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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN LABORAL

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN


Magistrado Ponente

SL9396-2016
Radicación n° 38760
Acta No.23

Bogotá, D.C., veintinueve (29) de junio de dos mil


dieciséis (2016).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


el apoderado de REINALDO GUZMÁN GARZÓN, contra la
sentencia del 29 de agosto de 2008 proferida por la Sala
Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, en el proceso promovido por el
recurrente contra ÁLCALIS DE COLOMBIA LIMITADA
ALCO LTDA. EN LIQUIDACIÓN, INSTITUTO DE
FOMENTO INDUSTRIAL -IFI- y MINERALES DE
COLOMBIA S.A. –MINERALCO-.
Radicación n° 38760

Acéptese la renuncia del poder al profesional ÓSCAR


JULIÁN CASTAÑO BARRETO y reconócese personería al
abogado HUGO ORLANDO AZUERO GUERRERO, con
Tarjeta Profesional No. 22391 del Consejo Superior de la
Judicatura, según poder conferido por la FIDUCIARIA
COLOMBIANA DE COMERCIO EXTERIOR S.A. –
FIDUCOLDEX-, quien a su vez actúa como vocera del
Patrimonio Autónomo «Fideicomiso Créditos Litigiosos Álcalis No.
048-2008», ante la liquidación definitiva de ÁLCALIS DE

COLOMBIA LTDA., cuyo sucesor procesal es el


MINISTERIO DE COMERCIO INDUSTRIA Y TURISMO.

I. ANTECEDENTES

REINALDO GUZMÁN GARZÓN llamó a juicio a


ÁLCALIS DE COLOMBIA LIMITADA ALCO LTDA. EN
LIQUIDACIÓN, al INSTITUTO DE FOMENTO
INDUSTRIAL -IFI- y a MINERALES DE COLOMBIA S.A. –
MINERALCO-., con el objeto de obtener de manera
principal, su reintegro al cargo que venía desempeñando,
junto con el pago de todos los salarios dejados de percibir,
así como el daño emergente producido por el retiro, el cual
concretó en el valor de los ajustes, reajustes o incrementos
salariales de cualquier orden. De manera subsidiaria
requirió lo siguiente: (i) el reajuste o reliquidación de todas
y cada una de las prestaciones sociales causadas a la
terminación del contrato de trabajo; (ii) el reajuste de la
indemnización convencional por la terminación unilateral
del contrato de trabajo, con el último salario devengado y el

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Radicación n° 38760

tiempo «global» de servicio; (iii) el reconocimiento de la


indemnización legal de perjuicios, causada «por la ruptura
unilateral ilegal e injusta del contrato individual de trabajo, la que,
dada su condición de trabajador oficial comprende el daño emergente,

el lucro cesante y los perjuicios morales…»; (iv) el pago de «la pensión


proporcional de jubilación o “pensión sanción” prevista en el artículo 8º

de la Ley 171 de 1961…»; (v) el pago de las prestaciones

asistenciales y económicas derivadas del accidente de


trabajo ocurrido el 18 de abril de 1989; (vi) el
reconocimiento y pago de la indemnización plena de
perjuicios «por razón de la enfermedad profesional derivada del
accidente de trabajo que sufrió el 18 de abril de 1989, por culpa

patronal suficientemente comprobada» y (vii) la indemnización

moratoria (folios 7 a 23).

Fundamentó sus pretensiones en los siguientes


hechos: que prestó servicios a ÁLCALIS DE COLOMBIA
LIMITADA – ALCO LIMITADA-, del 13 de noviembre de 1974
al 28 de febrero de 1993, como Jefe de Turno, percibiendo
una asignación mensual de $593.771; que de la sociedad
empleadora hacen parte como socias las otras dos
accionadas; frente al accidente de trabajo, anotó lo
siguiente:

El 18 de abril de 1989, aproximadamente a las 5:20 de la tarde,


el demandante sufrió un accidente de trabajo, que afectó
también al señor Edgar Vargas, ayudante de calderas, dentro de
las instalaciones de <ALCO LIMITADA>, exactamente en la
Planta de Fuerza, Sección Calderas, al estallar la caldera No. 1,
Planta y calderas que habían venido funcionando en condiciones
de inseguridad y desaseo tales, que justificaron múltiples

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Radicación n° 38760

reclamaciones al patrono por los trabajadores de operación y


mantenimiento de dicha planta de Fuerza, entre ellos mi
mandante. El Ministerio de Trabajo a través de la Inspectora de
Trabajo de Zipaquirá, practicó visita en las instalaciones de
aquella Empresa, localizadas en la Vereda Betania del Municipio
de Cajicá, en la planta de Fuerza donde había ocurrido el
accidente, inspección llevada a efecto el 19 de abril de 1.989,
cuya copia autenticada se presentará como prueba, de cuyo
contenido es preciso destacar lo siguiente:

17.A. – Los operadores manifestaron que las pruebas que le


habían realizado a las calderas denominadas hidrostáticas,
arrojaron como resultado el mal estado de las tuberías, que
había una falla en la válvula B al igual que falla en los
alimentadores de carbón y en los ventiladores de tiro inducido y
forzado, al igual que fallas en la señalización de niveles de
presión y falta de refrigeración de la caldera antes de prenderla.

17.B.- El representante legal de “ALCALIS DE COLOMBIA


LIMITADA”, consignó en el acta correspondiente lo siguiente:
“Con frecuencia están ocurriendo fallas en las tuberías de las
calderas debido al estado en que se encuentran y que nos ha
obligado a un programa de reconstrucción total”. Con ello
reconoció la culpa patronal en la ocurrencia del accidente de
trabajo.

Manifestó que la visita realizada por el Inspector de


Trabajo, dejó por sentado que la explosión de la caldera No.
1 no fue un caso fortuito, menos imprevisible, y no ocurrió
por la negligencia de sus operadores, sino por el mal estado
en el que se encontraba el equipo de trabajo «por causa de las
ocho explosiones que había tenido antes, al extremo de haber sido
sacada del servicio desde hacía unos cuatro meses, pese a lo cual se
ordenó a mi mandante y al otro trabajador afectado ponerla en

funcionamiento»; que a raíz del accidente recibió quemaduras

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Radicación n° 38760

hasta de tercer grado en el noventa por ciento del cuerpo, y


con desfiguración facial permanente, sensibilidad notoria en
la cicatrización que le impide desempeñarse normalmente
en actividades corrientes «y una merma considerable de su
capacidad laboral».

ÁLCALIS DE COLOMBIA se opuso a las pretensiones,


y negó todos los hechos de la demanda. Propuso las
excepciones de inexistencia del derecho a demandar, pago,
prescripción, inexistencia de las obligaciones demandadas,
cobro de lo no debido, falta de título y de causa del
demandante, y compensación (folios 64 a 70).

El INSTITUTO DE FOMENTO INDUSTRIAL, a su turno,


se opuso a las pretensiones, y dijo no constarle los hechos.
Formuló las excepciones de inexistencia de vínculo laboral,
inexistencia de las obligaciones, y cobro de lo no debido
(folios 71 a 75).

MINERALCO S.A., dio respuesta en similar forma a


como lo hizo el anterior, y añadió al listado de excepciones
la buena fe patronal (folios 89 a 92). Cabe precisar que la
empresa atrás mencionada, según lo dispone el Decreto
1679 de 1997, se fusionó con Ecocarbón, para crear la
empresa Nacional de Minería Ltda – Minercol Ltda -.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

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Radicación n° 38760

El Juzgado Primero Laboral del Circuito de Bogotá,


mediante fallo del 31 de mayo de 2005, resolvió lo siguiente
(folios 492 a 508):

PRIMERO.- CONDÉNASE a la entidad denominada ÁLCALIS


DE COLOMBIA LIMITADA “ALCO LIMITADA” EN LIQUIDACIÓN,
con domicilio de esta ciudad, representada legalmente por el
señor FEDERMAN QUIROGA RIOS o quien haga sus veces, a
pagar en favor del señor REINALDO GUZMÁN GARZÓN mayor
de edad, vecino de Cógua e identificado con la cédula de
Ciudadanía No 19.180.142 de Bogotá, la suma de
CUATROCIENTOS SIETE MIL DOSCIENTOS SESENTA Y SIETE
PESOS CON CINCUENTA Y DOS CENSTAVOS M/CTE.
($407.267.52), por concepto de pensión sanción, cantidad que
deberá pagar la demandada a partir de la fecha en que el actor
cumpla o haya cumplido cincuenta (50) años de edad, sin que
dicha pensión sea inferior al salario mínimo legal vigente para la
fecha de su causación, de conformidad a lo expuesto en la parte
motiva de esta providencia, aclarando que el actor se encontraba
afiliado al Seguro Social y que muy seguramente a los 60 años
de edad dicho instituto reconozca o haya reconocido la respectiva
pensión de vejez conforme lo previsto en el Acuerdo 049 de
1.990, artículo 17, la demandada solamente deberá cubrir el
mayor valor si lo hubiere entre la pensión que vaya a reconocer y
la que le corresponda al Instituto de Seguros Sociales.

SEGUNDO.- ABSUÉLVESE a la demandada de las demás


súplicas impetradas. Y a las demandadas INSTITUTO DE
FOMENTO INDUSTRIAL IFI Y MINERALES DE COLOMBIA S.A.
MINERALCO.

TERCERO.- DECLÁRESE probadas las excepciones propuestas


por la demandada ÁLCALIS DE COLOMBIA LTDA, denominadas
inexistencia del derecho a demandar, pago, prescripción,
inexistencia de las obligaciones demandadas, cobro de lo no
debido y falta de título y de causa en el demandante con relación
a los conceptos absueltos.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación del demandante y de la accionada


Álcalis de Colombia Ltda en Liquidación, conoció del
proceso la Sala de Descongestión Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, quien, mediante

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Radicación n° 38760

fallo del 29 de agosto de 2008 modificó la de primera


instancia.

El Tribunal, como fundamento de su decisión, tras


infirmar la parte de la decisión apelada que negó la
pretensión indemnizatoria por prescripción, y luego de
reproducir el artículo 216 del Código Sustantivo del
Trabajo, consideró que de esa preceptiva podían
distinguirse dos clases de responsabilidades, la primera de
ellas trasferida a las Administradoras de Riesgos
Profesionales, y la otra la civil y ordinaria, relacionada con
la «culpa suficientemente comprobada del empleador en la ocurrencia
del accidente de trabajo o de la enfermedad profesional»; que para

estructurar la segunda clase de responsabilidad, se debe


acreditar la ocurrencia y calificación del origen del
accidente de trabajo o de la enfermedad profesional por
parte de las instituciones de seguridad social, y «la culpa del
empleador en el accidente o en la enfermedad profesional, siendo carga

probatoria exclusiva del extremo accionante acreditar este supuesto »;

luego de referirse a los artículos 145 del Código Procesal del


Trabajo y de la Seguridad Social, y al 177 del Código de
Procedimiento Civil, dijo lo siguiente:

Descendiendo al acervo probatorio recaudado, encuentra la Sala


que dentro del expediente, a folios 225, 229 a 235, obra prueba
documental consistente en el informe patronal del accidente de
trabajo, en el que se indica la causa del accidente, el lugar en
que ocurrió, la fecha y la hora, y los datos del trabajador
accidentado, que en este caso corresponde al demandante;
igualmente obra copia del acta de la inspección ocular en la que
la Inspectora de Trabajo de Zipaquirá-Cundinamarca, constató la

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Radicación n° 38760

(s) circunstancias que rodearon al accidente de trabajo, ocurrido


el 18 de abril de 1989, en las instalaciones de la empresa
demandada, a causa de la explosión de la caldera No. 1, en el
que resultó gravemente herido el demandante, prueba con la
cual, se está (sic) acreditando fehacientemente la ocurrencia del
accidente y su naturaleza de trabajo, además, la relación de
causalidad existente entre el accidente y las lesiones sufridas
por el demandante, las que se constatan con el dictamen rendido
por la Junta Regional de Calificación de Invalidez, visto a folios
254 a 257 del cuaderno principal.

Al adentrarse en el tema de la indemnización con


venero en el artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo,
y aplicando las directrices de la sentencia proferida por esta
Sala el 18 de marzo de 2003, radicación 19513, dijo que no
era suficiente la ocurrencia del siniestro laboral o la
enfermedad profesional, pues era requisito para su
prosperidad, la comprobación suficiente de la culpa patronal
(imprudencia, impericia, negligencia y la violación de
normas legales) «las que no se deducen del actuar del empleador».

Luego de advertir el análisis de la prueba


documental de folios 225, 229 a 235, y la testimonial de
folios 170 a 184, expresó lo siguiente:

Obsérvese como el señor Edgar de Jesús Vargas Rodríguez


(sic) en su declaración es claro y enfático al afirma (sic) que la
caldera No. 1 había sido sacada de funcionamiento por orden
de gerencia, 4 meses antes de que ocurriera el accidente, que
fue la presión ejercida por el ingeniero Jorge Núñez lo que los
llevó a ponerla nuevamente en funcionamiento el día del
accidente, de lo cual se redactó un documento en el que el
ingeniero Núñez asumía toda responsabilidad, lo que
consideró “una locura” la orden impartida por el ingeniero de

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Radicación n° 38760

poner en funcionamiento la caldera; testimonio que ofrece


plena credibilidad a la Sala, en la medida en que se trata de
un testigo presencial, en el día de los hechos y su declaración
es coincidente con la de los demás testigos, quienes afirman
igualmente que la caldera se encontraba fuera de
funcionamiento, que se le hizo una revisión previa por el grupo
de trabajo de ese turno, incluido el demandante, y que se
puso en funcionamiento por orden del ingeniero Jorge Núñez,
quien asumió una posición terca, tal como lo sostiene el
declarante Jorge Luis Cajicá Forero, aunado a lo anterior, no
se observa dentro del plenario prueba alguna con la que se
acredite que el demandante, como jefe de turno y a sabiendas
del estado de deterioro que presentaba la caldera, haya
desplegado conducta alguna para evitar el siniestro,
asumiendo su propio riesgo; de lo anterior se colige que la
orden impartida por el señor Jorge Núñez para poner en
funcionamiento la caldera, corresponde a una orden a título
personal, y no como representante de la empresa,
contrariando la orden de gerencia que había puesto fuera del
servicio la caldera explosiva, cuatro meses atrás de la
ocurrencia del accidente, según lo afirmado por el mismo
señor Vargas Rodríguez, quien también manifiesta que el
señor Jorge Núñez asumió directamente la responsabilidad de
lo que ocurriera; tampoco se acreditó dentro del proceso la
existencia de una contra orden, proveniente de gerencia, que
legitimara la orden irracional impartida por el ingeniero
Núñez, de tal manera que comprometiera directamente la
responsabilidad de la empresa en la ocurrencia del accidente,
carga probatoria que corría a cargo del demandante.

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Radicación n° 38760

Por último, concluyó que «al no acreditarse (…) la culpa


patronal endilgada al ente accionado, su pretensión adolece de soporte
fáctico, razón por la cual no es posible acceder a las súplicas de la
demanda».

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente la casación parcial de la


sentencia gravada, y «…en sede de instancia se servirá revocar los
ordinales segundo y tercero del fallo de primer grado, para en su
lugar, condenar a las accionadas al pago de la indemnización plena de
perjuicios.».

Con tal propósito formula tres cargos que fueron


replicados, los cuales se estudiarán conjuntamente, en la
medida que persiguen un mismo fin y se valen de similar
argumentación.
VI.CARGO PRIMERO

Textualmente dice:

Con fundamento en la causal 1ª, prevista en el artículo 60 del


Decreto 528 de 1994 y el artículo 7º de la ley 16 de 1969, acuso
la sentencia, de violar por vía indirecta, en el concepto de
aplicación indebida, de los artículos 32, 216, 219, del Código

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Radicación n° 38760

Sustantivo del Trabajo; 63, 1494, 1604, 1609, 1610, 1613,


1614, 2341, 2343, 2349, 2356, 2357 y 1757 del Código Civil, en
relación con los Art., 174, 251, 258 y 264 del C. de P.C., y el
inciso final del art. 61 del C.P.T. y S.S, a causa de los siguientes
evidentes errores de hecho:

1. Dar por acreditado sin estarlo que el demandante asumió su


propio riesgo, como jefe de turno y a sabiendas del estado de
deterioro que presentaba la caldera.

2. Dar por demostrado, sin estarlo que el señor Jorge Núñez


ordenó poner en funcionamiento la caldera, a título personal.

3. No dar por demostrado, estándolo que la orden que impartió el


(sic) Jorge Núñez, en su calidad de jefe de mantenimiento
mecánico, para poner en funcionamiento la caldera, lo realizó en
nombre y representación de la empresa de su Empleador Álcalis
de Colombia

4. No dar por acreditado, estándolo, que la orden irracional


impartida por el ingeniero Núñez, comprometiera directamente la
responsabilidad de la empresa en la ocurrencia del accidente.

5. No dar por establecido que la parte demandante, demostró la


culpa suficientemente probada del empleador en la ocurrencia
del accidente de trabajo.

Denuncia como pruebas erróneamente apreciadas, el


documento público obrante a folios 229 a 235, y los
testimonios de Jorge Luis Caica Forero, Jorge del Carmen
Sotelo Sotelo y Edgar de Jesús Vargas Rodríguez (fls. 170 a
184).

En la demostración del cargo, y después de referirse a


los resultados de la investigación que adelantó el Ministerio
de Trabajo el 19 de abril de 1989 (folio 229 a 235), afirma
que en el acta se dejó constancia de que el representante

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legal de la accionada afirmó que las fallas «estaban ocurriendo


en la tubería de las calderas debido a su estado lo que les había

obligado a realizar un programa de restructuración total»; que el

Ministerio en su investigación concluyó que el accidente no


fue un caso fortuito, ni imprevisto, y no ocurrió por
imprudencia de los operadores, «sino que se debió al mal estado
en que se encontraban los equipos por causa de 8 explosiones que
había tenido antes por lo que habían ordenado sacarlas del servicio»;

dice que en dicha investigación «se determina con absoluta


claridad, como lo sostiene el ad-quem, que el ingeniero JORGE NUÑEZ,
fue quien impartió la orden de poner en funcionamiento la caldera»,

pero que con esa prueba calificada aunada a los


testimonios de Caica, Sotelo y Vargas, no se acredita que tal
orden fue «a título personal, es una conclusión del juez colegiado sin
respaldo probatorio alguno».

Advierte que la prueba testimonial no es apta en


casación, «pero como se acusa con el (sic) fundamento que con (sic) la
prueba calificada quedaron acreditados los yerros fácticos, lo que,
según reiterada jurisprudencia de esa Corporación habilita a la Corte a
estudiar lo manifestado por los deponentes».

Predica la calidad de representante de la empresa que


tenía el ingeniero Jorge Núñez al momento de impartir la
citada orden, «pues si no hubiese tenido ese cargo de Jefe de la
División de Mantenimiento de la Empresa Álcalis de Colombia, no
había razón alguna para que sus subordinados Edgar Vargas y
Reinaldo Guzmán le hicieran caso a sus órdenes imperativas de poner
en funcionamiento la caldera».

Agrega que es un desatino afirmar que el demandante


asumió por su cuenta y riesgo el funcionamiento de la
caldera, por lo siguiente:

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Radicación n° 38760

Toda vez que su cargo, era jefe de turno, nunca ingeniero en


hidrostática (mecánico) y la lógica conduce a concluir que un jefe
de mantenimiento, como lo era en ese entonces el ingeniero Jorge
Núñez, es la persona apta, pues cuenta con los conocimientos
científicos, matemáticos, infalibles y con pragmatismo para
determinar si cierto elemento mecánico se encuentra en
condiciones de seguridad. Jamás un jefe de turno, por cuanto
que como su palabra lo indica, ese cargo, tiene que ver con los
turnos u hora que los trabajadores cumplan su trabajo y no como
mecánico, como lo confunde el ad – quem.

Dice que con la prueba documental referida, se


demuestra que el accidente fue por culpa del empleador, en
la medida que la orden «de poner en funcionamiento la caldera»
fue del ingeniero Jorge Núñez, en su condición de Jefe de la
División de Mantenimiento de la accionada.

VII. CARGO SEGUNDO

Textualmente expone:

Acuso la sentencia impugnada de violar por la vía directa, la


“LEY QUE REGULA LA ACTUACIÓN PROCESAL”, en el concepto
de infracción directa, por cuanto dejó de aplicar la ley, siendo
el caso hacerlo en especial los artículos 251 y 258 y 174 del C.
de P.C., normas aplicables a los procesos laborales por remisión
del artículo 145 del C.P. del T. y de la S.S.; lo que condujo a la
TRANSGRESIÓN de los artículos 2, 216, 219, del Código
Sustantivo del Trabajo; 63, 1494, 1604, 1609, 1610, 1613,
1614, 2341, 2343, 2349, 2356, 2357 y 1757 del Código Civil-.

Afirma que el Tribunal no le dio valor probatorio al


instrumento público visible a folios 229 a 235, como quiera

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Radicación n° 38760

que «el artículo 258 del C. de P.C., advierte que la prueba que resulte
de los documentos públicos y privados es indivisible y comprende aún
lo meramente enunciativo siempre que tenga relación directa con lo

dispositivo del acto o contrato»; que de esa prueba se advierte

que el Ministerio de Trabajo concluyó que la explosión de la


caldera no fue un caso fortuito, ni imprevisible, y tampoco
ocurrió por la negligencia de quienes lo accionaron, asertos
con los que el ad quem, no podía colegir que «el accidente lo
fue con ocasión de la orden que a titulo (sic) personal impartió el
ingeniero Jorge Núñez, puesto que lo que está es transgrediendo la
norma procesal reseñada en la proposición juridical (sic) al dividir el
contenido de dicho instrumento público».

VIII. CARGO TERCERO

En este cargo acusa la sentencia de violar directamente, en


el submotivo infracción directa del artículo 32 del C.S. del T., que lo
llevó a violar por aplicación indebida el artículo 216 del C.S. del T., por
cuanto dejó de aplicar el artículo 32 citado, siendo el caso hacerlo o lo
aplicó en forma incompleta.

En la demostración narra que el sentenciador de


segundo grado «desconoció que el ingeniero Jorge Núñez, impartió la
orden de poner en funcionamiento la caldera que explotó y causó
heridas a mi mandante, en cuanto que al impartirla estaba actuando
como representante del patrono y por tanto en forma tácita tal orden
provenía del empleador».

Agrega, que esos trabajadores se caracterizan por tener


dentro de la organización de la empresa un nivel de especial
responsabilidad o mando, y que por su jerarquía, cumplen funciones
encaminadas a las relaciones empresas – trabajadores, y pueden en
un momento dado, comprometer a la empresa mediante sus actos u
omisiones al ser considerados representantes del empleador (art. 32
CST. mod. Art. 1 Dcto 2351/65).

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Radicación n° 38760

Por último, reproduce un aparte de la sentencia de


esta Sala del 10 de noviembre de 1995, radicación 7885.

IX. RÉPLICA

El Instituto de Fomento Industrial IFI en liquidación,


frente al primer cargo sostiene que el Tribunal de manera
acertada concluyó que el trabajador era quien debía
demostrar que había actuado de manera diligente para
evitar el siniestro; que el recurrente reprocha al ad quem
que la carga probatoria no era de su cargo, sino de la
demandada, con lo cual es claro que el ataque debió
dirigirse por la vía directa; que el Ingeniero Núñez, a
nombre propio ordenó el funcionamiento de la caldera, en la
medida que los testimonios dan crédito de esa situación.

Respecto del segundo cargo, aduce que no se


cuestiona la formación de la prueba, sino hace referencia a
lo que de ella se desprende, y frente al tercero, indica que es
confusa su orientación, pues no se sabe si el ad quem dejó
de aplicar el artículo 32 del Código Sustantivo del Trabajo, o
«lo aplicó en forma incompleta».

Álcalis de Colombia Ltda, expone que la primera


acusación se sustentó en la valoración de los documentos
de folios 229 a 235, que esencialmente se refiere a
declaraciones de testigos, razón por la cual no se puede
edificar con ellos un error de hecho, al no ser prueba
calificada en casación, e igual sucede con los testimonios
denunciados en el cargo; respecto al segundo ataque indica
que el Tribunal valoró el documento de folios 229 a 235, y

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Radicación n° 38760

en cuanto al tercero, manifiesta que no es viable su estudio


por la vía de puro derecho, en la medida que el ad quem
para establecer que el ingeniero Jorge Núñez actuó por
cuenta propia, lo hizo con sustento en el caudal probatorio
arrimado al proceso.

Por su parte, la Empresa Nacional Minera – Minercol,


expresa que el cargo primero debió serlo por la vía directa,
en cuanto el mismo se encamina en determinar a quién
corresponde la carga de la prueba; que en el segundo, pese
a estar encauzado por la senda de puro derecho, se hace
referencia a situaciones fácticas ajenas a la modalidad
escogida, y para el tercero, se limita a decir que «En gracia de
brevedad, doy por reproducidos los argumentos expuestos en la
oposición en cuanto al segundo cargo».

X. CONSIDERACIONES

La inconformidad del recurrente con la sentencia del


ad quem, radica en la absolución que impartió respecto a la
indemnización plena de perjuicios consagrada en el artículo
216 del Código Sustantivo del Trabajo.

El Tribunal para arribar a su decisión, se refirió a los


documentos de folios 225, 229 a 235, de los cuales afirmó
que daban cuenta de la causa del accidente de trabajo, el
lugar en que ocurrió, la fecha y la hora, y los datos del
trabajador accidentado, e hizo mención a la copia del acta
de la inspección ocular realizada por la Inspectora de
Trabajo de Zipaquirá – Cundinamarca, para luego decir que
«se está acreditando fehacientemente la ocurrencia del accidente y su

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Radicación n° 38760

naturaleza de trabajo, además, la relación de causalidad existente

entre el accidente y las lesiones sufridas por el demandante,…», y


después, para absolver a la accionada de la indemnización
deprecada, indicó que el señor Jorge Núñez «para poner en
funcionamiento la caldera, corresponde a una orden a título personal,
y no como representante de la empresa, contrariando la orden de
gerencia que había puesto fuera del servicio la caldera explosiva,
cuatro meses atrás de la ocurrencia del accidente, …».

Con esas conclusiones, y aun cuando dio por sentado


que el señor Jorge Núñez, dependiente de la accionada, fue
quien dio la orden para poner en funcionamiento la caldera
que al estallar causó las secuelas al demandante, pasó por
alto que en principio el empleador responde por los daños
causados por sus agentes o dependientes, a menos que
estuviera probado que estos se comportaron de un modo
impropio, y que el mismo no podía ser previsto o impedido,
«no obstante emplear el cuidado ordinario y la autoridad competente

para tal efecto» (Sentencia CSJ SL, 13 may 2003, rad 19473, y

CSJ SL, 6 mar 2012, rad 35097).

En efecto, esta Sala de la Corte ha dicho que el


empleador que persiga derruir esa regla general, debe
«acreditar en el proceso, tanto la conducta impropia de sus servidores,
como la de su propia imposibilidad para preverla o impedirla
empleando el cuidado ordinario y la autoridad competente a su

condición de empleador o empresario». Es así, como en sentencia

CSJ SL, 6 mar 2012, Rad 35097, se indicó:

(….) Pero de tal aseveración no es afortunado concluir que el


Tribunal pudo incurrir en yerro alguno al aseverar que como la

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Radicación n° 38760

demandada era una persona jurídica, la responsabilidad le


resultaba atribuible por el hecho de sus agentes o dependientes,
toda vez que los actos de los agentes son, a la vez, sus actos
propios.
Y lo anotado es así por cuanto tal afirmación refleja nada más y
nada menos que la regla general que, en sentir de la Corte, se
desprende del artículo 2349 del Código Civil que consagra la
responsabilidad laboral que de que aquí se trata --concordante
con otras que refieren los efectos de la responsabilidad derivada
de institutos jurídicos como la representación laboral o de otros
como la culpa in vigilando o in eligiendo (ejm., art. 32 del
C.S.T.)--, pues dicho precepto establece que los empleadores
responden del daño causado por sus trabajadores (llámense
representantes, dependientes, simples trabajadores o cualquiera
otra expresión acorde con lo expuesto por la Corte Constitucional
en sentencia C-1235 de 2005), con ocasión del servicio prestado
por éstos a aquéllos, daño dentro del cual debe considerarse el
que se produce en ejecución del contrato de trabajo titulado en la
ley como accidente de trabajo o enfermedad profesional.

Por eso, cumple también precisar que la mentada disposición


contiene una excepción particular a la citada regla, o sea, la de
que no habrá lugar a la responsabilidad predicada si apareciere
probado que el comportamiento dañino de éstos no fue el propio
de su condición o calidad de trabajadores, representantes,
dependientes o servidores en general, y que dicho
comportamiento no pudo ser previsto o impedido por el
empleador no obstante emplear el cuidado ordinario y la
autoridad competente para tal efecto. Excepción que de aparecer
probada, como lo ha sostenido la Corte, hará recaer la
responsabilidad del daño causado no sobre el empleador o
empresario, sino sobre sus representantes, trabajadores,
dependientes o servidores.

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Radicación n° 38760

Por manera que, asienta la Corte, la norma aludida contiene la


regla general de responsabilidad patronal frente a los daños
causados por sus representantes o dependientes, trabajadores o
servidores, pero también la excepción a la misma, la cual, en
atención a lo previsto en los artículos 1757 del mismo Código
Civil y 177 del Código de Procedimiento Civil, aplicable a los
procesos del trabajo por la remisión de que trata el artículo 145
del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, impone
al empleador que quiere derruir la aplicación de la indicada regla
general en eventos como los de la llamada culpa patronal
prevista en disposiciones como los artículos 216 del Código
Sustantivo del Trabajo y 12 de la Ley 6ª de 1945, acreditar en el
proceso, tanto la conducta impropia de sus servidores, como la
de su propia imposibilidad para preverla o impedirla empleando
el cuidado ordinario y la autoridad competente a su condición de
empleador o empresario. De tal suerte que, atendidas las reglas
de la carga de la prueba en los términos precisados para la
disposición en cita es que puede concluirse, como ya lo ha
asentado de tiempo atrás la jurisprudencia, que la prueba del
proceso es la que permite, en principio, establecer la
responsabilidad del daño causado en cabeza del empleador o
empresario o, en su defecto y al final de las diferentes variables
en que tal fenómeno jurídico puede derivar, exclusivamente en la
de sus representantes, trabajadores, dependientes o servidores.

Regla de responsabilidad que se acompasa con la concebida en


los artículos 216 del Código Sustantivo del Trabajo y 12 de la
Ley 6ª de 1945, en cuanto en ésta última se exige la culpa del
empleador o empresario en el infortunio laboral a efectos de la
causación de la indemnización plena de perjuicios; culpa que no
es, ni más ni menos según se ha visto, sino la que se exige al que
obra como buen padre de familia (art. 63 C.C.), esto es, a aquél
que debe administrar un negocio propio, pues de él se espera, de
ordinario, un obrar diligente, cuidadoso y responsable, siendo en

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Radicación n° 38760

modo alguno atribuible tal proceder a quien, pudiendo y debido


hacerlo, no prevé o no impide el proceder impropio de sus
servidores, o no ejerce oportunamente la autoridad laboral que le
otorga su condición de empleador o empresario a efectos de
conjurar en el ámbito del trabajo el peligro a la integridad o la
vida de su propio trabajador, esto es, omite lo que jurídica y
contractualmente le corresponde como empleador en este caso.

Luego, por aparecer probado que el fallecimiento del trabajador


se produjo en curso de su actividad laboral y, por otra parte, que
la empleadora no acreditó el suministro de los medios requeridos
para un adecuado desplazamiento y regreso del sitio de la labor,
sino que uno y otro debieron cumplirse por el fallecido y su
compañero de labores en parte a pie y por un número apreciable
de horas bajo condiciones topográficas y climáticas difíciles,
como se coligió de los medios de prueba adosados al expediente,
no aparece desatinado concluir que, además de tenerse como
accidente de trabajo, es dable imputar a la empleadora
responsabilidad a título de culpa, por tanto, susceptible de tasar
como responsabilidad patronal (…).

En perspectiva con lo anterior, no hay duda que el


Tribunal cometió los yerros endilgados, en la medida en que
no tomó en cuenta que la empleadora, por regla general, es
la responsable del daño causado por sus trabajadores,
dependientes o representantes, con lo que además
desconoció que solo por excepción, y a efectos de
exonerarse de dicha responsabilidad, se debía acreditar que
el comportamiento del ingeniero Núñez no podía ser
previsto o impedido, luego de haber tomado todos los
cuidados ordinarios como autoridad correspondiente para el
señalado propósito, esto es, evitar el siniestro, cuestión que

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Radicación n° 38760

en el asunto bajo examen no aconteció, y en consecuencia,


los cargos prosperan.

En sede de instancia, a más de lo anterior, debe


señalarse que la explosión de la caldera era un hecho
previsible dado su lamentable estado, que obligó a la
empleadora su inutilización meses antes de que se
produjera el accidente, tal como lo afirmó el señor Edgar de
Jesús Vargas Rodríguez, quien al momento de rendir
testimonio (folio 181 a 184), dijo lo siguiente: « La caldera
llevaba fuera de servicio más de 4 meses de servicio por orden
directamente de la gerencia de ese entonces porque ya estaba en
estado completamente desechable por eso se llamó a las dos partes de
la empresa porque esa caldera ya no servía para nada ., y fue una
locura del ingeniero Núñez dar la orden de ponerla en servicio».

Además, no se demostró dentro del proceso, que la


demandada hubiera desplegado alguna actividad
preventiva, que impidiera la reactivación del artefacto,
como su retiro de las instalaciones, o encerramiento en el
lugar, con la debida señalización que indicara la prohibición
a su acceso por parte de cualquier persona, y sin que pueda
predicarse que la responsabilidad recaía sobre el ingeniero
Jorge Núñez – persona que ordenó la reactivación de la
caldera, tal como lo dan cuenta los señores Jorge Luis
Caica Forero (folios 170 a 174), José del Carmen Sotelo
Sotelo (folio 175 a 179) y Edgar de Jesús Vargas Rodríguez,
así como del informe rendido por la Inspección de Trabajo
de Zipaquirá el 19 de abril de 1989 (folio 163 a 169), en la
medida en que la empleadora tenía los medios de prevenir o

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Radicación n° 38760

impedir el daño, «empleando el cuidado ordinario y la autoridad


competente», sin que lo hubiera hecho.

En virtud de lo anterior, es posible afirmar que el


accidente que ocasionó secuelas al demandante, fue por
culpa de su empleador y, en consecuencia, se procede a
examinar la viabilidad de imponer condena por concepto de
lucro cesante, daño emergente y perjuicios morales.

Para resolver lo anterior, debe indicarse que el


demandante prestó sus servicios a la accionada desde el 13
de noviembre de 1974 hasta el 28 de febrero de 1993, tal
como lo señala la liquidación definitiva de prestaciones
sociales que reposa a folios 108 del cuaderno principal y
379 del cuaderno de anexos, de la que además se extrae
que como último salario promedio mensual devengó la
suma de $593.771; que el 18 de abril de 1989, sufrió un
accidente de trabajo imputable a su empleador (folios 115 a
116 del cuaderno principal); además, con el documento que
descansa a folio 251 del cuaderno principal, no hay duda
que el demandante nació el 10 de noviembre de 1952 y con
el que reposa a folios 255 a 257, que el 17 de agosto de
2000, la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, le
dictaminó un porcentaje de pérdida de capacidad laboral
del 44.3%, en el cual, en un acápite denominado
«DIAGNOSTICO MOTIVO DE CALIFICACIÓN», se anotó: «Secuelas

quemaduras II Y III grado en 65% de superficie corporal» y se calificó

el origen como un «Accidente de Trabajo», sin precisar la fecha


de estructuración, pues en ese aparte correspondiente, se
señaló «no aplica». En tal medida, y atendiendo al

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Radicación n° 38760

diagnóstico, así como a la identificación del origen del


suceso que causó daños corporales al demandante, es claro
para la Sala que la disminución de la capacidad laboral, se
originó por la explosión de la caldera No 1, hecho ocurrido
el 18 de abril de 1989, tal como lo demuestran los
documentos de folios 163 a 169.

En lo que tiene que ver con el daño emergente, y según


se desprende del artículo 1614 del Código Civil, aplicable en
virtud de lo dispuesto por los artículos 19 del Código
Sustantivo del Trabajo y 145 del C.PT. y de la S.S., consiste
en ‹‹el perjuicio o la pérdida que proviene de no haberse cumplido la
obligación o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse

retardado su cumplimiento››, concepto que abarca la pérdida de

elementos patrimoniales, así como los gastos en que se


debieron incurrir, o que deban generarse en el futuro, y el
arribo del pasivo a causa de los hechos sobre los cuales
quiere deducirse responsabilidad.

Verificado el acervo probatorio, no se encuentran


acreditados los pagos pasados o futuros correspondientes al
daño emergente, a efectos de tasar la indemnización
pretendida, razón por la que se absolverá de este
pedimento.

Entre tanto, el lucro cesante hace referencia al dinero


que se dejó de percibir por la ocurrencia del daño, el cual
comprende el lucro cesante pasado y el futuro, entendiendo
por el primero, el que se causa a partir de la finalización del

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Radicación n° 38760

contrato de trabajo – 28 de febrero de 1993-, hasta la fecha


de esta sentencia; y por el segundo, desde el día en que se
profiera el fallo, hasta que se cumpla la expectativa de vida
probable del actor, para lo cual, se toma el lucro cesante
mensual y se proyecta hasta la esperanza de vida del
demandante, obteniendo, de esa forma, una serie de pagos
futuros, los cuales se traen a valor presente de la fecha de
la sentencia, en atención a que el pago se efectúa de
manera anticipada.

Cabe precisar, que el lapso transcurrido desde la fecha


del accidente de trabajo – 18 de abril de 1989, hasta la
desvinculación laboral – 28 de febrero de 1993, no se tiene
en cuenta a efectos de tasar la indemnización pretendida,
por cuanto en ese interregno la empleadora cumplió con
sus obligaciones laborales, sin que se causara perjuicio
alguno.

Teniendo en cuenta lo anterior, y atendiendo a la


formula dispuesta en la Sentencia CSJ SL 5619 2016
radicado 47907, se procede a calcular el lucro cesante de la
siguiente manera:

24
Radicación n° 38760

En tal sentido, por lucro cesante pasado, le


corresponde al demandante la suma de $ 158.960.216,04, y
por lucro cesante futuro la suma de $ 37.183.950,9, para
un total de $196.144.166,94.

En lo que respecta a los perjuicios morales, es dable


señalar que lo mismos se fijan de conformidad al “arbitrium
judicis”, para lo cual deben tenerse en cuenta las
condiciones de la lesión padecida por el demandante, tal
como se señaló en la sentencia CSJ SL, 30 oct 2012. Rad.
39631.

Así las cosas y en atención a que el demandante sufrió


quemaduras en un 65% de su superficie corporal (folio
256), es natural que la deformación de gran parte de su
epidermis se refleje no sólo en su aspecto físico, sino
también en el área de los sentimientos, afectos y emociones
que originan angustias, dolores internos, síquicos, difíciles
de definir y ponderar, amén de que le impiden llevar una
vida del todo normal en ese ámbito extra patrimonial, razón

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Radicación n° 38760

por la cual, no le cabe duda a la Sala que el accidente


laboral le produjo una gran aflicción al accionante, ante el
compromiso grave de su apariencia personal que le impide,
como ya se dijo, llevar una vida del todo normal, más si se
presentó una desfiguración facial. Para la Corte resulta
evidente el perjuicio moral sufrido por el trabajador, por lo
que su indemnización se tasará en la suma de
$50.000.000,oo.

Finalmente y en cuanto a la excepción de prescripción,


se debe decir que el demandante sufrió el accidente de
trabajo el 18 de abril de 1989, presentó reclamación escrita
el 5 de marzo de 1992 (folio 115) y radicó su demanda 25 de
julio de 1994 (folio 23 vuelto), sin que hubiera transcurrido
el término de que trata el artículo 151 del Código Procesal
del Trabajo y de la Seguridad Social, para declarar probado
ese medio exceptivo, razón por la cual, en lo pertinente, se
revocará la sentencia proferida en primera instancia, y se
adicionará para proferir condena en contra de la
demandada ÁLCALIS DE COLOMBIA y a favor del
extrabajador en las sumas y por los conceptos anotados.

Sin costas en el recurso extraordinario, dada la


prosperidad de los cargos. En las instancia por cuenta de la
parte demandada.

XII. DECISIÓN.

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En mérito de lo expuesto la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN LABORAL, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
CASA la sentencia dictada el 29 de agosto de 2008 por la
Sala Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso promovido por
REINALDO GUZMÁN GARZÓN contra ÁLCALIS DE
COLOMBIA LIMITADA ALCO LTDA. EN LIQUIDACIÓN,
INSTITUTO DE FOMENTO INDUSTRIAL -IFI- y
MINERALES DE COLOMBIA S.A. –MINERALCO-, en
cuanto confirmó la absolución impartida por el A quo
respecto de la indemnización plena de perjuicios por
accidente trabajo. No la casa en lo demás.

En SEDE DE INSTANCIA, se revoca el ordinal tercero


de la sentencia del a-quo, que declaró la prescripción
respecto de la indemnización ordinaria y plena de
perjuicios, y en su lugar declara la culpa patronal por
parte de ÁLCALIS DE COLOMBIA LIMITADA ALCO LTDA.,
en el accidente de trabajo sufrido por el demandante y se le
condena a pagar, a favor del ex trabajador, las sumas de
CIENTO NOVENTA Y SEIS MILLONES CIENTO CUARENTA
Y CUATRO MIL SESENTA Y SEIS PESOS CON NOVENTA Y
CUATRO CENTAVOS ($196.144.166,94) a título de lucro
cesante, y de CINCUENTA MILLONES ($50.000.000) por
perjuicios morales. Se confirma en lo demás.

Costas como se dijo en la parte motiva.

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Radicación n° 38760

Notifíquese y Cúmplase.

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN


Presidente de Sala

GERARDO BOTERO ZULUAGA

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

FERNANDO CASTILLO CADENA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

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Radicación n° 38760

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS

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