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I.

VIH/SIDA

El Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) es un virus que ataca al Sistema Inmunológico y


debilita la capacidad del organismo para defenderse frente a enfermedades o infecciones llamadas
oportunistas y determinados tipos de cáncer. La característica principal de la infección por VIH es
la destrucción gradual de la población de linfocitos T CD4 positivos. El diagnóstico se basa en un
recuento de linfocitos CD4 en una muestra de sangre.

El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es un término que se aplica a los estadios


más avanzados de la infección por VIH. Desde la infección primaria con el VIH hasta el momento
en que se desarrolla el SIDA en los adultos, se puede decir que hay un lapso de 8 a 10 años, que
se caracteriza por presentarse en el 40% al 90% de los casos como un síndrome viral agudo con
fiebre, malestar y sudoración nocturna.

1.1 Orígenes y estadísticas sobre el VIH

La primera descripción de un caso de SIDA el VIH se produjo en 1981 en Estados Unidos cuando
el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) reportó la ocurrencia inexplicable
de neumonía por Pneumocystis jiroveci en homosexuales previamente. El VIH fue aislado en 1983
de un paciente con linfadenopatía y se demostró claramente en 1984 como el agente causal del
SIDA. En 1985 se desarrolló una prueba de ELISA (ensayo por inmunoabsorción ligado a
enzimas) para su diagnóstico, la cual llevó a una apreciación del alcance de la epidemia a nivel
mundial.

Las estadísticas mundiales del año 2017 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) arrojan
de los 36,7 millones de personas que viven con el VIH, 20,9 millones de personas reciben terapia
antirretrovírica (53%). También se ha avanzado en la prevención y la eliminación de la transmisión
de la madre al niño, ya que en el en el 2016, el 76% de las mujeres embarazadas con VIH recibieron
antirretrovíricos.
El país que muestra un mayor número de casos de VIH en Centroamérica y el Caribe, es la República
Dominicana donde hay unas 69,000 personas infectadas, de las cuales 40,000 reciben tratamiento, según
los últimos datos del Consejo Nacional para el VIH y el Sida (CONAVIHSIDA).

1.2 Transmisión y factores de riesgo

El VIH es transmitido por contacto tanto homosexual como heterosexual; por la sangre o por
productos derivados de ella; y por madres infectadas a sus infantes.

Transmisión sexual: El 90% de las transmisiones de VIH se producen por vía sexual, por
relaciones sexuales vaginales, anales u orales, entre personas del mismo o diferente sexo sin
protección. El paso del virus en las relaciones sexuales se realiza a través de las lesiones o heridas
microscópicas que se producen durante la penetración, por donde los fluidos ingresan al cuerpo de
la pareja. La infectividad de una persona depende de la carga viral que tenga en el momento: a
mayor carga viral, mayor probabilidad de infectar al compañero sexual.

Transmisión sanguínea: Se puede producir por cualquier vía que conduzca directamente al flujo
sanguíneo. Por ejemplo, cuando se comparten jeringuillas, material de uso personal cortante o que contenga
sangre o por hacerse tatuajes con material que no haya sido esterilizado antes.

Transmisión de madre a hijo o vertical: Se puede dar a través de la placenta en el embarazo, en el


momento del parto o por la leche materna. De no recibir el tratamiento y atención médica adecuada, una
mujer con VIH tiene un 30% de posibilidades de dar a luz a un bebé con VIH. Con tratamiento y atención
médica, el riesgo de transmisión del virus al bebé es casi nulo.

El VIH no se trasmite por fluidos como saliva, lágrimas, sudor y orina; ni por actos de convivencia
tales como compartir cama, comida, utilizar el mismo plato o el baño. Tampoco se transmite al
abrazar, besar o dar la mano a una persona infectada, ni por la picadura de un mosquito.

Existen varios factores de riesgo que facilitan la transmisión del VIH; entre los que podemos citar:

 Tener relaciones sexuales anales o vaginales sin preservativo.


 Padecer otra infección de transmisión sexual como sífilis, herpes, clamidiasis, gonorrea o
vaginosis bacteriana.
 Compartir agujas, soluciones de droga u otro material infectivo contaminado para consumir
drogas inyectables.
 Recibir inyecciones, transfusiones sanguíneas o trasplantes de tejidos sin garantías de
seguridad, con instrumental no esterilizado.

1.3 Tratamiento antirretrovirales

La efectividad del tratamiento farmacológico, combinado con el conocimiento de los psicólogos


sobre la adherencia a los regímenes médicos, constituye un factor importante a la hora de manejar
la infección, por lo que es de vital importante la presencia de un equipo multidisciplinario de
médicos, psicológos y trabajadores sociales. La esperanza de vida se ha incrementado
significativamente en las últimas décadas, por lo que se considera que una persona con 20 años de
edad infectada por el VIH puede vivir hasta los 70 años, lo que demuestra que ningún otro campo
de la medicina que ha «experimentado una evolución tan grande como el VIH».

El tratamiento de la infección por VIH se basa en el uso de fármacos específicos antirretrovirales,


antibióticos y la quimioterapia, que se utiliza para el tratamiento de las infecciones oportunistas y
neoplasias. La terapia antirretroviral estándar consiste en combinar al menos tres antirretrovirales
(ARV) para suprimir al máximo la replicación del VIH mediante el bloqueo de las diferentes etapas
del ciclo reproductivo del virus.

Alrededor del 94% de los pacientes reportan la aparición de efectos secundarios, tales como
lipodistrofia, alteraciones emocionales por los antirretrovirales, diarreas, náuseas y vómitos, fatiga,
problemas sexuales, alteraciones del sueño, neuropatía periférica y pérdida de masa muscular; que
disminuyen la calidad de vida de los pacientes, porque sino se afrontan de manera adecuada,
pueden ser fuente de trastornos psicológicos, aislamiento social, autorrechazo, alteración de
hábitos, dificultades en las relaciones sociales y laborales, los cuales pueden tener consecuencias
graves en la vida del individuo.
Por los efectos secundarios que tiene la medicación, la adhesión al tratamiento del VIH es de vital
importancia, por lo que se han diseñado programas de intervención para mejorar esta adhesión,
que asumen el tratamiento desde una perspectiva más integral. Incorpora además de la toma de la
medicación (como son los programas que provienen del marco de la enfermería o medicina),
aquellos factores emocionales que podrían estar implicados en la adhesión al tratamiento

Respecto a las vacunas para contrarrestar el VIH, Dan Barouch, Profesor de la Escuela Médica de Harvard,
está a cargo de la investigación de la efectividad de una vacuna en 2.600 mujeres del Sur de África en riesgo
de infectarse por VIH, y los resultados se esperan para el año 2021 o 2022. El hecho de que no existe una
cura definitiva, implica muchos desafíos para los pacientes y hace que la terapia psicológica cada vez tiene
una mayor importancia, por las siguientes razones:

 Hay evidencia de la implicación de la depresión y del estrés en la producción de cambios


en el sistema nervioso, el sistema inmunológico y el sistema endocrino, los cuales influyen
en el desencadenamiento y evolución de esta enfermedad.
 El VIH/SIDA se asocia a un conjunto amplio de alteraciones de la calidad de vida que
implican estados emocionales negativos y trastornos psicopatológicos.
 Las intervenciones psicológicas han demostrado tener efectos benéficos en la mejora del
pronóstico y el aumento de la calidad de vida de las personas infectadas.

Vale destacar también que otra fuente de problemas emocionales en los pacientes afectados, tiene
que ver con las repercusiones sociales de la enfermedad, ya que declararse portador del VIH
pueden incluir el rechazo, la estigmatización y la marginación, tanto desde el entorno laboral y
social como desde los ámbitos más próximos al afectado como la familia, la pareja y los amigos.

III. Modelos Terapéuticos para VIH/SIDA


La Terapia Antirretroviral, ha permitido que en nuestros días el SIDA no sea visto como una
enfermedad mortal, sino crónica. Sin embargo, para que la misma sea efectiva requiere una adhesión total
y rigurosa al tratamiento, lo que ha sido un gran desafío para la ciencia médica, ya que numerosos estudios
denuncian frecuentes problemas en este sentido.
Algunos autores como Hecht (1997) y Tsasis (2001) afirman que un programa ideal para mejorar
la adhesión de los pacientes con VIH a las terapias, debería incluir componentes dirigidos a tratar problemas
como la depresión, el abuso de sustancias o la relación con los profesionales sanitarios. De hecho, algunos
estudios (Molas- siotis, Nahas, Chung, Lam, Li, Lau, 2002; Wolitski y Remien, 2003; Penedo, González,
Dahn, Antoni, Malow, Costa y Schneiderman, 2003; Carrieri et al., 2003) concluyen que la existencia de
problemas emocionales es un factor de riesgo por sí solo para una baja adhesión terapéutica y que, por lo
tanto, debe ser una prioridad de los clínicos su detección y tratamiento. En este sentido se ha enfatizado la
utilidad que podrían tener técnicas de intervención que ayuden al paciente a reducir su ansiedad, su malestar
emocional, su sensación de indefensión y la percepción de falta de control. Se podría incluir entre esas
técnicas el entrenamiento en relajación, la terapia cognitiva, la imaginación guiada, el entrenamiento en
habilidades de afrontamiento o el entrenamiento asertivo para mejorar la relación con los profesionales de
la salud (Kelly y Murphy, 1992).

3.1. Enfoque Terapéutico Cognitivo Conductual


El hecho de que el VIH/SIDA sea un diagnóstico con un significado social cargado de distorsiones
cognitivas, genera un agravante en la crisis que atraviesan las personas que lo padecen. Algunos de estas
distorsiones son: “Es una enfermedad mortal”, “Es una enfermedad de homosexuales y prostitutas”, “Es lo
mismo VIH que SIDA” y “El tratamiento es horrible”.
Estas situaciones exigen un proceso de reestructuración de estas percepciones, de manera que la
persona comprenda el evento de modo realista, por lo que es una prioridad la intervención cognitiva que
facilite el manejo adecuado del diagnóstico, de la persona, del entorno y de la visión hacia el futuro.
Los fundamentos del enfoque cognitivo conductual son los siguientes:
 Se focaliza en el comportamiento y el pensamiento.
 Utiliza terapia a corto plazo.
 Está orientado hacia el presente.
 Fomenta la independencia de la persona.
 Pone énfasis en el cambio.
 La relación terapeuta-paciente es de colaboración y el enfoque es didáctico.

Las técnicas más utilizadas en este enfoque son:


 Detección de pensamientos automáticos: Basado en un autoregistro de los
pensamientos que acompañan sus reacciones emocionales y conductuales ante
determinados eventos.
 Clasificación de las distorsiones cognitivas: Con el objetivo de evaluar las
diferentes alternativas ante determinados eventos.
 Búsqueda de evidencias de los pensamientos automáticos: Enfocados en comprobar
la validez de las interpretaciones personales.
 Detección y trabajo con los supuestos y creencias limitantes.
 Uso de imágenes: El terapeuta propone al paciente ensayar escenas en la
imaginación que lo ayuden luego a afrontar diversas situaciones.
 Resolución del estrés: mediante técnicas de relajación.
 Entrenamiento en habilidades sociales y asertividad.
 Trabajo con la familia: En casos donde la familia comparte determinados
disfuncionamientos. Convirtiendo la terapia en cognitivo-sistémica.

3.2. Terapia Breve Centrada en Soluciones


Como su nombre lo indica, la terapia breve centrada en soluciones trabaja en pocas sesiones un
aspecto dentro del proceso por el cual atraviesa un diagnosticado con VIH/SIDA. Generalmente de 5 a 8
terapias son suficientes para delimitar un tema específico que compromete la calidad de vida del paciente
y trabajarlos con técnicas cognitivas-conductuales. Las estadísticas en este tipo de terapia, demuestran una
mejoría significativa en los pacientes. Para determinar los avances, al culminar cada encuentro se realiza la
escala de evaluación de la intensidad del problema, donde el paciente va puntuando del 1 al 10 su mejoría
con relación al encuentro anterior.

3.3. Modelo Multidisciplinario


Los fundamentos de este modelo de terapia se encuentran en la Terapia Médica Familiar, la
perspectiva biopsicosocial y sistémica. En la práctica se combinan ideas de la colaborativa, la narrativa, la
construcción de soluciones y de equipo reflexivo. Como resultado ha logrado, de forma dinámica y grupal,
que se minimice el impacto de la enfermedad y el empoderamiento de la familia para salir adelante y
adherirse con mayor esperanza al tratamiento. Algunas metas globales de esta terapia son:
 Mejorar el afrontamiento de la enfermedad a través de la movilización de los recursos de las

personas y sus familias, generando nuevas posibilidades para dicho afrontamiento.


 Facilitar la comunicación de persona con VIH/SIDA y su familia con los profesionales de salud
y otros miembros de la comunidad.
 Facilitar que la persona y su familia acepten el hecho de vivir con el padecimiento y
exista un apego al tratamiento integral.
 Promover entre las familias el desarrollo de un sentido de agencia y de comunión frente
a la enfermedad.

3.4. Terapias Grupales y de Reflexión


El apoyo e identificación social se incrementa cuando se trabajan terapias grupales, donde se
intercambian vivencias y de forma guiada se dan soporte sus integrantes. Se ve como más tranquilizador
hablar con alguien que vive con VIH, ya que permite el reacomodo de la información y genera la sensación
de “yo también puedo estar bien”. Estos espacios ayudan a:
 Fortalecer las habilidades de interacción permitiendo el paso por otros grupos de vida.
 Elevar el ánimo y mejorar la autoestima al verse aceptados por otros.
 Servir como grupo de referencia en donde poder confrontar y contrastar las propias ideas
referidas a experiencias cotidianas y mejorar los estilos de afrontamiento.
 Permitir un espacio para compartir temores, informarse y hablar experiencias dentro de un
marco de contención.
 Convertirse en multiplicador de recursos personales, solidarios, creativos y saludables,
trabajando sobre la calidad de vida actual y las perspectivas futuras.

3.5. Terapias de Pareja Serodiscordantes


Son parejas donde uno de sus miembros está infectado por VIH, siendo vital considerar variables
como la personalidad, la familia de origen y el impacto en la pareja no diagnosticada. En esta intervención
grupal, se busca la participación activa de ambos integrantes de la pareja, fomentando la transmisión de
experiencias entre ambos. Los temas centrales a trabajar son:
 Cambio de intimidad emocional en la pareja.
 Miedo a la transmisión y cuidados: haciendo énfasis en conceptos como reinfección,
resistencia, profilaxis y post exposición.
 Dinámica de pareja: cuidar que el integrante seronegativo no adopte un rol sobreprotector,
o se instauren dinámicas donde este adopte un rol exclusivo en la toma de decisiones que
deberían ser mutuas.
 Sexualidad.
 Develamiento del estado a la familia, amigos o aún en el trabajo.
 Planeamiento familiar.

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