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Escas

ez del agua y sus riesgos


mumdial
Durante los últimos años, el Foro Económico Mundial (FEM) identificó la
crisis de agua entre los cinco principales riesgos mundiales. En ese
sentido, la escasez de agua como factor de riesgo se encuentra
vinculada a muchos problemas sociales y de salud.

¿Sabías que aproximadamente más de mil millones de personas viven


en regiones con falta de agua y hasta 3.500 millones podrían enfrentar
escasez de agua para 2025? Según el Banco Mundial, los países y
comunidades más pobres son los más vulnerables a la mala gestión del
agua.

La escasez del agua genera problemas transfronterizos, migratorios, de


alimentación entre otros conflictos. Aunado a ello, el consumo mundial
de carne sigue creciendo (aunque de manera moderada) es un problema
ya que se necesitan hasta 16,000 litros de agua aproximadamente para
producir un kilo de carne. Si pensamos en la agricultura, gran porcentaje
del agua dulce se destina para ese fin. Sin agua no hay alimentos, y no
hay alimentos sin agua.

nacional

Escasez en Venezuela
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Ejemplo típico de una gran cola(fila) de personas quienes aguardan su turno para poder adquirir
productos de primera necesidad, en este caso, en Barquisimeto.

La escasez en Venezuela es un fenómeno que ha afectado a la


economía venezolana en los últimos años, y que ha generado una
denunciada crisis humanitaria en Venezuela. Esta situación se da en
productos con precios regulados, como alimentos (leche, diversos
tipos de carne, pollo, café, arroz, aceite, harina precocida, mantequilla,
entre otros), productos de primera necesidad (papel higiénico, aseo
personal), medicinas (para tratar el cáncer1 entre otros) e inclusive
otros como prótesis mamarias.2
En estados fronterizos, como Táchira3 y Zulia, la problemática se
agrava aún más debido a la facilidad de llevar mercancía con precio
artificialmente bajo, debido al control de precios,
desde Venezuela hacia Colombia como contrabando, hecho que
ocurre desde principios del año 2013 hasta la actualidad.4
La basura: consecuencias ambientales y desafíos
El desmesurado crecimiento en el volumen de los residuos en la sociedad actual está poniendo en
peligro la capacidad de la naturaleza para mantener nuestras necesidades y las de futuras
generaciones.

La basura se considera uno de los problemas ambientales más grandes de nuestra sociedad. La
población y el consumo per cápita crece, y por ende la basura; pero el espacio no y además su
tratamiento no es el adecuado.

En la Argentina cada habitante produce en promedio 0,85 kg/hab/día, que genera un total de
36.036,39 toneladas de residuos sólidos urbanos por día y 13.153.282,19 toneladas por año. De
ellas, 4.639.934 son aportadas por la provincia de Buenos Aires, la mayor generadora de residuos.
Tierra del Fuego, en cambio, la provincia con menor generación de basura, con 31.230,92
toneladas por año. Cabe aclarar que la generación de residuos no varía sólo con la cantidad de
habitantes, sino también con el nivel económico de cada región (González, 2010).

Hasta el día de hoy la gestión de los residuos se ha centrado principalmente en un único aspecto,
la eliminación de los mismos (hacerlos desaparecer de la vista) a través de basurales, rellenos
sanitarios y en algunos casos, de incineradores. Estas soluciones de final de tubería, como se las
denomina, no tienen en cuenta la necesidad de reducir el consumo de materias primas y de
energía, y plantean serios riesgos para el medio ambiente y la salud de las personas.

En nuestro país, la población en general no presenta una cultura de interés en el destino de los
residuos, la mayor preocupación es la necesidad de contar con un servicio de recolección de los
mismos. Una vez que fueron retirados de la vista de los generadores, para muchos ya está resuelto
el problema. No hay mucho interés en efectuar una reducción importante en la generación, como
base para un manejo sustentable, para lograr la preservación de los recursos naturales y tampoco
interés en los mecanismos de disposición final, salvo que ellos representen una amenaza para la
salud en los casos de poblaciones circundantes.

Sin embargo, todos somos consumidores y responsables de la basura que generamos en relación
a la calidad y la cantidad. Por lo tanto, también jugamos un papel fundamental en la generación de
residuos.

local

La delincuencia es un problema cuyas causas obedecen a múltiples factores.


Tal vez sea llover sobre mojado insistir en que debe ser tratada desde una
perspectiva preventiva, obviamente, sin descuidar la parte represiva y
policíaca. Ahora bien, desde mi punto de vista, la parte preventiva debe
basarse en una serie de datos que dirijan la toma de decisiones de las
autoridades según las condiciones de riesgo vinculadas al fenómeno.
Mencionaré algunos de esos factores de riesgo que abarcan no solo aspectos
extrínsecos (ambientales), quizás tratados en otros artículos, sino otros que
usualmente no se consideran relevantes, como los relacionados a rasgos de
personalidad.

Se han publicado artículos que enfocan el problema desde la perspectiva del


desempleo juvenil y, sin duda, múltiples estudios apoyan esta idea, como los
del psicólogo David Farrington (1985), quien observó que los jóvenes que
llevaban al menos tres meses desempleados cometieron casi tres veces más
delitos, comparados con los que tenían empleos, y que el efecto del
desempleo en estos hechos solo era evidente en aquellos chicos con un alto
índice anterior de delincuencia. Esta conclusión es relevante para destacar
que el desempleo afecta a jóvenes con cierta vulnerabilidad previa, y no a
todos.

Tal enfoque es muy general y no toma en cuenta las condiciones particulares


extrínsecas e intrínsecas del individuo. Por ejemplo, los factores intrínsecos
se refieren a la personalidad del joven. Según estudios de David Lykken
(1995), los jóvenes en riesgo presentan mayor nivel de impulsividad
comparados con el grupo de la misma edad; ausencia de miedo, lo que los
hace menos sensibles al castigo, y son más susceptibles a la recompensa.
Esto los hace más vulnerables a involucrarse en actividades que para la
mayoría de las personas resultan peligrosas. Otro rasgo es la dureza que,
según Hans Eysenck (1985), describe a un joven frío emocionalmente, falto
de sentimientos humanitarios con compañeros y animales, y agresivo y hostil
incluso con parientes.
La investigación corrobora que en algunos casos las conductas antisociales y
delictivas están asociadas a otras condiciones muchas veces no tratadas,
como el trastorno de déficit atencional con hiperactividad, así como a
trastornos emocionales (ansiedad y depresión). Cuando estas condiciones no
se tratan debidamente, esos jóvenes rodeados de otros factores
ambientales, como la pobreza y una familia disfuncional o desintegrada,
desertan de la escuela, incrementándose el riesgo de que se involucren en
actos ilegales.

Por otra parte, los factores extrínsecos que aumentan el riesgo de desarrollar
conductas delincuenciales son múltiples, pero entre los más relevantes
destacamos a las familias cuyo progenitor padece de condiciones
psiquiátricas, como depresión y bipolaridad; y padres con antecedentes
criminales o algún tipo de adicción, en especial alcoholismo. El abuso físico y
sexual en la infancia tiene alta incidencia en las conductas criminales a
futuro, sobre todo de tipo violentas.

Como se ha reiterado en muchos otros artículos, la familia es un factor tan


importante que, según la teoría del control social (Travis Hirschi, 1969) el
apego a la familia inhibe el crimen y la delincuencia. La calidad de las
relaciones entre padres e hijos es fundamental; si la relación es cálida y
afectuosa, el índice de delincuencia juvenil baja (R. Loeber y T. Dishion,
1992). Otro factor relevante, según la investigación de ambos, es el de las
madres adolescentes. Según ellos, ser varón nacido de madre adolescente
aumenta 11 veces la probabilidad de acabar siendo un infractor crónico. El
riesgo aumenta cuando esa madre adolescente, además de vivir en
condiciones de pobreza y ser soltera, es parte de una familia de gran tamaño.
En enero pasado se reportó que en Panamá había más de 700 adolescentes
embarazadas, cifra que debe ser considerada como caldo de cultivo para la
proliferación de potenciales jóvenes con problemas de comportamiento
criminal. La prevención y educación sexual en este tipo de población no solo
es un antídoto directo sobre la vida de estas adolescentes, sino sobre el
crecimiento de una población que presenta un elevado riesgo de desarrollar
conductas antisociales y delictivas a futuro, como lo plantean los estudios.

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