Resefias
Domincez Caparr6s, J. (ed.), Her-
menéutica, Madrid, Arco-Libros.
La editorial Arco-Libros, en su
colecci6n «Lecturas», ha publicado
una compilacién de textos sobre h
menéutica, con introducci6n y bibli
grafia, llevada a cabo por José Domin-
guez Caparrés. Se recogen de este
modo en un solo volumen los articulos
sobre hermenéutica mas relevantes de
autores como L.A. Schékel, R- Dwor-
kin, H.G. Gadamer, E.D. Hirsch, E.
Lled6, St. Mailloux, P. Ricoeur y P.
Szondi.
El articulo que abre el volumen,
de Emilio Lled6 ', se articula en toro
a una amplia reflexi6n sobre el diélo-
go Fedro de Plat6n’. El Fedro consti-
tuye, desde el punto de vista de la
epistemologia plat6nica, una impor-
tante reflexién sobre la dificultad del
lenguaje escrito para expresat fiel-
mente el sentido de las palabras, has-
ta el punto de propugnar la imposibi-
lidad de las letras para codificar el
contenido de la memoria y reflejar la
"Cf. E, LuED6 (1985), «Literatura y orf
tica filoséfica», en J. M. Diez Borgve (ed).
Métodos de estudio de ta obra literaria, Ma-
drid, Taurus (419-444); reed. en J. DOMINQUEZ
CAPARROS (ed.), Hermenéutica, Madrid, Arco-
Libros, 1997 (22-57).
2 Cfr. PLATON, Didlogos Ill. Fedén, Ban-
quete, Fedro, Madrid, Gredos, 1992, pigs. 401-
406 (1.* ed., 2.4 rempr.), en PLATON, Fedro,
2744-275e. Traducciones, introducciones ¥ N-
tas por C. Garcfa Gual, M. Martinez Hernéndez
YE. Lled6 Inigo.
675
autenticidad de la vida. Plat6n insiste
de este modo en la importancia que
adquieren en los procesos de interpre-
taci6n humana distintos factores que
actian en la comunicacién verbal,
condicionando y deteriorando el sen-
tido genuino de las palabras. El didlo-
g0 Fedro concluye con la exposici6n
del mito entre Theuth y Thamus sobre
los orfgenes de la escritura, y plantea
el problema de la relaci6n entre la es-
critura y la memoria, es decir, entre la
verdad y sus equivocas posibilidades
de interpretaci6n, entre el sentido rec-
toy genuino del Ienguaje escrito y la
insuficiencia de Ja letra impresa para
garantizar a lo largo del tiempo la per-
vivencia del sentido original de un
conocimiento auténtico.
La moderna gramatolog{a, deter-
minada en buena medida por el pen-
samiento deconstructivista de J. De-
rrida, se ha apoyado decisivamente en
estas paginas del didlogo plat6nico, a
las que el fil6sofo post-estructuralista
francés dedica un amplio comentario
en el capitulo «La pharmacie de Pla-
ton», recogido en La dissémination
(Paris, Seuil, 1972: 71-197; trad. esp.
19973. Tras siglos de desinterés hacia
este fragmento del Fedro, se plantea
Ia insuficiencia, 0 imposibilidad, de la
escritura para hacerse inteligible por
sf misma ante lectores ajenos a sus
oe
+ Sobre el concepto de phdrmakon, fre-
ccuente en los textos platénicos, eft: 10s frag
ciemros de los siguientes dislogos: Cérmides
Tose, Crétilo 394a, Protdgoras 3548, Fedon
ta, Replica 459, Timeo 89 y Leyes 6492.676
fuentes y contextos originales. La es-
critura se configura de este modo co-
mo un lenguaje opaco, hermético,
inasequible 0 incluso equivoco, so-
metido a la inspeccién exegética de
un sujeto cuyo lenguaje es una reali-
dad formalmente muy diferente del
discurso fosilizado en una escritura
que trata de interpretar. La comunica-
ci6n escrita presenta, en consecuen-
cia, dificultades de las que la interac-
ci6n oral est4 exenta, al disponer de la
posibilidad de actuar in fieri sobre el
sentido de las palabras y su modo de
interpretacién; desde este punto de
vista, la comunicacién escrita queda
reducida a un mero recordatorio del
pensamiento vivo, cuando no a un de-
cepcionante simulacro del conoci-
miento verdadero.
La teorfa hermenéutica de H.G.
Gadamer (1960) y la estética de la re-
cepcién de H.R. Jauss (1967) conside-
ran que en la lectura de un texto con-
vergen siempre las interpretaciones
precedentes depositadas en la tradi-
ci6n hist6rica. Del mismo modo, si
bien desde posiciones afines a la se-
miologia, U. Eco (1990) considera
que el texto literario es un universo or-
ganico, semdnticamente abierto y for-
malmente estable, que descubre al lec-
tor infinitas conexiones. El lenguaje
no permite designar los objetos, el re-
ferente extralingiifstico denotado por
el signo, bajo un solo sentido, pues no
transmite significados unfvocos, pree-
xistentes, inalterables: «Todo texto
que pretenda significar algo unfvoco
—escribe U. Eco— es un universo
Resehas
abortado». La existencia del lenguaje
y del discurso demuestra que aquello
de lo que se puede hablar, lo que se
puede formalizar verbalmente, no es
sino el resultado de la coincidencia de
lo diferente, el resultado de la bisque-
da de fenémenos regulares y constan-
tes en la diversidad. El lenguaje refle-
ja el desajuste entre el pensamiento y
la realidad; el ser humano, el Dasein,
el ser-ahi heideggerdiano, significa
ser consciente de que no se puede
identificar un Significado Trascen-
dental o Absoluto. Puede admitirse
que el lenguaje hable en lugar del au-
tor, pero afirmaciones de naturaleza
deconstructivista desde las que se pro-
pugna que el sujeto no sabe de qué ha-
bla, porque el lenguaje lo hace en su
lugar, son objeto de critica por parte
de U Eco: «El texto interpretado im-
pone unas restricciones a sus intérpre-
tes. Los limites de la interpretacién
coinciden con los derechos del texto
(lo que no quiere decir que coincidan
con los derechos de su autor) [...]. Se-
ria més oportuno hablar, mas que de
infinitas interpretaciones, de un néme-
ro indefinido de interpretaciones, y en
todo caso decir que las interpretacio-
nes son infinitas no significa que algu-
nas no puedan ser més satisfactorias
que otras, ni que, en el curso de cada
una de ellas, no haya un momento en
que el intérprete no diga «detente, me
quedo contigo» +.
* Cfr. U. ECO (1991), «Los limites de la
interpretacion», Revista de Occidente, 118 (5-23;Resefias
El arte de la exégesis, la herme-
néutica, se transformé con el paso del
tiempo en la descripcién 0 teorizacién
de sus propias reglas. La ciencia de la
literatura nace en un momento hist6ri-
co en el que el cambio 0 evolucién de
la hermenéutica, es decir, el paso de la
«exégesis» ala adescripeién de las re-
glas de esa exégesis», ya se ha produ-
cido, debido, entre otras renovaciones
de importancia, a la obra de F. Sch-
leiermacher °. Paralelamente, «la her-
menéutica literaria no puede extraer
sus reglas de una vuelta al pasado, al
tiempo de la hermenéutica prefilos6fi-
ca»®, Estos hechos han determinado la
pag. cit, 9). Este articulo preludia la edici6n de la
traduccién espafiola del libro del mismo titulo,
de U. Eco, Las limites de ta interpretacién (Bar-
celona, Lumen, 1992; I ed. en Milano, Bompia~
ni, 1990), al que pertenece, y desde el que el se
mi6logo italiano rechaza y discute, entre otros
aspectos, la vigencia de las teorfas deconstructi-
vistas. Frente a las tesis de la deconstruccién, ¥
frente al uso que Derrida ha hecho de la teorfa se-
miolégica de la interpretacién, U. Eco sostiene
que un discurso es algo concebido para suscitar
interpretaciones.
5 Incluso una vez. producido este cambio
hist6rico, afines del sigho XVI, la teorfa litera-
ria ha podido prescindir de la hermenéutica du-
rante decenios, casi hasta el advenimiento del
siglo XX. «Hay que afiadir —sefiala a este res
pecto P. Szondi (pag. 62), que la Ciencia de
Ia Literatura de los ltimos cien afios, a pesar de
las tendencias contradictorias que la domina-
ban, no experiment6 la necesidad de una her-
menéutica material a causa de sus premisas: P
ra el positivismo los hechos relacionados con la
vida y la obra de los poetas eran datos cuys
comprensibilidad no se cuestionaba».
fr, P. Szonp1 (1975), Einfuhruns in die
literarische Hermeneutik, Studienansgabe der
677
«la ausencia en este momento de una
hermenéutica literaria en el sentido de
una ensefianza material (es decir, de-
dicada a la practica) de la exégesis de
textos literarios [ No puede ser
que el lugar dejado por la falta de una
hermenéutica literaria actual sea ocu-
pado, sin ningsin criterio critico, por la
hermentutica filolégica que nos fue
transmitida por la tradicién» (P. Szon-
di, pag. 73). La hermenéutica moder-
na ha establecido sus reglas para lain-
terpretaci6n de los textos con
anterioridad al nacimiento de Ja cien-
cia literaria, como consecuencia de
ello, la hermenéutica de la Edad Con-
tempordnea, atenta 4 Ja interpretaci6n
-alegérica 0 filolégica~ de los textos
filos6ficos, teolégicos y juridicos, se
ha configurado inicialmente sin tener
en cuenta los problemas derivados ac-
talmente de la comprensién de los
textos literarios: «En el origen mismo
de la biisqueda del sensus litteralis se
encuentra, pues, el fenémeno del cam-
bio lingifstico, el envejecimiento de
enunciados lingiifsticamente fijados.
El sensus litteralis corresponde al sen-
sus grammaticus. El hermeneuta es un
intérprete, un intermediario ’, quien
a
Vorlesungen, Band 5, Frankfurt a/M.,. Subr-
amp Verlag. Trad. i: Introducione all erme-
peutica letteraria, Parma, Prattiche, 1979. Trad.
tap. de Cristina Naupert: «Introduccion «
fenmenéutica literaria», en J. DOMINGUEZ CA~
pannds (ed.). Hermentutica, Madrid, Arco-Li-
bros, 1997 (59-74; pag. cit. 63).
7 Obsérvese una vez mAs Ia estrecha rela-
ign existente entre la hermenéutica, como (60
fa dela interpretaci6n, y In éransduccidn, como