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América : Cahiers du CRICCAL

Hacia una cartografia del Boom. Una polémica en Zona Franca


(ag.-dic.1972)
Kristine Vanden Berghe

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Vanden Berghe Kristine. Hacia una cartografia del Boom. Una polémica en Zona Franca (ag.-dic.1972). In: América : Cahiers
du CRICCAL, n°15-16, 1996. Le discours culturel dans les revues latino-américaines, 1970-1990. pp. 21-30;

doi : https://doi.org/10.3406/ameri.1996.1171

https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1996_num_15_1_1171

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HACIA UNA CARTOGRAFIA DEL BOOM
Una polémica en Zona Franca (ag.-dic.1972)

Mas o menos durante una década — hasta la mitad de los anos


setenta — el têïmino boom confîriô una dinâmica particular al discurso
cultural de varias revistas latinoamericanas. El ambiente de agravio y
desagravio que rodeaba a esta palabra, le confiriô un aura particular.
Mâs aûn, ese ambiente polémico pone de manifiesto que el término
boom no solo dinamizaba sino que también amenazaba con dinamitar ese
discurso. Si escritores y crfticos han hecho las declaraciones mâs di-
versas sobre el fenômeno, el propio manejo de la palabra se ha estudiado
relativamente poco. Sin embargo, tal cartograffa semântica podrfa con-
tribuir a la comprensiôn de algunas preocupaciones bâsicas del discurso
cultural de la época.
Segûn varios criticos, la palabra boom empezô a circular en la re-
vista argentina Primera Plana a mediados de los afios sesenta. Su paso
hacia otras revistas parece haber sido bastante veloz. Pero, mientras en
algunas — sobre todo las mâs vanguardistas — la onomatopeya se inte-
grô con facilidad, otras revistas mâs tradicionales siempre lograron de-
jarla fuera. Después de una década de circulaciôn polémica en el
discurso cultural de las revistas, la palabra empezô a pasar — aunque siempre
con reticencias y en contadas ocasiones — al âmbito de las publicacio-
nes monogrâficas, ejemplos sobreconocidos de estas siendo Historia
personal del boom de José Donoso, aparecido en 1972, y el ensayo de
Rodrfguez Monegal, El Boom de la novela latinoamericana, cuyos
capitulos fueron primero publicados en la revista mexicana Plural,
también en 1972.
Aquel ano parece pues ser una fecha-clave en la historia de la
palabra. Por un lado da a luz algunos grandes debates en torno al boom en
la prensa periôdica. Por el otro significa el paso de la palabra hacia el
discurso menos pasajero y mâs canonizado de las monografias. El debate
de 1972 en Zona Franca (n° 14 y 16) es una de las ultimas y mâs ruido-
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sas polémicas en torno al boom en el discurso periôdico. De ahi que es


interesante estudiarlo de mâs cerca. Ademâs, si bien la repercusiôn de la
polémica ya estaba garantizada por el tema tratado, se reforzô con los
nombres de sus très protagonistas : Mario Vargas Llosa, Angel Rama y
Emir Rodrfguez Monegal.

Pre-texto : el Coloquio del libro

El pre-texto del debate fue un encuentro realizado con ocasiôn de


la entrega del segundo premio Rômulo Gallegos1. Para celebrar ese
acontecimiento, numerosas personalidades culturales se reunieron en
Caracas durante el mes de julio de 1972. Tanto Vargas Llosa — qui en
habfa ganado el primer premio cinco anos antes — como Rodrfguez
Monegal estaban en el jurado.
Inmediatamente después de la entrega del premio empezô un
«Coloquio del Libro», organizado por el Instituto Nacional de Cultura y de
Bellas Artes con la colaboraciôn de Monte Avila editores. Esta casa
editora habia invitado a Rama para presidir una mesa redonda. Juan Lis-
cano, el director de Zona Franca, presidio otra. En ese coloquio, Rama
hizo declaraciones sobre el boom que la prensa venezolana y extranjera
se apresuraron a recoger y que iban a funcionar como punto de partida
de un largo debate.

Con-texto : Zona Franca

Este pre-texto circunstancial permitiô a Zona Franca tejer un con-


texto discursivo en torno a la polémica central del coloquio. En efecto,
la revista se hizo eco del debate al publicar algunas ponencias y al
recoger reflexiones posteriores, todas en menor o mayor medida en diâlogo
con las afirmaciones de Rama sobre el boom. En el numéro de agosto
(n° 14) opinan sobre el boom (ademâs de los très protagonistas del
debate), Juan Liscano, Rubén Barreiro Saguier, Benito Milla, Carlos
Barrai, Humberto Diaz Casanueva y Carlos Bâez. Todo el numéro se
élabora pues a partir de este tema. Esta polifonfa se reduce en la entrega de
diciembre (n° 16) cuando tan solo Rama y Rodrfguez Monegal escriben
sobre la materia.

1. Lo ganô Garcia Marquez con Cien anos de soledad.


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Los comentarios sobre la polémica hechos por la propia revista


muestran que la relaciôn entre el género polémico y la instancia
«revista» es privilegiada. La posibilidad de reunir una variedad de opi-
niones irréconciliables convierte a una revista en un medio particular-
mente adecuado para recoger debates. Ademâs, éstos suelen caracteri-
zarse por un fuerte apego a la actualidad, una particularidad solo conci-
liable con una publicaciôn periôdica.
Si una polémica se reproduce en una revista, esta también suele
coproducir a la polémica. Paramétras como el orden cronolôgico de los
textos y las introducciones o contextualizaciones de éstos establecen el
paradigma de lectura. La revista es pues un auténtico interlocutor que, si
bien a veces menos visible, no déjà por eso de estar présente.
Zona Franca publica varias introducciones sin firma que pueden
por lo mismo ser legitimamente atribuidas a su director Juan Liscano.
Estas introducciones obedecen a dos propôsitos. Funcionan ante todo
como contextualizaciôn, ayudando al lector a situar el debate. Pero al
mismo tiempo gufan al lector de manera menos neutral, sugiriéndole una
lectura «correcta». Esta consistirfa en primer lugar en leer los textos
como una polémica.
Efectivamente, Liscano sugiere que los diferentes textos sean
lefdos como diâlogo polémico entre dos campos : de un lado encontra-
rfamos a Rama y del otro a Rodriguez Monegal y Vargas Llosa. Liscano
escribe mâs precisamente que en el coloquio «se destacaron la (po-
nencia) de Angel Rama versus Mario Vargas Llosa quien replicô, la de
Emir Rodrfguez versus Angel Rama» (n° 14, p. 7)1.
En segundo lugar, Zona Franca orienta hacia una lectura
desfavorable de Rama. Aunque Liscano afirme que «No le faltaba razôn en
cuanto a lo expuesto» (n° 14, p. 8), describe su ponencia en términos
esencialmente negativos. Habla de su «intenciôn sensacionalista», de
«humor agresivo», la tacha de «superficial» y de responder a «incitacio-
nes personalistas» (id.). Halaga, al contrario, a Vargas Llosa y a
Rodrfguez Monegal.
En el segundo numéro, Liscano matiza su posiciôn. En lugar de
insistir en el tono sensacionalista de Rama, subraya ahora el contenido
justo : Rama «centralize la atenciôn de los asistentes y brindô la
principal base de discusiôn, si bien un tanto efectivista, no por eso menos vi-
gente y justificada» (n° 16, p. 9). Mientras que en la primera introduc-

1. Se verâ que este intento de predisponer al lector a la busqueda de las disidencias en


detrimento de los acuerdos puede ser una traba para el cabal entendimiento de los
textos.
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ciôn del n° 14, Liscano empezô con lo positivo para luego realzar lo
negativo, en el segundo numéro invierte el orden para terminar con una
nota positiva.
Si bien Liscano edulcora su crftica a Rama, el orden de disposi-
ciôn de los articulos no déjà de jugar a favor de Rodriguez Monegal. En
el n° 14, los fragmentos de Rama preceden lôgicamente a los otros y a
que las reacciones de Vargas Llosa y de Rodriguez Monegal se inspiran
en ellos. Al contrario, en el numéro siguiente, no se impone ninguna
cronologïa. El hecho de que Zona Franca dé la ultima palabra a
Rodriguez Monegal podrfa ser un signo de que siga favoreciendo a este
ultimo.

TEXTO

El primero de los cinco articulos mayores del debate no es un ar-


ticulo propiamente dicho sino una recopilaciôn fragmentaria de la po-
nencia de Rama. Luego siguen una entrevista a Vargas Llosa y una parte
del diario de Rodriguez Monegal. Ambos reaccionan a las afirmaciones
de Rama. En el numéro siguiente se encuentra una carta de Rama a
Liscano en la cual contesta a sus oponentes. Finalmente, en una entrevista,
Rodriguez Monegal profundiza algunos argumentes de su diario. El
debate consiste pues en una compilation de varios géneros criticos.
Como la revista predispone a la lectura de una polémica, serfa
lôgico empezar por la bûsqueda de las discrepancias. Sin embargo, la
atenciôn simultânea hacia las convergencias permite comprobar que los
acuerdos — aunque disimulados por la revista — son por lo menos tan
fondamentales como las disidencias. El anâlisis demuestra en efecto que
los puntos de acuerdo atafien a la concepciôn normativa de la cultura, es
decir, a la manera de prescribir el funcionamiento del campo cultural.
Los desacuerdos, al contrario, solo afectan a la interpretaciôn de la ac-
tualidad cultural.

£1 acuerdo : una palabra peligrosa

En la polémica, todo indica que la norma principal compartida por


los très polemistas es que el campo cultural debe conservar su au-
tonomia frente al campo mercantil, ofreciendo resistencia a los intereses
econômicos omniprésentes. Los manejos semânticos, sintâcticos y es-
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tilisticos del término boom se pueden comprender a partir de esta


conception.
La onomatopeya aparece siempre entre comillas, en negrillas o
precedida por una adjetivaciôn del tipo «el llamado». Estos recursos
marcan la palabra como si fuera un intruso en un discurso que le es aje-
no. El plan semântico refuerza este efecto de aislamiento. En vez de
aceptarla sin mâs, los dos criticos insisten en que es «una mala palabra»
(Rama, n° 14, p. 15), que es un nombre utilizado «asf para simplificar»
(Rodriguez Monegal, n° 16, p. 18). Vargas Llosa, por su lado, dice estar
asociado «para mal» al boom (n° 14, p. 18).
Luego, cuando buscan una definition exacta del término, todos
empiezan invariablemente por declarar que no saben cômo defînirlo, lo
cual puede verse como otro recurso de distanciamiento. Asf Vargas
Llosa dice : «Lo que se llama el boom y que nadie sabe exactamente que
es — yo particularmente no lo se» (n° 14, p. 19).
A su vez, la figura estilfstica de la definition ab negativo contri-
buye a mantener la distancia frente a la palabra. Ese recurso es
particularmente frecuente en la carta de Rama. Escribe por ejemplo :

El boom no responde, como bien dice Vargas Llosa, a nin-


guna conjunciôn estética, no es la consecuencia de la con-
sagraciôn del Parnaso contemporâneo como pretenden al-
gunos apresurados. Ya veremos que esta selection no es
hija del funcionamiento critico, pero tampoco lo es de la
mera demanda del pûblico...» (n° 16, p. 12, subrayado
mïo).

La palabra boom, llena de connotaciones capitalistas, es pues utilizada


con extrema cautela. Esta reticencia muestra que su integration en el
discurso cultural hegemônico es experimentada como ilegitima y que los
très polemistas temen el acercamiento entre campo cultural y campo
econômico.
A pesar de este despliegue tâctico con el cual los participantes a la
polémica intentan distanciarse de la palabra boom, los très acaban por
definirla. Es decir que inmediatamente después de la negation viene la
afirmaciôn. Vargas Llosa, por ejemplo, escribe : «Lo que se llama el
boom y que nadie sabe exactamente que es — yo particularmente no lo
se — es un conjunto de escritores...» (n° 14, p. 19, subrayado mfo) y
sigue una definition mâs elaborada.
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El desacuerdo : dos semantizaciones diferentes

Es precisamente en el terreno de las definiciones positivas donde


empiezan las disidencias. Contestando a Vargas Llosa, Rama escribe que
«mâs que un conjunto de escritores que logran con sus obras la
expansion del mercado lector podri'a hablarse de una expansion del mercado
que a través de ciertos mecanismos, «elige» determinados autores y
obras» (n° 16, p. 11). Ademâs, opina que el boom es el «club mâs ex-
clusivista que haya existido jamâs en la historia de la cultura hispanoa-
mericana» (n° 14, p. 16). Rama atribuye pues dos caracterfsticas al
boom : el peso del campo econômico sobre el campo estético y, mâs
especffîcamente, el poder de selecciôn del mercado sobre la producciôn
literaria existente.
En cuanto al primer rasgo, Rama acentûa el poder de los valores
econômicos sobre los valores simbôlicos1 mediante un recurso sintâctico
que consiste en volver el mercado sujeto sintâctico de las frases y la
literatura objeto. El plan léxico indica cômo desvaloriza este poder :
escribe que el mercado «agota», «absorbe», «aventa», «dilapida», «pla-
nifica», «manipula», «aliéna», etc.
Al contrario de Rama, Vargas Llosa esta convencido que el es-
critor es capaz de frenar los intereses econômicos. Varias declaracio-
nes — como «La cuestiôn esta en no mezclar el agua y el aceite» (n° 14,
p. 18) y «Que los escritores aparezcan fotografiados o que se le pidan
autôgrafos es algo que no tiene que ver con la literatura» (id.) — senalan
su fe en la independencia de los valores simbôlicos (el agua) frente a sus
pendientes econômicos (el aceite).
La segunda caracteristica del boom es, desde la perspectiva de
Rama, la selecciôn efectuada sobre la producciôn literaria existente en
funciôn de la demanda del gran pûblico. Aunque atribuya esta deforma-
ciôn al mercado, los términos «exclusivismo» y sobre todo «mafia» in-
dican la corresponsabilidad de algunos agentes del campo literario. Ellos
se apoyarfan mutuamente para obtener juntos los favores del mercado.
De alguna manera la mafia séria pues la personificaciôn de los intereses
del mercado, o sea, del boom.
Rodriguez Monegal réfuta esta relaciôn entre boom y «mafia».
Observa que «el fenômeno general del boom no se puede confundir de
ninguna manera, con otro fenômeno muy lateral y que por mâs pin-

1. Ver Pierre Bourdieu, «Le marché des biens symboliques», en Année sociologique,
22, Paris, 1971.
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toresco que sea no tiene la trascendencia que se le ha dado y es lo que se


llama la mafia» (n° 16, p. 17). Esta cita muestra ademâs que Rodrfguez
Monegal intenta minimizar el impacto de la mafia como Vargas Llosa
aquel del mercado.
En brève, si bien los polemistas tratan a la palabra boom de la
misma manera desconfiada, se nota que el contenido que le adjudican es
diferente1. Mientras que Rama atribuye el boom al poder decisivo del
mercado, los otros insisten en la election libre del pûblico y de la crfti-
ca. Rama los clasificarfa por lo tanto seguramente entre los que tacha de
«optimistas ingenuos del boom» (n° 16, p. 11).
Es legitimo avanzar que estas diferentes semantizaciones de la
palabra boom se relacionan con las posiciones institucionales e ideolôgi-
cas de los très protagonistas del debate. En cuanto a Rama, como crftico
con inclinaciones marxistas, da una connotation negativa a la onomato-
peya y la opone explicitamente a otro término : la literatura latinoameri-
cana, un fenômeno positivo (n° 16, p. 12). Por su lado, Rodrfguez
Monegal y sobre todo Vargas Llosa proceden a una desemantizaciôn de
boom al minimizar sus dos connotaciones centrales, es decir sumisiôn al
mercado y exclusivismo. Las distinciones radicales entre el agua y el
aceite y entre el boom y la mafia lo demuestran.
Al mismo tiempo ambos efectûan una resemantizaciôn de la
palabra, recuperândola de esta manera en su propio discurso donde funciona
dentro del campo semântico de la llamada nueva novela. En su calidad
de criticos favorables al boom, tienen interés en hacer resaltar sus valo-
res artisticos, o sea los valores del campo de la production restringida.
Consideran estos valores inversamente proporcionales a aquéllos resal-
tados por Rama. Estos aproximarian la production del boom peligrosa-
mente a las leyes econômicas imperantes en el campo de la gran
production.

La polémica : boom, la caza a los responsables

Ahora bien, las disidencias se transforman en polémica cuando se


trata de sefialar a los responsables del boom. Son ante todo los dos crfti-
cos, mâs que Vargas Llosa, quienes se ocupan de este problema. Como
siempre, Rama busca la responsabilidad en ultima instancia en las leyes

1. La diferencia no estriba tanto en las connotaciones constitutivas de la palabra


boom — los très lo relacionan con una expansion del mercado y del pûblico lector y
con una internacionalizacion de la novela latinoamericana — como en la manera de
jerarquizar esas connotaciones.
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imperativas del mercado. Sin embargo, ya mencionamos que no déjà de


culpar también «a los narradores o a los crfticos literarios,... en la medi-
da de sus complacencias y en su incapacidad para oponérsele [al boom]»
(n°16,p. 11)1.
De hecho, la interpretaciôn de Rama gira en torno a los desfases
que se multiplican en el terreno metaliterario. Segûn él, los «periodistas
han sustituido a los crfticos» (n° 14, p. 16) y «El exhibicionismo del
escritor hace que el escritor termina sustituyendo al crftico» {id.). Esta
migraciôn de agentes crfticos va en la direcciôn de una mayor superfi-
cialidad, o sea en aquella del campo de la gran production. Esta
evolution no solo ocurre pues dentro del campo literario sino que también
amenaza el âmbito metaliterario.
Paralelamente a los cambios funcionales de los agentes crfticos,
Rama advierte una transformation en los soportes materiales de la
funciôn metaliteraria. Uno de los instrumentos mâs criticados es sin duda el
medio revista. Rama opina en efecto que revistas antes exclusivamente
dedicadas a estrellas de cine incorporan ahora también al escritor en su
estrellato (n° 16, p. 15), mientras que las mâs sérias se desinteresan de
géneros menos comerciales como la poesfa (n° 16, p. 13). Se trata por
consiguiente de un profundo cuestionamiento de la funciôn crftica de las
revistas culturales que se estarfan deslizando hacia la funciôn a-crftica de
los mass media. Zona Franca no escapa a los comentarios peyorativos.
En efecto, Rama ataca la revista arguyendo que pecô por un «uso
irresponsable de la information» (n° 16, p. 11).
Rodrfguez Monegal reacciona contra el planteamiento de Rama,
tachândolo de «escandaloso» e «incorrecto» (n° 16, p. 17). De la misma
manera que minimiza el poder de la mafia, relativiza el de la crftica.
Dice : «Atribuir a la crftica tanto poder como para hacer triunfar o fra-
casar un fenômeno tan complejo como el boom, me parece exagerar la
funciôn de la crftica hasta un extremo délirante» {id.).
Sin embargo, a pesar de esta reacciôn defensiva, las consideracio-
nes de Rodrfguez Monegal se parecen mucho a las de Rama. La ûnica
diferencia consiste en que Rodrfguez Monegal solo se queja de la prensa
cotidiana y no de las revistas, sosteniendo que «el periodismo résulta un
tirano que reduce la literatura a una pfldora para ingerir cotidianamente»
(n° 14, p. 22). Esta crftica al periodismo literario es incluso el eje central
de todo su diario donde se lamenta constantemente de la «irresponsable

1. Ademâs, el tîtulo de su ponencia, «Sobre algunos fracasos de la crïtica», muestra


que responsabiliza, entre otros, a los agentes metaliterarios.
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atmôsfera» creada por la prensa en torno al premio Rômulo Gallegos.


El hecho de que ambos polemistas procedan a una idéntica
inculpation de la critica literaria muestra que el nûcleo de la polémica — y el
punto de partida de los argumentas ad hominem — no es mâs que un
desacuerdo aparente.

El terrorismo de boom

Pero este incesante enjuiciamiento de la critica causa también un


efecto real : amenaza con dinamitar el discurso metaliterario por lo que
se podrfa llamar un «terrorismo de la responsabilidad» : los crfticos es-
tân casi paralizados por miedo a caer en las trampas del sistema al que
acusan. Tal miedo se comprueba en las reticencias de tomar la palabra,
que son muy notables. En lugar de entrar con plena confianza en su te-
ma, Rama lo introduce por «Si yo tuviera que hablar de» (n° 14, p. 15) ;
Rodriguez Monegal, a su vez, manifiesta una obvia falta de entusiasmo
para hacer declaraciones pûblicas. Dice someterse «amistosamente resi-
gnado» a la solicitud de una entrevista por Liscano y casi se disculpa por
tomar la palabra en el coloquio : «Si me decidf a hablar es porque me
parecia necesario subrayar dos cosas» (n° 14, p. 28).
Esta parâlisis parcial y la constante alerta deben verse a la luz de
la posiciôn institucional de ambos crfticos. En efecto, tanto Rama como
Rodrfguez Monegal reaccionan contra un sistema dentro del cual funcio-
nan en tanto que crfticos y promotores culturales centrales de aquellos
afios. Esta ambigiiedad explica las contradicciones entre lo que dicen y
la institucionalizaciôn de su discurso.
Parte de estas contradicciones son utilizadas como argumentos ad
hominem. Rodrfguez Monegal acusa a Rama de ser uno de los creadores
del boom (n° 14, p. 27) y estigmatiza su ponencia como «el acto mayor
de vedettismo que he visto a un crftico y editor» (n° 14, p. 26). Por su
lado, Rama califica el diario de Rodrfguez Monegal de «chismogrâfico»
(n° 14, p. 10) y de «hollywoodense» (n° 14, p. 14), dos caracterfsticas
tfpicas del campo de la gran producciôn.
Aparté de esos ataques que apuntan a la incoherencia interna del
discurso crftico individual, la polémica lleva otros indicios de la recu-
peraciôn del crftico en el sistema mercantil. Para introducir un artfculo
en el cual Rama se opone a que la literatura se convierta en libros escri-
tos por «nombres», Liscano escribe sin ironfa que «nos congratularemos
sin reticencias con la apariciôn de una obra de fiction fîrmada con su
nombre» (n° 16, p. 9). De esta manera intégra a Rama en una lôgica de
30 Kristine Vanden Berghe

vedettismo que este aborrece. Lo mismo pasa con la imagen grâfîca de


los polemistas. Tan solo en las paginas del debate aparecen seis fotos de
Rama y siete de Rodriguez Monegal.

SlNTESIS

Entre las entregas del primero y del segundo premio Rômulo Gal-
legos parecen medir mâs de cinco anos. En su discurso La literatura es
fuego de 1967, Vargas Llosa dijo y a que «Lentamente se insinua en
nuestros pafses un clima mâs hospitalario para la literatura»1. La
evolution ulterior no ha sido lenta en absoluta : cinco anos después, el debate
en Zona Franca muestra un cambio impresionante en el nivel del
discurso critico : la alta frecuencia del término boom senala el creciente acer-
camiento del libro latinoamericano a la lôgica mercantil.
Ya que los très polemistas temen la influencia de los valores
econômicos en el campo literario, tratan al boom como una palabra non
grata. De cierta manera, la resistencia contra los intereses del boom de
la «nueva novela» se parece a aquella contra la llamada «vieja novela»,
nombre con el cual Vargas Llosa se refiere a la literatura dependiente de
normas socio-polfticas. Si bien los campos de batalla son otros, la
apuesta sigue siendo la autonomfa del campo literario frente a valores
extra-literarios.
Queda la pregunta quiénes son los responsables de esta nueva su-
jeciôn de la literatura. Las respuestas indican esencialmente a los agen-
tes e instrumentos de la funciôn metaliteraria. El papel desempefiado por
los crfticos y las revistas, sus inclinaciones hacia un mayor sensaciona-
lismo, se ponen en tela de juicio. Por suerte, esta actitud critica no ha
paralizado totalmente al campo metaliterario. Al contrario, en cierta
medida ha estimulado investigaciones mâs sistemâticas, lo cual solo
puede ser benéfico para y la literatura.

Kristine VANDEN BERGHE


Universidad Catôlica de Lovaina Bélgica

1. Mario Vargas Llosa, «La literatura es fuego» en Giacoman, Helmy F., Homenaje a
Mario Vargas Llosa, Las Americas, Nueva York, 1971, pâg. 19.

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