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Introducción al evangelio según S.

Lucas
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

...para que llegues a conocer bien la verdad de lo que se te ha enseñado.


S. Lucas

Introducción
Durante el transcurso del mes Abril, en la ICDPT se expondrá, a modo de predicación, textos
selectos que narran la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Esta serie de exposiciones
evangélicas se proponen, en primer lugar, mantener viva la memoria de la gloria divina en la cruz de
Cristo. “Memoria significa recordar, guardar memoria y transmitirla a las generaciones futuras,
mantener vivo el recuerdo de la propia vida del pueblo y de las maravillas que Dios ha obrado en su
favor.”1 La Iglesia cristiana se niega, rotundamente, el olvido de la vida, obra, pasión, muerte,
resurrección y ascensión a los cielos de Jesús Nazareno.

En segundo lugar, la Iglesia rememora la cruz de Cristo. Rememorar es un “continuo hacer


memoria”. Este continuo hacer memoria se convierte en la justificación por la cual obedecemos los
mandamientos del Señor. Rememorar es la antesala de la obediencia. Sin rememoranza la obediencia
carece de sentido.

En tercer lugar, la Iglesia conmemora la cruz de Cristo. “Conmemorar es hacerse contemporáneo del
acontecimiento evocado por los relatos”.2
La Santa Cena es el vehículo místico, creyente que transporta al cristiano hasta Jesús.
Basados en la celebración pascual de los judíos, que de hecho es el fundamento tradicional y
teológico para la Cena que celebramos los cristianos, se doctrinó a las familias judías en el
entenderse como la generación que salió de Egipto. Las generaciones posteriores al éxodo no se
auto-interpretaron como hijos de quienes cruzaron el mar; se vieron a sí mismos como los
protagonistas del acontecimiento.
A propósito, según el rito judío, la frase siguiente de un maestro del Talmud: «De generación en
generación es un deber para cada uno considerarse él mismo como uno de los que estuvieron en
Egipto y de allí salieron»3

Según el Dr. N.T. Wright, “Hasta el presente, cuando los judíos celebran en la noche de pascua, no
suponen que están haciendo algo diferente a lo que hicieron en el evento original. Tal como ellos
mismos lo dicen: “Esta es la noche en la que Dios nos sacó de Egipto”. Las personas que están
sentadas alrededor de la mesa se convierten, no en los herederos distantes de los que constituyeron la
generación del desierto, sino en ellos mismos”.4

Finalmente, la Iglesia vive la cruz de Cristo.


1
Gabriel Amengual. “Israel, Pueblo de la Memoria”. ’Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones.(ISSN: 1135-4712. 2014, 19): 15
https://revistas.ucm.es/index.php/ILUR/article/view/46609
2
J. Trublet, «Quand l’ Ancien Testament, invite à la mémoire», Christus 146 (1990): 196
3
Trublet, “Quand l’ Ancien Testament”, 196.
4
N.T: Wright. ​Sorprendidos por la esperanza (​ Miami: Convivium Press, 2011): 353
1
Introducción al evangelio según S. Lucas
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM
Toda la vida, obra y Palabra de Jesús nos son “camino”, “verdad” y “vida”. Estas metáforas que
definen a Cristo tienen sentido, significado y realidad cuando por la fe en el Hijo de Dios somos
salvos. Porque estas categorías brillan con todo su esplendor en la cruz donde es extremadamente
claro que Jesús es para la Iglesia “camino”, “verdad” y “vida”.
La cruz de Cristo es nuestro camino.
La cruz de Cristo es nuestra verdad.
La cruz de Cristo es nuestra vida.
Con la frase “cruz de Cristo”, teológicamente se hace referencia a la vida, obra, muerte, resurrección
y exaltación de Jesús.

El evangelio de Lucas
El evangelio según S. Lucas goza de unas particularidades excepcionales. Por ejemplo, las narrativas
de la natividad donde se incluyeron los testimonios del nacimiento de S. Juan Bautista.
A diferencia de los otros evangelios sinópticos, Lucas contiene otros testimonios únicos, como la
presentación del niño Jesús en el templo y el acontecimiento angustiante cuando a la edad de doce
años, Jesús se quedó en Jerusalén, específicamente en el templo, en tanto sus padres regresaban a
casa, Nazaret. Al final del evangelio, el autor plasmó otro testimonio particular: la manifestación del
resucitado en el camino de Emaús. Estos son apenas ejemplos de singularidad evangélica.

Los relatos únicos en Lucas dan fuerza a la teología que quiere comunicar su autor, teología que ha
aprendido a los pies de S. Pablo. No son testimonios inventados, más bien, son testimonios muy
certificados en las tradiciones propias de los judíos creyentes, quienes en su transmisión oral
conservaron las palabras, la vida, las manifestaciones, en fin, de Jesús (Lc. 1.3- 4). Lucas recogió
mucha parte de esas transmisiones orales (tradición) y las protegió por escrito.

Uno de los aspectos que da belleza singular al evangelio según S. Lucas, es la atención dada a la
historia de la fe (Lc. 1.1). Para este prodigioso escritor, la fe en Jesús no puede descansar sobre
palabras meramente; ha de descansar y fundamentarse en acontecimientos reales que dan argumento
y solidez a la fe cristiana. Con esto, Lucas se dispuso a dar aportes muy valiosos en la construcción
de fe, a fin de que los creyentes no edificaran “sobre el aire” de las palabras solas, sino sobre las
palabras que dan testimonio de acontecimientos trascendentales en la historia de salvación.
El estilo lucano para escribir un evangelio, la riqueza vocabularia evidente en el manuscrito griego,
dan razón de un texto más elaborado y gramaticalmente más estético que Marcos y Mateo.
Su habilidad para escribir bien se intuye por su preparación académica. Era médico.

Con estos testimonios de fundamento histórico, Lucas no pretendió informar a sus lectores, él
pretendió persuadir a sus destinatarios del “cómo Dios, por medio de su Hijo, realizó el acto decisivo
de salvación y cómo se extendió esta noticia por medio de los testigos con la ayuda del Espíritu

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Introducción al evangelio según S. Lucas
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Santo.”5 Valga la pena hacer la siguiente salvedad: “El propósito de Lucas no es anunciar la
salvación al margen de la situación histórica, sino dar testimonio de la historia de la salvación según
la voluntad de Dios a través de la historia concreta.”6 Comprendo la salvedad de la siguiente manera:
Lucas no relató algunos acontecimientos de salvación entre los hombres como una extraordinaria
información histórica. No. Lucas narró el acontecimiento de Dios entre los hombres como lo más
sublime, lleno de gracia y “parteaguas” de la historia humana.
Se insiste: no es un evangelio que ofrece información; ofrece persuasión, quiere “provocar una
respuesta acorde con las promesas, las advertencias, los mandamientos y demás que constituyen la
alianza con Israel y la nueva alianza de Jesucristo.”7

El evangelio abarca básicamente lo mismo que el evangelio de Mateo: navidad, ministerio, cruz y
resurrección. Marcos abraza estas mismas referencias acerca de Jesús, omitiendo -no sabemos el por
qué- los relatos de la natividad.

El evangelio según S. Lucas es además una narrativa esencialmente teológica. Todo lo plasmado
desde los testimonios del nacimiento del niño Bautista hasta la resurrección de Cristo, tienen que
leerse a la luz de las Escrituras veterotestamentarias, a su vez, todo el AT leerse a la luz de Cristo.
Lucas no sólo dio testimonio del acontecimiento de Dios en la historia humana, no sólo plasmó en
sus narrativas una teología de salvación abierta a todas las naciones; estableció un principio
hermenéutico invaluable e innegociable: leer cristológicamente todas Escrituras (Lc. 24.27).

El evangelista Lucas
La evidencia interna calla demasiado acerca de su autor. Incluso calla su nombre.8

De su lenguaje correcto se puede concluir que perteneció a una clase social alta y que realizó
estudios tanto de retórica griega como de exégesis judía… Lucas fue un griego que se interesó
por la religión judía. Perteneció a ese ámbito de simpatizantes denominados “temerosos de
Dios”. En este ámbito fue donde comenzó a conocer el evangelio y se hizo cristiano. Como
dice claramente en el prólogo, pertenece a la segunda o tercera generación de la Iglesia y no
tuvo por tanto, recuerdos personales ni contacto directo con los acontecimientos que relató.9

Según la antigua tradición eclesiástica, Lucas fue un colaborador de Pablo, amigo y compañero
cuando estuvo preso en Roma, de quien el apóstol hizo mención en la Carta a Filemón (v. 24) y en
la 2 Tim 4,11. La Carta a los Colosenses lo describió como “el médico amado” (Col 4,14).10 Ireneo
de Lyon comentó: “Lucas, el acompañante de Pablo, ha publicado en un libro el Evangelio predicado
por él” (Adv. Haer. 3,1,1).”

5
​ alamanca: Sígueme (1995): 35
Francois Bovon. ​El evangelio según S. Lucas. Vol. I S
6
Ídem.
7
Kevin Vanhoozer. ​El drama de la doctrina. ​Salamanca: Sígueme (2010): 132
8
Bovon. ​El evangelio,​ p. 39
9
Ídem
10
​ arcelona: CLIE (2007): 1538
Alfonso Ropero (ed.). ​Gran diccionario enciclopédico de la Biblia. B
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Introducción al evangelio según S. Lucas
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Aún así, con estas evidencias de la tradición cristiana, el evangelio es de un autor anónimo.
“El tercer evangelio, igual que los otros tres reconocidos por el canon, es una obra anónima. En el
relato, tal como ha llegado hasta nosotros, no hay la más mínima indicación sobre la identidad del
autor, ni siquiera algún indicio textual que nos permita deducirla.”11

El excelentísimo Teófilo
El nombre “Teófilo” parece ser, fue muy común en el siglo I. Eso dificulta distinguirlo entre los
“Teófilos” recopilados en los diferentes textos de la época, con el destinatario de Lucas.
La Iglesia del segundo siglo trató de identificar al “Teófilo” del tercer evangelio, pero sólo pudo
contemplar posibilidades sin asegurar alguien específicamente.
Algunos creen que Teófilo fue un distinguido oficial romano que escuchó la predicación de S. Pablo.
Otros sospecharon que Teófilo se trató del patrón de Lucas, un hombre de Alejandría o de Antioquía,
Siria. También el cuñado de Caifás se llamó Teófilo. Otra persona con el mismo nombre,
Theophilus, f​ ue un funcionario en Atenas, declarado culpable de perjurio en el Areópago.
Quizá el más aproximado a Lucas sea un Teófilo de Antioquía, distinguido cristiano de quien hay
referencia en el libro de los Reconocimientos Clementinos.12

Al día de hoy no sabemos, específicamente, quién fue Teófilo. Sólo podemos afirmar que,
probablemente se trató de un personaje distinguido y de alguna importancia dentro de la sociedad;
pues Lucas le dio un título que se usaba para dirigirse a personajes de cierta relevancia a un nivel
más o menos oficial.13
El nombre “Teófilo” (​theós [Dios] ​filós [amigo]) debió tratarse de un personaje histórico y no de un
representante simbólico “de todos los amigos de Dios” como querían los padres de la Iglesia.
Teófilo fue un distinguido hombre converso.14

Teología
La palabra “teología” es fruto de la combinación de dos vocablos: ​theós ​(Dios) y ​logos (​ palabra,
discurso). Teología puede definirse como lo que el ser humano puede dialogar acerca de Dios. Esta
afirmación tiene un limitante: “lo que pueda dialogar”. Su limitante depende de la revelación que
Dios ha dado al ser humano de sí mismo. Así, la teología es el diálogo, la reflexión, la comunicación
de lo revelado acerca de Dios. Lo revelado de Dios sólo está en la Biblia. Un límite más. Sólo se
puede asegurar algo acerca de Dios siempre y cuando se pueda sostener, argumentar a la luz de las
Escrituras; lo que se afirme de maneras extrabíblicas es especulación.

11
​ adrid: Cristiandad (1986): 71
Joseph A. Fitzmyer. ​El evangelio según S. Lucas I: introducción general. M
12
R. Robert Creech. “MOST EXCELLENT NARRATEE:THE SIGNIFICANCE OF THEOPHILUSIN LUKE-ACTS”. University
Baptist ChurchClear Lake City, Texas1 June 1989. On line:
https://www.academia.edu/10205972/Most_Excellent_Narratee_The_Significance_of_Theophilus_in_Luke-Acts
13
Ropero. ​Diccionario, ​p. 2457
14
Bovon. ​El evangelio,​ p. 64
4
Introducción al evangelio según S. Lucas
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Lucas en sus dos obras elabora una teología histórica de la intervención encarnada de Dios entre los
seres humanos. Una lectura “a vuelo de pájaro” esconde del lector la teología del relato. Una lectura
atenta, rumiante y detallista ofrecerá a los lectores del evangelio lucano la belleza, el poder, la
hondura de la salvación que Dios ofrece a los hombres por su Hijo Cristo.
El rostro del Hijo se dibuja en Lucas, según el experto Francois Bovon, como Señor, Salvador,
Maestro y Médico.15

Para Lucas, la teología no puede irrumpir del vacío, precisa de historia, la historia de Dios. Ahora
bien, Lucas presupone que sus lectores tienen un básico saber y entender de las narrativas del AT, en
consecuencia, su atención se enfoca en Cristo como protagonista de la historia de salvación.
El presupuesto de que sus lectores conocen básicamente al AT, presupone también una buena
interpretación de sus narrativas.
Los lectores deben concluir que en Cristo, Dios cumplió sus promesas a Israel y al mundo. Pero a
Lucas hay que leerlo completo (incluir el libro de los Hechos), porque las promesas también se
cumplen en el Espíritu. No sólo el Mesías fue promesa de Dios, el Espíritu Santo fue, igualmente,
promesa del Padre, cumplida también: en el evangelio se argumenta que Dios cumplió la promesa de
un Mesías. En el libro de los Hechos, Lucas demostró que Dios también cumplió la promesa de
“derramar” su Espíritu.
Dos “ojos” para leer a Lucas: uno cristológico, el otro pneumatológico.

Eruditos en evangelios sinópticos coinciden en identificar que el corazón teológico de Lucas es


soteriológico (salvación). Para Lucas es indispensable comunicar que la manifestación encarnada de
Dios entre los hombres fue para su salvación, no sólo del pueblo judío; se abre como sombrilla que
puede amparar al mundo entero.
Es un rostro misericordioso de salvación, pues la atención especial de Dios salvador encarnado -en
Lucas- es hacia la población marginada, pobre y femenina desposeídos de las dignidades propias del
ser humano.16

La combinación perfecta e indisoluble además de la cristología con la pneumatología lucana quedó


plasmada en el capítulo 4.17-21. Note: el Espíritu del Señor (pneumatología) está sobre mí
(cristología). Esta “fusión” Cristo-Espíritu resuelve la necesidad de salvación al mundo:
● proclamar el evangelio a los pobres
● proclamar libertad a los cautivos
● dar vista a los ciegos
● poner en libertad a los oprimidos
● proclamar el año de la buena voluntad.

15
Ídem, p.42
16
John R. Neal. “The Theology of the Gospel of Luke”. TH9309A – Research in New Testament Theology. July 26, 2013
on line: https://www.academia.edu/8491264/Theology_of_Lukes_Gospel?auto=download

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La teología lucana no puede desprenderse del libro de los Hechos, cuya fusión (Cristo-Espíritu)
protagonizan la obra salvífica de Dios entre los hombres: Cristo es proclamado Señor y Salvador por
y con la fuerza del Espíritu. Sin la intervención soberana y poderosa del Espíritu, Hechos no serían
Hechos, serían fracasos.

Otra perla teológica en Lucas son las “parousías”: en el cap. 1 de Hechos, los ángeles celestes
prometen a los apóstoles que Jesús regresará (parousía) así como le han visto ascender a los cielos.
En el cap. 2 de Hechos, Lucas narra los testimonios del Pentecostés (parousía del Espíritu).
No perder de vista las “parousías” lucanas, permiten leer a Lucas con esperanza. Todo lo acontecido
en la historia de salvación se proyecta, peregrina hacia un futuro glorioso que Dios ha preparado para
su creación, para su Iglesia, para la gloria de Su Nombre.
En igual esencia, Lucas es escatológico.
Faltando todo por descubrir.

Estructura

PRÓLOGO 1.1-4
PRESENTACIÓN DE JESÚS 1.5- 4.13
anuncio del nacimiento de Juan y de Jesús 1.5- 56
nacimientos de Juan y Jesús 1.57- 2.52
inicios del ministerio de Juan y de Jesús 3.1- 4.13
MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA 4.14- 9.50
manifestación de Jesús y rechazo de las gentes 4.14- 6.11
enseñanzas y milagros de Jesús 6.12- 8.56
revelación a los discípulos 9.1-50
VIAJE A JERUSALÉN 9.51- 19.28
seguimiento y confianza en el Padre 9.51- 13.21
el banquete del amor 13.22- 17.10
la llegada del reino 17.11- 19.28
MINISTERIO DE JESÚS EN JERUSALÉN 19.29- 21.38
el templo 19.29-46
controversias con los jefes de Israel 19.47- 21.4
discurso escatológico 21.5-38
CRUZ Y RESURRECCIÓN 22.1- 23.56
pasión y muerte de Jesús 21.1- 23.56
resurrección y manifestaciones de Jesús 24.1- 49
EPÍLOGO 24.50-5317

17
Santiago Guijarro & Miguel Salvador. ​Comentario al NT. ​Salamanca: Sígueme (1995): 186
6

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