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En defensa de la religión y la fe

En las sociedad occidental actual ha emergido la idea de que la ciencia y la religión


representan dos extremos antagónicos, dando origen a un conflicto irreconciliable
entre ambos, donde las creencias religiosas se perciben como un obstáculo para el
desarrollo de la civilización. Pero, ¿cuál es el fundamento de dicha afirmación? Y,
más importante, ¿qué influencias han tenido realmente las corrientes religiosas en el
progreso de la medicina? Nuestra hipótesis pretende desafiar la postura antes
señalada y mostrar que la religión, lejos de ser un obstáculo, ha estimulado el
avance y la práctica de las ciencias médicas, tanto en la época clásica como en la
era medieval. La fundamentación de esta tesis se basa en las obras “Historia de la
Medicina” de P. Laín Entralgo e “Historia Básica de la Ciencia” de C. Javier Alonso e
"Islamic Medicine History and Current Practice" de Husain Nagamia.

En primer lugar, analizaremos la civilización china entre los siglos III y II a.C.
En este período, se produjo la fundación del taoísmo, una religión cuyas bases
ideológicas consisten (aún) en una combinación mágico-religiosa y filosófica. Esta
creencia involucra la práctica de diversas disciplinas, en aras de un conjunto de
objetivos definidos: la inmortalidad del cuerpo y del alma, así como el equilibrio de la
relación entre el hombre y la naturaleza. Esto resulta relevante para el desarrollo de
las ciencias médicas, puesto que se buscaba evadir el envejecimiento y sus efectos
sobre el cuerpo. Alonso (2001) describe notablemente esta realidad histórica al
indicar que “Muchos autores reconocen en el taoísmo el mérito de haber hecho
progresar la química y la medicina a través de la alquimia y la investigación de
hierbas medicinales que debían asegurar la inmortalidad, Pero los taoístas se
dedicaron sólo a dichas prácticas cuando, en el siglo II a.C., (…) el taoísmo se
estructuró como religión”. (p.131) El taoísmo dio origen a un sistema de
pensamiento que basaba el análisis de las enfermedades en la manifestación de
signos producidos por la obstrucción del Qi, lo que hoy llamaríamos síntomas. Esto
constituyó el primer método científico, basado en explicaciones que eran lo más
lógicas posibles para la época. Queda entonces en evidencia cómo la religión
resulta ser un claro aporte al desarrollo de la medicina y la ciencia en general.
A continuación, examinaremos los efectos de las corrientes cristianas sobre
la práctica de la medicina durante la época medieval, específicamente durante la
alta Edad Media (476-1000 d.C.). Vemos que esta religión generó un cambio ético
en la atención y relación con los enfermos. La labor médica se convirtió en un deber
moral, siendo el amor al prójimo la principal motivación de los antiguos médicos.
Laín Entralgo (1978) aborda este cambio de paradigma de forma muy interesante,
indicando que: “La philanthropia como fuente de la philotekhnía de los hipocráticos,
el «amor al arte» como consecuencia del «amor al hombre», se convierte en caridad
operativa para con la real y concreta persona del doliente, sólo porque en él, por
modo misterioso, «está Cristo». (…) La creación de hospitales, más exactamente, la
invención de la institución hospitalaria, fue consecuencia directa de esta nueva
actitud ético-operativa ante el aflictivo hecho de la enfermedad.” (p.140) Se aprecia
entonces que los cambios sociales, introducidos por el cristianismo, no sólo
consolidaron los valores de la práctica médica moderna, sino que también derivaron
en la creación del concepto de hospital (del francés Hôtel-Dieu o Hostal de Dios).

Esto significó una mejora de enormes proporciones para la ciencia de la salud,


puesto que este tipo de instituciones, que perduran hasta el día de hoy, permitieron
masificar la atención y el tratamiento de diversas enfermedades y patologías. Cabe
destacar que no sólo los occidentales formaron estas instituciones durante el
medioevo. Los musulmanes, guiados por las palabras del profeta Mohammed,
implementaron su propia versión, con el nombre de Maristán.

Finalmente, queda demostrado que concebir a la religión como un factor de


retroceso u obstáculo para el desarrollo y la práctica de la medicina, constituye una
clara omisión de la evidencia histórica. Vemos cómo, tanto en la ciencia antigua
como en la medieval, diversas corrientes religiosas permitieron avances
importantes, que persisten hasta el día de hoy. Más aún, la erradicación de los
valores religiosos constituiría un peligro para la salud de las personas, al ser estas
consideradas como clientes de la industria sanitaria en vez de seres humanos con
dignidad y derechos, eliminando la misión caritativa del personal de salud.
Referencias:

⦁ Laín Entralgo, P. (1978). Cristianismo primitivo y medicina. En Historia de la


Medicina (pp. 139 - 142). Barcelona: Salvat.

⦁ Alonso, C. J. (2001). Ciencia Antigua: China. En Historia Básica de la Ciencia (pp.


117 - 142). Navarra: Eunsa S.A.

⦁ NAGAMIA, H. F. (2003). Islamic Medicine History and Current Practice. JISHIN, 2.

Integrantes:
- Diego Díaz
- Alberto Maturana
- Juan Antonio Sepúlveda

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