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rían las principales ideas que debe re- Estado en las relaciones económicas,
pensar el socialismo del futuro. Habi- dada su [unción como corrector de las
da cuenta de que los cambios produci- desigualdades. Mas esto sólo es posi-
dos en la realidad social demandan una ble, según nuestros autores, desde un
permanente innovación conceptual, de modelo de Estado que no reproduzca,
lo que se trata, en pocas palabras, es de en el nivel del poder político, las desi-
«reconocer nuestra condícíón posmarx- gualdades que se pretende combatir en
ista y preocuparnos de redefinir las ideas la sociedad civil y en el sistema econó-
básicas del socialismo democrático». No mico. De ahí que, a la postre, el núcleo
es casual, en consecuencia, que Ouin- del ideario socialista se traslade desde
tanilla y Vargas-Machuca acaben confi- la economía a la política, pues «el reto
ríendoa dichas ideas un protagonismo del socialismo es el. reto de superar la
decisivo a lo largo de las páginas de su explotación extendiendo y profundi-
ensayo. Veamos. zando el Estado democrático». En este
Por lo que atañe al anticapitalismo, preciso sentido, el peligro que acecha a
éste es visto como un sentimiento del la izquierda no estaría en la identifica-
movimiento socialista que se halla ción con la economía de mercado, sino
indisolublemente vinculado a la lucha en desentenderse del proyecto demo-
contra la explotación y a la puesta en crático. En definitiva, el objetivo últi-
cuestión de la propiedad privada y el mo de la acción política socialista radi-
régimen mercantil. Sin embargo, la ex- ca en profundizar la democracia políti-
periencia histórica ha demostrado que ca representativa y en extender la par-
la abolición de la propiedad privada y ticipación democrática a ámbitos cada
de los mecanismos del mercado no vez más amplios de las relaciones so-
supone la desaparición del fenómeno ciales. Acaba dando la sensación, en
de la explotación. Lo repudiable, por efecto, como si, para Quintanilla y
tanto, no sería la propiedad privada Vargas-Machuca, la profundízación de
del capital ni el funcionamiento del la democracia fuese la misma utopía
mercado, sino la desigualdad de poder. racional.
Ahora bien, el poder -entendido Nos hallamos, así pues, ante algo
como la capacidad de tomar o impo- más que un «ajuste de cuentas»; un re-
ner decisioncs- no depende tan sólo ajuste de la propia perspectiva social-
de las relaciones de propiedad, sino demócrata, cuyas líneas programáticas
también de otras formas de poder (es- serían, en resolución y según hemos
pecialmente de carácter político). De podído apreciar, las siguientes:
este modo, la lucha contra la explota- - la cuestión de la propiedad priva-
ción económica se transforma en un da de los medios de producción pasa a
objetivo de redistribución igualitaria un segundo plano;
del poder. En otras palabras: «[o esen- - el objetivo de la supresión de la
cial de la utopía socialista no reside en explotación se transforma en un objeti-
ninguno de esos elementos tradiciona- vo de redístribución del poder político;
les de la crítica al capitalismo, sino en - el ideal moral de la igualdad se
la necesidad de retrotraer el ideal de la concreta en un programa de supera-
justicia a las condiciones concretas de ción de la desigualdad de las relacio-
la producción y el intercambio en don- nes de poder en el conjunto de la so-
de se generaliza la desigualdad». ciedad;
Para ello, claro está, resulta Impres- . - en el horizonte estratégico del so-
cindíble potenciar la intervención del cialismo democrático no figura ya la
LA RENOVACIÓN DE LA SOCIALDEMOCRACIA
disuasoria de la OTAN, entra de lleno que tendrá que ser aliado, si los social-
en esta crítica. La distensión debe ha- demócratas desean gobernar en Ale-
cerse en la cooperación, también co- mania a comienzos del próximo año.
mercial y de transferencia tecnológica. Un mérito importante del libro de
El libro de Oskar Lafontaine ha teni- Lafontaine reside en su capacidad de
do una gran resonancia. Muestra un poner en movimiento la discusión so-
político inteligente, hábil, que sabe en- bre la creación de empleo, estancado
tonar distintas melodías. Por una par- en los últimos tiempos. Ha hecho, a la
te, ha entendido y hecho propias las vez, que la política socialdemócrata,
criticas e insatisfacciones de los movi- después de la crisis, pase a la ofensiva,
mientos sociales, vivos y de importan- ofreciendo una profunda renovación de
cia electoral decisiva en el panorama sus planteamientos tradicionales. Preten-
político alemán. Pero además. su pro- de liderar las reivindicaciones obreras
puesta de pleno empleo, reduciendo y la nueva sensibilidad social cada vez
jornada laboral sin aumentar costes más extendida en los ámbitos más pro-
sociales. despierta simpatías en secto- gresistas de la sociedad alemana.
res del electorado a su derecha; sobre El nuevo programa, no sin una bue-
todo en el ámbito del Partido liberal. na dosis de audacia, trata de renovar
Los intereses de su espacio afín son profundamente las tesis de la social-
atendidos. Ello supone que en los plan- democracia. El énfasis en la democra-
teamientos referidos existe una inten- cia económica, y el hecho de haberse
ción estratégica de hacer guiños a este tomado en serio y entendido la cues-
partido, en vista de una posible coali- tión ecológica, abre expectativas, no
ción de gobierno tras las próximas elec- exentas de escepticismo, para una ma-
ciones. Los planteamientos de Lafon- nera innovadora de emprender una po-
taine están pues provistos del dificil ar- lítica de reformas profundas en la so-
te de abrir las puertas a la vez, a su iz- ciedad.
quierda a «los verdes» y a su derecha a
los liberales; uno de los cuales parece José Antonio Gimbernat
ci6n de esta tradición desde el socialis- El concepto no es claro, para ser tan
mo utópico hasta «el socialismo real" manejado por el autor, pero su inten-
y la social-democracia actual. Es cons- ción es patente: caracterizar un fenó-
ciente de que sobre esta tradición pe- meno del mundo actual, sobre todo ca-
san graves fracasos y acusaciones de pitalista, con el cual tiene que confron-
inhumanidad, pero también de que, tarse el socialismo. Porque la prolon-
sin ella, la lucha por la justicia y la li- gación de la hipótesis de «la socializa-
bertad perdería un gran apoyo. Es un ción» va unida a un diagnóstico de
esfuerzo de relectura critica que trata nuestras sociedades capitalistas. Éstas
de salvar el núcleo de esperanza para cada vez «tienden hacia una creciente
la humanidad que vehicula el socialis- centralización y planificaci6n que tiene
mo. Más aún, es un intento por deli- lugar de arriba a abajo», El mecanismo
near los grandes trazos del nuevo so- del mercado, bajo el capitalismo, fun-
cialismo del futuro que será necesario ciona como un mecanismo de integra-
mantener en el siglo veintiuno con ción social. Los individuos son libres
todo intento de humanizacíón. para elegir (pluralismo) lo que la pre-
¿Por qué es importante el socialismo sión invisible de las necesidades indu-
ante el futuro justo y libre de la socie- cidas del consumo dictan que se debe
dad? elegir, A la larga el proceso de sociali-
Dos hipótesis están en el trasfondo zación bajo el capitalismo «subvierte
de la respuesta de M. Harrington: las posibilidades de la libertad y la jus-
La primera se refiere a la sensibili- licia que el mismo capitalismo -aun-
dad peculiar con la que la tradición so- que a regañadientes-cultiv6». Se ad-
cialista ha observado las estructuras vierte ya, desde este planteamiento,
sociales y económicas, «de las que de- que la esperanza socialista se entiende
pende el destino humano de la libertad justamente como una' alternativa a esta
y la justicia». Si tal vinculación existe, situación. El socialismo será concebi-
entonces merece la pena prestar aten- do como "el sometimiento del proceso
ci6n a un movimiento que ha querido de socialización al control democrático
supeditar el desarrollo estructural a los desde abajo, por el pueblo y sus comu-
valores de la justicia y la libertad. nidadcs». Pero, ¿no estamos vivícndo
En segundo lugar, Harrington acep- un momento en que de modo inconte-
ta --con otros muchos analistas socia- nible se nos están haciendo visibles las
les- que estamos viviendo en un mo- irracionalidades y contradicciones de
mento histórico en que es perceptible un sistema que actuaba en nombre del
el desarrollo ingente de la dimensión socialismo?
sistémica, impersonal, de la sociedad. Para Harrington, el derrumbe del
El ser humano corre peligro de ser bloque del Este -que no ha podido
subsumido bajo el extrañamiento de ver con todo su estrépito- no es un
los mecanismos anónimos. Nuestro argumento concluyente contra las po-
autor denomina socialización Isociali- tencialidades que alberga el socialis-
zation) «a este imperativo de toda so- mo. El estalinismo es una aberración
ciedad desde finales del siglo diecinue- que no puede denominarse socialismo.
ve...; destino del mundo entero en el si- Tras su análisis, Harrington concluye
glo veintiuno» de devenir más y más que «llamo a este sistema colectivismo
organizada bajo el dinamismo de los burocrático y no capitalismo ni socia-
sistemas, especialmente el económico lismo". En él se dio la nacionalización
y burocrático. de los medios de producción, «pero el
lenguaje es una forma como cualquier ser "poetizada" antes que corno la es-
otra de enfrentarse al mundo, es un peranza ilustrada de que puede ser
conjunto de herramientas para conse- "racionalizada"» (p. 53). La filosofía
guir cosas: alimento, sexo, solidaridad, moral habrá de ser narración histórica
etc. Su principal función y objetivo es y especulación utópica antes que bús-
la creación de metáforas que dan a luz queda de principios generales. No hay
el vocabulario que garantiza todas las un mejor o un peor cuando no existe
asunciones del sentido común. Así se un cambio de creencia fundada, sino
forma un vocabulario final que poco que se dan cambios en la adecuación
tiene que ver con una verdad última de vocabularios a las contingencias
que se descubre -o se puede descu- históricas particulares; tampoco es po-
brir- en la investigación que la pro- sible detectar una línea clara entre per-
ponga y defienda, pero que es el voca- suasión y fuerza pues «ofrecer una re-
bulario que garantiza la posibilidad de descripción de nuestras prácticas e
constitución de comunidades sociales. instituciones cótidíanasno es ofrecer
La idea fuerte que Rorty presenta en una defensa de éstas contra sus enemi-
«The contingency of language» y que gos; es más el reamueblar una casa
le sirve para el resto de las «contingen- que el rodearla de barricadas» (p. 45).
cias» es que no existe una verdad «ahí Si parece razonable suponer con Rorty
fuera» que espera ser descubierta: el que no existen fundamentaciones últi-
cometido de la filosofía no es el descu- mas, me parece que el corolario que
brir verdades, sino el formar metáforas de ello se deriva necesita una lectura
que den cuenta de nuestro particular liberal y optimista de la sociedad, que
asentamiento en el mundo, de nuestra considere a nuestros sistemas liberales
ligazón a la contingencia. Rorty se corno el resultado de tradiciones que
opone a la idea -que califica de meta- progresan y amplían la cobertura de lo
física- de que el pensar es un acerca- liberal, junto con una mano invisible
miento progresivo a la verdad; por el que haga que el conflicto sea tan sólo
contrario, la función del pensamiento confluencia de individuos libres y que
será poner en claro que es preferible las relaciones de poder se traten de
exponer distintos vocabularios o dis- contingencia.
tintas tradiciones. Esto significa que ya La parte segunda que tiene por títu-
nunca podemos fundamentar nuestros lo «Ironía y teoría» (consta de trabajos
sistemas sociales de forma inapelable: tan importantes para el desarrollo del
tan sólo cabe el reconocimiento (muy libro corno «Prívate irony and liberal
cercano, creo, al decísíonismo) de que hope», o con discusiones sobre la me-
los sistemas liberales son los que más tafísica v el deconstruccionismo como
se adecuan a las exigencias del hombre son «Self-creation and affiliation:
occidental. Tales sistemas se defienden Proust, Nietzsche, and Heidegger» y
mejor dentro de un lenguaje contin- «From ironist theory to prívate allu-
gente que reconoce corno única fun- sions: Derrída») y la parte tercera que
ción el crear metáforas para arreglár- se titula «Crueldad y solidaridad"
noslas en el mundo y cuya sola justifi- (e'I'he barber of Kasbeam: Nabokov on
cación se basa en la redescripción de cruelty», «The Iast intellectual in Euro-
lorma nueva y más útil de antiguas pe: Orwell on cruelty- y «Solidarity»)
instituciones: «Necesitamos una redes-. nos explican cómo sería el hombre que
cripdón del liberalismo corno esperan-· pudiera vivir en una sociedad liberal
za de que la cultura como todo puede -contingente- tal y corno se ha for-
mulado y de qué forma ayuda a man- tento de crear las reglas por las que el
tenerla. La figura del «ironista» apare- ironista se ha de juzgar a sí mismo. La
ce aquí como el nuevo citoyen de una ironía se niega a creer en una verdad
sociedad liberal avanzada: es el verda- descubierta y no creada. y su función,
dero sujeto moral y político. El ironis- que se liga al cultivo de la autonomía,
ta «tiene dudas acerca del vocabulario es un intento de redescribir la realidad
final» (p. 73) (puesto que conoce que que rodea el individuo bien sea de for-
no existe una verdad que se pueda des- ma literaria --como Proust- o teórica
cubrir), reconoce que sus argumentos -como Hegel, Nietzsche y Heídeg-
nunca disolverán las dudas y proble- ger-; la diferencia entre estos dos in-
mas sociales (son sólo redescripciones) tentos (los de los ironistas literarios y
y «no cree que su vocabulario esté los de los teóricos) es que mientras los
más cercano a la realidad que otros» segundos desean lo inconmensurable,
(p. 73); esto junto con el modo «indivi- es decir, dar con un mundo nuevo, con
dual y escéptico» con que se plantea los una era que empiece a partir de ellos,
vocabularios, metáforas y descripcio- el primero se aviene con «cosas peque-
nes, hace que Rorty se pregunte si por ñas» y prefiere encontrar la belleza.
este camino no se deshacen los nudos Pero también hay autores a caballo en-
de la vida social. Recogiendo la acusa- tre una posición y otra, como ocurre
ción de Habermas a Hegel (¿qué valor con Derrida (al que trata en capítulo
tiene la «soledad» autorreflexiva por aparte), que intenta dar respuestas en
muy crítica que sea?) Rorty da con lugar de mostrar cosas --como quie-
una característica crucial del pensa- ren hacer los ironistas teóricos- al
miento ironista, se trata de la escisión tiempo que, no obstante, teoriza sobre
entre lo público y lo privado. Planteán- los ironistas teóricos y, así como suce-
dose la línea de pensamiento del íro- de con Proust, ninguno de sus trabajos
nista, dice: «donde Habermas ve la lí- entra dentro de las esquemas explica-
nea del pensamiento ironísta [...] como tivos al uso: este ironista «ha preveni-
destructiva de la esperanza social, yo do la nostalgia heideggeriana de la
veo esa línea de pensamiento muy irre- misma forma en que Proust previno la
levante para la vida pública y los pro- nostalgia sentimental: por la recontex-
blemas políticos» (p. 83). Por ello la tualizacíón incesante» (p. 137).
creación intelectual --que es al menos No deja de ser curioso que, 10 que
una de las preocupaciones del iro- empieza como el deseo de establecer
nista- se reduce a la perfección indi- una más veraz relación entre la vida
vidual: muy poco vale para la solidari- social y la teoría que la justifica, termi-
dad humana; el ironista es un liberal ne en una profunda escisión que arrin-
que no ayuda a la «progresiva diná- cona la labor teórica en el «cultivo de
mica de la tradición liberal». la autonomía». Si bien no parece des-
Desde aquí, Rorty da cuenta de la cabellado pensar que la historia es la
manera en que la autonomía indivi- búsqueda de vocabularios que den
dual -considerada como el tradicional cuenta del mundo que nos rodea, y
cultivo de uno mismo- es el objetivo que nos permitan establecemos en él
de los íronístas, En el capítulo «Self- sin necesidad de una verdad última,
Creatíon and affílíatíon» repasa la obra los capítulos que Rorty dedica a
de Proust, Heidegger y Nietzsche a los caracterizar al ironista nos dejan un
que caracteriza como íronístas que en- sabor a inutilidad que escinde para
señan que la ironía es solamente el in- siempre teoría y vida social. Y esa es
una impresión que Rorty no es capaz que no tiene en su base ninguna natu-
de anular en la tercera parte -«Cruel- raleza humana ni ninguna verdad, sino
dad y Solidaridad»- en la que se dedi- tan sólo el deseo liberal de que la
ca, después de todo lo dicho, al modo crueldad desaparezca. Tan gran deseo
en que se puede promover o fortalecer y tan poca base concuerdan bien con
la sociedad liberal. Antes de entrar en la descripción del ironista y el deseo
el análisis de la solidaridad, Rorty defi- subliminal -y de un ingenuo optimís-
ne al liberal como aquel «que cree que mo-- de que, cultivando nuestra auto-
la crueldad es lo peor que podemos nomía en la libertad de los sistemas li-
hacer), (p. 146): el liberal ironista ha berales, tan sólo puede advenir la dis-
de aprender a cultivar su autonomía y minución de la crueldad que se supone
a no ser cruel. Desde esta caracteriza- que existe también en las relaciones de
ción la solidaridad se estudiará en tor- fuerza, de dominio, de injusticia social,
no a los textos que nos enseñan a ser etc. Y no hay que olvidar que la idea
menos crueles (esta seria la verdadera de solidaridad nace en un «nosotros»
labor intelectual de promoción del lí- que se forma contingentemente en la
beralísmo); de éstos Rorty escoge no historia; somos solidarios cuando nos
los que nos muestran las consecuen- solidarizamos con «uno "de nosotros»
cias -crueles- de los sistemas socia- donde «nosotros» es mucho menos
les, sino los que enseñan «los efectos que el género humano: la obligación
de nuestras idiosincrasias privadas so- moral pasa antes por muchos prejui-
bre los demás» (p. 141). Los ejemplos cios e imágenes respecto a quién es
aquí son Nabokov y Orwell: el primero aquel con quien debemos tener seme-
en tanto no cree en vocabularios de jante obligación. Al igual que sucede
solidaridad, aunque se opone a faunas en todo el libro que comentamos, la
de crueldad, y el segundo en la medida idea parece razonable, pero creo que
en que emplea la creencia en la solida- no lo es tanto cuando se combina con
ridad y la exposición de un contexto la certeza de que es la sociedad liberal
alternativo para redescríbir nuestro postmoderna la única que puede prote-
presente. Uno y otro desconfían de los ger "la contingencia» y progresar en
vocabularios finales y, bien desde la ella. Me parece que Rorty es el necesa-
particularidad o desde la ejemplaridad rio aviso critico y punto a partir del
de sus personajes, muestran los efectos cual -con el que- empezar a cons-
de un mundo cruel y el rechazo de tal truir algo diferente a 10 que Rorty nos
realidad. expone como su «utopía liberal»,
Al final, como «enseña» el caso de
Orwell, la solidaridad nunca será más Julio Seoane Finilla
que un mensaje de «esperanza social»
que para ser consecuentes con la pro- lo, las dedicadas a la. descripción de
pia periodización que propone el libro nuestra situación postmoderna, coinci-
quizá habría de llamarse «La situación den literalmente, palabra por palabra,
moral en la postmodernidad». Allí se- con las dos primeras páginas del artícu-
ñala que el hecho básico que determi- lo de Fehér que abría el libro.
na nuestra situación moral en el pre- Para los que viven la condición post-
sente es el descubrimiento de la con- moderna, los problemas no quedan
tingencia y, consecuentemente, la plu- circunscritos al ámbito de lo cultural
ralización de los discursos morales, sino que también tienen un sentido po-
Sin embargo, ni la contingencia ni la lítico propio. Nuestros autores centran
pluralidad conducen necesariamente al este carácter político peculiar de la
relativismo o al nihilismo, concepcio- postmodernidad en el predominio so-
nes a cuya crítica dedicará una parte cial y político de lo funcional sobre lo
del texto. Por encima de los desacuer- estructural. Esto se manifiesta en el
dos hay un consenso básico sobre los debilitamiento, «si no total desapari-
valores de libertad y vida que permiten ción», de la política entendida exclusi-
el diálogo y, de esta forma, al menos, vamente en términos de intereses de
una mínima moralia. Este universalismo clase y concepciones de clase. Heller y
moral que Hcllcr recoge de Lessing no Fehér no niegan la existencia de con-
se "alcanza mediante la superación de la flictos de clase, lo que señalan es el
contingencia, la particularidad y la indi- surgimiento de un tipo de política, que
vidualidad, sino cambiando nuestra acti- se da tanto en la derecha como en la
tud dentro de la misma forma de vida, izquierda, basada «en la función y
procede de Lessíng y ha sido reciclada orientada a la función». Esta tendencia
por Hanna Arendt». El otro artículo de se ha puesto de manifiesto de dos for-
Agnes Heller que aparece en esta prime- mas distintas: la primera es la apari-
ra parte lleva por título "De la herme- ción de movimientos de "causa única»,
néutica en las ciencias sociales a la her- la manifestación más nítida de la polí-
menéutica de las ciencias sociales» y tica postmoderna, según los autores.
está construido sobre la idea de que una El carácter de estos nuevos movimien-
«hermenéutica de las ciencias sociales tos es tratado por Heller en el artículo
no es más que una aproximación a la her- «Existencialisrno, alienación, postmo-
menéutica de la modernidad, la cual in- dernismo: los movimientos culturales
tenta comprender la autocomprensión o, como vehículos de cambio en la confi-
mejor dicho, la comprensión de la auto- guración de la vida cotidiana». Y la se-
conciencia de nuestra época» y tiene gunda manifestación es la de los inten-
como propósito replantear el cometido de tos de reordenación de «la red de fun-
las ciencias sociales desde esta perspectiva. ciones dada en una sociedad concre-
La segunda parte del libro, la dedica- ta). Algo que sin duda tiene que ver con
da a la "Política postmodema» comien- la insistencia de Heller en el análisis de
za, al igual que la primera, con un ar- la vida cotidiana y su relevancia para el
tículo de presentación. Éste, titulado «La análisis de la política. Como ejemplos
condición política postmodernas.. viene de esto último estarían en la extrema
firmado por Heller y Fehér, Si antes he derecha el intento thatcheríano de un
señalado el paralelismo entre los trata- «capitalismo popular» y desde el iz-
mientos de la cultura y la política, aquí quierdismo radical el Mayo del 68.
aparece reflejado de un modo palmario. . Otra de las características relevantes
Las dos primeras páginas de este artícu- de la postmodernidad, bajo el punto de
vista de esta segunda parte, es la de las los universales. Heller considera que el
implicaciones políticas de la temporali- hecho de la autorre1ativizaci6n de Eu-
dad dominante en ésta. La sensación ropa muestra el nacimiento de un pen-
de vivir en un presente intrascendible samiento que respeta el pluralismo por
en los términos del discurso moderno encima de cualquier particularismo,
fuerte hace que «cualquier tipo de po- algo valioso y que no ha surgido en
lítica redentora» sea «incompatible ninguna otra cultura. Y que da pie a
con la condici6n política postmoder- una política democrática, formal y uni-
na». Sobre las consecuencias directa- versalizable, respetuosa con las tradi-
mente políticas de este cambio de per- ciones culturales. A este tema está dedi-
cepción se extiende Fehér en su artícu- cado el artículo de Agnes Heller «Euro-
lo «Contra la metafísica de la cuestión pa, ¿un epílogo?» donde hace una de-
social», De las implicaciones exis- fensa del relativismo cultural limitado.
tenciales lo hace Heller en «Sentirse Si los artículos que hacían de presen-
satisfecho en una sociedad insatisfe- tación de las dos partes de la obra co-
cha». Los intentos de cambio absoluto, menzaban de la misma manera, tam-
de trascendencia radical de la moder- bién finalizan de forma parecida. El post-
nidad, entran, bajo la perspectiva post- modernismo es «políticamente mínima-
moderna, dentro de lo mesiánico, de lo lista» y «destructor de la política reden-
utópico en su sentido más negativo. tora». Para nuestros autores esto es un
Sin embargo los autores no dejan de síntoma de la constatación de la proble-
señalar el peligro presente, para los maticidad de nuestro mundo. De un
que viven en esta condición postmo- mundo que tiene «que ser criticado día a
derna, de dejarse arrastrar hacia los día» y con el que no podemos reconci-
compromisos fáciles con la realidad o liarnos completamente. Pero también de
de recaída en los «mitos del fin del un mundo «en el que podemos perma-
mundo» que se derivan de la desapari- necer y encontrar alguna gratificación» y
ción de la perspectiva de futuro. Entre no podemos olvidar que «una negación
el discurso totalizador y la reconciliación absoluta del presente (...) terminaría con
con la realidad Heller señala una tercera toda probabilidad en una pérdida total
vía que, esquivando estos escollos, nos de libertad o en la destrucción total. Y
permite orientar la crítica y la acción po- ambos resultados serian más que, o dife-
lítica desde una perspectiva ética, sin rentes de, lo postmodemo. Serían com-
perder la perspectiva emancipatoria. pletamente antímodemístas».
Aunque ahora la idea de la emancipa- El libro constituye, por tanto, un in-
ción absoluta actúe como idea regulativa tento de dar una respuesta no dogmá-
y no constitutiva de lo político (esto apa- tica a unos problemas presentes que
rece en los artículos de Heller «La justi- no podemos permitirnos ignorar, salvo
cia social y sus principios» y «Ética ciu- al precio de renunciar a los valores
dadana y virtudes cívícas»), modernos, a los valores que constitu-
También señalan el peligro de la re- yen nuestro mundo.
Iatívízación absoluta de Europa que, Por último, no puedo por menos que ha-
traspasando el hecho positivo de la cer una referencia obligada a la traduc-
aceptación «de la pluralidad de cultu- ción que, lejos de facilitamos la compren-
ras distintas», puede dar lugar al relati- sión de un libro en ocasiones complejo,
vismo absoluto, a la «adoración falsa la dificulta y, a veces, la imposibilita.
de lo otro» (tercermundísrno) o a la
«negativa total» y a la rclativización de Ángel Rivera
¿DOS ILUSTRACIONES?
fin en sí mismos, sino que sólo son larizadora. No hay duda de que en ella
presupuesto de una valoración cualita- pueden advertirse protagonistas pro-
tiva de las influencias estudiadas. Pero, pios, sin necesidad de ir a buscar a los
en definitiva, como él mismo dice: «se pensadores europeos que pudieron ins-
filosofa con la historia, mejor que sin pirarles, como Campomanes o Cap-
ella». Hay que resaltar, aunque sea ya many; y caracteres peculiares, entre los
sabida, su denuncia de la escasez de cuales no seria el menor la ausencia de
aprovechamiento de los modernos me- ruptura con la tradición, Partiendo
dios tecnológicos en la investigación de esa afirmación, aunque sin aludir
humanística. más que veladamente a estos pro-
Por último, para concluir este pri- blemas, M. Tietz señala las concomi-
mer apartado, R. Mate hace su aporta- tancias o desajustes entre el tratamíen-
ción acerca de «La critica hegeliana de lo de la figura de Lucrecia como figura
la Ilustración», haciendo hincapié en el paradigmática, tanto en España como
punto que considera el aspecto más en otros países ilustrados. y H.J. Lope,
conflictivo del enfrentamiento del pen- presenta una interesante semblanza
samiento ilustrado con el pensamiento sobre «Antonio Ponz y el problema de
tradicional, y también, respecto a la la desarbolización española», que pone
propia Ilustración: se trata del pensa- de relieve el enfoque ilustrado de este
miento sobre la religión. A pesar de problema práctico.
que el mismo Hegel variará sustancial- La contribución de los estudiosos es-
mente a lo largo de su vida en lo que pañoles al tema coincide en presentar
respecta a su planteamiento de la rela- trabajos en los que se resalta preci-
ción entre filosofía y religión, seguirá samente la otra cara del problema:
siempre considerando que esa relación T. Egida nos habla sobre "Los antiilus-
es el punto central por el que debe trados españoles», refiriéndose no a la
buscarse la salida a una Ilustración población que permaneció insensible a
frustrada. las nuevas ideas, sino al grupo, tam-
El segundo apartado trata sobre bién elite de pensamiento, capaz de
tema tan delicado como es la cuestión elaborar un discurso con el cual en-
de la Ilustración en España. Resulta ya frentarse a ellas. Quiénes fueron, qué
habitual constatar el hecho de que los instrumentos utilizaron y cuáles fue-
hispanistas extranjeros valoran en más ron los momentos más importantes de
la Ilustración española que los propios este grupo, es la contienda de esta co-
españoles, No se trata tanto de ponerle municación. Por su parte, J. Jiménez
o quitarle méritos, como de abordar el Lozano nos habla sobre «La percep-
tema desde una perspectiva más dis- ción castiza del ilustrado», trazando
tante, que permita un mayor desapa- agudamente el perfil del «castizo» en
sionamiento, y sobre todo, de la ausen- un interesante trabajo que se confiesa
cia de una disconformidad previa con más como ensayo antropológico o,
lo que realmente hubo. Así lo entiende como el autor define, como ensayo de
S. Jüttner que habla directamente so- íntrahistoria, que comunicación histo-
bre ese tema, y que en un intento entu- riográfico-académica. También Roma-
siasta y aleccionador, saca a la luz esa no García nos habla sobre «Extrema-
«herencia reprimida» que es la Ilustra- dura y la Ilustración», haciendo un
ción española, afirmándola abierta- amargo y apasionado análisis de la si-
mente y entendiéndola como movi- tuación de esa región en el XVIII, y des-
miento reformista de una cultura secu- tacando el hecho de que su trabajo le
EL TIEMPO RECUPERADO
entonces para los filósofos franceses, ren clausuró el curso da la pauta del
ingleses e italianos. La ausencia es en notorio -y necesario, por la fuerza de
el momento actual menos escandalosa, las circunstancias- giro de la recep-
gracias al acercamiento progresivo a ción tardía de Kant en España: ¿cómo
un autor, cuyas efemérides se empie- pensar globalmente hoy la Ilustración.
zan a recordar aquí con cierta puntua- la más completa mayoría de edad sin
lidad. Ahora bien, de no ser por la con- dogmas? ¿por dónde transitan nuestras
fortadora versión proustiana sobre los inclinaciones morales? ¿es posible elu-
centones del tiempo, nada se podría dir reduccionismos de toda laya? ¿có-
hacer ya por subsanar el vacío lamen- mo afrontar con ayuda de los clásicos
table de una cosecha que no se dió en aquellos problemas que todavía nos
su debido momento. apremian? González Vicén se ocupa
El volumen Kant después de Kant por su parte de la siempre actual cues-
testimonia cómo, pasadas las tres pri- tión del derecho de resistencia. En
meras etapas, desde 1800 hasta 1896, y conclusión, nada de «isrnos», «neo» o
con el inolvidable interludio de los es- de kantistas, que no sólo repre-
tudios kantianos en castellano de los sentarían un anacronismo, sino una
años sesenta y principios de los seten- anormalidad en aquel normal panora-
ta del presente siglo (Molinuevo, J.L.: ma de recepciones filosóficas mutila-
«Breve Bibliografía en castellano sobre das o demediadas. Creo sin embargo
Kant». Anales del Seminario de Metafí- que, en un contexto tan poco favora-
sica, IX, 1974), se es aquí y ahora sen- ble en principio, se debe justipreciar el
sible a lo que perdura vivo e incluso a papel desempeñado en recuperaciones
lo que resulta obsoleto de Kant, para del tiempo perdido por una generación
la actual generación de profesores de de lectores de la obra kantiana, aquí
Filosofía en España. Quizá el tiempo representada por Montero Moliner y
no se pueda, sin embargo, recobrar en G. Caffarena, Este aboga decididamen-
su mayor parte y por este motivo escu- te por una comprensión de Kant desde
chan éstos la doble incitación del clási- la perspectiva en que nos hallamos. Su
co que siempre está vivo y está muer- inicial toma de postura le lleva a acen-
to. Por eso también la obra lleva tan tuar la tensión subyacente a la Ética
elocuente título. La cronología no per- kantiana, complejidad en definitiva a
dona, así pues nada de «Rückehr zu la que no pueden escapar los intérpre-
Kant» por la cual se abogaba hace un tes más avezados. ¿Era coherente la
siglo. La pasión ha venido aquí y aho- Filosofía moral kantiana? ¿Hay que
ra a suplir los eslabones inexorables rectificar el concepto de "formalismo»
-a veces con ventaja, a veces con des- para entenderla de forma cabal? Res-
ventaja- de una Hermenéutica histo- peto y utopía polarizan la Ética kantia-
ricista, que no siempre encaja bien con na; perspectiva diacrónica para hacer-
los propósitos de quienes han colabo- se cargo de la evolución del corpus et-
rado en el volumen, desde tan diversa hicum kantiano en el conjunto, ésta es
metodología: Ética, Filosofía política y su conclusión. Más dualismos: el análi-
jurídica, Filosofía de la historia, Estétí- sis de la relación libertad y experiencia
ca, Metafísica, Filosofía de la religión. sigue recordándonos que la razón
Por encima de lógicas diferencias, exis- práctica no se edifica con los mismos
te una común forma de preguntar por materiales que han fraguado el conocí-
qué y para qué Kant ahora. <miento de los fenómenos. En el forma-
La conferencia con que J.L. Arangu- lismo, la validez universal de las nor-
De acuerdo con las intenciones del servador) una tipología de las diversas
encuentro, el diálogo con las ciencias actitudes suscitadas ante el desafío po-
sociales fue considerado central, si- lítico de la TL y unos modelos de rela-
guiendo ahí la marcha de la propia TL. ción con los movimientos sociales y
Esto se refleja en la estructura de políticos, para entrar después algo más
la obra que, tras la presentación de detenidamente en cuestiones tan deba-
JA Gimbernat y de J. Maestre Alfon- tidas como el concepto y la idea de li-
so, analiza en la primera parte el con- beración, o la relación de la TL con el
texto en el que dicha teología surge, marxismo y la violencia. Cuestiones
tanto desde una perspectiva sociopolí- debatidas y centrales que abordó con
tica (l.A. Deníz Espino), cuanto econó- la finura y pregnancia que le cm-acle-
mica (F. Alburquerque) o histórico-cul- rizan.
tural (J. Maestre Alfonso). La tercera y Un doble planteamiento habría esta-
última, dentro del mismo enfoque, es do presente a lo largo de esos años, se-
quizá la más diversa, puesto que en gún se subrayara y se pusiera el acento
ella se trata de considerar la influencia en la teología de la liberación (G.Gutié-
de la TL en diversos medios, de la lite- rrez) o en la liberación de la teología
ratura a la pedagogía, o tener en cuen- (Segundo). Mientras que aquí lo que se
ta el contrapunto que puede suponer el pretende más inmediatamente es que
análisis de Liberación y Teología en un la fe y la teología se liberen en lo que
contexto distinto como lo es el afri- ellas mismas han tenido de contribu-
cano. ción ideológica y social a la opresión,
Pero, obviamente, la palabra misma quedando mediatamente dispuestas a
de los protagonistas, no podía faltar y desempeñar su propia función de
sus ponencias ocupan la parte segunda acompañar debidamente a los proce-
y central de la obra. Protagonistas que sos personales y sociales de liberación,
podrían haber sido otros, puesto que la en el primer caso, se insiste ante todo
TL cuenta ya hoy con un buen número en utilizar la fuerza social de la fe en
de cultivadores, pero que estuvieron la liberación sociohistórica de los pue-
muy bien representados a través de las blos, lo que acabará por obligar for-
aportaciones de Ignacio Ellacuría y de zosamente a una liberación de la teo-
Juan Luis Segundo. logía.
Ignacio Ellacuría, con el que mu- Diferencias y matices que están muy
chos años antes (cuando la TL no ha- bien recogidos en la excelente síntesis
bía alcanzado el renombre universal ofrecida por J. L Segundo de la evolu-
del que ahora goza, ante todo por sus ción que la TL ha experimentado en
propios méritos, pero también por el sus veintitantos años de existencia. Se-
enardecido celo vaticano; si bien la va- gundo señala dos etapas fundamenta-
lía personal e intelectual de esos teólo- les: una primera en la que la actitud
gos no requiere de tales favores) tuve fundamental viene a ser la «sospecha
la fortuna de realizar un curso de Teo- ideológica» sobre el papel que la teolo-
logía Política, trató de establecer (en gía juega en el conjunto social latinoa-
un marco muy diferente como lo era la mericano, y otra, que se desarrollará
España de una transición «consolida- sobre todo en la década de los setenta,
da» y de un panorama internacional en la que el elemento central herme-
que había abandonado paulatinamente néutico no va a ser tanto ya esa sospe-
el empuje utópico, sustituyéndolo por cha cuanto el entender la teología
propuestas de talante neo-liberal-con- como interpretación de la «palabra del
pobre». Mientras que la primera era en general, es una de las que siguen
ante todo «una teología de conversión pendientes. Parece claro que la TL no
para las clases cultas», en la segunda se puede trasplantar miméticamente a
el pueblo «se moviliza, ya sea en movi- sociedades muy diferentes como lo son
mientos políticos 'populistas', ya sea en las del capitalismo avanzado. Pero, sin
comunidades de base dentro de la mis- embargo, puede ejercer un efecto de
ma iglesia» (pp, 143-144). revulsivo profético y también indicar
A pesar de lo extremo de alguna de nuevas pautas y procedimientos meto-
sus formulaciones, Segundo piensa dológicos de los que es posible que la
que es esa segunda etapa, en su forma vieja Europa no quisiera saber dema-
extrema, la que hoy más se conoce en siado. Lo cual no tiene por qué impli-
todas partes y particularmente en Eu- car, como reconocen los propios teólo-
ropa, siendo también paradójicamente, gos de la liberación (de formación eu-
la más aceptada. «Es paradójico por- ropea en la mayoría de los casos) que
que la primera -basada en la sospe- haya que desdeñar lo que ha produci-
cha ideológica aplicable a toda cultu- do la mejor teología europea, de mu-
ra-, podía y debía ser trasladada más chos de cuyos procedimientos y resul-
fácilmente a cualquier ambiente euro- tados. ellos mismos se han aprovecha-
peo. La populista, en cambio, supo- do, si bien no tanto -según sus criti-
niendo como supone un pueblo cristia- cas- como hubiera sido de desear.
no que vive su fe en forma de libera- Los interlocutores de ambas teolo-
ción, es casi propiedad exclusiva del gías son muy diferentes: mientras en
continente latinoamericano. Tal vez la un caso es el pueblo oprimido secular-
paradoja -agrega- consista en que mente, en el otro es ante todo el desa-
esto, que la hace inaplicable a Europa fío que la Modernidad ha supuesto
o a América del Norte, la haga tam- para la tradición cristiana y el debate
bién más aceptable, precisamente por- abierto por la negación atea o la indi-
que su misma ínaplícabílídad la libera ferencia ante el mundo de lo religioso
de su carácter de amenaza crítica» que la secularización parece conllevar.
(p. 145). Pero esa indiferencia misma -no sólo
Son esas relaciones de la teología ante lo religioso sino ante un mundo
europea, sobre todo la de talante pro- totalmente administrado como amena-
gresista, con la TL las que analiza za cada vez más ser el mundo actual-
Juan José Tarnayo-Acosta, que no es uno de los problemas capitales de
duda en señalar sus simpatías por ésta, las sociedades altamente industrializa-
pero también por algunos teólogos eu- das, en donde la dificultad de encon-
ropeos como Metz o Moltmann, que, a trar sentido se observa que pasa cada
su vez, han tenido una historia de inte- vez más a ser no simplemente un pro-
rrelación recíproca con la TL y cuyas blema secundario, sino un problema
actitudes respecto a la misma no han central
dejado de experimentar importantes Que ese vacío tenga que ser ocupado
modificaciones, según se encarga do- por el mundo de 10 religioso es sin em-
cumentadamente de mostrar J.J. Ta- bargo una cuestión distinta que, evi-
mayo. dentemente, no podemos ahora abor-
Entre muchas otras, esta cuestión, la dar. No parece, sin embargo, que los
de qué le pueda decir el desafío de la intentos de recristianización funda-
TL a la teología europea en particular mentalista que con tanta energía y des-
y a las sociedades del Primer Mundo pliegue se están llevando a cabo, pue-
dan constituir remedio para las enfer- pueda ayudar en los procesos sociales
medades que se diagnostican. Pero de liberación del imperialismo siempre
también es posible que en estas socie- nos introduciría en la dependencia del
dades no pueda cuajar, al menos tal Otro, con lo que no nos dejaría de lle-
cual, la fuerza profética con que la re- var a la fatal esclavitud y a la depen-
ligión se desarrolla en otros ámbitos dencia más imperial,
(A. Fierro). En cualquier caso, mien- Por mi parte no voy a tratar de re-
tras el «capital simbólico» parece que solver una cuestión que se me ofrece
se desplaza hacia el Sur (Martínez abierta y que, independientemente de
Cortés), el Primer Mundo ha de en- las constelaciones simbólicas que cada
frentarse no sólo con la denuncia que uno prefiera, no parece que pueda ra-
el abismo entre los dos hemisferios cionalmente cerrarse. Pero no deja de
plantea, sino con el problema de cómo ser llamativo el deslizamiento que a
poder volver a reencantar (Aranguren) veces se produce de una crítica funcio-
y otorgar sentido a un mundo que, li- nal de la religión a otra de tipo sustan-
berado de las viejas supersticiones, ha tivo. Pues si la critica se dirigía (así en
pretendido al fin descubrir su propio lo que a veces se ha llamado Segunda
secreto y autoproducirse, pero que lo Ilustración, particularmente en Marx y
que en buena medida ha descubierto, Freud) a la función enajenante que
cuando por fin ha accedido a su enig- cumplía, parece un tanto sorprendente
ma es, por decirlo con Weber, que el que, cuando a todas luces, su función
estuche estaba vacío. social es -al menos en determinados
y tal vez ahí una religión y una teo- ámbitos- bien otra, se nos advierta
logía liberadas tengan aún algo que de- entonces que en cualquier caso es
cir. No sólo en su papel de acicate igual, si no peor, puesto que el engaño
para la transformación de un mundo fundamental permanece. Es decir, que
injusto, o cumpliendo tareas asisten- entonces ya no se trata de la función
ciales que en otro tiempo y lugar pu- que pueda cumplir, pues haga lo que
dieran tener sentido, pero que parecen haga, siempre hará mal.
estar sobrantes en nuestra sociedad, Esto a lo que suena es a una posi-
sino quizá también por la fuerza subver- ción de principio, todo lo respetable
siva que la promesa de vida plena que que pueda ser como opción personal,
lo sagrado encierra puede conllevar. pero más bien debatible como argu-
Claro que no faltará quien no quiera mentación racional. Por lo menos la
saber nada de tales aventuras y estime «primera» Ilustración, la que de hecho
incluso que por mucho que la teología se ocupó de la crítica sustantiva de la
pudiera ayudar en determinados casos religión, y ejemplarmente Kant, no pa-
a los procesos de liberación, la mejor recía tenerlo tan claro y el dar por zan-
liberación de la teología que puede lle- jada una cuestión abierta tendía a con-
varse a cabo no es aquella por la que, siderarlo como dogmatismo. Dogma-
depurada de sus funciones ideológi- tismo del que la religión desde luego
cas, quede dispuesta a acompañar a había dado múltiples pruebas (y toda-
los procesos personales y sociales de vía habría de dar una buena serie más
emancipación, sino la que se produci- de ellas hasta la actualidad), sin que al
ría con su desaparición: liberación de parecer sea privilegio suyo el hacerlo.
la teología no como depuración critica Para Horkheirner, como es sabido,
sino como supresión. Pues, se argüiría, una política que prescindiera de teolo-
por mucho que una teología liberada gía (al menos como anhelo de que los
cuentan los libros. de ensayo que supe- cial de su contenido (las actas de la
ran los dos mil ejemplares de tirada. primera semana son aún nonatas, a
Quizá no falten epísternólogos sneedía- pesar de que se anunciaron repetida-
nos que celebren la circunstancia (lo mente, mientras que hay constancia de
minoritario los acercará así más a la la voluntad de editar las de la hasta
física de partículas o a la ingeniería ahora última, celebrada en Oviedo en
de armamentos) u ontólogos radicales marzo de 1990 sobre el tema «Senti-
que, para mejor escapar a lo inesencial mientos morales» bajo la coordinación
de la opinión pública moderna, prefie- de Amelía Valcárcel). Además, habida
ran que el Ser se deje decir en espadas cuenta del contenido de los trabajos
10 más despejados posible. Mas, a cual- que se recogen en el libro y de lo que
quiera que no abogue por formas de tienen de representativo de la comuni-
fundamentalísmo cultural como las dad de filósofos prácticos de nuestro
mencionadas, el estado presente de la país (o de nuestro ámbito lingüístico,
filosofía española le parecerá más bien dada la presencia de uno de los mejo-
un espectáculo algo triste y no poco res filósofos argentinos de la actuali-
inquietante. En particular, es dudoso dad, Osvaldo Guariglia), resulta inelu-
que pueda sustraerse a tan melancóli- dible tratar de calibrar lo que obras
cos afectos algún cultivador, gratis o ex como Convicciones políticas, responsa-
officio, de lo que no en vano se llama bilidades éticas tienen de sintomático
filosofía práctica. del problema a que antes me refería: el
La edición de volúmenes como el de las nada felices relaciones entre fi-
que es objeto de este comentario debe- losofía y opinión pública. Los títulos
rla proporcionar una buena ocasión de las áreas en que se dividió la Sema-
para tratar de tomar el pulso a nuestra na objeto de este volumen fueron
comunidad filosófica, en este caso al «Elección pública», «La sociedad civil
sector de la misma empeñado en refle- hoy», «Teorías de la democracia y nue-
xiones de filosofía moral, social, jurí- vos movimientos sociales» y «Ética, ar-
dica y política. Recoge las ponencias gumento y relato». Por su parte, las
presentadas en la V Semana española ponencias recopiladas en el volumen
de Ética, celebrada en el Instituto de se agnIpan en cuatro bloques que, a
Filosofía del CSIC de Madrid entre los contrapelo de la variedad temática del
días 21 y 25 de marzo de 1988, y le libro, permiten una lectura todo lo ar-
precede una presentación de José M. ticulada que cabe esperar de una obra
González y Carlos Thiebaut en la que de estas características. Bajo la rúbrica
se justifica el título de la recopilación y «Dos rostros de la interpretación ética
se ofrecen algunas pistas útiles para el y política de la acción», se abre el vo-
lector -temo que poco frecuente- lumen con las contribuciones de Alber-
que guste de leer los libros como pare- to Saoner ("Virtud y virtú en Maquia-
ce que su forma material aconseja: con velo», pp. 23-40) Y Domingo Blanco
un principia y un final y un cierto tem- (<<Autonomía moral y autarquía», pp.
po interno que constituye su principal 41-72), a las que siguen las tituladas
peculiaridad. Las Semanas de Ética «Legitimidad como hegemonía eman-
son una ya establecida institución ini- cipadora. (Hacia un enfoque ético-polí-
ciada en 1980 en Madrid (UNED) en tico de la legitimidad)», de Pablo Ró-
homenaje al profesor Aranguren, y, si : denas (pp. 73-114), Y "Dos conceptos
no me equivoco, es ésta la primera vez de justicia (Entitlement theory vs. Iusti-
que se pone en letra impresa lo sus tan- ce as [airness)», de Miguel Angel Rodí-
tico más o menos incómodo de la mis- do. Entretanto, no irá siendo mala
ma. No sé cuál será el balance de las cosa hacer lo posible para que esa his-
historias del pensamiento que dentro toria no sea la de un aislamiento. Pue-
de cincuenta afio s se escriban sobre de que la comunidad filosófica nunca
este fin de siglo, ni si predominará la haya ido por delante de su tiempo -el
hipótesis historiográfica del reflejo o la nuestro, desde luego, no parece hecho
del desajuste. Tampoco imagino bien para vanguardias-, pero, al menos, un
los límites generacionales que se traza- poco de reflexión sobre el lugar que
rán (aunque no seria sorprendente que ocupamos con respecto a él sigue sien-
el grupo de los nacidos en los -al pa- do (sin necesidad de caer en estados
recer felices-- años sesenta quedase febriles) una ocupación saludable de
como el más académico y timorato de cuando en cuando.
todos) e ignoro por completo qué tipo
de juicio global se hará sobre el perio- Antonio Valdecantos