Tarea 1

Filogenia y ontogenia del sistema nervioso

Lucía Flores Santy

El sistema nervioso es un sistema de comunicación que puede enviar un mensaje de una parte
del organismo al encéfalo, reaccionar a ese mensaje y producir una respuesta en segundos.
Filogenia
En el ser humano, puede dividirse de dos formas, anatómica (central y periférico) y funcional
(sensitivo, integrador y motor).
En los animales sin embargo esta capacidad tiene su desarrollo a través de dos sistemas de
integración y coordinación: sistema nervioso y sistema endócrino.
En los organismos unicelulares primitivos el cuerpo se encuentra rodeado por una capa de
células epiteliales que reconocen estímulos ambientales, debido a la evolución algunas de estas
células han desarrollado capacidades similares al sistema nervioso, específicamente a las
neuronas, generando respuestas rápidas y específicas frente a estímulos, un ejemplo de esto
son las medusas y moluscos.
Posteriormente, la evolución generó una forma más compleja de organización, el sistema
nervioso reticular, característico de las lombrices y los artrópodos.
En los vertebrados, los ganglios cerebrales primitivos experimentaron un desarrollo conocido
como encefalización, donde el sistema nervioso adopta una forma de tubo más ancha en el
extremo anterior, formando los hemisferios cerebrales provenientes del neuroporo anterior, y
posteriormente ensanchado al formarse la médula espinal proveniente del neuroporo posterior,
estas estructuras protegidas por el cráneo y la columna vertebral.
En la siguiente figura se muestra como la evolución ha ido forjando las diferentes formas de
interacción desde las amebas o protozoarios hasta los más evolucionados siendo los mamíferos,
donde se encuentra el ser humano.

Esta característica de vesículas formadoras del sistema nervioso central se puede evidenciar en
las diferentes especies, identificando inclusive áreas comunes de funciones específicas.
Este proceso de encefalización ha permitido en el ser humano desarrollar habilidades y
capacidades específicas de la especie, en su proceso de evolución, ha pasado de una bóveda
craneana que contenía un cerebro con peso aproximado de 426gr en el Astralopithecus
afarensis, a un peso cerebral de 805 gr en el Homo ergaster, llegando a pesar entre 1300 y 1500
gr. en el ser humano actualmente.

La corteza cerebral de igual manera ha evolucionado, permitiendo la adquisición de habilidades

motrices fundamentales como el uso de las manos para la manipulación de objetos, y la
comunicación por medio del lenguaje hablado.

Todos los mamíferos tienen, además de paleocorteza (que ya aparece en reptiles), neocorteza
que está formada por seis capas.
En los mamíferos más avanzados, la neocorteza representa más de la mitad del volumen del
encéfalo. Además, en muchos mamíferos, como los humanos, la neocorteza se encuentra
totalmente plegada, recubriendo el resto de cerebro.
Ontogénesis
La ontogenia del sistema nervioso inicia en el período embrionario, posterior a la fecundación,
donde inicia una rápida multiplicación de células formando la primera fase del embrión, la mórula.
Alrededor del sexto día pasa a la fase de blastocisto, donde se diferencian el trofoblasto. a
continuación el sistema embrionario distingue 3 capaz específicas que darán lugar
posteriormente a diferentes tejidos, endodermo, ectodermo y mesodermo. El sistema nervioso
proviene del ectodermo, originándose primero una placa neural que posteriormente se invagina
y se fusiona el tubo neural, iniciando por el centro y posteriormente por los extremos, donde se
forman los neuroporos anterior y posterior.

El neuroporo anterior formará los hemisferios cerebrales y las estructuras subcorticales, y el

neuroporo posterior formará la médula. Alrededor de las 4 semanas formará 3 vesículas y
alrededor de la quinta semana formarán 5 vesículas que darán origen a las diferentes estructuras
del sistema nervioso central.

De las 5 vesículas del desarrollo embrionario proceden las estructuras diferenciadas del sistema
nervioso del adulto, del cerebro anterior se formará el telencéfalo que dará origen a los
hemisferios cerebrales, y el diencéfalo, que formará el tálamo. Del cerebro medio se formarán el
mesencéfalo, del cerebro caudal o rombencéfalo se formarán el metencéfalo que da lugar a la
protuberancia y cerebelo, y el mielencéfalo que dará lugar al bulbo y a la médula espinal.
Desde la concepción hasta el nacimiento, el cerebro crece y evoluciona, formando y delimitando
las estructuras internas y la corteza, que, a su vez, incrementa su tamaño formando surcos y
circunvoluciones, permitiendo la mayor madurez cerebral necesaria para enfrentar el medio
ambiente extra uterino, a las 40 semanas de gestación.