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Aproximaciones a La Cuarta Teoría Política desde el Liberalismo Americano

Afortunada, o desafortunadamente, Colombia ha mostrado desde su fundación una rotunda


afiliación a las ideas del liberalismo clásico que se esparcieron por el mundo, a través de ese
maravilloso fenómeno que llaman «la ilustración». Para bien, o para mal, depende de quién vea
la historia, nuestra República nació de estas ideas que entre francesas, inglesas y norteamericanas
sirvieron de base para los primeros atisbos de independencia dentro del antiguo Virreinato de la
Nueva Granada. Es entendible, después de esta breve introducción, afirmar que nos encontramos
por analogía en ese paradigma liberal y que no hemos salido de él desde que se instauró en estas
tierras tropicales que todavía no lo comprenden, asimilan o modifican sustancialmente.

Así que vivimos en un País, por definición de la filosofía política, liberal. La izquierda y la
derecha se cobijan con los mismos principios que surgieron a raíz de la locura jacobina y unos
pocos girondinos. Aquellos que fungen de conservadores se oponen a reformas hoy para mañana
defenderlas y evitar que nuevamente sean reformadas, sólo conservan paupérrimas y vagas ideas
de lo que es el conservatismo. El Partido Conservador carece de una doctrina firme y establecida,
se ha dejado llevar por el oportunismo político de las últimas décadas y aquellos postulados que
en plataformas anteriores lo alejaban del liberalismo clásico hoy son ya historia. Del Partido
Liberal sólo puede decirse que es la interpretación progresista de Hegel que se desarrolló a
finales del siglo XIX e inicios del XX, manteniendo unas ansias reformistas que caen en el
exceso de lo absurdo.

Una vez clarificada la teoría liberal de las Repúblicas Democráticas que Montesquieu y otros
«intelectuales» plantearon, pero que hoy ha mutado, o mejor, degenerado en un absurdo por
parte de la modernidad, paso a explicar las otras dos teorías que han plantado cara al liberalismo.

Surgen entonces el Comunismo como segunda teoría, a la vez que el Fascismo y las ideas
totalitarias de teóricos como Gentile, Fichte y otros, se posesionan como la tercera teoría.
Naturalmente, ambas teorías se condenaron al fracaso en su intento por eliminar el liberalismo de
la civilización occidental; el Comunismo falló como sistema por su ineficiente e idílica
interpretación materialista de Hegel, enfrentado consecuencias económicas bastante
considerables. También falló el Fascismo, aunque prematuramente, por unas ansias
expansionistas que también hallaban su raíz en interpretaciones progresistas y de un
industrialismo innecesario en postulados hegelianos. Victorioso así, se alzó el liberalismo
nuevamente sobre cualquier otra teoría que pretendiera desconocer los valores republicanos,
democráticos e ilustrados que este ha pregonado desde su inicio.

Es así como me encuentro ante la posibilidad de promover una Cuarta Teoría Política que sirva
para responder a la crisis moral, cultural, social, económica y de valores que hoy atraviesa
Occidente, pero específicamente, Colombia. Pensadores como Alexandr Dugin o Alain de
Benoist han planteado la idea de una Teoría que se aleje del globalismo y que sólo comparta lo
esencial: la vuelta al «logos». Si entendiéramos el «logos, thymos y eros» con el que se
distinguen los espíritus de los humanos, entenderíamos porque no todos estamos capacitados
para obedecer a los principios liberales que hoy rigen el mundo, gracias a una
«occidentalización» desmedida y sin fijar consecuencias.
Esta Teoría Política aboga por un verdadero retorno al uso de la razón que es inherente a las
diferentes culturas, encontrando una alternativa estatal que sea viable con base en la experiencia
y los factores propios de cada una. Es menester aclarar que esta posible Teoría debe ser
desarrollada de manera local por cada cultura, lo que representa un empoderamiento y una
autonomía propias de cada comunidad.

La Cuarta Teoría Política, sin embargo, es todavía parte de esa meta-política que tanto se aleja de
la mundana interpretación que le damos en occidente, especialmente en los países hispánicos,
por cuenta de una realidad en la que sólo nos mueve el materialismo. Hay que promover nuevas
ideas, especialmente cuando se sabe que la teoría de los imperios afirma que el imperio liberal no
tardará en caer y dar paso a nuevas ideas.

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