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Por: Liliana Campos Aspajo.
Rosa Karina Salas Pachas
Creo que soy una persona de una sola obsesión, que apuesta
por la amistad, por la lealtad, por la fidelidad: tengo todas las
cartas a un solo número. (Alfredo Bryce Echenique)
INTRODUCCIÓN
Abogada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Máster con la mención en Derechos Fundamentales y Libertades Públicas por la Universidad Castilla
La Mancha, España.
Abogada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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Los criterios expuestos en el presente trabajo son planteados desde el punto de
vista constitucional y procesal penal, con el fin de obtener un punto temático de
continuidad y de análisis del fenómeno de constitucionalización de las garantías
procesales junto a la consecuencia de dicho fenómeno en el sistema procesal penal
español y peruano. Para luego, girando nuestra atención en específico en la Garantía de
la No Autoincriminación, teniendo como definición acorde de la presente garantía la
conexión profunda, por decirlo de alguna forma inseparable, como son el derecho
fundamental de presunción de inocencia junto al derecho de defensa. Por lo tanto, una
de las grandes manifestaciones del derecho a la presunción de inocencia conlleva a
afirmar que una persona de no colaborar con su propia condena o de decidir si desea
voluntariamente introducir alguna información al proceso, es lo que conoceremos
como el ejercicio de su derecho a declarar. Esto tiene mucho que ver con el
desplazamiento de la carga de la prueba que la asume quien acusa, lo que genera que el
inculpado no tenga la obligación de declarar o de aportar elementos que lo lleven a su
propia incriminación o, por último, a aceptar su propia culpabilidad.
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responsabilidad alguna, cualquier mecanismo de coacción como la tortura o
manipulación de la psique, entre otros.
1
Vid. CORDON MORENO, Faustino: Las garantías constitucionales del proceso penal, Navarra:
Aranzandi, 1999, p. 17.
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debe, en consecuencia, hablarse de Principio de Constitucionalidad porque la
Constitución no es ya más un Derecho de preámbulo ni otro de índole política, sino que
es verdadero Derecho. Por ello, Picó i Junoy nos ilustra el panorama al estudiar este
fenómeno de la constitucionalización, que tras la Segunda Guerra Mundial, se produce
en Europa, en especial, en los países con régimen totalitarios. Siendo esto así, este
fenómeno recoge la constitucionalización de los derechos fundamentales de la persona,
y dentro de éstos, una tutela de las garantías mínimas que debe reunir todo proceso
judicial. Para dicho autor, se pretendía evitar que el futuro legislador desconociese o
violase tales derechos, protegiéndolos, en todo caso, mediante un sistema reforzado de
forma constitucional.2 En verdad, nada es menos seguro porque el proceso de
constitucionalización no es necesariamente vinculado con la existencia de un acceso de
los individuos a la justicia constitucional3, sin embargo, es cierto que sin justicia
constitucional no existiría este proceso. Por tal razón, creemos que en el proceso
de constitucionalización deben tomarse en consideración, primero, la acumulación de
normas constitucionales a través del desarrollo de la justicia constitucional, y luego, el
mecanismo de difusión de estas normas en el orden jurídico.
Con razón, ya lo expuso Fix Zamudio cuando señaló que la verdadera garantía de
los derechos de la persona consiste precisamente en su protección procesal, para lo cual
es necesario distinguir entre los derechos del hombre y las garantías de tales derechos,
que no son otras que los medios procesales mediante los cuales es posible su
realización y eficacia.4
Las constantes en todos los países, por tal razón donde es posible ver la
impregnación de una justicia constitucional, verificarán primero, por el hecho de que la
2
Vid. in extenso a PICO i JUNOY, Joan: Las Garantías Constitucionales del Proceso, Barcelona: J.M
Bosch, 1997, pp. 17 y ss.
3
L. FAVOREU: La constitutionnalisation du droit rendtelle moins nécessaire l’ exception d’
inconstitutionnalité , Congreso de la AFDC, Burdeos, 15 de mayo de 1993, Annuaire international de
justice constitutionnelle, VIII 1992, pp. 12 y ss.
4
Vid. FIX ZAMUDIO, Héctor: La protección procesal de los derechos humanos, Madrid: Civitas, 1982,
p.51.
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Constitución es considerada, cada vez más, como una regla de derecho: la
normatividad de la Constitución está siendo admitida, aun si parece todavía difícil de
considerar por generaciones de juristas formados con otro espíritu. Las nuevas
generaciones conciben mucho más fácilmente que, como en Alemania, Italia o España,
"La Constitución, es derecho”; las reglas constitucionales son directamente aplicables
tanto por el juez ordinario como por las autoridades administrativas o los particulares.
5
PICO i JUNOY, Joan, op.cit., p.18
6
Ibidem, p.20.
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derechos y garantías procesales, se alcanza en el Convenio Europeo para la Protección
de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales de 1950 que en su Art. 6
señala los derechos a la que toda persona tiene derecho.7
7
Ibidem, p.19.
8
Vid. FERRAJOLI, Luigi: Derecho y Razón, Madrid: Trotta, 1995, p. 50
9
Así, de la armonización entre el Derecho Penal y el Derecho Constitucional, se deriva la premisa de
que los institutos procesales penales vigentes, deberán ser coherentes o funcionales con el ordenamiento
constitucional y, en consecuencia, no deberán ser incompatibles entre sí. Vid. GIMENO SENDRA,
Vicente: Constitución y Proceso, Madrid: Tecnos, 1988.
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penal por la sencilla razón de que también está destinado a declarar la libertad del
ciudadano inocente y a facilitar la reparación de la víctima.10
10
Vid. RUIZ VADILLO, Enrique: El Derecho Penal Sustantivo y el Proceso Penal. Garantías
Constitucionales Básicas en la realización de la Justicia, Madrid: Colex, 1999, p.24
11
Vid. GARCÍA DE ENTERRIA, Enrique: La Constitución como norma jurídica, en “La Constitución
Española de 1978. Estudios sistemático”, Madrid: Civitas, 1998, pp. 95 y ss.
12
Vid. ALCALÁ – ZAMORA, Niceto: Veinticinco años de evolución del Derecho Procesal, México:
UNAM, 1968, p. 149., y FIX ZAMUDIO, Héctor: Veinticinco años de evolución del Derecho Procesal,
México: UNAM, 1968, p. 151. Ambos muestran su preocupación por condicionar las ventajas del
control judicial sobre otros sistemas.
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esto en función a la naturaleza de su norma jurídica, pero el fin es el mismo en todo
momento, es decir, común a todo proceso.
En este panorama, nos percatamos que las nuevas tendencias del pensamiento
jurídico en el mundo hoy, más que nunca, se refieren al tema de las garantías judiciales
que deben tener los ciudadanos de un Estado y, específicamente, aquellos que actúan
como sujetos procesales dentro de una investigación de carácter penal. El proceso
penal, como herramienta para el control social propio del poder punitivo que tiene el
Estado, debe estar en completa armonía con todos aquellos principios de respeto a la
dignidad humana. Esta constitucionalización del proceso establece mecanismos de
protección para la defensa de derechos y, se incluyeron también, en tratados
internacionales para un criterio de interpretación diferente a las normas legales. Así,
elevaron a rango constitucional ciertos mecanismos propios del derecho procesal penal,
en donde aparece este mismo como un conjunto de acciones, recursos, procedimientos
que consagra el legislador como medio más efectivo donde se van a materializar todos
aquellos derechos y es dentro del mismo que pone en práctica todo el poder punitivo
del Estado como reacción frente a la transgresión de normas establecidas.
13
CAFFERATA NORES, José: Eficacia del sistema penal y garantías procesales ¿Contradicción o
equilibrio?, Argentina: Mediterránea, 2002, p.63.
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Por tal razón, con mayor relevancia, están en juego garantías fundamentales del
ser humano, que no pueden ser desconocidas ni trasgredidas, ni siquiera, en función del
interés social. Y esta controversia ha sido una constante preocupación y ha despertado
el interés de diversos sectores, de tal forma, que se ha convertido en el punto central en
torno al cual giran la expedición de normas y códigos, de tratados y de jurisprudencia
que del tema se han desarrollado. Ya lo dijo Roxin, “el derecho procesal penal es el
sismógrafo de la Constitución política del Estado”14, por lo tanto, nos parece apropiado
estar de acuerdo con la idea de que muchos de los derechos, principios y garantías que
conforman el derecho al debido proceso tienen reconocimiento constitucional, este
reconocimiento de algunos de estos derechos, principios y garantías se vincula con la
relación conflictiva que suele existir entre el proceso penal y los derechos
fundamentales15, que ha motivado que los legisladores constitucionales hayan optado
para resolver estos conflictos en la sede constitucional. De allí que se aluda en la
actualidad a una “relación mutuamente necesaria” entre Constitución y Derecho
procesal16,17 que se sostenga que el Derecho procesal penal es un “derecho
constitucional reglamentado”18 o que se subraye el carácter limitador del Derecho
penal que tiene la Constitución política19.
14
CLAUS Roxin: Derecho Procesal Pena, 25° Edición, Buenos Aires: EL Puerto, 2003, p.10
15
TIEDEMANN, Klaus. Citado por ROXIN, Claus/ ARZT, Günther/ TIEDEMANN, Klaus:
Introducción al Derecho penal y al Derecho procesal penal, traducción de Luis Arroyo Zapatero y Juan-
Luis Gómez Colomer, Barcelona: Ariel, 1989, p. 134. Cfr. SAN MARTÍN CASTRO, César: Derecho
procesal penal, volumen I, reimpresión de la primera edición, Lima: Grijley, 1999, p. 49.
16
Vid. in extenso GALBERÍ LLOBREGAT, José: Constitución y Derecho Procesal, Pamplona:
Aranzadi, 2009, p.35.
17
Para el caso peruano ver ENRIQUE ANAYA, Salvador: Aplicación de la Constitución y Derecho
procesal constitucional, en: Castañeda Otsu, Susana (coord..): Derecho procesal constitucional, tomo I,
Lima: Jurista, 2004, p. 117.
18
PASTOR, Daniel R.: Tensiones ¿Derechos fundamentales o persecución penal sin límites?, Buenos
Aires: Del Puerto, 2004, p. 149.
19
KUHLEN, Lothar: ¿Es posible limitar el Derecho penal por medio de un concepto material del
delito?, en: Wolter, Jürgen & Freund, Georg (Eds.): El sistema integral del Derecho penal. Delito,
determinación de la pena y proceso penal, traducción a cargo del Área de Derecho penal de la
Universitat Pompeu Fabra, Madrid: Marcial Pons, 2004, p. 137. Categórica es la afirmación del Tribunal
Constitucional en Sentencia del 15 de noviembre de 2001 (Exp. N° 005-2001-AI/ TC): “El poder
punitivo del Estado tiene límites impuestos por la Constitución. No puede ser arbitrario ni excesivo.
Debe ser congruente con los principios constitucionales y razonablemente proporcionado no solo al
hecho delictivo sino también al bien jurídico protegido”.
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Bacigalupo sobre el tema fija en el ámbito procesal penal la idea de baremo
para establecer qué tipo de carácter tiene el Estado 20, lo cual conjuga con lo expresado
por Goldschmidt quien sostuviera en su momento que la estructura del proceso penal
de una nación no es sino el termómetro de los elementos corporativos o autoritarios de
una constitución”21. Por lo que nosotros somos de la posición de realzar la importancia
de la relación entre Constitución y Proceso Penal, por su importante papel, que en el
campo de juego el rol principal se lo llevan los tribunales Constitucionales del Estado
que ejercen en forma fáctica la interpretación de la Constitución del Estado, para
mayor especificidad nuestro caso peruano 22.
20
Cfr. BACIGALUPO, Enrique: Justicia penal y derechos fundamentales, Madrid: Marcial Pons, 2002,
p. 133.
21
Citado por: ARMENTA DEU, Teresa: Principios y sistemas del proceso penal español, en: Quintero
Olivares, Gonzalo & Morales Prats, Fermín (Coordinadores): El nuevo Derecho penal español. Estudios
penales en memoria del Prof. José Manuel Valle Muñiz, Pamplona: Aranzadi, 2001, p. 57.
22
Cfr. TOCORA, Fernando: Principios penales sustantivos, Bogotá: Temis, 2002, pp. 21-22.
23
Sobre este punto coincidimos con lo señalado por CARO CORIA, Dino Carlos: Las Garantías
Constitucionales del Proceso Penal, México: Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2006.
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DERECHOS FUNDAMENTALES
DERECHOS FUNDAMENTALES
públicos subjetivos
consagrados en la
Constitución a •Son •Son Derechos
DERECHOS HUMANOS
aquellos
favor de la persona derechos que Fundamentales
humana. Si existe tienen aplicación reconocidos y
PROCESALES
alguna afectación directa en el protegidos a nivel
arbitraria se proceso como por internacional y
protengen a través ejemplo el tambipen a nivel
de garantías . principio de constitucional.
Operan frente al defensa
Estado como en un
proceso penal. Por
ejemplo: La
Dignidad
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Cabe aclarar que los Derechos Fundamentales operan frente al Estado y
también pueden oponerse dentro de un proceso penal, afirmamos que son el pilar de un
Estado Constitucional de Derecho que sólo pueden verse limitados por otros derechos
fundamentales y bienes o valores constitucionales. También es importante acotar que
los Derechos Humanos contienen cuatro generaciones como presentamos en el
siguiente cuadro, siendo los de primera, en mayor medida, y segundas generaciones
afectadas, conllevando a un proceso penal:
• DERECHOS DE LIBERTAD
PRIMERA
GENRACIÓN
Por lo tanto, en este sentido Caro Coria, y como bien coincidimos nosotros
también, con Arsenio Oré24 para quien es conveniente evitar confusiones, como lo
indicamos, y por lo tanto en base a lo aportado por el presente autor es que debemos
tener en cuenta en primer lugar que hablar de derechos, es hablar de facultades que
asisten a cada individuo para exigir el respeto o cumplimiento de todo cuanto se
establece y reconoce en su favor el ordenamiento jurídico vigente. Por libertades,
entendemos un campo más amplio que los derechos y su esencia es fundamentalmente
política y por garantías debemos entenderlo como el amparo que establece la
24
Cfr. ORE GUARDIA: Arsenio: Manual de Derecho Procesal Penal, Segunda Edición, Lima:
Alternativa, 1999, pp. 56 y ss.
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Constitución y que debe prestar el Estado para el efectivo reconocimiento y respeto de
las libertades y derechos de la persona individual, de los grupos sociales, e incluso del
aparato estatal, para su mejor actuación y desenvolvimiento. Lo señalado concuerda
con lo expresado por Colomer25 para quien los derechos fundamentales, que siempre
son derechos humanos, pueden ser considerados desde un punto de vista distinto,
libertades públicas, garantías institucionales o principios procesales. También señala
que los derechos fundamentales procesales en sentido amplio incluyen también a los
principios procesales, garantías institucionales y libertades públicas reconocidas por la
Constitución y que tienen aplicación en el proceso penal. Por lo tanto, la necesidad de
que un Estado Democrático vele por el respeto y protección de los derechos
fundamentales obliga a que se defina en la Constitución los límites al ejercicio del
poder estatal. Así, entendemos por garantías constitucionales como las reglas mínimas
de un debido proceso penal como un diseño constitucional del proceso penal, tal como
lo afirma Binder26. Se puede advertir entonces que entenderemos por garantías
constitucionales del proceso penal al cúmulo de principios, derechos, y libertades
fundamentales reconocidos por la Constitución y Tratados Internacionales, en un
sentido extenso; también debemos entender que éstas tienen por finalidad otórgale al
imputado un marco de seguridad jurídica y, en última instancia, mantener un equilibrio
entre la llamada búsqueda de la verdad material y los derechos fundamentales del
imputado.
25
Vid. GOMEZ COLOMER: Juan Luis: El proceso penal español, Valencia: Tirant lo Blanch, 1997,
pp. 58 y ss.
26
Vid. BINDER, Alberto: Introducción al Derecho Procesal Penal, Buenos Aires: Ad hoc, 2002,
pp.67y ss.
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nos referimos al derecho fundamental de presunción de inocencia junto al derecho de
defensa en una línea más distante.
27
PICO i JUNOY, Joan, op.cit., p.151.
28
Sentencia del Tribunal Constitucional español 197/ 1995, de 21 de Diciembre, fjs. 6°
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jurisdiccional no puede exigir, ni expresa ni tácita, la declaración del acusado contra sí
mismo29; pero, como Pico i Junoy30 señala, si éste de forma voluntaria declara contra
sí mismo, su declaración no infringe los Art, 17.3 y 24.2 de la Constitución Española,
en adelante C.E. Esto concuerda con la declaración contra sí mismo donde medie
engaño, la cual no debe ser tomada en cuenta e invalidarse por privarla del carácter de
31
voluntaria que le es esencial y cuando hablamos sobre tortura o compulsión es
igualmente nula por violentar los anteriores artículos de la C.E.32
Entonces nos encontramos frente a la garantía que tiene una persona para decidir
libremente si declarará o no cuando viene siendo objeto de una persecución penal, así
como también, de ser quien escoge el contenido de su declaración. Ya Binder ha
señalado que el imputado tiene el señorío y poder en su decisión sobre su propia
declaración, por lo que sólo él podrá determinar lo que quiere o lo que no le interesa
declarar33, todo esto de manera voluntaria y libre.
Somos de la opinión que la garantía estudiada tiene por finalidad desterrar las
concepciones inquisitivas que buscaban desmedidamente lograr la confesión del
imputado, incluso en desmedro de su dignidad 34. Por lo tanto, si hablamos de la
dignidad humana, esta garantía no sólo surte efecto en sede judicial, sino en cualquier
etapa de la persecución penal, desde la policial hasta la judicial.
IV. Fundamentos
29
Sentencia del Tribunal Constitucional español 127/ 1992, de 28 de Setiembre, fjs.2°.
30
PICO i JUNOY, Joan, op.cit., p.152.
31
Sentencia del Tribunal Constitucional español 812/ 1985, de 20 de Noviembre, fjs.1°.
32
Sentencia del Tribunal Constitucional español 197/ 1995, de 21 de Diciembre, fjs.6°.
33
BINDER, Alberto, op.cit., p.300.
34
EDWARDS, Carlos Enrique: Las garantías constitucionales en materia penal, Buenos Aires: Astrea,
1996, p.180.
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acompañado del tercer y en demasía importante, nos referimos al derecho de defensa y
a la presunción de inocencia; conjuntamente la historia nos ha mostrado el cambio de
visión del papel de acusado hoy predominante, por lo que lejano se ve la postura de
considerarlo objeto del proceso.
a. La dignidad
b. La búsqueda de la verdad
35
Vid. ESER, ALbin: Temas de Derecho penal y procesal penal, Lima: Idemsa, 1998, p.21.
36
ZAMORA PIERCE, Jesús: Garantías y Proceso Penal, México: Porrúa, 1994, p.186.
37
Vid. ESER, Albin y ROBINSON Cyril: Le droit du prevénu au silence et son droit à étre par un
défenseur au cours de la phase préjudiciare en Allemagne et aus Ëtat-unis d´- Amerique, Paris: Revue
de Science Criminelle et de Droit Pénal Comparé N° 3, 1967, p- 568.
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sistema procesal se presente ante el inculpado para obtener su declaración,
precisamente es la forma de obtención de ésta lo que marca la diferencia entre los
modelos inquisitivo del garantista.38
Es así que, se han ido marcando pautas para el desarrollo de las garantías del
inculpado, del tal forma que la noción de verdad que se elija es la base de un sistema
de enjuiciamiento procesal penal garantista; así, la búsqueda de la verdad real favorece
un sistema procesal con una declaración obligada. Por lo tanto, si hablamos de verdad,
la que se señala en las sentencias no es una verdad contrastable, no podemos aseverar
que es la que ocurrió en la realidad, por lo cual no es objetiva, sino consensual 39. En
este sentido, Hassemer indica que el proceso penal tendrá por objeto la búsqueda de la
verdad formal o forense, puesto que la búsqueda de la verdad material está prohibida
de muchas formas por la prevalencia de los derechos humanos40.
Otros autores como Ferrajoli indican que estamos ante una verdad
aproximativa41, mientras que Cafferata42 afirma que la verdad aproximativa funcionará
como garantía de quien resulte penado lo será porque verdadera y probadamente es
culpable y de que a nadie se le imponga una pena arbitraria, no sólo porque realmente
es inocente, sino porque no se pudo probar acabadamente que sea verdaderamente
culpable, ésta debe ser una aspiración irrenunciable.
38
Debemos tener presente que la búsqueda de la verdad se encuentra íntimamente vinculada a la
obtención de los elementos de prueba por lo que también se encuentra relacionada a la forma y
naturaleza de la declaración.
39
VIVES ANTON, Tomás: La Reforma del Proceso Penal, Valencia: Tirant lo Blanch, 1992, p.127.
40
Cfr. RAGUES I VALLE, Ramón: El dolo y su prueba en el proceso penal, Barcelona: JM Bosch,
1992, p. 292.
41
Vid. FERRAJOLI, Luigi: Derecho y Razón, Madrid: Trotta, 1995, p. 50
42
CAFFERATA NORES, José: Cuestiones actuales sobre el proceso penal, Buenos Aires: El Puerto,
1997, pp. 62-63.
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no incriminación el respeto a la libertad de conciencia y dignidad de la persona humana
como el derecho a no suministrar pruebas contra sí mismo, representa así el medio
institucional para limitar los avances del poder en los fueros de la persona individual43.
43
BUTELER, Patricio: El derecho a no suministrar pruebas contra sí mismo, Argentina:
Jurisprudencia Argentina Vol. VI, 1967.
44
Vid. in extenso GARBERÍ LLOBREGAT, José, ob. cit., p. 277.
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que se encuentra en términos del autor, constitucionalmente presumible. De lo
señalado también es importante indicar que la inadmisibilidad de la prueba y la
consecuente valoración nula para destruir la presunción de inocencia se da si la misma
ha sido obtenida mediante vulneración de derechos fundamentales como por ejemplo la
confesión del inculpado arrancado por tortura o sin previa ilustración de sus derechos a
no declararse culpable contra si mismo ni a confesarse culpable.45
45
Ibidem, p. 285
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Ahora la problemática claramente se puede evidenciar en el tercer panorama
puesto que la declaración que brinda el imputado aceptando su responsabilidad, es
decir en contra de él mismo, como se da en el caso de la conformidad, puede verse
como atentatorio a la garantía de la no autoincriminación; sin embargo, somos de la
opinión que su fundamento se encuentra en el derecho de defensa por lo que para
nosotros claramente se trata de un mecanismo de autodefensa. Tener una postura en la
cual se busque garantizar completamente la vigencia de la garantía de la no
autoincriminación conllevaría a la lógica de prohibir que se realice declaración alguna
al procesado con lo cual se estaría atentando el derecho de defensa del mismo
procesado; por lo que somos de la opinión que la mejor postura es la más garantista y
esta nos indica un proceso penal en donde se dé una vigencia de la garantía de la no
autoincriminación analizada desde la no obligación de declarar, guardar silencio y el
derecho a mentir que juega con la presunción de inocencia, esto es que a pesar de que
se tome las posturas señaladas como ejercicio de su derecho a no compeler en contra
de sí mismo, esta no debe ver domo un indicio para otorgarle una sentencia
condenatoria. Del mismo modo si analizamos de declaración del imputado como una
aceptación de responsabilidad, esta no debe verse como lesiva a la garantía de la no
autoincriminación, todo lo contrario debe verse como una manifestación del derecho de
defensa.
V. Evolución histórica
En esta parte de nuestra investigación debemos tomar como baremo los aportes
de Vazquez Sotelo46 , en tanto y en cuanto, la evolución de la garantía que es motivo
de nuestro estudio, es así qué; durante largas etapas históricas, según la configuración
atendiendo a las convicciones históricas, sociales y políticas dominantes de la época. es
así que el proceso penal ha concretado las instituciones, de tal forma que la garantía
que estudiamos, la no autoincriminación, no ha aparecido de la noche a la mañana, sino
46
Vid. in extenso VAZQUEZ SOTELO, José Luis: Presunción de Inocencia del Imputado e Íntima
Convicción del Tribunal, Barcelona: Bosch, 1984, pp. 11 y ss.
Página | 20
es a consecuencia de una serie de factores y procesos que van originariamente desde
aquellas instituciones procesales destinadas a lograr la confesión del reo siendo
altamente lesivas como la prisión del reo, la indagatoria, la confesión del reo con
cargos y reconvenciones, el tormento47,48; todas estas claramente de corte inquisitivo
puesto que el objetivo era la obligación por parte del procesado de decir la verdad.
El aforismo nemo tenetur edere contra se, es una consecuencia que aparece en el
proceso penal contemporáneo que nos enuncia la falta de obligación por parte del
inculpado de declarar contra sí mismo, es decir de auto inculparse o auto incriminarse.
En un sentido genérico nos referimos a que nadie puede actuar en contra de sí mismo.
Entonces claramente vemos que su aparición es a consecuencia de la abolición de todas
las instituciones de corte inhumano como las que se daban en los métodos de
forzamiento y accionar al declarante; por lo tanto, podemos ubicar su aparición en la
línea de tiempo del movimiento humanizador del Siglo de las Luces en toda Europa.
47
Vid. in extenso TOMAS Y VALIENTE, Francisco: La tortura en España, Barcelona: Ariel, 1973. El
autor toma como protagonista del acto de aplicación del tormento: el Juez y el reo. Y dos los principales
comparsas: el verdugo o ejecutor material y el escribano. Tomas y Valiente nos ilustra, señalando que la
tortura propiamente dicha fue admitida y parcialmente regulada tanto por el Derecho Romano como por
los más antiguos ordenamientos y definitivamente construida por la doctrina italiana de la Baja Edad
Media, posteriormente apareció en Bolonia entre 1263 y 1286que fue citada como Tractatus de
tormentis, donde la tortura recibía un tratamiento sistemático, examinándose sucesivamente su concepto,
sujeto pasivo, grados, efectos, etc. p.106.
48
Ibidem, pp.114 y ss. Ciertamente el tormento solo era admitido como medio de prueba subsidiario,
pero en la práctica no siempre se respetaba ese carácter. El autor recomienda tener en cuenta que los
medios de prueba en ese momento se encontraban poco desarrollados, por ejemplo la prueba documental
penal, por tal razón se explica el uso excesivo del mismo y a considerar la confesión del reo como la
prueba perfecta. Otro punto curioso es que dada la similitud entre delito y pecado; pena y penitencia,
como idea religiosa no es extraño que se creyera que nada mejor para saber si un hombre es culpable, si
el mismo admite su culpabilidad mediante su propia confesión y puesto que no se producía
espontáneamente habría que recurrir a medios violentos para lograrla con los cuales se pretendía vender
la instintiva resistencia la autoacusación. Podemos evidenciar claramente que existe una ficción de
equiparar la verdad y la confesión del reo hasta sostener que la tortura tiene como finalidad la
indagación de la verdad. Claro está pareciera que la finalidad real del tormento fuera la verdad objetiva,
sin embargo la adecuada forma de verla es enfocándonos en la obtención de una confesión por la que
alguien se declare culpable.
Página | 21
Gómez Orbaneja49 nos ilustra la siguiente afirmación que este periodo caracteriza
el sistema acusatorio en oposición al inquisitivo, el que el inculpado, obligado a
comparecer, no lo está a declarar. El mismo autor indica que, si bien lo afirmado,
podría dar la idea de que el interrogatorio se reduce a un medio de defensa, no es lo
apropiado ni lo verás puesto que sigue siendo una condición de medio o fuente de
prueba y tampoco significa que en todos los sistemas procesales contemporáneos se
presente de la misma forma y medida en cuanto a contenido. Es así que para citar
algunos ejemplos, que el autor ilustra50, el caso angloamericano, donde el arrestado o
imputado es advertido que “no tiene que decir nada” y que puede guardar silencio, pero
si decide hablar “todo cuanto diga será utilizado en su contra”, es decir si declara lo
hará como testigo con lo cual se niega, en palabras del autor, el derecho o la
posibilidad de mentir en su propio provecho en aras del principio de probidad.
Comparativamente con el caso italiano, la doctrina reconoce mayoritariamente la
vigencia del principio meno tenetur edere contra se, que se induciría de las
previsiones sobre el modo de interrogar que contenía el Código de procedimiento
penal. El Autor51, nos indica que pese a lo afirmado, se realizó varias reformas en el
Código de Procedimientos Penales, mediante la Ley N° 932 de 5 de diciembre de
1969, donde se reconoce al imputado el doble derecho a guardar silencio y a mentir
sobre los hechos de la causa, dado que solo está obligado a decir la verdad en cuanto a
sus circunstancias personales. En el sistema alemán52, la doctrina ha venido
reconociendo que el interrogatorio del inculpado es más bien un “permiso para ser
interrogado” que el imputado concede, al cual se le concede el derecho a guardar
silencio, por no ser forzada su voluntad junto a la posibilidad de mentir ya que su
mentira no se trata como delito ni como infracción procesal, viniendo a ser este
sistema muy parecido al español a través de su Ley Criminal, mientras que el sistema
francés, en su moderno Código de 1958, mantiene el criterio ya establecido en la
49
Vid. in extenso GOMEZ ORBANEJA, Emilio y HERCE QUEMADA, Vicente: Derecho Procesal
Penal, 8va. Edición, Madrid: Artes Gráficas, 1995, pp. 251-252.
50
Ibidem, p. 97.
51
VAZQUEZ SOTELO, José Luis, ob.cit., p.98
52
Ibidem, p.99
Página | 22
legislación anterior, reconociendo al inculpado un derecho o facultad de guardar
silencio, al que la doctrina suele unir la facultad de tergiversar o alterar los hechos y de
ser reticente e incuso mendaz en sus manifestaciones en propio interés. 53
53
Ibidem, p.100
54
Ibidem, p. 107
55
Ibidem, p. 96
Página | 23
defensa y el principio de inocencia como derechos fundamentales previstos a nivel
Constitucional y ratificado por Tratados internacionales; la garantía de la no
autoincriminación va tomando contenido que es precisamente parte de la postura que
tenemos en este trabajo que va desde la prohibición de preguntas capciosas o
sugestivas hasta la prohibición de compeler en contra de sí mismo.
a. El juramento en la historia
Toda declaración debían ser sellados con la verdad de un juramento para luego
sostener la verdad bajo tormento y si soportaba dicha prueba no cabía duda para los
56
GÓMEZ DEL CASTILLO Y GÓMEZ, Manuel: EL Comportamiento procesal del imputado,
Barcelona: Bosch, 1979, p.17.
Página | 24
jueces que era dios que respaldaba su declaración, por lo que el juramento previo tenía
el carácter de purificación.
Por nada dejamos de afirmar que la máxima nemo tenetur edere contra se, se
encuentra en el proceso romano, dando origen a este aforismo que no es otra cosa que
nadie se encuentra obligado a declarar en su contra, es decir, que nadie está obligado a
suministrar pruebas en su contra, ya que ello significaba suministrar pruebas a favor
del adversario58.
57
IHERING, Rudolph Von: Bromas y Veras en la ciencia jurídica, Madrid: Civitas, 1987, p. 182.
58
Cfr. COUTURE, Eduardo: Sobre el precepto Nemo Tenetur edere contra se , México: La Justicia,
Año XVI, N° 228, 1946, p. 26.
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cuando se encuentre en servicio efectivo en tiempo de guerra o
peligro público; tampoco se pondrá a persona alguna dos veces
en peligro de perder la vida o algún miembro con motivo del
mismo delito; ni se le compelerá a declarar contra sí misma en
ningún juicio criminal; ni se le privará de la vida, la libertad o
la propiedad sin el debido proceso legal; ni se ocupará la
propiedad privada para uso público sin una justa
indemnización”. (Subrayado nuestro.)
Art. 1 y 8, punto 2
Convención Americana sobre los literal g.
Derechos Humanos :
GARANTIA DE LA NO AUTOINCRIMINACION
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a. Regulación en España en su Constitución, Tratados y Convenios
Internacionales
59
Vid. in extenso GARBERÍ LLOBREGAT, José: Presunción de inocencia versus deber de
colaboración cívica con la Administración, Revista Poder Judicial, 2° Época, N° 14, Junio 1989, pp.
113-123.
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encuentran constitucionalizados en los Art. 17.3 y 24.2 de la C.E, así como en el Art.
14.3 literal g del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el Art. 6 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos.
60
GARBERÍ LLOBREGAT, José, ob. cit. pp.262 y ss.
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nuestro peruano, que se encuentra íntimamente relacionado con el derecho a la
presunción de inocencia, de este modo ha sido invocado por los Tribunales
Internacionales.
b. Regulación en Perú
En el Código Procesal de 1991 también se hace presente en el Art. 121 que nos
indica que en ningún momento se requerirá al imputado el juramento o promesa de
honor de decir la verdad. Tampoco se ejercerá contra su persona medios coercitivos
alguno para obligarlo, inducirlo o determinarlo ya sea a declarar contra su voluntad, ya
sea que confiese su autoría o participación en el hecho delictuoso materia del proceso.
Como Antecedente La Garantía de la No Autoincriminación se encontró reconocida
expresamente en la Constitución Política de 1979, en el Art. 2 inc. 20 literal k.
Actualmente, se encuentra establecida en la Constitución de 1993 de forma limitada en
el Art. 2 inc. 24 literal g.
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VII. Contenido de la Garantía a la No Autoincriminación
Se prohibe
manupulación de
la psique.
Derecho a
guardar Se proscribe
silencio preguntas
capciosas.
Exigencia de la
presencia del Existe la facultad
Abogado de faltar a la verdad
defensor en las respuestas
Facultad de
declarar las veces
que se considere
pertinente.
61
Vid. BECCARIA, Cesare: De los delitos y las penal, Buenos Aires: Orbis, 1984, p.61.
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momento. Otra forma de coerción es la moral, cuyo contenido es bastante extenso que
incluye desde amenazas hasta las promesas, un ejemplo es el ofrecimiento de atenuar la
pena, siendo un problema en los mecanismos de simplificación procesal como la
terminación anticipada o la colaboración eficaz, puesto que para los seguidores de esta
teoría no se distingue bien la frontera de la voluntad.
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al engaño y poseen un término de sugestivas, es decir, que tienden a sugerir
determinada respuesta62.
62
Cfr. GIMENO SENDRA, Vicente, MORENO CATENA, Víctor y CORTES DOMINGUEZ,
Valentín: Derecho Procesal Penal, 3ra Edición, Madrid: Colex, 1999, p.392.
63
FERRAJOLI, Luigi, op.cit., p.607.
64
Todo esto concordable con la Sentencia del Tribunal Supremo español del 22 de Diciembre de 1980 y
la Sentencia del Tribunal Constitucional español del 25 de mayo de 1987. Cfr. MONTERO AROCA,
Juan y otros: Derecho Jurisdiccional III Proceso Penal, Valencia: Tirant lo Blanch, 8va. Edición, 2002.
65
REVILLA GONZALEZ, José Alberto: El interrogatorio del imputado, Valencia: Tirant lo Blanch,
2000, p. 34.
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Actualmente, el derecho al silencio tiene una concepción neutra, lo cual conlleva
a que no se le puede equiparar de algún significado para quien lo ejerce; por lo tanto, al
ser una importante figura para el inculpado, merece necesariamente que se brinde la
información al imputado de que goza de este derecho a fin de que pueda ejercerlo
cuando lo considere necesario.
66
GIMENO SENDRA, Vicente, op.cit., p.115.
67
Cfr. COROCCA PEREZ, Alex: Garantía Constitucional de la Defensa Procesal, Madrid: Bosch,
1998, p. 480.
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El derecho a la pluralidad de declaraciones es otro foco de contenido, que
implica que el inculpado tiene el derecho a ser escuchado cada vez que considere que
tiene algo que agregar o decir en el proceso, cuyo correlato es el derecho a ser oído,
establecido en el Art. 139 inc. 14 de la CPP.
68
GIMENO SENDRA, Vicente, MORENO CATENA, Víctor y CORTES DOMINGUEZ, Valentín,
op.cit., p.395.
69
Cfr. COROCCA PEREZ, Alex, op.cit, p. 472.
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VIII. Alcances de la Garantía a la No Autoincriminación
Los alcances de la presente garantía tiene que ver con lo que entendamos
primero por extensión de la libertad de declarar, por lo tanto, el primer foco de
atención se centra en el alcance del derecho a la no autoincriminación que según cada
sistema procesal va variando. Por ejemplo, el alcance de ésta en nuestro sistema
romano-germánico se encuentra dominado por el principio de legalidad y éste fija los
parámetros para la libertad de declarar. Otro punto a tomarse en cuenta es el momento
en que puede invocar el ejercicio de este derecho siendo el alcance extensivo a los
realizados en la Policía, Ministerio Público, Jueces, etc.
Por último, el foco debe centrarse en la cuestión de los medios de tal forma que
establezcamos hasta donde alcanzan, por lo tanto este va desde la tortura hasta
cualquier medio que compele la incriminación.
Otro punto a tomarse en cuenta viene destinada a ver si estos alcances sólo se
quedan con el inculpado o puede extensivamente ser ejercido por otras personas como
los testigos y/o familiares. Por lo tanto, la V Enmienda realizada a la Constitución
Norteamericana hace extensivo el derecho de declarar y a la no autoincriminación a los
testigos, de tal forma que la persona que sea testigo puede negarse a declarar cuando
considere que va aportar algún dato que al final lo termine incriminando, aparte
también los tribunales norteamericanos establecieron que no puede invocarse esta
garantía si la persona a quien se obliga a declarar se encuentra por alguna razón exenta
de persecución penal. En cuanto a si la presente garantía alcanza a los familiares,
nuestro estudio nos lleva a ver que en las Constituciones como la Paraguaya de 1992
extiende la garantía no solo a los cónyuges, sino a las personas que se encuentras
unidas de hecho. El Código de Procedimientos Colombiano en su Art. 358 señala que
no existe la obligación de declarar en contra de sí mismo ni contra su pariente siempre
y cuando se encuentre dentro del cuarto grado de consanguinidad y el segundo de
afinidad. Para nuestro caso peruano, también existe la misma medida denominada
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excusa absolutoria, que consiste según el Art. 141 del Código de Procedimientos
Penales, en excusas al declarar como testigos y que puede, en todo caso, el inculpado
negarse a declarar en contra de sus familiares en virtud de su derecho al silencio en
igual medida que el de su homólogo colombiano.
IX. Conclusiones
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silencio del acusado no puede ser utilizado ni siquiera como indicio, que
sumado a otro, pudiera llevar a fundamentar una sentencia condenatoria, pues
ello desvirtuaría el contenido esencial de este derecho fundamental reconocido
en el artículo 24.2 de la Constitución, el cual sería irreconocible si el silencio
pudiera ser utilizado en contra del reo.
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tampoco puede serlo lo primero. Todo ello en aras al respeto del contenido
esencial del derecho fundamental a no declarar contra sí mismos y a no
confesarse culpable.
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Página | 38
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