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En la cultura occidental la palabra meditación viene del latín meditatĭo que originalmente indicaba
un tipo de ejercicio intelectual; mientras que la palabra contemplación se reservaba para un uso
más religioso o espiritual. Aparte de su uso histórico, la palabra meditación es empleada en la
traducción de conceptos provenientes de prácticas espirituales asiáticas como el dhyana. De esa
manera, la palabra meditación adquirió una nueva definición que la hace similar a la
contemplación.
En el siglo XIX, los teósofos adoptaron la palabra «meditación» para referirse a las diversas
prácticas de recogimiento interior o contemplación propias del hinduismo, budismo y otras
religiones orientales. No obstante, hay que notar que este tipo de práctica no es ajena a la historia
de Occidente, como muestran descubrimientos de vasijas celtas con figuras en postura yóguica.
Budismo
La meditación es básica dentro del budismo. Cada escuela tiene diferentes maneras y técnicas
específicas. Para algunas es la forma mediante la cual la mente logra alcanzar un plano de
realidad y entendimiento que va más allá de lo aprendido y, tiene que ver más con lo sensorial.
También se puede ampliar o controlar el espectro de motivaciones de la personalidad.
Según el zen, meditar es la condición natural de la conciencia humana, capaz de comprender por
sí sola el significado de su existencia, aun si esto ocurre a nivel del inconsciente. Esta percepción
se interrumpe por la agitación o el interés en los asuntos particulares que absorben nuestra
atención. La práctica de un sistema o rutina de meditación devolvería a la mente a ese estado
básico y primordial. Algunos maestros zen dicen que meditar es «tocar el corazón» del ser
humano.
En el Theravāda, la meditación involucra tanto técnicas como samādhi, mettā y vipassana, como
el desarrollo de la bondad y el «conocimiento superior». En el Mahāyāna las prácticas meditativas
son las visualizaciones, rezos y alabanzas.
Cristianismo
Hinduismo
En el hinduismo, en las escuelas de yoga y vedānta, la meditación es parte de dos de las seis
ramas de la filosofía hindú.
Islamismo
Paganismo
De acuerdo con Jeremy Holmes y Alberto Pérez Albéniz (2000), parece ser que las diferentes
técnicas de meditación pueden ser clasificadas de acuerdo a su enfoque. Algunas se enfocan en
el campo de la percepción y la experiencia, también llamada de conciencia plena (mindfulness en
inglés). Otras se enfocan en un objeto determinado, y son llamadas de «concentración». Hay
también técnicas que intercambian el campo y el objeto de la meditación.
Las técnicas de aproximación a la meditación varían desde las que se basan en observar la
respiración, en visualizar algún pensamiento positivo o imagen inspiradora, enfocar algún objeto o
imagen (como un mándala), las invocaciones, hasta las que se basan en tipos de compleja
«alquimia espiritual». También existen las meditaciones sin objeto, desenfocando la tensión
mental. Además de lo descrito antes sobre el pensamiento en la meditación, durante ésta se
puede dejar fluir libremente las imágenes mentales, sean claras o confusas, como cuando se está
a punto de conciliar el sueño. También se puede dejar fluir las sensaciones, emociones, impulsos
y energías corporales, normalmente sin intervenir en ellas, pero tampoco dejándose llevar o
enredar, de manera que muestran finalmente una tendencia a reordenarse por sí solas; aunque
existen métodos de reflexión y técnicas de concentración en que la conciencia las puede manejar.
La meditación no solo puede tener propósitos religiosos sino estar también enfocada en el
mantenimiento de la salud física o mental. Estudios científicos han demostrado que algunas
técnicas de meditación pueden ayudar a mejorar la concentración, la memoria, la salud emocional
y mejorar el sistema inmunitario y la salud en general.
Actualmente al menos dos tipos de meditación se ha probado efectivo para aumentar el cociente
intelectual (presencia abierta y focalización), mejorar la memoria e incluso modificar partes del
cerebro como el hipocampo o la ínsula.
Otros estilos de meditación otorgan igualmente distintos beneficios a la salud mental y física de
sus practicantes, especialmente un mejoramiento de la inteligencia emocional y del sistema
inmunitario. Entre los más comunes se encuentran el alivio del estrés y la reducción de la presión
sanguínea.
Algunos estudios científicos acerca de la meditación zen registraron diferencias significativas entre
el funcionamiento del sistema nervioso y cerebral de personas que meditaban regularmente y el
de las que no. Por este motivo, podemos afirmar que es de suma importancia la práctica de la
meditación en personas con hiperactividad. Esta práctica regularía el funcionamiento de su
sistema nervioso.
Otro estudio realizado por Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin, reveló que la
disciplina de la meditación puede cambiar el funcionamiento del cerebro y permitir alcanzar
distintos niveles de conciencia.