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Sentimiento
Estado de alteración afectiva duradero y de baja intensidad, que produce cambios en
la conducta y algunas alteraciones orgánicas en quien los padece. Un sentimiento es similar
a una emoción y está muy relacionado con el sistema límbico, pero además de esta
predisposición espontánea, incontrolable y automática, que es característica de la emoción,
incluye la evaluación consciente que hacemos de una experiencia. Es decir, que en un
sentimiento hay una valoración consciente de la emoción y de la experiencia subjetiva en
general.
Cuando experimentamos un sentimiento, somos capaces de autoexaminar lo que
sentimos y lo que pensamos en una situación y así reflexionar a qué otras experiencias nos
recuerda dicha situación, cuáles son las diferentes maneras como se puede reaccionar a ese
estímulo y hasta qué punto es racional lo que sentimos.
Emoción VS Sentimiento
Tanto las emociones como los sentimientos tienen que ver con algo y con la manera
subjetiva con la que experimentamos una situación.
Ninguno de los dos fenómenos puede ser traducido en forma de palabras de manera
fiel. Por eso a la hora de comunicarlos, es la otra persona la que, haciendo un esfuerzo
de empatía, debe construir en su mente y a partir de sus propias experiencias cómo
decimos que nos sentimos.
La emoción es totalmente básica y primitiva, es decir, aparece automáticamente al
presentarse un estímulo; mientras que el sentimiento incluye la capacidad de pensar y
reflexionar de manera consciente sobre lo que se siente y, por tanto, tiene que ver con
la capacidad de pensar en términos abstractos y simbólicos. Las obras de arte, por
ejemplo, son la caracterización clásica de los sentimientos, porque son sublimaciones
abstractas de las emociones. En un poema no hay solo emociones, sino que
necesariamente debe haber también sentimiento, algo que permita expresar de manera
simbólica lo que se siente.
Las emociones son unidireccionales, el estímulo causa una respuesta de naturaleza
conductual, cognitiva y fisiológica de manera súbita, mientras que los sentimientos
son bidireccionales, ya que hay algo que va desde los procesos mentales más básicos
y primitivos hacia la consciencia, pero también hay algo que va desde la consciencia al
modo en el que se valora y se experimenta esa situación de forma holística y global.
Ambos son inseparables, aunque los conceptos de sentimiento y emoción se refieren a
cosas diferentes, a la práctica allí donde hay una emoción hay siempre un
sentimiento. Los dos se presentan a la vez, se solapan constituyendo la totalidad de la
experiencia personal.
Son emociones discretas, que ocasionan patrones de respuestas exclusivos para cada
estado emocional ante situaciones o estímulos determinados. Las características que se
encuentran en este tipo de emociones son (Dalai Lama & Ekman, 2008):
Los tipos de emociones categoriales típicos se propusieron por Ekman y Friesen (1975),
y se conocen como “The big six” (los grandes seis). Son los siguientes:
Miedo
Es una de las emociones más estudiadas y que más interés ha generado en los
investigadores y teóricos en Psicología. Es una emoción que surge ante un peligro real y
presente.
Se activa cuando nuestro bienestar mental o físico se ve amenazado (pensar que va a
recibirse un daño o se está en peligro). Esta activación tiene como fin dotar de energía al
organismo para huir, o enfrentarse a lo temido de alguna forma.
A veces es difícil definir cuáles son los estímulos que desencadenan miedo, porque esto
puede variar en gran medida. Así, cualquier estímulo puede generar miedo, todo depende
del individuo. Un ejemplo de esto son los múltiples y variados casos de fobias.
Ira
Estado afectivo de frustración, indignación, rabia, furia, cólera… que surge por sentirse
ofendidos por otras personas o cuando dañan a otros que son importantes para nosotros. La
reacción de ira es más intensa cuanto más gratuito e injustificado sea el daño, provocando
sentimientos temporales de odio y venganza.
Los desencadenantes más típicos es sentir que nos han traicionado o engañado, o que no
obtenemos una meta deseada que veíamos muy cerca. No obstante, puede surgir por casi
cualquier estímulo.
Asco
Se experimenta como una tensión que tiene el objetivo de evitar, huir o rechazar un
objeto o estímulo determinado que produce repugnancia. En cuanto a la parte fisiológica,
produce una respuesta parecida a las náuseas.
Tristeza
Algo que destaca en la tristeza es que puede reflejarse en el presente a través de los
recuerdos del pasado y la anticipación de un futuro. La tristeza sirve en las relaciones
sociales como demanda de atención o ayuda para ser apoyado. Es expresado a menudo
mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud (falta de fuerzas) etc.
Sorpresa
Alegría
Es una emoción de valencia positiva, innata, que surge a edades muy tempranas y
parece ser útil para fortalecer la unión entre los padres y el niño. Así, las probabilidades de
sobrevivir aumentan.
c. Emociones positivas
Dependiendo del grado en que las emociones afectan al comportamiento del sujeto,
éstas pueden ser o bien positiva o bien negativas. Las emociones positivas también se
conocen como emociones saludables, porque afectan positivamente al bienestar del
individuo que las siente. Favorecen la manera de pensar, de razonar y de actuar de las
personas. Por ejemplo, la alegría, la satisfacción, la gratitud, serenidad, interés, orgullo (sin
llegar a la soberbia), diversión, inspiración, asombro y amor provocan una actitud positiva
frente a la vida y generan experiencias que nos ayudan a sentirnos bien.
d. Emociones negativas
Las emociones negativas son opuestas a las emociones positivas, porque afectan
negativamente al bienestar de las personas. También se conocen como emociones tóxicas, y
suelen provocar el deseo de evitarlas o evadirlas. El miedo, la ansiedad o la tristeza son
algunos ejemplos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que este tipo de emociones, en pequeñas
cantidades y relativa baja intensidad, no son perjudiciales. De hecho, forman parte del
proceso de aprendizaje, ya que gracias a ellas nuestra memoria emocional nos ayuda a
recordar las consecuencias que tienen ciertas conductas (o exponernos a ciertos contextos).
e. Emociones ambiguas
Las emociones ambiguas se conocen también como emociones neutras, puesto que no
provocan ni emociones negativas ni positivas, ni saludables ni no saludables. Por ejemplo,
la sorpresa no nos hace sentir ni bien ni mal, también aquí se incluyen la esperanza y la
compasión. La existencia de estas emociones deja claro que somos animales complejos, y
que nuestras experiencias presentan muchos matices.
f. Emociones sociales
g. Emociones estéticas
Algunos autores también han hecho referencia a las emociones estéticas. Son aquellas
que se producen gracias a distintas manifestaciones artísticas, como por ejemplo: la música
o la pintura.
Así, al escuchar una canción podemos sentirnos muy felices o muy tristes, pero esa
sensación sería cualitativamente diferente a la felicidad o la tristeza que se experimenta
ante cualquier otra experiencia, ya que se vive en un contexto artístico, mediado por
símbolos y atribuciones sobre las intenciones del autor.
h. Emociones instrumentales
Las emociones instrumentales son aquellas que tienen como fin u objetivo la
manipulación o el propósito de lograr algo. Son un instrumento que busca conseguir algo a
cambio. Por esta razón, este tipo de emoción puede ser poco saludable cuando busca el
efecto de la manipulación de otra persona. Por ejemplo, la emoción de enfado se convierte
en instrumental cuando a través del castigo de la indiferencia, la persona enfadada quiere
producir una reacción determinada en la otra persona.
Son complicadas de reconocer porque puede parecer que sean naturales. Sin embargo,
son emociones forzadas y esconden una intención. En ocasiones, son fruto de la auto-
sugestión: someterse a ciertos contextos voluntariamente para hacer que una parte de esa
emoción tiña nuestra forma de comportarnos.
Funciones adaptativas
Funciones sociales
Funciones motivacionales
Funciones adaptativas:
Función adaptativa: Es quizás la función más importante ya que las emociones preparan al organismo
para que lleve a cabo eficazmente una conducta exigida por el ambiente, movilizando la energía
necesaria para ello, dirigiendo la conducta hacia un objetivo determinado.
Plutchik en 1980 destaco ocho funciones de las emociones y abogó por establecer un
lenguaje funcional que identifique cada reacción con la función adaptativa que le
corresponde, de esta manera será más fácil operativizar este proceso y poder aplicar
convenientemente el método experimental para la investigación de la emoción.
Funciones sociales:
La expresión de las emociones permite al otro predecir el comportamiento asociados con
las mismas favoreciendo los procesos interpersonales. La manifestación emocional es
saludable y beneficiosa que favorece la creación de redes de apoyo.
Emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y relaciones interpersonales,
mientras que la ira puede generar respuesta de evitación o de confrontación. De cualquier
manera las expresiones de las emociones pueden considerarse como una serie de estímulos
discriminativos que facilitan la realización de conductas apropiadas por pate de los demás.
El reprimir la expresión de ciertas emociones tiene una evidente función social. En un
principio se trata de un proceso adaptativo pero cuando es necesaria la inhibición de las
expresiones esto podría generar alteraciones sociales. En algunos casos la expresión de las
emociones puede generar el los demás reacciones de altruismo y conductas pro-social,
mientras que la inhibición puede producir malos entendidos y reacciones indeseables que
no se hubiesen producido si los demás estuviesen informados de las emociones reprimidas.
Funciones motivacionales:
La relación que existe entre las emociones y la motivación es muy íntima ya que se trata de
una experiencia presente en cualquier tipo de actividad que posee las dos principales
características de la conducta motivada, dirección e intensidad. Una conducta cargada de
emoción y motivación se realiza de una forma más efectiva.
La relación entre la motivación y la emoción no se limita al hecho de que en toda conducta
motivada se producen reacciones emocionales, sino que una emoción puede determinar la
aparición de la conducta motivada. Se podría decir entonces que toda conducta motivada
produce una reacción emocional y a su vez la emoción facilita la aparición de una conducta
motivada y no otra.
5. Sistema límbico
La personalidad tiene dos facetas interrelacionadas: la mente que piensa (el cerebro
racional) y la mente que siente (el cerebro emocional). En circunstancias normales, estas
dos facetas están en equilibrio y coordinadas una respecto a la otra. Con todo, cada una
tiene una naturaleza característica. La mente emocional es mucho más rápida que la mente
racional, se activa con rapidez sin detenerse a analizar las consecuencias de una acción,
sigue una lógica asociativa y un pensamiento categórico. La mente racional, en cambio,
establece relaciones entre causas y efectos, y como se apoya en evidencias objetivas, puede
re-evaluar una situación correcta y cambiar una conclusión previa. Anatómicamente, la
parte del cerebro que gestiona la mente emocional es el sistema límbico.
El sistema límbico es la parte del cerebro especializada en la gestión de las emociones,
el aprendizaje y la memoria. Es la parte más antigua filogenéticamente del cerebro. El
sistema límbico es un conjunto de estructuras del encéfalo con límites difusos que están
especialmente conectadas entre sí y cuya función tiene que ver con la aparición de los
estados emocionales o con aquello que puede entenderse por "instintos". El concepto
“sistema límbico”, sin embargo, se basa más en relaciones funcionales que en estructuras
anatómicas. En el ser humano, estos son los centros de la afectividad, es aquí donde se
procesan las distintas emociones y el hombre experimenta penas, angustias y alegrías
intensas. Está compuesta por la amígdala cerebral, el hipocampo, la circunvolución
parahipocampica, la circunvolución del cuerpo calloso (o circunvolución límbica), el área
subcallosa, la región del septum, el giro preterminal, entre otras estructuras.
El Hipotálamo, es una de las zonas del diencéfalo más involucradas en la regulación de
las emociones, por su conexión con la glándula pituitaria y por lo tanto con el sistema
endocrino y todas las partes del cuerpo en el que se liberan todo tipo de hormonas.
El Hipocampo, tiene una función muy importante en los procesos mentales
relacionados con la memoria, tanto en la memorización de experiencias e informaciones
abstractas como en la recuperación de recuerdos. Los hipocampos están localizados en la
cara interior de los lóbulos temporales, muy cerca del tálamo y las amígdalas. El
hipocampo está encuadrado dentro de lo que se conoce como corteza del lóbulo límbico, o
arquicorteza, que es una de las partes de la corteza cerebral más antiguas; es decir, que
apareció muy pronto en la línea de evolución que ha llevado a la aparición del ser humano.
6. Componentes de la Emoción
Detrás de las emociones que experimentamos existen tres componentes que las definen:
neurofisiológico, cognitivo y conductual. Las emociones no se limitan a aquello que
sentimos, sino que provocan una reacción en cadena en nuestro organismo y en nuestra
conducta.
La naturaleza de las emociones es cambiante, no permanece la misma emoción durante
un largo periodo de tiempo; si esto sucediera hablaríamos más bien de un sentimiento,
como el amor, antes que de una emoción. De hecho, la propia morfología de la palabra ya
nos informa de la naturaleza cambiante de su significado: proviene de la palabra “moción”,
o lo que es lo mismo, movimiento.
Se pueden experimentar con intensidad, ya que a pesar de ser breves y cambiantes
pueden atesorar la suficiente energía como para producir un impacto muy grande. Por
ejemplo, si un suceso nos hace sentir rabia, en el momento en el que esa emoción se dispara
es muy difícil de controlar, ya que los tres componentes se han desencadenado y tanto
nuestro cuerpo como nuestra mente están sumergidos en la emoción.
Componente neurofisiológico
Son aquellas reacciones físicas que se reflejan en nuestro cuerpo. Están relacionadas con
las emociones, el SNC, el sistema Límbico y el Sistema nervioso Autónomo. Estas
reacciones no son controlables y aparecen queramos o no. Se manifiesta en repuesta como
taquicardia, sudoración, temblor, tensión muscular, respiración, sequedad de la boca.
Rubor, cambios hormonales, etc. A veces estas reacciones también provocan cambios
conductuales de manera indirecta, ya que podemos querer ocultarlos.
Normalmente, obedece al significado que le damos a dicha emoción. Es uno de los
componentes que más rápido suele aparecer y tiene la función de prepararnos para actuar.
Por ejemplo, si sentimos miedo, nuestro cuerpo utiliza la energía de esta emoción para
prepararse para salvarnos del peligro, nos ayuda a ser más efectivos en la respuesta y
provoca cambios en los neurotransmisores. Así, en caso de huida, la adrenalina entraría en
juego.
Componente cognitivo
Es la vivencia subjetiva de la emoción, o lo que comúnmente llamamos sentimientos. Se
trata de cómo percibimos la emoción y el impacto que tiene en nosotros. Nos permite poner
nombre a lo que sentimos. En ocasiones, las limitaciones del lenguaje hacen que haya
restricciones en los sentimientos y que lleguemos a la conclusión de que no sabemos qué es
lo que nos pasa.
La dificultad de poner nombre a lo que sentimos puede limitar mucho nuestra capacidad
de comunicación, por lo que es muy importante una educación emocional adecuada que nos
ayude a identificar nuestras emociones y las de los demás y a traducirlas en palabras. Una
buena gestión emocional tiene como condición necesaria una correcta identificación de las
emociones.
La alexitimia es la imposibilidad de poner nombre a los sentimientos. Es algo así como
una “ceguera emocional” que imposibilita la comprensión de lo que se siente. El problema
se encontraría en el componente cognitivo de la emoción, ya que aunque el que la sufre es
capaz de sentir emociones, no es capaz de comprenderlas y nombrarlas.
Componente conductual
En cuanto al comportamiento, cuando experimentamos una emoción, este puede
traducirse en acciones muy enérgicas e impulsivas. Estos cambios pueden verse reflejados
en nuestro tono de voz, la melodía o la prosodia. También entran en juego las expresiones
faciales, que reflejan el impacto que ha tenido dicha emoción. Además, informa a las
personas de nuestro entorno de cómo nos sentimos.
Las expresiones faciales de las emociones han generado mucha curiosidad en el campo
de la psicología, tanto que han protagonizado una gran cantidad de estudios. Los estudios
parecen indicar que estas expresiones son innatas y universales, ya que todo el mundo
presenta las mismas para cada emoción. Así, tienen un papel adaptativo: permiten conocer
el estado de ánimo del otro.
Cuando vemos a alguien llorar, sabemos que no se encuentra bien y que puede necesitar
nuestra ayuda. También puede proporcionarnos información útil para evitar problemas: si
vemos que alguien está muy enfadado, nos alejamos.
7. Inteligencia Emocional
Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando estamos en
un estado psicológico poco equilibrado. Tanto si nos encontramos demasiado alegres y
excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las decisiones que tomemos estarán
mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días,
hasta que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más
sencillo poder valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales.
Por poner un ejemplo, no es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si
fuéramos esclavos de la emoción del momento estaríamos continuamente actuando de
forma irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos. En cierto sentido, buena
parte de la regulación de las emociones consiste en saber gestionar nuestro foco de
atención, de manera que no se vuelva contra nosotros y nos sabotee.
Automotivación
Enfocar las emociones hacia objetivos y metas que nos permite mantener la motivación
y establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es
imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que
valorar el ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.
Gracias a la capacidad de motivarnos a nosotros mismos para llegar a las metas que
racionalmente sabemos que nos benefician, podemos dejar atrás aquellos obstáculos
que solo se fundamentan en la costumbre o el miedo injustificado a lo que puede pasar.
Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los demás es el primer paso para
comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas empáticas
son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la
inteligencia emocional.
Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra
felicidad personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Y esto pasa
por saber tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o
cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones.
Así, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de pensar en cómo nos
hacen sentirnos los demás, y tenemos en cuenta, además, que cualquier interacción entre
seres humanos se lleva a cabo en un contexto determinado: quizás si alguien ha hecho un
comentario despectivo sobre nosotros es porque siente envidia, o porque simplemente
necesita basar su influencia social en este tipo de comportamientos. En definitiva, la
Inteligencia Emocional nos ayuda a pensar en las causas que han desencadenado que otros
se comporten de un modo que nos hace sentirnos de un modo determinado, en vez de
empezar pensando en cómo nos sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos
ante lo que otros digan o hagan.
Ante esta realidad, cabe resaltar que existen personas con un dominio de su faceta
emocional mucho más desarrollado que otras. Y resulta curiosa la baja correlación entre la
inteligencia clásica (más vinculada al desempeño lógico y analítico) y la Inteligencia
Emocional. Aquí podríamos ejemplificar esta idea sacando al estereotipo de estudiante que
es una máquina intelectual capaz de memorizar datos y llegar a las mejores soluciones
lógicas, pero con una vida emocional y sentimental vacía. Por otro lado, podemos encontrar
personas cuyas capacidades intelectuales son muy limitadas, pero en cambio consiguen
tener una vida exitosa en lo que refiere al ámbito sentimental, e incluso en el profesional.
Este par de ejemplos llevados al extremo son poco habituales, pero sirven para
percatarse de que es necesario prestar más atención a esta clase de habilidades emocionales,
que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad tanto o más que nuestra capacidad para
puntuar alto en un test de inteligencia convencional.
Es importante dejar patente que aquella persona que cuente con importantes niveles
de inteligencia emocional es un individuo que gracias a la misma consigue los siguientes
objetivos en su relación con los demás:
• Que confíen en él cuando necesiten algún consejo tanto a nivel personal como
profesional.
• Es capaz de reconocer y de manejar todo lo que pueden ser las emociones de tipo negativo
que experimente.
• Tiene mayor capacidad de relación con los demás, porque cuenta con la ventaja de que
consigue entenderlos al ponerse en sus posiciones.
• Logra utilizar las críticas como algo positivo, ya que las analiza y aprende de ellas.
• Es alguien que precisamente por tener esa inteligencia emocional y saber encauzar
convenientemente las emociones negativas, tiene mayor capacidad para ser feliz.
• Cuenta con las cualidades necesarias para hacer frente a las adversidades y contratiempos,
para no venirse abajo.
Por los importantes beneficios y ventajas que tiene cualquier persona que dispone
de inteligencia emocional, muchos son los estudios que se han llevado a cabo hasta el
momento. Algunos de ellos vienen a dejar patente que entre las señas de identidad que más
identifican a quienes la poseen, se encuentran las siguientes:
• Huyen de la monotonía, intentan en todo momento buscar alternativas para tener una vida
más plena y feliz.
Bien utilizada, la razón siempre será más poderosa que las emociones. Ambas,
razón y emoción, forman parte del sistema funcional que es la mente humana. Van juntas y
se necesitan mutuamente. Inteligencia emocional es la capacidad de gestionar las
emociones utilizando la razón. Las emociones son el imprescindible ejército que
continuamente moviliza la razón.