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Herrera Silva Viviana Itzel

Reflexión sobre el reportaje


“La realidad detrás de la realidad”

Vivimos en un mundo de información. La nobleza de la tecnología actual permite que


podamos enterarnos de cualquier acontecimiento en cualquier lugar al instante.
Aunque esta ventaja también tiene sus claroscuros. El lector se encuentra ante un
bombardeo constante de información en la red. Tan solo The New York Times publica
un contenido aproximadamente cada seis minutos, es decir, un total de 230
contenidos al día —entre notas, gráficos, interactivos y entradas en el blog— (Meyer,
2016). Pero, ¿en todos los casos cantidad significa calidad? No, al menos en
términos periodísticos.

El aumento del contenido web de un medio no es indicador de una mejora en la


forma de hacer periodismo. Por ejemplo, aun cuando The New York Times
incrementó el número de publicaciones en Internet sus directivos aseguran replicar
cientos de cables de agencias informativas, como Associated Press, de los cuales,
alrededor de 13 se van diariamente a la versión impresa (Meyer, 2016). Este número
evidencia que uno de los medios referentes en el mundo no está generando gran
parte de su propio contenido.

¿La razón? La velocidad a la que se difunde la información ha ocasionado que se


vuelva innecesario, a primera vista, contar con enormes redacciones; actualmente, la
prioridad es quién saca la nota primero, en lugar de quién saca la mejor nota. Aunado
a esto, la pérdida de recursos financieros también ha incidido en la reducción de
empleados: a finales de 2014, el periódico estadunidense recortó 100 puestos de
trabajo (Rogers, 2016) y, a su vez, en los primeros meses de 2016 reportó pérdidas
por 14 millones de dólares. ¿Las consecuencias? La saturación de información ha
mermado el rigor y la metodología periodísticos, aunque no totalmente.

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Otro de los retos que enfrenta actualmente el periodismo es el tipo de información


que el lector prefiere. Viral, se le ha denominado al contenido que apela a las
emociones del usuario y a las ganas de compartirlo. Aunque estas publicaciones no
destacan por su veracidad, sí lo hacen por su éxito. BuzzFeed, medio
estadounidense surgido en 2006 y que apuesta por las curiosidades o listas de
memes, pasó de publicar 914 historias y 10 videos en abril de 2012, a seis mil 365
entradas y 319 videos en el mismo mes, pero de 2016 (Meyer, 2016).

¿Qué hace que un periódico con 165 años de existencia, el mismo que hasta 2016
ha ganado 119 veces el Premio Pulitzer, sea rebasado en crecimiento por un medio
reciente y dedicado al entretenimiento? O quizás la pregunta debería ser: ¿qué es lo
que no se está haciendo para que el periodismo veraz triunfe sobre lo efímero?

“Los periódicos viven en el tiempo de Internet en el que la información estándar, […]


la agenda obligada, no sirve ya para competir, y solo vale la agenda propia”, dice el
periodista catalán Miguel Ángel Bastenier (2014). Ante este escenario, los tiempos
del boletín y de la réplica de contenidos deben quedar atrás. Existen fenómenos que
no pueden ser abordados únicamente en el plano informativo de la nota periodística,
sino que piden ser explicados de una manera profunda: “no es suficiente reportar
fielmente un hecho. Ahora es necesario reportar la verdad acerca de ese hecho”
(Commission on the Freedom of the Press, 1947: 22). Ya lo han advertido
investigaciones como “Papeles de Panamá”, que, además de tiempo, requirió del
trabajo en conjunto de distintos medios alrededor del mundo.

¿Quién nos está contando esta realidad detrás de la realidad? Necesitamos medios y
trabajos periodísticos que cubran y expliquen la realidad de manera crítica y
reflexiva. En este sentido, el reportaje se posiciona como el género que responde a
las necesidades actuales, para lograr una “agenda propia” en un medio y para
explicar los fenómenos presentes en una realidad tan compleja como la de nuestros
días.

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¿Qué hay de particular en la esencia del reportaje para que sea considerado el
género periodístico más completo? Para entender esto, primero es necesario
definirlo. Como género, y de acuerdo con Mauro Wolf (1984), se trata de un modo de
comunicación, establecido culturalmente y reconocido dentro de ciertas
comunidades, por tanto, se entienden como un “conjunto de rasgos distintivos que
caracteriza los mensajes” (Wolf: 1984, 189).

De esta manera, lo genérico supone un sistema de reglas que define la forma de los
procesos comunicativos en su realización, con la finalidad de lograr un
funcionamiento eficaz, pues organiza la información de determinada manera y, en
general, la competencia comunicativa entre destinadores y destinatarios. Estas
reglas están presentes en todos los componentes de la estructura del mensaje, de
aquí que también sea un sistema de relaciones entre forma, contenido, roles
discursivos, actos lingüísticos, etcétera.

Además de organizar la estructura del discurso, los géneros sirven como “categorías
analíticas” para la descripción y clasificación de cualquier tipo de ejercicio
comunicativo y, más allá de esto, al ser “reglas discursivas” institucionalizadas y
codificadas, también se entienden como “categorías etnográficas”, es decir,
“funcionan en una determinada comunidad social y en relación con el sistema de
conocimiento de los habitantes, como elementos de reconocimiento de los actos
comunicativos realizados” (Wolf: 1984, 191). Así, el destinatario aprende a distinguir
lo que hay dentro del género y busca cierto tipo según sus características.

Grosso modo, el género representa distintos sistemas que funcionan en cada etapa
del proceso comunicativo: para organizar su producción, para ser entendido por el
destinatario, y para analizarse.

¿Cómo se aplican los géneros en la comunidad periodística para explicar la realidad


y sus fenómenos? De acuerdo con Alberto Dallal (1989, 33), el periodismo es “el acto
de socializar rápida y efectivamente la información”, es decir, hacer que una

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información —que sólo será auténtica si es impuesta por circunstancias históricas y


sociales— se convierta en un bien público. Con base en esto, los géneros
periodísticos tienen que responder a ciertas características:

1. Son textos o estructuras en prosa que se refieren a problemas inmediatos,


cercanos, no anteriores en el tiempo y en el espacio porque dejarían ipso
facto de ser periodísticos;
2. están construidos con un lenguaje fluido, accesible; y
3. se refieren temáticamente a asuntos, a fenómenos o acontecimientos, obras o
personajes de interés social (Dallal: 1989, 33).

Por estas cualidades el periodista echa mano de los géneros para organizar la
información de la manera más conveniente con el objetivo inmediato de presentarla a
un lector. Aunque, según Bastenier, como no existe nada establecido en torno a ellos,
los géneros no tienen importancia: “la noticia es la materia prima, no la forma de
trabajar con ella” (Bastenier: 2001, 32).

El periodista catalán sostiene que lo importante es la realidad, después viene su


disposición, que será con un enfoque periodístico de acuerdo con lo que se busca
comunicar. A pesar de esto, el autor establece tres géneros troncales que denomina
por su orden de “aparición en escena”, y por la relación que tienen con el texto; de
esta manera, cada uno se nutre y es derivado del anterior:

1. Seco o informativo puro;


2. crónica; y
3. reportaje.

De acuerdo con esta clasificación, a medida que se avanza en la generificación del


material informativo, también aumenta la personalización del mismo. Así, el reportaje
se posiciona como el más personal de los géneros, en el cual el periodista cuenta
con mayor libertad de intervenir de manera personal y presentar la realidad según
sus criterios. Está compuesto por todos los recursos expresivos que se encuentran
en la nota informativa y en la crónica: parte de la enunciación de los hechos, pasa

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por la prosa descriptiva y los recursos literarios, hasta nutrirse con la opinión, la
interpretación y la visión del mundo del reportero. En consecuencia, el autor es
completamente dueño de su material, de lo que escribe; él mismo ha seleccionado
su pieza periodística a tratar.

Para José Luis Benavides, el reportaje es:

“un género periodístico que aborda el porqué y el cómo de un asunto,


acontecimiento o fenómeno de interés general con el propósito de situarlo
en un contexto simbólico-social amplio, brindándole al lector de un modo
instructivo y ameno, antecedentes, comparaciones y consecuencias
relevantes que lo ayuden a entenderlo” (Benavides: 2004, 223).

Por ello, “el reportaje es el género base del periodismo; su representante más
idóneo. Es un género a través del cual sólo puede hacerse verdadero periodismo,
periodismo auténtico” (1989, 62). Con esta contundente frase, Dallal define al que
también ha sido llamado el “género de géneros”, y lo es, no sólo por su estructura,
sino también por su realización. No se trata de periodismo de escritorio. Por el
contrario, requiere de una producción ardua que obliga al periodista a acudir al lugar
de los hechos, a realizar un vasto ejercicio de documentación e investigación durante
todo el proceso, al cruce de datos y el contraste de información, a elaborar
entrevistas a las fuentes de información para conocer el testimonio o los puntos de
vista de personas implicadas en el tema a desarrollar. Sólo así, la realidad podrá ser
presentada como lo que es: un prisma con distintas caras.

No es coincidencia que el reportaje haya surgido con la profesionalización del


periodista durante el siglo XIX, cuando los grandes diarios en los países
industrializados enviaban a sus colaboradores al lugar de los acontecimientos,
incluso se adoptó el nombre de reporter para denominarlos. Esta figura tiene sus
antecedentes en el cronista, el antiguo narrador de los hechos (Dallal: 1989, 62). El
elemento narrativo es la razón por la cual en ocasiones el reportaje se confunde con
la crónica. Tanta relación existe entre ambos géneros, que el periodismo en español

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modernizó las técnicas del reportaje con la aparición de las llamadas novelas
testimonio hispanoamericanas, desde Relato de un náufrago de Gabriel García
Márquez —que relata la cara oculta de las causas del naufragio de un buque militar
—, hasta Los periodistas de Vicente Leñero —novela que expone lo ocurrido en
torno al golpe que el gobierno mexicano dio al entonces diario de oposición Excélsior
a mediados de los 70. Sin embargo, la interpretación y la opinión es el añadido que
los distingue.

El reportaje presenta una cualidad única: dado que la noticia es un contenido que
tiende a caducar pronto debido a su inmediatez, este género le imprime vigencia al
situar los acontecimientos en su contexto, y por explicar sus causas y
consecuencias. Por esto, sus posibilidades son mayores: permite explicar un
problema, plantear y argumentar una tesis, o narrar un suceso. Pero este género es
ambicioso. No sólo busca informar, sino también entretener. Bien dice el periodista
José Benavides: “[l]o importante, en todo caso, es que el reportaje atrape al lector y
sostenga su interés de principio a fin” (2004, 225). Para ello, tiene que ser una
mezcla interesante y experimental, que se permita licencias de la ficción literaria para
ser ágil y dinámico. Esto consiste en buscar elementos potenciales de comedia,
ironía, tragedia y conflicto entre protagonistas y antagonistas.

Otra de las virtudes del reportaje es la capacidad de mostrar la contracorriente de un


suceso, es decir, el agrupamiento y la acción de fuerzas contrarias, la oposición
(Benavides: 2004: 241). Además, permite realizar proyecciones a futuro del fenómeno
desarrollado. Gracias a estas posibilidades “[s]erá, quizás, el género que más toma en
cuenta al lector y el que más respeto le tiene al brindarle distintas perspectivas y el
contexto para explicar un fenómeno” (Bastenier: 2001, 151).

Regularmente, el tema debe ser de interés cercano y de preocupación ciudadana. Si


bien El País, en sus consejos para realizar un reportaje, menciona que la inmediatez
y actualidad no son necesarias, dado que suele derivar de una noticia puntual ya
conocida por el público, sí es esencial que un reportero esté al día de las tendencias

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de los acontecimientos noticiosos. Sólo así podrá mostrar la otra cara de la moneda
de los tópicos recurrentes, o bien, poner en la palestra asuntos poco tratados por el
periodismo.

Cada tema tiene su propia complejidad. Hay temas que son un poco más fáciles de
investigar y hay otros que presentan una mayor dificultad; realidades que son muy
amplias y, por tanto, se tiene que seleccionar una parte de ésta de acuerdo con los
criterios del periodista y el alcance que busca. En este sentido, tener en cuenta
elementos como el tiempo, la distancia, la historia —sus causas y consecuencias—,
el número de actores involucrados será útil para esta tarea. Posteriormente, y de
acuerdo con la selección, se elegirá el tono del reportaje que se piensa hacer.

José Benavides identifica dos tipos de reportaje, según el papel que juegan el
reportero, el espectador o el actor de los acontecimientos:

1. Reportaje general: pone mayor énfasis en responder a las preguntas “cómo”


y “por qué” de un acontecimiento o fenómeno. De este se desprende un
subgénero que es el reportaje de controversia, entendido como aquel que
intenta explorar cuáles son los argumentos alrededor de un debate público
con actores antagónicos y por qué es importante socialmente esta
controversia pública.
2. Reportaje testimonial: el reportero es protagonista, pero no es el único que
interpreta los hechos, también se incluyen otros puntos de vista, material
documentas de apoyo y entrevistas con otros actores (2004, 225-226).

Por su parte, Bastenier establece dos categorías de acuerdo con el escenario


principal sobre el cual trabaje el periodista:

1. Reportaje de escenario: consiste en la construcción de una historia con un


desarrollo material, algo que es posible ver, que está pasando en un lugar
determinado. En el mismo se dará como elemento importante de información

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un paisaje, porque el periodista se hallará en el centro de un mundo, de algo


que se mueve a su alrededor, que verá y oirá tanto como interrogará.
2. Reportaje virtual: es aquel que carece de una sede geográfica determinada,
en el que no hay, por tanto, elementos básicos de visualización, y donde
construiremos la historia unitaria —no simplemente una estructura dotada de
un hilo conductor como en la crónica— a partir de declaraciones de
personajes, testigos, contexto, etcétera. Se puede basar en hechos
generalmente conocidos, sobre los que, por tanto, no puede haber apropiación
intelectual directa por parte del autor, o en elementos de información que no
sean del dominio público, obtenidos por el periodista para construir sobre ellos
un texto tan inédito como el tipo de acontecimiento espontáneo que recoge el
mejor reportaje de escenario (2001, 154-168).

Para fines de este trabajo, con base en Benavides, se realizará un reportaje general,
pues el objetivo es responder al por qué y al cómo se ha transformado el espacio
público de la delegación Cuauhtémoc en los últimos 15 años. Además, estará inserto
dentro del subgénero de controversia, ya que se trata de un debate público aún
vigente en la palestra. Bajo el enfoque de Bastenier, desarrollado como un reportaje
de escenario, debido a que el espacio público es un lugar determinado, tangible y
posible de observar.

Como trabajo académico, el presente no está obligado a obedecer a la lógica del


mercado ni a las preferencias de cierto tipo de lector, por el contrario, su compromiso
y responsabilidad son meramente sociales. En un tiempo donde además de perder
recursos económicos y humanos, los medios también se enfrentan a la pérdida de
credibilidad, ofrecer un periodismo responsable y que cubra las necesidades de los
ciudadanos y las sociedades democráticas es esencial. A pesar de los avances
tecnológicos —sus virtudes y desventajas—, por fortuna, aún nos queda el reportaje.
Fuentes

Bibliografía

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Herrera Silva Viviana Itzel

Bastenier, Miguel A. (2001). El blanco móvil. Curso de periodismo. México: Aguilar.

Benavides, J. (2004). Escribir en prensa. (2ª ed.). Madrid: Pearson.

Dallal, A. (1989). Lenguajes periodísticos. México: UNAM.

Randall, D. (1999). El periodista universal. Madrid: Siglo XXI

Páginas web

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Recuperado el 12 de noviembre de 2016.

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Meyer, R. (2016: mayo). “Hoy Many Stories Do Newspapers Publish Per Day?”.
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Recuperado el 8 de noviembre de 2016.

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