En el tiempo litúrgico de cuaresma los católicos están obligados a guardar el
ayuno y la abstinencia, así lo menciona el Catecismo de la Iglesia Católica en su numero 2043: El cuarto mandamiento (abstenerse de comer carne y ayunar en los días establecidos por la Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas y para adquirir el dominio sobre nuestros instintos, y la libertad del corazón (Cfr. CIC 1249).
Para cumplir el precepto de la abstinencia los fieles observen lo que dice el
Código de Derecho Canónico en su número 1251: Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
La norma de la abstinencia de la carne en otras épocas era una penitencia
con un sentido claro de mortificación. En momentos históricos en que difícilmente llegaban a todas las ciudades alimentos variados de calidad, abstenerse de carne significaba pasar el día comiendo verduras o pescado malo (de ahí su consumo). Actualmente la penitencia que impone la Iglesia con esta normativa no es la mortificación, sino la obediencia.
Lo que cuesta no es abstenerse de la carne, y comer pescado, sino obedecer
a la Iglesia, y se debe tener en alta estima la actitud de quienes obedecen a la Iglesia en los actuales tiempos en que se da tanta deslealtad. La abstinencia y ayuno son obligatorios para los cristianos por disposición divina (Cfr. Mt 9, 15), aunque las formas concretas a estas prácticas las ha de concretar cada fiel.