Vous êtes sur la page 1sur 10

CAPÍTULO 1

¿Quién es Pedro?

El autor de 1 y 2 Pedro fue un discípulo preeminente de Jesús' que se convirtió en


un líder importante del cristianismo primitivo. Probablemente sepamos más de
Pedro, tanto en sentido positivo como negativo, que de cualquiera de los demás
discípulos. No sorprende que conozcamos muchas cosas buenas de un líder tan
destacado entre los primeros seguidores de Jesús. Al fin y al cabo, los hechos
positivos de los líderes suelen difundirse con facilidad. Por tanto, cuando
pensamos en ello resulta interesante notar cuántas cosas negativas sabemos de
Pedro, dado su papel de líder.
Mientras damos un repaso a los principales incidentes del Nuevo Testamento en
los que interviene Pedro a fin de entender mejor sus epístolas, descubriremos de
nuevo que Pedro cometió errores y que su Señor lo perdonó. Pedro, pues, es
alguien como nosotros en lo que se refiere a equivocarse y nos puede mostrar qué
significa realmente ser un verdadero seguidor de Jesús en un mundo imperfecto.

«Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador» (Lucas 5; 1-11)

La primera vez que encontramos a Pedro en los Evangelios trabajaba como


pescador en la costa norte del Lago de Genesaret (Lucas 5 : 1 ; este lago también
se conoce como el Mar de Galilea, véase Mateo 4: 18). Compartía la
embarcación con su hermano Andrés (Mateo 4: 18) y sus socios Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo (Lucas 5: 10).
Pedro era oriundo de Betsaida, una pequeña aldea de pescadores de la orilla norte
del Lago de Genesaret (Juan 1: 44). Parece ser que, cuando Jesús se mudó a
Capernaúm, al comienzo de su ministerio público (Mateo 4: 12, 13; Lucas 4: 31),
Pedro pasaba buena parte de su tiempo en esa zona (ver Mateo 17: 24; allí vivía
su suegra, Lucas 4: 31, 38, 39). Como Betsaida, Capernaúm era una aldea de
pescadores. Sus casas, principalmente de una sola planta y muros de piedra, se
extendían a lo largo de la orilla del lago, sobre la que se extendía un dique y un
paseo pavimentado. Varios espigones permitían amarrar las embarcaciones. En
tiempos de Jesús tendría una población que oscilaría entre los ochocientos y los
mil quinientos habitantes.2
Lucas 5: 1-11 recoge los sucesos espectaculares que se dieron entorno al
momento en que Pedro aceptó el llamamiento de Jesús para que fuera su
discípulo. A lo largo de la orilla que se extiende entre Capernaúm y Betsaida hay
varias ensenadas con la forma de un anfiteatro natural y parece ser que Pedro y
sus compañeros habían escogido una de ellas para varar sus embarcaciones
después de una noche de pesca infructuosa. Alrededor de Jesús se había reunido
una gran multitud. El Señor le pidió a Pedro que alejara su embarcación de la
orilla para poder hablar a la multitud con mayor comodidad. La forma natural del
lugar permitiría que la gente escuchara mejor su voz.
Después de que hubo terminado de hablar, jesús volvió a pedirle a Pedro que se
adentrara otra vez hacia aguas más profundas y echara las redes. Pedro le explicó
que habían estado toda la noche haciendo eso mismo y no habían obtenido
ningún resultado pero, ya que Jesús se lo pedía, lo haría. La pesca fue tan
abundante que necesitaron ayuda de los demás pescadores para llevar la barca a
tierra firme. La respuesta de Pedro fue echarse a los pies de Jesús y decir:
«Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador» (Lucas 5: 8). El Señor le
respondió con una promesa: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres»
(Lucas 5: 10). Como resultado de haber oído las enseñanzas de Jesús, ver el
milagro de la pesca y escuchar las palabras: «Venid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres» (Mateo 4: 19), Pedro, Andrés, Santiago y Juan lo
dejaron todo, incluidos los aparejos y la pesca milagrosa, y siguieron a Jesús.
Cuando menos, esto nos muestra el impacto que Jesús tuvo en la vida de quienes
estuvieron en contacto con él.
Pedro acabó siendo uno de los discípulos de Jesús más cercanos a él. Por
ejemplo, él, Santiago y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes cuando
Jesús devolvió la vida a una joven (loicas 9: 28-36) y se alejaron con Jesús en el
Getsemaní, la noche en que el Maestro fue traicionado (Marcos 14: 32, 33). Era
habitual que Pedro se erigiera en portavoz de los discípulos. Asimismo, Mateo
inicia la lista de discípulos diciendo: «Primero Simón, llamado Pedro» (Mateo
10: 2).

Confesar a Jesús como el Cristo (Mateo 16:13-23)

Mateo 16: 13-23, Marcos 8: 27-30 y Lucas 9: 18-20 narran el incidente en el que
Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
(Marcos 8: 27). Los discípulos respondieron que lo llamaban Juan el Bautista o
Elias. Sin embargo, cuando Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?» (Mateo 16: 15), Pedro respondió: «Tú eres el Cristo [el Mesías, el Ungido]»
(Mateo 16: 16). Marcos y Lucas detienen aquí el relato.
Mateo, en cambio, parece especialmente interesado en Pedro e incluye varias
declaraciones y relatos sobre Pedro que solo aparecen en su Evangelio. Una de
las ocasiones en que actúa así es Mateo 16: 17-23. Aquí nos da más detalles de lo
ocurrido, incluida la famosa respuesta que Jesús dio a las palabras del discípulo:
«tú eres Pedro [Petros en griego], y sobre esta roca [petra en griego] edificaré mi
iglesia» (Mateo 16: 18). Jesús llega a decirle: «A ti te daré Jas JJaves del reino de
los cielos; todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que
desates en la tierra será desatado en los cielos» (Mateo 16: 19).3
El papado basó en estas palabras su pretensión de cerrar el reino de los cielos a
todos los excomulgados. Lutero no interpretó así este texto y se abrió un debate
sobre el significado de estas palabras que aún hoy sigue abierto. Algunos
expertos desean ver a Pedro como el rabino jefe y entienden que Jesús le confirió
la autoridad de interpretar la ley para el cristianismo primitivo. Otros señalan que
lo que se dice de I'edro en Mateo 18: 18 también se dice de toda la comunidad
cristiana y concluyen que el Evangelio de Mateo describe a Pedro como el
discípulo ideal.4 Aquí no podremos explorar todos los argumentos,5 pero:

 1.La aprobación de Jesús está vinculada con la confesión de Pedro según


la cual Jesús es el Mesías. Sin embargo, uno y otro tienen una concepción
distinta del Mesías. El Mesías sufrirá y morirá (Mateo 16: 21), aunque
Pedro no le hace caso (Mateo 16: 22). A Jesús lo turba tanto la respuesta
del apóstol, que le replica: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!» (Mateo
16: 23).
Según esto, queda claro que la afirmación de Jesús sobre Pedro es
condicional y depende de que este entienda que Jesús es el Mesías
sufriente.
 2. Cuando Pedro (y la comunidad) ata o desata algo en la tierra no hace
otra cosa que hacer realidad lo que ya ha sucedido en el cielo (nótese el
tiempo verbal 'habrá sido atado' y 'habrá sido desatado'). No es que Pedro
cierre las puertas del cielo, sino que se refleja en la tierra una decisión que
ya se ha tomado en el cielo.
 3. Pedro tiene la autoridad de un líder de la iglesia terrenal, pero esta
autoridad surge del hecho de que es seguidor de Jesús. De esta manera,
Pedro es el discípulo ideal, el portavoz de todos los discípulos y un
ejemplo para todos los cristianos, siempre y cuando siga al Señor.

Andando sobre las aguas (Mateo 14; 22-33)

La historia de Jesús andando sobre las aguas para unirse a sus discípulos en el
bote mientras están en una tormenta se registra en tres de los cuatro Evangelios
(Mateo 14: 22-33; Marcos 45-52; Juan 6: 15-21). De estos, solo Mateo relata la
petición de Pedro a Jesús para unírsele en el agua (Mateo 14: 28-33). Jesús le
responde: «Ven» y Pedro sale de la embarcación y comienza a andar sobre el
agua y hacia Jesús. «Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a
hundirse. Entonces gritó: "¡Señor, sálvame!"» (Mateo 14: 30). Jesús rescata a
Pedro y, tan pronto como se unen al resto de los discípulos en el bote, la tormenta
cesa; a lo que los discípulos responden adorando a Jesús diciendo;
«Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mateo 14: 33). En esta historia Pedro es
capaz de llevar a cabo una auténtica proeza: andar sobre el agua. Pero solo puede
hacerlo mientras sus ojos están fijos en Jesús. Tan pronto como su atención se
desvía de él, empieza a hundirse. En palabras de Elena G. de White, «cuando la
dificultad nos sobreviene, con cuánta frecuencia somos como Pedro. Miramos las
olas en vez de mantener nuestros ojos fijos en el Salvador».6

La negación de su Señor (Lucas 22: 31-33; 22: 54-62)

Los cuatro Evangelios registran que Pedro negó a Jesús. La historia que narran es
la siguiente: Tras el arresto de Jesús en el Getsemaní, excepto dos, todos los
discípulos huyeron. Una mezcla de valor y lealtad empujaron a Pedro y a Juan a
seguir a Jesús, aunque a cierta distancia (Juan 18: 15, 16). ¿Quién sabe qué
pasaba por la cabeza de Pedro en ese momento? Pero, dada su impetuosidad, es
probable que buscase una oportunidad para rescatar a Jesús o, al menos, saber
qué le sucedía. Era consciente del peligro que corría y decidió pasar inadvertido,
de modo que, cuando lo acusaron de seguir a Jesús, lo negó en tres ocasiones
(Lucas 22: 54-62). En ese momento, Jesús se dio la vuelta y miró a Pedro, quien
recordó que poco tiempo antes Jesús le había dicho: «"Antes que el gallo cante,
me negarás tres veces". Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente» (Lucas 22:
61, 62).
Aquella noche dos de los discípulos negaron a Jesús: Judas Iscariote y Pedro.
Judas intentó deshacer el mal que había causado y, viendo que no podía, se
suicidó (Mateo 27: 3-10). Pedro se entristeció por lo que había hecho, pero se
aferró a la garantía que Jesús le había dado que él mismo había orado por él.
Pedro pudo arrepentirse y encontrarse con el Jesús resucitado. Durante ese
encuentro, Jesús dio a Pedro la oportunidad de expresarle su amor otras tres
veces (Juan 21: 15-23).7

Líder de la iglesia primitiva (Hechos 2 -11; Gálatas 1; 18,19; 2: 9,11-14)

El liderazgo de Pedro en la iglesia primitiva se hace evidente en la frecuencia con


que su nombre aparece en los primeros capítulos del libro de los Hechos.
Después de que el Espíritu Santo descendiera sobre los discípulos, Pedro fue el
primero que pronunció un discurso o sermón sobre Jesús (Hechos 2: 1-36, en
especial el vers. 14). Su tema produjo que alrededor de tres mil creyentes se
"añadieron" al número de los que seguían a Jesús (Hechos 2: 41).
Pedro (con Juan) sanó al mendigo tullido (Hechos 3: 1-8) y, una vez más, Pedro
predicó públicamente en el templo (Hechos 3: 11- 16). Más tarde, Pedro y Juan
hablarían a los gobernantes, a los ancianos y a los escribas en defensa de sus
acciones (Hechos 4: 1-22). Pedro declaró que «es necesario obedecer a Dios
antes que a los hombres» (Hechos 5: 29). Pedro estuvo presente en el momento
en el que los primeros gentiles se unieron a los seguidores de Jesús (Hechos 10:
1-48) e informó al resto de los creyentes que, puesto que habían recibido el
Espíritu Santo, era preciso considerar a los gentiles parte del grupo (Hechos 11:
1-18). Finalmente, Pablo habla de Pedro cuando describe su visita a Jerusalén,
donde se encontró con Santiago, Cefas (es decir, Pedro) y Juan, «que eran
considerados como columnas» (Gálatas 2: 9).

De qué modo conocer al autor ayuda a entender 1 y 2 Pedro

Estudiando 1 y 2 Pedro tendremos muchas ocasiones de volver a lo que ya


sabemos de Pedro. Por ejemplo:

 1. El estatus de Pedro como un discípulo preeminente de Jesús y uno de


los primeros líderes del cristianismo le confiere autoridad para escribir una
epístola a las comunidades cristianas esparcidas por Asia Menor. Su
posición también hace que sea más probable que sus epístolas fueran
recibidas con gran interés y por eso se conservaron y se incluyeron en el
canon del Nuevo Testamento.
 2. Porque era un pescador que se había criado en Galilea sabemos cuál era
su lengua materna (el arameo) y de ello podemos deducir mucho sobre su
educación. Como otros conciudadanos contemporáneos suyos, es probable
que hubiera recibido algún tipo de formación básica en la sinagoga local y
aprendiera a leer con las Escrituras hebreas.8 Es muy improbable que
Pedro, de joven, hubiera recibido algún tipo de formación introductoria al
griego. Aunque es posible que fuera una de esas personas que son capaces
de aprender idiomas con rapidez y alcanzar un nivel suficiente como para
pasar por un hablante local, lo más probable es que no dominara muy bien
el griego. Debido a la alta calidad del griego en ambas epístolas, parece
muy probable que Pedro confiara mucho en sus amanuenses a la hora de
pulir sus epístolas (véanse los comentarios sobre Silvano en el capítulo 2 y
en la primera nota de este capítulo).
 3. En 2 Pedro 1: 16-18, Pedro hace hincapié en que fue testigo ocular de la
majestad de Jesús. De hecho, Pedro y los demás discípulos estaban como
quien dice en primera fila cuando Jesús enseñaba, sanaba y hablaba con
otras personas. En sus epístolas Pedro ofrece mucha información sobre
Jesús y lo hace con la autoridad que da ser alguien que lo conoció bien.
 4. Cuando Pedro pone el énfasis en la centralidad del perdón y del amor en
la vida del cristiano sabemos que lo hace porque ha experimentado en sí
mismo el amor y el perdón de Jesús. Pedro merece que se lo escuche con
atención porque cuando habla de la esencia del cristianismo se refiere a
algo que conoce en su propia persona.

Conocer la historia de Pedro proporciona un contexto muy útil que da a sus


escritos una credibilidad adicional y favorece la comprensión de muchos puntos
cruciales.
Referencias

 1. Quizá sea más preciso decir que Pedro «dictó» las epístolas. En el siglo
1 d. C, era corriente que se recurriera a los servicios de un amanuense para
la redacción de las cartas. Tampoco Pablo fue ajeno a esta práctica. En mis
clases suelo preguntar: «¿Quién escribió Romanos» y la respuesta es,
indefectiblemente: «Pablo». Técnicamente, es incorrecto porque en
Romanos 16: 22 leemos: «Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en
el Señor». Así pues, en sentido estricto, Tercio escribió Romanos
siguiendo el dictado de Pablo. Es probable que Pedro hiciera lo mismo. En
este punió es preciso admitir que el debate académico sobre la autoría de
estas dos epístolas está abierto, aunque los expertos más conservadores
coinciden en considerar que el apóstol Pedro es el autor de 1 Pedro. Con
todo, Pedro, en 1 Pedro 5: 12, declara que la escribió con la ayuda de un
tal Silvano (o Silas), quien, en última instancia, sería el amanuense,
aunque pudo haber contribuido de forma más sustantiva mejorando el
lenguaje del texto. Salvo algunas excepciones (por ejemplo N. T. Wright,
1 & 2 Peter and lude ¡Downers C.rove, IL: IVP Connect, 2012], pág. 5;
Richard Bauckham, )ude-2 l'eter, Word Biblical Commenlary, rev. ed.
jCirand Rapids, MI: Zondervan, 20141, págs. 143-151), muchos, si no la
mayoría, de los expertos conservadores estarían de acuerdo en que 2 Pedro
también se debe al apóstol Pedro (por ejemplo, Gene L Creen, «Jude & 2
Peter» en Baker lixegetical Commenlary on the New Testa jnenl [Grand
Rapids, MI: Baker Academic, 2008|, págs. 1 3 9 - 1 5 0 ) . Eos lectores
antiguos y modernos describen el griego de ambas epístolas como
excelente (por ejemplo, las oraciones son largas y complejas), por más que
existen ligeras diferencias entre la fraseología empleada en ellas. El
pensamiento es de Pedro, pero cuánto del estilo se atribuiría a él y cuánto
correspondería al amanuense es difícil de dilucidar. Sabemos que Pedro
fue un pescador galileo que es más que probable creciera hablando
arameo. Por lo que el griego sería para él una segunda lengua. En
consecuencia, su dominio sería más bien pobre. Aun así, no tuvo
problemas para viajar por zonas del Imperio Romano en donde se hablaba
griego y laíín. Asimismo, no sería descabellado pensar que, al igual que
algunas personas, tuviera un talento natural para los idiomas. También
podría ser que hiciera como muchos de los líderes modernos cuando tienen
que enviar cartas que serán leídas por muchas personas y trabajan
estrechamente con otros para mejorar la calidad de la expresión escrita de
sus pensamientos. El Comentario bíblico adventista sugiere que es muy
probable que las diferencias de lenguaje entre 1 y 2 Pedro se puedan
atribuir al hecho de que los amanuenses que escribieron una y otra sean
dos personas distintas. (Comentario bíblico adventista del séptimo día,
tomo 5, págs. 185, 186; cf. Una sugerencia muy parecida que hace
Michael Creen, The Second Epistle Ceneral of Peter and the Ceneral
Epistle of lude [Leicester/Grand Rapids, MI: IVP/Eerdmans, 1987|, 15,
16).
 2. Véase en Robert K. Mclver, «Archaeology of Calilee», en Mark
Harding and Alana Nobbs, eds., Contení and Setting of the Cospel
Tradition (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2010), págs. 9-12 para una
discusión de lo que ha revelado la arqueología sobre Capernaúm.
 3. Mi traducción sería «i-..| habrá sido atado [...] habrá sido desatado», que
encaja mejor con el tiempo verbal griego (futuro perfecto perifrástico para
quienes gusten de los tecnicismos; véase la lista de los tiempos
perifrásticos en Robert K. Mclver, Intermedíate New Testament Creek
Made Easier [Cooranbong, NSW, Australia: Barnard, 2015], págs. 128,
129; Daniel B. Wallace, Creek Crammar fieyond the Basios [Grand
Rapids, MI: Zondervan, 1996), págs. 647-649). La mayoría de
traducciones vierten este texto: « [ . . . ] será atado [...] será desatado», que
es una forma incompleta de representar el tiempo verbal del texto griego
que recoge las palabras de Jesús.
 4. Véanse los argumentos favorables y contrarios a ambas posiciones en
Jack Dean Kingsbury, «The Figure of Peter in Matthew's Cospel as a
Theological Problem» en Journal of Bíblica! Litera ture 98 ( 1 9 7 9 ) :
págs. 6 7 - 8 3 . El artículo ya es antiguo pero todavía es una de las
explicaciones más claras de las distintas opciones que se han aducido para
el papel de Pedro tal y como se lo describe en el Evangelio de Mateo.
 5. Para un examen más detallado (o incluso técnico, porque se basa en el
texto griego del pasaje y en el contexto hebreo de alguno de los términos)
de las pruebas relacionadas con Pedro en Evangelio de Mateo, véase
Robert K. Mclver, Mainstream or Marginal ? The Matthean Community in
Early Christianity (Frankfurt am Main, Alemania: Lang, 2012), págs. 117-
123.
 6. Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, cap. 40, pág. 350.
En un famoso artículo publicado en 1948 en alemán, Günter Bornkamm
sugiere: «Mateo no solo es transmisor de la narrativa, sino que también es
su exegeta [intérprete! mas antiguo y, de hecho, el primero que interpreta
el viaje de los discípulos con Jesús en la tormenta como la calma de la
tormenta en relación con el discipulado y lo que significa en referencia a la
pequeña embarcación de la iglesia» («The Stilling of the Storm in
Matthew» en Günther Bornkamm, Gerhard Bath, and Heinz Joachim Held,
Tradition and Interpretation in Matthew [Philadelphia: Westminster,
1963], pág. 55). Este artículo se incluye en la colección de las obras de
Bornkamm editada por Werner Zager, Studien zum Matthaus-Evangelium
(Neukirchen-Vluyn: Neukirchener, 2009), págs. 73-78.
 7. En estos versículos hay un sutil juego de palabras, que en la RVR95 se
ha intentado mantener con el uso de los verbos 'amar' (de mayor
intensidad) y 'querer' (de intensidad menor), entre dos términos griegos
para 'amor' que casi son sinónimos perfectos, pero con un ligero matiz en
la intensidad y el carácter: agape y phileia. En Juan 21: 15, 16, Jesús
pregunta a Pedro dos veces: «Pedro, ¿me amas (agapás me)?» Y Pedro
responde a ambas: «Te quiero (philó se)». Por último, Jesús pregunta a
Pedro: «Pedro, ¿me quieres (phileís me)?» A lo que Pedro vuelve a
responder: «Te quiero (philó se)». David Shepherd ha argumentado, con
éxito, creo, que la aparición de agape en las dos primeras preguntas
retrotrae a la discusión sobre el amor de Juan 13 - 17; en particular a
versículos como Juan 15: 13, en donde se habla del amor supremo (agape,
el sustantivo que corresponde al verbo de las dos primeras preguntas de
Jesús), según el cual alguien sería capaz de entregar la propia vida para
salvar a sus amigos. Véase David Shepherd, «"Do You Love Me?" A
Narrative-Critical Reappraisal of «yaróo) and apiA¿co in John 21:15-17»
en Journal of Biblical Literature 129 (2010): 777-792. Parece que incluso
después de la crucifixión de Jesús a Pedro todavía le quedaban lecciones
por aprender...
 8. Birger Gerhardsson, Memory and Manuscript (Grand Rapids, MI:
Eerdmans, 1998), págs. 85-92; S. Safraí, «Education and the Study of the
Torah» en S. Safrai and M. Stern, eds., The jewish People in the First
Century (Amsterdam: Van Gorcum, 1976), tomo 2, pág. 949. Catherine
Hezser sugiere: «Es probable que las escuelas judías a las que se refieren
las fuentes rabínicas solo enseñaran la competencia lectora» (jewish
Literacy in Román Palestine [Tübingen, Alemania: Mohr Siebeck, 2001],
pág. 39).

CAPÍTULO 2
Dios, la salvación y sus resultados
1 Pedro 1:1 - 2 : 3
Pedro abre su primera epístola de la misma manera que la mayoría de sus
contemporáneos: identificando al remitente y al destinatario.1 El remitente es
«Pedro, apóstol de Jesucristo» y los destinatarios son «los expatriados de la
dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia» (1 Pedro 1: 1).

Los «expatriados de la dispersión»


Pedro escribe a «los expatriados de la dispersión». Estas palabras nos revelan
mucha información sobre las personas a las que escribe. Por ejemplo, la palabra
traducida como 'dispersión' es diasporas (una forma del término diáspora). Esta
palabra aparece doce veces en la Septuaginta (la versión griega del Antiguo
Testamento) para describir a los judíos que estaban esparcidos entre los gentiles2
y en Juan 7: 35 se usa con ese mismo sentido. Por tanto, la manera natural de leer
la palabras de Pedro es entender que los destinatarios de su epístola son judíos
cristianos. Al fin y al cabo, a Pedro le había sido encomendado «el evangelio de
la circuncisión [es decir, los judíos]» y a Pablo el «de la incircuncisión [los
gentiles]» (Gálatas 2: 7). Tendría sentido, pues, que escribiera su carta a aquellos
judíos que se habían convertido al cristianismo. Asimismo, en 1 Pedro 1: 18; 4:
3, encontramos pruebas irrefutables de que también pudo haber escrito a los
gentiles por el hecho de que dichos pasajes resultan más naturales si se dirigen a
ellos.

El Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia

Pedro escribe a los creyentes que se encuentran en el Ponto, en Galacia, en


Capadocia, en Asia y en Bitinia. El emperador Augusto unió dos países
separados, el Ponto y Bitinia, y los convirtió en una única provincia senatorial, un
ordenamiento que se remonta a la época de Julio César (muerto en 44 a. C.),
quien designó un solo gobernador para ambos países. La demarcación de las
provincias senatoriales era más estable que las imperiales, cuyo gobernador
estaba designado directamente por el emperador. Como su nombre implica, en
las provincias senatoriales el gobernador estaba designado por el senado romano.
La provincia de Bitinia y el Ponto se extendía por el mar Negro, en lo que hoy es
la costa norte de Turquía.
Capadocia era una provincia imperial romana situada al sur de Bitinia y del
Ponto. Por su parte, Galacia era una provincia imperial romana que se extendía
por el oeste de Bitinia y, abrazando el sur de esta última, llegaba al sur del Ponto.
Los viajes misioneros de Pablo lo levaron a Galacia (Hechos 16: 6; 18: 23) y una
de sus epístolas, la última en ser incluida en el canon del Nuevo Testamento, está
dirigida a los gálatas. Las provincias romanas de Bitinia, el Ponto, Capadocia y
Galacia se encuentran en la región conocida, entonces como ahora, Anatolia o
Asia Menor. En la actualidad Anatolia es parte sustancial de la Turquía moderna.

Cómo leer 1 y 2 Pedro

Probablemente sea mejor admitirlo sin restricciones: tanto en 1 Pedro como en 2


Pedro, las oraciones son extremadamente largas. Por ejemplo, 1 Pedro 1: 3-12 es
una única y larguísima oración. Cada idioma tiene una forma distinta de expresar
las ideas. Algunas lenguas, por ejemplo, requieren oraciones3 cortas para que el
lector pueda seguir con facilidad las ideas. Este no es el caso del griego del siglo
I d. C. De hecho, en aquella época, para que un texto se considerara de calidad
tenía que estar escrito con oraciones largas. En 1 y 2 Pedro el lenguaje emplea
oraciones largas, lo que lleva a considerarlo de gran calidad. Incluso en aquellas
traducciones que tienden a acortar las oraciones en 1 y 2 Pedro encontramos
muchas oraciones de longitud considerable. Ello no quiere decir necesariamente
que sean difíciles de leer. En griego, las oraciones largas se dividen en secciones
menores que expresan una idea (cláusulas) y la mayoría de ellas son cortas. ¿Qué
sucede, en cambio, si esas cláusulas o ideas cortas se vinculan unas con otras
para formar un pensamiento más largo? El resultado es parecido a una cascada de
ideas que caen en tropel. Leer 1 y 2 Pedro es, pues, leer y entender todas y cada
una de esas secciones menores de la oración y combinarlas formando unidades
mayores que expresarán el pensamiento completo de una oración.

Silvano

¿Qué papel desempeñó Silvano?4 En 1 Pedro 5: 12 leemos: «Por conducto de


Silvano [...] os he escrito brevemente». En el mundo actual de las computadoras
y del bolígrafo y el papel es habitual escribir las propias cartas. En cambio, en el
primer siglo de nuestra era, la escritura no era tan accesible y se solía contratar a
un escriba, el cual era responsable de darle buen estilo al texto enviado. El propio
Pablo recurrió a este proceso. Por ejemplo, sabemos que la epístola a los
Romanos salió de la pluma de un escriba llamado Tercio (Romanos 16: 22)
porque el tal Tercio se identifica a sí mismo e incluye sus propios saludos al final
de la carta.
Es posible que Silvano contribuyera a la redacción de la epístola de Pedro y fuera
el responsable de la buena calidad del texto griego.5

http://escuelasabatica.cl/2017/tri2/lecc2/leccion.htm

Vous aimerez peut-être aussi