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En la época de posguerra surgió en la mayoría de los países de Europa, así como en Norteamérica,
la política del Estado Benefactor que, mediante la instrumentación de subsidios alimenticios,
prestaciones familiares y servicios sociales según las necesidades, buscaban enfretnar los
trastornos de la inflación de nuevo orden económico de posguerra. La política del Estado Benefactor
dependió en su totalidad del incremento de los lazos comerciales entre los países de uno y otro lado
del mundo. Sin embargo fueron los Estados Unidos quienes se vieron fortalecidos al trasladárse la
esfera del poder del continente europeo al americano.
A pocos años de haber finalizado la guerra, la idea de un rápido crecimiento económico para crear
una sociedad más rica, empieza a manejarse entre los países desarrollados. Las naciones tendían
no sólo a la recuperación, sino a la optimización; sin embargo, la inflación seguía perjudicando a los
salarios. Para tratar de contrarestar sus efectos sociales, el Estado Benefactor ampliaba su radio de
influencia hacia los estados de economías menos desarrolladas en Asia, Africa, Medio Oriente y
América Latina.
CORRIENTES PEDAGÓGICAS: LA
LEGITIMACIÓN FILOSÓFICA DEL RÉGIMEN
Desde los tiempo de Plutarco Elías Calles, la educación estuvo orientada a crear una nueva sociedad
mexicana identificada con las instituciones que emanaron de la Revolución de 1910, además de
hacer incapié en el amor a los ideales y principios revolucionarios. El objetivo que se perseguía con
esto era la cración de un México fuerte y unido. Por otro lado, y a pesar de los esfuerzos de José
Vasconcelos por una educación humanista e integral, la educación empezó a verse como un
instrumento por medio del cual se consolidara y legitimara el nuevo sistema político, y que además
fuera la base que sostuviera los programas económicos. Es a partir de Calles cuando educar para
producir se convierte en la bandera e himno de la educación pública en México. Por razones de
estabilidad política, esta pedagogía de la producción no se desarrolló plenamente sino hasta los
años cuarenta y cincuenta, después que la Segunda Guerra Mundial generó un nuevo orden político-
económico en el mundo entero. Manuel Ávila Camacho (1940-46), Miguel Alemán Valdés (1946-52),
fueron los presidentes mexicanos que impulsarían de lleno esta política educativa a través de
la Escuela de la Unidad Nacional, de la cual cimentaría la democracia e industrialización de México.
Esta política educativa tiene su justificación) filosófica. Durante los cuarenta y los cincuenta
mundialmenten se hablaba de cuatro distintos modelos de escuelas o de pedagogía, cada una de
las cuales perseguían un fin específico y respondían a una estructura económica y social
determinadas. Tales escuelas eran: la pragmatista, representada por John Dewey,
la reformadora apoyada por Alfred North Whitehead, la científica-realista de Edouard Claparede y
Jean Piaget, la reconstruccionistasocial de Carlos Marx, Vladimir Lenin, Makarenki, y desarrollada
por Paul Natorp y George Kerschensteiner. Lo que identifica a tal variedad pedagógica fue el
progresivo control del Estado. En México, la educación pública recibió los impactos de las teorías
pedagógicas norteamericanas y de las alemanas, especialmente las representadas por Dewey,
Natorp y Kerschensteiner.