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VIH/SIDA
La primera descripción de un caso de SIDA el VIH se produjo en 1981 en Estados Unidos cuando
el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) reportó la ocurrencia inexplicable
de neumonía por Pneumocystis jiroveci en homosexuales previamente. El VIH fue aislado en 1983
de un paciente con linfadenopatía y se demostró claramente en 1984 como el agente causal del
SIDA. En 1985 se desarrolló una prueba de ELISA (ensayo por inmunoabsorción ligado a
enzimas) para su diagnóstico, la cual llevó a una apreciación del alcance de la epidemia a nivel
mundial.
Las estadísticas mundiales del año 2017 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) arrojan
de los 36,7 millones de personas que viven con el VIH, 20,9 millones de personas reciben terapia
antirretrovírica (53%). También se ha avanzado en la prevención y la eliminación de la transmisión
de la madre al niño, ya que en el en el 2016, el 76% de las mujeres embarazadas con VIH recibieron
antirretrovíricos.
El país que muestra un mayor número de casos de VIH en Centroamérica y el Caribe, es la República
Dominicana donde hay unas 69,000 personas infectadas, de las cuales 40,000 reciben tratamiento, según
los últimos datos del Consejo Nacional para el VIH y el Sida (CONAVIHSIDA).
El VIH es transmitido por contacto tanto homosexual como heterosexual; por la sangre o por
productos derivados de ella; y por madres infectadas a sus infantes.
Transmisión sexual: El 90% de las transmisiones de VIH se producen por vía sexual, por
relaciones sexuales vaginales, anales u orales, entre personas del mismo o diferente sexo sin
protección. El paso del virus en las relaciones sexuales se realiza a través de las lesiones o heridas
microscópicas que se producen durante la penetración, por donde los fluidos ingresan al cuerpo de
la pareja. La infectividad de una persona depende de la carga viral que tenga en el momento: a
mayor carga viral, mayor probabilidad de infectar al compañero sexual.
Transmisión sanguínea: Se puede producir por cualquier vía que conduzca directamente al flujo
sanguíneo. Por ejemplo, cuando se comparten jeringuillas, material de uso personal cortante o que contenga
sangre o por hacerse tatuajes con material que no haya sido esterilizado antes.
El VIH no se trasmite por fluidos como saliva, lágrimas, sudor y orina; ni por actos de convivencia
tales como compartir cama, comida, utilizar el mismo plato o el baño. Tampoco se transmite al
abrazar, besar o dar la mano a una persona infectada, ni por la picadura de un mosquito.
Existen varios factores de riesgo que facilitan la transmisión del VIH; entre los que podemos citar:
Alrededor del 94% de los pacientes reportan la aparición de efectos secundarios, tales como
lipodistrofia, alteraciones emocionales por los antirretrovirales, diarreas, náuseas y vómitos, fatiga,
problemas sexuales, alteraciones del sueño, neuropatía periférica y pérdida de masa muscular; que
disminuyen la calidad de vida de los pacientes, porque sino se afrontan de manera adecuada,
pueden ser fuente de trastornos psicológicos, aislamiento social, autorrechazo, alteración de
hábitos, dificultades en las relaciones sociales y laborales, los cuales pueden tener consecuencias
graves en la vida del individuo.
Por los efectos secundarios que tiene la medicación, la adhesión al tratamiento del VIH es de vital
importancia, por lo que se han diseñado programas de intervención para mejorar esta adhesión,
que asumen el tratamiento desde una perspectiva más integral. Incorpora además de la toma de la
medicación (como son los programas que provienen del marco de la enfermería o medicina),
aquellos factores emocionales que podrían estar implicados en la adhesión al tratamiento
Respecto a las vacunas para contrarrestar el VIH, Dan Barouch, Profesor de la Escuela Médica de Harvard,
está a cargo de la investigación de la efectividad de una vacuna en 2.600 mujeres del Sur de África en riesgo
de infectarse por VIH, y los resultados se esperan para el año 2021 o 2022. El hecho de que no existe una
cura definitiva, implica muchos desafíos para los pacientes y hace que la terapia psicológica cada vez tiene
una mayor importancia, por las siguientes razones:
Vale destacar también que otra fuente de problemas emocionales en los pacientes afectados, tiene
que ver con las repercusiones sociales de la enfermedad, ya que declararse portador del VIH
pueden incluir el rechazo, la estigmatización y la marginación, tanto desde el entorno laboral y
social como desde los ámbitos más próximos al afectado como la familia, la pareja y los amigos.
Facilitar la comunicación de persona con VIH/SIDA y su familia con los profesionales de salud
y otros miembros de la comunidad.
Facilitar que la persona y su familia acepten el hecho de vivir con el padecimiento y
exista un apego al tratamiento integral.
Promover entre las familias el desarrollo de un sentido de agencia y de comunión frente
a la enfermedad.