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INSTITUTO DE CAPACITACION Y ESPECIALIZACION PADRE HURTADO
Por otra parte, existen dos elementos que se presentan en forma constante en la
historia de los chicos infractores de ley: los traumas perinatales y la malnutrición, que
sin duda alteran el proceso de desarrollo cerebral. En el acápite siguiente se
comprara la densidad sináptica del cerebro en distintas etapas de desarrollo, con
una clara disminución de las sinapsis en la adolescencia, probablemente a causa de
estos elementos.
El sufrimiento infantil puede ser causado por diferentes tipos de maltratos “visibles”,
entre ellos la violencia física, la violencia sexual, el abandono y la negligencia; todos
ellos provocan comunicaciones destructivas, que producen, por una parte,
contenidos traumáticos, como se llama al dolor invisible de los malos tratos, y por
Los infractores de ley adolescentes llegan a este estado debido a que su proceso de
desarrollo ha sido interferido por contextos adversos, caracterizados por historias de
carencia y maltrato, con rupturas de lazos familiares, abandono, abuso sexual,
fracaso o deserción escolar y entornos en los que prima la violencia, el microtráfico
de drogas y/o los patrones de conducta delictuales, entre otros (Norma técnica para
Estudios recientes sobre factores de riesgo en delitos juveniles graves, indican que
son un grupo con múltiples factores de riesgo: problemas de conducta tempranos,
problemas de drogas, fracaso y exclusión escolar, vagancia, negligencia parental,
victimización temprana, experiencias de maltrato, abuso sexual y abandono
(Schneider, en Shaw M. 2000; “(Audit Comission, UK 1996). Otros factores de riesgo
predictores de problemas de conducta y delito en jóvenes son: pobreza y vivienda
insalubre, ruptura del núcleo familiar, descuido paterno, malos resultados
académicos (Jornada de reflexión prevención y tratamiento: drogas, delitos y
vulnerabilidad social: Intervención integral clínica-comunitaria, CONACE 2006).
cocaína, o 10 ó más días en el mes previo a la detención para la pasta base, que no
es la de uso más frecuente, pero es la que produce más daño y dependencia. Los
adolescentes que están privados de libertad tienen mayores signos de dependencia
y está claro que mientras más grave el delito, mayor es el antecedente de consumo.
El consumo es mucho más frecuente en el sexo masculino que el femenino, pero los
indicadores de daño son mucho más altos en las mujeres que ingresan al programa
de tratamiento.
La escolaridad promedio llega hasta 6º básico, con cuatro años de deserción del
sistema escolar.
Los delitos más frecuentes: delito simple, 62%, infracción grave, 33%; falta, que
desde el punto de vista judicial no es un delito, 4,2%; por protección y otros, 0,5%.
Estos individuos tienen una gran vulnerabilidad social, definida por la relación entre
los recursos del sujeto y las oportunidades que le ofrece la sociedad, y una
vulnerabilidad clínica, dada por la relación entre los aspectos deficitarios y las
potencialidades del sujeto; esta vulnerabilidad se puede amplificar o inhibir según
factores del contexto y tiene su expresión en la salud física y mental del sujeto. Por
lo tanto, las intervenciones que se planifiquen no sólo se deben efectuar desde el
ámbito de lo social, sino también desde el ámbito clínico.
La realidad social actual que los adolescentes enfrentan, tal como lo plantea Carmen
Arbex, socióloga española conocida por su trabajo en adolescentes, consumo de
droga y vulnerabilidad social, se caracteriza por: perspectiva de futuro negativo;
tendencia al hedonismo y por tanto, a la búsqueda del placer fácil; presentismo, es
decir, el placer tiene que ser ahora y no después; transformación química de los
estados de ánimo; impulsividad; individualismo y desintegración social; baja
tolerancia de la frustración y problemas de integración social. Todos estos elementos
dan un contexto que facilita que los adolescentes desarrollen vulnerabilidad. La