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I- Sacramento de la penitencia.
d) Contrición.
Es el reflejo de un auténtico arrepentimiento por amor a Dios, al ofenderle y haber fallado
sus planes en la propia vida. Es el primer acto del penitente, que es un dolor del alma y un
detestar el pecado cometido, con propósito de no pecar en adelante. Es la metanoia por la
cual podemos llegar al Reino de Cristo. De esta contrición del corazón depende la verdad de
la penitencia. La conversión debe penetrar en lo más íntimo del hombre para que le ilumine
cada día más plenamente y lo vaya conformando cada vez mas a Cristo. La contrición que es
el rechazo claro y decidido del pecado junto con el propósito de nunca mas cometerlo por el
amor que se le tiene a Dios.
e) Atrición.
Es el dolor por lo pecados, pero por el temor a una consecuencia funesta por haberlos
cometido. Es la contrición imperfecta (can. 5) porque comúnmente se concibe por la
consideración de la fealdad del pecado y el temor del infierno y de las penas eternas, si
excluye la voluntad de pecar y va junto con la esperanza del perdón. Es un don de Dios y un
impulso del Espíritu Santo, que todavía no inhabita, sino que mueve solamente, y con cuya
ayuda se prepara el penitente el camino para la justicia, y además le prepara para recibir la
gracia de Dios en el sacramento de la penitencia.
f) Confesión.
La confesión de las culpas, que nace del verdadero conocimiento de sí mismo ante Dios y el
de la contrición de los pecados, es parte del sacramento de la penitencia. Este examen interior
del propio corazón y la acusación externa debe hacerse a la luz de la misericordia divina. La
confesión, por parte del penitente, exige la voluntad de abrir el corazón al ministro de Dios;
por parte del ministro, un juicio espiritual mediante el cual como representante de Cristo y
en virtud del poder de las llaves, pronuncia la sentencia de absolución o retención de los
pecados.
Aun cuando sea implícita y genérica, es una de las formas posibles de manifestar
externamente y de forma eclesial la conversión interna, es entonces, una realización del
arrepentimiento interno. Su verdadero sentido no es el de ser una repetición mecánica de
pecados, sino la de ser signo, encarnación y expresión externa y eclesial del arrepentimiento
interior y por ello signo de la fe del cristiano en el misterio de Cristo y de la Iglesia.
Es un acto de culto con el que el cristiano pecador da gloria a Dios e interviene de forma
activa en el restablecimiento de su reconciliación con Dios y con los demás.
Es también signo y encarnación externa y eclesial de la voluntad real de reparación del
pecado. La manifestación externa de los pecados posbautismales, por la palabra hablada es
necesaria para que el ministro de la penitencia conozca al penitente y su estado y pueda así
ayudarlo y curarlo.
g) Satisfacción.
Pertenece al sacramento de la penitencia como expresión de la verdadera conciencia de
culpabilidad del dolor verdadero y del auténtico propósito cristiano, porque el puede saldar
y borrar las penas temporales de los pecados en esta vida terrenal por medio de obras
penitenciales libremente escogidas (DS 1713). La satisfacción es el acto final que corona la
penitencia: es el signo del compromiso personal que el cristiano ha asumido ante Dios de
comenzar una existencia nueva. El objeto y cuantía de la satisfacción debe acomodarse a
cada penitente, para que así cada uno repare el orden que destruyó y sea curado con una
medicina opuesta a la enfermedad que le afligió. Conviene pues que la pena impuesta sea
realmente remedio del pecado cometido y de algún modo renueve la vida. Así el penitente
olvidándose de lo que queda atrás, se injerta de nuevo en el misterio de la salvación y se
encamina de nuevo hacia lo bienes futuros.
h) Absolución.
Se pide la gracia del Espíritu Santo para obtener el perdón de los pecados; se proclama la
victoria sobre el pecado por la muerte y resurrección de Cristo. Al pecador que manifiesta su
conversión al ministro de la Iglesia en la confesión sacramental, Dios le concede su perdón
por medio del signo sacramental de absolución y así el sacramento de la penitencia alcanza
su plenitud.
La formula de la absolución significa como la reconciliación del penitente tiene su origen en
la misericordia de Dios Padre; muestra el nexo entre la reconciliación del pecador y el
ministerio Pascual de Cristo; subraya la intervención del Espíritu Santo en el perdón de los
pecados y por último ilumina el aspecto eclesial del sacramento ya que la reconciliación con
Dios se pide y se otorga por el ministerio de la Iglesia.
i) Formula.
Dios Padre misericordioso que reconcilio consigo al mundo por la muerte y
resurrección de su hijo y envió al Espíritu Santo para el perdón de los pecados por el
ministerio de la Iglesia te conceda el perdón y la paz. Yo te absuelvo de todos tus pecados
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
j) Acción de gracias.
Recibido el perdón de los pecados, el penitente reconoce la misericordia de Dios y le da
gracias con una breve invocación tomada de la Sagrada Escritura. Luego el sacerdote lo
despide en la paz del Señor. El penitente ha de continuar y manifestar su conversión
reformando su vida según el Evangelio de Cristo y con un amor cada vez mas generoso
porque el amor cubre a multitud de los pecados.
Debe insertarse dentro del conjunto de los cuidados que le dedicamos al enfermo.
Evitar el tono ritualista.
Tener mayor sentido de adaptabilidad.
Procurar que el sacramento sea una verdadera celebración.
Se debe celebrar conscientemente, aunque en caso de semi inconciencia tiene sentido
celebrar oportunamente los sacramentos indicados para tal situación.
Dios
Penitente
Colaboración en la acción
penitencial con sus actos Iglesia: intervención en diversos
de contrición, confesión y niveles del sacramento
satisfacción.
b) El sacramento de la penitencia como evento pascual.
Dios mismo es el que sigue conduciendo al pecador paso a paso hasta su conversión dándole
y robusteciéndole la fe y la esperanza en su divina misericordia que se le ofrece a todos en
comunión con Cristo a través de la Iglesia.
2. Acontecimiento pascual.
El encuentro entre Dios y el cristiano pecador tiene lugar por tanto con Cristo por Cristo y en
Cristo, en una misteriosa pero real contemporaneidad con su muerte y resurrección,
acontecimiento central en la historia de la salvación. En este acontecimiento tiene lugar el
don mas perfecto de Dios al hombre, que glorifica a Cristo y lo exalta sobre todas las
criaturas, y la respuesta ms perfecta del hombre a Dios, que en Cristo le obedece hasta la
muerte de cruz.
1) Algunos autores parten de la índole judicial del signo: ya que ofrece objetivamente
un encuentro del pecador con Dios en contemporaneidad con el misterio pascual en
cuanto la muerte de Cristo en la cruz es un juicio de Dios, juicio de condenación del
pecado y que con la resurrección se transforma en juicio de gracia y lleva al pecador
de la muerte ala vida.
a. Es signo rememorativo: del juicio de Dios sobre el pecado que se llevó con la
muerte y resurrección de Cristo.
b. Es signo demostrativo: de ese juicio en cuanto al aspecto judicial del misterio
pascual se haría visiblemente presente, como en su signo y símbolo externo,
Enel juicio de condenación y de gracia de la iglesia sobre el pecador.
c. Es signo pronóstico: del juicio final escatológico, en cuanto que es anticipado
en el sacramento en la forma de sentencia de gracia que supera la condenación
ya que el pecador acepta la condenación de su pecado que se realizó en la
muerte de Cristo.
Según muchos exegetas modernos, la justicia de Dios que se manifiesta y ejerce en la muerte
de Cristo no es la justicia vindicativa que castiga el pecado, sino la justicia salvadora la
fidelidad y la caridad de Dios que hace justos a los hombres pecadores aceptando la
obediencia hasta la muerte de Cristo como prueba de obediencia con la que hace superar el
pecado a toda la humanidad.
Por ser acontecimiento pascual. Los actos del penitente en cuanto manifestación y
encarnación eclesial del esfuerzo del penitente y de la iglesia van unidos a la aceptación de
la cruz por parte del Hijo encarnado, como signo de amor y conversión total hacia el Padre.
Además, la absolución es una manifestación eclesial de amor fiel y misericordioso del Padre
hacia el Hijo y hacia todos aquellos que el lleva consigo. El Espíritu Santo que es el amor
que une al Padre con el Hijo en el acontecimiento pascual del Hijo, es también el amor que
une al pecador arrepentido con el Padre y con el Hijo, en cuanto lo impulsa y acompaña a la
conversión y lo reconcilia con ellos a través de su reconciliación con la iglesia.
La teología moderna insiste en su raíz común y en las relaciones que hay entre ellos y con
las demás realidades eclesiales. Cada uno de los sacramentos hace posible el encuentro del
hombre con Dios en contemporaneidad con el misterio pascual de Cristo de una forma propia
y original según la perspectiva indicada por la estructura fundamental de su signo exterior en
lo que tiene de propia y verdaderamente permanente.
Penitencia y eucaristía: según los textos bíblicos e históricos son dos los elementos de la
conversión y reconciliación del cristiano pecador:
Especificidad y relaciones:
Por ellos es posible afirmar que la estructura o significado fundamental del sacramento de la
penitencia siempre presente en todas las diversas formas es la ser el mas alto grado de
celebración de la conversión y la reconciliación del pecador por la comunidad, en cuanto que
no es la única forma sino la propia y la específica.
Por todo esto se puede decir que el sacramento de la penitencia es una “recordatio baptismi”
(no en sentido calvinista) pues se tiene una nueva palabra eficaz de perdón.
Ambos son sacramentos del perdón de los pecados. Pero el modo de conceder el perdón es
distinto según el significado de los respectivos signos sacramentales.
Penitencia Unción
Forma de Mediante el signo de la Mediante el signo de la inserción
conceder el reconciliación del pecador definitiva y eficaz en la pascua de
perdón Cristo.
La Forma parte del mismo rito de la No forma parte, aun cuando exija la
conversión conversión y reconciliación conversión de pecador.
del
penitente
Este termino expresa con eficacia la gratuidad de la salvación que Dios nos ofrece en Cristo
en el Espíritu Santo (dimensión trinitaria) actuada en la muerte y resurrección de Jesús
8dimensión cristológico pascual) que se dirige a la libre acogida del hombre pecador
(dimensión personal) en la iglesia y a través del ministerio de la iglesia (dimensión eclesial).
El ritual lo utiliza en varios contextos logrando expresar la densidad del significado y la
multiplicidad de aspectos que presenta.
Habla primeramente del misterio de la reconciliación, de la iniciativa soberana y victoriosa
del Padre, que ha reconciliado consigo al mundo por medio de Jesucristo restableciendo la
paz (decreto de promulgación 1). Las premisas señalan la “tarea de reconciliación” que el
Señor ha confiado a su iglesia (n.8) y como la reconciliación con Dios se puede y se da por
el ministerio de la iglesia (n.9). también se le entiende como efecto de la iniciativa
reconciliante de Dios e indica la transformación, la renovación de las relaciones con Dios y
con la Iglesia. (n. 4, 31)
El Padre acoge al pecador; Cristo toma sobre sus hombros a la oveja perdida y la lleva al
redil; El Espíritu vuelve a santificar su templo.
1. Posturas externas.
a. Negación de la moral autónoma: subrayan la necesidad de lo religioso sobre
lo moral. Okam (la moralidad radica en la voluntad de Dios) el calvinismo (la
ley moral es la misma que a ley revelada) Maritain y el agustinismo en los
derechos de Dios sobre los hombres.
b. Negación de la moral religiosa: elimina toda dimensión de trascendencia en
la moral de la persona. Nace así el ateísmo ético que tiene sus raíces en la
moral griega (epicureísmo)
2. Postura autentica.
a. Busca un equilibrio donde los dos planteamientos no sean excluyentes y
acepten un mínimo de valores.
b. Coherencia de la moral religiosa: admitir la apertura a la trascendencia no
supone privar del valor absoluto a la persona. Para el creyente el hombre esta
ordenado a Dios, no como un medio sino como un fin en sí.
c. Coherencia de la moral no religiosa: es posible una fundamentación autónoma
de las exigencias éticas. La conexión entre religión y ética es desde la religión,
ésta necesita de la ética para verificar su autenticidad.
d. Relación entre moral religiosa y no religiosa: es necesario tener conocimiento
exacto sobre lo peculiar de la religión y de la ética, que no se ha planteado en
términos n de deísmo ni de ateísmo. La moral religiosa acepta y apoya la
coherencia ética auténticamente humana, ayuda a que la ética humana no
caiga en errores (relativismo).
e. Convergencia hacia una ética civil (ideal): trata de ser un sueño de una moral
común para toda la humanidad en donde se busca mantener funciones
comunes, orientar hacia una moralidad publica dar contenidos de ética civil
mediante acuerdos en sano pluralismo ético, etc.
3. Relaciones entre fe cristiana y ética.
a. Articulación de fe y ética en la existencia cristiana: la ética es para el cristiano
la necesaria mediación práctica de la fe.
b. Moral vivida: el empeño ético de la fe y sus mediciones. El ethos cristiano es
la posibilidad que tiene la fe de hacerse coherente. La actuación ética del
creyente tiene sentido cuando se convierte en compromiso ético.
c. Moral formulada: la reflexión teológico moral y sus mediaciones. Se requiere
aceptar la validez de la normatividad humana como mediación que expresa y
encarna la normatividad cristiana. El problema de la articulación de fe y ética
en la existencia del creyente radica en el sentido y funciones de las
mediaciones en que se expresa y autentifica el dinamismo de creer. Si creer
es comprometerse el compromiso de la fe solo es posible a través de las
mediaciones éticas.
d. Influjo de la fe en la ética: el cristianismo no es una religión moral le
corresponde como elemento integrante el compromiso ético. La ética es la
verificación de la fe en cuanto que la hace presente.
4. Pecado ético.
a. Es todo comportamiento contra el orden de la razón (rompe la armonía entre
el actuar y el recto penar no tiene a Dios como referencia) tiene dos
dimensiones:
i. Subjetiva: que es la responsabilidad de la persona en el desequilibrio
que a nivel humano produce.
ii. Objetiva: es la concreción de un contravalor esto hace referencia a la
realización o no del mundo humano.
B) Culpabilidad y Pecado.
Culpabilidad: es el sentimiento de la perturbación del orden unido a la conciencia
de ser el autor de esta perturbación. Tiene muchas instancias.
El pecado: al ser una realidad humana tiene que ser vivenciado y esa vivencia es
mas que un sentimiento de culpabilidad: sus rasgos son los de: 1) pesar por lo hecho
y por haberlo hecho 2) de vivir con esa perturbación.
Esta culpa y vivencia de la culpa:
o Tiene una economía dentro de a persona (la hacen responsable y la
introducen en la realidad)
o Es un resorte que tiene la persona para demostrar la desintegración.
o Responsabiliza al sujeto.
Lo propio y específico de la moral cristiana no hay que buscarlo en el orden de los contenidos
concretos del compromiso moral; la mora de los creyentes debe coincidir con la moral de
todo hombre de buena voluntad. Lo propio y específico hay que buscarlo en el orden de la
cosmovisión que acompaña a los contenidos concretos de la moral.
La afirmación desde la fe, de Cristo Resucitado, es la confesión mas radical del ethos
cristiano. La carga cristológica que porta el mundo se hace eficaz en la confesión de la
Resurrección de Jesús, confesar a Cristo Resucitado es proclamar la fuerza ética más
profunda dentro e la historia humana. La fe actuante de los creyentes en Cristo resucitado es
el cause de la fuerza ético – transformadora de la existencia pancrónica del resucitado.
Para el cristiano existe una ley nueva, de libertad. No es propiamente ley, es una exigencia
interior. Para el cristiano pierde vigencia la ley antigua en cuanto ley exterior: se constata la
postura de Jesús ante la ley judía (Jesús combate el fariseísmo y el espíritu legalista que se
escucha en la interpretación literal de la ley); el despoja a la ley de su carácter mediador, ya
que Jesús es el único mediador de la voluntad del Padre. Pablo declara caduca la ley antigua
como economía de salvación, como sistema ético religioso global. Cristo nos libera de la
esclavitud de la ley, Pablo polemiza sobre el carácter obligante.
De la enseñanza neotestamentaria sobre la ley antigua y sobre la ley nueva se deduce que la
ética cristiana es una moral nacida de la existencia interior. La ley nueva es la transformación
del hombre en Cristo por la presencia del espíritu; se deducen algunas características para la
ética del creyente (Sto. Tomás) compele:
Moral de la libertad: en cuanto nos obliga a ejecutar lo que de suyo es necesario para
la salvación eterna, y en cuanto hace que cumplamos libremente tales preceptos,
puesto que las cumplimos por un interior instinto de gracia.
Moral en cuanto a contenidos: determina pocas cosas, deja en libertad a los hombres.
Además, esta justifica y vivifica.
El nuevo modelo de la moral sitúa a la persona en el centro del sistema ético. El hombre es
el sujeto de la mora y es el objeto de las valoraciones éticas. Trata de formular los
compromisos cristianos desde la autonomía de la moral y desde la responsabilidad ética. Esta
configuración personalista esta de acuerdo con la visión bíblica y con la mentalidad del
hombre de hoy:
H) Hermenéutica de la ley.
a) Epiqueya.
Del griego epikeia: comedimiento tolerancia. Principio para la interpretación de las leyes
humanas en teología moral. El principio dice: una ley incluso eclesiástica no obliga si
conforme a un sano sentido común, habrá que pensar que el legislador no quería obligar en
este momento y en estas circunstancias concretas, por ejemplo, cuando el cumplimiento de l
ley aquí y ahora es desproporcionadamente difícil teniendo en cuenta el fin de la ley.
Se plica cuando el sujeto por sí mismo corrige la letra de ley positiva porque en un caso
particular falla a causa de su carácter universal.
b) Objeción de conciencia.
A este principio humano el creyente le añade una motivación que pasa a ser predominante es
debida a la fidelidad a Dios tal como viene comprendido en la propia conciencia. Son tres
tipos existentes:
Tanto los valores como los juicios morales son inmuebles, únicos, universales en cuanto y
en la medida en que realizan el constitutivo asignado en cada sistema al valor y al juicio
moral en general. Pero son cambiantes, plurales y situacionales en cuanto y en la medida en
que dicho constitutivo se encarna en la historia, la cultura y el individuo.
Doble efecto: son cuatro las condicione para que sea lícito poner una causa de la que
se siguen dos efectos, uno buen y otro malo:
1. Que la acción sea buena o indiferente.
2. Que el efecto bueno no se produzca mediante el malo.
3. Que se pretenda únicamente el efecto bueno.
4. Que exista un motivo suficiente para poner la causa.
De totalidad: su uso esta circunscrito a los ámbitos donde se verificaba un todo
concreto (organismo humano, etc). Se ha querido ampliarlo entendiendo por totalidad
una conformación o unidad estructural.
L) La dirección espiritual.
El director espiritual: debe tener una personal relación con su dirigido, una adecuada
formación académica y confianza como base.
M) El comportamiento humano.
Todo comportamiento humano debe entenderse dentro e la estructura fundamental del
hombre íntegro. Pero el hombre total y concreto vive y desarrolla su proyecto existencial
dentro de unas coordenadas antropológicas:
a) Tiempo: la temporalidad como constitutivo del hombre y de su obrar moral.
b) Espacio: los factores cósmicos y socioculturales como elementos integrantes del
obrar humano.
c) Grupo: la dialéctica entre la individualidad y comunidad en el obrar moral.
d) Sexualidad: especificación humana del comportamiento moral.
e) Carácter: la concreción o sello particular del comportamiento moral.
Libertad: el obrar humano es aquel que es autoposeído por el hombre en cuanto a su claridad
y fuerza. El obrar humano es el que procede de la voluntad iluminada por la inteligencia. La
libertad es una gracia humana y cristiana. La libertad del hombre radica en su condición de
ser personal.
N) la opción fundamental.
Es la decisión que condiciona los demás actos, se refiere a toda la existencia. Es una entrega
totalizante: es el SI o el NO de una persona. Toda la vida moral es juzgada desde la
profundidad de la opción fundamental.
Actitud. Tipos.
a) Psicológica: disposiciones habituales, generalmente adquiridas, para reaccionar ate
situaciones, personas y objetos que nos rodean.
b) Moral: conjunto de disposiciones adquiridas que nos llevan a reaccionar positiva o
negativamente ante los valores éticos. Es la parcialización de la opción fundamental
en algún campo de la existencia humana.
Acto: es la manifestación de la opción fundamental y de la actitud. Existen varios
según su profundidad.
a) Moral perfectamente humana: cuyo verdadero dueño es la persona. Supone un
conocimiento y decisión personal mediante una actuación de la voluntad libre.
b) Grave: mediante el cual la persona es capaz de disponer sustancialmente de sí
misma. Tiene que se un acto perfectamente humano. Tiene que ser profundo e
intenso en la percepción del valor moral del acto así como de su relación al fin
último. Tiene que proceder del centro libre y personal.
La distinción de los pecados por razón de su gravedad se hace a partir del valor que entre en
juego. La distinción entre venial y mortal es considerada desde el comprometerse de la
existencia humana. El pecado mortal se ha de entenderse a partir de la comprensión del
pecado desde la fe. Es el rechazo definitivo de Dios; si no hay esto no se puede hablar de
pecado mortal. El pecado venial es el pecado de la persona periférica y no de la persona
fundamental. Su recurrencia puede llevar a un cambio en la opción fundamental.
La noción de pecado se encuentra hoy en una situación crítica: para unos el hombre ha
perdido el sentido de pecado. Para otros el hombre no toma en serio el pecado y lucha para
liberarse de él. Otros sostienen que el hombre actual es insensible al mal y al pecado en su
dimensión horizontal (culpa), per no en cuanto a categoría religiosa. Otros que muchas veces
lo que ha perdido no es el sentido del pecado sino un determinado sentido del pecado.
Nuevas perspectivas en la noción teológica de pecado:
o Personalista: entiende el pecado como un no que el hombre dice y hace a Dios,
al hombre, a la comunidad, a la propia vocación histórico-cósmica.
o Eclesial: el concilio reconoce que la iglesia es santa y necesitada de
purificación.
Consecuencias negativas en la comunidad:
o Crea una tendencia al mal, lo desvía de su fin último, rompe la armonía de su
interior, es más fuerte que el hombre y por ellos lo esclaviza; esclaviza al
hombre y no le permite lograr su plenitud.
Nación cristiana del pecado:
o Se aprecia hoy en un contexto de diálogo con otras ideologías tomando en
cuenta al hombre secularizado. Es una evidencia de la culpabilidad en un
clima de apertura hacia otras comprensiones que operan una función de
contraste y a veces crítica.
Vivencia humana del pecado:
o Nivel instinto: la normativa no surge desde dentro, sino que resulta de la
presión de las realidades exteriores. La falta o el pecado consistirán en
infringir materialmente la prohibición o el tabú.
o Nivel moral: la persona actúa desde su propia libertad. No hay falta moral sino
cuando la persona obra libremente contra el juicio de su conciencia.
o Nivel religioso cristiano: se da cuando aparece Dios en el horizonte de la
comprensión y de la realización del hombre. El pecado sería la infidelidad de
un amor, romper la relación de amor incluso con Dios.
Inseminación artificial:
Ya sea con semen de un donante (heteróloga) o del cónyuge (homóloga) y tanto en una mujer
casa como núbil (casadera) es intrínsecamente ilícita.
Fecundación artificial.
También se conoce como la FIVET (fecundación in vitro y transparencia del embrión) puede
ser heteróloga u homóloga.
La fecundación artificial heteróloga lesiona los derechos del hijo, lo priva de la relación filial
con sus orígenes paternos y puede dificultar la maduración de su identidad personal.
Constituye además una ofensa a la vocación común de los esposos a la paternidad y
maternidad, priva objetivamente a la fecundidad conyugal de su unidad y su integridad, opera
y manifiesta una ruptura entre la paternidad genética la gestacional y la responsabilidad
educativa. Esta alteración de las relaciones personales en seno de la familia tiene
repercusiones en la sociedad civil.
Eutanasia.
No es moralmente aceptada en esta decisión de acortar la vida, esto se funda en la
inviolabilidad de la vida humana, sin sentido de la proposición de otros valores por encima
del valor de la vida humana, peligro de arbitrariedad por parte de los poderosos,
consideración utilitarista de la vida del hombre, pérdida del nivel moral de la sociedad.
Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial.
Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal
como sea posible.
Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a
la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.
Por tanto, una acción u omisión que de suyo o en la intención provoca la muerte para suprimir
el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana
y al respeto del Dios vivo su creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de
buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir
siempre.
Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona
enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los
sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días pueden ser moralmente
conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio
sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una
forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados.
Distanasia.
Es la práctica que tiende a alejar lo mas posible la muerte prolongando la vida de un enfermo
o un moribundo ya inútiles, desahuciados, sin esperanza humana de recuperación y para ellos
utilizando no solo los medios ordinarios sino los extraordinarios y muy costosos en si mismos
o en relación con la situación económica del enfermo y su familia. Cuando se ha comprobado
la muerte clínica del paciente no es inmoral terminar con esa existencia puramente vegetativa.
Ortotanasia.
Se refiere a la situación ideal en la que se respetan y se realizan el respeto ala vida humana y
el derecho a morir dignamente. Será ortotanasia la situación que realice la solución adecuada
del conflicto entre los dos valores, la que exprese el valor prevalente según las leyes de la
auténtica proporcionalidad humana.
Homosexualidad.
En cuanto a los sujetos de la segunda categoría, piensan algunos que su tendencia es natural
hasta el punto de que debe ser considerada en ellos como justificativa de relaciones
homosexuales en una sincera comunión de vida y amor análoga al matrimonio, mientras se
sienten incapaces de soportar una vida solitaria.
Indudablemente esas personas homosexuales deber ser acogidas en la acción pastoral con
comprensión, respeto, delicadeza y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus
dificultades personales y su inadaptación social, están llamados a realizar la voluntad de Dios
en sus vidas y por tanto si son cristianos se unirán al sacrificio de la cruz del Señor, con las
dificultades y sufrimientos que pueden encontrar a cusa de su condición. Se evitará, respecto
a ellos, todo signo de discriminación injusta. También su culpabilidad debe ser juzgada con
prudencia. Pero se puede emplear ningún método pastoral que reconozca una justificación
moral a estos actos por considerarlos conforme a la condición de estas personas. Según el
orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e
indispensable. La Sagrada Escritura atestigua que los actos homosexuales son
intrínsecamente desordenados y que ni pueden recibir aprobación en ningún caso.
Relaciones prematrimoniales.
Según M. Vidal, en una moral de tipo personalista no se puede afirmar la abstinencia sexual
prematrimonial como una norma ética absoluta. Al proclamar la abstinencia sexual
prematrimonial no se proclama una represión, ni frustración, ni una castración en la línea
ascendente de la relación amorosa interpersonal. Solo se exige que sea su amor lo que, si se
manifieste, que no sean manifestaciones egoístas que invocan al amor como pretexto.
La doctrina del magisterio afirma: muchos revindican el derecho a la unión sexual antes del
matrimonio, al menos cuando una resolución firme de contraerlo y un afecto en cierto modo
es ya conyugal en la sicología de los novios piden ese complemento, que ellos juzgan
connatural, sobre todo cuando la celebración del matrimonio se ve impedida por las
circunstancias, o cuando esta relación íntima parece necesaria para la conservación del amor.
Esta opinión se opone a la doctrina cristiana según la cual debe mantenerse en el cuadro de l
matrimonio todo acto sexual humano. Porque por firme que sea el propósito de quienes se
comprometen en estas relaciones prematrimoniales es indudable que tales relaciones no
garantizan que la sinceridad y la fidelidad en la relación interpersonal entre un hombre y una
mujer queden aseguradas, y sobre todo protegidas contra los vaivenes y las veleidades
(ligerezas) de las pasiones. Jesucristo quiso que fuese estable la unión y la restableció a su
primitiva condición, fundada en la misma diferencia sexual. Él respondió ¿no habéis leído
que el creador desde el comienzo los hizo varón y hembra y que dijo por eso dejará el hombre
a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne? De manera que
ya no son dos sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió que no lo separe el hombre
(Mt 19, 4-6). El amor de los esposos queda asumido por el matrimonio en el amor con el cual
Cristo ama irrevocablemente a su iglesia, mientras la unión corporal en el desenfreno profana
el templo del Espíritu que es el cristiano. Por tanto, la unión carnal no se puede legitimar sino
cuando se ha establecido una definitiva comunidad de vida entre un hombre y una mujer.
Relaciones extramatrimoniales.
El adulterio: con esta palabra se designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una
mujer, cuando de los dos al menos uno este casado, establecen una relación sexual, aunque
ocasional, cometen adulterio. Cristo condena incluso el deseo de adulterio. Habéis oído que
se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola ya
cometió adulterio con ella en su corazón (Mt 5, 27-29). En el NT y el sexto mandamiento
prohíben absolutamente el adulterio. El les dijo: Quien repudie a su mujer y se case con otra,
comete adulterio contra aquella, y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio (Mc 10, 11-12). Los profetas denuncian su gravedad, ven en el adulterio la imagen
del pecado de idolatría. Pues su madre se ha prostituido, se ha deshonrado la que los concibió
cuando decía: Me iré detrás de mis amantes, lo que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi
lino, mi aceite y mis bebidas (Os2,7)
El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de
la alianza que el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra
la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de
la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres.
Esterilización.
Como método de control de natalidad no puede ser impuesto por ninguna razón política,
económica o cultural. De forma directa o indirecta. Tampoco ha de ser considerada, ni por la
pareja ni por instituciones como método ordinario y normal para controlar la natalidad. En
presencia de situaciones en que sea absolutamente necesario no procrear, y se hayan agotado
todas las posibilidades de otros procedimientos estrictamente anticonceptivos la
responsabilidad humana puede encontrar una solución adecuada a la esterilización.
La iglesia condena, como ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia, todas aquellas
actividades de los gobiernos o de otras autoridades públicas, que traten de limitar de cualquier
modo la libertad de los esposos en la decisión sobre los hijos. Por consiguiente, hay que
condenar totalmente y rechazar con energía cualquier violencia ejercida por tales autoridades
a favor del anticoncepcionismo e incluso de la esterilización y del aborto procurado. Al
mismo tiempo hay que rechazar como gravemente injusto el hecho de que en olas relaciones
internacionales la ayuda económica para la promoción de los pueblos que esté condicionada
a programas de anticoncepcionismos, esterilización y aborto procurado.
Contracepción.
Cuando los esposos mediante el anticoncepcionismo separan estos dos significados (el
unitivo y el procreador) que Dios creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en
el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como árbitros del designio divino de
manipulan y envilecen la sexualidad humana y con ella la propia persona del cónyuge,
alterando su valor de donación total. Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca
donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente
contradictorio, es decir, el no darse al otro totalmente, se produce no solo el rechazo positivo
de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal
llamado a entregarse en plenitud personal.
Paternidad responsable.
Los hijos deben ser fruto del amor maduro y responsabilidad de los dos cónyuges, no de la
instintividad e irresponsabilidad. El discernimiento y decisión de los esposos debe tener en
cuenta entro otros, el bienestar físico y psicológico, la estabilidad del hogar, las condiciones
de vida, la situación económica, el bien de os hijos ya nacidos, las condiciones de la sociedad.
La sociedad debe informar de los aspectos técnicos que en los cónyuges han de tomar la
opción procreativa.
Masturbación.
Con frecuencia se no hoy en duda o se niega expresamente la doctrina social según la cuan
la masturbación constituye un grave desorden moral. Se ponen argumentos sicológicos y
sociológicos para demostrar que es un fenómeno normal del desarrollo de la sexualidad,
sobre todo en los jóvenes, y que no se da una falta real y grave sino en la medida en que el
sujeto ceda deliberadamente a la autosatisfacción cerrada en si misma, entonces si que el acto
es radicalmente contrario a la unión amorosa entre personas de diferente sexo, siendo tal
unión, a juicio de algunos el objeto principal del uso de la facultad sexual.
Tal opinión contradice la doctrina y la práctica de la iglesia. Sea lo que fuere de ciertos
argumentos de orden biológico o filosófico de que se sirvieron a veces los teólogos, tanto el
magisterio de acuerdo con la tradición constante como el sentido moral de los fieles, han
afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente
desordenado. La razón principal es que el uso deliberado de la facultad sexual fuera de las
relaciones conyugales normales contradice esencialmente su finalidad sea cual fuere el
motivo que lo determine. Le falta en efecto, la relación sexual requerida por el orden moral,
aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana
en el contexto de un amor verdadero. La tradición de la iglesia ha entendido con justo motivo,
que esta condenado en el NT (el acto de la masturbación) cuando se habla de impureza, de
lascivia o de otros vicios contrarios a la castidad.
La psicología moderna ofrece diversos elementos que pueden ayudar a la acción pastoral.
Ayuda a ver como la inmadurez de la adolescencia que a veces puede prolongarse más allá
de esta edad, el desequilibrio psíquico o el hábito contraído pueden influir sobre la conducta
atenuando el carácter del acto y hacer que no haya siempre falta subjetivamente grave. Sin
embargo, no se puede presumir como regla general la ausencia de responsabilidad grave.
Para emitir un juicio acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción
pastoral ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos el
estado de la angustia u otros factores psíquicos o sociales que reducen e incluso anulan la
culpabilidad moral.
Aborto.
La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la
concepción. Desde el primer momento de su existencia el ser humano debe ver reconocidos
sus derechos de persona, entre los que están el derecho inviolable de todos ser inocente a la
vida.
Desde el siglo I la iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta
enseñanza no ha cambiado. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio
es gravemente contrario a ley moral. La cooperación formal a un aborto constituye una falta
grave. La iglesia sanciona si este se produce incurre en excomunión latae sententiae en las
condiciones previstas por el derecho (CIC 1323) con esto la iglesia no pretende restringir el
ámbito de la misericordia, lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño
irreparable causado al inocente a quien se da muerte a sus padres y a toda la sociedad.
Los elementos esenciales que describen y definen la naturaleza de la doctrina social cristiana
se encuentran de este modo: la enseñanza social de la iglesia se origina en el encuentro del
mensaje del evangelio y de sus exigencias con los problemas que surgen en la vida de la
sociedad. Las cuestiones que de este modo se ponen en evidencia llegar a ser materia para la
reflexión moral que madura en la iglesia a través de la búsqueda científica e incluso a través
de las experiencias de la comunidad cristiana, que debe confrontarse todos los días con
situaciones de miseria y sobre todo, con los problemas determinados por la aparición de y
desarrollo del fenómeno de la industrialización y de los sistemas de socio – económicos
relativos. Ella se proyecta sobre los aspectos éticos de la vida sin descuidar los aspectos
técnicos de los problemas para juzgarlos con criterio moral. Basándose sobre los principios
siempre validos lleva consigo juicios contingentes, ya que desarrolla en función de las
circunstancias cambiantes de la historia y se orienta esencialmente a la acción.
El conjunto o corpus de enseñanzas que posee la iglesia sobre los problemas de orden social.
Cronológicamente incluye las enseñanzas de: el pensamiento católico antes de los cambios
del s. XIX; León XIII (Rerum Novarum); Pío XI; Pío XII y Juan XXIII (Pacem in Terris);
Vaticano II (GS); Pablo VI (Populorum Progresio) y Juan Pablo II (Solicitudo Rei sociales y
Centesimus annus) mas algunos documentos recientes.
El adjetivo social engloba todo lo que se refiere a las relaciones entre los hombres dentro de
la sociedad. La DSI esta formada por las intervenciones de los papas en sus encíclicas
sociales y sus intervenciones en otras formas de magisterio, por las intervenciones de los
obispos y por las síntesis que los teólogos han hecho de las anteriores. Los responsables
principales son el Papa para la iglesia universal y los obispos para las iglesias locales.
1. Derechos humanos.
Es una formulación histórica nacida dentro de la etapa moderna de la cultura occidental que
recoge las experiencias básicas de la dignidad humana. La PT marca un hito en la aceptación
y asunción por parte de la iglesia del contenido de la Declaración Universal de los Derechos
humanos: en toda convivencia bien organizada y fecunda hay que colocar como fundamento
el principio de que todo ser humano es persona, es decir, una naturaleza dotada de inteligencia
y de voluntad libre y que por tanto de esa misma naturaleza directamente nacen al mismo
tiempo derechos y deberes que al ser universales e inviolables son al mismo tiempo
absolutamente inalienables.
Se constata la concordancia entre ambos textos; es la primera vez que el magisterio pontificio
hace una declaración de derechos humanos relativamente completa y sistemática. Aunque
los derechos humanos aparecen como realidad preferentemente jurídica, su misma noción
alude a otras dimensiones: vertiente histórica, sociológica y ética. Ellos son expresiones
históricas de la conciencia ética-jurídica de la humanidad. Decir que hay derechos humanos
en nuestro contexto histórico- espiritual equivale a afirmar que existen derechos
fundamentales que el hombre posee por el hecho de ser hombre, por su misma naturaleza y
dignidad, que le son inherentes y que lejos de nacer de una concesión de la sociedad política
han de ser por esta consagrados y garantizados.
2. Trabajo humano.
La ética humanista y cristiana ha de resaltar la primacía del trabajo frente a cualquier otra
realidad económica, incluida la propiedad.
3. Economía.
Cuadro de criterios dinámicos 8ayudan a concretizar el marco de referencia para lograr una
introducción exacta del ethos cristiano en el mundo económico)
a) Positivos:
a. El destino universal de los bienes económicos.
b. La necesidad humana criterio de la actividad económica.
b) Negativos:
a. Prejuicios tabuísticos ante la realidad económica: la pobreza y la templanza
falsamente entendidas.
b. Utopías míticas ante la realidad económica: los mitos de la productividad y el
lucro.
4. La violencia y la liberación.
No se puede enfocar éticamente la violencia desde la legitima defensa, ni desde el prejuicio
de la legitimidad del orden establecido, ni desde la no distinción entre la violencia como
hecho y como método.
La libertad es:
Constitutiva de las personas: es un don y tarea, se tiene y se es, es un quehacer.
Tarea moral de la persona.
Dinamismo orientador en el proceso moral de humanización.
Parte de la estructura de la existencia cristiana: es una forma de comprender y orientar
la moral de los creyentes en Cristo.
Es el dinamismo que empuja y orienta el conjunto del proceso moral.
En forma amplia es natural al hombre, en cuanto al bien común. Forma así la comunidad
política:
Es necesario que esta tenga un poder representativo, que someta el orden moral y
busque la realización del bien común.
En cuanto a las formas de poder, se busca que exista una pluralidad, sin embargo,
todas están regidas por un principio fundamental: la democracia. La iglesia aprecia el
sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los
ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de
elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente
de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos
dirigentes restringidos que, por intereses particulares ni por motivos ideológicos
usurpan el poder del estado. Una auténtica democracia es posible solamente en un
estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.
Requiere que se las condiciones necesarias para la promoción de las personas
concretas, así como de la subjetividad de la sociedad mediante la creación de
estructuras de participación y corresponsabilidad. A este propósito hay que observar
que, si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, para fines
de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo
variable o encubierto.
Participación de toda la comunidad política.
El estado es querido por la doctrina cristiana. Su función es la de servir a las personas
y grupos intermedios.
Se tiende hacia la comunidad política internacional.
6. El estado y el bien común.
Estado: es una forma histórica de organización política que se caracteriza por los siguientes
rasgos: unificación y centralización del poder, secularización del poder, determinación
territorial del poder, objetivación del poder en el derecho. De estos rasgos surgen los
elementos constitutivos de la realidad del estado:
El bien común como finalidad del estado: la comunidad política naca para buscar
el bien común en el que encuentra su justificación plena y su sentido del que su
legitimidad primigenia y propia.
Configuración del estado por el derecho: el estado no es el derecho ni lo crea, ya
que este está vinculado a valores que trascienden el poder político. El derecho es
definido por el estado bajo las formas de leyes, reconociendo la fuerza como una
fuerza obligatoria de las costumbres respaldando la autoridad de las sentencias de
los jueces.
La autoridad como constitutivo del estado: es indispensable una autoridad que
dirija la acción de todos al bien común obrando principalmente como una fuerza
moral que se basa en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno.
Bien común: es uno de los temas frecuentes del magisterio sobre el orden social. Es un punto
clave de la DSI. Es el bien de las personas en cuanto estas están abiertas entre sí a la
realización de un proyecto unificador que beneficia a todos. Asume la realidad de bien
personal y la del proyecto social en la medida en que las dos convergen en la comunidad. Es
el bien de la comunidad. Tienen un carácter pluralista, dinámico, intencional y objetivo,
totalizante e individual.
El bien común siendo superior al interés privado, es inseparable del bien de la persona
humana, comprometiéndose a los poderes públicos a reconocer, respetar, acomodar, tutelar
y promover los derechos humanos, y a hacer más fácil el cumplimiento de las respectivas
obligaciones. Por consiguiente, la realización del bien común puede considerarse la razón
misma de ser de los poderes políticos, los que están obligados a llevarlo a cabo en provecho
de todos los ciudadanos y de todo hombre, respetando una justa jerarquía de valores y los
postulados de las circunstancias históricas.
Son muchas las instancias responsables de la educación todas aquellas que colaboran en su
realización (padres, estado, grupos ideológicos, profesores, alumnos). Estas instancias no
tienen la misma funcionalidad, no operan todas del mismo modo y sobre los mismos aspectos
de la educación. Criterios de responsabilización:
8. Celebración
Ministro (CIC 965-966) sacerdote válidamente ordenado con potestad de jurisdicción
que se adquiere:
o Ipso iure: facultad de oír confesiones en todo el mundo por el Papa y los
obispos.
o Por concesión de la persona en el lugar de incardinación o donde tiene su
domicilio (el ordinario debe facultar por escrito)
Extensión de la facultad, en los institutos el superior puede dar esta facultad para las
casas religiosas.
11. Preparación
Según su conciencia, después del examen.
14. Lugar
Propio: iglesia u oratorio
Sede: la Conferencia Episcopal dará las normas para el confesionario.
Santuarios: deben preocuparse por tener lugares para las confesiones.