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El acceso al agua potable y al saneamiento adecuado son los recursos

más importantes de la salud pública para prevenir las enfermedades


infecciosas y proteger la salud de las personas, además de ser
esenciales para el desarrollo.

El agua dulce es un recurso esencial para la salud de las personas, así


como para la seguridad alimentaria, el desarrollo económico y el
ecosistema. Todos estos planos se ven afectados por su creciente
escasez, que constituye uno de los principales problemas globales de
la humanidad y que se vislumbra como una de las principales causas
de conflictos en el futuro. La escasez del agua se debe, por un lado, a
la disminución de los recursos por el progresivo agotamiento de los
acuíferos y por la contaminación, así como, en muchos países, por
la SEQUÍA, y, por otro lado, al fuerte crecimiento de su demanda
derivado del aumento de la población, la irrigación agrícola y las
necesidades de la industria. La creciente preocupación por el problema
se ha plasmado, por ejemplo, en el trabajo de numerosas agencias
de NACIONES UNIDAS, las discusiones en foros multilaterales como la
Cumbre de la Tierra celebrada en 1992 en Río de Janeiro, o la
declaración de la Década Internacional del Agua Potable y el
Saneamiento Ambiental entre 1981 y 1990.

Durante dicha década se hicieron importantes progresos en cuanto a


la provisión de nuevos servicios y el desarrollo de nuevas tecnologías,
más apropiadas y económicamente accesibles. Del mismo modo,
aumentó la conciencia sobre la necesidad de la PARTICIPACIÓN local de
hombres y mujeres en el diseño, la ejecución y el seguimiento de los
proyectos de agua y saneamiento. También se contempló la
importancia de las estrategias integradas, que combinan la
construcción de nuevas infraestructuras con la EDUCACIÓN SANITARIA (Eade
y Williams, 1995:691). En definitiva, se contribuyó a que 1.300
millones de personas más lograran el acceso al agua potable en los
países en desarrollo. Pero, a pesar de ello, a principios de los años 90,
más de 1.000 millones de personas carecían todavía de tal acceso, al
tiempo que a 1.800 millones les faltaban saneamientos básicos
(Warner y Laugeri, 1992:7). La situación parece haberse deteriorado
en los 90 en cuanto a la primera magnitud, pues en el año 2000 se
baraja la cifra de 1.400 millones de personas sin agua potable.

La falta de agua potable y de saneamientos son los principales


responsables de que multitud de comunidades se vean diezmadas por
las ENFERMEDADES DIARREICAS, la dracunculosis o
la esquistosomiasis (ver enfermedades infecciosas), que merman
drásticamente su bienestar social y económico. Casi la mitad de las
personas del planeta, gran parte de ellos habitantes de países en vías
de desarrollo (PVD), padecen patologías asociadas a la falta de agua o
a la contaminación de la misma (WHO, 1996). Cada año, 5 millones de
niños mueren en el mundo a causa de enfermedades diarreicas
causadas principalmente por agua o alimentos contaminados. Millones
de niños –especialmente niñas– y mujeres pasan varias horas al día
acarreando agua de fuentes distantes, frecuentemente contaminadas.
No obstante, numerosas experiencias han demostrado claramente que
estas cifras pueden ser reducidas notablemente al aumentar el acceso
a través de intervenciones técnicamente relativamente sencillas y a
muy bajo costo en comparación con los beneficios potenciales (WRI,
1998).

A la hora de poner en marcha un programa de agua y saneamiento en


una comunidad, existen tres elementos importantes, relacionados
entre sí, en los que debe ponerse énfasis (WHO, 1996). El primero, y
de mayor importancia, es la provisión de agua potable y medios para
la eliminación de excretas. Esto exige de 20 a 40 litros por persona al
día (l/p/d), y que se puedan obtener a una distancia razonable de la
vivienda. Para que el agua sea segura para el consumo humano se
requiere que las fuentes de agua estén protegidas y que el transporte
hasta el hogar y el almacenamiento en el mismo se hagan de forma
adecuada. Esto también incluye instalaciones limpias y bien drenadas
para el lavado personal, el lavado de ropa y la limpieza de los utensilios
de cocina.

El segundo elemento que hay que tener en cuenta es la sostenibilidad


de los proyectos a través de la implicación de la comunidad en el
mantenimiento y la gestión tanto de dichos proyectos como de las
infraestructuras. Esto implica el uso correcto y el cuidado por parte de
la comunidad de los dispositivos para la provisión de agua y para la
eliminación adecuada de excretas. También implica saber cómo
proteger y almacenar el agua de manera segura, cómo mantener la
limpieza personal y del hogar, cómo cuidar las instalaciones de
eliminación de excretas y cómo evitar o minimizar las condiciones
ambientales insanas. Aquí, la educación sanitaria utilizada para
transferir conocimientos y cambiar conductas nocivas, junto con la
responsabilidad personal y la adopción de medidas sanitarias con
sensibilidad cultural, son los componentes clave.

El tercer elemento consiste en el apoyo institucional a las comunidades,


a las agencias de desarrollo y a las políticas gubernamentales a fin de
crear un marco favorable para las mejoras en el suministro de agua y
saneamiento. Numerosas experiencias han demostrado que los
esfuerzos de base comunitaria, tanto en una pequeña aldea como en
una gran ciudad, son más efectivos cuando responden a las
necesidades identificadas por la población. Además, se ha visto que los
gobiernos, tanto a nivel regional como nacional, son más efectivos
como promotores y reguladores de los procesos de desarrollo que como
proveedores de mejoras en agua y saneamiento (Banco Mundial,
1993:95).
Clasificación de las enfermedades infecciosas relacionadas con el agua según su mecanismo de transmisión
(elaborada en base a Rogeaux, 1993).
Mecanismo de Factores que favorecen la Enfermedades de prevención Medidas
transmisión transmisión

1. Propagadas El agua actúa como Enfermedades  Mejorar la


por el agua vehículo de diarreicas, cólera, calidad del agua
(water- transporte pasivo del fiebre tifoidea, polio,  Evitar el uso de
borne) elemento patógeno. leptospirosis, fuentes no
La infección se giardiasis, amebiasis, protegidas
produce al beber hepatitis infecciosa  Mejorar las
agua o al ingerir condiciones
alimentos sanitarias
contaminados. La  Evitar la
transmisión está contaminación
relacionada de los sistemas
directamente con la de
calidad del agua. abastecimiento
Ésta se contamina
por excretas o por
aguas residuales
2. Lavadas Son enfermedades Enfermedades  Aumentar la cantidad
por el agua causadas por la falta diarreicas (lavado de de agua disponible
(water- de higiene o por una manos), enfermedades  Mejorar la
washed) higiene precaria (en transmitidas por pulgas accesibilidad al agua
particular el lavado (tifus), infecciones por  Mejorar la higiene
de manos), que salmonela personal (comenzando
disminuyen con un (contaminación de por el lavado de manos
mejor acceso al agua alimentos), sarna, antes de comer y
y con mayores anquilostomiasis después de defecar)
cantidades de agua. (lavado de manos),
Su eliminación micosis, infecciones
depende más de la oculares (tracoma,
cantidad de agua conjuntivitis), piojos,
que de la calidad. asma
3. Con base En regiones Esquistosomiasis,  Reducir el contacto
en el agua endémicas, el mero dracontiasis (gusano de con aguas
(water- contacto con aguas Guinea). contaminantes (baños,
based) contaminadas por regadíos)
organismos  Control de la
(moluscos y población de moluscos
copépodos) que  Protección de fuentes
actúan como y pozos.
huéspedes de ciertos
parásitos es
suficiente para
contraer la
infección.
4. Provocadas Las infecciones son Paludismo (mosquito),  Mejorar el
por un transmitidas por fiebre amarilla almacenamiento de las
insecto vector insectos que se (mosquito), dengue aguas superficiales
relacionadas reproducen en el (mosquito),  Destruir los lugares
con el agua agua o pican en su oncocercosis (mosca), de reproducción de
(water- proximidad filariasis (mosquitos), vectores
related) enfermedad del sueño  Disminuir la
(mosca). necesidad de frecuentar
los lugares de
reproducción
 Transportar el agua
hasta los lugares por
conducciones cerradas

En las emergencias complejas y en los procesos de éxodo de la


población, el estado de salud y la supervivencia dependen en gran
medida del acceso al agua potable, por lo que proveer de ésta debe
ser la mayor prioridad. En casi todos los campos de refugiados y de
personas desplazadas, debe instalarse un sistema completo de
provisión de agua y de evacuación de excretas desde cero (además del
sistemas de distribución de alimentos y de cuidados sanitarios
básicos). La instalación de este sistema es a veces el primer contacto
operacional entre la agencia de ayuda y la población afectada. Es
importante tener en cuenta que, mucho antes de la llegada de las
organizaciones de ayuda humanitaria extranjeras, comienzan las
actividades de asistencia entre las mismas víctimas. Al llegar al
terreno, las diferentes organizaciones deben intentar aprovechar estas
primeras estructuras otorgando a la gente la oportunidad de participar
en la toma de decisiones y en la ejecución de los programas (European
Commission, 1998:110-111).

La provisión de agua requiere un sistema complejo y completo que


asegure que la cantidad suficiente de agua y de calidad adecuada
llegue a todas las personas. Esto supone la búsqueda de una fuente de
agua, su transporte, almacenamiento, tratamiento y distribución. La
cantidad de agua que debe calcularse para cada individuo no puede ser
determinada de manera universal, ya que deben tenerse en cuenta
factores fisiológicos, culturales, geográficos, climáticos y técnicos. En
situaciones de emergencia se requieren como mínimo 5 litros por día,
(l/p/d), algo más si se trata de un clima caluroso, cantidad que sirve
para suplir únicamente las necesidades fisiológicas y permitir la
supervivencia. Una vez superada la etapa de emergencia, la cantidad
de agua por persona debe aumentar hasta un mínimo de 15 a 20 l/p/d
(MSF, 1997:67). Ésta es la cantidad mínima que suele calcularse en
los campos de refugiados para los usos básicos (beber, cocinar y
lavarse). Para el abastecimiento de los establecimientos sanitarios
deben calcularse cantidades mucho mayores: para un centro
nutricional: 40 l/p/d, y para un hospital: 200 l/p/d (Perrin, 1996:82).
La calidad del agua le confiere la condición de potabilidad. El agua
potable es la que, en teoría, no contiene elementos que suponen riesgo
para el consumo humano o para cualquier uso doméstico, incluyendo
la higiene personal (OMS, 1998:5). En la práctica, para considerarse
potable (segura, inocua, de buena calidad) debe cumplir con una serie
de requisitos en cuanto a sus características físicas, químicas y
microbiológicas. Las características físicas son el gusto, el olor y el
aspecto. El agua de aspecto turbio no es necesariamente inadecuada
para beber si cumple con los otros requisitos, pero puede ser rechazada
por sus potenciales consumidores por considerarse “sucia”. La calidad
química del agua depende de la presencia de sustancias nocivas para
la salud (arsénico, mercurio, plomo, nitratos, etc.) por encima de
determinadas concentraciones. Eliminarlas del agua o reducir la
concentración de estas sustancias requiere métodos sofisticados y
costosos, por lo que generalmente se prefiere buscar una fuente de
agua alternativa. La calidad microbiológica depende de la
contaminación por microorganismos (bacterias, virus o parásitos), por
lo general de origen fecal. Al ser imposible detectar todos los
microorganismos, se utiliza un indicador, unas bacterias
denominadas coliformes fecales, presentes en el intestino humano y
en el de los animales de sangre caliente. En teoría, el agua potable no
debe contener ninguna de estas bacterias. No obstante, se acepta que
en ciertos contextos rurales, y en especial en situaciones de
emergencia, una muy baja concentración es tolerable (Perrin,
1996:83). En términos generales, en las emergencias la cantidad del
agua es más importante que la calidad, ya que la ausencia de unas
mínimas condiciones de higiene por la falta de agua es más
problemática que el consumo de agua de relativamente baja calidad
(MSF, 1997:67).

El agua se puede obtener de tres fuentes potenciales: pluviales (lluvia),


superficiales (ríos, lagos, charcas) y profundas (pozos, manantiales).
La cantidad y la calidad del agua, la accesibilidad, la disponibilidad
según la época del año y la logística necesaria para hacerla llegar a la
gente son los criterios que deben tenerse en cuenta para decidir si una
fuente es adecuada o no. La extracción del agua según la fuente puede
requerir una importante inversión, como la instalación de una bomba
para extraer el agua de un pozo, o un mínimo uso de recursos técnicos
y económicos como en el caso de algunos manantiales y aguas
superficiales. Una vez obtenida el agua, ésta puede ponerse
directamente a disposición de la gente, o ser canalizada a una unidad
de almacenamiento desde la que será distribuida. El agua de muy baja
calidad (por ejemplo el agua obtenida de un río) debe ser almacenada
para ser tratada. Cuando son muchas las personas que dependen de
una sola fuente, el almacenamiento y la posterior distribución a varios
grifos puede evitar “atascos”.
En la práctica, todas las aguas naturales necesitan tratamiento para
asegurar su inocuidad. Tratar el agua, eliminando los gérmenes
patógenos, es la única manera de asegurar su calidad. Las maneras
más utilizadas para ese fin son el almacenamiento, la filtración, el
tratamiento químico y la ebullición:

– El almacenamiento, durante el cual mueren algunos


microorganismos (por ejemplo, las cercarias, que transmiten
la esquistosomiasis, mueren después de 48 horas), permite la
sedimentación, con la que se reduce la cantidad de material orgánico,
de manera que luego durante el tratamiento químico se requiere
menos cloro. Si el agua se almacena en recipientes transparentes
expuesta al sol, los rayos UV eliminan la mayoría de los patógenos.

– La filtración consiste en pasar el agua a través de materiales (arena,


materiales cerámicos, membranas porosas, etc.) que retienen las
diferentes partículas (el diámetro de la partícula retenida depende del
tipo de filtro). Además del efecto mecánico, en algunos filtros (en
especial en los filtros de arena) se desarrolla en la parte superior una
zona de actividad biológica conocida como schmutzdecke, que retiene
y elimina los gérmenes patógenos haciendo el filtro más eficiente
(Perrin, 1996:97).

– En cuanto al tratamiento químico, los productos más utilizados son


el cloro y sus derivados. El cloro, que potabiliza el agua por la
eliminación de los gérmenes patógenos (efecto desinfectante), actúa
mejor a menor cantidad de material orgánico en el agua. Para aguas
con gran cantidad de partículas orgánicas, antes de la cloración se
utilizan sales de aluminio, que aceleran la sedimentación.

– Por último, la ebullición es un método muy efectivo pero que requiere


grandes cantidades de energía (el resultado óptimo se consigue
después de veinte minutos de ebullición turbulenta), por lo que no es
adecuado para situaciones de emergencia en donde el acceso a
recursos energéticos es a veces difícil e incierto (Perrin, 1996:98).

En conclusión: en primer lugar debería evitarse la contaminación del


agua para beber. En el caso de que el agua sea muy turbia, los sólidos
en suspensión deberían eliminarse por sedimentación. A continuación,
según los medios disponibles, el agua debe ser filtrada, clorada, o
ambas cosas.

El sistema de distribución que hace llegar el agua desde la fuente o la


unidad de almacenamiento al usuario puede ser de tipo móvil o de tipo
fijo. El sistema móvil consiste en transportar el agua en camiones
cisterna que por lo general rellenan depósitos de agua conectados a
sistemas de grifos ubicados cerca de la población. En el sistema fijo
existe una conexión directa entre la fuente de agua y los grifos de
distribución. La aplicación de un sistema u otro depende entre otros
factores de la distancia entre las viviendas y la fuente de agua, de la
cantidad de agua potencial en la fuente, del coste del transporte en
camiones y del grado de urgencia de la situación. Para garantizar que
la población se beneficie del agua y que los esfuerzos de suministro de
la misma no sean en vano, el sistema de aprovisionamiento tiene que
adecuarse en lo posible a las costumbres socioculturales de los
consumidores y funcionar de manera adecuada. Además, el uso
apropiado y el cuidado de las instalaciones dependen en gran medida
de la participación de la comunidad en todas las etapas del proyecto y
del nivel de educación sanitaria de la población.

Saneamiento

Para reducir la incidencia (ver INDICADORES DE SALUD) de las enfermedades


relacionadas con el agua (ver tabla en páginas previas), al suministro
de agua potable deben agregársele otras medidas de saneamiento. El
saneamiento consiste en métodos y medios para recoger y eliminar las
excretas (o heces) y las aguas residuales de una colectividad de
manera higiénica para no poner en peligro la salud de las personas y
de la comunidad en su conjunto (Franceys et al. 1994:3). Para romper
la cadena de transmisión de las enfermedades relacionadas con las
heces son esenciales las buenas condiciones de higiene personal, en el
hogar y en la comunidad. Los proyectos de agua y saneamiento deben
ir acompañados por programas de EDUCACIÓN SANITARIA y de promoción de
actitudes y conductas higiénicas. Muchas enfermedades relacionadas
con el agua se transmiten por culpa de un lavado incorrecto de las
manos y del cuerpo. Un lavado regular puede reducir la incidencia de
enfermedades de la piel y de los ojos, y, en especial, el lavado de
manos antes de comer y después de defecar reduce notablemente la
transmisión de microorganismos causantes de diarreas. También la
adopción de determinadas medidas de higiene en el hogar puede
reducir la incidencia de enfermedades, como designar un recipiente
apropiado exclusivamente para el agua de bebida, mantenerlo limpio
y tapado.

Para muchas comunidades de bajos ingresos, en particular en los


países pobres, la instalación de un sistema de alcantarillado no es
viable porque es muy costoso y exige disponer de agua corriente. Para
esas comunidades la construcción de letrinas ofrece una solución
higiénica y asequible. Existen diferentes tipos de letrinas, desde
la letrina sencilla de pozo (losa con agujero colocada sobre un pozo de
2 metros o más de profundidad) y las letrinas mejoradas con
ventilación (letrina de pozo con tubo de ventilación para reducir los
malos olores), hasta las letrinas de cierre hidráulico (letrina con
descarga de agua separada del pozo por un sifón) y los fosos
sépticos (instalación de saneamiento ubicada dentro de la vivienda que
vierte a través de un tubo a una cámara de sedimentación
subterránea). Todos los sistemas cuentan con ventajas y desventajas.
Cada comunidad debe elegir la opción más factible y más adecuada a
sus necesidades. Además, la elección del sistema más apropiado
requiere un detenido análisis de diversos factores, en particular, del
costo, de las posibilidades de aceptación cultural, de la sencillez del
diseño, de la construcción, del funcionamiento y del mantenimiento, y
de la disponibilidad local de materiales y recursos humanos para la
construcción y la manutención (Franceys et al. 1994:23).

En las situaciones de emergencia que implican la concentración de gran


cantidad de personas, las medidas de saneamiento son de gran
importancia. Evitar la contaminación del sistema del agua mediante la
adecuada eliminación de heces y orinas previene el
desencadenamiento de epidemias (como la de cólera o la disentería)
cuyas consecuencias podrían ser muy graves. La asignación de un área
de defecación como medida temporal para los primeros días de la
emergencia debe ser reemplazada lo más pronto posible por la
construcción de letrinas. Antes de embarcarse en un programa de
construcción de letrinas, los trabajadores humanitarios, deben tener
en cuenta tres factores importantes (Perrin, 1996:106):

1) El aspecto social: las letrinas sólo se usarán si son socialmente


aceptadas por la comunidad; deben ser de uso seguro para niños;
deben construirse dos grupos de letrinas, uno para mujeres y otro para
hombres; debe establecerse un grupo responsable del mantenimiento
antes de comenzar la construcción, y la comunidad debe participar en
todas las etapas: planificación, construcción y mantenimiento.

2) El aspecto temporal: la posibilidad de que el campo de refugiados o


de desplazados permanezca en el mismo lugar por mucho tiempo debe
ser contemplada a fin de elegir el programa adecuado.

3) El aspecto técnico: para evitar la contaminación de las capas de


aguas subterráneas (nivel freático), el fondo de la letrina debe estar a
no menos de dos metros por encima de ella; además, las letrinas deben
estar alejadas de las fuentes de agua, pero lo suficientemente cercanas
a las viviendas para facilitar el acceso seguro a ellas (en especial para
las mujeres durante la noche); y, por último, las letrinas deben ser
cómodas para su uso y mantenerse limpias.

Otros dos importantes aspectos del saneamiento ambiental en


situaciones de emergencia son la eliminación de basura y el control de
los vectores (es decir, animales e insectos). Los vectores son los
insectos y animales que transportan el elemento patógeno o infectante
de una enfermedad. La acumulación de basura constituye un terreno
fértil para la reproducción de estos vectores: insectos como mosquitos
(portadores de paludismo o fiebre amarilla, se reproducen en el agua
estancada dentro de latas y envases) y moscas (que favorecen la
infección por enfermedades diarreicas, infecciones oculares, etc.), y
por otro lado los roedores (transmiten leptospirosis y otras
enfermedades). Para que las medidas sean efectivas, también en este
caso deben ser simples y sensibles a las costumbres socioculturales. A
su vez, debe establecerse un sistema de recogida de basura y de su
transporte a un área alejada de la población. Cuando existe la
posibilidad, los desechos deben ser quemados o enterrados.

El control de los vectores es una forma de prevención primaria que


consiste en la implementación de medidas tendentes a cortar los ciclos
reproductivos de los insectos (moscas, mosquitos, pulgas y piojos) y
de los roedores (ratas) transmisores de enfermedades. Este objetivo
se consigue en parte con el control de excretas y la eliminación
adecuada de basura. No obstante, existen otras medidas importantes
y que pueden iniciarse antes de poner en marcha las anteriores. La
canalización de aguas de lluvias, la prevención del hacinamiento, el uso
de mosquiteros y el uso de productos químicos como repelentes e
insecticidas son sólo algunas de las medidas de control de vectores
que, utilizadas solas o combinadas, proporcionan enormes beneficios
para la salud de la población.

En los conflictos armados, tanto la falta de agua como la carencia de


alimentos pueden ser un arma tan mortífera como las balas y las
bombas. Las instalaciones de agua pueden verse dañadas por ataques
directos de artillería (que las toman como blancos estratégicos) o por
bombardeos indiscriminados, exponiendo a la población a la sed, a la
deshidratación y a enfermedades infecciosas que pueden amenazar la
vida. Los problemas son especialmente graves en las ciudades donde
la gran complejidad de los sistemas de abastecimiento de agua las hace
muy vulnerables (Prístina, Mostar, Sarajevo, Bagdad y Kigali son sólo
algunos ejemplos de ciudades involucradas en conflictos recientes). En
este contexto, abandonar la casa en busca de agua significa a veces
exponerse a tiroteos, bombardeos o a ser blanco de francotiradores en
la cola para recoger agua. Las acciones para el abastecimiento de la
red de agua y de saneamiento son, en tiempo de conflicto, un aspecto
vital de la acción humanitaria[ACCIÓN HUMANITARIA:DEBATES RECIENTES, ACCIÓN
HUMANITARIA:FUNDAMENTOS JURÍDICOS, ACCIÓN HUMANITARIA: PRINCIPIOS , MUJERES Y
ACCIÓN HUMANITARIA , ACCIÓN HUMANITARIA:CONCEPTO Y EVOLUCIÓN]. Según
el DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO, está prohibido atacar, destruir o
inutilizar las instalaciones y reservas de agua potable y las obras de
riego con la intención deliberada de privar de ellas a la población civil,
dado su valor como medios para asegurar la subsistencia (art. 54.2 del
Protocolo Adicional I de 1977 a los Convenios de Ginebra de 1949).
Desgraciadamente, este artículo es aplicable solamente a conflictos
internacionales. No obstante, es inaceptable que las prohibiciones
relativas a los conflictos armados internacionales sean atropelladas en
caso de conflicto armado interno (CICR, 1994). Además, los ingenieros
sanitarios, las únicas personas que pueden restaurar la red de
distribución de agua, no se benefician de la misma protección que el
personal médico. Lograr la absoluta protección de los suministros y de
los sistemas de agua tanto en conflictos internacionales como internos
y ampliar la protección jurídica de los ingenieros encargados de
restablecer los suministros de agua, es una asignatura pendiente
(ver SEGURIDAD EN EL TRABAJO HUMANITARIO). J. R.

Bibliografía

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