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CRITICA DE LIBROS

¿SOCIALISMO O NUEVO CAPITALISMO?

M.A. QUINTANILLA ca mismo de la ideología socialista.


y R. VARGAS-MACHUCA: Ésta se ha conformado, ante todo, con
La utopía racional, Madrid, los postulados de la tradición marxista.
Espasa, 1989,230 pp. (Premio De ahí que ya en la primera de las tres
de Ensayo Espasa Mañana, 1989). partes que componen el libro que co-
mentamos -tituladas respectivamen-
La dificultad que actualmente entraña te: «Primeras tentativas», «Ajuste de
la búsqueda de una salida esperanzada cuentas» y «Nuevas propuestass-s-, sus
a la situación de crisis y perplejidad autores manifiesten el propósito de re-
por la que atraviesa la izquierda occi- visar críticamente aquellos componen-
dental, suele activar frustraciones ca- tes doctrinales y políticos del marxis-
paces de introducir en la conciencia de mo que deben ser abandonados para
un buen número de intelectuales, bien poder replantear mejor el proyecto so-
el convencimiento de la maldad del cialista. Aceptan que del marxismo hay
poder y la impureza de la política - que conservar ese espíritu de «justifi-
hallando así algunos en la consiguiente cación racional de una opción moral»
renuncia a la participación política y -su herencia utópica-; pero, al mis-
en el desprecio por el poder las coarta- mo tiempo, advierten que es preciso
das de su disidencia-, bien la consta- ajustar previamente las cuentas con
tación más dramática de que la iz- aquellos dogmas y prejuicios que supo-
quierda ha llegado a su fin o de que la nen un obstáculo a la hora de propo-
utopía socialista se ha acabado. Ni uno ner los rasgos característicos del socia-
ni otro es el caso de Quintanilla y Var- lismo del futuro. En concreto: la consi-
gas-Machuca. Pues a su condición de deración de la economía capitalista
filósofos y políticos socialistas -o por como un sistema de explotación de los
más señas de intelectuales entroni- trabajadores, la consideración del Es-
zados en el poder-, unen la preocupa- tado democrático como un instrumen-
ción por reflexionar a fondo acerca del to de dominación y, por último, la
socialismo del futuro, tarea que consi- concepción .de la actividad política
deran tanto más urgente cuanto que como una actividad orientada a conse-
ésta parece ser la única ideología de guir el poder del Estado para, a través
tradición progresista que todavía tiene del mismo, transformar la sociedad
porvenir. aboliendo el capitalismo e instaurando
Urgidos de este modo por los impe- una sociedad igualitaria y reconciliada.
rativos que dicha tarea les impone, Como se colige claramente de lo que
nada tan apremiante como reconocer acabamos de decir, el anticapitalismo,
desde el comienzo la necesidad de re- la insuficiencia del Estado democrático
visar, aclarar y renovar el núcleo teóri- y la naturaleza de la acción política se-

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rían las principales ideas que debe re- Estado en las relaciones económicas,
pensar el socialismo del futuro. Habi- dada su [unción como corrector de las
da cuenta de que los cambios produci- desigualdades. Mas esto sólo es posi-
dos en la realidad social demandan una ble, según nuestros autores, desde un
permanente innovación conceptual, de modelo de Estado que no reproduzca,
lo que se trata, en pocas palabras, es de en el nivel del poder político, las desi-
«reconocer nuestra condícíón posmarx- gualdades que se pretende combatir en
ista y preocuparnos de redefinir las ideas la sociedad civil y en el sistema econó-
básicas del socialismo democrático». No mico. De ahí que, a la postre, el núcleo
es casual, en consecuencia, que Ouin- del ideario socialista se traslade desde
tanilla y Vargas-Machuca acaben confi- la economía a la política, pues «el reto
ríendoa dichas ideas un protagonismo del socialismo es el. reto de superar la
decisivo a lo largo de las páginas de su explotación extendiendo y profundi-
ensayo. Veamos. zando el Estado democrático». En este
Por lo que atañe al anticapitalismo, preciso sentido, el peligro que acecha a
éste es visto como un sentimiento del la izquierda no estaría en la identifica-
movimiento socialista que se halla ción con la economía de mercado, sino
indisolublemente vinculado a la lucha en desentenderse del proyecto demo-
contra la explotación y a la puesta en crático. En definitiva, el objetivo últi-
cuestión de la propiedad privada y el mo de la acción política socialista radi-
régimen mercantil. Sin embargo, la ex- ca en profundizar la democracia políti-
periencia histórica ha demostrado que ca representativa y en extender la par-
la abolición de la propiedad privada y ticipación democrática a ámbitos cada
de los mecanismos del mercado no vez más amplios de las relaciones so-
supone la desaparición del fenómeno ciales. Acaba dando la sensación, en
de la explotación. Lo repudiable, por efecto, como si, para Quintanilla y
tanto, no sería la propiedad privada Vargas-Machuca, la profundízación de
del capital ni el funcionamiento del la democracia fuese la misma utopía
mercado, sino la desigualdad de poder. racional.
Ahora bien, el poder -entendido Nos hallamos, así pues, ante algo
como la capacidad de tomar o impo- más que un «ajuste de cuentas»; un re-
ner decisioncs- no depende tan sólo ajuste de la propia perspectiva social-
de las relaciones de propiedad, sino demócrata, cuyas líneas programáticas
también de otras formas de poder (es- serían, en resolución y según hemos
pecialmente de carácter político). De podído apreciar, las siguientes:
este modo, la lucha contra la explota- - la cuestión de la propiedad priva-
ción económica se transforma en un da de los medios de producción pasa a
objetivo de redistribución igualitaria un segundo plano;
del poder. En otras palabras: «[o esen- - el objetivo de la supresión de la
cial de la utopía socialista no reside en explotación se transforma en un objeti-
ninguno de esos elementos tradiciona- vo de redístribución del poder político;
les de la crítica al capitalismo, sino en - el ideal moral de la igualdad se
la necesidad de retrotraer el ideal de la concreta en un programa de supera-
justicia a las condiciones concretas de ción de la desigualdad de las relacio-
la producción y el intercambio en don- nes de poder en el conjunto de la so-
de se generaliza la desigualdad». ciedad;
Para ello, claro está, resulta Impres- . - en el horizonte estratégico del so-
cindíble potenciar la intervención del cialismo democrático no figura ya la

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abolición de la propiedad privada ni el fundamento material, hasta la vida


desmantelamiento de los mecanismos productiva misma. Suponer que la
del mercado, sino el desarrollo del po- democracia socialista puede darse en
der del Estado como contrapeso a la el plano del poder político o en el Es-
desigualdad del poder económico. tado sin darse también en la esfera de
He aquí, pues, esbozadas en una vi- la producción me parece, por consi-
sión muy general las principales pro- guiente, mucha suposición. En último
puestas que Ouintanilla y Vargas-Ma- extremo, es el cambio en las relaciones
chuca desarrollan en su libro. Sena -desiguales- de propiedad lo que de-
oportuno, por tanto, pasar en lo que termina la transformación de la socie-
sigue a hacer algunas precisiones a las dad capitalista en socialista, y esto con-
mismas. lleva, claro está, la socialización de los
Para empezar, conviene tener pre- medios de producción. Pues así como
sente que lo más atinado de este ensa- una sociedad con hase económica so-
yo es su insistencia categórica en la cialista pero sin democracia no debie-
centralidad que debe poseer la dimen- ra tildarse sin sonrojo de «socialista»,
sión política en el ideario socialista; su así tampoco una sociedad democrática
insistencia, en suma, en la centralidad que no haya abolido la propiedad pri-
de la democracia en la vía al socialis- vada de los medios de producción so-
mo, aspecto éste que adquiere mayor bre la que se cimentan básicamente las
relevancia cuando a estas alturas ya ha desigualdades sociales debiera autode-
debido quedar claro que no puede ha- nomínarse sin ambages como tal.
ber socialismo sin democracia. De ahí Viene todo esto a cuento de lo que,
la urgencia, podemos convenir, de que sin duda, aparece como el aspecto más
una tradición emancípatoría como la problemático del ensayo que comenta-
del socialismo afronte cuanto antes la mos: esa supuesta «compatibilidad» en-
problemática del poder político, Ahora tre el socialismo del futuro y el funcío-
bien, a mi modo de ver en el capitalis- namiento del capitalismo. Si hasta
mo hay cierta subordinación del poder ahora la relación entre ambos había
político al poder económico privado, y sido entendida como antagónica, si el
ello en gran parte explica -como ha propio rasgo definitorio de la utopía
insistido la «teoría económica de la de- socialista había residido precisamen-
mocracías-c- que se termine identifi- te en la negación histórico-social del
cando la democracia con la concurren- capitalismo, ¿hasta qué punto no nos
cia de elites competitivas organizadas encontramos, una vez más, ante la iden-
como empresas políticas, con la consi- tificación del reformismo socialdemó-
guiente oligarquización política, falta crata con el socialismo? Más aún:
de participación, liderazgo... En el fon- ¿hasta qué punto el sistema capitalista
do, la peculiaridad del poder político estaría dispuesto a aceptar tales refor-
en el capitalismo --de su sistema re- mas? ¿No existida, por parte de dicho
presentativo- continúa siendo su in- sistema, un límite de tolerancia a esa
tento de compensar por medio de la progresiva extensión de la democracia?
igualdad política abstracta la concreta Dicho de otra forma: ¿la concreción de
desigualdad social. Y es por esto que la utopía socialista no dependería, en
el verdadero fondo de la transforma- última instancia, de las resistencias
ción socialista de la sociedad debe presentadas a la misma por los intere-
consistir precisamente en llevar a cabo ses del capital? Es ésta una cuestión
esa transformación hasta su propio que en este libro queda por dilucidar.

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Como la relación Norte-Sur, o los pro- definitiva --como la democracia, se-


blemas derivados de la nueva división gún ha podido quedar ya apuntado--,
internacional del trabajo impuesta por es sobre todo un ideal moral, un obje-
el capitalismo actual y la consiguiente tivo programático a alcanzar.
limitación de soberanía de los estados Todo ello sea dicho, ciertamente, sin
nacionales. Y es una lástima, pues de- menoscabo del reconocimiento que
jando al margen su importancia, es merece el libro de Ouintanílla y Var-
muy probable que las respuestas a es- gas-Machuca. Escrito con una gran
tas cuestiones, viniendo de quien vinie- claridad expositiva no exenta de rigor,
ran y a tenor de la experiencia reciente la necesidad que actualmente tiene el
-aun cuando, desde luego, no sea el movimiento emancipatorio socialista,
caso--, podrían contribuir a arrojar de replantear a fondo el conjunto de
luz sobre el misterio que encierra el su acervo teórico, halla en el mismo
hecho de que un socialista en el mo- un referente obligado. Su contribución
mento de llegar al poder acostumbre a al presente debate y reflexión acerca
dejar de serlo. de las perspectivas del socialismo aca-
Pero esto no es todo. Convendría ba haciendo de La utopía racional una
también añadir al respecto, que ante la lectura indispensable. Por mi parte,
actual crisis de civilización a la que se sólo me queda añadir que si damos
enfrenta la humanidad como conse- por válido el hecho de que toda lectura
cuencia de los rasgos expansivos y de una obra termina siendo necesaria-
destructivos del sistema capitalista, los mente selectiva y específica, la mía,
presupuestos axiológicos del socialis- naturalmente, lo es. Pero, al respecto,
mo cobran así más vigencia que nun- creo que vienen al caso -y no puedo
ca. Y esto conduce, necesariamente, a evitar hacer mías- las palabras que en
resaltar la centralidad que debe ocupar otra ocasión expresó Manuel Sacris-
en la acción polüica socialista el tema tán: «El asunto real que anda por de-
del anticapitalismo. Pues en realidad, trás de tanta lectura es la cuestión po-
la superioridad del socialismo no pro- lítica de si la naturaleza del socialismo
viene de los mejores criterios de efica- es hacer lo mismo que el capitalismo,
cia con los que pueda hacer frente a aunque mejor, o consiste en vivir otra
las desigualdades generadas por el cosa.» y esta otra cosa, como ha podi-
funcionamiento del sistema, como do quedar claro, es algo bien distinto
creen Ouintanilla y Vargas-Machuca, de esa nueva forma de «capitalismo
que ven en ello «un problema casi social» que, según se desprende, está
tecnológico» sino más bien de sus re-
I en la perspectiva estratégica de cierta
ferentes ético-políticos, los cuales, por versión del socialismo democrático.
su contenido crítico, entran en abierto
contraste con el capitalismo y exigen ir Juan Garcia-Mordn Escobedo
más allá del mismo. El socialismo, en

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LA RENOVACIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA

O. LAFüNTAINE: La sociedad impacto ha sido este reciente, La socie-


del futuro, Madrid, Sistema, 1989. dad del futuro. Es un Ii bro que pode-
Partido socialdemócrata alemán: mos definir de pensamiento político,
Nuevo programa básico, en cuanto busca crear un marco de
Madrid, Fundación Friedrich orientación general, y que a la vez tie-
Ebert, 1989 ne la intención práctica de conducir la
acción política renovada de su partido.
Oskar Lafontaine ha sido elegido, en La socialdemocracia, tanto en el
marzo, candidato del partido socialde- nuevo programa como en las reflexio-
mócrata alemán (SPD). Durante los nes de Lafontaíne, es entendida como
años de la elaboración del nuevo pro- un proyecto de reformas permanentes
grama del partido ha sido el presidente dentro del sistema capitalista. Pero en
ejecutivo de la comisión responsable los años noventa no se trata de reivin-
de llevarlo a buen término. Fue apro- dicar las antiguas reformas, sino resi-
bado en el último Congreso, en di- tuarIas en el nuevo contexto y frente a
ciembre de 1989. El texto, en su ver- la nueva sensibilidad social. El candi-
sión castellana que ahora comenta- dato a la Cancillería considera que la
mos, corresponde, con leves retoques, socialdemocracia alemana ha pagado
al Programa con el que el SPD encara muy caro la pérdida de utopía, en fa-
la década iniciada, y, más en particu- vor del pragmatismo que caracterizó la
lar, las próximas elecciones, fijadas era del gobierno de H. Schmídt. Las
para diciembre de este año. El progra- consecuencias fueron el vaciamiento
ma, casi podríamos decir que está he- ideológico del partido y la consolida-
cho a la medida de Lafontaine, y si se ción a su izquierda del partido de dos
coteja con su libro, La sociedad del fu- verdes», como tercera fuerza política
turo, aparecido en 1988, permite com- -a la par con los liberales- apoyados
probar que su!'; planteamientos están desde entonces por aproximadamente
plenamente incorporados a aquél. Es un 8% del electorado. Este sector, sus-
un programa que sustituye al famoso traído en su mayoría al tradicional de
de 1959, conocido por el lugar de su los socialdemócratas, dificulta enorme-
aprobación, Bad Godesberg. Este ha mente sus posibilidades de acceso a
alentado a la socialdemocracia durante los distintos gobiernos, nacional y re-
tres décadas, la convirtió en un partido gionales.
pragmático y moderado y la llevó a Lafontaine y el partido -por razo-
responsabilidades de gobierno durante nes no sólo estratégicas, sino a causa
más de un decenio. de su nuevo aprendizaje- no quieren
Después de perder las elecciones de abandonar la ecología, la ambivalencia
198.2, los socialdemócratas iniciaron en el uso de las nuevas técnicas, las
un proceso de reflexión con el fin de cuestiones de la paz y el desarme, la
corregir y actualizar sus posiciones. El discriminación social de la mujer,
mayor dinamismo en la renovación corno temas propios y exclusivos de
programática le ha correspondido. a los ecologistas, pacifistas y las feminis-
Lafontaine. Ha publicado en 1983· Y tas, que en Alemania han logrado con-
1985 dos libros de carácter político, verger políticamente en "los verdes».
pero el que ha producido un mayor También, como era de suponer, se abor-

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dan las cuestiones clásicas de la social- ducción y de sus efectos. La sociedad


democracia. El análisis, de partida, debe estar alerta ante el mito de la má-
cree constatar el fracaso de las políti- quina, frente al poder del la «mega-
cas neoconservadoras, incapaces de máquina». En definitiva, la moderni-
cumplir sus promesas. El paro perma- dad ha mostrado que un concepto
nece porque no se llevan a efecto polí- cuantitativo y técnico del progreso se
ticas redistributivas, dentro del juego opone a una concepción cualitativa y
de un mercado que carece de correcti- humanizadora del mismo. Seveso,
vos sociales. Sólo la intervención del Bhopal, la contaminación del Rín, Ha-
Estado, conforme a parámetros social- rrisburg y Tschernobyl son ejemplos
demócratas -se afinna- puede llevar de la perversión que supone la aplica-
a cabo tales objetivos. De hecho, los ción de la razón instrumental a la no-
beneficios empresariales no aceleran ción de progreso. La tarea política con-
las inversiones productivas ni crean siste en poder prevenir y dominar el
puestos de trabajo. La ironía de la his- futuro: no limitarse a actuar reactiva-
toria es que la figura emblemática de mente. a la defensiva, ante hechos
los neoconservadores, Reagan, el único cumplidos.:Esto no supone una neoro-
éxito que pudo presentar era uno típi- mántica devoción por la naturaleza,
co de las propuestas socialdemócratas: sino una responsable relación con la
la firma de un tratado de desarme con misma de carácter eco-técnico. La"
la Unión Soviética. Frente a ello se consecuendas políticas de estas consi-
considera que es función del Estado deraciones son la renuncia al uso civil
social de derecho generar políticas de de la energía nuclear. Su aplicación se
pleno empleo. El desempleo es consi- muestra incapaz de excluir un «riesgo
derado como un problema creado por residual» de proporciones inabarca-
la sociedad y por lo tanto soluble polí- bles. La defensa de una política res-
ticamente. ponsable no puede situarse en el nivel
Para Lafontaine, la técnica en las so- de las probabilidades de descontrol que
ciedades modemas tiene un rostro de se dicen escasas, sino en el de la exclu-
Jano: libera a la persona de muchas sión de las mismas. Con la misma fi-
servidumbres, ayuda a humanizar su losofía hay que abordar cuestiones
existencia, pero también produce otras como por ejemplo la ingeniería genéti-
nuevas limitaciones, puede llegar a ca. La responsabilidad política exi-
funcionar autónomarnente a espaldas ge mantener la libertad de decisión y
de sus creadores, y, lo que es peor, por tanto debe asegurar el control so-
puede convertirse en una amenaza cial de la técnica a través de las ins-
para la pervivencia de la biosfera del tituciones.
planeta. Ciertamente una política socialde-
La técnica puede absolutizarse con- mócrata tiene que plantearse, en tér-
tra la sociedad y contra su propia ra- minos de solidaridad y no de libertad
cionalidad. Donde la técnica pone en competitiva, las cuestiones sociales y
peligro a los hombres, donde limita su laborales. Hoy, un hecho diferencial de
capacidad de autodeterminación, se la política socialdemócrata es ofrecer
hace contraproducente, es «antiilustra- propuestas verosímiles de pleno em-
da», exige así un proceso de "nueva pleo, en otro caso la razón de ser de la
ilustración». Para controlar a la gran socialdemocracia como alternativa
tecnología son necesarios una organi- . queda muy cuestionada.
zación y un control social de su pro- Sin embargo, en la nueva configura-

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ción de la economía internacional, con mentar los costes empresariales. La


la actividad determinante de las multi- oposición a esta propuesta ha venido
nacionales, se ve reducido el margen de parte de los miembros del propio
de acción de los Estados nacionales. partido y de los sindicatos. Para estos
Los mercados internos dependen de últimos se quebranta así un axioma de
las innovaciones tecnológicas y organi- toda negociación colectiva y de las
zativas de los sectores transnacíonales; reivindicaciones tradicionales obreras.
se calcula que un tercio de la actividad Por todos los contradictores se duda
económica internacional traspasa las de la eficacia de la propuesta. Al pare-
posibilidades de intervención de cual- cer, las tesis de Lafontaine estan in-
quier Estado particular. Las multina- spiradas en un libro de Fritz Scharp,
ciones determinan la distribución in- La política socialdemócrata. de la. crisis
ternacional del trabajo; el internacio- eH Europa (1987). Allí se afirma, que la
nalismo del movimiento obrero sigue internacionalización del mercado de
siendo una ilusión, mientras que es real trabajo hace que los empresaríos sólo
el internacionalismo del capital y los in- inviertan en Alemania, si las expectati-
tereses, La transnacionalidad de la eco- vas de ganancias son superiores a los
logía, la economía y la tecnología plan- intereses que ofrece el mercado finan-
tea a la humanidad la necesidad de or- ciera internacional. Los sindicatos tie-
ganizar su solidaridad también transna- nen, pues, que reconocer, en la situa-
cionalmente. Todo ello obliga a renovar ción actual, su derrota en la lucha por
la utopía del Estado mundial, siempre la redistribución de los beneficios em-
latente en el pensamiento occidental. presariales. El único objetivo común
Ciertamente comenzando por una efecti- posible es el pleno empleo. Y éste sólo
va coordinación de los europeos. puede obtenerse repartiendo las horas
Pero donde las ideas de Lafontaine de trabajo y el monto total de los sala-
han producido un debate más vivo, ha rios que ahora ofrecen los empresa-
sido en sus propuestas para combatir rios. Sarcásticamente la propuesta po-
el paro. Debate que se ha ido concre- dría denominarse como una invitación
tando en otros foros, pues las tesis al «socialismo dentro de un sola cla-
planteadas en este libro, lo eran de se», Esto es, solidaridad entre los asa-
manera genérica. La alternativa ofreci- lariados, no de la sociedad como tal.
da parte de la necesaria solidaridad de En la política económica, el nuevo
los que tienen un trabajo asalariado programa se muestra más radical de lo
con los que carecen de él. En la Repú- que son las propuestas del libro de
blica Federal de Alemania se ha esta- Lafontaine. Se ve en ello la mano del
blecido, parece que de forma perma- ala izquierda del SPD que estaba bien
nente, una cuota de paro de 2,5 millo- representada en la Comisión encar-
nes de personas, cerca del 10% de la gada de elaborarlo. Así se considera
población activa. Lafontaine supone como objetivo la igualdad de acceso de
que, reduciendo las horas de trabajo mujeres y hombres al mercado de tra-
hasta la jornada de 35 horas semana- bajo. Se aspira, consecuentemente, a la
les, y renunciando --excepto en los sa- división de igual a igual en el trabajo
larios inferiores- a mantener su ante- doméstico, 10 que obligaría a reducir la
rior cuantía, es posible crear nuevos jornada laboral. En el horizonte se si-
puestos de trabajo con las horas y los túa la aspiración a una jornada de seis
salarios renunciados por los trabajado- .horas diarias y de treinta horas sema-
res. Se busca así crear trabajo sin au- nales, como regla general.

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Más allá de ello, el Programa se internacional, muy por encima de la


aventura a señalar las líneas orientati- participación y democracia económica,
vas de lo que debería ser la democra- y que funciona con tales márgenes de
cia económica, propiciada por los so- rentabilidad privada, que verosímil-
cialdemócratas alemanes: democracia mente su reducción resulte disfuncio-
económica como garantía y comple- nal para el propio sistema.
mento de la democracia política; pues Lafontaine reconoce que en nuestras
se considera que los objetivos sociales sociedades el trabajo retribuido está
deben tener prioridad frente a las pre- estructurado de' forma discriminatoria
siones del capital de la economía pri- con respecto a la mujer. Resulta pues
vada. No son los centros del poder necesaria una reestructuración de ma-
económico, ni las empresas que domi- nera igualitaria, a la vez que habrá que
nan el mercado, quienes deben marcar introducir nuevos modelos de vida fa-
a las instituciones políticas su campo miliar que liberen a la mujer de sus
de acción; son las decisiones legitima- servidumbres actuales. En todo caso,
das democráticamente las que, aten- hay que caminar hacia un nuevo con-
diendo al interés general, deben fijar cepto social de trabajo que no discri-
los objetivos de la actividad económi- mine la actividad socialmente necesa-
ca. Se renueva el discurso de la necesi- da en comparación con el trabajo asa-
dad de la participación y cogestión lariado. Más allá de la crítica a la ac-
obrera. Esta participación democrática tual valoración de la actividad huma-
se concreta programáticamente en el na, las reflexiones de Lafontaine difí-
puesto de trabajo: en la codecísión de cilmente escapan a lo retórico, por elu-
cómo debe realizarse, también deter- dir las concreciones políticas de tales
minando la concepción, planificación e supuestos.
introducción de nuevas tecnologías y La aceleración del proceso de des-
nuevas formas de organización. En la moronamiento del Pacto de Varsovia
empresa: en la organización del traba- muestra, en parte superadas antes de
jo, promoción profesional, y sobre la nacer, las propuestas de Lafontaine y
producción y los productos. En las del Programa. Las posiciones de am-
grandes empresas: mediante la repre- bos textos son de marcado progresis-
sentación paritaria del capital y del mo en la política de seguridad. Tienen
trabajo en los consejos de administra- como objetivo la distensión, el proceso
ción. Y, por último, por medio de la de desarme, la eliminación en Europa
participación de los trabajadores en los de las armas nucleares, también tácti-
bienes producidos. Todo ello implica cas, y de las armas químicas. Propi-
un Estado fuerte, con gran capacidad cian la creación por parte de conve-
de intervención en la economía y con nios internacionales de un espacio eu-
autoridad para dibujar el marco del ropeo libre de tal armamento, que na-
desarrollo económico. turalmente incluye las dos Alemanias.
Este ámbito de la democracia econó- La estrategia militar no debe estar ba-
mica, donde trata de lograr su identi- sada en la disuasión, sino en modelos
dad la socialdemocracia, también en exclusivamente defensivos, «carentes
Alemania presenta logros limitados. de capacidad ofensiva». Quien no de-
Impulsada valientemente, acentúa la sea una guerra atómica no debe desa-
incógnita de si es compatible en un rrollar estrategias de guerra, sino sólo
sistema que sitúa en primer plano los las aptas para evitarla. La práctica de
objetivos de competitividad nacional e la «respuesta flexible», como estrategia

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disuasoria de la OTAN, entra de lleno que tendrá que ser aliado, si los social-
en esta crítica. La distensión debe ha- demócratas desean gobernar en Ale-
cerse en la cooperación, también co- mania a comienzos del próximo año.
mercial y de transferencia tecnológica. Un mérito importante del libro de
El libro de Oskar Lafontaine ha teni- Lafontaine reside en su capacidad de
do una gran resonancia. Muestra un poner en movimiento la discusión so-
político inteligente, hábil, que sabe en- bre la creación de empleo, estancado
tonar distintas melodías. Por una par- en los últimos tiempos. Ha hecho, a la
te, ha entendido y hecho propias las vez, que la política socialdemócrata,
criticas e insatisfacciones de los movi- después de la crisis, pase a la ofensiva,
mientos sociales, vivos y de importan- ofreciendo una profunda renovación de
cia electoral decisiva en el panorama sus planteamientos tradicionales. Preten-
político alemán. Pero además. su pro- de liderar las reivindicaciones obreras
puesta de pleno empleo, reduciendo y la nueva sensibilidad social cada vez
jornada laboral sin aumentar costes más extendida en los ámbitos más pro-
sociales. despierta simpatías en secto- gresistas de la sociedad alemana.
res del electorado a su derecha; sobre El nuevo programa, no sin una bue-
todo en el ámbito del Partido liberal. na dosis de audacia, trata de renovar
Los intereses de su espacio afín son profundamente las tesis de la social-
atendidos. Ello supone que en los plan- democracia. El énfasis en la democra-
teamientos referidos existe una inten- cia económica, y el hecho de haberse
ción estratégica de hacer guiños a este tomado en serio y entendido la cues-
partido, en vista de una posible coali- tión ecológica, abre expectativas, no
ción de gobierno tras las próximas elec- exentas de escepticismo, para una ma-
ciones. Los planteamientos de Lafon- nera innovadora de emprender una po-
taine están pues provistos del dificil ar- lítica de reformas profundas en la so-
te de abrir las puertas a la vez, a su iz- ciedad.
quierda a «los verdes» y a su derecha a
los liberales; uno de los cuales parece José Antonio Gimbernat

HACIA UN NUEVO SOCIALISMO

M. HARRlNGTON: Socialism: Past miento socialista y apunta hacia su po-


and Future, Nueva York, Arcade tencial futuro. Es el testamento de un
Publishing, 1989,320 pp. militante y un intelectual que reflexio-
na sobre lo que es el socialismo desde
Nos encontramos ante el testamento Estados Unidos, la sociedad occidental
político de uno de los líderes norte- del capitalismo más desarrollada y más
americanos del socialismo democráti- refractaria a la tradición socialista.
co. M. Harrington murió en agosto de Harrington es consciente, desde las
1989 poco después de haber aparecido primeras páginas, de la situación «con-
este libro. Intuyendo su próximo final fusa» en que se debate hoy el socialis-
hace Un balance histórico del movi- mo. Por eso necesita ofrecer la evolu-

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ci6n de esta tradición desde el socialis- El concepto no es claro, para ser tan
mo utópico hasta «el socialismo real" manejado por el autor, pero su inten-
y la social-democracia actual. Es cons- ción es patente: caracterizar un fenó-
ciente de que sobre esta tradición pe- meno del mundo actual, sobre todo ca-
san graves fracasos y acusaciones de pitalista, con el cual tiene que confron-
inhumanidad, pero también de que, tarse el socialismo. Porque la prolon-
sin ella, la lucha por la justicia y la li- gación de la hipótesis de «la socializa-
bertad perdería un gran apoyo. Es un ción» va unida a un diagnóstico de
esfuerzo de relectura critica que trata nuestras sociedades capitalistas. Éstas
de salvar el núcleo de esperanza para cada vez «tienden hacia una creciente
la humanidad que vehicula el socialis- centralización y planificaci6n que tiene
mo. Más aún, es un intento por deli- lugar de arriba a abajo», El mecanismo
near los grandes trazos del nuevo so- del mercado, bajo el capitalismo, fun-
cialismo del futuro que será necesario ciona como un mecanismo de integra-
mantener en el siglo veintiuno con ción social. Los individuos son libres
todo intento de humanizacíón. para elegir (pluralismo) lo que la pre-
¿Por qué es importante el socialismo sión invisible de las necesidades indu-
ante el futuro justo y libre de la socie- cidas del consumo dictan que se debe
dad? elegir, A la larga el proceso de sociali-
Dos hipótesis están en el trasfondo zación bajo el capitalismo «subvierte
de la respuesta de M. Harrington: las posibilidades de la libertad y la jus-
La primera se refiere a la sensibili- licia que el mismo capitalismo -aun-
dad peculiar con la que la tradición so- que a regañadientes-cultiv6». Se ad-
cialista ha observado las estructuras vierte ya, desde este planteamiento,
sociales y económicas, «de las que de- que la esperanza socialista se entiende
pende el destino humano de la libertad justamente como una' alternativa a esta
y la justicia». Si tal vinculación existe, situación. El socialismo será concebi-
entonces merece la pena prestar aten- do como "el sometimiento del proceso
ci6n a un movimiento que ha querido de socialización al control democrático
supeditar el desarrollo estructural a los desde abajo, por el pueblo y sus comu-
valores de la justicia y la libertad. nidadcs». Pero, ¿no estamos vivícndo
En segundo lugar, Harrington acep- un momento en que de modo inconte-
ta --con otros muchos analistas socia- nible se nos están haciendo visibles las
les- que estamos viviendo en un mo- irracionalidades y contradicciones de
mento histórico en que es perceptible un sistema que actuaba en nombre del
el desarrollo ingente de la dimensión socialismo?
sistémica, impersonal, de la sociedad. Para Harrington, el derrumbe del
El ser humano corre peligro de ser bloque del Este -que no ha podido
subsumido bajo el extrañamiento de ver con todo su estrépito- no es un
los mecanismos anónimos. Nuestro argumento concluyente contra las po-
autor denomina socialización Isociali- tencialidades que alberga el socialis-
zation) «a este imperativo de toda so- mo. El estalinismo es una aberración
ciedad desde finales del siglo diecinue- que no puede denominarse socialismo.
ve...; destino del mundo entero en el si- Tras su análisis, Harrington concluye
glo veintiuno» de devenir más y más que «llamo a este sistema colectivismo
organizada bajo el dinamismo de los burocrático y no capitalismo ni socia-
sistemas, especialmente el económico lismo". En él se dio la nacionalización
y burocrático. de los medios de producción, «pero el

194 ISEGORfA 12 (1990)


CRITICA DE LIBROS

pueblo no tuvo control sobre la econo- nal y estructural: el capitalismo. Ha-


mía que teóricamente poseía». Por rrington, sin embargo, va desgranando
todo esto, nuestro autor expulsa al capítulo a capítulo su concepción y
«sistema antísocialista del colectivismo desmontando 10 que parecían las ver-
burocrático» de la tradición socialista. dades tradicionales del socialismo. No
Una exclusión dictada bajo el análisis son realmente definitorias del nuevo
de las premisas teóricas y del impulso socialismo; y su consideración dogmá-
ético-político de nuestro autor, pero tica ha producido más males que bie-
que no puede por menos que lanzar la nes. La historia de la social-democra-
sombra de la sospecha de los aparta- cia centro y noreuropea testimonian lo
mientos teóricos. Pesa sobre la tradi- acertado de su reflexión.
ción socialista hasta qué punto hay al- Harrington es un socialdemócrata.
guna vinculación o tendencia a crear Se apunta con convicción y argumen-
estructuras dictatoriales de poder. Ha- tos a esta interpretación del socialis-
rríngton no responde. Más bien recha- mo. Su nuevo socialismo es, por tanto,
za esta posibilidad, porque para él el reformista, perfeccionista. No cree en
socialismo es precisamente la negación las negaciones nacidas de las conjuras
de la opresión, de la injusticia y de la ideológicas; menos en las negaciones
sustitución elitista de la mayoría de los masivas del capitalismo. Argumenta
ciudadanos. que la división de derechos y poderes,
y se nos está dando ya una respues- de economía y política, que se da en
ta acerca de qué es el socialismo, al las sociedades del capitalismo demo-
menos, el nuevo socialismo que Ha- crático es una vía abierta para su
rrington atisba como una gran espe- transformación. Sobre todo para ir ga-
ranza para la humanidad. No es tanto nando espacio para la Iibertad perso-
una forma de gobierno como un movi- nal y comunitaria y para las estructu-
miento dentro del gobierno. No es un ras de solidaridad y justicia. Es decir,
movimiento para la toma violenta del para el nuevo socialismo.
poder por la clase trabajadora, cuanto En el fondo late el ideal de una
un movimiento para sustituir las fuer- «Suecia imaginaria». Una sociedad que
zas anónimas por la responsabilidad hubiera superado el sometimiento a la
consciente de los ciudadanos. No es mercancía y hubiese creado las bases
una política de nacionalizaciones de de una nueva civilización mundial más
los medios de producción, cuanto una igualitaria.
forma de ejercer de abajo arriba el ¿Podrá un movimiento reformista
control y el gobierno. No es un ideal conducir más allá del capitalismo de
de una mezcla de planificación y mer- las multinacionales? De nuevo la som-
cado, cuanto un control del mercado bra que se cierne sobre la propuesta de
por las necesidades humanas decididas Harrington es si el gradualismo pro-
libremente por los ciudadanos. El nue- puesto conducirá más allá de retoques
vo socialismo, en suma, camina de la al sistema o a un cambio cualitativo.
mano de la profundización democráti- Nuestro autor apuesta por tal posibili-
ca. ¿No es esta concepción de socialis- dad. El socialismo es, por tanto, un
mo un conjunto de piadosos deseos? A movimiento de un talante ético, no
menudo el lector tiene la impresión de tanto una determinada estructura so-
estar ante un nuevo socialismo que cial. Si se entiende esto, se comprende-
quiere todos los bienes sin atentar se- rá la fe de Harrington y su esperanza.
riamente contra su enemigo tradicio- y también el riesgo que amenaza al

ISEGORlAf2 (1990) 195


CRITICA DE LIBROS

socialismo. Necesita de hombres con avanzará a pesar de los éxitos econó-


los valores de solidaridad, justicia y li- micos de los Reagan y Thatcher o de
bertad que rezuma nuestro autor. «los cuatro Pequeños Dragones». La
En un momento de «ofensiva neo- «sociedad dual» crecerá y la insolídari-
conservadora» parece que la sensibili- dad cavará un foso entre los humanos.
dad es contraria a las propuestas de Harrington defiende su propuesta
nuestro autor. Pero éste, además de con un recorrido histórico que resume
desmontar las justificaciones ideológi- los puntos centrales del pensamiento
cas del capitalismo democrático, miti- de K. Marx, Kautsky, Lenín, Hilfer-
ficado por los nuevos conservadores ding..., hasta el laborismo inglés de los
argumenta en pro de la solución socia- años cincuenta, el socialismo francés
lista. El nuevo socialista postula un de los ochenta o los teóricos del socia-
mundo ecológicarnente reconciliado lismo sueco. Estudio ambicioso, infor-
con el hombre, igualitario y libre. Los mado, escrito con lógica y nervio, y
valores que éste encama están ínsitos atravesado por la pasión ética de la
en el corazón humano, en la razón crí- justicia y la libertad. Un modelo de en-
tica yen la objetividad con que presio- sayo político.
nan los hechos. De lo contrario, «el
lento apocalipsis» de nuestro tiempo José M. a Mardones

EN LA CONTINGENCIA, LA IRONÍA Y LA SOLIDARIDAD

R. RORTY: Con tingency, Irony and samiento: Heidegger, Nietzsche, Derri-


Solidarity, Cambridge University da (en una recuperación originalísima
Press, 1989,201 pp. de ellos desde el pragmatismo).
Al igual que Consequences of Prag-
Desde la publicación en castellano de matism, éste, su tercer y último libro,
La Filosofía y el Espejo de la Naturale- también es una recolección de artícu-
za, R0l1y es un autor si no conocido sí, los: los tres primeros capítulos dedi-
al menos, nombrado dentro de nuestro cados a los límites de la contingencia
panorama filosófico; su original recu- ({{The contingency of language», «The
peración del pragmatismo, su negativa contingency of selfhood» y «The con-
al positivismo de distinto pelaje que ha tingency of community») son confe-
dominado la filosofía americana, su rencias que ya aparecieron publicadas
necesidad de proveer acuerdos mo- en el London Review of Books, los seis
mentáneos e históricamente mediados restantes son también conferencias
en lugar de consensos universales, son aún no publicadas.
características que se expresaron en el El libro comienza de forma fuerte.
libro citado y se concretaron en los ar- La primera parte, dedicada a la contin-
tículos recogidos en Consequences o] gencia, es el intento de mostrar en qué
Pragmatismo Todo esto le hace ser un consiste la tarea teórica cuando se cree
crítico señero de lo que se ha esta- que no hay una tarea teórica privile-
blecido como paradigma del pensa- . giada. La tesis que vertebra todo el tra-
miento moderno; él mismo se une a . bajo (y que ya recorrió su Consequen-
los que considera al borde de ese pen- ces of Pragmatism) es la idea de que el

196 ISEGORíA ¡ 2 (1990)


CRITICA DE LIBROS

lenguaje es una forma como cualquier ser "poetizada" antes que corno la es-
otra de enfrentarse al mundo, es un peranza ilustrada de que puede ser
conjunto de herramientas para conse- "racionalizada"» (p. 53). La filosofía
guir cosas: alimento, sexo, solidaridad, moral habrá de ser narración histórica
etc. Su principal función y objetivo es y especulación utópica antes que bús-
la creación de metáforas que dan a luz queda de principios generales. No hay
el vocabulario que garantiza todas las un mejor o un peor cuando no existe
asunciones del sentido común. Así se un cambio de creencia fundada, sino
forma un vocabulario final que poco que se dan cambios en la adecuación
tiene que ver con una verdad última de vocabularios a las contingencias
que se descubre -o se puede descu- históricas particulares; tampoco es po-
brir- en la investigación que la pro- sible detectar una línea clara entre per-
ponga y defienda, pero que es el voca- suasión y fuerza pues «ofrecer una re-
bulario que garantiza la posibilidad de descripción de nuestras prácticas e
constitución de comunidades sociales. instituciones cótidíanasno es ofrecer
La idea fuerte que Rorty presenta en una defensa de éstas contra sus enemi-
«The contingency of language» y que gos; es más el reamueblar una casa
le sirve para el resto de las «contingen- que el rodearla de barricadas» (p. 45).
cias» es que no existe una verdad «ahí Si parece razonable suponer con Rorty
fuera» que espera ser descubierta: el que no existen fundamentaciones últi-
cometido de la filosofía no es el descu- mas, me parece que el corolario que
brir verdades, sino el formar metáforas de ello se deriva necesita una lectura
que den cuenta de nuestro particular liberal y optimista de la sociedad, que
asentamiento en el mundo, de nuestra considere a nuestros sistemas liberales
ligazón a la contingencia. Rorty se corno el resultado de tradiciones que
opone a la idea -que califica de meta- progresan y amplían la cobertura de lo
física- de que el pensar es un acerca- liberal, junto con una mano invisible
miento progresivo a la verdad; por el que haga que el conflicto sea tan sólo
contrario, la función del pensamiento confluencia de individuos libres y que
será poner en claro que es preferible las relaciones de poder se traten de
exponer distintos vocabularios o dis- contingencia.
tintas tradiciones. Esto significa que ya La parte segunda que tiene por títu-
nunca podemos fundamentar nuestros lo «Ironía y teoría» (consta de trabajos
sistemas sociales de forma inapelable: tan importantes para el desarrollo del
tan sólo cabe el reconocimiento (muy libro corno «Prívate irony and liberal
cercano, creo, al decísíonismo) de que hope», o con discusiones sobre la me-
los sistemas liberales son los que más tafísica v el deconstruccionismo como
se adecuan a las exigencias del hombre son «Self-creation and affiliation:
occidental. Tales sistemas se defienden Proust, Nietzsche, and Heidegger» y
mejor dentro de un lenguaje contin- «From ironist theory to prívate allu-
gente que reconoce corno única fun- sions: Derrída») y la parte tercera que
ción el crear metáforas para arreglár- se titula «Crueldad y solidaridad"
noslas en el mundo y cuya sola justifi- (e'I'he barber of Kasbeam: Nabokov on
cación se basa en la redescripción de cruelty», «The Iast intellectual in Euro-
lorma nueva y más útil de antiguas pe: Orwell on cruelty- y «Solidarity»)
instituciones: «Necesitamos una redes-. nos explican cómo sería el hombre que
cripdón del liberalismo corno esperan-· pudiera vivir en una sociedad liberal
za de que la cultura como todo puede -contingente- tal y corno se ha for-

ISEGORíA 12 (1990) 197


CRITICA DE LIBROS

mulado y de qué forma ayuda a man- tento de crear las reglas por las que el
tenerla. La figura del «ironista» apare- ironista se ha de juzgar a sí mismo. La
ce aquí como el nuevo citoyen de una ironía se niega a creer en una verdad
sociedad liberal avanzada: es el verda- descubierta y no creada. y su función,
dero sujeto moral y político. El ironis- que se liga al cultivo de la autonomía,
ta «tiene dudas acerca del vocabulario es un intento de redescribir la realidad
final» (p. 73) (puesto que conoce que que rodea el individuo bien sea de for-
no existe una verdad que se pueda des- ma literaria --como Proust- o teórica
cubrir), reconoce que sus argumentos -como Hegel, Nietzsche y Heídeg-
nunca disolverán las dudas y proble- ger-; la diferencia entre estos dos in-
mas sociales (son sólo redescripciones) tentos (los de los ironistas literarios y
y «no cree que su vocabulario esté los de los teóricos) es que mientras los
más cercano a la realidad que otros» segundos desean lo inconmensurable,
(p. 73); esto junto con el modo «indivi- es decir, dar con un mundo nuevo, con
dual y escéptico» con que se plantea los una era que empiece a partir de ellos,
vocabularios, metáforas y descripcio- el primero se aviene con «cosas peque-
nes, hace que Rorty se pregunte si por ñas» y prefiere encontrar la belleza.
este camino no se deshacen los nudos Pero también hay autores a caballo en-
de la vida social. Recogiendo la acusa- tre una posición y otra, como ocurre
ción de Habermas a Hegel (¿qué valor con Derrida (al que trata en capítulo
tiene la «soledad» autorreflexiva por aparte), que intenta dar respuestas en
muy crítica que sea?) Rorty da con lugar de mostrar cosas --como quie-
una característica crucial del pensa- ren hacer los ironistas teóricos- al
miento ironista, se trata de la escisión tiempo que, no obstante, teoriza sobre
entre lo público y lo privado. Planteán- los ironistas teóricos y, así como suce-
dose la línea de pensamiento del íro- de con Proust, ninguno de sus trabajos
nista, dice: «donde Habermas ve la lí- entra dentro de las esquemas explica-
nea del pensamiento ironísta [...] como tivos al uso: este ironista «ha preveni-
destructiva de la esperanza social, yo do la nostalgia heideggeriana de la
veo esa línea de pensamiento muy irre- misma forma en que Proust previno la
levante para la vida pública y los pro- nostalgia sentimental: por la recontex-
blemas políticos» (p. 83). Por ello la tualizacíón incesante» (p. 137).
creación intelectual --que es al menos No deja de ser curioso que, 10 que
una de las preocupaciones del iro- empieza como el deseo de establecer
nista- se reduce a la perfección indi- una más veraz relación entre la vida
vidual: muy poco vale para la solidari- social y la teoría que la justifica, termi-
dad humana; el ironista es un liberal ne en una profunda escisión que arrin-
que no ayuda a la «progresiva diná- cona la labor teórica en el «cultivo de
mica de la tradición liberal». la autonomía». Si bien no parece des-
Desde aquí, Rorty da cuenta de la cabellado pensar que la historia es la
manera en que la autonomía indivi- búsqueda de vocabularios que den
dual -considerada como el tradicional cuenta del mundo que nos rodea, y
cultivo de uno mismo- es el objetivo que nos permitan establecemos en él
de los íronístas, En el capítulo «Self- sin necesidad de una verdad última,
Creatíon and affílíatíon» repasa la obra los capítulos que Rorty dedica a
de Proust, Heidegger y Nietzsche a los caracterizar al ironista nos dejan un
que caracteriza como íronístas que en- sabor a inutilidad que escinde para
señan que la ironía es solamente el in- siempre teoría y vida social. Y esa es

198 ISEGORIA 12 (1990)


CRITICA DE LIBROS

una impresión que Rorty no es capaz que no tiene en su base ninguna natu-
de anular en la tercera parte -«Cruel- raleza humana ni ninguna verdad, sino
dad y Solidaridad»- en la que se dedi- tan sólo el deseo liberal de que la
ca, después de todo lo dicho, al modo crueldad desaparezca. Tan gran deseo
en que se puede promover o fortalecer y tan poca base concuerdan bien con
la sociedad liberal. Antes de entrar en la descripción del ironista y el deseo
el análisis de la solidaridad, Rorty defi- subliminal -y de un ingenuo optimís-
ne al liberal como aquel «que cree que mo-- de que, cultivando nuestra auto-
la crueldad es lo peor que podemos nomía en la libertad de los sistemas li-
hacer), (p. 146): el liberal ironista ha berales, tan sólo puede advenir la dis-
de aprender a cultivar su autonomía y minución de la crueldad que se supone
a no ser cruel. Desde esta caracteriza- que existe también en las relaciones de
ción la solidaridad se estudiará en tor- fuerza, de dominio, de injusticia social,
no a los textos que nos enseñan a ser etc. Y no hay que olvidar que la idea
menos crueles (esta seria la verdadera de solidaridad nace en un «nosotros»
labor intelectual de promoción del lí- que se forma contingentemente en la
beralísmo); de éstos Rorty escoge no historia; somos solidarios cuando nos
los que nos muestran las consecuen- solidarizamos con «uno "de nosotros»
cias -crueles- de los sistemas socia- donde «nosotros» es mucho menos
les, sino los que enseñan «los efectos que el género humano: la obligación
de nuestras idiosincrasias privadas so- moral pasa antes por muchos prejui-
bre los demás» (p. 141). Los ejemplos cios e imágenes respecto a quién es
aquí son Nabokov y Orwell: el primero aquel con quien debemos tener seme-
en tanto no cree en vocabularios de jante obligación. Al igual que sucede
solidaridad, aunque se opone a faunas en todo el libro que comentamos, la
de crueldad, y el segundo en la medida idea parece razonable, pero creo que
en que emplea la creencia en la solida- no lo es tanto cuando se combina con
ridad y la exposición de un contexto la certeza de que es la sociedad liberal
alternativo para redescríbir nuestro postmoderna la única que puede prote-
presente. Uno y otro desconfían de los ger "la contingencia» y progresar en
vocabularios finales y, bien desde la ella. Me parece que Rorty es el necesa-
particularidad o desde la ejemplaridad rio aviso critico y punto a partir del
de sus personajes, muestran los efectos cual -con el que- empezar a cons-
de un mundo cruel y el rechazo de tal truir algo diferente a 10 que Rorty nos
realidad. expone como su «utopía liberal»,
Al final, como «enseña» el caso de
Orwell, la solidaridad nunca será más Julio Seoane Finilla
que un mensaje de «esperanza social»

ISEGORíA/2 (1990) 199


CRíTICA DE LIBROS

CULTURA Y POLÍTICA POSTMODERNAS

A. HELLER V F. FEHÉR: Politicas inmediato, se caracteriza por la convi-


de la postmodernidad. Ensayos vencia, cohabitación dicen ellos, de
de crítica cultural, traducción numerosos discursos no totalizadores.
de Montserrat Gurguí, Barcelona, La «caída de la gran narrativa», el re-
Península, 1989,304 pp. pliegue de las pretensiones explicativas
de las ciencias humanas, vendría deter-
El libro que nos ocupa está com- minada, en opinión de los autores, polO
puesto por una colección de artículos la creciente complejización de un mun-
de Agnes Heller y Ferenc Fehér, dos do que se resiste a encajar en los mode-
autores que parecen empeñados en los que hasta ahora nos habían orienta-
continuar en solitario la andadura de do en el curso de la modernidad.
la extinta Escuela de Budapest. Quizá El libro está dividido en dos seccio-
por ello, aunque algunos artículos es- nes. La primera lleva el título de «Cul-
tán escritos por separado y otros en tura postmodema», la segunda se de-
colaboración, la homogeneidad del nomina «Política postmodema». Las
conjunto es tal que resulta difícil pen- dos secciones constituyen, al mismo
sar que se trata de una obra escrita tiempo, un criterio de agrupación de
por dos autores, y más parece, precisa- los artículos y la afirmación de la frag-
mente, producto del trabajo de la Es- mentación del objeto de las ciencias
cuela. Esto último dejando a un lado, sociales. Significan, concretamente, que
como es obvio, los cambios y evolucio- las esferas de la cultura y la política
nes que ha sufrido su pensamiento. son, a estas alturas de la modernidad,
Aunque algunos de los artículos ya completamente autónomas. Ello no
se encontraban a disposición del lector obsta para que nuestros autores reali-
castellano, se agradece, no obstante, el cen un tratamiento en paralelo de am-
encontrarlos de nuevo aquí reunidos, bas. La primera parte, la titulada «Cul-
ya que si por separado tenían interés tura postmoderna», se abre con el artí-
como opiniones más o menos valiosas culo de Ferenc Fehér «La condición de
sobre algunos aspectos de nuestro pre- la postmodernídad», y hace de intro-
sente, al quedar reunidos componen ducción a los artículos dedicados a la
una visión coherente de un presente cultura, en sentido amplio, presente.
que se caracteriza por resultar más Es decir, postmoderna. Allí señala Fe-
bien opaco al análisis de las ciencias hér algo central para entender la con-
sociales. Una opacidad de un presente cepción de ambos autores: la postmo-
que al ser heredero, o huérfano. de las dernidad no es un período histórico
luces modernas los autores no tienen nuevo que viene a continuación de la
miedo de denominar postmodernidad. modernidad. sino un cambio de mar-
Así pues, el hilo rojo que recorre todos cha de ésta. Y, correlativamente, el
y cada uno de los artículos que compo- postmodernismo no tiene caracterís-
nen este libro es el intento de respon- ticas definidas salvo su indefinición, es
der a un presente que se caracteriza decir, su pluralidad.
antes que nada, desde el punto de vista Lo que preocupa a nuestros autores
teórico, por su problematicidad, Pro- . no es otra cosa que definir la proble-
blematicidad que tiene su reflejo en el mática de nuestro presente, definir
pensamiento y que, frente al pasado con qué problemas nos encontramos

200 15EGORíA/2 (1990)


CRíTICA DE LIBROS

los que vrvrmos en este momento, en de inequívocamente moderno en este


la postmodernidad. Y ver, tras esta in- abandono. La renuncia al mito de los
flexión en el curso de la modernidad, orígenes que lleva inscrito, en el pro-
qué nos cabe decir como modernos. pio principio, su telas. La pregunta que
Por tanto no debe asustar que nuestros queda formulada en este cambio de per-
autores se declaren postmodernos, que cepción es si este abandono conduce al
con las matizaciones que introducen nihilismo o, y esto es lo que intentan
equivaldría a declararse contempo- sostener Heller y Fehér, aún podemos
ráneo, algo, la verdad, que no carece seguir siendo modernos aunque de una
de sentido ante el anacronismo de una forma sustancialmente distinta.
parte de la irueligentsia. Todos los rasgos hasta ahora presen-
Así pues, postmodernidad sería en tados muestran la problemática gene-
su definición un tiempo y un espacio, ral compartida por todos aquellos que
privado y colectivo, inserto en el tíem- pertenecen a la condición postmoder-
po y el espacio mayor de la moderni- na, cualesquiera que sea su postura
dad y limitado por los que dudan o respecto a la modernidad. Como se
problematizan la modernidad, los que acaba de insinuar, la postura de los
la quieren poner a prueba y los que autores frente a la modernidad dista
quieren hacer balance de sus éxitos y mucho de la de antimodernos como
fracasos. En la «condición postmoder- MacIntyre o de la de los más conoci-
na), se encuentran, de este modo, to- dos postmodernos como Lyotard. Ag-
dos aquellos que no son ni antiguos nes Heller (y esto incluye a Fehér) ha
(antímodernos) ni modernos funda- reivindicado en numerosas ocasiones
mentalistas. Los problemas que desa- la modernidad no fundamentalista que
fían a los que viven en esta condición representan Lessing y Diderot. Para
son, por tanto, problemas originados esta modernidad el discurso racionalis-
en la modernidad. Tal y como ellos los ta constituía una amenaza tan grande
enumeran serían, en síntesis, los de la como la de cualquier otra forma de
desaparición de los grandes horizontes, fundamentalismo. Frente a él proponía
la constatación de vivir en un presente el diálogo, el reconocimiento de la plu-
no trascendible cualitativamente, «el ralidad y la tolerancia como los pilares
redescubrimiento de nuestra contin- de una verdadera emancipación.
gencia» y las implicaciones morales Centrándonos ya en el tema al que
que de ello se derivan, la «museífica- está dedicada la primera parte del li-
ción de Europa», es decir, la autorrela- bro, la cultura postrnoderna, el rasgo
tivización de la cultura con mayor vo- que más sobresale en el análisis de Fe-
cación universalista, y la desacelera- hér es el de la completa liberalización
ción de la filosofía de la historia implí- del arte como esfera independiente
cita. Es decir, la sensación de encon- en la postmodernidad. El final del arte
trarnos indefectiblemente después de la como Kunst. A este tema dedicará su
gran narrativa. Esta quiebra de la gran artículo «Música y racionalidad» dedi-
narrativa queda ejemplificada en la cado «a la intromisión "racional" de la
constatación de la imposibilidad pre- Kunst en el arte», para lo que analiza-
sente de contestar, de manera no hipo- rá la teoría musical de Adorno. Los
tética, a las célebres preguntas que foro dos artículos restantes que componen
muló Gauguin: «¿de dónde venimos, esta primera parte son obra de Agnes
dónde estamos, a dónde varnos?». Hay, HelIer. Uno está dedicado a «La situa-
como observan nuestros autores, algo cíón moral en la modernidad», pero

ISEGORíAf2 (1990) 201


CRiTICA DE LIBROS

que para ser consecuentes con la pro- lo, las dedicadas a la. descripción de
pia periodización que propone el libro nuestra situación postmoderna, coinci-
quizá habría de llamarse «La situación den literalmente, palabra por palabra,
moral en la postmodernidad». Allí se- con las dos primeras páginas del artícu-
ñala que el hecho básico que determi- lo de Fehér que abría el libro.
na nuestra situación moral en el pre- Para los que viven la condición post-
sente es el descubrimiento de la con- moderna, los problemas no quedan
tingencia y, consecuentemente, la plu- circunscritos al ámbito de lo cultural
ralización de los discursos morales, sino que también tienen un sentido po-
Sin embargo, ni la contingencia ni la lítico propio. Nuestros autores centran
pluralidad conducen necesariamente al este carácter político peculiar de la
relativismo o al nihilismo, concepcio- postmodernidad en el predominio so-
nes a cuya crítica dedicará una parte cial y político de lo funcional sobre lo
del texto. Por encima de los desacuer- estructural. Esto se manifiesta en el
dos hay un consenso básico sobre los debilitamiento, «si no total desapari-
valores de libertad y vida que permiten ción», de la política entendida exclusi-
el diálogo y, de esta forma, al menos, vamente en términos de intereses de
una mínima moralia. Este universalismo clase y concepciones de clase. Heller y
moral que Hcllcr recoge de Lessing no Fehér no niegan la existencia de con-
se "alcanza mediante la superación de la flictos de clase, lo que señalan es el
contingencia, la particularidad y la indi- surgimiento de un tipo de política, que
vidualidad, sino cambiando nuestra acti- se da tanto en la derecha como en la
tud dentro de la misma forma de vida, izquierda, basada «en la función y
procede de Lessíng y ha sido reciclada orientada a la función». Esta tendencia
por Hanna Arendt». El otro artículo de se ha puesto de manifiesto de dos for-
Agnes Heller que aparece en esta prime- mas distintas: la primera es la apari-
ra parte lleva por título "De la herme- ción de movimientos de "causa única»,
néutica en las ciencias sociales a la her- la manifestación más nítida de la polí-
menéutica de las ciencias sociales» y tica postmoderna, según los autores.
está construido sobre la idea de que una El carácter de estos nuevos movimien-
«hermenéutica de las ciencias sociales tos es tratado por Heller en el artículo
no es más que una aproximación a la her- «Existencialisrno, alienación, postmo-
menéutica de la modernidad, la cual in- dernismo: los movimientos culturales
tenta comprender la autocomprensión o, como vehículos de cambio en la confi-
mejor dicho, la comprensión de la auto- guración de la vida cotidiana». Y la se-
conciencia de nuestra época» y tiene gunda manifestación es la de los inten-
como propósito replantear el cometido de tos de reordenación de «la red de fun-
las ciencias sociales desde esta perspectiva. ciones dada en una sociedad concre-
La segunda parte del libro, la dedica- ta). Algo que sin duda tiene que ver con
da a la "Política postmodema» comien- la insistencia de Heller en el análisis de
za, al igual que la primera, con un ar- la vida cotidiana y su relevancia para el
tículo de presentación. Éste, titulado «La análisis de la política. Como ejemplos
condición política postmodernas.. viene de esto último estarían en la extrema
firmado por Heller y Fehér, Si antes he derecha el intento thatcheríano de un
señalado el paralelismo entre los trata- «capitalismo popular» y desde el iz-
mientos de la cultura y la política, aquí quierdismo radical el Mayo del 68.
aparece reflejado de un modo palmario. . Otra de las características relevantes
Las dos primeras páginas de este artícu- de la postmodernidad, bajo el punto de

202 ISEGORíA/2 (t990)


CRiTICA DE LIBROS

vista de esta segunda parte, es la de las los universales. Heller considera que el
implicaciones políticas de la temporali- hecho de la autorre1ativizaci6n de Eu-
dad dominante en ésta. La sensación ropa muestra el nacimiento de un pen-
de vivir en un presente intrascendible samiento que respeta el pluralismo por
en los términos del discurso moderno encima de cualquier particularismo,
fuerte hace que «cualquier tipo de po- algo valioso y que no ha surgido en
lítica redentora» sea «incompatible ninguna otra cultura. Y que da pie a
con la condici6n política postmoder- una política democrática, formal y uni-
na». Sobre las consecuencias directa- versalizable, respetuosa con las tradi-
mente políticas de este cambio de per- ciones culturales. A este tema está dedi-
cepción se extiende Fehér en su artícu- cado el artículo de Agnes Heller «Euro-
lo «Contra la metafísica de la cuestión pa, ¿un epílogo?» donde hace una de-
social», De las implicaciones exis- fensa del relativismo cultural limitado.
tenciales lo hace Heller en «Sentirse Si los artículos que hacían de presen-
satisfecho en una sociedad insatisfe- tación de las dos partes de la obra co-
cha». Los intentos de cambio absoluto, menzaban de la misma manera, tam-
de trascendencia radical de la moder- bién finalizan de forma parecida. El post-
nidad, entran, bajo la perspectiva post- modernismo es «políticamente mínima-
moderna, dentro de lo mesiánico, de lo lista» y «destructor de la política reden-
utópico en su sentido más negativo. tora». Para nuestros autores esto es un
Sin embargo los autores no dejan de síntoma de la constatación de la proble-
señalar el peligro presente, para los maticidad de nuestro mundo. De un
que viven en esta condición postmo- mundo que tiene «que ser criticado día a
derna, de dejarse arrastrar hacia los día» y con el que no podemos reconci-
compromisos fáciles con la realidad o liarnos completamente. Pero también de
de recaída en los «mitos del fin del un mundo «en el que podemos perma-
mundo» que se derivan de la desapari- necer y encontrar alguna gratificación» y
ción de la perspectiva de futuro. Entre no podemos olvidar que «una negación
el discurso totalizador y la reconciliación absoluta del presente (...) terminaría con
con la realidad Heller señala una tercera toda probabilidad en una pérdida total
vía que, esquivando estos escollos, nos de libertad o en la destrucción total. Y
permite orientar la crítica y la acción po- ambos resultados serian más que, o dife-
lítica desde una perspectiva ética, sin rentes de, lo postmodemo. Serían com-
perder la perspectiva emancipatoria. pletamente antímodemístas».
Aunque ahora la idea de la emancipa- El libro constituye, por tanto, un in-
ción absoluta actúe como idea regulativa tento de dar una respuesta no dogmá-
y no constitutiva de lo político (esto apa- tica a unos problemas presentes que
rece en los artículos de Heller «La justi- no podemos permitirnos ignorar, salvo
cia social y sus principios» y «Ética ciu- al precio de renunciar a los valores
dadana y virtudes cívícas»), modernos, a los valores que constitu-
También señalan el peligro de la re- yen nuestro mundo.
Iatívízación absoluta de Europa que, Por último, no puedo por menos que ha-
traspasando el hecho positivo de la cer una referencia obligada a la traduc-
aceptación «de la pluralidad de cultu- ción que, lejos de facilitamos la compren-
ras distintas», puede dar lugar al relati- sión de un libro en ocasiones complejo,
vismo absoluto, a la «adoración falsa la dificulta y, a veces, la imposibilita.
de lo otro» (tercermundísrno) o a la
«negativa total» y a la rclativización de Ángel Rivera

ISEGORíA 12 (1990) 203


CRíTICA DE LIBROS

¿DOS ILUSTRACIONES?

R. MATE Y F. NmWÓHNER el primer grupo de comunicaciones,


(coords.): que trata de contribuir a un nuevo
La. Ilustración en España análisis del carácter ilustrado, precisa-
y Alemania, Barcelona, Anthropos, mente desde la óptica de esa crítica
1989, 272 pp. postmoderna. En ese sentido, Frie-
drich Niewohner destaca como rasgo
Recoge este volumen las ponencias del específico ilustrado de Mases Mendels-
Encuentro que reunió en Cáceres a sohn la intención «concilíadora» del
pensadores alemanes y españoles en texto que se ofrece al lector, y que hoy
torno al tema de la ilustración. Apare- podríamos llamar pedagógica, a partir
cen divididas en tres apartados: el pen- de la utilización del término «Anbe-
samiento ilustrado, la Ilustración en quemung». Frente a una intención más
España y la Ilustración en Alemania, metafísica o de búsqueda de la verdad
que tienen cada uno de ellos un interés por sí misma de autores como Lessing,
específico con aspectos propios que la necesidad de comunicar la verdad
destacar. Hay, sin iernbargo que rese- prevalece sobre la necesidad de defi-
ñar dos líneas de interés principal en nirla.
el conjunto del Encuentro. Por un La comunicación de A. Maestre trae
lado, la. necesaria y continuada revi- directamente la discusión a la actuali-
sión del estudio acerca de la historia dad, trazando un paralelismo entre los
de las ideas filosóficas, que supone no conservadores contrailustrados alema-
sólo una continua crítica de los con- nes del XVIII y los neoconservadores
ceptos ya asentados, sino también una historiadores actuales. A través de esa
necesidad de confrontación con la vi· comparación, Maestre pone sobre el
síón desde otros países. En este primer tapete la cuestión polémica y actualísi-
Encuentro Hispano-alemán, auspicia- ma de lo que de manera académica
do por la Institución Cultural El Bro- podemos llamar el «estatuto» de la
cense de i.Cáceres.v-en el que han Historia, dentro de la discusión acerca
colaborado la Herzog .August Bibliotek de la hermenéutica del acontecer his-
deWolfenbüttel y el Instituto de Filo- tórico. La crítica del neohistoricismo
.soñadel CSIC, se daban condiciones retoma algunos puntos de la contra-
óptimas para ello. El tema de estudio Ilustración, reivindicando la "mera na-
ha recaído en esta ocasión en el siglo rración» y por tanto la «sacralización»
XVIII con motivo de la anécdota del bí- de los hechos históricos, frente a cual-
centenario de la muerte de Carlos IIl. quier explicación teórica. Por su parte,
Sin embargo hay que señalar, a lo y ya en un terreno de metodología
largo de todas las intervenciones y práctica, L. Kreimendahl reflexiona so-
como motivo más de fondo, una se- bre su propio quehacer historiográfico,
gunda línea de interés, que no es otra con un interés reconocídamente re-
que el.debate actual en tomo a la pos- trospectivo. En cuanto al tema tratado
tmodernidad, y la puesta en cuestión que había surgido en las comunicacio-
que supone, precisamente, del proyec- nes anteriores, reconoce su interés
to ilustrado. por una interpretación sistemática de
Esta segunda preocupación aparece los datos históricos, afirmando que los
de manera especialmente relevante en materiales fuente no constituyen un

204 ISEGORíA 12 (1990}


CRíTICA DE LIBROS

fin en sí mismos, sino que sólo son larizadora. No hay duda de que en ella
presupuesto de una valoración cualita- pueden advertirse protagonistas pro-
tiva de las influencias estudiadas. Pero, pios, sin necesidad de ir a buscar a los
en definitiva, como él mismo dice: «se pensadores europeos que pudieron ins-
filosofa con la historia, mejor que sin pirarles, como Campomanes o Cap-
ella». Hay que resaltar, aunque sea ya many; y caracteres peculiares, entre los
sabida, su denuncia de la escasez de cuales no seria el menor la ausencia de
aprovechamiento de los modernos me- ruptura con la tradición, Partiendo
dios tecnológicos en la investigación de esa afirmación, aunque sin aludir
humanística. más que veladamente a estos pro-
Por último, para concluir este pri- blemas, M. Tietz señala las concomi-
mer apartado, R. Mate hace su aporta- tancias o desajustes entre el tratamíen-
ción acerca de «La critica hegeliana de lo de la figura de Lucrecia como figura
la Ilustración», haciendo hincapié en el paradigmática, tanto en España como
punto que considera el aspecto más en otros países ilustrados. y H.J. Lope,
conflictivo del enfrentamiento del pen- presenta una interesante semblanza
samiento ilustrado con el pensamiento sobre «Antonio Ponz y el problema de
tradicional, y también, respecto a la la desarbolización española», que pone
propia Ilustración: se trata del pensa- de relieve el enfoque ilustrado de este
miento sobre la religión. A pesar de problema práctico.
que el mismo Hegel variará sustancial- La contribución de los estudiosos es-
mente a lo largo de su vida en lo que pañoles al tema coincide en presentar
respecta a su planteamiento de la rela- trabajos en los que se resalta preci-
ción entre filosofía y religión, seguirá samente la otra cara del problema:
siempre considerando que esa relación T. Egida nos habla sobre "Los antiilus-
es el punto central por el que debe trados españoles», refiriéndose no a la
buscarse la salida a una Ilustración población que permaneció insensible a
frustrada. las nuevas ideas, sino al grupo, tam-
El segundo apartado trata sobre bién elite de pensamiento, capaz de
tema tan delicado como es la cuestión elaborar un discurso con el cual en-
de la Ilustración en España. Resulta ya frentarse a ellas. Quiénes fueron, qué
habitual constatar el hecho de que los instrumentos utilizaron y cuáles fue-
hispanistas extranjeros valoran en más ron los momentos más importantes de
la Ilustración española que los propios este grupo, es la contienda de esta co-
españoles, No se trata tanto de ponerle municación. Por su parte, J. Jiménez
o quitarle méritos, como de abordar el Lozano nos habla sobre «La percep-
tema desde una perspectiva más dis- ción castiza del ilustrado», trazando
tante, que permita un mayor desapa- agudamente el perfil del «castizo» en
sionamiento, y sobre todo, de la ausen- un interesante trabajo que se confiesa
cia de una disconformidad previa con más como ensayo antropológico o,
lo que realmente hubo. Así lo entiende como el autor define, como ensayo de
S. Jüttner que habla directamente so- íntrahistoria, que comunicación histo-
bre ese tema, y que en un intento entu- riográfico-académica. También Roma-
siasta y aleccionador, saca a la luz esa no García nos habla sobre «Extrema-
«herencia reprimida» que es la Ilustra- dura y la Ilustración», haciendo un
ción española, afirmándola abierta- amargo y apasionado análisis de la si-
mente y entendiéndola como movi- tuación de esa región en el XVIII, y des-
miento reformista de una cultura secu- tacando el hecho de que su trabajo le

ISEGORiAI2 (1990) 205


CRíTICA DE LIBROS

ha obligado a modificar el título que cacíones que ha recibido, y concluyen-


en un principio se le había propuesto: do en señalar el fecundo procedimien-
«La Ilustración en Extrernadura»: en to de este autor que consiste en elabo-
Extremadura hubo ilustrados, pero no rar la tradición, sin rechazarla, de ma-
Ilustración, si por tal entendemos un nera que se haga fértil para las nuevas
cambio en la actitud de la sociedad. ideas. También sobre Lessíng, pero
Entre los profesores españoles que esta vez sobre su pensamiento acerca
hablan sobre España y la Ilustración, de la muerte, presenta su comu-
únicamente José Miguel Caso cree nicación A. Andreu, en la que resalta
oportuno traer a colación un minucio- el paralelismo que traza este autor en-
so y cuidado trabajo acerca de la acti- tre la tragedia griega y la religión cris-
vidad de un grupo ilustrado del mo- tiana.
mento. Se trata de «La crítica religiosa Corno última intervención del volu-
de El Censor y el grupo ilustrado de la men, aparece un corto pero revelador
condesa de Montíjo», Los temas de la trabajo de E. Hidalgo Serna acerca de
religiosidad interna frente a la externa, «La raíz del gusto en la Ilustración ale-
la necesidad de materializar en el ser- mana", situando el primer concepto
vicio al prójimo, las devociones místi- del gusto exclusivamente en Baltasar
cas y la crítica de supersticiones, en Gracián y su "Oráculo manual»; y su
clave burlona y no admonitoria, son transmisión a Alemania en sus traduc-
algunos de los temas clave que ese tores (a través del francés) y cultivado-
grupo trata. res, Christian Thomasíus y Johann Ul-
En el tercer apartado, sobre «La rích Konig, que en 1687 imparten un
Ilustración en Alemania", P. Raabe curso sobre este autor español en Leip-
destaca la importancia del libro y la le- zig. Sin embargo, el desconocimiento
tra impresa como característica singu- de «Agudeza y arte de ingenios» y el
lar de la Ilustración alemana. El traba- interés moralista de aquel momento,
jo de los libreros de Francfort y Leíp- hacen que el concepto del gusto en
zig, pero también de Berlín, Hambur- Alemania tenga aún hoy, en el mismo
go, Nuremberg y Breslau, fue decisivo Gadamer, una raíz sociológica, en vez
para la extensión y evolución de las de filosófica.
ideas ilustradas, en un momento en Como comentario final, podernos
que el emperador alemán apoyaba las añadir que el interés máximo de este
ediciones piratas en Viena, para hacer volumen estriba en la confrontación de
posible su ambicioso programa refor- la visión de las dos Ilustraciones, ale-
mador: la ilustración del pueblo. mana y española, vistas desde la
En segundo lugar, W. Barner, con perspectiva cruzada de estudiosos de
una intención de revisión de los cli- ambos países. Algo todavía poco habi-
chés habituales de interpretación de la tual y, sin embargo, deseable en alto
ilustración alemana y siguiendo un cri- grado, para hacer avanzar y madurar
terio de análisis literario, estudia la ac- nuestra historiografía.
titud de Lessing respecto a la tradi-
ción, repasando las habituales c1asifi- Teresa Rodríguez de Lecea

206 ISEGORíA! 2 (1990)


CRíTICA DE LIBROS

EL TIEMPO RECUPERADO

J. MUGUERZA y R. RODRÍGUEZ El volumen editado por Javier Mu-


ARA MAYO (eds.): Kant después de guerza y Roberto Rodríguez Aramayo
Kant, Madrid, Tecnos, 1989 acude fiel a la cita de la efemérides,
adelantándose también en el por qué
F. Pessoa tuvo a sus Reís, Caeiro, De y, sobre todo, el para qué ahora Kant
Campos, Guedes, Soares. Un poeta sin Kant. El título demuestra el pundo-
vivo puede desdoblarse en heteróni- nor profesional de la nutrida lista de
mas, a fin de fingir otras voces y los autores, elenco en el cual, si no están
hallazgos de una identidad tan frag- todos los que son, sí son todos los que
mentaria, que no caben armonio- están. La escueta introducción nos
samente bajo una y la misma epider- marca con ciaddad la ingeniosa Stim-
mis. Se anticipa así a las desviaciones mung del volumen: giro copernicano
y avatares que harán crecer su inven- para leer dos siglos después al artífice
ción con sentidos inéditos y, mediante del giro copernicano. La mediación
este artificio, prolonga su destino mor- está servida, la ocasión la prestaba el
tal. El pánico que nos provocan los Seminario que se celebro en el Institu-
clásicos crece proporcionalmente con to de Filosofía del eSI C en el curso
su resistencia a tal destino, al prestigio 1987-1988.
grande o pequeño que se labraron y la Nada más grato y más ingrato que
osadía con que irrumpieron en la me- dar cumplida noticia de esta obra; gra-
. moría de su época; perdida ésta, aquél to por lo que representa frente a una
se desvanece. Croce se preguntaba a ausencia, ingrato por la imposibilidad
propósito de Hegel, ¿qué está vivo y de hacer justicia como se debe al es-
qué está muerto del clásico? ¿Y cómo fuerzo de un nutrido elenco de auto-
suena Kant en castellano? El mérito de res. En todo caso no creo equivocarme
todos aquellos que, desde Gaos, han al suponer que este libro habrá de con-
ido quemando etapas en el viaje a tra- siderarse en adelante como punto de
vés de su obra ha sido el de poner en referencia para la bibliografía sobre
condiciones y en limpio el terreno para Kant en castellano. Desde los años en
que aquí también tuvieramos un Kant que Lutoslawski oyera, por boca de
después de Kant homologable. Destino Ortí y Lara, que en Kant sólo podría-
poco afortunado hasta los años sesen- mos cosechar error y pecado, hasta la
ta, sin embargo; ahora queda por sa- fecha, cuando se termina de conme-
ber a qué causa quieren servir los nue- morar el bicentenario de la Critica de
vos intérpretes, pues la labor crítica y la razón práctica, mucho ha cambiado
distanciadora estaba servida por las la Filosofía española. Mucho, muchísi-
propias y desfavorables condiciones de mo se ha procurado enmendar en el
partida. A finales de la década de los desolador panorama que, en 1896, co-
ochenta la situación se ha normalizado noció el corresponsal de los Kantstu-
lo suficiente, al parecer, y se apresta- dien. Todavía ha de ser explicada la
ron los filósofos hispanos postkantia- magnitud de tal silencio inicial, como
nos -postkantianos por imperativos observa r.M. Palacios. No todo tiempo
de la cronología y por intención- a se puede ahora recuperar tras el perdi-
conmemorar el bicentenario de la Crt- do siglo XIX, perdido para el conoci-
tica de la razón práctica. miento de la obra kantiana, familiar ya

¡SEGaRlA 12 (1990) 207


CRíTICA DE LIBROS

entonces para los filósofos franceses, ren clausuró el curso da la pauta del
ingleses e italianos. La ausencia es en notorio -y necesario, por la fuerza de
el momento actual menos escandalosa, las circunstancias- giro de la recep-
gracias al acercamiento progresivo a ción tardía de Kant en España: ¿cómo
un autor, cuyas efemérides se empie- pensar globalmente hoy la Ilustración.
zan a recordar aquí con cierta puntua- la más completa mayoría de edad sin
lidad. Ahora bien, de no ser por la con- dogmas? ¿por dónde transitan nuestras
fortadora versión proustiana sobre los inclinaciones morales? ¿es posible elu-
centones del tiempo, nada se podría dir reduccionismos de toda laya? ¿có-
hacer ya por subsanar el vacío lamen- mo afrontar con ayuda de los clásicos
table de una cosecha que no se dió en aquellos problemas que todavía nos
su debido momento. apremian? González Vicén se ocupa
El volumen Kant después de Kant por su parte de la siempre actual cues-
testimonia cómo, pasadas las tres pri- tión del derecho de resistencia. En
meras etapas, desde 1800 hasta 1896, y conclusión, nada de «isrnos», «neo» o
con el inolvidable interludio de los es- de kantistas, que no sólo repre-
tudios kantianos en castellano de los sentarían un anacronismo, sino una
años sesenta y principios de los seten- anormalidad en aquel normal panora-
ta del presente siglo (Molinuevo, J.L.: ma de recepciones filosóficas mutila-
«Breve Bibliografía en castellano sobre das o demediadas. Creo sin embargo
Kant». Anales del Seminario de Metafí- que, en un contexto tan poco favora-
sica, IX, 1974), se es aquí y ahora sen- ble en principio, se debe justipreciar el
sible a lo que perdura vivo e incluso a papel desempeñado en recuperaciones
lo que resulta obsoleto de Kant, para del tiempo perdido por una generación
la actual generación de profesores de de lectores de la obra kantiana, aquí
Filosofía en España. Quizá el tiempo representada por Montero Moliner y
no se pueda, sin embargo, recobrar en G. Caffarena, Este aboga decididamen-
su mayor parte y por este motivo escu- te por una comprensión de Kant desde
chan éstos la doble incitación del clási- la perspectiva en que nos hallamos. Su
co que siempre está vivo y está muer- inicial toma de postura le lleva a acen-
to. Por eso también la obra lleva tan tuar la tensión subyacente a la Ética
elocuente título. La cronología no per- kantiana, complejidad en definitiva a
dona, así pues nada de «Rückehr zu la que no pueden escapar los intérpre-
Kant» por la cual se abogaba hace un tes más avezados. ¿Era coherente la
siglo. La pasión ha venido aquí y aho- Filosofía moral kantiana? ¿Hay que
ra a suplir los eslabones inexorables rectificar el concepto de "formalismo»
-a veces con ventaja, a veces con des- para entenderla de forma cabal? Res-
ventaja- de una Hermenéutica histo- peto y utopía polarizan la Ética kantia-
ricista, que no siempre encaja bien con na; perspectiva diacrónica para hacer-
los propósitos de quienes han colabo- se cargo de la evolución del corpus et-
rado en el volumen, desde tan diversa hicum kantiano en el conjunto, ésta es
metodología: Ética, Filosofía política y su conclusión. Más dualismos: el análi-
jurídica, Filosofía de la historia, Estétí- sis de la relación libertad y experiencia
ca, Metafísica, Filosofía de la religión. sigue recordándonos que la razón
Por encima de lógicas diferencias, exis- práctica no se edifica con los mismos
te una común forma de preguntar por materiales que han fraguado el conocí-
qué y para qué Kant ahora. <miento de los fenómenos. En el forma-
La conferencia con que J.L. Arangu- lismo, la validez universal de las nor-

208 ISEGORfA/2 (1990)


CRiTICA DE LIBROS

mas morales pretende un fundamento diatizada por una crítica mundana a la


libre de condicionantes empíricos y vez que académica; arranca de lo me-
subjetivos, lo cual no implica excluir jor o lo peor de otro universo cultural.
que la voluntad sea interpelada de con- de otro tiempo, que es éste: tan distan-
tinuo por las inclinaciones. A falta de te del utopismo como del rigorismo
intuición intelectual para la razón ¿De qué manera conjugar eficazmente
práctica, Montero sugiere la oportuni- la «moralidad» con las inclinaciones,
dad de contrastar el concepto kantiano los sentimientos? ¿Qué proponer hoy
de libertad con el fichteano. sobre la obediencia a las leyes? ¿Qué
Martfnez Marzoa plantea sin amba- decir de todo ello «a la altura de nues-
ges la doble cuestión de validez cog- tro tiempo»? (E. Fernández) ¿Cuál es
noscitiva y validez práctica. En la fra- el sentido de la idea de contrato so-
se, con la cual R. Rodríguez explica el cial? (A. Cortina). Preguntas que remi-
formalismo moral kantiano desde la ten al marco histórico, al siglo XVIII,
realidad de la conciencia, se puede re- pero también a una concepción de la
sumir la situación en que se encuen- Modernidad como problema y a la
tran ahora quienes llegaron algo des- comprensión de nuestra propia actua-
pués a la fuentes: salir para regresar. Ir lidad política, tal como indica E. Bello.
a Kant para salir de él. Volver: las pá- Crítica actual de la Critica, por tanto,
ginas dedicadas en el trabajo a la lógi- mediada por las manifestaciones de
ca de la común conciencia moral indu- una experiencia o conciencia parcial-
cen un enfoque que, con notables dife- mente desganada, más imperiosa que
rencias está presente en la mayoría de la lectura intemporal de la Critica de la
los autores de este libro como aprecio razon práctica. El calor puesto en ello
renovado por la moralidad. Salir de la por algunos de los autores dice a las
eticidad: el trabajo de M. Cabada, des- claras cuál es la intención de quienes
dobla la recepción kantiana en conoci- se acercan ahora a ello: G. Gutiérrez se
miento de los textos y en perspectiva dedica a las apotias del dualismo kan-
crítica que, con muy buen criterio, tiano, J.A. Gimbemat a la Sittlichkeit,
hace arrancar de Feuerbach. El rigoris- e. Amorós a los fines. La breve nota de
mo kantiano fue contrastado con nece- los editores y el trabajo Las razones de
sidades de índole existencial, que éste Kant así lo manifiestan también al lec-
enarboló en nombre de la especie hu- tal': ¿qué sentido tiene la actual reno-
mana, en nombre de las relaciones éti- vación del pensamiento kantiano?
cas, del bienestar universal. La contri- Ce. Thíebaut). En suma, de nuevo ¿para
bución de J.L. Villacañas y J.M. Gon- qué Kant?
zález sitúan al lector en los modos mo- Las repercusiones de su obra en la
dernos de racionalidad práctica a la Filosofía jurídica, moral y política se
sombra de Weber, resabio obligado llevan la parte del león, dada la oca-
para quien llega con retraso a la cita sión, la nómina de los participantes en
kantiana y de la razón carismática. Y el Seminario y lista de autores del
con otros intereses teórico-prácticos, a volumen -la Ética y pensamiento po-
los que ya no puede ni debe renunciar. lítico-jurídico. Los enfoques son sin
Fcucrbach y Weber como antídotos a embargo lo suficientemente dispares
una tardía pasión por un Kant men- como para, Kant mediante, asegurar
guado, por consiguiente. un diagnóstico de saludable pluralismo
La actualidad ° inactualidad de un para la Ética y la Filosofía política a la
clásico aparece pues fuertemente me- española: D. Blanco y el mal como

ISEGORIA 12 (H:l90) 209


CRíTICA DE LIBROS

problema, negación o carencia; G. Vi- -Bloch y su concepto de «posibilidad».


lar y el bien supremo en la «otra» Éti- Reflexiones sobre la Estética y Te-
ca kantiana; V. Camps y la dignidad leología kantianas ponen el colofón
como auténtico deber moral, más allá ineludible en un bicentenario kantia-
de la justicia. Le sigue una exploración no, en los muy convincentes trabajos
en múltiples direcciones sobre el «an- de F. Duque, E. Trías y F. Savater. Bi-
tes) y el «después) de Kant: C. Roldán centenario como cita con el clásico,
y las deudas del criticismo kantiano que se ha de repetir en la inminente
con Leibniz; J. Rubio Carracedo y los rememoración de la Crítica del juicio.
débitos para con Rousseau; E. Guisán Centenarios: ejercicios a fecha fija, fre-
y los límites de la razón práctica. Las cuentemente expuestos a los rigores
contribuciones desde la Historia de la de lo ridículo, mas citas esforzadas
Filosofía y la Metafísica prolongan esa contra las añagazas del tiempo. ¿Cuán-
recuperación del inmediato pasado y tos Kant devolverían los heterónirnos
posterior destino del pensamiento kan- de Kant si el ortónimo los hubiera te-
tiano, con un especial énfasis en el con- nido? Al amplio mosaico de trabajos
cepto de Historia: L. Martínez de Ve- en torno a la Critica de la razón prácti-
lasco. C. Flórez, E. Menéndez Ureña, ca no se le puede pedir más unidad de
S. Sevilla. M. Torrevejano y R. Rodrí- la que tiene/no tiene, pues con el ante-
guez Aramayo. «Interpretaciones y diá- rior troquel a la española, tras el creci-
logo con Kant» apuran la ocasión del miento discontinuo de la hermenéutica
bicentenario, para exponer su pensa- en castellano, ¿cómo podría contrariar
miento al contraste con la Filosofía con- su tempo propio? Ultra posse nemo
temporánea: F. Oncina y las interpre- obligatur.
taciones postkantianas, J.M. Ripalda,
J. Conill -Nietzsche en horizonte de M. a Teresa Lápe;
fin de siglo y Modemidad-, A. Pérez de la Vieja de la Torre

TEOLOGíA DE LA LIBERACIÓN Y LIBERACIÓN DE LA TEOLOGÍA

J.A. GIMBERNAT Y J. MAESTRE líticas y sociales. Al mismo asistieron


ALFONSO (eds.): Implicaciones teólogos de uno y otro lado del Atlánti-
sociales y políticas de la Teología co, pero también economistas, sociólo-
de la liberación, Madrid, Escuela gos, politólogos y filósofos, que inde-
de estudios hispanoamericanos. pendientemente de su condición o no
Instituto de Filosofía del CSIC, de creyentes y de su posición respecto
1989,226 pp. a la TL, trataron de efectuar ese balan-
ce y algunas prospectivas, Fruto de
A fines de mayo de 1987, cuando la esas jornadas es el libro que ahora pre-
Teología de la liberación (TL) contaba sento. aunque desgraciadamente en el
ya con un cuarto de siglo aproximada- mismo no se recogen los debates y dis-
mente de existencia, tuvo lugar en La cusiones que las ponencias suscitaron
Rábida un encuentro en el que se tra- y que fueron asimismo de un notable
taron de analizar sus implicaciones po- interés.

210 ISEGORíA12 (1990)


CRíTICA DE LIBROS

De acuerdo con las intenciones del servador) una tipología de las diversas
encuentro, el diálogo con las ciencias actitudes suscitadas ante el desafío po-
sociales fue considerado central, si- lítico de la TL y unos modelos de rela-
guiendo ahí la marcha de la propia TL. ción con los movimientos sociales y
Esto se refleja en la estructura de políticos, para entrar después algo más
la obra que, tras la presentación de detenidamente en cuestiones tan deba-
JA Gimbernat y de J. Maestre Alfon- tidas como el concepto y la idea de li-
so, analiza en la primera parte el con- beración, o la relación de la TL con el
texto en el que dicha teología surge, marxismo y la violencia. Cuestiones
tanto desde una perspectiva sociopolí- debatidas y centrales que abordó con
tica (l.A. Deníz Espino), cuanto econó- la finura y pregnancia que le cm-acle-
mica (F. Alburquerque) o histórico-cul- rizan.
tural (J. Maestre Alfonso). La tercera y Un doble planteamiento habría esta-
última, dentro del mismo enfoque, es do presente a lo largo de esos años, se-
quizá la más diversa, puesto que en gún se subrayara y se pusiera el acento
ella se trata de considerar la influencia en la teología de la liberación (G.Gutié-
de la TL en diversos medios, de la lite- rrez) o en la liberación de la teología
ratura a la pedagogía, o tener en cuen- (Segundo). Mientras que aquí lo que se
ta el contrapunto que puede suponer el pretende más inmediatamente es que
análisis de Liberación y Teología en un la fe y la teología se liberen en lo que
contexto distinto como lo es el afri- ellas mismas han tenido de contribu-
cano. ción ideológica y social a la opresión,
Pero, obviamente, la palabra misma quedando mediatamente dispuestas a
de los protagonistas, no podía faltar y desempeñar su propia función de
sus ponencias ocupan la parte segunda acompañar debidamente a los proce-
y central de la obra. Protagonistas que sos personales y sociales de liberación,
podrían haber sido otros, puesto que la en el primer caso, se insiste ante todo
TL cuenta ya hoy con un buen número en utilizar la fuerza social de la fe en
de cultivadores, pero que estuvieron la liberación sociohistórica de los pue-
muy bien representados a través de las blos, lo que acabará por obligar for-
aportaciones de Ignacio Ellacuría y de zosamente a una liberación de la teo-
Juan Luis Segundo. logía.
Ignacio Ellacuría, con el que mu- Diferencias y matices que están muy
chos años antes (cuando la TL no ha- bien recogidos en la excelente síntesis
bía alcanzado el renombre universal ofrecida por J. L Segundo de la evolu-
del que ahora goza, ante todo por sus ción que la TL ha experimentado en
propios méritos, pero también por el sus veintitantos años de existencia. Se-
enardecido celo vaticano; si bien la va- gundo señala dos etapas fundamenta-
lía personal e intelectual de esos teólo- les: una primera en la que la actitud
gos no requiere de tales favores) tuve fundamental viene a ser la «sospecha
la fortuna de realizar un curso de Teo- ideológica» sobre el papel que la teolo-
logía Política, trató de establecer (en gía juega en el conjunto social latinoa-
un marco muy diferente como lo era la mericano, y otra, que se desarrollará
España de una transición «consolida- sobre todo en la década de los setenta,
da» y de un panorama internacional en la que el elemento central herme-
que había abandonado paulatinamente néutico no va a ser tanto ya esa sospe-
el empuje utópico, sustituyéndolo por cha cuanto el entender la teología
propuestas de talante neo-liberal-con- como interpretación de la «palabra del

ISEGORíA 12 (1990) 211


CRíTICA DE LIBROS

pobre». Mientras que la primera era en general, es una de las que siguen
ante todo «una teología de conversión pendientes. Parece claro que la TL no
para las clases cultas», en la segunda se puede trasplantar miméticamente a
el pueblo «se moviliza, ya sea en movi- sociedades muy diferentes como lo son
mientos políticos 'populistas', ya sea en las del capitalismo avanzado. Pero, sin
comunidades de base dentro de la mis- embargo, puede ejercer un efecto de
ma iglesia» (pp, 143-144). revulsivo profético y también indicar
A pesar de lo extremo de alguna de nuevas pautas y procedimientos meto-
sus formulaciones, Segundo piensa dológicos de los que es posible que la
que es esa segunda etapa, en su forma vieja Europa no quisiera saber dema-
extrema, la que hoy más se conoce en siado. Lo cual no tiene por qué impli-
todas partes y particularmente en Eu- car, como reconocen los propios teólo-
ropa, siendo también paradójicamente, gos de la liberación (de formación eu-
la más aceptada. «Es paradójico por- ropea en la mayoría de los casos) que
que la primera -basada en la sospe- haya que desdeñar lo que ha produci-
cha ideológica aplicable a toda cultu- do la mejor teología europea, de mu-
ra-, podía y debía ser trasladada más chos de cuyos procedimientos y resul-
fácilmente a cualquier ambiente euro- tados. ellos mismos se han aprovecha-
peo. La populista, en cambio, supo- do, si bien no tanto -según sus criti-
niendo como supone un pueblo cristia- cas- como hubiera sido de desear.
no que vive su fe en forma de libera- Los interlocutores de ambas teolo-
ción, es casi propiedad exclusiva del gías son muy diferentes: mientras en
continente latinoamericano. Tal vez la un caso es el pueblo oprimido secular-
paradoja -agrega- consista en que mente, en el otro es ante todo el desa-
esto, que la hace inaplicable a Europa fío que la Modernidad ha supuesto
o a América del Norte, la haga tam- para la tradición cristiana y el debate
bién más aceptable, precisamente por- abierto por la negación atea o la indi-
que su misma ínaplícabílídad la libera ferencia ante el mundo de lo religioso
de su carácter de amenaza crítica» que la secularización parece conllevar.
(p. 145). Pero esa indiferencia misma -no sólo
Son esas relaciones de la teología ante lo religioso sino ante un mundo
europea, sobre todo la de talante pro- totalmente administrado como amena-
gresista, con la TL las que analiza za cada vez más ser el mundo actual-
Juan José Tarnayo-Acosta, que no es uno de los problemas capitales de
duda en señalar sus simpatías por ésta, las sociedades altamente industrializa-
pero también por algunos teólogos eu- das, en donde la dificultad de encon-
ropeos como Metz o Moltmann, que, a trar sentido se observa que pasa cada
su vez, han tenido una historia de inte- vez más a ser no simplemente un pro-
rrelación recíproca con la TL y cuyas blema secundario, sino un problema
actitudes respecto a la misma no han central
dejado de experimentar importantes Que ese vacío tenga que ser ocupado
modificaciones, según se encarga do- por el mundo de 10 religioso es sin em-
cumentadamente de mostrar J.J. Ta- bargo una cuestión distinta que, evi-
mayo. dentemente, no podemos ahora abor-
Entre muchas otras, esta cuestión, la dar. No parece, sin embargo, que los
de qué le pueda decir el desafío de la intentos de recristianización funda-
TL a la teología europea en particular mentalista que con tanta energía y des-
y a las sociedades del Primer Mundo pliegue se están llevando a cabo, pue-

212 ISEGORíA! 2 (1990)


CRiTICA DE LIBROS

dan constituir remedio para las enfer- pueda ayudar en los procesos sociales
medades que se diagnostican. Pero de liberación del imperialismo siempre
también es posible que en estas socie- nos introduciría en la dependencia del
dades no pueda cuajar, al menos tal Otro, con lo que no nos dejaría de lle-
cual, la fuerza profética con que la re- var a la fatal esclavitud y a la depen-
ligión se desarrolla en otros ámbitos dencia más imperial,
(A. Fierro). En cualquier caso, mien- Por mi parte no voy a tratar de re-
tras el «capital simbólico» parece que solver una cuestión que se me ofrece
se desplaza hacia el Sur (Martínez abierta y que, independientemente de
Cortés), el Primer Mundo ha de en- las constelaciones simbólicas que cada
frentarse no sólo con la denuncia que uno prefiera, no parece que pueda ra-
el abismo entre los dos hemisferios cionalmente cerrarse. Pero no deja de
plantea, sino con el problema de cómo ser llamativo el deslizamiento que a
poder volver a reencantar (Aranguren) veces se produce de una crítica funcio-
y otorgar sentido a un mundo que, li- nal de la religión a otra de tipo sustan-
berado de las viejas supersticiones, ha tivo. Pues si la critica se dirigía (así en
pretendido al fin descubrir su propio lo que a veces se ha llamado Segunda
secreto y autoproducirse, pero que lo Ilustración, particularmente en Marx y
que en buena medida ha descubierto, Freud) a la función enajenante que
cuando por fin ha accedido a su enig- cumplía, parece un tanto sorprendente
ma es, por decirlo con Weber, que el que, cuando a todas luces, su función
estuche estaba vacío. social es -al menos en determinados
y tal vez ahí una religión y una teo- ámbitos- bien otra, se nos advierta
logía liberadas tengan aún algo que de- entonces que en cualquier caso es
cir. No sólo en su papel de acicate igual, si no peor, puesto que el engaño
para la transformación de un mundo fundamental permanece. Es decir, que
injusto, o cumpliendo tareas asisten- entonces ya no se trata de la función
ciales que en otro tiempo y lugar pu- que pueda cumplir, pues haga lo que
dieran tener sentido, pero que parecen haga, siempre hará mal.
estar sobrantes en nuestra sociedad, Esto a lo que suena es a una posi-
sino quizá también por la fuerza subver- ción de principio, todo lo respetable
siva que la promesa de vida plena que que pueda ser como opción personal,
lo sagrado encierra puede conllevar. pero más bien debatible como argu-
Claro que no faltará quien no quiera mentación racional. Por lo menos la
saber nada de tales aventuras y estime «primera» Ilustración, la que de hecho
incluso que por mucho que la teología se ocupó de la crítica sustantiva de la
pudiera ayudar en determinados casos religión, y ejemplarmente Kant, no pa-
a los procesos de liberación, la mejor recía tenerlo tan claro y el dar por zan-
liberación de la teología que puede lle- jada una cuestión abierta tendía a con-
varse a cabo no es aquella por la que, siderarlo como dogmatismo. Dogma-
depurada de sus funciones ideológi- tismo del que la religión desde luego
cas, quede dispuesta a acompañar a había dado múltiples pruebas (y toda-
los procesos personales y sociales de vía habría de dar una buena serie más
emancipación, sino la que se produci- de ellas hasta la actualidad), sin que al
ría con su desaparición: liberación de parecer sea privilegio suyo el hacerlo.
la teología no como depuración critica Para Horkheirner, como es sabido,
sino como supresión. Pues, se argüiría, una política que prescindiera de teolo-
por mucho que una teología liberada gía (al menos como anhelo de que los

¡SEGORÍA 12 PS90) 213


CRíTICA DE LIBROS

verdugos no tengan la última palabra) la misma alguno de sus métodos favo-


se reduciría a un asunto de negocios, ritos, sino que puestos a querer desen-
por muy hábil que éste fuera. Por eso tenderse y liberarse/librarse de la teolo-
convendria que los que abogan por la gía no acaben también por desenten-
liberación de la teología en el último derse de la liberación.
sentido apuntado (liberación como su-
presión), no sólo no tomen prestado de Carlos Gáme: Sánche;

SOBRE FLECHAS, BLANCOS Y TENSIONES

JOSÉ M. GONZÁLEZ, CARLOS buscándose de ordinario la etiología


THIEBAUT (eds.): Convicciones en vagas observaciones sobre la histo-
políticas, responsabilidades éticas, ria política reciente que a veces acaban
Barcelona, Anthropos, 1990. dando cuerpo a una sociología del co-
nocimiento más bien de medio pelo.
La comunidad filosófica española se Parece, cuando el diagnóstico se enun-
ha vuelto poco reflexiva. Hace no más cia con mohín de desazón -lo que no
de diez años, alguien tuvo que hablar siempre ocurre-, que lo peor de la en-
de «fiebres rnetafilosófícas» para dar fermedad consiste en que aquello que
nombre a la entonces frecuente pro- puede llamarse academia yeso otro
pensión a elaborar en lenguaje de se- que cabe denominar opinión pública,
gundo grado las preocupaciones teóri- lejos de establecer un fructífero comer-
cas que afligían al pensamiento espa- cio de sus bienes respectivos, propen-
ñol más vivo (o, sin más, al no estricta- den a ignorarse de manera ostensible.
mente medieval). Hoy, por el contra- Hay gentes a quienes preocupa que
rio, y sin que por ello la Edad Media ello sea así. Académicos mundanos y
pueda darse en algunos pagos por ter- publicistas doctos que desearían ejer-
minada, las fiebres de antaño tienden cer sus respectivos oficios en un marco
a curarse mediante antibióticos a veces menos agobiante que el conocido, tra-
contraindicados con el mantenimiento tando de sortear los unos las perversio-
de un mínimo vigor dianoético. Se ha- nes de la especialización y la lógica
bla poco de a dónde vamos, se prefiere editorial amarilla los otros. No convíe-
ocultar piadosamente de dónde veni- ne engañarse: por mucho que la fra-
mos y se tiene por pregunta de mal seología tecnocrática cunda, la cultura
gusto cuestionar qué queremos ser. Si humanística y la científico-social que
así es en la plaza pública, ¿por qué ha- no sea estricta ingeniería o marketing
bía de esperarse de la academia otra tienen más que ver con el ideal kantia-
cosa, siendo recinto más recoleto y no del uso público de la razón que con
conventual? la "Casa de Salomón» de la New Atlan-
Que la cultura académica española tis. Y, así las cosas, resulta aconsejable
adolece de avitaminosis a veces supe- para el correcto desempeño de aquella
rior a la que ostenta la mundana es un actividad el que no ande del todo esca-
diagnóstico que se suele reiterar a me- sa del mínimo soporte humano im-
nudo y con variado tono (impera, sin prescindible. Que esta última circuns-
embargo, el complaciente y cínico), tancia se dé resulta dudoso cuando se

214 ¡SEGaRíA I 2 (1990)


CRITICA DE LIBROS

cuentan los libros. de ensayo que supe- cial de su contenido (las actas de la
ran los dos mil ejemplares de tirada. primera semana son aún nonatas, a
Quizá no falten epísternólogos sneedía- pesar de que se anunciaron repetida-
nos que celebren la circunstancia (lo mente, mientras que hay constancia de
minoritario los acercará así más a la la voluntad de editar las de la hasta
física de partículas o a la ingeniería ahora última, celebrada en Oviedo en
de armamentos) u ontólogos radicales marzo de 1990 sobre el tema «Senti-
que, para mejor escapar a lo inesencial mientos morales» bajo la coordinación
de la opinión pública moderna, prefie- de Amelía Valcárcel). Además, habida
ran que el Ser se deje decir en espadas cuenta del contenido de los trabajos
10 más despejados posible. Mas, a cual- que se recogen en el libro y de lo que
quiera que no abogue por formas de tienen de representativo de la comuni-
fundamentalísmo cultural como las dad de filósofos prácticos de nuestro
mencionadas, el estado presente de la país (o de nuestro ámbito lingüístico,
filosofía española le parecerá más bien dada la presencia de uno de los mejo-
un espectáculo algo triste y no poco res filósofos argentinos de la actuali-
inquietante. En particular, es dudoso dad, Osvaldo Guariglia), resulta inelu-
que pueda sustraerse a tan melancóli- dible tratar de calibrar lo que obras
cos afectos algún cultivador, gratis o ex como Convicciones políticas, responsa-
officio, de lo que no en vano se llama bilidades éticas tienen de sintomático
filosofía práctica. del problema a que antes me refería: el
La edición de volúmenes como el de las nada felices relaciones entre fi-
que es objeto de este comentario debe- losofía y opinión pública. Los títulos
rla proporcionar una buena ocasión de las áreas en que se dividió la Sema-
para tratar de tomar el pulso a nuestra na objeto de este volumen fueron
comunidad filosófica, en este caso al «Elección pública», «La sociedad civil
sector de la misma empeñado en refle- hoy», «Teorías de la democracia y nue-
xiones de filosofía moral, social, jurí- vos movimientos sociales» y «Ética, ar-
dica y política. Recoge las ponencias gumento y relato». Por su parte, las
presentadas en la V Semana española ponencias recopiladas en el volumen
de Ética, celebrada en el Instituto de se agnIpan en cuatro bloques que, a
Filosofía del CSIC de Madrid entre los contrapelo de la variedad temática del
días 21 y 25 de marzo de 1988, y le libro, permiten una lectura todo lo ar-
precede una presentación de José M. ticulada que cabe esperar de una obra
González y Carlos Thiebaut en la que de estas características. Bajo la rúbrica
se justifica el título de la recopilación y «Dos rostros de la interpretación ética
se ofrecen algunas pistas útiles para el y política de la acción», se abre el vo-
lector -temo que poco frecuente- lumen con las contribuciones de Alber-
que guste de leer los libros como pare- to Saoner ("Virtud y virtú en Maquia-
ce que su forma material aconseja: con velo», pp. 23-40) Y Domingo Blanco
un principia y un final y un cierto tem- (<<Autonomía moral y autarquía», pp.
po interno que constituye su principal 41-72), a las que siguen las tituladas
peculiaridad. Las Semanas de Ética «Legitimidad como hegemonía eman-
son una ya establecida institución ini- cipadora. (Hacia un enfoque ético-polí-
ciada en 1980 en Madrid (UNED) en tico de la legitimidad)», de Pablo Ró-
homenaje al profesor Aranguren, y, si : denas (pp. 73-114), Y "Dos conceptos
no me equivoco, es ésta la primera vez de justicia (Entitlement theory vs. Iusti-
que se pone en letra impresa lo sus tan- ce as [airness)», de Miguel Angel Rodí-

ISEGORlA/2 (1990) 215


CRíTICA DE LIBROS

Ha (pp. 115-162), comprendidas en el entender hoy qué sea la razón política


bloque «Qué son un Estado y una so- y definimos respecto de ella.
ciedad justos?», Las «Tres cuestiones Parecido análisis semántico lleva a
del presente» que constituyen el tercer cabo Domingo Blanco con las nocio-
bloque son atacadas respectivamente nes kantianas de autarquía y autono-
por Antonio Garcfa Santesmases «<So- mía. Aquí el obstáculo de una com-
bre la .relación entre partidos políticos prensión fructífera no es, como era en
y movimientos sociales. Del 'reformis- Maquiavelo, el peso de una tradición
mo fuerte' a la 'resistencia activa'», distorsionadora, sino los frecuentes so-
pp. 163-183), María José Agra (<<Legi- lapamientos entre conceptos cuya neta
timídad y necesidad del disenso femi- distinción es decisiva para entender
nista», pp. 184-205) Y Francisco J. La- adecuadamente cada uno de ellos. Así
porta (eLa transparencia del poder: sucede con la pareja conceptual objeto
problemas actuales de un ideal ilustra- del notable estudio de D. Blanco. No
do», pp. 206-224). El volumen culmina es infrecuente pensar la autonomía
con sendos ensayos de Osvaldo Guari- moral kantiana bajo el modelo del in-
glia «,Razón práctica e intereses de la dividuo autárquico (como si la autono-
acción», pp. 225-244) Y Rafael Sánchez mía fuese un efecto de la autarquía),
Ferlosio (<<Cuando la flecha está en el aunque lo que sigue haciendo de la
arco, tiene que partir», pp. 245-278), primera la piedra de toque de todo dis-
agrupados por los compiladores bajo curso ético es precisamente lo que la
el epígrafe «Motivos y sentidos de la diferencia de la segunda, según mues-
acción: de la metaética a la moral». tra Blanco.
El estudio de Alberto Saoner es un El ensayo de Pablo Ródenas es, al
fino análisis del concepto de virtú en mismo tiempo que un balance inteli-
Maquiavelo que le permlte reivindicar gente de las discusiones contemporá-
una lectura de este clásico lejana de la neas sobre los problemas de la legiti-
tradicional y reduccionista (una apro- midad, una original reivindicación del
ximación, la de Saoner, más «rnaquia- concepto gramsciano de hegemonía
veliana» que «rnaquiavélica»). El des- sustentada en su superioridad sobre el
cubrimiento de la polisemia y de la va- weberiano de legitimidad. Buena parte
riedad de matices en conceptos tenidos de las dificultades que suscita hoy la
de ordinario por terminológicamente escurridiza noción de legitimidad son
fosilizados suele ser en historia de las consecuencia de los problemas que el
ideas un buen vehículo hermenéutico, concepto de «dominación legítima»
y en el caso de Maquiavelo, no puede poseía en el propio Max Weber; salir
decirse que la operación posea un inte- de las aporías de este último es, sin
rés estrictamente filológico. Volver al embargo, posible, según el análisis de
contexto de surgimiento de lo que hoy Ródenas, si se centra la discusión en la
percibimos como categorías políticas noción de hegemonía y a partir de ella
con apariencia de eternidad es el me- se deriva un concepto de legitimidad
jor procedimiento para repensar esas que responda a ideales emancipato-
categorías y los usos a los que acaso ríos, lo que resulta imposible para los
sería pertinente someterlas. Ello vale reduccionismos juridicista y socíolo-
singularmente para la «virtud» moder- gista,
na por antonomasia, tradicional ele- Al hilo de la crítica de Nozick a
mento del «rostro negro» de la burgue- Rawls, Miguel Angel Rodilla desarrolla
sía, sin la que nos es difícil, empero, un pormenorizado estudio de las no-

216 ISEGiORIA/2 (1990)


CRfTICA DE UBROS

ciones de justicia de ambos autores, dientes actitudes «liberal», «radical» y


señalando las génesis e implicaciones «marginal» frente a su fundamenta-
de sus respectivas concepciones de ción. Tras señalar las' insuficiencias de
la justicia como equidad (faimess) y cada una de esas tradiciones, Agra
como «intitulacíón» o «justo título» apuesta por un feminismo que extraiga
(entitlement). La tipología de los con- todo el partido de la oportunidad de la
ceptos de justicia de Nozick se hallaría diferencia y se proponga una construc-
incorrectamente aplicada por el propio ción histórica del género no exenta de
Nozick, según el análisis de Rodilla, a implicaciones cívílizatorías más am-
la noción de justicia rawlsiana, la cual plías.
cumpliría las condiciones que el autor Pesimista y lúcida es la reflexión de
de Anarchy, State and Utopia exige a Francisco J. Laporta sobre el ideal
las concepciones procedimentales, his- ílustrado de un poder transparente a
tóricas y no-pautadas de la justicia. De los ciudadanos y las deformaciones
esta forma, Rodilla concluye atribu- contemporáneas con que dicho ideal
yendo a la teoría de Rawls plena apti- se realiza. La consciencia de lo central
tud para dar cuenta de aquella dimen- del ideal de la opinión pública en el
sión de la justicia -su carácter de fun- discurso polítíco ilustrado ha de llamar
damentada en el «justo título» que No- la atención, según Laporta, sobre los
zick reivindica en exclusiva para sí. efectos de una realización distorsiona-
Antonio García Santesmases recorre da de dicho ideal en nuestros dias: el
en su artículo distintos episodios de la desideratum de un poder transparente
historia de los movimientos sociales no puede ignorar así el rostro jánico
posteriores a mayo de 1968 y, evocan- que muestra ni caer en el error de una
do motivos sartrianos y foucaultianos, autoritaria «invención del pueblo».
se interroga por el significado del fra- Osvaldo Guariglia expone en un bre-
caso del «reformismo fuerte» en los ve y bello ensayo las bases de una crí-
años setenta, para extraer después las tica sólida y pregnante de la teoría ha-
consecuencias de los «duros» ochenta bermasiana de la acción. Bajo supues-
y perfilar algunos de los rasgos de la tos aristotélicos (sin prefijo) de un lado
«resistencia activa» posible en tiem- y herederos de la primera Teoría Críti-
pos de debilidad (no debe pasarse por ca de otro, Guariglia está en condicio-
alto que el escrito es de 1988). El nes de señalar más de un punto flaco
«mito del árbol» que Enrique Tierno de la Teoría de la acción comunicativa
Galván enunciara en 1979 sirve a y de proponer, en un nivel de riqueza
Santcsrnases de expresión de las en- conceptual equiparable al del objeto de
crucijadas del presente para una iz- su crítica, un modelo alternativo de
quierda que no desee olvidar las lec- comprensión de la acción. El ensayo
ciones del pasado inmediato. reformula la tipología de los conceptos
Del feminismo como apuesta y de acción de Habermas en una tripar-
como disenso versa la contribución de tición de «categorías de las descripcio-
María José Agra, quien presenta un nes de la acción» que haga justicia al
alegato en favor de la elevación de las carácter unitario de la estructura de la
necesidades radicales a motivos de le- acción intencional y al mismo tiempo
gitimidad en el seno del movimiento permita diferenciar debidamente la ac-
feminista, no sin proporcionar un ex- ción «estético-práctica» de interés «eu-
haustivo recorrido por las distintas co- dernonista» de la «tus-práctica» de in-
rrientes del mismo y las correspon- terés «equitativo», definiendo así el es-

ISEGORiA 12 (1990) 217


CRíTICA DE LIBROS

tatus de los predicados de valor expre- en el automatismo anticipado de sus


sivos de la aspiración a la vida buena prescripciones», dando así un paso
(que incorporan el interés eudemonis- más sobre la mera venganza que nece-
ta) en su distinción con respecto a los sitaba elaborar en cada momento la
reducibles a la oposición «corree- síntesis de la fatalidad.
tos/eincorrecto» (característicos del in- «Cuando la flecha está en el arco,
terés equitativo). De esta forma, el in- tiene que partir» debería figurar en
terés eudemonista puede erigirse, a la cualquier buena antología del ensayo
manera como en Kant la facultad de contemporáneo. Los lectores fieles de
juzgar mediaba entre entendimiento y Ferlosio --especie más escasa, sospe-
razón, en eslabón entre los intereses cho, que la de sus admiradores- no
instrumental y estrictamente normatí- dejarán de percibir ecos de sus escri-
vo, y asegurar el ideal del «continuo de tos de los últimos años, ni tampoco de
la razón» con ventaja sobre la concep- esa pieza maestra de la literatura es-
ción habermasiana. pañola del último medio siglo que es
Es un raro acontecimiento editorial Las semanas del jardín, obra a cuya
que un libro colectivo se cierre con relectura invita apremiantemente el ar-
una colaboración de Rafael Sánchez tículo.
Ferlosio, La circunstancia es digna de A un lector de esta recopilación pri-
toda celebración, no sólo por lo inha- vado de otras fuentes de conocimiento
bitual de la misma síno por las propias de la comunidad filosófica que en ella
cualidades del texto. El ensayo consti- se expresa, le sorprendería antes que
tuye un rico y sorprendente comenta- nada la pluralidad (no sólo de temas)
río de las direcciones de sentido implí- que trasluce. La filología y la mili-
citas en el refrán que le da título tancia, el arrebato y el escepticismo, lo
-«cuando la flecha está en el arco, tie- mundano y lo erudito, la actualidad y
ne que partir»- y, a partir de las mis- la historia parecen tener su sitio en un
mas, Ferlosio desarrolla una sutil y ámbito de discusión al que sería difícil
bien trabada argumentación en tomo imaginar desprovisto de vocación para
al carácter de «fatalidad sintética» sub- el debate público. ¿Qué sucede enton-
yacente a la estructura de la amenaza ces para que éste no trascienda los lí-
y la agresión. La paradójica «síntesis mites de una microcomunídad más o
de la fatalidad» produce «esa clase de menos bien avenida? Axioma íncues-
'fatalidades' en las que, por haber in- donado de toda historiografía de la éti-
tervenido (...) la subjetividad humana, ca es la necesidad de buscar, en cada
el carácter fatal aparece a posteriori contexto, el vínculo entre las opiniones
como producido de artificio». El mo- de un reducido grupo profesionalizado
delo de fautor de fatalidades sintéticas de expertos (los cultivadores de la ethi-
viene proporcionado por las annas - ca docens) y el conjunto de valores,
«puestos a reñir, el cuchillo es el que ideales normativos, instituciones y ten-
manda»-« v desencadena la más arro- siones de la sociedad y la cultura (el
gante «ideiltidad del Yo», paradójica territorio, mejor o peor roturado, de la
aliada de la objetivación del individuo ethica utens). Cierto es que ello no
que sobreviene apéndice del arma en obliga a postular que lo primero refleje
cumplimiento de la dirección «norma- especularmente a lo segundo, y muy
tiva» del refrán. El modelo del arma bien pudiera ser que la manera más
sirve asimismo a Ferlosio para definir deseable de trato del filósofo práctico
al derecho como «fatalidad sintetizada con su cultura sea la de ejercer de crí-

218 ISEGORIA/2 (1990)


CRíTICA DE LIBROS

tico más o menos incómodo de la mis- do. Entretanto, no irá siendo mala
ma. No sé cuál será el balance de las cosa hacer lo posible para que esa his-
historias del pensamiento que dentro toria no sea la de un aislamiento. Pue-
de cincuenta afio s se escriban sobre de que la comunidad filosófica nunca
este fin de siglo, ni si predominará la haya ido por delante de su tiempo -el
hipótesis historiográfica del reflejo o la nuestro, desde luego, no parece hecho
del desajuste. Tampoco imagino bien para vanguardias-, pero, al menos, un
los límites generacionales que se traza- poco de reflexión sobre el lugar que
rán (aunque no seria sorprendente que ocupamos con respecto a él sigue sien-
el grupo de los nacidos en los -al pa- do (sin necesidad de caer en estados
recer felices-- años sesenta quedase febriles) una ocupación saludable de
como el más académico y timorato de cuando en cuando.
todos) e ignoro por completo qué tipo
de juicio global se hará sobre el perio- Antonio Valdecantos

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