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RODOLFO

MONDOLF
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EDITORIAL
UNIVERSITARIA DE
BUENOS AIRES
RODOLFO
MONDOLFO

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Indic
1. La situación histórica______________5 principales y les inspiró honda confianza
2. La situación cultural_______________6 en sí mismos y en su régimen democrá-
tico, determinando una intensificación
3. La existencia histórica de Sócrates. del proceso ascensional de florecimiento
Vida y características.________________9
y poderío de la ciudad.
4. El problema de Sócrates y las En el orden interior se amplía y se
condiciones para su solución._________20 fortifica la constitución democrática: las
5. La inspiración religiosa y la reformas de Efialtes y de Perícles limitan
purificación de los espíritus.__________24 los poderes del Areópago, dominado por
la burguesía pudiente, y amplían los de la
6. La refutación como purificación y
asamblea y del jurado popular; hacen
estímulo para la investigación. La
mayéutica.________________________28 efectiva, mediante un régimen de indem-
nizaciones, la participación de los prole-
7. La ciencia y los conceptos universales. tarios en las magistraturas; imprimen
_________________________________33 vigoroso impulso a la justicia social y ma-
8. Ciencia y virtud, ignorancia y pecado. yor intensidad a la vida política e inspi-
La unidad de las virtudes_____________36 ran en los ciudadanos un sentimiento de
9. El eudemonismo socrático: no consagración a la polis y a su grandeza.
utilitarismo, sino ética del amor y del En el orden exterior Atenas llega a ser
deber.____________________________42
10. El alma y su inmortalidad. La
inspira- ción religiosa de Sócrates._____50
11. La influencia histórica y la
perennidad de Sócrates._____________54

1. La situación histórica
La gran victoria sobre los invasores
persas, lograda por los griegos en el año
478 a.C., tuvo a los atenienses por artífices
9
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

reducidos, ya fuese en las luchas a muerte


con Esparta y Siracusa, a las que Atenas se
vio empujada por las exigencias mismas de
su dominio. Las catástrofes que Atenas
padece en ambas guerras desencadenan
con creciente ferocidad las luchas inter-
nas entre oligarcas y demócratas: en 413-
412 los oligarcas aprovechan la grave si-
tuación bélica para derrocar la democracia
"la dominante" entre las ciudades marí- y establecer la dictadura de los Cuatro-
timas, y la federación formada por éstas cientos, luego derribada por el furor po-
con la hegemonía de Atenas para la de- pular; pero, como la suerte de las armas
fensa común contra los bárbaros (liga no cesara de ser adversa, la psicosis de
delio-ática) llega a convertirse, con Pe- guerra
ricles, en imperio ateniense.
Sin embargo, este proceso ascensional
mismo contenía los gérmenes de un pos-
terior derrumbamiento, ya fuese en los
conflictos con los asociados que no tolera-
ban la situación de vasallaje a que se veían

luego la exigencia de una renovación


lleva a la democracia a condenar a moral, única base posible para un
muerte, sin derecho de defensa, a sus pro- verdadero renacimiento político; antes
pios generales victoriosos en la batalla na- bien, se sospecha del ciudadano que pro-
val de las Arginusas; y es en vano la va- clama tal exigencia; y Ánito —compa-
liente oposición de Sócrates a tamaño ñero principal de Trasíbulo—, junto con
crimen. otros dos, acusa a Sócrates de
El clima de terror y de sospecha que corromper a la juventud y de desconocer
se crea en Atenas y los nuevos desastres a los dioses patrios.
bélicos permiten a los oligarcas volver en La parábola de ascensión y derrum-
el año 404, con la ayuda de Esparta, a bamiento de la grandeza imperial de Ate-
instituir la tiranía de los Treinta, nas, que habíase desarrollado durante
dirigida por Critias. el siglo V, desemboca así, al comienzo
Pero los crímenes con que se mancha del siglo IV (399), en el proceso y la
esta tiranía —entre ellos el asesinato condena de Sócrates.
de León de Salamina, en vano resistido
valientemente por Sócrates— estimulan
la reacción del pueblo. Los
desterrados, guiados por Trasíbulo,
logran encabezar una insurrección
irresistible; después de la victoria,
empero, renuncian generosamente a
toda venganza y decretan la amnistía de
los adversarios. Sin embargo, no triunfa

10
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

2. La situación cultural le permite asistir a las


representaciones dramáticas, se llama al
pueblo para que disfrute de las grandes
El siglo V a. C. asistió al mayor flo-
obras de la poesía trágica y cómica —
recimiento cultural de Atenas; ésta se
que en este siglo alcanza su apogeo con
convirtió en el centro de la civilización
Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes
helénica hasta el punto de merecer el
— que debate a menudo grandes
título de "Hélade de la Hélade". El
problemas religiosos, morales, políticos y
espíritu democrático ateniense
enuncia a veces elevadas concepciones
promueve la participación de todo el
éticas, como la Antífona de Sófocles,
pueblo en el, progreso cultural. Se le
donde se plantea el problema de las
educa el gusto artístico al ofrecerle
leyes no escritas y se opone al principio
obras maestras en los monumentos
del odio el del amor humano.
públicos (Partenón, Propíleos, pórticos
La protección otorgada por Pericles a
pintados, estatua de Atenea, etcétera)
artistas como Fidias e Ictino, a
con que Pericles convierte a Atenas en
pensadores como Anaxágoras y
la ciudad más hermosa de Occidente,
Protágoras, y el espíritu de libertad que
utilizando en servicio del pueblo el arte
promueve entre los ciudadanos hacen
excelso de Fidias y de Mirón, de Ictino,
de Atenas la capital
de Calícrates, de Polignoto, etcétera;
mediante el pago de los theoriká, que
otra ciudad o época; y si todos estos gran-
intelectual del mundo griego, el centro des hombres hallan clima propicio para el
de atracción de los nobles espíritus de la desarrollo y la expresión de su genio, ello
época, propugnáculo del libre desarrollo se debe a "la constitución y a las condi-
de la personalidad humana. Cierto es que ciones concretas de la vida ateniense; y
las luces se ven acompañadas por sombras la nodriza común fue aquella libertad
inevitables; que instituciones y costum- cuyo elevado valor no todos
1
bres progresistas contienen aspectos infe- reconocieron"
riores y gérmenes de corrupción; que el A esa libertad —consecuencia de la
espíritu de libertad se ve a veces abatido evolución política ateniense después de
por olas de intolerancia de las que son las guerras persas— se vincula también
víctimas los mismos pensadores protegi- 1
DE SANCTIS , G., Storia dei Greci,
dos por Pericles; que el iluminismo racio- Florencia, 1939, t. II, pag. 346.
nalista —expresado de diversas maneras en
la filosofía de Anaxágoras y de algunos
sofistas, en la historiografía de Heródoto
y de Tucídides, en la poesía de Eurípides,
etcétera— tiene a veces adeptos inmorales
como Critias o como Alcibíades. Pero el
florecimiento de las artes y las letras y
el fermento de vida intelectual que se pro-
ducen en la Atenas del siglo V con la
aparición de genios como Fídias, los tres
grandes trágicos, Aristófanes, Tucídides,
Sócrates, acaso no tengan parangón en
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la nueva orientación que allí cobra mercaderes, artesanos, marineros— parti-


la investigación filosófica. No puede cipan en el gobierno del estado; la reduc-
entenderse el tránsito del predominio ción de los poderes del Areópago
de los problemas de la naturaleza, aumenta los de la asamblea popular; se
característico de la filosofía anterior, a siente la necesidad de preparar nuevas
la posición central que conquistan élites dándoles una cultura politico-
ahora los problemas humanos, si no se jurídica basada en el conocimiento de los
relaciona la evolución de los intereses problemas intelectuales y morales y
intelectuales con la situación político- asistida por una dialéctica capaz de
social. imponerse y triunfar en las asambleas y
Las guerras persas y las exigencias pos- en los tribunales. La adquisición de
teriores de la hegemonía imperial de Ate- semejante cultura exige maestros que no
nas habían impuesto la extensión, a todos, se encierren, como antes lo habían hecho
de los deberes militares y, por consi- los naturalistas, en la esfera de sus
guiente, de los derechos políticos, cuyo problemas y de sus escuelas, sino que
ejercicio se hacía efectivo concediendo ofrezcan la enseñanza que el público
una indemnización a los magistrados po- reclama y está dispuesto a pagarles. Y es
pulares. La economía agrícola feudal ya así como aparecen los sofistas —Protá-
se había transformado en economía in- goras de Abdera, en Tracia; Gorgias de
dustrial y comercial; nuevas clases —de
de su valor, tu abrigo, tu casa u otra cosa
Leontium, en Sicilia; Pródico de Ceos, en que te pertenezca. Es claro, pues, que si
las Cicladas; Hipias de Elis, en el Pelopo- atribuyeras algún valor a tu conversación
neso, etcétera—, procedentes de todo el también por ésta cobrarías una retribu-
mundo griego, y uno que otro, como An- ción que no fuese inferior a su justo
tifónte, de la misma Atenas; y todos pro- precio. Se te podrá, entonces, llamar
curan hacer de Atenas el centro principal justo, ya que no engañas por avidez, pero
de su actividad. Ecos de sus enseñanzas no sabio, ya que lo que conoces nada
repercuten en la poesía de Eurípides y vale." "¡Oh, Antifonte! —contesta Só-
pueden así comunicarse ampliamente al crates—, nosotros creemos que la hermo-
pueblo; pero los sofistas, que viven de su sura y la sabiduría pueden emplearse
magisterio y exigen remuneración a los igualmente tanto de manera honesta co-
discípulos, enderezan su actividad a la mo deshonesta. Si una mujer vende
esfera más restringida de los ricos. En esto por
estriba una de las diferencias fundamen-
tales entre ellos y Sócrates que Jenofonte
nos presenta vivamente en el relato de un
diálogo de su maestro con el sofista Anti-
fonte (Memor., I, vi, 11-13).
"¡Oh, Sócrates! —dice el sofista—, yo
creo que eres justo pero en modo alguno
sabio; y me parece que tú mismo lo reco-
noces al no cobrar retribución alguna por
tu conversación. Sin embargo, a nadie
entregarías gratuitamente, o por menos

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

dinero su belleza a quien se la pide, se la cia, los sofistas vinculen la elección de


llama prostituta; e, igualmente, a quienes sus discípulos a la situación económica
venden su sabiduría por dinero a los que de los jóvenes, en tanto que Sócrates sólo
la buscan se los llama sofistas, vale decir la vincula a la disposición intelectual y
«prostitutos». Al contrario, si alguien en- moral que revelen. Lo cual significa que
seña todo lo bueno que sabe a quienquiera la educación y formación de élites para
vea bien dispuesto por naturaleza y se el gobierno del estado efectuada por los
convierte en su amigo, creemos que ése sofistas obedece a las ambiciones y a los
cumple con el deber del ciudadano óp- intereses políticos de jóvenes ricos; la que
timo." quiere realizar Sócrates, en cambio, obe-
La oposición entre uno y otro no con- dece a las exigencias del bien general, al
siste sólo en el hecho de que el sofista que los individuos deben consagrar su
cobre una remuneración por su ense- capacidad y no sobreponerle sus aspira-
ñanza, esto es, ejerza como actividad ciones personales. La educación sofística
interesada una tarea que Sócrates consi- es formación de habilidades; la socrática,
dera misión sagrada que ha de cumplirse formación de conciencias; al basar en el
en beneficio ajeno y no propio, sino tam- privilegio económico la adquisición de
bién en que, de acuerdo con esta diferen- un privilegio educativo, la primera se aso-
cia a un espíritu oligárquico; al tratar de
3. La existencia histórica
formar espiritualmente —como el mismo
Sócrates dice, según Jenofonte, de Sócrates. Vida y
Memor., I, vi, 15— "a muchas personas características.
capaces de manejar la cosa pública", la
segunda se inspira en la misma exigencia He recordado anteriormente dos
a la que obedecía imperfectamente la episodios de la vida de Sócrates —su
democracia ateniense al establecer la actitud en el proceso contra los estrategos
dokimasía (examen de los candidatos), de las Arginusas y su repulsa a los
correctivo del igualitarismo del sorteo, Treinta, que le ordenaban participar en
ciego a las diferencias de condiciones la captura de León de Salamina—, cuyo
intelectuales y morales de los individuos. relato leemos en la Apología platónica,
Sócrates introduce cohesión en esta 32b-d, pero cuyo carácter histórico no
exigencia al convertirla en requisito puede negarse, por cuanto, como lo ha
previo para la educación de los hombres señalado De Strycker 2, su narración se
aptos y señala que quien procura encuentra in-
satisfacerla cumple una importante
misión pública, aun cuando — 2
"Les témoignages historiques sur Socrate",
justamente para poder actuar como en Mélanges H. Grégoire, Bruselas, 1950, t. II.
maestro— él mismo no participa
personalmente en el gobierno del
estado.

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cluida en obras extrañas a la literatura ñanza, las vicisitudes, la condena y la


socrática: Las helénicas, I, vii, 14 y sig., muerte del imaginario maestro para disi-
de Jenofonte y la parte autobiográfica de mular con esa ficción su propia esterili-
la Carta VII de Platón. De Strycker cita dad especulativa y para apropiarse de las
otro testimonio de carácter estrictamente doctrinas de los sofistas extranjeros: Pro-
histórico: el pasaje de la Anábasis, III, i, tágoras, Gorgias, Pródico, Hipias.
donde Jenofonte nos refiere la consulta Otro crítico, Olof Gigon (4), admite
que hizo a Sócrates acerca del problema la existencia real de un tal Sócrates,
de su participación en la empresa bélica condenado a muerte por impiedad en el
de Ciro. Estos datos históricos refutan por año 399
sí solos la tesis de algunos críticos 8
La légende socratique et les sources de Platón,
modernos que quieren reducir a pura Bruselas, 1922.
leyenda o a creación poética la figura 4
Sokrates, sein Bild in Dichtung und Geschich-
de Sócrates que la tradición nos ha te, Berna, 1947. Por una senda crítica análoga ya
transmitido. se habían encaminado E, WOLFF (Platos Apolo-
gie, Berlín, 1929) y H. KUHN (Sokrates: ein
En su forma más extremada, la tesis ha
Versuch über den Ursprung der Metaphysik, Ber-
sido presentada por E. Dupréel3, quien lín, 1934).
sostuvo que Sócrates era una mera ficción
literaria del nacionalismo ateniense de
Platón y de los llamados socráticos, que
habrían inventado la existencia, la ense-

a. C., pero sostiene que no fue un pensador cuyo nombre pueda pertenecer a la historia
de la filosofía, y que Platón, Jenofonte, Aristóteles y los demás autores que lo
presentaron como filósofo y maestro se han servido de su nombre, así como hubieran
podido utilizar cualquier otro, para llevar a cabo la creación literaria del ideal del
sabio, tal como cada uno de ellos lo concebía, sin preocuparse en absoluto por la
fidelidad histórica. Todos estos retratos, por lo tanto, pertenecerían a la
Sokratesdichtung y no existirían acerca del personaje testimonios históricos dignos de
tal nombre, ni mucho menos acerca de su hipotética doctrina.
Esta reducción de la figura tradicional de Sócrates a puro mito contradice los datos
señalados por De Strycker, que documentan la existencia histórica de un ciudadano
admirable y admirado por su justicia ejemplar y consejero a quien los jóvenes
consultaban en las contingencias decisivas de su vida; y contrasta aún más con el hecho
histórico de las representaciones efectuadas en Atenas, durante la vida de Sócrates, de
comedias como las de Teléclides, de Los aduladores de Éupolis (421), del Connos de
Amipsias (423) y de Las nubes (423), Las aves (414) y Las ranas (405) de
Aristófanes. En todas ellas Sócrates aparece vinculado a los sofistas y a Eurípides y
corno un pensador que en la comedia de Amipsias hace gala, frente a un coro de
pensadores, de su sabiduría y de su heroica continencia. En las dos últimas de
Aristófanes, al igual
que en la de Teléclides, se lo acusa ora de ser quien hace malograr la conciencia de lo
trágico de Eurípides, ora de ser el verdadero autor de los dramas de éste; pero sobre
todo se lo presenta en Las nubes como figura que es una perfecta caricatura del tipo de
filósofo que investiga y disputa, lo cual prueba que como tal debía conocerlo todo el
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

mundo en Atenas, y confirma, indirectamente, además, la declaración del Banquete de


Jenofonte, según la cual se lo apodaba "el pensador". Por otro lado, el asiduo contacto
de Sócrates con los jóvenes y sus continuas discusiones acerca de problemas jurídicos y
políticos, morales y religiosos se hallan confirmados en forma indiscutible por la misma
denuncia que determinó su proceso y condena: imputaciones que pocos años después
repite el líbelo de Polícra-tes5, que a su vez suscita las reivindicaciones de Lisias,
Isócrates y Jenofonte, junto a la de Platón.
Aun por debajo de las deformaciones hostiles encontramos, pues, atestiguado por las
interpretaciones malévolas mismas, el terreno firme de los datos históricos, esto es, la
existencia y actividad reales de un Sócrates pensador y maestro, conocido como tal por
todos en la Atenas de su tiempo. En lo que concierne a
5
También hay que mencionar la Vida de Sócrates, de ARISTÓJENOS (de esta obra han quedado
fragmentos recogidos por K. MUELLER en Fragm. histor. graecorum, París, 1841-1883, t. II, pág. 280 y
sigs.), basada en parte en recuerdos personales del padre del autor, quien había conocido a Sócrates.

este punto fundamental podemos enton- la sublimidad de la Musa trágica, y en


ces aceptar como verdaderos otros datos Las nubes lo acusa de hacerse escribir sus
biográficos que nos ofrecen especialmente tragedias por ese chacarero de pretendida
Jenofonte y Platón y reconstruir la vida sabiduría—. También parece tener rela-
de Sócrates en sus lineamientos esenciales.
Su nacimiento, acontecido en un ba- (6) En el proceso Sócrates declara que
rrio suburbano de Atenas, debe situarse podría pagar de su peculio sólo la suma de
una mina ática (436 g) de plata. JENOFONTE
en el año 470-469, puesto que al morir (Econ., II, iii) estima en cinco minas el total
(399 a. C.) tenía 70 años cumplidos. de los bienes de Sócrates.
Hijo del escultor Sofronisco, cuyo arte
aprendió y ejerció algún tiempo, y de Fe-
nareta, una partera muy conocida, tuvo de
su familia recursos sin duda modestos
pero que le permitieron adquirir la cul-
tura tradicional de los jóvenes atenienses
de buena familia, cumplir con sus obliga-
ciones militares como hoplita y dedicarse
luego enteramente a la desinteresada mi-
sión de maestro, aunque a costa de absti-
nencias heroicas, como dice Jenofonte
(Memor., I, ii), ο de una infinita pobre-
za, según dice Platón (Apol., 32)6.
Desde su juventud parece estar en rela-
ción con las más notables inteligencias de
su época: los músicos Damón y Connos;
el pintor Parrasio; Eurípides —a quien en
Las ranas Aristófanes le reprocha que, por
el trato con Sócrates, pierda el sentido de
15
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

ciones con Aspasia y todo el círculo de del libro. Todo esto puede explicarnos la
Pericles y muchos otros personajes promi- presentación que hace de él Aristófanes
nentes; pero, en especial, con todos los en Las nubes, donde lo muestra suspen-
sofistas que suelen actuar en Atenas. dido en el aire contemplando el sol, esto
Acaso pueda aceptarse la tradición —pro- es, preocupado por los problemas natura-
cedente de su contemporáneo Ión de les. Pero en el Fedón, 99e, Sócrates sigue
Quíos y recogida por Diógenes Laercio diciendo que, al no encontrar en ningún
y por Simplicio— según la cual en su ju- naturalista una explicación satisfactoria
ventud había escuchado a Arquelao, dis- y al no lograr tampoco hallarla por si
cípulo de Anaxágoras; lo cierto es que mismo, tomó otro camino pensando que
Jenofonte afirma (Memor,, I, i, 12 y sigs., la solución de los problemas no debía
y vi, 14) que se había familiarizado con buscarse en los objetos del conocimiento
los "antiguos" filósofos, y Platón le hace sensible sino en los conceptos, y Jenofonte
recordar en Fedón 96-97, su pasión dice que su maestro siempre hablaba de
juvenil por conocer la ciencia física y por cosas humanas. Por su parte, Aristóteles
hallar una solución a los problemas natu- compendia ambos testimonios al declarar
rales que lo atormentaban y su hondo inte- (Metaf., 987a-b) que Sócrates no se ocu-
rés en la doctrina de Anaxágoras, seguido paba de la naturaleza sino de las cosas
por el desengaño que le produjo la lectura

éticas, indagando los conceptos universa- plimiento de su misión de maestro? Sin


les. De modo que las afirmaciones de Cice- embargo, el problema puede resolverse sin
rón (Tusc., V, iv, 10; Acad, post., I, iv, tachar de ficticia la declaración socrática
15), según las cuales Sócrates hizo des- —que resultaría ingenua por su carácter
cender la filosofía del cielo a la tierra, evidentemente contradictorio— pues
pueden acaso entenderse en el sentido de Sócrates, presenta la respuesta de la Pitia
una sucesión de dos fases en su filosofar. como el hecho que determinó, no el
Con esta interpretación puede resolverse comienzo de su investigación filosófica,
el problema planteado por muchos sino el paso de los problemas de la
historiadores con respecto al comienzo naturaleza a los problemas del conocimiento y
de la misión de escrutador y purificador de del hombre.
inteligencias y conciencias que, en la Apo- La investigación natural de Sócrates
logía, Sócrates hace remontar a la respues- —tal como aparece en el Fedón y como
ta negativa que la Pitia dio en Delfos a lo confirman las Memorables, I, i, 13 y
la pregunta formulada por su amigo sigs.— constituía ya un planeamiento crí-
Querefonte cuando inquirió si había al- tico por cuyo intermedio se llegaba a la
guien más sabio que Sócrates. ¿Cómo
habría podido Querefonte plantear tal
interrogante y la Pitia dar tal contesta-
ción —se preguntan muchos— si Sócra-
tes no hubiese sido ya famoso por el cum-
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

conclusión de que la pretendida ciencia plantea un nuevo problema y una nueva


de los físicos se resolvía en una exigencia que ya no es la anterior
ignorancia real de las causas. Sócrates indagación naturalista: escrutar a los
debió ser conocido en Atenas por este hombres para conocerlos y alentarlos a
planteamiento y por esta conclusión conocerse a sí mismos y a ser
negativa acerca de la comprensión de la mejores.
naturaleza pues en Las nubes todavía "Desde entonces, de acuerdo con la
se lo presenta como naturalista, y esa voluntad del Dios, no he cesado de
fama ya ganada de crítico siempre examinar a mis conciudadanos y a los
insatisfecho puede explicar per- extranjeros que considero sabios; y si
fectamente la pregunta de su amigo me parece que no lo son, voy en ayuda
Querefonte y la respuesta de la Pitia, la del Dios revelándoles su ignorancia."
que además podía saber, por el mismo (Apol., 23 b.)
Querefonte, que Sócrates reprochaba a De todos modos, debe suponerse que
los naturalistas la falta de una Sócrates da comienzo a esa misión pur-
explicación finalista, o sea la negación gativa de los espíritus —cuya fecha el
de una providencia divina. Pero la relato de la Apología no permite deter-
respuesta de la Pitia —que nadie era minar— antes de los 38 años pues cuando
más sabio que el mismo Sócrates, que en la batalla de Potidea (432) salva a
justamente reconocía su ignorancia— le Alcibíades herido (cf. Banq., 262 y sigs.),

ya hacía tiempo que éste era su (Alcib. pr., Teet., etcétera), una
discípulo y amigo y, según el Alcibiades intuición instintiva, que él consideraba
primero, 103 y 105, Sócrates habría inspirada por el daimon siempre presente
tardado varios años en cumplir con él la en su interior, le revelaba quién estaba
misión que ya había cumplido con otros, dispuesto a aprovechar su conversación
a la espera de que estuviera y quién no, y así se guiaba en la
espiritualmente maduro y dispuesto. selección de los discípulos. Debemos
Convencido, en efecto, de que debía distinguir, pues, entre interlocutores
cumplir una misión de escrutador de ocasionales y discípulos; con todos
conciencias y estimular a todos a Sócrates trata de realizar su escrutinio,
efectuar su propio escrutinio, Sócrates pero sólo algunos de ellos se convierten
se dirigía —en los gimnasios, en el en compañeros asiduos o en discípulos.
agorá, en las calles, en los banquetes, en Son, por cierto, personas de situación,
cualquier parte— a cada uno, sin hacer índole y criterio intelectual muy diversos
distinciones de clase, oficio o edad; a que luego se convierten, unos, en
políticos y sofistas, a poetas y artistas, a políticos, como Alci-bíades, Critias,
soldados y artesanos, a jóvenes y Cármides; otros, en militares e
ancianos, a extranjeros y conciudadanos historiadores, como Jenofonte; otros, en
(Apol., 30a), pero, según un concepto filósofos fundadores de escuelas
que se repite muchas veces en Platón
17
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

socráticas: Antístenes, fundador de la queda una enemistad incomprensiva y


escuela cínica; Aristipo, de la cirenaíca; rencorosa; y sobre ese fondo general de
Euclides, de la megárica; Fedón y Mene- incomprensión popular, de sospechas y
demo, de la eleo-erétrica; Platón, de la resentimientos —expresados también en
Academia; además de Esquines de Esfeto, la presentación hostil que de Sócrates
el discípulo más fiel, Simias y Cebes, ex ofrecen los cómicos, especialmente Aris-
pitagóricos, etcétera. Pero, mientras los tófanes— actúan las pasiones políticas
discípulos que pueden y saben compren- exasperadas por el derrumbe del imperio
der la grandeza y nobleza espiritual del ateniense y la guerra civil entre oligarcas
maestro le profesan una veneración que y demócratas. La opinión pública le re-
se acrecienta en el andar de los años, el procha a Sócrates que entre sus discípulos
común de los examinados a quienes Só- figure un responsable de grandes desastres
crates hace patente su inconsciencia e ciudadanos, como Alcibíades; los peores
ignorancia, recela de él y le guarda ren- entre los Treinta Tiranos, como Critias
cor. Y a veces algún discípulo rebelde, y Cármides; laconófilos como Jenofonte
como Alcibíades, obligado a avergonzarse,
se siente impulsado a rehuirlo y hasta a
desearle la muerte, pero al mismo tiempo
tiene conciencia de que si eso ocurriera
experimentaría el más agudo dolor.
(Banq,, 216a-c.)
Sin embargo, a muchos otros sólo les
13
y Platón. No importa que en las batallas Con razón decía Sócrates que si hubiese
de Potidea (432), Delio (424) y Anfí- participado en la actividad pública y en
polis (421) Sócrates haya cumplido con sus contiendas, él, que era irreductible
más valentía que otros su deber con la opositor a toda acción injusta o ilegal,
patria y haya merecido que el general habría perdido la vida hacía tiempo
Laquetes declarara que si todos se hubie- (Apol., 32d y sigs.), pues en la guerra o
sen comportado como él la victoria habría en cualquier otra ocupación su lema era
sido de los atenienses. En defensa de la ley igualmente cumplir con su deber, aten-
y de la justicia, Sócrates se había ne- diendo sólo a la justicia o injusticia de lo
gado —solo, y arriesgando la vida— a que hacía y sin preocuparse por la muer-
ceder, tanto a las imposiciones del furor te ni por nada y sí sólo por la vergüenza
popular en el proceso contra los estrategos (Apol., 28b-d). Por otra parte, no sólo
de las Arginusas (411), como a la orden la voz interior de su daimon le vedaba
de los Treinta de arrestar a León de Sala- entregarse a la vida pública, sino que ade-
mina (404); pero el público acaso igno- más la actividad política no le habría
rara el segundo episodio y si recordaba el
primero lo interpretaba quizás como ex-
presión de un espíritu antidemocrático
en grado no menor que la crítica a insti-
tuciones tales como el sorteo de magistra-
dos o la atribución a todos de facultades
políticas.

18
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

permitido el cumplimiento de su misión, bueno y más sabio; [por el mejoramiento


en la que veía la ejecución de un mandato espiritual] de su ciudad antes que por los
divino y su verdadero aporte al bien de bienes materiales de ésta." (Apol., 36b-c.)
la ciudad. "Debido a esta tarea, no tuve posibilidad
"Nunca en mi vida me he concedido re- de hacer nada digno de consideración, ni
poso en el esfuerzo por aprender, sino que, en los asuntos públicos ni en los privados,
descuidando lo único que la mayoría cui- de manera que vivo en pobreza infinita
da —el dinero, el hogar, el ser estratego o por servir al Dios." (Ib, 23 b.)
caudillo y demás magistraturas, y las con- Mientras tanto, al rencor de aquellos a
juraciones y sediciones ciudadanas...— quienes él mismo había hecho avergon-
no me metí en las cosas en que no creí zarse se agregaba el de otros hombres
que pudiera ser útil ni a vosotros ni a mí examinados por muchos discípulos que se
mismo, sino que siempre acudí allí donde complacían en imitarlo. "Y así resulta
podía aportar el mayor beneficio, acer- que los examinados por ellos se encoleri-
cándome en privado a cada uno y tratando zan conmigo, no con ellos mismos, y dicen
de convencer a cada uno de vosotros de que hay un tal Sócrates, hombre perverso,
que se preocupara por sí mismo antes que que corrompe a los jóvenes." (Apol.,
por sus intereses, a fin de llegar a ser más 23c-d.)
Sócrates no se preocupaba por la tor-

menta que iba condensándose sobre su sospechas y de la hostilidad ya difundidas


cabeza; seguía cumpliendo la misión y denuncian a Sócrates acusándolo de
que a su juicio le había sido confiada corromper a la juventud, de negar a los
por el Dios, con la misma imperturbable dioses patrios y de introducir nuevos
serenidad con que a veces se ponía a seres demónicos. Pena pedida: la muerte.
reflexionar en algún problema, insensible De acuerdo con la Apología platónica
a las contingencias circunstantes, al frío, —sin duda sustancialmente fiel—, en el
al hambre, al cansancio, como cuando — proceso Sócrates centra su defensa en
según refiere Alcibíades, Banq., 220c-d el relato de su vida y del apostolado que
— en Potidea permaneció todo un día y después de la respuesta de la Pitia se im-
una noche de pie e inmóvil, puso como deber sagrado. Así como nunca
concentrado en sus pensamientos, hasta abandonó el puesto que le asignaron en
que al salir el sol rezó sus oraciones y se la guerra los magistrados, jamás aban-
marchó. donará —dice— la misión que le asignó
Pero en el año 399 la tormenta se el Dios:
desencadena. Tres ciudadanos —Meleto, "Y aun si me dijeseis: «Sócrates ..., te
poeta; Licón, orador; y Ánito, mercader libertamos a condición de que no conti-
y político influyente por haber sido
compañero de Trasíbulo en la
expulsión de los Treinta Tiranos— se
convierten en portavoces de las
19
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

núes ... filosofando; de lo contrario ... se le quiere imponer una multa pagará lo
morirás ...», os contestaría: «Mis poco que puede dar de su bolsillo, más lo
queri-dos atenienses, os quiero y os que le ofrecen sus discípulos. Los jueces,
amo, pero obedeceré al Dios antes que irritados, votan por mayoría la pena de
a vosotros y en tanto tenga aliento no muerte, pero Sócrates les advierte que lo
cesaré de filosofar y de amonestar y más difícil no es rehuir la muerte, sino la
aconsejar a vosotros y a cualquiera de maldad, y que para verse libre de todo
vosotros a quien tenga ocasión de reproche no hay que tapar la boca a los
hablar»." (Apol., 29c-d.) "Y, me acusadores, sino mejorarse a sí mismo. Y a
absolváis o no, no haré otra cosa ni la minoría que votó su absolución le dice,
aun cuando me exponga a morir mil para su consuelo, que la muerte, ya sea
veces." (Ib., 30b-c.) anonadamiento del ser, ya ingreso en otra
Afirmaciones como éstas contribuyen vida inmortal, no es un mal y que no hay
sin duda a que se lo declare culpable y males para el hombre bueno, vivo o
—como según la ley ateniense él mismo muerto; por lo cual pide que se trate a sus
debe proponer una pena— manifiesta hijos como él trató a sus conciudadanos:
entonces que no merecería ninguna, ni corrigiéndolos y
de destierro, ni de cárcel, ni de otra
índole, sino recompensa y honra
públicas por haber tratado siempre de
beneficiar a todos, exhortándolos a
mejorar su alma y su ciudad, pero que si

estimulándolos a ser virtuosos. Y conclu- traicione a si mismo, ni traicione a los


ye: "Ya es hora de que vayamos, yo a hijos y a los amigos rechazándola, pero
morir, vosotros a vivir. Quién es el que Sócrates contesta que lo único que
va a mejor suerte a todos está oculto, importa es vivir honestamente, sin
excepto al Dios," (Apol., 42.) cometer injusticia ni siquiera para
Semejante elevación moral demostrada retribuir una injusticia recibida. Y le
por Sócrates durante el proceso se plantea el problema: "Si en el momento
reafirma en el intervalo entre la sentencia de la huida las leyes se me presentaran y
y la ejecución, para lo cual debió me preguntasen si sustrayéndome a su
esperarse el retorno de la nave sagrada mandato quiero malograrlas y cometer la
que había partido con destino al santuario mayor impiedad contra la patria, ¿qué
de Délos. Durante los treinta días de podría yo contestarles?" Critón debe
espera, Sócrates, en la cárcel y con darse por vencido, y Sócrates concluye:
cadenas en los pies, continuó conversando "Basta, pues, Critón, y vamos por el ca-
filosóficamente con sus discípulos y mino por donde el Dios nos lleva 7."
amigos. En la víspera del arribo del barco,
Critón le anuncia: "Mañana tendrás que 7
Cf. PLATÓN , Gritón.
morir." "En buena hora —contesta—; si
así lo quieren los dioses, así sea." Critón
le suplica entonces que acepte la fuga que
los amigos han preparado y que no se

20
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

A la mañana siguiente vuelven los (cicuta). Sócrates, imperturbable, toma


amigos y la conversación recae en el te- el vaso, lo vacía de un trago y dice a los
ma del destino del alma. Sócrates, sereno amigos que sollozan: "No, amigos; hay
ante la emoción de los discípulos, trata que concluir con palabras de buen augu-
de convencerlos de que, para los buenos, rio: permaneced, pues, serenos y fuertes."
la muerte es el comienzo de otra vida Cuando empezó a sentir los efectos del
mejor; y en las alternativas del diálogo, veneno, se acostó, le recordó a Critón
especialmente en el momento dramático que debían un sacrificio al dios Asclepio,
en que algunas objeciones de Simias y de y poco después estaba muerto. "Así —
Cebes parecen estar a punto de derrum- le hace decir Platón a Fedón— murió
bar la construcción levantada, Sócrates, nuestro amigo, el hombre, podemos decir,
tranquilo y sonriente, las examina parte mejor y más sabio y más justo de cuan-
por parte, devuelve la confianza a los tos conocimos." Y estas mismas palabras
perturbados y termina exhortando a to- repite Platón en su propio nombre al re-
dos a que acepten serenamente el llamado cordar a Sócrates en la Carta VII.
del destino 8. Pero si bien Platón expresa en esa for-
Llega el carcelero después del último
saludo de Sócrates a su mujer Jantipa y a 8
Cf. PLATÓN , Fedón.
sus hijos y, emocionado, trae el veneno

ma inequívoca su juicio y el de sus religiosos de la polis al socavarlos con su


compañeros contra la sentencia que con- crítica racionalista.
denó como peligroso para su ciudad al Platón mismo —señala De Sanctis 9—·
mejor y más justo de los hombres, la destaca en La república, 538 c-539 b, tales
historiografía moderna, a partir de He- peligros al observar que "hay principios,
gel, ha planteado el problema de la le- en torno de lo justo y lo injusto, en que
gitimidad de tal sentencia y ha tratado hemos crecido desde niños, acostumbrán-
a veces de justificarla desde el punto de donos a obedecerlos y honrarlos", pero
vista de la razón de estado, superior al que si a un joven se le refutan repetidas
rencor de aquéllos a quienes refutaba y veces las convicciones que ha recibido de
a la hostilidad que los poetas cómicos y las leyes y se le hace pensar que lo que
el vulgo sentían hacia quien para ellos honraba no es bello, ni justo ní bueno, es
personificaba la sospechosa investigación, inevitable que no siga honrando y obe-
tanto de los naturalistas tipo Anaxágoras, deciendo los principios recibidos, sino
como de los sofistas tipo Protágoras. El qué "se convierta en transgresor de la ley,
tribunal, como conciencia oscura del de fiel observador que era". Dada esa
estado ateniense, había intuido que la 8
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. 480 y
acción de Sócrates hacia peligrar los sigs.
fundamentos tradicionales, políticos y
21
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

peligrosa índole de la dialéctica, Platón de impiedad.


pide gran cautela en su uso, del cual hay Sin embargo, Sócrates estaba tan lejos
que mantener alejados a los jóvenes, pues de querer socavar las creencias religiosas
de otro modo se aficionan a las discusio- tradicionales que nunca las hizo objeto
nes por sí mismas y se acostumbran a de discusión, y es un sofisma decir que de
contradecir y a deshacerlo todo. Además, esa manera las negaba y anulaba aún más
agregan algunos críticos modernos, con que quienes tenían la audacia de
10
su ejemplo Sócrates enseñaba a los jóvenes discutirlas . Además, Sócrates
a despreocuparse de la vida pública y de acostumbraba cumplir las formas del
los problemas de la ciudad para preocu- culto, rezar su oración matutina al sol,
parse sólo por su propia vida interior; y ofrecer sacrificios a los dioses, pedir y
como, por el contrario, el estado consi- hacer pedir al oráculo délfico —en
deraba la participación en las asambleas circunstancias críticas— inspiración
y magistraturas un deber de los ciuda- para su propia conducta y para la ajena.
danos y no sólo un derecho, la influencia Por cierto que este respeto al culto
negativa de Sócrates hacía que éste nece- 10
Storia dei Crecí, ed. cit., t. II, pág. 492.
sariamente pareciese un corruptor. Y,
en fin, dado el vínculo entre la vida de
la polis y la religión ciudadana, Sócrates,
que quería sustituir esta última por otra
fe, se convertía, innegablemente, en reo

patrio no significaba, como parece creer sigs.— al servicio de una educación "polí-
Jenofonte, aceptación lisa y llana de las tica" y trataba una abundante temática
creencias politeístas, pues, al contrarío, to- política. Y a tal servicio sacrificaba Só-
das las manifestaciones divinas particu- crates todo interés personal y familiar.
lares se unificaban para Sócrates en una Además, su crítica a ciertas leyes e
fuente única, inteligencia y providencia instituciones que le parecían contrarias
universales, Dios presente en el mundo y al bien del estado no sólo no obedecía,
también —según la expresión usada por como lo destaca Jaeger, a consideraciones
Epicarmo y Anaxágoras— presente en de partido —y bien lo sabía Critias, que
nosotros, presente como el alma personal en nombre de los Treinta quiso prohibir
y como el daimon interior al que Sócrates su enseñanza—, sino que tampoco dismi-
atribuía su inspiración en momentos nuía su profundo respeto a la majestad
decisivos. de la ley que le hizo rechazar la fuga y
Por otro lado, si bien Sócrates no parti- sacrificar su vida en el altar de las leyes.
cipaba constantemente en la vida política, Tampoco es exacto que fuese enemigo
no sólo cumplía con su deber de soldado
y magistrado toda vez que le correspon-
día, sin tener en cuenta los peligros; tam-
bién creía cumplir una misión pública
sagrada al ejercer su apostolado de desper-
tador de conciencias que estaba —según
señala Jaeger en Paideia, II, pág. 55 y
22
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

de la democracia ". Su exigencia de que trabajo, por la cual —en oposición a


los magistrados fuesen capaces y tuviesen los prejuicios aristocráticos y al despre-
la preparación necesaria y la crítica que cio de las clases superiores y de los inte-
formulaba al sistema de sorteo no impli-
caban que reclamase leyes aristocráticas 11
MAGALHÁES VILHENA , V. DE, Socrate et la

de privilegio, sino un llamado a la con- légende platonicienne, París, Presses Universitaí-


res de France, 1952, ha desarrollado en la forma
ciencia de los políticos que debían con- más amplía y docta la tesis de la orientación an-
siderar el ejercicio de las magistraturas tidemocrática de Sócrates —del Sócrates plató-
como una misión comparable a la del nico, que coincidiría, sin embargo, con el Sócrates
del libelo de Polícrates en su carácter de inveterado
médico y a la del piloto o a la de cualquier odiador del demos (misódemos)—, "leader intel-
otro especialista, actividades todas que lectuel incontesté et incontestable de la réaction
exigen conocimientos e idoneidad. No aristocratique au moment aígu de la démocratie
eran, pues, una negación de la democra- triomphante, celui qui fut son héraut au debut du
dernier sursaut de grande allure de l'aristocra-
cia, sino la exigencia de perfeccionarla tie athénienne chancelante" (pág. 222). Lamen-
para que efectivamente estuviese al servi- to no poder detenerme en un examen analítico
cio del bien público. y en una discusión como los que el libro de
Magalhaes Vilhena merecería pues los límites
Él espíritu democrático de Sócrates se de mí ensayo me obligan a ceñirme a una rápida
manifestaba también en la valoración del indicación de los datos en que puede apoyarse
mi tesis contraria.

lectuales por los trabajadores— se com- a condición de trabajar y de no ser pará-


placía en recurrir a menudo a la sentencia sito se puede llegar a ser sabio y justo
de Hesíodo: "el trabajo no es vergüenza; (Memor., I, ii; II, i; II, vi).
el ocio sí es vergüenza". Y en conversa- Estas ideas se transmiten sobre todo a
ciones que refiere Jenofonte —pero que Antístenes y a los cínicos pero, asimismo,
por cierto traducen un genuino pensa- ejercen su sugestión en Jenofonte y en
miento de Sócrates, puesto que Jenofonte Platón mismos quienes, precisamente por
se inclina espontáneamente hacia el punto influencia de Sócrates, contradicen a ve-
de vista aristocrático y es uno de los ces su propia orientación aristocrática
típicos menospreciadores del trabajo—, por la cual fueron incluidos entre los
Sócrates no sólo repite con Hesíodo, mayores responsables de la difusión pos-
Epicarmo y Pródico que el trabajo es el terior del desprecio al trabajo 12.
precio al que los dioses nos venden los Sócrates también honraba el trabajo
bienes y la conquista de la arete, sino que
además afirma la dignidad moral del tra- 12
MONDOLFO , RODOLFO , La comprensión del
bajo, aseverando que para los hombres y sujeto humano en la cultura antigua, Buenos Aires,
Imán, 1955, parte IV, cap. II; SCHUHL , Ρ. M.,
las mujeres libres no es ninguna deshonra
Machinisme et philosophie, París, Alean, 1938, y
ejercer un oficio manual; antes bien, sólo L'oeuvre de Platón, París, Hachette, 1954; tr. es-

23
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

pañola: Buenos Aires, Hachette. porque reconocía en él una actividad


educadora que crea conocimientos e im-
plica la conciencia de lo que se hace y
de por qué se lo hace. Entre sus muchos
examinados, los únicos que entendían lo
referente a su propio oficio —dice en la
Apología, 22a— eran los artesanos, cuya
sabiduría, empero, se nublaba cuando
pretendían salir del terreno de su compe-
tencia. Acaso por esta función cognos-
citiva del trabajo, a Sócrates le agradaba,
en sus investigaciones conceptuales, partir
de ejemplos propios de artesanos; por
eso Critias, cuando quiso impedirle que
actuara como maestro, le ordenó abste-
nerse "de los zapateros, los herreros, los
vaqueros, etcétera" 13, vale decir, de los
temas y de los ejemplos que en sus diá-
logos prefería.
En esa honra directa e indirecta al
trabajo, no menos que en la exigencia del
diálogo, que reconoce la libertad de pen-
samiento y de expresión y la quiere para
todos, Sócrates se nos muestra profunda-
mente democrático; y aun cuando puede
parecer excesivo decir "que personificaba
el espíritu de la democracia ateniense" 14,
hay que reconocer que es un defensor de

13
Cf. Memor., I, ii, 37. También Cálicles
—Gorg., 491a— le reprocha: "¡Por todos los
dioses! No sabes hablar sino de zapateros, carda
dores, cocineros, médicos, como si fuese ése el
tema de nuestra discusión"; y Alcibíades —Banq.,
221e— reconoce: "siempre habla de asnos de car
ga, herreros, zapateros, curtidores", etcétera.
14
Cf. LOMBARDI, F., "Il discorso socrático", en
Rivista di Filosofía, Turín, julio de 1954, página
274.

la democracia de la competencia”(15). los mejores, puede llamarse


16
Por cierto que ésta, en tanto gobierno de aristocracia en el sentido etimológico de
24
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

la palabra, pero Sócrates es, sin duda, curso escrito no sabe dar explicaciones,
como lo declara G. de Sanctis 17, si alguien las pide, ni defenderse por sí
"democrático de alma, aun cuando mismo, sino que necesita siempre la inter-
adversario, en parte, de tal o cual vención de su padre. A este motivo —el
institución de la democracia ateniense de único que suele citarse— el Fedro asocia
su tiempo". otro: el discurso escrito se ofrece igual-
No es aceptable, pues, la justificación mente al entendido y al lego, sin saber a
histórica de su condena como defensa quién debe hablar y a quién no, como un
legítima de la polis democrática. agricultor que esparce las semillas al acaso,
en cualquier tiempo y lugar.
Pero el motivo más esencial aparece en
4. El problema de Sócrates otros diálogos platónicos, cuando en la
y las condiciones para su misma enseñanza oral Sócrates evita los
solución. discursos largos que sólo permiten al dis-
cípulo una pasiva función de oyente. La
Sócrates no escribió nada, o sólo unos forma propia de la enseñanza socrática es
versos, compuestos según el Fedón, 60d el diálogo en donde el maestro pregunta
y 61b, en sus últimos días de cárcel. Este más que contesta, excita la reflexión
abstenerse de la enseñanza escrita, suele activa del discípulo y provoca su res-
explicarse con el motivo que Platón le puesta obligándolo a buscar para descu-
hace enunciar en el Fedro, 275 d y sigs.: la brir; o sea: es un despertador de concien-
escritura es como la pintura, cuyas imá- cías e inteligencias, no un proveedor de
genes están presentes ante nosotros como conocimientos.
personas vivas, pero que si las interroga- Por este carácter peculiar, el magisterio
mos callan majestuosamente; así, el dis- socrático exigía el diálogo viviente y libre
y no podía ejercerse mediante obras es-
15
Cf. SEMERARI , G., "Il principio del dialogo critas 18; y por eso su transmisión a la pos-
in Socrate", en Giornale critico della
teridad sólo pudo efectuarse a través de
filosofía
italiana, Roma, 1953, pág. 455. testimonios ajenos, de discípulos y adver-
16
Así la llama G. GALLI , Sul pensiero di Car- sarios.
lini ed altri saggi, Turin, Gheroni, 1950, pág. 83.
18
17
Storia dei Greci, ed. cit., t. II, pág. 482. Con esta interpretación parece coincidir W.
Puede recordarse, además, que NIETZSCHE en JAEGER cuando sostiene que Sócrates no quiso
La escribir nada porque vivió entregado por
voluntad de dominio consideró a Sócrates entero a su misión: "lo cual indica cuán
repre- fundamental era para él la relación de lo
sentante de los derechos de la democracia que, al hablado con el ser viviente a quien en aquel
rebelarse contra la tradición aristocrática, momento se dirigía". (Paideia, México, Fondo de
habría Cultura Económica, 1942-45, t. II, págs. 16-18.)
producido la decadencia y disolución del mundo
helénico.

Pero no sólo amigos y enemigos nos entenderlo, y esas maneras son muy dife-
ofrecen de él imágenes opuestas entre sí, rentes en Jenofonte y en Platón, en Antís-
sino que, además, los mismos discípulos tenes y en Aristipo, en Euclides y en
reproducen el pensamiento del maestro Esquines, etcétera. De los dos testimonios
cada uno según su manera particular de principales, Jenofonte y Platón, el prime-
25
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

ro —según la crítica de Jöel, H. Maier, De este modo se plantea el problema de


Burnet y Taylor, etcétera, y por común Sócrates, o sea el de la reconstrucción his-
consentimiento— parece incapacitado tórica de su pensamiento, problema que ha
para reflejar la altura espiritual del maes- ido profundizándose a partir del primer
tro y documenta, además, en sus obras planteamiento efectuado por Schleierma-
socráticas (Banquete, Económico, Apolo- cher. Sus dificultades, que han sido y
gía, Memorables), carencia de escrúpulo siguen siendo a la vez estímulo y tor-
histórico al atribuir al maestro conoci- mento para los historiadores, pueden
mientos especiales (de agricultura, de inferirse del examen concienzudo y deta-
las costumbres bélicas de los pueblos del llado que del tema hizo V. de Magalháes
Asía, etcétera) que él mismo había adqui- Vilhena (20).
rido gracias a sus experiencias personales. En otra oportunidad (21) he recordado
En cambio, Platón eleva la filosofía de lo que a principios de siglo decía V. Bro-
Sócrates por encima de la realidad histó- chard en su ensayo L'oeuvre de Socra-
rica, expresando por boca de éste en todos
sus diálogos —con excepción del Timeo
y de Las leyes— las doctrinas propias, in-
Sócrates existe una amplia bibliografía crítica,
cluso la de las ideas, sin distinguir las posi- para la cual remito a las obras de Magalháes
ciones respectivas; y el recurso de acudir Vilhena mencionadas en el testo. En la primera
a Aristóteles, habitualmente utilizado de ellas véanse especialmente los capítulos: "Pla-
tón et le Socrate historique", "Xénophon et le
para tal distinción, resulta inadecuado por Socrate historique", "Aristote et le Socrate histo -
insuficiencia de datos y parcialmente inva- rique", "Les textes socratiques d'Aristote". En lo
lidado por la imputación de inexactitud que respecta a la general inexactitud histórica de
los testimonios de Aristóteles, el libro de
histórica hecha por la crítica moderna a Magalháes Vilhena contiene también un capitulo:
los testimonios aristotélicos19. "Aristote et l'hístoire de la philosophie"; pero las
19
obras fundamentales al respecto son las de
Acerca de la valoración histórica de los tes- H. Cherniss, Aristotle's Criticism of Presocratic
timonios de Jenofonte, Platón y Aristóteles sobre Philosophy, Baltimore, 1935, y Aristotle's
Criticism of Plato and the Academy, Baltimore,
1944 (tomo II en preparación). Además, en la
eliminación de Aristóteles como testigo
históricamente válido con respecto a Sócrates, ya
coincidían H. Maier, J. Burnet y A. E. Taylor.
20 En dos obras: Le probléme de Socrate. Le
Socrate historique et le Socrate de Platón y So -
crate et la légende platonicienne, París,
Presses Universitaires de France, 1952.
Magalháes Vilhena anuncia la próxima
publicación de otro trabajo sobre el tema:
Aristophane et le Socrate histortque.
21 Moralistas griegos., Buenos Aires, Imán, 1941;
capítulo sobre Sócrates.

te 22 : "Mucho se ha escrito acerca de atractivo de un enigma que exige inter -


Sócrates y lo mismo ocurrirá en el futuro. pretación; y sin duda la última palabra
La fisonomía de Sócrates, por la misma acerca de este problema nunca habrá de
incertidumbre e insuficiencia de nuestros decirse". Comentaba yo entonces que ésta
medios de conocimiento, no dejará jamás era una previsión fácil —cumplida hasta
de tener para todos los investigadores el ahora y destinada a realizarse aún en el
26
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

porvenir— que podría interpretarse tam- sos y querer ir adelante. Hay que plantear
bién como una confesión de la inutilidad otro problema previo: el del motivo de
del trabajo de los historiadores para des- estos fracasos..., de la fuente de las con-
cifrar un enigma que nunca será resuelto tradicciones ... Debemos desatar las imá-
de modo decisivo; pero, aún cuando un genes diferentes en su misma diversidad,
problema histórico no admita solución porque cada una nos ofrece una cara de
definitiva, a los historiadores les queda sin Sócrates que se consideró verdadera, y tal
embargo una tarea: lograr una solución fue en cierto modo ..., por haber desem-
más satisfactoria que las presentadas hasta peñado un papel histórico que no puede
entonces y que ofrezca otra base para desconocerse"23. Lo cual coincide esen-
progresos ulteriores. cialmente con lo que escribí en otra oca-
Magalháes Vilhena acepta esta opinión, sión; esto es, que los rasgos con que cada
pero observa que no es sólo éste el pro- discípulo veía y dibujaba a su maestro
blema: "No basta con registrar los fraca- son los que han ejercido influjo en el
mismo discípulo y, en consecuencia, en
22
Études de philosophie ancienne et de philosophie el desarrollo de la filosofía griega; perte-
moderne, París, Alean, 1926; tr. española: Estudios
sobre Sócrates y Platón, Buenos Aires, Losada, necen a la historia del socratismo 24 y deben
1940. La misma opinión expresa A. BANFI — tener su origen en la misma personalidad y
Socrate, Milán, 1944, pág. 159—: "un tentativo acción del maestro. Pero al mismo tiempo
di esposizione e di ínterpretazione socrática rimane
sempre un'ipotesi". También ADOLFO LEVI
debemos destacar que la crítica reciente
—"Sul pensiero di Socrate", en Studi di —según lo señaló Calogero25— tiende a
filosofía greca., Barí, Laterza, 1950— recuerda considerar los contrastes entre nuestras
la declaración de un especialista en estudios socrá- distintas fuentes relativas a Sócrates
ticos "ogní volta che si ritorna sul problema
socrático lo si trova piu difficile di prima" (pág. menos irreductibles que lo que le
217). parecieron a la crítica anterior, y a recono-
cer, más bien, que estas presentaciones
diferentes ofrecen rasgos comunes o sus-
ceptibles de combinarse en mutua armo-
nía. De manera que desde hace algún
tiempo parece que nos hemos encaminado
hacia una interpretación más adecuada,

23
Le probleme de Socrate., ed. cit., pág. 10 y
sigs.
24
La comprensión del sujeto humano en la
cultura antigua., ed. cit. Véase en la parte III, cap.
III, las páginas sobre Sócrates.
25
"Socrate", en Enciclopedia Italiana.

sobre todo porque se ha abierto camino actuación y de su sacrificio supremo; y


la certidumbre de que la interpretación la reconstrucción de su pensamiento
del pensamiento socrático no puede sepa- debe explicar tal consagración de toda
rarse del significado de su vida y de su una vida a costa también de la muerte:
acción histórica. La filosofía ha sido para debe explicar el influjo espiritual ejercido
Sócrates el móvil de su existencia, de su en discípulos tan diferentes como Platón

27
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

y Jenofonte, Antístenes y Aristipo, Eu- negativa, y aun cuando afirma la iden-


clides y Alcibíades, Fedón y los ex discí- tidad entre virtud y ciencia la concibe
pulos de Filolao, etcétera; debe explicar como un cálculo de los provechos mate-
esa devoción despertada en todos ellos, que, riales y sensuales, lo cual Brochard mismo
en lugar de borrarse con la condena del define como "une conception terre-á-
maestro, parece sacar de su muerte im- terre de la moralité". Análogamente
pulso para la exaltación de su memoria Gomperz 27, pese a que admite en Sócrates
en la llamada literatura socrática 26. la exigencia de armonía interior y unidad
Si la reconstrucción no logra explicar de carácter como condición de felicidad,
esas circunstancias no es satisfactoria y, interpreta como utilitarismo el eudemo-
por lo tanto, se condenan por sí mismas nismo socrático; un utilitarismo que
aun interpretaciones de historiadores va- quiere, según Gomperz, sustituir el impe-
liosos como Brochard o Gomperz o De rativo de los mandamientos no suscepti-
Ruggiero, quienes nos presentan un Só- bles de una demostración inmediata por el
crates que sólo sabe hacer crítica demole- indicativo de intereses humanos innega-
dora o teorizar una ética estrechamente bles, insistiendo en las ventajas prácticas
utilitarista. groseras y palpables más que en las deli-
El Sócrates de Brochard, en efecto, a cadas y ocultas. Y De Ruggiero, por otra
pesar de todo el afán de definición cien- parte, se niega a reconocer en la actividad
tífica de los conceptos que lo acucia, de Sócrates un apostolado de la ciencia
tiene conciencia de su incapacidad para porque no habría tenido una doctrina
salir de la esfera de una crítica puramente para predicar al mundo, sino sólo un
26
método de duda28. Y los ejemplos podrían
Cf. H. MAIER , Sokrates, Tubinga, 1913;
pág. 106 y sigs., y W. JAEGER , Paideía, ed. cit., multiplicarse. Pero con semejantes inter-
t. II, pág. 18. pretaciones del pensamiento socrático
resultan inexplicables su vida y su acción
histórica, que son los datos concretos de
donde —a falta de expresiones directas
que nos documenten su pensamiento ge-
nuino— es preciso partir, para de ellos
tratar de retroceder a sus fuentes, es de-

27
Griechische Denker, t. II, cap. IV, parágra
fo 3; tr. f rancesa: París, Alean; tr. italiana: Flo
rencia, La Nuova Italia; tr. española: Buenos Ai
res, Guarania.
28
Cf. La filosofía greca, en Storia della filo
sofía, Bari, Laterza, 1934, vol. I.

cir, al espíritu de Sócrates manifestado en 5. La inspiración religiosa y


su enseñanza.
la purificación de los
espíritus.
En este aspecto, la corriente interpre-
28
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

tativa que en nuestro siglo se ha basado que imputaba la destrucción de la ener-


en el carácter de misión que Sócrates gía creadora del espíritu helénico; la de
atribuía a su magisterio se ha encarado Pöhlmann, que opone un Sócrates racio-
según una perspectiva más satisfactoria nalista puro a toda tentativa de interpre-
y ha vuelto a poner de relieve con mayor tación religiosa; la de Jöel, basada en la
insistencia un rasgo fundamental de su interpretación aristotélica, igualmente
espíritu que quizá pueda dar la clave del racionalista; la de Ortega y Gasset, que
enigma: su inspiración religiosa, que pue- procede de la de Nietzsche 29 , etcétera.
de llamarse mística, con tal de que no se Pero al lado de estas interpretaciones
entienda esta palabra en sentido irracio- racionalistas se afirman con vigor otras
nalista —pues sería contrario a la con- dos: 1) La moralista o humanista, repre-
fianza incondicional que tenía Sócrates sentada en su más alto grado por la obra
en el valor de la razón—, sino como ex- de Heinrich Maier, para quien la huma-
presión de su honda conciencia de una nidad de Sócrates expresa esencialmente
misión sagrada a la que dedicó íntegra- "un nuevo estado de espíritu" y la exi-
mente y sacrificó su vida misma. gencia de una búsqueda de vida ética
El rasgo de honda religiosidad de Só- personal, punto de vista que orienta
crates fue puesto de relieve ya en el siglo también a Schrempf, Stenzel y otros, y
XIX por el máximo historiador de la filo- que Banfi expresa cuando define a Sócra-
sofía griega, Eduardo Zeller, y aceptado tes: "El espíritu mismo de la moralidad
y acentuado por otros, como por ejemplo en su infinito problema", "la morali-
Antonio Labriola, quien afirmó de manera dad en su pura exigencia ..., como for-
terminante la necesidad de restituir a ma eterna del espíritu". 2) La religiosa,
todo el conjunto de las exigencias expre- que se acentúa con la frecuente atribución
sadas por Sócrates su originario signifi- del misticismo que Labriola le negaba. Este
cado religioso. No faltaron, por cierto, en misticismo, cuya afirmación se basa en
la misma época y posteriormente, interpre- los testimonios platónicos, ha sido vincu-
taciones opuestas, como la de Nietzsche, lado por la escuela escocesa (John Burnet
quien, en su Origen de la tragedia, veía en y A. E. Taylor) a la relación entre Sócra-
Sócrates al antimístico o lógico puro al tes y el pitagorismo, que los representan-
tes de esa escuela querían utilizar para su
tesis según la cual Sócrates era el verda-

29
Para las indicaciones bibliográficas remito a
la bibliografía final. Una síntesis rápida pero clara
de las obras mencionadas y de las siguientes puede
verse en el ensayo de PAOLO Rossi citado también
en dicha bibliografía.

dero autor de la teoría de las ideas. Pero pulos de Filolao, después de la partida de
muchos otros que rechazaron tal tesis ina- aquél buscaron en Sócrates al maestro
ceptable reconocieron, empero, la impor- que pudiera satisfacer sus exigencias
tancia del hecho señalado por Burnet: los religiosas y místicas.
pitagóricos de Tebas y Fliunte — Simias, La inspiración religiosa y mística de
Cebes, Ferondas, Equécrates — , ex discí- Sócrates ha tenido singular eficacia escla-

29
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

recedora en muchas profundas y acerta- En esta relación entre un punto cen-


das reconstrucciones de su figura histó- tral de irradiación y toda la esfera de las
rica — de Zuccante a Melli, de Festugiére manifestaciones de la personalidad de Só-
a De Sanctis, de Gallo Galli a Ρ. Μ. crates puede encontrarse el medio para
Schuhl — y no menos en la presentación superar la antítesis entre las tendencias
hecha por W. Jaeger en Paideia, donde interpretativas opuestas de H, Maier y de
señala el carácter religioso de la misión Burnet-Taylor, esto es, entre un Sócrates
de Sócrates, que se interpreta a sí misma puro héroe moral, tal como lo veía Antís-
como servicio del Dios y cuidado del alma, tenes, y un Sócrates fundador de la filo-
expresiones que "nos suenan a sofía especulativa, tal como lo presentaba
cristianismo". Platón. "La anfibología —dice con acierto
Sin embargo, no basta advertir en Só- Jaeger, en Paideia, II, pág. 29— tiene que
crates la presencia de una honda religio- residir necesariamente en la personalidad
sidad. Si queremos lograr un enfoque misma de Sócrates que lo hace susceptible
unitario de la personalidad socrática, es de esta doble interpretación. Y partiendo
decir, dar en su espíritu una posición de aquí es necesario esforzarse en superar
central a esa religiosidad cuya luz puede el carácter unilateral de las dos
esclarecer cada aspecto de su actividad y concepciones, aunque éstas sean en cierto
de su doctrina e iluminarlos y vincularlos sentido legítimas, tanto lógica como his-
a todos en conjunto en su unidad siste- tóricamente." Y el camino de esta supe-
mática y orgánica, hay que avanzar un ración puede consistir en la vinculación
paso más, tal como lo hicieron algunos de de ambos aspectos a su fundamental ins-
los escritores mencionados y de manera piración religiosa.
particularmente decidida P. Martinetti No hay que olvidar que la distinción
en su Socrate. más sustancial, quizá, entre los sofistas y
Sócrates está constituida por la visión
que tienen respectivamente de la tarea
del filósofo y el maestro: actividad pro-
fesional utilitaria para aquéllos; misión
sagrada e imperativo categórico para
éste. Sócrates vuelve al concepto de la
filosofía como misión religiosa y camino
de purificación ya sostenido por los pita-
góricos y por Parménides, pero acen-
tuando aún más la idea de la obligación
moral que incumbe al filósofo: cumplir
con su deber de maestro —convertido en

servicio del Dios —aun a costa de la pro- respecto, el pasaje de la Apología plató-
pia vida. nica, 29c-30b, que ya hemos citado en
Tiene importancia fundamental, a este parte. Dice Sócrates a sus jueces: "Aun

30
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

si me dijerais: «Sócrates, no escuchamos viejos, a no cuidaros mucho del cuerpo y


a tu acusador y te dejamos en libertad, la riqueza, sino más del alma para hacerla
pero con la condición de que no pases tu mejor... Y agregaré: «Atenienses, ya sea
tiempo en investigar y en filosofar, de lo que me absolváis o no, yo no procederé
contrario, si te sorprendemos tendrás que de otra manera aunque me exponga a
morir». Si me libertaseis con esa morir mil veces»."
condición yo os contestaría: «Mis Este enunciado de una misión sagrada
queridos atenienses, os saludo, pero obe- implica en Sócrates un culto a la filosofía
deceré al Dios antes que a vosotros y a como camino de purificación del alma se-
cualquier otro», diciendo, según mi cos- gún el concepto afirmado ya por los
tumbre: «Hombre ..., ¿no te avergüen- pitagóricos y los eleatas y vinculado ade-
zas de ocuparte de las riquezas, para más por los pitagóricos a la práctica coti-
multiplicarlas, y de la fama, y en cambio diana del examen de conciencia. Éste era
no tienes ningún cuidado y preocupación también un ejercicio continuo del cono-
por la sabiduría, por la verdad y por el cimiento de sí mismo: conciencia de las
alma para hacerla mejor en la medida de propias faltas que se despertaba con la
lo posible?» Y si alguien entre vosotros exigencia interior de pureza, por lo cual
me contesta que sí, que tiene cuidado de el discurso sagrado pitagórico incitaba a
ella, no lo dejaré tan pronto, sino que lo sentir vergüenza ante sí mismo más que
interrogaré y examinaré e investigaré; y ante cualquier otra persona. El precepto
si me parece que no tiene virtud, a pesar pitagórico, cuyo eco resuena tanto en De-
de lo que afirma, le reprocharé que mócrito30 como en Sócrates, aparece en
menos-precia lo que es de mayor valor y acto en el Hipias mayor, 298 b-c, donde
estima lo que es vilísimo. Y esto haré con Sócrates dice que aun cuando sus faltas
jóvenes y viejos, ciudadanos y pudieran escapárseles a los demás, jamás
extranjeros, con cualquier persona que se le escaparían a alguien ante el cual
encuentre... experimenta la mayor vergüenza; y ese
"Pues esto es lo que el Dios me ordenó, y alguien es el mismo Sócrates, el hijo de
creo que vuestra ciudad no cuenta con Sofronisco. Esta experiencia interior, jus-
mayor bien que este servicio que hago al tamente, inspira la pregunta de Sócrates
Dios, esta costumbre que tengo de ir en a cada ciudadano: "Hombre, ¿no tienes
torno de vosotros y exhortaros, jóvenes y vergüenza ...?", pregunta cuya eficacia
está testimoniada por la declaración de
30
Cf. MONDOLFO, RODOLFO, Moralistas grie-
gos, ed. cit., cap. I, y La comprensión del sujeto
humano en la cultura griega, ed. cit., parte III, cap.
III.

Alcibíades en el Banquete platónico, mentaría el dolor más agudo".


216 b-c: "Solamente con este hombre ha Es el despertar de la conciencia que la
ocurrido lo que nadie podría creer de mí: filosofía alcanza con Sócrates en el ejer-
que me avergüenzo. Y a veces quisiera cicio de su tarea de purificación espiritual
que ya no estuviera entre los hombres, y que se afirma con el dictamen del
pero sé que si esto sucediese experi- oráculo de Delfos: Conócete a ti mismo.

31
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

Pero no ya en el sentido originario —"sa- sabiduría y de la virtud, únicas que nos


be que eres mortal y que no debes pensar transforman en mejores a cada uno de
en cosas divinas"— sino, por el contrario, nosotros (cf, Carm., 164; Alcib. pr.t 128-
en un sentido procedente de las creencias 133).
órfico-pitagóricas: "sabe que tienes un "Conócete a ti mismo" significa: ad-
alma divina y debes purificarla de todo quiere conciencia de tu fin y de tus faltas
lo que es indigno de su naturaleza y de su reales; la primera de éstas, la que impide
tarea". toda enmienda espiritual, es la creencia
Según Jaeger (Paideia, II, pág. 42 y de no tener faltas, esto es, falta de cono-
sigs.) en esto consiste el primer momento cimiento de sí mismo y de la verdad que
del magisterio socrático, el protréptico, se esconde bajo la ilusión y pretensión de
que precede al indagativo (élenkhos), Sin sabiduría. Saber que no se sabe, es decir,
embargo, este momento previo exhorta- adquirir conciencia de los problemas y de
tivo por un lado no tiene eficacia en sí, las lagunas que escapan a la pretendida
sino sólo al realizar concretamente la sabiduría: he ahí el primer resultado del
refutación (élenkhos), y por otro lado, examen y conocimiento de sí mismo, pri-
incluye ya, en su llamado a la mera sabiduría verdadera.
vergüenza ante sí mismo, un concepto "Querefonte —narra Sócrates, Apol.,
doctrinario implícito que es el concepto 21— habiendo ido una vez a Delfos, tuvo
religioso del alma, fuente y base de la la osadía de preguntar al oráculo si había
exigencia moral e igualmente de la alguien más sabio que yo. Y la Pitia le
cognoscitiva. Por eso, "la vida sin examen contestó: «Nadie». Al oir esto yo pensé:
es indigna del hombre" (Apol., 37a), en ¿Qué quiere decir el Dios?, ¿qué es lo que
tanto que el conocimiento de sí mismo esconde en sus palabras?, pues tengo la
constituye la con-dición, o mejor, la certeza de no ser sabio, ni mucho menos.
esencia misma de la Entonces, ¿qué quiere decir cuando afir-
ma que soy el más sabio entre los
hombres? Y largo tiempo estuve
pensando qué era lo que quería decir.
Después me puse a indagar. Interpelé a
uno de los que pasan por sabios y me dije:
ahora voy a desmentir el vaticinio y a
mostrar al oráculo que éste es más sabio
que yo, aunque él haya dicho que yo lo
soy. Pero, al examinarlo, he aquí lo que
me ocurrió... Al conversar con él descubría
que parecía sí sabio a muchos y sobre
todo a sí mis-

mo, pero que no lo era, e intenté demos- nada bello y bueno, pero él cree saber y
trarle: «Tú crees ser sabio y no lo eres...» no sabe; yo no sé, pero tampoco creo
Al irme pensé: en verdad soy más sabio saber. Y por esta pequeñez parece que
que él pues nadie entre nosotros sabe soy más sabio: porque no creo saber lo
32
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

que no sé". gencia de purificación. La refutación


La conciencia de su ignorancia tiene la misión de suscitar en los otros la
representa para el hombre una verdadera conciencia de su ignorancia, es decir, de
sabiduría, en cuanto por ella su encaminarlos hacia una purificación espi-
espíritu se purifica del error; "en cambio ritual de sus errores y faltas, y por eso
—dice Só-crates en el Sofista platónico— no llega ni debe llegar a una conclusión
me parece ver una especie de positiva sino a un resultado negativo que,
ignorancia que es la más grande y sin embargo —en tanto conciencia de un
peligrosa y tiene por sí sola un volumen vacío interior intolerable—, es prepara-
igual al de todas las otras juntas". ción y estímulo para una investigación
"¿Cuál es?" "La que no sabe y cree reconstructiva, tal como habría de serlo
saber, pues origina todos los errores que más tarde la duda metódica de Descartes.
cometemos con nuestra inteligencia." "He aquí, por Heracles —dice Trasí-
maco en La república, 337 y sigs.—, la
6. La refutación como ironía habitual de Sócrates. Yo sabía, y
se lo dije antes a esta gente, que tú no
purificación y estímulo querías contestar y que emplearías la iro-
para la investigación. La nía y harías cualquier cosa antes que con-
testar, si alguien te interrogara. Ésa es tu
mayéutica. costumbre: no contestar nunca sino,
cuando otro contesta, tomar su
Contra esta ignorancia tiene entonces
discurso y refutarlo... He aquí la
que desarrollarse la refutación, parte ini-
sabiduría de Sócrates."
cial de la ironía socrática. Es verdad que
Trasímaco personifica a quienes no
Jaeger la separa, como segundo momento
comprenden el significado de
investigativo, de la exhortación, conside-
purificación espiritual que la refutación
rada momento preliminar; pero, según
tenía para Sócrates y también —según
dije, la exhortación se hace efectiva y
Proclo, In Parmen., I, 7— para los eleatas
operante sólo por medio de la refuta-
y especialmente para Zenón: "Zenón
ción (31) que suscita vergüenza, o sea
refutaba a los que afirmaban la
exi-
pluralidad de los entes y purificaba su
31
"La forma de educación exhortativa — dice
pensamiento de la tendencia a lo
Sócrates, Sof., 230a — a duras penas consigue un múltiple pues la refutación es una
muy pequeño provecho." purificación y liberación de la
ignorancia y un encaminamiento hacia la
verdad".
Pero para Sócrates, como para los pita-
góricos, la purificación y liberación de

los espíritus era una exigencia religiosa: la vista y hallar el camino de la verdad
una misión sagrada, dice en la Apología, y del bien, es decir, encontrar su
que le había sido confiada por el Dios salvación.
pues sólo mediante ella un espíritu Por eso, justamente, Sócrates
cegado por el error puede reconquistar considera el hecho de que se lo refute

33
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

como un beneficio que recibe, igual al consigo mismas sobre el mismo asunto,
que presta a los demás cuando es él al mismo respecto y en el mismo
quien les refuta sus errores. sentido. Entonces ellos, al reconocerlo,
"Y, ¿qué hombre soy yo? Uno de los se enojan consigo mismos y se hacen
que se dejan refutar con gusto cuando benévolos con los demás y se liberan así
dicen cosas no verdaderas y refutan con de opiniones ásperas, con la más segura
gusto a los demás cuando son ellos quie- —para quien la experimenta— de todas
nes dicen algo no verdadero y no experi- las liberaciones. Pues quienes los purgan
mentan más molestias al ser refutados piensan de la misma manera que los
que al refutar; antes bien, creo que médicos del cuerpo que no creen que éste
aquello es un bien mayor, en cuanto hay pueda, antes de expulsar el obstáculo
más ventaja en ser liberado del peor de que lleva dentro, aprovechar el alimento
los males que en liberar a otros." que se le ofrece. La misma persuasión
(Gorg., 458.) tienen los médicos del alma, es decir, ésta
Esta liberación no sólo es un no puede aprovechar la enseñanza antes
beneficio, sino una exigencia de que la refutación, haciendo que el
fundamental en el método socrático, refutado se avergüence, no le haya
según lo explica el Sofista platónico: sacado las opiniones que le impedían
"A algunos les parece que cualquier aprender y lo presente puro y
ignorancia es involuntaria y que nadie convencido de saber sólo lo que en
querría nunca intentar aprender lo que verdad sabe y nada más." (Sof., 230.)
ya cree saber, de manera que la forma Pero el Sofista considera aquí
de educación exhortativa a duras penas solamente
consigue un muy pequeño provecho. los efectos intelectuales de la refutación,
Ahora bien, cuando alguien cree decir sin hablar de los morales, que no eran de
algo bueno acerca de cualquier asunto menor profundidad, como lo demuestran
y no dice nada, ellos lo van con singular evidencia las declaraciones
interrogando y, ligando sus opiniones de Alcíbíades en el Banquete, 216:
medíante razonamientos, le demuestran "Cuando escucho sus discursos, el co-
que están en contradicción razón me salta en el pecho mucho más
que a los coribantes y rompo a llorar...
Los discursos de este Marsias muchas ve-
ces me han impresionado de manera tal
que me parecía que no valía la pena vivir
en mi condición... Sólo con él me ha
ocurrido avergonzarme de algo."
Purificación moral, entonces, al
mismo tiempo que intelectual:
liberación por la cual el espíritu se
halla puro y dis-

puesto para la verdadera actividad que le górico — entre el médico y el educador,


compete. que utilizaban también Protágoras y
Y he aquí donde, como vimos, aparece Gorgias, y que parece haber llegado a ser
en Sócrates el parangón — de origen pita- un lugar común en la cultura de la épo-
34
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

ca 32. El hondo interés por la medicina ciera me dijeron que todo lo que haces es
que Jaeger (Paideia, II, pág. 36 y sigs.) crearte dificultades a ti mismo y a los
destaca en Sócrates procede probable- otros a fuerza de sembrar dudas en tu
mente de una exigencia pitagórica más cabeza y en la de los demás. Pareces un
que del ejemplo de Hipócrates o de Dió- torpedo marino que deja aturdidos a
genes de Apolonia, porque se vincula a cuantos lo tocan. Tú me produjiste un
la necesidad fundamental de la purifica- efecto semejante: me has aturdido el alma
ción del espíritu que ya los pitagóricos y ya no sé qué contestarte." "Yo —res-
comparaban con la purgación del cuerpo. ponde Sócrates— me parezco al torpedo
Sin embargo, al repetir tal parangón, Só- si estando aturdido puedo producir en los
crates lo aplica de modo acorde con el demás el mismo aturdimiento pues no se
activismo de su pedagogía que no permite trata de que yo esté seguro y siembre du-
que aquel a quien se refuta permanezca das en la cabeza de los demás, sino de que,
en la actitud pasiva del enfermo ante por estar yo mismo más lleno de dudas
aquel de quien recibe el purgante, sino que cualquiera, hago dudar también a los
que lo obliga a cooperar activamente en demás." (Men. t 80.)
la refutación, etapa que el educador di- La ironía de Sócrates finge en el mo-
rige más que efectúa. mento aceptar el enfoque puramente
Así es como la refutación logra su ma- negativo de la refutación33 en el que Me-
yor eficacia; así es como al engendrar, 33
En un fino y agudo ensayo, "Sócrates, ar-
respecto al conocimiento, una duda me- tista de la vida" —en Sócrates, Galilea, Leopardi,
tódica, la convierte en preparación nece- Buenos Aires, Partenón, 1947—, TURIN sostiene
saria y estímulo para la investigación, una interpretación dramática de la figura de Só-
según lo explica Sócrates a Menón en el crates quien, atormentado durante toda su vida
por la contradicción entre su fe en la verdad
diálogo platónico de este nombre: y su duda o desesperación de no poder enseñarla,
"¡Oh, Sócrates!, antes de que te cono- no habría encontrado otra salida que la muerte,
y por eso —en este punto TURIN concuerda con
32
Véase MONDOLFO , RODOLFO , La compren- Nietzsche— quiso morir y obligó a la ciudad a
sión del sujeto humano en la cultura antigua, ed. darle la copa de veneno (págs. 164, 169 y passim),
cit., parte II, cap. II. En el marco de esta interpretación debe atribuirse
plena y trágica seriedad a las múltiples declara-
ciones de Sócrates: que no sabe cuál es la verdad;
que se halla colmado de dudas; que busca como
los demás y junto a ellos (Gorg., 506 y 509;
Hip. may., 304; Cárm., 165; Men., etc.). Y por
lo tanto TURIN objeta mi interpretación que ve
en la ironía socrática, simulada por un momen to
—tanto en la refutación como en la mayéu-tica
—, la falta de ese conocimiento que Sócrates no
quiere comunicar dogmáticamente a su ínter-.

nón expresaba la incomprensión común Sócrates observa:


del método socrático, pero luego pone a "El esclavo creía saber y contestaba co-
plena luz el papel positivo que desempeña mo quien sabe y no tenía ni siquiera la más
como estímulo para la reflexión investi- mínima duda; ahora la tiene: no sabe ni
gativa, esto es, como mayéutica. Después cree saber... Pero, ¿no sabe ahora más que
de haber refutado el error del esclavo in- antes? Y al colmarlo de dudas y de aturdi-
terrogado acerca del teorema de Pitágoras, miento, ¿le hicimos daño?" "No". "Más
35
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

bien me parece que lo hemos encaminado con gusto, mientras que antes, sin refle-
al descubrimiento de cómo es el problema; xionar y convencido de que hablaba con
pues ahora, aunque no sabe, puede buscar razón, habría afirmado que un cuadrado
doble debe tener doble lado." "Así es."
locutor, sino hacérselo descubrir activamente por "Entonces, ¿piensas que se habría puesto
medio de interrogatorios. Esto, me objeta TURIN,
a buscar y a aprender lo que ya creía sa-
significa imputar a Sócrates —e! purificador, el
maestro, el mártir— una auténtica mentira; ¿y ber, de no sobrevenirle la duda, la con-
cómo podría purificar a los demás quien se co- ciencia de su ignorancia y el deseo de
rrompe en la mentira en el instante mismo en saber?" "No lo creo." "De manera que ese
que emprende la tarea purificadora? Sin embargo,
no me parece que pueda hablarse de mentira a
aturdimiento le ha sido útil." (Men. t 84.)
propósito de un método didáctico que para Só- La refutación representa, pues, la etapa
crates no es un juego sino una honda exigencia: preliminar necesaria para encaminar el es-
la de no anticipar nociones a sus discípulos sino píritu al descubrimiento de la verdad; sólo
obligarlos a descubrirlas ellos mismos, activamente,
tal como el esclavo de Menón descubre el teorema el espíritu purificado y liberado del error
de Pitágoras ("Mira, Menón, que yo no le enseño puede cumplir una investigación verda-
nada sino que le pregunto todo"). ¿Diremos que dera, desarrollando rectamente su capaci-
Sócrates ignoraba efectivamente tal teorema, puesto
que interroga y no enseña? ¿Y qué diremos en
dad intrínseca. La investigación resulta
casos como el de Gorgias, donde la declaración de entonces, para Sócrates, ejercicio de un
Sócrates, "repito nuevamente que no sé cuál es poder congénito que ante todo tiene que
la verdad", se inserta en un discurso eminentemente ser liberado del obstáculo que le oponen
dogmático donde, al expresar teorías muy termi-
nantes acerca del bien y de la justicia, Sócrates los prejuicios y los errores a fin de que
también afirma; "He aquí lo que afirmo y creo pueda dar a luz su producto genuino: así,
que es la verdad" (107d) ? después de la refutación, se presenta la se-
gunda parte del método socrático, la
mayéutica o arte del alumbramiento...
"¿No has oído decir—pregunta Sócra-
tes, Teet., 148 y sigs.— que yo soy hijo de
una hábil y renombrada partera, Fena-
reta?" "Sí." "¿Y oíste decir, también, que
me dedico al mismo arte?" "Eso no."
"Pues bien: sabe que ésa es la verdad. Re-
flexiona en lo que concierne a las parteras
y comprenderás mejor lo que quiero de-
cir . . . ¿No es natural y necesario que a
las mujeres encintas las reconozcan las
parteras, mejor que las otras?" "Cierta-
mente." "Además, las parteras tienen

brebajes y pueden con sus encantamientos al de ellas; sólo difiere en que se aplica a
estimular los esfuerzos del parto o, si quie- los hombres y no a las mujeres, y concier-
ren, suavizarlos y facilitar el alumbra- ne a sus almas y no a sus cuerpos. Sobre
miento de las que sufren al dar a luz y todo, mi arte se caracteriza por lo si-
favorecer el aborto cuando resulte un guiente: se puede probar por todos los
feto prematuro." "Es cierto." "Ahora medios si el pensamiento del joven ha de
bien, mi arte de partear se asemeja en todo parir algo fantástico y falso o genuino y
36
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

verdadero. Por otra parte, tengo en co- espíritus y si ellos no las sienten como
mún con las parteras el ser estéril en sabi- verdaderamente suyas. Sólo así pueden
duría y se me puede reprochar lo que tener la plenitud de su valor intelectual
muchos me reprochan, es decir, que pre- y moral, cognoscitivo y práctico; y por eso
gunto a los demás, pero no contesto nada la ironía socrática, que finge ignorancia,
acerca de nada, por falta de sabiduría. Y no es una mentira (como opina Turin,
ésta es la causa: el Dios me impone el de- loc. cit.) sino una obligación impuesta
ber de ayudar a parir a los otros, pero a por la misma misión sagrada de abste-
mí me lo impide. No soy sabio, pues, ni nerse de la enseñanza dogmática, un im-
tengo descubrimientos que mi alma haya perativo categórico para el verdadero
dado a luz, sino que los que están con- maestro. De este modo, la afirmación de
migo parecen al comienzo ignorantes, su propia esterilidad y carencia de sabi-
pero después... hacen un progreso admi- duría no constituye solamente una expre-
rable ... Sin embargo, es claro que nada sión de la ironía socrática, sino que define,
aprendieron de mí, sino que son ellos además, la característica de su método
quienes por sí mismos hallaron muchas y —que estimula la investigación en vez de
bellas cosas que ya poseían." ofrecer doctrina— en la convicción de
¿Qué significa esta afirmación: "el que el interrogado extrae realmente sus
Dios me impide parir"? Significa que la contestaciones y descubrimientos del in-
misión de maestro que el Dios impone a terior de su espíritu.
Sócrates no se cumple si las verdades no "Mira cómo este joven contesta bus-
son conquistadas activamente por los dis- cando conmigo —dice Sócrates, Men., 84
cípulos mismos, si no son hijas de sus y sigs.— y cómo consigue encontrar ...
mientras que yo no hago más que inte-
rrogarlo, sin enseñarle nada. Observa si
alguna vez hallas que le enseño o le mues-
tro algo en lugar de preguntarle, simple-
mente, acerca de lo que por sí mismo
piensa. Y por eso sucede que tiene ciencia,
si se le pregunta de manera verdadera, y
la extrae de su interior, sin que nadie le
enseñe."
Pero no hay que pasar por alto esta
frase de apariencia inocente: "si se le pre-
gunta de manera verdadera", porque en
ella está la clave del enigma. Ella explica
la confesión singular de Teeteto: "Por

tu mediación dije más de lo que tenía en frazada 34.


mi pensamiento". (Teet., 210.) La inte- Sin embargo, este método supone y
rrogación verdadera del verdadero maes- afirma la existencia, en el interrogado, de
tro es en realidad un método de enseñanza una potencia espiritual intrínseca y, al
y de instrucción, pero de una instrucción convertirla de potencia en acto, tiene que
activa que se ejerce sin que lo parezca, considerar que en su espíritu existe cierto
como estimulo, guía y sugestión dis- saber congénito o bien cierta capacidad
37
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cognoscitiva que tiende a realizarse. En 7. La ciencia y los


otras palabras, el método socrático de la
mayéutica contiene en germen, más o conceptos universales.
menos conscientemente, la convicción que
Platón expresa en su teoría de la reminis- Pero para Sócrates ese saber congénito
cencia, cuyo verdadero significado es no puede referirse al mundo exterior,
esencialmente activista, de facultad y es- físico, que aprehendemos mediante la ex-
fuerzo de conquista y no de mero periencia sensible, sino a nuestro mundo
vestigio pasivo de una inerte (35) interior humano o moral. El desplaza-
contemplación anterior. miento de la investigación del mundo
34
natural al humano, que habían efectuado
TURIN (op. cit., pág. 168) me objeta: "Todo
lo que es disfraz oscurece la verdad , . . No podre -
ya los sofistas por motivos prácticos y de
mos nunca asentir a esta blasfemia lógica y moral: utilidad (preparación de los jóvenes para
que alguien consiga prender el fuego a los otros la vida política), vuelve a afirmarse en
apagando justamente el suyo... Sócrates bien Sócrates por una exigencia esencialmente
sabe que nadie puede encender si no arde". Por
cierto que lo sabe y por eso no apaga de nin - teórica y ético-religiosa: la posibilidad de
guna manera el fuego en su interior, sino que se la ciencia y su papel de purificación
hace compañero de investigación de sus discípulos espiritual.
y, a través de la búsqueda que realiza no a solas
sino junto a los demás, logra comunicar su fuego
La ciencia tiene que ofrecer un carác-
a los discípulos. Después de haber aclarado esto, ter de universalidad, ser válida para todos,
puedo repetir con Turin: "Ahí tenemos la auten- mientras que la experiencia sensible, de
ticidad del maestro: donde está el amor; donde acuerdo con lo que había demostrado ,
está su amor".
35
Para esta interpretación de la reminiscencia Protágoras, es relativa a cada sujeto indi-
vidual y a su condición momentánea:
fuente de mudable opinión, no de ciencia
firme. En efecto, opiniones, no ciencia,
eran en sus contrastes recíprocos todas las
teorías de los naturalistas, según la obser-
vación que Jenofonte (Memor., I, i) atri-
buye a Sócrates:
"Se asombraba de que no se viera cla-
ramente que para los hombres no hay
posibilidad de resolver semejantes pro-
blemas [los de la naturaleza] pues los
mismos que se jactan de saber razonar

platónica remito a mí libro La comprensión del


sujeto humano en la cultura antigua, ed. cit., parte
II, cap. II.

acerca de ellos no concuerdan entre sí que el ser es solamente uno; otros, que es
sino que riñen como locos. Unos creen una pluralidad infinita; unos, que todo

38
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

está en movimiento perpetuo; otros, que sica (XIII, iv, 1078): "Tenía razón en
nada se mueve nunca; unos, que todo nace buscar las esencias (lo que es cada cosa)
y perece; otros, que jamás nace ni perece pues quería razonar, y el principio de los
nada." razonamientos está constituido por la
En cambio, en lo que respecta a las cosas esencia de las cosas".
humanas, descubría en nuestra conciencia La esencia, lo universal, es decir, lo que
misma la existencia de principios univer- hay de común en las particularidades,
sales (conceptos, leyes) alcanzables por representa la unidad de la especie: por eso
el examen, la reflexión y la discusión. Por se afirma vigorosamente en Sócrates la
eso, dice Jenofonte (loc. cit.): "Razo- exigencia de unidad en el conocimiento
naba siempre sobre cosas humanas, bus- verdadero. Esta exigencia de unidad o
cando qué es la piedad y qué la impiedad, universalidad se afirma, empero, en un
qué es lo bello y qué lo feo, qué es lo justo doble sentido: con respecto a los sujetos
y qué lo injusto, qué es la sabiduría y qué y con respecto a los objetos de conoci-
la locura, qué es el valor y qué la miento. Lo que observa De Sanctis (op.
cobardía, qué es el estado, qué es el cit., Π, pág. 484) —que, aun en la con-
hombre de estado, y así otras cosas cuyo clusión negativa de su no saber, la dialéc-
conocimiento pensaba que debía tica socrática contiene un elemento esen-
caracterizar al hombre capaz, y cuya cial positivo y constructivo, que es la
ignorancia pensaba que debía definirse confianza incondicional en el valor de la
justamente como condición de esclavitud razón, y una proclamación solemne de
espiritual". sus derechos— puede entenderse de ma-
Su investigación no quería versar en nera más adecuada si se considera la
lo mudable —objeto solamente de opi- orientación característica del método
nión— sino en lo inmutable, es decir, lo socrático de investigación que sustituye
universal, la esencia —objeto de cien- el logos por el diálogo.
cia—. Como decía Aristóteles (Metaf., I, En el logos individual los sofistas ha-
vi, 987), "Sócrates discutía solamente bían señalado el carácter de subjetividad
acerca de las cosas morales y no se intere- y relatividad; Sócrates, en cambio —co-
saba en absoluto en la naturaleza; y en las mo observa G. Galli, op. cit., pág 75—,
cosas morales buscaba lo universal, pues quiere encontrar en la misma conciencia
fue el primero que tomó como objeto de del sujeto no sólo la particularidad rela-
su pensamiento las definiciones". Y tiva sino también la universalidad abso-
agrega Aristóteles en otro lugar de la luta. ¿Cómo? Por medio de la posibilidad
Metafí- del acuerdo con las otras conciencias
—según explicó Martinetti, op. cif., pág.
433— o, más concretamente —según las

finas observaciones de Semerari, op. cit,, (Men., 86 b.)


pág. 499 y sigs.—, mediante el ejercicio La búsqueda en común —dice Seme-
de la búsqueda en común. "Puesto que rari— introduce en la conquista huma-
estamos de acuerdo en que debemos bus- nista de los sofistas y en su principio de
car lo que no sabemos, ¿quieres que tra- la pluralidad la exigencia de la
temos de buscar juntos qué es la virtud?" objetividad y unidad, esto es, de la
39
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

universalidad. "Cuando en la discusión también la objetividad, vale decir, la uni-


concuerdes conmigo —dice Sócrates a dad del concepto a través de la multiplí-
Cálícles, Gorg., 487e— podemos cídad de las cosas y de los hechos. Esta
considerar aquello en que los dos doble unidad conjunta es lo que busca
concordamos... y no necesitaremos buscar la ciencia.
otra piedra de toque. . . Nuestra "Yo buscaba —dice Sócrates, Men.t 72
concordancia nos dará la verdad y sigs.— una única virtud y encuentro
perfecta." La satisfacción de la exigencia ahora un enjambre. Y, sirviéndome de
heraclítea del logos común, según Sócra- esta imagen del enjambre, si te pregunto,
tes se puede alcanzar mediante el diálogo, ¿cuál es la naturaleza de las abejas?, con-
esto es, mediante la cooperación, la soli- testarás que hay muchas abejas y de mu-
daridad investigativa de los distintos suje- chas especies. Pero... si te pregunto,
tos, que en la coincidencia recíproca ¿qué es aquello por lo cual las abejas no
pueden encontrar lo subjetivo que es tam- son distintas sino que son todas abejas? ...
bién objetivo, lo individual que es también Y, en lo que respecta a las virtudes, tam-
universal36. bién sucede algo parecido: aunque hay
Así se tiene la unidad de concepto a muchas y de muchas especies, en todas
través de la multiplicidad de los sujetos y resplandece una esencia común por la
de las inteligencias; pero junto con esta cual todas son virtudes ... Si alguien pre-
unidad subjetiva debe buscarse y lograrse guntase, ¿qué es la figura? ... sin duda
encontraríamos muchas figuras distintas;
36
Cf. JAEGER, "W., Paideia, ed. cit., t. II, pág. pero no es esto lo que quiero, sino que,
79. "El motivo del diálogo socrático es la voluntad puesto que a todas, a pesar de su oposición
de llegar con los hombres a una inteligencia que recíproca, las llamo figuras ... quiero sa-
todos deben acatar acerca de un tema que
encierra para todos ellos un interés infinito: el ber lo siguiente: ¿qué es lo que llamas
de los valores supremos de la vida." figura? ¿No entiendes que busco lo que
hay de igual en lo redondo, en lo recto y
en todas las otras figuras?"
Así se perfila el camino de la ciencia
en el paso de la multiplicidad de los par-
ticulares a la unidad de lo universal por
la inducción, y en la determinación exacta
de ese universal por la definición, los dos
elementos del método científico, cuyo
mérito Aristóteles (Metaf., XIII, iv,
1078) declara que corresponde a Sócrates.
"Dos cosas pueden con derecho atribuirse

a Sócrates: los razonamientos inductivos debe entenderse como reconocimiento de


y las definiciones de lo universal, pues am- una exigencia afirmada más que satisfe-
bas conciernen al principio de la ciencia." cha por Sócrates, o sea, realizada sobre
Sin embargo, este testimonio aristoté- todo como esfuerzo crítico más que cons-
lico, puesto en tela de juicio especialmente tructivo; en una palabra: logra la refu-
por H, Maier (op. cit., pág. 98 y sigs.), tación de las definiciones propuestas más
que la determinación conclusiva de una
40
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

definición verdadera. "Sócrates —dice constituirse mediante los universales


Schuhl, op. cit., pág. 55— critica las (conceptos), Sócrates implica ya en su
definiciones propuestas, indica en qué gnoseología la tendencia a una ontología
dirección puede encontrarse una mejor, idealista. El método de investigación de
pero sin hacer nunca más que sugerir el Sócrates representaba un encaminamiento
camino que se debe elegir." a la doctrina ontológica de Platón. Más
Esta afirmación, pues, de una exigencia bien puede decirse que cierta afirmación
que Sócrates generalmente no llega a sa- de una realidad objetiva de ideas, cuya
tisfacer, sin duda tiene importancia fun- existencia y fuerza los hombres tienen
damental como indicación del camino por que reconocer, aparece por lo menos im-
el cual se interna luego Platón, pero asi- plícita en Sócrates con respecto a las ideas
mismo explica, por otro lado, la reacción éticas y especialmente con respecto a la
de Antístenes, quien repudia la investiga- fundamental, es decir, la idea del bien.
ción científica y toda tentativa de defi-
nición de los conceptos y sólo conserva la 8. Ciencia y virtud,
exigencia ética. Sin embargo, el encami-
namiento al platonismo tiene que admi- ignorancia y pecado. La
tirse como tendencia innegable de Sócra- unidad de las virtudes
tes, tendencia que, a pesar del intento de
Burnet de demostrar lo contrario, no ha Pero, según el pensamiento de Sócrates,
llegado a convertirse en conciencia teó- esta idea del bien no debe interpretarse co-
rica, pero que en germen estaba implí- mo objeto de pura contemplación intelec-
cita en él. En efecto, al declarar que el tual separada y distinta de las exigencias y
conocimiento verdadero o ciencia ha de energías volitivas del hombre, sino como
objeto de una íntima adhesión espiri-
tual, objeto de amor y voluntad activa;
en consecuencia, su conocimiento se con-
vierte en fuerza rectora y motriz de la
actividad espiritual y práctica humana.
Así, puede decirse que la virtud es cien-
cia y, recíprocamente, que la ciencia es
virtud. De acuerdo con testimonios de
Aristóteles, "creía Sócrates que las virtu-
des se identificaban con la razón, consi-
derando que todas eran ciencias... y
hasta llegaba a afirmar, recurriendo a la
razón, que donde hay ciencia no puede
faltar el dominio de sí mismo pues nadie

que tenga inteligencia obra en contra de objeción que Turin (op. cit., pág. 158 y
lo mejor o, si acaso lo hace, es por la sigs.) formula a estas citas— critica esta
ignorancia". (Et. Nic,, VI, XIII , 1145 y concepción socrática y le opone su dis-
VII, II , 1146.) tinción entre teoría y práctica, pero lo
Por cierto que Aristóteles —según la que interesa aquí, para determinar el pen-
41
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

samiento de Sócrates, es el testimonio y no niremos rectamente como hombres justos


la crítica aristotélica. Este testimonio nos a los que saben lo que las leyes ordenan."
confirma que ciencia significa para Só- (Memor., IV, vi.)
crates dominio de sí mismo, es decir no Jenofonte no se da cuenta aquí de la
sólo pura contemplación sino también transformación que Sócrates introduce en
acción. El conocimiento de la verdad re- el concepto de ley, cuyo verdadero valor
sulta conocimiento verdadero en tanto se sólo puede apreciarse (como lo señala
convierte en convicción que implica una Jaeger, en Paideia, II, pág. 62) teniendo
tendencia activa y la determina, esto es, presente la disolución de la autoridad exte-
tiene y desarrolla un carácter de impulso rior de la ley ocurrida en la época de los
motor y rector de la acción práctica. En sofistas, que abrió paso a la afirmación de
este sentido debemos interpretar un pasa- una ley interior.
je de Jenofonte donde las expresiones y Sócrates es quien primero asevera esta ley
los ejemplos son, sin embargo, inferiores interior, para la cual probablemente
al verdadero significado de la concepción introdujo en el idioma de Atenas la nueva
socrática. palabra eukráteia (adoptada luego tanto
"El que sabe de qué manera debemos por Platón como por Jenofonte e Isócra-
honrar a los dioses nunca considerará que tes), que significa autodominio y lleva
le conviene hacerlo de una manera dife- consigo implícito un nuevo concepto de
rente." "No, en verdad." "¿Y crees que libertad interior, tal como lo destacó
quien sepa lo que tiene que hacer puede Heinrich Gomperz 37.
considerar que le convenga no hacerlo?" En el pasaje citado de Jenofonte, el
"No lo creo." "¿Y conoces a alguien que verdadero concepto socrático se vislum-
haga cosas diferentes de las que juzga que bra a través de las expresiones: "el que
es necesario hacer?" "No." "Entonces, los sabe, los que saben". "Los que saben" son
que saben lo que las leyes ordenan hacen los sabios, concepto que, para Sócrates y
cosas justas." "Sin duda." "Entonces defi- para todos los griegos, no se refiere al
intelecto sino a la vida integral del espí-
ritu. La interpretación corriente que
atribuye a Sócrates la teoría según la
cual el puro razonamiento abstracto debe
37
Die Lebensauffassung der griechischen Philo-
sophen und das Ideal der inneren Freiheít, Jena,
1904, que, según afirma JAEGER, en Paideia, tomo
II, pág. 64, ha arrojado mucha luz acerca de la
importancia histórica de la idea de libertad inte-
rior y ha contribuido esencialmente a la inteligente
comprensión de Sócrates.

regir la conducta práctica del hombre pulsos —que en ese caso resultan irracio-
(ética intelectualista) pasa por alto la nales—. En contra de esta separación y
polémica del filósofo contra la opinión oposición, Sócrates afirma la unidad e
común que separa y coloca en mutuo identidad entre la razón y la fuerza del
contraste la inteligencia —convertida en carácter.
fría contemplación abstracta— y los im- "La mayoría de los hombres —dice Só

42
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

crates en el Prot., 352— tiene acerca de la la vida íntegra: es precisamente esa "ener-
ciencia la opinión siguiente: que carece de gía espiritual de Sócrates", cuya afirma-
fuerza activa y de poder para dirigir y ser ción, interpretada de modo unilateral,
soberana; piensa no sólo que se halla en aparece en su discípulo Antístenes, quien
tal situación, sino también que, a menu- quiere oponerla a la ciencia. En cambio,
do, a pesar de estar presente en el alma de Sócrates, al aceptar en su misticismo el
un hombre, la que domina no es ella sino concepto pitagórico de la ciencia como
algo distinto, ora la impulsividad, ora el camino de purificación y liberación espi-
placer, ora el dolor, ora el amor, a me- ritual, presenta ya la idea del sabio que
nudo el miedo, y juzga en todo y por todo habría de predominar más tarde en la fi-
que la ciencia es como un esclavo que los losofía postaristotélica; la idea de un há-
demás arrastran de un lado a otro. Enton- bito y ejercicio de autodominio en que
ces, ¿también a ti te parece lo mismo, o te la ciencia o sabiduría se identifica con la
parece que la ciencia es una cosa bella, fuerza del carácter, y la falta de ella con
capaz de dominar al hombre de manera la debilidad espiritual que transforma al
que, si uno sabe qué es el bien y qué es el hombre en esclavo de los impulsos irra-
mal, no puede ser vencido por nada ni cionales.
obrar de manera distinta de como manda En otras palabras, "Sócrates —según
la ciencia, sino que la sola sabiduría basta afirmó Melli en Socrate, pág. 16— va en
para ayudar al hombre?" pos de la ciencia de esa razón que veinti-
Claro está, entonces, que esta ciencia dós siglos después un espíritu, en muchos
o sabiduría de que habla Sócrates no es aspectos afín, llamaría la razón práctica,
puro conocimiento separado de la energía esto es, la razón legisladora de la vida".
vital del carácter, sino todo un hábito o Sócrates, probablemente, como supone
forma espiritual que conforma y gobierna Jaeger (op. cit., pág. 77), la llamó phró-
nesis, anticipándose en esto al concepto
platónico. "El conocimiento del bien
—repito con Jaeger— que Sócrates des-
cubre en la base de todas y de cada una
de las llamadas virtudes humanas no es
una operación de la inteligencia, sino
que, como Platón comprendió certera-
mente, es la expresión consciente de un
ser interior del hombre. Tiene su raíz en
una capa profunda del alma en la que
ya no pueden separarse, pues son esen-
cialmente uno y lo mismo, la penetración

del conocimiento y la posesión de Sócrates: "nadie peca


38
lo conocido." voluntariamente" . La culpa está en la
Por ese mismo concepto, el ignorancia en tanto implica y
error y la culpa pueden considerarse una representa una mala orientación
carencia de ciencia o sabiduría, es decir, espiritual.
también una ignorancia; y así puede "Yo no creo que nadie entre los sabios
afirmarse la sentencia característica de admita que alguien incurra en culpas
43
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

por su propia voluntad, ni que de lo que cree que es un mal?"


espontáneamente se haga culpable de (Prot.,358).
acciones feas y malas, pues sabe que Resulta evidente, pues, que la opinión
todos los que llevan a cabo acciones feas acerca del bien y del mal considerada por
y malas las cumplen Sócrates no representa sólo un vicio inte-
sin quererlo." (Prot., 345.) "Nadie que lectual sino también un impulso y una
sepa o crea que hay cosas mejores que las tendencia. La concepción socrática con-
que hace y que están a su alcance, siste en la inseparabilidad de
conocimiento y tendencia, en la unidad de
cuando conoce la posibilidad de otras
inteligencia y voluntad. Sin esa unidad e
mejores sigue haciendo las que hace; y
inseparabilidad no podría darse una
dejarse vencer por sí mismo no puede purificación del espíritu: esa acción
ser sino ignorancia, y llegar a vencerse a implica necesariamente un carácter activo,
si mismo no es sino sabiduría .., Ahora no contemplativo, de la sabiduría.
bien, ¿no decís que la ignorancia es Sabiduría, dice Sócrates, es "vencerse a sí
esto: tener falsa opinión y equivocarse mismo"; ignorancia, en cambio, es ser
en asuntos de gran trascendencia? ¿Y vencido por si mismo", por un sí mismo
decía yo algo distinto al afirmar que inferior que prevalece y triunfa sobre el
nadie por propia voluntad va al superior. Este concepto se halla expresado
encuentro de los males o en palabras casi idénticas en un fragmento
democríteo — 75 de la colección de
38
Esta tesis, según señala JAEGER en Paideia, Mullach, no aceptado por Diels, pero
ed. cit., t. II, pág. 8 2, lleva ya implícita la acorde con otros dos que acepta: B214 y
premisa de que la voluntad se encamina hacia el
bien como hacia su telos y el hecho de que este
B236 — , coincidencia que puede
concepto aparezca no sólo en Platón sino tam - hacernos sospechar algún antecedente
bién en los demás discípulos de Sócrates indica pitagórico. Pero en Sócrates no sólo era
que se trata manifiestamente de un concepto so- teoría sino experiencia vivida, según un
crático. testimonio de su discípulo Fedón, quien
relata que, cuando el fisonomista asirio
Zópyros descubrió en la cara de Sócrates
los rasgos de una sensualidad violenta y
los discípulos protestaron, Sócrates dijo:
"Zópyros vio exactamente, pero yo he
dominado mis deseos"39.
Nada de esto es ética intelectualista,
39
Cf, GOMPERZ , TH., Griechischer Denker; tr.
francesa: París, Alean, pág. 49.

sino reconocimiento de una lucha interior para la ciencia y la virtud— y el yo supe-


entre dos fuerzas opuestas —interiores rior de la temperancia y el autodominio
ambas, por cierto, pero vinculadas la una que es condición no sólo de la inteligencia
a bienes exteriores que no dependen de sino también de la voluntad; visión clara
nosotros, la otra a su propia ley interna—, y conducta sabia, al mismo tiempo e inse-
a saber: el yo inferior de las pasiones y parablemente; autonomía que se sobre-
los deseos irracionales —causa de la ce- pone a toda heteronomía, libertad que se
guera espiritual y de la intemperancia desliga de toda esclavitud espiritual.
que es esclavitud del espíritu y obstáculo "Quien se halla —dice Sócrates en Me-
44
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

mor., IV, III— bajo el dominio de los mejor. Es decir, la visión de la verdad y
placeres sensuales y llega a ser por ellos del bien pueden considerarse no sólo
impotente para hacer lo mejor, ¿crees tú causa sino también consecuencia de la
que está libre?" "No, seguramente." "Y temperancia; la relación que las vincula
los intemperantes, ¿te parece que se en- y unifica es una relación de reciprocidad.
cuentran sólo impedidos de hacer lo mejor De ello deriva también la posibilidad de
o también constreñidos a hacer las cosas que el hombre bueno se convierta en malo
más innobles?... Sirven, entonces, a la por alguna condición patológica:
peor esclavitud." "Así me parece." "¿Y "Así el hombre bueno acaso también
no te parece que la intemperancia aleja podría convertirse en malo, ya sea a causa
a los hombres de la sabiduría, que es el de la edad o del cansancio o de la enfer-
máximo de los bienes, y los arroja a su medad o de otro accidente, pues sólo
opuesto?,.. ¿Qué diferencia hay entre puede ser condición mala ésta: quedar
el intemperante y el animal más incapaz privado de la sabiduría. En cambio, el
de ciencia?.., Sólo los temperantes pue- hombre malo nunca puede convertirse en
den ver lo mejor en cada cosa y distinguir malo pues ya lo es." (Prot., 345.)
las cosas según sus especies y elegir las La maldad puede también constituir
buenas y abstenerse de las malas." un obstáculo en la adquisición de la sabi-
Sólo los temperantes pueden ver lo duría. Al admitir la existencia de dispo-
siciones favorables y desfavorables para
la sabiduría, Sócrates llega alguna vez al
punto de considerar que puede existir una
disposición absolutamente negativa y con-
traria, radicalmente insuperable; por eso
su inspiración misteriosa, su daimon, lo
guía cuando elige a sus discípulos:
"Con algunos mi daimon me impide
conversar; con otros, me lo permite."
(Teet., 151.) "Rechaza a muchos, y éstos
no tendrían ninguna ventaja en conver-
sar conmigo, de manera que tampoco a
mí me resulta posible conversar con ellos;
con muchos no me impide conversar,
pero de la conversación no obtienen
ningún provecho. Aquellos cuya conver-
sación es favorecida por el poder del dai-
mon son los que has observado que en

seguida sacan gran provecho." (Teag., una invencible repulsa instintiva; otra,
129.) neutra, que representa una falta de inte-
He ahí una distinción de tres clases de rés con la cual no puede obtenerse
espíritus en relación con la posibilidad de ningún resultado útil; y, por fin, la
adquirir sabiduría: hay una disposición disposición favorable que significa una
absolutamente negativa que determina atracción espontánea, una simpatía

45
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

recíproca entre maestro y discípulo que la habilidad superior sabe hacer lo malo
constituye una fecunda condición y feo y equivocarse por propia voluntad,
comunicativa. En los tres casos entra mientras que la inferior yerra en contra
siempre en juego un hábito, una de su voluntad... Entonces, quien hace
tendencia del espíritu todo; no se el mal y peca por propia voluntad, ¿será
puede hablar de inteligencia sino en el mejor que quien lo hace sin quererlo?"
sentido de un hábito, unitario y siste- "Sería una enormidad, Sócrates." "Sin
mático, del espíritu íntegro, condición embargo, me parece que resulta de lo que
de la posibilidad misma del ejercicio de dijimos... ¿No reconocimos que cuanto
la actividad intelectiva. más hábil y más sabia es el alma tanto
Por eso también la purificación cum- mejor será y tanto más apta para hacer
plida por la refutación resulta un cambio ambas cosas, el bien y el mal, en cada
en la disposición unitaria de la mente y la acción?... Es propio del hombre bueno,
voluntad. Y Sócrates entonces repudia entonces, hacer el mal por su propia vo-
la separación de mente y voluntad; afir- luntad, y del malo hacerlo contra su
mar esa separación nos lleva a consecuen- voluntad, si es bueno el que tiene el alma
cias absurdas. Tomando como premisa buena ..." "No puedo aceptar esto, Só-
una afirmación de Hipias según la cual crates." "Ni yo concedérmelo a mí mis-
"los embusteros son capaces, inteligentes, mo, Hipias; pero deriva necesariamente
doctos y sabios en las cosas en que enga- del razonamiento que hacíamos." (Hip.
ñan", Sócrates observa: men., 372-5.)
"Tengo vivo interés en examinar el Consecuencia enorme e inadmisible que
problema de que hemos hablado; es deriva de la separación establecida entre
decir, si son mejores los que pecan por inteligencia y voluntad, sabiduría y vir-
propia voluntad o los que pecan en tud, que, por otro lado, se habían identi-
contra de su voluntad... En cada arte ficado mutuamente. La separación surge
o ciencia cuando se las considera habilidades parti-
culares y distinguibles, así, las unas de las
otras; para Sócrates cada una constituye,
en cambio, un hábito unitario, sistemá-
tico, total del espíritu y ha de coincidir
cabalmente, entonces, con las otras. Sólo
de esta manera queda eliminada cualquier
contradicción. De este concepto unitario
de la orientación intelectual y moral del
espíritu deriva también el concepto uni-
tario de la virtud, es decir, la unidad

indivisible y la identidad de todas las vir- "Explícame con claridad si la virtud es


tudes, que constituye al mismo tiempo su algo único y si la justicia, la sabiduría, la
unidad e identidad con la sabiduría. El santidad son partes suyas o si las que he
concepto que desarrollan especialmente nombrado no son sino nombres de una
los estoicos tiene sus antecedentes en Só- misma cosa que es única." "A esto resulta
crates. Pregunta Sócrates en el Protá- fácil contestar, Sócrates, que todas las
goras: que nombras son partes de la virtud, que
46
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

es una sola ..." "¿Y cada una de esas partes ¿hay un solo opuesto y nada más?" "Uno
es distinta de la otra?" "Sí." "¿Y tiene cada solo ..." "Entonces resulta ciencia la jus-
una su función propia, como las partes ticia, así como la sabiduría, el valor y la
de la cara? Pues el ojo no es como el virtud." (Prot., 329 y sigs., 332 y 361.)
oído, ni su función es la misma; ni entre En conclusión, para Sócrates la virtud se
las otras partes hay una igual a otra, ni identifica con la sabiduría en cuanto es
por su función ni por lo demás. ¿Así capacidad de autodominio, no momen-
también las partes de la virtud son mu- tánea u ocasional sino metódica y cons-
tuamente distintas por sí mismas y por tante, hábito unitario del espíritu que se
su papel? ..." "Así es..." "Entonces, ¿la conquista sólo mediante el esfuerzo per-
santidad no es cosa justa, ní la justicia severante y continúo de la inteligencia y
cosa santa ... sino injusta aquélla e impía de la voluntad unidas en un nexo recí-
ésta? ¿Qué vamos a contestar? Por mí proco e inseparable. Por lo tanto, esfor-
cuenta diría que la justicia es santa y la zarse en conseguir la sabiduría significa
santidad justa ,.. Además, ¿hay algo que lo que Sócrates en la Apología declara
llamas locura?" "Sí." "¿Y eso no es de que ha predicado y sigue predicando a
todas maneras lo opuesto a la sabiduría?" cada uno de sus conciudadanos para cum-
"Me parece." "Pero cuando los hombres plir con ellos la misión que le fue confiada
actúan recta y útilmente, ¿te parecen por el Dios, esto es, "tener cuidado y pre-
sabios, al obrar así, o lo contrario?" "Sa- ocupación del alma para hacerla mejor",
bios." "Ahora bien, ¿no son sabios por su intelectual y moralmente, al mismo tiem-
sabiduría?" "Es menester que lo sean." po y por el mismo proceso activo de puri-
"Pero ... para cada uno de los opuestos, ficación y perfeccionamiento.

9. El eudemonismo
socrático: no utilitarismo,
sino ética del amor y del
deber.
En este cuidado del alma para mejo-
rarla consiste el concepto socrático de la
virtud, que, empero, continúa siendo
típicamente griego en cuanto identifica
virtud y felicidad y expresa tal identifi-
cación en la fórmula característica eu
práttein, que significa al mismo tiempo
"obrar bien" y "estar bien". Por ello la
ética socrática ha sido justamente defi-
nida por Zeller como un eudemonismo. del bien como problema de la felicidad.
Su orientación esencial mantiene la ten- Por cierto que esta orientación se trans-
dencia común a toda la ética griega, que mite también a una parte considerable de
siempre, desde los gnómicos hasta los post- la ética cristiana, de modo que, por ejem-
aristotélicos, ha planteado el problema plo, Windelband en su Historia de la

47
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

filosofía pudo decir, aludiendo a San bel = Β 45 Diels), reproducido por


Agustín, que todos los motivos de su pen- Eurípides (fr. 198 Nauck), eco de este
samiento se concentran en el concepto de concepto, dice: "a quien no se cuida de
beatitud o felicidad; pero en la historia dar a su alma algo bello y bueno nunca
de la ética cristiana encontramos también lo llamaré beato, sino que diré que ter-
formas de rigorismo como la moral de mina su vida custodiando bienes ajenos".
Kant, que afirma la oposición y exige la Se anticipa aquí la exigencia socrática
separación, en la conducta misma, entre del cuidado del alma, pero la terminología
la ley del deber y la de la felicidad, cuya utilizada, que pertenece al lenguaje esca-
conciliación considera posible sólo en el tológico, demuestra que la beatitud en
postulado de una vida ultraterrena del al- que piensan los órfico-pitagóricos (y los
ma inmortal. La ética griega, en cambio, escritores que hacen eco a sus ideas, como
no conoce un rigorismo de ese tipo; aun Epicarmo) se refiere místicamente a la
cuando con los cínicos repudia enérgica- vida futura. En Sócrates hay también,
mente el placer, por considerarlo escla- como veremos, un eco de esa preocupación
vización del alma, y reivindica la libertad escatológíca que subsiste luego en Platón,
espiritual, hace consistir precisamente en pero también se da, y de manera predo-
ella la felicidad y el estado divino del minante, una aplicación a la vida presente
sabio. que luego, a través de Aristóteles, llegaría
A la mencionada tradición pertenece a ser exclusiva de los postaristotélicos,
la misma concepción mística de los órfi- quienes prosiguen afirmando que el sabio
cos y de los pitagóricos, con la que Sócra- (es decir, el perfecto virtuoso) está col-
tes tiene vínculos innegables. En ella, mado de felicidad y de satisfacción inte-
quien por su alma alcanza la condición rior y exento de toda turbación: "Vivirás
perfecta y santa se llama "beato" o "bien- como un Dios entre los hombres —dice
aventurado" (makarios, olbios); y un Epicuro al referirse en su Carta a Mene-
fragmento de Epicarmo (fr. 297 Kai- ceo a la condición del sabio— pues en
nada se parece a un ser que vive una vida
mortal el hombre que vive entre los bie-
nes inmortales" de la sabiduría.
Sócrates afirma que esa condición de
eupraxía es propia de su vida toda, en
tanto se esfuerza en realizar la exigencia
de la virtud: "¿No sabes —dice, Memor.,
IV, VIII —que a nadie concederé la gloria
de haber vivido mejor ni con mayor ale-
gría que yo? Pues a mi parecer viven de

manera óptima quienes de la mejor ma- produce, según Sócrates, un acercamiento


nera se esfuerzan en transformarse en al estado divino: el sabio crea en sí mismo
óptimos, y con alegría suma quienes tienen una fuente de satisfacción espiritual in-
más vivo el sentimiento de estar transfor- dependiente del exterior, y así alcanza un
mándose continuamente en mejores". estado de beatitud. "El hombre que ha
Al procurar la purificación y el per- puesto en sí mismo cuanto conduce a la
feccionamiento del alma, la sabiduría felicidad o aproxima a ella, y no queda
48
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

ligado a la condición de los demás, por En otra oportunidad Sócrates parece


cuyas buenas o malas vicisitudes pueda admitir alguna influencia de la sabiduría
fluctuar también la suya, ése se ha pre- en el curso de la suerte, pero cuando hay
parado la mejor vida, ése es sabio, ése es sabiduría lo que tiene importancia y
valeroso y prudente." (Menex. t 248.) valor no es la suerte sino obrar bien.
Su condición de autonomía es radical- "La sabiduría determina en cada caso la
mente opuesta a la suerte feliz, que a buena suerte de los hombres pues al poseer
Sócrates le parece indigna del hombre sabiduría nadie puede equivocarse sino
porque significa una dependencia total que necesariamente hace bien y tiene
con respecto a las cosas exteriores sin que buen éxito; si no, no sería sabiduría.
en ella intervenga la voluntad. Cuando hay sabiduría, quien la posee no
"Una vez, al preguntársele cuál le pa- necesita de la suerte. En el uso de la ri-
recía la mejor tarea para el hombre, queza, de la salud, de la belleza, ¿quién
Sócrates contestó: vivir bien. Al seguir guía y encamina la acción a su justo em-
preguntándosele si también la suerte le pleo: la ciencia u otra cosa? Entonces la
parecía un papel para el hombre, con- ciencia prepara para los hombres, en toda
testó: «La suerte y la acción me parecen posesión y acción, no sólo la buena suerte
cosas opuestas, pues llamo suerte a hallar sino también el obrar bien." (Eutid., 280
una cosa útil sin buscarla; llamo en cam- y sig.)
bio vivir bien a alcanzar su fin por medio Aquí se admite que la sabiduría y la
del estudio y del ejercicio; y me parece ciencia, con las que se identifica la virtud,
que quienes se dedican a ello viven bien»." producen, como efectos paralelos, tanto
(Memor., III, IX) la buena suerte, eutukhéin, como la buena
conducta, eu práttein, mientras que en
el pasaje de Jenofonte antes citado se
establece una oposición entre ellas. La
diferencia estriba en el hecho de que en
las Memorables se considera el plantea-
miento del fin que el hombre se propone
—y en este aspecto hay antítesis entre
preocuparse por el éxito, que no depende
de nosotros, o por el cumplimiento del de-
ber, que está totalmente en poder de nos-
otros—; en el Eutidemo se habla, en cam-
bio, de las consecuencias que derivan de
la sabiduría y que son al mismo tiempo, la
virtud y el éxito. Pero estos resultados sólo

pueden lograrse simultáneamente si el fin facción interior que proporciona la pro-


es sólo obrar bien pues, de lo contrario, si pia conducta virtuosa.
el fin que uno se propone es la obtención He aquí, en esta distinción entre la
del éxito, eso impide obrar bien. Y enton- buena suerte, eutukhia, eutukhéin, y el
ces no se logra ni siquiera el verdadero obrar bien, eupraxía, eupragía, eu prat-
buen éxito, que sólo consiste en la satis- tein, un punto de capital importancia para

49
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

la comprensión de la moral socrática. Los cia de las condiciones exteriores y de las


historiadores que han interpretado como consecuencias de cada acción; es decir,
utilitarismo la ética de Sócrates tienen siempre tiene que centrar en el mundo
que identificar los dos fines opuestos y exterior su criterio de bien obrar y la
reducir el papel de la ciencia, en el sistema fuente del bienestar, eu práttein, en vez
socrático, al de un simple instrumento de preocuparse por la intimidad de su
para conseguir beneficios y bienestar ma- alma. Es preciso, sin duda, no descuidar
teriales. Quien posee y emplea la ciencia es, el hecho de que Sócrates bosqueja una
en cambio, el sabio, cuya característica orientación parecida en el extenso pasaje
reside para Sócrates en el hecho de que ha del Protágoras, 351-358, donde se desa-
"colocado en sí mismo cuanto lleva a la rrolla todo un sistema utilitario en el que
felicidad o aproxima" a ella, es decir, se comparan unos placeres con otros y
tiene una autonomía que lo libera de toda Sócrates elige los mayores y más numero-
dependencia respecto a las cosas exterio- sos, se comparan unos dolores con otros
res y le confiere la posibilidad —según y prefiere los menos numerosos y más
expresiones del propio Sócrates— de "vi- pequeños, y por fin, al comparar placeres
vir de manera óptima y con suma alegría con dolores, se resuelve por la acción
al esforzarse en llegar a ser óptimo y al cuando en las consecuencias de ésta el
sentirse en continua superación". placer supera al dolor o los placeres leja-
Ahora bien, el utilitarismo tiene una nos a los cercanos —o viceversa—, y por
característica cabalmente opuesta a la la abstención cuando el dolor supera al
autonomía y a la radicación en el interior placer.
del alma de la fuente de la felicidad, En este pasaje del Protágoras se ha
porque en la búsqueda de lo útil el hom- fundado, especialmente, la interpretación
bre debe reconocer siempre su dependen- según la cual la ética socrática es utilita-
ria. Pero al deducir tal conclusión no se
ha tenido en cuenta que en ese pasaje la
discusión no está encaminada a la defini-
ción de los conceptos del bien y de la
virtud, sino a la demostración, contra
Protágoras, de la unidad de las virtudes
reducidas todas a ciencia, y que Sócrates,
para llevar al adversario a esa conclusión,
se coloca en el terreno de éste. Vale decir,
acepta como punto de partida el con-
cepto que del bien tiene la mayoría de los
hombres, y tenía especialmente el propio

Protágoras, sostenedor de un pragma- y la sabiduría y sólo admitía que la edu-


tismo que negaba toda valoración teórica cación puede cambiar una tendencia da-
relativa a la verdad de las opiniones y sólo ñina por otra útil, no persuadiendo a la
admitía una valoración práctica relativa inteligencia mediante una demostración
a su utilidad; negaba la distinción entre racional de la verdad, sino modificando el
lo falso y lo verdadero, entre la ignorancia hábito por medio de una influencia ejer-

50
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

cida en las disposiciones irracionales de la demostraba que el afán por los placeres
voluntad. Sócrates, al contrario, quiere destruye su mismo goce, en tanto que sólo
demostrar que, aun partiendo únicamente la superación o independencia espiritual
de la distinción entre lo más útil y lo me- ante ellos permite disfrutarlos cuando se
nos útil, debe reconocerse que la palabra presentan. Exigencia de autonomía que
decisiva corresponde al conocimiento ra- pudo, sin embargo, afirmarse también en
cional de la verdad, a la ciencia, que es el hedonismo de Aristipo mediante la fór-
siempre la que domina y reina y no se deja. mula: "domino, no estoy dominado".
arrastrar servilmente en todas direcciones Pero al vincularla al hedonismo, convir-
por los impulsos. tiéndola en goce no ocasional sino siste-
Colocándose en el punto de vista de su matizado, Aristipo descuidaba lo que era
adversario, Sócrates podía refutarlo con más esencial en la enseñanza socrática,
mayor eficacia, pero la refutación del esto es, que el afán por los placeres resulta
adversario —observaba ya A. Fouillée en para el espíritu una esclavitud, la peor de
La philosophie de Socrate, tomo I, pág. las esclavitudes, que lo aleja del mayor de
263— no es la exposición de una doctrina los bienes (la sabiduría) y lo arroja hacía
personal. El utilitarismo, que convierte al su opuesto llevándolo a elegir el mal en
hombre en esclavo de los bienes exteriores, lugar del bien.
está en franca oposición a la exigencia Esta convicción se halla cabalmente
socrática de autonomía, que coloca en el expresada por Sócrates en la mencionada
dominio absoluto del hombre —es decir, disputa con Eutidemo (Memor., IV, v):
en el interior de su alma— la verdadera "¿Crees que la libertad es para el hombre,
fuente de su felicidad. Sócrates, en la no menos que para la ciudad, una cosa
discusión con Eutidemo que nos ha con- bella y sublime?" "La más bella y sublime,
servado Jenofonte (Memor·, IV, v, 9), sin duda." "Ahora bien, ¿consideras libre
a quien está dominado e incapacitado pa-
ra hacer lo mejor?" "No, en absoluto."
"¿Y te parece que los intemperantes sólo
están impedidos para hacer las cosas me-
jores o forzados, inclusive, a hacer las más
innobles?" "No menos forzados a éstas
que impedidos para aquéllas" "¿Y qué
clase de amos te parece que son aquellos
que impiden hacer lo mejor y fuerzan a
lo peor?" "Los de peor especie posible."
"¿Y cuál crees que es la peor esclavitud?"
"La que se sufre bajo los peores amos."

"Entonces los intemperantes sirven a la me j o r ? . . . "


peor de las esclavitudes." "Así me pare- Cierto es que Sócrates habla aquí de la
ce." "¿Y no te parece que, al alejar a los intemperancia más bien que del hedonis-
hombres de la sabiduría, la intemperancia mo o utilitarismo, pero hay que recordar
los empuja a lo contrario... y los aturde la definición que de éstos aparece en el
y los lleva a elegir lo peor a cambio de lo Fedón, 68e: "Temperancia por intempe-

51
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

rancia". Es intemperancia convertir en utilitarismo en la otra disputa —referida


finalidad de nuestra conducta el goce por Jenofonte, Memor., I, vi— con el
que es lícito disfrutar cuando se nos sofista Antifonte, quien le reprochaba su
ofrece sin que lo busquemos o nos preo- vida de miseria, despreocupada de todo
cupemos por él; pero convertirlo en afán de placer y utilidad y caracterizada
anhelo esencial, en inspiración y guía de por el descuido de toda especie de como-
nuestras acciones significa esclavizar el didad en el comer, en el vestir, en el ga-
alma a bienes exteriores, o sea, entraña nar dinero, etc., y lo definía "verdadero
pérdida de la libertad espiritual. Y en el maestro de la infelicidad" (kakodaimo-
diálogo con Eutidemo, Sócrates demues- nías didáskalos).
tra que el continuo afán de placeres (ins- Lo cual habría sido una extraña ma-
pirador del hedonismo y del utilitarismo) nera de practicar el utilitarismo por parte
destruye su mismo goce, retenido en de Sócrates, quien, sin embargo, se esfor-
cambio por el espíritu libre de toda preo- zaba en traducir en la vida y en la acción
cupación utilitaria, que por ello puede diarias sus convicciones teóricas. Pero su
gustar con serenidad el placer cuando menosprecio por la utilidad también está
éste se le ofrece ocasionalmente y sin expresado en la Apología platónica, don-
haberlo buscado. Ejemplo de tal condición de, en testimonio del absoluto desinterés
era el mismo Sócrates, que no era enemigo con que practicaba su misión, alude rei-
de los placeres como Antístenes y los cíni- teradas veces a su pobreza, que todos
cos, pero veía en la avidez de ellos la per- conocían: "Yo vivo en pobreza infinita
dida de la libertad espiritual, es decir, del más por servir al Dios". (Apol., 23 b; cf. 31 b
elevado de los bienes. y passim.)
Aún más claramente surge la oposición Ahora bien, al confirmar la despreo-
entre su ética y cualquier hedonismo o cupación por los placeres, las comodidades
y la utilidad que Antifonte le reprochaba,
Sócrates levanta, frente a los afanes de
accionistas y utilitarios, su ideal del bien
como purificación y perfeccionamiento
del propio espíritu y del ajeno: ideal áni-
mador de la misión que le había confiado
el Dios, por servir al cual vivir en infinita
pobreza no le resultaba miseria sino bea-
titud divina, infinitamente superior a
cualquier felicidad humana.
"Si no soy esclavo del vientre, del sueño,
de la lujuria, ¿qué causa primera crees

que tenga sino que conozco otros fuente crees que procede un gusto tan
placeres más suaves que aquéllos, que grande como el que deriva de sentir que
me alegran no solamente por la se llega a ser mejor y de contribuir al
satisfacción presente, sino también por mejoramiento de los amigos? ... Pues
la esperanza que me ofrecen de un bien, ése es el pensamiento que llena toda
beneficio perpetuo? ... ¿De qué otra mi vida... Tú pones tu felicidad en las

52
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

delicias y en el lujo; yo, en cambio, tual propia del hombre bueno en la vida
pienso que no tener necesidad es cosa presente.
divina, y el tener las menores posibles lo Así, la misión de purificar y educar a
que más se acerca a lo divino. Ahora los espíritus, de que habla la Apología
bien, lo divino es lo óptimo, y lo que platónica, es divina para Sócrates no sólo
más se acerca a lo divino, más se acerca en tanto él mismo cumple una orden del
a lo óptimo." (Memor., I, vi.) Dios y vive a su servicio, sino también
No se puede expresar más clara y vigo- porque eleva el alma cada vez más al
rosamente la antítesis entre el estado divino de perfección y beatitud
hedonismo utilitario y la moral interior que después de la muerte habrá
socrática: la renuncia a toda utilidad, de convertirse en beneficio perpetuo. Por
que a Antifonte le parecía miseria, el hondo soplo de misticismo que alienta
constituye para Sócrates una en las palabras de Sócrates, toda su acti-
participación en la beatitud divina, que vidad de maestro y refutador de errores
llena toda su vida por la conciencia de se presenta como una misión sagrada de
convertirse continuamente en mejor a sí purificación y salvación de los espíritus,
mismo y en convertir a cada uno de sus verdadera misión de descenso al infierno
amigos, mediante la purificación espiri- (katábasis eis haidou, según la fórmula
tual. Esta purificación le otorga no órfico-pitagórica) para liberar a las
sólo la satisfacción actual inmediata, almas.
sino también la esperanza de un Esta misión desinteresada es todo un
beneficio perpetuo: clara alusión a la ejercicio continuo de amor, única ciencia
vida futura, eterna y divina, en cuya que Sócrates se jacta de poseer, según el
afirmación el misticismo de Sócrates seudoplatónico Teages, mientras procla-
corona su eudemonismo aceptando la ma, en cambio, su ignorancia en cualquier
confiada esperanza de los órficos y otro dominio: "De todas estas felices y
encarándola como perpetuación de la bellas ciencias nada sé a pesar de que
íntima satisfacción espiri- querría [saber]; pero siempre digo que me
encuentro, por así decir, con que no sé
sino una pequeña ciencia, la del amor.
Pero en ésta puedo jactarme de tener más
profundidad que todos los hombres que
me han precedido y que los de nuestro
tiempo." (Teag., 128.)
El amor, que se manifiesta en la
actividad que mejora a los demás y que
desempeña un gran papel en esta misión
sagrada,

no halla su inspiración y fuente en el pensación, pero Sócrates les reconoce un


interés o esperanza de recompensa o retri- valor intrínseco aun cuando encuentren
bución: tiene valor en sí mismo y por sí la más completa ingratitud.
mismo. Sin duda, el hombre común busca "Si quisieras persuadir a un amigo de
en sus manifestaciones de amor una com- que tuviera cuidado de tus cosas —pre-

53
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

gunta Sócrates a Querécrates—, ¿qué ha- previsión de un castigo exterior porque


rías?" "Primero cuidaría de las suyas." encuentran su mayor castigo en sí mismos.
"¿Y si quisieras que te aceptase como También por eso Sócrates los condena.
huésped?" "Lo aceptaría yo primero." La definición de justicia difundida entre
"Empieza entonces a obrar para tornar los griegos —hacer beneficios al amigo y
bueno a ese hombre." "¿Y si por nada se perjuicios a los enemigos— le parece
convirtiese en mejor, a pesar de obrar yo digna de repudio porque quien recibe
así?" "¿Y qué otro peligro corres sino perjuicio se vuelve peor en lo que se refiere
mostrar que tú eres hombre bueno y a la virtud propia del hombre, la justicia,
amoroso con tu hermano, y él, en cambio, lo cual para Sócrates resulta algo malo,
malo e indigno de los beneficios?" (Me- no porque tenga en cuenta el peligro de
mor., II, III ) que el ofendido quiera tomarse venganza,
La bondad, pues, no necesita premio sino porque empeorar y transformar en
o remuneración sino que es premio y re- injustos a los otros hombres es indigno del
muneración para sí misma en cuanto hombre justo y bueno: es obra de la mal-
conciencia del cumplimiento del propio dad, no de la virtud. Esta concepción,
deber. Así, la felicidad del hombre bueno que encontramos expresada por Platón en
y generoso no nace de las consecuencias La república, I, 335, puede considerarse
útiles o desventajosas que puedan derivar genuinamente socrática por el hecho de
de su virtud, sino del ejercicio mismo de que, además de concordar de un modo
la virtud, esto es, de la elevación espiri- perfecto con la exigencia de amor afir-
tual y satisfacción íntima que lo acom- mada por Sócrates en el diálogo con
pañan. La injusticia y la acción malvada, Querécrates, responde enteramente al
el odio y el espíritu de venganza se acom- concepto que de su misión tenía: hacer
pañan e identifican, en cambio, con una mejores a los demás. Por lo tanto, toda
perturbación interior que constituye la acción que vuelva peor a cualquiera (ami-
infelicidad; no necesitan, por lo tanto, la go o enemigo) representa para Sócrates
lo opuesto a su misión y a su servicio di-
vino, es decir, un mal.
Y el Critón agrega que cada obra mala
empeora no sólo a quien la padece, sino
también al que la realiza, es decir, equi-
vale a un perjuicio que ocasiona a su pro-
pio espíritu,
"Entonces, no hay que cometer injus-
ticia, de ningún modo." "No." "Ni tam-
poco quien recibió injusticia puede, como

cree la gente, devolverla a su vez, pues justo devolver daño por daño, o no?"
nunca se debe cometer injusticia, de nin- "No, seguramente." "Pues hacer daño no
guna manera." "Evidentemente." "¿Y es es cosa diferente que cometer injusticia."

54
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

"Cierto." "Entonces, no se debe devolver ya citado, de que nunca debe devolverse


a nadie injusticia por injusticia, daño por injusticia por injusticia, era genuina-
daño, cualquiera sea la injuria que se haya mente socrática, y Sócrates ha dejado de
recibido." "No." "Mira, Critón ... Yo sé ella el testimonio más elocuente con su
que quienes piensan esto son y serán po- negativa a salvarse, mediante la fuga, de
cos ... Pero por mi cuenta pienso esto la muerte a que había sido condenado. El
desde hace mucho tiempo y esto pienso reproche que imagina dirigido por las
aún ahora." (Crit., 49.) leyes al condenado que intenta sustraerse
Sabido es que este diálogo tiene lugar a su pena —vale decir, que viola el pacto
en la cárcel donde Sócrates está esperando tácitamente establecido entre cada ciuda-
la ejecución de su injusta condena a muer- dano y la ley (teoría del cuasicontrato)
te, a la que se niega a sustraerse mediante y recurre a la violencia, que no es cosa
la fuga, reafirmando sin vacilar su cons- santa, Crit., 51 y sigs,— encuadra en la
tante convicción ética. Atenerse a ella en antedicha teoría expresada por Sócrates
esa circunstancia significa sacrificar su (Crit., 48 y sigs.): lo que importa no es
vida con el fin de no violar las leyes de vivir, sino vivir bien y, por ello, hacerse
la patria, esto es, nο devolver injusticia culpable de injusticia es peor que la
por injusticia. De semejante pecado qui- muerte.
zás podrían absolverlo los demás hom-
bres, pero no el tribunal interior de su 10. El alma y su
conciencia, superior a cualquier otro.
Por lo tanto, no se puede considerar inmortalidad. La inspira-
con Zeller (IIa, 127) que es absoluta- ción religiosa de Sócrates.
mente extraña a Sócrates la doctrina
expresada en su nombre en el Gorgias, La serenidad con que Sócrates enfrenta
468 y sigs., cuando declara que el vicio la muerte se explica enteramente por su
del alma es el peor de todos los males y espíritu religioso y por su concepto de la
que no es vergüenza ser objeto de injus- vida encarada como camino de purifica-
ticia, sino cometerla, y además que es ción del alma, que, por lo tanto, puede
preferible ser objeto de ella a cometerla. entenderse sólo como preparación y trán-
La condición expresada en el Critón, 49, sito hacia otra vida ulterior, inmortal y
eterna de acuerdo con la naturaleza divi-
na atribuida al alma. Estas concepciones
vinculan a Sócrates a los órfico-pítagó-
ricos ex discípulos de Filolao, que se con-
vierten en discípulos suyos y, asimismo,
resultan confirmadas como socráticas por
los testimonios de Jenofonte, en las decla-
raciones que nos refiere de su maestro: llega por sugestión de su maestro a expre-
"Ciertamente el alma del hombre parti- sar una idea que responde al misticismo
cipa, más que cualquier otra cosa humana, dominante en todo el Fedón platónico:
de lo divino" (Memor., IV, III ); "lo que "Nunca pude persuadirme de que el
el hombre tiene de más grande y mejor, alma viva mientras se halla en un cuerpo
el alma, infundiósela el Dios". (Ib., I, II.) mortal y muera al separarse de él pues
Y el mismo Jenofonte en la Ciropedia veo, en cambio, que los cuerpos mortales
55
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

tienen vida durante el tiempo que el alma Sin embargo, la tesis de Burnet y de
está en ellos. Ni de que el alma pueda que- Taylor —quienes, entre otras teorías tra-
dar privada del intelecto cuando se ha dicionalmente consideradas platónicas, han
separado del cuerpo, que no tiene inte- querido atribuir a Sócrates también la de
lecto; tampoco de esto pude nunca per- la inmortalidad del alma desarrollada en
suadirme, al contrario, la razón exige que el Fedón— no ha contado con la adhe-
el espíritu, sincero y puro, sea más inte- sión de los historiadores, quienes, en su
lectual que nunca cuando se ha separado gran mayoría, han formulado sus reser-
[del cuerpo]." (Cirop., VIII, VII .) vas y sus hondas dudas al respecto. La
En plena coherencia con tal persuasión opinión más imparcial y prudente parece
se halla aquella "esperanza de un beneficio ser la expresada por Jaeger, en Paideia,
perpetuo", que, según declaración de Só- II, pág. 48, cuando dice que “la posición
crates en las Memorables, I, VI, constituye socrática ante el problema de la perdu-
para él un motivo de alegría y un impulso ración del alma aparece seguramente bien
en ese esfuerzo constante de perfeccio- definida en la Apología, donde, en pre-
namiento que se le presenta por encima sencia de la muerte, no se nos dice cuál
de la satisfacción actual que la conciencia será su suerte después de ésta. Esta posi-
del deber cumplido proporciona. Todos ción cuadra mejor con el espíritu crítica-
estos testimonios de Jenofonte coinciden, mente sobrio y ajeno al dogmatismo de
por lo tanto, en atribuir a Sócrates una Sócrates que las pruebas de la inmortali-
creencia en la inmortalidad del alma que dad mantenidas en el Fedón”. Análoga-
se asocia de manera necesaria a la afirma- mente remite a la Apología P. M. Schuhl
ción de su naturaleza divina. (40), quien escribe: "La noción de
inmortalidad —punto importante— sólo
parece desempeñar aquí un papel
secundario: tenerle miedo a la muerte,
dice Sócrates en la Apología, significa
imaginar que sabemos lo que no sabemos,
pues acerca de ella lo ignoramos todo, y
tampoco sabemos si no es un gran bien
para nosotros. O es una desaparición de la
conciencia, un sueño sin ensueños que
nada tiene de pavoroso, o bien —y aquí
Sócrates recuerda los relatos de Homero
y acaso los de los órficos— un viaje del
alma que emigra al
40
L'oeuvre de Platón, París, Hachette, 1954;
pág. 56.

país de los muertos, y entonces, ¡qué los grandes hombres de antaño!"


alegría poder continuar su encuesta entre Sin embargo, Schuhl recuerda aquí el
56
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

fino examen del problema efectuado por su restricción: "si es verdad" lo que la tra-
E. de Strycker41, que hace muy probable dición nos cuenta. No obstante ello, sus
una interpretación más positiva de la acti- dudas se refieren a las concepciones esca-
tud de Sócrates en la Apología. Al final tológicas de los mitos y no tocan un punto
de ésta, Sócrates quiere demostrar a la que Sócrates afirma dogmáticamente co-
minoría de los jueces que votó en favor mo verdad indudable: "Hay una cosa que
de su absolución que no se le debe tener vosotros también debéis pensar que es
miedo a la muerte, y emplea con ellos (se- verdadera; al hombre de bien no le sucede
gún la justa observación de Burnet) una nada malo ni en la vida ni después de la
argumentación adecuada a su compren- muerte porque los dioses no se desintere-
sión. O bien la muerte es un anonada- san por su destino". Estas palabras se
miento de la conciencia y no hay nada repiten en forma casi idéntica en La re-
que temer, o es un paso a otra vida, según pública, X, 613a-b; allí aluden a la de-
las tradiciones transmitidas por poetas mostración de la inmortalidad del alma y
como Homero, o por creencias religiosas a la descripción de la beatitud del alma
como las eleusinas y las órficas. Entre las justa; y, entre la Apología y La república
dos hipótesis, Sócrates muestra una evi- (y el Fedón), la afirmación de la inmor-
dente preferencia por la segunda y la talidad y de la vida futura se repite en el
aplica a su caso personal, recordando que Critón, en el Menón y en el Gorgias,
en el Hades hay verdaderos jueces que mostrando la continuidad del pensamiento
rectificarán la injusticia por él padecida platónico al respecto. El párrafo de la
ante el tribunal de los hombres; por otra Apología debe interpretarse, por lo tanto,
parte, allí tendrá la gran ventaja de ser en el mismo sentido que con toda eviden-
inmortal, athánatos, y de encontrarse con cia tiene en La república., X, 613 a-b, vale
las grandes sombras de los héroes y de los decir, como afirmación de una certeza de
sabios, con quienes será una inmensa ale- inmortalidad que permanece inconmovi-
gría continuar sus conversaciones y dis- ble a pesar de la incertidumbre de todos
cusiones. Pero acerca de estas represen- los mitos escatológicos: esto es lo único
taciones concretas Sócrates no abandona que debemos considerar verdadero (hén
su prudente reserva, que podría consi- ti tonto dianoéisthai alethés).
derarse casi escéptica, y repite tres veces A estas observaciones de De Strycker
41
"Socrate et I'au-dela, d'aprés l'Apologie pía- pueden agregarse algunas complementa-
tonicienne", en Les etudes classiques, 1950. rias. La inmortalidad parece inseparable
de la naturaleza divina que Sócrates atri-
buía al alma, al considerarla —según dice
Jaeger, op. cit., pág 44 y sigs.— "lo que
hay de divino en el hombre, por lo cual

siempre hablaba de "cuidado del alma" modo que Sócrates vincula la existencia
y de "servicio del Dios", con frases que de ellas en el hombre a la de una mente
"nos suenan a cristianismo". Además, divina universal, y precisamente reprocha
tampoco hay que olvidar que para Só- a Anaxágoras que no la haya explicado
crates el alma y la inteligencia del hom- de manera finalista, como providencia.
bre son lo que ya eran para Epicarmo y Esta relación se advierte también en los
para Anaxágoras: "Dios en nosotros", de testimonios de Jenofonte, según los cua-

57
RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

les la convicción de la naturaleza divina a la inteligencia divina y a su finalidad


del alma estaba vinculada, en Sócrates, a providencial. En todo esto nos encontra-
la otra: la existencia del alma y de la inte- mos con una honda religiosidad demos-
ligencia en el hombre prueban la existen- trada en la vida toda y en todo el magis-
cia del alma y de la inteligencia univer- terio de Sócrates, pues precisamente en esa
sales, es decir, de Dios (Memor., I, IV). religiosidad hallan perfecta explicación,
Según Sócrates, Dios, que es invisible por en tanto que, si se prescinde de esta clave,
sí mismo, resulta cognoscible al hombre permanecen cerradas a toda comprensión
por el testimonio interior de su alma y adecuada. En el marco de estas creencias
de su inteligencia y, además, por el tes- el cumplimiento de la misión sagrada que,
timonio exterior del orden del mundo según Sócrates, le había sido confiada por
(Memor., IV, III ) y de la finalidad que el Dios, resulta un verdadero apostolado
domina en todas las cosas y, especialmente, que no se comprende en la plenitud de
en la vida que parece obra de la pro- su significado si sólo se contempla su as-
videncia (ib., I, IV ). La teología de Pla- pecto negativo —la refutación y la du-
tón y Aristóteles, con sus pruebas de la da— y que únicamente puede compren-
existencia de Dios, queda así anticipada. derse si se le agrega la fase positiva, esto
Hacia la misma interpretación de la es, la orientación espiritual que ofrecía a
teología de Sócrates también nos orienta sus discípulos al sugerirles continuamen-
su recordado reproche a Anaxágoras te que debían preocuparse por su alma
(Fed., 97 b), por cuanto éste, para explicar para mejorarla.
la generación del orden cósmico, recurría Exigencia de purificación, de libera-
a causas mecánicas más bien que ción y de elevación espiritual que tenía
sus raíces en la idea de la naturaleza di-
vina del alma y de su destino en una vida
futura inmortal.
En su elogio a Sócrates (Banq., 215 y
sigs.) decía Alcibíades: "Yo digo que se
asemeja a esos silenos que vemos expues-
tos en los talleres de los escultores...
cuando se los abre, muestran en su inte-
rior imágenes de los dioses... Nadie lo
conoce de veras... Parece pasarse toda
la vida mofándose de la gente y haciendo
burlas. Pero cuando se pone serio y se
abre, yo no sé si otros habrán visto las
bellezas que guarda en su interior, pero

yo sí las he visto: me parecieron tan di- La imagen divina que Alcibíades


vinas, áureas, seductoras y maravillosas había descubierto en el interior de
que creo que es imposible resistir a Sócrates era su religiosidad mística, que
cuanto Sócrates manda". irradiaba luz y calor a toda su vida, su

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

acción y su pensamiento. tes empieza durante su vida, pero se in-


tensifica después de su muerte. Toda la
11. La influencia histórica y filosofía griega posterior está dominada
por su influjo; sus discípulos ocupan con
la perennidad de Sócrates. sus escuelas la época inmediatamente sub-
siguiente: Antístenes, con la escuela cí-
Aun entre los grandes filósofos que nica; Aristipo, con la cirenaica; Euclides,
confiaron a celebradas obras escritas la con la megárica; Fedón y Menexeno, con
transmisión de su pensamiento a la poste- la eleo-erétrica y, por sobre todos ellos
ridad hay muy pocos cuya influencia y otros más, Platón, con la Academia; de
histórica haya superado o igualado la de ésta surge Aristóteles, creador de la es-
Sócrates, que no dejó nada escrito. Orte- cuela peripatética; luego, por intermedio
ga y Gasset llegó a declarar que Sócrates de estas dos grandes escuelas, la tradición
encierra en sí la clave de la historia euro- socrática se perpetúa en los siglos, en
pea, clave sin la cual nuestro pasado y tanto que, entre los postaristotélicos, los
nuestro presente son un jeroglífico inin- estoicos recogen la herencia esencial de
teligible; y H. Maier afirmó que para los cínicos, Epícuro parcialmente la de
entender la esencia íntima de la civiliza- los cirenaicos, y los neoacadémicos Arque-
ción moral moderna debemos, indudable- silao y Carnéades proclaman la exigencia
mente, remontarnos a dos personalidades: de un retorno a Sócrates.
Sócrates y Jesús (42). Cierto es que las escuelas socráticas se
La expansión de la influencia de Sócra- orientan en direcciones distintas y en
42
Véanse las páginas de ORTEGA Y GASSET so-
parte opuestas, pero todas proceden de la
bre Sócrates en su libro España y Europa, y las de H, concepción socrática de la filosofía como
MAIER en Sokrates, sein Werk und seine camino de vida y de su preocupación,
Geschichtliche Stellung, Tubinga, 1913. A las tanto por el ideal del sabio —ideal concre-
líneas citadas remite P. Rossi en Per una storia
della storiografía socrática, Milán, 1951 pág. 86 tado en la autoconciencia y en el auto-
(en la colección Problemí di storiografia filoso- dominio espiritual— como por un conoci-
fica). miento de la verdad vinculado al ejerci-
cio de la virtud y del bien. La exigencia
de autodominio no inspira sólo el repudio
cínico de los bienes exteriores, del placer
y de las pasiones, sino también la refinada
aceptación cirenaica del placer, reflejada
en el lema: "domino, no estoy domina-
do"; la unificación de las dos aspiracio-
nes a la verdad y al bien se expresa, en

los megarenses, en la identificación del la doctrina ontológica del idealismo—, es


concepto socrático del bien y el eléata de el sol que da vida y luz a todo el mundo
lo Uno; la idea del Bien, en el sistema ideal; la religiosidad de Sócrates se acen-
platónico —donde la socrática exigencia túa en el misticismo de Platón y en el de
gnoseológica de lo universal se traduce en los neoplatónicos; y el finalismo socráti-
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

co se convierte en inspiración esencial de


los sistemas platónico y aristotélico y pa- tir de ese momento Sócrates se convierte
sa, a través de ellos y de Cicerón, a la teo- para el mundo culto en apóstol de las
logía cristiana. exigencias de libertad moral y de ilus-
Magalhaes Vilhena nos recuerda (43) tración intelectual, en modelo y guía de
que, entre los padres de la Iglesia, San una nueva humanidad que quiere conci-
Justino y San Agustín consideran a liar el cristianismo con los ideales heléni-
Sócrates un precursor y mártir cos; y la idealización de su figura se per-
precristiano, y de allí parte la tradición petúa desde los humanistas hasta los ilu-
que lo convierte en modelo de anima ministas franceses y alemanes del siglo
naturaliter christiana. Esta tradición sin XVIII, los pietistas y los románticos (46).
duda sufre un eclipse en la Edad El historicismo del siglo XIX, a partir de
Media, cuando, como dice Jaeger (44): He-gel, sustituye estas exaltaciones del
"Sócrates no pasa de ser un nombre papel moral de la personalidad de
famoso transmitido a la posteridad por Sócrates por el esfuerzo de determinar
Aristóteles y Cicerón", y sólo es recor- históricamente su posición en el
dado como tal por Santo Tomás; pero en desarrollo del espíritu helénico; pero este
el Renacimiento y en la reacción antiaris- mismo intento significa una valoración de
totélica ese nombre adquiere nuevo res- su importancia en la historia de la
plandor; Erasmo lo incluye entre sus san- filosofía occidental y en el desarrollo del
tos y, con escándalo de Lutero, reza: espíritu universal. Importancia esencial,
"Sánete Socrate, ora pro nobis" 45. A par- según Hegel, quien ve en Sócrates el
momento en que el espíritu humano trata
43
Socrate et la légende platonicienne, pág. 46 de extraer de su subjetividad tanto el fin
y sigs. de sus acciones como el del universo, y de
44
JAEGER, W., Paideía, ed. cit., t. II pág. 13, llegar por propia virtud a la verdad, si
45
MARCEL, R. "«Saint Socrate» patrón de l'hu- bien no logra aún realizar tal aspiración,
manisme", en Revue iníernationale de
philosophie, 1951.
que sólo se cumple en la objetividad del
estado platónico (47)

46
Sobre estos puntos y sobre lo que sigue, cf,
JAEGER, W., Paideia, t. II, pág. 13 y sigs.; PAOLO
Rossi, Per una storia della storiografia socrática,
pág. 85 y sigs., en la colección Problemi di storio-
grafía filosófica, Milán, Bocea, 1951; V. DE MA-
GALHAES VILHENA, Socrate et la légende platoni-
cienne, París, Presses Universitaires de France,
1952, cap. I y especialmente pág. 41 y sígs.
47
Cf. HEGEL, Lecciones de historia de la filo-
sofía, cap. sobre Sócrates.

La exigencia hegeliana de una recons- pretaciones de Sócrates —de Zeller en


trucción y de una valoración históricas adelante— coinciden en reconocerle un
llega a dominar en toda la historiografía papel decisivo en el desarrollo del pensa-
posterior, donde las más diversas inter- miento filosófico universal. Pero no fal-
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

tan, junto a los esfuerzos de valoración crática como expresión de la desbordante


histórica imparcial, nuevas presentacio- salud del espíritu helénico. En su tercera
nes del mito de Sócrates, especialmente en fase —especialmente en La voluntad de
Kierkegaard y en Nietzsche. Para Kier- dominio—, vuelve a personificar en Só-
kegaard, lo esencial de Sócrates reside en crates al destructor del espíritu trágico y
su ironía destructora, afirmación de la de la vida misma del helenismo instinti-
negatividad absoluta de la razón, que es vo y aristocrático, contra cuya tradición,
la premisa necesaria para la exigencia realizadora del ideal del superhombre, el
cristiana de una revelación. Nietzsche, en plebeyo Sócrates, con su racionalismo y
cambio, valora positivamente la ironía su democracia, habría preparado, se-
destructora de Sócrates sólo en un perío- gún Nietzsche, la dogmática cristiana
do intermedio (1876-82) entre las dos con su moral de esclavos. En Kierkegaard
fases de su antisocratismo(48), cuando en y Nietzsche reaparece, así, un mito de
Humano, demasiado humano, en El via- Sócrates, quien se ve convertido una vez
jero y su sombra y en Aurora ve su pro- más en símbolo; pero ahora, observa Jae-
pio destino hermanado al socrático en la ger, es un símbolo negativo, signo y me-
lucha implacable contra los principios dida de decadencia. Sin embargo, "la lu-
convencionales, enemigos de la verdad y cha reñida por Nietzsche es, al cabo de
más peligrosos que la mentira. Antes, en mucho tiempo, el primer indicio de que
El origen de la tragedia, había converti- la antigua fuerza atlética de Sócrates
do a Sócrates en el blanco de su implaca- permanece indemne y de que por nin-
ble polémica, acusándolo de haber des- guna otra se siente tan amenazado en su
truido, con su racionalismo, su moralis- seguridad interior el superhombre mo-
mo y su optimismo apolíneo, el divino derno" 49.
mundo de la pasión, del instinto y del pe- En la literatura socrática posterior la
simismo dionisíacos que se habían afirma- exigencia de una comprensión y de una
do en la tragedia y en la filosofía preso- valoración históricas de la figura y del
48
La índole distinta de esta fase intermedia pensamiento de Sócrates vuelve a predo-
ha sido destacada por P. Rossi en el ensayo citado. minar sobre cualquier tendencia a la crea-
ción de mitos, ya sea de exaltación o de
repudio; pero la conciencia de la impor-
tancia excepcional que tuvo su acción
como maestro se traduce en la constante
preocupación por descifrar, mediante las
diferencias y los contrastes de los testi-
49
JAEGER, W., Paideia, ed. cit., t. II, pág. 16 7
sigs.
monios antiguos, el enigma de su perso- llo espiritual de la humanidad que ofrece
nalidad real. La literatura socrática con- todavía a la conciencia humana un men-
temporánea, por su amplitud y seriedad saje vivo y de perenne eficacia.
mismas, atestigua no sólo la persistencia Nos hallamos aquí ante uno de los más
de la "atracción del enigma" de que ha- elocuentes ejemplos de la llamada "con-
blaba Brochard, sino también la exigencia temporaneidad de la historia". Este mo-
de comprender en forma adecuada un mento histórico no sólo despierta en nues-
momento histórico decisivo del desarro- tro espíritu el interés siempre vivo pe-
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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

culiar de cuanto contribuyó a la forma- perfeccionamiento interior y el de los de-


ción de nuestra conciencia y conserva, más, esto es, de su obligación moral de
por lo tanto, vitalidad en las profundida- cooperar en el perfeccionamiento espiri-
des de ésta, sino que, además, en este caso tual del prójimo.
está presente y activo porque aún ahora Así surge el concepto de la vida enten-
responde, y responderá siempre, a proble- dida como misión de bien y se afirma el
mas y exigencias imborrables por ser in- imperativo categórico de esa especie de
trínsecos a la vida misma del espíritu. descenso a los infiernos, de que hablaban
El principio del incesante escrutinio de los órficos, para purificar, liberar y sal-
sí mismo para conocerse intelectual y var de los errores y de las culpas a los
moralmente, para advertir las propias fa- espíritus ajenos. En esto consiste la con-
llas espirituales y mejorarse mediante ese cepción religiosa de la vida profesada por
continuo examen de conciencia constitu- Sócrates: es la exigencia del cumplimiento
ye una perenne e imprescindible exigen- de un deber que surge de un imperativo
cia cognoscitiva y ética. Convertido —por categórico interior y que ha de realizarse
una exigencia de unidad entre teoría y aun a costa de la vida misma.
práctica— en norma de toda la vida, con- Pero este deber de purificación e ilumi-
fiere a la existencia humana una seriedad nación, que es sobre todo el papel del
y una nobleza incomparables, y lleva al maestro, sólo se cumple realmente en las
hombre, al mismo tiempo, a cobrar con- inteligencias y conciencias ajenas desper-
ciencia de la vinculación entre su propio tando y estimulando su cooperación ac-
tiva. El verdadero maestro no es un
veedor de conocimientos sino un desper-
tador de espíritus que, en el acto mismo
de ejercer su función iluminadora, admi-
te, además, la reciprocidad de esa acción
y acepta la posibilidad de ser refutado no
menos que la de refutar a los demás. Así
como en el coloquio consigo mismo efec-
túa un autoexamen que es una purifica-
ción continua, en el coloquio con los de-
más realiza un examen mutuo que es
una constante purificación recíproca y
común.
La forma necesaria de la indagación
es, por lo tanto, el diálogo: diálogo con-
sigo mismo y diálogo con los demás en

que cada interlocutor debe intervenir ción del fin que se impone en común a
activamente; y la libertad del pensamiento todos.
y la de su expresión son elemento y Esta exigencia de actividad y libertad
condición imprescindibles para la realiza- es, por ende, el lema fundamental de la

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RODOLFO MONDOLFO - SOCRATES

pedagogía socrática, el único lema que que, en cuanto realización del mal y de
puede llevar la educación a la conquista la injusticia, sólo puede significar un em-
activa y real de la ciencia y de la mora- peoramiento y no la purificación conjun-
lidad: de una ciencia que es guía de la ta del espíritu propio y del ajeno.
vida, de una moralidad que es autonomía, De este modo, Sócrates asociaba a la
ley interior o voz de la conciencia. Ade- docta ignorancia o conciencia permanen-
más, en la mutua cooperación que esta te de los problemas —única fuente de
educación implica entre maestro y discí- todo progreso cognoscitivo— la supera-
pulos e igualmente entre todos los miem- ción del odio y la afirmación del amor y
bros de la comunidad humana, esa exi- de la solidaridad humana que, por el re-
gencia de libertad es también una exigen- conocimiento de la libertad espiritual de
cia de amor: del amor cuya ciencia Só- cada uno, procuraban la cooperación de
crates se jactaba de poseer a fondo, en todos en el esfuerzo por alcanzar el bien
tanto que, según afirmaba, ignoraba to- común. Fin humano por excelencia, esto
das las otras bellas y felices ciencias. Esta es, la elevación intelectual y moral que
exigencia de amor era, naturalmente, ex- constituye el verdadero bien y la satis-
clusión de todo principio de odio o de facción íntima de cada uno y de todos,
venganza (devolver el mal por el mal) ley de autonomía y fuente de la verdadera
felicidad.
De todas estas exigencias, que mien-
tras exista la humanidad son y serán
siempre una necesidad y un imperativo
categórico, Sócrates ha sido, en su pensa-
miento y en su acción, una personifica-
ción incomparable: en esto consiste la pe-
rennidad de su enseñanza.

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