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Necesidad de las revoluciones científicas en Thomas Kuhn

“La ciencia se revoluciona constantemente, destruye los paradigmas desgastados y los sustituye con otros nuevos”(Thomas S. Kuhn)
Thomas Kuhn, en su libro La estructura de las revoluciones científicas, no presenta simplemente un estudio sobre las principales revoluciones que han sucedido
en el mundo científico a lo largo de la historia de la humanidad, sino que manifiesta un tratado en el cual nos explica los mecanismos científicos que motivan
cada una de las teorías y disciplinas propiamente científicas, es decir, demuestra la extraordinaria complejidad que conlleva el progreso científico.
Si a la historia se le considera algo más que un simple acervo de anécdotas o como mera cronología, ésta “podría provocar una transformación decisiva en la
imagen de la ciencia que ahora nos domina”.[1] Kuhn considera que el estudio histórico es sumamente necesario para poder entender cómo se han desarrollado
las teorías científicas, el objetivo de esta obra es bosquejar el concepto totalmente distinto de la ciencia que puede surgir de los registros históricos de la propia
actividad investigadora, de este modo, el desarrollo científico se convierte en el proceso gradual mediante el cual los registro históricos se han sumado uno a uno
en combinación de la técnica y el conocimiento científico.

Si el concepto de ciencia se llega a entender como “la constelación de hechos, teorías y métodos recogidos en los textos al uso, entonces los científicos son las
personas que, con éxito o sin él, han intentado aportar un elemento u otro de esa constelación concreta”.[2] Así pues, el historiador que se ocupa del desarrollo
científico tiene ante sí dos tareas principales: por un lado determinar quién y en qué momento descubrió o inventó cada uno de nuestros actuales hechos, leyes y
teorías; y por otro lado, describir y explicar el cúmulo de errores, mitos y supersticiones que han inhibido la acumulación más rápida de los constituyentes de los
modernos textos científicos.

Con lo anterior se puede ver que la ciencia quizá no se desarrolle mediante la acumulación de descubrimientos e invenciones individuales, la ciencia no tiene un
desarrollo meramente lineal, pues habría que revisar los descubrimientos anteriores, que los autores posteriores a éstos los tachan de errores y
supersticiones[3], puesto que si los ignoramos, la ciencia ya no cumpliría con la característica de ser acumulativa. “Si las creencias pasadas de moda han de
tenerse por mitos, entonces los mitos se pueden producir con los mismos tipos de métodos y pueden ser sostenidos por los mismos tipos de razones que hoy
conducen al conocimiento científico”.[4]

Dice Kuhn que es frecuente que la ciencia normal suprima novedades fundamentales porque necesariamente son contrarias a lo que respectan sus
compromisos básicos, ello da pie a que tal ciencia se extravíe una y otra vez, sin llegar nunca a un resultado. Un problema normal que habría de resolverse
mediante reglas y procedimientos, en ocasiones ya no se puede, el problema se resiste, de tal manera que la ciencia deja de funcionar del modo esperado,
revelando una anomalía, que a pesar de los repetidos esfuerzos no se puede ajustar a las expectativas profesionales. Ante ello se realiza una investigación
extraordinaria, la cual lleva a un nuevo conjunto de compromisos, a una nueva base sobre la cual debe practicarse la ciencia. “Los episodios extraordinarios en
los que se produce un cambio en los compromisos profesionales se conoce en este ensayo como revoluciones científicas”.[5]

Tales revoluciones exigieron el rechazo por parte de la comunidad de una teoría científica en favor de otra incompatible con ella, sin embargo estas revoluciones
transformaron la imaginación científica en suma manera, y cambiaron el trabajo científico que se realiza en el mundo.

“Ciencia normal significa la investigación basada en uno o más logros científicos pasados, logros que una comunidad científica particular reconocen como el
fundamento de su práctica ulterior”.[6] Tal noción está sumamente conectada al de paradigma. Las personas cuya investigación se fundamenta en paradigmas
compartidos se encuentran comprometidas con las mismas reglas y normas de práctica científica.

La transformación de los paradigmas o el desarrollo de los mismos, constituye propiamente las revoluciones científicas, y las sucesivas transiciones de un
paradigma a otro mediante una revolución constituyen el patrón usual de desarrollo de la ciencia madura.

El paradigma representa el trabajo que ha sido realizado de una vez por todas, su significado establecido es el de modelo o patrón aceptado, de ahí Kuhn toma
este vocablo para explicarlo en el ámbito de la ciencia.
Los paradigmas tienen éxito entre sus competidores en la medida en que resuelven problemas que el grupo de científicos practicantes consideran urgentes. La
ciencia normal consiste en la actualización de una promesa de éxitos que se logra extendiendo el conocimiento de aquellos hechos que el paradigma exhibe
como reveladores, la investigación de la ciencia normal se orienta a la articulación de los fenómenos y teorías ya suministradas por el paradigma.
Se consideran como revoluciones científicas a “aquellos episodios de desarrollo no acumulativos en los que un paradigma antiguo se ve sustituido en todo o en
parte por otro nuevo incompatible con él”.[7]
Las revoluciones científicas se inician por una sensación creciente, restringida a menudo a una pequeña subdivisión de la comunidad científica, de que el
paradigma existente ha dejado de funcionar adecuadamente en la exploración de un aspecto de la naturaleza hacia el que había conducido previamente el
propio paradigma.

Guiados por un nuevo paradigma los científicos adoptan nuevos instrumentos y buscan en lugares nuevos. Lo que es todavía más importante, durante las
revoluciones los científicos ven cosas nuevas y diferentes al mirar con instrumentos conocidos y en lugares en los que ya habían buscado antes. Es como si la
comunidad fuera transportada a otro lugar totalmente diferente donde los objetos familiares se ven bajo una luz diferente y, además, se les unen otros objetos
desconocidos.

Los cambios de paradigmas hacen que los científicos vean el mundo de investigación, que les es propio, de manera diferente. “En la medida en que su único
acceso a dicho mundo es a través de lo que ven y hacen, podemos estar dispuestos a afirmar que tras una revolución los científicos responden a un mundo
distinto”.[8]

Las revoluciones resultan casi invisibles y parecen siempre simples adiciones al conocimiento científico, sin embargo así es precisamente un paradigma, un
pequeño cambio en la concepción del problema, para darle una solución totalmente distinta y eficiente.

En conclusión, afirmo que para Kuhn las ciencias no progresan siguiendo un itinerario uniforme en la aplicación de un método científico, las ciencias progresarán
si y sólo si se entiende la importancia de los avances del pasado, ante los problemas existentes, creando de esta manera lo que Kuhn llama un paradigma, una
revolución científica.
Es necesario ver de otra forma y no aislar las ideas precedentes de la ciencia para dar paso a las nuevas revoluciones.

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