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la penúltima
E
l año próximo ya no habrá revista Orsai. Le di muchas vueltas a las
primeras palabras de este párrafo, pero supongo que es la mejor manera de
decirlo. Este número de Orsai, el quince, es el penúltimo de una aventura
que —cuando concluya, en noviembre de 2013— habrá durado dieciséis
ediciones únicas y, para nosotros, irrepetibles. Tomamos esta decisión
durante mi último viaje a Buenos Aires, mientras Chiri preparaba el mate en su cocina
y, al revés de lo que pudiera parecer, no fue una charla meditada, ni mucho menos
prevista. Fue un impulso parecido al que tuvimos hace tres años, cuando soñamos
por primera vez empezar una revista sin publicidad, arbitraria y antojadiza. Entre
las muchas promesas internas que nos hicimos entonces, hubo una que siempre nos
resultó fundamental: en el exacto momento en que el juego se nos hiciera costumbre,
teníamos que pegar un volantazo y correr hacia otra parte. No aburrirnos nosotros, si
no queríamos aburrir al lector. No convertir todo este juego en un trabajo sacrificado.
Hubo una frase de Chiri, en medio de la charla, que me pareció una síntesis perfecta:
«Justo ahora, que habíamos aprendido a hacerla», dijo. Nos reímos entonces, y sonrío
ahora mientras lo escribo. Es verdad: en estos últimos meses casi aprendimos a hacer
Orsai, a estabilizar los contenidos, a conseguir un producto homogéneo. Y esa es,
seguramente, una de las razones del cambio. Le tenemos pánico a la costumbre. Y
lo peor que le puede pasar a una revista imposible es que, con el tiempo, se vuelva
posible, esperable o rutinaria. Nos dio un vuelco el corazón cuando nos descubrimos
hablando del asunto, cuando vimos que estábamos tomando la decisión en serio,
porque para nosotros estos tres años no fueron únicamente la concepción de un
medio gráfico: fue una época increíble de nuestras vidas. Todos los números de
Orsai, incluido este en donde conseguimos entrevistar a Stephen Hawking, y sobre
todo el próximo, que será el epílogo, habrán tenido un porqué. Ninguno se parece al
anterior, y en todos los casos sentimos que mejorábamos, que subíamos la apuesta.
Que conseguíamos algo nuevo que nos emocionaba. Hoy, si nos vendan los ojos,
todavía podemos reconocer cada edición por el olor; cada número tiene una historia,
una anécdota y una magia que lo hace único. Tenemos la sensación de que eternizar
ese noviazgo lo convertiría en un matrimonio. Sospechamos que si existiera una Orsai
N17, y después una Orsai N28, dejaríamos de reconocer cada una de forma individual.
Llegaría un día en que las confundiríamos: no sabríamos en qué mes publicamos
qué. Y eso sería tan grave como confundir los nombres de nuestros propios hijos; en
un punto esa desmemoria no sería muy diferente a fabricar chorizos. La decisión es
impulsiva pero tiene una raíz de preservación: queremos mantener intacto el objeto.
Que Orsai no sea una revista interminable, sino una colección única, surgida en un
tiempo único. Lo repito, más que nada para que yo mismo me lo crea: el año próximo
ya no habrá revista Orsai. Y en el exacto momento en que lo escribo miro el anaquel
de mi derecha, donde están las catorce ediciones pasadas (en breve estarán también las
dos últimas) y sé que todas juntas habrán contado una historia con inicio y con final.
En general las revistas tienen dos destinos: si fracasan es por falta de auspicios y el
lector se entera en el último número. Si funcionan, son eternas. Inauguremos hoy una
tercera fórmula: las revistas que duran lo que sus autores quieren. Es un placer poder
decir, en la edición penúltima de Orsai, que la próxima será la mejor, y que será la
última porque tenemos ganas de hacer nuevas cosas imposibles.
Hernán Casciari
4 | El alcohol en gel es como pedir perdón. Nos deja tranquilos pero no funciona.
orsai.cartas@gmail.com
rean en la bodega de los barcos, por la tardanza, acomodó su café tio muy bonito a orillas del mar,
apuntó. Espero llegar pronto para con azúcar negra como le gusta- rodeado de verde y con islas de
disfrutar de un buen malbec o de ba. Culpó al indefendible tránsito, bosques frondosos salpicando el
un torrontés, auténticamente ar- se quejó de lo caro que está vivir horizonte. Hace unas semanas lo
gentino, del que ahora salen unos en Buenos Aires y se dejó llevar vi llegar por primera vez, a usted
buenísimos en el Valle de Uco». Y por una civilizada conversación, de sí: su cara, su misma barba, su ta-
mientras saboreaba soñando, me esas que se notan forzadas pero maño, su tabaco de liar... Le dije a
dio un respiro para que abriera la que todos disimulan con comodi- la persona que vive conmigo, que
boca. «Momentito Don Mariano, dad; hasta que decidió, así de la también conoce la aventura Orsai
que el torrontés es un varietal ca- nada, decir lo necesario. En ese lu- y su imagen, que se fijase bien. Sí,
nadiense». Se puso rojo y disparó nes lento, ella eligió ser cruel, y de- me dijo, se parece. ¿Cómo que se
«Es argentino, los mejores son los cir una de las frases más dolorosas parece?, ¡es él! le espeté. Acerta-
de Salta, ¡qué joder!». Escúche- que un hombre puede escuchar: damente me respondió que había
me Mariano, tranquilo, piense un «yo te quiero como amigo». Si tan pocas probabilidades de que us-
poquito: Se llama torrontés por- solo la televisión hubiera podido ted hablara sueco de una manera
que viene de Toronto, Toronto-To- alguna vez transmitir el dolor que tan fluida, tenía razón, pero quizás
rrontés, ¿estamos? La linda cara trae esa frase, para de esa manera habiendo vivido tantos años aquí,
de amargura que puso me llenó en el momento de ser alcanzados en el destierro, después de atro-
de satisfacción. Nunca hubiera uno supiera qué hacer o cómo cu- pellar a un familiar infante... Y te-
creído que una mentira piadosa brirse. Pero no. Y ahí yo, sentado, ner la desfachatez de contárnoslo
serviría de dulce venganza a un con un café en la mano. Después como ficción en un cuento gráfico
visitante irritante. Y así llegamos de eso: el fin, el vacío mental, la en la mismísima Orsai, y además
al aeropuerto, se fueron silbando molestia en el pecho, la vergüenza hacernos creer a todos que vive
bajito y yo volví a casa pensando en las orejas coloradas. Algún ro- en un pueblo «bucólico» llamado
cuánto tiempo le durará la duda y mántico hubiera rogado por amor, Sant Celoni, las historias de la piz-
la bronca... algún retobado la hubiera manda- zería y todo eso, los matasellos en
do a cagar, algún orgulloso se hu- los sobres. Sí, mi fantasía parecía
Américo Scheftsik biera ido sin pagar. Yo, en cambio, muy compleja para ser verdad.
Ontario, Canadá la mire a los ojos, le sonreí, me dis- Vaya con la verdad por delante,
Suscriptor Nº 20304 culpé por sentirme triste y la salu- después de caerme simpático por
dé con un beso. Caminé por Callao parecerse a usted, ahora lo tengo
mirando para abajo, el volumen 6 cruzado y le puedo asegurar que
hizo sentir su real kilo de peso. Fue es el único cliente regular que me
Risa necesaria así que encontré un banco de pla- cae rematadamente mal. En el
Ahí estaba yo, en la za, me senté viendo cómo el día se restaurante servimos pizzas, en
esquina de Santa Fe y estaba terminando, abrí mi Orsai y vez de sentarse pacientemente
Callao esperando, bajo seguí leyendo, sabía que a pocas en una mesa a que lo atendamos,
la amenaza de una tor- páginas se venía Montt, y las risas viene a la barra y te espeta lo que
menta inminente. Saco del morral de esa viñeta eran necesarias. desea. El día que más veneno se
la Número 6, la primera Orsai de mi metió en el cuerpo fue cuando pi-
propiedad. Arranco por el prólogo, José Carranza dió una de jamón, bacon, peppe-
miro los detalles, la manejo como Capital Federal, Argentina roni, pollo, jalapeño, mozzarella,
si fuera un recién nacido de cin- Suscriptor Nº 20220 extra queso, dos extras de ajo y
co días y me sumerjo en ella. No mucho tabasco, ¡puaj! Es el úni-
hubo tránsito, bocinazo o puteada co que se niega a hablar conmigo
porteña de la calle que me despeje en inglés, todo lo que pide lo unta
la concentración. Sigo mirando la Clon finlandés en ajo, así que imagínese el gusto
hora, ya pasaron cuarenta minutos Señor Director: Vivo que ha de dar atenderle. Pero lo
que estoy ahí y decido que llegó el en la nuca del mundo, que le he contado hasta ahora, si
momento de tomar algo. No sé si sobre la costa sur de bien convertido en desagradable
habrá sido la cadena multinacional Finlandia, zona sue- por mi aversión hacia su persona,
y su café saborizado con ador- cohablante. Estudio, escribo en el no es censurable en sí mismo. El
nos o el ambiente pseudocool, baño para no molestar a mi com- problema viene cuando piensa
que hicieron de esa primera nota pañera y trabajo en un restaurante que estás solamente para él y te
del volumen 6 una experiencia no (hago muchas más cosas, no se grita que quiere otra cerveza, se
programada para un lunes que vaya usté a creer); Bossa Nova se desespera si no se la das al ins-
avisaba de fondo, que el día es- llama, aunque la mayoría de los tante, te mira con mala cara, es
taba empezando a terminar. Todo que en él trabajan no saben que desagradable, paga la factura
estaba como tenía que estar, en el nombre se refiere a un género con billetes, ¡y no deja propina!
una intranquila calma, hasta que musical, pero eso da igual para Yo sí sé por qué le cuento esto.
llegó ella. Se sentó, se disculpó lo que venía a contarle. Es un si- Sigo fantaseando a veces que esa
persona es usted, que a mí no Puro teatro hace más que aumentar la mística
puede ocultármelo y me fascina Señor Director: El otro de ese lugar. Ante la necesidad
la contraposición de dos senti- día me retaba un amigo que todos tenemos de sentirnos
mientos que se dan en la misma a citar un dramaturgo, parte de aquello que nos gusta y
persona: el de admiración y el de solo uno, de cualquier nos hace bien, le pedí a mi madre
asco. El otro día me sorprendió nacionalidad y cualquier lengua que preparase una planta del jar-
este pensamiento como un golpe de creación literaria, que estuvie- dín que comparte con mi abuela,
en la nariz: nadie ha dicho que, ra vivo. Silencio. Rascadura de para llevar de regalo a la nueva
porque Casciari haga una revista sien. Mente en blanco. Tic tac, tic casa. Además, es bueno no llegar
literaria idealista, publique textos tac. Salí de mi mutismo y pensé: con las manos vacías y cuando
simpáticos en su blog, nos haga ¿quién me tiene a mí al tanto de un amigo se muda, siempre acos-
reír, llorar y soñar tenga que ser lo que pasa en el mundo literario tumbro a regalarle una planta.
simpático. La verdad es que cada hispano, en este desierto cultural Debo confesarte que me sentí un
vez más me lo imagino como un en el que vivo? Respuesta: Or- poco pelotudo cuando junto a mi
tipo refunfuñón que come pizzas sai. Gracias a su revista, tengo un esposa, a Silvia y a Paola, des-
rebosantes de calorías, siendo update literario cada dos meses. cubrimos que había dos plantas
desagradable con los camareros, Leo Orsai de cabo a rabo y luego iguales. Una en cada patio. Pero
tacaño, y al mismo tiempo llegan- googleo a los autores e ilustrado- como Silvia y Paola le restaron
do a casa y desatando el alter ego res a ver si tienen algo que me dis- importancia a tener la misma
más simpático solamente por el traiga cuando, para evitar el calor planta por triplicado, disimulé mi
marketing que ese personaje le o la lluvia, toca encerrarse en vergüenza conversando con Silvia
supone a la Orsai. Todo ello ha- casa con un buen libro. De paso, sobre diferentes temas. En fin, la
ciéndonos creer la fantasía de que me entero de qué se lee en otros planta quedó allí, en alguno de los
usted vive en un pueblo en las puntos del planeta. Pero no tengo patios y junto a ella los mejores
montañas de Cataluña con una manera de leer lo que allí se cue- deseos de mi familia para que Or-
hija hermosa y una mujer que cui- ce en esas salas llenas de polvo, sai, nuestro Orsai, siga creciendo.
da de usted. Si no es usted ese sillones desvencijados y persona- ¡Abrazo!
tipo desagradable, si es un tío jes tales como los actores o los
simpático, haga una señal y me tramoyistas. Así que me pregun- Leo Menéndez
suscribiré a la del año que viene to: cultiva usted el género perio- Capital Federal, Argentina
(si la hace) y seguiré dejándome dístico y el narrativo, en muchas Suscriptor Nº 17301
la plata en un proyecto en el que variantes; incluso nos ha ofrecido
creo. Postdata: La sección más un poco de poesía... pero digo yo,
llena de ficción de toda la revista ¿no le falta algo a su literaria revis-
me parece la de cartas al director. ta? Atentamente, Lectura silenciosa
Postdata dos: Menos esta carta, Señor Director: Bue-
claro está, todo verdad verdade- Cecilia Caruncho Llaguno nas tardes. Le escri-
ra, si a los pensamientos pode- París, Francia bo con el motivo de
mos atribuirles esta característica. Suscriptora Nº 05876 denunciar discrimi-
Postdata tres: Yo no he escrito ni nación por parte de su revista.
un solo comentario cagándome Debo aclarar que me gusta mu-
en usted porque no me ha llegado cho (usted no, zonzo, la revista).
una cajita deluxe, ni porque hiciera Se rifa una planta Conocí Orsai por un link que me
la suscripción anual, ni por el lomo Estimado Hernán: pasaron de su presentación en
de la revista, ni por el cambio de Hace algunas horas TED, luego de una charla que
portadas, ni porque la única revis- pasé a conocer la tuve acerca de la basura que era
ta que tienen agotada es la única nueva casa, club, efectivamente la publicidad (yo
que presté y nunca me ha sido de- editorial o garito de Orsai, junto a exestudiante de publicidad). Me
vuelta... siempre le he dejado ha- mi mujer y el menor de mis hijos, pareció interesante el proyecto.
cer depositando toda mi confianza con la excusa de retirar mi revista Orsai, ya sabemos, es estar ade-
en usted sin poner una sola pega. número 14. De más está decir que lantado en el fútbol, pero fuera
Creo que nosotros, que no deja- fuimos amablemente atendidos de la cancha eso generalmen-
mos comentarios denostando los por Silvia, Karina y Paola, quien te suele ser una virtud. Compré
cambios, también nos debemos tuvo la gentileza de darnos un una. Después, la suscripción
hacer notar. Atentamente, tour por las instalaciones. La ver- completa (regalando a un amigo
dad que la casa es hermosa y el la que ya había comprado, con
Aarón Blanco ceibo en el medio del patio trasero la intención de evangelizar diga-
Uusimaa, Finlandia es sorprendente. Me dijeron que mos). Y le quiero agradecer por
Suscriptor Nº 01268 esas paredes guardan muchas la revista. Encontrar algo genui-
historias y saber a qué se dedi- no en internet (con su lógica de
caban los dueños anteriores no censura por abundancia) o en los
6 | No me gustan los viajes largos porque siempre llego a las mismas conclusiones.
orsai.cartas@gmail.com
medios en general es bastante cómo la crónica «Escupir el asa- Tagore estuvo en Argentina, tema
difícil (la última vez que me pasó do» de la Orsai N14 confirma el sobre el cual ojalá algún día la
fue con la desaparecida TXT). Y tema de portada de la Orsai N13: revista Orsai pueda ilustrarnos.
se lo agradezco. Con respecto al que lo que llevó a la decadencia Muchos saludos,
tema principal del mail, el temita a la prensa es la soberbia. O si
de la discriminación. La cuestión no, ¿cómo se explica que todos Mauricio Carrera
es que cuando me llega la revis- estos medios, que dos semanas Hesse, Alemania
ta no puedo hacer otra cosa que antes no sabían ni que existía un Suscriptor Nº 06990
leerla lo más rápido posible como mundial de asado, de repente, se
un angurriento, dejando de lado dediquen a burlarse del equipo ar-
otras lecturas que son prioritarias gentino? Atentamente,
en mi estudio (estudio música). Y El pibe
la sensación al terminar de leer Alejo Ares Abalde Hernán, quería dar-
es que no me ha hecho escuchar Barcelona, España te las gracias por el
nada. En su revista hay ilustrado- Suscriptor Nº 10193 maravilloso disfrute
res, periodistas, etcétera, pero que he pasado con
nada con respecto a la música. tu libro El pibe que arruinaba las
Bueno... en la última hubo un fotos. Deliciosa palabra «pibe»,
cuento sobre el tarareador, pero Traducciones que mi padre usaba muy a me-
no es suficiente. Y cuando lo in- Hola Hernán: me ale- nudo, siendo andaluz y gaditano,
vitó al Flaco... lo puso a ilustrar. gra mucho que ha- no sé de dónde le llegó. Aunque
Ya sé que las revistas no tienen yan vuelto a ti todos no pude disfrutarlo a pleno gozo
música, pero usted está en Or- los derechos sobre el en la edición en papel, queda a la
sai. Es un adelantado. Sorpren- libro Más respeto que soy tu ma- espera de poder «capturarlo» en
da. Por favor hágame sentir me- dre. Recuerdo que cuando salió un futuro no lejano para regalar
nos culpable la próxima vez, por tenía ganas de comprarlo y que o regalármelo, que a lo mejor me
priorizar su revista a mis estu- algo que me pareció absurdo es lo merezco. Algún día te escribiré
dios. Por último, una duda. Temo que en España lo hubieran mo- relatándote las sensaciones tan
por su salud mental. Yo suelo ver dificado para que pareciera local complejas y variopintas que me
Columbo y soy de pensar que en (algo que odio también de los surgieron durante la lectura, por-
realidad él no tiene esposa. Que doblajes españoles de películas que también fui, y soy, un gordito
él vive para el trabajo, y que su norteamericanas). Me parece ex- con tetas que siempre soñó con
casa es un monoambiente su- celente que la actual edición pu- ser escritor. Tal vez cuando me
cio. Su esposa es la excusa, una blicada por tu editorial tenga los coja prosaico o tal vez poético.
herramienta para desarrollar su «doscientos episodios intactos, Mi jodido cerebro solo se mues-
personaje distraído. Y tengo la en su jerga original de Merce- tra espontáneo y deliciosamente
misma idea acerca de usted y des, provincia de Buenos Aires». literario cuando recién me meto
Chiri. No puede ser que tenga un Siempre serán mejores los libros en la cama para intentar dormir
amigo de la infancia que lo acom- o las películas en su versión ori- unas pocas horas y claro en ese
pañe toda su vida, que trabajen ginal (habrá excepciones, pero momento se vuelve activo y ni me
juntos, que sepa todo de usted y serán sin duda muy pocas). Al- deja escribir ni me deja dormir.
hagan esas sobremesas. Mi duda guna vez leí, lastimosamente no ¡Será una cortocircuitada electro-
es la siguiente: ¿Existe realmente recuerdo dónde por lo que no cerebral! Bueno, ya está. Mi más
Chiri o usted tiene psicosis? sé si era una buena fuente, que sincera veneración y gratitud por
a Rabindranath Tagore le dieron tu trabajo en favor de la literatu-
José Luis Rodríguez el Nobel de Literatura basándo- ra hispánica y por demostrar que
Ramos Mejía, Argentina se en sus traducciones al inglés, cuando se quiere, aunque duela
Suscriptor Nº 25003 pero que él mismo afirmaba que durante el camino, se puede. Sa-
sus versos eran mucho mejores ludos y espero seguir disfrutando
en su versión original en bengalí. con tus escritos durante mucho
Debe ser una maravilla poder leer tiempo, ahora mejor, de forma
Medios soberbios a este poeta en su lengua origi- libre y espero que relajada. Un
Hola. Soy un lector nal (y en la misma variante de la gaditanito que se encuentra orgu-
de la revista, pero no lengua bengalí en la que efecti- lloso y dichoso de pertenecer al
soy suscriptor en el vamente escribió el autor), pero Club Orsai.
sentido de los diarios también es clara la necesidad de
y revistas de antes. Un miembro que haya buenas traducciones José Antonio Sánchez
de la familia —mi hermana— es hacia otras lenguas (como ojalá Cádiz, España
quien compra, y el resto de noso- también las haya en el caso de Suscriptor Nº 00240
tros nos vamos aprovechando de tus escritos). Hoy acabo de en-
su bondad. Solo quería apuntar terarme en la Wikipedia de que
E
stoy en San José de Costa Rica y así. El asunto es que desde que murió, en julio
llueve. Acabo de pedir un café y de 2008, esta es la primera vez que miro una
abro la portátil. De repente aparezco foto de Roberto sin desenfocar los ojos. Puto
etiquetado en una foto de Facebook Facebook y las etiquetas intrusivas. No hubo
y pienso que se trata de un error, tiempo para armar el gaussian blur; no me lo
porque a primera vista no me veo en la imagen. esperaba.
Es nomás un segundo, menos incluso de un se- Un segundo golpe me subraya el descon-
gundo, hasta que entiendo. Me quedo mirando cierto. Yo creía conocer todas mis fotos fami-
la foto con los ojos abiertos y sin pestañear; liares, pero esta no estuvo nunca en los álbumes
pasa un rato, después otro rato, y mi gesto sigue de la infancia, ni en los portarretratos de la casa
congelado. Me defiendo de la inminencia con la donde crecí. En la foto hay un cielo limpio de
inmovilidad ridícula de las liebres, que se que- verano, con una nube inofensiva recortada por
dan quietas en el medio de la ruta cuando ven un edificio que recuerdo bien, frente a la playa
venir un camión de frente. El camarero del ho- más famosa de Mar del Plata. ¿Dónde había
tel debe pensar que estoy viendo porno en tres estado esa foto todo el tiempo? La respuesta
dimensiones, un porno nuevo y genial, porque es simple: en ninguna parte. Más tarde sabré
ni siquiera reacciono cuando llega con el café. que no es realmente una foto, sino una dia-
Hago un esfuerzo tremendo para que no se me positiva. Mi abuelo Marcos hacía diapositivas
note ninguna reacción, porque estamos en un y las guardaba en cajones que nadie vio des-
espacio público y no quiero que nadie me vea de su muerte. Mi tía Ingrid decidió, este mes,
de mi padre muerto. Es nueva, quiero decir, en una pareja de holandeses viejos mirándome de
un sentido muy amplio, porque yo nunca había reojo. Lo jodido es que se me haya cerrado el
visto, ni antes ni ahora, una imagen en la que estómago justo en un buffet libre. Ojalá sea ver-
estuviéramos los dos tan cerca, tan al principio dad que Facebook quiebra en dos o tres años.
de nuestra historia. Puede ser enero o febrero de No era acá, ni ahora, donde había que llorar.
1973, supongo, no más que eso, y mi papá me Había que llorar la noche que llamó
tiene en sus brazos. En la foto yo estoy a punto mi hermana para avisar que Roberto se había
de cumplir dos años y nos estamos mirando. Él muerto, pero no pude. Yo estaba jugando con
de frente, yo un poco de reojo. ¿Yo ya sé que es Nina y con Cristina en el estudio de casa. Las
mi padre?, me pregunto, mientras se enfría el ventanas del verano estaban abiertas. Cuando
café de Costa Rica. Supongo que sí; a los dos supe lo que estaba pasando mi primera reacción
años uno ya intuye relaciones intensas. ¿Y él ya fue hacerle señas a Cris para que se llevara a
sabe que soy su hijo, quiero decir, en el sentido Nina a otra parte. En ese momento tuve miedo
más profundo y absoluto? Su sonrisa pareciera de quebrarme y que ella, con cuatro años, se
indicar que no. Todavía no sabe que nunca seré asustara. Ese llanto no resuelto me duró media
un buen tenista. No tiene la menor idea de que década. También lo postergué una semana más
en el futuro se quedará muchas noches en vela, tarde, la noche de la presentación del libro, en
sin saber a dónde estoy ni a qué hora volveré, si Buenos Aires, cuando salimos con Chiri al es-
es que vuelvo. No sabe que un día me iré a vivir cenario y Roberto no estaba en la primera fila.
lejos y que no estaré cerca cuando se muera. Es Pasó algo más esa noche, un rato después de
verano, es Mar del Plata, no tiene por qué saber que mi tío Toto me ofreciera la fotografía que
nada de eso. ¿Qué sabe de mí, entonces? ¿Qué nunca acepté. En un momento, antes de empe-
quiere de mí esa tarde? ¿Fantasea, en ese mo- zar a firmar libros en el hall del teatro, Fernando
mento, en cómo serán nuestras charlas del fu- Luna me llamó aparte. Fernando es un viejo
turo, como yo pienso en mis charlas futuras con amigo de Mercedes que había ido a ver la pre-
Nina? ¿Entiende, o por lo menos se imagina, sentación del libro. Pero tengo que contar algo
que mi mano derecha, regordeta y flexible, ya antes, por eso digo que estos párrafos no tienen
está en posición dactilográfica? ¿Sabe ya que estructura ni lógica.
escribiré a veces sobre él, cuando crezca, y que Tengo que contar que hace muchos años,
cuando se muera tardaré cinco años en llorarlo en 1993, yo trabajaba en una revista de Mer-
de verdad, y que lo haré en un hotel de Costa cedes y viajé a Mar del Plata a hacerle una en-
Rica y no en su entierro, ni siquiera en nuestra trevista a Fernando Luna. Él hacía un programa
casa, a la que no puedo volver? de televisión, muy visto en la ciudad, en donde
El tren lechero de las preguntas pasa ve- interceptaba mercedinos en la playa y les hacía
loz por encima de la mesa y hace que tiemblen notas. Su esposa era la camarógrafa, y sus hi-
todas las cucharas. No soy yo quien llora, to- jos los tiracables. Fernando tenía dos hijos.
davía, es un tren sin ventanillas y nocturno que El menor, León, había cumplido o estaba por
se percibe más de lo que se ve. Por eso nunca he cumplir diez años. Esos días que estuve con la
querido ver sus fotos ni entrar de nuevo al co- familia Luna en la costa pude ver de cerca la
medor de casa. Porque no me gustan las pregun- relación de Fernando con su hijo: tenían una
tas que aparecen cuando estoy con la guardia complicidad brutal, sobre todo en temas fut-
baja. ¿Qué pensará el camarero costarricense al bolísticos, y los dos me hicieron acordar a la
ver a un gordo que empieza a llorar en silencio mía con Roberto. Una mañana Fernando me
mientras mira porno en tres dimensiones? Tra- estaba contando, para el reportaje que yo le
to de calmarme, pero no puedo. Ahora pienso hacía, que había ido con León a ver un Boca-
que voy a cumplir dos años en la foto, pero me Independiente por la copa de verano, y que se
llama más la atención su edad que la mía. Ro- perdieron con el auto, se pasaron de la cancha y
berto está a punto de cumplir veintinueve, tiene llegaron para el segundo tiempo, cuando Inde-
catorce menos que yo ahora. Es un chico joven pendiente ya ganaba uno a cero. Después hubo
con su primer hijo en brazos. Conozco esa sen- un gol de Boca y lo anularon. «No sabés qué
sación, la de tener a tu primer hijo en brazos y bronca», me decía Fernando, «nos perdimos el
creer en la eternidad. Tengo que llorar. Alguna primer gol y el único que sí pudimos ver ni si-
vez tenía que hacerlo, pienso, lo jodido es que quiera fue gol... Había un tipo que puteaba en
sea en Costa Rica, tan lejos de todo, y que haya la platea, que le tiró una botella al árbitro, ¿te
acordás, León?». Y entonces León lo miró y le para ver si ya había llegado tu libro, y en el
dijo, muy serio: «Eras vos, papá». Me acuerdo cordón de la vereda estaba tu viejo con tu libro
de muchos pimpones verbales así entre los dos, en la mano. El tipo estaba mirando la vidriera,
como si los hubieran planeado de antemano. Y porque Andrecito Monferrand había puesto un
yo pensaba que si esos pasos de comedia eran montón de libros tuyos apilados, como si fueran
espontáneos estaba muy bien, pero que si los bestseller. Un día Nina va a ser grande y vas a
habían preparado para hacerme reír, entonces entender mejor esto que te cuento. Te lo escribo
era todavía mejor. y se me pone la piel de gallina como si estu-
Un tiempo después, creo que un año viera en la Bombonera. Nos pusimos a hablar,
más tarde, León murió de repente, a los once con tu viejo, creo que me dijo que Chichita me
años, de una enfermedad fulminante. Yo vivía estaba buscando para ver si yo quería venir a la
entonces en Buenos Aires y el que me avisó presentación en la Combi, y en un momento se
de la desgracia fue mi papá, por teléfono. Esa hizo un silencio. Ahora me doy cuenta de que
mañana, cuando colgué, lloré de una manera yo quise decirle algo y no encontré las palabras.
descomunal, muy parecida a la de Costa Rica. Yo quería decirle que siempre te vi como un
Me dio un ataque de espasmos cortos, como hi- gordito terrible. Yo quería decirle que siento un
pos gigantes, y creí que no iba a poder parar placer enorme cuando en Boca aparece un juga-
nunca. El modo en que Roberto me dio la no- dor nuevo y en la tercera jugada vaticino: «¡este
ticia por teléfono fue demoledora, creo que la va a ser un crack, este en Boca la va a romper!».
causa del llanto fue esa. No dijo nada especial, Me pasó con Riquelme, con Bati y con Mársico.
porque era muy tímido para las situaciones Y hace unos años con tu hijo. Eso le quise decir,
graves, pero había algo en su voz que intentaba pero no le dije nada. Igual él debe haber enten-
decir: «Estoy asustado», había una inflexión en dido algo, porque las personas también somos
el teléfono que decía: «Nunca me hagas eso». instinto, por eso me miró a los ojos, como hacía
Pasó otro año, y con Fernando Luna tu viejo, medio de costado, y me dijo: «Bueno,
fundamos un periódico en Mercedes que se nos encontramos allá en el teatro y charlamos».
llamó El Domingo. Charlamos mucho en esa Creéme que nunca hablé tanto con él de cosas
época, y un día me contó que la foto que está en importantes. Esa noche —y esto lo sé ahora que
la tumba de León la había sacado yo, aquellos creo en Dios y que no tengo hijo que escriba li-
días en Mar del Plata. Y me preguntó si quería bros, porque el mío se fue antes— confirmé que
ir a verla. Le dije que no, aunque recordaba la tu viejo era un gran tipo, y eso, gordo, es mucho
foto perfectamente. Es una donde León está con más difícil que escribir libros. Cuando me fui él
una cámara VHS, filmándome mientras yo lo se quedó ahí, enfrente de la plaza, con tu libro
fotografío. Fernando también me dijo, esa tar- en la mano y mirando la vidriera. Al otro día
de, que podían cicatrizar ciertas heridas meno- me dieron la noticia y no lo podía creer. Te lo
res después de la muerte de un hijo, pero que tenía que contar porque es la verdad, no es una
nunca se podía volver a ser feliz. frase... Lo hiciste feliz hasta el último día de
Hacía muchos años que no veía a Fer- su vida, no sabés cómo estaba ese hombre ahí
nando, cuando lo vi aparecer en el hall del parado, mirando tus libros».
teatro esa noche de 2008, una semana después Ya está, era eso. Había que llorar. Y
de la muerte de Roberto. Me llamó aparte. Sos- llorar hace bien. En esta habitación de Costa
peché que me daría el pésame, como ya habían Rica, cuando por fin llega la calma, cuando ya
hecho otros mercedinos durante esos días, pero no queda agua en la represa que ha estado con-
solamente me saludó y me dijo: «Esta mañana tenida cinco años, y cuando terminan de pasar
te mandé un mail, ¿lo leíste?». Le dije que no, —por fin— los vagones del tren lechero a la
que había estado todo el día de un lado para el velocidad de la luz, entiendo que la foto entre
otro. Y me dijo «Leélo.» Releer ese mail, que es Roberto y yo, la de Mar del Plata, es la primera
una especie de foto verbal, me serviría mucho de una historia que duró casi cuarenta años. La
tiempo después, en una habitación de Costa quiero elegir como la primera. Y elijo como la
Rica, para calmar el borbotón. última foto de esa historia la que me regaló sin
—La semana pasada —me decía Fer- querer Fernando en ese mail, la que me sirve
nando en el correo, con fecha dieciséis de julio ahora para cerrar el duelo. Desde hoy, supongo,
de 2008—, yo salía de lo de Magadán con un podré mirar a mi viejo otra vez de frente, sin
CD de Sabina y me crucé a la librería Chelén desenfocar. x
Q
ué bárbaro, cómo soltaste la noticia en el se te hubiera muerto Totín. Y te quedó el trauma
editorial —me dice Chiri—. Así de repente, para toda la vida.
como los dentistas de antes, que te arran- —¿Y si lo sabías por qué me dejás que te lo
caban la muela sin avisar. cuente de nuevo? —le digo.
—Al contrario —le digo—. Lo que hice fue —Porque ponés cara de drama, y te queda
avisar con dos o tres meses de anticipación, y no gracioso. Además de grande te pasó de nuevo
en el último momento. Para que el lector lo vaya lo mismo, con dos revistas. Y ahí me pasó a mí
masticando... Yo tengo un trauma con las cosas también, ¿te acordás con cuáles?
que se acaban de repente y nadie te avisa antes. —Con el último número de El Péndulo —le
—Vos tenés varios traumas —me dice Chiri—. digo—, en 1987, que Marcial Souto la dejó de
Pero a este que me decís no lo conocía. ¿Qué te editar sin previo aviso. Y con el último número de la
pasó? Puro Cuento, en 1992, que Mempo Giardinelli avisó
—Cuando empecé a leer las Aventuras de que la revista no se hacía más en el último editorial.
Tom Sawyer tenía nueve o diez años, y casi me —¡Qué bajón! Yo me acuerdo de eso también.
muero de la alegría. Era el primer libro gordo que —¿Ves? Por eso quise contar con tiempo que
leí, y me encantó el ritmo. dejábamos de hacer Orsai. Para que al lector
—¿Fue de esos libros que te regaló tu tía Ingrid? asiduo no le resulte tan abrupto.
—Claro. Lo leí con voracidad. Y después vi —Yo la verdad no sé si es mejor decirlo
que en la misma bolsa estaba el segundo libro de antes —me dice Chiri—, pero respeto tu decisión
la saga, Huckleberry Finn, y yo dije «buenísimo, porque sos el director.
hay muchos libros con estos personajes». —¿Lo hubieras dicho en el número final?
—Error. —Creo que sí. Es como cuando te tienen
—¡Error gravísimo! Pero a los diez años uno se que operar. Es mejor que te operen ya, y no
piensa que todo es fácil. Así que cuando terminé que te digan «en dos meses tenés que entrar al
Huckleberry fui al librero y le dije «deme otro de quirófano». Son meses de mucha angustia.
estos libros». Y el librero me dio Tom Sawyer —No me vas a comparar una operación con
detective. Y me fui a mi casa y me lo comí con dejar de hacer una revistita.
manteca. A la semana otra vez fui a la librería y le —Lo que quieras —me dice—. ¿Pero no la
dije al librero «deme otro». Y me dio Tom Sawyer vas a extrañar un poco cuando terminemos, el
en el extranjero. Y otra vez me fui a mi casa super- número que viene?
tranquilo. —Sí, claro.
—Ni te imaginabas que era el último. —Cuando pongas el último punto en el último
—¡Ni idea! Ni siquiera sabía que Mark Twain párrafo del último editorial de la dieciséis —me
estaba muerto... dice, con tono melodramático—, ¿no vas a sentir
—Qué bajón. ¿Y lo leíste rápido? un cosquilleo?
—En dos patadas —le digo a Chiri—. El lunes —¿Vos me querés hacer llorar?
temprano, antes de que abriera, yo ya estaba otra —Obvio. Como estás medio sensible desde
vez en la librería. que volviste de Costa Rica, me gustaría que llores
—¿De dónde sacabas la plata? un poco acá en el Skype, así me río.
—No sé. —No te voy a dar el gusto.
—¿Ibas solo a la librería, o te acompañaba —Llorá, no te cuesta nada. Los gordos que
alguien? lloran son muy graciosos...
—¡Qué sé yo! No me desconcentres que te —No pienso llorar para que te diviertas.
estoy contando un trauma muy grave. —Escuchá: tu papá se murió, Mark Twain
—Es que ya me lo contaste mil veces —me también, tenés los ojos juntos, no hacemos más
dice Chiri. Orsai, Racing va último. Tenés mucha pena...
—¿Ya te lo conté? mucha tristeza...
—Ochenta millones de veces. Fuiste y le —Salí —le digo, tapándome la cara con las
dijiste al librero «deme otro» y el librero te dijo dos manos—. Dejáme solo. No me mires.
que no había más. Y te pusiste a llorar como si —...Y sos lágrima fácil: todo mal. x
L
os dedos largos y finos tocaban las
teclas del piano de cola. La música se
mezclaba con el ruido de la lluvia al
otro lado del ventanal. Era domingo
veintisiete de octubre de 2002 y todo
parecía suceder afuera: se jugaba el superclásico
River-Boca; muchos estaban en la cancha bajo
un agua torrencial y otros se empezaban a aco-
modar en los sillones de distintas casas.
Pero adentro, el hombre seguía tocando
FLORENCIA ETCHEVES el piano poseído por una fuerza que salía quién
Buenos Aires, 1971 sabe de dónde. Tenía la espalda encorvada so-
bre el instrumento, un mechón de pelo entre-
cano cayendo sobre los ojos, ninguna partitura
Periodista especializada en la en el atril.
crónica policial. Se desempeña —¿Te acordás qué estabas haciendo el
desde hace veinte años en Canal día del crimen, a la hora del crimen? —le pre-
13 y Todo Noticias. Comenzó su
carrera en la televisión formando
guntaría yo tiempo después con curiosidad casi
parte de los programas del ya poética.
fallecido periodista Enrique Y él, Diego Molina Pico, tal vez el fiscal
Sdrech, quien también se más famoso de la Argentina, respondería con
encargaba de los temas policiales esta escena: estaba tocando el piano. Ni siquie-
en los noticieros de El Trece.
Fue productora del programa
ra sospechaba que mientras acunaba acordes
Telenoche Investiga y columnista clásicos, María Marta García Belsunce estaba
de policiales del noticiero del siendo asesinada.
13, Telenoche y Radio Mitre.
Coautora de dos libros en la
—C
materia No somos Ángeles
(editorial Marea), Mía o de la
he, ¿te enteraste? —me preguntó
tumba fría (editorial Long Seller). una voz al otro lado del teléfono—.
En noviembre de 2012 publicó Se murió la hermana del periodista Horacio
su primera novela La virgen en García Belsunce, parece que se patinó en el
tus ojos (editorial Planeta). Es baño de su casa.
conductora del espacio de 9 a
12 de la señal de noticias Todo
Levanté los ojos de la computadora de la
Noticias. En 2011 y en 2012 ganó redacción.
el premio Martín Fierro en el rubro —No te puedo creer, pobre mina —con-
«Labor periodística femenina». testé—. Qué mala suerte.
—Tremendo, laburaba en Missing Chil- de la mujer les cerraría la boca a los familiares
dren con Susan Murray. Se llamaba María que sostenían la teoría de un traspié doméstico.
Marta, un bajón. Con ese dato, varios periodistas seríamos
De inmediato mi cabeza empezó a reco- relegados de nuestras tareas cotidianas para de-
rrer rostros, voces y casos de la ONG que se dicarnos exclusivamente al «caso Belsunce»,
dedicaba a buscar chicos perdidos. A Susan la como ya se lo conocía. Nos meteríamos en una
conocía bien, ella era la que tenía un contacto trama oscura, rebuscada, llena de mentiras y
fluido con los medios. Pero no recordaba a nin- de verdades a medias. Tendríamos que espiar
guna María Marta. Hasta que días después vi por la cerradura de la vida de los ricos y en-
su foto en los diarios y ahí se me aceleró el co- contrarnos con las fichas del tablero de ajedrez
razón. Los periodistas de policiales conocemos cambiadas: los familiares de la víctima confia-
a los protagonistas de nuestras historias dema- rían en Carlos Carrascosa, el marido de María
siado tarde. Pero con la imagen impresa supe Marta, sospechoso de haberla matado. Mientras
que —a diferencia de todas las otras veces— yo que en un hecho casi inédito, se defenderían en-
había conocido a María Marta viva. tre ellos y negarían haber ocultado el crimen.
Tal vez fue eso lo primero que me impre- Durante todo ese tiempo no habría en
sionó del caso. Había visto a María Marta en quién confiar. No tendríamos un último reducto.
Missing Children. Era una mujer de aspecto Solo sabríamos que la verdad había sido borra-
simple, pero elegante. Bastante parca, pero muy da con un trapito verde, un balde, un lampazo,
educada. Tengo otras imágenes de ella, pero no una rejilla y lavandina: así de mundanos fueron
confío tanto en mi memoria. En los diez años los elementos que se llevaron las huellas de los
que duró la investigación incorporé una canti- asesinos de María Marta. Con esos artículos
dad apabullante de datos. Hablé con amigos y de limpieza, una masajista y dos mucamas ha-
detractores. Pude armarme una María Marta a bían dejado impecable la escena del crimen con
la medida de todos y cada uno de los relatos. el beneplácito de los patrones que lloraban o,
Tal vez por eso, dudo si María Marta es la que como dijeron muchos, fingían llorar esa muerte
tengo en mis recuerdos o la que me contaron. inquietante.
Aunque sé lo que pasó con su caso. Pero hubo un comienzo para todo ese
Fue único. caos. Y ese inicio sucedió a un mes y pocos días
del crimen, cuando un diario zonal de Pilar tiró
la bomba: «No habría sido accidente la muerte
Portarretrato. María Marta García Belsunce. Minuto a minuto. El caso, en todos los televisores del país.
El Turco. Enrique Sdrech, un prócer del policial. Fiscal. Molina Pico, el hombre del piano.
En una caja llena de papeles, en el fondo No lo abrí. De repente sentí unas ganas tremen-
de un placard, tengo una copia de ese certifi- das de comer un plato en especial.
cado trucho. Muchas veces haciendo limpieza —¿Qué vas a pedir, Inés? —le pregunté
pensé en tirarlo, pero no pude. Los periodistas mientras le alcanzaba el menú—. Yo tengo an-
solemos ser abducidos por ciertas historias que tojo de comer revuelto gramajo.
nos toca contar, y a veces esos fantasmas no Inés levantó la cabeza y me clavó la mirada.
te largan. El caso Belsunce nunca me largó, o —¿Estás bien? —pregunté. Los ojos de
soy yo la que lo retiene. No lo sé. María Marta Inés tenían lágrimas, pero sonrió de inmediato.
siempre está ahí, rondando. —Sí, estoy bien —contestó—, el revuelto
En ese sentido, una tarde de primavera me gramajo era la comida favorita de María Marta.
ocurrió algo que en su momento no supe leer. Hace mucho que no lo como.
Aún no me queda claro cómo hacerlo. Ese día, Inés y yo comimos la comida pre-
Inés Ongay era la amiga de la infancia de ferida de María Marta. Fue, para mí, un peque-
María Marta, la mujer que había sido testigo del ño homenaje a esa persona que estaría mero-
inicio de la historia de amor con Carrascosa. deándonos durante todo el almuerzo. A esa pre-
Inés vive en Bariloche y ella insiste en que sencia sutil que aún hoy, después de casi once
cuando la llamaron para contarle que su amiga años, viene a recordarme su existencia en cada
había tenido un accidente supo que la habían nueva mujer asesinada.
matado.
—¿Cómo lo supiste? —le pregunté mien-
tras almorzábamos en la terraza de un bar de la
Recoleta.
—No sé —me dijo, mientras sus ojos tre-
M i encuentro con Inés ocurrió mucho tiempo
después de que Enrique Sdrech decidiera
escribir un libro sobre el caso. Seguramente
mendamente claros miraban la nada—, lo sentí. él habría entendido el mensaje —el de ese al-
No te lo puedo explicar. muerzo— mejor que yo. Pero no llegó a ente-
Inés jamás me habló mal de Carlos rarse de mi reunión; el trabajo del Turco tenía
Carrascosa; simplemente no le creía. Incluso tiempos más cortos. Su libro —que se llamaría
cuando en el juicio oral declarara como testi- Seis balas para María Marta— debía cerrarse
go y los jueces le preguntaran si ella creía que a velocidad récord. Aunque no era su primer
Carrascosa había matado a su amiga, contestó: trabajo rápido o de largo aliento, el Turco des-
—La justicia me tiene que decir a mí tilaba adrenalina y ansiedad. El motivo: estaba
quién mató a María Marta. Lo que yo pienso enfermo. Escribía a contra reloj. Sabía que los
de Carrascosa es muy íntimo. Me lo guardo tiempos no los ponía la editorial ni la escritura.
para mí. Encaprichado tipiaba, poseído por la historia. A
En Recoleta, el sol nos entibiaba mientras veces se olvidaba de guardar el archivo en la
Inés hablaba de su amiga. Recordó anécdotas máquina y perdía horas de trabajo. Entonces se
deliciosas de María Marta. Me ayudó a humani- enojaba, gritaba, maldecía; hasta que se sentaba
zarla. Habíamos pedido unas botellas de agua y y volvía a domesticar las teclas que de a poco
en algún momento el mozo nos acercó el menú. iban armando ese, su último texto.
Inés Ongay. Amiga de la infancia de María Marta. Investigación ardua. Todos los cuerpos del expediente.
John Hurtig. El medio hermano de María Marta. El “pituto”. El plomo calibre 32 que fue hallado por los peritos.
No te sientas feo. Vas a tener que salir con vos todos los días. | 25
| El enigma de María Marta
zador. La sangre encontrada en ese elemento de pués Carrascosa fue procesado y detenido por
hierro y un agujero en una puerta de madera le el asesinato de su mujer, aun cuando a los pocos
habían llamado la atención. días sería excarcelado y esperaría el juicio oral
Los médicos le obedecieron, pero se hi- en libertad. ¿Por qué solo Carrascosa? El fiscal
cieron esperar con la respuesta. Molina Pico no y también el juez creyeron que había montado
se movió de su despacho. Repasó declaracio- la escena del accidente. El viudo había decla-
nes para calmar los nervios, se sentó, se puso rado que en el momento en el que mataban a
de pie, recorrió incontables veces los pasillos María Marta él estaba viendo un partido de fút-
de la fiscalía y se dedicó a mirar el teléfono con bol en la casa de sus cuñados. Pero la empleada
ansiedad. doméstica de esa casa lo desmintió y los em-
Hasta que llegó el llamado. pleados del club house del Carmel aseguraron
—Doctor, lo molesto de la morgue. que le habían servido un café y un limoncello
—Sí, lo escucho… ¿tiene algo para ade- esa misma tarde, por lo que Carrascosa estaba
lantarme? —preguntó con un hilo de voz. dentro del country. Para la justicia, Carrascosa
—Encontramos cinco plomos en la cabe- había intentado montar una coartada fallida.
za de la víctima. Son proyectiles. No hay dudas, Había mentido y ese principio de mendacidad
esto fue un homicidio. lo llevó tras las rejas.
Molina Pico no llegó a despedirse del fo- Lo insólito fue que buena parte del entorno
rense. Cortó la comunicación con un golpe. Se de María Marta lo defendía. Para los periodistas
le secó la garganta. Se sacó los anteojos y se de policiales aquella situación era inédita: los
agarró la cabeza. Ese día, me contaría después, familiares de la mujer asesinada —muchos de
el hombre del piano lloró. ellos, imputados por encubrimiento— respal-
daban al supuesto asesino. Padres, padrastros,
hermanos, hermanastros, cuñados, cuñadas, ve-
de María Marta, imputado por encubrimiento y respuesta para todas mis preguntas. Me mostra-
uno de los familiares que habían convocado a ron las partes del expediente que los beneficia-
la prensa. Le pedí reunirme con ellos a pesar ba y yo les mostré las otras. Los noté enojados,
de no haber sido invitada. Me respondió casi al dolidos, expuestos. Pero la foto de María Marta
instante: dio una dirección, un día y un horario. me recordaba que la única víctima era ella.
El día llegó, compré un cuaderno nuevo —¿Puedo pasar al baño? —pregunté fi-
para tomar notas y con las fotocopias del expe- nalmente antes de irme, y después de horas y
diente fui hasta la oficina en la que me habían litros de café.
citado. Era un edificio antiguo y bello del cen- —Por supuesto —contestó Irene señalan-
tro. Un encargado me abrió el portón de hierro do una puerta a nuestras espaldas.
y subí por un ascensor impecable. Cuando lle- Mientras me levantaba de la silla, no pude
gué, Irene Hurtig, la hermana de María Marta, evitar un comentario.
me esperaba con la puerta abierta. Estaba ansio- —Espero que el baño no tenga bañera.
sa. Yo también. Ellos se rieron del mal chiste. Yo, aver-
La habitación —convertida en oficina— gonzada, también.
era chica. Un escritorio grande y algunas sillas
eran el único mobiliario. Me llamó la atención
una pared llena de fotos familiares: un reguero
de momentos felices. Todos los personajes que
conocíamos por televisión estaban allí. Intenté,
E l tiempo fue pasando pero el interés por
el crimen de María Marta no cedía. En la
calle, en los bares y en las reuniones sociales
con disimulo, encontrar a María Marta en esas todos pedían más. Y el caso seguía dando más.
fotos. No lo conseguí. Cuando parecía que todas las cartas esta-
John Hurtig, el hermanastro, estaba sen- ban echadas —con la familia de María Marta
tado detrás del escritorio. De pie, a un costado, imputada y Carrascosa detenido— apareció un
estaba Guillermo Bártoli, el cuñado —también personaje que, a la manera de las puestas teatra-
imputado en la causa—. Irene me ofreció sentar- les, pareció llegar para devolverle el dinamismo
me frente a John. Acepté. Ella se ubicó a mi lado. al caso. Poco después de que Carrascosa fuera a
En ese momento la vi. Entre los papeles y la cárcel, sus abogados defensores consiguieron
las carpetas del escritorio había un portarretra- la excarcelación sumando un nuevo sospecho-
tos con una única foto: María Marta sonreía en so. El flamante personaje calzaba perfecto con
el medio de todos nosotros. Durante la charla, la necesidad de dar con un homicida por afuera
que duró horas, me costó sacarle los ojos de en- del círculo familiar. No fue difícil encontrar a
cima. Si mi pálpito era correcto, yo estaba sola quién apuntar: el objetivo era Nicolás Pachelo,
en un departamento tomando café con los ase- la oveja negra del Carmel.
sinos de esa mujer. Así que lo mejor era dudar. Pachelo vivía en el country. Nadie allí lo
Tal vez la equivocada era yo. A lo largo de la quería demasiado y por lo bajo murmuraban
entrevista los tres intentaron explicarme que que andaba «en algo raro».
mis críticas hacia sus conductas eran infunda- —Vieja concheta de mierda dejáme de
das, y lo hicieron de manera amable. Tuvieron joder —solía gritarle a cualquier mujer que le
Irene Hurtig. La hermana de María Marta. El cuñado. Guillermo Bártoli, otro de los imputados.
pidiera, por favor, que le pusiera un bozal a su diado por un guardia del club que, de haber no-
perro rottweiler. Y eso había tenido consecuen- tado algo raro —ni hablar de un asesinato—,
cias —por llamarlas de algún modo— «judi- habría dado la voz de alerta.
ciales». A Pachelo lo habían sancionado dentro A pesar de esto —que quedaría asentado
del country. Y es que en un lugar donde la se- en el juicio pero había sido expuesto mucho
guridad es privada, la vida social es privada y antes—, la familia de María Marta repetía la
hasta las diversiones son privadas, ¿por qué la hipótesis sobre Pachelo a quien quisiera escu-
justicia debería ser pública? La mayoría de los char. Para terminar de «construir» al enemigo,
countries tiene un comité de disciplina forma- los García Belsunce sacaron a la luz el suicidio
do por abogados —socios del club— que hace de su padre, dejando entrever que Pachelo po-
las veces de fiscalía: allí reciben la denuncia, dría haberlo asesinado; hablaron de sus trave-
buscan testigos y, con las pruebas en la mano, suras en el colegio secundario y hasta le acha-
sancionan al vecino díscolo. Algunos meses caron un pasado pirómano: sostenían que de
sin poder usar las instalaciones comunes o la chico, por celos, había incendiado la cuna de
prohibición de usar las canchas de golf suelen su hermanito menor.
ser las medidas más dramáticas; una especie de «Es mi asesino favorito», decía ante los
pena de muerte social que deja al condenado en medios uno de los abogados de los García
el limbo de las callecitas arboladas del country, Belsunce. Pero el prontuario privado de Pachelo
con la ñata contra el vidrio del club house. no tendría incidencia en la justicia, que es pú-
Algo de esto le había pasado a Nicolás blica. El primer cachetazo estaba por venir.
Pachelo mucho antes del crimen de su vecina
María Marta. La desaparición de unos palos de
golf lo había puesto en el banquillo de la Justicia
Carmelita —así la denominaban los miembros
del Carmel— y sus inconductas, insultos y gri-
E l Turco Sdrech siempre sospechó de
Carrascosa. Mucho antes, incluso, de que
lo hiciera el fiscal. Su mirada de sabueso les
tos no habían ayudado demasiado. El reo había aportaba una simpleza a veces pasmosa a los
sido condenado a una desopilante guardia estilo policiales.
«Gran Hermano». Un vigilante privado tenía la —Si en una casa matan a una mujer y el
tarea de controlar sus movimientos y, con una marido no puede probar que estuvo en ningún
jerga inventada para la ocasión, modulaba por otro lugar, estaba allí con ella. Todo lo demás es
su handy: «ROMEO salió de su casa y se dirige para la gilada —solía decir, y remataba su con-
hacia el golf». cepto recordándonos sus orígenes libaneses:—
Lo cierto es que este castigo ridículo final- Asalam aleikum.
mente le serviría de mucho a Pachelo. Cuando «La paz sea contigo», en árabe.
en el primer juicio oral contra Carrascosa —en El Turco pudo terminar y publicar su li-
el año 2007— la defensa del viudo señalara bro. La historia de María Marta estaba, para
como culpable al vecino díscolo, los abogados él, dentro de la misma línea que el misterio de
de Pachelo argumentarían que el día del crimen Cecilia Enriqueta Giubileo o el crimen de Oriel
de María Marta, Pachelo estaba siendo custo- Briant, dos casos que lo habían obsesionado en
la juventud. Cuando pensaba en ellas, el Turco Todos los protagonistas de la historia iban a es-
hablaba con cariño de sus «chicas». María tar ahí, interactuando, mostrando todo. O casi.
Marta fue la última de las tres. La justicia de San Isidro había dispuesto la
El día que murió el Turco se armó un in- sala más grande del edificio. Más de cien perio-
menso vacío. No solo en su familia y en noso- distas estábamos acreditados para cubrir el juicio
tros, sus compañeros, sino en una infinidad de del año. Los abogados defensores no lo tenían
gente que necesitó decir algo. En esos días mi fácil. El fiscal del caso, Diego Molina Pico, tenía
celular no paró de sonar: policías duros con la una imagen impecable. Cada cosa que hacía era
voz quebrada, familiares de víctimas que que- avalada por una sociedad que presentía una ver-
rían despedirlo, presos que usaban su crédito dad: Carrascosa era el asesino de su mujer, y el
de los teléfonos públicos de los penales para resto de la familia lo había encubierto.
mandar su saludo, fiscales, jueces, abogados, Los primeros días del juicio —que dura-
médicos forenses. Todos, o casi todos, decían ría cinco meses— fueron tediosos. Las horas de
lo mismo: «El Turquito ya debe estar con María lectura de pruebas recolectadas durante años se
Marta. Ya debe tener toda la historia». mezclaban con el sopor de las tardes de verano.
—Sdrech, qué personaje. Qué mal me la Hasta que dos semanas después de haber empe-
hizo pasar —recordaría tiempo después el fiscal zado todo, el taciturno Carrascosa abrió la boca.
Molina Pico—. Desde la pantalla del televisor —Perdón, señores jueces, quiero declarar.
me retaba, me decía que tenía que meter preso —Por supuesto, señor Carrascosa, es su
a Carrascosa. Lo más increíble es que mi madre derecho –—respondió la presidenta del tribunal
me llamaba y me decía que Sdrech tenía razón. oral, la doctora María Angélica Etcheverry.
En esos tiempos de retos y llamados, Carrascosa se levantó y, con una tranquili-
poco después de la muerte de María Marta, el dad notable, dedicó veinte minutos a desmentir
hombre del piano aún no tenía indicios para pe- todo lo que publicaban los medios.
dir el procesamiento del viudo. Pero el Turco —Carrascosa, para usted qué fue lo que le
ya tenía sus certezas, que tiempo después con- pasó a su mujer —preguntó otro de los jueces
firmaría la justicia. del tribunal.
—Para mí fue un robo —contestó el viudo.
—¿Y sospecha de alguien?
Sala. El escenario del juicio contra Carrascosa. María Angélica Etcheverry. Presidenta del tribunal oral.
bía robado un perro a María Marta. Pachelo era qué hizo el veintisiete de octubre de 2002, día
odiado en el country. Pachelo era ladrón. en el que fue asesinada la señora María Marta?
Pachelo, el actor secundario que habían —En primer lugar les quiero decir que yo
posicionado los García Belsunce, estaba em- no me levanté con un cronómetro en la mano.
pezando a convertirse en el protagonista de la Para mí ese fue un domingo cualquiera.
historia. Y, de un modo inesperado, le dio al Los periodistas nos miramos de reojo.
fiscal Molina Pico una doble tarea: demostrar Con ese arranque supimos que el vecino no iba
que Pachelo era inocente, básicamente para ar- a ser un hueso fácil de roer. Durante un rato lar-
gumentar que Carrascosa era culpable. go contó lo que, según su recuerdo, había hecho
Para eso Molina Pico planeó una juga- el día del crimen. Carrascosa lo miraba casi sin
da brillante: citó a declarar como testigo de la pestañear.
fiscalía al ya famoso Nicolás Pachelo. De esa —Pachelo —intervino Molina Pico—, us-
forma se garantizaba ser él quien le preguntara ted sabe que el señor Carrascosa dice que usted
primero al testigo, agotando así todas las pre- mató a María Marta.
guntas que los defensores del viudo tuvieran —Estoy harto de todo esto, me saqué
preparadas. sangre de manera voluntaria para acallar rumo-
La capacidad de convocatoria de Nicolás res, no fue suficiente; yo entiendo que el señor
Pachelo fue descomunal. En los cinco meses Carrascosa haga cualquier cosa para zafar pero
que duró el juicio ningún testigo tuvo tanto todo tiene un límite —empezó a gritar—. Esta
público. Estudiantes de derecho y de periodis- gente me tiene hinchadas las pelotas.
mo, vecinos de San Isidro y hasta los mozos Mientras el fiscal tranquilizaba a un
de un bar del barrio hicieron fila para acredi- Pachelo desatado, Carrascosa asistía a la esce-
tarse. Todos querían conocer al chico malo de na con la mirada clavada en su asesino favorito.
Carmel. La salida de Nicolás Pachelo de los tri-
Y el chico apareció dos meses después de bunales fue tumultuosa. Todos los periodistas
iniciado el juicio, puntual, sin hacer declaracio- queríamos hacerle una nota, pero el chico rebel-
nes, con la barba a medio crecer y vestido con de del Carmel, como lo llamábamos entre noso-
una camisa blanca y un impecable traje a rayas. tros, no quería saber nada con los micrófonos.
Pachelo parecía un galán de telenovela. La camioneta de su abogado, el doctor Roberto
Así y todo, no me detuve tanto en él. Ribas, lo esperaba en el estacionamiento del
Sentada en la punta de la primera fila destina- edificio y lo ayudó a salir por la puerta desti-
da a los periodistas, muy cerca de donde estaba nada a los camiones de traslado del Servicio
Carrascosa, cuando Pachelo entró a la sala solo Penitenciario.
tuve ojos para el viudo. Pude sentir su tensión De esa partida, las cámaras de televisión y
corporal. Durante las dos horas que duró la de- los fotógrafos de medios gráficos pudieron ob-
claración del vecino, el viudo no le sacó la mi- tener una única imagen bizarra: para evitar los
rada de encima. flashes, Nicolás Pachelo se había tapado la cara
—Buenos días, señor Pachelo —saludó con un enorme calendario de San Lorenzo de
la presidenta del Tribunal—, ¿nos podría decir Almagro, el club del que su abogado era fanáti-
Mirada. El viudo, atento a las declaraciones. Flashes. Pachelo y el calendario de San Lorenzo.
Molina Pico. Para muchos, un paladín de la justicia. En el bar. Familiares de María Marta y del viudo.
Amor y lágrimas. El pedido de justicia por el asesinato de María Marta sigue vigente.
Hay que tener cuidado con los signos de pregunta. Se te pueden dar vuelta. | 33
| El enigma de María Marta
El hombre fue absuelto por el homicidio pero Carrascosa fue sentenciado a prisión perpetua
condenado a cinco años y medio de prisión por el crimen de su mujer, condena que sigue
por el encubrimiento del crimen, y fue seña- cumpliendo en el penal de Campana.
lado como el primero de una lista familiar que Pero la historia no terminó ahí. En mayo
involucraba al clan García Belsunce. «Los de 2011 empezó el juicio por encubrimiento
elementos de prueba colectados demuestran calificado del crimen de María Marta. En ese
que los rastros del delito principal fueron li- caso había mucha más gente en el banquillo de
teralmente borrados por Carlos Carrascosa y los acusados, y lo curioso —entre tantas co-
su séquito de acompañantes circunstanciales y sas que llamaban la atención— era que todos
habituales. Algunos por conveniencia y otros lucían distinto. Algunos familiares estaban
por ignorancia», decía un tramo del fallo. más flacos, otros más gordos, casi todos te-
Esa parte fue un baldazo de agua fría para nían más canas, algunos habían muerto, otros
la familia: todos estaban adentro; los García simplemente habían crecido. Los sobrinos de
Belsunce eran los siguientes en la fila. María Marta, que en el momento del crimen
Terminada la lectura del fallo, Carlos era nenes, ahora asistían al juicio como uni-
Carrascosa no se inmutó. Enfrentó la condena versitarios.
con una dignidad admirable, mientras los sollo- En esa segunda etapa mi relación con los
zos ahogados de los familiares y amigos inun- García Belsunce fue amable. Yo, a fuerza de
daban la sala. «Este tribunal ordena la inmedia- horas y horas de aire, había aprendido a escu-
ta detención de Carlos Carrascosa», se leyó. char más y cuestionar menos. Ellos, a fuerza
Sentada en la primera fila fui testigo pri- de golpes judiciales, habían aprendido a tole-
vilegiada de lo que estaba sucediendo. Los jue- rar las críticas y habían eliminado esa soberbia
ces del tribunal se levantaron y se fueron de la de clase que ostentaban en los comienzos de
sala. El fiscal Molina Pico los siguió. Carlos todo. Horacio García Belsunce, hermano de
Carrascosa le clavó la mirada al policía que se María Marta, mostraba con su historia la pa-
preparaba para detenerlo. Esa noche helada de rábola familiar: había pasado de ser el perio-
2007 sería recordada en los tribunales de San dista y abogado que se quejaba por televisión
Isidro como la noche en la que el viudo se fue de que la justicia no le permitía salir del país
con dos esposas. para ir a Punta de Este, a ser un hombre que
ofrecía a los cronistas su nuevo servicio: el de
remisero.
Perpetua. Carrascosa cumple su condena en Campana. Defensa propia. Irene Hurtig ahora es abogada.
decisiones policiales
¿V os pensás —le pregunto a Chiri— que las
mujeres asesinadas son más interesantes
—¿Y el marido, Carrascosa? ¿Dónde estaba
cuando mataron a su mujer?
que los hombres asesinados? —Esa es la pregunta del millón —me dice
—¿Para los medios? Chiri—. Según él, entre las seis y las siete de
—No —le digo—, para vos. la tarde estuvo en la casa de su cuñado viendo
—No... Yo no hago diferencias entre el femici- fútbol. Pero siempre quedaron dudas sobre esa
dio y el homicidio. coartada.
—¡Mentira! Este año pediste cinco crónicas —Una de las mejores coartadas de un esposo
policiales y ya van seis mujeres muertas. La ge- que asesina a su mujer la inventó Abelardo Casti-
mela de Pico Truncado, las cuatro asesinadas de llo, ¿te acordás de ese cuento?
La Plata y esta chica María Marta del country —le —¡Claro! «La cuestión de la dama en la Max
enumero. Lange». Qué buen cuento, hijo de puta, qué ga-
—Es verdad, sos un gordito matemático muy nas me dieron de leerlo otra vez.
detallista... Pero no las pedí yo solo a esas cró- —En medio de un torneo de ajedrez —digo,
nicas. Las pedimos entre los dos. Vos sos el di- con voz de trailer de Cinemax—, cuando sabe
rector de esta afamada publicación internacional. que su contrincante va a pensar su jugada mucho
—En todo caso yo te dije siempre que sí, que tiempo, el ajedrecista finge ir al baño, llega a su
no es lo mismo. A mí me chupa un huevo si el casa y mata a la esposa.
muerto es un hombre, un perro o una vieja. Vos —Después vuelve haciéndose el boludo y
sos el jefe de redacción, y a los policiales los pro- sigue jugando —concluye Chiri—. En ese mun-
pusiste siempre vos, con tu amiguita nueva. do donde lo único que cuenta es el tablero y el
—¿Estás celoso de Josefina? movimiento de las piezas, nadie se da cuenta de
—En absoluto. Podés hacer lo que quieras, es que falta un jugador. Para todos los testigos del
tu vida. torneo, el asesino nunca abandona su lugar. Una
—¿Y qué te pareció la elección de Florencia coartada perfecta.
Etcheves? —Y muy literaria. Si Enrique Sdrech hubiera
—Me sorprendió un montón, me gusta cómo estado de espectador en ese torneo, el detalle no
escribe esa chica —le digo—. Fue una gran elec- se le habría escapado...
ción, te felicito mucho. —¿Ves? Una cosa que me alegra es haberle
—La sugirió Josefina. hecho un homenaje al Turco Sdrech antes del fin
—Bueno, tan tan bien no escribe —matizo—, de la revista. La crónica fue casi una excusa para
pero para ser una chica que trabaja en la televi- hablar de él.
sión, estuvo muy bien. —Hay una historia famosa de Sdrech cuando
—Qué hombre imbécil que sos, diría tu señor murió Yabrán —le digo—. ¿La conocés?
padre. —No.
—Y al final, ¿encontraron el pituto famoso? —Habían encontrado el cuerpo de Yabrán
—Sí. justo ese día. Todos los canales estaban diciendo
—¿Dónde estaba? que había sido suicidio. El Turco, en vivo por la
—En el pozo ciego de la casa del country, ¿te tele, le hacía una entrevista a un comisario que
acordás que un familiar lo vio y lo tiró por el ino- acababa de ver el cadáver. «Comisario, ¿Yabrán
doro? La policía y los peritos lo buscaron durante estaba descalzo...?», le preguntó. «No», dijo el
dos días con un detector de metales. Los tipos comisario, «¿por qué?». «Porque es imposible
tuvieron que vaciar el pozo, y después tuvieron que pueda haberse suicidado poniéndosela en la
que pasar el barro y los excrementos a distintos boca la escopeta que usted dice que usó para
baldes. Al final volcaron todo sobre sábanas y co- suicidarse... Porque con el brazo no llega al gati-
menzaron a buscar, con el detector de metales llo». Qué maestro, Sdrech.
pero también con las manos. Hasta que sonó la —Si estuviera vivo —me dice Chiri—, lo ha-
chicharra y apareció el pituto. bríamos invitado a escribir en la revista, ¿no?
—¿Y por qué me contás eso tan espantoso? —No sé —le digo—, a mí a las reuniones so-
—Porque lo leí el otro día y me quedé muy bre los policiales nunca me llamaste. Preguntále
impresionado. a Josefina. x
(*) Esta carta es para Thomas Alan Waits (California, 1949), más conocido como Tom Waits.
dos horas con
stephen
hawking
escribe josé edelstein
fotos de jaime travezán
L
os pasillos de las modernas pago-
das que conforman el Centro para
las Ciencias Matemáticas de la
Universidad de Cambridge con-
vocan al desconcierto. Una indes-
cifrable estructura de anillos enlazados, con
varias puertas exteriores en la planta baja,
contribuyen a incrementar la desorientación
del visitante. En el primer piso, una puerta
josé edelstein sobresale de la confusa coreografía represen-
Buenos Aires, 1968 tada por el sinfín de oficinas idénticas. Es la
Físico teórico. Licenciado en el Instituto
única que carece de picaporte. Se abre con
Balseiro y Doctorado en la Universidad un código numérico y aún se aprecian en ella
Nacional de La Plata, realizó pos- cuatro pequeños agujeros en los que, hasta
doctorados en la Universidad de hace poco, otros tantos tornillos sostenían una
Santiago de Compostela (en la que discreta placa dorada con diecisiete caracte-
actualmente es profesor), Harvard
University y el Instituto Superior Técnico
res negros grabados en tipografía clásica, en
de Lisboa. Fue investigador Ramón letras mayúsculas, que decían «LUCASIAN
y Cajal en España y es investigador PROFESSOR». La chapa tuvo un corto reco-
asociado del Centro de Estudios rrido, a lo largo del pasillo, hasta ir a parar a
Científicos de Chile. Su campo es la la puerta de Michael Green, uno de los padres
física teórica de altas energías, en el que
ha publicado más de medio centenar
de la Teoría de Cuerdas. El mismo rótulo ha-
de artículos científicos y ha impartido bía sido atornillado en 1669 en la puerta del
conferencias en una veintena de países. despacho de un joven profesor, de tan solo
Como escritor, es autor de veinticinco veintiséis años, que respondía al nombre de
textos publicados en diarios y revistas Isaac Newton. Desde entonces, ser el titular
de Argentina, Chile y España. Por
ellos obtuvo el premio de divulgación
de la Cátedra Lucasiana se ha convertido en
científica del CPAN en 2010 y 2011, el una distinción superlativa, legendaria, que
Premio de Comunicación Científica de han compartido gigantes de la historia de la
la Fundación Española para la Ciencia ciencia como George Stokes, Paul Dirac y
y la Tecnología en 2012 y una mención quien me espera al otro lado de la puerta de
de honor en el concurso internacional
la oficina B1.07, Stephen William Hawking.
Ciencia En Acción, 2013.
42 | El 1 es un número finito.
José Edelstein |
siglo, sus resultados serían recibidos como una evaporarían llevándose consigo todo lo degluti-
curiosidad matemática que no podía ser cierta. do. Esto lleva a un sinfín de paradojas y proble-
Una rareza patológica, el pénfigo paraneoplá- mas conceptuales que han tenido y aún tienen a
sico acabó con su vida apenas unos meses más mal traer a los más grandes físicos. Y que, todo
tarde. En 1939 Robert Oppenheimer y Hartland indica, encierran la llave que abriría las puertas
Snyder demostraron que una estrella suficien- para una comprensión más amplia y profunda
temente pesada podía implosionar debido a la de las leyes de la Naturaleza.
atracción gravitatoria, colapsando hasta llegar
al estado descrito por Schwarzschild. Poco
después, Oppenheimer sería el principal res-
ponsable del proyecto que alumbró las bombas
atómicas que Estados Unidos arrojó en Hiro-
N inguna de las predicciones de Hawking
ha podido ser comprobada. La tempera-
tura de los agujeros negros que, nadie duda,
shima y Nagasaki. Muchos otros físicos apor- pueblan el Universo y, en particular, están en
taron pistas de gran relevancia. Sin embargo, el centro de todas o la mayoría de las galaxias,
el cambio de estatus de estos seres mitológi- es extremadamente baja. Están más fríos que el
cos a entes posiblemente reales, cuya fuerza de espacio exterior. Es imposible, por lo tanto, de-
gravedad es tan intensa que ni siquiera la luz tectar su emisión térmica. Esto no quiere decir
puede escapar, debe mucho a John Archibald que no haya sólidas evidencias de su existen-
Wheeler, quien los bautizó con el nombre de cia: la prolongada observación de las estrellas
agujeros negros en 1967. Por aquellos años, el que habitan en las inmediaciones del centro
flamante doctor Hawking comenzaba a domes- de la Vía Láctea, por ejemplo, describen órbi-
ticarlos, armado de papel y lápiz, al tiempo que tas muy pronunciadas alrededor de un punto
su esposa Jane se ocupaba de Robert, el primo- en el que los telescopios no ven nada. Esta es
génito recién nacido. la razón por la que Hawking no ha ganado el
Ya confinado en una silla de ruedas, Ste- premio Nobel. Sin embargo, todo hay que de-
phen Hawking vio nacer a su hija Lucy, quien cirlo, ha sido galardonado con una distinción
trajo algo más que un pan debajo del brazo. Po- mucho más prestigiosa. Se trata de la medalla
cas semanas después de su inspiradora llegada Copley, el premio científico más antiguo del
al mundo, Hawking descubrió que los agujeros mundo que entrega la Royal Society de Lon-
negros debían tener entropía, un concepto es- dres desde 1731. Hawking lo recibió en 2006,
tadístico asociado a sistemas compuestos. No dos años antes que su amigo Penrose. Mientras
obstante, a diferencia de todos los sistemas na- que el Nobel, entre la física, la química y la fi-
turales conocidos, la entropía del agujero negro siología, premia habitualmente a entre seis y
parecía residir en su frontera y no en el agujero nueve científicos, la Copley se concede a una
negro en sí. De este modo, toda la información sola persona por año. La han ganado Charles
de un agujero negro se encontraría en la super- Darwin, Benjamin Franklin, Albert Einstein o
ficie, como si se tratara de una lata de conser- Louis Pasteur. Y cuando en alguna rara ocasión,
vas que no se puede abrir y a cuyos detalles como en 1838, fue difícil inclinarse por un solo
podemos acceder solo leyendo la etiqueta. Los candidato y debió ser compartida, quienes lo
agujeros negros, según Stephen Hawking, son hicieron fueron Michael Faraday, uno de los
hologramas en sí mismos. diez físicos más importantes de la Historia, y
Pero cómo era posible que, por así decirlo, Carl Friedrich Gauss, el rey de la matemática.
los restos de toda la materia engullida por este En 1989, por cierto, la Copley fue otorgada a un
monstruo voraz quedara codificada en la super- egresado de la Universidad de Buenos Aires, un
ficie imaginaria que la rodea. Este resultado, tal César Milstein.
encontrado paralelamente por Jacob Bekens- A principios de los ochenta Hawking se
tein, un estudiante de doctorado de Wheeler, propuso escribir un libro en el que pretendía ex-
llevaba de inmediato a la conclusión de que los plicar los conceptos de frontera de la física fun-
agujeros negros debían tener también tempera- damental al gran público. Sin dudarlo, rechazó
tura y, por lo tanto, como todo sistema calien- hacerlo con editoriales académicas, con la idea
te, emitir radiación. Así, los agujeros no serían de que el texto pudiera llegar a cualquier lector.
negros. Las aportaciones teóricas de Hawking Habituado al uso de un lenguaje metafórico y
dieron entidad física a estas misteriosas criatu- cargado de imágenes en sus charlas, lo que le
ras que, al emitir radiación, eventualmente se ocasionó algún que otro disgusto en su paso por
El primer contacto
visual tuvo un
ingrediente
inesperado.
Sorprendente. El
científico más famoso
del planeta tenía
enfundados unos
anteojos oscuros que
bien podrían haber
sido los de Caiga
quien Caiga.
Desde hace casi tres décadas, Stephen cía hasta entonces. Y la velocidad con la que
Hawking se comunica con el mundo exterior a podía comunicarse cayó en picada, hasta llegar
través de una computadora integrada a su silla a una palabra por minuto. Para mejorarlo han
de ruedas y un programa especial con el que explorado y están explorando toda clase de al-
arma sus frases, las que finalmente son emiti- ternativas, desde el escaneo cerebral hasta el
das por un sintetizador de voz. Pese al progreso seguimiento de ojos o eye tracking, pasando
tecnológico de los últimos años, no ha querido por un sofisticado arreglo que monitoriza su
saber nada con la posibilidad de mejorar la voz rostro aprovechando toda la complejidad de
metálica y con acento estadounidense que emi- movimientos que está a su alcance. Pero, de
te el sintetizador: hecho que podría hacer sonro- momento, sigue utilizando este sistema.
jar a cualquier profesor de una universidad tan A pesar de haber estado con él durante una
británica como Cambridge. «Esta es mi voz», semana en Santiago de Compostela, hace cinco
sostiene con una lógica aplastante. años, la perspectiva de enfrentarme a una con-
Hasta comienzos de la década pasada era versación tan llena de prolongados silencios
capaz de mover los dedos de su mano derecha resultaba perturbadora. Lo saludé, me senté a
con suficiente agilidad como para manipular su lado y le mostré el número catorce de Orsai,
un mouse. Pero al perder la movilidad en su explicándole de qué se trata el proyecto. Miró
mano, hubo que recurrir al reconocimiento la revista con interés y luego me observó con
de sus movimientos faciales. Su anterior asis- atención. Sobre todo cuando, a continuación, le
tente, Sam Blackburn, diseñó un detector que comenté que María, una hermosa niña que se
sobresale de sus anteojos como un minúscu- acercó a él cuando vino a Galicia y a quien se
lo flexo, registrando los movimientos de su le había diagnosticado una enfermedad similar
mejilla. Este nuevo sistema, al depender de a la suya, estaba muy bien y regularmente me
una única forma de hacer «clic», impedía que escribía para hacérmelo saber y recordar ese
Hawking navegara en la pantalla como lo ha- momento que para ella había sido inolvidable.
(...)
El efecto que produce la mirada de Ste- que, para mi alivio, declinó mi ofrecimiento de
phen Hawking cuando sus ojos claros se posan ejercer la empresa imposible de traducir las le-
sobre los nuestros, sin duda potenciado por la tras del lunfardo al inglés. Se lo recordé al en-
inmovilidad del resto de su cuerpo, es sobre- trar en su despacho. Le pregunté si había algún
cogedor. En ese momento uno tiene la certeza otro aspecto de Argentina que resonara en él, y
de estar con él, de que él está con uno. Es un al enumerar los elementos anteriores me respon-
breve instante de comunión, de comunicación dió de la manera más inesperada, completando
intensa, que deja un registro indeleble. la lista «... y el Papa. Soy miembro de la Acade-
Durante el primer almuerzo que tuvimos mia Pontificia de Ciencias y espero verlo en la
juntos cuando visitó Galicia salió a colación su próxima reunión».
exquisito gusto por la buena carne. La inmovi- No sé si me sorprendió más que tuviera
lidad de su rostro convierte el momento de la presente la nacionalidad del nuevo Papa o el
comida en una situación difícil y allí asoma su hecho de que un agnóstico como él hubiera
proverbial y obstinada determinación. Jamás optado por esta referencia, pudiendo recurrir a
parece tomar una decisión culinaria en función tantas otras. De hecho, la física teórica de las
de la comodidad o buscando simplificar el trá- últimas dos décadas ha estado marcada por la
mite. No se priva de nada. En Galicia no dejó irrupción de una nueva figura que ha revolu-
marisco sin probar y se aseguró de comer pul- cionado el que quizás sea el terreno más árido
po y percebes hasta la extenuación. Al hablar del último siglo: la búsqueda de un formalismo
de carne, fue inevitable derivar hacia la calidad que haga compatibles las dos grandes teorías
de la carne argentina. Y de allí, por asociación del siglo veinte, la Física Cuántica y la Teoría
directa, al tango. En Santiago de Compostela de la Relatividad General. Se trata del argen-
se entretuvo una de las noches con un número tino Juan Martín Maldacena, que es en la ac-
de tango, con cantor y pareja de bailarines in- tualidad miembro del prestigiosísimo Instituto
cluidos, que siguió con enorme atención. Tanta de Estudios Avanzados de Princeton, en el que
quin le quedaba como pintado era al actor Da- monumental Plaza del Obradoiro, tras realizar
niel Craig, ataviado como su alter ego, James el fragmento final del milenario Camino de San-
Bond. Pero el principal ausente de la cena fue el tiago, aceptó sin pensárselo dos veces mi suge-
propio Hawking, quien no pudo asistir por pro- rencia de saludarlo por su nombre, con el único
blemas de salud. Estuvo su madre, Isobel, con objeto de ver la cara de sorpresa que ponía.
quien mantuvo una relación muy cercana hasta
que falleciera, hace pocos meses, a los noventa
y ocho años.
M ientras esperaba que respondiera a mis
preguntas, contemplaba con la respira-
ción contenida su titánico esfuerzo. Cuando
más importante de la Historia. Pero sería ries- 2006. La carta llegó de alguna manera al Comi-
goso intentar comunicarse con civilizaciones té Británico para las Universidades de Palestina
extraterrestres. Si decidieran visitarnos, el re- (BRICUP), de allí trascendió a la prensa y la
sultado podría ser similar a lo ocurrido cuando plataforma Boicot, Desinversión y Sanciones
los europeos llegaron a América, un asunto que (BDS) se apresuró a señalar que Stephen Haw-
no acabó muy bien para los nativos». king había adherido a su causa. La breve y res-
A principios de mayo de 2013 Hawking se petuosa misiva de Hawking terminaba diciendo
vio envuelto en una polémica. Había aceptado «Si hubiera participado, habría expresado mi
una invitación para participar de la conferencia opinión de que la política del gobierno actual de
«Enfrentando el mañana: el factor humano en Israel presumiblemente conducirá al desastre».
el moldeado del porvenir», organizada bajo el En un tema sensible para la opinión pú-
auspicio del presidente de Israel, Shimon Peres, blica internacional, las críticas arreciaron de
en Jerusalén. A un mes y medio de que tuviera inmediato. Para peor, la Universidad de Cam-
lugar, envió una breve y discreta carta a los or- bridge declaró inicialmente que Hawking no
ganizadores anunciando que declinaba su parti- viajaría a Israel por temas de salud y tuvo que
cipación, tras consultar a científicos palestinos desdecirse horas más tarde, dejando en el aire
que había conocido en su viaje a Ramala, en la sensación de que habían intentado ocultar la
realidad. Nadie se detuvo a leer su declaración personales o si la oferta les llegara a través de
y enmarcarla en el contexto que supone el paci- un emisario al que no considerasen apropiado.
fismo militante de alguien que ha visitado Israel Si la reina de Inglaterra lee Orsai, la animo a
en diversas ocasiones, ha recibido su máxima volver a intentarlo.
distinción científica (el premio Wolf) y mantie- Mucho se ha escrito ya sobre su vida y
ne estrechos vínculos con sus investigadores. su obra. Pero ahora Stephen Hawking decidió,
Alguien que de ninguna manera adheriría a por así decirlo, matar al intermediario y hacer-
boicots como los promovidos por la BDS, que lo él mismo. Escribió sus memorias y, como
son la sencilla negación del diálogo. Hawking no podía ser de otro modo, las tituló Mi breve
dedicó, con un esmero conmovedor, tres cuar- historia. Su aparición es inminente. La edición
tos de hora a explicarme su posición que, en inglesa que editó Random House se presentará
definitiva, buscaba aportar un granito de arena el doce de septiembre, casi al mismo tiempo
para contribuir a que se restablezca el diálo- que la publicación de este perfil en esta revis-
go entre las partes. «Yo iba a ir a Israel con ta. A un mes de su salida, ya ha vendido miles
la condición de poder dar una conferencia en de ejemplares solo en la India. Una semana
Cisjordania, porque siento que las universida- después, con su presencia en la sala, se pro-
des palestinas necesitan contactos con el mun- yectará en el Festival de Cine de Cambridge la
do exterior, pero todos los académicos pales- película-documental Hawking, un biopic que
tinos me dijeron que debía respaldar el boicot. trata sobre su vida y cuenta con su colabora-
Sentí mucho no haber ido. Si lo hubiera hecho, ción en el guion. Y al día siguiente tendrá lu-
habría dicho que Israel necesita hablar con los gar el estreno comercial, simultáneamente, en
palestinos y con Hamas, como Gran Bretaña todo el Reino Unido.
hizo con el IRA. No haces la paz hablando con Antes de despedirnos, nos mudamos al
los amigos sino con los enemigos. Estoy feliz Potter Room para hacer las últimas fotos. Se
de que las conversaciones de paz estén ahora trata de un salón que es el punto neurálgico del
retomándose. Si esto hubiera ocurrido antes, Departamento de Matemática Aplicada y Físi-
yo habría ido a Israel». ca Teórica, donde tienen lugar las discusiones,
los seminarios, las conferencias y hasta el obli-
gatorio five o’clock tea. Allí tuve el privilegio
Comenzó su carrera como reportero gráfico, más tarde incorporó moda y retrato. Como
Jaime fotoperiodista cubrió la guerra de Kosovo. En cuanto a moda y retrato su trabajo ha sido
Travezán publicado en numerosas revistas, entre ellas Vogue y Elle. Ha ganado numerosos premios
internacionales además de ser galardonado como fotógrafo del año de 2012 por la revista
Lima, 1963 británica Professional Photographer. Su trabajo se puede ver en www.jaimetravezan.com.
S
i el mono más inteligente del mundo juega —Perdí. Yo creía que había sido en Sur pero
al ajedrez contra la computadora 286 que fue en El exilio de Gardel. Todavía no me explico
teníamos en el departamento de Congreso, esa laguna.
¿quién gana? —¿Te fijaste en la Wikipedia que carajo es el
—Tablas —me dice Chiri. bolsón de Higgs?
—Es increíble lo poco que entiendo de cosas —Me da fiaca. De todos modos ya lo encon-
difíciles —le confieso—, y a la vez cuánto alivio traron y no le cambió la vida a nadie. Y no se lla-
me da saber que hay gente que está en eso. ma bolsón. Se llama bosón.
—¿Que está en qué? —Bosón es una palabra confusa. Parece un
—En ver si se puede viajar al futuro, si los monos género musical colombiano. «¡Mueve tus partícu-
y las computadoras aprenden a jugar al ajedrez, si las al ritmo de este bosón!» —Chiri no se ríe, se
hay universos paralelos, todas esas boludeces que me queda mirando a través del Skype—. ¿Sabés
salen en la sección «ciencia» de los diarios. qué me da miedo?
—Te alivia que existan científicos, eso querés —Qué.
decir. Me preocupa tu falta de claridad últimamente. —Que un día Stephen Hawking, o los del
—Claro, me deja tranquilo que existan. Hay CERN, todos estos inteligentes, descubran que
gente que está buscando la partícula de Dios hay un universo paralelo, como en Fringe, y que
mientras nosotros estamos procrastinando. ¿No en el otro universo yo sea flaco porque tuve fuerza
te parece un alivio? de voluntad.
—Me contó José Edelstein que a la partícula —No creo que tengamos tecnología para
de Dios también le dicen «la partícula de la botella descubrir un universo paralelo y poder verlo.
de champán». —Mejor. No quiero que el otro yo sea mejor
—¿Y te dijo por qué? que yo.
—Porque parece que en 1993 el ministro de —Hasta ahora, si te lo ponés a pensar, lo más
ciencia británico ofreció una botella de champán importante que han hecho los señores que traba-
como premio a quien fuera capaz de explicarle el jan en el CERN es haber creado internet.
bosón de Higgs. —Yo creía que internet la habían inventado los
—¿Quién es Higgs, qué es un bosón? yanquis a finales de los sesenta, cuando se creó
—No tengo idea —me dice Chiri. el primer enlace entre las universidades de UCLA
—¿Y quién ganó la apuesta, era plata? y Stanford.
—No había plata. Había una botella de —Eso se llamó ARPANET. Los que dieron el
champán de premio. ¿Por qué no prestás atención paso real para la revolución de internet fueron los
cuando te hablo? La ganó un físico que se llama científicos del CERN. Ellos crearon el primer siste-
David J. Miller. ma de documentos de hipertexto enlazados y ac-
—¡Cómo apuestan los científicos! ¿Y viste que cesibles. Parece que estaban cansados porque
a Stephen Hawking también le gusta apostar? tenían que caminar mucho cada vez que querían
—Es cierto. hablar con alguien o buscar información. Enton-
—En eso soy un poco científico, ¿no? ces inventaron una cosa para que, más allá del
—Es verdad —me dice—. Cuando vas al sistema, todas las máquinas del lugar pudiesen
casino te transformás. Hacés cálculos, pensás compartir documentos con las demás.
martingalas y se te pone cara de científico, muy —Es decir que el origen de internet está en
diferente a la que tenés ahora, que es más bien la pereza, en la fiaca, ¡en la apatía! —grito con
de pelotudo. fuerza, contentísimo.
—A vos en cambio no te gusta mucho el —Claro: cero ganas de caminar, de tomar sol,
casino, ni apostar, ni nada. Siempre fuiste muy de hablar con la gente...
católico en eso. —Eso quiere decir que la falta de ejercicio, la
—La cosa más rara por la que aposté en mi procrastinación, comer cualquier cosa a cualquier
vida —me dice Chiri— fue el nombre de la pelícu- hora, hablar boludeces por Skype, etcétera, es
la en la que Gabriela Toscano mostraba las tetas. algo natural de internet, no es culpa mía.
—¿Y qué apostaste? —Por supuesto, querido amigo gordo.
—Un pollo. —Entonces estoy salvado. Por lo menos en
—¿Ganaste? este universo. x
56 | Una lista de reproducción para días de lluvia. Como la que armó Noé.
Planeta Tute, por Tute |
| 57
cosa de
machos escribe Pablo Scioscia
ilustra david pugliese
Hay que dejar ir a los sentimientos para saber si saben volver solos. | 63
| Cosa de machos
de nosotros. Para mí es muy triste pensar que aprende otra forma de vida pero cuando se va
otra persona le va a decir que se siente, le va a su casa todo vuelve a ser igual, en diez días
a dar su comida o le va a tirar la pelota. Ojalá van a tener el mismo perro. Romeo tiene que
nunca se olvide de nosotros. aprender normas. Miren esto.
Estábamos destrozados, no veíamos futu- Maxi Aráoz entra a la casa y vuelve con
ro. Algunos amigos trataban de convencernos un tarro lleno de comida para perros. Lo agita.
de que la cosa no sería tan grave. Fracasaban. Todos los perros se acercan y se sientan a su al-
Entonces trataban de consolarnos. Y volvían a rededor. Lo miran embobados. Tira un puñado
fracasar. Yo sentía que lo único que me interesa- de comida al suelo y grita «¡Fuera!». Todos los
ba era que alguien me dijera que se hacía cargo perros se hacen a un lado y forman un círcu-
de Romeo. Pero no sucedía. Hasta que Verónica, lo alrededor de la comida. Todos excepto un
quien hasta hace poco fue mi jefa —yo hablaba golden, que intenta reprimirse pero no puede
de esto con mi jefa— me aconsejó un día que aguantar y se roba un bocado. En ese momento
consultara a Majo, una proteccionista que tra- se escucha un gruñido, el perro agacha la ca-
baja en la misma empresa. No sabía quién era beza y se escapa hacia atrás. Maxi Aráoz está
Majo, pero hice caso. Bajé dos pisos hasta su agazapado y tiene el labio superior levantado:
escritorio y terminé hablando con una completa se le ven todos los dientes.
desconocida como si fuera mi hermana. Le dije —¿El del gruñido fue… él? —me pregun-
que yo quería llevarlo a un lugar que se llama El ta Lucía en voz baja. Asiento con la cabeza.
Campito, donde —según se ve en su página de —Este no vive acá —dice Maxi Aráoz—.
Facebook— hay cientos de voluntarios que se Es de un estudiante. ¿Pero te diste cuenta de lo
ponen remeras naranjas y se ocupan con alegría que hacen? El espacio de comida para los pe-
de perros rescatados de la calle. Pero Majo me rros es de dos metros de diámetro.
dijo que el lugar estaba superpoblado y, en cam- Mientras habla, el alimento balanceado
bio, me recomendó un adiestrador. sigue en el suelo y los perros siguen mirándolo
—Andá a verlo a Maxi Aráoz. Trabaja con absolutamente idiotizados, segregando baba.
perros dogo, con pitbull, tiene mucha experien- —Ellos entendieron que es mi comida.
cia tratando agresividad con perros complicados. Ahora que lo entendieron y que lo respetaron,
Lo he visto cazar a un león furioso. Y tiene pen- pueden comer. Coman —dice y tira un manojo
sionado: le vas a poder dejar el perro para que te de alimento balanceado. Entonces sí, los perros
lo reeduque y después, capaz que puede volver a se abalanzan sobre las galletas.
vivir con vos. Y si no, le buscamos otra familia. A Rodo y a Lucía les brillan los ojos.
Recién entonces Lucía y yo dejamos de Supongo que a mí también.
llorar. Al fin había aparecido una chance de sal-
var nuestra relación con el perro. Así que llamé
al adiestrador, y acordamos esta cita.
M axi Aráoz nos convenció de que es el
hombre que puede solucionar la cuestión
canina. Lo que sigue es una semana de pre-
mientras yo escribo. Romeo, todavía adorme- —Chicos: tengo una noticia buena y una
cido, se lame la herida y me mira con los ojos mala para darles. La buena es que Romeo no
achinados. Veo el escroto vacío y suturado de es un perro agresivo. La mala es que es un pe-
mi perro. Siento el peso de haber tomado una rro dominante e inseguro. Por eso ataca. Él cree
decisión irreversible sobre un cuerpo ajeno. que debe tomar las decisiones pero tiene miedo
Días después, el lunes siguiente al de ese y no sabe ser líder sin recurrir a la violencia.
episodio, traemos a Romeo a lo de Maxi Aráoz. Además, hizo recurso de ustedes, conformó un
Si todo va bien, el perro se quedará para comen- círculo insano. Miren esto.
zar el tratamiento. Cuando llegamos Aráoz sale Maxi se aleja con Romeo y le acaricia la
a la vereda y nos pide que le dejemos al perro cabeza. El perro no hace absolutamente nada.
y nos vayamos a dar una vuelta. Romeo tiene Después se acerca a nosotros e intenta hacer lo
puesto un bozal, pero en cuanto el adiestrador mismo y Romeo se convierte en una fiera du-
se acerca le tira un tarascón. Él ni se mosquea. rante cinco segundos. Como si fuese un mago
Después el perro se deja llevar y, cuando el por- que muestra que no hay trampa en el truco,
tón gris se cierra, nosotros nos vamos a esperar a Maxi repite la escena una, dos, tres veces más.
la esquina. Son casi las once de la mañana de un Parece René Lavand haciendo su acto más fa-
lunes cálido. La calle está desierta, excepto por moso: «no se puede hacer más lento».
dos vecinos que charlan bajo la sombra de un —El perro me ataca cuando estoy al lado
árbol. Uno es un viejo con pocos dientes. El otro de ustedes, pero si estamos los dos solos no me
es un tipo de unos cuarenta años, con pelo largo, hace nada. Es la demostración de las dos cosas
cara de recién levantado y un tatuaje enorme en que les dije: que no es agresivo y que, cuando
el brazo derecho. Viste solamente un pantalón está con ustedes, cree que tiene que proteger a
corto: no usa remera ni ojotas. Los miro. Tengo la manada. Además, lo dejé con los otros dos
calor y estoy vestido para ir a trabajar; cuando perros, que son súper dominantes y no tuvo
llegue a los cuarenta quiero tener la vida de ese conflicto: incluso Charly lo montó y él no lo
hombre: levantarme a media mañana, tomar atacó. Yo creo que no va a tener problemas, que
mate en cuero con el viejo de al lado. Mientras va a aprender bien, pero es un perro con el que
pienso en eso Maxi Aráoz abre el portón y nos van a tener que ser firmes toda la vida.
hace señas para que nos acerquemos. Estamos No tengo dudas de que el perro va a apren-
ansiosos por saber las novedades. El adiestrador der, pero no estoy seguro de poder ser el líder
enciende un cigarrillo y dice: que Romeo está necesitando. Maxi Aráoz dijo
—Bueno, ahora vamos a entrar. Dejé hace un rato que la clave está en las cuatro «p»:
libres a los dos capos de la manada para que pasión, paz, perseverancia y paciencia. Con la
empiecen a conocerlo y lo aceptaron sin pro- primera puedo cumplir, pero con las otras tres
blemas. Cuando entren, es posible que se les sé que la voy a tener más difícil. Las cosas me
empiece a frotar por las piernas. No se lo per- aburren rápido y me frustro fácilmente. Mi
mitan: va a hacer eso para dejarles su olor y de- mamá siempre recuerda un episodio de mi in-
mostrarnos que ustedes le pertenecen. fancia: yo tenía cinco años, había dibujado a un
Adentro, además de los dos perros, hay un Pato Donald y se lo mostré para saber qué le
hombre gordo tomando mate. Tiene una remera parecía. Cuando me dijo que estaba muy lindo,
con su nombre —Daniel— y el logo de Gulliver lo rompí en cien pedazos y le grité que el di-
Dog Team, la escuela de adiestramiento. En bujo era una mierda. Ahora suelo hacer lo mis-
cuanto nos ve entrar, Romeo viene, moviendo mo con las cosas que escribo, pero me salteo el
la cola, a frotarse contra mi pierna y la de Lucía. paso de pedir la opinión de los demás. Odio fra-
—Sacátelo, no le permitas —dice Aráoz. casar. Además puteo al televisor cuando miro
Yo le digo «fuera» y le doy pequeños em- fútbol. No soy un espíritu armonioso y no pien-
pujones. El perro me mira confundido y des- so hacer nada para alcanzar un equilibrio que se
pués va a pararse al lado de Lucía y a frotarse me antoja falaz. Con los años aprendí a convi-
contra ella. Daniel mira la escena: vir con mi propio carácter y Lucía también: ya
—A vos te ignora absolutamente —le dice casi no se preocupa cuando me escucha gritar.
a ella. Todos vemos que es cierto: cuando Lucía Simplemente me deja solo y sabe que a los diez
le da una orden, el perro parece sordo. minutos todo habrá vuelto a la normalidad.
Maxi Aráoz ofrece mate y comienza a Le digo a Maxi Aráoz que no creo cum-
contarnos el diagnóstico: plir con los requisitos de un líder equilibrado y
videos de YouTube y nos reíamos mucho. Pero empieza a mostrar signos de relajación. Recién
yo no me animaba a invitarla a salir por miedo a entonces Maxi Aráoz nos permite saludarlo.
quedar en ridículo ante ella, una compañera de —Es el método NELVEG. Significa Nada
trabajo. Como sabía que yo no iba a durar mu- En La Vida Es Gratis —nos explica el adies-
cho más tiempo en ese lugar planeaba invitarla trador. En síntesis, se trata de no acudir a nin-
a salir justo después de renunciar. Pero Lucía se gún pedido del perro: si pide comida, no hay;
aburrió de esperar y un día me dijo que quería ir si quiere entrar a la pieza, está prohibido; si
conmigo a una fiesta. quiere jugar, no se puede. Solo hay que dejar
—Eras un pelotudo. Si fuera por vos, to- pasar cinco minutos, tomar la iniciativa y, en lo
davía no habría pasado nada —solía decirme posible, hacerlo trabajar para conseguir lo que
en los primeros tiempos de nuestra relación. desea. Para salir a pasear, tiene que sentarse y
Desde el principio, además de novios, fuimos dar la pata; si tiene hambre, debe esperar la or-
amigos. Siempre nos hablamos con la franque- den para comer. Siento que nos estamos convir-
za que permite la amistad y nunca nos celamos tiendo en seres autoritarios e histéricos. Pero ni
más que lo necesario. Pasábamos muchas horas siquiera eso es lo peor.
juntos así que al poco tiempo de estar en pareja —Hacete respetar la comida —me ordena
alquilamos un departamento de dos ambientes ahora el adiestrador.
y nos fuimos a convivir. Teníamos una vida Tomo un puñado de alimento balanceado
tranquila, placentera. Pero un año después de y se lo muestro a Romeo. El perro se relame y
mudarnos, metimos a Romeo a vivir en casa. se sienta frente a mí. Llevo la mano a mi boca y
Ahora que el perro no está, esos primeros empiezo a imitar el ruido de la masticación. El
tiempos de libertad volvieron. Disfrutamos de perro me mira fijo.
dormir hasta tarde sin sentir la culpa de que al- —Gruñile, tiene que irse para atrás y de-
guien nos está esperando para salir a cagar a la jarte dos metros de espacio.
vereda, y comemos en el patio sin preocuparnos Me pregunto si de verdad quiero hacer
porque Romeo nos robe la comida ante la me- esto. Me imagino a mi papá mirándome y ne-
nor distracción. Además, acabo de cambiar de gando con la cabeza, como hace cada vez que
trabajo —ahora me ocupo de la comunicación hago una boludez delante de él. Sé que no hay
de un centro cultural, un empleo que me gusta vuelta atrás: uno empieza gruñendo una vez y
mucho más que el anterior— y finalmente me después lo hace todos los días. No me gusta
animo a publicar una nota que, seguramente, competir y mucho menos con un perro. ¿Para
será leída por más de quince personas. Todo es qué hacerlo, si hay suficiente balanceado para
positivo. Las visitas a Romeo también lo son. los dos? Miro a Romeo y al adiestrador. Me
Cuando lo dejamos en la escuela, tuvimos siento acorralado entre mi viejo y Maxi Aráoz.
prohibido ir a verlo durante los primeros diez Entonces frunzo el labio y muestro los dientes.
días. El perro tenía que hacer un desapego y Gruño. Romeo inclina la cabeza y se queda in-
cortar los hilos de la relación perversa. Pero pa- móvil. Vuelvo a gruñir, más fuerte: nada. Maxi
sado ese lapso empezamos a visitarlo cada sá- Aráoz me corre a un lado, agarra un poco de
bado, semana tras semana. Ahí vemos los avan- comida, deja que el perro se acerque y le gruñe.
ces en su comportamiento. Nosotros también Romeo retrocede dos pasos y mira hacia otro
aprendemos. Tenemos que concentrarnos para lado. Un perro que mira a los ojos es un perro
administrarle el afecto al perro y para evitar el que desafía. Un perro que desvía la mirada, es
apego. Aunque de algún modo logro hacerlo, un perro que respeta. El adiestrador me mira y
todavía me pregunto si es posible dosificar el sonríe, triunfal.
amor: algo tan distinto al dentífrico o la mayo- A medida que pasan los días y las demos-
nesa. Con el tiempo, las visitas de los sábados traciones infalibles, Lucía y yo confirmamos
pasan a ser un contacto suficiente. Tenemos la nuestra dependencia de Maxi Aráoz. Y no nos
tranquilidad de que el perro está bien cuidado, molesta. Estamos adaptados a nuestra nueva
aprendiendo, conviviendo con una manada de vida. Ya casi ni me acuerdo de por qué lloré
perros equilibrados que lo muerden para ense- tanto hace dos meses. Además de las visitas de
ñarle; algo que nosotros no pudimos hacer. los sábados, llamo por teléfono una o dos veces
Cada vez que llegamos, Romeo corre en por semana a la escuela para saber cuáles son
círculos, jadea, gime, ladra pidiendo atención los avances.
hasta que se cansa y se echa. Después de un rato, Cuando ya pasó un mes de educación de
Romeo, Maxi Aráoz me da la noticia de que el a Wanda. Ellos también nos conocen. Algunas
perro puede volver a casa. veces, todos eligen el otro canil porque Romeo
—Yo te podría decir que se quede un mes juega a correr y gruñir, y a algunos perros —y,
más, pero te estaría robando —dice—. El gordo sobre todo, a algunos dueños— la parte del gru-
ya está para seguir con educación allá. ñido no les gusta. Hoy, por ejemplo, en el canil
Confío en su criterio; Maxi dice que hi- de al lado hay cinco perros y tres personas, pero
cimos un buen trabajo. Eso me pone contento, Romeo y yo estamos solos. No importa, traje
aunque también me genera bastante incerti- una pelota, así que nos divertimos entre noso-
dumbre. Hago mis esfuerzos por imaginar una tros. Yo la tiro y le pido que me la traiga. Él
vida placentera de a tres, una vida en la que mi cumple.
perro sea mi compañero inseparable, mi alma —Soltá —le ordeno.
gemela y mi hermano con cuatro patas, pero Romeo duda, amaga con volver a salir co-
mi recuerdo me dice otra cosa. Con cierto te- rriendo, pero al final la deja caer.
mor, coordino con el adiestrador para pasar a —Muy bien, Romeo —digo en voz alta.
buscarlo el sábado siguiente. Cuando corto el Desde el otro lado del canil, dos mujeres me
teléfono camino hasta el comedor y miro las fo- escuchan y sonríen. El nombre de mi perro sue-
tos de Romeo. Pienso en lo feliz que estaría si le provocar confusiones: no es un homenaje a
supiera que en apenas tres días estará de vuelta un maricón que se suicidó por error porque el
en casa. Se estaría despidiendo de sus compa- padre no lo dejaba coger con la vecina. El nom-
ñeros de pensión, algunos de ellos le dirían que bre completo de mi perro es Bernardo Romeo
no se olvide de pasar a visitarlos, le mandarían y honra al último ídolo de San Lorenzo, el club
cartas para sus familiares y le pedirían favores: del que soy hincha. Romeo no fue un gran ju-
cigarrillos, revistas, tarjetas de teléfono. Pienso gador, no tenía una técnica vistosa ni un físico
que él les diría que sí, y que al salir se olvidaría privilegiado. No brilló en las grandes ligas ni
de todo. hacía declaraciones rutilantes a la prensa. Era,
Compramos una cucha de plástico blanco más bien, un antihéroe, un bicho raro al que el
con techo azul a dos aguas. La ponemos en el periodista Eduardo Bejuk describió como «un
patio, al lado de la puerta del comedor, donde gnomo terrible, habitante del área, que corre
antes estaban la parrilla y las bicicletas. La pa- como un pibe, que define como un viejo y se
rrilla ahora está en otro costado y las bicicle- besa la camiseta sin un ápice de especulación ni
tas, en el medio del patio. Lucía junta sábanas teatralidad». Fue un goleador que se retiró con
y almohadas viejas —y no tan viejas— y hace noventa y nueve goles en el club, después de
un colchón mullido. Preparamos el regreso varios partidos de intentar fallidamente conver-
del perro como se prepara el nacimiento de un tir el gol número cien. Pero Bernardo Romeo
bebé. Cuando todo está listo, vamos a buscarlo no entró en el panteón de los ídolos azulgranas
con mi cuñado. Romeo nos ve llegar y hace lo por sus goles sino por sus actitudes. La leyenda
mismo de siempre: corre en círculos, da saltos, dice que en el año 2001 el Hamburgo S.V., que
gime y toma agua. Y después se sienta. Lo aca- estaba a punto de comprarlo, le propuso esperar
ricio un poco, le pongo la correa y subimos al seis meses más para que el jugador quedara li-
auto. Arrancamos. Después de un mes en el re- bre. Así, el club se ahorraba la plata del pase, le
formatorio canino, mi perro vuelve a mi casa. daba una comisión a Romeo y San Lorenzo se
quedaba sin nada: sin goleador y sin el dinero
de la venta. Todos ganaban, menos el club.
70 | Dios me enseñó que todos los extremos son malos. Por eso se tocan.
Pablo Scioscia |
nos parecemos. Algunos dicen que nadie puede La mujer sonríe y deja de acariciar la perra.
considerarse mi amigo si nunca lo mandé a la —¿Te molesta si la llamo con un poco de
puta que lo parió. Es cierto: yo insulto a la gente comida a ver si entra en confianza? —pregunto.
solo cuando estoy seguro de que no se van a La mujer me agradece todo lo que pueda hacer
ofender ni van a querer cagarme a trompadas. para ayudarla a salir del pánico. Agarro algunos
Nunca me agarré a piñas ni mandé a la mierda a granos de alimento balanceado de mi bolsillo y
ningún jefe ni a ningún policía. En eso también la llamo. La perra mira, olfatea y finalmente se
nos parecemos: Romeo gruñe y ladra, pero nun- acerca. Come de mi mano.
ca muerde. Bueno, casi nunca. —¡Qué bien! ¿Qué le das? ¿Galletitas?
El perro también heredó parte del carác- —No, alimento balanceado.
ter de Lucía. Ella le teme a casi todo. Se dice —Ay, no me digas… —se horroriza—,
a sí misma «Lucía Miedo» y antes de tener a ¿el común?
Romeo nunca se acercaba a ningún animal. —Sí, ¿le hace mal?
Ahora ama a los perros, aunque su mayor ene- —No, es que las perras y yo somos vega-
migo vive a la vuelta de mi casa: un perro que nas. Yo soy vegana por elección, pero ellas por
pasea solo. Todos los días sus dueños le abren obligación.
la puerta y él sale a caminar por el barrio. Es Le pido disculpas y pienso que, al final de
muy parecido a un lobo —pelo blanco y gris, cuentas, lo que nos tocó a Romeo y a mí no
ojos claros— y no le gusta que Romeo cami- es tan malo. Aunque todavía sigue teniendo sus
ne por su cuadra. Varias veces, al verlo, vino matices.
corriendo a enfrentarlo y se trenzaron en una Desde que mi perro volvió a casa tengo
maraña de ladridos y tarascones. Así que ahora un sentimiento ambiguo: por un lado estoy fe-
Lucía evita pasar cerca de su casa y, cuando liz porque puedo verlo, tocarlo y hablarle to-
se lo encuentra, dice «vamos Romeo» y cru- dos los días, y porque disfruto los paseos como
za de vereda. Antes yo hacía lo mismo, pero nunca antes. Pero a veces después de trabajar
ahora estoy haciendo el curso de instrucción desearía estar solo y en paz, y comer facturas
canina en la escuela de Maxi Aráoz y tengo sin tener que gruñir para demostrar que son
prohibido evadir las situaciones que le generen mías. Convivir con un perro debería ser algo
miedo o conflicto al perro; los dos tenemos que mucho más sencillo. Sin embargo desde que
aprender a enfrentarlas. Y de a poco lo vamos Romeo volvió a casa vivo en una tensión per-
logrando. manente entre lo que soy y lo que debería ser;
Ahora, por ejemplo, acaba de entrar al ca- entre mi liderazgo fingido y su obediencia pro-
nil una mujer con tres perras. Romeo va a oler- visoria.
las. Se ve que algo no le gusta y le empieza a A veces me pregunto cuánto más difícil
ladrar a la más grande, una perra gris que viene que esto será tener hijos. Estoy a punto de cum-
corriendo y se refugia entre las piernas de su plir treinta años. Todavía no tengo planes de ser
dueña, que está sentada a mi lado. Hace unos padre en el corto plazo y en el fondo no sé si
meses yo le hubiera puesto la correa al perro esté capacitado para que otra vida dependa de
y me lo habría llevado. Ahora no: dejo que se mí. Mirando hacia atrás la historia con Romeo,
haga cargo de las consecuencias de sus actos. supongo que todo esto que pasó fue una forma
La perra tiembla. La mujer la acaricia y de crecer y de hacerme cargo de las responsabi-
le dice que no pasa nada, que no tenga miedo. lidades del mundo adulto. Pero ahora, mientras
—¿Te puedo dar un consejo? —pregunto; juego con él sumido en ese pacto de madurez
aunque me diga que no, igual se lo voy a dar—. que armamos, no puedo evitar el deseo de aflo-
Cuando entra en pánico no la acaricies, porque jar y prolongar la adolescencia un poco más.
le reforzás el miedo. Quedate tranquila que el Quizás a Romeo le pase lo mismo. x
perro le va a ladrar pero no le va a hacer nada.
David Como ilustrador colaboró en diversos medios, entre ellos SQP (USA), Reader´s Di-
Pugliese gest, BAVOICE, Arlequín, Gerbera. Realizó exposiciones individuales en Buenos Aires
y en Madrid. En 2013 publicó su primer libro de caricaturas en la editorial Cartoon
Buenos Aires, 1978 Ark de Grecia. Desde el 2002 dicta un taller de caricatura y técnicas de ilustración.
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el sexo de los
Ángeles
David Bravo deja el traje de abogado para calzarse un cómodo
piyama y escribir como más le gusta. Aunque no eligió un tema
sencillo: la pederastia en tiempos modernos.
este tipo en España. Pueden ustedes hacerse de entonces se castiga la posesión de pornogra-
una idea de la expectación mediática que ori- fía infantil incluso para uso propio. Antes de que
ginó un asunto así, con una sociedad todavía ocurriera eso, yo era un abogado de éxito.
virgen en este tipo de delitos y a esta escala.
En poco tiempo yo, que era un abogado joven y Alejandro Espósito, 2018
desconocido, pasé a ser una de las personas más
reclamadas por la prensa. Recuerdo las ganas y Cuando Nabokov quiso publicar su novela
el esfuerzo que derrochaba por aquel entonces Lolita, se encontró con varios portazos en la
ante los medios. Cómo me exponía en el plató cara. Las editoriales no tenían ninguna inten-
ante toda esa gente que clavaba sus ojos en mí. ción de obtener publicidad negativa lanzando
Eran por supuesto miradas de desprecio, pero un libro contado desde la perspectiva de un
que se dirigían con mucha atención a mí, solo pedófilo que se siente atraído sexualmente
a mí. Yo, el abogado de las dos personas más por una niña de doce años. La sociedad de la
odiadas de España durante todo un mes. época —en mi opinión, no de forma muy dis-
No sé cómo decir esto sin que parezca tinta a la que podría hacer la actual— armó el
presuntuoso, pero los dos estudiantes ni siquie- previsible revuelo con la publicación del libro.
ra tuvieron que sentarse en el banquillo para Mientras aguardaba en su celda para ser ahor-
enfrentarse al juicio. Encontré una grieta por la cado por crímenes contra la Humanidad, Adolf
que colarnos. El Código Penal español de 1995 Eichmann —el que fuera Teniente Coronel de
castigaba utilizar a menores para crear material las SS nazi— recibió una copia de Lolita para
pornográfico, pero no poseerlo ni difundirlo aligerarle un poco la espera. Lo devolvió a los
entre adultos sin haber participado en su pro- dos días, muy ofendido, porque ese era un libro
ducción. Como en este caso los estudiantes se «peligroso».
limitaron a recopilar fotografías que no habían Siete años después de la publicación del
hecho ellos, su actividad no era delictiva. Era libro de Nabokov, Stanley Kubrick lo llevó al
un fallo en la ley, un error. Y era también mi cine y, para evitar el escándalo, esa Lolita pasó
puerta de salida. de tener doce años a catorce y fue interpretada
El juzgado no tuvo más remedio que ar- por una actriz de quince que aparentaba veinte.
chivar el caso. Haciendo una profesional dife- Culpándose a sí mismo de haber suavizado la
rencia entre el mundo del reproche jurídico y historia, Kubrick explicó que no dramatizó lo
el del reproche moral, la fiscal dijo que «ni los suficiente «el aspecto erótico de la relación de
fiscales pedimos penas ni los jueces imponen Humbert con Lolita» por culpa de «las presiones
condenas en base a conductas reprobables mo- que en aquel tiempo ejercieron el Código de Pro-
ralmente». El periódico ABC recogió las pala- ducción y la Legión Católica de Decencia». El
bras del juez, que declaró que la puesta en liber- código de producción al que se refiere Kubrick
tad de mis clientes «fue correcta» y que «ante la es el código Hays, creado por la Asociación de
ausencia de estudios de filmación de menores, Productores Cinematográficos de Estados Uni-
se desmonta todo». dos (MPAA) y que fue sustituido en 1967 por
Vino a echar cemento en el agujero por el el —tampoco exento de problemas— sistema de
que se colaba mi ahora abundante clientela la clasificación por edades de la MPAA.
Ley Orgánica 11/1999, que modificaba el Có- Les cuento esto para que entiendan por
digo Penal para que se castigara al que difundía qué últimamente ha llamado mi atención como
o ayudaba a difundir pornografía infantil, sien- abogado el estudio del obstáculo que supone
do irrelevante si se había participado o no en la la representación del sexo entre o con meno-
creación de ese material. La reforma era lógica, res para la creatividad, de forma incluso mayor
necesaria y una patada en el estómago para mí. que la que existía en la época de Nabokov y
Pese a mis esfuerzos en su defensa, algu- Kubrick.
nos de mis clientes vieron frustrada su escapada Mi primer caso sobre esta cuestión me
por culpa de ese tapón, pero otros todavía logra- llegó en 2016. En febrero de ese año, Ramón
ron colarse por las rendijas. La reforma solo cas- Sandoval, un abogado conocido por llevar la
tigaba la posesión de pornografía infantil para su defensa de casos de delitos contra la libertad
difusión, lo que quería decir que se podía alegar sexual, acudió a mi despacho para que le de-
que las imágenes se tenían para uso particular. fendiera de una acusación de un delito de por-
La Ley Orgánica 15/2003 cerró el círculo y des- nografía infantil.
A las mujeres hay que dejarlas estacionar para que se pongan buenas. | 79
| El sexo de los ángeles
Conocí a Ramón veinte años antes, cuan- de simulado. Eso era algo de lo que todos eran
do él apenas acababa de terminar la carrera. Un conscientes. El problema de este asunto era que
compañero me dijo que en su despacho había ahora este tipo de obras de ficción que represen-
un recién licenciado con poca experiencia y taban escenas de sexo fingido entre menores te-
muchas ganas que estaría encantado de recibir nían tratamiento de pornografía infantil.
un caso en el que yo me sentía muy perdido. El La primera semilla de esta regulación se
caso era un asunto desagradable: dos estudian- plantó en 2013 con la aparición del Antepro-
tes habían sido detenidos con el mayor reperto- yecto de Ley de Reforma del Código Penal
rio de pornografía infantil de toda Europa. —popularmente conocido como Código Penal
El Ramón Sandoval que se sentó en mi de Gallardón— que definía la pornografía in-
despacho aquel mes de febrero no era ni pareci- fantil como «todo material que represente de
do al que yo conocí. Estaba en silla de ruedas, manera visual a un menor participando en una
con su higiene personal desatendida y con esa conducta sexualmente explícita, real o simu-
forma de hablar lenta y esforzada tan propia de lada». Tal y como advirtió en aquella época el
quien está permanentemente cansado. abogado Carlos Sánchez Almeida en la revista
Ramón me contó aquella mañana que ha- JotDown, era necesario reparar en que esa de-
bía dirigido un documental en el que se con- finición «no limita la pornografía infantil a la
taban algunos de los casos que había llevado representación gráfica de actos reales de abuso
como abogado. La película no tardó en ser reti- de menores, sino a toda representación, incluso
rada de la venta por orden de un juzgado de ins- simulada. Ello incluye (...) a cualquier repre-
trucción. Poco después detuvieron a Sandoval sentación figurativa, sea esta fotográfica o pic-
por un delito de pornografía infantil. La razón tórica, real, simulada o digital. Es decir, a toda
se encontraba en algunas de las escenas de la manifestación creativa que represente a meno-
cinta, en las que se podían ver a actores meno- res en actividades sexuales».
res de edad simulando tener sexo en recreacio- El año en el que salió este anteproyecto
nes de algunos de los delitos que se documen- de ley transcurría de forma convulsa, y la re-
taban. La portada también llamó la atención de forma del Código Penal terminó aprobándose y
las autoridades. En ella aparecían dibujados un entrando en vigor en 2014, pasando desaperci-
niño y una niña abrazados. La lengua del niño bida entre noticias sobre crisis económica y co-
tocaba la lengua de ella y su pene su vagina. rrupción política. El juicio se celebró en 2017.
Él, que se comportó como uno de esos Mientras escribo estas líneas el caso sigue visto
clientes sin ninguna experiencia en el trato con para sentencia, aunque el documental y el pro-
abogados, se defendió ante mí como si yo fuera pio Ramón ya llevan años condenados.
el que le juzgaba y no el que le defendía. Me
dijo que solo era una película, que las escenas Irene Menéndez, 2013
fueron rodadas con actores y que nada de lo
que sucedía era real. Me dijo incluso que los ¿Saben lo que es el Grooming? Es algo así
padres de los menores estaban presentes en la como la mutación de un viejo delito. Se tra-
grabación para que nada se fuera de las manos ta de acoso sexual a menores usando nuevas
y para asegurarse de que en las imágenes no se tecnologías. El sistema es sencillo: un adulto
veía más de lo necesario. Me intentó convencer contacta con un menor por internet fingiendo
—estando yo ya plenamente convencido— de ser otro menor, se gana su confianza, su amis-
cómo habíamos pasado de un extremo a otro, tad y algo más. Después le pide fotografías en
de considerar impune la difusión de pornogra- las que aparezca desnudo o realizando alguna
fía infantil a convertir en delictiva hasta la di- práctica sexual. Si cree que le ha persuadido lo
fusión de material de ficción donde no se había suficiente, le pide que conecte la webcam y se
abusado de ningún menor. Aunque vi la pelícu- grabe, generalmente masturbándose. A veces el
la y estaba claro que Sandoval no era Kubrick, menor se niega y desaparece para siempre, a
resultaba difícil no acordarse ahora de él, de veces consiguen las imágenes y a veces se to-
Nabokov y de Adolf Eichmann leyendo Lolita pan con alguien como yo.
en su celda. Mi trabajo consiste en fingir ser un me-
No piensen que este caso era una mera nor, entrar en redes sociales o chats frecuen-
equivocación de un fiscal y un juez que creyeron tados por estos tipos y ganarme su confianza.
ver en la cinta sexo real entre menores en lugar Es un poco extraño si imaginan la escena: dos
Stella Maris Comenzó en el camino de las artes plásticas de la mano del dibujo y la pintura.
Santiago Luego vino la escultura, ilustración, escenografía y más tarde el cine de animación.
Buscando aplicar estas herramientas participa en obras de teatro, discos, cortome-
Buenos Aires, 1978 trajes y animados. Sus trabajos se pueden ver aquí: www.stellamarissantiago.com.
diferencias de edad
L
a ley no sabe bien qué hacer con el tema —Claro.
de la pederastia —le digo a Chiri—, porque —¿Pero ese no era Willy Ruano?
cada vez hay más adolescentes que se sa- —Nada que ver. A Willy Ruano lo tengo de
can ellos mismos fotos en bolas para mostrarles amigo en Facebook —me dice Chiri—. Le pedí
a sus amigos. amistad porque desde que dejó la tele lo extra-
—¿Y a quién meten preso? ¿Al propio ado- ño mucho. Si lo vieras ahora, un señor de saco
lescente? y corbata.
—Así parece... En algunos países de Europa —A veces me da miedo los amigos que te-
dos menores se pueden casar, por ejemplo, pero nés en Facebook —le digo—, pero prefiero no
no pueden coger entre ellos porque van presos. preguntarte más porque nos vamos de tema. ¿Te
—¿Y por qué se pueden casar entonces? gustó el cuento de David Bravo?
—me pregunta Chiri. —Mucho, y me trajo a la cabeza el documen-
—Porque las leyes están superpuestas. Las tal sobre la causa contra Roman Polanski en los
hay de todas las épocas, y ahora es un quilombo Estados Unidos por haberse acostado con una
muy grande ordenarlas. Hay mucha sensibilidad menor de trece años, Te lo recomiendo de todo
flamante, mezclada con épocas mas permisivas. corazón. Se llama Roman Polanski: Wanted and
—Las épocas Mad Men donde el médico po- Desired.
día fumar en el consultorio —ejemplifica Chiri—. —A mí siempre me dio lástima Polanski, me
Las épocas de Cacho Castaña donde se podía cae muy bien.
cantar «si te encuentro con otro te mato», las épo- —En el documental habla la nena, que ahora
cas de Nabokov y su libro Lolita... es una mujer grande —me dice Chiri—: la célebre
—Ojo, que en su momento a ese libro se lo Samantha Geimer. Ella lo perdonó públicamente.
consideró «peligroso». —Sí, pero igual él no puede volver a Estados
—El nazi Adolf Eichmann dijo que era eso: «un Unidos, porque si vuelve lo meten preso.
libro peligroso». Que, dicho sea de paso, estaba —Durísima la vida de Roman: su madre fue
lo más choto viviendo en Argentina cuando lo asesinada por los nazis en el Holocausto, y des-
agarraron. pués está lo que le pasó con Sharon Tate. Qué feo
—¿Ah sí? —me sorprendo—. ¿Cómo fue? que se lo acuse de pederasta.
—Parece que lo descubrió un vecino suyo a —Edgar Allan Poe fue más allá —le digo—,
través de su hija adolescente, que era amiga de porque se casó con una nena de trece años: Vir-
uno de los hijos del alemán. El tipo lo denunció y ginia Clemm. Que encima, como si fuera poco,
vino el Mossad y se lo llevó, todo en sin levantar era su primita.
la perdiz. Y antes de que se lo llevaran Eichmann —Es muy raro saber cuándo es delito y cuán-
dijo una frase memorable: «Larga vida a Alema- do no lo es. ¿Tienen que meter preso a un chico
nia, larga vida a Austria y larga vida a Argentina». de diecisiete que se coge a una chica de trece,
—Ay, no sé si ponerme orgulloso o avergon- por ejemplo?
zarme. ¿De dónde sacaste esa información tan —Yo creo que no deberían medir la edad del
divertida? menor, sino la diferencia de edad con el mayor. Si
—Creo que lo escribió Uki Goñi en La autén- la diferencia es menor a cuatro, todo vale.
tica Odessa. O lo saqué de algún otro lado. Pero —O sea que para vos, gordo degenerado, un
es cierto. nene de ocho puede cogerse a una nena de cuatro.
—Uki Goñi, qué nombre más raro. —No, tenés razón —reconozco—. Mi teoría,
—¿Vos sabés que Uki Goñi también oculta un entonces, falla.
pasado secreto, no? —Tampoco tiene sentido que un señor de
—Ni idea —le digo. ochenta años se coja a una señora de ochenta
—Era el cantante de Los Helicópteros, esa y cuatro.
banda pop que cada dos por tres aparecía en Ba- —¿Por?
día y Compañía los sábados a la tarde. —No importa qué edad tengas, pero si te co-
—¿Los de «Radio Venus»? ¿Los de «Novia gés a una vieja tenés que ir preso. Sí o sí. x
con guita»? ¿El flaco de rulitos?
Sobre la gente
que te caga la vida
tiene una malformación arteriovenosa en el ce- muerto. Según el físico Hugh Everett, el estado
rebro. Sobre el final de la segunda temporada, del gato, o su función de onda, experimenta una
lo operan. Despierta en la tercera temporada bifurcación cuando interviene el observador. El
preocupado por una pregunta de peso: «¿Estoy gato está vivo y está muerto en diferentes ramas
muerto?». Está en la casa donde creció: en la fu- del universo, que no pueden interactuar.
neraria. En una habitación están velando su cuer- Pregunta: si Nate —como sucede en este
po. En otra hay un Nate con daño cerebral que episodio— termina por estar vivo, ¿quién es el
intenta volver a aprender a leer. En otra está Nate observador que definió en este sentido su fun-
en una cena familiar; su padre no ha muerto. En ción de onda? O dicho con más rigor: ¿por qué a
otra más, su padre está casado con otra mujer y nosotros, el público, nos toca asistir a la función
Nate tiene rasgos diferentes. «¿Qué está pasan- de onda en la que Nate sigue vivo por treinta
do?». El fantasma de su padre, en una parodia de y seis episodios más? Aquí podemos formular
la casuística, le dice que antes de que se aclare nuestra modesta contribución a la mecánica
nada deberá contestar algunas preguntas: cuántica: de una pluralidad de estados posibles,
—¿Creés que tu conciencia afecta el com- el observador se encontrará siempre con aquel
portamiento de las partículas subatómicas? que mida el rating más alto de HBO.
¡Respondé rápido!
—¿Estoy vivo o muerto? Sobre la psicología evolutiva
—Otra vez. ¿Creés que las partículas se
mueven hacia atrás y hacia adelante en el tiempo Si la vida sentimental de Nate parece discurrir
y aparecen en todos los lugares posibles a la vez? de acuerdo con las leyes de la tragedia, las otras
—¿Esto es el cielo o el infierno? parejas de la serie están vistas desde la psicolo-
—¿Creés que el universo se divide en for- gía de la evolución. Federico Díaz, el embalsa-
ma continua en cientos de millones de univer- mador, tiene quizás el matrimonio más simple.
sos paralelos? Como latinos, es decir como miembros de una
—¡Qué carajo me importa! comunidad con valores más tradicionales, for-
—Tenés una sola oportunidad, muchacho; man una familia con menos vueltas: las alegrías
yo que vos pensaría antes de contestar.
—Solo quiero saber esto: ¿estoy muerto?
—Sí... y no.
Un poco antes, una voz ha preguntado
si llegó el doctor Schrödinger. Esta es solo la
manera más juguetona en que la serie alude a
conceptos de la física cuántica. A decir verdad,
la escena tiene algo de charla de estudiantes
fumados, estilo: «¡Guau, si una partícula pue-
de estar en más de un lugar a la vez, entonces
en otra dimensión estamos muertos!». Eso no
quita que las preguntas han sido planteadas en
serio por los científicos. Erwin Schrödinger
fue, junto a Werner Heisenberg, Niels Bohr y
John von Neumann, uno de los impulsores de
la física cuántica. Uno de los planteos más per-
turbadores de la teoría se expresa en un experi-
mento mental ideado por Schrödinger. Supon-
gamos que tenemos un gato encerrado en una
caja. Un dispositivo capaz de liberar veneno
tiene un cincuenta por ciento de posibilidades
de matar al gato. Según la mecánica clásica, el
gato ya está muerto o vivo antes de que abra-
mos la caja; pero según la mecánica cuántica,
antes de que intervengamos como observadores
el gato se encuentra en una «superposición de
estados»; como Nate, está vivo y también está Federico
hombre entero porque es un hombre que hace devorado por ella, se aleja con rapidez. Hace fal-
bien su trabajo. ta llegar a animales más complejos, como los al-
Por culpa de una infidelidad, Vanessa echa batros y las nutrias gigantes, para encontrar una
a Federico de la casa. «Extraño ver despertarse vida de pareja satisfactoria. La elección de un
a los chicos», se queja él. «Ver pijamas, cabezas compañero estable se explica por la división de
despeinadas. Las caras con sueño. Esas cosas». tareas en el cuidado de las crías. Vanessa nece-
Hará todo, absolutamente todo para convencer a sita a alguien que la ayude a descargar del auto
su mujer de que lo deje volver, pero Vanessa no los bidones de agua mineral cuando llega con
lo perdona. Entre los organismos unicelulares, las compras. Una tarde le pregunta a Federico:
como la ameba, la reproducción se realiza por —Ok. ¿Querés volver a casa?
mitosis, sin intervención de órganos sexuales di- —Caramba, sí, gracias, Vanessa.
ferenciados o gametos. En organismos más com- —Bueno, qué tal si le preparás el baño
plejos, como la Phoneutria Nigriventer, o araña a los chicos mientras cocino, y cenamos en
bananera, el macho suelta su esperma sin espe- veinte minutos.
cial romanticismo, sobre el lomo de la hembra, y Y nunca vuelven a separarse. No es Love
esta lo coloca dentro de su cuerpo; si no ha sido Story, pero es lo que hay.
Xxx | 97
sobremesa
tierra adentro
Y
a encontré una solución para la muerte violento, como le pasó a David, pero yo creo que en
—me dice Chiri—. Que pongan televisor el fondo tiene que ver con un miedo muy antiguo,
individual en las tumbas, como hay ahora un chip ancestral que traemos en nuestros genes.
en los aviones. —El miedo a que te coma un animal horrible
—No sé si es una buena solución para la en la oscuridad de la cueva...
muerte, pero sí para que los zombis no anden por —Un depredador silencioso con dos colmi-
ahí comiendo cerebros. Se quedarían en los ce- llos enormes. Y desde entonces quedamos en
menterios mirando series. En el top ten estarían estado de alerta permanente. Solo basta con que
Dead like me, Six feet under y Dead set. algo te detone la alarma. Uno de los entrevista-
—Además de estar en todos los top ten, Six dos que aparecen en Pánico, diez minutos con
feet under, para mi gusto, también tiene los mejo- la muerte, así se llama el libro de Ana, dice una
res cierres de temporada. cosa genial: «Siento que lo que se entiende por
—Sí, es muy probable —le digo—. ¿Cuál es el curación es también dejarte adaptado para los
que más te gustó? aviones, la velocidad, la sociedad, es decir de-
—Es una pregunta complicada. En este mo- jarte fresquito y preparado para todo lo que, en
mento, me acuerdo de uno en particular: el cierre rigor, siempre fue, sigue siendo y será el espanto
de la cuarta. ¿Te acordás? de la civilización».
—Creo que no. —¿Pero vos no me estabas contando algo de
—Es una escena en la que están David con su Six feet under?
padre, el funebrero muerto. —Eso, te estaba contando el final de la cuarta
—¿Vos te diste cuenta de que a Michael C. temporada.
Hall siempre se le aparece el padre muerto? —le —Bueno, dale, no te disperses.
digo—. En Dexter le pasa eso todo el tiempo. —David sueña con su padre. Afuera llueve y
—Pero Dexter Morgan es una cosa y David los dos miran cómo cae el agua sobre el jardín de
Fisher es otra. Como si me dijeras que Joe Cart- la casa. De pronto el muerto le dice: «Vos te afe-
wright es Charles Ingalls en su juventud. rrás a tu sufrimiento como si valiera la pena, y no
—Es cierto. ¿En qué estábamos? vale la pena. Las posibilidades son infinitas y vos
—En el final de la cuarta de Six feet under: lo único que hacés es lamentarte». «¿Y qué es lo
no sé si te acordás, pero el pobre David venía de que tengo que hacer?», quiere saber David, que
pasar un momento de mierda. Un ladrón lo había está desesperado justamente porque no sabe
secuestrado, lo había obligado a fumar crack, lo qué carajo hacer.
había cagado a trompadas y después lo había ro- —¡Claro! —le digo—. ¡Yo le habría preguntado
ciado con nafta y casi lo prende fuego… lo mismo!
—Ahora ya lo tengo más fresco, qué momento —«Podés hacer lo que quieras, nabo —le dice
horrible... Por suerte zafó. el padre—. ¡Estás vivo! ¿Qué es un poco de su-
—Pero se quedó con ataques de pánico. Aho- frimiento comparado con eso?». David se queda
ra lo entiendo más a David después de haber leí- pensando: «No puede ser tan simple», le dice.
do el libro de Ana Prieto. Entonces el finado padre, que siempre está con
—¿Ya salió? ¿Está bueno? el mismo traje negro, lo abraza y le murmura al
—Está buenísimo —me dice Chiri. oído: «¿Y si lo es?». David apoya la cabeza sobre
—¿El «panic attack» es una enfermedad mo- su hombro. Afuera sigue lloviendo. La cámara se
derna, no? aleja sobre el jardín. Fin de la cuarta temporada.
—Antes era «melancolía». —...
—¿Y qué te pasa cuando te agarra? —Qué.
—Debe ser muy horrible, porque sentís que —Nada. Es perfecto.
te morís, que se te para el corazón, que no vas a —¿Vas a llorar como en Costa Rica? No seas
poder respirar. O que te vas a volver loco… Siem- puto, por favor.
pre te lo desencadena algo, un pico de estrés, un —Nada que ver —le digo—. Me entró una
problemón que arrastrás desde la infancia, un robo basurita en el ojo. x
E
s mar tes. El presidente Salvador Allende llega alrededor de las ocho de
la mañana al palacio de La Moneda, en el centro de Santiago. Casi al
mismo tiempo se produce una insurrección de la Marina en la provincia
de Valparaíso. Las relaciones con los militares son tensas: muchos sospechan
que Chile se está convir tiendo en una nueva Cuba. Estamos en plena guerra
fría. En Washington, el presidente Nixon necesita derrocar a Allende, sin im-
por tar que haya llegado al poder a través de las urnas. Los comandantes en
jefe de las diferentes ramas de las Fuerzas Armadas entran en acción el once
de septiembre de 1973.
Lo que ocurre este día será relatado por un miembro del GAP; así se llamó
al Grupo de Amigos Personales del Presidente Allende, que estaban a cargo de
su protección. Aunque este personaje es de ficción, lo que dice busca ser lo más
realista posible. El texto se apoya en numerosos testimonios, fotos y documentos
sonoros. Cuarenta años después de estos acontecimientos, Chile lucha todavía por
deshacerse de la herencia de la dictadura de Augusto Pinochet.
por Oliver Bras y Jorge González |
Retrato de los autores: Hervé Bourhis.
H
ubo mucha polémica alrededor de la muer- que dijeron de ella Elena Poniatowska y su com-
te de Allende —me cuenta Chiri—. La iz- patriota Roberto Bolaño.
quierda sostuvo durante años que lo ha- —¿Y qué respondió la señora?
bían asesinado. —Que sobrelleva la mala crítica como sobre-
—Pero hubo testigos del suicidio, ¿no? lleva el éxito. «Me doy cuenta de que Elena Po-
—Sí, y además hace poco exhumaron el ca- niatowska no opina sobre otros escritores. ¿Por
dáver y no quedó ninguna duda. qué opina sobre mí? Porque vendo libros», le dice
—¿Tiene algún parentesco la escritora Isabel a Gabriela, muy seria, mientras desayunan en un
Allende con el presidente chileno? hotel. Y le dice también que Bolaño nunca habló
—Por supuesto: el papá de Isabel era primo bien de nadie. Que era un muy buen escritor pero
hermano de Salvador. una persona odiosa.
—¿Por qué sabés esos chusmeríos? —me —Gonzalo Garcés lo conoció bastante a Bo-
sorprendo—. Y lo peor es que los sabés en serio, laño y no me contó lo mismo. Para él era una per-
no tuviste tiempo de ir a la Wikipedia. sona entrañable —le digo.
—Chile es un país vecino —me dice—, y me —Estas rencillas pelotudas del mundillo lite-
gusta chusmear a los vecinos, como le gusta ha- rario me chupan un huevo. Por suerte, como dice
cer a todo el mundo. Gabriela en ese hermoso perfil de Etiqueta, los
—A mí me dan miedo los chilenos —le digo. libros no son para la gente lo que los críticos lite-
—Es un trauma que tenés desde el día en que rarios dicen que son.
el chileno ese nos robó en Bariloche, cuando es- —Perdón, pero me quedé con una duda: ¿vos
tábamos de mochileros. sabés quién es Elena Poniatowska?
—Pero te cagó mucho más a trompadas a —¡Por supuesto! —me dice—. Es una escrito-
vos que a mí. ¿Por qué el trauma lo tengo yo? ra, activista y periodista mexicana cuya obra lite-
—le digo. raria ha sido distinguida con numerosos premios.
—Porque vos eras más chico que yo, tenías —¿Estas leyendo la Wikipedia?
dieciséis. Yo ya tenía diecisiete. —Obvio. ¿Está mal que sepa quién es Isabel
—¿Ya habíamos hablado de eso en las sobre- Allende pero no tenga idea de esta otra mujer, de
mesas, no? —le pregunto—. ¿De la vez que nos la que ya me olvidé el apellido?
robó ese chileno? —¡Poniatowska, boludo! ¿No te enteraste lo
—No me acuerdo —me dice Chiri—. Habría que hizo esta señora el año pasado? Fue justo
que revisar. Esa es una de las razones por la que cuando estaba María Kodama en la Feria del Li-
vamos a dejar de hacer la revista, para que no bro de México, que te mandé la foto donde mira-
empecemos a repetir anécdotas, como los viejos. ba el reportaje que le hicimos en Orsai.
¿De qué hablábamos? —No, no me enteré. ¿Qué hizo Poniatwska?
—De Isabel Allende —le digo—. ¿Por qué la —Se mandó un moco muy gigantesco. Escri-
critican tanto? Me acuerdo que Bolaño dijo una bió un libro sobre la obra de Borges, que se llama
vez que decirle escritora era darle mucha cancha. Borges y México. Y puso partes del poema «Ins-
Y la llamó «escribidora». A mí me gustó La casa tantes» como si fuera de Jorge Luis. ¿Te acordás
de los espíritus. de ese poema apócrifo que dice las palabras he-
—¿Leíste esa novela? lado, helicóptero, calesita...?
—No, vi la peli —le digo. —¡Claro que me acuerdo de ese poema! —me
—¿Por qué viste esa película? dice Chiri—. Es el poema con el que se tropieza
—Todos vimos esa película, Christian Gusta- el que nunca leyó a Borges en su puta vida. ¿Eso
vo. No te hagás el macho intelectual. hizo esta mujer? ¡Me muero!
—Es cierto, la vi —confiesa—. La alquilé por el —Sí, Christian Gustavo. Te lo juro. Hubo que
título... Pensé que era una película de terror. Hace frenar la tirada del libro. Un papelón. La que se
poco leí un texto que escribió Gabriela Wiener en dio cuenta fue María Kodama, que casi le salen
una Etiqueta Negra que se llama «Isabel Allende canas verdes.
seguirá escribiendo desde el más allá». Se encon- —Desde hoy Poniatowska es mi ídola —me
traron las dos en México y Gabriela armó un perfil dice Chiri—. Mi escritora preferida del mundo.
buenísimo. —Sí. Habría que pedirle algo para la Orsai
—¿Le preguntó qué piensa sobre los escrito- diecisiete.
res que la critican? —No va a haber Orsai diecisiete.
—Claro, le preguntó puntualmente sobre lo —Por eso. x
las mellizas
Bugatti
Un relato de ALEJANDRA LAURENcicH
Ilustra MATÍAS TOLSÀ
H
abían pasado apenas unos años desde
el día en que todos los televisores del
mundo mostraron las imágenes de un
hombre caminando por la luna. El astronauta
Neil Armstrong se había visto flotando, como
en cámara lenta y sin más preocupación que la
de desplazarse suavemente por un lugar vacío
donde no se escuchaban ruidos, no había gente
ni problemas.
alejandra laurencich Así se sentían las mellizas Bugatti cuatro
Buenos Aires, 1963
o cinco años después, en las tardes de verano:
como astronautas, flotando ingrávidas, lejos
Escritora, guionista. Después de de la tierra. Solo que las hermanas Bugatti no
egresar de las escuelas de Bellas
Artes Manuel Belgrano y Prilidiano
estaban en la luna sino en el altillo de su casa
Pueyrredón, estudió Cinemato- de veraneo. Y no caminaban por ninguna parte,
grafía, carrera que abandonó para sino que leían, recostadas, bien cómodas y en
dedicarse a la narrativa. Publicó los silencio. Devoraban las aventuras de sus héroes
libros Coronadas de Gloria (2002), y heroínas, que tanto podían ser Mafalda como
por el que ganó el Tercer Premio del
Fondo Nacional de las Artes, Histo-
El principito, Jo o Amy del libro Mujercitas,
rias de mujeres oscuras (2007), que como Lucrecia Borgia, la envenenadora, o Paul
obtuvo el Segundo Premio Muni- Getty III, el hippie que había sido secuestrado
cipal, la novela Vete de mí (2009) por la mafia italiana, nieto del avaro millonario
traducida al esloveno como Pusti que se negaba a pagar el rescate y del que todas
me pri miru y el libro de cuentos Lo
que dicen cuando callan (2013) que
las revistas hablaban.
incluye además los dos volúmenes Era la hora de la siesta, y en la casa los gran-
de cuentos anteriores. Desde hace des dormían. Qué armonía, qué placidez. Leer
veinte años coordina talleres lite- era para las mellizas estar en un espacio dife-
rarios y hace tutoría de obra. Fue rente al de todos los días, más cerca del sitio
colaboradora habitual de varios
medios especializados del ámbito
que prometía el cura los domingos: el paraíso,
literario. Es la fundadora y directora premio de los redimidos. Tiradas cada una en
de la revista La balandra –otra na- una cama, haciendo pendular los pies, sintiendo
rrativa— que acaba de ser premiada el viento caluroso que entraba por la pequeña
por el Fondo Nacional de las Artes ventana a ras del techo, eso sí podía llamarse
como una de las tres mejores revis-
tas culturales de Argentina. Actual-
un premio, y aunque las mellizas no entendían
mente está terminando de escribir mucho qué significaba lo de los redimidos, se
su nueva novela. contentaban con disfrutar del paraíso.
Pero, como sucedía todos los santos días nutos después, recomenzaba con más fuerza. Y
(así decía la mamá de las mellizas cuando algo así durante las dos primeras horas de la noche,
le daba bronca, por ejemplo: ¿todos los santos hasta que las mellizas, por cansancio acumula-
días tengo que decirles que se laven sus propias do, quedaban dormidas.
mallas?), exactamente a las tres y media de la A la siesta entonces tomaban prestado el
tarde, las mellizas escucharon, proveniente de cuarto de sus hermanos para leer. Adoraban es-
la planta baja y subiendo por el hueco de la es- tar ahí. En eso sí se parecían las mellizas Bu-
calera, el inconfundible ruido a ojotas surcando gatti, y no en lo que decía toda la gente: son dos
las baldosas, y eso anunciaba una sola desgra- gotas de agua. Como si dos gotas de agua no
cia, la voz de su madre ordenándoles: fueran diferentes entre sí.
—¡Chicas! Pónganse la malla que vamos a —¿Puedo terminar de leer que ya me falta
la playa. una página? —gritó, para que se la oyera en la
Horror. A las mellizas Bugatti les daba odio cocina, la osada de las mellizas.
ese amontonamiento de sombrillas, lonas y fa- El padre, que hasta ese entonces no había
milias al que sus padres las sometían cada día pronunciado palabra, pero que —la melliza
de sol, y a veces, cuando hacía mucho calor, sabía— cuando abría la boca era para dar por
hasta dos veces por día. A las mellizas les daba terminado un asunto o comenzar a repartir bi-
odio el sol, odio la gente que hacía deportes fes —así llamaba la madre de las mellizas a los
bajo el sol, los chicos que jugaban a la pelo- cachetazos— lanzó su respuesta rápido, como
ta o a la paleta, les daban odio los clubes y el si hubiera disparado una flecha por el hueco de
movimiento. A las mellizas Bugatti les gusta- la escalera:
ba el frío y la lluvia, las tormentas y la luna, —¡A ver cómo les tengo que decir que se
la noche y la oscuridad. Las mellizas Bugatti pongan la malla! ¿En qué idioma les tengo que
querían vivir así como estaban ahora, tiradas en hablar?
las camas del altillo, leyendo revistas o libros, Se dirigía a las dos, como si el pedido de
escuchando música o mirando los pósteres con quedarse leyendo una página más hubiera sido
grupos de rock que sus hermanos mayores ha- expresado por ambas mellizas y no por la más
bían pegado en las paredes. Porque el altillo no osada. Era una costumbre familiar esa de ha-
era el cuarto que les pertenecía a ellas, sino a blarles a las dos como si fueran una sola perso-
ellos, los Bugatti adolescentes, que a esa hora na con dos cuerpos. Parece que están apurados
estarían con sus amigas y sus amigos en playas hoy, pensó la osada, abandonando su valentía
a las que ellas jamás iban, porque sus padres para buscar rápidamente las ojotas. Sin embar-
decían que quedaban muy lejos y que no valía go, antes de abandonar el altillo, tuvo coraje su-
la pena semejante caminata hasta allá. ficiente para enrollar la revista con la nota que
El cuarto donde las mellizas Bugatti dor- estaba por terminar. La que contaba con lujo de
mían por la noche era el cuarto de la Nona, así detalles cómo habían sobrevivido —comiéndo-
le llamaban a su abuela, y en ese cuarto de la se partes de sus amigos y rezando— unos es-
planta baja, que daba al porche delantero de la tudiantes jugadores de rugby cuyo avión había
casa, dormían las tres. Tres camas ubicadas en caído en la cordillera de Los Andes hacía unos
paralelo: las mellizas a los costados y en el me- meses. Habían estado setenta y dos días sopor-
dio la cama de la Nona. Y la Nona roncaba. Su tando temperaturas de treinta grados bajo cero
ronquido se parecía a la máquina que se usaba por las noches, el hambre, y las amenazadoras
para cortar la ligustrina de la casa. Cuando se avalanchas de nieve. Cómo los habrían rescata-
encendía esa máquina nadie en las cercanías do. Metió la revista bajo la remera, podría se-
podía hablar. Porque las palabras se perdían en guir leyendo mientras se cambiaba.
el ruido infernal de ese motor. La Nona roncaba Las mellizas Bugatti bajaron y vieron el de-
como esa máquina. Y las mellizas, por turno, primente espectáculo de todas las tardes: la vie-
se ocupaban de pinchar su brazo con algún ele- ja sombrilla pasada de moda apoyada contra la
mento duro, un lápiz, un zapato, una aguja de pared en su funda de lona desteñida, la canasta
tejer o, a falta de elementos disponibles, con el en la que su madre ponía ciruelas e higos que
mismo dedo, para que por un momento el ruido sacaba del jardín para comer en la merienda,
se detuviera y volviese la calma. Pero unos mi- algunas cremas como el Sapolán Ferrini, toalli-
tas más pequeñas y ya algo descoloridas —para Todos sabían que el sol, en verano, desapa-
sacudirse los pies y esa clase de cosas— y la recía del cielo a eso de las ocho de la noche
silla playera apoyada contra la pata de la mesa. pero esa frase parecía gustarle mucho al papá
Sobre la mesa también estaban las dos mallas: de las mellizas, y le daba un sentido dramáti-
una azul con estrellitas y círculos verdes y una co al tener que apurarse, como si el sol fuera
verde con estrellitas y círculos azules. El mis- alguien que se estuviera por tomar el tren de
mo modelo pero de otro color. Porque a las me- vuelta a la ciudad y pudiese llegar a quedar
llizas Bugatti las vestían iguales. Total, tienen solo en la estación con las valijas, sin parientes
el mismo gusto, decían todos en la familia. Pero que lo despidieran antes de la partida. Porque
qué parecidas, son dos gotas de agua. en los años que las mellizas Bugatti eran chi-
—¿Yo puedo ponerme la enteriza? —dijo la cas, la gente iba a acompañar a los amigos o
coqueta de las mellizas, que no era la que había a los parientes a la estación de tren cuando se
intentado quedarse leyendo una página más. iban a la ciudad, o al aeropuerto cuando se iban
La osada de las Bugatti que no soportaba a Europa.
las modas y que hubiera deseado ser varón, Pero ninguna de las mellizas se apuró cuan-
para andar vestida así nomás, y no tener que do el padre dijo esa frase. La coqueta agarró la
ponerse todas esas pavadas que a su hermana malla con bronca y se fue al cuarto donde la
le encantaban, la miró con una mirada fulmi- Nona aún dormía la siesta con la boca abierta.
nante. Porque la «enteriza» a la que se refería La otra se encerró en el baño a cambiarse. De-
su hermana era una de las dos mallas iguales senrolló la revista que llevaba bajo la remera y
que les había traído su tía Mary (debían pronun- la desplegó sobre el inodoro. Retomó la parte
ciar Mérui, poniendo la lengua como una rosca en la que uno de los muchachos sobrevivientes,
contra el paladar) de Miami. Las mallas eran uno de los que más lindos le parecía, Fernando
blancas, con lo cual todo lo que se les metía Parrado, contaba cómo habían encontrado al
entra la piel y la tela se traslucía, fuera arena, arriero que les salvó la vida, después de diez
caracolitos, lunares y otras cosas peores como días de caminata. Diez días. Leyó la nota hasta
la raya de la cola o los redondelitos de las tetas. el final y miró las fotografías con detenimien-
Y esto podían comprobarlo cada una mirando to. Otro de los lindos, Roberto Canessa, se veía
cómo lucía el modelo en el cuerpo de la otra. Ni acostado en una camilla, mientras era revisado
hablar de cuando se metían en el mar. Parecían por los médicos en Los Maitenes. La melliza
mallas transparentes. Pero eso no era todo, una se quedó mirando el cinturón sobre el vaquero.
banda roja cruzaba la blancura traicionera de la Ancho y con hebilla grande, como los que usa-
malla y con grandes letras cursivas decía: Miss ban sus hermanos. Cerró la revista con ansias.
Universe. Con esas mallas, y de a dos, eran el Terminar una lectura siempre la dejaba así, sa-
centro de atención de toda la playa. Otra de las tisfecha por un lado pero, por otro, presa de un
cosas que compartían las mellizas Bugatti: la vacío muy grande que solo podía aliviarse con
vergüenza cuando los demás las miraban. Ay otra lectura. Quería seguir leyendo algo sobre el
qué rubias y pecosas, son dos gotas de agua. asunto, algo sobre rescates. Recordó el manual
—Está bien, pónganse las mallas blancas de primeros auxilios. Necesitaba tiempo, una
—dijo la madre. treta que demorara la salida hacia la playa y le
La osada, la menos coqueta, chilló: permitiera un rato más de lectura. Podría decir,
—Yo no pienso ponerme otra vez esa por- como hacía a veces, que estaba descompuesta.
quería. Una excusa bárbara para que nadie la moles-
—Que ella no se la ponga porque parece- tara. Antes de sentarse en el inodoro, escondió
mos de un concurso —apoyó su hermana. la revista detrás de la cortina del baño, abrió el
—Bueno basta, no den más vueltas y pón- botiquín y buscó el manual de primeros auxi-
ganse la malla de una vez —dijo el padre y les lios que su abuela guardaba allí por si ocurría
dio las mallas que estaban sobre la mesa, que no una desgracia en la familia o en el barrio. La
eran las blancas sino la azul con estrellitas ver- melliza se bajó la bombacha hasta los talones,
des y la verde con estrellitas azules, y agregó: se sentó, y se puso a leer el manual. Pasó las
—Rápido, que quiero llegar a la playa antes páginas, rápido, hasta la parte de la respiración
de que se vaya el sol. boca a boca.
Aspire profundo, y ponga su boca sobre la —Llévenla a ella sola al médico, si yo no
boca de la víctima. Presione su boca firmemen- tengo ningún dolor y comí un montón de higos.
te contra la boca de la víctima para que no es- Las cosas habían llegado a un lugar peligroso:
cape el aire. —¡Ya se me pasó! —gritó la melliza que es-
La ilustración que acompañaba las instruc- taba en el baño y se cambió enseguida la malla
ciones era más parecida a un beso en primer mientras salteaba la lista de los síntomas que
plano (como los que se daban las parejas en las acompañaban a las lipotimias para leer las indi-
novelas de la noche, las novelas que no les deja- caciones de socorro, imaginando aún el cuerpo
ban ver) que a una cuestión de vida o muerte. Se de Canessa sobre la camilla.
imaginó haciéndole esa respiración boca a boca Afloje la ropa para facilitarle la respira-
a Roberto Canessa. Él acostado en la camilla y ción. Indique que respire profundamente, to-
ella, vestida de enfermera, socorriéndolo. mando aire por la nariz y exhalándolo por la...
—¡¿Qué pasa que no salís?! —¡Si no salís ahora vamos a ir al médico
La cabeza de su madre asomaba como una esta misma tarde!
mancha borrosa por el vidrio esmerilado de la —¡Pero ya salgo, che!—gritó.
puerta del baño, el que estaba en la parte de Cualquier sacrificio sería mejor que ir al
arriba, y al que solo se llegaba poniéndose en médico. Porque esa era otra de las cosas que
puntas de pie. La más varonera de las mellizas odiaba. Todos los médicos terminaban dicien-
Bugatti —que era la menos coqueta y la más do: —«Lo que necesitan estas chicas es vida
osada también— advirtió ese fisgoneo maternal social, deberían ir a algún club, hacer depor-
porque la cabeza de su madre apareció acompa- tes. ¿Por qué no las anotan en una colonia de
ñada no solo por la pregunta sino por impacien- vacaciones?». Qué espantoso les parecía a las
tes golpes en la puerta: pum, pum, pam. mellizas ese conjunto de palabras: colonia de
—¿Qué pasa tanto tiempo, nena? vacaciones. Había algo escondido en ellas, algo
—¡Vamos que se va el sol! —se escuchó la que tenía que ver con el orfanato o el ser pupilo,
voz del padre. algo sospechoso que no tenía nada de lo que
—Me duele la panza —gritó la melliza des- ellas consideraban vacaciones: leer en el alti-
de el baño. llo, comer alfajores de nuez y chocolate blanco,
Imaginó la cara de su madre del otro lado de jugar a la escoba de quince con la Nona o al
la puerta, el gesto de pena y preocupación que truco con los hermanos, salir a comprar revistas
coincidía con el tono desesperado: y libros al kiosco de la vuelta los días de lluvia
—Ay, pero, che. Cómo puede ser. Todos los con su mamá, todas cosas que se podían hacer
santos días tiene dolor de panza esta criatura sin moverse casi nada. Odiaban los deportes de
—y agregó algo que asustó seriamente no a una club como el vóley, el básquet, la natación. Era
sino a las dos mellizas Bugatti:—, va a haber raro porque el mar les gustaba mucho, el agua,
que llevarlas al médico, así no podemos seguir. el sonido del agua cuando sumergían la cabeza
—Pero no es un dolor de panza para médico. y jugaban a buscarse a tientas bajo las olas. Pero
No me duele así de fuerte —la melliza pasó la para las Bugatti el mar era una cosa y la playa
página del manual y buscó rápido: Lipotimias, era otra. Ojalá no estuvieran uno al lado de la
que era otra de las partes que le encantaban—. otra, pensaban. Porque en el mar podían ir a al-
Me parece que pueden ser las ciruelas que me guna zona donde no hubiera tantos chicos, pero
hiciste comer hoy. Demasiadas ¿viste? yo te en la playa había que pasar entre ellos, soportar
dije. Pero si me quedo con la panza tapada en la sus miradas y a veces sus pelotazos a propósito,
cama, calentita, se me pasa seguro. o sus bombitas de agua en la época de carnaval.
—Nadie les hizo comer demasiadas cirue- Detestaban a todos esos chicos groseros y ton-
las —dijo su madre desde el pasillo—. Y ni se tos que las señalaban cuando iban hacia el mar.
les ocurra que las vamos a dejar en casa con Odiaban esos gritos de: Eh, mellizas, quién es
este día precioso. Mañana vamos a llevarlas al quién. O peor aún, aquel de: ¿Dónde dejaron a
médico y se acabó el problema. la otra? que aludía a unas trillizas famosas de la
A través de la puerta la melliza escuchó a época, que también tenían pelo rubio, flequillo
su hermana que salía del dormitorio de la Nona y pecas como ellas, pero que ni por asomo po-
y decía:
dían ser sus hermanas, ni siquiera sus amigas, Ocho cuadras. La melliza más vaga que
porque las trillizas cantaban por la tele, hacien- no era la más coqueta, miraba las pantorrillas
do muecas, mohines y sonrisas, y las mellizas fuertes de las piernas de su papá, el paso casi
Bugatti pensaban que era vergonzoso cantar de- marcial que llevaba sobre el asfalto caliente de
lante de alguien, y eso sí lo conocían bien, por- la calle. Porque la familia de las mellizas nunca
que en las reuniones familiares todos les pedían iba a la playa por la vereda. Estaban de vacacio-
que cantaran una canción que a ellas les gustaba nes y en vacaciones se puede hacer lo que uno
mucho y que decía así: Estos son Nicola y Bart, quiere, decía el papá. Menos leer, pensaban las
con amor los recordarán, y su final es nues- dos mellizas al mismo tiempo cuando le escu-
tro también, pues mueren por la libertad…, y chaban decir esa frase, y en eso sí coincidían las
repetía la estrofa diecisiete veces. Sus herma- dos hermanas. No entendían cómo podían inte-
nos la escuchaban en un disco de Joan Baez, rrumpirles tanto las lecturas. Ya fueran las no-
una hippie pacifista que cantaba con una voz velas policiales de Agatha Christie, las revistas
de ángel en inglés, y ellas la habían cantado a Dartagnan y Patoruzú, los libros de los herma-
los gritos, en su versión al castellano, una tarde nos Grimm adaptados en la colección Sigmar,
de sábado, cuando creían que estaban solas en las revistas Gente y Siete días, las Selecciones
toda la casa. Cuando terminaron de cantar dos del Reader´s Digest, los cuentos de Poe y Lo-
o tres estrofas, se abrió la puerta y los aplau- vecraft que les sacaban a sus hermanos, las poe-
sos de su madre las hicieron ponerse coloradas. sías de Neruda, los libros de Hesse y hasta la
Desde entonces, en cada fiesta familiar les lle- revista del colegio Fray Mamerto Esquiú, que
gaba el pedido: «¡Que-canten-que-canten!» y traía su abuela de la parroquia y que era lo más
para alentarlas, siempre alguien decía la misma aburrido que pudiera leerse pero que salvaba en
frase: ¡Pueden llegar a ser famosas como Las caso de emergencia. Los grandes siempre en-
trillizas de oro! Las mellizas odiaban a Las tri- contraban una excusa para quitarles su material
llizas de oro. de lectura, la savia vital que las transportaba al
—¡Vamos que se va el sol! —gritó el padre paraíso o a la luna. Las Bugatti no entendían
golpeando la puerta del baño. cómo resultaba tan difícil concluir una lectura
Antes de salir, la melliza tomó la precau- en una familia que se la pasaba diciendo que
ción de guardar cuidadosamente el manual de la lectura era una de la virtudes que había que
primeros auxilios en el botiquín, no fuera a ser inculcarle a los hijos, que la lectura hacía bien
que descubrieran la lectura prohibida, y la tram- y alimentaba la inteligencia, que si los chicos
pa para ganar tiempo. Acomodó el librito detrás leyeran más y vieran menos televisión no serían
de la Carqueja Trop y de la Colonia Gelatti, que tan infelices como la juventud de ahora, que si
le gustaba usar a su abuela y que tenía un olor en vez de repartir comida a los pobres se repar-
asqueroso, y salió. tieran libros, entonces el mundo cambiaría de la
noche a la mañana, y cosas por el estilo.
Perdidos en
los papeles
Un relato de LORRIE MOORE
Traducción de XtiÁn Rodríguez
Ilustra MATÍAS TOLSÀ
lorrie moore
Nueva York, 1957
LUCAS Y ALEX
“PENAS DE AMOR”
----- x-------
LUCAS
Tengo un secreto atragantado acá...
ALEX
¿Es un secreto de romper algo y esconderlo, y
después poner cara de pelotudo toda la tarde?
LUCAS
No.
ALEX
¿Es un secreto de sacar plata sin querer del
monedero de tu abuela y comprarte sin querer
medio kilo de chicles Jirafa?
LUCAS
No, tampoco.
ALEX
¡Ya sé! Es un secreto de tocarse la poronguita
por abajo de la manta... No queda otro.
LUCAS
No, Alex. No es eso.
ALEX
Entonces es otra cosa. Si tu vieja no se
angustia cuando lo sepa, no es un secreto.
LUCAS
Sí es un secreto, porque me da vergüenza que
salga. Es un secreto volador no identificado.
¿Si te lo cuento no te vas a burlar?
ALEX
Estás enamorado de la chica nueva que entró la
semana pasada, Lucía, la de las trenzas...
LUCAS
¿Qué? ¡No, boludo, nada que ver!
(Baja la vista; hace una pausa.)
¿Cómo sabías?
ALEX
Porque te ponés colorado cuando la ves pasar...
- 132 -
episodio 208 //
LUCAS
No me pongo nada, solamente tengo calor.
ALEX
A nuestra edad, los cachetes no son partes del
cuerpo que te hacen caso, como los brazos o los
dedos. Los cachetes no son de confianza, hacen lo
que quieren... A mí también me dejan mal parado.
LUCAS
¿En serio me puse colorado?
ALEX
Del mismo color que el año pasado, cuando la
señorita Adriana venía con el pelo suelto. Te
ponías así, un poco cian magenta.
LUCAS
¿Sí?
ALEX
Lo comentábamos mucho con los otros pibes...
LUCAS
Con la señorita Adriana fue distinto, eso era
un amor imposible.
ALEX
LUCAS, por favor, no pongás la voz con
mermelada. O hablás normal o me voy...
(Pausa.)
¿Por qué era distinto?
LUCAS
La vez que faltó por gripe, yo fantaseaba que
iba a su casa a ponerle una inyección en la
cola... Después pensaba que ella me subía a upa
para agradecerme, y sin querer yo le rozaba una
teta por arriba del delantal...
ALEX
Pará, boludo, que es primavera y me emputezco
enseguida. ¿De dónde sacás esa imaginación?
- 133-
// Lucas y Alex
LUCAS
...pero yo sabía que nuestra relación no podía
ser. Nos llevamos veintitrés años, Alex, y este
es un pueblo chico... Pero con esta nena, Lucía,
tenemos la misma edad...
ALEX
¿Y eso qué cambia?
LUCAS
Que a Lucía yo puedo ir y mostrarle el pito,
por decirte algo. Así, sin decir nada. Y le
puedo dejar un trauma para toda la vida... A
las nenas de cinco les mostrás el pito y de
grandes tienen que ir al sicólogo dos veces por
semana.
ALEX
¿Y la señorita Adriana no?
LUCAS
¡Mil veces le mostré el pito a la señorita
Adriana! No se le movía un pelo. Y después la
ingrata se lo contaba a mi mamá... Pero no se lo
contaba como algo de amor. Se lo contaba como
un chiste...
ALEX
Mostrarle el pito a una mujer es lo mismo que
tirarle serpentina. Lo ven como una gracia...
LUCAS
¡Qué putas que son las maestras jardineras
cuando son lindas, Alex!
ALEX
Son lo peor que hay...
LUCAS
Peor que el flagelo de las caries.
ALEX
Se acercan para corregirte un dibujo, te dejan
que les huelas el perfume, que les mires las
pecas de cerca... No tienen perdón.
- 134 -
episodio 208 //
LUCAS
Y los viernes a la salida te dan besos y te
dejan todo el fin de semana al palo... Cuando
el lunes volvés y les mostrás el pito..., nada.
Te miran con una sonrisa, no te lo chupan al
pito, no te lo acarician, se piensan que es un
impulso de la juventud... ¡Mi pito no es un
chiste, señorita Adriana!
ALEX
Bajá la voz, Lucas, que te está mirando el
portero.
LUCAS
Es que la señorita Adriana me destrozó la vida.
Estuve las vacaciones de verano hecho una
piltrafa. Por suerte apareció esta nena nueva...
ALEX
¿Pero qué le ves a la chica esta de las
trenzas? No tiene tetas, no sabe mirar fijo, no
tiene llave de la sala de juguetes...
LUCAS
No sé si serán sus ojos, que se parecen a los
ojos del gato de angora de mi vecina. No sé si
serán sus trenzas duritas, ¿viste que cuando
salta al elástico las trenzas no se le doblan?
¿No te resulta adorable eso?
ALEX
¡No me hablés con mermelada en la boca! Es la
última vez que te lo digo. Explicáme las cosas
como un hombre.
LUCAS
(De repente, decidido.)
Me quiero casar con ella, Alex. Quiero dejar
todo: los estudios, mi casa, mi antigua vida
burguesa...
ALEX
¿Y a dónde vas a ir a vivir con esa nena? ¡Si
todavía vos no sabés ni escribir, ni la tabla
del dos, ni volver solo del centro!
- 135 -
// Lucas y Alex
LUCAS
A dos cuadras de mi casa hay una gente que
tampoco sabe leer ni escribir, y tienen una
casa buenísima de chapa, cartón y alambre...
Hasta tienen un caballo viviendo con ellos.
Mi mamá, cuando pasamos por ahí, me dice
que no mire...
ALEX
¿Por qué?
LUCAS
Porque no quiere que aprenda el truco para ser
así. Viven en patas, toman agua del río, viene
un cura y les trae fideos, son hermosos... Yo
quiero vivir así con Lucía, en una casa hecha
por mí mismo, con una oveja que de noche nos da
lana y de día nos da miel.
ALEX
Antes de tirarte de cabeza en ese modo de vida,
consultá con un veterinario, Lucas. Me parece
que las ovejas no funcionan así.
LUCAS
¿Vos también te interponés en este amor entre
Lucía y yo?
ALEX
¿Quién más se interpuso hasta ahora?
LUCAS
Ayer Lucía, y hoy vos.
ALEX
¡Entonces ya hablaste con ella! ¿Ya le dijiste
que estás enamorado...?
LUCAS
Voy de a poco, con elegancia. Ayer me acerqué y
le ofrecí mi sánguche de jamón crudo. Pero me
lo rechazó. Eso quiere decir que no me ama.
ALEX
¿Jamón crudo, en serio? Sos clase media alta.
- 136 -
episodio 208 //
LUCAS
Mi vieja me arma los sánguches con jamón
crudo solamente los martes, porque es carísimo.
Por eso elegí el martes para acercarme a Lucía.
ALEX
Para fingirle poder adquisitivo.
LUCAS
Claro.
ALEX
Le ofreciste el sánguche, ¿y entonces...?
LUCAS
¡No! Le ofrecí un pedazo. Puse los dedos gordos
en el sánguche, haciendo de frontera, para que
no le pegue un tarascón muy grande.
ALEX
¿Y ella qué hizo?
LUCAS
Pegó media vuelta y se fue... Pero el sánguche
me quedó intacto. Una de cal, una de arena.
ALEX
Parecés muchísimo más enamorado del jamón
crudo que de esta chica, Lucas.
LUCAS
¿Vos decís? No sé...
(Pausa.)
¿Pero entonces qué es esto tan fuerte que
siento en la boca, en el corazón y en la panza?
ALEX
Yo creo que es angustia oral, Lucas. ¿Querés
que vayamos a comer barro?
LUCAS
Dale, vamos. Necesito olvidarme de las mujeres
para siempre.
- 137 -
La letra pequeña
L a fotografía de la periodista
Florencia Etcheves, que en-
galana la página veinte de esta
STAFF