Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1. La actividad financiera como objeto de estudio del Derecho Financiero: concepto de Derecho
Financiero
El Derecho Financiero constituye el ordenamiento jurídico de la Hacienda Pública; esto es, el conjunto
de normas que regula el ejercicio de la actividad financiera del Estado y demás entes públicos. Dicha
actividad consiste en la realización de los gastos públicos y en la obtención de los ingresos necesarios
para hacer frente a esos gastos públicos. Se debe entender así como la capacidad de ordenar
jurídicamente la actividad financiera.
- Es pública: tanto por el sujeto (Estado o Entes Públicos) como por el objeto (satisfacción de
necesidades públicas).
- Es instrumental: a diferencia de otras funciones públicas (ej. Servicios públicos de educación),
no satisface directamente una necesidad colectiva.
- Es jurídica: a diferencia de otras competencias públicas, está sometida a normas y principios
jurídicos, que son del Derecho financiero.
La actividad financiera se compone de dos vertientes: ingresos y gastos públicos. Entre ellos existe
una unidad de materia que hace imposible que una sea entendida sin referencia a la otra: la
financiación de los gastos públicos es el objetivo último de la hacienda pública.
3. Los recursos de la Hacienda Pública y financiación del gasto público: las ramas del Derecho
financiero
El Derecho Financiero, como sabemos, es el conjunto de normas que regulan la actividad financiera
del Estado, comprende:
a) Derecho Presupuestario: regula la actividad de aplicación del gasto público.
b) Derecho Tributario: regula la actividad de obtención de los recursos procedentes de las
exacciones tributarias.
c) Derecho del Crédito Público: contiene las normas que regulan el procedimiento de emisión,
cancelación de la deuda pública,...
d) Derecho Patrimonial: regula los ingresos patrimoniales.
3.1 Derecho Tributario: la estructura básica del tributo
El derecho tributario es una rama del Derecho financiero, perteneciente al Derecho público que
posee unas características y principios propios, lo que lleva a concebirla como disciplina jurídica
poseedora de plena autonomía científica y didáctica.
En el derecho tributario cabe distinguir entre una parte general y una parte especial:
a) Parte general: regula la figura general del tributo. Comprende los aspectos materiales del
Derecho tributario y los de naturaleza formal o procedimental.
b) Parte especial: estudia cada tributo de manera individualizada. Su contenido vendrá
determinado por las disposiciones de cada tributo.
(Esquema aplicable con carácter general a los impuestos sobre la renta, ya que por ejemplo, existen
ciertas precisiones en el IVA).
- Hecho imponible (art. 20 LGT): es el presupuesto fijado por la Ley para configurar cada tributo y
cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria.
- Exenciones (art. 22 LGT): son supuestos de exención aquellos en que, a pesar de realizarse el
hecho imponible, la Ley exime del cumplimiento de la obligación tributaria principal. Estas
pueden ser:
a. Totales o parciales
b. Objetivas o subjetivas
c. Temporales o permanentes
- Devengo: momento en el que se entiende realizado el hecho imponible y en que se produce el
nacimiento de la obligación tributaria principal.
- Sujeto pasivo (art. 36 LGT): persona que resulta obligada ante la Hacienda Pública por haber
realizado el hecho imponible.
- Base imponible (art. 50 LGT): magnitud dineraria o de otra naturaleza que resulta de la
medición o valoración del hecho imponible (expresión cifrada o cuantificación del hecho
imponible)
- Base liquidable (art. 54 LGT): magnitud resultante de practicar, en su caso, en la base
imponible, las reducciones establecidas en la ley.
- Tipos de gravamen: cifra, coeficiente o porcentaje que se aplica a la base liquidable para
obtener la cuota íntegra. Pueden ser específicos o porcentuales.
- Cuota íntegra (art. 56 LGT): se puede determinar de dos formas:
a. Aplicando el tipo de gravamen a la base liquidable
b. Relacionando la base liquidable con la cuota correspondiente
- Cuota líquida (art. 56 LGT): resultado de aplicar a la cuota íntegra las reducciones y
bonificaciones previstas en la Ley. Es, en definitiva, la cantidad que el sujeto pasivo va a
ingresar en la Hacienda Pública.
- Cuota diferencial (art. 56 LGT): resultado de minorar la cuota en los diferentes pagos
adelantados que se hayan exigido conforme a la legislación tributaria.
El Derecho presupuestario es la rama del Derecho Público, dentro del Derecho financiero, que
estudia y regula lo concerniente a los Presupuestos Generales del Estado, como su elaboración,
aprobación, ejecución y control, y todo lo relacionado con el Gasto público.
El Derecho presupuestario tiene como marco legal lo establecido en la Ley de presupuestos, que es
una normativa contemplada en diversos ordenamientos jurídicos y dictada por el congreso o
parlamento del Estado a finales de año (generalmente los últimos días de diciembre), que regula todo
lo referente a los presupuestos para el año siguiente.
Esta ley incluye la relación de gastos que puede ejercer el Estado y los ingresos que éste debe
alcanzar en el próximo año. Además, es una ley de naturaleza mixta puesto que su función es
legislativa pero también de fiscalización. Por sus especiales características, la ley de presupuestos
puede tener una tramitación especial o distinta de las otras leyes.
Parte del Derecho Financiero que contiene las normas que regulan el procedimiento de emisión,
cancelación de la deuda pública. La deuda publica es la mas conocida pero también esta las letras del
tesoro y los prestamos.
Hay ingresos que proceden de la moneda. El derecho monetario trata de lograr los ingresos que
acuden de la acuñación y emisión de moneda. La circulación monetaria también tiene que ser tenida
en cuenta porque no se puede poner en circulación las monedas que se quiera, ya que se puede dar
infracción o desigualdades. Su regulación se encuentra en el control financiero de la CE, Art. 149.11
CE.
España ha cedido esta competencia a la Unión Europea y viene regulado en el Tratado de Maastricht y
resumiendo lo tiene el sistema de Bancos Centrales cuya cabeza mas visible es el Banco Central
Europeo y los Centrales de los Estados miembros. De ahí que nuestro banco central ha tenido que
independizarse del Estado, y por eso tenemos la ley de Autonomía del Banco de España de 1 de junio
de 1994.
4. El papel de los distintos recursos en la financiación del gasto: la especial importancia de los
recursos tributarios. Estructura del sistema tributario español
Los tributos son el mejor reflejo de la unidad esencial entre ingresos y gastos.
- Desde una perspectiva cualitativa: el Art. 31 CE establece una conexión entre el sistema
tributario y el deber general de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos. La institución
del tributo es inseparable de la finalidad contributiva.
- Desde una perspectiva cuantitativa: la casi totalidad de los presupuestos de las Entidades
Públicas se financian con tributos propios o con transferencias del producto de tributos de otros
entes, son la principal fuente de ingresos
El sistema tributario español es el conjunto de tributos, que son exigidos por los distintos niveles de
las Haciendas Públicas de España. De acuerdo con lo establecido en la Constitución cabe distinguir
tres subsistemas tributarios: el estatal, el autonómico y el local.
1. SUBSISTEMA ESTATAL
La Constitución recoge la potestad tributaria del Estado en su artículo 133, el cual ha sido trasladado,
de forma idéntica, al art. 4 LGT. El sistema fiscal de la Hacienda del Estado español, entendido éste
por el configurado por los tributos estatales, está compuesto por:
a) Tasas. Las tasas establecidas y exigidas por el Estado tienen una importancia relativa en el
marco de la hacienda estatal, puesto que muchas de las competencias, que permiten la
exigencia de tales tributos, están cedidas en la actualidad a las CCAA o a las CCLL.
b) Contribuciones especiales. Cabe reiterar lo señalado en el párrafo anterior, en relación con
las tasas estatales.
c) Impuestos. Estos pueden ser directos e indirectos. Existen en este nivel también una serie
de impuestos aduaneros, que son impuestos propios de la UE, cuya gestión y recaudación la
lleva a cabo el Estado.
d) Recursos de la seguridad social (*)
IMPUESTOS ESTATALES
▪ DIRECTOS:
- Impuesto sobre el patrimonio (IP): es un tributo directo, general y personal que grava la
propiedad o posesión del patrimonio, recayendo sobre su valor neto, con carácter periódico. Es
un tributo estrictamente individual que recae sobre las personas y es complementario del IRPF.
A pesar de ser un tributo establecido y regulado por el Estado, su rendimiento total, así como
otras competencias normativas, se encuentra cedido a las CCAA. El Estado mantiene las
competencias de gestión, liquidación, recaudación, inspección y revisión.
Se encuentra regulado en la Ley 19/1991, de 6 de junio, del impuesto sobre el patrimonio (LIP).
- Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones (ISD): es un tributo directo que cuyo objeto de
gravamen es:
La normativa aplicable al impuesto será la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre
la Renta de las Personas Físicas y de modificación parcial de las leyes de los Impuestos sobre
Sociedades, sobre la Renta de no Residentes y sobre el Patrimonio, así como su
correspondiente Reglamento, aprobado por el Real Decreto 439/2007, de 30 de marzo, por el
que se aprueba el Reglamento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y se
modifica el Reglamento de Planes y Fondos de Pensiones, aprobado por Real Decreto
304/2004, de 20 de febrero.
- Impuesto sobre la Renta de No Residentes (IRNR): es un tributo de carácter directo que grava
la renta obtenida en territorio español por las personas físicas y entidades no residentes en éste,
es decir, es el tributo por el que se somete a gravamen a los contribuyentes sujetos a la
denominada obligación real.
El IS viene regulado por el Real Decreto Legislativo 4/2004, de 5 de marzo, por el que se
aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, y por el Real Decreto
1777/2004, de 30 de julio, por el que se aprueba su Reglamento.
El IS constituye un complemento del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) en el
marco de un sistema tributario sobre la renta, al constituir una retención en la fuente respecto de
las rentas del capital obtenidas por las personas físicas a través de su participación en entidades
jurídicas.
▪ INDIRECTOS:
Por tanto, para saber qué resulta gravado en el impuesto debemos acudir a los conceptos
gravados en cada modalidad del mismo. Así, podríamos avanzar, en una primera aproximación,
que en la modalidad de transmisiones patrimoniales onerosas (en adelante, TPO) se someten a
imposición, entre otras transmisiones, la transmisión onerosa por actos ínter vivos de bienes y
derechos que integren el patrimonio de las personas físicas o jurídicas (por ejemplo, la venta de
un piso por un particular; entendiendo por particular el que no es empresario o profesional a
efectos del IVA).
Por último, en la modalidad de actos jurídicos documentados (en adelante, AJD) se grava
fundamentalmente la “formalización”, y por ello se someten a tributación por esta modalidad los
documentos notariales (la llamada “cuota fija”, conocida como el papel notarial y la conflictiva
cuota variable, de gran aplicación en la práctica notarial), documentos mercantiles y documentos
administrativos, en los términos en los que más tarde desarrollaremos.
Los impuestos especiales se regulan en España, internalizando las normas armonizadoras, por
la Ley 38/1992, de 28 de diciembre (LIE). Esta Ley tiene su desarrollo reglamentario en el Real
Decreto 1165/1995, de 7 de julio (RIE). Estas normas regulan los impuestos especiales de
fabricación (IIEE), así como el impuesto especial sobre determinados medios de transporte
(IEDMT).
- Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA): El IVA es un tributo indirecto que recae sobre el
consumo y grava las siguientes operaciones que constituyen el hecho imponible:
- Impuesto sobre las Primas de Seguros: Tributo de naturaleza indirecta que grava las
operaciones de seguro y capitalización, quedando excluidas las operaciones relativas a seguros
sociales obligatorios y a seguros colectivos que instrumenten sistemas alternativos a los planes y
fondos de pensiones, así como las operaciones relativas a seguros sobre la vida, crédito,
caución, asistencia sanitaria y enfermedad, transporte internacional de mercancías y seguro
agrario combinado.
Se exige en España desde el 1 de enero de 1997 y su regulación se encuentra en el artículo 12
de la Ley 13/1996, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social.
Este impuesto fue creado por la Ley 24/2001 de 27 de diciembre, y su entrada en vigor se
produjo el 1 de enero de 2002.
En todo caso, quedarán sujetos al impuesto cualesquiera otros juegos distintos de la lotería de
ámbito estatal que sean organizados o celebrados por los operadores a que se refiere el párrafo
anterior.
Se encuentra actualmente regulado por la Ley 13/2011, de 27 de mayo, de regulación del Juego.
2. SUBSISTEMA AUTONÓMICO
La Constitución impone una serie de límites en lo relativo a la facultad recaudatoria propia de las
administraciones autonómicas. Habrán de respetar en todo caso la reserva de ley de los elementos
esenciales del tributo, tendrán que seguir el principio de territorialidad, no podrán crear tributos
aduaneros y tendrán que evitar la existencia privilegios económicos y sociales, así como respetar el
principio de solidaridad con respecto al resto de autonomías.
Pese a la existencia de algunos tributos propios, creados por la propia Comunidad Autónoma sobre
hechos imponibles no gravados por el Estado, o sobre materias no gravadas por impuestos locales
(salvo autorización por ley Estatal), gran parte de la masa recaudada proviene de impuestos estatales
cuya recaudación va a parar, en parte o en su totalidad, a las arcas autonómicas.
Deben diferenciarse los ingresos tributarios de las Comunidades Autónomas bajo el régimen general y
los derivados del régimen peculiar de Concierto o Convenios Económicos que tienen establecido el
País Vasco y Navarra (Ley 12/2002 del Concierto con País Vasco, y Ley 28/1990 del Convenio con
Navarra).
RÉGIMEN COMÚN:
Tributos propios:
Las Comunidades Autónomas pueden establecer tributos propios sobre hechos imponibles no
gravados por el Estado, o sobre materias no gravadas por las administraciones locales (6.2 LOFCA).
Sólo podrán crear impuestos sobre materias gravadas por impuestos locales si existe una ley estatal
que lo autoriza, tal y como indica el artículo 6.3 de la LOFCA.
Tributos cedidos:
En ambos casos, la cesión podrá comprender competencias, en los términos que determine la Ley de
Cesión de Tributos. Los tributos cedidos son los siguientes:
a) Cedidos con capacidad normativa:
b) Cedidos sin capacidad normativa: Junto a estos tributos, existen otros cuya gestión corresponde
al Estado, que cede un porcentaje determinado de la recaudación a las autonomías.
3. IMPUESTOS LOCALES
Las Haciendas locales tienen a su disposición un conjunto de impuestos, cuyo establecimiento puede
ser obligatorio, o en algunos casos potestativos. Al igual que sucede a nivel autonómico, los municipios
que sean capitales de provincia o de Comunidad Autónoma y posean más de 75.000 habitantes se
benefician de la cesión de la recaudación de ciertos impuestos estatales, principalmente para
compensar la concesión de exenciones en el Impuesto sobre Actividades Económicas.
Impuestos propios:
▪ OBLIGATORIOS:
1
Lo que se cede es el rendimiento recaudatorio del tributo en el territorio de la Comunidad Autónoma y cierta capacidad normativa en relación
a ellos, aunque sólo dentro de los márgenes que fija la ley del Estado, en cada caso. Por ello, los tributos cuyo rendimiento se cede siguen
siendo tributos estatales, y las facultades precisas para obtener dicho rendimiento sigue siendo de titularidad estatal.
- Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI): es un impuesto encuadrado en el sistema tributario
local de España, de exacción obligatoria por los ayuntamientos, que grava el valor de la
titularidad dominical y otros derechos reales que recaen sobre bienes inmuebles localizados en
el municipio que recauda el tributo. Su gestión se comparte entre la Administración del Estado y
los Ayuntamientos.
- Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE): es un impuesto que forma parte del sistema
tributario español gestionado por los ayuntamientos. Grava de forma directa la realización de
cualquier tipo de actividad económica, tanto personas físicas como jurídicas. A diferencia de
otros impuestos, su importe es constante independientemente del balance de la actividad. Es
un impuesto directo, obligatorio, proporcional, real y de gestión compartida.
▪ POTESTATIVOS: Este carácter facultativo en cuanto a su establecimiento, supone que los entes
municipales han de regular mediante Ordenanza Fiscal, los diferentes aspectos del tributo para
considerarlo establecido y exigible.
- Impuesto sobre el Incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (IIVTNU):
grava el aumento de valor de los terrenos urbanos puesto de manifiesto en el momento de la
transmisión
El concepto de poder financiero hace referencia a un conjunto de competencias del poder público
relativas a la recaudación (ingresos públicos) para la satisfacción de necesidades sociales de los
ciudadanos (gastos públicos).
La principal característica del poder financiero es su carácter heterogéneo, toda vez que se proyecta
en distintas competencias –normativas, de gestión y de recaudación- y sobre distintas materias –gasto
público, tributos, patrimonio, deuda pública y otras-.
Por lo que respecta a la estructura del poder financiero, la misma dependerá en gran medida de cómo
se organiza políticamente el Estado. Por ello, en un Estado descentralizado como el nuestro surge un
claro problema: ¿Cuál es la distribución de competencias sobre esas materias desde el punto de vista
territorial en España? Si en nuestro sistema existen cuatro niveles de gobierno: Unión Europea /
Estado / CCAA / EELL.
Esa distribución no se realiza en los artículos 148 y 149 CE. Sin embargo, la Constitución hace
referencias indirectas al reparto del poder financiero a nivel territorial:
• Estado: artículo 149.1.14ª, otorga al Estado competencia exclusiva sobre la Hacienda General
y la Deuda del Estado, y artículo 133, reconoce que la potestad originaria para establecer los
tributos corresponde exclusivamente al Estado.
• CCAA: artículos 156, 157 y 158, reconocen autonomía financiera en el ámbito de desarrollo de
sus competencias.
STC 14/1986, F.J. 2º aclara que, aunque no se incluya expresamente en el artículo 148 CE, las
CC. AA. ostentan una competencia exclusiva sobre su propia Hacienda porque se trata de “una
exigencia previa o paralela a la propia organización autónoma”.
• EELL: artículo 142, reconoce el principio de suficiencia de las Corporaciones Locales (deberán
disponer de los medios suficientes para el ejercicio de sus competencias a través de tributos
propios y de participación en los del Estado y de las CCAA).
El Estado tiene atribuida, en el artículo 149.1.14ª de la Constitución, la competencia exclusiva en
materia de “Hacienda General y Deuda del Estado”. Además de lo dispuesto en este precepto se
recogen otras manifestaciones específicas del poder financiero del Estado en el propio texto
constitucional respecto de los gastos y respecto de los ingresos.
1. Poder de gasto:
Artículos 66.2, 133.4 y 134.1 y 2 CE: En cuanto al gasto público, en primer lugar, el artículo 66.2 CE
prevé la potestad de las Cortes Generales para aprobar los Presupuestos del Estado. A su vez, hace
referencia el artículo 133.4 CE a que “las administraciones públicas sólo podrán contraer obligaciones
financieras y realizar gastos de acuerdo con las Leyes”.
Resulta especialmente significativo el artículo 134 de la Constitución que configura las Leyes de
Presupuestos Generales del Estado, en cuyo apartado 2 se establece que dichos presupuestos
“incluirán la totalidad de los gastos… del sector público estatal”, reconociendo así, implícitamente, el
pleno poder o capacidad del Estado respecto de la ordenación jurídica de todos sus gastos.
STC 13/1992: En la programación y ejecución del gasto el Estado debe respetar el orden competencial
(constitucional y estatutario) de las CC. AA.
Artículo 132.3 CE: “Por Ley se regularán el Patrimonio del Estado y el Patrimonio Nacional, su
administración, defensa y conservación”.
Artículo 135 CE: Prevé que el Gobierno autorice, por ley, la emisión de Deuda Pública o contraer
crédito.
El Poder Tributario del Estado se encuentra reconocido en el artículo 133.1 CE: «La potestad originaria
para establecer los tributos corresponde exclusivamente al Estado, mediante ley».
Esta fórmula se inspira claramente en la histórica diferenciación entre poder originario, correspondiente
al Estado como titular de la soberanía, y poder tributario derivado, correspondiente a los entes públicos
de nivel inferior al Estado, que disfrutaban de dicho poder sólo en la medida en que le venía atribuido
por el propio Estado.
Actualmente, esta concepción no es válida, puesto que no se puede hablar de un poder tributario
originario, inherente al Estado por su simple existencia. El poder tributario de cada nivel territorial
existe jurídicamente porque lo prevé la Constitución y se ejercerá dentro de los límites establecidos en
ésta.
La correcta interpretación del art. 133.1 CE está basada en que el poder tributario del Estado puede
prevalecer sobre el de CCAA si ocurriera alguna colisión, pues:
a) El Estado posee competencia exclusiva sobre la «Hacienda general» (art. 149.1.14ª CE), que
es la que legitima la intervención estatal en la regulación del marco general de todo el sistema
tributario (STC 192/2000, FJ. 6º).
b) El Estado tiene atribuidas las competencias de armonización del ejercicio del poder financiero
de las CCAA (artículo 157.3 CE). Esta competencia deberá ejercerla mediante Ley Orgánica: la
LOFCA. “Atribución al Estado de la competencia para regular, de forma unilateral, el sistema de
financiación autonómica” (SSTC 179/1985, 68/1996, 192/2000).
c) El Estado tiene competencia exclusiva para establecer las líneas básicas del sistema financiero
local. “Competencia exclusiva del Estado para la regulación del sistema de tributos locales ya
que estos no pueden aprobar leyes y la legalidad tributaria es un principio formal exigido por el
art. 31.3 CE. (Texto Refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, aprobado por
el Real decreto Legislativo 2/2004, de 5 marzo)” (STC 233/1999). Las CCAA carecen de esta
competencia.
La relación entre estos títulos competenciales y la atribución al Estado del poder tributario originario es
resaltada por el TC: «La indudable conexión existente entre los artículos 133.1, 149.1.14ª y 157.3 de la
Constitución determina que el Estado sea competente para regular no sólo sus propios tributos, sino
también el marco general de todo el sistema tributario y la delimitación de las competencias financieras
de las Comunidades Autónomas respecto de las del propio Estado» (STC 192/200).
• Fuentes
normativas de los
recursos:
CE, Estatutos de Autonomía, LOFCA: Las CC.AA ejercen su poder tributario de acuerdo con la
Constitución y sus Estatutos de Autonomía y dentro de los términos de armonización previstos en la
LOFCA.
• Límites al poder tributario autonómico:
La Constitución establece una serie de límites en relación con el ejercicio del poder tributario de las
Comunidades Autónomas, esto es, límites específicos, además de los que el artículo 31 establece con
carácter general para todos los tributos. Estos límites son los siguientes:
− Límite general (art. 157.2 CE)2:
El artículo 157 CE en su segundo apartado hace referencia a los principios de territorialidad y
de unidad del mercado interno al establecer que: «Las Comunidades Autónomas no podrán en
ningún caso adoptar las medidas tributarias sobre bienes situados fuera de su territorio o que
supongan obstáculo para la libre circulación de mercancías o servicios».
Con relación a estas limitaciones, el TC ha matizado que los que prohíbe el artículo 157.2 CE
es la adopción de medidas que intencionalmente persigan la finalidad de obstaculizar la
circulación; la infracción del mismo se producirá cuando las consecuencias objetivas de las
medidas adoptadas impliquen el surgimiento de obstáculos que no guarden relación con el fin
constitucionalmente lícito que aquéllas persiguen (STC de 16 de noviembre de 1981).
− Límites al establecimiento de tributos propios3:
Además del límite general establecido expresamente en la Constitución, está la prohibición de
la doble imposición, conectada con el que podríamos llamar principio de preferencia de la
Hacienda Estatal en la definición de hechos imponibles.
Dice en este sentido el artículo 6.2 CE LOFCA: «Los tributos que establezcan las Comunidades
Autónomas no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por el Estado». Por el
contrario, éste sí que puede reclamar para sí el derecho a establecer tributos sobre hechos
imponibles previamente “ocupados” por las Comunidades Autónomas, aunque en este caso
deberá compensar a dichas Comunidades. Dice al respecto el artículo 6.4 LOFCA: «Cuando el
Estado, en el ejercicio de su potestad tributaria originaria, establezca tributos sobre hechos
imponibles gravados por las Comunidades Autónomas, que supongan a éstas una disminución
de ingresos, instrumentará las medidas de compensación o coordinación adecuadas a favor de
las mismas».
¿Cómo debemos entender esta limitación a la doble tributación? Si se realiza en un sentido
amplio, prohibiendo que un impuesto autonómico recaiga sobre una materia imponible ya
sometida a tributación por el Estado, como renta, riqueza, actividad empresarial y gasto ya
están sometidos a tributación en impuestos estatales, no habría posibilidades reales para
establecer tributos autonómicos.
Evidentemente, la interpretación estricta del artículo 6.2 como interdicción de la duplicidad de
hechos imponibles solventaría este problema.
El Tribunal Constitucional, en las Sentencias 37/1987, de 26 de marzo, relativa al Impuesto
sobre Tierra Infrautilizadas de Andalucía, y en la Sentencia 186/1993, de 7 de junio, relativa al
Impuesto de Dehesas Calificadas en Deficiente Aprovechamiento de Extremadura, se ha
pronunciado sobre este tema, considerando que lo que queda prohibido es la duplicidad de
2
No hay que olvidar la genérica limitación, a la que ya se ha hecho referencia, de respetar los principios o criterios de coordinación con la
Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los españoles (art. 156 CE y 2 LOFCA).
3
El profesor dio mucha importancia a estos límites. Ojo con la interpretación que hay que hacerse de ellos !
hechos imponibles estrictamente, pero no la existencia de hechos imponibles o tributos
diferenciados sobre una misma materia imponible o fuente de riqueza. De este modo, es
necesario distinguir entre ambos conceptos: mientras que el hecho imponible constituye un
«concepto jurídico», la materia imponible u objeto del tributo representa toda fuente de riqueza
o renta que el legislador decida someter a imposición.
Sin embargo, una aplicación literal de este precepto implicaría que cualquier mínima variación
del hecho imponible suponga establecer un tributo autónomo y, por tanto, no vulneraría esta
prohibición. Esto se soluciona interpretando que no se prohíbe una duplicidad de hechos
imponibles en sentido estricto, sino una “prohibición de equivalencia”, esto es, se atiende a la
función o finalidad de cada tributo, estatal y de la Comunidad Autónoma.
En sentido opuesto, la LOFCA contempla la posibilidad de que las Comunidades Autónomas
establezcan tributos sobre materias reservadas a las Corporaciones locales por la legislación
de régimen local, pero sólo en los términos en que sean autorizadas por dicha legislación y con
la adecuada compensación económica. Esto es, el artículo 6.3 LOFCA establece la prohibición
restablecer tributos sobre materias imponibles gravadas por los tributos locales, salvo que la
legislación local expresamente lo autorice. Este precepto dice literalmente: «Las Comunidades
Autónomas podrán establecer y gestionar tributos sobre las materias que la legislación de
régimen local reserve a las Corporaciones locales, en los supuestos en que dicha legislación lo
prevea y en los términos que la misma contemple. En todo caso, deberán establecerse las
medidas de compensación o coordinación adecuadas en favor de aquellas Corporaciones, de
modo que los ingresos de tales Corporaciones locales no se vean mermados ni reducidos
tampoco en sus posibilidades de crecimiento futuro».
Se trata de un límite absoluto, cuya aplicación literal provocaría que cualquier tributo
autonómico afectara a un tributo local –no hay ningún ámbito no sometido por una EELL-; por
ello, como solución se utiliza, nuevamente, la “prohibición de equivalencia” que exige analizar
la finalidad del impuesto (no sólo el nombre).
− Límites al establecimiento de recargos:
El artículo 12 LOFCA prevé expresamente que la posibilidad de que las CCAA establezcan
recargos sobre los tributos del Estado susceptibles de cesión, excepto en el Impuesto sobre las
Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos (IVMDH), y en el Impuesto sobre el Valor
Añadido (IVA) e Impuestos Especiales (II.EE) únicamente cuando tengan competencias
normativas en materia de tipos de gravamen. A ello hay que añadir la interpretación extensiva
realizada por el TC (STC 150/1990) del art. 157.1.a) CE que incluye entre los recursos de las
CCAA los “recargos sobre impuestos estatales y otras participaciones en los ingresos del
Estado”.
− Límites a las competencias autonómicas sobre impuestos cedidos (artículo 157.1.a) CE;
10 y 11 LOFCA; 25 y siguientes Ley 22/2009; STC 192/2000):
Distribución de las competencias de recaudación, gestión y/o formación sobre los impuestos a
los que se refiere la Ley 22/2009 del sistema de financiación de las CCAA.
− No privilegios. Libre circulación: 138 y 139.2 CE, STC 16-11-1981.
− Solidaridad: 138 y 158 CE.
La potestad de establecer tributos por parte de los Entes Locales (EELL) constituye una manifestación
de su autonomía financiera, reconocida por el artículo 142 CE, que alude expresamente a los «tributos
propios» de las Haciendas locales. Este precepto de la Constitución dice expresamente: «Las
Haciendas locales deberán disponer de los medios suficientes para el desempeño de las funciones
que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios
y de participación en los del Estado y de las Comunidades Autónomas».
Las Haciendas locales pueden establecer y exigir tributos de acuerdo con la Constitución y las leyes,
según el artículo 133.2 CE 4 , que equipara en su redacción a Comunidades Autónomas y Entes
Locales. Existe, sin embargo, una fundamental diferencia entre unas y otros: mientras que las
Comunidades Autónomas disfrutan de potestad legislativa, Ayuntamientos y Diputaciones carecen de
ella.
En consecuencia, por exigencias del principio de legalidad tributaria o de reserva de ley establecido en
los artículos 31.3 CE que requiere que las prestaciones personales o patrimoniales sean establecidas
con arreglo a la ley (y reforzada por el art. 133.1 CE que dice que el poder tributario del Estado se
ejercerá mediante Ley), hay un primer elemento diferenciador: frente a la ausencia de poder legislativo
de los Entes o Corporaciones Locales, estos no pueden aprobar sus tributos propios.
A pesar de esta primera afirmación, se ha llegado a una solución derivada de la conjunción de los
artículos 133.2, 142 y 149.1.14ª CE por la que se desprende la competencia exclusiva del Estado para
establecer líneas básicas del sistema financiero local (STC 233/1999). De este modo, el Estado regula
los tributos propios de los EELL mediante el Texto Refundido de la Ley reguladora de las Haciendas
Locales (RD Leg. 2/2004, de 5 de marzo)
Con todo ello, las Corporaciones Locales pueden establecer tributos o decidir sobre la
regulación de los elementos esenciales sólo si cuentan para ello con habilitación explícita de
una Ley, que al propio tiempo debe predeterminar dentro de límites precisos la disciplina de dichos
tributos.
4
Art. 133.2 CE: “Las Comunidades Autónomas y las Corporaciones locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con la Constitución
y las Leyes.”
De acuerdo con este esquema de funcionamiento, la Ley de Regulación de las Haciendas Locales
(LRHL), ha diseñado el sistema de ingresos de Ayuntamientos y Diputaciones, incluyendo, junto a
otros medios de financiación los tributos propios, así como recargos sobre tributos autonómicos o de
otros entes locales.
En relación con los tributos locales, la LRHL establece los elementos esenciales (art. 57 y ss.), de
manera que la potestad tributaria de las Corporaciones Locales, en relación con dichos tributos
propios, consiste en la facultad de decidir sobre su establecimiento o aplicación en concreto –excepto
en determinados casos en que la imposición es obligatoria-, así como la determinación del tipo o
cuantía, dentro de los márgenes fijados en la propia ley. Los EELL pueden establecer aspectos del
gravamen.
A pesar de estas fuertes limitaciones, no hay que olvidar que los Entes locales deben tener margen
para ejercer su autonomía financiera (art. 142 CE), por ello el Tribunal Constitución ha optado por una
flexibilización de la reserva de ley:
Como recapitulación cabe afirmar que el poder financiero del Estado, de las CCAA y de las
Corporaciones Locales tiene un alcance diverso. Las principales diferencias se producen no tanto en la
vertiente de los gastos como en la de ingresos, especialmente los de naturaleza tributaria. Así, el
Estado, frente a las CCAA y a las Corporaciones Locales, no tiene más límite en el ejercicio de su
poder tributario que los establecidos por la Constitución, mientras que aquéllas se encuentran limitadas
tanto por la Constitución como por las leyes estatales. Además, el Estado y las CCAA al disponer de
poder legislativo pueden crear ex novo sus propios tributos, lo que no ocurre en el caso de las
Corporaciones Locales.
Art. 96.1 CE: “Los tratados internacionales, válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente
en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas,
modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas
generales del Derecho internacional.”
Se acoge así el sistema llamado de “recepción automática” en el ordenamiento español de los tratados
internacionales.
Las normas comunitarias
La integración de un Derecho supranacional en el ordenamiento jurídico español está prevista en la CE
en su art. 93: “mediante Ley Orgánica se podrá autorizar la celebración de Tratados por los que se
atribuya a una organización o institución internacional el ejercicio de competencias derivadas de la
Constitución”.
La incorporación de España en la UE en el año 1985 implicó la recepción en el ordenamiento jurídico
interno del ordenamiento jurídico comunitario, o de lo que, en términos más genéricos, se conoce
como “acervo comunitario”.
La recepción de este ordenamiento comunitario en el Derecho interno se lleva a cabo a través de dos
principios fundamentales:
1. Principio de efecto directo: Supone la aplicación inmediata de toda la legislación
comunitaria, a excepción de las directivas5, que pasa a formar parte del ordenamiento interno,
la aplicación e interpretación uniforme y continuada del Derecho comunitario y la existencia de
medios coercitivos para asegurar el cumplimiento generalizado de la normativa comunitaria.
2. Principio de primacía: Supone la aplicación prioritaria del Derecho comunitario sobre el
nacional.
Preguntas
El artículo 135 CE admite una situación de déficit pero dentro de los márgenes establecidos por la
Unión Europea o del que se fije mediante Ley Orgánica para la Administración Central y Comunidades
autónomas
5
Las directivas obligan a todo Estado miembro destinatario en cuanto al resultado a alcanzar, dejando a las instancias nacionales la
competencia en cuanto a la forma y los medios.
El principio de estabilidad presupuestaria no está recogido en nuestra Constitución de 1978 de forma
originaria, pero se ha introducido en ella con la reforma en el 2011 del artículo 135. Esta medida nace
del derecho comunitario con a partir del Tratado de Maastricht y la creación de la Unión Económica y
Monetaria, que dio lugar al Pacto de Estabilidad y Crecimiento acordado en el Consejo de Ámsterdam
(1997) y que fue incluido en el Tratado de la Unión y en el derecho derivado de el mismo. Éste Pacto
pretendía limitar el uso del déficit público como instrumento de política económica y mantenerlo en
unos límites comunes a todas las economías de los países firmantes. Por lo que, en virtud de esta
reglas, los Estados debían respetar un límite del Déficit anual y la deuda acumulada.
La crisis económica iniciada en 2008 ha dado lugar al aumento generalizado de los déficits de los
países de la Unión, lo que generó enormes dudas acerca de la estabilidad de los mismos. Para
resolver esta problemática, se ha acentuó la presión en torno a las medidas relacionadas con la
estabilidad. En este sentido, se pretendió alcanzar, hasta el 2 de marzo de 2012, la firma del Tratado
fiscal (aún no ratificado), que incluye el acuerdo de incorporar la norma de equilibrio presupuestario en
los ordenamientos jurídicos de los estados miembros con normas de rango constitucional o
equivalente.
España, antes de la firma del Tratado, aprobó, el 27 de septiembre de 2011, una reforma
constitucional que dio una nueva redacción al artículo 135 para incorporar al texto constitucional las
reglas sobre estabilidad presupuestaria.
1.3. Relacione los títulos competenciales que, en su caso, habilitan al Estado para limitar el
déficit de las entidades territoriales y razone si el Consejo de Política Fiscal y Financiera de las
CCAA tiene competencias a estos efectos.
La idea central de dicho acuerdo supone la limitación del uso del déficit público como instrumento de
política económica y su contención a unos límites comunes a todas las economías de los países
integrantes de la Unión Económica y Monetaria (actualmente dichos límites son de un 60% de deuda y
de un 3% de déficit).
Ambas normas fueron aprobadas por las Cortes Generales sobre la base competencial de la
competencia exclusiva del Estado atribuida por el artículo 149.1.11ª y 14ª de la Constitución, respecto
al Sistema Monetario, la Hacienda General y la Deuda del Estado, así como sobre la base
competencial recogida en los artículos 149.1.13ª y 18ª, de la Constitución, relativos a las bases y
coordinación de la planificación económica general y las bases del régimen jurídico de las
Administraciones Públicas. El objetivo de estas dos normas era señalar una serie de límites de déficit y
endeudamiento a todas las Administraciones Públicas (Estado, Comunidades Autónomas y Entidades
Locales), así como unos mecanismos de control para asegurar su cumplimiento.
El fundamento de la competencia estatal para establecer estas medidas de política económica,
relativas a la estabilidad presupuestaria, sobre el resto de las Administraciones Públicas, ha sido
también avalado por diferentes sentencias del Tribunal Constitucional.
1.4 ¿Puede una Ley aprobada por las Cortes Generales limitar cuantitativamente el déficit de las
Comunidades Autónomas y de las Corporaciones Locales a la vista de la doctrina de la STC
134/2011?
El Gobierno puede limitar los presupuestos de los gobiernos autonómicos, así como los del resto de
Administraciones públicas. El Tribunal Constitucional (TC) ha dictaminado que el Gobierno puede
imponer ‘límites presupuestarios’ en materias concretas a las CCAA y que esta limitación no supone
ningún menoscabo de la autonomía financiera de los gobiernos autonómicos, ni una subordinación de
las cuentas autonómicas, pero sí permite una revisión y control de las mismas.
La definición de estabilidad presupuestaria se configura como una “orientación de política general que
el Estado puede dictar”. Además, la autonomía financiera de las CCAA “no excluye la existencia
de controles, incluso específicos”. El Gobierno cumple así con lo establecido en el artículo 149.1.1
y artículo 149.1.13 de la Constitución, que establecen como competencia exclusiva del Ejecutivo
garantizar la igualdad entre los españoles y la coordinación de la ‘planificación general de la actividad
económica’.
Además, con base en el principio de coordinación delimitado por la LOFCA cabe, pues, justificar
que el Estado acuerde una medida unilateral con fuerza normativa general susceptible de incidir en
las competencias autonómicas en materia presupuestaria, siempre que aquélla tenga una relación
directa con los mencionados objetivos de política económica.
Por lo tanto, es legítimo el establecimiento por parte del Gobierno de límites presupuestarios a
los gobiernos autonómicos, en materias concretas, porque esta limitación ‘encuentra su apoyo en la
competencia estatal de dirección de la actividad económica general, y su establecimiento está
encaminado a la consecución de la estabilidad económica y la gradual recuperación del equilibrio
presupuestario’. Por lo tanto, el Gobierno puede tomar las medidas que considere necesarias para, por
ejemplo, limitar el déficit de las CCAA y controlar el despilfarro económico que se ha extendido por los
gobiernos autonómicos.
2. Varias Comunidades Autónomas, en los últimos años, han introducido impuestos propios
medioambientales dirigidos a gravar el daño medioambiental provocado por las grandes
superficies comerciales, dada la gran afluencia de público y coches que atrae este tipo de
lugares. En particular, el impuesto aragonés, define su hecho imponible como “el daño
medioambiental causado por la utilización de instalaciones y elementos afectos a la actividad y
al tráficos desarrollados en los establecimientos comerciales que dispongan de una gran área
de venta y de aparcamiento para sus clientes y se encuentren ubicados en el territorio de la
Comunidad Autónoma de Aragón” (art 30 Ley de Medidas Fiscales y Administrativas en materia
de tributos cedidos y tributos propios de la Comunidad Autónoma de Aragón 13/2005). Su base
imponible se calcula teniendo en cuenta la superficie total (siempre que supere los 2000 metros
cuadrados) de cada establecimiento comercial que disponga de un gran área de venta.
¿Chocarían este tipo de impuestos propios con alguna de las limitaciones a las potestades
tributarias de las CCAA señaladas en el bloque de constitucionalidad?
Por último, pronúnciese sobre el reciente impuesto catalán sobre la provisión de contenidos
por parte de prestadores de servicios de comunicaciones electrónicas (BOE núm. 309 de 23 de
diciembre de 2014). El artículo 3 de su ley reguladora describe como hecho imponible “la
disponibilidad del servicio de acceso a contenidos existente en redes de comunicación
electrónicas mediante la contratación con un operador de servicios”, aunque a continuación
traslada la carga impositiva al operador, al que además se le prohíbe repercutir el impuesto al
usuario de la red. ¿Lo considera compatible con el bloque de constitucionalidad en atención a
la jurisprudencia del TC?
La Constitución de 1978 enumera los recursos de las Comunidades Autónomas en el art. 157
apartado 1. En particular, la letra b) del citado precepto se refiere a “sus propios impuestos, tasas y
contribuciones”. Los tributos propios son la expresión más genuina de la autonomía financiera de las
CCAA, a través de ellos las comunidades autónomas ejercen plenamente sus competencias tributarias
normativas, de aplicación y de obtención del producto. Ahora bien, como veremos a continuación, la
Constitución y la LOFCA incluyen limitaciones para su establecimiento.
Los artículos 6 y 9 de la
LOFCA recogen los principios que las CCAA deben respetar en el establecimiento de sus propios
impuestos. Entre ellos:
En relación con los tributos estatales, el art. 6.2 de la LOFCA prohíbe que las CCAA establezcan
tributos cuyos hechos imponibles ya se encuentren gravados por el Estado. Es decir, sitúa la
prohibición en el plano del hecho imponible y por tanto permite que una misma materia o fuente de
riqueza pueda ser gravada por un tributo estatal y por otro de una CCAA.
Por el contrario, en relación con los tributos locales, la redacción originaria del art. 6.3 LOFCA situaba
la prohibición en el plano de la materia imponible, por lo que el ámbito de actuación de las CCAA
resultaba más reducido.
La cuestión más conflictiva ha sido la interpretación que debía darse al término “materias reservadas”
del citado art. 6.3 LOFCA, al objeto de determinar si la prohibición existente entre los tributos propios
autonómicos y los locales recaía sobre el hecho imponible o sobre el objeto o materia imponible.
Ante esta situación, a fin de clarificar el espacio de los tributos propios de las CCAA, en el Acuerdo del
CPFF 6/2009, de 15 de julio se planteó la necesidad de revisar los límites existentes en la LOFCA para
la creación de tributos propios de las CCAA, aumentando su espacio fiscal y, así evitar los habituales
conflictos constitucionales se acordó revisar el art. 6.3 LOFCA para que las reglas de incompatibilidad
se refirieran al “hecho imponible” y no a la “materia imponible”, estableciendo una delimitación similar a
la que existe en relación con los tributos estatales.
De esta forma el legislador ha dado nueva redacción al art. 6.3 LOFCA a través de la LO 3/2009, de 18
de diciembre, con el objeto de asimilar las reglas de incompatibilidad entre los tributos locales y
autonómicos a la recogida en el art. 6.2 para los tributos estatales y autonómicos.
El TC ha subrayado que antes de esta última reforma los tributos que establecían las CCAA no podían
recaer “sobre materias que la legislación de régimen local reserve a las Corporaciones Locales”,
mientras que con la redacción vigente éstos “no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por
los tributos locales” y sobre la base de este nuevo parámetro ha enjuiciado aquellos recursos
pendientes de fallo y que se presentaron con anterioridad a la LO 3/2009, de 18 de diciembre.
Argumenta el Alto Tribunal que el bloque de constitucionalidad que ha de servir de canon de
enjuiciamiento es la norma existente en el momento de procederse a la resolución del recurso y sobre
esta base ha declarado tributos constitucionales, entre otros: El impuesto aragonés sobre el daño
medioambiental causado por las grandes áreas de venta (STC 96/2013, de 23 de abril de 2013).
3. Algunas Comunidades autónomas han ido introduciendo en los últimos años un impuesto
sobre depósitos en las entidades de crédito, como es el caso de Extremadura (2001), Andalucía
(2010), Canarias (2012), Cataluña (2012) y Asturias (2012). El artículo 19 de la ley 16/2012 de 27
de diciembre introduce el impuesto estatal sobre depósitos en las entidades de crédito, de
contenido prácticamente idéntico a sus antecesores. ¿Considera compatible la coexistencia de
dichos impuestos? ¿Cuáles serían las consecuencias de la aprobación del impuesto estatal?
(Consulte la STC 102/2015 de 26 de mayo)
Como ya sabemos, en virtud del art. 133.2 CE las CCAA se encuentran legitimadas tanto para
establecer tributos como para exigirlos, siempre de acuerdo a la Constitución y a las leyes. Sin
embargo, esta potestad tributaria se encuentra limitada. Así, y como hemos visto antes las CCAA, en
virtud del art. 6.2 LOFCA, no podrán crear o establecer tributos cuyos hechos imponibles se
encuentren gravados por el Estado. No obstante, el Estado si que puede reclamar para sí el derecho a
establecer tributos sobre hechos imponibles previamente “ocupados” por las CCAA, aunque
compensando, en estos casos, a las Comunidades afectadas (art. 6.2 LOFCA).
Si finalmente se aprobara el impuesto estatal y se verificara que los hechos imponibles coinciden, se
suprimirían los impuestos autonómicos, y el Estado debería, según el art. 6.2 LOFCA, instrumentar
medidas de compensación o de coordinación para aquellos casos en los que el establecimiento del
tributo estatal haya supuesto una merma de ingresos para las CCAA, entendiendo aquí que las
medidas de compensación se circunscribirán únicamente a los impuestos autonómicos establecidos
con anterioridad al 1 de diciembre de 2012, pues así lo dispone la Ley 16/2012, de 27 de diciembre.
El artículo 133.1 CE dispone lo siguiente: “La potestad originaria para establecer los tributos
corresponde exclusivamente al Estado, mediante ley”. El poder tributario del estado es así originario en
su clasificación constitucional, por lo que legitima la precedencia de este sobre el de las Comunidades
Autónomas.
Sobre la cesión de tributos, la LOFCA establece la posibilidad de que las Comunidades Autónomas
ejerzan competencias normativas sobre tributos cedidos, con algunas excepciones. El ejercicio de
estas competencias normativas representa en la actualidad la principal manifestación del poder
tributario de las Comunidades Autónomas. La LOFCA establece los límites dentro de los cuales se
ejercerá esta competencia (artículo 19.2 LOFCA). La regulación de la cesión de tributos debe
realizarse mediante ley estatal.
Entre el elenco de recursos que integran la Hacienda de las CCAA la pieza central del sistema de
financiación autonómica son los tributos estatales cedidos (art. 157.1 a) CE). De acuerdo con el art. 10
de la LOFCA son tributos cedidos los establecidos y regulados por el Estado, cuyo producto
corresponde a la Comunidad Autónoma. La cesión será total si se cede la recaudación
correspondiente a la totalidad de los hechos imponibles contemplados en el tributo. La cesión será
parcial si se cede la de alguno de los mencionados hechos imponibles, o parte de la recaudación
correspondiente. La cesión también puede comprender competencias normativas en los términos que
determine la Ley que regule la cesión.
5. Indique qué Comunidad Autónoma asume la competencia para gestionar y hacer suyo el
rendimiento correspondiente al IRPF del señor X, que cuenta con una vivienda permanente en
Andalucía pero que se trasladó en el ejercicio 2013, por un periodo de 7 meses, a la Comunidad
de Madrid para cursar un Máster en la Universidad Carlos III. Indique también, a efectos del
Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, qué Comunidad autónoma asume la competencia
para gravar una donación hecha por el señor Y, residente en la Comunidad Valenciana, a su
amigo el señor Z, residente en Galicia, de un inmueble situado en la Comunidad Autónoma de
Madrid. ¿Ofrece esta regulación alguna oportunidad para la planificación fiscal?
A este respecto, el principio de territorialidad, inherente a la propia condición del poder autonómico, y
el de respeto a la unidad del mercado interno. Este último se ve influenciado por el principio de libre
circulación de mercancías y servicios también en el contexto de la Unión Europea.
“Los tributos se aplicarán conforme a los criterios de residencia o territorialidad que establezca la ley
en cada caso. En su defecto, los tributos de carácter personal se exigirán conforme al criterio de
residencia y los demás tributos conforme al criterio de territorialidad que resulte más adecuado a la
naturaleza del objeto gravado”
Por lo que, a la luz de este artículo parece que, en tanto que el IRPF y el IS son ambos tributos
directos de carácter personal, a falta de legislación específica, debemos utilizar el criterio de
residencia. Debemos señalar que, en cualquier caso, los criterios de residencia y territorialidad no se
oponen puesto que la residencia no constituye más que una manifestación de la territorialidad que
posee un matiz subjetivo, puesto que la residencia se arrastra o se traslada a donde vaya el sujeto.
Sin embargo, el artículo 11 LGT tiene un carácter superfluo puesto que no aporta nada en realidad
porque el legislador es el que determina finalmente con la creación del tributo, el cómo, el cuándo y el
dónde de su tributación.
Las posibilidades de planificación fiscal en España son aún mayores si tenemos en cuenta la cesión de
ciertos tributos a las Comunidades Autónomas, lo cual implica que éstas tengan ciertas capacidades
normativas que conllevan la existencia de legislaciones diferentes entre las mismas. Estas diferentes
legislaciones suponen de facto una competencia fiscal entre comunidades, y por lo que al
contribuyente se refiere cabe la posibilidad de que resulten definitivas a la hora de tomar determinadas
decisiones.
6. El Sr. Manzanero, padre de 3 hijos, falleció en Castellón el 13 de abril de 2010. Debido a sus
trabajos cada uno de los hijos vive en una ciudad, el hijo mayor, Juan, reside en Castellón, el
pequeño, Manuel, reside en Madrid y el otro en Valencia. El Sr. Manzanero a fin de evitar
disputas entre los hijos había establecido en su testamento la misma porción hereditaria para
cada uno de los descendientes. Días más tarde del suceso, los hijos muy apenados deciden
reunirse en Castellón para presentar ante Hacienda la declaración-liquidación correspondiente
a la sucesión de su padre. El impuesto a liquidar por parte de los dos hijos residentes en la
Comunidad Valenciana era idéntico, beneficiándose ambos de la bonificación del 99% en
conformidad con el art. 12 a) bis de la Ley de la Comunidad Valenciana 13/1997. Por el
contrario, Manuel, no pudo beneficiarse de la citada bonificación del 99% porque su residencia
habitual está en Madrid y dicha norma reserva su aplicación exclusivamente a los residentes en
la Comunidad Valenciana.
Teniendo en cuenta que el artículo 25 de la Ley 22/2009 y el artículo 11 LOFCA contemplan el
Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones entre los tributos cedidos del Estado a las
Comunidades Autónoma, ¿está justificada la denegación de la bonificación a Manuel o por el
contrario la liquidación practicada es errónea?
(Consulte la STC 60/2015, de 18 de marzo de 2015)
Debemos acudir, y así lo hace el TC en su argumentación a los principios de igualdad ante la ley (art.
14 CE) y al de igualdad ante la ley tributaria (art. 31.1 CE). Del primero de ellos se desprende el deber
del legislador de dispensar un mismo tratamiento a quienes se encuentren en situaciones jurídicas
iguales a la vez que se prohíbe cualquier situación de desigualdad no justificada objetiva y
razonablemente. Por otro lado, el principio de igualdad tributaria ante la ley conlleva la prohibición en la
concesión de privilegios tributarios discriminatorios, es decir, de beneficios tributarios injustificados
desde el punto de vista constitucional que puedan constituir una quiebra del deber general de
contribuir al sostenimiento de los gastos del Estado. Por lo tanto, lo relevante aquí no es la existencia
de una medida o norma diferente en el territorio nacional, puesto que ésta podría encontrarse
justificada, sino la existencia o no de dicha justificación y la proporcionalidad de la medida, entendida
como la adecuación razonable al fin legítimo constitucionalmente perseguido.
Pues bien, dado que nos encontramos ante situaciones iguales (pues es una misma herencia la que se
reparte a varios hijos en las mismas condiciones), para comprobar si se respeta efectivamente o no el
principio de igualdad ante la ley tributaria debemos determinar si existe una finalidad objetiva y
razonable que legitime el trato desigual de estas situaciones iguales y si las consecuencias jurídicas
producidas por la disparidad son razonables existiendo, por tanto, una relación de proporcionalidad
entre el medio empleado y la finalidad perseguida.
En este caso, el TC señala que si bien el criterio de residencia puede ser un elemento diferenciador a
la hora de tributar siempre que tenga una justificación legítima, en este caso, no se encuentra
justificado ni se cumplen los criterios de proporcionalidad (la diferencia de trato no es proporcional al
fin perseguido), por lo que considera que la diferencia de trato es discriminatoria y, por tanto,
inconstitucional. Así concluimos que, en base a la argumentación dada por el TC, la liquidación
practicada es errónea.
¿Cómo se entiende entonces que las Haciendas locales puedan establecer tributos si de acuerdo con
el principio de legalidad tributaria del art. 31.1 CE éstos únicamente podrán establecerse por ley y
éstas carecen de esa potestad legislativa? Pues bien, de los arts. 31.1, 133.1 y 2, y 149.1.14º CE se
desprende la competencia exclusiva del Estado para establecer las líneas básicas del sistema
financiero local (STC 233/1999). Por lo que la creación de los tributos locales ha de operarse
necesariamente a través del legislador estatal, es decir, será el Estado quien regula los tributos propios
de los Entes Locales mediante el texto Refundido de la Ley reguladora de Haciendas Locales (es el
Estado y no las CCAA quien, a través de dicha ley, le da margen a las entidades locales para que
establezcan tributos).
Se trata, en suma de una potestad exclusiva y excluyente del Estado que no permite la intervención
autonómica en la creación de los tributos de las entidades locales (lo que no significa que la
Comunidad Autónoma no pueda ceder sus tributos propios a las corporaciones locales de su territorio).
Por lo tanto, el Parlament de Cataluña no podrá crear dicho impuesto local medioambiental puesto
que, como hemos expuesto, dicha competencia queda reservada exclusivamente al Estado.
LECCIÓN 3. CONSTITUCIÓN FINANCIERA (II). EL DEBER DE CONTRIBUIR, LEGALIDAD
FINANCIERA Y LA JUSTICIA EN EL GASTO PÚBLICO
El deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos es una necesidad tan evidente para el
mantenimiento del Estado que realmente lo que genera discusión no es su constitucionalización sino
las condiciones en las que de acuerdo con la Constitución debe cumplirse dicho deber. Por ello, el
artículo 31 de la CE establece en sus tres apartados una serie de principios que marcan las
condiciones para cumplir con los deberes tributarios: en el apartado primero, los principios de
universalidad (o generalidad), individualidad, igualdad y progresividad, no confiscatoriedad y capacidad
económica. En el segundo, el principio de eficacia y economía en la ejecución del gasto. En el tercero,
el principio de reserva de ley en materia tributaria.
Por otro lado, el principio de generalidad supone que el legislador debe tipificar como hecho imponible
todo acto o negocio jurídico que demuestre capacidad económica. Es decir, con carácter general se
prohíben las exenciones y bonificaciones que puedan resultar discriminatorias, sin embargo, ello no
supone que no se puedan conceder beneficios tributarios por razones de política económica. En este
sentido, el Tribunal Constitucional en no pocas ocasiones ha reconocido que los tributos, además de
ser un medio para recaudar ingresos públicos, sirven como instrumentos de política económica general
y para asegurar una mejor distribución de la renta nacional.
Por lo que, podemos afirmar que este principio tiene un doble valor: el deber de contribuir no se reduce
a los nacionales y afecta a todos los que tengan capacidad económica.
No obstante, como hemos dicho, la existencia de la generalidad no significa que no puedan existir
regímenes tributarios particulares, exenciones o beneficios fiscales, que se pueden fundamentar en la
propia capacidad económica o en otras razones amparadas por el ordenamiento (motivos de orden
extrafiscal). Lo que no es admisible es el establecimiento de exenciones por razón de la persona.
Constituye un valor no solo del sistema tributario sino del ordenamiento. Según el TC, la relación entre
el principio general de igualdad del art. 14 CE y los principios rectores del sistema fiscal que se
especifican en el art. 31 CE, está incorporada en este último precepto.
La igualdad del art. 14 CE es garantía ante la ley y prohíbe la discriminación en razón de criterios
subjetivos o relacionados con la condición de persona, siendo protegido por recurso amparo (igualdad
ante la ley). Mientras que la igualdad del art. 31 CE es la igualdad en la ley y se relaciona con la
prohibición de discriminaciones o desigualdad de trato en el reparto de la carga tributaria sobre la base
de circunstancias o criterios objetivos, defendiéndose únicamente ante los Tribunales ordinarios
(igualdad tributaria). Es decir, este principio de igualdad tributaria se expresa en la capacidad
contributiva de los ciudadanos, en el sentido de que situaciones económicas iguales conllevan una
imposición fiscal igual. Es decir, nuevamente, se prohíben los tratos discriminatorios, pero no el
tratamiento diferencial derivado de distintas situaciones de hecho
A. Igualdad formal. El criterio de igualdad debe entenderse como un valor a promover con medidas
fiscales que tiendan a corregir las desigualdades realmente existentes en la sociedad. A lo que se
opone la igualdad es la discriminación en el tratamiento de situaciones que pueden considerarse
iguales, encontrando la manifestación más clara en el criterio de progresividad, de modo que toda
vulneración del principio de igualdad será injustificado.
B. Igualdad material. Hace referencia al necesario (y posible) tratamiento desigual de situaciones que
manifiesten distinta capacidad económica ya que la igualdad no exige una uniformidad de tratamiento,
si que ante ciudadanos equivalentes la Administración tributaria debe tratarlos por igual.
El principio de capacidad económica (o contributiva)
Tradicionalmente el principio suponía que sólo cuando se producía un hecho o negocio jurídico
indicativo de capacidad económica se podía establecer el tributo. Esto supone que la norma con
carácter general establece las condiciones para la imposición; sin embargo, no han faltado ocasiones
en las que la generalización del hecho imponible establecido en la norma podía ser contrario a la
Constitución al producir mayor presión fiscal sobre quienes en realidad tienen menos capacidad
económica (STC 46/2000, de 17 de febrero). Desde luego, lo que sí ha prohibido taxativamente el
Tribunal Constitucional es que se graven riquezas aparentes o inexistentes (STC 221/1992).
Siendo el sistema tributario un modo de reparto de la carga del sostenimiento de los gastos públicos,
desde el punto de vista de la igualdad es lógico que la forma de repartir se lleve a cabo teniendo en
cuenta la capacidad económica de cada sujeto. Además, el principio de capacidad económica debe
ser visto en conexión con la concepción del principio de igualdad, no sólo en su aspecto formal, sino
también como instrumento al servicio de la igualdad material. Tres funciones:
Así, el presupuesto del tributo debe incorporar siempre un índice de capacidad económica,
aunque el tributo sirva para otras finalidades. Los fines extrafiscales del tributo deben ser
compatibles con la finalidad contributiva y responder a una exigencia o criterio razonable y
amparado en el sistema de valores de la CE.
Se entiende por progresividad (art. 31.3 CE) aquella característica de un sistema tributario según la
cual a medida que aumenta la riqueza de cada sujeto, aumenta la contribución en proporción superior
a los que tienen menos. Es un fenómeno ligado al desarrollo de los sistemas tributarios
contemporáneos, que asignan a la Hacienda Pública una función redistributiva, de modo que los que
tienen más contribuyen en proporción superior a los que tienen menos.
La progresividad no afecta a cada figura tributaria singular, sino al conjunto del sistema, lo cual exige
que en este régimen tengan un peso suficientemente importante los impuestos de carácter progresivo,
que debe ser efectiva en la práctica, contenido dentro de límites razonables el fraude fiscal. Así,
pueden existir tributos proporcionales.
El único límite existente es el de la confiscatoriedad. No se refiere a los tributos, sino que el sistema
tributario en su conjunto no tendrá en ningún caso alcance confiscatorio, es decir, en aquellos
supuestos en que una Ley configurase un tributo que tuviese efecto confiscatorio o de anulación del
derecho de propiedad, el precepto sería inconstitucional, sin necesidad de recurrir a este principio, por
el simple juego de la regla de la capacidad económica.
Dicho principio, que tan sólo indirectamente afecta a la justicia tributaria y es más un principio de
ordenación del gasto público, se articula sobre la base de dos postulados: la equidad en la asignación
de los recursos públicos y el criterio de eficiencia y economía en su tramitación y ejecución. El primero,
se refiere a los fines que constitucionalmente deben dirigir la política del Estado para conseguir los
principios de generación y distribución de la riqueza; el segundo, de carácter más técnico supone
requerir al Estado que actúe con la los criterios que la ciencia y la técnica pongan a su disposición en
cada momento para gestionar mejor los bienes públicos
Por lo que, vemos como este principio establece que los ingresos obtenidos por los tributos deben
dedicarse a la financiación del gasto público. Más allá de esto estaríamos hablando de una decisión
política.
En lo que se refiere a reserva de ley, a nivel presupuestario existe una reserva de ley. Lo mismo que
en materia de deuda pública, pues es la ley la que establece la capacidad máxima de endeudamiento.
En materia tributaria también existe reserva de ley, pues por ley han de establecerse tanto los tributos
como los elementos esenciales del mismo.
Para hablar de reserva de ley en materia tributaria debemos preguntarnos cuales son sus
fundamentos. Así encontramos: el principio democrático de legalidad, la protección/defensa de la
libertad y la propiedad privadas además de la protección/garantía de la igualdad. Nos encontramos
ante un triple fundamento.
Es necesaria una Ley formal para el establecimiento de tributos. Se encuentra recogido en el art. 31.3
CE con relación a las prestaciones patrimoniales o personales públicas y es recalcado en el art. 133.1
con relación a los tributos. Y su fundamento tradicional está en la exigencia de autoimposición o
consentimiento del impuesto a través de la representación de los contribuyentes, aplicándose incluso
al caso de exenciones y beneficios fiscales.
También se ve fundamentado por la garantía de igualdad o tratamiento uniforme para los ciudadanos,
asegurando la unidad del sistema tributario en todo el territorio nacional. Finalmente, este principio
tiene su fundamento en el principio de seguridad jurídica, que exige que el contribuyente pueda
conocer con suficiente precisión el alcance de sus obligaciones fiscales.
La doctrina distingue entre reserva de ley absoluta y relativa. En la absoluta la ley debe llevar a cabo
de manera acabada la completa regulación de la materia a ella reservada, sin dejar espacio para la
integración de su disciplina por una fuente distinta. En cambio, en el caso de la reserva relativa la ley
puede limitarse a establecer los principios y criterios dentro de los cuales la concreta disciplina de la
materia reservada podrá posteriormente ser establecida en todo o en parte, por una fuente secundaria.
En el caso de la reserva del art. 31.3 CE la mayoría de la doctrina y el TC entienden que se trata de
una reserva relativa, y de hecho en relación con determinados tributos como son los de los entes
locales, esta reserva relativa es la única que permite compaginar las exigencias propias del principio
con las derivadas de la autonomía financiera local del art. 142CE.
En los casos en que la ley no regule o establezca directamente el tributo, remitiéndose a una fuente
secundaria, esta remisión debe contener con suficiente determinación los límites y criterios dentro de
los cuales ha de actuar la fuente secundaria, de manera que el tributo sea regulado con arreglo a la
Ley. Estamos por tanto ante una reserva relativa en la que, aunque los criterios o principios que han de
regir la materia deben de contenerse en una ley, resulta admisible la colaboración del reglamento,
siempre que sea indispensable por motivos técnicos o para optimizar el cumplimiento de las
finalidades propuestas en la CE o en la Ley y siempre que la colaboración se produzca en términos de
subordinación, desarrollo y complementariedad.
Por tanto, la Ley debe contener los elementos esenciales del tributo. Según el TC la reserva de ley en
materia tributaria no afecta por igual a todos los elementos integrantes del tributo, sino que el grado de
concreción exigible a la ley es máximo cuando regula los elementos determinantes de la identidad de
la prestación y los relativos a su entidad o cuantificación: hecho imponible, sujetos pasivos, cuota, tipio,
base... No quedan comprendidos dentro de la garantía del principio de legalidad aquellos aspectos de
la regulación relativos a elementos procedimentales o formales propios de la ejecución de la Ley: lugar
de pago, plazos...
Asimismo, el TC ha afirmado que cae dentro del principio de legalidad o reserva de ley el
establecimiento de exenciones y bonificaciones tributarias, pero no cualquier otra regulación de ellas,
ni la supresión de las exenciones o su reducción o la de las bonificaciones, porque esto último no
constituye alteración de los elementos esenciales del tributo.
Una de las cuestiones más importante sobre el principio de legalidad tributaria ha sido la extensión de
esta reserva. Dejando a parte las prestaciones personales, hoy absolutamente residuales, y fijándonos
en las patrimoniales, lo primero que se ha de apuntar es que estas no son tan sólo de carácter
tributario y pueden aparecer otras como son precios de servicios públicos o las cotizaciones a la
Seguridad Social.
En este sentido, La CE ha seguido un criterio de máxima amplitud empleando en lugar del término
tributo, el de prestación personal o patrimonial de carácter público, quedando dentro del principio de
legalidad las prestaciones patrimoniales públicas establecidas, impuestas de manera unilateral sin
concurso de la voluntad del obligado. Así, la intervención del legislador es requerida en supuestos
como las cotizaciones de la SS o en las tarifas de contratos de adhesión relativos a servicios públicos
esenciales, o incluso cuando sean establecidos por entidades no públicas en régimen de Derecho
Privado. Consecuencias:
Esta doctrina del TC se flexibiliza para las corporaciones locales porque estas carecen de potestad
legislativa, pero a la vez son órganos que cumplen perfectamente el principio democrático. Así, el TC
les permite modificar los tipos de gravamen siempre dentro de lo establecido en el marco estatal. Los
límites en este sentido son bastante estrechos y, en este sentido, ha habido varias sentencias del TC
que declaraban inconstitucional algunas leyes del Estado que vejaban esta reserva de ley (daban más
potestad a los Ayuntamientos)
El artículo 9.3 CE establece la prohibición absoluta de normas retroactivas sólo en relación a las
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales. Dentro de este
ámbito no se incluyen las normas tributarias. Por ello, en materia tributaria podemos afirmar que las
leyes podrán tener efectos retroactivos, salvo que las mismas u otras leyes digan lo contrario. Ahora
bien, que el legislador pueda disponer sobre esta cuestión no significa que pueda hacerlo sin
limitaciones. El problema de la retroactividad de las normas tributarias es realidad un problema de
seguridad jurídica. El valor de la seguridad jurídica puede ceder ante otras exigencias. El TC ha
afirmado que no es admisible que un menoscabo de la seguridad jurídica llegue a convertirse en una
negación total de la misma.
Determinar cuando una norma tributaria de carácter retroactivo vulnera la seguridad jurídica de los
ciudadanos es una cuestión que solo pude resolverse caso por caso, teniendo en cuenta el grado de
6
Así pues, la lista del art. 8 de la LGT mezcla elementos diversos. Junto a materias que cabe entender derivadas del art. 31.3 CE (letras a, b,
c y d) se menciona alguna otra cuyo apoyo constitucional se encuentra en otro punto (como la letra g relativa a infracciones y sanciones que
repite el mandato del art. 25CE sobre reserva de ley en materia penal y de derecho sancionador en general), así como otras materias que se
encuentran relacionadas con la aplicación del principio general de legalidad administrativa, como sucede con las referencias a recargos e
interés de demora (letra e) o la regulación de prescripción y caducidad (letra f) o a la obligación de presentar declaraciones (letra h) o a la
determinación de actos susceptibles de impugnación (letra l).
retroactividad de la norma y las circunstancias que concurren en cada supuesto.
Por lo que, siguiendo la doctrina del TC y en virtud de lo dispuesto, podemos afirmar que en materia
tributaria caben ambas retroactividades, es decir, no serán inconstitucionales siempre que no se
vulnere el principio de seguridad jurídica, que dicha retroactividad fuera previsible y que se encuentre
en todo caso justificada por el fin de la medida. No obstante, con carácter general casi podríamos
afirmar que solo cabrá la retroactividad relativa, puesto que la absoluta pugna, en principio, y salvo que
se den ciertas exigencias cualificadas (como podría ser una situación de crisis), con el principio de
seguridad jurídica.
Preguntas
1. Las últimas reformas del Impuesto sobre Sociedades han supuesto un abandono progresivo
del principio de renta neta conforme al cual la base imponible es equivalente a la diferencia
entre los ingresos brutos y los gastos afectos a la actividad. En este sentido, por no mencionar
más que un ejemplo, se limita la deducibilidad de los gastos financieros, de manera que sólo
serán deducibles en un importe que no exceda el 30% del beneficio operativo o del millón de
euros. ¿Considera respetado el principio de capacidad económica de acuerdo a la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional?
(Consulte la STC 214/1994, 14 de julio de 1994)
La única exigencia del principio de capacidad económica establecida por el TC (STC 214/1994) es que
se grave la renta real, prohibiendo que se puedan gravar “riquezas aparentes o inexistentes”.
En este caso, con las últimas reformas del Impuesto sobre Sociedad estamos haciendo que se tribute
más de lo que se debería, es decir, se está exigiendo el impuesto sobre una base de capacidad
económica que no se tiene. Por lo que, en este sentido podemos afirmar que no se está respetando el
principio de capacidad económica de acuerdo a la jurisprudencia del TC pues esta exige, como hemos
visto, que la base imponible del tributo se calcule necesariamente sobre una renta real, dejando sin
cobertura constitucional actos de gravamen sobre rentas irreales aunque éstas estén configuradas
legalmente como rentas.
“1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gasto públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y
progresividad que, en ningún caso, tendrán alcance confiscatorio”
Por lo tanto, las exigencias constitucionales aplicables a todos los tributos según dicho artículo son:
capacidad económica, igualdad, generalidad, progresividad y no confiscatoriedad.
En este sentido, la STC 37/1987 argumenta que no existirá problema de constitucionalidad a la hora
de establecer tributos que buscan fines no fiscales (extrafiscales), siempre que estos respeten los
principios constitucionalmente establecidos y exista capacidad económica de pago. Lo que viene a
decir el Tribunal es que la capacidad económica no supone un límite para el legislador sino que la
política fiscal podrá basarse en principios extrafiscales siempre que se persigan fines
constitucionalmente aceptados y protegidos. Por lo que, todos los casos en los que el presupuesto de
hecho de cualquier tributo sea contrario a la capacidad económica de quienes están obligados al pago
del tributo, serán declarados inconstitucionales.
La compatibilidad del principio de capacidad económica con las finalidad extrafiscales de los tributos,
que son de pertinente aplicación al caso planteado, ha llevado ha realizar las siguientes
consideraciones doctrinales:
1. El presupuesto del tributo debe incorporar siempre un índice de la capacidad económica, una
aptitud para contribuir, aunque el tributo sirva también a otras finalidades.
2. Los fines extrafiscales del tributo deben ser compatibles con la finalidad contributiva y
responder a una exigencia o criterio razonable y amparado por el sistema de valores de la CE.
Lo que hace que un impuesto extrafiscal sea coherente es que el tributo entero esté estructurado de
forma coherente, lo cual implica no sólo que exista un objeto del tributo que grave una capacidad
económica concreta que refleje el fin extrafiscal, sino que el hecho imponible, el sujeto pasivo, la base
imponible y el tipo de gravamen deben estar relacionados con ese fin extrafiscal. Así, el hecho
imponible debe mostrar una conducta merecedora de ser eliminada, corregida o desincentivada, el
sujeto pasivo debe ser el realizador de tal conducta, la base imponible debe ser la expresión en cifras
del hecho imponible, el tipo de gravamen debe reflejar un menor gravamen para aquellos que vayan
dejando de realizar la conducta que se pretende eliminar, corregir o desincentivar; y, finalmente,
parece lógico pensar que lo recaudado deba gastarse en aquel fin para el que se creó el impuesto.
Una vez corregida o eliminada o desincentivada la conducta concreta, el impuesto debería recaudar 0
euros y, consecuentemente, desaparecer.
Los impuestos medioambientales, considerados extrafiscales, pretenden recaudar fondos para cubrir
el coste de los daños que la contaminación produce y que, generalmente, son sufragados por la
Administración. Éstos se encuentran auspiciados por el principio “quien contamina paga”, que afirma
que el agente contaminador debe asumir los costes de la protección ambiental, es decir, que al sujeto
pasivo se le debe responsabilizar por el daño causado al entorno natural, concienciándole para que
busque otros medios de conseguir el fin que desea sin contaminar.
Debemos concluir entonces que, tal y como señala la STC 37/1987 “es constitucionalmente admisible
que el Estado, y las Comunidades Autónomas en el ámbito de sus competencias, establezcan
impuestos que, sin desconocer o contradecir el principio de capacidad económica o de pago,
respondan principalmente a criterios económicos o sociales orientados al cumplimiento de fines o a la
satisfacción de intereses públicos que la Constitución preconiza o garantiza. Basta que dicha
capacidad económica exista, como riqueza o renta real o potencial en la generalidad de los supuestos
contemplados por el legislador al crear el impuesto, para que aquel principio constitucional quede a
salvo”.
3. La vigente Ley reguladora del IRPF (Ley 35/2006) limita los gastos deducibles sobre los
rendimientos del trabajo a supuestos tasados, en concreto, cotizaciones a la Seguridad Social,
cuotas satisfechas a sindicatos y colegios profesionales y gastos de defensa jurídica con un
límite de 300 euros anuales (artículo 19.2). De este modo, no será posible efectuar deducciones
por conceptos distintos de los mencionados, por más que entre la realización del gasto y la
obtención del ingreso pueda establecerse un nexo más o menos inmediato, como serán los
gastos de desplazamiento desde la vivienda del trabajador hasta su lugar de trabajo.
En contraste con esta situación, para el cálculo de los rendimientos obtenidos por un
profesional, calificados como de actividades económicas –piénsese, por ejemplo, en un
abogado que actúa de manera independiente-, la remisión que el artículo 28.1 de aquella Ley
realiza a la normativa del Impuesto sobre Sociedades permite la deducción de cualquier gasto
necesario para la obtención de los ingresos, entre los que se contarían, entre muchos otros, los
citados de desplazamiento.
¿Existe una vulneración del principio de igualdad o, por el contario, considera que no existe
discriminación o que, de haberla, hay una justificación objetiva y razonable para la misma?
(Consulte la STC 214/1994, FJ 6).
El principio de igualdad constituye un valor no solo del sistema tributario sino del ordenamiento. La
igualdad del art. 14 CE es garantía ante la ley y prohíbe la discriminación en razón de criterios
subjetivos o relacionados con la condición de persona, siendo protegido por recurso amparo (igualdad
ante la ley). Mientras que la igualdad del art. 31 CE es la igualdad en la ley y se relaciona con la
prohibición de discriminaciones o desigualdad de trato en el reparto de la carga tributaria sobre la base
de circunstancias o criterios objetivos, defendiéndose únicamente ante los Tribunales ordinarios
(igualdad tributaria). Es decir, este principio de igualdad tributaria se expresa en la capacidad
contributiva de los ciudadanos, en el sentido de que situaciones económicas iguales conllevan una
imposición fiscal igual. Es decir, nuevamente, se prohíben los tratos discriminatorios, pero no el
tratamiento diferenciado derivado de distintas situaciones de hecho.
- Para que puede emitirse un juicio de igualdad es necesario que los términos de comparación
sean homogéneos
- No toda discriminación o desigualdad de trato es contraria a la constitución sino sólo aquella
carente de justificación objetiva y razonable.
- Para que la desigualdad de trato sea admisible es indispensable que ese distinto trato se
mantenga dentro de los límites de la proporcionalidad, evitando resultados especialmente
gravosos o desmedidos.
Debemos preguntarnos entonces, ¿es compatible con el art. 31 CE que a los autónomos se les trate
de otra manera? En este caso nos encontramos ante dos situaciones iguales (dos trabajadores), que
se tratan de manera diferente, por lo que, en principio, parece que existe una vulneración del principio
de igualdad. Sin embargo, tal y como se afirma en la sentencia, la desigualdad que introduce la norma
tributaria obedece a razones de practicabilidad administrativa: la inspección de Hacienda no puede
controlar a todos los empleados y a todos los autónomos. Es decir, el Tribunal justifica esta
desigualdad de trato a través de la necesidad de control tributario y la lucha contra el fraude tratando
así de garantizar la plena eficacia y capacidad del sistema de control tributario.
Parece entonces que dicha vulneración del principio de igualdad no es inconstitucional, pues dicha
desigualdad queda vulnerada de manera justificada y razonada tal y como hemos expuesto.
La Sra. Y no fue asimilada legalmente como un cónyuge viuda a efectos de la liquidación del
Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones y por lo tanto el grado de parentesco determinado
fue distinto. Esta situación provoco que la liquidación provisional no contemplase la reducción
establecida en el artículo 20.2 de la Ley 29/1987, de 18 de diciembre, del Impuesto sobre
Sucesiones y Donaciones para los cónyuges.
Si que vulnera el principio de igualdad, puesto que la CE da una protección especial al matrimonio. Si
no le doy la oportunidad de saber si quiere casarse o no, como ocurre aquí, no es justo tratar la
situación de manera desigual. No existe por tanto una justificación razonable y objetiva que justifique el
trato discriminatorio por lo que la vulneración de este principio de igualdad es inconstitucional.
5. El Ayuntamiento de Madrid está pensando imponer una tasa turística y una tasa a los cajeros
automáticos de los bancos, ¿podría hacerlo teniendo en cuenta que los tributos han de
regularse mediante ley de acuerdo al artículo 31.3 CE?
La tasa turística no es una tasa, es un impuesto. Existen “tasas turísticas”, pero a nivel autonómico.
En este caso, el Ayuntamiento de Madrid no podría imponerla pues, como hemos dicho, por el
principio de reserva de ley, los tributos han se ser creados necesariamente por ley y los Ayuntamientos
no disponen de capacidad legislativa. Cierto es que si que gozan de capacidad para exigir tributos,
pero en la medida en la que el Estado, a través de la Ley reguladora de Haciendas Locales les habilite
para ello. Entendiendo entonces que dicha Ley no dispone nada acerca de tasas turísticas, el
Ayuntamiento de Madrid no podrá imponerla.
En lo que se refiere a los cajeros, existe una duda de Derecho público (el hueco que ocupa el cajero es
de dominio público o no, en los casos en los que esta en la pared de fuera). En este caso, si que
puede imponerla.
Sin embargo, y como hemos dicho, en la medida en la que nos encontramos ante una reserva de ley
relativa, aunque los criterios o principios que han de regir la materia –entre los que se encuentran en
este caso los elementos esenciales del tributo- deben contenerse en una ley, resulta admisible la
colaboración con el reglamento, siempre que sea indispensable por motivos técnicos o para optimizar
el cumplimiento de las finalidades propuestas en la CE o en la Ley y siempre que la colaboración se
produzca en términos de subordinación, desarrollo y complementariedad. Por lo que, la jurisprudencia
del TC admite la colaboración con el reglamento para el cálculo de la base imponible en los casos en
los que éste cálculo sea bastante complejo.
El tipo de gravamen inicial era del 0 por ciento, incrementándose a 0,03% por medio del art. 124
de la Ley 18/2014, de 15 de octubre de 2014. No obstante, este incremento estaba llamado a
desplegar efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2014.
En atención al supuesto
presentado ¿qué clase de retroactividad es ésta?, ¿sería conforme con la Constitución? En
caso afirmativo ¿qué requisitos se debieran cumplir y en consonancia con que artículos?
(Consulte la STC 102/2015 de 26 de mayo de 2015)
Como ya sabemos, la retroactividad de las normas tributarias plantea enormes problemas. Referencia
al art. 9 CE, para ver si existe alguna prohibición de retroactividad tributaria (no existe: el tributo no es
una sanción, ni es restrictiva de derechos fundamentales).
El principio general es que cabe la retroactividad de las normas tributarias. Pero a partir de esta
premisa debemos matizar puesto que, evidentemente, cualquier norma que sea retroactiva afecta al
principio de seguridad jurídica. Así pues, algunas normas tributarias retroactivas pueden ser
inconstitucionales cuando violan el principio de seguridad jurídica.
Cuando esta retroactividad es relativa, las posibilidades de que la norma retroactiva no sea
inconstitucional son más altas.
En este caso, la retroactividad es relativa y además respeta la seguridad jurídica. Porque si el tributo
comenzó siendo cero era previsible que fuese subiendo.
LECCIÓN 4. ESPECIALIDADES DEL SISTEMA DE FUENTES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO
FINANCIERO
En el Derecho Tributario, al igual que sucede en el conjunto del ordenamiento jurídico-público, la teoría
de las fuentes del Derecho se circunscribe a los modos de creación del Derecho escrito, que coincide
con el sistema de fuentes enumerado en el artículo 2 del Código Civil.
2. Tendrán carácter supletorio las disposiciones generales del derecho administrativo y los
preceptos del derecho común.”
1. La Constitución Financiera
La Constitución financiera son las normas de la Constitución que regulan los ingresos y los gastos
públicos.
- Aspectos organizativos: distribución de las competencias financieras entre los distintos niveles
de la Hacienda territorial: Estado, CCAA y Haciendas locales
- Aspectos dogmáticos: principios de justicia en el reparto de la carga tributaria (capacidad
económica); principio de reserva de ley tributaria; principios de equidad y eficiencia en la
asignación del gasto público.
Los Tratados Internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España,
formarán parte del ordenamiento interno, dice el artículo 96 CE, añadiendo además que “sus
disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los
propios Tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho Internacional”.
1º- Tratados para cuya aprobación se requiere autorización mediante Ley orgánica porque
suponen la atribución a una organización internacional del ejercicio de competencias derivadas de la
CE (art. 93 CE), es decir, se atribuyen competencias financieras tanto en materia del Gasto Público
como en materia de Ingresos. Se refiere al Tratado de adhesión de España a Europa y sucesivos
negociados por España como miembro de la UE. Cabe destacar en relación con la materia tributaria:
- La prohibición de tributos que afecten la libre circulación (art. 90 y ss. del mencionado
Tratado).
- La armonización fiscal (art. 93 del Tratado). Dentro de los tributos que han sufrido
armonización podemos destacar el IVA, los aranceles y en general todos los impuestos
sobre el consumo.
- En relación al Gasto Público también existen armonizaciones ya que los Estados
Miembros no pueden llegar a tener un déficit público superior al 3% del PIB ni un nivel de
endeudamiento mayor que el 60% del PIB.
2º- Tratados para cuya firma se requiere la autorización previa de las CC.GG. (Art 94.1 CE). La
autorización deberá otorgarse según el procedimiento previsto en el art 74 CE, es decir que se
obtenga una mayoría en ambas cámaras, inicio del trámite en el Congreso y a falta de acuerdo se
obtendrá por una Comisión Mixta Senado-Congreso. En relación con la materia que tratamos cabe
destacar dentro del listado del artículo 94.1 CE los siguientes:
a) Tratados que afecten a los derechos y deberes fundamentales establecidos en el Título I CE:
- “Convenios para evitar la doble imposición (CDI) y la evasión fiscal”. A ellos hace
referencia expresamente el art 7.1. b) LGT.
- “Convenios de adhesión a protocolos sobre privilegios e inmunidades de funcionarios”:
mediante estos convenios se fijan los tratos tributarios de los funcionarios internacionales o
el personal diplomático.
b) Tratados que impliquen obligaciones financieras para la Hacienda Pública.
No son más que tratados internacionales, por tanto fuentes del Derecho y fuentes del Derecho
tributario (art. 96 CE en relación con los tratados internacionales).
Se les integra en el ordenamiento
y se les da cierto carácter prevalente y referente a su derogación.
Los Convenios de Doble Imposición tienen la función de regular situaciones que son relevantes desde
el punto de vista tributario pero que tienen un elemento transfronterizo o extranjero. Éstos intentan
evitar o corregir la doble imposición, repartiendo o distribuyendo las competencias tributarias entre los
Estados firmantes. Son, en su inmensa mayoría, tratados bilaterales, aunque existe algún tratado
multilateral.
Dentro del Derecho interno de rango ordinario la primera de las fuentes es la ley, la cual tiene un papel
central en el Derecho Tributario por imperativo del Principio de Legalidad pues se exige este rango
formal para la regulación de los elementos esenciales de los tributos.
Dentro de la Ley podemos distinguir entre las Orgánicas y las Ordinarias. Como es sabido, la
diferencia entre unas y otras no es de rango sino de ámbito de regulación, de acuerdo con el principio
de reserva de Ley Orgánica en los términos previstos en el art 81.1 CE. Dicho precepto se refiere al
desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas, a los Estatutos de Autonomía y
al régimen electoral general. En relación con el ámbito tributario cabría destacar las disposiciones en
materia financiera contenidas en los Estatutos de Autonomía así como las leyes orgánicas penales
relativas a la protección del crédito tributario (Delitos contra la Hacienda Pública). También interesa
directamente en materia tributaria la LOFCA que regula el ejercicio de las competencias financieras
que la Constitución reconoce a las CC.AA. Y por último hay que mencionar que el art 136.4 CE hace
una reserva de ley orgánica para regular la composición, organización y funciones del Tribunal de
Cuentas.
Estas leyes cumplen una función constitucional específica reconocida por el TC, que justifica
determinadas especialidades en cuanto a su tramitación y a su posible contenido. En la ley de
presupuestos no cabe regular cualquier cosa. Esta función se deriva del propio art. 134 CE y de la
doctrina del TC en relación con el mismo.
Es una ley que establece la previsión de gastos e ingresos en un ejercicio económico y un instrumento
(ahora el único y fundamental) del gobierno para dirigir la política económica. Esto hace que existan
especialidades en cuanto a su tramitación ya que, según el art. 34 CE, el Gobierno es el único que
puede presentar el proyecto de ley presupuestaria. Pero esta no es la única especialidad en lo que a
tramitación se refiere: esta se realiza por el procedimiento de urgencia y además el gobierno goza de
la posibilidad de rechazar cualquier enmienda (procedente de cualquier diputado o grupo
parlamentario) que suponga mayor gasto o menor ingreso respecto de las previsiones contenidas en el
proyecto de ley.
En cuanto a su contenido, existen determinadas materias que no se pueden regular mediante la ley de
presupuestos, por ejemplo, el art. 134.7 CE establece que mediante esta ley no se pueden crear
tributos, pero si modificarlos. También esta prohibido que la ley de presupuestos regule materias que
no guardan relación con ninguna de las cuestiones sobre materia presupuestaria.
El núcleo duro o indisponible de esta ley se encuentra constituido por la previsión de gastos e
ingresos. Y existen otras materias que, si bien no son obligatorias, si son de conveniente regulación
por esta ley, por su estrecha relación con los ámbitos que ésta regula: retenciones, actualización del
sueldo de los funcionarios, lo que esté relacionado con las variables macroeconómicas…
La ordenación jurídica del gasto público, en sus aspectos financieros (asignación de recursos,
ejecución del proceso del gasto, control del mismo), se desarrolla en torno al presupuesto, que es el
acto del legislativo mediante el cual se aprueba el plan anual de gastos, estableciendo límites precisos
a la acción del ejecutivo, que es a quien corresponde su realización.
Así podemos decir de entrada, que el presupuesto es el plan de gastos y previsión de ingresos del
Estado para un determinado ejercicio económico y, por tanto, se configura como un instrumento de
racionalización y organización de la actividad financiera y, en general, de la actuación económica del
sector público.
Además, la Ley de Presupuestos no sólo es una Ley en sentido material, pues contiene un mandato o
regla de conducta general y abstracta, sino que también se configura como una Ley en sentido formal,
pues su contenido es el propio de un acto de gobierno, la propia Constitución distingue, al establecer
las competencias de las Cortes, entre la competencia legislativa y la presupuestaria (art 66.2 CE) y el
propio TC ha señalado que la aprobación del presupuesto se hace en base a una “competencia
específica desdoblada de la genérica potestad legislativa del Estado”. Se supera así la vieja
controversia sobre el carácter formal o material de la Ley de presupuestos generales (SSTC 27/1981,
FJ 2; 63/1986, FJ 5; 68/1987, FJ 4; 76/1992, FJ 4; y 274/2000, FJ 4).
Todo lo anterior convierte a la Ley de presupuestos, según el TC, en una ley “singular”. Ello queda
reflejado por las siguientes limitaciones o peculiaridades:
- Limitación del ejercicio de la potestad legislativa de las CCGG (Art. 134 y 6 CE): restricciones
a su tramitación parlamentaria por los Reglamentos de las Cortes (menor posibilidad de
debate, limitación de las enmiendas)
- Limitaciones en el contenido de la LP (jurisprudencias TC y art. 134.7 CE)
La doctrina que el TC ha establecido respecto de esta cuestión (SSTC 63/1986, 65/1987, 134/1987)
tiene un carácter ecléctico (adopta una postura intermedia). Dicha doctrina puede resumirse en las
siguientes proposiciones:
▪ Contenido mínimo o “núcleo indisponible”: integrado por los estados de gastos e ingresos, es
decir, la previsión de ingresos y habilitación de gastos públicos.
▪ Contenido posible (JTC): Sólo siempre que:
I. Guarde relación directa con gastos e ingresos o con criterios de política económica general
(SSTC 76/1992, 174/1998, 32/2000).
II. Sea un complemento necesario para la mejor inteligencia y para la más eficaz ejecución del
presupuesto (STC 76/1992).
III. No suponga restricción ilegítima de las competencias del poder legislativo (disminución de
facultades de enmienda sin base constitucional, STC 65/1986), ni afecte el principio de
seguridad jurídica (SSTC 65/1990 y 182/1998).
▪ Contenido tributario: Con relación a la regulación de los tributos la Constitución Española
contiene un importante precepto que limita las posibilidades de proceder a esta regulación a través
de la Ley de presupuestos generales. Se trata del artículo 134.7 que dice: “La Ley de presupuestos
no puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando una Ley tributaria sustantiva así lo prevea”.
Las cuestiones que se plantean en relación con el precepto anterior son básicamente dos: qué hay
que entender por modificación de tributos y qué hay que entender por ley sustantiva. Las dos han
sido examinadas por el TC en una importante sentencia que ha sentado la doctrina en esta
materia (STC 27/1981, de 20 de julio).
Respecto a la primera de las cuestiones, el TC ha establecido un criterio flexible según el cual las
modificaciones tributarias pueden dividirse en tres categorías:
a) Creación de tributos, que se encuentra expresamente prohibida para la Ley de
Presupuestos;
b) Modificaciones “sustanciales o profundas” que pueden producirse por la Ley de
Presupuestos siempre que exista la previa habilitación por ley sustantiva;
c) Modificaciones de “mera adaptación del tributo a la realidad” que son admisibles en
todo caso, incluso sin previa habilitación.
Por lo que se refiere al concepto de “Ley tributaria sustantiva”, el TC ha entendido que la
habilitación debe encontrarse contenida en cualquier Ley que, exceptuando la Ley de
Presupuestos, regule elementos concretos de la relación tributaria. Lo usual es que la previsión se
establezca en las Leyes propias de cada impuesto.
• Aplicación analógica del límite del art. 134.7 CE a las Leyes de Presupuestos Autonómicas
(STC 3/2003 FJ 6).
El primer precepto que encontramos en relación con el Decreto-Ley, es el art 86 CE7 en el cual se
reconoce la potestad del Gobierno para dictar este tipo de Decretos siempre y cuando no afecten a las
instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en
el Título Primero. Dentro de este Primer Título de la Constitución se encuentra en el art 31.1 el deber
de los españoles de “contribuir al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo”. Es por ello por lo que han surgido muy diversas
teorías doctrinales acerca de la regulación de la materia tributaria mediante Decreto-Ley. La evolución
doctrina y jurisprudencial sería la siguiente:
I- Atendiendo a la literalidad del precepto una primera interpretación sería la que sostiene SALAS
HERNÁNDEZ de que existe una imposibilidad absoluta de regular la materia tributaria a través de
Decreto-ley. Sin embargo esta primera interpretación era y es inconsistente.
II- Como segunda interpretación tendríamos la que llevo a cabo el Tribunal Constitucional en
diversas sentencias tales como SSTC 6/1983, de 4 de febrero, 41/1983, de 18 de mayo, y 51/1983, de
14 de junio, apoyada por varios autores como MARTÍN QUERALT, LOZANO SERRANO…, la cual
entendía que quedaban excluidas de regulación mediante Decreto-Ley las materias tributarias
reservadas a ley. Sin embargo esta segunda interpretación que durante varios años aplicó el Tribunal
Constitucional carecía, al igual que la anterior, de sentido si tenemos en cuenta que el Decreto-Ley
tiene rango de Ley.
III- Finalmente, la interpretación que esta llevando a cabo en la actualidad el Constitucional opta
por relacionar las materias excluidas de regulación mediante Decreto-ley con el «deber de
contribuir» consagrado en el art. 31.1 anteriormente citado. De manera que vulnerará el art. 86 CE
«cualquier intervención o innovación normativa que, por su entidad cualitativa o cuantitativa, altere
sensiblemente la posición del obligado a contribuir según su capacidad económica en el
conjunto del sistema tributario», debiendo tenerse en cuenta en cada caso, a estos efectos, «en qué
tributo concreto incide el Decreto-ley -constatando su naturaleza, estructura y la función que cumple
dentro del conjunto del sistema tributario, así como el grado o medida en que interviene el principio de
capacidad económica-, qué elementos del mismo -esenciales o no- resultan alterados por este
excepcional modo de producción normativa y, en fin, cuál es la naturaleza y alcance de la concreta
regulación de que se trate».
En el fondo, lo que parece latir en la sentencia, tal y como ha expuesto FALCÓ TELLA, R. en su
artículo, “ es la idea de que sólo los tributos generales (o «globales», en la terminología del Tribunal)
sobre la renta o sobre el consumo (IRPF e IVA, y más dudosamente el IS), quedan excluidos de
7
Art 86 CE: “1. En caso de extraordinaria y urgente necesidad, el Gobierno podrá dictar disposiciones legislativas provisionales que tomarán
la forma de Decretos-leyes y que no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y
libertades de los ciudadanos regulados en el Título Primero, al régimen de las Comunidades Autónomas, ni al derecho electoral general. (...)”
regulación mediante Decreto-ley, y sólo en la medida en que dentro de estos tributos se altere de
forma significativa el reparto de la carga tributaria entre unos contribuyentes y otros”. Pero además, no
hay que olvidar que el propio art 86.1 CE añade como uno de los requisitos formales para dictar un
decreto-ley es que concurra un caso de extraordinaria y urgente necesidad. Y así, tal y como
establece la STC 6/1983, en el fundamento jurídico quinto, la utilización de este instrumento normativo
se estima legítima «en todos aquellos casos en que hay que alcanzar los objetivos marcados para la
gobernación del país, que, por circunstancias difíciles o imposibles de prever, requieren una acción
normativa inmediata o en que las coyunturas económicas exigen una rápida respuesta».
Esta facultad es exclusiva del Ministro de Hacienda y serán de obligado cumplimiento para las
Administraciones Públicas y los Tribunales Económicos Administrativos pero en nigún caso vincularán
a los órganos judiciales ni a los interesados. Es por esta razón, que sólo obligan a las AP, por lo que
carecen de carácter reglamentario, y por tanto, no son una norma como tal, pues sólo poseen un
contenido interpretativo o aclaratorio de las disposiciones tributarias sin llegar en ningún momento a
desarrollarlas o modificarlas. Otra característica de las órdenes es que no pueden impugnarse por vía
contencioso-administrativa y deberán publicarse en el BOE.
Las autoridades tributarias también ejercen su potestad a través de otras disposiciones muy variadas
como son las circulares, instrucciones y resoluciones. En este caso no vinculan a todos los órganos de
la Administración sino sólo a aquellos que dependan de la autoridad que las ha dictado. Se trata de
doctrina administrativa fuera del ámbito de las fuentes normativas.
Habrá que valorar, al igual que en el caso anterior, si dichas disposiciones contienen innovaciones
normativas o por el contrario solo se trata de doctrina tributaria aclaratoria para saber si realmente es o
no una disposición administrativa.
1. Una sociedad española abona 10.000 euros brutos a una sociedad tecnológica residente en
Estados Unidos por el derecho de uso de una patente. El asesor de la sociedad española
comprueba que tal renta queda sujeta a gravamen en España en la medida en que el pago sea
satisfecho por una persona residente en España, lo que acontece en este supuesto (art 13.1.f.3
Ley del Impuesto sobre la Renta de no Residentes). El tipo de gravamen aplicable sería del 24%
por lo que debería practicarse una retención de 2.400 euros sobre dicho pago. ¿Sería relevante
el hecho de que España hubiera o no firmado un Convenio de Doble Imposición con EEUU? En
caso positivo, explique qué ocurriría en los siguientes supuestos:
Se identifica como doble imposición internacional a la situación que se produce cuando un mismo
hecho imponible que afecta a una misma persona es gravado en dos países diferentes en el mismo
ejercicio fiscal. Para promover la inversión extranjera, los países suelen establecer convenios contra la
doble imposición, que evita ese doble gravamen y regulan la fiscalidad de los rendimientos obtenidos.
Para evitar este fenómeno de la doble imposición internacional, los diferentes países suelen firmar
convenios de doble imposición (en lo sucesivo CDI), bilaterales o multilaterales, cuya finalidad es
determinar a qué país corresponde el gravamen cuando son varios los que inicialmente tienen derecho
a su exacción.
Los CDI, que son de aplicación prioritaria sobre el resto de normas de Derecho interno español,
pueden ser de distintas clases:
- Convenios bilaterales para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal, que suelen
afectar a los impuestos sobre la renta y sobre el patrimonio, aunque cambien existen sobre
rentas procedentes de la navegación marítima y aérea y sobre herencias.
- Convenios bilaterales o multilaterales de los que España sea parte que afectan al ordenamiento
jurídico tributario español.
- Acuerdos suscritos con organismos internacionales que, aun tratando de materias distintas,
contienen disposiciones que afectan al ámbito fiscal.
Existe doble imposición jurídica cuando una misma renta de un mismo contribuyente quede
sometida a gravamen en dos Estados diferentes por un impuesto similar. Y existirá doble imposición
económica cuando una misma renta quede sometida a gravamen en dos Estados diferentes por dos
impuestos diferentes y en sede de dos contribuyentes distintos. Los convenios de doble imposición no
crean obligaciones tributarias sino que limitan los efectos de los tributos (la potestad tributaria de
estado que no aplica).
Estos CDI, escogen como criterio de sujeción, mayoritariamente la residencia.
Tributamos por nuestra renta mundial, es decir, independientemente de donde se haya obtenido a
renta.
- Método de exención: el Estado de residencia del perceptor de la renta renuncia a gravar las
rentas obtenidas en el Estado de la fuente.
- Método de imputación: la renta percibida en el Estado de la fuente es incluida en la base
imponible del perceptor al objeto de su gravamen por el Estado de residencia y de la cuota así
obtenida se deducirá el impuesto satisfecho en el Estado de la fuente (imputación total) o el
impuesto que correspondería satisfacer en el Estado de residencia si la renta se hubiera
obtenido en el mismo (imputación parcial).
En cuanto a la tributación de los cánones, los CDI firmados por España se apartan del criterio
sugerido por el Modelo de Convenio de la OCDE, que aboga por la tributación en el Estado de
residencia del perceptor de los cánones (en este caso sería EEUU), y establece un esquema de
tributación compartida según el cual los cánones son objeto del gravamen en el Estado de la fuente a
un tipo de gravamen máximo (España exige un 3% y un 10%) y en el Estado de residencia, donde se
corregirá la doble imposición. Excepcionalmente, CDI firmados con Hungría, Bulgaria, Emiratos árabes
unidos y Malta prevén el criterio de tributación en el Estado de residencia.
b. Existe Convenio, fijando el gravamen en fuente (Estado de residencia del pagador del
cánon) en un 30%.
Se aplica el Convenio. España lo fijará con acuerdo a la legislación española hasta un límite de un
30%: puede usted gravarlo a un 30%, si su legislación interna prevé el gravamen lo podrá gravar a un
máximo de un 30%.
El Convenio siempre tiene prioridad de aplicación por lo que, en este caso, aplicaríamos el Convenio.
De nuevo España lo fijará de acuerdo a la legislación española hasta un límite de un 10% en este
caso.
En este caso España no puede gravar nada, pues la renta la percibe la empresa de EEUU (Estado de
residencia del perceptor del canon).
2. La Ley 26/2009 de 23 de diciembre de Presupuestos Generales del Estado para el año 2010
incorpora un heterogéneo conjunto de medidas y modificaciones legislativas en sus
Disposiciones adicionales. La Disposición adicional sexagésima segunda, por ejemplo,
introduce una serie de modificaciones (de vigencia indefinida) en la ley 39/2007 de 19 de
noviembre de la carrera militar, que alteran el sistema de promoción y ascenso en la carrera.
Por otra parte, la Disposición Adicional decimoctava fija el interés legal del dinero en el 4%
hasta el 31 de diciembre de 2010. La decimonovena, por su parte, determina el IPREM
(indicador público de renta de efectos múltiples) diario, mensual y anual para el ejercicio 2010.
Explique si estas medidas tienen cabida en la Ley de Presupuestos tal y como está concebida
por la Constitución y la doctrina del TC. (Consulte la STC 9/2013 de 28 de enero).
▪ Contenido mínimo o “núcleo indisponible”: integrado por los estados de gastos e ingresos, es
decir, la previsión de ingresos y habilitación de gastos públicos (éstos tienen una regulación
constitucional –art. 134 CE-).
▪ Contenido posible (JTC): Sólo siempre que:
I. Guarde relación directa con gastos e ingresos o con criterios de política económica general
(SSTC 76/1992, 174/1998, 32/2000). Disposiciones relativas a materias no asimilables a
ingresos y gastos, pero de conveniente regulación conjunta con ese núcleo, por su relación
técnica e instrumental del mismo, a efectos de la orientación de la política económica.
II. Sea un complemento necesario para la mejor inteligencia y para la más eficaz ejecución del
presupuesto (STC 76/1992).
III. No suponga restricción ilegítima de las competencias del poder legislativo (disminución de
facultades de enmienda sin base constitucional, STC 65/1986), ni afecte el principio de
seguridad jurídica (SSTC 65/1990 y 182/1998).
▪ Contenido tributario: Con relación a la regulación de los tributos la Constitución Española
contiene un importante precepto que limita las posibilidades de proceder a esta regulación a través
de la Ley de presupuestos generales. Se trata del artículo 134.7 que dice: “La Ley de presupuestos
no puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando una Ley tributaria sustantiva así lo prevea”.
Las cuestiones que se plantean en relación con el precepto anterior son básicamente dos: qué hay
que entender por modificación de tributos y qué hay que entender por ley sustantiva. Las dos han
sido examinadas por el TC en una importante sentencia que ha sentado la doctrina en esta
materia (STC 27/1981, de 20 de julio).
Respecto a la primera de las cuestiones, el TC ha establecido un criterio flexible según el cual las
modificaciones tributarias pueden dividirse en tres categorías:
d) Creación de tributos, que se encuentra expresamente prohibida para la Ley de
Presupuestos;
e) Modificaciones “sustanciales o profundas” que pueden producirse por la Ley de
Presupuestos siempre que exista la previa habilitación por ley sustantiva;
f) Modificaciones de “mera adaptación del tributo a la realidad” que son admisibles en
todo caso, incluso sin previa habilitación.
Por lo que se refiere al concepto de “Ley tributaria sustantiva”, el TC ha entendido que la
habilitación debe encontrarse contenida en cualquier Ley que, exceptuando la Ley de
Presupuestos, regule elementos concretos de la relación tributaria. Lo usual es que la previsión se
establezca en las Leyes propias de cada impuesto.
De acuerdo con todo esto, el presupuesto (o Ley presupuestaria) no puede ser admitido como vehículo
para cualquier tipo de normas, sino únicamente para aquellas que se encuentran, bien relacionadas
directamente con ingresos y gastos, bien con los criterios de política general en que las previsiones
presupuestarias se sustentan.
En este caso concreto, podemos afirmar que las materias relativas al ascenso o promoción de
funcionarios no tienen cabida en el Presupuesto General del Estado, pues no guarda relación en los
términos expuestos con la previsión de gastos e ingresos. Mientras que, la fijación del tipo de interés
legal del dinero y la determinación del IPREM si que pueden formar parte de ese contenido eventual
constitucionalmente admitido, pues guardan relación con la previsión de gastos e ingresos y con
ciertas variables macroeconómicas que afectan a la misma.
- El interés legal del dinero es el porcentaje que se utiliza para determinar la indemnización de
daños y perjuicios cuando el deudor incurriese en mora y no se haya pactado un interés
determinado
- El IPREM (indicador público de renta de efectos múltiples) es el índice empleado en España
como referencia para la concesión de ayudas, becas, subvenciones o el subsidio de empleo
entre otros.
Las leyes de acompañamiento son leyes ordinarias, de contenido indefinido, sin objeto predeterminado
cuya finalidad, en este caso, es recoger todas aquellas materias que hubieran quedado excluidas de
las leyes anuales de presupuestos de acuerdo con la doctrina constitucional. Éstas deben su nombre a
la tramitación parlamentaria de las mismas, que se realiza paralelamente a las Leyes de Presupuestos.
La doctrina constitucional admite las leyes de acompañamiento a nivel estatal. Sin embargo, estas
leyes de acompañamiento no son un instrumento normativo exclusivo del Estado, puesto que las
CCAA se han visto obligadas a recurrir a ellas como consecuencia de la doctrina del TC acerca del
contenido de la Ley de Presupuestos explicada anteriormente.
El hecho de que el contenido de esta ley de acompañamiento será calificado como “variopinto”, es
decir, que se haya recurrido al expediente de utilizar un único vehículo que ampare preceptos en
muchas materias y sectores, por muy desaconsejable que tal práctica parezca técnicamente, no es
suficiente para declarar inconstitucional dicha ley. Y esto es así porque, al hacerlo, el legislador ha
optado por la tramitación y aprobación simultánea de un conjunto de normas jurídicas, cada una de
ellas con su propia virtualidad y fuerza innovadora del ordenamiento lo que, en si mismo, no es
inconstitucional. Cosa distinta es, como hemos dicho, que el legislador haga uso de una mala técnica
legislativa, pero el juicio de constitucionalidad no lo es de técnica legislativa por lo que, el control
jurisdiccional de la ley nada tiene que ver con su depuración técnica (STC 136/2011).
4. La ley de presupuestos para 2013 del Principado de Asturias, publicada en el Boletín Oficial
autonómico el 29 de diciembre de 2012, creaba y regulaba, en su artículo 41, un impuesto
autonómico sobre Depósitos en Entidades de Crédito con efectos a partir del 1 de enero de
2013.
Así, el artículo 41 de la Ley asturiana vulnera el principio de legalidad tributaria que, conforme a los
preceptos del bloque de constitucionalidad (arts. 31.3 y 134.7 CE y 24.Ocho y 46.Uno EAPA) exige
una ley tributaria sustantiva distinta a la ley de presupuestos para la creación ex novo de tributos.
Además, de conformidad con la disposición final séptima, pretende retrotraerse la eficacia del impuesto
fuera del ejercicio presupuestario, de modo que el mismo sea aplicable en el ejercicio de 2012 pese a
tratarse de la Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma para 2013.
Esta entrada en vigor anticipada del precepto tributario, unida a la regulación del período impositivo y
el devengo en el apartado siete –el año natural- así como la cuantificación de la base imponible en los
términos previstos en el apartado cinco –el promedio aritmético del saldo final de cada trimestre natural
del período impositivo- implica un grado de retroactividad de temporalidad extremo y desproporcionado
con grave afectación de la seguridad jurídica de los sujetos pasivos garantizada constitucionalmente.
(art. 9.3 CE)
Hacienda ha matado dos pájaros de un tiro con la aprobación de un impuesto estatal sobre los
depósitos financieros. Por un lado, impide que Canarias, Extremadura y Andalucía sigan aplicando un
tributo que desagradaba al Gobierno y, por otra, cierra la puerta a que otras autonomías sigan sus
pasos. De hecho, Asturias ya incluyó este impuesto en los Presupuesto de 2013.
La respuesta vendría a ser que en principio si que habría podido crear un impuesto sobre los depósitos
de las entidades de créditos, pero no a través de la LGP. En cualquier caso, el hecho de que el hecho
imponible haya quedado ocupado por un impuesto estatal, imposibilita por completo que exista un
impuesto autonómico con idéntico hecho imponible, incluso aunque no hubiera sido creado a través de
la LGP.
Por otra parte, la ley de Presupuestos de Aragón para 1992, en su Disposición Adicional
duodécima, regula el sistema de acceso a la condición de funcionarios de carrera por parte de
funcionarios sanitarios interinos. En este caso, el Estatuto aragonés prevé una norma
asimilable al 134.2 CE acerca del contenido que ha de tener la ley de presupuestos autonómica.
¿Considera aplicables las limitaciones derivadas del artículo 134 de la Constitución en estos
dos casos?
En ninguno de los casos quedan aplicadas las limitaciones derivadas del art. 134 CE. En el caso de
Asturias, porque vulnera la prohibición de establecer tributos a través de las Leyes de Presupuestos,
establecida en el art. 134.7 CE. En el caso de Aragón, la limitación vulnerada es la establecida en el
art. 134.2 CE que hace referencia al contenido de éstas Leyes de Presupuestos. Como ya sabemos,
las Leyes de Presupuestos gozan, por un lado, de un contenido mínimo o núcleo indisponible
integrado por los estados de gastos e ingresos, es decir, la previsión de ingresos y la habilitación de
gastos públicos y, por otro, pueden gozar, según admite la jurisprudencia del TC, de un contenido
eventual o posible, en la medida en que este guarde una relación directa con esa previsión de gastos e
ingresos, sea un complemento necesario para la mayor eficacia de la ejecución del presupuesto y no
suponga restricción ilegítima de las competencias del poder legislativo. Así, no se puede considerar
como contenido eventual de dicha ley la regulación del sistema de acceso a la condición de
funcionarios de carrera por parte de funcionarios sanitarios interinos, pues no guarda ningún tipo de
relación con la previsión de ingresos y gastos anuales.
Hasta el año 1998 el TC venía diciendo que el art. 134 CE era un mero asunto estatal, una norma de
aplicación estatal. Cambia de criterio y dice que existe un problema de constitucional de la peor calidad
de la tramitación de la LGP que hace que dicho artículo sea también aplicable a las CCAA. Por lo
dicho anteriormente, es irrelevante que contengan una previsión similar.
Si el TC no hubiera cambiado de criterio, si que sería relevante que existiera una previsión similar,
porque sino no podríamos afirmar que dicho precepto contenido en la Ley de Presupuestos Aragonesa
sería inconstitucional.
¿Considera relevante que la Ley haya sido aprobada por una Comunidad Autónoma de régimen
foral?
(Consulte las siguientes sentencias: STC 116/1994, FF.JJ. 5 y 6, y el voto particular formulado
por el Magistrado D. Álvaro Rodríguez Bereijo, STC 174/1998 y STC 3/2003).
A partir de la STC 182/1997 el TC dispone que lo que no puede hacer el DL es regular materia
tributaría de manera que se altere sensiblemente la obligación del obligado a tributario a contribuir
conforme a su capacidad económica. No puede afectar de manera esencial o sustancial al deber
general de contribuir.
El problema es que esto es muy indeterminado.
¿Cuándo un DL afecta al deber de contribuir? Hay que determinarlo caso por caso: el TC en la STC
182/1997 da ciertas pautas:
▪ Tomar en consideración en que tributo concreto recae el DL y ver cual es el peso relativo de
ese tributo en el conjunto del sistema tributario y como realiza el principio de capacidad
económica ese tributo.
- En principio estaría muy restringido en materia de IRPF y no tanto en tributos como el que
recae sobre el alcohol, la gasolina...
▪ Examinar en que elementos esenciales o no del tributo incide el DL.
- No es lo mismo regular en el IRPF una deducción que subir o bajar los
tipos de
gravamen o bajar el mínimo vital o existencial.
▪ ¿Cuáles la concreta naturaleza de la medida de que se trate?
- En el IRPF los tipos de gravamen pueden ser esenciales y fundamentales en cuanto a la
capacidad económica, pero un DL para deflactar no debería estar prohibido.
La norma limita la deducibilidad de los ingresos financieros para empresas grandes + 1.000.000 euros.
¿Considera que en este caso concurría el presupuesto habilitante, previsto en el artículo 86.1
de la Constitución, que permite al Gobierno dictar un Decreto Ley?
Si, en este caso concurren los requisitos de extraordinaria y urgente necesidad, por los motivos
económicos derivados de la situación de crisis actual y necesidad recaudatoria del Estado. Habrá que
ver la extraordinaria y urgente necesidad de la medida concreta, es decir, habrá que estar a los efectos
macroeconómicos de la medida. Si dichos efectos fueran de gran envergadura si que nos
encontraríamos ante una situación de extraordinaria y urgente necesidad pero si no, la medida se
podría haber introducido perfectamente en una ley ordinaria.
¿Qué incidencia tiene sobre el juicio de constitucionalidad de la norma que el Decreto Ley
afecte a un tributo como el IS en atención a lo previsto en el artículo 86.1 de la Constitución?
En las materias vedadas al Decreto Ley están los artículos situados dentro del Título I CE, entre en
cual se encuentra el art. 31 CE. Lo que no se puede afectar por Decreto Ley es ese deber de
contribuir. En el momento en el que la modificación del DL afecta al IRPF o al IVA (los impuestos que
pagamos todos), si que podría considerarse materia vedada, porque podría afectar a nuestro deber de
contribuir. Sin embargo, si afectara a un tributo de menor entidad, no se pondría en tela de juicio su
constitucionalidad.
Razonamiento:
Si se tratara del IRPF o el IVA este juicio de constitucionalidad sería más claro porque estos tributos
afectan directamente a la capacidad económica. Pero en el caso del IS dependerá de si entendemos
que una gran organización tiene el deber de contribuir conforme a la capacidad económica (el profesor
considera que si, pero es relativo).
¿Qué consecuencias puede tener la posterior tramitación como Ley del Decreto Ley
enjuiciado?
Cuando se habla de calificar se entiende por “correcta identificación de los hechos” para, a partir de
ahí, aplicar las normas tributarias. Es decir, es la fase del proceso de aplicación de la norma, previa a
la interpretación de la misma, que consiste en fijar e identificar los hechos realmente acaecidos para
compararlos con la hipótesis abstracta prevista en la norma8.
La calificación viene regulada en el art. 13 LGT: “Las obligaciones tributarias se exigirán con arreglo
a la naturaleza jurídica del hecho, acto o negocio realizado, cualquiera que sea la forma o
denominación que los interesados le hubieren dado, y prescindiendo de los defectos que pudieran
afectar a su validez”. A la luz de este artículo observamos que como primera proposición se establece
como mandato el de identificar la naturaleza jurídica de los hechos, actos o negocios, es decir, que con
la calificación la “sustancia prevalece sobre la forma” y por tanto hay que atender a los efectos reales
de los negocios jurídicos o actos y no a la forma o denominación que a los mismos les den las partes
que intervienen. Además esta calificación ha de hacerse con criterios exclusivamente jurídicos.
Como “coda” final, el artículo añade que “(…) prescindiendo de los defectos que pudieran afectar a su
validez”. Esto significa que en el caso de que un acto o contrato presente algún defecto que pueda
afectar a su eficacia o validez, ello no afectará a su tratamiento tributario, es decir, el negocio jurídico
se gravará de todas formas ya que la aplicación del tributo no puede quedar bajo la libre voluntad de
las partes. Con ello se pretende evitar que la aplicación del tributo correspondiente al negocio o acto
jurídico pueda ser eludida mediante la introducción, a sabiendas, de un defecto que afecte a la validez
del mismo pero que no impide que se produzcan sus efectos en tanto los interesados no ejerciten la
acción de nulidad correspondiente.
No obstante, en el caso de que se produzca la anulación, rescisión o resolución del acto o negocio
jurídico, la Administración Tributaria procederá a devolver el impuesto satisfecho.
8
Los hechos de la realidad deben ser convertidos en hechos jurídicos para poderles aplicar la normativa tributaria, y para ello deben ser
calificados.
¿Existe alguna especialidad de interpretación de las normas tributarias? En principio no. Hace muchos
años ya dijo el TC que lo que llamaban “interpretación económica” en la antigua Ley General Tributaria
era inconstitucional. La duda se está en como hay que interpretar los conceptos jurídicos privados que
están en las Normas Tributarias y loas conceptos autónomos de los objetos tributarios de las normas
tributarias.
La primera de las reglas citadas aparece en el apartado primero del artículo anterior (art 12.1 LGT), en
el cual se establece literalmente que: “Las normas tributarias se interpretarán con arreglo a lo
dispuesto en el apartado 1 del artículo 3 del CC”. En el mencionado artículo del Código Civil
aparecen diversos criterios de interpretación, entre los que no existe una relación de jerarquía sino que
pueden aplicarse indistintamente cada uno de ellos aunque lo mejor es siempre aplicarlos de manera
conjunta. Desde un punto de vista metodológico se le suele conceder cierta preferencia al criterio
teleológico. Así, el art 3.1 CC recoge los siguientes criterios interpretativos:
Por tanto se remite a la solución que proceda en cada caso, a no ser que el propio legislador haya
especificado cuál es el sentido en el que debe entenderse el término en cuestión. Por tanto, tal y como
establece la STC 45/1989, existe una autonomía del legislador fiscal a la hora de atribuir significado
a los conceptos jurídicos con independencia de que estos hayan sido elaborados en otras ramas del
ordenamiento. Ejemplo: artículo 20 Ley de Impuestos Especiales.
La última de las normas del art 12 LGT 9 sobre interpretación es la relativa a las disposiciones
aclaratorias o interpretativas dictadas por la Administración. Estas no son auténticas normas jurídicas
sino instrucciones de carácter interno que vinculan a los órganos de la Administración Tributaria
correspondiente.
A modo de conclusión podemos decir que existe un principio de unidad del ordenamiento y
9
El profesor no ha hecho mención a este apartado del art 12LGT.
continuidad del sentido de los términos como orientación metodológica10.
La LGT contiene en el art 14 una prohibición legal de la analogía, pues dicho precepto dice
literalmente que: “No se admitirá analogía para extender más allá de sus términos estrictos el ámbito
del hecho imponible, de las exenciones y demás beneficios o incentivos fiscales”. La analogía NO es
una técnica interpretativa sino que se trata de un término de integración para evitar lagunas
normativas. Pretende determinar cuál es el tratamiento que hay que darle a un supuesto de hecho no
contemplado directamente por la norma, a partir de las reglas establecidas para otro supuesto distinto
pero que guarda con el primero una relación de semejanza. El recurso de analogía es un mecanismo o
modo de aplicación de las normas que se diferencia tanto de la interpretación como de la creación de
las mismas, y por tanto, la analogía no se configura como fuente del derecho.
La doctrina mayoritaria clásica entiende que la analogía no tiene cabida en nuestra disciplina, pues iría
en contra del principio de legalidad que reserva a la Ley la regulación de los elementos esenciales del
tributo. Por ello la analogía será aplicable en el derecho Tributario formal, pero no afectará a los
elementos sustanciales de los tributos o materias reservadas a la ley. Por tanto, la teoría que relaciona
la analogía con la reserva de ley no solamente la está prohibiendo para las normas que regulan el
hecho imponible y las exenciones como dice el art 14LGT sino que también extiende dicha prohibición
de analogía a todas las materias relativas a elementos esenciales del tributo.
No obstante cabría criticar dicha interpretación ya que con la analogía no se está creando la norma,
sino que ésta ya existe, aunque para otro supuesto de hecho.
Según ésta, los obstáculos para la aplicación analógica son los derivados del principio de seguridad
jurídica, puesto que la posibilidad de que una norma sea aplicada por analogía a supuestos distintos
de los expresamente previstos en ella, hace más difícil prever por parte del agente cuál va a ser la
norma a aplicar en relación a su comportamiento. Siguiendo esta teoría, la prohibición de analogía sólo
se reduciría al hecho imponible y a las exenciones tal y como establece el art 14LGT, pero no se
extendería a las normas que se refieren a otros elementos del tributo, incluido aquellos esenciales,
como el régimen de los sujetos obligados al pago, la base, el tipo, etc.
Además la analogía puede ser aplicada como medio para hacer efectivos determinados principios
constitucionales:
a) Principio de capacidad económica.
b) Principio de igualdad.
10
Frase que aparece en las transparencias que no se explicar de otra forma.
Por tanto, el derecho tributario grava supuestos económicos y el art 14 LGT vuelve rígido dicho
ordenamiento provocando la aparición de lagunas que van a ser utilizadas por los obligados tributarios
para la elusión fiscal lo cual ha provocado que con la actual Ley Tributaria se hayan creado cláusulas
anti-elusión desarrolladas en los siguientes apartados.
La reducción teleológica es otra técnica de integración que puede entenderse como la analogía en
sentido inverso.
Es frecuente que los contribuyentes consigan importantes ahorros fiscales no ya con la clásica
conducta consistente en eludir una norma de sujeción sino a través de la captación artificiosa de
beneficios fiscales o deducciones de carácter técnico.
Parece evidente que estos casos difícilmente pueden resolverse mediante una adecuada
interpretación de la norma cuya aplicación el contribuyente ha provocado de manera interesada. Pero
es obvio también que, en estos casos, el mecanismo de integración correspondiente no será la
analogía, pues no existe laguna, al menos en el sentido primigenio de la misma, como incomplitud dela
norma contraria al plan del legislado. En estos supuestos nos encontramos ante lo que la doctrina
alemana denomina “lagunas ocultas”.
En definitiva, el problema es el opuesto al que caracteriza las lagunas ordinarias. En las lagunas
manifiestas la norma dice menos de lo que recomendaría su finalidad. En las lagunas ocultas, por el
contrario, la norma abarca más supuestos que los que su finalidad recomienda; ése es el motivo por el
que la analogía resulta inservible en estos caso. La integración de dichas lagunas se lleva a cabo a
través de una restricción de la norma por reducción teleológica de la misma y va acompañada a
menudo de la ampliación del ámbito de aplicación de la otra norma que viene a cubrir la laguna (ahora
si manifiesta) creada por restricción de la primera.
Volviendo a la cuestión inicial, y aunque no existe ningún pronunciamiento en este sentido, podríamos
concluir que la falta de referencia por parte del art. 14 LGT a otras técnicas de integración hace posible
la aplicación de las mismas en el Derecho Tributario, cualquiera que sea la entidad de la norma
integrada. Sin embargo, se trata de un tema controvertido en el que existen también posiciones
opuestas que afirman que los límites establecidos a la prohibición de analogía deberían operar
también respecto a todas aquellas técnicas de integración que, por definición, exigen prescindir del
sentido posible de la norma ampliando o restringiendo el ámbito de aplicación de la misma (como
ocurre en este caso).
4. Las técnicas anti-abuso
a) Definición y requisitos.
Para que exista conflicto en la aplicación de las normas tributarias deben darse los siguientes
requisitos:
- Se obtenga una ventaja fiscal, es decir, se evite la realización total o parcial del hecho
imponible o se minore la base o deuda tributaria. Aplicabilidad a los pagos a cuenta, a partir de
los conceptos base y deuda tributarias.
- Que los actos o negocios jurídicos utilizados sean individualmente o en conjunto notoriamente
artificiosos o impropios para la consecución del resultado obtenido (juicio de adecuación).
Según establece PALAO, con éste término se viene a establecer que “desde el punto de vista
de la aplicación de la ley fiscal, el negocio u operación es artificios, es decir, no se corresponde
con la realidad económica y ha sido realizado con la única finalidad de eludir la norma
tributaria”11. Artificioso no quiere decir que la construcción del negocio jurídico sea más inusual
o compleja. Podría considerar que el negocio es impropio cuando es inadecuado o ajeno a la
causa típica o propósito negocial.
- Que los actos o negocios jurídicos utilizados no produzcan (salvo el ahorro fiscal) efectos
relevantes distintos de los que se hubieran obtenido con los actos o negocios usuales o
propios (juicio de efectos). Es decir, que el negocio jurídico utilizado (artificioso y atípico) para
obtener la ventaja fiscal, produce los mismos resultados o efectos que el negocio típico que se
debería haber usado, ya que si el acto utilizado por el contribuyente se aleja de los efectos del
negocio típico, implicaría que la intención del obligado no era la de eludir el gravamen
correspondiente sino la de obtener esos efectos jurídicos distintos. Por tanto, habrá más
indicios de fraude cuanto más se parezcan los efectos jurídicos, económicos… derivados de
los negocios. Se trata por tanto de un juicio objetivo sobre los efectos derivados del negocio
jurídico y no sobre las finalidades (subjetivo) perseguidas. Así que podemos afirmas a modo de
11
Citado por RUIZ ALMENDRAL, V.; ZORNOZA PÉREZ, J. Interpretación, calificación, integración y medidas antielusión en la Ley 58/2003
de 17 de diciembre, General Tributaria. En Estudios de Derecho Judicial, núm. 57/2004, pp. 13 a 84.
conclusión que e ahorro fiscal es admisible si los actos o negocios realizados producen otros
efectos jurídicos o económicos relevantes (business purpose test).
b) Consecuencia jurídica.
Los efectos jurídicos de la declaración del conflicto son los previstos en el apartado 3 de dicho artículo
15 y consisten en que:
- Se exigirá el tributo aplicando la norma que hubiera correspondido a los actos o negocios
usuales o propios o eliminando las ventajas fiscales obtenidas.
- Se liquidarán intereses de demora.
- Improcedencia de sanciones. Después de la reforma fiscal de 2015 si que se pueden imponer
sanciones pero en casos concretos.
c) Procedimiento de aplicación.
El procedimiento viene recogido en los artículos 15.3 y 159 LGT. Se trata de un procedimiento
complejo. La declaración de la existencia de conflicto en la aplicación de la norma tributaria debe
respetar unos cauces procedimentales dentro de los cuales destaca el Informe preceptivo y vinculante
de la Comisión Consultiva: Un funcionamiento adecuado y el respeto a los plazos del artículo 159 LGT
como exigencias para la efectividad de la cláusula.
El procedimiento actual tuvo como precedente el expediente especial que se debía llevar a cabo
cuando se declaraba el fraude de ley. No obstante dicho expediente constituye una de las causas del
fracaso del fraude de ley tributaria de la anterior LGT.
d) Ejemplo:
• Supuesto de hecho:
El 10 de febrero la sociedad BANKA S.A. reduce su capital social con devolución de aportaciones a los
accionistas. Un día después amplía el capital en la misma cuantía por la que antes había sido
reducido, con renuncia de los accionistas a su derecho de suscripción preferente y suscribiendo la
ampliación otra sociedad.
- Son incrementos o disminuciones de patrimonio las variaciones en el valor del patrimonio del
sujeto pasivo que se pongan de manifiesto con ocasión de cualquier alteración en la
composición de aquel.
- Se estimará que no existen incrementos o disminuciones patrimoniales en los supuestos de
reducción de capital social.
• Consecuencia Jurídica:
Ha tenido lugar un “conflicto en la aplicación de la norma tributaria”, razón por la cual la Administración
liquidará y exigirá a los socios originales de BANKA S.A. el impuesto correspondiente a la ganancia
patrimonial que se habría generado por la venta de las acciones a la sociedad que suscribió la
ampliación de capital.
También son exigibles los intereses de demora, pero no se podrán imponer sanciones por la conducta
desplegada.
4.2 Simulación
a) Definición y regulación.
La simulación en materia tributaria está recogida en el art. 16 LGT y debe entenderse en el sentido de
la doctrina y jurisprudencia civil. De este modo, existe simulación cuando se oculta bajo la apariencia
de un negocio jurídico normal (negocio simulado) otro propósito negocial distinto (negocio disimulado),
es decir, se finge realizar un negocio jurídico que realmente no se ha dado nunca (simulación absoluta)
o se ha dado otro distinto (simulación relativa).
▪ Simulación absoluta: se finge la realización de un negocio sin que exista voluntad negocial
alguna.
▪ Simulación relativa: se finge la realización de un negocio ocultando la verdadera voluntad de
las partes de realizar otro.
Se ha discutido si el art. 16 LGT comprende los supuestos de simulación absoluta o si, por el contrario,
se refiere exclusivamente a la simulación relativa, pues en el artículo se dice literalmente “En los actos
o negocios en los que exista simulación, el hecho imponible gravado será el efectivamente realizado
por las partes”. Conforme a RUIZ ALMENDRAL Y ZORNOZA PÉREZ, apoyándose en las Sentencias
del Tribunal Superior de Justicia de Navarra de 31 de diciembre de 1998 y 25 de febrero de 1999, el
tenor literal no debe impedir el empleo de la simulación absoluta, porque también mediante el empleo
de esa clase de simulación se puede generar la apariencia de un hecho imponible.
b) Consecuencias jurídicas.
c) Procedimiento de aplicación.
d) Ejemplo:
• Supuesto de hecho:
D. Aurelio Ruipérez quiere transmitir a su hijo Tomás su segunda vivienda, a fin de que éste se
independice. Para ello, constituyen un contrato de compraventa en el que Tomás se obliga a abonar la
cantidad de 100.000 euros por la adquisición del inmueble. Una vez entregada la vivienda, Tomás no
ingresa cantidad alguna a su padre.
• Consecuencia jurídica:
La Administración tributaria podrá declarar el negocio simulado (simulación relativa) al constituir los
actos realizados por D. Aurelio y su hijo, los hechos típicos de una donación. La Administración
aplicará la normativa correspondiente a las donaciones exigiendo los intereses de demora que
correspondan y, en su caso, las oportunas sanciones.
Preguntas
1. La Directiva 2006/112/CE declara exentos del Impuesto sobre el Valor Añadido los servicios
de asistencia hospitalaria. Un contribuyente considera que los tratamientos psicoterapéuticos
que presta no están exentos de acuerdo con el “principio de interpretación restrictiva de las
exenciones” que defiende el TJCE. ¿Puede existir tal principio de interpretación restrictiva?
En derecho tributario está prohibida la analogía y existen dos posturas respecto de la interdicción de la
analogía:
Por tanto, se puede concluir diciendo que este principio de interpretación restrictiva de las exenciones
no puede ser aplicado al caso del IVA por ser un caso diferente Prohibición de la analogía.
Respuesta de clase:
El principio existe porque el IVA es un impuesto armonizado a nivel europeo y las normas de
interpretación españolas no tienen nada que ver. El tribunal dice que económicamente el IVA tiene
que ser neutro pero puede convertirse en un coste para la empresa.
Desde el punto de vista del derecho español no tiene sentido que exista ese principio de interpretación
extintiva, puesto que no existe esa interpretación económica y porque interpretar es buscar el sentido a
las normas, ver lo que dice la norma. En el Derecho español no tendría sentido hablar de
interpretación restrictiva o extintiva; interpretar es interpretar.
Estamos ante un caso de conflicto ya que el negocio sobre el que versa la calificación presenta unas
características anómalas, con rodeos o artificios que permiten concluir que dicho negocio ha sido
realizado con finalidad elusiva, es decir, con la intención de propiciar su encaje en el presupuesto de
hecho de una norma más favorable que la que correspondería al negocio usual. En este caso, se evita
la realización total del hecho imponible.
Es decir, en lugar de aplicar la norma correspondiente a los negocios artificiosos y carentes de sentido
económica, se aplicará la norma eludida, con la consiguiente eliminación de las ventajas fiscales
pretendidas. Además de esto se exigirán los intereses de demora correspondientes al retraso en el
ingreso de la deuda tributaria que normalmente se habrá producido, pero sin proceder, en ningún caso,
la imposición de sanciones.
3. El artículo 19 del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales
y Actos Jurídicos Documentados establece que son operaciones sujetas “la constitución de
sociedades, el aumento y disminución de su capital social y la disolución de sociedades”. A la
vista de dicho precepto, ¿podría aplicarse el gravamen sobre Operaciones Societarias por
analogía a la constitución de una comunidad de bienes que realiza actividades empresariales?
La analogía esta prohibida para extender más allá el hecho imponible, pero el Derecho Tributario no
prohíbe la analogía en si misma. No cabe, en este caso, la analogía, y además el art. 22 de la misma
Ley, extiende el hecho imponible (si cupiera la analogía, no haría falta ese art. 22).
4. Vd. oye a un experto en Derecho Tributario afirmar que la distinción entre simulación y
conflicto en la aplicación de la norma tributaria carece de sentido pues quien realiza un negocio
artificioso oculta su verdadera intención que no es otra que la de obtener un ahorro fiscal. Para
más inri, ambas conductas serían objeto de sanción como consecuencia de la reciente reforma
fiscal de septiembre de 2015. ¿Qué opina de esta afirmación?
La situación de conflicto se plantea en los casos en que los negocios o situaciones sobre los que
versa la calificación presentan unas características anómalas, con rodeos o artificios que permiten
concluir que dichos negocios han sido realizados con finalidad elusiva, es decir, con la intención de
propiciar su encaje en el presupuesto de hecho de una norma más favorable que la que
correspondería al negocio usual. Por lo tanto, existirá conflicto cuando:
- Se evite la realización total o parcial del hecho imponible o se minore la base o deuda tributaria
(obtención de una ventaja fiscal). El conflicto no sólo afecta al hecho imponible sino a los pagos
a cuenta de la futura deuda. EJ de conflicto: constitución por dos sujetos de una sociedad; uno
aporta dinero, y el otro inmueble. Disuelven la sociedad y cada uno recibe lo que el otro aportó
el contrato de sociedad ha sido utilizado para eludir la aplicación de las normas relativas a la
compraventa.
- Mediante actos o negocios que: Individualmente o en conjunto sean notoriamente artificiosos o
impropios para la consecución del resultado obtenido (juicio de adecuación).
Salvo el ahorro fiscal, no produzca efectos relevantes distintos de los que se hubieran obtenido con los
actos o negocios usuales o propios (juicio de efectos). Efectos de la declaración de conflicto:
La Administración procederá a recalificar los negocios realizados por los obligados tributarios: se
estará a la calificación que hubiera correspondido al negocio ordinario cuya realización formal se ha
evitado, pero cuyos resultados prácticos han sido obtenidos.
Es decir, en lugar de aplicar la norma
correspondiente a los negocios artificiosos y carentes de sentido económica, se aplicará la norma
eludida, con la consiguiente eliminación de las ventajas fiscales pretendidas. Además de esto se
exigirán los intereses de demora correspondientes al retraso en el ingreso de la deuda tributaria que
normalmente se habrá producido, pero sin proceder, en ningún caso, la imposición de
sanciones.
Después de la reforma fiscal de septiembre de 2015 si que se pueden imponer sanciones
pero en casos concretos.
Se produce simulación negocial cuando las partes se han puesto de acuerdo para hacer aparentar
ante terceros unas relaciones que no se corresponden con la realidad, es decir, un acuerdo que
permanece oculto a terceros.
En todo caso, es sustancial al concepto de simulación la mentira, el
engaño, la ocultación de la realidad.
5. XHOLD, una holding residente en España, desea realizar una inversión sustanciosa en varias
sociedades latinoamericanas. Ante su falta de liquidez, X, la sociedad matriz del grupo con
residencia en Reino Unido, concede a XHOLD un préstamo de 2 millones de euros a interés de
mercado, incurriendo XHOLD en un gasto financiero por valor de 90.000 euros.
Tras la obtención del crédito, XHOLD lo invierte íntegramente en adquirir participaciones en
sociedades operativas residentes en Latinoamérica dedicadas al sector de los neumáticos.
Varios meses más tarde las sociedades latinoamericanas reparten dividendos, recibiendo
XHOLD unos suculentos ingresos que alcanzan los 300.000 euros.
XHOLD se considera beneficiario del régimen de participation exemption de acuerdo al artículo
107 LIS y siguientes(que remiten al artículo 21 del mismo texto) por el hecho de cumplir todos
los requisitos ahí señalados:
Como consecuencia de la aplicación de esta norma, XHOLD no integra estos 300.000 euros en
su base imponible.
A su vez, XHOLD y otras sociedades del grupo residentes en España se
acogen al régimen de consolidación fiscal (artículos 55 y siguientes LIS) según el cual los
gastos financieros en que incurrió XHOLD (90.000 euros) se compensan con los ingresos
percibidos por las demás sociedades en el seno de su actividad, de manera que a nivel de
grupo se logra un ahorro fiscal considerable de 20.000 euros.
¿Considera que este conjunto de operaciones se ajustan a Derecho? Explique las razones de
su conclusión tanto si es positiva como negativa.
Si, se trata de una herramienta que podemos encontrar en la Ley, por lo que si que se ajusta a
derecho. No se trata de fraude de ley (conflicto en la aplicación de la norma); no parece artificioso.
Tampoco parece que exista simulación. Nos encontramos ante una economía de opción explícita
(también existen las implícitas, que son aquellas que se deducen de la norma).
La ordenación jurídica del gasto público, en sus aspectos financieros, se desarrolla en torno al
presupuesto, que es el acto del legislativo mediante el cual se aprueba el plan anual de gastos,
estableciendo límites precisos a la acción del ejecutivo, que es a quien corresponde su realización.
La innovación, junto al contenido de naturaleza formal anterior, se encuentra en el art. 31.2 CE12,
situado junto a los principios constitucionales sobre el tributo. Es el principio de justicia material del
gasto público, siendo un programa u orientación para la actuación del legislador.
Podemos definir el presupuesto como el plan de gastos y previsión de ingresos del Estado (o de los
restantes entes públicos territoriales) para un determinado ejercicio económico.
Características:
El art. 32 se refiere al contenido de los presupuestos generales del Estado como “la expresión
cifrada, conjunta y sistemática de los derechos y obligaciones a liquidar durante el ejercicio por
cada uno de los órganos y entidades que forman parte del sector público estatal”. El régimen y los
efectos del presupuesto son:
12
“El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos y su programación y ejecución responderán a los
El presupuesto puede definirse como el acto a través del cual el Parlamento establece la cifra
máxima que la Administración está autorizada a gastar durante el ejercicio, desglosada
convenientemente en cada una de las diferentes atenciones o líneas de gasto y acompañada de la
previsión de los ingresos que se espera obtener mediante la aplicación de las Leyes tributarias y
demás normas concernientes a los ingresos públicos.
La cuestión es determinar si la Ley de Presupuestos debe ser considerada como una ley en sentido
material (norma jurídica), o por el contrario, es sólo ley en sentido formal (su contenido no es
normativo).
Todo esto convierte a la Ley de presupuestos, según el TC, en una ley “singular”. Esta singularidad
se refleja en limitaciones respecto del contenido admisible de dicha Ley, respecto del cual el TC ha
establecido que “excede la cuestión, en estos momentos superada, del carácter formal o material
de esta Ley”.
Contenido
Es precisamente respecto al articulado donde ha existido controversia acerca del posible alcance
del mismo como modo para modificar otras normas.
Teniendo en cuenta esto, éstas son las materias que tradicionalmente suelen incluirse en el
articulado de la LP:
CLASIFICACIÓN ORGÁNICA. Se distingue cada crédito o partida de gasto en función del Centro
gestor del mismo. Los órganos gestores son:
- “Órganos con dotación diferenciada” (es decir, Altos órganos del Estado)
- Administración General del Estado (Ministerios)
- Organismos Autónomos
- Entidades de la Seguridad Social
- Otras Entidades
Los créditos se agrupan por Secciones (cada una corresponde a un centro gestor) y Servicios (en
función del organigrama de cada centro gestor).
Operaciones de capital
- Inversiones reales
- Transferencias de capital
Operaciones financieras
- Activos financieros
- Pasivos financieros
A ellos se añade la dotación del Fondo de Contingencia, creado por la Ley de Estabilidad
Presupuestaria de 2001.
Los ingresos se estructurarán, dice el art. 41 LGP, siguiendo las clasificaciones orgánica y
económica:
Aunque los presupuestos incluyen la cifra de los derechos que se prevé liquidar durante el
correspondiente ejercicio por cada uno de los diferentes ingresos, el efecto de dicha inclusión es el
de un simple cálculo contable, desprovisto de significado o vinculación jurídica y debido a la
conexión jurídica entre ingreso y gasto.
La efectividad y recaudación de los ingresos dependen de las diferentes normas recaudadoras, sin
que su inclusión o no en el presupuesto influya (arts. 11 y 19 LGP). La cifra es una simple previsión
de su cuantía, y además carece del carácter de requisito para la aplicación de la ley sustantiva
reguladora. El estado de ingresos no se vota.
Los presupuestos cumplen la función de autorizar la realización de los gastos públicos. Efectos:
Son principios presupuestarios una serie de reglas que resumen la disciplina de la institución y
cuyo respeto asegura el cumplimiento de su finalidad básica: permitir el control parlamentario del
proceso de asignación de los recursos públicos, así como la correspondencia entre dicha
asignación y su ejecución. Son reglas de carácter jurídico cuyo núcleo se encuentra recogido en la
propia CE, desarrollada en el ámbito de la legislación ordinaria por la LGP.
13
Art. 134.1 CE: “Corresponde al Gobierno la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y a las Cortes Generales su
Art. 66.2 CE: “Las Costes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus presupuestos…”,
La LP tiene el carácter de ley “peculiar”, que se manifiesta en el procedimiento para su aprobación,
empezando por la restricción de la iniciativa al Gobierno tanto en lo que se refiere al proyecto de
Ley original como por lo que hace a modificaciones en el curso de la ejecución. Existen también
peculiaridades en cuanto a la tramitación.
El principio de unidad
La CE dice que los presupuestos generales del Estado incluirán la totalidad de los gastos e
ingresos del sector público estatal, es decir, existirá un único presupuesto para todas las
administraciones o agentes que integran el Estado.
La unidad es fundamental para asegurar el control por parte del Parlamento en un acto único,
asegurando el examen unitario de las cuentas financieras del sector público.
a) Los presupuestos de los Órganos con dotación diferenciada y de los sujetos que integran el
sector público administrativo. Los sujetos incluidos son: Altos Órganos del Estado (Casa del
rey, Tribunal Constitucional…), AGE, Entidades gestoras y Mutuas de la Seguridad Social o
los Consorcios con personalidad jurídica propia regulados en la LRJAP y PAC y Ley Bases
Régimen Local. Es el “núcleo duro” de los presupuestos.
b) Los presupuestos de operaciones corrientes y los de operaciones de capital y financieras de
las entidades del sector público empresarial y del sector público fundacional. Son las
Sociedades Mercantiles y Fundaciones.
c) Los presupuestos de los Fondos a que se refiere el art. 2.2 de esta Ley”.
No obstante, la unidad no implica que no puedan existir otros presupuestos, dada la existencia de
descentralización funcional en diversos entes públicos y territoriales (CCAA y entes locales).
El principio de universalidad
14
Es decir, en el caso de que la realización de un ingreso conlleve un gasto, el importe de la previsión de ingreso se contabiliza por su
Esta regla aparece en el art. 27.4 LGP: “Los derechos liquidados y las obligaciones reconocidas se
aplicarán a los presupuestos por su importe íntegro, sin que puedan atenderse obligaciones
mediante minoración de los derechos a liquidar o ya ingresados, salvo que la Ley lo autorice de
modo expreso”. Por importe íntegro debe entenderse el resultante después de aplicar las
exenciones y bonificaciones correspondientes; y como excepción a la regla del presupuesto bruto
es la aplicación de la recaudación por un determinado concepto al pago de las devoluciones de
ingresos debidos.
Las únicas matizaciones que se deben realizar son los créditos extraordinarios y suplementos de
crédito (que podrán aprobarse en caso de no existir crédito adecuado o que sea insuficiente y no
ampliable el consignado y su dotación no resulte posible), así como las excepciones al principio de
no afectación en los casos de Seguridad Social, tributos extrafiscales…
El Pacto de Estabilidad y Crecimiento ordena a los Estados Miembros mantener una situación de
estabilidad presupuestaria. Se concreta en el requisito de no sobrepasar un déficit público por año
del 3% del PIB. Además, se establece que los Estados se comprometen a la aprobación de Planes
de Estabilidad, cuyo elemento esencial sería asegurar el objetivo de equilibrio o superávit de las
cuentas públicas a medio plazo.
El concepto de estabilidad presupuestaria, según el TR, clasifica entre los sujetos o agentes
presupuestarios:
15
La AGE, los organismos autónomos y los demás entes públicos vinculados o dependientes de aquélla, que presten servicios o
produzcan bienes que no se financien mayoritariamente con ingresos comerciales, así como los órganos con dotación diferenciada en
- Fijación por el Consejo de Ministros del umbral de crecimiento económico del PIB nacional
real, por debajo del cual los sujetos podrán excepcionalmente presentar déficit.
- Fijación anual por parte del Gobierno del objetivo de estabilidad presupuestaria para los tres
próximos ejercicios, expresado en términos porcentuales del PIB. Se fijará un objetivo de
carácter global para el conjunto del sector público, además de objetivos específicos para
cada uno de los grupos de agentes señalados anteriormente.
- Déficits de carácter coyuntural derivados de la evolución del ciclo. Estos déficits no podrán
superar para el conjunto del sector público el 1% del PIB.
- Déficits para la financiación de gastos de inversión. El límite anual total es de 0,2% del PIB
para el Estado, 0,25 para las CCAA y 0,05 para los entes locales.
El art. 49.1 señala que “Con cargo a los créditos del estado de gastos de cada presupuesto sólo
podrán contraerse obligaciones derivadas de adquisiciones, obras, servicios y demás prestaciones
o gastos en general que se realicen en el propio ejercicio presupuestario […]”.
Se refiere al carácter anual del presupuesto y de la aprobación de las Cortes, de modo que los
créditos se aprueban para ser gastados en el ejercicio anual objeto de la aprobación.
Normalmente el pago se realizará en el mismo ejercicio, pero si no sucediera por las circunstancias
que fueran, se producirá en un ejercicio posterior con cargo al crédito ya reservado.
El segundo apartado del artículo mencionado dice que “Los créditos para gastos que en el último
día del ejercicio presupuestario no estén afectados al cumplimiento de obligaciones ya
reconocidas, quedarán anuladas de pleno derecho […]”. Este precepto sirve como excepción por el
rigor de la especialidad, ya que si no se ha llegado a la fase de reconocimiento de la obligación y
afectado el crédito para su cumplimiento, el crédito se anulará. Esta especialidad tiene su origen en
el art. 134. 2 CE.
Sin embargo, este principio es flexible ante la existencia de gastos plurianuales (arts. 47 y 48 LGP),
teniendo en cuenta las siguientes condiciones:
El art. 27.2 LGP señala que “Los créditos presupuestarios de la AGE, sus Organismos autónomos
y de las entidades integrantes del sector público estatal con presupuesto limitativo se destinarán
exclusivamente a la finalidad específica para la que hayan sido autorizados por la Ley de
Presupuesto generales del Estado o por las modificaciones realizadas conforme a esta Ley”.
Mediante el presupuesto, el Parlamento no simplemente autoriza la cuantía del gasto a realizar por
el Ejecutivo, sino que esta autorización se hace con una conveniente desagregación, indicando las
líneas concretas de gasto. Cada crédito presupuestario debe emplearse en atender al gasto que se
especifica en el mismo, no pudiendo destinarlo a otras atenciones que requieran crédito, excepto
en los siguientes casos:
- Fondo de Contingencia: permite una flexibilización de las exigencias de la LGP para atender
a gastos no previstos.
- Transferencias de crédito: posibilidad de realizar transferencias dentro de los programas de
las mismas secciones.
16
El gasto que se impute a cada uno de los ejercicios posteriores no podrá exceder de la cantidad que resulte de aplicar al crédito inicial
a que corresponda la operación los siguientes porcentajes:
- En el ejercicio inmediato siguiente: 70%.
- En el segundo ejercicio: 60%.
- En los ejercicios tercero y cuarto: 50%.
El art. 46 indica: “Los créditos para gastos son limitativos. No podrán adquirirse compromisos de
gasto ni adquirirse obligaciones por cuantía superior al importe de los créditos autorizados en los
estados de gastos, siendo nulos de pleno derecho los actos administrativos y las disposiciones
generales con rango inferior a la Ley que incumplan esta limitación, sin perjuicio de las
responsabilidades reguladas en el Título VII de esta Ley”.
Cada crédito tiene carácter limitativo, es decir, fijan cada uno de ellos un máximo que no puede ser
superado. Si éste se agota será necesario proceder igualmente a una modificación de los créditos
iniciales para seguir gastando mediante los medios de flexibilización:
- Generación de créditos.
- Créditos ampliables.
Hay una excepción a la anualidad, para el caso de no aprobarse los nuevos Presupuestos
generales para el nuevo año natural, de modo que se prorroga el anterior de forma automática,
aunque no quedan prorrogados los créditos para gastos correspondientes a servicios, programas o
actuaciones que deban terminar en el ejercicio cuyos presupuestos se prorrogan.
En tal sentido, el artículo 134.4 de la CE establece que «si la Ley de Presupuestos no se aprobara
antes del primer día del ejercicio económico correspondiente, se considerarán automáticamente
prorrogados los presupuestos del ejercicio anterior hasta la aprobación de los nuevos». La prórroga
de los presupuestos cubre el vacío normativo que puede producir la acotación anual de la Ley de
Presupuestos, evitando que se paralice la actividad económica del Estado, sin perjuicio de lo cual,
plantea dos cuestiones relevantes: el plazo para el que se confiere la prórroga y el alcance de lo
que se prorroga.
El plazo de prórroga aparece precisado en el citado artículo 134.4 de la CE, «hasta la aprobación
de los nuevos», esto es, la prórroga es indefinida, lo que resulta más lógico y correcto que otras
posibilidades, como la prórroga trimestral o cuatrimestral. A pesar del carácter indefinido de la
prórroga, no resulta conveniente que los presupuestos se prorroguen continuamente, en lo que se
conoce como «prórroga de la prórroga», puesto que esta situación implica un importante déficit
democrático y, de producirse, el Gobierno de turno debería presentar su dimisión, convocando
nuevas elecciones, ante la evidente falta de apoyo parlamentario. La prórroga del presupuesto es,
por otra parte, automática, esto es, se produce en cuanto se alcanza el día 1 de enero del año
correspondiente sin que haya entrado en vigor la Ley de Presupuestos para ese ejercicio; y sin que
sea necesario acto alguno del Gobierno o de las Cortes Generales que la declaren. No obstante,
cuando se produce la prórroga de los presupuestos es frecuente que el Gobierno apruebe un Real
Decreto-ley cuya finalidad, como expresa PASCUAL GARCÍA, no es autorizar la prórroga, sino
simplemente impartir normas complementarias hasta la entrada en vigor de los nuevos
presupuestos.
Por lo que se refiere a los gastos, la única limitación explícita al alcance de la prórroga se establece
en el artículo 38.2 de la LGP, según el cual «La prórroga no afectará a los créditos para gastos
correspondientes a programas o actuaciones que terminen en el ejercicio cuyos presupuestos se
prorrogan o para obligaciones que se extingan en el mismo». La parquedad de este precepto hace
difícil su interpretación, y urge por eso una regulación más concreta, ya que en la práctica puede
acarrear muchas dudas e inseguridad jurídica. No obstante, parece claro que no se prorrogan los
créditos para gastos que, por su singularidad, se acometen en el año natural y de una sola vez,
como podrían ser los que una vez producidos no son susceptibles de renovación, como los
destinados a una carretera que se ha terminado de construir.
En cuanto a los ingresos, deben entenderse prorrogadas las modificaciones tributarias realizadas al
amparo del artículo 134.7 de la CE, porque es lógico pensar que dichas modificaciones estarán
dirigidas fundamentalmente a la consecución del volumen de ingresos públicos previstos en el
presupuesto que se prorroga y, por tanto, si subsiste la necesidad de obtener el volumen de
ingresos previsto, la prórroga del presupuesto debe alcanzar también a esas modificaciones
tributarias.
Por último, respecto de otras normas de la parte dispositiva de las Leyes de Presupuestos,
aquellas dirigidas a dar explicación y sentido a las previsiones de ingresos y a las habilitaciones de
gastos habrá que entenderlas siempre prorrogadas. Las demás tendrán vigencia intemporal, salvo
que en ellas se diga expresamente otra cosa.
Supone la prohibición de afectación de ingresos, salvo que por Ley se establezca su afectación a
fines determinados (art. 27.3 LGP).
Impone además la centralización en un agente único del conjunto de la recaudación y del pago de
las obligaciones del Estado. Éste es precisamente el cometido principal del Tesoro Público, al cual
corresponde recaudar los derechos y pagar las obligaciones del Estado y servir al principio de
unidad de caja mediante la centralización de todos los fondos y valores generados por operaciones
presupuestarias y extrapresupuestarias.
El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación y
ejecución responderá a los criterios de eficiencia y economía (31.2 CE).
La equidad del gasto público supone una orientación para la actuación del legislador, que está
íntimamente relacionada con los principios rectores de la política social y económica (RODRÍGUEZ
BEREIJO).
Preguntas.
1. La Ley 16/2012 de 27 de diciembre crea, en su artículo 19, el impuesto sobre los depósitos
en las entidades de crédito, con efectos desde el 1 de enero de 2013. Dado el solapamiento
entre la tramitación de esta ley y la tramitación de la Ley de Presupuestos Generales del
Estado para el año 2013 (publicada en el BOE el mismo día, el 28 de diciembre de 2012), ésta
última no integra este impuesto en el estado de ingresos. Una entidad de crédito acude a
usted en busca de asesoramiento, considerando que no tiene la obligación de pagar este
impuesto, al no haberse incluido su recaudación entre los ingresos presupuestados.
Aunque los presupuestos incluyen la cifra de los derechos que se prevé liquidar durante el
correspondiente ejercicio por cada uno de los diferentes ingresos, el efecto de la inclusión es un
simple cálculo contable, desprovisto de significado o vinculación jurídica. Es decir, en nuestro
ordenamiento (a diferencia de otros en derecho comparado donde esta cuestión tiene un mayor
control) el presupuesto tiene en cuanto a los ingresos un valor de simple previsión o cálculo
contable (el estado de ingresos no se vota).
La efectividad y recaudación de los ingresos dependerá de las diferentes normas recaudadoras, sin
que su inclusión o no en el presupuesto influya (arts. 11 y 19 LGP), por lo que, en este caso no es
relevante que la LPGE para el año 2013 no incluya dicho impuesto en el estado de ingresos y
existe, efectivamente la obligación de pagarlo.
2. Explique en qué consiste la clasificación orgánica. Por otra parte, ¿cómo opera la
clasificación de gastos por programas?
Por un lado, nos encontramos con la clasificación orgánica distribuye el gasto público en centros
gestores, definidos como aquellos organismos con diferenciación presupuestaria y con
responsabilidad en las gestión del gasto público, es decir, esta clasificación nos informa sobre
quién realiza el gasto. Por lo tanto, el gasto se diferencia según la unidad responsable de realizarlo.
Los órganos gestores son:
Por otro lado, la clasificación de gastos por programas desglosa los gastos públicos atendiendo a
su finalidad, en función de los objetivos que persigue la acción política del Gobierno, es decir, nos
informa sobre en qué se gasta. La principal ventaja que ofrece esta clasificación consiste en la
mayor información de la que dispone el ciudadano sobre cual va a ser el destino o políticas en las
que se van a materializar los impuestos que pagan al sector público. Esta clasificación también
permite a los centros gestores agrupar sus créditos y establecer los objetivos a conseguir como
resultado de su gestión presupuestaria.
Los programas, sin perjuicio de su presentación separada por centros gestores, se agregan en
áreas de gasto, políticas de gasto y grupos de programas. En concreto, se pueden diferenciar las
siguientes cinco áreas de gasto:
Además, la clasificación por programas en un concreto Presupuesto nos dirá cuáles son los medios
asignados al tramo anual de un programa a desarrollar en varios años. La distinción no surge en
los casos en que el programa sea de carácter anual.
http://www.extoikos.es/n9/pdf/6.pdf
3. Descontento con el reparto del déficit por el Consejo de Política Fiscal y Financiera, el
Consejo de Gobierno de la Generalitat decide no presentar el correspondiente Proyecto de
Ley de Presupuestos para 2014. Ante dicho comportamiento varios grupos parlamentarios
suscriben conjuntamente una Proposición de Ley de Presupuestos. El Gobierno se niega a
que la Mesa del Parlamento catalán acepte la citada Proposición, arguyendo su competencia
exclusiva al efecto. ¿Está justificada la postura del Consejo de Gobierno? Razone su
respuesta en los principios presupuestarios aplicables.
En virtud de la nueva interpretación dada a este art. 134 CE, éste será también aplicable a los
presupuestos de las CCAA (STC 3/2003), por lo que, ya centrándonos en el caso concreto, no es
posible que varios grupos parlamentarios, en el seno del Parlamento catalán, tengan iniciativa legal
para presentar dicha proposición, puesto que esta potestad o facultad de presentar el proyecto
corresponde, como hemos dicho, exclusivamente al gobierno de la nación o de la CCAA, en este
caso al gobierno catalán.
Razonamiento:
No es posible que los grupos políticos tengan iniciativa para presentar una proposición. Nos
apoyamos en el art. 134.1 CE. Recoge un principio presupuestario: principio de competencia
(principio jurídico pero de carácter político. División de poderes). Este dice:
Los principios informadores del presupuesto son jurídicos. Lo que pasa es que se pueden clasificar
atendiendo al rasgo esencial de cada uno:
Carácter jurídico:
- Principio de unidad (recoge todos los gastos del sector público estatal)
- Principio de universalidad (recoge la totalidad de ingresos y gastos)
- Principio de temporalidad (es el de anualidad y la excepción de la prórroga presupuestaria).
- Principio de Especialidad (triple limitación: cualitativa, cuantitativa y temporal).
Cuestión de clase:
Esta sentencia gira la posición que tenía el TC con respecto al Art.134 CE (se refiere literalmente a
los presupuestos generales del Estado). Esta STC comienza diciendo que también se aplica a los
presupuestos de las CCAA. El Art.134 CE, a virtud de la nueva interpretación, es aplicable también
a los presupuestos de las CCAA. Estamos en el presupuesto del País Vasco.
Esta NO es la ley de presupuestos para el País Vaco pues la ley de presupuestos recoge la
expresión cifrada, conjunta y sistemática de la totalidad de derechos y obligaciones; vulnera el
principio de unidad y el de universalidad: no recoge la totalidad de ingresos y gastos.
En primer lugar, esta no es la ley del presupuesto vasco, puesto que no se autodenomina como tal
(es innominada). Además, esta ley de presupuestos no contiene el contenido propio mínimo y
necesario de una ley de presupuestos: la totalidad de los gastos e ingresos del sector público
estatal. Como no tiene este contenido mínimo, dice el TC que no puede cumplir las funciones
típicas de la LP. El Parlamento Vasco no puede cumplir con su función constitucional: fiscalizar el
conjunto del sector público, en este caso, autonómico. Además, vulnera el art. 24.4 CE (prorroga
presupuestaria), se considera que la prórroga se produce en bloque a la espera de que se
aprueben los nuevos presupuestos. Lo que sucede en este caso es que determinadas secciones
presupuestarias siguen prorrogadas, mientras que otras quedan renovadas pero por una ley que no
es la ley de presupuestos.
- Unidad (no recoge todos los gastos del sector público estatal): los presupuestos deben
contenerse en un solo documento y aquí aparecen fragmentados (en la LP prorrogada y en
la nueva ley)
- Universalidad (no recoge la totalidad de ingresos y gastos):
nos encontramos con que en
la LP no está la totalidad de los mismos, sino una parte, porque se ha producido una
quiebra o fragmentación de los mismos.
- Temporalidad:
No es posible, desde el punto de vista constitucional, que en una situación
de prórroga presupuestaria se apruebe una Ley que, no siendo la de los presupuestos
generales para un ejercicio dado, produzca el cese total o parcial de las autorizaciones de
gasto prorrogadas.
Por ello no se califica como ley de presupuestos. Se debe calificar como: “Ley de contenido
presupuestario”, pero no la de presupuestos. Nació como proyecto de ley de presupuestos. Pero
finalmente, al infringir estos principios no es una ley de presupuestos.
SOLUCIÓN CLASE
Caso:
- Unos presupuestos mutilados.
- Ley innominada que autoriza un 67% de las partidas de gasto.
Consiste en fijar un objetivo de estabilidad presupuestaria para un periodo de tres años para el
conjunto de las Administraciones Públicas que irá acompañado de una previsión de ingresos y
gastos para ese periodo. Corresponde al Gobierno a propuesta del Ministro de Economía y
Hacienda que deberá proponerlo dentro del primer cuatrimestre de esos tres años y deberá ser
aprobado por el Congreso y el Senado.
Además del objetivo de estabilidad también se fija la cifra máxima de gasto no financiero para los
presupuestos generales del Estado.
Los Ministerios, los altos órganos del Estado y demás agentes presupuestarios17, deben elaborar
sus previsiones de gastos y remitirlos al Ministerio de Hacienda antes del 1 de mayo de cada año.
17
El profesor los llama Centros Gestores del Poder Público.
En el caso de la Seguridad Social, el anteproyecto global es preparado por el Ministerio de Trabajo
y Seguridad Social a partir de los elaborados previamente por las entidades gestoras. Éste será
presentado al Gobierno conjuntamente por el M. de Trabajo y S.S. y el de Hacienda.
El Gobierno debatirá y, finalmente, aprobará el Proyecto de Ley que le ha sido presentado por el M.
de Economía y Hacienda.
De acuerdo al art. 134.3 CE el Gobierno deberá presentar al Congreso de los Diputados los
presupuestos generales del Estado al menos tres meses antes de que expiren los del año anterior,
es decir, antes del 1 de octubre.
2. Examen, enmienda y aprobación por las Cortes Generales: las limitaciones al derecho de
enmienda y a la iniciativa parlamentaria
El art. 134.1 CE determina que corresponde a las Cortes el examen, enmienda y aprobación del
proyecto de Ley de Presupuestos que les ha sido presentado por el Gobierno.
La tramitación parlamentaria sigue a grandes rasgos el orden normal del procedimiento legislativo
con algunas peculiaridades, por ejemplo la preferencia que posee su tramitación ya que el proyecto
de Ley debe ser aprobado en un plazo de tres meses. Por tanto, primero se debatirá en el
Congreso y después en el Senado.
En el Congreso se debate en el Pleno para fijar las cuantías globales de los estados de previsión
de ingresos y gastos. Es en este momento cuando los grupos parlamentarios presentan la
correspondiente enmienda de devolución, como soporte al debate general sobre la política
económica. A continuación, pasa a debatirse en la Comisión de Presupuestos donde se fija el texto
del articulado y el estado de gastos. Por último, el Proyecto vuelve al Pleno donde se lleva a cabo
el debate final sobre el conjunto del articulado y de cada una de las Secciones de gastos.
Por último, en el caso de que la Ley de Presupuestos no se aprobara antes del primer día del
ejercicio económico correspondiente, se considerarán automáticamente prorrogados los
presupuestos del ejercicio anterior hasta la aprobación de los nuevos. Si bien, esta prórroga no
afectará a los créditos para gastos correspondientes a servicios o programas que deban terminar
en el ejercicio o para obligaciones que se extingan en el mismo.
Las modificaciones se producen a caballo entre la aprobación y ejecución del presupuesto pues se
trata de expedientes o mecanismos de aprobación de nuevos créditos o incremento de los ya
existentes, pero que cronológicamente se producen durante la fase de ejecución.
Se puede distinguir entre aquellas que requieren aprobación del Parlamento y otras que pueden
ser acordadas directamente por el Ejecutivo.
Para el incremento del gasto público existe la posibilidad de presentar un Proyecto de Ley en ese
sentido por el Gobierno.
Se trata de un instrumento de maniobra para facilitar la ejecución del presupuesto y hacer posible
la financiación de las modificaciones presupuestarias. Así, con cargo a los créditos del Fondo,
pueden financiarse ampliaciones del crédito, incorporaciones de crédito y créditos extraordinarios y
suplementos de crédito. No obstante, no se puede acudir a él directamente para gastos
18
Esta es la opinión del profesor. Sin embargo, otro sector doctrinal, por ejemplo el libro, entiende que las enmiendas en el Proyecto
requieren la conformidad del Gobierno para la tramitación de aquellas que supongan la minoración de ingresos y que lo señalado por la
CE se refiere no a las enmiendas del Proyecto sino con otras medidas posteriores que afecten al presupuesto en curso de su ejecución.
discrecionales que carezcan de cobertura presupuestaria debido a la exigencia de estabilidad. Es
como un margen de error que se estima desde el principio.
Consiste en una sección presupuestaria por importe del 2% del total de gastos para operaciones no
financieras, destinado a atender necesidades de carácter no discrecional y no previsto en el
presupuesto inicialmente aprobado que puedan presentarse a lo largo del ejercicio.
Su aplicación se aprobará en cada caso mediante acuerdo del Consejo de Ministros, a propuesta
del Ministro de Hacienda, con carácter previo a la autorización de las modificaciones a financiar.
Como instrumento de control el Gobierno deberá remitir informes trimestrales a las Comisiones de
Presupuestos del Congreso y el Senado sobre la aplicación del Fondo.
Las transferencias son traspasos de dotaciones entre créditos desde aquellos inicialmente
previstos para una determinada finalidad a otra distinta, no prevista o dotada con un crédito que se
revela insuficiente. Así, se configuran como un medio de flexibilización del límite de especialidad
cualitativa. Pueden realizarse entre los diferentes créditos del presupuesto incluso con la creación
de créditos nuevos, con las siguientes restricciones:
- No podrán realizarse desde créditos para operaciones financieras al resto de los créditos, ni
desde créditos para operaciones de capital a créditos para operaciones corrientes (límite de la
clasificación económica).
- No podrán realizarse entre créditos de distintas secciones presupuestarias (límite de la
clasificación orgánica).
- No minorarán créditos extraordinarios o créditos que se hayan suplementado o ampliado en el
ejercicio. Esta restricción no afectará a créditos con carácter ampliable de las entidades que
integran el sistema de la Seguridad Social o cuando afecten a créditos de la sección 06 Deuda
Pública.
El competente para acordar las transferencias será el responsable de cada Sección, es decir, el
Ministro del ramo, con las limitaciones recogidas en el art. 63.1 a) LGP. Estas limitaciones podrán
ser sobrepasadas por acuerdo del Ministro de Hacienda.
También permiten flexibilizar el principio de especialidad cuantitativa. Son créditos cuya cuantía
puede ser incrementada en función de la recaudación efectiva de los derechos afectados o del
reconocimiento de obligaciones específicas del respectivo ejercicio. La única condición es su
reconocimiento de modo taxativo y debidamente explicitados en el estado de gastos del
presupuesto.
Tienen, en todo caso, por mandato expreso de la LGP, los créditos del presupuesto de la
Seguridad Social (S.S.) relacionados con el pago de pensiones y, en general, con la actividad
protectora de la propia S.S.
Para no romper el equilibrio del presupuesto, a parte del Fondo de Contingencia, la regla general
es la baja en otros créditos del presupuesto no financiero o, en caso de organismos autónomos o
S.S., el recurso al superávit del ejercicio anterior o a mayores ingresos.
Como regla general, los créditos que no hayan sido afectados a 31 de diciembre al pago de
obligaciones reconocidas en el ejercicio serán dados de baja. Sin embargo, podrán escapar a la
anulación del fin del periodo los remanentes de créditos no comprometidos durante el mismo
cuando se encuentren en determinadas circunstancias, esto es, la posibilidad de incorporar al
presupuesto del siguiente ejercicio determinados créditos no utilizados. Serán créditos susceptibles
de incorporación, de acuerdo al art. 58 LGP:
La tramitación se hará mediante Proyecto de Ley en los casos que especifica el art. 55.2:
Según la STC 3/2003, de 16 de enero (FJ. 3º), el Presupuesto es sobre todo una autorización del
gasto público, o lo que es lo mismo, todo gasto público es gasto público presupuestado. Y eso
implica que la ejecución del Presupuesto es un procedimiento administrativo que refleja la función
de gasto público.
Este procedimiento administrativo de gasto público se puede definir como “la serie compleja de
actos y controles a través de los cuales se realiza el gasto público”.
1) Ordenación del gasto: Es una fase de gestión, que se realiza por el centro gestor del gasto
(básicamente los Departamentos Ministeriales), aunque pueden ser objeto de delegación
(delegación en el Subsecretario). Supone la afectación a su destino de los créditos
presupuestados, y culmina con la denominada contracción, liquidación o reconocimiento de la
obligación. Se compone por:
La expedición de la orden de pago por parte de estos órganos debe producirse a instancia del
órgano que desempeña las funciones de aprobación del gasto, es decir, por los Jefes de los
centros gestores. Esta solicitud deberá estar precedida de la justificación documental, ante dicho
órgano, de la contrapartida de la obligación cuyo pago interesa. Excepcionalmente, se admite la
posibilidad de “pagos a justificar”. Por tanto, existen dos posibilidades de ordenación del pago: a)
en firme, cuando se haya acreditado el ejercicio hecho y b) a justificar (art. 79 LGP).
La realización material del pago tendrá lugar mediante los medios de pago que se mencionan en el
art. 110 LGP que podrán ser mediante transferencia, bancaria, cheque, efectivo o cualesquiera
otros medios.
Por último, con carácter general, el art. 22.1 LGP señala que las obligaciones de la Hacienda
Pública estatal se extinguen por las causas contempladas en el Código Civil y en el resto del
ordenamiento jurídico.
Tiene lugar el 31 de diciembre. Es el instrumento que permite someter al control del Parlamento la
ejecución realizada del presupuesto. Para ello se envía al Tribunal de Cuentas la cuenta general
del Estado que refleja todas las operaciones presupuestarias ejecutadas en el ejercicio. El ciclo
presupuestario se cierra con el envío de un informe y con la correspondiente propuesta del Tribunal
a las Cortes Generales.
El control presupuestario es la actividad que tiene por objeto comprobar la correspondencia entre la
ejecución del Presupuesto por parte de la Administración y el mandato o autorización contenido en
la Ley de Presupuestos. Esto se lleva a cabo a través de mecanismos destinados a asegurar la
preeminencia de los intereses generales en la gestión financiera de los recursos públicos. Obedece
al principio de legalidad de los ingresos y gastos públicos así como a los criterios de eficiencia y
economía en la gestión de los fondos públicos (art. 31.2 CE). Así, se puede distinguir un doble
ámbito:
• Control interno:
Este tipo de control adopta diferentes modalidades dependiendo del tipo de entidad pública
sometida a control. Se realiza mediante el ejercicio de la actividad interventora, el control financiero
permanente y la auditoría pública (art. 142.2 LGP), tomando como marco de referencia el
cumplimiento legal y los principios de actuación del sector público (economía, eficiencia y eficacia).
20
Por ejemplo: se verifica que hay crédito antes de realizar el pago, se comprueba que se haya efectuado la prestación,...
El Art. 155 establece un procedimiento gradual según entre quiénes existe disconformidad; lo más
importante es que el final resulta ser una discrepancia interna, donde lo único que se garantiza en
definitiva es que se hará lo que quiere el ejecutivo.
• Control externo:
Puede llevarse a cabo a través del Tribunal de Cuentas o directamente por las Cortes.
El art. 136 CE lo determina como el órgano supremo de fiscalización, y está regulado por LO
2/1982. Depende orgánicamente de las Cortes aunque actúa con independencia en el orden
funcional. Está integrado por 12 consejeros designados por las Cámaras (6 cada una) por un
periodo de 9 años, de entre los cuales se elige al presidente y ejerce sus funciones por delegación
del Parlamento, con independencia funcional.
a) Función fiscalizadora:
b) Función jurisdiccional:
Su naturaleza es por tanto patrimonial o civil, y no sancionadora, razón por la que es plenamente
compatible con la potestad disciplinaria y con la jurisdicción penal.
Por último, mencionar que no se trata de un procedimiento sancionador y que por ello no rigen los
principios del proceso penal, sino los del proceso civil por responsabilidad patrimonial.
Es el que produce menos efectos; hasta el punto de que nunca se ha rechazado ninguna Cuenta
General del Estado.
Tanto el Congreso como el Senado desempeñan labores de control del Presupuesto a través de la
remisión periódica de información, el control de gastos reservados, la Cuenta General del Estado,...
Esta última, es un complejo documento o conjunto de cuentas que expresa de manera detallada la
ejecución del presupuesto y, en general, la actuación económico-financiera del sector público
estatal y cuyo examen es el acto final del ciclo presupuestario.
La Cuenta General se crea por la IGAE que se traslada al Tribunal de Cuentas antes del 31 de
octubre del año siguiente al que se refiera. Éste la examina, comprueba y realiza una declaración
que deberá ser aprobada por las Cortes dando lugar al descargo de cuentas lo que dará lugar a la
rendición correcta de cuentas de ese ejercicio.
Preguntas.
1. Los arts. 111.1 (párrafo segundo) y 121.4 (párrafo segundo) del Reglamento de la
Asamblea de Castilla-La Mancha, en la redacción dada por la reforma llevada a cabo por
Acuerdo del Pleno de la Cámara en sesión de 29 de mayo de 1997, tienen el siguiente tenor:
Art. 111.1.- "Las enmiendas a un proyecto de Ley que supongan aumento de los créditos o
disminución de los ingresos presupuestarios del ejercicio en curso requerirán la
conformidad de la Junta de Castilla-La Mancha para su tramitación. Cuando la
disconformidad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha sea manifiestamente
infundada y no exista coincidencia con la interpretación que haga la Mesa de la Asamblea,
decidirá el Pleno de la Cámara, en un debate de los de totalidad, en la primera sesión
plenaria que se celebre, oída previamente la Junta de Portavoces".
En este caso, lo que pretende la Asamblea General de Castilla-La Mancha es limitar la potestad del
Gobierno de rechazar enmiendas, restringiendo de manera indebida el poder ejecutivo manchego
en lo que a presupuestos se refiere. Así, pretendían que por la vía de enmiendas se pudiera
modificar lo establecido por el Gobierno, dejando la política económica en manos de la Cámara y
no del Ejecutivo.
Por ello, debemos afirmar, como así lo hace también el Tribunal Constitucional, la
inconstitucionalidad de dicha Ley que pretende no contar con el Gobierno para la modificación de la
Ley de Presupuestos, vulnerando lo establecido en el art. 134 CE.
Contra dicho acto, el Sr. X interpuso recurso de reposición, sin obtener respuesta expresa,
por lo que interpuso recurso contencioso-administrativo que finalizó con la Sentencia de la
Audiencia Nacional en que se declaró inadmisible el recurso contencioso-administrativo a
tenor de lo dispuesto en el art. 82 c) LJCA, al no concurrir el presupuesto objetivo necesario
para conocer sobre el fondo del asunto, por entender el órgano judicial que «no existe acto
administrativo objeto del recurso, habiéndole reconocido la Administración al recurrente el
derecho al percibo de las cantidades reclamadas, encontrándose en tramitación la
habilitación de créditos al efecto de abonar las mencionadas cantidades, pretendiendo por
ello el recurrente la ejecución de un derecho previamente reconocido por la propia
Administración».
La respuesta en este caso es afirmativa, de hecho así viene recogido en el art. 21.1 LGP. De hecho
es normal que una sentencia judicial pueda crear obligaciones para la Hacienda Pública dado que
hay que garantizar tanto la seguridad jurídica como el derecho a la tutela judicial efectiva.
En primer lugar, debemos señalar que, tal y como se describe en la STC 32/1982, la ejecución de
las sentencias que condenan a la Administración al pago de una cantidad de dinero da lugar a una
tensión entre dos principios constitucionales: el de seguridad jurídica, que obliga al cumplimiento de
las Sentencias, y el de legalidad presupuestaria (el órgano administrativo no puede gastar si no hay
crédito suficiente y determinado para ello), que supedita dicho cumplimiento a la existencia de una
partida presupuestaria asignada a ese fin. La superación de dicho conflicto exige la armonización
de ambos principios, no pudiendo ésta dar lugar en ningún caso a que el principio de legalidad
presupuestaria deje de hecho sin contenido el derecho constitucional a la tutela judicial efectiva.
El respeto de los poderes públicos a las libertades y derechos fundamentales y el interés público
del cumplimiento de las resoluciones judiciales, obligan a la Administración pública y, en su caso, a
los Tribunales a adoptar las medidas necesarias a fin de garantizar que el mencionado derecho
constitucional adquiera plena efectividad, por lo que en ningún caso el principio de legalidad
presupuestaria puede justificar que la Administración posponga la ejecución de las sentencias más
allá del tiempo necesario para obtener, actuando con la diligencia debida, las consignaciones
presupuestarias en el caso de que éstas no hayan sido prevista.
Así, en este caso, y como hemos dicho, el problema que se plantea es la posible existencia de una
desproporción entre el principio de legalidad presupuestaria y el derecho a la tutela judicial efectiva.
De tal manera que, si bien es cierto que la Administración no puede gastar si ello no viene
determinado en una partida presupuestaria (principio de legalidad presupuestaria), tampoco puede
dejar sin respuesta y en situación de indefensión al particular perjudicado, vulnerando su derecho a
la tutela judicial efectiva.
Por lo que, bien por la vía del proyecto de ley o en la ley de presupuestos del año siguiente, debe
incluirse dicho crédito, es decir, la ley de presupuestos deberá incluir una partida de gastos en la
que se incluya dicho gasto y la Administración deberá participar activamente en que ello suceda.
En definitiva, la Administración tiene que actuar con diligencia e instar de los poderes públicas la
existencia de ese crédito presupuestario.
3. Dada la situación de recesión de la economía española y los tipos exigidos por los
mercados financieros, el Gobierno prevé que los gastos para el servicio de la deuda pública
-pago de intereses y devolución de los vencimientos de 2013- superarán los créditos
consignados en los Presupuestos Generales del Estado. ¿Qué opción tiene el Gobierno?
En este caso el Gobierno dispone de una serie de mecanismos que le permitirían flexibilizar el
principio de especialidad cuantitativa. Concretamente, el Gobierno podrá recurrir al Fondo de
Contingencia a través de la técnica de ampliación del crédito (art. 54 LGP), lo que constituye una
excepción al principio de especialidad cuantitativa.
El Fondo de Contingencia (art. 50 LGP) es una partida a la que se destina el 2% del total de los
gastos no financieros para imprevistos y del que beberán las modificaciones del crédito. Se
constituye principalmente para satisfacer aquellas figuras recogidas en los presupuestos cuyo
techo de gasto es, en realidad, una previsión y porque existen determinados servicios esenciales
que el Estado no puede dejar de prestar.
Así, volviendo al caso concreto, el art. 54.1.2º LGP establece que “tendrán la condición de
ampliables los créditos destinados a satisfacer obligaciones derivadas de la Deuda del Estado y de
sus organismos autónomos, tanto por intereses y amortizaciones de principal como por gastos
derivados de las operaciones de emisión, conversión, canje o amortización de la misma”. Por tanto,
estamos ante un crédito que se inscribe como ampliable en la Ley de Presupuestos, lo que viene a
decir que su cuantía inicial tiene un simple valor de estimación. Dada su condición de ampliable,
nos encontramos ante una excepción al principio de especialidad cuantitativa, que habilita al
Gobierno para recurrir al Fondo de Contingencia. En cualquier caso, es el Consejo de Ministros
quien debe a probar la utilización del mismo a propuesta del Ministro de Hacienda, quien deberá
rendir cuenta antes las Cortes Generales.
Por otra parte, aunque no es de aplicación al caso, si se generara más crédito del esperado o
previsto, el Gobierno podría recurrir a la figura de la generación de crédito recogida en el art. 53
LGP.
(*) Los créditos ampliables más importantes: créditos destinados a las pensiones, créditos
destinados al servicio de la deuda (el pago de los intereses y de amortización o devolución del
capital de la deuda pública. Aparecen en las leyes de presupuestos con una cuantía específica que
puede ser objeto de ampliación.
Las trasferencias son una de las figuras (junto con la ampliación de crédito, generaciones de
crédito, incorporaciones de crédito, créditos extraordinarios y suplementos de crédito previstos en
el artículo 51 LGP) que permiten la modificación del crédito. Son mecanismos que funcionan como
excepciones a la aplicación rígida del principio de especialidad como limitación. Así, según el
principio de especialidad cualitativa cada crédito presupuestario debe emplearse en atender al
gasto que se especifica en el mismo mientras que, según el de especialidad cuantitativa los
créditos tienen un carácter limitativo, fijan cada uno de ellos un máximo que no puede ser
superado.
Así, para este caso concreto, debemos destacar que, en principio, la regla general es que no se
pueden realizar transferencias de créditos de una Sección a otra. Sin embargo, esta regla no se
aplicará excepcionalmente en aquellos casos en los que existieran acuerdos entre los diferentes
Ministerios. La excepción existirá por motivos de normalización, reorganización administrativa o por
transferencia de las Comunidades Autónomas.
El Ministerio de Fomento iba a hacer unas obras públicas con un crédito extraordinario. Es ya el 20
de diciembre y no las ha realizado. En cambio, quiere hacer un aeropuerto, ¿puede utilizar ese
dinero, en principio destinado a las obras, para hacer el aeropuerto? No cambiamos de sección ya
que estamos dentro de Fomento.
Este supuesto supondría un ejercicio de la función interventora. El primero de los controles que
sufre el proceso de actividad financiera de la Hacienda Pública es el de carácter interno. El
objetivo de este control es comprobar la conformidad del acto con el ordenamiento jurídico, el
control de legalidad, que se confunde con el concepto de función interventora, el artículo 148 LGP
así lo establece.
Entre ellas sobresale la fiscalización previa o crítica que irá referida a la propuesta del gasto, al
expediente del que se derivará la autorización del gasto. El objetivo de la misma es comprobar su
legalidad. La fiscalización se pondrá de manifiesto documentalmente en el expediente, que deberá
llevar el visto bueno del interventor correspondiente. Así para el caso propuesto, el artículo 152
dispone lo siguiente:
El tributo
Un tributo es una prestación patrimonial de carácter público esencialmente coactiva. Los tributos
constituyen el más representativo e importante de los ingresos públicos, tanto desde el punto de
vista cualitativo como cuantitativo:
Por otro lado, numerosos preceptos constitucionales hacen referencia al término “tributo”, pero sin
dar una definición del mismo. Por ello, el término tributo no puede ser objeto de una definición
legal, pues no corresponde al legislador ordinario establecer el alcance de los preceptos
constitucionales. No obstante, es lógico (puesto que numerosos preceptos constitucionales se
refieren al término tributo) preguntarse si existe una definición constitucional de dicho término. En
cualquier caso, es posible deducir una serie de características que coinciden con la definición legal
de tributo y a las que se hace referencia a continuación.
La Nueva Ley General Tributaria ha establecido el concepto legal de tributo en el párrafo primero
de su artículo 2.1. en los términos siguientes: Los tributos son los ingresos públicos que consisten
en prestaciones pecuniarias exigidas por una Administración pública como consecuencia de la
realización del supuesto de hecho al que la Ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial
de obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos. El tributo es pues
una prestación pecuniaria exigida por un ente público y que se caracteriza por las notas de
coactividad y carácter contributivo. Al juicio del profesor, el concepto de tributo debería ser
constitucional, y no debería estar al alcance del legislador ordinario.
✓ Son prestaciones públicas: desde dos puntos de vista: porque se exigen en régimen de
derecho público; y porque su recaudación se encomienda a una administración pública
(sólo los entes públicos pueden exigir su pago, sólo constitucionalmente exigibles para la
financiación del gasto público) (aunque dicha administración puede no ser su titular, ej.
Aranceles aduaneros, UE).
No existe una definición normativa de esta categoría. El concepto ha sido elaborado por la doctrina
y la jurisprudencia ante la necesidad de explicar el contenido del artículo 31.3 CE (sometimiento a
los principios constitucionales de esta clase de ingresos, como por ejemplo, a la reserva de ley).
Adquirió carta de naturaleza tras la STC 185/199521 (concepto inservible según el profesor, quién
sabe decir cuándo un servicio es imprescindible para la vida social y privada de las personas; eso
es algo que depende de las personas), la que ha sido reiterada en las STC 182/1997 (FJ 15) 22 y
63/2003 (FJ 4). No obstante, aún no se han aclarado suficientemente los contornos de la categoría.
El TC ha reiterado que las "prestaciones patrimoniales de carácter público" constituyen una
categoría jurídica más amplia en la que se integran los tributos. Por lo tanto, aunque la especie
más destacada de esta categoría son los tributos, en ella también se integran otras prestaciones
públicas.
Lo que es un problema son las entidades locales, quienes no pueden dictar leyes. En este sentido
es importante delimitar el concepto de las prestaciones patrimoniales de carácter público.
21
La aplicación de un criterio de interpretación sistemático tendente a evitar la redundancia del constituyente, lleva necesariamente a no
considerar como sinónimas la expresión «tributos» del artículo 133.1 CE y la más genérica de «prestaciones patrimoniales de
carácter público» del artículo 31.3 CE. Debe abordarse la tarea de precisar el alcance de ese concepto de prestación patrimonial de
carácter público que constituye el objeto de la reserva de ley tributaria: la coactividad es la nota distintiva fundamental del concepto
de prestación patrimonial de carácter público.
22
estamos ante una «prestación patrimonial de carácter público» cuando existe una «imposición coactiva de la prestación patrimonial o,
lo que es lo mismo, el establecimiento unilateral de la obligación de pago por parte del poder público sin el concurso de la voluntad del
sujeto llamado a satisfacerla» (fundamento jurídico 3.º). Siempre que, al mismo tiempo -debemos precisar aquí-, como se desprende de
la propia expresión constitucional (prestaciones «de carácter público,», dice el art. 31.3 CE), la prestación, con independencia de la
condición pública o privada de quien la percibe, tenga una inequívoca finalidad de interés público.
23
Esta se resuelve en el hecho de ser una prestación establecida unilateralmente por el Ente Público, a través de procedimientos
previstos en la Constitución y en el resto del ordenamiento, sin el concurso de la voluntad del sujeto llamado a satisfacerla. Si se
prefieren los términos de la definición contenida en la LGT, diríamos que la coactiviad consiste en el hecho de que la prestación tributaria
es exigida por el ente público en razón de la realización de un presupuesto de hecho definido en la ley.
STC 185/1995 FJ 3: Deberán considerarse coactivamente impuestas no sólo aquellas prestaciones en las que la realización del
supuesto de hecho o la constitución de la obligación es obligatoria, sino también aquellas en las que el bien, la actividad o el servicio
- Sometidos al principio de reserva de ley (Art. 31.3 CE).
- Ejemplos: tributos.
- Pretende dar cobertura a ingresos públicos de difícil encuadre, como los pagos que se
derivan, no de una obligación impuesta por un Ente público, sino de la necesidad de
acceder a bienes, servicios o actividades esenciales para la vida privada o social (ad ex.
El pago por estacionamiento de vehículos); o los pagos efectuados por utilizar bienes,
servicios o actividades prestadas o realizadas por los entes públicos en posición de
monopolio (ad ex. Servicios postales o portuarios).
- A partir de aquí, lo difícil es distinguir cuándo una prestación se considera coactivo. Ley
de Tasas y Precios Públicos (8/1989) pretendió hacer una distinción jurídicamente:
basada en la voluntariedad o no de las actividades que se realizaba por el sector
público, así como si dichas actividades eran ejercidas también o no por el sector
privado; en caso de que se dé cualquiera de estas circunstancias se consideraba que
eran precios públicos. No obstante, hay prestaciones que, si bien no son jurídicamente
obligatorios, son necesarios en la práctica para la vida de los ciudadanos (como los
servicios de telecomunicaciones).
Después de la definición de tributo, la LGT inserta en el Art.2.2 LGT las diferentes clases o
especies que puede presentar el género tributo: las tasas, las contribuciones especiales y los
impuestos, todas presentes en el Art. 157.1.b) CE.
Estos son los términos a los que se reduce la clasificación de los tributos “cualquiera que sea su
denominación”. El elemento diferencial de las categorías tributarias se ha establecido a partir de la
estructura del hecho imponible o presupuesto de hecho del que surge la obligación, y no su nomen
iuris. Según STC 196/1987, en relación a unas tasas sobre el juego, donde se declaró la
inconstitucionalidad.
Un impuesto es un tributo en el que no hay contraprestación. Los impuestos pueden ser (clases de
impuestos):
- Directos e indirectos
- Instantáneos o periódicos: difieren en el devengo. El instantáneo es aquel impuesto en el
que el devengo del impuesto se produce al realizar el hecho imponible (IVA). En el periódico
requerido es objetivamente indispensable para poder satisfacer las necesidades básicas de la vida personal o social. También deben
considerarse coactivamente impuestas las prestaciones pecuniarias que derivan de la utilización de bienes, servicios o actividades
prestadas o realizadas por los entes públicos en posición de monopolio de hecho o de derecho.
el devengo se establece en un periodo (IRPF)
- Personales o reales: los impuestos personales no se pueden conocer sin referencias a las
personas (IRPF), mientras que los impuestos reales si que se distinguen sin referencia
necesaria a las personas (ITP: Impuesto de Transmisiones Patrimoniales)
- Estructurales o no estructurales: son estructurales aquellos sobre los que pivota o se
estructura el sistema tributario (IVA, IRPF), mientras que no son estructurales el resto de
impuestos.
- Subjetivos y objetivos: subjetivos son aquellos que tienen en cuenta las situaciones
personales de las personas obligadas al pago y los objetivos no (IS: impuesto sobre
sociedades).
Representa la categoría tributaria fundamental, en la que más visiblemente se aprecian las notas
propias del tributo y, de modo especial, la coactividad. El impuesto es considerado como el tributo a
emplear para la financiación de los servicios públicos indivisibles, aplicado en función del principio
o criterio de capacidad de pago.
La definición legal se contiene en el art. 2.2.c) LGT: Impuestos son los tributos exigidos sin
contraprestación cuyo hecho imponible está constituido por negocios, actos o hechos que ponen de
manifiesto la capacidad económica del contribuyente24.
Más correctamente, podemos definir el impuesto como aquel tributo cuyo hecho imponible es
definido sin referencia alguna a servicios o actividades de la administración, sino referida a índices
de capacidad económica, referida exclusivamente a la persona del obligado y a su esfera de
actividad. Esta característica permite diferenciarlos impuestos de las tasas y las contribuciones
especiales. Por tanto, la nota distintiva de este tributo radica en el elemento objetivo del hecho
imponible.
No existe una regulación legal común de todos los impuestos, distinta de la LGT.
Existen muy variados criterios de clasificación de los impuestos. Atendiendo a la estructura jurídica
del hecho imponible podemos hablar de:
24La doctrina (así como el profesor) ha reprochado algunas deficiencias de esta definición: en primer lugar la de caracterizar a los
impuestos por la ausencia de contraprestación, induciendo a pensar que las restantes clases de tributos se exigen con contraprestación
(reservado a las prestaciones sinalagmáticas); en segundo lugar, reservar para los impuestos la referencia al principio de capacidad
económica tampoco es correcto, pues este debe informar al conjunto del sistema tributario.
- Impuestos personales y reales: (personal: IRPF; real: IBI, ISV)
- Impuestos subjetivos y objetivos: según intervengan o no las características
personales del sujeto en la determinación de la cuantía a pagar (subjetivo: IRPF;
objetivo: IVA, Impuestos sobre Sociedades).
- Impuestos periódicos e instantáneos: en función de si el hecho imponible se
reproduce o se reitera a lo largo del tiempo (fraccionando el impuesto) o se realiza y se
agota en sí mismo (instantáneo: sucesiones, IVA; hay que aclarar que los instantáneo
pueden ser de liquidación periódica, como el IVA que se liquida cada 3 meses; lo cual
no debe confundirse con el hecho de ser un impuesto periódico).
Instrumento tributario adecuado para la financiación del coste de los servicios públicos de carácter
divisible. Se inspiran en el principio de equivalencia. El hecho imponible incluye como elemento
central una actividad de la administración que afecta o beneficia especialmente a determinados
sujetos, bien sea la de autorizar un uso especial del dominio público o la efectiva prestación de un
servicio. Se relaciona con la financiación del coste del servicio o con el importe presunto del
beneficio que se obtiene por la cesión del aprovechamiento especial del dominio público. El límite
de la tasa de un servicio será el propio precio del servicio. No obstante, no hay que olvidar su
vinculación con el principio de capacidad económica (como es la base de la tasa de basura).
De acuerdo con la estructura del hecho imponible en las contribuciones especiales, debe integrar
dos elementos: una actividad administrativa25, consistente en la realización de una obra pública;
o el establecimiento o ampliación de servicios públicos, y la obtención por el sujeto pasivo de un
beneficio o aumento de valor de sus bienes. Este beneficio o aumento de valor se presume en
los casos del artículo 30.2 TRLHL26. Las contribuciones especiales presentan, por lo general, una
característica adicional, que es la e ser tributos que afectan simultáneamente a un conjunto de
sujetos. Por último, una particularidad de este tributo es el de su afectación expresa a la
financiación de la obra o del establecimiento del servicio que justifica su establecimiento.
25
El art. 22 TRLHL reconoce la compatibilidad de las tasas y contribuciones especiales: Las tasas por la prestación de servicios no
excluyen la exacción de contribuciones especiales por el establecimiento o ampliación de aquéllos. El esquema es claro: los gastos de
inversión o de capital relacionados con la prestación de servicios se financian mediante contribuciones especiales; los gastos
corrientes, con tasas.
26
Por ello según nuestro profesor se trata en realidad de un requisito ficticio (puramente nominal), puesto que la ley presume iuris et de
iure la existencia del beneficio, por lo que realmente el hecho imponible es la realización/ ampliación de un servicio público que afecta a
los bienes de titularidad del contribuyente en esa zona.
3. La relación jurídico-tributaria. Pluralidad de obligaciones y deberes. Clasificación:
Obligaciones materiales y deberes formales. Obligaciones autónomas y obligaciones
accesorias
La nueva LGT ha incluido una definición expresa en los siguientes términos: “Se entiende por
relación jurídico-tributaria el conjunto de obligaciones y deberes, derechos y potestades originados
por la aplicación de los tributos” (artículo 17.1 LGT). Esta definición, se aparta de la de la
concepción propia de la Tª de la relación jurídico tributaria, según la cual, lo esencial era la
caracterización del tributo como una relación de carácter obligacional.
2. Deberes formales a cargo de los obligados tributarios (son las que enumeran en el artículo
29 LGT)28:
a. Presentación de declaraciones.
b. Suministro de información (al ser una obligación de masas).
c. Obligación de llevanza de contabilidad.
d. Obligación de expedir factura.
27
Son obligaciones materiales a cargo de la administración las de devolución o reintegro del coste de garantías:
a. Obligaciones de devolución derivadas de las normas del tributo
b. Obligaciones de devolución de ingresos indebidos.
c. Reintegro de los avales y demás garantías en el caso de resolución favorable al obligado tributario en el recurso
contra un acto cuya ejecución hubiera sido suspendida previa presentación del aval.
28
Obligaciones y deberes procedimentales a cargo de la administración: el de impulso del procedimiento, que puede descomponerse en
varios: el de resolver expresamente, de notificar, tratar respetuosamente a los obligados tributarios etc.
e. Otras (uso de identificación fiscal, facilitar las inspecciones, etc.)
Esta categoría desarrolla las siguientes funciones (las cuales nos permiten entender mejor su
significado):
Elemento subjetivo:
Se entiende por tal la relación del obligado respecto del elemento material del tributo. Ej. En el
IRPF el elemento subjetivo viene representado por el concepto de “obtención de renta por el sujeto
pasivo” (de la renta). La referencia al elemento subjetivo es especialmente significativa en los
impuestos o tributos de naturaleza personal.
Elemento objetivo:
▪ Aspecto espacial: Relación del hecho imponible con el ordenamiento, establecida con
criterios territoriales (ej. IRPF renta obtenida por residente en España)
Generalmente existe una coherencia o concordancia natural entre la definición del hecho
imponible y la del devengo. En ocasiones, sin embargo, por razones técnicas, puede darse
una cierta autonomía en la definición de las circunstancias del devengo respecto de las del
hecho imponible. Por ejemplo, en los Impuestos Especiales.
La ley propia de cada tributo, añade el segundo apartado del mismo precepto, podrá
establecer la exigibilidad de la cuota o cantidad a ingresar, o de parte de la misma, en un
momento distinto al del devengo del tributo. No está claro cual es el sentido de esta norma.
Entendemos que en ella se puede hacer alusión a la cuestión que observábamos antes.
Por otra parte, el devengo tiene de suyo, carácter instantáneo. Conviene sin embargo, hacer
alguna precisión. En los tributos instantáneos, el devengo coincide con la realización del
hecho imponible o se agota en la misma realización; no obstante, por motivos de gestión el
hecho imponible instantáneo se puede establecer como de liquidación periódica (ejemplo:
IVA). Mientras que, los tributos periódicos (fraccionamiento en periodos), se van
devengando a lo largo del periodo impositivo, siendo propiamente el devengo el momento
de culminación de este periodo.
▪ Aspecto cuantitativo: Determinado de acuerdo con la ley y el reglamento que regulan cada
impuesto. Valor pecuniario.
Normas de no sujeción
Vienen contemplados en el art. 20.2 LGT que añade que: “la ley podrá completar la definición del
hecho imponible mediante la mención de supuestos de no sujeción”.
Son, según la doctrina y este mismo precepto, normas aclaratorias que delimitan hechos o
negocios que no son subsumibles en la definición abstracta del hecho imponible. En este sentido,
se suele decir que más que auténticas normas jurídicas dotadas de un mandato, estamos ante
disposiciones que contienen una interpretación (auténtica), una aclaración de la ley y cuyo
contenido se haya ya implícito en la propia definición del hecho imponible. Responden únicamente
al deseo del legislador de completar la delimitación negativa del hecho imponible, recogiendo
expresamente los supuestos cuya inclusión en el hecho gravado pudiera ofrecer dudas. Tienen, por
tanto, carácter no necesario.
Entendidos de esta forma, los supuestos de no sujeción, en sentido estricto, no deben ser
confundidos con los casos de exención, que se configuran como supuestos en los que a pesar de
haber realizado el hecho imponible, sus consecuencias no se producen o no se producen en todo
su alcance. En cambio las normas de no sujeción lo que hacen es explicar los conflictos del hecho
imponible, explicar que éste, a pesar de algunas apariencias, no ha tenido lugar.
Normas de exención
Las normas de exención vienen contempladas en el art. 22 LGT, a cuyo tenor literal: son supuestos
de exención aquellos en que, a pesar de realizarse el hecho imponible, la ley exime del
cumplimiento de la obligación tributaria principal.
Son normas que excluyen total o parcialmente la consecuencia derivada de la realización del hecho
imponible.
- Tienen carácter necesario: Las normas de exención tienen eficacia constitutiva, pues
contienen un mandato determinado y son indispensables para que, pese a la realización del
hecho imponible, no surja la obligación tributaria.
- Intercambiabilidad de las distintas técnicas desgravatorias.
Clases de exenciones:
- Los casos de no sujeción requieren de una sola norma, la norma que define el hecho
imponible.
- Los supuestos de exención requieren de dos normas:
o La norma delimitadora del hecho imponible; y
o La norma que consagra la exención30.
- Inapropiada utilización de los términos por el legislador. Ejemplo: Artículo 7.1ºLIVA, la
transmisión del patrimonio empresarial a la que se refiere es en realidad un supuesto de
29
Las exenciones previstas en los párrafos e y f del apartado 1 de este artículo tendrán carácter rogado y se concederán, cuando
proceda, a instancia de parte.
30
Norma que será la responsable de que, pese a haberse realizado el presupuesto de hecho establecido por la ley (norma de sujeción),
no nazca la obligación tributaría. Se requiere, por tanto, la concurrencia de dos normas con sentido contrapuesto.
exención.
En términos generales el servicio público suele definirse como la actividad que el Estado lleva a
cabo para lograr la satisfacción de necesidades colectivas de interés general.
- Servicios Públicos Indivisibles: Se definen como aquéllos respecto de los cuales las
leyes aplicables o la autoridad administrativa no tienen establecido un mecanismo que
permita identificar individualmente a cada usuario o beneficiario del servicio.
Dicho en otras palabras, se trata de servicios públicos que pueden ser aprovechados
indistintamente y en todo tiempo por cualquier persona, como es el caso de las calles,
banquetas, avenidas, jardines públicos, plazas y otros servicios similares, de los que
cualquier ciudadano puede beneficiarse en el momento en el que lo desee, sin que el
Estado cuente con elementos para, en un momento dado, identificar o individualizar a
dichos usuarios o beneficiarios (ej. Defensa, servicio exterior…).
- Servicios Públicos Divisibles: Se definen como aquellos servicios públicos respecto de
los cuales la ley aplicable o la autoridad competente tienen establecidos determinados
mecanismos que permiten, en un momento dado, individualizar e identificar al usuario del
servicio.
La importancia de esta clasificación estriba en que los primeros son financiados con recursos
distintos a aquellos empleados para atender las erogaciones pertinentes a los segundos. Otra
clasificación es la que sigue:
La decisión de como financiar los gastos públicos es una decisión principalmente política.
Ahora, existen límites constitucionales como el artículo 31.1 CE según el cual el principio de
capacidad económica debe informar la tributación
Establecido lo anterior, se llega a la siguiente conclusión de que el costo de los servicios públicos
generales indivisibles debe sufragarse con el producto o rendimiento de los impuestos que la
ciudadanía paga. Y esto es así puesto que se trata de servicios indivisibles prestados a todos los
miembros de una comunidad de forma indiscriminada que no pueden aceptar una división respecto
al grado de beneficio que representan para cada persona. Por otra parte, para la financiación del
coste de los servicios públicos particulares divisibles puesto que su carácter divisible no implica que
deba financiarse siempre mediante tasas o contribuciones, pues existe un margen de
discrecionalidad.
De hecho, la decisión de cómo financiar los gastos públicos es una decisión principalmente política
que, en todo caso, deberá respetar ciertos límites constitucionales, como el principio de capacidad
económica recogido en el art. 31.1 CE.
La administración de justicia es un servicio público esencial y divisible que hasta fechas recientes
ha sido financiada exclusivamente por impuestos. Sin embargo, tal y como se nos dice, a partir de
2012 ésta se ha financiado parcialmente mediante el establecimiento de tasas en todas las
jurisdicciones excepto la penal (que al cumplir una función social no se considera servicio divisible).
El problema en estos casos es que a veces se confunde quién debe financiar el servicio divisible
con la garantía de acceso a dicho servicio a quienes no tienen capacidad económica. Así, pese a
ser un servicio esencial, pero en su mayoría divisible, no existe ningún criterio o indicación de cómo
debe financiarse. Lo que si que podemos afirmar es que la imposición de dichas tasas responde
principalmente a la necesidad de recaudar fondos para poder sufragar la justicia gratuita y a la
necesidad de agilizar el trabajo de los jueces que se ven desbordados por los miles de casos que a
diario llegan a los juzgados.
Hasta ahora solo tenían que pagar tasas en la jurisdicción civil únicamente las personas jurídicas
que facturasen 10 millones de euros y la nueva ley se aplica para todas aquellas personas físicas o
jurídicas que no tengan reconocido el derecho a la asistencia jurídica gratuita.
Ahora, la clave estaría en determinar si las tasas judiciales que actualmente fija la ley pueden ser
excesivas en algunas circunstancias de tal manera que impidan el acceso a la justicia. Solo en ese
caso se vulneraria el derecho fundamental de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva.
2. El Ayuntamiento B aprueba el “canon de guardería rural” para financiar este servicio que
presta exclusivamente en el municipio, de acuerdo con la autorización que para ello le
confiere el artículo 20.4.d) del TRLHL. Ninguna entidad privada ofrece este tipo de servicios
en el municipio. El coste previsible del servicio asciende a 40.000 euros que el Ayuntamiento
distribuirá entre los usuarios del servicio de acuerdo con su renta en el IRPF. Don X,
conocido ganadero de la localidad, y a quien corresponde pagar una cantidad mayor que al
resto de los vecinos usuarios del servicio de acuerdo con sus rentas, considera que
semejante desproporción es contraria al principio de equivalencia que rige en las tasas,
pues el límite del importe de la tasa debe considerarse conforme al coste individual del
servicio y no conforme a su coste global, como alega el Ayuntamiento B y parece deducirse
del artículo 24.2 del TRLHL. ¿Tiene razón el Sr. X?
En primer lugar, debemos señalar que, ofrecer dicho servicio en régimen de monopolio supone una
coacción, lo que convierte ese canon en una prestación patrimonial de carácter público. Por otra
parte, y en segundo lugar, en tanto que dicho servicio no se presa en concurrencia o competencia
con el sector privado, sino en régimen de monopolio, con o sin solicitud del interesado, y la
prestación del mismo supondrá un beneficio directo para el usuario identificable, podemos afirmar
que se trata de una tasa. Y esto es así en la medida en que el art. 24.1 d) TRLHL habilita a las
entidades locales a establecer tasas por la prestación de los servicios de guardería rural.
La tasas se inspiran en el principio de equivalencia según el cual el hecho imponible incluye como
elemento central una actividad de la administración que afecta o beneficia especialmente a
determinados sujetos, como es el caso de la efectiva prestación de un servicio. El principio de
equivalencia lleva a que las tasas tengan como límite de la cuantía el valor máximo del coste del
servicio para la prestación de servicios o actividades en régimen de Derecho público (art. 24.2
TRLHL y art. 19.2 LTPP).
Por tanto, la cuantía de la tasa no puede exceder el conjunto del coste real o previsible esto es
los 40.000 euros. Este coste real o previsible podría entenderse como coste conjunto o como coste
individual. Sin embargo, el TS ha establecido que el límite del coste del servicio se refiere al coste
global o conjunto, por lo que es totalmente lícito que esa parte del coste total que dejen de pagar
unos usuarios lo paguen los otros, siempre atendiendo al principio de capacidad económica tal y
como establecen los arts. 24.1. TRLH y 8 LTPP.
Parece entonces que el Sr. X no tiene razón y que el establecimiento de dicha tasa garantiza
además del principio de equivalencia, el de capacidad económica al tomar como referencia el
IRPF.
3. Uno de sus clientes no entiende por qué, si las tasas y las contribuciones especiales se
caracterizan por incluir en su presupuesto de hecho la actividad administrativa y, por lo
tanto, son conceptualmente muy semejantes en oposición a los impuestos, las reglas
referidas a su cuantificación y establecidas, respectivamente, en los artículos 24.2 y 31.1 del
TRLHL, son distintas.
Si bien es cierto que su naturaleza y fundamento es el mismo: se trata en ambos casos de tributos
basados en el principio de beneficio o de equivalencia. En ambos casos es posible identificar a los
beneficiarios de dichos gastos y repartir entre ellos el coste de la inversión o parte de ella,
aprovechando la inversión al conjunto de la colectividad (al menos en los casos en que la obra se
hace sin solicitud de los propietarios, siendo menos claro cuando son los propios propietarios
quienes lo solicitan). La coactividad en ambos casos es evidente.
Sin embargo, su régimen de cuantificación es diferente puesto que, mientras en las tasas rige el
“principio de equivalencia” de manera absoluta, de tal manera que el coste del servicio es el coste
total que va a sufragar el particular (art. 24.1 TRLHL), en el caso de las contribuciones especiales,
el particular sólo sufragará, como máximo, el 90% de dicho coste (art. 31.1 TRLHL).
Ello ocurre porque, mientras que las tasas están sustancialmente motivadas por el interés particular
para satisfacer necesidades de los particulares a través de la actuación administrativa (es decir, lo
disfruta en su totalidad quien lo paga), en las contribuciones especiales se sustancia, además de
un interés particular, un interés general que viene representado por ese 10% restante.
Es un tributo (se aplicaría el 31 CE), ya que tiene una carácter coactivo (pago obligatorio) y es una
prestación patrimonial de carácter público. No existe contraprestación ante un servicio o actividad
pública por lo que descartamos que sea una tasa o una contribución especial. Por ello, y porque la
cantidad a pagar se da por el hecho de ser un operador de comunicaciones a nivel estatal es un
impuesto. No es una exacción parafiscal porque no hay un motivo que lo justifique, por lo que sería
un impuesto.
En este caso, vemos como el hecho imponible es ser operador de telecomunicaciones y estar
inscrito en un registro, lo que no parece en ningún caso manifestar la capacidad económica que
según el art. 2 LGT debe estar ligada al presupuesto de hecho imponible. Esta falta de relación con
la capacidad económica hace que dicha medida entre en conflicto con el art. 31.1 CE que
establece el principio de la capacidad económica, lo que nos lleva a afirmar la inconstitucionalidad
de dicha medida.
Por tanto, no existe razón para que no se utilice la vía de apremio en el cobro de un precio público.
Dicho procedimiento consiste en que, en caso de impago de una deuda con la Administración, esta
procederá al establecimiento de unos recargos impago y si éste persistiese podría proceserse al
embargo de cuentas y bienes.
Sin embargo, en tanto que en este caso el Ayuntamiento actúa como cualquiera de las otras
empresas, no estaría justificado que recurriese a esta vía de apremio, de hecho esto podría
ocasionar problemas con la UE por ser contrario al principio de la libre competencia (pues situaría
al Ayuntamiento en situación de desigualdad respecto de los proveedores privados).
6. El impuesto sobre las labores del tabaco es un impuesto indirecto que recae sobre
consumo de tabaco, gravando su fabricación. El artículo 7 de la Ley de Impuestos
Especiales establece que el impuesto se devenga en el momento de la salida de los
productos gravados de la fábrica o depósito fiscal correspondiente. La entidad X fabricó
durante el mes de mayo de 2013 un millón de cartones de tabaco sometidos al impuesto.
Los cartones salieron de la fábrica y se empezaron a distribuir durante el mes de julio de ese
año. Hasta el 29 de junio de 2013 el tipo específico correspondiente a los cigarrillos de
tabaco era de 19,1 euros por cada 1000 cigarrillos. El 28 de junio el Gobierno dictó un Real
Decreto Ley, que entró en vigor al día siguiente, conforme al cual el tipo impositivo pasaría a
ser de 24,1 euros por cada 1000 cigarrillos. ¿Qué tipo resultaría aplicable en este caso?
En primer lugar, debemos diferencias entre hecho imponible y devengo. El hecho imponible es es
el presupuesto fijado por la Ley para configurar cada tributo y cuya realización origina el nacimiento
de la obligación tributaria, mientras que el devengo es el momento en que se entiende realizado el
hecho imponible, dando lugar así al nacimiento de la obligación tributaria principal.
sDe manera general, existe una coherencia o concordancia entre la definición del hecho imponible
y la de devengo. Sin embargo, por razones técnicas, puede darse una cierta autonomía en la
definición de las circunstancias del devengo respecto de las del hecho imponible. Esto es lo que
ocurre con los impuestos especiales, y concretamente en este caso, en el que el hecho imponible
es la fabricación de bebidas alcohólicas mientras que el devengo se produce en un momento
posterior: a la salida de los productos gravados de la fábrico o depósito fiscal correspondiente.
Por tanto, en este caso el devengo se da con la salida del producto de la fábrica, y, aunque el
hecho imponible se halla producido en una fecha diferente, el artículo 21 LGT no deja lugar a
dudas de que la fecha del devengo es la relevante para determinar la obligación tributaria. En
este caso será de aplicación el tipo vigente en el momento que estaba en vigor en julio de 24,1
euros por cada 1000 cigarrillos.
Nos encontramos ante un caso de obligación formal, que es la fase en la que se debe informar de
los bienes y activos que se tienen fuera de España (Disposición adicional 18º LGT). El RD
1558/2002 regula y desarrolla este tipo de declaración y fija el umbral en 50.000€, es decir, en
conjunto para cada tipo de bien si no supera esa cantidad no debe declararlo, pero si la supera sí
que deberá hacerlo. Por tanto, Don X sólo tendrá que informar del terreno.
En el caso de que incumpla este deber de información, se podrá imponer una sanción pecuniaria y
el bien quedará integrado dentro de la base imponible del IRPF del último periodo impositivo como
ganancia no justificada (ganancia patrimonial no tributaria en el último ejercicio no prescrito).
Las Administraciones tributarias son una entidad del ejecutivo nacional encargada de hacer cumplir
funciones, verificar y fiscalizar el cumplimiento de las leyes tributarias, es decires la encargada de
controlar impuestos y tasas del país.
Para la investigación, persecución y represión de los delitos contrabando y otros relacionados con
el crimen organizado, el narcotráfico o el blanqueo de capitales cuenta con un cuerpo armado de
carácter policial, el Servicio de Vigilancia Aduanera.
Fue creada por la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 1991 (Ley 31/1990), de 27 de
diciembre de 1990. Se constituyó el 1 de enero de 1992. Está configurada como un ente de
derecho público dependiente de la Secretaría de Estado de Hacienda y Presupuestos.
Podemos analizar las distintas posiciones en que los ciudadanos se encuentran ante la hacienda
pública a partir de la naturaleza de los deberes de estos ciudadanos ante la administración
tributaria (desde el círculo interior al exterior):
- También son deudores tributarios los que son deudores principales, retenedores,
obligados a efectuar ingresos a cuenta o pagos fraccionados, infractores; sujetos que están
obligados al pago de deudas tributarias propias. Que la deuda sea propia, no significa que
estén pagando un tributo, una deuda tributaria principal: también las hay accesorias (ej.
Obligaciones a cuenta).
- El concepto de otros obligados tributarios es un rótulo genérico para definir a los titulares
de posiciones pasivas en la relación con la administración tributaria. Incluyen todas las
relaciones de los ciudadanos con la Hacienda Pública: no solo las relaciones crédito-deuda
sino también otras relaciones de simple sujeción especial, en las que el ciudadano tiene
deberes genéricos de colaboración. Es el círculo más amplio.
Todos los obligados se reconducen a alguna de las categorías anteriores. La posición de los
particulares frente a las obligaciones tributarias la define única y exclusivamente la ley. En
consecuencia, los contribuyentes pueden realizar pactos sobre las obligaciones tributarias pero
estos pactos, si bien son exigibles entre las partes, no pueden oponerse frente a terceros (pues las
obligaciones tributarias son obligaciones legales, indisponibles).
Art 35.4 LGT: “Tendrán la consideración de obligados tributarios, en las leyes en que así se
establezca, las herencias yacentes, comunidades de bienes y demás entidades que, carentes
de personalidad jurídica, constituyan una unidad económica o un patrimonio separado susceptibles
de imposición”.
▪ Comunidad de bienes (definido en los arts. 392-406 CC): forma de poseer un conjunto de
bienes o derechos pertenecientes a diversos propietarios.
Art 42.1b) LGT: “1. Serán responsables solidarios de la deuda tributaria las siguientes personas o
entidades: ... los partícipes o cotitulares de las entidades a que se refiere el apartado 4 del artículo
35 de esta ley, en proporción a sus respectivas participaciones respecto a las obligaciones
tributarias materiales de dichas entidades”.
Al tratarse de entes carentes de personalidad, no tienen capacidad para ser centro de imputación
de obligaciones, de manera que los verdaderos sujetos pasivos u obligados tributarios son los
participes o comuneros.
Éstos son responsables solidarios de la deuda tributaria de tal manera
que, la deuda se liquidará y se exigirá al ente de hecho, las actuaciones se entenderán con quien
lleve la administración, de hecho o derecho, pero con la garantía de que la deuda podrá ser exigida
en régimen de solidaridad con la entidad a los comuneros o partícipes, que deberán satisfacerla en
proporción a sus respectivas cuotas o participaciones.
Ej.: Si comunidad de bienes no paga el IBI, Ayuntamiento procederá a distribuir la deuda entre los
comuneros en proporción a sus cuotas y a cobrar a cada uno su parte correspondiente
4. Los sujetos Pasivos
La posición de los sujetos pasivos se define en el art. 36.1 LGT que establece que es sujeto pasivo
el obligado tributario que, según la Ley, debe cumplir la obligación tributaria principal, así como las
obligaciones formales inherentes a la misma, sea como contribuyente o como sustituto del mismo.
Una nota característica es que la condición de sujeto pasivo la define la ley, pues es la ley quien
establece el presupuesto de hecho (hecho imponible) del que deriva la obligación tributaria
principal.
La categoría de sujeto pasivo no es unitaria, se puede ser de dos formas: como contribuyente y
como sustituto (vid. Art. 36.1 y 2 LGT).
4.1. El contribuyente
El contribuyente es la persona que resulta obligada ante la Hacienda Pública por haber realizado
el hecho imponible. Es el titular de la capacidad económica gravada. Es el obligado tributario
principal y, a diferencia de los otros tipos de obligados tributarios, un elemento esencial del tributo.
Solo se es contribuyente por una disposición jurídica y la condición no se pierde aunque se traslade
la carga tributaria a otras personas (art. 36. 1 LGT) 31 . La LGT ha regulado el supuesto de la
pluralidad de contribuyentes. La concurrencia de varios obligados tributarios en el mismo
presupuesto de una obligación determina la responsabilidad solidaria de todos ellos frente a la
Hacienda Pública, salvo que la ley específica disponga lo contrario. La regla de la solidaridad no se
aplica solo los contribuyentes sino también a los sustitutos. Sólo la Ley puede establecer quién es
el contribuyente.
→ En casos como el IVA, se traslada la carga tributaria y la obligación es del contribuyente (del
empresario y no del consumidor, se lo haya cobrado efectivamente a éste).
Manuel y Margarita deciden comprar conjuntamente a un tercero una vivienda sita en la C/ Atocha
de Madrid. Dicha operación está sujeta al ITP y AJD.
Consecuencia jurídica → Manuel y Margarita han realizado conjuntamente el hecho imponible del
ITP y AJD, por lo tanto, ambos quedan obligados solidariamente ante la Hacienda Pública, en
virtud del Art. 35.6 LGT, debido a que no se establece lo contrario en la ley reguladora del ITP y
AJD.
4.2. El sustituto
El sustituto es el sujeto pasivo que, por imposición de la ley y en lugar del contribuyente, está
obligado a cumplir la obligación tributaria principal, así como las obligaciones formales inherentes a
la misma. En los supuestos de sustitución se realizan dos presupuestos de hecho: el hecho
imponible (tiene que haber un contribuyente para que exista sustituto) y el presupuesto de hecho
de la sustitución. A diferencia del hecho imponible, el presupuesto de la sustitución no supone
31
Hay que distinguir entre traslación económica y jurídica de la carga tributaria. Esta última es la única regulada y a la que se refiere el
art. 36.1 LGT y ni siquiera esta supone la pérdida de la condición tributaria.
manifestación de capacidad contributiva. La razón de ser de esta institución es sencillamente de
orden técnico o de comodidad recaudatoria. El sustituto desplaza de la relación jurídica al
contribuyente: se coloca en el lugar del contribuyente al que sustituye en la relación jurídica
tributaria y, por tanto, está obligado al cumplimiento de las prestaciones materiales y formales de la
obligación tributaria. No obstante, el titular de la capacidad económica gravada es el contribuyente,
por ello, la ley establece que el sustituto podrá exigir del contribuyente el importe de las
obligaciones tributarias satisfechas (derecho del sustituto a resarcirse). Régimen legal: Art. 36.3
LGT.
Un ejemplo de sustituto es la tasa de basura con relación a los alquileres, donde, si bien el
contribuyente es el que recibe los servicios de la basura (el que vive en la casa de alquiler), no
obstante, el dueño del piso será sustituto de la obligación (debido a que no existe ningún registro
de alquileres ni hay forma de conocer en cada momento quiénes viven en las casas en cada
momento). Hay que tener en cuenta que la obligación se reclamará en todo caso al sustituto.
EJEMPLO de sustituto:
D. Matías Avellana es propietario de una vivienda sita en Getafe, que está arrendada a un
matrimonio. Por la prestación del servicio de recogida de basuras, el Ayuntamiento de Getafe cobra
periódicamente una tasa.
Consecuencia jurídica →En virtud del Art. 23.2 a) TRLHL, D. Matías es sujeto pasivo de la tasa, en
concepto de sustituto.
- El sustituto realiza un hecho distinto al hecho imponible, puesto que él no se beneficia del
servicio de recogida de basuras.
- Es sustituto por mandato de la ley (Art. 23.2.a TRLHL).
- Queda obligado al cumplimiento de las prestaciones materiales y formales derivadas de la
obligación tributaria.
- Podrá repercutir las cuotas de la tasa a los beneficiarios del servicio de recogida de basuras
(al matrimonio que ocupa la vivienda).
Su régimen jurídico se establece en los arts. 41 a 43 LGT. La definición legal se contiene en el art.
41 LGT. El responsable tributario es una persona que, en virtud de la realización del presupuesto
definido en la ley, queda sujeto al pago de la deuda tributaria, para el caso de la falta de pago del
deudor principal.
Características:
El alcance de la responsabilidad depende del caso, la LGT establece reglas generales que se
aplican a falta de regulación expresa.
Esto no hay que confundirlo con las consecuencias de sus propios incumplimientos
(intereses, recargos, etc.); de los que no responde son los relacionados con el
incumplimiento del deudor principal (“bastante es el que pague su deuda principal”).
La ley regula una serie de casos de responsabilidad solidaria y subsidiaria (arts. 42 y 43 LGT). Pero
hay que tener en cuenta que no están todos los que son ni tampoco son todos los que están:
Responsables solidarios (art. 42 LGT): No requiere la excusión 33 del patrimonio del deudor
principal
32
A falta de pago del deudor principal, el responsable está obligado a pagar, aunque el deudor principal pueda pagar: no hay beneficio
de exclusión, por tanto, no es subsidiariedad en sentido estricto o en el sentido establecido en el CC.
33
Procedimiento judicial para obtener el pago a expensas de un deudor principal, antes que proceder a obtenerlos del fiador
a. Los que sean causantes o colaboren activamente en la realización de una infracción
tributaria. En realidad, esta es una situación que se asemeja a la coautoría, con lo cual aquí
debería de haber una sanción en lugar de una responsabilidad (según el profesor). Su
responsabilidad también se extenderá a la sanción.
b. Los partícipes o cotitulares de las entidades a que se refiere el apartado 4 del artículo 35
LGT (sujetos pasivos carentes de personalidad jurídica: comunidad de bienes, sociedades
irregulares, etc.), en proporción a sus respectivas participaciones respecto a las
obligaciones tributarias materiales de dichas entidades. Aquí en caso de impago por el
deudor principal, se reclamará a los partícipes pero sólo por la parte que les corresponda
según la cuota de participación que ostenten. En caos de que alguno o alguno de los
partícipes resultara el causante o colaborador activo en la comisión de la infracción, su
responsabilidad alcanzará a la totalidad de la deuda (pero no deberá responder él sólo por
la obligación, sino de forma mancomunada) y se extenderá a la sanción.
c. Los que sucedan inter vivos, por cualquier concepto, en la titularidad o ejercicio de
explotaciones o actividades económicas, por las obligaciones tributarias contraídas del
anterior titular y derivadas de su ejercicio de la actividad. La responsabilidad también se
extenderá a las obligaciones derivadas de la falta de ingreso de las retenciones e ingresos a
cuenta practicados o que se hubieran debido practicar. Se trata de evitar que mediante la
transmisión de la empresa se eluda el pago de los tributos devengados. Al ser esta
responsabilidad un freno de esta clase de operaciones, hay una medida que permite la
solicitud de la expedición por la Administración Tributaria de un certificado que establezca
que el que transmite ha cumplido con sus obligaciones tributarias. Solicitado dicho
certificado de deudas pendiente, su responsabilidad quedará limitada a la deudas que
figuren en la certificación emitida. Si esta certificación no se expidiere en 3 meses, no da
lugar a responsabilidad de las deudas que pudieran existir. Si, por el contrario, no se
hubiere solicitado dicho certificado, la responsabilidad alcanzará también a las sanciones
impuestas o que puedan imponerse. Esto último no será aplicable a los adquirentes de
elementos aislados, salvo que dichas adquisiciones, realizadas por una o varias personas o
entidades, permitan la continuación de la explotación o actividad.
d. Por actuaciones que impidan la ejecución sobre el patrimonio del deudor en el
procedimiento de recaudación. Es básicamente cuando alguien realiza un alzamiento de
bienes para que Hacienda falle en el cobro de la deuda, para lo cual no solo puede ejecutar
órdenes de embargo sino también imponer medidas cautelares. Aquí serán responsables
hasta el importe del valor de los bienes que se hubieran alzado, de las sanciones tributarias
incluidos recargo e intereses de demora del periodo ejecutivo:
Responsables subsidiarios (artículo 43 LGT): Sólo exigible tras la excusión del patrimonio del
deudor principal (cuando haya sido fallado un procedimiento de ejecución en caso de insolvencia)
a) Los administradores de hecho o de derecho de las personas jurídicas que, habiendo éstas
cometido infracciones tributarias, no hubiesen realizado los actos necesarios que sean de
su incumbencia para el cumplimiento de las obligaciones y deberes tributarios, hubiesen
consentido el incumplimiento por quienes de ellos dependan o hubiesen adoptado acuerdos
que posibilitasen las infracciones. En este caso su responsabilidad también se extenderá a
las sanciones. Los administradores serán responsables expresamente de la conducta de los
autores materiales que dependan de ellos (culpa in eligendo o culpa in vigilando)
b) Los administradores de hecho o de derecho de aquellas personas jurídicas que hayan
cesado en sus actividades, por las obligaciones tributarias devengadas de éstas que se
encuentren pendientes en el momento del cese, siempre que no hubieran hecho lo
necesario para su pago o hubieren adoptado acuerdos o tomado medidas causantes del
impago.
c) Los integrantes de la administración concursal y los liquidadores de sociedades y entidades
en general que no hubiesen realizado las gestiones necesarias para el íntegro cumplimiento
de las obligaciones tributarias devengadas con anterioridad a dichas situaciones e
imputables a los respectivos obligados tributarios. De las obligaciones tributarias y
sanciones posteriores a dichas situaciones responderán como administradores cuando
tengan atribuidas funciones de administración.
▪ Sociedades en concurso: quienes administran una vez declarado el concurso son los
administradores concursales, con dación de cuentas al juez. Éstos son los
responsables al pago de las deudas ya devengadas antes de la declaración de
concurso (masa pasiva del concurso) y de las deudas concursales (las que se generen
en esta situación de concurso).
- Si las deudas ya estaban devengadas con anterioridad a la declaración de concurso:
responsables del pago
- Si las deudas se devengan en proceso de concurso: responsables del pago +
sanciones
d) Los adquirentes de bienes afectos por Ley al pago de la deuda tributaria, en los términos
del artículo 79 LGT. Aquí se ha transformado una garantía real en una responsabilidad
personal, un error según el profesor, ya que de ello deriva consecuencias jurídicas sin
ningún tipo necesidad, al obstaculizar la aplicación natural de la garantía real.
e) Los agentes y comisionistas de aduanas, cuando actúen en nombre y por cuenta de sus
comitentes.
f) Las personas o entidades que contraten o subcontraten la ejecución de obras o la
prestación de servicios correspondientes a su actividad económica principal, por las
obligaciones tributarias relativas a tributos que deban repercutirse o cantidades que deban
retenerse a trabajadores, profesionales u otros empresarios, en la parte que corresponda a
las obras o servicios objeto de la contratación o subcontratación.
g) Responsabilidad por “levantamiento del velo” en los casos en los que se acredite la
creación o el empleo de personas jurídicas para eludir la responsabilidad patrimonial
universal frente a la Hacienda Pública. La ley exige unicidad de personas y de esfera
económica, lo primero es imposible ya que por definición entre dos sociedades no hay
unicidad y lo segundo exige su prueba. Lo que se trata es que la entidad controlada
responda de las deudas de la entidad que controla, figura que es redundante ya que es
compleja y puede conseguirse el mismo efecto mediante el propio procedimiento de
apremio. No se ha aplicado nunca, es inteligible según el profesor.
h) Administradores de personas jurídicas que presenten de forma reiterada autoliquidaciones
de retenciones o tributos que deban repercutirse sin acompañarlas del correspondiente
ingreso. Para ello se requiere:
- Reiteración: que se hayan presentado sin ingreso en un mismo año la mitad o más
de las liquidaciones
- Falta de ingreso o ingresos parciales: que no superen el 25% del sumatorio de las
deudas a ingresas
- Carencia de intención real de cumplimiento: cuando se satisfacen créditos a terceros
de vencimiento posterior al devengo
Para exigir la responsabilidad será necesario, no solo que se haya producido el presupuesto de
hecho del que esta se deriva, sino también, que la responsabilidad sea delatada en un acto
administrativo con previa audiencia del interesado, en el que se determine el alcance y
extensión de la misma (Art. 41.5 LGT). La prueba recae sobre la Administración Tributaria. Una
vez que se ha declarado la responsabilidad podrá exigirse el pago mediante un simple
requerimiento de pago cuando haya vencido el periodo voluntario. Recuerda que en periodo
voluntario no hará falta pagar ni recargos ni intereses.
En la notificación se indicará el texto íntegro del acuerdo de declaración de responsabilidad, con
indicación del presupuesto de hecho habilitante y las liquidaciones a las que alcanza el mismo, los
medios de impugnación y el lugar, plazo y forma en que debe ser satisfecho el importe exigido.
Puede producirse:
- Con la muerte del obligado al pago, las obligaciones pendientes se transmiten a sus
herederos o legatarios35 (en caso de que toda la herencia sea distribuida en legados
o del legatario de parte alícuota).
- Posibilidad de aceptar la herencia a beneficio de inventario: el pago de la deuda
tributaria quedaría limitado al valor de los activos que integran la masa.
- En los casos en que el causante no fuera deudor en nombre propio sino a título de
responsable, no se transmitirá la obligación salvo que se hubiera notificado el
acuerdo de derivación de responsabilidad antes del fallecimiento.
- En ningún caso se transmiten las sanciones, por efecto del principio de personalidad
de las sanciones.
- Las obligaciones tributarias y las que fueran transmisibles por causa de muerta,
podrán satisfacerse con cargo a los bienes de la herencia yacente.
34
El legislador tributario parece indicar que es en el caso de que, tras la liquidación y cese de la sociedad aún quedarán deudas
tributarias pendientes a la Administración (esto es, en caso de que los liquidadores no hubieran cumplido con su obligación respecto de
los acreedores, en particular el tributario), se le ofrece el atajo de ir directamente contra los ex socios en lugar de exigir la
responsabilidad a los liquidadores como el resto de acreedores.
35
En los legados ordinarios, el legatario no asume deuda alguna.
Las obligaciones a realizar pagos a cuenta, que la LGT considera integradas en la relación jurídica
tributaria, son una particularidad de determinados tributos (por ej. IRPF, IS). Estas obligaciones
son:
- Retenedor (Art. 37.2 LGT): es la persona o entidad a quien la ley de cada tributo le impone
la obligación de detraer e ingresar en la administración tributaria, con ocasión de los pagos
que deba realizar a otros obligados tributarios, una parte de su importe a cuenta del tributo
que corresponda a estos. Se diferencia de los sustitutos en que el retenedor se limita a
realizar pagos a cuenta (no sustituye la obligación tributaria principal). Cumple la función
principal de proporcionar liquidez, solucionar problemas de resistencia ante el impuesto e
información.
El retenedor está siempre sujeto al pago, haya llevado o no a cabo de manera efectiva la
retención sobre el sujeto pasivo “sin que el incumplimiento de aquella obligación pueda
excusarles de ésta” (99.4 LIRPF). Si la AT descubre que una empresa ha realizado pagos
sin retención (incluso dinero negro o trabajador ilegal), se le exigirá que ingrese el importe
que debió haber practicado.
El sujeto que soporta la retención, tendrá derecho a deducir
de su declaración anual la cantidad retenida, que en caso de que por culpa imputable al
retenedor no se hubiera practicado o fuere en cuantía inferior a la debida, el perceptor
tendrá derecho a deducirse la que debió haber sido retenida (99.5 LIRPF).
- Obligados a realizar ingresos a cuenta (Art. 37.3 LGT): es obligado a practicar ingresos a
cuenta la persona o entidad que satisface rentas en especie o dinerarias y a quien la ley
impone la obligación de realizar ingresos a cuenta de cualquier tributo. Se equiparan en su
función a las retenciones, aunque se diferencian en que trata de supuestos en que los
pagos que deberían dar lugar a retención se satisfacen en especie. También para facilitar
liquidez, problemas de resistencia ante el impuesto e información.
- Obligados a realizar pagos fraccionados (Art. 37.1 LGT): es obligado a realizar pagos
fraccionados el contribuyente a quien la ley de cada tributo impone la obligación de ingresar
cantidades a cuenta de la obligación tributaria principal con anterioridad a que esta resulte
exigible, que se deducirán de la deuda final. La obligación de realizar estos pagos es
autónoma e independiente de la principal, pero el sujeto es el mismo: el contribuyente.
La LGT se limita a definir quienes son, pero no dice nada de su régimen jurídico.
Art 35.7 LGT: “La concurrencia de varios obligados tributarios en un mismo presupuesto de
una obligación determinará que queden solidariamente obligados frente a la Administración
tributaria al cumplimiento de todas las prestaciones, salvo que por ley se disponga
expresamente otra cosa.
Las leyes podrán establecer otros supuestos de solidaridad distintos del previsto en el párrafo
anterior.
Cuando la Administración sólo conozca la identidad de un titular practicará y notificará las
liquidaciones tributarias a nombre del mismo, quien vendrá obligado a satisfacerlas si no
solicita su división. A tal efecto, para que proceda la división será indispensable que el
solicitante facilite los datos personales y el domicilio de los restantes obligados al pago, así
como la proporción en que cada uno de ellos participe en el dominio o derecho trasmitido”.
El art. 44 LGT establece: Tendrán capacidad de obrar en el orden tributario, además de las
personas que la tengan conforme a derecho, los menores de edad y los incapacitados en las
relaciones tributarias derivadas de las actividades cuyo ejercicio les esté permitido por el
ordenamiento jurídico sin asistencia de la persona que ejerza la patria potestad, tutela, curatela o
defensa judicial. Se exceptúa el supuesto de los menores incapacitados cuando la extensión de la
incapacitación afecte al ejercicio y defensa de los derechos e intereses de que se trate.
En el ámbito tributario, la capacidad de obrar de las personas tiende a ampliarse frente al ámbito
civil; sobretodo en relación a menores y discapacitados (sin necesidad de autorización de tutor).
La representación
De representación legal (en realidad es una representación forzosa, art. 45 LGT) se habla en
relación con tres supuestos:
- Personas que carezcan de capacidad de obrar, por quienes actuarán sus representantes
legales.
- Personas jurídicas, por quienes actuarán las personas que ostenten, en el momento en que
se produzcan las actuaciones tributarias correspondientes, la titularidad de los órganos a
quienes corresponda su representación, por disposición de la Ley o por acuerdo
válidamente adoptado.
- Entes desprovistos de personalidad, por quienes actuará en su representación el que la
ostente, siempre que resulte acreditada en forma fehaciente; y, de no haberse designado
representante, se considerará como tal el que aparentemente ejerza la gestión o dirección
(el representante de hecho) y, en su defecto, cualquiera de sus miembros o partícipes.
La representación voluntaria dice el art. 46 LGT podrá ser conferida a un asesor fiscal, con el que
se entenderán las sucesivas actuaciones administrativas, salvo que se haga manifestación expresa
en contrario (presunción de continuación de la representación).
La representación se presumirá conferida en los actos de mero trámite (estas actuaciones acusan
de ser muy informales, incluso apud acta; lo cual ha generado muchos problemas prácticos), pero
debe acreditarse para:
Por último, la ley establece que a los efectos de sus relaciones con la Administración tributaria, los
obligados tributarios que no residan en España deberán designar un representante con domicilio en
territorio español cuando operen en dicho territorio a través de un establecimiento permanente,
cuando lo establezca expresamente la normativa tributaria o cuando, por las características de la
operación o actividad realizada o por la cuantía de la renta obtenida, así lo requiera la
Administración tributaria (representación obligatoria, art. 47 LGT). Estos representantes serán en
muchos casos también responsables del pago de los tributos.
El domicilio fiscal
Se trata de una cuestión de hecho que se determina conforme al artículo 48 LGT, salvo que las
leyes de los distintos tributos establezcan reglas propias. Es importante de cara a la localización del
tributario en sus relaciones con la administración tributaria.
- En el caso de las personas físicas: la residencia habitual; salvo cuando realice actividades
económicas, que será donde realice su gestión; y en caso de duda, donde se encuentre la
mayor parte de su patrimonio.
- Para las personas jurídicas: el domicilio social, siempre que en el esté efectivamente
centralizada su gestión administrativa y la dirección de sus negocios. En otro caso se
atenderá al lugar donde se lleve a cabo dicha gestión o dirección.
- Para los no residentes en España: lo que establezca la ley de cada tributo.
Hay un deber general de comunicar el domicilio y sus cambios a Hacienda Pública, y los cambios
no comunicados no tienen efectos frente a ésta (es como si te llega una multa a casa y haces como
que no lo has recibido para escaquearte de ella, pero no vale, ya que ya se te ha considerado
comunicado a este efecto con tal de mandártelo a tu domicilio).
Preguntas.
1. El señor X fallece habiendo nombrado herederos a sus tres hijos. Aún no han podido
hacer la partición y reparto de los bienes porque el testamento ha sido impugnado por otro
hermano. ¿Quién debe tributar en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles por esos bienes que
todavía no han sido adjudicados? Tras la adjudicación de los bienes dos hermanos
constituyen una Comunidad de Bienes dedicada al alquiler de inmuebles, por lo que le
vuelven a preguntar quién debería tributar en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Al cabo
de varios meses, estos dos hermanos arriendan los inmuebles que conforman la comunidad
de bienes. ¿Quién debería tributar por el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas
por los rendimientos de capital inmobiliario derivados de dichos arrendamientos?
Art. 35.4 LGT: “Tendrán la consideración de obligados tributarios, en las leyes en que así se
establezca, las herencias yacentes, comunidades de bienes y demás entidades que, carentes
de personalidad jurídica, constituyan una unidad económica o un patrimonio separado susceptibles
de imposición”.
De dicho art. 35.4 LGT extraemos que tanto las herencias yacentes como las comunidades de
bienes pueden ser obligados tributarios según la ley de cada tributo.
Dado que la LGT se remite a la norma especial, si acudimos a la norma reguladora del Impuestos
sobre Bienes Inmuebles encontramos que las herencias yacentes pueden ser obligados tributarios
hasta el momento de la adjudicación de la herencia. La ley propia de cada tributo determinará el
reparto de la cuota.
Por tanto, el sujeto pasivo de IBI hasta el momento de la adjudicación de la herencia, será la
herencia yacente. Por otro lado, una vez adjudicados los bienes y constituida la Comunidad de
Bienes será ésta el sujeto pasivo de la obligación tributaria.
Sobre las rentas derivadas del alquiler del inmueble, debemos acudir a lo establecido en el
artículo 42.1.b) LGT:
Dicho precepto configura la situación de responsabilidad de los participes o cotitulares de los entes
sin personalidad estableciendo que los mismos son responsables solidarios de la obligación
material de la entidad (siempre en proporción a sus participaciones respecto a la obligaciones
tributarias materiales de dichas entidades). Esto supone que la deuda se liquidará y exigirá al ente
de hecho, en este caso la Comunidad de Bienes y que las actuaciones se dirigirán contra quien
lleve la administración, pero con la garantía de que la deuda podrá ser exigida (en régimen de
solidaridad con la entidad) a los comuneros o partícipes, que deberán satisfacerla en
proporción a sus respectivas participaciones.
La ley del IRPF, no las considera como obligados tributarios, las cuotas se reparten entre
comuneros. Lo único que hace la LGT es remitirse a cada ley especial sobre estos casos de que no
tienen personalidad jurídica y que se gravaran según allí se establezca. Será según la ley aplicable
al caso.
2. El Sr. P. es propietario de una vivienda alquilada al Sr. I. Según el art. 23.2 de la LHL
“tendrán la consideración de sustitutos del contribuyente: a) En las tasas establecidas por
razón de servicios o actividades que beneficien o afecten a los ocupantes de viviendas o
locales, los propietarios de dichos inmuebles (...)”. El Sr. P ha pagado la tasa de recogida de
basuras correspondiente al año 2011, pero, considerando que él no es, al fin y al cabo, el
beneficiario final del servicio de recogida de basuras, le pregunta si puede pedirle al
inquilino el reintegro de lo pagado a pesar de que en el contrato de alquiler se estipulaba
que el Sr. P iba a asumir la carga de dicha tasa. En caso de que la Administración no pudiera
localizar al Sr. P, ¿podría exigir el pago de la tasa al Sr. I?
Dada la redacción del art. 23.2 LHL, deducimos que, en este caso, el señor P propietario de la
vivienda alquilada es considerado como sustituto en la obligación tributaria por lo que, por
imposición de dicha ley y en lugar del contribuyente –en este caso el Sr. I, inquilino-, se encuentra
obligado a cumplir la obligación tributaria principal así como las obligaciones inherentes a la misma
(art. 36.3 LGT). El sustituto desplaza, entonces, al contribuyente de la relación jurídica tributaria
colocándose en su lugar y quedando obligado al cumplimiento de las prestaciones materiales y
formales de la obligación tributaria.
Respecto de la capacidad de reintegro, esta viene establecida en el propio art. 36.3 LGT que
establece que, en tanto que el titular de la capacidad económica gravada es el contribuyente, el
sustituto podrá exigirle el importe de las obligaciones tributarias que hubiere satisfecho. Por lo que,
en virtud del mismo, y del propio art. 23.2 LHL, el Sr. P podrá exigirle al Sr. I el reintegro de las
tasas satisfechas. Se trata en todo caso de una cuestión puramente privada en la que la
Administración no interviene.
Sin embargo, ante la imposibilidad de localizar al sustituto o en caso de que este no pague, la
Administración, en principio, no podrá dirigirse al contribuyente para que satisfaga la obligación. Y
decimos en principio porque en esta materia existen numerosas sentencias contradictorias del TS a
partir de las cuales se generan ciertas dudas sobre si, en caso de impago, la Administración podría
dirigirse contra el contribuyente.
Una inspección realizada en junio de 2013 constató que se dejaron de ingresar 200.000
euros en concepto de IRPF del señor B, por lo que le exigió el pago de esa cantidad, más
intereses de demora, más sanciones. ¿Puede el señor B invocar el contrato para rechazar el
pago? ¿Tiene alguna acción el señor B frente al club X?
Para responder a esta cuestión debemos acudir en primer lugar al art. 18 LGT el cual establece,
salvo que la ley disponga otra cosa –que no es el caso-, la indisponibilidad del crédito tributario. El
crédito tributario es, por tanto, una obligación tributaria al margen de la voluntad de las partes
puesto que, conforme al art. 17.5 LGT, los pactos entre particulares no podrán alterar los
elementos de la obligación tributaria dado que éstos no producen efectos ante la Administración
Tributaria.
Por lo tanto, el señor B no podrá invocar el contrato para rechazar el pago pues, como hemos
dicho, no producirá ningún efecto ante la Administración dada la indisponibilidad del crédito
tributario. Lo que si que puede hacer el señor B, en virtud del art. 17.5 LGT, es exigir la
responsabilidad jurídico-privada, mediante las acciones pertinentes contra el club de fútbol X. Por
último, de la redacción del enunciado, deducimos que no existe ni dolo ni culpa por parte del
futbolista por lo que, a pesar de quedar obligado a la realización de dicho pago, no se le podrán
imponer sanciones.
Lo que se pretendía con el establecimiento de dicho contrario era la alteración del régimen de
retención establecido en el art. 38.2 LGT, el cual establece que tendrá la consideración de
retenedor la persona o entidad a quien la ley de cada tributo imponga dicha obligación.
La relación del retenedor con el obligado tributario es definida en el artículo 37.2 LGT de la
siguiente manera:
“2. Es retenedor la persona o entidad a quien la ley de cada tributo impone la obligación de
detraer e ingresar en la Administración tributaria, con ocasión de los pagos que deba
realizar a otros obligados tributarios, una parte de su importe a cuenta del tributo que
corresponda a éstos.”
Puesto que la obligación del retenedor es independiente, la Administración debe dirigirse contra el
retenedor siempre. El retenedor está obligado al pago, haya o no llevado a cabo de manera
efectiva la retención sobre el sujeto pasivo. Así lo establece la LIRPF en su artículo 99.4:
“En todo caso, los sujetos obligados a retener o a ingresar a cuenta asumirán la obligación
de efectuar el ingreso en el Tesoro, sin que en el cumplimiento de aquella obligación pueda
excusarle de esta”.
De acuerdo con el artículo 37 LGT son obligaciones independientes, con lo que el retenido queda a
salvo de la actuación del retenedor. El retenedor tiene derecho retener el 20% y el contribuyente a
deducirse el 20% que tenía que haber retenido. Sin embargo, si retiene el 15% y el retenido solo se
deduce ese 15%, no existe perjuicio económico para la HP, porque el retenido sólo habría
deducido lo efectivamente retenido, aunque no fueran las cantidades legalmente establecidas. En
estos casos, en los que no ha existido perjuicio contra la Hacienda Pública, el TS afirma (SSTS 5
de marzo de 2008 y 16 de junio de 2008) que la Administración Tributaria no podrá dirigir una
acción de cobro contra el retenido puesto que, si lo hiciera, se estaría produciendo una especie de
enriquecimiento injusto pues estaría cobrando dos veces. No obstante, que no pueda dirigir esa
acción de cobro no significa que no pueda incoar un procedimiento sancionador contra el
contribuyente. Además, el TS señala, por otra parte, que dado el carácter autónomo de la
obligación del retenedor su responsabilidad quedaría reducida a la posibilidad de exigirle intereses.
En este supuesto se da un negocio jurídico por el que existe una relación entre la Comunidad de
Madrid y la Empresa A (adjudicataria de obras para realizar edificios).
La empresa A subcontrata
el 30% de la obra de la empresa B. A y B tienen idéntico accionariado y los mismos
administradores, señor V y señor L que lo serán de hecho y de derecho. En este contexto se dan
los siguientes hechos:
Determine:
1. Artículo 43.1.a) LGT. Los responsables subsidiarios son los administradores, por
culpa in vigilando (el administrador no ha cumplido sus obligaciones ordinarias como
administrador y por ello se le exige la responsabilidad subsidiaria). En tal caso
deberá pagar lo no pagado del IS y además se le pueden exigir las sanciones. Como
sabemos, para poder exigir la responsabilidad subsidiaria se requiere la excusión del
patrimonio del deudor principal por lo que, en esta caso, se requiere, en primer lugar,
que se declare fallida la empresa (insolvente). La declaración de responsabilidad
subsidiaria requiere la insolvencia de la empresa.
2. Artículo 42.1.a) LGT. En el caso de que los administradores actúan con dolo o
participen activamente, serán responsables solidarios, “aquellos que causen o
colaboren activamente en su realización”. El dolo es un presupuesto necesario para
que sea responsabilidad solidaria, pero en este artículo hay más casos aparte de
este que no requerirían el dolo, aquí el dolo nos sirve para diferenciar de la
responsabilidad subsidiaria del 43.1.a) LGT.
- Sucesores: No habría porque no se dan los dos supuestos de sucesión de personas física o
jurídicas.
El artículo 43.1.f) LGT establece un supuesto en el que A podría haber limitado su responsabilidad
si B hubiera aportado certificado emitido por la AEAT.
6. La empresa X soporta unas deudas tributarias que no puede pagar del ejercicio 2008 al
haber disminuido notablemente sus ingresos. Entre sus acreedores figura la Administración
Tributaria. En marzo del 2010, el socio único y administrador de la empresa fallece dejando
como herederos a sus tres hijos, dos de ellos mayores de edad que se hacen cargo de la
empresa y otro menor de edad.
Trascurridos seis meses desde el fallecimiento, los herederos deciden vender la empresa, y
encuentran dos compradores, cada uno del 50% del capital social que, antes de formalizar la
compraventa, solicitan un certificado detallado de deudas a la AEAT. Tras esperar el mismo
durante 3 meses sin que exista contestación por parte de la misma, formalizan la compra.
En este caso, el socio único y administrador sería responsable y tendría la obligación de pagar la
deuda ya que aunque en el caso de que sea subsidiario la empresa se declara fallida en 2008 al no
poder pagar la deuda tributaria.
Por un lado, tenemos un supuesto de sucesión de personas físicas (artículo 39 LGT), que a la
muerte las obligaciones se trasmiten a los herederos. Por otro lado, en el artículo 40 LGT se nos
habla de los sucesores de personas jurídicas, de tal manera que las deudas pendientes de la
sociedad se trasmiten a los socios.
3. Compradores.
Sobre el alcance de la responsabilidad, el artículo 175.2 LGT ofrece la posibilidad de que el que
pretenda adquirir una empresa solicite a la Administración tributaria un certificado de las deudas y
responsabilidades tributarias del titular actual. El certificado será expedido en el plazo de tres
meses y en ese caso la responsabilidad se limitaría a los conceptos y cantidades recogidos en el
certificado. Si tal certificado no se expediera en el plazo de tres meses el solicitante quedará
exento de la responsabilidad por sucesión en la titularidad. En el supuesto planteado, se los
compradores no reciben contestación a la solicitud de certificado con lo quedan exentos de
responsabilidad por las deudas de la empresa X.
7. Doña A, doña B y doña C forman el Consejo de Administración de la sociedad anónima X,
dedicada a la manufactura de productos de fontanería. La entidad X emplea a 10
trabajadores, contribuyentes de IRPF, debiendo ingresar las cantidades correspondientes en
la Agencia Tributaria en concepto de retención (artículo 99 LIRPF). Durante el ejercicio 2011
la entidad X ha declarado esta circunstancia sin que ello fuera acompañado del ingreso de la
totalidad de la deuda tributaria autoliquidada. Las administradoras de la sociedad están
tranquilas porque han cumplido su deber de declarar sus obligaciones tributarias (un total
de 60.000 euros), han abonado parte de la deuda tributaria autoliquidada (12.000 euros) y
han solicitado un fraccionamiento de pago (todavía no aprobado por la Administración)
alegando que de momento no han podido asumir pagos mayores porque les habría
supuesto suspender la actividad productiva de la entidad. Por su parte, la Administración
descubre que el consejo de Administración ha pagado otras deudas no preferentes a
terceros y devengadas a fecha posterior que las obligaciones tributarias. ¿Qué
consecuencias tiene la actitud de las administradoras de la sociedad X?
1. Reiteración, que se entenderá que existe cuando en un mismo año, de forma sucesiva o
discontinua, se hallan presentado sin ingresos la mitad o más de las autoliquidaciones.
2. Falta de ingreso, que se apreciará cuando, aún existiendo ingresos parciales, su importe total
no supere el 25% del sumatorio total de las cuotas a ingresar autoliquidadas.
3. Carencia de intención real de cumplimiento, que se presumirá cuando se hubieren satisfecho
créditos a terceros de vencimiento posterior al devengo o exigibilidad de las obligaciones
tributarias a que se refiere el precepto y no preferentes a los créditos tributarios derivados de
dichas obligaciones.
Por tanto, en este caso se daría la responsabilidad subsidiaria establecida en el artículo 43.2 LGT
al cumplirse los tres requisitos previstos. Así, el deudos principal será la entidad X, que es a quien
se debe dirigir la acción de cobro. Sin embargo, si la empresa fuera declarada fallida, la AT podrá
dirigir dicha acción de cobro contra los responsables que en este caso serían los administradores.
En cualquier caso, la responsabilidad de los mismos solo alcanzará a las retenciones no
practicadas y no a las sanciones, pues el acto de responsabilidad no les lleva a cometer un ilícito.
De la misma manera, la responsabilidad tampoco alcanza a los intereses de demora devengados.
La Ley atribuye esta condición a los socios de las entidades disueltas y liquidadas. Todos ellos
quedarán solidariamente obligados entre si a pagar las deudas de las sociedad. El límite de su
responsabilidad por esta deuda dependerá de la forma social. En este caso estamos ante una
sociedad anónima que limita la responsabilidad de los socios, las deudas se transmitirán a estos,
que quedarán obligados solidariamente, pero solo hasta el límite de la cuota de liquidación recibida
por cada uno en división del haber social.
Por tanto, las deudas tributarias no satisfechas de una entidad disuelta podrán ser exigidas a los
antiguos socios en concepto de sucesores.
Las obligaciones tributarias de la persona jurídica que
desaparece recaerían sobre los socios. Los socios responderán hasta el importe de la cuota de
liquidación, más las prestaciones percibidas en los dos años anteriores a la extinción (pero como
de esto no se nos dice nada entendemos que no lo hay). Esa adición del 40.2 está dirigido a
eliminar las conductas fraudulentas en la liquidación de la sociedad.
“Artículo 40 LGT
1. Las obligaciones tributarias pendientes de las sociedades y entidades con personalidad
jurídica disueltas y liquidadas en las que la Ley limita la responsabilidad patrimonial de los
socios, partícipes o cotitulares se transmitirán a éstos, que quedarán obligados
solidariamente hasta el límite del valor de la cuota de liquidación que les corresponda y
demás percepciones patrimoniales recibidas por los mismos en los dos años anteriores a la
fecha de disolución que minoren el patrimonio social que debiera responder de tales
obligaciones, sin perjuicio de lo previsto en el artículo 42.2.a) de esta Ley.
Las obligaciones
tributarias pendientes de las sociedades y entidades con personalidad jurídica disueltas y
liquidadas en las que la Ley no limita la responsabilidad patrimonial de los socios, partícipes
o cotitulares se transmitirán íntegramente a éstos, que quedarán obligados solidariamente a
su cumplimiento.
2. El hecho de que la deuda tributaria no estuviera liquidada en el momento de producirse la
extinción de la personalidad jurídica de la sociedad o entidad no impedirá la transmisión de
las obligaciones tributarias devengadas a los sucesores, pudiéndose entender las
actuaciones con cualquiera de ellos”
De acuerdo con el artículo 43.1.c) podría haber un supuesto de responsabilidad de los liquidadores
que no hubiesen realizado las acciones necesarias para realizar correctamente la liquidación (no
pagan las obligaciones tributarias antes de la cuota de liquidación).
En este caso, cada socio
debe abonar 250.000 € a Hacienda, pero como la responsabilidad está limitada por ser Sociedad
Anónima solo responden con los 200.000 € de su cuota de liquidación cada uno, en total solo
pagarían 1.000.000 €.
En este caso nos encontramos con una sociedad C, propiedad del señor F –administrador de la
misma- y sus dos hijos –meros accionistas-. Poco después, el señor F decide constituir la sociedad
H, con similares características y con los mismos activos que la sociedad C para sanear dicha
sociedad, pues ésta tiene deudas pendientes y no desea perder la clientela ya consolidada. En
este proceso en el que la sociedad H empieza a adquirir partes de la sociedad C, ésta sigue actica
pero es declarada fallida, pues la Administración Tributaria no puede cobrar sus deudas.
Así, el obligado tributario principal de dichas deudas es la sociedad C. Sin embargo, dada su
situación debemos plantearnos si existe responsabilidad solidaria o subsidiaria y quienes serían los
responsables. En primer lugar, debemos señalar que de existir responsables, podríamos señalar
como tal a la sociedad H o al señor F, puesto que sus hijos son meros accionistas de ambas
empresas a los que no alcanza la responsabilidad.
Por otro lado, podemos afirmar también que, en la medida en la que se esta llevando a cabo la
despatrimonialización del art. 43.1 g) y h) LGT, podría existir responsabilidad subsidiaria. Con este
supuesto lo que se pretende es atacar la existencia de fraudes a la hora de simular sociedades con
el único propósito de eludir el pago de las obligaciones tributarias pendientes. Se trata entonces de
un supuesto de simulación objetiva en el que podemos considerar que la sociedad H ha sido
creada de forma fraudulenta para eludir la responsabilidad patrimonial universal frente a la
Hacienda Pública. En cualquier caso, para que pudiera existir responsabilidad subsidiaria sobre la
sociedad H, la sociedad C deberá haber sido declarada fallida previamente (como ha ocurrido.
Se trata no obstante de un supuesto complicado desde el punto de vista técnico. Podríamos afirmar
que la sociedad H es responsable subsidiaria de C, aunque esto no deje de ser subjetivo pues
parece evidente que la sociedad H no existe y que sigue siendo C.
En resumen, podemos afirmar que: el obligado tributario principal es la sociedad C, que el señor F,
en su condición de administrador único de ambas empresas puede ser responsable tanto solidario
como subsidiario (ambas responsabilidades no son excluyentes), que lo mismo ocurre con la
sociedad H en virtud de los arts. 42.1 a) y c) LGT y 43.1 g) y h) LGT aunque aquí sólo puede existir
una responsabilidad (o solidaria o subsidiaria) y que los hijos no responderán en ninguna medida
dado que son simples accionistas. Por otro lado, como hemos dicho antes, la responsabilidad del
señor F y la sociedad H alcanzará también a las sanciones (puesto que no solicitaron el pertinente
certificado) y, por último, respecto de los intereses, en principio la Administración entiende que el
hecho de que el deudor principal se retrase en el pago no debería afectar a los responsables. Sin
embargo, si éstos responsables no pagaran dentro del periodo voluntario establecido para ello, si
que responderán de sus intereses de demora que, en ningún caso, se extenderán a los de la
sociedad C.
2.2. La base imponible. Base imponible normativa, base imponible fáctica y regímenes de
determinación de la base imponible
Su definición legal es (art. 50.1 LGT36): “La base imponible es la magnitud dineraria o de otra
naturaleza que resulta de la medición o valoración del hecho imponible”. Ej. IRPF base
imponible: valor pecuniario de la renta obtenida.
La base imponible constituye la expresión cifrada del hecho imponible. Es una magnitud
definida en la Ley, se encuentra sometida a los principios de reserva de ley y capacidad
económica. Es el criterio para mensurar cada hecho imponible real o concreto: puede decirse que a
través de la base y de su cálculo en cada caso concreto se aprecia la presencia o graduación de la
capacidad económica en cada hecho imponible real.
Al constituir la medida del hecho imponible, la definición normativa de la base imponible debe ser
coherente lógica y jurídicamente con él, pues de otra manera, como ha resaltado la doctrina, se
estaría alterando, a través de la base, la propia definición del hecho imponible (Ramallo).
36
La LGT anterior no contenía una definición explícita, limitándose a regular de manera sumaria los procedimientos para su
determinación.
La magnitud que la Ley establece en cada caso para definir la base puede consistir en una
cantidad o suma de dinero o bien venir expresada en otros términos o unidades de medida. En
función de ello, pueden distinguirse las siguientes modalidades:
- Base imponible monetaria. Por ej: IRPF, en el que la base es la suma de los ingresos netos
o renta del sujeto pasivo en el periodo de imposición.
- Base imponible no monetaria. Por ej: Impuesto sobre el Alcohol, en el que la base está
constituida por el grado de la bebida.
El paso del nivel legal (base imponible normativa) al real (base imponible fáctica) se lleva a cabo
mediante la liquidación del tributo: regímenes de determinación de bases imponibles. Por tanto:
Es el método que más se adecua para medir la capacidad económica real del sujeto pasivo y la
magnitud en que consiste la base imponible: existe una perfecta correspondencia entre la definición
de la base imponible y su medición. Emplea la mayor cantidad posible de datos extraídos de la
realidad.
Su definición se encuentra en el art. 51 LGT: “El método de estimación directa podrá utilizarse por
el contribuyente y por la Administración tributaria de acuerdo con lo dispuesto en la normativa de
cada tributo. A estos efectos, la Administración tributaria utilizará las declaraciones o documentos
presentados, los datos consignados en libros y registros comprobados administrativamente y los
demás documentos, justificantes y datos que tengan relación con los elementos de la obligación
tributaria”. De ella podemos deducir sus notas características:
2) “Podrá utilizarse por el contribuyente y por la Administración tributaria”. Los tributos pueden
exigirse mediante:
- En los tributos que establecen a cargo del sujeto pasivo deberes de llevanza de
contabilidad y/o registros fiscales, la determinación de la base se lleva a cabo
trasladando a la declaración los datos que resultan de los libros, que deben de ser
puestos a disposición de la Admón.
- En los tributos que no existen deberes contables o registrales la estimación directa
se hará a partir de los datos consignados en la declaración y de los documentos o
justificantes que puedan exigirse para respaldar dichos datos.
Dentro del régimen de estimación directa, existe en la normativa del IRPF la modalidad de la
estimación directa simplificada, que pueden aplicar los empresarios y profesionales que no
hayan superado en el año anterior los 600.000€ de cifra neta de negocios. El régimen es opcional,
existe la obligación de llevanza de libros y registros fiscales, pero no de contabilidad mercantil.
Como alternativa a la estimación directa, el art. 52 LGT establece que: “El método de estimación
objetiva podrá utilizarse para la determinación de la base imponible mediante la aplicación de las
magnitudes, índices, módulos o datos previstos en la normativa propia de cada tributo”. Por tanto,
sus notas características son:
1) Es de carácter voluntario y sólo aplicable cuando las normas reguladoras de cada tributo lo
permitan. Así pues, lo aceptarán aquellos que ganan mucho y renunciarán quienes ganen
menos. En realidad, sólo se prevé en:
2) No emplea datos reales del sujeto o hechos gravados, por lo que se renuncia a calcular
directamente el rendimiento neto real de cada sujeto (ingresos reales menos gastos
efectivos) y se sustituye por la aplicación de los módulos de los que resulta una cantidad que
vendrá a coincidir con el rendimiento medio (si los índices están bien confeccionados). Puede
37
Interesa especialmente aquellos tributos en los que la verificación y control se lleva a cabo mediante el examen de la contabilidad y
registros fiscales, examen que incluye el de los documentos de soporte de los asientos contables, de manera especial las facturas, pues
en estos casos es donde se puede advertir el elemento diferencial entre la estimación directa y la objetiva.
decirse que se altera la propia delimitación del hecho imponible: en lugar de gravarse los
rendimientos realmente obtenidos por cada sujeto, lo que se grava es el rendimiento medio
presunto, que es lo que se deriva de la utilización de índices, módulos, magnitudes,
coeficientes, etc.
3) Las obligaciones formales exigibles son menos estrictas que en la estimación directa.
Este sistema es el germen de la economía sumergida, según el profesor. Por otro lado, si bien está
bien para fases de iniciación de un negocio, donde no se sabe lo que se va a ganar, pero que
debería ir desapareciendo a medida que pasa el tiempo.
Aquí hay que extremar las garantías al contribuyente, ya que en este caso hay una gran
discrecionalidad del legislador. Régimen de aplicación subsidiaria, procedente cuando exista la
imposibilidad objetiva de probar un determinado dato o elemento necesario para la liquidación del
tributo, debida a una conducta del obligado consistente en (art. 53.1 LGT):
38
El art. 193. 4 del RGAPGIT (Reglamento de Gestión e Inspección) señala que existe incumplimiento sustancial en los siguientes
casos: a) Cuando el obligado tributario incumpla la obligación de llevanza de la contabilidad o de los libros registro establecidos por la
normativa tributaria. Se presumirá su omisión cuando no se exhiban a requerimiento de los órganos de inspección. b) Cuando la
contabilidad no recoja fielmente la titularidad de las actividades, bienes o derechos. c) Cuando los libros o registros contengan
omisiones, alteraciones o inexactitudes que oculten o dificulten gravemente la constatación de las operaciones realizadas. d) Cuando
aplicando las técnicas o criterios generalmente aceptados a la documentación facilitada por el obligado tributario no pueda verificarse la
declaración o determinarse con exactitud las bases o rendimientos objeto de comprobación. e) Cuando la incongruencia probada entre
las operaciones contabilizadas o registradas y las que debieran resultar del conjunto de adquisiciones, gastos u otros aspectos de la
actividad permita presumir, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 108.2 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria,
que la contabilidad o los libros registro son incorrectos.
a) Datos y antecedentes relevantes al efecto. (ej. declaraciones de años anteriores).
b) Elementos que indirectamente acrediten la existencia de bienes, rentas, ingresos, ventas,
costes, etc. de sujetos en situaciones similares.
c) Magnitudes, índices o módulos
Este recurso a medios indiciarios debe ser coherente con el resultado a que se quiere llegar. Así,
por ej., cuando se trata de fijar rendimientos o ingresos netos, es necesario tener en cuenta no sólo
los presumibles ingresos brutos, sino también los gastos que suelen acompañar a tales ingresos.
La aplicación de este método será acordada de acuerdo con el procedimiento que la propia Ley
regula dentro de las normas sobre el procedimiento de inspección. La estimación indirecta se suele
utilizar en el curso de un procedimiento de inspección, el cual se formulara en los siguientes pasos
(art. 158 LGT):
Para ser tomados estos documentos en consideración, han de aportarse con anterioridad a la
propuesta de regularización contenida en el acta.
A. La base liquidable.
- No se trata de una modalidad de base imponible, sino que es una magnitud diferente.
- La existencia de factores a detraer es eventual. En aquellos casos en los que no se prevén
deducciones, la base imponible y la liquidable coinciden.
- Las reducciones de la base imponible pueden atender a (no habiendo unidad de los
motivos de los que se detraen):
a) Incentivos fiscales por objetivos de política económica
b) Mínimos exentos o bonificaciones por razón de la cuantía
c) Circunstancias personales o familiares que son tenidas en cuenta por el tributo
- A la base liquidable se aplican los tipos de gravamen (art. 55 LGT).
B. El tipo de gravamen: concepto y clases.
La definición legal se encuentra en el art. 55.1 LGT, a cuyo tenor literal: “es la cifra, coeficiente o
porcentaje que se aplica a la base liquidable para obtener como resultado la cuota íntegra”. Este
elemento de cuantificación indica qué porción de la capacidad económica medida por la base se
destina a la financiación de los gastos públicos (sin perjuicio de las eventuales minoraciones de
cuota). Como todo elemento esencial del tributo, se encuentra sometido a las exigencias de
legalidad y capacidad económica.
La aplicación del tipo a la base debe ser realizada por el sujeto pasivo en los casos de
autoliquidación; y por la Administración en los casos de liquidación administrativa.
Los tipos a aplicar pueden ser coeficientes, de carácter proporcional, cantidades del dinero, por
cuotas, etc.; aunque lo que importa de todos ellos es que tienen la misma función. Así, podemos
distinguir:
- Tipos porcentuales: Son porcentajes que se aplican sobre la base liquidable y tienen
carácter proporcional o progresivo (IS, IRPF).
- Tipos graduales: Consistentes en una suma de dinero aplicable sobre la base monetaria
pero dividida en tramos (Arrendamientos).
- Tipos específicos: Consistentes en la cantidad de dinero que la Ley conecta con bases
expresadas en una magnitud distinta de la dineraria (Impuesto sobre alcoholes: 739,97
euros x hectolitro de alcohol).
Lo importante de una tarifa progresiva es evitar el “error de salto” que se produce cuando a un
aumento de la base le corresponde, al aumentar el tipo aplicable, un incremento de cuota superior
al de la base.
Para evitarlo, las escalas progresivas empleadas dividen la base en una serie de
tramos o escalones a cada uno de los cuales le corresponde un tipo marginal, aplicable al margen
de la base imponible comprendida entre la cuota inicial de cada tramo y la siguiente.
- Tipo marginal: aquel que se aplica a la porción de la base que excede de la cuantía
señalada para el inicio de cada tramo
- Tipo medio: resulta de calcular lo que representa la cuota obtenida de la aplicación de la
tarifa de la base
39
No obstante, realmente estos tipos sólo existen en el caso del IRPF.
1. Cuota íntegra: en los tributos de cuota fija resulta directamente de la Ley, mientras que en
los de cuota variable, se obtiene aplicando el tipo a la base (art. 56.1 LGT40). En ambos
casos, deben corregirse de oficio los errores de salto resultantes de esta operación, salvo si
deben pagarse mediante efectos timbrados (art. 56.3 LGT: “La cuota íntegra deberá
reducirse de oficio cuando de la aplicación de los tipos de gravamen resulte que a un
incremento de la base corresponde una porción de cuota superior a dicho incremento. La
reducción deberá comprender al menos dicho exceso. Se exceptúan de esta regla los casos
en que la deuda tributaria deba pagarse por medio de efectos timbrados”41).
2. Cuota líquida (art. 56.5 LGT): Es el resultado de detraer a la cuota íntegra las deducciones y
otras medidas desgravatorias previstas en la ley de cada tributo (por ej., en el IRPF,
deducciones por adquisición de vivienda habitual). Subjetivizan la obligación tributaria.
3. Cuota diferencial (art. 56.5 LGT): Es el resultado de minorar la cuota líquida con
deducciones, pagos a cuenta y cuotas conforme a la normativa de cada tributo. Expresan la
diferencia que hay que pagar (porque el resto se pagó con anterioridad) o que hay que
devolver (porque se pagó más que el importe de la cuota líquida).
40
Art. 56.1 LGT: “La cuota íntegra se determinará: a) Aplicando el tipo de gravamen a la base liquidable. B)Según cantidad fija señalada
al efecto”.
41
Por ej: en este caso, un aumento en una unidad en la base, le corresponde un aumento de 2,12 uds en la cuotaerror de salto
b. imponible tipo gravamen cuota
100 10 10
101-200 12 12,12 11 porque así la base y la cuota aumentan una unidad monetaria
El art. 58 LGT fija los elementos que componen la deuda tributaria:
▪ Contenido esencial de la deuda (art. 58.1 LGT): es la cuota tributaria; es decir, “cuota o
cantidad a ingresar que resulte de la obligación tributaria principal o de las obligaciones de
realizar pagos a cuenta”. Aunque hay que puntualizar que en casos como de cuotas
diferenciales puede que la deuda sea más bien un crédito, lo cual hace que el profesor
considere inapropiada la expresión “a ingresar”.
- Tributos añadidos: Recargos sobre bases o cuotas, a favor del tesoro o de otros entes
públicos. Son tributos que se aplican tomando como base algún elemento de un tributo
preexistente (por ej., las provincias tienen un recargo sobre la cuota del IAE –impuesto
municipal). También forman parte de la deuda.
- Incidentes: Conceptos derivados del procedimiento de recaudación (consecuencia de
una anomalía del desarrollo del procedimiento): intereses de demora (afecta también
cuando el retraso ha sido motivado por un cambio de criterio administrativo, STC 76/1990
ha reconocido su constitucionalidad), recargos por declaración extemporánea (ingreso
voluntario antes de que se produzca el requerimiento, que carece de carácter
sancionador según TC), recargos del periodo ejecutivo (evidentemente, sólo exigible en
el periodo ejecutivo).
Las sanciones pecuniarias que se impongan NO forman parte de la deuda tributaria, aunque se
recauden según las reglas del procedimiento de recaudación de los tributos (art. 58.3 LGT); aunque
en la práctica producen no pocos problemas, por ejemplo: el procedimiento de suspensión de la
deuda y de la sanción son distintos y no pueden seguir el mismo tratamiento.
Preguntas
1. Explique con ejemplos las diferencias entre tributos de cupo y tributos de cuota.
▪ Tributos de cuota: la cuantía viene determinada de acuerdo con los elementos previstos en la
norma, sin predeterminar la cuantía global a recaudar. A su vez, puede diferenciarse entre:
c. Tributos de cuota fija. Su cuantía viene establecida directamente por la Ley. A cada
hecho imponible real le corresponde la cuota que para el mismo establece la norma
reguladora. Así sucede en muchos supuestos de tasas.
d. Tributos de cuota variable. La cuantía de la prestación se modula en función de la
“intensidad” con que cada supuesto real se considera realizado en el hecho imponible. La
Ley no contiene directamente el señalamiento de la cuota, sino la regulación abstracta de
los elementos de cuya conjugación resultará, en cada supuesto real, dicha cuota. Estos
elementos de cuantificación de las prestaciones tributarias son fundamentalmente (art.
49 LGT): la base imponible; el tipo de gravamen y la cuota.
Esta clasificación tuvo gran importancia en los primeros sistemas tributarios, en los que el estilo de
imposición dominante era el de cupo. Sin embargo, con el tiempo se fue pasando progresivamente
a la tributación de cuota como criterio general aunque, en España, todavía subsisten algunos
vestigios de tributación por cupo, como por ejemplo las contribuciones especiales, que se dan
sobre todo en el ámbito local donde también es frecuente encontrarse con alguna de estas figuras
de tributación por cupo en el derecho comparado (Francia, Reino Unido).
En primer lugar, el propietario del bar podrá usar el método de estimación directa del art. 51 LGT.
Por otro lado, dadas las características del negocio y que así lo prevé la normativa del IRPF (arts.
28 y 31 LIRPF), entendiendo que se trata de una empresa pequeña que no supera los límites
cuantitativos establecidos, en virtud del art. 52 LGT, también podrá utilizar el método de estimación
objetiva. Este método es un método opcional o voluntario.
En el caso del IRPF, la estimación objetiva se aplica para calcular la base imponible de empresas
medianas y pequeñas. Las empresas que a las que sean de aplicación este régimen pueden
renunciar a él, en cuyo caso el rendimiento se calculará en régimen de estimación directa.
En este caso, y dado que puede utilizar los dos métodos para realizar su autoliquidación, le
recomendaremos el uso del método de estimación objetiva, ya que el resultado puede dar una
base menor a la que se obtendría por estimación directa. Sus beneficios serían mayores que la
base declarada por la valoración de los módulos (paga menos porque el local es pequeño).
Este sistema alternativo viene dado por un régimen de estimación indirecta (subsidiaria de la
estimación directa y la estimación objetiva), que entra en juego en aquellos casos anómalos en que
el incumplimiento de sus deberes por parte del sujeto pasivo u otras circunstancias determinan
objetivamente imposible el cálculo de la base imponible.
El artículo 53.1 LGT establece las circunstancias determinantes de la aplicación de este régimen de
estimación indirecta, entre las cuales encontramos, en su apartado a), la falta de presentación de
declaraciones o presentación de declaraciones incompletas o inexactas.
Sin embargo, no basta con que concurra alguna de las circunstancias descritas en dicho artículo
para pasar a aplicar dicho método, sino que es necesario que de esa conducta se haya derivado
una situación en la que la Administración no pudiera disponer de medios para determinar la base
imponible. En el Reglamento de Gestión e Inspección en su artículo 193.2 RGI establece que la
apreciación de alguna de las circunstancias del 53 LGT no determinará por si sola la aplicación de
la estimación indirecta si pudiera determinarse la base imponible con la estimación directa o
mediante estimación objetiva.
En este caso no cabría aplicar la estimación indirecta porque, a pesar de que existe un
incumplimiento sustancial de las obligaciones contables derivado de la existencia de unas cuotas
de amortización mal practicadas y la omisión de algunos ingresos, no resulta imposible conocer la
situación del obligado tributario por cualquier otro método, puesto que, como vemos, a pesar de
dichas irregularidades se han podido calcular tanto los beneficios como los ingresos de la empresa.
De todos modos, aunque esto no hubiera sido posible, la Administración seguiría gozando de otros
métodos para conocer la situación del obligado tributario antes que recurrir al método de
estimación indirecta que es, en todo caso, un método de aplicación subsidiaria.
Cuestiones a responder:
1. ¿Qué requisitos han de concurrir para que la aplicación del método de estimación
indirecta sea conforme a Derecho? ¿Se dan en este caso?
Para poder aplicar el método de aplicación indirecta debe incurrirse en uno de los supuestos del
art. 53 LGT que recoge las circunstancias determinantes para la aplicación de dicho método. Sin
embargo, no basta con que concurra alguna de las circunstancias descritas en dicho artículo, sino
que además es necesario que de esa conducta se haya derivado una situación en la que la
Administración no pudiera disponer de medios para determinar la base imponible.
En este caso podemos afirmar que, en la medida en que la conducta realizada por el sujeto puede
subsumirse en el supuesto c) de dicho artículo se cumple el primero de los requisitos para la
aplicación de dicho método. Sabemos que se produce un incumplimiento sustancial de las
obligaciones contables porque así queda recogido en el art. 193.4 RGI c).
Para determinar si finalmente procede aplicar dicho método habrá que estar al hecho de si la
Administración puede o no determinar la base imponible por otros métodos alternativos. En este
caso, dada la redacción del enunciado parece que no por lo que podríamos afirmar que si que se
dan los requisitos necesarios para ello.
2. ¿Puede la Administración utilizar los índices y módulos propios de la estimación objetiva
a efectos de calcular la base imponible de acuerdo al sistema de estimación indirecta?
¿Puede también recurrir a datos reales? Indique cuál sería la respuesta de la Administración
tributaria a la alegación formulada por el contribuyente.
Ante la imposibilidad de emplear los datos reales del sujeto o hecho gravados, se utilizan un
conjunto de métodos indiciarios (art. 53.2 LGT):
Por lo que, en virtud de este artículo y del art. 158.3 LGT vemos como, además de poder recurrir a
datos reales se pueden utilizar los índices y módulos propios de la estimación objetiva para calcular
la base imponible en el sistema de estimación indirecta.
El procedimiento del artículo 158 LGT determina en su apartado 3 nos dice que la presentación de
los documentos que motivaron la regularización podrán ser tenidos en cuenta de dos formas:
a) Si se aportan antes del acuerdo de regularización (en este caso la AT está obligada a
tomarla en consideración). En este caso, el período transcurrido desde la apreciación de
dichas circunstancias hasta la aportación de los datos, documentos o pruebas no se
incluirá en el cómputo del plazo al que se refiere el artículo 150 de esta ley (Las
actuaciones del procedimiento de inspección deberán concluir en el plazo de 12 meses
contado desde la fecha de notificación al obligado tributario del inicio del mismo).
b) Cuando el obligado tributario demuestro que fueron de imposible aportación durante el
procedimiento con posterioridad a la regularización. En este caso, se ordenará la
retroacción de las actuaciones al momento en que se apreciaron las mencionadas
circunstancias.
6. Explique por qué la tarifa del IRPF se organiza conforme a la tabla adjunta. ¿No sería más
fácil fijar tramos y asignarle a cada uno un tipo de gravamen? Determine la cuota íntegra
que, conforme a esta tabla correspondería las siguientes bases liquidables: 23.780 y 63.550
euros.
La
tabla
corre
spon
de a
los
tipos
de gravamen estatales aplicables a partir de 1 de enero de 2015.
Si sería más fácil, pero se hace para evitar el error de salto, que se produce cuando a un aumento
de la base corresponde, al aumentar igualmente el tipo aplicable, un incremento de cuota superior
de la base. Para evitarlo, las escalas progresivas empleadas dividen la base en una serie de
tramos o escalones a cada uno de los cuales le corresponde un tipo marginal, aplicable al margen
de la base imponible comprendida entre la cuota inicial de cada tramo y la siguiente.
- Tipo marginal: aquel que se aplica a la porción de la base que excede de la cuantía
señalada para el inicio de cada tramo
- Tipo medio: resulta de calcular lo que representa la cuota obtenida de la aplicación de la
tarifa de la base
Base liquidable = cuota íntegra (€) + resto de base liquidable, según el tipo aplicable de gravamen
(%).
Las formas/causas de extinción de la deuda tributaria son (art. 59 LGT): El pago, la prescripción, la
compensación y la condonación.
El 62.2 de la LGT establece como norma general que los plazos son:
Procedimiento de asistencia mutua: la directiva europea de asistencia mutua establece que los
estados miembros se prestarán ayuda mutua en el cobro y la recaudación de las deudas
tributarias. Rigen los mismos plazos que en los procedimientos de vía de apremio.
En cualquier caso, según el art. 63 LGT, las deudas tributarias son autónomas, lo que significa que
a cada presupuesto de hecho real le corresponde una obligación independiente. Existe además,
como regla general, el principio de libre imputación del pago por el cual, al tiempo de hacer el pago,
será el obligado tributario el encargado de declarar a que deuda, de las diferentes que tiene
pendiente, debe aplicarse dicho pago. Esto regirá tanto en período voluntario, como en deudas en
vía ejecutiva, con la salvedad del aquellos casos en los que el exista procedimiento de apremio
(ejecución forzosa) del art. 63.3 LGT.
Su aplicación se ha reforzado por un lado, por los modos de aplicación de los tributos que dan
lugar en alguno de ellos a devoluciones como fenómeno natural, de manera que aparecen
oportunidades de compensar los créditos derivados del derecho a percibirlas con las obligaciones a
cargo del mismo obligado. Por otro lado, por el aumento de los flujos entre las distintas
administraciones, descontando de las transferencias a las CCAA y EELL el importe de las deudas
tributarias de las mismas. Pautas:
- Las deudas tributarias de un obligado tributario podrán extinguirse total o parcialmente por
compensación con créditos reconocidos por acto administrativo (no es necesario que sea
firme) a favor del mismo obligado.
- Podrá ser solicitada por el obligado tributario respecto de las deudas tributarias que se
encuentren tanto en período voluntario de pago como en período ejecutivo (aunque si se
solicita en periodo voluntario impedirá el inicio del periodo ejecutivo, aunque si que correrán
los intereses de demora hasta la fecha de reconocimiento de crédito; plazo general 6
meses)
- Se acordará de oficio en los casos previstos en la Ley: a) los de las deudas en período
ejecutivo; b) los de deudas en período voluntario con las devoluciones que resulten de un
mismo procedimiento de comprobación limitada o inspección o de la práctica de una nueva
liquidación por haber sido anulada otra anterior. La fecha de extinción será la de inicio del
periodo ejecutivo, si en él concurrieran los requisitos exigidos. Si no, en el momento en que
éstos se cumplan.
- Compensación de las deudas de otras Administraciones: como regla general, de oficio.
Según el profesor, esta modalidad tiene mucho futuro y debe ser mejor desarrollado, sobretodo
para las empresas exportadoras, donde se podrían compensar las deudas de la Administración en
concepto de IVA a las empresas y las deudas de éstas sobre las retenciones a los trabajadores.
En cualquier caso, para compensar una deuda tributaria debes de tener un derecho de crédito
contra la Administración Tributaria, es decir, si ésta ha reconocido la existencia de dicho derecho.
1.3. La condonación
Art. 75 LGT: “Las deudas tributarias sólo podrán condonarse en virtud de Ley, en la cuantía y con
los requisitos que en la misma se determinen”. Es un supuesto totalmente excepcional en Derecho
Tributario que sólo puede aplicarse en virtud de la Ley.. Por ej., casos en que así lo decide el
Parlamento en los casos de catástrofes.
De régimen paralelo al régimen general de prescripción. Es uno de los modos de extinción de los
derechos y acciones 42 , por la pasividad o inactividad del titular. Sin embargo, en rigor, lo que
prescribe es la acción, no el derecho. Es importante distinguir entre prescripción y caducidad; la
diferencia fundamental es que el plazo de prescripción es susceptible de interrupción, con
reanudación del cómputo del plazo en su integridad, mientras que los plazos de caducidad son
preclusivos, no susceptibles de interrupción sino sólo de suspensión.
42
En rigor, en realidad: de un lado las acciones no prescriben, sino que caducan (ZORNOZA); de otro, la prescripción de la acción,
▪ El efecto que produce es la extinción de la deuda tributaria, y aprovecha por igual a todos
los obligados tributarios, excepto el caso de la mancomunidad (art. 69.1 LGT). Además, en
relación con las obligaciones formales, la regla general es que las obligaciones formales
vinculadas a otras obligaciones tributarias del mismo sujeto sólo podrán exigirse mientras
no hayan prescrito estas obligaciones (art. 70.1 LGT). A ello, el apartado 3 añade la
siguiente salvedad: “La obligación de justificar la procedencia de los datos que tengan su
origen en operaciones realizadas en períodos impositivos prescritos se mantendrá durante
el plazo de prescripción del derecho para determinar las deudas tributarias afectadas por la
operación correspondiente”. Regla que se complementa con la establecida entre las normas
dedicadas a la prueba que ordena que cuando se pretenda compensar bases o aplicar
deducciones procedentes de ejercicios prescritos, “la procedencia y cuantía de las mismas
deberá acreditarse mediante la exhibición de las liquidaciones o autoliquidaciones en que
se incluyeron la contabilidad y los oportunos soportes documentales” (art. 106.4).
▪ Se aplica de oficio por el órgano ante el cual ser ejerce la acción, incluso en los casos en
que se haya pagado la deuda tributaria, sin necesidad de que la invoque o excepcione el
obligado tributario, que además no podrá renunciar a la prescripción ganada (art. 69.2 LGT).
Es una diferencia fundamental con respecto a la prescripción civil.
Dos grupos:
− Por cualquier acción de la Administración tributaria, realizada con conocimiento formal del
obligado tributario, conducente al reconocimiento, regularización, comprobación, inspección,
aseguramiento y liquidación de todos o parte de los elementos de la obligación tributaria.
− Por la interposición de reclamaciones o recursos de cualquier clase, por las actuaciones
realizadas con conocimiento formal del obligado tributario en el curso de dichas
reclamaciones o recursos, por la remisión del tanto de culpa a la jurisdicción penal o por la
presentación de denuncia ante el Ministerio Fiscal, así como por la recepción de la
comunicación de un órgano jurisdiccional en la que se ordene la paralización del
procedimiento administrativo en curso.
− Por cualquier actuación fehaciente del obligado tributario conducente a la liquidación o
autoliquidación de la deuda tributaria
Si producida la interrupción por iniciación de un procedimiento, éste caduca por falta de resolución
en plazo, el derecho que se ejercía en el mismo no caduca y podrá volver a ser ejercido dentro del
plazo de prescripción. Pero la caducidad del procedimiento determina que la interrupción de la
prescripción que se produjo con su inicio se tenga por no producida: el plazo de prescripción
continúa corriendo como si no hubiesen existido actuaciones.
− Cualquier acción de la Admón tributaria, realizada con conocimiento formal del obligado
tributario, dirigida de forma efectiva a la recaudación de la deuda tributaria. Por ej., la
providencia de apremio.
− La interposición de reclamaciones o recursos de cualquier clase, las actuaciones realizadas
con conocimiento formal del obligado en el curso de dichas reclamaciones o recursos, por la
declaración del concurso del deudor o por el ejercicio de acciones civiles o penales dirigidas
al cobro de la deuda tributaria, así como por la recepción de la comunicación de un órgano
jurisdiccional en la que se ordene la paralización del procedimiento administrativo en curso.
43 Dice: “El plazo de prescripción para exigir la obligación de pago a los responsables solidarios comenzará a contarse desde el día siguiente a la
finalización del plazo de pago en período voluntario del deudor principal”.
− Por cualquier actuación fehaciente del obligado tributario conducente al pago o extinción de
la deuda tributaria, como por ej., pago parcial, solicitud de aplazamiento u ofrecimiento de
garantías.
− Por cualquier actuación fehaciente del obligado tributario que pretenda la devolución, el
reembolso o la rectificación de su autoliquidación.
− Por la interposición, tramitación o resolución de reclamaciones o recursos de cualquier
clase.
d. El derecho a obtener las anteriores devoluciones y el reembolso del coste de las garantías.
Anteriormente denominada prelación especial, opera respecto de los tributos que graven
periódicamente los bienes o derechos inscribibles en un registro público (por ej. El IBI). La
Hacienda Pública tendrá preferencia sobre cualquier otro acreedor o adquirente, aunque este haya
inscrito con anterioridad sus derechos. Por ello, sólo se extiende al cobro de las deudas
correspondientes al año en que se ejercite la acción administrativa de cobro y al inmediato anterior.
Sus efectos son los de una garantía real que opera de modo automático (ope legis): no precisa
constitución ni inscripción de la garantía.
Como ya dijimos anteriormente, se trata más bien de una garantía real de derecho civil. Los
bienes y derechos transmitidos quedarán afectos a la responsabilidad del pago de las
cantidades, liquidadas o no, correspondientes a los tributos que graven tales trasmisiones,
adquisiciones o importaciones (IVA, ITPAJD e impuestos aduaneros), cualquiera que sea su
poseedor, con una excepción: que el poseedor resulte ser un tercero protegido por la fe pública
registral (es decir, que hubiera adquirido un bien inscribible respecto del cual no conste en el
Registro el derecho de afección a favor de la Hacienda Pública) o se justifique la adquisición de los
bienes con buena fe y justo título, en establecimiento mercantil o industrial, en el caso de bienes
muebles no inscribibles (regla del Código de Comercio).
44
Es necesario diferenciar: si el crédito es de retenciones, el privilegio cubre la totalidad del principal; mientras que si se trata de deudas
por otro concepto (cuotas), el privilegio sólo cubre el 50% del principal.
2.5. Las medidas cautelares (remisión) (art. 81 LGT)
Las deudas tributarias podrán aplazarse o fraccionarse en los términos que se determinen
reglamentariamente y previa solicitud del obligado tributario, cuando su situación económico-
financiera le impida, de forma transitoria, efectuar el pago en los plazos establecidos. El órgano
competente para la tramitación del incidente, examinará y evaluará la falta de liquidez y la
capacidad para generar recursos. La garantía normalmente exigida será aval bancario solidario.
La imputación es un incidente que se produce cuando existen varias deudas exigibles de un mismo
obligado y el pago no alcanza a cubrirlas todas, de manera que se hace necesario determinar a
cuál o cuáles de ellas se imputa el pago. Está regulada en el artículo 63 LGT del que deducimos lo
siguiente:
1. Las deudas tributarias son autónomas: A cada presupuesto de hecho real le corresponde
una obligación independiente. En los tributos de carácter periódico el hecho de que un
mismo sujeto deba diferentes anualidades no significa que todas ellas queden reunidas en
una sola deuda, existirá una por cada período devengado.
Esta regla de libre imputación del pago a elección del obligado tributario rige en todos los casos
para las deudas que se encuentran en periodo voluntario así como para deudas en vía ejecutiva.
Ahora bien, en el procedimiento de apremio existen reglas imperativas de imputación del pago,
contenidas en el 63.3 y 4 LGT.
De lo anterior se puede afirmar que el deudor es libre de imputar el pago de la deuda que quiera.
Por tanto, podría pagar el IVTM del año anterior si el señor A quiere, lo que no significa que se
extingan las demás. Del artículo 63.2 LGT se deduce que el que la administración acepte el pago
de un recibo por el IVTM de un determinado año no significa que renuncie al cobro de los ejercicios
anteriores.
Por tanto la Administración no actúa correctamente pues tiene que aceptar el recibo de pago del
impuesto del periodo anterior sin que por ello renuncie a cobrar lo correspondiente de los siete
años anteriores. La única excepción a esta regla de libre imputación de pago tiene lugar cuando la
Administración Tributaria hubiere iniciado un periodo de ejecución forzosa (art. 63.3 LGT) caso en
el que la misma deberá aplicar el pago a la deuda más antigua. Dada la redacción del enunciado
entendemos que no se ha iniciado dicho procedimiento de apremio, por lo que la Administración no
podrá rechazar el pago de dicha deuda.
Además, el pago no extingue el derecho a percibir la liquidaciones anteriores, sin perjuicio de que
opere la prescripción. En este caso, la Administración puede exigirle al deudor las deudas
generadas por el impago de los recibos de 2009 a 2012 porque las anteriores (2007 y 2008) han
prescrito y porque la del 2013 ha sido pagada.
Por otra parte, ¿resulta razonable que B pida el justificante de pago del IVTM? La respuesta en
este caso es afirmativa pues, según el art. 99 LrHL, las Jefaturas locales de tráfico no cambiarán la
titularidad del vehículo si dicho impuesto no ha sido satisfecho.
- Las deudas tributarias de un obligado tributario podrán extinguirse total o parcialmente por
compensación con créditos reconocidos por acto administrativo (no es necesario que sea
firme) a favor del mismo obligado.
- Podrá ser solicitada por el obligado tributario respecto de las deudas tributarias que se
encuentren tanto en período voluntario de pago como en período ejecutivo.
Atendiendo a las dos primeras, que son las de aplicación al caso, vemos como la señora X si que
podría ver su deuda compensada si su crédito estuviera reconocido por la Administración porque,
como sabemos, la compensación no operará si la Administración Tributaria no ha reconocido ese
derecho de crédito tributario. En este caso el crédito de 6000€ por devolución del IRPF del ejercicio
2011 no ha sido reconocido por un acto administrativo ya que la liquidación provisional que recibe
por el IRPF del 2011 arroja una deuda pendiente de 5000€. Por tanto, no hay un crédito reconocido
mediante acto administrativo por lo que no puede reclamar la compensación de la deuda tributaria
(la autoliquidación no es equivalente a un acto administrativo, es un acto debido del obligado
tributario).
Sin embargo, a pesar de que la deuda no pueda ser compensada por la falta de dicho requisito, la
solicitud de compensación produce algún efecto jurídico, puesto que al presentarse en período
voluntario impedirá el inicio del periodo ejecutivo. Sin embargo, a pesar de ello, no impedirá el
devengo del interés de demora después del periodo de pago voluntario si no se ha resuelto la
compensación. Cuando se dicte la resolución sobre la compensación, se produce un acto
administrativo que denegará la compensación por no concurrir los requisitos, hecho que permitirá el
inicio del periodo ejecutivo. Se suspende el expediente de ejecución mientras no se resuelva la
compensación. Por otro lado, si la solicitud de compensación se presentara en periodo ejecutivo,
se podrá pedir la suspensión de enajenación de los bienes y derechos embargados hasta que se
resuelva la solicitud de compensación (art. 56.4 Reglamento General de Recaudación).
El artículo está desactualizado porque el plazo sería en todo caso de 4 años el plazo de la
prescripción.
Por otra parte, respecto del cómputo del plazo de prescripción el artículo 67.1 del
Reglamento del Impuesto de sucesiones y donaciones:
En este caso se produce una acción de la administración tributaria para el inicio de actuaciones
inspectoras con conocimiento formal del obligado tributario el 2 de enero de 2013. Al haber sido
notificada solo a un obligado tributario debemos acudir a lo dispuesto en el artículo 68.8 LGT:
“8. Interrumpido el plazo de prescripción para un obligado tributario, dicho efecto se extiende
a todos los demás obligados, incluidos los responsables. No obstante, si la obligación es
mancomunada y solo se reclama a uno de los obligados tributarios la parte que le
corresponde, el plazo no se interrumpe para los demás”.
Este artículo se aplica cuando varios obligados que realizan en mismo hecho imponible, pero aquí
cada hermano realiza un hecho imponible distinto porque cada uno es deudor de una obligación
tributaria distinta según le corresponda. No hay solidaridades. Por lo tanto para B ha prescrito pero
no para C. No se le ha producido la interrupción de la prescripción, porque no ha tenido un
conocimiento formal del acto administrativo de inspección.
La prescripción tributaria viene regulada en el artículo 66 LGT, y situando en cuatro años tanto el
derecho de la Administración para determinar o exigir el pago de la deuda tributaria como el
derecho del contribuyente de solicitar la devolución derivada de cada tributo, los ingresos indebidos
y el reembolso de las garantías prestadas.
A su vez, este plazo puede interrumpirse mediante cualesquiera de las acciones contempladas en
el artículo 68 LGT, basadas todas ellas en nuestra legislación civil básica.
Ahora bien, no todas
las acciones llevadas a cabo por la Administración tributaria con conocimiento formal del obligado
tributario son válidas a efectos de interrupción de la prescripción. El Tribunal Supremo ha reiterado
en numerosas ocasiones que únicamente tienen efectos prescriptivos las diligencias destinadas a
iniciar o proseguir los procedimientos administrativos, contribuyendo a la liquidación, recaudación o
imposición de sanción que corresponda.
- Aquellas que documentan actuaciones innecesarias y cuya finalidad sería únicamente crear
una apariencia de actuación
- Aquellas diligencias que, idealmente suprimidas, el resultado habría sido el mismo
En nuestro caso podríamos enmarcar ambas diligencias en el segundo apartado. Sin embargo, y
sobretodo respecto de la primera, se hace necesario profundizar un poco más en la explicación:
- Diligencia 1: En este caso, tenemos dudas de que la diligencia tenga capacidad interruptiva
ya que la información requerida ya obraba en poder de la administración tributaria. Si
interrumpiese la prescripción sería solo afectaría al impuesto de sociedades y no al IVA. En
este caso, si el inspector sabía que los documentos se habían aportado, no se interrumpiría
el plazo pero si, por el contrario, el inspector no tenía dicho conocimiento si que se
interrumpiría la prescripción.
- Diligencia 2: Es claramente una diligencia de argucia. Pretende tener eficacia interruptiva
sin añadir nada al procedimiento. Su única finalidad es interrumpir la prescripción. Son
actuaciones dilatorias, no anuncian actuaciones futuras. Carece de efecto interruptivo
porque no conduce al reconocimiento, regularización o inspección de la obligación tributaria
(requisitos de interrupción del 68 LGT).
5. La Agencia Tributaria dictó el 10 de enero de 2015 una liquidación que tenía como objeto
el ejercicio 2010 del Impuesto sobre Valor Añadido del señor X. El 15 de junio, no obstante,
se declara la nulidad de dicha liquidación por defecto de forma dado que la liquidación tenía
un carácter anual en lugar de trimestral, como correspondía de acuerdo a la legislación de
IVA. El 20 de julio del mismo año los órganos de gestión dictan una segunda liquidación,
esta vez impecable desde el punto de vista formal. ¿Se ha respetado el plazo de
prescripción? (Consulte la STS 3816/2014 de 29 de septiembre)
En este caso, el TS afirma que se trata de un defecto de forma y lo considera anulable (aunque los
votos particulares difieren afirman que la LGT no distingue entre actos nulos de pleno derecho y
actos anulables, pues únicamente se refiere a los actos nulos de pleno derecho en su art. 217
LGT), por lo que podemos afirmar que es un acto susceptible de interrumpir la prescripción, En
cualquier caso, debemos añadir que, un acto anulable no interrumpe la prescripción de aquello que
ya habría prescrito cuando se dictó el acto. Así, en tanto que es susceptible de interrumpir la
prescripción en ambos casos se consideran respetados los plazos.
Esta doctrina del TS se ha trasladado al nuevo art. 115 de la LGT que ha sido modificado en la
nueva reforma del 2015. De tal manera que ese art. 115 faculta a la administración a comprobar
actuaciones prescritas que tengan relevancia en actuaciones que se han dado en periodo no
prescrito.
[…]
Si que puede iniciar dicho procedimiento de inspección respecto del ejercicio del 2011, pero no del
2010 porque para éste ya ha operado la figura de la prescripción.
LECCIÓN 12. LA APLICACIÓN DE LOS TRIBUTOS Y LOS PROCEDIMIENTOS TRIBUTARIOS
La aplicación de los tributos hace referencia a cómo se hacen efectivos los derechos y obligaciones
derivados de la relación jurídica tributaria. De acuerdo con la definición legal contenida en el art. 83
LGT, comprende todas las actividades administrativas dirigidas a la información y asistencia a los
obligados tributarios y a la gestión, inspección y recaudación de los tributos, así como las
actuaciones de los obligados tributarios en el ejercicio de sus derechos o en el cumplimiento de sus
obligaciones tributarias establecidos por la Ley45.
45
En sentido estricto, sólo los actos de la Admón (dirigidos a la satisfacción del crédito tributario) forman parte de la aplicación de los
tributos.
46
Además, el procedimiento concreto de aplicación de cada tributo es distinto para cada contribuyente, en función del comportamiento
que observen.
La primera de las tareas que corresponde a la Admón. en la aplicación de los tributos es la de
prestar información y asistencia a los obligados tributarios. Se trata de una tarea de importante
calado en el ámbito tributario, habida cuenta de los deberes que se imponen a los particulares, que
en muchos casos incluyen tareas de aplicación de normas. El art. 85.2 LGT cita en una lista no
exhaustiva las siguientes actuaciones de información y asistencia:
Pueden ser formuladas por los obligados tributarios en general. Además de las consultas
individuales (que dan lugar a un acto singular), también se contempla la posibilidad de
presentar consultas de carácter colectivo que afecten a un determinado sector, formuladas
por colegios profesionales, cámaras oficiales, organizaciones patronales, sindicatos, ciertas
asociaciones…(que dan lugar a un acto general, muy similar a las OM interpretativas o aclaratorias
–que competen al Ministro–).
La competencia para contestar las consultas corresponderá a los órganos de la Admón. tributaria
que tengan atribuida la iniciativa para la elaboración de disposiciones en el orden tributario, su
propuesta o interpretación. En la práctica, corresponde a la Dirección General de Tributos (DGT) en
el ámbito estatal, en virtud de normas organizativas internas. En el ámbito de las CCAA, la
competencia corresponde también a la DGT para los impuestos cedidos, y a la DGT de la CCAA o
a los Consejeros de la CCAA si son tributos propios o normativa autonómica. Las entidades locales
carecen de competencia, porque la LBRL se remite a la LGT. Por ello, también le corresponde en
este caso a la DGT. En todo caso, la Admón. tributaria competente deberá contestar por escrito las
consultas en el plazo de 6 meses desde su presentación. La falta de contestación tendrá como
efecto el silencio negativo.
La contestación a las consultas tributarias escritas tendrá efectos vinculantes respecto del
consultante y de otros contribuyentes en la misma situación. Ello se ha interpretado como identidad
entre hechos y circunstancias relevantes para la formación del juicio de la Admón. El carácter
vinculante se restringe a los órganos encargados de la aplicación de tributos y nunca sobre
tribunales económico-administrativos (órganos de resoluciones en vía de revisión).
Contra la contestación no cabe recurso alguno, sin perjuicio del que pueda plantearse respecto
del acto administrativo posterior en el que se aplique el criterio expresado en la misma.
Las operaciones de valoración suponen un momento esencial en la aplicación del tributo en cada
caso concreto. Generalmente, en relación con la medición de la base imponible, especialmente en
los casos en los que la Ley contiene reglas de valoración que aluden a conceptos como el valor
real o el valor de mercado. Por ello, la LGT contiene dos reglas:
La Admón. responderá indicando el valor fiscal del inmueble. Esta información tendrá efectos
vinculantes para la Admón. durante un plazo de 3 meses, contados desde la notificación al
interesado, siempre que la solicitud se haya formulado con carácter previo a la finalización del
plazo para presentar la correspondiente autoliquidación o declaración.
En caso de falta de contestación: silencio negativo. Además, la Admón. puede, incluso después de
responder, comprobar los elementos de hecho y circunstancias manifestados por el obligado
tributario.
Contra esta información no cabe recurso alguno, sin perjuicio del que pueda plantearse respecto
del acto administrativo posterior en el que se aplique el criterio expresado en la misma.
2. Acuerdos previos de valoración (art. 90 y 91).
Los acuerdos no son recurribles. Los obligados tributarios podrán interponer recurso contra el
acto o actos administrativos que se dicten posteriormente en aplicación de las valoraciones
incluidas en el acuerdo, pero únicamente y exclusivamente por las causas de nulidad de los
contratos.
La obtención de información por parte de la Admón. adquiere un valor fundamental para hacer
posible el control de sus obligaciones por parte de los sujetos pasivos. Por eso, la ley establece
unos amplísimos deberes de información, no ya a los sujetos pasivos, sino también a terceros. La
fundamentación del deber de información, según la LGT, reside en un “simple deber de
colaboración”. El TC se ha referido a los principios establecidos en el art. 31 CE, y de forma más
concreta, a la necesidad de corregir, a través de la inspección, el fraude fiscal con su secuela de
injusta distribución de la carga fiscal.
El ámbito subjetivo es muy amplio: toda persona física o jurídica, pública o privada. En particular:
Los retenedores y los obligados a realizar ingresos a cuenta, sociedades, entidades bancarias o de
crédito, personas o entidades depositarias de dinero de deudores de Hacienda, Notarios, etc.
El objeto es suministrar datos con trascendencia tributaria relacionados con las obligaciones
tributarias del sujeto: toda clase de datos, informes o antecedentes con trascendencia tributaria. En
relación con el concepto de trascendencia tributaria, en primer lugar debe entenderse que los
datos sean susceptibles de tener consecuencias jurídicas, de forma directa o indirecta, en la
aplicación de los tributos; y en segundo lugar, es necesario tener en cuenta el principio de
proporcionalidad. Así lo ha subrayado la doctrina y la jurisprudencia.
La forma en que puede exigirse la información con trascendencia tributaria es, bien con carácter
general (sobre la base de una norma que lo imponga sin necesidad de requerimiento expreso), o
bien mediante requerimiento individualizado. Por ello, a estos efectos se distingue entre
información por suministro (de modo rutinaria y generalmente por soportes electrónicos, en virtud
de obligaciones legales o reglamentariamente establecidas, en la forma y plazos que
reglamentariamente se determinen) e información por captación (mediante requerimiento
individualizado de la Administración tributaria en un caso concreto o mediante actuaciones
inspectoras que den lugar a ello). Por tanto, el momento para cumplir dicha obligación es en los
plazos que reglamentariamente o en el requerimiento individual se determinen, respectivamente.
Este deber de información no es absoluto, sino que tiene límites, tanto genéricos como
específicos. En cuanto a los límites genéricos, es la necesidad de que se traten de datos con
trascendencia tributaria (concepto que para el profesor es incierto o indeterminado, por ello, la
jurisprudencia son más estrictos: “cuando una información pueda determinar una obligación
tributaria completa, el resto de información no es necesario aportarla”), siendo un límite
fundamental. El primero de ellos es el derivado del principio de proporcionalidad que debe presidir
toda la actuación de la Admón. en este ámbito; otro límite es el derivado de la protección del
derecho a la intimidad, derecho expresamente garantizado en la CE.
En cuanto a los límites específicos, el art. 93.4 LGT recoge expresamente, en relación con el
deber de información de:
Aparte del deber de información general, el art. 94 LGT regula de manera separada la posibilidad
de exigir información y colaboración a las autoridades, cuyo ámbito subjetivo también es muy
amplio: autoridades públicas del Estado, CCAA, EELL, organismos autónomos, entidades públicas
empresariales (EPEs), cámaras, colegios y asociaciones empresariales, partidos políticos,
sindicatos y asociaciones empresariales, Juzgados, Tribunales, gestoras de la Seguridad Social,
etc.
El objeto es el mismo que en caso anterior: suministrar datos, informes o antecedentes con
trascendencia tributaria. No requerirá el consentimiento del afectado, por lo que ello constituye una
excepción a la LO 15/1999 de Protección de Datos.
Además, existe un específico deber de sigilo para los retenedores y obligados a realizar ingresos
a cuenta: sólo podrán usar datos de terceros para cumplir con sus propias obligaciones. Su cesión
a terceros será considerada infracción tributaria grave.
Las técnicas de gestión en una administración moderna entrañan cada vez más el uso de medios
informáticos y telemáticos. Ahora, el art. 96 LGT dice que la Administración promoverá el uso
de nuevas tecnologías de comunicación (informáticas/telemáticas) para el desarrollo de su
actividad, tanto en el ámbito de sus tareas internas como en la relación con los ciudadanos
(posibilidad de que los ciudadanos se relacionen a través de dichos medios para ejercer sus
derechos y cumplir sus obligaciones). Para ello, se establece que la utilización de los mismos en
los procedimientos tributarios deberá garantizar la identificación y que los programas y
aplicaciones que se utilicen deberán de ser aprobados por la Admón.
Los documentos electrónicos tendrán la misma validez y eficacia que los documentos
originales, siempre que quede garantizada su autenticidad, integridad y conservación, y, en su
caso, la recepción por el interesado (cuando sea un requisito de eficacia del documento), así como
el cumplimiento de las garantías y requisitos exigidos por la normativa aplicable.
4. La prueba
Como ya se ha indicado, no existe una fase probatoria en sentido estricto, por lo que pueden
aportarse pruebas en cualquier momento del procedimiento antes de la propuesta de resolución.
La regla general sobre carga de la prueba se contiene en el art. 105 LGT (ojo con su interpretación:
la Admón. no actúa como una parte propio del sistema de la LEC, ya que hace tanto de parte como
de juez; además, no hay que olvidar que su función no es recaudar lo máximo posible, sino la
aplicación de la ley): quien haga valer su derecho deberá probar los hechos constitutivos del
mismo. Cada parte tiene la carga de la prueba, y para ello es admisible cualquier medio de prueba
que permita “obtener certeza sobre los hechos relevantes”. Además, los obligados tributarios
cumplirán su deber de probar si designan de modo concreto los elementos de prueba en poder de
la Admón. tributaria. No obstante, esta regla se ve matizada:
1. Por un lado, por la inexistencia de non liquet 47 : aunque no exista prueba, la autoridad
administrativa debe decidir sobre la cantidad a pagar (exactamente la que resulte de la
47
Non liquet. Imposibilidad de que el órgano se pronuncie
aplicación de la Ley). Por ello, la admón. no puede desconocer los hechos que favorezcan
al contribuyente, aunque no se hayan probado.
2. Por otro lado, por el principio de facilidad probatoria: la admón. debe probar los hechos,
aunque éstos favorezcan al obligado.
En lo que se refiere a los medios y valoración de la prueba, el art. 106.1 LGT se remite al CC
(que en la actualidad se ocupa sólo de los documentos públicos y privados) y a la LEC 1/2000
(contiene los restantes medios probatorios usados generalmente en el proceso civil: interrogatorio
de las partes, dictamen de peritos, reconocimiento judicial, etc). El art. 299.3 LEC declara admisible
cualquier otro medio de prueba que permita obtener “certeza sobre los hechos relevantes”,
consagrando así la regla de no limitación de los medios de prueba, igualmente aplicable por regla
general en el ámbito del procedimiento tributario (es decir, no prueba tasada, salvo que legalmente
se establezca lo contrario, como sucede por ejemplo con los requisitos formales como facturas
para la deducibilidad de gastos. Aun con todo, incluso en los casos de prueba tasada dicha
taxatividad “se dulcifica”). Destacar que es necesario probar datos de ejercicios prescritos que
puedan tener efectos sobre ejercicios presentes (Art.106.4).
Los medios más habituales de prueba son: autoliquidaciones; diligencias y actas de inspección
(naturaleza de documentos públicos y hacen prueba de los hechos que motiven su formalización,
salvo que acredite lo contrario: se presumen ciertas salvo prueba de la concurrencia de error de
hecho); declaraciones de terceros (requiere ratificación y prueba del tercero); documentos
mercantiles (en especial las facturas) y contabilidad (prioritario en impuestos formales); Registros
Públicos (hacen prueba de los datos registrados).
Por su parte, los arts. 107 y 108 LGT regulan el valor probatorio de las diligencias y de las
presunciones, respectivamente:
- Las diligencias son documentos redactados por los funcionarios que instruyen el
procedimiento de inspección, de simple constancia de hechos. Tienen naturaleza de
documentos públicos y hacen prueba de los hechos que motiven su formalización, salvo
que se acredite lo contrario. Además, los hechos contenidos en las diligencias y aceptados
por el obligado tributario objeto del procedimiento, así como sus manifestaciones, se
presumen ciertos y sólo podrán rectificarse por éstos mediante prueba de que incurrieron en
error de hecho.
- Las presunciones legales (establecidas por las normas tributarias) con carácter general
son iuris tantum; es decir, pueden destruirse mediante prueba en contrario; excepto en los
casos en que una norma con rango de Ley expresamente lo prohíba. A continuación
establece dos:
5. Las notificaciones
Se harán conforme a las reglas contenidas en los arts. 110-112 LGT, que repiten lo previsto en el
art. 59 LRJPAC, con pequeñas modificaciones: cuando se trate de procedimientos iniciados a
solicitud del interesado, la notificación se practicará en (orden de preferencia) el lugar señalado a
tal efecto en el documento de inicio por el obligado tributario o su representante o, en su defecto,
en el domicilio fiscal de uno u otro. En los procedimientos iniciados de oficio, podrá practicarse
(criterio alternativo) en el domicilio fiscal del obligado tributario o su representante, en el centro de
trabajo, en el lugar donde se desarrolle la actividad económica o en cualquier otro adecuado a tal
fin.
En los casos en los que no sea posible entregar la notificación al destinatario por los medios
normales, la ley contempla la posibilidad de notificación por edictos o por comparecencia. Para ello
será necesario, en primer lugar, realizar dos intentos de notificación en el domicilio fiscal o en el
designado por el interesado a efectos de notificaciones (salvo cuando el destinatario conste como
desconocido en dicho domicilio o lugar, en cuyo caso será suficiente un solo intento). Producido
este doble intento de contacto personal, se pasará a notificación pública mediante anuncios en los
boletines oficiales (BOE, BOCA) o tablones de anuncios de las oficinas de la Admón. tributaria en
los términos detallados en el art. 112 LGT.
El domicilio fiscal
Art. 48 LGT: “El domicilio fiscal es el lugar de localización del obligado tributario en sus relaciones
con la Administración tributaria”.
Es decir, que tiene un sentido instrumental respecto al lugar donde realizar la práctica de las
notificaciones.
Se distingue según se trate de personas físicas, personas jurídicas o entes sin
personalidad jurídica, será domicilio fiscal:
Respecto del cambio de domicilio fiscal el art. 48.3 LGT dispone lo siguiente:
“Los obligados tributarios deberán comunicar su domicilio fiscal y el cambio del mismo a la
Administración tributaria que corresponda, en la forma y en los términos que se establezcan
reglamentariamente. El cambio de domicilio fiscal no producirá efectos frente a la
Administración tributaria hasta que se cumpla con dicho deber de comunicación, pero ello no
impedirá que, conforme a lo establecido reglamentariamente, los procedimientos que se hayan
iniciado de oficio antes de la comunicación de dicho cambio, puedan continuar tramitándose por el
órgano correspondiente al domicilio inicial, siempre que las notificaciones derivadas de dichos
procedimientos se realicen de acuerdo con lo previsto en el artículo 110 de esta ley”.
Preguntas
1.- La Sociedad X, que tiene por objeto social el envasado y venta de aceites de oliva, está
considerando realizar una inversión en la implantación en su cadena de fabricación de un
envase que permitiría una dosificación más cómoda. Pero duda si puede acogerse al
beneficio fiscal previsto en la Ley del Impuesto sobre Sociedades para inversiones de
investigación y desarrollo por lo que plantea una consulta escrita en el plazo previsto
reglamentariamente a la Administración Tributaria, que contesta en sentido afirmativo.
Un año más tarde, la Administración tributaria inicia un procedimiento de inspección contra
la Sociedad X alegando la improcedencia del beneficio fiscal para inversiones de
investigación y desarrollo como consecuencia de la existencia de varias Sentencias de la
Audiencia Nacional posterior a la contestación a la consulta en la que se exige como
presupuesto ineludible para la aplicación de dicho beneficio fiscal la innovación en el
producto resultante de la inversión, lo que no se producía en el caso de la Sociedad X, ya
que el envase existía en el mercado, aunque no se usara en los productos relativos al aceite
de oliva.
a) ¿Se encuentra en este caso vinculada la Administración al contenido de su
contestación a la consulta?
En cualquier caso, la contestación a las consultas tributarias escritas tendrá efectos vinculantes
respecto del consultante y de otros contribuyentes en la misma situación, aunque debemos aclarar
que el carácter vinculante se restringe a los órganos encargados de la aplicación de tributos y
nunca sobre tribunales económico-administrativos (órganos de resoluciones en vía de revisión).
Contra la contestación no cabe recurso alguno, sin perjuicio del que pueda plantearse respecto
del acto administrativo posterior en el que se aplique el criterio expresado en la misma.
Una de las ventajas de seguir el criterio de la Administración es que, aunque después desaparezca
dicha vinculación, no se podrá iniciar un procedimiento sancionador contra el contribuyente. Así,
por aplicación del art. 179.2.d) LGT, en este caso no habría culpabilidad porque se ha actuado con
la diligencia debida (no existe sistema de responsabilidad objetiva) y por tanto no se podrá imponer
dicha sanción.
Si cambiaria, en primer lugar, porque en todo caso hay que respetar la jurisprudencia y, el hecho
de que fuera anterior, dejaría sin efecto vinculante la contestación de la Administración. En
segundo lugar, porque estaríamos en el art. 89.1 párrafo segundo, porque para que opere ese
efecto vinculante no se pueden omitir datos relevantes frente a la AT. La AT no estaría vinculada
porque no conocía correctamente los antecedentes a tener en cuenta en el caso. Además, aquí si
que podría entrar en juego la sanción.
Nos encontramos ante un supuesto de información con carácter previo a la transmisión de bienes
inmuebles recogido en el art. 90 LGT en el cual se ofrece la posibilidad consultar previamente a la
Administración sobre el valor a efectos fiscales del bien inmueble que se pretende transmitir. Dicha
consulta se formulará ante la Administración encargada de la gestión del tributo, por escrito e
indicando los datos de hecho y circunstancias relevantes del inmueble cuya valoración se solicita,
así como el valor que el propio interesado cree que tiene (en este caso el del agente inmobiliario).
La Administración deberá responder indicando el valor fiscal del inmueble. Dicha información
tendrá efectos vinculantes para la misma durante el plazo de 3 meses, contados desde la
notificación del interesado, siempre que la solicitud se haya formulado con carácter previo a la
finalización del plazo para presentar la correspondiente autoliquidación o declaración.
Así, la vinculación se producirá siempre que se hayan proporcionado los datos suficientes para que
la Administración Tributaria pueda emitir un juicio, lo que impedirá una valoración posterior. Por lo
tanto, entendiendo que se cumplen estos requisitos, podemos afirmar que dicha valoración vincula
a la Administración durante ese plazo de 3 meses.
Por otra parte, la falta de contestación no implicará la aceptación del valor que, en su caso, se
hubiera incluido en la solicitud del interesado (art. 90.3 LGT). ¿Cambia la respuesta?
3. La sociedad X residente en España quiere comprarle a uno de sus socios una patente de
difícil valoración. ¿Qué le aconsejaría hacer con la finalidad de obtener seguridad en
relación con el valor de compra de la patente a efectos de la tributación en IS e IVA que se
producirá como consecuencia de dicha adquisición? Explique también las repercusiones
que tendría el descubrimiento de una patente competidora en Francia que provoque la caída
del valor de la primera a la mitad.
Para hacer efectivo el principio de seguridad jurídica, especialmente en los casos en los que las
valoraciones de los bienes son especialmente difíciles, las sociedades hacen uso de los acuerdos
previos de valoración (art. 91 LGT) para llegar a un acuerdo sobre la misma con la Administración
Tributaria a efectos de cumplir debidamente con sus obligaciones. Así pues, nuestra
recomendación pasaría por que realizasen dicho acuerdo con la Administración Tributaria con el
objeto de determinar con carácter previo y vinculante la valoración a efectos fiscales de dicha
patente. De esta manera, y una vez hubiese contestado la Administración, ésta quedaría vinculada
por un plazo máximo de 3 años.
En cualquier caso, debemos acudir a las normas específicas de cada tributo para completar la
regulación de dichos acuerdos. Así, la normativa sobre el IS, establece en su art. 16.7 TRLIS, que
en aquellos casos en los que se produjera una variación significativa de las circunstancias
económicas existentes, como ocurre en este caso con el descubrimiento de una patente
competidora, la Administración tiene la capacidad de cambiar el acuerdo, independientemente de
que hubiera transcurrido ese plazo de 3 años anteriormente señalado.
En este caso, la falta de contestación por parte de la Administración implicaría la aceptación de los
valores propuestos por el obligado tributario (silencio positivo), aunque la normativa concreta de
cada tributo puede variarlo, como de hecho ocurre con el IS, en el que el silencio se entiende
negativo.
Los acuerdos no son recurribles. Los obligados tributarios podrán interponer recurso contra el
acto o actos administrativos que se dicten posteriormente en aplicación de las valoraciones
incluidas en el acuerdo, pero únicamente y exclusivamente por las causas de nulidad de los
contratos.
Existen determinados obligados tributarios que, por su posición económica o por razón de su
trabajo, manejan información respecto de terceras personas (por ejemplo, los bancos o entidades
de créditos), y esa información puede ser transmitida a la Administración Tributaria. De hecho, la
Administración obtiene la información principalmente a través de dos fuentes: por suministro (es la
información obtenida a través de los obligados cíclicos, los retenedores… Es impuesta por la
norma general sin necesidad de requerimiento expreso) y por captación (requerimientos
individualizados del art. 93 LGT).
Así, los órganos de inspección o recaudación (no los de gestión), podrán solicitar a estos terceros
datos que en todo caso han de tener trascendencia tributaria, es decir, dichos datos deben ser
susceptibles de generar consecuencias jurídicas directas o indirectas en la aplicación de los
tributos. Para ello no es necesario que se haya iniciado un proceso de inspección tributaria. En
cualquier caso, habrá que estar al principio de proporcionalidad atendiendo al fin de la investigación
tributaria y a la protección de la intimidad de los sujetos.
Nos encontramos entonces ante el problema jurídico de los límites del deber de información y de
colaboración. En este sentido, debemos señalar que el secreto bancario no constituye por si mismo
un límite al deber de colaboración, por lo que, en principio, el banco esta obligado a suministrar,
con carácter genérico cierta información (art. 93.3 LGT). Respecto del secreto profesional, éste
podrá invocarse por razones de conocimiento en el ejercicio de su profesión, aclarando que nunca
podrán ampararse en el secreto profesional para impedir la comprobación de su propia situación
tributaria (art. 93.5 LGT). Por último, se contrapone aquí también el derecho a la intimidad que, en
cualquier caso deberá ser ponderado con el deber de contribuir para establecer hasta que punto su
injerencia se encuentra justificada (no arbitraria y referida a datos estrictamente patrimoniales:
movimientos bancarios por cantidades y no por conceptos; facturas médicas por sus importes y no
con detalles de la operación).
En cualquier caso, si esa información que requiere la AT ya ha sido requerida con anterioridad, ya
está en su poder por lo que puede ser denegada por la entidad de crédito.
En resumen, el banco esta obligado a aportar la información, es decir, el banco esta obligado a
suministrar con carácter genérico información, porque es relevante para la aplicación de los tributos
(art. 93.1 c) LGT), con el único límite de que no se puede requerir información que ya obre en
poder de la Administración Tributaria (el banco podría denegársela puesto que ya obra en su
poder).
1. La primera de ellas viene dada por el fallo de la misma, el cual establece que la obligación
de suministrar a la Administración tributaria datos ajenos con trascendencia tributaria
alcanza a cualquier persona, a quienes los tengan por sus relaciones económicas,
profesionales o financieras con otras personas. Señala la Sala que, además, existe un
deber general de información y colaboración con la Administración tributaria que tiene
sustento constitucional, que está legalmente regulado y que debe ser interpretado y
aplicado respetando otros valores y principios constitucionales, lo que obliga, de un lado, a
una adecuada exégesis de las condiciones para su cumplimiento y, de otro, a la
permanente presencia del principio de proporcionalidad que debe presidir toda decisión que
se adopte a este respecto. Pero sin que ello suponga mantener un criterio restrictivo y
estricto que excluya de la información tributaria debida los datos que, teniendo
trascendencia tributaria, procedan de relaciones que afectan solo indirectamente a los
obligados. Por lo que, en la medida en que dichos datos tengan trascendencia tributaria,
deberán ser suministrados a la Administración.
Así, la Sala concluye que el centro comercial X, en tanto que obligado a suministrar datos
ajenos con trascendencia tributaria a la Administración, debe cumplir con su deber de
información y colaboración suministrando los datos requeridos.
2. Por otra parte, existe un voto particular que establece que conforme a la jurisprudencia del
Tribunal Supremo, sólo podría considerarse suficientemente motivado el propio
requerimiento si los datos solicitados tuvieran per se trascendencia tributaria, sólo en este
caso resultaría suficiente la mera mención objetiva de los elementos de información que se
demandan y de las normas que fundamentan el requerimiento. Afirman que se trata de un
requerimiento sumamente escueto, al que a su falta de justificación se le unen su
generalidad y falta de concreción y que adolece además de un carácter indiscriminado y no
selectivo como mecanismo de recopilación generalizado de carácter masivo que lo
convierte en una decisión voluntarista sin la adecuada justificación y, por ello, sin aparo en
el marco normativo al que debería haberse sometido, más teniendo en cuenta el elevado
número de clientes de la entidad afectada y sus numerosos establecimientos.
Este segundo punto de vista coincide pues con la argumentación dada por el centro
comercial X y establece que las circunstancias del caso demandaban en todo caso la
necesidad de una explicación y una justificación que no constan en dicho requerimiento, al
que tachan de meramente formulario, pues entienden que bajo ningún caso puede admitirse
que los datos referidos tuvieran per se, es decir, sin dicha justificación, trascendencia
tributaria. Por lo que, a su juicio, era preciso una justificación que pusiera de manifiesto la
relación entre los datos solicitados y su aplicación en el concreto ámbito impositivo para el
que se solicitó.
Sí debe en virtud de lo dispuesto por el art. 136.2b) LGT que permite a la Administración realizar un
“examen de los datos y antecedentes en poder de la Administración tributaria que pongan de
manifiesto la realización del hecho imponible o del presupuesto de una obligación tributaria, o la
existencia de elementos determinantes de la misma no declarados o distintos a los declarados por
el obligado tributario”.
La Administración siempre debe sujetarse a la ley, luego debe tener en cuenta todos aquellos datos
que sean relevantes para la determinación de la obligación tributaria (principio inquisitivo). Por ello,
es irrelevante que dichos datos puedan beneficiar o perjudicar al contribuyente, siempre que los
conozca y deba aplicarlos a la obligación tributaria.
7. El Ayuntamiento de Alcorcón realiza una liquidación por el Impuesto sobre el Incremento
de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana que tiene como contribuyente al señor X,
residente en el municipio. El 3 de agosto de 2015 un agente acude al domicilio del señor X a
notificarle dicha liquidación, comprobando que no hay nadie en la casa. Al día siguiente, el
agente vuelve a intentarlo sin éxito. El 8 de agosto, la Agencia procede a publicar dicha
información mediante edicto en el Boletín Oficial local. Cuando el señor X llega de
vacaciones el 1 de septiembre, encuentra los dos avisos en el buzón y descubre con
asombro que el plazo de 10 días para presentar alegaciones ha concluido. Preocupado
acude a usted en busca de ayuda. (Consulte la sentencia del TSJ de Cataluña 468/2014, de
29 de mayo de 2014).
Nos encontramos ante un caso de notificación en un procedimiento iniciado de oficio que, conforme
al art. 110.2 LGT podrá practicarse en el domicilio fiscal del obligado tributario o su representante,
en el centro de trabajo, en el lugar donde se desarrolle la actividad económica o en cualquier otro
adecuado a tal fin.
En los casos en los que no sea posible entregar la notificación al destinatario por los medios
normales, la ley contempla la posibilidad de notificación por edictos o por comparecencia. Para ello
será necesario, en primer lugar, realizar dos intentos de notificación en el domicilio fiscal o en el
designado por el interesado a efectos de notificaciones (salvo cuando el destinatario conste como
desconocido en dicho domicilio o lugar, en cuyo caso será suficiente un solo intento). Producido
este doble intento de contacto personal, se pasará a notificación pública mediante anuncios en los
boletines oficiales (BOE, BOCA) o tablones de anuncios de las oficinas de la Admón. tributaria en
los términos detallados en el art. 112 LGT.
El problema en este caso, según el TSJ de Cataluña es el hecho de que las notificaciones tuvieron
lugar los días 3 y 4 de agosto de 2015, esto es, en un periodo marcadamente estival. Así, cree el
Tribunal que si la voluntad real en el intento de notificación es que el acto administrativo llegue a
conocimiento del interesado y afectado, y el primer intento se produce en el mes de agosto y éste
se encuentra ausente, lo correcto y ajustado al espíritu de la norma que obliga a realizar dos
intentos de notificación es que ese segundo intento se produzca no el día siguiente al ser el mes de
agosto el mes de vacaciones por antonomasia sino esperar a septiembre para practicar el segundo
intento. Por lo que la Sala entiende que el segundo intento de notificación durante el mes de agosto
cuando el primer intento resultó infructuoso por encontrarse ausente es cumplir una mera
formalidad que le ha privado al administrado de su constitucional derecho de defensa.
Entendemos pues que, en virtud de la doctrina expuesta por dicha Sala, el segundo intento de
notificación no se ha producido correctamente, lo que deja sin efecto la publicación de dicha
información en el Boletín Oficial local y devuelve al señor X el derecho a defenderse del que había
sido privado.
LECCIÓN 13. LA GESTIÓN TRIBUTARIA
Es tradicional distinguir entre gestión y resolución de reclamaciones, entendiendo por gestión todo
tipo de actuaciones previas a la resolución (liquidación). Además, dentro de la fase de gestión,
puede diferenciarse entre gestión en sentido estricto (tramitación ordinaria de expedientes) e
inspección (investigan datos desconocidos y comprueban datos conocidos). En realidad, ambas
tienen una única finalidad: hacer efectiva la liquidación aplicando correctamente los tributos
(determinar la deuda tributaria a recaudar).
Por otro lado, conviene resaltar que muchos de los procedimientos de gestión en realidad son
simples actuaciones: dentro de la gestión existen muchos sub-procedimientos, muchos de los
cuales no son procedimientos en sentido estricto.
Los procedimientos de gestión son los que se desarrollan a partir de la recepción y tramitación de
las declaraciones, autoliquidaciones o solicitudes de los sujetos pasivos y demás obligados
tributarios.
El desarrollo de este precepto por parte del RGI contiene una clasificación de los procedimientos y
actuaciones de gestión dividida en varios grupos:
Las autoliquidaciones son actos que impone la ley a los particulares en los que éstos, como
obligados tributarios, declaran la realización del hecho imponible ante la AT poniendo en
conocimiento de la misma no sólo que ha realizado el hecho imponible con todos los datos fácticos
sino que califica los hechos, interpreta la norma y realiza el ingreso.
Es una declaración en la que el obligado comunica a la Admón. la realización del hecho imponible y
realiza la calificación y cuantificación necesarias para liquidar el tributo (determinar e ingresar el
importe de la deuda tributaria o, en su caso, determinar la cantidad a devolver o compensar). Es
decir, es una declaración-liquidación, ya que, además de manifestar los hechos relevantes para la
aplicación de los tributos, el obligado realiza una liquidación provisional (la liquidación definitiva
será realizada siempre por la Admón.): en el mismo formulario incluye el resultado de las
operaciones de calificación y cuantificación necesarias para calcular el importe de la deuda
tributaria. El resultado de la autoliquidación podrá ser una cuota positiva (a ingresar) o negativa (a
devolver), o bien, una cantidad a compensar. Así, es un cálculo48 que puede ser revisado por la
Admón. Puede ser objeto de un procedimiento de comprobación (verificación de datos,
comprobación limitada, comprobación de valores) o de una inspección tributaria.
48
En aplicación de normas. Por tanto, cabe error de Derecho, sin culpabilidad. Por eso es capital diferenciar los hechos de la liquidación.
Es el modo predominante de aplicación de los tributos, y en todo caso, el utilizado en las figuras
más importantes del sistema tributario estatal (IRPF, IS, IVA). No obstante, no siguen el régimen de
autoliquidación los aranceles aduaneros, el IVA a la importación, el ISD salvo opción expresa y los
impuestos locales (IBI en todo caso, el resto sino se dispone lo contrario por Ordenanza).
2.3. Otras formas de iniciación del procedimiento: la iniciación de oficio y el régimen jurídico
de la denuncia pública
El art. 118 LGT dice, en su apartado c), que la gestión tributaria se iniciará de oficio por la
Administración tributaria. El contenido de ésta se precisa en el art. 87.3 RGI que, entre otras
cosas, dice que requerirá acuerdo del órgano competente para su inicio, por propia iniciativa, como
consecuencia de orden superior o petición razonada de otros órganos. Además, la iniciación del
procedimiento, se realizará mediante comunicación que deberá ser notificada al obligado tributario
o mediante personación.
49
Aunque sea una servilleta. Además, también caben declaraciones verbales, en virtud del art. 119.2 LGT, a cuyo tenor literal:
“Reglamentariamente podrán determinarse los supuestos en que sea admisible la declaración verbal o la realizada mediante cualquier
Son extemporáneas (fuera de plazo) y se devenga el recargo del art. 27 LGT (ver lección de
recaudación: según si el retraso es de hasta 12 meses, sólo hay recargos gradualmente
creciente según aumenta los trimestres retrasados y no hay intereses de demora, a partir de
entonces sí que los habrá; pero en ningún caso habrá sanción-aunque para el profesor el
recargo en sí ya constituyen sanción; a pesar de que el TC mantiene que no lo son, ya que
no sigue un procedimiento sancionador-). Tienen la función de fomentar la declaración
voluntaria por parte de los contribuyentes. Sólo se admiten aquellas que tengan cuantías
superiores a las inicialmente declaradas (es decir, sólo valen si con ellas aumenta la
obligación tributaria).
Son las que se presentan fuera del plazo sin requerimiento previo de la Admón. Tributaria y se
refieren a la misma obligación tributaria y periodo que otra presentada con anterioridad, incluyendo
nuevos datos o modificando parcialmente su contenido, determinando un menor importe a ingresar
(o mayor a devolver) que el previamente autoliquidado.
- Procedimiento (126 – 130 RGGI): podrá presentarse la rectificativa en los 4 años siguientes
desde la finalización del periodo voluntario de pago de la autoliquidación que se rectifica.
- El plazo máximo para notificar la resolución de este procedimiento es de 6 meses que, si
estima la devolución reconocerá ID por ingreso indebido desde el día en que éste se
produjo fasta que se acuerde el pago (32.2 LGT). En otro caso, silencio negativo.
4. Los procedimientos
de comprobación
de gestión
tributaria:
4.1. Procedimiento
iniciado mediante
declaración (no
tiene mucho sentido)
4.2. El procedimiento
de verificación de
datos (art. 131-133
LGT)
Es un procedimiento superficial, no exhaustivo, que cabe siempre que no se traten de actividades
económicas desarrolladas por el contribuyente (actividades empresariales o profesionales). En
muchas ocasiones se realiza “sin intervención humana”, es decir, se realiza por el cruce de datos
informáticos (los datos que da el obligado en su autoliquidación y los datos que tiene la AT).
La forma normal de terminación es una liquidación PROVISIONAL en el sentido de que puede ser
rectificada por otras liquidaciones posteriores consecuencia de otros procedimientos de
investigación o comprobación. Sin embargo, existen otras formas de terminación recogidas en el
art. 133 LGT:
Procede en supuestos donde se utilicen valores que no se hayan publicado con carácter oficial
(mediante reglamentos, orden ministerial, etc.) por la propia Administración. Se trata entonces de
un procedimiento mediante el cual la Administración Tributaria podrá proceder a la comprobación
de valores salvo que el obligado hubiera utilizado valores publicados por la propia Administración.
Así, cuando la Administración Tributaria discrepe del valor que un obligado tributario ha otorgado a
un determinado bien objeto de tributo, podrá proceder a la revisión de dichos valores mediante los
procedimientos recogidos en el art. 57 LGT.
Aunque aparece regulado en la LGT en los art. 134 y 135 como un procedimiento autónomo, en la
práctica este procedimiento normalmente se incardina, como un expediente, en otro de verificación
de dados o comprobación limitada. Esto no quiere decir que dicho procedimiento no pueda iniciarse
de manera autónoma, aunque es cierto que no es lo habitual.
En cualquier caso la AT debe justificar su no conformidad con el valor dado por el obligado
tributario además de elaborar una propuesta de valoración. Debe existir también un procedimiento
de alegaciones que permita participar y escuchar al obligado tributario. Una vez finalizado dicho
trámite la Administración procederá a realizar la valoración motivada.
Debemos tener en cuenta que, cuando el obligado tributario esté en desacuerdo con esta
valoración motivada podrá, o bien impugnar la liquidación como tal (no puede interponer recurso o
reclamación independiente contra la valoración, pues esta suele formar parte de otro procedimiento
de comprobación), o bien promover la tasación pericial contradictoria (lo que resulta, en todo
caso, recomendable).
Así, señala el art. 135 LGT que esta tasación pericial contradictoria (TPC) deberá promoverse
dentro del plazo de impugnación contra la liquidación derivada de la aplicación del valor
comprobado o contra la fijación de este mismo. El art. 135.1 LGT precisa que la solicitud debe
presentarse dentro del plazo del primer recurso o reclamación (tiene sentido como reacción contra
decisiones judiciales que habían admitido la proposición de contradictorio en recursos posteriores).
Pero además, añade que en los casos en que la normativa propia del tributo así lo prevea, el
interesado podrá reservarse el derecho a promover la TPC con la simple denuncia de los defectos
u omisiones de la notificación de la valoración en un recurso de reposición o en una reclamación
económico-administrativa.
Ambos casos (la presentación de la solicitud de TPC, o la reserva del derecho a promoverla),
determinan la suspensión de la ejecución de la liquidación y del plazo para interponer recurso
o reclamación contra la misma, lo que resulta del todo beneficioso para el obligado tributario.
- Si la tasación propuesta por éste último no se diferencia de la propuesta por el perito de las
Admón. en más de 120.000 € en cantidades absolutas, y el 10% en porcentaje, será ella la que
se tome como base para la liquidación.
- Si la diferencia fuese superior, se nombrará a un tercer perito, cuya valoración será la
definitiva, sin que pueda sobrepasar el valor señalado inicialmente por la Admón. en su
comprobación (límite superior), ni rebajar los del valor declarado (operando como un árbitro).
Lo primero sería una reformatio in peius; lo segundo, ir contra los propios actos del obligado y
de la regla general de que el valor comprobado no podrá ser inferior al declarado50.
Se configura como una comprobación limitada frente a la comprobación amplia o inspección, pero
con un poco más de potestad que la mera verificación de datos (facultades de comprobación más
amplias). Así los derechos de contribución de los obligados tributarios pueden verse más
afectados, pero también es cierto que las garantías de éstos son mayores, pues lo que se investiga
mediante este procedimiento no puede volver a ser investigado. La Administración Tributaria podrá
comprobar los hechos, actos, actividades, explotaciones y demás elementos de la obligación
tributaria mediante:
Sin embargo, la Admón. Tributaria NO puede hacer uso de las siguientes facultades en este
procedimiento:
50
Ej: en la declaración el obligado tributario valora una casa por 200.000 euros. En el procedimiento de comprobación de valores, la
Admón lo valora por 400.000. Como la diferencia es mayor a 120.000 en valor absoluto, y del 10% en porcentaje, se acude a la TPC,
nombrando un tercer perito. (Si la valoración de la Admón hubiese sido 205.000 euros, como no difiere de la valoración del obligado en
más de 120.000 en valor absoluto, ni del 10%, la valoración final es la propuesta por el obligado inicialmente).
El procedimiento se inicia de manera similar al del procedimiento de verificación de datos, con la
única diferencia de que, en este caso, el procedimiento se puede iniciar aun cuando el obligado
tributario no hubiere presentado autoliquidación (el resto de supuestos coinciden). Se inicia pues,
de oficio mediante notificación de inicio con la naturaleza y alcance del objeto de la comprobación,
así como derechos y obligaciones; o directamente mediante notificación de inicio junto a la
propuesta de liquidación cuando la Admón. tenga datos suficientes para ello.
Las formas de iniciación se encuentran en el art. 137 LGT, la tramitación del mismo en el art. 138
LGT y lo referente a la terminación del procedimiento en el art. 139 LGT. El procedimiento de
tramitación vuelve a ser sencillo: tras la propuesta de liquidación se abre el trámite de alegaciones,
donde se admite proposición de pruebas y, una vez finalizado éste, la Administración practica la
liquidación provisional motivada que podrá fin al procedimiento.
Como vemos en el art. 139 LGT, las formas de terminación del procedimiento son las siguientes:
En este último caso es muy importante que, a diferencia de lo que ocurría en el procedimiento
anterior, la resolución administrativa que pone fin al procedimiento debe incluir, al menos, el
contenido recogido en el art. 139.2 LGT:
Y este contenido es obligado por lo que establece el art. 140 LGT, que contiene una garantía muy
importante del contribuyente, regula el efecto preclusivo, que significa que hay determinados
elementos sobre los que la AT no va a poder volver (mediante procedimientos iguales o similares al
que se han realizado). Si que podrá volver, según el art. 140 LGT, si se descubren nuevos hechos
que resulten de actuaciones distintas. Además, los hechos y elementos sobre los que el obligado
tributario haya prestado conformidad expresa no pueden ser impugnados a no ser que se pruebe
que se incurrió en error de hecho.
Estos hechos los puede poner en conocimiento de la Administración mediante denuncia pública
pues, el art. 114 LGT admite la denuncia pública sobre hechos o situaciones que puedan ser
constitutivos de infracción tributaria o, más en general, que puedan tener trascendencia tributaria.
Sin embargo, ello no iniciará automáticamente el procedimiento de comprobación, pues la denuncia
pública no se encuentra contemplada entre las formas de iniciación del procedimiento: de oficio y a
instancia del particular (art. 98 LGT).
De hecho, una vez recibida la denuncia, la Administración podrá acordar su archivo si la considera
infundada o no suficientemente precisa o bien iniciar actuaciones que podrán acabar con la
apertura del procedimiento, entendiendo que éste se considerará iniciado de oficio.
Así, según el art. 114.2 LGT, el procedimiento se iniciará en todo caso cuando la Administración lo
acuerde si existen indicios suficientes de veracidad de los hechos imputados y estos son
desconocidos por la Administración. En cualquier caso, ni la denuncia formará parte del expediente
administrativo de dicho procedimiento ni el denunciante tendrá la condición de interesado. Así, el
denunciante tampoco será informado del resultado del procedimiento ni se encontrará legitimado
para interponer recursos y reclamaciones contra dicha resolución (art. 114.3 LGT). Por lo que, en
consecuencia, el Señor A, en calidad de denunciante, no se encuentra legitimado para participar el
dicho procedimiento.
Esta no es la vía correcta pues, en el caso de que un contribuyente, una vez presentada la
autoliquidación, considere que ésta es contraria a sus intereses, en lugar de realizar una
autoliquidación complementaria (art. 122.2 LGT) como hace el sujeto, debe instar o solicitar un
procedimiento especial que el procedimiento de rectificación de autoliquidaciones (art. 120.3 LGT)
Casos en los que cabe presentar una autoliquidación complementaria (art. 22 LGT). Cuando esta
se presenta antes de que la AT haya realizado algún procedimiento tendente a realizar alguna
comprobación nos encontramos ante una autoliquidación si bien extemporánea, también es
espontánea, lo que supone un beneficio para el que la realiza: no se le pueden imponer sanciones
ni se le cobrarán intereses de demora (pues el mismo, por su propia voluntad soluciona una
situación que perjudicaba a la Administración).
En esto casos, el contribuyente deberá esperar que se inicien de oficio o bien un procedimiento de
verificación de datos (arts. 131 a 133 LGT), en la medida en la que son comprobaciones
superficiales sobre los datos declarados o bien, también por parte de la AT un procedimiento de
comprobación limitada (arts. 137 a 139 LGT).
Respecto del primero, debemos señalar que su iniciación (artículo 132) se produce mediante
requerimiento al sujeto para que aclare las discrepancias observadas (presentará las aclaraciones
o presentará los datos pedidos), esto es, se inicia de oficio por la administración. En los casos en
que la administración esté en condiciones de de llegar al cálculo correcto sin necesidad de ulterior
colaboración se abriría directamente una propuesta de liquidación (declaración paralela). Es un
procedimiento de comprobación muy leve y por tanto dará como resultado un liquidación
provisional (están dictadas bajo reserva de comprobación). En este caso, la administración
tributaria podría iniciar un procedimiento de verificación de datos para devolverle el dinero.
Art. 122. 2 LGT: “Las autoliquidaciones complementarias tendrán como finalidad completar o
modificar las presentadas con anterioridad y se podrán presentar cuando de ellas resulte un
importe a ingresar superior al de la autoliquidación anterior o una cantidad a devolver o a
compensar inferior a la anteriormente autoliquidada. En los demás casos, se estará a lo dispuesto
en el apartado 3 del artículo 120 de esta ley.”
Una vez que la Sra. J ha comparecido, el funcionario del cuerpo de gestión le pide además
que aporte sus libros profesionales de ingresos y gastos, pues, según dicho funcionario le
informa, de los datos que Hacienda tiene en su poder se derivan algunos ingresos no
declarados.
El artículo 136.2 LGT establece una relación de los medios o actuaciones a que se puede recurrir
en el mismo:
La señora J esta obligada, según el art. 138.2 LGT a comparecer en el lugar (aunque por su
discapacidad podría realizarse en su domicilio siempre que prestara su consentimiento), día y hora
señalados, además de presentar la documentación requerida que, en virtud del art. 136. 2 LGT
será la siguiente: Las facturas de la obra de su casa, los justificantes de los donativos y el libro de
ingresos y gastos (pues no se encuentran incluidos dentro de la contabilidad mercantil a que se
refiere el citado artículo. Sin embargo, la Administración Tributaria no puede aquí solicitar a la
entidad X dichos movimientos de cuentas porque el secreto bancario sólo puede ser vulnerado en
los procedimientos de inspección y recaudación (art. 163.3 RGI) y no en uno de comprobación. Lo
que si que podría hacer es pedir a la entidad que los verifique o solicitárselos directamente al
obligado tributario.
Por último, respecto de la comprobación en el domicilio de la señora J, debemos señalar que las
facultades de los organismos gestores no alcanzan en ningún caso a poder vulnerar la
inviolabilidad del domicilio.
En este caso, el procedimiento ha caducado al haber transcurrido los 6 meses. Considerando que
el procedimiento se inició según lo establecido en los citados artículos, la única duda que nos
podría suscitar el procedimiento es a efectos de caducidad y prescripción.
La terminación del procedimiento se produce por caducidad, si se supera el plazo de seis meses.
En ese caso, podrá abrirse un nuevo procedimiento dentro del periodo de prescripción. Desde la
notificación el 20 de febrero de 2011 hasta que se produce la notificación el 26 de agosto han
pasado los 6 meses de caducidad.
Así lo dispone el artículo 139.1.b) LGT:
A tal efecto el artículo 104 LGT establece con carácter general el plazo de caducidad de 6 meses.
La notificación de la liquidación realizada serviría a efectos probatorios para la iniciación de otro
eventual procedimiento de comprobación limitada dentro del plazo de prescripción, conforme a lo
establecido en el 104.5 LGT. Por tanto, conservan la validez los actos realizados, lo que no
obstaría a iniciar una nuevo procedimiento. Pero no puede volver ha iniciarlo porque ha prescrito. A
efectos de la caducidad, no se considera para la interrupción de la prescripción.
La notificación no
interrumpe la prescripción, pero la deuda está prescrita la haber corrido la prescripción de 4 años.
Lo más relevante es que se incumple el plazo que tiene la admón. para resolver, pues tarda más
de 6 meses, por causas que no son imputables al obligado tributario, por lo que entraría en juego la
caducidad. Las consecuencias están recogidas en el art. 104.5 LGT:
▪ No se interrumpe la prescripción
▪ Todos los elementos de prueba conservan su validez, por lo que la Administración podrá
usarlos en otro procedimiento que sólo se podrá iniciar si no se ha ganado la prescripción
a) ¿Es posible que un mismo bien tenga distintas valoraciones a efectos de tributos
diversos?
Es perfectamente posible, porque muchas veces las normas de valoración cada tributo atienden a
conceptos distintos. De hecho así lo establece el art. 57.3 LGT cuando dice que las normas de
cada tributo regularán la aplicación de los medios de comprobación.
Por ello, dependiendo de la naturaleza de cada tributo, la valoración sigue un criterio dinámico o
más estático dando lugar a que un mismo bien sea valorado de forma distinta a efectos de diversos
tributos (principio de estanqueidad de las valoraciones).
El Sr. A dispone de varias vías de actuación. En primer lugar, puede interponer un recurso contra la
declaración de valor si esta ha sido realizada en un procedimiento autónomo de comprobación de
valores. Sin embargo, si ocurre como en la mayoría de los casos, dicho procedimiento es realizado
dentro de otro procedimiento de comprobación (limitada o de verificación de datos), lo que deberá
hacer el Sr. A es impugnar la liquidación resultante del procedimiento de comprobación en que la
comprobación de valores tuviera lugar, es decir, la liquidación hecha como causa de la valoración
realizada.
Por otra parte, el Sr. A podría plantear la tasación pericial contradictoria (art. 57.2 LGT) para
discutir el valor del bien objeto de tributación. A través de este procedimiento, que suspende la
ejecución de la liquidación, podrá hacer valor la tasación realizada por su amigo el perito.
Podría plantear la tasación pericial contradictoria (artículo 57.2 LGT) y el procedimiento del 134.3
LGT. También la impugnación del acto de liquidación de la AP que dice el valor. Si la AP no puede
hacerlo, también puedes discutir su motivación.
Si decide impugnar el acto, no podrá discutir su
valor, porque para ello está la tasación pericial contradictoria.
Puede:
▪ Acudir a la tasación pericial contradictoria que suspendería el acto.
▪ Puede pedir la impugnación del acto:
a) Se anula el acto y no hay más.
b) Pero si el acto está motivado, tiene derecho a reservar el derecho de tasación
pericial. Desde que se pide la tasación o se reserva, se suspende el acto.
▪ Puede acudir a la tasación pericial contradictoria y luego impugnar.
El señor A, debería haber pedido una solicitud de valoración dentro de los tres meses anteriores a
la compra (artículo 90 LGT).
En este caso podría instar la Tasación Pericial Contradictoria. No
puede impugnar la valoración, puede impugnar la liquidación hecha como causa de la valoración
realizada. La realización de la tasación Pericial contradictoria suspende la ejecución de la
liquidación. En este caso se impondría la tasación según lo previsto en el artículo 135.
a) ¿Qué tipo de liquidación se dicta como consecuencia de cada uno de los dos
procedimientos?
Son siempre liquidaciones provisionales, es decir que por su propia naturaleza no puede investigar
o comprobar todos los elementos de la obligación tributaria, por lo que pueden ser revisadas por
otros procedimientos posteriores. Solamente caben liquidaciones definitivas en el procedimiento de
inspección, porque si que puede comprobar todos los aspectos (la Administración tiene plenas
facultades de investigación y comprobación).
Los efectos derivados de la actividad de comprobación están regulados en el artículo 140.1 LGT en
el que se nos dice que no se podrá practicar una nueva regularización en relación con el objeto
comprobado salvo que en un procedimiento de comprobación limitada o inspección posterior se
descubran nuevos hechos o circunstancias que resulten de actuaciones distintas de las realizadas
y especificadas en dicha resolución.
La fijación de los hechos ha de estar precedida de una actividad de comprobación, de manera que
la liquidación que haya sido girada sobre la base de los hechos fijados no podrá ser revisada en
virtud de la aparición de nuevos datos que hayan sido descubiertos en otro procedimiento mediante
el empleo de medios o facultades probatoria distintas de los empleados en el procedimiento
original.
Juega el efecto preclusivo del procedimiento de comprobación limitada, podría procederse a una
nueva liquidación, pero es preciso que surjan nuevos hechos que resulten de actuaciones distintas.
Esta cuestión establece una vinculación sobre los hechos y el derecho. No sería posible que por
unos mismos hechos que fueron comprobados en un procedimiento de comprobación limitada no
puede dictar una nueva liquidación sobre el mismo hecho.
El TEAC encontró que existe una vinculación en cuanto al derecho, porque si esos mismos hechos
no pudieron ser objeto de sanción en el procedimiento de gestión, no cabría su calificación
infractora por el órgano de inspección. Ambos están vinculados por el derecho, la única diferencia
entre ellos es organizativa. Hasta ese punto llega el efecto preclusivo.
LECCIÓN 14. LA INSPECCIÓN TRIBUTARIA
Dentro de esta discrecionalidad, se crean los planes de inspección (art. 116 LGT), en los cuales se
confeccionan a los sujetos objeto de inspección, con criterios objetivos y con posibilidad de ser
conocidos por los propios sujetos a fin de garantizar las eventuales desviaciones de esta potestad.
Estos tienen carácter reservado, los criterios que lo informan son públicos (en ámbito estatal
publicación anual) sobre áreas o sectores de riesgo fiscal, aleatoriedad u otros pertinentes.
Luego
se establecen los planes operativos que se mantienen reservados, esto es puramente discrecional
en los cuales, la selección de los sujetos seleccionados para inspeccionar corresponde al órgano
competente cuya dirección se desarrolla el procedimiento y suele incorporarse una ficha de
selección.
2. El procedimiento inspector:
Los lugares para el desarrollo de los actos de Inspección serán donde determinen la Inspección en
cada caso:
Al término de las actuaciones de cada día que se hayan desarrollado en presencia del OT, el
actuario podrá señalar el lugar, día y hora para la reanudación.
Los resultados se documentan en
diligencia y se señalará la fecha, lugar y hora para la siguiente, que en caso de la obligación de
comparecer en las oficinas de la Administración, se le deberá comunicar con un mínimo de 10 días
de antelación.
Éstas quedan recogidas en los arts. 142-146 LGT. Los funcionarios encargados de la inspección
tienen carácter de agentes de la autoridad, a las que las autoridades públicas prestaran auxilio y
protección.
De manera singular, en relación con el desarrollo del procedimiento, la Inspección
tendrá, entre otras, las siguientes facultades:
Examen de documentos exigidos por la normativa tributaria, así como de todos los libros y registros
contables (incluida la contabilidad) y de los justificantes –en papel o electrónicos- de las
operaciones. Aquí se realizan actuaciones puramente documentales y burocráticas, que son
ordinarias de inspección.
Entrada en fincas, locales de negocio y demás establecimientos o lugares, en las condiciones que
reglamentariamente se determinen, en que se desarrollen actividades o explotaciones sometidas a
gravamen, existan bienes sujetos a tributación, se produzcan hechos imponibles o supuestos de
hecho de las obligaciones tributarias o exista alguna prueba de los mismos. En estos casos, se
deberá justificar que dicha forma de actuar es imprescindible; ya que estas actuaciones ya son más
bien propias de policías.
Precisiones:
Precisiones:
3. Examen de los movimientos de las cuentas bancarias: podrá solicitarse o bien a los
interesados o bien ser requerida directamente a la entidad bancaria, sin que sea necesario
notificar este requerimiento al obligado tributario.
4. Adoptar medidas cautelares (art. 146 LGT): Pueden ser adoptadas con el objeto de impedir
que desaparezca, destruyan o alteren las pruebas determinantes de la existencia o
cumplimiento de las obligaciones tributarias o que se niegue posteriormente su existencia o
exhibición. En cualquier caso:
- Deberán ser motivadas, proporcionadas, sin que puedan causar perjuicios de difícil o
imposible reparación. No pueden adoptar por meras razones de comodidad
administrativa.
- Podrán consistir en las medidas recogidas en el art. 146 LGT (precinto, depósito o
incautación de mercancías y productos sometidos a gravamen, así como libros, registros,
documentos, archivos, locales o equipos electrónicos de tratamiento de datos).
- Deberán ser ratificadas a los 15 días de su adopción, y serán modificadas o levantadas si
concurren circunstancias sobrevenidas o distintas de las que motivaron su
establecimiento.
Notificación de inicio: deberá informar sobre el alcance y naturaleza de las actuaciones, derechos y
obligaciones que asisten, así como del plazo de duración:
a) Con requerimiento de comparecencia en fecha, día y hora en oficinas públicas dando un plazo
mínimo de 10 días.
b) Mediante personación directa sin previa comunicación, en domicilio fiscal, centro de trabajo,
oficinas o instalaciones o donde exista alguna prueba del hecho imponible.
Efectos de la iniciación:
El obligado tributario que está siendo objeto de una inspección parcial podrá solicitar que se
convierta en general respecto de los tributos y, en su caso, periodos afectados:
a. Que la Cifra Anual de Negocios del obligado tributario sea igual o superior al requerido para
auditar sus cuentas
b. Que el obligado tributario esté integrado en un grupo sometido al régimen de consolidación
fiscal o al régimen especial de grupo de entidades que esté siendo objeto de comprobación
inspectora.
Por otra parte, el cómputo del plazo del procedimiento se entenderá suspendido cuando concurran
alguna de las siguientes circunstancias (art. 150.3 LGT):
Salvo que concurra la circunstancia prevista en la letra e) de este apartado, la inspección no podrá
realizar ninguna actuación en relación con el procedimiento suspendido por las causas anteriores,
sin perjuicio de que las solicitudes previamente efectuadas al obligado tributario o a terceros deban
ser contestadas. No obstante, si la Administración Tributaria aprecia que algún periodo, obligación
tributaria o elemento de esta no se encuentran afectados por la causas de suspensión, continuará
el procedimiento inspector respecto de los mismos, pudiendo, en su caso, practicarse por ellos la
correspondiente liquidación. A los solos efectos del cómputo del periodo máximo de duración, en
estos casos, desde el momento en el que concurre la circunstancia de la suspensión, se
desagregarán los plazos distinguiendo entre la parte del procedimiento que continúa y la que queda
suspendida. A partir de dicha desagregación, cada parte del procedimiento se regirá por sus
propios motivos de suspensión y extensión del plazo.
La suspensión del cómputo del plazo tendrá efectos desde que concurran las circunstancias
anteriormente señaladas, lo que se comunicará al obligado tributario a efectos informativos, salvo
que con esta comunicación pudiera perjudicarse la realización de investigaciones judiciales,
circunstancia que deberá quedar suficientemente motivada en el expediente. En esta
comunicación, se detallarán los periodos, obligaciones tributarias o elementos de estas que se
encuentran suspendidos y aquellos otros respecto de los que se continúa el procedimiento por no
verse afectados por dichas causas de suspensión.
La suspensión finalizará cuando tenga entrada en el registro de la correspondiente Administración
Tributaria el documento del que se derive que ha cesado la causa de suspensión, se consiga
efectuar la notificación o se constate la desaparición de las circunstancias determinantes de la
fuerza mayor. No obstante, en el caso contemplado en la letra d), el plazo de suspensión no podrá
exceder del plazo máximo para la emisión del informe.
Una vez finalizada la suspensión, el procedimiento continuará por el plazo que reste.
Esto no está vigente porque el art. 184 RGI se refiere a la antigua redacción del art, 150 LGT.
Ahora, en lo que a ampliación del plazo se refiere, el art. 150.1 LGT nos remite a lo que dispone en
sus apartados 4 y 5.
C) CONSECUENCIAS DEL IMCUMPLIMIENTO DE LOS PLAZOS (art. 150.6 LGT)
El incumplimiento del plazo de duración del procedimiento al que se refiere el apartado 1 de este
artículo no determinará la caducidad del procedimiento, que continuará hasta su terminación, pero
producirá los siguientes efectos respecto a las obligaciones tributarias pendientes de liquidar:
A. EL ACTA Y SU CONTENIDO
Una vez desarrolladas las actuaciones y obtenidas las pruebas correspondientes, llega el momento
de que el actuario fije las conclusiones de su trabajo en el acta.
Las actas son los documentos
públicos que extiende la inspección de los tributos con el fin de recoger el resultado de las
actuaciones inspectoras de comprobación e investigación, proponiendo la regularización e
incluyendo por tanto:
- Hechos: con exposición de las actuaciones que han conducido a su fijación y elementos de
prueba
- Fundamentos de derecho: exposición de las normas jurídicas aplicables
- Propuesta de regularización: el resultado de la aplicación de las indicadas normas a los
hechos
- Otros extremos: elementos temporales, identificación de funcionarios que suscriben el acta,
alegaciones en trámite de audiencia.
Se puede abrir un acta respecto de todo lo
comprobado que contenga la suma algebraica de las liquidaciones referidas a distintos
ejercicios o periodos de liquidación
Las diferentes actas se diferencian no solo por su contenido, sino también por su tramitación.
Existen diferencias tanto en trámites a seguir para la formalización del acta, como los
correspondientes a la fase de resolución. Cabe señalar que aunque no tienen gran relevancia
también existen las “actas de comprobado y conforme” que se producen cuando la inspección no
encuentra ninguna deuda que no se haya declarado y por tanto estas actas no dan lugar a una
nueva liquidación ya que la inicial era correcta.
- Audiencia previa del OT como trámite previo a la formalización del acta, igual que en las
actas de disconformidad
- Formalización del acta: La firma del OT donde expresa su conformidad
- Informe del actuario: no, a diferencia de disconformidad
La LGT restringe el ámbito de las actas con acuerdo dentro de límites determinados, cuyas
materias susceptibles son:
Preguntas
En primer lugar debemos señalar que nos encontramos ante un procedimiento de inspección
iniciado de oficio (art. 147.1 a) LGT). Procederemos entonces al análisis de los fundamentos de
dichas alegaciones:
a. Falta de notificación del inicio de las actuaciones: Se trata de una alegación carente de
fundamentación pues el art. 177.2 RGI prevé la falta de notificación en el inicio de las
actuaciones de inspección de este tipo. Es decir, la iniciación del procedimiento de
inspección iniciado de oficio puede realizarse, según ese art. 177 RGI de dos maneras:
Art 177.2 RGI: “... el procedimiento de inspección podrá iniciarse sin previa
comunicación mediante personación en la empresa, oficinas, [..]. En este caso, las
actuaciones se entenderán con el obligado tributario si estuviese presente y, de no
estarlo, con los encargados o responsables de tales lugares.”
En la medida en que dicho art.177.2 RGI prevé este tipo de actuaciones, podemos concluir
que no es necesario que exista una comunicación previa pues cabe el inicio del
procedimiento mediante la personación directa del usuario.
¿Pueden gozar las personas jurídicas de esa garantía constitucional? El TC trató esta
cuestión en su STC 137/1985, en la que reconoció que las personas jurídicas son
también titulares de eaa garantía constitucional sobre la protección del domicilio,
entendiendo que “El domicilio de las personas jurídicas sólo se extiende a los espacios
físicos que son indispensables para que puedan desarrollar su actividad sin intromisiones
ajenas, por constituir el centro de dirección de la sociedad o de un establecimiento
dependiente de la misma o servir a la custodia de los documentos u otros soportes de vida
diaria de la sociedad o de su establecimiento que quedan reservados al conocimiento de
terceros” (STC 69/1999).
En aplicación de la doctrina jurisprudencial del TS, podemos afirmar la ilegalidad del registro
de los locales en los que se encuentra la contabilidad de una entidad mercantil (pues se
entiende que en ellas se guardan documentos esenciales de la empresa). Así, El TS ha
establecido como doctrina legal la necesidad de autorización judicial o del consentimiento
del interesado. Por lo que, en este caso, podemos concluir que se trata de una
argumentación perfectamente válida y fundamentada, que encuentra su justificación en esa
garantía constitucional de inviolabilidad del domicilio que hemos explicado y en virtud de la
cual, si no existiera consentimiento del interesado, se haría necesaria la existencia de una
autorización judicial para la entrada en dicha oficina pues en ella se guardan documentos
esenciales de la empresa.
Las actas son los documentos públicos que extiende la inspección de los tributos con el fin de
recoger el resultado de las actuaciones inspectoras de comprobación e investigación, proponiendo
la regularización e incluyendo por tanto los hechos, la propuesta de regularización y sus
fundamentos jurídicos, entre otros extremos. La LGT afirma que dicho instrumento tiene la
consideración de documento público y que hace prueba de los hechos que motiven su
formalización, prueba que puede ser destruida si se acredita lo contrario, según lo dispuesto en los
artículo 144 LGT. Por lo tanto, el juez deberá tomar por ciertos dichos hechos salvo que existiera
prueba en contrario.
Respecto de la conformidad, en todo caso hay que distinguir el valor de los hechos recogidos en el
acta y el valor probatorio de la conformidad del obligado tributario. La simple firma de conformidad
no puede entenderse como una confesión de los hechos, y la vinculación sólo llega al órgano
liquidador, por lo que el obligado tributario tendrá la carga de prueba en contrario.
El art. 144.2
LGT que dice que los hechos que figuran en estas actas se presumen ciertos, por lo que habrá que
demostrar que se incurrió en error de hecho al suscribir el acta de conformidad (que hubo vicio en
el consentimiento) para intentar quitar el valor probatorio a los hechos.
Esto no significa que no se pueda recurrir una liquidación por el acta de conformidad. Si se recurre
y se pretende cambiar los hechos (se recurre exclusivamente el acta), hay que probar el error de
hecho; pero se puede recurrir contra la aplicación del derecho que se ha efectuado sobre los
hechos del acta (aplicación de normas en la liquidación)
3. Su cliente le pide consejo acerca de firmar un acta con acuerdo o un acta de conformidad.
Explíquele los pros y contras de ambos tipos de actas, incluyendo sus posibilidades de
impugnar las liquidaciones resultantes de las actas con posterioridad a haberla firmado.
Esta pregunta nos hace referencia a las clases de actas y la tramitación que se hace de las
mismas.
En el procedimiento de inspección hay dos fases: una fase de instrucción que lleva a
cabo el actuario y que acaba con un acta de inspección, que propone la regularización de la
situación tributaria de ese sujeto. El acta es un acto de trámite y como tal no es susceptible de ser
impugnado.
En función de como reaccione el obligado al acta encontramos tres tipos de actas: acta de
conformidad, acta de disconformidad (en un periodo de alegaciones, a tener en cuenta para que el
jefe de inspección resuelva con un informe previo del actuario) y acta con acuerdo (con requisitos
más estrictos, se da cuando existe cierta incertidumbre, lleva aparejada una reducción de la
sanción).
Respecto de las actas con acuerdo, debemos señalar que, a día de hoy, en la práctica son pocas
las que se suscriben puesto que necesitan de unos requisitos más exigentes (existencia de
supuestos tasados para proceder a su valoración, autorización del inspector jefe…) además de
unos costes más altos que las actas de conformidad. Así, por ejemplo, junto con la formalización
del acta se deberá realizar un ingreso en concepto de depósito o garantía de la deuda tributaria.
Bien es cierto que los beneficios son mayores que los que reportan las actas de conformidad
puesto que en estos casos la reducción en la sanción es del 50%. Sin embargo, y por el contrario,
las posibilidades de impugnación de dichas actas se reducen puesto que sólo cabe recurrir ante
nulidad de pleno derecho del acto tributario o por la existencia de vicios del consentimiento en vía
contencioso-administrativa y renunciando en todo caso a la impugnación de la liquidación que si
que se permite en las actas de conformidad.
Las actas con acuerdo suelen darse en los precios de transferencia para patentes que ya vimos en
tema anterior, donde es muy difícil valorar aquellos bienes inmateriales.
El principio de legalidad
en materia tributaria no se puede vulnerar, y por ello se exige que solo se realice este
procedimiento en los casos tasados en que se permite a la Administración llegar a un acuerdo con
el contribuyente que se regulan en 155.1 LGT:
- Concreción de conceptos jurídicos indeterminados
- Apreciación de hechos
- Estimaciones, valoraciones o mediciones de datos, elementos o características que no
puedan cuantificarse de manera cierta.
Por otro lado, respecto de las actas de conformidad, la firma de las mismas otorga una reducción
adicional del 30% sobre el importe reducido que eleva la reducción dada. Es decir, tienes una
rebaja del 30% en las sanciones que se te puedan imponer por las infracciones cometidas
(cantidad no ingresada en su momento con culpabilidad o negligencia), siempre y cuando no
plantees recurso contra la liquidación. Si además pagas dentro de plazo (periodo voluntario) te
reducen un 25% del 70% restante que quedaba, luego en total te reducirían un 47,5% que, en
cualquier caso sigue siendo una reducción menor que en el caso de las actas con acuerdo. Por el
contrario, la firma de este tipo de actas no limita tan estrictamente las posibilidades de impugnación
pues en estos casos si que puedes recurrir la liquidación en si y cuestionar la aplicación de las
normas, aunque y como hemos dicho antes, perderías esa reducción del 30% en la sanción.
4. ¿La suscripción por parte de uno de los obligados tributarios de una acta de conformidad
tiene efectos para los demás obligados tributarios?
Art 185.3 RGI: “En los supuestos regulados en los artículos 106 y 107 de este reglamento, la firma
de un acta con acuerdo o de conformidad exigirá la aceptación de todos los obligados tributarios
que hayan comparecido en el procedimiento”.
- Art. 106 RGI: casos de solidaridad del 35.6 LGT
- Art.107 RGI: En el caso de actuaciones o procedimientos relativos a personas físicas
fallecidas o a personas jurídicas o demás entidades disueltas o extinguidas,
En el caso de que las acciones inspectores se realizan contra varios sujetos por un mismo
supuesto de hecho (solidaridad tributaria). El artículo 185.3 RGI prevé que las actuaciones se
dirijan contra varios obligados tributarios el acta de conformidad debe ser suscrita por todos los
obligados tributarios.
En este caso estamos ante un procedimiento de inspección que se entabla con la finalidad de
comprobar la situación tributaria de un determinado obligado. En el curso de esa comprobación
podrán realizarse actuaciones de investigación para descubrir elementos ocultados o no
declarados por el sujeto. En virtud del resultado de la comprobación e investigación se procederá a
la regularización de la situación tributaria del sujeto, que será el elemento final del procedimiento.
La duración máxima el procedimiento de inspección, entre el momento de la notificación de inicio
de actuaciones y el de la notificación de la resolución que pone fin al mismo, es de 12 meses,
siempre que no halla dilaciones imputables al obligado tributario. Este plazo es ampliable a otros 12
como máximo cuando se producen dos circunstancias tasadas (artículo 150.1 LGT). Además el
procedimiento debe desarrollarse sin que los periodos de interrupción injustificada, sin realización
de actuaciones por causas no imputables al obligado tributario, pueda superar los 6 meses.
En este caso parece que se respeta el plazo de 12 meses, la notificación del procedimiento
interrumpe el plazo de prescripción 5 días antes de que se consuma.
Nos encontramos ante una liquidación provisional que pone fin a un procedimiento de inspección
de carácter parcial pues sólo se están examinando los elementos que tienen que ver con los
rendimientos de las actividades económicas, esto es, un aspecto concreto del IRPF. El art. 148.3
LGT establece que cuando las actuaciones del procedimiento de inspección hubieran terminado
con una liquidación provisional, el objeto de las mismas no podrá regularizarse nuevamente en un
procedimiento de inspección que se inicie con posterioridad salvo que concurra alguna de las
circunstancias a que se refiere el párrafo a) del apartado 4 del artículo 101 de esta ley y
exclusivamente en relación con los elementos de la obligación tributaria afectados por dichas
circunstancias.
Por lo que, sólo podrá iniciarse un procedimiento de inspección posterior en el caso de que se de
alguna de las circunstancias que concurren en el art. 101.4 a) LGT.
El artículo 150.1 LGT en su segundo párrafo contempla la posibilidad de ampliación del plazo de 12
meses para resolver el procedimiento de inspección. La determinación de su alcance la
encontramos en el RGI, el periodo ampliado no podrá exceder de 12 meses.
Suponiendo que el procedimiento seguido es el correcto la única duda que podría plantearse en
este caso es la motivación de la decisión de ampliación del procedimiento. El RGI desarrolla en su
artículo 184 la ampliación del plazo de duración del procedimiento de inspección. En el artículo
184.2 establece qué se entiende por actuaciones de especial complejidad (artículo 150.1.a LGT).
La decisión se motiva en la excesiva carga de trabajo que soporta la oficina actúan. Este hecho no
se puede incluir en ninguno de los supuestos de la ley y el reglamento por lo que no se habría
respetado el plazo máximo para la realización de las actuaciones inspectoras. Pero esta acuerdo
no es impugnable, el acuerdo de ampliación no es susceptible de impugnación autónoma y
que en el recurso contra el acto de liquidación podrán aducirse los motivos de oposición al
acuerdo de ampliación, hayan o no sido alegados previamente.
Mas allá del supuesto concreto aquí tiene que tenerse claro que la inspección se inicia dentro del
plazo de prescripción. El plazo del que dispone la Administración para resolver un procedimiento de
inspección es de 12 meses (art. 150.1 LGT), ampliables en determinadas circunstancias que no
son de aplicación al caso. En el supuesto no se nos dice que halla interrupciones imputables a la
Administración, y en caso de haberlas no podrían exceder de 6 meses. Al superarse el periodo de
un año de que dispone la inspección para desarrollar y terminar el procedimiento, la LGT (artículos
150.2 y 3 LGT) establece que no se producirá la caducidad del procedimiento, que continuará
hasta su terminación, pero se derivarán otras consecuencias:
La LGT no dice nada sobre la doble liquidación, pero de una interpretación del art. 101 LGT se
podría llegar a la conclusión de que cada deuda tiene que tener su propia liquidación, ahora bien, a
la hora de dictar liquidaciones el órgano de inspección debe dictar dos liquidaciones, porque a cada
deuda tributaria le corresponde una liquidación a pesar de que se pueda establecer un acta de
inspección común a ambas.
Las medidas cautelares previstas en el art. 81 LGT son medidas relacionadas con la recaudación,
pero que pueden ser adoptadas incluso antes de que haya comenzado ésta. El presupuesto para la
adopción de las medidas es que existan indicios racionales de que el cobro de la deuda puede
verse frustrado o gravemente dificultado. No es necesario con que sean meras sospechas sino que
son necesarios indicios racionales, que deberán ser debidamente detallados en la notificación de
las medidas.
Las medidas cautelares pueden ser la retención del pago de devoluciones, embargo preventivo de
bienes y derechos, prohibición de enajenar, gravar o disponer de bienes o derechos, retención del
porcentaje de pagos realizados a los contratistas o subcontratistas.
[…]
En los procesos por delito contra la Hacienda Pública, y sin perjuicio de las
facultades que corresponden a las unidades de la Policía Judicial, los órganos de
recaudación de la Agencia Estatal de Administración Tributaria mantendrán la
competencia para investigar, bajo la supervisión de la autoridad judicial, el
patrimonio que pueda resultar afecto al pago de las cuantías pecuniarias asociadas
al delito.
A tales efectos, podrán ejercer las facultades previstas en los artículos 93, 94 y 162 de
esta Ley, realizar informes sobre la situación patrimonial de las personas relacionadas con
el delito y adoptar las medidas cautelares previstas en el apartado 8 del artículo 81 de la
misma.
De tales actuaciones, sus incidencias y resultados se dará cuenta inmediata al
juez penal, que resolverá sobre la confirmación, modificación o levantamiento de las
medidas adoptadas.
El Juez no puede impedir que la administración inicie la investigación y adopte las medidas
cautelares necesarias e investigue el patrimonio del obligado tributario con el único objetivo de
garantizar el pago de la deuda tributaria.
LECCIÓN 15. LA RECAUDACIÓN TRIBUTARIA
El elemento central en la recaudación es la regulación del pago. Desde el punto de vista del
procedimiento existe una distinción fundamental:
Hay que tener en cuenta que estamos ante 2 procedimientos totalmente distintos y diferenciados.
El pago en periodo voluntario es la forma normal de extinción de la deuda tributaria, y solo cuando
el deudor no ha procedido a cumplir su deuda se abre la vía para la ejecución sobre su
patrimonio.
Deberán realizar el pago de las deudas tributarias los obligados tributarios. Además, podrá realizar
el pago cualquier persona, tenga o no interés en el cumplimiento de la obligación, ya lo conozca,
apruebe o ignore el obligado al pago (Art. 33.1 RGR).
El objeto es una prestación tributaria pecuniaria (suma de dinero) sin perjuicio de que en ocasiones
puedan entregarse bienes en pago (ejemplos: satisfacción deudas IRPF e ISD mediante bienes del
patrimonio histórico español). Posibilidad de pago mediante efectos timbrados (Art. 60 LGT, Art. 34
RGR). Entre los medios de pago en efectivo encontramos el cheque, la tarjeta de crédito y débito y
las transferencias y domiciliaciones bancarias.
Lo normal será realizar el pago en las entidades colaboradoras (bancos y cajas) que te extienden
justificante ingreso donde figura la fecha y el importe del pago. También se podrá hacer en las
cajas de los órganos competentes.
- Una autoliquidación
- Acto administrativo de liquidación (declaración, liquidación provisional o definitiva)
- Pago mediante efectos timbrados (una forma de autoliquidación)
El comienzo del periodo voluntario es el momento en que estas deudas se ponen al cobro,
distinguimos supuestos:
- El de la fecha de notificación de la liquidación (donde se indica el plazo y lugar del ingreso).
- La apertura del plazo recaudatorio de deudas de notificación colectiva y periódica:
hablamos de tributos que se exigen anualmente mediante listas cobratorias (IBI, IAE,
Impuesto de Circulación), normalmente en la esfera local.
- La fecha de comienzo del plazo para la presentación de autoliquidaciones, plazo que
depende de la normativa de cada tributo. (IRPF se hace mediante RD anualmente, IVA será
trimestral)
▪ Autoliquidaciones: plazo reglamentario establecido (62.1 LGT). Éstas deberán pagarse en los
plazos en los que establezca la normativa de cada tributo. Las extemporáneas sin acompañar
ingreso, su plazo finaliza ese mismo día.
- Notificación entre días 1 y 15: hasta día 20 del mes posterior. Si este no fuera hábil,
hasta el inmediato hábil siguiente.
- Notificación entre días 16 a 31: hasta día 5 segundo mes posterior. Si este no fuera hábil,
hasta el inmediato hábil siguiente.
▪ Deudas de notificación colectiva y periódica: El pago de las deudas de este tipo que no tengan
establecido otro plazo en sus normas reguladoras deberá efectuarse en el plazo comprendido
entre los días 1 septiembre – 20 noviembre (o inmediato hábil siguiente). Podrá ser modificado
por la Admón. competente siempre que no sea inferior a 2 meses.
▪ Deudas a pagar mediante efectos timbrados: Las deudas que deban abonarse mediante este
procedimiento se pagarán en el momento de la realización del hecho imponible, sino se
dispone de otro plazo en su normativa específica.
Para conseguir el aplazamiento es necesario la prestación de una garantía que asegure el pago
(aval solidario o bancario, hipoteca, prenda, fianza…) o que el obligado tributario solicite que se le
apliquen medidas cautelares. No obstante, la Administración puede dispensar, de forma
discrecional, y de manera total o parcial, la obligación de prestar garantía (supuestos del art. 82.2
LGT).
- 0-3 meses: 5%
- 3-6 meses: 10%
- 6-12 meses: 15%
- > 12 meses 20 % + intereses de demora.
La deuda exigible en periodo voluntario será el principal (cuota o cantidad a pagar incluida en la
autoliquidación o en la liquidación con que concluyan los procedimientos) a la que en su caso
habría que añadirle los recargos o intereses en caso de pago extemporáneo.
La liquidación incorpora intereses cuando mediante ella se subsane o rectifique una autoliquidación
o liquidación anterior o bien la falta de presentación de la declaración o autoliquidación. Aquí se
exigirá una deuda que dejo de ser ingresada total o parcialmente en el plazo establecido y por ello
incluyen “intereses por incumplimiento del deber de ingresar en plazo”.
En las complementarias “extemporáneas” los intereses se exigen cuando superen los 12 meses de
retraso, y el contribuyente presenta la autoliquidación y realiza el ingreso de la cuota pero sin incluir
el recargo ni los intereses, que serán liquidados por la administración de forma simultánea al
ingreso.
A parte de estos casos, se exige intereses sin incumplimiento de ningún tipo, en los casos de
aplazamiento y fraccionamiento (que su concesión lleva aparejada de la liquidación los intereses a
exigir en cada plazo). También en los casos de compensación por el periodo transcurrido desde la
fecha de la solicitud y la del reconocimiento del crédito con el que compensa la deuda (excluido el
retraso imputable a la AP del periodo que excede del plazo que tiene para resolver)
El efecto del pago es la extinción de la deuda y con ella la liberación del deudor y de los
responsables o analistas. También producirá el levantamiento de las garantías y las medidas
cautelares adoptadas.
La falta de pago en periodo voluntario determinará la apertura del procedimiento ejecutivo, que en
algunos casos se produce de manera automática.
- Deudas conocidas por la Admón. (deudas liquidadas por la Admón. o por el obligado
mediante autoliquidación presentada sin ingreso): apertura del periodo ejecutivo.
Recaudación por el procedimiento de apremio.
El periodo ejecutivo es la fase que se abre una vez que el deudor no ha satisfecho la deuda en el
periodo voluntario, ya sea mediante liquidación o mediante autoliquidación sin ingreso.
Una vez de produzca la falta de pago en periodo voluntario, se abrirá el procedimiento ejecutivo
(una especie de prórroga del periodo voluntario), en cuyo caso la deuda tributaria a satisfacer será
la cantidad adeudada incrementada en el importe con un recargo del 5%, que se devenga de forma
automática al inicio del periodo ejecutivo.
Este periodo no tiene ámbito temporal expreso, sino que va desde que se inicia el periodo ejecutivo
por la falta de pago en voluntaria, hasta que la AP notifica la providencia de apremio, la cual
constituye el titulo ejecutivo para procederse a la ejecución del patrimonio. No se establece ningún
plazo para dictar la providencia de apremio (salvo plazo de prescripción).
En cuanto a las medidas cautelares, éstas pueden adoptarse incluso antes de abrirse el periodo
voluntario para asegurar el cobro de la deuda, cuando existan indicios racionales de que el mismo
corre riesgo de verse frustrado (art. 81 LGT).
El recargo de apremio es del 20% (recargo de apremio ordinario). Pero si el sujeto paga la deuda
apremiada dentro del plazo indicado en la providencia, será del 10% (“recargo de apremio
reducido”). Esto se hace para estimular el pago aunque sea tardío, ya que a la AP no le sale muy a
cuenta embargar los bienes del deudor ya que tienen un coste alto.
▪ Expedición de la providencia:
1. Cumplir con el pago + recargo apremio reducido 10% sin intereses de demora en el
plazo del Art. 62.5 LGT (“periodo voluntario de pago dentro del ejecutivo”).
2. Solicitar un aplazamiento o fraccionamiento de pago antes de recibir notificación del
acuerdo de enajenación de bienes embargados. Presentada la solicitud, el
procedimiento de apremio podrá continuar en sus trámites aunque deberá suspenderse
en las actuaciones de enajenación de los bienes embargados hasta la notificación de la
resolución del aplazamiento o fraccionamiento (65.5 LGT).
3. Oponerse a la providencia de apremio.
Cuando un tercero entienda que el bien embargado es de su propiedad. En éstos casos dará lugar
a la suspensión del procedimiento en lo que se refiera a los elementos controvertidos (si son
inscribibles, necesario certificación registral y anterior a la anotación de Hacienda).
Como cualquier otra deuda tributaria en la forma y requisitos previstos en las disposiciones
reguladoras de los recursos y reclamaciones económico-administrativas y restante normativa
tributaria.
- Pago de la deuda.
- Prescripción del derecho a exigir el pago.
- Aplazamiento o suspensión.
- Compensación.
- Condonación.
- Error material, aritmético o de hecho, en la determinación de la deuda.
En primer lugar se ejecutan las garantías en caso de que existieran. No obstante, la Admón.
Tributaria podrá optar por el embargo directamente cuando las garantías no sean proporcionadas a
la deuda garantizada o cuando el obligado lo solicite señalando bienes suficientes al efecto.
Prima el acuerdo que pudiera alcanzarse entre la Admón. Tributaria y el obligado tributario. En su
defecto, por listado efectuado por la Admón. Tributaria siguiendo los principios de mayor facilidad
para enajenar y menor onerosidad para el deudor.
Subsidiariamente, por el listado previsto en el art. 169 LGT teniendo en cuenta que siempre se
embargan en último lugar aquellos que impliquen entrada en domicilio y que no procede el
embargo sobre aquellos bienes y derechos considerados inembargables por la Ley o sobre
aquellos en que resulte económicamente inviable.
Los órganos competentes de recaudación designarán, en su caso, el lugar en que los bienes deben
ser depositados hasta su realización, con los siguientes criterios:
- Los que se encuentren en entidades de crédito seguirán depositados en las mismas a
disposición de la Admón.
- En los locales de la propia Admón. o de otros entes públicos que reúnen las condiciones
para ello.
- En los locales de empresas dedicadas habitualmente al depósito.
- Excepcionalmente en los locales del deudor, cuando se trate de bienes de difícil transporte
o movilidad y adoptando medidas cautelares.
7. Actuaciones previas a la enajenación de bienes embargados:
Los órganos competentes de recaudación valorarán los bienes embargados con referencia a
precios de mercado, que servirán como tipo para la subasta, concurso o adjudicación, deducidas
en su caso, las cargas o gravámenes de carácter real.
→ Excepciones: fuerza mayor, bienes perecederos, bienes en los que exista un riesgo de
pérdida inminente de valor o cuando el obligado tributario solicite de forma expresa su
enajenación.
El acuerdo de enajenación deberá notificarse al deudor (una vez resuelta, en su caso, la solicitud
de aplazamiento o fraccionamiento).
▪ Concurso, cuando:
- La venta de lo embargado, por sus cualidades o magnitud, pudiera producir
perturbaciones nocivas en el mercado.
- Existen razones de interés público debidamente justificadas.
En este caso, la fecha del comienzo del plazo para presentar las autoliquidaciones referentes al
IRFP, dependerá de la normativa de cada tributo. Para el caso del IRPF, la fecha de inicio se indica
anualmente mediante Real Decreto, expedido por el Ministerio de Hacienda.
En lo que a plazo para el pago se refiere, el art. 62.1 LGT establece que las autoliquidaciones
deberán pagarse en los plazos que establezca la normativa de cada tributo. En este caso, la
normativa del IRPF (reglamento) establece que el señor X dispone desde el 1 de abril hasta el 30
de Junio de 2011 para realizar el pago.
En primer lugar, debemos señalar que nos encontramos ante una liquidación. Así, diremos al señor
X que el periodo voluntario de pago de la misma comenzará en le fecha en que se notifique la
liquidación en la que se indicará el plazo y el lugar del ingreso. Entendiendo que ha recibido la
notificación el día 8 de enero, en virtud del art. 62.2 LGT, el señor X dispondrá hasta el día 20 del
mes posterior (febrero) para realizar el pago. Si éste día no fuera hábil dispondrá de plazo hasta el
inmediato hábil siguiente.
La deuda tributaria estaría en este caso integrada por la cuota tributaria y los intereses de demora
que comenzaron a contar desde el día siguiente al que acaba el periodo voluntario hasta la fecha
de liquidación, es decir, desde el 1 de Julio de 2011 (puesto que se habla de la regularización de la
cuota de su IRPF de 2010). Los intereses se devengarán desde esta fecha pues, en virtud del art.
27.1 LGT, entendemos que existe un requerimiento previo por parte de la Administración al realizar
un procedimiento de comprobación con conocimiento formal del obligado. ¿Debería haber recargo
de apremio? Cuando la Administración descubre deudas mediante procedimientos de
comprobación o investigación, nace la facultad de liquidarlas y, en su caso, recaudarlas por el
procedimiento de apremio.
Si no hubiera existido tal requerimiento y nos encontráramos ante una declaración extemporánea,
la deuda tributaria estaría formada por la cuota tributaria, un recargo extemporal del 20% y los
intereses de demora devengados desde el 1 de Julio de 2012 (12 meses después del fin del
periodo de pago voluntario) hasta la fecha de presentación de la liquidación.
3. En el caso de que su cliente quisiera pagar la deuda en el periodo de pago voluntario pero
no dispusiera de liquidez suficiente en ese preciso instante. ¿Qué le recomendaría?
Para los casos en los que la situación económico-financiera del obligado tributario le impida de
forma transitoria efectuar los pagos establecidos, la LGT, concretamente su art. 65, dispone de un
método de aplazamiento o fraccionamiento del pago de las obligaciones tributarias.
Por lo tanto, y en la medida en que su deuda no se encuentra dentro de los supuestos del art. 65.2
LGT que establece las deudas tributarias que no podrán ser fraccionadas o aplazadas, le
recomendaríamos a nuestro cliente que recurriera a este método.
Para ello deberá enviar solicitud de aplazamiento o fraccionamiento y además, de manera general,
presentar una garantía que asegure el pago (art. 65.3 LGT).
La Administración apreciará su solicitud y si esta fuera aceptada, impedirá el inicio del periodo
ejecutivo aunque no el devengo del interés de demora (art. 65.5 LGT) mientras que, la denegación
de dicha solicitud implica que el obligado deberá pagar en plazo o comenzará el periodo ejecutivo.
Este periodo no tiene ámbito temporal expreso, sino que finalizará cuando la Administración le
notifique al deudor la providencia de apremio, que constituye título ejecutivo para proceder a la
ejecución de su patrimonio. No existe, no obstante, ningún plazo para dictar dicha providencia de
apremio, sólo el límite del plazo de prescripción.
5. Su cliente le informa de que ha recibido notificación en su domicilio de una providencia
de apremio compeliéndole de nuevo al pago. Dicha notificación se produjo el 3 de mayo de
2013. Explique al señor X qué plazo de pago le está indicando la providencia de apremio, así
como las consecuencias (en términos de componentes de la deuda tributaria) de cumplir o
incumplir tal plazo. ¿Sería una opción solicitar un aplazamiento o fraccionamiento de la
deuda en este momento?
Según el art. 62.5 LGT, una vez iniciado el periodo ejecutivo y notificada la providencia de apremio,
nuestro cliente dispondrá, por haber sido notificado entre los días 1 y 15 del mes de mayo, hasta el
20 de dicho mes siempre que éste fuera día hábil, para realizar el pago al que se le ha compelido.
Si el 20 de mayo no fuera día hábil dispondrá hasta el inmediato hábil siguiente. El plazo indicado
en la providencia de apremio es el plazo para pagar la deuda apremiada.
El art. 65.5 LGT, así como el reglamento de recaudación, establecen que tras la providencia de
apremio el obligado tributario podrá solicitar un aplazamiento o fraccionamiento del pago siempre y
cuando no se hubiera recibido la notificación del acuerdo de enajenación de bienes embargados.
Una vez presentada dicha solicitud, el procedimiento de apremio podrá continuar en sus trámites
aunque deberá suspenderse en las actuaciones de enajenación de los bienes embargados hasta la
notificación de la resolución del aplazamiento.
La Administración continuaría con el procedimiento de apremio hasta embargar los bienes del
deudor. Así, una vez transcurrido el plazo señalado para el pago, la cuantía reclamada será la
deuda no ingresada en periodo voluntario, más un recargo de apremio ordinario y los intereses de
demora a devengar hasta el ingreso de dicha cuantía. Esta deuda incluirá, si fuera el caso, las
costas pertinentes (art. 169 LGT).
La decisión a no pagar del señor X provoca el inicio del embargo en el procedimiento de apremio.
En primer lugar, se ejecutarán, si existen, las garantías (en este caso parece que no las hay). No
obstante, la Administración Tributaria podrá optar directamente por el embargo cuando las
garantías no sean proporcionadas a la deuda garantizada o cuando el obligado lo solicite señalado
bienes suficientes al efecto.
En lo que al orden de embargo se refiere, primará el acuerdo al que pudiera haber llegado el Señor
X con la Administración. En su defecto, el orden se establecerá en un listado establecido por la
Administración Tributaria siguiendo los principios de mayor facilidad para enajenar y menor
onerosidad para el deudor. Subsidiariamente, el orden de embargo será el establecido en el art.
169 LGT teniendo en cuenta que deberán ser embargados en último lugar aquellos que impliquen
entrada al domicilio y que, en ningún caso procederá el embargo de aquellos bienes que por Ley
han sido declarados inembargables o aquellos que resulten económicamente inviables.
Los supuestos en los que el procedimiento de apremio puede quedar suspendido se encuentran
recogidos en el art. 165 LGT. Así, los efectos del procedimiento de apremio pueden quedar
suspendidos en los siguientes casos:
C) Cuando se presente una tercería de dominio: Cuando un tercero entienda que el bien
embargado es de su propiedad. En éstos casos dará lugar a la suspensión del
procedimiento en lo que se refiera a los elementos controvertidos (si son inscribibles,
necesario certificación registral y anterior a la anotación de Hacienda).
Así, en la medida en la que las otras dos cuentas se encuentran dentro de la misma entidad
bancaria, no será necesario expedir otra diligencia de embargo, pues no se ha excedido del
alcance de la diligencia original.
10. Si opta por presentar la autoliquidación en plazo pero sin ingreso, ¿qué sucedería? ¿Y si
la presenta junto a una solicitud de aplazamiento alegando problemas de liquidez?
En cualquier caso, la falta de pago en periodo voluntario determinará la apertura del procedimiento
ejecutivo, que en algunos casos se produce de manera automática.
11. El señor X decide finalmente no presentar autoliquidación dentro del plazo legal. No
obstante en agosto de 2014 vuelve a su despacho, inquieto ante una posible investigación
por parte de la Administración y dispuesto a regularizar su situación. ¿Podría presentar la
autoliquidación de IRPF fuera de plazo? Explique las consecuencias tanto si lo hace con o
sin ingreso.
Como todavía la Administración no ha iniciado o notificado el inicio de ningún procedimiento, el
señor X podrá regularizar su situación tributaria presentando una autoliquidación fuera de plazo e
ingresando la cantidad correspondiente más un recargo dependiendo del momento de pago
extemporáneo (art. 27 LGT).
▪ Arts. 6, 213 y ss. LGT: “los actos y actuaciones de aplicación de los tributos y los actos de
imposición de sanciones tributarias podrán revisarse mediante:
- Procedimientos especiales de revisión.
- Recurso de reposición.
- Reclamaciones económico-administrativas”.
- Caben, en su caso, recursos en vía económico-administrativa.
▪ RD 520/2005, de revisión en vía administrativa.
La diferencia radica en que los primeros revisan actos firmes, es decir, aquellos contra los que no
cabe recurso, mientras que, los segundos resuelven actos que no son firmes. Éstos últimos nacen
como consecuencia de la autotutela de la administración que le otorga el privilegio de revisar sus
propios actos antes de que se puede acudir a la vía contencioso-administrativa.
DECLARACIÓN DE NULIDAD
La declaración de nulidad de pleno derecho concurre cuando los actos que adolezcan de vicios
determinantes de dicha nulidad hayan alcanzado situación de firmeza en vía administrativa, ya sea
por haber sido impugnados o porque la impugnación haya sido resuelta en sentido negativo.
Según el art. 218 LGT, los actos que pueden declararse lesivos para el interés público serán
aquellos actos favorables para los interesados que adolezcan de algún vicio de anulabilidad (los
que incurran en una infracción del ordenamiento que no sea de nulidad).
2.2 La revocación
La Admón. Tributaria podrá revocar sus actos de gravamen o desfavorables para los interesados
cuando se estime que:
Siempre que tal revocación no constituya dispensa o exención no permitida por las leyes, o sea
contraria al principio de igualdad, al interés público o al ordenamiento jurídico. En cualquier caso, la
revocación sólo afectará a los actos de aplicación de los tributos y de imposición de sanciones, no
pudiendo darse la revocación de las resoluciones de Tribunales económico-administrativos.
La revocación se realizará de oficio en beneficio del interesado y podrán ser revocables tanto los
actos firmes como los que no lo son.
Las AAPP podrán rectificar en cualquier momento, de oficio o a instancia de los interesados, los
errores materiales, de hecho o aritméticos existentes en sus actos:
- Contra un acto o resolución administrativa en las que no se discute el fondo, pero en los que
se pueden haber cometido errores materiales, aritméticos o de hecho.
- Este procedimiento no anula el acto, sino que subsiste pero corregido.
2.4. Devolución de ingresos indebidos
La Admón. Tributaria devolverá a los obligados tributarios, a los sujetos infractores o a los
sucesores de unos y otros, los ingresos que indebidamente hubieran realizado en el Tesoro Público
con ocasión del cumplimiento de sus obligaciones tributarias o el pago de las sanciones. En
particular:
Una precisión: cuando el ingreso indebido corresponda a una autoliquidación deberá instarse la
rectificación por las normas del 120.3 LGT.
Los actos recurribles en reposición son todos aquellos impugnables en vía económico
administrativa.
El plazo para interponer el recurso es de un mes contado a partir del día siguiente al de la
notificación del acto recurrible o de aquel en que se produzcan los efectos del silencio
administrativo y, si se trata de deudas de vencimiento periódico y notificación colectiva, desde el
día siguiente al de finalización del periodo voluntario de pago.
La presentación del recuso deberá incluir las alegaciones y normalmente también se presentará
con el escrito de interposición la solicitud de suspensión. En relación con esta cuestión, el art.
224.1 LGT, distingue el recurso contra sanciones del resto. En el primer caso, la suspensión es
automática por la mera interposición del recurso, sin necesidad de garantía, dado el principio de no
ejecutividad de las sanciones hasta su firmeza en vía administrativa. Si el acto recurrido es distinto
de una sanción, la mera interposición de la reposición no provoca la suspensión, pero puede ésta
obtenerse automáticamente si se solicita y se aportan las garantías. Si el recurso es contra un acto
censal relativo a tributos de gestión compartida nunca procederá la suspensión. Finalmente se
permite la suspensión sin garantías cuando se aprecie en el acto recurrido error aritmético, material
o de hecho.
Existe deber de resolver expresamente. La LGT advierte que el órgano competente para conocer
del recurso de reposición no podrá abstenerse de resolver, sin que pueda alegarse duda racional o
deficiencia de los preceptos legales. No obstante se contempla el régimen de actos presuntos, que
en este caso es de silencio negativo.
El plazo máximo para resolver es de 1 mes desde la presentación del recurso, sin ninguna adición
por periodo por periodo de alegaciones ni por remisión del expediente. Únicamente en los casos en
que haya lugar a formulación de alegaciones por haberse planteado cuestiones nuevas, no se
incluirá en el computo el periodo concedido para este tramite; tampoco se incluirá en el computo el
tiempo empleado por otros órganos de la administración para remitir los datos o informes que se
solicite. La ampliación de plazo para resolver, como consecuencia de estas circunstancias, no
podrá exceder de dos meses.
Transcurrido el plazo para resolver, el recurrente podrá optar entre esperar la resolución expresa o
dar por desestimado el recurso a efectos de interponer la reclamación económico-administrativa.
A parte de este régimen general en el ámbito local, existe en los Municipios acogidos por LBRL, al
Régimen de Organización de los Municipios de Gran Población (mas de 250.000 habitantes,
capitales de provincia, o circunstancias históricas) un régimen especial por el que se crea un
órgano de resolución de reclamaciones en vía económico-administrativas que conocerá y resolverá
las reclamaciones de competencia municipal. En estos casos, el recurso de reposición será
potestativo.
El recurso de reposición es un recurso no resolutivo donde resuelve el mismo órgano que dictó el
acto, sin embargo en las reclamaciones económico-administrativas resuelven los tribunales
económico-administrativos (TEA).
La reposición es potestativa, lo que significa que si quieres la interpones y si no, no. Hay un ámbito
en el que la reposición es obligatoria, que es el ámbito local dado que los TEA pertenecen al
estado, lo que significa que si la reposición no se sustanciase se violaría la independencia de los
entes locales. Por tanto, en el ámbito local no cabe el recurso al TEA salvo que se trate de
municipios de grandes ciudades porque existen tribunales económico-administrativos locales
(TEAL) en cuyo caso la reposición vuelve a ser potestativa, pero esto es absolutamente
excepcional.
Caracteres:
1) Es un recurso administrativo especial, tanto por la materia como por los órganos que lo
conocen, aunque judicializado en su ordenación y desarrollo.
2) Son competentes para conocerlo y resolverlo los Tribunales Económico-Administrativos,
encuadrados orgánicamente en el Ministerio de Hacienda, pero con independencia
jerárquica y funcional respecto a los órganos de aplicación de los tributos.
3) Constituye la vía administrativa previa que hay que agotar para acudir al contencioso-
administrativo, incluida la fase de alzada cuando proceda por razón de la cuantía.
4) Según la cuantía del asunto, se desarrollara en única instancia o también en fase de
alzada; además de ciertos recursos extraordinarios en determinados supuestos.
5) Es la vía exclusiva en materia económico-administrativa, excluyéndose cualquier otro
órgano u orden revisor, tanto para cuestiones de hecho como de derecho, salvo el
recurso potestativo y previo de reposición.
Los tribunales funcionarán en Pleno, en Salas y de forma unipersonal. El Pleno estará integrado
por el Presidente, los Vocales y el Secretario. Las Salas por el Presidente, dos vocales al menos y
el Secretario. La posibilidad de actuar a través de órganos unipersonales es una novedad. No se
trata formalmente de un órgano, sino de una forma de actuar de los Tribunales para la tramitación y
resolución de determinadas cuestiones.
La competencia de los distintos Tribunales se establece por el Art. 229 LGT desde el doble criterio
territorial y funcional. Bajo el primero, será competente el TEAR o TEAL en cuyo ámbito territorial
radique la sede del órgano que dicto el acto recurrido, y cuando se trate de reclamaciones contra
actuaciones u omisiones de los particulares en aplicación de los tributos, se decidirá por el
domicilio fiscal del recurrente.
- Los TEAR y TEAL conocerán de los actos dictados por los órganos periféricos de los
Ministerios, de la AEAT y de Entidades de Derecho Publico dependientes de la
Administración General del Estado, así como de los órganos no superiores de las CCAA.
Cuando el asunto no supere la cuantía determinada reglamentariamente, lo harán en única
instancia, y cuando lo supere, será en primera instancia, procediendo contra su resolución
el recurso de alzada ante el TEAC.
- El TEAC, además del citado recurso de alzada por razón de la cuantía, conocerá en única
instancia de loa actos dictados por órganos centrales de los Ministerios, de la AEAT y de
Entidades de Derecho Publico dependientes de la Administración General del Estado, así
como por los órganos superiores de las CCAA; Además de los recursos extraordinarios de
alzada para la unificación de criterio, de revisión y para la unificación de doctrina.
En caso de que por razón de la cuantía proceda la alzada, el Art. 229.4 LGT permite interponer
directamente la reclamación ante el TEAC, omitiendo así la primera instancia.
La determinación de la cuantía la fija la Disp. Adic. 14ª LGT en 150.000 euros si se impugnan
cuotas o deudas tributarias y, en 1.800.000 euros si se impugnan bases o valores. Cifras que se
confirman por el Art. 36 RR, que, además, dispone la alzada para los asuntos de cuantía
indeterminada.
Por su parte, el Art.. 35 RR contiene las reglas de determinación de la cuantía, que será el total de
la deuda del Art. 58 LGT si se impugnan liquidaciones, y la de la base o valor si se impugnan estos
y no existe liquidación. En el caso de reclamaciones contra actuaciones de particulares, la cuantía
será la del acto impugnado y si son varios, la del mas elevado, sin que proceda su suma. Cuando
la impugnación no versa sobre actos de contenido económico, se estimara de cuantía
indeterminada. Y si se produce acumulación la cuantía será la del acto que la tenga más elevada,
con lo que comunica la alzada a los restantes.
La LGT contiene una regulación detallada, abordando en primer lugar, la legitimación para
interponer la reclamación, y en segundo, la legitimación para comparecer en un procedimiento ya
iniciado.
Respecto de la primera cuestión, legitimación para interponer la reclamación, la LGT (art. 232)
contiene dos reglas: una de carácter positivo, para decir quiénes son os legitimados, y otra, de
carácter negativo, para explicar quienes carecen de legitimación.
a) Los funcionarios y empleados públicos, salvo en los casos en que inmediata y directamente
se vulnere un derecho que en particular les esté reconocido o resulten afectados sus
intereses legítimos.
b) Los particulares, cuando obren por delegación de la Administración o como agentes o
mandatarios de ella.
c) Los denunciantes
d) Los que asuman obligaciones tributarias e virtud de pacto o contrato.
e) Los organismos u órganos que hayan dictado el acto impugnado, así como cualquier otra
entidad por el mero hecho de ser destinataria de los fondos gestionados mediante dicho
acto.
Los interesados en la reclamación pueden actuar mediante representante, que en muchos casos
será un abogado, aunque no es necesaria la asistencia letrada, al tratarse de un procedimiento
administrativo. En cualquier caso, la representación ha de acreditarse en el primer escrito que no
aparezca firmado por el propio interesado. Dicho escrito no se cursará sin este requisito, aunque
ellos no impedirán que el escrito se tenga por presentado, a reserva de la subsanación posterior o
de la ratificación por el interesado.
Los actos de aplicación de los tributos que son susceptibles de reclamación económico-
administrativa son abordados por el art. 227 LGT en dos pasos: primero define en términos
genéricos los actos reclamables y, a continuación, detalla estos actos mediante una lista.
Esta formula general se completa con una serie de listas. La primera de estas listas es la relativa a
los actos de aplicación del tributo a cargo de la Administración, es decir, los actos dictados en los
procedimientos de gestión, inspección o recaudación. Esta lista es ejemplificativa, de carácter no
cerrado. Los actos incluidos en ella son:
En el apartado 2 del mismo precepto se añade otra categoría de actos reclamables en vía
económico-administrativa: los de imposición de sanciones. Las sanciones se imponen en un
procedimiento separado del de gestión o inspección. La resolución que concluye dicho
procedimiento es susceptible de impugnación independiente. Pero si el sujeto impugnara también
el acto de liquidación de la deuda, ambos recursos se acumularían y serían resueltos por el órgano
competente para resolver sobre la deuda.
a) Los que den lugar a la reclamación en vía administrativa previa a la judicial, civil o laboral o
pongan fin a dicha vía.
b) Los dictados en procedimientos en los que esté reservada al Ministerio de Hacienda o al
Secretario de Estado de Hacienda la resolución que ultime la vía administrativa. Aunque en
la nueva regulación se excluye al Ministro de la lista de órganos en la vía económico-
administrativa, el Ministro y el Secretario de Hacienda son las autoridades superiores del
Ministerio en el que se integran los Tribunales Económico-Administrativos. Por ello, se
mantiene la exclusión de la posibilidad de residenciar ante los tribunales Económico-
Administrativos la impugnación de sus actuaciones.
c) Los dictados en virtud de una Ley que los excluya de reclamación económico-
administrativa.
4.4. La suspensión
La regla general en esta materia es que la interposición de un recurso no suspende la ejecución del
acto impugnado; ésta puede acordarse por el órgano encargado de resolver cuando aprecie que
puede causar daños de imposible o difícil reparación o bien cuando la impugnación se base en una
de las causas de nulidad de pleno derecho. En el ámbito de las reclamaciones económico-
administrativas la regulación de la suspensión se basa en criterios diferentes:
La suspensión podrá haber sido solicitada y acordada ya en el recurso de reposición. En ese caso,
la suspensión se mantendrá en la vía económico-administrativa.
La deuda cuya ejecución haya sido suspendida devengara intereses de demora durante el periodo
que dure la suspensión. La garantía deberá cubrir el importe de estos intereses.
El procedimiento se impulsará de oficio con sujeción a los plazos establecidos, que no serán
susceptibles de prorroga ni precisarán que se declare su finalización.
Sobre notificaciones rige la regla general, que obliga a notificar todos los actos y resoluciones que
afecten a los interesados.
▪ Plazo de interposición: un mes desde el día siguiente al de notificación del acto o al día en
que se entienda producido el silencio administrativo.
▪ Escrito de interposición: podrá limitarse a pedir que se tenga por interpuesta la reclamación,
o podrá también contener las alegaciones del recurrente. Identificara al reclamante, el acto
recurrido, el tribunal ante el que se interpone y el domicilio para las notificaciones.
▪ Lugar de presentación: el escrito se dirigirá al órgano que haya dictado el acto reclamable.
Este órgano dispondrá de un mes para formar el expediente y remitirlo al Tribunal
competente. La remisión del expediente podrá ir acompañada de un informe.
Estas reglas se refieren a los supuestos de reclamación contra un acto administrativo. En el caso
de que el objeto de la impugnación sea una actuación de un obligado tributario, el escrito de
interposición, con o sin alegaciones, se presentara directamente ante el tribunal. Dicho escrito
deberá identificar a la persona contra quien se dirige la reclamación, así como su domicilio, y en él
se deberán adjuntar los antecedentes que obren a disposición del reclamante o en registros
públicos.
2) La instrucción la contemplan los arts. 236 y 237 LGT, destacando tres aspectos principales:
▪ La puesta de manifiesto del expediente a los interesados tendrá una duración de un mes,
durante el que se podrán formular alegaciones y proponer pruebas. Si el tribunal lo estima
oportuno, podrá recabar informe aclaratorio del órgano que dicto el acto, debiendo dar
traslado del mismo al recurrente para que alegue sobre él, pudiendo existir casos en que
dicho informe sea preceptivo. Finalmente, el Art. 236 AP 5 LGT permite prescindir de este
tramite cuando de las alegaciones formuladas en la interposición, junto con los documentos
aportados por el recurrente, pueden tenerse por ciertos los hechos alegados o resulte
evidente un motivo de inadmisibilidad.
▪ Respecto a la prueba. El Art. 236.4 LGT indica que las testificales, periciales y las
declaraciones de parte se realizaran mediante acta notarial o ante el secretario del tribunal,
que extenderá el acta correspondiente. No cabra denegar las relativas a hechos relevantes,
debiendo la resolución final de la reclamación enumerar las no pertinentes y decidir sobre
las no practicadas. El Art. 57.3 RR expresamente prevé que el tribunal podrá practicar
pruebas de oficio, pero en tal caso, deberá darse la oportunidad al recurrente para poder
alegar sobre las mismas, durante un plazo de 10 días.
Se aborda por el Art. 238 LGT, regulando el Art. 239 la resolución y señalando el Art. 240 el plazo
para adoptar la misma.
▪ El Art. 238 LGT admite diversas formas de terminación: renuncia al derecho en que se
fundamenta la reclamación, desistimiento, caducidad, satisfacción extraprocesal y
resolución. Salvo en este ultimo caso, en los restantes el Tribunal acordará motivadamente
el archivo de actuaciones. En caso de renuncia y desistimiento, si son varios los
comparecientes, solo afectara a los que los formule, y si son varias las cuestiones objeto de
la reclamación, puede afectar solo a algunas. En el caso de la caducidad, solo procederá
por incumplimiento de trámites por el recurrente, pues no se prevé para incumplimiento de
plazos por el Tribunal. Por tanto, deberá ser declarada por el tribunal tras la inobservancia
por el interesado del plazo o del tramite, siempre que se le hubiera advertido el efecto de su
omisión.
▪ En cuanto a la resolución, el Art. 239 LGT establece el deber de dictarla, sin que el tribunal
pueda abstenerse alegando duda o deficiencia de los preceptos legales. Se formulara por
escrito conteniendo los antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho en que se
base y decidiendo todas las cuestiones suscitadas en el expediente. Podrá ser estimatoria,
desestimatoria o de inadmisibilidad. En el primer caso, podrá anular total o parcialmente en
acto recurrido, tanto por motivos de fondo como por defectos formales. Las causad de
inadmisibilidad son la extemporaneidad, la falta de legitimación o de representación y la
ausencia de objeto de la reclamación, bien por no ser el acto reclamable por esta vía o por
no haberse identificado, por incongruencia de las pretensiones con el acto o por ser éste
consentido y firme o reproducción de otro que lo sea o exista cosa juzgada.
Tras la terminación del procedimiento se abre la fase de ejecución de la resolución, regulada por
los arts. 66 a 69 RR. Si se anula total o parcialmente el acto impugnado y debe corregirse o
dictarse otro sustitutivo, será competente el órgano que dicto el acto originario, y si éste queda
confirmado, serán competentes los órganos que hayan de desarrollar los correspondientes
procedimientos de aplicación.
Conforme al Ap. 1 del Art. 66 RR, las resoluciones se ejecutarán en sus propios términos, salvo
que se hubiera suspendido el acto y se prolongara esta situación en otras instancias. Los restantes
apartados del Art. 66 regulan la ejecución de la resolución según su contenido: si se anulo total o
parcialmente el acto impugnado, se anularan los subsiguientes al mismo, se devolverán las
garantías aportadas para la suspensión y, si se habían efectuado ingresos, se compensarán; si se
anulo por defecto de forma, se retrotraerán las actuaciones; si fue desestimatoria, se continuaran,
en su caso, los procedimientos recaudatorios y se calcularan los intereses de demora desde el final
del periodo voluntario de ingreso de acto originario hasta la fecha del ingreso o de la resolución.
Preguntas
El señor X no está conforme con ninguna de las cuantías señaladas, por lo que le pide a
usted, su abogado, asesoramiento sobre cómo ha de proceder, y en qué plazos, a la hora de
impugnar estos actos en vía administrativa.
En virtud de los actos que el señor X pretende reclamar, podemos determinar que, para ello, el
señor X dispone de dos recursos diferentes: el recurso de reposición y el recurso en vía
económico-administrativa. Podemos realizar esta afirmación en la medida en que los actos
señalados se encuentran dentro de lo que el art. 227 LGT considera actos susceptibles de
impugnación mediante recurso en vía económico-administrativa que, por extensión serán también
recurribles mediante recurso de reposición.
El plazo para interponer este recurso es de un mes contado a partir del día siguiente de la
notificación del acto recurrible o de aquel en que produzca efectos el silencio administrativo. La
administración, que tiene el deber se de resolver, dispondrá para ello del plazo de un mes desde la
presentación del recurso. Transcurrido el plazo para resolver, el recurrente podrá optar entre
esperar a la resolución expresa o dar por desestimado el recurso a efectos de interponer la
reclamación económico-administrativa.
La imposición de ese recurso de reposición es potestativa para los dos primeros casos. Sin
embargo, respecto del chalet sito en Morarzarzal debemos hacer una especificación: en la esfera
local, por exigencias de la autonomía local, la vía económico-administrativa fue suprimida en
aquellos Municipios con una población inferior a 250.000 habitantes, como es el caso de
Morarzarzal. Así, en este caso, el recurso de reposición es obligatorio, pues se convierte en la vía
previa que hay que agotar para llegar a la jurisdicción-contencioso administrativa.
En este caso no parece posible el recurrir a un procedimiento especial de revisión, por lo que el
Señor X solo podría impugnar los actos en vía administrativa mediante un recurso de reposición:
a) En el caso del IRPF puede recurrir en reposición ante el órgano de inspección. El plazo que
tiene para interponerlo es un mes a partir del día siguiente en que se notifique (artículo
223.1 LGT) por lo que podría presentar el recurso hasta el 10 de febrero. Dicho recurso
debe resolverse en el plazo máximo de un mes, transcurrido el cual, sin notificación del
recurso (habría un silencio negativo) o un vez que te notifiquen en recurso, se puede
plantear dentro de un mes una reclamación económico-administrativo previo la vía
contencioso-administrativa.
b) En el caso del IBI de Madrid la administración notifica por correo ordinario (porque el IBI y
los impuestos registrados en catastro se gestionan por la fecha de publicación en el Boletín
del Ayuntamiento). En este caso podrá recurrir desde la fecha de publicación en el Boletín
en exposición pública, un mes desde su retirada del tablón. En este caso, porque los
grandes municipios tiene sus propios TEAD, en Madrid existen desde 2005, por lo que la
reposición es potestativo por lo que podrían acudir al TEAM.
c) En el caso del IBI de Moralzarzal se puede recurrir con un recurso de reposición de un mes.
Dicho acto pone fin a la vía administrativa por lo que la resolución de dicho recurso solo
dejaría la vía contencioso-administrativa.
Como hemos dicho, para los dos primeros casos, una vez agotada la vía administrativa, podrá
interponer el pertinente recurso en vía económico-administrativa.
Dado que el art. 227 LGT, que señala los actos que pueden ser susceptibles de reclamación
económico-administrativa, incluye en su apartado g) Los actos dictados en el procedimiento de
recaudación, y entendemos que la providencia de apremio es uno de ellos, en principio, el señor X
puede recurrirla.
Sin embargo, la providencia de apremio no admite más motivos de oposición que los que de forma
tasada se señalan en la ley, concretamente en su art. 163.7 LGT. Pues bien, dentro de esos
supuestos tasados nos encontramos con que la falta de notificación de liquidación es uno de los
motivos de oposición señalados (apartado d). Por lo que, en este caso, la providencia de apremio si
que puede ser recurrida.
1. Recurso de reposición ante el órgano que dictó el acto, que es potestativa en el plazo de un
mes.
2. Reclamación económico-administrativa ante el Tribunal Económico-Administrativo de
Cataluña.
3. Luego podrá recurrir al TSJ en vía contencioso-administrativa.
Los actos que vienen del central son recurribles ante la Audiencia Nacional, pero si es regional son
recurribles al TSJ. Si es un acto de la administración autonómica se puede ir al central si supera la
cuantía, pero en vía contencioso-administrativa irá al TSJ.
3. El señor X le vuelve a llamar por teléfono disculpándose por un error. La cuantía que le
reclama la providencia de apremio es 160.000 euros. ¿Cambiaría en algo su respuesta?
En este caso, la cuantía de 160.000 euros es superior a los 150.000 euros señalados en la
disposición adicional 14º LGT. Esto determinará que, por razón de la cuantía, el Tribunal
Económico-Administrativo de Cataluña, en lugar de resolver en única instancia, deberá resolver en
primera instancia y que, contra dicha resolución podrá imponerse un recurso de alzada ante el
TEAC. De tal manera que, al superarse dicha cuantía, el TEAC podrá pasar a conocer de asuntos
de ámbito autonómico. De hecho, en virtud de, art. 229.6 LGT, se puede recurrir directamente en
alzada ante el TEAC.
Si dicha cuantía no fuera superada, la resolución del Tribunal E-A de Cataluña deberá ser
impugnada ante el Tribunal Superior de Justicia en vía contencioso-administrativa.
Así, parece que, en principio, el despiste del abogado tendría apenas consecuencias pues, en la
instrucción del procedimiento se vuelve a abrir un plazo para la formulación de alegaciones, tanto si
estas no se hubieran incluido en el escrito de interposición como si, de haberse incluido, el
reclamante se hubiera reservado expresamente el derecho de ampliarlas a la vista del expediente.
En este supuesto el Tribunal debe dejar subsanar el defecto para que se puedan presentar
alegaciones, y así no eludir un procedimiento sobre el fondo.
La STC 25/2010 se refiere a un
supuesto de reclamación ante el TEAC; declara que no es constitucional que no se deje al
legitimado presentar alegaciones. A pesar de ello, los Tribunales están obligados a resolver. Las
resoluciones dictadas deberán contener los antecedentes de hecho y los fundamentos de derecho
en que se basen y decidirán todas las cuestiones que se susciten en el expediente, hayan sido o
no planteadas por los interesados (artículo 239.2 LGT).
Entendiendo que el fin último es que la señora X no deba asumir de manera inminente ninguno de
los pagos debemos, además de recurrir en la vía pertinente, debemos tratar que se suspenda la
ejecución de los mismos. En virtud del art. 227 LGT, tanto la liquidación del procedimiento de
comprobación limitada del IRPF, como el acto de imposición de la sanción aplicable al caso son
susceptibles de ser reclamados en vía económico-administrativa y, por extensión, mediante recurso
de reposición que aquí es potestativo.
La suspensión automática sólo procede para los casos de impugnación de sanciones por lo que,
con la liquidación del IRPF no ocurre lo mismo. La interposición de cualquiera de los recursos no
suspenderá dicho acto de manera automática. Para ello, es decir, para que pueda darse esa
suspensión automática, la señora X deberá aportar alguna garantía (depósito de dinero o valores
públicos, aval bancario o solidario…) para la realización del pago. También podríamos obtener una
suspensión facultativa si, en el caso de que la señora X no pudiera aportar ninguna de las
garantías antes mencionadas, pero si otras que sean consideradas suficientes por el tribunal. Por
otra parte, si el Tribunal así lo determina, porque pudiera apreciar que la ejecución podría causar
perjuicios de difícil o imposible reparación, se podrá obtener una suspensión con dispensa total o
parcial de garantías. Y, por último, cuando se aprecia que el dictar el acto se ha podido incurrir en
un error aritmético, material o de hecho, el Tribunal también podrá conceder la suspensión con
dispensa de garantías (art. 233 LGT).
b) En el caso del IBI de Madrid, fue recurrido el acto ante el TEAM (Tribunal económico-
administrativo de Madrid, establecido en la esfera local para grandes municipios). La
resolución de este Tribunal pone fin a la vía administrativa por lo que solo quedaría la vía
contencioso-administrativa, acudiendo por ello al Juzgado de lo Contencioso-
administrativo, y cabrá apelación ante el TSJ de Madrid si lo adeudado son más de 30.000
€. Si por el contrario hubiera sido recurrido mediante reposición, ahora podrá ser recurrido
en vía económico-administrativa.
c) El IBI de Moralzarzal fue recurrido en un recurso de reposición que en ámbito local pone fin
a la vía administrativa por lo que solo quedaría la vía contencioso-administrativa. Puede
recurrir ante los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo de Madrid, pero si son más de
30.000 € cabrá apelación ante el TSJ de Madrid.
LECCIÓN 17. INFRACCIONES Y SANCIONES TRIBUTARIA. LOS DELITOS TRIBUTARIOS
Existe en la actualidad una opinión prácticamente unánime en torno al hecho de que la potestad
sancionadora de la Administración es una de las manifestaciones del ius puniendi único del Estado,
el cual, sea cual sea el ámbito en el que se desarrolle –el penal o el administrativo-, viene sujeto a
unos principios cuyo respeto legitima la imposición de las penas y las sanciones. Esta es la Teoría
del ius puniendi único del Estado, reconocida por sentencias tales como las SSTS de 9 de febrero y
2 y 25 de marzo de 1922, o la STC18/1981, en virtud de la cual existe una identidad sustancial
entre el Derecho penal y el Derecho administrativo sancionador, puesto que el ordenamiento
jurídico correspondiente a las infracciones administrativas tiene un carácter punitivo o represor, que
hace a estas instituciones sustancialmente idénticas a las del Derecho Penal. Por ello, se entiende
que en este ámbito es necesaria la aplicación de los principios fundamentales del Derecho Penal,
esto es, la identidad entre las sanciones administrativas y las penal conlleva una identidad de
principios.
«La potestad sancionadora en materia tributaria, dice el artículo 178 LGT, se ejercerá de acuerdo
con los principios reguladores de la misma en materia administrativa» (que figura en la LRJAP y
PAC), «con las especialidades establecidas en esta Ley». En particular, añade el mismo precepto,
los de legalidad, tipicidad, responsabilidad, proporcionalidad, no concurrencia e irretroactividad.51
Este principio exige que la tipificación de las infracciones con sus correspondientes sanciones se
contengan en normas con rango de Ley. Nullum crimen, nulla poena sine previa lege. La única
diferencia en este ámbito respecto del penal radica en el carácter de la Ley: mientras que para las
normas penales el requisito es de Ley orgánica, para la tipificación de infracciones y sanciones
administrativas es suficiente la Ley ordinaria.
Lo establece la Constitución y en el ámbito de la LGT, no sólo se menciona en el art. 178, sino que
se encuentra ya reflejado en la lista que la misma incorpora sobre las materias cubiertas por la
reserva de ley.
La de tipicidad es una exigencia que debe mantenerse como algo distinto de la de la legalidad o
reserva de ley. Mientras esta última se refiere a la forma, a los modos de creación del Derecho, la
tipicidad alude al contenido: la Ley debe definir con contornos precisos los tipos de infracciones,
permitiendo a sus destinatarios conocer claramente el mandato o prohibición y la sanción aplicable
51
Especial importancia en materia tributaria tienen los principios de responsabilidad y no concurrencia, que son objeto de una regulación
En el caso del principio de tipicidad estamos ante una derivación de la garantía de seguridad
jurídica, de certeza del derecho. Por eso se puede derivar de este principio la prohibición de
aplicación analógica de las normas incriminadoras y la prohibición absoluta de aplicación
retroactiva de las normas incriminadoras.
El apartado 1 del mencionado artículo 179 dice que «las personas físicas o jurídicas y las entidades
mencionadas en el apartado 4 del artículo 35 de esta ley podrán ser sancionadas por hechos
constitutivos de infracción tributaria cuando resulten responsables de los mismos». Si bien este
precepto podría llevarnos a concluir una posible asunción en materia tributaria de un sistema de
responsabilidad objetiva –esto es, de responsabilidad por el mero resultado, con independencia de
cualquier consideración de tipo subjetivo-, esa primera impresión queda desmentida a la luz de
otros preceptos de la Ley. Especialmente esclarecedor resulta el art. 183 LGT, que al definir las
infracciones tributarias en su apartado 1, dice que son «las acciones u omisiones dolosas o
culposas con cualquier grado de negligencia que estén tipificadas y sancionadas como tales en
esta u otra ley», sin dejar dudas sobe la vigencia del principio de responsabilidad subjetiva, por
contraposición a la objetiva, en el sentido de que no puede haber sanción sin dolo ni imprudencia o
negligencia. Y la misma conclusión arroja el propio artículo 179 de la LGT, cuando en su apartado
2 señala que los tipos de infracciones previstos en la Ley no darán lugar a responsabilidad, entre
otros supuestos, «cuando se haya puesto la diligencia necesaria en el cumplimiento de las
obligaciones tributarias», diligencia necesaria cuya presencia excluiría lógicamente el mínimo de
culpabilidad imprescindible para poder imponer una sanción.
b) Circunstancias excluyentes:
El apartado 2 del artículo 179 LGT se ocupa de regular las que podemos denominar circunstancias
eximentes de la responsabilidad por infracción tributaria.
52
De conformidad con el art. 44 LGT, «tendrán capacidad de obrar en el orden tributario, además de las personas que la tengan
conforme a derecho, los menores de edad y los incapacitados en las relaciones tributarias derivadas de las actividades cuyo ejercicio les
esté permitido por el ordenamiento jurídico sin asistencia de la persona que ejerza la patria potestad, tutela, curatela o defensa judicial.
Se exceptúa el supuesto de los menos incapacitados cuando la extensión de la incapacitación afecte al ejercicio y defensa de los
▪ Fuerza mayor: En la letra b) se hace referencia a la fuerza mayor como causa excluyente
de la responsabilidad, que nuevamente se trata de un supuesto de ausencia de infracción,
al no poderse apreciar dolo o culpa, ya que la fuerza mayor supone la imposibilidad de
prever un suceso o bien la imposibilidad de evitarlo pese a haberlo previsto.
▪ Salvedad voto o no asistencia en decisión colectiva: El art. 179.2.c) LGT alude al hecho
de haber salvado el voto o no haber asistido a una reunión en la que se adoptó la decisión
colectiva de la que trae causa el comportamiento infractor, situación en la que de nuevo ni
siquiera puede apreciarse la comisión de una infracción, en coherencia con el principio de
personalidad de la sanción, que veta toda responsabilidad por hecho ajenos.
Otro de los principios que la LGT se limita a mencionar en su art. 178.2 es el de proporcionalidad,
en su doble vertiente: proporcionalidad en la regulación y proporcionalidad en la aplicación del
régimen sancionador.
El artículo 180 LGT recoge el clásico principio de non bis in idem o la imposibilidad de sancionar
dos veces o más por unos mismos hechos al mismo sujeto infractor con idéntico fundamento; de tal
manera que hace referencia a algunas de las situaciones que pueden vulnerar este principio.
La definición de las infracciones tributarias se contiene en el apartado 1 del artículo 183 LGT,
donde se dice de ellas que son «las acciones u omisiones dolosas o culposas con cualquier grado
de negligencia, que estén tipificadas y sancionadas como tales en esta u otra Ley».
El apartado 2 del artículo 183 LGT recoge la clasificación de las infracciones tributarias en leves,
graves y muy graves. A grandes rasgos se integran dentro de cada una de estas clases la comisión
de las infracciones con las siguientes circunstancias:
Para calificar correctamente las conductas contrarias al ordenamiento jurídico tributario, hay que
tener en presente en los supuestos de las infracciones que provocan un perjuicio económico
directo a la Hacienda Pública, bien mediante la falta total o parcial de ingreso de la deuda tributaria
debida (arts. 191 y 192 LGT) o bien mediante la obtención de devoluciones indebidas (art. 193), la
consideración de una infracción como leve, grave o muy grave dependerá de la concurrencia o no
en su comisión de determinadas circunstancias calificadoras de la conductas y que son: la
ocultación de elementos a la Administración y la utilización de medios fraudulentos en la comisión
de la infracción (descritos en los apartados 2 y 3, respectivamente del art. 184 LGT).
53
Mirar LECCIÓN 6: APLICACIÓN DE LAS NORMAS FINANCIERAS.
Por su parte, se considerarán medios fraudulentos:
El artículo 185 LGT en lo que a la clasificación de las sanciones se refiere, diferencia entre
sanciones pecuniarias o multas y sanciones no pecuniarias, las cuales tienen carácter accesorio en
el sentido de que nunca se van a imponer en solitario, sino como complemento a la sanción
principal de carácter pecuniario.
Las sanciones pecuniarias que corresponden a cada infracción se recogen en los artículos 191 y
siguientes junto con la tipificación de las conductas contrarias al ordenamiento jurídico, utilizando
en unos casos multas proporcionales, normalmente cuando existe perjuicio económico o éste es
cuantificable, y en otros multas fijas, como sucede en los supuestos de incumplimiento de deberes
formales.
A modo de resumen, las clases de sanciones previstas en la LGT son las siguientes:
A) Sanciones pecuniarias:
- Multa fija.
- Multa proporcional:
- Infracción leve: Sanción: 50%
- Infracción grave: Sanción: 50% a 100%
- Infracción muy grave: Sanción: 100% a 150%
Cuando el sujeto infractor ha sido sancionado por una infracción de la misma naturaleza en virtud
de resolución firme en vía administrativa en los 4 años anteriores a la comisión de la infracción se
aplicará este criterio que agrave o incremente la sanción mínima. A estos efectos, se consideran de
la misma naturaleza las infracciones previstas en los arts. 191, 192 y 193 LGT.
54
A estos efectos, se consideran profesiones oficiales las desempeñadas por Registradores de la Propiedad y Mercantiles, Notarios y
todos aquellos que, ejerciendo funciones públicas, no perciban directamente haberes del Estado, CCAA, EELL u otras Entidades de
Derecho Público.
o 25 (infracción muy grave) puntos porcentuales.55
El perjuicio económico (criterio aplicable a los arts. 191 a 193 LGT) se determina por el porcentaje
resultante de la relación existente: entre la base de la sanción y la cuantía total que hubiera debido
ingresarse en la autoliquidación o por la adecuada declaración del tributo o el importe de la
devolución inicialmente obtenida. Y así la sanción se incrementará en:
Este criterio de graduación, que sólo es aplicable a las sanciones impuestas por la comisión de la
infracción del art. 201 LGT, será aplicable cuando concurra alguna de las dos siguientes
circunstancias:
a) Que el incumplimiento afecte a más del 20% del importe de las operaciones sujetas
al deber de facturación en relación con el tributo u obligación tributaria y periodo
objeto de la comprobación o investigación;
b) Como consecuencia de dicho incumplimiento la Administración se encuentre
impedida para conocer el importe de las operaciones sujetas al deber de
facturación.
El acuerdo o conformidad del obligado tributario se recoge como criterio de graduación en la letra
d) del art. 187 LGT, aunque se desarrolla de forma independiente en el art. 188 de esta norma bajo
la denominación de “reducción de las sanciones”.
Este criterio implicará la reducción de la sanción pecuniaria impuesta, siempre que estemos ante
alguna de las infracciones tipificada en los arts. 191 a 197 LGT. Más concretamente, esta
circunstancia se aplicará en los siguientes casos:
▪ Se incoe un acta con acuerdo (conformidad tanto con la regularización tributaria como con
la sanción impuesta) → reducción del 50 % de la sanción
▪ Cuando se incoe un acta de conformidad (se requiere conformidad con la regularización
tributaria exclusivamente) → reducción del 30% de la sanción.
▪ Se prevé otra reducción del 25% aplicable a las sanciones no reducidas (de forma
55
Este criterio sólo se aplica a los supuestos previstos en los arts. 191 a 193, 199 y 204 LGT.
independiente) o de forma adicional a las sanciones reducidas ya un 30% por conformidad
(nunca adicional a acta con acuerdo), cuando:
- Se realice el ingreso total del importe restante de dicha sanción en los plazos
establecidos al efecto (art. 62.2 LGT).
- No se interponga recurso o reclamación contra la liquidación o la sanción.
- Pago o cumplimiento.
- Compensación
- Condonación
- Fallecimiento de los obligados a satisfacerlas
- Prescripción del derecho a exigir su pago.
El plazo de prescripción de la acción administrativa para exigir el pago de las sanciones impuestas
se regirá por las normas generales de prescripción de la acción para exigir el pago, que se recogen
en los arts. 66 y ss LGT.
A estos efectos, cabe recordar que el plazo de prescripción que será de 4 años, empezará a
computarse desde el día siguiente a aquel en que finalice el plazo de pago en periodo voluntario de
la sanción, y se interrumpirá por cualquiera de los supuestos que se recogen en el art. 68.2 LGT.
De este modo, la infracción se extingue por fallecimiento del infractor o por transcurso del plazo de
prescripción.
a) Por cualquier acción de la Administración tributaria, realizada con conocimiento formal del
interesado, conducente a la imposición de la sanción tributaria.
b) Por cualquier acción administrativa, con conocimiento del interesado, conducente a la
regularización de la situación tributaria del obligado de la que deriva la sanción.
c) Por la interposición de reclamaciones o recursos de cualquier clase.
d) Por la remisión a la jurisdicción penal.
4. El procedimiento sancionador
Normativa General
La LGT señala que el procedimiento sancionador se regulará por las normas «especiales»
contenidas en la propia Ley y por la normativa reglamentaria dictada en su desarrollo y, en su
defecto, por las normas reguladoras del procedimiento sancionador en materia administrativa. En la
actualidad, el marco normativo del procedimiento sancionador viene conformado por los artículos
207 a 212 de la LGT y por el Reglamento General del Régimen Sancionador Tributario (RD
2063/2004, de 15 de octubre).
Lo primero que hay que resaltar en el análisis del procedimiento es que en esta materia rige el
principio de separación de procedimientos, es decir, que la apreciación de la infracción y la
aplicación de la correspondiente sanción se sustanciará en un expediente distinto del seguido para
la regularización tributaria del obligado, que será donde se habrán puesto de manifiesto los hechos,
la conducta supuestamente infractora.
Dicha separación se establece «como regla general» en el art. 208 LGT, pero con importantes
excepciones. En efecto, la regla de que el procedimiento de imposición de sanciones se sustancia
de forma separada del de aplicación de los tributos no tiene carácter absoluto, sino que es
susceptible de renuncia. Esta renuncia se producirá en todo caso en la firma de actas con acuerdo,
en las cuales deberá recogerse expresamente este extremo. Pero también podrá el obligado
tributario renunciar al procedimiento separado en otros supuestos: en los de actas de conformidad
o en los de disconformidad o en los procedimientos de gestión.
B) Competencia56
En resumen, fuera de los casos en los que se trate de imponer sanciones de privación de
derechos, el órgano competente para la imposición de sanciones será el mismo que ha resuelto el
56
Aviso!!! No viene en la transparencia!!! Cada uno que haga lo que quiera.
procedimiento de regularización mediante el acto de liquidación, o bien el órgano superior
inmediato del que ha propuesto el inicio del expediente de sanción en los casos en los que la
sanción aparezca desligada de la liquidación.
C) Tramitación
a) Iniciación: De acuerdo con el art. 209 LGT, la iniciación del procedimiento se produce de
oficio por el órgano competente, mediante la notificación del acuerdo del órgano
competente.
El plazo de inicio de procedimiento se limita a 3 meses 57para aquellos procedimientos que
traigan causa de declaración, o de un previo procedimiento de verificación de datos,
comprobación o inspección.
b) Instrucción: Durante esta fase el órgano competente debe realizar las actuaciones
necesarias para determinar las responsabilidades susceptibles de sanción. En ella se
incorporarán los datos, pruebas y circunstancias que hayan sido obtenidos en el
procedimiento principal; y se mantendrá la instrucción del procedimiento en términos
idénticos a los previstos hasta ahora.
57
Se trata de un plazo de caducidad, es decir, con efectos preclusivos: si el procedimiento no se inicia dentro de ese plazo, ya no podrá
incoarse respecto de la persona o entidad que hubiese sido objeto del procedimiento de aplicación del que trae causa el sancionador.
58
La propuesta de resolución puede aparece incorporada ya en el acto de iniciación, cuando en ese momento la Administración
dispusiera de todos los elementos necesarios, en cuyo caso se prescindirá de esta fase (tramitación abreviada, art. 210.5 LGT)
- Caducidad: El procedimiento sancionador tiene un plazo máximo de 6 meses desde
la notificación del inicio a la de la resolución. Si no se hallara terminado en este
plazo, se declarará la caducidad que impedirá la apertura de un nuevo
procedimiento. La declaración de caducidad podrá dictarse de oficio o a instancia del
interesado y deberá recoger el archivo de las actuaciones.
Preguntas
1. ¿Son aplicables en el ámbito de las sanciones tributarias los principios del orden penal?
(Consulte la STC 76/1990).
La doctrina y la jurisprudencia son unánimes al declarar la existencia de una identidad sustancial
entre el derecho penal y el derecho administrativo sancionador, puesto que el ordenamiento
jurídico correspondiente a las infracciones administrativas tiene un carácter punitivo o represor, que
hace a estas instituciones sustancialmente idénticas a las del Derecho Penal. Por ello, se entiende
que en este ámbito es necesaria la aplicación de los principios fundamentales del Derecho Penal,
es decir, la identidad entre las sanciones administrativas y las penales conlleva una identidad de
principios.
La STC 79/1990 ha venido a decir que son aplicables al ámbito de las sanciones tributarias los
principios del orden penal, pero con ciertas matizaciones. Los principios se encuentran regulados
en el art. 178 LGT y son: el de legalidad, tipicidad, proporcionalidad, no concurrencia y el de
irretroactividad (art. 10.2 LGT).
- Principio de legalidad: Este principio exige que la tipificación de las infracciones con sus
correspondientes sanciones se contengan en normas con rango de Ley (nullum crimen,
nulla poena sine previa lege). La única diferencia en este ámbito respecto del penal radica
en el carácter de la Ley: mientras que para las normas penales el requisito es de Ley
orgánica, para la tipificación de infracciones y sanciones administrativas es suficiente la Ley
ordinaria.
- Principio de tipicidad: Este principio exige que la Ley debe definir con contornos precisos
los tipos de infracciones, permitiendo a sus destinatarios conocer claramente el mandato o
prohibición y la sanción aplicable a la violación de uno u otra. Y restringir, dentro de límites
reducidos, la discrecionalidad de la autoridad en la graduación de las sanciones.
- Principio de responsabilidad (art. 179 LGT): Según este principio, en materia tributaria
podrán ser sancionadas tanto las personas físicas o jurídicas siempre que éstas resulten
responsables de los hechos constitutivos de infracción tributaria que se pretenden
sancionar. Se trata de un sistema de responsabilidad subjetiva en el que existen una serie
de supuestos, recogidos en el art. 179.2 LGT, excluyentes de dicha responsabilidad. De la
misma manera, tampoco incurrirán en responsabilidad, según el art. 179.3 LGT los
obligados tributarios que voluntariamente regularicen su situación tributaria o subsanen las
declaraciones, autoliquidaciones, comunicaciones de datos o solicitudes presentadas con
anterioridad de forma incorrecta.
- Principio de proporcionalidad: Debe darse en su doble vertiente: proporcionalidad en la
regulación y proporcionalidad en la aplicación del régimen sancionador. En lo que nos
interesa, la proporcionalidad en la aplicación de las infracciones y sanciones tributarias, este
principio deberá guiar la actuación de la Administración en aquellos ámbitos en los que la
ley le otorgue un margen de discrecionalidad en sus decisiones en orden a imponer la
sanción, como podría ser en la graduación de la misma o a la hora de apreciar la necesidad
de imponer sanciones accesorias a las pecuniarias; decisiones que, por otra parte, habrán
de estar convenientemente motivadas.
- Principio de no concurrencia (non bis in ídem): Se encuentra recogido en el art. 180
LGT y consiste en la imposibilidad de sancionar dos veces o más por unos mismos hechos
al mismo sujeto infractor con idéntico fundamento. Algunos casos son:
a) Incompatibilidad de la sanción penal y la sanción administrativa
b) Las acciones u omisiones consideradas criterio de graduación o elemento de
calificación de una infracción no podrán simultáneamente constituir una infracción
autónoma.
c) Compatibilidad de la sanciones con recargos e intereses de demora (art. 180.4
LGT)
- Principio de irretroactividad: Se recoge en el art. 10.2 LGT y establece que las normas
que regulan el régimen de infracciones y sanciones tributarias y el de los recargos tendrán
efectos retroactivos respecto de los actos que no sean firmes cuando su aplicación resulte
más favorable para el interesado.
Para responder a esta pregunta debemos acudir al art. 182 LGT sobre los responsables de las
sanciones tributarias. En base a el podemos establecer lo siguiente:
- Responsables solidarios: El art. 42 LGT enumera los diversos supuestos en los que
incurren dichos responsables. Aquellos en los que el alcance se extiende a las sanciones
son los enumerados en las letras a) y c) del apartado 1 y los del apartado 2.
- Responsables subsidiarios: Son los establecidos por el art. 43 LGT. En este caso, los
supuestos en los que la responsabilidad se extiende a las sanciones son los de los
apartados a), g) y h).
Con ello, y atendiendo a lo dispuesto en el art. 179.3 LGT, siempre que el contribuyente no hubiera
regularizado voluntariamente su situación tributaria o subsanado las declaraciones,
autoliquidaciones, comunicaciones de datos o solicitudes presentadas con anterioridad de forma
incorrecta, puesto que entonces no existiría responsabilidad, podemos afirmar que la conducta
realizada por el Sr. A puede ser calificada como conducta infractora.
En principio, el hecho de que no disponga de medios económicos suficientes para efectuar el pago
correspondiente no tiene incidencia a efectos sancionadores.
Por último, la fuerza mayor será aplicable sólo en aquellos casos en los que no puede apreciarse ni
dolo ni culpa, puesto que la misma supone la imposibilidad de prever un suceso o bien la
imposibilidad de evitarlo pese a haberlo previsto. El hecho de que no disponga de medios,
pudiendo no haberlo previsto o no haberlo evitado, no impide que el Sr. A pudiera haber
presentado una declaración sin ingreso, por lo que, en este caso, no cabe aplicar la fuerza mayor.
Como sabemos, tal y como dispone el art. 183.2 LGT las infracciones tributarias pueden ser
clasificadas como leves, graves o muy graves. Así, en función de lo dispuesto en el art. 191 LGT
podemos afirmar que:
1. La infracción será leve (art. 191.2 LGT) cuando la base de la misma sea inferior a 3.000
euros o, cuando siendo superior a esa cantidad no exista la ocultación establecida en el
art. 184.2 LGT.
2. La infracción será grave cuando la base de la sanción sea superior a 3.000 euros y exista
ocultación y, cualquiera que sea la cuantía siempre que se hubieran utilizado facturas,
justificantes o documentos falsos, sin que ello sea constitutivo de medio fraudulento (la
utilización de medios fraudulentos determinará que la infracción sea calificada en todo caso
como muy grave), cuando la incidencia de la llevanza incorrecta de los libros o registros
represente un porcentaje de entre el 10% y el 50% de la base de la sanción, y cuando se
hayan dejado de ingresar cantidades debidas que representen un porcentaje inferior o igual
al 50% de la base de la sanción (art. 191.3 LGT).
3. La infracción será muy grave cuando se utilicen medios fraudulentos y también cuando,
aunque no se hubieran utilizado estos medios, se hubieran dejado de ingresar cantidades
debidas que representen un porcentaje superior al 50% del importe de la base de la sanción
(art. 193.3 LGT).
En primer lugar, debemos analizar si existe o no la ocultación del art. 184.2 LGT. Así, se entiende,
en virtud de dicho artículo que existirá ocultación cuando no se presenten las correspondientes
declaraciones o bien, cuando estas se presenten incluyendo hechos u operaciones inexistentes o
con importes faltos o se omitan en ellas de manera total o parcial operaciones, ingresos, rentras,
productos o cualquier otro dato que incida en la determinación de la deuda tributaria, siempre que
la incidencia derivada de la ocultación en relación con la base de la sanción sea superior al 10%.
En tanto que la editorial A no incluyó en su declaración del IS unos ingresos por valor de 32.000 €
podemos afirmar que, de momento, parece haber ocultación, pero para confirmarlo debemos estar
a la incidencia de esos 32.000 € sobre la base de la sanción. Para ello realizaremos una regla de
tres:
32.000 x x 100
En este caso, vemos como la incidencia es superior al 10%, por lo que, efectivamente, existe
ocultación y, en ningún caso, la infracción podrá ser leve.
En este supuesto, existe una omisión de una operación que se debió realizar por lo que, si su
incidencia representa un porcentaje superior al 50% de la sanción estaremos ante un caso de
utilización de medios fraudulentos. Para ello utilizaremos la regla de 3 anteriormente prevista:
32.000 47.000
x 100
Así, vemos como esa incidencia es superior al 50%, existen medios fraudulentos y la infracción es
calificada como muy grave. Ahora bien, según el art. 191.4 LGT, la sanción para este tipo de
infracciones oscila entre el 100% y el 150% de la base de la sanción, por lo que habrá que graduar
la sanción en función de lo establecido en el art. 187 LGT, es decir, en función de existe reiteración
de infracciones o perjuicio para la Hacienda Pública, etc.
De esta manera, y en tanto que no se menciona nada en el enunciado, no nos encontramos ante
un caso de infracciones reiteradas por lo que no corresponde ninguno de los aumentos
porcentuales previstos para ello. Sin embargo, si que nos podríamos encontrar ante un caso en el
que exista perjuicio para la Hacienda Pública. Para ello debemos estar al porcentaje resultante de
la relación existente entre la base de la sanción y la cuantía total que hubiera debido ingresarse:
5.760 € / 175.760 € = 3,3%
En tanto que ese 3,3% es inferior al mínimo del 10% para determinar la existencia de perjuicio,
podemos afirmar que no existe dicho perjuicio para la Hacienda Pública y que la sanción, para esta
infracción muy grave, será del 100% de la base de la sanción (es decir, finalmente tendrá que
pagar 5.760 € de base y 5.760 € de sanción, que hacen un total de 11.520 €).
La tramitación del procedimiento del procedimiento sancionador se encuentra recogida en los arts.
209 a 211 LGT. Así, la iniciación del procedimiento se produce de oficio (art. 209 LGT) mediante la
notificación del acuerdo del órgano competente. En los casos en que el procedimiento sancionador
se abra como consecuencia de otro de verificación de datos, de comprobación limitada o, como
ocurre en este caso, de inspección, el plazo para iniciarlo es de 3 meses. Así, en tanto que en este
caso el procedimiento sancionador se inicia dentro de ese plazo de 3 meses contados a partir del
15 de enero de 2012 (que finalizaría el 15 de abril de ese mismo año), se entiende que la actuación
de la Administración Tributaria es correcta.
Por otra parte, el procedimiento sancionador tiene un plazo máximo de 6 meses desde la
notificación del inicio a la resolución del mismo. Así, en caso de no haber finalizado en dicho plazo
se declarará la caducidad del procedimiento, que impedirá la apertura de un nuevo procedimiento
posterior. Es decir, se trata de caducidad de la acción sancionadora, no simplemente del
procedimiento. Por lo que, como vemos, en el procedimiento sancionador existe una doble
caducidad: la derivada de la superación del plazo de 3 meses para iniciarlo y la de la superación de
los 6 meses para resolverlo. Por lo tanto, entendiendo que el procedimiento se resuelve el 25 de
octubre de 2012 y que en ese momento ya han transcurrido más de 6 meses desde el inicio del
procedimiento sancionador, dicho procedimiento ha caducado, lo que implica que no existirá
sanción y que no se podrá volver a iniciar un procedimiento conforme al art. 211.4 LGT. Por lo
tanto, la actuación de la Administración Tributaria no es correcta en el procedimiento sancionador.
La Ley Orgánica 7/2012 ha añadido un nuevo apartado al art. 305 del Código Penal, relativo a las
actuaciones de liquidación y recaudación que podrá adoptar la Administración Tributaria en caso de
delito fiscal.
Sobre las actuaciones de liquidación, la norma dice que si la Administración aprecia indicios de
delito fiscal podrá liquidar de forma separada los conceptos vinculados al posible delito y los no
vinculados al mismo.
En estos casos la determinación de la deuda tributaria deberá ser llevada a cabo por un Juez penal
como paso necesario para establecer si se cumple, o no, con el presupuesto del delito, aunque
quien determinará que parte de la deuda puede ser constitutiva de delito y que parte no lo es será
un funcionario de la Administración Tributaria, el mismo que, en caso de apreciar dicho delito lo
remitirá al Juez.
En lo que a recaudación se refiere, la norma penal examinada establece que la existencia del
proceso penal no paralizará la acción de cobro de las deudas derivadas de las liquidaciones, que
se llevará a cabo en la fase voluntaria y en la ejecutiva llegado el caso; salvo que el Juez acuerde
la suspensión de la ejecución con prestación de garantías o con dispensa de ellas en casos
excepcionales.
En el caso que nos ocupa, el artículo 305.5 CP establece que la administración puede proceder al
cobro de los 150.000, sin perjuicio de que dicha cantidad pueda ser ajustada y cuantificada de
nuevo si al termino del proceso penal no se aprecia delito.