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El arraigo es una medida restrictiva de la libertad personal que tiene por objeto disponer la permanencia del
inculpado en el territorio nacional, permanencia que facilita y hace más oportuna la comparecencia del inculpado al
juicio
Con la dictación de la Ley 18.288, publicada en el Diario Oficial de fecha 21 de enero de 1984, se
incorporó definitivamente a1 Código de Procedimiento Penal la institución del arraigo.
Presunción de inocencia
Definición: El derecho a la presunción de inocencia constituye un estado
jurídico de una persona que se encuentra imputada, debiendo orientar la
actuación del tribunal competente, independiente e imparcial preestablecido
por ley, mientras tal presunción no se pierda o destruya por la formación de la
convicción del órgano jurisdiccional a través de la prueba objetiva, sobre la
participación culpable del imputado o acusado en los hechos constitutivos de
delito, ya sea como autor, cómplice o encubridor, condenándolo por ello a
través de una sentencia firme fundada, congruente y ajustada a las fuentes del
derecho vigentes.
El derecho a la presunción de inocencia forma parte del bloque
constitucional de derechos, porque está asegurado y garantizado tanto en la
Convención Americana de Derechos Humanos como en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos.
El principio de no autoincriminación
El principio de no autoincriminación tiene una larga tradición. Su fuente más
directa se encuentra en la máxima latina Nemo tenetur prodere seipsum
(nadie está obligado a traicionarse a sí mismo) tomada por el derecho común
europeo directamente desde el Corpus iuris canonici. Actualmente, el
principio se encuentra ampliamente incorporado a las declaraciones
internacionales de derechos humanos y a los catálogos de garantías
constitucionales de los Estados.
El principio de no autoincriminación no parece haber tenido el mismo
significado y alcance en todas las épocas y en todos los lugares. Por el
contrario, incluso si miramos la realidad normativa de nuestro país, parece
evidente que el principio ha tenido a lo menos tres alcances o formas de
concreción que pueden ser consideradas por separado: en un primer sentido,
el principio de no autoincriminación se ha identificado con el derecho a no
prestar juramento al momento de prestar declaración; en un segundo sentido,
se lo ha identificado con el derecho a permanecer callado o derecho al silencio;
finalmente, en un sentido más amplio, ha sido asociado al derecho del
imputado a que su persona no sea utilizada como fuente de prueba
incriminatoria en contra de sí misma.
El derecho a no prestar juramento
En nuestro país, el principio de no autoincriminación ha sido tradicionalmente
identificado con una prohibición constitucional y legal de tomar juramento al
imputado al momento de prestar declaración.
Nuestra CPR en su art. 19 Nº 7º letra f) afirma exactamente eso cuando declara
que "En las causas criminales no se podrá obligar al inculpado a que declare
bajo juramento sobre hecho propio. En la misma medida en que el imputado
no era obligado a prestar juramento, sin embargo, las autoridades de la
persecución penal tenían un amplio derecho a interrogarlo, sin que éste
pudiera hacer cesar el interrogatorio de manera alguna.
procesos por aquellos delitos considerados más graves la prisión preventiva era necesaria a lo
menos por un cierto plazo, no estando autorizado el juez a levantarla. En ese año, el gobierno
militar introdujo el Acta Constitucional Nº 3, que estableció que la libertad provisional podía ser
otorgada en todo caso por el juez, suprimiendo por esta vía los delitos inexcarcelables. Ese
ampliando la posibilidad de otorgar la libertad provisional, haciendo cada vez más claro que la
facultad de decidir entre ésta y la prisión preventiva era una facultad judicial que no
inexcarcelables a otro en que la decisión entre libertad provisional y prisión preventiva es una
facultad judicial, el sistema del Código de Procedimiento Penal continuó funcionando sobre la
base de lo que podemos calificar como un sistema de coerción necesaria. Esto es, que el
imputado, sea por la vía de la prisión preventiva (régimen de coerción cerrado) o por la de la
obvia, ya que se traduce en la privación de libertad, pero la segunda también es una forma de
coerción, ya que quien está en libertad provisional no está en libertad plena, como el resto de
los ciudadanos, sino sujeto a una serie de restricciones: no puede salir del país, no puede
ejercer derechos políticos, recibe una anotación en su prontuario, así como una serie de otros
De acuerdo con la presunción de inocencia, el estatuto normal del imputado durante el proceso
es el pleno goce de sus derechos constitucionales, esto es, mientras no exista una sentencia
principio, ser tratado como cualquier otro ciudadano. Precisamente el objetivo del proceso es el
de esclarecer, por medio de una sentencia, si se dan o no las condiciones que habilitan la
Antes de comenzar el análisis pormenorizado de estos dos supuestos, creemos importante tener
una visión estadística del uso que ha tenido la prisión preventiva en la reforma, las que indican
que durante el año 2005 un total de 14.603 imputados fueron sometidos a prisión preventiva, lo
Conforme al artículo 140 letras a) y b) del Código Procesal Penal, para que el juez pueda
ordenar la prisión preventiva debe considerar que los antecedentes presentados demuestran la
imputado.
Las medidas cautelares personales exigen que el juez pondere la necesidad de las medidas
solicitadas por el fiscal. Esto es, que considere, por una parte, cuál es el riesgo de que el
comportamiento del imputado constituya una amenaza para el adecuado desarrollo del proceso y
la aplicación de la sentencia y, por otra, la efectiva utilidad de la o las medidas solicitadas para evitar
o disminuir ese riesgo. Lo anterior deberá hacerlo sólo una vez
que se estime que se ha cumplido el supuesto material, ya que de no ser así, aunque aparezca
La Constitución, en su artículo 19 Nº 7 letra e), y el Código, en el artículo 140 letra c), establecen
en forma taxativa cuáles son los objetivos procesales que pueden ser objeto de protección, y
frente a qué tipo de riesgos precisos de afectación de esos fines se puede reaccionar con la
adopción de medidas de coerción. Dicho de otra manera, el Código establece cuáles son las
Límites
1. El principio de proporcionalidad
Definido el carácter accesorio y excepcional de las medidas cautelares (art. 122 CPP), el
siguiente paso lógico es el de reconocer que estas medidas no pueden nunca trascender los
fines a los que están ordenadas. Esto es, si se trata de medios para permitir la discusión y
decisión sobre la procedencia de una pena, no pueden de ningún modo anticipar la aplicación,
ni menos superar el monto, de la pena que se discute, porque esto significaría poner los medios
por sobre los fines y hacer irrelevante el proceso mismo, dado que su eventual consecuencia
Las consecuencias concretas de esta idea son dos: por una parte, que las medidas cautelares
en general, o alguna en particular, deben ser excluidas cuando se trata de procesos de delitos
de baja gravedad en que de seguro, o muy probablemente, la pena será inferior en su monto a
Por otra parte, que la duración de las medidas cautelares debe ser siempre limitada, teniendo en
consideración el monto de la pena arriesgada por el imputado, no sólo en cuanto las medidas
cautelares no pueden superar ese monto, sino que ni siquiera deben aproximarse a él, porque,
en tal caso, quitan relevancia a la sentencia, la que vendría a pronunciarse sobre algo ya
resuelto de facto.
Desde el punto de vista del juez y del sistema judicial, la mantención de medidas coercitivas
tiene siempre un alto costo en términos de la legitimidad del proceso, en cuanto éstas siempre
tenido como inocente y que puede además resultar finalmente absuelto. Por lo tanto, los jueces
estarán siempre interesados en su acortamiento y la resolución pronta del conflicto por la vía de
la sentencia.
Desde el punto de vista del imputado, la prolongación de la prisión preventiva pone en juego su
derecho a ser juzgado en un plazo razonable o a ser puesto en libertad, establecido en los
Actualmente:
La Constitución estatuye que las medidas de suspensión o restricción de la libertad
personal
adoptadas durante el Estado de Asamblea, como igualmente las órdenes de traslado
de
personas, arresto de ellas, su expulsión del territorio nacional, la restricción de la
libertad de
locomoción y la prohibición a determinadas personas para entrar y salir del territorio,
durante el
Estado de Sitio, son las únicas permitidas a la autoridad que la misma Ley Fundamental
señala
como competente y respetando, en la forma y en el fondo, lo dispuesto en ella y en la
ley. Pues
bien, se torna obvio que si no se cumplen los tres requisitos copulativos enunciados, el
recurso
de amparo es perfectamente procedente.
7º.- El derecho a la libertad personal y a la seguridad individual.
En consecuencia:
a) Toda persona tiene derecho de residir y permanecer en cualquier
lugar de la República, trasladarse de uno a otro y entrar y salir de su
territorio, a condición de que se guarden las normas establecidas en la
ley y salvo siempre el perjuicio de terceros;
b) Nadie puede ser privado de su libertad personal ni ésta
restringida sino en los casos y en la forma determinados por la
Constitución y las leyes;
c) Nadie puede ser arrestado o detenido sino por orden de
funcionario público expresamente facultado por la ley y después de que
dicha orden le sea intimada en forma legal. Sin embargo, podrá ser
detenido el que fuere sorprendido en delito flagrante, con el solo objeto
de ser puesto a disposición del juez competente dentro de las
veinticuatro horas siguientes.
Si la autoridad hiciere arrestar o detener a alguna persona, deberá,
dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes, dar aviso al juez
competente, poniendo a su disposición al afectado. El juez podrá, por
resolución fundada, ampliar este plazo hasta por cinco días, y hasta por
diez días, en el caso que se investigaren hechos calificados por la ley
como conductas terroristas;
d) Nadie puede ser arrestado o detenido, sujeto a prisión preventiva
o preso, sino en su casa o en lugares públicos destinados a este objeto.
Los encargados de las prisiones no pueden recibir en ellas a nadie
en calidad de arrestado o detenido, procesado o preso, sin dejar
constancia de la orden correspondiente, emanada de autoridad que tenga
facultad legal, en un registro que será público.
Ninguna incomunicación puede impedir que el funcionario encargado de
la casa de detención visite al arrestado o detenido, procesado o preso,
que se encuentre en ella. Este funcionario está obligado, siempre que el
arrestado o detenido lo requiera, a transmitir al juez competente la
copia de la orden de detención, o a reclamar para que se le dé dicha
copia, o a dar él mismo un certificado de hallarse detenido aquel
individuo, si al tiempo de su detención se hubiere omitido este
requisito;
e) La libertad del imputado procederá a menos que la detención o
prisión preventiva sea considerada por el juez como necesaria para las
investigaciones o para la seguridad del ofendido o de la sociedad. La ley
establecerá los requisitos y modalidades para obtenerla.
La apelación de la resolución que se pronuncie sobre la libertad del
imputado por los delitos a que se refiere el artículo 9°, será conocida
por el tribunal superior que corresponda, integrado exclusivamente por
miembros titulares. La resolución que la apruebe u otorgue requerirá ser
acordada por unanimidad. Mientras dure la libertad, el imputado quedará
siempre sometido a las medidas de vigilancia de la autoridad que la ley
contemple;
f) En las causas criminales no se podrá obligar al imputado o
acusado a que declare bajo juramento sobre hecho propio; tampoco podrán
ser obligados a declarar en contra de éste sus ascendientes,
descendientes, cónyuge y demás personas que, según los casos y
circunstancias, señale la ley;
g) No podrá imponerse la pena de confiscación de bienes, sin
perjuicio del comiso en los casos establecidos por las leyes; pero dicha
pena será procedente respecto de las asociaciones ilícitas;
h) No podrá aplicarse como sanción la pérdida de los derechos
previsionales, e
i) Una vez dictado sobreseimiento definitivo o sentencia
absolutoria, el que hubiere sido sometido a proceso o condenado en
cualquier instancia por resolución que la Corte Suprema declare
injustificadamente errónea o arbitraria, tendrá derecho a ser indemnizado
por el Estado de los perjuicios patrimoniales y morales que haya sufrido.
La indemnización será determinada judicialmente en procedimiento breve y
sumario y en él la prueba se apreciará en conciencia;
Introducción