q;pr'{le@:J,%~ §,JT'I§rh&nfJ~~
álVldusilmiá lidel 'flNl?tiflo!.~)Hao/ (tamb¡é,¡nn}¡f;.r t<'1,s xil~l¡¡,(\lAEl!?,cy IplaHtas
~pi ~@$) nati:M~.s jusal'l:lI!ia;r¡a¡ r.te~in1gén...EM'o~IIªe 21m.~i·Id rJ: ?o::n"d
:lE ¡Un Bub:áhg,ran.de llamado rpalo,,~~...nt8>lPJi~AJ1.t:eí.l¡lJlq}·g¡:rJI).fl.fO!
mS.a¡ GJ.1l!ter seYe:¡ttjt,;?;e:fhirv<i€m.d.Qdtª~e:p~¡;¡'~'@ '~~ lmªp.,1r~~·I§~1.f!
-tlsá m:omfil :-'E),eHumev)iRl átb@~·lG.~llil%c..IeI).§'p.) s,~ 61¡1?l).3ªMrJl BQ.})r~q
'goma [¡:ue: pí(¡¡~ tI:.üEb y.' p(j)rqbl~'~st¡li ¡S~ f€l1J§~..:;,~:q')Ii¡.§. \gl~~a .)C¡1l 9
inelen'S(i)' . IEIr:maJ,igar~ . i(')·tod'l¡l.~€:<gP1$.,g:I~Jé\:~NJ{ªé;¡13a.Qg,\Y9n-·!f1.ª 1
Jlllitaa e;pedÍer deI fPs1'ó.tpJJOl1mlx:tfl rJll.:lil~Jia.nd~ ~pªrfi%~iml~Q!j WfJiY¡
illm.rm,üS¡lá"Ill::lQ'~$; e-líl. ,1ascip.r~Y~I1Qiª§ Íq.bll..e flfJ,~R:~l-J?¡l[l '{(:hÁEt:t¡,§J¡Vt§L~fl.
lesvdeJ('go]Í\lak~otros I se,-ª, J¡:f~;]il#}m.dG~) I~§ro ~o§,\SElrf1~~aI,1lf\l&¡;l v(U'~B: ~9
medii'cinales:.rflne)IéstPS<.Túi~º~ J U,Th j~§l¡l~Íj9vl(i~lg:~ Rmllr(l~ _p,yx
gep.9)hhi:b(!)f1 'lil.l\(lménil§os ae~p'~~i;r~oot~§'1!~~~!-g:l ~9,9.f3111e.'Q?J.) ~~Ei~~~~
rd1l18'rielillt)l ¡élIñ'Osl e-u ) qu:eJ:17~s~d:i:ol eult-a¡esfJll¡lp5 ()Í rª ,G1'1k;Jlíl.l;\cg1%rL ~9
¡u~.aJ cpl~~~icf¡:n "lQed:pr."RtLl~q$;" ¡~.Rn~§cfitªq) 5Jil1ª:p,W~YI.fta¡s) ~ara:dl S.q>
cl.. '~.~ indios .:f9¡1Ít-l!i'13.él.;tu~rttee§~m l~s 2IltOOl1 ct,<ts ,ªft.J~2:5WJNlrs~,
-La! edad,,'a~a¡r;I:7::acla- ~,eu r q-U¡G!,rm1lni9.r €~f¿~tO?!c¡lo.:G~\;~ª~? Jh<¡f. g~ª~
ttto:rlid~:aJr$.u~i":\~Q~t'tiI1:as, J1JE:lofil¡1,jh~,~"t6b~ít~:P¡ta¡.r~Jlt.:r¡fh lª~ ~
'hililf'filat;t\Wi 2:w.!;El~!R,i'!aJ,gs . .r¡bsC¡([l-ns1.rªJ§! ~~ri!0n flft,?q$I 13~rlC¡:,9Plbq..M
~ffi;J:j:SÍ)J~Ei!12l]J;<t~e Gfri~§q~l!!.:t~nn:e1)J!l11(fQP.9aa~ fHbt~~ \(t~Jld~t~):~J1l1i.~9
~}íJ;~ªJl.)~'l't~~b ~~llPJg;,\:'Iél¡)f;lJ §.~iJ~ ;tll..GJ1ftan;i,p..rfl-~&OfI1?; aÍ"rf'l fU ~!)l~S1;t;g~?
~R9flje~ ~lf,ª';J~~l;929tJ§!i(j1$.,(P§!)fª~~~'!J~fJJ'ÍW~Itlt,o~éH~~4fA~p~1
/fA rrYr¡ H1§l-Y~.b~lli<A.~!P ~t (q~1l~ %liill!Il§t.fl¡ªFtq)I§l§"l§r~<f~tB:!l F!él.ffiPr
~m~p ir é13i,~I~g.~ª,j) Sil;ls.t~~ªn~!pS~¡é91~ffny.~ d.~l cé!lir~ ~
60 J. A. n. B:LAUMONT
VIAJES (1 826.- 1 82 7) 61

que n o son tan favor ables a este cultivo como lo son La Ha-
bana y el Brasil. de donde ellos se proveen con vent'lia de que en la provincia de Tucumán "las batatas llamadas ca~
estos artículos. El maíz crece en forma excelente en todas las motes crecen tanto que pesan m ás de siete libras". Pero yo
provincias y s estimadísimo. Se le come generalmente asado n? encontré un solo hombre en todo el país que hubiera visto
ro creyera en esas batatas de siete libras, como tampoco en
o hervido on 1 che 12.
l?s árboles de la m isma provincia de tronco tan grueso que
El m r ndo d Buenos Aires no está muy provisto de frutas; SIete hombres con los brazos extendidos no podían abarcarlos
la meio!" s 1 m 16n que crece con abundancia en todo el
n~. eJ?- 1
os ".granos d e oro de tres o cuatro onzas" de una pro-'
paí ; In sn11dín s lleva en grandes cantidades de Santa Fe y
VInCla veCIna.
es frutn m l1y r fr scante durante los meses de verano. El
La batata es plato favorito de los nativos y se come hervida
mel6n fl'fl nJ rt almizcleño abunda mucho también; Jo po- o asada como nuestras papas. Tienen la forma de un pepmo
n en n lo. r.'II I1l'tOS por r az6n del aroma pero rara vez lo co-
~ son bla~cas o coloradas; las primeras son más pequeñas y
men. Lo, rhlro7.l'lo dan profusamente en todo el país, pero,
tIenen meJor gusto. Otro plato favorito de los nativos es una
dcbido {\ lo, mn l S ultivos, son generalmente aRUosos o
haba blanca, los frijoles 13 que comen guisados; tienen, más
imÍ'pidoil. I lIS cl11't'n:meros nacen de los carozos arrojados al
o menos, el tamaño de un haba común y se le parecen en el
suelo. En dOA nflOA 1 s árboles crecen y dan fruto; los conjun-
sabor. ,Las alcachofas (alcauciles) crecen hasta alcanzar un
tos de estos ál'b 1 A AOll llamados "montes de durazno"; cada
buen tamaño y no son inferiores de ninguna manera a las
quinta tiene n l'n 1m nt un medio acre de terreno cubierto
nuestras en buen sabor. Los n abos son generalmente fibro-
con estos durnzn ,r 011 se nenan de frutas. Las neras son
sos e insípidos. Las lechul5as y otras verduras, ni buenas ni
pequeñas e insípidnA, 'ombi n hay gran cantidad de naran-
jas pero no son ton h 1 11 roo las del Brasil; crecen princi- malas; los ajos y las cebollas muy buenos. Aunque yo no he
visto en el mercado de Buenos Aires muchas otras legumbres,
palmente en las orill s d J rios, pero hay también muchos
naraniales en las er nía d la ciudad de Buenos Aires. adem ás de las enumeradas, he visto sí muchas de las nuestras
Los limones son buenos y nhundan. Lo mismo las higueras; y de las mejores creciendo en abundancia en las huertas de
estas últimas tienen follaj d nso y a radable por su sombra. nuestros colonos quienes confían en que, con buen cuidado,
todos los vegetales cultivados en Inglaterra han de darse ex-
Dan dos cosechas de higos x lent S n un m ismo añ:). Las
buenas granadas y los membrillos abundan también. En celentemente en el Río de la Plata. Uno de nuestros colonos
cuanto a manzanas, ciruelas, nue es, cerezas, frambuesas, y de San Pedro, en el transcurso de ocho meses había sembrado
grosellas, nunca las encontré cerca d Buenos Aires. Los emi- en cinco acr es de terreno gran variedad de legumbres y las
grantes ingleses habían llevado cantidad de plantas y semillas había rodeado con una zania,
Animales salvajes. El ¡agitar 14 o tigre de Sud América tie-
de la mayoría de estos árboles frutales, p ro, como consecuen-
n~ m anchas muy semejantes al leopardo de Asia. Este animal
cia de la dete.nción 9-ue sufrier?n en Buenos Aires y otros
trastornos habIdos alh, la mayona de esas plantas fué robada VIve entre, tanta abundancia que no es nada feroz y huye de
o destruí da. Las papas han sido introducidas últimamente en la presenCIa del hombre, salvo que lo ataquen o lo persigan
l~s provincias: el suelo no parece muy favorable a ellas. Yo de muy cerca. Se le encuentra principalmente en las islas
VI muchas en las huertas de nuestros emigrantes pero eran y en las márgenes de los ríos donde se divierte pescando. Atrae
muy pequeñas. El señor secretario Núñez, sin embargo, dice a los peces al borde mismo del agua vertiendo su propia sali~

12 La mazamorra. (N. DEL T.) 13 Así en el original. La judía o poroto. (N. DEL T.)
14 El original dice yagua. (N. DEL T.)
62'

va.') ?,óH eu r~" sup1érfi iélrf o'\l\in'd5\~s"é' §~r6~inian I<]¡oS;[Sát'a (d~l


~ul:l l con u " Z~l pazo: T~n1bienndá9carzár'al~ Ga;tpinth"(jl:o ·,t'e:rdn
Se Ici~{t¡:{'Y ls . ár' 0Já"S6bt~ r ):t$.áy,of,lilfdéJI6sJ bttós ranim'are-s':qtte
~) l,bf1&HI I s l/ r ante!ltrC ti" fuU~ha;Jfq;'e<íh@Gra rcruza)'los :¡aÍl.
ch ~s lfí ' 'n 11Q SiC I de állnteixit s:rnY06vi"é'stosI j'a~á.tfeshloslC@
fres t 'vct:d ' ti I ~ H 11Has" 'éf lo t flo5! 1:\'E lUÍe'6-J.t ~0') ésYobrnp ára1ble
. y h 1:l:h6 '¡ m . a'fHéó 6',1páte~e l :r:ti~s <biiM1Ibtir:péittb' dg l'TIerrru.
ova, .c; ntrah h; ti n el cuerpo largo, la ca11>'~2ia')peq.ueM:a
y.
~ ' d íld :1,1 él HoHelga1do d"bit; és·d cdl ,r:u a1naitfillo1ch:i.lro;
91 ' ¡;a1 l~(e á' a, 11 l had>d 1! ,ti(¡ • añó rtlé tití I I~6ÍÍl¡ ti\f1ir~al11:@'¡Y; Gno
se "M" cti úhW 'óu tá#t~llfteé'ti ridd )lcoJh~ al ¡ltiW'e d Yf(1)'é h~
"sio' uno"~h,IBrien9§) Airestrdtádo f'C drnt:Pp'e:rro rdeHpatio I~ ftan
'~a%iHá'rr 2b'mo''{ift?fp r:rJfF ~0iY SWIa:tHó:.~\llié·s \ vé:tli.a,doS'l!a~HundaIÍ
'en rIa 'B'aííH~cOrieñtál, 'eiirEr:iílrre:fru-bs-cy {:!h afgunas He las(:0tras
';P o~irt~~as!G S'OHu&oí.1:1;6 9~& (e6t t?'Si::yf:'SU 2cé.>rrl~r 'sl:D pa,r ke·J.'aJ ,l a
BJ #u~'snróG edlidBc:P'éfb gkb "ªs(ést-í tnáda) 'p(]ll:n lQs In'"ativ:os. !nw!
:o'ITJya!ll?~él 'éP t'é&'in6 jféfferaf din ·:qúé < sé 'dé~ígna ,ah <;e¡r¡:d0
l 1
J¿ 1~\:iJW Jgst'os s'er;'éül¿:i'íenfFan "alfrriff ré' rd€!l [dé)· (le ·la: l1J?la:trary, 561e
~~b,. ~fér~~cia~,l.Hé~ I?s-'dé'l~~~ó~¡fl elf ~~~')S'9ff 61gó~'nfá~ peqllléfr?s
'y,éW¡~ue ' htl'tlélíe'rl1cDlft n'i ! és'puela)(íuríguÍl~ fén"las''patas ITa'-
~ér~,s:f -Rfphi-RifiEltdf; Céetaó 'dé rí'ó9 es iüri':áftfi::trü.tl"alrrfibió r.muy
1

rp~tE!Cli~HII 3lt rtef!l'o r coifi.~fíJ r~ri 3.1' rfÓtma;" pero r'SU' 'cue~p6, e,s
:@x Jtrortó'1F'ináf redOBdo; ¿Uéll!¡'U'C)' eléltígre_11ó' atahéV bUS€él>Jl'e:-
TWgi::¿r'KJ¡ elnaINJ~é.; ~ii:t l ar> ~tlJ sé)su:triefg~ r.él'esp{¡é's) d~e. r lanlzal'Iun
('\" 1 "!ro....? n·'..!..· ~'iJn
fuer e' !:5fmúuu. Ba', carne 0,.,1 T "i , ' P . r
se fparece'YñliG r 'H -ro ¡ft la) dE!l'.CeFd' o ¡pero '
Wr~ma? W '~xti'émóf ynti~íié) ciéTtór:S'áooF á'e fp'est'á<!<l;f pr6poÍr
"cl'o ua ;:Bu~:iimá!l.lbe~tB¡,~~:résYlJ:'ífáñ'heF0sTdetét\.,idos·Jpor~'e-I:)mal
ti~m~ . .en los g andes qos, cua-ndd;anllán éSGllS'ols rde)(proVi'sid-
-<> I. t B
nes: - :nm /l h ,r daJl1
1 p{!-y e¡; e .a')·¡,..,,:j:,é).
'es}' ele ·~,r 'iI"
ueI"'- "· ~"l s-a° t";""
cerno " "'YI~-'''Ú'_':''
v,aJe, nauh'a"en, " 1os
1f)S'Sqlfes :Y3sól'o1,a'pa éé~1por:)}l~ lnoc1iéí" ;,ElrratUtt t [ ¿'1i!0haty:yr] 9es
S n
~ b.&'(va1iedaral~e q~Gfuifuía'I e·sp~cie:;) rde])ftáí'Ífa:ii@.;dé m !¡coneja,
"!l " l~=-':"'.<i
''"se,,?, {').J ~·<~"
l.1:11!I::l'1 avue· 'iifi',(oa, l"
'Y·6.i5""ua ~ "1 . @
"'s,r ,e r.".J 1 L- .±..r
:~lOIL<lie,nOUe!l:' -,O r,es[ gnsnY;él
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2l5:é?lfa ;y>Ilars9pMa' r~a#J¡hlÍ'Ic:J aiJ7QtJ.Elf'a'fmaaillo se::.encJlep.tJtª ge-
".·eF~~ , JIí~:;enqlasJ!llan:unas) r<iJ¡eoBuehoS'J W'Fes:,n $~·1q.lim.~;J1l\ª3 4,e
.1ómhrii'(jlBsq (.g:ns:áníls· ·.aar:t;(!)!í.Wg:s )r~:&,i N~g~tª,le_~)'¡y}(:p.9-&e¿&~~fª§ I EW-
el suelo pero los agujeros son poco profundos; marcha despacio
y por eso se( .~~ .JFl!;lE:d~ C,ª?i~ , f.á@lHle¡¡lj;e; I&Y~í'lªrBe019b!ªp.~ y
nluy grasosa tIene el sabcór ' de(j lá1 ):;a""n.e)'\delibpidet§.6o )Y.ildr~ la
J. A. D. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 65

JI nn, ,UO(1S d estos animales, y tanto los caballos como devoradas por otros animales y se esperaba a que la lana pudie-
Jo, jitH l. l' 1 uun con frecuer:cia ~l tropezar con estos agu- ra ser recogida en ratos de ocio. Me han asegurado que hasta
j 1'0 , 1" '1lÍ,1.l 'hilla es un ammalIto que abunda.,mucho en últimamente las reses muertas y cuereadas, ya secadas al sol;
In pt'nvi ll i \ del norte del Río de la Plata? la pld de ~stos eran apiladas para servir de combustible como leña;-los hor-
llltilltO ll ll ' 01 S'Lituye un artículo de comercIO muy precIado nos de ladrillo y de cal eran encendidos con estas osamentas
(11 Bu no Aires donde estaban pagándose cuando me embar- y existo una ley que prohibe la práctica de arrojar ovejas
q ll( jllíJ'U Inglaterra a diez y siete pes0s la d~cena. vivas 1 los hornos para evitarse el trabajo de matarlas pre-
En la provincias del norte hay dIversas var~edades de mo- viorn nl. En otro tiempo, el más humilde esclavo se hubie-
10 , El carará es un anim31 tardo y torpe; VIve en los bo.s- r n B do a comer carne de oveja. El precio corriente de
tl t l S Y anda de árbol en árbol ayudándose de su cola, sm IIn veja era, muchos años atrás, medio real, o sea tres pe-
dar saltos. El macho tiene veinte pulgadas de largo y es de ,ñi,~uos; cuatro mil ovejas fueron compradas en 1825 para
'olor oscuro; la hembra de unas quince pulgadas de largo y 1. Rlo de la Plata Agricultura! Association, al precio de cua-
de color castaño oscuro. El car puede encontrarse en las l1' réales cada una, y cuando yo me alejé de Buenos Aires
mismas provincias donde vive el carará, pero es. de índole muy n el verano de 1827, las ovejas se vendían allí a un peso
distinta,- porque es muy ágil, activo, y está sIempre en mo- ada una.
vImiento; tiene la garganta, la cara, y .I~s ~at~s blancas y el Pájaros. Azara enumera cuatrocientos cuarenta y ocho es-
resto del cuerpo color castaño. El mzrzquzna puede encon- pecies que ha descripto por lo menudo en su tratado sobre la
trarse al oeste -del río Paraguay; su cuerpo es de unas catorc,e Historia Natural de Sud América, pero yo he de mencionar
pulgadas de largo, la cola de diez y seis. Es muy torpe y tI- solamente aquellas aves que el viajero encuentra con más
mido. d -' frecuencia en las provincias del Río de la Plata. El avestruz
Los perros cimarrones forman una plaga muy amna para es muy común en la Banda Oriental, en la provincia de En-
el país, porque persiguen, muerden y destruyen el ganado en tre Ríos y en ·las llanuras de Buenos Aires. Anda general-
gran cantidad; ahora s~ supone que so?- menos numerosos. mente solo o en parejas, pero a veces se les encuentra en
Las tropas de Buenos AIres, con gran dIsgusto para ellas, se grupos de diez o veinte juntos; las plumas son de color gris,
empleaban antiguamente en llevar la guerra contra estos :pe- excepto las de abajo de las alas, que son blancas; su plumaje
rros. Una de sus tácticas consistía en desollar. un perro VIVO no es tan hermoso como el del avestruz africano y no tiene
y soltarlo en ese estado lastimoso para que pudIera ahuyentar cola. Si los cazan cuando son pichones, se domestican fácil-
e intimidar a sus compañeros. Los caballos y las vacas lue- mente y viven muy sociables con la familia. Los nativos per-
ron introducidos en el país hace cosa de d~s siglos I?o~ los espa- siguen a caballo a los avestruces salvajes y los atrapan con las
ñoles y desde entonces su aumento ha sIdo prodIgIOSO. Hay boleadoras; los avestruces jóvenes son estimados como buen
ahora inmensas tropas de caballos salvajes que recorren la bocado; en cuanto a los grandes, únicamente los muslos son
pam p.a y son cazados por los indios para alimentarse con ellos. buenos para comer y en el gusto algo se parece a la carne
Si estos animales llegan a ver otros caballos mansos, se les de vaca. Sus nidos forman apenas una mancha circular en
acercan, los halagan, los inducen a juntarse cor; ellos ! des- el terreno, de unos dos pies de diámetro, que ellos limpian
pu és se largan al galope todos juntos. No he 0l~0 deCIr, que entre el pasto. Estas aves están acostumbradas a depositar sus
haya todavía toros salvajes en el país. Las oveJas, an~lgua­ huevos en el primer nido que se les presenta y se dice que
mente sólo se tenían en cuenta por la lana, Para evItarse hasta cuarenta y cincuenta huevos se encuentran a veceJ
incom~didades, las reses muertas se dejaban podrir o eran amontonados en un solo nido, El mayor número que yo vi
J. A. n. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 67
6

r" I~()l\ (li 1. Y i te. El dueño del nido, con una hospitalidad lr. 1tLr los más hermosos ejemplares de la tribu alada de
\, p ís, cuenta el picaflor. En tamaño no será mucho ma-
ililllitndn m rende la tarea de empollar a los incluseros co-
)11<1 (l " pI' pios vástagos. Los huevos son muy buenos para 0 1,' lU un escarabajo grande. Es de color verde, que en el
¡(ll ll r y 1 viajero encuentra en ellos un plato favorito. La 111 dy> se hace color oro cambiante; vuela por respingos y sa-
)l/l l. oo 1\ d 1 monte es del mismo tamaño de nuestras palomas .ud I ~J de una flor a otra con gran rapidez, recogiendo de
11\ 1111110 sus golosinas y acompañando sus movimientos con un
omnn, de un color pardo claro; se las encuentra en gran
. ll lidad en las islas donde anidan en las copas de los árbo- J '111 uido zumbido, más bien murmurió. Suspenden sus nidi-
l R más altos; tienen muy buen sabor. El pavo del monte es lo d las ramas de los árboles o arbustos mediante un fila-
m s o menos del tamaño dI.":! nuestros faisanes, de color negro lile IILO muy delgado. Las señoras de Buenos Aires aplican
e n manchas castaño claro. Se posa en las ramas de los árbo- 111 Jl ombre de este pájaro a los jóvenes demasiadamente galan-
l(')s de espeso follaje y cuando se asusta emite un chillido agu- IllIdores, afables e impertinentes, condición ésta que se mira
do y fuerte. Estas aves también proporcionan buen bocado 10 11 _ ierto menosprecio por las hermosas porteñas. El carde-
al viaiero en las islas del Uruguay y si va aquél bien provisto 11/11 S uno de los más bonitos pájaros cantores que pueden
de pólvora y escopeta, nunca le faltará buena comida. Las ,m; ntrarse en las provincias pero difícilmente más abajo de
perdices son de tres clases en Sud América y se diferencian 1" Intitud de 30°; es más o menos del tamaño de la alond~a,
solamente en el tamaño; son del mismo color que las nues- I cuerpo color pizarra oscuro, el vientre blanco; una cresta
tras pero no tienen cola; la más grande es igual en tamaño lit plumas coloradas muy vivas adorna su cabeza y la gar-
a un pollo bien desarrollado; la segunda es más o menos del /{/l nta es del mismo color vivo; es muy estimado en Buenos
tamaño de una perdiz inglesa grande, y la tercera un poco Air s, tanto por la belleza de su plumaje como por la dul-
más pequeña. Son muy mansas y a veces no se levantan has- 1.\lrn de su canto. Hay otra especie de cardenal de color
ta que los caballos están a puntos de pisarlas. Cuando se , 111 t' pardo y amarillo, la cresta de un negro azabache y el
ven sorprendidas vuelan unas pocas yardas y nunca se levan- 111 .ho amarillo vivo; ambos pájaros son igualmente admira-
tan a más de una yarda del suelo. Los nativos emplean varios · .1m;. Estos pájaros son traídos con frecuencia a Inglaterra,
medios para cazarlas; uno de ellos consiste en valerse de una clolld , con un poco de cuidado viven bien.
caña de unas tres yardas de largo con un nudo corredizo de ¡,oro. El loro verde abunda mucho en las regiones boscosas;
hilo fino en el extremo que emplean a manera dp lazo. Los "/II'n ve~ vuelan juntos más de tres o cuatro. El loro gris es
patos abundan mucho eñ los dos y lagunas de las provin- II dH, estImado que el primero en razón de su habilidad imi-
cias. Los nativos los llevan al mercado de Buenos Aires donde IlI liv superior, pero no es fácil encontrarlo tan al sur como
los venden por una bagatela. Los patos jóvenes frecuentan ,,1 I.oro verde. Es completamente gris a excepción de la cola
las orillas del Paran á en bandadas de doscientos y trescien- I (tU roja. Las cotorras 16 son pájaros pequeños con largas co-
tos; también se les encuentra en las islas del Uruguay pero )/1 j vuelan en bandadas de cincuenta o cien con un chillería
más frecuentemente se reúnen en las tierras bajas de la pro- 11111 , agudo. Es't<?s pájaros ~on muy destructores de frutas y
vincia de Buenos Aires. La caza de estas aves es casi el único 11I1I11as dondeqmera que aSIenten, domesticados, hablan muy
género de deporte en que se complacen los vecinos de Buenos hit 11 ; e cree que no viven más de dos años. El carpintero es
Aires. Las nombradas son las principales aves, entre las que 1111 tnl1te común. La gente de habla española le da el nombre
yo he visto, que proporcionan alimento al viajero. En la parte Ir. fr.l
origina~ dice The paroquets; paroquet en inglés, es el perico, o
alta del río Uruguay vi muchas cigüeñas y garzas y algunos ' 11111 lIul(o, espeCIe de papagayo, pero aquí se trata de las cotorras.
cisnes. (N . I/II.r, T, )
J. A. D. BEAU M ONl' VIAJ ES (1 8~ 6-1 82 7) 69
I!

(1 ,(1r/>illl""o p r su destreza en romper la madera para sacar h gar su presa si ésta se muestra muy vigorosa en tierra;
I 11 t s. !on de cincuenta a sesenta huevos ql;le deja en la arena ca-
{l nt para que el sol se encargue de lllcubarlos; nunca se le
m ¡rribrí, (buitre) 17 es uno de los más nlJmerosos entre los 0
,OH1,1)O'fl nt S de la tribu alada que hay en estas provincias. J1 U ntra más abajo de los 31 de latitud sur. El más largo
JI\ to Y tros muchos pájaros que se alimentan de carroña ftU yo vi tendría unos cuatro pies de largo 18, era de un color
t(1 1I 1 mpre dispuestos a devorar las osamentas de los ani- pnrdo oscuro y su piel muy fuerte. El lagarto verde es muy
:mn l que mueren en los caminos, o bien los desechos -de los Jomún y tiene color muy brillante; es de unas nueve pulgadas
mnlnd ros. La paz y la armonía con que estos pájaros , se ti lar go, incluso la cola ; se alimenta de lombrices, insectos
juntan para comer, podría ser imitada por los bípedos supe- huevos. Los más grandes son tan dañinos en las casas de
lor s del país, con mucho provecho. I'lImpo como el zorro en este país 19.
H ay dos especies de buhos que se encuentran comúnmente L s serpientes se encuentran en las provincias d~l norte;
en Buenos Aires; uno es un pájaro pequeño, de color claro, In ~ás peligrosa, según lo he oído decir, es una serpiente de
al que se ve únicamente de día; se asienta en las entradas ( olor gris oscuro y de unas veinte o diez ocho pulgadas de lar-
de las cuevas de vizcachas y cuando es sorprendido se intro- , más bien delgada y tarda para arrastrarse; vive en el
duce en ellas. El otro nunca se muestra ni se deja oír duran- JI" 'aguay y mmca se la encuentra más allá del límite sur
te el día, pero de noche sale a volar haciendo un ruido ago- d sta provincia. La acción de su veneno es muy rápida y
rero, "shhh", que repite por momentos más y más fuerte. (~0l1 frecuencia fatal. Hay otra especie de víbora en Paraguay
; Hay varias clases de murciélagos, pero el que se encuentr a J10mada víbora de la cruz porque tiene una cruz en la frente.
más generalmente es el murciélago pequeño. En el convento Lo m ordedura de este reptil es también fatal.
de San Pedro atravesé un pasillo donde habían tomado po- Las víboras 20 son también muy numerosas y particular-
sesión de los cabrios del techo, y producían tal ruido y tal 111 nte al norte del río de la Plata. En la provincia de Buenos
hediondez, que despertaron la indignación del santo varón Air s n unca vi ninguna que excediera los tres pies de largo,
del convento quien ordenó un ataque en masse. Al día si- p o en la banda opuesta vi algunas muy largas; se alimen-
guiente vi por lo menos quinientos de estos animalitos n. ler- '( IH de huevos, pájaros, ratones, ranas, aves de corral, pesca-
tos en los pasillos, donde quedaron exhalando un hedor nau- do ' insectos; se acercan a sus presas con mucha precaución
seabundo durante todo el tiempo que permanecí en San Pe- r torciéndose alrededor de ellas, las aprietan hasta que que-
dro; y con toda probabilidad quedaron ahí hasta que se pu- cl lIll asfixiadas. Estos reptiles siempre buscan abrigo entre los
drieron completamente y fueron devorados por los insectos 1'11 tos altos y en terrenos húmedos. Los incendios de cam-
que allí les sucedieron. 'I'OH, casuales o intencionales las destruyen en gran número.
Reptiles. En toda Sud America pueden encontrarse saurios
, OH también devoradas por los cuervos y otros pájaros de
en gran número, a veces de gran tamaño. El más grande,
1" '( O; los cisnes y las garzas también se regalan con ellas.
llamado yacaré, tiene ocho pies de largo, la cabeza chata y
larga, el cuerpo cubierto de placas oscuras, es impenetrable 1'11 1'/1 scapar a estas aves se retiran a las cuevas de los rato-
lit y de otros animales. El buitre ataca a las víboras en cam-
a la bala de mosquete; la marcha es lenta y siempre anda
por las márgenes de los ríos en los que se zambulle de vez
en cuando, ya .sea porque es su lugar de retiro o con intención Iu.r. vió muy pequeño el autor. El yacaré grande mide mucho m.ás.
(
(N, lm1, T .)
1I Pnr ce referirse a las iguanas. (N. DEL T.)
. 17Buitre, vulture, dice el original, pero ha de referirse al águila o al 11 J )'M ase que aquí el autor quiere referirse a las culebras. (N. DEL T.)
carancho. (N. DEL T.)
J. A. O. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 71
70

u ndo encuentra la oportunidad se les acerca p ·fi ie; sus nidos tienen generalmente dos o tres pies cua-
y bajando las alas como para protegerse de la dl'nd S y otros tantos de profundidad y dan lugar a muchos
II ()I'(!< d 111 '0 enenosa de su presa, se apodera de ella y con Il , idente~. Azara ?ice haber visto un caballo que casi había
• monta en el aire, SIn embargo, no son pocos los ca-
!l sapareCldo hundIdo en uno de estos hormiO"ueros. Yo he
vjsto con frecuencia veinte nidos distintos ca~ados en el es-
\111/1
0 , () I. qu la culebra muerde al pájaro y ambos caen al suelo
)In io d~ medio acre de terreno. Estas hormigas son de un
in vida,
)1:1'1 los terrenos pantanosos, lo mismo que en los arroyos, 'olor rOJo oscuro o negro azabache y tienen una media pul-
b wdan las ranas y sapos de toda clase, Puede oírseles al ~ da de largo. No es raro el ver árboles y arbustos con las
,1) r la noche, haciendo un ruido confuso e incesante. En h jas completamente comidas por estas hormigas.
las provincias del norte se encuentran a menudo ranas de as avispas abundan mucho, particularmente en las orillas
gran tamaño. Hay otra clase que no tiene más de una pul- d los ríos. Hay varias especies de avispas grandes, color
gada de largo; esta última emite un chillido lánguido que p rdo, de. pulgada y media de largo, con el cuerpo dividido
semeja el grito de una criatura pequeña. Otra, de un color Jl runa cmtura muy pequeña de un cuarto de pulgada. Hay
blancuzco, evita todos los lugares pantanosos y se ve rara vez 1~11a. cla~e más pequeña, de color negro con dos manchas ama-
en el suelo; se la ve en los árboles, entre las pajas, en los I'Jllas brIllantes a los costados. Enjambres de estas últimas acos-
techos y en las hojas de las grandes plantas, 'I.mnbraban a posarse en el puente y en las velas de nuestro
Insectos. Entre estos el que merece primer puesto es la borco en el río Uruguay y atacaban a las moscas mientras
hOl'miga. Hay muchas especies de hormigas en las provin- tas se regalaban con los residuos de la comida. En sus ata-
cias. La hormiga casera común es muy pequeña, de color qu s acercábanse astutamente a las moscas, les saltaban sobre
pardo oscuro y uno de los insectos más dañinos en este país. 1 lomo y tras una severa lucha las aguijoneaban hasta ma-
Esta sabandija construye sus nidos en las paredes de las ca- turlas; si una sola avispa no puede dominar a su presa, viene
sas y penetra tanto en ellas que se hace imposible destruirla otra y la ayuda; cuando la mosca está muerta se la llevan
sin romper una buena parte de la pared. Si en el cuarto se n1 avispero común.
deja cualquier cosa dulce, miles de ellas acuden, y a menos Las abejas obreras también abundan en las proximidades
que se las destruya, no desistirán hasta que una cosa mejor d . los ríos; sus nidos tienen la consistencia de un nido de
atraiga su atención, o la provisión se haya terminado. He Hol ndrinas ; son grandes como la cabeza de un hombre y
visto casos en que se había colocado una taza con azúcar en (~ Il 19an de las ramas de 18s árboles a cosa de doce pies del
un recipiente más grande, con agua, dejando un espacio de '1 lo. Los he visto adheridos a las escarpadas barrancas de
dos o tres pulgadas de agua alrededor de la taza; pues bien: Fl'oy Bentos, en el río Urugu ay, entre el nivel del agua y
las hormigas llegaron a la taza mediante un puente formado J" purte más alta de la barranca. Los nativos cogen estos ni-
con los cuerpos muertos de cientos de sus compañeras que ,lo de abejas envolviéndolos en sus ponchos, a excepción del
se habían aventurado las primeras. Las hormigas llegan hasta 1l1{llj ro por donde entran las abejas; este agujero lo ponen ha-
a comer la ropa blanca, pero esto no es frecuente. Los na- Lín trás y se dan a correr contra el viento ; de tal manera las
tivos han ensayado muchos expedientes para verse libres de 11 h( jos, al salir apresuradas, son llevadas en dirección opuesta

ellas, pero cuando ponen una vez el pie en una casa, la ex- " III q t1C lleva su enemif,o que a poco andar se encuentra fue-
pulsión se hace imposible. Hay varias especies de hormigas 1'11 el su alcance. La miel silvestre no tiene tan buen gusto
de jardín que no son menos destructivas; éstas hacen sus (\llI tl O In de Eurooa y la cera es m ás blanda.
cuevas a distancia de pocas pulgadas una de otra en la su- I ,IIS hinches constituyen una de las mayores molestias que
72 J. A. B. BEAUMONT
VIA_J E S (1826-1827) 73

el extranjero se ve obligado a soportar en este país. Apa~e


de la chinche casera común, que abunda mucho, hay vanas estaba en una de las piernas en un instante. Tales observa-
ciones pueden parecer fútiles a quienes no hayan vivido entre
especies de chinches de jardín. Estas .son de color ver~e oscu-
estas tiranuelas, pero las personas que sí han vivido, se sen-
ro y rojo pálido, con alas. La hedlOn~ez de ?stos msectos
es insufrible. La vinchuca es una espeCIe de chmche de una tirán agradecidas por cualquier advertencia que pueda con-
tribuir a aliviar sus padecimientos.
pulgada de largo; el cuerpo es oval y chato hasta 9ue h~ co-
mido, porque entonces se pone gradual~ente mas er;zbon- El bicho colorado es todavía más torturador que la misma
point, hasta que crece y se pone del tamano de. una aceItuna. pulga. Este es un insecto colorado muy pequeñito, impercep-
Este insecto está provisto de una trompa de CaSI un cuarto de / tible a simple vista, a menos que se les vea reunidos en gran
pulgada de largo; es de un color ,Pardo oscuro con ~ayas ne- n úmero cuando el pasto y las hojas de los árboles donde se
gras cruzadas; sus alas están cubIertas por un .pelleJo oscuro asientan a millones, presentan un tinte escarlata. La persona
como los escar abajos. No hay muchas en la cIUdad de Bue~ que camina entre aquellos pastizales jamás escapa sin que algu-
nos Aires, pero en el camino de San nos se asienten en las piernas, pero no viene en cuenta de que
, Pedro, a unas cuarenta
leguas al noroeste, las vi en gran numero.. . los lleva, hasta el día siguiente, cuando los insectos, habiéndose
Las pulgas, si bien no representan, u.n en~IDlgo tan fOrmI- introducido bajo la superficie de la piel, producen un escozor
dable abundan mucho más que los ultImo s msectos nombra- molestísimo y ronchas coloradas del tamaño de un penique
dos. En el rancho del gaucho, en el salón de la señora. ~ en de plata. El remedio consiste en frotarse el lugar afectado,
campo abierto, están siempre presentes e igualmente deColdId~s con sebo, cada tres o cuatro horas; pero aún así el escozor no
se calma por varios días.
e insaciables en sus ataques; son por lo general algo ~as
grandes que las de Inglaterra y parecen ten~r mayor apetito. La langosta es uno de los insectos más destructivos de Sud
Las personas recién llegadas al país son ter;nblemente ln:0l.es- América. Aparecen siempre en enjambres inmensos que lle-
tadas por sus ataques, pero los nativos y qUIenes han resIdIdo gan a interceptar la luz del sol por diez o quince minutos
largo tiempo allí, sufren en verdad mucho men?s. Esto se cuando se acercan en forma de densa nube. Estas visitas son
debe, en parte, a la decidida preferencia que estos .bIch<:~, mues- miradas can gran desazón por los nativos que se valen de todos
tran por los recién llegados y en parte a la reslgnacIOn que los medios a su alcance para ahuyentar a estos visitantes tan
trae un sufrimiento tan largo e irremediable. Yo no conozco importunos. Antiguamente acostumbraban a salir de sus ca-
nimmna defensa eficaz contra los asaltos de estos bichos, pero sas, haciendo sonar vasijas de latón, cencerros, etc., para es-
m e Ddí cuenta de que, haciendo a un lado sábanas y ~ol~has pantarlas; ahora suspenden pequeños banderines en sus jar-
de mi lecho, generalmente conseguía pasar la noche mas lIbre dines, pero todo eso con muy poco resultado. Por donde quie-
de sus ataques porque así no tenían tanto lugar para esco~­ ra que se asientan estos insectos destruyen completamente
derse en la cama. Su abrigo más común está en las h endI- toda vegetación por varias millas a la redonda, según el nú-
dur as de las baldosas en el suelo. Como medio de defensa mero que integra la manga. Hay muchas especies de langos-
durante el día, usaba yo una indiana de costura muy apretada tas; las más destructoras tienen unas tres pulgadas de lar go,
como para no permitir a una sola pulga que entrara por ella, on de un color pardo claro con manchas oscuras en el cuerpo.
y advertía generalmente que, poniéndome este atavío antes Hay también muchos langostones; los más comunes tienen una
de dejar el lecho por la mañana, conseguía salvarme por al- pulgada y media de largo y son de un color verde muy vivo.
gunas horas; pero si tocaba apenas el suelo con un pie, antes Se ven dos especies distintas de luciérnagas, una que lleva
U centro fosfórico en la cola y al volverse marca su carrera
de poner esta prenda, una docena o más de los voltigeurs ya
l:on algunos destellos ; la otra es de la tnbu de los escarabajos
I

74 J. A. n. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 75

y 1(1 mi'\. el • la misma provisión de fósforo que la pn- tre los nativos que lo comen frito; su carne es sólida y de
morn , 1i( JI tt tn p cie de círculo de luz alrededor de cada buen sabor. El dorado pesa de diez a veinte libras y abunda
ojo ; (L ¡'d,LÍl O br'lla de continuo. El campo a veces puede mucho en el río; en Buenos Aires los pescadores lo cogen con
V r ( 11M HI)O io de leguas enteras, hermosa y densamente redes; tiene escamas muy grandes y fuertes que le cubren
Uc! OI' fl IHlo ) 'millones de estos insectos que se asientan entre todo el cuerpo y son de un color amarillo brillante, de donde
I j) l. loo. S o tres de las más grandes de estas luciérnagas, deriva su nombre. El bagre se pesca en los bajíos fuera de
11 , l"{ld s n un vaso, proveen ampliamente de luz para leer Buenos Aires y lo comen mucho. Los pescadores los retazan
Ur l in\'pt so de letra pequeña, Este hecho lo he verificado yo en la playa desde donde son llevados en carros al mercado;
rlli ) 1 r petidas veces. Las mariposas y las alevillas no abun- generalmente pesan de cuatro a cinco libras cada uno. La
e! l mu cho en la provincia de Buenos Aires debido a la es- boga se parece mucho a la carpa y pesa tres o cuatro libras;
{\$ z de follajes y- flores, pero en otras partes de Sud Amé- es muy apreciada por los nativos que la salan también y la
ri a se las encuentra en gran número y de la más hermosa secan. Para comer estos pescados hay que poner gran pre-
apariencia, a veces de extraordinarias dimensiones, En cuan- caución por las espinas curvas que tienen. También el barbo
to a los escarabajos, se les ve de toda laya y color en todas ' puede encontrarse en gran número en el alto Uruguay. Su
partes de Sud América. nombre proviene de dos largos filamentos que le salen de
Arañas. Aparte de la araña común que teje su tela, hay cada lado de la nariz como bigotes de gato; no tiene escamas
otras dos clases que no hacen telas; una de estas últimas vive y es de color gris o azul pálido con manchas oscuras; es muy
en los muros de -las casas; se alimenta de moscas y las persi- aceitoso y ordinario y pocos lo comen, salvo los marineros que
gue siempre con fortuna. La ' otra es un insecto peludo que lo dejan al sol durante varias horas antes de prepararlo, para
vive siempre bajo tierra, De estas últimas he cogido algunas que pierda de tal manera el aceite. Nosotros pescamos muchos
con bastante frecuencia; miden de cuatro a cinco pulgadas de de estos peces en la parte alta del río, pero no se les aprove-
una extremidad a otra de las patas opuestas. Hay escorpiones chaba para otra cosa que para carnada, o, una vez secos, para
y cientopiés; los primeros de un negro azabache o de un color alimento de los marineros. Pesan generalmente de cuatro a
pardo oscuro y 3 a 4< pulgadas de largo, son bastante comunes. diez libras. La lisa se parece algo en el tamaño y en el gusto
Hay también gusanos en abundancia. Encontré algunos de su carne a la caballa, pero sus escamas son m ás grandes
cuya cabeza semejaba mucho a la de la serpiente. Se da otro y es de apariencia más pesada. Se las pesca en los bajíos y
insecto notable porque se adhiere siempre al hombre falto de durante las altas mareas, particularmente cuando hay cam-
higiene personal. Estos bichos corren por la cabeza de las bio de luna. La raya es un pez grande, de color 0scuro, de
personas-de CIase baja, las que están siempre rascándose con unos tres cuartos de yarda de largo; la cabeza constituYE: la
la~ puntas de los dedos. m ayor parte de su volumen y en el extremo posterior tiene
Los peces que se encuentran en el río de la Plata y sus una espina de punta muy aguda que produce una herida se-
tributarios son muchos pero de calidad inferior, y no mejo- verísima al que accidentalmente pone el pie sobre ella. El
rados de ninguna maneia por la cocina española de donde m'm ado es un pez corto y gordinflón; está armado, en las ale-
salen nadando en grasa y a veces demasiada mente sazonados tas y en el lomo, con fuertes y agudas espinas con las que
on ajo. El pejerreyes el más delicado de los peces que en- t nmbién produce serias heridas si se lo toma con poca precau-
ontré en Buenos Aires. Es del tamaño de un arenque, de i6.u; su cabeza es grande y muy fuerte. Es tenaz y al morir
1 r blanco plateado como el eperlano nuestro, pero la ca- mite un fuerte gruñido. Hay también una especie de trucha
h '1. del pejerrey es un poco más larga. Es plato favorito en- nlmonada que, solamente en la apariencia, se asemeja a las
7 J. A. )~. BEA UMONT
VIAJES (1826-1827) 77

llll ' 11'11; ti C/1I '1l 0 S muy ordinaria. En Montevideo tienen que sea deseado en todas estaciones para rebatir la humedad
1\111\ III Hllill , 1Iy finas de gusto muy agradable, ~~ las cuales. que reina demasiadamente en las casas. Nacido en las cor-
ul¡.¡ 11 I \ \ li 1< Il hasta dos yardas de largo; tamblen muchos dilleras heladas, y atravesando una campiña seca, entona las
p(1(1 f{ "01ld , qu 110 se encuentran río arriba, donde las aguas fibras; congela los vapores y hace desaparecer la agua hidro-
1011 '1\1 110,' profundas. . métrica". Esto dice el señor Ignacio Núñez, secretario de Es-
" 1111 (\ t r tugas de río de un peso de unas tres lIbras pue-
tado del señor Rivadavia en sus estadísticas de Buenos Ai-
d( ti O l' con frecuencia río arriba; los nativos las guardan res 21 sin comprender qué se entiende por la aguahidromé-
n pozos que estos animales limpian efica~mente. Los trica como no se entienden otros términos científicos y razona-
p nd S que se llevan al mercado de ~uenos AIres son I?uy mientos herméticos con que adorna su libro. Yo puedo confir-
' no( rl res a los de Montevideo. A medIda que los peces VIven mar el hecho de la elasticidad del pampero. En cuanto a su
n nguas más profundas y cerca del mar, parece que son ~iem­ brío es proverbial porque derrumba las viviendas y destruye los
pr mejores. Pero en ningún lugar pueden hallarse manscos. barcos en el río; es más, parece que se pudiera llevar el mis-
Como el río de la Plata está en la parte opuesta del Ecuador mo río, porque está bien registrado que algunos años atrás,
con respecto a nosotros, las estaciones están asiJ:?Ísmo in:rerti- durante un violento, largo, y continuado pampero, fué arras-
das. El solsticio estival es allí en diciembre y el mtermedlO del trado tan lejos de la costa de Buenos Aires, que el pueblo
invierno en junio y julio. En invierno el aire rara vez es de la ciudad miraba el lecho del río y no podía ver más que
tan frío como para congelar el agua pero este fenómeno p';lede una vasta llanura de arena y barro hasta perderse de vista
observarse a veces por algunas horas en Buenos Alre.s; en el horizonte. La siguiente descripción de la atmósfera de
rara vez, según creo, en las provincias' de más al norte; Sll1 Buenos Aires que hace el señor secretario Núñez, si no es
embargo, en invierno y después de algunos días de humedad, toda ella inteligible, es algún tanto divertida: "La primera
las casas de Buenos Aires mantienen un frío húmedo que es calidad en el aire produce aquí en los habitantes un efecto
causa de serias dolencias pulmonares, tanto entre los nativos que es más bien para sentido que explicado: lo llamaremos
como entre los extranjeros. El efecto se siente mucho después una confianza de vivir. Algunos extranjeros nos han hecho
de una caminata al aire libre, en que el cuerpo se anima y mención de esta sensación exquisita; y el que escribe el pre-
entra en calor pero al volver a casa se ve uno obligado a res- sente artículo la ha comparado con otra de naturaleza ente-
pirar un aire frío y pesado. Esto proviene sin duda, de la ramente diferente que experimentó en otros países mal sanos
humedad que satura las paredes y techos de las ha~itaciones, de la América, donde, por el contrario, sentía una desconfianza
y de que no hay chimeneas ni tubos para hacer Clrcular el de la vida y un aviso casi incesante de la necesidad de morir.
aire; de ahí que, cuando el tiempo calienta, se produzca una Como sucede a la juventud, parece que la gente de Buenos
evaporación considerable procedente .de la mi~ma hume?ad que Aires no tuviese una idea práctica de la muerte".
penetra las casas. Los ingleses han mtroduCldo las chlmeneas
de salón y campanas de chimenea en sus viviendas, y la 21 Se refiere al libro de Ignacio Núñez public~do. como libro anónimo
forma en que secan y calientan el aire de las habitaciones y en Londres con el siguiente título: Noticias históricas, políticas r estadís-
las hacen saludables, ha inducido a muchos nativos a imitarlos. tica (sic) de las Provincias Unidas del Río de la Plata con un Apéndice
sobre la usurpación de Montevideo por los gobiernes Portugués r Brasi-
Los vientos que prevalecen en el río de la Plata y sus in- I ro. Londres. Publicado por R. Ackerman, 101, Strand r en su estable-
mediaciones, parece que son el viento norte, el noroeste y ~l ¡miento de Megico. 1825. El mismo libro fué publicado en francés en el
uroeste. "El S.O. (pampero) es el viento sano por excelencla '1\0 siguiente con nombre del autor. Los fragmelltos que se dan en el
d Bu nos Aires; su elasticidad, su pureza, y su brío, hace t xto, como citas hechas por Beaumont, han sido tomados directamente
Ú la edición en español. (N. DEL T.)
....
co

ESTADO DEL TIEMPO EN BUENOS AIRES - 1805


VtenÚ'
Días De truenos, predomi-
claros Nublados Lluviosos relámpagos nant e

Enero . . .... 8 5 3 2 S.E.


Febrero . .... 13 5 4- 1 E.
Marzo ...... 12 19 10 5 E.
Abril .. . . . . . 9 21 5 2 N. ....
Mayo . .. • .• 10 21 7 O N.
Junio ..•...• 13 17 10 3 N. :-
Julio ....... 8 23 10 1 N. !"
Agosto .. . ... 12 12 7 O N. Y S.O. el
t'I
Septiembre .. 10 20 9 3 N. >
Octubre • •. •• 7 24 13 3 E. c:
Noviembre .. 2 28 2 E. ~
9 o
Diciembre .. 12 19 10 2 S.E. y s.a. ...z
116 234 Norte
347

En los días nublados están comprendidos los de lluvia y de truenos


y relámpagos. Faltan diez y ocho días porque las observaciones empezaron
a hacerse el 28 de enero.
Lo anterior está tomado del "Registro Estadístico"; en total hay erro-
res que no estoy en condíciones de explicar.

OBSERVACIONES EN EL BAROMETRO, TERMOMETRO


E HIGROMETRO EN BUENOS AIRES
Durante el año 1822
Meses det BAROMETRO
año Pulgadas inglesas en 100 partes TERMOMETRO F~ENHEIT HIGRO-
METRO
Mayor Menor Elevació .. Mayor grado Menor grado Temperatura Día s
Elevación Elevación media de calor de calor media Húmedo Seéo

Enero ..... . " 91 60 7182


Febrero . . .. . . ~ 4 2921 2958 89 58 73 19 9
Marzo ••.... . . WM 2933 2961 82 53 7083 20 10
Abril •... • ... W~ 2946 2973 78 43 62 4 22 8
Mayo . . ..... . 3018 2921 2976 68 44- 5831 30
Junio • .... . . . ~ 5 2923 2977 66 40 5432 30
Julio ....... . 3017 2921 29 65 1/3 68 38 5255 3.1
Agosto ...... . ~~ 2951 2984 66 36 51 83 31
Septiembre ... . ~~ 2932 2974- 72 42 5464 30
Octubre ..... . 3013 2924 2967 81 46 5891 30 1
Noviembre wru 2917 2961 88 56 6843 28 2
Diciembre .... 30 2915 2945 86 62 7091 23 8
Mayor elevación Menor elevación Elevación media Los días más El día más Temperatu- 294 38
el 11 de septiem- el 9 de diciem- en los 11 meses calurosos: 11 frío el 19 de ra media
bre a 30 pulga- bre, 29 pulgadas de este año, 29 y 12 de ene- agosto. Gra- del año : 62
das 14. 71. pulgadas 71. ro. Los gra- dos extremos 16 1/4.
dos de calor de frío: 36.
más alto: 91.

Diferencia entre la mayor y la menor elevación del barómetro: 1 pulg. 26.


piferencia entre el calor más alto y el más bajo: 55',
110 J. A, ll. BE A U MON T

11:,1 11tH IlIblo 1 cedentes, la diferencia de temperatura en-


lr ( 1 elllo,... lr mo y el frío extremo, en Buenos Aires, en
di r I (lIlll 'tu iones, no parece ser muy grande. Los vientos
lI,'/( I,Olllillfl l t .' como se pued~, obse~ar, son los del nor!e y
!111 11'11 I ; n lder able proporClOn de tIempo nublado y hume-
do , Ln dH rencia de calor y frío, sin embargo, que puede
l\( Lnl\ diario, separadamente, es muy grande. En efecto:
Q
11\ d((\ focante es seguido por una noche fría y como al frío CAPíTULO III
1 mpnña el viento norte o el noroeste cargado con la eva po-
I ¡(I~ Ilborigenes. - Los criollos. - ~l gaucho. - El peón. -
l ' 1 ,ión del gran río, y a veces, cuando el viento es noroeste,
li,\ sclavo. - Las estancias. - Modo de administrarlas. - El
e n m iasma de las islas anegadas, lo cierto es que los vecinos
comercio. - Usos y costumbres de la población rural. -
S hallan sujetos a peligrosas afecciones del pulmón y de otros
órganos, provenientes de la transpiración obstruída, y también
,dolores de cabeza y afecciones nerviosas debido a la pesadez
de la atmósfera en ciertas ocasiones. Buenos Aires y la co- 1.0 ABOIÚGE NES de esta parte de Sud América poseen los
marca que la rodea no merece por cierto, por sus condiciones • /1 W' distintivos comunes a todos los indios de Sud América,
propias, el relevante nombre que se ha dado a sí misma. 111 111 norte y en el sur: la piel cobriza, el pelo de la barba
Verdad es que no debe llamarse insalubre pero todos recono- , 1" '0, los largos cabellos negros; las piernas cortas en pro..
cen que es fatal para las personas propensas a la tisis, y la JI""I'i611 con la cabeza y el cuerpo grande; ojos muy separados
presencia tan frecuente de personas con las cabezas atadas, y JlI <rueños ; pómulos salientes, nariz algo chata; el rostro indi-
prueba que los sufrimientos menores del cuerpo predominan ,. l't llt . Como raza autónoma, la aborigen está desapareciendo
mucho; por otra parte la -mortalidad entre los ingleses emi- .11 duda en el país; multitudes de indios se establecieron en
grantes, aquí, excede en mucho al común índice de mortalidad 111 I iudades, bajo el dominio español, poco después de efec-
en Europa. Mucho de esto, sin duda, hay que atribuirlo a 111/,,1, las fundaciones en el país, como se ha informado en
la facilidad con que los recién llegados se sienten muy llenos I I I'{ lIluen histórico, y después los jesuítas formaron sus co-
de ánimo y sin precaución alguna se exponen a los fríos de 1I'llllidndes. Los descendientes de estos indios civilizados cou-
la noche; pero lo que contribuye más a este exceso de morta- I .11 llU viviendo, una parte en sus ciudades de origen y otra
_lidad son los inconvenientes de la situación en que está Bue- 1'1111,( dispersa en el territorio con todos los rasgos físicos dis-
nos Aires y muestra que no es bajo ningún punto de vista I I.llvo. de su raza, y se muestran como los más ordenados e
tan saludable como la mayor parte de las otras provincias. 11111111 I ri sos habitantes del país.
-E n Montevideo, en toda la Banda Oriental, en las partes más 1,11 !)rimeras fundaciones fueron principalmente estableci-
altas de la provincia de Entre Ríos, así como en las vecinda- 11", I IL la parte norte del país y los pocos agricultores que se
des de San Pedro, sentí en el aire algo de estimulante que 1111 II IUI."(')tl en las provincias salieron de aquellas ciudades. Co-
nunca experimenté en Buenos Aires ni en sus inmediaciones. 11111 11{' llt're entre los irlandeses, esta gente deja sus hogares en
11. 'POI 1\ de la cosecha, se dirige hacia el sur, levanta las cose-
11." pl\l'U 105 pocos agricultores (propietarios) que se encuen-
III JI (' l'ca de las ciudades principales como Córdoba y Bue-
82 J. A. n. Bl!AUM ON T VIAJES (1 826-1827) 83

)lO Ajl( , Y vu lve a su propia comarca una vez terminado 111 q 1H 1 país, porque los indios son los únicos en ocuparse
(1 IrO!bojo. lJ.u has se quedan para dedicarse siempre a esa tI, 11 i l1clus tria. Entre los carpinteros y albañiles nativos, los
'111 1'( 11,P l' 01 nas la han aprendido y h an ahorrado lo ne- 1111'1 IHl'rrI rosos -según lo he oído decir- y los mejores, son
(~( I I!'io '(un para mejorar su condición en sus propios pagos, 1" "d i $, Y yo reuní varias piezas de plata, estribos, adornos
1" IlIlAl.n f1 l , por ejemplo, par a comprar algunos animales, nada .1, j ' j( ndos y mate~ hechos por los indios en las provincias de
)0 ,'oLÍ n fuera de su suelo n atal. Este apego demostrado al 11I°l'ihll, que n o hubieran desacreditado ni mucho menos a un
(lt'opi suelo, contrasta manifiestamente con los hábitos de- 1'1 /11.1 l ' londinense.
l llostr dos cuando están en estado salvaje, hábitos que son los M 11 has de los aborígenes, por h aber convivido con los des~
el los pueblos errantes, pastores y cazadores. Aunque los abo- I l lIdi n tes de españoles o criollos, han procreado con ellos
¡'í nes demuestran en verdad no estar naturalmente dotados mm es de suponer- y en dos o tres generaciones los ras-
do vivacidad ni han dado prueba de poseer inteligencia vi- I 11 distintivos como la sensibilidad de cada raza se han mez-
gorosa, no carecen de sagacidad, y su docilidad y paciencia f I" rl o tanto unos con otros que tienden a desaparecer.
hacen de ellos excelentes subordinados cuando se los trata con II: nlre los indios salvajes, como se llama a los que se han
bondad. Los indios son operarios expertos en la industria del "I/lIll n ido apartados de la sumisión a los españoles, vimos
cuero. Los rebenques, riendas y estriberas trenzados y tejidos V/ If'iOS rasgos peculiares de la raza sin mezcla europea; sus
con tirillas o hilos sacados a manera de rajas del cañón de hl'lhi tos han experimentado, sin embargo, cierta alteración por
las plumas del avestruz, y con tientos de cuero crudo, teñidos f I contacto con pobladores europeos que no los ha mejorado
con colores vivos ofrecen un hermoso aspecto y demuestran I fI nnda, particularmente en punto a la costumbre de beber
notable habilidad y destreza delicada. Los lazos boleadoras Ji o( r s fuertes. Estos indios salvajes, lo mismo que los civili-
cinchas y talegas, hechos todos del mismo materi~l, son igual~ ~oll d s, ,110 son tampoco de ninguna manera inferiores en cuan-
mente excelentes en su clase. Hacen también riendas de cerda lo 1\ industria. Hacen también lazos, boleadoras, cabestros y
de yeguarizo, trenzadas, de mucha solidez y elegancia; otro j '( h nques de cuero; estribos, algunos de una sola pieza de
artículo muy principal y hecho a mano es el poncho. Esta Jl1l1d ra que co.nfigura un triángulo; otros, excavados curio-
es la prenda de vestir exterior que usan todos los hombres de /111\ nte, parecen pequeñas cajas; plumeros de plumas de
campo en las provincias; se compone de dos piezas tejidas IIVI ' lruz teñidos con finos colores. Acopian pieles de tigre, de
de algodón, a veces de lana, de unos seis a siete pies de largo JI (111, de leopardo, gato montés, animales que ellos cazan. Ha-
y cosa de dos pies de ancho, cosidas una con otra, a lo largo, e e 11 también botas de potro con las patas traseras de los po-
con una hendidura en el medio, bastante grande como para 11'111 s, cortando éstas en redondo a mitad del muslo y también
meter la cabeza por ella. Estos ponchos se tejen en telares de , (JIIAS nueve pulgadas sobre el menudillo; después de ese
la más simple construcción, por los indios de las provincias IlIIol sacan el cuero. La parte superior forma la caña de la
del Norte, según modelos de gran belleza, y de tejidos tan 1111111, 1 corvejón forma el talón y el resto cubre el pie, aunque
apretados y fuertes que pueden resistir una pesada lluvia. A 11111 IIn agujero en la punta por donde asoma el dedo mayor
veces lucen estos ponchos colores muy vivos, pero de ordinario tlr I mismo pie. A esta bota se le quita el pelo del animal, se
son de tintes sobrios. Este sencillo abrigo es el más adaptable 11 Jo.~1\ Y adapta a la pierna y al pie mientras el cuero está
para gente que anda casi siempre a caballo, porque deja li- 1IlIIIIvín húmedo y así se conforma fácilmente sin ningún otro
bres lo~ brazos y cae en forma conveniente para defender de I"'IIU d'imiento; cuando el jinete cabalga, únicamente el dedo
la llUVIa. Aunque estas prendas a que me he referido, son 1'/ 11 1«( del pie apoya en el estribo y con esta práctica se des-
usadas por todos, no Creo que haya un solo criollo que las fa- 11 11'01111 extraordinariamente y se mantiene muy separad.o de
1I .r. A. I.l. BltAUMON 1'
VIAJES (1826-1827) 85

111
dI II L<, y ,llIllflllit> . suitico, y cuando desapareció este último, bajo
111 I.II( IdII () , t . Para efectuar estas permutas se acercan en f 1 ohi .no español. Los patriotas criollos en sus asiduidades
"/l IHII 1"111> S a las ciudades principales, de tiempo en tiem- JIIII 'II on la independencia se han mostrado amadores tan ce-
11o, ,:OIll O 11. tales.~casion:s hallan pretexto para embriagar- lo o qu no pueden tolerar un rival en la persona de los abo-
1,111 el eVItar :rInas y ~sputas se les exige que permanez- r /{I 11 . La guerra mantenida ha sido cruel y nada gloriosa:
11 1 S suburbIos. CasI todos los habitantes del Río de-la "ll' p te .de lo~ i~dios ha consistido en llevarse el ganado de
J Intl n expertos jinetes; los criollos e indios mansos más t 11 ( Ii'tanelas prOXImas a la frOJ1tera, matando los hombres que
1111)11 lltran a su paso, raptando las mujeres y los niños. El
qlH ualquier poblador eur?peo ~ los. indios salvajes más que
tod s ellos. Como desde la InfanCIa VIven sobre el caballo las 11/1 () ha consistido en dar caza a los indios en el campo, y en
pi rnas se les ponen ~uy arqueadas con el hábito tempra~o y f IIH ' lll manera en ponerlos a todos fuera de la ley yen llevarles

onstant:, y apenas SI saben hacer uso de ellas para caminar. 111 r lujeres y los niños a Buenos Aires para convertirlos en
I nlnvos. Mientras estuve en Buenos Aires, me dieron el nom-
L?s he VIsto co.n. frecuencia a pie, después de traídos a Buenos
Anes como. prISIOnerOs, avanzar cojeando y anadeando como )"'1 d una señora que había sido llevada por los indios des-
los pa.tos doméstico~; pero a caballo, diríase que forman una (111(', de haber presenciado el asesinato de su esposo y de sus
6~la pIeza con el ammal, y se agarran tan firmemente con sus il' VIClntes y el saqueo de su estancia. Vivió así con la tribu
pIernas arqueadas, como podría hacerlo un loro con sus uñas. 111 1'.'0 tiempo, sufriendo toda clase de afrentas y siendo com-
Pueden también balancear el cuerpo hasta la barriga del ca- (ll'llIlo a cocinar y trabajar para los indios' por último un
ballo y volver a sentarse sobre el lomo, en la silla, mientras ti ", el spués de acechar mucho tiempo la oportunidad, ~udo
van a todo galo:pe. La caza de caballos salvajes, venados y I (\11 par y anduvo huyendo durante la noche y escondiéndose,

avestruces constItuye la principal ocupación de las tribus I 11 I su caballo, entre los cardales durante el día, hasta que
errantes ; pero cuando esa ocupación les falta no muestran 11 11 Ó I'lsí a su establecimiento de campo cerca de Buenos Aires.
muchos escrúpulos en apoderar5e del ganado va~uno o caballar n"l' nte mi permanencia en Buenos Aires, cerca de doscien-
que enc,uentran en las fronteras pobladas de las provincias, l o illdios fueron traídos prisioneros a la ciudad; iban a ca-
y que tIenen sus propietarios. Esto último ha dado lugar a IlIdl o, sus armas atadas con correas. Me dijeron que todas
frecuentes t:rel5?as y guerras entre los indios y los habitantes 1,' 111 mujeres y que los hombres habían sido todos sacrificados.
de las prOVInCIaS; las luchas se mantienen hasta que ambos 1,/1 presión de los rostros de esa gente daba muestras de
bandos se sient~n fatigados por las pérdidas sufridas; y las d, i Ilterés por su destino y después vi a varias de esas mu-
t:eguas se mantIenen hasta que el recuerdo de los daños produ- . I '" muy indiferentes, anadeando t en su condición de es-
f I/lV lA de algunos vecinos.
cIdos por .la guerra se ha extinguido, o bien hasta que surgen
otr?s motIvos que los inducen nuevamente a pelear. Las re- Al'(nos como viven los indios a toda disciplina militar, no
laCIones de paz y amistad habían sido medianamente observa- I 111 ( ( !l hacer frente a un ataque de tropas regulares pero in-
das entre amba?, partes, durante ~)Uen número de años, pero rliv,idllalmente no carecen en lo más mínimo de coraje y ha-
desde la revolucIOn se han convertIdo en guerra de exterminio. "Hullld. Cuando se resuelven a llevar un ataque exploran pre-
En la conducta observada por las gentes de las provincias v 11111( nte el terreno, dejan momentáneamente los caballos y
con respecto a los aborígenes, no vemos ninguna huella de /llIdlll\ a gatas para evitar ser descubiertos. Aplicando los oídos
aquel espí~tu benévo!o y concilia?or que se manifestó bajo 11 1 (l O( pueden descubrir los movimientos de cualquiera por
las encOlmendas espanolas en el SIglo XVI y después bajo el
: u:rlnando como los ánades o patos. (N. DEL T.)
86 ,r. A. I!. BEAUMONT VIAJES (182~-1827) 87

~ jo, cuando no tienen duda sobre el lugar que lid io que habían sido hecho prisioneros en un combate, fue-
1111 <l $ " 11 to do, se mueven desde considerable distancia ,'0 11 JI vados a bordo de un buque de setenta y cuatro cañones
110 ,io (:' dm'ont la n?c~e, y por la noche o al romper el día, CiOn, tripulación de seiscientos hombres para ser remitidos a
Ot'1'O)l1n ob~e sus VIctlmas, peto nopermanecen más tiempo 11: p ~a , Cinco días después de haberse hecho el barco a la
(Ju J. TI S r~o para recoger el botín,
lo que efectúan con toda VI In, el capitán les permitió andar en libertad y ellos en se-
] \ 1'11 lld z 1 oSIble. En tales ocasiones
se sirven de las boleado- llÍ <1f\ resolvieron apoderarse del barco. Con este propósito uno
" s,, 1 lazo y el cuchillo. Son las mismas armas , que los dI ellos se acercó a un cabo de marina, y al advertir que había
ul!vos usaron contra los primeros descubridores del país y nll/\ donado la guardia, le arrebató la espada y en pocos mi-
11 1 s que destruyeron a varios miles de ellos 2. D on Dieao de 11 \ 11. S mató a diez y seis m arineros y soldados. Los otros
M n doza, hermano del fundador de Buenos Aires nueve d~ sus !'w\tro indios se arrojaron sobre la guardia para apoderarse
principales oficiales y g~an número de sus ho~bres fueron dI 1 s armas, pero, h allando que la guardia estaba muy fuerte
matados y mutilados por los indígenas sin otras arma's que el 1'"1'{1 ellos, [uno] saltó al agua y se ahogó; sus compañeros le
lazo ~ las bo~eadoras, op~estas a las armas de fuego; y en 1HI' i r on y compartieron su mismo destino".
los pnmeros tIempos, arroJando esas bolas con pajas encendi- Actualmente el número de los indios pampas se calcula en
d~s a los barcos cercanos a Buenos Aires, es fama que incen- 1110 ocho mil; antiguamente eran mucho más y varios gru-
dIaron a varios de ellos. Algunas tribus de los ii:tdios sin IIOH mencionados por Azara y Falkner aparecen ahora como
embargo, efectúan sus ataques con lanzas que m iden de 'doce I l'i hI1S extinguidas. Según Azara la disminución y extinción
a trece. pies de largo. d. una de estas tribus (los Mbayás) debe necesariamente ser
Los indios de las Pampas viven en campamentos movibles IIII I S cu encia de la horrible práctica de destruir la prole antes
y obedecer;t .a sus caciques, elegidos entre -ciertas .y determi- di Hacer o después. Dice que intentan limitar a uno solamen-
na~as faY~llhas, p.ero sin consideración a la primogenitura o a H (1 número -de los hijos,- y ese uno, sería el que, según su
la lmea dIrecta, SI alguna razón les mueve a apartarse de ellas. • !llIel, les parece, que h a de ser el último, per o si lo que es-
Lo.s indios que cruzan las Pampas, son de diferentes tribus, pOl'm no se realiza, r enuncian a tener hijos. La razón que
[SIC] llamados los Pampas y los Acaves [sic], los Huiliches dnhll,l'l las mujer es para justificar esta costumbre tan repug-
y los Tehuelches. Las dos últimas tribus h abitan en las ve- 11 11 11 para los sentimientos comunes y naturales, era: que los
cindades de la Patagonia, y asegura el señor Núñez en su li- 11I 1'l deforman el cuerpo y que es muy molesto andar con
bro que tienen siete pies de altura, pero he conocido a perso- 111 niños a cuestas en las largas y apresuradas excursiones.
nas qu~ h an estado en esa parte del país, y no solam ente 11:1 Itl ismo autor agr ega que las mujeres de los Guanás matan
no confIrmaron esa aseveración sino que la negaron. Los hom- I 1, mayoría de sus hijas mujeres para que las restantes pue-
bres no miden un término medio de seis pies de altura sino ,11111 ' r más requeridas y más felices. Para tales propósitos,
que aparecen más altos a caballo de lo que realmente so~, por 11 11 el la mitad de sus hijos h an sido privados de la vida.
el m ay or desarrollo de la cabeza y el torso, en comparación ¡VIII ' h S españoles humanitarios han tratado de apartarlos de
con los eur0'pe~s. Por lo que hace al coraje y a las hazañas t 111 1 rácticas antinaturales, pero sin resultado alguno, y
de que estos ~ndlOs son capaces cuando se encuentran excitados, • 1II III(l se han ofrecido para tomar los niños a su cuidado,
doy como eJemplo este sorprendente relato: "Cinco de estos d que fueran sac~ificados, y hasta han querido com-
¡,dll 1. s, siempre han rechazado sus ofrecimientos y en la
2 Aquellos indios no disponían de cuchillos ni de boleadoras ni de 1"11110 1'(1. opqrtunidad han puesto por obra secretamente sus
lazos. T ampoco mataron a "miles de españoles".' (N. DEL T.) , ,11 11 11 lI ios. Az'a ra observa que de esta manera fué exterminada
83 J. A. I!. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 89

la fu 1' 1 b 1i osa nación de los guaycurúes, hasta quedar Buenos Aires debe contemplar con una política más liberal
un , 010 hombre, de seis pies y siete pulgadas de alto y de a estos propietarios legales de su propio suelo.
h mlO 11 pI' porciones, que, cuando Azara estuvo en el país Los criollos. El término criollo se usa generalmente para
vivin con us tres esposas, entre los tobas y mantenido por distinguir a los descendientes de pobladores españoles, de los
110 • recién venidos; y también a los indios y negros, de los descen-
< rnuy de lamentar que los gobernantes de Buenos Aires, dientes de indios y negros, pero cruzados con blancos. Los
t n xnpeñados en acrecer la población de su país, r que aIre- criollos son de maneras corteses, de costumbres sobrias, y aten-
e n pagar largamente el viaje de los europeos que quieran tos para con los extranjeros de Europa; pero hay en ellos una
rndicarse allí, hayan mantenido el propósito de sacar de las negligencia, una falta de puntualidad y una lentitud que no
ti rras que heredaron, o de exterminar a los pobladores abo-
se avienen con el carácter y las costumbres de un hombre
rígenes, Estos nativos han dado pruebas evidentes de su doci-
lidad y de su aptitud para convertirse en excelentes artesanos de negocios inglés. Están siempre con la fastidiosa palabra
o en soldados fieles 3, La disposición en que se hallan para mañana cuando hay necesidad de resolver alguna cosa; esta
cambiar su vida errante por la comodidad de un hogar estable, palabra corresponde a nuestro "tomorrow", y es propiamente
se prueba con la facilidad con que los primeros conquistadores, el anverso de la saludable máxima inglesa. "No dejes para
luego los jesuitas y después los gobernantes españoles pudie- mañana lo que puedas hacer hoy" 4. Y, sin embargo, la re-
ron inducirlos a adoptar un domicilio fijo. Me han dicho que volución que han llevado a cabo, como muchas otras revolu-
un gran propietario de la frontera sur de la provincia de Bue- ciones, ha dado oportunidad a muchos hombres arriesgados
nos Aires hasta hace poco, con sólo dar oportunamente, a es- y emprendedores, para distinguirse entre sus semejantes y a
tas tribus errantes, sus raciones de carne, que poco costaban, hombres pobres para acrecer sus fortunas, de las cuales han
ha convertido a los indios, de vecinos dañinos que eran, en aprovechado muchos con buen éxito. Los criollos, generalmen-
defensores contra los atentados de otras tribus y hasta ha te, son muy perspicaces, y una vez establecido un mayor inter-
inducido a muchos de ellos a establecerse con él como servi- cambio con europeos de mejor condición, sus miras personales
dores útiles. Su concepto de los indios y la política mantenida y ventajas inmediatas, se extienden a los futuros intereses
con respecto a ellos, le trajo, según tengo entendido, los celos generales y la penetración que acreditan puede determinar un
y las censuras de los gobiernos de Buenos Aires. Mi padre giro favorable que los lleve a un porvenir mejor.
trató de convencer al señor Rivadavia, cuando éste estuvo en Las señoras y señoritas criollas son encantadoras, son afa-
Londres, de la conveniencia de mantener una política de con- bles, despejadas y vivaces. No tienen los tintes de rosa y azu-
ciliación con los indios y de adoptar diversas medidas tendien- na propios de una tez inglesa, ni las prendas que son el fruto
tes a inducirlos a formar poblaciones en sus propias tierras, d una sólida educación, como pueden encontrarse en una
antes que destruirlos y poblar el país con los emigrantes de d ma inglesa; pero sus bellos ojos negros tienen una seducción
Europa, lo que se llevaría a cabo solamente después de largas ÍJ guIar cuando miran bajo las mantillas (velo que cubre la
guerras y enormes gastos. La respuesta del señor Rivadavia ,nb za y oculta en parte el rostro) y son tan irresistibles como
era siempre: "Es mala gente; hay que acabar con ella".
" 'n r ealidad la máxima es tan inglesa como francesa o española, pero·
3 Prueba es la derrota de las tropas enviadas desde Buenos Aires para lult,{l los pueblos de raza sajona la han puesto en práctica más que los
IlOmeter al Paraguay. (NOTA DE BEAuMONT.) I (N. DEL T.)
DO J. A. !l. BEA UMONT
VIAJES (1826-1827) 91
"'J'II
stir una camisa de algodón, un par de calzoncillos livianos
(1 V
Illit r th Uve crimson through the native white
80 ft $"
oting - o'er the face di/fuses bloom,
un chiripá, una c~aqueta corta, un par de botas de potro y
I1ml oVery nameless grace." 5 un sombrero de paJa, prendas todas hechas con material fino
1 rdinario según los medios con que cuenta cada uno. Las
, 'loses acomodadas se distinguen en seguida por sus avías de
s pu ,el abanico. En los movimientos h~chi~eros de esta plata, cuchillo, espuelas, estribos, adornos de las riendas, etc.,
n form idable revelan ellas un talento sm nval; con el l ro su alimentación en muy poco se diferencia de sus traba-
nh ni pueden despertar o repeler una pasión; pueden avi- }
ndores o peones. Algunos de los principales estancieros sin
vo :In om o apagarla; en resumen, el abamco :r,t0, hace ?t:a cO.SQ mbargo, tienen casas en las ciudades como las tienen e~ sus
qu hablar; en el baile, en el teatro, y hasta dIna en l~ IgleSIa, 'OlllpOS; muchos de ellos son de maneras elegantes, renuncian
st malicioso aliado se ocupa en asegurar las conqUIstas que n las prendas gauchas y se convierten en criollos gentlemen.
ya estaban más que seguras sin. ~u colabor~ción. Com~ solte- Los gauchos, tanto aquellos de clase baja como de condición
r as son cautivantes y me parecIO que habnan de ~er f:eles y Jl?-ás eleyada, se cuentan, quizás, entre los seres más indepen-
hacendosas esposas y que en toda edad y en cualqUIer CIrcuns- d~e~tes ael mund~ .. Sus necesidades son tan escasas, y pueden
tancia, buena~ y sinceras amigas. . s~tlsfacerse tan facllmente, los empeños y ocupaciones de la
Gauchos es la denominación general con que se desIgna a vldq. les preocupan tan poco, y su vida y costumbres exigen
la gente del campo en Sud América. Desde el rico estanciero, gastos tan exiguos y están exentas de toda ostentación, rivali-
dueño de infinidad de acres de tierra y de incontables cabezas da~ o competencia, que si no fuera por el juego, vicio que se
de ganado, hasta el pobre esclavo obtenido por compra, son oxtIende por todo el país, ellos no sabrían qué hacerse con el
llamados gauchos y se asemejan unos a otros por lo que res- Scaso dinero .que reciben.
pecta a su vestimenta y costumbres 6. En verano acostumbran . En algunos lugares se hallan muy cegados por la supersti-
~6n y sumergidos en la ociosidad, pero más generalmente
5 "La mejilla - donde el vivo carmesí .a través del blanco natur~l - apa-
v~ven muy lejos de la clerecía para experimentar su influen-
reciendo blandamente sobre el rostro dIfunde frescura (y lozama) - y la. ?~ pro:ede,r franco e ind~pendiente los hace más agradables
toda especie de gracia sin nombre." (N. DEL T.) . al VIaJero mgles que los habItantes de las ciudades más educa-
6 Esto viene a confirmar lo que ya he sostemdo alguna vez, f~nd~do dos y ~o:~teses. La hospitalidad del gaucho es muy amplia,
en documentos fehacientes: que la palabra gaucho en. ~810 era terml~o
ofensivo con que se designaba a cierta gente de mal VIVIr en la cam~ana
y un VIaJero que atraviesa el país, puede detenerse en cual-
de Entre Ríos y la Banda Oriental. y ~ue los h?~bres de Buer;tos .Alres, quier estancia del camino y compartir la mesa cordialmente
a raíz del primer levantamiento artlgUlsta, la ut;hzaron como dIat;Iba de cop la familia, con muy poca ceremonia o preocupación por
guerra contra todos los habitantes de la campa~~ s~blevada (y clUd?des 1 que ha de costarle, como si estuviera bebiendo un vaso de
de esas campañas), y extendieron luego ese cahhcat.lVo ¡¡ pobres y ncos,
contraponiéndolo al hombre de la ciudad, Buenos AIres. Era tan gaucho
flgua sacada de una bomba, a la orilla de una carretera en
don Francisco Antonio Candioti, gobernador de Santa Fe y ~p~lcnto ha- Inglaterra. Per? esta misma hospitalidad empieza a dec~r
cendado (gaucho principesco le llama .Robertson) como el ultImo ~on­ un poco a medIda que aumentan los viajes por el país. Si
tonero. Los viajeros ingleses que conOCIeron la palabra en Buenos ~lres,
la encontraron cómoda y pintoresca y la usaron de bu~na. fe pa.ra deSIgnar
a los hombres del campo en el Río de la Plata. ASl dl.fundl~ron. en el n ignaban. Des:rués vino la. lite~atura más o menos gauchesca y lejos de
extranjero ese vocablo bajo su amplia acepción de campesmo, sm mnguna 1\ larar ese partIcular, contrIbuyo a enmarañarlo, aderezando mitos absur-
intención denigratoria. Algunos viajeros c?m~ yvil~i,am Mac Cann observa- V:
dos. éase : Notas para la historia de la palabra gaucho, por José Luis
1'on y a, sin embargo, que no tema la 6IgniflcaclOn lata que muchos le Dusamche. En "Boletín de la Comisión Nacional de Museos y Monu-
rtt ntos Históricos", año X, nO 10, Buenos Aires, 1948. (N. DEL T.)
2 f. A. ~. BEAUMONT VIAJES (182 t - 1827) 93

un vi nndnn t( n esita ocultarse, se interesarán por el caso con que, ~n verdad, se manifiesta generalmente entre las clases
gron, Jo hobrán de desafiar ellos mismos el peligro, antes superIores y en toda circunstancia. Muchos esclavos me han
qu \1IJ' , (l rl o negarle su ayuda; pero en la práctica de esta a~egurado que ellos no aceptarían la libertad si les fuera ofre-
vil'tl1u \( hA cen una verdadera discriminación, porque no se Clda. Esto, en parte, puede ser consecuencia de la misma cos-
d ti 11 n a inquirir detalles ni antecedentes y les basta con tumb!e, de la cual son siempre esclavos los indolentes pero
que un hombre implore su protección. De ahí que -como t~mblén de la reflexión de que, como esclavos gozan e~ todo
o m·r n menudo- el autor de un robo o de un asesinato se nempo, del sostén y protección de sus actuales 'amos, y de que
j u ta amparado y sustraído a la acción de la justicia como si el. sosten se haría muy difícil si tuvieran que valerse por sí
fu ra un fugitivo prisionero de guerra o víctima de bandoleros. mIsmos.
El peón es el trabajador que cobra sueldo o jornal; su tra- . Por un decreto del Congreso, todos los hijos de esclavos na-
bajo consiste en vigilar el ganado, evitar que los animales se cldos después del año 1813 son declarados libres. Para com-
extravíen y realizar otras labores propias de la estancia cuando pletar este act? de humanidad se tomaron algunas medidas en
le son requeridas y siempre que puedan ser cumplidas fa,v~r de los hlJ?S de esclavos, y para que fueran criados con
a caballo. En las ciudades, los peones a pie, trabajan en las es- hab~tos de trabajo y buenos ejemplos, porque, de haberles dado
quinas de las calles como porteadores y cargan pesos consi~ la l~bertad en tempra.na edad y sin una buena preparació~
derables. Visten una larga blusa blanca de algodón, camisa hub:~ran estado expuestos a convertirse en una clase ociosa
y pantalones de la misma tela. No hay muchos esclavos en r dlSlpada. Las posibles consecuencias de esto último no de-
las provincias: Son negrps o mulatos: estos últimos proceden Jaron de alarmar a la gente bien informada de Buenos Aires.
de la mezcla de negros e indios, o de negros y criollos, y-en Y, en ver.dad, el efecto, puede advertirse ya.
algunos pocos casos son indios prisioneros de guerra. El trato !zst:znclas. La cría .de gan~do y su venta es el renglón
que se da a los esclavos en Buenos Aires es muy benigno. No prmc~p~l en el comercIO del :p81S; es el trabajo que da mayores
son empleados en ningún trabajo fuerte y se ocupan princi- benefl~IOs . y el que se maneja con menores dificultades. Una
palmente de trabajos domésticos, como cocineros y lavanderos; estanCIa tIe~e, de suyo, una legua y media cuadrada; pero
hacen la limpieza de las casas y sirven a la mesa. Las muje- estas. estanCIas, con frecuencia, tienen una extensión de diez
res esclavas son tratadas con gran bondad por sus amas jóvenes ~ vernte l~guas cuadradas. ~n l? parte más apropiada del
y en realidad no tienen mucho que hacer, como no sea acom- ampo, esta la casa ~e~ p ropIetarIO; esta última consiste ge-
pañar a las señoras a la iglesia y esperarlas, cebar m ate y n~ralmente en un edIfIcI~ con aspecto de galpón, paredes y
desempeñar otros trabajos livianos de la misma naturaleza. p~sos de barro, techo de paja; la casa se divide en tres o cuatro
Siempre se las ve felices y contentas y son tratadas como pu- r)le~as: una sala, un dormit?rio para la familia, otro para los
diera ser tratada una sirvienta libre. Si se sienten desconten- huespedes y un cuarto, o vanos, según la extensión de la finca
tos con su amo o ama, pueden, por un decreto del Congreso, pax:a depósito del tasajo, cueros, sebo, y otros artículos; l~
obligar a sus amos a venderlos si pueden encontrar alguien ocrna es, por lo general, una construcción separada, a espal-
que los compre por el precio que pagó su actual propietario; d s de la casa, y contiguo ~ ella se levanta, por lo general, un
con esto, no tienen necesidad de quejarse de malos tratos y rancho para los peones. SIempre en una estancia se encuen-
durante mi permanencia en Buenos Aires nunca oí decir que ~ra~ por lo ,meno,s esos dos e,d~ficios; pe::o a veces hay tres,
algún esclavo hubiera hecho uso de tal derecho. uatro, y ~un mas para depOSItas y alOjamientos cuando el
Este buen tratamiento dado a los esclavos, habla por muchos • tableclIDlento es grande y bien provisto. AntiO"uamente to-
volúmenes sobre la buena disposición natural de los criollos do los establecimientos importantes tenían su °capilla; ~stos
...
J. A. el. BBAUMONT VIAJES ( 1826-1827) 95
94

edificios, ahora, están en su mayor parte convertidos en des· invierno y primaver a en faenar ganado para sacarle el cuero
y h acer sebo y charque.
pensas o pulperíos. . . ., El capataz y los peones cuando están casados, tienen por lo
Si In stanci.a es importante, la resIdencIa pnn Clpal de los
r ropietnrjos estó en la ciudad, ? po~lación prin~ipal de la pro- general sus ran chos separados. El mobiliario de estos ranchos
vincio; p ro asimismo, el propletano se v~ o? h gado a p~rI?a­ se co;mpone de un b~rril para el agua, una pava (caldera) para
nec l' ran parte del tiempo en su establecImIento para VlgIlar herVlr el agua destmada al mate, varias calabacillas o mates,
personalmente las ventas y co~pr~s; porque, como tales tran- una olla grande para hacer la comida, una guampa de vacuno
"acciones se produ cen de ordmano entre personas que n ada para beber [en ella] y algunas estacas para poner el asado
saben de llevar cuentas escritas, si los pagos no se h acen _en al fu ego. Como asiento, se u san de ordinario cabezas de vaca
manos del mis;rno patrón, se producir~an equivoc~ciones l~­ pero algunos tien en banquillos fabricados, asientos y camas:
mentables y en caso de no ser así, .sIempr e podn~n surgIr Estas últimas consisten en un armazón de m adera con cuatro
sospech as. De ahí qu~ el europeo bl~~ educad~, SI se h.ace patas sobre la que se ha tendido un cuero y que se levanta
estanciero y quier e evItar la depredaclOn, deber~ convertl'rse apenas un pie del suelo. Los peones, por 10 general, duermen
él mismo en gaucho, y es verdaderamente cunaso ver con en el suelo sobre sus recados. Este se compone de una o dos
oué facilidad un inglés educado se mezcla con esa sociedad mantas rústicas, de unas dos y ardas cada una que se ponen
¿asi salvaje de gauchos y troperos nativos y adapta sus man e- dobladas sobre el lomo del caballo, para colocar encima el
r as según convenga. Uno de los j~netes más experto~,1 uno de recado; una pieza de cuero, de cinco pies por dos, más o me-
los hombres de campo más práctICOS que tuve ocaSlOn de co- nos, se coloca sobre las mantas: encinIa viene la silla (pro-
nocer fué MI'. Macartney, propietario de una estancia cerca piamente dicha), una pieza de madera, con cabezadas (delan-
de Villa de la Concepción 7, en la provincia de Entre Ríos. tera y trasera), altas, rellena con paja y recubierta de cuero 9.
En su establecimiento-era un gaucho completo y:e encontraba Esta silla sirve de almohada para dormir. El recado es de
allí tan en su casa como se h allaba en Buenos AIres alternan- múltiple utilidad para el hombre de campo porque no solamen-
do con la mejor sociedad, porque era caballero bien educado 8 . te sirve para su dormitorio sino también para su cuisine: en
En cada estancia hay un capataz que tiene bajo sus órden~s fecto, cuando no dispone de otros medios para hacerse la co-
algunos peones, uno por cada mil ca"?ezas ~e ganado aproXI- m ida, en viaje, pone la carne entre la silla y el lomo del ani-
madamente. Los trabajos de la estanCla consIsten en pastorear mal, y después de un buen galope, la carne se vuelve más
el ganado de vez en cuando, con los perros, y e~ reunirlo en tierna, bien empapada y jugosa y suficientemente a punto 10.
un sitio que se llama el rodeo, donde lo mantIenen por un
9 Dicho de otra manera: una silla de montar con arzones altos de·
tiempo, y después lo dejan dispersarse. Esto se hace p~ra acos- ;madera, los ba,stos r ellenos cOJ:~ paja y forrados c~>n cuero. Hay quien ll~ma
tumbrar el ganado a mantenerse reunido y para qUltarle la borrén .al arzo~, aunque estrIctamente el borren era una parte del arzón.
tendencia a caminar y extraviarse. En otras ocasiones se ocu- on la silla antIgua española. En el litoral argentino se ha llamado cabe-
pan en marcar el ganado con la marca del establecimiento; .(jada al arzón, ya fuera delantero o postrero. Lo mismo en el interior del
,III\\S (provincias del Norte) . Corresponde también la palabra fuste.
en castrar potrillos y toros jóvenes, en domar potros, y, en (N. DEL T.)
10 Esto parece errado. El paisano solía poner la carne entre las caro.·
7 Concepción del Uruguay, también llamada . "Arroyo de la China". 1\lIa, para asarla en su oportunidad, cuando' se alejaba mucho de su casa,
¡ lO d spoblados donde no tendría ocasión de procurarse la comida ..
(N. DELT .) . (N. l)1!.L T .)
8 En el Cap. VII aparece nuevamente Mr. M acartney . (N. DEL T. )
(j J. A. l.l. BEAU MO NT

Esto hn Al do di h con frecuencia pero yo no lo he visto. Otro VIAJES (1826-1827) 97


uso d l l ' ado s el de servirse de él para resguardar las ropas
(lll {\ 'o d tormenta, Cuando se hallan lejos en el campo y
a 11 ''l1 in u na lluvia fuerte, se sacan la ropa (operación esta cantidad por este bello ... o mejor dicho parduzco
(It.'tr. r d lo creación JI.
q 11 ,10 diando circunstancias muy apremiantes, no se to-
n :t 1 m olestia de efectuar durante semanas enteras), la co- n tuve la suerte de participar en alguna de las fiestas
l n bajo el recado y siguen a caballo casi completamente 1111 el bl' el paisanaje; quizás porque la población está muy
I ) I para que la gente pueda reunirse con frecuencia. La
d slludos bajo el copioso chaparrón; una vez que éste ha pa-
"I/\I (~ J' unión o fiesta a que me fué dado asistir, y en que
sado, se ponen otra vez sus ropas secas. Esto también cuenta JlIU I .1" ron los dos sexos, fué en Arroyo de la China sobre el
ntre los relatos que me han hecho, pero yo no lo he presen- • \1 U I'uguay, donde la población se reúne en buen número
ciado. 11 ' 11 /1 bnfiarse; y ví a las ejecutantes del sexo femenino, ligeras
La población rural de estas provincias no abunda en en- .1 l ' P s, nadar con sus conocidos del sexo masculino, y bur-
,cantos femeninos. Puede uno andar de viaje durante varios 111 1' de algunos de nuestros hombres (que se unieron a la
días sin ver una mujer, Podría creerse que porque pocas han p It !.ida), por su inexperiencia para competir con ellas enstlS
podido sobrevivir, víctimas de las prácticas indígenas a que dI portes acuáticos.
nos hemos referido, pero en realidad esta apfrente escasez de
mujeres procede de que se hallan casi si~pre de puertas
adentro, mientras los hombres, andan habitualmente a caballo
al aire libre. Esta ausencia, sin embargo, no afecta en nada
a los atractivos del país, como pudiera suponerse, porque son
muy inferiores, en atractivos, a las muchachas inglesas de la
campaña. Aquella tez frescota, aquella ropa blanca (aunque
ordinaria) y la apariencia decente de nuestras paisanas, no las
,encontraréis allá, La ropa consiste en poco más que en una
especie de túnica de lana ordinaria; no usan sombrero, ni go-
rras ni justillos, ni zapatos ni medias, .Nunca las vi lavando
sus prendas de vestir en el campo ni tampoco su propia piel
porque al parecer esa ceremonia la cumplen en raras ocasio-
nes. El trabajo familiar cotidiano parece consistir en hacer
.el fuego para hervir agua para el mate, cocinar, y mecer al
niño pequeño, si lo tienen, en una pequeña hamaca que pen-
.de del techo. Como no tienen piso que lavar ni otras ablucio-
nes que cumplir, muebles que poner en orden, calceta que
remendar, jardín que escamondar, campo que trabajar o libros 11 • •• this ¡air, or rather whitr-brown part 01 the creatio1L Juego de
que leer, sus horas vacías son muchas y pasan el tiempo en pnlnbros intraducible, sobre la doble significación, en inglés, de la palabra
, descuidada ociosidad, o fumando cigarros que son consumidos hltr: r ubio y hermoso (otros significados que no hacen al caso tienen tam-
J¡ 11 palabra). (N. DEL T.)
VIAJES (1826- 1827) 99

Longitud oeste
Latitud sur de Londres
Nombres de las ciudades grados minutos grados minutos
Mo.tlt video (Banda Oriental) 34 50 56 20
,\JI( flO S Aires ................. . 34 40 58 20
V ill a de la Concepción (E. Ríos) 32 30 57 40
(i(wd ntes ... ... ..... . .... ... . 27 30 58 40
A unción (Paraguay) ...... . .. . 25 15 57 40
CAPíTULO IV 'unto Fe ... . .. ... . ....... .... . 31 40 60 5
C."t'rloba ... . .. ........ .. ...... . 31 20 62 40
División en provincias. - La Banda Oriental. - Buenos Aires: M:Ol'ldoza ... . . . ............... 32 50 68 55
la ciudad, los edificios, el Fuerte, la Plaza, el Cabildo, la Cate- " '\1 1 L uis .............. . ..... . 33 20 65 45
dral, las iglesias, los conventos de monjas, los hospitales, la ' 1111 Juan .................... . 31 15 68 35
Aduana; derechos de importación y exportación; el Correo, la 1,11 Rioja .... ... . .... .. . .. . . '" 28 30 68 35
Casa de Moneda, los hoteles, el Teatro, los mataderos; el lava- ( ,/ltomarca ...... . . .. . . ... ... . . 27 45 66 O
do de ropas; la Alameda, las diversiones; pesos y medidas; , mi tiago del Estero . ....... . . . 27 55 63 20
monedas. - Entre Ríos. - Corrientes. - Paraguay. - Santa ','ti umán .. . .... . . .... . ... .. . . 26 50 64 35
Fe. - Córdoba. - Mendoza. - San Luis. - San Juan. _ '/lltf\ ... .. . . ... ... .. ..... .• ... 24 15 64 O
La Rioja. - Catamarca. - Santiago delA;:stero. - ~ucu- . 111'j Uy ....• . .... • •..• • • •. • •• ••• 23 20 63 48
mán. - Salta. - Jujuy. - El Alto Perú. - PotOSI. _ I'ot i ... . . . ....... .. ... ... ... . 19 45 67 35
Cochabamba. - Charcas. ......:. La Paz. COdlObamba ... ... .... ... ..... . 18 20 67 18
Ch/lr as ....... ..... ..... .. ... . 19 40 66 40
I IU 1?0z .. . . .......• .•. . .•... .• • 17 30 67 25
LA SITUACIÓN geográfica de las ciudades capitales en las
veinte provincias del Río de la Plata, puede ser presentada país permaneció ocupado por los indios de la: región
convenientemente en la siguiente tabla: 1111 Ifl f año -1726, en que la corte de España ordenó fundar
Banda Oriental. Esta provincia es la primera que se pre- 1111 (l ; .nto en Montevideo, cuando los portugueses se prepa-
senta a la vista del viajero europeo al entrar en el río de la I /lhlln tomar posesión de toda la costa. Don Bruno Mauricio
Plata. En situación geográfica, en salubridad y en belleza, es IIn '/'I\hala, gobernador de Buenos Aires, se procuró por con-
la m ás envidiable de las provincias. Por lo que hace a fer- f ni nte, unas veinte familias de una de laS Islas Canarias I
tilidad, todas son excelentes, pero en la I?ayor parte .de las I 111 1 l/ls cuales se formó el primer asiento. La población au-
demás provincias, el suelo es raso y monotano, ha.sta Impre- 111111116 r ápidamente durante -la gobernación española y en 1810
sionar tristemente. Aquí la superficie ostenta una mterI?ma- , 1/1 1 ,lIlaba que la provincia contenía setenta mil habitantes,
ble variedad de lomas y hondonadas y no se encontrana .en .Ir 11, uales veinte mil ocupaban la ciudad de Montevideo.
toda ella un solo sitio infecundo. Los pastos, son, por doqUIer,
de calidad excelente y están irrigados por copiosas y salutífe- I Mflllt video se fundó en 1724, con siete familias de Buenos Aires
ras corrientes de agua. 'ltll "'lJllnb n treinta y siete personas. Más tarde llegaron las familias
""HU 11., (N. Dl!L T.)
100 J. A. B. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 101

Pero a par tir de la revolución, la población tota.l ha disminuído ncerca a la costa~ ofrece una hermosa vista. Las casas tienen
a unos cuarenta mil, y los habitantes de la ciudad, a pocos generalmente un piso alto y están construídas con piedra o
m ás de cinco mil. Y esto proviene de las continuas guerras ludrillo, con techos planos y sin chimeneas. Las cocinas están
que los han afligido. La guerra de indepen~en~ia contra los por lo general separadas del edificio principal y al fondo de
españoles fué muy devastadora en esta prOVInCla. A e~to se la casa; pero las casas principales se levantan en torno a un
agregó otra guerra mantenida contra los de ~uenos AIres a J atio cuadrado; las salas ocupan el frente sobre la calle, los
quienes acusaban de tiranía, y que eran temdos como más oposentos las partes laterales y las cocinas y pjezas de servicio
insufribles que los españoles. Vino después la guerra contra tán en el lado posterior. Esta es la disposición general de
los brasileños a quienes, por último, se sometieron. El país casas en las principales ciudades de estas provincias. Los
se encuentra ahora muy devastado por una ,nueva gu~rra. en- muros de piedra son característicos de esta provincia oriental;
tre Buenos Aires y el Brasil por la soberama del terntono y n las demás las paredes son de ladrillo y éstos, generalmente,
es difícil prever cómo ha de terminar. Mient:~s se prolo.n~e n secados al sol nada más 3. Esta ciudad, como la de Buenos
tal estado de inseguridad la más hermosa porClOn del ter ntono Aires y otras levantadas por los españoles, está distribuída en
en las riberas del Plat; y la más cer cana a Europa, habrá uadrados regulares 4 que son, según creo, todos de tamaño
de nermanecer relativamente desierta. uniforme, a saber, ciento cuarenta varas de cada lado. Las
La ciudad de Montevideo ha caído en estado de pobreza alles se cruzan en ángulo recto; tienen diez yardas de ancho
miserable y una extensión consid~rable de lo: suburbios for- y están pavimentadas. Hay una plaza de unas ciento cincuen-
mado por las villas de los comerClantes espanoles, ofrece ,:n ta. yardas cuadradas en la parte más alta de la ciudad. El
aspecto de ruina y desolación. La guerra y el bloqueo, SIn lado oeste está ocupado por la catedral, amplio edificio de
embargo, han dado nueva vida a la ciu~asL 2. El ~úme~o de ladrillo coronado por una cúpula cubierta por brillantes azu-
presos llevados a la ciudad y los pa$ajeÍ'o~ :y tnpulaclOnes l jos. En el lado este, se hallan los cuarteles.
alojados en ella, contribuye mucho al movlmlen~~ de la ca- Montevideo está en una excelente situación geográfica para
pital y le aportan beneficios. Per;> en e~te benefl.clO local no 1 comercio. Es punto céntrico para reunir los productos de
participa la campaña: las estanclas estan en r,:mas. porque Jl provincia y para exportarlos desde allí, así como para dis-
los ganados h an sido a;read?s .l ejos por los p~oI:netanos ~ les tibuir las m ercaderías importadas de vuelta. Es también su-
han sido arrebatados a estos ultlmos por los eJercItos enemlg~s . p d or a Buenos Aires como puerto intermedio para el trans-
La ciudad de Montevideo está edificada sobre una pequena porte de mercancías desde los barcos más grandes que llegan
península que sobresale en la bahía y fo:ma el límite or~ental d otros países distantes, a los barcos más pequeños que pue-
de la m isma. El istmo [sic] tiene un sóhdo fuerte y la cmdad ,lo navegar por el Paraná y el Uruguay, porque el canal de
€stá r odeada por una muralla y un foso y otros fuertes me- I/{uas profundas va sobre la costa norte del río de la Plata,
nores. En el lado opuesto de la bahía se levanta el cerro de Riguiendo este canal se evita el peligro de la navegación por
lVIontevideo, rematado por un fuerte, que, con las .otras for- 1\ 1I S poco profundas hasta Buenos Aires y el exponerse a los
tificaciones de la ciudad, domina toda la bahía. La cmdad que 111111 os de arena y a la tardanza producida por las rutas tor-
va surgiendo poco a poco de la bahía, a medida que uno se
1.09 llamados "adobes" . Sobre estas formas de construcción pueden
2 Los brasileños ocupaban M ontevideo durante la guerra con el Br~­
r.
11",rt
los libros del arquitecto Hernán Busaniche, Arquitectura de la Co-
n el Litoral (1942) y La Arquitectura en las misiones jesuíticas
sil (1825-1828) . En realidad estaban allí desde 1817, como consecuenCla '1/1I'fUlles (1955) .
(N. DEL T.)
de la invasión portuguesa a la Banda Oriental. (N. DEL T.) ~ Lo llamadas "manzanas". (N. DEL T.)
102 J. A. n. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 103

d 1 d.o. Igu'al~s motivos de preferencia median por lo 1I rte de esta pu;rrta, el río N egr,0 derrama sus aguas en el
lit 1' . P 1,0 a todos los puertos y abrigos que se hallan en la uguay . Este no (Negro) que tIene su origen en la serranía
sta n t'l diría de la Plata. q~ se extiende hacia el norte desde Maldonado y Montevideo
J, l 1uhia de M~ldonado, situada todavía más en la Qesem- 1·1 J. es. el mayor de los ríos que corren por el interior de la
be adura del río que Montevideo, según algunos publicistas l~' vmcIa y no es navegable para barcos por distancia de va-
O 't ' mejor ancladero y mejor abrigo que la bahía de esta I 'IO ~ leguas a~riba desde su. desembocadura en el Uruguay
últim ciudad. Defendida por la isla de Gorriti, situada en P l que una hilera de r~cas mt:rrumpe su corriente, pero en
1 boca de aquella bahía (isla notable porqup. en ella crece ~nuchas pa~es se halla lIbre de Impedimentos y se presta para
1 regaliz), un cierto número de barcos puede mantenerse allí In navegaclOn local.
a salvo por más fuerte que soplen los vientos pamperos. Esta La perspect~va de este río dícese que es muy hermosa; y
bahía es poco frecuentada y escasamente defendida por un US orIllas e~tan de tal manera franjeadas por el arbusto de
fuerte mal cuidado. La bahía tiene forma semicircular y está lr~ zarz~parnlla que sus aguas tienen fama de medicinales en
bordeada por una extensa playa de arena; más allá se levanta ( .1 ::tas epocas del año. Una vu~lta que hace el río Negro antes
una colina encima de la cual aparece la pequeña ciudad de ti ?~mtarse con el Uruguay enCIerra una porción de tierra muy
Maldonado. En dirección norte desde Maldonado, la costa se f0ttll, en forma de losan)e, que la conVIerte casi en una isla
mantiene baja hasta el Río Grande, 320 15' Y en esa parte se le llama Rincón de las Gallinas. Los brasileños constru-
comienza el territorio del Brasil. El suelo es en extremo rico .Y ron un~ represa a través de esta península y así formaba
y algunos pobladores portugueses han establecido últimamente dI un aSI~o seguro para su ganado, m ientras el campo abierto
en esas inmediaciones varias estancias. Una serranía se ex- 01' recor~Ido por las veloces partidas de Buenos Aires; pero
tiende hacia el norte, a partir de las vecindades de Maldonado !Ihor~ esta por completo en poder de los orientales. Hacia el
en la cual antiguamente han sido trabajadas minas de plata lIlterlOr el país es siempre m ás o menos ondulado, pero fértil
f l U todas nartes.
y oro.
Volviendo a Montevideo, si seguimos la costa en dirección S~bre l~ orill~ izquier~a del Urug~ay en latitud 31 0 30' hay
oeste, encontrarem os varias pequeñas bahías y ríos, ahora no • 1 Fuerte espanol, CastIllo de BaptIsta, ahora en ruinas, que
utilizados para la navegación, los cuales, a medida que el , ' t6 . frente por fre?t~ con los campos de la Río de la Plata
país aumente en población y acrezcan sus necesidades, se con- /terzcu?tu~al A.sS.o~zatlOn. Algo más al norte hay varios asien-
vertirán, sin duda, mediante muelles y malecones, en puertos lo ' de mdIOs .CIvIhzados que fueron formados por los jesuítas.
seguros. 1) Ir un. espaCIO de diez a quince leguas hacia el interior de los
En Colonia, frente a Buenos Aires, hay un puerto suficien- dos pnncwales, el territorio de la provincia ha estado ocupado
temente cómodo para barcos grandes y es punto bien fortifi- 1'01' estanCIas de pastoreo, pero el centro y la parte norte es
cado. En Las Vacas, pocas leguas más arriba, sobre la desem- l1Iuy agreste y boscosa. Más al norte aún y a partir de los
l:xJcadura del Uruguay, hay un buen ancladero y abrigo para lO° de la~itud, los árboles son de tamaño c~nsiderable y muy
barcos pequeños; y la isla de Martín García, que se encuentra H P 'OpósIto para la construcción de barcos; éstos pueden na-
cerca, es .el rendez-vous de los barcos de guerra. Durante mi e f{~r por la parte inferior del Uruguay, y cuando el río está
estada en Buenos Aires, esta isla fué tomada a los brasileños '..t' do pueden pasar el Salto Grande yel Salto Chico sin di-
por el almirante anglo-argentino Brown, quien mejoró mu~ fH:lIlt d,
cho sus fortificaciones. Punta Gorda es un cabo o punta que l1uenos Aires. Esta provincia, en muchos respectos la más
reduce la entrada del río Uruguaya un angosto estrecho. Al IIlpOl'tante y también la de mayor influencia en el Río de la
104 J. A. n. DEAUMONT VIAJES (1826-1827) 105
> iiOI
Plnt , y la .d mayor extensión, constituye una enorme e ños porque ocupan la provincia de Montevideo que han ganado
irdn L J' llmI ida llanura que se extiende desde la costa sur y en guerra, a otros intrusos.
t d lo ríos de la Plata y Paran á, casi hasta el pie de La ciudad de Buenos Aires se halla sobre la costa S.O. del
And . Sus límites meridionales están indeterminados. río de la Plata y aunas doscientas millas de su desembocadu-
lasta no hace mucho, la comarca llamada Tandil, que se ra. Está situada a poca altura, unos dieciocho o veinte pies
ti de al sur del río Salado (río que corre diez o quince sobre el nivel del agua. Tal es la elevación general del terreno.
1 guas al sur de Buenos Aires) y los territorios más meridio- La costa se muestra pantanosa y a veces abarrancada, según
nales, eran considerados como pertenecientes a los aborígenes. se acerque a la corriente del río o se aleje de ella. Por mu-
D poco tiempo acá fué llevada contra estos aborígenes una chas leguas hacia el sur, y hasta el cabo de San Antonio, el
guerra de exterminio, yen las Noticias históricas, políticai y nivel de la orilla es tan bajo que da lugar a una indefinida
estadísticas de las Provincias Unidas publicadas por el Sr. Nú- p1aya cenagosa, ancha de un cuarto de milla en ciertos luga-
ñez, se lamenta de que los indios no querían vender sus dere- res, y en otros de una legua. La ciudad está dividida en cua-
chos de primogenitura por palabras o promesas, sino que tie- drados de ciento cuarenta varas por cada lado y las calles tie-
nen la presunción de pedir una gran suma en plata por su nen diez y seis varas de ancho. Las casas se hallan edificadas
territorio, y en consecuencia "no se le ha dejado otro recurso casi sobre el mismo plan que las de Montevideo; los muros
al gobierno de las Provincias Unidas que el recurso de la vio- son de ladrillo cocido o crudo; revocados algunos y otros en-
lencia que Buenos Aires pondrá fácilmente en ejecución por- jalbegados; los techos son de paja o de azotea y los pisos de
que el número de todos estos bárbaros no excede de ocho mil, Jaldosa o formados con tablones de madera. Hasta hace poco
armados de bolas 5 y lanzas". En ese libro, el río Salado se tiempo, eran raras las casas que tenían más de un piso, o sea
señala como el límite sur de la provincia, pero en la misma la planta baja, donde se levantaban los departamentos de la
obra se prosigue así: "Desde que fué dada la susodicha des- familia, pero de un tiempo a esta parte se han introducido los
cripción, la provincia de Buenos Aires se ha extendido, sin pisos altos y ahora pueden observarse en la mayoría de las ca-
embargo, cincuenta leguas más al sur y fundado una pobla- sas recién edificadas. En estos últimos edificios, la planta baja
ción que se llama 'Fuerte de la Independencia' ". En la pági- se halla generalmente ocupada por comercios o almacenes de
na siguiente (184) dice, rebosante de violencia, que con este depósito: las familias residen en los altos. Generalmente las
Fuerte queda amenazada una gran extensión de la Patagonia, habitaciones se distribuyen alrededor de un patio cuadrado
y hace esta observación: "los bárbaros que impidan el paso, en cuyo centro hay siempre un aljibe. Tanto las ventanas que
serán prontamente sojuzgados por la fuerza de las armas y se dan al patio como las de la calle, son muy bajas y en su parte
formarán ciudades bajo resguardo militar, que no solamente inferior llegan a poca distancia del suelo. Las porteñas se
facilitarán ese sistema de comunicaciones, sino también serán sientan en los alféizares y allí reciben los saludos de los ami-
11 causa de que Buenos Aires extienda su territorio más de veinte gos que van de paseo y que son matenidos a distancia por los
mil leguas cuadradas hasta los 52° de latitud sur". He ahí celosos barrotes de hierro que aseguran cada ventana. Pocas
la justicia y la moderación de estos illuminati. Y estas son Casas tienen estufas y chimeneas de salón; únicamente las
las gentes que parlotean sobre los derechos del hombre y ollstruídas en' estos últimos tiempos por los ingleses y por
de las naciones y prorrumpen en invectivas contra los brasile- 19unos nativos que los han imitado. El ejemplo ha sido de
utilidad para los porteños, porque, según he podido observar,
5 El texto inglés pone slings, hondas, pero el original de Núñez dice i bien el clima cálido hace innecesario el calor artificial du-
bolas. (N. DEL T.) l'llnte la mayor parte del año, desde la segunda quincena de
10 1. A. ¡jo BEAUMONT VIAJES (1826~1827) 107

j unio hu, t. :rn died s de agosto, llueve mucho, hay también rrumpido la provisión de ese material. Las calles no pavimen-
mu ,110 vi( ti to y 1 fria es intenso. La falta de chIme?eas y t?das se ponen, a veces, casi intransitables, por los grandes
(l o VO II ti I n(~ iól1 n tribuye a que los cuartos sean muy hume dos lodazales Que se forman en tiemno de lluvias frecuentes. Estos
J'l'Io, . JI;sto S remedia mal con el uso del brasero, qu~ ,con- se extienden en algunos casos por espacio de media milla y
¡;¡ isLI ) 1 u ln paila de bronce, de unas doce pulgadas de ~Iame- el barro suele llegar hasta la cincha del caballo. En los alre-
'1,1'0, olo d en un marco de madera, alto de unas seIS pul- dedores de la ciudad la naturaleza del suelo hace Que los
f.{II Jns s brc el.suelo. Esta. paila se llena con brasas. de la co- caminos se pongan horriblemente malos y en épocas de fuer-
"ina y omumca un medIano calor a los que ;e. sIentan, e? tes lluvias los habitantes se ven compelidos a permanecer
t l'J ,per o es un calor ~esagradable po~que el, a~Ido carbom- como prisioneros en sus casas. En tiempo de sequía el polvo
y otras emanaciones' provocan vahIdos, v~rtIgos y hasta de los caminos ahoga. Las aceras, en estas calles sin pavimen-
apoplejías, e inflaman además los pub,;nones, sl~~do causa d.e to, están formadas por estrechos bancos de tierra que se le-
consunciones frecuentes y fatales. La mtroducClon de las ~hI­ vantan tres o cuatro pies de altura y ofrecen difícil paso al
meneas inglesas, abiertas, ha sido un. beneficio que los natIvos caminante porque son de la misma tierra blanda de las calles.
saben apreciar. Las azoteas p:oporCl~na~ un agradabl~ -~ugar El cruce de una acera a la otra se hace sobre bloques de pie-
de reunión a quienes no se SIenten mclmados al bulhclO de
las calles. En él ataque a esta ciudad por Whitelocke, una de dra o de madera colocadas a media y arda de distancia uno
las principales causas de su derrota, fué la forma en que están de otro y a una altura de dos pies sobre el nivel de la calle.
construídas estas casas porque, formando cada C1:,-adra una b~­ Estos pasos están casi cubiertos de barro en tiempo lluvioso
tería separada, de altura diferente y b~en d,ef.endIda con ba~n­ y resulta muy arriesgado marchar sobre ellos.
cadas en la parte baja, los criollos podlan faCllmente, al abngo A mitad del frente de la ciudad que cae sobre el río, y pró-
de los parapetos, hacer una p~tería mort~fera .sobre nuestras ximo a éste, se levanta el Fuerte, mediocre edificio de piedra
tropas, sin peligro para ~llos mIsmos. Los mtenores de las ca- defendido con piezas de artillería. Dentro del Fuerte están
sas ofrecen pocas comodIdades y adornos, pero los cuartos son los departamentos del presidente y sus secretarios y también
generalmente amplios; ~as . paredes e~tán blanqueadas por lo las h abitaciones de los ministros. Hay, asimismo, una oficina
común y los muebles prmClpdes conSIn.en en algunas ~ocenas de guardia. Frente al Fuerte, y en extensión de unas cien
de sillas y Una o dos mesas pequeñas adornadas con obJetos de yardas h acia el interior de la ciudad, está la Plaza Mayor,
vidrio y flores artificiales. Al entrar a una sala. de Buenos en el lado norte de la plaza se levanta la Catedral, hacia el
Aires el extranjero se siente de pronto sorprendIdo ante la este la Recaba, una piazza que alberga pequeños comercios;
gene:al desnudez y triste apariencia de ~a. pieza, pero si logra al sur, una hilera de tiendas mezquinas; hacia el oeste, el
hacer amistad con las damas de la famIha, lo que puede al-
Cabildo, donde tienen su sede los concejales de la Comuna.
canzar en el curso de dos o tres visitas, el natural vivo y ani-
mado de aquéllas, unido al interés que demuestra.n por ense~~r También hay en este edificio un cuerpo de guardia.
su propio idioma, disipa todo retraimiento y aleJa la atenClon En esta plaza se realizan ciertos espectáculos en los días de
que podría ponerse en aquellos salones des;nudos. regocijo público, como fuegos de artificio, iluminaciones y pro-
Las calles principales tienen buen pavlffiento desde hace cesiones. En los festivales religiosos, el despliegue de platería
tres años y se ven generalmente limpias. La piedra se tra.e y piedras preciosas, sobrepasa, a veces, el esplendor observado
de la orilla opuesta del río, donde puede encontrarse g~am­ en las ciudades católicas de Eurona.
to en gran cantidad, pero por el momento el bloqueo ha mte- Hay un muelle rústico cerca dei Fuerte, de unas doscientas
VIAJES (1826-1827) 109
108 J. A. D. BE AUMONT

yll't'dn <1 }m,'g y doce de ancho; sin embargo, presta poca She cannot :step as an Arab barbo
1.lil id u. El m dio más común para el desembarco, tanto para Or Andalusian girl Irom 1nasS returning.
• • • • • • .. • • • A fair Briton hide:s
lo nj r como para la carga, son unas carretas de ruedas Hall her attraction - probably from pity -
hos' la carga se lleva desde los buques en lanchones y And rather calmly into the heart glides.
ha ,~ muy cerca de la orilla, y los carros hacen el resto. than storms it as a loe would take a city;
A v s, estos carros tienen que ir entre el agua hasta un But once there (if you doubt this, prithee try)
cunrto de milla adentro para encontrar el bote, y er; otra~ She keeps it for you like a true ally.6
ocasiones, cuando hay viento fuerte del N.E. y el no. esta
crecido caminan apenas unas pocas yardas, pero el preCIO es Los monasterios de monjas han quedado reducidos a dos: el
igual: dos reales por cada viaje. . de las Catalinas y el de las Capuchinas; éste último es el que
La Catedral, situada en la plaza, es la más espaCIosa ?e las tiene reglas más severas. No se admite el ingreso antes de
iglesias; está decorada por dentro con motivos de las Escnturas ,c umplir los treinta años de edad, en que se presume que ha
y tiene un hermoso altar mayor. Unas pocas banderas se ha- podido meditarse fríamente la resolución. Son sometidas toda-
llan suspendidas de las pilastras que forman las naves late~a~es; vía las novicias a un año de prueba, y, si pasado ese término,
entre esas banderas se encuentran las tomadas a los brasilenos siguen dispuestas a consagrarse a una vida de reclusión y ple-
en la presente guerra. El 25 de Mayo (aniversario de la in- garia, se les admite en la orden. Quedan desde entonces to-
dependencia) el Presidente concurre acompañado por su co:- talmente apartadas del mundo y no se les permite que vean
tege y por una escolta militar a dar gracias. E.sta ceremoma ni a sus más cercanos parientes. Toda su vida pasa en la ora-
se cumple con mayor magnificencia que cualqUIer otr~ de las ción, el ayuno y en otras mortificaciones.
que vi durante los diez meses que e~~~e en Bue~os Air~s. El otro monasterio, el de las Catalinas, admite personas de
Las demás iglesias son grandes edIfIclOS de ladrillo, cubIertos toda edad y tiene reglas mucho menos estrictas. Ambos con-
con cúpulas y con sus interiores hermosamente adornados. En ventos poseen grandes jardines donde las monjas hacen su
estas iglesias se celebra misa con todo el aparato ac?stumbrado. naseo diario.
Sin embargo, lo que constituye el mayor atractl~o para los ljJ hospital público tiene espacio para unos ciento cincuenta
viajeros jóvenes, son las mujeres tan bellas, arrodIllada~, con enfermos. Existe también un hospital de mujeres con capa-
sus mantillas sueltas sobre la cabeza y el cuello, y las mIradas cidad para cien personas. Ambos hospitales son costeados por
suspensas y como ajenas a este mundo mientras se desarroll~ el Estado.
el acto de la misa. Las porteñas despiertan así, ~anta admi- El Virrey Vértiz fundó una inclusa en Buenos Aires, el año
ración como respeto. En el momento de entrar en la iglesia,
o cuando salen de ella abandonan un tanto ya esa actitud y 6 No puede marchar como un caballo árabe,
se muestran llenas de 'vivacidad y gracia. Hay una libertad o como una joven andaluza que vuelve de misa.
. . . . . . . . . . . . Una bella inglesa esconde
y gracia peculiar en el porte de una bella porteña, q~e tod~s, La mitad de sus atractivos - quizás por compasión -
sean quienes sean, reconocen. Mucho de esto prOVIene, SIn y más bien cOn calma se desliza hasta el corazón,
duda de Que en Buenos Aires se tiene la costumbre de no En vez de tomarlo por asalto como el enemigo tomaría una ciudad.
anda~ nun~a una persona con otra, tomadas del brazo. Una Pero una vez allí (y si lo dudáis haced la prueba)
Se queda allí como una verdadera aliada.
bella inglesa no sabe cuanto significa esta ventaja.
110 1. A. 1.1. BEAUMONT
VIAJEn (1826-1827) 111

177 ' oh ro 10 O f ne el gobierno que provee de fondos para


1;
pog el ), c.i ntos incuenta nodrizas que amamantan en sus Derechos de exportación
Il Sn R II )(l !l l'io.turas y se reúnen el día 10de ca~a mes.para Cueros de toros, de buey o de vaca _.......... 1 real cada uno.
b '/lt' su su Idos y para demostrar que han c~Idado bIen a Cueros de oveja, caballo y mula .................... 1/2 real ditto.
lo lúit . E tos niños, cumplidos los cuatros anos, son colo- Oro y plata ................................................................ 1 por ciento
ad ), asas de familias. ., . Carne salada exportada en barcos nacionales; granos, galleo
L Aduana es un edificio bajo, con patIO, y. esta ~ltuada en ta, harina, cueros de oveja y lana, cueros curtidos y todas
li d de la ciudad que cae sobre el río, caSI a mItad de su las manufacturas del país .............................................. libres.
xt nsión. El despacho de los asuntos se llev,a con bastante Todos los demás productos de las provincias pagan 4
por ciento.
prontitud y el viaiero o el comerciante, despues de haber pa-
sado sus mercaderías del buque al bote y del bote a los grandes
carros aue hacen el trayecto entre el río y la Aduana, encuen- El correo se encuentra bajo la superintenden¿ia de un direc-
tran no~a dificultad para llenar sus trámites. tor, y si bien es susceptible de grandes mejoras, realiza con
La ·lista (lUe va a continuación informa sobre los derechos bastante regularidad la distribución de la correspondencia.
de importación y exportación que deben pagarse en el puerto Toda la expedición al interior se hace a caballo, aunque el
de Bu~nos Aires: recorrido es· de muchas leguas, por regiones casi desiertas, los
correos son generalmente puntuales en su llegada. El corr-oo de'
Instrumentos de trabajo para agricultura y artes mecánicas postas recibe las cartas en una maleta que se ata a la grupa
(artesanía); libros, grabados, estampas, imaginería, prensas ~e del recado de su guía y se cambia en cada posta, porque en
imprimir, fibra, lana, bordados en seda, oro o plata, con o sm cada relevo de caballo se cambia también de guía o postillón.
joyas, relojes, joyas, carbón de piedra, salitre (nitro), !eso,
Los correos tienen el privilegio de poder exigir caballos a cual-
quier hora de la noche, mediante lo cual, pueden ganar el
cal, piedra para edificar, ladrillos, madera, etc..... 5 por CIento
tiempo perdido durante el día; tienen también libertad para
Armas, pedernales, pólvora, alquitrán, seda manufactu.rada
galopar en las calles de las ciudades, privilegio éste que no
o en bruto y arroz ................................................ 10 por CIento está concedido a cualquiera. Usan los correos una chaqueta
Azúcar, mate, café, té, chocolate y comestibles en . ge· corta, generalmente roja, y su llegada a Buenos Aires, así
neral ........................................................................ 20 por CIento como su partida, se anuncia por el postillón haciendo sonar
Muebles, espejos, coches, sillas de montar y jaeces, confec· una corneta de cuerno. A la llegada de los distintos correos,
ciones de hilo, zapatos, etc., licores, vinos, cerveza, s~dra, se exhibe en la oficina una lista de las cartas recibidas, que
tabaco ...................................................................... 30 por CIento se fija en el patio, ya cada una se le agrega un número. Estas
Trigo .................................................. 2 a 4 pesos por fanega. cartas recibidas, son entregadas sin averiguar la identidad y
Harina ..................................... ,.................. 3 pesos por quintal. previo pago del franqueo necesario. Cuando llega el paquete
Sal ................................................................ 4 pesos por fanega. inglés, como las cartas son muchas y no permiten confeccionar
Sombreros de castor (de copa) o de seda .... 3 pesos cada uno. con ellas una lista, son entregadas a las personas que respon-
Todos los artículos no incluidos en la lista anterior: 15 den al nombre del destinatario, previo pago de dos reales por
por ciento. cada carta. Con este procedimiento, ocurre a menudo que una
persona, después de haberse dado de codazos durante dos horas,
Con la gente apiñada en las ventanas de la oficina, se informa
112 1. A. D. DEAUMON1'
VIAJES (1826-1827) 113
HO 1 ha 11 -gado ninguna carta y hay quien se retira,
d pu qu, p r inadvertencia, o a sabiendas, le han cobrado ~e r eúne en ellos gran cantidad de público todas las noches a
Jo d s l.' nI por la entrega de la correspondencia. El direc- Jugar a las cartas. o al billar. En los juegos de cartas se pier-
t r u Ltlal, a quien tuve el gusto de conocer, me informó que de? con ~rccuencIa sumas enormes. Los locales son muy am-
ha bíu tra tado de evitar este serio inconveniente enviando las r
ph.os bIen amueblados. Hay seis cafés que se consideran los
nrt Il domicilio como se hace en Inglaterra, pero el descuido prmclpal s y muchos otros de segundo orden, lo que contribu-
d ro trado por los carteros comportó un daño mayor que la ye a la falta -muy lamentable- de hábitos hogareños entre
p rd' d casu al de alguna carta en el propio edificio del correo. la p blación masculina.
I de esperar, sin embargo, que el arreglo de los asuntos in- El hotel principal es el de Faunch, situado a dos cuadras
t flores, pueda contribuir al progreso de la institución. Un ~ l~ plaz~, c~rca ~e, l~ Catedral. Ha sido edificado por Mr.
suplemento de medio real o de un real para el cartero, com- rwaltes, subdito bntamco, a mucho costo, y tiene las comodi-
1lensarÍa con creces las horas perdidas y las luchas que uno dades que pueden encontrarse en un hotel inglés de segunda
se ve obligado a sostener generalmente en la ventana-de la () tercera categoría. Los pisos, son, casi todos, de tabla, muchos
oficina. ?e ellos alfombrados y casi todos los cuartos tienen chimeneas
Ha sido inaugurada recientemente en Buenos Aires una ' mg~esas. Aquí s~ ~lojan -por lo menos en los primeros días-
Casa de Moneda; ella constituye el orgullo de los porteños y caSI todos los VIaJeros que llegan del exterior. Hay muchas
a fe que con razón porque es, sin duda, el establecimiento más otras posadas y casas de huéspedes, al alcance del bolsillo
científico y mejor arreglado del país. Está instalada la Casa de la gente d~ trabajo y p~rsonas de escaso caudal, pero al
de Moneda en un edificio que fué primero el Consulado, a Ca?O de poco tlempo, el emIgrante se procura un alojamiento
dos cuadras de la plaza 7. pnvado.
Mr. John Miers ha sido el hábil organizador de esta obra El teatro está situado en un punto céntrico, a tres cuadras
que comprende todas las demás dependencias necesarias para de la plaza; es un edificio bajo y feo pero casi del tamaño del
ensayar, fundir y laminar el metal. Hay tres prensas movidas teatro de Haymarket de Londres. Su interior es naturalmente
a mano para cortarlo, laminarlo y acuñarlo. Varias mej oras muy distinto al .de los teatros londinenses, porque tiene as-
mecánicas muy ingeniosas han sido introducidas por Mr. pecto mur humIlde y sucio. Las representaciones consisten
Miers para economizar trabajo 8. El resultado es una acuña- en com~dl~s españolas y en sainetes; también se representan
ción nacional muy nítida y perfecta que refleja el mayor cré- óperas ItalIanas con buenos actores. El decorado y los trajes
dito sobre el científico director de los trabajos. Las piezas del s?n basta~te ~,alos; pero, con todo, el teatro es el sitio prin-
frente del edificio donde se halla la Casa de Moneda están CIpal de dlVerslOn en Buenos Aires, tanto para los nativos como
ocupadas por el Banco Nacional. Una cantidad enorme de para los extranjeros. Las porteñas se lucen en su interior
papel ha sido emitida por este establecimiento. El crédito de muy ventajosamente, y su natural elegancia, como sus mane-
este papel se descubre por la proporción en que está su valor ras espóntaneas, encuentran allí amplio marco para desplegar-
efectivo con su valor nominal: éste es noca más de un cuarto. se, rodeadas como se ven y animadas por la atención obsequio-
Los cafés, en Buenos Aires, son lugares ~uy concurridos. sa de los beaux de uno y otro hemisferio.
En los suburbios de Buenos Aires hay dos mataderos. Uama
7 Donde hoy está el Banco de la Provincia de Buenos Aires. (N. DEL T.) la aten~ión que, mientras en España, el sistema de sacrificar
8 John Miers, que estuvo en Buenos Aires y en Chile, escribió el libro
Travels in Chile and La Plata, etc., 2 vIs. Londres, 1826. No ha sido
los nOVIllos se señala por su humanidad, y ha sido recomenda-
traducido al castellano. (N. DEL T .) ~o como digno _de imitación, el m~do de matar el ganado que
tlenen l.os {!Spanoles y sus descendientes en Buenos Aires, sea
114 J. A. !l. BEAUMON1' VIAJE9 (1826-1827) 115

tn m nt distinto. Los españoles de España le clavan el 11 11 ' to 1 del lavado es muy simple. Usan jabón y refriegan la
II h illo [\1 imal entre las vértebras del ciIello, de manera I'OPO ontra una tabla o piedra lisa, y esto gasta más la ropa
qll divid n el espinazo con científica precisión y la víctima ( Pi 1 golpes acostumbrados en el sistema francés de lavado.
tl :tu tnut úneamente muerta, o al parecer ajena a todo sufri- , ro también lavanderas públicas que emplean esclavas en
mi lle . En Buenos Aires se ponen las bestias en grandes co- ( ( 'Lvnbajo, pero lo más seguro es hacer lavar la ropa por las
):'1'0 1. y son sacadas de ahí, arreándolas, una a una, según se 1 .lnvas de la casa de familia donde uno se aloja; puede así
hn n ecesario, y una vez enlazadas y en seguridad se les /l h s el día en que se tendrá la ropa lista y si alguna pieza
d sjarreta y caen al suelo bramando; entonces las degüellan; e pi r de, queda alguna posibilidad de encontrarla. El precio
luego les sacan el cuero y las descuartizan con hachas en tres 1 d seis pesos mensuales por persona, pero, las mejores la-
m asas longitudinales; la cabeza, el hígado y los desechos, mez- vll nu ras, cobran nueve pesos y muchas de ellas se quedan con
clados al barro y al polvo del suelo, quedan para las piaras de lo (¡!.l. pueden y guardan la ropa cuanto tiempo se les antoja.
cerdos y las bandadas de aves que están siempre a la espera r,' d s los extranjeros advierten la falta de un paseo público
del banquete. A través de todo este espectáculo, la natural y e /l CO ,n o deja de sorprender en una ciudad de clima tan fa-
brutalidad de las clases bajas para con los animales se exhibe vOI' ¡ble para las diversiones y ejercicios al aire libre. Las se-
en forma bastante desagradable; la pobre bestia es torturada I 1II ' I ~, tan gallardas en su porte y en su manera de andar,
y arrastrada de un rincón al otro del matadero por espacio de 111' I i uen donde desplegar ventajosamente sus gracias natu-
ónco o diez minutos, antes de que el cuchillo ponga fin a sus I ', d( ~. La Alameda actual es un mezquino paseo sobre la ri-
padecimientos. La lucha frenética y los mugidos del animal, 1If\l'/ I on unos pocos árboles achaparrados y asientos de ladri-
diríase que deleitan a los peones. llo eíl uno de sus lados; en el otro se suceden cantidad de pul-
La provisión de aguas se efectúa mediante carros en los que pl \I'í ¡ de donde salen marineros ebrios para molestar a los
se lleva desde el río y se vende al menudeo, a medio real, el IIII/Hmntes. La fetidez de los peces muertos y de las osamentas
barril de cuatro galones. Estos carros consisten simplemente ele I , caballos que quedan sobre la arena de las calles, se hace,
en una pipa o tonel colocado sobre un par de ruedas grandes. 11 VI s, intolerable. La Alameda es muy poco concurrida, a
El agua se saca de los toneles en barrilitos para llevarla al in- I I~e Jl i6n de los domingos, y, asimismo, no por mucho público.
terior de las casas. 11'01'111 un triste contraste con El Prado de Madrid, donde he
Antes de mi salida de Buenos Aires, habían sido formulados vi 1.0 lo misma raza de hermosas mujeres exhibir en un am-
varios proyectos para suministrar agua a la ciudad por medio bit 11,\, adecuado sus atractivos.
de un pozo público, pero no creo que esto se lleve a efecto. 1,11 diversiones en Buenos Aires son muy escasas; los hom-
En el capítulo anterior he dado cuenta de un intento malogra- lile , U ndo han dormido la siesta (un sueño de dos o tres
do para procurarse agua buena, aunque el taladro se llevó a 1a1l1'1I el pués de comer), fuman sus cigarros y van a los cafés
una profundidad de cincuenta y ocho yardas; pero, de encon- ""ude ju gan a las cartas o al billar, o dan una vuelta por el
trarse agua potable, serían indispensables poderosas máquinas \11I1I't) , No practican ejercicios atléticos ni son aficionados a
a vapor para levantarla en cantidad suficiente y el costo de 1" 111 1.11 , Esta última se practica, sobre todo, por los extranjeros.
ellas, agregado a la colocación de cañerías y su conservación, I ,ti 1 I ras, después de dormir la siesta, hacen sus visitas con
sería superior a lo que puede esperarse de las finanzas actua- 11111 po I tiqueta y pasan la tarde en pequeñas tertulias de
les del país. 11 1111111111 1 l1versa~ión donde reciben los homenajes de todos
Ella;ado de la ropa lo efectúan las esclavas de cada familia, 1" II IIH que pueden introducirse en aquellos círculos; pero
.que se reúnen al efecto en gran número a orillas del río. El 1111 1I 11 11 , U nenos que esté muy enamorado, raramente dedica
VIAJES (1826-1827) 11 7
I Hj J. A. B. BEAUMONT

b nque, sin espuelas. La distancia que corren rara vez


1I 1 ( ll q H n los t rtulias. Los jovenes jpgleses y otms extran-
'1, 1'0 , ('j l~id radas más galant~s- estiman en realidad que
' d a las cuatrocientas o quinientas yardas y el caballo
1" viv I S porteñas -dulce rzdentem, dulce loquenter:z- ( tll1imado únicamente por los gritos y los talonazos del ca-
,OH 'li'tu n el summun bonum de la sociedad de Buenos AIres. 'I'c dor. El peso comparativo de los corredores y el vigor de
A V' • S alguna señora se presta a ejecutar alguna pieza en el 11) Aballos parece q~e no se tiene en cuenta para nad~ ni se
)11 mo y de vez en cuando -:-aunqu~,muy ra:-amente- canta pr ~ta gran atención a la carrera hasta que ha termmado;
U lO canción . Con frecuencIa tamblen se baIla en estas reu- 0 11. nnces el corredor encuentra siempre un motivo para no
n' nes. P revalecen los minuetos y la contradan za españ ola d I r!! por satisfecho y la carrera se vuelve a correr ocho o diez
en que se muestran con mucha soltura y gracia los m ovimien- hasta que todos quedan contentos 10.
tos de las porteñas. La cuadrilla se ha intr oducido últimamen-
te y todavía no es muy común.
PESOS y MEDIDAS
El calor hace que el baño constituya un recreo muy prefe-
rido, y cientos de personas de ambos sexos se dirigen al río El oro se compra por marcos y castellan os.
en las tardes de verano; pero el río es tan poco profundo qu e, 1,1 marco eouivale a 7 onzas 7 denarios 22 granos tray-
después de avanzar trabajosamente en el agua por varios cien- 11/1 igth II inglés.
tos de yardas, el baño apenas si alcanza por encima ~e la ro- El castellano (la cincuentava parte de un marco) : 71 gra-
dilla. La natación es, por consiguiente, casi desconocIda y la 'IlUS in gleses.
diversión se reduce a echarse en el agua y revolcarse como O onza de oro es igual a 6 castellanos y un cuarto: 18
en el tubo Las mujeres de la mejor clase se bañan con vestidos c! nlarios 11.8 grs. ingleses.
sueltos bajo los cuales -antes de entrar en el agua- se des- a plata se compra por marcos y adarmes.
pojan de sus trajes de calle, que dejan a car go de una esclava; El marco es igual a 7 onzas 2 denarios, troy-weigth inglés.
pero las gentes pobres no siempre se cubr en en estos baños, El adarme es la 128 parte de un marco: 26.62 granos in-
y tanto las personas de esta clase, como los jóven es de ambos H1 S s. -
sexos, en general se bañan nudo corpore y chapotean en el agua J ,El on za de plata es la octava parte de un marco: 17 dena-
como otras tantas Venus de bronce con sus correspondientes de s, 9 granos ingleses.
Cupidos. Puede imaginarse naturalmente que entre un con- La ley tipo del oro es 21 quilates, esto es 21 en 24.
curso semejante de mujeres deportivas y desvestidas quien J, ley tipo de la plata es 10 3/4 en 12; pero las monedas
contempla aquello, recuerda con frecuencia el verso de Ha- 111 !J ~l ñas (reales) contienen solamente 9 3/4 partes de fino
rnero: 11, 12.
Las carreras de caballos constituyen diversión favorita entre J' ,o pesos pesados son:
las clases bajas, pero forman triste contraste con el noble de- l ¡(l libra.
porte conocido bajo ese mismo nombre en Inglaterra. En lo
único que se le asemeja es en ser motivo de juego por dinero
y lús sudamericanos las fomentan exclusivamente por esta 1I111'q ll 1 recado del país es muy pesado. Entonces como ahora •••
(N. l/m, T.)
circunstancia. Los caballos son pobres animales flacos mon- 10 m outor debió de confundir las "partidas" con la carrera misma.
tados por muchachos de aspecto miserable sin montura 9, ( N, 111 ,1, T.)
11 'I'ro'Y· weight : Sistema inglés de pesos cuya unidad es la libra de
9 No advirtió el autor que las carreras cuadreras se corren en pelo I Il ll!l,/\ . (N. DEL T. )
118 J. A. B. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 119

n orr ba: 25 libras.


m tril ltal os igual a 4 arrobas: 103 libras inglesas avoir- MEDIDAS DE LÍQUIDOS
dtqJois 12.
frasco contiene 38.5 pulgadas cúbicas inglesas y es casi
u 1 a una pinta de vino inglesa y un séptimo de una pinta.
MEDIDAS DE LONGITUD
ivide en medio, cuarto y octavo de un frasco.
J,a Vara es la medida básica de longitud en el país. Se di- '1 barril contiene 1.232 pulgadas cúbicas inglesas, no llega a
vid n tres pies y el pie en 12 pulgadas y también, como 1\ opacidad de un keg (barrilito) inglés de cuatro y medio
ntre nosotros, en cuartos cuyos cuartos se dividen en novenos t 11 nes.
() pulgadas. La vara es igual a 2.856 de un pie inglés, el cual (Ina pipa contiene seis barriles.
es casi una vigésima parte o una pulgada y once duodécimos na arroba es la medida por la cual se vende generalmente
menos que la yarda inglesa. I I vino; la arroba mayor contiene cincuenta y dos frascos, la
La legua de Buenos Aires es = 6.000 varas. 11 1' 1' ba menor cuarenta y un frascos.
La legua marina es = 6.411 varas. JI pesos y medidas mencionadas varían según las diferen-
1I provincias; hay también varias medidas para leña, mad:-
l ' \, ' obras de albañilería y de carpintería, pero son tan arbl-
MEDIDAS AGRARIAS
1" 11 ri s y variables que no vale la pena describirlas.
Una cuadra 13 es un cuadrado de 150 varas Dar cada lado
que es casi igual a 4 acres ingleses. -
Una manzana es un cuadrado de 140 varas por cada lado. MONEDA DEL PAís
Esta es la medida de los bloques cuadrados de casas en la ciu-
dad en los que se toman 10 varas a lo largo y diez a lo ancho
r J onza (doblón u onza de oro) = 17 pesetas españolas.
l a peseta española = un peso español y un cuarto .
. de la cuadra, para dar el ancho a las calles.
1,'.1 real = la octava parte de un peso.
La cuadra (cuadra da) = 22.500 varas cuadradas.
'l' das las monedas mencionadas son divisibles en medios
Suerte de chacra = 16 cuadras (cuadradas).
'uflrtos.
Suerte de estancia = 1.728 cuadras (cuadradas) o sea 3/4 HOl1 también de uso corriente ciertos fragmentos de pesos
de legua cuadrada. ( I I/ata macuquina) cortados en cuartos y en octavos. Estos
Legua cuadrada = 2.304 cuadras (cuadradas). 1¡, JI ( 1 el valor impreso pero los dibujos están generalmente
11111 sta dos que se hace difícil descubrirlo.
M E DIDAS DE ÁRIDOS I J,tt m oneda de cobre llamada décimo fabricada por Bolton
/l lId W tt y parecida a nuestros farthings 14 ha sido emitida
La base de estas medidas es la fanega que contiene 8.528.45 111 11111 ti cimos de real. Desde que empezó la actual guerra y
pulgadas cúbicas inglesas o cerca de cuatro bushels ingleses. ,.1 ,,I ( qu , han sido reacuñadas en Buenos Aires monedas de
La fanega se subdivide en cuatro cuartillos y también en I i 111 () d irnos o medios reales, iguales a los tres peniques in-
dcce almudes. ,1, I ,
I I~ I 11111 O de Buenos Aires ha emitido papel moneda corrien-
12 Sistema de pesos vigente en Inglaterra y los EE.UU. cuya unidad (iS
la libra de 16 onzas. (N. DEL T .)
13 Cuadra cuadrada. (N. DEL T.) 11 I'III~ o cuartos de peniques. (N. DEL T.)
120 J. A. B. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 121

t qn vo n aumento cada día para responder a los numerosos tables tropas; pero las diversas guerras y revoluciones Que
) ¿'id J. la hacienda pública. La tabla siguiente mostraba han tenido lugar en el país, y los estragos causados entre estos
1 rnn p r mium que alcanzaba el metálico: animales, han acabado casi por completo con ellos. También
esta provincia es muy boscosa, pero, en general, los árboles
Onzas ............................ 60 pesos son pequeños y la madera es útil solamente como combustible
y para obras menores de carpintería.
Pesetas españolas ........ 200 por ciento premium Hay dos villas en la provincia y a cada una se la honra con
Cuartos de pesos .......... 180 por ciento " el nombre de ciudad. Una es La Baiada 15 frente a Santa Fe,
Pesos nacionales .......... 190 por ciento " sobre el río Paraná; la otra la villa del Arroyo de la China 16
Plata recortada sellada 170 por ciento " sobre el río Uruguay, y en la parte sur de la provincia, más
cerca de Buenos Aires, hay otras dos villas, todavía más pe-
queñas, llamadas Gualeguay y Gualeguaychú. Hacia el norte
de estas últimas villas, el suelo es más alto y el clima vivifi-
El peso papel en el cambio con Inglaterra, equivale sola- cante y delicioso.
mente al chelín y 3 peniques y a veces se ha vendido por 1 Los venados y los avestruces abundan en la provincia y
chelín, 1 penique. El precio de todas las mercaderías ha suhido cantidad de pájaros de hermosísimo plumaje y de canto muy
en proporción a la reducción en el valor de la moneda y aun- vivo, vuelan de continuo y dan a la tierra un atractivo mayor.
que esto no se siente por aquellos pocos que reciben sus giros Corrientes. - Está situada al norte de Entre Ríos y forma
por letras sobre Inglaterra, la mayoría de los habitantes cam- la continuación de esa provincia 17 entre los ríos Paraná y
biaron su metálico por papel con un descuento insignificante Uruguay; por el norte limita con la provincia del Paraguay.
al comenzar este estado de cosas, y otros que reciben sueldos De los nativos de esta provincia, que al parecer tienen pocas
y el pago de viejas deudas en este dinero en circulación, se 11 cesidades, se dice que son de carácter indolente; pero no
quejan seriamente de la situación en que se encuentran. ] y duda de que la mayoría de las producciones de Europa
Se abren cuentas por pesos, reales y décimos. El peso plata y m uchas que son propias de los climas tropicales, se darían
de Buenos Aires vale cuatro chelines ingleses. El peso papel, Iqui con facilidad porque el suelo es muy fértil y bien regado
como se ha dicho ya, vale ahora poco más de un chelín. p r numerosos arroyos que desaguan en los dos grandes ríos
Entre Ríos. - Esta provincia está situada entre los dos 111. forman los límites este, oeste y norte de esta provincia.
grandes ríos Paran á y Uruguay, y limita por el norte con la A 1 parte norte de esta provincia hay un lap:o muy extenso
provincia de Corrientes. Es una de las más agradables pro- JlOl'O de poca profundidad, llamado Laguna Iberá. Está for-
vincias y posee varias ventajas peculiares. Encerrada por los '11U1 dn por el desagüe de los campos circundantes y ella misma
dos grandes ríos, las embarcaciones pueden llegar a ella en te "m ina por desaguar en el río Paraná. El azúcar. el tabaco
casi todas sus costas y del mismo modo se halla naturalmente y (1 nlgodón se producen aquí en pequeñas cantidades para
defendida de los ataques de los indios. Se halla también abun-
dantemente regada por numerosos arroyos y las pingües co- I ~ A tusl ciudad de Paraná, conocida entonces por "La Bajada", y tam-
sechas obtenidas por el trabajo agrícola de los colonos ingleses, I I 1\ \' 0 )1los nombres de "Rosario de Paraná", "La Capilla" y "Villa
constituye prueba evidente de la fertilidad de su suelo. Sus .t.1 Jlo lirio", porque el origen de la ciudad fué una capilla consagrada
11\ V I' ('¡ n del Rosario. (N. DEL T.)
pastos ofrecen rico invernadero para el ganado, que en otro I A tuol ciudad de Concepción del Uruguay. (N. DEL T.)
tiempo vagaba en estado salvaje por esta provincia, en incon.- 17 1) 111 que está separada también por límites fluviales. (N. DEL T.)
122 J. A. B. BEAU:MONT
VIAJES (1826- 1827) 123

la población. La ciudad de Corrientes está si~ Santa Fe. - Es una ciudad situada en la orilla oeste del río
t1lnd o n la ta del Paraná, cerca de su reunión con el río Paraná, a unas cien leguas de Buenos Aires. La provincia
PII rn 110y, y d . sta manera tiene comunicación directa con (de la que Santa Fe es capital) limita al este con el mencio-
nL1 11 S Ah· Y Paraguay. nado río, al sur con Buenos Aires, al oeste con Córdoba y al
ParWruay. - Ha sido sustraído durante años a las investi- n orte con territorio de los indios. La población es muy escasa,
g , iOl S d los viajeros por la singular política de su actual pero el suelo fértil y contiene grandes manadas de vicuñas 19
f.¡ob tnante el Doctor Francia, quien, desde el momento en y caballos cuyos cueros se llevan a Buenos Aires.
qu s produjo la independencia con respecto a España, ad- Córdoba. - Es la primera ciudad a la que llega el viajero que
r¡uir i6 una ascendencia.tal sobre el débil entendimiento de sus va por el camino del oeste, al Perú. Está rodeada por cerros
ha bitantes, como rara vez ha sido igualado en épocas de la y tiene bosques muy ricos en sus inmediaciones. En esta ciu-
m ás crasa superstición. Ha prohibido todo tráfico con las na- dad estuvieron detenidos algunos prisioneros ingleses en 1806,
ciones extranJeras y aun coñ las provincias vecinas y no per- quienes hablan en términos muy halagüeños de la bondad de
mite que nadie salga del territorio, una vez que ha entrado sus h abitantes. Ellos (los prisioneros) a su vez, les dejaron
en él. La vigilante policía establecida por él, le habilita para muchos conocimientos y el aprendizaje práctico del trabajo
hacer cumplir esas medidas y tiene bajo su mando un ejército grícola, que hasta entonces eran extraños en la región; y en
bastante grande como para rechazar cualquier invasión de consecuencia, en este pueblo puede observarse una mayor in-
sus veCInos. clinación a la agricultura que en la m ayoría de las otras pro-
Entre los que han sido detenidos en esta nueva China, se vincias. El trigo y el maíz se cultivan con buenos resultados;
cuenta Bonpland, el botánico compañero de Humboldt, quien también se obtiene soda y la m ej or cal, y las mujeres tejen
entró al país con el objeto de proseguir sus investigaciones so- ) años de calidad rústica. Asimismo se cría mucho ganado,
bre historia natural. Algunos ingleses fueron también deteni- particularmente mulas, con destino a las ferias del Perú. En
dos por orden suya, varios años atrás, pero como consecuencia 3 04, se hizo un intento -repetido en 1810- para convertir
de cIertas gestiones de representantes ingleses en 13uenos Aires 1 río Tercero, que pasa cerca de Córdoba, en río navegable
fueron dejados en libertad para salir y algunos de ellos viven d( de su desembocadura en el Paraná; pero el comercio del
ahora en esta última ciudad. Uno de estos ingleses me contó 1)(\is es tan pobre, el trabajo tan caro y el transporte por tierra
-ciertas excentricidades de este Doctor Francia: entre otras, que In fácil y barato, que el dar profundidad a los ríos de Sud-
cuando se resuelve a cruzar la ciudad de Asunción, su capital, Am6rica, no es una especulación deseable para la presente
.expide una orden para que todos los habitantes se mantengan f {ll ración .
encerrados en sus casas orden que es estrictamente obedecida. Mendoza. - Está situada al pie de los Andes en el camino
Los productos vegetale~ del Paraguay han sido ya menciona- d~ hile a distancia de trescientas cuatro leguas de Buenos Ai-
dos y son de primer orden. Toda clase de maderas de cons- 1'( • 1 sta ciudad es reputada por tener quince mil .almas y hay
trucción pueden encontrarse en este territorio y la renombra- 11I1 uLlmero superior a estos habitantes en los otros pueblos y lu-
da yerba-mate se produce en gran abundancia 18. " ,', de la provincia. Hay en esta provincia una industria
111 (1 d sarrollada que la común en las provincias vecinas; los
18 Este libro se imprimió en 1828. Ya en 1826 (octubre 20), Lord
Ponsomby, ministro inglés en Buenos Aires, decía a Carning: "Es probable
que el Paraguay se abriría al mercado británico si el Gobierno de Su tln 11 11m actual, Don Francia, un hombre anciano". Gran Bretaña r la
Majestad se interesara mucho en esa medida, pero, de no ser así, es seguro JIIIlt'/iI1/1dancia de la América Latina, etc. Documentos compilados por
que la presente política extraordinaria de su gobierno cesaría con la vida Il I~ , W bster, tomo 1, pág. 221, Buenos Aires, 1944. (N. DEL T .)
1'1 ,!V nodos? (N. DEL T.)
124 J . A. B. BEAUMONT VIAJ&~ (182 6-1827) 125

1l1tivon trigo y maíz en cantidad superior a sus (con observaciones personales), prueban que las aseveraciones
n . también cultivan la viña con buenos resultados del señor Núñez a propósito de minas no son dignas de crédito.
y n A vjn 'y aguardientes y frutas secas son muy sol,icitados La Rioja. - Está situada al norte de San Juan y al pie de los
n J3n n Aires, Santa Fe, Paraguay y hasta en BrasIl. Una Andes. Tiene unas ciento cuarenta leguas de largo y otras
p l' rtll A qstumbrada a los mejores vinos de Europa" no se tantas de ancho. La población de la ciudad no excede de tres
tida atisfecha con los de Mendoza; los encontrara muy mil habitanes y la de toda la provincia es de quince a veinte
dul ' s' diríase Que no han llevado el vino al punto suficiente mil. Como en Mendoza yen San Juan, se cultiva en La Rioja
d f :r~entacióñ y que no son lo bastante cuidadosos en hacer la viña, el trigo y el maíz y se fabrica vino apenas para el
Q un lado la fruta en mal estado y los tallos, pero con la ayuda consumo de la población. Las minas de Famatina de esta pro-
de fabricantes experimentados de Europa, es evidente que el vincia, son encarecidas y alabadas en el libro del señor Núñez
buen vino habrá de hacerse en estas provincias como en cual- cama iguales a las de Potosí, y muchos ingleses confiados han
quier parte del mundo. . . . pagado caro por creer en estas afirmaciones. Los habitantes
San Luis. - Debe ser atravesada por el VIajerO en el camI- de La Rioja encuentran una mina más productiva para ellos
no de Buenos Aires a Mendoza y Chile. Limita por el este con en la fertilidad de sus praderas y en la cría de ganado.
las provincias de Buenos Aires y Santa Fe (Córdoba); por el Catamarca. - Es una región del país que se extiende unas
norte con Córdoba, por el oeste con Mendoza y por el sur con cien leguas de sur a norte y otras tantas de este a oeste. Está
las vastas llanuras de la Pampa ocupadas por los indios. La ex- situada cerca de las primeras estribaciones de los Andes en la-
tensión de esta provincia se calcula en cien l~guas de sur a titud 28° y limita al norte y al este con Tucumán y Salta, con
l10rte y cincuenta o sesenta de este a oeste, pero su población los Andes al oeste, y al sur con La Rioja; es notable sobre todo
total no excede de veinte mil almas, y la ciudad capital no por su extenso y fértil valle. La ciudad parece tener unos cua-
pasa de mil quinientas; sin embargo tiene un suelo unifor- tro mil quinientos habitantes y todo el territorio treinta y
memente productivo y un clima verdaderamente agradable. cinco mil. Poco es lo que se hace allí como no sea atender
Sus habitantes son muy indolentes y sólo se ocupan de sus 1 cuidado de las manadas de yeguas, las tropas de vacas,
ganados y rebaños. mulas, ovejas y la caza de la vicuña. Pero ha sido cultivado
San Juan. - Está situada al norte de Mendoza 20; su pobla- 11 algodón en menor escala, con buen resultado, y los indios
ción es de unos quince mil habitantes y hay otros tantos en el e indias tejen lo bastante como para proveer a los habitantes
resto de la provincia. Tiene de cien a ciento veinte leguas de de la nrovincia.
sur a norte -y más o menos la misma distancia de este a oeste, Saniiago del Estero. - Es una ciudad de pocos habitantes,
extendiéndose como Mendoza hasta el pie de los Andes. Es PI 1'0 se supone que la provincia tiene unos cincuenta mil. Mu-
una comarca muy saludable y productiva: produce trigo, e Il() ' de los habitantes se dedican con buen resultado a la agri-
maíz y aceitunas en abundancia; las costumbres y el comer- (.\11 ura y fructifican en su suelo toda especie de granos. Los
cio de sus habitantes son muy similares a los de Mendoza. En H'Iliv s son indolentes en el hogar doméstico, pero en la es-
el libro del señor Núñez se habla mucho de las minas de esta IlIdón de las cosechas, de ochocientos a mil de ellos, emigran
región; pero los relatos del capitán Head 21 y del Sr. Miers 11 IlIr 1)1' vincias del sur, y trabajan como segadores. Una vez
1I IIII i llflda la faena, vuelven a sus hogares con el producto de
20 El texto dice por error, "al sur". (N. DEL T .)
21 Francisco Bond Head, autor del libro Rough Notes talcen during sorne 1',,,11111 010 01 spañol por el Dr. Carlos A. Aldao con el nombre de Las
rapid. ;ourners across the Pampas ami among the Andes. Londres, 1826. " 1/11/'/1 lO$ Andes. Buenos Aires, 1920. (N. DEL T.)
12 J. A. B. BEA UMONT
(1826-1827)
VIAJES 127

su trn unj . ' ta pl' vincia export~. miel, cer~ y. sali~r~ .. Tam- C~ertament~ que no es en los bolsillos de los habitantes, porque
nión pon h rústicos de lana teJldos por. mdlOs clvll~zados. VIven agobIados por la pobreza. En Buenos Aires se formó
E ll 1 11 el de esta provincia, fué des~ublert~ una ml~a ~e una compañía para mejorar las condiciones de este río [sic]
hi l't'O P 1'0 parece que no se la ha trabaJado m sacado nmgun y proveerlo de buques a vapor, pero la tal sociedad, según
prov h d ella. . , creo, siguió la suerte de todas las compañías o sociedades en
1'1l umán. - Tiene su asiento al noroeste de SantIago y esta este país de desengaños.
1 latitud de 27°. La población es de unos diez mil habitantes
Jujuy. - Es la ciudad que, siguiendo hacia el norte, se en-
y n toda la provincia se calculan cuarenta miL Se .extiende cuentra más próxima. Tiene una extensión de setenta a ochen-
por unas cincuenta leguas de norte a sur. y. unas ~mcuenta ta leguas de norte y treinta y cinco a cuarenta de este a oeste.
de este a oeste. En esta ciudad, las ProvmCIas Umdas reu-
nidas en Congreso General, se declararon independientes de Está limitada al noroeste por Potosí, al sur por Salta, al norte
derecho, pero habían sido independientes de hecho desd~ el y este por Charcas y Orán. Los habitantes se ocupan en criar
25 de Mayo de 1810. Esta provincia produce arroz. de CastIlla, mulas destinadas al Perú, así como también yeguas, vicuñas
trigo, maíz, maní, tabaco, que se exportan en CantIdad y tam- y ovejas. Asimismo son grandes acarreadores entre Perú y
bién excelentes naranjas, sandías, melones, cebollas y batatas; Buenos Aires. Todos los productos de las provincias ya men-
éstas últimas llamadas camotes, se dan de un tamaño tal, que, cionadas, se encuentran aquí y el suelo y el clima son muy
según el señ~r Núñez no es extraordinario que pesen siete li- favorables para el cultivo del algodón y el añil porque hay
bras. Hay allí tenerí~s, molinos y manufacturas de algodón buen regadío. En esta provincia como en otras de las del
rústico y de ropas de lana. Hacia el oeste de la ciudad .?ay una norte, hay muchos indios civilizados y estos tejen ponchos de
montaña cubierta de nieves perpetuas; de esta montana baJ~n diversas clases, algunos altamente estimados y que son en
diez y seis arroyos que, uniéndose, forman la fuente del no verdad muy hermosos.
Santiago. La ciudad está rodeada por grandes bosques en don- El Alto Perú es un gran territorio que comienza donde ter-
de se encuentra gran variedad de árboles, algunos Ill;uy altos mina el distrito de Jujuy. Aquí los españoles mantuvieron el
y de enorme volumen. Se mencionan no m~?-os de CI?CUenta último dominio de sus posesiones americanas durante quince
y tres clases de madera dura de constr~cclOn, ~emeJantes a años después que las provincias del sur se hallaban libres. El
las del Brasil. Pueden encontrarse alh naranJas dulces y
amargas en abundancia. Los habitantes fabrican carros y rue- territorio del Alto Perú se cuenta entre las Provincias de la
das de carros que exportan a Buenos Aires y a ciudades de 'Unión de la Plata [sic] porque estaba incluídoen el Virrei-
utras provincias. ato de Buenos Aires bajo el gobierno español. No tiene sin
Salta. - Está situada al norte de Tucumán. La población de mbargo, ninguna dependencia natural con las Provincias del
la ciudad se estima en ocho mil habitantes y la población to- Hío de la Plata, de las cuales está muy lejos, y al parecer no
tal de la provincia en unos cuarenta mil. Los campos más fe- ubsiste ningún vínculo estrecho entre ellas. Esta región se
races pueden encontrarse en esta provincia. Maderas de toda d ivide en cuatro distritos: PotosÍ, Cochabamba, Charcas y
calidad, azufre, alumbre, y sulfato se encuentran también; se IJn Paz.
habla asimismo de muestras de estaño y azogue. "Se encuen- Potosí. Esta ciudad se asienta al pie del cerro del mismo
tran aquí (dice el Sr. Núñez) productos naturales de todas JI 1 bre a veinticinco leguas de la ciudad de Charcas, y en
clases, como el oro y la plata, en abundancia". Aunque ~o 111 di de una región muy estéril. El cerro es en su mayor
dice precisamente dónde puede encontrarse esa abundanCIa, puto de roca arenosa y se supone que tiene dos leguas de
126 J. A. D. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 129

nlLo [ i ..I. Lo. famo .a mina en este cerro 22, fué descubierta ción de las provincias de la Unión Federal Argentina ha sido
po un ¡ ldio qu , corriendo detrás de algunas ovejas, por él grandemente exagerada". El censo de 1815 de acuerdo con un
L'l'O n dbu, SC;l tomó de un arbusto llamado Y cho y, arran- informe oficial de las siguientes provmci;s, está expuesto de
ólHlo) el ah, descubrió debajo, una mole de plata. Pronto esta manera:
d ubl'i ' ron otras vetas y iueron abiertos no menoS de cin-
co lH il llOZ de minas, todos los cuales han sido abandonados, _ __
Buenos Aires .... _-.. ......... ........ _----_ ... ............ _............ . 250.000 _
O j) ió,n de n oventa y siete que se continúan trabajando Mendoza _ ......... 38.000
0 0. . . . . . . . 0 0 . . . 0 . . . . . _ . . . .0 . .0 . . .0 . . . .0 . . .0.

d ti mpo en tiempo. Según un cuadro oficial publicado, pa- San Juan - ............... 0 0 0 0 . .. . . . . . 0 . . _ 34.000 _ 0 0 0 0 0 . _. . . _ . 0 _

San Luis __.._ .. _____.______ 16.000


l' que los reales impuestos del quinto y diezmo desde el
10 de enero de 1556 al 31 de diciembre de 1800, ascendieron Córdoba ' 0 . . . 0 . '. . . . . . . . 0 . 0 0 0 . . 0 . 0 0 . . . . 0 . . . .. . . . . . . .0 0 0 . 0 0 _ . . . . 0 . 0 . . 100.000
a no menos que a 157, 931, 123 pesos y un real; subiendo a
más de 823, 950, 508 pesos con siete reales lo producido. La Un viajero ha dado últimamente el siguiente cómputo:
mina está ahora muy agotada. Ciudad Provincia Total
Cochabamba es un distrito situado al norte de Potosí. Su
extensión es más o menos de ciento treinta leguas de noroeste Buenos Aires 00"'0 60.000 80.000 140.000
a sureste y tiene unas cuarenta leguas de ancho. Se dice que Mendoza .. -~ ~---_.- 20.000 30.000 50.000
tiene cien mil habitantes y ' que dispone de un clima suave y San Juan -_..._--- 20.000
.saludable y de un suelo fecundo con casi todas las variedades San Luis .00.0000 . . . . . .
20.000
de los reinos animal, vegetal y mineral. Córdoba _... . ~ ._------ 14.000 30.000 44.000
Charcas, llamada también La Plata, es considerada como
provincia de mucha importancia, situada al oeste de Cocha- Pero, segú.n l.a mejor información que he podido obtener,
bamba, y se distingue iJor tener una Universidad y un con- r o que el SIguIente cuadro está más cerca de la verdad:
junto de vecinos ilustrados. Ciudad Provincia Total
La Paz es una hondonada próxima a las estribaciones de los
Andes y es la más septentrional de "Las Provincias Unidas Buenos Aires "o . . . 45.000 40.000 85.000
Mendoza 12.000 8.000 20.000
·del Río de la Plata". 0 . . . . . : 0.0 00 0 0

Son Juan .. 8.000 6.000 14.000


Con relación a la población calculada a estas ciudades y 0000000.0.

San Luis ...... 2.500 8.000 10.500


provincias, debo decir que han sido tomadas del libro del 0 ._0 ...

Córdoba ... _... . 10.000 12.000 22.000


'señor Núñez, porque el señor Núñez es una especie de au- _~-----

toridad oficial en materia de estadísticas, pero no se crea por


"ello que considero el libro autorizado. En verdad, no hay datos
suficientes en que fundar un cálculo razonable del monto de
la población en estas provincias. Lo incierto de esta cuestión
aparece en la obra del señor Miers, quien dice que "la pobla-

22 Beaumont lo llama montaña. En cuanto a su altura, quizás se refiera


a la altura sobre el nivel del mar, exagerando asi.J:qismo y mucho, porque
no llega a cinco mil metros. (N. DEL T.)
VIAJES (1826-1827) 131

lIombres y dinero son las necesidades confesadas por el go-


hi rno de Buenos Aires. El empréstito contratado en Londres
n 1824, dió a este gobierno una ayuda muy amplia. El prin-
i.pal objeto de este empréstito, según se declaró, era la intro-
(h l ión de emigrantes de Europa en el Río de la Plata. Para
ll ovar adelante la empresa de la emigración, llegaron a Lon-
CAPíTULO V d1' s los comisionados don Sebastián Lezica y don Félix Castro
01 1 1824. Les siguieron inmediatamente don Bernardino Ri-

Indole del Gobierno de Buenos Aires. - Falta de dinero y de


vndavia, ministro ante la corte de Inglaterra, con su secretario
hombres. - Empréstitos y Emigrantes. - Decretos del gobierno
1 nacio Núñez, y tanto los primeros como estos últimos se
para fomento de la Emigración. - Promesas de ayuda a los
m straron pródigos en promesas de ayuda a los emigrantes
emigrantes y de indemnización a quienes ayudaren a otros con
bri tánicos.
el mismo pr opósito. - El gobierno invita a Mr. Barber Beau-
En 1825, el Secretario (Núñez) editó en Londres un libro
mont, de Londres, a tomar medidas en favor de la emigración. -
()hr e Estadisticas de las Provincias del Rio de la Plata en
(lU están insertados los ofrecimientos del gobierno a los emi-
Privilegios ofrecidos a los 'pobladores. - El establecimiento de
runtes y a los capitalistas que quieran proveer a los primeros
San P edro. - La Río de la Plata Agricultural Association. -
ti los medios necesarios para pasar a las Provincias Unidas
El establecimiento de Entre Ríos. - Intrigas para detener a los
emigrantes en Buenos Aires. - Recursos empleados para indu-
.on las siguientes razonables y aparentemente cándidas ob-
rvaciones:
cirlos a entrar en la armada del país o en el ejército. - Obstácu-
los opuestos a su buen éxito. - Prohibición de trabajar sus
"Entre las razones estadísticas que van a verse, no se encon-
lrl\rá ni algo que pueda contribuir al adelantamiento de esta
tierras. - Mal empleo de sus provisiones y fondos. - Les son
arrebatadas sus herramientas e instrumentos de trabajo. - Son
.¡ n cia, ni algo que merezca incorporarse al catálogo de los
'11'1 numentos de la magnificencia europea. Nada de esto: entre
compelidos a volver a Buenos Aires. - Se les despoja de los
(I'll os no se hallará otra cosa que señales de un país nuevo,
restos de su propiedad. - Fraude en el asunto de las minas. -
d (1~ nudo, donde falta mucho de lo que sobra en otros, brazos
Compañías por acciones.
,Y (;rrpitales, pero con excelentes proporciones para un empleo
pi"oductivo de estos dos grandes agentes. También esto es todo
lo f¡ ll se pretende de acuerdo con el más sólido interés del
COMO EN LOS CAPÍTULOS precedentes he hecho ya una des- pll! de que se trata: este país no puede todavía merecer la
cripción del país y de sus habitantes, en este puedo ahora ocu- 1'( pl1 L nción de magnífico, reputación- que, cualquiera que sean
parme de la índole de su gobierno. El asunto, por desdicha, 11 1 V ntajas reales o artificiales, es menester que espere a que
es escabroso y desagradable; pero a los europeos ha de intere- 1I ' 11 , gn e el turno natural. Así, no hay que alucinarse: no
sarles esencialmente porque las invitaciones y promesas del , (L lo que se busca. Las Provincias del Río de la Plata
gobierno a los capitalistas de aquí, y a los emigrantes, han 11 11 111' • ntan un campo que lisonjee a los gozador es del mun-
sido en extremo halagüeñas. Sin embargo (a menos que haya d", lI i hacen por ahora mucha falta: allí lo que interesa es
seguridad de que las proposiciones se basen realmente en prin- 111 o/l pitales, y la clase menos aventajada de la sociedad en
cipios de verdad y buena fe), quienes confíen en ellas y obren 1111' 1 pllrtes, o más bien más necesitada: el artesano, el labra-
según ellas, quedan expuestos a sufrir una cruel desilusión. drl" , ( 1 :m -cánico, el hombre que trabaj a con los brazos, son
VIAJES (1826-1827) 133
132 J. A. D. BEAUMONT

3~ Introducir agricultores por contratos de arrenda-


10 11 odql11 ¡Clones más valiosas que procura, con la confianza miento con los propietarios y artistas del país, bajo un
el llo<1, rl S retribuir una vida cómoda y un lugar decente plan general de contrato que será acordad? por la Co-
II lo soci dad. A estos es que pueden interesar las cortas misión, y libre y espontáneamente convemdo entre los
)'lo'li ia qu se publican: ellas y cuanto se sabe de aquel país, trabajadores y los patrones que lo demanden.
wndlln la idea de que cualquier hombre de esta clase, co.n una ~ Hacer conocer a las clases industriosas de la Europa
moral ana, con buena disposición para el empleo de su :ndus- las ventajas que promete este país para los emigrados,
'U'jo., h allará allí ocupación luego que llegue, y al poco tIemp.o y ofrecerles los servicios de la Comisión a su llegada a
In dios de gozar de una existencia independiente. Un ~erTI­ Buenos Aires.
torio inmenso, virgen y fértil, con abundantes producclOnes Art. 10. La emigración será promovida por todos los medios
Eln los tres reinos de la naturaleza, y con un temperamento flue la Comisión encuentre preferibles, con tal que se guarde
benigno; es lo que se ofrece a los ext~angeros. que aspiren ';l sal- lo prescripto en el presente reglamento.
varse de la mendicidad, entre habItantes hbres y hospItala- Art. 11. La Comisión deberá tener una casa cómoda para
rios." 1 1 jar a los emigrados, así que se desembarquen en este ~e­
Todo esto es tan plausible y aparentem(mte sincero como dtorio, en la cual serán alimentados por el término de qum-
para preparar los ánimos a los decretos del gobierno que se I días, que señalará a cada emigrado para que pueda libre-
dictaron con la siguiente advertencia:. . ., :m nte buscar ocuvación.
. "Con el fin de regularizar las operaCIOnes de la connSIOn de Art. 12. Si el e"migrado no encontrase ocupación dentro de
emigración nombrada por decreto del 13 de ~b?l de 1824, y dicho término, la Comisión se la proporcionará; los gastos que
de fijar las bases de los contratos y las condlcIOnes con que usione cada uno, en los días de su alojamiento y manteni-
han de ser recibidos así como las ventajas a que deben tener miento de los fondos de la Comisión, se agregarán a la suma
derecho los colonos que sean conducidos con el objeto de es- ,1 1 empeño de cada uno.
tablecerse en esta provincia; y después de oídas las inform~­ Art. 13. Ocho días después del arribo de los emigrados, con-
tiones de la misma comisión, el gobierno ha acordado el SI- clncidos por convenio suyo a este país, se abonará al Capitán
guiente Reglamento: o consignatario del buque, por vía de pasaje r todo gasto, .la
(Los ocho primeros artículos se refieren meramente a la ~Ilma que hubiesen contratado, pero no pudzendo pasar en nzn-
forma en que ha de componerse la Comisión d~ .~migra~~ón er/a caso de los Cien pesos. Se excepcionan de esta limitación
y pueden ser omitidos. Los deberes de la COIDlsIOn se fIJan lo migrados que vengan contratados por los Agentes de la
desde el artículo 9 en adelante.) «¡omisión,
"Art. 9. Las operaciones de la Comisión serán las siguientes: A rt. 14. Los gastos que se expresan en los tres artículos
19 Proporcionar empleo o trabajo a los extranger05 lut riores, serán satisfechos, seis meses después del contrato
que vengan al país sin destino, o que se hallen en él )UII' 1 S patrones con quienes los emigrados contraten sus ser-
sin colocación, debiendo acreditar su origen y causas . (: O I a los cuales les serán reintegrados por un descuento,
de su e~tado.
2~ Hacer venir de Europa labradores y artesanos de l'
"
u ufrirán los emigrados de los salarios que ganen. Este
(IU nto será moderado, y en pequeñas fracciones, según y
toda clase. 11 lo t rminos que los emigrados concierten con sus patrones.
1'1. 1, 5. Los contratos que se celebren entre los emigrados
I Noticias históricas, politicas, etc., ya citado en el Cap. n. Se da el 11 l)utrones,serán auiorizados por la Comisión.
texto del original castellano. (N. DEL T .) ,
134· J. A. B. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 135

Art. 16. L s cOl)tratos que se celebren entre los emigrados I migrados y en proporción de las aptitudes y posibilidades de
serón por 1 término que se pacte entre los patrones y los 'lI da uno de ellos; pero ninguno podrá ser de menos tamaño
emigrados; debiendo reglarse en el ajuste del salario por una (lU 1 de diez y seis cuadras cuadradas.
tarifa qu la Comisión hará formar por personas inteligentes A rt. 25. En el caso a que se contrae el artículo anterior,
e imparciales. 1 omisión podrá hacer de sus fondos a cada arrendatario un
J pr éstito de trescientos pesos, de los cuales se reintegrará
Ar t. 17. Estos salarios siempre se entenderá, sin estar in-
cluído en ellos, el mantenimiento de los emigrados, que los n plazos cómodos y bajo el interés del seis por ciento anual.
patrones proveerán independienteme.nte a satisfacción de la . Art: 26. A los emigrados que de este modo se hicieren pro-
Comisión.- - 'l, 'lanas, se les concederá el derecho de posesión sobre el va-
Art. 18. Si algún emigrado enfermase por causas que so- l 01: legal de las tierras, y el de propiedad sobre todas las me-
brevengan del contrato, el patrón quedará obligado a su asis- ¡oréis que hiciesen en ellas; y ambos derechos serán negocia-
tencia, cargándole en la cuenta los gastos que hiciere, pero el !JI . y transmitibles por ellos y sus sucesores. En caso que el
contrato quedará sin efecto por falta de salud, mal tratamien- Koblerno acordare la enagenación de las expresadas tierras
to o trabajo excesivo, a juicio de la Comisión. do! Estado, el poseedor de ellas tendrá para su compra un
. Art. 19. La Comisión queda especialmente encargada de d 1:' cho de preferencia sobre cualesquiera otro que se alegue.
eJercer el derecho de protección en las causas civiles de los Art. 27. La Comisión queda muy particularmente encar-
emigrados. g da de no admitir emigrados que hayan sido castigados por
Art. 20. Los emigrados quedan bajo la protección y garantía ,/'hnenes cometidos contra el buen orden de la sociedad.
de las .leyes del país; podrán adquirir y poseer bienes mue- Art. 28. Lo establecido por el presente reglamento en nin-
bles e mmuebles de cualquier especie que fuere, contraer toda ún tiempo embarazará a cualquier otra persona para intro-
clase de. vínculos, con la sola limitación de que estos goces 111 ir el número de emigrados que contrate por sus comisio-
por el tIempo de su empeño no perjudiquen los derechos de n ndos en Europa para sus servicios; los cuales podrán optar
sus patrones. 1 s ventajas que por el presente se acuerdan, si desde su
Art. 21. Los emigrados quedan, durante sus contratos, li- Irribo a este puerto se sujetan a la intervención de la Comi-
bres de todo servicio militar y civil; los que quisieren aceptar 16n , conforme al reglamento.
alguno, será espontáneamente, declarándolo ante la Comisión, Art. 29. Este reglamento será revisado cada año o antes,
en cu,>:o caso, el patrón a quien sirven, será reembolsado por j 1 Comisión, de confonnidad con el gobierno, lo juzgase
el emzgrado de la suma de su empeño. I.O /lv -niente, sin que las alteraciones que con este motivo se
Art. 22. Los emigrados, conforme a la costumbre del país, l¡j (, j . ren, perjudiquen los contratos ya hechos, o los que se
no serán perturbados en la práctica de sus creencias religiosas, ¡¡lid I S n hacer en Europa, dentro de un término que se fijará
y quedan eximidos de todo derecho o contribución que no ni (¡: to. 2 .
sea impuesta a la comunidad en general. HERAS
Art. 23. Los emigrados que hubiesen llenado honestamente MANUEL JosÉ GARCÍA.
el tiempo de su empeño, serán bajo la protección de la Comi- Buenos Aires, 19 de enero de 1825.
sión preferidos en el arriendo de las tierras del Estado, las
cuales las recibirán en enfiteusis bajo el canon que se esta- 1l:1 'L lo de este reglamento, traducido al inglés por Beaumont ha
blezca por la ley. N d" It ,uodo directamente para esta edición castellana, del ya citado libro
Art. 24. Estos terrenos serán designados a elección de los di NI" z. También se encuentra en la Recopilación de las Leyes r De-
136 ]. A. D. BEAUMON'l"
VIAJES (1826-1827) 137

"Nota. Este reglamento está en práctica aun cuando parece pleto, pero sin embargo vasto que ofrecen las noticias anterior-
que todavia no están nom~rados l?s a?en~e? en Europa: la mente redactadas: para ellos son excusadas más explanaciones
Comisión se compone de mas de vemte mdIVIduos, en la cual que los hechos; y cuando a estas se agrega una seguridad
ha~ american?s, ingleses,. á!emanes, españoles y frances~s; efectiva en el libre ejercicio de todás sus facultades individua-
maS ' es convemente~ advertIr que, conforme a lo que prescnbe les, en la inviolabilidad de la propiedad, esté en paz o en
el arto 13 de este reglamento, si bien cuando tales agentes no
guerra su patria natal con el país que adoptan; cuando todo
están nombrados, puede cualquier individuo emigrar con la esto se presenta, no es fácil que se equivoque en sus cálculos
confianza de que la Comisión pagará su trOi17.Sporte as.í que lle- el que sabe reflexionar.
gue. Los capitanes de los buques mercantes que traflcan ~ra Esto se escribe con la mejor intención respecto M todas las
aquel país, parecen indicados pa.ra esta clase ~ especul~c!ó,!, partes a quienes estas noticias pueden interesar; no hay el
'pues por cada hombre que ellos znduzcan a emzgrar, reczbzran menor interés en seducir y aun cuando lo hubiera se conoce
hasta cien pesos."
bien que esto sería promover mayormente el mal de las Pro-
vincias Unidas. Se escribe con conocimientos positivos del
Entre otras observaciones destinadas a los emigrantes, e! estado y de los principios de aquel país. Nadie debe du-
's ecretario prosigue: darlo".3

"Cualquiera de estos, trabaje en maderas, en metales, en pie- Mucho más se dice en esta publicación en el sentido de la
les, en costuras, en edificios, etc., etc., etc., encuentra alli luego seguridad, de las promesas, de la persuasión; y como la obra
.que llega ocupación para siempre; no se conoce un solo men- ha sido publicada en español y francés, así como en inglés,
digo extrangero en Buenos Aires: le basta con no querer serlo. y ampliamente difundida en Francia y Alemania, se calcula
Sobre esto último debe fijarse también la vista en aquella que ha de producir considerable efecto.
parte del reglamento de emigración, antes copiado, que asig- Previamente a esta publicación, sin embargo, se habían
na a la comisión establecida en aquel país para proteger a tomado medidas muy activas por el gobierno para conseguir
los emigrantes, el deber de proporcionar a todos los extran- emigrantes de Gran Bretaña y Alemania, medidas acompa-
geros ocupación, siempre que en el término de quince días, nadas por las seguridades más positivas de pago de todos los
cada uno no la haya obtenido por sí mismo, en razón de di- nd lantos que pudieran haberse hecho para ponerlos en con-
ficultades en el idioma o por cualquier otro motivo. Esta es diciones de emigrar, por personas bien dispuestas en sus pro-
una garantía poderosa que completa la seguridad que aquel pios países. Mr. Barber Beaumont, de Londres, que se había
país ofrece a toda clase de trabajadores, hace conoce: ~~ es- iHt resado por la causa de la independencia de la América
píritu que reina en favor de ellos, y sobre todo la posIbIhdad d( 1 Sur, como también en promover la emigración entre los
de dar ocupación a cuantos se presenten. Los extrangeros c!( Rocupados pobres de Gran Bretaña, recibió una petición y
que tengan capacidad para emprender especulaciones más en 111 mismo tiempo una autorización del gobierno de las Pro-
grande, sean físicas o morales, de cualquier género, no nece- in ias Unidas, para enviar y dirigir emigración desde Gran
sitarán probablemente, sino hacerse cargo del campo incom- 11.,( tañ a a las orillas del Plata, por cuenta del gobierno, todo
IH.Olnpañado por ofrecimientos de ayuda a los emigrantes y
l~' ~ ,~ª'~<\
.,cretos promulgados en Buenos Aires desde el 25 de maro de 1810 hasta 1I ¡lid lnnÍzación a quienes los dirigía. El documento siguien_
el fin de diciembre de 1835. Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1836;
Segunda Parte, pág. 650. (N. DEL T.) ~ Ntír:íltz, ob. cit . .

/
138 J. A. B. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 139

t ,OS o io el un a arta dirigida a él por el primer ministro embargo, es satisfactorio al lnÍnistro comunicar al susodicho
d lo n ll'lbli a, 1) ese propósito: lVIr. Beaumont que el gobierno ha establecido a favor de todas
las falnÍlias inmigrantes de Europa, para establecerse en este
"Bueno5 Aires, 13 de diciembre de 1822. 4 país, una excepción a la regla por cuatro años, durante los
cuales no están sujetos al pago de la renta, a cuya circuns-
El 111ini tro del interior y negocios extrangeros del Estado tancia el ministro agrega por su parte, que por ley especial
i Bu Aires, tiene el agrado de dirigirse a Mr. J. B. ~eau- y general sancionada este año, él ha suspendido todos los diez-
l'lt I q. de Londres, para acusarle recibo de ~u apre~Iable
mos del Estado de Buenos Aires.
m unicación fechada el 25 de febrero del corrIente ano, la El ministro agrega también que el gobierno ha decidido
qu trae su ;roposición sobre el establecimiento de colonias asistir al inmigrante de acuerdo con el siguiente plan:
-n este país. . . . A cada matrimonio 200 pesos a su llegada.
Debo empezar por manifestarle que el prrnClplO ~obre. ,el A cada hombre soltero, 100 pesos en igual momento.
cual se basa la propu~sta de ,M~. Beau~ont: la .e~~JenaclOn Estas sumas serán reembolsadas al Estado en seis anualida-
a perpetuidad de la tIerra pubhca, esta en OposIc~on con .la des, después del, primer período de cuatro años, que la ley
ley que el gobierno y los representantes de este paIS han dIC- acuerda sin cargo de la renta a los inmigrantes que tomen
tado sobre la tierra, con el objeto de aumentar sus renta.s 5. tierra en arrendamiento.
Dicha ley acuerda: . ' El lnÍnistro cree que de acuerdo con las condiciones expre-
1Q Ninguna tierra pública podrá ~er enaJenad~, m por do- sadas, podrá Mr. Beaumont acomodarse a los referidos princi-
nación ni por venta, durante el penado de 32 at.I0s, pero po- pios, y- por consiguiente mandar él o los comisionados encar-
drá ser otorgada en arrendamiento con un alqUIler de pesos gados de seleccionar y examinar las tierras para las colonias.
sesenta anuales por legua cuadrada. , . Pero, si Mr. Beaumont puede encontrar otros medios que
2Q Al cabo de cada período de 8 años, los poderes pubhcos 1 crea poder adoptar, conformándose a las expresadas leyes,
están autorizados por la misma ley, a aumentar la renta en 1 lnÍnistro recibirá su comunicación en alto favor, la que
proporción al valor relativo de las tierras. , erá examinada, tratando de obtener el consentimiento del
3~ Al final de los cuatro cánones, que comprende el penado gobierno, estando convencido que es esta una cuestión que
de 32 años está autorizado el gobierno por la misma ley, a tiene íntima relación con la prosperidad de este país, el que
vender o en'ajenar en cualquier forma las tierras, teniendo pre- ~. cibirá este negocio con toda la atención posible.
ferencia los ocupantes. El ministro comunica también a Mr. Beaumont, que el
Del corto ext-;'acto de la ley que el ministro somete a}a {{ bierno vería con agrado que él se hiciese cargo de la inmi-
-consideración del señor Beaumont, es claro que se opone en ((ración a este país y que sería un servicio que el gobiern~
efecto dar las tierras a perpetuidad a los colonizadores. Sin I'{J onocería como el mayor que podría hacérsele y que com-
prometería su gratitud. Con este fin el referido gobierno ha
4 Esta carta de Rivadavia a Beaumont, fué traducida por el Ing. Emilio , 1" , u elto adelantar con una letra a la vista el gasto del pasaje
R. Coni en Sil libro La Verdad sobre la Enfiteusis de Rivadar.:~a (~uenos
I 1 inmigrantes, que deberán reembolsar con el producto
Aires, 1927), y dejo constancia de q~e me sirvo de esa 1raduc51On fIel, por
hallarse incluída en una obra sena y porque la acompana la suges- d( 'u trabajo o industria, una sexta parte por año, y él espera
,tiva nota que el lector encontrará en el párrafo segundo. (N. DEL T.) q,11 Mr. Be?-~mont querrá tomar sobre sí el cumplilnÍento
5 Este objeto de la ley de enfiteusis no parece coincidir con el que le (/( ste serVICIO.
han atribuído los georgistas. (NOTA DE EMILIO R. CoNI.)
'J ministro notifica, además, que en esta fecha ha apode-
,{
HO J. 1\. I!. 'B EAUMON",'

VIAJES (1826-1827) 141

r do a M r. Hu n tt, de Londres, a convenir en nombre de su


gobi mo, on M r . Beaumont, para la suma que él deba pagar d~ cien o doscientas personas cada uno, para la mejor asisten-
por 1 pn aj de los inmigrantes, de acuerdo con las prácticas CIa mutua e;t caso neéesario, dado que, establecidos separa-
os'tnbl jda on la navegación de Europa a estos países. damente, senan con frecuencia robados por los indios ladrones
El mini tro aprovecha la oportunidad de ofrecer a Mr. Beau- o. víctimas de .la malicia y los celos de los naturales; que,
mone 10 sentimientos de su particular consideración y estima. sI.endo necesano para la seguridad de las personas y de los
b~;nes, un reglamento, una policía y algo como una agrupa-
BERNARDINO RIVADAVIA."
Clan arm~da, se proveyera de todo ello; que debían facilitarse
a los emIgrantes los estímulos necesarios para mantener y
Aqui las promesas a los emigrantes son formales y amplias; mejorar sus hábitos europeos, para reembolsar los ~delantos
la facultad para contratarlos y para actuar en nombre del efect:uado.s en s~ beneficio y adquirir el rango debido como
gobierno, lata y directa; las seguridades de reembolso positivas; proP.Ietanos de tIerras. Estas consideraciones son las que pre-
pero quedaba mucho por considerar y arreglar, antes que la domman en la correspondencia ulterior mantenida con el
emigración pudiera ser emprendida con perspectivas de buen mi~istro, principalme~te por intermedio de los agentes del
éxito. Era evidente que, si se daban los doscientos pesos a cada gobIerno de Buenos AIres en Londres los señores Hullett.
matrimonio y cien pesos a cada hombre solo, a su llegada a En junio de 1824 llegó a Londres' don Sebastián Lezica
Buenos Aires habrían de ser rodeados por criollos disolutos y y fué presentado .al Sr. Barber Beaumont por los señores Hu~
por sus propios compatriotas (ingleses) residentes en la ciudad, llett. como agente acreditado del gobierno. Este caballero
'q ue no les permitirían permanecer allí sin antes haberles (Lezica) exhibió sus credenciales que le conferían todos los
sacado el dinero, o hubieran gastado éste último en la embria- poderes necesarios para concluir un contrato destinado a la
guez u otros vicios; cuya inevitable consecuencia hubiera sido conduccións sustentación de emigrantes a Buenos Aires. Muy
que, el capital adelantado a los emigrantes para establecerse pronto adoptó el señor Lezica cuanto le sugirió el señor Barber
como granjeros o artesanos independientes, se hubiera dispen- Beaumont para conveniencia de los emigrantes y le dió las
diado. y ellos se habrían visto obligados a colocarse en Buenos ~ás absolutas seguri~ades con respecto a la ayuda de su go-
Aires y permanecer atados a ese lugar hasta reintegrar el di- bIerno. Pero en medIO de aquellas amplias declaraciones ge-
nero adelantado y el precio del pasaje, todo lo cual no hubieran nerales, manteníanse dos serias dificultades que debían ser
podido abonar quizás en toda su vida, atados al servicio, y allanadas. El gobierno h abia resuelto:
1 Que ~o se harían adelantos de dinero para la conducción
9
contaminados por hábitos de pereza y prodigalidad. Esta con-
taminación, el despilfarro y la servidumbre, había que evitar- d~ los emIgrantes, hasta que estos hubieran llegado a Buenos
los. También era evidente la necesidad de evitar en lo posible Al";es. 2 9 Que no se _harían concesiones de tierras públicas por
'q ue tocaran en la ciudad de Buenos Aires, y hacer que fueran mas de unos ocho anos. Ambas cosas resultaban irrazonables.
alojados en seguida en sus respectivos repartimientos de tierra, Era mucho exigir q.ue alguien en este país adelantara las gran-
que debían ser previamente preparados para su recepción; des sumas necesan?s para la conducción de los emigrantes,
había que tratar de que, en lugar de poner grandes sumas de aun cuando el gobIerno de Buenos Aires con su crédito se
dinero en sus manos inexpertas, se les diera ese mismo valor compro~~tiera a~ ~eembolso de tales adelantos; y era igual-
en materiales de construcción, instrumentos de trabajo y mente mJusto eXIgIr de los emigrantes poblar en un desierto
m.ercancías necesarias para desempeñarse como granjeros y y construir cercos y edificar en él, y labrar un yermo infruc-
artesanos rurales; que fueran instalados en grupos no menores tuoso. expuestos a la expulsión una vez vencido el término de
ocho años. Para remover, en parte, la primera de estas difi-
I
1~2 J. A. I.!. B E AUMONT VIAJES (1826-1827) 143

nlL dos, el cflOr zica trató de facilitar un barco con todo como no sean los miembros de su familia, puede hacerse una
lo 1 J(1 : 11 1' ¡U )01'8 el traslado del primer grupo de colonos. Y idea de la labor que este hombre acometió; no era el dinero
l fitl (lo obvinr la segunda, el señor B. Beaumont propuso com- lo que le sustraía de todo bienestar llevándolo a semejante sa-
pI' 11: IlI1 flmp de buena situación en el país, para cuyo propó- crif~cio, sino la perspectiva de hacer felices e independientes
¡I () ' l ll ' n manos del señor Lezica una letra de crédito de a muchos cientos de familias que languidecían en la necesidad;
un llnnqu ero por .;S 5.000, Y el señor Lezica trató ~e hacer la posibilidad de implantar en las fértiles costas del río de
r>'Livo tal propósito antes de la llegada de los emIgrantes. la Plata, la raza, las costumbres y las energías de industriosos
lI s :fior Barber Beaumont propuso también que se hicieran ingleses para contribuir materialmente al progreso, a la inde-
on eciones a perpetuidad a cada familia de emigrante, con la pendencia y al poder de aquel hermoso país. Todo cuanto
tasa de .;S 1 de ar~'endamiento por cada heredad de cincuenta era imaginable para promover el buen éxito y el bienestar de
acres. Finalmente, el señor Barber Beaumont aceptó el con- 105 emigrantes se había conseguido: arados en abundancia y
trato y proyecto del señor Lezica debidamente firmado y se- otros instrumentos agrícolas de la mejor clase, un gran mo-
llado en nombre de su gobierno "para reembolsar los gastos lino de harina, máquinas de serrar, fraguas, materiales de
necesarios en que se incurra por la conducción de doscientas construcción, ropas, armas y avÍos para compañías de volun-
familias desde Inglaterra a Buenos Aires". El contrato asegu- tarios; una biblioteca consistente en varios cientos de volúme-
raba también algunas ventajas a los emigrantes. nes selectos. La educación de la juventud, la instrucción moral
El señor B. Beaumont había dispuesto no promover la for- y religiosa, la ayuda al enfermo y al inválido, todo se había
mación de ninguna compañía por acciones con ese propósito, previsto. Hasta las diversiones para los emigrantes se tuvieron
antes de hacer el experimento a su propio riesgo, y trató de n cuenta. Las instrucciones y consejos formulados para su
no enviar sino un a-gente en el primer caso para hacer los obierno llenarían un volumen in folio . Las cuestiones prin-
preparativos, pero cedió ante las seguridades dadas por el ,ipales eran: mostrarse inflexible en todo lo relativo a la ver-
señor Lezica, de que todos los preparativos serían hechos por lad y la justicia en el trato y conducta con los nativos y entre
el gobierno y de que no era posible que ocurriera contratiempo J ingleses mismos. Se dieron también órdenes para poner a
alguno, cedió también a las apremian tes solicitaciones de no I:Hda hombre en posesión de su tierra tan pronto como llegara
dilatar el envío de cincuenta familias inmediatamente. En , para discernir- honor y galardón al h ombre industrioso y
estas seguridades y en estos pedidos era secundado entusias- obrio ; así como ninguno al ocioso y al pródigo derrochador;
tamente por don Bernardino Rivadavia quien, poco después 'lo mismo en orden a suprimir la dosis de orgullo y rivalidad
de llegar el señor Lezica, llegó también como m inistro ante
el gobierno británico. Este caballero aseguró a mi padre que
'\'In )udiera existir entre nosotros, en todas las circunstancias,
I I el el vestido y los pasatiempos, hasta lo que debiera ser
las tierras del convento suprimido de San Pedro, le serían In Pl'¡mordial para saldar las deudas y poderse sentar como
cedidas a perpetuidad mediante el pago al Estado de un arren- }")lIlbl" s independientes.
damiento usual en lo que mi padre estuvo de acuerdo y aceptó. )l:ll febrero de 1825 se embarcó en Glasgow la primera par-
Dejándose llevar de estas continuas y repetidas seguridades tid a de colonos, otra siguió poco después desde Liverpool y
y promesas del gobierno de Buenos Aires, y de sus agentes 1, 1. l' ra desde Londres. Estos grupos sumaban más o menos
(los susodichos caballeros), el señor Barber Beaumont hizo do ('¡(ln Cas cincuenta familias. Amplias instrucciones se ha-
pública la noticia de la proyectada emigración, y en seguida 'hlllll ( II viado previamente para preparar la recepción de los
tuvo mayor número de candidatos para el traslado a Buenos JldW'l\.ll l, . El señor Rivadavia repetidamente aseguró al se-
Aires que los que estaba en condiciones de satisfacer. Nadie, 1 • l u'1.; l' B aumont haber recibido noticias de que la tierra
144 J. A. B. BEAUMONT VIAJES (1826-1827)
145

taba deslindada y le había sido realmen~e .in .de Buenos Aires, más que si estuvieran en fácil comuni-
,oclón con esta última ciudad.
dido; que todas las indicaciones para recibir a los enu-
gr l S h bian sido cumplidas, sin duda alg;m~. Estos. d~s ,.E,l t~~tado entr~ GraI?- .Bretaña y la República aseguraba
cnbo ltol'O (Rivadavia y Lezica) llegaron a ternunos de l~tl­ 11I 0t,ecclOn ~omercI~1 J:" Cl~ll a los colonos ingleses; el congreso
miu d amistosa con nuestra familia; nosotros, a su pedIdo, d E;ntre RIOS, con mVItacIOnes halagüeñas ofreció los siguien-
1: .' Importantes privilegios a los colonos' por el término de
1 hi irnos conocer cuantas cosas interesan al extranjero en dl z anos:
L ndr s y sus cercanías; sus protestas de agradecimiento y
de amistad fueron muchas y parecían interesarse tanto por .Exención de tasas y contribuciones de toda naturaleza
las personas de nuestra familia, como por los servicios que la " de servicio militar. .
familia estaba prestando a su país. . " de pago de derechos en los artículos de necesi-
Las publicaciones del señor Barber Beaumont y la emlg.r;'l- dad para los colonos.
ción que había hecho partir, despertaron mucho la atencIOn " de pa.go de impuestos sobre los productos de su
en Inglaterra. Todo esto se produjo poco antes de que el en- trabaJO.
tusiasmo por las compañías por acciones estuviera en su
apogeo. Muy poco después, el señor Beaumont pud~ saber Aparte de e.stos privilegios, como los señores 6 hubieran ob-
que algunos caballeros en la Bolsa estaban comprometldos en }rvado que, SI ~as .1?ers0I?-as provistas de medios para el trasla-
Londres con los señores de Buenos Aires para formar por su ~I() por la AsoClaclOn, pIsaban tierra cerca de Buenos Aires
cuenta una compañía por acciones a fin de llevar adelante l'l/un a ser seducidos y des,:iados de su asiento rural, trataro~
su proyecto de emigración, sin m.ayor dilación en caso ~e qu~ ( ,~ que los barcos del gobIerno, condujeran a los pasajeros
él se negara a entrar en la SocIedad. En consecuenCIa, fue 11 )/', de gastos, desde los buques en que llegaban (y qu~
así llevado a unirse con los señores Lezica y Castro, y otros, d( hum ~e~enerse en la rada exterior de Barragán) hasta el
para hacer efectiva la Río de la Plata Agricultural Association ~ l/l b1 CImIento de Entre Ríos, con lo que se evitaría el desem-
sin esperar a ver el efecto de la primera emigración, como hll:'( () cerca de Buenos Aires. Dichos señores se ocuparon tam-
él había acordado en un principio. La Asociación adquirió una \ ' I 11 1)( rsonalmente de verificar si se cumplían debidamente
extensión de tierra de inmejorables condiciones en la provin- 11 lll'd ,nes de los. di:;ctores de Londres, de velar por los
cia de Entre Ríos donde se pensaba instalar un amplio esta- " " l 'e ( de la AsocIaclOn en todo sentido. Para probar hasta
blecimiento de c;mpo. Entre los directores de la AsocÍación
figuraban cuatro barones ingleses de la más alta respetabilidad.
;'lIt W' Id se i?entifica,,?a,n los intereses de la asociación con
11 " II'y O l?roplO~, a~qUlnerOn o~h?cientas. ~cciones 7.
Mi padre con su familia tomó quinientas acci0I?-es. Los di:;c- ," lo hle ,da aSI, ?aJo tales auspICIOS y pnvIlegios, la Asocia-
tares ingleses eran poseedores de muchas aCCIOnes tambIen. I ~1I1 1" ,'¡¡ba conÍladamente en su buen éxito; era razonable
Estos caballeros se negaron a vender una sola acción (no obs- ( 1( I I Iflll , on la labranza y el cultivo y el aumento de po-
tante que las acciones estuvieron en un tiempo muy altas),
y consagraron su tiempo a la sociedad gratuitamente para
b~lId(¡: I , OH aque! suelo, la. tierra aumentara de valor y en el
111111 111 () d vemte o tremta años pudiera ser parcelada y
llevar a cabo lo proyectado.
Fueron invitados los agricultores a poblar aquellas tierras 6 T /¡, du//. .• . dice el original. Parece referirse a Ri d . L .
para dedicarlas especialmente al cultivo del trigo y .a ~a fa- Castl'o. (N , llfl,f, T.) va aVIa, enca Y'
bricación de harina, esperándose que los estableClmlentos 7 S 1111 cOtl lPt'obado que vendieron todas o casi todas en un . .•
cuando nI 11!1. Il'On alto valor. (NOTA DE BEAUMONT.) prmClplo
agrícolas habrían de prosperar en Entre Ríos, a buena distan-
J. A. E. BEAUMONT VIAJES (1826-1827)
147

on grandes beneficios y la sociedad fuer~ ~~tonces 1,( r u tr!ldos.


~a Colonia ha quedado establecida, por órdenes
d¡su lt . Itas eran las vistas generales de la Asocla~lOJ?-' La /tl ~e lmp~rtIdo, en un hermoso lugar que reúne todas las
l{m ula d disolución de la sociedad dentro de un lImIte de VI lIt JIlS pOSIbles y si la Divina Providencia favorece nues-
ti mpo, e introdujo para .aquietar los celos con que los hom- '1I'os. sfuerzos, el s.eñor Beaumont habrá de ver con verdadero
bl' de Buenos Aires pudIeran ver el progres? d~ un e?t~~le- d I te, sobre la onUa del gran río Paraná, una hermosa ciudad
i ni · nto de esa naturaleza dentro de su terntono y dlngldo qu él deberá su existencia.
por una Compañía que tenía su asiento en Lo~?-res. EJ?-tre Al ~ismo. tiempo, espero que las dificultades surgidas en
las numerosas seguridades de ayuda y protecclOn ofrecIdas • L pn;mer mtento, no habrán de desalentar al señor Beau-
por el Gobierno, fué recibida la siguiente, firmada por el /11 tlt, SlllO que habrán de servirle como guía provechosa para
primer ministro, Don Manuel Garda: Jo futuro..
na bien do ,Ilenad.o :mis deseos al hacer presente al señor
"Buenos Aires, agosto 8 de 1825. 1I1 nu~ont mIS sentImIentos de respeto y estima sólo me cabe
I '~ ' p tIr que me suscribo. '
Estimado señor:
Su atento servidor
La noticia que he recibido sobre la particular empresa MANUEL J. GARCÍA
a que se ha consagrado usted a fin de au~entar en este A Barber Beaumont Esq."
país la población útil, tan importante para el bIenestar y pro-
vecho del Estado como para esa Asociación con. la cual es~a~os
formando vínculos tan estrechos, me ha mOVIdo a escnblr a ,A. ésta acompañaba copia de una carta del mismo primer
. usted a fin de significarle, en primer lugar, el aprecio que '111lnlstro de la República, Garda, al ministro de Entre Ríos
hago de sus merecimientos y ofrecer particularmente toda la por la 9.ue recomendaba muy vivamente los colonos y pedí~
P'- t celón para ellos, carta que lleva fecha 18 de setiembre
ayuda que pueda prestarle. . . .
Los primeros colonos llegaron con felIcIdad y expenmenta-
el 1825. Pero el informe del comisionado Lezica a su gobier-
'110, del que se mandó también copia a los directores de Londres
mas un gran placer al verlos en seguridad r cordialmente
/111 'f\ _ c~~vencer1os de la constante fidelidad del autor a la
acogidos por todas las clases de este pueblo. Sm embargo me
A. O a8clOn, de l~ que él mismo se confesaba artífice y patro-
sentí conturbado por el hecho de que desembarcaran en esta
ciudad, porque los artesanos ingleses y comerciantes estc;ble-
l.!" dar, es asaz lillportante como para merecer una transcrip-
,Ión completa:
cidos aquí, pensé que podrían inquietar a los colonos y dzsua-
dirlos de cumplir sus compromisos.
Mis temores se vieron confirmados y la colonia ha sufrido "Ha?ien?o sido auto~izado el infrascripto, por frecuentes
muchos embarazos, tanto por lo que acabo de decir com? por f)ll1tlmC~ClOnes del gobIerno de las provincias para que, en
desacuerdos y desaveniencias producidos entre los mIsmos I/nl squlera parte dl! Europa en que se hallare pueda hacer
agentes y directores: al último, todo se arregló y los colonos
/l.\ ()de ~o:l0s los medlOs poszbles para promover la emigración
.11 r ITlllhas que, al aumentar el número de los habitantes de
siguieron a su lugar de destino. El gobierno -como. usted IlHe Iro país, podrían también acre~e~ su población, su segu-
tendrá noticias- ha tratado de proveer a todas las necesIdades J dll(1 Y todos sus productos, esto ultlillo cOmo consecuencia
de los colonos y de colocarlos en el campo del meritorio señor ti, /lila mayor actividad y trabajo aplicados a la tierra con
Beaumont, para que sus esfuerzos no resulten desgraciadamen- 11' I ¡nia; habiendo sido autorizado de tal suerte, y advertido de
1<18 J. A. n. BEAUMON'f VIAJES (1826-1827) 149

In i port:nn in de todo esto con relación a la prosperidad de !,i r no General de las Provincias y del de Entre Ríos, a ob-
S11 l01S, no sol mente no vaciló en aceptar el cargo con que J :to de alcanzar la aprobación y la protección que pueda ser-
Qt'(\ h l'fmdo sin o que, desde aquel momento se consagró a él Ir de estímulo a un establecimiento en que se consultan los
e n t s sus fuerzas para darle cumplimiento. Y se vió obli- primeros intereses del país al mismo tiempo que los de la
gad n s flalar, a su gobierno, como oportunamente lo hizo, mpañía, que está ella misma para establecerse allí. De tal
las dificultades que la naturaleza de la empresa presentaba, ro nera, y confirmada la protección y ayuda ofrecida a las
la oposición que mostraban algunas naciones de Europa y la fnmilias de los emigrantes, también es justo esperar que au-
expresa condición de que no debía adelantar al objeto ninguna ln nte la emigración a tal extremo que pueda producir todos
especie de fondos en aquellos países. No obstante lo cual, con- los buenos efectos que nuestro gobierno se ha propuesto a sí
cluyó un contrato con el señor Barber Beaumont, de Londres, 'tni mo y al país.
y en consecuencia de ello, fueron enviadas por este caballero . El infrascripto se lisonjea en la esperanza de que el Go-
sesenta familias como specimen de otras que estaban para se- In rno general de estas provincias recibirá favorablemente su
guirlas. licitud y hará, en consecuencia, todo cuanto sea convenien-
Este contrato, de índole privada, no era suficiente para el lo para el importante asunto que es objeto de sus cuidados.
gran objeto propuesto por el gobierno, expuesto por una ley
de la Cámara de Representantes, donde se dice, arto 29 , "mil (Firmado) SEBASTIÁN LEZICA
o más familias industriosas". El suscripto trató de persuadir Al Excelentísimo Gobierno General de las
a Mr. Beaumont de que este plan solamente podría ser em- ProvinCias Unidas del Río de la Plata."
prendido y llevado adelante provechosamente, si se formaba
una compañía en aquel país, la cual por su propia cuenta y Con todos estos documentos por delante; con los decretos
sin ningún gasto del gobierno o de las provincias, podría poner 1I mencionados y los ofrecimientos de ayuda y protección a
por obra este gran proyecto, de establecer milo más familias !.od,os los emigrantes europeos, por parte del gobierno (esto
de labradores en tierras públicas o privadas. !'JI limo hecho público para todo el mundo); con las solicitacio-
La compañía fué pronto formada para este importante !l OS y pruebas de gratitud nacional dirigidas por el Ministro de
objeto y el capital fué · fijado en un millón de esterlinas. La 1\( laciones Exteriores, señor Rivadavia, al señor Beaumont,
provincia de Entre Ríos parecía, por su situación, ser un lugar Ir~duciéndolo a efectuar adelantos para la proyectada emigra-
:muy ventajoso para establecer allí las primeras familias y caó y para los establecimientos agrícolas; con los contratos
entonces se emprendió inmediatamente la compra de tierras r¡ I~ados y sellados por el Comisionado del Gobierno para el
de propiedad privada, a un alto precio. rlllsmo efecto; con la epístola laudatoria y las seguridades
Al infrascripto se le invitó naturalmente, a ser uno de los I rnonadas del primer Ministro García; con la concesión de
<Erectores de aquella compañía y fué después encargado de pl'i vilegios por el gobierno de Entre Ríos, y el patrocinio decla-
"facilitar aquÍ los medios de realizar tan beneficiosa empresa 1·/ \(1 por el señor Lezica; con el libro publicado por el señor
invitando a otro<; qlle deseaban adherirse, a tomar acciones " " tario de Estado Núñez; con todas estas cosas ante él el
sin premium. 1, C' t' difícilmente podrá convencerse de que nunca exi~ti6
El injrascripto faltaría a su deber, Excelentísimo Señor, I I p.l' pósito de permitir la formación de ningún establecimien-
siendo quien proyectó la empresa, y honrado como se halla lo Igricola en e.l país. No. Los hombres y el dinero, y las
por la confianza de la compañía, si no tratara de obtener para 1111 r'(~ derÍas enVIadas con los hombres y el dinero, fueron muy
un objeto tan justo, la consideración y la influencia del Go- III ptnbles, pero no se habría de tolerar ningún establecimiento
VIAJES (1826-1827) 151
150 J. A. D. BEA UMONT

ni asociación de ninguna especie. ¡No!... ¡Para armar o p oyectada Asociación de Emigrantes Ingleses, que, cuando
c?m andar sus barc.os, para llenar las filas de su ejército, para nlgunas pocas familias, atraídas por el lugar, permanecieron
eJ ~cutar su s trabajOS públicos, o para asistirlos en empresas
, os meses más allí, y al fin solicitaron del gobierno que se
pnvadas,. _para derramar riqueza en el país entre intrigantes l S diera en arrendamiento algunas porciones de tierra, por
de rebatma, los hombres estaban bastante bien, pero nada 'uenta propia, y en los términos propuestos y publicados,
l ' ibieron una rotunda negativa, y fueron obligados a aban-
de congregarse en cuerpo, y menos que todo, nada-de actuar
como asociación que ha de cumplir órdenes emanadas de In- donar aquel sitio.
glaterra! La conducta del gobierno para con los emigrantes llevados
A la llegada de los primeros pobladores destinados al esta- p r la Río de la Plata Agricultural AssoGÍation a objeto de
blecimiento de San Pedro, no había sido hecho ninguna cesión p blar el campo de la misma Asociación fué idéntica a la
de la tierra, allí ni en parte alguna; no se había hecho nada observada con los primeros pobladores de San Pedro. El fracaso
como no fuera la detención de los emigrantes en Buenos Aires. 1 San Pedro había sido atribuído por el Gobierno al hecho de
Fueron ~etenidos por el gobierno en ociosidad y embriaguez I previa detención de los emigrantes en Buenos Aires y a que
desmor~hzadora, cosa de dos meses, aunque se había conveni- fu ron seducidos por sus mismos compatriotas para quedarse
do prevIa~ente que, en cualquier caso, si debían alojarse en ¡.lIt (Véase carta del señor García, de pág. 146.) Esto se sabía
Buenos AIres una sola noche, su destino era el de instalarse h stante bien antes de que fueran así detenidos; pero, para evi-
ddinitivamente en un establecimiento rurál. Durante este lar su repetición, los señores 8 se ocuparon de poner barcos }
tiempo se discutió seriamente en la Comisión de Emiaración [ue recibieran a los emigrantes desde los buques en que llega- .
si debían o no ser enviados a una isla en el Río Near:; entre ban de Europa, cuando estuvieran fuera de la Ensenada de
los indios patagones; un sitio éste donde el gobierno de Buenos n rragán y los condujeran, según lo convenido anteriormente,
Aires quería establecer un fuerte m ilitar. Cuando ya los emi- n su establecimiento [de Entre Ríos]. Un agente recomendado
grantes habían hecho en general buenas relaciones en la ciudad por los señores (un Mr. H . L. J ones) fué también empleado
se ~roduj o la irrisión de mandarlos a San Pedro; pero sin I r la Asociación, con un buen sueldo, y su ocupación espe-
sus mstrumentos de labranza y herramientas de construcción ,ial debía consistir en atender a los emigrantes a su llegada.
que, con otras provisiones (avaluado todo ello en unos m iles rt nía instrucciones explícitas de que, si el gobierno no cumplía
de libras), habían sido colocados por el señor Lezica en un 11 promesa de proporcionar barcos, él debía alquilar un nú-
patio abierto de Buenos Aires, expuestos al pillaje y también ln ro suficiente de ellos como para embarcar toda la gente
a las injurias del m al tiempo. Llegados los emigrantes a San qu llegaba en los buques y llevarla con las provisiones sin
Pedro, el oficial [Juez de Paz] les dijo que no podía darles tar danza al establecimiento [de Entre Ríos].
posesión de la tierra porque el permiso o concesión-, ¡por desdi- Al arribo del primer buque perteneciente a la Asociación,
cha:..s~ 1~~~~:~~~~.?~sillo~¡Qu~ no se mezcla~~n
1 tal agente, que había tenido amplia noticia del tiempo en
en esaScosas, a menos que toaas l"as-formahdades de la ceSlOn que ello debía ocurrir, desapareció durante varias semanas y
se hubier~:r: llenado; qu-e allí no debían esperar ninguna ayu- '1-) die se presentó en la Ensenada a recibir el buque y sus

da o auxIho, pero Que podrían volver a Buenos Aires si les pasajeros. El gobierno, lejos de facilitar barcos para conducir
parecía bien a-provechar-la protección del gobierno. Después le S emigrantes una vez llegados, ordenó un embargo sobre
de algunas semanas de andar holgando en San Pedro; los emi- todas las embarcaciones del puerto, de manera que no fué
grantes en su mayor parte volvieron a Buenos Aires y tan
resuelto estaba el gobierno a que no quedara ni vestigio de la 8 Se entiende los señores Rivadavia, Lezica, etc. (N. DEL T.)
152 1. A. E. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 153

posibl t11quilar ninguna y los emigrantes al desembarcar la Asociación destinados a Entre Ríos y dejado no más que
v ínns os diados por agentes del gobierno para que entraran una pequeña parte de ellos para ser llevados con los colonos, se
n f X'!'l'\(l t" n la armada o en el ejército. Y muchos lo hicieron procuró una autorización del gobierno para apoderarse de
y vini ron a ser distinguidos oficiales en las fuerzas republi- esa pequeña parte, y para arrancar de las manos de los colonos
canos, ntre ellos el capitán Parker, segundo en el mando las herramientas con que estaban trabajando. ,
d pués del almirante Brown. También se hicieron grandes Los emigrantes se vieron, de esta manera, imposibilitados
oír imientos al capitán del buque para que lo vendiera y para proseguir su labor y obligados a volver a Buenos Aires.
tomara un comando en la flota de la República; pero las ins- La injusta e insensible conducta del gobierno provincial, en
trucciones del capitán no lo autorizaban para aceptar el pri- esta ocasión, se echará de ver en el transcurso de mi relato
mer ofrecimiento ni hubiera cumplido con su deber como ofi- personal en los siguientes capítulos. Paso por alto algunos
cial británico acep-t;ando el segun-do. detalles de perfidia y algunas chicanas que resultarían increí-
Después de esta detención y de dichas intrigas, pasaron bles para la generalidad de los lectores ingleses y les causarían
unas seis semanas, y llegaron otros emigrantes. Cincuenta de :más bien disgusto, sin instruirlos, en realidad. Con todo, hay
los trescientos cincuenta, fueron enviados al establecimiento Uno muy característico en el drama de la expatriación que
de Entre Ríos, pero, desde el momento de su llegada allí, en no puedo dejar de mencionar.
lugar de la ayuda y la asistencia prometidos por los hombres Cuando llevaron a cabo aquellos señores la dispersión de
de Buenos Aires y los privilegios y la protección ofrecidos los pobladores de San Pedro, la Río de la Plata Agricultural
por el gobierno local de Entre Ríos, no recibieron más que . Association estaba en plena actividad y prometía producirles
impedimentos y agravios de unos y otros. El administrador Un rico botín. Era muy necesario, entonces, dar alguna re-
.del establecimiento informó al presidente de la sociedad, en paración por las faltas cometidas contra el primer grupo de
Londres, sobre oposiciones y molestias sufridas, entre otras pobladores, aunque tal reparación estuviera muy lejos de cons-
las siguientes: A la llegada de la segunda partida de poblado- tituir indemnización de los gastos efectuados. En consecuen-
res, recibí del gobernador, con fecha de 24 de mayo, orden cia el gobierno expidió la siguiente orden:
de suspender todo trabajo y procedimiento, cualquiera que
fuese. Me presenté entonces al general Don de Rodríguez "El Gobierno, en el día de hoy, ha resuelto lo siguiente:
(sic) 9 y le expuse mi caso; me dió entonces una carta para Visto lo informado por los señores Sebastián Lezica, F. de
el gobernador, cuya respuesta fué favorable. Escribí a don astro y H. L. Jones, a propósito del crecido gasto que requie-
Mateo Garda de Zúñiga pero tuve uva respuesta negativa, r el mantenimiento de la colonia enviada por el señor Beau-
y hasta el 22 de julio, después de muchos trastornos, no recibí mont, ahora en San Pedro, por no haber nadie que en su
una orden, datada el 18, con un permiso para reanudar el H mbre provea a su mantenimiento; vistos los perjuicios que
trabajo. Poco después de esto, los emigrantes fueron otra vez p r esta causa han de producirse en daño del Sr. Beaumont
interrumpidos y se les dijo que no habían tenido ningún de- .' la colonia se ma.ntiene sin ocupación, y los perjuicios que
recho a venir al país. Para dar el coup de grace al estable- h n de resultar para el gobierno si los referidos señores
cimiento, quien se llamaba a sí mismo el autor del proyecto 1, mantienen sin ninguna indemnización; como asimismo las
de la Asociación y protector de los emigrantes; quien había \¡() secuencias que esto puede traer sobre el crédito y la serie-
ya, en la Ensenétda, metido las manos en 10& almacenes de cllld de estas empresas en el país; visto que el gobierno, en
'V lr' Lud del poder que le fué dado por la ley que destina la
9 El general Martín Rodríguez. (N. DEL T.) u de 100.000 pesos para introducir al país población m-
154 J. A. D. BE AUMONT VIAJES (1826-1827) 155

duslrioso, d bia pagar los gastos que fueran necesarios para misionados de emigración para formular los respectivos cargos
1 S st nimi nto de la referida colonia, no bajo su forma actual, Il los colonos; y la policía será instruída previamente para
sin n lo forma más productiva y al nivel de l~s coloni~s que presentar a los comisionados todos los colonos que puedan ve-
trfl boj a11 libremente, sobre la base de cO,ntratos md~pendIent~s nir de San Pedro a fin de que la comisión esté en condiciones
según los condiciones que s~ expondra~ y los calculas mas de proceder con ellos de acuerdo con sus pedidos; y pueda
aproximados de lo que el gobIerno tendra que paga: ~n aquel también, para el mismo propósito, buscar todos los colonos
caso, RESUELVE: De conformidad con las proposlclOnes ~e que se' hallen en cualquier parte del país o en la ciudad y dar
los susodichos señores el gobierno toma a su cargo la coloma o. ellos, en calidad de informe, una copia de la lista de aquellos
enviada por el señor Beaumont y, en virtud de lo dispuesto (lue pueden haberse ausentado de San Pedro, la cual el Juez
por dicha ley, la Comisión de Emigración podrá proceder al (le Paz deberá poner en m anos del gobierno como anteriormen-
pago de los gastos que se h ayan efectuado con arr,eglo a .l?s 't se establece en esta resolución, de la que se dará copia a
cuentas que puedan ser presentadas; y procedera tambIen quienes la requieran.
a pagar los gastos que en adelante se produzcan de aC"L:erdo y en consecu encia dése traslado a los susodichos señores
con las n ormas a que deberán ajustarse. En consecuenCIa se para su conocimiento y otros fines.
decls.r a: Que los d{chos colonos tendrán e~tera liberta? ~ara
contratar con propietarios particulares, sUJetos a las slgUlen- Buenos Aires, 15 de octubre de 1825
tes normas: 19- Pagarán mensualmente al gobierno l~ quinta (Firmado) MANUE L JosÉ GARCÍA, Secretario
parte de sus respectivos sueldos hasta que hayan cubIerto los A don Sebastián Lezica
gastos de sus pa-sajes de traslado y otros gastos, de lo ~ual.;e ., Félix Castro
presentará cuenta a cada uno de ellos; para cuya real? za~l?n Enrique L . J ones
los nombrados señores, Lezica, Castro y Jones contnbUlran
El original en mi poder
con las cuentas y documentos que estén en su poder. 29 La
obligación de pagar la dicha qu{nta parte será consignada en (Firmado) H. L. JONES" 10
los contratos y el pago será hecho por los patrone; a la persona
designada por el gobierno. 39 Los contratos seran regIstrados on la copia de esta orden, el señor Lezica, dirigió a mi
en el Juzg"8.do de Paz de San Pedro. 4· Los c?lonos ~ue no JI \dre una carta en que decía: "Le gouvernement a accordé
h ayan conseguido trabajo en San Pedro, estaran. en hbe:tad jl l définitif de laisser les hommes en liberté, pour se contracter
para venir a esta ciudad después de obtener p.e~mIso de dIcho ,
w nme il bon leur semblerait sans qu'ils eussent, des frais a
juzgado y se presentará~ en I?ersona ~ la pohCla. El Juez ?e Pi. r pour son passage, etc., et en s engageant a vous payer
P az de San Pedro debera reumr a los dIchos colonos e mst,rUlr- Je ' omptes qui se sont présentés jusqu'a présent 8n votre nom,
los cuidadosamente de esta resolución y de las obligaCl~nes dI le moment que vous auriez ici un représentant formelle-
a que quedan sujetos por ella, y juntamente con dos vecmos 111 \nt autorisé pour recevoir les dites sommes."
confecclonará una lista de los colonos que estén entonces pre- J 'os cuentas de los gastos habían sido presentadas al señor
sentes allí mencionando el número de las personas que compo- I,(:t.i a cuando estaba en Londres; fueron entregadas en Bue-
ne cada f~milia y dando noticia de las que se ,hubieran ause;n- /lO Aires en el mes de diciembre siguiente, es decir en 1825.
tado y deberá enviar inmediatamente al g~bIerno una cO:Pla,
así como una nómina de los contratos regIstrados. El dIcho 'O En la imposibilidad de encontrar el original castellano de este docu-
registro y la nómina de los contratos serán enviados a los co- 11\(11 l , damos la versión del texto inglés. (N. DEL T .)
156 J. A. 1.'. BEAUMONT VIAJES (1 8 26- 1827) 157

N Ol1t 11ion otra cosa 'que los pagos en dinero contante he- lo que se refiere a la buena fe del gobierno de Buenos Aires
hos o. U nta de los emigrantes en este país, y que ascendían a y su pública promesa de que todo individuo puede emigrar en
oIZ .020; no se cargaba un solo chelín ni se esperaba tampoco, la seguridad de que la Comisión (de Emigración) pagará su
por n epto de comisión ni agencia ni por el trabajo personal pasaje al momento de su llegada, pero algo m ás que todo esto
f tu do y gastos de nuestra familia en el asunto; ni hubo aparecerá en los subsiguientes capítulos.
uno palabra de objeción a las referidas cuentas. Yo me pre- En punto a invitaciones para emigración y las promesas del
sentó personalmente en Buenos Aires, de acuerdo con la orden gobierno de Buenos Aires, debo agregar que el señor Rivada-
del gobierno a recibir el dinero, pero nada pude obtener; esta via, cuando estuvo en Londres, instó a mi padre a comprome-
falta de cumplimiento a todas las anteriores promesas y a la ter mil familias inmediatamente, diciendo que ya tenía tódo
orden misma- del gobierno, fué tomada como cosa tan natural, arreglado con algunos comerciantes para proveer"de los buques
que no mereció justificación ninguna, ni siquiera una ex~usa, n ecesarios, pero habiendo preguntado mi padre a esos comer-
si exceptuamos alguna explicación verbal de algún funCIOn a- ciantes si existía tal arreglo, negaron haber tenido ninguna
rio en el sentido de que el dinero se necesitaba para la g}1~rra. conversación sobre el asunto. Como le hiciera conocer esta
Por lo Que hace a los bienes de la Río de la Plala Agrzatl- última afirmación al señor Rivadavia,respondió con mucha
tural Association, confiados a los señores Lezica y Castro para indiferencia: "Eso no tiene importancia ; me vaya servir de
ayuda de los emigrantes en el establecimiento, Y. solamen~e otros."
en el establecimiento, consistían en oS 3.000 remItIdas en dI- También se entregó a mi padre otra propuesta del gobierno
nero contante, en mercaderías enviadas con los pobladores que ya h abía sido publicada aquí, par a contribuir al estable-
por valor oS 6.000, fuera de oS 2.000 que debían dichos señores cimiento de unas mil familias en Bahía Blanca donde había
por sus cuotas [en la sociedad]. Sobre la forma en que se el propósito de fundar una ciudad con el nombre de "General
ha bía dispuesto de estos bienes, no pude obtener de estos se- Belgrano", como homenaje al gener al de ese nombre, y se
ñores niriguna rendición de cuentas, ni tampoco del señor agregó también la vieja promesa de pagar los gastos de pasaje
Jones, aunque el [Tribunal del] Consulado expidió una orden a la llegada y un adelanto de mil pesos a cada uno, ' con otros
para que J ones rindiera sus cuentas dentro del plazo de. t~~ alicientes. Yo he conocido person as que han viajado por esta
mes a contar desde la fecha de mi llegada y se le reqUlrIO Bahía Blanca. Está situada en territorio indígena en latitud
con 'ese fin. Mis gestiones ante el Consulado para que hiciera 39°, región marcada en algunos mapas con el nombre de
cumplir esa orden fueron repetidas e insistentes pero. n o pude Campo del Demonio. Con excepción de una fr:mja de buenos
obtener la rendición de cuentas y tampoco conseguIr que el pastos en la costa del río, los campos circundantes son arenosos
Consulado lo compeliera a ello. Mis gestiones ante la casa y constituyen un desierto árido; si algo digno de guardarse
del señor Sebastián Lezica en el mismo sentido fueron igual- hubiera . allí, habría que disponer constantemente de quinien-
mente infructuosas. No pude obtener del gobierno ni ayuda, tos hombres armados para defenderlo. Este ingenioso proyecto
ni asistencia ni gratitud; ni siquiera un solo chelín a cuenta está evidentemente dirigido a establecer un puesto militar en
de las libras Que oscilaban en total entre veinte y treinta mil la región de los indios, libre de los gastos que exigiría un fuerte
y que habí~rños adelantado para el precio del pasaie, soste- de mayor capacidad.
nimiento y provisiones de seiscientos veinte emIgrantes con~ En Alemania fueron invitadas también otras mil personas.
ducidos por nosotros a Buenos Aires, y que estaban entonces Yo he visto una carta de la respetable casa Zimmermann y Cía.
peleando por Buenos Aires (en la guerra) o acrecentando su por la que se recomienda a un señor Heyne a sus corresponsa~
población y el valimiento de la provincia. Esto bastaría por los en Alemania como comisionado del Gobierno de Buenos
158 J. A. l!. BEAUMONT VI AJ ES (1 826-1827) 159

Air s pal.'o procurar emigrantes. Entre otras ~ons~?eraciones juicio es menos directo, pero recomiendo mucho en este sen-
muy holug üe~las enumeradas en la carta, se dIce: Tenemos, tido el libro del Capitán Head, titulado Memoria sobre el'
ad mil , In eguridad del señor Ministro, de que los colon.os fracaso de la A sociación Minera del Río de la Plata formada
Ir:
rón uI lidos con provisiones para el p~imer año; que tze- bajo la iniciativa del señor B. Rivadavia, libro que deben
1'ra 1 S será dada por nada yeso en la melor parte de. las tl~rras leer todas las personas que se hallen dispuestas a aventurar-
de esa fértil provincia, todavía no trabajadas, y a dlst~nCla no sus capitales en aquel país 11.
mayor de veinte leguas de la c~udad; . que se .l,es daran todos Esta obra, no solamente expone los fraudes cometidos en
los medios necesarios para la prImera mstalaclOn, para levan- perjuicio de los capitalistas en aquel país para inducirlos al
tar habitaciones, y además se les dará gana d~, etc". El señor laboreo de las peores' minas que puedan darse en el mundo,
Heyne llevó doscientos o trescientos campesmos al~manes a sino los ardides judaicos y las extorsiones empleadas contra
cuenta, poco tiempo antes de mi llegada a B,uen?s Alre~, .pero los que se aventuraban en cada caso, después de haber enviado
no pude comprobar si alguno de ellos habIa sIdo habl~Itado un cuerpo de mineros a trabajarlas, y las negativas terminan-
con arreglo a las propuestas del ministro. Algunos se queJaban tes de los gobiernos locales a darles el permiso para trabajar-
en voz alta de las desilusiones sufridas pero los hombres fue- m inas inservibles a menos que se sometieran a sus extorsiones.
ron principalmente incorporados a un regimiento lla~ado La autorización para trabajar las minas está fechada en
"Lanceros Alemanes" del cual fué hecho coronel el mIsmo Buenos Aires el 23 de noviembre de 1823 . Y está firmada por
señor Heyne. Los demás se dedicaron a trabajos diversos en Bernardino Rivadavia. Vinculadas a esta autorización están
Buenos Aires o alrededores. las descripciones de las minas certificadas por el señor Secre-
La aritmética del gobierno de Buenos Aires es J?~r~ asom- tario Ignacio Núñez. Este precioso documento que, entiendo
.brar a los estadistas de Europa como lo es este anahsIs de su formaba parte muy principal en el prospecto de la Río de la-
palabra y de su. hono~ .. Sus tres dis~ntas invitaci0;tes, cada Plata Mining Association es demasiado revelador para pasarlo
una para que IDll famIhas se esta?lecIeran en el paIS, funda- por alto. He aquí, como muestra, el siguiente extracto: "Po-
ban sus promesas de adelanto de dmero en el decreto .del ~~n­ d<:'mos afirmar, sin hipérbole, que los dos primeros curatos
greso que votó un crédito de cien m~l pesos p~ra la emIgracI0:r;t; Rinconada y Santa Catalina, contienen las más grandes rique-
pero el gobierno ofrece a cada emIgrante Clen :r:ara ~l pasa}e zas del universo. Voy a probarlo con una simple aserción que
y otro cien en préstamo para establecerse; y el s~~or RivadavIa stá atestiguada por miles de testigos. En sus campos el oro
explica que él calcula cuatro pe:r:sonas .~or faml!la. ¡Los ade- surge con la lluvia como e.n otros campos la semilla. La masa
lantos prometidos para las ~es IDlI f~mIhas, hubIeran entonces principal de este suelo está compuesta de tierras, piedra, agua,
éxigido dos millones cuatrOCIentos unl pesos, calcu!ando ~l peso y granos de oro grandes y pequeños; estos últimos aparecen
a su máximo valor! ¿No aparece entonces demasl<l:do eVldente a la vista cuando la lluvia lava el polvo que cubre su superfi-
~e esas promesas se hicieron para no ser cumphdas y para cie. Después de una lluvia fuerte, una mujer que, habiendo
faltar a la buena fe? . .. salido de su rancho caminaba a pocas yardas de su puerta,
Como ya he ilustrado ampliamente sobre la marcha de este encontró una pieza de or o de peso de veinte onzas; otra, que
gobierno en cuanto hace a la maner~ ~e procur arse ~omb~:s recogía leña, al arrancar unos pastos, descubrió entre las raí-
y dinero mediante promesas Y ofreclIDlentos a la enngraClon
'_y de esto tengo un conocimiento estrecho y personal-; voy a 11 Este libro no ha sido traducido al castellano. Su título es: Reports
referirme, aunque en forma breve a los fraudes cometldos e~ on the Failure 01 the Río de la Plata Miníng A ssociation formed under
lo que se refiere al trabajo de las minas, sobr e lo cual nn the authority o/ Don B. Rivadavia, Londres, 1826. (N. DEL T.)
160 J. A. !l. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 161

ces un grano de oro que pesaba de tres a cuatro onzas. Estos cultural Association y que, después de gastar 15.000 libras
casos ocurren tan frecuentemente en la estación de las lluvias, en el proyecto, se vió arrojada del territorio por los nativos de
que exigiría mucho tiempo detallarlos. Cuando se barren las la provincia. Después se formó una asociación para llevar al
casas o se limpian los establos de las mulas, se encuentra más país mujeres ordeñadoras, de Escocia, pero las muchachas no
o menos oro, etc., etc.". Por el acceso a este Eldorado y la tardaron en asociarse ellas mismas en perjuicio de la com-
huena voluntad, no había que pagar más que j¡ 30.000 y, como pañía original; después una sociedad de edificación una sa-
dice u na relación: "Habiéndose dirigido el Tribunal al señor ciedad de pilotos y muchos otros proyectos de comp~ñías por
llivadavia, este último, muy deferentemente y en forma que acciones, para dragar ríos, para hacer canales y puertos, cada
contribuyó a fortalecer la mayor confianza en su independen- una de las cuales, según creo, dió gran pérdida a los que en
cia de criterio y adhesión a los intereses de la Asociaclón, ellas se aventuraron.
acept6 el cargo de Presidente de la Junta Directiva cuando
ésta fué formada" con un sueldo adecuado que se entendió
era de 1.200 libras al año. Una manera bastante origin'll de
probar un carácter por lo que hace a su independencia de
opini6n.
Treinta mil libras deben de haber parecido un regalo muy
superfluo a un Estado donde "el oro brota con la lluvia como
las semillas" yen "granos de tres o cuatro onzas". Abundan-
cia de palas y muchas yuntas para recoger las riquezas nativas
ha de haber parecido que era todo lo necesario. Sin embargo,
"el fatal Capitán Head" como Rivadavia llamó a este caballe-
ro, hizo reventar el globo cuando vió que había sido inflado
por el engaño y el fraude, y declaró la verdad. Y por este
medio salv6 a los tenedores de acciones con la pérdida de so-
lamente 60.000 o 70.000 libras. Había otra Compañía rival
de ésta formada en Londres, llamada Compañía de Famatina,
1a cual' creo que estaba luchando contra el destino de la pri-
-mera, mientras yo me encontraba en Buenos Aires. Otras dos
o tres compañías de minas se formaron también en esta últi-
ma ciudad-que, según creo, se hallaban en las mismas condi-
<:iones.

Parece que el entusiasmo por las compamas por acciones


.era todavía más fuerte en Buenos Aires que en Inglaterra,
I
.considerada la diferencia de población y riqueza entre los dos
I
países. El señor Jones habla de una compañía de Buenos
I
Aires que estableció una colonia en la provincia de Entre
.Ríos al mismo tiempo que se formaba la Río de la Plata Agri-
VIAJE~ (1826-1827) 163

I "" ti jl /), para conseguir un guía y diez cabanos que debíHn


111111 111 : 1I'm - a mí y a un comnañero mío hasta Las Vacas
11 l/t l ¡tl1~do a pocas leguas d~ La Coloni~, punto frontero ~
11111110 AIres y en !Joder de los brasileños. Las Vacas estaba
'11 111 ! 1I t} de los independientes y podríamos l1egar hasta ese
I II~ lit ' pnr un camino interior a cubierto de las fuerzas del
11, 11 1. Por los servicios del guía, y por los caballos nos pidie-
CAPiTULO VI J 1111 l' 1 n ta pesos. Antes de iniciar el relato de este viale, h~-
1" 11 di ) rmitíroeme exponer al.(~"lmas noticiAs sobre lAs di-
Diversos modos de viajar en las provincias. - Viaje por tierra ., l' 11 " ~Il~eras de viAjar en las Provincias del Río de la Plata.
de Montevideo a Buenos Aires t. - Pensión y alojamiento en I .O! lflJes en el Río de la Plata, se realizan casi siempre
el camino. - Cacería de avestruces. - El Ejército patriota. - • I,dlltlln i las mujeres raramente viaian y cuando lo hacen,
Las cacerías de tigres. - "Las Vacas". - Viaje a Buenos Ai- 1" I'IMI cen a la chse superior, adquieren un coche; si per-
res. - La llegada. - Los emigrantes retenidos ociosos en la "" Ir I/n 1'1 la clase de los gauchos, cabalgan sobre una silla
ciudad y en sus cercanías. - Víveres derrochados y caudales ,, 11 ,. 1,lI n Ily>élriencia de cajón y sentadas de través; en cuanto
malversados por los agentes del gobierno. - Viaje a la Ense- • 111 IIl1 f res indias, van a horcajadas como los hombres. Si
nad:;¡. - Audiencia con el Presidente don Bernardino Rivadavia. 1 ,ti. el Bnenos Aires hacia las ciudades que están en el
1 Chile y el Perú, pueden encontrarse postas regu-
1,111111 nI stfl blecidas en distancia de cada tres o cuatro 1eQ"Uas .
11 111 111111 ti tierras más leianas, las postas están a ocho yO die~
COMO TODOS los emigrantes dese:nbarcados, en Mo.~tevideo
habían conseguido empleos convementes, segun se dIJo en ~l 1, I 1111 111111 de otra. Allí donde no hay postas establecidas no
1 11111 cln al viajero otra cosa que contratar un guí~ o
capítulo primero, no perdí tie~po y lo disI?~se to~o para se.g¡;Ir
viaje a Buenos Aires con objeto d~ verIfIcar SI las notIcIas '·",/lIlf11w O conductor como lo llamaríamos nosotros, en con-
recogidas en Montevideo sobre medIdas adoptadas por el go- dil 1111/ el aportar una tropilla de caballos necesaria para el
bierno y sus agentes respecto a la detención de los .emigrantes 1" fI r Ira este propósito se hélce menester que el viajero
IIIIII'/I/( or lo menos el doble del número de caballos nece-
y su incorporación al ejército y la ~r~ada, eran ~I~rta~ o no,
11 1 '" [1111 '1'\ U propio uso, para el del guía y para el equipaje,
y a fin de obrar según el caso lo ~xlgIera. ~ste vIaJe, sm em- 1111'11/1 los animales que no se ensillan, son arreados por de-
bargo, sólo pudo cumplirse por h~r:~, debl?o al bloqu~o del 111 111 11, OOl:ttO una tropa, con obieto de u tilizarlos cuando los
río. Los preparativos para la expedIcIon hubIeron de realIzarse 11 111 11 Illdw¡ se fatigan.- Una tropilla regular se compone de un
en secreto, porque un cordón de tropas. brasileña.s rodeaba los , 1111'" di aballos que se utilizan cuando les llega el turno a
suburbios de la ciudad con el fin de evitar la salIda o entrada I 'Id'l 1111 0 Y van precedidos por una yegua con un cencerro
de personas no autorizadas, y no era c?n.cedid~ permiso pa~a 11111 /" ,ti Il, scuezo. Por lo general, los caballos siguen tras
pasar a Buenos Aires. Con todo, esta ultima ?1~Icultad, podIa 1111 111 1 fI 'd cto orden, con lo cual el viajero se halla en con-
ser obviada. Me arreglé con un carretero VIeJO, de nombre di, ,,,"'' 11, marchar a buen paso. Esto en el mejor de Jos ca-
II 1" 1111 I n la tropilla, como nos ocurrió a nosotros al cruzar
t El viaje por tierra es hasta Las Vacas. De allí a Buenos Aires por el 11 1111111 111 riental, los caballos no se conocen bien unos a otros
río. (N. DEL T .) 1 dll 1 IIltndes son muchas y molestas: en efecto, después d;
VIAJES (1826-1827) 165
164 J. A. I!. BEAUMON1'

I 'd ' d
pcrs gu ir a un caballo que se aparta de los demás y correrlo r/::" ~~d:Jnd e)en~ente X sin preocupaciones, así como la uni~
en distancia de media milla, se encuentra uno, al volver al 11" e a e ucaClOn entr~ los gauchos, sean ricos o po-
omin o, con que los restantes han hlúdo en otra dirección, (.• hace que .estas gentes se SIentan enteramente libres ante
y van seguidos por el baquiano; cuando por último se logra Pi I .nas supeno;res a ellos; y si el viajero no se muestra comu
,: (11 'tlVO en se?,mda lo califican de huraño. Si por el contrario l~
r unirlos a todos, después de andar corta distancia, sepáranse
,I, t Jb
f ~nu g~:td afable Y: ,locuaz, no se muestran inferiores a
otra vez y así, al final de la jornada, un viajero se encuentra,
él (como los caballos) extenuado y sólo a pocas leguas del ti 1 r am d' y ?tenclOn; hay entre ellos compañeros ver-
IIr 'r8J:?ente lvert:dos y muestran buen acopio de .sagacidad
lugar de donde salió ese mismo día por la mañana. Ya se
, 11 mo que no pIerden ocasión de poner eñ evidencia Así
haga el viaje por la posta o con tropilla, el viajero debe ad-
quirir su propio recado y riendas; el primero es una prenda : f :~::flddl y. a,compa,ñado, poco es lo que puede atraer la 'aten-
muy importante. Porque tratándose de esta silla de montar, 11' I ' be ,:,w1 ero, SI no es la conversación de su baquiano
I ( aqmano presenta por lo general muy pobre as ecto:
rlll ~~i()~~~ Pfi~adse ccuartl~odnes ligelro~ 3 y un poncho rústico~ Ptien~
es preciso que el lomo del caballo se conforme a ella, y no
la silla al lomo del caballo como entre nosotros; porque un
. ' 1 as en a Intempene y 't b 1
recado es igual a otro, y la diferencia de tamaño y forma en Il/lJo su pequen-o so b
. m Tero d e paJa 'd o -e fieltr es as so resad en
los lomos de los caballos es algo que no puede imaginarse 2 . fUI PHñuelo sucio. El caballo del viaJ'ero lo lloe' ase~ra. o por
La forma de esta silla de montar está descripta más adelante. I I 1 1 ' va caSI SIempre
, (,)~' 1ga oPl e por sendas abIertas entre los cardales o entre
Debe proveerse también el viajero de un buen par de p/I , Iza es .a tos; l as sendas señalan el camino y la marcha
espuelas, de un poncho, un cuchillo largo, un par de buenas I /1 I 'Il se mterrumpe, como no sea por algún tro ezón o al
pistolas y dinero suficiente para pagar los gastos en el camino; 1111 I'orlada en las cuevas de vizcachas o por rot!r.a d 1 gu-
de tal manera se hallará bien equipado para trasladarse a lI"rI( del recado. En el primer caso SI' no h e ahguna
I - " ' ay un ueso
cualquier parte del país. Ha de tener bien listos los caballos la ',11 0 , m? monta otra vez y SIgue la marcha. La com ostura
víspera de la partida y puede contar por seguro que estarán r I I (I,~ nendas o del recado se hace por el m" P,
'1 d d lsmo gUIa con
a la puerta de su casa tres o cuatro horas después deJa hora I 11 0 1; corta os "e otro cuero que lleva bajo la silla d
1111 obrante del mIsmo recado. Un ombu' sol"t ' " d' ' o e
conv~nida; una vez a caballo, con hacer uso del rebenque y I ' 1 . 1 ano m lca gene-
1/1 '11 ,nte a posta, en forma de rancho miserable donde se
de las espuelas, ya está todo, y si quiere dar animación a la
jornada entrando en conversación con el baquiano mal entra- "1 11 tlll ón una tropilla de caballos que pacen a d" t' . d ve
" . '11 -. IS anCla e una
" (11, nu as. Estos anImales una vez llegado 1 v· .
zado, lo estimará, por lo general, como un compañero más f 1 1 ' " e Ia)erO se
inteligente de lo que pudiera pensarse por su apariencia. ill 1 corra. Allí se elIgen los caballos de remud a y 'son
1111 11,
11 1\ os; aparece entonces otro baquiano de as ect .
En verdad, considero muy aconsejable ganarse la buena ,,1111111 con un "Buenos días patrón" 1 . P ~ SUCIO,
opinión de estos hombres cuando se viaja por la posta, porque rI . , y e cammante SIgue su
1/ '/-10 O cammo _, .sobre el mismo suelo, al mIsmo . paso y Con
invariablemente se averiguan unos a otros sobre la índole del 111111 (,()lnpama muy semejante a la de la :
viajero, y, si simpatizan con él, prestan grandes servicios to- "l/lIhio de caballos lleva por lo común mePd~stahantenor. la .ora --o una
El
mando sin demora los caballos y eligiendo los de mejor andar.
I Jrw/J rs . . . calzoncillos Puede tr t á '
2 Es decir, que entre esas caballadas, habría caballos "sillones" (de lulllll... r tos abiertos en l~s rodill a arse m s bIen de calzones o pan-
lomo hundido), corcovados, y de lomos raros, y la forma del recado era I 111 11 . (N. DEL T.) as como aparecen en los grabados de
invariable. (N. DEL T.)
166 J. A. Il. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 167

hora tambi6n - a menos que el guía por un real extra, o por quiere decir que el co~he fa~ilite d~fensa muy eficaz, porque
simpl amistad, sea inducido a un esfuerzo extraordinario pa- Ii i C?~o el oro del. palS, segun lo dIce el secretario señor Nú-
ra a arrar m 3S ligero los caballos. Si el viaiero se detiene, en- 1•. z, bro~~ de la tIerra como la hierba silvestre", esta saban-
contrar á con frecuencia una linda moza de ojos negros con hJa tamblen hormiguea en plena tierra.
qui en conversar, o puede hablar de política y de papel J?o~ Las an~er~ores observaciones que acabo de hacer, son apli-
n da con el maestro de posta que, !l0r lo general, es un SUJeto , bIes prmc~palmente a los viajes por las inmensas llanuras
bien aprovechado, un tanto desengañado de los tiempos. Los d Buenos AIres; donde hay postas establecidas. En gran parte
caballos en el camino de postas no mantienen todos el mismo (1 I~ B~nda OrIental, Entre Ríos y la mayoría de las demás
paso en cada eta!la o jornada, no obstante ser animales de ¡lrovmcI~s,. no existen J;>0stas y se anda generalmente durante
buen andar, y un viajero algo práctico, sobre todo e:r: el arte odo el VIaJe con los mIsmos caballos. Volviendo a mi relato'
de administrar su guía, puede hacer de cuarenta a cmcuenta ( ,tno el gu~a no pud? sacar los caballos hasta ponerlos den~
leguas diarias. . 1r,0 de las lmeas patnotas 4, a unas tres millas de la ciudad
Claro es que si participara una señora en la partIda ot.ra (. comprometió a ' seguirnos en un carro donde iría escon~
cosa sería: no cabría otro recurso Que hacerse de un carruaJe. dlcio Nuestro .e9.uipaje. Con, arreglo a ese ardid, dispusimos
El grupo de viajeros tiene que adquirir el carruaje en la ciu- c1()~ maletas hVIanas que ser~an conduci:Ias con los recados y
dad desde donde salen (si es que encuentran uno), y al llegar I \ a'~as. Una vez cumplIdo esto, fUImos hasta la puerta
a destino podrán revenderlo con un cincuenta a ochenta por el la CIUdad, donde se nos permitió pasar después de haber
ciento de nérdida. Los vehícuks usados !lara estos casos son P"~ entado u?a orden ;scrita, obtenida con ese 'objeto. El ba-
de dos cla¿es: uno es un coche nesado y anticuado; el otro una qtlLono I?ommgo segUIa con el carro y el equipaje y en el
galera de larga caja; ambos son arrastrados !l0r seis u ocho I /11:1'0 fUImos hasta las avanzadas brasileñas a unas tres mi-
caballos, cada caballo montado !l0r un !lostillón. Durante el II,H , de la ciudad. La única señal visible de estas líneas con.
viaje se producen muchos accidentes. cón:icos. algunos, pero I
I tU:l e!l dos soldados trepados a las ramas de un árbol, y a
todos se remedian con cuero ... y con paCJenCIa. En cas? de 1111 \ S CIen yar~as, dos más que vigilaban desde otro árbol.
alguna rotura se echa m ólDO de la reserva de cuero que SIem- A(IUl nos detUVImos en una pulpería donde un muchacho nos
pre se lleva en el carruaje; y cuando la reserva se agota, queda , p raba; dijo que los caballos esperaban en otra pulpería
el recurso de la parte de cuero que integra el mismo vehículo, di L,nte una media milla y que las avanzadas de la línea
muy abundante- en este material, con e! cUflL y a~dándose pllt ' ota, estacionadas ahí, no le habían permitido acercarse
con el cuchillo el peón reparfl la mayona de los accIdentes y III (IR a las líneas brasileñas; además, DomiiIgo no quiso seauir
aun en caso d~ muy seria~ dificultades, hace las más envidia- e 011 U caballo y su carro por miedo a los patriotas. La difi-
bles reparaciones. t IIlwd, en. co~secuencia, estaba ahora en llegar a la pulpería
Estos inconvenientes son inevitables, pero la señora, en e III~, 1 eqUIpaJe porque era menester cruzar un arroyo de ocho
compensación, tiene la ventaja de llevar sus pequeñas como- t i dI( ~ yardas de ancho. Un gaucho a caballo se ofreció a He-
didades' van con ella su cocina y su despensa, que le aseguran '" '110 con el equipaje atravesando el arroyo, hasta el sitio
buena ~omida, y aunque las sacudidas del vehículo no son .1" lId spe~aban los caballos, mediante el pago de una suma
nada agradables, siempre son menos incómodas que una silla 1/111 h olVIdado, pero que era exorbitante. Nos negamos a
de montar de mujer. El coche proporciona también una buena
cama y la bella viajera se halla menos expuesta .a ser devo- 11Hb . ~enerse en cuenta que Montevideo estaba en poder de los brasi.
rada por las chinches, que si duerme en un rancho; esto no JII 1 M Itls da por las fuerzas republicanas. (N. DEL T.)
168 J. A. n. BEAUMONT ' VIAJES (1826-1827) 169

pagarla, y dos lindas chicas, hijas de la dueña de la pul- preguntar sobre el resto de la tropilla, pero ni en el corral,
peda, le hablaron con mucha severidad sobre la bajeza que ni tan lejos como podíamos explorar el horizonte, encontrá-
significaba engañar a los extranjeros y le pidieron que obrara bamos señales de los caballos. Cuando nos creíamos ya pró-
l' ctamente, pero no lograron su propósito. Se había propuesto ximos a experimentar otra vez los enojos y fatigas propias
aquel individuo sacar a los ingleses algunos pesos plata y se de Sud América, he ahí que, interrogando al mayor de los
negó a ceder en sus pretensiones. El intento de imponerse hermanos sobre lo que ocurría, contestó que los caballos se
a los extranjeros que tienen dinero en el bolsillo, parece ser habían ido a distancia de algunas millas y que no estarían
costumbre general entre las clases bajas del mundo entero; listos hasta la mañana siguiente. De nada sirvió suplicarle,
hasta este patán, casi salvaje, encontró su oportunidad y la hacer promesas o valerse de amenazas: todo fué en vano. Su
cogió por los cabellos, pero antes que someterme, preferí llevar única respuesta era: No puede ser. Y esto lo decía despacio,
yo mismo el equipaje y vadear el río sin pagar un solo real. con la más irritante indiferencia; mañana por la mañana; con
Echamos las maletas al hombro con gran detrimento de nues- lo cual quería decir que a las seis del día siguiente, a más
tra indumentaria y, así cargados, proseguimos la marcha. El tardar, tendríamos los caballos. Con esto, no quedaba más que
arroyo, era, sin embargo, demasiado profundo para pasarlo, resignarse. "¿Pero dónde --dije-- vamos a pasar la noche?" ...
y el gaucho, que sabía esto, nos siguió, y rebajó un tanto el porque no veía cerca vivienda alguna y de ninguna manera
precio pedido, con lo que asentimos a que nos cruzara. Al pensé que los dos cobertizos, que tomé por establos de ganado,
hacer esto, el bribón, zambullendo el caballo, trató de hacernos fueran ranchos de la campaña. Aquí, por supuesto, replicó
caer al agua, que era lo que habíamos querido evitar pagán- 1 guía, levantando los ojos por vez primera, y sorprendido
dole, pero no pudo llevar a cabo su proyecto y al llegar ~l de mi pregunta. Una insinuación de mi compañero, recor-
otro lado le abonamos sus reales acompañados con las pocas dándome que andábamos de viaje por Sud América, terminó
maldiciones aprendidas en español. Después de echar otra on mis indagaciones y renunciamos a marchar por la lla-
vez encima nuestra carga, proseguimos hasta la pulpería. Este nura hasta el anochecer. Preguntando vinimos a saber que
comienzo puede dar una idea de las molestias que trae con- stábamos tan distantes del lugar de destino, como habíamos
sigo un viaje por Sud América; habíamos perdido casi seis tado por la mañana en Montevideo. Es decir que, por con-
horas en salir de Montevideo y en llegar a las líneas patrio- veniencia del proveedor de caballos habíamos ido hasta su ran-
tas, recorriendo no más de tres o cuatro millas y ahora nos ha, rumbo al norte, mientras la ruta que debíamos seguir era
vimos detenidos toda una hora para ensillar los caballos y hacia el poniente en línea recta; sin embargo, de nada valía
acomodar la carga a la grupa de cada uno. Esto último dió quejarse, y así, volvimos al rancho donde empezaron los pre-
mucho trabajo y nuestro guía, muchacho de unos diez años de parativos para la cena. Tales preparativos fueron más para
edad, cortó casi toda la cincha de su recado a fin de propor- d sanimar que para confortar.
cionarnos medios para asegurar bien la carga 5. Por último Dentro de un cobertizo oscuro y lúgubre -no era otra
pudimos ponernos en marcha felizmente y después de andar (~O a nuestro comedor-, en el centro del piso que era de tie-
durante tres horas y de interrumpir el camino, lo menos doce t'ra, veíase un hoyo de unos dos pies de diámetro. Allí encen-
veces, por caída del equipaje, llegamos al rancho donde el mu- di ron leña y en un asador (de madera ode hierro) clavado
chacho dijo que el hermano esperaba con el resto de la tropilla. Il 1 suelo e inclinado sobre el fuego, pusieron a asar un buen
Tras una formal presentación al hermano, empezamos a (l daza de carne seca; en torno al fuego había unas cabezas de
v l a y de caballo que servían de asiento. La leña empezó a
5 Sacando tientos del cuero de la cincha. (N. DEL T.) ('J' pitar, sentimos chillar la grasa, y la luz del fuego se pro-
170 J. A. D. BEAUMON'I' VIAJE~ (1826-1827) 171

yectaba sobre los cráneos tan feos de aquellos animales. Un ·cabezas), inclinadas sobre la olla, de manera que el líquido que
hombre flnco, de oscuro y huraño semblante, al que ensom- s escurría de la boca o era rechazado como demasiado ca-
brednn m /\s u nas ceias salientes y el cabello l~rgo y enma- 1i nte, no se perdía, sino que volvía a la reserva común. Es-
fnTl1do, alimentaba el fuego, de pie, y llegué ?- 1rr;,agIll~r ~ue 'ta comida no tenía sal, ni legumbres de ninguna especie y
tení,fl frente a mí a Gaspar, dispuesto a arroJar la septll'?a nada se bebió como no fuera el líquido de la olla.
b" l.., " 6. Llegada por fin la hora de la comida, entraron vanos El banquete continuó y terminó muy alegremente; mi com-
otros neones-para -reunirse con nosotros y no tardamos en em- pañero declaró que la carne estaba excelente, y para gran
l'(~mr~ cada 11no tomó su cabeza de vaca,.la acercó al fuego y , S rpresa mía, la manejó con tanta destreza y naturalidad como
'se'1té'm d'1se encima , empuñó su largo cuchIllo para hacer los ho- 'Pudiera haberlo hecho un gaucho verdadero; pero ¡ay!, a mí
n '1res al asado. Antes empezaron por tocar la carne ,Y I?al- 110 me fué posible acomodar el estómago al nuevo género de
pFlrtn rnn las m anos sucias para descubrir las partes mas tler- ,,¡da que sería menester llevar en adelante; la satisfacción con
n~ ~ v b;en élsadas. Después cortaban una rebanada de ocho que manoseaban el asado aquellos sucios y oscuros compañeros;
.0 d; ez nuhil das de largo; manteníanla así cortada en la mano l. ansia con que engullían las recias porciones, la habilidad
l"'~r U..1. extremo, introducían el otro extremo en la boca y (1 n que tomaban entre los dedos el bouilli, y se bañaban la
r" "n,,:h In tenÍnn adentro lo bastante como para mascar, sepa- 1nrbilli;l y la garganta con el caldo, todo esto estaba muy lejos
r ¡""In el bOC:'1do con un corte de cuchillo. Esta era la manera <l despertarme ningún espíritu de emulación. Ni siquiera el
e ' 1 (lue todos comían elogiando el buen sabor de la carne vivo deseo que despierta un buen apetito (no habíamos comi-
'~ ' :en';r1S C'1nversaban y reían, de tal suerte que era de sor- (1 nada en todo el día), fué bastante para llevarme a partici-
o f"ren ¿er cómo, a veces, no se cortaban la nariz en lugar del }lar del festín. Sentí debilidad y me fuí a la cama, es decir me
troz" de carne; rara vez lo mascaban más de tres :veces y lo rnl a reclinar sobre el suelo desnudo en una choza contigua
.ewr,ullían con asombrosa rapidez. Una vez consumIda l? car- (hmde tendí un cuero a guisa de cama, con el recado por 'llmo-
ne. de la (lue apenas si quedó el hueso en el asador, VIlla el hada. Cubierto apenas con mis ropas y un poncho, me tendí
serrnndo plato. - ! cm intención de dormir.
El caldo, o sea una olla con caldo y carne, fué destapado; Pero no pude con ciliar el sueño porque, apenas acostado,
ln olla estaba hacia otro lado del fuego, de manera que los ~l1fri el ataque de legiones de pulgas. Los nativos de estas
c'omensales tuvieron Que cambiar de sitio sus asientos y jun- ,o:marcas sienten por lo general especial predilección por los
t''r las cabezas de vacá formando un círculo cerrado. La carne / . tranjeros, pero las pulgas más que ninguno; me sentí devo-
f1l0 sacada entonces de la olla con los dedos por uno de la ,'m1o por ellas; cazarlas, atraparlas, era imposible; todo lo que
partida y él y los demás empezaron a cortar y a, comer, con el JlocHa hacer era echarlas, arrojarlas y alejarlas un poco de su
mismo arte de trinchar y de devorar que hablan empleado. r, , 'tI.n . Para este fin me mantuve de continuo moviendo las
Tnmaron el caldo valiéndose de conchillas amo~~ de cucha- ,1 l'nas y sacudiéndome como rana galvanizada dl;lrante varias
ras' pero como el número de ellas no era suflClente, cada 1100'flS, h asta que, ya extenuado, el sueño me venció y las dejé
con'chilla tuvo que ser acariciada por varios labios diferentes. '111 impunemente saciaran sus pérfidas intenciones. O Dio,
Cuando sorbían la sopa, mantenían las cabeza~ (no l~s .cabe- (hl probo mai tormento eguale al mio! Cuando me desperté,
zas de vaca en que se sentaban, sino sus propIas y VIVlentes I IlIban todavía de fiesta; muchas cayeron bajo la mano de la
111 Licia distributiva y otras buscaban salvación en la huída,
6 Alusión a la vida novelesca de Gaspar Hausser, de l a que empezó
a hablarse desde 1818 Y que ha sido llevada al libro y al teatro por 1" 1'0, como los Partos, apenas eran desalojadas de una posición
-diversos autores, entre ellos por Octave Aubry, contemporáneo. (N. DEL T .) n lI ovaban en otra el ataque y no me quedó otro recurso que
172 J. A. ~. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 173

la retirada . Saliendo al aire libre, me saqué los vestidos y,


sacudiéndolos bien, me dí maña para desalojar a mis tortura- se usa el mismo procedimiento que entonces para cazarlo 7.
dora , de tal modo hartas, que apenas si podían saltar. Tres bolas de piedra o arcilla, poco más chicas que una pelota
de cricket, forradas con cuero, se unen, una con otra, mediante
Después pude convencerme por experiencia de que en con-
u.rl.as correas de una yarda de largo. El cazador mantiene
tra de lo que podría suponerse, las cocinas o cobertizos donde empuñada en la mano derecha una de estas bolas mientras
se hace fuego son menos frecuentados por las pulgas que los hace girar las otras sobre su propia cabeza; luego arroja Jas
ranchos donde no se hace ninguno, y, con eso, elegí siempre tres a las patas del animal, y arrollándose las bolas a ellas,
aquellos lugares para dormir, cuando pude hacerlo. En las o lo hacen caer, o lo detienen de tal manera que es fácil apo-
cocinas hay mayor movimiento y menos abrigo para las pul- derarse de él.
gas que en los ranchos, usados principalmente como depósitos A las dos llegamos a Canelones, pueblecillo de unos quinien-
de cosas: ponchos, recados, mantas, y utilizados como dormi- tos habitantes. Tiene pocos edificios, si se exceptúan los de
torios; las pulgas encuentran entonces mayor abrigo y hasta la plaza. En las vecindades hay buenos bosques y excelentes
un reposo que puede ser necesario para un enemigo tan em- pastos. Tomamos aquí un almuerzo mezquino: un comistrajo
peñoso y tenaz en la lucha. mal cocinado que nos dieran en una especie de cafetín. Des-
Eran las nueve de la mañana del día siguiente y no habían pués de la siesta reanudamos el viaje y apresuramos la mar-
podido juntar la tropilla de caballos. Dejamos entonces aquel cha a razón de unas cuatro millas por hora (descontando el
Gólgota y nos pusimos en marcha con dos baquianos, un ca- tiempo empleado en correr avestruces, en reunir los caballos
ballo carguero y cinco caballos más para cambiar en el camino. y en asegurar el equipaie). A las seis de la tarde vinimos a
dar al río Santa Lucía, de orillas agradablemente orladas con
El campo, en distancia de varias leguas, ofreció el mismo as- órboles y arbustos siempre verdes. Bajamos una barranca de
pecto, agradablemente ondulado, con muy buenos pastos y unos veinte pies de alto y cruzamos el río que tiene unas
diversificado por árboles y arbustos. Aunque estábamos en treinta yardas de ancho, en un bote, llevando en él los recados.
mitad del invierno, hacía un tiempo apacible y suave. El her- Los caballos cruzaron a nado, detrás de nosotros. Desde el
:mano menor del baquiano nos divertía corriendo a los aves- Santa Lucía en adelante seguimos al trote corto sin encontrar
truces que encontrábamos con frecuencia; no pasaba de los nllda digno de mencionarse, hasta San José. Habíamos deci-
doce años y era un perfecto jinete; bien asido al caballo con <lido detenernos allí y mirábamos el contorno con alguna in-
sus piernas cortas y echando el cuerpo a un lado y a otro con Cluietud porque caía ya la noche, cuando a las ocho advertimos
toda suerte de posturas, corna a los avestruces a todo lo que que nos habíamos internado en distancia de unas cincuenta
daba su caballo gritando cuanto podía hasta que se le escon- IV rdas, en una división del ejército patriota; unos ocho o diez
dían entre los árboles. La caza de este animal con probabili- hombres estaban a caballo y el resto, en número de unos dos-
dades de éxito sólo puede cumplirse con caballos muy ligeros, I i ntos, se hallaban acostados en el suelo, envueltos con sus

porque, aunque el avestruz no puede volar, corre a mayor velo- ponchos mientras los caballos pastaban allí cerca. No había
cidad que la mayoría de los caballos y, corriendo, aumenta su I I quella escena nada del orgullo, pompa, y otros aspectos
velocidad a favor del viento al abrir las alas con lo que, por eJe la gloria guerrera, ni los soldados estaban cubiertos por otra
lo general, toma la delantera a los más veloces corceles. La elO que por sus ponchos sobre la espalda, ni tenían otro techo
caza del avestruz era una de las ocupaciones favoritas de los
indígE::nas a la llegada de los españoles en el siglo XVI, y ahora 7 No; los indios del tiempo de la conquista no usaban esas boleadoras.
(I'if.
/)ltL T.)
174 J. A. l!. BEAUMONT VIA]E3 (1826-1827) 175

que el cielo ; pero, parecían muy contentos. El baquiano res- parte de la bota sobre la ceniza caliente del fogón dejada des-
pondió él las preguntas que se le hicieron y seguimos andando' pués de haber cocinado la última vez. A la molestia del pie
hasta qUe anocheció por completo. Aquí empezamos a sospe- se agregó otra: la de sentir un hambre canina, y mirando
char que aquél no conocía el camino. Esto se confirmó· hacia arriba pude ver un gran trozo de carne que col?;aba de
poco despu és; luego de andar un buen rato sin saber un madero del techo. Entonces me asaltó una idea, y fué que
en qué rumbo, aunque él aseguraba que debíamos estar cerca debía despojarme de prejuicios primitivos y ver las cosas como
de la ciudad, resolvimos acampar durante la noche en el mis- los robustos compañeros que me rodeaban, puesto que me en-
mo sitio. La humedad del pasto, alto de dos o tres pies, nos contraba en su país; saqué mi cuchillo, corté un buen pedazo
llevó a ensayar diversos recursos para sustraernos a esa obliga- de carne y lo puse sobre la ceniza donde me había quemado
ción y en consecuencia despachamos al baquiano más joven el dedo; sin embargo, el fuego no me servía ya; se había debi-
para buscar por ahí algún rancho donde dormir; pero volvió- litado mucho. Después de esperar por casi media hora, el
sin haber encontrado nada. Bastante molestos, empezamos a pedazo de carne apenas si se calentó. Pero yo estaba resuelto
f. reparar el descanso, más bien el alto de aquella noche por- a vencer en mi tarea: cortando allí, royendo acá, logré por
que difícilmente hubiéramos p9dido descansar. Para colmo de· último masticar o engullir varios bocados. Satisfecho de no
la mala fortuna, la noche fuéde frío muy intenso y teníamos haber vacilado, y de haber tragado realmente un pedazo de
un hambre voraz. Habíamos desensillado y estábamos hacien- carne sucia y medio cruda, como lo hubiera hecho cualquier
do las camas con los recados, cuando el muchacho, que ha hía gaucho, me acosté otra vez y dormí. Por la mañana, al des-
salido por cuarta vez, vino con la buena noticia de que había pertarme, miré los restos de mi biftec: era aquello algo tan
descubierto un rancho en las inmediaciones. Las camas se· poco atrayente, que al pensar que me había devorado una par-
convirtieron muy luego en recados y, habiendo montado, fui- te. me provocó náuseas y hube de salir al aire libre para re-
mos sin tardanza hasta la puerta de un cerco que rodeaba un ponerme. Y he te aquí que descubrí el pueblo de San José,
rancho, donde pedimos a voces que se nos recibiera. A los objeto de nuestras ansiosas perquisiciones de la noche ant~-
gritos respondieron con sus ladridos una docena de perros ior, a menos de trescientas yardas del rancho. En pocos ml-
guardianes. De ahí a poco apareció en la puerta un viejo ,lutos más, dimos las gracias a nuestro hospedador (lo único
gaucho; con pocas palabras le expusimos la situación, y aun- flue puede darse en caso semejante) y nos pusimos en camino
que se advertía la molestia producida porque le habíamos in- 1\ San José; los baquianos con los caballos siguieron poco des-
terrumpido el sueño, nos hizo pasar atentamente a la cocina llués. · San José es un pueblo pequeño con muchos y diversos
donde tendríamos dormitorio y también abrió el corral para (n'boles, rodeado por terrenos bien zanjeados y cercados. La
que encerráramos los caballos. Esta cocina tenía unos seis o población, al parecer, será de cuatrocientas a quinientas almas.
siete pies cuadrados; en ese espacio nos-echamos a dormir dos Aquí nos resarcimos de la mala comida del día anterior, rega-
hombres, un muchacho y dos perros mastines, apretados unos 1\ndonos con un excelente breakfast, huevos y café, en un
contra otros y casi en seguida caímos todos en un sueño pro- .nfetucho, donde jugamos una partida de billar mientras pre-
fundo y reparador. Por lo que a mí respecta, puedo garan- pl1raban el almuerzo. A las nueve de la mañana salimos para
tizarlo. Pero, así y todo, fuí despertado por un dolor agudo W Colla, más de quince leguas adelante. Durante la primera
en un pie y al mirarlo instintivamente, lo que pude hacer plll'Ce de este día, el campo ofreció el mismo aspecto que en
ayudado por la luz de la luna, advertí que me faltaba la punta, 1 <.Ha anterior: ni ganados, ni viajeros, ni criatura viviente
del pie de la bota y que tenía bastante lastimado el dedo np recía, salvo algunos pocos venados y avestruces, y éstos
grande. Todo provenía de haber puesto inadvertidamente esa • luy a lo lejos; pero a eso de medio día dimos con dos viajeros:
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176 J. A. 1.:. BEAU MO NT
VIAJES (1826-1 827)
177
un vendedor ambulante de caña (aguardiente) con su hijo, mu-
cha ho d unos nueve años. piel d comer para uno o para varios, o solicita un puñado de
Mi compañero había hecho la observ;ació;n, más de una vez, I !H 1'ro , se los dan si~ vacilar y sin pensar en que podrían
de qu no habíamos encontrado todaV1a mnguno de esas na- pll~ tn·1 S; y sflben que SI ellos se encontraran en circunstancias
ti.vos astutos tan frecuentes entre el paisanaj~ y famosos en 11 111 ) nl s y tuvieran necesidad de ser socorridos, lo serían de

Sud Améric~ según había oído decir. Pronto Iba a .tener oca- " JnJSnl lnan~ra. Pero, dejado este cambio de gratuitas cor-
sión de rectificarse. El vendedor de caña y ~u chICO. f.ueron t " {n y redUCIdo el hombre de campo a sus transacciones y

los primeros caminantes encontrados en tres dlas de VIaJe. El JI" .1.0 de comercio, dice "adiós" a sus generosidades. Su ca-
hombre llevaba dos barriles sobre su caballo para vender~os en I ti 1, r parece expe-?mentar entonces un cambio completo y
el pueblo próximo, y este gaucho, o mercader co~o podna ser ti ..rlll ( que se conSIdera llamado a jugar una partida en que
llamado se unió a nosotros y se detuvo en el mIsmo ,rancho I I 1111'1 paz de embair a su antagonista y mostrarse más
en que lo hicimos, para dormir la si:sta. Una vez alh, obse- 'l(
I ,,, tI 1, debe ser admirado como más experto jugador.
quió con un vaso de su licor al dueno de casa y ~ cada ~no Jr.1I 1,' [ terreno ~rent; a la casa, tres pequeñuelos de caras
de la concurrencia; debía de ser poco más de medIO cuartIllo I 111 d 1\ 11 nas se dIVertIan enlazando a unos perros Con tiras
y lo tomamos en compañía. Mi compañero, que er~ un verda- 1, 1'1 10'0 crudo. Parodiaban toda la faena' eñlazaban al ani-
dero inglés, no encontró bien recibir como obseqUIO, y de. un 1111 .1, hacían como que lo degollaban con' todos los extra va-
pobre mercader extraño, la mercancía con que ga?aba su ':Ida, foil I IIL! S ad~manes y juramentos usados, que reproducían con
y así le pidió que recibiera dos reale~ ~omo p.recIO. El cnolio 1" In .xactltud .. Los perros 8e dejaban arrastrar en una y otra
replicó que no había pensado en reCIbIr ~recI~ alguno por o cllI'( r. lón con ejemplar paciencia y hasta parecían complacerse
que ofreCÍa espontáneamente, pero, que SI tema ~;to en .h ~; 11111 .1 jue~o !an~o como los jóvenes gauchos. Me sorprendió
cerlo podía darle los dos reales. Mi amigo se los dIO y refIb~ I I tnlento ImItatIVO de los muchachos y pregunté qUé edad

el v;so que ciertamente, no contenía el valor de un red' 1 h lit n; la madre me contestó que no podía decirlo con segu-
observando' que el muchacho no había gustado nada e o I'h llld. "Aquellos dos -dijo señalando a dos que andaban des-
ofrecido, como los demás, lo convidó a toma: un sorbo ~e su I1 dos- , son muy chicos, pero el otro que tiene pollera, ya
vaso: el muchacho, entonces, cor: una gracIa y una S? t;ura I tú en edad de andar a caballo" B. Después nos contó que
más propia de un petimetre, tomo el vaso y se lo .empmo, y ,. nía un pequeñuelo muy enfermo y nos pidió que lo viéra-
tan bien que cuando lo devolvió diciendo que el hcor estab~ IllOS; para esto nos llevó a la cocina donde vimos una pobre
excelent~, mi amigo advirtió que no quedaba. na~a y que_ e rl'iatura meciéndose en un aparato de cuero suspendido del
había pagado sus dos reales sin. h~b~~ probado s~qUIera la can? h cho y casi sobre el fuego. -
Después de esto el amigo no mSIstlo en desestlmar la astuCIa Mi compañero, que tenía conocimientos de medicina, atri-
del paisanaje, ;unque, en rigor, un vendedor ambu~ante de huyó la enfermedad a que el chico estaba medio tostado por
aguardiente no tiene por qué ser tO!,ll2.do como, speczm,en de 11 calor y resecado por el humo, pero dió a la pobre mujer
toda la gente del campo. Pero esta pequeña anecdota Ilustra grandes esperanzas de salvación si serruÍa sus indicaciones. És-
mucho sobre las costumbres del país; el pueblo e~ verdadera- tas consistían ~n sacar !a criatura d~ la cocina, colgarla a la
mente liberal, si se atiende a los medios de que dIsp~ne; obra sombra de un arbol vecmo y hacerle sorber una infusión sen-
.o
influído por el sentir del momento y cuando la neceSIdad la cilla que le explicó seria y formalmente.
miseria claman socorro, lo dispensa espontánem;nente; SI ~n
cosas de poca monta, un viajero a quien no volveran a ver mas, 8 Los gauchos no cuentan la edad (de los niños) por años. La edad
de montar a caballo corresponde a los cinco años. (Nota de BEAUMONT. )
178 J. A. l!. BE AUMON1' VIAJES (1826-1827)
179

El h ombre que posee conocimientos d~ medici.na es siem- ~ ) I t 111; 1;. aquí fué recibido bondadosamente por la familia con
pre muy estimado por los gauchos y lo. mIran .ca,sl como a un " I II \ ¡"vía, que lo acogió como a uno de los suyos. Pasamos
ser de naturaleza superior. Esto provIene qmzas de, que ~as I : ' 1I 1 a la maner~ gaucha, en un rancho. Ya por este
autoridades de la Iglesia en España pidieron a los cures enVia- , 1 11 :\ lO me acostumbre a comer la carne con los ded .
dos a las colonias que se hicieran idóneos para curar a los
habitantes, tanto de cuerpo como de alma. .
"lit Ii s! pero nunca llegué a progresar tanto en mi edu~~ct~~
,''' ;1 111 rlcana cOmo para soportar con resignación los ataques
Al dejar este lugar, echam os de ver que e.l lll.ocente ga:r- 1,1 , 1I rulga~. Pasé la noche cOmo de costumbre, persÍimién -
chito que había sorbido la caña con tanta efIcaCla, se h~~Ia I 1I " :matandolas, o tratando de hacerlo. o .
tomadó también la mitad del pan que llevábamos, escondlen- /1:" ( Sl lug~r había un gran cuero de tigre colgado a secar
dolo en el poncho del padre. . "'" I ~nbia SIdo sacado al animal poco tiempo antes. El tigre
Esa noche dormimos en una pulpería, en El Colla, pueble- ,"dl 11 Jd~ cazado en las márgenes del río Uruauay distante
I ' " (' , (lUlUc~ l~guas de allí. H ay criollos que ;ana~ su vida
cito de unos doscientos habitantes, situado en lo alto de una
cuchilla, a quince leguas O.N.O. de San José. Enc.o,ntra~os '11 /11 11 () stos tIgres y vendiendo los cueros. Tienen diversas
allí varios franceses; uno de ..ellos sastr~ de profe.slOn; Vlll,O 1"/1 "' 1'/l S de provocar al animal para que salte sobre ellos; reci-
hacia mi compañero y le dIJo que ten~a entendIdo era el
un gran médico y le pidió que lo e~ammara de :rna enfer-
1"" , J ,nsalto con. los brazos tendidos, cubiertos con un cuero
medad de que sufría, lo que el otro hIZO, y le receto, co~, toda
, I' ,"VOjll y al mIsmo tiempo dan al tigre un golpe recio en
I IIII O~ en su parte más estrecha, con un garrote pesado y
formalidad~ El respeto del baquiano hacia nosotros, subI.o con ; 111 ' 11, e n este golpe queda el tigre imposibilitado y en seguida
esto algunos puntos. Aquí nos :-egalaron con huevos fntos y " 1II IIIIItan con los .cuchillos. Otros cazadores los matan de
dormimos sobre los recados tendIdos sobre el suelo de~n~do, y /111 1 IV. n el cuchIllo al recibir el asalto. En caso de fallar
en el rancho, como de costumbre. En la jor.nada sIgUIente, , , '1 " 1( d 1garrote o la puñalada, el cazador está perdido salvo
fuimos hasta San Juan, pueblo apartado y dIstante ocho le- 1/1111 " " , Q CO? él,un c0;ffipañero para ayudarlo; y no sól; peli-
guas, adonde llegamos a ~so de las tres de. la tarde. Durante 111 I! propIa Vl;Ia, ~lUO la. de los demás, porque el tigre,
el día vimos muchas perdIces, que el baqUIano me~~r se ocu- 1 u 1'1/. I <l una Vlctona semeJante y de un festín como aquél
pó de cazar de la siguiente manera: observaba. el SItIO en que 11 1111 , sustrae al hombre, ni huye de él, sino que, por ei
e! ave se había asentado; iba con su caballo hacIa ella, rev?lea- , " '" 111 1'1 0, 10 acecha y lo ataca. La relación que acabo de
ba sobre su propia cabeza el mango del rebenque; la pe~dlz se 1
11 1 1', 1\ hube de don Bernardino Rivadavia cuando éste esta-
pegaba al suelo y, entonces el muchacho, tomando bIen la 1111 ' " I ,o:nd~es ; pero en Buenos Aires me encontré con que
puntería, le arrojaba con fuerza el r ebenque; rara vez erraba 11ft 11 1/1 11111 tlgres con armas de fuego para negociar el cuero
el tiro. Después la desplumaba en plena marcha; la ataba 11 1I /', II1! OS lugares del país, sobre todo en los Andes y su~
luego al recado y reanudaba la cacería. Alll~~ar al ra~~~o, . 111111"1 1 , 1 nes, los cazadores de tigres los persiguen a caballo
cortó las aves en trozos, las asó y se las .comlo con f~~lClon; 1111 111 111 usntos p~rros; estos perros husmean fácilmente al
En San Juan encontramos un inglés carpmtero que VlVla alh
desde algunos años atr~s y se sentía muy sa~isfecho ,con el
'111 'o tacan; SI huye lo persiguen y lo acosan, y en esa
IlIlt \ mpresa, los perros quedan con frecuencia mutilados
país. Nos dijo que h abla llegado a Buenos AIres haCia mu- 11111 1/0, A yeces la suerte les es contraria y son ellos los
chos años, pero que los inconvenientes propios de las revolu- 1,"1 1 111 l /llt pelIgro; en uno o en otro caso, el cazador enlaza
ciones ocurridas en aquella ciudad, le obligaron a abandonarla, I I 1, , le ~l galope tan ligero cOmo puede hacerlo el
cosa de unos nueve años atrás y entonces se vino a la Banda 1I ltuaclón tan embarazosa, arrastrando el tigre con
180 J. A. ]J. BEAUMON'l" VIAJES (1826-1827) 181

él, mientras los perros siguen acosándolo continuamente. 1111/1 fl lles reCIen formadas, con el barro hasta los tobillos.
Cuando el jinete ve que el tigre no puede más, se apea, lo , 1),- lJltil:no, dimos con la mejor pulpería del lugar y después
degüella y le saca el cuero. ,It ¡nmbta~ de r~pa en el mismo cuarto de despacho, comimos
En la m añana siguiente partimos con rumbo a Las Vacas "'10 ~O~IZOS bIen sazonados con ajo; esto, y pan moreno,
y de camino hicimos alto en la casa del Alcalde ~ara refren~ar 111f~ lo umco que pudimos procurarnos. Luego nos ocupamos
los pasaportes. Allí encontramos a nuestro a~Igo el carpm- .1, lo, amas para dormir, porque esta vez nos dieron a cada
tero divirtiéndose con los miembros de la famIlIa del Alcalde; 11110 nna armazón de lecho y unas sábanas ordinarias. En ver-
me dió la impresión de que estaba con ella en los mejores tér- Il,l d r> Ilamos una noche descansada con raras interrupciones de
minos y todos hablaban-de él en forma amabilísima. Tal es ,,,,. 'p111gas. Al día sjrmiente. domingo, estábamos todos in-
la estimación que toda esta gente muestr~ por las pe:,son~s 1/11 1\1. ~ por cruzar a Buenos Aires y en consecuencia anduvi-
capaces y activas. En toda es~a jornad~ la tlerra a~areCl? mas 11111 /lverigwmdo Qué barcos iban a es"! ciudad. Er:m sola-
desigual y variada que en dlas antenores, tamblen mas ar- 1111 111, elos: La Sarandí. goleta favoritR del almirante Brown y
bolada; bandadas de loros y de otros pájaros de vi.stoso plu- 1111 c'lIrtnnero. ConseO"uimos ser admitidos a bordo de este últi-
maie pasaban sobre nosotros, pero en pocas horas fmmos sal"';1- 11111 , 11 )1'1 misma tarde y pa~amos ocho pesos cada uno nor el
dados por una tormenta tremenda con tru~nos y llUVIa I 1 \ "jc, En la mañRna si,,ruiente levamos- anclas y nos hi'cimos
torrencial que nos acompañó en todo el cammo hasta Las 1 1/1 la. Apen::ls si habrÍ::lmos frélnQueado la peQueñ'l rana de
Vacas, adoñde llegamos calados hasta los hues~s, a las cinc? ' /1 Vncas cuando vimos dos ~ran':¡es navíos que-venían hacia
de la tarde. Con la lluvia desaparecieron los paJaros, pero. VI- "" " Ir'OA con velas desnlegadas. Emnezamos a arrenentirnos
mos cientos de sus nidos en los árboles, a lo largo del cammo. d, I I/ tfl~r embarcado en un buque de- m.lerra e imarrinamos la
Habíamos atravesado ahora la parte mejor de la Banda 1 dlt 111 0 figura que íbamos arenre~entar si nos llevaban a
Oriental' cada paso que dábamos era entre riquísimos pasti- I\1",tI( vi deo: todos los cañones, espadas y demás. fueron l)1,es-
zales. Hace uñas veinte años, millones de vacas y caballos 111 1111 movimiento, cadR uno se armó como Quiso: todos mi-
cubrían la superficie de este país; y se ha despoblado tanto I qllllll nquello con seriedad e inquietud, observando nrofundo
desde entonces, que en todo el camino vimos apenas. ?o.s ma- It111t 'io y estimándolo, sin duda, como expresión de ánimos
nadas de yeguas y ningún ganado vacuno. Los edIÍlCl.oS de 11 ~ 11/11 los. Pero pronto se comprobó que los navíos eran ami-
varias estancias que antes se enorgullecían de albergar. CIentos 1'" .. , con lo que las armas fueron reemplazadRs por cuchi-
de miles de cabezas de ganado, se hallaban ahora deslertos y
abandonados, cayendo en ruinas, o habitados solamente por
y
1111 d, mesa y tenedores; y a la seriedéld el silericio ~i/.tlli6
1111/1 f (11) ral decepción, por no haberse dado la oportunidad de
algunos peones en completa ociosidad. EraJ?- éstas ?lgunas de 11, /11' .nn nosotros a Buenos Aires dos barcos brasileños, si los
las consecuencias de las guerras y de la msegundad de la
propiedad que han afligido a esta h~rI?0sa provincia. Las. 1111'1'" hubieran sido enemi~os. Un alemancito se lamentaba
últimas dos o tres leguas de nuestro VIaje fueron hechas por 1111110 lIin guno de no haber h~llado la oportunidad de extermi-
"," 11 lOA brasileños, como él intentaba hacerlo si se hubieran
terrenos pantanosos, y al llegar frente a Las Vacas, dejamos
los caballos en la orilla del riacho, y después de cruzarlo en ¡ ,,1111 /ulo más cerca de nosotros .. . Antes de dejar el país, tuve

'una balsa, en dirección al pueblo, empezamos a procurarnos 11,,1 1 " d que. este valer~s?, y patriota alemán, fué encargado
aquí una buena cena y un lecho confortable. Las casas que ," IIIUt d termmada comlSlOn en Buenos Aires y en cumplí-
encontramos y que eran ranchos comunes, se componían de l ' 1110 de ~lla cruzó a la Banda Oriental para reunirse al
dos piezas y para llegar a ellas nos vimos obligados a cruzar lo llatnota; que desertó de este ejército para irse con los
J. A. 11. BEAUMON1' VIAJES (1826-1827) 183

basileños y, habiendo sido hecho prisionero después por los d ,pudimos comer en forma excelente y dormir en camas
nismos patriotas, fué fusilado. limpias.
'n la mañana siguiente, varios emigrantes que habían oído
Dulce et decorum est pro patria mo~i, blar de nuestra llegada me visitaron en el hotel, y por las
Mors et fugacem consequitur virum.9 • posiciones que me hicieron, todas concordantes entre sí, a
11. que se agregaban mis informaciones anteriores, llegué a la
~o llegamos a Buenos Aires hasta la noche siguiente porque (nnvicción de que las propuestas del gobierno de Buenos Aires
tlvlmos que sufrir calmas o vientos contrarios casi continua- fl/lra incitar a los europeos a formar colonias agrícolas en el
l1ente. Por último, ya cerca de la baja y triste costa de la ciu- JI (Í,s, así como sus proyectos de minas, tenían como fundamento
dd con la felicidad posible, anduvimos, por causa de las res- .d engaño; y que nada se había hecho que no fuera con el
tngas, remando media hora en el bote del cañonero, hasta I'i 11 de atraer hombres y capitales para hacerlos servir a sus
CJIe dimos en un banco de arena; pero estábamos todavía a pl'( pias miras e intenciones. Los emigrantes me dijeron que
redia milla de la costa firme, la noche era oscura y apenas 11111 s de su primera llegada al río, ya se había planeado algo
s nos veíamos uno a otro en el bote. El capitán del barco Jltll' l1 impedirles el paso a Entre Ríos y para detenerlos a
dio, sin embargo, que teníamos enfrente a la ciudad y debía- e l/os con sus provisiones en Buenos Aires; que muy pronto la
ms quedar allí hasta que viniera un carro para llevarnos a la fl lli'l't'a y el bloqueo les hizo imposible llevar adelante su pro-
cGta; seguimos pacientemente sus instrucciones y nos empa- VII(', !. da colonia de Entre Ríos; que cuando los emigrantes,
panos bien con el persistente rocío que recibimos durante me- , 11 I neral, desearon establecerse por su cuenta en Buenos Aires
di hora en aquella situación; no húbiera sido menos, quizás, 11 1I ~ alrededores (donde tenían buenas ofertas como empleos
dE habernos echado al agua y caminado hasta la ciudad; 11 11 portunidades para emprender negocios de provecho) pro-
p<r último, después de repetidos gritos de nuestra parte, se dejó 1"1.,i ron pagar el importe de su pasaje y los adelantos hechos
sEltir un chapoteo que anunciaba nuestra liberación y en se- 1I 11'11 su instalación, pero el agente se lo prohibió e insistió en
gúda una andanada de juramentos y de latigazos dirigidos 11111 quedaran holgando allí, bajo sus órdenes, por casi diez
centra los pobres caballos, advirtió la llegada de uno de esos 1111 , con grandes gastos de la Asociación y sin otro objeto
Cirros altos arrastrados por hombres a caballo, que debía con- 111" 1 imaginado por ellos, a 5aber, la ganancia que se
dlcirnos a la ciudad. Con esto nos sobrepusimos bastante a I'luli r.a sacar por alojarlos, darles de comer y vestirlos; o bien
la molestias, y, habiendo contratado algunos peones para COD - 1'111' inducirlos a engancharse en la armada o en el ejército, en
dlcir el equipaje, iniciamos el viaje de exploración para en- 1II I Itrl dirección o empleo particular que el mismo agente ele-
cntrar en la ciudad el hotel inglés. Para esto tuvi~os que \ 1111 j porque todo principio y toda norma de las contenidas en
aJdar una hora de un lado a otro por la ciudad. Todos cono- 1" ins trucciones habían sido puestas de lado y violados, y el
CÍln el Hotel de Faunch y nadie lo conocía' por último des- d, pi If rro y el desfalco habían consumido en Buenos Aires
Pl~S de haber sido llevados por una y otra ;aÜe con las ~opas 11111" (1 dinero y los almacenes de provisiones enviados (de
noJadas, y de haber pasado media docena de veces por la puer- '1111111 rra) para el establecimiento de Entre Ríos.
té del hotel, descubrimos a un inglés que nos indicó dónde se 1': " ()s misma mañana, y todavía temprano, fuí a casa del
hIlaba. Aquí, por primera vez desde que salimos de Montevi- "1" 1111 . r¡ue me recibió con extrema cortesía y me habló de todo,
1111 IIII d negocios. Durante el resto del día estuve recibiendo

9 HORAero (Odas, III, 2, 13). Dulce y bello es morir por la patria.


1111 111111 11 iones (de distinta procedencia), de que la depredación
L muerte persigue al fugitivo. (N. DEL T.) 1111 ti 11 11 loba y me enteré de que el agente había estado ven-
184 J. A. n. BEAUMON'r VIAJES (1826-1827) 135

diendo las provisiones de nuestro depósito a ciertos individuos Clon y algunos empeños por convencerme de que yo debía
de Buenos Aires por poco más de la mitad de su valor. Para caminar como él (en lo que no tuvo éxito), levantó las rien-
detem~r esta obra de devastación, visité a estos compradores, das y la cincha y siguió a pie, en silencio, murmurando de
y a otros les escribí advirtiéndoles del mal empleo que se había vez en cuando: -¡Diablo ... estos ingleses!
hecho de nuestras mercancías; pero cerno ya las tenían con El pobre hombre, caminando trabajosamente a pie, estaba
ellos se sonreían de las consecuencias. Al proyectante y pa- por completo fuera de su elemento y no pude menos que con-
trocinador de la Sociedad (como don S. Lezica se intitulaba dolerme por su hUll).illante mortificación, pero no al extremo
a sí mismo), fuí a visitarlo, pero estaba ausente. en Chile;. ~l el cederle mi cabalgadura. ¡Un gaucho a pie! El caminador,
otro Director, Don de Castro, alegó 1;1na desgraCIa de famIlIa 11 pesar suyo, parecía desear que lo tragara la tierra sintiéndose
para no verme, y antes de que pudIera yo obtener una au- h rido por esa situación vergonzosa. En ese estado fué visto
diencia de don Bernardino Rivadavia, presidente de las Pro- l)c;r algunas personas que lo conocían. Bajaba la cabeza aver-
vincias Unidas, y artífice de la Emigración, me hallé con que nzado, y con mucho sentimiento contaba el episodio que le
nuestro agente había salido para la Ensenada, donde se guar- \libia llevado a tal situación, jurando al mismo tiempo que, de
daba el remanente de nuestros depósitos. Sospechando que el Il ser por mis pistolas, no sería yo quien iría montado en su
viaje del agente respondía a la idea de hacer. desaparecer ese n llAlla. Después de seguir a mi lado (por cierto que nada
remanente me decidí a seguirlo; pero esto úlbmo no pude ha- e( rdial), como una media legua, encontramos una tropilla de
,
cerIo tan pronto como deseaba y tuve que esperar un d'la para I/lhnllos arreada por un muchacho en dirección a la ciudad.
obtener uña licencia y alquiler dos caballos de posta. Mi guía en seguida trató con el muchacho para que le cediera
Cuando los caballos fueron traídos a la puerta, en la mañana 11110, bastante bueno, al que le puso mi recado, y apenas lo
siguiente, hice presente al guía que el destinado a ~í difícil- IIlOnté, me pidió que pagara ocho pesos por él, pero yo no me
mente podría llevarme encima, porque el pobre ammal tam- I 1'1 ¡ obligado a esto último, y me puse al galope, negándome
baleó apenas lo mont~, pero el guía lo a~ribuyó a, p~reza y ~e 11 1111 petición; pagó él mismo y pronto me alcanzó; al llegar
aseguro que era el meJor caballo que tema. Esto ~ltl.mo, s~gun 11 In posta pintó con negros colores a los oyentes el mal trato
lo compr obé después, era verdad, porque era el umco ammal 'IIH había recibido e insistió en que le fueran pagados los
que le habían dejado. A fuerza de rebenque y espue~a me lidIO pesos. Los amigos trataron de persuadirme de que, con
dí maña para hacerlo andar hasta una legua de la cmdad, 111'1" lo a la costumbre, el guía tenía razón, pero como para
pero al último, el pobre animal cayó exhausto para m.orir. 111 orn muy claro que la justicia estaba de mi parte, no hice
El guía desmontó con toda tranquilidad para sacarle mI r~­ I 11 f1 d clamores, y rechacé todas las exigencias.
cado, parte del cual colocó sobre su propIO caballo. Despues g" mi viaje de vuelta a Buenos Aires, al día siguiente, pude
le diio adiós al caballo moribundo con una andanada de pala- 111' 11 pobre animal que cayó conmigo, tirado donde lo dejé
brotas dándole un fuerte rebencazo, y estaba ya para subir a I II ¡, j d, vorado por los ca ranchos que, por centenares, se da-
su caballo, pero yo me le anticipé en este movimien.to y s~lté 11/111 III'l festín con su osamenta.
sobre su recado dejándolo en la alternativa de seguIr a pIe o 1,11" primeras tres leguas de mi viaje a la Ensenada de Ba-
de procurarse otro caballo en algún rancho vecino. Al princi- 1" '111, las hice a pocas millas de la costa del río. Desde allí
pio- se mostró muy violento y declaró que no podría encon- I,"t1, V r bastante bien, a distancia de tres leguas, el combate
trar otro caballo hasta Jlegar a la posta próxima, distante cinco · It I 1() de julio entre la armada brasileña mandado por el
leguas, y en cuanto a la vuelta a Buenos Aires, dijo que no IrIC l'II lIt Norton y la de Buenos Aires comandada por el
había otro caballo en aquella posta; después de esta explica- 1111 I mt Brown, combate en el cual ambas partes sufrieron
186 1. A. B. BEAUMON'l' VIAJES (1826-1827) 187

grandes pérdidas y Brow.n estuvo en gran peligro 10. Vi veni~ desde el momento en que llegaron al puerto. Durante los
después a su buque completamente acribillado 'por las balas. 1 diez meses que permanecí en Buenos Aires, no cesé un mo-
y no me satisfizo el oír que muchos de los agrIcultores enVIa- mento de insistir ante el Consulado para que me ayudara,
dos por nosotros habían combatido y muerto en esta batalla, ompeliendo a estos directores y al agente a rendir cuenta de
a favor del gobierno de Buenos Aires. Después de pasar .la los fondos y provisiones encomendados a su custodia para un
segunda posta, tomamos el camino princi:p?l porq"?e las l~uvIas bjeto especificado, a saber la ayuda a aquellos emigrantes
habían inundado el camino del baJo pomendolo mtransüél?le, scogidos para establecerse en nuestro campo. Pero todo fué
El campo era una llanura mon6tona y ~rjste en to~o ~l cammo, , n vano. Una orden fué expedida, por cierto, por el Con su-
hasta la Ensenada, salvo en la extenslOn de la ultlma le~ua 1 do, a fin de que el agente rindiera cuentas en el plazo de
que formaba un solo pant~n~; el agua lleg?~a a la barng!l un mes, pero aquel se rió de la orden, y el Consulado nada
del caballo, Durante este ultImo paseo acuaTICO, y al termI- Ilizo para que se cumpliera. Hasta hoy no se ha rendido cuenta
narlo, mis piernas se hallaban tan acalambradas por ~~berlas n1 una ni el Consulado ha tomado ninguna decisión para la
mantenido -encogidas para evitar el agua, que con dIfIcultad 1'( stitución del resto de nuestros bienes como se solicitara;
las volví a su posici6n-natural. Al lle.g ar a la Ensenada pude }l ro cuando dejé el país, estos despojos que yo había rescatado
comprobar que nuestro fiel agent~ había llegado ante¿ q~e d manos de nuestros agentes, permanecían deteriorándose en
yo para tomar las medidas necesanas con el encarga~o e ¿s los depósitos, si no en poder de los agentes del gobierno y
almacenes a fin de despachar diez carrada~ de artlculos e l' lIsos amigos de la Sociedad, señores Lezica y de Castro, por
comercio con destino a Buenos Aires e,sa mIsma noche; pero tI menos sujetos a su influencia.
llegué en el momento oportuno para evItar ese hecho¿ 'b' Como podrá fácilmente imaginarse, no dejé de reclamar la
De vuelta a Buenos Aires tuve la buena fortuna e reCl Ir 111 diación del Presidente de la República y soi-disant amigo
por el paquete que había llegado el mismo día, un po~.er q~e p( r-sonal de nuestra familia, don Bernardino Rivadavia, para
me autorizaba para reemplazar este agen~e. Me ha la SI o Illvar lo restante de nuestros bienes y para prestar a los
. enviado para el caso de que diversos ,aVISOS llegad?s a los .lIligrantes la ayuda que les había sido prometida en las
directores en Londres sobre faltas cometldas por los dlre:tores H,blicaciones que el señor Rivadavia hizo circular por toda
y el agente de Buenos Aires, se probara, q~e fueran CIertos. \ I:ut'opa. Así que volví de la Ensenada, solicité una audiencia
Me valí del poder en seguida, anulando pubhcamente el nom- }lit· entrevistarme con este personaje, la que me fué conce-
bramiento del agente y solicitando del Consulado 9.ue se prf- t1ill , Y se me fijó la hora en que habría de recibirme. Esta
cediera al embargo de todos los bienes pe~ten~c~~ntes a a 1111/ usta ceremonia merece una especial descripción.
Sociedad que permanecían en su poder: MI petlc;on ante el !\. la hora indicada, concurrí con toda puntualidad él ver
Consulado había permanecido desatendl,da ocho .dIas, cuando 111 P,'esidente, a quien, para mi desgracia, había tenido ocasión
nuestros dignos directores de B,:enos AIres, LezIca :: Castro, d. 6 r presentado en Londres y de conocer por sus actos en
resentaron una petici6n con obJeto de que se procedIera a su 1IIII'110S Aires. Al presentarme en la residencia de S. K, en el
P - de los efectos d e 1a SOCle. d a d,y t a"
1 cosa 11' IUll'l , su aide-de-camp me recibió con uniforme de gala. Le
favor al secuestro
les fué concedido ¡ese mismo día! Estos caballe:~s haOl~n I !lll'egué mi tarjeta y me pidió que esperara en la antesala

considerado los efectos de la Sociedad como su legItImo botin 1", In que S. K pudiera recibirme; esta espera se prolongó
"11' si una hora y durante este tiempo el caballero de uní-
10 Combate de Quilmes. 30 de julio de 1826. (N, DEL T.) 1111 '/11 hizo cuanto pudo, muy seriamente, por averiguarme
11 La fragata "25 de Mayo". (N. DEL T.) I 1111 Il to yo había observado en Montevideo. Hasta que final-
188 J. A. n. BE AUMONT VIAJ ES ( 1826- 182 7) 189

m ente alguien le comunicó que S. E. había qued~do libre. su alcance, como el corte y color de su levita o lo hinchado
El prcguntante desapareció en seguida con mucha pnsa y de~­ de sus maneras. Su Excelencia avanzó lentamente hacia mí
pués de h acerme aguardar todavía un. cua.rto de hora, volv~~ con sus manos unidas atrás, a la espalda; si esto último lo
para acompañarme a la sala de audIenCIas donde me delO hacía también por imitar al gran hombre o para contrabalan-
solo esperando la negada del Presidente. Pero como yo só~o cear, en parte, el peso de la barriga, o para resguardar su
esperaba ver al Señor Rivadavia, a quien con tanta frecuencIa mano del tacto impío de la familiaridad, cosas son igualmen-
había estrechado la mano en Londres y con quien había bro- te difíciles de determinar y de escasa importancia. Pero Su
m eado en la mesa de mi padre, no sentí como debía, quizás, Excelencia avanzó con lentitud, y con un decidido aire pro-
h aberlo sentido el temor reverencial de su presencia. tector me dió a entender en seguida que el Señor Rivadavia,
El tintineo a;gentino de una campanilla en la sala contigua de Londres, y don Bernardino Rivadavia, Presidente de la
despertó mi atención, cuando, he aquí que se ab:r;ió .la puerta República Argentina, no debían ser considerados como una
con solemne lentitud y vi al Presidente de la Repubhca, avan: ola e idéntica persona.
zando gravemente y en actitud tan maje~tuosa, que ~ra caSI Después de los estrictos saludos de rigor, me apresuré a
sobrecogedora. El estudiante, en el Devzl on two stzcks n o exponer a Su Excelencia la penosa desilusión que los amigos
habrá sentido a la apertura de la redoma, la sorpresa que y o de su país en Inglaterra, debían experimentar por el falsea-
sentí al ver al Señor Rivadavia 12 . El más mínimo pormen or miento de aquello en que h abían puesto sus justas esperanzas.
relativo a un grande hombre, resulta .generalmente interesante Me tom é la libertad de recordarle sus promesas de ayuda
para el público, por 10 que no consIde~o fuera de lugar una oficaz y las expresiones de gratitud nacional que nos habían
corta descripción de la figura y el contmente de S. E. sido prodigadas en Inglaterra para inducirnos a exponer
Don Bernardino Rivadavia parece hallar se entre los cuarenta lll.lestro capital y nuestra diligencia en la obra de promover
y los cincuenta años de edad, tiene un?s cinco pies de alto y 1", emigración hacia las playas argentinas. Le hice notar la
casi la misma medida de circunferenCIa; el rostro es oscu:o, mala aplicación que se h abía hecho del dinero y de las pro-
aunque no desagradable y revela inteligencia; por sus .faccIO- visiones enviadas por nosotros como ayuda para los emigran-
nes parece pertenecer a la antigua ~aza que en otros tIempos t s elegidos para establecerse en nuestras tierras. Le hice
tuvo su morada en Jerusalem. VestIa una casaca verde, abo- presente asimism o que no h abía podido obtener explicaciones
tonada a la N apalean; sus calzones cortos, si p.uede llamárseles ti 1 agente que, subordinado a los señores Lezica y Castro,
así estaban aiustados a las rodillas con hebIllas de plata; y h bía estado a cargo de los almacenes y retenía también,
el 'resto escaso de su persona, cubierto con med~as de seda gún lo creía yo, gran parte del dinero; ni tampoco las había
y zapatos de etiqueta con hebillas de plata; el c?nJunto de su obtenido de dichos señores; le pedí que me ayudara a conse-
persona no deja de parecerse a los retratos cancatures~os. de guir de estos señores por lo menos una rendición de cuentas
Napoleón; y en verdad según se dice, gusta mucho de ImItar y que me prestara su apoyo en el sentido de rescatar de sus
a ese célebre personaje en aquellas cosas que pueden estar a g 1'ras el resto de nuestro patrimonio. También le expuse
l i esperanza de que él habría de inducir a su comisión de

12 El estudiante de El Diablo Cojuelo, la novela de ~on Lui~ Vélez de


( migración a reembolsar lo adelantado por nosotros para el
Guevara imitada por Le Sage con el nombre de Le ,vzable BOlte~x. Los 1>/\ aje de los emigrantes con arreglo a los ofrecimientos anun-
ingleses 'le llaman The L imping Devil o The Devrl on tu:o stlcks. ~ iados y al contrato del señor Lezica. Porque siempre se
diablo, encerrado en una redoma, es liberado por el estudlant~ Cleo~as nonsideró muy dudoso que los emigrantes hubieran de prefe-
Leandro Zambullo. Rasgo satírico de Beaumont contr a RlVadavla.
rir quedarse en el establecimiento rural; se sabía que los altos
(N. DEL T .)
190 J. A. E. BE AUMON T

salarios y otros atractivos de Buenos Aires les moverían a


preferir la ciu dad, y las instrucciones despachadas decían que,
en ca o de h acer eso, debía tolerárseles; y le pregunté cuándo
el gobierno daría la orden de pagar el dinero invertido en el
pasaje, según su público ofrecimiento y las segurida~es dadas
en el contrato del señor Lezica, extendidas a dOSCIentas fa-
milias. Mientras yo exponía estas cosas, sometiéndolas a la
decisión de S. E., era frecuentemente interrumpido por él
con preguntas de irritante frialdad: cOY cómo están las seño- CAPíTULO VII
ras? ... Espero que su Señora Madre se encontrará bien . . .
Persecución y saqueo sufridos por los colonos de Eritre Ríos de
Su padre ha tenido poca fortuna en este negocio . ..
Cuando, a pesar de todo, se agotó el repertorio de l~s be- parte de las autoridades provinciales. - Viaje por tierra a la
névolas interrogaciones, alegó sus numerosos compromlSos y colonia de Entre Ríos. - San Pedro. - Santa Fe. - La
me pidió que hablara con sus ministros; los ministros hablarían Bajada. - Gualeguaychú. - Llegada a la colonia. - Amenazas
con él y también hablaríamos todos juntos después. Luego de robo. - Vuelta precipitada a Buenos Aires. - Viaje por el
fué a la pieza contigua e hizo sonar su campamlla de plata. Uruguay arriba hasta la colonia de Entre Ríos. - Alarmas. -
Cuando apareció otra vez, venía acompañado por el señor Paisaje en el río. - Estado de la colonia. - Traslado de los
Olivera, Secretario del Ministro Agüero, a quien fuí preser;tta- pobladores. - Detenido por las partidas provinciales. - Prisión
do por él y a quien dijo que hiciera cuanto le fuera posIble soportada en Arroyo de la China. - Ejemplos de procedimientos
en mi favor. Pero aunque este caballero siempre se condujo judiciales y militares. - Llegadas [de personajes]. - Reci-
con gran cortesía personal, ni de él, ni del Presidente, ni de bimiento al gobernador. - Regocijos. - Lealtad y rebelión. -
ningún ·otro miembro del Gobierno, pude conseguir el menor Tramoyas de las autoridades para extorsionar. - Acusaciones
qdarme de ayuda o reparación. falsas. - Un cómico proceso. - Crecidas multas por la absolu-
ción. - El último peso por la libertad. Viaje de vuelta
a Buenos Aires.

Poco DESPUÉS de celebrada mi audiencia con el Presidente,


,1 14 de agosto de 1826, llegó a Buenos Aires un grupo de los
,ol nos de Entre Ríos para quejarse ante mí de que ya no les
I t' \ posible permanecer por más tiempo en aquel sitio porque,
It, ia meses, el gobernador de la provincia les había impedido
1rnbajar, y desde entonces los ganados y provisiones les habían
¡id sustraídos y llevados clandestinamente; que las hacien-
dlt fueron arreadas fuera del campo y se veían ellos privados
1.1\ tu de sus herramientas y enseres; que no había que pensar
(lIl una reparación legal y, a menos que ellos se defendieran
WJl la fuerza, deberían someterse a que les sacaran la.s ropas-
192 J. A. B. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 193

con que se cubrían. Agregaron que todos los colonos pedían Aires. Como la relación del viaje del comisionado por tierra
la ayuda necesaria para ser puestos en condiciones de trasla- has~n nuestros. establecimientos no carece de interés, voy a
darse a Buen os Aires. l' g'\s'll'orla caSI con sus mismas palabras. Al salir de San
El pillaje de nuestros bienes que estaba llevándose a cabo 1 dr o en dirección a Santa Fe, pudo advertir que las riberas
en Buenos Aires v sus inmediaciones, hacía necesaria mi per- d 1 r10 eran más altas y los pastos no tan ricos como en la
manencia en ese iugar mientras existiera la posibilida,d de sal- r lto m~s meridional del ' mismo río, pero, con todo, no de
var cualquier cosa, y así, resolví comisionar a uno de los emi- 't nla calIdad. A Santa Fe la describió como un pueblo grande
grantes (en quien podía confiar) para hacer el viaje por y L~stante P?blado; las autoridades se mantenían por comple-
tierra, provisto de mil pesos, a fin de aliviar las necesidades 'Lo ll1dependlentes de la jurisdicción de Buenos Aires y no
m ás apiemiantes de los- colonos y con instrucciones para in- (lllorian aceptar el papel moneda ni la moneda de cobre de
dagar -si la intermisión y las molestias de que eran víctimas I Ata última ciudad. En consecuencia se vió obligado a volver
por parte de las autoridades provinciales, podrían ser allana- /1 , 111 provin cia ~e Buenos Aires para cambiar algunos de los
das en lo futuro. En caso contrario debía buscar la mejor fllll otes que tem a, por pesos fuertes. Otra vez en Santa Fe,
forma de sacar a los colonos de sus tierras. Con arreglo a esta ( 1'111.6 el río Paran á en un bote hacia la Bajada, una de las
disposición, aquella persona se puso en camino pocos d~as (((¡¡itales de la provincia de E ntre Ríos 1, pueblo de alguna
deSpués, y al cabo de una quincena, recibí una carta escr~ta I xt t tsión aunque no m uy limpio. Aquí tomó un guía y dos
el día mismo de su llegada a la colonia, en la que me confIr- ( /lb \11os par a ' llegar a la colonia inglesa, situada en el límite
m aba las noticias recibidas anteriormente sobre las intermisio- 1111 11 sto de la provincia, exactamente sobre el mismo paralelo
nes y el pillaje de que habían sido víctimas los colonos; pero i I'¡'I,O', ! a distancia en línea recta de unas setenta leguas:
ha bIaba en términos entusiastas de la belleza y fertilidad de p(ll'~) se mterpone [entre Paraná y la colonia] una gran región
las tierras de la precocidad de los cultivos hechos por los po- do' I rta y a greste llamada "el monte de M ontiel". Esta re-
bladores, y expre~aba al mismo tiempo el convencimiento de I h~~L cubierta de pantanos, matorrales y árboles pequeños, se
que estos últimos podrían soportar algunos meses más con los I 11 nde de norte a sur en la provincia y tiene unas quinl,:e le-
fondos que poseían, y que en su opinión todo podría marchar I 11 11 ,' de ancho, al este de la Bajada. Por esta r a zón el men-
bien aún, siempre que las autoridades del lugar no m~le~taran "jI l'O se vió obligado a desviarse hacia el sur, unas treinta
a la gente. Estas noticias me levantaron mucho el ammo y 11"'!l/lS, en dirección a Nogoyá, pueblo pequeño este último
me dieron la esperanza de que quizás pudiera obtener de los ¡Iundo en las márgenes de un arroyo que nace al norte de
señores Jones y Lezica el arreglo de las cuentas antes de tras- 111 peovincia y corre directamente hacia el sur, hasta desem-
'la darme en persona al establecimiento de Entre Ríos. Pero, fIlIC:Ill' en el Paraná. Desde esta población siguió unas cuaren-
dos días desPl1és de recibida la susodicha carta, fuí sorprendido tI! 1 guas hasta Gualeguaychú, a orillas de otro arroyo nave-
por la aparición del comisionado en persona a la puerta de /l hl , ya cerca de su desembocadura en el Uruguay, y desde
mi casa. Tanto él como su cabalgadura estaban cubiertos de In. iudad tuvo que andar veinte leguas más, para llegar a
barro, y las ropas del primero -rídicula mezcla de indumento 1, \lllla .del Arroyo de la China. Otras veinte leguas tuvo que
,gaucho-inglés- muy deshechas. Su informe me convenció de hll r SIempre a caballo para alcanzar el establecimiento in-
que todo empeño ulterior para llevar adelante la colonia debía I ,situado entre los riachos Palmar y Yeruá. Durante todo
terminar en desengaños y pérdidas para todos y en. situacio-
nes peligrosas para los colonos, como asimismo de que no
I D ur ante muchos años la capital de Entre Ríos estuvo alternativamente
,debía perderse tiempo en trasladar estos últimos a Buenos mI llll'aná O en Concepción del Uruguay. (N. DEL T .)
194 J. A. E. B3AUMONT
VIAJES (1826-1827)
195
su viaje de más de cien leguas anduvo entre pastizales eXllbe-
rantes. En las primeras ochenta y ci:r:co leguas el campo c~a 1" "/ (¡111) a auien Mr. Jones habíadesil:mado para dirirrir a
uniformemente baio y a veces estaba mundado,. pero, a partIr /" (; llonos, hizo tr~sladar estos últimos desde sú asiento hasta
del Arroyo de la China hacia el norte, presentabase muy on- 111 Cn l ril, !lynt?, dIstante unas tres millas, con el pretexto de
JlII 1 • mun~caclOn que deseaba notificarles allí; y mientras
dulado y el paisaje mucho más agradable. .
/11 ',11 1r tem~ de tal manera, una partida de nativos compro-
Al llegar a la celonia fup recibido muy cor.d lalmente por
los pobladores. Halló que habliln arado unos cm cuenta ac~es 111' I,!I por el al efecto, les arreaba casi toda la hacienda,
11111 1 ' ( nte en unos novecientos caballos y yee,-uas, ochenta
de berra, cuya mitad estaba sembrada de trigo, que, con ~Iiln.as
otras semillas y hortalizas, crecían de manera muy promIsona. ',,"IY,., mansos, cuarenta vacas lecheras, aparte de otros ani-
IlIIdll'l Vacunos. -
Muchos colonos habían edificado y también construído cercos;
pero la gf'nte ya estaba resuel~a a abandonar el lugar v .~o ( ;IJ(I~,rlo 1l~ISÓ mi mensajero, comprobó que los colonns ha-
sin buenas razones. Desde el tIemno en que lleg~ran habwn II 11 11 '00 prIvados de sus almacenes y hasta de sus últimos
sirio estorbados y molestados y padecido depredacIOnes, ta:r:to "'11 \'1 Si Y al ver esto se fué a caballo en seguida a la estancia
por parte de personas con cargo ~ficial como por algunos m- ",' 11 JI V cino, el coronel Ruspino, de quien Adquirió cinco no-
dividuos desaforados. Poco despues de llegado~, :-1 coma:r:dan- 111" pn ra los colonos, y dos de los animales fueron sacrifi-
te D::m Hicardo Lopéz Jordán les había prohIbIdo conynuar , u/" ~il1 tardanza. En ia mañana sirruiente se sintió sorpren-
todo trabajo y empr-esa en la colonia con:o se había ya dIsp~es­ dlrl" 11/ om!lrobar que los tres novillos restantes habían sido
'Ir IlIlOfl de.l.corral en que estaban encerrados y que no se
too Aunque la sllspensión de los trabaJOS por dos meses u~­
portó una grave pérdida si se cnnsidera que estabrm en pn- "'''/1111 notlcIas de ellos. El encargado diio qUe sin duda los
mavera, estación esta en que debían tener ya s~n:bradas ~~s J, d, " " r bada durante la noche, pero al llegár mi comisiona-
semillas los colonos reanudaron sus labores con ammo y dlh- d" 11 1:IISFl del coronel . ~
Rusoino -Dara comurar otros animales ,
~

gencia ~na vez obtenido el permiso para hacer10 así, al acabar 11 1" 'res novIllos comprados al coronel tres días antes, en
ese período. Antes de terminar el :nes, sin em?argo, fuero~ "1\
11111' los corrales de la estancia. Rusnino nelIó que fueran '
nuevamente detenidos en sus trabaJOS, preguntandoseles que /(, "d "nos, y se negó a devolvérselos; vera varios -de los co-
/," 111 Illldieron verificar la identidad de los animales, y uno
autoridad les había permitido entrar en el país. La calurosa
invitación del gobierno de la provincia a los emigrantes, sus /, ,l/oH onfesó que el mismo encargado le había pedido que
/. 11111"11 del corral y los arreara, prometiéndole la mitad del
ofertas de ayuda y de privilegios a los pobladores, fueron en
vano traídas a la inemoria de quienes hacían tales p:eguntas. ,1 "''1 '11 COIl que habían sido vendidos,-si así lo hacía. Este colono
Pero nada de esto se tuvo en consideración; fué temdo como ,d,,, 1111')'
"nmbién que por alaún tiempo se había tramado una
, '"
111 P"" " ón para alzarse con todos los bienes de la Sociedad;
meras palabras y se repitió la pregunta exigiendo que los
pobladores compraran un permiso o autorización. Pero esto ",,' ,,1 11 11 .nrgado, asociado con Domingo Calvo, Presidente del
no fué todo. Mr. Jones había puesto los almacenes y las he- ,,'111111111 d . Comercio de Arroyo de la China, el coronel Rus-
rramientas en manos de un don Rufino Falcón, su cllñado, , "" y I IIl,fmo Falcón, partirían por ' igual las ganancias, y
y los colonos tenían que sufrir la mortif~cación de ver cómo 1" 1 11 «/ \ 1 colono) le habían ofrecido una participación si
1'" I 1\ 1Illlrse a ellos. Agregó que un don Mateo G':lrcía
los naturales del país se alzaban de contmuo con estas cosas·
mientras ellos no -las podían adquirir (de él) sino mediante "'I IIr/llnte de l~ Provincia y pariente cercano de Jones y
,,,, '"11, «1'(\ enemIgo declarado de la colonia inalesa y había
precios exorbitantes. Des?e la ratería y l~, mal~ersación, 1~$ t 111,,, '/Ido públicamente que ella no debía con~inuar.
opresores pasaron a medIdas de expohaclOn mas graves; la
11"11 V 'Z que mi comisionado estuvo en Arroyo de la China
VIAJE5 (1826-1 82 7) 197
J . A. U. B EA'!JMO N T
196
vn:r.ece:r:, no existía ni siquiera de nombre en la otra provincia
para cam biar un billete de cien pesos, Domingo Calvo, Pre- (t) Sl eXIste es solamente para dar carácter legal a los hecho~
siden te del Tribunal de Comercio, hizo conocer al colono que ( los bandoleros.
había dade) la supra dicha información (yen quien t,e nía con- I A fin de poner ~n efect~ este traslado, hice diversos pedidos
fianza ) una carta recibida de Rufino Falcón, en la que decía ( ~yuda al PreSIdente Rivadavia: pedí prestada una de las
que los colonos ingleses le habían asaltado la pulpería . (porque . rlas balandras pertenecientes al gobierno que estaban inac-
este hombre había convertido los almacenes de la SOCledad en IIv~s . en el puerto y solicité que se me proveyera de fondos
pulpería propia) y al mismo tiempo requería la ayuda militar. 11.flclentes, ya fuera de conformidad con los públicos ofreci-
El tal asalto -era una mentira y así debía sobreentenderse, pero "~(, ntos hechos a todos los emigrantes, de conformidad tam-
la ocasión para la ayuda militar resulta muy inteligible si se ' :(( 11 con el contr~to del señor Lezica, o por cuenta de las 6020
sabe y se tiene en cuenta que Calvo dijo también al colono td'~flS que el gobIe:n0 adeu~a:Ja a mi padre; pero un mensaje
confidencialmente que mi mensajero debía ser tomado preso v ~ ~ hnl del s~cretano del Mmlstro según el cual no podían fa-
y le preguntó cuánto dinero tenía y ex: qué bolsillo lo. llevaba. I ,tll.~ \rme nmguna balandra ni dinero alguno, fué la única
Mi mensajero después de esta revelacIón y , de otros mformes 11 I ~llcsta que pude obtener. El resultado de mis pedidos al
parecidos, no tuvo duda sobre la calidad de ~a gente éntre la I qh1 rno no fué otro -en verdad- que el que yo me espe-
cual había caído, y se convenció de qu e, SI se quedaba un 1'/l IJO : Pero yo. no podía dejar a los pobladores expuestos al
tiempo m ás, sería despojado del dinero que ll~vaba 'p~:a ayu- " II n I ya la ~lseria. Algo tenía que hacer por ellos, cualquie-
dar a los pobladores inaleses y se vería en la ImposlbllIdad de 111 fu .ra el n~s,go y el gasto a que me expusiera. En conse-
beneficiailos en maner'~ alguna; de ahí que les dejara doscien- I II ~ '11 la, alqu;le una balandra de cincuenta toneladas con el
tos cincuenta pesos como auxilio temporario y monta:-a su ca- 11"1(,1:0 de vl~Jar a Entre Ríos y traer a los pobladores aguas
ballo para alejarse de allí. Parece. que sus apren~lOnes n o ,11 11 '1 0 ;. convme en pagar seiscientos pesos por el flete y dí
eran infundadas porGue, ya en r etuada, compraba que era jll"l fUlUza de tres mil pesos al propietario para el caso de
perseguido por tr'es- pe;nes que galopaban t~ás de él. siguiéndole q 111 01 barco cayera en poder de los brasileños circunstancia
a buena velocidad y, según se acercaban, Iban eVId~ntemente
preparando los lazos; hasta que por último les .hl~o frente
,1 111 (Il.tima muy temi~a en aquel tiempo por l~s propietarios
apuntándoles con sus dos pistola~ de arzón y les 1uro que los
d, tl/ n'cos en Buenos AIres. Contra este peligro traté de defen-
mataría c;j no se alejaban en seguIda. Tal respeto Imponen las ,1,"'11, ~on ,los único~ :medios a mi alcance, a saber: pedí al
armas de fuego en manos de un hombre resuelto, que así lo '"11 111 mgles , un certIfIcado para ser exhibido ante quien pu-
hicieron sin entrar en ninguna discusión; y él no disminuyó, d " 1'/1 ¡l o~enerme durante el viaje, certificado en que constaba
con tod~ la marcha que llevaba, hasta que se vió totalmente In 111 nosldad en que me hallaba de seguir adelante v en el
fuera de\a provincia. En este viaje de ciento cinco leguas, vió '11" i pedía n~ i~terrumpir mi itinerario, declaránd~se que
caer cinco éaballos bajo él, y como no cambió de ropas hasta III.ln ti amos subdltos ingleses, exentos de ninguna vincula-
que hubo llegado a mi puerta en Buenos Aires, el estado las- 1111 (01"t los asuntos políticos del país. Aunque esto no cons-
timoso de sus vestidos daba fácilmente cuenta de todo. Estas I 111'" IIna protección muy segura para nosotros, creíamos con
noticias confirmaron de tal manera mis anteriores dudas I "ti 11. q ~' podía pesar en el ánimo de los brasileños p~rque
sobre la posibilidad de mantener una colonia inglesa en aque- · 11" 11 rl'rm aban que no éramos considerados enemigos; pero
Ha provi~cia, que resolví al punto marchar a Entre Ríos para I '11 l ostante, sm embargo, para salvarnos de consecuencias
llevar los colonos a Buenos Aires, donde individualmente es- I I 11 Y desagradables si éramos llevados a los cuarteles ge-
tarían por lo menos al amparo de algunas leyes -algo que, al
198 J. A. r:. BEAUMON':i' VIAJEG (1826-1827~ 199

n erales brasileñ os de La Colonia y Montevideo en caso de t rminad-as condiciones, era, con todo, menos aaradable Que
topar n os con algunos de los barcos 'de corso en el río. (;!H'r en ~anos de los brasileii.os. E sto ocurrió el {:J de octubre.
El harco que habíamos alquilado acababa de llegar con una / ',''1 segmda levantamos anclas y favorecidos por un buen
carga de cal viva que el propietario se proponía descargar en VI n t o, en pocas horas pasamos a dos millas de Las Vacas
tres días, nero pasaron siete días para que fuera descargado el p o desPl1:és,_ cost;amos i.a isla de Martín García (rendez-vou;
último saco y durante ese tiempo nos hizo esperar con diversos d(, ~os br,asIlenos) y las Islas de las dos Hermanas; a las cinco
pretextos; un día era un embargo en el puerto, otro la Adl!la- t: ! IlJ hablamos llegado a la altura de Punta Gorda, cuando el
na no estaba abierta, y no habían podido obtener el despacho vum to se nos puso de proa y nos vimos oblirrados a echar el
de Aduana ; un octavo día fué perdido por falta de marineros 111 ,la, porque los bajíos y restingas no permitían navegar de
porque no podía encontrar ninguno dispuesto a exponerse a hol'na. Y en consecue~cia n os quedamos ahí, con gran
un encuentro con los brasileños. Por último, reunimos tres, eI( A, Wado , y en expectatIva de que nos visitara aI!:nma goleta
decididos a correr cualquier riesgo: el patrón o capitán, oriundo I ," I Sll~ña en cuyo caso hubiéramos tomado la ;uta de La
de Gibraltar; un portugués viejo que hacía de cocinero y otro ( ,nloma o Montevideo. y esta era la consecuencia menos
más, europeo también. De conformidad, llevamos al barco de ngradabl~ que hubiéramos podido esperar de un encuentro
buen acopio de galleta para los colonos y alguna carne fresca, 1 11 11 los brasIleños. La posibilidad de caer en su poder infundía
charqueada para nosotros y que debíamos poner en sal. Iplll or a todos; los marineros me echaban en cara el haberlos
El capitán y los marineros se compr ometieron a estar pre- II /I!do a tal pel~gro y por sus miradas inquietas hubiérase dicho
parados para partir, un sábado, el más próximo, por la mR - IJ 11( ,oían ya s~lbar las .balas cerca de sus orejas. En esta si-
ñana. Sin embargo, valiéndose de diversos pretextos, no se IJ I/lelÓn nos VImos obbgados a permanecer durante los dos
presentaron a bordo hasta las cinco de la tarde y t odos es- «I lw; siguientes a la vista de las Islas que -según se decía-
tuvieron de acuerdo en que el viento soplaba mal y en que e IlI bnn llenas de brasileños y solamente nos hallábamos a
nada podría hacerse esa noche. Aunque esto era visiblemen te dll horas de marcha hasta Punta Gorda. Traspuesto este
falso, -me fué imposible, ni con amenazas ni promesas, deci- 11'llnl', según todos los cálculos, hubiéramos estado fuera del
dirlos a nartir, y hube de resignarme a pasar la noche a bordo (1 /' 1111 e del enemigo. Por .la mañana del primer día, después
con dos de los emigrantes que me acompañaban. Arrepentidos dI 1 ~I'I1:er anclado, descubnmos una vela que se venia en di-
de su compr omiso, los marineros intentaron más de una vez ' «'I 'c ,ón él. nosotros y los marineros estuvieron de acuerdo en
irse a tierra, a lo que me opuse porque bien se me alcanzaba '1I lel el bía. ser un barco brasileüo porque venía directamente
que no habría de verlos más , Para evitarlo me vi obligado 1I,~ II I S a baJO y no trataba de apartarse, pero cuando atravesó
a quedarme sobre el puente sin dormir casi toda la noche. II 1I 11 /10sto canal de Punta Gorda, y vino a la parte m ás ancha
Por la m añana traté de descansar, pero antes de poco fu i ""1 !'Ío, se apartó en seguida y entró en un riachuelo de la
despertado por un violento golpe dado contra uno de los lados 'I'!
I 11 del Guazú, sobre l~ parte occidental del río, probabl€-
del barco; salí al puente y me encontré con que los hombres 1111 "' po::- temor y tan felIz de haber escapado, como lo estába-
habían bajado el bote e iban a dejarnos en tranquila poseSlOn 11 111 .JI sotros por 9ue él se alejara de aquel lugar. En la m a-
de la balandra; el tercero de ellos ponía ya el pie cuando apa- n111,11 1 del tercer dI a, a eso de las nueve, el viento empezó a
recí sobre el puente; saqué al punto mis pistolas y amenacé. 11ft 1"1' u' para nosotros y, siguiendo camino, pasamos m ás allá
con matarlos en el mismo bote si osaban alejarse de nosotros; 1111 / '" nta Gorda; en este lugar la tierra está a unos 25 pies
con lo cual, después de una breve consulta, accedieron en
volver a bordo, o-bservando, sí, que la suerte de morir en de- I AIIUí hay un error. Antes pasarían por Martín Garcfa. (N• T •)
DEL
200 J. A. D. BEAUMONl' VIAJES (1826-1827) 201

sobre el nivel del río y ostenta hermosas arboledas en sus pués de haber matado algunos pájaros sin encontrar nada nue-
orillas; la costa opuesta no era tán alta ni tampoco agrB;dable. vo ni interesante, pero observando, sí, huellas manifiestas de ti-
En la misma tarde hallándonos cerca de Fray Bentos (angula gres que habían andado poco antes por allí, el entusiasmo empe-
saliente de la costa diez leguas más arriba) descubrimos a zó a disminuir y pensamos que las islas vistas desde el barco re-
sotavento dos lanchas con todas sus velas desplegadas, tratando sultarían más agradables que en su interior, expuestos como
de barloventear con alguna intención, y, según ,creía~os, para estábamos a una seria querella con los tigres.
perseguirnos. Por la clase del barco y su afan eV1dente de Y, en consecuencia, volvimos a bordo detrás de los ma-
llegar hasta nosotros, no dudamos de que se trataba de. dos rineros que habían recogido leña suficiente para hacer fuego.
cañoneros brasileños, porque los hombres de . Buen?s AIres, De vez en cuando bajábamos en alguna otra isla, pero eran
por entonces, no tenían barcos río arriba. Los marmeros no todas iguales por lo general, muy pantanosas y tan cubiertas
esperaron órdenes para ponerse a toda vela: durant: dos ho- de árboles espinosos y de malezas, plantas trepadoras y cañas,
ras corrimos con alguna dificultad hasta que el VIento nos que rara vez arriesgamos alguna entrada sin menoscabo de
favoreció mientras el enemigo no podía salir del abra en que las ropas y también de nosotros mismos; pero si no pudimos
se hallaba. Por eso en una hora pudimos distanciarn~s . bas- Sacar gran placer del contacto con las islas, el paisaje, en cam-
tante y en otra hora los perdimos de vista con toda fehcldad. bio, era bellísimo. El río parf.¡cÍa formar lagos porque sus
En la mañana siguiente estuvimos arriba de ~ra:J:" Bentos, es- orillas se confundían, a la vista, con las riberas de las islas;
pecie de promontorio o acantilado, en apanenCla de ~rena y el brillante plumaje de innumerables pájaros que volaban
amarilla a unos treinta pies del río y coronado por vanedad Ion rapidez bajo el solo andaban de caza en el mismo río,
de árbol~s y arbustos. Algunas millas más adelante, la costa ofrecían una sucesión de escenas cambiantes y sucesivas ex-
es más baja; en estas inmediaciones pudi;mos v~r , un gran (luisitamente agradables; nos divertimos cazando patos, pa-
tigre que salió de entre losarbu~tos y despues de mlrar~os con lomas, pavas del monte (que abundan mucho en estas islas
aire indiferente se puso a cammar a lo largo de la onlla en y constituyen manjar excelente). Como habíamos consumido
dirección opuesta a la que llevábamos. ~stuvimos por sal~­ Ir carne, la sustituímos con ventaja, y como teníamos cuantos
darlo con uno o dos tiros, pero como, en ngor, nada nos habla p ces queríamos, nunca faltaron comestibles. El pez preferido
hecho dominamos ese primer impulso. Al caer la tarde, ya O!'a el dorado, y otro pequeño, parecido a la sardineta pero
la na;egación se hizo entre islas y fuí:nos así desde. ese ~o­ 110 de tan buen sabor y más espinoso; a éste último lo pescá-
mento hasta llegar al Arroyo de la China. En esa~ mmedH~­ h \lnos con caña mediante un alfiler doblado que picaban
ciones quedamos durante seis días por no haber vI~nto sufI- ,,¡ nas echábamos el hilo 3, La temperatura, durante todo el
ciente, y si hubiéramos andado en busca ~e cosas pmtorescas vlnje, se mantuvo muy calurosa, y la limpidez y profundidad
y no acudiendo en ayuda de nuestros emIgrantes, en verdad 111 1 agua nos inducía diariamente a tomar un buen baño. Des-
la tardanza hubiera sido bien compensada con la contempla- ill(~S de salir de las islas que terminan cerca de Arroyo de
ción del paisaje y las distracciones que aquellos lugares ~ro­ I " China, un viento muy favorable nos llevó hasta menos de
porcionan. La primera isl? a la que llegamos ~os tento a doe millas de La Calera, pero nuevamente cambió y otra
bajar: era pantanosa y cubIerta de altos pastos y Juncos, tan VI ~ estuvimos detenidos y anclados por espacio de dos días.
espesos, que se hacía imposible avanzar entre ello.s, como no I )III'onte esta última detención hicimos una excursión de va-
fuera por las sendas peligrosas abiertas por los tIgres cuyas I in millas por el interior de la Banda Oriental. Subimos la
huellas señalaban pasos muy practicables. Entramos por ellas
recorriendo una distancia de algunos cientos de yardas y des- r.JllS mojarras, (N.. DEL T.)
J. A. n. BEAUMON'l" VIAJE~ (1 826-1827) 203
202

barranca, de unos treinta pies de altura s?bre el agu? y que bían resuelto i~terrumpir tcdo trabajo en el asiento y aban-
'e staba, en la cuesta como en el bord~ mas ~lto, cubIe~ta de donarlo; y ahora preparaban el viaje a caballo, que debí,1D
árbol es que proveyeron de leña al marmero mIentras hacwmos emprender al día sicuiente, vía Santa Fe, hasta Buenos Aires.
la ascensión-o El campo era muy agradablement.e ondulado y Por fortuna llegué a tiempo para disuadirlos de hacer este
.cortado por pequeños arroyos con márgenes blen arbola.das penoso viaje y dispuse que el grupo de La Calera hiciera sus
y de ex¿elentes pastos. Había venados, avestruces y perdIces prepa~ativos para salir embarcados con sus efectos lo más pron-
que aparecían en gran número. Pero hací~ tanto c~lor, que to pOSIble. LueGO me apresuré a ir desde La Calera hasta el
no teníamos ánimo para cazar. En la marcha de seIS ? oc_ha c stablec:m:ento agrÍCJla que estaba en sus comienzos i1 una
millas que cumplimos no encontramos u~ solo rancho DI senal distancia de tres millas. Aquí me encontré con unas veinte
.alguna -de que -la tierra estuviera habItada por el hombre. personils sentadas en sus casuchas sin hacer nada; tenían al-
Volviendo a -la balandra, recogimos d?s docenas de huevos de gunos ~embrados de cereales y huertas de lermmbres en cul-
avestruz que nos proporcionaron comIdas excelentes. tivo; pero com:) estaban ahora resucltos a tr~sladarse a I3ue-
Por último, en la mañana del 13 de oct~bre, al v~lver un no~ Aires, habían interrum~ido todo trabajo. Se mostraron
recodo del río, estuvimos de pron.to a l~ vIsta del aSIento. ~e muy contentos al saber que había lleGado un barco para lle-
La Calera a distancia de una mIlla mas o menos .. Un s11lO varlos y al punto emy;ezaron a recoger los pocos muebles que
prominent'e de la barranc~ indi~~b~ el punto ?el aSIento que °
tenían y él trasladarlos en carros a rastras al embarcadero.
lue<Yo ofreció a la vista vanos edIfIcIOS. La capl.lla, los almace- El camino de La e "llera h asta la colonia atravesaba un hosque
nes'" la casa del agrimensor Y dos caleras en rumas se destaca- de palmeras que se extiende desde el río Uruguay hasta va-
ba~ entre lo demás. No tardamJs en ser descubiertos por ynos rias millas al interior; la parte que cruzábamos comprendía
veinte pobladores qUf' empezaron a ' dar voces de regoCIJO y un as des millas y era para 118sct1'os un paseo a caballo a<Yra-
entraron en el agua para ayudarnos a desembarcar. .Ya en dabilísim ,J. Las nalmeius c:m sus copas d-aban una sombra Otan
esta operación no se m ostraron morosoS ~ara comuDlcar~ne d~nsa que nos deiendían de los rayos del sol; el suelo, libre
varias -de sus ~uejas. Desde el tiempo en que llegar?n h<1 hliln d~. malezas, ostentaba un césTJe::l verde y suave, y miles dE;
sido hostilizados y saqueados por los supuestos am;~~s de la pUJaras de hcrm::Jsns .fJlumas alegraban el ramaje. Antes ha-
provincia, más aún que por los brasileüos;. estos ultImJS se bía h abidél Dor aquí piaras de cerdos que enaordaban con los
les habían alzado con los barcos, pero los pnmeros, por aten- dótiles caídcs de l~s palmer as, !Jera esos cerdo~ han sido exter-
tados sucesivos los habían hecho víctimas de hurtos ': de minados, al flarecer, y solamente qUE'dan unos poco avestru·
pillajes hasta ll~varles todo lo que tenían. N.i, las leyes DI las es y ven 'l d ~ s, de los numerosos habitantes que -otrora pobla-
autoridades de la provincia les daban protecclOn alguna, antes 1'0n el palmar. . i }'1
bien, al otorgar una escarnecedora. sa?<;ión legal a las expo- Cuando m e .fJuse a considerar el aspecto magnífico de estos
liaciones de oficiales pelafustanes, mhIblan a lo.s colonos pa~a ,nm pcs y exr:erim enté su clima delicioso, cuando vi el suelo
usar los medios naturales de defensa de la propledad, en CU) a ton fértil, tan rico, recientemente arado, el mismo suelo de
posesión estaban, y los c?loca~a en una situación ~ucho peo~ 'n ~i toda la región, cuando contemplé los cereales en diversos
que si no hubiera habIdo Dlnguna ~las~ de gobIerno o SI /(rados de progreso, lozanos y prósperos, los productos dE' la
hubieran tenido su asiento entre los mdlOs salvajes. hUl~rta, todos de la mejor calidad, y los durazneros, los mem~
En consecuencia, viendo que no podrían ele nin?una m~­ brillos, las higueras en floración o en fruto; cuando eché de
nera sacar provecho de su trabajo y que estaban mcomum- v r las casitas limpias y los cercados que habían comenzado
.cados con las ciudades vecinas por causa de la guerra, ha- \ edificar los pobladores, y que, a no ser por la perversidad
204 J. A. l!. BEAUMON"t
VIAJES (1826~1827) 205
de algunos trapisondistas, hubieran ido progresand? .con todo
éxito, me costó mucho resolverme a abandonar un SItIO tan es- cuyo adelantamiento había cruzado yo de una parte a otra
pléndidamente dotado por la naturaleza y sobre el cual, con del mundo, hubo que abandonarla apresuradamente después
tan poco esfuerzo los pobladores y sus desce~dientes hubie::an de algunas horas de ansiosa permanencia en ella, y abando-
podido vivir en la felicidad y la abundancIa; pero el mIse- narla para siempre.
rable estado político del país y la felonía de sus gobernantes, Habiamos avanzado hasta la altura de Paysandú, pueble-
adulteraban los dones del Omnipotente y hacían absoluta- cito sobre la costa de la Banda Oriental, unas treinta millas
mente imposible nuestra permanencia en aquel lugar. de La Calera, cuando fuimos saludados desde este lugar con
Habían pasado treinta horas desde mi llegada a La Calera dos tiros de mosquete. El capitán dijo que con esto nos con-
y ya tenía yo a todos los emigrantes con sus enseres a bordo minaban las fuerzas patriotas a exhibir nuestros pasaportes
de la balandra. Mientras ellos poco a poco se embarcaba~, y que debíamos obedecer. Así lo hicimos: y mandé dos o
fuí a la pulpería de Rufino para preguntarle con. qué aut?n- tres de los emigrantes a la costa con nuestros pasaportes y
zación había despojado a la gente de sus herramlentas e ms- fué también el capitán de la balandra; vueltos éstos, cuál
trumentos de labranza y se jactaba de haberse quedado c.on no sería mi sorpresa al verlos acompañados por una barcada
ellos. Este hombre se negó en un principio a darme cualqmer de criollos armados que treparon en seguida a bordo de la
explicación; pero como le dijera que, de n?hacer presente balandra. El jefe me dijo, con muy buenos modos, que tenía
algún poder o autorización yo habría de abnr a la fuerza su orden de tomar posesión de nuestro barco y que debíamos
negocio y habría de llevarme lo que era de nosotros, me en seguida entregarle las armas que tuviéramos y la embar-
mostró 'una orden emanada de don Domingo Cal~o.', como cación. Le expuse entonces, con la misma cortesía, que no
Juez de Arroyo de la China, fundada ~n una petICIOn del haría ni una ni otra cosa y que me agradaría ver el documen-
señor Lezica, expedida desde Buenos Alre~, sobre embargo to que lo autorizaba para subir a bordo y hacer un pedido
de · todos los bienes pertenecientes a la ,SocIedad.. Ante esta semejante. Se negó a esto último y dejando a un lado algo
orden, aun inicua como era, me sometl en seguld~, contra de su comedimiento, me preguntó si yo era acaso algún alcal-
la opinión de muchos de los emigrant~s que se sentlan fuer- de para pedirle cuentas a él, y agregó que tenía órdenes de
temente inclinados a saquear el almacen y hacer una fogata llevarnos presos al Arroyo de la China. Entonces le manifes-
con los bienes que nos habían tomado, en caso de no. P?derlos té que seguiríamos hasta ese punto, pero no como prisioneros;
rescatar. Mientras se hinchaban las velas y n~s deshzabamos al mismo tiempo le pedí que me devolviera el pasaporte que
sobre el agua, después de abandonar la col~ma, n? obstante los marineros le habían dado al bajar a tierra. Antes de res-
todos los disgustos y pérdidas que me habla ocasIOnado (a ponderme, le dió el pasaporte a un hombrecillo impertinente
mí y a muchos queridos amigos) no pude menos de: que, por lo visto, era el único de la partida que sabía leer.
Este último se mostró no poco orgulloso de tenerlo en su poder
"Cast a longing lingering look behind"". y dijo que le era imposible devolvérmelo. Como, para enton-
Esta colonia, tan deseable por su naturaleza, sobre la que ces, había creído descubrir bastante bien el carácter de estos
se habían levantado tan fundadas y bellas espe~anzas, por hombres ignorantes, atribuí la detención a un abuso indebido
la cual se habían gastado miles de libras esterhnas y por de poder, muy común entre los empleados inferiores, que
habría"de ser reparado en la ciudad. De conformidad, renun-
cié a la discusión con el jefe, y le dije que no me opondría
4 Echar una larga y anhelante mirada sobre lo que dejaba detrás de mí.
(N. DEL T.) H conducirlos en el barco hasta el Arroyo de la China, siem-
pre que procedieran bien, y así me lo prometió.
206 J. A. l!. B:LAUMON'; VIAJE3 (1826-1827) 207

D espués nes sen tamos a cemer todAs juntos en pasable ni da con grandes muestras de amistad pero me sorprendió
camélradería si bien era evidente que el señor capitán no se bastilllte al decir que todos debíamos quedar detenidos y en
!'0n tín m uy 'a gu sto entre nosotros~ lo ClUe.. cnnfesó con toda calidad de presos por habernos hecho a la vela fuera del
franqueza u n a vez que llwji1 mos a destino. ~bse.rvaba nue;- Arroyo de la China sin pedir los correspondientes pasaportes.
tros movimien t os con marcad'1s muestras de mlU1etud. comla Me manifesté sorprendido ante esta afirmación, porque el
muy }loco y este peco lo tem"ba y lo dei aba lU8,\0 en el plato pasaporte expedido en Buenos Aires no mencionaba para
antes de ll evarlo a.la beca. Al micma tiemno, los colonos tra- nada el Arroyo de la Ch,ina y especificaba bien La Calera
m nban entre ellos la forma de deshlcerse 'd e estos hupspedes como runto de destino; a lo que agregué que el corto tiempo
in trnsos, y después de varias eonsultns resolvieron apoderarse que hAbía permanecido en el lugar y la natural ignorancia
de ellos V echarlos al a~ua o l1evársek~ con nAsotros a Buenos de sus reglam~ntos u ordenanzas en lo tocante a pasaportes,
Air es a "dar cuenta de -su conduct a. Esto hubiera rodido 11e- alegaba en mI favor en caso de haber errado' pero si con
varse a cabo sin niní(una dificultad porque no eran m6s que todo, el gobierno estaba dispuesto a tratar s~veramen'te el
doce V aungue estaban armados con m osquetes, espadas o a
asunto, yo estaba dispuesto pagar la multa establecidA y a
cu chillos, n osotros estábamos arml él cs tambif n y éramos tres obtener los pasaportes, que esperaba nos fueran despachados
veces más que ellos en número. Además, estaban todos juntos esa misma noche, porque cualquier demora significaba para
en un extremo del barco y tenían muy poco espacio para nosotros grandes gastos, tanto en lo relativo al proveimiento
m(werse', Tler o dos o tres de los trabaiadores vinieron h. asta de los emigrantes como a los derechos de la estadía que nos
-
mí. y con lágrimas en los oj os me pidieron que no autOrIzase veríamos obligados a pagar por la detención de la balAndra,
el ati1f1 Ue Tlorque ello Tlondría en religro sus vidas; agregaron aparte de que la gente estaba expuesta a grandes trastornos
que habían oído decir al canit án de nuestro barco y a uno porque muchos de los viajeros -faltos de espacio- dormían
de los soldados que a los colonos se les Tlermitiría se~uir a sobre el puente de la embarcación. Me contestó que estaba
Buems Aires l~e-go de su llegada al 'Ar royo de la China y bien enterado de todo y que si la falta de pasaporte fuera la
que la cosa iba solamente conmigo. Aunque n o era nada ún ica infracción, podríamos remediarla en segu~da, de la ma-
h alagüeño para mí el desapego co~. que aquellos, hombres se n r a sugerida por mí, pero que mediaba una acusación más
disponían a entregarme como rrISlOnerO desJ:u:s de h.aber , eri a formulada por don Rufino Falcón (el bribonzuelo que
corrido yo riesgos n ada insignificantes por alIVIar su sJtna- habíamos visto en La Calera). No tenía yo idea de haber
ción, me r esolví, con todo, a no darles motivo para que pu- hecho cosa alguna que pudiera enojar a este individuo y pedí
dieran decir que sus vidas h abían peligrado por mi culpa, que se me hiciera saber qué clase de acusación era aquella,
ni dar pretexto a las autoridades Tlr ovinciales para confiscar ,P ro el funcionario me confesó que la ignoraba porque don
n uestras tierras invocando la rebélión. Por eso · me empeñé Hufino solamente había dicho en su carta que presentaría un
mucho en hacer desistir a la mayoría de los ingleses y a (~l'Irgo muy serio contra nosotros y pedía que fuéramos dete-
todos los irlandeses de a bordo, de que no ejercieran violencia nidos hasta su llegada, que ocurriría al día siguiente. En-
contra los intrusos. Lonces expresé sin reservas mi indignación por el hecho de
y él anochecido llegamos al Arroyo de la China con gran que un funcionario público osara detener m ás de cuarenta
contento del capitán de nuestra guardia que nos presentó al iugleses por el mero pedido de un sujeto despreciable que
delegado del co"inandante porque el coman dante don M ateo había sido en cier to modo un fámulo nuestro y que ni siquie-
García (pariente de nuestro digno agente en Buenos Aires ) . ha b~a concretado el objeto de su querella. Pero me repuso
estaba ausente de la ciudad. Este delegado nos dió la bienve- tranqUIlamente que no había absolutamente nada de irregular
208 J. A. B . BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 209

en su proceder y me pidió que me diera por preso, agregando ridades p'ersonal~s de estos patriotas. Aquí, me decía yo, esta
que podia escoger entre buscar una fianza o ser sometido a gente ha expedIdo decretos destinados a llamar emigrantes
prisión. Sabía él que lo primero era para mí imposible porque a .. s~ país, los ~an sedu~i~o con toda clase de promesas hala-
n unca había estado en el país y, tanto yo como otra persona guenas,: exen~IOnes, prIVIlegios, beneficios, reconocimientos,
nombrada por Rufino, fuimos condenados, en consecuencia, a y no se de 9-ue manera no habrán expresado su contento ante
vil reclusión en un calabozo situado en la plaza. Al mismo la. pe::spectIva de ~ener colonias agrícolas inglesas en su te-
tiempo se me hizo comprender que el gobierno no me podía r:'tOrIo. y he aqm que, apenas llegados los agricultores, les
proporcionar ni cama ni alimentos, ni comodidad ninguna, dIscuten su, d~recho a venir al país, les prohiben trabajar,
como no fueran unas pocas sillas. los haceI?- .vICtImas de tod? suerte de extorsiones, les hurtan
y ahí nos dejaron por toda la noche; nos envolvimos en sus prOVIsIones, los desp.o~an de sus herramientas y de sus
los ponchos; mi compañero se acomodó sobre las sillas y yo ganados,.y cuando sus VISItantes, desengañados, mirando por
me arreglé en el poyo de la ventana. Antes de darnos las s~ segundad personal, tratan de retirarse, los privan de su
buenas noches, el funcionario nos indicó quién era el carce- IIberta~ ¡porque han osado retirarse sin permiso!
lero, un viejo cipayo 5 que había aprendido a chapurrar el j y sm e~bargo, estos ~on los hombres, me decía yo, que
inglés. Había sido designado, no sólo para vigilarnos, sino ~an revolUCIOnado su pms y han matado decenas de miles
para comprar cualquier cosa que necesitáramo$'; cumplió esta de ,los suyos en ~l ara de la libertad y de la justicia! Y ahí
última comisión muy de acuerdo con una costumbre local, esta sq altar dedIcado a la libertad, agregué para mí, mIen-
es decir, haciéndose pagar ,cuatro veces más caros los pocos tras ;nuraba una especie de .obelisco de mala forma erigido en
artículos que compramos i tendiéndose luego a lo lar go ante medIO de la plaza, porque cada plaza tiene algo parecido a
el umbral de la puerta. A las diez de la noche recibimos la . sto, ley~ntado en su centro. Yo había recibido suficiente
visita del teniente de la guardia, Don Pedro, un alemán esta- ~lustraclO~ sobre la forma en que ponían en práctica esas
blecido en la villa desde algunos años atrás como barbero, ldea~ de lIbertad: He de ir a leer -me dije- lo que se ha
oficio que desempeñaba, al par que sus funciones militares, Gscnto sobre la lI?erta~ en el pedestal, y me puse en marcha
blandiendo alternativamente la espada y la navaja, y abatien- por la pla~a en dlr~ccIOI?- al. obelisco, cu.ando fuí sorprendjdo
do teóricamente las filas enemigas, pero, en realidad de ver- (l r los grI.tos de mI tementIllo que VOCIferaba: ¡La guardia!
dad, las barbas de los lugareños 6. /1,(1, guardza!, y al pronto una docena de individuos de mala
En la mañana siguiente, preguntamos por el comandante, e Ilt;ndura, ~e ~iversos colores y tamaños, salió de un edificio
quien nos hizo decir que Rufina todavía no había llegado. It 110 Y ~UCIO SItuado ;n el mismo lado de la plaza donde es-
Entonces empecé a sospechar que nuestra detención habría l/1hll nu .celda. Veman todos armados de diversa manera,
de prolongarse hasta que nos hubieran sacado el último real, t II ll, los OJos y bocas muy abiertos ante la estampa ridícula
y mis sospechas se confirmaron después muy ampliamente. (,11 clon Pedro que hacía. toda ~sp;cie de cabriolas en la puerta
No de muy buen talante me senté a la puerta de mi celda ~I( J • cuartel dando a grItos ffill ordenes contradictorias en su
y me dí a meditar sobre la condición a que nos veíamos re- Jl(' \'In español que nadie comprendía. En seguida caí en la
ducidos por haber creído en las publicaciones y en las segu- (, U( uln de que la causa inocente de su consternación era yo

5 Ciparo: soldado indio . (de la India) al servicio de una pbtencia eu-


!
por Ul h~r osado ' alejarme veinte. yardas de la puerta de mi
C(l lIIIV no. Antes de que el temente don Pedro se hubiera
h la nte~der de los soldados de su guardia, haciéndolos co~
ropea. (N. DEL T.) •
6 Nadie hubiera imaginado la presencia de estos tipos exóticos en un
pueblo como Concepción del Uruguay, y en 1826 ... (N. DEL T.) loe l' n fIla, yo había vuelto a mi celda y me reía de él
J. A. B. BEAUMONT VIAJE~ (1826-1827) 211
210

(porque no podía con tener la risa), hasta que d~spués vino a dod. Luego de haberse llenado todas las formalidades el a1-
mí para decirme que mi proceder lo desacredItaba ant~ la :nlde me informó que la acusación formulada contra ~í, es-
opinIón y ante sus propios soldad?s. Después. de lo ocu~nd?, taba ahora en sus manos; que acababa de ver a don Rufino
adoptó medidas para que no volvIera a repetlrse un ep:sodlO II'nl . ón? llegado esa m añana de La Calera, y me acusaba de
que le había causado tanta agitaci?n. Destituyó al cIpayo Jo ~gmente: Yo había entrado con otra persona en su pulpería
que me cuidaba y puso como ~entmela. en la puerta de la (1 La Calera y le había pedido la llave del depósito donde
celda a un hombrecillo de faCCIOnes enJutas aD?ado de ~n ( Hl han l?s efectos :r mer~ancías de la Sociedad -puestas bajo
gran sable, con órdenes de no dejarme move; sm d~r aVISO U cu stodIa, y al mIsmo tlempo, haciendo ostentación de ar-
1I ¡ S, lo habíamos am enazado con hacerle saltar los sesos en
a la guardia. El teniente, para mayor y mas efectr~a ~r~­
cauci6n, trasladó a la prisión su barbería y con un OJO VIgI- mi RO de no dar cumplimiento a lo ordenado; que, para remate
laba sus presos mientras consagraba el otro a los peones que el Lodo esto, nos habíamos alzado con algunos arados y rastras,
.Y r.on un armazón de puerta, pertenecientes a los depósitos
estaba rasurando.
En el segundo día de prisión fuí vi~itad~ por Mr. Page, un I U cargo. Empecé por negar esta acusación e hice presente
Illl los cargos eran tan falsos como ridículos y sin duda alguna
inglés que llevaba diez años de resIdenCIa en el pu;blo y
IfIV ntados como pretexto para hacernos detener. Le pedí que
tenía n egocios entre manos. Este caballero me presto gran
ayuda, interesándose en mi f~vor ante ~as ~ut.ondades,. J;" le JI Ira convenc~rs~ a propósito de la conducta observada por
guardaré siempre mucha gratltud. Al dla sIgmente reCIbl l,a ) lo,.? tros, se sIr:'Iera mterrogar a los colonos, separadamente,
visita de Mr. William Macartney. Era este un joven escoces 11 1In de que dIeran cada uno su testimonio y le declaré de

que había comprado una est~n~ia cer ca de .nuestro estable- ~I\odo formal que precisamente me había cuidado de evitar
cimiento y que la había admmlst.r,a~o con ble?- fundadas es- \'od. con~roversia con el tal Rufino, sabiendo que era un co-
/lO ldo pIllastre, capaz de aprovecharse de cualquier inadver-
peranzas de éxito hasta que se VIO mterrumpldo en su~ t~a­
bajos por la guerra y por el desor~en r~i~ante en la -provmc;a. t( 11.cia en que -yo hubiera podido incurrir. En cuanto a ve-
Mr. Macartney fué un amigo estlII?-adlSlmo para :r;ru: ~o solo l'il'¡ ar si yo me había llevado los mencionados objetos, pedí
intercedió ante las autoridades a obJeto de co~segulr mI pron- (/\1 los hiciera buscar en la balandra. Así lo ordenó algunos
ta libertad y me alivió con su compañía, smo, que, ~~and.o dlu ' después y por cierto que nada se encontró. En cuanto
mis caudales estuvieron a punto de agotarse y el se VIO obh- /11 ,argo de haber amenazado a Rufino con las pistolas, nadie
gado a abandonar la ciudad (lo que hizo una seman~ a:r:tes pod ria atestiguarlo porque la entrevista fué sin testigos. Como
de mi partida), dejó una orden a su agente don Tomas RlOS, HlICino pudo convencerse de que sus falsas acusaciones habían
comerciante y vecino del lugar, para que me pr~veyera con Ido refutadas en forma indiscutible, acabó por decir que él
cualquier suma de dinero que me fuera necesana .. ""!í visto una pistola y que pensó que con ella quería yo
Al cuarto día de mi prisión, el alcalde don Manano ~al­ II tl'rnidarlo. Todo esto fué registrado por escrito en papel se-
ventas ordenó que me llevaran a su presencia. Fuí cond~CIdo Il ud , por el secretario, y cada respuesta fué considerada y
a su casa (una tienda en que se vendían cac~~rr?s y obJetos 1I l:onslderada por el alcalde y su secretario con grandísimo
de loza) con una guardia compuesta por el ofICIahto del s~~le I ludada, y no se tomaba nota si no se ponían de acuerdo

largo y un soldado raso con un mosquete en malas _10,ndICIO- 011,' los términos que debían emplearse y la ortografía de
nes. Encontré al magistrado sentado en un pequeno cuarto , lid \ término, lo que produjo un retardo muy enojoso. Por
interior, detrás de su negocio, con su secretano, que acaba?a ,'d IlI,n?, después de. varios dí~s de investigación y de mucho
de salir de la cárcel después de haber estado preso por ebne- <ll'1blr, las actuaCIones se dIeron por terminadas y el expe-
212 J -. A. B. BEAU.MONT
VIAJES (1826-1827) 213
diente se componía de unas dos docenas de fojas de papel
de oficio. dría una queja ante el comandante. La dejé que hiciera su
Vivíamos en diaria expectación a propósito del fallo, que real gana y cerré la puerta.
esperamos en vano durante diez días. ~ntreta:nto, se produ- Estábamos disponiendo las cosas para acomodar a nuestros
jeron algunas disputas violentas y ocurneron CIertas cosas de cuatro nuevos huéspedes -porque había peligro de que fue-
poca importancia. ,. .. ran asesinados si se arriesgaban a volver al barco en la oscu-
Uno de los emigrantes habla baJado con una hlJa de ca- ri.dad- c;uando nuestro diminuto amigo el oficial de la guar-
torce años y otra muchacha de quince, con objeto de c?nocer dIa, con su larga espada en una mano y en la otra una presa
la ciudad, y durante la excursión, por uno y otro motlvo, se . / de carne asada (un hueso), entró diciendo que las mucha-
había separado de ellas. Las muchachas, en busca del padre, has, por orden del comandante don Mateo García debían
pasaron frente a una casa donde había varias mujeres en la er inmed~atamente entregadas a las mujeres, y los 'dos pre-
puerta. Estas últimas las invitaron a e:ntrar; ell?s aceptaron suntuosos m gleses puestos en el cepo, por su insolente conduc-
y durante varias horas fueron muy bIen atendIdas por sus ta. Pe~í al mensajero que hiciera saber a su jefe, de mi parte,
invitantes. Cuando manifestaron sus deseos de volver al bar-
co, se les pidió que se quedaran a pasar la noche en la c~sa,
que m .. ,las muchachas volverían adonde habían estado, ni
JI n mtlnamos que los compañeros fueran puestos en el cepo
pero esto último no lo aceptaron porque sus pa~res habn~n y que, de cometer mayores abusos de fuerza contra nosotros,
de sentirse naturalmente alarmados con la ausenCIa. A la VIS- 6ob,re los ya cometidos, él tendría que rendir cuentas muy
ta de una partida de gauchos que acababa de llegar, ~ume~tó nas de lo pasado. Estábamos haciendo cálculos sobre el
el deseo que tenían de retirarse. Pero cuando se dlspoman el .se.nlace de esta :?ntienda cuando nos sentimos gratamente
él hacerlo las mujeres de la casa se opusieron decididamente nbVI~do~ con la VISIta de nuestro amigo Macartney, a quien
y llegara; hasta a encerrarlas en un cu~rto interior. Fueron r hque cuanto acababa de ocurrir. Al punto se fué a casa
socorridas por la oportuna llegada de los mgleses que, al pasar d~;l comandante y después de discutir largamente, obtuvo per-
por la casa, reconocieron la voz de una de las muchachas que nlSO para que las muchachas fueran llevadas a pasar la noche
discutía con las mujeres. Este hombre entró al punto en la n asa de lJna familia respetable y se dió orden de que los dos
casa exigiendo que le dejaran ver a las inglesas, a lo q~e se ingleses quedaran presos en nuestra celda (ya ellos lo habían
opusieron con mucho griterío las mujeres (que eran de ~Ierta 'r'(lsuelto antes, si bien emplearon otra designación más agra-
condición) y los gauchos recién llegados. Pero los dos mgle- (J ble). El centinela fué encargado de vigilar "a los cuatro
ses lograron por último sacar a las muchachas fuera de la 111' sos". Los hombres se dieron maña para pasar una buena
casa y las llevaron a la celda en que yo estaba pr~so, adonde 'loche sobre el desnudo suelo porque ni siquiera una carona
llegaron seguidas por varios gauchos co~ los cuchillos en las pudo conseguirse y nosotros teníamos apenas con qué cubrir-
manos y pidiendo venganza. Los dos mgleses entraron en 1I S. En la mañana siguiente (presteza sin ejemplo) las niñas
mi cuarto muy agitados y me relataron los hechos que acabo .1 los dos presos fueron llevados ante el comandante, donde
de referir con lo que me asomé a la puerta y~ reconviniendo Imnbién esperaba el padre, Después de formales interrogato-
a las mujeres y a los gauchos por sus bajas. mtenciones, .les Iji que duraron una hora, las muchachas le fueron entrega-
dije que todos los ingleses se quedarían en IDl cuarto conmIgo rl n ; los hombres quedaron absueltos y aun sin exigirles mul-
hasta la mañana siguiente. La prima donna me replicó con 1/1, pero no sin haber recibido una severa reprensión de parte
lenguaje abundante y acabó por decirme que si no dejaba ir d( I omandante por haber osado rescatar sin su intervención
a las muchachas y que volvieran a la casa con ella, interpon- 11 1I11 AS niñas indefensas de las garras de unas mujeres perdi-
clM. El sexto día de nuestra cautividad fué señaiado por la
214 J. A. B. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 215

llega da del general Lavalleja, desde la Banda Oriental, y por en busca de cartuchos infructuosamente y la llegada del go-
motivos de índole política relacionados con la guerra y con bernador fué sin el proyectado feu de joie. En esta ocasión
la retirada de Frutos Ribera, general del ejército patriota, que nos sentimos alarmados al ver al centinela recostado contra la
había producido disgusto. Lavalleja trajo consigo doscientos puerta de la prisión, medio dormido con su fusil entre las
soldados de caballería decentemente equinados. piernas, amartillado, porque es de saber que en aquel día el
Dos días después de la llegada de L~vallei a, hubo noticias fusil tenia cerrojo con pedernal y todo, y el cañón bien asegu-
de que estaba próximo a llegar el gobernador de la provin- rado con hilo de acarreto. No pudimos hacerle entender que
cia don Vicente Zapata. Para celebrar dignamente este acon- . I era peligroso llevar el fusil de tal guisa: decía que así preci-
tecimiento se hicieron grandes preparativos. Yo y mi compa- samente SE' lo había dado el sargento; y menos pudo compren-
ñero fuimos sacados de la prisión, una pieza de dnce a ca- der que el peligro desaparecía tirando el gatillo y bajando el
torce pies cuadrados, m ás o-menos, de piso de ladrillo y que cerrojo, porque él decía que este último era el que en realidad
en un tiempo h abía sido enjabelgada. Le daba luz una ven- disparaba el tiro. En el deseo de demostrarle cuán fácil era
tana con vidrios. Porque ha de saberse que esta prisión en aquello, me ofrecí para poner el arma en seguro; pegó un
que estuve, era nada menos aue el palacio del gobernador y salto como si yo hubiera querido hacer fuego contra él, y tan-
para ponerlo en condiciones de servir a tan alto destino, fué to él como yo no quedamos tranquilos h asta que hubo puesto
rápidamente restaurado: barrieron los ladrillos del piso, pu- la baqueta en el caño, y, dejando oir un agradable tintineo,
sieron una cama, una mesa y un espeio. y además se anunció nos aseguró que el arma estaba descargada. El cañón de la
que sería dado un baile y una comida. La comida debh ce- plaza también permaneció silencioso, lo que no dejó de ser
lebrarse con las reglas establecidas para los pic-nics, es decir una circunstancia afortunada, porque como estaba m alamen-
que cada invitado contribuía con un m an jar o plato, pero se te atado al poste, de haberse hecho la salva, probablemente
presentaron tantos inconvenientes, como la falta de un local, hubiera dado un golpe de retroceso contra el cuarto en que
falta de música, inexneriencia en el arte de la danza y otros, nos hallábamos, donde ya dos o tres personas estaban de más.
que estas demostraciones de lealtad fueron pdr último, 'dejadas La llegada del gobernador fué anunciada solamente por la
de lado. Pudo h aber mediado también otra r azón y era que, referida marcha y contramarcha y por los sones discordantes
los mismos políticos de la ciudad que preparaban estas de- de un violín (hendido) y el batir de un tambor, que no de-
m ostraciones de adhesión a la persona y a la obra del gober- jaron de tocar en toda la noche. En la mañana siguiente tuve
nador, estaban activamente ocupados en concertar un com- la satisfacción de ver quién era el causante de todo este albo-
plot para derrocarlo y colocar en el poder a uno de los com- roto, es decir la persona del gobernador. Salía a caballo con
plotados. Lo que sucedió poco después. su secretario y un oficial ataviado con un llamativo uniforme
Sin embargo, el día en que llegó el gobernador fueron lla- militar. El gobernador vestía muy sencillamente con una cha-
madas las milicias y revistaron con sus mejores atavíos (uni- queta azul, y pantalones 7 con adornos de plata. Era un hombre
forme militar no tenían ninguno) e hicieron todas sus manio- orpulento, de modales afables y se mostró muy benévolo
bras con gran éclat. Éstas se reducían a marchar en línea on nosotros. Después de insistentes pedidos ante el alcalde
unos veinte pasos adelante, hacer un giro a la derecha y con- para que tomara una resolución en el asunto que nos intere-
tramarchar . Un cañón de bronce, de a cuatro, estaba atado
al poste frente a nuestra prisión, para hacer una salva cuando 1 O calzones, es decir pantalones cortos con hebilla de plata a la altura
llegara el gobernador y se dió orden de cargar todos los fusi- d la rodilla. Bajo este pantalón se prolongaba el calzoncillo bordado que
les de la milicia; por suerte, durante todo el día anduvieron ola sobre la bota, generalmente "de potro". (N. DEL T.)
J. A. B. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 2 1T
216

saba, por último se me dijo que la causa habí~ pa.sad.o al Tri- la balandra; debe pagar también el dinero que se ha invertido
bunal de Comercio y que sería resuelta en el dla sIguIente: El en la captura de ustedes, setenta y cinco pesos más, y encon-
presidente o juez de esta augusta asam~lea, era Don l?o~mnf:?0 trar fianza o bien probar que Rufino sacó los artículos que
Calvo, es decir la persona que antenormente se dlsunguIÓ él dice ha perdido, o pagar usted mismo el valor de ellos. For-
por las medidas que adoptó con don Rufino Falcón para ha- mulé mi protesta contra una sentencia semejante. Dije que
cer poner preso a nuestro ~omisionado (cuando f.ué muy era injusto multanne en doscientos pesos por no haber pedido
confiado al Arroyo de la Chma con la suma de mIl pesos) pasaporte, habiendo visto que yo tenía un pasaporte para La
y el que preguntó a un colono en qué bolsillo llevaba el ~I­ Calera, expedido por el gobierno general en Buenos Aires, y
nero el comisionado; en fin, era el mismo que por propIa para mi vuelta había ocurrido al lugar en que se encontraban
autoridad se había ofrecido a sí mismo y a sus amigos todos los colonos cumpliendo con todos los trámites para el pasapor-
nuestros ganados y gran parte de nuestros almacenes de p:o- te de vuelta; que en lo tocante a nuestra captura, se había
visiones. Este presidente y juez tenía una pulpería en la CIU- declarado que era para responder a los cargos de Rufino, y
dad, es decir almacén y fonda , en la que nuestros c?lo~os que yo había probado que tales cargos eran falsos y apenas
solían empinarse el codo y gastar sus reales en velas, Jabon, una treta para detenernos; e igualmente injusto era hacerme
cuerdas, géneros y otras menudencias necesarias.; pero el tal pagar las costas del juicio; que también era ridículo en ex-
almacén se había provisto y surtido más sustanClalmen~e con tremo exiginne que probara cómo aquel hombre me había
las herramientas, instrumentos de labranza y mercanClas de llevado los artículos dejados en su poder, y hacenne pagar
nuestros depósitos. Así fué que al siguiente día esperé ser por ellos cualquier cosa. Pero en vano me empeñaba en con-
llamado para presentar~e en juicio ante ~ste rectí~imo juez, vencer a este juez tan austero de lo desatinado y absurdo de
pero supe que estaba bebIendo en su pulpena ca? mI acusad~r sus exacciones. El quería sacarme el dinero y yo habría
Rufino Falcón que vivía en su casa y a qu:en yo .quena de quedar preso si no me mostraba dispuesto a entregárselo.
entablar juicio ante el alcalde. Allá fuí conducIdo al fm, con Entonces escribí al gobernador a quien hice presente mi
la guardia acostumbrada: un oficial con la esp~da des~uda decisión de no sometenne al injusto fallo del alcalde. Sobre
(y no porque la hubiera sacado de su correspondIente vama) esto, él escribió que yo quedaría exento de la última condición.
y un soldado raso con las tres cuartas partes de .u~ mosquete: En la mañana siguiente fuÍ a la casa del alcalde y le hice
En mi camino por la plaza, eché de ver a IDl Juez y a IDl conocer lo dispuesto por el gobernador a lo que respondió
acusador que marchaban juntos desde la tienda del alcalde muy fríamente que el gobernador era un tonto y no se debía
a la suya propia. El alcalde me recibió con mucha cortesía meter en esos asuntos, y yo fuí nuevamente conducido a la
y dió comienzo a sus procedimientos disertando largamente prisión. Después de haber estudiado el asunto veinticuatro
sobre el disgusto que había experimentado con nuestra deten- horas más, el alcalde ordenó que me llevaran nuevamente a
ción en Arroyo de la China, el interés que se había tomado su presencia y me declaró que había prestado al asunto toda
en todo el curso de mi causa y la satisfacción que ahora sen- la atención que su importancia reclamaba. Y le había venido
tía al poder informanne que me hallaba libre para continuar n la mente una idea que lo convencía de que la parte discu-
mi viaje a Buenos Aires. Ante esta manifestación hice una tida de la sentencia debía ser anulada.
inclinación de cabeza. Pero agregó: tendrá usted, eso sí, que - Supóngase -dijo tomándome la camisa (para lo cual me
cumplir con el auto del Tribunal de Comercio al que ha sido abrió la chaqueta)- que alguien lo acusa a usted (y con esto
pasado el asunto y por cuyo auto deberá usted pagar doscientos no quiero ofenderlo) de haberle robado la camisa, y, después
pesos de multa para beneficio de los emigrantes a bordo de de las debidas investigaciones, ninguna prueba se puede in-
VIAJES (1826-1827) 219
J. A. B. BEAUMONT
218
por la segunda. El hecho de que yo mismo hubiera pagado
vocar en contra suya: me imagino que se impone la absolu-
la multa dando el dinero a los colonos, en vez de hacer que
ción; pero, si resulta que la camisa la lleva puesta el mismo
acusador, el caso es todavía más claro y favorable para usted. todos ellos cayeran en sus manos, significó un serio desenaaño
Esto es - continuó- lo que he aplicado al caso suyo y lo he pa.ra el ~lca~de; me dijo entonces que era necesario q;e él
considerado desde los diversos puntos de vista desde los cuales nusmo dIstnbuyera ~os ~oscientos pesos, con lo que me dió
puede ser considerado un asünto que reviste tanta impor- .·a entender qu~ quena darselos en mercaderías. Le dije que .
·el pago lo h,abIa hecho yo en persona y le aseguré también
tancia. que r:o podna p~garle los setenta y cinco pesos hasta que no
y con mucho énfasis prosiguió: m; dIera un reCIbo en forma por los doscientos pesos. Como
-La verdad es que me considero muy satisfecho de haber
, c~~ en la cue,nta de que estaba proyectando alargar mi deten-
podido, en justicia absolver a usted de los cargos .que le hacía
Rufino, porque, sin duda, usted lo ha desmentido con toda ClOn, agregue que podría tenerme preso cuanto tiempo quisie-
ra en caso ?e que se atreviera a hacerlo, porque, para poner
claridad. ~~s cosas. bIen en su punto, debía decirle que no-tenía más
"A Daniel come to judgement! yeah, a Daniel" 6 . mero, SI, es que que;1an sacármelo; y, como se convenció
de ~.ue aSI era, despues de tenerme tres días más, me dió el
dije yo en mi interior. y él prosiguió: . reCIbo por la multa de doscientos pesos y una cuenta de los
-Uste-J, en consecuencia, deberá solamente pagar dOSCIentos :gas~os efectuados para mi detención, que ascendían a setenta
pesos como multa, y ese dinero será pa:a sus emigrante~" Y y cmco pesos más. Hube de someterme a esta última exacción
setenta y cinco pesos por los gastos habIdos en su. de~enclOn. y ~agarla.. Su Merced contó el dinero, una y otra vez, con
No le ca rgo a u sted costas pero si se siente us~ed mclll~ado a , agr~o contmente y muy poco satisfecho con la poquedad del
h acer algún pequeño obsequio antes de su partl~a (y mlran~o botin, resulta~o de sus largas y continuas maniobras. Natu-
la mesa y queriendo decir con esto que lo debla poner alh) , ralmente, pedI una cuenta autorizada de los setenta y cinco
eso no seria considerado como un a ofensa- o Concluyó todo pesos que correspond,erían a los hombres empleados en dete-
esto con reiteradas expresiones de amistad y votos por nuestra nernos ..Esto me fue denegado. Pero se me permitió sacar
pronta llegada a Buenos Aires. Yo ret:ibu~ sus expresiones d~­ un~ COpIa de ella tal.como la habían registrado en sus ex-
clarándob con verdad que nunca olvldana todo lo que habla pedIentes. E:r~ verbatzm como sigue: "Gastos efectuados en
recibido por sus manos. la ayuda sohCl~ada a la Comandancia General por el Tribu-
Entonces reuní a los colonos y les expuse el resultado de nIal. de ComerCIO en lo referente a la detención de los ingleses
mis esfuerzos. Me evitaron la necesidad de decirles que y~ ,a aJados en esta Guardia General:
había gastado yo más de doscientos pesos por mantenerlos
durante la detención, declarando que estaban listos a renun- Pesos Reales
ciar a todo reclamo por esa multa absurda y, con arreglo a Por 20 1/2 arrobas de carne a 6 reales ............ 15 3
eso, firmaron un reclbo por la dicha cantidad. Le mostré el Por 7 1/4 libras de tabaco, al peso .................... 7 2
recibo al alcalde y le pedí que me diera el descargo por esa Por alquiler de un bote para la tropa ............... . 12 O
parte de la sentencia, antes de pagar setenta y cinco pesos Por paga para la tropa ........................................ 40 O

8 "i Un Daniel ha venido a juzgarnosl; si, ¡un Daniell". Palabras de 74 5


Shylock en el acto IV, escena I, de El Mercader de Venecia de Sha- ,Uruguay, Noviembre 3 de 1826.
kespeare. (N. DEL T.)
VIAJES (1826-1827) 221
220 J. A. n. BE AUMONT

Aires para la visación. Pero el alcalde advirtió que me que-


¡Con esto hacían regular provisión una docena de pelafus- daban algunos pesos y como nunca pensó dejarme escapar
tanes por una excursión de pillaje de veinticuatro horas, de sus garras con dinero en el bolsillo, insistió en que debía
quinientas pesas de carne, siete libras de tabaco y cuar en ta pagar por separado un pasaporte para cada persona de las
pesos ! . . . Por Tribunal de Comercio debe entenderse su pre- qu~ estaban a bordo de la balandra. Aunque sólo era nece-
sidente Domingo Calvo, dueño de la posada y pulpería y sano un solo pas~porte,. yo no podía eludir esta imposición,
socio de Rufino Falcón. La sentencia que podía esperarse pero como me Vela obhgado a pagar por más de cuarenta
de semejante juez o tribunal, era de presumirse, porque 101; pasaportes separados, exigí que las autoridades se tomaran
dos nombrados eran tal para cual. De todos los despojos de la molestia de preparar y firmar ese mismo número a lo que
que podemos ser víctimas en nuestro viaje por la vida, los se sometieron de mala gana porque contaban hacerio todo en
m ás exasperantes son, sin duda, los que se cometen en nom- un solo papel sellado aunque recibieran pago por los cuarenta.
bre de la ley. Del desamparado, del desesperado, podríamos M ientras las autoridades se hallaban entregadas a este es-
esperar la depredación, si la oportunidad se le present~, pero fuerzo de caligrafía, como yo me hallaba libre de mi prisión
que aquellos en cuyas manos ponemos nuestros medIOs na- me di a caminar por el pueblo y sus alrededores. Era u~
turales de defensa para que puedan administrar justicia, se lugar bastante ~s~r.able para ciudad metropolitana; porque,
vuelvan contra nosotros y usen esos poderes al modo de los aparte de los edIfICIOS bajos con aspecto de cobertizos que
salteadores de caminos, y como medio de extorsión, es algo r odeaban la plaza, había muy pocas casas en las calles
abominable. que arrancaban de ella. Veíanse algunos pocos e informes
"- But man, weak man, jprdines y corrales para encerrar los caballos; más allá se
Dressed in a liule brief authoritr, extendían en todas direcciones arbustos silvestres, cardales y
Plays such fantastic tricks before high heavén, pastos altos. Mientras hacíamos la excursión, un vecino de
As make the angels weep." 9 la ciudad que me acompañaba, señaló un pozo seco de unos
treinta pies de profundidad, a propósito del cual me hizo el
El total de los gastos que nos vimos obligados a hacer como siguiente relato: Algunos años atrás había llegado de la Ban-
consecuencia de este arresto ilegal, vale decir la manutención da Oriental al Arroyo de la China un portugués muy rico
de los emigrantes, la gratificación de los bandoleros que nos con objeto de hacer grandes compras de ganado. Al efecto'
arrestaron, la estadía del barco y el envío de un mensajero a traía con él un buen acopio de onzas de oro, de las llamada~
Buenos Aires para comunicar a los amigos el atropello, todo doblones. El entonces comandante de la ciudad, con la dili-
ascendió a la suma de seiscientos pesos. gencia tan necesaria a una persona encargada de tales funcio-
Después de pagar la cuenta de los setenta y cinco pesos, nes, averiguó y comprobó los hechos que acabo de mencionar,
presenté el pasaporte que había traído conmigo de Buenos y, para atender como era debido a tan grato visitante, lo in-
vitó a su casa, se o.cupó mucho de él y lo sacó a caminar por
9 "Pero el hombre el débil hombre, investido de tan escasa autoridad, el pueblo y suburbIOS. El comandante, que nunca había exhi-
representa tan fantásticas supercherías ante los eltos cielos, que hace llorar bido hasta entonces ninguna riqueza, desde aquel momento
a los ángeles", SHAKESPEARE, Medida por Medida? acto Il, esc~~a 11. -Beau sorprendió de pronto a sus vecinos con una inusitada osten-
mont que no indica el autor de estos versos, m la obra ongmal, parece
citar 'de memoria, porque el original no dice weak man, sino proud man tación de onzas de oro. Una fortuna tan improvisada des-
(el hombre orgulloso). Omite, además, dos versos, entre el segundo y el pertó la cm;iosidad d~ ~odos los hombres del pueblo p~rque
tercero, qu<:! dicen así: Most ignorant of what he's most assured, - en aquel paIS, muy distinto al nuestro, las personas ricas son
His glassy essence like a/;l' angry ape . .. (N. DEL T.)
222 J. A. 1.:. BEAUMONT
VIAJE[l (1826-1827) 223

verdaderamente muy raras y los medios con que se adquiere c.e~ca de la media noche. Habíamos salido del puerto con fe-
honestamente una moderada fortuna, son patentes a todos. lICIdad y amarramos el barco a un árbol de uj;a de las islas
De manera que la curiosidad iba en aumento y se m antenía durante la noche. En la mañana siguiente, un viento muy
insatisfecha. E idéntica fué la vivísima curiosidad por saber ~avo:able. qu; s~ le:rantó repentinamente, nos llevó aguas aba-
qué había sido de su caro amigo el portugués. Muchos de los JO, sm ~mgun I~cIdente serio, hasta Punta Gorda. En este
vecinos, lo mismo que el comandante, habían echado el ojo JUgar fUImos. a tIerra, y mientras la gente cocinaba, hicimos
al portugués y a sus onzas, haciendo lo posible por ganarse un paseo a pIe por el campo con dos o tres emigrantes. Ma-
su amistad, pero el caballero portugués desapareció de im- tamos algunos venados y patos que, aparte la diversión de
proviso y nadie supo dónde ni cómo. la caza, aumentaro~ nuestras provisiones de boca. Seguimos
Poco tiempo pasó, sin embargo, sin que alguien tuviera la adelante y para evItar el paso por la isla de Martín García,
ocurrencia de mirar hacia el interior del pozo a que me he dob~amos por la boca del ~uazú. Esta es un abra que hace
referido y viera el cadáver del portugués con la garganta el no en la costa opuesta, mternándose unas dos millas hacia
cortada de oreja a oreja. Las sospechas cayeron en seguida ;1. oeste, y después unas tres o cuatro hacia el sudeste; así
sobre el comandante y todos los antecedentes llevaron a la luUllOS hasta ponernos casi frente al puerto de Las Conchas.
conclusión de que era el autor del crimen, sin la más mínima Al llegar allí .estuvim~s det.enidos algunas horas porque el
iluda. El criminal fué enviado a La Bajada, cerca de s.anta agua estaba baJa y habla .pehgro de un banco que se extiende
Fe entonces capital de la provincia, donde fué depuesto, en- a ~o largo de la costa, a cierta distancia. En la mañana si-
juiciado y condenado a muerte; pero una de esas revoluciones gUIente, 10 de noviembre [de 1826] tuve la satisfacción de
que erJ. los últimos años han sido tan frecuentes en el país, hacer desembarcar a todos los colonos en Buenos Aires sanos
detuvo el brazo de la justicia y puso al criminal en libertad; y salvos. Al llegar a la ciudad, mi primer cuidado f~é ocu-
y no sólo escapó así del castigo, sino que se vió habilitado p~nne de los emigrantes ~asta que pudieran valerse por sí
para volver al Arroyo de la China donde se le dió un cargo ~smos o hasta que yo pudIera encontrarles ocupaciones apro-
con muchas facultades, y bajo el poder de estas facultades pIadas. En el transcurso de pocas semanas tuve la satisfac-
íbamos a caer para nuestro infortunio. Después de haber ción de saber que todos habian encontrado colocaciones en
oído este relato, dí gracias por no haber sido víctima de un las cuales,. acre~itando buena conducta, podían asegurar có-
asesinato, así como había sido víctima de un saqueo, y me moda subsIstenCI~ y. ~n ,muchos casos una situación próspera.
sentí más ansioso que nunca por verme a flote de una vez. Los gastos que sIgmfIco el mantenimiento de estos hombres
Cuando volví al pueblo, los pasaportes estaban listos y no fu~::o~ muchos: pero cc;m.o los gastos mayores y las penurias.
perdimos tiempo para volver a bordo. El timón y las velas p.r;nCIpales hablan consIstIdo en sacarlos de la peligrosa situa-
habían sido reparados; un buen surtido de provisiones y Cl(~n en que. l?s habían colocados los pérfidos politicastros del
aQUardiente, mate, etc., había sido cargado. Después de su- paIS, no vaCIle en llevar adelante los sacrificios a fin de poner
frir una cautividad de veinte días, estuvimos en condiciones en obra cuanto fuere necesario para ayudarlos. Como re-
de escapar de las garras de los gitanescos magistrados de compensa, tuve el placer de comprobar que, exceptuando un~
aquella desgobernada provincia. El viento nos era contrario pocos que cayeron en la ociosidad y se hicieron alborotadores
en el puerto, pero decidimos salir y vernos libres de aquel por instigación de unos sirvientes nuestros despedidos y de
sitio aborrecible, haciendo remolcar el barco fuera de la en- mdole deshonesta (y por algunos otros individuos '.le mala
senada hasta ponerlo (n medio del río. Regocijados ·al verse reputaci?~ en la ciudad), todos se mostraron agradecidos por
libres, los pasajeros cantaron y bebieron mate y alcohol hasta lOS serVICIOS que les presté y trabajaron activamente en sus
diversas ocupaciones.
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VIAJES (1826-1827) 225

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In I ( P riencia, que un viaje en esta monótona comarca no
plld d, l resultar tolerable como no fuera en agradable campa-
I /l, Procedimos, pues, a sacar los correspondientes pasapor-
It , 1 que nos llevó todo ,un día porque hubimos de concurrir
11 '''/1 de una oficina para que fueran despachados. Perdimos
01" día en procurarnos una licencia para conseguir caballos
dt pO/HA, y parte de un tercer día en averiguar dónde estaba
1" ,I IR de postas en los suburbios de la ciudad. Una vez allí,
CAPíTULO VIII plf (ntflmos la licencia y los pasaportes, como también una
11 11 Io l'i1.O ción para el administrador de correos y postas a fin
Viaje a San Pedro. - Las postas. - Los cardales incendiados. - ,I! qno nos facilitara caballos y un guía. El administrador
San Andrés. - Areco. - Arrecifes. - San Pedro. - Los na- Uf I pr'ometió -con las mismas palabras empleadas en Mon-
tivos. _ Los colonos ingleses. - Diversiones. - El baile de la 1I vill( ()- que los caballos y el guía estarían a la puerta de
muerte. _ Vuelta a Buenos Aires por el camino del bajo. - 11 11 1 11'0 casas mañana por la mañana 1; Y como yo le ob-
San José de Flores. - San Isidro. - La Punta de San Fer· '''vll l'O que con el intenso calor se haría penoso viajar des-
nando. - El Tigre. - La policía. - Los ladrones. - Una 1,1 ', ti las once, nos aseguró positivamente que tendríamos
ejecución. - El día de los perros. - Aniversario de la inde- 111. l/lh 110s con nosotros a las cuatro de la mañan a sin falta.
pendencia. - Artes y ciencias. - Asuntos navales. - Insegu- " 1 (lH lnbra nos inspiró la confianza que merecen en aquel
ridad de la propiedad. - Mi partida de Buenos Aires. - Río de 11\ I In. hombres de tal profesión, que nosotros conocíamos
Janeiro. - Llegada a Falmouth. 1"'11 pO.t' experiencia; por eso encargamos el desayuno para
(" IId l,O y todavía estuvimos más de dos horas esperando la
11, f lid" el los caballos. Eran las once y todavía no habíamos
UNA VEZ que vi a lo~ emigrantes de ED:tre Ríos (llegados '11 II l1do, el día estaba caluroso en extremo y poco faltó para
de Inglaterra con la esperanza de conv,ert;rse ~n arrendata- 1"1 h I'H'/l r el viaje; pero sabiendo que, de hacerlo así, repe-
rios de nuestro campo en aquella prOVillCIa). bl~n ac~moda­ I lit' I I I dilaciones que se presentan para toda salida de la
,dos en las vecindades de Buenos Aires, me dI a Investlgar la I IlIdllll, l ' solvimos ganar en seguida por lo menos la primera

suerte corrida por los que habían venido antes, y. que debían I'"~III 11 punto nos pusimos en marcha.
haber sido instalados en San Pedro. Estos ultlmos, en su IIII /l V 'l. pasadas las quintas de los suburbios más próximos,
mayoría, después de una corta permanencia el?- San Pedro, I 1 I 11 111 po se convierte en una llanura sin cultivo alguno, de
habían vuelto a Buenos Aires, como ya se ha dIcho, pero yo 11" 111 f j rt ralmente reseco por el sol. Ciertos lugares del ca-
sabía que algunos quedaban aún en aquel lugar. ~ canse-- " 1 1111 Intransitables en invierno por los grandes pantanos,
cuencia, emprendl viaje hasta San Pedro, para venflcar las 1 111 Il I! Ol'ft cubiertos en toda su extensión por un polvo fino
condiciones en que se hallaban; y co?Do las cuenta~ de l?s '/1 1 I /1 1 ('l' removido por los caballos, hace casi sofocante el
señores Jones y Lezica no se produclan, nada me ~mpe~a 11 t , di tl l' sí muy caliente. El precio pagado en el trayecto
por el momento realizar la excursión. Un caballero lrlan?-es .JI 1/1 Jll'llU r a posta --cuatro leguas- es más caro que en
que se hallaba de algún tiemp? atrás en ~l país y con q~en l . ,,11 Kllientes. Asciende a un real por legua y por cada
había hecho amistad, se ofreclO a acompanarme, Y por clex;:o
'que acepté complacido el ofrecimiento, sabiendo, como sabla l., 1111 'oyado, en español en el original. (N, DEL T .)
226 J. A. n. BEAUMONT VIAJEG (1826-1827) 227

caballo. Nunca pude saber cuál era la razón. La diferencia 111110 cardales dispersos, pero antes de haber hecho la pn-
en la calidad de ios caballos es muy notable; los que se mon- "I ( 1'1 1 gua ya cubrían toda la llanura y el camino iba por
tan en la ciudad son casi siempre pobres jamelgos que apenas 111 . n das o atajos abiertos entre los cardos. Estas sendas,
si pu eden hacer su trabajo, mientras que los de la campañ a, I 11 Oll1bos lados, estaban minadas por las cuevas de las viz-
elegidos entre manadas 2 de caballos jóvenes, son general- wt:hns y para evitarlas teníamos que andar con mucho ojo.
mente vigorosos y listos. Los guías de la ciudad son, asimis- 1,1 1 gun da posta era bastante mejor que la primera: el ran-
mo, menos entretenidos y alegres y mucho más tunantes que I 110 m ós grande, provisto de puertas con bisagras, y entre
los muchachos que se encuentran en todo el camino por la 1I 11'IlR m u ebles tenía varias sillas con respaldo alto y estampas
campaña; y las dificultades que se oponen al viajero para !In IIntos. El maestro de posta era aquí una mujer, no mal
salir de la ciudad son en extremo mayores que las que pueda I Iid a, ,!ue nos recibió con mucha atención; la: hija mayor
encontrar al hallarse cómodamente haciendo su camino en el 1I "fl pnruba el mate para la familia; la más joven estaba en
campo. 111 111 [\ y sufría un fuerte resfriado, adquirido -según dijo la
Ai entrar en el rancho de la primera posta donde habíamos ni ' Ir' I m ayor- por haber estado en el pozo durante todo el
resuelto esperar la brisa del atardecer, había en él cuatro gau- d /1 nntcrior. No era para so~prender que una joven ence-
chos y tres mujeres, la abuela, la madre y la hija; media Il'lI d" n tal sitio se hubiera resfriado; pero sentimos curiosi-
docena de perros grandes estaban echados en un rincón; un .1111 1 11 r saber cóm::l y por qué había estado ahí, y pedimos
pobre bebé era mecido en una cuna, o más bien en una pieza 1 pli cl1ciones a nuestra hospedera. La señora nos informó
de cuero suspendida del techo, y aves de corral de toda edad 1111011 , S, que en el día anterIor, una quemazón, como llaman
y tamaño, pavos y patos, ganaban cualquier espacio libre del ni ¡ II( ~ ndio de los cardales, se había extendido por varias
rancho. Algunas de estas aves dormían su siesta sobre los Ir 1' " /11 n la redonda amenazando con destruir la casa; y por
cuerpos de las personas acostadas; una había trepado a la 1 I III OI.ivo habían hecho lo posible por salvar su escaso mo-
cuna de cuero y parecía divertirse con el balanceo. El con- I 1I1' II 'io poniéndolo dentro d-el pozo, al cual habían bajado
cierto r esultante de esta reunión de familia, disonaba en ver- 11 1" Inlllbién para resguardarse, pero por fortuna, el viento
dad: los gauchos roncaban ruidosamente, las mujeres discu- , 01 " 1Í1'1 TI el m om ento en que esperaban ver envuelta en
tían; los pavos hacían su ruido peculiar, parpaban los patos, 11 "'1111 lu propia casa. La señora m ás anciana hizo este relato
y los per:ros, cuando se vieron perturbados por nosotros, pu- 111 1 1IIIIcha gravedad y a tribuyó la salvación a la intercesión
siéronse a gruñir y a ladrar. En este rancho, lleno como es- II lt1 ol "OHl1 de San Francisco (cuya estampa estaba colgada en
taba de bote en bote, no podíamos buscar sombra y no había 11 11111 ,.. 11 , n la cabecera de su lecho) al que tenía hechas mu-
m ás que quedarnos al raso bajo el sol quemante (porque no 11, I III 'oll1 csas para el caso de salvar su vivienda. La única
se veían ni árboles ni arbustos por ninguna parte), o bien pro- 1'11'1 111 11 (J.Lle mencionó fué la de no dar nunca fuego a ningún
seguir la marcha. Enfre dos m ales elegimos el menor y r esol- 111111 11'1 jlura encender su cigarro, a menos que se compro me-
vimos seguir hasta la posta próxima. El maestro de posta, , I 1/1 " rllluarlo dentro de la casa, porque de la costumbre de
no sin algunos rezongos, por la locura de hacer trabajar sus I I IJlII I' IU!l colillas de cigarros encendidos entre los cardos, pro-
caballos con el calor de aquel día, los hizo traer al corral y , 1ti 1111 , I(lgún ella, la mayoría de estos accidentes destructores
media hora después estábamos montados. \ ',dl/ I d cidida a cumplir estrictamente lo prometido. Estas
Apenas deja~os esta posta, pude observar en el campo al- '1"1 11111/.1111 \ son muy frecuentes en el verano, cuando los
11111 111 I 1 , S por el sol, son muy combustibles y al tomar
2 O tropillas. (N. DEL T.) 1I1 "11 I 1 llamas son llevadas por el viento a gran velocidad
228 J. A. B. BEAUMON T
VIAJES (1826-1827) 229

y sólo se detienen al llegar a algún sitio donde no crece esa . ll;ll sto perdimos otra media hora. Por último nos pusimos
planta, o por algún cambio de viento. Hasta los hombres y e I marcha; no veíamos otra cosa que cardos y cuevas de
los caballos son con alguna frecuencia sorprendidos y aniqui- vi z chas; el sol estaba muy fuerte y el camino muy lleno
lados en tales circunstancias. ti polvo. El correo que nos acompañaba, porque viajamos
Por esta vez, los caballos ya estaban en el corral cuando '1IIntos, se mantuvo al galope tendido en todo el trayecto de
llegamos. Después de permanecer algunos minutos escuchan- 1\ posta.
do las desdichas de la señora, nos excusamos porque teníamos 1 final de esta etapa llegamos al pueblecito de San An-
que seguir adelante sin dilación, resueltos como íbamos ~ ti r, s, situado agradablemente sobre una elevación del terreno.
caminar aprovechando el fresco del atardecer. De confornu- 1JO cardos, por una o dos millas, habían desaparecido y varios
dad, nuestra hospedera salió con el lazo y nos trajo los caba- fll1::\búes y otros árboles adornaban el lugar y nos prestaban
llos del corral, como lo hubiera hecho el mejor gaucho. Antes 'f r' a sombra. Una morenita muy linda salió de una de las
de partir, no dejamos de prescribir remedios para la enferma, <1/1 , OS Y nos ofreció un jarro de leche que aceptamos compla-
lo Que se nos agradeció con todo respeto. 'idos porque estábamos abrasados de sed. Al entrar en la
éomo me había hecho a la vida gaucha durante mi primer (. 1 O, poco después, para devolver el jarro y agradecer, encon-
viaje, no sentí ya la fatiga en esta región. Ahora podía, des- It limos a quien lo había ofrecido, en el suelo y en desairada
pués de cabalgar fuerte durante toda una jornada, acercar la ,o,:i ión. Estaban haciendo morcillas y tenía las manos y
cabeza de vaca al fogón donde se asaba la carne, s~ntarme f)1'I1Z0S cubiertos de sangre de puerco y carne picada con que
con toda naturalidad, charlar con los gauchos, beber el caldo ~. 11 naba unas tripas ayudada por otra morocha, mientras
y comer el asado después de haber pasado ést~ por otras m~­ 1111 tercera se ocupaba en atar los embutidos con destino a
nos sucias, sin hacer ningún mohín de disgusto, aunque SIn 1, V nta. Al contemplar esta escena de economía familiar,
experimentar tampoco un gusto extraordinario. Esa noche lo 'tiernos pensamientos y afectos que su bonito semblante y
la pasamos en el rancho del maestro de posta y a la manera ( 1 portuno obsequio, habían despertado, se fueron, pero la
gaucha; el m aestro nos había prometido tener los caballos en ,lIntl ralidad y las graciosas maneras con que fuímos recibidos
la madrugada, sin falta ... , "mañana por la mañana"; pero, 1 . forma con que explicaron que aquellos manjares delicio-
al despertar, fuímos más que sorprendidos de saber que los n taban preparándose con destino a un pueblo vecino, pron-
caballos se habían ido durante la noche y que el muchacho to di iparon en nosotros toda suerte de escrúpulos y las vimos
andaba en su busca. Ex uno disce omnes. Ese desacuerdo I In i teresantes y bonitas como si nunca en su vida hubieran
constante entre el decir y el hacer, según pudimos verificarlo, . In ,,<1.0 una morcilla.
era característico entre los maestros de posta en Sud Améri- 11:1 orreo que venía con nosotros se detuvo en la casa de
ca y entre la m ayoría del resto de los habitantes. A eso de las pO' lo, erca del pueblo de San Antonio de Areco, para dormir
nueve avistamos la tropilla que galopaba hacia nosotros. El ji j sta, y al oír que nos quejábamos de vernos obligados a
sol ya estaba fuerte y nos sentimos bastante molestos por I HIIII· viaje con el calor del día (porque no podíamos procu-
haber perdido las tres horas frescas de la mañana en la inquie- 1/1 1' 11 0 caballos después de caer el sol) se ofreció a segillr
tud de la espera. Por fin estuvimos a caballo, y a punto de 1 111' Jlosotros hasta San Pedro que quedaba en el camino que
partir llegó un correo. Llevaba el mismo camino que nosotros 111 \<'1 /1, y para que de tal manera pudiéramos tener los caballos
y como en la posta no había otro guía sino el que habría de d IlIi mO tiempo que él. El correo, según lo habíamos podido
acompañarnos, debimos esperar hasta que fuera traída nue- oh (II'Vnr, tenía el privilegio de poder exigir caballos a cual-
vamente la tropilla al corral y tuviera su caballo de remuda. quiN' h ra de la noche. Aceptamos de buen grado el ofreci-
230 J. A. C. BEAUMON1' VIAJES (1826-1827) 231

miento y dormimos la siesta, y temamos una cernida rústica stá todavía consagrada al culto. Hay muchas huertas en el
con él en la posta. See;uimos viaje con el fresco del atardecer pu blo, con diferentes clases de árboles; pero si se exceptúan
y pasamos por el pueblo de San Antonio de Areco que tiene ( tns huertas y algunos ombúes y pinos esparcidos en las' afue-
unas cuarenta o cincuenta casas de ladrillo, dispuestas en 1'0 del pueblo, el campo es triste y monótono como en todo
m anzanas como en las ciudades grandes y alhajadas con ven- ( 1 to de la provincia. San Pedro, con todo, ofrece muchas
tanas de hierro. Las inmediaciones del pueblo son bastante V' ntajas: su altura, su clima salubre y seco, la belleza del
pantanosas y muy cerca cruza un arroyo- que lleva el mismo 'j1lis.aje fluvial y su situa~ión favorable para el comercio. Los
nombre, Areco. Desde Areco seguim8s diez y siete leguas lobl'tantes se muestran SIempre muy sanos y gallardos; muy
más. en dirección norte, hasta Arrecifes, cambiando caballos 1,' Il' vez S(', ven con las cabezas atadas con pañuelos blancos
en dos postas del camino cada una situada cerca de dos arro- pn' curarse romadizos ni ostenten habas p-artidas sobre las
yos, Oñda y Vellaca 3. Estas postas eran ranchos solitarios Mi n s, como puede verse diariamente entre las gentes de Bue-
y las únicas viviendas que encontramos en el camino. Como 11 0 Aires, que lo hacen para librarse de jaquecas muy comu-
era tiempo de sequía, pudim::Js cruzar el río Arrecifes sin la 11( il por causa del clima húmedo.

asistencia de un bote que de ordinario anda por ahí para gn los días domingo los gauchos llegan de los campos cer~
llevar pasajeros de una orilla a otra. El río tenía entonces ( ~1I 11 s a caballo con sus mujeres en ancas, para asistir a los
unas doce yardas de ancho y lo pasamos a caballo. Después I (t'vi íos religiosos; en tales días San Pedro tiene la aparien-
de haber atravesado terrenos pantanosos que se extiend'en has- oj" de una ciudad inglesa en día de mercado: las pulperias
ta una legua más allá del río, y que estaban entonces bastante ( 11,'ll?- llenas; todas las tiendas permanecen abiertas para co-
duros, vinimos a dar a unos campos ondulados por donde 1,1l(1(hdad de la gente del campo, que aprovecha esta veni.da
sigue todo el camino hasta San p'edro, cosa de ünas cinco ni p1.l blo para hacer sus comp"J:as de toda la semana y por la
leguas. A partir de Arrecifes, la llanura estaba cubierta de 11I1'd se reúne en las afueras donde se corren carreras de ca-
altos cardos, excepto en una o dos depresiones del terreno más b dlos, se juega a la taba y se dan otras diversiones.
favorecidas y doiide crecía el tréboI; pero en las inmediacio- 1) mis indagaciones resultó que de los muchos ingleses y
nes de San Pedro ya no se ven card os~ San Pedro es un pue- , (:0 ses emigrantes que habían venido para formar la c010-
blo pequeño que tendrá un centenar de casas y seiscientos llÍn de San Pedro, y establecerse allí, -sólo cuatro familias
a setecientos habitantes. Está situado sobre la orilla sur del 1/111 doban: Anthony Norman, horticultor, tenía unos cuatro
11(' 1'( 14 de tierra cercada y muy bien cultivada y con el produc-
Paraná 4 y sobre una eminencia de unos cuarenta pies sobre
el nivel del río y desde allí se domina un amplio panorama 1" IlI,ontenía cómoda y respetablemente su familia; Patrick
\ 'lit ( 11, irlandés muy vivaz y su mujer estaban bastante bien
de sus islas. Hay en el pueblo un antiguo convento, amplio
(illll'loHdos en el almacén de un propietario nativo y Francis
~dificio de ladrillo que fué destinado por el gobierno a alo-
( 1111'(\ I nía una ocupación parecida. Dos herma~os de MI'.
Jamiento para recibir el primer conjunto de emigrantes en- I/li I grabador y artesano de gran pericia, bien conocido en
viado desde este país [Inglaterra], pero ahora lo han conver- 1,111 1111,' S, h abían adoptado la vida de los gauchos y parecían
tido en oficinas del gobierno, con excepción de la iglesia que 1111 ,y Hltisfechos con el cambio de situación. Todas estas per-
111 111 lile hablaron muy bien del país, y su apariencia robusta
3 Cañada Honda y Cañada Bellaca. (N. DEL T .) \' il ll I'ostros alegres, demostraban mejor que todas las frases,
4 La costa hace una punta en ese lugar y en verdad se extiende de
~ste a oeste ,por una pequeña extensión, de suerte que el autor no es
'1111 11, va ban una vida feliz. Se condolieron ,d e la mala fe que
mexacto al hablar de una orilla sur del río Paraná. (N. DEL T.) IlIIhl, ,ido la causa de que se frustaran nuestros planes para
232 J. A. V. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 233

la formación del establecimiento inglés, de cuyo buen éxito ne que antes de esa edad el niño no ha adquirido los defectos
y fortuna no dudaban si el gobierno hubiera obrado con sin- propios de la naturaleza humana; apartado así en sus primeros
ceridad. Se declararon muy felices y contentos como estaban años, de las inquietudes y perturbaciones que experimentan
y sin sentir ningún deseo de volver a Buenos Aires. los de mayor edad, el tránsito de esta vida a la otra se mira
Quedamos varios días en este agradable lugar y nos diver- como favor especial del Todopoderoso: de ahí que se les desig-
timos cazando patos; los hay en tan gran número que en una ne con el nombre de ángeles. Esta creencia es en algo similar
ocasión maté doce de un solo tiro. En unas pocas horas ca- a la de los antiguos, tal como nos la ha transmitido Heródoto.
zábamos generalmente el número que nos era posible llevar Como en el viaje a San Pedro habíamos seguido el camino
con nosotros, subiendo la barranca, y obsequiábamos a la mi- del alto, resolvimos ahora volver a Buenos Aires por el ca-
tad de las familias del lugar. Por las noches gozábamos de mino que sigue la costa del río, habida cuenta de que los
la fresca brisa del río sentados a la puerta de las casas, gene- pantanos formados por las crecientes en tiempos de lluvia
ralmente haciendo rueda con un grupo de morochas bonitas estaban ahora secos. Para este viaje, acordamos también li-
y simpáticas, y comíamos con ellas melones exquisitos. Ju- brarnos de la obligación de andar durante el calor intenso
gábamos, reíamos, y fumábamos unos y otros, y el cigarro del día, haciéndonos de una tropilla de caballos, con lo que
más estimado era el que se nos presentaba encendido y as- p0dríamos ponernos en marcha a la hora que nos viniera en
pirado previamente por alguna de las hermosas criollas. Mien- gana. . Esta experiencia presentaba, sin embargo, sus incon-
tras estuvimos allí, los vecinos no pudieron mostrarse más venientes, porque no era fácil adquirir tropillas bien entabla-
amables para con nosotros ni omitieron oportunidad de te- das 5, Y de ahí que sólo pudiéramos procurarnos algunos ca-
nernos contentos. Una noche fuímos invitados a un baile ballos jóvenes para este viaje.
en casa del alcalde, dado para celebrar la muerte de un niño, Así prevenidos, y tras un buen número de cordiales adioses
su único hijo y heredero. El motivo de esta fiesta nos pareció salimos de San Pedro. Es de decir que durante todo el itine~
extraordinario y repudiable, pero, con todo, aceptamos la in- rario, tanto el baquiano como yo y mi compañero, poco pu-
vitación. Al entrar en la sala encontramos el recinto lleno de dimos distraernos en conversaciones porque de continuo te-
damas y caballeros bien vestidos, danzando bailes españoles níamos que andar tras los caballos que escapaban en dis-
y minuetes con su acostumbrada gracia y viveza. Una or- untas direcciones entre los altos y espesos cardales. En las
questa de cuatro músicos animaba la reunión. El mate cir- corridas, las delgadas ropas de verano que vestíamos, se hi-
culaba en copas de plata, que eran ofrecidas por los esclavos. cieron jirones y como no podíamos procurarnos medios para
En un extremo de la sala, y sobre un plano inclinado, estaba serlas o remendarlas, llegaron a tal estado de miseria, que
colocado el cadáver del pequeño, vestido de seda, con adornos los perros, impresionados por nuestro aspecto exterior, invaria-
de plata y además decorado con cantidad de flores y velas de bl mente ladraban al vernos. Al llegar al río Arrecifes, cerca
cera. Una esclava, de pie hacia un lado, le enjugaba la ma- d su desembocadura en el Paraná, lo hallamos más profundo
teoria que exudaba por los ojos y la boca. Entretanto, la fa- .r las barrancas más altas y muy pantanosas. Como la apa-
milia y todos los invitados se mostraban muy contentos por
la forma en que había sido arreglado el cadáver, y la danza 1; neia del vado no nos gustó, pedimos al peón que pasara
continuó hasta la una de la mañana. Se nos informó después
, El verbo, muy castizo, entablar, se conservaba hasta no hace mucho
que esta costumbre proviene de la creencia, común entre estas 111} el campo argentino, por lo menos en el litoral, en su acepción de
gentes, dp, aue, si un niño muere antes de haber alcanzado " I.\CO tumbrar al ganado mayor a que ande en manada o tropilla" (Real
la edad d e siete años, va al cielo, con toda seguridad. Se supo- ,A ,fld mia Española. Diccioruuio de la lengua Española). (N. DEL T.)
23 4 J . A. l!. BEAUMONT VIAJE:; (1826-1827) 235

prim ero para explorarlo. Gracias a sl:l. buen cab~llo y a ~us las quintas que llenan la campaña en las inmediaciones más
grandes espu elas, y a que era buen JInete, llego .a l~ onl~a cercan as a la ciudad. Este camino tiene de treinta a cuarenta
opuesta, pero n o sin dificultad. Mi .::ompañero lo SIgUIÓ: baJÓ yar das de ancho, pero corno el 9uelo es muy deleznable, .ras
la barranca y cruzó el río en buena forma, pero al subIr por muchas zanias que se forman por consecuencia de las llUVIas,
la barranca ODuesta, el caballo, animal débil, pronto vaciló y más que un ca"inino pr incipal parece uno de esos terrenos
d espués de esforzarse por unos instantes, al último cayeron destinados a la extracción de arena.
caballo y jinete hacia atrás, en el barro. Este fué asunto bas- A pocas leguas de Buen os Aires hay varios pueblos donde
tan te feo. Mi amigo se vió obligado a cambiar de ropas al los habitantes de la ciudad poseen casas de campo, o quintas.
aire libre y yo empecé a prever que me esperaba suerte muy San José de Flores es un pueblo grande distante dos leguas,
parecida; experimentando en cabeza ajena, y confiado en la en el camino real a Mendozac Contiene unos mil habitantes
fuerza de mi caballo, me arrojé con él al agua y me arreglé y las casas están edificadas corno las de Buenos Aires y en
para hacerle trepar la alta barranca y pisar tierra firme, antes general corno en todas las ciudades de l? América españo!a,
de que aflojara como el otro. Este accidente nos detuvo una es decir a ue son construcciones de ladnllo, de planta baJa,
hora en el camino y no pudimos llegar en el día a ninguna con r ejas en las ventan as y con azoteas. Las señoras, huyendo
población. H icimos noche en un rancho de triste aspecto don- a la bulla de la ciudad, van a veces a San J osé de Flores, pero
de n0S regalamos con un buen asado de cordero, y de no ser el corno está situado en el camino de Buen os Aires a Mendoza,
enjam bre de pulgas y vinchucas que nos atormentó durante Chile, etc., el paso contin uo de los viaj eros y mercaderías,
la n oche, hubiéramos tenido un sueño muy reparador. Apenas h ace el cam ino en extremo desagradable. P or eso se da pre-
pasado el río Arrecifes vimos el pequeño ?ue~lo de Ba:a~ero ferencia a San Isidro, El T igre y la Punta de San Fernando,
sobre las barrancas del Paran á, a nuestra lZqUIerda, e hICIm os
un viaje aburrido, por llanuras pantanosas, apenas interrum-
r
tres pueblos de las orillas del Paraná sic] h acia el norte de
Bueños Aires. El primero dista cinco leguas de Buen os Aires
pidas por algunos terrenos de pastos altos y cardos, y uno y está sobre una -altura que domina una hondonada y un
que otr o arroyo pequeño. Así fuímos hasta la aldea de Las xtenso panorama del río. Este es el único sitio elevado desde
Conchas, él distancia de trein ta y cinco leguas. En toda esta donde el viaieropuede r ecrear su vista una vez que llega a
extensión no en con trarnos población alguna y vimos apenas la costa sur del rfo de la Plata.
algun os ranchos aislados. Desde Las Conchas tornarnos rumbo La Punta de San Fernan do y El Tigre son también bonitos
sur, apartán donos del camin o que lleva directamente a Bue- 'pueblos situados a una o dos leguas de San Isidr o; ambos
nos AIr es, y hacia la aldea de San José de Flores 6. Ya cerca Ii()n frecuen tados por las porteñas que durante el verano van
de este pueblo sobrevin o una tormenta muy fuerte que con- 11 ellos en pequeños grupos, ya sea para realizar pic-nics o
tinuó d"Li'rante todo el día y la noche y nos obligó a guarecer-
nos en una quinta. Aquí perm anecimos los dos días siguientes Hll!l misma cosa, en aparien cia se asemejan mucho y cuando el autor dice
porque los caminos o m ás propiamente el suelo estaba tan 11/00, se refiere a las pitas. Allá por 1880 el poeta Rafael Obligado evocaba
inundado que se hacía imposible ponerse en marcha. Al tercer 1'1 11 Las quintas de m i tiempo, los antiguos cercos de pitas:

día nos arr eglarnos para llegar a Buenos Aires siguiendo un Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora
,camino orillado por setos de áloes y tunas 7 pertenecientes a jardines sabiamente dibujados,
fueron un tiempo rústicos cercados
de enhiesta pita y suculenta mora.
6 Hoy barrio de la Capital Federal. (N. DEL T.) I ,11 '~u'nas fueron sustituídas por las mor as. Salvo que el poeta se sintiera
7 Los setos de áloes son los cercos de pitas. Aunque estas plantas no sean 11,1 VII do por "la fuerza del consonante". (N. DEL T.)
236 J. A. 1). BE AU MONT
VIAJES (1826-1827) 237

para permanecer algunas semanas en las quintas. Las ex- p~r~utores que nu~ca yerren el fuego. El equipo con que yo
cursiones se hacen en los carros de dos ruedas comunes en la VIajaba se compOIDa de un par de pistolas a la vista en sus
co:respondi~ntes pistoleras; otra pistola de dos caños (con
ciudad y tirados por dos animales, formando' pequeñas cara-
vanas, o, lo que es más frecuente, a caballo, y en este último canos de seIS pulgadas), a la vista, llevada en el bolsillo de
caso las señoras adoptan el vestido y el sombrero usados en delante; en el bolsillo derecho del pantalón un cuchillo con
Inglaterra. punta, t~maño de un cuchillo de mesa y colocado de tal modo
La policía de Buenos Aires ha mejorado notablemente de que p~dIera ser sacad? con una mano. Equipado de tal guisa,
algunos años a esta parte y hay que hacer justicia al Presi- y haCIendo frente, SI alguno de aquellos sujetos intentaba
dente Rivadavia diciendo que es, según creo, el autor de estas enlazarme sin intimidarse a la vista de las pistolas -lo que
mejoras. También el pavimento y el alumbrado de las calles nunca oí que sucediera-, debía pensarse en otro plan. En caso
principales se le deben a él, según entiendo. Una patrulla o de fallar y en ambos casos, podría serme útil exhibir la pistola
ronda de calle se ha formado ahora, compuesta de milicianos de dos caños; si ésto no surtía efecto, lo más conveniente era
y anda por las calles a caballo en grupos de ocho o diez, ar- acercarse a los atacantes (la pistola de dos caños, reservado el
mados con mosquetes. En consecuencia, la gente puede cir- fueg~ podía .servirme muy bien) y todavía, disparados los tiros,
cular durante la noche con bastante seguridad y los asesinatos la m~sma pIstola, bastante pesada, podía convertirse en arma
y atentados a la propiedad y a las personas, se producen fOrmIdable, en comba.tecuerpo a cuerpo. Y, si todo esto fa-
ahora muy ranO\ vez. Mientras estuve en Buenos Aires no llaba, como último recurso podría sacar el cuchillo, también
oí hablar de un solo asesinato ni de homicidios, en la ciudad, en combate cuerpo a cuerpo con el asaltante.
pero en la campaña hay que cuidarse mucho de los salteadores. En La Calera había podido yo observar el miedo casi su-
Volviendo de San Isidro, una noche, ya tarde se me apa- persticioso qu~ los peones ~e~ían a un mosquete. Hubo que
recieran dos individuos al parecer salteadores: ~l acercarse, matar lL.'1 nOVIllo para el VIaje y los peones no tenían en ese
me ~parté ~n tanto del ,camino, los encaré, y sin decir nada, momento los instrunIentos necesarios para hacerlo' entonces
tome una p~stola de arzon en cada mano; los sujetos se apar- ordené a uno de mis hombres que lo matara de ~ balazO"
~:on tambIé:r;, pero para ponerse a respetable distancia, y
la bala hizo su ef~cto a distancia de unas veinte yardas, ;
dI~eron que solo se ' me hablan acercado para conversar con-
exacta:r.r:ente el!- mI~d de la frente del animal. Este cayó al
mIgo; pero, al negarme yo a ello y decirles que no se me punto, Slll mUgIdos ID forcejeos. Los peones se quedaron asom-
acer~aran, bajo pena de la vida, hicieron lo que les decía y
brados porque la tarea de enlazar el animal, de desjarretarlo
me lIbraron de un buen susto, que, infundado o no experi- y degollarlo para terminar con él, exige tiempo y esfuerzos.
menté. Estos hombres, con su lazo y un cuchillo, son 'terribles A:penas querían creer que el animal estaba muerto hasta quy
como asaltantes; con el lazo, a distancia de ocho o diez yar- vleron. al hombre poner los dedos en el agujero producido por
das, pueden, a todo galope, tomar un hombre en la armada 8, la he;Ida y que el animal continuaba inmóvil. ¡Qué muerte
arrastrarlo ~on el caballo por el suelo hasta desvanecerlo y tcm lznda! exclamaron y sus ojos iban del hombre al mosquete
con el cuchIllo en pocos momentos terminar con él. Es una y del mosquete al hombre, mirando a los dos con temor re-
particularidad muy favorable que estos hombres sientan ver- verencial. Y siguiéronle con los ojos adonde quiera que iba,
dadero miedo por las armas de fuego; un inglés no debe nunca y hasta. el momento de la partida, lo que me hizo pensar que
viajar por este país sin ir bien provisto en este sentido y con lo conSIderaban el hombre más prominente visto en el país.
Los peones, acostumbrados a resolver todas las disputas ex-
8 En la armada del lazo. (N. DEL T.) LX'emas con sus largos cuchillos (que manejaban con gran
J. A. 1: • . BZ AUMON'r VIAJE~ (1826-1827) 239
238

destr~za ), no conocen el pugilato y siente~ ~ran aversión por nn que pasaba en busca de reclutas rehuídos, dijo que no ha-
los golpes de puño. Uno de nuestros admm~stradores andaba bía nadie en la casa. Pero al advertir (me de afuera nadie
siempre con un mulato muy grande, a qUIen, por sus apa- r spondía, empezó a sospechar y al punto tomó una escopeta
rentes inclinaciones llamaban "el asesino". Un muchacho de ('f,Lle tenía colgada en la pared y amenazó con matar al primer
un irlandés, más bien bonachón, pero un poquito inclinado h ombre Que osara dar un paso adelante. Esto los detuvo, hasta
a las pendencias adoptó una actitud desafiante cierta vez que (1." un hijo de Simons, tratando de tran~uilizar a su padre,
el tal -empleado le dijo al mulato que sacara el cuchillo contra I idi61e, gritando, que no hiciera fuego, y el inocente, sin
el dicho irlandés. El caso fué que Pat tenía un palo en la mano nclvertir las consecuencias, le tomó la esc8peta y bajó el caño
y le dió un golpe tan oporturio al mulato en el brazo, que le lt cía tierra; lo cual, visto por los s;ete u ccho bandidos, y
hizo caer el cuchillo; y el mulato, tomándose el brazo golpeado I¡ nllando en esto la meior oportunidad, se arrojaron sobre
se quedó inmóvil, haciendo visajes y quejándose, sin aventu- \ 'mans, le hirieron horriblemente en la cabeza y en las ma-
rarse a recoger .el cuchillo, porque hubiera recibido otro ga- ll O, con un sable y lo dejaron por muerto. Durante este
rrotazo. Los salteadores, por lo general, llevan a cabo sus Illnque, de nada sirvieron las ans{as y las lá~rimas de la es-
hazañas fuera de las ciudades; asaltan las casas en banda PO¡¡ y de los hijos para salvar al padre; ofrecieron dar todo
con planes bien preparados y por la noche. SO? cobardes .',umto había en la casa. El propósito de los ladrones era el
por naturaleza y eligen las casas q~e se hal~an aisladas. La pillaje y el saque:) pero estaban acostumbrados a derramar
menor resistencia, a veces hasta un SImple rUIdo, generalmen- /l'I1 re y así lo hicieron. Luego procedieron a despojar la
te los hace desistir de sus propósitos. I'IIHn de cuanto podían llevarse, hasta las ropas que cubrían
Tales hombres, en su mayor parte, se han formado la idea , In señora y a los niños. Y m :entras ellos iban a un cuarto
de que todo inglés tiene que ser nec~saria.mente rico y ,tuve hll rior, Simons l08'ró arrastrarse hasta la huerta; no se había
ocasión de ver a dos ingleses que hablan SIdo tratados barba- "l. ¡ado cien yardas de la puerta, cuando uno de ellos, vuelto
ramente por esos bergantes. La primera de estas víctimas v~~ía 11 I \ sala y echándole de menos, saEó en su busca y al encon-
cerca de la ciudad, en una quinta, con su mujer y su famIlIa. 11'11 1'10, lo atacó brutalmente con el sable; Sim:ms se atajaba
Los villanos entraron de súbito a la sala; unos cortaron el In r~olpes con las· manos hasta que le fueron destrozadas; el
bolso en que guardaba las pistolas; otro le dió un sablazo en 11/1 f1r1ido, entonces, viendo a su víctima inválida, le cortó de
la frente produciéndole un horrible tajo y lo hirió seriamente 1111 tojo los tendones de las rodillas a la m anera con que des-
en las manos; la señora fué también herida de gravedad; la ,"I'(O('tan los animales vacunos. El pobre Simons cayó y el
hija salió ilesa y por fortuna en esos momentos los asaJtan~es 1IIIIIvado volvió a juntarse con sus com9añeros, exultando de
oyeron un ruido y se retiraron. El caballero estuvo vanos 1IIIII.onto con el sangriento episodio. En seguida dejaron la
meses para recobrarse de sus heridas y ni uno solo de la ban- 111 ' 1\ Y Simons fué encontrado casi muerto entre unos cardos
da fué- nunca descubierto. El otro asalto fué cometido en lit IlIlulc se arrastró dándose impulso con los hombros y la es-
perjuicio de uno de nuestros emigrantes de nombre Simons. 11I!do. E~ la ma~~na siguiente fué llev~do a.la ciudad, donde
Había alquilado (Simons) una quinta, a seis millas de Bue- 111I Itendldo sohCltamente por sus amIgos mgleses, pero no
nos Aires- y tres cuartos de milla del pueblo de San José de 1 li llb ia recobrado del todo al tiempo en que me embarqué
Flores; sabíase que había vendido cierta cantidad de alfalfa 11 Jlllcnoj Aires, seis meses después del atropello. Uno de es-

durante las últimas semanas y los ladrones acordaron robarle 111 Illnlandrines fué tomado pocos días despu6s (le la atentativa
el producto de su venta; así fué que entraron a la casa una dJl 1111 sinato y luego de algünos meses de- formales investiga-
noche, y Simons, pensando que se trataba de la ronda noctur- I 1111( , fué condenado a servir como soldado.
240 J. A. 1:. DEAUMONT
VIAJES (1826~1827) 2.41

N o es esta una medida muy eficaz para proceder con ladro-


nes y asesinos, pero es verdad que entre las necesidades más ,"thl do~, con los ojos vendados y. las manos atadas a la espal-
urgentes se contaba la recluta de soldados para el ejército. .1/1, v lferando y tratando de .hbrarsede sus ligaduras con
Hasta hace poco tiempo parece que no fué sentida la necesi- lo 1 ns frené~icos esfuerzos: no pude menos. de apiadarme
dad de castigar con severidad, y cuando fuere menester, a p lll us angustIas, pero tal sentimiento se tornó. en repugnan-
los grandes delincuentes; y en verdad el modo que tienen de I 11 llondo medité en el crimen cometido y en los sufrimÍen~
aplicarles la última pena está bien calculado para infundir 111 CJ.u él. hizo pasar a otras víctimas inocentes. Prosiguió
terror entre los espectadores. Poco después de mi llegada a • 11 U gntos y esfuerzos hasta que los soldados lo colocaron
Buenos Aires, oí decir que un conocido criminal iba a ser '11 1111'11 1 poste. Aquí se sentó sobre la tabla de madera y fué
ejecutado en la mañana de un determinado día. Me resolvi " ( 11 'lado al poste con tiras de cuero. Entonces, se ace¡:;có
a presenciar la ejecución para ver la manera con que se 11 11 l\ ' 1'dot~, y después de rogar por él algunos minutos, se
procedía y juzgar también si los avecindados nativos iban al A:
r' I ¡1'6 •. vanzaron nueve soldados hasta ponerse a dos yardas
encuentro de la muerte con la serenidad e indiferencia con dpl C;t"lmmal. A la voz del comandante amartillaron las ar-
que los indiós salvajes se mostraban generalmente en este lill\ , Hasta este momento, el reo había estado como sin sen-
trance. I do, inmóvil, y sin exhalar un gemido; pero cuando el ruido
~l criminal que debía ser ejecutado, asesinó a un amigo suyo r" ~H l de los gat~llos en los fusiles llegó a sus oídos, un movi-
lIDentras dormía, y en su propio rancho; después amenazó Itll Olt CO convulSIVO sacudió su figura toda y profirió un último
a la mujer del amigo con la misma suerte si no satisfaCÍa W'co agudo. Se siguió la señal del oficial y los soldados des-
sus apetitos; ella, para salvar la vida vivió algún tiempo con e. "'g ron sus mosquetes en la cabeza y en el pecho del reo'
I Il un instante el cuerpo quedó colgando sin 'rida del post;
el criminal en esta condición, pero pudo escapar a Buenos
Aires y acusar al asesino que fué tomado poco después y de- /(1 que se encor,rtraba atado. Los soldados volvieron luego al
clarado culpable. Como se descubriera que era también autor • . artel, procedIdos por la banda de música. 'Iue tocaba un
de otros asesinatos anteriores, fué inmediatamente condenado "ir alegre según se alejaba del lugar. Los pocos espectadores
<111 se hallaban reunidos como testigos de la escena se re-
a muerte. Bien informado sobre su culpabilidad, me dirigí a
la Plaza de Toros, un espacio cuadrado que mide unas dos-
.
111' ron con ellos y el cuerpo fué tendido en el suelo por el
'
cientas yardas por cada lado; y donde anteriormente se ha- C(j)' lero, que lo despojó de sus ropas. Las balas le habían
CÍan corridas de toros. Un poste bien vertical, con una tabla Ill'lwesado la cabeza y el corazón y habían entrado en la
plana que sobresalía del mismo poste y que serviría de asien- p It' d que servía de fondo. El reo era un mulato bastante
to, estaba clavado en el suelo, a distancia de una yarda, de 1) 1.1..1'0, de unos seis pies de alto y de constitución fuerte; de
una pared; alrededor formaba un semicírculo la milicia, a r l Iones regulares y más bien agradables; las heridas sólo
distancia de unas veinte yardas: tres bandas militares estaban eian desde muy cerca y yacía como en plácido sueño,
también presentes y tocaban música solemne. No mucho des- rOl'mando un contraste muy vivo con su anterior aspecto de
pués, un movimiento que se notó entre los soldados anunció IIO,r'ror. Un carro fúnebre tirado por dos mulas y conducido
el comienzo de la fatal ceremonia y nosotros avanzamos hacia pOl' un postillón con sombrero de tres picos y un par de botas
las puertas del cuartel-enJa parte norte de la plaza- donde 1o(I'(II.tdes y fuertes, llegó en seguida a gran galope. En este
estaba confinado el criminal. Así que fueron abiertas las l . \1:1' .f~nebre (abierto), fué arrojado el cadáver desnudo, y
puertas pudimos oír un horrible alarido que salía de la pri- IlllldlVldlJ.o arrancó otra vez al galope con su carga miserable.
sión y en pocos minutos más, vimos al reo llevado por seis M nos de un cuarto de hora después del fusilamiento, la Plaza
242 J . A. Il. BEAUMON't VIAJES (1826-1827) 243

de Toros presentaba su habitual aspecto con el movinúento ,11tl xnedidamuy diferente adoptada con el mismo motivo y
de su cuartel y algunos viandantes. . I ti usaba en Lisboa: durante el verano y cuando hacía
Una de las medidas de policía que deben considerar en 11111"11 calor, ciertos y determinados propietarios de tiendas
Buenos Aires, es la relativa a los perros. Estos animales abun- lrni1ares a nuestros vendedores de artículos de marina-
dan mucho en la ciudad y el clima cálido puede dar lugar 'V n obligados siempre a poner tachos con agua a la puert~
jh comercios 9.
a muchos casos de hidrofobia si no se toman precauciones.
En cierto día del año, ya preestablecido, son sacrificados todos Jr.l 25 de Mayo [de 1827] fué celebrado el aniversario de
los perros que se encuentran en la calle. Como este día de 1/1 el laración de la independencia [sic] y continuaron las
los perros es conocido por todos los propietarios de estos anima- 1' " por dos días consecutivos durante los cuales se sus-
les, los mantienen atados cuidadosamente y sólo los que no JlI Hl I'i ron todos los negocios, consagrándose el tiempo a re-
tienen amo para ocuparse de ellos se ven por ahí. Un. cierto ,e lo y acciones de gracias. En la plaza se había construído.
número de peones se ocupa de matarlos y es un trabaJo que 1UI l' ldond~l de ochenta yardas de diámetro', formado por una
parece divertirlos, porque en realidad se gratifica su natur al I I de pIlastras de madera, de diverso orden, y no siempre
crueldad para con los animales. En los días siguientes, se 11. I U r do con las reglas arquitectónicas. En las cornisas
mandan carros a recorrer la ciudad para la recolección de 01.11' los frisos veíanse los nombres de los generales más
los perros muertos que son amontonados en un sitio por las d ' i" guidos en la guerra de la independencia. Por la noche,
afueras. Esta matanza fué ejecutada varias semanas antes 1 1I ,, ~plio redondel fué iluminado con candelas y se encendie-
del día señalado, encontrándome yo en Buenos Aires y la 1 n I fu gas artificiales desde el teoho de la Recova. Esta es
razón fué la siguiente: El Presidente hacía un paseo a caballo 111 111 1 ilera de edificios bajos que forman el lado norte de la
por la ciudad con su escolta núlitar cuando he ahí que un ,,1111,11. Las bandas militares de la ciudad animaron la fiesta
perro sedicioso y de mala ralea mordió en una pata al caballo V plleH" verse a todas las bellezas de Buenos Aires paseando
del Presidente; encabritóseel animal, empezó a patear y des · 11 1111,0 de este círculo mágico. En las esquinas de la plaza
arzonó al Presidente que cayó a tierra y rodó por el suelo, 11,,1; 1\ urcos para el juego de sortija y mástiles engrasados 10
felizmente sin herirse. Este atentado a la dignidad presiden- ,h , nodos a divertir al populacho.
cial se consideró tan atroz, que no era para expiarse con la II:n), mañana del 25 de Mayo, el presidente se dirigió a
muerte de un solo y miserable can. Toda la raza de los canes 1/1 C/lt dral con su comitiva, pasando entre filas de soldados.,
fué proscripta y se designó la mañana siguiente para proceder 1,11 I udaron los cañones del Fuerte; los barcos de la rada se
a su exterminación completa. Fué uno de los días de mayor hu" IIn empavesado con alegres colores y también hicieron
animación y bullicio que presencié en Buenos Aires. Los Illl l vlI artillería. En la segunda noche se llevó a cabo una
amos de los perros, tomados por sorpresa, corrían de uD: lado , "1" 01 de simulacro de batalla. En cada extremo de la Recova
a otro en todas direcciones, buscando sus animales descarnados, y nhr algunas tablas, se había pintado una fortaleza. En
y perros de toda clase muy mal heridos o apenas estropeados 111111 d llas estaba izada la bandera de Buenos Aires y en
andaban chillando por las calles; los ejecutores, seguidos por 1/1 ni" I la del Brasil. Desde cada fortaleza, las tropas -vesti-
bandas de muchachos, podían verse cumpliendo con amore dll 110 1l ' d~ntico unif~rme- se hicieron fuego de mosquetería
su verdadera vocación, desde la mañana hasta la noche. La • I 1, nublaron abumfantes descargas de granada. Batían los
causa que se alegó para precipitar así la suerte de la raza
canina, no puedo certificarla, pero he narrado el episodio tal
como era corriente oírlo en la ciudad. Yo había observado
J
111 "ti 'u
1\ (ntiende para que puedan beber los perros. (N. DEL T.)
1 juego de la "cucaña" o palo enjabonado. (N. DEL T .)
244 J. A. 1'1. BEAUMON'l VIAJES (1826-1827) 245

tambores y sonaban las trompetas; por ultimo, las tropas de Entre los proyectos de mejoramiento de la República
Buenos Aires avanzaron sobre los imperiales el pos de charge. ontaba un museo, y a ese efecto, el Presidente incluyó
Los imperiales resistieron por algunos momentos pero no pu- un conservateur en la lista de sus protegidos. Cuando llegó
dieron contener la furia de los republicanos y "el mágico grito ste caballero a Buenos Aires, una de las primeras cosas que
de libertad". Estalló en eso un petardo del que salieron va- nveriguó, naturalmente, fué dónde se hallaba el Museo. Se
rios buscapiés, y las tablas que sostenían la fortaleza se de- 1. informó que no existía ningún edificio público bajo esa
rribaron. Entonces los de Buenos Aires precipitáronse en el denominación pero que la colección de historia natural esta-
lugar e izaron -los colores de la República entre los vivas y ia muy pronto a su cargo. Durante varios días se hicieron
las risotadas de la multitud. Durante la refriega habían sid9 erias búsquedas por todas partes para dar con aquel tesoro
arrojados bajo la Recova muchos muñecos rellenos que repre- pero no pudieron encontrarse ni siquiera huellas de él. Hasta
sentaban a los caídos en la lucha y esto , causó pavor entre que uno de los empleados, por casualidad, dió con el pie en
las mujeres; convencidas de que las hostilidades iban por lo la tapa de un cajón de tablas que le había servido a sus
serio. La parte pirotécnica del espectáculo fué bastante mala predecesores como escabel y he ahí. que, con gran sorpresa
y el simulacro de lucha una parodia, pero los espectadores se
divirtieroil y ¿qué más era necesario? .. . suya, el tesoro por tanto tiempo buscado, apareció dentro del
Algún crédito habrá que acordar al presidente Rivadavia ajón. La colección consistía en una mezcolanza de pellejos
a propósito de su actividad y esfuerzos por su propio país; de aves y pieles de animales muy dañados por el mal trato
pero ocurre, desgraciadamente, que adoptó reglas de conducta y por los insectos. Había papagayos sin cabeza, cotorras sin
contrarias al honor y prosperidad del mismo. Digamos que _ cola -otros pájaros sin cola ni cabeza- y las pieles de al-
cuando estuvo en Europa, contrató profesores de literatura, gunos animales salvajes, muy destruídas. Todo esto fué, n a-
de química, historia natural, matemáticas, etc., para empren- tura:lmente, hecho a un lado como inservible, y se encargó al
der el mejoramiento de las nuevas generaciones de criollos ; pr ofesor que formara una nueva colección. Y en los días en
por sus servicios debían recibir muy buenos sueldos y vivir que hacía buen tiempo, el profesor acostumbraba a salir a cazar
en un clima donde la gente no moría nunca y donde la carne pájaros, otros animales y reptiles por las orillas del río y por
y los duraznos podían tenerse por nada. El desengaño de estos las islas, y los embalsamaba, llegada la oportunidad. Un salón
profesores al llegar, no es para ser descripto. Se trataba prin- del antiguo convento de Santo Domingo fué destinado a depó-
cipalmente de franceses e italianos, hechos a la buena vida, sito de estos objetos y provisto de hileras de cajas con vidrios
a los placeres y a la molicie de las ciudades; por eso la indi-
ti cada lado, a lo que se agregaba una colección de instrumen-
ferencia de la gente por la contratación de los profesores, y
la escasez de los sueldos asignados los llenó de fastidio. E:q. t os de física. Cuando yo dejé la ciudad, la colección asumía
los primeros momentos de su desilusión, recurrieron natural- gradualmente una decorosa apariencia.
mente al señor Rivadavia, pero advirtieron que el Rivadavia Durante mi estada en Buenos Aires, el tema obligado y que
generoso y lleno de promesas, se había convertido en el áspero n todos agitaba, era la guerra naval con el Brasil. Al empe-
e inabordable Presidente de la República Argentina y que los zar la contienda, el ~s vehemente habitante de Buenos Aires
sueños de felicidad se habían desvanecido. No oí decir de no tenía esperanza de que pudiera hacerse frente a la nume-
ninguno de los profesores que hubiera tenido buen éxito con rosa y bien equipada flotilla del enemigo; el consuelo estaba
sus clases, a excepción del profesor de matemáticas y éste en que la flota enemiga no podía aproximarse lo suficiente
tenía cuatro alumnos. a la ciudad como para bombardearla, y en que, si se hacía
VIAJES (18~6-1827) 247
J. A. n. BEAUMONT

mi desembarco 'muy poderoso, en el peor de los casos, podr~an


retirar se al interior. Tan mal parados estaban los republica- EsCUADRA BRASILEÑA
nos; que al ex:upezar la guerra no tenían un simple cañonero; L

la flota que tIenen ahora se compone de bergantines mercan~ Los buques a cuyo nombre siguen las letras R.P. están ac-
tes, goletas pequeñas y lanchones a vela, acondicionados para Iwümente en el Río de la Plata. .
la guerra. La lista siguiente de las dos escuadras fué publica- m(MOS y nombres Cañones Clases r nombres Cañones
da en Buenos Aires en abril de 1827. Es una lista de los navíos ,
N,\VlO (de alto bordo) P edro 1 74 Bergantín 29 de Agosto 18
Hue. componen las escuadras de Buenos Aires y del Brasil,
11'I'ogn ta María Isabel ............ 64 Berg. Independencia o Muerte
popladas, con ligera variación de "El Mensagero": .
II"'I\/Jata Paula R.P. ................ 64 R.P. ........................................ 18
11"'t\/Jat a (Recién llegada de Bergantín Irusuba .................. 18
Jt.E.U.U.) .............................. 64 Bergantín Real Juan R.P. '.... 16
ESCUADRA REPUBLICANA 11'I'l\ga ta (Recién llegada de Bergantín Voper ................ _.... 16
JJ:, ' .U.U.) .............................. 64 Bergantín Río da Prata R.P... 14-
11"" lgata Piranga R.P. ............ 62 Bergantín Goleta Leopoldina.. 14
La letra U. va junto a los nombres de los apresados en el Bergantín María da Gloria .... 14-
Ji" 'lIgnta Emperatriz R.P. ........ 52
Uruguay y la letra P . a los tomados en Patagones. Goleta de 3 palos R.P. ............ 22
11"'l\gata Nitcheroy R.P. ........ 42
Clases y nombres Cañones fI" 'ilgnta Paruaguá .................... 40 Lugre María T eresa R.P . ...... 14
Clases y nombres Cañones
1¡'¡'lIgata Paraguasú .................. 38 Goleta Atalanta R.P. .............. 14
Corbeta Chacabuco .................. 23 Goleta 29 de Diciembre U. .... 9 11','ugata Ar monía .................... 36 Goleta Princesa Real R.P. ...... 10
'C orbeta Ituzaingó P. .............. 22 Goleta 9 de Febrero U . ........ 8 I¡','/lgnta Tetis ............. _............. 36 Goleta Reino Unido R.P. ........ 17
Barca Congreso ........................ 18 Goleta Maldonado Presa de ( ;(lI' b ta María da Gloria ........ 36 Goleta Isabel María R.P . ........ 7
Bergantín Goleta Gral. Bal· Fournier ................................ 8 (JfwIJ ta Liberal R.P . ............ .. 22 Goleta Doña Paula R.P. ........ 5
caree ...................................... 14 Id. Juncal P . ............................ 3 (JI)!' b ta Masaió ......" ................ 22 Goleta Concepción R.P. ........ 2
H erm' Bergantín Gol. 8 de Goleta 11 de Junio U . ............ 2 elm'bota Carioca R.P. ................ 22 Goleta Luis de Camoens R.P. 2
Febr ero U. ............................ 14 Goleta 30 de Julio U. ............ 2 Ildg. Bahía ................................ 20 Goleta María Isabel R.P . ...... 1
Herm' Bergantín Gol. Patago. Goleta 18 de Enero U. ............ 2 Ildg. Guaraní .......................... 20 Goleta Providencia R.P ....... .. 1
nes P. ...................................... 5 Zumaca Uruguay.................... 7 II l'\g. Maranhao ...................... 20 Goleta Río R.P ......................... 1
Goleta Guanaco ........................ 10 Zueche Uno U. ........................ 3 Ildg. Independencia del Norte 20 Lanchas cañoneras, 11 de 2 ca-
Goleta Unión ............................ 10 Lanchas cañoneras, 4 de a 2 .. 8 IIdg. Janeiro ............................ 18 ñones, R.P . ............................ 22
Goleta Sarandí ........................ 9 Lanchas cañoneras, 9 de al.. 9 1l1'i¡:t. Cacique ............................ 18 Lanchas cañoneras, 3 de 1 ca·
IIdg. Pixajá R.P. .................... 18 ñón .......................................... 3
Total: Buques 31, Cañones 186. Il rlg. Caboclo R.P. .................. 18
El 25 de Mayo está d.saparejado. (
Total: Buques 58, Canones 1.127.
-
248 1. A. !l. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 249

Lista de los corsarios que se han hecho a la vela desde letr as R.P, no es mucho mayor que el número de los buques
Buenos Aires durante la presente guerra con el Brasil. d Buenos Aires; la diferencia en cañones, es grande en ver-
dad; pero aquí habría que hacer notar también que los bra-
Bergantines: Lavalleja Barcos: Hijo de Mayo
sileños pueden rara vez llevar sus navíos de mayor tonelaje
, Oriental Argentina Hijo de Julio
n una batalla, debido a la gran extensión de aguas poco pro-
La Presidenta Comet
fundas en el río, mientras que los bárcos pequeños de los
Margaret
Goletas: Sin Par r publicanos, cuando la llevan mal, o se sienten vencidos, se
Republicano
General Manada libran de los grandes navíos brasileños acogiéndose a las aguas
ltuzaingó
Vengadora Argentina d poca profundidad. Con todo, siempre que las flotillas de
Unión Argentina
Presidente las dos naciones se han trabado en combate, con fuerzas ape-
nas equivalentes, el mejor comportamiento y el valor de los
. Del Salado: Vencedor de ltuzaingó (antes Bolívar) publicanos han decidido la acción. Los éxitos más impar-
De Maldonado: El bergantín de Fournier Revenge (antes ber, tnntes de los republicanos han sido los obtenidos en el río
gantín inglés Florida) ruguay y en la's costas de la Patagonia. Con una maniobra
'l1teligente, el almirante Brown 'entró al río UruQUay, y, con
Difícilmente podrá creerse por las generaciones venideras pocas pérdidas capturó y destruyó toda la flotilla enemiga
que estas fuerzas tan desproporcionadas hayan estado durante onsistente en unas doce cañoneras 12 , En la otra ocasión
dos años trabadas en continuos combates y que en la mayoría (1 s éxitos obtenidos en la Patagonia) los brasileños habían en-
"de los casos, la diminuta flota de los republicanos haya triun- viado una fuerza contra un pequeño asiento que los de Bue-
. fado de su poderoso adversario. Sin embargo, así ha sucedido; lOS Aires habían establecido en la boca del río Negro, latitud
y ello iJustra en forma elocuente sobre la superioridad que el 41 0 y en territorio habitado por los indios. Esta fuerza
reviste una minoría bien y gallardamente dirigida, sobre una onsistía en dos corbetas, un bergantín y una goleta con seis-
hueste más numerosa y conducida con menos fervor y aliento.
La pequeña escuadra se halla comandada y principalmente ,í n tos hombres. Practicaron fácilmente un desembarco, pero
tripulada por ingleses 11, quienes, al parecer, en cualquier <11 ;efe de la expedición, un inglés intrépido, el capitán Shep-
clima y por cualquier causa en que se comprometan, no dejan h rd, habiendo muerto en el choque, parece que los demás
nunca de demostrar el valor heroico y la pericia superior en sintieron presa del pánico y así todo el grueso de las fuer-
asuntos navales que les ha dado fama desde tanto tiempo "7.05 fué obligado a rendirse, por una fuerza inferior y en ver-
, atrás. Debe decirse, sin embargo, en justicia, y por lo que dad insignificante 13. Entre las observaciones hechas por los
respecta a los brasileños, que la desproporción de fuerzas no p nodistas a propósito de este inesperado suceso, son muy
es tanta como a primera vista parece. El número de sus (H nas de atención las siguientes por cuanto muestran el te-
buques en el río de la Plata, señalados en la lista con las m or que se tenía de la formación de un asiento enemigo en
t rritor~oindígena. Los aborígenes, sin duda, hubieran hecho
11 Por su parte, Woodbine Parish, cónsul inglés en Buenos Aires, comu- aUsa común con cuaYquier poder enemigo de Buenos Aires,
nicaba al ministro George Canning en julio 20 de 1825: "Creo que la y tratandó con cuidado el asunto, ese territorio hubiera podido
armada brasileña sólo resulta formidable para los Bonaerenses porque está
principalmente comandada y tI ipulada por ingleses" ... Gran Bretaña r la
Independencia de la América Latina, etc. Documentos compilados por C. K.. 12 Combate del Juncal. 10 de febrero de 1827. (N. DEL T.)
Webster, Buenos Aires, 1944, tomo l, pág. 175. (N. DEL T.) 13 Combate de Patagones. 7 de marzo de 1827. (N. DEL T.)
250 J. A. I!. BEAUMON1'
VIAJES (1826-1827) 251

convertirse en un pueblo -independiente, de alguna im por- se publica en Buenos Aires, está bien descripto: "El domingo
tancia. ~ del actual --dice- los bergantines li'staban todavía enca-
"Los motivos que el comandante de la expedición expuso llados y todos los buques brasileños, a excepció,n de las fraga~
'Como causas de su visita, fueron los de reclamar únicamente tas, pasaban de u.n lado a otro, como en el día anterior y lan-
los navíos y otros efectivos pertenecientes al Brasil y que ha- ~aban sus andanadas al pasar. El fuego era contestado con
bían sido llevados allí por los corsarios armados en esta Re- delll!edo. Continuó hasta las dos, cuando la fragata Empe-
pública' sin embargo es de presumir que sus miras se exten- rc:trzz o la Paula viendo que los otros buques no osaban apro-
dían a ~tros objetos, i'ncluso el apoderarse de la población. De XIma.rse y que de hecho se apartaban, resolviéronse, ante la
haberse realizado éste último plan, no sólo se hubiera privado sorpresa de todos, a intervenir decididamente en el combate.
a la República de un seguro y conveniente abrigo para los y asÍ', a las dos de la tarde del domingo, echó anclas muy cer-
'Corsarios y sus presas, sino que se hubiera puesto también ca del Independencia y empezó a disparar contra el dicho
un arma poderosa en manos del Emperador; porque ha sido bergantín u.n pausado cañoneo con balas de 32 y 24, enca-
-afirmado ~n uno de los periódicos importantes de esta ciudad denadas, u.na tras otra, esperando a que se disipara el humo
-q ue el designio más probable que había dirigido la aventura para apuntar bien. Las consecuencias han sido espantosas:
era en caso de buen éxito, incitar contra la República a los más de dosc~e?tos tiros pesados alcanzaron al bergantín,
indios de la frontera armándolos al efecto y prometiéndoles mata~do e hIrIendo de sesenta a setenta personas. Al mis-
'comprar a buen pre~io todo el ganado que pudieran ~rrear, mo hempo, once barcos le hacían fuego, algunos de proa
y mantener así las fronteras en estado de alarma para dIstraer y otros por el cuadro de popa, de modo que el fuego venía
la atención de las fuerzas nacionales. El haber malogrado de todas direcciones, veinte a treinta balas a un tiempo. El
oese propósito es ya de por sí algo de no escasa importan~ia Independencia contestó el fuego con sus cañones de un lado
y si a ello se agrega la adquisición que ha hecho la Repúbhca ~urante una hora y cuarto, y se cree que la fragata, el bergan-
con la captura de una corbeta y dos berga~tines de ~e~ra, tín Cabloco y la goleta Grecian, de tres mástiles, han sufrido
con la pérdida de cuatro barcos por el enemIgo, y de seISCIen- mucho a su vez. Los dos últimos se acercaron mucho pero
tos hombres el valor de los servicios prestados a la causa del luego se retiraron, habiendo la goleta perdido el palo ma-
país por el ~sfuerzo y la bravura .de los oficial:s ~ .sol~~d?,s yor. De hecho, todos los que habían atacado se desviaron,
comprometidos en la acción, es de Incalculable sIgnIfIcaclOn . excepto la fragata y esta encalló; probablemente hubiera he-
El 7 de abril, sin embargo, fué un día infortunado para los cho lo mismo.
de Buenos Aires. En ese día la flotilla republicana, bajo el "A las tres y cuarto, la munición de] Independencia se ter-
mando del almirante Brown, iba en marcha a lo largo de la minó: había arrojado 3.140 balas en dos días. Los brasileños
costa, seguida por la escuadra brasileñ~, esta última ~n .aguas entonces redoblaron el fuego y lo continuaron por tres cuartos
hondas cuando el bergantín del alllllrante, el Republzca, y de hora sin que se les contestara. En ese momento sólo treinta
-el de s~ segundo en el mando, capitán Drummond, el Inde- hombres se manteníaljYilesos yel capitán Drurnmond dejó el
pendencia, e.ncallaron. En esta situación, fueron, cañoneados barco para consultar al almirante sobrE' la situación del ber-
por el enemigo, con intervalos, durante todo el día, 14 • • El. es- gantín y pedir munición. A la vuelta subió a bordo de ]a
trago que se produjo a bordo de estos buques en el día SIguIen- Sarandí, y al pasar por el alcázar, una bala de yeinticuatro
te fué terrible. En el British Packet, periódico (en inglés) que le hirió en la cabeza, de cuya herida murió tres horas después.
A las cuatro, el Caboclotomó posesión de los restos del Inde-
14 Combate de Monte Santiago. 8 de abril de 1827. (N. DEL T.) pendencia. Por cada tres muertos había un herido, y apenas
252 J. A. l!. BEAUMON 1' VIAJE1I (1826-182?) 253

diez heridos estaban en condiciones de ser transportados. El blemente los únicos) se cuentan Mr~ Ford, Mr. Muriendo,
valor y lealtad del capitán Drummond y su tripulaci~n [¿Murguiondo?] (tenientes); Dr. Phillips; guardia-marinas:
(principalmente inglesa) excede a toda alabanza. En medIO Attwell,Elorde y Hall; sobrecargo: Drury".
de la sangre y la matanza querían todavía luchar y sólo cua- . Desde el día en que partieron los navíos de ,Buenos Aires
tro marineros portugueses trataron de hu~r en ~l bote, pero al hasta la vuelta de la Congreso y de la Sarandí, el 9, la ciudad
instante fueron abatidos. El Independencza pOSIblemente pudo estuvo en continuo alboroto. Cada cuarto de hora llegaban
ser señalado y elegido porque se levantaba mucho sobre el rr¡.ensajeros de la Ensenada, cada uno con afirmaciones con-
nivel del agua y presentaba así un blanco mejor, o quizás tam- tradictorias, que eran en seguida captadas de manera confusa,
bién Dor animosidad contra Drummond. y corrían toda la ciudad bajo diferentes formas. Por último,
"Ei almirante Brown permaneció en el bergantín Repúblic!l en la mañana del nueve, dos de los cuatro buques volvieron
y no lo abandonó hasta después que se sintió herido. La a ,la rada interior de Buenos Aires trayendo a bordo al almi-
fragata hizo fuego a intervalos y después continuamente. El rante herido y el cadáver del capitán Drurnmond. La verdad
lllmirante Brown fué herido (o más bien golpeado) en el no tardó en conocerse y la inquietud ,terminó poco después.
costado por un casco de metralla, en la tarde del domingo; El gobierno rindió los debidos honores al bravo Drummond.
no abandonó el puente en ningún momento, sino que perma- Su cadáver fué expuesto solemnemente al público, pero cuan-
neció allí sentado en una silla. El capitán Granville fué he- do, poseído de pesar, visité sus restos, pude advertir que me
rido por una bala de cañón en el brazo (que le amputaron encontraba solo, tan poca curiosidad sienten los habitantes de
en seguida) en la mañana del domingo. La Sarandí continuó lo ciudad por todo aquello que individualmente no les con-
haciendo fuego de continuo principalmente al ancla pero, ya cierne.
en la última parte del combate, con sus velas. Tanto ella Al terminar el primer año desde mi llegada al Río de la
como el República continuaron haciendo fuego. hast~ las ocho Plata 15, casi todas las provincias se habían desligado de Bue-
y media de la noche, cuando, al ver que era ImposIble man- tlOS Aires y hasta la adhesión de su vecina Entre Ríos se
tener a este último (República) a flote, todos los hombres ltl.anifestaba equívoca. De tiempo en tiempo llegaban noticias
fuero'u llevados a la Sarandí; el incendio se produjo a las el que las provincias del interior se hacían la guerra unas
nueve y el buque ardió hasta la línea de flotación. Mand.aron f\ otras; Tucumán con Santiago, La Rioja con Catamarca; Salta
también un bote a la Congreso con orden de que se retlrara y San Juan, estaban en pie de guerra. Los consejos del go-
a Buenos Aires y la Sarandí se hizo a la vela hacia ~ste lug~r hierno en Buenos Aires hallabánse perturbados, el tesoro sin
a las diez de la ,noche. Vieron a barlovento dos navIOS brasI: un peso, los papeles de crédito agotados, el gobierno imposi-
leños y la fragata tiró dos cañonazos a la ventura. La _Sarandz hilitado para pagarme, aun si lo hubiera querido; y las cuen-
ancló en balizas interiores a eso de las tres de la manana; la Ins sobre la administración, pedidas a los señores Lezica, De
Congreso llegó a la rada exterior a las cinco y est~ última sin Castro y Jones, tan lejos de ser obtenidas, como lo estaban
encontrar ningún enemigo. En resumen, las p~rdldas parecen di z meses atrás.
haber sido: de sesenta a setenta muertos y hendo s en ellnde- En medio de mis desengaños, sin embargo, y del cambio
pendencia y unos treinta a cuarenta prisioneros ilesos. Repú- lamentable que se había dado en los asuntos del país, tuve
blica: dos muertos once heridos. Sarandí: cinco muertos, doce ( 1, consuelo de comprobar que ni un solo emigrante había ca-
heridos. Congreso:' ninguno. Bergantín República: incendiado.
Independencia: totalmente destruído y creemos que sus restos l' Beaumont llegó al Río de la Pl~ta a fines de mayo de 1826.
han sido incendiados. Entre los oficiales prisioneros (proba- (N. DIU. T.)
254 J. A. B. BEAU-MON'I' VIAJES (1826,..1827) 255

reCido de nuestra ayuda y asistencia, si había demostrado de- y tuve precisamente el placer de tener como compañeros en'
seos de trabajar (si es que no había encontrado en seguida mi viaje de vuelta, a Mr. Miers y a sus dos lindos muchachos,
un empleo) y que todos estaban satisfechos de tener a su el"mayor nacido entre las montañas de los Andes cuando sus
alcance mayores comodidades que las poseídas antes de venir padres hicieron el viaje a Chile, unos ocho años antes. Estaba
de Gran Bretaña. Varios de esos hombres habían logrado también obligado a dar mis adioses agradecidos a muchos de·
ya entradas considerables y, con prudencia, estaban en con- nuestros emigrantes que se habían conducido -tan bien con-
diciones de hacerse una posición holgada. De los muchos que migo, como asimismo con algunos comerciantes ingleses, y no
habían peleado y derramado su sangre por la República, al- estaba menos obligado para con varias fainHias principales de
gunos habían ganado grandes sumas con el corso; uno de la ciudad. En la casa de la viuda del célebre general Balcarce,
ellos me dijo, poco antes de mi partida, que esperaba recibir de los vencedores de Maipú, y en las quintas de varios de los
dos mil pesos que le correspondían como participación en una parientes de esa familia, siempre encontré una cordial acogida
presa efectuada durante su última campaña en el mar. y la, más interesante sociedad. Distinciones parecidas merecí
. Con lo cual, y después de todo, la expectativa, la esperanza de la viuda y de la familia del general Belgrano, otro eminen-
principal, · quedaban cumplidas. Se había dicho generalmente te jefe de los ejércitos patriotas, y tanto en la casa de la ciu-
que, viniese lo que viniera, de tres intereses, dos por lo menos dad como en la quinta de don Lorenzo Iriarte, comerciante
sacarían beneficios en la proyectada emigración: que los hom- argentino de mucha cuenta, de cuya honradez e integridad
bres sin trabajo, ganarían al ser sacados de la pobreza en su tengo la más alta opinión, encontré siempre excelente hospi-
propio país a la abundancia del de los republicanos; que los talidad y sentimientos amistosos. En verdad, si exceptúo a
republicanos (argentinos) ganarían al recibir una población los astros políticos y a sus satélites, sólo experimento placer y
como aquella. El otro beneficio, el de los capitalistas, siem- gratitud cuando pienso en el comportamiento bondadoso de
pre fué te.nido por incierto: los planes podían ser frustrados, las clases argentinas más respetables en todo el país. A Mr.
ya por mala fe del gobierno, ya por las guerras civiles o in- Hodges, uno de nuestros emigrantes (cuya conducta fiel for-
ternacionales, o por la consecuente inseguridad de la propie- mó fuerte contraste con la mayoría de aquellos en quienes
dad, o por los tropiezos que encontraría la industria, por se- habíamos depositado más confianza en Buenos Aires), pensaba
ducciones ejercidas sobre los emigrantes para desligarlos de yo designarle principal administrador de nuestra colonia, en
los fundadores de la colonia, por poca honradez de los agentes caso de ser posible continuar con ella, pero dejó Buenos Aires'
y falta de protección legal. Y, en rigor, no fué ninguna de :Y parte de su familia en esa ciudad, por asuntos que tenía
estas últimas causas en particular, sino todas ellas combina- en Inglaterra, poco antes de que yo saliera. Mr. J. B. Hubert,
das (la principal causa fué la primera) las que frustraron las hombre bien preparado e inteligente, artesano, por cuya gra-
esperanzas de los capitalistas. tuita y solícita ayuda en favor de los emigrantes estoy muy
Después de una permanencia de un año, me determiné agradecido, había también dejado un bien remunerado empleo
a no añadir una pérdida inútil de tiempo en Buenos Aires a en Buenos Aires para visitar la tierra de su nacimiento.
las pérdidas ya sufridas y resolví hacerme a la vela para In- Había oído hablar mucho de las dificultades y dilaciones
glaterra en el primer paquete. En consecuencia, empecé mis que se producían cuando se trataba de obtener permiso para
visitas de despedida a los amigos de la ciudad. Entre mis com- abandonar la ciudad y comencé a ocuparme del pasaporte una
patriotas, Mr. Miers, fundador de la Casa de Moneda de Bue- semana antes de que el paquebote se hiciera a la vela y ocupé ,
nos Aires a quien había conocido mucho tiempo antes en In- t~do el tiempo en correr de un lado a otro para obtenerlo, ha-
glaterra, se había hecho acreedor a mi m ayor -recon ocimiento bIendo tenido que concurrir, creo, a once oficinas diferentes.
VIAJES (1826-1827) 257
256 J. A. n. BEAUMONT

l. nion casa en Londres, y siendo él único responsable en In-


Tuve que ver al teniente alcalde' para que ce.rtificara mi nom- • I \t rra por sus actos. Pero éste se negó a actuar conjuntamen-
bre y residencia; después visitar al alcalde mIsmo pa:a obtener l. . n aquellos señores y de ahí que la autorización otorgada
la firma . . En la Aduana tenía que hacer dos gestlOn~s : En • onj untamente, caducara. Por otra parte, el propósito espe-
la oficina de impuestos tuve que procurarme un ce:t~~Icado ( IIL que ellos debían cumplir, era poner un cierto número de
de que no . debía impuestos atrasados y en la C01;llslOn de \ n y caballos en el establecimiento de Entre Ríos, con una
Emigración, otro certificado de que~o dE;!bí~ nada a~h. En.esta 'l'O(lll fla cantidad de trigo y harina y otras cosas indispema-
oficina surgió; sin embargo, un seno ob~taculo. SI y,0 mISln~ ,1 . que podían hacer falta a los pobladores para sus necesi-
no debía' nada, tEmía que ver . con alguIen que de~Ia" y ~Ul .1 III del primer momento y girar contra los garantes por el
enviado al Consulado para el descargo en pnmera InstanCIa; • qld:vulente si es que no había otros fondos a mano. Pero,
pero resultó que aquí las ~~ficu~tades aumenta:ror:. !odos ,los • OH 1osterioridad, se enviaron a estos señores tres mil libras
,efectos pertenecientes a la Agncultural ASSOClatlOn , hablan 1"11: 1 comprar esas cosas, aparte de lo cual, ellos debían dos
sido depositados a pedido de algunos demandantes y se pre- IIdl libras de sus aportes sociales. Además, al tiempo en que
sentó la cuestión de que si yo no podría ~;ner algunos efec.t?s ¡'l it' girada esa letra, no se había rendido cuenta de un solo
en mi poder y hasta en un momento se. dIO orden de detenclOn (' h lin de las cinco mil libras que ellos tenían en mano, no
-c ontra mí; pero, como se sabía m~y: ,b~en .que yo estaba co~­ hlluiéndose rendido cuenta alguna hasta hoy ni se pretendía
pletamente sin nada, se me perm~tlO Ir hbremente y me VI- Imupoco que aquella letra fuera requerida para los indicados
r
saron el pasaporte. Con todo, SIn. embargo, ~ntes de hacer ])I'opósitos, ya que la carta que notificaba haber ellos girado
a un lado este asunto, debo dejar bIen estableCIda la natura- obre nosotros, informaba también que los emigrantes estaban
leza de la demanda presentada, para que los europeos puedan l (1" ese entonces establecidos en Buenos Aires y cerca de esta
juzgar sobre la seguridad de los bienes consignados a Buenos iudad, y que el proyectado establecimiento de Entre Ríos
Aires. . , d II podía en consecuencia proseguir con buen éxito.
Ya he dicho antes que al llegar a Buenos AIres trate e Pero, sin embargo, se descubría en la carta la verdadera
€vitar allí Que se hiciera -un mal uso de lo que ~uedaba del h tención de estos señores. El dinero era pretendido con ob-
desastre de ¡mestros bienes y que los señores Lezlca y ~astro j ' to de depositarlo en el Banco de Buenos Aires donde les
se apoderaron de ellos en virtud d~ una orden del gobIer~o; permitían cobrar el uno por ciento de interés mensual por
y que por orden de la misma autondad, nuestras mer~adenas 1 uso del mismo. Este Banco, al que dichos señores estaban
y los instrumentos de trabajo de que hacían uso los emIgrantes fuertemente vinculados, se encontraba al momento en difi-
.en nuestro establecimiento, fueron arrancados de sus manos. cultades y al poco tiempo suspendió sus pagos. El giro, por
Esto fué la consecuencia de una demanda entablada p~r J~s lo tanto, desde todo punto de vista, estaba desautorizado y era
señores Lezica y Castro y en la que in~ocaban el perJUlclO injustificado. En realidad, se trataba de una maniobra desho-
sufrido por nuestra negativa a aceptar CIerto documen~o co- nesta para sacar dinero de la credulidad inglesa. La letra
mercial por cuatro mil libras emitido por ellos. Nos ha b!amos fué vendida por su valor nominal a un inglés que estaba en
negado a aceptarlo por la muy sencilla razón de que ellos ~o vísperas de partir para su país. Cuando se la rechazó, fué
tenían derecho a girar sobre nosotros. Verdad es ~ue habla- devuelta a sus libradores en Buenos Aires, pero ellos se ne-
mos autorizado a un comerciante inglés muy conOCIdo y a los garon a cubrirla y parece que .no pudo el adquirente obligar-
señores Lezica y Castro para girar conjuntamente sobre los a pagar. Las cuatro mil libras resultaron para ellos un
nosotros con un propósito determinado. Al .hacer .esto~ depo- limpio botín. No obstante lo cual, esta ganancia ilícita, es
.:Sitábamos nuestra confianza en el comerCIante mgles, que
258 J. A. !l. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 259

alegada como un verdadero perjuicio para cuya compen~aci6~, 1IIIII Ih lsar a todo aquel que hubiera adelantado dinero para
de acuerdo con la 16gica jurídica del país, nuestro patnmomo , 1 1" ¡si do de los emigrantes; la solicitud del gobierno a mi
allí resultaba embargable. 11111 1"( ara que manejara en su nombre este servicio, con la
Hubo otra demanda de la misma laya por habernos negado 1'I 'IIIIt se de pronto pago de sus adelantos; el contrato del
a aceptar letras por la suma de diez ;: ocho mil li~ras giradas "1' 1II del gobierno, Lezica, con el mismo objeto, y el subse-
sobre nosotros por una persona de qUIen nada sabIamos. Ha- , 11( 11 t( d creto, y la carta de Lezica diciendo a mi padre que
bíamos convenido en comprar setenta y dos leguas cuadradas l'tI" I nl.a que girar y recibiría el dinero que hubiere adelan-
de campo por la suma de treinta y seis mil libras pa~a bIes I" dll, '1' niendo todo esto a la vista, los comisarios de emigra-
en cuatro cuotas de nueve mil libras cada una. La pnmera I 1'11 1 '110 s610 se rehusaron al pago de un solo peso, sino que
cuota fué pagada al agente de los vendedores inmediatamente; 1'" /IIlI,nX'on una demanda contra él por la suma de cuarenta
la segunda sería pagada bajo condici6n, ~ saber, una :ez pre- 111 iI 1)( /lOS por gastos en que decían haber incurrido para ges-
sentados los títulos perfectos correspondIentes a la tIerra en I 1111111' lfl venida de los emigrantes, por retenerlos en Buenos
cuesti6n, libres de todo gravamen, a satisfacci6n de los com- I 11 " .Y haberlos mantenido después. Esta demanda fabulosa
pradores o de su abogado y dentro de un plazo que par~ en-
tonces ya había vencido de tiempo atrás, y s610 despues de
, t" 11" /1 1, fué lanzada con el prop6sito de apoderarse de los
"1' "' d la sociedad.
haberse recibido infonne satisfactorio de los agrimensores de- /1:/ 7 , d junio de 1827 fuí a bordo del paquebote inglés,
sianados sobre la extensi6n de las dichas tierras. Ninguna 1 I ' ttI el corazón y de bolsillo y me alejé de aquella tierra
d~ estas condiciones fué cumplida: el abogado no había ~:pr.o­ ti" 1'1't)llIisi6n. En el camino, aguas abajo por el río, pasamos
bado el título y los agrimensores infonnaron que ellos dIf~CII­ t 1'1' 1I d( las escuadras rivales de Brown y Botas (en inglés
mente encontraban legua cuadrada donde no se les opUSIera """1 ) 16, las cuales la víspera habían sostenido un vivo com-
algún ocupante con títulos de posesi6n.. .Por esto el agen~e 1111111 '111 ' 1'\ de Buenos Aires en el que Boots, estuvo a punto
del vendedor, que tenía poder para modIfIcar el contrato ?:I- ti, I IIfI" pl'Ísionero. Brown persigui6 a Botas y ahora era Botas
ginal, convi~o en limitar la v~nt? ? un cuarto de la exte~slO~ '1 11 1111 JI rseguía a Brown a respetable distancia. Al tercer
de tierra eSTIPulada en un prmClplO, contra ~as nueve mIl l~­ d fllIll'lunos en el puerto de Montevideo y permanecimos
bras recibidas. Ahora bien las letras antes citadas, fueron h-
bradas por un apoderado d~l vendedor por una ca~t~dad equi-
1" "'11 n la ciudad, Al ir a tierra mi primera visita fuó
1" 11 /1 11'; digno y apreciado amigo don Francisco Juanic6, y
valente a las dos primeras cuotas del contrato ongmal; pero IUII 1 1I IImable familia. El placer que sentí al encontrar una
era bien sabido que la primera cuota había sido la pagada 1111'1 / n este digno caballero, fué tan grande como el ex-
al agente del vendedor y era igualmente bien sabIdo que la 1" 11111' III(ld~ al evadirme de Buenos Aires. Los beneficios qu
se2Unda cuota en realidad no había llegado a adeudarse, y 1'"' 111 ti 1111 dlspensado cuando no era para él m ás que un ex-
dadas las circunstancias del caso, nunca llegaría a deberse. 11111111 ¡'()I'rnaban sorprendente contraste con la conducta ob-
Esta injustificada e insolente licencia con los n?mbres de los ,It ' 111111 por el señor Rivadavia y sus satélites, de quienes yo
garantes, como estratagema para ~acerse ~~ dmero, se c,on-
" I1 11 di 1'0 ho a esperar mucho bien -y si no el prometido
virti6, sin embargo, en un ingredIente adICIonal en la hsta
l' 1'11 11 " t! () del dinero adelantado y la gratitud nacional, por
de pretensiones sobre nuestros bienes. ,
,,, ""!lO (Ilguna demostraci6n de cortesía y alguna disculpa
-, Pero la demanda más absurda y vergonzosa de todas, fue
la de los comisarios de emigraci6n. El lector recordará (capí-
tulo V) las positivas seguridades dadas por los comisarios, de I 11U1I1 ,1 Oliveira Botas, marino portugués al servicio del Emperador
j¡ I 11, /lij 1, Jl numont lo llama Boots. (N. DEL T.)
260 J. A. !l. BEAUMON1' (1826-1827)
VIA]E5 261

por haber faltado a sus promesas. Muchos de los emigrantes lo que se destacan los cocoteros, decoran las orillas con todos
llegados en el Countess of Morley habían pasado a Buenos /0 intensos y variados colores de la fronda tropical. Nada po-
Aires, pero fueron más los que quedaron en Montevideo y Id xceder a la claridad de la atmósfera a cuyo través contem-
sus cercanías, donde todos trabajaban bien. Dos o tres de ellos I II b mas esta escena. Ni una partícula de niebla o de vapor
hubieran podido estar mejor, sin embargo, a no ser por el IILpaflsba el brillo de la mañana. El raudal de luz que ful-
contagio de la holganza y la ebriedad que tientan con faci- , 111' b en los objetos cercanos y hacía claramente visibles los
lidad a los artesanos ingleses en aquellas regiones 17. 1I Ir, cmotos, rompíase en aquellos profundos y amplios es~
El 12 de junio nos alejamos de Montevideo. Poco después 111I .i S de sombra, formados por los acantilados salientes y los
de salir del río de la Plata, perdimos de vista la costa de Amé-
It 111 irnos bosques, dando allí la nota más feliz en sentido pic-
rica y no volvimos a verla hasta cerca de Río de Janeiro. El 24-
de junio, al caer la tarde, echamos de ver unas montañas a I",'j
la distancia, que, según se nos dijo, era ya la costa de aquel '1 pués de una permanencia de un año en Buenos Aires
lugar. Según nos acercábamos, el contorno de la costa apa- I 111 diaciones, en llanuras interminables que apenas se ele-
recía más escarpado y pintoresco, pero las sombras de la no- VIII\, f\ veces algo más que los cardales que las desfiguran, al
che empezaban a cubrirlo todo y la distancia era todavía , II mH rtrarme transportado a una bahía que no tiene par en el
considerable. 111111 el por su magnificencia, y en el centro de un estupendo
En la mañana siguiente, al levantarnos, fuimos llamados P'"\ rama, se me despe:r;taban sentimientos que, en verdad,
desde el puente y nos sent:rnos realmente subyugados por 1111 p cdo definir y que difícilmente podrían ser concebidos,
la magnífica escena que impresionó nuestros sentidos. En- 11 1111 por aquellos más devotos de lo pintoresco. Decir que nos
trábamos en la bahía de Río de Janeiro. A la izquierda, y I III1Amos muy contentos, sería expresar muy pobremente las
a unas trescientas yardas, una gigantesca espira de roca, lla- 1111 iones que aquello nos produjo. No creo, sin embargo,
mada el Pan de Azúcar, surgía del océano hasta una altura 'fll{ tal expresión fuera superada si adoptáramos la figura
de mil pies, formando el promontorio occidental de la haca d, I flOr Núñez, de que no podemos sino sentir "la necesidad
de la bahía. El baluarte opuesto, en la misma entrada, tiene d. vivir". Aunque, para decir verdad, y la pura verdad, a
idéntica traza, pero es menos escarpado. Esta entrada ofrece
IlIdo aquello se mezclaba cierto temor de terminar asados,
un ancho de mil seiscientas yardas. Dentro de la bahía, la
anchura aumenta considerablemente y en algunos lugares al- 11111'1)11 el calor era algo insoportable.
canza a diez y veinte millas. Esta espaciosa hoya se encuen- 1'o después de entrar en la bahía, aparecieron a mano
tra bordeada por montañas rocosas de las más variadas y pin- d, I', .h las sólidas fortificaciones de Santa Cruz. En la orilla
torescas formas y casi todas cubiertas por la más exuberante IIplll 1,0, los muros enjalbegados de numerosas casas de calIlr
y verde vegetación. En algunos lugares, las rocas surgen per- pll 1 dudan entre el verde oscuro de los bosques y entre los
pendicularmente del agua internándose en ella; en otros, re- 1111" 1IIj les espléndidos que los rodean. A las dos horas, más
trocediendo, dejan una barra de pradera verde que bañan las " "'! n s, de haber entrado en la bahía, pudimos ver la ciudad
olas. Algunas rocas se ven cubiertas con plantas rastreras, ¡JI •'OH Sebastián, o Río de Janeiro como se la llama común-
muy enredadas, pero más generalmente altísimos bosques, en JI tI '"t!', dificada sobre una lengua de tierra que avanza dentro
d, 1" misma bahía y al pie de las altas montañas que proyec-
17 Cualquiera diría que en Inglaterra era desconocida la holganza y 11111 11 ombra sobre ella.
sobre todo la embriaguez ... Dios le valga al señor Beaumont. (N. DEL T.) I ,n iudad vista de cerca es agradable, pero no imponente . .
262 J. A. E. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 263

Muy pocas cúpulas y chapiteles saltan a la vista. El palacio 18 . i ión semejante. El edificio contiene cuatro hileras de cómo-
es un edificio amplio pero no muy hermoso; este edificio y do palcos; los palcos centrales están reservados para la corte
el acueducto, cuyos arcos vienen desde la montaña a la ciudad , rrados por una cortina de seda azul que sólo se abre cuan-
a través de nueve millas, son rasgos muy prominentes tI( stá presente el Emperador. La platea es amplia y tiene
en el aspecto que ofrece la ciudad. Los edificios son muy su- iHones separados uno de otro. Me divertí mucho con la re-
periores en apariencia a los de las ciudades de América es- pr' s ntación de la ópera aquí, y más todavía con el ballet,
pañola: son de granito o de ladrillo, revocados y blanqueados (Il que la da.nza era verdaderamente buena. Las casas de
y generalmente de dos, tres y cuatro pisos. No se construyen ('on 1 rcio no son muchas ni atrayentes por su apariencia. Los
para cerrar patios, sino más bien a la manera de las casas OI,r bres y los joyeros están en una sola y única calle, como
que se ven en las calles de Londres. Las entradas de las ca- • 11 Lisboa. Lasmodistas y las manteras que son todas fran-
sas y las escaleras son pobres, pero los departamentos interio- C', (l , en otra. En las demás calles, las tiendas son muy in-
res espaciosos y hermosamente decorados. Las ventanas no ri I' j ,ees y en ellas los artículos manufacturados ingleses (de
tienen rejas como en Buenos Aires, sino que se abren sobre IlIdll clases) pueden adquirirse por poco mayor precio que
alegres balcones. Las calles son en su mayor parte estrechas 1111 Inglaterra. Hay muchas otras casas de comercio y restau-
y sucias, y la falta de aceras resulta muy peligrosa para los 1'/1 111, s, tenidos por ingleses, en las calles cercanas al puerto,
peatones por las salpicaduras de los carros que a menudo avan- , 1I 11 ombres e inscripciones en inglés. Los paseos públicos
zan junto a las mismas fachadas de las casas. y lo jardines en las vecindades de esta ciudad, son deliciosos.
La catedral es un edificio sencillo y sin mayores adornos, ). d llos se pueden contemplar los más hermosos panoramas
muy bien situado sobre una altura llamada de San Sebastián. d, la bahía, donde parecen manchas los buques de todas partes
Hay siete parroquias en la ciudad y creo que cada una tiene dll mundo y los colores de las montañas circundantes. Uno
su iglesia; de todas maneras hay varias iglesias, dos de las d, lo, jardines tiene grutas, esculturas, fuentes, y le dan som-
cuales son notables: una es la de las Carmelitas, ahora lla- 111'/1 1 s árboles de mango, los manza.nos, rosas, espléndidas
mada la Capilla Real. El interior de esta iglesia tiene profu- 11. 11 '( de pasionaria y varias otras plantas parásitas. Pueden
sión de dorados y decoraciones. Hay en ella una cabeza tallada tros jardines, más generalmente en el estilo inglés. En
en madera que pretende representar la cabeza de un infiel; 1" v indades de Río hay plantaciones de café y de caña de
su boca se abre angustiosamente. Está frente a un crucifi- /1 ' ,'u:/ll' y se cultivan con gran provecho. La canela, la nuez
cado, y cuando se eleva la hostia, sale invariablemente de su 11111 {¡/Ida y el clavo de especia también se cultivan con buenos
boca abierta un horrendo gemido. Este milagro se produce a 11 Idlodos. El árbol del té ha sido importado de China, y
través de un caño que viene del órgano. La otra .iglesia lla- 111 I lIinos han tratado de hacerlo producir, pero esta empresa,
mada Candelaria es la que ha sido edificada dentro del mejor 11 W Ill la cría de la cochinilla en higueras, no ha tenido
gusto, entre todas las de la ciudad. El palacio del Obispo es 11111 11 6 ita.
también un hermoso edificio. Hay dos hospitales públicos en t illo de los menos agradables esPectáculos en Río es el de
la ciudad y un arsenal que se levanta en sus cercanías ha 1" I'Ilns de esclavos negros cargados pesadamente como podrían
experimentado muchas mejoras últimamente. 11111111'10 filas de caballos. Estos pobres seres pueden verse gi-
El teatro de Río, según entiendo, es igual en cuanto a ca- 111 IIIHlo bajo las cargas de mercancías, sin nada que cubra sus
pacidad y decorados a la Opera de Lisboa y tiene una dispo- , '11 l' tlOS como no sean unas cortas faldas de lienzo. Las tareas
'1'''' ohr llevan, según me informó un vecino de Río, los ago-
18 Se entiende el palacio del Emperador. (N. DEL T.) tu JlIII' 1 general al cabo de unos diez o doce años y después
264 J . A. I!. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 265

tienen que arrastrarse enteramente desvalidos y sin amparo. stima el número actual de habitantes en ciento treinta
Cuando, tambaleantes bajo el peso que cargan, dan por ca- inco mil, clasificados así: y
sualidad contra un hombre blanco que pasa, son pateados o
Brasileños y portugueses ...................................... 25.000
castigados según el capricho del ofendido, porque el negro tie-
Negros .................................................................. _.. 105.000
ne pena de la vida si levanta la mano contra el prójimo de
Extranjeros ....................................................•.... _ 4.000
pigmento favorecido, aunque sea en su propia defensa. En- Gitanos 400
Indios c~b~~l~·~·~··~:~ti:~~··::::::::::::::::::::::::::::::::::::
tiendo .que sus amos observan diversas maneras de conducirse
con ellos; unos exigen del esclavo todo lo que recibe por su 600
trabajo, dejándoles una parte para ellos; otros les permiten
retener lo que ganan, pero hasta un cierto límite en dinero. 135.000
y se dan casos en que el esclavo llega a economizar una suma
sufici~nte para obtener por este medio su libertad. El pró~eso ~e este país desde que la sede del gobierno
Los deliciosos paseos por Río de J aneiro, muy rara vez se (r rtugue~) ,fue trasladada de Lisboa a Río de Janeiro (lo
ven animados con la presencia de señoras o señoritas de la '1 11 ~e reahzo con ~l traslado de la corte a esta ciudad en 1807)
ciudad. Éstas según parece, son en sus costumbres muy J,!\ ldo muy consIderable. Desde entonces los edificios de la
recogidas. No se las veía nunca en sus ventanas ni se trope- I 11 1(1 d han .aumentado. rápidamente: surgieron muy pronto
zaba con ellas a la salida de misa según pude comprobar. Y 111 vos barrIOS, calles, Iglesias, el teatro, el Banco; villas y
aun en el teatro, en total no vi más de media docena. Aquellas ( 111 n ~~ campo que aho::a relucen entre los naranjales en una
graciosas mantillas, aquellos flotantes bucles negros, desapa- e t( IL Ion de muchas mIllas más allá de la ciudad· el comer-
recieron 19. Llevaban la cabeza oculta por amplias capotas. e 11 aumentó ta~bién y. con él la riqueza de los 'habitantes.
Sus formas me parecieron más bastas, sus ojos menos anima- I pr ~ente, baJO el gobIerno benigno de un príncipe sensato
dos, sus maneras menos simpáticas para un extranjero, com- V pfltnota, el pueblo del país goza de los dos grandes objetos
paradas con las porteñas; pero esto debe decirse con cierta ' ltlC puede. te:r;te.r todo gobierno, a saber, seguridad de la pro-
duda e incertidumbre. Porque en una visita de transeúnte, l' tII llld .Y. JustIcIa para todos. Es verdad que las nubes de la
no tuve oportunidad de alternar con la mejor sociedad de Río, II JlI '1\ 'tlcIón, t.odavía se ciernen sobre este fecundo y abun-
aunque tenía conmigo una carta de mi distinguido amigo Sir dll 11 I,! scenano, y la intolerancia impide todavía el acceso
Sydney Smith, para presentarme al Emperador Don Pedro, 1" I,:nbas del,caRital ! la indust~a europeos, que sin duda
de quien aquel ilustre almirante británico es gran amigo, y 111 H' II rnn al pms SI hubiera mayor hbertad en sus instituciones
también otras cartas de presentación para personas principa- 1111111¡en . Pero los ingleses no deben quejarse por esto después
les de Río. Como el barco debía hacerse a la vela tres días ,It !tll l? lo que han sufrido con los abrazos fraternal~s de las
después de su llegada a Río, estuve tan ocupado en los asuntos 1I 1'1''',111 as de Su~ ~érica. El gobierno del Brasil no se ha
que acaparaban entonces mi atención, que no dispuse de tiem- .111 "I,do a lo.s credltos europeos con la hechicera canción de
po suficiente para hacer uso de las ventajas que me hubieran 1,1 II 1/\I'l;fld m con ofertas de ilimitada fraternidad, pero cuan-
procurado aquellas cartas de presentación. 111 11/1 di ha 9-ue haría lo ha cumplido. Este gobierno, único
En 1807, la población de la ciudad y suburbios no pasaba 11111 lo' gobIernos de Sud América, se ha conducido con bue-
de cincuenta mil habitantes. Un autor respetable, Caldcleugh, 1111 ,. " pe~to a los acreedores del Estado; la propiedad que
I 1"1111 baJO su. protección .es respetada y sabe administrar
19 Las mantillas y bucles de las muj eres de Buenos Aires. (N. DEL T .) 11 1 11/1 , Los mIllones reumdos en Inglaterra para trabajar
266 J. A. B. BEAUMONT

las minas de Buenos Aires, Chile, Perú y Colombia, parece


que han sido absorbidos principalmente por la codicia de aven-
tureros ipescrupulosos o de rapaces falsos patriotas; una tra-
moya tras otra, fraude sobre fraude, es lo que caracteriza los
procederes de estos falsos amigos de la libertad. Yo creo que
ningún pago o restitución de clase alguna se ha recibido de
ninguna de las empresas de minas, o de ,las compañías por
acciones ensayadas en las diversas repúblicas de Sud América;
pero me consta --de muy buena fuente- que las dos com- CAPITULO IX
pañías formadas para explotar ,las minas del Brasil, están
ahora obteniendo buenas ganancias; que la Sociedad Imperial Observaciones finales. - Efectos de la guerra y mala fe del
Brasileña recibió oro procedente de las minas en diciembre de Gobierno. - Separación de las provincias. - La guerra mante-
1826, que produjo más de nueve mil libras netas; y que la nida solamente por Buenos Aires. - Probabilidad de la continua-
General Mining AssoGÍation estaba trabajando las minas de ción de la guerra por la Banda Oriental, de la guerra contra
San José, en forma próspera, bajo la protección del gobierno los indios y entre las mismas provincias. - Obstáculos de ' ca-
brasileño. rácter moral y político que se oponen al buen éxito de los euro-
La brevedad de nuestra estada en Río, no nos permitió vi- peos. - Causas del fracaso de diversas asociaciones. - Los
sitar muchos parajes interesantes de los alrededores, sobre los trabajos del capitán Head y del señor Miers. - Falta de pro-
cuales algunos viajeros nos habían hablado con admiración. tección legal. - Irresponsabilidad de los agentes. - Inseguridad
El 28 de junio zarpamos con viento favorable y dejamos en las consignaciones. - Convenios ineficaces. - Emigración. _
la deliciosa bahía, no sin un sentimiento casi de pesadumbre. Aumentan las dificultades políticas de Buenos Aires. - El señor
El viaje no fué señalado por nada digno de notarse, pero fué Rivadavia hace renuncia de la Presidencia. - Nuevo emprés-
algo más largo que de ordinario. El 28 de agosto llegamos a tito. - Ofrecimiento del cinco por ciento anual.
Falmouth y me sentí regocijado una vez más al pisar el suelo
de Inglaterra, después de una ausencia de diez y siete meses.
UN ESCRITOR clásico, no recuerdo ahora su nombre se ex-
pl'esó así: "En el goce de la paz y del buen gobierno l~s hom-
ht' ~ sacarán sustento de las mismas piedras". A es;o hubiera
p dldo ~gregarse: "Pero bajo los castigos de la guerra y del
m 1 gobIerno, los hombres morirán de hambre en medio de la
"!)undanci~". Sobre la abundancia y fertilidad de las Provin-
(1m. del Río de la Plata, sobre su notoria salubridad y' su ca-
p" ldad para soportar una vasta población sobre su aptitud
pllra empresas comerciales con el resto del' mundo no habrá
dif rencia de opiniones; pero, con todo esto, el país ~s extrema-
d 'rnente pobre y al parecer ha de continuar así, a menos que
e , o~ere una completa reforma en los principios morales y
Jlolítlcos y en los actos de sus gobernantes.
268 J. A. l!. BEAUMON'r
VIAJES (1826-1827) 269

Los hombres de Buenos Aires poseen un extenso territorio en sus declaradas enemigas. Las del Paraguay y Santa Fe
que excede en mucho la aptitud de aquellos para ocuparlo derrotaron a las tropas que Buenos Aires envió para reducirlas
(y esto será así por el transcurso de muchas generaciones), y otras provincias intentarán hacer lo mismo si se las ataca.
gozan de una posición mucho más favorable para el comercio Esta guerra ha puesto en evidencia la falacia de la unión
que cualquiera de las provincias del interior de la República de las veinte provincias de Sud América. Positivamente no
y nada tienen que temer de los ataques de sus vecinos; pero hay dos de ellas que estén, ni política ni moralmente unidas.
necesitan población y capitales de afuera para desarrollar las Buen{)s. Aires, en efecto, está llevando sola la guerra contra
buenas condiciones de su país. Por eso, la política más con- el BraSIl; porque la provincia limítrofe de Entre Ríos ha con-
veniente y clara de esos hombres hubiera consistido en fomen- tribuído poco más que con las pérdidas sufridas, y según creo,
tar la paz y las relaciones de amistad y comercio con los es- fuera de Mendoza ninguna provincia ha enviado contingente
tados limítrofes. Parecieron sentir estas necesidades puesto que alguno para mantener la guerra.
apelar~n a ~uropa pidiendo ayuda de hombres y dinero para
Las provincias, generalmente, no están ligadas entre sí ni
las meJoras mternas, y ambos elementos les fueron proporcio- por los lazos del afecto ni del temor. Están en la condición
nados sin restricción. La agricultura -según lo declaraban- de simples poblados dispersos en los vastos desiertos de Sud
constituía para ellos el objetivo principal y ofrecieron conce- América, y las necesidades de cada población son tan pocas
siones de tierras y grandes adelantos de dinero con ilimitadas y tan fácilmente suplidas, que viven independientes unas de
promesas de protección a quienes emigraran de sus países de otras. La mayoría de las provincias consisten en poco más
origen. De haberse llevado las cosas con buena fe, la decla- que en una ciudad con cierto número de ganado en sus al-
rada voluntad de progreso interno se hubiera alcanzado en rededores, separadas por extensiones desiertas y estas últimas
forma paulatina y firme; la población, la riqueza, la inteli- están ocupadas solamente por animales salvajes e indios nó-
ge~cia hub~eran dado impulso a esa provincia, y el poder y
mades. Durante la dominación española, las ciudades disper-
la mfluencIa necesarias para que las provincias vecinas hu- sas estaban sujetas a un gobierno central que se ocupaba de
bieran sentido la necesidad, y acaso la ventaja de someterse todas ell'ls y tenían un ejército común: durante la guerra
a la supremacía de Buenos Aires. . de emancipación la unión se mantuvo como consecuencia de
Pero, sin embargo, apenas dispusieron del dinero y de los la presión exterior ejercida por los ejércitos españoles enviados
hombres de Europa, fueron hechas a un lado las primeras de ultramar, y por la necesidad del apoyo recíproco. Pero
protestas del gobierno, y el rumbo de los políticos cambió. cua?do el gob~erno m.ilitar de España hubo desaparecido y
Surgieron proyectos de lejanas conquistas y se llevó la guerra eso el apremIO exterIor de las armas, desapareció también
contra los Estados cercanos I y contra los aborígenes del país, 1 necesidad de unión entre las provincias. Por el contrario,
para exigir sumisión a un gobierno general a cuya cabeza ~rgió e! espíritu de resistencia a todo gobierno y las pobla-
debía encontrarse Buenos Aires. En esta jactanciosa empresa lones dIspersas adoptaron cada una posición separada e inde-
fueron despilfarrados los fondos destinados a las mejoras in- pendiente.
ternas, y los emigrantes han sido requeridos para cambiar Algunos viajeros que han recorrido el Río de la Plata 2 di-
la reja del arado por la espada. Las provincias, que con me- . n que los habitantes de una provincia raramente se expresan
didas pacíficas hubieran podido formar una unión federal blen de los de otra provincia vecina y que por lo común se
con Buenos Aires, que a todos beneficiaba, se han convertido
2 Esta designación equivale aquí a Provincias Unidas o provincias
ol'gentinas. (N. DEL T.)
I Aunque Beaumont dice Estados, se refiere a las provincias. (N. DEL T.)
270 J. A. !l. BEAUMONT VIAJE~ (1826-1827) 271

regalan unos a otros con la calificación de "mala gente". Pero al borde de la bancarrota, apoyado sobre el frágil soporte del
todos coinciden en su mala voluntad contra los hombres de papel moneda.
Buenos Aires. Este no es un sentimiento antinatural; existe, Para los de Buenos Aires, sería sin duda el desideratum
entre otras razones, la siguiente: las provincias interiores, no poseer ambas márgenes del río para con ello tener la llave del
teniendo ahora que temer ninguna invasión, no obtienen sin interior íntegramente en su poder; pero los imperialistas no
embargo de Buenos Aires protección alguna; entre tanto, los les entregarán fácilmente la orilla norte del río, puesto que
hombres de Buenos Aires, al obligar a los barcos que nave- la consideran límite natural, como lo llaman, de su propio
gan en uno u otro sentido en el río de la Plata, a detenerse en t rritorio. Esto es lo que los imperialistas deben desear más
su puerto y a pagar un derecho, virtualmente obligan a las pro- vivamente, al ver que el viejo límite entre la Banda Oriental
vincias internas a pagar un tributo. De tal suerte, Buenos y el Brasil estaba en Río Grande y se vió expuesto siempre
Aires se ha enriquecido comparativamente y las otras pro- 11 las incursiones de los orientales. La posesión de la provin-
vincias se han empobrecido. Las provincias sienten esta si- ia [Oriental] por los hombres de Buenos Aires, dejaría en-
tuación y de ahí que, en lugar d~ hacer causa común con tonces al Brasil siempre abierto a los ataques de aquella as-
Buenos Aires en la guerra contra el Brasil, más bien mirarían pi.rante república.
con buenos ojos reducido su poder. No pueden tener interés La cuestión del derecho de posesión entre estos beligerantes
en la anexión de la Banda Oriental a Buenos Aires, porque S de poca entidad. La fuerza debe decidir el título; pero en
de ello se seguiría que, los derechos exigidos en Buenos Aires l ' alidad no aparecen muy fundadas las pretensiones de Bue-
serían exigidos también en la parte norte del gran río. El lOS Aires, ni los epítetos que los diplomáticos y periodis-
interés de las provincias parece consistir en que ambas ori- l' de Buenos Aires arrojan contra sus opositores brasileños.
llas del río estén bajo gobiernos separados, para que, como hay l n pocas palabras, la historia de la línea de posesión, es esta:
un canal en cada orilla, ellas estén en condiciones de escoger
hace ahora justamente cien años, la Banda Oriental estaba ha-
el que sea más accesible y beneficioso 3. La guerra por la
Banda Oriental, sin embargo, sostenida contra el Brasil du- hitada por los indios. Tanto los portugueses como los espa-
rante estos últimos dos o tres años, ha detenido el avance de 101es proyectaban fundar colonias en ese territorio; pero los
prosperidad y civilización en el territorio de las provincias spañoles tomaron la delantera y fundaron una pequeña, de
todas. Las más hermosas de ellas, las que están en la costa veinte familias, en Montevideo y arrojaron al final comple-
norte del río de la Plata -Entre Ríos y la Banda Oriental- Itrmente a los indios. Por ese tiempo, los portugueses funda-
han sido llevadas a un verdadero estado de anarquía y mi- 1'O'n una colonia donde ahora se encuentra la Colonia, o muy
seria. Sus inmensos rebaños han sido exterminados y la tierra ('( r'ca de ahí. Cuando las provincias españolas sacudieron el
que iba allí aumentando de valor, ahora no lo tiene. Los .v IlO de la madre patria en 18104, cada provincia tuvo dere-
comerciantes de Buenos Aires, con excepción de algunos pocos .!. a erigirse en provincia separada o a unirse como mejor
intrigantes que han enriquecido a favor de las desgracias del h pareciera. Los orientales optaron por obrar independiente-
país, han visto generalmente malogrados sus negocios. Gentes 11 nte, repudiaron la supremacía que Buenos Aires asumía
de toda condición se han empobrecido. El producto del em-
préstito europeo se agotó y el gobierno se halla tambaleante, 4 El autor no menciona todas las luchas entre españoles y portugueses
l" la Colonia, las derrotas de los portugueses y los tratados diplomáticos
3 Este supuesto del autor parece ocultar una confusión de orden geo- r los cuales España devolvió a Portugal ese asiento, provocando la
gráfico. (N. DEL T.) "dignación de los hombres de Buenos Aires y de Montevideo. (N. DEL T.)
" .
"""

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272 J. A. Il. BEAUMONT
VIAJES (1826-1827) 273
y se levantaron contra ella tan ruidosamente como lo habían
hecho antes contra sus dominadores brasileños 5. te, están ahora los republicanos. Su escuadra (si puede lla-
marse así a sus pocos barcos cañoneros) bajo el mando del
En tiempo de Artigas lucharon contra l?s ~ombres de ,Bue-
nos Aires y arrojaron sus tropas del terrüono,. y adema s .de intrépido Brown, ha hecho maravillas. Ha superado todo cuan-
esto entraron en territorio brasileño y cometIeron despOJOs to razonablemente hubiera podido esperarse de ella, pero el
en él. Esto provocó una guerra con el B.r~~il 6, en la 9-ue. fue-
bloqueo del río y los puertos fortificados, continúan en manos
ron conquistados y reducidos a la condlclon de provmCla de de los enemigos. Los éxitos de los republicanos se adquieren
aquel Imperio 7. Los brasileños entonces tomaron, por derecho al precio de enonnes sacrificios y no producen resultados in-
mediatos.
de conquista -le dieron un título adicional- un traspaso d.e
soberanía que les hizo el último rey de España. Pero el pn- La clave está en cuál de los dos Estados será capaz de so-
mero es asaz suficiente si tienen fuerzas para conservarlo y portar el empobrecimiento por tiempo más largo, sin agotarse,
si no el último no ha de ayudarles nada. y cuando esto se dé por averiguado, la paz en las provincias
Se' temió desde un principio, dados los desmedidos ténninos del Río de la Plata estará lejos de haber sido establecida. Por-
violentos con que los políticos de Buenos -:,-ires .sazonaba:n sus que si los brasileños fueran arrojados de la Banda Oriental,
discusiones con la corte del Brasil, para mduClrla a deJar la no es de esperar que sus habitantes, ahora no más que antes,
Banda Oriental, que habría de llegarse a la lucha; pero pocos se sometan a ser gobernados por el gobierno de Buenos Aires.
Un ancho y peligroso mar dulce los divide y son opuestos sus
creían que los republicanos hicieran tan pronto un. llama~o
intereses. El canal directo y el agua profunda están hacia el
a las annas con sacrificio de su naciente comerCIO y sm
preparación como estaban para competir con la fuerza na- lado norte, hacia el lado de Montevideo. Si el río estuviera
libre, el tráfico con las -provincias del interior sería a lo larao
val y militar de su poderoso rival. El bloqueo del Río de b
de esta orilla 8 y no por el lado de Buenos Aires. Los barcos
la Plata y con él la pérdida del comercio y de la renta eran que remonten el río no tendrán que cruzar los peligrosos ban-
las inevitables e inmediatas consecuencias de la guerra. Entre cos de arena de Buenos Aires, salvo que se les obligue a ha-
tanto si bien los republicanos fueron capaces de invadir la cerlo. Esta compulsión se hace evidente contra los intereses
Band~ Oriental, no disponían de medios para apoderarse de de la Banda Ori~ntal y de todas las demás provincias. Es de
los puertos fortificados, y mientras éstos fueran retenidos por creerse, como consecuencia, que los aspirantes políticos de la
los brasileños, los productos del interior no podrían te~er sa- Ban~a Oriental, como los de otras provincias, pr;eferirían la in-
lida, ni la posesión militar del interior por los repubhcanos, dependencia a la unión con Buencs Aires, y s~ se vieran des-
significar verdadera ventaja. En esta situación precisamen- embarazados de los imperiales, arrojarían, como lo hicieron
antes, a los de Buenos Aires para caer, una vez debilitados,
5 En realidad los portugueses (y no los "brasileños" como dice el a~­ bajo el poder de los brasileños. Si, por el contrario, la Banda
tor) , mientras ~stuvieron en la Colonia, nunca ~o~in?r~I?- a los hab,l-
tantes del Uruguay, ni lo pretendieron, porque su )UrISd~CClOn se exten~la Oriental permanece anexada al Brasil, como sus habitantes
a muy poco más del lugar del asiento. A ello se hablan comprometIdo descienden de españoles y esta raza siente mortal aversión
por un tratado. De manera que el argumento del autor falla lamentable- por la de los portugueses, siempre estarán dispuestos a la re-
mente. (N. DEL T.) . .
6 Con Portugal y no con el Brasil, que todav~a ~o era mdependlente, y belión y otra vez la ayuda y la incitación de Buenos Aires se
no fueron los orientales los que entraron a terntOrIO portugues a cometer
desmanes sino todo lo contrario. (N. DEL T.) . " 8 El "autor no parece acreditar mucho conocimiento geográfico de la
7 Provincia portuguesa. Después fué provincia del ImperIO. (N. DEL T.) región, al- hacer tales afirmaciones. (N. DEL T.)
J. A. I!. BEAUMON1' VIAJES (1826 ~ 1827) 275
274

produciría dando lugar a nuevas luchas. Cualquiera que~e vidos y sin principios, y aflojado tanto las trabas legales,
dominando en la Banda Oriental, es de creer que el terntono (l'lO no ha mejorado de ninguna manera la moral de los hom-
sea teatro de guerras por muchos años y en consecuencia ~ad~e I r de las ciudades, particularmente en Buenos Aires. Co-
podrá emplear su capital o su industria en. aq~ella provmcla I Z o hombres dignos y de altas miras en Buenos Aires, tanto

con seguridad. La única manera, en apanencIa, por ]a que WHivos como ingleses pero lo que predomina, por desdicha,
puede ser salvada de estas contí.nuas luchas y gozar. de las « lo contrario. El buen éxito parece que lo justifica ' todo.
bendiciones de la paz y la segundad, es la de convertIrla en lI't'audes vergonzosos se cometen no sólo con impunidad sino
estado independiente bajo la garantía de un gran poder ma- on muy poco daño para la reputación. Si un hombre se hace
rítimo como Gran Bretafla. Un estado neutral de esa natura- )'i 0, nadie pregunta por qué medio se hizo; se hizo rico y en
leza, sería también lo más deseable para defender la parte (:on ecuencia es hombre importante. La queja de algún amigo
más débil de la frontera brasileña; dejaría entonces de ser 1: l1fiado que fué víctima de un engaño se mira con indiferen-
objeto de aprensión por parte del Brasil, y Buenos Aires no ( )j entre el número de casos parecidos que ocurren, y quizás
tendría pretexto para nuevas interferencias 9. 1/1 victima sea objeto de burlas por su credulidad, o desmentido
Contra los indios oprimidos, los hombres de Buenos Aires « injuriado.
han mantenido por cierto tiempo una guerra de exterminio e Europa, adonde miran naturalmente los nativos para
y en correspondencia, los indiós han hecho una guerra de 1m ar ejemplos de conducta, es de lamentar que no hayan
asesinatos contra los de Buenos Aires. Estos últimos, aÍlo tras Jl( gfldo los especímenes más benéficos. Aventurero~ sin un
aÍlo han ido extendiendo sus fronteras dentro del territorio (:l'I ntimo en el bolsillo -quebrados fraudulentos, comisiona-
indígena, y sin pararse a considerar el precio exigido por los do, infieles- viven en Buenos Aires y se convierten en sus
indios, en plata, fijaron su propio precio en sangre. ~,os abo- IIÚS prósperos comerciantes. La valiosa máxima que dice:
rígenes, probablemente podrán ser a la postre despoJad?s de " L honradez es la mejor política", tiene poca aceptación en
su herencia , pero /H I. U 11a comarca, y los nativos llanamente dicen al europeo
- sus incursiones hostiles han de contmuar
.
por muchos años. Aun ahora sie~bran el terror y la .msegu- '111 se lamenta de algún fraude : "¿Por qué lo encuenta re-
ridad a pocas leguas de Buenos AIres y de las otras CIUdades 1)tlobable en nosotros? ¿Ustedes, no se engañan unos a otros
,1 11l ho más?" ...
principales.
Con lo dicho, y si se atiende a la política impa.ciente y , 1.1 mayor Gillispie en sus Gleanings at BU(JJnos Aires alude
codiciosa de los presentes gobernantes de Buenos AIres, hay ,, 1 influjq que tienen los despreciables fugitivos de Inglaterra
muchas razones para temer que las guerras y los rumores le) hace en los siguientes términos: "No había cerrado com-
de guerra con Br~sil, con los indios y con la Banda Orient~l pl ( lnmente la noche y se dirigieron a nosotros varios compatrio-
y otras provincias, haya de continuar perturbando la tranqUI- 1/1 ' uyas vidas y antecedentes individuales eran muy oscuros.
lidad del país para prolongar su inseguridad e impedir su S había dicho que algunos habían sido sobrecargos o depo-

progreso. ti: d os acusados de abuso de confianza y se habían convertido


El carácter abierto, amigable y nada ambicioso de la po- en xilados perpetuos de su patria y de sus am:gos; también
blación rural en las provincias, ha sido ya señalado; pero la hubia otros -hombres y mujeres- que, por haber violado
revolución ha abierto un campo tal a las empresas de hombres HU tras leyes, estaban excluídos de nuestra protección y cu~
'imenes, en parte, eran más difíciles de purgar porque
9 Fué lo que acurrió en 1828 por intervención de Inglaterra. (N. DEL T.) trataba de autores de asesinatos. Éstos eran algunos de los
1. A. 11. BEAUMONT VIAJES (1826-1827) 277
276

reos del Jane Shore que se habían convertido por su religión harataron cantidad muy grande de bienes pertenecientes a los
en extranjeros naturalizados; la mejor introducción en este mismos que habían sido engañados, y se perdieron todos los
continente para prosperar y ten~r seg~ri~a(!" . Uno de .éstos beneficios proyectados en favor del país.
era como se había probado, el prImer mstlgador del asesmato La causa manifiesta e inmediata del fracaso de la Río de
de la tripulación d~l Jane Shore y me fué señala.do como un la Plata Agricultural Associatíon fué la guerra del Brasil y
vecino verdaderamente afortunado en Buenos AIres y sobr.e 1 bloqueo de los ríos. Los grandes ríos navegables son las
cuya reputación no se había hecho ningún escándalo a propósI- mejores y con frecuencia las únicas grandes rutas para las
to del dicho episodio. nuevas poblaciones formadas en sus orillas; cerrados estos
Pero las p~incipales deformaciones de~ carácter a~arecen caminos, era imposible que pudiera prosperar la colonia de
sobre todo entre los trápalas de Buenos AIres y entre lOS. que Entre Ríos. De haber continuado la paz, Buenos Aires y mu-
manejan la política. E¿tre ellos la bellaquería tiene su aSI~nto has ciudades establecidas sobre el río, hubieran aprovechado
supremo, sin temor de la vergüenza o censura. Han ar!o)a.do todo el trigoy la harina que las colonias podían producir; tam-
a sus dominadores españoles pero conservando las suspIcaClas bién legumbres de varias clases, queso, sal, manteca, carbón
de estos últimos y sus celos del extranjero. Han o~upado lo~ de leña, cal, y muchos otros artículos de fabricación rústica,
establecimientos de los jesuítas, pero no han arrojado ?-e SI mientras los abundantes ganados de la compañía podrían ha-
las supercherías ni la inclinación al fraude. .Han d;spedI~D a h rse multiplicado en seguridad, y el cuidado y manejo de
los fr~iles y monjes pero les ha quedado la hlpOC!eSla de estos 110s hubiera contribuí do a la demanda de trabajo y a la pro-
últimos. Han r oto sus propias cadenas de esclavlt~d" pero los uucción; pero la guerra y el bloqueo, ni dió a los colonos la
vicios de los esclavos, disimulación y felonía,contmuan muy oportunidad de vender sus productos ni de recibir mercancías
arraigados en sus hábitos. . . ni de comunicarse con sus camaradas para 'prestarse ayuda
Tal mezcla de ingredientes no es muy bo~lta;. sm. ;mbargo, n el momento en que fué saqueado todo cuanto llevaban con
hay una que predomina sobre todas: es l~ .mclm~c~on al en- 110s, por nativos desaforados y enemigos de la provincia. Por
gaño. A la satisfacción de es~e amado VIClO sacnfIcan todos o, frente a la guerra y el bloqueo, la naciente colonia de
los demás; hasta su aguda aVIdez de lucro. . n tre Ríos no hubiera podido prosperar y nadie se forjó ilu-
En la conducta del presidente y de los age~~es del gobIerno, . nes de que tuviera éxito cuando se produjo la farsa de lle-
tenemos un ejemplo típico de esa proper;slOn. H?cerse de ur hacia allá los colonos desde Buenos Aires. No debemos,
E'migrantes -de colonias agríc.olas-, trabajar las.mmas, eran sjn embargo, engañarnos atribuyendo todo por entero exclu-
propósitos principales del gobIerno; y los dos pnmeros cons- 'vnmente a la guerra y al bloqueo. Aquellas causas no se
tituían sin duda los m ás esenciales para el progreso y el en- d jaron sentir contra una pequeña colonia enviada de Bue-
grandecimiento del país. Los funcionarios estaban personal- 1 S Aires a Entre Ríos y a la que estaban expulsando de su
mente identificados con el buen éxito de los proyec~os. Sus (l. i nto los nativos, justamente antes de la llegada de los agri-

llamados a Gran Bretaña fueron acogido~ COE ent~slasmo y nltores de la Asociación 10; tampoco se ejercieron contra el
para dar seguridad de que la bu.ena fe sena, mantemda, hom- t hlecimiento de San Pedro, ni contra la River Plate Miníng
bres y dinero empezaron a flmr en el ~alS, y entonces, en A ociatíon, ni contra otras numerosas compañías que han
aquellos funcionarios, al ver que ya teman ambas cosas en id fundadas en Buenos Aires, o para cosas de Buenos Aires,
su poder, se impuso el deseo de hacer un mal uso ,de ellas,
1O Quiere decir que antes de la llegada de Beaumont con sus colonos.
y de falsear la expectativa que habían provocado: aSI se mal- )'1\ habia otros colonos ingleses en el campo de Entre Ríos. (N. DRL T.)
278 J. A. ~. BEAUMON'r
VIAJES (1826-1827) 279

todo lo cual ha terminado en desilusión y en inmensa pérdida. U presa". Cuando el capitán Head advirtió el engaño en el
No: las causas predominantes y duraderas de esos fracasos, asunto d~ las minas y suspendió los gastos que hubieran segui-
son: la mala fe del gobierno y la rapacidad y felonía de los d haciéndose de los fondos de los capitalistas de Londres en
principales políticos. Hquel embeleco, fué pródigamente denostado por los gober-
Cuando llegaron los agricultores de la Asociación, resultó l ntes de Buenos Aires por haberlos frustrado en sus propó-
que todos los intereses estaban formados en orden de batalla itos; y cuando el señor Barber Beaumont tuvo la evidencia
contra ellos, Los terratenientes de las ciudades que tenían -i la insinceridad de las promesas con respecto a la emigración
labriegos u horticultores en sus cam~os, no vieron otra cosa evitó que el capital inglés siguiera haciendo adelantos para
que la pérdida que podía significar para ellos la competencia proveer de emigrantes, él también compartió, y mucho, aque-
de los recién llegados; los que trabajaban tierras y huertas
por su cuenta, aunque muy escasos en número, pensaron que
n s ofensas. Dijeron a quien quería oírlos que el señor Bar-
b r Beaumont cobraba una gruesa comisión sobre cada emi-
su trabajo terminaría; los panaderos de Buenos Aires, que con grante y una comisión adicional sobre los hombres que entra-
frecuencia son también molineros (porque cada uno muele ban en el ejército oen la armada. Se sostuvo entonces en el
su grano ayudado por un molinero en un rincón de la casa des- (Ji rio que elogiaba la administración del señor Rivadavia que
tinada a la panadería) se mostraban resueltos enemigos de las In Agricultural Association se había organizado con propósitos
colonias agrícolas, y los comerciantes que importaban trigo el agiotaje, y que el señor Barber Beaumont se había bene-
y harina desde países distantes como principal artículo de co- ficiado con ella. Sin embargo, se probó que todas estas fábu-
mercio, eran naturalmente enemigos de una empresa que te- ]/,\5 no tenían ningún fundame.nto. Por desdicha, el señor Bar-
nía por objeto independizar al país de las importaciones de ber Beaumont no había recibido nada. Todos fueron desem-
harina extranjera. Los celosos nativos, llenos de prejuicios, bolsos para él: ni había concertado ninguna especie de
mostraban general aprensión de que el establecimiento de co- misión, ni esperaba ninguna clase de beneficio por sus tra-
lonias inglesas dentro de su territorio pusiera en peligro su b ios y desembolsos, como no fuera el reembolso del dinero
independencia política. delantado, con el interés corriente; ni ninguno de los direc-
Si a estas aprensiones y a estos sentimientos (contra el buen tores -a excepción de los directores oriundos de Buenos
éxito de las colonias) se añade la ventaja inmediata y per- Aires- había dejado de pagar sus cuotas a su debido tiempo
sonal que podía reportar la dispersión de los colonos llegados, en su totalidad, ni había ninguno de ellos -salvo lo que
el reparto -de sus bIenes y fondos, el convertir a los emigran- ya se ha dicho- vendido una sola acción. Elliberal (y agrega-
tes en soldados y marineros o bien en artesanos, para pelear . filantrópico) espíritu con que aquellos caballeros procedie-
o para trabajar en provecho de otros, y se añade tambi~n y r n, no pudo ser sentido ni comprendido por los intrigantes de
sobre todo el gusto de engañar y defraudar a los confiados 1 llenos Aires y por eso pueden ser excusados si no lo creen.
amigos de Inglaterra, quizás no se~ de mar~villarse que l~s ,be- En verdad es imposible para cualquier compañía por accio-
neficios de las proyectadas colomas al palS, fueran sacnflca- n s tener éxito en aquel país, ahora y dentro de muchos años.
dos a ganancias inmediatas y a satisfacciones individuales. Los elementos de la sociedad están todavía desacordes en ex-
El capitán Head observa muy atinadamente: "En el país tr mo, la probidad de los vecinos demasiado floja, sus vistas
que acabo de dejar, donde el dictamen de los hombres está el l?as~ado. !imitadas al simple y? y al momento presente,
gobernado ' por bárbaras y desenfrenadas pasiones, pude ad- 1 m clmaclOn de los agentes o comlSlonados a engañar y robar
vertir que, frustar sus expectativas significaba provocar su (l los empleadores es muy fuerte. El engaño y el fraude se
resentimiento, y apartar de ellos un provecho era robarles V n enteramente libres de toda sanción legal y no los acom.
VIAJES (182~-1827) 281
280 J. A. n. BEAUMONT
al trabajo y ambas desprovistas por completo de la idea de lo,
paña el oprobio; lás leyes son imprecisas y no se aplican hon- que es un contrato y de lo que es la formalidad y la puntua-
radamente; el gobierno demasiado débil y enredador.. Tal lidad, y de cuál es el valor del tiempo; la imposibilidad, entre·
como están las cosas el hombre que aventura su propIO ca- un pueblo escaso, de obtener competencia abierta, o de evitar
pital en aquel país, ;e verá obligado a adIIl:i~istrarlo bajo sus el monopolio de todos los artículos de necesidad o las combi-
propios ojos, con sus propias manos, y a reCIbIr con una mano naciones para levantar todos los precios ad libitum; los hábitos-
y dar con la otra. Aun así le quedará m~cho que .h~~er :para de saqueo cerriles, de los gauchos; la absolución impartida
evitar que lo engañen. Yo no aventurarla tal opl~Ion SI es- por los clérigos en todos los casos; la insuficiencia de leyes."
tuviera fundada en miras abstractas o en observaCIOnes per-
sonales no confirmadas, pero las mías son opi!lÍones con las
qué según creo coinciden todos cuantos han VIsto mucho del POLÍTICAS
paí;. Entre tod~s los que se han arr~inado por haber p~~sto
erradamente su confianza en los gobIernos de Sud Amerlca, La instabilidad e incapacidad del gobierno nacional de las
la mayoría ha sufrido en silencio y pasa in~dvertido. Pe::o Provincias Unidas; los gobiernos provinciales y sus revolu-
otros, de mayor experiencia que yo, han deJado constanCIa ciones súbitas; los celos existentes entre Buenos Aires y las
de sus casos particulares. Además de las Rough Notes y relatos provincias. A despecho de los contratos, el gobierno (de Bue-
del capitán Read, los Travels by Chile and. La .Plata de M::. nos Aires) no permitiría extraer grandes ganancias de las pro-
John Miers, caballero inglés y hombre de Cl~nCIa que ha VI- vincias y ni siquiera pasar por esa ciudad sin exigir una
vido casi diez años en Chile y en Buenos AIres, y gastado y contribución; los individuos, incitados por el clero, harían caer
perdido casi veinte mil libras en ensa~o.s para est~bl~cer f~n~ al gobernante; sus actos y contratos caerían con él; la junta
diciones de cobre y en otras empresas utIles en ChIle, mstrUIra podría renunciar volutariamente; no hay entonces responsa-
a los confiados y crédulos europeos de ~uanto p~ede esperarles. bilidad; no hay tampoco remedio ni apelación".
Nadie debe embarcar ni su persona m sus capItales para Sud Se hace tan difícil recuperar -por medidas legales- una
América sin antes haber leído las obras de estos inteligentes suma de dinero que se nos deba, y son tan serios los gastos.
e informados viajeros. y dilaciones de la gestión, que pocos se arriesgan a ello a me-
El capitán Read resume los impe,di;mentos de c~rácter mo- nos de que estén seguros de un empeño 11 pero éste no se'
ral y político que se oponen al ,?ue.n exIto de cu~lqUIer empr~sa gana por públicos servicios al país. El almirante Brown, a
de minas en el país, con las SIgUIentes expr~slVas observaCIo- cuya pericia y energía le deben todo, se ha visto obligado a
nes. Pueden aplicarse igualmente a cualqUIer empleo de ca- ir a los Tribunales para poder cobrar su sueldo y la parte
pital inglés en aquel país. que le correspondía en las presas, las cuales, aun así no podía
prccurarse hasta que estuvo a punto de renunciar a su comando
y ebandonar el servicio. Su segundo en el mando, el capitán
MORALES
Parker, excelente oficial de marina que fué sonsacado a la
Río de la Plata Agricultural Association, me dijo que cuando
estaba al servicio de Buenos Aires algunos años antes, llegaron
"El carácter de la población, la falta general de educación,
y en consecuencia, las miras estrechas e interesadas de los 11 Empeño, así, en español, en el original. Protector, padrino... dice·
nativos' la falta de hábito para los negocios entre las clases el Diccionario. Hoy diríamos, recomendación, cuña ... (N. DEL T.)
del pueblo más acomodadas; las clases más pobres desafectas
J. A. B. BEAUMONT VIAJE~ (1826-1827) 283
282

.a deberle una considerable suma entre sueldos y presas, que de toda venta regular. Pero si el que se aventura es un aO'en-
.
te y conSIgue merca derías para vender mediante comisión,b
no había podido cobrar y sólo esperaba ganar al go para r ea-
nudar sus- gestiones personalmente en el país. Y también . se puede hacer casi todo lo que su conciencia le permita, porque,
.da el caso de Mr. Robert Jackson, comerciante muy conocIdo al parecer, el consignatario nada tiene que temer de la ley
bajo el nombre de Port Jacks~n. Estuvo var,ios año,s ~n pleito ni de la pérdida de reuutación en Buenos Aires. Parecería
con el gobierno por mercadenas que le habla sumlmstrado y dada la c"anducta de lO's agentes con respecto a nuestros ne~
.al final obtuvo un decreto a su favor por la suma de sesenta . gocios, que, una vez designados agentes adquirieran un poder
mil pesos, pero, según él me dijo en Buenos Aires, le había ilimitado e irresponsable sobre la propiedad de sus principa-
costado más de cincuenta mil pesos obtener el decreto. Tuve les, y que pudieran hacer m al uso de los fondos o mercancías
conocimiento de otros casos de la misma naturaleza pero son a ellos consignados, sin tener en cuenta las instrucciones re-
muchos para relatarlos todos. He mostrado lo bastante como cibidas, incurriendo en gastos no autorizados y vendiendo mer-
para precaver a todo hombre prude~te s?bre el riesgo q,;e cadería por el precio que se les ocurra, así como girando sobre
correrían sus bienes lejos de su propIa VIsta en aquel pal~. sus principales a voluntad y negándose a rendir cuentas, hasta
y doy este consejo muy seriamente, porque, desd; ~as pn- que a ellos les accm8da, sin que el mandante tenga posibili-
meras relaciones de Sir Homme Pophan hasta la ultIma del dad de sancionar al agente u obtener pago, o siquiera informes
señor Núñez, aquel país ha sido exhibido cOJ?o excelente cam- sobre su gestión.
po para lo~ empresarios ing;les~s. Por lo mISm?, el hecho no En cuanto a ~uál es realmente la ley en Buenos Aires, no
debe ser disfrazado por mas tIempo, tanto mas que, lo que pude encontrar un:) solo que me lo explicara durante mis
impera hasta hoy, ha-probado el ign~s fatuus de .l~s .esperanzas diez meses de residencia allí. La ley no- está publicada sino
inglesas y. señalado la tumba de capItales ma~ dlngldos. que es asunto de los entendidos. Parece un !)roducto muy
Se han dado oportunidades -es muy Clerto-- que han variable y flexible y aunque no proporciona protección a un
permitido obtener-grandes ,beneficios en op~raciones aventu- capitalista de Europa, parece que a un pícaro le sirve para
radas y pueden darse todavla. Tales oportumdades pueden ~a­ muchos objetos en Buenos Aires.
ber tenido su origen las más. de las veces en .el. estado de agJt~­ Con la experiencia que yo he tenido, no era necesario ad-
ción y perturbación del país que no es propICIO a un ~bastecI­ vertir la imprudencia de adelantar dinero en la empresa de
miento bien regulado, y de ahí que a veces se ~e~ ocasIOn.es en mandar emigrantes a lluenos Aires, haciendo fe en los actos
que las mercancías se pueden introducir de su~Ito obtemendo del gobierno, pero parece propio advertir a las personas la
grandes ganancias; mas para juzgar .c~n segundad sobre esas inconveniencia de llevar trabajadores, criados o aprendices
oportunidades, y resguardar los benefIcIOs (en caso de obtener- con la esperanza de que van a trabajar para ellos allí con
los), el que se aventura deberá haber vivido .mucho en el P?Ís y arreglo a los convenios formulados en este naís. No deben
aprendido a conocer sus costumbres pecuhare~, y debe;a sa- hacer tal cosa. Los convenios hechos en Eu;opa no son va-
ber todo lo que está sucediendo en las especulacIOnes en Juego; lederos allá. La política del gobierno consist~ en eximir a
estar en el secreto del impuesto Que ha de venir, y del rumbo los emigrantes de toda obligación adquirida en Europa, por
que ha de tomar o en el se-creta de la supresión de un impuesto, cuyo medio quedan inhabilitados para volver. Los propios
o del embargo, la expedición o el tratado que pueden elevar compatriotas de los emigrantes, también incitan a los recién
-el precio, o hundirlo. Luego hay otr~ ,cosa, como e,s comprar llegados a impugnar todos los contratos europeos para que
mercaderías Que están en consignacIOn por la mItad o dos puedan sacar ventajas de sus servicios. Para contratar los
tercios de su ;alor u obtenerlas por menos todavía, al margen
284 J. A. 1.1. BEAUMON T VIAJES (1826-1827.) 285

servIClos del criado llevado de Europa, el patrón debe pagar .adelantar dinero en proyectos de emigración o para tomar
el precio del pasaje y ajustarse al precio corriente del trabajo parte en aquellas sociedades por acciones. Pocos harán gastos
en Buenos Aires. Las autoridades de esta ciudad n o dirán 'con la esperanza de llevarse hombres o criados para beneti-
francamente que los contratos a que me he referido no son -ciarse con sus servicios. Los manufactureros y comerciantes
válidos en la provincia, pero dirán que al convenio le falta .mirarán antes de caer en manos de agentes y consignatarios
tal o cual formalidad. He visto contratos de todos modelos y habrán de meditar antes de poner su confianza ni siquiera
allá, pero ninguno parecía satisfacerles. Por lo que puedo 'én sus hombres más allegados para que vayan como sobrecar-
colegir, un contrato, para tener efecto, debe tener una con- gos a aquella tierra de falsedad y seducción, mientras no se
dición bien definida y llevar anexa una penalidad como en opere en el gobierno una reforma política y moral. Pero hay
nuestras fianzas, cuando el deudor puede ser demandado, o- una clase de personas que, en caso de encontrar los medios
para que cumpla la penalidad establecida, pero estoy muy para trasladarse al Río de la Plata, puede razonablemente
lejos de asegurar que se ordenaría el cumplimiento de tal ,esperar un cambio en su condición. Son los jornaleros y la-
contrato y me inclino a creer que no lo sería, dada la mala bradores, los operarios manuales, los hombres que trabajen
disposición del gobierno en tales casos. ,con sus propias m anos, que sepa.n cavar zanjas y pozos y
Ni aconsejaría a nadie llevar criados confiado en promesas construir represas, los trabajadores de la huerta, los carpin-
de que van a reembolsar, ni en promesas de gratitud. Estas 'teros, herreros, sastres, zapateros; en general hombres así. Y
promesas podrán ser sinceras cuando los interesados se hallan ·si tienen manos hábiles para m ás de una industria, tanto me-
en casa y en la inopia, suspirando por la carne barata de jor, porque a veces ocurre que una determinada explotación
Buenos Aires, pero es sorprendente ver con cuánta rapidez ' 0 empresa se halla sobrecargada de trabajadores. Los intelec-
los sentimientos de gratitud se disipan apenas se pasa de un tuales no son buscados, ni los hombres que puedan dirijir a los
hemisferio a otro. He sido testigo de muchos casos en que 'otros, n i emprendeqores ilustrados e inteligentes. El mejor
hombres que casi habían caído de rodillas para obtener un de estos últimos llegado de Inglaterra, se encontraría con que
pasaje a Buenos Aires, y habían prometido devotamente reem- 'es eclipsado por los criollos. Los hombres de ingenio andan
bolsar todos los adelantos, después de obtenido cuanto busca- vagando por ahí sin ocupación, los empresarios se ven frus-
ban, volvieron la espalda a su benefactor, se burlaron de la trados en todas sus emp~esas; y en cu~nto a guiar o dirigir
deuda y pagaron con injurias lo que debian; por eso, si al- ·a los demás, todos apuntan a esta distinción , y, en consecuen-
guien se siente dispuesto a favorecer a quien sea, pagándole su cia ~obreabundan, como abundan también los factores y los
pasaje a Buenos Aires, le aconsejo, si no quiere tener desilu- .dependientes. Únicamente los operarios comunes pueden ir
siones, que aleje de su mente cualquier esperanza de reembol- con seguridad a Buenos Aires con alguna certeza de ganar
so. Esto no dice muy bien en favor de la naturaleza humana, lo suficiente para llevar vida cómoda con un trabajo moderado,
pero por desdicha es la verdad. pero aun así, hay que tomar ciertas precauciones. Cuando
Después de lo que hemos visto sobre los gobernantes de se le dice a un hombre que ha de ganar dos pesos diarios por
Buenos Aires y sobre el destino de quienes confiaron en sus su trabajo y que la carne cuesta solamente un penique la
promesas, así como sobre el agitado e inseguro estado del 'libra y las bebidas solamente cosa de un peso y medio por
país, no es necesario insistir para precaver a las personas ,galón 12, le viene naturalmente la idea de que podri muy
dispuestas a emplear allá sus capitales.
En lo futuro nadie se mostrará tan temerario como para 12 Medida inglesa de unos cuatro litros y medio. (N. DEL T.)
VIAJEG (1826-1827) 287
286 J. A. l'. B:J:AUMON'l'

bili~~d.esde Buenos Aires referidas más bien a lo Que dichas


pronto economizar una fortuna; pero las ganancias no van. posIbIhdades podrían y deberían ser. Tales como-están las
a producirse como las es!",era. La carne y el aguardiente s n cosas y tal como según parece han de continuar, todos aquellos
baratos y lo mismo los duraznos: estos últimos, tan baratos que P?eden valérselas po~ sí mismos en Inglaterra, deberían
c"mo lo' son los nabos entre nosotros y con !,Flreódo sabor. refleXIOnar avtes de confIarse ellos y en especial sus bienes
Todo lo demás, sin embar~o. es muy caro. El aloiamiento, de tenerlos, a la protección de los gobernantes de Buenos Ai~
la ron a las frutas, son casi dos veces más caros (1ue en Lon- r:s. Pueden o~u~rir cosas que rediman la reputación del go-
dres;' l; s papas seis peniques la libra. El pan, la 'manteca, el bI~rno. El espultu .de un Washington, ayudado por los con-
aueso, los' comestibles, mucho más ci'lros Que en Londres. El s~Jos de un ,F~anklm, puede todavía levantarse entre las ce-
clima es enervante y no inclina mucho al trabajo. Los malos" m~as del credlto del país, y enseñar a los hombres de Buk os
éem~los. las invitaciones de todos lados, o las burlas y repro- AIres que, en los Esta~os como ~n los individuos pobres y
ches de los hohmzanes. todo contribuye a provocar la embria- ende~dados, las pretenSIOnes de dIgnidad y rivalidad con sus
guez. el ocio i' el h ábito de fumar. ' En e'sta línea, pronto el s~r:enores, son menos honorables que la tranquilidad y la fru-
emirrrante es llevado al nivel del país, y a la postre, aunque gah~ad, y que, aunque la intriga y el maquiavelismo pueden
puedp l"n,rar vida abundante con mucho menos trabajo que serVIr en un momento dado, por último habrá de convenirse
el exi~d;) en In~laterra, no se encuentra en Buenos, Aires
ni tan bien ni mejor Que en Inglaterra; no se ve tan limpio, ni en que "la mejor política es la honradez".
tan bien vestido o alol ndo, y casi nunca ahorra dinero ni Entre ~anto, ¿~o debiera acaso el gobierno británico hacer
meiora de condición. Yo había oído decir mucho de e~to, yaler su mfluen~Ia y poderío para lograr que se haga justicia
antes de salir de Inglaterra, y, tratando del asunto con don a lo~ acre:dor~s mgleses de las repúblicas de Sud América? El
Manuel de Sarratea, ministro [de Buenos Aires J ante la co~te, gobIerno mgles fué el primero en reconocer aquellos Estados.
cuya fran queza y sinceridad contrastaban grandemente con ~n los trata~os concluídos, el objetivo principal era el comer-
la~ maneras de su predecesor D on Bernardino Rivadavia, CIO y la certldumbre de que los capitales confiados a los nue-
aquél no tardó en confirmar el hecho. Me dijo que había obser- :os ~stados, quedaran seguros. Al facilitar estos capitales los
vado narticularmente hombres que venían con la aparente I~gleses s.eguían solamente las indicaciones de su propio' go-
decisi6n de consagrarse a su trabaio como lo habían he~ho en bIerno, ~ de ~~ haberlo hecho así, no se hubieran cumplido
Inglaterra y ahorrar dinero. Mantuvieron esta resolución du- aquellos prOP9&~t9~,i p~rque los republicanos no tenían capital
rante el m imer año. En el segundo pudo observqr 'Una la- para ~oven ~1, ljIilercIO y para llenar las exigencias del pro-
menta ble- disminución, y en el' tercer¿ pusiéronse.'iii asi "tbdos greso mter , , » capital fué facilitado para dar vigor a los
al nivel del mismo pueblo del país. Uno de los ' prop6sitos de' tratados y ~oNer en efecto sus propósitos. Más que la buena
la Río de la Plata 'Agricultur~l AssoGÍation, e~a';i:tistalar los fe de aqueUos ffesconocidos gobiernos, los capitalistas tuvieron
agricultores ingleses en pequeñas poblaciones fuera .de ,¡a con- en cuenta la disposición del gobierno británico y su poder
taminación del populacho de Buenos Aires y rodearlos de es- para compeler a aquellos al cumplimiento de sus compromisos.
tímulos y facilidades encaminados a mejorar su condición y Por eso, allí donde los capitalistas honrada y liberalmente
a aumentar sus posesiones en la misma tierra. · ' ,
a~u dIero~ a secundar el tratado comercial de su propio go-
He hablado asi de las cosas tales como estaban ért Buenos- bIerno, tlenen derecho a la interferencia del gobierno para
Aires y cerca de esa ciudad: el público inglés ha sido a m~­ protegerlos.
nudo demasiado alucinado, por descripciones sobre las POSl-
VIAJES (1826-1827) 289

J. A. U. BEAUMON1' Buenos Aires, Junio 27 de 1827


'288

Después de escritas las anteriores ob~ervaciones, han ~legado


MENSAJE DEL EXMO -
BLICA, AL CONGRESO GEÑ~NOR PRESIDENTE DE LA REPU-
AL CONSTITUYENTE.
noti~ias a Inglaterra de que las dificultades, como era na-
tural, aumentan en Buenos Aires, y del retiro del gobierno,
de don Bernardino Rivadavia. De este retiro no puede decirse, ,"C:uando
publIca, porfuí el llamado
voto lib a la d -urimera magIstratura
. de la Re-
,como se ha dicho del de otros que oportunamente abandona- desde ' luego á un sacr'f·r~ e sus, representantes, me resjané
lICIO, que a la d d
' d ver ~ no podIa menos
,b
J;'on la escena con honor. que ser mui costoso al que c nocIa
"Nada le ocurrió en su vida comparable a la pérdida de su q,~e, en momentos tan difícit , emasIado los obstáculos,
propia vida", porque, ,en verdad, su relluncia es un documen- SIOn, y obligaban a huir de 1eS:/~Ult~~an al mando toda ilu-
to "impropio. Esta decll,l.ración o confe,sión de un caballero, de tré con decisión en la a Ire€CIOn de los negocios, En-
que su aceptación del ',cargo "no podía serle sino muy costosa" pu'bl'lCO, y si no me ha nueva sido d carrera que me J??rco' el voto
porque ciertos obstáctt~os "quitaban al mando toda ilusión",
d -
mensas que se me han a dO superar las difIcultades in-
es una confesión de \:lebilidad que hubiera sido esperada di- 1 presenta o á cada p
a menos la satisfacción d h aso, me acompaña
fícilmente de un hompre de estado cuyas ilusiones 13 habían con dignidad, que ce de q~e e procurado llenar mi deber
d de ob st'~cu1os y de con-
sido de tal manera tema de animadversión; pero luego dice t ra d"lCClOnes de ' todo , géne
rca o sm h dcesar
que "ha llenado su d.eb~r con dignidad", que ha sostenido "la q~e sabrá ella recordar ;i~m ere a o a la Patna días de gloria,
'honra y la dignidad M ;la Nación". ¡Oh, la dignidad! Si este mdo. sobre todo, hasta el últ· p con orgullo, y que he soste-
presidente republicano ¡'hubiera pensado menos en la digni- de la nación Mi 'elo _ lmo punto, la honra y la dignidad
dad 14 de su. cargo ! '~vanzc:.do por el ~imple se~d.ero de la a, su servICIO' " . 'es hoivel, senores
" por con sagrarme SIn ' reserva
verdad, hub1era sahd~';:todo mucho melOr para el, para su f '
Ul encargado de presid' 1
mIsmo que en los
P - mOJ?entos en que
país y para sus conciú~adanos. Hasta dónde ha sostenido la de nuevo órden ~ qlie nol~ a: dedo, pordesgraOla, dificultades
honra de la Nación, puéde juzgarse por las muestras de buena vencerme que ~is ser ,~e a o preveer, han venido á con-
fe registradas en las páginas precedentes. Dice: "Quizás no .e ut!'l'd
1 a
d -allSuna:
' VICIOS no -nueden
cualquier 'f' e n? l suceSIVO ' serle
se h ará justicia a la nobleza Y a la sinceridad de mis sentimien-
dsm fruto, En este conve- , ~ sacn lOlO de mI parte sería hoí
tos" . ' . pero agrega gue tiene confian~a en que ha de hacér- el mando, como lo hago ndclmdlelnto, yo debo, señores, resignar
. , es e uego d I " d
'sela la posteridad o la historia. En la primera conjetura tiene nacIOnal, de quien tub e 1a h onra de ,evo rec'bi VI1 en S010 'bl
al cuerpo
mucha razón; para que sea una realidad la segund'a, debe po d er satisfacer al mund d 1 ~ ro" en SI e es no
aplazar la publicación de su historia hp.%:ta ~,gue el eiemplo Justifican esta decidida o 1e ,?S motlvos Irresistibles gue
que ha dejado de "la nobleza y sincerida¿f.'@,I1l;s'lJ,$·~ntimientos", seguridad de que ellos reso ~.Olon; per? me tranquiliza la
tac~ón nacional. Quizá ~~? n len con~Ol,dos, ~e ~a represen-
pueda ser olvidado. Pero, como este docume.F.l,t@ . político no y smceridad de mis se t' , ° se hara JUStICIa a la nobleza
menos me la hará algú d' 1~,
'es muy largo Y constituye una curiosidad en 9u"género, se n ImIento~' m ás y
,o cuento con que al
transcribe literalmente: 15 ' historia". n la a postendad: me la hará la

d e los señores representantes, yo d e~o etributarles


~e colocomi
13 Illusion en inglés quiere decir ilusión y también engaño. (N. DEL T.) "Al b aJar
' del elevado puesto en u '
14 Beaumo reduce la acepción de la palabra dignidad a rango, eleva- el más
sufragio
pro-
nt
,ción. (N. DEL el
15 DamoS T,)texto original tomado de Asambleas Constituyentes Ar-
gentinas, etc. Fuentes seleccionadas". por Emilio Ravignani, tomO IU,
pág. 1231, Buenos Aires, 1937. (N, DEL T,)
VIAJEfo ( 1826-1827) 291
290 J. A. B. BEAUMONT

nos que la treta tenga buen éxito, no habrá dividendo para


fundo reconocimiento, no tanto por la alta confianza con que el 12 de enero de este año.
tuvieron a bien honrarme, cuanto por el constante y patriótico 1 Perro algo aún más maravilloso: ~emos visto y soportado a
celo con que han querido sostener mis débiles esfuerzos, para a faz de to~os, .una obra en dos volumenes publicada en Lon-
conservar hasta hoí ileso el honor y la gloria de nuestra Re- dres cuy~ fl~ahdad parece ser la de que debemos resignarnos
pública. Después de esto, yo me atrevo a recomendarles la p?~ la perdIda de los primeros capitales embarcados en ser-
e

brevedad en el nombramiento de la persona a quien debo en- VICIO .de las repúb~icas americanas y ensayar nuevamente el
tregar una autoridad que no puede continuar por más tiempo trabal~ de sus mmas .. El capitán Andrews, autor de esta
depositada en mis manos. Así lo exige imperiosamente el ob~a. ,parec~ q~e ha SIdo agente de la ChiZean and Peruvian
estado de nuestros negocios, y este será para mí un nuevo Nfznzng Assoczatzon (en la que se perdió hasta el último che-
motivo de gratitud á los dignos representantes, a quienes tengo 1m). Se muestra ~~rews muy irritado contra el capitán
el honor de ofrecer los sentimientos de mi más alta conside- Hea~, porqu~ este u ltImo ha tratado de disuadir a sus com-
ración y respeto. patr;o~as de Invertir sus capitales en especulaciones en Sud
(Firmado) BERNARDINO RIVADAVIA" Am:r~ca y (exclama el escritor) "¿por el hecho de que Sud
Amenc~ al presente (y esta es una atrevida suposición) no
posea r;.l rango político ni prestigio, vamos a abandonarla a
Según las últimas noticias, parece que Buenos Aires conti-
su ~estmo, vamos a hacer '1- un lado todo intento de beneficio
núa sin gobierno y apresuradamente se acerca a la anarquía;
naclOnal con ~especto a ella, ni a tratar siquiera de recuperar
que ha estallado la rebelión en Entre Ríos y que el ejército nu~stras. pérdIda.s o de mejorar aquellos hermosos países por
rebelde compu esto de cuarenta y cinco hombI;es de milicia nuestr a !nfluenq.a y por nuestro ejemplo? ... "
(el populacho descripto en el capítulo VII) aumenta de con- " ~as vlstas del. capitán Andrews son t odavía más liberales:
tinuo. Resulta también, según estos periódicos, que aun en SI aquellas vanas compañías mineras -dice- no produje-
paz los gastos del gobierno de · Buenos A ires sobrepasan a sus ran o~n? beneficio, contribuyen al menos a hacernos conocer
rentas en un millón de pesos anuales. geog:aflcam~nte el interior de un vasto continente, sus pro-
Se ha intentado también últimamente levantar un nuevo ducclOnes m inerales y vegetales y las maneras y costumbres
empréstito de seis millones de pesos y las condiciones han sido de ~n pueblo, con quien había sido política de sus primeros
publicadas con la observación atrayente de que por cada mil d?mmado;,e: que nosotros n() nos conociéramos sino superfi-
libras adelantadas, el prestador puede esperar cuatro mil li- CIalmente . ~I :sto pu;de. ser un consuelo para las numerosas
bras tan pronto como sea hecha la paz con el BrasiL El pro- personas. que tlenen tItulas y acciones en varias compañías
yecto es este: por cien libras sus¡;riptas al seis por ciento de sudamencanas, muy avaro sería quien les mezquinara ese
interés anual, el gobierno tomará cincuenta libras y esto en consuelo.
su propio papel moneda el cual no alcanzará a un cuarto del
precio real del peso en el mercado; en consecuencia, veinte 16 Journey from Buenos Ayres through the Provinces 01 Cordoba Tucu
man and Salta, fo P;>tosi, thence by the deserts of Caran;a to Arica and
libras podrán comprar cincuenta libras de papel del gobierno
sfhbs6t~ntly to Santzafio de C:~ili and C~ql1;imbo undertaken on behalf 01
y estas cincuenta libras darán derecho al acreedor a seis li- Ce. z an and Peruvzan Mznzng AssoczatlOn in the years 1825-1826 by
bras por año (cincuenta por ciento), si puede obtenerlo. Todo aptazn An~rews Late Commander 01 H. c. S. Windham Londres 11127
Hay tradUCCIón española del Dr. Carlos A. Ald;o "La Cul~r Ar 't' ,;
aquel que caiga en esta treta descarada, no merecerá, por su Buenos Aires, 1920. (N. DEL T .) , a gen ma ,
excesiva codicia, que nadie se conduela, y no obstante, al me-
292 J. A. e. BEAUMON'r

Pero el capitán Andrews es un admirador de la adminis-


tración de Rivadavia y de aquellos aspectos de esa adminis-
tración por los cuales otros lo han acusado y han dado la espal-
da al gobernante en el país que gobernó. El capitán Andrews
habla de "la creciente prosperidad de la ciudad metropolitana
9,ajo las sabias y . políticas: 'medidas del ministro Rivadavia".
, Agrega: "A él le es deudora del aumento del capital extranje-
ro y de su aplicación a las producciones de comercio de las
Provincias del Río de la Plata." Él no solamente convirtió a
Buenos Aires en la llave del comerclo, sino que, con el ingenio
de un Bramah 17 se dió maña para 'que nadie pudiera usarla
sin su consentimiento. Buenos Aires puede ser deudora a
Rivadavia de un aumento del capital -extranjero porque se APÉNDICE
dió maña para sacar un considerable capital de los bolsiUos
de confiados europeos, pero lo ha hecho sacrificando el crédito Tratado de amistad com . .,
, ' .e rClQ r navegaclon entre Su Mal'estad Br'[' .
y el honor nacional. Es verdad, sí, que "con el ingenio de -J i P '. lanzca
J as rovmclas Unidas del Río de la Plata.
un Bramah" o sin él, cerró el comercio del país a sus verda-
deros dueños. Pero, ¿cuáles han sido las coñsecuencias de su
impostura y de su maquiavelismo político? ¿La creciente pros-
Sea notorio: ,que habiendo sido concluído y firmado en d b'd f
peridad de la ciudad metropolitana?. . ¡No! , .. Todas las un Tratado d id ' e I a arma
e am.sta , comer cIO y navegación el día do d I
provincias del país han roto sus vínculos con Buenos Aires; mes de Febrero Por....don 1\'1 l' ' s e presente
todos sus buenos amigos de Inglaterra engañados, le han vuel- del Gobierno d ' 1 P . ~nue J~se García, Plenipotenciario de parte
to la espalda con disgusto. La prosperidad de Buenos Aires W oodb' ,e as r~vmCla~ U rudas del Río de la Plata, y el señor
ha retrogn~dado, su tesoreríá se halla sin un peso; su crédito d me Pansh, Plerup~tenclario de parte de Su Majestad Británica
e cu~o Tratado la que SIgue es copia literal: '
es insuficiente para levantar un empréstito, aun con promesa HabIendo existido por muchos - .
de pagar un interés de cincuenta por ciento anual!!! Dominiosd S M ' d ' , . anos un comerCIO extenso entre los
e u aJesta Bntaruca y lo t ' t ' d
Unidas del Río de 1 PI ,s ern onos e las Provincias
di ' .a ata, parece converuente a la seguridad y fomento

• e Dllsmo co~rcIo y en apo
MaJ'estad 1 '
d b
yo . e una uena inteligencia entre Su'
y as e;r¡¡presadas Provincias U 'd
tentes sean f al , ru as, que sus relaciones ya exis-
17 J oseph Bramah. Tomo de un conocido diccionario francés, una noti. T t d d orm mente reconocIdas y confirmadas por medio de un
ra a o e amistad, comercio y navegación
óa sobre este personaje : "Mecánico inglés, nacido en Stainborough en
1749 y fall ecido en Londres en 1814. Se le deben multitud de invenciones Con este fin han no b d . .
útiles, entre otras: una especie nu eva de grifo para sane<lmiento de las letri- S. M el Re d 1 R ~ ra o ,sus respectIvos Plenipotenciarios, a saber:
nas; la cerradura de seguridad que lleva su nombre; la prensa hidráulica; Woodbi~e ParTsh, ~~n:;oG~:~~~ de la Gran Bretaña e. Irlanda, al Sr.
un aparato para hacer subir -en las tabernas y salas de café--, el líquido
desde el sótano al mostrador; una máquina de imprimir para numerar los vincias llnidas del Río de la Plata ~l ~r ~ e~!uueenlosJAGITes;, y Mla~ ~ro-
·
Secre t ano 1 '. . . arCla InIstro
billetes de banco, Publicó una Disertación sobre construcción de cerra· en os Departamentos de G b' . '
duras (1796)", {)Iouveau Larousse 1l1ustré, Paris (s.f.), tome Deuxieme. Exteriores del Ejecutivo Nacional de la~ ~:~~s ~acI~nd.a y Relaciones
(N. DEL T.) Quienes h b' d . d r ovmClas.
oxt d' d ' a len. o canJea o sus respectivos plenos poderes, y hallándose
en I os en debIda forma, han concluído y convenido en los
8iguientes; artículos.
VIAJES (1826- 1827) 295
J. A. n. BEA UM ONT
294
de cualquier artículos de producción, cultivo o fabricación de los domi-
. d l dominios y súbditos nios de S. M. B. o de las Provincias Unidas a ellas, o desde las dichas
ARTICULO 1". Habrá perpetua amIsta entre os _ d las
de S M. el Rey del Reino Unido de la Gran B.retana e Irlan a y Provincias Unidas, que no comprendiere igualmente a todas las otras
: . U'd d 1 Río de la Plata y sus habitantes. naciones.
ProVlnClas nI as e
ARTICULO <)" Habrá entre todos los territorios de S. M . B. en ~uropa ARTICULO 5·. No se impondrá mayor ni alguna otra clase de derechos
~ . U .d d 1 Río de la Plata una reClproca o cargas por razón de toneladas, fanal, puerto, pilotaje, salvamento, en
y los territorios de las Provincias III as e
caso de avería o naufragio, ni otro algún derecho local en cualesquiera
libertad de comercio. I o ectivamente la franqueza
Los habitantes de los dos países gozaran resp todos aquellos de los puertos de las dichas Provincias Unidas a los buques británicos
1'b t on sus buques y cargas a de más que ciento y veinte toneladas, que aquellos que pagaren en los
de ll:gar seg~:sa : ri~sr:e~se d~chos territorios, a donde sea o pueda ser mismos puertos por los buques de las dichas Provincias Unidas del mismo
paraJes, puer . 11 . trar en los mismos y permanecer porte; ni en los puertos de cualesquiera de los territorios de S. M. B. a
·t'do a otros extranJeros egar, en .
perm~ l. al'. rte de los dichos territorios respectIvamente. los buques de las Provincias Unidas de más de ciento veinte toneladas,
y resIdIr en cu qUlela pa ara los fines de su
También alquilar y ocupar casas. Y talmyac::a~~c:ntes de cada nación
de aquellos que se pagaren en los mismos puertos por los buques britá-
'f eralmente los comer Clan es .d d nicos del mism? porte.
tra lCO; y gen . ' d la más ~ompleta protección Y segun a
o

..respectivamente, dIsfrutaran . e 1 1 estatutos de los dos países ARTICULO 6'. Los mismos derechos se pagarán a la introducción en las
para su comercio, siempre sUJetos a as eyes Y dichas Provincias Unidas de cualquier artículo de producción, cultivo o
respectivamente. fabricación de los dominios de S. M . B.; ya se haga la dicha introducción
1 R' Unido de la Gran Breta-
ARTICULO 3". Su Majestad el Rey d e emo . ' f de en huques de las Provincias Unidas o en buques británicos; y los mismos
. d a u e en todos sus dOnulllOS uera
o
derechos se pagarán a la introducción en los dominios de S. M. B. de
ña e Irlanda, se oblIga a emas . ~ U'd del Río de la Plata, ten-
b 't t de las ProVlnclas III as cualquier artículo de producción, cultivo o fabricación de las Provincias
Europa 1os h a 1 an es . . o estipulada en el artículo
Unidas, ya sea que tal introducción se haga en buques británicos o en
gan la misma libertad de co~erclO y naVelg~~lO~e ennite o en adelante
anterior; con toda la extenslOn que .~n e la P buques de las dIchas Provincias Unidas. Los mismos derechos se pagarán,
se permitiere a cu alquiera otra naclOn. y las mismas concesiones y gratificaciones por vía de reembolso de de-
o' t ni mayores derechos rechos se abonarán a la exportación de cualesquier artículos de produc-
ARTICULO 4". No se impondran nmgunos o ros l' d los ción, cultivo o fabricación de los dominios de S. M . B. a las Provincias
. . d S M B de cua qUIera e
a la importación en los ter~Itonosf be. '. o • de' las Pr~vincias Unidas Unidas; ya sea que la referida exportación se haga en buques de las
d' o CUltIVO o a ncaClOn
artículos d e pro ucClOn, . dr o • unos otros ni mayores de- Provincias Unidas o en buques británicos; y los mismos derechos se
o d 1 PI t Y no se Impon an nmg pagarán y las mismas concesiones y gratificaciones por vía de reembolso
del RlO e a a a; . P" Unidas de cualesquiera
• • o n las dIchas rovmClas
rechos a la lmportaclOn e . o 1. fabricación de los dominios de de derechos se abonarán a la exportación de cualquier articulo s de pro-
de los artículos de producclOn, cu tlvo dOl t se pagaren por los mismos ducción, cultiv.\,l o fabricación en las Provincias Unidas a los dominios
e se paguen o en a e an e
S. M. B., que l os qu . f b ' .o de cualquier otro de S. M. B., ya sea que la referida exportación se haga en buques bri-
d d d cción CUltIVO o a n caClOn
artículos, sien o e pro u '. d o 'ngunos otros ni m ayores tánicos o en buques de las dichas Provincias Unidas.
. . tampoco se Impon ran ro
país extranJ ero, III .' d d una de las partes con-
derechos en los territorios o d~mml~s etOccaul~s en los territorios o do- ARTICULO 79 • Con el fin de evitar cualquier mala inteligencia por
t .ón de cualesquIer ar 1 lo tocante a los reglamentos que puedan respectivamente constituir un
tratantes a l a ex racCl o en adelante se pagaren,
.' d 1 aquellos que se pagan . buque británico o un buque ele las dichas P rovin cias Unidas, se estipula
m InIOS e a otra, que l ' otro país extranjero. NI
• o d " les artículos a cua qUlera por el presente que todos los buques construidos en los dominios de S. M. B.
a la extracclOn e 19ua .., o 1 1 extracción o intr oducción
t ampoco se impondrá prohlblclon a guna a a
VIAJES (1826-1827) 297
296 J. A. D. BEAUMON'r

dominios y territorios de la otra: pero antes que ' ningún consul pueda .
que sean poseídos, tripulados Y matriculados con arreglo a las leyes
ejer~e: sus funciopes, deberá, en la forma acostumbrada, ser aprobado y
de la Gran Bretaña serán considerados como buques británicos; y que
admItIdo por el gobierno cerca del cual haya sido enviado; y cada una
todos los buques construidos en los territorios de las dichas Provincias
de las partes contratantes podrá exceptuar de la residencia de cónsules
debidamente matriculados y poseídos por los ciudadanos de las mismas, aq.~ellos puntos especiales que una u atra de ellas juzgue oportun~
o cualquiera de ellos, y cuyo capítán y tres cuartas partes de la tripu- efectuar.
lación sean ciudadanos de las Provincias Unidas, serán considerados como
ARTICULO 11. Para la mayor seguridad del comercio entre los súb-
buques de las dichas Provincias Unidas. ditos de S. M . B. y los habitantes de las Provincias Unidas del Río de·
ARTICULO 8". Todo comerciante, comandante de buque, y demás súb- l~ Plata se estipula que, en cualquier caso en que por desgracia aconte-

ditos de S. M. B., tendrán en todos los territorios de las dichas Provincias Clere fllguna interrupción de las amigables relaciones de comercio o un
Unidas la misma libertad que los naturales de ellas para manejar sus rompimiento entre las dos partes contratantes, los súbditos o ciudadanos
propios asuntos, o confiarlos al cuidado de quien quiera que gusten, en de cada ,cual de las dos ]lartes contratantes residentes en los dominios de
la otra, tendrán el privilegio de permanecer y continuar su tráfico en
calidad de corredor, factor, agente o intérprete; ni se les obligará a em-
ellos, sin interrupción alguna, en tanto que se condujeren con tranqui-
plear ninguna otra persona para dichos fines; ni pagarles salarios ni
li~ad. y no quebrantaran las leyes de modo alguno, y sus efectos y pro-
remuneración alguna; a menos que quieran emplearlos; concediéndose
pledades, ya fueren confiados a particulares o al Estado, no estarán su-
entera libertad en todos los casos, al comprador y vendedor para contratar jetos a embargo ni secuestro, ni a ninguna otra exacción que aquellas
y fijar el precio de cualesquier efecto, mercaderías o renglones de co- que puedan hacerse a igual clase de efectos o propiedades pertenecientes
mercio que se introduzcan o extraigan de las dichas Provincias Unidas, a los naturales habitantes del Estado en que dichos súbditos o ciudadanos
como crean oportuno. residieren.
ARTICULO 9·. En todo lo relativo a la carga y descarga de buqv.es, ARTICULO 1~. Los súbditos de S. M. B. residentes en las Provincias
seguridad de mercaderías, pertenencias Y efectos, disposición de propie- Unidas del Río de la Plata, no serán inquietados, perseguidos ni moles-
dades de toda clase y denominación por venta, donación, cambio, o de tados por razón de su religión; más, gozarán de una perfecta libertad de
cualquier otro modo; como también a la admini~tración de justicia, los conciencia en ellas,' celebrando el oficio divino, ya dentro de sus propias
súbditos y ciudadanos de las dos partes contratantes gozarán en sus casas. o en sus propias y parti~ulares iglesias o capillas, las que estarán.
facultados para edificar y mante~er en los sitios convenientes, que sean
respectivos dominios de los mismos privilegios, franquezas Y derechos
aprobados por el Gobierno de dichas Provincias Unidas' también será
como la nación más favorecida, y por ninguno de dichos motivos se les
permitido enterrar a los súbditos de S. M. B. que murier;n en los terri-
exigirá mayores derechos o impuestos que los que se pagan, o en adelante
torios de dichas Provincias Unidas, en sus propios cementerios, que po-
se pagaren por los súbditos nacionales o ciudadanos de la Potencia en drán del mismo modo libremente establecer y mantener. Así mismo los
Cl.1yos dominios residieren: estarán exentos de todo servicio militar obli- ciudadanos de las dichas Provincias Unidas, gozarán en todos los d~mi­
gatorio, de cualquier clase que sea, terrestre o marítimo; y de todo n~os ~~ S. M. B. ~e. una perfecta e ilimitada libertad de conciencia, y del
empréstito forzoso, de exacciones o requisiciones militares; ni serán obli- eJerClCIO de su relIgIón pública o privadamente, en las casas de su morada
gados a pagar ninguna contribución ordinaria, bajo pretexto alguno ma- o en las capillas y sitios de culto destinados para el dicho fin, en con"
yor que las que pagaren los súbditos naturales o ciudadanos del país. formidad con el sistema de tolerancia establecido en los dominios de S. M. 1
ARTICULO 10. Cada una de las partes contratantes estará facultada I El texto castellano de este tratado, reproduce el de la Colección do ·
a nombrar cónsules para la protección del comercio, que residen en los Tratados celebrados por la República Argentino. con las Naciones Extran-
298 J. A. C. BEAUMONT VIAJES (1 826-1 82 7) 299

ARTICULO 13. Los súbditos de S. M. B. residentes en las Provincias o sujetas a su jurisdicción, del modo más eficaz y por las leyes más so-
Unidas del Río de la Plata, tendrán el derecho de disponer libremente lemnes de toma~ parte alguna en dicho tráfico.
de sus propiedades de toda clase, en la forma que quisieren, o por testa-
mento, según lo tengan por conveniente; y en caso que muriese algún ARTICULO 15. El presente tratado será ratificado, y las ratificaciones
súbdito británico sin haber heche su última disposición o testamento en canjeadas en Londres dentro de cuatro meses, o antes si fuere posible.
el territorio de las Provincias Unidas, el Consul general Británico, o en En testimonio de lo cual, los respectivos plenipotenciarios lo han fir-
.su ausencia el que lo representare, tendrá el derecho de nombrar cura- mado y sellado con sus sellos.
dores que se encarguen de la propiedad del dífunto, a beneficio de los J Hecho en Buenos Aires, el día dos de febrero en el año de Nuestro
legítimos herederos y acreedores, sin intervención alguna, dando noticia Señor, mil ochocientos veinte y cinco. MANUEL J. GAlI.cÍA (L.S.) WOOD-
conveniente a las autoridades del país y recíprocamente. BINE PARISE. (L.S.).

ARTICULO 14. Deseando S. M. ansiosamente la abolición total del


comercio de esclavos, las Provincias Unidas del Río de la Plata se obli-
gan a cooperar con S. M. B. al complemento de obra tan benéfica, y a
prohibir a todas la! personas residentes en las dichas Provincias Unidas,

geras, Publicación Oficial, Buenos Aires, 1884, tomo 1', J!lág. 96. El texto
inglés reproducido por Beaumont, incluye al fina del artículo 12, una
nota que figura en el libro de Núñez, ya citado, y que dice así: "Este
artículo fué sancionado por el congreso de las Provincias Unidas del Río
de la Plata (en el cual había ocho individuos del clero secular) con sólo
dos votos por la negativa, y aun estos fundándose en lo que suele llamarse
circunstancias, sin contradecir los principios. Esta noticia, valga por lo
que valiere en favor de la ilustración de aquel país, puede ser impor-
tante en el día en que el Obispo de Roma, coligándose con Fernando VII,
con este facsímile del Gran Tur co, aparece resuelto a reconquistar para
su m ejor h ermano y aliado, la obediencia de los Estados nuevos de Amé-
rica: y reconquistarla creyendo poder ejercer todavía una autoridad des-
pótica sobre el clero de aquellos Estados. Esta noticia puede ahorrar a su
santidad el pecado de seguir en una tarea que ha de cargar toda sobre él,
porque ella muestra que ya no tiene allí prosélitos que aboguen por el
privilegio de quemar o esclavizar. Mas, si puede ser· permitido que una
voz humilde, p'ero humana, se dirija con libertad al Santo Padre, esta
ocasión parece propia para decirle que el clero americano ha de recibir
su carta encíclica de 24 de septiembre de 1824, no como el fruto de una
imaginación caduca y delirante, sino como un documento descendido del
cielo para su felicidad. Este clero ha marchado paralelo a la independencia
política: de este modo, sobre haberse elevado en ilustración y moral pura,
se ha granj eado una alta reputación; pero S.S. no sólo pretende que la
pierda, sino que también quiere que degüelle; y en esto quiere y pretende
S. S. lo que contribuirá a realzar la importancia del clero americano y así
también la de su iglesia. Para buenos entendedores, Santo Padre, con muy
pocas palabras basta". Hasta aquí la nota. El texto inglés agrega: Note
by the Editor 01 "Statistics 01 Buenos Aires". (N. DEL T.)
.;tt~.

Tt:~'"., INDICE
,;

l'/ig.
Estudio Preliminar, de SERGIO DAGÚ •• •• •• •• •• 7
jJrejllcio . . .. • • . • .• .. .....•... . 29

' CAPíTULO 1
Partida de Inglaterra. - Viaje al Río de la Plata. - La entrada en
el río. - El bloqueo. - Detención en Montevideo. Lo que allí
ocurrió . • . . .. .. .. 31

CAPíTULO II
, Bosquejo histórico las Provincias de la Plata, - Primeros descu-
brimientos. - Asientos Ím'mauos por los españoles y por los je-
suÍtas. - Expulsión de los jesuÍtsi'. - Declaración de la indepen-
dencia. - Desunión de las provincias. - Inseguridad de la pro-
piedad. - Bosquejo geográfico de las Provincias de! Río de la
Plata. - Fertilidad. - Salubridad. - Adecuación para los emi-
grantes. - Condiciones para el comercio. -- El río de la Plata. -
Sús principales tributarios. - El Paran á y e! Paraguay. - El Ura-
gu~y. - Inundaciones. - El suelo, - P roductos minerales. - Pro-
ductos vegetales. - Animales salvajes. - Animales de presa.
Páj aros. - Insectos. - Reptiles. - Peces. - Las estaciones.
Los vientos. - El clima. - Observaciones meteorológicas 4.0

CAPíTULO III
Los aborígenes. - Los criollos. - El gaucho. - El peón. - El escla-
vo. - Las estancias. - Modo de administrarlas. - El comercio. -
Usos y costwnbres de la población rural . . .. . . .. .. . . .• " 81

CAPíTULO IV
División en provincias. - La Banda Oriental. - Buenos Aires: la ciu-
dad, los edificios, el Fuerte, la Plaza, el Cabildo, la Catedral, las

"
302 ÍNDICE ÍNDICE .JO.I

Pág,
iglesias, los conventos de mon jas, los hospitales, la Aduana ; dere- guaychú. - Llegada a la colonia. - Amenazas de robo, - Vuel ta
chos de importación y exportaciQn; el Correo, la Casa de Moneda, precipitada a Buenos Aires. - Viaje por el Uruguay arriba hasta
los hoteles, el Teatro, los mataderos; el lavado de ropas; l~ Ala- la colonia de Entre Ríos. - Alarmas, - Paisaje en el río, - Estado
meda, las diversiones; pesos y medidas; moned;s_ - Entre RlOS_ - de la colonia. - Traslado de los pobladores. - Detenido por las
Corrientes_ - Paraguay_ - Santa Fe_ - Cordoba_ - Mendoza. partidas provinciales. - Prisión soportada en Arroyo de la China,
_ San Luis. - San Juan. - La Rioja. - Catamarca. - Santiago - Ejemplos de procedimientos judiciales y militares, - Llegadas
del Estero. - Tucumán. - Salta. - Jujuy. - El Alto P erú. [de personajes] . - Recibimiento al gobernador. - Regocij os. -
Potosí. - Cochabamba. - Charcas. - La Paz . . .. .. .. .. . . 98 Lealtad y rebelión. - Tramoyas de las autoridades para extorsio-
nar. - Acusaciones falsas. - Un cómico proceso. - Cre cidas mul-
tas por la absolución. - El último peso por la libertad, - Viaje
CAPíTULO V
de vuelta a . Buenos Aires .. .. .. .. .. 191
índole del Gobierno de Buenos Aires. - Falta de dinero y de hombres.
_ Empréstitos y Emigr antes. - ,Decretos , del gobierno . para fo- CAPíTULO VIII
ment o de la Emigración. - Promesas de ayuda a los e~mgrantes !
de indemnización a quienes ayudaren a otros con el Illismo pro po- Viaje a San J;'edro. - Las postas. - Los cardales incendiados. - San
sito. - El gobierno invita a Mr_ Barber Beaumo¡lt, de Lon~res, Andrés. - Areco. - Arrecifes. - San Pedro. - Los nativos, -
a tomar medidas en favor de la emigración. - Privilegios ofr ecIdos
a los pobladores. - El establf1cimiento de San Pedro. - La Río
• • Los colonos ingleses. - Diversiones. - El baile de la muerte. -
Vuelta a Buenos Aires por el camino del bajo, - San José de Flo-
de la Plata Ágricultural Association. - El establecimiento de E~tre res. - San faidro. - La Punta de San Fernando. - El Ti gre,
Ríos. - Intrigas para detener a los emigrantes e Buenos AIres. -La policía, os ladrones. - Una ejecución. - El día de los
_ Recursos emp}eados para inducirlos a entrar e a ar~a~a del perros. - Aniv ario de la independencia. - Artes y ciencias. -
país o en el ejército. - Obstáculos opuestos a su buen eXIto: :- Asuntos navales, - Inseguridad dé la propiedad. - Mi partida
Prohibición de trabajar sus tierras. - Mal empleo de sus provlslO- de Buenos Aire _ - Río de Janeiro. -- Llegada a Falmouth .. .. 224
nes y fondos. - Les son arrebatadas sus herramientas e . instru-
mentos de trabajo. - Con compelidos a volver a Buenos AIres. - CAPíTULO IX
Se les despoja de los restos de su propiedad_ - Fraude en el
asunto de las minas. - Compañías por acciones .. . . . . .. 190 Observaciones finales. - Efectos de la guerra y mala fe del Gobierno,
- ~paración de las provincias. - La guerra man tenida solamente
CAPíTULO VI • por Buenos Aires, - P robabilida d de la continuación de la guerra
por la Banda Oriental, de la guerra contra los indios y entre las
Diversos modos de viajar en las provincias. - Viaje por tierra de Mon- mismas provincias. - Obstáculos de carácter moral y político que
tevideo a Buenos Aires. - Pensión y alojamiento en el camino. -:- se opon en al buen éxito de los europeos, - Causas del fra caso de
Cacerías de avestruces. - El Ejército patriota. - Las cacerías de diversas asociaciones. - Los trabajos del capitán Head y del se-
tigres. - "Las Vacas". - Viaje a Buenos Aires. - La llegada. ñor Miers. - Falta de protección legal. - Irresponsabilidad de los
_ Los emigrantes retenidos ociosos en la ciudad y en sus cerca- agentes. - Inseguridad' en las consignaciones. - Convenios inefi-
nías. - Víveres derrochados y caudales malversados por los agen- caces. - Emigración. - Aumentan las dificultades políticas de Bue-
¡ tes del gobierno. - Viaje a la Ensenada. - Audiencia con el nos Aires. - El señor Rivadavia ha ce renuncia de la Presidencia,
Presidente don Bernardino Rivadavia .. . . .. . . .. .. 162 - Nuevo emprésti~o , - Ofrecimiento del cinco por cie nto anual . . 267

CAPíTULO VII ' A péndice : Tratado de amistad, comercio y navegación entre Su Majes-
tad Británica y las ' Provincias Unid as del Río de la P lata . , " 29:)
Persecución y saqueo sufridos por los colonos de Entre Ríos de parte
de las autoridades provinciales, - Viaje por tierra a la coloma de
Entre Ríos. - San Pedro. - Santa Fe. - La Bajada, - Guale-

.'
;. •• " .. ~ '1

COLECC/ON
"EL PASADO ARGEN'I;IN "
BARTOLOMÉ MITRJII
.\15 RUINAS DE T I AH UANAOO
(Prólogo de Fernando Márquez Miranda)
EsTANISLAO S. ZEBALLOS
CALLVUCURA y LA DINASTIIl
DE LOS PIEDRA
, (Prólogo de Roberto F . Gluatl)
,;.~AINE y LA DINASTIA DE LOS ZORROS
"~,". RELMp. ' REINt DE . LOS PINARES
Lucro' ' . MAN, u.LA·
'. MIS ' MEMORIAS
'j.~--:'. '"", (INFANCIA - ADOLESCENCI,A)
• '. ~Wrólogo de Juan , Carlos Ghlano)
• , PASTOR S . OBLIGADO .'
, '. TRADICIONES ARGENTINAS
. ' Sele,pclón y Prólogo de A. Pagés Larraya )
.' .' ;.:/;1!;, JUAN B . ALBERDI
Esté libro se terminó de .;':"', (-.~;.~:, ·FRAGMENTO PRELIMINAR AL
in;~r imir el 15 de mario é' .', ESTUDIO DEL' DERECHO
de 1957, en los Talleres • " A:~fÓlogo de Bernardo Canal FeiJóo)
EL GRÁFICO / IMPRESORES, .{.:;-t - DOMINGO F . SARMIENTO'
Nicaragua 4462, ,Bs. Aires . V ·IAJES
(l. De Valparaíso a París. ·lI. Espafia e Italia.
" ' IIl. Estados Unidos)
(Prólogo de Alberto Palcos)
.JULIO SÁNCHEZ GARDEL
"; T E A T R O
(Prólogo de Juan Carlos Ghiano)

• ".
T . WOODBINE HINCHLIFF
VIAJE AL PLATA EN 1861
':-"1:';;'\- (.}:~rólogo de R. A, Arrieta; traducción de
-..,.~ "~~
1'.'~~~ ",
.•",,~: J .L
. B usan i che )
. ,;,,~;.;:~tp.~;é-~ ROBERTO J. PAYRÓ
"'~!'~ '~'" di ..TEATRO COMPLETO
. .: ....), (Prólogo de Roberto F. Giusti)
EL SAINETE CRIOLLO
(Selec,c ión y Prólogo de T ullo Oarella)
" '~- "<,,,. ' ALVARO BARROS

..
FROÑTERAS y TERRITORIOS FEDlllRALlJlEl

: ,
... . " DE";LAS P AMPAS DEL SUD
'(EstudIO Pr eliminar de Alvaro YUllqU
p , T OMÁS FALKNER
DESORIPCION DEl LA P ATAGONIA y O J,AfJ
PARTES OONTIGUAS om LA AM 11. 0 11.
DmL SUR
(Traducción y notas do liIarnu 1 A. r,f\(OJ\1I
Quevedo, lll8tudlO rollmlnlU' t1. I IVI 11m'
Ollnnlll lP¡:lm)

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