Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
INTRODUCCIÓN
El estudio del Suicidio suele ser uno de los temas clásicos de la Medicina
Legal, en primer lugar porque se trata de un mecanismo de muerte no natural,
que obliga a la intervención fiscal o judicial directa, y también por el dramatismo
que suele rodear muchos casos : muerte a menudo inesperada, rápida y con
una mayor repercusión social. Así mismo en muchas épocas y lugares ha
tendido a ocultarse este tipo de muerte, a disimularse bajo otro diagnóstico o a
considerar al suicida como un enfermo mental.
Desde otro punto de vista más clínico, importa diferenciar los conceptos de
suicidio consumado y de intento de suicidio. En el primer caso hay muerte del
suicida y su estudio compete en primer lugar al médico legista. En el segundo
caso, en el que no se produce el deceso, el estudio compete en primer lugar al
psiquiatra forense, pues también tiene una trascendencia legal según lo
establecido en nuestro Código Penal.
DISCUSIÓN
El suicidio es una causa creciente de mortalidad. Se encuentra entre las
primeras diez causas de muerte y entre la segunda o tercera causa de muertes
en la población joven, según algunos estudios de países sudamericanos (10).
Las tasas oficiales de suicidio están subestimadas(11,12).
Según las características forenses del caso reportado, observamos que casi
todos los hallazgos coinciden con lo descrito en el campo de la medicina legal.
Al inicio de la evaluación del cadáver existió duda respecto a la catalogación de
suicidio o no, pues la poca visibilidad del espacio libre que forma el agente
constrictor en el momento de la suspensión, podría hacer pensar que se tratase
de un homicidio (estrangulación), ya que el agente constrictor no dejaría el
espacio para su nudo. Para esto, se recomienda una exhaustiva evaluación de
las características del surco en el cuello, pues la determinación de "surco
completo" y no de "incompleto" generaría otro tipo de investigación distinta al
presentado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANEXOS
Foto 1. Escena del Hecho : Vivienda de 3 pisos donde se produjo el suceso.
Foto 2. Escena del Hecho : Cuerda atada en el 3er piso (Nudo distal). El
cadáver se encontraba suspendido del cuello (Nudo Proximal) en la sala del ler
piso de la casa.
Foto 3. Examen Externo : Cadáver masculino de 11 años de edad. Rostro
pálido ("ahorcado blanco") que se relaciona con la posición típica del nudo
proximal compresión simétrica de vasos de ambos lados del cuello.
Foto 4. Examen Externo : Véase las características del surco en cuello (oblicuo,
sup rati ro ideo)
¡oto s. caracteristicas ael surco cervical: incompleto, traduce la forma del
agente constrictor, fondo pálido (Signo de Ambrosio Paré), apergaminado y de
bordes congestivos (signo de haber sido producido en vida).
Algor Mortis
La mancha esclerótica o de
Sommer-Larcher , es una mancha
negra que suele aparecer
primeramente en el angulo externo
del ojo y posteriormente en el
angulo interno.
La mancha de Sommer-Larcher
aparece en las partes no cubiertas
por los parpados entre las 3 y 5
horas después de la defunción y en
algunas ocasiones las dos manchas
llegan a unirse.
Rigor Mortis
El rigor mortis , aparece primero en los musculos de fibras lisas , como el miocardio y
el diafragma y posteriormente mas tardio en musculos estriados esqueleticos.
Livor Mortis
Espasmo Cadavérico
Espasmo Cadavérico
Fases de descomposición
Livideces cadavéricas
0
Con el cese de la actividad cardiaca se inicia, mediante una contracción vascular que progresa desde el
ventrículo izquierdo hacia la periferia, un amplio desplazamiento de la masa sanguínea que vacía las
arterias y que es origen de una hiperrepleción de las venas. A partir de este momento, la sangre queda
sometida, de modo exclusivo, a la influencia de la gravedad, por lo que tiende a ir ocupando las partes
declives del organismo, cuyos capilares distiende, produciendo en la superficie cutánea manchas de color
Las livideces cadavéricas constituyen un fenómeno constante, que no falta ni aún en la muerte por
hemorragia, si esta no ha sido tan abundante como para producir una verdadera exanguinación. En
algunas ocasiones se ha observado que su formación se inicia en la agonía; sin embargo, lo ordinario es
extensión.
El color de las livideces, es rojo violáceo, variando entre límites muy amplios desde el rojo claro al azul
oscuro. Estas variantes de coloración dependen del color de la sangre en el momento de la muerte, por lo
intoxicación por venenos metahemoglobinizantes presentan un color achocolatado. En las asfixias, las
livideces son de un color rojo oscuro, excepto en la sumersión, en que tienen una tonalidad rojo claro.
Son también más claras en los individuos que han tenido pérdidas sanguíneas antes de la muerte.
La intensidad de las livideces depende de la fluidez del líquido sanguíneo; es por consiguiente, mayor en
las asfixias, porque la sangre no se congela con rapidez, y menos marcada en la muerte por hemorragia o
anemia, debido a la reducida cantidad de sangre y de pigmento sanguíneo. Por la misma razón es menos
acusada en los casos de neumonía lobular y otras enfermedades en las que la coagulación se acelera.
La distribución de las livideces depende de la posición del cadáver. Si éste se halla boca arriba, que es el
caso más ordinario, se forman las manchas en toda la superficie dorsal, con excepción de las partes
sometidas a presión, pues el obstáculo que esta ejerce impide a los capilares llenarse; por lo tanto, en
este decúbito supino se advierten superficies no coloreadas en las regiones escapulares, nalgas, cara
posterior de los muslos, pantorrillas y talones. Si el cadáver se halla en decúbito prono, las livideces
asientan en el plano anterior del cuerpo, con la misma salvedad relativa a los puntos de apoyo. Lo mismo
localizan en las regiones declives del cuerpo, indicando así la posición en que ha permanecido el cadáver.
Las livideces no se manifiestan en los sitios oprimidos por las prendas de ropa, o sus arrugas y dobleces,
como el cuello, cintura, a nivel donde han estado ligas u otras prendas ceñidas. Deberá en todo caso,
evitarse el confundir dichas zonas de palidez con las señales de constricción del cuello o a las debidas a
golpes.
Como consecuencia de todo ello, el aspecto de las livideces es sumamente abigarrado. Toda la superficie
declive aparece de color rojo violáceo, entrecortado e interrumpido por rayas, zonas redondeadas e
irregulares, espacios mayores o menores, de una palidez cérea. Los contornos de las livideces suelen
ofrecer límites bien definidos, pero son muy irregulares en cuanto a forma y tamaño.
Además de las livideces en placas, también se encuentra la púrpura hipostática, constituida por un
punteado parecido a la escarlatina. Se produce porque la hipostásis cadavérica puede romper los vasos,
aumentado la presión, sobre todo si lo capilares sufren degeneración grasa como en la intoxicación
Se denominan livideces paradójicas las que se forman en las regiones no declives. Presentan la forma de
manchas, acompañadas no raramente por petequias hemorrágicas, lo que también puede suceder con las
anteriores del cuello y del tórax, especialmente en las muertes repentinas y en las muertes asfícticas.
Muchos autores las interpretan como resultado de las roturas de pequeños vasos cutáneos producidas
antes de la muerte, que se hacen más manifiestas después de ésta. Otros en cambio creen en su origen
post mortal, interviniendo en su génesis un componente activo, dinámico, vásculo sanguíneo que moviliza
la sangre desde el lecho arterial al venos, encontrando en su desarrollo el obstáculo de la estasis venosa y
cardiaca derecha propia de dichas muertes; de esta manera tendrían lugar una intensa dilatación y
Las livideces se inician bajo la forma de pequeñas manchitas aisladas, que van confluyendo
Las manchas comienzan a presentarse poco después de la muerte. Cuando el cadáver yace en posición
de decúbito supino, hacen su primera aparición en la región posterior del cuello, que por su pequeño
espesor, permite su formación rápida. Las primeras manchas aisladas en esta región pueden verse ya
resto del cadáver aparecen de 3 a 5 horas después de la muerte. Ocupan todo el plano inferior del
Una vez establecidas, no suelen cambiar de forma ni de coloración, con la salvedad a que nos referimos
inmediatamente, hasta que se inician los fenómenos putrefactivos, momento en el que las livideces se van
Simultáneamente con la formación de las livideces, la piel de la región corporal opuesta va palideciendo,
tomando el color céreo tan característico de la muerte. Esto confirma el origen de las livideces y es causa
etc.)
transposición, es decir la posibilidad del transporte o desplazamiento de las manchas de lividez durante
cierto tiempo después de su formación. En efecto, una lividez cadavérica reciente puede hacerse
desaparecer comprimiendo fuertemente con el pulgar o con un vidrio resistente en un punto limitado de la
superficie, e igualmente cambiando la posición del cadáver. El resultado de estos dos tipos de maniobra
es un nuevo desplazamiento de la sangre hacia los vasos no comprimidos, en el primer caso, o hacia las
de fijación de las livideces, que se hacen permanentes en el lugar donde se formaron. En general, las
Pero existe también la posibilidad de encontrar en un cadáver livideces en dos planos distintos y aun
opuestos. Ello tiene lugar cuando se cambia la posición del cadáver, habiendo comenzado ya el proceso
de fijación de las livideces, sin haberse completado del todo. En tal caso, las livideces formadas en primer
lugar, correspondientes a la posición primitiva del cadáver, palidecen sin llegar a desaparecer del todo, y
al mismo tiempo, se forman unas segundas livideces en el nuevo plano declive, que tampoco alcanzarán la
total intensidad de su coloración. Estas dobles livideces constituyen un indicio seguro de que se ha
cambiado la posición del cadáver unas 10 o 12 horas después de la muerte y antes de transcurridas 24
Diagnóstico diferencial
Importa mucho diferenciar las livideces cadavéricas de las equimosis. La distinción es muy fácil en los
cadáveres recientes; basta practicar una incisión en la región afectada para observar en las equimosis
sangre extravasada, coagulada y firmemente adherida a las mallas del tejido, en tanto que en las livideces
no hay sangre extravasada, viéndose fluir tan solo un poco de sangre a cortar los capilares. Si después de
este examen, aun persiste alguna duda, se lava la herida dirigiendo un fino filete de agua sobre sus labios,
con lo que se arrastra mecánicamente toda la sangre que no se haya coagulado, por lo que cuando se
trata de livideces queda completamente limpia, y en cambio, carece de acción sobre la sangre extravasada
Suele observarse, asimismo, en las equimosis algún relieve y abrasión de la epidermis, su color es muchas
veces diferente al de las livideces y su localización no coincide necesariamente con los planos declives.
Por el contrario, las livideces cadavéricas no sobresalen de la piel circundante y asientan siempre (salvo las
Cuando los cadáveres se hayan en descomposición y los tejidos reblandecidos se hacen permeables al
pigmento hemático, resulta casi imposible establecer la diferenciación si se trata de manchas pequeñas,
pero siempre puede reconocerse todavía la sangre extravasada si existe en alguna cantidad.
Las livideces cadavéricas tienen una importante aplicación médico legal en los siguientes casos:
1. Diagnóstico de la muerte cierta: las livideces cadavéricas poseen un gran valor como signo de muerte
cuando son extensas, intenso color y típicamente localizadas; esto solo ocurre 12 a 15 horas después de
la muerte.
2. Determinación de la data de la muerte: el momento de aparición de las livideces, el de adquirir su
total extensión y su posibilidad de transporte son otros tantos elementos de juicio de utilidad para este
diagnóstico cronológico.
3. Posición del cadáver: la localización topográfica de las livideces representa un fiel testimonio de la
comprobación de que las livideces tienen una localización anormal respecto a la posición en que se ha
La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya
no existo yo.
La única certeza que tiene el ser humano es que más tarde o más temprano tiene que pasar por este
proceso. La muerte termina con la actividad de nuestro organismo. El cuerpo, desprovisto de vida,
comienza a descomponerse tras el último impulso cardiaco y, al cabo de un tiempo, lo que fuimos queda
reducido a un descarnado esqueleto, que a su vez al final será solo polvo. Pero la muerte es un lento
proceso físico y mental que forma parte de la misma naturaleza. Si admitimos alguna trascendencia para
el espíritu, no todo acaba en la putrefacción de los tejidos y en la desintegración de los huesos.
Ilustración 1 LA MUERTE
Hace algunos años todavía se hablaba de la existencia de un inconcreto instante, frontera entre la vida y
la muerte, en el cual el ser humano aún palpitante y animado del hálito vital exhalaba su "último suspiro",
pasando a convertirse en un cuerpo inerte incapaz de ejercer sus funciones orgánicas.
La moderna Tanatología (ciencia de la muerte biológica) ha puesto en entredicho muchas viejas creencias
y ha anatematizado multitud de prejuicios sin fundamento. No existe tal momento crucial. La muerte es un
largo proceso que comienza con el fallo de ciertos mecanismos orgánicos y concluye con la putrefacción
casi absoluta de todos los tejidos del animal o del hombre, si excluimos a la resistente y admirable
arquitectura del sistema óseo.
Si poseemos un sentido trascendente de la vida, si aceptamos que además de nuestro cuerpo físico
formado por moléculas químicas y átomos, coexiste con nosotros una entidad no dimensional a la que
denominamos alma, espíritu o energía vital, tal vez exista ese instante supremo en que aquello se
desvincule de nuestro cerebro. Pero no necesitamos asociar el concepto de vida al de alma como si
fueran la misma cosa. Ese error ha creado fricciones entre la moderna biología y las escuelas religiosas y
filosóficas trascendentalistas.
Quizá comprendamos mejor estas ideas si seguimos paso a paso el lento proceso de la muerte.
Certificación de la muerte
en la antigüedad
Ilustración 2 USO DEL FONENDOSCOPIO EN EL DIAGNÓSTICO DE LA MUERTE
Antiguamente la muerte se definía como el cese de toda actividad espontánea del corazón y de los
pulmones. Si el paciente dejaba de inhalar oxígeno, es que había fallecido. El fonendoscopio ya no
auscultaba los latidos cardíacos. El médico colocaba un espejito frente las fosas nasales, a la espera de
que se empañara ante la mínima expiración del enfermo agónico; y cuando su pulida superficie
permanecía intacta, los sollozos de familiares y deudos marcaban el fin de una existencia.
Algunas de estas antiguas pruebas, como las consistentes en ejercer tracciones sobre la lengua para
forzar una respiración artificial o utilizar sanguijuelas que succionaran sangre: carmín y fluida, si el sujeto
conservaba aún su vida; o un líquido púrpura negruzco en caso de haber fallecido-. Este y otros test más
sofisticados pero no menos inoperantes, fracasaron estrepitosamente cuando se comprobó que en
depósitos mortuorios o en los propios sarcófagos, individuos tenidos por muertos a la vista del diagnóstico
forense, revivían dando lugar a espeluznantes episodios de los que todos hemos tenido noticia...
Y eso que tales procedimientos eran todavía más fiables que el utilizado por aquellos agentes judiciales
de nuestra edad de oro, que, conminados por la autoridad, se adentraban en la alcoba del moribundo y
pronunciaban con voz engolada y solemne su nombre. Después se dirigían al juez que asistía a la escena
y le informaban protocolariamente:
"Señoría: después de llamar consecutivamente por tres veces a don fulano y no habiendo obtenido por
parte "deste" contestación a mi requerimiento, puede asegurarse que don fulano ha fallecido."
Sin embargo, el cabello sigue creciendo en algunos cadáveres. Muchas células continúan vivas con un
mecanismo metabólico precario y a los cinco años, cuando en el féretro sólo quedan los despojos óseos,
todavía resta alguna actividad bioquímica en el esqueleto. Cuando esto cesase por completo en las
reliquias casi fosilizadas, podríamos hablar con propiedad de muerte absoluta. No obstante, entre todos
los sistemas que integran esa maravillosa máquina que es el ser humano, ninguno tan perfecto y esencial
como el mecanismo nervioso. Nuestro SNC (sistema nervioso central) es un prodigio que los más
sofisticados ordenadores electrónicos distan mucho de igualar...
La función cerebral
El cerebro rige nuestros movimientos voluntarios, regula nuestras hormonas, la temperatura corporal y
nuestras reacciones defensivas ante los peligros externos e internos. Es la base de nuestras emociones y
recibe con el auxilio de nuestros órganos sensoriales los estímulos del mundo físico que nos rodea.
Puede captar una melodía emitida por un intérprete de Mozart o extasiarse en presencia de un perfume
exótico. Nuestra maravillosa corteza cerebral, más complicada que la de los animales tenidos por
inteligentes (simios, delfines, elefantes...) puede resolver complicados problemas matemáticos o sentir
inefable placer contemplando una creación pictórica de Picasso.
Pues bien: si esta complejísima urdimbre de redes nerviosas muere... tal vez no provoque la necrosis de
otros tejidos, que seguirán existiendo, pero lo que reste no sería ya un ser humano. Sin nuestro cerebro
nos pareceríamos a un vegetal. La entidad "hombre" habrá desaparecido cuando su encéfalo se destruya;
y en este sentido sí podría hablarse con propiedad de un "instante supremo de la muerte", si no fuera
porque a su vez el cerebro es muy complejo, y no todas sus partes se necrosan simultáneamente.
La experiencia clínica demuestra que, cuando el riego sanguíneo se interrumpe de tres a cuatro minutos,
ya es imposible recobrar la conciencia. Determinadas áreas de la corteza cerebral son muy sensibles a la
ausencia de oxígeno y demás sustancias nutritivas que les facilita la sangre. Además, las células
nerviosas no pueden regenerarse como otras células de nuestro cuerpo. Si se destruye una porción de
tejido cerebral, esa pérdida es irreversible.
A veces el enfermo recupera su función cardiaca, el pulso late de nuevo, el color vuelve a sus mejillas tras
el colapso sufrido, su respiración se torna normal..., pero no responde cuando le hablan ni sus órganos
sensoriales le transmiten la rica gama de sonidos, olores, colores y variaciones de temperatura...
SINDROME APÁLICO.
El rostro aparece convulso, apenas si emite su garganta algunos sonidos guturales. Su tronco encefálico,
los ganglios más antiguos del cerebro siguen funcionando y rigiendo una vida puramente vegetativa; pero
la corteza quedó destruida y con ella su conciencia y personalidad humana. Los médicos denominan a
esta situación como síndrome apálico, y la misma plantea problemas de orden filosófico acerca de las
fronteras entre la vida humana y la animal, en torno a las causas últimas de la muerte. Corrientemente, la
ausencia de riego sanguíneo daña en profundidad toda la estructura nerviosa. Sabemos que las neuronas
son capaces de emitir campos electromagnéticos, los cuales, mediante un equipo detector - el
electroencefalógrafo - son registrados sobre una banda de papel.
EL ELECTROENCEFALOGRAMA…
Los trazados eléctricos son ondulantes e irregulares. Cuando nuestra mente trabaja, cuando dormimos o
sufrimos alguna perturbación cerebral tumores encefálicos, epilepsias esos ritmos cerebrales
experimentan variaciones en su frecuencia e intensidad que permiten al clínico conocer con cierta
precisión el estado de nuestras funciones encefálicas. Durante el estado agónico, en estado de coma,
esas ondas presentan un perfil sui-generis demostrativo de la situación mórbida del paciente.
Cuando se acerca la fase de necrosis de las áreas y núcleos nerviosos más importantes, la aguja que
rasguea el EEG (electroencefalograma) traza débiles ondulaciones, mortecinos picos, que se resuelven
finalmente en unas líneas rectas, inequívoca señal de que la actividad bioeléctrica cerebral ha cesado. Es
la llamada «respuesta plana», signo definitivo de la muerte. Los especialistas insisten en que para que
exista muerte cerebral han de cesar en sus funciones tanto la corteza o centros superiores como el tronco
y médula nerviosos. Es entonces cuando se presentan las falsas líneas «cero» o rectas en el equipo del
registro....
Ilustración 4 ELECTROENCEFALOGRAMA
El cadáver se deshidrata aceleradamente. La pérdida de agua es responsable de que los globos oculares
experimenten una fuerte contracción. El ojo deja de presentar su turgencia habitual, la córnea se vuelve
opalescente y la piel de todo el cuerpo comienza a plegarse y apergaminarse. Mientras tanto, la sangre se
coagula al sedimentarse los glóbulos rojos, la hemoglobina que éstos contenían y que daban a estas
células su color rojo, se derrama tiñendo el suero sanguíneo antes transparente y llegando a impregnar
las paredes arteriales cromándolas con un tinte carmín indefinido.
La sangre, acumulándose en las zonas inferiores del cuerpo, brinda a éstas un tono violáceo que
contrasta con la sobrecogedora palidez de otras áreas. Por otra parte, el suero sanguíneo se abre paso a
través de los capilares y, atravesando la piel, se filtra hasta el exterior dando lugar a las "trasudaciones
post mortem". También la orina, el líquido cefalorraquídeo y los fluidos intracelulares se derraman a través
de los diversos tejidos, provocándose bolsas o ampollas cuya descomposición provocarán luego el pútrido
olor de los cadáveres...
Simultáneamente a esta palidez, exudación y frialdad, los músculos del cadáver se tornan rígidos y
endurecidos. Si al principio aquel cuerpo recién fallecido parecía un pelele fláccido relleno de trapo, ahora
su tejido muscular adquiere la textura de una tabla. Parece ser que esta rigidez de las fibras musculares
es debida a un proceso lento de acidificación combinada con la deshidratación. Las moléculas proteicas
de la musculatura (que por cierto presentan una configuración como si fueran resortes helicoidales)
adquieren ahora una elasticidad que las asemeja al acero.
La rigidez cadavérica se inicia unas cuatro horas después, comenzando en la mandíbula inferior y en la
nuca, y concluyendo con la extensión de las piernas, se prolonga hasta dos o tres días tras el instante del
óbito.
Ilustración 6 RIGIDEZ CADAVÉRICA
Leyendas de terror…
Por otra parte, han surgido leyendas acerca del "terror" experimentado por los cadáveres cuando su alma
sufre el castigo divino. Refiriéndose al cadáver de un hombre que en vida había maltratado cruelmente a
su mujer, ésta relata así la escena desarrollada en la cámara mortuoria:
"Mi suegra y cuñados sollozaban junto al féretro. Las sombras alargadas hasta el techo, proyectadas por
los hachones encendidos, daban a la estancia un aspecto lúgubre y fantasmal. Yo contemplaba la palidez
de aquel rostro que tanto había odiado. De repente, las cuatro personas que rodeábamos a Juan
quedamos petrificadas por el espanto.
La boca del cadáver se cerró con un gesto de angustia infinita como si no pudiera resistir el tormento que
sin duda su ánima estaba sufriendo en aquellos instantes; los dedos de sus manos, que descansaban
sobre el pecho, se crisparon, y los pelos de toda su piel se erizaron de repente como señal del terror que
embargaba su cuerpo... "
Seguramente las mujeres que velaban al muerto no sufrían ilusiones. Es frecuente observar durante el
período de rigidez muscular, contracturas de los maxilares, párpados que se cierran bruscamente,
flexiones en los dedos de las manos y pies y, sobre todo, la clásica «carne de gallina» (horripilación)
provocada por micro contracciones a nivel epidérmico de los músculos erectores del vello.
Aún más horripilantes resultan algunas historias acerca de cadáveres que se encontraban tendidos en
posición «decúbito supino» "decúbito supino" y que espontáneamente se incorporaron, quedando
sentados sobre la camilla mortuoria con el tronco en posición vertical, y otros casos de cuerpos yacentes
que extendieron bruscamente su brazo ante el espanto de todos los presentes.
Con la rigidez del difunto debemos dar por perdida toda esperanza de que aquel cuerpo pueda
reanimarse y ejercer las perdidas funciones vitales. El terrible destino que le espera ahora, la aniquilación,
por descomposición bioquímica o putrefacción, de su entramado celular, reducirán a la nada esa
debilísima expectativa...
La acción putrefactora
En ningún lugar de nuestro mundo físico puede comprobarse mejor que en un cadáver cómo la batalla
final entre negantropía y entropía acaba siendo ganada por la última.
Si la negantropía parecía violar las leyes que exigen una lenta, pero implacable destrucción del orden
cósmico (entropía) gestando seres vivos cada vez más complicados y perfectos, acumulando información
cada vez más densa en unos pocos centímetros cúbicos de cualquier organismo animal, las leyes
termodinámicas acaban finalmente por imponerse disolviendo el rico encaje pletórico de armónica belleza
en los tejidos vivos y aniquilándolos hasta reducirlos a polvo inerte. Comienza la putrefacción.
El marco de ese escenario épico donde podemos asistir a la desigual lucha final entre Thanatos y Eros,
es el cadáver de un hombre. Tras la muerte, inicia su macabra actividad la llamada "autolisis tisular"
(autodestrucción de los tejidos celulares). Y más tarde iniciarán su voraz banquete los fermentos,
microorganismos necrófagos que no perdonan nada ni a nadie. Sus enzimas se aplican con particular
empeño a romper cuantas moléculas complejas encuentran a su paso. Proteínas y ácidos nucleicos son
destruidos y descompuestos en sus aminoácidos y nucleótidos integrantes.
En pocas horas los órganos más delicados de nuestro cuerpo quedan reducidos a una masa viscosa y
pestilente. La porción medular de las glándulas suprarrenales se ablanda convirtiéndose en una cavidad
cloacal que segrega un líquido parduzco, y las paredes del estómago y los intestinos se reblandecen
también por auto digestión. Los jugos gástricos, que hasta ahora habían respetado los recintos que los
contenían, muerden agresivamente la coraza muscular, perforándola y derramándose por las cavidades
peritoneales, La cavidad pleural, junto al pulmón, que contiene una sustancia sumamente ácida, al
reaccionar con los líquidos gástricos que se abren paso a través del diafragma, comienzan una acción
doblemente destructora sobre el aparato respiratorio.
Todavía las bacterias putrefactoras esperan a intervenir, cuando los primeros agentes químicos hayan
abierto brecha...
Las grasas de ciertas zonas se transforman en ácido acético bajo la actividad de fermentos lipolíticos; y
los múltiples hidratos de carbono comienzan a degenerar convirtiéndose en alcoholes y ácido láctico.
Todos estos procesos de la materia orgánica en descomposición comienzan a exhalar los primero gases
pútridos: ácido sulfhídrico y amoníaco, pentano, etc.
Es ahora cuando los microorganismos que preparaban su gran batalla final se deciden a intervenir.
Proceden de todas partes. Estaban escondidos en las fosas nasales y entre los dientes, flotaban en el
aire circundante, pero, sobre todo, existían por billones en la flora bacteriana de nuestros intestinos.
EL ATAQUE MICROBIANO.
Se lanzan a perforar las células inermes de los tejidos que, desprovistas de las defensas que los
anticuerpos contenidos en la sangre les deparaban, no pueden luchar contra tan poderoso enemigo.
Penetrando por los vasos sanguíneos, que ya no contienen otra cosa que suero degenerado, e
invadiendo los túbulos linfáticos, se esparcen por doquier. La sangre descompuesta les sirve como caldo
de cultivo. El "clostridium Welchii" es un microorganismo que destruye los componentes complejos de la
sangre, licua los coágulos de los «post mortem», e invadiendo otros tejidos, fermenta las sustancias
orgánicas produciendo gases deletéreos. La "scherichia coli" y el "proteus vulgaris" le acompañan en su
acción demoledora. A las cuarenta y ocho horas del fallecimiento una bacteria se impone a sus
congéneres, el "bacillus putrificus".
Esta selección de especies, ordenada en la gran invasión, tiene una causa simple. En una primera fase,
aún se encuentra mezclada con la sustancia orgánica del cuerpo abundante oxígeno. De esta manera son
las bacterias aerobias (las que respiran en aire normal) las que pueden ejercer su acción fermentativa...
Entre los líquidos putrefactos amarillo-verdosos en que se han transformado los citoplasmas celulares,
esos microbios encuentran su caldo nutritivo más apetitoso para concluir su función degradadora aliada
de la Parca.
A veces, extraños organismos provocan efectos sorprendentes. Sobre algunos cadáveres aparecen
extensas manchas de vivo color carmín. Es que allí se encuentra el "micrococus prodigiosus", el mismo
que provocaba los falsos milagros de las hostias consagradas sangrantes y que hizo postrarse de rodillas
a más de un monseñor piadoso. En otras ocasiones es el "bacterium violaceum" el que genera curiosas
marcas de color lila como hechas con un tampón de tinta sobre la piel apergaminada...
La destrucción de las vísceras llega a niveles que cuesta describir. Los parénquimas son aniquilados por
el "enfisema pútrido" hasta llegar a licuarse. El hígado se transforma en una repulsiva sustancia verde
negruzca, y el cerebro, esa maravillosa estructura de arquitectura prodigiosa, acaba por reducirse a una
masa amorfa verde grisácea y viscosa.
Los pulmones se atrofian, las fibras del corazón presentan multitud de burbujas llenas de gas pútrido.
Cuando transcurren dos meses, lo que era el miocardio se ha trocado en un líquido espumoso en el que
sobrenadan gotas de grasa corrompida. Todavía los riñones se resisten a la destrucción generalizada,
protegidos por su coraza de grasa; y mucho después aún resisten como fortines enclavados en campo
enemigo, la vejiga, el páncreas y la matriz en las mujeres. Es como el último bastión resistente a la acción
putrefactora, simbolizando la vida.
Son estos gases los que provocan algunos espeluznantes movimientos del cadáver y llegan incluso a
gestar el parto de algunas embarazadas después de su muerte. Son ellos los que testifican la presencia
de un ahogado, haciéndolo flotar tras una inmersión prolongada. Estos gases llegan a estallar en la
misma epidermis, abriendo así enormes llagas que constituyen la puerta de entrada de nuevas bacterias
saprofitas, hongos y millones de pequeños insectos necrófagos que concluirán el festín de la muerte.
En este momento ya ha concluido el período de putrefacción verde, llamado así por la aparición de una
extensa «mancha verde» abdominal. Fue la flora bacteriana la responsable de la génesis de ácido
sulfhídrico que, reaccionando con los hematíes de la sangre, provocaron el compuesto de color
esmeralda llamado «sulfometahemoglobina». Mancha abdominal que en los cadáveres por congelación
se torna en un color rosáceo.
CAMBIOS EN EL ROSTRO.
Luego los cabellos se desprenden a la mínima tracción, los tegumentos se ennegrecen y los globos
oculares se proyectan hacia el exterior otorgando un horrible aspecto al rostro del cadáver.
Los párpados se distienden, inflamándose los labios, mientras por sus comisuras mana un líquido
negruzco de olor pútrido y por otras cavidades corporales se desprenden emanaciones espumosas y
amarillentas.
La fase final es denominada por los tanatólogos como de "putrefacción colicuativa", las articulaciones se
abren manando un líquido que es mezcla de centenares de subproductos orgánicos. Todas las vísceras
se han licuado ya.
Los globos oculares se han disuelto. La voracidad de los insectos necrófagos ha dado buena cuenta de
una gran masa del cuerpo descompuesto. El cerebro hace ya varios días que se transformó en un viscoso
líquido grasiento de olor aliáceo, y los músculos se redujeron a hojas membranosas. La grasa, sobre todo
en aquellos que en vida fueron personas obesas, sufre un proceso de saponificación (transformación en
jabón). El amoníaco procedente de las fermentaciones es el culpable de este fenómeno químico. Es la
llamada «grasa de cadáver», de consistencia cremosa, que invade algunas cavidades del cuerpo...
Si el cadáver fue enterrado sin protección en el terreno, la influencia química de éste se suma a las
últimas acciones bioquímicas de los voraces organismos. Sólo queda ahora un humus grasiento cuando
ya los ligamentos y algunos tendones han desaparecido de la escena. Ese humus maloliente se difunde a
través de las sustancias arcillosas. Resta casi incólume la esbelta arquitectura del esqueleto óseo. Se ha
consumado la aniquilación. Los últimos residuos de vida orgánica han desaparecido. Ahora sí podemos
decir con propiedad que la Parca descansa tras su fatigosa labor.
Muerte aparente y
enterramientos en vida
En épocas pasadas, cuando la literatura del romanticismo trataba de buscar una peculiar explicación a la
dramática experiencia de la muerte, circularon espeluznantes relatos acerca de personas que habían
vuelto a la vida dentro de sus nichos. Tampoco están lejanos los días en que predicadores sado-
morbosos y neuróticos maestros de ejercicios espirituales aterrorizaban a sus oyentes con historias de
individuos que, habiendo fallecido en pecado mortal, resucitaban ante el pasmo de los deudos que
velaban sus restos en la cámara mortuoria, e incorporándose en la cama con el rostro congestionado por
el terror, exhalando un indefinido aroma azufrado y modulando sus palabras con voz cavernosa, advertían
a todos los presentes que eran inútiles cuantas oraciones y exequias se celebrasen a favor de su ánima,
pues ésta ya había sido condenada hasta la eternidad...
MITO O LEYENDA…
Tan irresponsables consejos que contribuyeron en otro tiempo a formar tantos cuadros neuróticos entre
los creyentes, avivando aún más ciertas formas de superstición religiosa, no han de hacernos perder de
vista que a veces es difícil establecer límites precisos entre la realidad mitificada y la genuina leyenda.
Es verdad que hubo muchos muertos que "despertaron" en sus ataúdes, si aceptamos los exámenes
realizados durante algunas exhumaciones en las que esos cuerpos aparecían trágicamente
contorsionados, con los brazos extendidos y los dedos crispados como si hubieran mantenido una lucha
dantesca contra la asfixia. Pero no había otra cosa sino los efectos de la progresiva rigidización muscular
o la acción de los gases que modifican la plasticidad del cadáver. Hemos de admitir, sin embargo, que
desgraciadamente se dieron en otras épocas casos reales de autor reanimación. Eran situaciones de
muerte aparente. Los precarios diagnósticos de fallecimiento que se practicaban entonces, dieron lugar a
semejantes errores.
EL "MUERTO RESUCITA"…
El paciente aparece en estado cataléptico; sus movimientos cardíacos son casi imperceptibles. Se explica
así que, en ausencia de un signo tan importante como es el pulso, médicos y familiares dieran por
muertas a personas que aún conservaban una mínima capacidad vital. En Marsella, cuando una familia
estaba velando al esposo que había fallecido víctima de una accidental pérdida de conocimiento, ahogado
en su bañera, el «muerto» se incorporó, miró sorprendido a todos los que le velaban y se desmayó de
nuevo impresionado por la escena cuando comprendió la situación. Más de una vez se ha llegado a
tiempo para abrir un ataúd al escuchar los angustiosos golpes y arañazos de la víctima que yacía rodeado
de una coraza de zinc...
El diagnóstico de la
muerte
En la moderna época de los trasplantes este problema de muerte aparente adquiere unas dimensiones
especiales. Por una parte, las leyes exigen que se certifique la muerte del donante con toda clase de
garantías, pero por otra parte, si se ha iniciado la fase de descomposición orgánica, esos riñones, ese
globo ocular... no servirán ya para ser trasplantados. Por todo ello, especialistas del mundo entero han
enfatizado acerca de la necesidad de realizar un diagnóstico absolutamente preciso de la muerte. Si uno
no se muere a una hora determinada como dicen los malos libros sobre estos temas, si la muerte es un
largo proceso en el que van aniquilándose una a una las partes vitales de nuestro cuerpo hasta el punto
de que nuestra epidermis sigue viva veintidós horas después de la muerte cerebral y los riñones aún
siguen dando signos de vitalidad durante bastante más tiempo, al menos necesitamos un criterio para
poder afirmar: ¡A partir de ahora ya no es posible que el cuerpo vuelva a alcanzar su estado anterior!
Ya hemos visto que el silencio cerebral puede brindarnos una pista para certificar la muerte. El EEG
plano, ha marcado el momento en que algunos médicos han desconectado los aparatos que mantenían
artificialmente con vida a algunos pacientes en estado comatoso. En 1977 se vio un caso curioso en el
Tribunal Supremo del estado norteamericano de Massachusetts: un hombre, víctima de un gran
traumatismo cerebral, yacía en el hospital, manteniéndosele vivo mediante un pulmón de acero. El
individuo conservaba sus constantes vitales, pero el electroencefalograma daba un trazado plano. Esa
situación de ausencia de ritmo encefálico persistía día tras día. Los médicos, tras consultar a la familia,
decidieron desconectarle el aparato de respiración artificial....
UN PROBLEMA JURÍDICO.
Pero aquel hombre había sido apaleado por un psicópata criminal. La situación había creado un grave
problema legal, pues el abogado defensor aducía que la muerte no había sido provocada por el agresor,
sino por los clínicos que arbitrariamente habían desconectado el pulmón automático. ¿Cuál era el criterio
de muerte? ¿La parada cardiovascular? ¿La arritmia cerebral?
Penin comparaba la línea plana del EEG con un gran lago helado que oculta las furiosas corrientes de
agua bajo la inmensa corteza de hielo. Porque efectivamente esas "líneas cero" sólo demuestran a veces
la inactividad de la corteza cerebral, base de nuestras actividades mentales, sensoriales y movimientos
conscientes; pero no olvidemos que aún puede latir la actividad del paleo encéfalo que rige nuestras
funciones vegetativas.
El temor a ser enterrados vivos persiste, sin embargo, en muchos enfermos con un cuadro anancástico-
fóbico. Esa fobia puede haber sido alimentada en la niñez por esos macabros relatos a los que aludíamos
anteriormente. A lo largo del siglo XIX y a principios del XX esta terrible obsesión aguzó el ingenio de
muchas personas y se llegaron a patentar sofisticados sistemas para evitar el enterramiento bajo efectos
de muerte aparente, o para poder comunicar con el exterior en caso de una emergencia semejante...
Vida vegetativa
Los médicos actuales se preocupan ante la inconsecuencia demostrada por esos familiares que permiten
la existencia de cadáveres vivientes, drogados, saturados de cables y catéteres, provistos de respiradores
artificiales que se mantienen antinaturalmente en un estado vegetativo.
Se les explica que tan pronto desconectes el marcapasos o cierres una válvula se irá para siempre,
puesto que jamás podrán recuperarse por sí solos..., pero los prejuicios de carácter pseudorreligioso
pueden más. Ellos esperan ¡un milagro! y consienten que el enfermo prosiga su agonía eternizada por
culpa de una aberrante utilización de la tecnología. Ese ancestral fantasma del "enterramiento en vida"
convertido en verdadero delirio paranoico, vence otras consideraciones humanitarias que ni siquiera
tienen que ver con la eutanasia y permite esa terrible lacra social que convierte en verdugos a los seres
más queridos del enfermo desahuciado, ante la mirada impasible de una Iglesia que hace muy poco para
resolver los más dramáticos problemas de nuestro tiempo, prisionera de unos dogmas esclerotizados que
el mundo de nuestros días ha vaciado de contenido.
La vida vegetativa, sin sensibilidad y sin conciencia, no es una vida humana. Mantener el riego sanguíneo
y la respiración con la ayuda de la tecnología es un error, si la situación mortal es irreversible. Cuando el
reloj de la existencia ha efectuado su recorrido total lo natural es que llegue la muerte; pero debe llegar
también de una manera natural.
Juan Prim y Prats, nació en Reus el 12 de diciembre de 1814, fue un militar y político liberal
español del siglo XIX que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros de España. En su
vida militar participó en la Primera Guerra Carlista y en la Guerra de África, donde mostró
relevantes dotes de mando y valor. Tras la Revolución de 1868 se convirtió en uno de los
hombres más influyentes en la España del momento, patrocinando la entronización de la Casa
Murió asesinado poco después. Con este nuevo estudio del cadáver momificado se ha
desvelado que el general Prim falleció tres días antes de lo que se creía hasta ahora por
años conocemos cómo murió realmente. Expertos de la Universidad Camilo José Cela, que
“Hemos resuelto un crimen del siglo XIX con los avances tecnológicos del siglo XXI”, se lee en
El primer contacto que tuvimos con los últimos objetos y los restos cadavéricos del General Juan Prim y
Prats, se produjo la mañana del 16 de mayo de 2012, durante la visita organizada por la Comisión Prim
al Museo del Ejército, ubicado en el Alcázar de San Juan de Toledo (España). Allí se custodian la berlina
en la que viajo por última vez el general Prim y parte de los ropajes, levita, levitón y fajín, que portaba
aquella fatídica tarde-noche del martes 27 de diciembre del año 1870 en la que fue asaltado en la
madrileña calle del Turco. Gracias al excelente estado en la conservación de estos objetos pudimos
El atentado ocurrido el martes 27 de diciembre de 1870, sobre la persona del General Juan Prim y
Prats, intervinieron un número indeterminado de personas, que podría ser un grupo de entre seis y doce,
todos fuertemente armados. Aparecen súbitamente de entre las sombras y abren fuego con furia contra el
interior de la berlina. Se producen por lo menos dos cargas con armas cortas y largas de diferentes
calibres. El general Prim resulta herido en el hombro izquierdo, codo izquierdo, espalda y mano derecha.
El general, que resultó gravemente herido de estas lesiones ( serán descritas más adelante) pero en la
berlina y en los ropajes queda constancia de su magnitud, por la evidencia de las grandes hemorragias
conservan, etc., utilizando entre otras herramientas luz forense, pudiéndose comprobar la existencia y
persistencia de manchas que podrían ser compatibles con sangre derramada por las heridas sufridas en el
atentado, y que podrían haberse formado por la precipitación de la sangre a través de los ropajes
Tiempo después pudimos comprobar que el cuerpo se encontraba en perfecto estado de conservación
para su estudio. Aun estando el cuerpo en el interior de un féretro de plomo que dejaba visible solo el
tercio superior del cuerpo, esta parte superior podía observarse perfectamente debido a que el féretro de
plomo en el que se encontraba tenía en esa zona una placa vidrio. Al retirar este, y a pesar de los
persistentes olores que inundaban la estancia del tanatorio donde nos encontrábamos, pudimos distinguir
el característico aroma de un cadáver momificado. En ese momento crucial del estudio, y presentes los
responsable de su custodia y las autoridades del municipio, procedimos a examinar, uno de los exámenes
fue el tacto del cuerpo del general, primero la parte superior del cuerpo, la expuesta, después se procedió
a que la antropóloga forense introdujera la mano en el interior del sarcófago de plomo. Dicha exploración
nos permitió profundizar sin proceder a la apertura del sarcófago incluso se pudo llegar hasta la zona
de los tobillos, comprobando que los miembros inferiores se encontraban en muy similar grado de
conservación que el resto del cuerpo, lo que nos confirmó que el conjunto estaba en perfecto estado para
su estudio, ya que presentaba una momificación completa, se tomo la decisión de proceder a la apertura
del sarcófago.
El estudio de un cuerpo momificado es competencia de la Antropología Forense, siendo uno de sus
identificación del sujeto así como la data de la muerte son datos de sobra conocidos y constatados.
caracteriza por una deshidratación intensa del cuerpo. Para que un cadáver se momifique de manera
espontánea influyen diversas circunstancias, como las condiciones ambientales, el sexo del individuo y la
causa de la muerte, ya que, por ejemplo, una muerte que ha cursado con grandes hemorragias favorece
la momificación. Esta conservación permite el estudio de las lesiones que presenta el cadáver del
estudio del cadáver momificado del general Prim utilizando la tecnología más avanzada, lo que nos
permitió no solo realizar el estudio externo del cuerpo, sino también el estudio interno mediante técnicas
Lo primero que observamos fue que el cadáver no estaba autopsiado, hecho este que contradice a lo
dicho en los documentos históricos y oficiales, entre ellos el informe de la autopsia con las firmas de los
doctores que lo atestiguan, y que se referencia en los folios 136r –141v del volumen nº 2 del sumario. En
dicho informe se especifica que el día 31 de diciembre de 1870 se practica la autopsia del cadáver del
Excmo. Sr. D. Juan Prim, se reconoce su hábito exterior y se recurre a la necroscopia para conocer la
La autopsia es un procedimiento médico legal que consta de varias partes, la mayoría de los autores de
referencia en la Medicina Legal y Forense diferencian tres etapas o momentos: estudio del lugar de los
hechos; estudio externo del cadáver; y estudio interno que implica apertura de cavidades.
define como necropsia o autopsia, palabra que proviene del griego y que significa “acción de ver con los
propios ojos”. A pesar de que las técnicas de apertura de cavidades han evolucionado a lo largo de la
historia, en aquel momento ya era un procedimiento habitual dentro del proceso de la autopsia. Si a esto
le añadimos que en el informe de la autopsia se describen lesiones óseas y musculares que no es posible
ver salvo directamente o mediante radiología (técnicas que surgen a partir de 1895), queda implícitamente
probado que en la documentación se afirma haber realizado la autopsia completa, incluyendo el examen
interno del cuerpo, algo que se contradice por completo con el examen realizado por nuestra parte, en el
Respecto a las lesiones por arma de fuego que presentaba y presenta el cuerpo, su descripción es la
siguiente:
Una lesión en el hombro izquierdo con orificio de entrada en la zona delantera del cuerpo y que
compromete al hueso en esa zona, producida por un arma de gran calibre, haciendo fuego desde muy
Dos lesiones en el codo izquierdo que se corresponden con orificio de entrada y salida producidas por
arma de fuego sin afectación ósea. Estas lesiones probablemente se produjeron estando este brazo
separado del tronco en alto. Pese a no tener afectación ósea, esta lesión sangró abundantemente
impregnando de sangre la levita y el levitón que llevaba el general en el momento del atentado.
Tres lesiones en la mano derecha de las cuales una de ellas provoca la amputación traumática del
dedo anular. En este punto es obligado reseñar que en el informe de la autopsia se hace referencia a que
la amputación de dicho dedo fue quirúrgica y sin embargo no se aprecia ningún signo de cura en dicha
lesión. La segunda lesión, de gran tamaño, se corresponde con una producida por arma de fuego, con
orificio de entrada en la zona palmar, producida a muy corta distancia, mientras que la tercera se
corresponde con el orificio de salida a nivel del segundo-tercer metatarsiano. Estas lesiones son
compatibles con heridas defensivas ocasionadas, posiblemente, al intentar desviar la trayectoria del cañón
de un arma corta, compatible con una pistola de repetición o revolver; algo que sugieren los dos impactos
orificio de salida de una lesión por arma de fuego. A pesar de que sus bordes lineales no parecen indicar
esto, en el informe “oficial” de la autopsia se hace referencia a esta lesión como un corte quirúrgico a fin
de extraer un proyectil de los alojados en el cuerpo a ese nivel. No obstante, resulta cuanto menos
Respecto a estas lesiones es importante destacar que ninguna de ellas afecta, en principio, a
un órgano vital. No obstante, estudiando las ropas que llevaba el general y los restos de sangre que
permanecen en el lugar de los hechos, la berlina, es de todo punto evidente que sufrió una pérdida de
sangre considerable que hubiera provocado una hipovolemia, que al no ser transfundido constituye una
patología grave.
Por otro lado, en la zona supraclavicular izquierda se aprecia un corte quirúrgico lineal y con puntos
de sutura que no se corresponden, en principio, con la intervención quirúrgica de una lesión por arma de
fuego, ya que en ese caso la incisión no sería tan lineal y sus bordes aparecerían más irregulares, por lo
que es más probable que dicha incisión fuera producida durante el proceso de embalsamamiento, el cual
palma de la mano, se aprecian unos emplastes que hacen pensar que hubo un intento de cortar las
hemorragias en esas zonas, pero no se observa en ninguna otra lesión más cura alguna; ni con puntos, ni
Llegados a este punto, es importante resaltar que las lesiones que presenta el cadáver no se
corresponden con la documentación oficial y que si a esto le añadimos que existe un informe de una
autopsia practicada al general Prim, que en realidad y como pudimos comprobar no se realizó, nos
encontramos con hechos objetivos y demostrables que hacen dudar seriamente sobre la veracidad de la
un surco que parte desde la parte posterior del cuello, presenta continuidad hasta la zona delantera y
desde donde parte otro en dirección posterior y ascendente. Estas “marcas”, en principio, son compatibles
con las descritas por diferentes autores de la literatura médico legal (Balthazard, Simonín, Concheiro
y Suárez-Peñaranda, López Gómez y Gisbert, Di Maio, Verdú) como lesiones externas de un tipo específico
Dada la importancia que representa este hallazgo, era necesario e imprescindible descartar la posibilidad
de que dichas marcas se hubieran producido por cualquier otro motivo, como, por ejemplo, presión
ejercida por la ropa con la que fue inhumado el General, alguna manipulación durante el proceso
de embalsamamiento, etc.
Para ello estudiamos de nuevo el cadáver y profundizando en el estudio de estas marcas, evaluando la
El estudio realizado en la ropa con la que fue inhumado el general Prim, al igual que los desarrollados
anteriormente, fue extremadamente minucioso y nos llevó a la conclusión de que las mencionadas marcas
trate de marcas producidas durante el proceso del embalsamamiento, proceso este de conservación
líquidos conservadores en el interior del cadáver evitando que se produzca la putrefacción cadavérica.
Conclusiones
A la vista de todo lo anteriormente expuesto, consideramos que, muy probablemente, desde casi el mismo
momento del atentado, el general Juan Prim y Prats debió quedar inconsciente como resultado del
shock traumático al que hay que sumar la hipovolemia sufrida por la pérdida de sangre.
Respecto a la gravedad de las lesiones, al no haber afectación de órganos vitales es posible que se
le practicasen unas curas a fin de cortar las hemorragias del hombro izquierdo y de la mano
derecha. Es importante destacar en este punto que a pesar de la excelente conservación del cadáver, no
Por último, consideramos de extrema importancia la valoración de las marcas que se aprecian en el cuello
del cadáver y que descartando que fuesen producidas por las ropas o durante el proceso de
lazo, siendo esta modalidad de estrangulación mayoritariamente de carácter homicida y cuyo signo
externo fundamental es el denominado surco de estrangulación. Respecto a las lesiones internas en este
tipo de estrangulamiento, la proporción con la que aparecen hemorragias petequiales, lesiones óseas o
cartilaginosas a nivel de la lesión externa son de baja proporción, por lo que la ausencia de ellas no
Gamero y Lucena, refiriéndose a las lesiones producidas en muertes por estrangulación consideran que “el
surco de la estrangulación dejado por la compresión del lazo sobre la piel del cuello, se ha de
Por otro lado, la continuidad que presenta el surco así como la profundidad no son compatibles con los
Juan Prim y Prats muriera estrangulado, fundamentalmente porque, por razones más que obvias, no
estábamos presentes en el momento en que tal hecho pudiera producirse, pero sí que estamos en
condiciones de afirmar, rigurosa y científicamente, que las marcas que rodean el cuello de su cuerpo
momificado son compatibles con el estrangulamiento a lazo habiendo descartado las posibilidades
PreviousNext
Fig. 2: Fotografía de la exposición de la pierna del Sr. Tolson Cunning en 1895. La...
Fig. 3: Placa de tórax del entonces presidente de los USA Roosevelt en donde se...
Fig. 20: Examen interno en una autopsia forense, se visualiza corte a nivel de la pelvis...
Fig. 15: TC craneal en donde se visualizan pequeños fragmentos metálicos que siguen...
Fig. 10: Reconstrucción Volume-Rendering de una lesión por arma blanca a nivel...
Fig. 18: Enfisema subcutáneo en individuo lesionado por arma blanca a nivel cervical...
Fig. 14: Corte axial a nivel abdominal en donde se visualizan múltiples imágenes...
INTRODUCCIÓN
Generalmente estos estudios se realizan en personas con vida (cálculo de edad ósea,
valoración de fracturas por agresiones físicas, etc), sin embargo la exploración mediante
TCMD en cadáveres ya se utiliza, aunque de manera no rutinaria, en pocos países.
La literatura existente sobre ésta técnica aún es escasa, pero muestra a la tomografia
computada multidetector (TCMD) como una técnica de imagen útil, que aporta
información complementaria que hubiera pasado desapercibida con el método
tradicional.
La Medicina Legal y Forense constituye, la especialidad médica que tiene por objeto la
utilización de los conocimientos médicos, jurídicos, administrativos y éticos, a la
aplicación, desarrollo y perfeccionamiento del Derecho, de la asistencia sanitaria y de la
actividad profesional médica. Es el vínculo entre el derecho y la medicina.
La palabra autopsia procede etimológicamente del griego “autos” (yo mismo)" y "opsis
(vista)", por lo que en sentido estricto significa "visto por sí mismo", aunque algunos
autores refieren que la definición etimológicamente adecuada es: “mirar a través de uno
mismo”.
Desde el punto de vista médico legal existen dos tipos de autopsias: la autopsia judicial
o forense y la autopsia clínica Fig. 1. La primera es aquella que se realiza a petición de
una autoridad judicial para el esclarecimiento de causas relacionadas con algún evento
traumático, accidental o violento, mientras que la autopsia clínica es aquella que se
realiza a nivel hospitalario como la etapa final del proceso clínico asistencial.
Fig. 1: Tipos de autopsia desde el punto de vista médico legal.
References: Hospital Universitario Sagrat Cor - Barcelona/ES
La legislación española establece que la autopsia medico legal debe ser realizada por un
médico forense. Sin embargo ante la ausencia de esté, el Juez puede nombrar a otro tipo
de médico para que la realice. También contempla la posibilidad de cooperación de
varios facultativos cuando el Juez y el propio forense lo consideren oportuno.
La autopsia medico legal debe ser realizada en todas las muertes accidentales,
violentas, repentinas o aquellas que puedan representar un indicio de la probable
comisión de un delito.
Radiología Forense:
Durante una investigación criminal la Medicina legal forma parte esencial de un equipo
multidisciplinario, dentro del cual la radiología forense ha tomado una gran importancia
en las últimas décadas.
Fig. 3: Placa de tórax del entonces presidente de los USA Roosevelt en donde se
visualiza el proyectil de arma de fuego localizada en el reborde inferior de un arco
costal (aparentemente el 7mo.
References: Special to The New York Times; October 17, 1912, , Section , Page 1.
Por muchos años la aplicación de la radiología simple ha servido en los juzgados como
metodo de prueba en casos medico legales. Sin embargo, la bibliografía acerca del tema
es casi inexistente. Los escasos libros que existen hasta este momento se concentran en
la radiología convencional y no hacen revisión de los técnicas avanzadas de imagen
como tomografía multicorte o resonancia magnética.
Este tipo de autopsia se realiza no sólo para determinar la causa de la muerte, sino que
también tiene por objeto el establecer la etiología medico legal de la muerte (accidental,
suicida u homicida) y el esclarecer las circunstancias en las que ésta se produjo. Tiene
gran trascendencia en el ámbito judicial ya que de ella se pueden derivar conclusiones
que pueden influir en sentencias judiciales.
Es una fase exclusiva de la autopsia médico legal, consiste en el examen del cadáver en
la escena o lugar de los hechos.
Examen externo
El análisis de la ropa adquiere especial relevancia cuando ésta aparece rota o manchada,
en cuyo caso, se ha de verificar la relación o falta de relación existente entre los daños
de la ropa y las lesiones corporales del cadáver.
Los principales datos que se pueden recoger en el examen externo del cadáver son los
siguientes:
Fig. 7: Examen externo del cadaver.
References: Hospital Universitario Sagrat Cor - Barcelona/ES
Fig. 8: Examen externo del cadáver en una autopsia forense, en esta fotografía se
visualizan y miden las distintas lesiones externas.
References: Hospital Universitario Sagrat Cor - Barcelona/ES
Examen Interno
En los últimos años, cuatro centros han intentado el uso cotidiano del TCMD entre ellos
se encuentra: el Instituto Forense de Fedicina y Radiología Diagnostica de la
Universidad de Bern en Suiza, Instituto de Fuerzas Armadas en Washington DC. USA,
Instituto de Medicina Forense, Copenhage, Dinamarca y el Instituto Victoriano de
Patología en Sydney Australia.
Consideraciones técnicas:
AREAS DE INTERES:
Fig. 12: Posibles campos de acción de la radiología forense.
References: Hospital Universitario Sagrat Cor - Barcelona/ES
Identificación forense:
Fig. 14: Corte axial a nivel abdominal en donde se visualizan múltiples imágenes
redondeadas hiperdensas, a nivel de asas intestinales, la necropsia demostró la presencia
de paquetes de cocaína.
References: Hospital Universitario Sagrat Cor - Barcelona/ES
La falta de contraste en los tejidos, limita como en el caso de los estudios basales
premortem la sensibilidad para identificar lesiones en tejidos blandos; sin embargo,
algunos signos directos o indirectos pueden ser de ayuda para determinar la causa de
muerte.
CRANEO Y ENCEFALO
A nivel craneal, los hallazgos traumáticos convencionales en estudios premortem
(hematomas subdurales, epidurales o fracturas), pueden ser detectados en el estudio
radiológico postmortem. Estos permiten indicar con mayor precisión la repercusión
que éstas lesiones impllicaron a nivel premortem en comparación con la autopsia
convencional, que tiene la limitación de infra estimar estos hallazgos al liberar la
presión craneal por la apertura de la cavidad.
CAVIDAD TORACICA:
A nivel torácico, la valoración del corazón puede revelar estadios clínico patológicos
crónicos previos a la muerte que pudieran haber condicionado una muerte de origen
natural. Infartos masivos con ruptura de la pared ventricular, tamponade, derrame
pericárdico, cardiomegalia, etc., también pueden ser detectados.
La evaluación radiológica del tórax a través del estudio en alta resolución permite
localizar lesiones o áreas de contusión con una sensibilidad similar a la del estudio
anatómico convencional, sin embargo, los fenómenos cadavéricos deberán ser
analizados con detalle para así evitar confundir los procesos tanatológicos normales con
hallazgos patológicos (estasis vascular por declive).
Fig. 18: Enfisema subcutáneo en individuo
lesionado por arma blanca a nivel cervical
posterior (flecha) Fig. 19: Apertura de cavidad torácica en
References: Hospital Universitario Sagrat autopsia forense.
Cor - Barcelona/ES References: Hospital Universitario Sagrat
Cor - Barcelona/ES
CAVIDAD ABDOMINAL.
Como ya hemos señalado, el estudio sin contraste limita la sensibilidad para detectar
lesiones en órganos intraabdominales, laceraciones, focos de contusión, pequeños
sangrados y pueden pasar inadvertidos en el estudio radiológico, con graves
consecuencias en una investigación médico legal.
LESIONES OSEAS
Conclusiones:
Se requiere mayor investigación para poder determinar si el uso del CT deberá ser
rutinario en la practica forense habitual, valorando la ventajas y limitaciones de ambas
técnicas así como el costo beneficio.
Fig. 24: Conclusiones
References: Hospital Universitario Sagrat Cor - Barcelona/ES