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I. EDUCACIÓN Y ESTADO-NACIÓN

EL DISEÑO original de los sistemas educativos de los países de


América Latina, situado históricamente en las últimas décadas
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del siglo XIX y las primeras del siglo xx, está estrechamente aso-
ciado a la creación de los Estados nacionales. En ese contexto, el
paradigma sobre el cual giraron las discusiones, los conflictos y
las orientaciones de las políticas educativas estuvo basado en la
idea según la cual la educación tiene una función predominante-
mente político-cultural en la sociedad. Dicho sentido político-
cultural se definió a través de dos estrategias principales. La pri-
mera de ellas fue la universalización de la enseñanza primaria,
ligada a la necesidad de construir la identidad nacional para ga-
rantizar la cohesión social y la estabilidad política. Desde esta
perspectiva se comprende el carácter obligatorio de la escolari-
dad primaria, destinada a socializar al conjunto de la población
en los valores propios del proceso de modernización y unidad
nacional. La segunda estrategia fue la organización y el impulso
a la escuela secundaria y a la universidad, concebidas como las
herramientas privilegiadas para formar a la elite política diri-
gente, capaz de gobernar a la sociedad.
Para comprender mejor las características de este modelo edu-
cativo es pertinente recordar los principales rasgos que tuvo en los
países de origen, especialmente los europeos. Muy sintéticamente
expuesto, la característica de lo que hoy llamamos sistema educativo
tradicional fue la definición de una forma determinada de articula-
ción entre la estructura del sistema por niveles (primaria, secunda-
ria, superior), su organización institucional (que incluye las formas
de gobierno), el papel de los actores del proceso pedagógico (parti-
cularmente de los docentes), la definición de los contenidos y de la
estructura curricular y las modalidades de acción pedagógica (la

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didáctica). Desde este punto de vista, el sistema educativo tradicio- Este modelo, con características específicas según las tradi-
nal estuvo concebido como un dispositivo de distribución social de ciones sociales y políticas, se desarrolló en los países europeos
valores y de conocimientos, según el cual cada uno debía recibir la y en Estados Unidos. Las elites ilustradas latinoamericanas
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educación requerida por el lugar que ocupara en la estructura so- buscaron allí la fuente de inspiración para la construcción de
cial. Mientras la base del sistema permitía difundir lo necesario sociedades modernas en la región. Desde esta perspectiva, la
para lograr la homogeneidad cultural, fundamentalmente el domi- ruptura cultural con las metrópolis coloniales (España y Portu-
nio de los códigos culturales básicos y la adhesión a la identidad gal) dio lugar a un nuevo tipo de vínculo de dependencia con
nacional como factor de cohesión social, la cúpula garantizaba a otras metrópolis. En la dimensión educativa, probablemente el
una elite el acceso a las expresiones más elaboradas y al dominio de testimonio más representativo de esta búsqueda de nuevos mo-
los instrumentos que permitían la creación de conocimientos. Como delos se encuentra en Educación popular, uno de los libros más
la operación cognitiva fundamental era la transmisión y la repro- influyentes en este período publicado en 1849, escrito como in-
ducción del saber (que, en sí mismo, era liberador y permitía com- forme del viaje de Domingo F. Sarmiento para observar los sis-
prender el mundo), la didáctica se basaba en la observación, la co- temas educativos de Francia, Inglaterra, Italia, Alemania, Es-
pia y la repetición. El maestro era concebido como la figura central paña, Estados Unidos y Canadá.
del proceso de aprendizaje, ya que en su papel y su figura se con- Sarmiento, exiliado político argentino en Chile en esa época,
centraba la posesión del conocimiento y la autoridad que lo legiti- viajó enviado oficialmente por el gobierno chileno y sus observa-
maba. La distribución se efectuaba a través de la institución escolar, ciones sirvieron de base para los debates y los proyectos que se
para garantizar el carácter homogéneo (no individualizado ni parti- formularon en los países del Cono Sur, pero también en el resto de
cularista, que ofrecían las instituciones socializadoras tradicionales la región. El paso por Europa y Estados Unidos le permitió cono-
como la familia y la Iglesia), y el proceso de enseñanza-aprendizaje, cer los diferentes modelos de organización escolar (el centralismo
así como el gobierno de las instituciones, estaba basado en criterios francés y la descentralización germana y sajona) así como las dis-
de racionalidad técnico-burocrática tales como la gradualidad, la tintas estrategias de política educativa que diseñaron y aplicaron
supervisión técnica y la adecuación a principios de psicología del estos países en el comienzo de los procesos de desarrollo capita-
aprendizaje. En este sentido, lo que caracterizaba al sistema educa- lista, de construcción de los Estados nacionales y de los regímenes
tivo tradicional era la congruencia en la articulación tanto entre los republicanos y democráticos de gobierno.2
diferentes componentes del sistema como entre éste y el contexto
social, político y cultural para el cual fue elaborado. En síntesis, la 2
Además de convertirse en una obra sobresaliente en el ámbito de la edu-
organización piramidal del sistema educativo se correspondía con cación, el informe de Sarmiento logró tener un significativo impacto en los
la pirámide de la organización del trabajo y de la estructura social.1 debates educativos chilenos de la época, particularmente en las discusiones
de los proyectos de ley presentados por Manuel Montt, por un lado, y por
Antonio García Reyes, por el otro. El proyecto de Manuel Montt tuvo una fuer-
1
Ésta es, por supuesto, una presentación muy esquemática de un fenómeno te influencia de las ideas divulgadas por Sarmiento, lo que puede apreciarse
complejo. Para un análisis más exhaustivo del sistema educativo tradicional y particularmente en la defensa de la gratuidad de la enseñanza, en la definición
sus transformaciones puede verse François Dubet, El declive de la institución. de las fuentes de financiamiento de la educación y en la importancia otorgada
Profesiones, sujetos e individuos en la modernidad, Barcelona, Gedisa, 2002. En a la formación de los maestros y los profesores. El análisis de estos debates
términos más clásicos, son ilustrativos los análisis de Émile Durkheim en La constituye un capítulo importante de la historia de la educación chilena, que
educación moral, Buenos Aires, Losada, 1947. anticipa el debate argentino de la Ley 1.420. A propósito, véase el prólogo de
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La difusión de estos modelos en América Latina, sin embargo, Los debates sobre estas diferentes propuestas forman parte
estuvo asociada a debates y modificaciones importantes. El primer eje de la historia de la educación en cada uno de nuestros países. Sin
de discusión giró alrededor de cuál debía ser la estrategia prioritaria, embargo, es importante destacar que también estuvieron presen-
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si la universalización de la educación básica o la formación de las éli- tes en los países centrales. La prioridad dada a la escuela primaria
tes dirigentes. Ambos objetivos formaron parte de la misma visión fue, probablemente, el rasgo más destacado de la estrategia edu-
acerca del papel de la educación, pero la prioridad de uno u otro defi- cativa en Estados Unidos, a diferencia de los países europeos,
nía proyectos políticos y sociales distintos. Domingo F. Sarmiento, por donde la estratificación educativa asociada a la estratificación so-
ejemplo, fue el máximo exponente del modelo que otorgaba priori- cial siempre tuvo un peso muy importante. Al respecto, vale la
dad a la escuela primaria. José Pedro Várela, en Uruguay, compartió pena recordar la observación de otro viajero clave de la época,
esta visión. Justo Sierra, en México, también fue un vocero de esta po- Alexis de Tocqueville, cuando se refirió a la educación en Estados
sición, aunque con menor impacto en el diseño e implementación de Unidos. Según Tocqueville, se trataba del país donde había mayor
políticas. Costa Rica constituye, en este esquema, un caso muy intere- cantidad de personas educadas y menor cantidad de sabios y de
sante ya que comparte con Argentina y Uruguay la prioridad dada a personas con educación superior.5 Pero si bien lo que más le im-
la escuela primaria pero no enfrenta el desafío de integrar a población presionó de su viaje por Estados Unidos fue la igualdad en las
migrante europea ni tampoco a una importante población étnica- condiciones de vida de la población y su impacto en el conjunto
mente heterogénea, como el caso de México, sino a su propia pobla- de las dimensiones sociales, un viajero que visitara los países de
ción en el marco centroamericano y con una estructura de producción América Latina en ese período podría haber dicho exactamente lo
basada en la pequeña propiedad cafetalera.3 Por el contrario, Andrés contrario: lo que más impresionaba en el período poscolonial era
Bello, en Chile, fue quien expuso más articuladamente la idea según la enorme desigualdad y la concentración de la riqueza y del po-
la cual era prioritario formar a la elite dirigente a través de la escuela der.6 Estas condiciones afectaron sustancialmente el proceso de
secundaria y de la universidad. Bartolomé Mitre, en Argentina, tam- copia de los modelos imperantes en los países desarrollados.
bién se ubica en esta línea y es muy ilustrativo el discurso con el que
justificó la creación de los colegios secundarios de administración na-
cional por la necesidad de contar con una “correa de transmisión” de LA PRECARIEDAD DEL ESTADO-NACIÓN EN AMÉRICA LATINA
la clase política central en las distintas regiones del país.4
A diferencia de los países centrales, el rasgo más significativo del
Juan Carlos Tedesco e Ivana Zacarías a Domingo F. Sarmiento, Educación popu- proceso de construcción de los Estados nacionales en América La-
lar, Buenos Aires, Universidad Pedagógica de Buenos Aires, 2011. tina fue su escasa capacidad para incluir al conjunto de la pobla-
3
Es interesante recordar que Costa Rica cerró su universidad en 1888 y
sólo la reabrió en 1940, cuando ya había expandido de manera significativa 5
Alexis De Tocqueville, De la democracia en América, Madrid, Alianza, 2002,
la escolaridad primaria. Mientras tanto, impulsó activamente el desarrollo t.1, p. 51.
de las escuelas rurales y de los institutos de formación docente. Sobre la 6
Véase Tulio Halperín Donghi, Historia contemporánea de América Latina,
especificidad del desarrollo histórico de Costa Rica véase Edelberto Torres Madrid, Alianza, 1972. Un panorama general de este período puede verse
Rivas, “Síntesis histórica del proceso político”, en Centroamérica hoy, Méxi- en AAVV, Historia general de América Latina. La construcción de las naciones lati-
co, Siglo XXI, 1975. noamericanas, 1820-1870, dir. de Josefina Vázquez de Knauth, vol. VI, Madrid,
4
Véase Juan Carlos Tedesco, Educación y sociedad en Argentina (1880-1945), 4ª UNESco/Trotta, 2003.
ed., Buenos Aires, Siglo XXI, 2009.
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ción en los circuitos de participación social, ya se tratara del mer- En el marco de esta particular configuración social, el secto
cado de trabajo, de la ciudadanía política o de la socialización en ilustrado de la clase política sólo pudo manejar los limitados instru
patrones culturales comunes. Al respecto, es importante recordar mentos propios del gobierno para impulsar sus ideas. Entre esos
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que en los procesos vividos en los países centrales la construcción instrumentos se destaca el uso de la ley, utilizada recurrentemente
de los Estados nacionales estuvo asociada al desarrollo industrial, para intentar cambiar la realidad. La educación fue, desde este
al ejercicio de la ciudadanía y a la instalación de la democracia punto de vista, uno de los sectores donde este instrumento fue muy
como sistema de gobierno.7 En nuestra región, en cambio, las acti- importante. El proyecto de incorporar al conjunto de la población a
vidades productivas estuvieron basadas en la explotación exten- la escuela fue impulsado por leyes que, muy tempranamente, de-
siva de recursos naturales cuya propiedad estaba muy concen- clararon la educación primaria obligatoria y gratuita. Un recorrido
trada y el poder político conservaba formas oligárquicas. En los por las fechas en las cuales los países de América Latina dictaron
países con fuerte presencia indígena, la exclusión del ejercicio de leyes de obligatoriedad de la enseñanza primaria muestra que la
los derechos políticos fue una constante, así como la exclusión gran mayoría de ellos lo hizo en la segunda mitad del siglo XIX
de las mujeres en el caso de la población blanca o mestiza. La de- (véase Anexos, cuadro 1). La realidad, sin embargo, estuvo muy le-
mocracia y el sufragio universal fueron conquistados recién a jos del postulado legal. Las tasas de escolarización correspondien-
principios del siglo xx y sólo en aquellos países1 que expandieron tes a la edad de la obligatoriedad corroboran la hipótesis de la gran
tempranamente el acceso a la educación. Sin embargo, aun en esos distancia existente entre el discurso de la obligatoriedad y las con-
casos, la estabilidad democrática fue precaria y también desde diciones reales de su aplicación. Sólo un siglo después de sanciona-
muy temprano la vigencia de los principios democráticos fue inte- das las leyes, los países de la región pudieron mostrar que estaban
rrumpida por recurrentes golpes de Estado. cerca de alcanzar ese objetivo. Hacia mediados del siglo XX, Argen-
La precariedad de los procesos de inclusión social en América
Latina permite sostener la hipótesis según la cual el proyecto de liberal, se dictó el Decreto Orgánico de Instrucción Primaria, promulgado el 1o
socializar a toda la población en los valores vinculados a la uni- de noviembre de 1870. El debate sobre ese decreto permitió apreciar la oposi-
ción explícita de los sectores conservadores a la idea de obligatoriedad esco-
dad nacional a través de la escuela fue asumido sólo por el sector lar, porque atentaba contra la libertad y los derechos de los padres. Según los
ilustrado de la clase política. Tanto los sectores económicamente conservadores, el individuo debía ser libre de ser ignorante. En 1872, el obispo
dominantes, vinculados a la explotación extensiva de recursos na- Bermúdez expidió una pastoral prohibiendo a los católicos matricular a sus
hijos en las escuelas públicas so pena de excomunión. El obispo de Medellín,
turales, como los representantes de patrones culturales tradicio- José Ignacio Montoya, prohibió a los jóvenes católicos inscribirse en la Escuela
nales, en particular la Iglesia católica, resistieron o adhirieron pa- Normal Federal. Los gamonales percibían la educación como un factor que
siva o débilmente a la universalización de la socialización escolar erosionaba su capacidad de control clientelístico de la población. Hay muchos
testimonios de cómo obstaculizaban la labor de los maestros, atrasando el pago
moderna.8 de salarios, no otorgando financiamiento, etc. En el caso de la población, ade-
más de la ignorancia acerca de las posibilidades de educar a sus hijos, existían
7
Dominique Schnapper, La comunidad de los ciudadanos, Madrid, Alianza, argumentos más directos vinculados al uso de los hijos en el trabajo, la cosecha
2002. de café y otras labores del campo. “Los pobres expresaban su hostilidad hacia
8
Uno de los casos en que esta postura activa de resistencia a la universaliza- las escuelas firmando manifiestos populares contra ellas o uniéndose a las So-
ción de la escuela fue más explícita es el de Colombia. Como se sabe, Colombia ciedades Católicas.” Véase Jane M. Rausch, La educación durante el federalismo.
vivió un prolongado período de pugnas entre conservadores y liberales desde La reforma escolar de 1870, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo/Universidad Peda-
la segunda mitad del siglo XIX. Durante uno de los momentos de predominio gógica Nacional, 1993.
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tina era el país más avanzado y su cobertura no llegaba al 70% de la La distancia entre el discurso político y la realidad educativa
población escolar matriculada en el nivel primario (véase Anexos, expresa las limitaciones tanto materiales como sociales del pro-
cuadros 1 y 4). yecto de construcción de los Estados nacionales. Con respecto a
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Las limitaciones del poder de las elites ilustradas también te- la carencia de recursos materiales, es necesario recordar que si
nían dimensiones territoriales. En el caso de países federales como bien éste fue uno de los argumentos más reiterados para demos-
Argentina o México, esta limitación se puso de manifiesto, entre trar el escaso desarrollo de las políticas educativas, dicha caren-
otros aspectos, en que las leyes educativas no tuvieron alcance na- cia se explica más por la escasa importancia que la educación
cional. Las elites ilustradas solían controlar el poder central pero básica universal ocupaba en la lógica de los sectores económica-
no a los gobiernos locales, y fue necesario dictar leyes adicionales mente dominantes que por la disponibilidad real de recursos.
que otorgaran facultades a los gobiernos centrales para crear y ad- Las limitaciones sociales, por su parte, ponen de manifiesto la
ministrar escuelas en las provincias o en los estados locales.9 El debilidad de los actores capaces de asumir los procesos involu-
caso de Brasil muestra una realidad diferente pero también aso- crados en el proyecto ilustrado. Esta debilidad, paradójicamente,
ciada a la precariedad de los procesos de inclusión social y a la li- explica el carácter desmesurado que frecuentemente tuvo su for-
mitación territorial del poder ilustrado. La administración central mulación. La falta de límites impuestos por la conciencia acerca
en Brasil fue particularmente débil en este período y las iniciati- de la escasa capacidad de llevar a la práctica los proyectos dis-
vas más importantes se registraron en los estados más ricos, de cursivos permite comprender el alto grado de impunidad con el
manera específica en San Pablo y en Río de Janeiro. En Brasil fue- que se formulaban.
ron las iniciativas locales las que se convirtieron en referentes na- La debilidad inclusiva del capitalismo dependiente erosiona
cionales, a la inversa de lo sucedido en Argentina o en México. Sin la asociación entre ciudadanía y democracia. Retomando las tesis
embargo, aun en el nivel local de estados particularmente ricos y de Touraine y Dubet,11 sería posible sostener que en América La-
dinámicos la incorporación de la población a la escuela fue muy tina no hubo condiciones institucionales que permitieran procesos
poco significativa.10 de construcción subjetiva de la integración o la cohesión social.
Por un lado, porque una porción significativa de la población es-
9
Las constituciones nacionales de los países federales reconocían el derecho taba excluida del acceso a las instituciones educativas y al domi-
de las provincias a administrar la educación. Para autorizar la creación y admi- nio de los códigos básicos para el ejercicio de la ciudadanía. Por
nistración de escuelas por parte del gobierno central, en Argentina se dictó la otro lado, porque el contenido integrador y democrático del men-
conocida “ley Lainez” en 1904. En México tuvo lugar un debate similar a raíz
de las funciones de la Secretaría de Educación, creada por iniciativa de José saje educativo estaba disociado de las experiencias de la vida so-
Vasconcelos en 1921. Véase Josefina Vázquez de Knauth, Nacionalismo y educa- cial. Las elites del poder económico, por ejemplo, no asumieron
ción en México, México, El Colegio de México, 1970, p. 138. Un análisis de las un compromiso real con el sistema democrático de gobierno, lo
relaciones entre el poder central y el local desde el punto de vista político pue-
de verse en José Carlos Chiaramonte, “Estado y poder regional: las expresiones
cual explica la inestabilidad institucional, los recurrentes golpes
del poder regional, análisis de casos”, en Historia general de América Latina, op. de Estado cuando el acceso al poder político por parte de sectores
cit., vol. VI, pp. 161-196. modernos amenazaba el orden económico dominante o el manejo
10
Sobre la educación en Brasil en este período puede verse Jorge Tagle, Edu-
cação e sociedade na Primera República, San Pablo, EPU, 1974. Para las iniciativas 11
específicas de San Pablo, Maria Luiza Marcilio, Historia da Escola em São Paulo e Alain Touraine, op. cit.; François Dubet, Le travail des sociétés, París, Seuil,
no Brasil, San Pablo, Instituto Braudel/Imprensa Oficial, 2005. 2009.
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clientelístico de las prácticas electorales.12 La exclusión o la inclu- El imaginario colectivo que pretendían construir los sectores
sión precaria en el mercado de trabajo tampoco facilitaron la cons- ilustrados desde la escuela asociaba la idea de nación con la de
trucción subjetiva del sentido de pertenencia a una instancia que nuevo mundo. Para los ilustrados, era necesario cubrir el déficit de
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trascendiera el grupo local o la familia. civilización que caracterizaba a las sociedades latinoamericanas.
Éste es un rasgo común del vínculo de dependencia y coloca la
tarea de socialización en el lugar de la reconversión social o, para
CONFLICTOS EN LOS CONTENIDOS SOCIALIZADORES decirlo en términos de los propios ilustrados de la época, de “re-
generación” de la población. En este sentido, la propuesta sociali-
La definición de un contenido socializador capaz de homogenei- zadora de la escuela asumió un carácter marcadamente contra-
zar culturalmente a la población estuvo rodeada de conflictos cultural. Los sectores conservadores, opuestos a la idea de
desde el origen mismo de los movimientos de emancipación na- universalizar la escuela, utilizaban este argumento sosteniendo
cional. Las luchas internas que siguieron a la ruptura con España que educar era ir “contra los padres”.14 Los sectores ilustrados,
se expresaron también en la pugna por generar una narrativa que por su parte, asumieron ese carácter no sólo en el plano retórico
cohesionara al conjunto de la población detrás de un imaginario sino también en el práctico, y la expresión más elocuente fue la
colectivo capaz de definir la idea de nación.13 Si bien la variedad contratación de maestros extranjeros para hacerse cargo del pro-
de situaciones nacionales es muy amplia, se las puede agrupar en yecto educativo. En el caso argentino, Sarmiento promovió la co-
dos grandes categorías. Por un lado, la situación de los países con laboración de maestras estadounidenses, provenientes de Boston,
fuerte presencia de población indígena —ella misma muy diversa—, que participaron activamente en las escuelas normales, formado-
donde se registró un grado de dificultad muy alto, casi podríamos ras de los futuros docentes; en Colombia y en Chile se trabajó con
decir en el límite de la imposibilidad, para construir un imagina- maestros alemanes. Bolivia creó su Escuela Normal sobre la base
rio colectivo común. En este grupo se ubican los países andinos, del modelo belga y con docentes provenientes del mismo país. En
como Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, además de algunos cen- otros países, aun sin proyectos explícitos, la formación de los edu-
troamericanos, como Guatemala. México es un caso especial por- cadores y la formulación de los diseños pedagógicos estuvieron
que la guerra con Estados Unidos constituyó un factor muy im- siempre asociadas a orígenes europeos o estadounidenses.
portante en la construcción de la idea de nación. En la segunda En este plano, es interesante retomar el análisis sobre las dos
categoría se ubican los países del Cono Sur, donde la población dimensiones del imaginario colectivo: las costumbres y el discur-
originaria tuvo menos peso demográfico y cultural, el proceso de so.15 En el caso de nuestros países, la discontinuidad entre ambos
integración estuvo más vinculado a la población migrante extran- es muy significativa: hay un discurso rupturista pero costumbres
jera que a la población nativa y la construcción del relato nacional continuistas. La separación entre ambos niveles se expresa en el
se vincula con conflictos de orden político y económico. plano de los actores sociales. Mientras el discurso y el nivel de lo

14
12
Existieron, por supuesto, algunas excepciones parciales a esta situación, Nuevamente, el caso más ilustrativo de esta resistencia cultural se advier-
como es el caso de Uruguay, Costa Rica y, en menor medida, Chile. te en el debate que provocó en Colombia la ley de educación obligatoria. Véase
13
Gérard Bouchard, Génesis de las naciones y culturas del nuevo mundo. Ensayo Jane M. Rausch, op. cit., p. 141.
15
de historia comparada, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Gérard Bouchard, op. cit., pp. 30 y 31.
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prescriptivo fueron dominados por las elites intelectuales ilustra- La literatura sobre la condición indígena en América Latina
das, el ámbito de lo consuetudinario fue propio de los sectores po- en el período republicano muestra la existencia de diversas inter-
pulares y de los grupos dominantes conservadores. En el nivel es- pretaciones y propuestas de acción, que van desde la reivindica-
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pecíficamente educativo, esta disociación se puso de manifiesto ción hispánica de la cultura hasta el proyecto mestizo de la “raza
entre lo que se ha denominado de manera más moderna el currí- cósmica” de Vasconcelos. Sin embargo, más allá de las diferentes
culo prescriptivo y el currículo practicado, y puede explicar la preca- interpretaciones y discursos, los niveles de exclusión fueron signi-
ria capacidad de las propuestas curriculares de la escuela para ficativamente altos en toda la región.17 Las propuestas de escolari-
modificar los patrones culturales de la población. zación universal, enmarcadas en el proyecto de homogeneización
Los principales lugares donde se expresaron con mayor clari- cultural, no tuvieron capacidad para incluir a los pueblos origina-
dad los conflictos en la construcción de la narrativa nacional fue- rios y culturalmente diversos. En este sentido, la diferencia con
ron la enseñanza de la lengua y la enseñanza de la historia. Para el los países centrales radicó fundamentalmente en que mientras en
caso de la lengua, los ejemplos más representativos se encuentran ellos la destrucción de las culturas y las lenguas locales estuvo
en los países con heterogeneidad lingüística. En Bolivia, por ejem- asociada a la inclusión en la cultura dominante, en nuestros países
plo, todos los planes de educación formulados durante el siglo XIX la destrucción implicó marginalidad y exclusión del acceso a los
y gran parte del XX eluden el problema de la diversidad étnica y códigos de la modernidad. El indicador más claro de este fenó-
lingüística. En todos esos planes, aun en los más avanzados y en meno es el que se refiere a las tasas de analfabetismo, que se man-
los que otorgaban prioridad a la enseñanza primaria, se definían tuvieron en niveles significativamente altos en especial en los paí-
contenidos curriculares comunes, en los que la enseñanza del cas-
tellano y de su gramática era una materia fundamental. En la en- sus habitantes, a sus propias inclinaciones y aun a los recursos que posee, con el gran-
señanza secundaria hubo situaciones extremas en que la diversi- dioso fin de hacer descollar respectivamente en cada pueblo ya las artes, ya las
dad lingüística no reconocía las lenguas originarias sino el ciencias, de cuya distribución bien calculada depende el desarrollo ventajoso
de los gérmenes de ventura pública en que afortunadamente abunda nuestra
aprendizaje de lenguas europeas. Así, por ejemplo, los decretos patria” (el énfasis me pertenece). Véase Faustino Suárez Arnés, Historia de la
que organizaron todo el sistema educativo dictados por el minis- educación en Bolivia, La Paz, Trabajo, 1963. Debería dedicarse un análisis especí-
tro Tomás Frías, bajo la presidencia del general José Ballivián, es- fico a la experiencia de “Warisata, la escuela ayllu”, que se desarrolló en Bolivia
bajo la inspiración de Elizardo Pérez en la década de los años treinta. Véase
tablecían para los colegios secundarios la enseñanza de lengua Elizardo Pérez, Warisata, la escuela-ayllu, La Paz, Empresa Industrial Gráfica E.
castellana, latina, francesa, inglesa y alemana. Aun en gobiernos Burillo, 1962. Una descripción de la trayectoria de este proyecto, sus posibilida-
populares, surgidos de las múltiples revueltas que vivió Bolivia des y sus limitaciones en el marco del proceso educativo boliviano puede verse
en Miguel Soler Roca, Educación y vida rural en América Latina, Montevideo,
en todo este período, la población indígena no aparece como tal
Instituto del Tercer Mundo, 1996, cap. 5.
sino como “el bajo pueblo”.16 17
La bibliografía sobre educación y condición indígena es muy vasta. Para
el caso de Bolivia, puede verse Luis Enrique López, De resquicios a boquerones.
16 La educación intercultural bilingüe en Bolivia, La Paz, PROEIB/Plural, 2005. Una
Al respecto, vale la pena evocar que el 6 de agosto de 1853, durante el go-
bierno popular de Manuel Isidoro Belzu, se dictó un decreto sobre la educación visión más general sobre la región se encuentra en Inge Sichra (comp.), Género,
que hace referencia a la necesidad de adecuarla a la diversidad de Bolivia, pero etnicidad y educación en América Latina, Madrid, Morata, 2004. Ignacio Hernaiz,
no a la diversidad étnica. El texto sostiene (art. 4) “que la experiencia constante Erick Sanjinés Chávez y Verónica Villarán (comps.), Educación y desarrollo local:
de 29 años de existencia que tiene Bolivia ha manifestado la necesidad de es- tensiones y perspectivas. Reflexiones sobre experiencias en la región andina, Buenos
tablecer en cada Departamento el aprendizaje más análogo al clima, al carácter de Aires, IIPE/UNESCO, 2005.
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ses con población indígena, hasta muy avanzado el siglo XX (véase LA UNIVERSIDAD Y LA FORMACIÓN DE LAS ELITES DIRIGENTES
Anexos, cuadro 3).
Con respecto a la enseñanza de la historia, los estudios al La escuela secundaria y, en mucha mayor medida, la universidad
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respecto muestran la existencia de debates permanentes sobre fueron los canales a través de los cuales se formó una parte signifi-
cuál debía ser la versión de la narrativa nacional que transmi- cativa de la clase política de los países de la región en ese período.
tiera la escuela, quiénes merecían ser ubicados en el lugar de los Esta vinculación definió no sólo algunas de las características de la
héroes nacionales, qué interpretación difundir del período colo- socialización política de los sectores dirigentes, sino también los
nial y qué versión ofrecer sobre aquellos que resistieron al grupo rasgos más importantes de la universidad como institución de en-
eventualmente triunfador. En México, por ejemplo, la interpre- señanza. Para comprender este proceso, es necesario situar el análi-
tación del pasado colonial constituyó (y aun hoy sigue siendo sis de la universidad en el marco de los sistemas oligárquicos de
motivo de debate) un eje de conflicto entre quienes rechazan el poder político vigentes en la época. El diseño y la expansión de un
pasado colonial y reivindican la identidad azteca y quienes, en canal educativo dirigido a formar para el ejercicio de roles políticos
cambio, postulan la herencia española como factor de identidad en el contexto de un sistema que no sólo absorbía a pocos, sino que
nacional. lo hacía a través de procedimientos no democráticos, alentó en los
En el Río de la Plata hubo menos polémica sobre el pasado sectores que accedían a la escuela secundaria y a la universidad el
colonial, pero mucha más sobre los contemporáneos. Cortés no desarrollo de ideales políticos críticos del orden dominante. La uni-
tiene equivalente en el Río de la Plata ni en el Cono Sur en gene- versidad fue, desde muy temprano, uno de los ámbitos más impor-
ral. En la opción “civilización o barbarie”, propia del debate ar- tantes para el ascenso de las clases medias y para la formación de
gentino, los bárbaros no tuvieron intelectuales que los defendieran los dirigentes de los partidos políticos alternativos al régimen oli-
y que articularan su discurso. El relato divergente en Argentina gárquico. La expresión más significativa de esta dinámica fue el
aparece más tardíamente, de la mano de los escritores nacionalis- movimiento de la Reforma Universitaria, iniciado en la ciudad de
tas y del peronismo en su versión más popular. Una manera de Córdoba (Argentina) en 1918, que se propagó por gran parte de las
apreciar el relativamente bajo grado de éxito de la socialización universidades de la región. La literatura sobre la Reforma de 1918
promovida por la escuela primaria modernizadora, impulsada es abundante y bien conocida.18 Sólo queremos destacar aquí la
desde fines del siglo XIX, puede apreciarse en el análisis del conte-
nido de la cultura popular que se expresa en el movimiento pero- 18
Al respecto, pueden verse las clásicas antologías documentales de Ga-
nista de mediados del siglo XX. El surgimiento en ese momento de briel del Mazo (comp.), La Reforma Universitaria, La Plata, Edición del Centro
una postura ideológica con fuerte contenido antiintelectual, anta- de Estudiantes de Ingeniería, 1941, 3 vols.; Julio V. González, la Reforma Uni-
gonista de la que inspiró el desarrollo de la escolarización univer- versitaria, Buenos Aires, Ediciones de la Revista Sagitario, 1927, 2 vols. Véanse
también Ministerio de Educación y Justicia, Universidad Nacional de Córdoba
sal, no parece casual. El lema “alpargatas sí-libros no” —uno de los y Friedrich-Ebert-Stiftung (comps.), La Reforma Universitaria: 1918-1988, Buenos
lemas más populares del movimiento peronista de mediados del Aires, Legasa, 1989; Alfredo Lorenzo Palacios, La universidad nueva: desde la Refor-
siglo XX— es expresión de un fenómeno que refleja no sólo la per- ma Universitaria hasta 1957, Buenos Aires, M. Gleizer, 1957; Alberto Ciria y Hora-
cio Sanguinetti, La Reforma Universitaria (1918-1983), Buenos Aires, Centro Editor
cepción libresca que algunos sectores populares tenían de la cul- de América Latina, 1983; María Caldelari y Patricia Funes, Escenas reformistas: la
tura, sino también la incapacidad del proyecto culto para incorpo- reforma universitaria 1918-1930, Buenos Aires, Eudeba, 1998; Gregorio Weinberg,
rar a los sectores populares. De la “ilustración” a la reforma universitaria: ideas y protagonistas, Buenos Aires, San-
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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

EDUCACIÓN Y SOCIEDAD EN LA HISTORIA DE AMÉRICA...

centralidad que ocupó en ese movimiento la dimensión política, de pensamiento crítico y de creación cultural. Desde este punto de
tanto hacia adentro de la institución (participación estudiantil en el vista, las universidades públicas latinoamericanas constituyeron
gobierno de la universidad) como hacia afuera (autonomía con res- una vía importante en la formación de la clase política, particular-
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

pecto al gobierno nacional). Estas características hicieron del movi- mente de los partidos representativos de las capas medias. Esa ta-
miento estudiantil organizado una suerte de espacio de socializa- rea de formación o de socialización anticipada tuvo lugar a través
ción anticipada del ejercicio del liderazgo político. de las experiencias realizadas en las prácticas del movimiento es-
Pero la centralidad de la dimensión política en la dinámica tudiantil, más que por las actividades de aprendizaje propias de
universitaria fue concomitante con un proceso de aislamiento con los diseños curriculares de las carreras. Este rasgo de la vida uni-
respecto al sector productivo, aislamiento que no puede atribuirse versitaria y de su vínculo con la sociedad se pondrá de manifiesto
sólo ni principalmente a los actores internos de la universidad, mucho más intensamente en el período posterior, en particular
sino también a las características del desarrollo productivo en la cuando las formas oligárquicas de gobierno contra las cuales re-
región, muy poco demandante de conocimiento científico y téc- clamaba el movimiento estudiantil iniciado en la Reforma de 1918
nico. Al respecto, es posible sostener que el desarrollo de la educa- se transformaron en gobiernos autoritarios de base militar.
ción superior estuvo motivado más por demandas sociales que
por demandas económicas, lo que explica el predominio de las ca-
rreras tradicionales desde el punto de vista de las orientaciones de LA PEDAGOGÍA Y LA DIDÁCTICA POSITIVISTAS
la matrícula. El desarrollo del modelo educativo basado en la di-
mensión política fue cuestionado desde muy temprano por quie- El diseño de sistemas educativos concebidos como pilares de la
nes deseaban una educación más ligada al desarrollo productivo. construcción de los estados-nacionales estuvo acompañado por el
En mayor o en menor medida, este debate tuvo lugar en varios desarrollo de disciplinas que brindaban (o pretendían brindar) una
países de la región, particularmente en los más avanzados. Pero explicación racional, tanto de la organización de los sistemas como
los estudios existentes al respecto —para el caso de Argentina,19 de las prácticas vinculadas al proceso de enseñanza-aprendizaje.
por ejemplo— permiten sostener que la posición “economicista” Esta preocupación por introducir racionalidad técnica en la ense-
también se demuestra por el papel político de la educación. La ñanza fue mucho más significativa en aquellos lugares donde se
justificación de la orientación económica de la educación en este otorgó prioridad a la expansión de la escuela primaria y, con ello, a
período se explica menos por las demandas del aparato produc- la formación de los docentes. Los maestros europeos o estadouni-
tivo que por el deseo de alejar a los nuevos sectores sociales en denses llegaron a nuestros países con sus doctrinas pedagógicas,
ascenso del camino hacia la universidad y hacia las profesiones entonces fuertemente influidas por el pensamiento positivista.
que preparaban para ejercer liderazgo social y político. La literatura sobre el positivismo y su influencia en el pensa-
En síntesis, el vínculo entre universidad y sociedad se estable- miento latinoamericano de la época muestra un desarrollo desigual
ció a través de su papel en la movilidad social y en la promoción según los países y las áreas del saber.20 Cuando se focaliza la mi-

20
tillana, 2001; Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en América Latina. El Sobre el positivismo en América Latina véanse, entre otros, Arturo Ardao,
proceso de la Reforma Universitaria (1918-1938), México, Siglo XXI, 1978. Espiritualismo y positivismo en Uruguay. Filosofías universitarias de la segunda mi-
19
Véase Juan Carlos Tedesco, op. cit., pp. 159-198. tad, del siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 1950; Guillermo Franco-
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rada sobre la educación, el primer punto que merece ser señalado pel como que intente cumplir otro para el cual no está preparada.
es el esfuerzo de los pedagogos positivistas por darle a la explica- Trasladado a la explicación de la dinámica social, este esquema
ción de las prácticas pedagógicas un carácter científico.21 Pero este otorgó a la división del trabajo un carácter natural e inamovible.
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esfuerzo se llevó a cabo con una postura reduccionista, en la que la En el contexto latinoamericano, el reduccionismo en el nivel de
pedagogía fue tributaria de la biología. Para decirlo en términos de análisis permitió que los postulados positivistas explicaran todas
Carlos O. Bunge, uno de los principales exponentes de este pensa- las diferencias sociales como diferencias atribuibles a factores bio-
miento, la educación requiere de la biología porque ella, en virtud lógicos, entre los cuales ocuparon un lugar muy destacado la he-
de la teoría de la evolución, “ha llegado a proporcionar sólidas bases rencia y la raza. Carlos Octavio Bunge, por ejemplo, ofrece un buen
a los estudios psicológicos, históricos y morales. Estas bases pueden modelo de esta forma de enfocar el problema en su obra Nuestra
considerarse también fundamentos de la ciencia de la educación, es América;23 José Ingenieros, por su parte, también estructuró su So-
decir de la ciencia relativa al arte de educar”.22 Esta subordinación a ciología argentina24 sobre el concepto de raza. Con más o menos in-
la biología explica gran parte de los postulados positivistas sobre la gredientes democráticos, este tipo de planteos conducía a esque-
sociedad, la estructura de los sistemas educativos, las posibilidades mas en los que la dominación del sector blanco y la marginación
de la educación y los métodos de enseñanza. del conjunto de la población nativa —con las formas políticas que la
La premisa básica desde la cual partió el análisis positivista expresaron— aparecían justificadas “científicamente”.
fue considerar a la sociedad bajo el modelo biológico del organismo. Esta somera presentación de las bases del pensamiento po-
Según este modelo, todo organismo basa su funcionamiento en el sitivista permite comprender sus postulados acerca del papel de
equilibrio de las partes que lo componen y ese equilibrio se logra en la educación en la sociedad. En primer lugar, el positivismo jus-
la medida en que cada parte cumpla satisfactoriamente con la ta- tificó la idea según la cual el fin primordial de la educación de-
rea específica para la que está destinada. Cada parte del organismo bía ser el logro de la estabilidad social, a través de acciones que
tiene una, y sólo una, función que cumplir, y es contraproducente condujeran a la adaptación del sujeto al ambiente social en
(para el equilibrio orgánico) ya sea que deje de cumplir con su pa- que vive. Otro de los principales representantes del positivismo
pedagógico argentino, Rodolfo Senet, formuló este principio de
la siguiente manera: “la misión de la educación es hacer adapta-
vich, El pensamiento boliviano en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Económi- ble al sujeto al medio en que deba actuar, cualquiera que sean
ca, 1956; Leopoldo Zea, El positivismo en México. Nacimiento, apogeo y decadencia, las tendencias de ese medio”.25 Este punto se liga, muy directa-
México, Fondo de Cultura Económica, 1968; Alicia de Ñuño, Ideas sociales del mente, con otra de las consecuencias más relevantes del análisis
positivismo en Venezuela, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1969.
21
Valentín Letelier, Filosofía de la educación, Santiago de Chile, Imprenta Cer- positivista de las relaciones entre educación y sociedad: la sub-
vantes, 1892, p. 393. Para Letelier, “desde que las ciencias fueron jerarquizadas ordinación a las pautas de división del trabajo. En la medida en
por Comte i relacionadas por Spencer, su enseñanza ha quedado a salvo de la que —de acuerdo al modelo organicista— cada uno tiene un papel
arbitrariedad. En el grado de desarrollo a que la filosofía de los conocimientos
ha llegado, es a la vez una anomalía enseñarles a la manera de los dogmas de
una religión, sin gradación, concierto ni lójica [...]. La manera de formar espíri-
tus rectos y justos, apercibidos contra el error, diestros para desenmascarar el 23
Carlos O. Bunge, Nuestra América: ensayo de psicología social, Buenos Aires,
sofismo, observa Kant, es habituarlos a distinguir la ciencia de la opinión i de
Valerio Abeledo, 1905.
la creencia.” 24
22 José Ingenieros, Sociología argentina, Buenos Aires, Elmer, 1957.
Carlos O. Bunge, La educación, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1920, 25
Rodolfo Senet, Apuntes de pedagogía, Buenos Aires, Cabaut, 1928, p. 52.
t. III, p. 19.
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específico y determinado que cumplir en la sociedad, la educa- Senet y de otros educadores del momento. El análisis de estos
ción debe contribuir a reforzar esa división colaborando en el textos permite apreciar que la didáctica positivista está estructu-
logro de un mejor desempeño de cada uno en aquellas tareas rada sobre una especie de doble reduccionismo. El primero, que
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para las cuales ha nacido. En términos de Bunge, esto se explica aún mantiene su vigencia, es el que lleva a la metodología de la
como sigue: enseñanza a apoyarse en la psicología, principalmente en la psi-
cología evolutiva y en la teoría del aprendizaje; pero el segundo
De una manera general, puede decirse que la educación ha de desen- es específico del positivismo y ya lo hemos señalado: la psicolo-
volver armónicamente todas las facultades humanas, las físicas y gía, a su vez, quedaba reducida a la biología. A través de este
las psíquicas. Pero de una manera ya especial e individual, hallá- paso por la psicología, la didáctica quedaba, ella también, sujeta
monos con que, en la vida colectiva, el trabajo se divide según los a las reglas mecanicistas, fijas y lineales de la biología de la
individuos. Unos son jornaleros, otros comerciantes, otros aboga- época. Pero esta rigidez iba acompañada por toda la carga ideo-
dos, médicos, militares, escritores, etc., y cada cual debe tener una lógica que rodeaba a los análisis sociales hechos en función de
preparación propia de su profesión u oficio. De ahí que la división postulados biológicos.
del trabajo social implique una serie de distintas formas y tenden- Un claro ejemplo del uso de la teoría científica para legitimar
cias de la educación. Cada cual será educado según la parte que le hechos sociales lo constituyó el análisis que los positivistas hicie-
incumba en el trabajo social. La posición económica del educando ron del problema del rendimiento y la deserción escolar. Según
es de hecho importantísimo elemento para fijar su profesión u ofi- Víctor Mercante, la sociedad está dividida en capaces e incapaces,
cio. Pero aparte de la sociología y la economía política, la biología inteligentes y atrasados, voluntarios e indiferentes, y lo mismo
proporciona un criterio fundamental a la pedagogía. Este criterio sucede en la escuela, donde el maestro se encontrará con estos
es el de las diferenciaciones individuales.26 dos grupos dentro del conjunto de sus alumnos. Pero esta distri-
bución social no está determinada por factores sociales, como las
Esta referencia a las “diferenciaciones individuales” determina- condiciones materiales de vida o el capital cultural de las fami-
das biológicamente está en el fundamento de los postulados po- lias, sino por factores naturales, es decir, biológicos. Esta concep-
sitivistas sobre los métodos de enseñanza. Y aunque no es éste el ción permitió a los positivistas explicar la significativa cantidad
lugar para un análisis histórico de los métodos de enseñanza, es de fracasos escolares a partir del origen racial o étnico de la po-
importante recordar que la base teórica más general de la meto- blación. En este sentido, Mercante tenía una visión muy pesimista
dología de la enseñanza aceptada y difundida por los positivis- de las capacidades de la población escolar de nuestros países, por
tas radicó en los principios pestalozzianos. Pero sobre esta base cuanto el origen étnico de la población estaba compuesto por dos
pestalozziana, el interés de los educadores positivistas radicó en vertientes que, cada una por razones distintas, traían consigo gér-
fundamentar la enseñanza sobre un conocimiento que se apoya menes no favorables al esfuerzo sistemático, a la capacidad de
científicamente en los principales aspectos de la psicología in- trabajo, a la inteligencia superior. Estas dos vertientes eran, por
fantil. Al respecto, vale la pena recordar los trabajos, tan impor- un lado, la población indígena, raza poco evolucionada de la cual
tantes para la época, de Víctor Mercante, el ya citado de Rodolfo “es inútil esperar que se pronuncien tendencias superiores, ni
pretender conducirlos, venciendo resistencias incalculables, al
26
Carlos O. Bunge, La educación, op. cit., t. H, p. 115. ejercicio de funciones a las que faltará siempre el sentido de una
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moral, de una estética y el calor de un deseo”.27 La otra vertiente regulador de la relación pedagógica. La necesidad de que el maes-
era la europea llegada al país durante el proceso inmigratorio tro tuviera el control absoluto del proceso de aprendizaje radicaba
masivo que tuvo lugar desde fines del siglo XIX; este sector de la en la desconfianza inicial hacia las capacidades reales de los alum-
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población tampoco satisfacía las exigencias genéticas de Mer- nos. En la obra de Mercante se insiste en el hecho de que espontá-
cante y de los positivistas por cuanto descendían de los sectores neamente los alumnos no se concentrarán en la tarea, no podrán
más atrasados de la población europea y, como explicó Darwin, resolver los problemas, no pondrán dedicación, etc. Y esto es así,
en su ley de adaptación “la especie recobra sus caracteres primiti- nuevamente, porque “la mayor parte de los alumnos pertenecen al
vos cuando abandona el medio cultural en que sufriera la trans- tipo pasivo (indolente) que se mueve bajo la acción de estímulos
formación rápida para volver al medio geográfico en donde vivió enérgicos, obligados por algo que, contrariando sus hábitos de iner-
mayor tiempo”.28 cia, los vuelva activos”.30
De esta forma se explicaba la enorme cantidad de fracasos es-
colares y se justificaban, además, todas las medidas tendientes a
estructurar un sistema educativo para los “más aptos”. El fracaso LOGROS Y DEUDAS
y la deserción escolar, tal como los explica la pedagogía positi-
vista, asumían el carácter de fenómenos naturales e inmodifica- La articulación entre educación y sociedad a través de la dimen-
bles. Y ¿cuál debería ser la función del sistema escolar, mediante sión política propia del período de formación de los Estados na-
los métodos didácticos de su organización, de sus programas?: ex- cionales tuvo un desarrollo limitado y desigual. La explicación de
cluir rápidamente a ese sector para dejar el camino libre de obstá- este fenómeno radica en factores estructurales externos a la edu-
culos a los, necesariamente escasos, individuos aptos. De ahí las cación (un modelo productivo con escasa capacidad de inclusión
reiteradas manifestaciones de Mercante acerca de la necesidad de y un modelo político incapaz de garantizar la participación ciuda-
cerrar las puertas a los incapaces y a los indiferentes, así como su dana de manera estable). Sin embargo, también la oferta educa-
justificación teórica de la reforma educativa impulsada por el go- tiva se adaptó al carácter limitado de la formación ciudadana a
bierno conservador argentino en el año 1916, basada en la idea de través de los modelos de gestión administrativa y pedagógica
anticipar la edad de la opción vocacional y abrir alternativas edu- adoptados para los procesos escolares. Sólo algunos países de la
cativas que desviaran a una parte de los alumnos del camino que región lograron avances destacables y es en ellos donde podemos
llevaba a la universidad.29 apreciar algunos logros que pueden servir de base para enfrentar
En un plano más específico, la didáctica positivista se caracte- el desafío de la formación ciudadana en el futuro. Sin pretender
rizó por otorgar al maestro el control de todos los aspectos —aun de agotar la identificación de esos logros, estimo que existen al me-
los más mínimos y elementales— de la tarea escolar, lo que llevó a nos tres puntos importantes.
que la metodología pusiera un acento muy fuerte en él como agente En primer lugar, este período dejó una tradición significativa
acerca del papel del Estado en la educación pública. La formación
ciudadana exige definir un núcleo común de patrones culturales
27
Citado en Guillermo Savloff, “Algunos aspectos de la educación argenti-
na durante el período 1860-1930”, La Plata, mimeo.
28 30
Víctor Mercante, Charlas pedagógicas, Buenos Aires, Gleizer, 1925, p. 151. Víctor Mercante, Metodología especial de la enseñanza primaria, Buenos Ai-
29
Ibid., p. 60. res, Cabaut, 1932,1.1, pp. 71 y ss.
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que permita la cohesión y delimite el ámbito del nosotros. Tanto en


la definición de esos contenidos como de su transmisión, el papel
del Estado es fundamental. En segundo lugar, tenemos una tradi-
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ción de uso de las normas legales como programas de acción. Es


cierto que las leyes no se cumplieron o se cumplieron muy par-
cialmente, pero brindaron una base de legitimidad muy fuerte a
las demandas sociales. La ilegitimidad de un poder político poco
capaz de cumplir con los mandatos legales tiene la contrapartida
del alto grado de legitimidad de las demandas sociales por educa-
ción, asentadas en la existencia de leyes que obligan a su cumpli-
miento. En tercer lugar, este período dejó también una tradición
importante con respecto al papel de los maestros como actores so-
ciales vinculados a un proyecto de sociedad. El maestro de la es-
cuela pública constructora del Estado-nación fue —al menos en el
imaginario social— una figura que representaba el proyecto mo-
dernizador de la sociedad. La nostalgia por esa escuela pública de
buena calidad que existe particularmente en los países que tuvie-
ron un temprano desarrollo educativo se apoya en la idea según
la cual el maestro es un promotor de la equidad y la cohesión so-
cial. Las representaciones sociales no tienen por qué someterse al
escrutinio de la verificación empírica. Los excluidos de la escuela,
los que fracasaban en el aprendizaje por no adaptarse a las meto-
dologías de enseñanza o a los umbrales básicos exigidos para el
desempeño escolar, no tuvieron voz y probablemente percibieron
ese fracaso como natural y legítimo porque estaba asociado a una
figura y a una institución con un alto grado de legitimidad.

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