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UN BALANCE HISTORIOGRÁFICO
RELACIONES 76, O T O Ñ O 19 9 8, VOL. XI X
Esteban S á n c h e z de T a g l e ,
María Dolores M o r a l e s ,
M a r í a A m p a r o Ros
DIRECCIÓN DE E S T U D I O S H I S T Ó R I C O S , INAH
|i h 11 ii i| i i a producci6n historiográfica de los últimos veinte años
I w ■ en torno a la ciudad de México del período colonial y
I L primera mitad del siglo xix -y conste que hablamos de
I la historia de la ciudad colonial considerada como la
■■n a n a n H e n i mejor conocida-1muestra que está muy lejos de haber
se cumplido la promesa con que Richard Morse recomendara el enfoque
de la historia urbana: esto es, la que desempeñaría, como en Europa, un
papel integrador de nuestros conocimientos históricos.2
De ello cabría culpar únicamente al hecho de que tal enfoque no ha
sido utilizado. Porque, aunque lo sucedido en algunas ciudades como
la de México ha ocupado en mil y más ocasiones la atención de los estu
diosos de nuestra historia,3 se ha tratado, las más de las veces, de cono
cimientos generados para resolver otras cuestiones y que por lo tanto no
contribuyen a conformar una idea de ciudad. Para ellos la ciudad ha
sido, casi siempre, sólo un contexto indiferenciado. Por lo que a pesar
de ser tantos los trabajos existentes en torno a la historia de lo ocurrido
en el ámbito urbano, sigue haciéndonos falta un planteamiento sistemá
tico del papel que jugaron nuestras ciudades. Hace falta que los nuevos
conocimientos estén movidos por las problemáticas propias, distintivas,
de la historia urbana, de tal modo que sus resultados puedan ser inte
grados críticamente por una concepción general, precisamente de histo
ria urbana.
Estas carencias han sido causa de que no hayamos logrado que el es
tudio de las ciudades revele lo que nuestra vieja y arraigada tradición
historiográfica ha ocultado al preferir indagar en torno a la vida social
y económica del campo; nuestra realidad que es, por derecho propio,
4Eric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo xvm ; la economía rural de la
región de Guadalajara, 1675-1820, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 16.
5 Carlos Aguirre Anaya, "Historiografía general e historia urbana", Ponencia pre
sentada en el Coloquio Historia Urbana, Reflexiones y Conjeturas, d e h - i n a h , septiembre
de 1992.
6José Luis Romero, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, México, Siglo xxi Editores,
1976.
7 Adeline Rucquoi, "La ciudad medieval hispánica; una bibliografía" en Historias,
México, d e h - i n a h , núm. 41,1998.
asuntos. Digamos que sin ánimo de estructurar al conjunto, muchas de
sus partes han sido estudiadas para resolver otras cuestiones. Resulta
importante, pues, reunir esos conocimientos, no por pretender armar
sin más una historia de la ciudad, pero sí para estimular una discusión
que puede ser de muchas maneras documentada.
Si las ciudades -pensamos ante todo en la de México- han sido lite
ralmente saqueadas para explicar tantas cosas de nuestro proceso histó
rico, es importante que los historiadores de lo urbano reconozcamos lo
que de todo ello le corresponde, le sirve, a nuestro enfoque. Que lleve
mos agua a nuestro molino. Que reunamos lo que sabemos de cierto res
pecto a la historia de la ciudad con aquello que podamos referir o hasta
inferir de otras historias.
Es indispensable hacer, y volver a hacer, un balance; porque tene
mos mucho que sopesar. Porque no estamos inventando una problemá
tica o imitando una moda historiográfica extraña. Y, efectivamente, si
para guiamos en la investigación de lo que han sido nuestras ciudades
no hemos discutido muchas de las propuestas generales con que cuen
ta la historia urbana europea, hispana, ello no quita que contemos ya
con soportes básicos.
Estamos, pues, conscientes de que ningún enfoque histórico podría
resolver las cuestiones que su objeto de interés plantea con la sola reu
nión de informaciones, que, aunque se consideraran pertinentes, fueron
concebidas para resolver otras problemáticas. Es indiscutible, el con
cepto de ciudad sigue a tal grado indiferenciado que cualquier intento
de balance historiográfico en su nombre sería infructuoso. Pero esto que
intentamos es un ineludible punto de partida.
Consideramos, pues, inexcusable saber de qué podemos echar mano
para entonces retomar el tema de la discusión que nació con tan gene
rosas ofertas.8Los iniciadores de la historia urbana latinoamericana han
dado pautas suficientes como para reconducir conocimientos dispersos
hacia las que habrán de ser nuestras temáticas centrales. Líneas que nos
sirven para reconocer y allegarnos los conocimientos que han sido acu
mulados por la investigación realizada en los últimos veinte años.
1638), México, SEP, 1976, (Sepsetentas núm. 218); Miguel Mathes, "To save a City: The
Desagüe of Mexico-Hüehüetoca, 1607", The Americas, Washington, D.C., vol. 26, abril
1970, pp. 419-438; Jorge Gurria Lacroix, El desagüe del valle de México durante la época novo-
hispana, México, Instituto de Investigaciones Históricas, u n a m , 1978, Cuadernos del Ins
tituto de Investigaciones Históricas, (Serie Histórica núm. 19); Alain, Musset, El agua en
el valle de México, siglos xvi-xviu, México, Pórtico de la ciudad de México-CESMA, 1992.
11 James Lockhart, The Nahuas after the Conquest A Social and Cultural H istory of the
Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries, Stanford University Press,
1992. William B. Taylor, M agistrates of the Sacred, Priests and Parishioners in Eighteenth Cen
tury Mexico, Stanford University Press, 1996, (El Colegio de Michoacán publicará la tra
ducción en castellano de este último en fecha próxima).
12 Alejandra Moreno Toscano, "México", R.M. Morse, Las ciudades latinoamericanas,
II,.., pp. 172-193.
parte, James Lockhart infiere algo de ésta misma, pero por lo que hace
a la impronta que dejó la influencia de la capital en la historia de otras
regiones, con lo que igualmente perfila su dinámica.13Ambos dejan cla
ro que el alcance de la ciudad capital rebasaba con mucho su dimensión
regional, podríamos decir natural o inmediata, para abarcar, con más o
menos impacto, la totalidad del país.
Ello quiere decir que la región natural de influencia de la ciudad,
(esa necesaria contraparte de los estudios urbanos, que para el siglo xvi
Ross Hassig localiza dentro del valle de México, espacio sin escapatoria
al que entonces se reducía su alcance) fue rebasada desde muy tempra
no.14Ya Richard Boyer, con el propósito de demostrar el desarrollo inde
pendiente de la Nueva España en el siglo xvn, hace uso justamente de
esta región ampliada de la ciudad capital para mostrar que, desde en
tonces, ésta había asumido el papel metropolitano que Madrid había
sido incapaz de sostener.15
Con el avance de la época colonial, la región de la ciudad de México
se había pues, por así decirlo, desbordado. Era tal su influencia que,
entre otros, la aristocracia ganadera norteña había preferido vivir en ella
dejando a su región sin la representación política de un ayuntamiento
local. Lo mismo le ocurría a Toluca o a Cuernavaca. Sabemos, por si fue
ra poco, que el invasivo papel jugado por el comercio monopólico hizo
de la capital el indiscutible centro comercial del país.
Todo lo cual tuvo que tener consecuencias al interior de la ciudad.
La vecindad de representantes de intereses tan dilatados como los de
aquella aristocracia, más los de los grandes comerciantes del consulado,
los de los grandes mineros, en fin, todos ellos tuvieron que haber influi
do en dar a la ciudad de México rasgos distintivos. Algunos de estos as
pectos, peculiares de una ciudad capital, los ha destacado Stuart B.
16Stuart B. Schwartz, "Cities of Empire: Mexico and Bahia in the Sixteenth Century",
Journal of Interamerican Studies, University of Miami, vol. X, núm. 4, octubre 1969, pp. 616-
637.
17Linda Arnold, Burocracia y burócratas en México, 1742-1835, México, Conaculta-Gri-
jalvo, 1991 (Colección Los Noventa).
18Pedro Santoni, "El cabildo de las ciudad de México ante las reformas militares en
Nueva España, 1765-1771", Historia Mexicana, México, vol. xxxiv, núm. 3, (135), enero-
marzo 1985, pp. 389-434.
19Andrés Lira, La creación del Distrito Federal en la Repúblia Federal. Gestación y naci
miento, Naucalpan, Ed. Novaro, 1974.
dando paso a la fragmentación".20Pero la verdad es que sólo hubo ame
nazas de fragmentación. México, y pensamos en la ciudad, conservó
prácticamente todo el territorio de la Nueva España. El norte, que sólo
le perteneció en el papel, lo perdió en la guerra.
Así que a la cohesión regional de la Nueva España difícilmente
podría explicarla una estructura "imperial artificial". Hay que acudir a
la historia de la ciudad de México. Es posible que en la ciudad capital,
en la peculiar conformación de su gobierno, esté la explicación de aque
llo que impidió la desintegración del país. De ser cierto, los derechos de
la capital sobre el que habría de ser el territorio nacional no surgieron en
la época independiente sino que vienen desde la etapa formativa de la
colonia.
Y cuando el rompimiento del pacto colonial dejó sin cabeza al anti
guo virreinato, hay que ver a la capital ansiosa por evitar la fragmenta
ción. Verla recolectando los ofrecimientos económicos de las recelosas
regiones21 o dando maroma y media por conformar instituciones cen
trales del poder, como fue la de un ejército verdaderamente nacional.22
Verla actuar como experta en los ministerios de una ciudad capital, sin
temor a renunciar a una dimensión regional estricta, para servir de
plataforma de las discusiones donde se fraguó el pacto interoligárquico
que hizo posible el surgimiento del país independiente.
En su trabajo sobre la región de Chalco, John M. Tutino nos ha mos
trado la relación entre la élite económica que habitaba la ciudad y la
propiedad rural de esa zona del valle de México. Y, lo que resulta más
interesante, la manera como esta élite, por sus crisis financieras, es susti
tuida por el grupo político triunfador de la Independencia: la nueva éli
te nacional.23
En fin, es claro que aunque no contemos con un estudio profundo de
estos aspectos, no quiere decir que no tengamos suficientes conocimien
L a POBLACIÓN DE LA CAPITAL
24Sherburne F. Cook y Woodrow Borah, The Indian Population of Central Mexico 1531-
1610, Berkeley y Los Angeles, University of California Press, 1960; Woodrow Borah, El
siglo de la depresión en Nueva España, México, s e p , 1975.
25Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español 1519-1810, México, Siglo xxi, Edi
tores, 1977.
Sobre el grupo de españoles nuestro conocimiento es más incierto.
Lo poco que sabemos lo debemos a otro estudio general, el de Woodrow
Borah, que proporciona cifras de esta población con apoyo en crónicas
y relaciones geográficas.26
Conocemos todavía menos acerca de los negros, mulatos y mestizos
ya que los cálculos de esta población son a veces exagerados. Algunas
aportaciones en este sentido son los trabajos de Georges Baudot, basa
do en un padrón de 1592, el de Edgard F. Love sobre el patrón matri
monial de descendientes africanos de la parroquia de Santa Veracruz en
1646-1746 y el de Dennis Valdés que trata la declinación de la sociedad
de castas apoyado en registros de la parroquia del Sagrario.27
Otra aportación importante sobre la estructura demográfica de la
ciudad de México es el estudio de Juan Javier Pescador para el periodo
1568-1820, documentado en el archivo de la parroquia de Santa Catari
na.28 Es el primero que intenta establecer un patrón del sistema demo
gráfico urbano, tan poco estudiado, comparándolo con los de parro
quias rurales. Analiza los movimientos estacionales de concepciones,
matrimonios y defunciones; las crisis demográficas y sus efectos que
mide con el índice de Dupaquier, la composición de la familia y la inmi
gración en la ciudad de México, tema también poco estudiado, a pesar
de ser un factor preeminente en la dinámica demográfica por la gran
movilidad de población que provoca.
Los censos de población nos permiten tener un mayor conocimien
to del período 1750-1850. Algunas aportaciones son los trabajos de
Eduardo Baéz Macías, Irene Vázquez y Patricia Seed sobre el censo
33Celia Maldonado, Estadísticas vitales de la ciudad de México (Siglo xix), México, Semi
nario de Historia Urbana, Depto. de Investigaciones Históricas, i n a h , 1976; Frederick, J.
Shaw, "Poverty and politics in México City, 1824-1854", tesis de doctorado en filosofía,
University of Florida, 1975, Sonia Perez Toledo, "Consideraciones acerca de la población
de la ciudad de México después de la Independencia"; Iztapalapa, 14: 32 (enero-junio),
1994, pp. 151-164.
34Miguel E. Bustamante, "Aspectos históricos y epidemiológicos del hambre en Mé
xico", Ensayo sobre la historia de las epidemias en México, (comp. Enrique Florescano y Elsa
Malvido), México, im s s , 1982, tomo i, pp. 39-66; Germán Somolinos D'Ardois, "Las epide
mias en México durante el siglo xvi", Ensayo sobre la historia..., tomo i, pp. 205-214; G. Se
molinos D'Ardois, "La viruela en la Nueva España, siglos x v i - x ix . Colonia", Ensayo sobre
la historia..., pp. 237-248; S.F. Cook, "La epidemia de viruela de 1797 en México", Ensayo
sobre la historia..., pp. 295-328,
35Charles Gibson, op. cit. pp. 460-463.
36Donald B. Cooper, Las epidemias en la ciudad de México 1761-1813, México, Instituto
Mexicano del Seguro Social, 1980; Elsa Malvido y Concepción Lugo, "Las epidemias en
la ciudad de México, 1822-1850", La ciudad de México en la primera mitad del siglo xix, tomo
II (Gobierno y Política/ Sociedad y Cultura (Regina Hernández, coord.), Instituto de In
La pr o ducción y el comercio
vestigaciones Dr. José Ma. Luis Mora, 1994, pp. 303-364; Celia Maldonado, "El cólera en
1850 en la ciudad de México", Investigaciones sobre la historia de la ciudad de México, m, Mé
xico, d i h - i n a h , 1978, pp. 150-154. C.Maldonado, "El control de las epidemias: Modifica
ciones en la estructura urbana", Ciudad de México, Ensayo de..., pp. 148-152; Lourdes Már
quez Morfín, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México. El tifo y el cólera
(1813-1833), México, Siglo xxi eds.,1996; Ma. del Pilar Velasco, "La población de la ciudad
de México en el siglo xix y la epidemia del cólera de 1833" tesis, México, Centro de
Estudios Demográficos de El Colegio de México, 1984.
37Richard Morse, Las ciudades... i. Antecedentes.
38 Manuel Carrera Stampa, Los gremios mexicanos; la organización gremial en la Nueva
España 1521-1861, México, e d ia p s a , 1954; Manuel Fernández de Velasco, "El artesanado
en la Nueva España en el siglo xvi", México, Facultad de Filosofía y Letras, u n a m , tesis
de maestría en historia, 1963; Francisco Santiago Cruz, Las artes y los gremios en la Nueva
España, México, E. Jus, 1960.
inmediato a la independencia, aquellos sectores de la sociedad vincula
dos con el proletariado. El artesanado no formaba parte de esta genea
logía, por el contrario, se le consideraba un obstáculo en el desarrollo
productivo.
Por otro lado, estaba la visión romántica del artesano como el pro
ductor que sucumbió ante el capital comercial. Como resultado de estas
visiones, los trabajos sobre artesanos fueron pocos y trataban sólo del
último período colonial y del siglo xix. Para los siglos xvi, xvii, y la pri
mera mitad del xvm no encontramos trabajos sobre artesanos, la cons
tancia de su diversidad e importancia nos la proporcionan principal
mente los cronistas. Una excepción la constituye el estudio de Irene
Vázquez, fundamentado en una parte del censo de población de 1753.39
Mayor atención recibió el obraje, tal vez por la liga que se trazaba
entre él y la fábrica. Los intentos que se han hecho en algunas interpre
taciones sobre la economía colonial han considerado por ello, al obraje,
como la parte más importante de la historia del trabajo.
Producto de una vertiente diferente son los estudios de los indios
desde un enfoque etnohistórico. Siguiendo la escuela de George Kubler
y Charles Gibson tenemos los trabajos de Teresa Rojas, Alain Musset,
Silvio Zavala y James Lockhart que han avanzado en el conocimiento de
las formas de organización del trabajo.40
A partir de la década de los setenta y guiados por el interés por el
periodo conocido como de las reformas borbónicas se iniciaron estudios
que repararon en la gran diversidad productiva y comercial. El trabajo
de Jorge González Angulo inició una manera de aproximarse a los arte
sanos a partir de la relación espacio-producción; en esta misma ver
tiente aparecieron trabajos sobre unidades productivas: Adriana López
Monjardin sobre artesanos-comerciantes y espacio urbano cubriendo
hasta mediados del siglo xix; Sonia Lombardo abordó la construcción de
41 Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad a finales del siglo xvm , México, Fondo
de Cultura Económica, 1983 (Sepochentas núm. 49); Adriana López Monjardin, Hacia la
ciudad del capital: M éxico 1790-1870, México, Dirección de Estudios Históricos, i n a h , 1985
(Cuadernos de trabajo núm. 46); Sonia Lombardo de Ruiz, La Ciudadela: ideología y estilo
en la arquitectura del siglo xvm , México, u n a m , 1983; Ma. Amparo Ros Torres, La producción
cigarrera a fines de la colonia: la fábrica de México, México, Dirección de Estudios, i n a h , 1984
(Cuadernos de trabajo núm. 44); Susan Deans-Smith, Bureacrats, planters and workers: the
making of the tabacco monopoly in Bourbon M éxico, Austin, Texas: University Texas Press,
1992; Arturo Obregón Martínez, Las obras tabacaleras de la ciudad de M éxico, 1764-1925, Mé
xico, Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, Cuadernos obre
ros núm. 25,1995.
42 Ma. del Carmen Calvento Martínez, "Intereses particulares y política de abasteci
miento en México: el reglamento del gremio de panaderos, 1770." Revista de Indias, Sevi
lla, núm. 36:143-144, enero-junio 1976, pp. 159-211, Virginia García Acosta, Las panaderías,
sus dueños y trabajadores. Ciudad de M éxico, siglo xvm , México, Ediciones de la Casa Chata,
c i e s a s , SEP, 1989 ( c i e s a s núm. 24); John C. Super, "Bread and the Provisioning of México
City in the Late Eighteenth Centrury", Jahrbuchfür Geschichte von Staat, Wirtschaft und Ge-
sellschaft Lateinamerickas, Alemania, núm 19,1982; Jay Kinsbruner, P etty Capitalism in Spa-
nish America. The Pulperos of Puebla, M éxico City, Caracas and Buenos Aires, Londres, West-
view press boulder and London, núm. 21,1987 (Dellplain Latín american Studies núm.
21); Gloria Artis Espriu, Regatones y magulleros. El mercado de trigo en la ciudad de M éxico
(siglo x vm ), México, SEP, 1986 (Colección Miguel Othón de Mendizábal, núm. 7, sep ).
43Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad...; Dorothy Tank de Estrada, "La aboli
ción de los gremios", El trabajo y los trabajadores (Elsa Frost el al.), México, El Colegio de
Si el productor urbano no les importó bastante a los historiadores, el
comerciante en cambio ha interesado más por el carácter comercial de la
ciudad. La lista de trabajos sobre el comercio es larga. Comenzando por
el intercambio de origen prehispánico en los mercados y tianguis de
los años que siguieron a la conquista estudiada por Silvio Zavala y los
primeros establecimientos españoles por Salvador Novo y Ethelia Ruíz.44
Sin duda el comercio exterior y los comerciantes del consulado han
acaparado la atención de investigadores como Pedro Pérez Herrero,
Louisa Hoberman, Christiane R. Borchart, John E. Kicza, Ma. Rebeca
Yoma Medina y Carmen Yuste.45 Igualmente han sido trabajados temas
acerca del abastecimiento de productos a la ciudad, como el mercado
del trigo por Gloria Artis, Justo del Río Moreno y Sebastian López; la
introducción de la carne por William H. Dusenberry y Aída Castilleja; el
pulque por John E. Kicza y Arturo Soberón; y el abasto de chile por Ja-
net Long Solis.46 El intercambio y comercio locales se conocen por los
México, 1979, pp. 311-330; Felipe Castro Gutierrez, La extinción de la artesanía gremial, Mé
xico, u n a m , 1986; Frederick J. Shaw, op. cit.; Adriana López Monjardín, op. cit.; Carlos Illa-
des Aguiar, Hacia la república del trabajo: la organización artesanal en la ciudad de México,
1853-1876, México UAM-Colegio de México, 1996; Sonia Perez Toledo, Los hijos del trabajo:
los artesanos de la ciudad de México, 1780-1853, México, UAM-Colegio de México, 1996.
44Silvio Zavala, op. cit.; Salvador Novo, "Las cantinas en México", Comercio, México,
Cámara Nacional de Comercio de la ciudad de México, vol. xiv, núm. 145, noviembre
1972, pp. 60-67; Ethelia Ruiz Medrano, Gobierno y Sociedad, 2a. Audiencia y Antonio de
M endoza, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1991.
45Pedro Pérez Herrero, Plata y libranzas. La articulación comercial del México borbónico,
México, El Colegio de México, 1988; Louisa Hoberman, "Merchants in Seventeenth Cen-
tury México City", Hispanic American Historical Review, vol. 57, núm. 3, agosto 1977, pp.
479-503; Christiane Renate Borchart de Moreno, Los mercaderes y el capitalismo en la ciudad
de México: 1759-1778, México, Fondo de Cultura Económica, 1984; John E. Kicza, Empre
sarios coloniales, familias y negocios en la ciudad de México durante los borbones, México, Fon
do de Cultura Económica, 1986; Ma. Rebeca Yoma Medina y Luis Alberto Martos López,
"El Parián: un siglo y medio de historia y comercio", Boletín de M onumentos Históricos,
México, i n a h , núm. 10, julio-septiembre 1990, pp. 24-37; Carmen Yuste, Comerciantes me
xicanos en el siglo xvm , (selección de documentos e introducción por...), México, u n a m , 1991.
46Gloria Artis Espriu, op. cit; Justo del Río Moreno y Sebastián López, "El trigo en la
ciudad de México. Industria y comercio de un cultivo importado (1521-1564)", Revista Com
plutense de la historia de América, núm. 22,1996, pp. 33-52; William H. Dusenberry, "The
trabajos de Eduardo Báez Macías y Jorge González Angulo sobre la Al-
caicería; el de Ma. Rebeca Yoma Medina y Luis A. Martos acerca de los
mercados de la Merced y el Volador; el de Charles Scardaville sobre las
tabernas. Ross Hassig se ocupó de la relación que estableció la ciudad
con el valle de México a través del intercambio. Juan Javier Pescador y
Gustavo Garza analizaron el papel comercial de la ciudad a través de las
cajas reales.47
Por último, escasos trabajos se han planteado visiones generales.
Para la economía en el siglo xvn contamos con el de Richard Boyer; so
bre la ciudad y el territorio para todo el período colonial con el de Ale
jandra Moreno Toscano,48 en tanto que para el comercio existen el de
Laura Elena Castillo, Diego López Rosado, Carlos J. Sierra, Luis Francis
co Villaseñor y el estudio más reciente de Ma. Isabel G. del Valle que
La c iu d a d y su forma
49 Laura Elena Castillo Méndez, Historia del comercio en la ciudad de México, México,
DDF, Sría. de Obras y Servicios, núm. 5,1973; Diego López Rosado, Historia del abasto de
productos alimenticios en la ciudad de México, México, fce , 1988; Carlos J. Sierra, Historia de la
navegación en la ciudad de México, México, DDF, Sría. de Obras y Servicios, 1973 (Colección
Popular ciudad de México, núm. 4); Luis Francisco Villaseñor Báez, La arquitectura del co
mercio en la ciudad de México; disposición e historia, México, Cámara Nacional de Comercio
de la ciudad de México, 1982; Ma. Isabel Guillermina del Valle Pavón, "El Consulado de
comerciantes de la ciudad de México y las finanzas novohispanas, 1592-1827", México,
El Colegio de México, c e h (tesis de doctorado).
50Véase el apartado "Arte y arquitectura", Ma. Dolores Morales, et a l, Bibliografía.
51 Woodrow Borah, "European Cultural Influence in the Formation of the First Plan
for Urban Center that has lasted to our time", Actas y Memorias del xxxix Congreso Inter
nacional de Americanistas, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1972, vol. 2, pp. 35-54;
voluntad de un solo autor.51 El trabajo de Guillermo Tovar de Teresa re
presenta la posición contraria al atribuir al virrey Mendoza un papel
primordial en el trazo de la ciudad.52
Es innegable que el análisis de la forma es fundamental para el estu
dio de las ciudades, ya que representa la materialización en el espacio
de las necesidades de los actores sociales que las producen. Sin embar
go las formas no son autónomas y sólo se comprenden dentro de un
contexto cultural. Creemos que el único método posible para acercarse
a la historia urbana es intentar cruzar y articular lo social y lo espacial
en una doble relación en la que se expliquen lo uno por lo otro.
En la historiografía de la ciudad de México son pocos los estudios
de este tipo y menos aún las visiones de conjunto. Un grupo de trabajos
que relacionan los espacios con los actores sociales que viven en ellos de
manera tradicional son los de Pedro Álvarez Gasea, Ma. del Carmen
León Cáceres, Salvador Novo, Guillermo Porras y Ana Rita Valero.53
La única obra que ha logrado aprehender la complejidad de la his
toria urbana en su relación espacio-sociedad es la de George Kubler,
quien no obstante no proponerse estudiar solamente ciudades sino ha
cer un análisis más general de la arquitectura mexicana logra una visión
de conjunto de la ciudad de México del siglo xvi y que a pesar de haber
pasado cuarenta y cinco años desde su primera edición, no ha tenido
paralelo en la historiografía reciente para ninguno de los siglos colonia
54 George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo xvi, México, Fondo de Cultura Eco
nómica, 1983.
55Jorge González Angulo, Artesanado y ciudad...; Ma. Amparo Ros Torres, op. cit.
56Ma. Dolores Morales, "Estructura urbana y distribución de la propiedad en la ciu
dad de México en 1813", Historia Mexicana, México, vol. xxv, núm. 3, (99), enero-marzo
1976, pp. 363-402, Espacio, propiedad y órganos de poder en la ciudad de México en el
siglo xix", Ciudad de México. Instituciones, actores sociales y conflicto político 1774-1931
(Carlos Illades y Ariel Rodríguez, coord.), El Colegio de Michoacán-UAM, 1996, pp. 155-
190, "Cambios en la traza de la estructura vial de la ciudad de México 1770-1855", La ciu
dad de México en la primera mitad del siglo xix, tomo I (Economía y Estructura Urbana),
México, Instituto José Ma. Luis Mora, 1994, pp. 161-224; Esteban Sánchez de Tagle, Los
dueños de la calle. Una historia de la vía pública en la época colonial, México, i n a h , d d f , 1997.
57Alejandra Moreno y Jorge González Angulo, "Cambios en la estructura interna de
la ciudad de México (1753-1881)", Asentamientos urbanos y organización socioproductiva en
la historia de América Latina (J.E. Hardoy y R.R Schaedel comps.), Argentina, Ediciones
s ia p , 1977, pp. 171-195; Gabriel Brun Martínez, "Las razas y la familia en la ciudad de
xico, SEP-Salvat, Salvat Mexicana de Ediciones, 1982, tomo 9, pp. 1256-1275, Atlas históri
co de la ciudad de México, México ed. Smurfit Cartón y Papel 1996 y 1997, tomos 1 y 2.
59Marcela Suárez, "El proceso de urbanización de la ciudad de México en el siglo xvi
y las relaciones coloniales de explotación"; México, u a m , tesis de licenciatura en socio
logía, 1981; Marcela Dávalos, Basura e Ilustración. Limpieza de la ciudad de México a finales
del siglo x v i i i , México, i n a h - d d f , 1997.
60George Kubler, op. cit.; Silvio Zavala, El servicio personal de los indios...; Teresa Rojas
Rabiela, "Aspectos tecnológicos./'
61 Richard, Boyer, La gran inundación; vida y sociedad en México (1629-1638), México,
SEP, 1976 (Sepsetentas núm. 218); Miguel Mathes, "To Save a City:.. "; Martha Fernández,
"Cristóbal de Medina Vargas y el acueducto de Santa Fé", Estudios acerca del arte novohis-
pano, Homenaje a Elisa Vargas Lugo, México, u n a m , 1983, pp. 43-59..; Silvio Zavala, op. cit.
62 Guadalupe de la Torre, "El resguardo fiscal de la ciudad de México en el siglo
xvm", tesis de doctorado, México, u n a m , 1997; Regina Hernández Franyuti, Ignacio de
Castera, Arquitecto y urbanista de la ciudad de México 1777-1811, Instituto de Investigaciones
Dr. José Ma. Luis Mora, 1997.
63 Diego López Rosado, Los servicios públicos de la ciudad de México, México, Editorial
Porrúa, 1976; Francisco González de Cossío, Historia de las obras públicas en México, Méxi
co, Sría. de Obras Públicas, 1971-1975,3 vols.
L a S ociedad u rba n a
Son muchos los estudios que han indagado en torno a la historia del
universo social en la ciudad de México; de los grupos sociales, de las
corporaciones que la habitaron, y en menor medida de los procesos so
ciales que transformaron esa sociedad a lo largo del tiempo. Razones de
más peso que las que ofrecen las nada despreciables facilidades de acce
so a los acervos documentales, han favorecido este hecho.
En la ciudad de México, históricamente, las características de la so
ciedad mexicana alcanzaron su máxima significación. Como en ningún
otro ámbito, ahí se perfilaron las corporaciones, los grupos sociales en
sus formas más conspicuas. Podríamos enumerar algunas razones,
Ethelia Ruíz, por ejemplo, ha develado últimamente aspectos funda
mentales para la formación de los grupos de poder que se explican por
la presencia de las autoridades virreinales en la ciudad.64
Ahí, en la capital, el mundo español cobró sus formas más acabadas.
Ida Altman, Victor M. Alvarez, han estudiado esta primera sociedad de
españoles.65Pero el mundo indígena no estuvo ausente, por el contrario,
ahí la resistencia cultural tomó formas inusitadas. Por James Lockhart y
William B. Taylor sabemos importantes aspectos del mundo de los na-
huas.66Y para todos ellos la ciudad ha ofrecido un ámbito privilegiado;
entre otras cosas por lo temprano que en ella los fenómenos sociales co
menzaron a ocurrir con la intensidad propia de una gran urbe. Octavio
Paz intenta un original modelo de organización cortesana para la época
de Sor Juana.67
Esta intensidad, esta concentración de la vida social ha invitado,
sobre todo a quienes se han interesado por el estudio de alguna corpo
ración en particular, a decidirse, preferentemente, por alguna de las que
G obierno y política
Para una ciudad como la de México que debe sus rasgos más acusados
a su papel político como capital, el tema del gobierno y el poder no po
día dejar de ser otro de los focos de interés.
Con la minuciosidad y el cuidado que el método de la historia insti
tucional exige, Guillermo Porras tuvo éxito al dar cuenta del primer
gobierno de la ciudad de México.78 Pensamos en la etapa fundacional,
pues conforme sus estudios avanzaron en el tiempo el tema mismo
parece escurrírsele como agua entre las manos.79
L as formas culturales
87 Linda Arnold, op. cit., Gabriel James Haslip, op. cit., Michael Charles Scardaville,
"Crime and the Urban Poor: México City in the Late Colonial Period", University of Flo
rida, tesis de doctorado, 1977; Teresa Lozano Armendáriz, La criminalidad en la ciudad de
México 1800-1821, México, u n a m , 1987; Frederick Shaw, op. cit.; Antonio Annino, "Practi-
che creóle e liberalismo nella case dello spazio urbano coloniale: il 29 noviembre 1812 a
citta del Messico", Quadernu Storici, Italia, 1988, vol. núm. 23 (3), pp. 727-763; Pedro San
toni, op. cit.; Virginia Guedea, "Los indios voluntarios de Fernando vil", Estudios de H is
toria moderna y contemporánea, M éxico, Publicación eventual del Instituto de Investigacio
nes Históricas, u n a m , núm. x, 1986, pp. 11-84; Dorothy Tanck de Estrada, La educación
ilustrada, 1786-1836. Educación primaria en la ciudad de México, México, El Colegio de
México, 1987.
88 Dennis E. Berge, "A Mexican Dilemma: The México City Ayuntamiento and the
Question of Loyalty 1846-1848" , Hispanic American Historical Review, vol. 50, mayo 1970;
Esteban Sánchez de Tagle, "La Asamblea municipal de la ciudad de México durante la
ocupación norteamericana", Historias, núm. 27, octubre 1991-marzo 1992, pp. 115-120.
que como ciudad primada, se convierte en el centro intelectual desde
donde se difunden las formas culturales hacía las demás ciudades
novohispanas.
Los estudios generales sobre este tema son contados. Una aporta
ción sobre el siglo xvi y principios del xvn es la obra de Luis Weckmann
que, aunque se refiere a un espacio más amplio que la ciudad de Méxi
co, da cuenta de las raíces medievales de la cultura que conquistadores,
misioneros y administradores introdujeron en la Nueva España. Anali
za la huella profunda que dejaron en la literatura, el uso del español
arcaizante, el teatro, música, educación, fiestas, procesiones, magia de la
ciencia, caballería y ceremonial de la corte virreinal.89
Lo que conocemos de la época barroca como forma de vida lo debe
mos a la obra de Irving A. Leonard, quien penetra en el significado del
espíritu barroco a través del estudio de los aspectos culturales, literarios
e intelectuales del periodo. Estudia la vida cultural de la ciudad de Mé
xico, los escritores destacados, los certámenes poéticos, el tipo de obras
que componían las grandes bibliotecas, el comercio de libros, el teatro y
las fiestas.90
Para el periodo de la Ilustración contamos con el trabajo de Juan Pe
dro Viqueira quien se ocupa del cambio en las mentalidades y de las
costumbres tradicionales en la ciudad de México y analiza la lucha en
tablada por el gobierno y la elite para acabar con muchas de las diver
siones populares y separar los espacios públicos de la "gente decente"
de los del pueblo.91
Sobre formas culturales femeninas tenemos los trabajos de Josefina
Muriel y Ana María Atondo.92 Entre los estudios más específicos, son
numerosos los que se refieren a la educación e instituciones educativas
C rónicas
Los relatos épicos de los años que siguieron a la conquista, los de la re
construcción de la ciudad de México y su consolidación como capital
del imperio, de su grandeza, diversidad y del hecho de ser el centro en
el que ocurrieron los cambios físicos, políticos y culturales, fueron plas
mados por los cronistas, cubriendo casi totalmente los trescientos años
de vida colonial. Y estas historias de la ciudad, las crónicas, siguen inte
resando.96
Interesan porque constituyen visiones generales de la ciudad, por
que complementan las particulares que ofrecen las fuentes de los archi
vos y porque cubren casi todo el periodo. Así, las crónicas continúan
siendo parte importante en las investigaciones sobre la historia de la
ciudad: como apoyo, como complemento o bien como documento que
no requiere de análisis, tal es el caso de varios libros que han aparecido
en los últimos veinte años, cuyo objetivo es recopilar lo que se dice en
las crónicas acerca de algún tema.97
Muestra del interés y vigencia que tienen las crónicas la da el hecho
de que en las últimas dos décadas, con excepción de algunas del siglo
xvn de caracter religioso, hayan aparecido reediciones de todas las obras
de los cronistas.