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una de las fuerzas políticas del Perú, es que estemos ante movi-
mientos sociales articulados y consolidados. Es decir, el propio
movimiento debe ser fuerte, cohesionado y estar pasando por
un proceso de institucionalización. Como hemos visto, esto no
sucede. Claro, existen casos en los que los movimientos sociales
son importantes a nivel regional, llegando incluso a ganar pre-
sidencias regionales y alcaldías. Este fenómeno es importante,
pero debemos recalcar que entre los diez movimientos a los que
hemos hecho referencia, ubicamos a los movimientos regionales.
En otras palabras, los movimientos regionales vienen siendo
un tipo de movimiento social, con sus propias ideas y objetivos
(relacionados básicamente con la dinámica de la región), pero no
son una fusión de varios movimientos sociales a nivel regional.
Por ejemplo, el movimiento regional del Cusco no vendría a ser
una confuencia sólida y permanente de los movimientos indígena,
agrario, feminista, sindical, etc., cusqueños. Eso hace precisamente
que estos movimientos sean tan volubles, dado que dependen en
gran medida de la coyuntura de la región. Cuando esta cambia,
el movimiento puede desaparecer. Por eso nosotros no habla-
mos de «un movimiento regional», sino más bien de diferentes
«movimientos regionales». Cada uno de estos movimientos res-
ponde a las dinámicas, problemas y reivindicaciones de su región,
pero no por ello realizan un trabajo en conjunto con otros movi-
mientos regionales de otras regiones (ni tampoco necesariamente
con movimientos sociales presentes en la región).
Pero si a nivel regional tenemos algunos casos de movimientos
sociales con fuerte presencia política, no podemos decir lo mismo
en el escenario nacional. Y es que a nivel nacional no contamos
con movimientos sociales centralizados y articulados, sino más
bien lo que los caracteriza es su dispersión y fragmentación.
Un claro ejemplo de esto es lo que ocurrido a partir de la Cumbre
de los Pueblos de mayo del 2008. En aquella reunión, los princi-
pales voceros de los movimientos indígena, agrario y referido
62 Movimientos sociales y política
que debe respetarse los diferentes roles que ocupan cada uno de
los actores dentro del movimiento (organizaciones populares y
ONG, por ejemplo), pero también es cierto que es necesario un
trabajo en conjunto y coordinado. Así también, es necesario que
movimientos sociales con características similares unan esfuerzos
y trabajen articuladamente. Y que esto no quede únicamente como
un discurso bonito e ideal, sino que se refeje en la realidad, que se
vea en la práctica. Sólo así se podría estar en el camino de contar
con un proyecto que unifque y represente visiones locales, regio-
nales y nacionales, y que permita hablar de vínculos horizontales
y verticales.
Hoy en día en el Perú no existe tal escenario y, analizando
los movimientos sociales actuales, parece difícil que se llegue a
alcanzar en un corto plazo. No obstante, sería de mucha utilidad
que los movimientos sociales sean un actor político fuerte y que
participen en la política nacional y electoral, ya sea por medio de
alianzas entre movimientos o con partidos políticos. Los movi-
mientos tienen muchos puntos benefciosos y han demostrado que
refejan reclamos y preocupaciones que no suelen ser escuchados
en la política nacional, que representan a grupos que no suelen ser
representados y que pueden, incluso, movilizar a dichos grupos.
Por todo ello sería muy importante superar fraccionamientos y
fragmentaciones, y alcanzar la articulación y consolidación. Parece
lejano, pero no imposible.