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El derecho de las comunidades a sus jefes1.


Una de las consecuencias más importantes de una concepción del “carácter” como
relación, es que las ordenaciones sin el ejercicio de un ministerio efectivo en la comunidad
cristiana, ya no tendrán razón de ser, pues el carácter implica una relación con una comunidad.
Pero las exigencias actuales piden también una contraparte: que no haya comunidades sin jefe.
En el post-concilio, hubo también el asombro y la indignación manifestados por ciertos sectores
de la Iglesia que veían al pueblo desprovisto de pastores. El cardenal Suenens aseveraba ya en
1971 que “el pueblo tiene derecho a recibir los sacerdotes que le hacen faltan para y en su
medio”2, pues “rehusar el sacerdocio a los bautizados capaces de asumir esta responsabilidad es
inconcebible y escandaloso”3. Resulta como consecuencia inmediata, continuaba el cardenal,
que los bautizados tienen el deber de ofrecer al obispo candidatos tomados de entre ellos. Estos
hombres existen: esperan el llamado4.

Los estudios sobre el nexo entre el ministro y la comunidad son muy numerosos, y no
citaremos más que algunos cuantos. En 1973, el padre Hervé-Marie Legrand, en su balance
sobre la situación de la teología de los ministerios 5, recuerda que en la Iglesia antigua el
ministerio recibe el carisma con el cargo, y que el concilio de Calcedonia (451), en su canon 6,
consideraba nula la ordenación hecha según las reglas, pero no con miras a un cargo 6. Pero no
hay sólo en concilio de Calcedonia. Encontramos escritos posteriores que atestiguan, hasta el
siglo XII, el rechazo de ordenaciones absolutas de sacerdotes, y eso no sin ironía o reprobación:
Isidoro de Sevilla (610)7, el concilio de Pavia (850) 8, Urbano II en el concilio de Piacenza
(1095)9, Hugo de San Víctor en 114010. En base a una Iglesia concebida como comunión surgida
del Concilio Vaticano II, Legrand afirma la necesidad de regresar a una Iglesia que descanse
sobre la común responsabilidad de los cristianos. En este contexto, esta comunidad tiene
necesidad de jefes, encargados de construir la Iglesia, de presidirla y, por consiguiente, de
presidir la eucaristía. No obstante, no es la comunidad local la que ordena al ministro, ya que es
ministro de la Iglesia de Dios. El ministro está, entonces, al mismo tiempo situado en la Iglesia
y frente a ella. Su función no es sólo una función, sino también un carisma, que no puede ser
pensado en términos contractuales. Es un ministerio al servicio del sacerdocio común de los
fieles, de coordinación, de animación, de vigilancia, de la palabra y de los sacramentos, que
estimula la responsabilidad de los cristianos en la misión eclesial 11.

Esta idea de un ministerio que está al servicio de la comunidad, pero que no es una pura
emanación de la comunidad, es compartida por varios teólogos, entre los cuales encontramos a
Bernard Sesboüé12, Joseph Moingt13, Hans Waldenfels14, Edward Schillebeeckx15 y Philippe

1
Extracto de un apartado de la tesis doctoral de J. SÁNCHEZ, El laico en una Iglesia pluri-ministerial. De
una teología del laicado a una eclesiología de solidaridad, pp. 295-301.
2
Cardenal L.-J. SUENENS, « Les problèmes pratiques du sacerdoce ministériel », Intervención en el Sínodo sobre el
sacerdocio ministerial, DC, n° 1596, 7 de noviembre de 1971, pp. 986-988.
3
Ibid., p. 987.
4
Ibid.
5
H.-M. LEGRAND, « Où en est la théologie des ministères ? », art. cit.
6
Ibid., p. 421.
7
ISIDORO DE SEVILLA, De eccl. officiis, II, 3: « … Son acéfalos (…) semejantes a los centauros, ni caballos, ni
hombres » (PL 83, MIGNE 779). Traducción de C. VOGEL, « Laica Communione Contentus. El regreso del presbítero
al rango de los laicos », p. 103.
8
c. 18: « De ninguna manera hay que considerar como siendo clérigos o presbíteros, a los que no relevan de ninguna
autoridad o administración episcopal » (MANSI 14, 936). Traducción de C. VOGEL, art. cit.
9
c. 15: « En conformidad con las prescripciones de los cánones, decidimos que toda ordenación absoluta será
considerada como una ordenación que no ocurrió » (MANSI 20, 806). Traducción de C. VOGEL, art. cit., p. 104.
10
HUGO DE SAN VÍCTOR, De sacramentis, II, 3, 2: « Nadie será admitido entre los clérigos de manera absoluta. Los
que, en efecto, no tienen cabeza son acéfalos, no clérigos » (PL 176, MIGNE 421). Traducción de C. VOGEL, art. cit.,
p. 104.
11
H.-M. LEGRAND, « Où en est la théologie des ministères ? », pp. 413-428.
2

Rolland16. La idea de que el que preside la comunidad debe presidir la eucaristía es compartida
por Jean-Paul Deloupy17, Moingt18 y Schillebeeckx19. Sin embargo, cuando uno llega a las
cuestiones concretas (encontrar sacerdotes para las comunidades), las opiniones están divididas,
y a veces son diferentes de las de la jerarquía. Veamos de más cerca.

¿Ministerio de por vida o ministerio temporal?


La jerarquía cree que la crisis de vocaciones sacerdotales llegará pronto a su fin, y
contempla el incremento de las vocaciones en el Tercer Mundo como una esperanza para la
Iglesia. Las proposiciones de los teólogos toman otro camino. André Lemaire, Christian Duquoc
y Joseph Moingt plantean la cuestión de un ministerio presbiteral “temporal”, mientras que
Hervé Legran y Monseñor Émile Marcus son favorables más bien al ministerio de por vida.
Lemaire argumenta a partir de la evolución de la sociedad actual y de lo que pasa en nuestra
Iglesia. Si las funciones civiles, que antes eran a vida, ya no lo son, ¿no puede pasar lo mismo
en el marco de la Iglesia? La dimisión de un obispo o de un sacerdote que ha alcanzado una
cierta edad, ¿no es el fin del “ministerio de por vida”? 20 Henri Denis, sin hablar directamente del
ministerio temporal, estima que tal vez no son factores propiamente cristianos o evangélicos los
que harán cambiar las cosas, sino factores sociológicos. Las señales de la fe están mucho más
ligadas a las personas, a las redes de relaciones humanas que a los sacramentos. Cree que la
“presidencia ministerial” existirá cada vez más bajo la forma de responsabilidad, que consistirá
en hacer nacer y crecer una comunidad de cristianos en el servicio al mundo 21.

Por su parte, el padre Moingt propone otro tipo de ministerio para asegurar la celebración
eucarística: una persona que es escogida por su comunidad, que no recibe la imposición de
manos para entrar en el cuerpo de ministros de la Iglesia, y que hace así su ministerio, en un
grado diferente, permaneciendo al mismo tiempo laico 22. Tales personas comparten la autoridad
y la función del sacerdote. Moingt liga el ministerio presbiteral mucho más a un ejercicio que
sería una función social, parecida a una función pública. Aunque no dice necesariamente que
sería temporal, el contexto lo da a entender así 23. El padre Congar, en un artículo publicado en
197124, se había planteado la pregunta sobre la posibilidad de delegar la celebración de la
eucaristía, a partir de un texto de Ignacio de Antioquía que decía: “Que esta única Eucaristía sea
vista como legítima, que se hace bajo (la presidencia de) el obispo o de aquél a quien lo haya
12
B. SESBOÜÉ, « Ministères et structure de l’Église. Réflexion théologique à partir du Nouveau Testament » en el
trabajo colectivo Le ministère et les ministères selon le Nouveau Testament. Dossier exégétique et réflexion
théologique, bajo la dirección de J. DELORME, Ed. Seuil, París, 1974, p. 372.
13
J. MOINGT, « Services et lieux d’Église, III. L’avenir du passé », Études 351, octubre de 1979, p. 372, haciendo
suya esta idea ya expresada por J. DELORME, « Diversité et unité des ministères d’après le Nouveau Testament », en
el trabajo colectivo J. DELORME et alii, Le ministère et les ministères selon le Nouveau Testament. Dossier exégétique
et réflexion théologique, pp. 339, 344-345.
14
H. WALDENFELS, « Le droit à un prêtre ? », Concilium 153, 1980, pp. 90-91.
15
E. SCHILLEBEECKX, Le ministère dans l’Église, Cerf, París, 1981, pp. 111-112.
16
P. ROLLAND, « Le ministère pastoral ambassade au nom du Christ », NRT 105 (1983), p. 161-162, 178.
17
J.-P. DELOUPY, Laïcs et prêtres, des idées pour demain, pp. 252-253.
18
J. MOINGT, « Services et lieux d’Église, 3. L’avenir du passé », p. 388.
19
E. SCHILLEBEECKX, Le ministère dans l’Église, p. 51. Hace esta constatación cuando estudia el ministerio en las
comunidades del Nuevo Testamento.
20
A. LEMAIRE, Les ministères dans l’Église, pp. 123-124. Hemos tratado este tema en el punto 2.5 de este mismo
capítulo, y hemos expresado ahí nuestra opinión.
21
H. DENIS, « Interrogations actuelles. E. Le ministère comme présidence », en J. DELORME et alii, Le ministère et
les ministères selon le Nouveau Testament, pp. 494-495.
22
Deloupy considera este tipo de clérigo como de « segunda zona » y contempla más bien que se busque del lado de
los ministerios de los laicos para encontrar una solución (J.-P. DELOUPY, Laïcs et prêtres, des idées pour demain, p.
254). Henri Denis subraya que esta fórmula podría desplazar un poco la responsabilidad de los sacerdotes, de la
celebración eucarística a la de la responsabilidad apostólica de la Iglesia en su conjunto (H. DENIS, « Interrogations
actuelles. E. Le ministère comme présidence », p. 493).
23
J. MOINGT, « Services et lieux d’Église, 3. L’avenir du passé », pp. 390-391.
24
Y.M.-J. CONGAR, « Quelques problèmes touchant les ministères », NRT 93 (1971-2), pp. 785-800.
3

encargado”25. Se apoya en varios escritos de teólogos serios, que afirmaron, grosso modo, “que
es imposible establecer que en los orígenes sólo los ministros que recibieron la imposición de
manos hayan celebrado la eucaristía” 26. Christian Duquoc presenta casos de penuria de
sacerdotes en América Latina y en África, donde un gran número de comunidades no pueden
celebrar la eucaristía más que a intervalos muy espaciados. ¿Por qué no ordenar, según Duquoc,
a los que presiden la comunidad, al menos de manera temporal? ¿No se puede ordenar
sacerdotes a estos hombres que han probado tener una gran autoridad moral y un liderazgo
incontestable? He aquí un extracto de un testimonio que proviene de comunidades sin
sacerdotes en la antigua república del Zaire, donde varias comunidades son presididas por un
cristiano, llamado “mokambi”. Es un texto dirigido al cardenal Malula:

“Sufrimos porque la misa no puede ser dicha en nuestros barrios. Si encontramos un muerto
en la parcela, no encontramos sacerdotes que vengan a celebrar la misa; debemos siempre
esperar hasta el domingo siguiente. Tata Cardenal, ¿no podría usted dirigirse al Papa para
pedirle que dé a nuestro mokambi, tata Mazanga, el poder de decir la misa? (…) Tata
Mazanga podría hacerlo. Conocemos a nuestro mokambi: si el Papa está de acuerdo, el
también estará de acuerdo”27.

Para Duquoc, nada prueba que el “carisma” del celibato favorezca la presidencia
evangélica de la comunidad, ya que es infinitamente más seguro ordenar a un hombre maduro,
probado, que a un joven sin experiencia. En su opinión, no es la ley del celibato la que
obstaculiza una reforma al ministerio: es la representación del sacerdocio como estado de vida 28.

Legrand rechaza la idea de un ejercicio temporal del ministerio presbiteral. No piensa en


términos contractuales: la ordenación es del orden de la gracia que establece nuevas relaciones,
personales y durables con Dios y con los hermanos cristianos; el que recibe esta gracia no
dispone de ella como si recibiera una función, aunque esté rodeado de garantías contractuales 29.
Monseñor Marcus replicó directamente al artículo de Duquoc 30. Manifiesta sus dudas en
relación a la creación de un ministerio presbiteral temporal. ¿Vendría la Iglesia a inaugurar
funciones más o menos transitorias, revisables según las necesidades del momento? ¿O seguirá
introduciendo un cristiano al Orden de los presbíteros, a fin de que celebre los sacramentos y
para que sea el oficiante en las comunidades? El sacerdote, por la ordenación, ¿podrá estar sólo
parcialmente consagrado a la obra a la que Cristo lo llama? 31 Por otra parte, Monseñor Marcus
teme que el nuevo presbiterado cree un desorden en el estatuto de los sacerdotes sólo para
querer responder a las necesidades del momento. Monseñor Marcus, rechaza la “banalización”
del sacerdote, cuyo ministerio consiste en ejercer la caridad pastoral, “llevando la misma vida
del Buen Pastor”32. Como vemos, el acuerdo no ha sido alcanzado. Sin embargo, en estas
discusiones queremos distinguir el ministerio que permanece virtualmente de por vida dada la
existencia del carácter, de la evolución pastoral contemporánea que, delante de la prolongación

25
IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Aux Smyrn., VIII, 1 (SC 10 bis, p. 139).
26
Entre autres, M. VILAIN, « Peut-il y avoir succession apostolique en dehors de la chaine de l’imposition des
mains ? », Concilium, n° 34, 1968, p. 92 ; J. DUSS VON WERDT, « Que peut le laïc sans le prêtre ? », Ibid., pp. 95-
102 ; Rund J. BUNNIK, Dienaren van het Aggiornamento…, Nimègue, 1967, trad. française Prêtres des temps
nouveaux, Casterman, 1969, pp. 74-75 ; D.N. POWER, Ministers of Christ and His Church. The Theology of
Priesthood, Londres, 1969, p. 173 avec le n. 5 et pp. 177-178 (que se passait-il dans les églises avant que les Apôtres
ne désignent des anciens, Ac 14, 23 ? les prophètes de Didachè 15, 1. Des diacres ont célébré l’eucharistie : le
Concile d’Arles de 314, c. 15, prohiba cet abus (HEFELE, I-1, p. 291) ; B. SESBOÜÉ, Serviteurs de l’Évangile. Les
ministères dans l’Église, París, 1971, p. 115. (Cités par Y.M.-J. CONGAR, « Quelques problèmes touchant les
ministères », pp. 794-795, n. 21).
27
« La question du ministère en Afrique », Spiritus, t. 18, décembre 1977, p. 358. Cité par C. DUQUOC, « Théologie
de l’Église et crise du ministère », Études 350, janvier 1979, p. 106.
28
C. DUQUOC, « Théologie de l’Église et crise du ministère », pp. 107-108.
29
H.-M. LEGRAND, « Où en est la théologie des ministères ? », pp. 421-422.
30
Mgr E. MARCUS, « A propos d’une réflexion sur l’appel au presbytérat », Études, n° 350, marzo de 1979, pp. 415-
423.
31
Ibid., p. 420.
32
Ibid., p. 421.
4

de la vida, lleva a reflexionar sobre situaciones de retiro para los obispos y sacerdotes y a la
posibilidad de ministerios temporales para los laicos asociados al ministerio pastoral. Es en esta
última situación que no tenemos todavía una respuesta unánime y clara.

¿Ordenar sacerdotes sin exigir el celibato?


La otra cuestión que se presenta si uno quiere realmente dar a las comunidades un jefe, es
la cuestión del celibato. Aquí, son mucho más numerosos los que proponen conceder la
ordenación presbiteral a ciertos hombres probados, probablemente casados, y jefes de las
comunidades. Esta idea estaba ya en el aire al final de los años 70. Jean-Paul Deloupy
vislumbraba esta posibilidad y entreveía transformaciones internas en el cuerpo pastoral 33.
Según él no puede uno apoyarse en el Nuevo Testamento para oponerse a ello. Schillebeeckx
piensa que la Iglesia católica, teniendo ya desde hace años laicos en responsabilidad pastoral
que se entregan plenamente al servicio de la comunidad, sigue pidiendo para la presidencia de
las comunidades sacerdotes célibes de sexo masculino, disciplina observada por razones no
teológicas. Considera que la existencia de comportamientos alternativos, opuestos a este orden
eclesial, cuestiona la credibilidad del cuerpo pastoral, el cual no podrá imponerse más que
recurriendo a la autoridad. Recuerda la situación de numerosos catequistas en África o de
asistentes pastorales en Europa que presiden la comunidad, pero que son excluidos de la
posibilidad de presidir la eucaristía o de celebrar el servicio de la reconciliación 34.

Hans Waldenfels no habla directamente de la ordenación de hombres casados, pero su


artículo no excluye la necesidad de un candidato con un liderazgo necesario para unir e integrar
la comunidad cristiana35. Cree que en la determinación de criterios para la admisión al
presbyterium, se debe primero observar la integridad de la fe y de la vida del candidato, y
enseguida la aptitud para asumir la dirección de una comunidad, es decir, para cuidar su unidad.
El criterio del celibato es totalmente secundario en estas consideraciones 36.

Norbert Greinacher es mucho más explícito en sus proposiciones 37. Explica que cada
comunidad tiene derecho a un sacerdote, pues las comunidades sin sacerdote son una
monstruosidad38. Analizando la situación de la República Federal Alemana en 1980, Greinacher
constata que hay un número creciente de estudiantes de teología, un gran número de catequistas
y de jefes no ordenados de comunidades de base en el mundo entero, así como sacerdotes
casados. Entonces, no faltan de ninguna manera vocaciones al ministerio sacerdotal. “El deber
del celibato, sin ser el único motivo, es el motivo decisivo que se opone al derecho de la
comunidad a tener su propio sacerdote”39. Cita luego a Karl Rahner, quien en 1972 había
expresado ya su propia posición al respecto:

“Si y en la medida en que la Iglesia en una situación concreta no puede encontrar un número
suficiente de sacerdotes jefes de Comunidades sin renunciar a la obligación del celibato, va
de sí, sin que otra discusión teológica sea necesaria, que debe renunciar a esta obligación del
celibato”40.

33
J.-P. DELOUPY, Laïcs et prêtres, des idées pour demain, p. 264.
34
E. SCHILLEBEECKX, « La communauté ecclésiale et sa présidence », Concilium, n° 153 (1980), pp. 142-143 et 147-
148.
35
H. WALDENFELS, « Le droit à un prêtre ? », p. 92.
36
Ibid.
37
N. GREINACHER, « Le droit de la communauté à son propre prêtre », Concilium, n° 153 (1980), pp. 93-101.
38
Ibid., p. 98.
39
Ibid., p. 100.
40
K. RAHNER, Strukturwandel der Kirche als Aufgabe und Chance, Friburgo, 1972, p. 117, citado por N.
GREINACHER, art. cit., p. 100.
5

Greinacher sugiere para el porvenir el diversificar modelos: los jefes de comunidades no


deben estar formados en el plan académico de la misma manera que los sacerdotes; podrá haber
sacerdotes de tiempo completo, de tiempo parcial, casados o no casados 41.

Más recientemente, Bernard Sesboüé42 estimaba que la Iglesia no podía instalarse de


manera durable en las ADAP (Asambleas dominicales en ausencia de presbíteros); hacerlo
conllevaría consecuencias trágicas. Primero, los creyentes no ven la diferencia entre las ADAP y
las eucaristías; se seguiría que la Iglesia católica ya no estaría fundada en la reunión en torno al
sacrificio eucarístico, lo que pone en peligro la identidad católica 43. Por otra parte, Sesboüé
invoca el derecho de las comunidades a los sacramentos, reconocido en el Código de Derecho
Canónico, canon 213. Para Sesboüé, “no se podrá hacer frente a las necesidades normales de la
eucaristía dominical con los recursos de la única filial actual de acceso a la ordenación” 44.
Propone la selección de hombres adultos no casados o viudos, pero es claro que el problema de
la ordenación de hombres casados se plantea también. La agudeza del problema ha llevado a
Pablo VI a incorporarlo en la orden del día del Sínodo de Obispos en 1971; si, entonces, la
ordenación de hombres casados fue descartada por una débil mayoría de 20 votos, ¿no sería
legítimo volver a plantear la cuestión?, se pregunta Sesboüé, que estima que la situación ha
cambiado de 25 años a la fecha45.

En 1994, Jean Rigal afirmaba que “rehusar por más tiempo de contemplar la eventual
ordenación de hombres casados significaría hacer pasar la exigencia del celibato presbiteral
antes de las necesidades de la comunidad cristiana” 46. Siete años después, en el siglo XXI, el
problema perdura. Rigal presenta la opinión de algunos que proponen claramente ordenar
agentes pastorales que han hecho sus pruebas, y la práctica de la Iglesia antigua no se opone a
ello. Se pregunta si no entra el miedo, en estos debates, como un reflejo determinante 47. Pero
Rigal escribe en un contexto donde ya hay una extensión de los ministerios, delegados a
apóstoles laicos. Esto nos conduce a otro asunto en la reflexión de los ministerios: la
participación de los laicos en los ministerios pastorales anteriormente reservados a los clérigos.

41
N. GREINACHER, art. cit., p. 101.
42
B. SESBOÜÉ, N’ayez pas peur ! Regards sur l’Église et les ministères aujourd’hui, Desclée de Brouwer, París,
1996.
43
Como lo ha dicho Monseñor R. WEAKLAND, en « La création de nouvelles paroisses et le manque de prêtres », DC,
n° 2026, 21 de abril de 1991, nos 42-45, p. 400.
44
B. SESBOÜÉ, N’ayez pas peur !, p. 105.
45
Ibid., p. 106.
46
J. RIGAL, L’Église en chantier, Cerf, París, 1994, p. 132.
47
J. RIGAL, Découvrir les ministères, DDB, París, 2001, pp. 209-210.

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