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Fuente: Laverdadcatolica.org
Ahora bien, para que esto se realice, el Ayuno debe estar unido a la oración. Sin
oración el Ayuno se convierte en dieta o en estoicismo, que poco o nada ayuda
a la vida espiritual.
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Algunas personas quieren ayunar, pero nunca se encuentran con fuerzas para
hacerlo. Aquí ofrecemos 6 elementos prácticos que pueden serte de utilidad
para iniciarte y crecer en este ejercicio espiritual en la medida de
tus posibilidades:
1. Lo primero es que el Ayuno debe ser progresivo. Es decir hay que comenzar
por lo poco y poco a poco progresar en él. Empieza entonces con pequeñas
renuncias, como negarte un café, un vaso de agua, un dulce, un postre, un
programa de televisión, etc. Esto irá poco a poco aumentando tu capacidad
de renuncia. (abstinencia)
4. Una vez que sientas que has progresado con las renuncias, inicia con lo que
se llama el Ayuno Eclesiástico, que es lo mínimo que nos invita a vivir la
Iglesia en los días prefijados de Ayuno (Miércoles de ceniza y Viernes
Santo). Este consiste en desayunar un pan y un café, no tomar nada entre
comidas, comer ligero (procurando que te quedes con un poco de hambre) y
finalmente por la noche lo mismo un pan y un café.
Recomendamos:
¿Tiene sentido ayunar?: Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene
para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y
útil para nuestro sustento.
¿Cómo vivir el ayuno?: Lo que sería para nosotros el colmo de la austeridad –
estar a pan y agua- para millones de personas sería ya un lujo extraordinario
¿Anticuado el ayuno?: Lo más consistente y significativo es adoptar la
austeridad como estilo de vida, aunque se tengan medios para más
¿Qué tal el ayuno y la abstinencia de los malos pensamientos?
Tipos de ayuno: Existen cuatro escuelas distintas sobre el modo en cómo debe
guardarse el ayuno
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Tipos de ayuno
Existen cuatro escuelas distintas sobre el modo en cómo debe guardarse el
ayuno
d-) Válidos (solo para aquellos que están física y mentalmente sanos).
e-) Inválidos (personas que no están bien física y mentalmente sanos, por
intoxicación, por menstruación o hemorragias después del parto).
Están obligados a ayunar por lo tanto todos los hombres y mujeres (inclusive
los niños a partir de los 12 años) de acuerdo a lo recién enumerado.
En algunos casos, prefieren no tomar las medicinas, para no tener que hacer el
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ayuno solos, ya que de esta forma se hace más difícil poder cumplirlo. Pero
esto puede hacerse siempre y cuando no perjudique más la salud.
* La intención será siempre para purificar el cuerpo y el alma, por eso deben
abstenerse de las relaciones sexuales, de insultar, calumniar, murmurar,
defraudar y lucrar ilícitamente.
*Deberán abstenerse de estas " muftirat" desde la primera luz del alba hasta un
poco después del ocaso.
_Quien se durmió antes del alba sin intención de realizar el ayuno, si se levanta
antes del mediodía y pone la intención de ayunar, su ayuno es correcto. Pero si
se levanta después del mediodía no puede hacer la intención de ayuno
obligatorio.
_Si un enfermo se curara antes del mediodía de un día del mes de Ramadán y
desde el alba no hizo nada que anulara el ayuno, debe hacer la intención (de
ayunar) y cumplir el resto del día. Pero si se curara después del mediodía el
ayuno de ese día no es obligatorio para él.
_Si una persona tiene duda sobre si cierto día es el último del mes de Sha´ban
o el primero del mes de Ramadán no es obligatorio que ayune. Pero si quiere
hacerlo no puede hacer la intención de ayuno de Ramadán (es decir: no debe
ayunar con intención de ayuno obligatorio pues no sabe si realmente está en el
primer día de Ramadán); pero si ayunó con intención de ayuno de
compensación y después se entera de que efectivamente era el primer día de
Ramadán, ese día le cuenta como ayuno de Ramadán (no debe compensarlo
aunque no lo ayunó con intención de Ramadán).
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_Si el ayunante durante la comida se diera cuenta de que llegó el alba, deberá
sacar la comida de la boca y su ayuno quedará anulado si intencionalmente
tragase esa comida.
_El ayuno no quedará anulado si traga saliva, aunque ésta se acumule por
pensar en algo apetitoso.
_Si el ayunante tuviera tanta sed que tuviera temor de morirse, podrá tomar la
cantidad necesaria de agua para salvar su vida, pero su ayuno quedará
anulado. Además si estuviese en el mes de Ramadán por el resto del día
deberá abstenerse de realizar otras cosas de las que anulan el ayuno.
_Masticar y probar el gusto de la comida para los niños si no llega (el alimento)
a la garganta no anulará el ayuno, aunque esto último ocurra por accidente.
Pero quedará anulado (el ayuno) si el ayunante sabía que esta comida podía
llegar a la garganta y ser tragada (y no obstante lo hace), debiendo en este
caso hacer la compensación (qadá) y además deberá cumplir con la reparación
expiatoria (kaffarah).
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Penitencia
Fuente: Laverdadcatolica.org
"La Penitencia es todo aquello que ayuda a que el Evangelio pase de la mente
al corazón y del corazón a la vida."
Es decir la Penitencia es una ayuda para que podamos realmente vivir
el Evangelio. Un santo de la edad media que había entendido bien lo que era
la Penitencia decía: la primera y más importante Penitencia es: Orar.
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Sin embargo debemos ser conscientes que la falta de prudencia, puede también
desordenar la misma Penitencia, con lo cual se causan graves daños, sobre
todo al alma, ya que la práctica de la mortificación debe ser siempre un acto de
templanza.
Santo Tomas, citando a San Jerónimo dice:
"No hay diferencia entre matarse en largo o en corto tiempo. Se comete una
rapiña, en ves de hacerse una ofrenda, cuando se extenúa inmoderadamente
[sin templanza] el cuerpo por la demasiada escasez de alimento o el poco de
sueño".
Seamos pues prudentes, pero decididos, en el camino de la Ascesis y la
Penitencia, de esta forma avanzaremos en la santidad de la mano de Cristo.
Recomendamos:
La penitencia: Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia ofreciéndonos una
nueva posibilidad de convertirnos y de recuperar, después del Bautismo, la
gracia de la justificación.
Formas de penitencia: ayuno y abstinencia: En la Iglesia universal, todos los
viernes del año, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la
abstinencia
De ascesis y de cruz... ¡ni idea!: Conocer la perfección del amor de Dios
Fundamentos bíblicos del ayuno: El vacío físico que se experimenta en el ayuno
nos ayuda a darnos cuenta de nuestro vacío interior.
Austeridad y penitencia: Unas espinacas bien servidas te pueden cambiar el día.
La austeridad y la penitencia, bien vividas y entendidas te pueden cambiar la
vida.
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¿Anticuado el ayuno?
Lo más consistente y significativo es adoptar la austeridad como estilo de vida,
aunque se tengan medios para más
Entre gentes de poca formación y de escasas prácticas religiosas está muy difundida la idea de que, para
ser buenos, hay que pasarlo mal y de que una conducta recta lleva siempre consigo multitud de sinsabores
y sufrimientos. A más santidad, más cruz; a peor conducta, más placer. Estas personas, bautizadas y
creyentes a su manera, se confiesan católicos sin dificultad, conservan también a su modo una fe de la
infancia, mantienen frecuentes contactos con la Iglesia (bautizos, bodas, comuniones, funerales, fiestas
religiosas) y han oído campanas sobre la cruz de Cristo y las penitencias de los santos; sobre la vía
estrecha que conduce al Reino de los cielos. Pero si les aseguras que son bienaventurados, o sea, felices,
los pobres y los que lloran, no terminan de creérselo.
Ni tampoco nosotros, al menos del todo. En una u otra medida nos ocurre a todos lo que a los Apóstoles
cuando Jesús les hablaba de que el Hijo del Hombre tenía que sufrir en Jerusalén una muerte de cruz. "No
quiera Dios, reaccionó Pedro, que esto te suceda" Por lo que Jesús le reprendió y le llamó Satanás
diciéndole: "Tú no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres" (Mt. 16, 21-23). En efecto, para los
hombres es duro de pelar eso del sufrimiento y de la muerte. Por eso el Señor, en todos los anuncios de la
Pasión, terminaba diciendo "al tercer día resucitará".
El ayuno en la Biblia
La Cuaresma, bien lo sabemos, es un camino de penitencia y purificación hacia la Pascua. Siempre con
luz en el horizonte. Pero no cabe duda de que, desde los antiguos profetas hasta el Bautista, y lo mismo
Jesús y sus apóstoles, todos practicaron y recomendaron el ayuno como camino de conversión y
purificación, o de ofrenda a Dios sin más, el caso de Jesús. El daba por descontado que los judíos de su
tiempo practicaban el ayuno, al decirles que, cuando lo hicieran, no se pusieran caritristes como los
fariseos, sino que se acicalaran y perfumaran (Mt. 5,17). Cierto que sus discípulos ayunaban menos que
los de Juan Bautista (Lc. 5,32), porque lo que más le iba a Jesús no era tanto la materialidad de comer
poco, cuanto otras renuncias más profundas y valiosas a las que se referían también los profetas: " Sabéis
qué ayuno quiero yo? Romper las ataduras de la iniquidad etc..." (Is. 58, 6-14).
Ayunar, para los israelitas, era un modo de prepararse a los acontecimientos santos, o de propiciarse el
favor de Dios, cuando el creyente humilde o el pueblo como tal se sentían, por sus pecados, indignos de
Él. El caso más señalado es el de Nínive, ciudad prevaricadora, cuyos habitantes, al conjuro del profeta
Jonás, desde el rey hasta los animales, practicaron un ayuno integral arrepintiéndose de sus pecados,
logrando así que Dios también se arrepintiera de su propósito de exterminarlos (Cf. Jon. 3).
Sin meternos en demasiadas honduras, puede decirse que el ayuno bíblico, sobre todo en el Antiguo
Testamento, no revestía el carácter de práctica ordinaria para educar la voluntad y santificarse
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diariamente. Sí, en cambio, en la Historia de la Iglesia, donde los monjes y las órdenes mendicantes lo
practicaban como mortificación de los sentidos y reparación por los pecados propios y ajenos, como
imitación y comunión con la pasión redentora de Jesucristo. En esta clave están pensadas todas las
prácticas penitenciales, incluidos los cilicios y disciplinas establecidos en las Reglas tradicionales de las
Órdenes religiosas.
El recuerdo de algunos excesos y, de las procesiones de disciplinantes, en la Edad Media, junto con
algunas corrientes de la sicología y de la antropología modernas, han reducido notablemente también en
la Iglesia este tipo de penitencias corporales, sin que eso signifique que han perdido totalmente su sentido,
ni un menosprecio hacia los que todavía las practican. Siguen conmoviéndonos y edificándonos los que
peregrinan a Santiago, a Guadalupe o a otros santuarios, ya sea con los pies descalzos, ya hinchados y
sangrantes bajo las sandalias, tras recorridos extenuantes. Valga lo mismo para los anónimos penitentes
encapuchados que forman filas silenciosas, con una cruz a cuestas, en las procesiones de Semana Santa,
tras de los Cristos y las Dolorosas.
La penitencia cristiana
No es éste un tema sencillo, de los que se despachan de un plumazo. Después de la Pasión dolorosa de
Cristo, de todas sus palabras y ejemplos sobre el misterio de la Cruz; después de una tradición de veinte
siglos de espíritu y práctica penitencial en la Iglesia, sería frívolo pasarse con armas y bagajes a las
huestes de la posmodernidad, dando por definitivo que el sufrimiento físico o moral carece de sentido y
sumándonos alegres a la cultura, no del bien-ser, sino del bien-estar. No ignoro que la sicología, la
antropología, y mucho más una teología más positiva de lo humano, tengan alguna palabra que decir en
esta materia.
De hecho, el ayuno obligatorio en la Iglesia ha quedado hoy reducido a dos días al año, el Miércoles de
Ceniza y el Viernes Santo. La abstinencia de carne no es ni sombra de lo que era y es sustituible por una
obra buena todos los viernes no cuaresmales. Creo, no obstante, que se mantienen por dos motivos, a mi
juicio muy justificados, ambos con carácter de signo: su sintonía con la gran tradición de la Iglesia y su
denuncia simbólica de que no sólo de pan vive el hombre. Bien; y con esto queda abolida, arrumbada
incluso, la dimensión penitencial de la vida cristiana? Contesto, en sentido contestatario, que
absolutamente no. Pienso más bien, que se nos dispensa de eso porque se nos exige mucho más.
Ante todo, la Iglesia de hoy, con el profeta Joel y con Jesús, nos exige que rasguemos nuestros corazones
en lugar de nuestros vestidos; que ayunemos de nuestras malas obras, en lugar de hacerlo de un pan que
nos sobra y, para más inri, que nos engorda. El ayuno no ha desaparecido del mundo. Lo que pasa es que
se manifiesta con una de estas tres fórmulas, tan actuales como inquietantes y extendidas: Una, el atroz
ayuno involuntario de una cuarta parte de la humanidad en la llamada geografía del hambre; dos, el ayuno
dietético de las y los que no quieren ganar peso, incluso hasta la anorexia; y tres, las llamadas huelgas de
hambre, con carácter de contestación y presión, ante acciones u omisiones públicas que los abstinentes
quieren modificar. Cada uno de estos tres ayunos nos interpela a su manera: el hambre en el mundo para
sacudir nuestra conciencia de estómagos satisfechos; las dietas de adelgazamiento, en lo que tienen de
legítimo y en lo que encubren de obsesivo y egocéntrico; las huelgas de hambre, con sus motivaciones
casi siempre altruistas y sus excesos de autocastigo.
Austeridad solidaria
¿Saben qué modelos de ayuno pueden considerarse como más indicados para conjugar la tradición
judeocristiana con la sensibilidad de hoy o, mejor, con los signos de los tiempos? Pues, considero
acertados el Día del ayuno voluntario de "Manos Unidas", comiendo de ayuno y destinando el sobrante a
la Campaña; o las cenas contra el hambre, en las que se ofrece un menú frugal y se paga uno caro. Pero,
lo más consistente y significativo es adoptar la austeridad como estilo de vida, aunque se tengan medios
para más. Ayuno cristiano es la privación voluntaria, evangélica y solidaria, del consumo de bienes
materiales, a imitación del Maestro, en beneficio de los pobres y por vivencia anticipada del Reino de
Dios.
Antonio MONTERO
Arzobispo Emérito de Mérida-Badajoz
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CHATS:
AYUNA de juzgar a otros. Y llénate del CRISTO que vive a tu lado
AYUNA de palabras hirientes. Y llénate de frases que purifican
AYUNA de descontento. Y llénate de gratitud
AYUNA de enojos. Y llénate de paciencia
AYUNA de pesimismo. Y llénate de optimismo
AYUNA de preocupaciones. Y llénate de confianza en DIOS
AYUNA de quejarte. Y llénate de apreciar lo que te rodea
AYUNA de las presiones que no cesan. Y llénate de una oración que no cesa
AYUNA de amargura. Y llénate de perdón
AYUNA de desaliento. Y llénate de esperanza
AYUNA de pensamientos de debilidad. Y llénate de las promesas que te hizo DIOS
Ese es el ayuno que DIOS quiere.
12 de abril de 2014, 23:59
En mi experiencia personal, y lecturas bíblicas, e observado que no hay mejor oración
que el trabajo, y si se trata de trabajo físico ofrecido a Dios mucho mejor, esto
acompañado del ayuno, representa una excelente forma de crecimiento espiritual. MUY
importante es no olvidarse de realizar obras sinceras de caridad.
Bendiciones, a todos...