Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Alejandro Celis H.
www.transformacion.cl
Facebook: Instituto Expansion
Esta sugerencia, como muchas otras (el “aquí y ahora”, por ejemplo), ha sido tan
manoseada que perdió totalmente el sentido… No sabemos quiénes somos, ése es
un hecho, sobre todo porque creemos que, o bien nos conocemos a nosotros
mismos –craso error- o bien aquél que somos realmente es "otra" persona.
Nuestras fatasías generalmente temen que ocultemos un verdadero monstruo en
nuestro interior, el que saldría libre si nos arriesgamos a soltar el control.
Vamos a ir por parte. Nacemos en este mundo con una versión muy cercana a
quienes somos: realmente espontáneos, en contacto con nuestra sensibilidad,
honestos; nuestro ser sabe lo que quiere, cómo quiere actuar, nuestra vitalidad
está enteramente a nuestra disposición, etc. Pero incluso antes de asomarnos al
planeta ya comienza el condicionamiento, porque los nueve meses en el útero de la
madre no son gratuitos. Estamos absolutamente simbiotizados con ella, sus
reacciones emocionales -sus estados de ánimo, sus disgustos, sus temores, sus
patrones de reacción- y sus patrones de conducta. Si nuestra madre es depresiva,
convivir durante nueve meses en su útero con su depresión tendría, de manera
inevitable, un efecto en nuestra forma de ver la vida.
Luego viene la crianza; el efecto del padre, los demás parientes, nanas, parvularias,
sacerdotes, la mal llamada "educación" que recibimos, el medio donde nacimos…
todos nos transmiten -a través de su ejemplo, sus actos, actitudes, reacciones
emocionales, ideas- una visión de mundo determinada… y, ya sea que nos
opongamos o nos aliemos con ella, ésta nos influirá profundamente. La cultura
patriarcal, una determinada "moral" y la figura del dios castigador y culpógeno –
por ejemplo- nos han sido transmitidos de este modo.
Quien fue mi maestro, Osho Rajneesh, tenía gran confianza en el ser esencial de
cada uno, y precisaido y de aceptación- lo que realmente llevábamos dentro. En
Poona, India, creó a fines de los años 70 una comunidad -"un experimento", como
le llamó- en el cual, bajo su supervisión y con la dirección de terapeutas expertos,
se buscaba dar rienda suelta a aquello a lo que más le tememos: al descontrol, la
ira y el sexo… y ver qué pasaba. Creó la Meditación Dinámica, técnica genial que
une la meditación oriental con una poderosa catarsis, "especialmente diseñada
para la neurosis occidental". ¿El resultado de estas prácticas? Personas alegres,
desinhibidas, creativas, plenas, que han aprendido a disfrutar de la vida y a la vez
reverenciar la divinidad presente en todo…
La confusión que suele darse en este proceso es creer que hay que combatir la
sociedad, cambiarla para que no nos siga haciendo daño. Tarea titánica, quijotesca
y más allá de nuestras modestas fuerzas. Si la sociedad ha de transformarse o no,
es algo que no depende sólo de nuestra voluntad individual. Podemos intentarlo,
por supuesto; podemos intentar alcanzar el sueño de una sociedad más verdadera,
justa, realmente protectora de sus integrantes y respetuosa de su diversidad, y
regida por principios realmente humanistas: denunciar la mentira, la explotación,
la manipulación, el abuso. Sí, todos quienes lo intentan pueden ser una inspiración
para otros.