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PREMIOS

ERVANTES
U N A L I T E R A T U R A E N D O S C O N T I N E N T E S
J O R G E G U I L L E N

A L E J O C A R P E N T I E R

D Á M A S O A L O N S O

J O R G E LUIS B O R G E S

G E R A R D O DIEGO

: J U A N C A R L O S ONETTI

. OCTAVIO PAZ

LUIS R O S A L E S

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E R N E S T O SÁBATO

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MARÍA Z A M B R A N O

A U G U S T O ROA B A S T O S

A D O L F O BIOY C A S A R E S

F R A N C I S C O AYA LA .

" D U L C E MARÍA LOYNAZ

M I G U E L D E L I B E S
PREMIOS

ERVANTES
U N A LITERATURA EN DOS CONTINENTES
PREMIOS

ERVANTES
U N A LITERATURA E N D O S C O N T I N E N T E S

MINISTERIO DE CULTURA
Dirección General del Libro y Bibliotecas
CENTRO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS
Ministra de Cultura
CARMEN ALBORCH

Director General del Libro y Bibliotecas


FRANCISCO BOBILLO DE LA PEÑA

Dirección del Centro de las Letras Españolas


MAGDALENA VINENT
CONSUELO SÁNCHEZ NARANJO

EXPOSICION CATALOGO

Comisario Selección de textos y diseño gráfico


VICENTE-ALBERTO SERRANO VICENTE-ALBERTO SERRANO

Coordinación Administrativa Coordinación de las colaboraciones


CENTRO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS
CENTRO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS
(JOSEFINA DELGADO) Estudio Bibliográfico
(TÁRSILA PEÑARRUBIA) JUAN DELGADO CASADO

Diseño del Montaje Fotocomposición y Fotomecánica


FÉLIX FERNÁNDEZ COE,S.A.
Luis 1,7. 28031 Madrid
Diseño Gráfico
Impresión
VICENTE-ALBERTO SERRANO
EGRAF, S. A.
Luis 1,5.28031 Madrid
Realización del Montaje
FÓRMELES, S. A. Encuademación
KARPE COLOR FELIPE MÉNDEZ

Vídeo © 1994 MINISTERIO DE CULTURA


INTERMEDIA © 1994 De los textos de sus autores
© 1994 De las fotografías de sus autores

ISBN: 84-8181-009-6
D I . : M. 11393-1994
Con la colaboración de:
DIPUTACIÓN DE VALLADOLID
FUNDACIÓN MUNICIPAL DE CULTURA. AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID
ÍNDICE

Prólogo 9
La biblioteca de senderos que se bifurcan 11

La lengua española en el mundo Rafael Lapesa 15


Una literatura en dos continentes Darío Villanueva 29

PREMIOS CERVANTES

JORGE GUILLEN 41
Texto del discurso 45
Cronología 47
ALEJO CARPENTIER 53
Texto del discurso 57
Cronología 63
DÁMASO A L O N S O 69
Texto del discurso 73
Cronología 81
JORGE LUIS BORGES 87
Texto del discurso 93
Cronología 95
GERARDO DIEGO 103
Texto del discurso 109
Cronología 115
J U A N CARLOS ONETTI 121
Texto del discurso 125
Cronología 129
8 ÍNDICE

OCTAVIO P A Z 135
Texto del discurso 139
Cronología 145
LUIS ROSALES 151
Texto del discurso 155
Cronología 161
R A F A E L ALBERTI 167
Texto del discurso 171
Cronología 183
ERNESTO SÁBATO 189
Texto del discurso 191
Cronología 197
G O N Z A L O TORRENTE BALLESTER 203
Texto del discurso 207
Cronología 211
A N T O N I O BUERO VALLEJO 217
Texto del discurso 221
Cronología 229
CARLOS FUENTES 233
Texto del discurso 237
Cronología 247
MARÍA Z A M B R A N O 253
Texto del discurso 257
Cronología 265
A U G U S T O R O A BASTOS 271
Texto del discurso 275
Cronología 287
A D O L F O BIOY CASARES 293
Texto del discurso 297
Cronología 301
FRANCISCO A Y A L A 307
Texto del discurso 311
Cronología 317
D U L C E MARÍA L O Y N A Z 323
Texto del discurso 327
Cronología 331
MIGUEL DELIBES 339
Cronología 341

SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA Juan Delgado Casado 349


índice de autores 491
índice de títulos 501
PRÓLOGO

H
ace ya algún tiempo, que la Dirección General del Libro y Bibliote-
cas estudiaba reunir en una exposición bibliográfica la memoria del
Premio Cervantes, el más importante galardón concedido por nues-
tro Estado a los autores de lengua española. A l fin, hemos llevado
a puerto nuestro empeño, cuando el premio ha llegado a sus dieciocho años
de edad, y ha obtenido, por añadidura, u n considerable eco y u n indudable
prestigio en todo el m u n d o y sobre todo en España y en Hispanoamérica.

Nuestro cometido básico ha consistido en reunir las obras existentes en el


mercado español de todos los autores premiados, así como información bio-
gráfica y material fotográfico referido a los mismos, con el fin de constituir
una muestra bio-bibliográfica permanente, fácil de montar, de revisar, de am-
pliar y de transportar. E n definitiva, una exposición itinerante, a la que he-
mos denominado Premios Cervantes. Una literatura en dos continentes, cuya pre-
sentación, días antes de la entrega del Cervantes de 1993 a M i g u e l Delibes,
tendrá lugar en la ciudad de Valladolid. Nuestra intención es exhibir, poste-
riormente, la exposición en distintas ciudades españolas y eventualmente en
el extranjero, a fin de dar u n nuevo impulso a la difusión de las obras de los
más grandes creadores en lengua española.

Para completar dicha misión difusora, la exposición está acompañada de


u n vídeo y de este catálogo que el lector tiene entre sus manos. E n él se i n -
cluyen sendos estudios introductorios de Rafael Lapesa y Darío Villanueva,
que examinan la evolución de la lengua y de la literatura española en los dos
continentes que la acogen. Contiene, asimismo, una cronología y un índice
bibliográfico de cada uno de los autores distinguidos con el Premio Cervan-
tes así como de las obras que otros autores han dedicado a analizarlas.

Agradezco sus esfuerzos a cuantos han intervenido en la preparación y


organización de esta exposición, que será muy útil para que nuevas genera-
ciones se acerquen y conozcan la vida y la obra de nuestros más insignes es-
critores y para que los estudiosos y los investigadores puedan servirse de la
información que suministra.

Francisco Bobillo de la Peña


Director General del Libro y Bibliotecas
LA BIBLIOTECA DE SENDEROS Q U E SE
BIFURCAN

A
lrededor de cada veintitrés de abril, desde 1977, el Paraninfo de la
Universidad Complutense sirve de escenario a la solemne entrega
del Premio Cervantes. Aquella tribuna, desde la que dictaron lec-
ciones magistrales figuras como Vitoria, Arias Montano y Nebrija
ante alumnos como Lope de Vega, Quevedo, Tirso de M o l i n a o Calderón, ha
recuperado hoy su carácter. L a fecha del aniversario de la muerte de M i g u e l
de Cervantes convoca a la celebración del Día del Libro y en su ciudad natal
se entrega cada año u n galardón con su nombre que trata de ir marcando los
perfiles de una literatura que en una misma lengua se desborda por dos con-
tinentes.

Esta exposición, como si de un sueño borgiano se tratara, pretende ir con-


figurando una biblioteca, no de Babel, sino unificada en u n solo idioma con
senderos que se bifurcan; recorridos alternativos para acercarse a la vida y la
obra de unos autores que, sin embargo, terminan irremisiblemente unidos en-
tre sí ante una misma deuda hacia el genio cervantino; lo demuestran en sus
discursos cada año desde la tribuna del Paraninfo alcalaíno; irremisiblemente
unidos también en el entramado de sus vidas: lo demuestran unas biografías
que se enredan entre generaciones literarias, profundas amistades o juveni-
les proyectos comunes.

En el espacio concebido por el arquitecto Félix Fernández, donde la so-


briedad y sencillez se acentúan dado el carácter permanente e itinerante de
esta exposición, hemos tratado de desarrollar, a lo largo de los distintos pa-
neles, unas cuantas secuencias fotográficas que perfilen la imagen de los auto-
res, un listado de sus obras más significativas y un texto breve y emblemá-
tico que define la obra literaria de cada galardonado; únicos elementos esce-
nográficos que envuelven unas estanterías conteniendo todas las
publicaciones de cada autor, actualmente en el mercado. Una biblioteca de su-
gerentes recorridos en los que buscar y reencontrarse con los autores de cán-
ticos, arboledas y manuales de espuma, de invenciones y sagas / fugas, de os-
curas noticias y casas encendidas, de túneles y usurpadores, hijos del hombre
y poemas náufragos, monos gramáticos y juntacadáveres, claros del bosque
y cambios de piel, pasos perdidos y ardientes oscuridades, santos inocentes
e historias de infamia.

Senderos que se bifurcan, una literatura en dos continentes.

Por último, agradecer la ayuda y colaboración de Juan Marichal, Luis Gar-


cía Montero, José Hierro, Andrés Soria Olmedo, Mario Benedetti, José Jimé-
nez Lozano, Javier Rioyo, Miguel Hernández, Ana Llórente, Antonio Piedra,
Roberto Fuentes, Elisa Serrano y especialmente de Andrés Amorós.

Vicente-Alberto Serrano
Comisario de la Exposición
LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO
LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO

Rafael Lapesa

H
ace ahora unos sesenta años Gabriela Mistral, siendo Cónsul de
Chile en M a d r i d , mostraba en sus conversaciones la incongruencia
de que el 12 de octubre, aniversario del descubrimiento de Amé-
rica, se celebrase como «Fiesta de la Raza», siendo así que el lazo
común al m u n d o hispánico no es la comunidad racial, sino la de la lengua ha-
blada por nativos de diversas regiones españolas y por hispanoamericanos
criollos, mestizos, amerindios y africanos, incorporados todos a la v i d a y cul-
tura hispánicas. Años después se designó como «Día de la Hispanidad» la
que antes se llamaba Fiesta de la Raza; pero la nueva denominación nació te-
ñida ya por connotaciones políticas que a la larga la hicieron inviable. N o se
ha establecido fiesta dedicada especialmente a celebrar el idioma común a
los veintiún países que lo tienen como lengua propia. H u b o , sí, la conme-
moración milenaria del nacimiento del romance castellano, y también, re-
ciente, la quintocentenaria de su primera gramática, la de Nebrija, coin-
cidente en fecha con la del Descubrimiento colombino; pero no se ha insti-
tucionalizado una Fiesta de la lengua española (o, si se prefiere, de la lengua
española castellana). E l 23 de abril, el día de Cervantes, nos brinda ocasión
para meditar sobre la oportunidad de cubrir este vacío.

N o cabe dudar de la vitalidad de nuestro idioma. L a garantizan sus más


de 320 millones de hablantes actuales, de los que más de 290 lo tienen como
lengua materna. E l pujante crecimiento demográfico de Hispanoamérica hace
pensar que en el año 2000 el número de hispanohablantes supere los 400 m i -
llones. Reflexionemos, pues, sobre el valor de nuestra lengua como instru-
Paraninfo de la Universidad de Alcalá.
16 LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO

mentó de comunicación, considerándolo, primero, utilitariamente: ni espa-


ñoles ni hispanoamericanos hemos inventado el telégrafo, el teléfono, la ra-
diodifusión, la televisión, la informática, el fax, ni los disquetes. Lo que he-
mos creado es uno de los más nobles sistemas de signos elaborados por la
facultad humana del lenguaje: la lengua que la expansión colonizadora llevó
al Nuevo Mundo y que fue vehículo de una de las más nobles formas de vida
y cultura europeas. Sobre ello nos ilustran dos sonetos de Dámaso Alonso:

Hermanos

Hermanos, los que estáis en lejanía


tras las aguas inmensas, los cercanos
de mi España natal, todos hermanos
porque habláis esta lengua que es la mía:

Yo digo «amor», yo digo «madre mía»,


y atravesando mares, sierras, llanos,
-oh gozo- con sonidos castellanos,
os llega Un dulce efluvio de poesía.

Yo exclamo «amigo», y en el Nuevo Mundo,


«amigo» dice el eco, desde donde
cruza todo el Pacífico, y aún suena.

Yo digo «Dios», y hay un clamor profundo;


y «Dios», en español, todo responde,
y «Dios», sólo «Dios», «Dios», el mundo llena.

Nuestra heredad

Juan de la Cruz prurito de Dios siente,


furia estética a Góngora agiganta,
Lope chorrea vida y vida canta:
tresfrenesís de nuestra sangre ardiente.

Quevedo prensa pensamiento hirviente;


Calderón en sistema lo atiranta;
León, herido, al cielo se levanta;
Juan Ruiz, ¡qué cráter de hombredad bullente!
R A F A E L LAPESA 17

Teresa es pueblo, y habla como un oro;


Garcilaso un fluir, melancolía;
Cervantes, toda la Naturaleza.

Hermanos en mi lengua, qué tesoro


nuestra heredad -oh amor, oh poesía-,
esta lengua que hablamos -oh belleza-
Cada una de las lenguas creadas por el lenguaje humano es un sistema de
signos válidos, por una parte, para representar las realidades del mundo ex-
terior y también las de nuestro mundo interno -cuanto captan nuestros sen-
tidos y cuanto sentimos, imaginamos, deseamos o tememos; por otra parte,
asimismo mediante signos, tratamos de estimular la actuación ajena o inten-
tamos impedirla o atenuarla. Cada sistema de signos lingüísticos -cada len-
gua- conlleva una peculiar visión del mundo y de la vida. Aprovechando un
endecasílabo de Antonio Machado, diríamos que cada lengua pone «el viejo
mundo en orden suyo y nuevo». Si la contemplación de la naturaleza inspiró
a Raimundo Lulio su Llibre de les maravelles del mon, un lingüista de nuestro
tiempo, Walther Porzig, tituló Das Wunder der Sprache ("el prodigio del len-
guaje" o como prefirió su traducción española, El mundo maravilloso del len-
guaje) el libro en que expuso su asombro ante las capacidades y recursos de
la palabra humana. Por entonces, hace más de medio siglo, estaba presente y
ofrecida a aceptación o repulsa, la tesis más trascendental del idealismo lin-
güístico alemán, ya en aquel tiempo más que centenaria, la teoría de la «forma
interior del lenguaje» o «de la lengua», formulada por Guillermo de Hum-
boldt en 1835. Esa teoría de la «innere Sprachform» concebía la lengua como
reflejo de la mentalidad del conjunto humano que la creó y la recrea conti-
nuamente, y a la vez, como conformadora de esa mentalidad en las sucesivas
generaciones de hablantes suyos. Para Guillermo de Humboldt y sus prosé-
litos cada lengua imprime su ordenación cosmovisiva en la mente de sus ha-
blantes. Hace ahora sesenta y tantos años el humboldtiano Leo Weisgerber
llegó a afirmar que «el hombre criado en el ámbito de una lengua queda para
toda su vida bajo los efectos de su poder mágico» y que «en este sentido, la
lengua materna es destino individual, así como la lengua de un pueblo forja
el destino de su comunidad». Aunque desorbitados, tales asertos tienen un
fondo de verdad: el que la madre española frene las diabluras de su hijito con
un «sé bueno» o «no seas malo» mientras la francesa dice al suyo «sois sage»
responde a una diferencia de mentalidad. Todo hombre piensa en su lengua,
tiene en ella sus monólogos interiores, conforma en ella sus sentimientos e
imaginaciones. Valerse de otra lengua le supone un cambio de código que no
sólo afecta a las peculiaridades de la expresión (timbre, entonación y articu-
18 LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO

lación de los sonidos), sino también a la organización de las categorías gra-


maticales y de los campos léxico-semánticos. A ello se refiere el primer verso
de un soneto famoso de Unamuno:

La sangre de mi espíritu es mi lengua


y mi patria es allí donde resuene
soberano su verbo, que no amengua
su voz, por mucho que ambos mundos llene.

Don Miguel hace hincapié en la vigencia multirracial de la lengua, y, como


demostración, alega el testimonio de dos hispanohablantes de sangre no his-
pana: en el extremo occidental del orbe, un combativo liberal zapoteca; y en
el oriental, un ilustre filipino, mártir insurrecto:

Y esta mi lengua flota como el arca


de cien pueblos contrarios y distantes,
que las flores en ella hallaron brote
de Juárez y Rizal, pues ella abarca
legión de razas, lengua en que Cervantes
Dios le dio el Evangelio del Quijote.

No hay un idioma español de España y un idioma español de América, cada


uno unitario y diferente del otro. A ambos lados del Atlántico una sola lengua
común se sobrepone a variedades geográficas y socioculturales comunes tam-
bién unas, divergentes otras. Cada país, región o comarca hispanoamericana
ofrece, al igual que las distintas regiones y comarcas españolas de lengua cas-
tellana, peculiaridades fonéticas, morfológicas, sintácticas o léxicas que no
quebrantan la fundamental unidad del español hablado en ambos continen-
tes. Otro tanto ocurre con los distintos niveles de lenguaje: los rasgos propios
del habla rústica, vulgar o familiar no alteran la norma representada por el uso
culto, más poderoso. La lengua castellana, extendida a América cuando se es-
taba convirtiendo en lengua española, fue llevada allí por hispanos de varia
procedencia social y geográfica, aunque el porcentaje andaluz y extremeño
fuese mayor que el de cada otra región de la Corona de Castilla. Importante es
el hecho de que, durante casi todo el siglo xvi, el porcentaje de andaluzas fuera
superior al total de las emigrantes españolas de otra procedencia. Los andalu-
cismos se registran abundantemente en los documentos notariales americanos
a partir de 1521. Por otra parte, las sucesivas oleadas de españoles que pasa-
ron a Indias durante el siglo xvi llevaron allí las innovaciones que en la metró-
poli se iban produciendo en el uso del lenguaje. Así, a diferencia del judeo-
R A F A E L LAPESA 19

español, que ha conservado casi invariable la pronunciación toledana vigente


como preferida en 1492, el español americano experimentó los mismos cam-
bios que a lo largo del siglo xvi triunfaron definitivamente en España, elimi-
nando los rasgos más característicos de la antes preferida dicción toledana.

Los exploradores, conquistadores, evangelizadores y colonos españoles


no sólo llevaron a las Indias sus usos, sus costumbres, sus formas de vida y
su lengua, sino también el recuerdo de su literatura. Las sorpresas que el
mundo nuevo les ofrecía se les identificaban con las maravillas narradas o
descritas en los libros de caballería, vivos en su memoria. Los nombres de Ca-
lifornia y Patagonia proceden de las Sergas de Esplandián y del Primaleón. Las
peripecias guerreras traían a su mente versos del viejo Romancero. No tar-
daron en pasar el océano poetas renombrados: en Puebla de los Ángeles, junto
a la iglesia del Rosario, estremece leer la inscripción recordatoria de que allí
fue malherido en 1554 Gutierre de Cetina, el cantor de los «ojos claros, sere-
nos», cuando una noche acompañaba a un amigo en una aventura amorosa.
Veintitrés años más tarde, en 1577, se reunía en México el amplio cancionero
Flores de varia poesía, que contiene abundantes composiciones de Cetina, mu-
chas también de otros poetas españoles contemporáneos, sobre todo sevilla-
nos y algunas de poetas nacidos ya en la Nueva España: don Martín Cortés,
hijo del conquistador, Francisco de Terrazas y Gregorio de Sámano. América
contribuía ya al florecimiento de la magna literatura que se había de cultivar
en una misma lengua sin que el Atlántico impidiera la comunidad de ten-
dencias en movimientos, y sin que tal comunidad menoscabara la personali-
dad de la producción americana. A la Araucana de Ercilla sucedió el Arauco
domado de Pedro de Oña, natural de Valdivia; Cervantes incorporaba a su Ga-
latea el platonismo de León Hebreo, cuyos Diálogos de amor traducía el Inca
Garcilaso. Don Juan Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz son el para-
lelo indiano de Tirso de Molina y Calderón. La novela picaresca resurgió
puesta al día por Fernández de Lizardi.

Esos conquistadores, colonizadores y evangelizadores que llevaron al


mundo nuevo la cultura española, flamante ya con sus universidades, im-
prentas y humanismo, trasplantaron también la actualidad cultural europea
más palpitante. Si en Huejocingo hay todavía alicatados mudejares, el claus-
tro frailuno de Acolman está decorado con frescos que reproducen grabados
de Durero. Eclesiásticos que anhelaban evangelizar y proteger a los indios ha-
bían leído la Utopía de Tomás Moro. Más tarde, en los últimos tiempos del do-
minio español, los «libros de la Ilustración» europea, que en la metrópoli pre-
pararon el fin del antiguo régimen, llegaron también a la América española,
cuya emancipación fomentaron.
20 LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO

Aunque Olmedo cantara en sus odas la libertad con la misma entusiasta


elocuencia que Quintana había puesto celebrando la revolución de marzo
- l a sublevación popular de los españoles contra la invasión francesa- o la ba-
talla de Bailen; aunque más tarde Echeverría protestara en El Matadero con-
tra la dictadura de Rosas con tanta amargura como la de Larra lamentando
en El día de difuntos la muerte de media España a manos de la otra media, ta-
les paralelos no aminoran la gravedad del peligro que entonces se cernía so-
bre la unidad de la lengua española. Las guerras de la liberación y el subsi-
guiente fraccionamiento político del imperio colonial hispano favorecían el
riesgo de que cada nación nueva tratara de acentuar los rasgos diferenciales
de su habla para afirmar su joven personalidad. Pero el venezolano Andrés
Bello enseñó a los hispanoamericanos todos que la posesión de una lengua
común era un bien inestimable, y que la base de su unidad consistía en la he-
rencia del castellano de los siglos xvi y xvn, enriquecido por el posterior le-
gado de la Ilustración. La admirable Gramática de Bello no sólo cita constan-
temente la autoridad de escritores españoles de la Edad de Oro y del siglo
xvm, sino también la de españoles contemporáneos. La radical reforma orto-
gráfica que en un principio propuso quedó reducida al uso exclusivo de la le-
tra i para la vocal (lei, rei, hai, «uno i otro»), reservando la y para la consonante
(ya, ayer); y a generalizar la letra j ante e, i para representar la consolante ve-
lar fricativa sorda, cualquiera que fuese la etimología (jente, jirar igual que jefe,
jinete). A estas dos únicas divergencias respecto a las normas de la Academia
Española quedó reducida la «ortografía chilena», así llamada por haber sido
Chile su último baluarte, hasta que en 1927 fue también abolida allí.

Aunque pulularon las colectas de particularismos léxicos en cada país his-


panoamericano, la unidad del lenguaje culto no llegó a quebrantarse. Litera-
tos de ultramar vivieron largamente en España: así el mejicano Manuel
Eduardo de Gorostiza (1789-1851), continuador de la comedia moratiniana;
el argentino de nacimiento Ventura de la Vega (1807-1865), triunfador en la
escena española con El hombre de mundo (1845) y académico numerario desde
1836; el venezolano Rafael María Baralt (1810-1860), poeta, autor de un im-
portante Diccionario de galicismos (1855) y también miembro de número de la
Real Academia Española desde 1853. No consiguió igual galardón la gentil
cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), a pesar de haberlo soli-
citado y contar con valiosa producción literaria.

En 1871 se fundó la Academia Colombiana, la más antigua correspon-


diente (pero no dependiente) de la Española. Tal primacía se debió a que Co-
lombia contaba con la sabiduría y entusiasmo del poeta y humanista Miguel
Antonio Caro (1843-1909) y con el talento lingüístico, tan penetrante como la-
R A F A E L LAPESA 21

borioso, de Rufino José Cuervo (1844-1911), cuyas Apuntaciones críticas sobre


el lenguaje bogotano fueron el primer estudio científico de la dialectología his-
panoamericana y revelaron la comunidad de muchos vulgarismos subsis-
tentes a ambos lados del Océano, con origen común en el habla metropoli-
tana de los siglos xv al xvm. Los dos volúmenes que llegó a publicar de su
Diccionario de construcción y régimen no tienen rival en los estudios de sintaxis
española. A la fundación de la Academia Colombiana siguieron las de otras
siete, correspondientes también de la Española, a saber: la Ecuatoriana (1874),
Mexicana (1875), Salvadoreña (1876), Venezolana (1883), Chilena (1885), Pe-
ruana y Guatemalteca (1887). Otras ocho, que incluyen la Filipina y la Cu-
bana, se constituyeron entre 1923 y 1928. Después se han agregado la Hon-
durena (1949), la Puertorriqueña (1955) y la Norteamericana (1973). La
Academia Argentina de Letras (1931) y la Nacional de Letras del Uruguay
(1943) no son correspondientes de la Española, pero sí eficaces colaboradoras
suyas. Los Congresos de Academias de la Lengua celebrados en Méjico (1951),
Madrid (1956) y Bogotá (1960) culminaron en la creación de una Asociación
de ellas con una Comisión Permanente asentada en Madrid, según se acordó
en el Congreso de Buenos Aires (1964), al que han seguido, con distancia cua-
trienal, los de Quito, Caracas, Santiago de Chile, Lima y Guatemala.

La cooperación académica es un instrumento precioso para reforzar la


fundamental unidad lingüística del mundo hispánico; pero más eficaz toda-
vía es el intercambio cultural, sobre todo, el literario. Si hasta fines del siglo
pasado la iniciativa influyente había partido casi siempre de España, el mo-
dernismo poético tuvo su nacimiento en América y su máxima figura en Ru-
bén Darío. Hubo después gran influjo de pensadores y ensayistas españoles
-Unamuno, Ortega y Gasset, Azorín, etc.- y más tarde, como consecuencia
de nuestra guerra civil, el de los intelectuales españoles exiliados. La contra-
partida estuvo a cargo de los poetas americanos Vicente Huidobro, Pablo Ne-
ruda y César Vallejo, que tan marcada huella dejaron en nuestros poetas más
jóvenes de la generación del 27 y en nuestra lírica posterior. Hoy es induda-
ble la justificada atracción ejercida por la novela hispanoamericana. Este flujo
y reflujo hace que en el lenguaje literario las amenazas contra la unidad del
idioma sean mucho menos preocupantes que en el campo de la ciencia o de
la técnica: un español puede leer páginas y páginas de Alfonso Reyes, Octa-
vio Paz, Uslar Pietri, Borges, García Márquez o Mario Vargas Llosa sin en-
contrar nada ininteligible o chocante; otro tanto ocurre al lector de cualquier
país hispanoamericano ante escritos de Baroja, Ortega y Gasset, Pedro Sali-
nas, Dámaso Alonso, Pedro Laín Entralgo o Julián Marías. Es cierto que no
toda la literatura de lengua española se vale del lenguaje panhispánico: el Bor-
ges universalista de las Ficciones escribe en porteño de bajos fondos El hom-
22 LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO

bre de la esquina rosada. Pero también la literatura costumbrista, regional, in-


digenista, etc., contribuye a la unificación lingüística rebajando la capacidad
diferenciadora de vocablos y giros particulares al sacarlos de su ámbito limi-
tado y ofrecerlos al conocimiento general: las novelas de Icaza y Mejía Vallejo
pusieron en circulación fuera de su recinto andino huasipungo y gamonal; ante
el Martín Fierro y el Don Segundo Sombra habían divulgado las peculiaridades
del habla gauchesca. La unidad lingüística no se mantendrá con restricciones
y exclusivismos, sino con ensanchamiento y mutua apropiación. La lectura
debe completarse con la audición y la presencia visual del autor hablante. Los
grandes medios de comunicación lo están facilitando ya: la televisión no sólo
ha hecho perceptibles la voz y la prosodia de escritores sobresalientes, sino
también su mímica y actitud, su estilo completo de hablar. Ahora bien, lo he-
cho hasta ahora no es bastante: necesita ampliarse y obtener respaldo en
acuerdos internacionales que aseguren reciprocidad. Por otra parte, hay que
elevar la altura de esos espacios cuyos destinatarios son los centenares de mi-
llones de hispanohablantes y que, lamentablemente, centran su atención en
el pintoresquismo trivial, en la canción de hoy, pasajera y sin carácter, o en
halagar groseramente las más bajas apetencias.

América es la grande, inmensa fragua de hispanohablantes. No sólo por


su enorme explosión demográfica y por la creciente castellanización de la po-
blación india, sino por incorporar tanto a españoles de lengua materna no cas-
tellana como a extranjeros de diverso origen: allí se castellanizan emigrantes
gallegos, catalanes, portugueses e italianos, gentes de la Europa Central, es-
lavos, nórdicos, sirios y libaneses, y tanto en el nivel de las masas populares
como en el de los estratos superiores. Nos lo dicen así los apellidos de exi-
mios literatos como Victoria Ocampo, Borges, Molinari, Sábato, Uslar Pietri,
Carpentier, hermanados por usar y ennoblecer la misma lengua con Alfonso
Reyes, Ricardo Rojas, Carlos Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa, todos
de evidente ascendencia hispana.

* * *

Hoy se advierte un gran crecimiento del interés por aprender nuestra len-
gua en todos los países cultos y en no pocos de los que intentan salir del ter-
cer mundo. ¿Por qué crece tan vertiginosamente el número de los afanosos
por hacerse con tan valioso medio de comunicación? La primera respuesta
R A F A E L LAPESA 23
sería que entre las lenguas europeas es la que, después del inglés, cuenta con
mayor número de hablantes. Inmensa comunidad con la que hay que contar
y con la cual hay que tratar; y no sólo como problemático mercado ni como
pobladora de territorios explotables por la colonización industrial. Antes que
existieran estas posibilidades -siglos y siglos antes- la vida, cultura, arte y
letras hispanas atrajeron la atención de Europa. España fue la gran sorpresa
para los europeos de los siglos xvi y xvn, atraídos y deslumhrados por la pu-
janza cultural de aquella nueva potencia política y militar. Se traducían a las
diversas lenguas europeas las grandes creaciones literarias españolas y los
libros que describían la insospechada y asombrosa realidad del Nuevo
Mundo. Trasladados a varios idiomas, el Amadís, la Cárcel del amor de Diego
de San Pedro y la Celestina inauguraron los triunfos de las letras hispanas en
el extranjero. Después el Marco Aurelio y el Relox de príncipes de Fray Anto-
nio de Guevara, el Lazarillo, la Diana de Montemayor, Fray Luis de Granada,
Santa Teresa y San Juan de la Cruz, Cervantes, el teatro del siglo xvn, la no-
vela picaresca, pedagogos como Huarte de San Juan, políticos como Saave-
dra Fajardo y moralistas como Gracián fueron objeto de la admiración de
toda Europa, que los tradujo, imitó o siguió sus enseñanzas. Así se explica
que el teatro clásico francés se inaugurase con Le Cid y Le menteur de Cor-
neille, que siguen paso a paso Las mocedades del Cid de Guillen de Castro y
La verdad sospechosa de Ruiz de Alarcón, y que el Don Juan de Moliere tuviera
presente El Burlador de Sevilla atribuido a Tirso de Molina. Las imprentas de
Venecia, Milán, Amberes, Bruselas, París y Lyon publicaban constantemente
obras de nuestros autores y en nuestra lengua. Numerosísimas son las gra-
máticas de ella compuesta por italianos, franceses, ingleses, alemanes y fla-
mencos en los siglos xvi y xvn. En el xvm la actitud negativa de los ilustrados
europeos no impidió el interés por el español, rehabilitado luego por el he-
roísmo popular hispano ante la invasión napoleónica. E l romanticismo
exaltó con entusiasmo los valores literarios y humanos de nuestro viejo Ro-
mancero. En Alemania los Schlegel ensalzaban el teatro calderoniano, al
tiempo que se descubría la profundidad humana del Quijote. En Inglaterra
Shelley traducía con asombro la escena culminante de El mágico prodigioso de
Calderón, la tentación de Justina. Dramas del Duque de Rivas y de García
Gutiérrez suministraron argumentos para óperas italianas. Los primeros es-
bozos de historia de nuestra literatura se escribieron fuera de España: en ale-
mán la de Bouterweck (1804) y en francés la de Sismondi (1829), superadas
por la History ofSpanish Literatur del norteamericano Ticknor (1849). Desde
mediados del siglo pasado y durante el actual, el número de hispanistas ex-
tranjeros ha crecido hasta formar legión. N o cabe aquí enumerar siquiera a
todos los eminentes; tenemos que contentarnos con recordar las figuras se-
ñeras de Benedetto Croce, Karl Vossler, Aubrey F. G. Bell y Marcel Bataillon.
24 LA LENGUA ESPAÑOLA EN EL MUNDO

Debemos reconocer la gran aportación del hispanismo francés, italiano, ale-


mán, británico y norteamericano, la muy estimable del sueco y finlandés, ho-
landés y belga, así como la creciente pujanza del japonés y coreano. La ini-
ciativa de la Revue Hispanique y el Bulletin Hispanique estimuló la aparición
de los Quaderni ibero-americani de Turín, los Studi ispanici de Pisa, el Bulletin
ofHispanic Studies de Liverpool, la veterana Hispania, que desde 1917 es ór-
gano de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese, la
Hispanic Review de Filadelfia, etc. Hay publicaciones periódicas dedicadas
exclusivamente a determinados aspectos o períodos, como los Cahiers de lin-
guistique hispanique médiévale de la Universidad de París XIII, La Coránica de
la Modern Language Association estadounidense, o el Anuario Medieval de
la St. John's University de Jamaica, Nueva York; y no faltan allende el Atlán-
tico las consagradas a una sola obra, como Celestinesca, o a un solo autor como
Galdós. No es reciente la existencia de centros de investigación tan impor-
tantes como el Instituí d'Études Hispaniques de París o el hispanic Seminary
of Medieval Studies de Madison, Wisconsin. Hispanistas ingleses y alema-
nes han dado a la imprenta, bajo el título Hacia Calderón, las comunicaciones
leídas en los simposios que periódicamente se celebraban. En Inglaterra han
aparecido volúmenes colectivos sobre el Cantar del Mío Cid o el Libro de Buen
Amor. La Asociación Internacional de Hispanistas, nacida en el congreso de
Oxford (1962), ha celebrado desde entonces otros en Nimega, Méjico, Sala-
manca, Burdeos, Toronto y varias sedes más; en 1992 contaba 1.231 socios,
número que, sin duda, corresponde al de los congresistas, pero muy inferior
al total de los docentes de español y portugués, que en 1964, sólo en los Es-
tados Unidos, se acercaba ya a los 12.000, según el directorio de la Asocia-
ción fundadora de «Hispania». Veinte años después, en 1984, el anuario de
los hispanistas franceses de enseñanza superior registraba unos 800, sin in-
cluir a los que enseñaban en centros de otro nivel. Esa estratificación corres-
ponde a las dos funciones que la lengua española debe cumplir como ins-
trumento de relación entre el mundo hispánico y el occidental europeo y
americano septentrional: de una parte, servir de vehículo para nuestra asi-
milación de la ciencia, técnica, economía y organización político-social de los
países más avanzados; de otra parte, darles a conocer la belleza de las crea-
ciones literarias hispánicas, así como el sentido de la dignidad personal y de-
más valores éticos del secular vivir hispano. En el verano de 1957 las carte-
leras de Frankfurt-an-Main anunciaban representaciones teatrales de El
príncipe constante de Calderón, modelo de comportamiento y sublime en su
sacrificio; ahora la prensa da cuenta del éxito que está logrando en Nueva
York El alcalde de Zalamea, también calderoniano, con su proclamación de que
«el honor/ es patrimonio del alma/y el alma sólo es de Dios».
R A F A E L LAPESA 25

El supremo representante de la literatura hispánica, Cervantes, que con-


trapuso y compaginó prodigiosamente el ideal y la realidad, atrajo por igual
a los cervantistas españoles del siglo pasado y al ecuatoriano Juan Montalvo.
En 1905, tricentenario de la máxima creación cervantina, se hermanaron don
Miguel de Unamuno, Azorín y Rubén Darío con sus respectivas Vida de Don
Quijote y Sancho, La ruta de Don Quijote y las Letanías de Nuestro Señor Don Qui-
jote, dedicados a Navarro Ledesma. Los Entremeses cervantinos se represen-
tan ante el público popular de Guanajuato como La Barraca estudiantil diri-
gida por Federico García Lorca los hacía llegar, con mensaje de alegría, a los
más recónditos y desvalidos pueblos de España. Actualmente es epónimo
Cervantes del Premio que galardona por igual a los más relevantes escritores
españoles e hispanoamericanos, y también lo es del Instituto al que se enco-
mienda cooperar a la difusión de nuestra lengua común y al mejor conoci-
miento de nuestro legado cultural. Ojalá uno y otro cumplan satisfactoria y
duraderamente el alucinante cometido que se les ha encomendado.

Rafael Lapesa Melgar


Real Academia Española
Colegio Libre de Eméritos
U N A LITERATURA E N DOS CONTINENTES
U N A LITERATURA EN DOS CONTINENTES

Darío V i l l a n u e v a

A
sí como no es imaginable una literatura sin lengua, la mera pre-
sencia de ésta no es condición suficiente para la existencia de aqué-
lla. Resultaría, no obstante, difícil cuestionar la certeza de que en
u n principio fue la palabra y la denodada lucha del escritor, de cada
escritor, por hacerse con las más expresivas para transmitir su percepción del
mundo y abrirnos su yo, y por encontrar el orden mejor con que combinar-
las. M a s si la lengua en sí misma es ya u n fenómeno de sociedad, sobre el que
el genio individual del hablante sólo puede influir dentro de unos márgenes
que los grandes artistas han sido capaces de ampliar extraordinariamente,
otro tanto cabe decir de la literatura, que hoy por hoy se tiende a ver como
u n sistema complejo en el que, además del creador de los textos y de sus lec-
tores, desempeñan u n papel decisivo otros elementos que median entre unos
y otros, contribuyendo a que los libros lleguen a sus destinatarios y adquie-
ran toda la resonancia que instituciones como la crítica y la enseñanza, u otras
formas de recreación pueden proporcionarles. Entendidas así las cosas, cada
factor, proceso o agente de este sistema literario participa y depende de todos
los demás, y tan sólo desde esta perspectiva de conjunto se puede aprehen-
der en u n sentido pleno el significado de la literatura.
Bien destacó todo esto Octavio Paz en su discurso de Alcalá con motivo
de la recepción del Premio Cervantes correspondiente a 1981 cuando afir-
maba que por literatura no entendía simplemente una colección de autores
y libros sino «una sociedad de obras» en la que el papel cocreador de los
lectores es fundamental. Pero no lo es menos la presencia de una tradición
literaria consolidada, con su abanico de temas, procedimientos y estilos,
Torrente Ballesta 1/ Borges.
30 UNA LITERATURA EN DOS CONTINENTES

con su canon de autoridades comúnmente aceptadas, de una crítica y una


didáctica atentas a su análisis e interpretación, y de una industria cultural
que mediante las casas editoras, las revistas y suplementos literarios y otras
empresas afines provea de cauce y soporte a la pura creación, y satisfaga
las demandas de los lectores. La literatura no termina con el momento mis-
terioso y germinal de la escritura en solitario del poema, la novela, el en-
sayo o el drama, pues entonces el texto apenas si tiene vida propia más allá
de su creador, de cuyo talento, percepción estética de la realidad, cosmovi-
sión y demonios personales la obra viene a ser cabal reflejo. En cierto modo,
es entonces cuando comienza a existir, y se abre para ella un vasto pano-
rama en el que no caben limitaciones espaciales ni cronológicas. Palabra
esencial en el tiempo era la poesía para Antonio Machado, y según T. S.
Eliot, el conjunto de la literatura universal, y dentro de ella el conjunto de
la literatura de cada país, tiene una existencia simultánea y compone un or-
den simultáneo.
Esta última idea de que todos los libros y todos los autores son contem-
poráneos entre sí, y en cierto modo también compatriotas, es fácilmente asi-
milable a la vieja afirmación de que la patria de un escritor es el lenguaje, una
y otra vez invocada por los ganadores del premio Cervantes: por ejemplo, así
lo fue en 1983 por Luis Rosales y en 1992 por Francisco Ayala. Para Jorge Luis
Borges, por su parte, el lenguaje es nuestra tradición, y tan sólo le es dado a
cada escritor el modificarla levemente, idea que también agradaría a Eliot,
pues para él, en contra de los excesos románticos, la originalidad de un autor
brilla tanto más cuanto mejor se incardina en la tradición a la que pertenece.
Por supuesto que ésta no comprende sólo la literatura escrita en una lengua,
pero cuando ésta es tan amplia y fecunda como la española, constituye en sí
misma todo un universo inagotable de recursos y posibilidades, tanto para
los autores como para sus lectores.
En el tercer congreso argentino de hispanistas, celebrado en la ciudad
de Buenos Aires en mayo de 1992, se presentaron tres comunicaciones, a
cargo de Graciela M . Battagliotti, Adriana Musitano de Ortega y Dolores
Olmos de Taravella, todas ellas de la Universidad Nacional de Córdoba, de-
dicadas a valorar el papel desempeñado desde 1976, año de su fundación,
por el «Premio de literatura en lengua castellana Miguel de Cervantes»
como una nueva institución especialmente significativa en la trayectoria
contemporánea de un «campo» o «sistema» literario que abarca dos conti-
nentes. E l homenaje que, invariablemente, todos los galardones hacen del
autor de El Quijote, y de la lengua literaria que comparten con él y entre
ellos, es un testimonio rotundo de la existencia de tal comunidad literaria a
lo largo del espacio y del tiempo, pero no faltan en ninguna de las admira-
bles piezas oratorias, iniciadas en abril de 1977 por el poeta español Jorge
DARÍO V I L L A N U E V A 31

Guillen, datos de primera mano que atestiguan lo genuino y persistente de


dicho sistema o comunidad.
Que la literatura en lengua española fue, desde muy pronto, un factor de
comunicación integradora entre los pueblos de ambos lados del Atlántico es
un hecho de la más absoluta evidencia, como también lo es que siga consti-
tuyendo, junto a la propia lengua, el vínculo patrimonial más firme que nos
une más allá de los avatares de la historia, incluidas las exigencias afirmado-
ras de las nacionalidades: como recuerda Carlos Fuentes, sin la lengua de la
colonia no hubiese habido lengua de la independencia. Los escritores cuba-
nos, argentinos, uruguayos, mexicanos, españoles y paraguayos que hasta el
momento han merecido el Cervantes comparten un mismo idioma, que ad-
quiere en sus plumas diferentes acentos literarios sumamente enriquecedo-
res del acervo hispánico, pero participan a la vez, y desde diferentes pers-
pectivas, de u n sistema común en cuyo marco se institucionaliza una
literatura.
El Quijote y su autor desempeñan, y no sólo a título retórico, el papel de
eje en dicho sistema. Alejo Carpentier recuerda que de niño jugaba en su ciu-
dad natal de La Habana al pie de una estatua de don Miguel, al que consi-
dera el mejor embajador que España tuvo a lo largo de los siglos; Jorge Luis
Borges hace lo propio con sus primeras lecturas de El Quijote, a los ocho o
nueve años de edad, cuando comprendió ya que su auténtico protagonista
era un hidalgo tocado de la pasión del lector, de lo que Fuentes llamará, sin
ambages, la locura de la lectura; para Luis Rosales, Cervantes siempre ha
sido un escritor contemporáneo, y según Ernesto Sábato, el más conspicuo
antepasado de todos los que escriben en castellano en España o en América;
Augusto Ros Bastos confiesa haber aprendido en esta fuente el destino de
escribir menos por industria que por necesidad interior, y Adolfo Bioy Ca-
sares le debe, simplemente, «la literatura, que dio sentido a mi vida». Repá-
rese, además, en el hecho de que varios de los escritores galardonados con
el premio que lleva su nombre han dedicado ensayos de reflexión o inter-
pretación al escritor alcalaíno y su inmortal novela: así Dámaso Alonso, Luis
Rosales, Gonzalo Torrente Ballester, Carlos Fuentes o Francisco Ayala. La l i -
teratura entendida como el sistema de relaciones funcionales que venimos
invocando favorece este intercambio de papeles: el escritor ha sido antes lec-
tor, y puede convertirse en crítico de lo que otros han escrito, cuando no ha-
cer de sus obras fuente de recreaciones originales, como puedan ser la Nu-
mancia de Rafael Alberti representado en Montevideo por Margarita Xirgu,
o el relato de Borges, apoteosis de la llamada posmodernidad, titulado «Pie-
rre Menard, autor de El Quijote», que no nos hace olvidar otras páginas su-
yas como «Magias parciales del Quijote» o la sucinta y emocionante «Pará-
bola de Cervantes y de Quijote». Pero el homenaje cervantino que yo prefiero
32 UNA LITERATURA EN DOS CONTINENTES

está en otra obra argentina, Bomarzo, de Manuel Mujica Lainez, quien murió
sin que este premio hubiese llegado a incluirlo en su ilustre nómina. Lo en-
contramos ya al final de tan extenso texto, cuando Pier Francesco Orsini
asiste en Genova a los prolegómenos de Lepanto. Envuelto en una reyerta
con marineros beodos, es salvado de una muerte cierta por un joven espa-
ñol, de fina cara aguileña, paje del cardenal Acquaviva, cuyo nombre el pro-
tagonista herido no fue capaz de retener. «Emanaba de sus ojos —leemos—
, de sus ademanes, de su personalidad, un poderoso influjo», y como mentase
sus aficiones literarias, Orsini se le confiesa asimismo poeta, antes de que
ambos intercambien un Ariosto por un Garcilaso: «Ya no lo vi nunca más, y
concluí por olvidarlo. Siglos más tarde he pensado infinitas veces en él, con deses
peración. Durante el resto del viaje, leí los poemas de Garcilaso. Sólo entonces noté
en segunda página del ejemplar, la firma de quien me lo diera. Estaba trazada en dos
líneas, unidas por el diseño de la rúbrica, y en ellas se arpretaba un nombre que ja-
más había oído de labio alguno: Miguel de Cervantes Saavedra». Pier Francesco
Orsini se desespera por no haber reconocido a quien treinta y cuatro años
más tarde de aquel encuentro habría de publicar el primer Quijote, y clama:
«¡Si lo hubiera sabido! Lo hubiera aposentado en mi castillo; lo hubiera festejado
como a un monarca, mejor que al cardenal de Este, mejor que al duque de Urbino
mejor que a la marquesa de Mantua, mejor que a ninguno...».
La concepción de literatura de que tratamos incluye, pues, múltiples
perspectivas que se entrecruzan entre sí, y comprometen, necesariamente, a
la vida individual y a la historia de los pueblos. Importa, para entender así
las cosas, la posición desde la que se escribe y desde la que se lee, tanto en
un sentido físico como cronológico, intelectual o institucional; para quién se
escribe o se cree escribir y hasta qué punto esta previsión del autor tiene que
ver luego con la realidad de los hechos. Interesa qué saben, unos y otros, de
la tradición literaria común, y de la foránea, cuáles son sus focos difusores
centrales y cuáles los periféricos, dónde están los editores dispuestos a creer
en el valor de un libro y porfiar para difundirlo, qué canales existen para ac-
ceder a ellos. Influye, también, amén de las posibles mediaciones políticas o,
incluso, censoriales, el apoyo que la reflexión intelectual dé a las creaciones
poéticas, la presencia de la crítica y su rigor, el repertorio de formas, estilos,
temas y planteamientos cosmovisionarios que cada comunidad interpreta-
tiva hace suyos y, en definitiva, los horizontes desde los que los lectores, tanto
a título individual como colectivo, esperan y reciben cada nuevo título en
concreto. Cuando en un momento dado se alcanza un alto nivel de conver-
gencia en relación a la mayoría de los factores enumerados y otros tantos que
podríamos añadir, y cuando la circulación de los mismos a lo largo y ancho
de una vasta comunidad geográfica es libre y activa como de hecho ocurre
con lo escrito en español en la Península europea y en el Continente ameri-
DARÍO V I L L A N U E V A 33

cano, entonces podemos hablar de un sistema literario vivo en el que una


institución cultural como el premio Miguel de Cervantes está justificada ple-
namente.
Miguel Delibes hizo viajar a Chile al bedel y cazador Lorenzo, protago-
nista castellano del Diario de un emigrante, novela de 1958, y la habanera Dulce
María Loynaz publicó ese mismo año su libro de viajes Un verano en Tenerife.
El dramaturgo Antonio Buero Vallejo construye una de sus piezas últimas so-
bre los motivos que le proporcionan la «leyenda americana» de Xoguec, su
anciano padre Curucó, cacique de los indios yonemas en Nehualcán, de M i -
chila y de Nulú, el gran caimán de Río Verde, Jorge Guillen, que ya había pro-
fesado en la Universidad bogotana de los Andes, recibió, antes que el Cer-
vantes inaugural, el Premio Alfonso Reyes concedido por México. Su primer
intento, fallido, de sonetear lo realizó Gerardo Diego a los catorce años utili-
zando como fuente de inspiración El Quijote, y su encuentro personal, en 1918,
con el poeta chileno Vicente Huidobro le abrió los ojos al creacionismo. A Bor-
ges ya lo conocía de las tertulias madrileñas, antes de que Diego viajara en
1928 a Buenos Aires y Montevideo, y con él compartirá el Cervantes de 1979.
Juan Carlos Onetti vive entre ambas ciudades rioplatenses hasta su traslado
definitivo a Madrid en 1975. Buenos Aires acoge su primera obra en periódi-
cos como La Nación, revistas como Sur y editoriales como Sudamericana o Com-
pañía Fabril Editora, mientras el escritor uruguayo publica en Montevideo el
semanario Marcha, pero desde Dejemos hablar al viento (1979) su obra se edita
ya en España, donde Onetti se siente identificado, y así lo manifiesta emo-
cionadamente en su discurso de 1981, con los «miles de hijos de América que
han hallado su nueva patria en la patria de Cervantes».
México había hecho otro tanto con los españoles del exilio republicano, a
algunos de los cuales, todos poetas —Emilio Prados, José Moreno Villa, Luis
Cernuda, León Felipe— muertos allí, Rafael Alberti citó y recitó ante los Re-
yes en el paraninfo alcalaíno un día abrileño de 1984. Entre los cientos de sus
compatriotas acogidos por el Presidente Cárdenas se encontraba don Manuel
Pedroso, antiguo rector de la Universidad de Sevilla que le enseñó a Carlos
Fuentes, como él mismo recuerda en similar ocasión, «los principios del de-
recho de gentes: no intervención, autodeterminación, solución pacífica de
controversias, convivencia de sistemas». En la biografía de este escritor se
cumplen con plenitud las extraordinarias posibilidades que el ámbito hispá-
nico permite. Nacido en Panamá, residente en Quito, Montevideo, Santiago
de Chile y Buenos Aires, cuenta ya con una obra reconocida y apreciada
cuando en 1967 gana el premio Biblioteca Breve, literariamente el más im-
portante de España, con la novela Cambio de piel que, no obstante, la censura
impide editar a este lado del Atlántico, y deberá hacerlo Joaquín Mortiz en
México. Su obra de 1975 Terra Nostra, comenzada & escribir inmediatamente
UNA LITERATURA EN DOS CONTINENTES
34
después de Cambio de piel, es un monumento impresionante a la pasión con-
flictiva de los mejicanos para con España y obtuvo, por su parte, el premio Ja-
vier Villaurrutia y el venezolano Rómulo Gallegos. La noticia de la concesión
del Cervantes le llegó a Carlos Fuentes justamente cuando enseñaba en la Uni-
versidad de Harvard un curso, titulado «La tradición de la Mancha», sobre
El Quijote como iniciador de la novela moderna, tema de uno de sus libros de
crítica literaria, Cercantes o la crítica de la lectura, del976. En otro de ellos, La
nueva novela hispanoamericana (1972), propone a Juan Goytisolo, junto a Var-
gas Llosa, Carpentier, García Márquez o Cortázar, como representante del en-
cuentro de la novela española con la que se escribe en Hispanoamérica, y con-
cluye con una tesis que viene a ratificar la plausibilidad de cuanto estamos
exponiendo: «El fin del regionalismo latinoamericano coincide con el fin del
universalismo europeo: todos somos centrales en la medida que todos somos
excéntricos».
Esta misma idea vertebra el discurso del Premio Cervantes en el caso del
filólogo, teórico de la literatura y poeta Dámaso Alonso, para quien, como
para otros creadores españoles, fue fundamental el deslumbramiento que le
produjo el nicaragüense Rubén Darío. Gran parte del esfuerzo de Alonso
como lingüista estuvo dedicado a defender un lema con el que tituló, preci-
samente, uno de sus trabajos eruditos: «Los españoles no somos los amos de
nuestra lengua». E l peligro de fragmentación que se cierne sobre un idioma
compartido por veinte naciones de dos continentes, y por cerca de trescien-
tos millones de hablantes, ha sido conjurado, en gran parte, por la existencia
de una lengua literaria común, irradiada desde focos diversos, de preemi-
nencias simultáneas o alternativas, de acuerdo con las mudables condiciones
históricas. Don Dámaso concluía con una llamada, desde la lengua, al triunfo
de pasiones positivas como la hermandad y la solidaridad, por encima de los
particularismos nacionalistas. Pero es inestimable el valor estrictamente lite-
rario de esta tensión entre el tronco metropolitano y lo que Onetti denomina
los «lejanos suburbios de la lengua española». Octavio Paz nos hizo recordar
en su discurso que por América y en América «España colinda con lo desco-
nocido»: ello vale tanto para lo real como para lo verbal.
Acaso haya sido Ramón del Valle-Inclán el escritor en que esta percep-
ción se hizo más patente modernamente, por mor, con toda certeza, de dos
condiciones personales suyas que actuaron de forma complementaria a es-
tos efectos. Por una parte está su pertenencia a una comunidad española en
la que la lengua común convive con la vernácula, en este caso el gallego; y
por otra, su precoz experiencia americana, que se remonta a 1892 y de la que
surgió una Sonata de estío de ambientación mexicana. Ambos sustratos justi-
fican una actitud del escritor extraordinariamente libre, pero muy creativa,
hacia la lengua metropolitana, hacia el castellano —más que español, diría-
DARÍO V I L L A N U E V A 35

mos en este caso—. Frente al casticismo del escritor geográfica y vitalmente


anclado en la entraña idiomática, que tiene una intuición espontánea, clara
y distinta de cómo se deben decir las cosas y cuáles las reglas que nunca se
han de transgredir, existen otros artistas de la palabra que desde la periferia
de la lengua predominante la manipulan y violentan sin llegar a destruirla,
sino todo lo contrario: llegando a dotarla de enorme creatividad, como es el
caso, entre otros muchos, de Ramón del Valle-Inclán, con su Tirano Banderas,
obra conocida y admirada por Miguel Ángel Asturias, quedó acuñada una
lengua literaria franca que incluye en un mismo párrafo «modismos ameri-
canos de todos los países... desde el modo lépero al modo gaucho», según
reza una carta del autor al polígrafo mejicano Alfonso Reyes fechada en no-
viembre de 1923.
Este modelo valleinclaniano de la «novela de dictador» se actualiza en
otra obra cervantesca, Yo el Supremo, del paraguayo Augusto Roa Bastos, a
quien la dictadura que aherrojaba su país le obliga a publicarla en Buenos A i -
res, como antes le había ocurrido también con Hijo del hombre, ganadora del
Concurso internacional de novelas de la benemérita editorial Losada, consti-
tuida por un español en 1938, tras romper con el sello de Espasa-Calpe que
lo había enviado para dirigir sus negocios en América del Sur. Gonzalo Lo-
sada, amigo de sus escritores, entendía que las editoriales eran empresas que
producían cultura, y contó desde un principio con el apoyo de intelectuales
españoles e hispanoamericanos como Guillermo de Torre, Pedro Henríquez
Ureña, Amado Alonso, el filósofo hispano-argentino Francisco Romero y el
artista gráfico Atilio Rossi. Su papel de mediador fue de importancia suma,
pues no sólo creo una sólida industria argentina del libro, que luego exten-
dió con filiales en Perú, Chile, Colombia y Uruguay, sino que con el fin de la
guerra civil y el yermo cultural consiguiente vino a heredar el cetro de la he-
gemonía editorial en lengua española y a surtir de lecturas a los propios es-
pañoles.
Uno de los colaboradores de Losada fue Rafael Alberti, cuya elegía al to-
rero Ignacio Sánchez Mejías «Verte y no verte» había aparecido ya en México
gracias a los buenos oficios del impresor Miguel N . Lira en el mismo año,
1935, en que Manuel Altolaguirre imprimía en Madrid el libro 13 bandas y 18
estrellas. Poemas del mar Caribe, dedicado al ensayista cubano Juan Marinello
y precedido de un lema de Rubén. En 1940 comienza para Alberti un exilio
de casi cinco lustros en la República Argentina, donde precisamente Losada
le publica enseguida su Poesía (1924-1938), y luego libros tan profundamente
argentinos como Pleamar, Buenos Aires en tinta china, los Poemas de Punta del
Este y las Baladas y canciones del Paraná. Pocos documentos más complejos y
fascinantes acerca de esta comunidad hispanoamericana de escritores, artis-
tas, pensadores, críticos, editores y lectores que las memorias tituladas Re-
36 UNA LITERATURA EN DOS CONTINENTES

cuerdos y olvidos del granadino Francisco Ayala, que en Buenos Aires enseñó
sociología, publicó su famoso tratado sobre esta disciplina, colaboró en La Na-
ción y en Sur de Victoria Ocampo, conversó con ella y con Borges y fundó la
revista Realidad, como luego, ya en Puerto Rico, La Torre. Sus novelas Muertes
de perro y El fondo del vaso aparecen también en Buenos Aires, en 1958 y 1962,
respectivamente, tratan de la dictadura y se desarrollan en una innominada
República centroamericana, en términos de calculada ambigüedad geográ-
fica que Gonzalo Torrente Ballester, autor de un Lope de Aguirre escénico en
1941, había empleado cuatro años más tarde para su novela El golpe de estado
de Guadalupe Limón.
Por el contrario, Alejo Carpentier se había estrenado en España, allá por
1933, con Ecue-Yamba-O, historia afrocubana, cuyo título procede de una ex-
presión lucumí que significa «Dios, loado seas», y dieciséis años después apa-
recerá en México su segunda novela, El reino de este mundo, cuyo prólogo, lla-
mado a adquirir el valor de auténtico manifiesto de la nueva novela
hispanoamericana, plantea su teoría de «lo real maravilloso». Allí recuerda
cómo lo que llamamos realidad es una construcción mental y culturalmente
socializada que puede variar, y de hecho lo hace, de una época a otra. Así, en
pleno siglo xvn, mientras la vanguardia intelectual luchaba por difundir las
luces de la razón, «unos cuerdos españoles, salidos de Angostura», se lanza-
ron todavía a la busca de El Dorado, y el compostelano Francisco Menéndez
buscaba por tierras de la Patagonia la Ciudad Encantada de los Césares. Pero
lo más significativo es que Carpentier relaciona su propia novelística del re-
alismo maravilloso con la tradición que desde el Amadis de Gaula y el Tirant
lo Blanc conduce hasta el propio Quijote. Para él, como para el Cervantes del
capítulo 47 de la primera parte de su inmortal novela, la clave está en que la
lógica formal de la escritura se mantenga estricta cuando la lógica del mundo
narrado se subvierte. Se trata de desnaturalizar lo real y naturalizar lo pere-
grino, casando «las fábulas mentirosas con el entendimiento de los que las le-
yeren».
Todo ello vale para Borges, cuya primera juventud literaria transcurre en
Sevilla y Madrid, en íntimo contacto con los medios del ultraísmo español.
Conoce entonces a Gerardo Diego, su compañero en el Cervantes de 1980,
pero, incluso por encima de su curiosidad cervantista, destaca en él el desa-
sosiego por la «extraña gloria parcial que le ha tocado en suerte a Quevedo»,
cuya ausencia en los censos de escritores universles le parecía una «extrava-
gante omisión», según leemos en su libro Otras inquisiciones. También Octa-
vio Paz veló sus primeras armas políticas y literarias en la España convulsa
de la guerra civil, en donde apoya la causa de la República al tiempo que asi-
mila el barroco de Lope, Góngora y el propio Quevedo y escribe Bajo tu clara
sombra y otros poemas sobre España (1937). Ese mismo año encuentra a Pablo
DARÍO V I L L A N U E V A 37

Neruda en París, que ya era conocido y admirado por Luis Rosales, quien de-
dicará a la poesía del chileno un ensayo aparecido en 1978. La casa madrileña
de María Zambrano había sido lugar de encuentro de jóvenes poetas espa-
ñoles e hispanoamericanos, y esta disciplina de José Ortega y Gasset em-
prenderá en 1936 un largo exilio que la llevará a Chile, La Habana, México y
Puerto Rico. Su deslumbrante obra filosófica será editada por Losada y Su-
damericana en Argentina, o por el Fondo de Cultura Económica o Siglo XXI
en México, y sólo muy tardíamente en España.
Pocas literaturas como la que el Premio Miguel de Cervantes viene alen-
tando desde 1976 pueden ofrecer un sistema tan integrado y estable de rela-
ciones entre factores como tradición y renovación, escritores y público, cen-
tros y periferias, modelos y excepciones, creadores y mediadores, censura y
libertad, críticos y lectores. Hablar, pues, de una literatura en dos continen-
tes tiene pleno sentido, más allá de lo meramente geográfico. La prueba está
en los datos, y éstos se podrían multiplicar no sólo a partir de las personali-
dades y trayectorias de los escritores ya premiados, sino también de los que
todavía no lo han sido.
Limitémonos, por caso, a nuestros dos Premios Nobel en esa situación, el
español Camilo José Cela y el colombiano Gabriel García Márquez. E l pri-
mero entró en contacto, en el Madrid de los treinta, a través del poeta chileno
Luis Enrique Délano, con Gabriela Mistral y Pablo Neruda y consiguió ver en
letras de molde antes de los veinte años de su edad los primeros poemas de
El Argentino de La Plata. En febrero de 1951 sale de las prensas bonaerenses
de Emecé la primera edición de La colmena, novela que Cela llevaba cinco años
intentando infructuosamente editar en España. A raíz de su éxito emprende
en 1952 su primer periplo americano con escalas en Chile y Argentina, a las
que se unirán Colombia, Ecuador y Caracas al año siguiente. Y en Venezuela
adquiere el caudal idiomático y la inspiración poética con que escribirá La ca-
tira, una novela que capta con lirismo la fuerza telúrica del solar venezolano
y representa el abrazo de un autor peninsular con el castellano reinventado a
la otra orilla del Atlántico, en la línea, ya comentada, de su paisano Valle-In-
clán. Y no hay que olvidar tampoco lo que la revista Papeles de Son Armadáns
significó de tribuna para los escritores españoles exiliados en el nuevo conti-
nente y sus anfitriones hispanoamericanos: Asturias, Paz, Uslar Pietri, Ca-
brera Infante, Droguett, Sarduy, Vitier...
En cuanto al autor de Cien años de soledad, que gusta atribuir su facundia
narrativa a las consejas inolvidables de su abuela gallega, cuentan tanto su
estadía de gran rendimiento creativo en México como la de Barcelona; su de-
voción por Borges cuanto su aprecio invariable por los libros de caballerías;
su temática preferentemente colombiana como el panamericanismo de su no-
vela sobre Bolívar El general en su laberinto, o la inserción de El otoño del Pa-
UNA LITERATURA EN DOS CONTINENTES
38
Marca en la serie de novelas de dictador que de Valle-Inclán y Miguel Ángel
Asturias nos lleva hasta Roa Bastos y Francisco Ayala. Con él, y con sus co-
legas americanos que encontraron en España la catapulta descrita por el chi-
leno José Donoso en su conocido libro Historia personal del «boom» (1972), en
cierto modo se repitió para la novela lo mismo que casi un siglo antes Rubén
Darío había representado para la poesía española: el redescubrimiento de las
posibilidades inagotables que el idioma nacido en la Península y enriquecido
hasta lo insospechable allende los mares podía ofrecer a la imaginación con-
temporánea de nuestra comunidad hispánica.

Darío Villanueva
Universidad de Santiago de Compostela
JORGE GUILLEN
JORGE GUILLEN

Alto, muy alto, como si hubiera crecido repentinamente, casi podría decirse ex-
haladamente. La cabeza, pequeña, fina, ascendida allí, al extremo de la figura, para
desde allí ya poder contemplar el paisaje redondo, bañada la frente en la altura, bajo
una luz vertical que bajase sin mácula.

Vicente Aleixandre

¿Puede llamarse intelectual una poesía que proclama precisamente como valor su-
premo de la vida el ser y nada más, la simple conciencia de ser, el gozo casi animal de
sentirse en uno la vida? La simplicidad de esta actitud poética en el complejo mundo
moderno parece un descubrimiento. Han pasado por los siglos, sobre todo por el si-
glo último, ráfagas de pesimismo y de desesperación. La lírica de la rebeldía, de la
protesta, el grito de los disconformes, produjo desde el romanticismo hasta hoy obras
magníficas. Pero he aquí un poeta que, atravesando tales oleajes, surge hoy, acep-
tando, afirmando, creador de una poesía que parece toda ella un si. Frente a las im-
precaciones del mundo, escarnecido y maldito por tantos poetas, se nos da la afirma 7

ción de su belleza total. A despecho de las apariencias, sin necesidad de que los ojos
vean nada, una fe ciega y segura de la perfección de lo creado se impone sobre todo.

Pedro Salinas

Sobre siete hombres se levantan como columnas los versos de un gran poeta,
nombres puestos al pie de las páginas del libro Cántico, Cántico de Jorge Guillen, que
42 JORGE GUILLEN

hace subir su poesía desde siete fugitivas y constantes corrientes, las más puras de
nuestro caudal lírico. Siete nombres —Jorge Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz,
Fray Luis de León, Góngora, Lope y Quevedo— besan las raíces de este libro. Hora
es de decirlo en honor de Jorge Guillen, al que la crítica se empeña en presentarnos
como el maestro de una nueva retórica. No es tallado cristal sino vegetación román-
tica su obra. Aunque ésta tenga un admirable y perfilado contorno. Maestro de forma,
sí. Pero que nadie diga que en ella vive aprisionada la inspiración. La inspiración de
Jorge Guillen no está presa: es libre como la de toda poesía verdadera, como lo fue y
lo es en la poesía de sus siete poetas clásicos, en cuyas «corrientes aguas, puras, cris-
talinas», bien puede recrearse.

Manuel Altolaguirre

Quien tenga la fortuna de poseer las cuatro ediciones (Cántico) podrá comprobar
la armónica y sorprendente unidad de esta obra, cuyo jubiloso mensaje está ya ple-
namente expresado en su primitiva forma de 1928, aunque luego, en sus acrecenta-
mientos sucesivos, se haya enriquecido de modo extraordinario. Hoy es un río an-
cho y prieto de hermosura, un río ceñidamente bello, donde la gloria de la vida, que
para el poeta está en todas partes, aún en lo más mínimo y trivial, se canta con ex-
cepcional fuerza creadora. Ante su definitiva forma colmada, ¿cómo no afirmar que
es ésta una de las obras más hermosas de nuestra poesía de todos los tiempos, una
cima de belleza en un libro ya eterno?

José Luis Cano

Resultó que Cántico —por lo menos gran parte de é l — parecía estar escrito pen-
sando en mí. De entrada me hizo un gran servicio, que fue instalarme en el mundo
habitual, hacerme abrir los ojos y mirar bien alrededor. Posteriormente he observado
en muchachos de la misma edad que yo tenía por entonces, la frecuencia de una pa-
labra que también yo repetía como una especie de conjuro: objetividad. Objetividad
se convierte en el sésamo maravilloso que le hará a uno salir de sí mismo. ¡Con qué
alegría se descubre que, por mal que uno ande, hay cosas en este mundo que están
francamente bien! Aunque sean diminutas, no importa: basta que existan y se le dé
un ardite de lo que a mí me ocurre. Pues bien, cuando yo advertía que empezaba a
perder el sentido de las cosas, que iba a caerme dentro de mí, tomaba Cántico. Y eso
seguramente ocurría con frecuencia, porque durante meses y meses tuve el libro so-
bre la mesa.

Jaime Gil de Biedma


JORGE GUILLEN 43
La obra de Jorge Guillen, dentro de la historia de la poesía, constituye un caso ex-
tremo y extremoso, de singularidad única e irrepetible.

José María Valverde

La primera nota distintiva de Jorge Guillen es la de su fidelidad consigo mismo


y con su obra, y esta fidelidad se refleja perfectamente, como un proyecto cumplido
(y maravilloso) en los tres poemas que inician Aire Nuestro y en los dos con que acaba.
Guillen ve realizada su obra, y además impresa con una belleza absoluta de vivir,
pensar y poetizar, con una lengua y un estilo.

José Manuel Blecua

Cántico es uno de los tres o cuatro grandes libros líricos escritos en España. Y si
para sostener esto tengo que remontarme hasta San Juan de la Cruz, no vacilaré en
hacerlo.

Fernando Lázaro Carreter

Estar vivos y conscientes: he ahí el gran prodigio que Jorge Guillen canta con gri-
tadora exultación característica. Por tanto, es el nuestro el gran cantor de la vida, de
nuestra vida humana. Guillen opta, pues, por la vida que «a pesar de todo» es, en su
última almendra recóndita, dicha. La dicha de ser.

Carlos Bousoño

Pocas concesiones a la galería existen en la vida de Jorge Guillen, ninguna que


llegue a separarle del riguroso criterio de cohesionarse con su obra: Hacia una luz mis
penas se consumen. Es el verso final del soneto titulado Hacia el poema, pero también
es el compendio que justifica la biografía guilleniana. Cada día, cada hecho es para
Guillen un prólogo.

Antonio Piedra
44 JORGE GUILLEN

La palabra de Guillen no está suspendida en el abismo. Conoce la embriaguez


del entusiasmo, no el vértigo del vacío. La tierra que sostiene a su palabra es esta tie-
rra que pisamos todos los días, «prodigiosa y no mágica»: maravilla que la física ex-
plica en una fórmula y que el poeta saluda con su exclamación. Estar plantado en el
suelo es una realidad que entusiasma al poeta; diré, además, que el vuelo también lo
exalta y por la misma razón: el salto no es menos real que la gravitación. No es un
poeta realista: su tema es la realidad. Una realidad que la costumbre, la falta de ima-
ginación y el miedo (nada nos asusta tanto como la realidad) no nos deja ver; cuando
la vemos, su abundancia alternativamente nos embelesa y nos anodada, Abundancia,
subraya Guillen, no hermosura. Abundancia de ser: las cosas son lo que son y por
eso son ejemplares. En cambio, el hombre no es lo que es. Guillen lo sabe y de ahí que
Cántico no sea un himno al hombre: es el elogio que hace el hombre al mundo, el ser
que se sabe nada al ser henchido de ser. La nube, la muchacha, el álamo, el automó-
vil, el caballo —todo, son presencias que lo entusiasman. Son los regalos del ser, los
presentes que nos hace la vida. Poeta de la presencia, Guillen es el cantor del pre-
sente: «El pasado y el futuro son ideas. Sólo es real el presente». El ahora en que to-
das las presencias se despliegan en un punto de convergencia; si la unidad del ser se
dispersa en el tiempo, su dispersión se concentra en el instante. El presente es el punto
de vista de la unidad, la claridad instantánea que la revela. Cántico es una ontología
sensible... Pero reduzco a ideas y conceptos muchas intuiciones, momentos de pasmo,
exclamaciones, y desfiguro así ciertas experiencias cotidianas y singulares. Levan-
tado por la gran ola vital, el poeta exclama: «Cantar, cantar sin designio». Sin desig-
nio, no sin medida. La alegría brota de la abundancia rítmica; a su vez la alegría es
rítmica. La onomatopeya y el estribillo se ajustan al número y posee una significa-
ción: «Mármara, mar, maramar...» Cantar sin designio, no sin compás ni sin sentido.

Octavio Paz
D I S C U R S O E N LA E N T R E G A D E L
PREMIO C E R V A N T E S 1 9 7 6

L
a presente situación, abrumadoramente honrosa, pesa mucho so-
bre los hombros del premiado. Estas palabras, M i g u e l de Cervan-
tes, Alcalá, Universidad de Cisneros, forman u n bloque abruma-
dor. Por fortuna, al premiado le distingue una especialidad: la ac-
ción de gracias, y en seguida comienza expresando su profunda gratitud a
quienes le han concedido este increíble Premio.
U n Premio literario irrumpe siempre como una sorpresa. ¿Y si es mere-
cido? N o importa. E l merecimiento no se impone de modo absoluto. H a y
siempre otros legítimos candidatos. Si no se entromete la vanidad, el galar-
dón cae del cielo con fuerza inesperada. ¿Cómo u n maná? Eso implicaría m i -
lagro. Y aquí no existe milagrería sobrecogedora. N o sería justo comparar la
obtención de u n Premio a una lotería. E n el certamen no se entra con u n dé-
cimo en la mano. ¿Entonces? N o pensemos en el azar, n i siquiera en algún
«seguro azar» —como dijo el poeta—. A este resultado, de aspecto celeste, se
llegará en torno a una mesa de personas doctísimas tras una deliberación. De
ahí el carácter honroso del Premio y la gran satisfacción del elegido.
Gratísima sorpresa, y, más aún, en este siglo que nos ha tocado gozar y
padecer. Todos los oráculos coinciden: la historia desemboca en una reali-
dad que se reduce a dos culminaciones: economía y política. E l resto — b i e n
nos lo han repetido— queda al margen, en posición subalterna de «escasa
realidad». Así v i v i m o s : entre las furias de los negocios y las furias de los po-
deres. Sin embargo, en la sociedad actual se mantienen todavía institucio-
nes generosas que prestan atención a ese precario resto: ciencias, artes, es-
piritualidad.
46 DISCURSO

He aquí este premio de nombre tan ilustre. Henos en este hermoso Para-
ninfo. Ningún lugar más adecuado. No es menester ir a Delfos, junto al Monte
Parnaso y la Fuente Castalia, ni trasladarse a Roma, al Capitolio. El «laurea-
rus in Urbe» dice aquí, en este Alcalá cervantino, cuánto le conmueve que una
obra poética, llevada a término durante medio siglo, sea ahora tan halagüe-
ñamente reconocida. Y mucho le importa, asimismo, que en la ardua transi-
ción política de nuestro país este momento, este Paraninfo, signifiquen un
acto de concordia, ya definitivamente superada la guerra más cruel. Y poesía
es ahora —como ha sido siempre para este poeta— un símbolo de esperanza.

Jorge Guillen
Abril 1977
CRONOLOGÍA

1893 1911- 1913


P e d r o Jorge J o s é G u i l l e n A l v a r e z nace e n Valladolid, e n C u r s a Filosofía y Letras e n la Facultad d e M a d r i d . Se ins-
la entonces calle d e C a l d e r e r o s , 11, e l d i a 13 d e enero, tala e n la R e s i d e n c i a d e Estudiantes.
Primogénito d e los cinco hijos d e Julio G u i l l e n Saenz y 1913
E s p e r a n z a Álvarez G u e r r a . Obtiene e l g r a d o d e licenciado p o r la U n i v e r s i d a d d e
1899-1909 G r a n a d a . P r i m e r a visita a Sevilla.
Estudios p r i m a r i o s y más tarde bachillerato e n el C o l e - 1913-1914
gio d e San G r e g o r i o . Corto viaje a A l e m a n i a y G e n o v a antes d e q u e estalle la
1909-1911 Primera Guerra Mundial.
Reside e n Suiza, realiza estudios d e francés e n la c i u d a d 1912- 1923
de Friburgo. C o n s i g u e una b e c a d e español e n la U n i v e r s i d a d d e L a
P r i m e r viaje a Italia. Sorbonne, sustituye e n la p l a z a a P e d r o Salinas.
C o l a b o r a en el periódico La Libertad d e M a d r i d .
Contrae matrimonio c o n G e r m a i n e C a h e n .
C o m i e n z a a p u b l i c a r sus p r i m e r o s versos.
C o n o c e a grandes figuras d e l a Cultura: Rainier María
Rilke, Unamuno, etc.
T r a b a amistad c o n Paul V a l e r y .
N a c e n sus hijos T e r e s a y C l a u d i o .
1923
R e g r e s a a E s p a ñ a c o n m o t i v o d e la m u e r t e d e s u m a -
dre.
1924
Se doctora en Filosofía y Letras p o r la U n i v e r s i d a d d e M a -
d r i d c o n la tesis: Notas sobre e¡ Poüíemo de Góngora.
1905-jorge Guillen de pie, con sus padres y hermanos. C o n o c e a F e d e r i c o García L o r c a .
48 CRONOLOGÍA

1925 1931-1938
O b t i e n e e l número uno e n las oposiciones a Cátedra d e R e g r e s a a España p a r a o c u p a r l a cátedra d e L e n g u a y
U n i v e r s i d a d d e Literatura Española. Literatura d e la U n i v e r s i d a d d e Sevilla. A l t e r n a Sevilla
C o n o c e a Rafael A l b e r t i y s e inicia también l a p r o f u n d a c o n visitas a M a d r i d , Santander y Valladolid.
amistad c o n P e d r o Salinas. Viajes al extranjero, conferencias e n Rumania y u n n u e v o
viaje a Italia.
1926-1929
Catedrático e n l a U n i v e r s i d a d d e M u r c i a , A p a r e c e e l s e g u n d o Cántico (1936), p u b l i c a d o p o r Cruz
y Raya, a m p l i a d o y c o n algunos cambios.
Trabaja c o n Juan G u e r r e r o Ruiz e n la revista: Verso y
E n agosto d e 1936 es detenido y e n c a r c e l a d o e n P a m -
Prosa.
p l o n a p o r motivos políticos, consigue l a libertad gracias
C o l a b o r a e n Revista de Occidente y L a Pluma.
a las gestiones d e s u p a d r e , p e r o es inhabilitado p o r e l
H o m e n a j e a G ó n g o r a (1927) e n e l A t e n e o sevillano.
Ministerio d e Educación p a r a e l ejercicio d e cualquier
P u b l i c a Cántico (1928), editado p o r Revista de Occidente;
c a r g o público.
contiene setenta y cinco p o e m a s escritos entre 1918 a
1928. 1938
Sale hacia e l destierro, atraviesa a p i e e l puente d e l Bi-
1929-1931
d a s o a y d e s d e Francia viaja a Estados Unidos.
T r a d u c e e n endecasílabos blancos L e cimenüere mann
d e P a u l V a l e r y , se p u b l i c a e n e l número d e junio (1929) 1938- 1939
d e l a Revista de Occidente. Profesor d e l M i d d l e b u r y C o l l e g e .
Viaja a O x f o r d c o m o lector d e español. 1939- 1940
Imparte clases e n la M e Gilí University d e Montreal.
1940
Se inicia c o m o profesor e n W e l l e s l e y C o l l e g e .
E n 1957, c o n motivo d e su jubilación s e r á n o m b r a d o Pro-
fesor Emerítus d e H a r v a r d University y o c u p a l a Cátedra
d e Poesía Charles EUiot Norton.
1945
Se p u b l i c a l a tercera edición d e Cántico. Fe de vida, c o n
270 p o e m a s ,
1947
E l 23 d e octubre m u e r e e n París su p r i m e r a esposa, G e r -
maine.
E s r e c i b i d o c o m o profesor visitante e n la Yale University.
1950
E l 30 d e abril m u e r e s u p a d r e e n Valladolid.
La Editorial S u d a m e r i c a n a d e Buenos A i r e s p u b l i c a e l
cuarto estado d e Cántico. P r i m e r a edición c o m p l e t a c o n
334 p o e m a s .
Profesor e n e l C o l e g i o d e México.
1951
Profesor visitante d e la U n i v e r s i d a d d e California.
T e r c e r viaje a Italia.
E l 4 d e d i c i e m b r e m u e r e e n Boston e l fraterno amigo per-
Con su hijo Claudio en Sevilla, 1935.
fecto P e d r o Salinas.
]ORGE GUILLEN 49

1952
Profesor visitante en la U n i v e r s i d a d d e Ohio.
1954
Se le c o n c e d e una b e c a d e la Fundación G u g g e n h e i m .
1955
Viajes a Sevilla, M e n o r c a , Francia e Italia.
P r e m i o al Mérito d e la A c a d e m i a A m e r i c a n a d e Artes y
Letras.
1957
Se p u b l i c a e n Buenos A i r e s Maremagnun, p r i m e r libro
d e Clamor. Tiempo de historia.
Obtiene el p r e m i o Cilla de Firenze.
1958
Reside en C a m b r i d g e , Massachussetts.
Se jubila c o m o catedrático.
Viaja a G r e c i a , España, Francia e Italia.
E n Italia conoce a Irene M o c h i Sismondi.
1959
P r e m i o d e poesía Etna-Taormina.
1960
P u b l i c a Clamor. Tiempo de historia 11. Que van a dar a ¡a
Con Pedro Salinas y Dámaso Alonso.
mar.
Profesor visitante e n la U n i v e r s i d a d d e Puerto Rico. Río
Piedras. 1970
1961 Sufre una caída e n la U n i v e r s i d a d d e Puerto Rico, d e c i d e
Se c a s a e n Bogotá c o n Irene. p o n e r fin a la carrera docente.
Publica: Language and poeüy. Publica Guirnalda civil.
P r e m i o Internacional d e Poesía Bélgica Mons. 1973
1963 Publica, Y otros poemas.
Publica Clamor. Tiempo de historia ¡11. A ¡a altura de ¡as C o n motivo d e su octogésimo aniversario, se estrena e n
circunstancias. M a d r i d u n documental titulado: Jorge Guillen: Fe de vida,
1964 realizado e n Estados U n i d o s p o r d o s estudiantes d e H a r -
v a r d , John Ballatine y M i g u e l M a n c h a l , nieto d e P e d r o Sa-
P r e m i o San Luca di Firenze.
linas.
1966
1975
Profesor visitante d e la U n i v e r s i d a d d e Pittsburg.
Homenaje e n Montealegre p o r iniciativa d e l Ateneo d e
1967 Valladolid, C a s a d e Cervantes y Ayuntamiento.
Se p u b l i c a Homenaje. Reunión de vidas.
1976
Viaje p o r Andalucía.
P r e m i o Cervantes.
1968
P r e m i o Bennet d e poesía d e N u e v a Y o r k .
P u b l i c a Aire nuestro, Cántico, Clamor, Homenaje.
Profesor visitante d e la U n i v e r s i d a d d e California, San 1977
Diego. P r e m i o Feltrinelli d e la A c a d e m i a N a c i o n a l d e Lincei.
50 CRONOLOGÍA

Premio Alfonso Reyes de México. 1981


Se instala en Málaga. Publica Final, última serie de Aire nuestro.
1978 1982
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Valladolid. Doctor honoris causa por la Universidad de Málaga.
A c a d é m i c o de Honor de la Real Academia Española de Es nombrado hijo predilecto de Valladolid.
la Lengua. 1983
1979 Cumple noventa años y se celebran homenajes en V a -
Es nombrado hijo adoptivo de Málaga. lladolid y Málaga.
1980 1984
Colabora en un libro-homenaje a Azaña. El 6 de febrero fallece en Málaga.
ALEJO CARPENTIER
ALEJO CARPENTIER

Yo creo que a Carpentier le hubiera gustado ser músico: de música fue su primer
libro (La música en Cuba, pues el anterior, Ecue-Yamba-O, lo había repudiado, y sólo au-
torizó su publicación en España después de que se lo pirateasen en Latinoamérica);
su cuento El Acoso —tal vez el mejor— tiene la estructura de la sonata, y la duración
de la intriga equivale a la de la Sinfonía heroica, de Beethoven; el Concierto Barroco es
un delicioso encuentro entre Vivaldi, Stravinski y Louis Armstrong, a través de los
tiempos y de los estilos, y un agudo análisis musical por encima de la jocosidad de los
diálogos.
¿Alejo Carpentier fue, pues, un músico frustrado y un escritor inmenso? Es posi-
ble: fue también un hombre amante de la vida, de la buena comida, de los vinos finos
y de la belleza de las mujeres. Era tímido y discreto, pero cuando se rompía el hielo y
empezaba a hablar era el amigo más cariñoso, y sus charlas se convertían en relatos
maravillosos y barrocos. Su mayor orgullo era ser diputado de la primera asamblea
nacional revolucionaria de Cuba, y sus objetos más amados, unas zapatillas de fieltro
que comprara en una tienda de Cuenca a una buena señora que nunca sabrá que se
las enseñaba a todo el mundo, y estaba con ellas como un niño con zapatos nuevos.

Ramón Chao

Entre la búsqueda de la Tierra de Promisión y la traición a esa busca, se desarro-


lla la humanidad, y en ella se repite la caída Bíblica o el Mito Griego, encontramos
las formas genéricas, originarias, de lo que somos. La reiteración de estos motivos en
los más diversos contextos nos permite adentrarnos en el estilo de Carpentier, sus
mayúsculas, su vértigo de concreciones, su despersonalización del individuo, su pa-
ralelismo mitológico. En toda su obra, temática y lingüísticamente encontramos la
54 ALEJO CARPENTIER

misma tensión, entre lo intemporal, que se impone como Forma, como Género, como
Ciclo (todos los hombres repiten ciertos idénticos esquemas de Búsqueda y Traición),
y la presencia sensual de las cosas, su maduración corporal, su danza demoledora,
recreada por un frenético instalarse dentro de cada objeto. La forma pendular de su
estilo, es la corporización de su mirada cósmica, que entrecruza lo temporal y lo in-
temporal, lo concreto y lo arquetípico, un momento y toda la Historia.
Lo que finalmente importa es haber descubierto una dimensión esencial del hom-
bre: la historia que aprisiona, la tendencia a huir de ese presente de esclavo, el uso
de la imaginación como modo de escape y la creación de la Historia en esta búsqueda,
que se va trocando en desengaño y cae en la traición, la segunda pérdida del Paraí-
so, estructura que se repite de una a otra época, ciclo que retorna, imposibilidad de
evadir el presente, buscar la salida, y así, la calesita de la historia gira y gira. Lo que
importa en todo este portentoso esquema es el hombre. Y entre todos los personajes
que recorren estas páginas, en busca de una pureza interior que han perdido, se me
antoja que el más importante es uno que no he mencionado, uno que aparece fugaz-
mente en una página olvidada de El siglo de las luces, un pescador que, mientras arde
Port-au-Prince, «remendaba tozudamente sus redes como si un roto en la urdimbre
del cordel hubiese sido un problema de capital importancia en medio del vasto si-
niestro».

Ariel Dorfman

Alejo Carpentier ha sido el único cronista de Indias surgido en las literaturas his-
pánicas. Su obra supone, en este sentido, un extraordinario retablo donde se enmarca
con singular pericia lo que él mismo llamó lo «real maravilloso». Desde la penetra-
ción indagatoria de la corte haitiana de Henry Cristophe o en la sucursal revolucio-
naria de la Guadalupe de Víctor Hughues, y desde la mitológica búsqueda de la ra-
zón primigenia en la selva amazónica hasta la patética historia privada de un dictador
de hoy mismo, Carpentier ha ido elaborando —recreando— la crónica magistral y
fascinante de un nuevo descubrimiento de la realidad suramericana.

José Manuel Caballero Bonald

Carpentier es un humanista encaminado por los senderos de la revolución; un


pesimista universal, escrutador de la historia, geógrafo de estructuras imaginarias,
obligado a aportar un optimismo en el que no cree, una solución que considera de
antemano imposible. Ese es su drama de escritor consciente, riguroso, dueño de uno
de los castellanos más sólidos e incuestionables que hoy se escriben en el mundo. Si
el lenguaje de Asturias pudiera parecer, al lector exigente y radical, como excesiva-
mente incontrolado, si el de Borges demasiado intelectual, nadie podrá poner una
sola pega al de Carpentier, exacto, minucioso, rico en vocabulario y sintaxis, sin la
ALEJO CARPENTIER 55
menor infracción de las reglas tradicionales, clásico en su aspiración y hasta en su
formulación aparente, donde muchos de los términos, de las palabras empleadas por
el escritor, muchos de los giros sintácticos, están directamente tomados de los clási-
cos castellanos.

Rafael Conté

Alejo Carpentier, novelista cubano, latinoamericano, buen ejemplo de intelectual


auténtico que, además de elevar a universal la literatura de todo un continente, cum-
ple con la difícil tarea que decía nuestro Antonio Machado: estar a la altura de las cir-
cunstancias y no au dessus de la mélée.

Julio Rodríguez Puértolas

Postuló, como exigida por nuestro tiempo, una novela de tipo épico que arran-
case de la historia pasada y presente, tuviera incidencia en la futura y diese cabida a
los movimientos y apetencias de la colectividad humana, ampliando así las perspec-
tivas del lector al ofrecerle cuadros históricos muy dilatados a la manera de gran-
diosos frescos, en los que también encuentran cabida aspectos mínimos de la reali-
dad, que se describen con minuciosidad y donde la naturaleza se ofrece como
cómplice y en concordancia sinfónica con la historia. Su prosa, transparente a pesar
de su tendencia barroquizante, tiende ante todo a mostrar la realidad, nombrando
adecuadamente sus componentes, más que a informar o a demostrar; supera el cul-
tivo del documentalismo costumbrista y del psicologismo analítico, no renunciando
a ellos sino incorporándoles componentes mágicos, telúricos, míticos y animísticos,
según él mismo puntualizó con su formulación de los «contextos» que permitirían
profundizar en el conocimiento de América. El universalismo carpenteriano se
asienta en la amplitud de sus asimilaciones culturales, que engloban desde el mundo
precolombino a las varias revoluciones realizadas y sufridas por la humanidad, al
afrocubanismo, a los clásicos españoles, desde Cervantes y Quevedo a Valle-Inclán
y Baroja, a las corrientes vanguardistas europeas y a los experimentos artísticos con-
temporáneos; la integración de tan dispares elementos le permitió ampliar sus hori-
zontes estéticos e ideológicos, evitando una visión provincialista y reducida.

Darío Villanueva - José María Viña Liste


DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1977

M
ace u n año el gran poeta Jorge G u i l l e n hubo de recibir en este pa-
raninfo de la m u y ilustre Universidad Complutense, donde ahora
me hallo, la misma recompensa que, como coronación de m i ya
larga carrera de escritor, viene hoy a premiar m i obra. Y acaso por
hallarse aquí, donde por fuerza he de evocar la presencia de quien admiro
desde hace medio siglo, acuden a m i memoria estos versos del autor de Cán-
ticos: « [...] De u n golpe v i la sala / Arañas por cristal resplandecían / Sobre
una fiesta aún sin personajes».
Fiesta hubo, u n día de otoño ya m u y lejano, en esta magnífica ciudad de
Alcalá de Henares, situada por siempre entre los altos lugares de la cultura
universal, junto a Stadfor-on-Avon o la Weimar de Goethe y Schiller, por ha-
ber nacido quien en ella nació. Pero acaso tal fiesta se diera «aún sin persona-
jes», como se dice en el verso de Jorge Guillen. Porque la fiesta verdadera, la
grande, tuvo lugar el domingo de octubre del mismo año, en la ceremonia del
bautismo de Cervantes, ya que, para quien la contempla con los ojos del no-
velista actual, fue fiesta de muchísimos personajes —de tantos y tan renom-
brados personajes— que el mismo historiador C i d e Hamete Benegeli, de ha-
ber estado presente, hubiera perdido la cuenta de ellos, por lo numerosos.
Para mí, para todos los que en nuestro idioma escriben novelas en esta época,
al memorable y jubiloso bautismo asistieron, entre muchos otros, las señoras
E m m a B o v a r y Albertina de Proust, Ersilia de Pirandello y M o l l y Bloom, ve-
nida especialmente de Dublín, con su esposo, Leopoldo Bloom, y su amigo
Stephen Dedalus, el príncipe M i s h k i n , el candido Nazarín, taumaturgo sin
saberlo y hasta u n Gregorio Samsa, de la familia de los Kafka —aquel mismo
58 DISCURSO

que una mañana había amanecido transformado en escarabajo—, pertene-


cientes todos a la futura Cofradía de la Dimensión Imaginaria, fundada, con
su llegada al mundo, por quien iniciaba entonces su existencia entre nosotros.
Y es que con Miguel de Cervantes Saavedra —y no pretendo decir nin-
guna novedad con ello— había nacido la novela moderna.
Periódicamente se produce, en la historia literaria del mundo, algo que —
usándose de una expresión de hoy— suele calificarse de crisis de la novela. Pero
no sería propio hablar de crisis de la novela, sino de crisis de una determinada
novelística. El hecho no es nuevo. Es evidente que al haber cumplido su papel
sirviendo de puente entre la época medieval y el humanismo renacentista, el
libro de caballería agoniza cuando Cervantes emprende su gran tarea des-
mitificadora. Cansados de encantamientos y peripecias inverosímiles, esos Ja-
mes Bond de otra época que eran los Amadises de Gaula y Florismartes de
Hircania, sucumben bajo el peso de portentos harto acumulados y se van hu-
manizando en el Tirante el Blanco, «tesoro de contento y mina de pasatiem-
pos», dice Cervantes, donde «comen los caballeros, y duermen y mueren en
sus camas y hacen testamento antes de su muerte, con todas estas cosas de
que todos los demás libros de este género carecen».
Pero esta apertura hacia la realidad no basta, sin embargo, para salvar una
novelística llegada a una irremediable vejez. Y más si tenemos en cuenta que
ahora ha nacido ya una novelística enteramente nueva: la picaresca.
Con la picaresca española —y esto jamás se repetirá bastante, y más si pen-
samos qué poco se tiene esto en cuenta fuera de España— nace realmente la
novela como hoy la entendemos. Novela que es invención totalmente espa-
ñola, sin antecedentes extranjeros, y que por su novedad, por su poder de ca-
lar a lo hondo de lo circundante y cotidiano, será pronto traducida a varios
idiomas, hallando un sinnúmero de imitadores en Francia y en Inglaterra.
Novela con su novelística —dije—. Novelística que constituye el movi-
miento literario más prolongado de la historia literaria del Renacimiento para
acá, si pensamos que, nacida del Lazarillo de Tormes, crecerá durante más de
dos siglos, con perpetua ampliación de su ámbito geográfico, cerrándose con
la autobiografía de Torres Villarroel, anunciadora de Las confesiones, de Rous-
seau, y hallando todavía una heredera en América con el Periquillo Sarmiento,
del mexicano Lizardi, a comienzos del siglo xrx.
Acaso el éxito prodigioso de la picaresca se deba al hecho de haber insta-
lado el yo en la narración, tras de siglos durante los cuales la novela, bajo sus
más diversas fases, fiel a sus orígenes orales, era contada siempre en tercera
persona. Novela de arquetipos más que novela de individuos verdaderos,
donde el autor observa, frente a sus personajes, una suerte de «distancia-
miento» brechtiano, muestra —tal Maese Pedro— las figuras de un retablo
donde él mismo no habrá de aparecer. Con los maestros de la picaresca, en
ALEJO CARPENTIER 59

cambio, soy yo —el yo— quien se instala ante la realidad, narrándola en pri-
mera persona. Pero ese yo forma parte de lo circundante y habitual. Nada
añade, sustancialmente, a una realidad muy española, donde los Pablos de
Segovia, los Marcos de Obregón, los Estebanillos González carecen del es-
pesor, de la densidad, la ejemplaridad suficientes para encarnar el genio de
una raza. U n pueblo puede divertirse largamente con los anti-héroes, pero
no se reconoce en ellos. Por esto, en tiempos de la picaresca, para hallar al
español entero y verdadero hay que buscarlo en el teatro, en el mundo de
Pedro Crespo, Peribáñez, los «todos a una» —pueblo valiente— de Fuente-
ovejuna... Y hay, por tanto, una nueva crisis de la novela en España a media-
dos del siglo xvm. En realidad, crisis de una novelística que con Torres Villa-
rroel deriva hacia el libro de verídicas memorias.
Faltaba a la picaresca, pese a la importancia capital de su aportación, esa
cuarta dimensión del hombre que es la dimensión imaginaria. Y esa era la di-
mensión que Cervantes nos había traído con su Quijote, novela que pasa por
encima de la mejor picaresca sin inscribirse en ella a pesar de serle coetánea,
indiferente a los cambios de gustos, de estilos, de climas, de modas, clásicas
al nacer, igualmente respetada por las generaciones venideras, destinadas a
alcanzarnos, a ser nuestra contemporánea y a darnos lecciones que están muy
lejos aún de haberse agotado.
Cervantes, con el Quijote, instala la dimensión imaginaria dentro del hom-
bre, con todas sus implicaciones terribles o magníficas, destructoras o poéti-
cas, novedosas o inventivas, haciendo de ese nuevo yo un medio de indaga-
ción y conocimiento del hombre, de acuerdo con una visión de la realidad que
pone en ella todo y más aún de lo que en ella se busca. Primer amante ver-
dadero de la literatura moderna, Don Quijote proyecta sus propios fantasmas
en la figura de Dulcinea —pirandelliano juego de apariencias— alzando una
vulgar realidad al nivel de su propia escala imaginaria. A partir de ese mo-
mento todo está permitido al ente creador. Se ha plantado en un universo
donde la manzana deja de ser una fruta cualquiera para transformarse en la
manzana de Newton, Clavileño acabará volando a una velocidad supersó-
nica, un trivial suceso policíaco engendra El rojo y el negro, y del sabor de un
bizcocho mojado en una taza de té surge toda la humanidad de Marcel Proust,
como de buenos y malos libros de caballería nació el cosmorama, español y
universal, del Quijote.
Todo está ya en Cervantes. Todo lo que hará la perdurabilidad de muchas
novelas futuras: el enciclopedismo, el sentido de la historia, la sátira social, la
caricatura junto a la poesía y hasta la crítica literaria, allí donde el cura del es-
crutinio famoso parece haberlo leído todo, y el mismo Ginés de Pasamonte,
a ratos perdidos de ladrón, escribe sus memorias. Y el novelista, impaciente
por hablar en primera persona, se introduce dentro de su propia obra, en el
60 DISCURSO

octavo capítulo, al pasar la narración a un tercero por un sorprendente pro-


ceso de suspenso cinematográfico, novelista novelado, alguacil alguacilado...
Y, en cuanto a forma, el Quijote se nos presenta como una serie de geniales Va-
riaciones a base de un tema inicial, en trabajo parecido al de las Variaciones mu-
sicales inventadas por el maestro Antonio de Cabezón, el organista ciego e
inspirado vihuelista de Felipe II, que fue el creador de esa técnica funda-
mental del arte sonoro. Y las grandes Variaciones de Cervantes anuncian esas
otras variaciones españolas que, en lo plástico, serán las tauromaquias de Goya
o las innumerables glosas hechas por Picasso a Las Meninas, de Velázquez.
Pues también habría que recordar que el arte mayor de la Variación musical
tuvo su origen en España, al igual que la novela, tal como hoy la entendemos.
En un artículo de 1921 Ortega y Gasset se muestra poco optimista en lo
que se refiere al porvenir de la novela, aconsejando a los jóvenes que vuelvan
los ojos más bien hacia el teatro... ¡Y esto en los inicios de la década que vería
aparecer a Proust, Joyce, Thomas Mann, Faulkner, en tanto que nacerá en ella,
pujante y recia, la novelística hispanoamericana!...
Y hay críticos de mal agüero que ahora señalan una nueva crisis de la no-
vela... Crisis, sí. Pero crisis de una novelística psicológica que ya daba mues-
tras de agotamiento hacia los años veinte; crisis de una novela hecha a base
de los ya muy repertoriados conflictos de orden sentimental y afectivo. Pero
en tanto el novelista de hoy mire hacia lo épico y contingente de su época no
se podrá hablar de «crisis de la novela», y mucho se equivocan quienes dicen
que el cine y la televisión están en camino de suplantar al libro, cuando nues-
tra época asiste, por el contrario, a una multiplicación de las empresas edito-
ras para cubrir la demanda de un público cada vez más ávido de lectura.
No hay ni habrá crisis de la novela mientras la novela sea novela abierta,
novela de muchos, novela de buenas y fuertes variaciones —valga el término
musical— sobre los grandes temas de la época, como lo fue en su tiempo la
ejemplar novela, a la vez local y universal, de Miguel de Cervantes Saavedra.
Como decía don Miguel de Unamuno: «Hemos de hallar lo universal en las
entrañas de lo local; y, en lo limitado y circunscrito, lo eterno».
No tuvo España mejor embajador, a lo largo de los siglos, que Don Qui-
jote de la Mancha, hombre —nos dice su creador— «que solamente dispara-
taba en tocándole a la caballería, y en los demás discursos mostraba tener
claro y desenfadado entendimiento». Pronto conocido en toda Europa, Don
Quijote cruzó el océano para mostrarse a todo lo largo y ancho del Nuevo
Mundo. Y, por encima de luchas y vicisitudes, sobrevolando los antagonis-
mos históricos, siguió transitando sin trabas por las tierras de América. Bo-
lívar lo evocaba a menudo en los últimos días de su prodigiosa existencia. Y
José Martí, el espíritu más universal y enciclopédico de todo el siglo xix ame-
ricano, tenía a su creador por uno de los caracteres más dignos y bellos de la
ALEJO CARPENTIER 61

Historia: «Temprano amigo del hombre —decía Martí— que vivió en tiem-
pos aciagos [...], y con la dulce tristeza del genio prefirió la vida entre los hu-
mildes».
De niño yo jugaba al pie de una estatua de Cervantes que hay en La Ha-
bana, donde nací. De viejo hallo nuevas enseñanzas, cada día, en su obra ina-
gotable... Y ya que citaba al comienzo de estas palabras unos versos de Jorge
Guillen, al gran poeta de Cántico vuelvo, pensando que bien podría aplicarse
a Don Quijote, universal y eterno, los versos que le fueron inspirados por una
lectura del Poema del Cid: «Le crece el corazón... / Y a cuantos llega su irra-
diación de héroe, / Héroe puro siempre, héroe invulnerable. / Autoridad pa-
terna con su rayo solar».
Habiendo tenido el insigne honor de recibir de manos de Su Majestad el
Rey de España el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cer-
vantes, debo manifestarle mi profundo y emocionado agradecimiento, así
como a la ilustre Academia Real de la Lengua Española, a los representantes
de las distintas Academias españolas y latinoamericanas que por unanimi-
dad de criterios hicieron posible que yo me encuentre hoy aquí, en tan alta
cátedra, y al excelentísimo señor ministro de Cultura, en nombre mío y en el
de mi pueblo, por esta recompensa impar que viene a coronar mi ya larga
vida consagrada al cultivo de las letras... Ninguna frase podría expresar me-
jor m i estado de ánimo en estos momentos que aquella en que nos dice Cer-
vantes: «Una de las cosas que más debe dar contento a un hombre [...] es verse,
viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en
estampa [...]». Viviendo estoy. Impreso y en estampa fui. Buen nombre tuve,
pero acaso, gracias a ustedes, mucho mejor lo tenga ahora. Por ello: ¡Gracias!...

Alejo Carpentier
Abril 1978
CRONOLOGÍA

1904 1921
El 26 de diciembre nace en La Habana, hijo de padre Comienza los estudios de Arquitectura que abandonará
francés, arquitecto emigrado a C u b a a raíz del aííaire después de dos cursos.
Dreyfus, y madre rusa. Se inicia también en las actividades periodísticas.
1911-1913 1923-1927
Realiza sus primeros estudios en el Candler College y Se integra en el llamado Grupo Minorista, según él: Res-
Colegio Mimó de La Habana. pondía fundamentalmente a aspiraciones de hombres
1913 pertenecientes a una misma generación que sentían una
Emprende con sus padres un largo viaje por Europa, vi- imperiosa necesidad deintercambiarideas, deinformars
sita Austria, Bélgica, Rusia y Francia donde estudia tres ¡omejorposible,decuantastransformacionesseibanope-
meses en el Liceo Jeanson de Sally. rando, intelectual y políticamente, en el mundo.
1915 Redador-jefedelarevistacomerdalIfspania.Esaibeuna
La familiafijasu residencia en una gran propiedad en las historia del zapato para lapublicación oficial de laUnión de
cercanías de La Habana. Fabricantes de Calzados. Lleva la sección de modas de la
1917 revista Soda Más tarde mejora su situación social al ser
Ingresa en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Ha- nombrado redactor-jefe de la revista Carfefes.
bana, cursa también estudios de teoría musical por in- 1927
fluencia de la tradición familiar: su padre fue discípulo de Encarcelado durante siete meses por el régimen de G e -
Pau Casáis y su madre una excelente pianista. rardo Machado por haber firmado el «Manifiesto de Ac-
1919 ción democrática y Antiimperialista» contra el dictador.
Escribe una p e q u e ñ a novela, inédita, bajo la influencia Todos los firmantes fueron acusados de pertenecer al
— s e g ú n confiesa— de Flaubert y E?a de Queiroz. Partido Comunista Cubano.
1920 En la cárcel funda con Juan Marinello y Jorge Mañach en-
Ante la expansión de la capital, la familia se traslada a tre otros, la Revista de Avance.
Loma de Tierra, lugar m á s alejado, desde al prepara su 1928-1933
ingreso en Arquitectura. E n elmes de marzo (1928), lograr huir de Cuba a bordo
64 CRONOLOGÍA

d e l b u q u e España, gracias a la a y u d a d e M a r i a n o Brull y


e l escritor francés Robert Desnos.
Se establece e n París.
André Bretón le invita a colaborar en RevoMón Surrea-
liste.
C o n o c e a artistas c o m o Picasso, Chirico, Giacometti y
Tanguy. F o r m a parte d e l g r u p o literario d e Louis Aragón,
Tristán T z a r a y Paul Eluard. p e r o sin integrarse p o r c o m -
pleto p o r q u e paralelamente c o m i e n z a a s u r g i r e n él u n
ardiente deseo de expresar el mundo americano.
Se casa c o n M a r g a r i t a Lessert que morirá m u y pronto a
causa d e una afección pulmonar.
1933
Visita España.
P u b l i c a e n M a d r i d : Ecue-Yamba-O. Historia Afro-Cu-
bana, e n la Editorial España q u e regenta Julio Álvarez d e l
Vaya
C o n o c e a P e d r o Salinas, Antonio M a r i c h a l a r y Gustavo
Pittaluga, traba u n a p r o f u n d a amistad c o n García L o r c a
y asiste a las tertulias d e Ramón e n e l P o m b o .
1934
E n París d i r i g e los estudios discográficos Phoninc y co-
labora e n la radio Poste Parisién y más tarde e n Radio L u -
xemburgo.
R e g r e s a a España p a r a asistir al estreno d e Yerma.
Trabaja c o m o jefe d e redacción d e la revista Imán.
Realiza una ó p e r a c o n E d g a r V á r e s e .
C o m i e n z a la amistad c o n A r t u r o Uslar Pietri y M i g u e l
Ángel Asturias.
1935
E n junio se c e l e b r a e n París e l I C o n g r e s o d e Escritores
e n Defensa d e la Cultura.
1936
R e g r e s a a L a H a b a n a e n una b r e v e visita tras la caída d e
Machado.
1937
E l 3 d e julio llega a Barcelona acompañado d e André
Malraux. Pablo N e r u d a , Octavio Paz y Juan Marinello e n -
tre otros, p a r a asistir e n V a l e n c i a al II C o n g r e s o d e Es-
critores en Defensa d e la Cultura.
Visita M a d r i d .
D e r e g r e s o a París, estrena una versión d e Numancia d e
Cervantes, c o n partitura d e Jean-Louis Barrault
1939
Regresa a Cuba.
ALEJO CARPENT1ER 65

Continúa s u labor periodística e n radio y e n la revista


Tiempo Nuevo.
C o m i e n z a a p r e p a r a r el libro L a Música en Cuba.
1940
Dicta u n curso d e Historia d e la Música e n el C o n s e r v a -
torio Nacional.
1941
Contrae matrimonio c o n Lilia Esteban.
1943
Realiza u n viaje a Haití c o n L i a y el poeta Luis Juvet, allí
le s u r g e la i d e a d e la novela, El Reino de este mundo.
1945-1959
Se establece e n V e n e z u e l a durante u n largo p e r i o d o ,
hasta q u e en 1959 triunfa la Revolución C u b a n a .
D i r i g e el departamento d e Radio de P u b l i c i d a d A r s .
O c u p a la Cátedra d e Historia d e la Cultura en la E s c u e l a La Habana, 1964.

d e Artes Plásticas.
Imparte u n curso s o b r e Literatura Contemporánea e n la 1964
U n i v e r s i d a d C e n t r a l d e Caracas. L a U n i v e r s i d a d Autónoma d e M é x i c o p u b l i c a : Tientos y
E n 1949 se p u b l i c a e n M é x i c o El Remo de este Mundo. Diferencias.
Realiza viajes p o r e l interior d e l país ( G u a y a n a y Alto O r i - 1966
noco) q u e le inspiraránla i d e a d e la novela LosPasosPer- Viaja a París c o m o Ministro C o n s e j e r o d e la E m b a j a d a
didos. C u b a n a e n aquella c i u d a d .
E n 1953 se p u b l i c a Los Pasos Perdidos. 1969
Una escala forzosa e n G u a d a l u p e , e n u n viaje a é r e o ha- Se p u b l i c a e n M a d r i d : Literatura y conciencia política en
c i a París e n 1955, le retiene e n la isla durante algún Menea Latina.
tiempo. D e s c u b r e el personaje d e Víctor H u g u e s q u e 1970
s e r á el protagonista d e la novela: El Siglo de ¡as Luces. L a editorial L u m e n d e Barcelona edita La Ciudad de ¡as
E n 1958 se p u b l i c a La Guerra del Tiempo c o m o volumen, Columnas, c o n fotos d e Paolo G a s p a r i n i .
algunos d e los relatos y a se habían editado anterior- 1974
mente e n C a r a c a s y Buenos A i r e s . Se p u b l i c a e n M é x i c o El Recurso del Método y Concierío
1959 Barroco.
Tras la victoria d e Fidel Castro, realiza u n b r e v e viaje a 1975
C u b a ; a su r e g r e s o a V e n e z u e l a , desmonta su casa y se Es n o m b r a d o Doctor Honoris Causa p o r la U n i v e r s i d a d
vuelve definitivamente a L a H a b a n a . de La Habana.
1961 Se le c o n c e d e e l P r e m i o Internacional Alfonso Reyesy el
Realiza una g i r a p o r d i v e r s o s países e n b u s c a d e inter- P r e m i o M u n d i a l Ciño del Cuca.
c a m b i o s culturales. 1977
E n s u país lucha p o r la divulgación d e la cultura, dicta R e c i b e el P r e m i o Cervantes.
cursos e n la U n i v e r s i d a d d e L a H a b a n a . 1978
D i r i g e e l p r o g r a m a d e r a d i o H a b a n a C u b a s o b r e «La Se edita e n México La Consagración de la primavera.
Cultura e n C u b a y e n el Mundo». 1979
C o l a b o r a e n numerosas publicaciones, A p a r e c e p u b l i c a d a e n México El Arpa y la Sombra.
1962 1980
Se p u b l i c a e n M é x i c o E l Siglo de las Luces. E l 24 d e abril m u e r e e n París,
DÁMASO ALONSO
DÁMASO ALONSO

Me parece que le estoy viendo. Dieciocho años graves: estatura media, tez tirante
de faz grosezuela, gafas de brillo redondo y detrás unos ojos grandes, levemente abul-
tados, medio ausentes a veces, a medio denunciadores de una repentina cara de niño
que se asoma y se comunica.

Vicente Aleixandre

Pasada poco más de una semana, apareció otra vez Chabás. Venía acompañado.
—Dámaso Alonso...
No me era desconocido del todo aquel hombre.
—Te trae también un libro.
Mientras el nuevo autor me lo entregaba, pude leer el título: Poemas puros. Poe-
mülas de la ciudad.
—Es formidable —adelantó Chabás, campanudo.
Dámaso Alonso marcó un gesto en sus labios, entre contrariado e irónico. Cuando
más tarde lo traté, ya grandes amigos, pude confirmar que aquella mueca suya ante
el elogio del escritor valenciano había sido sincera. Dámaso Alonso, un joven, en-
tonces, de prematura madurez, con un extraordinario talento, padecía de desilusión,
de una incomprensible falta de seguridad en sí mismo, rayana a veces en lo trágico.
Le acomplejaba sobre todo su figura: baja, rechoncha, coronada por una calvicie en
visible aumento. Hasta le hacía sufrir su segundo apellido —Redondas—, que conocí
de pronto y no por él precisamente. Bebía más de la cuenta, cosa que disgustaba a su
madre, y era un gran putañero. Se hablaba ya de él como de un pequeño fenómeno
de erudición y sabiduría. Su memoria era inmensa —aún más que la que yo pa-
dezco—, habiendo llegado a saberse, en la época de nuestro entusiasmo gongorino,
70 DÁMASO ALONSO

las Soledades y el Polifemo de don Luis sin un solo tropiezo. Estaba dorado para la poe-
sía como el mejor, aunque escribiera poco, a causa de un sentido autocrítico exage-
rado y de aquella especie de desengaño e inseguridad que lo aplastaban. Le tomé
mucho cariño. A él le debo muchas cosas. Una, fundamental, sobre todas: me dio a
conocer a Gil Vicente, quien todavía refresca mis canciones de estos últimos años.
El libro que me dejó aquella tarde era muy bueno, lejos ya de todo alboroto ultraís-
tico y anunciando el perfil español y sereno que habría de distinguir a nuestra ge-
neración. Más cerca de Antonio Machado que de Juan Ramón Jiménez, Poemas pu-
ros. Poemillas de la ciudad, por su temblor humano, extremada economía de expresión
y sencillez, abrió cauces hacia la gran poesía de aquella década. Muchos quizás —hasta
incluyendo al mismo Dámaso— no lo recuerden. Yo sí. Tanto, que aún hoy puedo re-
petir de memoria algunos de los sonetos y estrofillas que aprendí aquella misma no-
che de su visita en una tarde invernal de 1921.

Rafael Alberti

Toda la obra poética de Dámaso Alonso, a mi juicio, se mueve entre estos dos po-
los: Dios y el hombre. Ahora bien, las leyes de polaridad son, en cada libro, distintas.
La primera etapa es la de la «Oscura noticia» de Dios, la del «hombre sin Dios» de
Hijos de la Ira («sin Dios» en el sentido pascaliano o agustiniano: el hombre, sin Dios,
se siente «miserable»; el hombre no buscaría a Dios si no lo hubiese ya encontrado).
La segunda etapa es la del «Hombre y Dios» (título de uno de los libros). La última
es la del «Hombre-Dios»: Gozos de la vista. Anteriores a estas tres etapas son los Poe-
mas puros, primera ventana abierta a la contemplación del mundo, y la fugitiva vigi-
lia («Y sólo unos instantes me desperté») que ilumina el largo sueño de los años im-
productivos. (Improductivos para la poesía, que es lo único de que ahora me ocupo:
para la crítica y la erudición Dámaso Alonso estuvo siempre alerta.)

Vicente Gaos

Los Hijos de la Ira, de Dámaso Alonso, nos dejan en el espíritu una huella imbo-
rrable, oprimen nuestro corazón hasta el punto de las lágrimas. ¿Qué alas podrán
sostenerlo y salvarlo?
Este libro queda como una obra clave dentro de la poesía española contemporá-
nea: como un punto de partida de toda una corriente anti-retórica, existencial, libre,
doloridamente humana. Muchos poetas jóvenes beberán en sus hondas y a veces tur-
bias aguas. Muchos poemas vincularán su raíz en la palpitante entraña de esta ira
purificadora, nueva conciencia revulsiva, bronco aliento de viril honradez. La cié-
naga ha empezado a remover sus fondos, abriendo paso a la luz.

Concha Zardoya
DÁMASO ALONSO 71

He dicho alguna vez que si la obra intensa y propagadora del poeta Dámaso Alonso
ha sido ya estudiada —aunque no todo lo que debiera—, su extraordinaria obra de crí-
tico apenas si ha sido objeto de breves comentarios tangenciales o en todo caso insufi-
cientes. Y, sin embargo, pocas obras pueden aspirar como la de Dámaso Alonso, en el
campo de la crítica, a ser juzgadas, con pleno derecho, como creación literaria posee-
dora de un estilo, de una forma y de una intención. Suele adolecer la crítica actual de
cierta impersonalidad en el estilo, a fuerza de querer ser objetiva y científica. En con-
traste, la obra crítica de Dámaso Alonso posee un estilo personalísimo e inconfundible,
y lo mismo si se trata de una página de crítica literaria que de análisis estilístico, el lec-
tor la identifica en seguida como de Dámaso Alonso, con la misma seguridad que re-
conocería una página de «Azorín» o de Unamuno. Sn duda que esa personalización
del estilo débese en gran parte a los rasgos estilísticos, a las fórmulas expresivas de la
escritura crítica de Dámaso Alonso, que no es mi propósito estudiar ahora. Lo que sí
me parece evidente es que si el estilo crítico de Dámaso Alonso —que yo llamaría vi-
vificador, frente al estilo resecador de algunos críticos— posee un cierto talante expre-
sivo, es porque algunos de sus rasgos, y no los menos característicos, son algo más que
una peculiaridad formal, pues están revelando, con su carga afectiva, cierta vibración
o intención anímica, cierta temperatura del corazón. Aquí también, como en el poema,
fondo y forma son inseparables, y es posible hablar de la unicidad de la obra artística.

José Luis Cano

Cuando el horizonte de los líricos españoles pocas veces iba más allá del cara-
melo de unos juegos florales, un libro de versos, Hijos de la Ira, ponía patas arriba a
todo el Café Gijón, entraba a saco en el jardín de los celestiales y abría una página nueva
y distinta en la poesía española, incluso para quien no pasara de las primeras líneas:
«Madrid es una ciudad de más de medio millón de cadáveres / (según las últimas
estadísticas)».

Francisco Rico

Cuando en el desastrado y esperpéntico ambiente cultural de la posguerra civil


aparecieron, en el mismo año 1944, dos libros de Dámaso Alonso, Oscura noticia e
Hijos de la ira, más de un lector de poesía sintió un temblor de gozo, un escalofrío de
esperanza y de asombro. Damasico, como le llamaba cariñosamente Aleixandre, el
afable, bajito y sonriente escritor e investigador, con tanto miedo en el cuerpo como
el que más —siempre creía y repetía que si las cosas se torcían otra vez, podrían fu-
silarle como a García Lorca—, se había atrevido a romper el coro desafinado de los
poetas falangistas y el orfeón imperial y cafetero de los poetas celestiales.

José-Agustín Goytisolo
72 DÁMASO ALONSO

Todo el mundo lo sabe: Dámaso Alonso ha sido el mejor crítico de nuestra lite-
ratura clásica y una de las máximas expresiones de la filología europea contemporá-
nea. No hay crítica verdadera si el crítico no se nutre de su propio entusiasmo ante
la literatura. Dámaso Alonso lo tuvo y lo derrochó a raudales, por eso fue un crítico
creador, riguroso y legible. Por eso fue también un buen poeta.

Miguel García-Posada

Sin Dámaso no hubiéramos podido leer a Góngora y sin Góngora nuestra poesía
moderna no sería lo que es. Sus contribuciones no se reducen, por supuesto, a la obra
y la figura de Góngora; apenas si necesito recordar, entre sus grandes estudios, los
consagrados a Medrano y a Andrés Fernández de Andrada, casi seguramente autor
de la Epístola moral o sus ensayos sobre la poesía moderna, como el de Bécquer. Tam-
bién fueron sobresalientes sus trabajos de estilística. Y algo aún más raro: leyó y co-
mentó con penetración y generosidad a los poetas de su generación y a los más jó-
venes. (La excepción fue Cernuda: los separó una diferencia juvenil que ahondaron
los años.) Es imprescindible añadir que Dámaso Alonso fue un gran crítico porque,
ante todo, fue un excelente poeta. Si no hubiera sido por la poesía, se habría quedado
en un inteligente erudito. La fuente de su crítica fue la poesía.

Octavio Paz
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1978

L
o primero que tengo que hacer es dar las gracias a los asistentes,
presididos por el Jefe de la nación, nuestro Rey. E n seguida, darlas
a la A c a d e m i a Salvadoreña de la Lengua, que me eligió candidato
al premio. M i asombro fue enorme. M e interesa hacer constar que
la Real Academia Española había elegido —con gran gusto m í o — como nues-
tro candidato al premio a u n ilustre literato hispanoamericano. Después el ju-
rado elige el que ha de ser premiado entre todos los candidatos propuestos
por las academias de nuestra lengua. Muchas gracias a él.
¿Y de qué os v o y a hablar? Considero este acto — p o r lo que a mí toca—
como una expresión de última voluntad. Sesenta años dedicados a la ense-
ñanza y defensa de la lengua castellana me inclinan a dar aquí una especie
de testamento-resumen de lo que creo que es más necesario que u n español
conozca y rumie sobre los peligros y defensa de la lengua que hablamos. N o
vais, pues, a oír nada nuevo n i divertido: es u n extracto de lo dicho ya por mí
muchas veces durante muchos años.
E l año pasado, el gran novelista cubano Alejo Carpentier hizo, en ocasión
semejante, u n bello discurso sobre la literatura española y su influjo en el
m u n d o . Parece acertado que si el año 1978 el tema fue «literatura», en el 1979
sea lengua, nuestra lengua española. Porque es que los dos temas se unen pro-
fundamente: nuestra lengua, la que hablamos a diario con u n valor práctico,
es también el noble material de la literatura. Nobilísimo material. C o m p a r a d
las demás artes, qué deleznable, qué pobre el material de la pintura y aun de
la escultura; sólo el de la música adquiere quizá u n cierto sentido, u n valor
más alto por su calidad aérea. Pero la máxima riqueza y nobleza de la pala-
74 DISCURSO

bra es que en ella el sonido o su imagen acústica a través de la representación


gráfica, lleva en su interior, como el hueso esencial de la fruta, el concepto.
Maravilla práctica, tesoro de la mina literaria nuestra lengua y todas las
lenguas de cultura. Todas en un nivel aproxidamente igual. Porque la nues-
tra, el español, es, sin duda, superior en algunos aspectos, por ejemplo, al fran-
cés o al inglés; pero en otros es evidentemente inferior a esas mismas lenguas.
El orgullo de nuestra lengua tiene que ser sólo una parte de un entusiasmo
general que todos los hombres del mundo debemos sentir: la exaltación del
don divino de la palabra humana.
A tal gozo corresponde un deber: el de la conservación y defensa de ese
tesoro. Ha sido entendido de muy diferentes maneras en los diversos tiem-
pos y lugares. Las mutaciones políticas han traído muchas veces como con-
secuencia que, por ejemplo, en los Estados totalitarios se haya querido im-
poner una defensa del idioma tajante, rigurosa (¡sobre todo, nada de
extranjerismos!): es una política que a la postre ha fracasado siempre y aun
ha producido violentas reacciones. Gran equivocación es ignorar que en la
vida de las lenguas hay dos elementos esenciales y contrapuestos: La «tradi-
ción» y la «innovación». Los dos son necesarios. La «innovación» sólo deja de
existir en lenguas como el latín y el griego, es decir, lenguas muertas. Toda
defensa de una lengua (me refiero, claro está, a las de cultura) tendrá que ser
amplia comprensión, liberal, atenta a la evolución de una realidad idiomá-
tica, procurando conducirla, buscarle causas razonables y sin querer oponerse
frontalmente a ella, que sería tanto como querer atajar un poderoso río.
Ocurre que la defensa de la lengua española ofrece dificultades muy es-
peciales y sumamente grandes. No me refiero a las internas españolas que
presentan esos bilingüismos que van ahora a prevalecer en diferentes partes
de España: estos problemas quedan absolutamente fuera de lo que quiero de-
cir hoy. E l tema es mucho más amplio y, a la larga, mucho más importante.
La defensa de nuestra lengua tropieza en el escollo de ser instrumento de
veinte países, incluida España (dejo fuera Filipinas porque su caso es muy
distinto, y en él, creo, no hay nada que hacer).
En el siglo xix era idea general la de que los españoles éramos «los amos»
de nuestra lengua. En este momento del siglo xx en que vivimos quizá esa
idea ya no sea tan general, pero me parece que quedan muchos rastros de ella.
Quitar esa idea o los muchos restos de ella de la cabeza de los españoles ha
sido empeño mío a lo largo de los tantos años de mi vida adulta. Hace algu-
nos años publiqué un artículo cuyo título era precisamente: «Los españoles
no somos los amos de nuestra lengua».
No lo somos. Los amos de nuestra lengua formamos una inmensa multi-
tud de varios cientos de millones de hombres que hablamos español; todos
somos los amos conjuntamente; pero, por ser los amos de nuestra lengua, to-
DÁMASO ALONSO 75
dos tenemos ineludibles deberes para con ella, especialmente los millones y
millones de hspanohablantes que hemos pasado por una educación de cul-
tura.
¡Qué pequeña parte de ese conjunto formamos los españoles! ¡Qué grande
es el aumento demográfico de los países hispanoamericanos comparado con
el nuestro! ¡Tomemos, como ejemplo, uno: México. Hace treinta años México
era una nación de menos habitantes que España. Pues bien, España parece
que está en el día de hoy próxima a los treinta y siete millones de habitantes,
y México hace ya un año que contaba con sesenta y cuatro millones y medio,
cifra que en un año habrá crecido aún bastante. En treinta años México, que
tema menos habitantes que España, ha pasado a tener cerca del doble y a ser
el país más poblado de todos los hispanohablantes.
Es muy difícil calcular la cifra aproximada de hablantes de español. To-
mando los datos de los Statistical Pavers de las Naciones Unidas, del 1 de abril
de 1978, hallo que el número de habitantes de los veinte países hispanoha-
blantes era de casi 250 millones. Hoy es seguro que pasará bastante de ellos.
Pero en muchos de esos países hay indios que no hablan español. Pero hay,
por otra parte, muchos millones de hispanohablantes que viven permanen-
temente fuera de sus países de origen. Sólo en los Estados Unidos se asegura
que viven más de veinte millones de habla española. En resumen: la cifra de
más de 250 millones puede tomarse como cálculo aproximado de los hispa-
nohablantes que hay en el mundo. ¿Qué representa frente a ese conjunto el
número de españoles? Casi, casi, sólo la séptima parte. Dicho de otro modo:
por cada español vivo existen en el mundo otros seis hombres cuya lengua es
la misma nuestra.
Esa enorme masa de humanidad, dividida entre veinte países, bien aisla-
dos, bien capsulados intelectualmente muchos de ellos, algunos con pujan-
tes literaturas, con climas distintos, con costumbres diferentes, es evidente
que ofrece graves dificultades para la defensa y la conservación de la lengua
que todos ellos hablan. U n país con cultura propia creciente, con peculiari-
dades también de clima, suelo y costumbres, tiende insensiblemente a dar
rasgos peculiares a la lengua que habla. Es decir, el español, hablando en
veinte países, tiene un indudable peligro de tendencia a la fragmentación. No
digo de fragmentación total, que no creo ocurra salvo en miles de años, en lo
que he llemado varias veces posthistoria, es decir, época tan alejada de nues-
tra vida y cultura en el futuro, como la prehistoria lo es en el pasado.
La primera vez que tuve noticia de este peligro se me quedó grabado para
siempre: era yo un niño de unos diez años. Acompañaba a Madrid a un pa-
riente mío uruguayo (en Uruguay y Argentina tengo cientos de ellos); con él,
claro está, me entendía perfectamente, como si hablara con un español. Entre
sus varias compras, un día de comercio pidió «medias». M i pariente era sol-
76 DISCURSO

tero, pero no llegué a maliciarme por su petición. En seguida le trajeron cajas


de medias de señora. «Son "medias" para hombre, claro, lo que quiero», dijo
él. Desconcierto entre los dependientes. Por fin uno se da una palmada en la
frente, y le trae medias para futbolistas. «No es esto, no es esto», dice mi pa-
riente; y, en fin, se levanta el pantalón y enseña sus calcetines. Ah!, eran cal-
cetines lo que quería.
Los núcleos nacionales tienden a modificar cada uno peculiarmente mu-
chos elementos distintos de los que constituyen el lenguaje, la pronunciación
(y con ella la entonación), el léxico, las frases hechas, los refranes, la morfo-
logía, la sintaxis. Todos estos rasgos de tipo diferente pueden llegar a trabarse
o combinarse los unos con los otros, a formar así una red que, si se espesa,
puede constituir un complejo de muchas cosas hasta dificultad la clara com-
prensión de la lengua entre hispanohablantes de países distintos. El último
límite de ese proceso sería la fragmentación total, a la que ya he dicho que no
creo que de ningún modo se llegue sino en alejados milenios. Contra esa ca-
tástrofe trabajan las lecturas, la radio, los viajes, etc., todo ello en aumento con
el crecimiento de la cultura.
Todos los que usamos nuestra lengua estamos obligados (los cultos espe-
cialmente) a que entre nuestros veinte países se conserve la perfecta nitidez,
la claridad total que aún tiene hoy a pesar de las diferencias aisladas de fo-
nética, léxico, etc. Tenemos todos que defender la unidad del español. ¿Cómo?
¿La unidad total? No. Hay que respetar las variaciones nacionales ya exis-
tentes, sean argentinas, españolas, mexicanas, etc., existan donde existan en
el conjunto hispánico. Hay que respetarlas tal como las practican los hablan-
tes cultos de cualquiera de los países de nuestra lengua. Quiere esto decir que
en todas partes conviene fomentar la cultura para impedir avances del vul-
garismo destructor.
Es, por tanto, no una unidad total, sino la unidad básica, el modo de ha-
blar de los hombres cultos actualmente en cualquier país de nuestra lengua.
No tenemos tiempo para traer como ejemplo casos particulares de fono-
logía, léxico, sintaxis, etc. Voy a elegir sólo dos: uno que afecta a los pronom-
bres personales y a otros elementos del idioma, y otro que se refiere espe-
cialmente al léxico.
El primero es el tratamiento de vos de tú, que es característico de Argen-
tina y Uruguay y de una zona amplia de la América Central; existe también,
diseminado junto al predominante tú, en un moteado de diferentes tipos, por
ejemplo, en Colombia. Este uso de POS es sumamente perturbador, mezcla for-
mas correspondientes a vos con otras procedentes de la declinación de tú (sen-
tate, lleva la forma verbal del tratamiento vos —sentaos— con la forma pro-
nomina de la declinación de tú, forma normal, siéntate). Este caso del voseo
—o tratamiento de vos en vez de tú— ha originado discusiones entre grama-
DÁMASO ALONSO 77

ticos; ha habido algunos, hasta argentinos, que han opinado que tal uso de
vos debía desterrarse y sustituirse por el tuteo normal. Yo he defendido re-
petidas veces el uso argentino de vos; es, allí, el modo de hablar de la familia,
de la amistad, del amor; está cargado de afectividad, y es, por eso, sagrado;
no hay que tocarlo; convendría sólo que los filólogos argentinos y de los otros
países donde se usa, respetuosamente lo vigilaran.
Antes hemos tocado la cuestión de la afectividad y su importancia lin-
güística. Considerémoslo con relación al léxico.
Nadie puede tachar de ilegítimos los mil nombres distintos que plantas,
animales, características del suelo y del clima, etcétera, tienen en los diversos
países de nuestra habla; a veces proceden de los tiempos prehispánicos, otras
fueron importados de España, en muchas ocasiones con error (a animales, por
ejemplo, a los que se les encontró algún parecido con otros españoles, se les
dio el nombre de estos últimos).
A veces el carácter o las maneras peculiares de una persona hicieron que
se le designara humorísticamente en sitios distintos con nombres diferentes.
Esas voces todas tienen carácter afectivo (una patriótica ligazón con la tierra
de uno, o chistes metafóricos en la designación de una persona, etc.).
Pero hay otro modo de afectividad de carácter contrario, que produce un
gran daño en la unidad fundamental del léxico: me refiero a palabras soeces
o sexuales. Estas palabras producen dos clases de afectividad: burlona o chan-
cera o amistosa, en quien las usa; y, por el contrario, repelente en determina-
das personas obligadas a oírlas y que no las emplearían nunca. Los españo-
les en América cometemos a veces pifias sociales. Recordaré sólo algunas con
las que yo he metido alguna vez la pata: todos sabemos el valor de coger en
la Argentina; pico, es impronunciable en Chile; Chile lo es en Puerto Rico, etc.
Por el contrario, voces españolas se desexualizan en alguna parte de Amé-
rica. En Chile, un cono no quiere decir más que «un español». Cuando estuve
en Santiago había una tienda que se llamaba El Coñito, es decir, como si se lla-
mara El Españolüo. En Buenos Aires había otra que se llamaba Los Cabritos.
Esta cuestión de las palabras sexualizadas la creo muy importante por la
destrucción y diferenciación del léxico que origina. Además son, como he di-
cho, voces afectivas. La cuestión, pues, no tiene, creo remedio.
Miremos ahora, brevísimamente, a las voces no afectivas.
Aquí sí que podría lograrse una casi perfecta unidad del léxico español.
Carecen en absoluto de afectividad todos los nombres que designan aparatos
o cosas inventadas, todas las novedades de la técnica moderna. Aquí sí que,
si nos pusiéramos de acuerdo todos estos países que hablamos la misma len-
gua, podría evitarse la diversificación del léxico. Por desgracia, no ha ocu-
rrido así. Casi siempre el instinto comercial se adelanta y se crean galicismos
o anglicismos, según que el nuevo objeto venga de Francia o de los Estados
78 DISCURSO

Unidos. Como ejemplo de diversificación he lamentado muchas veces que


este modesto invento de la técnica moderna que llamamos bolígrafo tenga
hasta unos diez nombres diferentes en la América hispanohablante.
He aquí, pues, en el léxico no afectivo, un terreno en el que todos podría-
mos trabajar de consumo para evitar la incómoda diversificación del léxico
de nuestra lengua. ¿Y quién, qué entidad podría encargarse de impedir estos
y ootros desajustes también evitables?
En cada uno de los veinte países de nuestro conjunto idiomático funciona
una Academia de la Lengua. Todas ellas están en la más cordial relación. En-
tre todas forman una Asociación de Academias de la Lengua, unida por un
convenio multilateral sancionado por casi todos los Estados donde se habla
español.
Esta Asociación se reúne cada cuatro o cinco años en un Congreso. Estos
Congresos, y no ninguna de las Academias por sí sola, la Española tampoco,
es el verdadero legislador de nuestra lengua. En ellos se deciden las normas
del buen hablar de los veinte países. Entre Congreso y Congreso funciona una
Comisión encargada de cumplir las disposiciones del último Congreso y de
preparar el próximo. Las Academias podrían, por ejemplo, por medio de los
Congresos y de la Comisión Permanente, evitar las diversificaciones del
nuevo léxico, y otras muchas diferenciaciones contrarias a la unidad, que se-
rían esquivables. También podrían acordar voces que evitaran el uso de ex-
tranjerismos. N o soy opuesto a rajatabla al extranjerismo. Creo que sólo
puede ser admisible con tres condiciones: primera, que resulte, al parecer, im-
posible que se encuentre una voz castiza que exprese lo mismo; segunda, que
sea pronunciable por una garganta hispánica o que se la pueda adaptar para
que lo sea; tercera, que los veinte países adopten el mismo extranjerismo.
No cabe duda de que la Asociación de Academias y sus Congresos y su
Comisión Permanente están bien estructurados. Pero la ejecución de las me-
didas para evitar la diversificación idiomática que he apuntado y otras mu-
chas posibles, ofrece, por desgracia, resultados pobres y tardíos, y muchas ve-
ces ni se intentan. ¿Cuál es la causa de estos desaciertos? Hay bastantes de las
Academias de la Asociación que no trabajan o apenas: unas, por un concepto
anticuado de lo que debe ser hoy una Academia de Lengua (se cree que es un
puesto de honor y no de trabajo); otras, por falta de medios económicos; al-
guna, por motivos políticos. Todo esto sería remediable. N o voy a exponer
aquí cómo lo más importante es la vivificación de las Academias, de todas las
Academias de nuestra lengua. La Española, desde hace diez años, está tra-
bajando con una gran intensidad; entre sesiones plenarias y comisiones con
temas especiales, con una intensidad mayor que ninguna. Hay unas cuantas
americanas (pondré como modelo la de Colombia) que también arriman el
hombro como es debido. Pero es necesario vivificarlas todas, que los Estados
DÁMASO ALONSO 79
las ayuden económicamente. Que cunda el entusiasmo por la lengua en ellas
y en los pueblos a que pertenecen.
Tenemos que trabajar todos por la unidad básica de nuestra lengua en el
mundo.
Tenemos que trabajar por la lengua. No movidos por un sentimiento na-
cionalista. Es un sentimiento de hermandad de veinte países. Nada de na-
cionalismos aisladores. Trabajaremos por nuestra lengua con un sentimiento
de veneración y respeto como el que suele existir alrededor de un niño al que
le espera un gran destino. El destino de nuestra lengua es el de ser vínculo de
hermandad, de paz y de cultura entre los cientos y cientos de millones de se-
res que, en proporción siempre creciente, la han de hablar en el siglo xxi y en
los siglos y siglos de un larguísimo porvenir.

Dámaso Alonso
Abril 1979
CRONOLOGÍA

1898 D e s c u b r e l a poesía d e Juan Ramón Jiménez y Antonio


N a c e e n M a d r i d e l 22 d e octubre, d e familia originaria M a c h a d o , su pasión p o r la literatura le llevan a matricu-
d e los Montes d e León y d e Ribadeo, d o n d e pasará parte larse c o m o alumno oficial e n la Facultad d e Filosofía y L e -
d e su niñez. tras, sección d e Letras.
1908-1914
Estudia e l bachillerato e n M a d r i d .
C o m i e n z a a leer los autores clásicos d e los siglos xvi y
XVII.

D e s c u b r e y a d m i r a la poesía d e B é c q u e r .
1914-1916
E s c r i b e sus p r i m e r o s p o e m a s .
C o m i e n z a a estudiar matemáticas c o n la intención d e in-
gresar en la E s c u e l a d e Ingenieros.
E n la p r i m a v e r a d e 1916 u n a gravísima úlcera e n e l ojo
d e r e c h o le hace abandonar los estudios y las lecturas.
Durante e l verano, y a mejorado, e n Medinaceli, co-
m i e n z a a 1er c o n entusiasmo a Rubén Darío,
1917-1918
Se matricula c o m o alumno l i b r e e n D e r e c h o , su m a d r e
tenía q u e leerle g r a n parte d e lo q u e debía estudiar. Ter-
mina la c a r r e r a e n dos años.
E n el v e r a n o d e 1917, e n N a v a s d e l Marqués, c o n o c e a
Vicente A l i x a n d r e y se inicia una intensa amistad.
Ingresa en la U n i v e r s i d a d d e los Agustinos e n E l E s c o -
rial. Publica algunos p o e m a s e n la revista q u e allí s e p u -
b l i c a b a y él m i s m o dirigía. AI año y medio.
82 CRONOLOGÍA

1925
Reside e n M a d r i d .
C o n o c e a G e r a r d o D i e g o y a Jorge Guillen, asiste a sus
oposiciones p a r a Cátedra d e Universidad.
P o c o d e s p u é s c o n o c e r á a F e d e r i c o García L o r c a y más
tarde, en Málaga, a M a n u e l Altolaguirre y Emilio Prados.
T o d o e l g r u p o solía reunirse c o n a s i d u i d a d e n u n café o
e n e l Retiro p a r a hablar d e poesía.
1926
C o n el seudónimo d e Alfonso Donado, p u b l i c a la traduc-
ción d e Retato de un artista adolescente, d e James Joyce.
1927
Participa intensamente e n e l homenaje a Luis d e Gón-
gora, tanto e n M a d r i d c o m o e n Sevilla, d o n d e todo e l
g r u p o conoció a Luis C e m u d a .
1928-1929
Se doctora en la U n i v e r s i d a d d e M a d r i d c o n la tesis: Evo-
lución de la sintaxis de Góngora.
V u e l v e a la U n i v e r s i d a d d e C a m b r i d g e .
E n m a r z o d e l 29 viaja a M a d r i d , e l día 16 s e c a s a c o n E u -
lalia Galvarriato y r e g r e s a a C a m b r i d g e .
A l finalizar e l curso viajan a Estados Unidos.
De colegial en Ntra. Sra. del Recuerdo. Enseña e n la U n i v e r s i d a d d e Stanford, California.
1930
Imparte clases e n e l Hunter C o l l e g e d e N u e v a Y o r k , s e
1921
v e frecuentemente c o n L o r c a .
D e s p u é s d e años «terribles y absurdos», consigue la l i -
E n junio r e g r e s a a M a d r i d .
cenciatura.
1931-1933
junto a Juan C h a b á s d e c i d e n editar c a d a uno d e ellos u n
Es invitado a dar clases e n O x f o r d d o n d e p e r m a n e c e r á
libro costeado d e sus bolsillos. Poemas puros. Poemillas
dos cursos.
de la ciudad se p u b l i c a e n la editorial Galatea y la aven-
1933-1939
tura le costó quinientas pesetas. Sólo h u b o u n c o m p r a -
G a n a las oposiciones d e Cátedra d e la U n i v e r s i d a d d e
d o r q u e adquirió cincuenta ejemplares d e una v e z p a r a
Valencia.
regalarlos entre sus amigas. E l resto d e l a edición s e
C a e enfermo y le realizan u n a importante operación.
saldó e n la C u e s t a d e M o y a n o .
E n el curso d e 1934 s e hace cargo d e la cátedra d e V a -
1922 lencia.
C o n o c e a Rafael A l b e r t i y J o s é Bergamín. Viaja a A l e m a n i a p a r a impartir clases e n L e i p z i g durante
M a r c h a a A l e m a n i a c o m o lector d e español e n l a U n i - d o s cursos y p o d e r asistir a las clases d e V o n W a r t b u r g
v e r s i d a d d e Berlín. y mejorar sus conocimientos d e filología románica.
1923-1924 1940
Enseña Literatura Española e n la U n i v e r s i d a d d e C a m - O c u p a la cátedra q u e había sido d e M e n é n d e z Pidal e n
bridge. la U n i v e r s i d a d d e M a d r i d .
C o n o c e a P e d r o Salinas. 1944
E s c r i b e los p o e m a s d e El viento y el verso, q u e le p u b l i - P u b l i c a Oscura Noticia (Col. Adonais) d o n d e incluye v e r -
caría Juan Ramón Jiménez e n la revista Si sos anteriores, d e s d e 1926 a 1940.
DÁMASO ALONSO 83

P o c o más tarde a p a r e c e Hijos de la ¡ra (Revista d e O c c i - 1968


dente). Es elegido Director d e la Real A c a d e m i a d e la Lengua.
G a n a el P r e m i o Fastemath d e la Real A c a d e m i a . 1969
P u b l i c a Poemas Escogidos (Gredos).
1948
1972
C o m i e n z a una constante labor a c a d é m i c a e n las U n i v e r -
Se inicia p o r la editorial G r e d o s la publicación d e sus
sidades d e Yale ( N e w Haven), Johns Hopkins (Baltimore) Obras Completas.
y Harvard (Cambridge). 1973
1950 Se edita e n Barcelona, Antología Poética, e n edición d e
Publica, Poesía española; ensayo de métodos y límites es- J o s é Luis Cano,
tilísticos, culminación d e s u intenso trabajo crítico d e s d e 1978
1928. Se le c o n c e d e el P r e m i o Cervantes.
1955 1981
Se p u b l i c a Poesías Ocasionales (Papeles d e Son A r m a - Se edita el libro, Gozos de ¡a vista, casi todos sus p o e m a s
dans). habían sido p u b l i c a d o s p r i m e r o e n revistas.
E n la editorial G r e d o s se p u b l i c a , Tres sonetos sobre la 1990
lengua castellana. Muere en Madrid.

Con la mayor parte del grupo del 27 que ¡ue a Sevilla en ese año.
1979

J O R G E LUIS BORGI
J O R G E LUIS B O R G E S

Yo estaba muy segura de que él sería escritor. A los seis años, había escrito un pe-
queño cuento, en español antiguo, titulado La orilla fatal. Era de cuatro o cinco pági-
nas. Cuando era muy pequeño, usaba un lenguaje absolutamente fuera de lo común.
¿Quizás oía mal? Desfiguraba por completo las palabras.
Tenía pasión por los animales, sobre todo por las bestias feroces. Cuando íbamos
al jardín zoológico, era difícil sacarlo de ahí. Y yo, tan diminuta, tenía miedo de él, que
era grande y fuerte. Tenía miedo de que se encolerizara y me pegara... Claro, era muy
bueno... Cuando se empecinaba y no quería ceder, le quitaba los libros. Era la solución.
La lectura fue siempre su gran pasión. Pero también le gustaba mucho salir, a la
calle o al jardín. E n éste había una gran palmera, de la que Georgie se acordó en sus
versos, llamándola «pequeño convento de pájaros». Bajo esta palmera. Inventaba
junto con su hermana los juegos, los sueños, los proyectos. Inventaban personajes
que luego representaban: era su isla.

Leonor Acevedo de Borges

«La impresión que he tenido durante algún tiempo del Borges lejano me ha ser-
vido para explicarme a este Borges próximo que se acaba de sentar en los divanes de
Pombo, los duros divanes de los descendientes del pasado.»
Mi impresión del Borges lejano me revelaba un muchacho pálido, de gran sensi-
bilidad y escondido entre cortinas espesas forradas de raso crema, un joven medio
niño al que nunca se encuentra cuando se le llama.
—¡Jorge!... ¡Jorge!... Pero ¿dónde estás metido?
Detrás de las cortinas, desde donde el jovencito atisbaba las cosas para recordar-
las siempre.
88 JORGE LUIS BORGES

Jorge Luis se me presenta siempre unido a su hermana Norah, la inquietante mu-


chacha, con la misma piel pálida del hermano, y como perdida también entre las cor-
tinas, atisbando las cosas de la noble casa de los Borges, llena de cuadros, de pers-
pectivas de salón, de espejos con lluvia, de candelabros a cuyas velas, en ratos
efusivos y misteriosos, se asoman las llamitas sin haberlas encendido.

Ramón Gómez de la Serna

En 1935 ó 36 fuimos a pasar una semana en una estancia en Pardo, con el propó-
sito de escribir en colaboración un folleto comercial, aparentemente científico, sobre
los méritos de un alimento más o menos búlgaro. Hacía frío, la casa estaba en ruinas,
no salíamos del comedor, en cuya chimenea crepitaban ramas de eucaliptos.
Aquel folleto significó para mí un valioso aprendizaje; después de su redacción
yo era otro escritor, más experimentado y avezado. Toda colaboración con Borges
equivale a años de trabajo. Nuestra amistad fue para mí el más grato, espontáneo y
eficaz de los talleres literarios.
¿Cómo evocar lo que sentí en nuestros diálogos de entonces? Comentados por
Borges, los versos, las observaciones críticas, los episodios novelescos de los libros
que yo había leído aparecían con una verdad nueva y todo lo que no había leído,
como un mundo de aventuras, como el sueño deslumbrante que por momentos la
vida misma llega a ser. Yo sentía que Borges era la literatura viviente y,' de algún
modo, él habrá sentido que yo compartía esa actitud ante las letras, qúe'para mí eran,
también, lo principal en la vida.

Adolfo Bioy Casares

La personalidad de Borges era elusiva, escurridiza; era un cierto hombre para cada
una de las personas que lo conocían, o creían conocerlo. Y muchas veces éste tenía
poco que ver con el hombre que otros habían visto, admiradores ocasionales que lo
visitaban en su apartamento de la calle de Maipú. Su básica coquetería, velada y que
solía pasar inadvertida, lo llevaba a mostrar a esta gente el Borges que ellos querían ver.
Yo tuve la suerte de conocerlo en los años tal vez más decisivos de su vida, los
años de su madurez como escritor; fui su íntima amiga desde sus cuarenta y cinco
hasta sus cincuenta y dos años. Entonces me dedicó el cuento que muchos conside-
raban su obra más importante: El Aleph.
Borges ha sido probablemente el escritor más original de la segunda mitad de
nuestro siglo. El Aleph arroja luz sobre su compleja, patética, exaltada y dramática
personalidad. Las cartas que me escribió en esos años son un flagrante ejemplo de
sus ilusiones, frustraciones y esperanzas.

Estela Canto
JORGE LUIS BORGES 89
El choque que me produjo a mí la escritura de Borges fue sin duda el más grande
que yo había recibido hasta ese momento. Porque había tenido muchos choques pero
eran siempre con escritores extranjeros, franceses, ingleses, que no teman porqué re-
percutir en mi idioma.
Encontrar en la Argentina, en un momento en que se escribía bastante tupido, a
la manera peninsular, a un hombre que ha pulido, que ha limado el lenguaje redu-
ciéndolo casi al nivel de aforismo, de apotegmas, de frases —perdóneme la cursile-
ría— lapidarias (en el caso cabe la palabra) era una experiencia que un joven escritor
sensible tema no solamente que recibir sino que aceptar y seguir.
La gran lección de Borges no fue una lección temática, ni de contenidos, ni de me-
cánicas. Fue una lección de escritura. La actitud de un hombre que, frente a cada frase,
ha pensado cuidadosamente, no qué adjetivo poma, sino qué adjetivo sacaba.

Julio Cortázar

Lo vi por primera vez en la vieja casona de la calle Piamonte, donde funcionaba


la Facultad de Filosofía y Letras. Lo había escuchado, deslumbrado ante la presencia
física del personaje mitificado por el adolescente que descubre la literatura. La des-
tartalada aula mayor estaba completamente llena de estudiantes que colmaban los
pasillos e incluso los escalones del estrado. Allí estaba, fantasmal y enigmático, el
maestro de los silogismos, apenas una sombra entre esos muros descascarados por
la humedad, hablando del panteísmo oriental.
Su voz pausada, lejana, no se interrumpía; sólo intentó un gesto con las manos,
que luego se frustraría. El auditorio estaba nervioso, el conferenciante, hundido en
el mundo que iba creando con sus palabras, se olvidaba de nosotros. La mirada inú-
til perdida en el cielorraso o en un rincón oculta, definitivamente muerta, «el mundo,
desgraciadamente, es real, y yo, desgraciadamente, soy Borges».

Marcos Ricardo Barnatán

Borges abolió las barreras de la comunicación entre las literaturas, enriqueció


nuestro hogar lingüístico castellano con todas las tesorerías imaginables de la litera-
tura de oriente y occidente, y nos permitió ir hacia adelante con un sentimiento de
poseer más de lo que habíamos escrito, es decir, todo lo que habíamos leído, de Ho-
mero a Milton y a Joyce. Acaso todos, junto con Borges, eran el mismo vidente ciego.

Carlos Fuentes

El arte —como el sueño— es casi siempre un acto antagónico de la vida diurna.


Este mundo cruel que nos rodea lo fascina a Borges, al mismo tiempo que lo atemo-
90 JORGE LUIS BORGES
riza. Y se aleja hacia su torre de marfil en virtud de la misma potencia que lo fascina.
El mundo platónico es su hermoso refugio: es invulnerable, y él se siente desampa-
rado; es limpio, y él detesta la sucia realidad; es ajeno a los sentimientos, y él rehuye
la efusión sentimental; es eterno, y a él lo aflige la fugacidad del tiempo. Por temor,
por repugnancia, por pudicia y por melancolía, se hace platónico.

Ernesto Sábato

«Sospecho que Borges recibió el infinito de la literatura. No para hacer creer que
sólo tiene del infinito un conocimiento apacible, extraído de las obras literarias, sino
para afirmar que la experiencia de la literatura tal vez sea fundamentalmente pare-
cida a la paradoja y a los sofismas de lo que Hegel, para apartarlo, llamaba el mal in-
finito. La verdad de la literatura estaría en el terror del infinito.

Maurice Blanchot

Jorge Luis Borges es, por empedernido propósito y por ejercicio incesante, un
hombre de letras. Esta condición constituye el meollo de su biografía, la resume. De
ahí que identifique su destino con la literatura e imagine a veces el paraíso como una
biblioteca.

Saúl Yurkievich

Por el camino de la lectura, y en la actividad individual del incesante diálogo de


textos que la lectura presupone, Borges ha encontrado una salida para sus múltiples
negaciones, una respuesta a su total aislamiento, un ámbito para la comunión. Ya que
el verdadero productor de un texto no es el autor, sino el lector, todo lector es todos
los autores. Todos somos uno.

Emir Rodríguez Monegal

Pese a la reiterada negativa de la Academia Sueca a conceder a Borges el premio


Nobel, que el escritor utilizó como tema habitual en sus declaraciones de prensa, no
cabe duda de que el prestigio del maestro argentino ha superado ampliamente las
barreras de la lengua y hoy se ha convertido en el más universal de los creadores en
castellano.

Joaquín Marco
JORGE LUIS BORGES 91
Borges, seductor incomparable que llega a dar a cualquier cosa, incluso al razona-
miento más arduo, un algo impalpable, aéreo, «calado». Pues todo en él es transfigu-
rado por el «juego», por una danza de hallazgos fulgurantes y de exquisitos sofismas.

E. M. Cioran

A través de variaciones prodigiosas y de repeticiones obsesivas, Borges exploró


sin cesar ese tema único: el hombre perdido en el laberinto de un tiempo hecho de
cambios que son repeticiones, el hombre que se desvanece al contemplarse ante el es-
pejo de la eternidad sin facciones, el hombre que ha encontrado la inmortalidad y
que ha vencido la muerte pero no al tiempo ni a la vejez. En los ensayos este tema se
resuelve en paradojas y antinomias; en los poemas y los cuentos, en construcciones
verbales que tienen la elegancia de un teorema y la gracia de los seres vivos. La dis-
cordia entre el metafísico y el escéptico es insoluble, pero el poeta hizo con ella trans-
parentes edificios de palabras entretejidas: el tiempo y sus reflejos danzan sobre el
espejo de la conciencia atónita. Obras de rara perfección, objetos verbales y mentales
construidos conforme a una geometría a un tiempo rigurosa y fantástica, racional y
caprichosa, sólida y cristalina. Lo que nos dicen todas esas variaciones del tema único
es también algo único: las obras del hombre y el hombre mismo no son sino confi-
guraciones de tiempo evanescente. Él lo dijo con lucidez impresionante: «El tiempo
es la ausencia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata pero yo soy
ese río, es un fuego que me consume pero yo soy el fuego». La misión de la poesía es
sacar a la luz lo que está oculto en los repliegues del tiempo. Era necesario que un
gran poeta nos recordase que somos, juntamente, el arquero, la flecha y el blanco.

Octavio Paz

Muchas de las obras de Borges tratan del valor y la cobardía. Diría yo que la cues-
tión moral implícita, esto es, la aserción o entrega alternativa de la personalidad del
individuo en presencia del peligro, ejerce sobre él una viva fascinación. Probable-
mente las circunstancias de su vida no han ofrecido a Borges la oportunidad de mos-
trar la gallardía física que con visible admiración retrata en muchos de sus héroes,
pero la especie de valor que puede esperarse y hay derecho a esperar de un hombre
dedicado a las tareas del espíritu, de un intelectual, la de mantener su verdad a todo
riesgo, ésa la ha mostrado Borges siempre. No me refiero tan sólo a su actitud frente
a la dictadura peronista en la Argentina, por la que le persiguió el régimen con mez-
quindad increíble, pero que le valió el aplauso de sus colegas. Pienso más bien en el
valor que hace falta para enfrentar la opinión pública o contradecir las posiciones que
prevalecen dentro del propio grupo.

Francisco Ayala
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1979

M
ajestades, señoras y señores: E l destino del escritor es extraño, salvo
que todos los destinos lo son; el destino del escritor es cursar el co-
mún de las virtudes humanas, las agonías, las luces; sentir inten-
samente cada instante de su vida y, como quería Wolser, ser no sólo
actor, sino espectador de su vida, también tiene que recordar el pasado, tiene
que leer a los clásicos, ya que lo que u n hombre puede hacer no es nada, po-
demos simplemente modificar m u y levemente la tradición; el lenguaje es
nuestra tradición. E l escritor tiene una desventaja: el hecho de tener que ope-
rar con palabras, y las palabras, según se sabe, son una materia deleznable.
Las palabras, como Horacio no ignoraba, cambian de connotación emocional,
de sentido; pero el escritor tiene que resignarse a este manejo, el escritor tiene
que sentir, luego soñar, luego dejar que le lleguen las fábulas; conviene que
el escritor no intervenga demasiado en su obra, debe ser pasivo, debe ser hos-
pitalario con lo que le llega y debe trabajar esa materia de los sueños, debe
escribir y publicar, como decía Alfonso Reyes, para no pasarse la v i d a corri-
giendo los borradores, y así trabaja durante años y se siente solo, v i v o en una
suerte de sueñosismo; pero si los astros son favorables, uso deliberadamente
las metáforas astrológicas, aunque detesto la astrología, llega u n momento en
el cual descubre que no está solo. E n ese momento en el cual descubre que no
está solo. E n ese momento que le ha llegado, que le llega ahora, descubre que
está en el centro de u n vasto círculo de amigos, conocidos y desconocidos, de
gente que ha leído su obra y que la ha enriquecido, y en ese momento él siente
que su v i d a ha sido justificada. Yo ahora me siento más que justificado, me
llega este premio, que lleva el nombre, el máximo nombre de M i g u e l de Cer-
94 DISCURSO
vantes, y recuerdo la primera vez que leí el Quijote, allá por los años 1908 o
1907, y creo que sentí, aún entonces, el hecho de que, a pesar del título enga-
ñoso, el héroe no es don Quijote, el héroe es aquel hidalgo manchego, o se-
ñor provinciano diríamos ahora, que a fuerza de leer la materia de Bretaña,
la materia de Francia, la materia de Roma la Grande, quiere ser un paladín,
quiere ser un Amadís de Gaula, por ejemplo, o Palmerín o quien fuera, ese
hidalgo que se impone esa tarea que algunas veces consigue: ser don Quijote,
y que al final comprueba que no lo es; al final vuelve a ser Alonso Quijano,
es decir, que hay realmente ese protagonista que suele olvidarse, este Alonso
Quijano. Quiero decir también que me siento muy conmovido, tenía prepa-
radas muchas frases que no puedo recordar ahora, pero hay algo que no
quiero olvidar, y es esto: me conmueve mucho el hecho de recibir este honor
de manos de un Rey, ya que un Rey, como un Poeta, recibe un destino, acepta
un destino y cumple un destino y no lo busca, es decir, se trata de algo fatal,
hermosamente fatal, no sé cómo decir mi gratitud, solamente puedo decir mi
innumerable agradecimiento a todos ustedes... Muchas gracias.

Jorge Luis Borges


Abril 1980
CRONOLOGÍA

1899
N a c e e n Buenos Aires el 24 d e agosto. P r i m e r hijo d e L e o -
nor A c e v e d o Suárez y d e Jorge G u i l l e r m o Borges, a b o -
g a d o y profesor d e psicología e n una escuela d e lenguas
vivas.
1901
L a familia a b a n d o n a l a c a s a d e Isidoro A c e v e d o , s u
abuelo materno, y se trasladan a una e n o r m e casa en la
calle Serrano, 2135.
N a c e su h e r m a n a N o r a h a la que d e s d e l a niñez le ligará
una estrecha amistad.
1905
Confiesa a su p a d r e el d e s e o d e ser escritor y éste le fo-
menta s u t e m p r a n a vocación.
1907
R e d a c t a e n inglés u n r e s u m e n d e l a mitología g r i e -
ga.
1908
E s c r i b e su p r i m e r a narración, La visera fatal, i n s p i r a d a
e n u n pasaje d e l Quijote.
1909
A p a r e c e e n el periódico El País d e Buenos A i r e s una v e r -
sión castellana d e El Príncipe Feliz, d e O s c a r W i l d e , fir-
m a d a p o r Jorge Borges (h) q u e es atribuida al p a d r e .
D e s c u b r e la p a m p a e n u n viaje a la c i u d a d d e S a n N i -
colás. Jorge Luis Borges en su Manda.
96 CRONOLOGÍA

Viaja a Sevilla, entabla contactos c o n el movimiento u l -


traísta.
Publica su primer p o e m a Almary colabora e n las revistas
de la época: Hélices, Cervantes, Grecia, Ultra y Cosmópolis.
1920
Visita M a d r i d . Asiste a las tertulias d e Rafael Cassinos
Assens, al q u e consideró más tarde su maestro.
C o n o c e a Ramón y frecuenta las tertulias d e l P o m b o . In-
tima c o n G u i l l e r m o d e T o r r e q u e años más tarde (1928)
se c a s a r á c o n s u h e r m a n a N o r a h .
Encuentros c o n Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, O r -
tega y Gasset y G e r a r d o D i e g o . L e e a M a c h a d o , Gón-
gora, U n a m u n o , Villarroel y Q u e v e d o .
1921
T o d a l a familia r e g r e s a a Buenos A i r e s .
R e d e s c u b r e su c u i d a d natal.
C o n la a y u d a d e M a c e d o n i o Fernández, escritor todavía
inédito, funda varias revistas: Prisma, q u e a p a r e c e r á
ilustrado c o n xilografías d e N o r a h y Proa, q u e tuvo d o s
é p o c a s (1922-1924).
P u b l i c a Fervor de Buenos Aires, libro d e p o e m a s e n e d i -
ción d e autor.
1923
Borges a ¡os veinte años S e g u n d o viaje a E u r o p a . Visita Londres, París, p a s a p o r
Palma y Barcelona y se establece en M a d r i d .
R e g r e s a r á a Buenos A i r e s haciendo l a r g a escala e n Lis-
1914 boa.
D e b i d o a una c e g u e r a casi total, e l p a d r e se jubila y d e - 1924
c i d e pasar una l a r g a t e m p o r a d a en E u r o p a c o n s u fami- R e a p a r e c e Proa, esta v e z e n colaboración c o n el escri-
lia, Visitan fugazmente L o n d r e s y París y se instalan e n tor R i c a r d o Güiraldes.
Ginebra, C o l a b o r a activamente e n la revista d e la j o v e n vanguar-
Inicia el bachillerato e n el m i s m o instituto d o n d e estudió dia: Martín Fierro.
Calvino, aprenderá francés y latín. 1925
D e s c u b r e a los clásicos franceses, también a C a r l y l e y Publica Luna de enfrente (poemas) e Inquisiciones (ensa-
Chesterton. A p r e n d e alemán p o r s u cuenta c o n la a y u d a yos).
d e u n diccionario y los p o e m a s d e Heine. C o n o c e a V i c t o r i a O c a m p o c o n la q u e mantendrá una
L e e a Walt W h i t m a n y a los filósofos S c h o p e n h a u e r y larga amistad.
Nietzsche, 1926
1919 P u b l i c a u n a n u e v a colección d e ensayos, El tamaño de
Viajan a España, se instalan p r i m e r o e n Barcelona y m á s mi esperanza, q u e junto a Inquisiciones, decidirá excluir
tarde e n Mallorca, m á s tarde d e sus Obras Completas.
E n V a l l d e m o s a p e r f e c c i o n a el latín y trabaja e n d o s libros 1928
q u e n u n c a se publicarán, Los ritmos rojos (poemas d e P u b l i c a El iáoma de ¡os argentinos.
exaltación a la revolución rusa) y Los Naipes del Tahúr C o n o c e a Alfonso Reyes d e q u i e n a p r e n d e r á a d e p u r a r
(narraciones d e corte barojiano). e l estilo.
JORGE LUIS BORGES 97

1929 1943
Se edita Evaristo Carriego, biografía d e l poeta p o p u l a r Se p u b l i c a Poemas (1921-1943), q u e r e c o g e s u o b r a p o -
a m i g o d e su p a d r e q u e visitaba su casa en la infancia. ética hasta la fecha.
1931 E n colaboración c o n Bioy p u b l i c a n p a r a E m e c é , Los Me-
C o m i e n z a a colaborar d e s d e e l principio e n la revista jores Cuentos Policiales, ante el éxito, la editorial les confía
Sur, fundada p o r Victoria O c a m p o ; se convertirá en la re- una colección d e novelas policiales, «El Séptimo Círculo».
vista literaria m á s influyente d e América Latina. 1944
1932 A p a r e c e Ficciones, libro d e cuentos fantásticos q u e c o n -
Se p u b l i c a Discusión, colección d e ensayos. tiene los p u b l i c a d o s e n El jardín de senderos que se bi-
C o n o c e a Adalfo B i o y C a s a r e s q u e se convertirá e n su furcan y algunos nuevos.
discípulo, c o l a b o r a d o r e íntimo amigo. 1945
1933 Publica una antología e n colaboración c o n Silvina Bull-
L a revista Megaíoro d e d i c a la mitad d e su número d e rich, El Compadrito; su destino, sus barrios, su música.
agosto a una Discusión sobre Borges, c o l a b o r a n escrito- La S o c i e d a d Argentina d e Escritores les c o n c e d e el G r a n
res españoles y latinoamericanos. P r e m i o d e H o n o r p o r Ficciones.
C o l a b o r a e n e l suplemento literario d e l periódico Crítica. 1946
1935 Perón toma el p o d e r . Se le destituye d e s u puesto e n B i -
A p a r e c e Histona Universal de ¡a Infamia. blioteca M u n i c i p a l p o r h a b e r firmado declaraciones an-
1936 tiperonistas, renuncia al puesto d e inspector d e aves y
Inicia una colaboración e n el semanario femenino El Ho- conejos que se le ofrece y c o m i e n z a a dictar conferen-
gar c o n u n a guía d e lecturas d e autores extranjeros. cias y cursos p a r a ganarse la vida.
T r a d u c e Un cuarto propio, d e V i r g i n i a Wolf.
1937
P u b l i c a una o b r a d e carácter didáctico, Antología Clásica
de la Literatura Argentina, e n colaboración c o n P e d r o
Henríquez Ureña.
T r a d u c e Orlando, d e V i r g i n i a Wolf.
C o n s i g u e u n puesto d e p r i m e r ayudante e n la Biblioteca
Municipal.
1938
M u e r e su p a d r e .
Sufre u n gravísimo accidente, c o m i e n z a una p r o g r e s i v a
c e g u e r a d e p e n d i e n d o d e s d e ese m o m e n t o d e s u m a d r e
y sus amigos p a r a el desarrollo d e s u labor literaria.
P r o l o g a y traduce, La Metamorfosis, d e Kafka.
C o m i e n z a a escribir narraciones fantásticas.
1940
E n colaboración c o n Silvina O c a m p o y B i o y Casares, p u -
blica la Antología de ¡a Literatura Fantástica.
T r a d u c e a Henri M i c h a u x , Un bárbaro en Asia, y a W i l l i a m
Faulkner, Las Palmeras Salvajes.
1942
E n colaboración c o n B i o y C a s a r e s y bajo e l seudónimo
d e H . Bustos D o m e c q , p u b l i c a , Seis problemas para Don
Isidro Parodi, cuentos policiales. Con Adolfo Bioy Casares (1940).
98 CRONOLOGÍA
1949 1960
Se p u b l i c a El Aleph, cuentos fantásticos. A p a r e c e El Hacedor en el q u e se r e c o g e materiales d i s -
1950 persos, en prosa y verso.
E s e l e g i d o Presidente d e la S o c i e d a d Argentina d e E s - C o n B i o y p u b l i c a El libro del Cielo y del Infierno, anto-
critores. logía d e textos curiosos.
O c u p a la cátedra d e Literatura Inglesa d e la Asociación 1961
Argentina d e Literatura Inglesa y e n e l C o l e g i o L i b r e d e C o m p a r t e c o n S a m u e l Beckett el P r e m i o F o r m e n -
Estudios S u p e n o r e s . tor.
1952 D a c u r s o s e n la U n i v e r s i d a d d e T e x a s , e n A u s t i n a
Publica Otras Inquisiciones. M u e r e s u maestro y a m i g o d o n d e viaja e n c o m p a ñ í a d e su m a d r e .
M a c e d o n i o Fernández. Bajo e l título d e Antología Personal r e c o g e sus textos fa-
1953 voritos.
A b a n d o n a la p r e s i d e n c i a d e la S o c i e d a d A r g e n t i n a d e 1962
Escritores. Regresa a Buenos Aires.
1955 E s n o m b r a d o C o m a n d a n t e d e la O r d e n d e Letras y A r -
C a í d a d e Perón. E l n u e v o g o b i e r n o le n o m b r a d i r e c - tes p o r e l G o b i e r n o francés.
tor d e l a B i b l i o t e c a N a c i o n a l . E s n o m b r a d o m i e m - 1963
b r o d e n ú m e r o d e la A c a d e m i a A r g e n t i n a d e las L e - T e r c e r viaje a E u r o p a .
tras. P r o n u n c i a conferencias e n Inglaterra, E s c o c i a , F r a n c i a .
1956 E s p a ñ a y Suiza.
Profesor d e Literatura Inglesa e n l a Facultad d e Fñosofía G r a n P r e m i o d e l F o n d o N a c i o n a l d e las A r t e s e n A r -
y Letras d e la U n i v e r s i d a d d e Buenos A i r e s . gentina.
P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura. 1965
Los oftalmólogos le p r o h i b e n terminantemente leer y es- P u b l i c a u n m a n u a l didáctico. Introducción a la Literatura
cribir. Lentamente aprenderá a c o m p o n e r sus textos d e inglesa, e n c o l a b o r a c i ó n c o n María Esther V á z q u e z .
m e m o r i a y dictarlos luego. Viaja a Perú y C o l o m b i a .
1957 1967
Se p u b l i c a e n México, Manual de Zoología Fantáshca, E n c o l a b o r a c i ó n c o n B i o y C a s a r e s , p u b l i c a Crónicas de
e n colaboración c o n M a r g a r i t a G u e r r e r o . Bustos Domecq.

I ¿9

r I i >4 * v

s
JORGE LUIS BORGES 99
C o n t r a e m a t r i m o n i o c o n E l s a Astete Milán.
Viaja a Estados U n i d o s invitado p o r la Fundación C h a r -
les Eliot Norton.
1968
D e s i g n a d o e n Boston m i e m b r o h o n o r a r i o extranjero d e
la A c a d e m i a d e A r t e s y C i e n c i a s d e Estados U n i d o s .
Publica, El libro de ¡os seres imaginarios, n u e v a versión
ampliada y corregida.
1969
Viaja a Israel, p r o n u n c i a conferencias e n T e l A v i v y se
entrevista c o n B e n Gurión.
P u b l i c a Elogio de la Sombra, textos e n p r o s a y v e r s o .
1970
R e c i b e e n Brasil el P r e m i o Literario Interamericano.
P u b l i c a , El Informe de Brodie, cuentos «realistas».
Se d i v o r c i a d e E l s a Astete Millán.
1971
D o c t o r H o n o r i s C a u s a p o r la U n i v e r s i d a d d e C o l u m b i a .
R e c i b e el P r e m i o Jerusalém.
P u b l i c a en edición no c o m e r c i a l , El Congreso, i n c o r p o -
r a d o m á s tarde a El Libro de Arena.
1972
D o c t o r Honoris C a u s a p o r la U n i v e r s i d a d d e M i c h i g a n .
Se edita El Oro de los Tigres, l i b r o d e p o e m a s y prosas.
1973
Visita E s p a ñ a y p r o n u n c i a u n c i c l o d e conferencias e n
e l Instituto d e Cultura Hispánica d e M a d r i d .
E l partido peronista v u e l v e al g o b i e r n o , d e c i d e j u b i -
larse d e la Biblioteca N a c i o n a l .
P r e m i o A l o n s o Reyes.
1974
A p a r e c e n las Obras completas e n u n solo v o l u m e n .
F r a n c o M a r í a R i c c i e d i t a e n Italia, // Congreso del
Mondo, e n u n a edición d e lujo.
1975
P u b l i c a El Libro de Arena, cuentos fantásticos, La Rosa
Púrpura, p o e m a s y Prólogos, c o l e c c i ó n i n c o m p l e t a d e D o c t o r H o n o r i s C a u s a p o r la U n i v e r s i d a d d e C i n c i -
sus prólogos. natti.
E s n o m b r a d o d i r e c t o r d e la Biblioteca d e B a b e l q u e p u - 1977
blicará F r a n c o María R i c c i e n Milán. Viaja a Europa.
M u e r e su m a d r e a los noventa y n u e v e años. Doctor Honoris Causa por La Sorbona.
1976 Se p u b l i c a Borges rosa y azul sus d o s últimos cuentos.
A p a r e c e n , Libros de sueños, relatos p r o p i o s y ajenos,. Historia de ¡a noche, p o e m a s , Adrogué, p o e m a s y p r o -
¿Qué es el Budismo?, e n s a y o e n c o l a b o r a c i ó n c o n A l i - sas e n edición p r i v a d a c o n ilustraciones d e N o r a h B o r -
cia, j u r a d o y La Moneda de Hierro, p o e m a s . ges. Nuevos Cuentos de Bustos Domecq.
100 CRONOLOGÍA

1978 gentino «la vigencia del Estado de Derecho y el pleno


Breve Antología Anglosajona, en colaboración con M a - imperio de la Constitución».
ría Kodama. 1983
1979 Inaugura y participa en los Cursos de la Universidad
Se edita una colección de conferencias con el título de M e n é n d e z Pelayo.
Borges Ora Recibe la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, en Francia
Medalla de Oro de la Academia Francesa. se le otorga La Legión de Honor.
1980 Se publica en La Nación su relato Veinticinco de agosto,
Recibe el Premio Cervantes que comparte con G e - 1993.
rardo Diego. 1984
Se publica en el diario Clarín, una solicitada sobre los Inaugura en París una gran exposición sobre Kafka en
desaparecidos en la que sobresalen las firmas de Er- el Centro Beauburg.
nesto Sábato y Jorge Luis Borges. 1985
1981 Se presenta en Buenos Aires Los Conjurados, su último
Premio Ollin Yoliztli otorgado por el Gobierno de M é - libro de poemas.
xico. 1986
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Harvard. El 22 de abril se casa con María Kodama. Muere en G i -
Firma una declaración pidiendo al gobierno militar ar- nebra el 14 de junio.
GERARDO DIEGO
GERARDO DIEGO

Gerardo era apenas más que una delgada sombra en aquel tiempo. Una sombra
puesta allí calladamente y que allí hubiese quedado cuidadosa y acompañadora, pero
que como sombra completa tenía muchas cualidades y muchas realidades, menos la
de la voz.
Si le mirabais, si un poco os acercabais a él, veríais un bulto estricto, una cabeza
enjuta, yo no diría una rebajada imagen en madera, porque encima tema un pelillo
ligero, algo siempre presto a levantarse como un vilano con el primer viento que lo
rodease. Si os acercabais más, os sorprenderíais: sería un rostro por el que una mano
hubiese pasado de arriba a abajo, borrando calladamente las facciones, dejando sólo
el movimiento apurado, silente, de unas pestañas sutiles.

Vicente Aleixandre

Allí, ante la ventanilla por la que iba a recibir, juntas, las primeras cinco mil pe-
setas de mi vida, encontré a una persona que esperaba lo mismo. Era Gerardo Diego.
Creo que nunca lo había visto. Salimos, ya amigos, a la mañana madrileña, clara y
primavera, subiendo, en animada charla, por el Salón del Prado. U n poeta de Cádiz
y otro de Santander —dos polos opuestos— acababan de conocerse. Desde aquel día
vi a Gerardo como ya lo vi siempre: tímido, nervioso, apasionado, contraído, raro y
alegre a su manera, con algo de congregante mariano, de frailuco de pueblo. Cono-
cía de él poemas sueltos y un libro —Imagen— que guardaba en mi casa. Había es-
crito mucho, pero obras capitales suyas, como Manual de espumas, por ejemplo, creo
que aún estaban inéditas. Versos humanos, con poesías que iban del año dieciocho al
veinticinco, su último libro, era el que con mi Mar y tierra acababa de recibir el pre-
mio. Pero, según me explicó, aquellos versos poco teman que ver con los audaces, li-
104 GERARDO DIEGO
bies, perniquebrados, calidoscópicos y sin puntuación de Imagen o el Manual. A las
formas clásicas, más serenas, tradicionales —dominadas por él con verdadera maes-
tría—, estaban ceñidos. Las pesetas que hacía un instante guardara en su cartera, no
eran para el Gerardo creacionista, amigo y condiscípulo de Vicente Huidobro y Juan
Larrea, sino para el poeta reposado, frecuentador de Góngora, Jáuregui, Bocángel,
Medina Medinilla... «Azotea y bodega». Tales eran los términos con que Gerardo de-
finía sus opuestas tendencias. Con la bodega, desde el punto de vista económico y
también desde otros muchos puntos, el poeta santanderino iba siempre a obtener ma-
yores ventajas en la vida.

Rafael Alberti

Mi primer recuerdo de Gerardo Diego hace muchos años es el de un joven asus-


tado. Estaba con la nueva poesía, pero se veía que no quería cometer crimen, y en-
tonces arregló la cosa haciendo poesía antigua a la vez que poesía nueva, fervoroso
de las dos, sin contradicción.
Él puede esperar. Él es el profesor y tiene novias que también esperarán.
El santanderino tiene la mente dispuesta para la locura, para la luz y para la te-
nebrosidad y es el desconfiado de mar y tierra.
Es el ser más complicado de España, y aunque Diego apareció muy fino, tiene un
fondo duro de carretero que si en su paisano Solana tuvo ratimago, en Diego tiene
silencio y cortesía.
Tan sutil es Diego, que no se sabe cuándo habla de perfil o de frente, y con su
apariencia de seminarista tímido, sus imágenes tienen toda la audacia que quiere y
rasgan su boca chica que parecería no poder lanzar sino oes muy redondas.
Dulce crítico, hubiera podido ser del otro bando, del bando de los perseguido-
res, pero no quiso hacerlo.
Venció en él la ternura y la bondad, y como pianista que es escribe como toca el
piano, de espaldas al público, mirándose en el espejo negro. Sólo cuando oye las ova-
ciones vuelve un momento la cabeza.

Ramón Gómez de la Serna

Gerardo Diego es al surrealismo español lo que Peirre Reverdy al francés. Guía


ingenuo de la renovación poética española, dotado de un milagroso olfato para lo
nuevo y lo que de ello interesa; reservado y distraído, solitario, vanguardista puro,
con toda la gloria y losriesgosque implica esa función, se unió, jovencísimo, a los ul-
traístas y continuo durante mucho tiempo compartiendo su credo poético con la au-
tosuficiencia y superioridad de la metáfora en sí, separada de toda clase de contexto
y de la psicología, incluso cuando abandonó a los ultraístas para fundar con el chi-
leno Vicente Huidobro el afín movimiento creacionista, que quería ser un desafío de
GERARDO DIEGO 105

la poesía a la Naturaleza. Ya hemos citado las palabras de Huidobro: «Crear poesía


como la Naturaleza crea árboles». Pero Diego se mostró bastante más sensible al as-
pecto literario de la creación que al cósmico y, por tanto, más a la investigación de lo
inédito que de lo nuevo. A pesar de ello, el creacionismo debe a Diego, a sus indu-
dables cualidades de poeta, su afirmación en España. Los otros exponentes, Huido-
bro y Vallejo, no eran españoles, y Larrea no era creacionista.

Vittorio Bodini

Tiene Gerardo fama de cascarrabias o de acarrear un genio vivo. Quizá sea ver-
dad. Se le nota cierto nerviosismo o en la aceleración de las palabras si le nacen po-
lémicas. Pero lleva frenos. Y en el oficio es un ángel de generosidad. Nunca he leído
una página suya que no sea para positivar lo que encuentra en el tiempo atrás o a su
mismo lado.

Dionisio Ridruejo

En su obra se marcan dos facetas, dos vertientes: la del amor humano, del paisaje
de tierras de Castilla —campos de Soria, especialmente—, de la emoción cordial; y la
del poema creacionista, de la solución arbitraria, de la elaboración consciente y cor-
tante de un idioma, de una forma, dentro de la libre elección yfinalidaddel poeta.
Este segundo aspecto es, sin duda, en sus comienzos, el más interesante, aunque no
deje de ofrecernos el otro lado finas y sentidas adquisiciones a través de la produc-
ción entera del santanderino. El temperamento de Gerardo Diego, arbitrario, apa-
sionado, de sólida formación cultural, se ha manifestado, además de en sus poemas,
en la composición de una antología de poetas gongorinos y otra de la nueva poesía,
que a pesar —en su edición primera— de algunas omisiones y alguna desacertada
selección —la de Lorca, acaso—, posee un valor extraordinario e imprescindible.
Diego es más un descubridor de valores que un crítico ecuánime. La paradoja con-
tradictoria de sus mismos juicios se explica por la misma sensibilidad dual, que ori-
gina a la vez sus versos humanos y sus poemas creacionistas.

Ángel Valbuena Prat

Después de leer y releer, saboreándolo (pues así hay que amar este libro), los poe-
mas de Soria, de Gerardo Diego, siente uno la verdad de la conocida teoría según la
cual el artista no copia la realidad, sino que la inventa. Mas para inventar la realidad
—ese cuerpo bellísimo, ese árbol tierno, esa ciudad pura— el poeta ha de amarla, ha-
cerla suya, viviéndola, soñándola (y también odiándola a veces, desesperándola). Sólo
entonces el poeta puede inventar, poetizar esa realidad. Y esto es lo que ha logrado
106 GERARDO DIEGO
Gerardo Diego con Soria: inventarla para sí y para los demás. Quien no haya pisado
las calles de Soria, puede conocer y amar a esta ciudad en estos poemas tan puros y
melancólicos, tan claros y verdaderos como el aire y el cielo mismos que cantan.

José Luis Cano

Trabajo, paciencia, precisión, y ese algo más que es imprescindible para que surja
la poesía y que sólo distingue con su don a ciertos elegidos, como a Gerardo Diego.
Conseguir que el lector sienta con el poeta, que se emocione con él y que recuerde
sus versos de memoria es un privilegio que exige una entrega total del poeta a la obra.
Identificar vida y obra hasta el extremo que lo hace Gerardo Diego, sin permitir que
a él tampoco nada humano le sea ajeno ni deje de merecer su atención poética, es lo
que aporta ese humanísimo sentir a sus versos.

Arturo del Villar

Nada tiene, pues, de extraño que Gerardo Diego haya sido, desde el principio de
su carrera literaria, una de las más vigilantes y equilibradas conciencias poéticas es-
pañolas y haya adquirido, de paso, la autoridad propia de quien supo dictaminar, en
materia de valores líricos, con una objetividad y un acierto que han sido confirma-
dos tanto por la acción esclarecedora del tiempo como por la evolución de la poesía
española en cuanto un todo tan orgánico como desconcertante en apariencia. Me re-
fiero, en primer lugar, a sus dos conocidos florilegios titulados Poesía española. Anto-
logía 1915-1931, aparecido el año 1932, y Poesía española. Antología (Contemporáneos),
publicada dos años después. A ellos se debe, al margen de las diferencias y disiden-
cias estéticas e ideológicas de sus miembros, y de su dispersión, provocada por la
guerra civil, la imagen unitaria del grupo del 27, a propósito del cual el mismo Ge-
rardo Diego escribió el año 1975: «Porque cuando se me adscribe, sin duda, al grupo
del 27 se comete una exactitud por parcialidad, por injusticia a los eslabones prece-
dentes de la cadena», es decir, de los que van del «montañesismo» al creacionismo.
Sea de ello lo que quiera, lo cierto es que Gerardo Diego está unido por lazos tan esen-
ciales como indisolubles al grupo y que, si bien el recién mencionado es tal vez el me-
jor conocido, no son menos evidentes, o así me parece, otros dos de ellos: la reper-
cusión que tuvieron en los círculos literarios, precisamente el año 27, la revista
Carmen, por él fundada y agresivamente dirigida, y su suplemento Lola, y la Antolo-
gía poética en honor de Góngora, pacientemente seleccionada por él y aparecida aquel
mismo año, pues si la revista y su suplemento fueron un medio de difusión y pro-
paganda del grupo, fue en torno a la figura del poeta cordobés, y en ocasión del ho-
menaje a él rendido en Sevilla con motivo de su centenario, como nació, o al menos
empezó a consolidarse, la conciencia colectiva del grupo.

Ángel Crespo
GERARDO DIEGO 107

Entre las ideas muchas veces expresadas por el poeta destaca sobresalientemente
su gran fe en la poesía y su fidelidad a un concepto universal de la misma de este arte
de la palabra. Fidelidad, que en el orden práctico, advertimos con un cultivo tan fe-
cundo como duradero de la principal vocación creadora del autor: la poesía, siem-
pre la poesía. Y junto a esta fe-fidelidad, encontramos también la ambición de la aven-
tura poética en la investigación de nuevos campos y resultados, con presencia de
ideas muy avanzadas, conectadas con la vanguardia juvenil de los años veinte, pero
personalizada en una interpretación propia de esos avances y al mismo tiempo una
permanencia en el cultivo del arte nuevo, que en Diego recibe un nombre perma-
nente: poesía de creación, con lo que en estos dos términos encierra lo que podría-
mos considerar su concepto más genuino de la poesía.

Francisco Javier Diez de Revenga


DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1979

M
ajestad: Entre mis vicios habituales no figura el de la ingratitud, y
mis primeras palabras han de ser para ahuyentar su espectro mons-
truoso. Recibir de vuestras regias manos el'Premio M i g u e l de Cer-
vantes 1980 me parece u n sueño, u n sueño durmiente, y el compro-
bar que no es eso, sino u n sueño despierto, tan inverosímil como es inmere-
cido el honor que representa, me llena de confusión estupefaciente.
Gracias, señor.
Y a vuestra Majestad, Reina Sofía, m i más profundo reconocimiento y re-
novado gozo por veros también aquí como lo que siempre habéis sido para
mí, como u n ensueño.
Sin juramento me podéis creer que quisiera que este breve discurso fuese
discreto y juicioso y lo más digno posible de quienes recibí su honrorísimo
encargo, de las Majestades y excelencias que hoy nos presiden y del cultísimo
auditorio que en esta gloriosa reliquia de todas las Hispanias de España se ha
congregado al solo nombre de M i g u e l de Cervantes, árbol de sombra i n -
mensurable. L a alteza del motivo disculpará tal vez m i presencia aquí.
Pero no es sólo la excelsitud del acto, sino su evidente, su urgentísima
necesidad, su o p o r t u n i d a d inaplazable. Porque venimos, más aún que a en-
salzar a Cervantes, a glorificar la que fue y es su obra maestra, a unificarla,
a defenderla, a premiarla en sus cultivadores más abnegados. Porque esa
obra se llama, sí, El Ingenioso Hidaldo Don Quijote de la Mancha, pero aban-
dera una sinonimia que es de todos y para todos los que tuvimos la dicha
de aprender a hablar en su propia y perpetua cuna, llamada por eso Len-
gua de Cervantes, Lengua Castellana o Española, el Español.
110 DISCURSO

El año 1980 puede y debe ser año de Quevedo, y el próximo, el 81, año
de Calderón, como el 79 ha sido el de Gabriel Miró. Pero el año de Cervan-
tes no existe, porque a partir de 1605 todos los años son suyos y todos los
años tenemos que hablar juntos, velar juntos, rezar juntos cuantos vivimos,
escribimos, poetizamos, soñamos la lengua de Cervantes, tenemos que des-
fazerla para volver a fazerla, a un tiempo fecha y desfecha, a la vez historia
y pervivir, presente absoluto y universal de toda nuestra redonda familia
que gira sin cesar sobre su eje para que nunca se ponga el son en su jota cen-
tral ni en su pareja de vocales espejeantes: eje, hijo, hoja, ojo. Y al margen
de estas faces vocálicas, simétricas, capicúas o no, las otras interjectivas, de
rompe y rasga, sancho-pancescas frente al quijotismo de las primeras. Cómo
suenan aja, ujo, ajo. La más expresiva, simbólica de todas por arcaica, no-
vísima e infalible, es oja, con hache y sin ella, porque la lengua es ante todo
fonética.
Una lengua muere de su vida y vive de su muerte, inspira, respira, esto
es, alienta, vegeta. Lo cató y lo dedujo —ujo, ujo, escaramujo— el hombre me-
dieval, por ejemplo Hurtado de Mendoza el Viejo, lo filosofó y poetizó el re-
naciente. Ejemplo que me trae a la memoria la fuerza del consonante el maes-
tro Fray Luis de León, tan querido por Miguel de Cervantes:
Recoge ya en el seno
el campo su hermosura, el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.

Todos los años, primaveras, otoños, son el año de Cervantes. Y por eso
Miguel remuere todas las primaveras para renacer todos los otoños y cantar
quijotesco contrapunto a la infinita melodía vegetal. Y esto no es quitar una
mota de nobleza ni de originalidad a la perpetua primavera de Garcilaso, ni
al frondoso verano de Lope, ni a la otoñada sazón de Gracián, ni al invierno
soterraño de Jorge Manrique, ni a la divina parla de santa Teresa ni a la mú-
sica callada de su discípulo y maestro san Juan de la Cruz. De un modo o de
otro, la caída de la hoja la sintieron todos en sus pulsos. Góngora:
Yacía la noche cuando
las doce a mis oídos dio
el reloj de las estrellas
que es el más cierto reloj.

Calderón: De su pareja de sonetos de «El Príncipe Constante» el más fa-


moso es el de las flores, «Éstas que fueron pompa y alegría». Antonio M a -
chado le combate (y a los poetas españoles conceptistas de 1922 a 1935), sin
GERARDO DIEGO 111

darse cuenta de que arroja piedras contra sí mismo, como el «Señor San Je-
rónimo» de su copla:
Suelte usted la piedra
con que se machaca.
Me pegó con ella.

Él era entonces el enfático y barroco y no nosotros. Pues Calderón asciende


a la más sublime poesía en el soneto de las estrellas, réplica al de las flores.
Esos rasgos de luz, esas centellas...
flores nocturnas son; aunque tan bellas
efímeras padecen sus ardores.
Pues sin un día es el siglo de las flores
una noche es la edad de las estrellas.

Y finalmente podríamos presentar otros ejemplos de pulsaciones barro-


cas en Quevedo, Villamediana, Bocángel, Domínguez Camargo y tantos más
hasta perdernos en la cifra amanerada del siglo xvm.
Jorge Luis Borges y yo hemos sido premiados —lo diré con un latinajo que
la jerga deportiva ha hecho aún más popular— ex aequo. El Jurado llegó al pa-
recer a un atasco en su deliberación, y su Presidente, el Ministro de Cultura,
al no poder desatar el nudo, no quiso cortar por lo sano, sino curar y empal-
mar piel adentro. La terapéutica propuesta quedó aprobada por unanimidad
e implicó una ventajosa consecuencia, la duplicación de la recompensa. Aho-
rremos otro proverbio, esta vez de teología, y felicitémonos. Y este juicio, más
que salomónico sanchopancesco, me pone en el brete —exacto, justísimo, de
plutarquismo y paralelo— de lo que el destino venía amagando para la vida
y obra de dos amigos a lo largo de sesenta años.
Pero no sin recíproca felicitación entre el argentino y el español, por ser
inocentes uno y otro de la ocasional herejía. Conviene que haya sido así. He
dicho amigos de sesenta años porque son los que median entre 1920 y 1980.
En nuestras conversaciones radiofónicas y televisuales o teleinvidentes de es-
tos meses ha sido Jorge Luis, de más precisa y feliz memoria que yo, el que
ha clavado fecha y circunstancia concreta, exacta, de nuestro primer encuen-
tro: Madrid, 1920, tertulia nocturna del café Colonial. Yo añado mi recuerdo
simultáneo, charla diurna en una cervecería de la plaza de Santa Ana. Borges
rememora que ya se declaraba quevedesco. Yo más bien pregongorino.
Ocho años después me tocaba el turno frayluisiano. Y el Maestro de Sa-
lamanca lo fue de todos y para todos en meses que culminan durante mi re-
sidencia en Buenos Aires (con los breves paréntesis orientales —ya sabéis,
uruguayos—). Entonces sí que hablamos más que sedentes, peripatéticos, por
las largas avenidas y veredas de conventillos, a tres leguas diarias, por tér-
112 DISCURSO

mino medio, de esa ciudad que tan pronto se le incrusta a uno en el corazón.
Y tantos temas nuevos. Lugones, Darío, Macedonio en sus maravillosos la-
berintos, Machado el bueno y Machado el hermano, Alfonso Reyes, Fernán-
dez Moreno, Ricardo Molinari, José Hernández, Delmira, Alfonsina o Juana
o sor Juana Inés, Güiraldes. Ramón o Cansinos, Ortega o Unamuno, Huido-
bro, Vallejo, Larrea, qué sé yo... Y no sólo los del gremio. También Carlos Gar-
del y el tango, los médicos uruguayos que empezaron a salvarme la vida, los
futbolistas españoles con los que hice el viaje y salí a las canchas bonaeren-
ses, e Ignacio Sánchez Mejías, Rey Pastor, mi casi pariente Ponciano y sus bió-
grafos, y las lecturas raras y preciosas y las visitas a Avellaneda y a los ce-
menterios y los viajes a Córdoba y a Tucumán. La otra vida entrándose a
raudales por todos mis poros y resquicios.
Pasan los años y llegan los últimos encuentros con las visitas de Borges a
Gerardo en nuestras vejeces, él creciendo en su prosa, más hispánica que
nunca, y descubriendo para estupefacción del mundo nuevos continentes y
archipiélagos de matemática, ficcionada imaginación. Yo, más fiel cada día a
mis manantiales espontáneos y artesianos pozos, siempre buscando la ver-
dad, la sencillez, abrazando indisolubles el recuerdo y la aventura.
Cuando los premios literarios se otorgan con buena voluntad y honesti-
dad de procedimiento, según es lo normal —y puedo asegurarlo porque tengo
una larga experiencia como miembro juzgador en juntas, certámenes y deli-
beraciones— suelen traer beneficios en los que no se piensa al convocarlos.
Tal ha sucedido ahora al emular al «Miguel de Cervantes», el «Ollin —y la
Ollyntzin», que acaba de fundar la «Grandeza Mexicana». Y aplico este título
que une a España, México, Jamaica, Puerto Rico en un verdadero símbolo de
imperio. Cierto: México es una república, pero por su caudalosa y creciente
población, la de más elevado índice de nativos; por la fabulosa superposición
de culturas, etnias y ritos religiosos y fecundidad de mestizajes es, merece ser,
un legítimo imperio, y prefiero esta palabra a los debatidos binomios y poli-
nomios que tanto se prestan a confusiones e injusticias: indoamericanos, his-
panoamericanos o americohispanos, latinoamericanos. O a las abreviaturas
no menos embrolladas o embrollantes —Iberia, Indianidad, Latinidad, etc.
El nuevo premio que apenas anunciado ya augura otras siembras reper-
cutidas en diferentes países, también rebosantes de ansias de elevación y or-
gullosas de sus siglos de creación literaria y de sus legendarios abolengos.
Óptica y ética hogareña o universal darán, deben dar, deben seguir dando,
en manos de escritores poéticos y literarios, parejos y felices resultados du-
rante nuestro fin de siglo y en siglos venideros.
Si no se ha roto ya la unidad del castellano y la amenaza de resquebraja-
duras no ha conseguido ahondar hasta el despedazamiento hablas y litera-
turas de ulterior y siempre ardua federación intestina, ¿por qué los que tra-
GERARDO DIEGO 113

bajamos en nuestra común heredad no vamos a seguir el ejemplo de años, ge-


neraciones y pueblos que supieron conciliar la pluralidad con la libertad uni-
taria y la circunstancial pelea con el decisivo abrazo?
Hagamos, con nuestro tesoro milagroso, nuestra lengua universal, lo que
ellos, los humildes, supieron con todo su corazón obrar gracias a su fe patria,
su respeto a los mayores, su cariño a los párvulos y su liberal comprensión a
las nuevas mocedades.
Y para ello no nos estrechemos a los ritos ambiciosos de la altísima poe-
sía. También la prosa libre demanda nuestro esfuerzo y hoy comprendemos
mejor que no es sino otra forma de poesía, y una y otra son y deben llamarse
Literatura.
Para ello nada mejor que contemplar la breve historia de cuatro años y
cinco premios que, restando uno, quedan también en cuatro. E l arco que se
levanta en curva airosa y elegantísima de Jorge a Jorge, de Guillen a Borges,
pasa por los irisados reflejos y constelaciones de Alejo Carpentier y Dámaso
Alonso. Será difícil que en las cosmografías de cualquier otro premio anual
se pueda aislar otro segmento parejo en cuatro promociones de arranque em-
palmado. E l verso y la prosa dominados a la par con maestría e inspiración
abarcan y definen lo que llamamos Literatura, Poesía, Novela, Teatro, Crea-
ción Lingüística y Estilística Crítica.- Sí. El Premio Miguel de Cervantes man-
tiene su gallardía y su prestigio con sus cuatro dianas, de norte a sur, de oriente
a occidente. Toda la exigencia y la limpieza de la más encumbrada Literatura.
No podría ostentar otro nombre el nuevo premio.
Por decirlo en una sola frase más o menos acertada, en su simbolismo pro-
visional, fruto de la intuición más que del estudio, Cervantes se alzó con la
monarquía del idioma por un puro azar de simpatía. Otros le superan en esto
o en lo otro. Ninguno le alcanza en la virtud de congraciarse inmediatamente
con el ánimo de cada lector, de hablarle —y sentir el lector que es así— de tú
a tú, de corazón a corazón. Y por eso su lengua es ya hoy de todos y se ha
convertido en el campo donde convergen americanos y españoles, poetas y
eruditos, innovadores y arcaizantes, académicos y rebeldes, seguros todos de
hallar en ella el ejemplo de la medida en la audacia, del gusto en la fantasía
y de la sinceridad en el humor.
Y no es que el idioma español haya de anclar inmóvil en la rada cervan-
tina o en la bahía de nuestro revuelto siglo. Sin duda, navega y navegará ale-
jándose cada día más de la lengua de Cervantes. Pero pensamos, y creo que
con razón, mirando hacia atrás, que las nuevas rutas seguirán siempre hacia
el mismo norte marcado por la imantación de aquel piloto genial. En efecto,
si Cervantes nos dejó ejemplo de conducta con el heredado idioma, lo hizo
no por vía de cristalización, sino de libre, abierta y generosa fluencia, desde-
ñosa de menudos escrúpulos gramáticos, y alegre y nueva de movimientos y
114 DISCURSO

desembarazo. Así debemos escribir siempre españoles e hispánicos, refle-


jando en nuestra andadura literaria el modo resuelto, bizarro y noble de nues-
tra marcha por los caminos del mundo.
Lengua de Cervantes, modelo de Palmas o Montalvos, como de Valle-In-
clán y Unamuno, o de Martí, Rizal o Darío. Lengua de Cervantes, semillas
ayer y hoy árbol gigantesco cuya sombra nos ampara y reúne hermanando
continentes y océanos. En ella nos encontramos siempre y nos encontraremos
y, siguiendo su estilo, con ella nos salvaremos en la eternidad del espíritu.

Gerardo Diego
Abril 1980
CRONOLOGÍA

1896 dal, M a n u e l G ó m e z M o r e n o y Américo Castro.


N a c e e n Santander el día 3 d e octubre, hijo d e M a n u e l 1918
D i e g o y Ángela C e n d o y a . Se retira a la casa familiar d e Santander p a r a p r e p a r a r
1906 oposiciones.
D e s p u é s d e realizar los estudios p r i m a r i o s e n u n cole- C o m i e n z a el arranque d e s u o b r a poética.
gio p r i v a d o y c o m e n z a r el aprendizaje d e la música, in- E l 6 d e enero p u b l i c a e n El Diano Montañés, u n cuento ti-
tulado, La caja del abuelo.
g r e s a e n el Instituto C e n t r a l y Técnico d e Santander, re-
C o l a b o r a e n la Revista General.
cibe lecciones de retórica y preceptiva de Narciso
1919
Alonso Cortés quien años más tarde le daría la b i e n v e -
Primeras colaboraciones literarias e n G r e c i a y Cervan-
nida en la Real A c a d e m i a ,
tes, revistas ultraístas e n las q u e también c o l a b o r a Jorge
1910
Luis Borges,
Se inicia a e s c r i b i r sus p r i m e r o s versos, el p r i m e r intento
A c o g i d o p o r s u antiguo maestro N a r c i s o A l o n s o Cortés,
fue u n soneto q u e tenía c o m o t e m a E l Quijote y q u e aban-
e s c r i b e e n Revista Castellana, d e Valladolid.
d o n a a la mitad.
Su temprana vocación poética la c o m e n z ó a alternar c o n
la musical.
1912
C o m i e n z a los estudios superiores. D u d a entre p r e p a -
rarse p a r a ingeniero industrial o licenciarse e n Letras.
Se matricula e n Filosofía y Letras e n la U n i v e r s i d a d d e
Deusto, regentada p o r la Compañía d e Jesús. C o n o c e allí
a Juan L a r r e a y se inicia entre ellos u n a fructífera amis-
tad.
1916
T e r m i n a la c a r r e r a e n M a d r i d c o n sobresaliente q u e le
otorga el tribunal c o m p u e s t o p o r Ramón M e n é n d e z P i - A ¡os cinco años. ¡901.
116 CRONOLOGÍA

d o b r o e n e l A t e n e o d e M a d r i d e inicia u n a p r o f u n d a
amistad c o n él.
1922
Se edita en M a d r i d , Imagen, que es c o n s i d e r a d o p o r la
crítica c o m o una o b r a c o n s i d e r a b l e d e la n u e v a estética.
M a c h a d o p u b l i c a u n comentario elogioso e n La Voz de
Sona.
Se traslada al Instituto Jovellanos d e Gijón.
1923
Publica Sona [Galería de estampas y efusiones).
1924
A p a r e c e Manual de Espumas e n una colección d i r i g i d a
p o r e l poeta J o s é M o r e n o Villa,
1925
R e c i b e e l P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura p o r Versos hu-
manos, compartido c o n Rafael A l b e r t i al q u e c o n o c e r á al
c o b r a r el importe d e l p r e m i o .
1927
P u b l i c a u n a Antología poética en honor de Góngora.
Desde Lope de Vega a Rubén Darío.
A c u d e al A t e n e o d e Sevilla p o r invitación d e l torero es-
critor Ignacio Sánchez Mejías p a r a c o n m e m o r a r e l c e n -
Bilbao 1917. tenario d e Góngora.
A p a r e c e n los p r i m e r o s n ú m e r o s d e Carmen (revista
c h i c a d e poesía española) y Loia (amiga y suplemento
B r e v e viaje a M a d r i d , d e s c u b r e e l c r e a c i o n i s m o d e V i -
d e Carmen).
cente H u i d o b r o q u e más tarde explicará a s u a m i g o Juan
1928
Larrea.
Es invitado a p r o n u n c i a r una serie d e conferencias en
Pronuncia una conferencia (16 d e n o v i e m b r e ) e n e l Ate-
Buenos Aires y Montevideo; conferencias-conciertos
neo d e Santander s o b r e La Poesía Nueva y fracasa ante
ilustradas al piano p o r él m i s m o .
sus paisanos q u e se escandalizan y b u r l a n d e él y d e sus
1929
doctrinas.
Viaja a la U n i v e r s i d a d d e Santiago d e C o m p o s t e l a p a r a
1920
hablar d e Poesía N u e v a y d e Scarlatti, inicia la escritura
Se presenta p o r s e g u n d a v e z ante u n tribunal d e o p o s i - d e uno d e sus libros más populares, Ángeles de Com-
ción, obteniendo e l número dos. postela.
E l 21 d e abril toma posesión d e la cátedra d e L e n g u a y 1931
Literatura Castellana en el Instituto G e n e r a l y Técnico d e Se adhiere a la Agrupación al Servicio d e la República
Soria, e n e l m i s m o q u e había estado Antonio M a c h a d o . q u e se disuelve al p r o c l a m a r s e efectivamente el 14 d e
C o n el p r i m e r s u e l d o se costea la edición d e El Roman- abril.
cero de la Novia, su p r i m e r libro. Se traslada al Instituto d e Santander,
1921 P u b l i c a Vía Crucis y Menéndez Pelayo y la ¡listona de la
Interviene e n u n a v e l a d a ultraísta e n u n l o c a l madrileño filosofía española hasta e¡ siglo xix.
«Parisianas». L e e u n p o e m a creacionista. MoíiVo, p r o d u - 1932
ciéndose u n escándalo. Editorial S i g n o p u b l i c a s u Poesía Española. Antología
Asiste c o n Juan L a r r e a a u n a conferencia d e V i c e n t e H u i - 1915-1931, q u e suscita una g r a n polémica.
GERARDO DIEGO 117

Se edita en M é x i c o Fábula de Equis y Zeda y Poemas 1951


Adrede. A p a r e c e L i m b o , l i b r o i n i c i a d o e n 1919.
Es n o m b r a d o catedrático interino d e l Instituto Velázquez 1952
de Madrid. P r e m i o C i u d a d d e B a r c e l o n a p o r s u o b r a Amor Solo.
Desarolla la labor d e critico m u s i c a l e n Ellmparcialy más 1953
tarde e n La Libertad. P u b l i c a Biografía Incompleta, iniciado e n 1925.
1934 1956
A p a r e c e Poesía Española. Antología (Contemporáneos), C o n s i g u e e l P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura p o r Paisaje
intento d e una selección d e la poesía espñola e n el si- con ñguras, editado e n la colección «Juan Ruiz» q u e d i -
glo xx q u e causa igual polémica. rige Camilo José Cela.
Se casa e n Toulouse c o n G e r m a i n e M a r i n . 1958
Viaja a Italia y posteriormente a Filipinas e n misión cul-
R e c i b e u n h o m e n a j e e n la Bienal Internacional d e P o e -
tural c o n el físico Julio Palacios.
sía d e K n o k k e - l e Zoute.
1935
V u e l v e a A m é r i c a p a r a p r o n u n c i a r conferencias e n M é -
N u e v o traslado al Instituto d e Santander.
x i c o y Puerto Rico.
1936
P u b l i c a Amor Solo, Evasión y Antología.
Le s o r p r e n d e la guerra e n Francia durante las vacaciones.
1959
1932
Se reeditan e n u n solo v o l u m e n las antologías d e 1932
Católico practicante acepta la sublevación c o m o u n «ple-
y 1934 c o n e l título d e Poesía española contemporánea
biscito armado» siguiendo el dictado d e cardenales, ar-
(Antología).
zobispos y o b i s p o s e n la carta colectiva d e l e p i s c o p a d o
1961
español.
A p a r e c e la edición c o m p l e t a d e Ángeles de Compos-
Su actitud le costó muchas amistades.
tela.
Se reintegra a su cátedra d e Santander.
1962
1939
G a n a e l P r e m i o Calderón d e la B a r c a d e teatro p o r El
Se traslada al Instituto Beatriz G a l i n d o d e M a d r i d d o n d e
cerezo y la palmera q u e se estrena e l 22 d e d i c i e m b r e
p e r m a n e c e r á hasta s u jubilación.
1940 e n el Teatro María G u e r r e r o .

Publica Ángeles de Compostela que, presentado al Premio


Nacional de Literatura, fue vetado por Juan Aparicio, jerarca
d e la cultura oficial, p o r estar casado c o n una francesa.
1941
Edita el libro d e sonetos Alondra de Verdad.
La colección Austral p u b l i c a Primera Antología de sus
versos, d e g r a n aceptación popular.
1943
Se r e e d i t a e n u n solo v o l u m e n Poemas adrede y Fábula
de Equis y Zeda.
1947
Es elegido m i e m b r o d e número d e la Real A c a d e m i a Es-
pañola. S u antiguo profesor, Narciso A l o n s o Cortés, es e l
e n c a r g a d o d e r e s p o n d e r a su discurso.
1948
Se edita e n M é x i c o u n a antología, Poemas, c o n s e l e c -
ción y prólogo d e M a n u e l Altolaguirre. Con Vicente Huidobro en ¡924.
118 CRONOLOGÍA

1963 1972
Edita su primer libro de tema taurino La suerte o la Aparece Cementerio civil.
muerte. 1974
1965 La Societé des Poetes Francaises le otorga el Premio In-
Recoge en una antología su p o e s í a de tema amorosa ternacional de poesía.
Poesía Amorosa.. Recoge en un solo volumen su Poesía de creación.
1966 1975
Se jubila como catedrático de Instituto. Publica el libro de poemas Carmen jubilar y el de crí-
Publica en un solo volumen El Cordobés düucidado y tica 28 pintores españoles contemporáneos vistos por un
Vuelta del peregrino, continuación de Angeles de Com- poeta.
postela. 1976
1967 Edición critica en un solo volumen, con prólogo de A r -
Aparece en Austral la Segunda Antología de sus versos, turo del Villar de Ángeles de Compostela y Vuelta del
coincidiendo con la sexta edición de la Primera antología. peregrino.
1968 1980
Se le concede la Medalla de Oro al Trabajo. Recibe elPremio Cervantes 1979 compartido con Jorge
1969 Luis Borges.
Aparecen las antologías preparadas por el autor, Poe-
Se escenifica su Cantata a la juventud sobre los derechos
del hombre, con música de Ó s c a r Esplá. mas mayores y Poemas menores.
1970 1985
Publica La fundación del querer y la antología Versos es- Recibe la Medalla de Oro de Madrid concedida por el
cogidos. Ayuntamiento.
1971 1987
Se edita Versos divinos, libro de 1925. Muere el día 8 de julio en Madrid.
1980

JUAN CARLOS ONETTI


JUAN C A R L O S ONETTI

En mi país, que es también el de Onetti, este autor ejerce, desde hace más de cin-
cuenta años, un involuntario liderazgo en nuestra vida cultural. Cada uno de sus li-
bros es recibido como otro capítulo de una larga historia; como otra aproximación,
todo lo indirecta que se quiera, a la memoria rioplatense de ese medio siglo, pero so-
tre todo como un nuevo acceso al mundo de ficción, tan peculiar, que viene creando
Onetti, desde la publicación de El pozo, en 1939, a partir de algunos datos (y también
simulacros de datos) de la maltrecha realidad. Lo demás es invención, concentración,
deslinde.
Lejos de una escritura testimonial, de un realismo directo, su obra no es un ale-
gato, ni una hoja de servicios, ni un sondeo. Es más bien un recorrido por la fatali-
dad, por el malentendido global de la existencia, y en ese sentido se convierte —sin
que el autor se lo haya propuesto— en una indagación mucho más compleja y más
profunda que la del simple testimonio.

Mario Benedetti

Es «un hombre solitario que fuma en un sitio cualquiera de la ciudad, que se


vuelve por las noches hacia la sombra de la pared para pensar cosas disparatadas y
fantásticas». Parece huérfano, desocupado y ausente, males que padece desde siem-
pre por algún efecto de naturaleza, algún fracaso interior que remonta por lo menos
a la adolescencia, «cuando ya nada tenía que ver con ninguno». Vive incomunicado,
en soledad y desamparo. Fue justamente su aislamiento físico y moral, según ha afir-
mado, lo que hizo de él un escritor, a pesar de sí mismo, por razones desconocidas,
a partir de un hábito que se convirtió en «su vicio, su pasión y su desgracia». Lleva
su cruz inclinando los hombros, como si purgara una culpa innominada e imperdo-
122 JUAN CARLOS ONETTI

nable. Tal es la imagen que tenemos de Onetti, el lobo estepario de las letras uru-
guayas, habitante de aquellos páramos en que, según Mario Benedetti, viven los con-
denados a sufrir «el fracaso esencial de todo vínculo, el malentendido global de la
existencia, el desencuentro del ser en su destino».

Luis Harss

Como Juan Carlos Onetti es sabio, sabe que no sabe y por eso sus cuentos son in-
sondables y como seres vivos que hay que volver a ver una y otra vez, de principio
a fin, y por enmedio, y por las esquinas de las páginas y de ios párrafos; y empezar
de nuevo porque la vida y los cuentos son complicados, y un tiempo más tarde, seis
años o una semana, el cuento ya es otro, y uno ya es otro, y entonces hay que reco-
menzar y darle vueltas, agitarlo antes de usarlo y dejar que las palabras vuelvan a
asentarse para permitirles una vez más revelar su misterio, a medida que pasan al
ojo, a lo que llamamos cerebro (palabra horrible) o, mejor, a lo que antes se decía sin
ninguna vergüenza el corazón o el alma, adonde los cuentos de Onetti indefectible-
mente van a dar, porque ése es su blanco secreto, y uno se va dando cuenta de eso y
encuentra, con un gusto más bien melancólico, que eso es un cuento, y que por lo
mismo los cuentos no pueden ser muchos porque el corazón no los resistiría, y si son
de Onetti, menos. Y esto sí lo sabe Onetti y por eso ha escrito pocos para dejarnos pa-
sar a sus novelas, en las cuales siempre es más fácil, por una razón o por otra, acos-
tumbrarse con tiempo a las cosas, y sobrevivir.

Augusto Monterroso

Una de estas cumbres quietas pero tremendamente activas, veladas por el aura
de su incesante trabajo, es Juan Carlos Onetti. La creación literaria en lengua espa-
ñola le debe algunas de sus obras más importantes, verdaderamente únicas e irre-
petibles. También imperecederas. El comportamiento riguroso y austero de sus es-
critores tiene en él a uno de sus modelos de verdadera grandeza creativa y moral.

Augusto Roa Bastos

Nadie menos apropiado que Juan Carlos Onetti para formar parte de algo tan es-
pectacular como un boom literario. En nuestras letras, la creación transforma al escri-
tor en la figura pública, pródiga en pronunciamientos, adhesiones y aventuras. Pero
Onetti ha logrado el milagro de mantenerse privado. Poco se sabe de él. Por amigos
de amigos, se oye decir que vive en Montevideo, donde nació en 1909, o que ya no
vive allí, que habla poco y ríe menos, que no discute asuntos que a otros de su rango
y profesión les parecerían vitales, que rehuye entrevistas y declaraciones, que du-
JUAN CARLOS ONETTI 123

rante un período de su vida trabajó de periodista en Buenos Aires, que leyó mucho
y muy temprano a Faulkner, ya que pertenece a esa generación que dejó definitiva-
mente de temer el baldón de ser «poco latinoamericano», porque gustosos se deja-
ron invadir, en su crecimiento, por influencias estadounidenses y europeas. Para evo-
car a Onetti, escasean las anécdotas que pululan en torno a otros escritores: parece
uno de sus propios personajes, casi carentes del habitual pasado que explica el pre-
sente, dejándose explicar, en cambio, por una serie de gestos esenciales que se lle-
van a cabo en un dudoso presente. El presente necesario pero nunca autobiográ-
fico —aunque ¿quién lo puede saber?— de Onetti, son sus obras: doce libros de
ficción, comenzando por El Pozo (1939) y Tierra de Nadie (1941), pasando por los cuen-
tos de Un Sueño Realizado (1961), considerada como su obra maestra, y Juntacadáveres
(1965). Vale la pena notar que la obra de este inteligente incluye novelas y cuentos,
pero excluye el ensayo.

José Donoso

Santa María puede ser el nombre mismo de Buenos Aires (Santa Marta de los Bue-
nos Aires) o como precisó el propio Onetti «a Santa María la fabriqué como compen-
sación por mi nostalgia de Montevideo». Lo que va más allá del hecho mismo de la
creación de un lugar con historia propia es la participación de la realidad en la ela-
boración de lo imaginado. Onetti utiliza Buenos Aires y Montevideo y elabora un
modelo personal de ciudad. Santa María es real porque es realidad modificada y ele-
vada a símbolo. Los personajes de Onetti no escapan tampoco por completo al sím-
bolo. Son, al tiempo, referencias a un mundo personal del que vamos descubriendo
los secretos, las obsesiones, a medida que nos adentramos en él. En este sentido,
Onetti es uno de los novelistas latinoamericanos más creadores. La aparición de un
persona es, en él, fundación. Buena parte de sus actos trascienden la anécdota y se
refieren a un modelo que el autor ya posee y que poco a poco nos va desvelando. En
ocasiones, un hecho nos descubre una zona, nos ilumina el conjunto. El lector ha asis-
tido a los actos de algunos de los personajes sin entenderlos, como se asiste a un ri-
tual. Ya en el límite, se revela de pronto la historia.

Joaquín Marco

El lector de sus novelas se debate entre desnudas referencias a la realidad obje-


tiva y una atmósfera de pesadilla que se resiste a una captación racional, pero en la
que se intuye la comunicación de una conciencia de la limitación humana y la visión
de la vida como un proceso de progresiva decadencia; la densidad y opacidad de su
estilo convierten la lectura en esforzada actividad, que se ve insuficientemente pre-
miada por la incompleta aproximación a la comprensión o a la revelación de lo mis-
terioso ocultado: sus criaturas deambulan por ámbitos que pueden estar inspirados
124 JUAN CARLOS ONETTI

en la realidad topográfica conocida por el autor, pero transfigurados imaginativa-


mente en una atmósfera intelectual y emotiva desquiciada, sin que el novelista se ate
a un tratamiento paisajístico minucioso ni abunde en derroches de fantasía inverosí-
mil.
Onetti alcanza maestría indiscutible en la plasmación objetiva de profundas vi-
vencias subjetivas, atraído por la exploración de la mediocridad vital, de lo que la
existencia cotidiana tiene de gris y monótono con su carga de tristeza y desesperanza;
su estilo brumoso y difuminado está en armonía con esa realidad exploradora, con
esas existencias enrutinecidas en que los individuos se despersonalizan y adquieren
entidad de objetos inservibles, con ese mundo mentiroso e insatisfactorio, captado
desde una visión pesimista pero desesperadamente interesada por salvaguardar
cuanto en el espíritu humano pueda quedar aún de noble y elevado.

Darío Villanueva
José María Viña Liste

Lo admirable es la fidelidad con que Onetti ha venido construyendo, en estas cua-


tro décadas ese universo sombrío, hecho con pequeñas metáforas de muerte, que ali-
via a veces un gesto mínimo de compasión o de humor. Si en el comienzo de su ac-
tividad literaria, en los primeros cuentos, todavía podía advertirse la indecisión
formal, casi no la hubo en cuanto a temas y motivos: éstos crecieron y al cabo de los
años encontraron formas perfectas en las que calzar una visión cada vez más pro-
funda e incanjeable de la realidad. Esa que hoy hace reconocible su narrativa y que,
compártanse o no sus preocupaciones, compártase o no su peculiar sensibilidad, es
una de las más auténticas de la literatura contemporánea.

Jorge Ruffinelli

Las ciudades son barcos varados sobre el corazón de los hombres. Juan Carlos
Onetti navegó siempre en grandes naves, aunque alejado de cubierta, sumergido
desde el principio en la bodega de la literatura. La naturaleza es para él una metá-
fora; algo así como una cita culta para aliviar el trago entre sensación y sentimiento.

José Méndez
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1980

M
ajestades, excelentísimos señores académicos, dignísimas autori-
dades, señoras y señores:
Yo nunca he sabido hablar n i bien n i regular. L a elocuencia, atri-
buto m u y hispánico, me ha sido vedada. Hablo mal en privado, por
eso hablo poco en las pequeñas reuniones de amigos, y hablo peor en público,
por lo cual sería mejor para ustedes que no les dijera nada. M e resistí siem-
pre a ofrecimientos, insistencias e incredulidades, sin saber que una fatalidad
inexorable me obligaría a hablar públicamente, por primera vez, en España.
Para desilusión de mis oyentes, muchos de ellos magistrales conversadores,
m i torpeza oratoria se vio penosamente confirmada.
Hoy, sin embargo, me presento ante ustedes con temerosa alegría porque,
por una única vez, estoy dispuesto a hablar, no sólo porque debo, sino por-
que quiero hacerlo. Porque quiero manifestar de viva voz —o con una voz
más o menos v i v a — la profundidad de m i gratitud a España.
El viejo Heráclito el Oscuro dejó escritas estas sibilinas palabras: «Si no es-
peras, no te sobrevendrá lo inesperado». H e descubierto que, sin darme
cuenta, hubo algo que esperé a lo largo de m i vida, y que, inesperadamente,
me ha sobrevenido en España. N o me refiero al Premio Cervantes en sí, n i a
eso que llaman fama o gloria, sino a una forma de h u m a n i d a d , de amistad,
de cordialidad, de entendimiento que he encontrado aquí, y que dudo se pro-
digue en otra región de la tierra con tanta generosidad como en ésta. Digo es-
tas palabras no sólo pensando en mí, sino en miles de hijos de América que
han hallado su nueva patria en la patria de Cervantes.
126 DISCURSO

Que un hombre, a mi edad, se vea rodeado de pronto, sin merecerlas,


por tantas formas de amor y de la comprensión, ya es, en sí mismo, uno de
los mejores dones que el destino puede depararle, un regalo de los dioses,
algo que, por desgracia, sucede muy pocas veces. E n mi caso particular
tengo más motivos que la mayoría de que lo había perdido todo, de que sólo
había cosas que dejaba atrás y nada que me pudiera aguardar en el futuro.
De hecho, ya no me interesaba mi vida como escritor. Sin embargo, aquí es-
toy, unos cuantos años después, sobrevivido. Esta sobrevida es lo primero
que debo a los españoles. Estos años de regalo, en los cuales he vuelto a es-
cribir con ganas, después de mucho tiempo de no hacerlo. He creído, gra-
cias a esta tierra generosa, que todavía tenía algo que decir, un penúltimo
grano de arena.
Ya que hablamos de primicias españolas, con relación siempre a mi per-
sona, es conveniente que se sepa que el Jurado del Premio Cervantes ha te-
nido en esta ocasión la quijotesca ocurrencia de otorgar esa gran distinción a
alguien que desde su juventud estaba acostumbrado a ser un perdedor siste-
mático, a un permanente segundón que hasta entonces sólo había pagado a
«place» —o a colocado, como se dice en España— y que no tenía ninguna vic-
toria en su palmares. No dejo de pensar, a veces, en la irónica y compasiva
justicia —o injusticia— de este, para mí, sorprendente fallo con que me han
beneficiado. Cervantinos siempre, quijostescos, los miembros del jurado
transformaron el pasado molino de viento de mis novelas en un soberbio gi-
gante Briareo de cien brazos.
He leído a Cervantes, y en particular al Quijote, incontables veces. Era un
niño cuando lo descubrí, y espero volver a leerlo una vez más, por lo menos,
antes de morirme. Lo que nunca pude imaginar, ni siquiera en los momentos
más delirantes de mi existencia, es que mi nombre llegara a estar unido al
suyo. Hoy, por méritos que otros me han exagerado, lo está. Les agradezco
su delirio, superior al mío. Para mí, de todos modos, no puede haber mayor
motivo de emoción y de orgullo. Para mí y para todo novelista auténtico.
He dicho que soy desde la infancia un inveterado y ferviente lector de Cer-
vantes. Todos los novelistas, sea cual sea el idioma en que escribamos, somos
deudores de aquel hombre desdichado y de su mejor novela, que es la pri-
mera y también la mejor novela que se ha escrito. Una novela en la que todos
hemos entrado a saco, durante siglos, y que, a pesar de nosotros y de tan re-
petida depredación, se mantiene, como el primer día, intocada, misteriosa,
transparente y pura.
A pesar de que hay en este recinto muchas personas más cultas y talen-
tosas que yo, y a pesar de provenir, como provengo, de un lejano suburbio de
la lengua española, me atreveré a dar una tímida opinión personal sobre uno
de los incontables valores de la obra de Cervantes y, en especial, del Quijote.
JUAN CARLOS ONETTI 127

El planteamiento del libro, su esencial libertad creativa e imaginativa mar-


can la pauta, conquistan el terreno sin límites en el que germinará y se desa-
rrollará toda la novelística posterior. E l maravilloso entramado de la más
cruda realidad y la fantasía más exaltada, la magia prodigiosa de dar vida
permanente a todo lo que su mano, como al descuido, va tocando, son virtu-
des que ya han sido, y siempre serán, alabadas, aplaudidas y comentadas.
Yo no voy a referirme en este caso a la estética, a la técnica narrativa ni a
la creación novelística de Cervantes, sino a otro sustantivo, tan inmediato
siempre a la verdadera poesía y que yo he mencionado al pasar: la libertad.
Porque el Quijote, es, entre tantas otras cosas, un ejemplo supremo de liber-
tad y de ansia de libertad.
M i entrañable amigo, el gran poeta Luis Rosales, tuvo el acierto de titular
a uno de sus libros exactamente así: Cervantes y la libertad. U n enorme acierto,
una enorme verdad. Porque la libertad ha sido siempre una principal preo-
cupación, y también una causa principal, para todos los hombres sensibles e
inteligentes.
Esta libertad que hoy respiramos, sencillamente, sin esfuerzo, casi sin dar-
nos cuenta. Esta libertad que a muchos parece trivial, aburrida, insignificante.
Yo, que he conocido la libertad, y también su escasez y su ausencia, puedo
pedir que siga siendo siempre así. U n aire habitual, sin perfumes exóticos,
que se respira junto con el oxígeno, sin pensarlo, pero conscientes de que
existe.
Esta libertad que me permite estar hoy aquí, porque me pregunto:
¿Dónde, si no en un país libre, podría un hombre como yo encontrarse en un
lugar como éste y en estas circunstancias? U n país libre, por supuesto, en el
que existen comprensión y sentido del humor.
Amparándome en esta comprensión, en este sentido del humor (que no
es un invento exclusivamente británico, sino también y principalmente es-
pañol), protegido de esta forma, me permito declarar que yo, si tuviera el po-
der suficiente, que nunca tendré, haría un solo cercernamiento a la libertad
individual: decretaría, umversalmente, la lectura obligatoria del Quijote.
Dijo Flaubert, quizá con excesiva ingenuidad, que si los gobernantes de
su tiempo hubieran leído La educación sentimental, la guerra franco-prusiana
jamás se habría producido. Por mi parte les pediría que leyeran a Cervantes,
al Quijote. Confío en que si lo hicieran, nuestro mundo sería un poco mejor,
menos ciego y menos egoísta.
Esta libertad que yo le debo a España se la debo también, como todos los
españoles y no españoles que vivimos sobre este suelo, principalmente a su
Rey.
Yo, que sufrí amargamente años atrás la derrota de un gobierno legítimo
español, y que he sido toda la vida un demócrata convencido, nunca imaginé
128 DISCURSO

que me llegaría el día de hacer un elogio público y sincero a un Rey, a un mo-


narca en cuanto tal, es decir: por el hecho mismo de ejercer la Jefatura del Es-
tado. Hoy lo hago fervorosamente, y querría que todas las repúblicas de Amé-
rica se enteraran de ello.
El fantasma de aquel mando desvalido, preso por deudas, vigila y sabe
que no miento, que he dicho la verdad, honestamente.
Pido permiso a los señores académicos para citar una vieja frase latina:
«Ubi Libertas Ibi Patria».
Gracias, Majestad; gracias, España.

Juan Carlos Onetti


Abril 1981
CRONOLOGÍA

1909 1933
N a c e e n M o n t e v i d e o (Uruguay) e l día 1 d e julio. Se p u b l i c a e n La Prensa, Avenida de Mayo-Diagonal-Ave-
D e su infancia el m i s m o r e c u e r d a que: «de chico era muy nida de mayo, seleccionado entre los d i e z mejores re-
mentiroso y hacía literatura oral con ¡os amigos». latos presentados a u n c o n c u r s o d e cuentos.
A los trece o catorce años d e s c u b r e a Knut H a m s u n e ine- 1934
vitablemente sus p r i m e r o s cuentos estarán influidos d e R e g r e s a a Montevideo.
su estilo. Busca todo tipo d e oficios y c o m i e n z a a e s c r i b i r Tiempo
de abrazar que n u n c a llegó a p u b l i c a r y que p a r e c e q u e
Parte d e su miopía la adquirió cuando haciendo novillos
perdió.
se e n c e r r a b a en e l M u s e o P e d a g ó g i c o y c o n escasísima
Roberto Artl q u e leyó el texto, la consideró c o m o la m e -
luz se leyó todas las obras d e julio V e m e .
jor novela q u e se había escrito en Buenos A i r e s este año.
Abandonó e l L i c e o al no p o d e r a p r o b a r e l dibujo.
1935
D e joven sobrevivió d e s e m p e ñ a n d o numerosos oficios:
E l diario La Nación d e Buenos A i r e s p u b l i c a el relato El
portero, m o z o d e cantina, v e n d e d o r d e entradas en el
obstáculo.
estadio C e n t e n a r i o y funcionario e n una e m p r e s a d e
neumáticos.
1929
Intenta viajar a la Unión Soviética, a b a n d o n a el p r o y e c t o
al entrevistarse c o n e l e m b a j a d o r d e aquella república.
1930
Viaja a Buenos A i r e s .
Se p r o d u c e e l g o l p e d e estado d e Uriburu.
Trabaja e n u n taller d e reparación d e automóviles y m á s
tarde e n u n a e m p r e s a q u e fabrica silos p a r a cooperati-
vas.
C o m i e n z a a e s c r i b i r El pozo.
C o l a b o r a e n Crítica c o m o cronista cinematográfico. Buenos Aires 1950.
130 CRONOLOGÍA

1936 1945
Se p u b l i c a El posible Baldi e n el m i s m o periódico. E l relato Nueve de julio se p u b l i c a e n la revista Marcha.
1939 1946
A p a r e c e e n M o n t e v i d e o el semanario Marcha fundado E n La Nación, d e Buenos A i r e s , a p a r e c e n : Regreso al
p o r C a r l o s Quijano q u e le n o m b r a secretario d e r e d a c - suryEsbjerg.enlacosta.
ción. E l a b o r a b a una c o l u m n a titulada «La p i e d r a e n e l 1949
charco», firmado c o n el seudónimo d e Periquito el Agua- La casa en la arena se p u b l i c a e n L a Nación.
dor. También escribía una serie d e notas d e tono h u m o - 1950
rístico c o n e l seudónimo d e Groucho Man. Aparte, p a r a P u b l i c a d a p o r la editorial S u d a m e r i c a n a d e Buenos A i -
lograr cerrar la edición los jueves, rellenaba los huecos res a p a r e c e La vida breve, una n o v e l a q u e e l autor c o n -
c o n narraciones d e autores extranjeros d e l g é n e r o p o l i - s i d e r a c o m o s u mejor l i b r o .
ciaco q u e sospechosamente mantenían s u estilo. 1953
Se p u b l i c a El Pozo, s u p r i m e r a novela, c u y o p r i m e r ori- E n el n ú m e r o d e f e b r e r o d e Sur, a p a r e c e El álbum.
g i n a l se h a b í a e x t r a v i a d o y tuvo q u e r e e s c r i b i r l o d e 1954
nuevo. Se editó e n la editorial Signo de M o n t e v i d e o , c o n Se p u b l i c a Los Adioses p o r la editorial d e Sur.
una tirada d e 500 ejemplares q u e tardaron e n agotarse 1955
veinte años. R e g r e s a a M o n t e v i d e o y c o l a b o r a e n el d i a r i o Acción.
1941 1956
S e g u n d o viaje a Buenos A i r e s . E n e l n ú m e r o 8 d e Entregas de ¡a Licome d e M o n t e v i -
D e s e m p e ñ a trabajos d e gerente e n la compañía Reuter d e o , se p u b l i c a Historia del caballero de ¡a rosa y la vir-
y c o l a b o r a e n los suplementos literarios d e La Nación y gen encinta que vino de Liliput.
Vea y Lea. 1957
L a editorial L o s a d a p u b l i c a Tierra de nadie. L a revista Ficción, d e B u e n o s A i r e s edita El infierno tan
Tiempo de abrazar q u e d a c o m o finalista e n e l c o n c u r s o temido.
Rinehart y Farrar d e N u e v a Y o r k p a r a la mejor novela 1959
inédita d e Hispanoamérica. E l p r i m e r original databa d e E d i c i o n e s M a r c h a , d e M o n t e v i d e o , p u b l i c a Una tumba
1934, al p o c o tiempo se extraviaban las copias d i s p o n i - sin nombre. E n la s e g u n d a edición editada p o r A r c a , e l
bles d e la novela y sus originales. autor c a m b i a r á e l título p o r Para una tumba sin nombre.
1943 1960
A l g u n o s fragmentos d e Tiempo de abrazar, a p a r e c e n La editorial Alfa, d e M o n t e v i d e o i m p r i m e L a cara de la
e n e l s e m a n a r i o Marcha. desgracia.
L a editorial Poseidón p u b l i c a Para esta noche. 1961
El astillero es p u b l i c a d o p o r la Compañía F a b r i l Editora,
d e Buenos A i r e s .
1962
R e c i b e e l P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura d e U r u g u a y .
1963
Tan triste como ella a p a r e c e p u b l i c a d a p o r la editorial
Alfa, d e M o n t e v i d e o e n u n v o l u m e n q u e i n c l u y e L a cara
de la desgracia.
1964
L a revista M a r c i a p u b l i c a justo el treintaiuno, q u e m á s
tarde formará parte c o m o u n o d e los capítulos d e De-
jemos hablar al viento.
Montevideo 1964. Se p u b l i c a j u n t a c a d á v e r e s p o r la editorial Alfa.
JUAN CARLOS ONETTI 131

1967
Se p u b l i c a e l v o l u m e n Cuentos Completos e n C e n t r o
editor.
1968
La novia robada a p a r e c e e n la Revista d e l A t e n e o d e C a -
racas.
Se p u b l i c a u n a edición d e Novelas Cortas p o r M o n t e
Ávila Editores, d e Caracas.
1970
La revista Macedonio, d e Buenos A i r e s p u b l i c a e n s u nú-
m e r o 8, Matías el telegrafista. Con Nuria Espert. Madrid ¡977.
A p a r e c e e n México, p u b l i c a d o p o r A g u i l a r , las Obras
Completas c o n prólogo d e E m i r Rodríguez M o n e g a l . 1976
1973 L a e d i t o r i a l L u m e n , d e B a r c e l o n a , p u b l i c a Tan triste
Ediciones Corregidor, de Buenos Aires, publica L a como ella y otros cuentos.
muerte y ¡a niña. 1979
1974 A p a r e c e Dejemos hablar al viento, p u b l i c a d o p o r B r u -
A p a r e c e la versión integra d e Tiempo de abrazar, ex- guera.
traviada e n 1941 e n u n a edición q u e incluye los c u e n - 1981
tos d e 1933 a 1950, c o n introducción d e J o r g e Ruffine- R e c i b e e l P r e m i o C e r v a n t e s 1980.
lli y editada p o r A r c a , d e M o n t e v i d e o . 1987
1975 Se p u b l i c a Cuando entonces, editada p o r M o n d a d o r i .
Se traslada a España, instalándose e n M a d r i d . 1993
Se edita Réquien por Faulkner y otros artículos. E n la editorial Alfaguara a p a r e c e Cuando ya no importe.
OCTAVIO PAZ
I
OCTAVIO PAZ

Hijo de México, hermano de América Latina, hijastro de España, hijo adoptivo


de Francia, Inglaterra e Italia, huésped familiar y afectivo de Japón y la India, bas-
tardo (como hoy lo somos todos) de los Estados Unidos, Paz, abierto a todos los con-
tactos de la civilización, pertenece a ese reducido grupo de figuras (algunos españo-
les: Cernuda, Buñuel, Goytisolo) que nos aseguran que los ghettos de la cultura en
castellano no son eternos.

Carlos Fuentes

Todo en la obra de Octavio Paz tiene en mí una respuesta acorde, una aceptación
total. Pero esta obra es tan inmensa que se cuenta entre las cosas —muy pocas co-
sas— en las que la cantidad tiene categoría de calidad, siendo, por esto último, su-
gestiva y por lo primero aterradora.

Rosa Chacel

Poemas patéticos de desterrado que, a fuerza de sentir el mundo más allá de sí


mismo, lo recrea en sí con el ardor de una angustiosa llama. Paz da cuerpo a las lán-
guidas neblinas en que se quedan otros poetas de lenguaje parecido. La imaginación
—y no todo es imaginación: hay una inteligencia ejercitada en pensar temas metafí-
sicos—tieneuna profunda seriedad. Siente que su existencia emerge del Ser; pero
del ser no puede saber nada. Es el anverso, el cero. Su existencia es la única parte ilu-
minada del Ser. Entre el Ser y la Existencia, un inmenso espejo, última pared de la
136 OCTAVIO PAZ

conciencia, donde tropezamos y nos desesperamos. Pero esta desesperada soledad


de nuestra existencia es puro Tiempo; y a los instantes' de nuestra existencia pode-
mos objetivarlos y eternizarlos en Poesía.

Enrique Anderson Imbert

Un libro como Conjunciones y disyunciones ilustra muy bien, a mi modo de ver,


esta múltiple opción del lector enfrentado no sólo a un verdadero, casi tántrico ban-
quete de ideas (¡ah, qué contraste cruel con el adusto y escuálido cubierto del común
de los pensadores hispanos!), sino también (y éste es un aspecto fundamental de la
concepción del autor) de palabras: divagación poética y, al mismo tiempo, aproxima-
ción crítica a una serie de hechos esenciales de nuestro pasado, presente y, sin duda,
futuro; disgresión sobre la picardía mexicana, pero también, cala profundísima en el
ser de una vertiginosa variedad de culturas (desde México a China, desde la India a
España). [...] Su inagotable curiosidad intelectual sirve de trampolín para una serie
de reflexiones audaces sobre economía y amor, excremento y lenguaje que lo confir-
man por uno de los espíritus más lúcidos de la época.

Juan Goytisolo

Octavio Paz es, ante todo, un hombre de letras. Lo que quiere decir un hombre
de palabra: todo lo contrario de un palabrero. Sea en prosa, en su admirable prosa
ensayística; sea en los versos que le han sustentado fama prioritaria de poeta; sea en
su conversación misma, que tú a tú o a través de los medios de comunicación, siem-
pre prevalece más que nada esa vocación defidelidadresponsable a la palabra.
Y junto a este componente ético, el inseparable realce estético: la felicidad de la
expresión. Una dicha doble, pues subraya por un lado la contundencia del acierto ex-
presivo y por otro el gozo sutil contagioso de haberlo logrado. La felicidad de ex-
presión es una complicidad jubilosa entre escritor y lector; a lo largo de cinco lustros
de leer a Paz, nunca me ha fallado.

Fernando Savater

Poeta es Octavio, poeta en primer término, y en segundo término y también en ter-


cero: cuanto escribe, está impregnado de poesía, cargado de poesía, y se levanta sobre
la vulgaridad cotidiana y sobre el prosaísmo habitual como un ave de vuelo singular
cuya mirada, de lejos, alcanza a penetrar en los rincones más secretos del corazón.

Ricardo Gullón
OCTAVIO PAZ 137

Paz ha sabido como nadie en el idioma iluminar las zonas oscuras de la van-
guardia y al mismo tiempo celebrar su aparición con una continuidad mexicana. Paz
es casi un intelectual puro y es difícil encontrar en sus escritos anécdotas, relatos per-
sonales o autobiografía pura. Su poesía es su autobiografía y sus ensayos son co-
mentarios al poema que es su vida.

Guillermo Cabrera Infante

Paz intuye un mismo orden de verdad, de experiencia moral. Su exploración se


asienta, como mínimo, en una tradición doble: la tradición de la poesía en lengua cas-
tellana, desde los autores medievales hasta Lope, Quevedo y Góngora, y la tradición
de la lírica occidental a partir del simbolismo, y de modo particular a partir de Ma-
llarmé y Rimbaud, no ya en el ámbito hispánico, sino en un área mucho más amplia.

Pere Gimf errer

Tras la lectura de cualquier texto de Octavio Paz sucede siempre lo mismo: una
especie de desasosiego, de intranquilidad, una creciente curiosidad por llegar a per-
cibir todas esas cosas que el escritor mexicano nos propone de una manera abundante
y abrumadora. Me atrevería a decir barroca si el término no se prestase a confusiones.
Bien sé que para Octavio Paz el barroco es algo tan importante y sustancial que esta
caracterización resultaría exacta. No nos podemos olvidar que el barroco es uno de
los rasgos determinantes de la expresión americana.

Jorge Rodríguez Padrón

Paz se inserta en la tradición instaurada por Poe y Baudelaire, proseguida por


Mallarmé, Apollinaire, T. S. Eliot, Ezra Pound, Jorge Luis Borges. Cree que la litera-
tura moderna es inseparable de su crítica, que ésta la inventa y fundamenta. La crí-
tica conecta las obras, establece ese campo de relaciones que construyen una litera-
tura, provee de un cuerpo de doctrinas y organiza el espacio intelectual propicio para
las nuevas creaciones.

Saúl Yurkievich

Poeta solitario y solidario, es decir, poeta de la soledad y la comunicación, tanto


como de la lucidez y el delirio: he ahí una serie de términos con frecuencia emplea-
dos para describirlo en esa batalla interior de su pensamiento poético, que no se re-
138 OCTAVIO PAZ

duce a un ejercicio puramente dialéctico, sino a un más ambicioso propósito de to-


talizadora integración o conciliación, y el cual se reflejaba en una imaginería libérrima
y brillante pero nada gratuita.

José Olivio Jiménez

La obra de Octavio Paz sugiere una variante, una trayectoria distinta de la misma
parábola. Si toda escritura convoca a un lector y lo provoca, ya que el lector debe eje-
cutar y rematar (o revivir) la obra, y en cada texto ronda siempre un fantasma: el des-
tinatario, los poemas y ensayos de Octavio Paz quieren —buscan— encarnar a ese
fantasma y realizar al interlocutor oculto al otro lado de la escritura. Escritura-lec-
tura: espejo en el espejo que refleja la duplicidad lector-escritor.

Julián Ríos

Octavio Paz es no sólo un altísimo poeta, sino asimismo uno de los espíritus más
alertados en la incesante batalla por lograr que los hombres lleguemos a ser, no más
felices, cosa en absoluto desdeñable, sino más conscientes de su humanidad tan apla-
zada en su consecución plena como irrenunciable, en el cambiante horizonte del
tiempo.

Jorge Semprún
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1981

S
i yo dejase hablar a mis sentimientos únicamente, estas palabras se-
rían una larga, interminable, frase de gratitud. Pero m i emoción es
ciega. Bien sé que la realidad simbólica de este acto es más real que
la fugaz realidad de m i persona. Soy apenas u n episodio en la his-
toria de nuestra literatura, la transitoria y fortuita encarnación de u n mo-
mento de la lengua española. E l Premio Cervantes, al escoger a éste o aquel
escritor de nuestro idioma, sin distinción de nacionalidad, afirma cada año la
realidad de nuestra literatura. ¿Y qué es una literatura? N o es una colección
de autores y de libros, sino una sociedad de obras. Las novelas, los poemas,
los relatos, las comedias y los ensayos se convierten en obras por la compli-
cidad creadora de los lectores. L a obra es obra gracias al lector. M o n u m e n t o
instantáneo, perpetuamente levantado y perpetuamente demolido, pues está
sujeto a la crítica del tiempo: las generaciones sucesivas de lectores. L a obra
nace de la conjunción del autor y el lector; por esto la literatura es una socie-
dad dentro de la sociedad: una comunidad de obras que, simultáneamente,
crean u n público de lectores y son recreadas por esos lectores. Se dice que las
ideologías, las clases, las estructuras económicas, las técnicas y las ciencias,
por naturaleza internacionales, son las realidades básicas y determinantes de
la historia. E l tema es tan antiguo como la reflexión histórica misma, y no
puedo detenerme en él; observo, sin embargo, que igualmente determinan-
tes, si no más, son las lenguas, las creencias, los mitos y las costumbres y tra-
diciones de cada grupo social. El Premio Cervantes, justamente, nos recuerda
que la lengua que hablamos es una realidad no menos decisiva que las ideas
que profesamos o que el oficio que ejercemos. Decir lengua es decir civiliza-
140 DISCURSO

ción: comunidad de valores, símbolos, usos, creencias, visiones, preguntas so-


bre el pasado, el presente, el porvenir. A l hablar no hablamos únicamente con
los que tenemos cerca: hablamos también con los muertos y con los que aún
no nacen, con los árboles y las ciudades, los ríos y las ruinas, los animales y
las cosas. Hablamos con el mundo animado y con el inanimado, con lo visi-
ble y con lo invisible. Hablamos con nosotros mismos. Hablar es convivir, vi-
vir en un mundo que es este mundo y sus trasmundos, este tiempo y los otros:
una civilización.
Desde muy joven fue muy vivo en mí el sentimiento de pertenecer a una
civilización. Se lo debo a mi abuelo Ireneo Paz, amante de los libros, que lo-
gró reunir una pequeña biblioteca en la que abundaban los buenos escritores
de nuestra lengua. Tendría unos dieciséis años cuando leí las dos primeras
series de los Episodios Nacionales, en donde quizá se encuentran algunas de
las mejores páginas de Pérez Galdós. Era una edición en octavo, de tapas do-
radas e ilustradas por varios artistas de la época; los diez volúmenes habían
sido impresos, entre 1881 y 1885, en Madrid, por La Guirnalda. Aquella histo-
ria novelada y novelesca de la España moderna me pareció que era también
la mía y la de mi país. A l llegar a la segunda serie me cautivó inmediatamente
la figura de Salvador Monsalud. Fue mi héroe, mi prototipo. M i identifica-
ción con el joven überal me llevó a enfrentarme con su medio-hermano y ad-
versario, el terrible Carlos Garrote, guerrillero carlista. Dualismo a un tiempo
real y simbólico: el hijo legítimo y el bastardo, el perro guardián del orden y
el vagabundo, el hombre del terruño y el cosmopolita, el conservador y el re-
volucionario. Pero Carlos Garrote, como poco a poco advierte el lector, no sólo
es el adversario que encarna la otra España, la de ¡religión y fueros!, sino que
es el doble de Salvador Monsalud. En el Episodio final —Un faccioso más y al-
gunos frailes menos, pintura tétrica de las dos Españas y sus opuestos y simé-
tricos fanatismos— asistimos a la muerte de Carlos Garrote y a su transfigu-
ración. Comenzó por ser el enemigo y el perseguidor de Salvador Monsalud
y termina como su hermano y su protegido: están condenados a convivir.
Cada uno es el otro y es el mismo. Descubrí entonces que a todos nos habita
un adversario, y que combatirlo es combatir con nosotros mismos. Esa lucha,
ya no íntima sino social, ha sido la sustancia de la historia de nuestros pue-
blos durante los dos últimos siglos. Así aprendí que una civilización no es
una esencia inmóvil, idéntica a sí misma siempre: es una sociedad habitada
por la discordia y poseída por el deseo de restaurar la unidad, un espejo en
el que, al contemplarnos, nos perdemos y, al perdernos, nos recobramos.
Muchas veces he pensado en los paralelos hispano-americanos de Salva-
dor Monsalud. Aunque unos pertenecen a la historia y otros a la novela, to-
dos ellos, reales o imaginarios, pelearon y aún pelean contra obstáculos que
nunca soñó el héroe de Galdós. Por ejemplo, aparte de enfrentarse con Car-
OCTAVIO PAZ 141
los Garrote, guerrillero díscolo y montaraz, encarnación de un pasado a ve-
ces obtuso y otras sublime, los Salvador Monsalud mexicanos han tenido que
combatir a otras realidades y exorcisar a otros fantasmas: España y México
tienen pasados distintos. En nuestra historia aparece un elemento descono-
cido en la de España: el mundo indio. Es la dimensión a un tiempo íntima e
insondable, familiar e incógnita, de mi país. Sin ella no seríamos lo que so-
mos. La presencia del Islam y del judaismo en la España medieval podría dar
una idea de lo que significa el interlocutor indio en la conciencia de los me-
xicanos. U n interlocutor que no está frente a nosotros, sino dentro. Pero hay
una diferencia capital: el Islam y el judaismo son, como el cristianismo, va-
riantes del monoteísmo; en cambio, la civilización mesoamericana nació y cre-
ció aislada, sin relación con el Viejo Mundo. Lo mismo puede decirse del Perú
incaico. E l mundo indio fue desde el principio el mundo otro, en la acepción
más fuerte del término. Otredad que, para nosotros los mexicanos, se resuelve
en identidad, lejanía que es proximidad.
La aparición de América con sus grandes civilizaciones extrañas modificó
radicalmente el diálogo de la civilización hispánica consigo misma. Introdujo
un elemento de incertidumbre, por decirlo así, que desde entonces desafía a
nuestra imaginación e interroga a nuestra identidad. El interlocutor indio nos
dice que el hombre es una criatura imprevisible y que es un ser doble. En otras
naciones hispanoamericanas los agentes de la dislocación y transformación
del diálogo fueron los nómadas, los negros, la geografía. En lugar de otra his-
toria, como en el Perú y en México, la ausencia de historia. Desde su origen
España fue tierra de fronteras en movimiento, y su última gran frontera ha
sido América: por ella y en ella España colinda con lo desconocido. América
o la inmensidad: las tierras sin poblar, las lejanías sin nombrar, las costas que
miran hacia el Asia y la Oceanía, las civilizaciones que no conocían el cristia-
nismo pero que habían descubierto el cero. Formas diversas de lo ilimitado.
La diversidad de pasados y de interlocutores provoca siempre dos tenta-
ciones contrarias: la dispersión y la centralización. Nuestros pueblos han pa-
decido, en un extremo, la atomización, como la de América Central y Las A n -
tillas; en el otro, el rígido centralismo, como los de Castilla y de México. La
dispersión culmina en la disipación; la centralización, en la petrificación. Do-
ble amenaza: volvernos aire, convertirnos en piedras. Durante dos siglos he-
mos buscado el difícil equilibrio entre la libertad y la autoridad, el centralismo
y la disgregación. La índole de nuestra tradición no ha sido muy favorable a
estos empeños de reforma. El siglo xvin, el siglo de la crítica y el primero que,
desde la antigüedad pagana, volvió a exaltar las virtudes intelectuales de la
tolerancia, no tuvo en el mundo hispánico el brillo que tuvieron el xvi y el xvn.
U n ejemplo de la persistencia de las actitudes y tendencias autoritarias, re-
cubiertas por opiniones liberales, se encuentra precisamente en las páginas
142 DISCURSO

finales de la novela de Galdós que he mencionado antes. U n personaje cono-


cido por el fervor de sus sentimientos liberales sostiene, sin pestañear, que
«todos los españoles deben abrazar la bandera de la libertad y admitir los pro-
gresos del siglo... y si no todos desean entrar por este camino, los rebeldes de-
ben ser convencidos a palos, para lo cual convendría que los libres se armen,
formando una milicia». Este curioso liberal era un devoto de Rousseau, el de
la omnipotencia de «la voluntad general», máscara de la tiranía jacobina. Ar-
mado de una teoría general de la libertad, Carlos Garrote entra en el siglo xx.
Ha cambiado de hábito, no de alma: ya no intimida al adversario con los he-
rrumbrosos silogismos de la escolástica, sino con las ondulaciones de la dia-
léctica. Nuevas quimeras le sorben el seso, pero le sigue fascinando el olor de
la sangre. Saltó de la Inquisición al Comité de Salud Pública sin cambiar de
sitio.
Apenas la libertad se convierte en un absoluto, deja de ser libertad: su ver-
dadero nombre es despotismo. La libertad no es un sistema de explicación
general del universo y del hombre. Tampoco es una filosofía: es un acto, a un
tiempo irrevocable e instantáneo, que consiste en elegir una posibilidad en-
tre otras. N o hay ni puede haber una teoría general de la libertad porque es
la afirmación de aquello que, en cada uno de nosotros, es singular y particu-
lar, irreductible a toda generalización. Mejor dicho: cada uno de nosotros es
una criatura singular y particular. De ahí que la libertad se vuelva tiranía en
cuanto pretendemos imponerla a los otros. Cuando los bolcheviques disol-
vieron la Asamblea Constituyente rusa en nombre de la libertad, Rosa L u -
xemburgo les dijo: «La libertad de opinión es siempre la libertad de aquél que
no piensa como nosotros». La libertad, que comienza por ser la afirmación de
mi singularidad, se resuelve en el reconocimiento del otro y de los otros: su
libertad es la condición de la mía. En su isla Robinson no es realmente libre;
aunque no sufre voluntad ajena y nadie lo constriñe, su libertad se despliega
en el vacío. La libertad del solitario es semejante a la soledad del déspota, po-
blada de espectros. Para realizarse, la libertad debe encarnar y enfrentarse a
otra conciencia y a otra voluntad; el otro es, simultáneamente, el límite y la
fuente de m i libertad. En uno de sus extremos, la libertad es singularidad y
excepción; en el otro, es pluralidad y convivencia. Por todo esto, aunque li-
bertad y democracia no son términos equivalentes, son complementarios: sin
libertad la democracia es despotismo, sin democracia la libertad es quimera.
La unión de libertad y democracia ha sido el gran logro de las sociedades
modernas. Logro precario, frágil y desfigurado por muchas injusticias y ho-
rrores; asimismo, logro extraordinario y que tiene algo de accidental o mila-
groso: las otras civilizaciones no conocieron a la democracia y en la nuestra
sólo algunos pueblos y durante períodos limitados han gozado de institu-
ciones libres. Ahora mismo, en los vastos espacios del continente americano,
OCTAVIO PAZ 143
muchas naciones de nuestra lengua padecen bajo poderes inicuos. La liber-
tad es preciosa como el agua, y, como ella, si no la guardamos, se derrama, se
nos escapa y se disipa. He aludido a la relativa pobreza de nuestro siglo xvm,
origen de la filosofía política de la Edad Moderna. Sin embargo, en nuestro
pasado —lo mismo el español que el hispanoamericano— existen usos, cos-
tumbres e instituciones que son manantiales de libertad, a veces enterrados
pero todavía vivos. Para que la libertad arraigue de veras en nuestras tierras
deberíamos reconciliar estas antiguas tradiciones con el pensamiento político
moderno. Salvo unos tímidos y aislados intentos, nada hemos hecho. Lo la-
mento: no es una tarea de piedad histórica, sino de imaginación política.
La palabra libertad aparece temprano en nuestra literatura. No como una
idea o una filosofía, sino como un temple y una disposición del ánimo; más
que una ideología, era una virtud. A l decir esto vuelvo los ojos hacia Cer-
vantes, el escritor nuestro que encarna más completamente los distintos sen-
tidos de la palabra liberal. Con él nace la novela moderna, el género literario
de una sociedad que, desde su nacimiento, se ha identificado a sí misma y a
su historia con la crítica. La Comedia de Dante es el reflejo de un mundo re-
gido por la analogía; es decir, por la correspondencia entre este mundo y el
trasmundo; el Quijote es una obra animada por el principio contrario, la iro-
nía, que es ruptura de la correspondencia y que subraya con una sonrisa la
grieta entre lo real y lo ideal. Con Cervantes comienza la crítica de los abso-
lutos: comienza la libertad. Y comienza con una sonrisa, no de placer, sino de
sabiduría. El hombre es un ser precario, complejo, doble o triple, habitado por
fantasmas, espoleado por los apetitos, roídos por el deseo: espectáculo pro-
digioso y lamentable. Cada hombre es un ser singular y cada hombre se pa-
rece a todos los otros. Cada hombre es único y cada hombre es muchos hom-
bres que él no conoce: el yo es plural. Cervantes sonríe: aprender a ser libre
es aprender a sonreír.

Octavio Paz
Abril 1982
CRONOLOGÍA

1914 1934
N a c e e n la c i u d a d d e M é x i c o el 31 d e m a r z o , hijo único C o m i e n z a a escribir un diario q u e publicará e n cuatro
d e Josefina Lozano, d e o r i g e n andaluz, y d e Octavio Paz, partes entre 1938 y 1945.
representante d e Emiliano Zapata e n Estados Unidos.
C o n o c e a Rafael A l b e r t i q u e visita M é x i c o e n una g i r a
L e e a los clásicos españoles y franceses e n la b i b l i o t e c a
poética.
d e s u abuelo, Ireneo Paz, l i b e r a l y masón, periodista y
1935
autor d e varias novelas.
C o n o c e al poeta Jorge C u e s t a c o n el q u e mantendrá una
Su infancia transcurre en M i x c o a c , p u e b l o cercano a la
fuerte amistad hasta la muerte d e éste.
c i u d a d d e México.
Su tía A m a l i a lo inicia e n la cultura francesa, le e n s e ñ a el
i d i o m a a través d e las lecturas d e Rousseau, Michelet y
Víctor H u g o .
Comenzó estudiando en un colegio francés d e hermanos
maristas pasando luego al Williams, colegio inglés, d o n d e
le enseñaron la importancia de escribir c o n lenguaje claro.
Terminaría el bachillerato en las escuelas d e l gobierno.
1931
Ingresa en la E s c u e l a N a c i o n a l Preparatoria d e San Ilde-
fonso.
1932
C o l a b o r a e n la fundación d e la revista literaria Barandal,
e n la q u e a p a r e c e r á n textos d e Valéry, Joyce, M a r i n e n ! ,
A l b e r t i y Stalin entre otros.
1933
C o l a b o r a e n Cuadernos del Valle de México.
Publica Luna Silvestre. 1924.
146 CRONOLOGÍA

R e g r e s a a París, d o n d e Alejo Carpentier le presenta a


Roberto Desnos q u e le d e s c u b r e e l surrealismo.
1938
R e g r e s a a México. C o l a b o r a e n l a fundación d e la revista
Taller.
Trabaja varios años c o m o periodista, c o l a b o r a e n El Po-
pular c o n artículos d e política internacional.
Entra e n contacto c o n el g r u p o d e poetas d e Contempo-
ráneos.
C o n o c e a E m i l i o P r a d o s , P e d r o Salinas y M o r e n o V i -
lla.
P u b l i c a Raíz del hombre y Bajo tu clara sombra.
1941
P u b l i c a Entre ¡a piedra y ¡a flor.
1942
P u b l i c a A la orilla del mundo.
1943
C o l a b o r a e n la c r e a c i ó n d e la revista El Hijo Pródigo, e n
la q u e también c o l a b o r a n escritores e s p a ñ o l e s e x i l i a -
d o s e n M é x i c o . Se p u b l i c a n v e r s i o n e s d e R i m b a u d , L a u -
tréamont y d e Eliot, p o r p r i m e r a v e z e n español.
1944- 1945
Gana una b e c a Guggenhein.
P r i m e r a estancia e n Estados U n i d o s . V i v e d e la b e c a y
d e trabajos pintorescos.
1936 Profesor d e v e r a n o e n M i d d l e b u r y , V e r m o n t .
A l acabar sus estudios se establece e n la península d e l T r a b a j a e n e l doblaje d e películas, y e n la r a d i o .
Yucatán d o n d e c r e a u n a e s c u e l a p a r a los hijos d e o b r e - C o n o c e a j o r g e G u i l l e n y a Z e n o b i a y Juan Ramón.
ros y campesinos, C o l a b o r a e n la revista Dun, escrita e n inglés.
1945- 1949
1937
U n íntimo a m i g o d e s u p a d r e l e p r o p o n e q u e i n g r e s e
Se c a s a c o n la escritora E l e n a G a r r o .
e n e l s e r v i c i o diplomático.
A b a n d o n a , al m i s m o tiempo, la casa familiar, los estudios
E s destinado a París. Intima c o n Péret y Bretón.
universitarios y la c i u d a d d e México.
P u b l i c a L i b e r t a d bajo palabra.
Invitado p o r N e r u d a y otros poetas políticos, viaja a E s -
1950
p a ñ a p a r a asistir al S e g u n d o C o n g r e s o Internacional d e
Edita la p r i m e r a versión d e Libertad bajo palabra, l i b r o
Escritores e n Defensa d e la Cultura.
interdisciplinar e n e l q u e se r e c o g e crítica social, polí-
E n París c o n o c e a N e r u d a , Louis Aragón y C é s a r Vallejo.
tica, p s i c o l ó g i c a e imaginación histórica y poética,
En Valencia conoce a Vicente Huidobro y a Miguel Her- 1951-1952
nández, también a G i l Albert y tendrá u n b r e v e e n c u e n -
V i a j a a T o k i o y N u e v a D e l h i d o n d e p a s a casi u n año e n -
tro c o n Luis C e m u d a .
tre los d o s países.
Serrano Plaja le llevará a u n p u e b l o c e r c a n o p a r a cono- P r i m e r contacto c o n Oriente.
c e r a Antonio M a c h a d o . 1953
P u b l i c a Sajo tu ciara sombra e n u n a colección d e M a n u e l R e g r e s a a M é x i c o y d e s p l i e g a g r a n a c t i v i d a d cultural.
Altolaguirre. Se d i v o r c i a d e E l e n a G a r r o .
OCTAVIO PAZ 147
1954 P u b l i c a Postdata, l i b r o e n el q u e se estudia y d e n u n c i a
P u b l i c a Semillas para un himno. aquellos acontecimientos.
C o n c l u y e l a p i e z a e n u n acto s o b r e u n cuento d e H a w t - A p a r e c e n también, Ladera este, q u e contiene los p o e -
h o m e , La hija de Rapaccini. mas escritos e n la India, Maree! Duchamp o el castillo de
1955 la pureza y Conjunciones y disyunciones, una meditación
F u n d a el g r u p o d e teatro e x p e r i m e n t a l Poesía en Voz s o b r e la temperatura c o r p o r a l d e las culturas.
Alta. C o l a b o r a e n la Revista Mexicana de Literatura. 1969
1956
Se e s t a b l e c e e n Pittsburg c o m o profesor, l e e y estudia
C o n g r a n d e s dificultades l o b r a p u b l i c a r El arco y ¡a lira, a Dante y W o r d s w o r t h .
o b r a i n n o v a d o r a s o b r e e l f e n ó m e n o poético.
E n París y e n c o l a b o r a c i ó n c o n Sanguinetti, C h a r l e s
1957
Tomlinson yjaeques Rouboud, componen el primer
E n una p e q u e ñ a edición n u m e r a d a , a p a r e c e Medra de renga occidental, p o e m a colectivo d e g r a n éxito e n e l
sol. Japón d e los siglos vii al xn.
1958 Se edita e n E s p a ñ a u n l i b r o s u y o p o r p r i m e r a v e z , L a
P u b l i c a L a estación violenta. centena, antología p o é t i c a q u e él m i s m o p r e p a r a .
1959
1970-1972
N u e v o viaje a París c o m o funcionario d e la e m b a j a d a
Vive en Cambridge.
d e México.
Pronuncia una serie d e conferencias e n la U n i v e r s i d a d
P u b l i c a Las peras del olmo y Agua y viento.
d e H a r v a r d (Charles Eliot N o r t o n Lectures) q u e p u b l i -
F i r m a u n manifiesto ante la crisis d e l sistema político
c a r á más tarde c o m o L o s hijos del limo (1974).
mexicano.
C o l a b o r a e n Fontaine y L a Nouvelle Revue Frangaise.
1960
P u b l i c a la edición total d e Libertad bajo palabra (1935-
¡957).
1962
P u b l i c a Salamandra.
S e g u n d o viaje a la India c o m o e m b a j a d o r d e s u país.
C o n o c e a M a r i e j ó s e Tramini.
1964
Se c a s a c o n M a r i e J o s é .
1965
P u b l i c a Cuadrivio y Viento entero.
1966
P u b l i c a Puertas al campo.
1967
Ingresa e n e l C o l e g i o N a c i o n a l d e México.
P u b l i c a Corriente alterna y Claude Lévi-Strauss o e l
nuevo íestín de Esopo, p r i m e r estudio e n español s o b r e
el antropólogo francés.
1968
A b a n d o n a la India, dimite c o m o e m b a j a d o r c o m o p r o -
testa contra la matanza d e la P l a z a d e Tlatelolco. A b a n -
d o n a l a d i p l o m a c i a , d e d i c á n d o s e d e s d e entonces l a d o -
cencia en universidades americanas y europeas. Con Marie jóse en México. ¡971.
148 CRONOLOGÍA

Imparte un curso en la misma universidad sobre Sor 1982-1990


Juana Inés de la Cruz. Se le concede el Premio Ollin Yolitztli de México y el T.S.
1974 Elliot de Estados Unidos.
Publica Los hijos del limo, Teaíro de signos (antología de Publica, Sombras de obras, Hombres en su siglo, Pasión
textos realizados por Julián Ríos), El mono gramático y crítica, Tiempo nublado, Sor Juana Inés de ¡a Cruz o ¡as
Versiones y diversiones. tampas de la fe, Arbol adentro, México en la obra de Oc-
1975 tavio Paz.
Edita Pasado en claro, poema fuertemente biográfico so- Visita frecuentemente España y otros países dando con-
bre la niñez y adolescencia. ferencias y cursos.
1976-1977 1990
Deja de publicarse la revista Plural. Premio Nobel de Literatura,
Aparece Vuelta, publicación que continúa la línea crítica 1991
y estética de Plural. E l Círculo de Lectores comienza a publicar su Obra
1979 Completa en 14 volúmenes,
Se publica El ogrofilantrópico(Historia y política 1971- 1993
1978) y Poemas (1935-1975). Se concede el Premio Príncipe de Asturias a la revista
1981 Vuelta.
Premio Cervantes. Publica, La llama doble. Amor y erotismo.
1982

Luis ROSALES
Luis ROSALES

Seguramente es entre los escritores de posguerra una de las voces más depura-
das y de momentos más brillantes.

Rafael Alberti

Luis Rosales sigue siendo todavía un hacedor de imágenes. No en vano han su-
cedido la restauración gongorina y los planteamientos creacionistas y surrealista den-
tro de la poesía española. Pero en los poemas oracionales en décimas, de la primera
parte de Abril, quiere ser también mucho más que un hacedor de imágenes. La pri-
macía de la imagen le exige al poeta, creo yo, su dispersión y soltura dentro del
poema. (El estado de imagen pura sería algo parecido a la «greguería» de Ramón Gó-
mez de la Serna.) En cambio, la primacía de la palabra le exige su unidad y apretura.
Y hacia esta unidad de palabra desnuda y apretada como expresión del ser entero
del hombre tiende la poesía de Luis Rosales. Soltura de imágenes y apretura de pa-
labra quedan bien equilibradas en la nueva consistencia espiritual de sus mejores dé-
cimas.

Luis Felipe Vivaneo

Desde todos los puntos de vista La casa encendida patentiza la incesante, increíble
actividad de una fantasía que forja realidades aparentemente imposibles y expresio-
nes a primera vista incoherentes, pero con existencia y justificación poética superio-
res. Libro singular que se muestra haciéndose y tiene a la vez sólida arquitectura,
152 LUIS ROSALES

plasmado en versos que parecen amétricos y se componen disciplinadamente de seg-


mentos consolidados por la tradición. Libro que, asido a las circunstancias más es-
trictamente personales, encierra sentido valedero para todos los hombres; que par-
tiendo de la abulia sin horizontes, llega a la más desbordante proclamación del amor,
aunando en apretado abrazo a cuantos viven a una y otra orilla de la muerte. Libro,
en fin, que es una de las cumbres más altas de nuestra poesía contemporánea.

Rafael Lapesa

Fue un poeta sentencioso, en la mejor tradición española, y al mismo tiempo fue


un poeta decidido a perderse y a encontrarse no en los laberintos del lenguaje sino
en los de la realidad misma. Poesía de reconocimiento y descubrimiento. Con esto
quiero decir que las dos notas sobresalientes que encuentro en su poesía son la mo-
ral y la metafísica.

Octavio Paz

Debo decir que Luis Rosales es el último poeta español que verdaderamente me
ha conmovido e interesado, en quien he sentido renovado mi radical entusiasmo por
la poesía. Es posible que no se trate sólo de mérito sino que sea cuestión de sensibi-
lidad, pero después de él solamente he encontrado en ciertos momentos, en algunos
poemas aislados, esa resonancia interna, esa vibración afín en que consiste la per-
cepción de lo que es poesía.

Julián Marías

El ser humano, en la poética de Luis Rosales, era algo más que una circunstan-
cia, que un fotógrafo de la realidad, que un diestro versificador. El ser humano era,
ante todo, un corazón grande en posesión de una tristeza que, como afirma uno de
los versos de «La casa encendida», era anterior al propio hombre. Y el ánimo era tam-
bién como una fuente en la que el ser humano hace todo lo posible para ir acumu-
lando la «luz» que hay en él. Estamos, por tanto, ante un poeta que siente la presen-
cia y la llamada de lo que está «más allá», pero teniendo sus raíces en la fecundidad
de la tierra, padeciendo los resplandores de la sangre, sufriendo vallejianamente el
peso de los huesos.

Antonio Colinas
LUIS ROSALES 153

«Autobiografía» es un poema. Sólo eso, por ser un poema, sobran razones. Me


conmueve su poder de comunicación con el lector, la fuerza con que transmite el sen-
timiento de desolación del poeta, que, al hacer balance de lo que ha sido su vida, re-
conoce su grandiosa desilusión: sólo ha errado «en las cosas que yo más quería». Es
emocionante, sobrecogedor.

José Hierro

Para Rosales, «convertir las imágenes en palabras» fue «una labor de taracea, una
labor de muchos años que nunca se termina y nunca se hace bien». Y a esa labor —
entendida como «palabra inarticulada y sucesoria»— la definió como «vivir». Per-
sona y palabra, la obra de Rosales contiene un eje de iluminaciones sucesivas, en las
que la concatenación de lo vivido se convierte en íntima verdad. Y ese resplandor de
la verdad constituye, especialmente hoy, el más significativo de sus signos.

Jaime Siles

Su poesía es como una reviviscencia, no tan sólo un recuerdo. La enorme varie-


dad de su obra, su originalidad, sus innovaciones nos han acercado a todos los poe-
tas de mi generación, y más aún en mi caso. Él escribía que la palabra del alma es la
memoria y también la duración.

Claudio Rodríguez

Lo que va a caracterizar con energía a sus versos es precisamente esto: la recu-


peración, con gran originalidad, dicho sea de paso, y con acento absolutamente in-
confundible, de la herencia imaginativa del Superrealismo. No quiero decir, claro
está, que Luis Rosales haya sido superrealista, entiéndaseme bien, sino que supo
aprovechar con valentía y hasta con audacia grande las posibilidades que el Supe-
rrealismo había abierto, yendo, sin embargo, dentro de eso, en una dirección total-
mente inédita, pero, además, sin traicionar los nuevos supuestos realistas y biográ-
ficos que han constituido la impronta de su tiempo.

Carlos Bousoño

Si definiésemos su arte como ecléctico y utilizásemos el mismo adjetivo para su


poética, no estaríamos equivocados, pues el eclecticismo ha dominado, en efecto, la
formación de su peculiar estilo, cuya coherente evolución dentro de la heterogenei-
154 LUIS ROSALES
dad de materiales de que se ha ido nutriendo ha sido guiada por el sentimiento cons-
tante de la fugacidad de la vida, la duda sobre la realidad de las apariencias y la fe
en la percepción posible de una verdad que trasciende las lecciones dadas por los
sentidos, y que es posible alcanzar por medio de la palabra, la memoria del alma.
En el contexto de la poesía española de la posguerra, la labor de Luis Rosales
como gran acumulador de registros estéticos, en una larga lucha obstinada contra el
olvido y la muerte, aparece como absolutamente original.

Pilar Gómez Bedate


DISCURSO E NL AENTREGA D E L
PREMIO CERVANTES 1 9 8 2

Pongo en sus manos lo que es suyo

C
on estas principiantes y primeras palabras, quiero expresar m i agra-
decimiento. L o dije muchas veces y lo repito ahora: nadie merece
u n premio. E n su sentido más profundo, la creación siempre es co-
lectiva. Por consiguiente, quien puede merecerlo es la generación a
que pertenezco. U n a generación en que los muertos pesan más que los vivos.
Debo reconocer que unos y otros, los vivos y los muertos, me sostuvieron en
los años difíciles, influyeron en mí continuamente, y en cierto modo consi-
guieron hacerme como soy. A l jurado y a ellos debo darles las gracias, y esto
es u n acto de reconocimiento, desde luego, pero es también una restitución:
pongo en sus manos lo que es suyo.
Debo también agradecimiento al Estado español, que ha instituido y man-
tenido el premio. Su creación fue u n acierto, que ha servido a dos causas p r i n -
cipales. L a primera: ayudar eficazmente a mantener la unidad de la lengua.
Ya es causa suficiente, pues la u n i d a d de la lengua es la razón de las razones.
Pero, además, ha establecido una meta común entre los escritores hispano-
hablantes y u n nivel nuevo de aspiración y de esperanza. Considero que la
creación de u n nivel de esperanza tiene más interés que la creación de u n se-
guro social. Ya es hora de saberlo. Desatendidos por la sociedad, y vistos con
recelo por los gobiernos, los escritores españoles no pueden ser perseveran-
tes en la defensa de su vocación. N a d i e se lo permite. E l escritor es u n náu-
frago en tierra firme, y «escribir en España sigue siendo llorar».
La tarea de escribir no es la más apreciada entre nosotros. Sin embargo,
esta labor estabiliza la u n i d a d de la lengua, la mantiene en estado naciente e
influye en su proceso de crecimiento. L a lengua crece o degenera. N u n c a se
156 DISCURSO
encuentra en el mismo punto y es necesario hacerlo a tiempo. El lenguaje no
es sólo un medio de comunicación. La lengua es nuestra patria: hemos nacido
a ella y hemos vivido en ella. Mas la lengua es también la frontera de cada
hombre. Delimita la vida personal y perfila nuestras virtudes y nuestros vi-
cios, nuestros valores, nuestros saberes y nuestros poderes. En la lengua que
habla se ve el rostro de un pueblo. Guarda todos sus rasgos y es igual que un
espejo interno. U n espejo de adentro. Ahora bien, como la lengua no es sólo
un medio de expresión, sino un sistema de instalación vital, si no la hablamos
correctamente es porque no vivimos plenamente. Quien no habla bien su len-
gua no ha aprendido a vivir. Quien la habla mal, vive a traspiés. Hay que te-
nerla a punto y, sin embargo, desde hace ya bastante tiempo se habla en Es-
paña de una manera descuidada y defectuosa. Es un error muy grave: quiere
decir que no vivimos a la altura de nuestro tiempo.
A l escritor le atañe también otra tarea que considero capital. Desde hace
más de un siglo, en todas las naciones más o menos civilizadas se va per-
diendo y degradando el espíritu de comunidad. Sólo subsiste en aquellos lu-
gares que no tienen contacto, ni contagio, con la vida moderna. No voy a en-
trar en la cuestión: es ardua. Aquí y ahora baste decir que la labor social más
importante del escritor es el cuidado y mantenimiento del espíritu de comu-
nidad. Desde las tres grandes orillas de la lengua escribimos uniéndonos, a
veces sin saberlo. Los escritores verdaderamente importantes son anteriores
a sí mismos, pero también son anteriores a su pueblo. Son ellos los creadores
del espíritu popular. Creo suficiente recordaros que en la poesía de Federico
García Lorca se reconstruyen nuestras raíces.
Mas no estamos nosotros a esa altura, ni todo son merecimientos en la la-
bor del escritor. Desde hace varios días pienso en este discurso. No es fácil es-
cribir. Cuanto más te interesa lo que estás escribiendo, se escribe más difícil-
mente. En rigor, nadie sabe escribir pues al hacerlo es, justamente, cuando
nos damos cuenta de la indigencia de las palabras. Entonces, y sólo entonces,
advertimos que la escritura no es fiel al pensamiento, pues al quitarle su flui-
dez expresa únicamente sus muy diversas instantaneidades. En rigor, cuando
escribes, sólo puedes fijar sobre el papel el pensamiento mutilado. Esta es la
penitencia del escritor. Esta es la penitencia que no se acaba nunca. Para or-
denar de nuevo el mundo y recrearlo hay que ordenar de nuevo esa pared de
las palabras, esa pared que cada día te estrecha y te limita más. E l milagro de
la creación poética estriba, pues, en las limitaciones del lenguaje, tanto para
expresar el pensamiento como para expresar la realidad. Crear es ensanchar
y engrandecer el mundo conocido, mas la creación tiene su cruz: al fin y al
cabo, para crear es preciso escribir, y escribir es encerrarse en una cárcel. Esta
es la servidumbre y la grandeza del escritor, y esta es la ley de origen de la
creación poética.
LUIS ROSALES 157

Ahora bien, escribir es mi oficio y es necesario hacerlo, es necesario en-


carcelarse y enterrarse en palabras. Ahora estoy escribiendo este discurso.
Para escribirlo, antes que nada, hay que elegir un tema. En nuestro caso no
hay cuestión: el tema viene propuesto por el nombre del premio. Una vez he-
cha la elección ya estamos en camino y quisiera decir que esta elección me sa-
tisface. He dedicado gran parte de mi vida al estudio de la obra de Cervan-
tes y pienso que hablar de él, en este día, no es solamente una obligación, sino
una forma de agradecimiento. La lectura de Cervantes me ha dado muchas
alegrías. Sin embargo, ¡cuidado! Una cosa es leer y otra es caer, pues la lec-
tura del Quijote se nos adentra tanto que a veces es igual que una caída. Una
caída de difícil y lenta recuperación, pues te puedes pasar la vida entera sin
levantarte de ella. Para salvar esta dificultad conviene recordar que Antonio
Machado recomendaba a los poetas:
Da doble luz a tu verso,
para leído de frente
y al sesgo.
Esto precisamente es lo que ocurre con Cervantes. Hemos reído innume-
rables veces con las aventuras y desventuras de don Quijote, pero después
hemos sentido una comezón muy parecida al remordimiento. Quien no la
sienta, peor; le falta algo importante para vivir. Así pues, mucho cuidado con
la lectura del Quijote. No es tan sencilla como parece y hay que hacerla con
doble luz: la luz del comprender y la luz del compadecer. Cuando la socie-
dad es injusta con don Quijote, y lo es continuamente, es indudable que no
podemos comprender al caballero sin compadecerlo, y es indudable, también,
que no podemos compadecerlo sin sentirnos culpables. Todos somos injus-
tos. Todos hemos alzado la mano, alguna vez, contra don Quijote.
Estoy hablando de Cervantes y sé, muy bien sabido, que es tema peligroso
y zarandeado. Sin embargo, no tengáis miedo. N o voy a referirme al manco
de Lepanto ni volveré a decir, por millonésima vez, que nuestra lengua es la
lengua de Cervantes. A pesar del millón ce citas, esta opinión es un dislate
porque la lengua cambia constantemente, y además, porque cada cual habla
como puede, y a veces aún peor. También existen otros riesgos que es nece-
sario sortear. Por ejemplo, no creo gustosa la erudición histórica, y así no haré
apostillas al Renacimiento. Hay que dejar en paz ciertas palabras. Como dice
Azorín: «Entre caballeros, no es necesario hablar de Renacimiento». Final-
mente, tampoco voy a referirme al temple heroico de su carácter en tantas
ocasiones demostrado, sí a su heroísmo como escritor. Por experiencia pro-
pia lo sabéis: para ser escritor, en muchas ocasiones, hace falta heroísmo. Cer-
vantes representa, mejor que nadie, ese raro heroísmo del que depende la cul-
tura: el heroísmo de la libertad.
158 DISCURSO

Tengo que limitarme a hablar de un solo aspecto de su obra. No es el más


destacado, es el más útil, y por eso lo elijo. Cervantes ha sido siempre consi-
derado como el mejor ejemplo literario. Sin embargo, para nosotros es algo
más: para nosotros es un modelo. Conviene distinguir entre ambos términos:
el ejemplo se admira y el modelo se imita. No es igual una cosa que otra. Creo
preciso imitar a Cervantes por diversas razones, y las voy a enunciar, senci-
llamente, sin adentrarme en ellas. Desde hace más de doscientos años, Cer-
vantes siempre ha sido un escritor contemporáneo. Nunca ha perdido esa vir-
tud. Nunca ha perdido el contacto interior con los lectores. Nos habla desde
dentro de nosotros, y por esta razón ha sido, al mismo tiempo, compañero y
contemporáneo. Su lectura es imprescindible porque aún tiene una actuali-
dad sucesiva, misteriosa y profética. Y algo más todavía; sigue teniendo una
actualidad liberadora. Nos interesa destacar este aspecto. Hoy vivimos la cri-
sis más profunda que hemos vivido nunca. Pues bien, siempre que la vida es-
pañola se encuentra en crisis, vuelve la vista hacia Cervantes para encontrar
en su novela el código de salvación.
Esto me hace pensar que Cervantes no sólo tiene razón y tiene gloria: tiene
poder sobre nosotros. Es nuestro tribunal de última instancia. Su lectura nos
alegra y nos hace vivir a manos llenas, pero ante todo y, sobre todo, nos hace
el aire respirable. ¿No habéis pensado nunca que cualquier hombre que lee
el Quijote recobra la esperanza, y, por así decirlo, se confirma en sus manos sa-
biendo que puede realizar cuanto desea? Nada importa entender el Quijote:
lo que importa es leerlo. Lo que importa es vivirlo. El Quijote es un libro tan
insólitamente libre que en él no hay nada irrealizable. Es un libro que nos hace
vivir. Basta leerlo para creer. Basta leerlo para crecer. En cada una de sus pá-
ginas nos repite lo mismo. Si tienes puesto en hora el corazón, puedes cam-
biar el mundo. Puedes hacerlo justo. Puedes hacerlo libre. Es cuestión de in-
tentarlo y hay que atreverse a ello. La libertad de Cervantes nos ayuda, nos
desata las manos. Hay que estar cerca de él, Mientras lees el Quijote eres hom-
bre de manera distinta. Mientras sigas viviendo lo leído, serás un hombre li-
bre. Su lectura tiene una acción liberadora, y esta liberación es la primera de
las razones que han hecho de Cervantes nuestro contemporáneo.
Se diría que, en efecto, mientras lees el Quijote vives de otra manera. Ahora
bien, ¿y después? Pueden estar tranquilos. La pregunta no es válida porque
en Cervantes no hay después. Como escritor está continuamente recienna-
ciendo, y en cada nueva situación histórica cobra una nueva actualidad.
Tengo que confesar que a mí todos los años me enseña algo. Incluso me hace
ver de manera distinta lo que me había enseñado anteriormente. Así pues, si-
gamos preguntándonos en qué consiste esta singularísima cualidad de que
Cervantes siga siendo contemporáneo nuestro, y que el Quijote sea siempre
la novela más reciente que se escribe en España. Conseguir este resultado nos
LUIS ROSALES 159

parece un milagro, y es un acierto técnico. La novela de Cervantes es tan re-


ciente que al leerla parece que está viva, parece que se está haciendo todavía
en las manos de los lectores. No nos da la impresión de que está terminada.
Quien más, quien menos, todos queremos interpretarla para hacerla de nuevo
a nuestro gusto. Parece una novela en libertad. La novela viviente. La novela
viviendo. La novela en que nada acontece de manera definitiva.
Por ejemplo, los personajes suelen cambiar de nombre y esto no tiene per-
dón de Dios. ¡Adonde vamos a llegar! Fijémonos en un personaje principalí-
simo, la mujer de Sancho. En la novela de Cervantes se llama Mari-Teresa-
Juana-Cascajo-Gutiérrez-Panza. E l lector puede elegir entre estos nombres y
elegir a su gusto. En cambio, en el Quijote de Avellaneda se llama, a todas ho-
ras, Mari Gutiérrez. Allí es tan formalista que tiene un solo nombre. No me
extraña. No puede extrañar. Los autores pedestres no se toman libertades con
la novela. Cervantes sí, Cervantes sí se toma toda clase de libertades. Se le ale-
gran las manos escribiendo. Se divierte con todo. Ningún autor se ha diver-
tido tanto escribiendo un libro. Tiene tal alegría que escribe, siempre de tirón,
sin levantar la mano del papel. Luego vuelve sobre sus pasos. Corrige y
vuelve a corregir, pero nunca se ajusta a ley alguna. Los detalles le parecen
una friura y sólo atiende al pulso narrativo. Novelar es contar, pero cambia
lo escrito cuando quiere. Hace figuraciones y desfiguraciones porque no tiene
leyes preceptivas. No tiene leyes que lo limiten, y a fuerza de imaginación, a
fuerza de pasarse de la raya, pudo inventar y volver a inventar la novela mo-
derna.
Esto es lo cervantino: la imaginación. Y con arreglo a lo que sabemos, in-
ventar divirtiéndose con todo. Se divierte bromeando con la técnica de la no-
vela, bromeando con sus personajes, bromeando con sus personajes, bro-
meando con sus lectores y bromeando consigo mismo. Por ello en su novela
no hay nada puntual, nada definitivo, nada que pueda sostenerse crítica-
mente. En el Quijote todo está en suspensión, todo es complementario, todo
se opone sin contradecirse, todo está hecho y por hacer. Hasta los incidentes
que constituyen la trama de la novela campan por sus respetos y están en li-
bertad. Desde luego pueden cambiar, pero cambian con arreglo a una ley: son
variaciones sobre el mismo tema como una fuga de Juan Sebastián Bach. Pon-
gamos otro ejemplo en cierto modo por broma y en cierto modo por venganza,
Altisidora y la duquesa meten de noche varios gatos en la habitación del ca-
ballero. Los gatos están furiosos porque llevan cencerro al cuello y van ata-
dos por las colas. Como el diablo todo lo añasca, un gato ataca a don Quijote
y le causa tales heridas que le hacen guardar cama cinco días. ¡Ni que el tal
gato fuera un tigre! Está claro que Cervantes bromea, pero además, antici-
pándose a lo que puedan pensar los lectores, vuelve a escribir, después, que
guardó cama seis días. N o quieres caldo, tres tazas. En la obra de Cervantes,
160 DISCURSO

hasta los números pierden su acostumbrada seriedad. Los cinco días de ma-
rras se convierten en seis por vía de encantamiento y aquí no ha pasado nada.
Las cosas que se afirman en el Quijote no se confirman nunca. N o necesitan
confirmación. Por no necesitarla, dijimos que el Quijote parece una novela en
libertad. De manera evidente nos causa esta impresión. N i las palabras, ni los
juicios, ni los hechos narrados en ella tienen carácter definitivo. Todo queda
en el aire porque Cervantes no constriñe a nadie. Diríase que Cervantes no
utiliza sus poderes de autor, y la novela se queda siempre en un vaivén figu-
rativo y desfigurativo, en un vaivén genial e inocentísimo, entre lo que se dice
y lo que es. Va haciéndose novela a su manera. Por eso está tan viva que nos
parece inacabada. También en esto se anticipó Cervantes a su tiempo. E l ar-
gumento del Quijote exige en todo instante la participación de sus lectores.
En rigor, su argumento lo fijamos nosotros y lo fijamos a nuestro antojo. Por
consiguiente, la participación de los lectores en la creación de la novela es una
de sus características más modernas, y otra razón, inmejorable, para seguir
considerando a Miguel de Cervantes contemporáneo nuestro.
En homenaje a Octavio Paz voy a hacer mías sus hermosas palabras del
año pasado: «El Quijote es una obra animada por la ironía, que subraya con
una sonrisa la grieta entre lo real y lo ideal. Con Cervantes comienza la crí-
tica de los absolutos, y comienza con una sonrisa, no de placer sino de sabi-
duría. Cervantes sonríe. Aprender a ser libre es aprender a sonreír».
Y ahora, para terminar este discurso, debo expresar mi último agradeci-
miento. De igual modo que dije al principio que el escritor representa el es-
píritu de la comunidad, la Corona es la encarnación de la comunidad. En esto
estriba su sentido. Las instituciones nacionales la representan, la Corona la
encarna. Con ello entiendo que en la Corona está encarnado todo lo que nos
une, todo lo que nos sigue uniendo a los españoles, un poco más adentro, y
más allá, de la diversidad de las ideas políticas. Pues bien, este momento en
que Su Majestad Juan Carlos I me concede la investidura del Premio Cer-
vantes es el más importante de mi vida. La justifica.

Luis Rosales
Abril 1983
CRONOLOGÍA

1910 193S
Nace en Granada el 31 de mayo, hijo de Esperanza C a - Por mediación de José Bergamín publica en Ediciones
rracho y Miguel Rosales, comerciante de m e r c e r í a que del Árbol, Abri/, su primer libro de poemas, inspirado en
tendría gran influencia sobre el poeta a lo largo de su ju- la relación amorosa que mantuvo con una c o m p a ñ e r a d e
ventud. facultad.
Cursa los estudios d e bachillerato e n el Colegio d e los 1936
Escolapios. Un mes después de estallar la insurrección militar, Fe-
Se matricula en Filosofía y Letras y en Derecho en la Uni- derico García Lorca que ha regresado a Granada, se re-
versidad de Granada. fugia en casa de la familia Rosales donde es detenido.
Surge su vocación poética en torno a Joaquín Amigo y a Sus gestiones y las de sus hermanos, no consiguieron
otros componentes de la revista £1 Gallo como García impedir el fusilamiento del amigo y le ocasionaron ame-
Lorca y Álvarez Cienfuegos. nazas, una breve expulsión del Partido Falangista y una
fuerte multa.
1930
1937
Llega a Madrid para cursar los estudios de Filosofía y Le-
Colabora junto aDionisio Ridruejo, Gonzalo Torrente Ba-
tras que había abandonado en Granada.
llester, Pedro Laín Entralgo y Luis Felipe Vivanco en la
1932
revista Jerarquía (revista negra de la Falange).
Comienza a conocer a diversos personajes de la vida li-
1939
teraria madrileña. Inicia una profunda amistad con los
Se publica La mejor reina de España, obra dramática es-
hermanos Panero y Luis Felipe Vivanco.
crita en colaboración con Luis Felipe Vivanco.
Colabora en la revista Los cuatro vientos.
Se reinicia la tertulia del Café Lyon a la que asisten V i -
Conoce a C é s a r Vallejoy se presenta a Jorge Guillen por vanco, Panero y los supervivientes del grupo anterior a
recomendación de Lorca, la guerra.
1934 1940
Inicia sus colaboraciones en Cruz y Raya. Se celebra en el Museo de Arte Moderno la primera se-
162 CRONOLOGÍA

1943
A p a r e c e el s e g u n d o v o l u m e n d e Poesía heroica del Im-
perio.
1944
Se p u b l i c a s u Antología poética de Juan de Tassis, conde
de Villamediana.
1949
Editada p o r Cultura Hispánica e ilustrada p o r J o s é C a -
ballero, a p a r e c e La casa encendida, que obtiene el P r e -
m i o N a c i o n a l d e Poesía.
1951
P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura p o r Rimas, libro p u b l i c a d o
este m i s m o año d o n d e se r e c o g e n p o e m a s escritos e n -
tre 1937 y 1951.
1960
Cervantes y la libertad, p u b l i c a d o e n dos volúmenes y
c o n prólogo d e Ramón M e n é n d e z Pidal, obtiene e l p r e -
m i o Bonsoms.
1964
I n g r e s a e n la R e a l A c a d e m i a d e la L e n g u a . Pasión y
muerte del conde de Villamediana es e l titulo d e s u dis-
curso d e ingreso.
1969
P u b l i c a El contenido del corazón.
1970
Edita una antología s o b r e L a Poesía española del Siglo
de Oro.
1971
Se p u b l i c a Piensa m a l y acertarás.
1972
sión d e la a c a d e m i a «Musa musae», fundada p o r M a n u e l Obtiene el Premio Nacional Miguel de Unamuno.
Machado. P u b l i c a Segundo abrily Teoría de la libertad.
A p a r e c e e l p r i m e r v o l u m e n d e Poesía heroica del Impe-
1973
rio, e n colaboración c o n Luis F e l i p e V i v a n c o y a c o r d e
R e c i b e el P r e m i o N a c i o n a l d e Ensayo.
c o n la ideología oficial d e la é p o c a .
A p a r e c e Canciones.
C o m i e n z a s u l a b o r d e investigación e n los m a n u s c r i -
1975
tos d e la B i b l i o t e c a N a c i o n a l q u e r e p r e s e n t a n e l i n i c i o
de importantes trabajos eruditos s o b r e el Siglo de R e c i b e el P r e m i o J o s é Lacalle.
Oro. 1978
Se p u b l i c a , Retablo sacro del nacimiento del Señor. P u b l i c a su estudio a c e r c a d e La poesía de Pablo Ne-
Secretario d e la revista Escorial d i r i g i d a p o r Dionisio Ri- ruda.
druejo. D i r i g e la revista Afuera Estaíeta.
Q9T euxBBd

1979 1983
Se p u b l i c a Diario de una resurrección. Se le rinde homenaje e n la II Feria d e la Poesía d e M a d r i d .
1984
1980 Publica O i g o el silencio universal del miedo, tercer e p i -
A p a r e c e La almadraba, p r i m e r e p i s o d i o d e La caria sodio d e La caria entera.
entera. 1987
1982 Publica Esa angustia llamada Andalucía y El desnudo en
Es galardonado c o n e l P r e m i o Cervantes. el arte y otos ensayos.
Publica Un rostro en cada ola, s e g u n d o e p i s o d i o d e La 1992
caria entera. E l 24 d e octubre m u e r e e n M a d r i d .
1983

RAFAEL ALBERTI
RAFAEL ALBERTI

El rostro, pálido, resultaba fino. Firme la frente, prolongada clásicamente en la


recta nariz. Debajo la boca, tensa en su trazada sutilidad, y debajo aún la barbilla, que
cumplía con agudeza y determinación un perfil en el que predominaba el dibujo so-
bre el color. Este, mate, empastado en tonalidades muy aplacadas, tema claridad en
los ojos grandes e irradiaba una luz casi rubia desde un pelo de ondas anchas y flo-
jas que se repartía con elegancia sobre la cabeza.
Vestía aquella tarde —Ateneo de Madrid, primavera de 1922— un traje oscuro,
un cuello alto y se adornaba con una corbata viva, estallada en colores. Si suprimís
el atuendo manifiestamente anacrónico, vista lafiguraen el marco de la ventana, re-
cortada contra la luz del atardecer, erguida en su asiento, la mirada puesta en una le-
janía invisible, minuciosa la realidad, el ámbito transparente, podría estar pintada
por un maestroflorentinoy se hubiese podido leer debajo: «Retrato de joven desco-
nocido».

Vicente Aleixandre

Hay en la poesía de Rafael Alberti castidad —limpieza, pureza— segura, firme,


dura, duradera: de cal y canto. Sus ángeles —o su ángel andaluz (arcángel tutelar)—
le construyeron esta pared, tan andaluza. De cal y canto, la poesía de Alberti se alza y
afirma, vertical, pisando tierra, mirando al mar, entre dos cielos. Parte y define la luz
misma como el muro encalado de un compás, o de un patio en la casa andaluza de tra-
dición romana. Sevilla del renacimiento, en Santa Clara, San Lorenzo, no en la judería
o morería. Sevilla becqueriana. El acierto de Bécquer fue limpiar, encalar —constan-
temente— la turbulencia de una pasión romántica. Su distancia del romanticismo es-
pañol es ésa: su distinción. Por eso parece escandinavo. Lluvia en Sevilla y niebla
168 RAFAEL ALBERTI

transparente. Como en el norte de Noruega: exactamente igual. Rafael Alberti lo adi-


vina y repite el verso becqueriano: huésped de las nieblas: de las nubes: casta, pura, lim-
pia, luminosa atmósfera celeste; la más clara, tenue y fina transparencia.

José Bergamín

Alberti representa un refinamiento y depuración de la escuela modernista con


sus ambiciones de dar al verso castellano la flexibilidad, elegancia y gracia de que ca-
rece casi, casi desde nuestro Siglo de Oro.

Pedro Salinas

Yo conocí a Rafael Alberti en las calles de Madrid con camisa azul y corbata co-
lorada. Lo conocí militante del pueblo cuando no había muchos poetas que ejercie-
ran ese difícil destino. Aún no habían sonado las campanas para España, pero ya él
sabía lo que podía venir. Él es un hombre del sur, nació junto al mar sonoro y a las
bodegas de vino amarillo como topacio. Así se hizo su corazón con el fuego de las
uvas y el rumor de la ola. Fue siempre un poeta aunque en sus primeros años no lo
supo. Después lo supieron todos los españoles, más tarde todo el mundo.

Pablo Neruda

Mi descubrimiento de la poesía moderna de nuestra lengua —una empresa ina-


cabable: todavía ahora descubro islas poéticas sepultadas y constelaciones descono-
cidas— comenzó cuando yo tenía unos dieciséis o diecisiete años y estudiaba el ba-
chillerato en San Ildefonso. Una de mis primeras lecturas fue la de Rafael Alberti.
A l leer sus poemas penetré en un mundo en donde las viejas cosas y las gastadas
realidades, sin dejar de ser las mismas, eran otras. Habían cambiado de piel y pare-
cían acabadas de nacer, animadas por un entusiasmo contagioso. Leí aquellos poe-
mas —incluso los más tristes y misteriosos— con júbilo, como si cabalgase una ola
verde y rosa sobre la movible llanura del mar, poblada de toros, delfines, sirenitas,
tritones y muchachas caídas del cielo, intrépidas nadadoras de todos los bósforos del
amor —para no hablar de las náyades de la estratosfera, como Miss X, enterrada en
el viento del Oeste. Fue un ejercicio vital: aprender a beber la luz de cada día, pensar
con la piel, ver con la yema de los dedos.

Octavio Paz
RAFAEL ALBERTI 169
Así, cuántas veces y qué hermosamente has cantado a tu tierra gaditana, a tu mar,
a tus cielos, a los imponentes toros destinados a ese sagrado sacrificio que viene desde
el fondo de la historia mediterránea. Y cómo hemos sentido esas visiones tuyas; por-
que el arte es a la vez lo más individual que existe y lo más universal, ya porque el
corazón del hombre está hecho, en cualquier parte del mundo y en todos los tiem-
pos, con los mismos atributos. Y así, vos, tan esencialmente andaluz, fuiste admirado
en los más remotos lugares de la tierra, permitiendo esa hermandad entre los hom-
bres que únicamente el arte puede ofrecer.

Ernesto Sábato

Su paso de la pintura a la poesía fue bastante coherente: su programa poético con-


sistía en pintar la poesía. Pero, quizás, sobre todo dibujarla: dibujar es una palabra
que usa, incluso en la conversación, como sinónimo de expresar y probablemente es
la palabra clave de su poética. Quizás la forma en que reacciona su herencia italiana.
Si comparamos su producción de tipo popular con la del mismo tipo de Lorca, ve-
mos que, mientras Federico acentúa los elementos irracionales, obteniendo de esas
intensificaciones claroscuros dramáticos, Alberti afronta esa materia sondeando las
sombras y atrayéndolas en la pura plasticidad del signo, en una festiva combinación
que une el ímpetu de la juventud y de la gracia popular con el refinamiento de un
clásico. Podríamos hablar de un Poliziano, o de un Marqués de Santillana, con tal de
que no se vea en esos nombres semejanzas, sino simples aproximaciones de planos
estilísticos.

Vittorio Bodini

Teníamos por entonces otro maestro de ver y sentir, Ramón Gómez de la Serna,
poeta en prosa torrencial, que nos impulsaba a explorar la selva de las cosas. Porque
sucedía entonces algo singular: teníamos maestros. Lo singular no era que los maes-
tros existiesen, sino que los aceptásemos, que los siguiésemos, que la idea de disci-
plina nos resultase tentadora. Tal fenómeno denotaba que el espíritu estaba funcio-
nando con los atributos esenciales de la vida: realidad y continuidad. [...] La
disciplina, pues, constaba de varios ejercicios. Uno era el de «salvar» las cosas, agu-
zar los instrumentos de captación para no dejar escapar ni una mosca. Otro consis-
tía en dominar el lazo inextricable del verbo, en decir, y hacer vivir lo dicho. Este ejer-
cicio dio como su mejor fruto la rehabilitación de Góngora. Quedó para los ensayistas
la tarea de exponer y demostrar la grandeza del poeta, pero había otra forma de ho-
menaje; seguirle en su laberinto, sin confusión ni ahogo, y seguirle no como un
alumno en el pupitre, atento al croquis del encerado, sino seguirle como un zagal,
triscando por entre sus mismas breñas. Esto fue lo que hizo Alberti, con tal maestría,
con tal lujo de facultades —que aquí no puedo citar porque un solo período ocupa-
170 RAFAEL ALBERTI
ría media página—, con tan sorprendente novedad, dentro de la norma más estricta,
que el poder delatado por su espiral barroca anunciaba una calma, una pleamar, una
bonanza clásica. Esto tardaría en llegar, pero desde un principio estaba anunciado.

Rosa Chacel

Alberti escribe desde la falta, al otro lado de una frontera, cierta o imaginaria, que
siempre establece con la realidad. En las tensiones alimentadas entre la realidad y el
deseo, el poeta es un exiliado, un nómada que asume sus sueños como voluntad de
no integración, como esperanza de una orilla diferente. Junto a la conciencia de ma-
lestar surge la búsqueda y esta alianza lleva su poesía al itinerario de los cambios, la
navegación por los estilos. Obra puesta en marcha, condena de peregrinaje, vitalismo
como única respuesta.

Luis García Montero

El blanco y el azul, colores matrices de su obra poética, aparecen insistentemente


asociados a una visión estéticamente idealizada de un mundo perfecto y primigenio
cargado de intemporales esencias y de pagano misterio. El mar se constituirá en ob-
sesivo paisaje y espejo reflector, y este espejo reflector del pensamiento poético,
siendo ante todo mental espacio y territorio mítico, es también superficie plástica
donde afloran las capturas. El contraste extremo de las formas blancas recortándose
en el azul intenso, celeste o marítimo, será fuente de mágica afirmación, así como re-
fugio o escenario ideal donde queda situada la nostalgia en su doble vertiente: la del
paraíso perdido y la de la perdida pintura. La definición de las formas será tan pre-
cisa como la perfecta medida de las palabras y su escondida resonancia.

Antonio Saura
DISCURSO E NL AENTREGA D E L
PREMIO CERVANTES 1 9 8 3

M
ajestades:
E l día 28 de mayo de 1963, después de casi veinticuatro años de exi-
lio en la República Argentina, hacía m i entrada, a través de la i n -
mensa puerta del cielo, en la ciudad de Roma. Yo tenía entonces se-
senta y u n años. Y unas ansias, unos deseos angustiosos, de sumergirme, de
perderme, de estrecharme, hasta desaparecer en aquel complicado y peli-
groso laberinto de plazuelas y callejones del barrio que elegí como vivienda,
el romanesco Trastevere, alegre capital, dentro de Roma, de los gatos, las ra-
tas, los veloces ruidos, el griterío de los bares en las tardes de fútbol y, entre
otras muchas cosas atrayentes e insospechadas, las cordilleras de los no m u y
perfumados montones de basuras, hacinados en las esquinas. Yo entré en
Roma — d i j e — bajando de las nubes, por la puerta del cielo, como cuatro si-
glos antes, en 1569, a la edad de veintidós años, entró M i g u e l de Cervantes
por la Porta del Popólo, besando primero una y muchas veces los umbrales
y márgenes de la entrada, saludando a la ciudad con lágrimas en los ojos.

¡Oh grande, oh poderosa, oh sacrosanta


alma ciudad de Roma! A ti me inclino
devoto, humilde y nuevo peregrino,
a quien admira ver belleza tanta.

Mi vista, que a tu fama se adelanta,


el ingenio suspende, aunque divino,
de aquel que a verte y adorarte vino,
con tierno afecto y con desnuda planta.
172 DISCURSO

Yo he seguido los pasos de aquel Cervantes tan joven por el «alma ciu-
dad», aquella Roma que aún ignoraba ser la capital del Renacimiento, admi-
rándola él por su grandeza y antigüedad, «en sus despedazados mármoles,
medias y enteras estatuas, sus rotos arcos y derribadas termas, sus magnífi-
cos pórticos y anfiteatros grandes... sus puentes, sus calles, que con sólo el
nombre cobran autoridad sobre todas las de las otras ciudades del mundo: la
Via Apia, la Flaminia, la Julia, la Aurelia...».
Cervantes fue feliz viviendo lo que él, entusiasta, llamó la vida libre de Ita-
lia, a pesar de su pobreza y del rigor de sus dos años de soldado vagabundo,
hasta que embarcó en la galera Marcuesa, para perder la mano izquierda en
la batalla de Lepanto, llevando bajo la camisa, como coraza protectora, los
poemas de Jorge Manrique que estaba leyendo.
Pero su vida Ubre de Italia jamás Cervantes la olvidó, como yo tampoco
jamás olvidaré aquellos quince años de mi vida trasteverina, sobre todo, en
la también nueva y libre Italia que amaneció acabada la segunda guerra mun-
dial. Si no de España, en la que había dejado tantas cosas, quebradas las raí-
ces, yo llegaba a Italia de las inmensas tierras argentinas, aquellas que me ha-
bían dado asilo durante tantos años como para considerarlas ya parte
entrañable de los nuevos paisajes de mi vida. Tanto estaban en mí, que al te-
nerlas que abandonar, volviendo nuevamente a Europa, pero no a mi impo-
sible patria todavía, supliqué a Roma, casi con la misma unción que Cervan-
tes arrodillado bajo la Porta del Popólo, me concediese su poderosa maravilla
a cambio de todo lo bello y doloroso que en aquellas tierras suramericanas
había dejado.

Dejé por ti mis bosques, mi perdida


arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío,
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
RAFAEL ALBERTI 173

Yo pensé siempre, y sobre todo dentro de mi larga permanencia en Roma,


que Miguel de Cervantes es el escritor más genialmente iluminado de todos
nuestros clásicos, al que hay que amar más que a ninguno, sintiéndolo el más
sufrido y golpeado, el más profundamente ligado a nuestro pueblo, el de ma-
yor presencia y latido moral en medio de su tierra, aquel que muy bien pudo
haber sido un miliciano voluntario en alguna mesnada del Cid Campeador,
un héroe madrileño en las barricadas del 2 de mayo napoleónico, o un mu-
chacho espontáneo de la calle en la defensa de Madrid al inicio de nuestra
guerra, de aquel Madrid para el que yo adapté su impresionante tragedia Nu-
mancia en los días más peligrosos del asedio a nuestra capital de la gloria. Hay
algo muy tremendo en la desgarrada biografía de Cervantes, que lo hermana
aún más con nosotros, con tantos centenares de miles y miles de españoles
que al acabarse aquella guerra sufrimos cautiverio —llámese hoy campo de
concentración— en el sur de Francia sobre todo y, luego, en tantos negros cam-
pos de exterminio nazis. Pero los padecimientos de Cervantes fueron aún ma-
yores, pues duraron cinco interminables años en los baños o cárceles de A r -
gel, después de haber sido apresado por los corsarios berberiscos cuando,
embarcado en Ñapóles en la galera El Sol, regresaba a España.
En la galera El Sol, que oscurecía
mi ventura a la luz, a pesar mío,
fue la pérdida de otros y la mía...
¡La pérdida suya con la de tantos otros miles de cautivos! ¡Adiós, Italia,
adiós Ñapóles, que amó sobre todo! ¡Adiós, libertad! Allí, en Argel, se le agu-
diza a Cervantes, esclavo, siempre con cadenas y casi desnudo, hasta hacér-
seles insufribles, como a nosotros, el recuerdo de la patria cerrada, los años
de infancia, los paisajes familiares, la incerteza, el amor al oficio, a la profe-
sión interrumpida y, luego, más tarde —y ahora aquí me refiero solamente a
los españoles de la guerra perdida— la inquietante llegada a tierras desco-
nocidas, ajenas, con la tremenda risa por continuar, seguir viviendo, a ser po-
sible cada uno en lo suyo, en lo que era.
Mientras, Cervantes, siempre arrastrando sus cadenas y andrajos, ansiosa-
mente esperaba, lo mismo que nuestros refugiados, su rescate, alguien que lo re-
clamara, para sentir después de sus cinco años de cautiverio, la amada libertad.
A las orillas del mar,
que con su lengua y sus aguas,
ya manso, ya airado, lame
del perro Argel las murallas,
con los ojos del deseo,
están mirando a su patria
174 DISCURSO

tantos míseros cautivos


que del trabajo descansan,
y al son del ir y volver
de las olas en la playa,
con desmayados acentos,
esto lloran y esto cantan.
¡Cuan cara eres de haber!
¡Oh dulce España!
Nada hay más perturbadoramente doloroso que el sentir cómo nuestras
raíces, esas que tenemos hincadas hondamente en la tierra nativa, se nos par-
ten. O, mejor diríamos, nos las rompen violentamente, dejándolas al aire: una
tremenda arrancadura, pero que casi nunca llega a ser total, pues siempre nos
quedan ramales, largas guías, tentáculos agarrados a oscuras profundidades
que no podemos conocer. Así, que todo lo que allí dejamos hincado, roto,
prendido en esas ensangrentadas entrañas, puede ser aún más fuerte y dolo-
roso que lo que arrastramos con nosotros adherido, pegado sin remedio a
nuestras plantas desterradas.
Cervantes suspira y llora por España, llenando de versos y creaciones fu-
turas su imaginación, que expresará después, amargamente enriquecido de
aquella fatal vida de cautiverio que lo condujo a las más largas desespera-
ciones, casi a la muerte. Nosotros, los que pudimos arribar a otras tierras, aun
con las destrozadas raíces al viento, lo hicimos, sin ni remotamente sospechar,
desde luego, que nuestro peregrinaje duraría casi cuarenta años, premio este
sólo para los que, al fin, pudimos regresar, ya que tantos miles por aquellos
países quedaron, y muchos para siempre. Entre ellos, parte de nuestros más
grandes poetas. Y permitidme que aquí los quiera recordar ahora, no ha-
blando de pintores, músicos, novelistas, profesores, todos ellos insignes, al
lado de nuestro más señalado pueblo trabajador, pues todos juntos formába-
mos lo que denominó José Bergamín «la España peregrina». Y perdonad, re-
pito, que recuerde tan sólo a algunos de ellos en este día de iluminación y
júbilo en el que el nombre de Miguel de Cervantes desciende sobre mí como
una doble ala de armonía y amor, uniéndome aún más, y en estos ya tan al-
tos años de nuestra vida, a mis queridísimos amigos los poetas de aquella
década del veinte, Jorge Guillen, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, de nuevo
hoy más que nunca enlazados a mí por esta misma cervantina distinción,
este gran premio, que últimamente alcanzara también otro español, Luis Ro-
sales, poeta granadino, tan cerca de nuestra generación. Los nombres de V i -
cente Aleixandre, Federico García Lorca, José Bergamín y Miguel Hernández
no los puedo olvidar aquí, ya que todos juntos recorrimos un igual camino
hasta el desgaste, el tirón violento de la guerra.
RAFAEL ALBERTI 175

¡Cuan cara eres de haber, oh dulce España!


Cuando nuestro grande y lento Don Antonio Machado atravesó, a pie, los
Pirineos, acompañado de su ancianísima madre y con gran parte del ejército
republicano camino del destierro, aquella España, por la que suspiraba con
lágrimas en los ojos Miguel de Cervantes desde Argel, se la llevaba ya sobre
su alma Don Antonio. El primer verso que se escribe en el exilio es suyo:
Estos días azules y este sol de la infancia...
Único verso alejandrino, lleno ya de nostalgia y lejanía, que se encontró
perdido en un bolsillo del viejo gabán del poeta después de su muerte. Don
Antonio tenía sesenta y cuatro años. Miguel de Cervantes, al morir, había
cumplido ya sesenta y nueve.
¡Cuan cara eres de haber, oh dulce España!
Juan Ramón Jiménez se sentía muy dulcemente bien en su cementerio ma-
rino de San Juan de Puerto Rico. En aquella ciudad había perdido a Zenobia, su
mujer, el mismo día que recibiera el Premio Nobel. Juan Ramón Jiménez vivió
ocho años más que Miguel de Cervantes. Con gusto Juan Ramón hubiera per-
manecido cerca de aquellas olas del mar Caribe portorriqueño, soñando, desde
lejos, con la mar blanca y los crepúsculos de violeta de su Moguer, que tantas
veces vio, como por transparencia, en sus años de destierro norteamericano.
Y para recordar por qué he vivido, vuelvo a ti, río Hudson de mi mar. Dulce
como la luz era el amor. Y por debajo de Washington Bridge (el puente más
con más de New York) pasa el campo amarillo de mi infancia. Infancia, niño
vuelvo a ser y soy, perdido tan mayor, en lo más grande. Leyenda inesperada.
Dulce como la luz es el amor, y esta New York es igual que Moguer, es igual
que Sevilla y que Madrid. Puede el viento, en la esquina de Broadway, como
en la esquina de las Pulmonías de mi calle Rascón, conmigo; y tengo abierta
la puerta donde vivo, con sol dentro. Dulce como este sol era el amor.
Y Manuel Altolaguirre. Y Emilio Prados, malagueños los dos, frente a las
costas berberiscas, desde los litorales de su Málaga. Emilio, oscuro, lleno de
galerías secretas, de torturados subterráneos en busca de la luz, después de
tantos años de exilio, sin retorno.
Cierro los ojos. El sueño,
por ellos baja a escuchar*
dentro de mi corazón,
el viento oscuro del mar.
¡Ya no podré despertar .
1

¡Ya no sabré despertar!


176 DISCURSO

Tenía sesenta y tres años cuando murió en México.


¡Cuan cara eres de haber, oh dulce España!
Es otro malagueño el que ahora canta, José Moreno Villa, nostálgico, más
que nunca cuando se le iba acercando la muerte, de las orillas de su mar re-
verberante de luz y limoneros.
No vinimos acá, nos trajeron las ondas.
Confusa marejada, con un sentido arcano,
impuso el derrotero a nuestros pies sumisos.
Ya estamos en la playa nueva. La misma arena,
el mismo rizo acompasado de la dulce orilla,
los mismos vagorosos pájaros de la otra.
Nos llevarán las ondas. Nos llevarán las ondas.
Nos llevarán las ondas no con bolsas repletas,
no con sacos de oro ni tanques ni aviones.
Dejaremos la tierra del azteca y del inca
después de dar la sangre, el sudor y los huesos,
después de haber sembrado en medio de volanes
lo mejor de nosotros, el beso y la palabra.

José Moreno Villa murió en México, el 25 de abril de 1955, dos días des-
pués de la fecha en que murió Cervantes y con su misma edad: sesenta y
nueve años.
Y allá, en la República Argentina, Juan Larrea, aquel vasco difícil y secreto,
grande en su nueva palabra poética, exaltador de Rubén Darío y delirante de
César Vallejo, el genial peruano. Y también, descansando para siempre al
borde de las ondas del mar de Puerto Rico, contemplando ese mar que tanto
contempló, Pedro Salinas, muerto en Boston a los sesenta años.
De mirarte tanto y tanto,
del horizonte a la arena,
despacio,
del caracol al celaje,
brillo a brillo, pasmo a pasmo,
te he dado nombre; los ojos
te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
soñando que te miraba,
al abrigo de los párpados
maduró, sin yo saberlo,
RAFAEL ALBERTI 177

este nombre tan redondo


que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
de lo tarde que lo dicen,
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
en el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mi,
desde el día
que mis ojos te estrenaron,
el contemplado, el constante
Contemplado!
Luis Cernuda hizo casi dos años de guerra en el frente del Guadarrama,
sobre unas alturas desde las que contemplaba el Monasterio de El Escorial.
Sevillano, fino, difícil, sorpresivo, dédalo en claroscuro y transparente labe-
rinto interior como su barrio sevillano de Santa Cruz. Creo que Cernuda fue
el poeta que más sufrió en el destierro, aunque él pretendiera, al final, no que-
rer acordarse de su patria andaluza.
Lirio sereno en piedra erguido
junto al huerto monástico pareces.
Ruiseñor claro entre los pinos
que en canto silencioso levantara.
O fruto de granada, recio afuera,
más propicio y jugoso en lo escondido.
Así, Escorial, te mira mi recuerdo.
Si hacia los cielos anchos te alzas duro,
sobre el agua serena del estanque
hecho gracia sonríes. Y las nubes
coronan tus designios inmortales.
Recuerdo bien el sur donde el olivo crece
junto al mar claro y el cortijo blanco,
mas hoy va mi recuerdo más arriba, a la sierra,
gris bajo el cielo azul, cubierta de pinares,
y allí encuentra regazo, alma con alma.
Muchos enseña el destierro de nuestra propia tierra.

Estas estrofas que he leído pertenecen al poema «El ruiseñor sobre la pie-
dra», que escribió Luis Cernuda en Inglaterra, antes de trasladarse a México,
donde murió, repentinamente, a los sesenta y un años.
178 DISCURSO

¡Cuan cara eres de haber, oh dulce España!


Cara de haber, sí, pero de dulce, y sobre todo en aquellos terribles años,
nada, hubiera sentido León Felipe, el más viejo, pero sin edad, la voz embra-
vecida del viento, el más exaltado, el más quijotesco, cervantino de todos, que
sintió su largo destierro de España como un infinito cautiverio en Argel, blas-
femando y gritando, arremetiendo en sus poemas contra los molinos, alzán-
dose siempre heroicamente, sin perder el impulso de la sangre, el que se vino
dejando Panamá, en donde por primera vez en su vida era profesor, con más
de cincuenta años, a luchar por Madrid, poco después del inicio de la guerra,
al que en momentos de desánimo había suplicado a Don Quijote viéndolo pa-
sar, caballero solitario por la meseta castellana:
Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar,
y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar,
hazme un sitio en tu montura,
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
Y puede pensarse que aquella súplica de León Felipe siempre estuvo en
sus ánimos, y así yo puedo creer que el gran poeta de Zamora hizo su nueva
entrada en Madrid a la grupa de Rocinante, no con deseos pastoriles, sino
agarrado a la lanza soñadora de Don Quijote. Hoy el viejo poeta sobrevive
esculpido en un parque de México, a la sombra de los gigantes y ancianos
ahuehuetes, los más extraordinarios árboles de aquel país. Entre los poetas
que tampoco pudieron volver, quiero también nombrar a Pedro Garfias, Juan
Rejano, Arturo Serrano Plaja y José Herrera Petere.
Cuando Miguel de Cervantes, fatigado de cárceles y de miserias, solicita
emigrar a Guatemala para confundirse con los miles y miles de españoles que
no querían morirse de hambre en su patria, ya la lengua suya, de la que él se-
R A F A E L ALBERTI 179

ría, sin saberlo, el mayor soberano, se había instalado a golpe de machete y


arcabuzazos por entre aquellas pirámides, volcanes, ríos y altiplanos inmen-
sos. Ya se iba hablando por casi todo aquel continente aquella nueva lengua,
que aún hoy los indios bolivianos la llaman la castilla. Hablar la castilla. ¿Qué
hubiera escrito entonces Miguel de Cervantes en la castilla, en medio de aque-
lla violenta confusión, en la que sin embargo estaba alboreando ya algo
grande que hoy todavía perdura? E l desterrado Miguel de Cervantes, viejo
cautivo de Argel, seguramente no habría escrito el Quijote, pero quizá un sor-
prendente atisbo de Tirano Banderas, que Valle-Inclán hubiera completado es-
perpénticamente cuatro siglos después.
Yo que he peregrinado algo por aquellas tierras, hoy de América Central,
aunque rechazado en Guatemala y detenido en El Salvador, pude conocer N i -
caragua, Costa Rica y Panamá... Dulce, tierno y bravo a la vez al por tanto
tiempo golpeado indio nicaragüense, en su bello idioma con deje de remota
antigüedad precolombiana, por aquellos caminos encendidos a la noche de
cocuyos, engarzadas luciérnagas, a veces como ajorcas en sus tobillos para
iluminarse la tierra que van pisando. Allí, en aquel conmovedor Nicaragua,
conocí en su ciudad natal de León, dentro de la catedral, los pobres huesos
de Rubén Darío, el gran profeta, el vaticinador, antes que nadie, de ¿Tantos
Millones de hombres hablaremos inglés ?, el prodigioso indio chorotega en el que
hicieron nido tanto los más heroicos timbres como las más armoniosas ca-
dencias de la lengua española. Él montó el Clavileño de la gran aventura re-
novadora de nuestra lírica. Él intuyó los grandes desastres de las dictaduras
latinoamericanas. Él habló de las engalanadas panteras sometedoras de los
pueblos, advirtiendo, ya angustiado adivino, al viejo navegante Cristóforo
Colombo, el descubridor.
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalanadas a las panteras.
Él, como Petrarca, salió gritando en sus poemas por las calles del mundo:
¡Paz, paz, paz! Él rogó a nuestro señor Don Quijote, en unas inmortales leta-
nías, nos salvase de todas las injusticias, de todos los horrores retóricos alre-
dedor del pobre Don Miguel de Cervantes y su pálido héroe, habiendo po-
dido, de no haber muerto tan pronto, condenar todo este siglo de catástrofes,
de guerras ya pasadas y por llegar, ahora que comienza el atardecer de este
siglo, del que él sólo pudo asistir al alba. ¡Campanas y palomas para Cer-
vantes y Rubén, aquí, en esta ciudad de Alcalá de Henares, cuna de plenitud
del idioma, en el que él, poeta universal de Nicaragua, rogó por el ilusionado
caballero de la Mancha!
LETANÍAS DE NUESTRO SEÑOR D O N QUIJOTE

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,


que de fuerza alientas y de ensueños vistes
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
con la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.
Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias,
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad.
Caballero errante de los caballeros,
barón de varones, príncipe de fieros,
por entre los pares, maestro, ¡salud!
Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud.
Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rodas, los sublimes ramos
de laurel. ¡Pro nobis ora, gran señor!
Tiemblan laflorestas de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor.
De tantas tristezas, de dolores tantos,
de los superhombres de Nietzsche, de cantos*
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias de horribles blasfemias
de las Academias,
¡líbranos, señor!
Ora por aquellos tristes enemigos
que planta misiles en lugar de trigos,
sembrando la tierra de llanto y terror,
que cuando ya el siglo a su fin se inclina,
no es una paloma la que lo ilumina
en vuelo de gracia, de paz y de amor.
RAFAEL ALBERTI 181

Ruega por aquellos audaces mezquinos


que cuando arremeten contra los molinos,
saben de antemano no derribarán;
por los ilusorios, los equilibristas,
por los anacrónicos, oscuros golpistas,
que en sorda caverna nos enterrarán.
Ora por nosotros, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de sueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
antes que de pronto desaparezcamos
y no queden tumbas ni fúnebres ramos
ni el son de la inmensa y última explosión.

Señor: cuando un poeta español llega como exiliado a aquella América en


la que aún, con toda su variedad y riqueza de modulaciones, se habla la cas-
tilla, aquellas dolorosas raíces que llevaba fuera, rotas, expuestas a los vien-
tos, al cabo de los años se vivifican, renacen, crecen, se llenan de hojas, de bro-
tes nuevos, guías largas, inmensas, que por encima del mar vuelan a ciegas a
encontrarse con aquellas otras desgajadas, partidas, que allá lejos quedaron.
Y a pesar de las tremendas lejanías, se juntan, se enmuñonan, establecién-
dose una nueva corriente de sangres detenidas, que vivifican las distancias,
creando al fin una flor, tan dolorosa a veces, pero que nunca morirá, alentada
por el aire y el sol de la tierra en que queda, aromándola para siempre. Así,
allí alientan y cantan, amados para siempre, todos estos poetas que quise me
acompañaran en este día de Cervantes, de este Premio, que sin duda alguna
ellos también hubieran merecido.
Hoy la nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
182 DISCURSO

Y el agua que no corría


volvió para darme agua.
Yo, señor, volví. Tuve la suerte de volver, de recomponer de verdad las ro-
tas raíces, cubriéndolas de nuevo con la tierra de España, del pueblo de Es-
paña, con quien me uno a diario. Él me da la salud, la vida, esta velocidad,
este dinamismo de cometa errante que llevo y que a mis ochenta y un años,
cuatro meses y siete días amplía aún más su recorrido, su órbita, hasta iden-
tificarla con la del milenario cometa Halley, que v i aparecer en mi infancia
tendido sobre la maravillosa bahía gatitana donde nací y que reaparecerá, y
conmigo, sobre el cielo de España, dentro de año y medio.
Majestad: cuando le vi por vez primera en la Embajada de España ante el
Vaticano, en Roma, tal vez recuerde que al momento de estrecharle la mano
le entregué un breve escrito, firmado por un grupo de exiliados españoles en
Italia, suplicándole la amnistía para los muchos presos que aún quedaban en
las cárceles de nuestro país. Ese fue mi primer humano contacto con su Ma-
jestad y con la reina Doña Sofía, que lo acompañaba. Hoy vengo aquí a esta
Alcalá de Henares, la ciudad cuna de Cervantes, para recibir de su mano tan
altísimo premio, que es como centrar en mi sola voz la de más de 338 millo-
nes de seres que, con tantas diferentes modalidades, nos expresamos en la
lengua, nunca mejor llamada peregrina, de Don Quijote. Gracias, Majestad.
Y para su Majestad la reina Doña Sofía, la súplica de que me acepte este
saludo, en una mínima flor cantable de Lope de Vega, a la que me he atrevido
retocar algún pétalo:
Esta Reina se lleva la flor,
que las otras, no.
Esta Reina tan garrida,
por Mayo más que florida,
la Rosa más escogida
de todo el vergel en flor.
Esta Reina se lleva la flor,
que las otras, no.

Rafael Alberti
Abril 1984
CRONOLOGÍA

1902 192S
Nace el 16 de diciembre en el Puerto de Santa María. Recibe el Premio Nacional de Literatura por Marinero en
1912-1917 Tierra.
Alumno en el Colegio de San Luis Gonzaga, de los pa- Inicia una profunda amistad con José Bergamín.
dres jesuítas. Mal estudiante, m á s aficionado al dibujo. 1926
En esta é p o c a comienza a pintar. Pasa el invierno en Rute (Córdoba).
1917 Inicia un nuevo libro de canciones: El alba del alhelí.
Interrumpe elbachillerato. SetrasladaaMadridcontoda Primera colaboración en Revista de Occidente,
la familia. Se inicia una vocación decidida por la pintura, Conoce a Luis Cemuda y a Fernando Villalón.
1917-1923 1927
Comienza a visitar elMuseo delPrado, Realiza copias de Forma parte del homenaje a Góngora en el Ateneo de
Zurbarán y Goya. Conoce a los pintores Daniel Vázquez Sevilla.
DíazyRobertDelaunay. Escribe Cal y canto.
Concurre al Salón Nacional de Otoño. Conoce a don Manuel de Falla.
Hacia 1921 comienza su vocación literaria. 1929
Con una exposición de dibujos y cuadros en el Ateneo, Publica Cal y canto y Sobre los ángeles.
se «despide» de la pintura. 1930
1923-1924 Conoce a María Teresa León,
Por motivos d e salud, es enviado a la sierra de Guada- 1931
rrama. Comienza la elaboración de Marinero en tierra, su Estrena su primera obra de teatro El hombre deshabi-
primer libro orgánico de poemas, con claras influencias tado.
de Gü Vicente y los cancioneros de los siglos xv y xw. E n el Teatro Español, la actriz Margarita Xirgu estrena
En la Residencia de Estudiantes entabla amistad con Fe- Fermín Galán (romance de ciego en honor del h é r o e
derico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuely Moreno republicano fusilado el año anterior por la monar-
V í a . Poco m á s tarde irá conociendo al resto de poetas quía).
que habrían de configurar su generación. Inicia su amistad con Unamuno.
184 CRONOLOGÍA

Con María Teresa León.

Viaja c o n María T e r e s a a Francia. A m i s t a d c o n Picasso. r u m b o a A m é r i c a p a r a d a r recitales y conferencias a fa-


Frecuenta a C é s a r Vallejo, H e n r i M i c h a u x , Carpentier... v o r d e las víctimas d e l a revolución d e Asturias.
Se relaciona c o n los pintores españoles allí residentes: 1935
M a n u e l Ángeles Ortiz, Joaquín Peinado, Bores, Viñes... Conferencias y recitales en N u e v a Y o r k y L a Habana. A l
1932 c o n o c e a Nicolás Guillen.
L a Junta p a r a Ampliación d e Estudios le c o n c e d e n a él P e r m a n e c e e n M é x i c o casi u n año.
y a María T e r e s a u n a b e c a p a r a estudiar e l m o v i m i e n t o P u b l i c a Verte y no verte, elegía d e d i c a d a a la muerte d e
teatral e u r o p e o . s u g r a n a m i g o el torero Ignario Sánchez Mejías.
Estancia e n Berlín. P r i m e r viaje a la Unión Soviética. R e g r e s a a E u r o p a , b r e v e t e m p o r a d a e n París.
R e g r e s a a E s p a ñ a ante los acontecimientos q u e se p r o - La editorial Cruz y Raya, d e J o s é Bergamín p u b l i c a : Poe-
d u c e n e n Berlín. sía (1924-1930).
1933-1934 1936
A p a r e c e Consignas, l i b r o q u e r e c o g e sus p r i m e r o s N u e v a m e n t e e n España, interviene activamente e n la
poemas revolucionarios. c a m p a ñ a p o r e l Frente Popular.
C o n o c e e n M a d r i d a Ilya E h r e n b u r g . E n e l mes d e julio se encuentra c o n María T e r e s a e n la
1934 isla d e Ibiza.
María T e r e s a y él fundan la revista Octubre. R e g r e s a e n agosto a la península.
Invitado a M o s c ú al p r i m e r C o n g r e s o d e Escritores So- Secretario d e L a A l i a n z a d e Intelectuales Antifascistas. Es
viéticos. n o m b r a d o director d e l M u s e o Romántico.
C o n o c e a André M a l r a u x . 1937-1938
P a s a u n m e s e n R o m a c o m o h u é s p e d d e Valle-Inclán. Interviene activamente e n la organización d e l II C o n -
N o p u e d e r e g r e s a r a España, se q u e d a e n París. Sale greso Internacional d e Escritores.
RAFAEL ALBERTI 185

Ingresa c o m o s o l d a d o e n e l A r m a d e Aviación. 1960-1961


Publicación d e Poesía (1924-1938). R e c o r r e Hispanoamérica d a n d o recitales y conferencias.
1939 Viaja a E u r o p a , visita a Picasso.
A p r i m e r o s d e m a r z o l o g r a salir c a m i n o d e O r a n . N u e - 1962
vamente e n París, María T e r e s a y él l o g r a n trabajar d e Adaptación teatral d e La lozana andaluza, novela d e F r a n -
locutores e n Radio-París Mondiale. cisco D e l i c a d o .
Viven con Pablo Neruda. 1963
Estalla la S e g u n d a G u e r r a M u n d i a l . Regresa definitivamente a Europa, se establece e n
1940
Roma.
L o g r a salir d e Francia, r u m b o a Argentina a b o r d o d e l 1964
Mendoza.
C o m i e n z a a e s c r i b i r , Roma, peligro para caminantes,
Publica e n la editorial Losada, Poesía (1924-1939).
amistad conUngaretti, Pasolini, Vittorio Gassman...
1941
L a editorial M o n d a d o r i p u b l i c a Poesie, e n traducción d e
N a c e s u hija Aitana. P u b l i c a Entre el clavel y ¡a espada.
Vittorio Bodini.
1942-1943
1965
Publica e n M é x i c o La arboleda perdida.
P r e m i o L e n i n d e la Paz. Viaje a Moscú.
Viaja p o r el interior d e la Argentina d a n d o conferencias
1966
y recitales.
Estreno e n el Teatro d e la Scala d e Milán, d e u n ballet b a -
1944
sado e n p o e m a s d e Sobre ¡os ángeles.
Margarita X i r g u estrena e n M o n t e v i d e o la adaptación d e
Numancia, y más tarde, e n Buenos Aires, El Adefesio. A p a r e c e e n México, Roma, peligro para caminantes.
R e c o r r e Argentina y U r u g u a y c o n Invitación a un viaje so-
noro, recital d e p o e s í a c o n e l acompañamiento d e l laúd
d e Paco A g u i l a r y e l pianista Donato 0 . Colacelli.
1945-1947
Viaje a Chile, recitales y conferencias.
Reencuentro c o n P a b l o N e r u d a .
V u e l v e a la pintura, c e l e b r a n d o a partir d e 1947 muchas
exposiciones c o n obras inspiradas e n sus p o e m a s .
1948
Se p u b l i c a A ¡a pintura.
1949
A p a r e c e e n M o n t e v i d e o Copas de Juan Panadero.
1950
Viaja a V a r s o v i a c o m o d e l e g a d o al C o n g r e s o M u n d i a l d e
la Paz.
1951-1955
Viaja c o n María T e r e s a y Aitana a la E u r o p a d e l Este.
L a Galería Bonino, d e Buenos Aires, p u b l i c a Lincograñas,
Una carpeta c o n d i e z dibujos.
1956
N o c h e de guerra en el Museo del Prado, n u e v a o b r a d e
teatro.
1957
Viaje a China. Con Federico García Lorca.
186 CRONOLOGÍA

1970 1986
Exposición d e toda la o b r a gráfica y poética e n el C o l e - Se p u b l i c a e n G r a n a d a , L o s hijos del drago y otros poe-
g i o d e Arquitectos d e Cataluña. mas. A p a r e c e Golío de sombras, c o n dibujos d e M a n u e l
Se p u b l i c a e n Barcelona, Los 8 nombres de Picasso y tam- Rivera.
bién Sobre ¡os ángeles. 1987
E n M a d r i d a p a r e c e Prosas encontradas. U n accidente d e tráfico le inmoviliza durante m e s e s y le
1971 o b l i g a a interrumpir recitales y conferencias.
E s c r i b e Condena, e n defensa d e los siete patriotas v a s - P u b l i c a L a arboieda perdida (segundo v o l u m e n d e m e -
cos c o n d e n a d o s a muerte e n el P r o c e s o d e Burgos. morias).
1974 1988
M i e m b r o d e Tribunal Russell. R e c i b e u n homenaje e n el Teatro R o m a n o d e Mérida,
L a revista Litoral, d e Málaga, p u b l i c a Roma, peligro para bajo la dirección d e Lluís Pasqual.
caminantes. M e d a l l a Picasso d e la Unesco.
1975 Se estrena e n M a d r i d , El hombre Deshabitado.
R e c i b e el p r e m i o Etna-Taormina. A c a d é m i c o d e Bellas Artes d e San Fernando.
S e p u b l i c a e n E s p a ñ a L a arboleda perdida. M u e r e María T e r e s a León,
Participa e n R o m a al homenaje a Dolores Ibarruri, «La C o m i e n z a la publicación d e las Obras Completas, e n e d i -
Pasionaria», ción d e Luís García Montero.
1976 1989
M a n a C a s a r e s estrena e n M a d r i d , El adefesio. P u b l i c a Canciones para Altair.
1977 1992
E l 27 d e abril r e g r e s a a España junto c o n María Teresa. Se estrena e n Sevilla, L a gallarda.
E s elegido diputado p o r el Partido Comunista, e n la p r o - 1993
vincia d e Cádiz. Se inaugura en e l Puerto d e Santa María, la casa-museo.
1978
Se estrena e n M a d r i d , e n e l Teatro María G u e r r e r o , No-
che de guerra en el Museo del Prado.
C o m i e n z a , en compañía d e N u r i a Espert, una serie d e
recitales p o r toda España.
1980
Se estrena e n Cádiz su versión d e L a lozana andaluza.
1980
P r e m i o N a c i o n a l d e Teatro.
1982
Doctor Honoris Causa d e la U n i v e r s i d a d d e Toulouse le
M i r a i l y C o m e n d a d o r d e las Artes y las Letras d e F r a n -
cia.
1983
P r e m i o Cervantes.
1985
D o c t o r Honoris Causa p o r la U n i v e r s i d a d d e Cádiz. Con Bergamín.
1984

ERNESTO SÁBATO
ERNESTO SÁBATO

Ernesto Sábato, ese tenaz indagador de las fuerzas misteriosas que nos pueden
acercar a la esencialidad de la existencia, es uno de los señalados precursores de la
moderna literatura argentina. Más allá de su apariencia huidiza e irritante se descu-
bre al hombre de talento y vocación abierta a la historia cotidiana y universal, al na-
rrador-pensador que escarba en las señales de su entorno las respuestas salvadoras
para el hombre y la sociedad que agonizan dentro de una de las crisis más trágicas
que soportaran jamás.

Ángel Leiva

Según el crítico de «L'Express», con Ernesto Sábato la Argentina ha encontrado


su voz. Pero lo que no debe saber aquél es que esa voz ha corrido el riesgo de per-
manecer silenciosa. Esta es una vieja historia. Hasta los treinta y cuatro años, Sábato,
formado para la ciencia, doctor en Física, sintió, en una hora de encrucijada, la nece-
sidad de cambiar de rumbo y optó por el camino de las letras. Su innata vocación de
novelista, de ensayista, de literato, se desprendió de su piel de hombre de ciencia,
trocando sus instrumentos de laboratorio por la pluma. Aceptó su destino de escri-
tor sin vacilación alguna. Y ahí está.

Guillermo Díaz Doin

En Ernesto Sábato el hombre y el escritor forman un todo indisoluble hasta el


punto que él mismo declaró en cierta ocasión «la verdadera autobiografía de un es-
190 ERNESTO SÁBATO

critor hay que buscarla en sus ficciones». Esta frase la entiendo en el sentido de que
los personajes de sus novelas son hipóstasis o encarnaciones de lo más profundo de
su personalidad, que revelan, a veces contradictoria o coherentemente, sus pasiones,
fobias e ideas más ocultas. Es decir, el pensador está siempre presente en el novelista.

Trinidad Barrera

A veces ha aparecido apocalíptico, expresando en su cara y en sus gestos y en la


palabra encendida esas amenazas cósmicas con las que el hombre de la calle se ha
acostumbrado a dormir tranquilo, sin que ellas dejen por eso de ser igualmente pe-
ligrosas y posiblemente inmediatas. A veces, en sus ensayos, ha bordeado los lími-
tes entre el pensamiento reaccionario y una suerte de anarquía nihilista que divorcia
utopías y realidad, con lo que la belleza de unas no resuelve en absoluto la inconfor-
midad de la otra. Ha sido comunista en su juventud, ha preferido el trotskismo en
otra época, y denuncia, ambiguamente en la derecha, los Gulag soviéticos. Está con-
tra el terrorismo de cualquier signo y afirma que, antes que todas las cosas, prefiere
los niños. Nunca se ha manifestado como apolítico. Nunca ha sido peronista.
Lo que es, y de una pieza, Ernesto Sábato es novelista, que en esta época —como
dice él mismo— significa ser un poco filósofo. Así, sus dos grandes novelas, Sobre hé-
roes y tumbas y Abaddon el exterminador, son, finalmente, sendos discursos terribles,
reflexiones atormentadas sobre la ciudad desquiciada y los sistemas de pensamiento
que engendró y en los que caben oscuros resquicios por los que acaso entre esa pér-
fida cadena de fantasmas.

Rosa María Pereda

Me atrevo a afirmar que en toda la literatura latinoamericana no hay otra obra


que de modo igual aglutine lo universal y lo nacional: inquietudes y temores, senti-
mientos, problemas del bien, del mal, del amor, de la muerte, de la esperanza, co-
munes a todo el género humano, con la imagen de esto que distingue a sus héroes en
la muchedumbre de otros pueblos, con una visión concreta del mundo en el cual es-
tán situados. El Buenos Aires de Ernesto Sábato es reconocido casifísicamentecomo
una ciudad de los gigantes del realismo, como el París de Balzac, como el Petersburgo
de Dostoievski, como —en otra poética— el Dublín de Joyce. En comparación con el
realismo y la dimensión metafísica de Sobre héroes y tumbas, como se contrae el genial
juego intelectual de la mente, la obra de Borges, escritor de quien se acuerda reitera-
damente y con quien polemiza tan frecuentemente en numerosas páginas de esta no-
vela.

Jerzy Kühn
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1984

E
s el más alto honor de m i vida recibir el Premio «Miguel de Cer-
vantes», doblemente honroso por serme entregado de las manos de
u n hombre que los partidarios de la libertad admiramos y respeta-
mos: Su Majestad d o n Juan Carlos I, rey de España.
C o n su lucidez y su indomable energía, Isabel la Católica quiso que el ha-
bla de Castilla, y a consolidada, se convirtiese en el idioma de los vastos te-
rritorios que soñaba, en el convencimiento de que sólo la religión y el lenguaje
pueden aligar pueblos diferentes. Nebrija, a su lado, trató de fijarla para siem-
pre, porque la lengua castellana estaba «ya tanto en la cumbre, que más se
pudiera temer el descendimiento de ella que esperar su subida». E l intento
era políticamente comprensible, pero los idiomas terminan por rechazar to-
das las imposiciones, también las imperiales. Y, así, el castellano siguió cam-
biando, pues, como señaló W i l h e l m v o n Humboldt, una lengua no es u n pro-
ducto cristalizado sino energía en perpetua transformación. De este modo, la
vida y sus vicisitudes fueron enriqueciendo y alterando el castellano, tanto
en la metrópoli como, a través de descomunales selvas y cordilleras, en el
N u e v o M u n d o ; probando en semejante epopeya su formidable vigor y su i n -
vencible resistencia, manteniéndole siempre una en las mutaciones, según esa
dialéctica entre la tradición y la renovación que rige los grandes fenómenos
culturales.
Conmovedor destino el de este idioma en sus m i l años, y revelador del
misterio de la Conquista. Porque si únicamente fuera cierto lo que cuenta la
Leyenda Negra, los descendientes de las razas subyugadas deberían mani-
festar hoy su resentimiento. Y no. Dos de los más grandes poetas de nuestro
192 DISCURSO
tiempo, Rubén Darío y César Vallejo, con sangre india en sus venas, no sólo
escribieron en la lengua de los conquistadores, sino que cantaron a España en
poemas memorables. Esta es la prueba, a través de los significados pero in-
falibles signos de lenguaje, de que la Conquista fue algo infinitamente más
complejo que lo transmitido por aquella leyenda: fue un profundísimo fenó-
meno que después de medio milenio convirtió en una unidad espiritual a una
veintena de naciones de diferentes razas. ¿Cuántos y cuales imperios produ-
jeron semejante prodigio?
Por este intrincado camino, Cervantes es el antepasado de todos los que
hoy escribimos en castellano, sea en España como en las remotas tierras que
alguna vez integraron el vasto imperio.
Cuando admirables exégetas han indagado El Quijote —uno de los cuales
me honra con su amistad y su presencia—, puede parecer un atrevimiento
que yo, sin más títulos que el de escritor, pretenda aportar algo a todo lo que
se ha dicho. Si lo hago es porque este premio que se me concede lleva el nom-
bre de Cervantes y porque únicamente me referiré al enigma de la ficción; y
cada novelista, por modesto que sea, ha tenido la vivencia de ese enigma y
puede, quizá, contribuir a desentrañarlo.
¿Supo Cervantes que escribía una obra trascendente? No, por cierto,
cuando comenzó a hacerla. U n ingeniero sabe de antemano lo que llegará a
ser el puente que ha calculado en sus planos; pero no se puede calcular una
gran ficción, porque no se construye únicamente con las razones de la cabeza,
esas que sirven para demostrar teoremas, sino también —y sobre todo— con
lo que Pascal llamaba «les raisons du coeur», las incomprensibles y contradic-
torias verdades del corazón. Dostoievski se propuso escribir un folleto sobre
el problema del alcoholismo en Rusia y le salió Crimen y castigo. Cervantes
quiso escribir una regocijante parodia de las novelas de caballería y terminó
creando una de las más conmovedoras parábolas de la existencia, un patético
y melancólico testimonio de la condición humana, un ambiguo mito sobre el
choque de las ilusiones con la realidad y de la esencial frustración a que ese
choque conduce. Esto no lo sabía al comenzar su empresa, no lo podía saber
ni aun con su prodigiosa inteligencia, porque el corazón es inconmensurable
con la cabeza: lo fue sabiendo a medida que avanzaba, según los aconteci-
mientos imprevistos y los actores, que iban mucho más allá o en diferentes
direcciones de lo preconcebido. Y quizá no lo supo nunca del todo, ni siquiera
después de haber dado cima a la gran aventura, como nunca podemos des-
cifrar acabadamente el significado de nuestros propios sueños; porque todas
las explicaciones que la razón intenta son impotentes, porque el sueño es irre-
ductible a los puros conceptos, porque el sueño es una ontofanía, una reve-
lación de esa oscura realidad del inconsciente en la única forma en que puede
expresarse. De ahí todas las interpretaciones que se dan de un mismo sueño,
ERNESTO SÁBATO 193
según la época y las teorías que se utilicen; y de ahí, y por los mismos moti-
vos, las diversas y hasta encontradas lecturas de una ficción profunda como
la de El Quijote. Si no fuera más que una sátira de la novela de caballería, no
habría perdurado cuando esas narraciones estaban olvidadas y carecían de la
menor vigencia. Y tampoco se explicará por qué esa presunta sátira, además
de hacernos reír, nos anuda la garganta. Todos comprendemos que sus aven-
turas son grotescas y, al mismo tiempo, intuimos que algo tan visible como
los molinos de viento constituyen un revelador mito de la condición humana.
¿Qué es, entonces, EJ Quijote: una simple burla o un símbolo inacabable?
Los personajes protagónicos de una gran ficción son emanaciones, hipós-
tasis del yo más recóndito del escritor y por eso son inesperados y toman por
caminos que el creador no había previsto, o cambian sus atributos según se
desarrollan, atributos que van descubriéndose por los actos que ejecutan, a
medida que la acción avanzada. Nada más sensato que Don Quijote cuando
da consejos a Sancho para gobernar la ínsula, y nada más quijotesco que San-
cho cuando cree en esa ínsula. E l escritor experimentado sabe que este fe-
nómeno es inevitable y que debe ser modestamente acatado, porque es lo
que asegura la auténtica vida de sus criaturas. No debe suponerse que por
tener existencia en el papel y por ser inventados por el autor carecen de li-
bre albedrío, son títeres con los que el escritor puede hacer lo que quiera. Por
el contrario, el artista se siente frente a su propio personaje tan intrigado
como ante un ser de carne y hueso, un ser que tiene su propia voluntad y
realiza sus propios proyectos. Lo curioso, lo ontológicamente motivo de
asombro, es que ese personaje es una prolongación del creador, sucediendo
como si una parte de su ser fuera testigo déla otra parte, y testigo impotente.
Pero esto, que a primera vista nos asombra, se comprende cuando tenemos
en cuenta que esa emanación no es el resultado de la razón del autor y de su
voluntad, sino de motivaciones de su yo más enigmático. Así, también pasa
con nuestros sueños, esas ficciones de las que cada uno de nosotros somos
autores, con personajes que no han salido, que no podrían haber salido, más
que de nosotros mismos y que, no obstante, son de pronto tan desconocidos
que hasta nos aterran.
Esta característica de las grandes ficciones es, precisamente, la que las con-
vierte en grandes verdades. De un sueño se puede decir cualquier cosa, me-
nos que sea una mentira. No sabemos, difícilmente alcanzamos a entender el
significado último de ese portentoso fenómeno, pero sin duda es la expresión
auténtica de un hecho. Mediante aquello que desde antiguo se llamó inspi-
ración, sin proponérselo, el escritor rescata de ese territorio arcaico símbolos
y mitos que confieren verdad a sus creaciones y que les darán la perdurabili-
dad de la especie humana. El espíritu puro produce ideas, pero las ideas cam-
bian, y de ese modo Hegel es superior a Aristóteles, pero el Ulises de Joyce
194 DISCURSO

no es superior al Ulises de Homero. Los sueños no progresan: dan verdades


inmutables y absolutas.
En una carta a un amigo, Karl Marx manifiesta su perplejidad porque las
tragedias de Sófocles seguían conmoviendo, a pesar de ser las sociedades mo-
dernas tan fundamentalmente distintas. Pero es que los atributos últimos de
la condición humana no sufren las vicisitudes de la historia. La muerte no es
histórica, siempre el hombre ha sido mortal y seguirá siéndolo, y así también
con otras características que constituyen el fondo metafísico del hombre. Es-
tos atributos últimos son los que alcanzan a descubrir y describir los grandes
escritores en sus ficciones. Es precisamente por esto que El Quijote vale para
todas las épocas y en cualquier parte del mundo. Cervantes es radicalmente
español, hasta el punto que es difícil imaginar que pudiera haber surgido en
otra parte; pero, al mismo tiempo, revela y enuncia misterios del alma de to-
dos los hombres. Como decía Kierkegaard, más ahondamos en nuestro cora-
zón, más ahondamos en el corazón de cualquier ser humano.
Esta suerte de complejidades es lo que vuelve imposible juzgar razona-
blemente la obra máxima de Cervantes. Su mente comenzó planeando un
«pasatiempo al pecho melancólico», pero su instinto poético logra, final-
mente, levantar de entre las ruinas de su protagonista apaleado, escarnecido
y ridiculizado una figura imponente y conmovedora. Y no son los ingenio-
sos y descreídos bachilleres los que se imponen al lector, sino el destartalado
hidalgo con su fe inequebrantable, su candoroso coraje, su heroica ingenui-
dad. Esto es lo que después o hasta en medio de la risa llena de pronto de lá-
grimas nuestros ojos.
En el último capítulo, Cervantes le hace renunciar a todas las ilusiones y
quimeras. Como escritor, intuyo que escribió esta parte con el alma contrita,
oscuramente sintiendo que cometía con su caballero la última y más dolorosa
de sus aventuras, obligándolo a morir desquijotado, para felicidad y tran-
quilidad de los mediocres, de los que aceptan la existencia como es, con la ca-
beza gacha, cualesquiera sean las renuncias y sordideces. Para mí, el Cer-
vantes de tantas andanzas en pos de ideales frustrados, dolorosamente se
autocontempla y humilla en esa escena final, aceptando el acabamiento de su
propia vida con honda amargura. Podría pensarse que aceptaba con resigna-
ción cristiana la voluntad de Dios. Pero, ¿por qué Dios no ha de querer a los
Quijotes? Me atrevo a pensar que Cervantes amó hasta el final al Caballero
de la Triste Figura y que, tímida y lateralmente, desplaza sus ilusiones nada
menos que al risible escudero, para que su amargura sea más irónicamente
dolorosa.
Y así Cervantes dio cabo a su grandiosa fantasía.
Región desgarrada y ambigua, sede de la perpetua lucha entre la carnali-
dad y la pureza, entre lo nocturno y lo luminoso, campo de batalla entre las
ERNESTO SÁBATO 195

Furias y las olímpicas deidades de la razón, el alma es lo más trágicamente


humano. Por el espíritu puro, a través de las matemáticas y la filosofía, el
hombre exploró el hermoso universo de las ideas, universo infinito e invul-
nerable a los poderes destructivos del tiempo; aun las poderosas pirámides
de Egipto terminan por ser desfiguradas ante el implacable viento del de-
sierto, pero la pirámide geométrica que es su espíritu permanece eternamente
idéntica a sí misma. Mas ese orbe platónico no es la verdadera patria del ser
humano: es apenas una nostalgia de lo divino. Su verdadera patria, a la que
retorna después de sus periplos ideales, esa esa región intermedia del alma,
región en que amamos y sufrimos, porque el alma es prisionera de su cuerpo
y el cuerpo es lo que nos hace «seres para la muerte». Es allí, en el alma, donde
se aparecen los fantasmas del sueño y de la ficción. Los hombres construyen
penosamente sus inexplicables fantasías porque están encarnados, porque
ansian la eternidad y deben morir, porque desean la perfección y son imper-
fectos, porque anhelan la pureza y son corruptibles. Por eso escriben ficcio-
nes. U n dios no necesita escribirlas. La existencia es trágica por esa esencial
dualidad. E l hombre podría haber sido feliz como un animal sin conciencia
de la muerte o como espíritu puro, no como hombre: desde el momento en
que se levantó sobre sus dos pies, inauguró su infelicidad metafísica:
Así, Cervantes escribió El Quijote porque era un simple mortal.
Tierno, desamparado, andariego, valiente, quijotesco Miguel de Cervan-
tes Saavedra, el hombre que alguna vez dijo que por la libertad, así como por
la honra, se puede y se debe aventurar la vida: ¡qué emoción siento ahora,
en el final de mi existencia, al ser protegido por su generosa e innumerable
sombra!

Ernesto Sábato
Abril 1985
CRONOLOGÍA

1911 1932
N a c e e l 24 d e junio e n Rojas (Argentina), hijo d e F r a n - Se doctora e n Ciencias Físico-Matemáticas p o r la U n i -
cisco Sábato y Juana María Ferrari, a m b o s d e o r i g e n ita- v e r s i d a d Nacional d e L a Plata.
liano y d é c i m o d e u n a familia d e once hermanos, todos 1938
varones. G r a c i a s a s u brillante carrera, e l profesor H o u s s a y l e
1924 consigue u n a b e c a d e la Asociación A r g e n t i n a p a r a el
Durante toda s u infancia sentirá g r a n inclinación hacia la p r o g r e s o d e las C i e n c i a s p a r a trabajar e n los laborato-
pintura y la literatura, aunque hasta m u c h o m á s tarde no rios Joliot-Curie.
p o d r á ejercer su v e r d a d e r a vocación. M a r c h a a París.
Es enviado a estudiar al C o l e g i o N a c i o n a l d e la Univer-
s i d a d d e la Plata.
1928
T e r m i n a el bachillerato.
1929
Ingresa e n la U n i v e r s i d a d d e C i e n c i a s Físico-Matemáti-
cas, c o n e lfind e doctorarse en Físicas.
1933
E s n o m b r a d o Secretario G e n e r a l d e l a Juventud C o m u -
nista.
1934
Asiste a u n C o n g r e s o contra e l fascismo q u e se c e l e b r a
en Bruselas.
A b a n d o n a el Partido Comunista.
Se c a s a c o n Matilde Kuminsky-Richter, c o m p a ñ e r a d e
estudios; d e esta unión nacerán dos hijos: M a r i o y Jorge Ernesto a ¡os doce años (ala derecha) con su madre y
Federico. hermanos.
198 CRONOLOGÍA

1943
Ante la política peronista, a b a n d o n a Buenos A i r e s y se
m a r c h a a u n p e q u e ñ o rancho d e C ó r d o b a c o n su mujer
y su hijo m a y o r .
C o m i e n z a a redactar, Uno y e¡ universo.
D e c i d e abandonar la ciencia.
1945
Se le c o n c e d e el p r i m e r p r e m i o d e p r o s a d e la m u n i c i -
p a l i d a d d e Buenos A i r e s c o n u n jurado compuesto, en-
tre otros, p o r Adolfo B i o y C a s a r e s y Ricardo Molinari.
Publica Uno y el universo.
Con Matilde y sus hijos. 19SS. Es d e s p o s e í d o d e sus cátedras p o r el general Perón.
1947
G r a c i a s al profesor p o l a c o Nowinski, es n o m b r a d o asis-
D e s c u b r e el surrealismo y bajo una clara influencia d e tente e n París y R o m a d e l Comité Ejecutivo d e la Unesco,
H e n r y M i c h a u x , e s c r i b e una serie d e curiosos relatos: Dimite al c a b o d e dos meses.
Recherches margotiniques, q u e n u n c a se llegaron a p u - 1948
blicar. Publica la novela El túnel, c u y o éxito inmediato hará q u e
C o m i e n z a a redactar u n a novela: L a fuente muda, q u e pronto se traduzca a más d e d i e z lenguas.
t a m p o c o se publicó p o r c o n s i d e r a r l a su autor m u y i m - 1952
perfecta, sin e m b a r g o algunos capítulos a p a r e c e r á n e n A p a r e c e u n n u e v o v o l u m e n d e ensayos, Hombres y en-
Sur. granajes.
Asiste a las reuniones d e los surrealistas y entabla amis- 1953
tad c o n André Bretón y e l pintor canario O s c a r Domín- Publica Heterodoxia, corto v o l u m e n ensayístico d e es-
guez. tructura aforística.
1955
1939
C a e Perón.
Se traslada al Massachusetts Institute of T e c h n o l o g y d e
El gobierno revolucionario en el p o d e r le ofrece la opor-
Boston d o n d e realizaría una investigación teórica so-
tunidad d e dirigir el semanario Mundo Argentino. Renun-
b r e r a y o s c ó s m i c o s d e s d e e l punto d e vista d e la r e l a -
cia a su dirección al no ser respetada la libertad de prensa.
tividad.
1956
1940 Publica una carta abierta al g e n e r a l A r a m b u r u s o b r e e l
R e g r e s a d e n u e v o a Buenos Aires, c o m b i n a n d o las dos p r o b l e m a d e l p e r o n i s m o : El otro rostro del peronismo.
facetas d e s u trabajo: ciencia y literatura. 1958
P u b l i c a e n la revista Teseo u n estudio s o b r e L a invención Se le n o m b r a Director G e n e r a l d e Relaciones Culturales
de More!, alentado p o r P e d r o Henríquez Ureña, d e c i d e d e la Cancillería d e la República Argentina. U n año más
seguir escribiendo. tarde dimitirá d e l cargo.
C o m i e n z a a p u b l i c a r asiduamente e n la revista Sur y e n 1961
e l diario La Nación. Publica su s e g u n d a novela, Sobre héroes y tumbas, q u e
Es n o m b r a d o catedrático d e Física Teórica e n la Univer- tendrá u n resonante éxito y c o n la que conseguirá re-
s i d a d d e la Plata. n o m b r e universal.
Imparte enseñanza e n el Instituto N a c i o n a l d e l Profeso- 1963
r a d o Secundario d e Buenos Aires. A p a r e c e El escritor y sus fantasmas, libro d e ensayos.
Durante algún tiempo c o m b i n a e n sus enseñanzas, lite- Pronuncia conferencias e n N u e v a Y o r k , Puerto R i c o y
ratura y ciencia. distintos países e u r o p e o s .
ERNESTO SÁBATO 199

P u b l i c a u n b r e v e estudio: Tango, canción de Buenos


Aires.
1964
Es n o m b r a d o C a b a l l e r o d e las Artes y las Letras d e F r a n -
cia.
Asiste e n G e n o v a a u n C o n g r e s o d e Escritores.
1966
A p a r e c e el p r i m e r v o l u m e n d e sus Obras Completas, p u -
blicadas p o r la editorial Losada.
1968
P u b l i c a Tres aproximaciones a ¡a literatura de nuestro
tiempo: Robbe-Grillet, Borges, Sartre.
1969
A p a r e c e p u b l i c a d o L a convulsión política y social de
nuestro tiempo e itinerario.
1973
Es c o n d e c o r a d o p o r el Instituto d e Relaciones Culturales
d e Stuuttgart.
Publica L a cultura en la encrucijada nacional.
A p a r e c e n e n diversas revistas los p r i m e r o s capítulos d e
A b a d d o n , el exterminador.
1974
Se p u b l i c a Abaddon, el exterminador.
Premio d e honor d e la Sociedad Argentina de Escritores.
1975
Se le otorga el p r e m i o Consagración Nacional.
1976
P r e m i o al mejor libro extranjero e n Francia p o r Abad-
don, el exterminador.
1979
Publica Apologías y rechazos.
Se le c o n c e d e la G r a n C r u z al Mérito C i v i l en España.
Es n o m b r a d o C a b a l l e r o d e la Legión d e H o n o r e n Fran-
cia.
1981
Publica L a robotización del hombre y otras páginas.
1983
E l Instituto d e Cooperación Iberoamericana d e M a d r i d
le tributa una Semana d e Homenaje.
Es n o m b r a d o C o m e n d a d o r d e Artes y Letras e n Francia.
1984
R e c i b e la G r a n C r u z d e Boyacá, C o l o m b i a .
Se le otorga el P r e m i o G a b r i e l a Mistral d e la O r g a n i z a -
ción d e los Estados A m e r i c a n o s e n Washington,
P r e m i o Cervantes. En su casa de «Santos Lugares». 1981.
200 CRONOLOGÍA

1985 W a s h i n g t o n y la U n i v e r s i d a d John H o p k i n s d e Baltimore.


Se le n o m b r a C i u d a d a n o Ilustre d e la C i u d a d d e Buenos Es n o m b r a d o m i e m b r o d e l jurado d e la 42 b i e n a l d e V e -
Aires. necia.
R e c i b e e l nombramiento d e G r a n Oficial d e l Mérito C i - 1987
vil e n Italia. Se le tributa u n homenaje e n L a Sorbona d e París.
C o o r d i n a el informe d e la Comisión Nacional. Nunca Más. 1992
Informe Sábato. Presenta en M a d r i d una muestra representativa d e s u
1986 p r i m e r a veta creadora, la pintura. Retratos e n s u m a y o -
L e tributan h o m e n a j e s la Biblioteca d e l C o n g r e s o d e ría, d e d i c a d o s a grandes escritores y realizados e n 1981
los Estados Unidos, la U n i v e r s i d a d G e o r g e Masón d e a 1991.

1987.
1985

GONZALO TORRENTE BALLESTER


GONZALO TORRENTE BALLESTER

Torrente es lo que suele llamarse un escritor de ideas. Lo que sucede es que en


1936 Torrente jugaba aún en un nivel creyente y docente. Ahora juega en un nivel es-
céptico y artístico, con toda su libertad ganada. La escalada no ha sido fácil y la de-
satención general a este gran escritor —interesante si los ha habido entre nosotros—
le ha obligado a hacerla de un modo zigzagueante, probando toda suerte de géne-
ros y modos para ver si «por fin» se enteraba alguien. Así, en su primera época (ci-
clo teatral), va del Joven Tobías, ideologizante, a El retorno de Ulises (irónico descor-
chamiento de un mito), pasando por el objetivismo trágico de su Lope de Aguirre. En
su ciclo de novelista también Javier Marino representa el momento didáctico y de
tesis e incluso lo representa su inédita y simbolista La princesa durmiente va a la es-
cuela, purgada ya de todo argumento autobiográfico. Hace luego una recalada rea-
lista —aunque con mucho humor— en su hermosa trilogía Los gozos y las sombras. Es-
cribe «experimentalmente» otra obra de ideas: el Don Juan. Luego se interna en lo
novelesco satírico, en el Offside. Ahora, en la Saga, se funde toda su experiencia: téc-
nicamente es su super-Don Juan. Satíricamente rebasa el Off side. En el simbólico-
interpretativo-irónico deja muy atrás su Tobías, su Ulises y su Princesa durmiente y no
deja de integrar análisis psicológicos más esenciales, aunque menos naturales que los
de la trilogía.
Pero sobre todo ha acreditado que el escritor es el ser infatigable por excelencia.
Util o inútil. Porque para él escribir es divertirse y divertirse vivir en la doble di-
mensión de interrogar a la realidad y jugar con ella. «Gocen otros del gobierno del
mundo y sus monarquías...» Buen trabajo.

Dionisio Ridruejo
204 GONZALO TORRENTE BALLESTER

La figura de Torrente Ballester atravesando la Plaza Mayor salmantina, embo-


zado acaso en su capa y calada la boina, es ya una estampa local, y no sé en qué me-
dida sus conciudadanos perciben el progresivo envejecimiento de su silueta. Tam-
bién es típica, para los de la familia, su imagen, sentado en los sillones caseros, en el
acto de llevarse la mano a la frente a guisa de visera antes de preguntar: «¿Quién ha
llegado ahí?» Pero nosotros sí nos damos cuenta de que algo nuevo acontece en el in-
terior de nuestro padre, un monólogo, acaso, o letanía, que ya no requiere de mag-
netofón, porque se trata del eterno discurso del creador desde su trono.

Gonzalo Torrente Malvido

Creo que Torrente será recordado como un autor que, sin haber descendido ni
una pulgada su listón intelectual, consiguió hacerse popular y ser entendido por el
gran público. Se trata de un ejemplo vivo de que el nivel cultural de los españoles es
más elevado de lo que se pretende; en especial creo que los personajes de Torrente
han calado hondo en el público. Los motivos habría que buscarlos en la capacidad
del autor para fijarse en el claroscuro, para no hacer caracteres compactos e irreales,
sino llenos de matices.

Alicia Giménez

El lector ya sabe que Gonzalo Torrente le cuenta «historias pacientemente des-


cubiertas en los rincones del olvido» después de «escuchar en todos los silencios».
Historias reales y fantásticas.

Isabel Criado

El uso de material fantástico, si afirma la libertad creadora, constituye al mismo


tiempo una reflexión oblicua sobre la novela, una meditación sobre su secreto inme-
diato y evidente pero necesitado de afirmación. La Saga/Fuga, Fragmentos de Apoca-
lipsis y La isla de los jacintos cortados son, cada una a su modo y más o menos abierta-
mente, una indagación en el arte novelístico, una vuelta sobre sí misma de la novela
que, en los años setenta, parece sentir la necesidad de auscultarse y defenderse frente
a fuerzas no nombradas abiertamente pero que manifiestan su poder en la inquietud
que atraviesa y conmueve la narrativa de esos años. Fenómeno universal presente en
la novela de casi todos los países en esa década llamada del «yo» o «narcisista», las
fuerzas que la acosan necesitan buscarse más allá de las tensiones inmanentes a la
evolución formal del género en un país.

Ángel G. Loureiro
GONZALO TORRENTE BALLESTER 205
Debo a mi Maestro Torrente Ballester cuanto sé de literatura: la selección y el tra-
tamiento que ha de darse a los materiales poéticos, la construcción narrativa, la ela-
boración del personaje, el desarrollo de la acción, el ritmo de la prosa, los trucos con
los que operamos los escritores, y sobre todo, la sabia utilización del mito, arma in-
dispensable de toda historia duradera, sin la cual caeríamos en el puro costumbrismo,
el «cáncer de la literatura española», como dijo un día. Con mi Maestro siempre es-
toy en la encrucijada de todos los caminos, en el presente de todas las historias, y en
la raya misma de lo real imaginado y lo ficticio, que es donde anida lo poético, como
en la quietud de la niebla.

Miguel Viqueira

Gonzalo Torrente Ballester no es una sola de sus novelas. Tampoco el conjunto


de ellas como entregas variadas de una labor creadora. Es, ante todo, una clarividente
trayectoria y contribuyendo a subsanarlos con una obra oportuna (que no oportu-
nista). Y así, ha atinado a reavivar en España la tradición cervantina, que es salvo-
conducto a la vez de universalidad y de modernidad; ha superado desde ella los ex-
cesos de un realismo mostrenco y de un experimentalismo banal; y ha dado ejemplo
de independencia y rigor al margen de esa gran sombra que planea sobre la novelís-
tica actual, la mediación mercantilista. Ha satisfecho con su arte el horizonte de ex-
pectativas sistemáticamente decepcionado de los más ambiciosos y ha modificado el
de aquellos otros lectores comunes atrayéndolos hacia otro más exigente, pero no me-
nos atractivos. Con ello ha fortalecido, entre nosotros, las posibilidades de una no-
vela en libertad —él que en Los cuadernos de un vate vago se confiesa entregado a la
experiencia de «la imaginación en libertad» (p. 373). Una novela en libertad por no
sometida al imperio de lo real y el documento, ni a la tiranía de la manipulación for-
malista sin sentido trascendente. Una novela concebida a la vez como juego y como
revelación, lúdica y lúcida, que nos descubra paso a paso, placenteramente, nuestra
propia naturaleza y la de todo lo que nos rodea.

Darío Villanueva
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1985

C
omparezco en este acto solemne para recibir de manos de Su M a -
jestad el Rey de España el premio de Literatura M i g u e l de Cervan-
tes, máximo honor de m i v i d a por la calidad del galardón y por la
mano augusta que me lo entrega: dos excelencias que no sé si sabré
llevar con la debida h u m i l d a d , orgulloso como me siento de una y otra. Pero
al reconocer públicamente su importancia, se me ocurre que quizá no sea justo
atribuirme los méritos indispensables para alcanzar el galardón y el honor, y
así, antes que otra cosa, quisiera compartirlos, en primer lugar, con los na-
rradores que durante las últimas décadas, cuatro generaciones ya en liza, he-
mos cooperado en la tarea de mantener a la debida altura y con la máxima
calidad exigible el arte de la novela española contemporánea cultivada hoy
en los cuatro idiomas del país por escritores a cuyo esfuerzo y a cuyos talen-
tos varios se debe la reconocida y evidente dignidad de nuestras letras. Soy
el primer novelista español que recibe este premio, destinado a honrar a los
creadores de ambos lados del Atlántico, no porque mis merecimientos supe-
ren los de mis colegas, sino porque alguien tenía que ser el primero, y la suerte
quiso que fuese yo. Les ofrezco, pues, a estos insignes compañeros, la parti-
cipación justa en el honor que hoy se me atribuye. Sus nombres vendrán tam-
bién, unos tras otros, y sus personas ocuparán, como yo ahora, este lugar, y
pronunciarán palabras más ilustres que estas mías. Espero de Dios, y para la
mayor fortuna de España, que la mano que se la entregue sea la misma.
E n segundo lugar, pienso con emoción en los que trabajaron conmigo en
la profesión docente. Yo he sido profesor, y aunque no esté aquí como tal, no
puedo dejar de serlo, menos aún olvidarlo en esta ocasión. Durante medio si-
208 DISCURSO

glo intenté comunicar a muchas generaciones de mozos y mozas el arte de la


Lengua y el secreto de la Literatura. Esta fue mi vocación real; la otra, la com-
plementaria. La fortuna personal, que me llevó a tierras lueñes, hizo posible
que a sus hombres y mujeres comunicase los esplendores de la cultura espa-
ñola. En medio de esta tarea, reiteradas veces, el tema de mi enseñanza, y tam-
bién de mi nostalgia, fue el arte de Miguel de Cervantes. También de estos
años de ausencia me siento orgulloso. No puedo asegurar que mis páginas
hayan alcanzado la perfección apetecible; creo, en cambio, haber sido un buen
profesor, y mi palabra viva, más que las escritas, dieron forma a espíritus an-
helantes. Como el profesor convivió con el escritor, como fueron y son la
misma persona, a mis compañeros en la docencia ofrezco también la partici-
pación en este honor que me habéis atribuido.
A l titular de este premio, a Miguel de Cervantes, quiero referirme tam-
bién de un modo particular y especialmente entusiasta, nunca con la exten-
sión que se merece, únicamente con aquella que la discreción me permite.
Ante todo, para reconocerle una vez más como mi máximo maestro, el escri-
tor de quien más aprendí y a quien más debo. Pero también para considerarlo
como arquetipo dé novelistas, como quien, en su momento, hizo algo que na-
die hasta él había hecho, y mostró a sus seguidores, próximos y lejanos, afi-
nes o dispares, un camino que todos forzosamente tuvimos que seguir: aun-
que quizá no sea precisamente un camino, sino un modo, el de estar en la
realidad, de relacionarse con ella, de dar de ella la oportuna cuenta poética.
Porque el artista, todo artista, está en la realidad como hombre que es, pero
lo que le distingue y especifica es precisamente el modo. Y aquí sería conve-
niente establecer alguna comparación para que de ella resalte precisamente
la diferencia: también el investigador y el filósofo están en la realidad de un
modo «sui generis» que caracteriza sus actividades y las distingue. El cientí-
fico, ante la realidad, busca averiguar lo que es, cómo está constituida, cuá-
les son las leyes que la rigen, en tanto que el filósofo lo que intenta es dar sen-
tido al saber, establecer entre las diversas clases de conocimientos una
coherencia, una relación, o declarar a veces, desoladoramente, que no la en-
cuentra, o, al menos, que no la percibe. E l artista, con independencia de que
conozca lo real y de que le halle o no el sentido, lo siente, en un proceso que
va desde la mera sensación hasta el delicado sentimiento. El artista puede pa-
recer impávido, pero esto es sólo una apariencia. Su corazón, secreta o visi-
blemente, participa en la operación de estar ante lo real y de dar cuenta de él,
cada cual con sus medios, plásticos, musicales o literarios. Y la particularidad
de esta actitud es que no se ejerce independientemente como actividad autó-
noma de una facultad del alma, sino que lleva consigo, sino que arrastra e in-
volucra la de la persona entera, la participación del hombre total. Por eso,
cuando el artista trabaja no se reserva una parcela de sí mismo que se man-
G O N Z A L O TORRENTE BALLESTER 209

tenga independiente. La producción de una obra de arte es siempre y nece-


sariamente no sólo un acto vital, sino un hecho biográfico en el que la perso-
nalidad de artista participa con más intensidad y más rigor que otras activi-
dades intelectuales no superiores ni inferiores, sino distintas. N o falta quien,
por semejante razón, ha comparado a la mística la actividad poética.
El escritor vive en la realidad inevitablemente, pero, además, como ma-
teria prima de su arte, sólo cuenta con ella, con lo que de ella pueda obtener
o recibir; a la relación del hombre con lo real llamamos experiencia. La expe-
riencia del artista tiene sus particularidades. Lo mismo la del escritor. Pero de
la experiencia de lo real, el escritor no puede limitarse a tomar materiales, a
reformarlos, a darles otro orden, otra estructura, sino que, además, inquiere
su sentido. Hay quien, pues, ante la realidad así conocida y experimentada,
adopta una actitud radical que, al expresarse poéticamente, aproxima la poe-
sía, en tanto respuesta a la experiencia, en tanto nutrida de ella, a esa otra res-
puesta ya mencionada, la que declara el sentido de lo que existe o reconoce
su carencia: por otros caminos, pero hacia las mismas metas. Yo pertenezco a
una generación de escritores a la que preocupó ante todo hallar ese sentido.
Podría traer aquí una cumplida nómina de contemporáneos míos que ante el
espectáculo de la Historia se preguntaron qué era la vida del hombre y cuál
su coherencia con el resto del Cosmos. Pienso que en el orden del tiempo,
el primero que se hizo esa pregunta y le dio una respuesta no filosófica, sino
poética, fue Miguel de Cervantes. En el hallazgo de la pregunta y en la for-
mulación de la respuesta influyó decisivamente su particular peripecia hu-
mana, además de su talento de artista. A Miguel de Cervantes le decepcionó
la Historia de su tiempo, la misma que le había entusiasmado. Miguel de Cer-
vantes, pecador insigne, para poder perdonarse a sí mismo, tuvo primero que
perdonar a los demás: un general, universal perdón. Y, al hacerlo, sonrió. En
este cruce de experiencias y sentimientos reside, creo yo, la clave de su visión
del mundo: que no es radical, que no es dogmática, sino relativa y ambigua;
al no atreverse a juzgar lo bueno y lo malo (cosa, por otra parte, de Dios) deja
que sus figuras transcurran llevadas por su propio impulso, al margen de lo
bueno y lo malo. Las visiones posteriores de la realidad como carente de sen-
tido, como absurda, clavan sus raíces secretas en la sonrisa de Cervantes, cuya
experiencia le enseñó a no tomar nada demasiado en serio, sobre todo lo que
era serio para sus contemporáneos. Pero ¡entendámonos!, no por eso dejó de
amar. Lo que sucede es que lo mismo ama lo que lo merece que lo que no,
puesto que en un plano superior y alejado lo mismo da una cosa que otra. Y
su amor se ejercita artísticamente. Hubo, hay todavía, quien se empeña en ha-
cer de Cervantes un moralista. Adviértase que el moralista premia o castiga
artísticamente a sus criaturas, hace de ellas modelos, caricaturas y monstruos:
las acerca o las repele, según el juicio moral que le merezcan; les aplica el es-
210 DISCURSO
calpelo de la sátira, cuando no de la condenación expresa. La sátira de Cer-
vantes no pasa de pretexto para que se conceda a su visión desencantada y
benévola del mundo un pase de libre circulación. Sin ese pretexto, la socie-
dad de su tiempo lo hubiera repudiado. Su sátira de los libros de caballerías
no es más que una lanzada a moro muerto, y los satiriza de tal modo que fá-
cilmente se descubre el amor que les tiene. No. No hay que tomar en serio las
pretendidas moralizaciones de Cervantes. E l moralista ríe a carcajadas, o se
indigna: cuanto más estentóreas, mejor. La moral es siempre tajante, inevita-
blemente dogmática, y, por supuesto, incompatible con la sonrisa y con el
«deje usted las cosas como están, ya que cambiarán solas», que es, al fin y al
cabo, lo que viene a decirnos Cervantes. Pero semejante afirmación no la acep-
tan los que quieren forzar al mundo en su cambio, los apresurados, los im-
pacientes. Por eso todos éstos rechazan a Cervantes, aunque se queden con
un Don Quijote convencional, supuestamente idealista y efectivamente loco.
Ese Quijote que sólo se encuentra cuando se le va a buscar así. Pero el que in-
ventó Cervantes también lleva la sonrisa escondida tras el yelmo, y, lo mismo
que su autor, sabe jugar.
La complejidad de la vida sólo el hombre complejo puede adivinarla, y
Cervantes lo era. Poseyó como nadie el don de expresar verbalmente su
mundo, y fue el primero en comprender que una novela es ante todo un
mundo cerrado que se basta a sí mismo. Eso es el Quijote, su obra maestra, y,
en serlo, en mostrárnoslo, consiste el mensaje ejemplar de su autor, el que per-
siste a través de los siglos y hace de él un hombre próximo y amado como el
mayor y el mejor de nuestros contemporáneos.
Majestades, excelentísimo señor ministro de Cultura, excelentísimos se-
ñores, amigos todos, me siento especialmente honrado por el hecho de que
este premio que me habéis otorgado lleve el nombre de Miguel de Cervantes.
Os agradezco vuestra tolerancia a mis palabras.

Gonzalo Torrente Ballester


Abril 1986
CRONOLOGÍA

1910 Su familia se traslada a u n p e q u e ñ o p u e b l o g a l l e g o :


N a c e e l 13 d e junio e n E l F e r r o l . Bueu. Allí se inspirará e n los personajes p a r a Los gozos
Durante el bachillerato es y a u n asiduo lector d e n o v e - y las sombras.
las, teatro y todo tipo d e libros q u e frecuenta e n la b i - E s c r i b e diarios c o n clara influencia d e Unamuno.
blioteca local.
1926
T e r m i n a e l bachillerato.
1927
Inicia el p r i m e r curso universitario e n Santiago.
E l m i s m o año p a s a a O v i e d o a estudiar D e r e c h o . A tra-
vés de las obras q u e llegan a sus manos e n el Ateneo d e
aquella c i u d a d , entra e n contacto c o n los escritores d e
vanguardia.
Realiza su p r i m e r a colaboración literaria e n El Carbayón,
un periódico d e O v i e d o .
1928
L a familia se traslada a V i g o .
Se traslada a M a d r i d p a r a p o d e r cursar estudios d e F i -
losofía y Letras. C o n o c e , al m e n o s d e vista, a m u c h o s es-
critores p r e s t i g i o s o s : A l b e r t i , G a r c í a L o r c a , V a l l e - I n -
clán...
1930
Ingresa e n la redacción d e La Tierra, d o n d e sólo p e r m a -
n e c e unos m e s e s .
1931
Regresa a Galicia. En la época del bachillerato.
212 CRONOLOGÍA

Se a d s c r i b e al g r u p o d e intelectuales d e P a m p l o n a que
más tarde, e n Burgos, fundarán la revista Escorial, dirigi-
d o s p o r Dioniosio Ridruejo.
1938
Publica la o b r a dramática, El naje del joven Tobías.
1939
G a n a u n c o n c u r s o d e autos sacramentales c o n s u o b r a ,
El casamiento engañoso.
A l terminar la g u e r r a c o n el triunfo d e l b a n d o nacional al
q u e Torrente había pertenecido, continúa s u l a b o r d o -
cente e n la U n i v e r s i d a d d e Santiago.
Publica Lope de Aguirre, Seis ensayos y una íarsa y Re-
pública Barataría. Se traslada a E l Ferrol.
1943
P u b l i c a e n d i c i e m b r e l a n o v e l a JavierMamo.
1944
E n enero Javier Marino es c e n s u r a d a y prohibida. Había
p e r m a n e c i d o e n las librerías veinte días.
P u b l i c a l a versión castellana d e Elegías de Duino, d e Rai-
nier María Rflke, e n colaboración c o n M e l e n u d a v o n P o -
dewils,
1945
A p a r e c e p u b l i c a d a El golpe de estado de Guadalupe Li-
món.
En el muelle de Eueu con Josefina. 1931.
1946
P u b l i c a El retomo de Ulises.
1932
1947
Contrae matrimonio c o n Josefina M a l v i d o .
Pasa a enseñar Historia Universal e n la E s c u e l a d e G u e -
E n b u s c a d e trabajo, se trasladan a Valencia. P o c o s m e -
rra Naval de Madrid.
ses más tarde r e g r e s a n a G a l i c i a d o n d e consigue traba-
1949
jar c o m o profesor e n u n colegio privado.
A p a r e c e la p r i m e r a edición d e s u Literatura española
1935
contemporánea.
Obtiene la licenciatura d e Ciencias Históricas en Santiago.
P u b l i c a Ingenia.
1936 1952
H a c e oposiciones y consigue e l puesto d e profesor au-
Inicia s u l a b o r c o m o crítico teatral e n e l diario Arriba y
xiliar a la cátedra d e Historia Antigua d e la U n i v e r s i d a d Radio Nacional de España.
d e Santiago. 1957
C o n s i g u e una b e c a p a r a recopilar e n París material p a r a E n d i c i e m b r e a p a r e c e e n las librerías el p r i m e r tomo d e
s u tesis doctoral. s u triología Los gozos y ¡as sombras. El señor ¡lega.
A l estallar la g u e r r a civil, p e r m a n e c e e n París sin tener 1958
noticias d e s u familia, consigue r e g r e s a r a G a l i c i a y d u - E n enero m u e r e Josefina M a l v i d o , su p r i m e r a esposa.
rante u n t i e m p o dará clases e n el Instituto 1959
1937 C o n s i g u e e l p r e m i o d e l a Fundación Juan M a r c h , p o r s u
C o l a b o r a asiduamente e n la p r e n s a y p u b l i c a s u p r i m e r novela, El señor llega.
ensayo: Razón y ser de la dramática Mura. Viaja a Mallorca, allí e s c r i b e Donde da la vuelta el aire.
GONZALO TORRENTE BALLESTER 213

1960 1968
Contrae n u e v o matrimonio c o n F e r n a n d a Sánchez-Gui- Publica e n España OBSide.
sande. 1969
E m p r e n d e u n viaje p o r Francia y A l e m a n i a c o n su es- Se reedita s u Teatro español contemporáneo.
posa. 1920
E s c r i b e L a pascua Inste. R e g r e s a a España c o n motivo d e la muerte d e s u m a d r e .
1962 D e c i d e q u e d a r s e y o c u p a la cátedra d e Historia d e la li-
Se p u b l i c a La pascua triste, s e r á rápidamente c e n s u r a d a teratura e n e l Instituto d e Orcasitas d e M a d r i d .
y se p r o h i b e s u edición e incluso toda crítica. 1972
C e s a e n todos sus cargos a causa d e u n e p i s o d i o polí- A p a r e c e La saga/fuga deJ.B., q u e obtiene los p r e m i o s d e
tico. la Crítica y e l C i u d a d d e Barcelona.
1963 V u e l v e a Estados Unidos a instancias d e la Universidad.
A p a r e c e Don Juan, p e r o no obtiene ningún éxito d e crí- N o p e r m a n e c e r á m u c h o tiempo.
tica n i d e público, 1973
1964 D e c i d e instalarse e n V i g o .
Se gana la v i d a c o n las traducciones, v u e l v e a Ponteve- 1975
d r a destinado al Instituto Femenino. Fija su residencia e n Salamanca d o n d e o c u p a u n a cáte-
1965 d r a d e Instituto
E s invitado p o r la U n i v e r s i d a d d e A l b a n y p a r a ejercer C o m i e n z a a colaborar semanalmente e n e l diario Mor-
c o m o profesor permanente. Establece s u r e s i d e n c i a e n maciones d e M a d r i d .
Estados Unidos durante algún tiempo. Publica el ensayo El Quijote como juego.

E¡ grupo de Burgos. De izquierda a derecha, Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales, Rodrigo Una, Dionisio Ridruejo, Pedro Laín, Gonzalo
Torrente Ballester y Antonio Tovar.
214 CRONOLOGÍA
Aparece publicado Cuadernos de la Romana, primera Se reedita por primera vez Compostela y su ángel, apa-
recopilación de sus artículos en Informaciones. recida en 1948.
1977 1985
Publica Fragmentos del Apocalipsis. Premio Cervantes.
Lee su discurso de ingreso en la Real Academia de la Publica La Rosa de los Vientos.
Lengua Española. 1986
1979 Aparecen recopilados en un volumen Cotufas en elgolfo,
Publica el libro de relatos, Las sombras recobradas. artículos publicados en ABC.
1980 1988
Se jubila como catedrático de Instituto. Obtiene el Premio Planeta de novela con Filomeno a mi
1981 pesar.
Aparece La isla de ¡os jacintos cortados, que cierra su tri- 1989
logía fantástica. Publica Crónica del rey pasmado.
Inicia en el diario ABC de Madrid, una colaboración se- Aparece publicado Lo mejor de Gonzalo Torrente Baües-
manal, titulada: Cotufas en el golfo. ter, una selección con prólogo y comentarios del propio
1982 autor.
Publica la novela Dafne y ensueños y los diarios de tra- Publica Santiago de Rosalía de Castro.
bajo Los cuadernos de un vate vago. 1992
Se le otorga el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Publica la narración El cuento de la sirena y una selección
1983 erótica, Escenas amatorias, prologadas y recogidas por
Aparece publicada su novela La princesa durmiente va a su hijo Gonzalo Torrente Malvido.
¡a escuela. 1993
1984 La Diputación Provincial de La Coruña publica Torre del
Publica Quizá nos Ueve el viento al infinito. Aire.
1986

ANTONIO BUERO VALLEJO


ANTONIO BUERO VALLEJO

A través de toda la obra de Buero perdura el choque entre el ensueño anhelante


y la realidad, entre las exigencias de los límites que aprisionan y el ansia de vuelo o
de poesía.

Ángel Valbuena Prat

La sustancia, pues, del teatro de Buero Vallejo es de naturaleza ética y no esté-


tica. Y se produce en él la paradoja de que, viéndose en la necesidad de convertir a
sus personajes a figuras unívocas (lo cual siempre equivale a despojarlos de alguna
de sus riquezas para limitarlos a aquello que sirve adecuadamente a la significación),
el mensaje ético mediato de que son portadores les devuelve esa riqueza que, fun-
cionalmente, habían perdido. Y esta misma significación última es lo que confiere
unidad a piezas de apariencia, y aun significación inmediata, tan distinta como His-
toria de una escalera y Madrugada. Buero es un dramaturgo social sólo en la medida en
que es un dramaturgo ético. Buero se atiene indistintamente a la realidad actual, al
pasado histórico o a la fábula de origen poético, porque materiales tan diversos le sir-
ven a la significación mediata. Buero utiliza formas dramáticas tradicionales (tres ac-
tos) o modernas (estructuras narrativas), no por preferencia de principio estético o
escuela, sino porque unas u otras sirven al caso presente (Madrugada o El soñador...)
mejor que otras para que sus significaciones varias queden perfectamente expresa-
das. En resumen: el principio subordinante último de todos los elementos del teatro
de Buero es su significación ética.

Gonzalo Torrente Ballester


218 ANTONIO BUERO VALLEJO
Con la deficiencia como nota ontológica, con la decisión como nota ética, con la
esperanza como nota histórica, así es la vida humana —así la veo yo, por lo menos—
en el teatro de Buero Vallejo. Con frase que Heidegger ha hecho famosa, Holderlin
dijo ser «poeta en tiempo menesteroso». Dramaturgo en tiempo menesteroso ha sido
y sigue siendo Antonio Buero Vallejo. Como espectadores de su teatro, como espa-
ñoles de ese tiempo, agradezcámoslo.

Pedro Laín Entralgo

Hemos dicho que la obra de Antonio Buero Vallejo está sostenida por un realismo
procesal. Efectivamente, lo que allí vemos no es ni más ni menos que el proceso del
acontecer nacional. Después de nuestra guerra civil, la historia de la convivencia es-
pañola necesitaba un proceso. Esto no cabe duda. Nuestro dramaturgo no ha hecho
otra cosa, a lo largo de su brillante carrera escénica, que abrir un proceso a gran parte
de la existencia de nuestro país. Este procedimiento judicial se pedía a gritos, y he-
mos de decir que él no tiene nada que ver con estos otros procesos que se han le-
vantado en los demás estados extranjeros, porque los necesitaban debido a una sin-
gular circunstancia temporal, lo mismo en Inglaterra, con Llama un inspector, en
Francia, con A puerta cerrada, o en los Estados Unidos, con Las brujas de Salem. Se trata
de una mera coincidencia.

Domingo Pérez Minik

El fondo autobiográfico a que nos referimos procede de los inmediatos tiempos


de postguerra, en los que Buero, oficial del ejército vencido, fue condenado a muerte.
De aquella experiencia carcelaria proceden no sólo muchos de los elementos anec-
dóticos de La Fundación —muchos pudieron llegarle a Buero a través de la narración
de terceras personas— sino, sobre todo, un sentimiento, un determinado modo de
padecer el mundo, que, quizá, más encubierto, ha estado presente en la gran mayo-
ría de las obras de Buero. No es cosa de repasarlas aquí. Pero, sea en el sótano de El
tragaluz o el oscuro descansillo de Historia de una escalera, en la ceguera de los músi-
cos de El concierto de la razón, en la enclaustrada Penélope de La tejedora de sueños o
los perseguidos de El doctor Valmy, nos encontramos siempre con manifestaciones di-
versas de un mundo vigilado, con seres amputados que esperan —y Buero ha sido
un concienzudo investigador de los caminos, a menudo falsos, de la esperanza— al-
canzar un día la libertad y plenitud. Bien entendido que en Buero, y eso nos remite
a su pensamiento general, la tensión entre encarcelamiento y libertad es un conflicto
ideológico —y no la circunstancial situación de los personajes—, la expresión de una
guerra civil perdida.

José Monleón
ANTONIO BUERO VALLEJO 219

Sin Buero Vallejo no se explicaría el teatro español ni la sociedad española de este


tiempo, porque Buero se ha erigido en conciencia de ésta, a través de aquél.

Ricardo Domenech

Buero ha sido un estratega admirable y ha sabido ir capeando, con elegancia inu-


sual en nuestras latitudes, los avatares de esa incomodidad que sus estrenos iban pro-
duciendo. Visto desde ahora, da la impresión de que Buero sabía que si seguía en la
línea dura de las obras que hemos comentado, ni la «profesión» teatral, ni la Institu-
ción o Fundación se lo perdonarían. Así ha ido alternando obras de verdadera rup-
tura con piezas en las que, desde presupuestos del mejor costumbrismo y sin hacer
ninguna concesión fundamental, seguía inquietando a su público. Parecía como si
tuviera que hacerse perdonar (sin bajar, eso sí, nunca la cabeza) el haber militado en
el bando de la República, el haber estado condenado a muerte, el haber tenido gran-
des éxitos, el seguir estando en el candelero, el que se atraviera a ser absolutamente
«diferente» del resto de autores españoles que estrenaban con regularidad y, de ma-
nera muy especial, el hecho de escribir un castellano bello, acerado, perfecto, cuida-
dísimo. Quisiera decir que fue Salvador Espriu quien me hizo dar cuenta de que
Buero podía ser algo parecido a un histérico del estilo (un crítico llamó así a Flau-
bert), en su búsqueda de la perfección expresiva.

Ricard Salvat

Antonio Buero Vallejo, intelectual comprometido, conciencia de la «turbada exis-


tencia española» de su tiempo, practicante de un teatro trágico, pero siempre inmerso
en la duda y haciéndose preguntas más que afirmando una tragicidad cerrada de la
existencia humana, aunque en los últimos años las esperanzadas palabras del dra-
maturgo escritas o pronunciadas en 1949,1957 ó 1965, ya estén limitadas por adjeti-
vos que expresan una actitud ante la vida angustiosamente alejada de («pese a toda
duda») su abierta esperanza en el hombre.

Luciano García Lorenzo


DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1986

M
ajestades; señor Ministro de Cultura, señoras y señores; queridos
amigos:
Permítaseme ante todo reiterar m i agradecimiento a quienes
acordaron la concesión del premio cuya entrega nos congrega hoy
y compartir con ellos las dudas que hubieron de sentir. Pues todos sabemos,
como lo sabía el Jurado, que decisiones tales no entrañan ningún concluyente
juicio comparativo. Hablo, por ello, desde esta cátedra ilustre que me habéis
consentido ocupar, con el deseo de ser considerado tan sólo como el accidental
representante de cualesquiera otros meritísimos candidatos.
E n las palabras de los escritores que aquí me precedieron, exégesis y elo-
gios del español insigne que da nombre al galardón fueron frecuentes, pero,
además, rendidos. Narradores de ficciones ricas en fantasía y peripecias algu-
nos de ellos, no insinuaron, sin embargo, ningún retorno a los libros de caba-
llería —curiosa tendencia más o menos implícita en nuestro t i e m p o — y rea-
firmaron la vigencia literaria de quien, a primera vista, los había ridiculizado.
Volvían así a proclamar la diamantina l u z del mito quijotesco; u n mito sin el
cual, bien podemos asegurarlo, las letras universales padecerían grave man-
quedad y, por consiguiente, la sufriría asimismo la incierta aventura de los
hombres en la Tierra.
E n el breve tiempo que debo consumir sería vano intentar rigurosas ex-
posiciones del cervantismo y el quijotismo, analizados ya magistralmente por
algunos de los presentes a quienes mal podría yo emular siquiera. Pero como
en m i teatro se han advertido a veces rasgos quijotescos que yo mismo he re-
conocido en más de una ocasión, me siento obligado a hablar a m i vez de Cer-
222 DISCURSO
vantes, con la esperanza de que se me puedan perdonar unas pocas divaga-
ciones nacidas de mis nada metódicos encuentros con las claridades y ambi-
güedades, siempre unidas, de la maravillosa novela cervantina.
Atroz ha sido en toda época el mundo y también lo fueron, en los llama-
dos Siglos de Oro, las variantes del fanatismo y de la crueldad en unas y otras
naciones. No obstante su esplendor literario, tampoco la España en que vivió
nuestro genial novelista se libró de configurar su propio fanatismo, cuyos pe-
culiares signos diferenciales conminaron al país entero al ejercicio de la in-
transigencia y a la práctica de la hipocresía. Era el país cuyo recuerdo pesaba
más, sin duda, en el turbado ánimo de Luis Vives cuando, casi un siglo antes
de la invención del Quijote, le confiaba a Erasmo en carta hoy famosa: «Vivi-
mos tiempos muy difíciles, en los cuales no puede uno hablar ni callar sin pe-
ligro». Y es dentro de ese persistente peligro donde Cervantes gesta sus cria-
turas novelescas y las echa a andar por el mundo en que, hasta hoy, siguen
caminando.
¿Cómo ha podido consumarse esta soberbia hazaña? U n pobre poeta har-
tas veces golpeado por la desgracia y de mediocre éxito literario; sospechoso
de erasmista a los vigilantes ojos de severos censores para los que tal pro-
pensión era abominable; sospechoso tal vez, incluso, de ascendencia con-
versa, pues esta era la sospecha que atribulaba a tantos escritores que pasa-
ban por ser «cristianos viejos», ¿cómo logró, en aquella España difícil, triunfar
con un libro saturado, sí, de ironía y regocijo, mas también de libertad crítica,
de desengaño y de tragedia? Cierto que no fue el único escritor de aquellos
siglos que mostrara tales perfiles: crítica y desengaño hubo asimismo en nu-
merosas obras desasosegadas ante la sociedad en que nacían. Pero Cervantes
acertó a tocar resortes humanos tan hondos en su gran novela, que ninguna
otra de las nuestras ha podido alcanzar, ni su boga española, ni su dilatada
difusión internacional. Resortes, pues, universales además de hispánicos; tan
infalibles que, si nuestras letras siguen manteniendo clara fidelidad al mito
quijotesco hasta escritores tan próximos a nosotros y tan distintos entre sí
como Galdós, Unamuno o Valle-Inclán, también las letras de muchos otros
países lo han hecho suyo. Y no sólo las letras propias o ajenas: el admirable
mito asoma en incontables ocasiones, dentro o fuera de nuestra península, en
otras artes como la pintura, la música, el cine; y en festejos populares, y aun
en los decires mismos de las gentes comunes. Está tan vivo que n i siquiera
precisa ya de su soporte literario original ni de los personajes concretos que
lo configuran para persistir, y esa es su paradójica victoria. No hace mucho
tiempo me arriesgué a sugerir lo que me parecía excepcional ejemplo espa-
ñol de ello: el del propio Velázquez, conocedor seguro del Quijote como lo
eran todos entonces y lúcido testigo, igual que Cervantes, de la decadencia
del país, lo que acaso le llevó a concebir la pintura de su Don Juan de Austria,
ANTONIO BUERO VALLEJO 223

aquel patético cincuentón de «triste figura» rodeado de caballerescas piezas


de arnés tiradas por el suelo, como la de otro Don Quijote hundido en su fa-
tal empeño de llegar a ser el adalid cuyo nombre ostenta y que, resuelto a
transmutar un rincón del Alcázar en su particular Cueva de Montesinos,
añora desde ella el desvaído ensueño, la casi subconsciente ideación, de la
confusa acción naval esbozada en el fondo del cuadro.
Muchas otras huellas dejó y sigue dejando, no sólo en España sino fuera
de ella, nuestro mayor hallazgo mítico. No reparemos ahora en su noticia im-
pronta sobre Fielding, Sterne, Dickens, Flaubert, Dostoyevski y tantos otros
creadores. Tampoco en reconocibles influjos suyos sobre la mejor literatura
dramática, si bien, como autor de teatro que soy, no resista a la tentación de
recordar los ejercicios sobre Pirandello. Para mostrar la ininterrumpida onda
expansiva de la extraordinaria novela, déjeseme recurrir a algunas de mis sor-
presas de lector caprichoso; a algunas de esas que todos tenemos y que ni si-
quiera se estudian, cuando percibimos aquí o allá, como en el cuadro velaz-
queño, la reaparición del insoslayable mito creado por Cervantes. Yo la
advierto, por ejemplo, en Wells, escritor por el que mantengo sin mengua la
vieja admiración de mi adolescencia. Aunque lo ignoro, es muy probable que
las impregnaciones a que me voy a referir hayan sido señaladas ya, y acaso
en palabras del mismo novelista inglés que yo haya olvidado; tan claras, a mi
ver, se presentan. Compruébese leyendo su novela Mister Blettsworihy en la
Isla Rampole, verdadero «encantamiento» de un pobre náufrago atropellado
por la injusticia y forzado a sufrir los raros acaeceres de cierta isla salvaje
donde no le falta su Dulcinea, isla en la que viene a reconocer, cuando al fin
sana su mente dislocada, la ciudad de Nueva York. Léase también otra no-
vela suya, El padre de Cristina Alberta, en la que un viejo orate decide ser Sar-
gón, Rey de Reyes, y obra en consecuencia mientras su hija, ayudada por un
novio que es algo así como un Sansón Carrasco venido a más, procura salvar
al desdichado de sus tropiezos con la sociedad inmisericorde.iDos narracio-
nes, pues —y no las únicas entre las de su autor—, de innegable estirpe qui-
jotesca.
¿Cabría reducir a fórmulas literarias —si así pudieran llamarse— las cau-
sas de la vida inacabable del libro y el mito cervantinos? No, pues su último
secreto reside en el genio del escritor, nunca explicable del todo. Desde estos
subjetivos atisbos que voy aventurando intentaría no obstante, aunque apo-
yándome en autoridad mayor que la mía, detenerme en un aspecto, sólo uno,
del estilo de Cervantes. Es casi un recurso técnico de la estructura literaria
que cualquiera puede utilizar, si bien, naturalmente, no le servirá de gran cosa
al escritor sin talento. Y para bosquejarlo quisiera rememorar aquel lejano en-
sayo de Dámaso Alonso, Escila y Caribdis de la literatura española, donde se re-
bate el tópico del realismo y localismo supuestamente definitorios de núes-
224 DISCURSO
tra literatura y se vindica, dentro de su no menor entidad hispánica, el alcance
universal de nuestras irreales audacias poéticas, para concluir que es en el
denso entramado de las dos tendencias donde se halla lo peculiarmente es-
pañol. Y aun cuando sean otros los ejemplos que de ellas prefiere, no deja el
maestro Dámaso de referirse al Quijote como a «la contraposición perfecta y
extremada» de esos dos ingredientes de nuestras artes. Pues bien: la navega-
ción entre los peligros de Escila y de Caribdis sin dejar de contar —a su
modo— con ambos monstruos es, efectivamente, gran proeza del estilo de
Cervantes; y es la misma proeza, con sus propias singularidades, del Calde-
rón de La vida es sueño o, volviendo a la pintura, de El entierro del Conde de Or-
gaz. El contraste entre lo que llamamos real y lo que tildamos de fantástico
fortalece nuestras creaciones y es ejemplar en la novela del ingenioso hidalgo.
Ejemplar por su sutileza: si la lectura superficial del libro ofrece la constante
burla y descrédito de toda fantasía como locura y disparate, ello no invalida
el hecho formidable de ser las imaginaciones del conmovedor caballero las
que caracterizan la obra de principio a fin, y sin ellas había sido la cumbre li-
teraria que es. Tales lucubraciones son la lanza con que el esforzado Alonso
Quijano pelea contra la «depravada edad» —así la califica— que las suscita.
Pero tan compleja operación literaria, llevada a cabo entre las dos rocas in-
vocadas por el ensayista, no incurre en la desquiciada tabulación de los Es-
plandianes y los Palmerines, no es devorada por Caribdis. La excelencia del
relato cervantino se aquilata, justamente, por el certero pulso con que en él
parecen desacreditarse las veleidades imaginativas de su protagonista mien-
tras, de hecho, tiene en ellas su inconmovible fundamento incluso para San-
cho. Lo cual procede en parte del supuesto recurso técnico a que antes aludí,
consistente en disponer acontecimientos ilógicos y quiméricos sobre el suelo
de la más evidente realidad inmediata. Como es bien sabido, tales aconteci-
mientos no se limitan a las mitomanías de Don Quijote y abarcan «magias»
comentadas por Castro, Starkie, Borges y otros: caballero y escudero tienen
noticia de la novela que protagonizan, el autor roba de la otra novela espú-
rea de Avellaneda a un personaje que declara haber tratado a los falsos Qui-
jote y Sancho de ésta, etc. Son inverosimilitudes instaladas sin embargo por
Cervantes en su argumento con la mayor naturalidad aparente y con las que
se acerca a las corrientes literarias de nuestros días más aún que a las de su
tiempo. Se dice hoy que toda realidad es fantástica y que toda literatura lo es
también, aun cuando no lo parezcan; sería difícil encontrar más fina previ-
sión de tales asertos que la del Quijote.
La hipotética «fórmula» que pretendo esbozar no es menos universal que
caracterizadamente española. A los escritores extranjeros ya citados podría-
mos seguir sumando otros ejemplos que lo abonan. Así, quizá, el de Sartre en
su Hui-clos, cuyo horrible infierno es una prosaica sala Segundo Imperio ha-
ANTONIO BUERO VALLEJO 225
bitada por tres sujetos bastante vulgares. O el de Kafka, en cuyos mezquinos
ambientes, anodinas gentecillas y cotidianos parloteos, se sustentan los más
alucinantes aconteceres. Como Cervantes y como buena parte de la literatura
del mundo, también ellos enlazan su Cardibdis con su Escila al edificar las
extrañezas que imaginan —su poesía, en suma— sobre el engañoso piso de
lo simple y lo consabido. Esa es la mesura de su desmesura, el tino en la ar-
monización de materiales literarios opuestos cuya unidad parecería imposi-
ble; decisiva enseñanza del Quijote hasta para aquellos creadores modernos
que no hayan condescendido a su lectura.
Hace años hube de visitar Tomelloso. Me enteré allí de que, en la cercana
llanura manchega, sobrevenían espejismos. ¿Vio alguno nuestro «manco
sano»? ¿Le despertaría la inesperada visión el primer palpito de sus perso-
najes inmortales? Tal vez una vegetación más frondosa impidiese el fenó-
meno cuando Cervantes frecuentó aquellos parajes. Yo no lo sé. Mas, se for-
mase o no entonces ante sus pasmadas pupilas, me es difícil evitar la
suposición de que esa comarca, que nadie creería propicia a la gestación de
arbitrarios embelecos, bien pudo ser tierra alucinatoria de hidalgos y aldea-
nos de carne y hueso, espectadores de curiosas figuras aéreas o anhelosos de
su refrescante aparición bajo el calor de sus soles; y que acaso, según se ha su-
puesto, llegara nuestro novelista a conocer por allí a algún relativo modelo
de su ingenioso hidalgo capaz de ver quizá, o de desear, que para el caso es
lo mismo, un holograma de gigantes en el horizonte de molinos. Eso, en el
supuesto de que el auténtico modelo secreto de Don Quijote visionario no
fuese el propio Cervantes, que es lo que yo creo resueltamente.
Entre su patente Escila y su recatada Caribdis se movió él al crear su no-
vela y se han movido después innumerables escritores dentro y fuera de Es-
paña. Bogando a mi vez entre ambas rocas, debo reconocer asimismo con toda
humildad el alto magisterio cervantino. Cuantas veces se ha advertido cómo,
detrás de tal o cual obra mía, se hallaban ciertos escritores cuya influencia en
mi teatro agradezco y yo mismo he señalado, me he dicho: sí. Pero detrás de
todos estuvo previamente, para algunos de ellos y para mí, Cervantes.
El heroico soldado lisiado en Lepanto; el que afrontó con brava entereza
cinco años de cautiverio, cuando las decepciones le royeron, hubo de enfren-
tarse al fin, con las ostentosas armas de la risa y el puñal penetrante de la tra-
gedia, al país y al mundo en los que, según Vives, no se podía hablar sin pe-
ligro. Siglos más tarde, Larra, otro gran ingenio de nuestras letras, ante una
España que volvía a enseñar su atroz fisonomía, escribió que «en tiempos
como éstos los hombres prudentes no deben callar, ni mucho menos hablar».
U n siglo después del pistoletazo de Fígaro y a casi cuatro de la muerte de Cer-
vantes, los escritores españoles nos vimos otra vez, durante décadas, ante el
deber de no callarnos: necesidad doblemente imperiosa, pues no sólo con-
226 DISCURSO
sistía en reabrir los cauces literarios a nuevas palabras y formas, sino al pen-
samiento libre. Propósito difícil mas no inalcanzable, por el que laboramos
tenazmente contra las más fluctuantes trabas y a despecho de los suspicaces
prejuicios, la ignorante incredulidad y el desdén sistemático en que abunda-
ron otros países u otros españoles. Y ahora podemos decir que, sabiéndolo o
sin notarlo, fueron firmísimas guías en el prolongado empeño las de un Cer-
vantes o un Larra.
Vivimos tiempos diferentes. Nuestro aislamiento parece estar acabando.
Mas no por ello dejamos de seguir dentro de u n mundo colmado de inhu-
manos horrores y de gravísimas alarmas, bélicas y ecológicas, cuya extensión
se ha vuelto planetaria. Ante ellas, la propensión a despreocuparse y a atur-
dirse crece también sin medida. Los escritores nos preguntamos cada día qué
podríamos escribir aún en esta tierra amenazada de muerte... Siempre pode-
mos y debemos, es claro, tratar de expresar poética y experimentalmente
cuanto encierran de prodigioso y enigmático las cosas externas y nuestro pro-
pio interior; pero, si tornamos la vista hacia nuestros mayores maestros, en
ellos volveremos a advertir cómo supieron sumergirse en las vivas aguas de
la imaginación creadora sin dar la espalda a los conflictos que nos atenazan
y de los que también debemos se resonadores.
Sacarnos de los intrincados laberintos en que nuestra especie sin paz anda
perdida no es tarea que puedan cumplir por sí solos la poesía, la novela o el
teatro; pero probado tienen que sí pueden despejar un tanto los extraviados
caminos individuales o colectivos por los que vagamos cuando, a los deleites
estéticos que nos brindan, los saturan y fecundan los dolores, las inquietudes
y las esperanzas de los hombres.
A l recibir hoy este premio de las augustas personas cuya presencia tanto
me honra, me conforta suponer que, si se me ha concedido porque deleité
algo, también se me habrá otorgado porque algo inquieté.
Desde la ciudad donde naciera el glorioso creador que nos deleitó y nos
sigue deleitando, hago pública mi gratitud al verme cobijado bajo su nombre
esclarecido.

Antonio Buero Vallejo


Abril 1987
CRONOLOGÍA

1916 tudiantes p a r a o b r e r o s e n la vieja U n i v e r s i d a d d e San

N a c e e n Guadalajara e l 29 d e septiembre, d e m a d r e al- Bernardo.


Asiste a las representaciones teatrales d e obras d e Lorca,
carceña y p a d r e gaditano.
Unamuno, Valle-Inclán... y también a las d e l T E A (Teatro
1916-1926
Escuela d e Arte) que dirigía Cipriano Rivas Cheriff,
Vocación m u y temprana p o r el d i b u j o y l a pintura.
Publica algunos artículos s o b r e pintura c o n e l seudónimo
Reside año y m e d i o e n Larache, p e r o d e n u e v o s u fami- d e «Nicolasillo Pertusato».
lia r e g r e s a a Guadalajara. Secretario d e la F.U.E. e n la escuela d e San Fernando.
1926-1933
Estudia el bachillerato en Guadalajara. Se inicia s u amis-
tad c o n Ramón d e G a r c i a s o l .
Obtiene el p r i m e r p r e m i o en u n concurso literario c o n -
v o c a d o p a r a alumnos d e S e g u n d a enseñanza y M a g i s -
terio d e Guadalajara c o n u n a narración titulada, El único
hombre.
Su vocación sigue siendo la pintura.
C o m i e n z a a interesarse p o r l a g e n e r a c i ó n d e l 98, e s p e -
c i a l m e n t e U n a m u n o , y t a m b i é n p o r Ibsen y B e r n a r d
Shaw.
1934
C o m i e n z a los estudios e n la e s c u e l a d e Bellas Artes d e
San F e m a n d o .
L a familia es destinada a M a d r i d .
1935
Participa c o m o conferenciante d e arte e n los c u r s o s n o c -
A la edad de once años.
turnos q u e o r g a n i z a la F e d e r a c i ó n Universitaria d e E s -
228 CRONOLOGÍA

1946-1949
V u e l v e a la pintura y c o l a b o r a c o n dibujos en algunas re-
vistas, e s c r i b e relatos.
Asiste a la tertulia literaria d e l café L i s b o a .
Por encargo editorial, e s c r i b e u n estudio crítico-biográ-
fico s o b r e Gustavo Doré.
T e r m i n a l a p r i m e r a v e r s i ó n d e En la ardiente oscu-
ridad.
1948-1949
E s c r i b e Historia de una escalera, Aventura en lo gris y E¡
terror inmóvil
Con su hermana y su madre en ¡946.
1949
P r e s e n t a d o s o b r a s , En la ardiente oscundad e Historia
1936 de una escalera, al P r e m i o L o p e d e V e g a , c o n v o c a d o
Estalla la g u e r r a civil. Q u i e r e alistarse voluntario, p e r o s u por e l Ayuntamiento d e Madrid después d e quince
familia s e opone. años d e suspensión, y es p r e m i a d a Historia de una es-
Trabaja e n el taller d e p r o p a g a n d a plástica d e la F.U.E. calera.
Lo movilizan oficialmente y es destinado a u n batallón d e Se estrena el 14 d e octubre y alcanza las 187 r e p r e s e n -
infantería. taciones.
E l 7 d e n o v i e m b r e , su p a d r e , capitán d e Ingenieros d e l 1950
Ejército, es fusilado en M a d r i d . Se realiza la versión cinematográfica d e Historia de una
1937 escalera.
E s destinado a la oficina d e la Jefatura d e S a n i d a d e n e l Se estrena e n e l Teatro María G u e r r e r o , En la ardiente
frente d e l Jarama. oscundad.
1938
Es trasladado al frente d e Aragón y m á s tarde al Ejército
d e Levante.
1939
L e s o r p r e n d e el final d e la g u e r r a e n V a l e n c i a .
Intenta v o l v e r a M a d r i d , es d e t e n i d o y t r a s l a d a d o a l
c a m p o d e concentración d e Soneja (Castellón). Ante e l
alto número d e reclusos e n e l c a m p o , s e autoriza a a l -
gunos presos a regresar a sus hogares c o n la o r d e n d e
presentarse allí a las autoridades.
1939-1946
E n M a d r i d es detenido d e nuevo y c o n d e n a d o a muerte
e n juicio sumarísimo p o r «adhesión a la rebelión)». L e es
conmutada la p e n a d e muerte p e r o p e r m a n e c e encar-
celado m á s d e seis años. E n la cárcel C o n d e d e T o r e n o
d e M a d r i d c o i n c i d e c o n M i g u e l Hernández c o n q u i e n
traba una cálida y fuerte amistad. Pasa d e s p u é s p o r las
c á r c e l e s d e Y e s e r í a s (Madrid), E l D u e s o (Santander),
Santa Rita (Madrid) y finalmente el p e n a l d e O c a ñ a d e
d o n d e sale en 1946, en libertad condicional. En 1945.
ANTONIO BUERO VALLE]O 229
1952
Se estrena e n el Teatro Español, La tejedora de sueños y
La señal que se espera e n el Infanta Isabel q u e no en-
cuentra el éxito d e las anteriores.
1953
A finales d e año estrena Madrugada q u e v u e l v e a tener
b u e n a aceptación d e público y critica.
1954
Estrena ¡rene, o el tesoro. L a c e n s u r a p r o h i b e e l estreno
d e Aventura en ¡o gris.
1955
E n la República F e d e r a l A l e m a n a se estrena Historia de
una escalera.
1956
Se le c o n c e d e n los p r e m i o s María R o l l a n d y N a c i o n a l
d e Teatro p o r Hoy es íiesta, q u e se estrena ese m i s m o
año.
1952
Estrena Las carias boca abajo y r e c i b e d e n u e v o e l P r e -
m i o N a c i o n a l d e Teatro.
Se estrena e n París, En la ardiente oscuridad.
1958
Un soñador para un pueblo r e c i b e g r a n éxito d e crítica y
público y d e n u e v o se le c o n c e d e a esta o b r a los P r e - L a F u n d a c i ó n , estrenada en Madrid, en 1974.
mios María Rolland y N a c i o n a l d e Teatro, así c o m o e l
P r e m i o d e la Crítica d e Barcelona.
1959 1964
Contrae matrimonio c o n la actriz V i c t o r i a Rodríguez. E l E s c r i b e La doble historia del doctor Valmy q u e no p u e d e
matrimonio tendrá d o s hijos. estrenar p o r p r o b l e m a s d e censura.
La Fundación Juan M a r c h c o n c e d e p o r p r i m e r a v e z el Se estrena e n Tokio, Historia de una escalera y La teje-
P r e m i o d e Literatura, y e n teatro lo otorga a Hoy es ñesta. dora de sueños.
1960 1966
Estrena Las Meninas q u e c o n s i g u e d e n u e v o e l P r e m i o Estrena u n a versión d e Madre Coraje y sus hijos.
María Rolland. P r i m e r viaje a los Estados Unidos, p r o n u n c i a conferen-
1962 cias y coloquios e n n u m e r o s o s centros universitarios.
Estrena El concierto de San Ovidio. O b t i e n e el P r e m i o L a - 1967
r r a d e la revista Primer Acto. Estreno d e El tragaluzcon éxito arrollador. Se le c o n c e d e
Se estrena e n O p o r t o , Madrugada y en Oslo, En la ar- el P r e m i o E l E s p e c t a d o r y la Crítica y el L e o p o l d o Cano.
diente oscuridad, interpretada p o r Liv Ullman. Se estrena e n Italia El Concierto de San Ovidio.
1963 1968
C o n s i g u e estrenar, en s e g u n d a versión, Aventura en lo Viaja a Inglaterra p a r a asistir al estreno m u n d i a l d e L a
gris. L a función p a s a inadvertida: críticas adversas. doble historia del doctor Valmy.
E l g o b i e r n o le autoriza a p o d e r viajar fuera d e España. Se r e p o n e e n M a d r i d , Historia de una escalera.
Viaja a Francia. Participa e n los C o l o q u i o s s o b r e R e a - 1969
lismo. Se estrena e n Lisboa, Las carias boca abajo.
230 CRONOLOGÍA

1970 1977
Se estrena en Madrid y en Italia, El sueño de ¡a razón. Estreno de La detonación. Premio El Espectador y la Cri-
Segundo viaje a Estados Unidos para asistir a un Simpo- tica.
sio de teatro español en la Universidad de Chapel Hill. 1979
1971 Estreno de Jueces en la noche.
Estreno de Llegada de ¡os dioses. 1980
Es elegido miembro de número de la Real Academia de Conferenciante en la Universidad de Friburgo, Ginebra.
la Lengua Española. Medalla de plata del Círculo de Bellas Artes. Premio Na-
1972 cional de Teatro al conjunto de su labor.
Discurso de recepción en la Real Academia sobre Gar- 1981
cía horca ante el esperpento. Estreno de Caimán. Premio El Espectador y la Critica.
1973 Visita la U.R.S.S. como invitado al Congreso de la Unión
Se estrena en Moscú y en la República Democrática de de Escritores.
Alemania, El sueño de la razón. Premio LongPlay.
1974 1984
Estreno de La fundación, consigue los premios E l Es- Estreno de Diálogo Secreto. Premio el Espectador y la
pectador y la Crítica, Leopoldo Cano, Mayte y Foro Crítica.
Teatral. 1986
1976 Reposición de El concierto de San Ovidio.
Se estrena La doblehistoría del doctor Valmy, hasta ahora Muere su hijo Enrique en accidente de automóvil.
prohibida. Estreno de Lázaro en el laberinto.
En Varsovia, Andrezj Wadja monta El sueño de la ra- Es elegido Hijo Predilecto de Guadalajara.
zón. Premio Cervantes.
1987

CARLOS FUENTES
CARLOS FUENTES

El cuerpo ocupa un lugar central en el universo de Fuentes. El frío, el calor, la


sed, la urgencia sexual, la fatiga, las sensaciones más inmediatas y directas; y las más
refinadas y complejas: las combinaciones del deseo y la imaginación, los desvarios
y las alucinaciones de los sentidos, sus errores y sus adivinaciones. La pasión eró-
tica es cardinal y, por tanto, lo es también la imaginación, su doble implacable. En
otros dos notables novelistas hispanoamericanos, uno de su misma generación y el
otro de la precedente, Gabriel García Márquez y Adolfo Bioy Casares, el amor es,
asimismo, una pasión soberana [...]. A la inversa de García Márquez, para Fuentes
los hombres y las mujeres no son meras proyecciones del deseo: son sus cómplices
y sus enemigos. A semejanza de Bioy Casares, los fantasmas no son menos reales
que los cuerpos; sólo que esos fantasmas encarnan: los tocamos y nos tocan, nos des-
garran. El cuerpo es verdadero y la revelación que nos ofrece es inhumana, sea ani-
mal o divina: nos arranca de nosotros mismos y nos arroja a otra vida, o a otra
muerte, más plena.

Octavio Paz

No cabe duda de que Carlos Fuentes es una de las cuatro o cinco figuras más
destacadas de la narrativa hispanoamericana de hoy. Mientras los demás escritores
del envidiado y vituperado boom se mantienen más o menos restringidos a uno o
dos campos literarios, Fuentes ha venido produciendo su copiosa obra, desde sus
primeros relatos de Los días enmascarados (1954), invadiéndolo todo y escribiendo
cuento, novela, periodismo, crítica, ensayo, teatro, guiones de cine. En todos estos
campos —aunque, naturalmente, más en unos que en otros— tiene algo personalí-
simo y vibrante que decir. Es lo que hace de él el gran «polígrafo» de su generación
234 CARLOS FUENTES
—muy al estilo latinoamericano decimonónico— y uno de los hombres-cantera de
ideas literarias, aceptables o no, más sobresalientes de su tiempo.
Su personalidad pública de escritor es muy llamativa: mexicano de cultura cos-
mopolita y polilingüe —adquirida desde niño como hijo de diplomáticos y ampliada
más tarde con viajes y residencias en casi todas las capitales del mundo, donde se en-
cuentra como en su casa—, es el ejemplo máximo de que esta cultura cosmopolita, al
habituarlo al manejo de las ideas y las literaturas de otros mundos, no aleja al escri-
tor de sus propias raíces, como muchos equivocadamente aseguran, sino al contra-
rio, le sirve para forjar un instrumento más agudo con que penetrar en las raíces de
su propia historia, de la de su continente y de la de México, donde nació.

José Donoso

Carlos Fuentes es un autor mundialmente famoso, serio, provocador y hasta con-


trovertido, inventor que goza del reconocimiento de ser uno de los novelistas más
importantes de México, quizás el más importante; pero el mundo está lleno de es-
cépticos y a lo mejor Fuentes quería hacerlos callar de una vez por todas sepultán-
dolos bajo el peso y la maestría de su libro. Aunque quizás sea más probable que se
trate del caso habitual de escritor comprometido y concienzudo que acaba captu-
rado y en poder de su propia metáfora. Fuentes ha aspirado siempre, desde sus pri-
meras novelas, a dar una visión global e instructiva, especialmente visiones históri-
cas o míticas (es tan hegeliano como jungiano —por no llamarle Limpiador del
Templo— como marxista) que puedan explicar definitivamente qué quiere decir ser
mexicano.

Robert Coover

A l contrario de tantos escritores que desearían ser los únicos en el mundo, él qui-
siera celebrar todos los días la fiesta de que cada día seamos más y más jóvenes los
escritores del mundo. Tengo la impresión de que él sueña con un planeta ideal habi-
tado en su totalidad por escritores, y sólo por ellos. A veces he tratado de aguarle el
entusiasmo diciéndole que ese lugar ya existe; es el infierno. Pero no lo cree, ni si-
quiera en broma (como yo se lo digo, desde luego), porque su fe en el destino me-
siánico de las letras no reconoce límites. Ni admite bromas, por supuesto. Un escri-
tor así, siendo tan buen escritor, es dos veces bueno.

Gabriel García Márquez

Tomemos la novela Terra Nostra, de Carlos Fuentes: el lector, mientras recorre la


fascinadora galería de espejos que reflejan el mundo y se autorreflejan, no pierde
CARLOS FUENTES 235
nunca de vista la historia real. El novelista, al asimilar con rara fortuna la admirable
lección goyesca, se mantiene con todo rigurosamente fiel a la visión racional y obje-
tiva de los historiadores. Su pesadilla histórica, aun cuando adopta el aspecto del
sueño o la locura, no reemplaza nunca con dichos ingredientes la historia verdadera.
El lector puede a cada paso volver a ésta y zambullirse de nuevo en la percepción de-
formante y a menudo esperpéntica del novelista. Pero incluso en las escenas más de-
lirantes y oníricas —v. gr., en los magníficos pasajes de la Dama Loca, Barbárica y el
Príncipe bobo en el pudridero de los Habsburgo— cruzan, a veces como breves fo-
gonazos, a veces en forma encantatoria o paródica recordatorios de una historia con-
creta y precisa que el novelista —y no sólo el lector— conoce perfectamente.

Juan Goytisolo

Fuentes confirma así la autonomía del proceso estético y dibuja con palabras los
límites de esa otra zona, también sagrada porque asimila y convierte a su materia
todo lo que la transita, que es la zona de la literatura, la de la inagotable producción
simbólica del lenguaje.

Severo Sarduy

En sus novelas Fuentes es más incisivo cuando nos demuestra, en el doble fondo
de un personaje, los espejismos del mito de la identidad, del mito del yo, del mito
mismo del autor como centro del relato. Por eso Fuentes es nuestro mejor autor pos-
moderno: su obra se basa no en la repetición sino en la diferencia; no en el monu-
mento autorial sino en lafluidezrelativista; no en el ideal modernista de la obra to-
tal sino en el puro residuo del cambio.

Julio Ortega
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1987

ajestades,
Si este galardón —que tanto me honra y tanto aprecio— es con-
siderado el premio de premios para u n escritor de nuestra lengua,
ello se debe a que, como ningún otro, es u n premio compartido.
Yo comparto el Premio Cervantes, en primer lugar, con m i patria, México,
patria de m i sangre pero también de m i imaginación, a menudo conflictiva,
a menudo contradictoria, pero siempre apasionada con la tierra de mis pa-
dres. México es m i herencia, pero no m i indiferencia; la cultura que nos da
sentido y continuidad a los mexicanos es algo que yo he querido merecer to-
dos los días, en tensión y no en reposo. M i primer pasaporte — e l de ciuda-
dano de México— he debido ganarlo, no con el pesimismo del silencio, sino
con el optimismo de la crítica. N o he tenido más armas para hacerlo que las
del escritor: la imaginación y el lenguaje.
Son estos los sellos de m i segundo pasaporte, el que me lleva a compartir
este premio con los escritores que piensan y escriben en español. L a cultura
literaria de m i país es incomprensible fuera del universo lingüístico que nos
une a peruanos y venezolanos, argentinos y puertorriqueños, españoles y me-
xicanos. Puede discutirse el grado en el que u n conjunto de tradiciones reli-
giosas, morales y eróticas, o de situaciones políticas, económicas y sociales,
nos unen o nos separan; pero el terreno común de nuestros encuentros y de-
sencuentros, la liga más fuerte de nuestra comunidad probable, es la lengua
— e l instrumento, dijo una vez W i l l i a m Butler Yeats, de nuestro debate con
los demás, que es retórica, pero también del debate con nosotros mismos, que
es poesía.
238 DISCURSO

Debate con los demás, debate con nosotros mismos. Nos disponemos,
así que pasen cuatro años, a celebrar los cinco siglos de una fecha inquie-
tante: 1492. Vamos a discutir mucho sobre la manera misma de nombrarla.
¿Descubrimiento, como señalan las costumbres, o encuentro, como concede
el compromiso? ¿Invención de América, como sugiere el historiador mexi-
cano Edmundo O'Gorman; deseo de América, como anheló el Renacimiento
europeo, hambriento de dos objetivos incompatibles: utopía y espacio; o
imaginación de América, como han dicho sus escritores de todos los tiem-
pos de Bernal Díaz del Castillo a Sor Juana Inés de la Cruz, y a Gabriel Gar-
cía Márquez?
Los cinco siglos que van de aquel 92 a éste se inician, también, con la pu-
blicación de la primera gramática de la lengua castellana, por Antonio de Ne-
brija. Y aunque Nebrija designa a la lengua como acompañante del imperio,
hoy reconocemos la otra vertiente de la celebración y ésta es la crítica, la len-
gua de la conquista fue también la de la contraconquista, y sin la lengua de
la colonia no habría la lengua de la independencia.
Hablo de un idioma compartido, con mi patria, con mi cultura y con sus
escritores. Quiero ir más lejos, sin embargo. Esta lengua nuestra se está con-
virtiendo, cada vez más, en una lengua universal, hablada, leída, cantada,
pensada y soñada por un número creciente de personas: casi 350 millones,
convirtiéndola en el cuarto grupo lingüístico del mundo; sólo en los EE.UU.
de América sus hispanoparlantes transformarán a ese gran país, apenas re-
basado el año 2000, en la segunda nación de habla española del mundo.
Esto significa que, en el siglo que se avecina, la lengua castellana será el
idioma preponderante de las tres Américas: la del Sur, la del Centro y la del
Norte. La famosa pregunta de Rubén Darío —¿tantos millones hablarán in-
glés?— será al fin contestada: no, hablarán español.
Nuestra imaginación política, moral, económica, tiene que estar a la al-
tura de nuestra imaginación verbal.
Esta lengua nuestra, lengua de asombros y descubrimientos recíprocos,
lengua de celebración pero también de crítica, lengua muíante que un día es
la de san Juan de la Cruz y al siguiente la de fray Gerundio de Campazas y
al que sigue, lengua fénix, vuela en alas de Clarín, esta lengua nuestra, mil
veces declarada, prematuramente, muerta, antes de renacer para siempre, a
partir de Rubén Darío, en una constelación de correspondencias trasatlánti-
cas, ha sido todo esto porque ha sido espejo de insuficiencias, pero también
agua del deseo, hielo de triunfos y cristal de dudas, roca de la cultura, per-
manente, continua, en medio de las borrascas que se han llevado a la deriva
a tantas islas políticas; vidrio frágil, la lengua nuestra, pero ventana amplia,
también, gracias a los cuales tenemos refugio y compensación, así como vi-
sión y conciencia, de los tiempos inclementes.
CARLOS FUENTES 239
La lengua imperial de Nebrija se ha convertido en algo mejor: la lengua
universal de Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, de Julio Cortázar y Octavio
Paz. La literatura de origen hispánico ha encontrado un pasaporte mundial
y, traducida a lenguas extranjeras, cuenta con un número cada vez mayor de
lectores.
¿Por qué ha sucedido esto? No por un simple factor numérico, sino po-
que el mundo hispánico, en virtud de sus contradicciones mismas, en fun-
ción de sus conflictos irresueltos, en aras de sus ardientes compromisos en-
tre la realidad y el deseo, y a la luz de la memoria colectiva de nuestra historia,
que es la historia de nuestras culturas, plurales de nuestro lado del Atlántico
—europeos, indios, negros y mestizos— pero de este lado también —cristia-
nos, árabes y judíos—, ha podido mantener vigente todo un repertorio hu-
mano olvidado a menudo, y con demasiada facilidad, por la modernidad
triunfalista que ha protagonizado, entre aquel 92 y éste, la historia visible de
la humanidad.
Hoy, que esa modernidad y sus promesas han entrado en crisis, miramos
en torno nuestro buscando las reservas invisibles de humanidad que nos per-
mitan renovarnos sin negarnos, y encontramos en la comunidad de la lengua
y de la imaginación española dos surtidores que no se agotan.
Mas apenas intentamos ubicar el punto de convergencia entre el mundo
de la imaginación y la lengua hispanoamericana y el universo de la imagina-
ción y el lenguaje de la vida contemporánea, nos vemos obligados a detener-
nos, una y otra vez, en la misma provincia de la lengua, en la misma ínsula
de la imaginación, en el mismo autor y en la obra misma, que reúnen todos
los tiempos de nuestra tradición y todos los espacios de nuestra imaginación.
La provincia —acá abajo, con Rocinante— es La Mancha. La ínsula —allá
arriba, con Clavileño— es la literatura. El autor es Cervantes, la obra es el Qui-
jo fe y la paradoja es que de la España postridentina surgen el lenguaje y la
imaginación críticos fundadores de la modernidad que la Contrarreforma re-
chaza.
Daniel Defoe escribe el Robinson Crusoe con el tiempo de una modernidad
consonante. Miguel de Cervantes escribe el Quijote a contratiempo, desauto-
rizado por la historia inmediata, respondiendo no tanto a lo que está allí sino
a lo que hace falta; potenciando la imaginación para hablarnos menos de lo
que vemos que de lo que no vemos; de lo que ignoramos, más de lo que ya
sabemos.
Unamuno ve las caras de Robinson y Quijote; en la del inglés, reconoce a
un hombre que se crea una civilización en una isla; en la del español, a u n
hombre que sale a cambiar el mundo en que vive. Hay esto, pero algo más
también: la tradición de Robinson será la de la seguridad, la coincidencia con
el espíritu del tiempo, incluyendo una coincidencia con la crítica del tiempo,
240 DISCURSO

pero a veces, también, la arrogancia de nombrarse protagonista del mismo.


La poética de Robinson será la de la narrativa lineal, realista, lógica, futuri-
zante, poblada por seres de carne y hueso, definidos por la experiencia: Ro-
binson y sus descendientes leen al mundo.
Quijote y los suyos son leídos por el mundo, y lo saben. La tradición qui-
jotesca no disfraza su génesis fictiva; la celebra; sus personajes no son entes
sicológicos, sino figuras reflexivas; no el producto de la experiencia, sino de
la inexperiencia; no les importa lo que saben, sino lo que ignoran: lo que aún
no saben. No se toman en serio; admiten que su realidad es una mentira. Pero
esa maravillosa mentira, la novela, salva, nos dice Dostoyevsky hablando de
Cervantes, a la verdad.
La poética de La Mancha y su descendencia numerosa, que un día antes
que yo evocó aquí mismo el gran novelista cubano Alejo Carpentier, inclu-
yen a los hijos de Don Quijote, el Tristram Shandy de Sterne, contemplando
su propia gestación novelesca; y el fatalista de Diderot, Jacques, ofreciéndole
al lector repertorios infinitos de probabilidades; a sus nietas, la Catherine
Moorland de Jane Austen y la Emma Bovary de Gustave Flaubert, que tam-
bién creen todo lo que leen; a sus sobrinos el Myshkin de Dostoyevsky, el
Micawber de Dickens y el Nazarín de Pérez Galdós: todos aquellos que es-
cogen la difícil alternativa de la bondad y por ello sufren agonía y ridículo; y
si todos ellos son descendientes de Don Quijote lo son, acaso, de san Pablo
también, pues la locura de Dios es más sabia, dice el santo, que toda la sabi-
duría de los hombres.
La locura de Don Quijote y su descendencia es una santa locura: es la lo-
cura de la lectura. Su biblioteca de libros de caballerías es su refugio inicial,
la protección de su supuesta locura, que consiste en dar fe de la lectura. Pero
esta convicción entraña el deber de actualizar sus lecturas.
Don Quijote sale a probar la existencia de una edad pasada, cuando el
mundo era igual a sus palabras. Se encuentra con una edad presente, empe-
ñada en separarlo todo. Sale a probar la existencia de los héroes escritos: los
paladines y caballeros andantes del pasado. Encuentra su propia contempo-
raneidad en un hecho para él irrefutable: Don Quijote, como sus héroes, tam-
bién ha sido escrito.
Quijote y Sancho son los primeros personajes literarios que se saben es-
critos mientras viven las aventuras que están siendo escritas sobre ellos. Co-
lón en la tierra nueva, Copérnico en los nuevos cielos, no operan una revolu-
ción más asombrosa que ésta de Don Quijote al saberse escrito, personaje del
libro titulado El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
La información moderna, el privilegio pero también la carga de la mirada
plural, nacen en el momento en que Sancho le dice a Don Quijote lo que el
bachiller Sansón Carrasco le dijo a Sancho: estamos siendo escritos. Estamos
CARLOS FUENTES 241

siendo leídos. Estamos siendo vistos. Carecemos de impunidad, pero tam-


bién de soledad. Nos rodea la mirada del otro. Somos un proyecto del otro.
N o hemos terminado nuestra aventura. N o la terminaremos mientras sea-
mos objeto de la lectura, de la imaginación, acaso del deseo de los demás.
No moriremos —Quijote, Sancho— mientras exista un lector que abra nues-
tro libro.
Paso definitivo de la tradición oral a la tradición impresa, Don Quijote,
culminando prodigiosamente su novedad novelesca, es el primer personaje
literario, también, que entra a una imprenta para verse a sí mismo en proceso
de producción. Ello ocurre, naturalmente, en Barcelona.
El precio de esta aventura de Don Quijote, su pasaporte entre dos tiem-
pos de la cultura, es la inestabilidad. Inestabilidad de la memoria: Don Qui-
jote surge de una oscura aldea, tan oscura que su aún más oscuro —su in-
cierto— autor, ni siquiera recuerda o no quiere recordar, el nombre del lugar.
Don Quijote inaugura la memoria moderna con la ironía del olvido: todos sa-
bían dónde estaba Troya y quién era Aquiles; nadie sabrá quién es K el agri-
mensor de Kafka, o dónde está E l Castillo, dónde está Praga, dónde está la
historia.
Inestabilidad, en segundo lugar, de la autoría: ¿quién es el autor del Qui-
jote, un tal Cervantes, más versado en desdichas que en versos, o un tal de
Saavedra, evocado con admiración por los hechos que cumplió, y todos por
alcanzar la libertad; el historiador arábigo Cide Líamete Benengeli, cuyos pa-
peles son vertidos al castellano por un anónimo traductor morisco, y que se-
rán objeto de la versión apócrifa de Avellaneda? ¿Pierre Ménard, autor del
Quijote? ¿Jorge Luis Borges, autor de Pierre Ménard y en consecuencia...?
Inestabilidad del nombre, en tercer lugar. «Don Quijote» es sólo uno de
los nombres de Alonso Quijano, que quizás es Quixada o Quesada y que,
apenas incursiona en el género pastoril, se convierte en Quijotiz; apenas en-
tra a la intriga de la corte de los duques se convierte en el don Azote de la
princesa Micomicona; cambian de nombre sus amantes —Dulcinea es A l -
donza—, sus yeguas —Rocín-antes—, sus enemigos —Mambrino se con-
vierte en Malandrino— y hasta sus infinitos autores: Benengeli se nos con-
vierte en Berenjena.
Memoria inestable, autoría y nominación inestables; búsqueda, en conse-
cuencia, del género mismo, del visado que nos diga: soy literatura, soy no-
vela. Pero esto tampoco escapa a la inseguridad. Inaugurando la novela mo-
derna, Cervantes nos dice: este es el género de todos los géneros y la
contaminación de todos ellos, de todo cuanto esta novela, Don Quijote, abarca:
picaresca y épica, pastoril y amorosa, novela morisca y novela bizantina, in-
terpolada e ininterrumpida: indefinición de las categorías perfectas y cerra-
das; conflicto y contagio perpetuo del lenguaje.
242 DISCURSO
Radicalmente moderno, Cervantes nos dice desde el siglo xvn: recuerden,
podemos olvidar; miren, no sabemos quiénes somos; escuchen, ya no nos en-
tendemos.
Si el tiempo de la Contrarreforma, que es el suyo, le pide unidad de len-
guaje, Cervantes le devuelve multiplicidad de lenguajes; si quiere fe, le de^
vuelve dudas. Pero si la modernidad exige, por su lado, la duda constante,
Cervantes, más moderno que la modernidad, le devuelve la fe en la justicia
y el amor, y le exige el mínimo de unidad que nos permita comprender la di-
versidad misma.
Cervantes nos dice que no hay presente vivo con un pasado muerto. Le-
yéndolo, nosotros, hombres y mujeres de hoy, entendemos que creamos la
historia y que es nuestro deber mantenerla. Sin nuestra memoria, que es el
verdadero nombre del porvenir, no tenemos un presente vivo: un hoy y un
aquí nuestro, donde el pasado y el futuro, verdaderamente, encarnan.
Mirada extraordinaria del discípulo de Alcalá de Henares sobre su mundo
y el nuestro; la suya es la más ancha de las modernidades. Contratiempo, sí,
y paradoja que acaso no lo sea tanto: novela permanente, origen del género
pero también destino del mismo, el Quijote es nuestra novela y Cervantes es
nuestro contemporáneo porque su estética de la inestabilidad es la de nues-
( tro propio mundo.
A las crisis de entonces y de ahora Cervantes les indica el camino de una
apertura que convierte a la inseguridad en el motivo de una creación cons-
tante. Cervantes inventa la novela potencial, en conflicto y en diálogo con-
sigo misma, que es hoy la novela de Italo Calvino, de Milán Kundera y de
Juan Goytisolo: la invitación quijotesca es la invitación perpetua a salir de no-
sotros mismos y vernos —a nosotros y al mundo— como enigma, pero tam-
bién como posibilidad incumplida. La novela, para ganarse el derecho de cri-
ticar al mundo, comienza por criticarse a sí misma: la interrogante de la obra
produce la obra.
Pero si la poética de La Mancha es la del mundo contemporáneo, también
es la del Nuevo Mundo americano. Desde la fundación, nosotros nos pre-
guntamos, como el lector de Cervantes, ¿quién es el autor del Nuevo Mundo?
¿Colón, que lo pisó primero, o Vespucio, que primero lo nombró? ¿Los dio-
ses que huyeron, o el Dios que llegó? ¿Los anónimos artesanos mestizos de
nuestras iglesias barrocas, o la afamada poeta barroca, obligada a guardar si-
lencio por las autoridades?
¿Y dónde está el Mundo Nuevo? ¿En un lugar de Macondo, de cuyo nom-
bre no quiero acordarme? ¿En un lugar en Cómala, en un lugar de Canaima,
en las alturas de Macchu Picchu? ¿Existen realmente esos lugares, son ciertos
sus nombres? ¿Qué quiere decir «América»? ¿A quién le pertenece ese nom-
bre? ¿Qué quiere decir «el Nuevo Mundo»? ¿Cómo pudo transformarse la
CARLOS FUENTES 243
dulce Cuauhnáhuac azteca en la dura Cuernavaca española? ¿Cómo bautizar
el río, la montaña, la selva, vistos por primera vez? Y sobre todo, ¿cómo nom-
brar el vasto anonimato humano —indio y criollo, mestizo y negro— de la
cultura multirracial de las Américas?
Darle voz y nombre a quienes no los tienen: la aventura quijotesca aún
no termina en el Nuevo Mundo. Recordar que había una civilización del
Nuevo Mundo antes de 1492 y que aunque la conquista propuso una nueva
historia, los conquistadores no renunciaron a la suya. E l recuerdo ilumina
el deseo, y ambos se reúnen en la imaginación: ¿quién es el autor del Nuevo
Mundo?
Somos todos nosotros: todos los que lo imaginamos incesantemente por-
que sabemos que sin nuestra imaginación América —el nombre genérico de
los mundos nuevos— dejaría de existir.
A partir de la imaginación los hispanoamericanos estamos intentando lle-
nar todos los abismos de nuestra historia con ideas y con actos, con palabras
y con organización mejores, a fin de crear, en el Nuevo Mundo hispánico, un
mundo nuevo, una realidad mejor, en contra del capricho del más fuerte, que
se sustenta en la fatalidad; a favor del diálogo y de la coexistencia, que se sus-
tentan en la libertad, y otorgándole un valor específico al arte de nombrar y
al arte de dar voz. Escritores, somos también ciudadanos, igualmente preo-
cupados por el estado del arte y por el estado de la ciudad.
Portamos lo que somos en dirección de lo que queremos ser: voces en
el coro de un mundo nuevo en el que cada cultura haga escuchar su pala-
bra.
La nuestra se dice (y a veces hasta seduce) en español y con ella queremos
hablarle a un planeta que no puede limitarse a dos opciones, dos sistemas,
dos ideologías, sino que pertenece a múltiples culturas humanas y a sus fe-
cundas posibilidades, hasta ahora apenas expresadas.
Sin embargo, la velocidad de los avances tecnológicos, la creciente inter-
dependencia económica y el carácter instantáneo de las comunicaciones, for-
man parte de una dinámica global que no se detiene a preguntarle a nadie:
/ ¿ya decidiste cuál es tu identidad?
o v e

M i l novecientos noventa y dos es quizás nuestra última oportunidad de


decirnos a nosotros mismos: esto somos y esto le daremos al mundo. Ejem-
plifico, no agoto: somos esta suma de experiencias, esta capacidad para ac-
tualizar los valores del pasado a fin de que el porvenir no carezca de ellos,
este sentimiento trágico de que ninguna receta ideológica asegura la felicidad
o puede, por sí misma, impedir la infelicidad si no va acompañada de algo
que nosotros, los hispánicos, conocemos de sobra: el poder del arte para com-
pensar y completar la experiencia histórica, dándole sentido y convirtiendo
la información en imaginación.
244 DISCURSO

Es la lección de La Mancha: Cervantes. Es también la lección de Cómala:


Rulfo; y la de Santa María: Onetti.
No estamos solos y nos encaminamos hacia el mundo del siglo venidero
con ustedes, los españoles, que son nuestra familia inmediata. Nos necesita-
mos. Pero, también, el mundo del futuro necesita a España y a la América es-
pañola. Nuestra contribución es única; también es indispensable; no habrá
concierto sin nosotros. Pero antes debe haber concierto entre nosotros. A Es-
paña le concierne lo que ocurre en Hispanoamérica y en Hispanoamérica nos
concierne lo que ocurre en España. Sólo necesitándonos entre nosotros, el
mundo nos necesitará también. Sólo imaginándonos los unos a los otros, el
mundo nos imaginará.
La celebración del Quinto Centenario será, dentro de este espíritu, un acto
renovado de fe en la imaginación. Nos corresponde de nuevo, de ambos la-
dos del Atlántico, imaginar los mundos nuevos, pues no hay otra manera de
descubrirlos.
Majestades,
Este honor excepcional con el que España distingue hoy a un ciudadano
de México es parte de una tradición constante, que nos precede y nos pro-
longará: la relación de los escritores del Nuevo Mundo con la patria de Cer-
vantes.
Quiero destacar un momento de esa relación, en el que España nos dio, a
mí y a muchos mexicanos, lo mejor de sí misma.
M i país le abrió los brazos a la España peregrina que en México encontró
refugio para restañar las heridas de una guerra dolorosa. La emigración es-
pañola compartió con nosotros algunos de los frutos más brillantes del arte,
de la poesía, de la música, de la filosofía y del derecho modernos de España.
Muchos mexicanos somos lo que somos, y sin duda somos un poco me-
jores, porque nos acercamos a esos peregrinos y ellos nos ayudaron a ver me-
jor —Luis Buñuel—, a pensar mejor —José Gaos— a oír mejor —Adolfo Sa-
lazar—, a escribir mejor —Emilio Prados, Luis Cernuda— y a concebir mejor
la unión de la lengua y de la justicia, de las palabras y los hechos.
A nadie le debo más en este sentido que a mi viejo maestro don Manuel
Pedroso, antiguo rector de la Universidad de Sevilla, que para mi generación
en la Universidad de México le dio identidad española al estudio del derecho
internacional, actualizando entre nosotros la tradición de Suárez y Vitoria, y
preparándonos para decir y defender en el continente americano los princi-
pios del derecho de gentes: no intervención, autodeterminación, solución pa-
cífica de controversias, convivencia de sistemas.
Estoy seguro de que a él le gustaría saber que lo recuerdo hoy, aquí, en
otra gran Universidad, la de Alcalá de Henares, y en presencia suya, señor,
pues nadie, como usted, ha hecho tanto para cerrar las heridas históricas y
CARLOS FUENTES 245
devolvernos, íntegra y generosa, a nuestra España, y nadie, más que Su Ma-
jestad la Reina, ha estado tan atenta al cultivo de la relación diaria, humana,
gentilísima, entre nuestras dos patrias, España y México.
Gracias, entonces, por darle a mi pasaporte mexicano y manchego el se-
llo de vuestra calidad espiritual.
Ahora abro el pasaporte y leo:
Profesión: escritor, es decir, escudero de Don Quijote.
Y lengua: española, no lengua del imperio, sino lengua de la imaginación,
del amor y de la justicia; lengua de Cervantes, lengua de Quijote.
Muchas gracias.

Carlos Fuentes
Abril 1988
CRONOLOGÍA

1928 1947-1949
Carlos Fuentes n a c e el 11 d e n o v i e m b r e e n C i u d a d d e R e c i b e clases e n e l C o l e g i o F r a n c é s M o r e l o s .
Panamá. Su m a d r e es Berta Macías Rivas y s u p a d r e es P u b l i c a algunos relatos cortos e n las revistas Mañana e
el D r . RafaelFuentes Boettiger, diplomático y e m b a j a d o r Ideas de México.
d e M é x i c o e n Holanda, Panamá, Portugal e Italia. 1949
1929-1934 C o m i e n z a la graduación e n leyes e n la U n i v e r s i d a d N a -
cional Autónoma d e México.
V i v e e n C i u d a d d e Panamá, Quito, M o n t e v i d e o y Río d e
Janeiro, d o n d e el p a d r e o c u p a varios puestos diplomáti-
cos.

1934-1940
L a familia se traslada a Washington, D . C . , el p a d r e ejerce
c o m o consejero d e la E m b a j a d a m e x i c a n a . Asiste a la es-
c u e l a pública H e n r y D . C o o k e .
1940-44
V i v e e n Santiago d e C h i l e y Buenos A i r e s c o n s u familia.
Asiste e n estos p a í s e s a la e s c u e l a secundaria.
Publica sus p r i m e r o s artículos y relatos cortos e n el Bo-
letín del Instituto Nacional de Chile.
1944
Vuelve a México, su padre desempeña el cargo de di-
rector d e protocolo d e l Ministerio d e Asuntos Exte-
riores.
1946
T e r m i n a la graduación d e bachillerato e n el C o l e g i o M é -
xico d e C i u d a d d e México. Con su hermana Berta. ¡934.
248 CRONOLOGÍA

C o m i e n z a a escribir artículos s o b r e literatura, otras ar-


tes y política e n periódicos y revistas d e México y otros
países.
Trabaja c o m o Secretario d e P r e n s a d e l Ministerio d e
Asuntos Exteriores d e México.
1955
F u n d a y edita la Revista Mexicana de Literatura c o n e l es-
critor E n m a n u e l C a r b a l l o y Octavio Paz.
1956
D i r i g e e l Departamento d e Relaciones Culturales d e l M i -
nisterio d e Asuntos Exteriores d e M é x i c o hasta 1959.
M i e m b r o d e l Centro M e x i c a n o d e Escritores,
1958
A p a r e c e s u p r i m e r a n o v e l a : L a región más transpa-
rente.
1959
P u b l i c a la n o v e l a corta Las buenas conciencias. C o n t r a e
matrimonio c o n la actriz Rita M a c e d o .
A b a n d o n a el servicio diplomático.
Viaja a C u b a inmediatamente d e s p u é s d e los sucesos d e
la Revolución cubana, junto c o n Víctor Flores O l e a , E n r i -
1945. q u e González P e d r e r o y otros funda y coedita la revista
el Espectador.
1960
1950
A p a r e c e la p r i m e r a traducción e n inglés d e L a región
C o m p l e t a sus estudios profesionales e n e l Institut d e más tansparente.
Hautes Études d e G i n e b r a . E s m i e m b r o , d e l jurado d e l p r e m i o literario C a s a d e las
E j e r c e c o m o secretario d e la delegación m e x i c a n a e n la Américas en L a Habana,
Comisión Internacional d e D e r e c h o d e las N a c i o n e s U n i - 1961
das, e n G i n e b r a . Viaja a Checoslovaquia y Holanda, donde su padre
1951 o c u p a el c a r g o d e e m b a j a d o r d e México.
F o r m a parte d e la delegación m e x i c a n a e n la O r g a n i z a - Viaja a C u b a c o m o d e l e g a d o d e l C o n g r e s o p a r a la Soli-
ción Internacional d e l Trabajo en G i n e b r a . daridad con Cuba.
1952 1962
O c u p a el cargo de Secretario d e Prensa d e l Centro d e In- Publica las novelas L a muerte de Artemio Cruz y Aura.
formación d e las Naciones Unidas en C i u d a d d e México. N a c e s u hija C e c i l i a .
1953 1963
C o l a b o r a e n la edición d e la revista Universidad de Mé- Participa e n la C o n f e r e n c i a d e Países no Alineados, e n
xico. Belgrado.
D e s d e esta fecha y hasta 1956 o c u p a e l c a r g o d e D i r e c - 1964
tos Asistente d e la División Cultural d e la U n i v e r s i d a d N a - P u b l i c a la c o l e c c i ó n d e relatos cortos Cantar de cie-
cional Autónoma d e México. gos.
1954 1965-1966
P u b l i c a s u p r i m e r libro, L o s días enmascarados, u n a c o - C o l a b o r a e n la fundación d e la editorial Siglo X X I .
lección d e relatos cortos, V i v e en París.
CARLOS FUENTES 249
1967 1971
P u b l i c a las novelas Zona sagrada y C a m b i o de piel Esta P u b l i c a e l v o l u m e n d e ensayos C a s a con dos puertas c o n
última r e c i b e el P r e m i o Biblioteca B r e v e d e la editorial trabajos s o b r e Austen. Melville, Faulkner, Buñuel, Genet
Seix Barral e n Barcelona. y otros. También a p a r e c e n s u s e g u n d a o b r a d e teatro:
M i e m b r o d e l jurado d e l Festival d e V e n e c i a . Todos los gatos son pardos.
1968 Muere su padre.
V i v e e n L o n d r e s y París. P u b l i c a los ensayos París, la re- A p a r e c e u n v o l u m e n titulado Los reinos originarios q u e
volución de mayo y Líneas para Adami. r e c o g e sus d o s obras d e teatro.
Visita C h e c o s l o v a q u i a c o n Julio Cortázar y G a b r i e l G a r - 1972
cía Márquez. Publica la colección d e escritos políticos Tiempo mexi-
C o l a b o r a c o n Frangois R e i c h e n b a c h en e l filme México, cano. E s n o m b r a d o m i e m b r o p e r m a n e n t e d e l C o l e g i o
México. Nacional d e México. C u b r e p a r a la televisión m e x i c a n a
1969 la Convección D e m ó c r a t a e n M i a m i .
V u e l v e a México. P u b l i c a la novela Cumpleaños y e l en- 1973
sayo El mundo de)osé Luis Cuevas. Se casa c o n la periodista Silvia L e m u s .
Se d i v o r c i a d e Rita M a c e d o . N a c e su hijo C a r l o s .
1970 Interviene e n e l acto d e h o n o r a P a b l o N e r u d a e n N u e v a
P u b l i c a la o b r a d e teatro El tuerto es el rey, e s t r e n a d a York.
e n e l B e e t h o v e n Festival d e V i e n a d i r i g i d a p o r J o r g e 1974
L a v e l l i y r e p r e s e n t a d a p o r María C a s a r e s y S a m m y M i e m b r o d e l W o o d r o w W i l s o n International C e n t e r for
Frei. Scholars e n Washington, D . C . ; nacimiento d e su hija N a -
250 CRONOLOGÍA
tascha. Es nombrado embajador de México en Francia, bridge, Massachussetts; en junio de este año esta obra
función que ejercerá hasta 1977. es representada por el American Repertory Theater, di-
1975 rigida por Joanne Green y protagonizada por Rosalind
Publica la novela Terra Nostra, que recibe en México el Cash, Hellen Holly y Frank Licatto.
Premio Javier Villaurrutia. 1984
Actúa como delegado en la Conferencia sobre Ciencia Recibe el Premio Nacional de Literatura de México.
y Desarrollo en Yugoslavia. 1985
1976 Aparece la novela Gringo viejo. Este mismo año publica
Publica el ensayo Cervantes o la critica de ¡a lectura.
en inglés el ensayo político Latín America: At war with the
Dirige la delegación mexicana en la Conferencia para la
past.
Cooperación E c o n ó m i c a (Diálogo Norte-Sur).
1986
1977
Vive en Inglaterra como Catedrático Simón Bolívar en la
Recibe elPremioRómulo Gallegos en Caracas porlano-
Universidad de Cambridge.
vela Terra Nostra.
Aparece su última novela: Cristóbal Nonato.
Dimite como embajador en Francia.
Publica en inglés la selección de ensayos titulada Myselí
Desde este año y hasta 1982 visita numerosas Universi-
with others.
dades como profesor y lector, entre ellas las de Pennsyl-
vania, Columbia, Cambridge, Princeton y Harvard. 1987
Es miembro del Jurado del Festival de Cannes, Recibe el Premio Miguel de Cervantes.
1978 Inaugura la cátedra Robert F. Kennedy en la Universidad
Vive en Princeton. de Harvard.
Publica la novela La cabeza de la hidra. 1988
1979 Comienza el rodaje de la película basada en Gringo
Recibe en México el Premio Alfonso Reyes por el con- viejo, protagonizada por Jane Fonday Gregory Peck. Re-
junto de su obra. cibe la orden de Rubén Darío en Nicaragua y la medalla
1980 del Club Nacional de las Artes en Nueva York.
Publica la novela Una famñia lejana. Se estrena en el Teatro María Guerrero de Madrid, Or-
1981 quídeas a la luz de la ¡una, con Julieta Serrano y Marisa
Publica la novela corta Agua quemada. Paredes.
1982 1993
Aparece su obra de teatro Orquídeas a la luz de la luna, Se publica la colección d e relatos El JVaran/oy el libro d e
que es estrenada en el Loeb Drama Center de C a m - ensayos, Geograña de la Novela.
1988

MARÍA ZAMBRANO
1
MARÍA ZAMBRANO

Usted era y es lo mejor de España. Era Ortega. La Revista de Occidente, un gran


momento de poesía, de sympaihos inteligente que llegaba de España y se volcaba de
nuevo en nuestras playas. Siempre la veremos así, como una representación, yo di-
ría como una aparición, de lo mejor. Por el sufrimiento, por hacer que el hombre
transcurra en el mundo de la divinidad, por ese convencimiento, que aparece en la
cultura china, de que el hombre tiene siete intuiciones en su vida, esclarecidas por
siete relámpagos. Por eso, sus páginas sobre Antígona nos tocan en lo más hondo y
verídico de nosotros: el cumplimiento de un destino más allá de la muerte, como el
fatum, es la mejor ayuda del hombre.

José Lezama Lima

Basta con que una mujer se entregue a la filosofía para que se vuelva presun-
tuosa y agresiva o reaccione como una advenediza. Arrogante, al tiempo que inse-
gura, visiblemente asombrada, parece a todas luces no hallarse en su elemento.
¿Cómo es posible que el malestar que tal situación inspira no se produzca jamás en
presencia de María Zambrano? Me he hecho esta pregunta con frecuencia y creo ha-
ber hallado la respuesta: María Zambrano no ha vendido su alma a la Idea, ha sal-
vaguardado su esencia única situando la experiencia de lo insoluble sobre la refle-
xión acerca de ello; ha superado, en suma, la filosofía... Sólo es verdadero a sus ojos
lo que precede o sucede a lo formulado, el verbo que se zafa de las trabas de la ex-
presión o, como ella ha dicho magníficamente, la palabra liberada del lenguaje.

E. M . Cioran
254 MARÍA ZAMBRANO

Si los escritores españoles no fuésemos tan duros o tan indiferentes los unos para
con los otros, si de verdad nos importase lo que los demás hacen por su valor obje-
tivo, y no para elogiarles porque son amigos nuestros o, al revés, para denostarles
porque no pertenecen a nuestro grupo, hace tiempo que alguien habría estudiado,
como se merece, la obra de María Zambrano.

José Luis L. Aranguren

Ella filósofa de oído, frente a la filosofía visual, paisajística, teorética, de nuestra


tradición sorda. Ella no compone teorías, sino que pone voz al devenir de lo que es-
cucha. Por eso sus palabra no puede separarse de la voz misma que la enuncia, so
pena de perder la lección de refinamiento auditivo que contiene como su aportación
más propia.
La prosa filosófica de María Zambrano es para ser recitada, cantada si es pre-
ciso, pero nunca planchada en el ancho panorama sin ecos de algún formalismo. Que
los teóricos puros se abstengan, porque a ellos no puede decirles nada: ultrasónicas,
estas palabras preñadas de memoria y novedad no son, sin duda, aprehensibles por
medio de las redes que el patético señor Bunge arroja en busca del mitológico espé-
cimen de verdadero científico, es decir, del mitológico científico-no-mitológico.

Fernando Savater

Arde en el pensamiento de María Zambrano el secreto mayor de una respuesta


salvada de las llamas.

José Miguel Ullán

El pensamiento de María Zambrano no es en modo alguno un pensamiento his-


tóricamente desituado. Hay en él una muy honda meditación de la historia misma,
padecida y compadecida. El descenso a los infiernos de la historia individual y co-
lectiva no es aventura ajena a este pensamiento que, sin perder su íntima sustancia,
incide tantas veces en punto centrales de otras formas de reflexión que le son con-
temporáneas.

José Ángel Valente

Así la filosofía de María Zambrano es música y latido del corazón dándose en


pensamiento al que se ha permitido ir a ese más allá de las propias profundidades
MARÍA ZAMBRANO 255
que también el pensamiento entrega al corazón. Razón entrañada que es capaz de
hacer el fuego, llevar la luz a los más oscuros laberintos, y dando razón —espar-
ciendo bien el logos por las entrañas, como pedía Empédocles— encontrar ella misma
razones, desentrañarlas y encontrar el hilo que libere del laberinto, de la opacidad
en que se halla, no en claridades avasalladoras —que por ello no harían sino pro-
vocar la huida y la ofuscación— sino «en luz que se enciende dentro de un comienzo.
Oscuro corazón como llama pálida». Liberadora razón cuya máxima suprema es
proporcionar la inteligencia al oscuro sentir.

Jesús Moreno Sanz

No sé por qué, al comenzar a escribir de nuevo sobre María Zambrano, precisa-


mente a estas alturas de su vida, me viene a la memoria una frase de Rilke: «La obra
de arte es de una absoluta soledad». Acaso sea porque, dentro del panorama de nues-
tras letras, la obra de María Zambrano sigue siendo excepcional por marginal; acaso
porque ella no se adapta —no sabe adaptarse— a la atmósfera en que lo literario se
debate en nuestros días: las modas, el mercantilismo, el poder.
En cualquier caso, la frase de Rilke nos sirve también de forma extraordinaria
para enmarcar la obra de María Zambrano, para saber que ésta no puede ser de otra
manera. Por tanto, la obra entendida como una forma de conocimiento, como una
vía insuficiente (pero ineludible) que conduce al conocimiento de uno mismo. Nada
nuevo : algo que ya estaba escrito en las piedras de Grecia. Y, sin embargo, lo difí-
cil es mantener esa idea en nuestros días.

Antonio Colinas

La palabra de María Zambrano más que palabra es voz. Y es voz en su articula-


ción, en su cadencia, en sus silencios. Una voz que discurre como discurre el agua
de la fuente por los huertos: dirigida a la raíz sedienta de los árboles frutales, a la
carne dormida de la semilla germinadora. Y como el agua, la palabra de María Zam-
brano pasa, discurre monte abajo, se detiene en los bancales, se escurre por las hen-
diduras invisibles de la roca. Pues su palabra, su escritura, no la vemos, la sentimos,
la respiramos en su fragante humedad y en su movimiento continuo desvelador.
Clara, transparente, inmediata a todo aquél a quien el mundo, la oscuridad y la exis-
tencia, no han interpuesto un muro irreductible a la luz y a la esperanza.

Antoni Mari
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1988

M
ajestades:
Para salir del laberinto de la perplejidad y del asombro, para ha-
cerme visible y hasta reconocible, permitidme que, una vez más,
acuda a la palabra luminosa de la ofrenda: Gracias.
Gracias por concederme, en esta hora de España y en la Universidad de
Alcalá de Henares, la ocasión de haber sido la primera mujer galardonada
con el Premio Cervantes. Y gracias, asimismo, por otorgarme la oportunidad
de compartir la siempre leal penumbra de algún recuerdo claro o, a lo menos,
íntimamente verdadero: el recuerdo de los espacios, pues mal puedo olvi-
darme de todos ellos; y el recuerdo de las palabras, pues desdecirme de ellas
tampoco quiero.
Por amor a tales recuerdos y a vuestra generosa compañía, seguidme
hasta una hermosa ciudad de México, Morelia, cuyo camino no busqué, sino
que él mismo me llevó a ella, igual que a tantos otros españoles recién lle-
gados al destierro. Allí me encontré yo, precisamente a la misma hora que
M a d r i d — m i M a d r i d — caía bajo los gritos bárbaros de la victoria. F u i sus-
traída entonces a la violencia al hallarme en otro recinto de nuestra lengua,
el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, rodeada de jóvenes y pacientes alum-
nos. Y, ajena desde siempre a los discursos, ¿sobre qué pude hablarles aquel
día a mis alumnos de Morelia? Sin d u d a alguna, acerca del nacimiento de la
idea de la libertad en Grecia.
Era una forma natural de acordarme de España y del ya melancólico, re-
signado y esperanzado fracaso. Era la forma de situarse en aquella herman-
dad de una cultura que anunciaba la España del fracaso: la más noble tal vez,
258 DISCURSO
la más íntegra. La que forzosamente tuvo que fracasar, porque había ido más
allá de su época, más allá de los tiempos. Y es que posee la historia un ritmo
inexorable que condena al fracaso a todo aquello que se le adelanta o que le
desborda. Fracaso en razón de su misma nobleza y de su insobornable inte-
gridad; también, porque en el fracaso aparece la máxima medida del hombre,
lo que el hombre tiene tan desprendido de todo mecanismo, de toda fatali-
dad, y que nada puede quitárselo. Lo que en el fracaso queda es algo que ya
nada ni nadie pueden arrebatarnos. Y este género de fracaso era entonces y
sigue siendo ahora la garantía de un renacer más completo. El que adviene
cada vez que un hombre íntegro vuelve a salir, al alba, al camino.
«Sería la del alba [...]», dice Cervantes que era cuando Don Quijote salió
al camino. «Sería», dice, con la incerteza propia del alba, del alba que cuando
alguien la mira y la sigue es un alborear. N o un estado de la luz, una hora fija
del día, como lo son las otras horas del día, aun las del crepúsculo, cuando es
largo. Y las horas, según vienen del alba, van ganando tiempo. El alba se di-
ría que no lo tiene; que ese su alborear no se lleva tiempo, no lo gasta ni lo
consume; que es su aparición, que, tratándose del tiempo, no puede darse
más que así, en una especie de labilidad como de agua a punto de derramarse.
Como si el océano del tiempo y de la luz —del tiempo l u z — se asomara de
par en par al filo del desbordarse y del retirarse. Pues, por clara que sea, el
alba es siempre indecisa.
El alba da la certeza del tiempo y de la luz, y la incerteza de lo que luz y
tiempo van a traer. Es la representación más adecuada que al hombre se le da
de su propia vida, de su ser en la vida, pues que el ser del hombre también
siempre alborea. Ante el alba, el hombre se encuentra consigo y ante sí, en ese
su ir a desbordarse e ir a ocultarse, en esa su indecisa libertad semisoñada. Y
ante el alba, la suya, la del día, se despierta yendo a su encuentro. Es su p r i
:

maria, su primera y trascendental acción.


Don Quijote se pone en camino a la hora del alba. N o podía ser de otra
manera en ese personaje que padece, de manera ejemplar, el sueño de la li-
bertad, ese sueño que, en cierta hora, tan incierta, se desata en el hombre."
Todo el Quijote es una revelación humana, mas no demasiado todavía, que
también en esto se encuentran, novela y protagonista en el lugar y momento
del alba; de la permanente alba que aún no ha traspasado la novela de la hu-
mana libertad. E l alba la cual el hombre, a veces, se fatiga de ir al encuentro.
Y lo más revelador, quizá, de este libro revelador, sean esas tan simples y
puras palabras que enuncian la hora de la salida de Don Quijote. Se destacan
del resto del libro como si fueran palabras sagradas, cuando, al parecer, de-
claran algo que no tiene mayor importancia: la hora en que Don Quijote sale
al camino. Mas ello es cosa esencial, como lo es también el que Don Quijote
«saliera» al camino y que no se pusiera o se dispusiera. Estas palabras, como
MARÍA ZAMBRANO 259

todas las en un mo u otro sagradas, manifiestan la unidad, son la unidad.


La hacen y la actualizan, la crean, aunque, claro está, ellas solas no podrían
crearla. Pues que todo el Quijote se aparece con ellas. Todo el Quijote está en
ellas. Y basta recordarlas para que todo el libro se presente entero. La unidad
que reside en ellas es sólo suya; se diría que se han individualizado. Actuali-
zan el personaje y su acción, el libro todo, cifra de unidad de la multiplicidad
de los diversos planos de la novela, de la realidad y el ser, de la vida y la his-
toria que en el Quijote, quizá como en ningún otro libro, se despliegan.
Una unidad tal trasciende la novela misma y hace de su tiempo, tiempo
sucesivo, el tiempo del proceso de la libertad, un tiempo uno; lo lleva a un
instante uno y único del que ha partido y al que vuelve en un círculo que noes
el del eterno retorno. Es el círculo del cumplimiento total de una vida perso-
nal en que la vocación ha acabado liberándose de toda ansia novelera. La no-
vela de la libertad ha sido vencida por la vocación de un «más» que se es-
conde tras la libertad y que desde ella llama. Ese «algo» que hace ir al
encuentro del alba.
Y, cuando este género de unidad aparece, la novela entra en el reino de la
poesía. Es un poema. Poema siendo apurada novela, porque todo lo que es
humana creación entra en la poesía cuando se logra. Lo que quiere decir tan
solo que el originario sueño inicial ha entrado en el orden de la creación, en
el renacer de la integridad máxima.
Cervantes era así, un hombre íntegro: había nacido enamorado. Y por eso
anduvo tan perdidizo, sin errar. U n día erró por insistir; al fin, hombre ínte-
gro. Lo había sido siempre: hombre, varón y hasta un tanto enamoradizo, a
lo errante. Insistir cerca, no de una imagen —que hubiera sido el mayor pe-
ligro, ya casi a la vejez, hechizarse—, sino de una realidad tangible, algo que
entró como la realidad misma en su mundo de ensueño, donde la realidad
más real se hundía como en un nido. Encontró así la identidad de la persona
amada. Y aquella mujer, Aldonza, tenía más realidad que ninguna de las que
había visto y entrevisto; era arisca, irreductible, exenta; nunca se ausentaba;
diríase que estaba privada de algo tan común a todos los seres y cosas como
la ausencia.
No podía ni soñar en hacerla suya; era algo desconocido y que no sabía
cómo tratar; ninguna de las mujeres lo había sacado de su distracción, de su
ensimismamiento; ninguna le había dado una sacudida brusca, que es el des-
pertar del sonámbulo en la semivigilia. Lo que llega en ese instante rompe el
ensueño; y aunque sea una sombra, el rumor del ala de una mosca, es real del
todo.
Aquella mujer, Aldonza, nada tenía de sombra ni de alas; su risa, nada de
rumor; todo era preciso, estaba, estaba siempre; más que existir, estaba, y no
había modo de acostumbrarse a esa presencia. N i la mirada, ni la distracción,
260 DISCURSO

ni siquiera la intimidad inevitable, conseguían amansar el hecho de su estar;


no había en ella esa docilidad de todas las presencias; aun de las peñas y mu-
ros que acaban por adelgazarse cuando son mirados largamente, cuando se
les ha tocado. Pues sucede, sin que de ello nos demos mucha cuenta, que el
ver y tocar los cuerpos los usa y los gasta, hasta los idealiza un poco; el uso
de los sentidos consigue una cierta desmaterialización de ciertas corpóreas
realidades. Con Aldonza no sucedía así; ella seguía estando ahí, con la bru-
talidad del hecho, sin más, como un hecho irreductible, pues que nunca se
despojaba de nada; una fiera sin caverna. Una realidad sin ese hueco del que
todo lo real parece emerger.
Cometió Cervantes el error de insistir; nunca se había encontrado así
frente a un hecho. Y el hecho era una mujer; era algo horrible. Acostumbrado
como estaba a enseñarlo todo, empujándolo hasta el confín del horizonte in-
visible, acabando por hundirlo en él, no podía resignarse; y no sabía cómo
tratarlo, qué hacer. Aquello se le resistía totalmente, se le fue haciendo como
un foco de desmentido, como la prueba de la no-existencia... ¿De qué? De lo
que más le importaba.
Era la denegación de aquel horizonte hacia el cual convertía todo, que le
sostenía, que le hacía posible moverse, pues le movía el corazón y le hacía
fluir hasta desbordarse. Era la negación que lo confirmaba, que lo contenía.
Y pronto comenzó a darse cuenta de que la realidad, la de su propia vida,
también se le resistía al igual que su propia obra. N o es que sus obras fuesen
como aquella mujer, Aldonza, pero algo en ellas había de hecho, de simple
hecho; no habían crecido, no habían transformado su cárcel, ni se habían al-
zado hasta las estrellas llevándole consigo. En verdad, no le habían llevado a
ninguna parte.
Y así se vino a encontrar, rodeado de hechos por todas partes. Se le ofre-
ció la visión de su propia vida, y sintió su degradación al verla compuesta de
hechos; su vida degradada en una serie de hechos, hazañas incluidas. Había
pasado por la vida suspendido sobre ella, y ahora se le apareció algo peor que
el mismo vacío: el desierto de los hechos. Y desfalleció sintiendo que tenía
que contarlos, sin que se le pasara ninguno; que los tenía que hacer pasar uno
a uno; los tenía que hacer pasar, porque el cáliz estaba más lejos.
Más lejos y más hondo, allí, en su corazón, estaba el cáliz: un espacio sa-
grado, una palabra derramada frente al fracaso. Y hubo de beberse su amar-
gura, a solas, solo de verdad, como nunca lo había estado. El cáliz a solas, en
lugar de aquella entrevista única con un ser único, una mujer que ni siquiera
se había atrevido a soñar, para no invadir con su sueño su entera verdad; esa
verdad que le estaba prometida.
Entonces acabó por sentirse libre, libre de su amor, y, al fin, entrevio. De
lo visible y reconocible pudo brotar el desprendimiento. Y aquello fue, en ver-
MARÍA ZAMBRANO 261

dad, un desprendimiento. Sintió que se le desprendía el corazón, que se que-


daba en las puras entrañas, como un ser que no ha vivido nunca. De lejos,
desde más allá de lo visible, llegó hasta él una imagen blanca.
A l amparo de esa blancura, permítanme un inciso para acordarme de otra
imagen de España: la imagen blanca que nos dio Zurbarán, en la que el he-
cho de ser blanca se sobrepone a todo, a la creación y al fracaso, y nos mueve
a quietud. Es la blancura, esta que Zurbarán tan porque sí nos regala, la blan-
cura en estado naciente. Entre las tinieblas y los pardos colores de la pobreza,
nace algo blanco, un amplio hábito de esa enigmática y singular Orden de la
Merced, liberadora de cautivos, o un paño de uso, o una nada, y ella sola —la
blancura— en su ser abismal. Nace como una criatura venida «desde el fondo
de las edades», sombra del Cordero, ilimitada palabra que se derrama y
hunde, blanca sangre del sacrificio, nitidez de la llama del fracaso, balido,
llanto, aliento que se infunde.
La imagen que llegó hasta Cervantes parecía también la blancura, la luz
misma emblanquecida para hacerse visible, una condensación de luz que
tomó figura de mujer; su corazón salió a recibirla y estuvo a punto de írsele
para siempre. Mas sucedió lo contrario; volvió a su pecho, se reintegró a su
oficio de mediador con las entrañas que, por un instante, habían sido aban-
donadas. Y ahora nació ya hombre, pues la imagen dejó tras de sí un vacío;
el horizonte invisible quedó flotando en él, sin llamarlo, y, más allá, abrién-
dolo. Y, al mismo tiempo, se hundía en el fondo de su corazón.
En aquel horizonte revelado comenzaron a sucederle de nuevo los hechos;
pero, como él era ya libre, podía transformarlos, no a su antojo, sino según la
ley de sus entrañas, que, al mismo tiempo libres, pedían llorar y reír. Y todo
lo que había estado dormido en él despertó, comenzó a vivir según su ley. No
tuvo necesidad de olvidarse ni de desdecirse de sus obras ya escritas, eran
sus hijas, que correteaban por allí, y ahora le alegraban; todo ahora le servía,
hasta Aldonza, la real, y todas las mozas, sus hermanas, que de criadas y algo
más le habían servido. Y una extraña piedad se le derramó sobre todas ellas
y sobre sí mismo.
Comenzó a percibir un movimiento que le había estado escondido, pues
que lo había tenido envuelto; y ahora, fijo, lo seguía y lo podía medir; se hizo
de repente matemático, de esa matemática total que es la música, la música
de los hechos que se transforman en sucesos vivientes, la música de los nú-
meros que mueven el pensamiento, como venidos de las estrellas. Las leyes
de los cielos regían ya para él, conducían su historia, que comenzó en seguida
a escribir. La escribió en un abrir y cerrar de ojos, como si ella sola se escri-
biese. Le estaba pasando el mayor suceso de amor que hombre antes viviera.
El corazón, vuelto a su sitio, se le desprendía una y otra vez, cuando entre-
veía aquella blanca forma, que a veces se precisaba en figura de mujer. Creyó
262 DISCURSO

que le iba a caer muerta en sus brazos; iba a abrazarla en un definitivo silen-
cio. Pero ella había nacido ya suspendida, por encima de la vida y de la
muerte; creerla muerta fue un espejismo de su corazón de hombre, y aun esto
le fue negado; no caería en sus brazos, ni muerta.
No era suya ni de nadie. Pero él, sí, tendría que pasar un momento junto
a ella, para atravesar el extraño cielo donde ella respiraba y que —lo sabía
ya—no era tampoco el suyo. No era el cielo último, sino ese inalcanzable cielo
que se ve desde la tierra, espejismo sin engaño del paraíso; el cielo inexistente.
El venció la tentación de sepultarlo, de llevar, como otros finos amadores lle-
van, el cielo sepultado en su alma, fatalmente endurecida.
El amor y la muerte aparecen siempre juntos, y para algunos que no al-
canzan a disociarlos —el amor o la muerte— lo suyo es el decir: «el amor o
muero». Y al fin obtiene el amor; el amor inexistente; la inexistencia de lo
amado, y del amor mismo —libre de muerte. Y así le sucedió a Cervantes. A
punto ya de morir sin amor, se le apareció al fin la imagen, la verdadera ima-
gen del amor en su inexistencia.
También El cántico espiritual, de san Juan de la Cruz, es el canto a la au-
sencia del amado. Aquí explicable, asimismo, porque su amado no es visible.
Pero en la posía profana de este tiempo y del anterior se vería también cons-
tantemente este motivo de ausencia y de continua búsqueda de las huellas de
lo amado. La naturaleza entera se transforma: ríos, árboles, prados y hasta la
luz misma conservan la huella de la presencia amada, siempre esquiva e inal-
canzable.
Cervantes conoció, pues, la inexistencia del amor: la inexistencia del amor
en forma de mujer inexistente. No podía ser suya ni de nadie; sólo tenía que
aparecer, que mostrarse, que ser llevada a la inexistencia del arte, lugar donde
se es revelado sin ser poseído, en un remedo humano de la comunión. El hom-
bre puede revelar tan sólo la verdad pura, en su inexistencia y en una espe-
cie de renuncia a existir también él. Y a esto último Cervantes estaba acos-
tumbrado. ¿Había existido él acaso? Había vivido y no del todo, o quizás sí,
quizás él había vivido en la forma más pura, desviviéndose, para no entrar
del todo en la muerte antes de haber nacido: «Que yo, Sancho, nací para vi-
vir muriendo». Y la muerte, en este caso, espera.
Espera la muerte y se retira ante los que de verdad quieren nacer del todo,
dispuestos a cuanto haga falta. Y les da a padecer la inexistencia: la doble ine-
xistencia de lo amado y del que ama «La verdad o la vida», dice ella. Y a los
que eligen la verdad no les deja vivir, pero les deja el tiempo.
Cervantes había vivido bastante ya o, más bien, no había podido vivir en-
teramente en momento alguno, pues que ese instante se le había negado: ver-
dad y vida, vida verdadera. Le dieron tiempo, un tiempo único; un instante,
el del suceso que hubiera podido llamarse «el desprendimiento»; le duró
MARÍA ZAMBRANO 263

tanto como fue necesario para que lo dejara para siempre; para que ese ins-
tante tan doloroso y activo como fuego, como espada, no quedara escondido;
para que se abriera y de él se derramaran los mil granos de su historia.
Una extraña, doble y única historia: la de los hechos transformados en su-
cesos y la historia no escrita de la inexistencia de la verdad. O sea, tanto como
decir: la verdadera historia de la verdad. Su corazón ayunó sin esfuerzo. Es-
cribía al alba, con la luz que precede al sol, con su silencio. No se desdijo
nunca. No tuvo que corregir nada. Sólo una frase en la que mencionaba un
lugar de La Mancha —un resumen de España o del mundo entero— de cuyo
nombre no quiso acordarse. U n punto oscuro, un rencoroso olvido que acu-
saba, bajo su propio peso, que aún seguía habitando la tierra.
A l amparo de aquel olvido, yo no he querido olvidarme de un lejano y
hermoso lugar: Morelia. Para no desdecirme de mi desvivir. Para acordarme,
con la palabra en blanco de Cervantes, de los presentes y de los ausentes, de
los que conocieron el fracaso e insistieron en el error.
Y ojalá que a esta misma hora, que bien pudiera ser la del alba, alguien
pueda seguir hablando —aquí y allí o en otra parte cualquiera— acerca del
nacimiento de la idea de libertad.
Mientras tanto, y una vez pronunciada la de la oferta —gracias—, voy a
intentar seguir buscando la palabra perdida, la palabra única, secreto del
amor divino-humano. La palabra tal vez señalada por aquellas otras palabras
privilegiadas, escasamente audibles, casi como murmullo de paloma:

Diréis que me he perdido,


Que, andando enamorada,
Me hice perdidiza y fui ganada.

María Zambrano
Abril 1989
1
CRONOLOGÍA

1904 versitaria Española, c o m i e n z a sus colaboraciones e n la


N a c e e l 25 d e abril e n Vélez-Málaga. Sus padres, Blas J o s é sección ((Aire Libre» d e l periódico madrileño El Liberal.
Zambrano y Araceli Alarcón D e l g a d o , eran maestros. Participa e n la fundación d e la L i g a d e Educación Social,
1908 d e la q u e s e r á v o c a l .
Durante u n a b r e v e t e m p o r a d a q u e p a s a e n u n cortijo d e
la p r o v i n c i a d e Jaén, e n c a s a d e s u a b u e l o materno, s u -
fre una g r a v e e n f e r m e d a d q u e le l l e v a a las puertas d e
la muerte. P a s a d a la g r a v e d a d , c o n v a l e c e e n M a d r i d ,
d o n d e r e s i d e n sus p a d r e s .
1909
La familia se traslada a Segovia, d o n d e e l p a d r e d e M a -
ría Z a m b r a n o es profesor e n la E s c u e l a N o r m a l . E n Se-
govia, Blas Z a m b r a n o seria a m i g o y c o m p a ñ e r o insepa-
rable d e Antonio M a c h a d o , d e s d e la l l e g a d a d e é s t e a
aquella c i u d a d e n 1919, y uno d e los fundadores d e la
U n i v e r s i d a d Popular segoviana, así c o m o d e diversas re-
vistas literarias e incluso d e u n periódico, Segovia, d e
b r e v e duración.
1924
Realiza estudios d e Filosofía y Letras p o r libre, d e b i d o a
s u e s c a s a salud, e n l a U n i v e r s i d a d d e M a d r i d . E n 1926
c o m i e n z a a asistir a las clases, s i g u i e n d o los cursos d e
José O r t e g a y Gasset, X a v i e r Z u b i r i y M a n u e l García M o -
rente.
1928
Inicia e l doctorado. Tras s u i n g r e s o e n l a F e d e r a c i ó n U n i - Vélez-Málaga, 1906.
266 CRONOLOGÍA

1937
P u b l i c a Los intelectuales en el drama de España (Santiago
d e Chile, Panorama). A m e d i a d o s d e ese año r e g r e s a
junto a su m a r i d o a España, integrándose e n V a l e n c i a e n
el g r u p o fundador d e la revista Hora de España (junto c o n
Rafael Dieste, Antonio Sánchez B a r b u d o , Ramón G a y a ,
Juan Gil-Albert, Emilio P r a d o s y Arturo Serrano Plaja), y
c o l a b o r a activamente e n la defensa d e la República. E s -
c r i b e también, sin firma, e n la revista Madrid, c u y o último
número dirige. E n los años d e guerra, María Z a m b r a n o
es m i e m b r o d e l Consejo d e P r o p a g a n d a y d e l Consejo
N a c i o n a l d e la Infancia E v a c u a d a .
1939
E l 28 d e enero inicia su exilio, trasladándose p r i m e r o a
París y d e s p u é s a L a H a b a n a (Cuba), d e s d e d o n d e se d i -
r i g e a México. Allí e n s e ñ a algún tiempo en la C a s a d e Es-
paña y c o m o profesora d e filosofía e n la U n i v e r s i d a d d e
M o r e l i a (Michoacán, México). E n ese m i s m o año p u b l i c a
las obras Pensamiento y poesía en la vida española y fi-
losofa y poesía, así c o m o e l ensayo San Juan de la Cruz:

En Segovia, con catorce años.

1930
P u b l i c a Horizonte del liberalismo ( M a d r i d , Morata).
Ingresa c o m o p r o f e s o r a auxiliar d e la Cátedra d e M e t a -
física d e la U n i v e r s i d a d d e M a d r i d , hasta 1936. E n estos
años trabaja e n s u tesis doctoral L a salvación del indivi-
duo en Spinoza, e inicia su amistad c o n n u m e r o s o s es-
critores e intelectuales d e su generación.
1933
C o m i e n z a sus c o l a b o r a c i o n e s e n las revistas Cruz y
Raya, d i r i g i d a p o r J o s é Bergamín, y Revista de Occidente,
dirigida p o r J o s é O r t e g a y Gasset; e n esta última p u b l i c a
el ensayo «Hacia u n s a b e r s o b r e e l alma».
1936
E n septiembre, contrae matrimonio c o n el historiador A l -
fonso Rodríguez A l d a v e , trasladándose p o c o d e s p u é s a
Chile, d o n d e éste ha sido n o m b r a d o secretario d e la E m -
bajada Española. Retrato por Gregorio Toledo, ¡925.
MARÍA ZAMBRANO 267

194S
A p a r e c e en la editorial S u d a m e r i c a n a d e Buenos Aires,
La agonía de Europa.
1946
Se traslada a París, d o n d e residirá hasta 1949.
1948
Se s e p a r a d e s u m a r i d o .
1949
R e g r e s a a América, dictando cursos en Puerto Rico y L a
Habana. Reside e n esta última c i u d a d hasta 1953.
1950
Publica Hacia un saber sobre el alma, Buenos Aires, Losada.
1953
Se traslada a R o m a , d o n d e vivirá durante o n c e años,
hasta 1964, e n compañía d e s u h e r m a n a Araceli. O b t i e n e
i
una mención d e l P r e m i o Literario E u r o p e o d e G i n e b r a
p o r s u autobiografía Delirio y destino.
1955
El hombre y lo divino, México, F o n d o d e Cultura E c o n ó -
Madrid, 1936. mica.
1959
Persona y democracia, Puerto Rice, M i n i s t e r i o d e Ins-
de ¡a "noche oscura" a ¡a más clara mística, c o m e n z a d o
trucción Pública.
en Barcelona p a r a H o r a de España y p u b l i c a d o e n la r e -
vista Sur, d e Buenos A i r e s .
1940
Se traslada a L a H a b a n a , invitada p o r e l Instituto d e Altos
Estudios, d e reciente fundación, y p o r el Instituto d e In-
vestigaciones Científicas d e la U n i v e r s i d a d d e L a H a -
bana. D e s d e s u l l e g a d a a México, María Z a m b r a n o c o -
l a b o r a e n d i v e r s a revistas h i s p a n o a m e r i c a n a s : Taller
(revista m e n s u a l d e poesía y critica, d i r i g i d a p o r O c t a -
vio Paz), Luminar j El Hijo Pródigo, d e México; Sur, d e
Buenos Aires; AsomanteyLa Torre, d e Puerto Rico, etc.;
así c o m o e n las p u b l i c a c i o n e s fundadas p o r e l exilio es-
pañol: Romance (México, 1940-41, d i r i g i d a p o r J u a n R e -
jano), Nuestra España (La H a b a n a , oct. 1939-sept. 1940,
dirigida p o r A l v a r o d e A l b o r n o z ) , Las Españas (México,
oct, 1946-ag. 1950, d i r i g i d a p o r M a n u e l Andújar).
1943

Se traslada a Puerto Rico, c o m o p r o f e s o r a e n la U n i v e r -


s i d a d d e Río Piedras.
1944
Se p u b l i c a e n Buenos Aires. El pensamiento vivo de Sé-
neca.
Con José Ángel Valente y José Miguel tillan en Suiza, 1969.
268 CRONOLOGÍA
1960 1983
La España de Galdós, Madrid, Taurus. Es nombrada doctora Honoris Causa por la Universidad
1964 de Málaga.
Establece su residencia en una p e q u e ñ a íerme en La 1984
R e c e (Gex, en el Jura francés, cerca de Ginebra); allí re- Regresa a España, en noviembre, instalándose en Ma-
side por espacio de dieciséis años, hasta 1980. drid.
1965 1985
España, sueño y verdad, Barcelona, Edhasa, y El sueño El 28 de febrero es nombrada hija predilecta de Anda-
creador, Xalapa (México), Universidad Veracruzana. lucía. Del 21 al 24 de abril se organizan en Vélez-Málaga
1967 y Málaga una serie de actos en su homenaje.
La tumba de Antígona, México, Siglo XXI, 1986
1971 Premio «Los 16 del año 85» que otorga Cambio ¡6.
Aparece el primer volumen de sus Obras reunidas, Ma- 1987
drid, Aguilar. Se crea en V é l e z - M á l a g a la F u n d a c i ó n María Zam-
1972 brano.
Muere su hermana Araceli. A raíz de ello, efectúa un 1988
breve e intenso viaje a Grecia. Premio Cervantes.
1977 1989
Claros del bosque, Barcelona, Seix Barra!. Es trasladada su biblioteca a la Fundación María Zam-
1978 brano (Vélez-Málaga). Publicación de Delirio y destino,
Se traslada a Femey-Voltaire (Gex), población colin- Notas de un método, Algunos lugares de la pitura y \a
dante de Ginebra. A partir de 1980 reside en Ginebra. tología temática y crítica de Jesús Moreno (ed.). Aparece
1981 la tercera edición aumentada y corregida de La España
Recibe el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades. de Galdós y la reimpresión de Senderos.
Es nombrada hija predilecta por el Ayuntamiento de Vé- 1991
lez-Málaga, su ciudad natal. FJ 6 de febrero muere en Madrid.
1989

AUGUSTO ROA BASTOS


AUGUSTO ROA BASTOS

Para cualquier lector atento de la obra de Augusto Roa Bastos, resulta evidente
que los cuentos del escritor paraguayo, y sus novelas, forman parte de un compli-
cado sistema de relaciones que comprende el resto de sus trabajos y en el que im-
porta tanto la realidad de las cosas, las personas y los hechos, como la de su cierta re-
presentación simbólica. El universo roabastiano trata de resolverse en sí mismo,
generando y utilizando materiales propios, sin renunciar por ello a una herencia cul-
tural o a unas referencias testimoniales en las que se siente la tradición guaraní, con
sus registros orales, el legado colonial, fundamentalmente aprendido y asimilado en
castellano, con su discurrir autoritario y autosuficiente, y el lugar que ocupan todos
en la vida y en los textos que pretenden expresarla. El hombre se debate con su his-
toria para exponer la común singularidad de una naturaleza mestiza.

Francisco Tovar

La palabra del narrador le restituye el dinamismo, la vida, al aludirla, soñarla,


imaginarla. Es un movimiento que va de la circunstancia referencial a su referen-
cia literaria, y gracias especialmente a la mediación de la imagen, la escritura de
Roa Bastos tiende a confundir el objeto con la voz que lo nombra, a conservar en la
palabra río, por ejemplo, el eco de la corriente, la frescura del agua, el olor de los
peces.

Rubén Bareiro Saguier


272 AUGUSTO ROA BASTOS
La historia del Paraguay, ese país casi olvidado del continente americano, sacu-
dido por una cruel sucesión de guerras, levantamientos y dictaduras, halla en Roa
Bastos al compilador de la memoria colectiva que, como tal, se renueva, conserva o
modifica en cada libro.

Teresita Mauro

Acercarse a la escritura de Augusto Roa Bastos implica necesariamente aludir a


su país de origen, Paraguay, y a una serie de características de esta pequeña nación
que han definido la trayectoria de su literatura de forma personalísima, pues quizá
nunca una obra estuvo tan ligada a sus raíces ancestrales como la de este paraguayo
ejemplar.
Si la narrativa y la poesía de Roa Bastos se iluminan con la comprensión del de-
venir literario de esta nación, no menos cierto es que este proceso, marcado por el
enclaustramiento y la escondida presencia, tiene su razón de ser en un proceso his-
tórico-geográfico que dejó marcada su tierra ya desde los tiempos de la conquista.

Trinidad Barrera

Transcribir la voz de la memoria colectiva. Escribir el eco de las resonancias de


la historia. Rescatar y recuperar la voz del pasado asimilándola a la conciencia del
presente. Formular un texto ausente. Decir la oralidad por medio de los signos es-
critos. Tal vez de este modo podrían ser caracterizadas algunas series del proyecto
narrativo de Augusto Roa Bastos, un proyecto inscrito en una cultura de naturaleza
escindida en la que deben convivir español y guaraní, y para cuya realización el es-
critor ha tenido que indagar y sondear las modalidades pertinentes para la apre-
hensión y la expresión de ese mundo bilingüe.

Fernando Moreno Turner

La cuentística de Augusto Roa Bastos se ha destacado por ese grado de univer-


salización proveniente de una comprensión única de las raíces más íntimas y esen-
ciales de una entidad cultural. Así como en el caso de otros maestros del cuento his-
panoamericano (Quiroga, Borges, Rulfo, Cortázar, Arreóla, Benedetti), los relatos de
Roa Bastos han logrado la difícil y evasiva tarea de captar la naturaleza de lo ame-
ricano con una proyección trascendente.

Fernando Burgos
AUGUSTO ROA BASTOS 273
Yo el Supremo se encuentra en el horizonte dinámico de la modernidad de la no-
vela que comienza con Don Quijote, la obra en que se consolida la primera matriz no-
velesca «moderna»; esta modernidad de la novela en cuanto discursividad subver-
siva sobre todo continúa después hasta Joyce, musil, Gombrowicz y Cortázar,
pasando por Sterne, Dostoievski y Flaubert, nombres a los que se añaden ciertos
novelistas del siglo xx cuya «lección» o «influencia» está en el aire de la época al
mismo tiempo que se deja percibir directa o indirectamente en el espacio textual de
Yo el Supremo. He aquí algunos ejemplos: H . James, A . Gide, A . Doblin, J. Dos
Passos, J. L. Borges, H . Broch.

Wladimir Krysinski

Si con algo puede emparentarse la novela Yo el Supremo, es con los mixturados


productos del siglo xix cuya especifidad literaria ha sido reiteradamente cuestionada.
El mismo debate que ha acompañado al Facundo (1845) y a Os Sertóes (1902) puede
reponerse con respecto a la obra de Roa Bastos, aunque evidentemente en un nivel
de más alta complejidad porque él, a diferencia de sus antecesores decimonónicos,
es ya un narrador formado en las teorías contemporáneas de la especificidad de la
novela. No pertenece a la época cultural latinoamericana en que las diversas funcio-
nes intelectuales (que desde el 900 comenzaron a independizarse, dándonos por se-
parado el estudio sociológico, el planteo político, la ficción artística, el periodismo de
actualidad) aún se encontraban reunidas en las pocas personalidades capaces de ejer-
cerlas todas indistintamente y aun otras como la abogacía, la ingeniería, la diputa-
ción y hasta la presidencia.

Ángel Rama
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1989

E
l Premio Cervantes es el más alto honor que se ha concedido a m i
obra. Tres razones principales le dan u n realce extraordinario ante
m i espíritu. L a primera es el hecho mismo de recibirlo de manos de
su majestad donjuán Carlos I, rey de España, que nuestros pueblos
admiran y respetan por sus virtudes de gobernante, por su infatigable tarea
en favor de la amistad y unidad de nuestros pueblos de habla hispánica.
Junto al rey Juan Carlos, en preeminente sitial, su majestad la reina doña
Sofía, que ama las artes, las letras y las ciencias, que religa su devoción hacia
las obras del espíritu con su preocupación por el bien social; la Serenissima
Reyna —para invocarla con palabras de Cervantes— enaltece este acto con el
honor de su presencia.
M e inclino, pues, ante sus majestades, con el homenaje de m i reconoci-
miento y gratitud. E n este homenaje va implícito el de m i pueblo paraguayo,
lejano y presente a la vez en este acto con su latido multitudinario; aquí, en
e
sta ciudad, en esta Universidad, ilustres, de Alcalá de Henares, patria chica
de Cervantes, solio de su imperecedera presencia y foco de su irradiación u n i -
versal.
Por otra parte, esta toga que visto es también u n símbolo; corresponde al
doctorado honoris causa en Letras Humanas por la Universidad de Toulouse-
Le M i r a i l —que me ha sido concedido en significativa coincidencia el mismo
día del otorgamiento del Premio Cervantes—. Ello me permite, por tanto, reu-
nir simbólicamente a tres países m u y caros a m i afecto, España, Francia y Pa-
raguay, lo que imparte una significación internacional e interuniversitaria a
este acto.
276 DISCURSO
La segunda afortunada circunstancia que realza para mí el otorgamiento
del máximo galardón es su coincidencia, también augural, con un cambio his-
tórico, político y social de suma trascendencia para el futuro de Paraguay: el
derrocamiento, en febrero del pasado año, de la más larga y oprobiosa dicta-
dura que registra la cronología de los regímenes de fuerza en suelo surame-
ricano.
Este acontecimiento es singularmente significativo para la vida paraguaya
en lo político, social y cultural, y marca la apertura de un camino hacia la ins-
tauración de la libertad y de la democracia bajo la construcción de un genuino
Estado de derecho, como garantía de su legitimidad.
Señala este hecho, en consecuencia, el comienzo de la restauración moral,
y material de mi país en un sistema de pacífica convivencia; la entrada de Pa-
raguay en el concierto de naciones democráticas del continente. Significa, asi-
mismo, el fin del exilio para el millón de ciudadanos de la diáspora para-
guaya, que ahora pueden volver a la tierra natal, derrumbado el muro del
poder totalitario que hizo de Paraguay un país sitiado.
La concesión del Premio Cervantes, en la iniciación de esta nueva época
para mi patria oprimida durante tanto tiempo, es para mí un hecho tan sig-
nificativo que no puedo atribuirlo a la superstición de una mera casualidad.
Pienso que es el resultado —en todo caso es el símbolo— de una conjunción
de esas fuerzas imponderables, en cierto modo videntes, que operan en el
contexto de una familia de naciones con la función de sobrepasar los hechos
anormales y restablecer su equilibrio, en la solidaridad y en el mutuo respeto
de sus similitudes y diferencias.
Mucha falta les hace este equilibrio a las colectividades de nuestra Amé-
rica, frágiles y desestructuradas por su dependencia y sometimiento a los cen-
tros mundiales de decisión, causa central de sus problemas internos, de su in-
movilismo, de su atraso, de su desaliento.
La España democrática trabaja lealmente, fraternalmente, contribuyendo
de una manera considerable a la restitución de este equilibrio en la coexis-
tencia y coparticipación de nuestros países de ambos lados del Atlántico en
un mecanismo, desde luego perfectible, de integración sistemática y progre-
siva en todos los planos. E l sistema de cooperación con América que España
ha iniciado hace ya muchos años es un ejemplo activo de ello.
El Premio Cervantes, que España comparte con América, es otro ejemplo
de lo mismo. Y todo esto se verifica con notorio y creciente éxito en el plano
económico, social y cultural bajo esas leyes de interrelación y comunicación
que surgen del patrimonio histórico común y nos comprometen a la realiza-
ción de las grandes empresas comunitarias que nos aguardan en el umbral
del nuevo siglo ante las vertiginosas transformaciones del mundo contem-
poráneo.
AUGUSTO ROA BASTOS 277

Entre lo utópico y lo posible, éste es un reto de la historia. O lo que es lo


mismo, un desafío del porvenir. Y es necesario recoger y cumplir este desa-
fío con serenidad, con perseverancia inflexible, pero también con la plastici-
dad de una inteligente adecuación a las cambiantes circunstancias de la his-
toria, y en el orden de las prioridades necesarias: en primer lugar, la coherente
integración y unidad de las naciones latinoamericanas —que es hoy el debate
central de nuestra causa—; luego, en un proceso de construcción de largo al-
cance, la integración iberoamericana y peninsular en una comunidad orgá-
nica de naciones libre, llamada a ser el factor preponderante de equilibrio y
de paz para nuestros países en el futuro.
El tercer motivo enlaza para mí la satisfacción espiritual con un cierto es-
crúpulo moral —acaso un prejuicio—, fundado en la desproporción que
siento que existe entre el valor intrínseco del premio y la conciencia de mis li-
mitaciones como autor de obras literarias. Me alienta, no obstante, el estar
persuadido de que se ha querido premiar a la cultura de un país en una obra
que la representa, y en ella acaso a la particularidad —que me lisonjea— de
haber sido troquelada en el molde de la obra maestra cervantina.
Desde esta persuasión veo el Premio Cervantes como un doble galardón
a mi obra y a la cultura de mi patria. Y como tal lo cerebro en tanto para-
guayo de origen y en cuanto español por adopción, ciudadano de nuestras
patrias, hijo y defensor de su unidad en la vida cotidiana y en el tiempo de
la historia.
La proclamación del premio otorgado por unanimidad dio las razones de
su elección. Ante tal situación, los señores del jurado comprenderán sin es-
fuerzo la sinceridad de mi reconocimiento y gratitud por su decisión que
quiero hacer públicos en esta señalada ocasión.
No por ello me siento con derecho alguno a la confusión de la vanidad,
salvo al íntimo orgullo de sentir que el Premio Cervantes —el más señero ga-
lardón en el mundo de nuestras letras castellanas— viene a coronar una larga
batalla de extramuros en la que llevo empeñada mi vida y a la que he dedi-
cado mi exilio de más de cuarenta años llegado, por ahora, felizmente, a su
termino. En este largo exilio hice toda mi obra.
La concesión del premio me confirmó la certeza de que también la litera-
tura es capaz de ganar batallas contra la adversidad sin más armas que la le-
tra y el espíritu, sin más poder que la imaginación y el lenguaje. No es en-
tonces la literatura —me dije con un definitivo deslumbramiento— un mero
y solitario pasatiempo para los que escriben y para los que leen, separados y
a la vez unidos por un libro, sino también un modo de influir en la realidad
y de transformarla con las fábulas de la imaginación que en la realidad se ins-
piran. Es la primera gran lección de las obras de Cervantes.
278 DISCURSO
Y es esta batalla el más alto homenaje que me es dado ofrendar al pueblo
y a la cultura de mi país que han sabido resistir con denodada obstinación,
dentro de las murallas del miedo, del silencio, del olvido, del aislamiento to-
tal, las vicisitudes del infortunio y que, en su lucha por la libertad, han lo-
grado vencer a las fuerzas inhumanas del despotismo que los oprimía.
Hace un momento hablaba de un hecho que me enorgullece: el haber plas-
mado mi novela Yo el Supremo en el modelo del Quijote con esa apasionada fi-
delidad que puede llevar a un autor a inspirarse en las claves internas y en el
sentido profundo de las obras mayores que nos influyen y fascinan.
El núcleo generador de mi novela, en relación con el Quijote, fue la de ima-
ginar un doble del Caballero de la Triste Figura cervantino y metamorfosearlo
en el Caballero Andante de lo Absoluto; es decir, un Caballero de la Triste Fi-
gura que creyese, alucinadamente, en la escritura del poder y en el poder de
la escritura, y que tratara de realizar este mito de lo absoluto en la realidad
de la ínsula Barataría que él acababa de inventar; en la simbiosis de la reali-
dad real con la realidad simbólica, de la tradición oral y de la palabra escrita.
Imaginé que este vicediós del Poder hubiese leído la sentencia que se lee
en el Persiles: «No desees, y serás el más rico hombre del mundo». Cervantes
lo deseó todo y fue el hombre más pobre del mundo, al menos en lo material,
pero volvió ricos a los hombres de todos los tiempos con su obra imperece-
dera.
El Supremo Dictador de la República sólo deseó el poder absoluto y lo
tuvo en sus manos sin dejar de ser también el hombre más pobre del mundo,
puesto que su riqueza era de otra especie. Le bastó al déspota ilustrado que
el país de cuya emancipación había sido el inspirador y ejecutor fuese el más
independiente y autónomo en la América de su tiempo. Aquí comenzó la con-
tradicción de lo absoluto en el espacio de la historia que es el reino por anto-
nomasia de lo relativo: la libertad como producto del despotismo; la inde-
pendencia de un país bajo el férreo aparato de una dictadura perpetua.
M i Caballero Andante, tocado por la locura iluminista, luchó también con
gigantes y fierabrases que salían a combatirle no desde los libros de caballe-
ría, sino desde la concreta realidad de los pueblos iberoamericanos mestizos,
independizados políticamente pero que seguirán siendo, por mucho tiempo
aún, colonizados y neocolonizados en su vida individual y colectiva.
Místico extraviado en los laberintos de su ínsula terrestre, el solitario y
adusto ermitaño de Paraguay trocó entonces su pasión jacobina en la pasión
de lo absoluto, que acabó por enajenarlo en esa demencial alucinación, y se
sustituyó, como lo hizo Robespierre, al Ser Supremo que había arrojado por
la ventana.
A diferencia del Quijote, la entidad ya casi ectoplasmática del Supremo
paraguayo, en la historia y en mi novela, logra, sin embargo, realizar el sueño
AUGUSTO ROA BASTOS 279

de los Caballeros Andantes Libertadores: crear una patria auténticamente l i -


bre y soberana; fundar y consolidar la autodeterminación de su pueblo. Ese
oscuro abogado, ex seminarista, de austeridad incorruptible, no cobraba su
salario, apenas comía, pero se permitió ignorar el ultimátum de Bolívar
cuando éste le intimó poner en libertad al sabio Amadeo Bonpland; o cuando
dio asilo a su antagonista, el procer uruguayo José Gervasio Artigas, cuando
éste fue traicionado y perseguido por los enemigos de la causa americana.
M i expectativa, en tanto autor, era ver estallar esta entidad del poder ab-
soluto en contradicción con la ineluctable coacción de lo relativo. Pero el per-
sonaje ficticio no estalló en el encontronazo de esas dos dimensiones contra-
rias pero indisociables. La infinitud de lo absoluto dentro del espacio concreto
de la relatividad histórica sólo era posible en la dimensión a la vez imagina-
ria y real de la escritura.
El protagonista de mi novela, inspirado en el personaje central de la his-
toria paraguaya —el Supremo Don José Gaspar Rodríguez de Francia, hecho
Dictador Perpetuo de la República, según el modelo de la antigua ley ro-
mana— resultó más fuerte que la muerte, porque ya estaba muerto sin saber
que lo estaba.
Desde esos estados de la vida más allá de la muerte, de los que habla el Dante,
desde ese solio de transmundo instalado en una cripta, donde moraba como
un yacente y sombrío Dios Término, subía esa voz, ese monólogo críptico
inacabable: la palabra oral dictada por el Supremo a la escritura: esa pala-
bra que se oye primero y se escribe después, como en los grandes libros de
la humanidad escritos por el pueblo para que los particulares lean. El pueblo
se salvó, pero en el diktat de el Supremo quedó enterrada la malsana semilla
del despotismo.
Rencorosos vengadores quisieron en vano arrancar la raíz de esa terrible
mandragora del poder. Una luz mala siguió poblando de fuegos fatuos las
noches paraguayas y llenando su aire tenue con dictadores grotescos y paró-
dicos. Personajes de una picaresca descomunal veteada de sangre y con olor
a fiera. Cervantes no pudo soñarla porque no le dejaron conocer América,
donde él soñaba que se había refugiado el último reino de los Caballeros A n -
dantes en medio de esas soledades de selvas y ríos y desiertos y montañas in-
conmensurables como el mundo.
Vayamos al fin del imposible paralelo entre los dos personajes emblemá-
ticos, entre estas dos figuras opuestas y extremas —una sombría, luminosa la
°tra— que quizá se toquen en algún punto en la esfera de la imaginación; esa
esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna, como
decía de la suya Pascal.
¿Podía hacer yo otra cosa, a la sombra del gran modelo, que imaginar un
doble totalmente opuesto al carácter, a los sentimientos, a la cosmovisión re-
280 DISCURSO

nacentista y erasmiana de Don Quijote? Su locura era sabiduría (esa que


Erasmo, en su Elogio de la locura, alabó en su amigo Tomás Moro con la pala-
bra derivada de su nombre: Moira, a partir del título Encomius moriae). La lo-
cura de el Supremo Dictador no era sino alucinación de lo absoluto, obnubi-
lación ególatra de la razón, cerrazón de la luz.
Don Quijote continúa cabalgando, «desfaciendo entuertos», enamorado
del amor, de la dignidad, de la libertad, en los que la vida y el ser humano tie-
nen sus raíces primordiales.
El Supremo Dictador, en su cripta, con el amargo sabor de lo absoluto fer-
mentado en la boca, dice a modo de despedida: «Detrás de mí vendrá el que
pueda». Y con la tumba al hombro comienza a errar sin término por los la-
berintos de la historia que lo aniquila y lo desvanece en el ruido y la furia de
lo relativo.
D o n Quijote, disuelto en Alonso Quijano o Quijada —del que es
oriundo—> sucumbe en la mansa y resignada dimisión de su muerte. Lo ve-
mos humillar sus banderas sobre la sólida losa del sentido común. Don Qui-
jote, transformado otra vez en Alonso Quijano, el Bueno, inclina las bande-
ras rebeldes de su Moira sobre la sensatez de los tópicos tranquilizadores a
los que el ánima contrita se aferra en la agonía del tránsito temiendo que la
muerte sea el fin de todo.
Don Quijote lo hace, sin embargo, con la última irónica y plácida sonrisa
de su desvanecida locura-sabiduría guiñando un ojo al lector, a la posteridad,
al mundo, sobre lo humano y lo divino, en el trascendente mutis final.
Don Quijote sabe que la muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de
una vida de imposible fin; en ella Cervantes tenía puestos su fe, su anhelo de
posteridad. La posteridad no se regala a nadie, pero él supo ganarla con la
plenitud y largueza que su obra merece. Cumplido ya el «paso de las efemé-
rides de mis pulsos» —escribe en el prólogo de Persiles— «tiempo vendrá
quizá donde, anudando este roto hilo, diga lo que aquí me falta y lo que sé
convenía. ¡Adiós gracias, adiós donaires, adiós recocijados amigos; que yo me
voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!»
Con ello, don Miguel de Cervantes (desencarnado ya de su alter ego se des-
vanece y sobrevive en su personaje emblemático) nos da, desde el revés de la
trama de la novela, su máxima y melancólica lección que brilla entre las lí-
neas del libro y en el desdoblamiento de origen sabiamente previsto en la gé-
nesis de la obra. Lo prodigioso de esta obra radica, justamente, en esos suti-
les y casi imperceptibles vínculos de todas sus partes en torno al núcleo del
sistema solar de su imaginario.
Alonso Quijano o Quijada (no Don Quijote) acepta la derrota de los idea-
les caballerescos, admite el triunfo de los estereotipos, anula toda voluntad
transgresiva, toda rebeldía, la desmesura de locas y sabias aventuras bajo el
A U G U S T O R O A BASTOS 281

resplandor del ideal heroico. Alonso Quijano no es más que un hombre de


corazón simple. Cervantes no podía abolir la existencia ya inextinguible de
Don Quijote. Hace morir a Alonso Quijano, que es lo natural en toda vida hu-
mana, pero «alegrándose en profecía» —parafraseo las palabras de su última
dedicatoria, escrita tres días antes de su muerte, al conde de Lemos— de que
las andanzas del Quijote continuarán sin término contra follones, malandri-
nes y traidores de toda laya.
El símbolo de esta derrota final no es entonces sino la ceniza de la que el
fénix del Caballero Andante renacerá sin cesar. Muere Alonso Quijano, el
hombre común, corriente y moliente, pero no Don Quijote ni tampoco San-
cho, quienes —en la unidad de los contrarios— seguirán cabalgando juntos
en la aventura de rescatar de las sombras el misterioso, el inagotable res-
plandor de la vida, de la belleza, de la lealtad, del valor, de la esperanza, de
la libertad.
De Cervantes aprendí a evitar la facilidad de ser un escritor profesional,
en el sentido de un productor regular de textos; a escribir menos por indus-
tria que por necesidad interior, menos por ocupar espacio en la escena pú-
blica que por mandato de esos llamados hondos de la propia fisiología crea-
tiva que parecieran trabajar por fotosíntesis, como en la naturaleza. ¿Serán
estos llamados los que también a veces por soberbia desoímos?
De todos modos no están sujetos estos llamados a la puntual regularidad
de las estaciones de cualquier especie que fueren, sino a los centros de luz y
de calor de cada época de la vida; a la madurez de cada etapa en la literatura
de un autor. Entre estos momentos creativos intermitentes del escritor no pro-
fesional se interponen los obstáculos del propio vivir, los imperativos de la
subsistencia.
Hay también esos vacíos interiores, esos silencios tenaces que pueden du-
rar toda una vida, puesto que se confunden con ellas; silencios involuntarios,
eclipses de la voluntad, visitados siempre por el remordimiento de una culpa
no elegida, pero tampoco ineludible.
A causa de estas alternancias involuntarias, no puedo considerarme más
que un artesano. Lo que también es mucho decir. U n artesano entregado,
cuando puede —no cuanto puede, que es poco— al oficio de modelar en sím-
bolos historias fingidas, relatos a medias inventados; historias imaginarias de
sueños reales, de lejanas y recurrentes pesadillas.
Estas incursiones de la escritura tratan de penetrar lo más profunda-
mente posible bajo la piel del destino humano, de las experiencias vividas,
del siempre renovado enigma de la existencia, creando su propia realidad
sin perder por ello su carácter imaginario de «historias fingidas», como de-
cía Cervantes, de las que él mismo escribía. Escribir un relato no es descri-
bir la realidad con palabras, sino hacer que la palabra misma sea real. Úni-
282 DISCURSO

camente de este modo la palabra real puede crear los mundos imaginarios
de la fábula.
La ficción de Cervantes se despliega así como un vasto y viviente pulular
de la realidad española en todos sus aspectos, en toda su gama de matices, en
todas sus capas sociales: desde los grandes de la nobleza en el esplendor de
sus atributos a ese bajo pueblo color de tierra y de miseria que también da se-
ñores; de la gran figura histórica individual al pueblo como personaje multi-
tudinario. Hay en este gran fresco cervantino desde lo trágico a lo farsesco y
a lo cómico; desde lo dramático a lo paródico; desde lo grave a lo grotesco;
desde la sátira acerba, pero siempre comedida y sin resentimientos, a la más
fina esencia del lirismo del amor y del humor. Su sentido simbólico es siem-
pre actual y futuro en función de la universalidad de la imaginación mítica,
de tal modo que la mitología de los tiempos modernos no ha hecho más que
confirmarlo y enriquecerlo.
En este caleidoscopio colectivo don Miguel supo mirar las cosas del revés:
desde el presente hacia el pasado y desde el futuro hacia el presente, en esos
espejos del tiempo, de la memoria y de la premonición que se comunican sus
imágenes en la Imago del mundo. Sabiduría que hizo decir a su coetáneo Gra-
dan: «Sólo mirándolas del revés se ven bien las cosas de este mundo».
Esta combinatoria de espejos nos muestra, en la primera novela de los
tiempos modernos, la escena dentro de la escena: Don Quijote va a la i m -
prenta a ver cómo salen en letras de molde sus próximas aventuras. Lee lo
que se escribe sobre ellas. En otro libro, un personaje oscuro habla de Cer-
vantes como de «un tal Saavedra». Innumerables figuras atraviesan los es-
pejos y funden la ficción con la realidad en el azogue verberante de la fan-
tasía.
De allí salen, sin embargo, esos personajes, tan reales, a quienes uno siente
que podría darles la mano en cualquier esquina del universo. Mirar las cosas
del revés es como mirarlas al trasluz de la propia vida interior, llena de ojos
invisibles pero visionarios. Mirar las cosas del revés, pero en su justo dere-
cho, es lo que supo hacer Cervantes.
Entre las magias siempre renovadas de las lecturas del Quijote, hay una
que no advertí conscientemente hasta mucho más tarde, ya entrado en la adul-
tez: la ausencia de niños. No los había visto acaso porque en la atmósfera lu-
minosa de esta obra reverbera la cosmovisión lúdica de la infancia en la pri-
mavera del mundo. El mundo niño del que hablaba Montaigne.
En el Quijote los adultos son niños jugando a las fantasías de su imagina-
ción, y quien escribió este libro es otro niño deslumhrado por la virtud trans-
figuradora de la ilusión.
Cervantes no pudo entrar en América, pese a que reclamó este don con
esperanzada insistencia. Se lo negaron tal vez a causa de su mano malograda
AUGUSTO ROA BASTOS 283
en Lepante, en «la más alta ocasión que vieron los siglos»; mutilación que era
para él su más gloriosa presea.
También en este sueño de los viajes, el deslumhrado visitante de Roma
y de Ñapóles, el ex cautivo de Argel, no pudo realizar el anhelo de su viaje
a América acaso porque ya que se estaba preparando para el Gran Viaje,
cada vez «más liviano de equipaje»; pese a que «con todo eso —dice dulce-
mente después de la extremaunción— llevó la vida sobre el deseo que tengo
de vivir».
Veo a don Miguel de Cervantes Saavedra en la conmovedora y memora-
ble semblanza del hombre y del escritor que esbozó aquí, en este prestigioso
foro complutense, mi amigo Ernesto Sábato, con su inteligencia hecha de pa-
sión y lucidez en permanente combustión. Esta semblanza nos da no sola-
mente su figura y su genio, sino también la proyección en el tiempo de la vida
feliz y desdichada que a Cervantes le tocó vivir, sufrir y escribir en perpetua
esperanza y desesperanza, como si ellas fueran la esencia de la que su des-
tino estaba tejido. Pero este hombre vivía en su milagro con humildad y man-
sedumbre, y de esta debilidad sacaba la energía indomable que se reflejaba
en su escritura y en su rostro.
A diferencia del retrato atribuido a Juan de Jáurequi, el de Sábato parece
poseer una cuarta dimensión —la realidad de un sueño fundido en sobreim-
presión con la irrealidad del sueño de la muerte—, que nos transporta a la vi-
sión, a la vez real y fantástica, de ese hombre vivo en el tiempo inextinguible
de su obra.
Leemos, vemos en la semblanza de Ernesto, al «tierno, desamparado, an-
dariego, valiente, quijotesco Miguel de Cervantes Saavedra», construyendo
fervorosamente en la escritura, hasta el último minuto de su vida, las inago-
tables fantasías que poblaban su espíritu para brindarlas a los otros.
No pudo entrar Cervantes en América, pero sí lo hicieron sus libros lle-
vando su presencia y su genio. Estos libros, empero, no entraron en Paraguay.
La ausencia inaudita duró casi dos siglos desde la edición príncipe del Qui-
jote, mientras las sucesivas ediciones de toda su obra invadían literalmente
América.
Los hechos culturales producen a veces estas incógnitas inexplicables, es-
tas fallas que a veces se les escapan a las agujas del azar en el entramado no-
velesco de los hechos históricos. De pronto, sin embargo, en algún festejo po-
pular de Paraguay he visto a algún Caballero de la Triste Figura montado en
rocín flaco, con yelmo de trapo y lanza de caña de Castilla, jugando a los fue-
gos de San Juan. ¿Por dónde se filtraron estos fantasmas o estrellas errantes
de la imaginación mítica?
He solido pensar —para encontrar las razones de esta ausencia inverosí-
m i l — que la Asunción colonial, Madre de Pueblos y Nodriza de Ciudades,
284 DISCURSO
según la bautizaran cédulas reales, estuvo siempre ocupada en asuntos de
mucha monta para que su gente de pro (y aun la que no lo era) pudiera po-
nerse a leer libros de esparcimiento; esos libros de «romances mentirosos y
de vana profanidad», según rezaban las cédulas que prohibían en vano la en-
trada de la imaginación en América, el continente por antonomasia de la ima-
ginación y del deseo.
Lo cierto es que el Quijote tampoco pudo entrar en Paraguay. No se lo leyó
hasta después de su independencia, en 1811. La maternal Asunción tuvo que
fundar y refundar ciudades (la segunda Buenos Aires, entra varias otras), las
ciudades nómadas del interior perseguidas por los bandeirantes paulistas y
por las belicosas tribus no reducidas. Se estableció el imperio jesuítico o Re-
pública Cristiana de los Guaraníes. Estalló la Revolución de los Comuneros
producida por los mancebos de la tierra en la huella de los comuneros de Cas-
tilla.
Ya en el período independiente, y convertida en la nación más adelantada
material y culturalmente de América del Sur, una guerra de cinco años pro-
dujo la ruina total del país hispano-guaraní. A partir de este holocausto, la
historia de Paraguay no fue más que una «obnubilación en marcha», como
sentencia Ciorán; una «pesadilla que arroja a la cara ráfagas de su enorme his-
toria», según las palabras de Rafael Barrett, uno de los grandes españoles que
adoptaron el dolor paraguayo.
Alguna conseja de la tradición oral murmura en mi país que, en algún hoy
de los antiguos tiempos, el Gran Karaí* del Supremo Poder tenía en su aus-
tero y casi monacal despacho, colmado de libros y legajos, un atril proveniente
de alguno de los templos confiscados.
El Supremo Dictador nacionalizó la Iglesia y promulgó el Catecismo Patrio
Reformado, pues el vicediós unipersonal no sólo creyó haber implantado su
reino del poder absoluto, del absolutamente poder; decidió fundar, asimismo,
su propia religión acerca de la cual la copla popular ironiza festivamente.
De la aventura teológica, no quedó más que el atril en el ruinoso despa-
cho de la Casa de Gobierno. Y diz también la conseja que sobre ese atril re-
posaba un gran libro abierto del que colgaba hasta el piso un señalador de
púrpura. La memoriosa tradición oral no dice de qué libro se trataba. A la tra-
dición le basta saber que sabe. De que el libro era leído con frecuencia sí da-
ban testimonio las páginas que diz que se hallaban muy sobadas y llenas de
extrañas notas escritas en los márgenes. También el mar de velas en el que de-
bió bogar el lampadario de bronce, erguido en el tenebrario.
Esas velas de una tenaz vigilia, de una perpetua vela de armas, dejaron
en torno al atril una capa de lava, de azufre, de sebo, completamente recu-

* Señor, en guaraní.
AUGUSTO ROA BASTOS 285

bierta de moho y de parietarias casi fosilizadas. Eso dice la leyenda acerca del
extraño libro que el Supremo Dictador leía y anotaba como un antiguo monje
copista, o —según yo lo presumo— como otro furtivo Avellaneda que pre-
tendía repetir por tercera vez el libro irrepetible, sin recordar la sentencia de
Cide Hamete Benengeli sobre las aventuras del Quijote: «Sólo él pudo vivir-
las, sólo yo pude escribirlas».
En la certidumbre de que no podía ser otro el libro, yo no hice más que
poner, en mi novela, sobre el legendario atril, un libro, el Libro de todos los
tiempos: el inmortal Don Quijote de la Mancha de don Miguel de Cervantes
Saavedra, Supremo Señor de la Imaginación y de la Lengua.

Augusto Roa Bastos


Abril 1990
I
CRONOLOGÍA

1917 1933
E l 13 d e junio n a c e e n Asunción, Paraguay. Hijo d e u n A b a n d o n a las aulas p a r a trabajar c o m o administrativo d e
brasileño d e a s c e n d e n c i a francesa y d e u n a guaraní. banca. C o l a b o r a c i o n e s esporádicas e n El País, diario i n -
P o c o d e s p u é s d e su nacimiento la familia se traslada a dependiente d e la capital.
Iturbe, e n la z o n a d e G u a i r a d o n d e s u p a d r e estuvo e m -
p l e a d o e n el ingenio azucarero.
1921-1924
A p r e n d e las p r i m e r a s letras c o n s u p a d r e q u e tiene una
b u e n a formación humanística. Su m a d r e , mujer d e g r a n
sensibilidad, le relata y comenta la Biblia en guaraní y
una condensación d e las tragedias d e Shakespeare.
1925
E n v i a d o a Asunción p a r a seguir estudios e n e l C o l e g i o
San José. Protegido p o r s u tío monseñor H e r m e n e g i l d o ,
Roa g o z a b a d e u n a b e c a d e estudios e n a q u e l centro d e
élite.
1928
T e s t i g o d i r e c t o d e l a revolución s o c i a l q u e s e p r o d u -
c e e n s u país, t o m a c o n c i e n c i a d e s u auténtico signifi-
cado.
1930
A petición d e s u m a d r e e s c r i b e L a carcajada, p i e z a d e
teatro q u e s e r á r e p r e s e n t a d a e n los p u e b l o s p a r a re-
caudar fondos c o n destino a la reinserción d e los e x c o m -
batientes d e la revolución d e 1928. Con un año de edad. Asunción, ¡918.
288 CRONOLOGÍA

1944
M i e m b r o d e l g r u p o Vy'a raity mantiene n u m e r o s a s rela-
ciones c o n otros integrantes d e l grupo. A causa d e éstas
y d e las que mantiene c o n el British C o u n c i l es enviado
p o r El País a E u r o p a p a r a c u b r i r su corresponsalía d e
guerra. T o m a así contacto c o n e l viejo continente, amplía
estudios d e p e r i o d i s m o y trabaja p a r a algunas p u b l i c a -
ciones europeas y emisoras d e radio. S o b r e esta e x p e -
riencia escribirá La Inglaterra que yo vi (1946).
1945
R e g r e s a a Asunción, Estrena El niño del rocío y redacta
Las miradas de la honra y, e n colaboración c o n F e m a n d o
O c a d e l Valle, Mientras llegue el día. Versión definitiva d e
La Residenta. V u e l v e a E u r o p a y c o l a b o r a e n diferentes
p r o g r a m a s d e r a d i o difundiendo la situación y los p r o -
b l e m a s d e América Latina.
1947
Participa activamente e n la revolución p a r a g u a y a d e l 14
d e m a r z o . E x i l i a d o e n Buenos A i r e s d o n d e s o b r e v i v e
c o n dificultad ejerciendo d i v e r s o s oficios.
Junto a sus hermanas y su padre. Asunción, 1929.

1934
Se alista c o m o voluntario e n e l ejército p a r a participar e n
la g u e r r a d e l C h a c o contra Bolivia. Destinado a prestar
servicios d e enfermería. E l contacto c o n esta n u e v a r e a -
lidad le introduce c o n m a y o r p r o f u n d i d a d e n el p r o c e s o
militar, político y social p a r a g u a y o .
1935
Finalizada la contienda r e c u p e r a su trabajo e n la b a n c a
y s u labor e n la prensa. Diferentes textos ensayísticos,
«tentativas d e reflexiones p a r a aclararme algo».
1937
Presenta su p r i m e r a novela, Fulgencio Miranda, al p r e -
m i o d e l Ateneo d e Asunción. E s e l e g i d a p o r e l jurado
c o m o e l mejor original, p e r o no llega a p u b l i c a r s e nunca,
1940
E n c a r g a d o p o r El Pak d e realizar reportajes s o b r e la v i d a
y los h o m b r e s d e los v e r b á e s d e l norte d e l país, tiene oca-
sión d e conocer directamente la explotación y el escla-
vismo a que son sometidos los trabajadores d e l mate.
1942
Secretario d e redacción d e ElPais. P u b l i c a su p r i m e r li-
b r o d e p o e m a s , El ruiseñor de ¡a aurora. Buenos Aires, 1970.
AUGUSTO ROA BASTOS 289

1953 1966
E l v o l u m e n fl trueno entre ¡as hojas, q u e r e c o g e algunos P u b l i c a Elbaldio, su s e g u n d o libro d e cuentos.
d e sus relatos b r e v e s , le otorga u n lugar e n el p a n o r a m a 1967
d e las letras paraguayas y latinoamericanas. A partir d e Los pies sobre el agua se i m p r i m e e n Buenos Aires, y e n
este libro se dedicaría p o r entero a la narrativa. Chile se edita Madera quemada, ambos libros d e cuentos.
1959 1969
C o n s u n o v e l a Hijo de hombre gana el P r i m e r C o n c u r s o E n C a r a c a s se p u b l i c a Monencia, otro v o l u m e n d e na-
d e Narrativa Internacional c o n v o c a d o p o r la Editorial L o - rraciones b r e v e s .
sada. 1970
1960 La consideración pública c o m o autor r e c o n o c i d o e n todo
Se p u b l i c a Hijo de hombre y su s e g u n d o p o e m a r i o E¡ na- e l m u n d o le permite v o l v e r a P a r a g u a y bajo la dictadura
ranjal ardiente. d e Stroessner. Posteriormente s e r á e x p u l s a d o d e nuevo
1961 d e su tierra bajo la acusación d e indeseable y r e v o l u -
L a S o c i e d a d d e Autores Argentinos le n o m b r a director cionario marxista,
d e s u revista Taller Literario. C o n Borges, A r c i n i e g a s y 1971
Asturias, participa e n E u r o p a en diversos encuentros d e A p a r e c e n Cuerpo presente y otos cuentos y e l p o e m a -
creación y discusión literaria. rio e n guaraní y español El génesis de los Apapo-Kura-

Expulsión de su país por el Gobierno Stroessner, 1962.


290 CRONOLOGÍA

Guaraní. Se le concede el Premio Juan Simón de escrito- 1985


res creativos. Se le otorga en Francia el Premio de los Derechos Hu-
1974 manos por su libro Récits de l'ombre et de la nuit y se le
Publica en Buenos Aires YoelSupremo, lanovela del dic- da la ciudadanía francesa. Nombrado Oficial de la Orden
tador Francia, un paso m á s en su propuesta literaria y vi- de las Artes y de las Letras.
tal. El pollito de mego, dirigido a un público infantil. 1986
1976 Premio de la Fundación Pablo Iglesias compartido con
Se establece en Toulouse y empeza a impartir clases de
Olof Palme. Se difunde una obra de teatro basada en un
literatura latinoamericana y de lengua guaraní. Su tra-
episodio de Yo el Supremo y un cuento extraído de la no-
bajo como profesor no merma su actividad creativa a la
vela inconclusa La caspa.
que se sigue dedicando junto a su trabajo como ensa-
1989
yista, colaborando en múltiples publicaciones.
El nuevo gobierno de Paraguay le entrega sus docu-
1979
mentos de nacionalidad y viaja al país en varias ocasio-
Los juegos 1: Carolina y Gaspar, nuevo libro de cuentos
nes. Recibe el Premio de Letras del Memorial Latinoa-
infantiles.
1981 mericano de Sao Paulo, Doctor honoris causa de la
Los juegos 2: La casa de Memo-verano. Universidad de Toulouse.
1983 1992
Retoma a Paraguay donde es recibido con gran desplie- Premio Miguel de Cervantes. Publica Vigilia del Almi-
gue de medios informativos. Nuevamente es expulsado rante.
violentamente, se le declara persona non grata y se le re- 1993
tira el pasaporte. España le concede su nacionalidad. Publica la novela El Sscá
1990

A D O L F O BIOY CASARES
A D O L F O BIOY C A S A R E S

Con Bioy Casares ocurrió algo misterioso: lo que escribe Bustos Domecq no nos
gusta a ninguno de los dos. Pero surge ese tercer hombre y nos obliga a escribir. Y es-
cribimos contra nuestra voluntad. No nos hacen gracia los chistes, nos desagrada el
estilo; pero estamos obligados por ese personaje misterioso que engendramos entre
los dos. A mí no me gusta lo que escribe; Bioy Casares creo que se resigna más fácil-
mente que yo, pero tampoco le gusta mucho. Nosotros, por cuenta nuestra, no escri-
bimos en ese estilo, ciertamente. Así que hemos logrado eso. Hemos logrado que surja
un tercer hombre y que se encargue de la obra.

Jorge Luis Borges

El mundo en que transcurrimos suele ser ingrato e incomprensible: para simu-


lar que lo entendemos acudimos al consuelo fugaz de los estereotipos. Uno de ellos,
en literatura, ha sido la imagen epigónica y elitista de la obra de Adolfo Bioy Casa-
res, falacia que cualquier lectura cuidadosa reduce ad absurdum: pocos escritores tan
originales, tan cuidadosos de su claridad y de su coherencia, tan hospitalarios. Lú-
cidas e inagotables, sus historias enriquecen nuestra percepción y estrechan nues-
tro compromiso con la tolerancia, con el sano escepticismo, con la compasión, con
la bondad que es la inteligencia: nosotros creemos enriquecerlas en cada lectura,
aunque tal vez sólo descubramos progresivamente sentidos que nos aguardaban
desde siempre.

Daniel Martino
294 ADOLFO BIOY CASARES
El tema de Adolfo Bioy Casares no es cósmico, sino metafísico: el cuerpo es ima-
ginario y obedecemos a la tiranía de un fantasma. El amor es una percepción privi-
legiada, la más total y lúcida, no sólo de la irrealidad del mundo, sino de la nuestra:
corremos tras de sombras, pero nosotros también somos sombras.

Octavio Paz

La historia de Bioy Casares es la historia de un hombre y de sus invenciones.


Cuando tema dos años le dieron un perro de regalo y al día siguiente el animal
había desaparecido. Le dijeron que lo había soñado.
¿Tan intensamente había soñado él a ese perro que realmente creía haberlo ganado
en una rifa, en el cine Grand Splendid? ¿Y de dónde había salido su nombre, Gabriel?
¿Y cómo había soñado tan vividamente el color de su pelo, de un suave té con leche?
La aversión de su madre por los perros le deparó a Bioy Casares la temprana
irrupción de lo desconocido. Pero fue en un espejo donde encontró la visión de lo so-
brenatural que más lo conmovió. En un libro de memorias en preparación, dice: «Mi
madre, que estaba muy orgullosa de sus hermanos Casares, me decía que mis tíos
Bioy administraban el campo sentados en las sillas de paja del corredor del casco. Ha-
cia 1937, cuando yo administraba el campo del Rincón Viejo, sentado en las sillas de
paja, en el corredor de la casa del casco, entrevi la idea de La invención de Morel. Yo
creo que esa idea provino del deslumbramiento que me producía la visión del cuarto
de vestir de mi madre, infinitamente repetido en las hondísimas perspectivas de las
tres fases de su espejo veneciano».

Marcelo Pichón Riviére

Si se nos concediera un minuto fantástico para nacer a la literatura como nace-


mos en el mundo, nuestra primera imagen sería el caos. Los libros —múltiples vo-
ces de la lengua escrita— girarían como los dibujos que vemos en un calidoscopio.
Leerlos y comprenderlos exige un orden. De ahí que, en esa jungla simultánea de es-
pejos fragmentados y de diferente color, se abran avenidas, se tracen calles y se cons-
truyan edificios. Esta urbanización de la literatura nos da los géneros; algunos auto-
res, algunas obras y el paso del tiempo por una misma geografía nos dan la placentera
y muchas veces engañosa sensación de familiaridad que hay en los barrios. Este es el
caso de la literatura fantástica, donde habita la obra de Adolfo Bioy Casares.

Vlady Kociancich

Bioy ha declarado que nunca le faltan temas, que nunca ha sentido «la angustia
de la hoja en blanco». La minuciosa investigación de esos temas se refleja en su ela-
ADOLFO BIOY CASARES 295
boración rigurosa. El lector de una página de Bioy entiende que lo que se le revela
surge no sólo de la idea transmitida en el relato, sino de un sutil y difícil juego entre
las palabras elegidas y la estructura de las frases y los párrafos: de su impecable es-
critura. Lo que se narra avanza dificultosamente por el texto, pero no fatiga nunca al
lector. Por el contrario, le ofrece un conjunto perfectamente lógico, sin datos super-
fluos, donde cada situación, cada nombre, tiene un sentido deliberado, y con una úl-
tima sensación de que la realidad ofrecida es humorística. Inventar una realidad, vol-
verla verosímil por una aparente actitud de desinterés, desconocimiento y sorna por
parte del autor, es tal vez uno de los mayores y más originales méritos de la obra de
Bioy Casares.

Alberto Manguel

La prosa de Bioy Casares, tan personal en la sintaxis como en la certeza con que
organiza sus matices, es aún más notable como instrumento narrativo. Pocos escri-
tores relatan en español con tanto gusto evidente por el mero hecho de narrar; casi
ninguno transmite sin desmayo ese interés al lector. Su estilo también sabe captar con
admirable frescura la entonación propia del relato oral.

Edgardo Cozrinsky

Adolfo Bioy Casares, a quien se le reprochara en numerosas ocasiones la «irrea-


lidad» de sus novelas, fue visto como un creador fascinado por sus propias cons-
trucciones mentales. Y, sin embargo, si bien es verdad que el rigor de la trama y la
importancia del argumento son en su obra relevantes, también lo es que sus temas
muestran una permanente preocupación por la soledad y el desencuentro humanos,
en el distanciamiento temporal y espacial que inciden especialmente en las fronteras
de la apariencia para situar lo real en otro plano.

Enriqueta Morillas Ventura

Bioy, perdido como él dice, en el mundo de la literatura, nos impresiona con cuen-
tos maravillosos, con novelas inolvidables, con ensayos lúcidos o disgresiones afo-
rísticas donde alcanza la extraordinaria condensación y síntesis de una filosofía que
se rastrea en toda su obra. De madrugada compone versos, según explica, «para de-
sentumecer la mente» y, en cuadernos íntimos, registra los acontecimientos diarios
que le permiten reconocer el asombro de vivir y dar entidad, con un género casi ob-
soleto, a hechos que, de otra forma, desaparecerían en la insignificancia. En esta prác-
tica ya perdida de escribir diarios se manifiesta o confirma la valoración de lo coti-
diano como algo siempre a punto de sorprendernos.

Francisca Suárez Coalla


296 ADOLFO BIOY CASARES
Borges y Bioy Casares son escritores muy diferentes. Por ejemplo, aunque ambos
presentan personajes cuya característica más notoria es la de ser limitados, Borges
parece estar interesado principalmente en el mero hecho de que son limitados, mien-
tras que a Bioy Casares le preocupa la representación de las formas específicas que
toman sus limitaciones.

David P. Gallagher

Caracterizado por una retractilidad, a menudo tenebrosa, ante la vida, el literato


de Bioy Casares tiende a la inmaculada tensión reflexiva y conserva a su lado, en su
mesa, como un talismán del intelecto, el busto de Leibniz; es, en cierto sentido, un
enciclopedista que tiene un verdadero «plan de lecturas» de los campos más diver-
sos y sorprendentes (filosofía y gnosis, ocultismo, ciencias políticas, sociología, etc.)
con el fin de evitar que el espíritu languidezca.

Ion Vartic
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1990

A
ntes de leer el Quijote, en dos ocasiones tomé la p l u m a para escri-
bir literariamente. E n la primera lo hice para llamar la atención de
una muchacha; en la segunda para imitar a C o n a n Doyle y a Gas-
tón Leroux. Debo aclarar que en aquella época mis ambiciones no
eran literarias. L o que yo realmente quería era correr cien metros en nueve
segundos y ser campeón de box y de tenis.
Cuando leí el inolvidable comienzo y todo aquel primer capítulo que nos
refiere cómo era D o n Quijote, dónde y con quiénes vivía, sentí una emoción
muy fuerte. Había en ella u n dejo de ansiedad, porque D o n Quijote abando-
naría esa vida apacible, para salir en busca de aventuras, y una fascinación
que probablemente el despreocupado tono del relato exacerbaba.
Si mal no recuerdo, antes de concluir el primer capítulo supe que yo que-
ría ser escritor. Sin d u d a lo quise para contar, en tono despreocupado, histo-
rias de héroes que dejan la seguridad de su casa o de su patria y el afecto de
su gente, para aventurarse por mundos desconocidos. N o tardé ciertamente
en emprender la composición de una larguísima novela, en cuyas páginas i n i -
ciales u n joven español llegaba a Buenos Aires para hacer la América.
Nuestro futuro es inexcrutable y los caminos de la vida trazan extraños
dibujos. Quién me hubiera dicho que al cabo de sesenta años felices, ocupa-
dos en contar historias, yo recibiría el premio que lleva el nombre del querido
escritor que me inició en las letras.
Tengo por afortunada casualidad la circunstancia de que m i primera am-
bición literaria no haya sido de gloria, sino de suscitar algún día en los lecto-
res una fascinación como la que despertó en mí una novela. Quien aspira a la
298 DISCURSO

gloria, quien piensa en sí mismo y ve a su libro como un instrumento para


triunfar. Sospecho que para escribir bien, debemos pensar en el libro, no en
nosotros.
Poco tiempo después, en una antología escolar, encontré las coplas de
Jorge Manrique A la muerte de su padre. Con emoción jubilosa admiré el fluir
de los versos y escuché la tranquila enunciación de las inexorables verdades
de nuestro destino. Diríase que la conjunción de limpidez poética y de vera-
cidad profunda no dejaron lugar para que la tristeza del tema me acongojara.
Vi en el poema cuanto parecía confirmar mi convicción de que la vida es para
una sola vez y que por ello debemos estar atentos mientras la recorremos. Re-
paré asimismo en los versos que podían servirme de talismanes contra la va-
nidad. Desde luego, los de la primera estrofa, pero también:

¿Qué se fizo el rey don Juan?


Los infantes de Aragón
¿Qué sefizieron?
¿Quéfue de tanto galán,
quéfue de tanta invención,
como trujeron?

En aquellos días, mi plan de trabajo consistía en leer todos los libros y es-
cribir otros tantos. Como la novela en preparación postergaba las historias
que se me ocurrían, la hice a un lado y, con alivio, me puse a escribir un libro
de relatos que no gustó a nadie. Borges atribuyó mis errores al apresura-
miento; no me dejé engañar por su generosa hipótesis: comprendí que los
errores provenían de la inmadurez de mi criterio. Para mejorarlo estudié ma-
nuales de técnica literaria y, cuando descubrí Agudeza y arte de ingenio de Gra-
dan, proyecté un libro similar. Muy pronto hubo un cambio de planes. Yo pu-
blicaría un arte de escribir, a imitación de uno «en veinte lecciones» de
Valbuena, que me prestó mi tío Miguel Casares. Estaba seguro de que en el
análisis de los errores cometidos en mi libro de relatos, encontraría leyes va-
liosas. Debió de parecerme que nada mejor podía hacer con mi experiencia
de fracaso como escritor, que emplearla para la composición de un arte de es-
cribir. N o me pregunté qué opinarían los lectores.
En una tarde muy lejana, mi padre me habló de fray Luis de León; se re-
firió, conmovido, a las famosas palabras «como decíamos ayer» y recordó es-
trofas de Vida retirada.
No creo haber olvidado esos versos. Fray Luis no propoma tópicos retó-
ricos; decía las verdades que yo quería oír. Mostraba cuan insustanciales son
los triunfos de la vanidad y recomendaba la vida retirada. A ésta la interpreté,
primero, como una isla remota y solitaria, a la que nunca llegué, salvo en mis
ADOLFO BIOY CASARES 299

novelas; después, como la casa de campo donde viví durante cinco años; por
último, como la vida privada, que llevo mientras puedo.
De los poemas de fray Luis p a s é a sus hermosas traducciones de Horacio.
U n a lectura lleva a otra: la suerte me d e p a r ó Horacio en España, el encantador
libro de Marcelino M e n é n d e z y Pelayo. E n sus páginas se cotejan traduccio-
nes de Horacio por numerosos escritores españoles, portugueses y latinoa-
mericanos, de diversas épocas. Este cotejo, en el que participé como lector, me
pareció u n útilísimo ejercicio literario. Las traducciones de los Argensola me
agradaron particularmente, pero la mayor revelación para m í fue la esplén-
dida Epístola a Horacio de M e n é n d e z y Pelayo. Asombra c ó m o , para la fama,
u n mérito oculta a otro. Porque se admira en M e n é n d e z y Pelayo al erudito,
se le olvida como poeta. « C a r t a a unos amigos de Santander para agradecer-
les el regalo de una biblioteca» es otro poema suyo que siempre releo.
De este modo, con aciertos de lector y con errores de escritor, fui inter-
n á n d o m e en el ancho mar de la literatura o, para saludar una vez m á s a d o n
Marcelino, en El ancho mar de Pfndaro y de Safo.
D o y las gracias a sus majestades los Reyes, que honran con su presencia
este acto; a quienes me confirieron el premio y a quienes ahora me acompa-
ñ a n tan amistosamente; a los colegas y a los periodistas de E s p a ñ a , de nues-
tra A m é r i c a y de m i país que, al enterarse de la decisión del jurado, escribie-
ron sobre m í y sobre mis libros, con una generosidad que nunca olvidaré; a
los amigos que me hicieron sentir que se alegraban a ú n m á s que yo; a mucha
gente que por las calles de M a d r i d y, después, por las calles de Buenos Aires,
me detuvo para felicitarme. Quiero también expresar m i gratitud a u n escri-
tor que no está aquí, pero que está presente: Cervantes, a quien le debo la l i -
teratura, que dio sentido a m i vida.

Adolfo Bioy Casares


Abril 1991
CRONOLOGÍA

1914 amarillo d e Gastón L e r o u x y relatos d e C o n a n D o y l e so-


N a c e e n Buenos A i r e s e l 15 d e septiembre; sus p a d r e s : bre SherlockHolmes.
Adolfo B i o y y M a r t a Casares, Viaja a E g i p t o y M e d i o Oriente c o n sus p a d r e s .
1919
Su p a d r e le recita p o e m a s d e la literatura g a u c h e s c a ar-
gentina: Martin Fierro, d e J o s é Hernández, e l Fausto d e
Estanislao d e l C a m p o , E l Ombú d e Domínguez; l a m a d r e
le narra cuentos d e animales q u e se alejan d e l a m a d r i -
g u e r a y d e s p u é s d e c o r r e r p e l i g r o s r e g r e s a n a ella p a r a
ponerse a salvo. E l t e m a d e l lugar s e g u r o y d e los p e l i -
gros q u e a c e c h a n e n e l exterior, d e c l a r a el autor, es u n
tema q u e le atrae d e m a n e r a constante.
1923
Redacta c o n E n r i q u e L, D r a g o M i t r e y los h e r m a n o s M e n -
diteguy l a efímera revista El Batitú.
1924
Viaja a E u r o p a c o n sus p a d r e s .
1925
E s c r i b e Iris y Margarita, n o v e l a d e amor, p a r a una p r i m a
d e l a q u e está e n a m o r a d o , p l a g i a n d o Petó Bob d e G y p .
1926
Viaja a E u r o p a c o n sus p a d r e s .
Ingresa e n e l Instituto L i b r e , d e Buenos A i r e s .
1928
E s c r i b e s u p r i m e r cuento fantástico y policial «Vanidad
o U n a A v e n t u r a terrorífica». L e e El misterio del cuarto París, 1924.
302 CRONOLOGÍA

1933
La Editorial Tor, d e Buenos Aires, acepta p a r a su p u b l i -
cación el libro d e cuentos Diecisiete disparos contra ¡o
porvenir, escrito c o n e l seudónimo d e Matín Sacastrú.
A b a n d o n a los estudios d e D e r e c h o y se inscribe e n la F a -
cultad d e Filosofía y Letras, q u e l u e g o también aban-
dona.
1934
C o n o c e a Silvina O c a m p o , q u e luego s e r á su esposa. Ella
y Borges le c o n v e n c e n p a r a q u e a b a n d o n e definitiva-
mente la facultad y se d e d i q u e p o r completo a la escri-
tura. P u b l i c a el libro d e cuentos titulado Caos, q u e no es
b i e n a c o g i d o p o r la critica.
1936
Publica el l i b r o d e cuentos L a esíaíua casera, ilustrada
p o r Silvina O c a m p o . Se p u b l i c a la revista Destiempo, he-
c h a e n c o l a b o r a c i ó n c o n B o r g e s y P i s s a v m i q u e sólo
llega a tener u n a duración d e tres números.
1937
Publica e l libro Luis Greve, muerto, q u e t a m p o c o es b i e n
a c o g i d o no sólo p o r la critica, sino p o r sus amigos. «En-
tiendo q u e algo anda m a l e n m i m a n e r a d e e s c r i b i r y m e
d i g o q u e es t i e m p o d e reaccionar». Durante e l invierno,
Con su padre y su perro Ayax, hacia i 932. Borges p a s a u n a s e m a n a e n el c a m p o y realizan e l p r i -
m e r trabajo e n colaboración, u n folleto s o b r e la leche
cuajada y el y o g u r , p o r encargo d e s u tío M i g u e l C a s a -
1929 res destinado a L a Martona, la fábrica d e p r o d u c t o s lác-
E s c r i b e e l l i b r o Prólogo. S u p a d r e e f e c t ú a l a s c o r r e c c i o - teos d e los Casares,
nes y le p r o p o n e s u publicación, q u e sale c o n una tirada 1938
d e trescientos ejemplares. A b a n d o n a la escritura d e tres novelas: Pasado mortal, El
Viaja c o n sus p a d r e s p o r Estados Unidos y c o m i e n z a la problema de la torre china y L a navaja del muerto.
escritura d e algunas novelas q u e luego quedarán incon- 1939
clusas. Bioy c o n Silvina O c a m p o y Borges realizan largas c a m i -
1930 natas nocturnas p o r los límites d e Buenos Aires, mientras
C o m i e n z a a e s c r i b i r La novela grande (rebautizada Inau- p r o y e c t a n argumentos y d e b a t e n teorías literarias,
guración del espanto) y los cuentos d e Diecisiete dispa- 1940
ros contra lo porvenir. Contrae matrimonio c o n Silvina O c a m p o e n el c a m p o d e
1931 Las Flores; e n e l m i s m o año p u b l i c a L a invención de Mo-
L e e e l Quijote (en l a versión anotada d e F r a n c i s c o R o - re! y, e n colaboración c o n j o r g e Luis Borges y Silvina
dríguez Marín), Tires relatos porteños d e Arturo C a n c e l a . O c a m p o , la Antología de la literatura fantástica, p r o l o -
A fines d e año, c o n o c e a J. L. Borges e n c a s a d e Victoria g a d a p o r B i o y C a s a r e s . B i o y r e n i e g a d e toda su p r o d u c -
Ocampo. ción literaria anterior a esta fecha p o r c o n s i d e r a r l a d e
1932 m e d i o c r e c a l i d a d y ceñida a u n a concepción d e la lite-
Ingresa e n l a facultad d e D e r e c h o . ratura q u e c o n s i d e r a errónea.
T e r m i n a L a novela grande. C o n o c e a Francisco Ayala.
ADOLFO BIOY CASARES 303

1941 1956
La invención de Morel obtiene el P r e m i o M u n i c i p a l d e L i - Se p u b l i c a en México el libro d e cuentos L a historia pro-
teratura d e la c i u d a d d e Buenos Aires. E n colaboración digiosa.
c o n Borges y Silvina O c a m p o p u b l i c a Antología poética 1957
argentina. Viaja a Estados U n i d o s c o n su p a d r e .
C o m i e n z a a p u b l i c a r r e s e ñ a s e n la revista Sur. 1958
1942 Publica el cuento Moscas y arañasen el diario La Nación.
C o n J o r g e Luis B o r g e s p u b l i c a n e n colaboración Seis C o n o c e a A l b e r t o M o r a v i a y a G i o r g i o Bassani.
problemas para don Isidro Parodi, parodias d e l relato p o -
E s c r i b e el cuento D e te dos lados.
licial tradicional c o n g r a n sentido d e l h u m o r , q u e apare-
1960
c e n bajo e l seudónimo común d e H . Bustos D o m e c q .
E n colaboración c o n B o r g e s p u b l i c a Libro del cielo y del
1945
Memo.
Publica la n o v e l a Plan de evasión. E n este m i s m o año c o -
1962
mienza a desarrollar la tarea d e asesor d e la Editorial
P u b l i c a El lado de la sombra.
E m e c é y, junto c o n Borges, asume la dirección d e la co-
l e c c i ó n d e relatos p o l i c i a l e s El séptimo círculo d e l a Fallece su p a d r e .
m i s m a editorial, e n la q u e se editan las traducciones d e 1963
las mejores novelas policiales d e la e s c u e l a inglesa; ta- S e g u n d o P r e m i o N a c i o n a l d e L i t e r a t u r a p o r El lado de la
rea q u e realizan hasta 1955. C o n o c e y traba amistad c o n Sombra. E s c r i b e e l cuento Una tarde con Ramón Bona-
el poeta J. R W i l c o c k .
1946
E n colaboración c o n Silvina O c a m p o , p u b l i c a Los que
aman, odian, n o v e l a d e g é n e r o policial y amoroso, E n co-
laboración c o n Jorge Luis B o r g e s se edita Un modelo
para la muerte, c o n e l s e u d ó n i m o c o m ú n d e S u á r e z
L y n c h y Dos fantasías memorables, bajo e l seudónimo
también común d e Bustos D o m e c q .
1948
Publica el v o l u m e n d e cuentos L a trama celeste y e n c o -
laboración c o n Jorge Luis B o r g e s p u b l i c a una selección
anotada d e Prosa y verso d e Francisco d e Q u e v e d o .
1949
Viaja a París, d o n d e c o n o c e a los escritores E l e n a G a r r o
y Octavio Paz.
1952
C o n c l u y e El sueño de los héroes, c o m e n z a d o e n 1946.
Fallece s u m a d r e .
1954
Publica la n o v e l a El sueño de los héroes. E n este m i s m o
año nace s u hija Marta.
1955
E n colaboración c o n Jorge Luis B o r g e s p u b l i c a d o s g u i o -
nes cinematográficos: Losonllerosy Elparaíso deloscre-
yentes; también p u b l i c a n e n colaboración los libros Poe- ¡940.-E1 día de su boda con Silvina Ocampo. Detrás, ¡os
sía gauchesca y Cuentos breves y extiaordinarios. testigos: Óscar Prado, Enrique Drago y Jorge Luis Borges.
304 CRONOLOGÍA

vena, la primera de las Cromas de BustosDomecq, con la1982


colaboración de J. L. Borges. Se publica en el diario La Nación el relato Máscaras ve-
1967 necianas.
Publica el libro de cuentos El gran serañn. 1984
1968 Recibe el Premio Esteban Echeverría de Gente de Le-
Publica La ota aventura, recopilación de ensayos críti- tras, y el Premio El Recorrido de Oro concedido por el
cos y, en la revista Sur, la comedia Siete soñadores, Sindicato de Vendedores de Diarios. Ese mismo año se
1969 le concede en Buenos Aires el Premio de la Policía Fe-
Se edita en Buenos Aires Diario de ¡a guerra del cerdo, deral por su contribución a la difusión del g é n e r o de no-
novela comenzada el año anterior. C o n J. L. Borges y vela policial. También se hace merecedor del Premio
Hugo Santiago escribe el guión cinematográfico de In- Konex de Platino, concedido por la fundación Konex y el
vasión, película que dirigió luego Hugo Santiago. Premio Mondello, de Sicilia.
1970 1985
Permanece durante una larga temporada en Pau, Fran- Se edita su novela La aventura de un fotógrafo en La Plata;
cia. E n Buenos Aires se le concede el Primer Premio Na- al mismo tiempo publica varios cuentos.
cional de Literatura por su relato «El gran serafín». Pu- 1986 '
blica Memoria sobre ¡a pampa y los gauchos, recreaciónPublica el libro de relatos Historias desaforadas.
histórica de la mítica figura pampeana. 1988
1971 Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Chieti,
C o n el seudónimo de Javier Miranda publica el Breve Pescara.
diccionario del argentino exquisito, reunión de citas,Premio hola di Capri.
notas, definiciones de c a r á c t e r humorístico y p a r ó - 1989
dico, Lector Emérito de la Biblioteca Nacional.
1972 1990
Se reúnen cuentos ya publicados en dos volúmenes, His- Premio Cervantes.
torias de amor e Historias fantásticas. Premio Alfonso Reyes.
1973 Revista de Ocridenfepublica un Fragmento de memorias.
Se publica la novela Dormir al sol. Se publica en Buenos Aires Aventuras de la imaginación
1975 —de ¡a vida y ¡os libros de Adolfo Bioy Casares—, reco
El autor recibe el Gran Premio de Honor de la SADE (So- pilación de conversaciones de Bioy Casares con la es-
ciedad Argentina de Escritores). E l director cinemato- critora NoemíUlla.
gráfico Leopoldo Torre Nilsson dirige la filmación de la 1991
película La guerra del cerdo, basada en el Diario de la Da por concluida la redacción de las Memorias que ve-
guerra del cerdo. nía elaborando desde tiempo atrás. E l diario La Nación
1977 de Buenos Aires publica unos fragmentos de estas me-
Con Jorge Luis Borges publica Mieras cuentos de Bustos morias. Se edita Una muñeca rusa, libro que reúne una
Domecq. serie de cuentos que habían aparecido en periódicos y
1978 revistas de manera aislada y se reedita la obra La inven-
Publica Elhéroe de las mujeres. ción y ¡a trama, antología de obras del autor.
1981 1993
Es nombrado miembro de la Legión de Honor de Fran- Muere su mujer, Silvina Ocampo.
cia. Se publica Una campeón desparejo.
1991

FRANCISCO AYALA
FRANCISCO AYALA

Los dos conocimos la estrechez y acompañamos a nuestras madres a sus visitas


al Monte de Piedad cuando había que empeñar alhajas, enseres o ropas. En su fami-
lia y en la mía contendieron ideologías y actitudes que acentuaron su contraste
durante la «guerra europea», la primera guerra mundial: si la línea paterna de Ayala
fue conservadora y germanófila, mientras la materna aliadófila y liberal, en mi fami-
lia ocurrió lo contrario, pero con igual tensión sin rupturas. A fines de 1916, los míos
y yo tuvimos que dejar Valencia y venir a Madrid en busca de mejor fortuna; con
igual fin salieron de Granada y vinieron a Madrid Paco y los suyos seis años más
tarde. Los dos encontramos en los respectivos Institutos Nacionales de Segunda Ense-
ñanza, el de Granada y el madrileño del Cardenal Cisneros, seriedad didáctica, ampli-
tud de criterio, libertad y responsabilidad en el estudio exigido, y entre los escolares,
sano sentido de igualdad y convivencia, que prevalecía sobre las diferencias de posi-
ción social o económica. Por último, dos coincidencias curiosas; ni Paco, según dice,
aprendió nunca a bailar bien ni yo tampoco; y si él estuvo empleado en una oficina
importadora de maquinaria y dio con un jefe brutal, brutal fue uno de los que yo tuve
—junto a otros noblemente humanos— en otra casa dedicada a igual negocio. Todos
estos puntos comunes me han hecho pensar que nuestras vidas podrían represen-
tarse como dos líneas paralelas: la de Ayala, gruesa y brillante, trazada con indeleble
tinta china; la mía, delgada y a lápiz, poco perceptible y fácil de borrar.

Rafael Lapesa

A partir de sus raíces granadinas, su experiencia vital le ha abierto a todos los


horizontes del mundo hispánico. Es, sin duda, uno de nuestros escritores más univer-
sales.
308 FRANCISCO AYALA

El tono de tranquila conversación de sus escritos (atmósfera verdaderamente libe-


ral) no le impide ocuparse de los síntomas más angustiosos y dramáticos de nuestro
mundo, llegando en su análisis a tocar el fondo del vaso.
A la vez, sus textos últimos se acercan cada vez más, con pudor extremado, al
poema en prosa: verdaderas obras maestras de precisión, ternura y delicadeza.

Andrés Amorós

Me dicen que don Francisco Ayala es un escritor muy joven y la Tragicomedia de


un hombre sin espíritu, su primera novela. Sin dificultad lo creo. Hay en el libro una
inmadurez enteramente juvenil. Hay un recreo en la propia obra, un hacer fragmen-
tario, enteramente juveniles también.
El recreo en la propia obra que hallo en este libro y me agrada no es el aire de
suficiencia que se advierten en otros libros de juventud, en esos que salen a plaza
seguros de acertar con los gustos predominantes. No es recreo en la obra, sino goce
anticipado de un éxito no imposible lo que se ve en esos libros; lo contrario en el que
tengo delante. En éste advierto que el autor escribe para sí, dado a sus fantasías y a
las sombras corpóreas en que se van concretando, sin pensar más que en verlas vivir
y moverse, sin acertar a dejarlas que se deshagan.

Enrique Díez-Canedo

Alguna vez he aludido a un fenómeno que considero peculiar y significativo en


la producción literaria de nuestro tiempo. El de la abundancia de libros de tipo expe-
rimental. Hoy se escriben muchos libros, en los que el autor pretende, ante todo, reali-
zar un ensayo, practicar con absoluto desinterés una fórmula estética pura. Tal
propósito no desplaza lafinalidadcoincidente de satisfacer las apetencias de los lecto-
res, siempre que éstos sean comprensivos y cultos y se hallen preparados para gustar
la belleza de lo conseguido y el espectáculo psicológico del esfuerzo. En El boxeador
y un ángel nos ofrece Francisco Ayala las dos cosas: logros remarcables, sazonados,
perfectos y el espectáculo de sí mismo del propio investigador, verificando sus expe-
rimentos. Con la mejor fortuna.

Antonio Espina

Por su economía, por su invención, por la dignidad de su idioma, El hechizado es


uno de los cuentos más memorables de las literaturas hispánicas. Entiendo que pode-
mos equipararlo con La prueba de las promesas, de don Juan Manuel (o con su original
arábigo), y con el Yzur de Lugones.

Jorge Luis Borges


FRANCISCO AYALA 309

Para Ayala, como para otros escritores españoles, la guerra civil fue una crisis
que afectaría gravemente su orientación literaria. En sus escritos de las décadas del
veinte y del treinta, sintiéndose libre de preocupaciones político-sociales, se había
aplicado a la búsqueda feliz de nuevos modos de expresión artística. De vez en
cuando aparece citado en sus escritos no novelescos, tales como el ensayo «Para quién
escribimos nosotros» y en la introducción a la primera edición de La cabeza del cordero,
el impacto producido por la guerra civil sobre los escritores españoles, muchos de
los cuales emigraron a causa del conflicto. Resulta interesante ver cómo, en la presen-
tación del fenómeno mismo, ha demostrado la actitud de meditado examen que ese
impacto produjo.

Keith Ellis

La obra de Francisco Ayala es sumamente diversa: se extiende desde el campo


de la sociología y ciencia política hasta el de la crítica literaria, y dentro de este amplio
panorama los escritos de ficción —cuentos y novelas, largas o cortas— representan
el cuerpo más significativo, y probablemente más original, de su creación intelectual.

Carolyn Richmond

Hasta hoy, señalo; y, puesto que estamos en presencia de la obra de un autor vivo
y en plena actividad, es muy posible que —salvo los azares que amenazan toda vida
humana— nuevos giros técnico-literarios o modificaciones del pensamiento queden
aún por verse en su obra. En todo caso me parece interesante y creo debe subrayarse
el hecho de que sus más recientes desarrollos estaban ya secretamente preludiados
en aquellas primeras novelas de la década de los años veinte. Esa íntima, subterrá-
nea continuidad, que se advierte en toda la obra ayaliana por cuanto se refiere a su
técnica de aproximación a la realidad está sustentada sobre una continuidad muy
firme en la actitud del hombre frente al mundo; una actitud que se ha insistido quizá
con razón en calificar de humanista, y que yo prefiero matizar calificándola de huma-
nismo liberal.

Rosario Hiriart

Temo que la claridad del discurso, la elegante dicción, el entonado componer, el


bagaje de cultura y el ejercicio intelectual, la coherencia de los argumentos y tramas
de Francisco Ayala hayan inducido, a no pocos ilustres críticos, a una serie de dictá-
menes muelles, sin advertir, lo que me permito juzgar obvio, que nos hallamos ante
una de las obras más complejas de nuestras letras de este siglo.

Manuel Andújar
310 FRANCISCO AYALA

Basándose en la observación del corazón humano y apoyándose (a veces muy de


refilón) en motivos de la guerra civil, las novelas de Ayala cuentan entre las inven-
ciones mejor construidas y más profundas de nuestra literatura viva. De su calidad
da fe la profundidad del plano cordial e intelectual alcanzado: el auténtico fondo del
problema. Su imaginación es de tal textura que cualquier incidente (la bondad del
suceso lo hará más inmediato al lector, a la eventual experiencia del lector) resulta
transformado por su juego, enriquecido por una serie de dimensiones, cuyo enlace
antes no preveíamos y convertido así en un acontecimiento lleno de resonancias y de
misterio. Esta palabra no surge de improviso. Justamente el gran don de Ayala es la
capacidad de restituir a lo trivial su misterio, su capacidad para mostrarnos las cosas,
no en su engañosa apariencia, sin secreto, sino en su realidad arcana, empapadas en
el gran misterio que llena la vida del hombre.

Ricardo Gullón

No es el profesor de literatura que utiliza la bibliografía pertinente y se limita a


ofrecernos (como cada buen profesional en lo suyo) el estado en cuestión. Es más que
el sociólogo, que ve en el escritor y la literatura algo condicionado y condicionante
de la complicada trama social: es el hombre rico en experiencias vitales y preocupado
con la psicología de ese misterioso ser que es cada hombre, es el escritor que tiene la
dolorosa experiencia de la creación. El novelista Ayala se acerca a los clásicos, se mide
con la compleja personalidad de un Quevedo, tan cerrado y abismal, puede decir por
experiencia que lo que todos los novelistas hacen es volver a escribir lo que Cervan-
tes descubrió.

Antonio Tovar

Yo no puedo ver la novela de Ayala sin pensar en ella como el anverso encar-
nado, imaginativo y dramático de una misma moneda que es, por el reverso, teoría
sociológica. Y no sólo por lo que hace a sus posibles situaciones y tesis, no; es que, en
la misma medida que la sociología desemboca en una actuación técnica sobre la
convivencia para lograr poder y control sobre los acontecimientos, la novela de Ayala
va a sus lectores cargada con una bomba de relojería mediante la cual poner en cues-
tión las opciones morales en que éstos se cobijan. Poner en cuestión, problematizar,
inquietar; no destruir, sin más ni má, sino llevar hacia una existencia más plena y
auténticamente vivida. Pues, como en uno de sus ensayos dice, en la asfixia de la nada
circundante es preciso hacer sentir la urgencia de una revolución moral.

Helio Carpintero
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1991

M
ajestades; señores míos:
Por una coincidencia que no sabría cómo calificar, el mismo día
en que se me otorgaba este galardón tan preciado y honroso que
hoy recibo, me encontraba postrado a las puertas de la muerte. E n
versiones varias, corre por el m u n d o una leyenda folklórica según la cual, u n
moribundo obtiene por gracia especialísima u n aplazamiento en el último
trance, para que entre tanto pueda llevar a cabo aquello que su imprevisión
le había hecho descuidar. C o n implícita ironía, pretende la leyenda que casi
siempre, al cumplirse el término prescrito, y una vez agotado ya el plazo, la
tarea siga inconclusa, de modo que todo haya sido en vano. E n m i caso, si en
tal caso me pongo, una al menos de mis obligaciones pendientes queda
solventada en este acto de hoy: la de hallarme aquí presente para recibir de
tan suprema instancia el premio que tanto agradezco, y explicar de paso
alguna de las particularísimas razones por la que debo estimarlo en el más
alto grado.
A u n q u e , si bien se considera, tal explicación resulta innecesaria. ¿Cómo
hubiera p o d i d o ser de otra manera? Para empezar, la advocación de C e r v a n -
tes tenía que tener una resonancia de intensa simpatía en quien, como yo,
ha dedicado muchas horas de su larga v i d a , y llenado muchas páginas, en
continua aplicación al estudio de su obra; y, sobre todo, para u n autor de
ficciones literarias que, no menos que cualquier escritor de invenciones
tales, ha debido moverse dentro del ámbito espiritual y trabajar mediante
los recursos técnicos que, para universal magisterio, estableciera el autor
del Quijote.
312 DISCURSO

Esto, como digo, por cuanto significa para m í el premio que invoca su
nombre. Pero es que éste — e l premio mismo tal cual se encuentra instituido—
presenta a d e m á s rasgos peculiares que a juicio m í o le prestan u n carácter de
especial relieve. H e afirmado a veces, en conformidad con otros colegas, que
la patria del escritor es su idioma. Pues bien, el Premio Miguel de Cervantes
está dedicado a destacar los méritos de quienes cultivan las letras en lengua
castellana, cualquiera sea la c i u d a d a n í a civil de cada uno. Q u e d a reconocida
y sustantivada asila comunidad cultural cuya base sólida es el idioma, sobre-
p o n i é n d o s e a los muchos e q u í v o c o s ocasionados por la historia política del
pasado siglo, cuando la ideología nacionalista, instrumento intelectual de que
en su día se sirvieron los movimientos americanos de independencia, llevó a
involucrar la creación poética con los sentimientos e intereses del patriotismo
local. Pero los azares de la política, por mucho que apremien y condicionen
y apasionen, no llegan sin embargo a erosionar seriamente el suelo firme de
una comunidad idiomática.
Por lo d e m á s — y éste es otro acierto complementario—, la administración
del Premio ha sabido hacerse cargo sin embargo de lo arraigadas que toda-
vía siguen estando confusiones tales de lo literario con lo político, y ha esta-
blecido sutilmente en consecuencia una especie de turno informal entre
escritores nacidos a una u otra orilla del Atlántico, entre escritores españoles
y escritores hispanoamericanos. Sería inoportuno, y por lo d e m á s ocioso,
discurrir ahora acerca del alcance y de la cuestionable validez de diferencia-
ciones tales, pero sí parece loable desde luego la discreción de haberlas tenido
en cuenta.
Por cuanto a m í personalmente concierne, p o d r í a preguntarme, si hubie-
ran de darse por v á l i d a s esas categorías, a c u á l de ellas debo pertenecer yo
— c u e s t i ó n que en t é r m i n o s diversos cabría plantear t a m b i é n alrededor de
otras biografías de literatos, y cuya m á s adecuada respuesta quizá fuese ésta:
que propiamente y de lleno, quizá no pertenezco a ninguna; pues es lo cierto
que en alguna manera se encuentra uno emplazado en tierra de nadie.
Nacido en A n d a l u c í a , t o m é parte desde M a d r i d , durante la é p o c a juvenil de
m i l vida en los movimientos literarios de vanguardia, que se d e s e n v o l v í a n
en estrecha correspondencia con los s i m u l t á n e o s de Barcelona, Buenos Aires,
M é x i c o y L a Habana. Luego, las consecuencias de nuestra guerra civil, en la
que a c t u é como ciudadano (pero no por cierto como escritor) al lado de la
República, me llevarían a reanudar m i p r o d u c c i ó n literaria en varios países
de A m é r i c a ; hasta que por fin, veinte años m á s tarde, me fue dado reinte-
grarme (en puridad, casi reintegrarme) a E s p a ñ a , el curso de cuya literatura
había sido entre tanto — t a m b i é n a consecuencia de la guerra m i s m a — u n
curso a n ó m a l o por relación al del resto de las letras castellanas. Así, una parte
considerable de m i obra fue desconocida, o t a r d í a m e n t e reconocida, en este
FRANCISCO AYALA 313

m i país natal, sin que aquellos críticos e historiadores que se ocupan de cata-
logar, ordenar y categorizar el cuerpo de la p r o d u c c i ó n literaria sepan bien
d ó n d e colocar la de u n escritor exiliado, cuyo nombre por lo pronto se encon-
traba inserto ya en los cuadros de la vanguardia española, y que por otro
lado, a partir de su regreso en los a ñ o s sesenta, había vuelto a hacer acto de
presencia cada vez m á s intensa en el ambiente intelectual m a d r i l e ñ o , pero
que durante la fase intermedia (un lapso de nada menos que u n cuarto de
siglo) d e b i ó actuar bajo la c o n d i c i ó n a m b i g u a de « e s c r i t o r e s p a ñ o l en
A m é r i c a » , tenido allí por propio y por ajeno a u n tiempo mismo... C o m o bien
se advierte, el intento y la p r á c t i c a de encuadrar la literatura de lengua espa-
ñola dentro de marcos nacionales no está libre de perturbadoras dificulta-
des. Por eso me parece m u y laudable el hecho de que el Estado español
mantenga, como mantiene, premios para galardonar obras literarias de sus
ciudadanos escritas en cualquiera de los idiomas reconocidos como oficia-
les dentro del ámbito peninsular, pero que al mismo tiempo haya instituido
también, bajo la a d v o c a c i ó n de Cervantes, este Premio singular que contem-
pla el panorama entero de las letras castellanas, cualquiera sea la ciudada-
nía del escritor, u n premio extendido, pues, a la gran patria espiritual que
tantos pueblos comparten.
E l que este hermoso y p r e c i a d í s i m o g a l a r d ó n me sea entregado en el
presente a ñ o , cuando se está celebrando el Quinto Centenario del Descubri-
miento de A m é r i c a , es circunstancia que a ñ a d e a mis conmovidos senti-
mientos, junto al de una profunda gratitud por verme así tan honrado en m i
país natal, también otro sentimiento que reafirma m i afinidad profunda con
aquel m u n d o nuevo, con ese continente del que era nativa la madre de m i hija
y donde había de nacer nuestra nieta; con la A m é r i c a fabulosa a donde M i g u e l
de Cervantes intentó ir sin que su deseo pudiera verse complido.
C o m e n c é refiriéndome a lo mucho que como escritor debo a Cervantes.
Ya en la infancia, cuando apenas p o d í a entender el significado de muchas de
sus palabras, leí el Quijote y para e s c á n d a l o de quienes pudieran o í r m e incor-
p o r é a m i vocabulario algunas de esas palabras, entonces malsonantes, cuyo
significado ignoraba; m á s tarde, escritor novicio ya, los críticos lectores de
m i primera novela pudieron señalar en ella algo que era basante obvio: los
ecos inconfundibles del Quijote; y por fin, ahora, escritor valetudinario, he
dedicado m i última prosa, t o d a v í a inédita, a comentar y en alguna manera
recrear cierto maravilloso pasaje del Quijote, el del encuentro de su protago-
nista con u n caballero granadino. Todavía, en la presente ocasión, cuando
debo recibir y agradecer el premio Cervantes, quisiera remitirme una vez
m á s con breves palabras a otro pasaje del Libro fundamental. Es uno de esos
episodios donde con arte ú n i c o se mezclan en increíble mixtura el patetismo
y la comicidad. M e refiero al capítulo que relata c ó m o las personas afectas
314 DISCURSO

a d o n Quijote han decidido, entre su primera y su segunda salida, expurgar


piadosamente la biblioteca del hidalgo para quemar los malditos libros de
caballerías. D e s p u é s de haberlo hecho, t a p i a r á n la pieza donde se guarda-
ban, « p o r q u e cuando se levantase no los hallase»; y en efecto, « d e allí a dos
días levantóse don Quijote, y lo primero que hizo fue ir a ver sus libros: y
como no hallaba el aposento donde le había dejado, andaba de una en otra
parte b u s c á n d o l e . Llegaba a donde solía tener la puerta, y tentábala con las
manos, y volvía y revolvía los ojos por todo, sin decir palabra...» M u c h o se
ha especulado alrededor del significado que en la secreta intención del autor
pudiera encerrar el famoso escrutinio y quema de los libros. Sin necesidad
de entrar en la cuestión, y dejándola aparte para atenerme a la mera y directa
lectura del episodio, me parece a m í que esa b ú s q u e d a silenciosa de la conde-
nada puerta es m á s penosa que todos los descalabros sufridos por el caba-
llero en sus aventuras; que esa bien intencionada acción de quienes bien lo
quieren, al prohibirle el acceso al lugar de la lectura, resulta m á s cruel que
cuantos escarnios le fueron infligidos, pues cierra el paso al campo de la libre
imaginación, al que se supone no pueden ponérsele puertas. L a imagen de
don Quijote tentando en vano el ciego muro que veda la entrada al p a r a í s o
de su fantasía me ha resultado, siempre q u é he vuelto a ella, p a t é t i c a en el
m á s alto grado.
Ese pasaje del Quijote hace pensar desde luego en las condenaciones,
trabas y vetos que tradicionalmente han solido imponer quienes se conside-
ran autorizados para proteger al p r ó j i m o de los supuestos peligros de la
lectura; pero hoy, cuando dichas restricciones pueden darse por desapareci-
das en la sociedad actual, otros nuevos obstáculos, y de eficacia tanto mayor
al no ser de índole coactiva, nos amenazan. A l u d o , claro está, al progreso
pujante e irresistible de los medios de c o m u n i c a c i ó n audiovisual, cuyos servi-
cios han sustituido, tanto para la información como para la recreación de las
grandes masas, al recurso de la palabra escrita. Por su causa, las gentes aban-
donan la práctica de la lectura, y pierden la costumbre de sentarse con u n libro
en la mano para ejercitar la mente y cultivar la imaginación interpretando su
contenido. Y así, el centro de la autoridad idiomática se desplaza desde la
letra impresa hacia posiciones desde donde se difunde una oralidad desali-
ñ a d a , regida por criterios de urgencia.
Creo oportuno, cuando nos hallamos reunidos para honrar la memoria
de Cervantes, insistir sobre las indispensables virtudes del ejercicio litera-
rio, que no consiste tan sólo en escribir, sino t a m b i é n , por supuesto, en leer.
L a solemnidad de este acto, presidido por los reyes de E s p a ñ a , en el que
cada a ñ o se selecciona a u n cultivador de las letras castellanas para distin-
guirlo de manera particular, constituye una reiterada a f i r m a c i ó n del valor
de la literatura misma, y sin d u d a contribuye de manera m u y resuelta a
FRANCISCO AYALA 315

darle el prestigio social que tanto necesita cuando diversos rasgos de la reali-
dad c o n t e m p o r á n e a muestran una tendencia a descuidar su estudio y a
desestimar su importancia. Este a ñ o ha sido a m í a quien le ha tocado agra-
decer en nombre de todos esto que considero u n servicio inestimable a la
cultura general.
Muchas gracias, pues, Majestades; muchas gracias, señores y amigos.

Francisco Ayala
Abril 1992
CRONOLOGÍA

1906
F r a n c i s c o A y a l a G a r c í a - D u a r t e , hijo d e F r a n c i s c o y
María d e la Luz, nace e n G r a n a d a e l 16 d e m a r z o .
1911
Asiste al C o l e g i o d e Niñas N o b l e s ,
1916
Ingresa e n e l Instituto d e S e g u n d a Enseñanza p a r a cursar
el bachillerato, g r a d o q u e recibirá finalmente e n M a d r i d .
1922
Se traslada a M a d r i d c o n su familia.
1922-1925
C o m i e n z a simultáneamente e n la U n i v e r s i d a d d e M a d r i d
los estudios d e Filosofía y Letras y d e D e r e c h o , graduán-
d o s e e n esta última facultad.
1923
E l j o v e n escritor publicará el 28 d e febrero e n la revista
Vida Aristocrática u n artículo s o b r e el pintor Julio R o m e r o
d e Torres.
1925
A p a r e c e s u p r i m e r a novela, Tragicomedia de un hombre
sin espíritu.
1926
Sigue una s e g u n d a novela, titulada Historia de un amane-
cer. C o m i e n z a a desarrollar u n a g r a n actividad literaria,
c o l a b o r a n d o e n L a Gaceta Literaria y e n la Revista de
Occidente. Sentado, en el centro, junto a sus padres y hermanos.
318 CRONOLOGÍA

R e p ú b l i c a durante todo e l t i e m p o d e la g u e r r a civil,


d e s e m p e ñ a n d o , entre otros puestos, e l d e Secretario-
C o n s e j e r o d e la Legación Española e n Praga. A l término
d e la g u e r r a sale d e España y se instala e n la República
Argentina.
1939-1944
V i v e e n Buenos A i r e s c o n su familia, d e d i c a d o a tareas
literarias, editoriales, docentes y d e traducción. C o l a -
b o r a e n La Nación, e n la revista Sur y e n otras p u b l i c a -
ciones, E n t r e estas fechas d e s e n v u e l v e u n a c o p i o s a
a c t i v i d a d literaria, d e n t r o d e l a c u a l se d e s t a c a n las
ficciones Diálogo de los muertos (1939), La campana de
Huesca (1943) y El Hechizado (1944), así c o m o varios
l i b r o s d e p e n s a m i e n t o , entre ellos, Razón del mundo
(1944) e Histrionismo y representación (1944).
1945
Invitado a dictar un curso e n Río d e Janeiro, p a s a en Brasil
todo este año y c o m i e n z a a redactar ali su Tratado de
sociología, q u e se publicará m á s adelante e n Buenos
Aires.
¡926. 1946-1949
R e g r e s a la familia a la capital argentina, d o n d e funda la
revista Realidad, continuando c o n g r a n i n t e n s i d a d s u
1929 labor creativa y crítica. D e este período s o n e l Tratado
R e c i b e el título d e L i c e n c i a d o e n D e r e c h o , h a c e e l servi- de sociología (1947) así c o m o los d o s libros d e narra-
cio militar y p u b l i c a dos libros d e estética vanguardista: ciones Los usurpadores y La cabeza del cordero (1949).
El boxeador y un angele Indagación del cinema. 1950-1956
1929-1931 Se traslada c o n su familia a Puerto Rico c o m o profesor
Se traslada a Berlín p a r a ampliar estudios, y allí contraerá d e aquella universidad, c u y a editorial dirigirá, fundando
matrimonio con Etelvina Silva Vargas. A su regreso allí la revista L a Tone. Durante este período continúa s u
r e c i b e el g r a d o d e Doctor p o r la U n i v e r s i d a d Central. E n actividad creativa, entre c u y o s frutos se cuentan u n a
e l a ñ o 1930 a p a r e c e s u s e g u n d o l i b r o d e r e l a t o s Introducción a las ciencias sociales (1952) y el l i b r o d e
vanguardistas, Cazador en el alba. relatos Historia de macacos (1955). Durante el lapso d e
1931-1936 su p e r m a n e n c i a e n Puerto Rico es invitado p o r d o s v e c e s
P r o c l a m a d a la República, ingresa e n e l c u e r p o d e Oficia- c o m o profesor visitante a la Princeton University, E n los
les Letrados d e l C o n g r e s o d e los Diputados, y gana una v e r a n o s viaja a E u r o p a , e x t e n d i é n d o s e a O r i e n t e e n
cátedra universitaria d e D e r e c h o Político. D e 1932 es s u 1956.
folleto El derecho social en la constitución de la república 1956-1960
española. E l 4 d e n o v i e m b r e d e 1934 nace la q u e s e r á s u Inicia s u é p o c a d e profesor d e literatura d e l e n g u a espa-
hija única, Nina. E n 1936 se traslada a Sudamérica e n u n a ñola e n diferentes u n i v e r s i d a d e s d e E s t a d o s U n i d o s
gira d e conferencias; h a b i e n d o estallado entre tanto la (Rutgers University, N e w Y o r k University, B r y n M a w r
sublevación militar q u e inicia la g u e r r a civil, r e g r e s a c o n College), y sigue desarrollando su o b r a literaria en
s u familia a España. libros c o m o la n o v e l a Muertes de perro (1958) y ensayos
1936-1939 c o m o El escritor en la sociedad de masas (1956) y Tecno-
T r a b a j a c o m o f u n c i o n a r i o p ú b l i c o al s e r v i c i o d e l a logía y libertad (1959).
FRANCISCO AYALA 319

1960-1965 1986
Después d e s u largo exilio, r e g r e s a p o r v e z p r i m e r a a C r e a d a e n la N e w Y o r k University una cátedra d e d i c a d a
España e n 1960. A partir d e e s a fecha, r e g r e s a r á todos a España, A y a l a es invitado a inaugurarla c o n u n curso
los años, a p r o v e c h a n d o sus vacaciones. D e este período s o b r e La imagen de España. Continuidad y cambio en la
s o n l a n o v e l a El fondo del vaso (1962), l a colección d e sociedad española, q u e dará lugar a u n libro editado ese
relatos El as de Bastos (1963), l a n o v e l a corta El rapto m i s m o año.
(1965) y algunos ensayos c o m o Experiencia e inven-
1987
ción (1960), Realidad y ensueño (1963) y E s p a ñ a a ¡a
Recibe la Medalla de O r o de la Ciudad de Granada.
fecha (1965).
1988
1966-1969
L e otorgan e l P r e m i o Nacional d e las Letras Españolas y
N a c e e n N u e v a Y o r k s u ú n i c a n i e t a Juliet C a t h e r i n e
r e c i b e e l título d e Doctor Honons Causa p o r la Universi-
M a l l o r y e l día 30 d e julio d e 1966. E n ese m i s m o año se
dad Complutense de Madrid.
le c o n f i e r e u n a c á t e d r a e s p e c i a l e n l a U n i v e r s i t y of
1990
C h i c a g o . Es también d e este año la colección d e relatos
P r o c l a m a d o Hijo Predilecto d e Andalucía, r e c i b e
titulada De raptos, violacionesy otras inconveniencias. E n
1969 s e editan e n M é x i c o sus Obras narrativas comple- también e l P r e m i o d e las Letras Andaluzas.
tas, q u e l a c e n s u r a n o h a b í a p e r m i t i d o p u b l i c a r e n 1991
España; y al siguiente, e n M a d r i d , La estructura narrativa. Se le c o n c e d e e l P r e m i o M i g u e l d e Cervantes.
1970 1992
U n grupo d e los m á s destacados intelectuales españoles P u b l i c a Eltiempoy yo o El mundo a ¡a espalda.
dirige unasalutaciónpúblicaaFranciscoAyala c o n ocasión L a U n i v e r s i d a d d e Alcalá d e H e n a r e s edita Contra el
d e h a b e r s e i n c o r p o r a d o a la v i d a cultural d e s u país. poder y otros ensayos.
1972 1993
Se le c o n c e d e e l P r e m i o d e l a Crítica Española p o r s u A p a r e c e p u b l i c a d o , e n u n solo v o l u m e n , l a Narrativa
libro El jardín de ¡as delicias, p u b l i c a d o e n Barcelona e l Completa.
año anterior. L a r e v i s t a ínsula d e d i c a a l e s c r i t o r u n
número-homenaje.
1972-1976
Se i n c o r p o r a al profesorado d e l B r o o k l y n C o l l e g e (City
University of N e w York), d o n d e e n s e ñ a r á literatura hasta
su jubilación,
1977
La Northwestern University le c o n c e d e e l título honora-
rio d e D o c t o r e n Literatura. E n e s e m i s m o año la revista
Cuadernos Hispanoamericanos le c o n s a g r a u n número
especial d e homenaje.
1982
Publica el primer volumen d e su libro d e memorias,
Recuerdos y olvidos. Del paraíso al destierro.
1983
Se le otorga e l P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura (Narrativa)
y es e l e g i d o m i e m b r o d e la Real A c a d e m i a Española.
1984
Ingresa e n l a R e a l A c a d e m i a c o n u n d i s c u r s o s o b r e La
retórica del periodismo.
1992

D U L C E MARÍA LOYNAZ
D U L C E MARÍA LOYNAZ

La dulce trigueña inesperada, bonita amiga normal, me dijo sin remilgo suyo:
«Siéntese, mi señor». Me senté asustado, y miraba el ir y venir del aire en el aire,
cuando... Un escalofrío y Dulce María, gentil marfilería cortada en ligera forma feme-
nina entre gótica y sobrerrealista, con lentes de oro de cadenilla a la oreja, ojitos de
mariposa detrás y, en la sonrisa, un diente gris como una perla. Escueta y fina también
su débil palabra cubana que no admitía corte enmedio, como el papel de seda fósil.
¿Su casa? «Ésta es, venga». La galería, y una jaula de ratas llena de hojas secas; un
montón de monedas de plata cuidadosamente alzadas de menor a mayor, torrecilla
invertida de Babel en un plato aún de postre; mediafigurade camarero negro de
librea roja y plata, yeso total grotescamente pintarrajeado, quien me ofrecía por su
lado único una bandeja de tarjetas oxidadas de visita; el vaso de cristal, grande, en el
suelo, donde Federico García Lorca bebió limonada con estalactitas y estalagmitas y
arañas presas a su vez. (¡Ah, sí, ahora supe de golpe de dónde salió todo el delirio
último de la escritura de Lorca!) Dulce María desaparecía y aparecía por rendijas
extrañas en rayos de luz y sombra.

Juan Ramón Jiménez

Lo he dicho y le repito que conocerla fue una gracia, y que sería muy feliz de
volver a encontrar en este mundo su rostro y oírla. Aunque poco habló usted, tal vez
porque yo estaba de... tarabilla. Este chilenismo quiere decir «hablantina, perico (loro),
habladora
Estoy gozando el Jardín. Rara vez en mis años de vagabundaje yo puedo gozar
de un jardín siempre ajeno. Empecé y no seguí más biografías... de plantas. Esto le
dice como he disfrutado de su jardín, casi casi tocándolo. Lo más probable es que
324 DULCE MARÍA LOYNAZ

nunca lo vea; así y todo, me sirve el imaginarlo y hasta le sonreí, como persona
presente, al leer sus palabras.
Son palabras pintura y escultura, palabras que la dan a usted viva, vivísima. (Es
el don vital, el don de hacer ver y palpar, lo que más me gusta en la escritura humana.
Era este también el don de nuestro Martí.)

Gabriela Mistral

Posiblemente ella posee el poderoso misterio de un lirismo americano, y así pudo


lograr no sólo viajar a España en compañía de su esposo, Pablo Álvarez de Cañas,
sino triunfar en la tierra de sus más lejanos ancestros. Dulce María ama al pueblo
español, y a sus gentes de letras, con los cuales siempre mantuvo una entrañable
amistad: Federico García Lorca la visitó en 1930, Juan Ramón Jiménez y Zenobia
Camprubí, en 1936... En las visitas que realizara a España desde 1947 hasta 1958,
Dulce María fue haciendo muchos y buenos amigos, en una España a la que dedicó
gran parte de su mejor literatura.

Cíe va Solís

Dulce María Loynaz es la primerafigurade la poesía cubana que recibe, como


reconocimiento de su consagración de por vida a la poesía, el premio Miguel de
Cervantes. Yo lo veo como un galardón a toda la poesía cubana, de todos los tiempos.

Gastón Baquero

Después de las más altas voces femeninas de nuestro siglo xix, la recia Tula y la
suave Luisa —raros ejemplos de la plenitud expresiva a que pudo llegar la mujer
en tiempos difíciles para el despliegue de sus dones—, no nos quedamos atrás en
nuestro también poéticamente hazañoso siglo xx con la aparición, desde los años
veinte, de la voz única, vibrátil como sensible perfil de cierva huidiza, de esta dama
y señora de esencias cubanas a la que hoy rendimos tributo de admiración y de
cariño, rodeada por los hermosos testimonios y trofeos de su vida.

Cintio Vitier

Tomando aspectos parciales de la obra de Dulce María Loynaz, se han dado defi-
niciones de una escritura que, trascendiendo diferencias formales procedentes de
opciones genéricas diversas, presenta recurrencias unificadoras. Intimismo, román-
DULCE MARÍA LOYNAZ 325

ticismo, modernismo, simbolismo, feminismo, conforman los más significativos


z'smos catalogadores de la obra loynaciana. Ninguno explica su unidad, cuyos motivos
líricos y resortes arquitectónicos ya se avizoran en la primera antología de versos,
publicada en 1938.
La sombra de la obra poética de Dulce María Loynaz se proyecta hacia un pasado
estético de coincidencias juanramonianas cuyas raíces se hunden en las postrimerías
del modernismo. No hablamos de una poetisa rezagada, sino de una escritora que
mira al pasado próximo en busca una tradición en la que asentar sus versos. Es una
voz para la que el tiempo pasado significa manantial de creación. ¿Conservadora?
Con toda seguridad, tal como ella misma reconoce: Fui la única de mis hermanos que
no se rebeló contra nada. Siempre he aceptado con resignación los obstáculos que la
vida ponía a mi paso.

Carmen Ochando

Cuando se cumplió el cincuentenario de la muerte de Federico García Lorca


algunos recordamos que la casa de Dulce María había sido su refugio favorito durante
su estancia habanera y que nada sería más adecuado al homenaje que preparábamos
que invitarla a comentar sus impresiones del poeta. La noche de la conmemoración
vi avanzar a una viejecita consumida y mínima que parecía guardar un último hálito
para llegar hasta su sillón. ¡Gran error! Debajo de aquella aparente blandura se
escondía la callosidad de un sargento de artillería. Cuando comenzó a hablar no hizo
lo usual en estos casos: lisonjear melifluamente, más bien marcó distancias y expresó
divergencias.
Después la he oído evadir, con descarnada astucia, preguntas impertinentes,
frenar con crudeza incursiones audaces de periodistas ávidos de sensacionalismo,
ripostar alusiones cargadas de intencionalidad política, asumir la identidad nacional
y custodiar la historia patria con la naturaleza de quien bebe agua.
Antes había podido acercarme, orillando reservas, a la obra leve y raigal de Dulce
María Loynaz: lo cual sucede a muchos que temen encontrar un tierno merengue
color de rosa. De ese lirismo desbordado se ha curado en salud podándose «con tijeras
aceradas el sobrante de miel», como ha dicho acertadamente Gastón Baquero.

Lisandro Otero

A menudo su obra se considera hermética, sin embargo, ella siempre ha defen-


dido que la poesía debe ser para un gran público y tener voluntad de transparencia,
sin buscar la oscuridad deliberadamente. «Un poeta es alguien que ve más allá del
mundo circundante y más adentro en el mundo interior. Pero además debe unir a
esas condiciones una tercera más difícil: hacer ver lo que ve», ha escrito. Cree que la
poesía debe tener instinto de la altura, como los árboles, y, al igual que ellos, crecer
326 DULCE MARÍA LOYNAZ

con naturalidad, con sencillez, que debe llevar en sí misma una fuente generadora de
energía que la capacite a realizar cualquier cambio. Debe ser siempre un viraje, un
vuelco, porque la poesía es traslación, movimiento («Poesía, bestia divina y salvaje... /
¡Cuándo podré marcarte las ancas con mi hierro!»). Ama el metro libre, pero aclara
que lo utiliza no por incapacidad, sino porque el tema lo requiere o porque cree hallar
un ritmo secreto en esa forma. Por ello, suele incluir en cada libro, al menos, un soneto.
También siente predilección por el poema en prosa, porque está convencida de que hay
ideas poéticas que no encajan bien en el verso, ni siquiera en el metro libre. Para Dulce
María escribir nunca ha sido una tarea fácil, sino un proceso muy laborioso y en
ocasiones de gran sufrimiento.

María Asunción Mateo

Arcaica, femenina hasta lo indecible, frágil al borde del quiebre; pero su temple
es de acero: así es también su poesía. Desde hace años, Dulce María Loynaz vive
sumergida en la discreta sombra del silencio. Abismada en sus recuerdos, envuelta
en la transparencia de su aura, anticipándose al olvido en la soledad de su casona de
El Vedado.

Elizabeth Burgos
DISCURSO EN LA ENTREGA DEL
PREMIO CERVANTES 1 9 9 2

M
ajestades, Presidente de la C o m u n i d a d Autónoma de M a d r i d ,
señor Ministro de C u l t u r a , Autoridades Académicas, excelentí-
simos señores y señoras.
Constituye para mí el más alto honor a que pudiera aspirar en
lo que me queda de vida, el que hoy me confieren ustedes uniendo m i nombre,
de algún modo, al del autor del libro inmortal.
U n i r el nombre de Cervantes al mío, de la manera que sea, es algo tan
grande para mí que no sabría qué hacer para merecerlo, n i qué decir para
expresarlo.
U n extraordinario pensador de la América Hispana, José Martí, sentenció
una vez: «Los hombres se m i d e n por la inmensidad que se les opone». Inter-
pretando el sentir de esta máxima martiana en D o n M i g u e l de Cervantes,
cuya obra es el eje central que motiva esta solemne ceremonia, podemos decir
que el glorioso «Manco de Lepanto» tuvo genio suficiente para oponerlo ante
la inmensa tarea que se propuso, dar fin a ella y conocerle por ella las gene-
raciones posteriores.
Es, pues, gran honor y u n compromiso m u y difícil de asumir, para quien
recibe cada año este Premio, ser depositario, aunque fuese menguada, de
aquella extraordinaria l u z del genio Cervantino.
Por lo tanto me honra singularmente que se haya considerado m i nombre
digno de acompañar, aunque sea de lejos, al del titán de las lenguas espa-
ñolas.
Acepto conmovida este Premio que se me concede en la ciudad donde
naciera el gran escritor, y en el paraninfo de la U n i v e r s i d a d de Alcalá de
328 DISCURSO

Henares, honor tanto m á s grato por cuanto lo recibo de manos del Rey Juan
Carlos I.
E n su libro « M e m o r i a s de la G u e r r a » , cuenta m i padre, el General Enrique
L o y n a z del Castillo c ó m o , recorriendo la c i é n a g a de Zapata durante la
c a m p a ñ a de 1895, vino a dar a u n claro del bosque donde u n oficial del ejér-
cito español d o r m í a con la cabeza apoyada en u n libro. A l ruido de pisadas
en las hojas secas despierta el durmiente que viéndose sorprendido escapa
dejando abandonados en el suelo u n estuche de cuero y el libro que le sirviera
de almohada. M i padre recoge ambas cosas, entrega al oficial que le acom-
p a ñ a b a el estuche donde brillaba rica joya y retiene el libro en cuya cubierta
empieza a leer: «Historia del Ingenioso Hidalgo D o n Quijote de la M a n c h a »
por D o n Miguel de Cervantes Saavedra.
Continuando la marcha por la inhóspita zona, m i padre y sus c o m p a ñ e r o s
se e x t r a v í a n y tras caminar u n buen trecho, rendidos de fatiga, se sientan en
el tronco de u n árbol derribado. M i padre abre el libro y empieza a leer para
sí, y luego se interrumpe con risa que no ha podido contener.
¡Siga, siga riendo! —dicen los otros—, que esa risa nos hace pensar que ya
usted e n c o n t r ó el modo de salir de este infierno. M i padre vuelve a leer el
p á r r a f o que p r o v o c ó su hilaridad, esta vez en voz alta. Y todos ríen juntos,
como si, en efecto, ya vieran resuelta la angustiosa situación.
L a risa, cuando puede participarse, hermana a los hombres. Por otra parte
no es difícil llorar en soledad y, a cambio, es casi imposible reír solo.
L a risa es una sustancia casi volátil, quiero decir difícil de conservar: lo
que hacía reír a nuestros abuelos ya no nos hace reír a nosotros y lo que hoy
nos hace reír, no es probable que haga reír a una cuarta o quinta generación.
E l truco del pastel aplastado en el rostro del c ó m i c o ya no funciona con los
muchachos de hoy.
Por eso considero importante detenerme en resaltar esta faceta del libro
inmortal a pesar de que de una u otra forma ha sido comentado por otros
autores.
Porque conservar fresco ese elemento volátil en palabras escritas hace
siglos creo que constituye una verdadera h a z a ñ a .
Nos dicen que hay animales que ríen pero si entendemos la risa como u n
f e n ó m e n o inducido por la p e r c e p c i ó n de una situación c ó m i c a es evidente
que sólo el ser humano puede reír conscientemente. Porque es el único capaz
de percibir la comicidad de u n acto en vivo o traducido a palabras o a meras
líneas.
Y como hemos ido perdiendo poco a poco las legítimas motivaciones para
la risa la actual generación ha tenido que inventarse lo que llaman humor
negro, que es u n a mezcla de a z ú c a r y harina condimentada con gotas
amargas.
DULCE MARÍA LOYNAZ 329

M i padre lee algunos pasajes del Quijote y ríe. Pero, ¿ d ó n d e se encontraba


m i padre?, en la m á s difícil de las situaciones, perseguido y extraviado en
plena selva tropical. Las condiciones no p o d í a n ser m á s adversas y sin
embargo m i padre ríe tan e s p o n t á n e a m e n t e que su risa es contagiada a sus
c o m p a ñ e r o s . ¿Quién hizo el milagro? U n hombre que vivió hace cuatrocientos
años y lo suscitó con palabras escritas en u n papel.
A lo largo de los siglos este libro ha sido leído, releído y comentado. Es
difícil hallar otro con tanta repercusión en los hombres de distintos tiempos
y distintos países salvo, tal vez, la Biblia.
H a y quien pretende que Cervantes sólo se propuso ridiculizar y por tanto
erradicar los libros de caballería tan en boga en su tiempo. Rechazo esta tesis:
M e parece que rebaja el mérito del gran escritor y de la gran obra.
E q u i v a l d r í a a decir que Cervantes a p u n t ó a una codorniz y c o b r ó u n
águila real.
N u n c a me he afiliado a las teorías casuales, creo que en todo hay u n origen
y u n propósito pero como el tema es amplio y tal vez me llevaría a afrontar
otros, prefiero terminar con los m á s bellos versos que a juicio m í o se han dedi-
cado al inmortal caballero andante: los versos fueron escritos a principios de
siglo por u n modesto poeta cubano, a quien pude conocer personalmente, y
cuyo nombre era Enrique H e r n á n d e z Miyares.

«La más Fermosa»


Que siga el caballero
su camino
agravios desfaciendo
con su lanza:

Todo noble tesón al


cabo alcanza
fijar las justas
leyes del destino.

Cálate el roto yelmo


del mambrino
y en tu flaco rocín
altivo avanza:
desoye él refranero
Sancho Panza.
Y en tu brazo confía
y en tu sino.

No temas la esquivez
de la fortuna
330 DISCURSO

si el caballero de la
blanca luna
medir sus armas
con las tuyas osa

Y te derriba por
contraria suerte,
de Dulcinea en asias
de la muerte
di que siempre será
la más fermosa.

Dulce María Loynaz


Abril 1992
CRONOLOGÍA

1902 o b s e q u i o a Flor L o y n a z d e s u otra d e teatro e n manus-


N a c e e l 10 d e d i c i e m b r e e n l a calle P r a d o , núm. 4, e n L a crito Yerma, y a C a r l o s M a n u e l , s u hermano, la o b r a El
H a b a n a . Hija primogénita d e María d e las M e r c e d e s Público.
Muñoz Sañudo, y d e M a y o r G e n e r a l d e l Ejército L i b e r -
tador, E n r i q u e Loynaz d e l Castillo.
1919
E l 16 d e n o v i e m b r e a p a r e c e n e n el periódico habanero
L a Nación, sus d o s p r i m e r o s p o e m a s , a los quince años,
Vesperal e Invierno, p r e c e d i d o s d e u n a carta d e s u
p a d r e p a r a s u publicación.
1920
Viaja a Estados Unidos d e Norteamérica.
1926
Es incluida e n L a poesía moderna en Cuba (1882-1925)
p o r Félix Lizaso y J o s é Antonio Fernández d e Castro.
192Z
A p r u e b a los e x á m e n e s p a r a d o c t o r a r s e e n D e r e c h o
Civil, e n la U n i v e r s i d a d d e L a H a b a n a .
1929
Visita Turquía, Siria, Libia, Palestina y Egipto. E s c r i b e s u
p o e m a Carta de amor al rey Tut-ñnk-Amen, al visitar la
t u m b a d e l j o v e n faraón.
1930
F e d e r i c o G a r c í a L o r c a , durante s u p e r m a n e n c i a e n L a
Habana, conoció a la familia d e los Loynaz, estrechán-
dose u n a g r a n amistad, haciéndole e l poeta granadino e l
332 CRONOLOGÍA

1944
E l C o l e g i o N a c i o n a l d e A b o g a d o s d e C u b a le otorga la
O r d e n González Lanuza, q u e se confiere a juristas distin-
guidos.
1946
C o n t r a e m a t r i m o n i o c o n e l p e r i o d i s t a P a b l o Álvarez d e
Cañas, e l 8 d e diciembre. Viaja a América d e l Sur
(Perú, C h i l e , A r g e n t i n a , U r u g u a y , Brasil), y e n M o n t e -
v i d e o se e n c u e n t r a c o n Juana d e I b a r b o u r o u , q u i e n
e l o g i a sus p o e m a s . D e s d e A m é r i c a d e l Sur e s c r i b e
crónicas d e estos viajes q u e se p u b l i c a n e n e l p e r i ó -
d i c o H Pa/s.
1947
P u b l i c a e n M a d r i d s u libro juegos de agua y deJ amor. E s
c o n d e c o r a d a e n E s p a ñ a c o n la C r u z d e A l f o n s o X e l
Sabio. O f r e c e recitales poéticos e n e l A t e n e o d e M a d r i d ,
y e n el Paraninfo d e la Facultad d e Filosofía y Letras d e
l a U n i v e r s i d a d Central. A p a r e c e e n Tenerife l a s e g u n d a
edición d e Versos (1920-1938). C o m i e n z a a p u b l i c a r e n
el periódico ElPaísma serie d e crónicas d e viajes d e s d e
E u r o p a (Inglaterra, F r a n c i a , España), c o n e l título d e
Impresiones de un cronista.
Con Gabriela Mistral y su secretaria. ¡953.
1948
Inicia l a publicación d e Crónicas Sociales e n elperiódico
El País, c u y o titulo e r a El Succés de ¡a Semana. O f r e c e
1935
recitales d e sus p o e m a s en el A t e n e o d e L a H a b a n a . L a
C o n c l u y e s u n o v e l a lírica Jardín, q u e mantiene inédita Asociación Internacional d e Poesía, c o n s e d e e n R o m a ,
hasta 1951. la n o m b r a m i e m b r o d e honor. P u b l i c a e n E s p a ñ a el
1937 p o e m a Las cuatro estaciones de San Martín Loynaz.
E l 16 d e d i c i e m b r e contrae matrimonio c o n s u p r i m o 1950
Enrique de Quesada y Loynaz. E s d e s i g n a d a m i e m b r o d e H o n o r d e l Instituto d e Cultura
Juan Ramón Jiménez la incluye e n L a poesía cubana en Hispánica.
¡936. A p a r e c e en M a d r i d una tercera edición d e Versos (1920-
1938 1938).
Se p u b l i c a e n L a H a b a n a la p r i m e r a edición d e su libro 1951
bersos (1920-1938). V i a j a p o r E u r o p a . Se p u b l i c a e n M a d r i d s u n o v e l a lírica
P u b l i c a e n l a revista Grafos l a Carta de amor ai rey Tuf- jardín. E s e l e g i d a M i e m b r o C o r r e s p o n d i e n t e d e l a
Ank-Men. A c a d e m i a N a c i o n a l d e A r t e s y Letras, y e n ese acto d a
1942 a c o n o c e r s u e n s a y o Poetisas de América. O f r e c e u n a
Juan Ramón J i m é n e z p u b l i c a u n a s e m b l a n z a s o b r e la c o n f e r e n c i a titulada El último rosario de ¡a reina, s o b r e
poetisa e n la revista Sur d e Buenos Aires. l a p e r s o n a l i d a d d e Doña Isabel l a Católica, R e i n a d e
1943 E s p a ñ a . O f r e c e v a r i a s c o n f e r e n c i a s e n E s p a ñ a y entre
E l 4 d e n o v i e m b r e se dicta sentencia firme, p o r la cual ellas u n a e n e l Instituto M i g u e l d e C e r v a n t e s S a a v e d r a ,
q u e d a d i v o r c i a d a d e su esposo E n r i q u e d e Q u e s a d a y d e Filología Hispánica. Visita las Islas C a n a r i a s , d o n d e
Loynaz. es objeto d e g r a n d e s h o n o r e s , entre ellos el título d e
DULCE MARÍA LOYNAZ 333

Hija A d o p t i v a d e l Puerto d e la C r u z . E n e l ateneo d e L a Nacional d e Artes y Letras, c o n una conferencia titulada:


L a g u n a p r o n u n c i a s u d i s c u r s o Mujer entre dos islas. E n Ausencia y presencia de Julián del Casal.
M a d r i d es n o m b r a d a m i e m b r o d e l j u r a d o d e C a l i f i c a - 1958
ción de la Exposición Bienal H i s p a n o a m e r i c a n a de Viaja a España. P u b l i c a e n M a d r i d Un verano en Tenerife
Arte. y Últimos días de una casa.
1952 Poemas sin nombre es t r a d u c i d o al inglés, y al fran-
Invitada p o r e l p r o f e s o r F e d e r i c o d e Onís, d i c t a u n a cés.
c o n f e r e n c i a e n la U n i v e r s i d a d d e C o l u m b i a e n l o s 1959
Estados U n i d o s . G a b r i e l a Mistral la p r o p o n e al P r e m i o E s e l e g i d a m i e m b r o d e número d e la A c a d e m i a C u b a n a
N o b e l d e Literatura. P r o n u n c i a su c o n f e r e n c i a Eldía de d e la Lengua.
ias Artes y de ¡as Letras, e n la S o c i e d a d d e A r t e s y 1960
Letras. H a c e u n corto viaje a los Estados Unidos.
1953 1961
Asiste c o m o d e l e g a d a al II C o n g r e s o d e Poesía p r e s i - D e j a d e ejercer la abogacía.
d i d o p o r Azorín, c e l e b r a d o el 6 d e junio e n Salamanca, 1967
España, c o n asistencia d e p o e t a s d e E u r o p a y América.
E s i n c l u i d a p o r C a r m e n C o n d e e n la Antología Once
P u b l i c a e n E s p a ñ a P o e m a s sin nombre y Carta de a m o r
g r a n d e s poetisas a m e n c o h i s p a n a s , p u b l i c a d a e n M a -
al rey Tut-Aníc-Amen. G a b r i e l a M i s t r a l se h o s p e d a e n s u
drid.
casa, y a m b a s poetisas o f r e c e n u n recital e n e l A t e n e o
d e L a H a b a n a . L a s escritoras españolas residentes en
M a d r i d , le rinden un homenaje, c o n motivo d e l éxito
a l c a n z a d o p o r l a r e c i e n t e e d i c i ó n d e Poemas sin
n o m b r e . O f r e c e u n a l e c t u r a d e sus p o e m a s e n la
Tertulia Literaria H i s p a n o a m e r i c a n a , d o n d e es p r e s e n -
tada p o r la p o e t i s a española C a r m e n C o n d e .
E n e l Teatro Auditorium, el c o m p o s i t o r F r i e d e r W e i s s -
m a n n estrena d o s Lieder c o n textos poéticos d e D u l c e
María L o y n a z .
Publica p o e m a s e n la revista Orígenes.
1954
C o m i e n z a a p u b l i c a r d u r a n t e u n a ñ o sus artículos
Crónicas de ayerj Entre dos primaveras, q u e a p a r e c e -
rían en los periódicos El País y Excelsior.
1955
Se p u b l i c a e n M a d r i d O b r a M e a , q u e r e ú n e sus l i b r o s
d e p o e s í a p u b l i c a d o s h a s t a e l m o m e n t o . E l Instituto
Editoriales C i s a l p i n o d e Milán edita e n i d i o m a italiano
s u l i b r o ; Poemas sin nombre. La c o m p o s i t o r a G i s e l a
Hernández c r e a e l Lied Diálogo, c o n texto d e l p o e m a
h o m ó n i m o i n c l u i d o e n Versos (1920-1938). E s
nombrada académica correspondiente de la Real
A c a d e m i a d e Bellas A r t e s d e S a n T e l m o , e n Málaga,
España.
1956
I n g r e s a c o m o m i e m b r o d e n ú m e r o e n la A c a d e m i a Junto a su retrato, pintado por Teodoro Ríos en 1949.
334 CRONOLOGÍA

1968 1987
Es e l e g i d a m i e m b r o correspondiente d e la Real Se le otorga el Premio Nacional de Literatura.
Academia Española de la Lengua. Recibe el Premio de la Critica Nacional.
1974 1988
Fallece en La Habana su esposo, el periodista Pablo L a Casa de las Américas pone en circulación un disco de
Álvarez de Cañas. la serie Palabras de esta América, con poemas grabados
1981 en la voz de la poetisa.
Es condecorada con la Distinción Por la Cultura Nacional, E l Ballet Nacional de Cuba estrena jardín, inspirado en
que otorga el Ministerio de Cultura de Cuba. su novela homónima.
1983 1989
Le es otorgada por el Consejo de Estado y el Minis- El 24 de abril es proclamada miembro Emérito de la
terio de la Cultura de la Cuba, la Medalla Alejo Carpen- Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
tier. 1991
1984 Son editados los libros: Bestiarium, los Poemasrjáufragos,
por la editora Letras Cubanas. Se le adjudica el Premio
Publica Julián del Casal, poeta de ¡a soledad y los enig-
mas, en la revista Revolución y Cultura, e Imágenes de de periodismo Doña Isabel la Católica en España, por su
Raimundo Lazo, en el periódico Juventud Rebelde. ensayo El último rosario de la Reina, que se publicó en el
1985 ABC de Madrid. Se le confiere Diploma Honoris Causa
Aparece Poesías escogidas, publicadas por la editora en Letras por la Universidad de La Habana.
Letras Cubanas. 1992
Se publica, por primera vez, en la revista Revolución y Premio Miguel de Cervantes.
Cultura, su colección de poemas breves titulados Besíi'a- Premio d e l a Crítica e n C u b a , por s u libro Poemas
rium, que escribiera en los años veinte. Náufragos.
1993

MIGUEL DELIBES
MIGUEL DELIBES

El escritor siente el pulso de la lengua. No es sólo el instrumento de su oficio, sino


también los resortes que lo mueven y lo hacen llegar a ser dócil herramienta, criatura
sumisa en sus manos. Pero Delibes ha considerado otras cuestiones que le llevan a
un mundo teórico, porque no es sólo lo que sus personajes piensen o digan, sino algo
más profundo: que unos personajes, inventados o no por el novelista, hablen. Dirí-
amos que más allá de la creación, la lengua le llega original; él no puede inventarla
ni modificarla porque no le pertenece y, sin embargo, la recoge y nos la trasmite.

Manuel Alvar

En las novelas rurales de Delibes es preciso destacar también el lenguaje. El nove-


lista crea un mundo sostenido por la palabra. Y no solamente porque Delibes
conozca a la perfección el idioma campesino, la jerga agrícola o cinegética, sino,
sobre todo, porque deja hablar a sus personajes. Los deja expresarse como son, como
sienten y como piensan, y eso es lo que da solidez a sus novelas, enjundia y verdad
a esas novelas rurales en las que, a través de sus personajes, está hablando una
cultura milenaria, una Castilla goda a cuyos orígenes y esencias podemos remon-
tarnos precisamente por medio de esos prototipos humanos y, sobre todo, a través
de su manera de hablar, que siempre es lacónica, precisa, pero siempre también sabia
y eficaz.

Francisco Umbral
338 MIGUEL DELIBES

Para mí Delibes ha sido transcendental. Y no sólo porque me orientó hacia el


periodismo, sino porque me enseñó el difícil ejercicio de dudar y de saber reconocer
las razones del otro. Un liberalismo radical que nada tiene que ver con el dogmatismo
del liberalismo económico y político. Aprendí en él, antes que en Gramsci, que hay
que ser pesimistas de inteligencia y optimistas de voluntad. Delibes ha sido para mí
una referencia ética.

César Alonso de los Ríos

Delibes ha captado de forma magistral ese tono de estallido o desahogo tan inhe-
rente al discurso femenino, condicionado desde tiempo inmemorial —al menos en
España— por el poco caso que han hecho los hombres a la conversación de las
mujeres, lo cual ha redoblado en ellas la necesidad compulsiva de hablar sin mirar a
quien.

Carmen Martín Gaite

Uno de los grandes méritos de Delibes, en efecto, es esa naturalidad. Mejor dicho:
esa aparente naturalidad. Porque no hay más difícil —lo digo como labradora del
lenguaje y de la narración— que parecer sencillo y natural. Lo más fácil del mundo
es ser complicado. Lo más difícil, repito, es ser transparente y natural. Y esto lo
domina extraordinariamente Delibes. Y por supuesto que la reproducción del
lenguaje propio de cada personaje, en este caso de los niños, es pura reinvención lite-
raria. La literatura es la mentira más grande que existe, pero que transmite la mayor
verdad de la vida.

Ana María Matute

Al acercarnos a la obra de Miguel Delibes, y después de habernos familiarizado


con ella en su extensión y profundidad, nos vemos gratamente obligados a constatar
que, desde sus comienzos hasta la actualidad, ha ido acogiendo dentro de sí una
dimensión ética, y destacándola adecuadamente en distintos títulos y temas. En este
sentido, la obra de Delibes ha conservado la mejor tradición de las letras hispánicas:
la tradición cervantina, en que se fundía la maestría en el manejo del castellano con
un horizonte ético.

Josef Forbelsky
MIGUEL DELIBES 339

Delibes, cosmopolita, como atestiguan sus libros de viajes, y que se ha definido


como un árbol que crece donde lo plantan, esto es, Castilla, y que no podría vivir en otro
sitio que no fuera esa región española, ha podido sentir el repudio de esos jóvenes
que consideran una obsesión huir de la llamada tradición garbancera y reivindican
que ellos no escriben en castellano sino en español. Sin embargo, a lo universal se
llega más fácilmente desde lo particular, sea La Mancha o Castilla la Vieja. Y además
los garbanzos son un cultivo inmemorial de la Cuenca del Mediterráneo, hasta el
punto de que, como el maíz, se desconoce su ancestro silvestre, y han sido cultivados
desde siglos antes que Homero desde España a Egipto o la India.

Fernando Parra

Mucho de la lengua viva, de escribir como se habla, pero hablar muy bien, de
huir de la afectación hay en Cervantes quien, vinculado a la reforma erasmista, hizo
suyos los preceptos idiomáticos de Juan de Valdés.
Pues bien, casi cuatro siglos más tarde, la prosa limpia y no afectada de Miguel
Delibes, cuyo castellano preciso se permite el lujo de dar siempre con la palabra
exacta, me remite a Cervantes y Juan de Valdés.

Carmen Riera

Siempre y en cada momento Delibes ha sabido captar la realidad española y muy


particularmente la realidad castellana. Él es el gran testigo de Castilla. Y lo mismo
que Juan Ramón fue universal desde su andalucismo. Delibes parte de lo castellano
para desentrañar lo español y alcanzar lo universal.

Rafael Conté
CRONOLOGÍA

1920
N a c e e l 17 d e octubre e n Valladolid.
1930
Delibes niño ingresa e n el C o l e g i o d e L o u r d e s , d e los
H e r m a n o s d e L a Salle, d o n d e estudia el bachillerato.
1936
Termina el bachillerato. Ingresa en la Escuela de
C o m e r c i o y, s i m u l t á n e a m e n t e , e s t u d i a m o d e l a d o y
escultura e n la E s c u e l a d e A r t e s y O f i c i o s d e V a l l a -
dolid.
1938
Se enrola c o m o marinero voluntario e n e l c r u c e r o Cana-
rias.
1939
Finaliza la g u e r r a y r e g r e s a a Valladolid.
1940
Estudia Derecho y Comercio. E m p i e z a a colaborar
c o m o dibujante caricaturista e n el periódico d e Valla-
d o l i d El Norte de Castilla.
1942
Ingresa, p o r oposición, e n el Banco Castellano, p e r m a -
neciendo e n él sólo seis meses.
1943
Realiza un curso intensivo d e p e r i o d i s m o en M a d r i d y
r e g r e s a a Valladolid c o n el carné d e periodista. Miguel (de pie) con sus hermanos Adolfo y Concha.
342 CRONOLOGÍA

1944 1954
Ingresa c o m o r e d a c t o r e n El Norte de Castilla. Sigue P u b l i c a s u p r i m e r libro d e relatos, La partida, c o m p u e s t o
h a c i e n d o caricaturas (que firma c o n e l seudónimo d e p o r d i e z cuentos.
M A X ) y criticas d e cine. 1955
1945 Publica Diario de un cazador, p o r la q u e se le otorga el
G a n a las oposiciones a la Cátedra d e D e r e c h o M e r c a n t i l P r e m i o N a c i o n a l d e Literatura.
d e la E s c u e l a d e C o m e r c i o d e Valladolid. 1957
1946 P u b l i c a su s e g u n d o libro d e cuentos: Siestas con viento
E l 23 d e abril se casa c o n Ángeles d e Castro. sur, p o r lo q u e la R e a l A c a d e m i a Española le otorga e l
P r e m i o Fastenrath.
1948
Viaja a Portugal.
E l 6 d e enero, La sombra del ciprés es alargada consigue
e l P r e m i o N a d a l d e novela, 1958
1949 E s n o m b r a d o d i r e c t o r d e l p e r i ó d i c o vallisoletano El
P u b l i c a su s e g u n d a novela: Aún es de día. Norte de Castilla.
Publica Diario de un emigrante.
1950
P u b l i c a El camino, s u tercera novela y c o n la q u e alcanza 1959
s u consagración literaria. P u b l i c a L a hoja roja.
1952 Viaja a París, invitado p o r e l C o n g r e s o p o r la Libertad de
E s n o m b r a d o s u b d i r e c t o r d e El Norte de Castilla. la Cultura.

1953 1960
Publica, Mi idolatrado hijo Sisi. Viaja p o r A l e m a n i a , visitando diversas U n i v e r s i d a d e s .

Con Ángeles (¡945).


MIGUEL DELIBES 343

1962
Publica Las ratas, c o n la que gana e l P r e m i o d e la Crítica,
1963
A causa d e d i v e r s o s enfrentamientos c o n e l entonces
ministro de Información y Turismo, M a n u e l F r a g a
Iribarne, D e l i b e s dimite c o m o director d e El Norte de
Casulla.
Publica su p r i m e r libro cinegético: La caza de la perdiz
roja (con fotos d e O r i o l M a s p o n s ) .
1964
Publica Viejas historias de Castilla la Vieja, libro d e relatos
d e u n p u e b l o d e Castilla.
Publica, en m a y o , s u s e g u n d o título cinegético: El libro
de ¡a caza menor, c o n fotografías d e Francisco Ontañón.
Estancia de seis m e s e s en Estados Unidos, c o m o
Profesor Visitante d e l Departamento d e Lenguas y Lite-
raturas Extranjeras d e la U n i v e r s i d a d d e M a r y l a n d .
1966
Publica Cinco horas con Mario.
1968
Visita C h e c o s l o v a q u i a .
1969
Publica Parábola del náufrago. 1977
1970 Publica su quinto l i b r o cinegético: Aventuras, venturas y
P u b l i c a s u t e r c e r l i b r o cinegético: Con ¡a escopeta al desventuras de un cazador a rabo.
hombro. 1978
Publica su tercer y último l i b r o d e cuentos: La mortaja.
Publica El disputado voto del señor Cayo.
1972
1979
P u b l i c a su cuarto l i b r o cinegético: La caza en España,
E l 26 d e n o v i e m b r e se estrena e n M a d r i d , e n e l Teatro
compuesto d e cuatro b r e v e s ensayos.
1973 M a r q u i n a , la adaptación teatral d e la n o v e l a Cinco horas
con Mario, dirigida p o r Josefina M o l i n a e interpretada p o r
Es elegido m i e m b r o d e la R e a l A c a d e m i a d e la Lengua.
Lola H e r r e r a .
Es elegido m i e m t r o d e la Hispanic Society of A m e r i c a .
Publica El príncipe destronado. 1980
1974 E l VII C o n g r e s o Internacional d e Libreros, c e l e b r a d o e n
E l 22 d e n o v i e m b r e m u e r e s u e s p o s a Ángeles, a los 50 junio e n Valladolid, le rinde homenaje.
años d e e d a d . P u b l i c a s u sexto título cinegético: Dos días de caza.
1975 1981
E l 25 d e m a y o p r o n u n c i a s u discurso d e ingreso e n la P u b l i c a L o s santos inocentes.
Real A c a d e m i a d e la L e n g u a , c o n e l título El sentido del P u b l i c a s u s é p t i m o l i b r o d e c a z a : L a s perdices del
progreso desde mi obra. domingo.
Publica Las guerras de nuestros antepasados. 1982
1976 E l 21 d e abril, se le otorga e l P r e m i o Príncipe d e Astu-
P u b l i c a S.O.S. c o n el subtítulo El sentido del progreso rias d e las Letras, c o m p a r t i d o c o n G o n z a l o T o r r e n t e
desde mi obra. Ballester.
MIGUEL DELIBES 345

1983 1989
Publica Cartas de amor de un sexagemario voluptuoso Se estrena, en el teatro Bellas Artes de Madrid, Las
(novela en forma epistolar). guerras de nuestros antepasados, versión teatral de la
El 28 de enero es investido Doctor Honoris Causa por la novela del mismo titulo, e interpretada por José Sacristán
Universidad de Valladolid. yJuanJoséOtegui.
1984 1990
La Junta de Castilla y León le concede el Premio de las Publica, en septiembre, Pegar la hierba, colección de
Letras, en su primera edición. artículos periodísticos e intervenciones públicas.
El director Mario Camus lleva al cine la novela Los santos El 7 de mayo es investido Doctor Honoris Causa por la
inocentes, cuyos principales protagonistas, Alfredo Universidad de El Sarre (Alemania Federal).
Landa y Francisco Rabal, consiguieron el premio a la 1991
mejor interpretación en el Festival de Carmes. El 30 de mayo recibe el Premio Nacional de las Letras
1985 Españolas, concedido por el Ministerio de Cultura.
Publicafl tesoro. Publica, por ahora última novela: Señora de rojo sobre
Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de la fondo gris.
República Francesa. 1992
Realiza un viaje a Yugoslavia. Es galardonado con el premio Amigo de ¡a Tierra 92,
1986 concedido por la Asociación Conservacionista Interna-
Es nombrado Hijo Predilecto de la ciudad de Valladolid. cional Amigos de la Tierra.
1987 Publica, en septiembre, su octavo libro cinegético: El
Publica 375% madera de héroe. último coto.
El 26 de junio es investido Doctor Honoris Causa por la 1993
Universidad Complutense de Madrid. Premio Cervantes.
Fotos:

Juantxu Rodríguez.
Alicia D'Amico.
Sara Fació.
Paolo Gaspariiú.
Rafael Velasco.
Carmen Gallego.
Cano.
Gyenes.
Raúl Cancio.
Inge Morath.
Ruiz Nestosa.
Jacques Lowe.

Las /oíos en que no se cita autor


es por no constar ¡a firma en el
reverso.
E n r e s o l u c i ó n , él se e n f r a s c ó tanto en su
letura, que se le pasaban las noches leyendo de
claro en claro, y los días de turbio en t u r b i o ; y
a s í , del poco d o r m i r y del mucho leer se le secó
el celebro, de manera que vino a perder el j u i -
cio. L l é n e s e l e l a f a n t a s í a de todo aquello que leía
en los libros, así de encantamientos como de p e n -
dencias, batallas, d e s a f í o s , heridas, requiebros,
amores, tormentas y disparatates imposibles; y
a s e n t ó s e l e de tal modo en la i m a g i n a c i ó n que era
v e r d a d toda aquella m á q u i n a de aquellas sona-
das s o ñ a d a s invenciones que l e í a , que p a r a él no
h a b í a otra historia m á s cierta en el m u n d o .

Miguel de Cervantes
El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha
Los PREMIOS CERVANTES

SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA
NOTA INTRODUCTORIA

El intento de ofrecer una panorámica bibliográfica de los diecinueve escritores ga-


lardonados con el Premio «Miguel de Cervantes», autores que cuentan con una pro-
ducción muy extensa y a los que se han dedicado innumerables estudios, ha obligado
a preparar un repertorio muy selectivo. Adelantemos, en primer lugar, que se han in-
cluido exclusivamente libros, eliminando, con muy pocas excepciones, los textos apa-
recidos en revistas y en volúmenes misceláneos.
La disposición cronológica —según la fecha de concesión del premio— en que
aparecen citados los autores se mantiene en la mención de sus obras, de las que se in-
cluyen tan sólo las ediciones en idioma original. Después de la primera edición se in-
dican, también en orden cronológico, las que han ido apareciendo hasta la fecha. No
se describen las distintas ediciones publicadas por una misma editorial, aunque cons-
tan en nota las diferentes colecciones donde han aparecido.
En cuanto a los estudios, se ofrecen, ordenados alfabéticamente por autores, los
más importantes, sin distinción de lengua o de país, aunque —repetimos— única-
mente monografías y en ningún caso artículos de revistas. No se recogen los textos so-
bre varios autores sino sólo los dedicados a un autor en concreto y se excluyen tam-
bién tesis doctorales inéditas.
La bibliografía se cierra con un índice de autores, que incluye además prologuis-
tas, recopiladores, ilustradores, etc., y otro de títulos donde aparecen recogidas sola-
mente las obras de los autores galardonados.

Juan Delgado Casado


INDICE

JORGE GUILLEN
Ediciones de sus obras 353
Estudios sobre el autor 357
ALEJO CARPENTIER
Ediciones de sus obras 361
Estudios sobre el autor 367
DÁMASO ALONSO
Ediciones de sus obras 371
Estudios sobre el autor 374
JORGE LUIS BORGES
Ediciones de sus obras 377
Estudios sobre el autor 384
GERARDO DIEGO
Ediciones de sus obras 393
Estudios sobre el autor 397
JUAN CARLOS ONETTI
Ediciones de sus obras 399
Estudios sobre el autor 402
OCTAVIO PAZ
Ediciones de sus obras 405
Estudios sobre el autor 410
LUIS ROSALES
Ediciones de sus obras 413
Estudios sobre el autor 415
RAFAEL ALBERTI
Ediciones de sus obras 417
Estudios sobre el autor 425
352 ÍNDICE

ERNESTO SÁBATO
Ediciones de sus obras 429
Estudios sobre el autor 432
GONZALO TORRENTE BALLESTER
Ediciones de sus obras 435
Estudios sobre el autor 439
ANTONIO BUERO VALLEJO
Ediciones de sus obras 441
Estudios sobre el autor 446
CARLOS FUENTES
Ediciones de sus obras 449
Estudios sobre el autor 452
MARÍA ZAMBRANO
Ediciones de sus obras 455
Estudios sobre la autora 457
AUGUSTO ROA BASTOS
Ediciones de sus obras 459
Estudios sobre el autor 461
ADOLFO BIOY CASARES
Ediciones de sus obras 465
Estudios sobre el autor 469
FRANCISCO AYALA
Ediciones de sus obras 471
Estudios sobre el autor 476
DULCE MARÍA LOYNAZ
Ediciones de sus obras 479
Estudios sobre la autora 480
MIGUEL DELIBES
Ediciones de sus obras 483
Estudios sobre el autor 488
índice de autores 491
índice de títulos 501
JORGE GUILLEN

EDICIONES DE S U S OBRAS

I Manuel Mantero. - Barcelona: Círculo de Lec-


Cántico. -Madrid: Revista de Occidente, 1928. - tores, 1984.
171 p. Nueva edición, con prólogo de Octavio Paz y cro-
nología de Francisco J . Díaz de Castro, en 1993-

a)
h)
Cántico. - 2" ed. Madrid: Cruz y Raya, 1936. -
Cántico. Edición dirigida por Claudio Guillen
306 p. - (Ediciones del Árbol).
y Antonio Piedra. - Valladolid: Centro de
b) Creación y Estudios Jorge Guillen, 1987. -
a
Cántico. - fe de vida. - 3 ed. - México: Lito- 546 p. - (Aire nuestro, 1).
ral, 1945.-412 p.
i)
c) Cántico. - Barcelona: Planeta, 1992. - 546 p. -
a
Cántico. - I ed. completa. - Buenos Aires: (Clásicos universales).
Sudamericana, 1950. - 540 p.
i)
d) Cántico. Edición y prólogo de Francisco J .
Cántico (1936). Edición, prólogo y notas de Díaz de Castro. - Madrid: Anaya & Mario
José Manuel Blecua. - Barcelona: Labor,
Muchnik, 1993. - 606 p. - (Aire nuestro, 1).
1970. - 248 p. - (Textos Hispánicos Moder-
nos, 1). 2
e) Ardor, pliego suelto. - París: M . Altolaguirre impre-
Cántico. - Barcelona: Seix Barral, 1974. - 546 sor, 1931.
p. - (Biblioteca breve de Bolsillo. Serie Ma-
yor, 20). 3
Publicado también en Biblioteca de Bolsillo y La poética de Bécquer. - New York: Hispanic Insti-
Obras Maestras de la Literatura Contempotánea. tute, 1943. - 58 p.
Edición facsímil: A n n Arbor, Michigan: University M i -
0 crofilm International, 1970.
Cántico. - Barcelona: Barral, 1977. - 569 p. -
(Biblioteca crítica) (Aire nuestro, I). 4
g) Ticknor, defensor de la cultura. - La Habana: P. Fer-
Cántico y otros poemas. Selección y prólogo de nández & Cía, 1944. - p. 22.
354 BIBLIOGRAFÍA

5 15
Variaciones sobre temas de Jean Cassou: Homenaje deHistoria natural: breve antología con versos inéditos. -
Jorge Guillen. - México: Gráfica Panamericana, Palma de Mallorca: Papeles de Son Armadans,
1951.-40 p. 1960. - 9 1 p. - (Juan Ruiz, 5).

6 16
El encanto de las sirenas: poema. Dibujos de Adolfo Antología de «Aire nuestro». - Buenos Aires: Losada,
Halty. - México: Gráfica Panamericana, 1953. - 1961. - 205 p. - (Biblioteca clásicay contemporá-
41 p. nea, 434).

7 17
El argumento de la obra. - Milano: AU'Insegna del
Huerto de Melibea. - Madrid: ínsula, 1954. - 27 p. Pesce d'Oro, 1961. - 43 p. - (Collana critica, 2).

8 a)
El argumento de la obra. - Barcelona: Llibres de
Del amanecer y el despertar. - Valladolid: s.n., 1956. Sinera, 1969. - 111 p. - (Ocnos, 1).

9 b)
El argumento de la obra y otras prosas críticas. Es-
Luzbel desconcertado. Prefazione di Renato Pog-
tudio preliminar, edición y notas de Diego
g i o l i . - Milano: AU'Insegna del Pesce d'Oro,
Martínez Torrón. - Madrid: Taurus, 1985. -
1956. - 45 p. - (Bateau books, 1).
169 p- - (Temas de España, 155).
10
Clamor (Tiempo de historia): Maremagnum. - Buenos 18
Aires: Sudamericana, 1957. - 197 p.
Language and Poetry: some poets of Spain. - Cam-
a) bridge, Mas: Harvard University Press, 1961. -
Clamor (Tiempo de historia); grabados de Borja X I , 293 p. - (The Charles Eliot Norton Lectures).
de Pedro. - Barcelona: B. de Pedro, 1982. -
10 h.
a)
Lenguaje y poesía: Algunos casos españoles. - Ma-
11 drid: Revista de Occidente, 1962. - 272 p.
Lugar de Lázaro. - Málaga: Imp. Dardo, 1957. - 54
p. - (A quien conmigo va, 11). b)
Lenguaje y poesía. - Madrid: Alianza, 1969. -
12 211 p. - (El libro de bolsillo, 211).
Vivienda y otros poemas. - Barcelona: Seix Barral,
1958. - 112 p. - (Biblioteca breve, 128). 20
Las tentaciones de Antonio. - Santander: Pedro Bel-
13 trán de Heredia, 1962. - 31 p.
Federico en persona: Semblanza y epistolario. - Buenos
Aires: Emecé, 1959. - 144 p. - (Selección Emecé 21
de obras contemporánas). Clamor: A la altura de las circunstancias. - Buenos
Este texto había aparecido con anterioridad en «Obras Aires: Sudamericana, 1963. - 169 p.
Completas» de Federico García Lorca (Madrid, Aguilar,
1957). 22
El gesto. - Buenos Aires: Seijas y Goyanarte, 1964.
a) -44p.
Federico en persona. - Milano: AU'Insegna del
Pesce d'Oro, 1960. - 250 p. 23
Tréboles. - Santander: La Isla de los Ratones, 1964.
14 - 82 p. - (Poetas de hoy, 36).
Clamor: ...Que van a dar en la mar. - Barcelona: Or-
bis, 1985. - 182 p. - (Grandes autores españoles 24
del siglo xx, 62). Selección de poemas. Prólogo del autor. - Madrid:
JORGE GUILLEN 355

Gredos, 1965. - 285 p. - (Biblioteca Románica duero. - Madrid: Alianza, 1970. - 234 p. - (El l i -
Hispánica. II, Antología hispánica, 23). bro de bolsillo, 250).

25 34
Relatos. - Málaga: Librería Anticuaría El Guadalhorce, Ópera poética (Aire nuestro). Studio, scelta, testo e
1966. - 24 p. - (Cuadernos de María José, XXIV). versione a cura di Orestre Macrí. - Milano: Sansoni,
1972. - X X V I , 1266 p. - (Grandi classici stra-
26 nieri).
El trasnochador. - Málaga: Librería Anticuaría E l
Guadalhorce, 1966. 35
Y otros poemas. - Buenos Aires: Muchnik Editores,
27 1973. -539 p.
Homenaje: Reunión de vidas. - Milano: All'Insegna
del Pesce d'Oro, 1967. - 629 p. a)
Y otros poemas. - Barcelona: Barral, 1979- - 606
a) p. - (Biblioteca crítica) (Aire nuestro, IV).
Homenaje. -Barcelona: Barral, 1978. - 654 p.
b)
- (Biblioteca crítica) (Aire nuestro, III).
Y otros poemas. Edición dirigida por Claudio
b) Guillen y Antonio Piedra. - Valladolid: Cen-
Homenaje. Edición dirigida por Claudio G u i - tro de C reación y Estudios Jorge Guillen,
llen y Antonio Piedra. - Valladolid: Centro de 1987. 566 p. - (Aire nuestro, 4).
Creación y Estudios Jorge Guillen, 1987. -
0
612 p. - (Aire nuestro, 3).
Y otros poemas. Edición y prólogo de Francisco
c) J . Díaz de Castro. - Madrid: Anaya & Mario
Homenaje. Edición y prólogo de Francisco J . Muchnik, 1993. (Aire nuestro, 4).
Díaz de Castro. - Madrid: Anaya & Mario
Muchnik, 1993. - XLVII, 638 p. - (Aire nues- 36
tro, 3). Al margen. - Madrid: Alberto Corazón, 1974. - 116
p., 3 h. (Colección Visor de poesía, 25).
28
Aire nuestro: «Cántico»; «Clamor»; «Homenaje». - M i - 37
lano: All'Insegna del Pesce d'Oro, 1968. - 1697 p. Antología: «Aire nuestro». Selección y prólogo de
Manuel Mantera. - Barcelona: Plaza&Janés, 1975.
- 316 p. - (Selecciones de Poesía Española).
29 Publicado también en Rotativa y Gran antología de la li-
Poemas de Castilla. - Santiago de Chile: Universi- teratura universal del siglo X X .
taria, 1968. - 49 p.
a)
30 Antología. Selección y prólogo de Manuel
Antología. Selección y prólogo de José Manuel Ble- Mantero. - Barcelona: Círculo de Lectores,
cua. - Salamanca: Anaya, 1970. - 150 p. - (Biblio- 1984. - 270 p. - (Pequeño tesoro).
teca Anaya, 34).
38
31 Convivencia. Prólogo de Mario Hernández. - Ma-
En tomo a Gabriel Miró: Breve epistolario. - Madrid: drid: Turner, 1975. - 55 p. - (Trece de Nieve, 4).
Arte y Bibliofilia, 1970. - 151 p. - (Gloria a la Pa-
labra). 39
Clamor. - Barcelona: Barral, 1977. - 560 p. - (Bi-
32 blioteca crítica) (Aire nuestro, II).
Guirnalda civil. - Cambrigge, Mass: Halty Fergu- Incluye «Maremagnum»; «...Que van a dar en la mar»;
son, 1970. - 33 p. «A la altura de las circunstancias».

33 a)
Obra poética: Antología. Prólogo de Joaquín Casal- Clamor. Edición dirigida por Claudio Guillen
356 BIBLIOGRAFÍA

y Antonio Piedra. - Valladolid: Centro de Valladolid: Carmen Durango, 1980. - 42 h. -


Creación y Estudios Jorge Guillen, 1987. - (Cauce, 1).
559 p- - (Aire nuestro, 2).
50
b)
Clamor. Edición y prólogo de Francisco J. Díaz Algunos poemas: (manuscrito de la Casona de Tu-
de Castro. - Madrid: Anaya & Mario Muchnik, danca). Edición facsímil, Ángel Caffarena; nota bi-
1993. - LILI, 551 p. - (Aire nuestro, 2). bliográfica, Rafael Gómez; «La artesanía poética de
Jorge Guillen», por Antonio Gómez Yebra. - San-
40 tander: Institución Cultural de Cantabtia, 1981. -
Estudios. Estudio, notas y comentarios de texto por 54 h.
Francisco Abad Nebot. - Madrid: Narcea, 1977. -
166 p. - (Bitácora: Biblioteca del estudiante, 56). 51
Antología del mar. Selección e introducción, A . Ro-
41 mero Márquez. -Málaga: Librería Anaya, 1981. -
Plazar Mayor: Antología civil. Introducción de 129 p.-(Agora, 1).
Francisco Abad Nebot. - Madrid: Taurus, 1977. -
150 p. - (Temas de España, 101). 52
La expresión; procedido de «Aproximaciones a la
42
poesía de Jorge Guillen», por Julia Uceda. - El Fe-
Poesía amorosa: 1919-1972. Selección y preliminar rrol: Sociedad de Cultura Valle-Inclán, 1981.-78
de Anne-Marie Couland. - Madrid: Cupsa, 1978.
p., 1 h. (Colección Esquió de poesía, 4).
- 260 p. - (Colección Goliardica, 21).
53
43
Serie castellana. Preliminar de Manuel Alvar. -Ma- Vinal. - Barcelona: Barral, 1981. - 355 p. - (Bi-
drid: Caballo Griego para la Poesía, 1978. - 128 p. blioteca crítica) (Aire nuestro, V).
- (Pentesilea, 1).
a)
44 Vinal. Edición, introducción y notas de A n -
Mientras el aire es nuesto: Antología. Edición de Phi- tonio Piedra. - Madrid: Castalia, 1987. - 351
lip W . Silver. - Madrid: Cátedra, 1979. - 412 p. - p., 2 h. (Clásicos Castalia, 176).
(Letras hispánicas, 89).
b)
45 Vinal. Edición dirigida por Claudio Guillen
Los buitres: un poema para Enrique Brinkmann. -Má- y Antonio Piedra. - Valladolid: Centro de
laga: Ángel Caffarena, 1980. Creación y Estudios Jorge Guillen, 1987. -
372 p. - (Aire nuestto, 5).
46
c)
Hacia «Cántico»: escritos de los años 20. Recopilación
Vinal. Edición y prólogo de Francisco J . Díaz
y prólogo de K . M . Sibbald. Barcelona: Ariel,
de Castro. - Madrid: Anaya & Mario Much-
1980. - 488 p. - (Letras e ideas. Biblioteca, 1).
nik, 1993- (Aire nuestro, 5).
47
Historia muy natural: antología poética. Prólogo de Ig- 54
nacio Prat. - Madrid: Peralta, 1980. - 202 p, 3 h. Galería I... - Málaga: Jarazmín, 1981. - 8 h. (Cua-
(Poesía Hiperión, 24). dernos de poesía).

48 55
El poeta ante su obra. Edición a cargo de Reginald El huerto de Melibea. - La Habana: Arte y Literatura,
Gibbons y Anthony L. Geist. - Madrid: Peralta, 1982.-250 p., 3 h.
1980. - 124 p. - (Poesía Hiperión, 30).
56
49 Por el color. Jorge Guillen, J. Guerrero. - Vallado-
Repertorio de junio. Jorge Guilén, Antoni Tapies. - lid: Carmen Durango, 1982.
JORGE GUILLEN 357

57 62
HomenajeaJorgeGuillén: Voz acorde: Antología Selección Sonetos completos. Edición de Antonio Gómez Ye-
de Antonio Piedra. - Valladolid: Ayuntamiento. Fun- bra. - Granada: A . Ubago, 1988. - 171 p. -
dación Municipal de Cultura, 1982. - L, 339 p-, 3 h. (Anade: Poesía, 27).

58 63
Aire-Aurea. Edición de A. Caffarena. - Málaga: L i - Jorge Guillen. Introducción, selección y bio-bilio-
brería Anticuaría E l Guadalhorce, 1983. - 8 p. - grafía de Francisco Javier Diez de Revenga. - Má-
(Litoral, 11). laga: Centro Cultura de la Generación del 27,
1989- - 28 p. - (La ola gratinada, 4).
59
64
Poemas malagueños. Selección, prólogo y notas de
El hombre y la obra. Edición, prólogo y notas de K .
Antonio A . Gómez Yebra. - Málaga: Diputación
M . Sibbald. - Valladolid: Centro de Creación y Es-
Provincial, 1983. - 109 p. tudios Jorge Guillen, 1990. - 131 p.
60
65
Niños. - Málaga: Bégar Ediciones, 1983. - 93 p. - Correspondencia. Pedro Salinas, Jorge Guillen; Edi-
(Poesía, 5). ción, introducción y notas de Andrés Soria O l -
medo. - Barcelona: Tusquets, 1991. - 631 p. -
61 (Marginales, 120).
Jorge Guillen para niños. Edición preparada por A n -
tonio A . Gómez Yebra; ilusrraciones de John Ro- 66
senfeldt. - Madrid: Ediciones de la Torre, 1984. - 2 poemas malagueños. - Málaga: Ayuntamiento,
121 p. - (Alba y mayo, 8). 1993.-8 p.

E S T U D I O S SOBRE E L A U T O R

67 70
Alvar, Manuel. «Cántico»: Teoría literaria y reali- Caro Romero, Joaquín. Jorge Guillen. - Madrid:
dadpoética. Discurso leído el día 7 de diciembre de EPESA, 1974. - 191 p. - (Grandes escritores con-
1975, en su recepción pública, por el Excmo. Sr. temporáneos, 72).
don Manuel Alvar López y contestación del
71
Excmo. Sr. don Fernando Lázaro Carreter. - Ma-
Casalduero, Joaquín. Jorge Guillen: «Cántico». -
drid: Real Academia Española, 1975. - 91 p. Santiago de Chile: Cruz del Sur, 1946. - 181 p. -
(Raiz y Estrella).
68 Edición aumentada: «Cántico» deJorge Guillen. - Madrid:
Alvar, Manuel. Visión en claridad: Estudios sobre Victoriano Suárez, 1953.
«Cántico». - Madrid: Gredos, 1976. - 238 p. - (Bi-
blioteca R o m á n i c a H i s p á n i c a . V I I , Campo 72
abierto, 35). Casalduero, Joaquín. «Cántico» de Jorge Guillen y
«Aire nuestro». - Madrid: Gredos, 1974. - 263 p. -
(Biblioteca Románica Hispánica. II,. Estudios y
69
Ensayos, 210).
Bobes Naves, María del Carmen. - Gramática de
«Cántico»: (Análisissemiológico). Preliminar de Ma- 73
nuel Alvar. - Barcelona: Planeta, 1975. - 262 p. - Ciplijauskaite, Biruté. Deber de plenitud: La poesía
(Planeta/Universidad, 1). deJorge Guillen. Con un ensayo por Sheila Wojcik.
358 BIBLIOGRAFÍA

- México: Secretaría de Educación Pública, 1973. en «Cántico» deJorge Guillen. Limoges: Université,
- 206 p. 1985.-509 p.

74 84
Couffon, Claude. Dos encuentros con Jorge Guillen. - García Parra, María Luz. La métrica en «Cántico» de
París: Centre de Recherches de l'Institut d'Études JorgeGuillén. - Valladolid: Universidad, 1991. - 10
Hispaniques, 1963. - 30 p.
p., 7 microfichas. (Tesis doctorales).
75
85
Darmangeat, Pierre. Jorge Guillen ou le Cántique
G i l de Biedma, Jaime. «Cántico»: El mundo y la
émerveillé. - París: Librairie des Éditions Espagno-
poesía de Jorge Guillen. - Barcelona: Seix Barral,
les, 1958. - 150 p.
1960. - 189 p. - (Biblioteca breve).
76
86
Debicki, Andrew Peter. La poesía de Jorge Gui-
llen. - Madrid: Gredos, 1973. - 360 p. - (Bi- Gómez Yebra, Antonio A . Estudio métrico de «Fi-
blioteca Románica Hispánica. II, Estudios y en- nal» deJorge Guillen. - Málaga: A. A. Gómez, 1988.
sayos, 197). -78 p.

77 87
Dehennin, Elsa. «Cántico» deJorge Guillen: Unepo- Gómez Yebra, Antonio A . Aportes para la bibliogra-
ésie de la ciarte. - Bruxelles: Presses Universitaires fía guilleniana. - Palma de Mallorca: Universitat de
de Bruxelles, 1969. - 254 p. - (Travaux de la Fa- les Ules Balears, Dpt. de Filología Espanyola i Mo-
culté de Philosophie et Lettres, 41). derna, 1991- - 61 p. - (Calígrama: Anexos, 2).

78 88
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1946. - 167 p. - (Austral, 595).
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versidad Nacional Mayor de San Marcos, 1949- -
112 p., 1 h. 221
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Madrid: Instituto Italiano de Cultuta, 1950. - 222
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519 p. - (Biblioteca Románica Hispánica. V I , A n -
tología Hispánica, 17). 236
La 4." edición (1961) se publica en dos volúmenes; la 5* En torno a Lope: Marino, Cervantes, Benavente, Gón-
(1967), en tres volúmenes, contiene: I. Estudio prelimi- gora,. Los Cardemos. - Madrid: Gredos, 1972. - 210
nar, II. Antología de Góngora, comentada y anotada, III. p., 1 h. (Biblioteca Románica Hispánica. II, Estu-
Edición del «Polifemo», comentada y anotada. dios y ensayos, 178).

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El libro italiano: palabras pronunciadas con motivo de Obras completas. - Madrid: Gredos, 1972. - 10 v.
la inauguración de la Exposición del Libro italiano... Contiene: 1. Estudios lingüísticos peninsulares. - 1972. -
en la Biblioteca Nacional. - Madrid: s. n., 1961. - 706 p.; II. Estudios y ensayos sobre literatura: Primera parte:
15 p. Desde los orígenes románicos hasta finales del siglo XVI. -
1973. - 1090 p.; III. Estudios y ensayos sobre literatura: Se-
gunda parte: Finales del siglo XVI y siglo XVII. - 1974. -
228 1008 p.; IV. 'Estudios y ensayos sobre literatura: Terceraparte:
Primavera temprana de la literatura europea: Lírica, épica,Ensayos sobre literatura contemporénas. - 1975. - 1010 p.;
novela. - Madrid: Guadarrama, 1961. - 253 p. - (Co- V. Góngora y el gongorismo: I. - 1978 - 791 p.; VI Gón-
lección Guadarrama de Crítica y Ensayo, 22). gora y el gongorismo; II. - 1982. - 720 p.;
VII. Góngorayelgonorismo:III.-\984.-890p.;VIII. Co-
229 mentarios de textos. - 1985. - 732 p.; IX. Poesía española y
otros estudios. - 1989. - 706 p.; X . Verso y prosa literaria.
Cuatro poetas españoles: (Garcilaso, Góngora, Mara-
Edición preparada por Valentín García Yebra, - 1993- -
gall, Antonio Machado). - Madrid: Gredos, 1962, -
743 p.
190 p. - (Biblioteca Románica Hispánica. VII,
Campo abierto, 3). 238
Tradición folklórica y creación artística en «El lazari-
230 llo de Tortnes»: conferencia Madrid: Fundación Uni-
Del siglo de Oro a este siglo de siglas: (notas y artículos versitaria Española, 1972. - 30 p.
através de 350 años de letras españolas). - Madrid:
Gredos, 1962. - 295 p. - (Biblioteca Románica 239
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242 María Asunción Mateo; ilusttaciones de Concha
Gozos de la vista; Poemas puros, poemillas de ciudad; Martínez. - Madrid: Ediciones de la Torre, 1985.
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lám. (Tempus Gaudii).
248
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245 lia Galvarriato; edición, Ángel Caffarena. - Má-
Antología de nuestro monstruoso mundo; Duda y amor laga: Librería Anticuaría E l Guadalhorce, 1992. -
sobre el Ser Supremo. Edición del autor; coordinación 32 p.

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GERARDO DIEGO

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Contiene además Soria.
El romancero de la novia; Iniciales. - Madrid:
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Imagen: Poemas (1918-1921). - Madrid: Agui-
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Incluye además Fábula de Equis y Zeda.
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JUAN CARLOS ONETTI

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Los adioses. Prólogo de Wolfgang A. Luchting.
- Buenos Aires: Calicanto, 1975. - 90 p., 3 h. c)
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Los adioses. Prólogo de Wolfgang A . Luch- Salvat, 1970. - 166 p., 1 h. (Biblioteca Básica
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Los adioses. - Barcelona: Bruguera, 1980. - 156 1972. - 174 p., 1 h.
p. - (Libro amigo, 742). Publicado también, con introducción de Cristina
Publicado también en Club Bruguera. Peri Rossi y semblanza biográfica de Alberto
Cousté, en Maestros de la narrativa hispánica
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Los adioses. - Barcelona: Seix Barral, 1985. -
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temporánea, 98). El astillero. Edición de Juan Manuel García
Ramos. - Madrid: Cátedra, 1983. - 233 p. -
(Letras hispánicas, 193).
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1959.-82 p. El astillero. - Barcelona: Seix Barral, 1978. -
a
A partir de la 2 edición lleva por título Vara una 217 p. - (Biblioteca breve, 437).
tumba sin nombre. Publicado también en Obras maestras de la litera-
tura contemporánea.
a)
Vara una tumba sin nombre. - Montevideo: g)
Arca, 1967. El astillero. - Barcelona: Bruguera, 1980. -
239 p., 2 h. (Libro amigo, 830)
b) Publicado también en Club Bruguera.
Vara una tumba sin nombre. Buenos Aires: Su-
damericana, 1974. h)
El astillero. - Madrid: Mondadori, 1989. - 192
c) p. - (Narrativa Mondadori).
Vara una tumba sin nombre. Selección y estudio
preliminar por Josefina Ludmer. - Buenos A i - 609
res: Librería del Colegio, 1975. - 125 p. - (Na- El infierno tan temido. - Montevideo: Asir, 1962. -
rradores de nuesrro tiempo). 71 p., 3 h.
JUAN CARLOS ONETTI 401
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Tan triste como ella y otros cuentos. Prólogo de Cuentos completos. - Barcelona: Círculo de Lec-
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1985. - 332 p. - (Literatura contemporánea p. - (Libros populares, 5).
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Juntacadáveres. - Montevideo: Alfa, 1964. - 275 p. Monegal. - Montevideo: Centro Editor de América
- (Carabela). Latina, 1968. - 102 p. - (Biblioteca uruguaya fun-
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RAFAEL ALBERTI

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Marinero en tierra. - Buenos Aires: Losada,
1945. - 164 p. - (Biblioteca Contemporánea, i)
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Orbis, 1988. - 184 p. - (Historia de la litera-
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Marinero en tierra; La amante; El alba del alhelí.
Edición, introducción y notas de Robert Ma- 828
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(Clásicos Castalia, 48). Litoral, 1926.
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Marinero en tierra. - Barcelona: Arte y Biblio- a)
filia, 1976. - 68 p. - (Tiempo para la alegría). La amante. - Madrid: Plutarco, 1929. - 95 p.
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Marinero en tierra. - Barcelona: Lumen, 1977.
La amante. - Buenos Aires: Losada, 1946. -
-146 p . - ( E l Bardo, 117).
121 p. - (Biblioteca Contemporánea, 186).
f) Incluye además Dos estampidas reales
Marinero en tierra. - Madrid: Alianza, 1980. - c)
154 p. - (El libro de bolsillo, 823). La amante. - Madrid: Aguilar, 1977. - 188 p.
- (Crisol, 40).
g)
Marinero en tierra; Sobre los ángeles. - Esplugues d)
de Llobregat: Océano, 1982. - 188 p. - (His- La amante. - Madrid: Alianza, 1984. - 113 p.
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Incluye «Estampida real del vaquero y la pastora» y «Es-
tampida celeste de la virgen, el arcángel, el lebrel y el
832
marinero» que posteriormente se publicarán con el titulo
Dos estampidas reales. Fermín Galán: (Romance de ciego, en tres actos, diez ep
sodios y un epílogo). - Madrid: Plutarco, 1931.-218
a) p., 3 h.
El alba del alhelí. - Buenos Aires: Losada,
1944. - 124 p. - (Biblioteca Contemporánea, 833
196). El hombre deshabitado: (auto en un prólogo, un acto y
un epílogo). - Madrid: Plutarco, 1930 [i.e. 1931]. -
830 101 p.
Cal y canto (1926-1927). - Madrid: Revista de Oc-
cidente, 1929. - 164 p., 1 h. a)
El hombre deshabitado. Edición crítica y estu-
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Cal y canto; Sobre los ángeles; Sermones y mora- Sevilla: Alfar, 1991 - 238 p. - (Alfar univer-
das. - Buenos Aires: Losada, 1952. - 154 p. - sidad, 55).
(Biblioteca Contemporánea 75).
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b) Dos oraciones a la Virgen. Rafael Alberti, Carlos Ro-
Cal y canto. - Barcelona: Seix Barral, 1978. - dríguez Pintos. - Paris: Imp. C. Rodríguez Pintos,
93 p., 3 h. (Obras de Rafael Alberti 9). 1931.- 12 p.
c) Incluye «Oración a la Virgen de la Buena Leche».
Cal y canto. - Madrid: Alianza, 1981. - 99 p-
- (El libro de bolsillo, 842). 835
Consignas: Poemas. Prólogo de Xavier Abril. - Ma-
831 drid: Ediciones Octubre, 1933. - 32 p.
Sobre los ángeles (1927-1928). - Madrid: Compañía 836
Ibero Americana de Publicaciones, 1929. - 181 p. Un fantasma recorre Europa. - Madrid: La tentativa
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a)
Sobre los ángeles. - Buenos Aires: Losada, 1959- 837
- 126 p., 1 h. La poesía popular en la lírica española contemporánea.
Incluye un ensayo de C . M . Bowra publicado en
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su obra « T h e creative e x p e r i m e n t s » (London,
1949).
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Sobre los ángeles. - Barcelona: Llibres de Sinera,
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1970. - 101 p., 3 h. (Ocnos, 6). Incluye «La Farsa de los Reyes Magos».
c)
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a) poránea.
13 bandas y 48 estrellas: Poema del Mar Caribe.
Estudio preliminar de Aurora de Albornoz. - a)
Madrid: Espasa Calpe, 1985. - 126 p. - (Aus- Entre el clavel y la espada. - Barcelona: Seix Ba-
tral, 1657). rral, 1978. - 148 p., 1 h. (Obras de Rafael A l -
berti, 3).
843
Nuestra diaria palabra. - Madrid: Ediciones Héroe, b)
1936. - 2 6 p. Entre el clavel y la espada. - Esplugues de Llo-
bregat: Orbis, 1984. - 142 p. - (Grandes auto-
844 res españoles del siglo X X , 43).
De un momento a otro (Poesía e historia), 1932-1931'• -
Madrid: Ediciones Europa-América, 1937. - 124 p. c)
De esta obra se publicó un avance con cuatro poemas: De Entre el clavel y la espada. - Madrid: Alianza, '
un momento a otro (Poesía e historia). - México: Fábula, 1990. - 153 p. - (El libro de bolsillo, 1496).
1935.- 28 p.
850
a) Antología poética (1924-1940). - Buenos Aires: Lo-
De un momento a otro (Poesía e historia) .Edición, sada, 1942. - 269 p. - (Biblioteca Contempotánea,
introducción y notas por José M " Balcells. - 92).
Barcelona: Promociones y Publicaciones,
1993.- 205 p. - (Lecturas Hispánicas Univer- 851
sales, 16). La arboleda perdida (libro primero de memorias) y
otras prosas. - México: Séneca, 1942. - 257 p. -
845 (Árbol).
Numancia. Miguel de Cervantes; adaptación y ver-
sión actualizada de Rafael Alberti. - Madrid: Signo, a)
1937. - 112 p. - (Pequeña Biblioteca Teatral, 3). La arboleda perdida (libros I y 11 de memorias). -
Buenos Aires: Compañía General Fabril Edi-
a) tora, 1959. - 330 p. - (Testimonios).
Numancia. Vetsión modernizada de Rafael
Alberti. - Buenos Aires: Losada, 1943. - 123 b)
p. - (Biblioteca Contemporánea, 109). La arboleda perdida. - Barcelona: Seix Barral,
1975-1987. - 2 v. (Biblioteca breve, 380).
b) Contiene: [1] «Libros I y II de memorias». - 1975.
Numancia. - Madrid: Turner, 1975.- 147 p. - 337 p., 3 h.; [2] «Libros III y IV de memorias».
Se incluyen los textos de 1937 y 1943. - 1987.-384 p.
420 BIBLIOGRAFÍA

c) b)
La arboleda perdida. - Barcelona: Círculo de El adefesio. Con textos de José Monleón y José
Lectores, 1976.- 304 p. Luis Alonso. - Barcelona: Aymá, 1977. - 151
Existe, además, una «Edición conmemorativa del p., 1 h. (Voz Imagen: Serie Teatro, 24).
84 aniversario de Rafael Alberti», publicada en la
colección Joyas literarias ilustradas (1986).
856
Pleamar: (1942-1944). - Buenos Aires: Losada,
La arboleda perdida. - Barcelona: Planeta, 1944. - 205 p. - (Poetas de España y América).
1977.- 337 p., 6 h .
a)
e) Pleamar. - Barcelona: Seix Barral, 1978. - 313 p.
La arboleda perdida: libro primero. - Barcelona:
Bruguera, 1980. - 314 p. - (Libro amigo, 857
763). Imagen primera de... Introducción: «Imagen de Ra-
Publicado también en Club Bruguera y en Colec- fael Alberti» por Pedro Salinas. - Buenos Aires: Lo-
ción de Literatura Universal Bruguera.
* ** sada, 1945. - 175 p. - (Biblioteca Contemporánea,
168).
f)
La arboleda perdida: Segunda parte: 1931-1987. a)
Reflexión de Luis García Montero. - Barcelona: Imagen primera de... - Madrid: Turner, 1975. -
Círculo de Lectores, 1988. - 379 p. - (Joyas l i - 180 p.
terarias ilustradas). - «Edición conmemorativa
del 86 aniversario de Rafael Alberti». 858
¡Pueblos libres! ¿Y España?. - Buenos Aires: Co-
852 misión de Ayuda al Español Demócrata, 1946. -
De un momento a otro (Drama de una familia española, 11 p.
en un prólogo y tres actos); Cantata de los héroes y la fra-
ternidad de los pueblos; Vida bilingüe de un refugiado 859
español en Francia. - Buenos Aires: Bajel, 1942. - A la Pintura: Poema del color y la línea (1945-1948).
232 p. - Buenos Aires: Losada, 1948. - 226 p. - (Poetas de
España y América).
a) Publicado también en Biblioteca contemporánea.
Existe un avance de esta obra en edición privada: A la
De un momento a otro; El adefesio. Edición de
Pintura: Cantata de la línea y del color. - Buenos Aires:
Gregorio Torres Nebrera. - Madrid: Cátedra, Imprenta López, 1945. - 33 p.
1992. - 319 p. - (Letras hispánicas, 356).
a)
853 A la Pintura: Poema del color y la línea (1945-
¡Eh, los toros!. 7 grabados en madera por Luis Seo- 1967). Semblanza de V . Aleixandre. - Ma-
ane - Buenos Aires: Emecé, 1942. - 29 p. drid: Aguilar, 1968. - X X V , 205 p. - (La Ar-
boleda, 1).
854
El poeta en la España de 1931; seguido del Romancero b)
de Fermín Galán y los sublevados deJaca. - Buenos A i - A la Pintura: Poema del color y la línea (1945-
res: Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1976). -Barcelona: Seix Barral, 1978. - 212
1942. - 74 p. - (Cuadernos de cultura española, 2). p., 1 h. (Obras de Rafael Alberti, 7).
c)
855
A la Pintura: Poema del color y la línea (1945-
El adefesio: (Fábula del amor y las viejas). - Buenos
1976). -Madrid: Alianza, 1988. - 197 p. - (El
Aires: Losada, 1944. - 121 p. - (Biblioteca Con-
Libro de bolsillo, 1368).
temporánea, 126).
d)
a) A la pintura. Prólogo de María Asunción Ma-
El adefesio. - Madrid: Cuadernos para el diá- teo; reflexión final de Pere Gimferrer. - Bar-
logo, 1968. - 77 p., 2 h. (Libros de teatro, 1). celona: Círculo de Lectores, 1991- - 232 p.
RAFAEL ALBERTI 421

e) b)
Homenaje a la pintura: poemas manuscritos y Retornos de lo vivo lejano. - Barcelona: R M ,
grabados en color. Rafael Alberri, Robert 1977. - 75 p., 4 h. (Del color y la línea).
Motherwell. - Barcelona: Círculo de Lectores,
1991. - 1 v. (sinpág.). c)
Retornos de lo vivo lejano; Ora marítima. - Bar-
860 celona: Seix Barral, 1979. - 127 p. - (Obras
El ceñidor de Venus desceñido. Dibujos de Luis Seo- de Rafael Alberti, 8).
ane. - Buenos Aires: Ediciones Botella al Mar,
1948. - 1 v. (pág. var.). d)
Retornos de lo vivo lejano. - Madrid: Alianza,
a) 1989. - 110 p. - (El libro de bolsillo, 1416).
El ceñidor de Venus desceñido. Dibujos de Ma-
nuel Rivera. - Barcelona: Círculo de Lectores, 866
1989. - 29 h. Ora marítima; seguida de Baladas y canciones del Pa-
raná (1953). - Buenos Aires: Losada, 1953. - 167
861 p. - (Poetas de España y América).
Tres recuerdos del cielo: (Homenaje a G.A. Bécquer). -
Buenos Aires: Colombo, 1948. - 17 p. a)
Ora marítima. - Sevilla: Consejería de Culrura
862
y Medio Ambiente, 1992. - 73 p.
Coplas de Juan Panadero (Libro I). - Montevideo:
Pueblos Unidos, 1949- - 197 p.
867
Baladas y canciones delParaná: (1953-1954). - Bue-
a)
nos Aires: Losada, 1954. - 173 p. - (Poetas de Es-
Coplas de Juan Panadero (1949-1977); segui-
das de Vida bilingüe de un refugiado español en paña y América).
Francia (1939-1940). - Madrid: Mayoría,
1977. - 2 v. (Cultura del pueblo). a)
Baladas y canciones del Paraná. - Barcelona:
b) Ámbito, 1976. - 173 p. - (Poesía Ámbito,
Coplas de Juan Panadero (1949-1979). - Bar-
1).
celona: Bruguera, 1979- - 215 p., 2 h. (Libro
amigo, 685). b)
Contiene además Nuevas coplas de Juan Panadero. Baladas y canciones del Paraná. - Barcelona:
Seix Barral, 1978. -175 p., 1 h. (Obras de Ra-
863 fael Alberti, 11).
Teatro: I. - Buenos Aires: Losada, 1950. - 214 p. -
(Gran teatro del mundo). c)
Contiene: El hombre deshabitado; El trébolflorido; La gallarda. Baladas y canciones del Paraná. - Madrid:
En la 2* edición (1956) se añade El adefesio. Alianza, 1989. - 200 p. - (El libro de bolsi-
llo, 1440).
864
Buenos Aires en tinta china. Dibujos de Attilio Rossi,
868
prólogo de Jorge Luis Borges; poema de Rafael A l -
Diez liricografías. - Buenos Aires: Galería Bonino,
berri. - Buenos Aires: Losada, 1951. - 186 p. - (Bi-
1954. - 7 p., 1 h., 10 h. - «Carpeta con diez plan-
blioteca contemporánea).
chas planografiadas, sobre dos poemas inéditos en
865 su caligrafía original».
Retornos de lo vivo lejano; con un retraro y tres puer- Reproducción facsímil en «Cuadernos Hispanoamerica-

tas abierras. - Buenos Aires: Losada, 1952. - 166 nos», 485-486 (1990).
p. - (Poetas de España y América).
869
a) María Carmen Pórtela. - Buenos Aires: Losada,
Retornos de lo vivo lejano. - Barcelona: Llibres 1956. - 57 p. - (Monografía de Arte: Serie Argen-
de Sinera, 1972. - 95 p., 2 h. (Ocnos, 27). tina).
422 BIBLIOGRAFÍA

870 877
Noche de guerra en el Museo del Prado: (Aguafuerte enAbierto a todas horas (1960-1963). - Madrid: Afro-
un prólogo y un acto). - Buenos Aires: Losange, 1956. disio Aguado, 1964. - 112 p., 1 h. (Guiomar).
- 78 p. - (Colección Teatral, 38).
a)
a) Abierto a todas horas. - Barcelona : Seix Barral,
Noche de guerra en el Museo del Prado. - Madrid: 1979. - 101 p., 1 h. (Obras de Rafael Alberti,
Cuadernos para el diálogo, 1975. - 161 p. - 10).
(Libros de teatro, 49).
878
871 Lope de Vega y la poesía contemporánea; seguido de La
Sonríe China. María Teresa León, Rafael Alberti. - pájara pinta. Prólogo de Robert Marrast. - Paris:
Buenos Aires: Jacobo Muchnik, 1958. - 229 p. Centre de Recherches de l'Institut d'Etudes His-
paniques, 1964. - X V , 89 p-, 1 h. (Pages oubliées,
872 pages retrouvées).
Los viejos olivos. - Caracas: Ministerio de Educación.
Dirección General de Cultura y Bellas Artes, 1960. 879
-8h. Teatro: II. - Buenos Aires: Losada, 1964. - 199 p.
- (Gran teatro del mundo).
Homenaje de la «Revista Nacional de Cultura». Contiene: La lozana andaluza; De un momento a otro; No
che de guerra en el Museo del Prado.
873
880
Poesías completas. Con un índice autobiográfico y bi- Antología poética. Selección y prólogo Eduardo
bliografía por Horacio Jorge Becco. - Buenos A i -
González Lanuza. - Buenos Aires: Ediciones Cul-
res: Losada, 1961. - 1190 p. - (Cumbre).
turales Argentinas, 1965.
Contiene: Marinero en tierra; La amante; Dos estampidas reales;
El alba del alhdí; Cal y canto; Sobre los ángeles; Sermones y mo-
radas; Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos881 tontos; Con
los zapatos puestos tengo que morir; El poeta en la calle;ElVerte
poetayennola calle: Poesía civil: 1931-1965. - Paris:
verte; De un momento a otro (Poesía e historia); Vida bilingüe de du Globe, 1966. - 294 p., 5 h. (Ebro.
La Librairie
un refugiado español en Francia; Entre el clavel y la espada; Ple-
Serie Poesía, 2).
amar, A la pintura; Signos del día; Poemas diversos; Poemas de
Punta del Este; Retornos de lo vivo lejano; Coplas deJuan Pana- a)
dero; Buenos Aires en tinta china; Ora marítima; Baladas y can-
El poeta en la calle: Poesía civil. -Bucarest: La
ciones del Paraná; La primavera de los pueblos.
Librairie du Globe, 1974. - 287 p.
874
Diálogo entre Venus y Príapo. - Buenos Aires: La Ar- b)
boleda Perdida, 1962. El poeta en la calle: Poesía civil. Con un poema
de Pablo Neruda. - Madrid: Libros Dogal,
875 1977. - 262 p., 1 h.
Poemas escénicos: Primera serie (1961-1962). - Bue- 0
nos Aires: Losada, 1962. - 110 p., 1 h. (Poetas de El poeta en la calle; De un momento a otro; Vida
ayer y de hoy). bilingüe de un refugiado español en Francia. - Bar-
celona: Seix Barral, 1978. - 168 p. - (Biblio-
a) teca breve).
El matador: (Poemas escénicos): (1961-1965). -
Barcelona: Seix Barral, 1979. - 112 p. - 882
(Obras de Rafael Alberti, 13) Poemas de amor. - Madrid: Alfaguara, 1967. - 137
p. - (Amans amens, 1).
876
Suma taurina: Verso, prosa, teatro. Recopilación, or- 883
denación y notas de Rafael Montesinos. - Batee- Balada de la bicicleta con alas. - Milano: V . Schei-
lona: R M , 1963.- 131 p. willer, 1967.
RAFAEL ALBERTI 423

884 - (Biblioteca de Autores Modernos) (Obras com-


Libro del mar: (Antología poética). Selección de A i - pletas de Rafael Alberti).
tana Alberti; Fotografías de F. Cátala Roca. - Bar- Contiene: Primeros poemas; Marinero en tierra; La amante;
celona: Lumen, 1968. - 132 p. - (Palabra e imagen). Dos estampidas reales; El alba del alhelí; Cal y canto; Sobr
Publicado también, con prólogo de José Batlló, en los ángeles; Sermones y moradas; Yo era un tonto y lo que
visto me ha hecho dos tontos; Verte y no verte; Entre el cl
la colección Poesía.
la espada; Pleamar; A la pintura; Poemas diversos; Poemas
Punta del Este; Retornos de lo vivo lejano; Buenos Aires en t
885 china; Ora marítima; Baladas y canciones del Paraná; Abierto
Roma, peligro para caminantes: 1964-1967. - Mé- a todas horas; El matador; Poemas con nombre.
xico: Joaquín Mortiz, 1968. - 118 p., 5 h. - (Las
dos orillas). 893
Maravillas con variaciones acrósticas en el jardín de
a) Miró. - Barcelona: Polígrafa, 1975. - 42 p.
Roma, peligro para caminantes. - Barcelona: Seix
Barral, 1976. - 115 p. - (Biblioteca breve. Se- 894
rie Mayor, 23).
Alberti. - Málaga: Litoral, 1976. - 146 p.
886
Poesías anteriores a «Marinero en tierra». Prólogo del 895
autor. - Barcelona: V . A. Ediciones, 1969. (Insóli- Poemas del destierro y de la espera: (antología). Selec-
tes). ción y prólogo de José Corredor Matheos. - Ma-
drid: Espasa Calpe, 1976. - 310 p. - (Selecciones
887 Austral, 20).
Un poeta español en el Río de la Plata: conferencia. - 896
Roma: Instituto Italo-Latinoamericano, 1969. - Pablo Picasso. - Madrid: Fundación Juan March,
34 p., 1 h. 1977. - 95 p.

888 897
Los 8 nombres de Picasso y No digo más que lo que no
Los 5 destacagados: (reparto). - Sevilla: Gráf. del Sur,
digo (1966-1970). - Barcelona: Kairós, 1970. -152 1978. - 31 p. - (Suplementos de La Calle del Aire,
p-, 3 h. (Kairós 069, 6). 1).

889 898
Prosas encontradas (1924-1942). Recogidas y pre- Poemas anteriores a «Marinero en tierra»; Marinero en
sentadas por Robert Marrast; Prólogo de Pablo tierra; La amante; Dos estampidas reales; El alba del
Corbalán. - Madrid: Ayuso, 1970. - 197 p. alhelí. - Barcelona: Seix Barral, 1978. - 408 p. -
(Obras de Rafael Alberti, 6).
890
Canciones del Alto Valle del A niene y otros versos y pro-899
sas: (1967-1972). - Buenos Aires: Losada, 1972. - El poeta en la calle: (Obra civil). Con un poema de
249 p., 3 h. (Biblioteca Clasica y Contemporánea Pablo Neruda. Edición al cuidado de Aitana A l -
389). berti. - Madrid: Aguilar, 1978. - 1031 p. - (Bi-
blioteca de autores modernos) (Obras completas de
a) Rafael Alberti).
Canciones del Alto Valle del Aniene. - Barcelona: Contiene: Poesía [Con los zapatos puestos tengo que morir; El
Seix Barral, 1979- - 185 p. - (Obras de Ra- poeta en la calle; De un momento a otro: Poesía e historia; V
fael Alberti, 12). bilingüe de un refugiado español en Francia; Signos del día
Coplas de Juan Panadero; Nuevas coplas de Juan Panadero
891 Retornos, canciones y balada (Son poemas de Retornos de lo
vivo lejano y Baladas y canciones del Paraná); La primavera
Coplas para Manuel Gerena. - Sevilla: Gráf. del Sur,
de los pueblos; Ocho poemas escénicos (Son textos del libro Poe
1972.-2 h. mas escénicos); Vietnam], - Prosa (.Crónicas (1932-1938);
Relatos (1937-1938); Imágenes (1941-1954); Mi viaje a
892 Inglaterra (1950); Goya y Picasso (1953-1960); Discursos
Poesía: (1924-1967). Edición al cuidado de Aitana (1962-1965)i. - Teatro [Fermín Galán; Bazar de la Pro-
Alberti. - Madrid: Aguilar, 1972. - X X , 1322 p. videncia: Negocio; Radio Sevilla; Cantata de los héroes y la
424 BIBLIOGRAFÍA

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una familia española; Cantata por la paz y la alegría de losDel mar de Cádiz. Prólogo y selección de José Luis
pueblos; Un tema peligroso; Noche de guerra en el Museo del
Tejada. - Puerto de Santa María: Fundación M u -
Prado].
nicipal de Cultura, 1981. - 141 p.
900
911
Signos del día; La primavera de los pueblos. - Barce-
Discurso pronunciado en el acto de proclamación de la
lona: Seix Barral, 1978. - 188 p. - (Obras de Ra-
Fallera Mayor de Valencia del año 1981... - Valen-
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901
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902
913
Poemas de Punta del Este; Buenos Aires en tinta china. Versos sueltos de cada día: Primer y segundo cuadernos
- Barcelona: Seix Barral, 1979. - 89 p., 3 h. (Obras chinos (1979-1982).- Barcelona: Seix Barral, 1982.
de Rafael Alberti 14). - 103 p.

903 914
101 sonetos (1924-1975). - Barcelona: Seix Barral, Federico García Lorca, poeta y amigo. Edición de Luis
1980. - 255 p. - (Biblioteca breve de Bolsillo: Se- García Montero. - Granada: Editoriales Andaluzas
rie mayor, 42) Unidas (E.A.U.S.A.), 1984. - 299 p. - (Biblioteca
de la Cultura Andaluza, 4).
904
Antología poética. Prólogo y selección Natalia Cala- 915
mai. - Madrid: Alianza, 1980. - 260 p. - (El libro Rafael Alberti para niños. Edición preparada por
de bolsillo, 759). María Asunción Mateo. - Madrid: Ediciones de la
Torre, 1984. - 124 p. - (Alba y mayo, 5).
905
Canto de siempre: (antología). Selección y prólogo de 916
José Corredor Matheos. - Madrid: Espasa Calpe, Todo el mar. Introducción de Pere Gimferrer. - Bar-
1980. - 299 p. - (Selecciones Austral, 69). celona: Círculo de Lectores, 1985. - 314 p. - (Jo-
yas literarias ilustradas).
906
Fustigada luz: (1972-1978). - Barcelona: Seix Ba- 917
rral, 1980. - 220 p., 5 h. (Biblioteca breve, 458).
Golfo de sombras. - Madrid: Villamonte, 1986.
Incluye Maravillas con variaciones acrósticos en el jardín de
Miró y Los 5 destacagados.
a)
907 Golfo de sombras. Dibujos de Manuel Rivera. -
Poemas para niños. Ilustraciones, Guido Bruveris; Barcelona: Círculo de Lectores, 1992. - 88 p.
Selección literaria, Elsa Isabel Bornemann. - Bue- - «Edición conmemorariva del 90 aniversario
nos Aires: Latina, 1980. - 16 h. (Pétalos). de Rafael Alberti».
918
908 Los hijos del drago y otros poemas. - Granada: Dipu-
Prosas. Prólogo y selección Natalia Calamai. - Ma- tación Provincial, 1986. - 69 p. - (Maillot amari-
drid: Alianza, 1980. - 184 p. - (El libro de bolsi- llo, 4).
llo, 790).
919
909 Otra Andalucía. Julio Anguita y Rafael Alberti,
Relatos y prosas. - Barcelona: Bruguera, 1980. -189 mano a mano. Prólogo y notas, M . Vázquez Mon-
p. - (Narradores de hoy, 27). talbán. - Madrid: Ayuso, 1986. - 99 p.
RAFAEL ALBERTI 425

920 925
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Anticuaría E l Guadalhorce, 1987. (Cuadernos de D. Rafael Alberti Merello, leído en el acto de su
Raquel). recepción pública el día 14 de Junio de 1989 y con-
testación de D. Manuel Rivera Hernández. - Ma-
921 drid: Real Academia de Bellas Artes de San Fer-
Poética de Juan Panadero. Introducción de Concha nando, 1989. - 38 p.
Zardoya. - Ferrol: Sociedad de Cultura Valle Inclán,
1987. - 84 p. - (Colección Esquío de poesía, 27). 926
Antología comentada: Poesía. Selección, introducción y
922 notas de María Asunción Mateo. - Madrid: Edicio-
Retornos de una isla dichosa y otros poemas. - Eivissa: nes de la Torre, 1990. - 2 v. (Germinal, 11 y 12).
Caixa de Balears, 1987. - 22 p. - (Lectures poéti-
ques) 927
Poemas y dibujos. Rafael Alberti, Manuel Rivera. - A l -
923 bacete: Cultural Albacete, 1990. - 1 carpeta (56 p.).
Obras completas. Edición, introducción, bibliografía
y notas de Luis García Montero. - Madrid: Agui- 928
lar, 1988- 3 v. Los salvadores de España: Farsa satírica para guiñol
Contiene: I. Poesía 1920-1938: Poemas anteriores a Mari- (1936). - En «Cuadernos Hispanoamericanos»,
485-486(1990).
nero en tierra; Marinero en tierra; La amante; Dos estampidas
reales; El alba del alhelí; Cal y canto; Sobre los ángeles; Ser-
mones y moradas; Yo era un tonto y lo que he visto me ha929 hecho
dos tontos; Con los zapatos puestos tengo que morir; El poeta Santa en
Casilda. Prólogo de Luis García Montero. -
la calle; Verte y no verte; De un momento a otro (Poesía e his-
Cádiz: Fundación Rafael Alberti, 1990. - 157 p.
toria). - II. Poesía 1939-1963: Vida bilingüe de un refu-
De esta obra existía una impresión privada de 1930.
giado español en Francia; Entre el clavel y la espada; Pleamar;
A la pintura; Signos del día; Poemas de Punta del Este; Re-
tornos de lo vivo lejano; Coplas de Juan Panadero; Buenos 930Ai-
res en tinta china; Ora marítima; Baladas y canciones del Pa- 90 poemas. Prólogo y selección de María Asunción
raná; La primavera de los pueblos; Abierto a todas horas;Mateo.El - Madrid: Ediciones de la Torre, 1992. -
matador (Poemas escénicos). - III. Poesía 1964-1988: Roma, 223 p. - (Germinal, 16).
peligro para caminantes; Los 8 nombres de Picasso; Canciones
del alto valle del Aniene; Nuevas coplas de Juan Panadero;
931
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Contiene: 1. El señor llega. - 1957. - 391 p.; 2. Dondeda
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Acerca del novelista y de su arte. Discutso pronun- nolibro, 145, 146).
Contiene: 1. El viaje del joven Tobías; El casamiento enga-
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Publicado también en Destinolibro.
1087
1080 La princesa durmiente va a la escuela: historia de hu-
Obra completa. - Barcelona: Destino, 1977 - 1 v. mor para eruditos.-Barcelona: Plaza & Janes, 1983.-
Contiene: 1. Prólogo a la obra completa; Javier Marino; El 318 p. - (Literaria).
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Yo no soy yo, evidentemente. - Barcelona: Plaza A j a -
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1991. - 168 p. - (Autores españoles e hispanoame-
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Filomeno a mi pesar: memorias de un señorito descolo-
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Incluye ademas «El triángulo, alumna de la liber- Temas de Hoy, 1992. - 239 p. - (Biblioteca eró-
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española, 7). - 204 p. - (Autotes españoles e hispanoamerica-
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1096
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1323 Hijo de hombre. Prólogo de Adolfo Cruz-Luis.
- La Habana: Casa de las Américas, 1970. -
ha Inglaterra que yo vi. - Asunción: E l País, 1946.
X X , 405 p. - (Literatura latinoamericana, 54)
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El trueno entre las hojas. - Buenos Aires: Losada, Hijo de hombre. - Barcelona: Círculo de Lecto-
1953. - 226 p. - (Novelistas de España y Amé- res, 1972.-304 p. •
rica). e)
Publicado también, con prólogo de Mabel Piccini, en B i -
blioteca clásica y contemporánea y en Novelistas de nues- Hijo de hombre. - México: Novaró, 1975.
tra época.
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El trueno entre las hojas. - Buenos Aires: G u i - Hijo de hombre. - Madrid: Alfaguara, 1977. -
llermo Kraft, 1958. - 246 p., 2 h. (Cúpula). 388 p. - (Literatura Alfaguara, 8).
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«Retornos». sonada; Violación en California; Un pez; El prodigio; El
rapto; El loco de fe y el pecador; El jardín de las delicias; Glo-
1509 rioso triunfo del príncipe Arjuna; Cuento viejo; Retrato de un
Las plumas del fénix: Estudios de literatura española. - caballero; Incidente; El camino de nuestra vida; Las admo-
Madrid: Alianza, 1989- - 650 p. - (AlianzaTres, 240). niciones de un nuevo filósofo rancio; En memoria de un gato
gris; La niña de oro; El secreto de la diosa; Mi mala suerte
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Contiene: 1. La sombra del ciprés es alargada; El camino; Mi
0
idolatrado hijo Sisí. - 2. Diario de un cazador; Diario de un Cinco horas con Mario. - Esplugues de Llobre-
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(Palabra e imagen). USA y yo. - Barcelona: Desrino, 1966. - 240 p.,
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ÍNDICE DE AUTORES

Abad Nebot, Francisco 40, 41. Álvarez San Agustín, Alberto 1518.
Abril, Xavier 835. Amor y Vázquez, José 1568a.
Aceves, Raúl 1345. Amorín, Pedro 643.
Acosta, Leonardo 151. Amorós, Andrés 1463a, 1463c, 1487,1519,1525.
Agheana, Ion Tudro 311-313. Andreoli Ralle, Elena 629.
Aguilar Mora, Jorge 747. Anguita, Julio 919.
Aguilera, 1563- Antezana Juárez, Luis H . 381.
Aguirre, Mariano 1233a. Antolín, Enriqueta 1520.
Ainsa, Fernando 628. Antúnez de Dendia, Rosalba 1347.
Aizenberg, Edna 314, 400. Arce, Joaquín 353.
Alazraki, Jaime 315-311, 425, 442. Argente del Castillo Ocaña, Concha 935.
Albarraciín Fernández, José 1014- Arias, Salvador 119i, 187
Alberti, Aitana 884, 892, 899, 1169. Arizamendi, Milagros 511a.
Alberti, Rafael 821-932. Armbruster, Claudis 154.
Albornoz, Aurora de 842a. Arranz Bravo, Eduardo 1570b, 1577c, 1596b.
Alcalá Arévalo, Purificación 1624. Atencia, María Victoria 1302.
Aldana, Adelfo L. 1346. Ávila, Pablo Luis 112.
Aldaya, Alicia 1561. Ayala, Francisco 1443-1516.
Aleixandre, Vicente 859a.
Alfaya, Javier 933. Baena, Enrique 1203, 1645.
Alifano, Roberto 318-380. Báez San José, Valerio 252.
Alonso, Dámaso 201-249, 192b, 193, 193b, 195. Balanza de Ocampos, Margarita 1357.
Alonso, José Luis 855b. Balcells, José María 844a.
Alonso, María Rosa 1540a. Balderston, Daniel 382, 383.
Alonso Cortés, Narciso 522. Balkenende, Lidia 1015.
Alonso de los Ríos, César 1625. Baquero Goyanes, Mariano 1473b.
Altolaguirre, Manuel 523, 666. Barcia, Pedro Luis 1386b.
Alvar, Manuel 43, 67, 68, 250, 1626. Bareiro Saguier, Rubén 1337, 1352.
Alvarado de Ricord, Elsie 251. Barnatán, marcos Ricardo 346, 353, 384-387.
Álvarez, Carlos 1150b. Barnstone, Willis 388, 389.
Álvarez bravo, Manuel 712. Barone, Orlando 332.
Álvarez Calleja, José 1517. Barrenechea, Ana María 390, 403.
492 ÍNDICE DE AUTORES

Barrera López, Trinidad 1016, 1384c, 1419. Bousoño, Carlos 213.


Barret, Miguel 1564. Bowra, C. M . 831a.
Barrientos, José Luis 1147 e. Brody, Robert 1251.
Barrientos, Juan José 391. Brotherston, Gordon 277a
Barroso, Juan 156. Bruveris, Guido 907.
Bartholomew, Roy 348. Bueno, Salvador 131.
Bartocci Salvato, Vittoria 936. Bueno Arus, F. 563.
Bartolomé Pons, Esther 1627. Buero Vallejo, Antonio 1134-1170.
Basaldúa, Héctor 290, 297, 1389. Bullrich Palenque, Silvina 27S.
Basros, María Luisa 392, 1628. Burgin, Richad 406.
Basualdo, Ana 1391c. Burgos, Fernando 1376.
Batlló, José 884. Bustamante Randolph, Nuria 1250.
Battilana, Carlos 1353. Bustos Domecq, H . - V . Borges, Jorge Luis.
Battle Planas, Juan 304. Byrum, Andrea Jane 939.
Bayce, Beatriz 630.
Bayo, Manuel 937. Caballero, José 534, 792.
Becciú, Ana 1338. Cabanas, Juan 1054.
Becco, Horacio Jorge 227h, 279a, 393, 873, 988h. Cabrera Cruz, Domingo 1540a
Becerra, Carmen 1107, 1108. Caffarena, Ángel 50, 58, 249.
Befumo Boschi, Liliana 1246, 1247, 1354. Calabrese, Elisa 1246, 1247.
Bejel, Emilio 1173. Calamai, Natalia 904, 908.
Beltrán Guerrero, Luis 1005. Calleja, Bernardo 129.
Bell Villada, Gene H . 394. Campa, Ricardo 407.
Bellver, Catherine G . 938. Campos, Jorge 1065a.
Benarós, León 1001. Campra, Rosalba 1420.
Benedetti, Mario 604- Camurati, Mireya 1421.
Benítez, Fernando 1224. Cándido, Antonio 1334-
Benítez, Juan Carlos 310. Cano, José Luis 239, 1456a.
Benítez, Margarita 1109. Cantó, Estela 408.
Bennani, Aziza 1248. Capa, Joaquín 577.
Bernal Salgado, José Luis 509b, 584, 586. Carbonell y Rivero, Miguel Ángel 1543-
Berni, Antonio 2007. Cardona de Gibert, Ángles 1143c.
Bergero, Adriana J. 1325k. Carilla, Emilio 410.
Berry, C. Dean Í270. Caro Romero, Joaquín 70.
Berveiller, Michel 395. Carpentier, Alejo 114-150.
Beverido, Francisco 680a. Carpintero, Helio 1492.
Bieder, Mary Helen 1521. Carranza, Lujan 1254-
Bioy Casares, Adolfo 27.5, 279, 280, 293, 338, Carretero, Silvia 102.
344a, 359, 1378-1416. Carrizo, Antonio 411.
Blackwell, Frieda Hilda 1110. Casalduero, Joaquín 31, 33, 71, 72.
Blanco, Antonio 232. Castagnino, Juan Carlos 990a.
Blanco González, Manuel 396. Castagnino, Raúl H . 1203.
Blecua, José Manuel Id, 30, 90. Castaño Clavero, Francisco 1111.
Bleznick, Donald W . 1140b, 1140d. Castellano, Helen K . 1146c.
Block de Behar, Lisa 397. Castellano, Juan R. 1135b, 1146c, 1147d.
Blüher, Karl Alfred 445. Castillo, Julia 1294a.
Bobes Naves, Jovita 1522. Cátala Roca, Francesc 884, 1581a.
Bobes Naves, María del Carmen 69. Catania, Carlos 1010, 1018, 1019.
Borel, Jean Paul 1147b, 1249. Cedola, Esrela422.
Borges, Jorge Luis 262-3 70, 864, 1384. Cela, Camilo José 1078.
Borges, Norah 335. Cersósimo, Emilse Beatriz 1020.
Boring, Phyllis Zarlin 1483a. Cervantes Saavedra, Miguel de 845.
Bornemann, Elsa Isabel 907. Cervera Salinas, Vicente 413.
Boscán de Lombardía, Lilia 1017. Chacón Gutiérrez, Albino 1356.
Bosco, María Angélica 405. Champeau, Serge 414.
BIBLIOGRAFÍA 493

Chantikian, Kosrof 767, Díaz, José Pedro 633, 634.


Chao, Ramón 157. Díaz Castañón, Carmen 1460a.
Cheselka, Paul 47 5. Díaz de Alda Sagardía, María del Carmen 822.
Chicharro Chamorro, Antonio 208a, 1528. Díaz de Castro, Frnacisco J . lj, 27c, 34c, 39b, 53c,
Chiles, Francés 749. 78.
Cierva, Ricardo de la 1095a. Diego, Elena 580.
Chiles, Francés 749. Diego, Gerardo 508-585.
Cierva, Ricardo de la 1095a. Diego Pérez, Fernando de 941.
Ciplijauskaité, Biruté 73, 95. Diez de Revenga, Francisco J . 63, 79, 518a, 583,
Cirre, Manuela Manzanares 1144b. 588, 1160b.
Clemente, José Edmundo 267a, 267b, 288, 337. Din Fadl, Mohamed Salah E l 1177.
Cogorno, Santiago 292. Dionisi, María Gabriella 1358.
Collard, Patrick 158. Doménech, Ricardo 1134f, 1142c, lWe, 1178.
Conde, Teresa del 1232. Domínguez, Antonio José 1179.
Conté, Rafael 7333o 1586c, 1612a. Donoso, José 608c, 1209b, 1223.
Corbalán, Pablo 889. Dowd, Catherine Elizabeth 1180.
Corral Castañedo, Antonio 1614a, 1629- Dowling, John Clarkson 1156c.
Corredor Matheos, José 895, 905. Doyle, Raymond H . 422.
Cottina, José Ramón 1175. Dressell, Barbara Ann 1631.
Cosse, Rómulo 446, 645. Droc, María 1064.
Couffbn, Claude 74. Dujovne, Marta 1334.
Coughlin, Edward 756, 782. Dunham, Lowell 409-
Couland, Anne-Marie 42. Duran, Gloria 1256.
Cousté, Alberto 122h, 608d, 1236a, 1391c, 1473c. Duran, Manuel 970.
Cozarinsky, Edgardo 418. Duran Luzio, Juan 161.
Crespo, José Luis 750.
Cristaldo, Janer 1021. Echevarría Ferrari, Arturo 423.
Cro, Stelio479. Edelberg, Betina 291, 344a.
Croft, K . S. B. 1142b. Ellis, Keith 1462a, 1462b, 1523.
Ctoss, Esrher 1422, Enguídanos, Miguel 379.
Cruz-Luis, Adolfo 1325c. Escassi, J. 517.
Cubero, Efi 1549a. Escudero Martínez, Carmen 1524.
Cuéllar de Valdés de la Paz, Aída 1562. Ezquerro, Milagros 1333b.
Cuesta, Isabel María de la 1113.
Cueto, Alonso 631. Fairs, Wendy B. 7257.
Cueto, Setgio 420, 1423. Falla, Manuel de 582.
Cuevas García, Crisróbal 1203, 1645. Farías, Víctot 426.
Curia, Beatriz 7424. Fechter, Sharon Ahern 944.
Curiel, Fernando 632. Feijoo, Gladys 1258.
Custodio, Alvaro 1143c. Fein, John M . 751.
Fernández Ferrer, Antonio 366.
D'Arrigo, Miledda C 587. Fernández Chelo, Enrique, 338.
Daher, María del Carmen Fátima González 1255. Fernández Martínez, María del Pilar, 1633.
Darmangeat, Pierre 75. Fernández Retamar, Roberto 368.
David, Juan 160. Fetrari, Osvaldo 427.
Debicki, Andrew Peter 76, 255. Ferreira, Lola 191c.
Dehennin, Elsa 77. Ferreiro Villanueva, Isabel 1182.
Delibes, Miguel 1566-1623. Ferrer Agüero, Luis María 7359.
Delibes Castro, Adolfo 1596. Ferrer, Mauel 428.
Delogu, Ignacio 940, 967. Ferreres, Rafael 256.
Dellepiane, Angela B. 1022, 1023. Ferro, Roberto 636.
Devoto, Juan Bautista 1176. Fichera, Marcella 7425.
D i Giovanni, Norman Thomas 421. Fishburn, Evelyn 429.
D i Paula T 990. Fió, Juan 417.
Díaz, Janet Winecoff 1630. Flores, Ángel 748.
494 ÍNDICE DE AUTORES

Flori, Mónica Roy 637. G i l de Biedma, Jaime 85.


Flys, Miguel J . 201 d, 257, 258. Giménez Frontín, José Luis 1601a.
Font, María Cecilia 263. Giménez González, Alicia 1115, 1116.
Forgues, Roland 752. Gimferrer, Pere 326b, 744, 753, 765, 859d, 916,
Fornet, Ambrosio 1220. 1009, 1577d.
Forys, Marsha 1183. Giordano, Alberto 420, 1423.
Foster, David William 430, 1360, 1361. Giovannini, Arno 167.
Frankenthaler, Marilyn R. 638. Giráldez, Arturo 1117.
Frías, Carlos V . 326, 341, 369. Giuliano, William 1150d.
Friedman, Mary Lusky 431. Godefroy, Pierre 730.
Friedmann de Goldberg, Florinda 117i, 1171. Golding, John 715.
Fuente, Ricardo de la 1184. Goloboff, Gerardo Mario 435.
Fuentes, Carlos 1221, 683a, 683b, 1205-1244. Gómez, Rafael 50.
Gómez Blesa, Mercedes 1316.
Gala, Antonio 1143c. Gómez Cambres, Gregorio 1312.
Galvariato, Eulalia 205a, 231, 249. Gómez Mango, Edmundo 1 68.
Gálvez, Antonio 1213- Gómez Mango, Lídice 635.
Galzio, Cecilia 164. Gómez Yebra, Antonio A . 50, 59, 61, 62, 86, 87.
Gallego Morell, Antonio 590. Gómez, Zoila 144.
Ganser, Francis Rodman 1634. González, Alfonso 1261.
Gaos, Vicente 218, 219. González, Alfredo 340.
García Barrientos, José Luis 1152e. González, Eduardo 169.
García Berrio, Antonio 83. González, Javier 5 74.
García Carranza, Araceli 1221, 165, 166. González, Michael 1262.
García Carranza, Josefina 166. González, Trinidad 1153-
García de Enterría, Eduardo 432. González Castro, Vicente 1564.
García Domínguez, Ramón 1582a, 1603, 1635, González-Cobos Dávila, Carmen 1186.
1636. González Collado, J . M . 517a.
García Gómez, Constantino 580. González Echevarría, Roberro 119m, 170, 171.
García Gómez, Emilio 209. González Guerrero, Antonio 813.
García Gutiérrez, Georgina 1206a, 1259. González Lanuza, Eduardo 880, 946.
García Lorenzo, Luciano 1161a. González Loureiro, Manuel Ángel 1118, 1119.
García Méndez, Javier 433- González Marín, Carmen 1138a.
García Montero, Luis 85 lf, 914,923,929,932,945. González Martín, Jerónimo Pablo 947.
García Morales, Luis 1228. González Montes, Yara 948.
García Nieto, José 585. González Muela, Joaquín 88.
García Núñez, Fernando 1260. González Rojo, Enrique 755.
Goñi, Javier 163 7.
García Parra, María Luz 84.
Goytisolo, José Agustín 325.
García Pavón, Francisco 1150b.
Gramatges, Harold 116b.
García Posada, Miguel 1473c.
Grandal, Ramón 126a.
García Ramos, Juan Manuel 608e.
Grande, Félix 823.
García Ramos, Reinaldo 660.
Gras Alberola, Concha 1638.
García Sabell, Domingo 7072.
Grau, Cristina 436.
García Templado, José 1156d.
García Yebra, Valentín 237. Grau Santos, Julián 1069c, 1576a, 1601a, 1610a,
Gasparini, Pablo 126. 1612a.
Geist, Anthony L. 48. Grenes, Ángel L. 639.
Genove, Menchu 1595. Guerrero, J . 56.
Gerona Llamazares, José Luis 1185. Guerrero, Margarita 287, 294, 313, 344a.
Gertel, Zunilda 434- Guerrero Martín, José 89.
Giacomann, Helmy F. 273, 640, 1028, 1041, Guerrero Ruiz, Pedro 949, 950.
1264, 1362. Guglielmi, Nilda 437.
Gibbons, Reginald 48. Guillen, Claudio Ib, 27b, 34b, 39a, 53b.
G i l , Alfonso M . 1150a. Guillen, Jorge 2-66.
G i l , Ildefonso Manuel 1529. Guimerá, José Manuel 1540a.
BIBLIOGRAFÍA 495

Gullón, Agnes 1639. Kodama, Motín 344a, 357.


Gullón, Ricardo 90. Koremblit, Bernardo Ezequiel 449.
Gutiérrez, Domingo 1640. Kossoff, Ruth H . 1568a.
Guriérrez, Fabián 7752/ Kovacci, Ofelia 1395, 1428.
Gutiérrez, Rafael 438.
Guzmán, Daniel de 1263- Labajo, Aurelio 1153.
Lafon, Michel 450.
Halpern, Daniel 421. Lafuente, Fernando R. 425.
Halsey, Martha T. 1140b, ll40d, ll42d, Lafuente Ferrari, Enrique 547.
1187. Lagos, Noemí 990.
Halty, Adolfo 6. Lagos, Ramona 451.
Havard, Rober G . 91. Lagunas, Alberto 1410.
Hermans, Hub 951. Laín Entralgo, Pedro 821, 1158.
Hernández, José 983j, 988d, WOOe. Lamore, Jean 174.
Hernández, Mario 38. Lapesa Melgar, Rafael 7504.
Hernández Benavides, Manuel 439- Lapidot, Erna 452.
Hernández de López, Ana María 1265, 1268. Larco, Jorge 315.
Hiclcey,Leo 1580a, 1586b, 1641. Lassaigne, Jacques 713.
Hierro, José 577, 58,1 Lastra, Pedro 1328.
Hiriart, Rosario H . 1462d, 1530-1532. Latella, Graciela 453.
Horna, Luis de 1609, 1615. Lázaro Carreter, Fernando 67.
Huarte Morton, Fernando 259. Leiva, Ángel 983e.
Hughes, Psiche 429. Lellouche, Raphael 454.
Hulme, Peter, 277e. Lemaítre, Monique J . 759, 760.
Lennon, Adrián 455.
Iglesias, Amalia 1305. León, María Teresa 8 7 i , 955.
Iglesias Feijóo, Luis 1137b, 1144c, 1150c, 1162a, Lértora, Juan Carlos 1124.
1166, 1188. Lester, H . 1134d.
Ilárraz, Félix G . 1143b. Levine, Suzane J i l l 1429.
Infantes de Miguel, Víctor 594. Levinson, Luisa Mercedes 289.
Ingenieros, Delia 284. Levy, Elvira 750.
Irby, James 440. Levy, Isaac Jack 1245.
Irizarry, Estelle 1483b, 1533, 1534. Liberti, Juan Carlos 345.
Isbister, Rob 447. Lind, Georg Rudolf 97.
Ivask, Ivar 98, 409, 773- Lindsttom, Naomi 456.
Izquierdo Rojo, María 647. Lobato, Xurxo 7064*, 7702.
Loewenstein, C. Jared 457.
Janney, Frank 175. López Estrada, Francisco 976.
Jiménez, Juan Ramón 1542a. López Lemus, Virgilio 749, 762.
Jiménez Grullón, Juan Isidro 1029- López Martínez, Luis 1642.
Jiménez Castaño, Rafael 75 7. López Urrutia, Marta Margarita 1266.
Jiménez Fajardo, Salvador 953. Loveluck, Juan 7245.
Jiménez Millán, Antonio 954. Loynaz, Dulce María 1539-1560.
Jiménez S. Mariscal, José Demetrio 1313. Luchting, Wolfgang A. 605<z-605r.
Johnston, David 1147g, 1161b, 1168, 1189. Ludmer, Josefina 606c, 606d, 648.
Jones, Yvonne Perier 642. Luna Selles, Carmen 7363.
Jurado, Alicia 334, 344a, 354, 447. Lyon.J. E. 1142b.

Kadir, Djelal 647. MacCurdy, G . Grant 99.


Kncyper, Luis 448. Macrí, Oreste 34, 100.
Kenyon, Olga 1162b. MacShane, Frank 421.
K i m , Kwon Tae Jung 758. Madrid, Lelia 458.
King, John Patrick 1427. Magaña Schevill, Isabel 7757.
Kneuer, Marianne 1030. Magaña Esquivel, Antonio 674b.
Kociancich, Vlady 1409. Magis Orón, Carlos Horacio 767.
496 ÍNDICE DE AUTORES

Maier, Linda S. 459. Milleret, Jean de 443, 464.


Maillard, Chantal 1314, 1315. Millington, Matk 653.
Mainer, José Carlos 1447a, I4l3e. Miranda, Javier-V. Bioy Casares, Adolfo.
Mandelbaum, Ann 116. Miterrand, Francois 730.
Manguel, Alberto 1387c. Mitterer, Barbara 7.03.
Manrique de Lara, José Gerardo 568, 595. Mocega-González, Esther P. 119, 180.
Manteiga, Roberr C. 956. Molachino, Justo R. 424.
Mantero, Manuel lg, 37. Molina, César Anronio 1105, 1120.
Manzor, Yamile 1556. Molina, Juan Carlos 654.
Marco, Joaquín 409, 610a, 988d, 1236a. Molloy, Sylvia 465.
Marcos, Juan Manuel 1364- Monaco, Ménica 1431.
Marías, Julián 792b, 793b, 1598. Monges, Hebe 1385b.
Marichal, Juan 98, 694. Monleón,José85J¿, 962, 963.
Marini Palmieri, Enrique 1365, 1366. Montecchia, M . P. 466.
Marinone de Borras, Ménica 1354. Montenegro, G . 311.
Marqueríe, Alfredo 1134. Montesinos, Rafael 876.
Márquez Rodríguez, Alexis 135, 138, 177, 178. Montiel, Luis 981b, 1034.
Marrast, Roberr 827c, 878, 889, 957, 958. Montoya Ramírez, Enrique 770.
Martín Pérez, Marciano 1643. Morales, Rafael 585.
Martínez, Carlos Dámaso 1386a. Moran, Fernando 323.
Martínez, Elena M . 649. Moreau Arrabal, Luce 11149.
Martínez, Z . Nelly 1003. Moreno Aliste, Ximena 655.
Martínez Da Costa, Silvia 1031. Moreno, Fernando 1267.
Martínez Novillo, Cirilo 510c. Moreno, Jesús 1306.
Martínez Torren, Diego 17b, 701, 762. Morgan, Wiliam A . 763.
Martino, Daniel 345, 1430. Morino, Angelo 1432.
Masats, Ramón 1585. Morris, Cyril Brian 831d, 964-
Maspons, Oriol 1579, 1581. Motherwell, Robert 859e.
Massuh, Gabriela 460. Mourey, Jean Fierre 461.
Mastronardi, Carlos 316. Müller Berg, Klaus 155, 181.
Matamoro, Blas 461. Munn, Nancy Elaine Price 1035.
Mateo, María Asunción 246,260, 859d, 915,926, Muñoz, Ana María 122m, 136.
930, 959, 1557. Murat, Napoleón 279a, 440.
Matheu, Pedro de 510. Murena, H . A . 1419-
Mathías, Julio 1190. Murillo Gonález, Margarita 164-
Martalia, Sonia 402, 650. Murtagh, María Isabel 1002.
Matthews, Elizabeth 101.
Maturo, Graciela 1008, 1026, 1032. Nantell, Judith Ann 965.
May, Barbara Dale 960. Narváez, Jorge 182.
Mayer, Marcos 1033- Nassi, Amelia 1361.
Mazziotti, Nora 172. Naval, María Angeles 1413c.
McMahon, Donna Marie 961. Navarro, Justo 1413d.
McMurray, George R. 462. Navarro Duran, Rosa 1441b, 1515.
Medellín Zenil, Alfonso 680, 680a. Neira, Julio 104.
Medina Bocos, Amparo 1644. Neri, Rafael José 138.
Mejía Prieto, Jorge 424. Neruda, Pablo 881b, 899.
Melloni, Alessandra 1125. Newman, Jean Cross 1191.
Méndez Clark, Ronald S. 651. Neyra, Joaquín 1036.
Méndez Moya, Adelardo 1170. Nicholas, Robert L. 1192.
Menéndez Pidal, Ramón 794. Nudelstejer, Sergio 468.
Meneses, Carlos 102, 342, 365. Núñez Castedo, Enrique 533.
Mermal, Thomas 1535. Ñuño Montes, Juan Antonio 469.
Merrell, Floyd 463.
Milián silveira, María C. 652. O'Connor, Patricia W . 1152d.
Miller, Stephen 1012b, 1112. Oberhelman, Harley Dean 992, 1031.
BIBLIOGRAFÍA 497

Ocampo, Silvina 470, 1381, 1382, 1388. Pichón Riviére, Marcelo 1412.
Ocampo, Victoria 279a. Pickenhayn, Jorge Óscar 184, 476-478.
Ojeda, Jorge Arturo 771. Piedra, Antonio Ib, 27b, 39a, 53a, 53b, 57, 105.
Olguin, David 1038. Piloto di Casti, Sonia 1434-
Oliver Belmás, Antonio 1546, 1549- Pizzini, Tulio 990.
Onetti, Juan Carlos 600-627. Pía Narbona, José 207c, 207e.
Ontañon, Francisco 1583. Plaza, Sixto 185.
Ophey, Bernward 966. Pleak, Francés Avery 106.
Ordíz Vázquez, Francisco Javier 1225b, 1269. Poggioli, Renato 9.
Orgambide, Pedro G . 471. Polack, Philip 1568b.
Orozco Díaz, Emilio 1536. Polakovic, Esteban 1043.
Orquín, Felicidad 901. Polo de Bernabé, José Manuel 107.
Ortega Muñoz, Juan Fernando 1317, 1320. Polo García, Victorino 404, 472.
Ortega y Gasset, José 1299. Popkin, Louise B. 968.
Otero Pedrayo, R. 517a. Potlán, Albetto825, 937.
Portuondo, José Antonio 134.
Paco, Mariano de 1135d, 1139c, 1156e, 1163, Posada, José Guadalupe 1233a.
1167, 1174, 1181. Postman, Sheryl Lynn 1647.
Pacheco, Carlos Maurici 1333g. Prat, Ignacio 47, 108.
Padura, Leonardo 183. Predmore, James R. 1044.
Pageaux, Daniel Henri 1025, 1039. Prego, Ornar 658, 659.
Pajón Mecloy, Enrique 1193, 1194. Presas, Leopoldo 269.
Pamies, Alberto N . 12 70. Puente Samaniego, Pilar de la 1196, 1648.
Panero, Juan Luis 720.
Paolera, Félix della 1422. Queiroz, Raquel de 1334.
Paoletti, Mario 1049- Quintana Docio, Francisco 109.
Paredes Núñez, Juan 1489b, 1511. Quintero, Daniel 234.
Pasquariello, Anthony M . 1152d. Quiroga de Cebollero, Carmen 1045.
Pastor, Miguel Ángel 1593.
Pastor Cesteros, Susana 1126. Rama, Ángel 600a, 600b.
Pauk, Edgar 1646. Ramírez Mattei, Aida Elsa 1271.
Paz, Octavio 663-744, 1222. Read, Malcolm Kevin 479.
Pedto, Borja de 10a. Reigosa, Carlos G . 1129.
Peicovich, Esteban 401. Reib, Mercedes 120d.
Pellicer, Rosa 473. Remberg, O. 991.
Pennington, Eric Wayne 1195. Renard, María Adela 339, 362.
Peralta, Carlos 440. Represa, Miguel 1649.
Perdigó, Luisa Marina 772. Respall Fina, Raimundo 135b.
Pereda, Beatriz 643- Rest, Jaime 480.
Perera, Hilda 1561. Revenga, Luis 398, 1253-
Pérez, Jn.net 1112, 1128. Rey, Alfonso 1650.
Pérez, Alberto Julián 474, 475. Rey, Claude 697.
Pérez, Galo Rene 1040. Reyes Camacho, Benicia 1537.
Pérez, Genaro J . 1127. Reyes, Sixto Mardoqueo 1046.
Pérez, José Bernardo 597. Rice, Mary Kathleen 1197.
Peri Rossi, Cristina 708d. Rico, Gumersindo 1556.
Petersen, Claudia G. 1433.
Richmond, Carolyn l463f, 1489a, 1651.
Petit, María Angélica 659.
Rincón, Carlos 121g.
Pettea, Mariana D. 1042.
Rincón, Eduardo 144a.
Peyrefitte, Alain 730.
Río, Carmen M . del 481.
Peyro, N . 982.
Río, Julián 700, 704.
Pezzoni, Enrique 1399.
Ríos Patrón, José Luis 482.
Phillips, Rachel 774.
Rivas, José Andrés 483.
Piatti, Celestino 1603a.
Rivas, Manuel 1102.
Piccini, Mabel 1324.
Rivera, Manuel 860a, 917a, 925, 927.
498 ÍNDICE DE AUTORES

Rivers, Elias L. 207b. Sánchez Osorio, Nicolás H . 1234.


Roa Bastos, Augusto 1322-1344. Sánchez Pérez, F.Javier 1655.
Roberts, Gemma 1047. Sánchez Reyes, Carmen 1273-
Rodrigo, Joaquín 525. Sánchez Robayna, Andrés 735.
Rodríguez, Ana María 1048. Sánchez Trigueros, Antonio 1528.
Rodríguez-Alcalá, Hugo 1368. Sánchez Zamarreño, Antonio 826.
Rodríguez Carranza, Luz 1272. Sanguineti, Edoardo 697.
Rodríguez Castellano, Juan-V. Castellano, Juan R. Santander, Carlos 115a.
Rodríguez del Caño, Jesús 1652. Santí, Enrico Mario 669b, 728.
Rodríguez Monegal, Emir 279a, 326b, 360, 361, Santiago Bolaños, María Fernanda 1200, 1201,
363, 484, 486, 615, 618. 1316.
Rodríguez Padrón, Jorge 487, 775. Santiago, Elena 111.
Rodríguez Pintos, Carlos 834. Santos, Dámaso 248.
Rodríguez Puértolas, Julio i 42. Savater, Fernando 1321.
Rodríguez Santibáñez, Marta 776. Scarano, Tommaso 491.
Roggiano, Alfredo 766. Scharer Nussberger, Maya 779.
Rojas Guzmán, Eusebio 777. Scheines, Graciela I. 1413, 1436.
Romero Escassi, José 792. Schlieman, Dorothy Smith 780.
Romero Márquez, A. 51. Schmidhuber de la Mora, Guillermo 1202.
Rosales, Luis 789-821. Schneider, Luis Mario 709, 724, 725.
Rosales Arguello, Nilda 1435. Schommer, Alberto 1011.
Rosenfeldt, John 61.
Schrader, Ludwig 1348.
Rossel, Pierre 1249.
Schuchard, Barbara 189.
Rossi, Attilio 864.
Seguí, Agustín Francisco 1050.
Rossman, Charles 1251.
Senabre, Ricardo 973.
Roubaud, Jacques 697.
Seoane, Luis 853, 860.
Roux, Dominique 443.
Serrano, Javier 1473e.
Róvere, Susana Inés 1138b.
Sessa, Aldo 331.
Rubio, Fanny 207a.
Ruffinelli, Jorge 613b, 620, 657. Shaw, Donald Leslie 190, 492.
Ruggeri Marchetti, Magda 1162, 1198. Sibbald, Kathleen M . 46, 64.
Ruiz Baños, Sagario 1130, 1131. Silver, Philip W . 44, 241.
Ruiz de Conde, Justina 110. Simón, Pedro 1552, 1555, 1559, 1563.
Ruiz, Javier 1319- Simson, Ingrid 2274.
Ruple.Joelyn 1199- Smerdou Altolaguirre, Margarita 245.
Ruy Sánchez, Alberto 778. Smith, Verity 792.
Sobejano, Gonzalo 1586c, 1593a.
Solano Salvatierra de Chase, Cida 192.
Sábato, Ernesto 332, 981-1013. Sopeña, Federico 525, 582.
Sabido, Vicente 488. Soria Olmedo, Andrés 65.
Sabino, Osvaldo R. 489. Soriano.Juan 707.
Sacastrú, Martín-V. Bioy Casares, Adolfo. Sorrentino, Fernando 494-
Sacerio Garí, Enriqu 363. Sosnowski, Saúl 495, 1351.
Sáinz de Robles, Federico Carlos 1542, 1547, Soto Borges, Valentín 193-
1548. Spang, Kurt 974.
Salcedo, Emilio 1653.
Salinas, Pedro 65, 857. Sperarri Pinero, Emma Susana 914-
Salinas de Marichal, Soledad 972. Springer, Alice Gericke 2275.
San Segundo Prieto, Gonzalo 972. Stabb, Martin S. 496, 497.
Sánchez, José 1134c. Standish, Peter 442.
Sánchez, José Francisco 1654- Stoopen, María 2276.
Sánchez, José Ramón 1603- Srortini, Carlos Alberto 498.
Sánchez Boudy, José 188. Sturrock, John 499.
Sánchez Cantón, Francisco Javier 224. Suárez Coalla, Francisca 1437.
Sánchez Ferrer, José Luis 490. Suárez Lynch, B.-V. Borges, Jorge Luis.
Sánchez Lobato, Jesús 253. Sucre, Guillermo 500, 745.
BIBLIOGRAFÍA 499
Tamargo, María Isabel 1438. Velayos Zurdo, L. Óscar 196, 197.
Tamayo, Rufino 671. Velloso, José Miguel 979-
Tamayo Vargas, A . 210. Vera Lujan, Agustín 1538.
Tapies, Antoni 49. Verani, Hugo J . 626, 644, 661, 662, 722, 784.
Tealdi, Juan Carlos 501. Verdú, Vicent 601e.
Tejada, José Luis 910, 975, 976. Vetdú de Gregorio, Joaquín 1204.
Tejerina Canal, Santiago 1277. Vila Barnés, Gladys 1375.
Temprano, Juan Carlos 581. Vila Selmajosé 198.
Tipton, Carolyn Louise 977. Vilalta, M . 674a.
Tokos, Francisco 1051. Vilanova, Antonio 1610a.
Tomlison, Charles 697, 735. Villan, Javier 1121.
Toro, Alfonso del 445. Villar, Arturo del 517c, 574, 598, 599.
Torrellardona, Carlos A . 320.
Villordo, Óscar Hermes 1408, 1440.
Torrente Ballester, Gonzalo 1054-1106.
Viñals, Alberto 1602.
Torrente Malvido, Gonzalo 1101,1132.
V i t i , Martha 1441.
Torres Nebrera, Gregorio 833a, 852a, 978.
Vitier, Cintio 1565.
Tovar de Teresa, Guillermo 1234-
Vivanco, Luis Felipe 790.
Tovar, Francisco 1372, 1373-
Vizcaíno, Fernando 785.
Trakas, Pedro N . 11474.
Treves, Renato 1454.
Wainerman, Luis 1053-
Trigo, Pedro 1374..
Webb, Barbara J . 199.
Tusa, BobsM. 195.
Weldt, Helene Coral 1377.
Wesseling, Pieter 980.
Uceda, Julia 52.
Wilsonjason 786, 787.
Ulla, Noemí 1439-
Wofsy, Samuel a. 1135b.
Umbral, Francisco 1577b, 1656.
Underwood, Leticia Iliana 781. Wolberg, Isaac 506.
Wood, Guy Harland 1658.
Urdíales, Carlos 1153.
Urza, Carmelo 1133. Woscoboinik, Julio 507.
Uzal, F. H . 1052.
Xirau, Ramón 788.
Valdivieso, Antonio R. 793.
Valencia, Juan 756, 782. Yglesias, Jorge 1551.
Vallarino, Roberto 783. Young, Richard A . 200.
Valle Spinka, Ramona F. del 1657. Yudin, Florence 113.
Vázquez, María Esther 307, 309, 344a, 502-504.
Vázquez, Nélida E. 505. Zabalbeascoa, J . A . 1134d.
Vázquez Bigi, A . M . 988h. Zambrano, María 1279-1311.
Vázquez Montalbán, M . 919- Zapata, Mónica 1442.
Vázquez Rial, Horacio 122h. Zardoya, Concha 921.
Vela Zanetti, José 1568c, 1580b, 1606b. Zemborain de Torres, Esther 312.
Velarde Rosas, Agustín 1278. Zorira Tomillo, Ángel 261.
ÍNDICE DE TÍTULOS

2 poemas malagueños (Guillen) 66. Agonía de Europa, La (Zambrano) 1287.


5 destacagados, Los (Alberti) 897. Agua quemada: Cuarteto narrativo (Fuentes)
8 nombres de Picasso, Los (Alberti) 888, 923. 1230.
13 bandas y 48 estrellas (Alberti) 842. Agua y viento (Paz) 678.
17 disparos contra lo porvenir (Bioy) 1379- ¿Águila o sol? (Paz) 671.
25 años de Luis Rosales en Cercedilla 817. Aire-Aurea (Guillen) 58.
28 pintores contemporáneos vistos por un poeta Aire nuestro (Guillen) 28.
(Diego) 573. Aire nuestro-Véase además Cántico, Clamor, Ho-
90 poemas (Alberti) 930. menaje, y otros poemas, Final.
101 sonetos (1924-1975) (Alberti) 903. Aire que me lleva el aire (Alberti) 901.
377 A , madeta de héroe (Delibes) 1614. A l mrgen (Guillen) 36.
500 años después (Fuentes) 1242. A l paso (Paz) 741, 744.
Ala en la sombra (Loynaz) 1556.
A la altura de las circunstancias (Guillen) 21. Alba del alhelí, E l (Alberti) 827c, 829, 873, 892,
A la orilla del mundo (Paz) 668. 898, 923.
A la Pintura (Alberti) 859, 873, 892, 923. Alejo Carpentier (Carpentier) 129.
Abaddón, el exterminador (Sábato) 1000, 1009. Aleph, E l (Borges) 277h, 282.
Abierto a todas horas (Alberti) 877, 892, 923. Algunas reflexiones sobre el arte.., (Sábato) 997.
Abril (Rosales) 789. Algunos lugares de la pintura (Zambrano) 1305.
Accidente: Poemas del Hospital (Alberti) 920. Algunos poemas (manuscrito de la Casona de T u -
Acerca del novelista y de su arte (Torrente) Í078. danca) (Guillen) 50.
Acoso, E l (Carpentier) 120, 121. Almadraba, La (Rosales) 808.
Adefesio, El (Alberti) 852a, 855, 863. Alondra de verdad (Diego) 518, 549.
Adioses, Los (Onetti) 605. Amante, La (Alberti) 827c, 828, 873, 892, 898,
Adjetivo y sus arrugas, El (Carpentier) 143- 923.
Admoniciones de un filósofo rancio, Las (Ayala) Amazona (Diego) 535.
1516. América Latina en su música (Catpentier) 133.
Adolfo Bioy Casares (Bioy) 1395. Amor solo (Diego) 539-
Adrogué (Borges) 335. Amor y muerte en los dibujos de Picaso (Zam-
Adversos milagros (Bioy) 1399. brano) 1310.
Afirmación literaria americanista (Carpentier) Andalucía, sueño y realidad (Zambrano) 1299.
139. Ángeles de Compostela (Diego) 517, 518a.
502 ÍNDICE DE TÍTULOS

Antecedentes históricos de la subversión universal Avellaneda, una cubana universal, La (Loynaz)


(Torrente) 1055. 1545.
Antiguas literaturas germánicas (Borges) 284. Avenrura de un fotógrafo en la Plata, La (Bioy)
Antología (Buero) 1153. 1407.
Antología (Guillen) 30. Aventura en lo gris (Buero) 1139, 1140c, 1142c,
Antología (Sábato) 1003. 1151.
Antología: Aire nuesrro (Guillen) 3 7. Aventuras,... de un cazador a rabo (Delibes) 1599.
Antología: Creación (Alonso) 218.
Antología: Crítica (Alonso) 219. Bajo el signo de la Cibeles... (Carpentier) 142.
Antología: (Primer cuaderno, 1918-1940) (Diego) Bajo ru clara sombra (Paz) 666, 668.
540. Balada de la bicicleta con alas (Albetti) 883.
Antología breve (Rosales) 813- Baladas y canciones del Paraná (Alberti) 866, 867,
Antología comentada (Alberti) 926. 873, 892, 899, 923.
Antología de Aire nuestro (Guillen) 16. Baldío, E l (Roa) 7327.
Antología de nuestro monstruoso mundo (Alonso) Bazar de la Providencia (Negocio) (Alberti) 838,
245. 899.
Antología del mar (Guillen) 51. Bestiarium (Loynaz) 1552.
Antología lírica (1993) (Loynaz) 1557. Biblioteca personal (Prólogos) (Borges) 364.
Antología personal (Borges) 302. Bienaventurados, Los (Zambrano) 1309.
Antología personal (Roa) 1337. Biografía incompleta (Diego) 534.
Blanco (Paz) 685, 692.
Antología poérica (1918-1969) (Diego) 561.
Boda sonada, Una (Ayala) 1516.
Antología poética (Alberri) 850, 880, 904, 932.
Borges : sus mejores páginas (Borges) 319.
Antología poética (Alonso) 239, 241.
Borges A / Z (Borges) 366.
Antología poética (Borges) 349.
Borges oral (Borges) 343.
Antología poética (Diego) 581.
Borges para niños (Borges) 367.
Antología poética (Paz) 720. Boxeador y un ángel, El (Ayala) 1445, 1487,1516.
Antología poética (Rosales) 815, 821. Breve diccionario del argentino exquisito (Bioy)
Antología temática y crítica (Zambrano) 1306. 1402.
Año de mi vida, U n (Delibes) 1584, 1594-
Breve teoría de la ttaducción (Ayala) 1469.
Apariencia desnuda: la obra de Marcel Duchamp
Buenas conciencias, Las (Fuentes) 2207, 1224.
(Paz) 698.
Buenos Aires (Sábato) 982.
Apologías y rechazos (Sábato) 1006.
Buenos Aires en tinta china (Alberti) 864, 873,
Aprendiz de bruja, La (Carpentier) 148.
892, 902, 923.
Aprendiz de hombre (Torrente) 1071.
Buitres, Los (Guillen) 45.
Apuntes sobre el lenguaje sagrado de las arres Burro explosivo, E l (Alberti) 846.
(Zambrano) 1295. Búsqueda del comienzo, La (Paz) 70Í.
Aquel día en Jerusalén (Alonso) 247. Búsqueda del píeseme, La (Paz) 736.
Árbol (Zambrano).
Árbol adentro (Paz) 723, 744. Cabeza de la hidra, La (Fuentes) 1224, 1227.
Arboleda perdida, La (Alberti) 851. Cabeza del cordero, La (Ayala) 1462, 1463c, 1487,
Arco y la lira, El (Paz) 673. 1516.
Ardor, pliego suelro (Guillen) 2. Caimán (Buero) 1164, 1169.
Argumento, U n (Borges) 355. Cal y Canto (Alberti) 830, 873, 892, 923.
Argumento de la obra, E l (Guillen) 17. Cambio de piel (Fuentes) 1211, 1224.
Arpa y la sombra, E l (Carpentier) 141. Camino, El (Delibes) 1568, 1584.
Artificios (Borges) 370. Camino de nuestra vida, El (Ayala) 1516.
As de bastos, El (Ayala) 1477, 1487, 1516. Camino de Santiago, El (Carpenrier) 121, 124.
Aspectos de la literarura gauchesca (Borges) 283. Campaña, La (Fuentes) 1238.
Aspecto del petrarquismo..., U n (Alonso) 211. Campeón desparejo, U n (Bioy) 1416.
Astillero, E l (Onetti) 608, 61 le. Canción al Niño Jesús y Letrilla de (Diego) 524.
Atardecer en Longwood (Torrente) 1066, 1085. Canciones (Cercedilla, 1968-1972) (Rosales) 802.
Atlas (Borges) 357. Canciones a Violante (Diego) 541.
Aún es de día (Delibes) 7567, 1584. Canciones del alto valle del Aniene (Alberti) 890,
Aura (Fuentes) 1208. 923.
BIBLIOGRAFÍA 503

Canciones para Altair (Alberti) 923, 894. Clave para un amor (Bioy) 7474.
Cándido López (Roa) 7334. Claves políticas (Sábato) 998.
Cantar de ciegos (Fuentes) 1205c, 1210, 1224. Cometa etrante (Diego) 579.
Cantata de los héroes y la fraternidad de los pue- Como el corte hace sangre (Rosales) 803.
blos (Alberti) 847, 852, 899. Compadrito, E l (Borges) 278.
Cantata por la paz y la alegría de los pueblos (Al- Compostela (Torrente) 7064.
berti) 899. Compostela y su ángel (Torrente) 1064a.
Cántico (Guillen) 1. Con la escopeta al hombro (Delibes) 7584, 7597.
Canto a la mujer estéril (Loynaz) 1539. Con los zapatos puestos tengo que morir (Alberti)
Canto de siempre (Alberti) 905. 837c, 873, 899, 923.
Caos (Bioy) 1380. Concierto barroco (Carpentier) 730.
Cara de la desgracia, La (Onetti) 607, 610, 614- Concierto de San Ovidio, E l (Buero) 1147,1149.
Catlos Colombino (Roa). Conejo, E l (Delibes) 7678.
Carmen jubilar (Diego) 571. Conferencias (Carpentier) 149-
Carolina y Gaspar (Roa) 1335. Confesión, género literario y método, La (Zam-
Carta abierta a mi pueblo (Roa) 1339. brano) 7285.
Carta de amor a Tut-Ank-Amen (Loynaz) 1546. Confrontaciones (Ayala) 7497.
Carta entera, La (Rosales) 808, 812,816. Congreso, El (Borges) 322.
Cartas boca abajo, Las (Buero) 1143, 1145, 1149. Conjunciones y disyunciones (Paz) 697.
Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (De- Conjurados, Los (Borges) 358.
libes) 1610. Consagración de la primavera, La (Carpentier) 740.
Cartas de juventud (Borges) 365. Consignas (Alberti) 835.
Casa con dos puertas (Fuentes) 1217. Constancia y otras novelas para vírgenes (Fuentes)
Casa de la presencia, La (Paz) 73 7. 7237.
Casa del invierno-verano, La (Roa). Contar un cuento y otros relatos (Roa) 7338.
Casa encendida, La (Rosales) 792, 793 a, 793 b. Contenido del corazón, El (Rosales) 797.
Casamiento engañoso, El (Torrente) 1057, 1085. Contra el poder y otros ensayos (Ayala) 7573.
Casi un cuento de hadas (Buero) 1138. Convergencias (Paz) 738.
Caso Sábato, E l (Sábato) 986. Convivencia (Guillen) 38.
Castilla en mi obra (Delibes) 1595. Convulsión política y social de nuestro tiempo, La
Castilla habla (Delibes) 2673. (Sábato) 996.
Castilla, lo castellano y los castellanos (Delibes) 1602. Coplas de Juan Panadero (Alberti) 862, 873, 899,
Caudillo, El (Borges) 262. 923.
Caza de la perdiz roja, La (Delibes) 1581, 1584. Coplas para Manuel Gerena (Alberti) 897.
Caza en España, La (Delibes) 7579. Cordobés dilucidado, E l (Diego) 555.
Cazador en el alba (Ayala) 1447, 1487, 1516. Correspondencia (Diego) 582.
Cementerio civil (Diego) 567. Correspondencia (Guillen) 65.
Censura de prensa en los años 40..., La (Delibes) Corriente alterna (Paz) 687.
1611. Cosas en su sitio, Las (Paz) 694.
Centena (poemas, 1935-1968), La (Paz) 690. Cosmogonías (Borges) 337.
Ceñidor de Venus desceñido, E l (Alberti) 860. Cotufas del Golfo (Torrente) 7097.
Ceremonias del alba (Fuentes) 1240. Crisis actual de la enseñanza, La (Ayala) 7472.
Cerezo y la palmera, El (Diego) 551. Cristóbal Nonato (Fuentes) 1236.
Cervanres o la crítica de la lectura (Fuentes) 1226. Crítica y poesía (Diego) 578.
Cervantes y la libertad (Rosales) 794. Crónica del rey pasmado (Torrente) 7096.
Cervantes y Quevedo (Ayala) 1494. Crónicas (Carpenrier) 734.
Chac Mool y otros cuentos (Fuentes) 1223. Crónicas (1932-1938) (Alberti) 899.
Cifra, La (Borges) 350. Crónicas de Bustos Domecq (Borges) 377.
Cinco horas con Mario (Delibes) 7586. Cuaderno San Martín (Borges) 265, 268.
Cine, arte y espectáculo, El (Ayala) 1446a, 1446b. Cuadernos de la Romana (Torrente) 7075.
Ciudad de las columnas, La (Carpentier) 726. Cuadernos de un vate vago, Los (Torrente) 7083.
Clamor (Guillen) 70, 74, 21, 39. Cuadrivio (Paz) 682.
Claros del bosque (Zambrano) 7296. Cuando entonces (Onetti) 625.
Claude Lévi-Stauss o el nuevo festín de Esopo (Paz) Cuando ya no importe (Onetti) 627.
686. Cuatro hombres de pueblo (Sábato) 7007.
504 ÍNDICE DE TÍTULOS

Cuatro poetas españoles (Alonso) 229. Diario de un cazador (Delibes) 1573,1577, 1584,
Cuento de sirena, El (Torrente) 1100. 1586.
Cuento viejo (Ayala) 1516. Diario de un emigrante (Delibes) 1576, 1584.
Cuentos (Ayala) 1484. Diario de una resurrección (Rosales) 807.
Cuentos (Borges) 316, 362. Diarios de trabajo (Torrente) 1085.
Cuenros (Carpentier) 136. Días enmascarados, Los (Fuentes) 1205, 1224.
Cuentos completos (Onetti) 613. Días felices (Ayala) 1487.
Cuentos de H . Bustos Domecq (Borges) 359. Diccionario del argentino exquisito (Bioy) 1402b.
Cuentos secretos (Onetti) 623. Diez años de música en España (Diego) 525.
Cuerpo presente y otros cuentos (Roa) 1331. Diez liricografías (Alberti) 868.
Cuerpos y ofrendas (Fuentes) 1222. Dilemas de la integración iberoamericana, Los
Cultura en la encrucijada nacional, La (Sábato) (Roa) 1340.
999. Discos visuales (Paz) 688.
Cultura y educación (Sábaro) 1012. Discurso... apertura del curso... 1955-1956
Cumpleaños (Fuentes) 1214. (Alonso) 215.
Discurso... proclamación de la Fallera (Alberri)
Dafne y ensueños (Torrente) 1086. 911.
Dámaso Alonso para niños (Alonso) 246. Discursos (Fuentes) 1228.
Dámaso Alonso recuerda el Perú (Alonso) 249- Discusión (Borges) 270.
De este mundo y el otro (Ayala) 1478. Discursos (1962-1965) (Alberti) 899.
De la Aurora (Zambrano) 1300. Disputado voto del señor Cayo, El (Delibes) 1601.
De los álamos y los sauces (Alberti) 848. Doble experiencia política..., Una (Ayala) 1454.
De los siglos oscuros al de Oro (Alonso) 222. Doble historia del doctor Valmy, La (Buero) 1150,
De raptos, violaciones, macacos y demás incove- 1169.
niencias (Ayala) 1498. Donjuán (Torrenre) J072.
De raptos, violaciones y otras incoveniencias Donde da vuelta el aire (Torrente) 1069.
(Ayala) 1485, 1498. Dormir al sol (Bioy) 1405.
De triunfos y penas (Ayala) 1499- Dos días de caza (Delibes) 1604.
De un momento a otro (Drama...) (Alberti) 852, Dos educaciones (Fuentes) 1241.
879, 899. Dos escritos autobiográficos : (El nacimiento)
De un momento a otro (Poesía e historia) (Alberti) (Zambrano) 7297.
844, 873, 881c, 899, 923. Dos españoles del Siglo de Oro (Alonso) 225.
Dejemos hablar al viento (Onetti) 622. Dos estampidas reales (Alberti) 873, 892, 898,
Del amanecer y el despertar (Guillen) 8. 923.
Del mar de Cádiz (Alberti) 910. Dos fantasías memorables (Borges) 279.
Del Siglo de Oro a este siglo de siglas (Alonso) 230. Dos fragmentos sobre el amor (Zambrano) 1298.
Delirio y destino (Zambrano) 1304. Dos novelas (Carpentier) 137.
Deporte de caballeros, U n (Delibes) 1622. Dos poemas (versos divinos) (Diego) 531.
Derecho de asilo, El (Carpentier) 128. Dos viajes en automóvil (Delibes) 7607.
Derecho Social en la Constitución..., El (Ayala) Duda y amor sobre el Ser Supremo (Alonso) 245.
1448. Dulce María Loynaz (Loynaz) 1553, 1558.
Derechos de la persona individual para una socie- Dulces recuerdos (Ayala) 2576.
dad masas (Ayala) 1467.
Derechos individuales..., Los (Ayala) 1449. Ecué-Yamba-Ó (Carpentier) 724.
Desnudo en el arte y otros ensayos, E l (Rosales) Eduardo Falú (Sábato) 2007.
819. Égloga de Antonio Bienvenida (Diego) 536.
Detonación, La (Buero) 1161. Eh, los toros! (Alberti) 853.
Día de las Artes y de las Letras, El (Loynaz) 1544. Elegía y varios sonetos épicos, Una (Borges) 298.
Diablo mundo (Ayala) 1487. Elogio de la negación (Paz) 742.
Diálogo entre el amor y un viejo (Ayala) 1483b. Elogio de la sombra (Borges) 378.
Diálogo entre Venus y Príapo (Alberti) 874. En la Andalucía de la E (Alonso) 220.
Diálogo secreto (Buero) 1166, 1169. En la ardiente oscuridad (Buero) 1135, 1145,
Diálogos (Borges) 332. 1169.
Diario de la guerra del cerdo (Bioy) 1400, 1409- En memoria de un gato gris (Ayala) 2576.
BIBLIOGRAFÍA 505

En torno a Gabriel Miró : Breve episrolario (Gui- Federico en persona (Guillen) 13.
llen) 31. Federico García Lorca (Alberti) 914.
En torno a Lope (Alonso) 236. Fermín Galán (Alberri) 832, 899-
Encanto de las sirenas, El (Guillen) 6. Fervor de Buenos Aires (Borges) 263.
Ensayo sobre la libertad (Ayala) 1455. Ficciones (Borges) 277.
Ensayos (Carpentier) 14 7. Filomeno a mi pesar (Torrenre) 1095.
Ensayos : Teoría y critica literaria, Los (Ayala) Filosofía y poesía (Zambrano) 1281, 1295.
1494. Final (Guillen) 53.
Ensayos críticos (Torrenre) 1084. Fiscal, El (Roa) 1344.
Ensayos de sociología política (Ayala) 1465. Fondo del vaso, E l (Ayala) 1473b, 1476, 1487,
Ensayos sobre poesía española (Alonso) 206. 1516.
Entre el clavel y la espada (Alberti) 849, 873, 892, Forma del pensamiento: La 'Guía', Una (Zam-
923. brano) 1295.
Entre la piedra y la flor (Paz) 667. Fragancia de jazmines (Ayala) 1483b.
Epístola Moral a Fabio» de..., La (Alonso) 240. Fragmentos de Apocalipsis (Torrente) 2079.
Ernesto Sábato (Sábato) 1013. Freudismo, testimonio del hombre actual, E l
Esa angustia llamada Andalucía (Rosales) 820. (Zambrano) 7283.
Escenas amatorias (Torrente) 1101. Fugitivos, Los (Carpentier) 750.
Escritor en la sociedad de masas, E l (Ayala) 1470. Fundación, La (Buero) 2247g, 1160.
Escriror en su siglo, E l (Ayala) 1510. Fundación del querer, La (Diego) 562.
Escritor y el cine, E l (Ayala) 1446c, 1446d. Fundación y disidencia (Paz) 740.
Escritor y la crisis contemporánea, E l (Sábato) Fustigada luz (Alberti) 906, 923.
1004.
Escritor y su imagen, E l (Ayala) 1496. Galdós en su tiempo (Ayala) 2497.
Escritor y sus fantasmas, E l (Sábato) 989, 997. Galeria I (Guillen) 54.
Ese músico que llevo dentro (Carpenrier) 144. Galicia : el país soñado (Torrente) 7202.
España a la fecha (Ayala) 1481. Gallarda, La (Alberti) 863, 937.
España de Galdós, La (Zambrano) 1291. García Lorca ante el esperpento (Buero) 7 758.
España, sueño y verdad (Zambrano) 1292. Generaciones y semblanzas (Paz) 724.
España y la cultura germánica (Ayala) 1481a. Genio y figura de Adolfo Bioy Casares (Bioy) 7408.
Estación violenta, La (Paz) 677. Geografía de la novela (Fuentes) 7243.
Estampida celeste de la virgen... y el marinero (Al- Gerardo de Alvear (Diego) 547.
berti) 829. Gerardo Diego (Diego) 584.
Estampida real del vaquero y la pastora (Alberti) Gerardo Diego para niños (Diego) 580.
829. Gerardo Diego y Adonais (Diego) 585.
Estatua casera, La (Bioy) 1382. Gerzso (Paz) 775.
Estrofa de Lope, Una (Diego) 522. tiesto, E l (Guillen) 22.
Estructura narrativa..., La (Ayala) 1503. Gloriosos triunfo del príncipe Arjuna (Ayala)
Estudios y ensayos gongorinos (Alonso) 216. 7576.
Estudios (Guillen) 40. Glosa a Villamediana (Diego) 543.
Europa : parada y fonda (Delibes) 1582, 1584- Golfo de sombras (Alberti) 97 7.
Evaristo Carriego (Borges) 269. Golpe de estado de Guadalupe Limón, E l (To-
Evasión de los intelectuales, La (Ayala) 1479. rrente) 1062, 1080.
Evolución de la sintaxis de Góngora (Alonso) 202. Góngora y el Polifemo (Alonso) 226.
Excursiones / Incursiones (Paz) 739. Goyay Picasso (1953-1960) (Alberti) 899.
Experiencia e invención... (Ayala) 1475. Gozos de la vista (Alonso) 242.
Expresión, La (Guillen) 52. Gozos y las sombras, Los (Torrente) 2 069.
Grajilla, La (Delibes) 1623.
Fabio de la «Epístola Moral», E l (Alonso) 224. Gran Serafín, El (Bioy) 1384c, 1396.
Fábula de Equis y Zeda (Diego) 515. Gringo viejo (Fuentes) 1233.
Familia lejana, Una (Fuentes) 1229. Guerra del tiempo (Carpentier) 227.
Fantasma recorre Europa, U n (Alberti) 836. Guerras de nuestros antepasados, Las (Delibes)
Fantasmas de Flaubert, Los (Sábato) 997. 7597.
Farruquiño (Torrente) 1068. Guirnalda civil (Guillen) 32.
Fe y esperanza en la universidad (Torrente) 1092. Guirnalda con amores (Bioy) 7393.
506 ÍNDICE DE TÍTULOS

Hacedor, El (Borges) 299. Ideas políticas modernas, Las (Torrente) 7056.


Hacia Cántico (Guillen) 46. Idioma de los argentinos, E l (Borges) 267.
Hacia el comienzo (Paz) 692. Ifigenia (Torrente) 7067, 7080.
Hacia un saber sobre el alma (Zambrano) 1288. Imagen (Diego) 509.
Hacia una semblanza de Quevedo (Ayala) 1486. Imagen de España, La (Ayala) 7505.
Hasta siempre (Diego) 526. Imagen múltiple de Gerardo Diego 574.
Hechizado, El (Ayala) 1456. Imagen primera de... (Alberri) 857.
Hermana de Eloísa, La (Borges) 2S9. Imágenes (1941-1954) (Alberti) 899.
Héroe de las mujeres, E l (Bioy) 1406. In/Mediaciones (Paz) 708.
Heterodoxia (Sábato) 981b, 984a, 985, 997. Incidente (Ayala) 7576.
Hija de Rappaccini, La (Paz) 674. Indagación del cinema (Ayala) 7446.
Hijo de hombre (Roa) 1325. Infierno tan temido, E l (Onetti) 609.
Hijos de la ira (Alonso) 207. Informe de Brodie, E l (Borges) 277 h, 321.
Hijos del aire (Paz) 735. Informe sobre ciegos (Sábato) 997.
Hijos del drago, Los (Alberti) 918, 923- Inglaterra que yo vi, La (Roa) 1323.
Hijos del limo, Los (Paz) 702, 744. Iniciales (Diego) 508a.
Historia de la eternidad (Borges) 273. Inocentes, Los (Ayala) 1516.
Historia de la libertad (Ayala) 1453. Inquisiciones (Borges) 264.
Historia de la noche (Borges) 336. Instante y revelación (Paz) 722.
Historia de lunas (Carpentier) 250.
Integración social en América, La (Ayala) 2472.
Historia de macacos (Ayala) 1468, 1487, 1498,
Intelectuales en el drama de España, Los (Zam-
1516.
brano) 7280.
Hisroria de Rosendo Juárez (Borges) 320. Introducción a la literatura inglesa (Borges) 307.
Hisroria de un amanecer (Ayala) 1444, 1487, Introducción a la literatuta norteamericana (Bor-
1516. ges) 372.
Historia de una escalera (Buero) 7 234, 1148, Introducción a las ciencias sociales (Ayala) 7466.
1149. Invención de Morel, La (Bioy) 7384, 7409.
Historia muy natural (Guillen) 47. Invención del Quijote, La (Ayala) 7464.
Hisroria natural (Guillen) 25. Invención y la trama : Una antología, La (Bioy)
Historia prodigiosa (Bioy) 7392. 7472.
Historia universal de la infamia (Borges) 272, Irene, o el tesoro (Bueto) 7 235c, 1138b, 1141,
321b. • 1148.
Historias de amor (Bioy) 7403, 7409. Isla de los jacintos corrados, La (Torrente) 7082.
Historias desaforadas (Bioy) 7477. Isla de Puerto Rico (Zambrano) 7284.
Historias fantásticas (Bioy) 7404, 7409. Islas extraordinarias, Las (Torrente) 7099.
Histrionismo y representación... (Ayala) 7457. Itinerario (Sábato) 995.
Hoja roja, La (Delibes) 7577, 7584.
Hombre al agua (Torrente) 7093. Jacob y el otro (Onetti) 672, 624.
Hombre de la esquina rosada (Borges) 290. Jándalo (Sevilla y Cádiz), E l (Diego) 552.
Hombre deshabitado, E l (Alberti) 833, 863. Jándalo en Cádiz, U n (Diego) 552 a.
Hombre y Dios (Alonso) 201a, 208, 217. Jardín : novela lírica (Loynaz) 7542.
Hombre y la obra, E l (Guillen) 64. Jardín de las delicias, E l (Ayala) 7489, 7576.
Hombre y lo divino, El (Zambrano) 7289. Jardín de las malicias, E l (Ayala) 7506.
Hombres en su siglo (Paz) 779. Jardín de los senderos que se bifurcan, El (Borges)
Hombres y engranajes (Sábato) 987 b, 984, 997. 274.
Homenaje (Guillen) 27. Javier Marino (Torrente) 7067, 7080.
Homenaje a Ernesto Guevara (Sábato) 997. Jesús G . de la Torre en su transparente pintar
Homenaje a Francisco Almeyra (Bioy) 7390. (Zambrano) 7377.
Homenaje a Jorge Guillen (Guillen) 57. Jorge Guillen para niños (Guillen) 67.
Homenaje a la pintura (Alberti) 859e. Jorge Luis Borges Ficcionario (Borges) 360.
Hostal de los dioses amables, E l (Torrente) 2706. Jovellanos (Ayala) 7460.
Hoy es fiesta (Buero) 7742, 7745, 7755, 1162a. Juan de Tassis, conde de Villamediana (Rosa-
Hoy ya es ayer (Ayala) 7493. les).
Huerto de Melibea, E l (Guillen) 55. Juan Soriano y su obra (Fuentes) 7232.
Huerto de Melibea (Guillen) 7. Judíos y antisemitas (Sábato) 997.
BIBLIOGRAFÍA 507
Jueces en la noche (Buero) 1162. Luna de enfrente (Borges) 265.
Juegos, Los (Roa) 1335. Luna en el desierto, La (Diego) 527, 549.
Juegos de agua : Versos del agua y del amor (Loy- Luna silvestre (Paz) 663.
naz) 1541. Luzbel desconcertado (Guillen) 9.
Juntacadáveres (Onetti) 611.
Macedonio Fernández (Borges) 303.
Kenningar, Las (Borges) 211. Madera quemada (Roa) 1328.
Madrugada (Buero) 1140, 1145.
Laberinto de la soledad, E l (Paz) 670. Magia de la risa (Paz) 680.
Laberintos (Borges) 331. Manual de espumas (Diego) 511.
Ladera Este (1962-1968) (Paz) 692. Manual de zoología fantástica (Borges) 294.
Lado de la sombra, E l (Bioy) 1394. Manuel Machado, poeta (Diego) 569.
Language and Poetry (Guillen) 18. Mar, E l (Diego) 577.
Lazarillo... , El (Ayala) 1490. Maravillas con varia acrósticas jardín de Miró (Al-
Lázaro en el laberinto (Buero) 1161. berti) 893.
Lectura y contemplación (Paz) 121. Marcel Duchamp o el casrillo de la pureza (Paz)
Lengua poética de Góngora, La (Alonso) 203. 689.
Lenguaje de Buenos Aires, E l (Borges) 26lb. Maremagnum (Guillen) 10.
Lenguaje y poesía (Guillen) 18a, 18b. Marginalia (Buero) 1165.
Leopoldo Lugones (Borges) 292. María Carmen Pórtela (Alberti) 869.
Letra y Solfa (Carpentier) 135. María Zambrano en "Orígenes" (Zambrano) 1303.
Libertad bajo palabra (Paz) 669- Marinero en tierra (Alberti) 827, 873, 892, 898,
Libro de arena, E l (Borges) 328. 923.
Libro de la caza menor, E l (Delibes) 1583. Martín Fierro, E l (Borges) 287.
Libro de los seres imaginarios, E l (Borges) 313. Máscaras del amor, Las (Onerti) 615.
Libro del mar (Alberti) 884. Matador (Poemas escénicos), E l (Alberti) 875a,
Libro italiano, E l (Alonso) 221. 892, 923.
Libros y su misión..., Los (Sábato) 1005. Mejor reina de España, La (Rosales) 790.
Limbo (Diego) 529. Memoria de Shakespeare, La (Borges) 351.
Límites (Borges) 296. Memoria sobre la pampa y los gauchos (Bioy)
Lírica española (Rosales) 799. 1401.
Literatura española conremporánea (Torrente)
Menéndez Pelayo, crítico literario (Alonso) 221.
1065.
Menéndez Pelayo en la historia literaria (Diego)
Literatura hispanoamericana por un testigo de 537.
vista, La (Paz) 121. Menéndez Pelayo y la historia de la poesía (Diego)
Literatura y conciencia en América Latina (Car- 513.
pentier) 125. Menéndez Pidal y la cultura española (Alonso)
Litetaturas germánicas medievales (Borges) 309. 233.
Llama doble : amor y erotismo, La (Paz) 743. Meninas, Las (Buero) 1134f, 1146, 1149, 1155,
Llegada de los dioses (Buero) 1134c, 1131b, 1151. 1169.
Lo mejor de Gonzalo Torrente Ballester 1091. México en la obra de Octavio Paz (Paz) 109.
Lo mejor de Ocravio Paz (Paz) 729. M i cuarto a espadas (Ayala) 7507.
Lo que canté y dije de Picasso (Alberti) 912. M i idolatrado hijo Sisí (Delibes) 7570, 1584,
Loco de fe y el pecador, E l (Ayala) 2487, 1516. 1586.
Loco, El (Delibes) 7569. M i mala suerte en el auto-stop (Ayala) 7526.
Lope de Aguirre (Torrente) 1058, 1085. M i mundo y el mundo (Delibes) 1592.
Lope de Vega y la poesía contemporánea (Alberti) M i querida bicicleta (Delibes) 1615.
818. M i Santander, mi cuna, mi palabra (Diego) 544.
Lope y Ramón (Diego) 553. M i viaje a Inglatetra (1950) (Alberti) 899.
Los que aman, odian (Bioy) 1388. M i vida al aire libre (Delibes) 262.
Lozana andaluza, La (Alberti) 879. Mientras el aire es nuestro : Antología (Guillen)
Lucha hasta el alba (Roa) 1336. 44.
Lugar de Lázaro (Guillen) 11. Mis amigas las truchas (Delibes) 1600.
Luis Greve, muerto (Bioy) 1383. Mis páginas mejores (Ayala) 1482.
Luis Rosales 818. Mito : Libro para una ópera (Buero) 2150b, 1154-
508 ÍNDICE DE TÍTULOS

Modelo para la muerte, U n (Borges) 280. Nueve poemas (Borges) 292.


Moneda de hierro, La (Borges) 333. Nuevo escorzo de Góngora (Diego) 545.
Mono gramático, El (Paz) 703. Nuevo liberalismo (Zambrano) 7279-
Montaigne, Walt Whitman (Borges) 295. Nuevos cuadernos de la Romana (Torrente) 2077.
Moriencia (Roa) 1330. Nuevos cuentos de Bustos Domecq (Borges) 338.
Mortaja, La (Delibes) 1593. Numancia (Alberti) 845.
Muerte de Artemio Cruz, La (Fuentes) 1209,
1224. Obra completa (Delibes) 1584.
Muerte del decano, La (Torrente) 1103. Obra completa (Torrente) 2080.
Muerte y la brújula, La (Borges) 285. Obra lírica (Loynaz) 1548.
Muerte y la niña, La (Onetti) 619. Obra poética (Borges) 305, 341.
Muertes de perro (Ayala) 1413, 1481, 1516. Obra poética : Antología (1935-1988) (Paz) 732.
Mujer que huye por los túneles, Una (Torrenre) Obra poética : Antología (Guillen) 33.
1089. Obra selecta (Onetti) 626.
Mundo de José Luis Cuevas, El (Fuentes) 1215. Obras : Ensayos (Sábato) 997.
Mundo en la agonía, El (Delibes) 1603 a. Obras completas (Alberti) 923.
Mundo que agoniza, U n (Delibes) 1603. Obras completas (Alonso) 237.
Muñeca rusa, Una (Bioy) 1415. Obras completas (Borges) 326, 369.
Música cercana (Buero) 1168. Obras completas (Carpentier) 746.
Música en Cuba, La (Carpentier) 116. Obras completas (Fuentes) 7224.
Obras completas (Onetti) 678.
Naranjal ardiente, El (Roa) 1326. Obras completas : Poesía (Diego) 583.
Naranjo, El (Fuentes) 1244. Obtas completas en colaboración (Borges) 344.
Natraciones (Borges) 323, 346, 352. Obras de ficción (Sábato) 992.
Narrativa completa (Ayala) 1516. Obras escogidas (Bioy) 7409.
Narrativa completa (Sábato) 1009. Obras narrativas completas (Ayala) 7487.
Navidad en la poesía española, La (Diego) 532. Obras reunidas (Primera entrega) (Zambtano)
Niña de oro, La (Ayala) 1516. 1295.
Niños (Guillen) 60. Ocho poemas escénicos (Alberti) 899.
¡No pasaran! (Paz) 664. Odas morales (Diego) 556.
Nocturnos de Chopin (Diego) 549. Off-Side (Torrente) 1013.
Noche de guerra en el Museo del Prado (Alberti) Ogro filantrópico, E l (Paz) 770.
870, 879, 899. Oigo el silencio universal del miedo (Rosales) 876.
Noche de resurrecciones (Paz) 668. Opera poética (Aire nuestro) (Guillen) 34.
Nochebuena en tierra de infieles, Una (Ayala) Oppenheimer (Ayala) 7452.
1516. Ora marítima (Alberti) 865, 866, 873, 892, 923.
Notas de un método (Zambrano) 2307. Oración de la Virgen de la buena leche (Alberti)
Novela : Galdós y Unamuno, La (Ayala) 1495. 834.
Novela cervantina, La (Alonso) 234. Orilleros, Los (Borges) 293.
Novela latinoamericana..., La (Carpentier) 245. Oro de los tigres, El (Borges) 324.
Novelas cortas completas, Las (Onetti) 616. Orquídeas a la luz de la luna (Fuentes) 1231.
Novelas y telaros (Carpentier) 237. Oscura noticia (Alonso) 208.
Novelista descubre América, U n (Delibes) 1514. Otra aventura: Ensayos literarios, La (Bioy) 2397.
Novia de Lázaro, La (Loynaz) 1554. Otra voz : poesía y fin de siglo, La (Paz) 733.
Novia robada, La (Onerti) 62 7, 67 9a. Otras inquisiciones (Borges) 286.
Nuestra diaria palabra (Alberti) 843. Orro, el mismo, El (Borges) 374.
Nueva antología personal (Borges) 377. Otro fútbol, E l (Delibes) 7608.
Nueva novela hispanoamericana, La (Fuentes) Otro poema de los dones (Borges) 304.
2276. Otro rostro del peronismo, El (Sábato) 987.
Nueva refutación del tiempo (Borges) 287,
Nueva tormenta..., La (Bioy) 7387. Pablo Picasso (Alberti) 896.
Nuevas coplas de Juan Panadero (Alberti) 862b, Páginas de Adolfo Bioy Casares (Bioy) 7470.
899, 923. Páginas de Ernesto Sábato (Sábato) 1010.
Nuevas poesías (Paz) 776. Páginas de Jorge Luis Borges (Borges) 354.
Nueve ensayos dantescos (Borges) 353. Páginas escogidas (Borges) 368.
BIBLIOGRAFÍA 509

Páginas vivas (Sábato) 1002. Poemas con nombre (Alberti) 892.


Paisaje con figuras (Diego) 538. Poemas de amor (Alberti) 882.
Pájara pinta, La (Alberti) 878. Poemas de Castilla (Guillen) 29.
Palabra y el signo, La (Alberti) 925. Poemas de Punta del Este (Alberti) 873, 892, 902,
Palabras en la arena, Las (Buero) 1134b, 1151, 923.
1161a,. Poemas del destierro y de la espera (Alberti) 895.
Palabras y letras (Ayala) 1501. Poemas diversos (Alberti) 873, 892.
Palacio Nacional (Fuentes) 1234- Poemas escénicos (Alberti) 875, 899.
Palma de mano abierta (Antología) (Diego) 568. Poemas escogidos (Alonso) 235.
Panorama de la literatura española contemporánea Poemas escogidos (Borges) 325.
(Torrente) 1065a. Poemas escogidos (Loynaz) 1559.
Para esta noche (Onetti) 602. Poemas malagueños (Guillen) 59.
Para la biografía de Góngora (Alonso) 231. Poemas mayores (Diego) 575.
Para las seis cuerdas (Borges) 308. Poemas menores (Diego) 576.
Para una historia de la piedad (Zambrano) 1308. Poemas náufragos (Loynaz) 1555.
Para una rumba sin nombre (Onetti) 600b-600d, Poemas para niños (Alberti) 907.
6Q6a-606d. Poemas puros, poemillas de la ciudad (Alonso)
Parábola del naufrago (Delibes) 1590. 207, 242.
Paraíso de los creyentes, El (Borges) 293. Poemas sin nombre (Loynaz) 2547.
París : la revolución de mayo (Fuentes) 1213. Poemas y dibujos (Alberti) 927.
Partida, La (Delibes) 1571. Poesía (Alberti) 839, 892.
Pasado en claro (Paz) 705. Poesía amorosa : 1919-1972 (Guillen) 42.
Pascua trisre, La (Torrente) 1069. Poesía amorosa (Diego) 554-
Pasión crítica (Paz) 722. Poesía completa (Loynaz) 1560.
Pasión y muerte del conde de Villamediana (Ro- Poesía de creación (Diego) 570.
sales) 795, 798. Poesía de Dámaso Alonso (Alonso) 232.
Pasos perdidos, Los (Carpentier) 119. Poesía de Neruda, La (Rosales) 806.
Pegar la hebra (Delibes) 1617. Poesía de San Juan de la Cruz..., La (Alonso) 205.
Pensamiento y poesía en la vida española (Zam- Poesía dramática en el «Don Duardos».,., La
brano) 1282, 1295. (Alonso) 204.
Pensamiento vivo de Saavedra Fajardo, El (Ayala) Poesía española (Alonso) 222.
1450. Poesía gauchesca, La (Borges) 300.
Pensamiento vivo de Séneca, El (Zambrano) 1286. Poesía juvenil (Borges) 342.
Pequeña crónica de grandes días (Paz) 734. Poesía, mito, revolución (Paz) 730.
Peras del olmo, Las (Paz) 675. Poesía popular en la lírica española, La (Alberti)
Perdices del domingo, Las (Delibes) 2605. 837.
Peregrino en su patria, El (Paz) 725. Poesía teunida (1935-1974) (Rosales) 82 2.
Perjurio de la nieve, E l (Bioy) 1385. Poesía reunida (1979-1982) (Rosales) 814.
Persona y democracia (Zambrano) 1290. Poesía y novela en España (Alonso) 270.
Pez, U n (Ayala) 1516.. Poesías (Borges) 339.
Piedra de sol (Paz) 676. Poesías anteriores a Marinero en tierra (Alberti)
Pies sobre el agua, Los (Roa) 1329. 886.
Pintura de Eduardo Vicente, La (Diego) 528. Poesías completas (Alberti) 873.
Pintura escrita (Rosales) 805. Poesías escogidas (Loynaz) 7557.
Plan de evasión (Bioy) 1387. Poeta ante su obra, El (Guillen) 48.
Plaza mayor : Antología civil (Guillen) 42. Poeta en la calle (Obra civil), El (Alberti) 899.
Pleamar (Alberti) 856, 873, 892, 923. Poeta en la calle (Poesía civil), E l (Alberti) 873,
Plumas del fénix..., Las (Ayala) 1509. 881, 899, 923.
Poema y sistema (Zambrano) 1295. Poeta en la España de 1931, El (Alberti) 854.
Poemas (Borges) 276, 288, 297. Poeta español en el Río de la Plata, U n (Alberti)
Poemas : Antología (Diego) 523. 887.
Poemas (1935-1975) (Paz) 722. Poeta Manuel Machado, E l (Diego) 572.
Poemas adrede (Diego) 526. Poetas españoles contemporáneos (Alonso) 274.
Poemas anteriores a Marinero en tierra (Alberti) Poética de Bécquer, La (Guillen) 3.
898, 923. Poérica de Juan Panadero (Alberti) 921.
510 ÍNDICE DE TÍTULOS

Poetisas de América (Loynaz) 1543. Razón de ser (Carpentier) 738.


Políticos, Los (Ayala) 1458. Razón del mundo (Ayala) 1459.
Pollito de fuego, El (Roa) 1332. Realidad y ensueño (Ayala) 1480.
Por boca de los dioses (Fuentes) 1235. Recuerdos y olvidos (Ayala) 1500, 1502, 1508.
Por el color (Guillen) 56. Recurso del método, E l (Carpentier) 132.
Por esos mundos (Delibes) 1518, 1584. Reflexiones sobre la estructura narrativa (Ayala)
Posdata (Paz) 610b, 693. 1488.
Pozo, El (Onetti) 600. Reflexiones sobre mi poesía (Alonso) 244.
Preludio, aria y coda a Gabriel Fauré (Diego) 558. Región más transparente, La (Fuentes) 1206,
Presencia y otros relatos (Onetti) 624. 1224.
Primavera de los pueblos, La (Alberti) 813, 899, Regreso, E l (Ayala) 1514.
900, 923. Reino de este mundo, E l (Catpentier) 117.
Primavera de Praga, La (Delibes) 1584, 1588. Reinos originarios, Los (Fuentes) 1220.
Primavera remprana de la literatura europea Relatos (Ayala) 1515.
(Alonso) 228. Relatos (Guillen) 25.
Primer día (Paz) 668. Relatos (1937-1938) (Alberti) 899.
Primera antología de sus versos (Diego) 579. Relatos granadinos (Ayala) 1511.
Primeras Ierras (1931-1943) (Paz) 728. Relatos y prosas (Alberti) 909.
Primeros poemas (Alberti) 892. Renga (Paz) 697.
Princesa durmiente va a la escuela, La (Torrente) Repertorio de junio (Guillen) 49.
1081. República Barataría (Torrente) 1059, 1085.
Príncipe destronado, E l (Delibes) 1596. Réquiem por Faulkner (Onetti) 621.
Privilegios de la vista, Los (Paz) 726. Retablo Sacro del Nacimiento del Señor (Rosales)
Problema del liberalismo, E l (Ayala) 1451. 792.
Problemas de la traducción (Ayala) 1469a. Retórica del periodismo, La (Ayala) 1504.
Proceso de la creación narrativa (Torrente) 7704. Retorno de Ulyses, E l (Torrente) 1063, 1085.
Prodigio, E l (Ayala) 1516. Retornos, canciones y balada (Alberti) 899-
Prólogo (Bioy) 1378. Retornos de lo vivo lejano (Alberti) 865, 873, 892,
Prólogos (Borges) 329. 899, 923.
Prosa (Borges) 361. Retornos de una isla dichosa y otros poemas (Al-
Prosa completa (Borges) 347. berti) 922.
Prosas encontradas (Alberti) 889. Retrato de un caballero (Ayala) 7526.
Prosas (Alberti) 908. Rimas, 1937-1951 (Rosales) 793.
¡Pueblos libres! ¿Y España? (Alberti) 858. Robotización del hombre y otras paginas..., La (Sá-
Puertas al campo (Paz) 684. bato) 7008.
Puertas comunicantes, Las (Rosales) 804. Roma, peligro para caminantes (Alberti) 885, 923.
Puñado de pájaros, U n (Rosales) 809. Romancero de Fermín Galán y los sublevados de
Jaca (Alberti) 854.
Que van a dar en la mar (Guillen) 14. Romancero de la novia, E l (Diego) 508.
Qué es el budismo (Borges) 334. Romances (Diego) 520.
Qué es el existencialismo (Sábato) 993. Rosa de los vientos, La (Torrente) 7090.
Querido y remoto muchacho (Sábato) 1000f. Rosa de Paracelso, La (Borges) 340.
Quijote como juego, E l (Torrente) 1016. Rosa profunda, La (Borges) 330.
Quizá nos lleve el viento al infinito (Totrente) Rosa y azul (Borges) 340.
1088. Rostro en cada ola, U n (Rosales) 872.
Rufino Tamayo (Paz) 773.
Radio : vehículo del idioma, La (Diego) 559. Ruiseñor de la aurora y otros poemas, E l (Roa)
Radio Sevilla (Cuadro flamenco) (Alberti) 899. 7322.
Rafael Alberti para niños (Alberti) 915.
Raíles, Los (Delibes) i .5 72. S.O.S. (Delibes) 1598a.
Raíz del hombre (Paz) 665, 668. Saga/Fuga de J.B., La (Torrente) 7074.
Rama, La (Diego) 546. Salamandra (1958-1961) (Paz) 687.
Ramón Sánchez Díaz (Diego) 563. Salvadores de España, Los (Alberti) 928.
Rapto, E l (Ayala) 1483, 1487, 1516. Santa Casilda (Alberti) 929.
Ratas, Las (Delibes) 1580, 1584. Santiago de Rosalía de Castro (Totrente) 7098.
BIBLIOGRAFÍA 511

Santos inocentes, Los (Delibes) 1606. Soria : Galería de estampas y efusiones (Diego)
Sartre contra Sartre (Sábato) 997. 510.
Secreto de la diosa, El (Ayala) 1516. Soria sucedida (Diego) 510 b, 510 d.
Según las horas (Guillen) 29. Soria (Diego) 510 a, 510 c.
Segunda antología de sus versos (Diego) 560. Sorpresa : Cancionero de Sentaraille, La (Diego)
Segundo abril (Rosales) 800. 521.
Seis calas en la expresión literaria española (Alonso) Spanish language in South America, The (Borges)
213. 306.
Seis composiciones (Borges) 301. Sueño creador, El (Zambrano) 1293, 1295.
Seis poemas escandinavos (Borges) 310. Sueño de la razón, El (Buero) 1152a, 1156,1169-
Seis problemas para don Isidro Parodi (Borges) Sueño de los héroes, El (Bioy) 1391, 1409.
275. Sueño realizado y otros cuentos, U n (Onetti) 604,
Selección de poemas (Guillen) 24- 612.
Semejante a la noche (Carpentier) 121. Sueños y el tiempo, Los (Zambrano).
Semilas para un himno (Paz) 672. Suerte o la muerte, La (Diego) 550.
Senderos (Zambrano) 1301. Suma taurina (Alberti) 876.
Sentido del progreso desde mi obra, E l (Delibes)
1598. Tamaño de mi esperanza, El (Borges) 266.
Sentimiento del desengaño en la poesía barroca, El Tamayo en la pintura mexicana (Paz) 679.
(Rosales) 796. Tan triste como ella (Onetti) 670, 674.
Señal que se espera, La (Buero) 1136. Tango, canción de Buenos Aires (Sábato) 990a,
Señor llega, El (Torrente) 1069- 997.
Señora de rojo sobre un fondo gris (Delibes) 1619. Tango, discusión y clave (Sábato) 990.
Serie castellana (Guillen) 43. Tántalo : Versiones poéticas (Diego) 542.
Sermones y moradas (Alberti) 830a, 831c, 873, Teatro de signos/transparencias (Paz) 704.
892, 923. Teatro español contemporáneo (Torrenre) 7070.
Siestas con viento sur (Delibes) 1575. Teatro (Alberti) 863, 879-
Siete ensayos y una farsa (Torrente) 1060. Teatro (Buero) 7745, 7748, 7755, 7769.
Siete noches (Borges) 348. Teatro (Torrente) 7085.
Siete poemas (Borges) 315. Teatro Selecto (Buero) 2749.
Siece poemas sajones (Borges) 327. Tecnología y libertad (Ayala) 7474.
Siete soñadores (Bioy) 1398. Tejedora de sueños, La (Buero) 7737, 7748.
Siglo de las Luces, El (Carpentier) 122. Tema peligroso, U n (Alberti) 899.
Significado de Pedro Henríquez Ureña (Sábaro) Tentaciones de Antonio, Las (Guillen) 20.
997. Tentativas poéticas (Buero) 7 7 70.
Signo y el garabato, El (Paz) 699. Teoría de la libertad (Rosales) 807.
Signos del día (Alberti) 873, 899, 900, 923. Teoría sobre la predicción del porvenir (Sábato)
Signos en rotación, Los (Paz) 683. 997.
Sobre el arte abstracto (Sábato) 997. Terra nostra (Fuentes) 1225.
Sobre héroes y tumbas (Sábato) 988, 1009. Terror inmóvil, E l (Buero) 1163.
Sobre los ángeles (Alberti) 827g, 827i, 827j, 830a, Tesoro, El (Delibes) 2577, 1612.
831, 873, 892, 923. Texto cautivo, E l (Roa) 1342.
Sólo a dos voces (Paz) 700. Textos cautivos (Borges) 363.
Sombra del ciprés es alargada, La (Delibes) 1566, Ticknor, defensor de la cultura (Guillen) 4.
1584. Tiempo de abrazar y los cuentos d e l 9 3 3 a l 9 5 0
Sombras de obras : arre y literatura (Paz) 777. (Onetti) 620.
Sombras recobradas, Las (Torrente) 7087. Tiempo mexicano (Fuentes) 1221.
Sonetos a Buenos Aires (Borges) 345. Tiempo nublado (Paz) 728.
Sonetos a Violanre (Diego) 548. Tiempo y yo, El 1489a, 1512.
Sonetos completos (Guillen) 62. Tientos y diferencias (Carpentier) 223.
Sonríe China (Alberti) 872. Tierra de nadie (Onetti) 602.
Soñador para un pueblo, U n (Buero) 2135d, 1144, Tigres azules (Borges) 340.
1148, 1149 Tiranosaurio del Paraguay da sus ultimas boquea-
Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe das, El (Roa) 1341.
(Paz) 714. Todo el mar (Alberti) 926.
512 ÍNDICE DE TÍTULOS

Todos los gatos son pardos (Fuentes) 1218, 1224- Verso libre : antología 1935-1978 (Rosales) 810.
Topoemas (Paz) 695. Versos, 1920-1938 (Loynaz) 1540.
Torre del aire (Torrente) 1105. Versos de agitación (Alberti) 841.
Tradición folklórica... en «El Lazarillo de Tor- Versos divinos (Diego) 565.
mes», La (Alonso) 238. Versos escogidos (Diego) 566.
Traducción : literatura y literalidad (Paz) 696. Versos humanos (Diego) 511a, 512.
Tragaluz, E l (Buero) 1147 c, 1152, 1155, 1169. Versos sueltos de cada día (Alberti) 913, 923.
Tragicomedia de un hombre sin espíritu (Ayala) Verte y no verte : A Ignacio Sánchez Mejías (Al-
1443, 1487, 1516. berti) 840, 873, 892, 923.
Trama celesre, La (Bioy) 1386. Viacrucis (Diego) 514.
Trances de Nuestra Señora (Zambrano) 1302. Viaje a la semilla (Carpentier) 115, 121.
Trasnochador, E l (Guillen) 26. Viaje del joven Tobías, El (Torrente) 1054, 1085.
Tratado de sociología (Ayala) 1461.
Viaje y la otra realidad, E l (Bioy) 1413.
Trébol florido, El (Alberti) 863.
Vida bilingüe de un refugiado español en Francia
Tréboles (Guillen) 23.
(Alberti) 852, 862a, 873, 881c, 899, 923.
Ttes aproximaciones a la lireratura... (Sábato) 994. Vida breve, La (Onetti) 603.
Tres maestros ante el público (Buero) 1159- Vida de Don Francisco de Medrano (Alonso) 209.
Tres novelas (Onetti) 614.
Vida sobre ruedas, La (Delibes) 1621.
Tres pájaros de cuenta (Delibes) 1609.
Vida y obra de Medrano (Alonso) 209a.
Tres poemas de La Magdalena (Diego) 564-
Viejas historias de Castilla la Vieja (Delibes) 1584,
Ttes recuerdos del cielo (Homenaje a G . A . Béc-
1585.
quer) (Alberti) 861.
Viejos olivos, Los (Alberti) 872.
Tres sonetos americanos (Borges).
Viento entero (Paz).
Tres sonetos sobre la lengua castellana (Alonso)
Vietnam (1968) (Alberti) 899.
223-
Vigilia del almirante (Roa) 1343.
Tristán e Isolda en Tierra Firme (Carpentier) 118.
Violación en California (Ayala) 1516.
Trueno entre las hojas, E l (Roa) 1324.
Visitación de Gabriel Miró (Diego) 530.
Tuerto es rey, E l (Fuentes) 1219, 1224.
Tumba de Antígona, La (Zambrano) 1294. Vísperas de Fausto, Las (Bioy) 1389.
Tumba sin nombre, Una (Onetti) 606. Viviendo y otros poemas (Guillen) 12.
Túnel, E l (Sábato) 983, 1009. Vivir al día (Delibes) 1584, 1589.
Turista dormido, E l (Ayala) 1516. Voz del árbol (Alonso) 243.
Vuelta (Paz) 702a, 706.
Último coto, E l (Delibes) 1620. Vuelta a E l laberinto de la soledad (Paz) 670¿.
Últimos días de una casa (Loynaz) 1549. Vuelta del Peregrino (Diego) 517c, 555.
Uno y el Universo (Sábato) 981, 997.
USA y yo (Delibes) 1584, 1587. Xavier Villaurrutia en persona y en su obra (Paz)
Usurpadores, Los (Ayala) 1463, 1487, 1516. ' 707.

Valiente mundo nuevo (Fuentes) 1239- Y otros poemas (Guillen) 35.


Variación (Diego) 533. Yo el Supremo (Roa) 1333.
Variación 2 (Diego) 557. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho (Al-
Variaciones sobre temas de Jean Cassou (Guillen) berti) 831c, 831d, 873, 892, 923.
5. Yo no soy yo, evidentemente (Torrente) 1094-
Veinticinco agosto 1983 y otros cuentos (Borges)
356. Zero huts (Sábato) 1011.
Verano en Tenerife, U n (Loynaz) 1550. Zona sagtada (Fuentes) 1212, 1224-
Agradecemos la colaboración de:

LIBRERÍA ANTONIO MACHADO, CÍRCULO DE LECTORES,


RADIO NACIONAL DE ESPAÑA, TELEVISIÓN ESPAÑOLA Y
SERVICIO MUNICIPAL DE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS DE ALCALÁ DE HENARES
Premios Cervantes
Una literatura en dos continentes,
se acabó de imprimir
en
Egraf, S. A.,
de Madrid,
en el mes de abril de 1994,
coincidiendo con la inauguración
de la
Exposición
en la
Sala de las Francesas
de
Valladolid
y
la entrega del
Premio Cervantes 1993
a
Miguel Delibes
Que la literatura en lengua española
fue, desde muy pronto, un factor de
comunicación integradora entre los
pueblos de ambos lados del Atlántico
es un hecho de la más absoluta
evidencia, como también lo es que
siga constituyendo, .junto a la propia
iv'leirigua, el vínculo patrimonial más
firme que nos une más allá de los
• avatares de la .histQrjá,{inclüidas las
exigencias afirmadoras de las
nacionalidades; como recuerda
Carlos Fuentes, sin l a lengua de la
.colonia no hubiese h a b i d < | ^ ^ g ^ 4 % ;
la independencia. Los escritores
cubanos, argentinos, uruguayos,
mexicanos, españoles y paraguayos .
que hasta el momento han merecido
el Cervantes comparten un mismo
idioma, que adquiereensus plumas
diferentes acentos literarios
sumamente enr i q u e ce dores del.
acervo hispánico, pero participan a la
Vez, y desde diferentes perspectivas,
i ^ é s ^ ^ ^ g t f t a común en cuyo iñjp^^
se institucionaliza una literatura.

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