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BIENVENIDOS

al
F UTURO
una solución anarquista
al cambio climático

1
EDITORIAL SEGADORES
segadores.alscarrers.org

Tradución y maquetación:
invierno 2017
INTRODUCCIÓN
PARA NUESTROS TIEMPOS , EL CAMBIO CLIMÁTICO ES UN TEMA PARADIGMÁTICO .
Todo el mundo es consciente del problema, nadie puede negar los
hechos con suficiente seriedad y es difícil disputar que los análisis
más radicales del problema —incluso los que las anarquistas lleva-
mos décadas difundiendo— son los más acertadas. No obstante, el
problema sigue allí. El nuevo presidente de los Estados Unidos y
unos cuantos políticos conservadores de Europa siguen negando el
cambio climático o su origen antropogénico. Pero ni siquiera fun-
damentan sus opiniones en datos o argumentos. Expresan su es-
cepticismo sin más. Adoptan una actitud pasiva, obstaculizan los
procesos institucionales de respuesta al problema, sin emprender
ningún intento de convencer a otras personas de su posición medi-
ante argumentos razonados. Anuncian que pertenecen al otro lado,
como si una diversidad de perspectivas fuese su propia justificación.
Las personas de izquierdas que promueven soluciones al cambio
climático no están siendo más coherentes, simplemente gestionan
su disonancia cognitiva a otro nivel. Aceptan lo que nadie es capaz
de desmentir: que el clima está cambiando, que la culpable es la ci-
vilización industrial y que los efectos serán cada vez más desastro-
sos. Frente a esto, proponen medidas que no tienen ninguna
relación con el problema. En primer lugar, dicen que la causa so-
mos nosotros, los seres humanos. Pero sus propios datos demues-
tran que la especie humana no tiene la culpa. Durante dos cientos
mil años sobre la faz de la tierra, el homo sapiens tuvo poco efecto
sobre el clima. Sólo con la sociedad industrial, iniciada en Europa e
impuesta a la fuerza a la totalidad del planeta, empezamos a alterar
el equilibrio dinámico del clima (la deforestación llevada a cabo por
unas cuantas civilizaciones, todas de ellas estatistas, también tuvo
un efecto nocivo, pero las consecuencias mensurables no sumaron
ni un diez por ciento de lo que produjo el cambio climático indus-
trial). No es de extrañar que las soluciones de la izquierda no criti-
quen la sociedad industrial, sino que le reservan un lugar
5
privilegiado en todo proceso de cambio. Cualquier solución tiene
que surgir de sus tecnologías, imponerse mediante sus instituciones
y mostrarse factible dentro de sus sistemas económicos para ser
considerados como realistas. No importa si ninguna tecnología
existente, ninguna institución estatal y ninguna economía capita-
lista se han mostrado capaz de reducir los gases de efecto inverna-
dero a nivel global. Cualquier solución al cambio climático tiene
que ser tecnológica, estatista y capitalista, incluso antes de ser una
solución. Desde la prensa hasta las escuelas públicas nos enseñan
que una propuesta que se enfrenta a la trayectoria de la civilización
occidental es menos realista que cualquier propuesta estándar, aun-
que la última sea evidentemente incapaz de efectuar cualquier
cambio.
Por ejemplo, vemos los tratados internacionales promovidos por
gobiernos y ONGs progresistas para reducir las emisiones de gases
de efecto invernadero. Son una maniobra de distracción. Reducir
las emisiones el 20% quiere decir aumentar la cantidad de gases,
pero un poco más lento. El clima cambia en función no de las
emisiones anuales sino de la proporción de carbono (o metano) en
la atmósfera, y la proporción ya es tal que se está provocando un
aumento de temperatura global1 .
1 Para tratar el tema con más detalle, hay que aclarar que existe un ciclo natural de
emisión y absorción de carbón y que la natura sería capaz de absorber muchas emisiones
humanas mediante los océanos y bosques. Pero ya estamos emitiendo más que dos veces
el carbón que el planeta puede absorber. De momento, la única economía potente que
se ha comprometido a implementar una reducción potente de emisiones ha sido la UE,
prometiendo una reducción de 40% para el año 2030. Por un lado, hasta el momento
no se ha cumplido con ningún tratado internacional de protección del clima y con el
auge de gobiernos derechistas, como el de Trump, es poco probable que se cumpla el
Acuerdo de París. Por el otro lado, si todos los país consiguieron una reducción de 60%
ya—muy por encima del 40% prometido por la UE y el 28% prometido por Obama,
una promesa ya caduca—no sería suficiente porque ya hay suficiente carbón atmosféri-
co para causar que las temperaturas sigan subiendo. Y cuanto más suben, cuanto menos
carbón puede ser absorbido por los océanos. Ni hablar de la deforestación.
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Ninguna ONG y ningún gobierno está proponiendo la reducción
de la proporción de gases de efecto invernadero en la atmósfera,
sólo hablan de una reducción de emisiones. Por lo tanto, están es-
quivando el problema igual que los conservadores que niegan el
cambio climático. En vez de negar que existe un problema, niegan
todo lo que conllevaría cualquier solución. Hacen lo mismo cuan-
do promueven las energías renovables. Consiguen destinar grandes
recursos a las empresas del capitalismo verde, pero no consiguen
enfrentarse al problema. El planeta no se salvará con más uso de
energías verdes o renovables, sino con el cese casi total del uso de
los combustibles fósiles. Un aumento en las energías verdes sólo
significaría un descenso en las energías fósiles si el consumo plane-
tario de energías fuese una cantidad estática, y nadie osaría afirmar
una mentira semejante. Un aumento de las energías verdes provo-
caría un descenso en el precio de la energía, lo cual estimularía un
aumento en el consumo de energías de todos los tipos. Dentro el
mercado capitalista, los combustibles fósiles sólo se dejarán de uti-
lizar cuando se vuelvan tan escasos que su explotación sea demasi-
ado costosa para competir con las energías renovables. Una vez
llegados a este punto, será demasiado tarde para atenuar el cambio
climático. Todo el daño ya se habrá hecho.
Es curioso señalar que en ningún momento, los defensores de las
soluciones estatales, capitalistas y tecnológicas al cambio climático
han mostrado que sus propuestas sean capaces de evadir el desastre.
Dicen abiertamente que se está provocando el cambio climático
gracias a una proporción demasiado alta de carbono atmosférico, y

También hay que tener en cuenta que una subida de 100ppm de dióxido de carbono
atmosférico, lo cual hemos provocado en 120 años, normalmente tarda entre 15.000 y
20.000 años; no sabemos que efecto podría tener este choque a los sistemas ecológicos.
En fin, ningún acuerdo estatal ni propuesta ONGista habla de mecanismos para bajar
la cantidad de gases de efecto invernadero, lo cual requeriría parar las emisiones y
fomentar proyectos masivos de reforestación.
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por lo tanto, tenemos que tomar una serie de medidas que no ba-
jarán tal proporción (sino al contrario, la subirán, pero quizás de
forma más lenta). ¡Y lo más bizarro de todo es que nadie les
increpa!
Los anarquistas y los ecologistas radicales, conscientes de estos hec-
hos, tampoco se salvan de la hipocresía. Sabiendo todo lo anterior,
tratan de enmendar la situación haciendo difusión de información
y análisis críticos. Pero décadas de información precisa acerca del
cambio climático no han provocado ningún efecto. Desde las ins-
tituciones del poder hasta los vecinos de al lado se muestran capa-
ces de obviar los hechos que no convienen. Resulta difícil de negar:
las opiniones de la gente van en función de las necesidades del po-
der y no del resultado de ningún proceso racional.
Cuando ya hemos cruzado las líneas rojas para evitar las peores
consecuencias del cambio climático, de repente se habla menos del
problema. Pensarlo resulta demasiado deprimente. Lo ignoramos, y
así desaparece. Podemos fingir que las guerras son meramente
políticas, los refugiados meramente económicos y que el tiempo si-
empre ha sido impredecible. La acción y la conciencia son insepa-
rables. La primera no es producto de la segunda. Si no somos
capaces de tomar acciones contra un problema, no podemos soste-
ner una conciencia crítica sobre él. A nivel emocional, nos rendi-
mos.
Los tres textos que hemos traducido y publicado aquí son un
intento de recobrar la conciencia y la acción en torno al cambio
climático. Fueron escritos en los Estados Unidos entre 2009 y
2010, antes de que se cruzaran las líneas rojas y se pasaran los
puntos sin retorno. Fueron escritos en el momento en el que los
líderes de los Estados Unidos y la Unión Europea reconocieron el
problema del cambio climático y emitieron una gran cantidad de
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palabrería acerca de la necesidad de solucionarlo. Predijeron, cor-
rectamente, que las instituciones no iban a frenar el desastre. Su
punto de partida es el qué deberíamos hacer nosotras, las personas
afectadas y específicamente las anarquistas y ecologistas radicales,
para poner fin a las estructuras culpables y sobrevivir con el desastre
ya en curso. El primer artículo analiza la solución de la OTAN al
cambio climático, que es un plan militar para conseguir la supervi-
vencia institucional en tiempos de guerra y hambruna. El segundo
artículo desmiente todas las soluciones falsas de las ONGs y los Es-
tados para frenar el cambio climático mediante el capitalismo ver-
de; su conclusión es que no existen medidas para resolver el
problema que no sean revolucionarias. Y el tercero dibuja una vi-
sión de lo que podría ser una solución anarquista para el cambio
climático, llevado a cabo desde la base, por las personas mismas,
fuera y en contra de las instituciones.
Los tres textos constituyen una llamada urgente a la acción, empe-
zando por la negación contundente de seguir confiando a los po-
derosos la solución de la catástrofe que ellos mismos han fabricado.
No parten de la idea alarmista de que tenemos que actuar antes de
que sea demasiado tarde, sino de la postura de que ya es demasiado
tarde, el cambio climático ya está aquí y ya está provocando muer-
tos (una idea aun más válida hoy en 2017 que en 2010 cuando fu-
eron escritos), y que tenemos que posicionarnos dentro del desastre
y adaptar nuestras prácticas a las necesidades de supervivencia y sa-
nación del planeta.
No hace falta más información, más propaganda, más intentos de
cambiar la opinión de la sociedad y sus instituciones.
Lo único que falta es proyectualidad. Eso quiere decir: propuestas
realistas; acciones e infraestructuras para avanzar estas propuestas; y
estrategias para sobrevivir al desastre que no hemos podido evitar. Y
9
claro: la señalización constante de los responsables, para que jamás
vuelvan a tener poder sobre nuestras vidas ni la oportunidad de
seguir hiriendo a la Madre Tierra.

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FRENTE
AL GRAN
CAMBIO
ES UN TESTIMONIO DEL HORROR, EL HORROR INAGOTABLE DEL CAPITALISMO ,
que después de décadas de su triunfo—de inmutabilidad, del “fin
de la historia”, de la no existencia de otros posibles futuros incluso
en las mentes de los niños— las personas de hoy, que veremos có-
mo este mundo cambia para siempre, no nos podemos considerar
afortunadas. Estamos en el umbral, y todas las riñas baladís, todos
los programas políticos y toda afinidad estrecha caen en la insigni-
ficancia.
Los cálculos varían en cuanto a cuando, exactamente, llegamos al
punto de no retorno. Podría ser en 2015, podría ser en 2020, pero
los científicos climáticos han llegado al consenso de que desde la
Revolución Industrial los seres humanos (podría ser más directo y
decir “los capitalistas”) han provocado un incremento en las tem-
peraturas de la superficie del planeta de 0'7º, y que en cierto punto
no tan lejano, la continuación de este calentamiento desencadenará
diversos círculos de retroalimentación que provocarán aun más ca-
lentamiento. Modelos climáticos comprobados sugieren que entre
seis a diez años habremos añadido tantos gases de efecto inverna-
dero a la atmósfera que provocarán un incremento de 2º, y que en
ese punto, el deshielo de los casquetes polares (los cuales, actual-
mente, reflejan grandes cantidades de radiación solar), la emisión
de todo el metano actualmente almacenado bajo el permahielo si-
beriano (el metano es un gas de efecto invernadero mucho más
potente que el CO 2), el aumento en el vapor de agua atmosférico
(lo cual también atrapa calor del sol) y la emisión adicional del
CO 2 actualmente almacenado en los océanos (la cifra de absorción
de gases en agua baja en cuanto sube la temperatura del agua); todo
tendrá como efecto acumulativo el subir las temperaturas globales
entre 5 y 6º antes del final de siglo. Pocas especies vivas hoy en día
han sobrevivido en un mundo tan caliente en el pasado. Todos
tendremos que adaptarnos o ser extinguidos, mientras los océanos
se acidifican, los desiertos expanden y los litorales se inundan.
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Este no es un tema ecologista en ninguno de los sentidos tradicionales y
estrechos de la palabra. Esto afectará todo lo que hacemos.

Existen varias posibilidades. La mejor es que dentro de los siguien-


tes seis a diez años, olas de revuelta derrumben al Estado, el princi-
pal defensor y gestor de las estructuras del capitalismo basado en
combustible fósil; se cierren todas las centrales eléctricas de carbón;
se retiren todos los coches, menos quizá un número muy reducido
que funcionen con biodiesel; se eliminen los viajes en avión; se
abandone el uso de la electricidad o se genere a pequeña escala de
forma renovable; la agricultura se someta a una transición desde la
actual variedad industrial basada en el petroleo a métodos tradicio-
nales o la permacultura, lo cual significaría que la mayor parte de la
población humana tendría que preocuparse de nuevo del cultivo de
alimentación; y se quite una cantidad inmensa de dióxido de car-
bono de la atmósfera mediante la reforestación de autopistas aban-
donadas, centros comerciales, campos de golf y otros espacios, y
mediante el re-asalvajamiento de las extensas plantaciones forestales
del planeta (la mayor parte del carbono almacenado en un bosque
se encuentra en el suelo, en la capa de hojas y otros detritos orgá-
nicos, que forma parte de la biodiversidad de un bosque sano, la
cual no está presente en una plantación forestal).
Eso también es lo que tiene que suceder si pasamos el punto de no
retorno, pero en tal caso todo será más difícil.
NO NOS ENFRENTAMOS A UN COLAPSO, SINO A UNA INTENSIFICACIÓN DE
LA MISERIA MÁS ALLÁ DE LO QUE PODEMOS IMAGINAR.

La crisis climática no destruirá el capitalismo. Por muy ciegos y


psicóticamente idiotas que sean los poderosos, también están mi-
rando hacia el futuro. En la reciente cumbre de la OTAN a Estras-
burgo, los estados dominantes discutían su solución al desastre
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inminente: fronteras militarizadas y medidas de seguridad internas
más estrictas, como carnets y vigilancia biométricas. No me pare-
cen incongruencias irreales y paranoicas. Al contrario, son las con-
signas de la realización completa de un nuevo orden mundial. Los
poderosos están bien informados sobre que una fuerte reducción en
la productividad agrícola provocada por el calentamiento global
coincidirá con el pico previsto de la población humana en unos 9
mil millones, desembocando en hambrunas masivas que, según
predicen, costarán entre 3 y 6 mil millones de vidas. 300,000 per-
sonas ya mueren cada año, casi todos en el Sur Global, por los
efectos del cambio climático: la desertificación, las sequías, tor-
mentas más violentas, mayor alcance de las enfermedades tropica-
les, fallo de los cultivos. Poblaciones humanas ya han comenzado a
migrar a escala masiva en busca de la supervivencia.
La solución de la OTAN es la de cerrar la frontera, sellar la puerta de
la cámara de gas que ya engloba la mayor parte de tres continentes.
Esta es la nueva joya en su corona: están planificando el mayor
asesinato en masa en la historia humana. Ya existen informes com-
probados de matanzas en los desiertos entre los EEUU y México, y
rumores escalofriantes de armadas europeas hundiendo balsas lle-
nas de africanos en medio Mediterráneo cuando no está la prensa
para grabar imágenes humanitarias de rescates dramáticos. De hec-
ho, sólo las muertes documentadas en las fronteras de la fortaleza
europea entre 1988 y 2006 suman 14,000. Eso se convertirá en
política. Se convertirá en una guerra abierta. Por supuesto, no se
sellará la frontera por completo. La OTAN tendrá que mantener
colonias militares en regiones clave para la producción de alimentos
y combustible, sobre todo en zonas de baja densidad de población
como Arabia Saudí, donde el control se consigue más fácilmente.
A nivel interno su respuesta también se vuelve más evidente: el to-
talitarismo. Poblaciones de inmigrantes no integrados y jóvenes que
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todavía no han consentido la estrangulación de nuestros futuros
representan una constante amenaza interna al orden actual, una
amenaza que ya se ha manifestado en numerosas revueltas e insur-
recciones, además de incontables negaciones más sutiles y la crea-
ción y difusión de nuevos modelos sociales, refiriendo a nuestras
protestas, centros sociales, huertos de permacultura, hacklabs, gru-
pos de contra-información, grupos de autogestión de la salud, ta-
lleres de bicicletas y otros proyectos auto-organizados. Emparejados
con una voluntad de destruir el sistema actual y un intento de
superar las separaciones impuestas por el Estado y la prensa y así
fomentar una verdadera solidaridad, estos movimientos evidencian
un optimismo super humano que podría ser la única esperanza pa-
ra el futuro.
Y es evidente que el Estado se siente amenazado. Bajo la manta del
antiterrorismo, el conjunto de gobiernos dominantes han comen-
zado a instituir sistemas de control total. La infiltración y provoca-
ción en grupos anarquistas y comunidades musulmanas por lo
ancho de los EEUU, además de restricciones de armas y el encarce-
lamiento de hasta 22 años de activistas que están intentando salvar
el planeta; tarjetas de identidad biométricas por todo Europa; en
Francia, muestras obligatorias de ADN como consecuencia de más
de cien faltas y delitos incluyendo grafiti y manifestación ilegal, y el
seguimiento psicológico con bases de datos de las características
potencialmente delincuentes de todos los niños empezando ya a los
tres años; en RU, miles de cámaras de video vigilancia con progra-
mas de reconocimiento biométrico y de reconocimiento de matrí-
culas de coche, desplegado a lo largo de todo el espacio público y la
mayoría de los bares y tiendas; en Alemania, la criminalización de
la autodefensa contra la vigilancia mediante el uso de máscaras en
las manifestaciones, y el derecho del Estado de tachar a cualquier
grupo político radical de organización criminal y así encarcelar a
cualquier persona acusada de tener cualquier asociación con ello;
15
en el estado español, la aplicación de la tortura, la dispersión y el
aislamiento en cárceles de máxima seguridad—medidas utilizadas
durante largos años contra los vascos—a anarquistas y otros secto-
res de la sociedad; en Holanda, la instalación de un nuevo sistema
en el que uno tiene que utilizar su carnet de identidad, ya ligado
con la cuenta bancaria, para entrar y salir del transporte público,
con el resultado de que todos los movimientos sean rastreados; y en
todas partes el uso de los móviles para escuchar las conversaciones
de la gente y rastrear sus movimientos.
Los gobiernos del mundo también podrían intentar atenuar el des-
astre mediante la proliferación de aquella famosa fuente de energía
verde, la nuclear, el lanzamiento de partículas a la atmósfera o es-
cudos orbitales para reflejar una parte de la radiación solar, con
consecuencias desconocidas, como siempre.
El capital y los estados racistas están preparando una gestión
interesada del apocalipsis que nos han provocado. Tenemos que
desarrollar nuestra capacidad para sobrevivir, socavarlos y destruir-
les. No lo podemos hacer solos; de hecho, tenemos que superar el
aislamiento que imponen a los que resisten. Comunidades de in-
migrantes no integradas y las personas que han recibido el privile-
gio de la ciudadanía tienen que aumentar la comunicación y
construir redes de solidaridad que superan el racismo, las fronteras
nacionales y la Otraficación, y todas las personas activas tenemos
que dedicar una campaña inmensa de comunicación con todas las
personas fuera de los movimientos sociales para desafiar la legiti-
midad del Estado.
Hay que recordar a la gente que fueron los políticos y los capitalis-
tas quienes crearon este problema, que durante años se empeñaron
en esconderlo y silenciar las alarmas, y que han reprimido a los que
hemos tomado la acción para intentar solucionarlo. Será más fácil
16
gestionar los problemas del futuro si todo el mundo se siente como
nosotros: que cuando el bote salvavidas comience a hundirse, los
responsables deberían ser los primeros en ser tirados por la borda.
Una tarea imprescindible es la de intervenir abiertamente contra el
discurso público sobre el terrorismo, para mostrar que somos no-
sotros las personas perseguidas como terroristas y que la Guerra
contra el Terrorismo es en realidad una guerra de control social. El
Estado está gritando “que viene el lobo” pero ninguna de sus medi-
das de seguridad nos hacen más seguros. La gente debería estar có-
moda con la resistencia y no con la vigilancia. Si podemos
conseguir este cambio de ideas, habremos quitado al Estado una
herramienta que necesita desesperadamente para sobrevivir a la
tormenta que se acerca.
El resultado final de toda esta comunicación debe ser una concien-
cia de que el Estado y el capitalismo son sistemas suicidas y psicó-
ticos, y el deseo complementario de organizar nuestras propias
vidas libres de su control; un reconocimiento del papel central que
han jugado el racismo, el colonialismo y todos los genocidios rela-
cionados con ellos; y la conciencia de que la tierra no es una aglo-
meración muerta y mecánica de materiales y procesos que existe
para nuestra explotación, sino una cosa viva y sagrada que nos da
vida y sentido, de la cual somos una parte pequeña y dependiente.
No es posible ningún futuro con la mentalidad de control y explo-
tación. Tal mentalidad es responsable de la esclavitud, el genocidio
y la destrucción del planeta. No es deseable ninguna paz con el Es-
tado y el capitalismo. Estamos recuperando nuestro poder para
crear el mundo que queremos.
Nos enfrentamos al siguiente cambio: revolución total o un nuevo
totalitarismo instalado para presidir la extinción masiva, el asesinato
17
de miles de millones de personas y la ampliación de la esclavitud de
aquellas que, por sus pasaportes o por el color de su piel se les ha
asignado el derecho a sobrevivir.

Junio 2009

18
MÁS
LEÑA
al
F UEGO

19
MIENTRAS ALGUNOS SE ESCANDALIZARON CUANDO O BAMA SE REVELÓ
como derechista en su política energética durante su discurso del
Estado de la Unión [trad: un discurso que pronuncia el presidente
estadounidense al principio de cada año], abogando por más
excavaciones petroleras, más energía nuclear y también pronunci-
ando aquel término atroz de la época Bush—“carbón limpio”—, yo
creo que el elemento más extraordinario de su discurso fue que un
político había hablado de manera simple y llana sobre el verdadero
futuro. Mientras los progresistas suelen llevar la máscara del capita-
lismo verde y los conservadores la del mercado libre, los resultados
de las políticas de los dos lados sólo se diferencian en cómo de rá-
pido se desarrollaría la producción de energía renovable en compa-
ración con la producción de energía convencional. Si los
conservadores consiguen su propósito, las renovables se desarro-
llarán de forma lenta, dado que los subsidios estatales—lo que ellos
llaman el mercado libre sin ninguna ironía—favorecen las energías
nucleares, petroleras y del carbón. Contrariamente, los progresistas
apurarían el desarrollo mediante subsidios para renovables e impu-
estos para no-renovables.
La política conservadora indiscutiblemente condenaría a la mayoría
de las especies del planeta y a muchos millones de personas a la ex-
tinción, dado que han confundido la reducción del carbono con la
independencia energética y han tratado el problema como un tipo
de conflicto o competición entre estados-naciones. Obama, al pa-
recer, ha juntado sus filas, promoviendo que los EEUU se conviertan
en líder mundial de producción e innovación energéticas.
Los progresistas que promueven soluciones al cambio climático
dentro el marco del sistema actual pretenden establecer la produc-
ción de energías renovables como un sustituto para—y no una adi-
ción a—la existente producción energética basada en los
combustibles fósiles. Señalan, correctamente, que el sol da sufici-
20
ente energía solar al planeta tierra como para proveer a toda la gi-
gantesca economía global de energía, ahora y en el futuro. Todas
sus ecuaciones parecen ser correctas e indiscutibles en cuanto a la
cantidad total de radiación solar, la eficiencia de las células solares
asequibles, el coste y la superficie necesarias para producir toda la
electricidad gastada en los EEUU. Sólo hay una pequeña cosa que
olvidan.
Dada la manera de funcionar del capitalismo y de los ecosistemas,
no existen soluciones al cambio climático basadas en el suministro
de energías [NdT: la frase es “supply-based solutions”, que entiende que en la
producción existe la parte del suministro y la parte de la demanda o consumo. ]

Para entenderlo mejor, demos un paso atrás para sondear en las


profundidades del abismo, al borde del cual nuestros líderes políti-
cos y económicos nos han llevado. Para empezar, el cambio climá-
tico no es un peligro futuro. Ya está pasando. Las tormentas,
sequías, inundaciones y la desertificación ya se están volviendo más
intensas; la malaria y otras enfermedades tropicales ya se están ex-
tendiendo hacia el norte y el sur; las especies y los hábitat ya se
están muriendo a una velocidad estremecedora. Incluso, según fi-
guras conservadoras del poder como Kofi Annan (antiguo Secreta-
rio General de la ONU), 300,000 personas mueren cada año, ahora
mismo, debido a los efectos del cambio climático que son más fá-
ciles de medir—olas de calor extremo, inundaciones y incendios
forestales. Muchas más muertes están provocadas por la creciente
extensión de enfermedades tropicales, los fallos de cosechas provo-
cados por múltiples factores y la escasez de alimentación al Sur
Global, mientras se destinan los cereales y legumbres a la produc-
ción de biocombustibles para los coches del Norte Global.
Si la proporción de gases de efecto invernadero en la atmósfera si-
gue subiendo, el calentamiento provocará una cantidad de ciclos
21
naturales de retroalimentación que causará un salto en la tempera-
tura promedia mundial de al menos 5º antes del final del siglo. Es-
tos ciclos de retroalimentación incluyen la desaparición de los
casquetes polares, los cuáles actualmente reflejan una gran cantidad
de radiación solar; el calentamiento de los océanos, haciendo que se
suelte a la atmósfera gran parte del dióxido de carbono actualmente
disuelto en el agua del mar; y la liberación de los depósitos masivos
de metano atrapados bajo el permahielo en Siberia y Canadá.
También, para alrededor de finales de siglo, se proyecta que la po-
blación mundial llegará a la cima de 9 mil millones. Los cereales
que actualmente alimentan a la población mundial se cultivan casi
todos en climas templados. Mientras se calienta el planeta, baja la
productividad agrícola y grandes extensiones de terreno se convier-
ten en no aptas para cultivo. El resultado sería la inanición masiva:
científicos predicen que entre 3 y 6 mil millones de personas
podrían morir. Mientras tanto, habría una oleada mundial de ex-
tinciones mayor a la de la desaparición de los dinosaurios.
Para asegurar que esto no pase, ni tampoco otro desastre menor,
tenemos que parar el aumento de gases de efecto invernadero lo
antes posible. Los científicos no han llegado a un consenso sobre
cuantas ppm de dióxido de carbono atmosférico son seguros:
aquellos que están más cercanos a las industrias y a los gobiernos
proponen una cifra mayor, mientras que los científicos más inde-
pendientes proponen una cifra menor. Dado que muchas personas
y especies ya están muriendo como consecuencia directa del cambio
climático, ¿qué nos dice esto acerca de las personas que hablan de
un límite seguro, como si fuera una cosa que no hubiésemos
superado ya? 2
2 NdT: desde que fueron escritos estos textos, existe más consenso científico, por un
lado, y por el otro ya se ha cruzado la línea roja. Si no se consigue reducir la cantidad
atmosférica de CO2 en esta década ya—lo cual es poco probable, dado que sigue
subiendo—es casi inevitable que la temperatura mundial suba entre 2 y 6º antes del
final del siglo.
22
Los científicos del poder utilizan un análisis de costo-beneficio para
lidiar con el cambio climático. Esos humanitarios subvencionados
por el Estado, de UCSD [la Universidad de California], dicen que
encontrar una solución adecuada “depende de cómo juzgamos, co-
mo comunidad global... los costes económicos comparados con los
riesgos”; y este tipo de pensamiento es bastante estándar. Después
de todo, las 3 a 6 mil millones de personas que podrían morir de
hambre y los 300.000 que ya mueren cada año están casi todas en
el Sur Global, en las regiones (neo)coloniales del mundo, por lo
tanto, los tecnócratas se mantienen fieles a su costumbre cuando
hablan de “costes aceptables.”
Esta es, ni más ni menos, una política nuclear climática [NdT: “cli-
mate brinksmanship.” El “brink” es el abismo. Brinksmanship, un término de las
pugnas casi nucleares entre los EEUU y la URSS durante la Guerra Fría, es una
política arriesgada de ver quien se puede acercar más al abismo, sin importar
que se pone a todos los demás en peligro. ]

Los poderosos del mundo y sus lacayos de bata blanca están envu-
eltos en una guerra muy, muy antigua contra la Madre Tierra y
quieren ver cuánto la pueden herir antes de que ella devuelva el
golpe, cómo de cerca pueden pisar el límite seguro de gases de
efecto invernadero. Si se pasan, no serán ellos quienes sufran las
consecuencias más graves.
Y, de verdad, ¿podemos esperar algo mejor de ellos? Después de to-
do, estamos hablando de las mismas instituciones, dirigidas por los
sucesores directos de las mismas personas que jugaron de la misma
manera con el destino del mundo durante la Guerra Fría, bien sa-
biendo que ellos tenían sus búnkers en los que esconderse si la cosa
iba mal. Si no nos aniquilaron a todas en un holocausto nuclear
sólo fue por suerte. Ganaron ese pequeño juego, así que ahora an-
helan dar otra vuelta a la ruleta.
23
Pero esta vez, nadie tiene que pulsar ningún botón para comenzar
el apocalipsis. Al contrario, lo que hace falta es que todas sigamos
cumpliendo horarios, trabajando, viviendo y permitiendo que esta
máquina imparable siga adelante. La inercia en sí sellará nuestro
destino.
El capitalismo desarrollará nuevas y mejores formas de producción
de energía renovable, no cabe duda. Pero da igual. Lo necesario pa-
ra prevenir las extinciones masivas es parar las emisiones de gases de
efecto invernadero antes de que sea demasiado tarde. No obstante,
debido a los feedback de corto plazo intrínsecos al capitalismo y su
incapacidad para apreciar las consecuencias no monetarias provo-
cadas en el medio ambiente, las energías alternativas serán justo es-
to: alternativas y no substitutas. La electricidad solar necesitaría
subsidios estatales masivos para ser competitiva con el carbón a es-
cala nacional o internacional, pero lo que necesitamos no es más
energía solar, sino menos carbón. Todos los combustibles fósiles
posibles que todavía están bajo tierra tienen que quedarse allí para
siempre.
Pero el capitalismo no tiene ningún mecanismo para prohibir for-
mas de producción rentables ni ninguna clase de tabú que prevenga
que cualquier cosa existente se convierta en otro recurso y mer-
cancía. Y tampoco tolera tal mecanismo.
¿Dudas? Escoge la práctica empresaria más aborrecible que puedas
imaginar. ¿Es la esclavitud? Pues, hay más esclavos ligados a la
producción de materia prima hoy en día que en el apogeo del
Comercio Triangular. En general, la mayoría del trabajo forzoso
tiene lugar en países con regulaciones más flojas, mientras que las
instituciones fundadas en los países ricos, como el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y Organización Mundial de
24
Comercio (OMC) se esfuerzan en asegurar que las regulaciones en
tales países se mantengan flojas.
¿O puede que la vivisección sea la práctica más repelente, según tus
criterios? Ni hace falta ir al Sur Global para encontrar empresas que
se llenan los bolsillos con ella.
Lo que Obama resumió en su discurso es exactamente lo que va a
pasar: la continuada extracción de petróleo, carbón y combustibles
nucleares, junto a un uso aumentado de renovables. Es decir, la
energía eólica y solar contribuirán una expansión del total de la
producción energética, seguida de un aumento en el consumo
energético. Una cosa parecida pasó en los años 80, cuando los
ecologistas reformistas promovían mas eficiencia energética para
salvar el planeta de los efectos de la producción energética. Lo que
no tomaron en cuenta fue que, bajo el capitalismo, más eficiencia
energética puede suponer precios de energía más bajos, lo cual
provoca un aumento neto del consumo. Es decir, esos ecologistas
que esperaban encontrar una solución dentro de los límites del
sistema actual tienen una parte de la responsabilidad por el lío en el
que estamos hoy en día y por el hecho de que ya tengamos mucho
menos tiempo para resolverlo.
Las pocas personas que hablaron hace treinta años sobre la conta-
minación, el colapso ecológico y temas relacionados—básicamente
eran ecologistas radicales, anarquistas y comunidades indíge-
nas—fueron pasados por alto o desestimados por locos. Hoy en día,
no tienen ocasión para decir “ya os lo dijimos”, porque miembros
de estos tres grupos están vigilados y encarcelados por acusaciones
de terrorismo. La investigación anti-terrorismo más grande del FBI
de 2003, medida en número de escuchas electrónicas utilizadas, fue
dirigida contra una organización pública de derechos animales que
mantenía una página web para publicar acciones directas contra
25
una empresa de vivisección. A mí me nombraron en la Valoración
de Amenazas Terroristas de Virginia de 2009, sólo por haber escrito
un libro contra el reformismo y el pacifismo en las luchas sociales y
por ser anarquista. A otras anarquistas les han condenado a hasta
22 años de cárcel por acciones directas de motivación ecologista,
sin haber lastimado a nadie. Se ha utilizado la farsa post-
11/09/2001 de la Seguridad Nacional como pretexto para aumen-
tar la presencia policial y los traslados forzosos contra las naciones
indígenas que se extienden a ambos lados de las fronteras EEUU-
México o EEUU-Canadá. ¿Y quiénes suponemos que serán despo-
jados de sus tierras para construir los millones de hectáreas de pa-
neles solares que harán falta para suministrar toda la electricidad
demandada? También está el asunto de toda la minería necesaria
para fabricar tantas células fotovoltaicas. ¿Quién suponemos que
será afectada por la contaminación?
Sería inadmisible permitir que se confíe la solución del cambio
climático a los líderes mundiales que sólo hace entre cinco y diez
años negaban la existencia del problema, sobretodo cuando son
ellos quienes se han enriquecido de la actual organización social e
industrial, mientras que muchas de las personas a las que obligaron
a reconocer el problema a veces sacrificando sus propias vidas en la
lucha, siguen siendo silenciadas y reprimidas.
Estaba perversamente contento de que la cumbre climática COP15 ,
celebrada en Dinamarca el pasado diciembre, concluyera con una
propuesta tan hueca e insuficiente, porque podría ayudar a la gente
a darse cuenta de que no son los líderes mundiales quienes nos
protegerán del cambio climático. Para mí, el fracaso más grande de
Copenhague fue que el Estado policial erigido para proveer la se-
guridad durante la cumbre tuvo éxito en prevenir, mediante deten-
ciones masivas, que miles de manifestantes causaran desórdenes o
interrumpieran la cumbre, como habían hecho en cumbres pasadas
26
en Heiligendamm, Seattle y otros lugares. Es una derrota impor-
tante, pues una parte de la solución verídica al cambio climático
yace en meter una llave en los engranajes de las instituciones glo-
bales que actualmente monopolizan la resolución del problema. Un
disturbio en las calles impide que los líderes mundiales conversen,
conspiren y presenten sus planes a un público pasivo; también
visibiliza los conflictos sociales y demuestra que el monopolio de
tomar decisiones que tiene la élite está ferozmente disputado y sólo
existe gracias a la imposición forzosa. En este contexto, la
interrupción es, sobretodo, un acto constructivo.
El antropólogo David Graeber mostró como las redes descentrali-
zadas del movimiento anti-globalización consiguieron sus objetivos
a medio plazo, saboteando instituciones neoliberales como el FMI y
la OMC, con la práctica de interrumpir sus cumbres, deslegitimar
sus políticas y construir redes horizontales y prefigurativas de co-
municación global.
Una vez disputados su legitimidad y su monopolio en la toma de
decisiones, salieron a la luz las contradicciones entre los países-
miembros ricos y pobres y estas instituciones se volvieron inviables.
La OMC no consiguió superar ni las divisiones internas y ni al FMI,
siempre un acreedor mundial importante, lo tuvieron que rescatar.
El alto grado de regulaciones, impuestos y subsidios que necesaria-
mente formarán parte de la respuesta de la élite al cambio climáti-
co, devolverá a los gobiernos de los estados-naciones el
protagonismo que muchas veces no tenían durante las desregulaci-
ones del neoliberalismo de Bretton Woods. No obstante, los gobi-
ernos no pueden prevenir el colapso ecológico y ningún gobierno
importante ni siquiera lo intenta. Los estados progresistas de Euro-
pa propusieron una mera reducción del 20-30% en emisiones de
gases de efecto invernadero, a ser conseguida, principalmente,
27
mediante el truco barato de desaparición del mercado de carbono3.
La falta de soluciones gubernamentales tiene sentido, porque los
gobiernos existen sobretodo para construir y mantener las infraes-
tructuras necesarias para el comercio, para abrir nuevos mercados
para los productores y para proteger a los ricos de los pobres. Más
recientemente, nuevas tecnologías les han permitido alcanzar su
antiguo sueño de control social total; este proyecto les hace aun
menos receptivos a la idea de escuchar a activistas o a la idea de
respetar, en vez de controlar, al medio ambiente.
Los gobiernos mantienen el poder no mediante un monopolio de
la fuerza, sino mediante un monopolio sobre la toma de decisiones,
ocupando el foro central de la sociedad y convirtiéndose en los
árbitros de los conflictos sociales y los ejecutores de soluciones.
Rechazar las soluciones de los líderes mundiales y negar el diálogo
con las instituciones poderosas—de hecho intentar interrumpir y
sabotearlas—forma una parte vital de nuestra lucha para salvar
nuestro lugar en este planeta.
Los que piensan que se puede persuadir a los líderes mundiales para
adoptar respuestas adecuadas al cambio climático—las ONGs eco-
logistas que se sientan en la mesa del diálogo en los cumbres inter-
nacionales—están equivocados. Otros escritores han demostrado
ampliamente cómo el movimiento reformista de “justicia climáti-
ca” está generando soluciones falsas que únicamente empeorarán
las cosas (ej: Tim Simons y Ali Tonak, “The Dead End of Climate
Justice”). Las ecologistas de los frentes de lucha contra la minería
de carbón en Appalachia o contra la deforestación en el Pacífico
3 El mercado de carbono, carbon offset trading, es un mecanismo que asigna créditos
para la emisión de carbono y permite países y empresas ricas a comprar más créditos de
los países y empresas que o no los están utilizando todos o no tiene intención de
cumplir con los límites. Es decir, un ente puede cumplir con el límite de créditos de
emisión comprando más créditos en vez de reduciendo las emisiones.
28
Noroeste recuerdan que las grandes ONGs, apoyándose sobre los
sacrificios de las activistas, traicionaron a la base y a la primera
oportunidad de respaldar nuevas leyes se fueron corriendo al Con-
greso, atribuyéndose el mérito de grandes victorias aunque la nueva
legislación sólo desacelere la devastación.
De igual modo que la tierra es un sistema holístico e interconecta-
do, un método fragmentado para lidiar con el cambio climático
está condenado al fracaso. Los factores relevantes que determinarán
la supervivencia o extinción de especies y personas incluyen la de-
forestación, la salud del suelo, zonas muertas en los océanos causa-
das por los abonos químicos, la integridad de los hábitats, el
crecimiento de la población humana, los distintos métodos de agri-
cultura y cien cosas más que no están siendo mencionadas por los
líderes mundiales. Aumentar la producción de energía solar re-
queriría subsidios estatales y inversiones privadas, pero no evitaría la
catástrofe ecológica que ya ha comenzado. Para dejar los combusti-
bles fósiles bajo tierra, parar la sobre-población y proteger y recu-
perar hábitats, tendremos que, ni más ni menos, hacer cambiar
quién tiene el poder en nuestra sociedad y cómo se toman las deci-
siones; cambiar cómo vemos el planeta, es decir, de entenderlo co-
mo una cosa muerta para explotar y atormentar a entenderlo como
un sistema vivo e interconectado al cual debemos la vida.
Una solución popular al cambio climático requerirá la descentrali-
zación de la economía y de la toma de decisiones, la misma descen-
tralización prefigurada por las redes horizontales y globales que
actualmente están en lucha contra los responsables del cambio
climático. Nuestro estándar de vida tiene que basarse en los recursos
locales y no en lo que se puede comprar en el mercado internacio-
nal. Métodos agrícolas como la permacultura y la agricultura bioló-
gica y local, que ya están creciendo en muchos lugares, pueden
alimentar al mundo sin los inaceptables costes humanos y ecológi-
29
cos de la agricultura industrial y comercial. En cuanto a la pobla-
ción, se ha mostrado que las formas locales y pre-coloniales de con-
trol de la fertilidad perdieron su eficiencia justo en el momento en
el que la toma de decisiones, la sociedad y la identidad se des-loca-
lizaron y se pusieron en la escala nacional. Debemos y podemos re-
vertir este proceso.
En 2009, Elinor Olstrom ganó el Premio Nobel de Economía por
comprobar lo que el científico anarquista Piotr Kropotkin demostró
en su libro de 1902, Apoyo Mutuo: un Factor de Evolución, es decir,
que los recursos comunales pueden ser gestionados de forma hori-
zontal por las mismas personas que los utilizan, sin regulación esta-
tal o privatización. Dicho de otro modo, los comunes—apropiados
progresivamente por los predecesores institucionales de las mismí-
simas personas que nos gobiernen hoy en día—son nuestros, si los
tomamos.
El cambio climático ya está matando a personas y extinguiendo es-
pecies enteras cada día. Podemos aceptar más de lo mismo, si con-
fiamos la solución a los líderes mundiales que sabemos que nos
están mintiendo. O podemos tomar el control de la situación,
construir soluciones a nivel local mientras hagamos redes internaci-
onales con otras comunidades en resistencia y mientras saboteemos
los intentos de los poderosos para gestionar y prolongar el desastre
que han creado.

febrero 2010

30
UNA
SOLUCIÓN
ANARQUISTA
al CAMBIO
CLIMÁTICO
S I LA RESPUESTA DE LOS CAPITALISTAS VERDES AL CAMBIO CLIMÁTICO
solo le echará más leña al fuego, y si el gobierno a escala mundial es
incapaz de resolver el problema, como ya lo he argumentado en
artículos previos, ¿cómo los anarquistas sugerirían reorganizar la
sociedad para poder disminuir la cantidad de gases de efecto inver-
nadero en la atmósfera, y sobrevivir a un mundo que ya ha cambi-
ado?
No hay una sola posición anarquista, y muchos anarquistas se nie-
gan a ofrecer cualquier tipo de propuesta argumentando que si la
sociedad se libera del Estado y el capitalismo, ésta cambiará orgáni-
camente y no de acuerdo a un anteproyecto. Además, la actitud
policial, de ver el mundo desde arriba e imponer cambios, es inex-
tricable a la cultura que es responsable de destruir el planeta y opri-
mir a sus habitantes.
Sin embargo, quiero bosquejar una posible manera de cómo
podríamos organizar nuestras vidas, sin dar una propuesta concreta,
pues las visiones nos hacen más fuertes y todos nosotros necesita-
mos el coraje para romper de una vez por todas con las institucio-
nes existentes y las soluciones falsas que ofrecen. Siguiendo los
propósitos de este texto, no entraré en ninguno de los importante
debates respecto a ideales — niveles apropiados de tecnología, es-
cala, organización, coordinación, y formalidad. Voy a describir có-
mo una sociedad ecológica y anti-autoritaria podría manifestarse,
fluyendo desde la complejidad social del momento presente. Por
razones de simplicidad, tampoco entraré en el debate científico so-
bre qué es y qué no es sostenible. Esos debates y la información que
presentan son extensamente accesibles para quienes quieran hacer
su propia investigación.

32
Baso la descripción de este posible futuro mundo en lo que es
físicamente necesario y lo que es éticamente deseable, en
concordancia con las siguientes premisas.
• La extracción de combustibles fósiles y su consumo deben
detenerse por completo.
• La producción de comida industrial debe ser reemplazada
por la cosecha sostenible de comida a nivel local.
• Estructuras centralizadas de poder son inherentemente
explotadoras del medio ambiente y opresivas hacia la gente.
• La mentalidad de valor cuantitativo, acumulación, produc-
ción, y consumismo —o mejor dicho, la mentalidad del
mercado libre— es inherentemente explotadora del medio
ambiente y opresiva hacia la gente.
• La ciencia médica esta infundida de odio hacia el cuerpo
humano, y aunque haya perfeccionado respuestas efectivas a
nuestros síntomas, de la manera en que es practicada
actualmente es dañina para nuestra salud.
• La descentralización, la asociación voluntaria, la auto-orga-
nización, el apoyo mutuo, y la no-coacción son viables y
han funcionado, dentro y fuera de la civilización occidental,
innumerables veces.
Bienvenidos al futuro. Nadie hubiera pensado que la sociedad
global sería de esta manera. Su característica más definitiva es su
heterogeneidad. Algunas ciudades han sido abandonadas, árboles
crecen a través de sus avenidas, ríos fluyen donde antes el asfalto
cubría la tierra, y los rascacielos se desmoronan mientras ciervos
pastan en sus cimientos.
Otras ciudades prosperan, pero han cambiado hasta volverse
irreconocibles. Techos, solares y aceras han sido convertidas en
huertas. Árboles frutales forman hileras en cada cuadra. Gallos
33
cantan cada amanecer. Alrededor de un décimo de las calles —las
más grandes vías— permanecen pavimentadas o empedradas, y
buses funcionando con biodiésel las recorren con frecuencia. Otras
calles han sido ampliamente invadidas por jardines y huertas,
aunque ciclovías recorren en el centro de estas. Los únicos edificios
que tienen electricidad las veinticuatro horas al día son las plantas
de tratamiento de agua, los hospitales y las estaciones de radio. Los
teatros y los edificios comunitarios obtienen energía hasta tarde en
rotación, para que puedan quedarse abiertos para noches de cine u
otros eventos. Todo el mundo tiene velas y lámparas a cuerda, así
que siempre hay alguna luz en muchas ventanas hasta tarde. Pero
no es nada parecido a como era antes; en la noche se pueden ver las
estrellas en el cielo, y los niños quedan boquiabiertos cuando los
mayores les dicen como la gente había abandonado ese placer.
La electricidad es producida por una red de centrales eléctricas que
queman desperdicios agrarios (como mazorcas de maíz por ejem-
plo) y biocombustibles, y a través de una cantidad reducida de eó-
licas y paneles solares. De tanto en cuanto se encuentra un
hidroeléctrico que aun no ha sido desmantelado. Pero la ciudad
funciona con solo una fracción de lo que usaba previamente. La
gente calienta y enfría sus hogares por medio de un diseño solar
eficiente, sin electricidad alguna. En las regiones mas frías, la gente
complementa esto en el invierno con la quema de combustibles re-
novables, pero las casas están bien aisladas y los hornos están
diseñados con la máxima eficiencia, así que no se necesita mucho.
La gente también cocina con hornos a base de combustible, o en
climas templados y tropicales con hornos solares. Algunas ciudades
que utilizan más electricidad para la industria manufacturera y para
mantener formas de generación de electricidad renovables (solar,
eólica, y energía de la marea) también cocinan con electricidad.
Muchos edificios tiene una lavadora colectiva, pero todas las pren-
das se secan a la antigua: en una cuerda.
34
Nadie tiene una nevera aunque cada edificio o piso tiene un conge-
lador comunal. La gente aprovisiona alimentos perecederos como
yogures, huevos, y vegetales en una nevera no eléctrica o en el sóta-
no, y comen alimentos frescos o los envasan. La mitad de lo que
consume la gente es lo que cosecha en las huertas de su cuadra y en
los solares. Casi todos los alimentos que consumen son cosechados
a treinta kilómetros de donde viven. Ningún alimento es genética-
mente modificado o producido con químicos, y todos son produ-
cidos por su sabor y nutrición, no por su perennidad y facilidad de
transporte. En otras palabras, todos los alimentos saben mejor y la
gente es mucho más saludable. Enfermedades cardíacas, diabetes y
cáncer, algunas de las mas grandes asesinas de la sociedad capitalis-
ta, se han desvanecido. Los súper virus, creados durante el capita-
lismo, que mataron a millones de personas durante el colapso, han
desaparecido la mayor parte, y el uso de antibióticos ha casi termi-
nado, la gente vive mundialmente en condiciones más sanas y tie-
nen sistemas inmunes más fuertes, y los viajes globales no son ni
tan frecuentes ni tan acelerados. La gente también tiene mucha
mayor conciencia con respecto al medio ambiente y una conexión
personal con su bioregión, porque se alimentan de lo que se produ-
ce en temporada y lo que se cosecha localmente, y también porque
son ellos mismos quienes lo cosechan.
Cada hogar tiene un inodoro de abono y un fregadero, pero no hay
desagüe. Se ha vuelto un tipo de regla sobreentendida alrededor del
mundo el hecho que cada comunidad debe tomar responsabilidad
sobre sus propios desperdicios. Deshacerse de desperdicios con la
corriente de un río se ha convertido en el tabú más grande. Las re-
lativamente pocas fábricas que quedan usan fungí y microbios en
grandes terrenos forestales alrededor de las zonas industriales para
remediar cualquier contaminante que produzcan. Los barrios con-
vierten sus desperdicios en compost o combustible. La cantidad de
agua es limitada, por lo tanto los edificios están equipados con
35
atrapa-lluvias para las huertas. Los hogares que exceden por mucho
la cuota recomendada del uso del agua son públicamente abochor-
nados. La cuota recomendada no es impuesta; es simplemente una
sugerencia distribuida por quienes trabajan en el sindicato de agua,
basada en la cantidad de agua que la ciudad está permitida a desviar
de la fuente principal, y en acuerdo con todas las comunidades que
comparten la fuente.
En la mayoría de ciudades, la gente organiza asambleas periódicas
para el mantenimiento de huertas, vías, calles, edificios, organizar
guarderías y mediar disputas. La gente también participa en reuni-
ones con cualquier sindicato o proyecto de infraestructura al cual
quieren dedicar su tiempo. Estos pueden incluir al sindicato de
agua, el sindicato de transporte, el sindicato de electricidad, el hos-
pital, la unión de constructores, la unión de enfermeros (la mayoría
de la atención médica es realizada por herboristas, naturistas, ho-
meópatas, acupunturistas, masajistas, parteras y otros especialistas
que visitan los hogares), o fábricas. La mayoría de estas organizaci-
ones están descentralizadas al máximo, confiando a individuos y
pequeños grupos de trabajo el cómo hacer su trabajo, aunque cu-
ando es necesario se coordina a través de reuniones que usualmente
funcionan como asambleas abiertas usando consenso, con una pre-
ferencia por compartir perspectivas e información sin tomar decisi-
ones siempre y cuando sea posible. Algunas veces, reuniones
ínter-regionales (como por ejemplo la reunión de comunidades que
comparten un río) son organizadas con una estructura de delegaci-
ones, aunque las reuniones siempre están abiertas a todo el mundo
y siempre buscan llegar a decisiones que satisfagan a todos, ya que
no hay instituciones coercitivas y cualquier tipo de coacción es des-
aprobada por tratas de “traer de vuelta los viejos tiempos”.
Como el poder está siempre próximo en la medida de lo posible, la
gran mayoría de decisiones es tomada por individuos o grupos pe-
36
queños que comparten afinidad y trabajan juntos regularmente.
Una vez que no hay énfasis para controlar y acumular poder, en
imponer homogeneidad o la singularidad de resultados, la gente
descubre que la mayor parte de la coordinación puede ocurrir es-
pontáneamente, con gente diferente tomando diferentes decisiones
y resolviendo por sí mismos cómo reconciliar sus decisiones con las
de los demás.
Aunque las sociedades de hoy están estructuradas para crear senti-
mientos de comunidad y mutualidad, existe también espacio para la
intimidad y la soledad. Muchos barrios tiene cocinas y comedores
comunales, pero la gente puede y a menudo cocina y come por sí
misma, cuando les da la gana. Algunas sociedades tienen duchas
públicas, y otras no, dependiendo de diferencias culturales. La for-
zada comunalización de experimentos pasados en utopías socialistas
está ausente en este mundo. La propiedad privada ha sido abolida
en el sentido clásico de los medios de producción que la gente ne-
cesita para su supervivencia, pero cualquiera puede tener cuantos
objetos personales puedan conseguir — ropa, juguetes, reservas de
caramelos u otros manjares, una bicicleta, etc.
Mientras mas pequeña es la comunidad, es mayor la probabilidad
de que opere con una economía de regalo—cualquier cosa que no
uses lo das como regalo, reafirmando tus lazos sociales y aumentado
la cantidad de objetos en circulación—la cual es, tal vez, la eco-
nomía más común y de más larga trayectoria en la historia de la
humanidad. Más allá del nivel barrial, o cuando se trata de objetos
raros o que no son producidos localmente, la gente puede comerci-
ar. Los sindicatos de algunas ciudades pueden utilizar un sistema de
cupones para la distribución de cosas que escasean o de producción
limitada. Si trabajas en el sindicato de electricidad, por ejemplo,
puedes obtener un número de cupones que luego puedes utilizar
para conseguir cosas de la fábrica de bicicletas o de algún granjero
fuera de la ciudad. 37
Los artículos más comúnmente producidos en las fábricas son bici-
cletas, herramientas de metal, ropa, papel, equipo médico, biodiésel
y vidrio. Más común que la fábrica es el taller, en el cual la gente
fabrica cualquier tipo de cosas, con una calidad mayor y a un ritmo
mas lento y digno (y saludable). Los talleres usualmente usan ma-
teriales reciclados (después de todo, hay muchos antiguos centros
comerciales llenos de cachivaches y chatarra) y fabrican cosas como
juguetes, instrumentos musicales, ropa, libros, radios, generadores
de electricidad, bicicletas y partes de automóviles.
El trabajo no es obligatorio, pero casi todo el mundo trabaja. Cu-
ando no tiene jefes y puede hacer cosas que son útiles, la gente ti-
ende a disfrutar del trabajo. Aquellos que no contribuyen
trabajando de ninguna manera son a menudo despreciados o ex-
cluidos en los aspectos mas agradables de vivir en sociedad, pero
nunca es considerado aceptable el negar a alguien comida o trata-
miento médico. Porque si no ayudan a sus prójimos, es poco pro-
bable que consigan buenas comidas, masajes o acupuntura a menos
que tengan un problema específico; pero nunca se les dejará morir
de hambre. Es una pequeña carga de recursos para la comunidad,
pero nada comparado con el parasitismo de jefes, políticos y fuerzas
policiales del pasado.
No hay más policías. Generalmente, la gente está armada y entre-
nada en defensa propia y la vida de todos incluye actividades que
incentivan sentimientos colectivos o comunales de interés propio.
La gente depende de la cooperación y el apoyo mutuo para sobre-
vivir y ser felices, así que aquellos que dañan sus lazos sociales se
insolan y se hacen daño a sí mismos. La gente peleó por derrocar a
sus opresores. Derrotaron a la policía y las fuerzas armadas de las
clases dirigentes, y recuerdan esta victoria. La imperativa de nunca
volver a ser gobernados forma una gran parte de su identidad hoy
en día. No serán intimidados por el ocasional psicópata o por pan-
dillas de mafiosos.
38
En resumen, la ciudad tiene una desdeñable huella ambiental. Una
alta densidad de gente vive en una área determinada, que sin em-
bargo contiene gran diversidad, con muchas especies de plantas y
animales cohabitando la ciudad. No producen contaminación que
no remedien ellos mismos. Toman agua de un sistema hidrológico,
digamos un río que no es su propiedad, pero gastan mucho menos
que en una ciudad capitalista, y lo hacen mediante acuerdos con
otras comunidades que usan esa misma fuente. Emiten gases de
efecto invernadero a través de la quema de combustible, pero la
cantidad es menor a la que absorben de la atmósfera por medio de
su propia agricultura (pues todos sus combustibles son de origen
agrario, y el carbono que emiten es el mismo que esas plantas qui-
taron de la atmósfera mientras crecían). Casi toda la comida es local
y producida de forma sostenible. Existe una pequeña cantidad de
producción industrial, pero la gran parte de esta usa materiales re-
ciclados.
Afuera de la ciudad, el mundo ha cambiado mucho más. Desiertos,
selvas, montañas, pantanos, tundras y otras áreas que no pueden
sosteniblemente soportar altas poblaciones humanas han regresado
a su estado natural. Ningún tipo de programa gubernamental fue
necesario para crear reservas naturales; simplemente no valía la pena
quedarse en esos lugares cuando la producción de combustibles fó-
siles se detuvo. Muchas de estas áreas han sido reclamadas por sus
habitantes indígenas originarios. En muchas de estas, la gente vive
como cazadores-recolectores o pastores, llevando a cabo la más
inteligente forma de economía posible en esa bioregión y poniendo
de cabeza la noción convencional de lo que es futurístico.
Algunas comunidades rurales son auto-suficientes, sustentadas con
la agricultura y la ganadería, o mas intencionalmente con la per-
macultura. Mucha gente que dejó las ciudades durante el colapso
formó estas comunas, y son más felices y sanos que durante el capi-
39
talismo. Algunas de las comunidades permaculturales son compu-
estas de unidades familiares mas tradicionales, con cada familia
ocupando un par de hectáreas de tierra, extendidos en una distri-
bución homogénea sobre un vasto territorio. Otras constan de un
núcleo densamente poblado, con cientos de habitantes viviendo en
cinco hectáreas de campos intensamente cultivados, rodeados por
árboles frutales y prados con frutas, frutos secos y ganado, rodeados
a su vez por un anillo de bosques naturales que sirven de amorti-
guador ecológico, y como espacio para la ocasional tala de árboles y
la caza de animales. Estas comunidades rurales son casi completa-
mente auto-suficientes; tienen una relación sostenible con la tierra,
fomentan una alta biodiversidad y su emisión de gases de efecto in-
vernadero netamente equivale a cero (o negativo, en cuanto parti-
cipan en la reforestación de su zona).
Las comunidades rurales en los estrechos radios de las ciudades lle-
van a cabo una agricultura intensa, ayudada por algunos productos
manufactureros, enlazando una relación simbiótica con sus vecinos
urbanos. Cada semana, utilizando carruajes o camionetas biodiésel,
traen comida y biocombustibles hacia un barrio específico de la
ciudad y se llevan de vuelta compost (la mayoría proveniente de in-
odoros ya que los restos de comida sirven para alimentar a las aves
urbanas). Con este nutritivo compost, vidrio para invernaderos,
herramientas de metal y el ocasional tractor o arado mecánico
compartido entre varios minifundios, se pueden obtener altos ren-
dimientos todo el año sin destruir la tierra ni dependiendo de quí-
micos o carburantes fósiles.
Usan la siembra intercalada y otros métodos derivados de la per-
macultura para preservar el estado saludable de la tierra y evitar las
pestes. Las granjas están dotadas de árboles fruteros y pequeños
bosques; así que hay una gran biodiversidad, incluyendo gran can-
tidad de aves que se alimentan de insectos. Ya que no practican el
40
monocultivo, las pestes y las enfermedades no se expanden tan in-
controlablemente como en la agricultura capitalista. El uso de
plantas nativas, diferentes especies, la protección del suelo y la pre-
servación de bosques también mitigan el impacto de las sequías y el
clima extremo causado por el cambio climático.
Todavía existe una cantidad aceptable de transporte entre bioregio-
nes. Las ciudades están conectadas por medio de trenes biodiésel, y
la gente cruza regularmente los océanos en barcos que funcionan
con energía eólica (es decir, veleros). Una cantidad limitada de co-
mercio interregional funciona de esta manera, pero el transporte
interregional principalmente sirve para permitir el movimiento de
gente, ideas e identidades. La gente es menos móvil que en los últi-
mos días del capitalismo, ya que no están huyendo del desastre, ni
tampoco tienen que preocuparse por seguir los caprichos de la eco-
nomía que los obligaba a partir en busca de trabajo. Las bioregiones
son casi completamente auto-suficientes económicamente y la gente
encuentra el sustento necesario. Si quieren partir es porque quieren
viajar para ver el mundo y son libres de hacerlo porque las fronteras
dejaron de existir.
La comunicación a larga distancia funciona principalmente a través
de la radio. Para difusión global de noticias se usa la radio de onda
corta. La mayoría de comunidades urbanas y semi-urbanas también
tiene teléfono e internet. La producción altamente tóxica de com-
putadoras ha terminado, pero algunas pocas ciudades usan métodos
innovadores y más limpios para manufacturar computadoras en una
escala mínima y más lentamente. Sin embargo, existen suficientes
repuestos en circulación para que la mayoría de vecindades puedan
mantener algunas computadoras funcionando si así lo desean.
Mucha gente rural vive lo suficientemente cerca de una ciudad para
tener acceso a estas formas de comunicación de vez en cuando.
41
Todavía se reciben noticias de todo el mundo y se continúa culti-
vando una identidad que es parcialmente global.
La base económica de la sociedad se ha diversificado bastante en
cada comunidad lingüística. En otras palabras, alguien puede vivir
en una comuna agrícola con un nivel de tecnología muy similar al
de la sociedad occidental en el siglo diecinueve, pero cerca existe un
bosque habitado por cazadores-recolectores, y algunas veces al año
van a una ciudad organizada por sindicatos y asambleas, donde hay
electricidad, buses, una estación de tren o un puerto, donde se pu-
ede ver películas o leer el blog de alguien del otro lado del planeta.
Imágenes y noticias de alrededor del mundo pasan por cada comu-
na regularmente. En cada comunidad lingüística, se habla el mismo
idioma y se comparte una cultura e historia similar entre grupos
que de lo contrario serían tan diferentes. Un efecto de esto es que
una exclusiva identidad insular que podría traer problemas, entre
estos la regeneración potencial de comportamientos dominadores e
imperialistas, es constantemente balanceada por el crecimiento de
una identidad global y la mezcla con miembros tan diferentes de
una comunidad amplia. En realidad, ya que la mayoría de comuni-
dades lingüísticas se extienden mucho mas allá de una bioregión y
ya que la gente disfruta de una movilidad social sin precedentes,
existe una circulación sin fin de gente entre estas diferentes comu-
nidades; cada individuo decide, cuando llegan a una cierta edad, si
quieren vivir en la ciudad, el campo, o los bosques. No solamente
las fronteras no existen entre naciones artificialmente construidas;
las fronteras sociales tampoco detienen el movimiento entre dife-
rentes categorías identitarias y culturales.
Para la gente mayor, esta forma de vida se asemeja al paraíso, mez-
clado con los sombríos detalles de la realidad —conflictos, trabajo
duro, desamores, y drama banal. Los jóvenes simplemente piensan
que este tipo de vida es el resultado del sentido común.
42
Y cada año, el mundo se cura una poco más de los estragos causa-
dos por el capitalismo industrial. Nuevas áreas se vuelven silvestres
y la cantidad de bosques y humedales aumenta, mientras que áreas
altamente pobladas se vuelven ecosistemas saludables gracias a la
jardinería, la permacultura y la eliminación de coches. Los niveles
de gases de efecto invernadero se reducen lentamente, por primera
vez en décadas; el carbono vuelve a los suelos, a los bosques y hu-
medales, a nuevas áreas urbanas verdes; y la quema de combustibles
se detiene. Más de un tercio de las especies en el planeta se extin-
guieron antes de que la gente cambiase su manera de vivir, pero
ahora que la pérdida de hábitat se reversa, muchas especies regresan
a proliferar. Mientras la humanidad no olvide la lección más difícil
que ha aprendido, en algunos millones de años, la biodiversidad del
planeta será tan grande como antes.
La vida digna ha reemplazado al lucro como nuevo barómetro so-
cial y de un golpe ha reemplazado también a todos los ingenieros
del planeamiento social, todo el mundo puede hacer sus propias
medidas y determinar por sí mismos cómo lograrlo. La gente ha
recuperado la habilidad de alimentarse y alojarse por sí misma, y las
comunidades en sí han mostrado que ellas son las que se encuen-
tran mejor situadas para diseñar un modo de sostenibilidad adap-
tado a condiciones locales y a los varios cambios resultado del
calentamiento global. Era sentido común. La única solución que
todos los que se beneficiaban del cambio climático nunca hubieran
discutido era la única que podía funcionar.
Durante un largo tiempo, la gente no creía a quienes advertían so-
bre el cambio climático, sobre el colapso ecológico y otros proble-
mas creados por el gobierno y el capital; los mismos que clamaban
soluciones radicales. Al final, vieron que la mejor decisión que han
tomado en sus vidas fue la de parar de confiar en aquellos del po-
der, los responsables de todos esos problemas, y en su lugar, co-
menzar a confiar en sí mismos y aventarse.
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A esos lectores que dudan la posibilidad de esta visión, pueden echarle
un vistazo a «Campos, Fábricas, y Talleres» de Piotr Kropotkin,
donde científicamente se muestra una proposición similar, hace ya más
de cien años. También pueden revisar cómo la tierra nativa donde
viven fue organizada antes de la colonización. De donde yo vengo, la
Confederación Powhatan mantuvo la paz y coordinó el comercio entre
varias naciones en el sur de la Bahía Chesapeake. Al norte, los
Haudensaunne mantuvieron la paz entre cinco y luego seis naciones
durante cientos de años. Ambos grupos soportaron una alta densidad
de población mediante la horticultura intensiva y pescando sin
degradar el medio ambiente.

Donde ahora vivo, en Barcelona, los trabajadores tomaron la ciudad y


las fábricas y manejaron todo por sí mismos en el año 1936. Y en
donde estoy escribiendo este artículo, en Seattle, hubo una huelga
general de un mes en 1919, y los trabajadores también se probaron
capaces de organizarse y mantener la paz. No es un sueño. Es una
posibilidad inminente, pero solamente si tenemos el coraje de creer en
ella.

noviembre 2010

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