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La Teología aunque una vez caída en tiempos difíciles tanto en la iglesia como en la
academia (con diferentes razones en cada grupo), hace ahora un resurgimiento. Debe
hacerlo, ya que es posible y necesario.
Bibliología
El termino Bibliología (del Griego biblos que significa “libro”) se refiere al estudio de
la naturaleza de la Biblia como una revelación. Esto incluye temas como la revelación,
inspiración, infalibilidad, canonicidad, iluminación, e interpretación.
A. Revelación
Usamos el término “revelación” para traducir el término Griego ajpokavluyi”
apokalupsis, que significa “desvelar ó destapar.” Bíblicamente hablando, revelación es el
acto y proceso por el cual Dios se manifiesta a si mismo a los hombres y a los ángeles. Esto
lo ha hecho a través de milagros, visiones, sueños, teofanías, control providencial de la
historia, conciencia, y en una historia orquestada providencialmente y una especial o
particular revelación en Cristo y la Escritura. (Salmo 19: 1-6; Rom 1:18-20; 2:14-16;
Hechos 17:24-34).
B. Inspiración
La palabra inspiración es una palabra teológica usada para referirse al proceso de Dios
al supervisar a los autores humanos de la escritura para que lo que ellos escribieran fueran
sus propias palabras así como también la Palabra de Dios mismo. Esto no estaba limitado al
dictado mecánico, como lo tendríamos, por ejemplo, en el recibimiento de los Diez
Mandamientos, sino que hay una variedad de procedimientos, siendo siempre el producto
final la Palabra de Dios para el hombre. (2 Tim 3:16; 2 Pedro 1:20-21). Técnicamente
hablando la inspiración se aplica al los manuscritos (no a las copias o traducciones).
C. Infalibilidad
La infalibilidad, aunque no siempre propiamente definida, es un corolario lógico a la
inspiración y de ninguna forma disminuye la autoría humana de las escrituras. Si lo que los
autores de la Escritura escribieron era efectivamente bajo la influencia supernatural y guía
del Espíritu Santo (como es propiamente afirmado), y ya que Dios es verdadero, lo que ellos
escribieron y afirmaron es en todas las formas verdadero también. De tal manera la
infalibilidad se aplica a los manuscritos y a las copias Griegas, Hebreas, y Arameas en el
grado que éstas reproduzcan fielmente a los manuscritos. Las Escrituras están sin error en
todo lo que afirman (es decir, propiamente interpretadas), ya sean asuntos geográficos,
históricos, o teológicos. De tal manera las escrituras son la autoridad final en materias de fe
y práctica y toman precedencia sobre la tradición, cultura y credo. Esta doctrina también
permite diferentes estilos literarios, gramática deficiente, aproximaciones en números, etc.
(Salmo 119).
D. Canonicidad
Los sesenta y seis libros de la Escritura son doctrina ya que estos proveen la ley de
Dios para la fe y la vida. El proceso de canonicidad concierne el reconocimiento de la
iglesia, del origen y la autoridad de los sesenta y seis libros de la escritura. Ella, así como la
comunidad redimida de aquellos que tienen una fe genuina en Jesucristo, está calificada para
esta tarea. Es importante notar, sin embargo, que ella no determinó cuales libros eran
canónicos, sino solamente reconoció aquellos libros que eran canónicos; la escritura se
autentica a si misma. En el caso del Antiguo Testamento, generalmente hablando, ella lo
recibió como la Biblia autoritativa de su Señor y sus apóstoles, es decir, el mensaje profético
de Dios que era ahora satisfecho en y a través de Cristo. En el caso del Nuevo testamento, la
iglesia, al aplicar varias pruebas como la apostolicidad (¿fue escrita por un apóstol o
autenticada por un apóstol?), universalidad (¿fue ampliamente leída y aceptada?), y carácter
(suficientemente espiritual, dirigida a la santidad, contenido doctrinal en acuerdo con otros
apóstoles) reconoció cuales libros eran “del Señor” y cuales no lo eran, aunque el proceso
de ningún modo fue terminado en el fin del primer siglo. En 367 D.C, en la trigésima novena
Carta Pascual de Athanasius, encontramos una lista de 27 libros del NT que ahora tenemos.
Esta lista fue aceptada por las iglesias al este del Mediterráneo mientras que las iglesias del
oeste eventualmente aceptaron la misma lista aproximadamente 30 años después, en 397
D.C., en el Concilio de Cartago. Indudablemente hay muchas razones las cuales impulsaron
a los primeros cristianos a preservar los escritos de los apóstoles, pero tal vez el
fallecimiento de los apóstoles así como el desarrollo de las herejías, fueron dos de las más
significantes razones vistas negativamente. Protestantes y católicos desde la añadidura del
Apócrifo en el Concilio de Trento (1545-63 D.C). Cualquiera que haya leído estos libros los
encontrará espiritualmente alentadores, tanto como es la lectura de gran literatura Cristiana,
pero no deben ser considerados a la par con los 66 libros, un hecho que es reconocido
inclusive por la iglesia Católica en su referencia hacia ellos como los libros
deuterocanónicos.
E. Iluminación
La palabra iluminación se refiere al trabajo del Espíritu Santo en el creyente
permitiéndole a el/ella entender y aplicar la verdad de las Escrituras (1 Cor 2:9-14). Esto,
por supuesto, fue prometido directamente a los discípulos de Jesús y resultó en la prédica (1
Tes 2:13) y los escritos del Nuevo Testamento (Juan 16:13-14). Nosotros, así como aquellos
a quienes esas escrituras son heredadas, también podemos esperar ser iluminados en torno a
lo que significan y conllevan.
F. Interpretación
Si la iluminación es el trabajo del Espíritu para ayudar a los creyentes a que entiendan
y apliquen la Escritura, la interpretación es el método el cual uno debe seguir en su
propósito. La interpretación involucra, entonces, dos elementos: (1) El entendimiento de lo
que el autor quiso decir cuando el dijo tal y tal asunto, y (2) el entendimiento de lo que el
quiere decir cuando se aplica en la actualidad. Por lo tanto, en el primer paso, uno esta
interesado en el significado histórico-gramático del pasaje en la Escritura. En orden para
alcanzar esto, uno estudia las palabras de un texto en su contexto histórico, la estructura del
pasaje, su tono, y el tipo de literatura que es. Combinado con esto está la comparación del
texto con otros pasajes y ultimadamente la enseñanza de la Escritura en su totalidad. De esta
forma, y a través del trabajo iluminador del Espíritu, la iglesia busca alcanzar el significado
de la Escritura.
Pero esto es apenas la mitad del camino. Moisés no escribió el Deuteronomio y Pablo
no escribió Filipenses simplemente para ser entendidos (es decir, superficialmente). Más
bien, ellos escribieron para salvar, guiar, instruir, y orientar otros creyentes hacia la voluntad
de Dios. En resumen, sus escritos convocan una respuesta y esto implica primero dejar que
la Biblia me hable; condenando, educando, animando, y enseñándome hacia donde ir. Debo
traer mis presuposiciones al pasaje de la Biblia y permitirle juzgarme y enderezarme.
DIOS
1. El Argumento De La Creación
El argumento de la creación, conocido como el argumento cosmológico, declara en su
forma más básica, que todo lo que conocemos de la creación en el universo tiene una causa.
Pero no puede haber una regresión infinita de causas. Por esto, el universo en sí tiene una
causa incausada y esta Causa es Dios. Un vencedor potencial de este argumento es la
negación de que uno debe ver afuera de la creación buscando una causa. Pero algunos
responden diciendo que esto es como decir que no hay respuesta; se debe postular una serie
infinita de causas, aunque esto sea lógicamente trivial o absurdo para algunos. Una infinita
serie de causas es una salida intelectual de último recurso, ellos debaten, e infringe el
principio de la razón suficiente.
4. El Argumento de La Moralidad
El argumento de la moralidad debate a partir de la realidad de la moralidad, no la
existencia de lo que aparece ser morales variadas. Este argumento declara que la realidad de
la conciencia y la moralidad indican que debe haber un Otorgante moral de la Ley. Un
argumento en contra de este argumento es la aseveración que la moralidad es un fenómeno
evolucionario y que no se necesita postular a Dios en orden para explicar su existencia.
Otros tratan también debatir que hay muchas moralidades diferentes, ellos alegan que este
hecho no lo encamina a uno a la convicción de que hay un solo Dios, como el teísmo
sostiene. Proponentes del argumento de la moralidad apuntan que el evolucionista no es
congruente en su línea de razonamiento. El mecanismo de la evolución se toma
generalmente como una forma en que “los más fuertes sobreviven.” Si la moral fuera un
fenómeno evolucionario, uno no esperaría que los seres humanos cuidaran a sus ancianos,
ayudaran a sus enfermos, crearan, fundaran, y fomentaran hospitales e investigaciones
médicas. Pero lo hacemos, y nos encontramos con un sentido de culpa si no lo hacemos así.
También, de ninguna manera es seguro que haya muchas moralidades diferentes entre los
seres humanos del planeta. De hecho, los datos según los sociólogos es que en términos de
moralidad básica acerca del asesinato, robo, mentira, etc., los humanos son muy similares.
Esto no significa que mentir sea algunas veces respetado; significa que no puede ser
practicado en ninguna cultura consistentemente y universalmente.
D. La Trinidad de Dios
E. El Plan de Dios
La mejor declaración del “plan” de Dios, o como se le refiere algunas veces como el
decreto de Dios, es aquel que se encuentra en el Westminster Shorter Catechism: “Los
decretos de Dios son su propósito eterno, de acuerdo al consejo de su voluntad, donde, por
su propia gloria, Él ha pre-ordenado lo que pueda suceder” (Q.7). Esta doctrina puede ser
vista en varias partes, incluyendo de manera mas notable, en Romanos 9 y Efesios 1:11: “en
quien nosotros somos llamados, al haber sido pre-ordenados de acuerdo a Su plan quien
trabaja todas las cosas conforme al consejo de su voluntad.”
Esto debe ser diferenciado de la voluntad de Dios como se entiende de acuerdo a sus
ordenes y prohibiciones que claramente se sitúan en el Decálogo, extendidas y aplicadas por
los profetas y traídas a un enfoque Cristo céntrico en el NT. La caída de la humanidad, fue
entonces, un decreto de Dios, pero la directiva de no comer la fruta, fue claramente
especificada por Dios. Por lo tanto ahí se encuentra una relación misteriosa entre lo que ha
sucedido en la historia (es decir, la llevada a cabo del decreto) y los imperativos morales que
encontramos en la Escritura. Este misterio puede ser visto mas claramente en el esencial
evento de la cruz y su delineación en las Escrituras sagradas.
Jesús enseño que su muerte no fue un accidente, sino un plan decretado o pre-
ordenado de Dios. En Lucas 22:22 el dice: “el hijo del hombre se encamina de acuerdo a lo
que se determinó” (hoismenon). Pedro dice, en torno a la crucifixión y la intervención de la
personas en esta, que Jesús les fue entregado por “El propósito y precognición” (hoismene
boule kaiprogno sei tou theou). No obstante en ninguno de estos casos las personas o sus
acciones son minimizadas ni son trivializadas las consecuencias morales o espirituales. Jesús
dice “gran pena” para la persona que lo traiciona y Pedro se refiere a los hombres como
“malvados”. En resumen, la iglesia antigua implicaba a Herodes, Poncio Pilato, los Judíos,
los Gentiles en este horrible acto, declarando que habían hecho lo que “la mano de Dios y
voluntad determinaron con anterioridad que debía suceder” (he cheir sou kai he boule sou
proorisen genesthai).
La discusión acerca del orden de los decretos tiene una importancia teológica, pero no
se puede mantener aquí. Aquellos que alegan que Dios decretó primero crear, después
permitir la caída, después salvar algunos y condenar otros, después proveer un redentor,
etc., se les refiere como infralapsarianos y constituirían la mayoría de los Calvinistas.
Aquellos que alegan que Dios primero decretó salvar a los elegidos y condenar a los no-
elegidos, después crear a los elegidos y no-elegidos, y después permitir la caída y finalmente
proveer un redentor, se les refiere como supralapsarianos.
Cristología
Cristología (del Griego christos que significa “el elegido” ó Cristo) se refiere al estudio
acerca de Cristo. Esto incluye tales temas como la preexistencia y la eternalidad de Cristo,
profecías del AT acerca de Cristo, la humanidad de Cristo, divinidad, y encarnación, así
como también el asunto acerca de sus tentaciones y su falta de pecado, su muerte,
resurrección, ascensión y exaltación, su regreso, su triple oficio, y sus estados.
Tomadas desde el punto de vista de la doctrina entera, y con una perspectiva de las
hermenéuticas Judías, hay muchas profecías acerca de Cristo en el Antiguo Testamento.
Algunas profecías familiares incluyen: Su nacimiento (Gen 3:15; Gal 4:4); Su linaje (Gen
49:10; Lucas 3:33); Su lugar de nacimiento (Miqueas 5:2; Lucas 2:4-7); Su ministerio
Galileo de compasión y juicio (Isa 9:1-2; Mateo 4:14-16); que el era el profeta esperado
(Deut 18:15, 18-19; Hechos 3:20, 22); que el iba a funcionar como un sacerdote (Salmo
110:4; Heb 5:5-6); la traición en su contra (Salmo 41:9; Lucas 22:47-48); su venta por
treinta monedas de plata (Zac 11:11-12; Mateo 26:15; 27:1-10); su muerte violenta (Zac
12:10; Juan 20:27); su resurrección (Salmo 16:10; Lucas 24:7; Hechos 2:25-28); que fue
exaltado a la diestra de Dios (Salmo 110:1; Hechos 2:33-34), y que reina en cumplimiento
de la promesa Davídica (2 Sam 7:12-16; Salmo 110:1; Isa 55:3; Hechos 2:33-34; 13:22-23,
32-34).
C. La Humanidad de Cristo
Hay varias líneas de evidencia en las Escrituras que convergen para probar desde una
perspectiva Bíblica que Jesús era verdadera y completamente humano. Jesús tenía nombres
humanos (es decir, Jesús Hijo de David), fue experimentado por otros como un ser humano
(Juan 9:16), tenía un cuerpo (1 Juan 1:1), habló lenguajes normales humanos, se refirió a sí
mismo como hombre (Juan 8:40); otros se refirieron a el como hombre (Hechos 3:22);
experimentó la vida como un ser humano (Lucas 2:52), incluyendo tales limitaciones como
el hambre (mat 4:2), sed (Juan 19:28), cansancio (Juan 4:6), tristeza intensa y angustia (Juan
11:35; Lucas 13: 34-35), e ignorancia (Marcos 13:32); el tuvo una alma humana (Mateo
23:46), y murió (Hebreos 2: 14-15).
D. La Divinidad de Cristo
Hay varias líneas de evidencia en las Escrituras que convergen para probar que los
escritores Bíblicos se refirieron a Jesús como hombre, pero como más que humano también.
Ellos lo consideraban divino. Juan dice que Jesús era divino ó Dios (Juan 1:1). Pablo dice
que el es la mismísima forma de Dios (Filip 2:6) así también como nuestro gran Dios y
salvador (Tito 2:13). A Jesús se le refiere como Señor (Mateo 2:43-45) también como el Rey
de Reyes (una designación que un Judío como Juan solo se la daría a Dios mismo—Apocal
19:16). Él hace los trabajos de Dios, incluyendo el crear (Juan 1:3; Col. 1:15-20), el sostener
(Hebreos 1:3-4), el salvar (Mateo 1:23), el levantar a los muertos (Juan 5:25); el juzgar
(Juan 5:27), el mandar al Espíritu Santo (un trabajo designado al padre también; ver Juan
14:26; 15:26), el crear de su iglesia (Mateo 16:18). Él acepta como Dios mismo lo hace, la
adoración de la humanidad (Mateo 14:33) y de los Ángeles (Hebreos 1:6) y algún dia todos
los hombres se hincarán ante el (algo que solo Dios acepta; Fil 2:10, Isa 45:23).
E. La Encarnación
Jesucristo nació de la Virgen María (Mateo 1:23; Gal 4:4) realizándose así la profecía
de Isaías (Isa 7:14). Desde un punto de vista más teológico, Juan dice que la Palabra eterna
y divina se hizo carne y que por lo tanto Dios habitó entre nosotros (Juan 1:1, 14). La
doctrina de la encarnación significa que la Segunda persona de la Trinidad tomó forma
humana. Jesucristo es al mismo tiempo una irreducta deidad y unas humanidades perfectas;
ambas unidas por siempre y sin confusión de atributos. Una persona, dos naturalezas
(divina/humana).
F. La Impecabilidad de Cristo
G. Muerte de Cristo
Los cuatro evangelios registran la muerte de Cristo (bajo Poncio Pilato) la cual es
interpretada anticipadamente por Cristo mismo como una muerte por el perdón de los
pecados, el establecimiento de una nueva Alianza, y la derrota de Satanás (Lucas 22:15-20;
Juan 12:31; 16:11). La médula de la enseñanza de Cristo en esta cuestión se convirtió en la
enseñanza oficial de los apóstoles (de acuerdo con aseveraciones del AT en tal cuestión).
Hablaremos mas acerca de la interpretación correcta de la muerte de Cristo cuando
discutamos la doctrina de la salvación. Es suficiente por ahora el entender que la evidencia
respaldando su muerte por crucifixión es abrumadora.
H. La Resurrección de Cristo
No hay, sin embargo, alguna razón a priori para rechazar la resurrección tal y como se
describe en las escrituras. Es usualmente el punto de vista de uno lo que excluye si las
resurrecciones pasan o no. De cualquier manera, la tumba vacía, los testimonios de los
testigos, la transformación de las vidas de los antagonistas tales como Santiago y Pablo, la
existencia de la iglesia, la inhabilidad de los lideres Judíos para refutar la resurrección y las
afirmaciones de los apóstoles, la fecha temprana y el carácter sólido de la afirmación de la
resurrección (1 Cor 15:3-4), así también como el carácter sólido de la evidencia circundando
la existencia de Jesús, ministerio, muerte por crucifixión, y el entierro. La explicación que
posee el más grande poder explicatorio y la más plausible es que Jesús de Nazaret realmente
se levantó de los muertos y se apareció a mucha gente. Su cuerpo fue un cuerpo realmente
corporal hecho para una existencia espiritual y no fue sujeto ya más a la muerte y
limitaciones.
J. El Regreso de Cristo
La Biblia predice que algún día Jesucristo regresará, de repente, en cuerpo y con gran
gloria para todos visible (Mat 24:30; Rev 19:11ff). Entonces el juzgará a Satán y sus
ángeles, a los vivos y los muertos, y establecerá su reinado en su totalidad. Discutiremos la
naturaleza el tiempo del arrebato así también como la naturaleza del reino bajo la
Escatología.
Ha sido común entre los Reformistas y otros teólogos sistemáticos el hablar acerca de
dos estados de Cristo: (1) humillación, y (2) exaltación. La humillación de Cristo se refiere a
su encarnación, sufrimiento, muerte, y entierro. Su exaltación también contiene cuatro
aspectos: (1) resurrección, (2) ascensión, (3) sesión (su estar sentado a la diestra de Dios, y
(4) el regreso de su gloria.
La encarnación de la segunda persona de la Trinidad, mientras que no involucra el
“rendir” cualquier atributo divino, conllevó a la voluntad de Cristo a someterse a las
limitaciones y las debilidades de la humanidad, encontrándose inclusive como un servidor en
medio de los hombres. Su sufrimiento en términos de cargas espirituales, de privaciones
físicas, ó dolores emocionales son todas parte de su sufrimiento en la humillación. Esta fue
aumentada por el enorme sufrimiento al tener una muerte injusta, cruel e innoble, cargando
el pecado en una cruz de una humanidad maldecida, aunque el no descendió al infierno, el
estuvo muerto por tres días. Desde el tiempo de su nacimiento en Belén hasta su muerte, el
pasó por la humillación en obediencia a su Padre por la salvación de los elegidos y la
redención del cosmos.
Mientras que en la iglesia de los primeros días los padres hablaron acerca de los
diferentes oficios de Cristo, fue Juan Calvino en sus Institutos (2.15) quien sistematizó la
idea de triplicidad del oficio de Cristo: (1) Profeta; (2) Sacerdote, y (3) Rey.
En Deuteronomio Moisés predijo que Dios mandaría otro profeta como él a la gente
de Israel. Juan y Pedro entendieron que Jesús era tal profeta (Juan 6:14; 7:40; Hechos 3:22-
24; ver también Mat 13:57, Juan 4:44). El titulo de “profeta,” sin embargo, no se encuentra
en las epístolas. No obstante, está claro que cristo funcionó como el profeta perfecto—uno
que fue tanto como una revelación de Dios así como una revelación quintaesencial de Dios
(Juan 1:18). De este modo el es diferente a los demás profetas—un hecho que puede
explicar la notable ausencia de este titulo en las epístolas.
Cristo Jesus también funcionó como sacerdote. Mientras que el profeta era
representativo de Dios para la gente, el sacerdote es representativo de la gente para Dios.
Pero en contraste con los sacerdotes de la orden Levítica, Jesús no ofreció ningún animal de
sacrificio por nuestros pecados, se ofreció a si mismo, un cordero sin mancha de valor
eterno. Como sacerdote el ha entrado en el sagrario, no hacia esa copia terrenal del templo,
sino a un lugar divino y es capaz de dirigirnos, en consecuencia, en la presencia de Dios—
una función distintivamente sacerdotal. Él no entra en el sagrario solamente una vez al año,
sino que vive en ese lugar por siempre. Finalmente, tanto como la carta a los Romanos 8:34
así como la carta a los Hebreos 7:25 nos enseña que su oficio sacerdotal continúa inclusive
ahora cuando el “por siempre vive para hacer la intercesión por nosotros” en nuestra
debilidad!
Finalmente, Cristo Jesús llevo a cabo su oficio como Rey. Pero en contraste con los
mas grandes reyes Israelitas, por ejemplo, David, Cristo gobierna sobre el mundo entero,
ciertamente el universo, incluyendo la iglesia (Ef 1:20-23). Él es el Rey perfecto quien
gobierna con sabiduría, atentamente y con autoridad final y justicia (Salmo 2:8-9). Por lo
tanto, el gobierna como Dios-hombre sobre el cosmos entero y cuando regrese el se
encargará en definitiva contra todas las barreras y e impedimentos en su reino inmitigable.
En ese tiempo a el se le llamará “el Rey de Reyes” (Rev 19:16).
Neumatología
El termino neumatología viene de dos palabras Griegas, a saber, neuma que significa
“viento,” “aliento,” ó “espíritu” (usada para el Espíritu Santo) y logos que significa
“palabra,” “materia,” o “cosa.” En el estudio de la teología Cristiana sistemática,
“neumatología” se refiere al estudio de la doctrina del Espíritu Santo. Generalmente esto
incluye temas más pequeños como son la personalidad del Espíritu, la deidad del Espíritu, y
el trabajo del Espíritu a través de las Escrituras.
La personalidad (y por eso “identidad personal”) del Espíritu Santo ha sido negada por
ciertos grupos a través de la historia de la iglesia. Algunos notan que el sustantivo usado
para “espíritu” en el NT es “pneuma” lo cual significa: “neutral”, y por eso, el espíritu se le
refiere más correctamente como “eso/esto” a que si se le refiriera como “el”. Manteniendo
esta idea, algunos se le refieren al Espíritu Santo (eso/el) como “La fuerza activa de Dios,”
casi en un sentido gnóstico de una emanación del Único Dios verdadero. Antes de que
veamos la evidencia Bíblica es importante notar que no hay ninguna conexión en Griego
Koine entre el género gramático y el género personal así que es simplemente falso el decir
que porque el sustantivo griego “pneuma” es neutral, que al espíritu se le refiera como a un
objeto (“eso/esto”).
Es importante, entonces, ver que dicen las Escrituras acerca de su identidad personal,
es decir, es el Espíritu Santo realmente una persona, aunque divina? Esto ocurre
especialmente en esta cultura que se mueve cada vez más hacia un pensamiento de tipo
“Nueva Era” y hacia el panteísmo. El Espíritu Santo no es un “dios” dentro de ti al cual
obtenemos mediante nuestra propia naturaleza ni es él algún tipo de fuerza o sentimiento
amorfo.
En Mateo 3:16 (ver también, Marcos 1:10; Lucas 3:22; Juan 1:32) el texto se refiere al
Espíritu descendiendo del cielo como una paloma. El símbolo de la “paloma” probablemente
represente el principio de una era de bendición y el fin del juicio o tal vez simbolice el
principio de una nueva creación a través de la obra del prometido, facultado por el Espíritu,
Mesías Davídico.
Otra metáfora para el Espíritu es vestimenta (Hechos 1:8). La idea concierne el ser
vestido por otra persona por lo cual uno es caracterizado por este nuevo ropaje. En el caso
del Espíritu, se refiere a su regalo de poder para nosotros para que podamos predicar el
evangelio al mundo entero.
El apóstol Pedro hace claro que el Espíritu Santo fue responsable por la producción de
las escrituras del AT (es decir, graphes) al llevar a los hombres conjuntamente al ellos
escribir libremente el mensaje de Dios. Del mismo modo, Pablo avala la intervención del
Espíritu Santo en la producción de la Sagrada Escritura (2 Tim 3:16—theopneustos).
Cuando nosotros vamos al AT vemos este fenómeno en varios lugares; un ejemplo claro es
Ezequiel 2:2: “Al estarme hablando, el Espíritu entró en mi y me levantó a mis pies y lo
escuché hablar” (ver también 8:4; 11:1, 24). Otros ejemplos donde el Espíritu habla a la
gente incluyen Balaam (Num 24:2) y Saul (1 Samuel 10:6, 10). También, Jesús dijo que
David habló por el Espíritu Santo (Mateo 22:43; ver también, Hechos 2:30). 13
El trabajo del Espíritu en el AT es mucho más extenso que solo la producción de las
Escrituras. El Espíritu estuvo involucrado en la creación del cosmos (Gen 1:2; Job 26:13).
Él está intrincadamente involucrado en la sustentación de la creación (Salmo 104:29-30) y
algún día, en un periodo de enorme bendición divina, la renovará completamente. La
naturaleza del ministerio presente del Espíritu testifica este trabajo futuro (Isa 32:15; Rom
8:18-27).
El Espíritu se encontró con cierta gente para impartir sabiduría y habilidades prácticas,
fuerza y capacidad. Él hizo esto durante la construcción del tabernáculo, la arca de la
alianza, y todo el moblaje del tabernáculo (Exodo 31:1-11). Él también era la fuerza y la
guía detrás de la construcción del templo (Zech 4:6).
El Espíritu también tuvo que ver con la administración de la nación de Israel al dar
regalos de administración y sabiduría (Gen 41:38; Num 11:25; Deut 34:9). Él también
levantó líderes nacionales durante el periodo dismal de los Jueces. Él dió fuerza, valor,
capacidad en la guerra y habilidades de liderazgo a varias personas (Jueces 3:10; 6:34;
14:19). Mas tarde el ungió a Saúl, David y Salomón para liderazgo al darles fuerza y
habilidad de profecía, pero en el caso de Saúl, por su desobediencia, el Espíritu
subsecuentemente se retiró de él. (1 Sam 10:10; 16:13).
Hay tres pasajes que hablan de esto: 2 Corintios 1:22; Efesios 1:13 y Efesios 4:30.
Este ministerio no aparece en el Antiguo Testamento.
En 2 Corintios 1:22 Pablo no menciona nada sobre excepciones. Todos son sellados.
Ese sellamiento ocurre en el momento de nuestra conversión. El “y” conecta el sellamiento
con el don del Espíritu como las arras. Y el Espírtu es dado cuando creemos (Hechos 2:38).
Se puede hacer la exégesis, legítimamente, de Efesios 1:13 en dos maneras, lo cual
resulta en dos distintas respuestas a la pregunta de cuándo las personas son selladas. El
verbo principal es “fuisteis sellados”. El participio que lo acompaña es “creyendo”. Ahora
bien, el participio puede expresar una acción que precede a la del verbo principal. De ser así,
entonces el creer tuvo lugar antes del ser sellado; hubo un intervalo de tiempo entre creer y
el ser sellado. O el participio puede que indique una acción que ocurrió al mismo tiempo que
la del verbo principal. Si este es el caso, entonces el creer y el sellamiento se efectuaron al
mismo tiempo. Exegéticamente, cualquiera de las dos pudiera ser correcta. Pero
teológicamente, el creer y el sellamiento tienen que ser simultáneos. De otra manera sería
posible tener creyentes no sellados.
Fue predicho por Juan el Bautista (Mateo 3:11). Jesús lo mencionó como algo que
ocurriría “dentro de no muchos días”, en el día de Pentecostés (hechos 1:5).
Una gran esfera de confusión rodea este tema: Mullins, un teólogo bautista, entendió
el bautismo del Espíritu como el bautismo de la iglesia local, confundiéndolo con el
bautismo en agua. Dale Moody, otro teólogo bautista, declara que “Dios imparte el Espíritu
en el bautismo”. La asociación contemporánea por los pentecostales del Espíritu como una
segunda bendición y/o con la experiencia de las lenguas aumenta la confusión.
Algunas veces no se hace distinción entre el bautismo del Espíritu y la llenura del
Espíritu, lo que resulta en que el “bautismo-llenura” ocurre después de la conversión y no a
todos los creyentes.
Tenemos que admitir que esta falta de claridad no siempre es malintencionada; pero,
lamentablemente, a veces estos conceptos erróneos se promueven a propósito. En
cualquiera de los casos, a los creyentes se les despoja de una verdad importante que abarca
nuestra unión con Cristo y una base sólida para la vida santa.
El bautismo ocurrió por primera en el Pentecostés de aquel año. Pedró le llamó a esto
el “principio” (hechos 11:15-16). El bautismo entonces es la experiencia de todo creyente.
Tres hechos respaldan esta conclusión. 1 Corintios 12:13, afirma claramente que todos ha
sido bautizados al igual que a todos se les ha dado a beber de un mismo Espíritu (por Su
morada en el creyente). El que esto se dijera de la iglesia de Corinto, que incluía tan variadas
condiciones espirituales, indica que la carnalidad no excluye a uno de este ministerio.
En ninguna parte de las Escrituras hay ni siquiera una exhortación a que alguno sea
bautizado con el Espíritu. Esto indica que todos los creyentes han experimentado esto.
Si “un bautismo” en Efesios 4:5 se refiere al bautismo del Espíritu (lo cual es lo más
probable), entonces eso también se aplica al mismo grupo de los que tienen, “un señor” y
“una fe”, es decir a todos los creyentes.
La llenura tiene dos aspectos. El primero puede ser descrito como un hecho soberano
de Dios por el cual El posee a alguien para una actividad especial. Esto lo expresa griega
pimplemi, y subraya el evento de estar lleno, más bien que el estado resultante de la llenura.
Ocurre en Lucas 1:15 (Juan el Bautista), 41 (Elisabet), 67 (Zacarías); hechos 2.4 ( el grupo
del día del Pentecostés); 4:8 (Pedro), 31 (los creyentes); 9:17 Pablo); 13:9 (Pablo).
Observe que esta faceta de la llenura fue experimentada por algunas de las mismas
personas más de una vez y sin que fuera interrumpida por pecado alguno, lo cual pudiera
haber hecho necesario que la llenura se repitiera. La repetición se debió a una nueva
necesidad de servicio especial, no a la intervención del pecado (2:4; 4:8,31). Además, Dios
hizo esto como un hecho soberano, sin imponer condiciones sobre aquellos que habían de
ser llenados.
El segundo aspecto de llenura puede describirse como la influencia y control
extensivos del Espíritu en la vida del creyente. Evidencia un estado de llenura permanente,
en vez de un evento específico. Produce cierto carácter de vida, y parece ser un sinónimo
cercano de la espiritualidad mencionada en 1 Corintios 2:15. Se indica por la frase griega
plere o pleroo. Se halla en Lucas 4:1 (Cristo), Hechos 6:3,5 (los primeros ayudantes de los
apóstoles); 7:55 Esteban; 11:24 (Bernabé); 13:53 (los discípulos); y Efesios 5:18
(creyentes).
Este aspecto de la llenura del Espíritu es la más excelente referencia de carácter que
uno pudiera tener. Parece ser algo que todo creyente puede experimentar (Hechos 13:52)
pero no algo que todo creyente experimenta realmente (6:3). Aunque requisitos específicos
no mencionan en estos contextos, los requisitos normales para el crecimiento cristiano serían
las condiciones para obtener esta clase de carácter.
La única que Pablo escribió de la llenura (Ef. 5:18), utilizó el verbo plere. Nos da
entender que es el Espíritu que a través de la Verdad (Escrituras) nos llena de su propio
carácter.
En resumen: la traducción española “llenura” puede referirse a la investidura del poder
soberano de Dios para actividad especial (pimplemi) o al Espíritu que nos llena de su propio
carácter en nuestro camino a la madurez (plere).
La puesta en obra del primer aspecto implica hechos sobrenaturales e especiales.
Puede implicar las habilidades mencionada en 1 Corintios 12. El segundo implica el fruto
mencionado en gálatas 5.
Antropología y Hamartiología
Hay varios puntos que se pueden derivar de la narrativa del Génesis con respecto a la
creación del hombre (Génesus 1-2). Estas ideas se desarrollan y expanden en el resto de las
Escrituras. Primero, el origen del hombre no se encuentra en la evolución, sino en la mente
de Dios. El Hombre no fue una ocurrencia irrelevante de algún tipo, sino fue creado con
propósito, plan, y previsión de Dios. En Génesis 1:26 Dios dice “hagamos al hombre…”
Segundo, el hombre tiene un lugar particular en la creación como una culminación de su
obra. Estamos hechos en la imagen de Dios. Nada más, incluyendo a los ángeles, se dice que
esté hecho a la imagen de dios. Por lo cual somos, en este sentido, únicos en el orden
creado, dándonos como resultado un privilegio y una responsabilidad (ver Gen 3).
Conjuntamente los hombres y mujeres reflejan la imagen de Dios. Más de esto en un minuto.
Tercero, llevamos una relación especial con Dios. En nuestra creación original, viniendo de
la mano de Dios, somos benditos, honestos, y perfectos y no hay ninguna hostilidad entre
Dios y nosotros. Cuarto, tenemos cierto rol en la creación. Fuimos creados para gobernar
sobre la tierra creada de Dios, esto es, para tener dominio sobre ella. Quinto, el hombre fue
creado en lo que aparece ser un hecho instantáneo de Dios trayendo en unión aspectos
materiales y el “aliento de la vida.” Hablaremos de esto en un minuto, pero es suficiente
decir que no fuimos tomados de ningún animal que previamente existía. De acuerdo a
Génesis 2:7, nuestra creación dio pie a la naturaleza dual de nuestra experiencia ya que nos
relacionamos tanto en una dirección espiritual como en una dirección material.
Muchos teólogos Cristianos prefieren una perspectiva tricótoma del hombre, que el es
cuerpo, alma y espíritu, donde cada término se refiere a substancias separadas. Esta
perspectiva ha sido frecuentemente propuesta en basis de pasajes como 1 Tesal 5:23, Heb
4:12 y Cor 14:14. El problema principal con esta perspectiva, y la razón de que ya no se le
reciba bien, es el casi reconocimiento universal de que la Biblia usa “alma” y “espíritu”
intercambiadamente (Lucas 1:46-47; Juan 12:27; 13:21). Más aún, Marcos 12:30 enlista
cuatro aspectos del hombre: corazón, alma, mente, fuerza. ¿Debemos tomar cada uno de
estos como constitución de una substancia diferente? Ese no fue lo que Jesús dijo, ni
tampoco esta en la Carta de Pablo en 1 Tesal 5:23. El punto en 1 Tesal 5:23 y Hebreos 4:12,
no es informar a los Cristianos en cuanto a las substancias precisas que forman su naturaleza
inmaterial, sino más bien que la santificación debe abarcar a la persona en su totalidad.
Finalmente, dada nuestra cultura actual, es necesario notar que cuando argumentamos
acerca de un aspecto inmaterial en el ser del hombre, usando términos como alma y espíritu,
no estamos diciendo como tantos lo han hecho en movimientos de la Nueva Era, que todos
poseemos a “dios” en nosotros. Lo que decimos es que hay más en nosotros que solamente
materia; también que somos seres espiritualmente orientados, creados en imagen de Dios
(pero no que somos “dioses” en cualquier sentido).
Génesis 3 nos describe uno de los puntos mas diabólicos y tristes de nuestra historia
temprana. Adán había sido ordenado por Dios el no comer del fruto del árbol que estaba en
el centro del jardín. La orden fue concisa, pero clara, y la consecuencia de esta
desobediencia fue enfáticamente delineada: “ciertamente deberás morir” (Gen 2:16-17). Pero
con la entrada de la Serpiente, quien nos damos cuanta ahora que era el mismo Satán (2 Cor
11:3), vino la entrada del engaño y de la argucia. Él era mas astuto que cualquier otro animal
salvaje que Dios había creado, y le dijo a la mujer…(Gen 3:1). Bueno, ya saben el resto de la
historia: Comimos de la fruta prohibida, morimos espiritualmente (algo que el Diablo olvidó
[descuidó?] mencionar), fuimos inmediatamente juzgados por Dios (Gen 3:6-19), muerte
por asesinato vino casi instantáneamente (Gen 4), y eventualmente morimos físicamente (ver
“y después el murió,” Gen 5). De nuestros primeros padres recibimos la culpa de pecado así
como también una naturaleza corrupta (Rom 5:12-21).
Por lo tanto, el pecado es de naturaleza ética y tiene como idea principal la idea de la
autonomía y la rebelión. Es ético de naturaleza, no ontológico; no es una privación de algún
tipo. Inclusive después de la caída, el hombre aún tiene todas las facultades con las que fué
creado, pero su naturaleza moral está retorcida por el pecado. Hay muchos términos en el
Antiguo Testamento que varían la idea del pecado de alguna forma. Estos incluyen chata
(“errar el tiro,” Exod 20:20; 522x); (2) ra (“malo” o “ruin,” Gen 38:7 444x), and (3) taah
(“irse sin dirección,” Num 15:22). En el Nuevo Testamento hay varios términos también.
Algunos de los más importantes y más frecuentemente usados incluyen: 1) hamartano (“errar
el tiro,” Rom 5:12; 225+ veces); kakos (“enfermead” or “inmundicia moral”); (3) poneros
(“maldad moral,” Heb 3:12); (4) anomos (“anarquía,” 1 Juan 3:4).
No debería haber duda alguna entre los cristianos con respecto a las enseñanzas
bíblicas respecto a que todos los hombres son pecaminosos, aunque sea obviamente
verdadero que no todos los hombres han expresado o vayan a expresar su pecaminosidad al
mismo grado. Pero como nuestros primeros padres nos pasaron el pecado a nosotros? Si es
verdad que el pecado entró a la raza humana a través del pecado de Adán, como fue
transmitida a su descendencia y por eso a la humanidad en su totalidad, dado que todos
descendemos de un mismo hombre (ver Hechos 17:26)?
Algunos sostienen que no hay ninguna conexión entre el pecado de Adan y Eva y el
pecado de cada miembro de la raza humana; sino que, cada persona, tal vez siguiendo el
ejemplo de Adan, voluntariamente elije, por si mismo(a), pecar y corromper la voluntad de
Dios. Pero esta interpretación, mientras que tal vez concuerda, al menos formalmente, con la
idea de que “todos hemos pecado” (Rom 5:12), no justifica la enseñanza de Pablo en
Romanos 5:12-21 ya que ahí dice, al menos cinco veces, que el pecado entró a la raza
humana a través de un hombre (transgresión) y que toda la raza humana fue afectada—no al
pecar por si mismos, sino más bien a través del pecado de Adán.
Por esto, hay una conexión directa entre el pecado de Adán y la caída de la raza
entera. Algunos dicen que esta conexión es realista mientras que otros debaten basándose en
líneas legales. El primer grupo sostiene que la raza en su totalidad estaba originalmente
presente en Adán y por esto todos pecaron cuando él pecó. Esto parece hacer justicia al
argumento de que “todos aquellos que pecaron” en Romanos5:12 y es consistente con el
paralelo con Abraham/Levi/Melquisedec en Hebreos 7:10, pero el significado de “todos
pecaron” debe ser mas determinado de acuerdo con el primer énfasis puesto en Romanos
5:12-21 donde el pecado de Adán parece ser la causa directa del pecado; ningún mecanismo
mediador aparece en la perspectiva de Romanos 5:12-21.
Tal vez la mejor perspectiva es entender a Adán como la cabecera central de la raza
humana y como tal su pecado fue imputado (es decir, cargado a nuestra cuenta) a nosotros
con el resultado de que las personas son legalmente culpables. Esto parece hacer sentido en
vista de lo que se expresa en Romanos 5:12-21. De nuevo, alrededor de cinco veces la
frase(o algo similar) “pues por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron hechos
pecadores,” aparece en el párrafo.
Ahora, algunos se han opuesto a esta doctrina en base a que somos culpados por algo
que no hicimos. Esto se puede responder de varias maneras, pero finalmente debe ser
comprendido que todos los hombres, incluyéndonos a usted y a mí, somos pecadores y
seremos juzgados por nuestro pecado. Fue justo que Cristo muriera por nosotros para que
escapáramos la ira de Dios? Es justo que Dios nos atribuya la rectitud de Cristo cuando
nosotros simplemente creemos en Su Hijo? Si el asunto fuera acerca de lo que es justo, visto
humanamente, quién de nosotros podría permanecer en Su presencia?
F. El cristiano y el Pecado
La pregunta seguidamente surge en cuanto a los efectos del pecado en la vida del
cristiano. Algunas veces la pregunta puesta más agudamente es “Pierde el Cristiano la
salvación cuando (no si) peca? No podemos ir en gran detalle aquí, pero será cubierto más
completamente bajo soteriología. Es suficiente decir aquí, sin embargo que el pecado del
Cristiano es tan pecaminoso como el de aquellos no-Cristianos. El pecado es pecado, sin
importar quién lo comete; es tanto una ofensa como una violación a la santidad de Dios.
Pero el Cristiano permanece en una postura de ser justificado una vez para todas las ofensas
(Rom 5:1). Su permanencia o posición ante el Señor es inmutable pero su compañerismo
personal con Dios y Su gente será interrumpida, a veces severamente. En algún punto el
Señor probablemente lo amoneste, y en ciertos casos, ultimadamente acortar su vida por el
pecado (1 Cor 11:30; Heb 12:1-13). Cuando el Cristiano comete pecado, sin embargo, el
debe confesarlo inmediatamente al Señor, y arrepentirse por ello, sabiendo que Él es fiel para
perdonar y purificar (1 Juan 1:9). Y, en muchas circunstancias el debería confesar su pecado
a la persona ofendida y hacer una restitución. La falla en confesar el pecado conocido lleva a
un endurecimiento espiritual y moral y a una falsa ilusión de la verdadera condición de uno
(Heb 3:12-13).
La primera razón para Dios de castigar el pecado es para probarse recto y justo. Esto,
por supuesto, lo hizo en más plenamente en la cruz (Rom 3:21-26; 9:19-23). Una segunda
razón por la cual Dios castiga el pecado es para traer de vuelta al hijo errante o para disuadir
a otros de pecar.
La muerte espiritual, la muerte física, y la muerte eterna son todos castigos por
cometer pecado, así como ciertos sufrimientos en ésta vida. Pero más allá de esta pregunta,
la muerte eterna es el castigo más grave imaginable por cometer pecado. En este caso, Dios
le hace imposible al pecador que muere separado de la misericordia de Cristo de poder
reconciliarse con Él. El tormento será su suerte eterna; serán eternamente separados de
Dios, “negados por siempre de la presencia de Dios,” como Pable dice en 2 Tesal 1:8-9 (ver
Mateo 25:41,46).
El pecado siempre tiene consecuencias para la vida presente así como para la siguiente
vida. El cristiano no puede escapar de ciertas consecuencias del pecado en esta vida o del
juicio por el pecado en la siguiente, pero este juicio no cancela su salvación. Él estará con el
Señor por siempre, pero esto sí afecta la naturaleza de su recompensa.
Angelología
B. Clasificación de Ángeles
Aunque hay controversia en cuanto a los ángeles guardianes, parece ser que Jesús en
Mateo 18:10 tal vez esté implicando esto.
C. Servicio de Angeles
Es imposible describir todos los servicios los cuales los ángeles proveen al Dios darles
una orden, pero aquí están algunos que estan relacionados con la salvación, juicio, control
providencial de Dios de la historia humana. En términos de la salvación, los ángeles
interpretaron un papel en la llegada, muerte, y resurrección de Cristo. Ellos dieron este
mensaje a María que ella iba a tener al niño-Cristo (Lucas 1:26-38) y lo proclamaron como
Salvador ante los pastores (Lucas 2:13). Ellos fortalecieron a Cristo durante el periodo de
las tentaciones en el desierto tal como lo fortalecieron en las pruebas de Getsemaní (Lucas
22:43). También estaban listos a su orden para luchar por el (Mateo 26:53). Además,
rodaron la piedra de su tumba y también proclamaron su resurrección (Mateo 28:2,6).
El autor de los Hebreos sintetiza el papel de los ángeles en las vidas de los creyentes
en Hebreos 1:14: “No son todos los ángeles espíritus abastecedores enviados para ayudar a
aquellos quienes heredarán la salvación?” Como tal, no están vitalmente interesados e
involucrados en nuestro propio crecimiento espiritual y la misión que tenemos de tomar el
evangelio a los extremos de la tierra. Ellos, cuando Dios desea, nos fortalecen y hasta nos
rescatan de peligros físicos para que podamos continuar con el trabajo de Dios de predicar el
evangelio (Hechos 12:7; 27:23-24). Están profundamente interesados en la salvación de los
descarriados y se alegran cuando un pecador se arrepiente y se dirige a Dios (Lucas 15:10).
Ciertamente, Felipe fue comisionado por un ángel para ir y reunirse con el eunuco de Etiopía
en el camino desierto para que este hombre pudiera ser salvado (Hechos 8:26). Los ángeles
también se involucran en cuidar a los creyentes cuando mueren (Lucas 16:22).
A los ángeles también se les usa por el Señor en el juicio de los no creyentes. Esto se
puede ver en el Génesis 19:12-13 cuando los ángeles le dicen a Lot que salgan de Sodoma;
por la orden del Señor y por la maldad de esa ciudad, estaban preparados para destruirla.
Algunas veces infligen castigo (Hechos 22:23) y en el Apocalipsis 8-9, 16 ellos están
íntimamente conectados con la trompeta y el juicio.18 Al final de la era ellos seran los que
junten a los injustos para el enjuiciamiento (Mat 13:41-42).
A Satanás también se le describe como una persona. Pero algunos alegan que la idea
bíblica de Satán y los demonios debe ser desmitificada. Esto es, Satán y los demonios
pertenecen a la perspectiva de los Cristianos (aparte de otros) del primer siglo, pero con el
advenimiento de la perspectiva científica, sabemos mejor. Enfermedades que eran atribuidas
a Satán ahora sabemos que son enfermedades causadas por bacterias y virus microscópicos.
El problema con esta perspectiva es que los Cristianos (y otros más) en el primer siglo no
atribuían todas las enfermedades fisiológicas al demonio, solo algunas. Por lo tanto no eran
tan ingenuos como esta perspectiva implica. Además, es simplemente arrogante, sin
mencionar ingenuo, el atestiguar que porque ellos vivieron entonces y nosotros en la
actualidad, sus perspectivas eran infantiles, aniñadas, e improbables. Tal vez no sabemos
todo lo que debíamos saber, además el paradigma de la ciencia es incapaz de dar un juicio en
este tema ya que la naturaleza de este caso, la realidad de las cosas tratadas no están
situadas dentro de sus metodos de cuestionamiento.
Se encuentran otros que dicen que el demonio es en realidad una forma de hablar de
fuerzas malévolas, en la cultura, por ejemplo. Esto está, sin embargo, lejos de lo que la
Biblia enseña con respecto a Satanás y sus emisarios.
Con respecto a Satán, la Biblia enseña que él es una persona (es decir, que tiene una
personalidad). Es muy astuto (Gen 3:1; 2 Cor 11:3), se enoja cuando fracasa (Rev 12:17), y
ejerce su voluntad en las personas que estan indispuestas a escuchar a la verdad (2 Tim
2:26). Todas estas son funciones que una persona lleva a cabo y que él, por supuesto, será
responsable ante Dios por todo lo que ha hecho, esté haciendo, y haga (Juan 12:31; Rev
20:10). Por lo tanto, él será moralmente responsable. Asi que él no es solo una fuerza en la
cultura, o maldad o cualquier otra cosa; él es una persona que, aunque no lo igualemos con
la cultura, desempeña una representación perversa en los eventos culturales y mundiales (1
Juan 5:19). Los demonios también tienen una personalidad y no son las almas de gente
muerta que pecaron lejos de la gracia salvadora de Cristo.
A Satán se le conoce por muchos títulos los cuales revelan sus intentos de oponerse a
la obra de Dios y de dañar a los santos. Se le conoce como al dios de esta era—una era
caracterizada por el pecado y la oposición a Dios. Él se opone al evangelio al cubrir las
mentes de las personas a la verdad del evangelio (2 Corintios 4:4). A él se le refiere como el
príncipe de este mundo (Juan 12:31). Por lo tanto en alguna manera el sistema mundial está
bajo su control (1 Juan 5:19). Él es el príncipe de las tinieblas (Efesios 2:2; Col 1:13) y
como tal gobierna sobre los demonios que hacen hacen su voluntad y sobre los incrédulos,
los hijos de la desobediencia, como Pablo dice. Su nombre, el malo sugiere su propia
naturaleza y la naturaleza de su obra entre la gente promoviendo maldad y oposición a la
rectitud y a la verdad. También se le conoce como (1) un ladrón cruel que viene a robar,
matar, y destruir (Juan 10:10); (2) el tentador (1 Tesal 3:5); (3) asesino (Juan 8:44); (4) el
padre de las mentiras (Juan 8:44), y (5) el Gran Dragon que engaña al mundo entero
(Apocal 12:9). Que buenas noticias son que el ministerio de Jesús golpeó el centro de su
poder y ahora es un enemigo derrotado, esperando sentencia. Su final será en un lago de
fuego donde el será atormentado día y noche para siempre (Apocal 20:10).
Virtualmente todos los Cristianos dirían que tenemos al menos alguna medida de
autoridad sobre el Satanás. Después de todo, podemos resistirlo y no se nos requiere que
nos sometamos a su autoridad (Santiago 4:7). También, hay veces en las que debemos luchar
mano a mano contra Satanás y sus legiones (Ef 6:12-18). Otros Cristianos añaden que
podemos, como nuestro Maestro lo hizo, echar demonios fuera cuando somos confrontados
por ellos. Esto también parece bíblico y ciertamente necesario en veces. Estamos sentados
con Cristo en los cielos y compartimos su reino en el tiempo presente. Esto parece ser el
punto de Pablo en Romanos 16:20—una alusión al Salmo 110:1 y el reino del Mesías. El
eschaton se ha roto dentro del presente y ahora poseemos la autoridad en Cristo para
superar las obras del demonio.