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(UAPA)
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Fecha:
13 de marzo del 2019
República Dominicana
Indagar sobre las características generales del poblamiento y
desarrollo de las sociedades aborígenes hispanoamericanas,
con énfasis en las culturas maya, azteca e inca.
Los aborígenes americanos son el conjunto de pueblos aborígenes (del latín ab-orígine:
‘desde el origen’, originarios) que habitaban el continente americano con anterioridad a
la invasión y colonización de América. El continente americano está habitado por seres
humanos desde hace poco más de 25 000 años. Se cree que los primeros seres humanos
llegaron por tierra desde Asia y por mar desde Oceanía. Poco a poco, a medida que
llegaban nuevos habitantes, los anteriores iban cambiando de ubicación, hasta llegar a
poblar todo el continente, desde su extremo norte hasta el sur. Hacia el siglo XV, en
América convivieron culturas muy diversas. Existían grupos que subsistían
simplemente gracias a la caza, la pesca y la recolección de frutos. Otros llegaron a
construir ciudades imponentes y lograron un desarrollo económico, político y social de
enorme importancia.
Las culturas americanas más destacadas lograron estos avances una vez que dejaron de
ser nómades gracias a la agricultura y la ganadería. Ellos fueron los mayas, incas y
aztecas.
Se caracterizaban por ser nómadas: Se trasladaban de un lugar a otro. Ocupaban
refugios: Estos se encontraban en la intemperie y rodeado de animales salvajes. Sus
refugios eran temporales y eran elaborados con madera entre hojas de la vegetación.
Elaboraban sus herramientas con piedra. Sus vestimentas eran pieles de animales. En
su alimentación: Frutos, semillas, animales. Eran cazadores recolectores de fruta
En estas áreas medulares la sociedad se caracterizó, desde algunos cientos de años antes
de nuestra era ―cuando se vertebraron las primeras culturas americanas de cierta
complejidad como los olmecas del golfo de México y las de Chavín y Tiahuanaco en la
región andina―, por la existencia de comunidades aldeanas, organizadas en torno a la
propiedad común del suelo y el trabajo colectivo, aunque sometidas a un grupo humano
(teocracia) apartado de la agricultura, que impuso al resto de la población fuertes
tributos en productos y trabajo. Radicado en ciudades-estado, a la teocracia indígena le
correspondió un papel determinante en los terrenos político, social y económico al
ofrecer al pueblo la ayuda espiritual y la protección de los dioses en cuyo nombre
hablaban y actuaban. Ese poder despótico centralizado, que ejercía funciones de utilidad
social ―defensa, irrigación, construcción de templos y otras obras ceremoniales,
caminos, puentes, almacenes, etc.―, dirigía las labores agrícolas y preservaba el status
que en sociedades clasistas estratificadas de alto nivel de desarrollo relativo, se
fundamentaba en el extraordinario peso alcanzado por la religión ―festividades, ritual,
organización social, la guerra, en la arquitectura monumental, en las artes, en la
legitimización del poder dinástico y en el conjunto de la organización política― y
fueron otros rasgos comunes de todas las grandes civilizaciones americanas.
Este sistema sociopolítico puede identificarse con lo que Carlos Marx denominó "modo
de producción asiático" o esclavitud generalizada un régimen de transición de la
comunidad primitiva a la sociedad de clases en el cual coexisten formas antiguas de
organización comunitaria ―ayllú entre los incas y calpulli para los aztecas― con un
estado jerarquizado dominado por una teocracia.
Se supone que los núcleos más importantes de estas civilizaciones clasistas alcanzaron
su primer apogeo entre los años 200 y 900, cuando desarrollaron una serie de patrones
culturales y de civilización considerados clásicos.
Aproximadamente entre los años 700 y 1000, estas complejas sociedades americanas
sufrieron una serie de sacudidas y crisis que pusieron fin a este llamado período clásico
y propiciaron el florecimiento de nuevas culturas, entre ellas la azteca y la inca, que
alcanzaron junto a los mayas el punto más alto de desarrollo político y socioeconómico
de los pueblos indígenas antes de la llegada de los europeos. Inclusive la última etapa
del expansionismo azteca e inca fue casi coincidente, a fines del siglo XV y primeras
décadas del XVI.
Entre las características de estos dos grandes focos americanos de civilización, esto es,
mesoamérica y el área andina, se destaca el absoluto aislamiento existente entre ambos,
lo que no solo determinó apreciables diferencias sociales, económicas y culturales, sino
también limitó mayores posibilidades de desarrollo. Sin duda a ello también contribuyó
el restringido proceso de domesticación de animales ―limitado al pavo, el perro, el pato
y, en los Andes, además al cuy, alpaca y llama― y la ausencia en América de
importantes especies para la alimentación, el tiro y la cargo ―el burro, el caballo, la
vaca y el cerdo―, el desconocimiento de la rueda y de la metalurgia del hierro, que los
privó de instrumentos de trabajo como el arado. A esto hay que agregar la existencia de
economías de excelentes exiguos, en las que el hombre era casi exclusivamente la única
fuerza de trabajo.
Rostros
Los componentes de algunas tribus se desfiguraban el rostro por medio de pinturas y
tatuajes; se perforaban la nariz, las orejas y los labios para introducirse en ellos objetos
de formas variadas, y se adornaban con plumas de diversos y vistosos colores. Los
caribes de las Antillas Menores y de Venezuela, indios crueles y sanguinarios, terror de
los conquistadores y de los demás indígenas, tenían aspecto horroroso por sus caras
pintarrajeadas, sus largos cabellos y su cráneo deformado por achatamiento de la frente,
que producían artificialmente aplicando a los niños ligaduras compresoras desde los
primeros días de su nacimiento.
Armas
Las armas de los aborígenes americanos eran, con pocas variantes, el arco, la flecha y la
macana. La lanza era menos común, y las boleadoras las usaban preferentemente las
tribus del [Sur]], tales como querandíes, charrúas y pampas, que tanta resistencia
opusieron al establecimiento de los conquistadores. Para hacer mortales las heridas
provocadas por sus armas, aunque estas no fueran graves, algunas tribus solían untarlas
con sustancias venenosas (.
Vestido y vivienda
En cuanto al vestido y la vivienda, nada puede decirse en general que a todos cuadre,
pues variaban enormemente de acuerdo con las características geográficas y climáticas
de cada zona, en forma tal que, mientras algunas tribus de la zona tropical andaban
completamente desnudas, otras, las de las zonas frías, cubrían sus cuerpos con pieles de
animales. Unas carecían de vivienda permanente; otras construían sus habitaciones con
ramas, hojas y troncos, con cueros o con barro y paja, y algunas vivían en cuevas.