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UNIVERSITARIA DE
BUENOS AIRES
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
Indic
1. La situación histórica______________5 principales y les inspiró honda confianza
2. La situación cultural_______________6 en sí mismos y en su régimen democrá-
tico, determinando una intensificación
3. La existencia histórica de Sócrates. del proceso ascensional de florecimiento
Vida y características.________________9
y poderío de la ciudad.
4. El problema de Sócrates y las En el orden interior se amplía y se
condiciones para su solución._________20 fortifica la constitución democrática: las
5. La inspiración religiosa y la reformas de Efialtes y de Perícles limitan
purificación de los espíritus.__________24 los poderes del Areópago, dominado por
la burguesía pudiente, y amplían los de la
6. La refutación como purificación y
asamblea y del jurado popular; hacen
estímulo para la investigación. La
mayéutica.________________________28 efectiva, mediante un régimen de indem-
nizaciones, la participación de los prole-
7. La ciencia y los conceptos universales. tarios en las magistraturas; imprimen
_________________________________33 vigoroso impulso a la justicia social y ma-
8. Ciencia y virtud, ignorancia y pecado. yor intensidad a la vida política e inspi-
La unidad de las virtudes_____________36 ran en los ciudadanos un sentimiento de
9. El eudemonismo socrático: no consagración a la polis y a su grandeza.
utilitarismo, sino ética del amor y del En el orden exterior Atenas llega a ser
deber.____________________________42
10. El alma y su inmortalidad. La
inspira- ción religiosa de Sócrates._____50
11. La influencia histórica y la
perennidad de Sócrates._____________54
1. La situación histórica
La gran victoria sobre los invasores
persas, lograda por los griegos en el año
478 a.C., tuvo a los atenienses por artífices
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a. C., pero sostiene que no fue un pensador cuyo nombre pueda pertenecer a la historia
de la filosofía, y que Platón, Jenofonte, Aristóteles y los demás autores que lo
presentaron como filósofo y maestro se han servido de su nombre, así como hubieran
podido utilizar cualquier otro, para llevar a cabo la creación literaria del ideal del
sabio, tal como cada uno de ellos lo concebía, sin preocuparse en absoluto por la
fidelidad histórica. Todos estos retratos, por lo tanto, pertenecerían a la
Sokratesdichtung y no existirían acerca del personaje testimonios históricos dignos de
tal nombre, ni mucho menos acerca de su hipotética doctrina.
Esta reducción de la figura tradicional de Sócrates a puro mito contradice los datos
señalados por De Strycker, que documentan la existencia histórica de un ciudadano
admirable y admirado por su justicia ejemplar y consejero a quien los jóvenes
consultaban en las contingencias decisivas de su vida; y contrasta aún más con el hecho
histórico de las representaciones efectuadas en Atenas, durante la vida de Sócrates, de
comedias como las de Teléclides, de Los aduladores de Éupolis (421), del Connos de
Amipsias (423) y de Las nubes (423), Las aves (414) y Las ranas (405) de
Aristófanes. En todas ellas Sócrates aparece vinculado a los sofistas y a Eurípides y
corno un pensador que en la comedia de Amipsias hace gala, frente a un coro de
pensadores, de su sabiduría y de su heroica continencia. En las dos últimas de
Aristófanes, al igual
que en la de Teléclides, se lo acusa ora de ser quien hace malograr la conciencia de lo
trágico de Eurípides, ora de ser el verdadero autor de los dramas de éste; pero sobre
todo se lo presenta en Las nubes como figura que es una perfecta caricatura del tipo de
filósofo que investiga y disputa, lo cual prueba que como tal debía conocerlo todo el
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ciones con Aspasia y todo el círculo de del libro. Todo esto puede explicarnos la
Pericles y muchos otros personajes promi- presentación que hace de él Aristófanes
nentes; pero, en especial, con todos los en Las nubes, donde lo muestra suspen-
sofistas que suelen actuar en Atenas. dido en el aire contemplando el sol, esto
Acaso pueda aceptarse la tradición —pro- es, preocupado por los problemas natura-
cedente de su contemporáneo Ión de les. Pero en el Fedón, 99e, Sócrates sigue
Quíos y recogida por Diógenes Laercio diciendo que, al no encontrar en ningún
y por Simplicio— según la cual en su ju- naturalista una explicación satisfactoria
ventud había escuchado a Arquelao, dis- y al no lograr tampoco hallarla por si
cípulo de Anaxágoras; lo cierto es que mismo, tomó otro camino pensando que
Jenofonte afirma (Memor,, I, i, 12 y sigs., la solución de los problemas no debía
y vi, 14) que se había familiarizado con buscarse en los objetos del conocimiento
los "antiguos" filósofos, y Platón le hace sensible sino en los conceptos, y Jenofonte
recordar en Fedón 96-97, su pasión dice que su maestro siempre hablaba de
juvenil por conocer la ciencia física y por cosas humanas. Por su parte, Aristóteles
hallar una solución a los problemas natu- compendia ambos testimonios al declarar
rales que lo atormentaban y su hondo inte- (Metaf., 987a-b) que Sócrates no se ocu-
rés en la doctrina de Anaxágoras, seguido paba de la naturaleza sino de las cosas
por el desengaño que le produjo la lectura
ya hacía tiempo que éste era su (Alcib. pr., Teet., etcétera), una
discípulo y amigo y, según el Alcibiades intuición instintiva, que él consideraba
primero, 103 y 105, Sócrates habría inspirada por el daimon siempre presente
tardado varios años en cumplir con él la en su interior, le revelaba quién estaba
misión que ya había cumplido con otros, dispuesto a aprovechar su conversación
a la espera de que estuviera y quién no, y así se guiaba en la
espiritualmente maduro y dispuesto. selección de los discípulos. Debemos
Convencido, en efecto, de que debía distinguir, pues, entre interlocutores
cumplir una misión de escrutador de ocasionales y discípulos; con todos
conciencias y estimular a todos a Sócrates trata de realizar su escrutinio,
efectuar su propio escrutinio, Sócrates pero sólo algunos de ellos se convierten
se dirigía —en los gimnasios, en el en compañeros asiduos o en discípulos.
agorá, en las calles, en los banquetes, en Son, por cierto, personas de situación,
cualquier parte— a cada uno, sin hacer índole y criterio intelectual muy diversos
distinciones de clase, oficio o edad; a que luego se convierten, unos, en
políticos y sofistas, a poetas y artistas, a políticos, como Alci-bíades, Critias,
soldados y artesanos, a jóvenes y Cármides; otros, en militares e
ancianos, a extranjeros y conciudadanos historiadores, como Jenofonte; otros, en
(Apol., 30a), pero, según un concepto filósofos fundadores de escuelas
que se repite muchas veces en Platón
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núes ... filosofando; de lo contrario ... se le quiere imponer una multa pagará lo
morirás ...», os contestaría: «Mis poco que puede dar de su bolsillo, más lo
queri-dos atenienses, os quiero y os que le ofrecen sus discípulos. Los jueces,
amo, pero obedeceré al Dios antes que irritados, votan por mayoría la pena de
a vosotros y en tanto tenga aliento no muerte, pero Sócrates les advierte que lo
cesaré de filosofar y de amonestar y más difícil no es rehuir la muerte, sino la
aconsejar a vosotros y a cualquiera de maldad, y que para verse libre de todo
vosotros a quien tenga ocasión de reproche no hay que tapar la boca a los
hablar»." (Apol., 29c-d.) "Y, me acusadores, sino mejorarse a sí mismo. Y a
absolváis o no, no haré otra cosa ni la minoría que votó su absolución le dice,
aun cuando me exponga a morir mil para su consuelo, que la muerte, ya sea
veces." (Ib., 30b-c.) anonadamiento del ser, ya ingreso en otra
Afirmaciones como éstas contribuyen vida inmortal, no es un mal y que no hay
sin duda a que se lo declare culpable y males para el hombre bueno, vivo o
—como según la ley ateniense él mismo muerto; por lo cual pide que se trate a sus
debe proponer una pena— manifiesta hijos como él trató a sus conciudadanos:
entonces que no merecería ninguna, ni corrigiéndolos y
de destierro, ni de cárcel, ni de otra
índole, sino recompensa y honra
públicas por haber tratado siempre de
beneficiar a todos, exhortándolos a
mejorar su alma y su ciudad, pero que si
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patrio no significaba, como parece creer sigs.— al servicio de una educación "polí-
Jenofonte, aceptación lisa y llana de las tica" y trataba una abundante temática
creencias politeístas, pues, al contrarío, to- política. Y a tal servicio sacrificaba Só-
das las manifestaciones divinas particu- crates todo interés personal y familiar.
lares se unificaban para Sócrates en una Además, su crítica a ciertas leyes e
fuente única, inteligencia y providencia instituciones que le parecían contrarias
universales, Dios presente en el mundo y al bien del estado no sólo no obedecía,
también —según la expresión usada por como lo destaca Jaeger, a consideraciones
Epicarmo y Anaxágoras— presente en de partido —y bien lo sabía Critias, que
nosotros, presente como el alma personal en nombre de los Treinta quiso prohibir
y como el daimon interior al que Sócrates su enseñanza—, sino que tampoco dismi-
atribuía su inspiración en momentos nuía su profundo respeto a la majestad
decisivos. de la ley que le hizo rechazar la fuga y
Por otro lado, si bien Sócrates no parti- sacrificar su vida en el altar de las leyes.
cipaba constantemente en la vida política, Tampoco es exacto que fuese enemigo
no sólo cumplía con su deber de soldado
y magistrado toda vez que le correspon-
día, sin tener en cuenta los peligros; tam-
bién creía cumplir una misión pública
sagrada al ejercer su apostolado de desper-
tador de conciencias que estaba —según
señala Jaeger en Paideia, II, pág. 55 y
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13
Cf. Memor., I, ii, 37. También Cálicles
—Gorg., 491a— le reprocha: "¡Por todos los
dioses! No sabes hablar sino de zapateros, carda
dores, cocineros, médicos, como si fuese ése el
tema de nuestra discusión"; y Alcibíades —Banq.,
221e— reconoce: "siempre habla de asnos de car
ga, herreros, zapateros, curtidores", etcétera.
14
Cf. LOMBARDI, F., "Il discorso socrático", en
Rivista di Filosofía, Turín, julio de 1954, página
274.
la palabra, pero Sócrates es, sin duda, curso escrito no sabe dar explicaciones,
como lo declara G. de Sanctis 17, si alguien las pide, ni defenderse por sí
"democrático de alma, aun cuando mismo, sino que necesita siempre la inter-
adversario, en parte, de tal o cual vención de su padre. A este motivo —el
institución de la democracia ateniense de único que suele citarse— el Fedro asocia
su tiempo". otro: el discurso escrito se ofrece igual-
No es aceptable, pues, la justificación mente al entendido y al lego, sin saber a
histórica de su condena como defensa quién debe hablar y a quién no, como un
legítima de la polis democrática. agricultor que esparce las semillas al acaso,
en cualquier tiempo y lugar.
Pero el motivo más esencial aparece en
4. El problema de Sócrates otros diálogos platónicos, cuando en la
y las condiciones para su misma enseñanza oral Sócrates evita los
solución. discursos largos que sólo permiten al dis-
cípulo una pasiva función de oyente. La
Sócrates no escribió nada, o sólo unos forma propia de la enseñanza socrática es
versos, compuestos según el Fedón, 60d el diálogo en donde el maestro pregunta
y 61b, en sus últimos días de cárcel. Este más que contesta, excita la reflexión
abstenerse de la enseñanza escrita, suele activa del discípulo y provoca su res-
explicarse con el motivo que Platón le puesta obligándolo a buscar para descu-
hace enunciar en el Fedro, 275 d y sigs.: la brir; o sea: es un despertador de concien-
escritura es como la pintura, cuyas imá- cías e inteligencias, no un proveedor de
genes están presentes ante nosotros como conocimientos.
personas vivas, pero que si las interroga- Por este carácter peculiar, el magisterio
mos callan majestuosamente; así, el dis- socrático exigía el diálogo viviente y libre
y no podía ejercerse mediante obras es-
15
Cf. SEMERARI , G., "Il principio del dialogo critas 18; y por eso su transmisión a la pos-
in Socrate", en Giornale critico della
teridad sólo pudo efectuarse a través de
filosofía
italiana, Roma, 1953, pág. 455. testimonios ajenos, de discípulos y adver-
16
Así la llama G. GALLI , Sul pensiero di Car- sarios.
lini ed altri saggi, Turin, Gheroni, 1950, pág. 83.
18
17
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. 482. Con esta interpretación parece coincidir W.
Puede recordarse, además, que NIETZSCHE en JAEGER cuando sostiene que Sócrates no quiso
La escribir nada porque vivió entregado por
voluntad de dominio consideró a Sócrates entero a su misión: "lo cual indica cuán
repre- fundamental era para él la relación de lo
sentante de los derechos de la democracia que, al hablado con el ser viviente a quien en aquel
rebelarse contra la tradición aristocrática, momento se dirigía". (Paideia, México, Fondo de
habría Cultura Económica, 1942-45, t. II, págs. 16-18.)
producido la decadencia y disolución del mundo
helénico.
Pero no sólo amigos y enemigos nos entenderlo, y esas maneras son muy dife-
ofrecen de él imágenes opuestas entre sí, rentes en Jenofonte y en Platón, en Antís-
sino que, además, los mismos discípulos tenes y en Aristipo, en Euclides y en
reproducen el pensamiento del maestro Esquines, etcétera. De los dos testimonios
cada uno según su manera particular de principales, Jenofonte y Platón, el prime-
25
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
porvenir— que podría interpretarse tam- sos y querer ir adelante. Hay que plantear
bién como una confesión de la inutilidad otro problema previo: el del motivo de
del trabajo de los historiadores para des- estos fracasos..., de la fuente de las con-
cifrar un enigma que nunca será resuelto tradicciones ... Debemos desatar las imá-
de modo decisivo; pero, aún cuando un genes diferentes en su misma diversidad,
problema histórico no admita solución porque cada una nos ofrece una cara de
definitiva, a los historiadores les queda sin Sócrates que se consideró verdadera, y tal
embargo una tarea: lograr una solución fue en cierto modo ..., por haber desem-
más satisfactoria que las presentadas hasta peñado un papel histórico que no puede
entonces y que ofrezca otra base para desconocerse"23. Lo cual coincide esen-
progresos ulteriores. cialmente con lo que escribí en otra oca-
Magalháes Vilhena acepta esta opinión, sión; esto es, que los rasgos con que cada
pero observa que no es sólo éste el pro- discípulo veía y dibujaba a su maestro
blema: "No basta con registrar los fraca- son los que han ejercido influjo en el
mismo discípulo y, en consecuencia, en
22
Études de philosophie ancienne et de philosophie el desarrollo de la filosofía griega; perte-
moderne, París, Alean, 1926; tr. española: Estudios
sobre Sócrates y Platón, Buenos Aires, Losada, necen a la historia del socratismo 24 y deben
1940. La misma opinión expresa A. BANFI — tener su origen en la misma personalidad y
Socrate, Milán, 1944, pág. 159—: "un tentativo acción del maestro. Pero al mismo tiempo
di esposizione e di ínterpretazione socrática rimane
sempre un'ipotesi". También ADOLFO LEVI
debemos destacar que la crítica reciente
—"Sul pensiero di Socrate", en Studi di —según lo señaló Calogero25— tiende a
filosofía greca., Barí, Laterza, 1950— recuerda considerar los contrastes entre nuestras
la declaración de un especialista en estudios socrá- distintas fuentes relativas a Sócrates
ticos "ogní volta che si ritorna sul problema
socrático lo si trova piu difficile di prima" (pág. menos irreductibles que lo que le
217). parecieron a la crítica anterior, y a recono-
cer, más bien, que estas presentaciones
diferentes ofrecen rasgos comunes o sus-
ceptibles de combinarse en mutua armo-
nía. De manera que desde hace algún
tiempo parece que nos hemos encaminado
hacia una interpretación más adecuada,
23
Le probleme de Socrate., ed. cit., pág. 10 y
sigs.
24
La comprensión del sujeto humano en la
cultura antigua., ed. cit. Véase en la parte III, cap.
III, las páginas sobre Sócrates.
25
"Socrate", en Enciclopedia Italiana.
27
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27
Griechische Denker, t. II, cap. IV, parágra
fo 3; tr. f rancesa: París, Alean; tr. italiana: Flo
rencia, La Nuova Italia; tr. española: Buenos Ai
res, Guarania.
28
Cf. La filosofía greca, en Storia della filo
sofía, Bari, Laterza, 1934, vol. I.
29
Para las indicaciones bibliográficas remito a
la bibliografía final. Una síntesis rápida pero clara
de las obras mencionadas y de las siguientes puede
verse en el ensayo de PAOLO Rossi citado también
en dicha bibliografía.
dero autor de la teoría de las ideas. Pero pulos de Filolao, después de la partida de
muchos otros que rechazaron tal tesis ina- aquél buscaron en Sócrates al maestro
ceptable reconocieron, empero, la impor- que pudiera satisfacer sus exigencias
tancia del hecho señalado por Burnet: los religiosas y místicas.
pitagóricos de Tebas y Fliunte — Simias, La inspiración religiosa y mística de
Cebes, Ferondas, Equécrates — , ex discí- Sócrates ha tenido singular eficacia escla-
29
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
servicio del Dios —aun a costa de la pro- respecto, el pasaje de la Apología plató-
pia vida. nica, 29c-30b, que ya hemos citado en
Tiene importancia fundamental, a este parte. Dice Sócrates a sus jueces: "Aun
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mo, pero que no lo era, e intenté demos- nada bello y bueno, pero él cree saber y
trarle: «Tú crees ser sabio y no lo eres...» no sabe; yo no sé, pero tampoco creo
Al irme pensé: en verdad soy más sabio saber. Y por esta pequeñez parece que
que él pues nadie entre nosotros sabe soy más sabio: porque no creo saber lo
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
los espíritus era una exigencia religiosa: la vista y hallar el camino de la verdad
una misión sagrada, dice en la Apología, y del bien, es decir, encontrar su
que le había sido confiada por el Dios salvación.
pues sólo mediante ella un espíritu Por eso, justamente, Sócrates
cegado por el error puede reconquistar considera el hecho de que se lo refute
33
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
como un beneficio que recibe, igual al consigo mismas sobre el mismo asunto,
que presta a los demás cuando es él al mismo respecto y en el mismo
quien les refuta sus errores. sentido. Entonces ellos, al reconocerlo,
"Y, ¿qué hombre soy yo? Uno de los se enojan consigo mismos y se hacen
que se dejan refutar con gusto cuando benévolos con los demás y se liberan así
dicen cosas no verdaderas y refutan con de opiniones ásperas, con la más segura
gusto a los demás cuando son ellos quie- —para quien la experimenta— de todas
nes dicen algo no verdadero y no experi- las liberaciones. Pues quienes los purgan
mentan más molestias al ser refutados piensan de la misma manera que los
que al refutar; antes bien, creo que médicos del cuerpo que no creen que éste
aquello es un bien mayor, en cuanto hay pueda, antes de expulsar el obstáculo
más ventaja en ser liberado del peor de que lleva dentro, aprovechar el alimento
los males que en liberar a otros." que se le ofrece. La misma persuasión
(Gorg., 458.) tienen los médicos del alma, es decir, ésta
Esta liberación no sólo es un no puede aprovechar la enseñanza antes
beneficio, sino una exigencia de que la refutación, haciendo que el
fundamental en el método socrático, refutado se avergüence, no le haya
según lo explica el Sofista platónico: sacado las opiniones que le impedían
"A algunos les parece que cualquier aprender y lo presente puro y
ignorancia es involuntaria y que nadie convencido de saber sólo lo que en
querría nunca intentar aprender lo que verdad sabe y nada más." (Sof., 230.)
ya cree saber, de manera que la forma Pero el Sofista considera aquí
de educación exhortativa a duras penas solamente
consigue un muy pequeño provecho. los efectos intelectuales de la refutación,
Ahora bien, cuando alguien cree decir sin hablar de los morales, que no eran de
algo bueno acerca de cualquier asunto menor profundidad, como lo demuestran
y no dice nada, ellos lo van con singular evidencia las declaraciones
interrogando y, ligando sus opiniones de Alcíbíades en el Banquete, 216:
medíante razonamientos, le demuestran "Cuando escucho sus discursos, el co-
que están en contradicción razón me salta en el pecho mucho más
que a los coribantes y rompo a llorar...
Los discursos de este Marsias muchas ve-
ces me han impresionado de manera tal
que me parecía que no valía la pena vivir
en mi condición... Sólo con él me ha
ocurrido avergonzarme de algo."
Purificación moral, entonces, al
mismo tiempo que intelectual:
liberación por la cual el espíritu se
halla puro y dis-
ca 32. El hondo interés por la medicina ciera me dijeron que todo lo que haces es
que Jaeger (Paideia, II, pág. 36 y sigs.) crearte dificultades a ti mismo y a los
destaca en Sócrates procede probable- otros a fuerza de sembrar dudas en tu
mente de una exigencia pitagórica más cabeza y en la de los demás. Pareces un
que del ejemplo de Hipócrates o de Dió- torpedo marino que deja aturdidos a
genes de Apolonia, porque se vincula a cuantos lo tocan. Tú me produjiste un
la necesidad fundamental de la purifica- efecto semejante: me has aturdido el alma
ción del espíritu que ya los pitagóricos y ya no sé qué contestarte." "Yo —res-
comparaban con la purgación del cuerpo. ponde Sócrates— me parezco al torpedo
Sin embargo, al repetir tal parangón, Só- si estando aturdido puedo producir en los
crates lo aplica de modo acorde con el demás el mismo aturdimiento pues no se
activismo de su pedagogía que no permite trata de que yo esté seguro y siembre du-
que aquel a quien se refuta permanezca das en la cabeza de los demás, sino de que,
en la actitud pasiva del enfermo ante por estar yo mismo más lleno de dudas
aquel de quien recibe el purgante, sino que cualquiera, hago dudar también a los
que lo obliga a cooperar activamente en demás." (Men. t 80.)
la refutación, etapa que el educador di- La ironía de Sócrates finge en el mo-
rige más que efectúa. mento aceptar el enfoque puramente
Así es como la refutación logra su ma- negativo de la refutación33 en el que Me-
yor eficacia; así es como al engendrar, 33
En un fino y agudo ensayo, "Sócrates, ar-
respecto al conocimiento, una duda me- tista de la vida" —en Sócrates, Galilea, Leopardi,
tódica, la convierte en preparación nece- Buenos Aires, Partenón, 1947—, TURIN sostiene
saria y estímulo para la investigación, una interpretación dramática de la figura de Só-
según lo explica Sócrates a Menón en el crates quien, atormentado durante toda su vida
por la contradicción entre su fe en la verdad
diálogo platónico de este nombre: y su duda o desesperación de no poder enseñarla,
"¡Oh, Sócrates!, antes de que te cono- no habría encontrado otra salida que la muerte,
y por eso —en este punto TURIN concuerda con
32
Véase MONDOLFO , RODOLFO , La compren- Nietzsche— quiso morir y obligó a la ciudad a
sión del sujeto humano en la cultura antigua, ed. darle la copa de veneno (págs. 164, 169 y passim),
cit., parte II, cap. II. En el marco de esta interpretación debe atribuirse
plena y trágica seriedad a las múltiples declara-
ciones de Sócrates: que no sabe cuál es la verdad;
que se halla colmado de dudas; que busca como
los demás y junto a ellos (Gorg., 506 y 509;
Hip. may., 304; Cárm., 165; Men., etc.). Y por
lo tanto TURIN objeta mi interpretación que ve
en la ironía socrática, simulada por un momen to
—tanto en la refutación como en la mayéu-tica
—, la falta de ese conocimiento que Sócrates no
quiere comunicar dogmáticamente a su ínter-.
bien me parece que lo hemos encaminado con gusto, mientras que antes, sin refle-
al descubrimiento de cómo es el problema; xionar y convencido de que hablaba con
pues ahora, aunque no sabe, puede buscar razón, habría afirmado que un cuadrado
doble debe tener doble lado." "Así es."
locutor, sino hacérselo descubrir activamente por "Entonces, ¿piensas que se habría puesto
medio de interrogatorios. Esto, me objeta TURIN,
a buscar y a aprender lo que ya creía sa-
significa imputar a Sócrates —e! purificador, el
maestro, el mártir— una auténtica mentira; ¿y ber, de no sobrevenirle la duda, la con-
cómo podría purificar a los demás quien se co- ciencia de su ignorancia y el deseo de
rrompe en la mentira en el instante mismo en saber?" "No lo creo." "De manera que ese
que emprende la tarea purificadora? Sin embargo,
no me parece que pueda hablarse de mentira a
aturdimiento le ha sido útil." (Men. t 84.)
propósito de un método didáctico que para Só- La refutación representa, pues, la etapa
crates no es un juego sino una honda exigencia: preliminar necesaria para encaminar el es-
la de no anticipar nociones a sus discípulos sino píritu al descubrimiento de la verdad; sólo
obligarlos a descubrirlas ellos mismos, activamente,
tal como el esclavo de Menón descubre el teorema el espíritu purificado y liberado del error
de Pitágoras ("Mira, Menón, que yo no le enseño puede cumplir una investigación verda-
nada sino que le pregunto todo"). ¿Diremos que dera, desarrollando rectamente su capaci-
Sócrates ignoraba efectivamente tal teorema, puesto
que interroga y no enseña? ¿Y qué diremos en
dad intrínseca. La investigación resulta
casos como el de Gorgias, donde la declaración de entonces, para Sócrates, ejercicio de un
Sócrates, "repito nuevamente que no sé cuál es poder congénito que ante todo tiene que
la verdad", se inserta en un discurso eminentemente ser liberado del obstáculo que le oponen
dogmático donde, al expresar teorías muy termi-
nantes acerca del bien y de la justicia, Sócrates los prejuicios y los errores a fin de que
también afirma; "He aquí lo que afirmo y creo pueda dar a luz su producto genuino: así,
que es la verdad" (107d) ? después de la refutación, se presenta la se-
gunda parte del método socrático, la
mayéutica o arte del alumbramiento...
"¿No has oído decir—pregunta Sócra-
tes, Teet., 148 y sigs.— que yo soy hijo de
una hábil y renombrada partera, Fena-
reta?" "Sí." "¿Y oíste decir, también, que
me dedico al mismo arte?" "Eso no."
"Pues bien: sabe que ésa es la verdad. Re-
flexiona en lo que concierne a las parteras
y comprenderás mejor lo que quiero de-
cir . . . ¿No es natural y necesario que a
las mujeres encintas las reconozcan las
parteras, mejor que las otras?" "Cierta-
mente." "Además, las parteras tienen
brebajes y pueden con sus encantamientos al de ellas; sólo difiere en que se aplica a
estimular los esfuerzos del parto o, si quie- los hombres y no a las mujeres, y concier-
ren, suavizarlos y facilitar el alumbra- ne a sus almas y no a sus cuerpos. Sobre
miento de las que sufren al dar a luz y todo, mi arte se caracteriza por lo si-
favorecer el aborto cuando resulte un guiente: se puede probar por todos los
feto prematuro." "Es cierto." "Ahora medios si el pensamiento del joven ha de
bien, mi arte de partear se asemeja en todo parir algo fantástico y falso o genuino y
36
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
verdadero. Por otra parte, tengo en co- espíritus y si ellos no las sienten como
mún con las parteras el ser estéril en sabi- verdaderamente suyas. Sólo así pueden
duría y se me puede reprochar lo que tener la plenitud de su valor intelectual
muchos me reprochan, es decir, que pre- y moral, cognoscitivo y práctico; y por eso
gunto a los demás, pero no contesto nada la ironía socrática, que finge ignorancia,
acerca de nada, por falta de sabiduría. Y no es una mentira (como opina Turin,
ésta es la causa: el Dios me impone el de- loc. cit.) sino una obligación impuesta
ber de ayudar a parir a los otros, pero a por la misma misión sagrada de abste-
mí me lo impide. No soy sabio, pues, ni nerse de la enseñanza dogmática, un im-
tengo descubrimientos que mi alma haya perativo categórico para el verdadero
dado a luz, sino que los que están con- maestro. De este modo, la afirmación de
migo parecen al comienzo ignorantes, su propia esterilidad y carencia de sabi-
pero después... hacen un progreso admi- duría no constituye solamente una expre-
rable ... Sin embargo, es claro que nada sión de la ironía socrática, sino que define,
aprendieron de mí, sino que son ellos además, la característica de su método
quienes por sí mismos hallaron muchas y —que estimula la investigación en vez de
bellas cosas que ya poseían." ofrecer doctrina— en la convicción de
¿Qué significa esta afirmación: "el que el interrogado extrae realmente sus
Dios me impide parir"? Significa que la contestaciones y descubrimientos del in-
misión de maestro que el Dios impone a terior de su espíritu.
Sócrates no se cumple si las verdades no "Mira cómo este joven contesta bus-
son conquistadas activamente por los dis- cando conmigo —dice Sócrates, Men., 84
cípulos mismos, si no son hijas de sus y sigs.— y cómo consigue encontrar ...
mientras que yo no hago más que inte-
rrogarlo, sin enseñarle nada. Observa si
alguna vez hallas que le enseño o le mues-
tro algo en lugar de preguntarle, simple-
mente, acerca de lo que por sí mismo
piensa. Y por eso sucede que tiene ciencia,
si se le pregunta de manera verdadera, y
la extrae de su interior, sin que nadie le
enseñe."
Pero no hay que pasar por alto esta
frase de apariencia inocente: "si se le pre-
gunta de manera verdadera", porque en
ella está la clave del enigma. Ella explica
la confesión singular de Teeteto: "Por
acerca de ellos no concuerdan entre sí que el ser es solamente uno; otros, que es
sino que riñen como locos. Unos creen una pluralidad infinita; unos, que todo
38
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
está en movimiento perpetuo; otros, que sica (XIII, iv, 1078): "Tenía razón en
nada se mueve nunca; unos, que todo nace buscar las esencias (lo que es cada cosa)
y perece; otros, que jamás nace ni perece pues quería razonar, y el principio de los
nada." razonamientos está constituido por la
En cambio, en lo que respecta a las cosas esencia de las cosas".
humanas, descubría en nuestra conciencia La esencia, lo universal, es decir, lo que
misma la existencia de principios univer- hay de común en las particularidades,
sales (conceptos, leyes) alcanzables por representa la unidad de la especie: por eso
el examen, la reflexión y la discusión. Por se afirma vigorosamente en Sócrates la
eso, dice Jenofonte (loc. cit.): "Razo- exigencia de unidad en el conocimiento
naba siempre sobre cosas humanas, bus- verdadero. Esta exigencia de unidad o
cando qué es la piedad y qué la impiedad, universalidad se afirma, empero, en un
qué es lo bello y qué lo feo, qué es lo justo doble sentido: con respecto a los sujetos
y qué lo injusto, qué es la sabiduría y qué y con respecto a los objetos de conoci-
la locura, qué es el valor y qué la miento. Lo que observa De Sanctis (op.
cobardía, qué es el estado, qué es el cit., Π, pág. 484) —que, aun en la con-
hombre de estado, y así otras cosas cuyo clusión negativa de su no saber, la dialéc-
conocimiento pensaba que debía tica socrática contiene un elemento esen-
caracterizar al hombre capaz, y cuya cial positivo y constructivo, que es la
ignorancia pensaba que debía definirse confianza incondicional en el valor de la
justamente como condición de esclavitud razón, y una proclamación solemne de
espiritual". sus derechos— puede entenderse de ma-
Su investigación no quería versar en nera más adecuada si se considera la
lo mudable —objeto solamente de opi- orientación característica del método
nión— sino en lo inmutable, es decir, lo socrático de investigación que sustituye
universal, la esencia —objeto de cien- el logos por el diálogo.
cia—. Como decía Aristóteles (Metaf., I, En el logos individual los sofistas ha-
vi, 987), "Sócrates discutía solamente bían señalado el carácter de subjetividad
acerca de las cosas morales y no se intere- y relatividad; Sócrates, en cambio —co-
saba en absoluto en la naturaleza; y en las mo observa G. Galli, op. cit., pág 75—,
cosas morales buscaba lo universal, pues quiere encontrar en la misma conciencia
fue el primero que tomó como objeto de del sujeto no sólo la particularidad rela-
su pensamiento las definiciones". Y tiva sino también la universalidad abso-
agrega Aristóteles en otro lugar de la luta. ¿Cómo? Por medio de la posibilidad
Metafí- del acuerdo con las otras conciencias
—según explicó Martinetti, op. cif., pág.
433— o, más concretamente —según las
que tenga inteligencia obra en contra de objeción que Turin (op. cit., pág. 158 y
lo mejor o, si acaso lo hace, es por la sigs.) formula a estas citas— critica esta
ignorancia". (Et. Nic,, VI, XIII , 1145 y concepción socrática y le opone su dis-
VII, II , 1146.) tinción entre teoría y práctica, pero lo
Por cierto que Aristóteles —según la que interesa aquí, para determinar el pen-
41
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
regir la conducta práctica del hombre pulsos —que en ese caso resultan irracio-
(ética intelectualista) pasa por alto la nales—. En contra de esta separación y
polémica del filósofo contra la opinión oposición, Sócrates afirma la unidad e
común que separa y coloca en mutuo identidad entre la razón y la fuerza del
contraste la inteligencia —convertida en carácter.
fría contemplación abstracta— y los im- "La mayoría de los hombres —dice Só
42
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
crates en el Prot., 352— tiene acerca de la la vida íntegra: es precisamente esa "ener-
ciencia la opinión siguiente: que carece de gía espiritual de Sócrates", cuya afirma-
fuerza activa y de poder para dirigir y ser ción, interpretada de modo unilateral,
soberana; piensa no sólo que se halla en aparece en su discípulo Antístenes, quien
tal situación, sino también que, a menu- quiere oponerla a la ciencia. En cambio,
do, a pesar de estar presente en el alma de Sócrates, al aceptar en su misticismo el
un hombre, la que domina no es ella sino concepto pitagórico de la ciencia como
algo distinto, ora la impulsividad, ora el camino de purificación y liberación espi-
placer, ora el dolor, ora el amor, a me- ritual, presenta ya la idea del sabio que
nudo el miedo, y juzga en todo y por todo habría de predominar más tarde en la fi-
que la ciencia es como un esclavo que los losofía postaristotélica; la idea de un há-
demás arrastran de un lado a otro. Enton- bito y ejercicio de autodominio en que
ces, ¿también a ti te parece lo mismo, o te la ciencia o sabiduría se identifica con la
parece que la ciencia es una cosa bella, fuerza del carácter, y la falta de ella con
capaz de dominar al hombre de manera la debilidad espiritual que transforma al
que, si uno sabe qué es el bien y qué es el hombre en esclavo de los impulsos irra-
mal, no puede ser vencido por nada ni cionales.
obrar de manera distinta de como manda En otras palabras, "Sócrates —según
la ciencia, sino que la sola sabiduría basta afirmó Melli en Socrate, pág. 16— va en
para ayudar al hombre?" pos de la ciencia de esa razón que veinti-
Claro está, entonces, que esta ciencia dós siglos después un espíritu, en muchos
o sabiduría de que habla Sócrates no es aspectos afín, llamaría la razón práctica,
puro conocimiento separado de la energía esto es, la razón legisladora de la vida".
vital del carácter, sino todo un hábito o Sócrates, probablemente, como supone
forma espiritual que conforma y gobierna Jaeger (op. cit., pág. 77), la llamó phró-
nesis, anticipándose en esto al concepto
platónico. "El conocimiento del bien
—repito con Jaeger— que Sócrates des-
cubre en la base de todas y de cada una
de las llamadas virtudes humanas no es
una operación de la inteligencia, sino
que, como Platón comprendió certera-
mente, es la expresión consciente de un
ser interior del hombre. Tiene su raíz en
una capa profunda del alma en la que
ya no pueden separarse, pues son esen-
cialmente uno y lo mismo, la penetración
mor., IV, III— bajo el dominio de los mejor. Es decir, la visión de la verdad y
placeres sensuales y llega a ser por ellos del bien pueden considerarse no sólo
impotente para hacer lo mejor, ¿crees tú causa sino también consecuencia de la
que está libre?" "No, seguramente." "Y temperancia; la relación que las vincula
los intemperantes, ¿te parece que se en- y unifica es una relación de reciprocidad.
cuentran sólo impedidos de hacer lo mejor De ello deriva también la posibilidad de
o también constreñidos a hacer las cosas que el hombre bueno se convierta en malo
más innobles?... Sirven, entonces, a la por alguna condición patológica:
peor esclavitud." "Así me parece." "¿Y "Así el hombre bueno acaso también
no te parece que la intemperancia aleja podría convertirse en malo, ya sea a causa
a los hombres de la sabiduría, que es el de la edad o del cansancio o de la enfer-
máximo de los bienes, y los arroja a su medad o de otro accidente, pues sólo
opuesto?,.. ¿Qué diferencia hay entre puede ser condición mala ésta: quedar
el intemperante y el animal más incapaz privado de la sabiduría. En cambio, el
de ciencia?.., Sólo los temperantes pue- hombre malo nunca puede convertirse en
den ver lo mejor en cada cosa y distinguir malo pues ya lo es." (Prot., 345.)
las cosas según sus especies y elegir las La maldad puede también constituir
buenas y abstenerse de las malas." un obstáculo en la adquisición de la sabi-
Sólo los temperantes pueden ver lo duría. Al admitir la existencia de dispo-
siciones favorables y desfavorables para
la sabiduría, Sócrates llega alguna vez al
punto de considerar que puede existir una
disposición absolutamente negativa y con-
traria, radicalmente insuperable; por eso
su inspiración misteriosa, su daimon, lo
guía cuando elige a sus discípulos:
"Con algunos mi daimon me impide
conversar; con otros, me lo permite."
(Teet., 151.) "Rechaza a muchos, y éstos
no tendrían ninguna ventaja en conver-
sar conmigo, de manera que tampoco a
mí me resulta posible conversar con ellos;
con muchos no me impide conversar,
pero de la conversación no obtienen
ningún provecho. Aquellos cuya conver-
sación es favorecida por el poder del dai-
mon son los que has observado que en
seguida sacan gran provecho." (Teag., una invencible repulsa instintiva; otra,
129.) neutra, que representa una falta de inte-
He ahí una distinción de tres clases de rés con la cual no puede obtenerse
espíritus en relación con la posibilidad de ningún resultado útil; y, por fin, la
adquirir sabiduría: hay una disposición disposición favorable que significa una
absolutamente negativa que determina atracción espontánea, una simpatía
45
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
recíproca entre maestro y discípulo que la habilidad superior sabe hacer lo malo
constituye una fecunda condición y feo y equivocarse por propia voluntad,
comunicativa. En los tres casos entra mientras que la inferior yerra en contra
siempre en juego un hábito, una de su voluntad... Entonces, quien hace
tendencia del espíritu todo; no se el mal y peca por propia voluntad, ¿será
puede hablar de inteligencia sino en el mejor que quien lo hace sin quererlo?"
sentido de un hábito, unitario y siste- "Sería una enormidad, Sócrates." "Sin
mático, del espíritu íntegro, condición embargo, me parece que resulta de lo que
de la posibilidad misma del ejercicio de dijimos... ¿No reconocimos que cuanto
la actividad intelectiva. más hábil y más sabia es el alma tanto
Por eso también la purificación cum- mejor será y tanto más apta para hacer
plida por la refutación resulta un cambio ambas cosas, el bien y el mal, en cada
en la disposición unitaria de la mente y la acción?... Es propio del hombre bueno,
voluntad. Y Sócrates entonces repudia entonces, hacer el mal por su propia vo-
la separación de mente y voluntad; afir- luntad, y del malo hacerlo contra su
mar esa separación nos lleva a consecuen- voluntad, si es bueno el que tiene el alma
cias absurdas. Tomando como premisa buena ..." "No puedo aceptar esto, Só-
una afirmación de Hipias según la cual crates." "Ni yo concedérmelo a mí mis-
"los embusteros son capaces, inteligentes, mo, Hipias; pero deriva necesariamente
doctos y sabios en las cosas en que enga- del razonamiento que hacíamos." (Hip.
ñan", Sócrates observa: men., 372-5.)
"Tengo vivo interés en examinar el Consecuencia enorme e inadmisible que
problema de que hemos hablado; es deriva de la separación establecida entre
decir, si son mejores los que pecan por inteligencia y voluntad, sabiduría y vir-
propia voluntad o los que pecan en tud, que, por otro lado, se habían identi-
contra de su voluntad... En cada arte ficado mutuamente. La separación surge
o ciencia cuando se las considera habilidades parti-
culares y distinguibles, así, las unas de las
otras; para Sócrates cada una constituye,
en cambio, un hábito unitario, sistemá-
tico, total del espíritu y ha de coincidir
cabalmente, entonces, con las otras. Sólo
de esta manera queda eliminada cualquier
contradicción. De este concepto unitario
de la orientación intelectual y moral del
espíritu deriva también el concepto uni-
tario de la virtud, es decir, la unidad
es una sola ..." "¿Y cada una de esas partes ¿hay un solo opuesto y nada más?" "Uno
es distinta de la otra?" "Sí." "¿Y tiene cada solo ..." "Entonces resulta ciencia la jus-
una su función propia, como las partes ticia, así como la sabiduría, el valor y la
de la cara? Pues el ojo no es como el virtud." (Prot., 329 y sigs., 332 y 361.)
oído, ni su función es la misma; ni entre En conclusión, para Sócrates la virtud se
las otras partes hay una igual a otra, ni identifica con la sabiduría en cuanto es
por su función ni por lo demás. ¿Así capacidad de autodominio, no momen-
también las partes de la virtud son mu- tánea u ocasional sino metódica y cons-
tuamente distintas por sí mismas y por tante, hábito unitario del espíritu que se
su papel? ..." "Así es..." "Entonces, ¿la conquista sólo mediante el esfuerzo per-
santidad no es cosa justa, ní la justicia severante y continúo de la inteligencia y
cosa santa ... sino injusta aquélla e impía de la voluntad unidas en un nexo recí-
ésta? ¿Qué vamos a contestar? Por mí proco e inseparable. Por lo tanto, esfor-
cuenta diría que la justicia es santa y la zarse en conseguir la sabiduría significa
santidad justa ,.. Además, ¿hay algo que lo que Sócrates en la Apología declara
llamas locura?" "Sí." "¿Y eso no es de que ha predicado y sigue predicando a
todas maneras lo opuesto a la sabiduría?" cada uno de sus conciudadanos para cum-
"Me parece." "Pero cuando los hombres plir con ellos la misión que le fue confiada
actúan recta y útilmente, ¿te parecen por el Dios, esto es, "tener cuidado y pre-
sabios, al obrar así, o lo contrario?" "Sa- ocupación del alma para hacerla mejor",
bios." "Ahora bien, ¿no son sabios por su intelectual y moralmente, al mismo tiem-
sabiduría?" "Es menester que lo sean." po y por el mismo proceso activo de puri-
"Pero ... para cada uno de los opuestos, ficación y perfeccionamiento.
9. El eudemonismo
socrático: no utilitarismo,
sino ética del amor y del
deber.
En este cuidado del alma para mejo-
rarla consiste el concepto socrático de la
virtud, que, empero, continúa siendo
típicamente griego en cuanto identifica
virtud y felicidad y expresa tal identifi-
cación en la fórmula característica eu
práttein, que significa al mismo tiempo
"obrar bien" y "estar bien". Por ello la
ética socrática ha sido justamente defi-
nida por Zeller como un eudemonismo. del bien como problema de la felicidad.
Su orientación esencial mantiene la ten- Por cierto que esta orientación se trans-
dencia común a toda la ética griega, que mite también a una parte considerable de
siempre, desde los gnómicos hasta los post- la ética cristiana, de modo que, por ejem-
aristotélicos, ha planteado el problema plo, Windelband en su Historia de la
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cida en las disposiciones irracionales de la demostraba que el afán por los placeres
voluntad. Sócrates, al contrario, quiere destruye su mismo goce, en tanto que sólo
demostrar que, aun partiendo únicamente la superación o independencia espiritual
de la distinción entre lo más útil y lo me- ante ellos permite disfrutarlos cuando se
nos útil, debe reconocerse que la palabra presentan. Exigencia de autonomía que
decisiva corresponde al conocimiento ra- pudo, sin embargo, afirmarse también en
cional de la verdad, a la ciencia, que es el hedonismo de Aristipo mediante la fór-
siempre la que domina y reina y no se deja. mula: "domino, no estoy dominado".
arrastrar servilmente en todas direcciones Pero al vincularla al hedonismo, convir-
por los impulsos. tiéndola en goce no ocasional sino siste-
Colocándose en el punto de vista de su matizado, Aristipo descuidaba lo que era
adversario, Sócrates podía refutarlo con más esencial en la enseñanza socrática,
mayor eficacia, pero la refutación del esto es, que el afán por los placeres resulta
adversario —observaba ya A. Fouillée en para el espíritu una esclavitud, la peor de
La philosophie de Socrate, tomo I, pág. las esclavitudes, que lo aleja del mayor de
263— no es la exposición de una doctrina los bienes (la sabiduría) y lo arroja hacía
personal. El utilitarismo, que convierte al su opuesto llevándolo a elegir el mal en
hombre en esclavo de los bienes exteriores, lugar del bien.
está en franca oposición a la exigencia Esta convicción se halla cabalmente
socrática de autonomía, que coloca en el expresada por Sócrates en la mencionada
dominio absoluto del hombre —es decir, disputa con Eutidemo (Memor., IV, v):
en el interior de su alma— la verdadera "¿Crees que la libertad es para el hombre,
fuente de su felicidad. Sócrates, en la no menos que para la ciudad, una cosa
discusión con Eutidemo que nos ha con- bella y sublime?" "La más bella y sublime,
servado Jenofonte (Memor·, IV, v, 9), sin duda." "Ahora bien, ¿consideras libre
a quien está dominado e incapacitado pa-
ra hacer lo mejor?" "No, en absoluto."
"¿Y te parece que los intemperantes sólo
están impedidos para hacer las cosas me-
jores o forzados, inclusive, a hacer las más
innobles?" "No menos forzados a éstas
que impedidos para aquéllas" "¿Y qué
clase de amos te parece que son aquellos
que impiden hacer lo mejor y fuerzan a
lo peor?" "Los de peor especie posible."
"¿Y cuál crees que es la peor esclavitud?"
"La que se sufre bajo los peores amos."
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
que tenga sino que conozco otros fuente crees que procede un gusto tan
placeres más suaves que aquéllos, que grande como el que deriva de sentir que
me alegran no solamente por la se llega a ser mejor y de contribuir al
satisfacción presente, sino también por mejoramiento de los amigos? ... Pues
la esperanza que me ofrecen de un bien, ése es el pensamiento que llena toda
beneficio perpetuo? ... ¿De qué otra mi vida... Tú pones tu felicidad en las
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
delicias y en el lujo; yo, en cambio, tual propia del hombre bueno en la vida
pienso que no tener necesidad es cosa presente.
divina, y el tener las menores posibles lo Así, la misión de purificar y educar a
que más se acerca a lo divino. Ahora los espíritus, de que habla la Apología
bien, lo divino es lo óptimo, y lo que platónica, es divina para Sócrates no sólo
más se acerca a lo divino, más se acerca en tanto él mismo cumple una orden del
a lo óptimo." (Memor., I, vi.) Dios y vive a su servicio, sino también
No se puede expresar más clara y vigo- porque eleva el alma cada vez más al
rosamente la antítesis entre el estado divino de perfección y beatitud
hedonismo utilitario y la moral interior que después de la muerte habrá
socrática: la renuncia a toda utilidad, de convertirse en beneficio perpetuo. Por
que a Antifonte le parecía miseria, el hondo soplo de misticismo que alienta
constituye para Sócrates una en las palabras de Sócrates, toda su acti-
participación en la beatitud divina, que vidad de maestro y refutador de errores
llena toda su vida por la conciencia de se presenta como una misión sagrada de
convertirse continuamente en mejor a sí purificación y salvación de los espíritus,
mismo y en convertir a cada uno de sus verdadera misión de descenso al infierno
amigos, mediante la purificación espiri- (katábasis eis haidou, según la fórmula
tual. Esta purificación le otorga no órfico-pitagórica) para liberar a las
sólo la satisfacción actual inmediata, almas.
sino también la esperanza de un Esta misión desinteresada es todo un
beneficio perpetuo: clara alusión a la ejercicio continuo de amor, única ciencia
vida futura, eterna y divina, en cuya que Sócrates se jacta de poseer, según el
afirmación el misticismo de Sócrates seudoplatónico Teages, mientras procla-
corona su eudemonismo aceptando la ma, en cambio, su ignorancia en cualquier
confiada esperanza de los órficos y otro dominio: "De todas estas felices y
encarándola como perpetuación de la bellas ciencias nada sé a pesar de que
íntima satisfacción espiri- querría [saber]; pero siempre digo que me
encuentro, por así decir, con que no sé
sino una pequeña ciencia, la del amor.
Pero en ésta puedo jactarme de tener más
profundidad que todos los hombres que
me han precedido y que los de nuestro
tiempo." (Teag., 128.)
El amor, que se manifiesta en la
actividad que mejora a los demás y que
desempeña un gran papel en esta misión
sagrada,
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
cree la gente, devolverla a su vez, pues justo devolver daño por daño, o no?"
nunca se debe cometer injusticia, de nin- "No, seguramente." "Pues hacer daño no
guna manera." "Evidentemente." "¿Y es es cosa diferente que cometer injusticia."
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
tienen vida durante el tiempo que el alma Sin embargo, la tesis de Burnet y de
está en ellos. Ni de que el alma pueda que- Taylor —quienes, entre otras teorías tra-
dar privada del intelecto cuando se ha dicionalmente consideradas platónicas, han
separado del cuerpo, que no tiene inte- querido atribuir a Sócrates también la de
lecto; tampoco de esto pude nunca per- la inmortalidad del alma desarrollada en
suadirme, al contrario, la razón exige que el Fedón— no ha contado con la adhe-
el espíritu, sincero y puro, sea más inte- sión de los historiadores, quienes, en su
lectual que nunca cuando se ha separado gran mayoría, han formulado sus reser-
[del cuerpo]." (Cirop., VIII, VII .) vas y sus hondas dudas al respecto. La
En plena coherencia con tal persuasión opinión más imparcial y prudente parece
se halla aquella "esperanza de un beneficio ser la expresada por Jaeger, en Paideia,
perpetuo", que, según declaración de Só- II, pág. 48, cuando dice que “la posición
crates en las Memorables, I, VI, constituye socrática ante el problema de la perdu-
para él un motivo de alegría y un impulso ración del alma aparece seguramente bien
en ese esfuerzo constante de perfeccio- definida en la Apología, donde, en pre-
namiento que se le presenta por encima sencia de la muerte, no se nos dice cuál
de la satisfacción actual que la conciencia será su suerte después de ésta. Esta posi-
del deber cumplido proporciona. Todos ción cuadra mejor con el espíritu crítica-
estos testimonios de Jenofonte coinciden, mente sobrio y ajeno al dogmatismo de
por lo tanto, en atribuir a Sócrates una Sócrates que las pruebas de la inmortali-
creencia en la inmortalidad del alma que dad mantenidas en el Fedón”. Análoga-
se asocia de manera necesaria a la afirma- mente remite a la Apología P. M. Schuhl
ción de su naturaleza divina. (40), quien escribe: "La noción de
inmortalidad —punto importante— sólo
parece desempeñar aquí un papel
secundario: tenerle miedo a la muerte,
dice Sócrates en la Apología, significa
imaginar que sabemos lo que no sabemos,
pues acerca de ella lo ignoramos todo, y
tampoco sabemos si no es un gran bien
para nosotros. O es una desaparición de la
conciencia, un sueño sin ensueños que
nada tiene de pavoroso, o bien —y aquí
Sócrates recuerda los relatos de Homero
y acaso los de los órficos— un viaje del
alma que emigra al
40
L'oeuvre de Platón, París, Hachette, 1954;
pág. 56.
fino examen del problema efectuado por su restricción: "si es verdad" lo que la tra-
E. de Strycker41, que hace muy probable dición nos cuenta. No obstante ello, sus
una interpretación más positiva de la acti- dudas se refieren a las concepciones esca-
tud de Sócrates en la Apología. Al final tológicas de los mitos y no tocan un punto
de ésta, Sócrates quiere demostrar a la que Sócrates afirma dogmáticamente co-
minoría de los jueces que votó en favor mo verdad indudable: "Hay una cosa que
de su absolución que no se le debe tener vosotros también debéis pensar que es
miedo a la muerte, y emplea con ellos (se- verdadera; al hombre de bien no le sucede
gún la justa observación de Burnet) una nada malo ni en la vida ni después de la
argumentación adecuada a su compren- muerte porque los dioses no se desintere-
sión. O bien la muerte es un anonada- san por su destino". Estas palabras se
miento de la conciencia y no hay nada repiten en forma casi idéntica en La re-
que temer, o es un paso a otra vida, según pública, X, 613a-b; allí aluden a la de-
las tradiciones transmitidas por poetas mostración de la inmortalidad del alma y
como Homero, o por creencias religiosas a la descripción de la beatitud del alma
como las eleusinas y las órficas. Entre las justa; y, entre la Apología y La república
dos hipótesis, Sócrates muestra una evi- (y el Fedón), la afirmación de la inmor-
dente preferencia por la segunda y la talidad y de la vida futura se repite en el
aplica a su caso personal, recordando que Critón, en el Menón y en el Gorgias,
en el Hades hay verdaderos jueces que mostrando la continuidad del pensamiento
rectificarán la injusticia por él padecida platónico al respecto. El párrafo de la
ante el tribunal de los hombres; por otra Apología debe interpretarse, por lo tanto,
parte, allí tendrá la gran ventaja de ser en el mismo sentido que con toda eviden-
inmortal, athánatos, y de encontrarse con cia tiene en La república., X, 613 a-b, vale
las grandes sombras de los héroes y de los decir, como afirmación de una certeza de
sabios, con quienes será una inmensa ale- inmortalidad que permanece inconmovi-
gría continuar sus conversaciones y dis- ble a pesar de la incertidumbre de todos
cusiones. Pero acerca de estas represen- los mitos escatológicos: esto es lo único
taciones concretas Sócrates no abandona que debemos considerar verdadero (hén
su prudente reserva, que podría consi- ti tonto dianoéisthai alethés).
derarse casi escéptica, y repite tres veces A estas observaciones de De Strycker
41
"Socrate et I'au-dela, d'aprés l'Apologie pía- pueden agregarse algunas complementa-
tonicienne", en Les etudes classiques, 1950. rias. La inmortalidad parece inseparable
de la naturaleza divina que Sócrates atri-
buía al alma, al considerarla —según dice
Jaeger, op. cit., pág 44 y sigs.— "lo que
hay de divino en el hombre, por lo cual
siempre hablaba de "cuidado del alma" modo que Sócrates vincula la existencia
y de "servicio del Dios", con frases que de ellas en el hombre a la de una mente
"nos suenan a cristianismo". Además, divina universal, y precisamente reprocha
tampoco hay que olvidar que para Só- a Anaxágoras que no la haya explicado
crates el alma y la inteligencia del hom- de manera finalista, como providencia.
bre son lo que ya eran para Epicarmo y Esta relación se advierte también en los
para Anaxágoras: "Dios en nosotros", de testimonios de Jenofonte, según los cua-
57
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58
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46
Sobre estos puntos y sobre lo que sigue, cf,
JAEGER, W., Paideia, t. II, pág. 13 y sigs.; PAOLO
Rossi, Per una storia della storiografia socrática,
pág. 85 y sigs., en la colección Problemi di storio-
grafía filosófica, Milán, Bocea, 1951; V. DE MA-
GALHAES VILHENA, Socrate et la légende platoni-
cienne, París, Presses Universitaires de France,
1952, cap. I y especialmente pág. 41 y sígs.
47
Cf. HEGEL, Lecciones de historia de la filo-
sofía, cap. sobre Sócrates.
que cada interlocutor debe intervenir ción del fin que se impone en común a
activamente; y la libertad del pensamiento todos.
y la de su expresión son elemento y Esta exigencia de actividad y libertad
condición imprescindibles para la realiza- es, por ende, el lema fundamental de la
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES
pedagogía socrática, el único lema que que, en cuanto realización del mal y de
puede llevar la educación a la conquista la injusticia, sólo puede significar un em-
activa y real de la ciencia y de la mora- peoramiento y no la purificación conjun-
lidad: de una ciencia que es guía de la ta del espíritu propio y del ajeno.
vida, de una moralidad que es autonomía, De este modo, Sócrates asociaba a la
ley interior o voz de la conciencia. Ade- docta ignorancia o conciencia permanen-
más, en la mutua cooperación que esta te de los problemas —única fuente de
educación implica entre maestro y discí- todo progreso cognoscitivo— la supera-
pulos e igualmente entre todos los miem- ción del odio y la afirmación del amor y
bros de la comunidad humana, esa exi- de la solidaridad humana que, por el re-
gencia de libertad es también una exigen- conocimiento de la libertad espiritual de
cia de amor: del amor cuya ciencia Só- cada uno, procuraban la cooperación de
crates se jactaba de poseer a fondo, en todos en el esfuerzo por alcanzar el bien
tanto que, según afirmaba, ignoraba to- común. Fin humano por excelencia, esto
das las otras bellas y felices ciencias. Esta es, la elevación intelectual y moral que
exigencia de amor era, naturalmente, ex- constituye el verdadero bien y la satis-
clusión de todo principio de odio o de facción íntima de cada uno y de todos,
venganza (devolver el mal por el mal) ley de autonomía y fuente de la verdadera
felicidad.
De todas estas exigencias, que mien-
tras exista la humanidad son y serán
siempre una necesidad y un imperativo
categórico, Sócrates ha sido, en su pensa-
miento y en su acción, una personifica-
ción incomparable: en esto consiste la pe-
rennidad de su enseñanza.
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