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Unión civil", privilegio totalitario

Miércoles 9 de abril de 2014


Un vendaval político-publicitario para imponer la llamada
“unión civil” homosexual barre actualmente el Perú. Entre las
voces que se levantaron contra esta ofensiva sobresale la del
doctor Francisco Tudela. En el artículo que reproducimos a
continuación, el ex canciller del Perú desmonta con lógica
impecable las falacias de esa campaña. Invitamos al lector a
comparar la categoría de su argumentación —clara, ponderada,
serena, realista—, con la que esgrimen habitualmente los adeptos
de la “unión civil”, jactanciosa, fantasiosa, estrepitosa y odiosa
contra los que se oponen a sus objetivos.

LA UNIÓN CIVIL COMO FICCIÓN JURÍDICA


Francisco Tudela

El debate sobre la unión civil homosexual


ha desatado una polémica emotiva y
pasional que ha pasado por alto tres
aspectos jurídicos importantes, como son
el límite de las ficciones jurídicas, el
sentido del derecho de las minorías y la
razón de ser de la generalidad de la ley en
un estado constitucional democrático.
En primer lugar, ¿La ley debe legislarse a
partir de la realidad sensible externa y
desde las instituciones sociales
consagradas por el uso durante centenares
de generaciones, que constituyen el
fundamento de una civilización, o sólo a partir de las percepciones subjetivas e
ideológicas propuestas por grupos particulares?

La unión civil se promociona como una ficción jurídica análoga al matrimonio civil,
pasando por alto que desde la época de los romanos, nunca se legisló sobre el
matrimonio homosexual o sobre las percepciones subjetivas y psíquicas de la
sexualidad, porque no estaban ancladas en la reproducción sexual y sus consecuencias
morales y materiales, esto es, los hijos, la familia, la comunidad y los derechos y
deberes que de estas se derivan.

Esta visión filosóficamente realista, recogida por la legislación de Occidente durante


dos milenios, se funda en la convicción de la existencia de una realidad externa sensible,
de un orden natural y moral permanente, más allá de la ley positiva.

Ya en el siglo XVIII, el liberalismo redujo el sentido moral de la libertad a lo puramente


individual y empírico. En el siglo XIX, el marxismo desencadenó el ataque contra lo
que Marx y Engels denominaron “la moral burguesa”, que no era otra que la familia
misma, culpada de originar el capitalismo. En el siglo XX, el comunismo, el nazismo y
dos guerras mundiales de una crueldad y mortandad sin precedentes, así como la guerra
fría, terminaron de hundir a Occidente en el nihilismo y el relativismo, abriendo las
puertas a una indiferencia o a un odio irracional contra toda la civilización preexistente.

El positivismo jurídico fue el aliado amoral de todas estas fuerzas al afirmar que bastaba
que una ley sea conforme al derecho positivo existente (depositum, puesta por el poder
político) para que sea legítima. No es extraño, entonces, que los partidarios de la acción
afirmativa legislativa sean fervientes defensores del positivismo. Según ellos, la ley
fabrica la realidad y todo es cuestión de obligar a la gente a obedecer la ley. Se trata de
idéntico razonamiento al de los totalitarismos del siglo XX, que fracasaron por violentar
la naturaleza humana.
En segundo lugar, se presenta la unión civil homosexual como un derecho de las
minorías. El derecho de la minoría nació del derecho constitucional que permite a los
parlamentarios de la oposición minoritaria expresarse y actuar sin ser reprimidos por la
mayoría. Es un derecho protector, no afirmativo ni constructivista. No significa de
ninguna manera que las mayorías tengan que legislar como las minorías quieren,
simplemente porque estas tendrían derechos derivados de algún poder de excepción
mágico, que les conferiría el sólo hecho de ser minorías.

Las minorías no tienen tal derecho de excepción. El respeto a las minorías significa
únicamente que ellas deben gozar de las garantías de la ley general como todo el mundo
y que el poder político no puede hacer valer excepciones contra ellas, ni privilegiarlas
con regímenes discriminatorios contra la mayoría ciudadana.
Esta cuestión de la verdadera naturaleza del derecho de las minorías nos lleva a la
tercera cuestión jurídica: aquella de la generalidad de la ley en un estado constitucional
democrático. Establecido el derecho de la igualdad ante la ley en el mundo moderno,
sería absurdo que existan regímenes especiales para minorías que no están
desprotegidas o no tengan derechos históricos consuetudinarios. En el caso de la unión
civil homosexual, la acción afirmativa de una minoría busca crear un régimen
patrimonial, tributario y sucesorio, nuevo y diferente al de los demás ciudadanos; un
régimen de excepción para esa orientación sexual.

No es difícil imaginar la unión civil entre amigos o parientes heterosexuales,


acogiéndose a los mismos y estupendos privilegios prometidos por el proyecto de ley,
sin la necesidad de ser homosexuales. ¿Cuál sería entonces la ratio legis, la razón
fundamental que debería permitir exclusivamente la unión civil homosexual? Sus
proponentes nos dicen que es el amor.
El amor no puede ser objeto de la ley. Tampoco la amistad puede ser legislada. Dados
los grados y tipos infinitos de amor y amistad, los sentimientos particulares de una
minoría o de un individuo no son un fundamento suficiente de carácter externo, general
y real, que la razón legal demanda. El sólo querer no es una razón legal suficiente. La
unión civil homosexual, fruto de una percepción psíquica de la sexualidad, aparece
como una ficción jurídica desprovista de ratio legis fundada en la realidad sensible
externa.

LAS METAS DE LA REVOLUCIÓN HOMOSEXUAL AL DESCUBIERTO


“Unión civil”: ¿Tema de vida privada? ¿O
paso inicial hacia la destrucción del
matrimonio?
Miércoles 25 de septiembre de 2013

El congresista Carlos Bruce volvió a la carga como abanderado de la


revolución homosexual. Esta vez lo hace con un proyecto de “unión civil”
entre personas del mismo sexo. Previendo el rechazo que su propuesta
generaría, aclaró que no contiene “ninguna referencia al matrimonio ni a la
adopción de menores”. Pero no cabe duda de que tal proyecto es un primer
paso hacia el seudo matrimonio —como ya ocurrió en Francia y otros
países—, ya que según afirmó, busca crear “un nuevo tipo de familia” con
derechos “parecidos a los de un matrimonio” [1].
Algún tiempo antes el mismo Bruce, entrevistado sobre el mismo tema, a la pregunta
“¿Considera la unión civil como el primer paso para el matrimonio
[homosexual]?” respondió afirmativamente: “creo que la unión civil es el primer
paso” [2]. Por la boca muere el pez: sólo un tonto puede creer que esta ofensiva no irá
hasta la parodia matrimonial —y más lejos aún, como veremos.
¿Asunto de “vida privada” o comportamiento público?

Estos son los promotores del malhadado proyecto de ley de Unión Civil: los congresistas Carlos Bruce, Elías
Rodríguez, Mauricio Mulder, Luciana León, Renzo Reggiardo y Javier Velásquez Quesquén.

Sabiendo que esa “unión civil” es masivamente repelida por la población, sus
defensores suelen apelar al sentimentalismo, afirmando que lo único que piden es
“tolerancia” para “poder vivir su vida privada, sin afectar la de los demás”.
La formulación es engañosa. De hecho, dar visos de legalidad a las conductas
homosexuales excede del ámbito privado —señala con acierto un pronunciamiento de
la Santa Sede— porque hace de ellas un “comportamiento público, legalmente previsto,
aprobado y convertido en una de las instituciones del ordenamiento jurídico”.
Este carácter público, agrega el texto vaticano, es más grave y de mayor alcance que el
privado porque influencia el comportamiento de toda la sociedad, al
generar “modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social.
Las leyes civiles son principios estructurales de la vida del hombre en sociedad, para
bien o para mal”. Y por eso “desempeñan un papel muy importante y a veces
determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres”. Cuando las
leyes regulan formas de vida, “tienden a modificar en las nuevas generaciones la
comprensión y valoración de esos comportamientos”. En consecuencia, la legalización
de las uniones homosexuales llevará al “obscurecimiento de la percepción de algunos
valores fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial”. Y el
Estado que la apruebe falta gravemente a su “deber de promover y tutelar una
institución esencial para el bien común como es el matrimonio” [3].
Estas palabras ya bastarían para persuadir a nuestros legisladores —al menos los que se
dicen católicos (y también a quienes en el campo eclesiástico se muestran
desconcertantemente concesivos en ese tema [4])— de que deben rechazar de plano el
proyecto. Pero hay más. Los promotores de esa espuria unión civil no apuntan apenas al
“matrimonio”. Sus objetivos van mucho más lejos: a la destrucción del propio
matrimonio, de la familia y de la sociedad.
El objetivo real: “muerte” del matrimonio, “abolición” de
la familia
¿Por qué? ¿De qué manera? – Todas las etapas del proceso revolucionario, explica
Plinio Corrêa de Oliveira, han sido y son un “refinamiento matricida” de la etapa
anterior: al mismo tiempo la exacerban y la destruyen. Por ejemplo, el comunismo es
hijo de la Revolución Francesa, pero al llevar al extremo sus principios igualitarios
terminó matando el régimen sociopolítico y económico que aquella había engendrado.

De la misma manera, alcanzado el objetivo “matrimonial” se buscará, en la etapa


siguiente, replantear el propio matrimonio. Y ese insensato curso de cosas seguirá hasta
hacer añicos las nociones auténticas de matrimonio y familia.

Si alguien dudara de lo que afirmamos, le invitamos a leer lo que dicen al respecto los
principales activistas de la revolución homosexual: su extremismo destructor queda al
descubierto.
Por qué debemos oponernos al "matrimonio" entre personas del mismo sexo y
al movimiento homosexual. Vea aquí

1. Muerte del matrimonio, “progreso” hacia la utopía igualitaria– Lograr “que


todos opten por no casarse preparará un camino más rápido para el progreso, pues sólo
la muerte del matrimonio puede traer consigo el amanecer de la igualdad para
todos” – Dra. Meagan Tyler, catedrática de Sociología y feminista radical [5].
2. ¿Quién necesita el matrimonio? – “La verdadera cuestión que debe ser debatida no
es si debe permitirse el matrimonio gay, sino si el matrimonio es algo que aún
necesitemos” – David Vakalis, profesor de Sociología y activista por reivindicaciones
homosexuales [6].
3. Redefinir la institución – “Un punto medio podría ser luchar por el matrimonio
entre personas del mismo sexo y sus beneficios, y una vez obtenido, redefinir la
institución del matrimonio completamente, para exigir el derecho a casarse no como
una forma de adherir a los códigos morales de la sociedad sino, más bien,
para desacreditar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica. [Legalizar el
"matrimonio" homosexual] es también una oportunidad para transformar
completamente la definición de familia en la cultura norteamericana” – Michelangelo
Signorile, periodista y activista homosexual [7].
4. Defendemos la destrucción – “Y después de todo, defendemos la destrucción del
papel central del matrimonio y la unidad nuclear familiar” – Ryan Conrad, activista
homosexual [8].
5. Abolir la distinción entre casados y otras uniones – “Pero tal vez el siguiente paso
no sea expandir nuevamente la estrecha definición de matrimonio, sino abolir
enteramente la falsa distinción entre familias casadas y otras formas de unión
igualmente válidas pero no reconocidas” – Sally Kohn, escritora y activista homosexual
, en su artículo “¡Más bien, liberémonos del matrimonio!” [9].
6. La muerte del matrimonio oficial – “¿No sería la mejor solución la muerte del
matrimonio como institución oficial, aun para personas heterosexuales? (...) Descarten
el registro civil; no hagan distinciones entre ciudadanos casados y no casados a los ojos
del Estado” – Alex Gabriel, escritor y activista homosexual [10].
7. Echemos leña al fuego – “El matrimonio es el proverbial edificio en llamas. Los
homosexuales, en vez de tocar la puerta para poder entrar... ¡deberían echar leña al
fuego!” – Conferencia Nacional de Resistencia Organizada [11].
8. Una revolución moral – “El movimiento gay, lo reconozcamos o no, no es un
movimiento de derechos ciudadanos, ni siquiera uno de liberación sexual, sino una
revolución moral que apunta a cambiar la visión que la gente tiene sobre la
homosexualidad” – Paul Varnell, activista pro-homosexual [12].
9. Abolir la familia – “Nuestro objetivo debe ser la abolición de la familia, para que
así el sistema sexista de supremacía masculina no pueda criarse en ella”
(significativamente, “¡Abolición de la familia!” es uno de los lemas del Manifiesto de
los comunistas de 1848) – Frente de Liberación Gay: Manifiesto, Londres, 1971 –
revisado en 1978 [13].
10. Transformar la sociedad – “Ser homosexual significa empujar los parámetros del
sexo y la familia, y durante el proceso transformar el propio tejido social. (...) Debemos
mantener nuestros ojos en la meta (...) de reordenar radicalmente la forma como la
sociedad ve la realidad" – Paula Ettelbrick, activista LGTB [14].
11. El matrimonio no debería existir – “El matrimonio homosexual es una mentira” ...
“Luchar por el matrimonio gay generalmente implica mentir sobre lo que haremos con
el matrimonio cuando lo consigamos, porque nosotros mentimos diciendo que la
institución del matrimonio no va a cambiar, y eso es mentira” (...) “Es obvio que la
institución del matrimonio no debería existir (...). La institución del matrimonio va a
cambiar y debe cambiar. Y repito, no creo que deba existir” – Masha Gessen, periodista
lesbiana [15].
12. Hacia la promiscuidad total – “La pareja, en una perspectiva feminista, es una
institución a ser destruida” - Laure Pora, travesti francés, feminista radical, miembro
del Nuevo Partido Anticapitalista – NPA, y presidente de Act Up – París [16].
***

A confesión de parte, relevo de prueba, dice el refrán jurídico. Estas declaraciones


hablan por sí: en ellas, el lobby homosexual se desenmascara y muestra su verdadero
rostro anárquico. Ahora cabe al señor Bruce y los demás promotores de la “unión civil”
responder. ¿Esto es lo que quieren imponer al Perú?

Sobre este tema le recomendamos leer el clarísimo artículo del Dr. Francisco
Tudela, "LA UNIÓN CIVIL COMO FICCIÓN JURÍDICA"
Por qué debemos oponernos
al "matrimonio" entre
personas del mismo sexo y al
movimiento homosexual
¡Defendamos la
familia! Autor: Comisión de Asuntos
Americanos de la TFP
Norteamericana

Descripción: La obra tiene


como principal objetivo defender el
matrimonio y la familia. Nos explica
cómo surge el movimiento
homosexual, qué principios los
inspira, con qué estrategias planean
cambiar la sociedad. Analiza los
argumentos que defienden el llamado
"matrimonio homosexual" y
demuestra cómo este movimiento es
perjudicial para la propia sociedad.
Precio
S/. 18.00
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