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¿Como podrían vincularse los avances científicos y tecnológicos con las humanidades?

El ser humano, a lo largo de la historia, se ha caracterizado por ser un sujeto social y

ligado con sus iguales al momento de enfrentar las adversidades del entorno, debido a la

necesidad de la supervivencia del colectivo para preservar la especie y facilitar los trabajos que

realiza en su día a día. De esta relación nacen los objetos que hasta el día de hoy han sido los

pilares del desarrollo de la sociedad, los que sirven como herramientas para realizar labores

variadas de una manera eficiente y que conlleven un esfuerzo menor al que pudieron haber

requerido en el pasado. Nombrar todos y cada uno de estos objetos tomaría bastante tiempo y

espacio textual, sin embargo, se les puede encerrar en una sola palabra: tecnología.

Para llevar a cabo este ensayo, primero se debe tener una definición de tecnología que

propicie un entendimiento simple, pero conciso, de la palabra, y que no genere confusión más

adelante. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española (2019), este término se

refiere al “conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del

conocimiento científico”. En otras palabras, tecnología es el conjunto de los instrumentos y

procedimientos industriales de un determinado sector o producto. Bajo este concepto, se puede

partir a relacionarlo con las humanidades y el papel que desempeñan, o podrían desempeñar,

juntos en la época posmoderna.

Por su parte, el conjunto de las humanidades puede ser englobado como todas aquellas

áreas que se encargan de estudiar, evaluar y predecir el comportamiento del ser humano, de

manera individual o grupal y su relación con el entorno que lo rodea. Entre sus principales ramas

pueden mencionarse la filosofía, antropología historia, sociología, teología o filología.


Aunque en primeras instancias el campo científico-tecnológico parezca formar parte de

una realidad completamente ajena a la de las ciencias sociales o humanidades, la verdad es que el

vínculo que las une es mucho más grande de lo que en un principio podría pensarse, ya que

prácticamente sin las necesidades sociales la tecnología no tendría ningún sentido, puesto que su

función es resolver las problemáticas que enfrenta un determinado grupo o la población en

general. Sin embargo, en la actualidad se ha hecho a un lado la labor que desempeñan los

trabajadores del campo social, desestimándolos y viéndolos por debajo de los científicos e

ingenieros, que por lo general solamente se encargan de investigar y desarrollar nuevos

instrumentos en el ámbito de la tecnología. Esto hace que, a pesar de que haya una enorme

cantidad de avances obtenidos por la ciencia, el impacto y análisis social se quede en un segundo

plano.

El elemento central de nuestra época es la información, así como las tecnologías

que permite manejarla y, sobre todo, utilizarla. El conocimiento hoy no vale tanto

por el saber mismo, sino por su uso eficaz, pues lo que importa es saber cómo se

manejan las cosas y no cómo funcionan; el conocimiento se ha vuelto

profundamente técnico e instrumental, para cumplir sólo con los criterios

económicos de eficacia y eficiencia, que exige la sociedad posindustrial (López,

2018, p. 1).

La cita anterior puede resumir el contexto al que se enfrenta la sociedad actualmente,

donde la información forma parte de un eje central en la vida de las personas, pero que por sí

sola no tiene mucha utilidad, dado que debe ir ligada con su aplicación en el mercado, es decir,

que produzca una ganancia tangible para vendedor y comprador. De esta manera, ya no importa

el conocimiento que pueda almacenar una persona, sino cómo sea capaz de utilizarlo para
contribuir con la industria. Esta podría ser una de las causas por las que el campo de las

humanidades se encuentra tan infravalorado, ya que al ser su objetivo la investigación y no tanto

la producción, no se las hace tan difícil verse opacadas por los avances científicos, que sí suelen

venir acompañados de una posterior implementación en la vida cotidiana para proporcionar una

mayor eficiencia. Indirectamente esto ocasiona que, al casi no haber salida laboral en el área de

humanidades, las personas sientan un interés casi inexistente por las mismas, lo cual tarde o

temprano se verá reflejado en el decremento personas dedicadas a dicha rama.

También cabe destacar que se ha llegado al punto de que las carreras universitarias

relacionadas a la ciencia y a la ingeniería prefieren optar por eliminar, o dejar solamente al

mínimo, de sus planes de estudio cualquier tipo de curso humanístico, a causa de su “poca

practicidad”, lo cual no hace más que contribuir con el distanciamiento entre los dos ámbitos.

Hace mucho tiempo que se consideró que el único valor a tener en cuenta a la

hora de diseñar los planes de estudio de las ingenierías, era la utilidad; a las

humanidades, se las ha considerado sistemáticamente inútiles, y por ello, se las

desterró de los planes de estudio (Sánchez, 2012, p.3).

Por otro lado, esto también sirve para generar diferencias individuales entre científicos y

humanistas (entiéndase a estos como los que se desenvuelven en el ámbito de las humanidades),

puesto que, al compartir ideales distintos, suelen estar en desacuerdo en muchas ocasiones, ya

que sostienen que para que el trabajo del contrario tenga buenos resultados deben tomar en

cuenta también sus propios avances. Un ejemplo sería que, al estar un grupo de científicos

desarrollando un aparato tecnológico, los humanistas los criticarían diciéndoles que de nada les

serviría hacerlo si no toman en cuenta de qué manera puede repercutir en el estilo de vida de la

sociedad. Si fuera un caso opuesto, podría darse una investigación por parte de un equipo
especializado en ciencias sociales acerca de cómo ha evolucionado la desigualdad entre hombres

y mujeres basándose en entrevistas a modo comparativo de hace 20 años con la actualidad, para

un científico probablemente esto no sería suficiente para probar la veracidad de tal estudio de

manera objetiva, puesto que habría que tomar en cuenta también los componentes biológicos

tanto masculinos y femeninos y analizar previamente de qué manera estos podrían influir en su

comportamiento. De manera irónica, ambos lados reconocen, de forma inconsciente, que se

necesitan para mejorar sus resultados, pero casi nunca se dan la tarea de trabajar verdaderamente

en conjunto para lograrlo.

Esta tensión sigue siendo reconocida, y quienes han tenido la fortuna de ser

trashumantes de ambas tradiciones, han realizado esfuerzos por reducir esta

brecha, evidenciando que, a pesar, de que las ciencias y las humanidades, en

algunos aspectos, persigan distintos objetivos, su encuentro siempre es fecundo,

ya que su sola interacción produce impactos importantes en cada una de ellas

(Moreno, 2013, p.3).

De acá se puede entender que, aunque sea algo ignorado la mayoría de las veces, tanto

humanidades como ciencia e ingeniería pueden avanzar de la mano y no necesariamente deben

estar aisladas, debido a que su conexión sirve para que las problemáticas sociales (acá también se

toma en cuenta el entorno del ser humano, es decir, el medio ambiente) puedan ser resueltas de

manera eficaz y eficiente, pero pensando también en el impacto que tendrá a mediano y largo

plazo, para evitar cualquier inconveniente que más adelante sea difícil de tratar (por ejemplo, el

avance que ha tenido la industria en los últimos 200 años y la manera en que ha aumentado la

contaminación a causa de la subida en la emisión de gases en la atmósfera). Davara (2000) se


refiere a la unión de estos dos espacios como “humanismo tecnológico”, y justifica su necesidad

con la siguiente cita:

No debemos olvidar que si la eficacia y el progreso son necesarios, nunca

deben ser comprados a un precio en el que esté incluido un recorte en las

libertades de la persona. Por otro lado, no es conveniente separar, como día a día

se va haciendo, tecnología de humanismo; por el contrario es conveniente unir

ambos términos para lograr una interrelación que justifique el progreso de la

sociedad junto a su característica básica: el carácter humanitario de la persona. El

desarrollo tecnológico debe ir así avanzando, en paralelo, haciendo siempre

referencia al bien del género humano, en lo que podemos llamar el humanismo

tecnológico (p. 3).

En conclusión, si el objetivo tanto de humanistas como de científicos es contribuir al

desarrollo humano en la mayor cantidad de aspectos posibles, deben hacerse a un lado todas

aquellas creencias de que las dos ramas van en direcciones opuestas y asimilar la idea de que la

contribución entre ambas va a lograr mejorar los resultados en investigaciones o inventos

próximos. Asimismo, existen retos y obstáculos que se deben superar antes de alcanzar esto,

como el pensamiento que pone en primer lugar la ganancia económica antes que el desarrollo

social y sostenible, también la gestión universitaria debe crear planes de estudio que tengan

puntos de encuentro para que los científicos tengan un conocimiento general de las humanidades

que los guíe en su labor y que los investigadores sociales tengan su equivalente, al considerar

también factores científico-matemáticos al momento de realizar sus investigaciones, y que al

final esto pueda desencadenar en un sistema de trabajo que reconozca la importancia de ambas

partes.
Referencias bibliográficas

Davara, M.A. (2000). El humanismo tecnológico. Diario del Navegante. Recuperado de:

https://www.elmundo.es/navegante/2000/05/03/davara_humanismo.html

Diccionario de la Real Academia Española. (2019). Definición de tecnología.

Recuperado de: https://dle.rae.es/?id=ZJ2KRZZ

López, J. (2018). Humanismo y tecnología. El Mundo. Recuperado de:

https://www.elmundo.com/noticia/Humanismo-y-tecnologia/367002

Moreno, J. (2013). La vida al salón de clases. Las humanidades en la educación

superior. Universidad Militar “Nueva Granada”. Bogotá, Colombia. Recuperado de:

https://revistas.unimilitar.edu.co/index.php/reds/article/download/741/494

Sánchez, J. (2012). Las nuevas tecnologías, los ingenieros y las humanidades. Escuela

Técnica Superior de Ingenieros de Minas, Universidad Politécnica de Madrid. Madrid, España.

Recuperado de: http://www.encuentros-

multidisciplinares.org/Revistan%C2%BA4/Juan%20Jos%C3%A9%20S%C3%A1nchez%20Inar

ejos.pdf

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