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Introducción

En las últimas décadas, los avances en conocimientos médicos, tecnológicos y en salud pública
han permitido importantes transformaciones en la estructura de la población. La más significativa
ha sido el incremento de la proporción de los adultos mayores asociado a la disminución de la
fecundidad, la reducción de la mortalidad de todas las edades, el aumento de la esperanza de vida
al nacer y al mejoramiento de los servicios de salud de la población. No obstante, las personas de
60 y más años de edad se consideran altamente vulnerables, ya que presentan mayores riesgos de
enfermar o morir por enfermedades crónicas o enfermedades no transmisibles que son afecciones
de larga duración y, por lo general de progresión lenta.

En el año 2008, la Organización Mundial de la Salud señaló que las enfermedades crónicas:
cardiovasculares y cerebrovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes
son las principales causas de mortalidad en el mundo, siendo responsables del 63% del número
total de muertes anuales1. Según las previsiones de la OMS, si todo sigue igual, la cifra anual de
muertes por enfermedades no transmisibles aumentará a 55 millones en 20302.

La prevalencia de este tipo de enfermedades afectan el proceso de envejecimiento de una persona


y se deben en gran medida a factores de riesgo: consumo de tabaco, uso nocivo del alcohol,
inactividad física, obesidad, perfil lipídico alterado y dieta inadecuada. Sin embargo, la modificación
de hábitos no saludables y el control de los factores de riesgo pueden, en la mayoría de los casos,
evitar las manifestaciones clínicas de algunas enfermedades crónicas e impedir complicaciones
que, sin control, pueden causar discapacidades que tienden a disminuir la calidad de vida de las
personas mayores. Por ello, la necesidad de la detección temprana, tratamiento y rehabilitación de
los que padecen enfermedades no transmisibles y de planificar programas de acciones preventivas
para esta población, que favorezcan su continuo desarrollo y mejore su calidad de vida.

A partir del año 2010, el Instituto Nacional de Estadística e Informática a través de la Encuesta
Demográfica y de Salud Familiar incluyó una sección sobre traumatismo y enfermedades crónicas
en el Cuestionario del Hogar; pero en el año 2013, se incorporó un módulo de salud con ocho
secciones: hipertensión y diabetes, factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, salud ocular
y bucal en adultos, prevención y control del cáncer, tuberculosis, VIH/SIDA, salud mental y salud
bucal, ocular y mental en niñas y niños. A partir de estos datos, es posible elaborar indicadores
sociodemográficos y de salud del adulto mayor, con la finalidad de mejorar la evaluación y
formulación de programas de salud orientados a reducir los factores de riesgos asociados a las
enfermedades crónicas no transmisibles y fortalecer la atención sanitaria para los que las padecen.

1 Organización Mundial de la Salud “Informe sobre la situación mundial de las enfermedades no transmisibles”, 2010. Pág. 1.
2 Organización Mundial de la Salud “Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles
2013-2012”, 2013. Pág. 2.

7
Perú: Situación de Salud de la Población Adulta Mayor, 2014

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