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CONTEXTO INTERNACIONAL

La crisis mundial iniciada en 1929 constituye el comienzo de un periodo denominado la “Gran


depresión”, que va a durar, al menos, hasta la década de 1940. Fue la crisis más profunda que padeció
el capitalismo en su historia.
El proceso recesivo se caracterizó por una severa deflación en u sentido amplio, dado que generó
restricciones monetarias y financieras, baja de precios y salarios y retrocesos de las actividades
económicas. Fenómenos que se manifestaron a través de reacciones en cadena, puesto que la caída
de la producción industrial indujo a una contracción de los mercados internacionales y una
disminución de la demanda de materias primas, cuyos precios bajaron acentuadamente. Los países
productores de bienes primarios redujeron las compras de maquinarias y manufacturas, al tiempo que
entraron en bancarrota o devaluaron sus monedas, ya que las deudas asumidas con anterioridad no
podían ser canceladas. Del mismo modo, los países industriales debieron soportar la caída de los
precios de sus productos, aunque protegieron sus mercados con barreras arancelarias o de otro tipo.
Todo llevó a la quiebra del sistema multilateral de pago, incluyendo el patrón oro, y dio lugar a un
retorno a los sistemas de preferencia imperial y a los convenios bilaterales. Esos convenios buscaban
lograr un equilibrio entre países que querían mantener su intercambio superando las dificultades del
comercio mundial, a lo que se agregaron también convenios de compensación, que tenían la
particularidad de aceptar el tradicional principio del trueque para evitar para evitar el uso de oro o
divisas, y la modalidad de clearing que consistía en la apertura de cuentas en cada país, mediante las
cuales se realizaban todos los pagos del intercambio comercial. En muchos casos los acuerdos se
establecieron entre países con controles de cambio, apuntando a resolver los problemas de deudas
congeladas y de los intereses impagos. La Argentina recurrió a estos convenios y acuerdos de pagos
para enfrentar la crisis externa en los años 30.

MARCO IDEOLOGICO INTERNO


El oficialismo radical experimento las primeras derrotas en marzo de 1930 en los comicios para
diputados. El socialismo gano en Capital Federal y los demócratas ganaron en Córdoba, mientras que
en Entre Ríos se afianzaba el antipersonalismo y en la provincia de Buenos Aires los conservadores
recuperaban posiciones.
La caída de Irigoyen radicó en la coalición de fuerzas, económicas, políticas y militares, que desde el
comienzo de la segunda presidencia del caudillo radical volcaron todos sus esfuerzos a desestabilizar
al gobierno. Así cobro sentido la frase célebre de Pinedo: “La revolución no cayó como un rayo en
pleno día de sol”.
La conspiración militar se desarrollaba en las filas del ejército respondiendo a dos tendencias: la
encabezada por el jefe de la conspiración, general José Félix Uriburu, que tenía tendencias
nacionalistas inspiradas en el dictador español Primo de Rivera, siendo uno de sus ideólogos Leopoldo
Lugones. Se proponía una reforma sustancial del régimen constitucional, la eliminación del sufragio
popular y su reemplazo por una suerte de corporativismo. La otra tendencia, de corte liberal y
probritánica estaba inspirada por el ex Ministro de guerra Agustín P. Justo y respaldada por sectores
mayoritarios de la clase política de orientación conservadora. Coincidían con los nacionalistas en la
necesidad de derrocar a Irigoyen, pero planteaban el mantenimiento del orden institucional.

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