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Filosofía Moral I
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“El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. Se le puede adorar en la catedral o
en el laboratorio, porque su creación es majestuosa, sobrecogedora, complejísima y bella. Solo
nosotros, humanos imperfectos, podemos iniciar tales batallas. Y solo nosotros podemos
terminarlas.”
La transmisión vertical del VIH (de la madre al niño) puede producirse durante la
gestación, intraparto o durante la lactancia. Por eso, está contraindicada la lactancia en forma
sistemática.
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Tener un bebe es una decisión muy personal y si bien algunas pacientes infectadas por el
virus deciden no hacerlo, otras mujeres quedan embarazadas y aceptan continuar pese a conocer
los riesgos.
Acerca de Ximena
Tiene 17 años. Nació infectada con el virus del VIH. Su madre se entera de su propia
infección a raíz de diversas enfermedades que la niña sufrió desde chiquita: a los cinco años se
le diagnostica parotiditis recurrente. Se le piden exámenes de VIH a ella y a su madre y ambos
dan positivo por lo cual se infiere que Ximena se contagió en el embarazo de su madre y durante
el parto. Ambas comienzan a recibir tratamiento pero su madre decide no revelarle a la niña el
dato del VIH.
Cuando tiene entre once y doce años, Ximena comienza a leer los prospectos de la
medicación que debe tomar todos los días y que tanto le cuesta sostener. Se da cuenta de que es
portadora del virus del VIH, de que se lo han ocultado y decide no decir que sabe .Mantiene este
secreto durante cuatro años. A los quince se pone de novia y su madre decide contarle,”para
proteger a la pareja". Ahora, todos saben. Los padres, los hijos y el novio quien decide no
realizarse el test y mantener relaciones usando preservativo.
A los diecisiete años Ximena queda embarazada y se va a vivir con su novio a la casa
paterna del joven, donde tampoco dicen nada.
Concurre al hospital para realizar el control de su embarazo, hay muchas cosas que
atender: se trata de una joven embarazada infectada con el virus del VIH, que deberá revisar su
esquema de tratamiento antirretroviral a los fines de proteger al bebe de la infección. La primera
dificultad radica en que la paciente no es “prolija” en el seguimiento y todos los esfuerzos
médicos tenderán a subrayar y mejorar este aspecto, teniendo en cuenta que su salud ya no
depende de la atención de sus padres sino de ella misma. Y que ahora también implica la
responsabilidad por su bebé.
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Se realizan entrevistas con la joven y su pareja. El tema principal es el cuidado que se le
dará al bebe ya desde la panza. Se les informa entre otras cosas que el bebe no podrá ser
amamantado ya que la leche materna contagia el virus. Se realiza un examen de VIH al novio y el
resultado es negativo. Esto instala otra denominación: la de pareja discordante. Informados
acerca de los métodos de prevención en las relaciones sexuales, es obvio que no han usado
preservativo y se pone de manifiesto una conducta desafiante de la pareja de jóvenes, en relación
a los cuidados.
El bebe nace por parto natural, sin complicaciones. Ximena informa al momento de
internarse de su condición de VIH positivo y de la medicación que está recibiendo. Esto
permite que el parto se realice en las mejores condiciones para el bebe y la madre. Parece hacerse
evidente que su posición frente a los cuidados ha cambiado y ha tornado a ser de más
responsabilidad.
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Acerca del compromiso del Equipo: La vida humana participa de la dignidad de la
persona.
Me interesó observar cómo Ximena actuaria y se relacionaría con su bebé pero fue
posible realizar antes una revisión de su historia personal favorecida por el tiempo del embarazo.
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Los padres proveen reguladores ocultos que permiten modular los estados emocionales y
mentales. Si teníamos que pensar en la relación de Ximena con su madre, se presentaban una
serie de características que tornaban no favorable esta relación de cuidados. En primer lugar
porque considerando la autoestima materna, hubo que considerar el efecto que causó en su madre
enterarse en un mismo momento de su propia infección por VIH. Ella estaba infectada y no lo
sabía y había trasmitido el virus a su hija durante el parto. Esto transformó los cuidados normales
de la niña. La ubicó en un estado de obligación al tener que responsabilizarse por el tratamiento
de su hija, sin tiempo subjetivo para entenderse a ella misma infectada. Se supone que esto trajo
aparejado un cambio en la significación de esa niña para esa madre, quien tuvo muchas
dificultades para sobrellevar el tratamiento, para hablar del tema, para pedir y recibir ayuda
profesional, alejándose muchas veces de las consultas y controles médicos, perjudicando a la niña
y tornándose insensible a los reclamos de su hija. Esta madre guardó el secreto y por períodos,
dejó de cuidarla: retracción que se reprodujo en Ximena, que al enterarse, también hizo silencio y
cuidó el secreto.
Así fue posible ir indagando acerca del vínculo que tenía con su madre y como esta influía
sobre su actual situación de pareja y embarazo, teñidos ambos por el VIH. El reconocimiento de
estas áreas de desinvestidura, permitiría proteger a la joven de los aspectos depresivos de su
madre, previniendo que estos no perjudiquen la relación con el bebé.
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Acerca del vínculo del niño con su madre
La joven aclaró en varias oportunidades que no era su deseo repetir esta actitud con su
hijo ni con su pareja, que estas vivencias ocurridas durante su infancia, afectaban su pensamiento,
sus sentimientos y su conducta en la actualidad y que deseaba mejorar esos aspectos que
consideraba negativos si afectaban la relación que tendría con su hijo.
La teoría del apego que formula el autor John Bowlby, considera la tendencia a establecer
lazos emocionales íntimos con individuos determinados como un componente básico de la
naturaleza humana, presente en forma embrionaria en el neonato y que prosigue a lo largo de la
vida adulta.
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Durante los primeros meses de vida, el niño muestra muchas respuestas que constituyen lo
que más tarde será la conducta de apego. Desde el nacimiento muestra una capacidad embrionaria
para establecer interacción social y sentir placer al hacerlo.
Se reforzó en Ximena esta idea y la de que su bebe sería capaz en pocos días de nacido de
distinguir entre la figura de su madre y otros, que reconocería su olor y su voz y hasta su forma
particular de sostenerlo en brazos. La apuesta terapéutica apuntó a que la paciente sería capaz de
ofrecerle una base segura a su hijo y que podría establecer con éxito un vinculo maternante.
Ese tiempo de interacciones se desplegó en todas las formas. Los registros de Ximena
acerca de los gestos del bebe, las significaciones que ella misma puso en su hijo, decodificando e
interpretando sus gestos, su llanto, sus miradas. (Interacciones comportamentales); mostrando
todo el afecto que era capaz de brindar a ese niño, y compartiendo esas vivencias con su pareja
(Interacciones afectivas); y ubicándose en otra posición respecto de su madre, quien no se alejó
de Ximena y siempre se mostró dispuesta a colaborar con su hija, sin embargo, Ximena, ya no se
mostraba tan dependiente de su madre y sus reacciones parecían ya no responder a las
expectativas maternas (asociadas al descuido y la depresión), sorprendiendo en madurez y
responsabilidad a la hora de proporcionar cuidados.(Interacciones psíquicas).
Considerando la teoría del apego, se tornó imperativo proporcionar las condiciones para
que la joven explore sus modelos representativos, vuelva a evaluarlos y los reestructure a partir
de nuevas comprensiones adquiridas, por lo que el equipo médico se propuso realizar un
reforzamiento de distintos aspectos:
-se intentó proporcionar una base segura desde la cual fuera posible explorar el
significado de estar infectada con VIH, reconsiderar los aspectos de la enfermedad y del
embarazo con un apoyo significativo, que brindara comprensión a la vez que funcionara de guía.
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-Ayudarla a considerar sus modos de relacionarse con las figuras significativas del
presente (sobre todo su pareja) a cuestionar sus expectativas respecto a sus propios sentimientos y
conductas, qué tendencias inconscientes se ponían en juego, cada vez que tomaba decisiones
acerca de su pareja, su embarazo, su tratamiento. Durante las entrevistas el miedo a ser capaz de
cuidar a su bebé, si sería una madre suficientemente buena, surgió como consecuencia de la
inseguridad de Ximena de hablar del episodio familiar secreto: que su madre le haya ocultado su
infección; por la culpabilidad que le generaba ser ella quien lo revelara. Se la instó a explorar
diversas posibilidades, tanto las que favorecían como las que desfavorecían a su madre y se la
estimuló a sopesar los datos disponibles.
-Se la alentó a examinar su propia conducta dentro del marco hospitalario, cómo eran sus
respuestas y sus demandas en relación al tratamiento que recibía, como se relacionaba con los
distintos especialistas que visitó en diferentes momentos y se enfatizó la utilidad que revestían
estas distintas vivencias para lo que más tarde sería armar un patrón de conducta propio, cuando
volviera a su casa, con su pareja y su hijo. En otras palabras, cuando fuera capaz de imaginar
alternativas más ajustadas a su vida presente, de crear acciones y modelos nuevos a partir de su
maternidad.
Conclusión
El acompañamiento a una mujer que está haciendo nacer a un niño no puede reducirse a
una asistencia técnica del cuerpo. Ese cuerpo es habitado, atravesado, considerado, actuante,
cansado, agotado, amado, no amado, hablante.
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El equipo interdisciplinario porta la premisa de la responsabilidad colectiva para cuidar y
atender a los pacientes, con una actitud respetuosa, solidaria y sin discriminación. Es misión del
equipo transmitir y comprender al mismo tiempo que estamos frente a un grupo de enfermos
vulnerables que deben vivir y convivir con el SIDA.
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BIBLIOGRAFIA
Gorbea Robles, M. (2003). Manejo integral del binomio madre-hijo con VIH/sida.
México: Manual moderno.
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