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El recurso de Casación
En lo que respecta a la
ilogicidad de la motivación de
las resoluciones, hay
autores[17] que sostienen que
la falta o deficiencia en la
fundamentación, es decir, la
incongruencia entre la parte
considerativa y la parte
resolutiva de la sentencia,
puede ser considerada como
causal casatoria. Según el
profesor Carrión Lugo[18], el
control de la logicidad se
refiere a la carencia, a la
insuficiencia, a la apariencia,
a la deficiencia de
motivación. En las
sentencias pueden
resolverse varios extremos o
puntos controvertidos y, sin
embargo, pueden darse
casos en que uno de ellos
carezca del fundamento que
lo sustente. Entonces, el
órgano supremo entrará a
analizar el razonamiento
lógico usado por el Juez de
instancia para expedir su
resolución, deberá corroborar
que efectivamente la
fundamentación en la que se
sustenta su pronunciamiento
está revestida de las reglas y
mandamientos de la lógica y
que se apoya en una
suficiencia probatoria. Sin
embargo, aquí parece
presentarse un problema,
toda vez que estaríamos
entrando a analizar
elementos de hecho,
distorsionando de este modo
la finalidad de la casación,
reservada para las lesiones
al derecho material o
procesal y no para analizar el
sustento fáctico que se tiene
por sentado. En ese sentido,
debe acotarse que los
fundamentos de una
resolución se sustentan tanto
en elementos de hecho como
en calificaciones jurídicas y
por lo tanto, cuando el
Tribunal Casatorio entre a
considerar en un caso en
concreto la motivación de la
sentencia, es decir, si se ha
respetado las reglas de la
lógica o no,
indefectiblemente, tendrá
que analizar los fundamentos
de hecho y los medios
probatorios que los
sustentan, cuestionando lo
que debe darse por sentado.
Bajo tales premisas,
consideramos que dicha
causal no debe ser acogida
ya que, como hemos
demostrado, desnaturaliza la
esencia del recurso en
estudio.
“... en doctrina, se
señala como
finalidad del recurso
de casación, además
de controlar la
legítima aplicación
de las normas
jurídicas (función
nomofiláctica) y
lograr la unificación
de los criterios de
decisión judicial
(función unificadora),
la de obtener la
justicia en el caso en
concreto (función
justiciera),
recurriendo al efecto,
entre otros, el control
fáctico del proceso.”
1.3. La Casación y el
Derecho a recurrir
El derecho a recurrir es un
derecho subjetivo de quienes
intervienen en el proceso a
cualquier título o condición,
para que se corrijan los
errores del juez, que le
causen gravamen o perjuicio.
En ese sentido, la existencia
de la impugnación no sólo
obedece a razones de
política legislativa, sino que
responde a un imperativo
constitucional, tal como ha
señalado nuestro Tribunal
Constitucional:
En atención a ello, la
Constitución Política del Perú
impone el doble grado de
jurisdicción como mínimo
para consagrar la pluralidad
de la instancia, lo cual
significa que un fallo,
cualquiera que fuera su
materia o dirección, debe ser
objeto de revisión integral por
otra instancia, lo que
obviamente importa
incorporar un recurso de
apelación en cuya virtud el
Juez ad quem tenga las
mismas posibilidades y
poderes del Juez a quo.[22]
“Los recursos de
casación
presentados contra
la sentencia
condenatoria de 12
de noviembre de
1999 no satisficieron
el requisito de ser un
recurso amplio de
manera tal que
permitiera que el
tribunal superior
realizara un análisis
o examen
comprensivo e
integral de todas las
cuestiones debatidas
y analizadas en el
tribunal inferior. Esta
situación conlleva a
que los recursos de
casación
interpuestos por los
señores Fernán
Vargas Rohrmoser y
Mauricio Herrera
Ulloa, y por el
defensor de este
último y apoderado
especial del
periódico “La Nación”
, respectivamente,
contra la sentencia
condenatoria, no
satisficieron los
requisitos del artículo
8.2.h de la
Convención
Americana en cuanto
no permitieron un
examen integral sino
limitado”. [23][24]
Sin embargo y a diferencia
de lo ocurrido en la
legislación costarricense, que
no regulaba el recurso de
apelación – como sí ocurre
en el caso peruano-; la
casación no constituye una
instancia , puesto que se
trata de una impugnación
extraordinaria limitada al
control de la concepción
jurídica-causal del fallo o
bien la regularidad del
procedimiento que haya
conducido a él, sin que el
Supremo Tribunal pueda
ingresar a valorar
autónomamente las pruebas
ni a sustituir el fallo de
instancia por el suyo
propio.[25]
2. La Legislación
Peruana y el
Recurso de
Casación
2.1. El Código de
Procedimientos
Penales de 1940
“ (...) en cuanto al
ámbito competencial
del recurso de
nulidad ha
establecido que no
está facultada a
desarrollar actividad
probatoria, no actúa
diligencias conforme
a las pretensiones
del recurrente,
limitándose el ámbito
de su competencia a
revisar los elementos
probatorios que
válidamente fueron
materia de debate
contradictorio; por
dicha razón es que
no se pueden actuar
nuevas pruebas, y si
bien en algunos
casos se solicitan
documentos a otras
dependencias
judiciales, es por que
los mismos han sido
materia de valoración
en el proceso o
sentencia alzada en
grado.”[27]
El antecedente de este
recurso se halla en el Código
de 1991[30] que regulaba la
casación penal como un
recurso devolutivo y, a
diferencia del ordenamiento
procesal civil, no suspensivo.
Así, el artículo 346° señala
que el recurso de casación
de forma versa sobre
violaciones de trámites
esenciales del
procedimiento, mientras que
el recurso de casación de
fondo se circunscribe a las
infracciones de la ley que
influyeron decisivamente en
la parte resolutiva de la
resolución recurrida.
Además, dicho cuerpo
normativo consideró como
motivos por quebrantamiento
de forma a las infracciones
procesales durante la
tramitación del procedimiento
y al momento de dictar la
resolución (auto o sentencia)
y, por su parte, los motivos
por infracción de ley fueron el
error en la tipicidad, el error
por inobservancia de las
eximencias de
responsabilidad penal, el
error en la apreciación
jurídica-sustantiva y el
denominado error facti,
destinado a controlar la
racionalidad del juicio
histórico del juez y cuestionar
la arbitrariedad de la
valoración probatoria.[31]
Seguidamente, el inciso
cuarto señala: “Si la sentencia
o auto ha sido expedido con
falta o manifiesta ilogicidad de
la motivación, cuando el vicio
resulte de su propio tenor” La
sentencia encierra una
declaración de ciencia, una
declaración o expresión de
voluntad, en cuya virtud el
juez, después de realizar el
juicio de hecho y el de
derecho, dicta el fallo como
conclusión entre la relación
de aquellos dos juicios,
equivalentes al juicio histórico
y al juicio lógico.[43] Como
vemos, la expedición de una
sentencia impone en el
juzgador una génesis o
conexión lógica entre la parte
considerativa que contiene el
sustrato fáctico y la parte
resolutiva, que enmarca la
conducta a sancionarse y
contiene la pena a imponerse.
Como señala el profesor
Peña Cabrera, la motivación
es la explicación lógico-
jurídica que expone el Juez
para justificar el sentido de
sus fallos, cuando no se
advierte una debida
motivación, estamos ante una
resolución carente de
sustentación, que afecte a la
aproximación
acusatoria.[44] Efectivamente,
ello no deja de ser cierto y no
obstante su importancia,
como lo hemos señalado en
la parte inicial de este
artículo, no consideramos
adecuado que la ilogicidad en
la motivación de las
resoluciones judiciales
deba ser una causal para
interponer recurso de
casación pues estaríamos
entrando a analizar los
elementos fácticos del caso;
sin embargo, este inciso hace
la salvedad, a nuestro modo
de ver correcta, que el
análisis de la congruencia de
un auto o sentencia, se limite
a la propia resolución que así
la contiene, de esta forma, se
pone un límite al juzgador que
impedirá se pronuncie sobre
los hechos y así, tomará
como ciertos e inamovibles
los antecedentes contenidos
en el fallo del juez inferior.