Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
”
Octavio Martínez Acuña.
Un caso paralelo que ilustra estos cambios fue el que vivió la Sociedad Mexicana de
Geografía y Estadística, la cual perdió importancia y apoyos por la participación de algunos de sus
miembros en el régimen imperialista de Maximiliano, 1 siendo sustituidos estos apoyos por los
otorgados a la Sociedad Mexicana de Historia Natural. De hecho, ―como lo han indicado algunos
autores― miembros de esta última ocuparon la mayoría de los cargos directivos y docentes del
Museo Nacional en esa época.2
En ese sentido, tanto el gobierno de Benito Juárez como el de Lerdo de Tejada propiciaron la
continuidad de un proyecto encaminado principalmente al desarrollo de las disciplinas naturalistas,
aunque algunos profesores del Museo formados en dichas áreas del conocimiento, debieron
encausar nuevos derroteros acordes a los objetivos que un nuevo y prolongado régimen
desarrollaría de forma recurrente. Al respecto, es posible observar a través de diferentes fuentes,
el uso y difusión que el gobierno de Porfirio Díaz dio a elementos históricos, arqueológicos y
antropológicos pertenecientes a nuestro patrimonio cultural material e inmaterial mediante
la exhibición en diferentes foros, espacios y medios, de objetos e imágenes asociados al pasado
prehispánico nacional; a las gestas heróicas y patrióticas desprendidas de diversos episodios
históricos, como la Independencia, o las intervenciones norteamericana y francesa; así como a la
1 Manuel Orozco y Berra se desempeñó como Director del Museo Nacional durante esa época, igualmente se vio
favorecido por la publicación de su obra Geografía de las lenguas y carta etnográfica de México. Precedida de un ensayo
de clasificación de las mismas lenguas y de apuntes para la inmigración de las tribus. Francisco Pimentel también
desempeñó algunas funciones durante ese periodo y vio la luz su trabajo Memoria de las causas que han originado la
situación actual de la raza indígena de México y medios de remediarla. José Fernando Ramírez también tuvo una
participación estrecha con el régimen e incluso se encargó de la dirección del Museo y fungió como un tipo de “inspector
asesor en temas arqueológicos”.
2 Juan José Saldaña y Consuelo Cuevas Cardona, “La invención en México de la investigación científica profesional: el
Museo Nacional 1868-1908”, en Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las ciencias y la tecnología, México, vol.
XII, no. 3, septiembre a diciembre de 1999, p. 319.
exposición de la diversidad étnica del territorio mexicano. Por su parte, el Museo Nacional, tuvo
una participación activa en la elaboración de éstas exhibiciones, e incluso, en varias ocasiones se
convirtió en el repositorio final de los materiales acopiados para dichos fines. Estas razones
contribuyeron para que sus colecciones se vieran drásticamente enriquecidas desde los incios del
último tercio del siglo XIX y, paralelamente, fue claro el predominio de donaciones, intercambios y
adquisiciones de piezas arqueológicas pertenecientes a las culturas mesoamericanas, reliquias de
los héroes patrios y objetos de uso cotidiano de las comunidades característicamente indígenas.
Podríamos establecer que el corolario y límite temporal de este periodo los determinó la
separación de las colecciones de historia natural del Museo y su reapertura en 1910, en un
contexto en el que se definió la formación de un departamento del Museo dedicado al estudio de
la población indígena contemporánea a cargo de Andrés Molina Enríquez, a la celebración de la
XVII sesión del Congreso Internacional de Americanistas, y también a la conmemoración del
Centenario de la Independencia conjunto de actos festivos que aludían a un hecho histórico, en
los que por consiguiente existió una presencia significativa de actividades vinculadas con la historia
y disciplinas afines.
De tal forma, esta generación de naturalistas fue testigo de un proceso de transición que se
caracterizó por la concesión de espacios, dentro del Museo y las instituciones, a las ciencias
sociales en detrimento de las ciencias naturales. En ese sentido, la asistencia de México a algunos
eventos internacionales jugó un papel preponderante, ya que la necesidad de elaborar una
proyección internacional de una nación moderna y civilizada en distintos ámbitos, propició la
agrupación de estudiosos que en su mayoría se habían destacado por su trayectoria en el campo
de la historia, aunque con distintas vertientes: Joaquín García Icazbalceta, Francisco Pimentel,
Antonio García Cubas, Mariano Bárcena, Antonio Peñafiel, Alfredo Chavero, José María Vigil,
Vicente Riva Palacio, Julio y Eduardo Zárate, Francisco del Paso y Troncoso, José María Agreda y
Sánchez, Nicolás León y Jesús Galindo y Villa.
Otro de los aspectos que definen esa festiva reinauguración del Museo en 1910, fue que en
las salas del Museo Nacional ya no fue posible admirar el enorme esqueleto de mastodonte, los
grandes mamíferos marinos, los reptiles o las especies teratológicas mounstrosidades y
malformaciones animales, ni tampoco la gran diversidad herbolaria o mineralógica, ya que desde
los primeros años del siglo XX los directivos del Museo y de Instrucción Pública, así como
profesores del mismo Museo proyectaron la separación de dichas colecciones, ¿qué mejor
momento que dicha conmemoración histórica para darle a la institución una orientación más
cercana a la elevación de un pasado glorioso y enaltecedor?